Juan José Graham - Una visión joven

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UNA VISIÓN JOVEN RETOS Y PROPUESTAS DE LA NUEVA GENERACIÓN DE MEXICANOS


JUAN JOSÉ GRAHAM NIETO

UNA VISIÓN JOVEN RETOS Y PROPUESTAS DE LA NUEVA GENERACIÓN DE MEXICANOS


Primera edición, junio de 2018.

El cuidad de esta edición estuvo a cargo de GRUMER, Grupo Mexicano de Redacción. Portada a cargo de Fernando Bustos. Guanajuato #131-203, col. Roma Norte, Delegación Cuauhtémoc, C. P.: 06700. Ciudad de México, México.


A todos y cada uno de los que me han apoyado en mi desarrollo laboral y acadĂŠmico y, de manera particular, lo dedico tambiĂŠn a ti que estĂĄs leyendo esto. Espero que disfrutes el libro.


ÍNDICE La oportunidad de Juan José Mario de la Rosa

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Una nueva nación para nuevas generaciones Humberto Mayans Canabal

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I. JUVENTUD Y MÉXICO ACTUAL

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Ser joven en México Alerta social: una generación en peligro De urgente resolución: los “ninis” Las redes sociales: herramientas de doble filo Pocos espacios, grandes ejemplos: jóvenes en acción Latitud y juventud: la situación de los jóvenes en México y Colombia Datos generales de la juventud en México y su interpretación ¿Qué se está haciendo en México y cómo se está haciendo? Datos generales de la juventud en Colombia y su interpretación ¿Qué se está haciendo en Colombia y cómo se está haciendo? Consideraciones finales Lista de entidades y dependencias que pertenecen a la administración pública federal Una voz para quien no la tiene Discriminación en México: juzgar sin ser juzgados Personas con discapacidad: un sector no representado y del que pocos hablan

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Jóvenes de espíritu Candita V. Gil Jiménez

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Los nuevos líderes de México Mariana Gómez del Campo Gurza

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II. PARTIDOS Y PLATAFORMAS POLÍTICAS ¿Qué son los partidos políticos? ¿La ideología importa o sólo son puentes para llegar a un cargo?

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Juventud sin dogmas ni prejuicios Nino Canún

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Si los jóvenes crecen, nosotros también Luis Armando Melgar

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III. LOS RETOS QUE SE AVECINAN No pueden sin nosotros: jóvenes en la democracia No más decisiones sin nosotros Participación joven en la Constituyente Principales puntos y novedades Cambiar mi país por medio de las leyes, ¿será suficiente? Punto de acuerdo sobre el Derecho a la Ciudad Antecedentes Punto de Acuerdo Artículo 12° de la Constitución Política de la Ciudad de México

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Enfoque de la política de juventud Escala de edades en la adolescencia Diez datos que debes saber de la juventud en México Jóvenes en el sureste de México La educación y el empleo. Prioridades de políticas pública para la juventud. Propuestas Inversión en educación y salud, claves para la formación de capital humano Fortalecimiento del primer empleo Referencias

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Notas de un viejo amigo: los jóvenes de México Jorge Zapata Tosca

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A manera de epílogo

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LA OPORTUNIDAD DE JUAN JOSÉ Mario de la Rosa Director de Nación321 por El Financiero Juan José Graham tiene la oportunidad de transformar al México de la generación millennial, aquella de los nacidos entre 1980 y 2000, sobre la que pesa múltiples prejuicios de apatía, desinterés e incapacidad, basados en la ignorancia. Sobra el debate sobre si los jóvenes del sur del país tienen referentes distintos a los del norte o si los de las zonas marginales tienen la misma capacidad de acción que los que viven en burbujas de lujo y opulencia. Sabido es que México es muchos Méxicos a la vez, pero todos estos jóvenes —qué duda cabe— comparten algo que los marca y define: los contextos. Ellos nacieron en una época en la que, en mayor o menor medida, lo global marca lo local; en la que, con más o menos velocidad, las distancias se acortaron a un clic; en la que, sin darnos cuenta, la comunicación se volvió horizontal; en la que el concepto de comunidad se virtualizó y la hiperconexión es natural; donde los nostálgicos de la vida offline piensan que vivir con la mirada puesta en la pantalla de un dispositivo conectado a Internet significa aislamiento. Nada más lejano a la realidad. Hasta 2016, estudios serios, aunque no profundos, sobre este segmento poblacional en nuestro país habían confundido el desencanto de los jóvenes por la política con apatía, el enojo con los políticos con desinterés. Un nuevo estudio llamado Voto Millennial, patrocinado por el portal Nación321, está derribando los prejuicios sobre este grupo de la población en lo concerniente a los asuntos públicos. Dicho estudio —realizado a partir del segundo semestre de 2016 y dirigido por Alejandro Moreno, uno de los investigadores de opinión pública más prestigiados en México—, basado en miles de entrevistas a mexicanos de todo el país pertenecientes a esa generación, ha revelado que, a diferencia de lo que ocurre en otros países, a los millennials mexicanos sí les interesa la política, quieren salir a votar, identifican y conocen bien a los personajes que aspiran a ser candidatos en las elecciones presidenciales de 2018, y tienen apetito de información y de participación, pero siete de cada diez no encuentran una vía, un candidato o un discurso que los satisfaga del todo.

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Ese es el principal reto de quienes buscarán ganar en alguna de las decenas de elecciones que habrá en México en el 2018, principalmente en la contienda presidencia. El voto millennial equivalía en 2017 al 41 % de la lista nominal del Instituto Nacional Electoral (INE) y, para la madre de todas las elecciones, podría alcanzar la mitad de los votantes: su voto importa. Ser millennial en México es pertenecer a una generación no homogénea, cuya mayor coincidencia, además de sus contextos informativos, sus hábitos de consumo y su cotidianidad en el acceso a la tecnología, es su apertura al cambio. Los jóvenes mexicanos no tienen miedo a cambiar su rumbo para renovar las cosas, para reinventar el país en el que nacieron y cuyo futuro marcará, vivan en él o no, su propio porvenir. Los resultados de este estudio han alertado a varios estrategas políticos que empiezan a estar conscientes de algo muy obvio: el mayor de los desafíos a los que se enfrentan en la confección de sus campañas tendrá que ver con intentar entender a estos votantes —a quienes, probablemente, antes habían menospreciado— para tratar de convencerlos que sus clientes-candidatos son la vía del cambio. No deberían preocuparse demasiado, pues la ecuación es muy sencilla: si sus candidatos son auténticos —además de honestos, preparados para el puesto y rectos en sus vidas—, tienen una oportunidad. Si son acartonados, mentirosos, improvisados o corruptos, no tienen opción, por más que se invierta en asesoría de imagen. Con los millennials fracasarán en las urnas. Salgan o no a votar, lo hagan mayoritariamente en un mismo sentido o de forma diferenciada, los jóvenes tienen la oportunidad de transformar a México, aunque no sólo electoralmente. Si se involucran en los asuntos públicos, pueden mejorar de forma más acelerada sus instituciones: innovar sus procesos con mejores prácticas, romper los atavismos de la burocracia, terminar con las inercias presupuestales, eliminar los vicios que entorpecen su funcionamiento, volverlas eficientes, darles la calidad de la que hoy carece la mayoría, reinventar el servicio público —y devolverle su camino y prestigio—, reconstruir su misión y llevarlas a la altura de las expectativas de los ciudadanos que pagan impuestos para administrarlas. El poder de los millennials es inmenso, aunque muchos no se hayan dado cuenta aún, sobre todo los que abrazan el adultocentrismo, esa forma de ver la vida en la que sólo los más viejos pueden influir en la toma de decisiones; ese muro de minimización que los más viejos construyen por miedo a la desestabilización de sus propios intereses, en vez de establecer un puente de comunicación entre las dos generaciones para que aprenda una de la

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otra, sumen conocimientos, aprovechen experiencias y sacudan lo que lo requiera. La resistencia parte del miedo a que los jóvenes tomen el poder que ya tienen, estén conscientes de ello o no. Como dice Pedro Kumamoto, que, a sus 27 años, ya lleva más de uno como primer diputado independiente de Jalisco: “los jóvenes tenemos clara la importancia de no dejar tomar las decisiones sobre los próximos 50 años a personas que en 50 años muy probablemente ya no van a estar vivas”. Pero que tengan la oportunidad, la capacidad y los recursos tecnológicos e intelectuales para hacerlo, no significa que lo harán. Para eso les falta encausar el enojo, tomar las riendas y aceptar el reto. La nación la hacemos todos, tanto en los edificios de gobierno como en las calles y en las empresas, en las aulas y en las redes sociales, en las curules y en los escenarios, en las canchas, los medios de comunicación, las casas y en las páginas de libros como éste. La revolución que supone la transformación de México implica usar las herramientas disponibles para traducir los deseos en bienestar colectivo real. Las redes sociales nos han dado una gran lección al igualar las posibilidades de los seres humanos, pero no cambiarán nada si se limitan a ser armas de los guerrilleros del clic y no se aprovechan para igualar también las oportunidades de los demás, para acercarnos, para compartir conocimientos o para alinear objetivos comunes. Más allá de las diferencias ideológicas, de posturas políticas o partidistas, de acceso a las decisiones públicas, los mexicanos queremos una nación de la que nos sintamos orgullosos, con más oportunidades y más derechos: una nación donde quien quiera lograrlo pueda, con mejores ideas y prácticas; una nación donde los funcionarios ejerzan el servicio público para beneficiar a los ciudadanos y no para desviar recursos; donde los ciudadanos no tengan que defenderse del Gobierno, sino colaborar con él. Cuando leo a Juan José denunciando la discriminación contra los pueblos originarios, estimulando la apertura de espacios para jóvenes en la política mexicana o llamando a una alianza generacional, me queda claro que está consciente de que él, al igual que otros 40 millones de millennials mexicanos, tiene la oportunidad de transformar a México. Ojalá la aproveche.

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UNA NUEVA NACIÓN PARA NUEVAS GENERACIONES Humberto Mayans Canabal Senador de la República por el Estado de Tabasco 2012-2018 Vivimos en la época del conocimiento y la información, al inicio de la cuarta Revolución Industrial. En esta sociedad, la verdadera riqueza de una nación son sus recursos humanos y su inteligencia, es decir, las capacidades de lo que se denomina “capital humano”, que se forma impulsando y mejorando los niveles de educación, cultura e investigación científica y tecnológica, abriendo más y mejores oportunidades, especialmente, para los niños y los jóvenes. En México, es necesario estructurar políticas públicas y proyectos específicos con una visión de Estado —vinculadas a la inversión pública y privada para el desarrollo de los recursos humanos con talento, particularmente, de niños y jóvenes sobresalientes—, que ayuden a fortalecer el potencial tecnológico, científico, artístico y deportivo que poseen muchos niños y jóvenes mexicanos para poder generar la base de un desarrollo económico y social sustentable. La fuerza de una nación radica en los niveles de educación y cultura de su población. Entre más educación y cultura posea un pueblo, podrá aspirar a mayores oportunidades de desarrollo y niveles más altos de bienestar. Los países que han apostado a la inversión en la educación, la ciencia, la tecnología y las artes son los que hoy tienen mejores niveles de bienestar y desarrollo. Tal es el caso de Corea del Sur, Singapur, Finlandia o Alemania. México podría estar a la par de los países mencionados; sus nuevas generaciones son talentosas y capaces, pero no estamos aprovechando cabalmente estas virtudes. La niñez y la juventud de nuestro país requieren un amplio esfuerzo público y privado para lograr una transformación sustancial que derive en un cambio profundo para que, a partir de esa base, se pueda generar riqueza no sólo económica, sino también social y cultural. No obstante —desde otro punto de vista—, advierto un gran reto dentro de nuestra estructura social, insertada en la modernidad de las comunicaciones a través de las tecnologías de la información. Si bien estos avances

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permiten globalizar el conocimiento —así como un acceso más fácil a programas y expresiones culturales y educativas—, también han derivado en un motivo de distracción cada vez más extendido, abstrayendo a las generaciones jóvenes de la realidad cotidiana, restándoles interés en otros muchos aspectos de la vida en sociedad, diluyendo en un extremo el sentido de la identidad hacia su colectivo social. Por ello, el Estado mexicano debe encontrar los mecanismos para que las tecnologías de la información sean aprovechadas íntegramente. Así, se ampliará el abanico de expresiones al que, potencialmente, puedan acceder los niños y jóvenes. Es de suma importancia que estas tecnologías tengan una utilidad generalizada en cuanto a la educación y el fomento a la ciencia, la tecnología y las artes, porque el futuro de la niñez y la juventud mexicana está en sus propias manos.

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I JUVENTUD Y MÉXICO ACTUAL


SER JOVEN EN MÉXICO Si tuviera que describirme en una sola palabra, una de las que usaría, sin duda, sería el adjetivo joven. Sí, ésta conviviría con muchas otras como lector, deportista, amiguero, buen hijo, político, patriota y, sobre todo, tabasqueño, bello gentilicio del estado que me dio todo y al cual, desde mi base en la Ciudad de México, echo de menos. Sin embargo, ser joven no responde solamente a una casualidad de la época en que vivo, igualmente uniformada entre países y culturas. Se trata de una realidad específica originada por mi contexto y todo lo que me rodea. Ser joven en México no es lo mismo que serlo en Dinamarca, Sudán, Tailandia o Costa Rica. Ser joven en México —sin tomar en cuenta el futuro tecnológico y automatizado al que nuestra generación se enfrentará en cuestión de años—,1 es más un reto que un remedio. Ser joven es saber de antemano que vamos a enfrentarnos a la falta de oportunidades educativas y laborales; es saber que, si hoy no logramos consolidar medios viables de desarrollo social, cultural, económico y político, seguiremos arrastrando las mismas inconformidades y dificultades de siempre. En un comunicado relativo al Día Internacional de la Juventud, que se celebra cada 12 de agosto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró que los jóvenes somos “agentes fundamentales del cambio social, el desarrollo económico y la innovación tecnológica, así como del mantenimiento y el fomento de la paz. Su imaginación, sus ideales, su energía y su visión son imprescindibles para el desarrollo continuado de las sociedades de que forman parte”. Si nos quedamos con los brazos cruzados, el cansancio de nuestra situación actual no sólo será indefinido, sino que también se agravará. Aprendamos de los errores y aciertos de quienes se enfrentaron a estos problemas antes que nosotros. Somos una generación que debe ser activa, responsable, crítica y comprometida si desea disfrutar de un México próspero, con espacios y oportunidades para nosotros y los que vengan después de nosotros. 1  Me refiero a la visión que expone el historiador israelí Yuval Noah Harari en su último libro, Homo Deus (Debate, 2015).

