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el futuro ya está aquí

Platicar con Flavio González Mello, director de la puesta en escena Inteligencia actoral, nos deja con ese sabor de que el futuro ya está aquí y que si la inteligencia artificial conquista al teatro, estaremos en aprietos, como cuenta el dramaturgo en entrevista.

Cuéntame un poco de la historia…

Inteligencia actoral es una comedia de ciencia ficción que aborda un tema que nos ha preocupado a todos en algún momento: ¿cuánto tiempo falta para que lo que hacemos en nuestros trabajos e incluso en la vida social y familiar pueda ser reemplazado por una entidad de inteligencia artificial?

¿Cómo lo planteas en el escenario?

La historia es sobre un actor que está a pocos días de estrenar una obra en el papel de Hamlet, pero le cae una oferta que no puede rechazar: hacer una película en Hollywood, su gran sueño. Entonces convence al director de la obra para que integre a un remplazoide, es decir, a un robot idéntico a él en lo exterior, pero que en realidad es una entidad de inteligencia artificial que tendrá el reto de dar vida, emociones y cuerpo al personaje que, dicen, es el más complejo en la literatura.

Es un tema fuerte, controversial y actual… ¡Exacto! Eso es lo que queremos, que a través de esta historia reflexionemos acerca de lo que nos está pasando: la inteligencia artificial está llenando, de manera vertiginosa, más espacios de los humanos; es inevitable preguntarnos ¿qué pasará cuando llegue a nuestro propio ámbito?, que en nuestro caso es el teatro, una frontera que no está tan filtrada por la tecnología, y si ahí puede llegar y sustituir al ser humano de manera convincente, entonces ¡estamos perdidos!

Ya no es tan futuro, lo tenemos encima…

Es correcto, todos los días interactuamos con diversas formas de inteligencia artificial pensando que somos quienes damos una orden al navegador y nos permite llegar de un lado a otro; no nos damos cuenta de que somos nosotros quienes obedecemos las órdenes de la plataforma, el navegador, es decir, respondemos lo que la máquina espera de nosotros.

Sin embargo, tu historia se desarrolla en el futuro…

Así es, 20 años adelante, cuando ya hay robots que son idénticos a los humanos; esto permite que nos adentremos en una comedia de ciencia ficción con los enredos que se darán, porque por fuera son iguales, sin embargo, por dentro son diferentes.

Es todo un reto el que tiene Roberto Beck, quien da vida al actor y al robot…

Efectivamente, se requiere de un compromiso y de una gran imaginación para meterse en los personajes. Esto es para todo el elenco, que tiene que interactuar con uno y con otro en diferentes momentos y situaciones.

¿Qué trasfondo tiene esta historia que salió de tu pluma?

Es una crítica muy ácida a todos los que hacemos teatro: productores, actores, directores; es abrir este mundo al público, cómo son los ensayos, los malentendidos, obstáculos e intrigas que se generan en el proceso del montaje. Pero también es un homenaje al actor, que es capaz de recrear una realidad sobre un escenario.

¿Una máquina puede llegar a reemplazar las emociones del teatro?

La respuesta no la voy a dar porque no la tengo. Es algo que nos planteamos en la obra, y con la ayuda del público tratamos de encontrar la respuesta, pero cada espectador tendrá su opinión.

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