EDUCAR FAMILIA / Valores
La gratitud es mucho más que una norma de cortesía. Dos profesionales explican por qué es una herramienta emocional que nos conecta con las propias fortalezas, mejora la autoestima y desarrolla la habilidad de apreciar lo positivo que existe en la vida. POR M. ESTER ROBLERO
La relación entre la gratitud y la capacidad de disfrutar
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odos los adultos recordamos que más de una vez en nuestra infancia, cuando estábamos aburridos, poco conformes con lo que teníamos, o reclamábamos por la comida, nos decían: “No seas malagradecido”. Así, todos crecimos conociendo que existe una relación entre la gratitud y la capacidad de disfrutar y pasarlo bien. Sin embargo: ¿cómo explicar y trasmitir esta idea de manera asertiva a los hijos y alumnos sin que parezca un sermón? LO QUE HA DEMOSTRADO LA CIENCIA “Las investigaciones han demostrado que mientras más gratitud tenga una persona hacia su vida y lo que la rodea, más aceptación tendrá de sí misma; mejores serán su autoestima y sus relaciones
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con los demás; e incluso su generosidad aumentará, pudiendo sentir alegría en vez de envidia por la felicidad de otros”, señala la psicóloga y terapeuta familiar Mónica López. Además, agrega, “se ha visto que las personas que practican la gratitud de forma activa tienen la ventaja de ver fortalecido su sistema inmunológico, siendo más resistentes a enfermedades. Tienden a ser más empáticas y menos individualistas; les gusta más el hecho de estar vivas, por lo que son más prudentes respecto a los riesgos”. Todo lo anterior confirma que “la gratitud es una de las bases de la felicidad; una fortaleza que puede entrenarse para aportar al bienestar emocional de las personas que la practican y con ello impactar positivamente en su calidad de vida”, explica esta profesional.