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ALERTA SOCIAL: UNA GENERACIÓN EN PELIGRO Hace unos días, El Universal publicó una nota —acompañada por algunas encuestas— sobre el desinterés de los jóvenes en la política. El dato que más atrajo mi atención fue la opinión que tiene la juventud mexicana sobre la política, puesto que, cuando se le preguntó si está interesada en ella, 52 % dijo que poco o nada, mientras que 48 % mucho o algo. Esto no me sorprendió porque, como joven, sé que su ejercicio está sufriendo una crisis. Sin embargo, pensé que hay algo detrás de esto, por lo que me di la tarea de investigar más a fondo la situación de nuestra generación en México y en el mundo. Los resultados fueron alarmantes: encontré muchos datos inquietantes, no solo en la política sino, también, en muchos otros sectores como la iniciativa privada, que tomaré como punto de comparación. No fue inesperado que las cifras fueran negativas, aunque, honestamente, no creí que la situación presentara un descontento tan profundo. Sin embargo, creo firmemente en que estamos a tiempo para generar soluciones y cambiar el rumbo. En nuestro país, poco más del 30 % de la población son jóvenes de entre 15 y 29 años. En el comparativo internacional, el más reciente reporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 2011), “Panorama de la Educación 2013”, estimó que México fue el tercer país con la mayor cantidad de jóvenes de 15 a 29 años sin trabajar ni estudiar, con una cifra de 24.7 %, sólo por debajo de Israel (27.6 %) y Turquía (34.6 %). Asimismo, el resultado de una encuesta hecha por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con un grupo de estudio que iba de los 18 a los 29 años, comprobó que, de los encuestados, 89.6 % dijo tener una inclinación negativa hacia la actividad política, mientras que 9.4 % resultó buscar activamente la actuación política dentro de sus posibilidades. Sobre el tema de iniciativa privada, me pareció útil mencionar estos datos para que se entendiera que el problema de la situación general — tanto económica como social de nosotros, los jóvenes—, no es sólo en el gobierno o en los partidos políticos. Esto es importante porque nuestra generación está en búsqueda de un empleo digno y justo. En cuanto a la situación de los jóvenes en la iniciativa privada, los datos que recogí de la página web de la Organización Jóvenes en Movimiento A.C. revelaron lo siguiente:

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En grandes establecimientos 1) Tres de cada diez participantes son jóvenes. 2) Uno de cada diez jóvenes que trabajan en estos, reciben más de cinco salarios mínimos. Micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) 1) Tres de cada diez participantes son jóvenes. 2) Tres de cada diez personas remuneradas son jóvenes (con acceso a estructura formal). 3) Uno de cada diez, toman decisiones. En cuanto a gobierno y partidos políticos: Partidos políticos 1) Uno de cada diez tomadores de decisiones es joven. 2) Tres de cada diez involucrados son jóvenes. Dependencias de gobierno 1) Tres de cada diez involucrados son jóvenes. 2) Dos de cada diez funcionarios son jóvenes (con acceso a estructura formal). 3) Una de cada diez personas que toman decisiones es joven. En México, cada año concluyen la universidad más de 305 mil profesionistas, de los cuales 40 % engrosa las filas del desempleo. De continuar con la tendencia, para 2020 existirán tres millones de egresados sin empleo, de acuerdo con un estudio realizado en 2013 por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES). El informe “Ninis de América Latina, 20 millones de jóvenes en busca de oportunidades” (Banco Mundial, 2016) mostró que 20 millones de jóvenes de América Latina no estudia ni trabaja, es decir, uno de cada cinco es “nini” (‘ni estudia, ni trabaja’). Del mismo modo, el estudio “El panorama de la educación 2015” (OCDE, 2015) demostró que, en México, uno de cada cuatro personas de entre 15 y 29 años se encuentra en esta condición. El objetivo no es satanizar a las generaciones anteriores, sino hacerlas conscientes y pedirles más espacios con mejores condiciones para nosotros, puesto que representamos la tercera parte de la población. Nos preparamos y estamos listos para competir; somos el cambio necesario porque somos el motor de nuestro país. Debemos ser el presente y el futuro de México.


Si nosotros no señalamos ni hacemos publica nuestra realidad, nadie más abogará ni luchará por nuestra generación. Por eso, la búsqueda de soluciones no debería ser una cuestión de negociación o disputa entre partidos, sino una alianza entre los integrantes de nuestra generación. Esta alianza debe girar en torno a una posible solución efectiva y directa y exigir a nuestros partidos, legisladores y políticos una Ley General de Juventud. Pienso que la forma más legítima y eficiente de cambiar las cosas es a través de una ley, específica y vigilada: un proyecto integral y crítico, que consulte a la mayoría y que nos tome en cuenta en el debate. Debemos seguir siendo constantes en nuestra exigencia, pues no podemos permitir que no seamos parte del quehacer legislativo. Ya se ha hablado de una Ley General de Juventud en el pasado, pero jamás se ha abierto el debate a nosotros. Así como el Gobierno ha consultado otros temas, éste debe tener una incidencia y voz nacional. Asimismo, debemos tomar como ejemplo en esta materia legislativa a otros países que cuentan con un trabajo largo y probado, como Colombia, que cuenta con una ley integral que tiene por objeto reconocer a las mujeres y hombres como sujetos de deberes y derechos, garantizar el ejercicio pleno de sus derechos y promover el cumplimiento de los deberes de la juventud consagrados en la Constitución. De igual manera, establece el marco institucional y orienta políticas, planes y programas por parte del Estado y de la sociedad civil para la juventud; su ley se enfrenta directamente al tema de políticas públicas. Otro gran ejemplo importante es la promulgación de la llamada Ley Concejal Joven en Perú, la cual promueve que, por cada nueve candidatos registrados en una afiliación partidista, debe de haber tres jóvenes menores de 29 años para motivar la participación en la política y convencer a los jóvenes de que no es un espacio restringido. Pienso que tenemos una exigencia clara y una lucha legítima. Hemos tenido problemas en organizarnos y en enfocar nuestros esfuerzos de manera específica. No olvidemos que más que colores, somos jóvenes y nos urge una alianza generacional.

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DE URGENTE RESOLUCIÓN: LOS “NINIS” Pienso que los jóvenes tenemos una responsabilidad compartida con el desarrollo político y económico de nuestro país. En este artículo, hablaré específicamente de un grupo que se ha convertido en un vasto sector de la población: los “ninis” (‘ni estudian ni trabajan’), el cual está conformado en su mayoría por jóvenes. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México existen actualmente 7.5 millones de jóvenes entre 15 y 29 años en esta condición, el 25 % del total de los jóvenes. Hay que destacar que, en nuestro país, este grupo ha aumentado notablemente de 2008 a la fecha. El informe “Ninis de América Latina, 20 millones de jóvenes en busca de oportunidades” (Banco Mundial, 2016) muestra que 20 millones de jóvenes de América Latina no estudia ni trabaja; es decir, uno de cada cinco es “nini”. Las cifras absolutas más altas de ninis se encuentran en Brasil, Colombia y México, porque estos países tienen las poblaciones más grandes de la región. El tema se relaciona con las metas de educación de calidad, de trabajo digno y crecimiento económico de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y se tiene que tratar como meta internacional y objetivo primordial nacional, pues son las claves para el desarrollo de un país. En cuanto al ámbito educativo, según el Banco Mundial, el nivel de escolaridad de los ninis es bastante bajo. En 2010, más del 25 % de ellos no había terminado la escuela primaria, mientras que otro 43 % había terminado la primaria, pero no la secundaria. En México —de acuerdo con el Tercer Informe de Labores de la Secretaría de Educación Pública (SEP)—, existe un déficit en su cobertura: en el nivel medio superior, se educa solamente al 72.8 % del grupo de 15 a 17 años, y en el nivel superior, la matrícula apenas alcanza el 30.1 % en relación con la población que tiene entre 18 y 22 años. ¿Cómo pretendemos que estos jóvenes puedan competir en el mercado laboral si no se tiene primero un control de deserción en el sistema educativo o un plan para disminuirla? Un modelo de educación de calidad debería incluir programas de nutrición y becas por condición socioeconómica —no sólo por promedios—, además de incluir una capacitación laboral para estudiantes en nivel superior o previos a graduarse.

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En el tema laboral, en nuestro país se ha apostado erróneamente por cantidad y no por calidad. La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) ha revelado que, en la última década, los empleos de hasta dos salarios mínimos se han incrementado en un 35 %, pero se han perdido casi 700 mil empleados con sueldos de más de cinco salarios. Hay más empleos en proporción, pero mal pagados, lo que orilla a muchos jóvenes a la informalidad laboral. Esto también facilita el reclutamiento por bandas del crimen organizado. Se trata de un tema extenso y que afecta a diversos temas, pero, a la vez, tiene también una amplia baraja de soluciones. Estoy convencido de que, con una buena coordinación entre instancias internacionales, el Gobierno Federal, los gobiernos locales y una fuerte cooperación entre todos, podremos empezar a cambiar la situación de muchos jóvenes.

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LAS REDES SOCIALES: HERRAMIENTAS DE DOBLE FILO Hace algunos meses, vimos que en nuestro país se llevaron a cabo diversas manifestaciones. Lo que me interesa analizar es el papel de las redes sociales en ellas, como. La capacidad de volver viral algún suceso es tan sencilla y tan peligrosa, que podemos informar o desinformar al mismo tiempo de una manera brutal. Para ello, es oportuno saber cómo está México en cuanto al acceso a Internet y en actividad de redes y WhatsApp. En el país, 60 % de la población cuenta con Internet, según las cifras de la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI) y del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Las cifras del INEGI muestran que 77.7 millones de personas usan celular y dos de cada tres usuarios cuentan con un teléfono inteligente o smartphone, mientras que el 39.2 % de los hogares del país tiene conexión a Internet. Las redes sociales encabezan la lista de los contenidos que los mexicanos consultan más en la red (19.8 %), seguidos de la información académica y educativa (17.4 %). De acuerdo con la encuesta “¿Qué tan conectado está México?”,2 80.5 % de los internautas ingresa diario a sus cuentas de redes sociales. La red social que más utilizamos en nuestro país es Facebook (74.2 %), seguida de WhatsApp, con 12.4 %. Ahora que conocemos cuantitativamente nuestra situación en las redes sociales, podremos entender la magnitud y fuerza que tienen en cualquier tema en la actualidad. De ahí el papel que jugaron en las manifestaciones a principios de este año. Una fotografía con un tanque recorriendo las calles circuló en redes sociales hasta llegar a medios oficiales —“llegó el ejército a Ecatepec”—, después de las protestas por el gasolinazo, y los actos de violencia en las calles a principios de 2017. La propagación de esta imagen por las redes sociales fue tan impactante para la población que provocó que entrara en un estado de alerta y pánico. Pero ¿por qué es importante traer a la discusión su alcance? Porque se trata de una fotografía falsa, que, a primera vista, se asimila a cualquier esquina del municipio en cuestión. Sin embargo, la localización de fotografía fue 2  Encuesta realizada por el Gabinete de Comunicación Estratégica (2015). http://en2015.gabinete.mx/static/conectividad/Conectividad_mexico_2015.pdf

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desmentida, posteriormente, pues se observa que la persona en el primer plano viste un burka, traje típico de los países islámicos. Tenemos que ser conscientes del uso que le damos a las redes sociales. Son herramientas de información efectivas y de gran alcance —son instantáneas, se puede transmitir en vivo—, pero se tienen que usar con prudencia para que resulten benéficas, pues los perfiles —al compartir desde una nota hasta un reportaje— se vuelven una fuente directa de información. Nuestra responsabilidad como facebookeros, tuiteros o whatsapperos es identificar las notas falsas (fake news) y evitar difundirlas, además de acudir siempre a sitios y fuentes confiables de información y noticias. La desinformación es uno de los mayores problemas que enfrentan los usuarios de las redes sociales. Por eso, antes de reenviar una nota de voz o una cadena, pensemos en las repercusiones que puede tener la información falsa o incompleta en nuestra sociedad.

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POCOS ESPACIOS, GRANDES EJEMPLOS: JÓVENES EN ACCIÓN Los jóvenes tenemos pocas oportunidades y espacios. Sin embargo, en esta ocasión, mencionaré ejemplos de personas menores de 45 años3 en cargos de mucha relevancia que tienen y tendrán que mostrar que los jóvenes podemos lidiar con las responsabilidades. De 2012 a la fecha, han sido electos algunos gobernadores en esta categoría de edad, entre los cuales se encuentran: • Manuel Velasco Coello (36 años) – Gobernador de Chiapas, PVEM • Aristóteles Sandoval (42 años) – Gobernador de Jalisco, PRI • Alejandro Moreno (41 años) – Gobernador de Campeche, PRI • Alejandro Murat (41 años) – Gobernador (electo, del cual esperamos un gabinete joven) de Oaxaca, PRI En el caso de Presidentes Nacionales de partidos políticos, están: • Ricardo Anaya (37 años) – Presidente Nacional del PAN • Enrique Ochoa (44 años) – Presidente Nacional del PRI En el Senado de la República: • Roberto Albores (37 años) – Senador, PRI • Gabriela Cuevas (37 años) – Senadora, PAN • Zoé Robledo (37 años) – Senador, PRD • Andrea García García (28 años) – Senadora, PAN • Guillermo Santiago (22 años) – Diputado Federal, MORENA (entró siendo estudiante todavía) Por último, en el gabinete del Gobierno Federal, tenemos a dos jóvenes en responsabilidades muy importantes: • Aurelio Nuño Mayer (38 años) – Secretario de Educación Pública • Rafael Pacchiano (40 años) – Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales Más allá de partidos, filias o fobias es de aplaudir y llamar la atención que el gobernador electo de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, anunció a los primeros integrantes de su gabinete, en el que predominan millennials, con 3  Esta reflexión fue escrita el 20 de octubre de 2016.

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una edad promedio de 33 años: un cambio de actitud hacia los jóvenes al darle la oportunidad a todo un gabinete que tendrá que demostrar en dos años qué ideas nuevas y visión tienen sobre las complejidades y problemas de dicho estado. Sin duda, tienen una gran oportunidad, pero, al mismo tiempo, tienen la responsabilidad de trabajar y hablar por los otros casi 30 millones de millennials, quienes seremos los primeros en estar vigilándolos y evaluándolos. Poco a poco, una nueva generación está ocupando espacios y esto debe hacerse notar. Esperemos que, así como esta generación de finales de los 70, los jóvenes podamos aspirar con más frecuencia a cargos de tomas de decisión. No obstante, como generación, tenemos que ser los más exigentes con nuestros representantes jóvenes, puesto que está en juego nuestra oportunidad de cambio y nuestro futuro. Don Carlos Madrazo decía que los jóvenes “son la mejor reserva del pueblo de México y ello es honor y responsabilidad. Hay que batallar por ello; batallar siempre, batallar contra la adulación, contra el servilismo”. Por ello, invito a mi generación a ser observadores y evaluadores de todas las acciones y decisiones de los enlistados en este artículo y de todos los jóvenes que conozcan en cargos de administración pública y legislativa. Es hora de ser jueces y formar parte de la actividad. Para poder criticar eficientemente, tenemos que poner el ejemplo.

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LATITUD Y JUVENTUD: LA SITUACIÓN DE LOS JÓVENES EN MÉXICO Y COLOMBIA Quiero hablar de la realidad que vive mi generación, es decir, los jóvenes entre 12 y 29 años, un sector de la población gravemente golpeado por un sistema cada vez más competitivo y complicado en todos los ámbitos. Pero ¿por qué es tan complicado ser joven en este tiempo? Esta pregunta se la han hecho todas las generaciones por el hecho de que casi siempre ha sido difícil, y un problema para los tomadores de decisiones, atender al sector de la población en el intervalo de edad ya mencionado. Pero actualmente, es más complicado, puesto que la población ha aumentado y, específicamente, en ese intervalo de edad hay más jóvenes que nunca, debido al boom demográfico, definido por el Consejo Nacional de Población (CONAPO) como el fenómeno que se da dentro del proceso de transición demográfica, en el que la población en edad de trabajar es mayor que la dependiente (niños y adultos mayores), y, por tanto, el potencial productivo de la economía es mayor. Aunado a lo anterior, nuestra generación vive en un mundo globalizado y más conectado, lo que genera una competencia y exige una preparación mucho mayor, a la cual no muchos pueden aspirar por diversos conflictos tanto económicos como políticos. Para entender claramente la realidad en la que vivimos y los problemas a los que nos enfrentamos con una mejor perspectiva, establecí un punto de comparación entre las políticas o acciones públicas para jóvenes en México y otro país de América Latina: Colombia.

