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Un recorrido por las literaturas del mundo
«El mundo es ancho y ajeno», había titulado Ciro Alegría una novela. Y esta afirmación es una tentación para definir este catálogo: la literatura del mundo es ancha y ajena.
Este catálogo pretende modificar el segundo adjetivo. La literatura del mundo sin duda es ancha e inabarcable, pero este catálogo intenta hacerla cercana y accesible. Desde las antiguas literaturas grecolatinas hasta nuestros días, nada humano es ajeno a este catálogo, por parafrasear el viejo dicho de Terencio. Un catálogo siempre está haciéndose. Sobre todo, un catálogo de literatura universal. Los orígenes de este catálogo están fundados, como no podía ser de otro modo, sobre las literaturas occidentales. A medida que crece va abriéndose a otras latitudes y otras lenguas. Empiezan a estar representadas las lenguas nórdicas, la albanesa y la rumana; la china y la japonesa; la historia de Nala y Damayanti, extraída del Mahabharata; árabe...
Una literatura en lengua ajena siempre está mediatizada por la traducción. Toda traducción tiene algo de sombra en la caverna. Ya don Quijote decía que «el traducir de una lengua en otra, como no sea de las reinas de las lenguas, griega y latina, es como quien mira los tapices flamencos por el revés, que, aunque se ven las figuras, son llenas de hilos que las oscurecen, y no se ven con la lisura y tez de la haz». Al margen del cuidado que siempre se pone en las traducciones, la poesía suele ir en ediciones bilingües, precisamente para evitar en lo posible los hilos que la oscurezcan.