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Datos generales de la juventud en México y su interpretación Según datos del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), México tiene 36.2 millones de jóvenes, lo que equivale a 32 % de la población del país. De ese total, el 50.8 % son mujeres y el 49.2 % restante son hombres. Nuestra generación —una tercera parte de la población— enfrenta conflictos que todas las demás edades viven de manera separada, sumando que nosotros tenemos que consolidar cosas que la mayoría de la gente mayor de 35 años, por ejemplo, ya tienen. A continuación, enunciaré algunos de estos temas: • Educación En México de acuerdo con el Tercer Informe de Labores de la Secretaría de Educación Pública (SEP), existe un déficit en su cobertura. En el nivel medio superior, se educa solamente al 72.8 % del grupo de edad de 15 a 17 años; en el nivel superior, la matrícula apenas alcanza el 30.1 % en relación con la población que tiene entre 18 y 22 años. En la actualidad, 93 % de los jóvenes mexicanos que comienza una licenciatura no la concluye, de acuerdo con la Universidad Tecnológica de México (UNITEC). Por otro lado, más de 305 mil profesionistas concluyen cada año una carrera universitaria; 40 % está desempleado. De continuar con la tendencia, para 2020 existirán tres millones de egresados sin empleo, de acuerdo con un estudio realizado en 2013 por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES). Tenemos un problema de deserción alarmante en todos los niveles de educación en nuestro país. Pienso que sería irresponsable culpar a las niñas y niños que son orillados a tomar esta decisión. Algo está fallando en el ejercicio de este derecho, fundamental para todos los mexicanos. • Acceso a Internet En la encuesta a propósito del Día mundial de Internet del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 70.5 % de los cibernautas mexicanos tienen menos de 35 años y el 39.2 % por ciento de los hogares del país tiene conexión a Internet. La encuesta recaba información sobre las principales limitantes que identifican los hogares para disponer de una. Los informantes atribuyen la menor disponibilidad a razones económicas. De manera consistente con los resultados del estudio precedente, la falta

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de recursos económicos destaca como la mayor limitante, señalada por el 55.2 % de la población que fue objeto de estudio. Al inicio de este proyecto hablé de lo conectado que está el mundo hoy en día, y de la competencia que ha generado la globalización. ¿Cómo se pretende que nuestra generación pueda entrar en un mundo competitivo si no contamos con las mínimas herramientas necesarias para alcanzar académicamente a nuestros similares de otras partes del planeta, ni mucho menos lograr obtener un espacio justo en el mercado laboral, el cual recibe gente de cualquier nacionalidad? Con un rezago en la educación y en herramientas como el Internet es evidente que, laboralmente, tendremos una situación negativa como generación. • El tema laboral Según datos de la Organización Jóvenes en Movimiento A.C. en la iniciativa privada, en grandes establecimientos, tres de cada diez participantes son jóvenes, y uno de cada diez que trabajan en estos, recibe más de cinco salarios mínimos. En micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), tres de cada diez participantes son jóvenes, tres de cada diez personas remuneradas son jóvenes (con acceso a estructura formal), y uno de cada diez toman decisiones. De los recién egresados de licenciatura, 40 % pasa a las filas del desempleo cada año. De acuerdo con un estudio, el 56 % de los menores desempleados en el país tiene menos de 30 años. Asimismo, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) ha revelado que la última década, se han incrementado los empleos, pero son mal pagados. Esta falta de acceso a estructuras formales lleva justamente al fortalecimiento del mercado informal, como la piratería, el mercado negro y un sinfín de actividades que representan un ingreso para mantener una familia o, simplemente, un método de supervivencia para quienes las llevan a cabo. Por otro lado, según una encuesta realizada por la SEP (2016), del total de jóvenes mexicanos que tienen entre 14 y 29 años, poco más del 21 % no estudia ni trabaja por diferentes circunstancias. La cifra se desglosa así: un 2.3 % permanece inactivo, otro 13 % lleva a cabo labores domésticas y del cuidado de la familia y otro 6.7 % busca trabajo o iniciar un negocio. De acuerdo con el INEGI, de los 36.2 millones de jóvenes mexicanos que tienen entre 12 y 29 años, 7 millones 819 mil 180 no estudia ni trabaja, y tres de cada cuatro de ellos son mujeres.

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¿Qué se está haciendo en México y cómo se está haciendo? México cuenta con el Instituto Mexicano de la Juventud ( IMJUVE), una dependencia del Gobierno Federal, cuyo trabajo es hacer políticas públicas a favor de los jóvenes mexicanos para otorgarles las herramientas necesarias en educación, salud, empleo y participación social. El IMJUVE responde a la demanda de los jóvenes en materia educativa, asesoría psicológica, laboral, jurídica, prevención de adicciones y difusión de actividades culturales. Para crear políticas públicas a favor de los jóvenes, el IMJUVE realiza investigaciones para saber qué piensan, cómo se ven y cuáles son sus necesidades. El IMJUVE cuenta con diversos instrumentos de investigación que dan cuenta de los cambios demográficos, socioeconómicos y políticos para crear programas que respondan a las demandas y necesidades de los jóvenes. Su misión es impulsar y promover el desarrollo integral de los jóvenes a través del diseño, coordinación, articulación y monitoreo de la política nacional de la juventud. La visión se resume en ser la dependencia rectora y referente en materia de juventud en la que se reconoce a los jóvenes como sujetos de derecho y actores estratégicos del desarrollo. El IMJUVE es la dependencia directa de una secretaría de Estado, en este caso de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL). No obstante, es una institución que, como muchas, tiene un problema de capacidad de acción. Este hecho limita notablemente la capacidad de trabajar sin un interés sesgado o marcado por el programa de trabajo de la SEDESOL, poniendo por encima temas generales sobre el de la juventud, como hemos observado en todos estos años desde la creación del Instituto en 1999. En una supuesta cooperación entre las instancias federales —pertenecientes a la administración pública federal— con sus similares locales, se debería trabajar de la mano con las representaciones del IMJUVE en los todos los estados de la República. No obstante, se debe mencionar que cada estado tiene la libertad de decidir bajo su autonomía cómo y qué políticas implementarán en materia de juventud. Claro está que, por derecho constitucional e internacional, tenemos y merecemos educación gratuita de calidad, servicios de salud y una vida digna. La cuestión es saber qué políticas públicas se necesitan para garantizarlos. A pesar de lo anterior, actualmente se cuenta con programas como: • Vivienda para jóvenes: con la nueva Política Nacional de Vivienda del Gobierno de la República, ahora se ofrecen más oportunidades

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para que jóvenes —que, antes, por su corta edad no tenían acceso a un crédito—puedan tener una casa. • Crédito Joven: ambicioso programa de inclusión financiera para jóvenes emprendedores, resultado de la Reforma Financiera. • Afiliación médica: la SEDESOL y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) impulsan esta estrategia para estudiantes de nivel medio y superior del país. Éstos son los principales, pero se cuenta con más programas. Tristemente, no dejan de ser programas pasajeros que, en su mayoría, no sobreviven el paso de un sexenio a otro ni, en algunos casos, durante la misma administración en que se propusieron. En el caso de México, todavía no contamos con una Ley General de Juventud, la cual es la posible solución a muchos de los problemas que tenemos actualmente, puesto que tenemos que pasar de buenas intenciones pasajeras o cortoplacistas a una obligación de Ley General de la mano con las leyes ya existentes.

Datos generales de la juventud en Colombia y su interpretación En Colombia, la juventud se define como el grupo comprendido entre los 14 y 28 años, según la Ley 1622 de 2013. El 27 % de su población —cerca de 13 millones de personas— es joven (en términos porcentuales, es casi igual de amplio que en México). Muchos son los retos que enfrentan los jóvenes en Colombia, según datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), como los problemas educativos. De cada 100 estudiantes que ingresan al sistema educativo en las áreas urbanas, 82 terminan la educación media, cuando en las áreas rurales, apenas 48 completan el ciclo educativo (MEN, 2010, 2013). El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) declara que la tasa de alfabetización de jóvenes entre 15 y 24 años fue 97.8 % para los hombres y 98.7% para las mujeres (2008-2012). En lo referente a la participación en la escuela secundaria, 78.7 % de las mujeres se matriculan, mientras que 73.3 % de los hombres lo hacen. La UNICEF estima que, en 2012, el número de teléfonos móviles por cada 100 habitantes era de 103.2, mientras que el de acceso a Internet no sobrepasaba la cifra de 49. Por otro lado, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística de Colombia (DANE), destaca que la tasa de desempleo juvenil es de 15.6 %; para las mujeres, fue de 20.1 %, mientras que para los hombres de 12.3 %.

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En cuanto a la salud sexual, tres de cada cinco mujeres consideran que les ha faltado más educación sexual para su vida diaria. Una de cada cinco de 15 a 19 años ha estado alguna vez embarazada; el porcentaje de embarazo adolescente es mayor en la zona rural (26.7 %) que en la zona urbana (17.3 %). Un 52 % de las mujeres entre 15 y 19 años ya han tenido un hijo; el 10.7% ha tenido dos y el 1.2 % tres hijos. De los niños nacidos en los últimos cinco años de mujeres menores de 20 años, el 16.5 % no lo quería, mientras que el 49.7 % lo hubiera deseado más tarde. Por último, aunque no por eso menos importante, existen alrededor de 10 mil hechos de violencia contra menores de edad (Forensis, 2013), mientras que 39 mil de las 44 mil víctimas de violencia de pareja fueron mujeres, la mayoría entre los 20 y los 24 años (Forensis, 2013). El 85 % de las 20 mil 739 víctimas de agresión sexual de 2013 fueron mujeres, la mayoría de 10 a 14 años (Forensis, 2013).

¿Qué se está haciendo en Colombia y cómo se está haciendo? Colombia cuenta con la Dirección del Sistema Nacional de Juventud “Colombia Joven”, dependencia del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República que, mediante el Decreto 1649 de 2014, además de las funciones señaladas en la Ley 1622 de 2013 se encarga de: • Asistir en la coordinación de la formulación, ejecución y seguimiento de las políticas públicas de juventud. • Coordinar el Sistema Nacional de las Juventudes. • Promover estrategias que faciliten el acceso de los jóvenes a servicios, recursos y beneficios ofrecidos y promover acciones para generar oportunidades para que los jóvenes mejoren su formación integral y calidad de vida. • Formular programas, proyectos y actividades en favor de la juventud. • Orientar y coordinar la implementación de políticas públicas. • Brindar asistencia técnica en la formulación, implementación y seguimiento de sus políticas para garantía de los derechos de los jóvenes. • Promover la participación de los jóvenes en la formulación, implementación y seguimiento de las políticas, planes, programas y proyectos relacionados con el desarrollo social, político, económico, cultural, deportivo y ambiental.

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Estimular la vinculación de los jóvenes a la vida social, política, económica, cultural, deportiva y ambiental del país, a los procesos de globalización y competitividad mundial, mediante programas de formación en participación ciudadana, acceso al trabajo, uso del tiempo libre y desarrollo de sus potencialidades y talentos. Esta dirección busca promover la política pública de juventud en Colombia y fomentar e incentivar la participación de los jóvenes en los diferentes espacios institucionales. Adicionalmente, pretende posicionar el tema de juventud como prioridad en la agenda pública nacional y de gobierno y el mejoramiento de la articulación del Sistema Nacional de Juventud. “Colombia Joven” es un plan expresado desde una dirección institucional del Gobierno con una visión y capacidad integral. Cuenta con programas prácticos laborales como académicos, además de ofrecer diplomados en política pública de juventud.

Consideraciones finales En primer lugar, México y Colombia son dos naciones muy parecidas cultural —la comida, la música, el idioma— y socialmente —una clara situación de violencia prolongada por conflictos con el narcotráfico—. Como se observa en general, el manejo institucional en materia de juventud es muy similar en ambos países. Los dos países en comparación cuentan con una institución de atención a los jóvenes: Colombia, con la Dirección del Sistema Nacional de Juventud “Colombia Joven”; México, con el IMJUVE. No obstante, hay que dejar en claro que la flexibilidad del plan “Colombia joven” no permite cerrar las posibilidades en ciertos programas preasignados como sí ocurre en México. Es decir, nuestro país tiene poca movilidad en cuanto a planes, proyectos y programas por la simple dependencia de la SEDESOL y de lo que decida su titular, mientras que, en Colombia, su única dependencia es la Ley de Juventud y su presupuesto como institución. Eso sí, se debe recalcar que ambos países tienen una actividad constante y positiva para mejorar la calidad de vida de los jóvenes. La diferencia esencial es que una aparece ante la ley como una dependencia del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República, que es el caso de Colombia; en el caso de México, se entiende que es una dependencia que forma parte de una secretaría federal, es decir, menos jerarquía jurídica que la colombiana. Tanto México como Colombia

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entienden la necesidad de dependencias sólidas con capacidad de modificar y resolver realidades diversas de su población joven. Sin embargo, nuestro país no ha llegado a una reforma de fondo con una “Ley General de Juventud”, que es necesaria para el bienestar y el progreso de su juventud. Lista de entidades y dependencias que pertenecen a la administración pública federal 1. Administración Federal de Servicios Educativos en el Distrito Federal 2. Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros S.N.C. (Bansefi) 3. Banco Nacional de Comercio Exterior, S.N.C. 4. Centro de Capacitación Cinematográfica, A.C. 5. Centro de Enseñanza Técnica Industrial (CETI) 6. Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial (CIDESI) 7. Centro de Investigación Científica de Yucatán, A.C. (CICY) 8. Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California (CICESE) 9. Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.C. (CIAD) 10. Centro de Investigación en Geografía y Geomática “Ing. Jorge L. Tamayo”, A.C. 11. Centro de Investigación en Matemáticas, A.C. (CIMAT) 12. Centro de Investigación en Materiales Avanzados, S.C. 13. Centro de Investigación en Química Aplicada 14. Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco, A.C. 15. Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV) 16. Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico en Electroquímica, S.C. 17. Centro de Investigación y Docencia Económicas, A.C. (CIDE) 18. Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) 19. Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S.C. 20. Centro de Investigaciones en Óptica, A.C. 21. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social

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22. Centro de Tecnología Avanzada (CIATEQ) 23. Centro Nacional de Metrología 24. Centros de Integración Juvenil, A.C. (CIJ) 25. Centro de Innovación Aplicada en Tecnologías Competitivas, A.C. (CIATEC) 26. Colegio de Bachilleres 27. Colegio de Postgraduados 28. Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (CONALEP) 29. Colegio Superior Agropecuario del Estado de Guerrero (CSAEGRO) 30. Comisión de Operación y Fomento de Actividades Académicas del Instituto Politécnico Nacional (COFAA-IPN) 31. Comisión Federal de Competencia Económica (COFECO) 32. Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) 33. Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas 34. Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) 35. Comisión Nacional de Protección Social en Salud 36. Comisión Nacional de Vivienda (Conavi)

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UNA VOZ PARA QUIEN NO LA TIENE Para empezar este ensayo, quiero dejar en claro algunos conceptos que a veces se nos olvidan y que, sin duda, son graves problemas de tolerancia en nuestro país. • Discriminación: la distinción en el trato por motivos arbitrarios, como el origen racial, el sexo, el nivel socioeconómico, etc. Generalmente se le da a este término una connotación negativa, en la medida en que se trata despectivamente o se perjudica a determinados grupos. • Racismo: es un sentimiento o comportamiento de un individuo o grupo que consiste en la exacerbación del sentido racial de otro grupo étnico, que suele motivar su menosprecio o persecución. • Misoginia: se define como el odio o la aversión hacia las mujeres o niñas. De acuerdo con la teoría feminista, la misoginia puede manifestarse de diversas maneras, que incluyen la denigración, discriminación, violencia y cosificación sexual de la mujer, entre otras tantas formas. • Xenofobia: rechazo o fobia a los extranjeros. Veamos cómo estamos en México respecto a los temas de intolerancia y discriminación. Elaboré esta reflexión por responsabilidad social. Tanto se ha criticado a la Alemania nazi o a Estados Unidos —país en cuyas últimas elecciones presidenciales ganó una de las figuras más intolerantes y misántropas de un proceso electoral en el siglo XXI—que no podemos (o no queremos) ver que muchos de esos problemas están presentes en la sociedad mexicana.

Discriminación en México: juzgar sin ser juzgados Según datos de la última Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (ENADIS 2010-2012), en nuestro país existen varios sectores de la población que sufren la discriminación como su principal problema: ¿Cuál crees que es el principal problema para las personas homosexuales y bisexuales en México, hoy en día? Una de cada dos personas homosexuales o bisexuales considera que el principal problema que enfrenta es la discriminación.

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¿Cuál crees que es el principal problema para las personas de (un grupo étnico) en México hoy en día? El principal problema que perciben las minorías étnicas es la discriminación. ¿Cuál crees que es el principal problema para las mujeres en México, hoy en día? Dos de cada diez personas consideran que el principal problema de las mujeres es la falta de empleo, seguido por problemas relacionados con la inseguridad, abuso, acoso, maltrato y la discriminación. Actualmente, ¿cuál crees que es el principal problema para la gente de su edad (adultos mayores) en México? El principal problema percibido por cuatro de cada diez personas adultas mayores es la dificultad para encontrar trabajo y como siguientes problemas se mencionan la falta de salud y la discriminación e intolerancia. ¿Cuál crees que es el principal problema de las personas con discapacidad en México? Los problemas que más señaló este grupo fueron el desempleo y la discriminación. De acuerdo con esta encuesta, siete de cada diez personas consideran que los inmigrantes provocan división en las comunidades a las que llegan. Las declaraciones anteriores dejan ver que la discriminación es un problema serio en México. No es necesario mirar a otros países para ser testigos de actos de menosprecio contra otro ser humano. Lamentablemente, estos pasan desapercibidos para los mexicanos, porque “son normales” estas actitudes. Tenemos todo el derecho a exigir tolerancia y respeto de parte de otras naciones y gobiernos. No obstante, no podemos dejar en un segundo plano el mismo derecho que merecen las comunidades o sectores minoritarios del país. Más allá de la doble moral, es una incongruencia práctica, que limita las oportunidades de crecimiento y bienestar individual y nacional. La discriminación es el muro que nosotros los mexicanos hemos construido alrededor de nuestros semejantes. Es nuestra responsabilidad derribarlo y tendernos la mano. El progreso lo hacemos todos juntos, porque un país necesita de todos las y los ciudadanos para avanzar al desarrollo social y político que urge en México.

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Personas con discapacidad: un sector no representado y del que pocos hablan Debemos ser claros con los términos que, a veces, son confundidos o mal empleados como “personas especiales” o personas “discapacitadas”. La Convención Internacional por los Derechos de las Personas con Discapacidad de la Organización para las Naciones Unidas (ONU) dispuso que el término adecuado para referirse a este grupo de la población sea “personas con discapacidad” (PCD) o “personas en situación de discapacidad”. Por tanto, su utilización se considera el único correcto a nivel mundial. En dicha convención, se adoptó una amplia clasificación de las PCD y se reafirmó que todas las personas con todos los tipos de discapacidad deben poder gozar de todos los derechos humanos y libertades fundamentales. Ya que sabemos cómo debemos referirnos a este grupo, ahora veamos cómo es su situación en nuestro país. En México contamos con una Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 30 de mayo de 2011 —con una última reforma publicada DOF 17-12-2015—. Ésta tiene como objeto reglamentar, en lo conducente, el Artículo 1º de la Constitución, estableciendo las condiciones en las que el Estado deberá promover, proteger y asegurar el pleno ejercicio de los derechos humanos y libertades fundamentales de las PCD. De manera enunciativa y no limitativa, esta Ley reconoce los derechos humanos de este sector de la población y mandata el establecimiento de las políticas públicas necesarias para su ejercicio, asegurando su plena inclusión a la sociedad en un marco de respeto, igualdad y equiparación de oportunidades. Algunas cifras sobre las personas con discapacidad según el INEGI - En 2014, la prevalencia de la discapacidad en México era de 6 %, es decir, 7.7 millones de personas. - El 23.1 % de la población con discapacidad de 15 años o más no cuentan con algún nivel de escolaridad. - El 39.1 % de la población con discapacidad de 15 años y más participa en actividades económicas. - Nayarit y Durango son las entidades que presentan las prevalencias más altas del país, con 8.2 y 7.5 %, respectivamente.

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Las PCD se encuentran representadas por instancias internacionales y locales. Asimismo, se encuentran contempladas cuantitativamente por el INEGI. Sabemos cómo se encuentran distribuidos por estado, edad y sexo, pero ignoramos algo muy simple: ¿cómo se encuentran representados políticamente en los ámbitos legislativos y ejecutivos locales y federales? Son 7.7 millones de mexicanos que no tienen certeza de cuántos legisladores o servidores públicos se encuentran en esta misma condición. La enunciación no pretende que sólo un legislador con discapacidad pida por ellos o que sólo a estos legisladores o servidores públicos se les puede exigir hacerlo. No obstante, es importante saber cuánta representación tienen como sector. Es más fácil trabajar posibles iniciativas de ley o políticas públicas desde la perspectiva y experiencia de vida de una PCD. Para entender la dimensión e importancia de esta población, hay más PCD que jóvenes que no estudian ni trabajan (“ninis”). En México hay 7 millones 382 mil 785 personas con tres años o más que hablan alguna lengua originaria, es decir, hay un millón 400 mil personas más con discapacidad que personas que habla una lengua originaria. El único partido que cuenta con una Coordinación o Secretaría Nacional de atención a esta población es el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Es triste porque, como sector de la población, las PCD merecen y deberían de contar con el interés de todas las fuerzas políticas. Por lo mismo, no hay registros formales de los partidos sobre este sector. Actualmente, hay dos personas con discapacidad en el Legislativo Federal: la senadora Yolanda de la Torre y la diputada Claudia Anaya, ambas del PRI. Dicho de otro modo, hay una senadora y una diputada federal para 7.7 millones de mexicanos. Como vemos, abundan las leyes, pero hay muy poca representación política para este sector. Hay poca voluntad de los partidos para darles oportunidades. De 7.7 millones, ¿no pueden encontrar candidatos o candidatas? ¿Acaso no encuentran gente que quiera participar en política? Se trata un sector de la población que, como muchos otros, no encuentra ni tiene una verdadera representación democrática. ¿Cómo pretenden llamarlos a votar si no los contemplan para candidaturas ni para trabajo partidario? Por más espacios para las personas con discapacidad Lamentablemente, cuando no se trata de algo cuantitativamente “importante”, las instancias y la gente no suelen darle atención a los problemas que están

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latentes. Los números siempre son importantes para que las instituciones tomen en cuenta ciertos temas. Ahora que conocemos un poco mejor la situación de las PCD en cifras, podemos pensar cómo apoyarlos para que nuestras instituciones de gobierno y partidos políticos los tomen en cuenta. En los últimos meses, en la Ciudad de México, he notado que muy pocos estacionamientos están bien adaptados para personas con discapacidad, pero hemos exigido poco a nuestros legisladores locales de la Asamblea Legislativa. Si dividimos 130 millones entre nuestros 500 diputados, cada uno representa 260 mil personas en promedio (con sectores, poblaciones, distritos, intereses y problemas diferentes). Lo anterior me deja pensando que un sector de la población, mayor que el de los “ninis” y que la población de 3 años o más que habla alguna lengua originaria, cuenta con un solo legislador federal en la Cámara de Diputados. Ahora, asumiendo que los diputados son representantes populares por población, a diferencia de los senadores, que representan estados, la diputada Claudia Anaya representa a 7.7 millones de mexicanos y sería, obviamente, el distrito más grande. Si pensamos en la senadora Yolanda de la Torre, ella estaría representando al quinto estado con mayor población, sólo después del Estado de México, la Ciudad de México, Veracruz y Jalisco. Lo que pretendo con estas comparaciones es que, sin duda, nuestros partidos políticos no sólo tienen una deuda con las mujeres, sino que también tiene una muy grande con nuestras PCD.

Una raíz olvidada: los grupos originarios La discriminación es uno de los enormes problemas que se deben superar si queremos construir un México de inclusión social, política, económica y cultural para todos. Se trata de algo existente en el día a día de muchos mexicanos, en el ambiente más sencillo hasta el más complejo. Podemos observar la discriminación desde varias perspectivas y cuyos efectos en el ejercicio llevan, en muchos casos, incluso a la muerte de las personas. Sin duda, uno de los sectores de la población más discriminados en nuestro país, a pesar de ser parte fundamental de nuestro origen, historia y cultura, como nación y población, es el de los grupos originarios: un sector ignorado y orillado a un destino completamente alterno (otro México), en el cual parece que se vive en el pasado. Actualmente, según la Encuesta Intercensal de 2015, hay 7 millones 382 mil 785 personas de 3 años y más

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de edad que hablan alguna lengua vernácula, cifra que representa el 6.5 % del total nacional; de las cuales, 51.3 % de los hablantes son mujeres y 48.7 % hombres. De acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), en México “ocho de cada diez mexicanas y mexicanos manifiestan que no han sido respetados sus derechos por motivo de sus costumbres o su cultura, por su acento al hablar, por su color de piel, por provenir de otro lugar, por su educación, por su religión o por su forma de vestir. La Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (ENADIS, 2010) indicó que el 44 % de mexicanos considera que no se respetan los derechos de las personas originarias. Casi la mitad de la población está de acuerdo en que a este sector no se la da su lugar correspondiente ante la Constitución y Tratados Internacionales. Según datos del INEGI, en el ámbito educativo existe una diferencia notoria: por ejemplo, en la aptitud para leer y escribir en niños de seis a catorce años entre la población hablante y no hablante de lenguas vernáculas es del doble; es decir, dos de cada diez niños hablantes de estas lenguas no saben leer ni escribir, mientras que, entre los no hablantes, uno de cada diez no cuenta con la aptitud. El 23 % de la población de los hablantes de lenguas originarias es analfabeta, en comparación con el 4.2 % de la población no hablante. En términos de escolaridad acumulada, la población que no habla lenguas originarias tiene un promedio de 9.4 años (jardín de niños-preparatoria), mientras que los que sí hablan una, apenas acumulan 5.7 años. En el mundo laboral 46.9 % de la población de 15 años y más hablante de una lengua vernácula es económicamente activa; es decir, 7.8 puntos porcentuales menor a la participación económica de los no hablantes, 54.7 %. Las personas originarias trabajan principalmente como empleados u obreros (37.7 %), trabajadores por su cuenta (28.7 %) y desempeñando labores del campo como jornaleros o peones (11.5 %).

Otros datos alarmantes del CONAPRED El principal problema que perciben las minorías étnicas es la discriminación (19.5 %). Casi cuatro de cada diez miembros de un grupo étnico (39.1 %) consideran que no tienen las mismas oportunidades que los demás para conseguir trabajo, mientras que uno de cada cuatro dijo no tener las

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mismas oportunidades para tener acceso a educación (26.2 %). El Plan Nacional de Desarrollo (PND) define la vulnerabilidad como el resultado de la acumulación de desventajas y una mayor posibilidad de presentar un daño, derivado de un conjunto de causas sociales y de algunas características personales o culturales. Considera como vulnerables a diversos grupos de la población entre los que se encuentran las niñas, los niños y jóvenes en situación de calle, los migrantes, las personas con discapacidad, los adultos mayores y la población originaria, que, más allá de su pobreza, viven en situaciones de riesgo. La discriminación es un problema general y alarmante ante un sector al que le debemos tanto: nuestra cultura, nuestras tradiciones y, sobre todo, nuestras luchas nacionales porque quien conoce nuestra historia sabrá que los movimientos de Independencia y Revolución fueron ideados por miembros de la clase alta, pero quienes lucharon y se movieron en su mayoría fueron nuestros pueblos. México tiene una enorme deuda con nuestros pueblos indígenas y urge un plan de desarrollo social práctico y no uno para generar dependencia, en el que se les tome en cuenta, sean escuchado y sean incluidos en la sociedad y en las decisiones políticas. Todos somos indispensables para un México plural y democrático, sin importar nuestra vestimenta, lengua o tradiciones.

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JÓVENES DE ESPÍRITU Candidata V. Gil Jiménez Directora General del CONALEP 2013-2017 Rectora de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco 2004-2011 Tener una cercanía con la juventud es un gran privilegio que, durante varios años, la vida me ha permitido gozar. Gracias a mi ejercicio profesional he podido conocer sus necesidades, inquietudes y anhelos. Por ello, estoy convencida de que la única manera de abordar temas relacionados con ellos es involucrándolos, ya que, además de ser nuestro presente, constituyen esa gran fortaleza para construir el futuro que anhelamos como sociedad. Por este motivo, agradezco a Juan José Graham Nieto, quien —a través de una visión joven— me permitió reflexionar sobre la trascendencia que tiene para México este importante sector de la población. Durante mi desempeño dentro del sistema educativo y el servicio público, he visto a muchos jóvenes formarse profesionalmente, luchar por sus ideales y ganarse un espacio propio en la historia de sus familias, así como de su nación. Soy consciente de la voluntad que tuvieron y tienen actualmente para concluir sus estudios, que, con inquietud y entusiasmo, desafían la tradición familiar y su medio social inmediato, convencidos de que éste es el camino para superarse y cumplir sus objetivos. En distintos foros, he reiterado que condición no es destino. Por tal motivo, me gustaría que estas líneas sean una fuente de inspiración para aquellos que avanzan en busca de sus sueños y que, al mismo tiempo, funcionen como una semilla de confianza en otros mexicanos que, como yo, estamos trabajando en pro de la juventud. En la actualidad, este sector de la sociedad enfrenta enormes desafíos derivados de los cambios sociales que impactan su entorno. Si bien es cierto que estamos en una era en la que existe el confort, es necesario reconocer que gran parte de los jóvenes requieren la comprensión y atención de quienes tenemos la experiencia y sabiduría para encaminarlos hacia sus proyectos de vida. Otro factor que considero oportuno abordar está relacionado con la presión que enfrenta los jóvenes al interior de las familias, en las que,

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desafortunadamente, aún persiste la falsa idea de una diferencia de estatus entre el hombre y la mujer. Sin embargo, es esperanzador ver que el despertar de la conciencia social está acabando con estas preferencias que ponen en riesgo nuestro progreso. Sin duda alguna, la formación profesional es la principal herramienta para que todos ellos enfrenten las consecuencias de la globalización. Las habilidades blandas —es decir, la comunicación multilenguaje, la creatividad e innovación, la capacidad de trabajar en equipo, la honestidad, el compromiso y las actitudes proactiva, entre otras— determinarán su futuro y, por lo tanto, su éxito en la vida. Es evidente que los cambios actuales nos obligan a renovarnos para estar acorde a las nuevas exigencias mundiales, y es en este contexto en el que hace falta valorar y apoyar a aquellos que manifiestan una fuerte actitud, plantean soluciones viables y demuestran un verdadero compromiso para mejorar el mundo. Desde mi perspectiva como funcionaria, soy partidaria de otorgarles espacios necesarios para su desarrollo —pues es pertinente y necesario que tengan libertad para poder expresar sus ideas y emprender sus planes—, pero es más importante confiar en ellos. Entiendo que un individuo que tiene un tropiezo en la vida adquiere conocimientos y experiencias. Por lo tanto, es erróneo pensar que una persona que decae carece de nuevas oportunidades para echar a andar nuevos proyectos. Puedo asegurar que, cuando alguien se repone, se vuelve más fuerte y está dispuesto a salir adelante con discernimiento. Así pues, cuando se trata de lograr nuestros anhelos, es importante asumir riesgos, pero, en esa misma dinámica, precisamos tener clara cuál es la meta que deseamos alcanzar. Para ello, nuestra sociedad tiene que quitar la presión que existe sobre los jóvenes y animarlos a emprender sin obligarlos a triunfar, porque el éxito es resultado del riesgo medido, la determinación en el carácter, el esfuerzo que sobrepasa el límite, la pasión por lo que se hace, la perseverancia con certeza e, incluso, de la paciencia. Ellos son los actores principales en este mundo en constante cambio, de manera que es importante que las instituciones públicas fomenten su desarrollo y pongan especial atención en la enseñanza cultural y artística, promoviendo los valores sólidos que les permitan construir una clara identidad de quiénes son y cómo pueden contribuir a la sociedad. También quiero referirme al desánimo que he observado en muchos de ellos, que inhibe su participación política. No obstante, estoy convencida

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de que la democracia es la mejor forma de gobierno y confío en que los partidos políticos brindarán espacios para la participación de la juventud, así como preparación y apoyo a nuevos cuadros, respetando sus ideales para que lideren propuestas serias. Ser joven es todo un reto: se trata de una oportunidad que la vida nos brinda para aprovechar nuestro presente y vivirlo con responsabilidad, sin olvidar que todas nuestras acciones adquirirán gran significado en el futuro. Todas las personas transitamos por la etapa de la juventud. Recordar mis experiencias es lo que, precisamente, me hace creer en los jóvenes, porque alguna vez estuve en sus zapatos, y porque desde el lugar que el destino me dibuje, seguiré apostando por ellos, generando oportunidades, por su bienestar y el de sus familias.

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LOS NUEVOS LÍDERES DE MÉXICO Mariana Gómez del Campo Gurza Senadora de la República por la Ciudad de México 2012-2018 México es un país de jóvenes. Según datos oficiales, tenemos 37 millones 504 mil 392 jóvenes entre 15 y 29 años, que representan el 31.4 % de la población total. Este dato permite que nuestro país goce de un “bono demográfico” en el que la población en edad productiva representa un impulso para el crecimiento económico y un factor diferenciador a nivel internacional. Para aprovechar esta ventaja, es necesario que los jóvenes cuenten con las herramientas para detonar su potencial. Es indispensable apostar por educación de calidad que les permita competir a nivel global, porque, mientras hace unas décadas los jóvenes competían con sus vecinos de otras entidades, ahora compiten en el mercado laboral con jóvenes de otras latitudes, culturas y razas. Esta formación académica debe ir también aparejada de instrucción práctica de sus profesiones. Alemania, por ejemplo, ha logrado integrar su sistema educativo con la práctica en empresas. Eso no sólo hace posible que incrementen sus habilidades, sino que facilita la adquisición de experiencia y su acceso a empleos bien remunerados. Es alarmante que según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el 22 % de los jóvenes mexicanos no estudie ni trabaje; de ellos, más de la mitad son mujeres con hijos entre tres y cinco años. Por si fuera poco, el 41.5 % de los desempleados en México está entre los 20 y 29 años. Sin duda, el siguiente paso es propiciar el crecimiento económico, para que con ello surjan oportunidades. Hay experiencias exitosas como la de Japón, donde hace unas décadas, el Gobierno planteó como ruta para su crecimiento el desarrollo de un sector tecnológico, a pesar de que no contaban con la infraestructura para que ello ocurriera. Fue la visión y el compromiso, tanto de las autoridades y los empresaros como de la población, lo que hizo posible que ese país superara las barreras o “la trampa de pobreza” y se convirtiera en una de las naciones más avanzadas del planeta. México tiene todo lo necesario para ser una potencia.

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Los jóvenes sin duda son su principal activo, pero hace falta la visión. La respuesta que requieren los jóvenes debe darse aquí y ahora. No hay tiempo que perder, porque, dentro de unos años, cuando este grupo de jóvenes empiece a envejecer, podríamos lamentarnos de haber perdido el bono demográfico ya mencionado. Las nuevas generaciones son, por naturaleza, revolucionarias. La época en que vivimos acelera los cambios en la sociedad, gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías que han refrescado las ideas y mejorado los procesos. En una era como la actual, en la que el globo está interconectado, las nuevas generaciones han demostrado tener una mayor apertura a cambios radicales en el menor tiempo. ¿Acaso nuestros padres siquiera podrían haber imaginado que, a través de un teléfono celular, se tendría en la palma de la mano la vida entera de una persona, acceso a sus redes sociales, a sus cuentas bancarias, a su información laboral o a las noticias de cualquier parte del mundo, en tiempo real? Pero este cambio de hábitos en el entorno de los jóvenes también ha modificado patrones de conducta. La juventud mexicana tiene nuevas aspiraciones y no cuentan con los mismos parámetros para medir sus libertades fundamentales o la democracia del país en el que viven. Ese será uno de los grandes retos al que la clase política se enfrenta actualmente. Los importantes cambios políticos nacen de la juventud. Según un estudio sobre el voto millennial, 77 % de los jóvenes están dispuestos a ir a las urnas a emitir su voto. Su participación representa el 41 % de la lista nominal. Otra muestra de ello fue el movimiento #YoSoy132, que exigía, entre otras tantas cosas, la democratización de los medios de comunicación, lo que le recordó al país entero que los jóvenes tenían voz y querían ser escuchados. Sorprende gratamente que, en medio del difícil contexto que se vive en Venezuela, sean los líderes universitarios quienes han exigido de forma vehemente el regreso de la democracia a su país, ocupando diversos espacios en la Asamblea Nacional e impulsando la participación ciudadana en pro del Estado de derecho. No debemos perder de vista que los jóvenes también tienen una enorme responsabilidad, por cierto, nada sencilla: asumir su rol en la historia del país. Los principales cambios que requerimos —por ejemplo— para poner un alto a la corrupción y frenar la violencia, deben suscitarse y provenir precisamente de la juventud. Necesitamos jóvenes que tengan la habilidad de adaptarse a un mundo

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vertiginosamente cambiante, pero, al mismo tiempo, capaces de hacer un alto y decir “no” a todo aquello que nos impide dar el salto para ser una potencia. El país pide a gritos jóvenes que se sacudan la apatía y asuman con valentía su rol como factores de cambio. Fueron jóvenes mexicanos los que exigieron pluralidad política en 1939. Fueron jóvenes los que abrieron un boquete al sistema autoritario y hegemónico en 1968 y 1971. Fueron jóvenes los que hicieron posible, con su voto, la alternancia en el año 2000. Ahora deben ser los jóvenes los que lideren a México y lo lleven a su cita con la equidad, la modernidad y el desarrollo sostenible en el siglo XXI. Felicito a Juan José Graham por este libro y por poner su “granito de arena” en esta ardua tarea. Se trata de un texto que, además de enriquecedor, le resultará a quien lo lea inspirador y un excelente motivo para la reflexión.

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II PARTIDOS Y PLATAFORMAS POLÍTICAS


¿QUÉ SON LOS PARTIDOS POLÍTICOS? Nuestra Constitución reglamenta en el Artículo 41° la existencia de los partidos políticos, estableciendo que deben promover la participación de los ciudadanos en la vida democrática del país. También puntualiza que sólo ellos podrán formar partidos políticos y afiliarse con plena libertad a ellos. En Para entender: los partidos políticos y las elecciones de los Estados Unidos Mexicanos, José Woldenberg define los partidos políticos como “conductos de mediación”, porque ponen en contacto a los ciudadanos con las instituciones estatales. Por otro lado, son elementos organizativos que logran revertir el aislamiento de la vida social y a través de ellos se expresa la contienda de diversos diagnósticos y propuestas que existen en la sociedad. Giovanni Sartori ha señalado en Partidos y sistemas de partidos tres cualidades de estas organizaciones políticas: • No son facciones. Los partidos son órganos funcionales, pues sirven para ciertos fines y desempeñan ciertas funciones, con el objetivo de lograr beneficios colectivos. • Son parte de un todo, ya que están dentro de un sistema de partidos en el que se expresa la diversidad. • Son conductos de expresión, pues son un instrumento que representa al pueblo para expresar sus exigencias. Benito Nacif, en Para entender: las instituciones políticas de los Estados Unidos Mexicanos, afirma que los partidos “son asociaciones de individuos que compiten por el poder mediante elecciones y dentro de un marco establecido por la ley”. Las oportunidades que ofrecen deberían de llegar para quienes se preparan y quienes muestran una convicción legítima hacia la institución que representan. Uno de los grandes errores de los partidos es justamente abrir espacios a los improvisados y a los simuladores que no viven ni creen en la institución que los postula. Muchas de las oportunidades para la democracia, que son la base de los partidos, son olvidadas a la hora de la práctica política y la comentocracia. En una ocasión me preguntaron si creía en los partidos políticos. Mi respuesta fue afirmativa, ya que son instituciones ideológicas que permiten competir y llegar a puestos de relevancia pública que permiten cambiar realidades y atender problemas. Los partidos son instrumentos para llegar al

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poder y, desde ahí, trabajar para mejorar las condiciones de vida de la gente, con propuestas y soluciones que van de la mano con la razón ideológica de dichos institutos. No podemos perder de vista que los partidos están formados por personas. Militar o simpatizar en un partido no te hace menos ciudadano. El día que deje de creer en las personas dejaré de creer en los partidos. Spoiler Alert • Sí, los partidos buscan el poder para transformar la realidad de un país. • Sí, los partidos parten de una base ideológica. • Sí, todos los partidos, por muy chicos que sean, representan a alguien o algunos. • Sí, son necesarios en nuestra vida democrática. • No, no son perfectos: son perfectibles. • En la mesa sí debe hablarse de política. • Ni la honestidad ni la capacidad se pueden medir con el emblema de un partido o una playera en blanco. Los invito a participar y a estar atentos durante el proceso electoral. Hay que ver los debates presidenciales, escuchar las propuestas y contrastar perfiles. No ir a votar no es la solución

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PARTIDOS POLÍTICOS: ¿POR QUÉ Y PARA QUÉ? En los últimos meses, varias encuestas sobre percepción han colocado a los partidos políticos en una crisis de legitimidad y aceptación; en casi todas, el tema de los independientes o candidatos “ciudadanos” sube como la espuma. Una encuesta nacional de BGC-Excélsior revela que la participación en las elecciones de candidatos “ciudadanos” o independientes, tanto en el ámbito federal como en el estatal, es bien recibida por la población con teléfono en su vivienda; más de dos terceras partes avalan que personas ajenas a los partidos políticos compitan a cargos de elección popular como Presidente de la República (66 %), gobernador, senador o diputado (64 %, respectivamente). Es decir, cerca de la mitad confía más en los candidatos independientes “ciudadanos” (47 %) que en los emanados de los partidos políticos (24 %). Pero este artículo no tratará sobre los candidatos independientes, sino que es una alerta y un llamado urgente hacia los partidos políticos, puesto que, si casi la mitad de los encuestados confían más en los independientes, algo están haciendo mal. De aquí viene esta reflexión y varias dudas que intentaré explicar.

¿Qué son los partidos políticos? Se entiende que un partido político es una entidad de interés público con el fin de promover la participación de los ciudadanos en la vida democrática y contribuir a la integración de la representación nacional. Los individuos que los conforman comparten una ideología —la cual otorga claridad conceptual y servirá como una especie de guía en el accionar político—, intereses, visiones de la realidad, principios, valores, proyectos y objetivos comunes, aspirando a ejercer el poder para proponer, trabajar y desarrollar su programa político. En el Artículo 41° de nuestra Constitución, se reglamenta la existencia de los partidos políticos y dice al calce: Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y, como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de estos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los

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programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo, así como las reglas para garantizar la paridad entre los géneros, en candidaturas a legisladores federales y locales. Sólo los ciudadanos podrán formar partidos políticos y afiliarse libre e individualmente a ellos; por tanto, quedan prohibidas la intervención de organizaciones gremiales o con objeto social diferente en la creación de partidos y cualquier forma de afiliación corporativa.

¿La ideología importa o sólo son puentes para llegar a un cargo? La ideología es el conjunto de ideas fundamentales que caracterizan el pensamiento de una persona, una colectividad o una época. Creo que esta es la parte fundamental de un partido político o, por lo menos, es el principal motivo por el cual participo o no en alguno, pensando en que el código de ética y plan de trabajo estén basados en este conjunto de ideas. Antes de trabajar o militar en un partido, debemos creer en las ideas y la filosofía de éste, ya que hay que estar de acuerdo con lo que se pugna, pues uno debe estar ahí por convicción y no por ambición. Los partidos deben ser vistos como lo que son y no nada más como un puente legal hacia el poder. Los partidos son más que eso. Las oportunidades deberían llegar para quienes mejor se preparan y para quienes muestran una convicción legítima hacia la institución que representan. Uno de los grandes errores de los partidos es justamente abrir espacios a los improvisados y a los simuladores que no viven ni creen en la institución que los postula. Partidos: tengan por seguro que, entre sus filas de simpatizantes, militantes y trabajadores, tienen mucha gente valiosa, fiel y honrada que puede representar correctamente su ideología. A veces buscan demasiado las soluciones por fuera (“candidatos externos”), sin antes consultar y conocer bien a su gente. Los partidos no son meros canales de oportunidad, sino un sinfín de ideas y pasiones encontradas en búsqueda de soluciones y lo mejor para sus representados.

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DEMOCRACIA PLURALISTA Y PARTIDOS POLÍTICOS Hacer democracia es, ante todo, creer en la democracia. Creer en ella significa confiar en sus instituciones, valorar los esfuerzos internos y colectivos, la representación y los designios, así como saber que el voto es una aportación invaluable que nos compete y nos convoca diariamente a todos. Sin este principio fundamental, es probable que todo se nos venga abajo. Hacer democracia es creer firmemente en que ésta puede cambiar nuestra vida como ciudadanos: modificar los espacios públicos, gestionar correctamente los servicios o contemplar, incluso, a quienes votaron distinto. Creer en la democracia es, también, aceptar la importancia del otro; darle el mismo valor dentro de la comunidad con el cual cada uno de nosotros nos juzgamos. No se trata de un juego de suma cero. Aunque hayamos tardado mucho tiempo en llegar a este punto —en el que las minorías pueden encontrar plataformas políticas que los representen—, pensar hoy en día una democracia liberal en la que —una vez que la voluntad general1 se ha dado a conocer— se anulen las demandas de los partidos perdedores sería un acto reprobable y autoritario. Cabe mencionar que ésta no fue una transición del todo agradable: implicó lucha, sudor y desgaste, como muchas de las victorias de los derechos que gozamos. La democracia pluralista, sobre todo en México, representa una adquisición bastante joven. No conocimos la alternancia hasta el año 2000, con la victoria del expresidente, Vicente Fox, de la mano del Partido Acción Nacional (PAN). Ahora bien, suponer el funcionamiento correcto de este sistema político que defiende la soberanía del pueblo y su derecho a elegir y controlar a sus gobernantes implicaría que cada uno de los ciudadanos en un país delegara buena parte de su tiempo para supervisar y debatir las acciones que está realizado el gobierno. Para ello, necesitamos un aparato representativo que defienda los intereses de las personas que votaron por ellos y les dieron su lugar. Un aparato que, mediante el uso de entidades de interés público dedicadas a respaldar el 1  Apelando a la definición propuesta por Jean-Jacques Rousseau en El contrato social (1762).

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pluralismo democrático, promuevan la participación ciudadana, articulen agendas de acuerdo con ciertas ideologías y puedan negociar dentro del ámbito legislativo; un aparato que sea, a su vez, un acuerdo justo entre los competidores: los partidos políticos. Giovanni Sartori, el politólogo especializado en el estudio comparativo de esta ciencia social, define a los partidos políticos como “cualquier grupo político que se presenta a elecciones y que puede colocar mediante elecciones a sus candidatos en cargos públicos”.2 Sin embargo, esta definición representa sólo una parte de la realidad. Compararé la anterior con la que ofrece el intelectual mexicano Jesús Silva-Herzog Márquez. En Las esferas de la democracia, Silva-Herzog Márquez se apropia de una realidad irrefutable para abrir su reflexión: “sólo la ilusión o la hipocresía pueden creer que la democracia sea posible sin partidos políticos”. Es decir, no habría legitimidad democrática sin procesos electorales competidos y, sobre todo, no habría elecciones sin competidores o partidos políticos.3 Son los actores irremplazables de nuestro juego democrático, “conductos indispensables para participar en la batalla por el voto”.4 En el mismo ensayo, el autor enumera una serie de funciones importantes que cumplen los partidos políticos en las democracias modernas y que resumen las principales acciones que deben cumplir:5 1. Ser agentes fundamentales de la representación política y, virtualmente, los únicos actores que tengan acceso a la competencia electoral. 2. Ofrecer claves al ciudadano para descifrar la política. Esto implica la construcción de símbolos, un discurso coherente, una interpretación de la historia, la agregación de ideas e intereses que aclaren la lucha política, marcar el rumbo del debate político (derecha, centro o izquierda), la formación de la opinión pública y la creación de identidades sociales. 3. Actuar como conductos de intereses, con espacios que conecten las 2  Giovanni Sartori. (1980). Partidos y sistemas de partidos. Madrid: Alianza Editorial. 3  Jesús Silva-Herzog Márquez. (2001). Las esferas de la democracia. México: Instituto Federal Electoral. 4  Ibid. 5  Ibid.

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fuerzas sociales con las instituciones políticas. Son una instancia de mediación. Los partidos políticos comprimen y agregan los intereses sociales en una plataforma política coherente, además de que interpretan y proyectan la voz de la ciudadanía. 4. Posibilitar la rendición efectiva de cunetas de los políticos profesionales frente a la ciudadanía. 5. Cultivar la legitimidad del régimen político y enseñar democracia. 6. Permitir la negociación entre poderes. Sin partidos políticos, ésta se volvería imposible. Después de repasar las múltiples funciones que hoy en día tienen los partidos políticos, hay que precisar que “La democracia exige partidos, pero excluye la partidocracia”.6 Un sistema en el que el poder se concentra solamente en los partidos políticos representa una desviación seria que podría convertirse en un desinterés por parte de quienes ostentan el poder, formando castillos en vez de partidos, cerrando el diálogo y enmudeciendo las peticiones de los ciudadanos. En conclusión, el mundo de la política sería caótico sin la participación de los partidos políticos. Sin embargo, como dice Silva-Herzog Márquez, “la democracia no se agota en la actividad de los partidos políticos”7. En la actualidad, ante la desesperanza que nos infunden los partidos políticos, un movimiento que promueva una aceptación por los órganos encargados de darle sentido a la política —y que exhiba las funciones que realizan diariamente para una ejecución plena de la democracia pluralista— resulta más necesario que nunca. 6  Paolo Flores D’Arcais. (1995). “El desencantamiento traicionado” en Modernidad y política: Izquierda, individuo y democracia. Venezuela: Editorial Nueva Sociedad. 7  Ibid.

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SOBRE LA SECRETARÍA DE LA FUNCIÓN PÚBLICA El Partido Revolucionario Institucional (PRI) siempre estará de acuerdo con cualquier medida que fortalezca el Estado de derecho, las instituciones públicas y, por supuesto, el combate a la corrupción en nuestro país. La Secretaría de la Función Pública, dependencia del Poder Ejecutivo Federal, vigila que los servidores públicos federales se apeguen a la legalidad durante el ejercicio de sus funciones y sanciona a los que no lo hacen así; promueve el cumplimiento de los procesos de control y fiscalización del Gobierno Federal, de disposiciones legales en diversas materias; dirige y determina la política de compras públicas de la Federación; coordina y realiza auditorías sobre el gasto de recursos federales; coordina procesos de desarrollo administrativo y del gobierno digital; opera y encabeza el Servicio Profesional de Carrera; coordina la labor de los órganos internos de control en cada dependencia del Gobierno Federal, y evalúa la gestión de las entidades, también a nivel federal. El PRI acompaña el llamado del Presidente en el combate a la corrupción, consciente de la responsabilidad de nuestros legisladores que es elegir —sin tentaciones meramente electorales— a un fiscal anticorrupción autónomo e íntegro que esté a la altura de los retos de este impostergable tema, porque la sociedad lo reclama. Se trata de acciones sin precedentes en el combate a la corrupción desde el interior del Gobierno Federal con una intención puramente legal, puesto que estas medidas están sustentadas plenamente en este marco, ya que el Artículo 2° transitorio del decreto que reforma la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal —publicado el 2 de enero de 2013— establece que la Secretaría de la Función Pública continuará ejerciendo sus atribuciones conforme a los ordenamientos vigentes. Con un proyecto de gobierno totalmente transparente para poder trabajar con la certeza y vigilancia de cada ciudadano —y con el ejemplo del primer priísta del país, el Presidente Enrique Peña Nieto—, el PRI se ubica como el instituto político más transparente, mejor estructurado y con métodos más efectivos, además de ser promotor de la rendición de cuentas. A nosotros no nos da miedo ser transparentes porque no tenemos nada que esconder. Nosotros estamos en sintonía con los mexicanos, que exigen transparencia.

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MI VISIÓN DE LA PLATAFORMA ELECTORAL 2015-2018 DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL “Prosperidad para todos” es el gran objetivo de la Plataforma Electoral 2015-2018. Ésta es producto de las aspiraciones de los mexicanos y se resume en ejes temáticos: 1) Gobernabilidad y democracia. En el Partido Revolucionario Institucional (PRI) estamos convencidos de la importancia de la de la participación ciudadana en el diseño, implementación y evaluación de políticas públicas a través de una gobernanza efectiva que vincule a los ciudadanos con la toma de decisiones. 2) Sociedad segura y de leyes. Un buen gobierno es aquél que responde efectivamente a las demandas ciudadanas, integra el sentir de la sociedad y responde efectivamente a los anhelos de la población. De ahí que sea necesario que el gobierno cuente con el entramado jurídico que le ayude a realizar su función sin discrecionalidad, apegado permanentemente al principio de legalidad, guía fundamental que debe normar todas sus acciones. 3) Competitividad y productividad para la prosperidad. Queremos un México con una economía sólida, con un crecimiento sostenido y un alto nivel de productividad que propicie el desarrollo, la igualdad de oportunidades y el abatimiento de la pobreza. 4) Todos los derechos para todos los mexicanos. Buscamos un México prospero, que reduzca la brecha de desigualdad social y en donde las diferencias económicas, sociales, culturales, étnicas, físicas, de género, o de cualquier tipo, no sean impedimento para ejercer derechos o acceder a las oportunidades que son consustanciales a todos los ciudadanos. 5) Educación de calidad para competir y prosperar. El PRI busca motivar mediante la reflexión y la acción educativa de los actores de la sociedad mexicana que, a diario, están detrás de esta actividad, tanto en espacios e instituciones formales como en las no formales. Resulta entonces necesario saber escuchar y dialogar de manera plural, con análisis sereno, pero, sobre todo, con un discernimiento amplio y constante sobre los distintos aspectos, dimensiones y fines de la

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educación para alcanzar consensos y lograr la plena implementación, en todos los niveles, de las reformas estructurales en la materia. 6) Igualdad de oportunidades para las mujeres. Abogamos por un México en donde mujeres y hombres tengan acceso a las mismas oportunidades; donde compartan las mismas responsabilidades públicas y privadas. Del mismo modo, trabajamos por: • El liderazgo político de las mujeres para una igualdad efectiva. • Un México contra la violencia hacia las mujeres. 7) Jóvenes, protagonistas de la transformación de México. Queremos un México que brinde a los jóvenes oportunidades educativas, laborales y políticas que les permita un desarrollo pleno, para que puedan ser los principales artífices de la transformación del país ante los nuevos retos que plantea el entorno global. 8) Compromiso del PRI con una nueva ética política. Defendemos un México en donde ciudadanos, autoridades y representantes populares compartan los mismos valores y actúen bajo los mismos principios éticos, hermanados por la confianza y el trabajo solidario para conseguir mejores condiciones de desarrollo para todos. Sin duda, éstas son áreas de oportunidad para detonar el crecimiento y desarrollo de México. Cada uno de estos apartados implican un reconocimiento socialmente compartido de las grandes necesidades del país, respondiendo así a las legítimas exigencias de los mexicanos. Podemos constatar un compromiso sólido de parte del PRI en estos puntos principales de la plataforma electoral 2015-18, la cual —como marcan nuestros principios— está basada en lo que los mexicanos realmente exigen y, por supuesto, respaldada por nuestra militancia que va más allá de estar afiliado, porque consideramos a todo ciudadano parte de este partido. El PRI, el partido de México, trabaja con, para y por todos los mexicanos.

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DEMOCRACIA Y LIBERTAD Al hablar de democracia, más allá del cumplimiento cabal del voto —instrumento esencial para participar en la configuración política—, un concepto fundamental es la libertad. Sin ésta, y todo lo que representa (un abanico de derechos y libertades civiles y políticas), una democracia podría dejar de llamarse como tal. Entre los índices más importantes que miden los niveles democráticos de un país, uno de los más relevantes, por su cobertura y rigor académico, es el que publica Freedom House,8 una organización no gubernamental que se describe como una voz clara para la democracia y libertad por el mundo. Desde el 1972, la organización ha conducido investigaciones y promocionado la democracia, la libertad política y los derechos humanos. Entre sus reportes se encuentran “Freedom of the Press” (Libertad de la prensa), “Freedom of the Net” (Libertad de las redes sociales), “Nations in Transit” (Naciones en tránsito) y “Freedom in the World” (Libertad en el mundo). En el caso de este último reporte, se evaluaron países dentro de las categorías Not Free (‘no libres’), Partly Free (‘parcialmente libres’) y Free (‘libres’). Las calificaciones otorgadas iban de 0 a 100, siendo 0 el menos libre y 100 el más libre. Este año, México obtuvo 62 de 100. El reporte tuvo un subtítulo desalentador: Democracy in Crisis (‘democracia en crisis’). Lo anterior se debió a tres puntos principales. La democracia está encarando su crisis más seria en décadas. Durante 2017, sus principios (derechos de minorías, libertad de prensa, estado de derecho y justicia en las elecciones) fueron amenazados a lo largo del mundo. Por 12 años consecutivos, se ha registrado un detrimento en la libertad alrededor del mundo. Entre los países evaluados, 71 sufrieron disminuciones en sus derechos y libertades, mientras que solamente 35 registraron una mejora. Desde 2006, en un periodo de 12 años, 113 países han tenido una disminución neta y sólo 62 han mejorado. En el caso de México, mientras para el estudio no hay libertad de prensa, la libertad en redes sociales es parcial, y tanto los derechos políticos como las libertades sociales fueron valuadas con 3 de 7, siendo 1 el más libre y 7 el menos. Algunos países valuados entre 90 y 100 fueron Suecia, Noruega, Finlandia, Islandia, Dinamarca, Canadá, Inglaterra, Irlanda, Holanda, Alemania, 8  The Freedom House (http://www.freedomhouse.org).

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Bélgica, Francia, España y Portugal, entre algunos otros. En Latinoamérica, Uruguay obtuvo una calificación de 96 y Chile de 94. Estos resultados demuestran que hay mucho por hacer para afianzar los beneficios de una democracia sana. A nuestra generación y a las que vienen les toca continuar este proyecto, mientras encaramos los problemas que la nueva actualidad tecnológica se ha encargado de vislumbrar. Las soluciones serán complejas, pero mientras haya ideas frescas e instituciones en las que puedan prosperar, confío en que podremos encontrarlas.

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EL PRI Y SU ASAMBLEA: ¿CAMBIOS REALES O MERA ESTRATEGIA DE COMUNICACIÓN? El Partido Revolucionario Institucional (PRI) llevó a cabo su XXII Asamblea Nacional del 9 al 13 de agosto del 2017, con las mesas de trabajo y la sesión plenaria: • Visión de futuro en Jalisco. • Rendición de cuentas en Sinaloa. • Declaración de principios en Coahuila. • Programa de acción en el Estado de México. • Estatutos en Campeche. • Plenaria en la Ciudad de México. Estos eventos permiten activar la militancia y a los simpatizantes para que participen en las reormas internas, interactuando con las figuras públicas destacadas del partido. Se pueden decir muchas cosas de la Asamblea, no obstante, en las mesas, el voto de cualquier mujer u hombre era igual de valioso que el de Manlio Fabio Beltrones o Beatriz Paredes. Quiero destacar la mesa de “Estatutos en Campeche” porque, entre otras cosas, fue en la se asumió una autocrítica y se generaron algunos puntos destacados para la sociedad en general y no solamente para el priísmo. Entre las principales propuestas que se aprobaron en la XXII Asamblea se encuentran: • Que quien ocupe un cargo de representación proporcional no podrá ser postulado a otro de la misma naturaleza. • Una de cada tres candidaturas es para una o un joven. • La supresión del requisito de años de militancia para acceder a una candidatura. Ahora que ya sabemos cuándo fue la Asamblea y cómo se dio, quisiera retomar el título para explicar el objetivo del presente artículo, puesto que, a veces, los partidos políticos usan muy bien los eventos para transmitir mensajes, pero pocas veces se traducen en acciones concretas. Lo que seguía era exigir que, efectivamente, una de cada tres candidaturas fuera para jóvenes. Que si, al final, era o no inconstitucional la propuesta de no poder brincar de “pluri” a “pluri” había que ver la forma en la que el partido controlara y filtrara mejor las listas de representación proporcional. Esto con la finalidad de que se representen mejor los intereses de

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minorías y grupos vulnerables, porque ya no podemos seguir permitiendo que esas listas se sigan “copiando y pegando” cada tres años. Sobre el candado de años de militancia, debemos tener bien claro que los perfiles que vengan sin militancia pueden ser mejores propuestas para la ciudadanía que los que sí militan en el partido. Sin embargo, siempre hay que balancear lo electoral y el proyecto, porque no necesariamente el perfil más popular es la mejor opción. La Asamblea y las reformas que se aprobaron deben ser un camino real en la práctica del PRI y no una campaña de comunicación engañosa o con letras chiquitas. No necesitamos un “nuevo” PRI, sino un partido autocrítico, abierto y con actividad interna de verdad y no simulada. En este 1 de julio veremos si todo lo que se trabajó al interior del partido desde su XXII Asamblea Nacional funcionó o no. Urge un replanteamiento generacional fuerte y contundente rumbo a un nuevo debate de ideas: qué quieren y qué buscan las nuevas generaciones y cómo se lo podemos orecer. Se gane o se pierda, la reflexión interna es urgente. Por eso, hago la siguiente invitación: 1. A reflexionar para no dejarnos engañar por quien diga que “un ciudadano más es un político menos”. Esa persona definitivamente no entiende que militar en un partido o dedicarte a la política no te despoja de tu ciudadanía y sólo demuestra la ignorancia sobre nuestras leyes. 2. El primer domingo de julio, día de las elecciones, desayunemos y vayamos a votar temprano.

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JUVENTUD SIN DOGMAS NI PREJUICIOS Nino Canún Destacado periodista con más de 50 años en los medios de comunicación Es notorio el cambio generacional de los jóvenes del país. Viven con nuevas plataformas tecnológicas, con las que pueden, desde sus teléfonos celulares, transormar y modificar el mundo convencional de sus mayores. La juventud de México es una generación preparada, pues cuenta con títulos académicos, y que, al mismo tiempo, está saturada con la inmediatez de la información que se revisa, pero no se analiza por la acumulación de ésta. Actualmente, en Latinoamérica, 30 % de la población pertenece a las generaciones millennial y Z. Se estima que, para 2015, representará el 75 % de la fuerza laboral en el mundo. Serán la generación de consumidores y usuarios con características innovadoras y demandas que conoceremos por las repercusiones y transformaciones que tendrán en las empresas. En México, esta ola de jóvenes no tiene las mismas prioridades que las generaciones anteriores, ya que, además de su empeño en la preparación académica, son críticos, exigentes y perfeccionistas. Las motivaciones en nuestro país han cambiado, y el empleo se requiere para conseguir autonomía, crecer de manera profesional y alcanzar metas: un balance entre trabajo y entretenimiento. Esta generación ve el trabajo como un medio y no un fin en sí mismo. La vida de los millennials es móvil y su pantalla principal a la red es un smartphone. El 78 % posee un celular; 37 %, una tablet; 70 % una laptop y 57 % un desktop. Adictos a los dispositivos móviles, viven la urgencia de una constante conectividad y admiten que no es posible vivir sin su smartphone. Por otro lado, existe una dierencia generacional en lo que se refiere a la interacción entre clientes, empresas y proveedores a través de aplicaciones. La demanda de los millennials está impulsando el extraordinario crecimiento de las aplicaciones o apps móviles. En Apple Store, se registran mundialmente cinco millones de aplicaciones diarias. En cuanto a los modos de pensar, la respuesta a la pregunta obligada

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(“¿Quieres tener hijos?”) es un rotundo “no”. Están más interesados en sus carreras y desarrollo profesional y no pueden imaginarse un futuro en el que haya que cambiar pañales y educar al pequeño retoño. El resultado de este fenómeno son las tasas de natalidad disminuyendo en los diferentes países y regiones. Suelen hacerse generalizaciones sobre esta generación, que varía en ubicación y condiciones socioeconómicas. Aunque son muy dedicados y responsables, tienen una fuerte necesidad de dirigir su vida y manejar sus tiempos. Sin embargo, no hay duda de que se perfilan como quienes transformarán tiempos y espacios de trabajo por su cercanía con las plataformas tecnológicas de la era digital y por su propia búsqueda de la autorrealización.

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SI LOS JÓVENES CRECEN, NOSOTROS TAMBIÉN Luis Armando Melgar Senador de la República por el Estado de Chiapas 2012-2018 Los jóvenes enfrentan vertiginosos retos como nunca en la historia humana. Debido a los avances tecnológicos y la automatización, en las próximas décadas millones de empleos serán desplazados y sustituidos por computadoras y robots. La buena noticia es que aquellas personas con una visión emprendedora, capaces de crear oportunidades de negocio donde ahora no las hay, serán las generadoras de nueva riqueza y espacios de trabajo que no podemos imaginar. Sin embargo, para potenciar el crecimiento —ese crecimiento económico necesario— se requiere elevar al máximo la creatividad y la competitividad, lo cual solo puede alcanzarse si desde las instituciones del Estado se facilitan —y no entorpezcan— tanto el espíritu como la realización de las ideas de los emprendedores. Los índices de libertad económica son contundentes. Aquellos países donde el Gobierno no estorba, sino que facilita la creación de empresas —con la menor regulación posible, mercados competitivos y abiertos, bajos impuestos, etcétera— son los que más y mejor prosperan. Ése es precisamente el desafío de los nuevos liderazgos globales: ser capaces de impulsar la iniciativa privada desde el ámbito de la política, no mediante burocracias ni ineficaces programas gubernamentales como suele intentarse, sino a través de la competencia libre y un Estado de derecho pleno. No cabe duda de que habrá resistencias en el camino. Los cambios y las transiciones no suelen ser sencillos. Pese a ello, si somos capaces de hacer conciencia en los jóvenes de lo que realmente se necesita de ahora en adelante, hay muchas esperanzas de que, los que estamos y los que vendrán, tengamos un país mejor.

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III LOS RETOS QUE SE AVECINAN


NO PUEDEN SIN NOSOTROS: JÓVENES EN LA DEMOCRACIA En textos anteriores, he mostrado datos duros de cómo es nuestra realidad como jóvenes ante el Gobierno y otros sectores, como la iniciativa privada. En esta ocasión, hablaré de lo que representamos como población en nuestra vida democrática. Los millennials (jóvenes de 18 a 34 años) representamos el 35 % de la población de nuestro país. Con esto, sería difícil imaginar un escenario en el que los partidos políticos y nuestros futuros candidatos no nos tomen en cuenta o, por lo menos, no generen y contemplen una gran parte de su estrategia electoral a captar nuestra atención y ganar nuestro voto. Quien no apueste por nosotros de manera significativa, estaría cometiendo suicidio político. Según datos del INE (2016), los jóvenes entre 18 y 34 años representamos el 41 % (33 millones 930 mil 854) del padrón electoral actualmente. Ahora, pensando en la elección en la que ya están pensando todos —la elección presidencial de 2018—, tendremos que sumar a los que votarán por primera vez. Los partidos políticos buscan mantener un “voto duro” con su militancia y simpatizantes, entre los cuales, evidentemente, se enumera un alto porcentaje de jóvenes. Sin embargo, también buscan el voto de los que no están en sus filas y, a veces, ése es el primer error, porque los partidos tienen que trabajar en primer lugar con sus jóvenes. Deben motivarlos por medio de oportunidades, espacios, candidaturas o, por lo menos, un trato digno en procesos electorales para mantenerlos convencidos de los proyectos y poder organizar con ellos las estrategias para atraer a más jóvenes que no están formalmente en sus estructuras. Aun así, con lo que representamos del padrón y como sector de la población, no hemos recibido las oportunidades que merecemos “por cantidad”. Por ejemplo, en las elecciones de 2012, de las 300 curules que se ganaron por mayoría, únicamente 12 eran de candidatos jóvenes, de entre 21 y 29 años, mientras que, por la vía de la representación proporcional, llegaron 14 más. Continuando este ejemplo, de las 628 curules en el Congreso de la Unión, 500 en la Cámara de Diputados y 128 en el Senado de la República,

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apenas 22 fueron ocupadas por legisladores menores de 30 años, lo que representa el 3.5 % del total de escaños, evidenciando la falta de oportunidades. Es importante destacar que los partidos políticos postularon a 3 mil 220 candidato a legisladores federales, de los cuales sólo 456 fueron menores de 30 años, lo que representa el 14.5 %; de estos sólo llegaron los 22 antes mencionados. No profundizaré en las oportunidades casi perdidas que otorgan los partidos en distritos o municipios de oposición, solamente para cubrir cuotas o porcentajes que ni así se llenan. Sin embargo, existe una limitante constitucional para las diputaciones federales y para senadurías, según los Artículos 55° y 58° de nuestra carta magna. Según el 55°, para ser diputado se requiere “tener veintiún años cumplidos el día de la elección”, mientras que, para ser senador, los requisitos son los mismos, con excepción de la edad, que debe ser de 25 años cumplidos el día de la elección. Otro problema que enfrenta la sana democracia en México es el abstencionismo, notable en nuestros últimos procesos electorales. Por ejemplo, en la elección para la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México votó menos del 28 % de la población joven. No sirve sólo decir que la gente no está saliendo a votar; hay que comprender que nuestros “representantes” tienen un mínimo de legitimidad en cuanto a lo que entendemos por “representación”. Como jóvenes, es nuestra responsabilidad salir a votar, tenemos que participar y escuchar las propuestas de nuestros candidatos en los procesos electorales. Pero hay que dejarles en claro a los partidos y futuros candidatos: no pueden sin nosotros, no pueden pedir el voto joven sin un joven que los defienda y los apoye ni pueden presentar un proyecto de gobierno o legislativo sin pensar en el futuro.

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No más decisiones sin nosotros Innumerables veces, los jóvenes no hemos sido considerados al momento de tomar decisiones en los espacios de debate más importantes, pero, sobre todo, en el empuje o apoyo de organismos internacionales. Esto no se ha notado en materia de presión a los países para que, de este modo, se creara un marco jurídico e institucional que nos respalde realmente. En la Cumbre para el Desarrollo Sostenible, llevada a cabo en septiembre de 2015, los Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidos (ONU) aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que incluye un conjunto de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y la injusticia y hacer frente al cambio climático. Estamos resueltos a poner fin a la pobreza y el hambre en todo el mundo de aquí a 2030, a combatir las desigualdades dentro de los países y entre ellos, a construir sociedades pacíficas, justas e inclusivas, a proteger los derechos humanos y promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, y a garantizar una protección duradera del planeta y sus recursos naturales”, señalaron los Estados en la resolución.

Quiero resaltar dos metas que, como jóvenes, nos competen por su relevancia para nuestra generación: la educación de calidad y trabajo decente, y el crecimiento económico; ambas están relacionadas de muchas formas, pero considero que son tanto la educación como el trabajo las llaves de cambio, y deben ser el motor de la agenda. Creo que los jóvenes no deberíamos hacer algo para ser “visibles” o ser “tomados en cuenta”, pues al ser sujetos de derecho merecemos y debemos ser tomados en cuenta. Pero esto no es suficiente: es necesario pasar del simple reconocimiento de los jóvenes como sujetos de derechos a crear mecanismos que garanticen sus derechos, como debería de ser una Ley General de Juventud. No obstante, por deficiencias dentro del marco normativo existente, se nos impide un adecuado impulso por parte de las instituciones del Estado para responder a las demandas actuales. Los jóvenes hemos tenido que llevar a cabo acciones y movimientos legítimos para poder “llamar la atención” de quienes toman las decisiones. Parte de nuestra rebeldía como jóvenes nos ha posicionado de manera tajante e importante en espacios públicos, tanto locales como internacionales.

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El resultado de estas luchas es una convocatoria como ésta, la cual es un claro ejemplo de que, si los países nos dan oportunidad de ser parte del debate trascendente, podemos aportar una visión diferente, acorde a nuestros tiempos. Se debe mencionar que México es un ejemplo internacional, ya que con esta convocatoria se demuestra cómo se pueden otorgar espacios importantes a los jóvenes. Creo que estos mecanismos deben ir de lo particular a lo general, es decir, desde el mínimo ámbito local hasta el internacional. Se necesitan generar herramientas e incentivos de participación juvenil como talleres, debates y conferencias, acompañados de posibilidades laborales reales en las que podamos desenvolvernos profesionalmente, ser parte de la evolución y ser factores de cambio en nuestras comunidades. Se necesita una ley integral que tenga por objeto reconocer a los hombres y mujeres como sujetos de deberes y derechos, garantizar el ejercicio pleno de sus derechos y promover el cumplimiento de los deberes de la juventud consagrados en la Constitución. Asimismo, que establezca el marco institucional y orientar políticas, planes y programas, por parte del Estado y la sociedad civil para la juventud. El fin de esta ley sería promover la formación integral de la juventud; su vinculación y participación en la vida económica, política y social, y el ejercicio pleno y solidario de la ciudadanía. El primer gran paso desde el nivel local o nacional sería la creación de una Ley General de Juventud en cada país miembro de la Asamblea General, y considero que ha faltado respaldo por parte de la ONU en este rubro. Creo firmemente que el mecanismo más importante de participación directa para nosotros los jóvenes en la agenda internacional sería la incorporación un joven menor de treinta años en sus delegaciones para la Asamblea General —a través de la ONU y su exhortación exhaustiva a todos los países miembros—, puesto que no se puede trabajar una agenda sin conocimiento de causa ni, mucho menos, generar soluciones sin escuchar a quienes viven el problema. Además, dichas agendas planificadas a 20 o 30 años, sin incorporar al debate a quienes realmente vivirán los “resultados”, muestra claramente la falta de oficio e interés de escuchar nuestra realidad por parte de las autoridades. No obstante, cabe recalcar que, aunque la ONU es una de las organizaciones que tiene más tiene de participación para jóvenes, ninguno de estos tiene efecto jurídico o efectivo sobre el debate de la agenda. Con el

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mecanismo mencionado en el párrafo anterior, tendríamos una verdadera representación e injerencia en el debate, pues dejaríamos de ser meros observadores para ser parte de la delegación oficial, brindándonos facultades que hasta hoy se nos han negado. En la actualidad, los mil 200 millones de jóvenes (entre 15 y 24 años) representan la sexta parte del total de la población mundial, que va en aumento. No sólo somos importante cualitativamente, sino también de manera cuantitativa. A esto se le debe dar importancia y aprovechamiento en cuestiones de innovación y productividad, como la materia prima humana que somos. Los jóvenes debemos ser tomados en cuenta, no por nuestra capacidad de llamar la atención, ni por nuestra capacidad académica o nuestra preparación, sino por nuestra condición social, por ser sujetos de derecho y por ser parte esencial de los resultados de toda agenda a mediano y largo plazo. El mecanismo de participación más efectivo siempre será el que tenga un sustento legal y efecto directo. No creo en la rebeldía sin legitimidad ni, mucho menos, en la exigencia por mero capricho, sino por un cambio realmente institucional a través de mecanismos duraderos que no queden como simples expectativas derivadas de movimientos pasajeros.

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PARTICIPACIÓN JÓVEN EN LA CONSTITUYENTE Aunque el promedio de edad de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México fue relativamente alto —con 55 años—, se debe destacar que hubo numerosos perfiles de jóvenes muy activos y preparados. El Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el Partido Encuentro Social (PES) fueron los partidos con las bancadas con menor promedio de edad, con 44 y 47 años, respectivamente. Considero que se tuvo una buena combinación de juventud activa y abierta con coordinadores parlamentarios con mucha experiencia, como Porfirio Muñoz Ledo, Santiago Creel, Dolores Padierna y César Camacho, quienes le dieron orden al debate y llevaron una asamblea de altura con objetivos claros. En cuanto a los jóvenes que participaron, destacan los nombres de (edades de las y los asamblesitas – 2016): • Fernanda Bayardo (PRI), 31 años • Tobyanne Ledesma (PRD), 29 años • Cynthia López (PRI), 29 años • Santiago Taboada (PAN), 32 años • Marath Bolaños (MORENA), 31 años Celebro que el pleno de la Asamblea Constituyente haya aprobado la propuesta de Fernanda Bayardo de crear un Instituto del Emprendimiento en la Ciudad de México, que tendrá por finalidad ser el instrumento de política pública transversal de apoyo a los emprendedores y a las micro, pequeñas y medianas empresas para que puedan escalar en sus vocaciones. Según la constituyente priísta: “Lo que me convocó fue la convicción de creer en el poder de las ideas que ven hacia futuro, y, por tal motivo, seguiré trabajando para lograr la transformación que queremos para nuestra Ciudad de México”. Quiero destacar nuevamente el nombre de Tobyanne Ledesma, quien fue una de las principales impulsoras del voto a los 16 años. Si bien es una propuesta debatible, reconozco la argumentación de éste y otros puntos relevantes en la Asamblea. Asimismo, también contamos con participación de organizaciones juveniles, como Ágora XXI.

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El proyecto ciudadano Ágora XXI (antes Sociedad XXI) impulsó una propuesta para el reconocimiento constitucional de formas de participación asociadas a las tecnologías de la información y la comunicación, dado que consideran que la política y las expresiones ciudadanas hoy en día también tienen lugar en los medios digitales. Su propuesta, que fue apoyada por la diputada Tobyanne Ledesma, ahora aparece en el artículo 29 de la constitución de la ciudad.

No cabe duda de que tenemos una Constitución moderna y progresista en la Ciudad de México, con un debate fuerte y varios puntos favorables.

Principales puntos y novedades Con 60 votos a favor, 23 en contra y tres abstenciones, la Asamblea Constituyente aprobó la figura de revocación de mandato en la capital del país, contenida en el Artículo 30° del proyecto de dictamen de la Constitución Política de la Ciudad de México. Con 74 votos a favor, uno en contra y cero abstenciones, fue aprobada la anulación del fuero a los servidores públicos de la ahora Ciudad de México. Por unanimidad —y en un hecho sin precedentes—, la Asamblea Constituyente aprobó el dictamen en el que se reconocen los derechos de los pueblos originarios, que quedarán plasmados en la Constitución Política de la Ciudad de México.

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CAMBIAR MI PAÍS POR MEDIO DE LAS LEYES, ¿SERÁ SUFICIENTE? En la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el Artículo 1° —correspondiente al capítulo sobre los derechos humanos y sus garantías— declara que: En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece. Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia. Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley. Está prohibida la esclavitud en los Estados Unidos Mexicanos. Los esclavos del extranjero que entren al territorio nacional alcanzarán, por este solo hecho, su libertad y la protección de las leyes. Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.

El Estado de derecho no es igual a un Estado de leyes. El primero implica un gobierno que proteja, en el día a día y no sólo en las leyes escritas, los derechos fundamentales de todos: vida, propiedad y libertad, y que castigue a todos los que violen su ejercicio. La justicia —dar a cada uno lo que le corresponde—, evitando el caos de su aplicación por mano propia, sólo es posible en un Estado de derecho. En nuestro país se ha llegado a discutir si tenemos un exceso de leyes

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o si caemos en una actividad legislativa que piensa que todo necesita ser legislado o reglamentado en un planteamiento de necesidad de parte de nuestros legisladores. ¿Se puede cambiar la realidad de nuestro país solo a través del derecho? ¿Será suficiente? Cité el Artículo 1° de nuestra Constitución para poder entender los principios y el fondo general de nuestro Estado de derecho, así como nuestra visión general como país: los individuos son vistos como seres humanos, siempre de la mano con nuestros acuerdos y tratados internacionales. ¿Qué es una Constitución? Es la fuente de fuentes; el vértice de las normas que da validez y unidad a todo ordenamiento legal. Se entiende como aquel conjunto de normas fundamentales y superiores del ordenamiento (valores-principios-reglas) e instituciones jurídicas fundamentales que regulan la organización y el ejercicio del poder público estatal y garantizan los derechos de los individuos y grupos. Dicho de otro modo, es un acuerdo político. Partiendo de lo anterior, el derecho en sí no es suficiente. Se necesita justamente la capacidad de hacer política, se necesita la historia como ciencia para comprender el pasado y no repetir errores en el presente y futuro, la voluntad de los ciudadanos y, sobre todo, de nuestros representantes, así como se necesita de la sociología para poder entender justamente a los gobernados y nuestra sociedad para decidir plenamente y dar las soluciones necesarias, evitando que nuestros políticos decidan a la suerte qué es lo mejor para el pueblo. Considero que no es suficiente nada más el derecho para modificar la realidad de un país, aunque es pieza fundamental, sin duda, y se le puede considerar la guía principal para lograrlo. Todas las ciencias sociales están relacionadas entre sí, con diferentes tareas y definiciones. De ahí la necesidad de un conjunto de normas y un Estado organizado mediante la Ley para poder funcionar. Si se me preguntara por la relación entre administración pública y el derecho, respondería que el derecho permite conocer dos ámbitos necesarios, el legislativo y el de normas de actividades, las cuales rigen el proceso administrativo. Además, la práctica es imposible sin el respaldo jurídico. Por eso hay que recordar que el Estado es un contrato social en su origen. Partiendo del principio Ubi societas ibi ius (“donde hay sociedad hay derecho”), se entiende la necesidad y la afirmación de que, sobre todas las cosas, siempre tendremos derecho en un lugar con cierta población y en un determinado régimen. En toda sociedad medianamente organizada debe-

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mos tener normas que deben ser respetadas y que permitan ajustar ciertas conductas o actividades. Entiendo el derecho como un conjunto de reglas coercibles que rigen la conducta de una sociedad en un lugar y momento determinado, basado en sus usos, costumbres e historia. Si entendemos la política como la actividad destinada a ordenar jurídicamente la vida social humana —o como la ciencia que estudia el poder público—, partimos que necesita del derecho, aunque la política también tiene aspectos importantes, como el arte de negociar por un bien común previo a la creación de un Estado de derecho, por ejemplo. La política también puede crear instituciones al aire, pero se legitiman con un ordenamiento legal y un reglamento. Existe una relación importante entre la política y el derecho: la sociedad es un contrato social (o pacto político) y el derecho rige la conducta en ésta. Entonces, el poder político está limitado, controlado y constituido por leyes, pero, al final, se pueden entender estas leyes como decisiones políticas. Por lo tanto, el derecho te lleva a la política y viceversa. Actualmente, nuestro país vive una situación complicada, con problemas enormes como los siguientes: • Nuestras personas con discapacidad se encuentran representadas por instancias internacionales y locales, están contempladas cuantitativamente por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), sabemos cómo se encuentran distribuidos por estado, edad y sexo, pero no sabemos cómo se encuentran representados políticamente en los ámbitos legislativos o ejecutivos locales ni federales. • La Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (ENADIS, 2010) indicó que el 44 % de mexicanos y mexicanas consideran que no se respetan los derechos de las personas originarias. Casi la mitad de la población está de acuerdo con que a este sector no se le da el lugar correspondiente ante la Constitución y los tratados internacionales. • Una de cada dos personas homosexuales o bisexuales considera que el principal problema que enfrenta es la discriminación. • Los jóvenes no contamos con una Ley General de Juventud ni con una secretaría especialmente encargada de nuestro sector como en otros países. Aquí tenemos un instituto reglamentaria y operativamente limitado.

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En varios casos, tenemos un excedente de ley o, más bien, tenemos la ley y no se cumple. En otros casos no contamos ni con código, reglamento o una ley general para los jóvenes. Tener leyes no garantiza que van a mejorar las condiciones de la población. Leyes tenemos y bastantes, pero ¿qué tal si frenamos la corrupción? ¿Qué tal si realmente se aplicaran como se deben de aplicar nuestras normas? Antes de necesitar más derecho, necesitamos más educación y ética, así como generar y recuperar el poder de las instituciones, que se ha perdido con la desconfianza y la corrupción de nuestra clase gobernante. Según el Foro Económico Mundial, los países desarrollados con mayores índices de corrupción son: 1. México (2.5) 2. Eslovaquia (2.7) 3. Italia (3.1) 4. Hungría (3.1) 5. Grecia (3.2) 6. República Checa (3.3) 7. España (3.4) 8. Corea del Sur (3.5) 9. Polonia (3.7) 10. Eslovenia (3.7) ¿Cómo podemos garantizar el derecho si no podemos ni garantizar el buen manejo de las instituciones de gobierno, entre ellas las de procuración de justicia? Urge una limpieza en nuestro sistema. Insisto, tenemos el derecho y las leyes, pero con eso no garantizamos el Estado de derecho. Para finalizar, considero que la forma de gobierno o régimen ya está muy gastada. Podría nuestro país ir cambiando sus propias rutas. A continuación, expongo algunas propuestas:1 • Un sistema anticorrupción completamente autónomo y 100 % ciudadano. • Un 30 % obligatorio de candidaturas jóvenes por elección popular para los partidos. 1  Propuestas en ámbito político que considero necesarias para cambiar las formas y el fondo de negatividades que vive el sistema. No considero que la solución sean ciudadanos “independientes” ni que los partidos sean malos, ya que los entiendo como ideologías y estatutos, no como los individuos que militan en estos.

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Fórmulas con equidad de género, es decir, titular y suplente hombre o mujer en el orden que el partido determine. • Obligar a los partidos a una cuota porcentual de participación, tanto en candidaturas como en puestos de partido para las minorías; este mismo principio aplicado a los gobiernos locales. • Disminuir el número de legisladores a 100 senadores y 400 diputados federales, respetando el principio de representación y sin eliminar los de representación proporcional. • Obligar a un reporte trimestral de los gastos, tanto del Presidente de la República como de sus secretarios. Lo mismo aplicaría en el caso de los partidos. Las anteriores complementan una propuesta del licenciado Manlio Fabio Beltrones —acotándome estrictamente a su propuesta— de nuevo formato de Gobierno. Beltrones mide cada palabra para explicar la propuesta que hace unos días puso en el tablero político: si en 2018 ningún candidato obtiene al menos 42 % de los votos, ni mayoría en las cámaras del Congreso, el ganador estaría obligado a formar un gobierno de coalición con otras fuerzas políticas. El menú se completa así: el ganador tendría que registrar ante el Congreso un programa común de gobierno y una agenda legislativa. Además, el gabinete tendría que ser aprobado por el Legislativo, con excepción de los titulares de la Defensa Nacional, Marina y Seguridad Pública. Mi generación está obligada a movilizar e informar a la gente. Los privilegiados como nosotros —que tenemos la oportunidad de prepararnos—, debemos ser los primeros en salir a explicar qué está pasando y qué necesitamos para salir adelante. Para ello, enlisto algunos puntos de urgente resolución: • Jóvenes más activos. • No más derecho, sino firme aplicación del que ya tenemos. • Rescatar la confianza de la gente hacia las instituciones. • Una democracia activa, no sólo en momentos electorales, sino en cualquier momento. • Promover la crítica informada desde la razón y dejar a un lado la crítica violenta desde las pasiones. • Unidad para nuestro país. Necesitamos también una sociedad civil más interesada y más activa.

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Necesitamos que nuestros jóvenes pasen de las redes sociales y el WhatsApp al campo y a la calle. La mejor manera de cambiar rumbos en un Estado es por la vía pacífica, informada y democrática.

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PUNTO DE ACUERDO SOBRE EL DERECHO A LA CIUDAD Tuve la oportunidad de participar en el Parlamento de la Juventud rumbo a la Constituyente, donde presenté un punto de acuerdo sobre el Derecho a la Ciudad, tema que impulsé desde redes y medios para posicionarlo en el debato de la Constitución de la Ciudad de México y que, finalmente, se logró incorporar. México, Ciudad de México, a 14 de marzo del 2016. Diputado Juvenil Juan José Graham Nieto VII Legislatura Presente El que suscribe, Diputado Juan José Graham Nieto, integrante del Parlamento de la Juventud 2016 de la VII Legislatura de la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México, con fundamento en lo dispuesto por los artículos 122° Base Primera, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; 36° y 42° fracciones XXV, del Estatuto de Gobierno del Distrito Federal; 10° fracciones I y XXI, 17° fracción VI de la Ley Orgánica de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y 93° y 133° del Reglamento para el Gobierno Interior de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, someto a la consideración del pleno de la Asamblea Legislativa, la siguiente: Proposición con Punto de Acuerdo, por el que se exhorta al Gobierno de la Ciudad de México y a los titulares de las Dependencias y Órganos Desconcentrados de su administración, para que, en el marco de sus atribuciones y facultades, impulsen, promuevan, fomenten y garanticen a través de los programas, estrategias y políticas públicas necesarias, el “Derecho a la Ciudad”, bajo una perspectiva de equidad, al tenor de los siguientes:

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Antecedentes La Ciudad de México presenta diversos problemas económicos, políticos y sociales. Entre ellos, destacan los altos índices de pobreza, exclusión social, marginación y una mala calidad del aire, además de la falta de acceso a agua potable de calidad y pocos espacios de esparcimiento y recreación. Lo anterior contribuye a la depredación de nuestros recursos naturales y al aumento de los problemas de movilidad y salud, que se traducen en inseguridad, pérdida del espacio público y privación de los bienes comunes como vivienda y educación. Para dimensionar la problemática, basta mencionar que, en la capital del país, se pierden 3.3 millones de horas-hombre al día, por problemas de congestión vehicular. Durante el año 2011, sólo hubo 124 días con un aire de buena calidad, lo cual repercutió en la educación de niñas, niños y adolescentes, debido a que el 50 % de los infantes que viven en zonas muy contaminadas, se ausentaron, por lo menos, una vez cada tres meses por enfermedades respiratorias. De acuerdo con el Centro de Estudios Jurídicos y Ambientales, AC, la disponibilidad per cápita del agua de la Cuenca del Valle de México decreció 46 %, lo cual significa que el acceso al agua potable es deficiente, situación que se va a agravar, ya que diversos estudios arrojan que el 70 % del abastecimiento se hace a partir de acuíferos que se encuentra frente a un riesgo de agotamiento. Aunado a lo anterior, se encuentra el problema de la basura, su tratamiento y disposición final, y es que en la ciudad se producen diariamente más de 12 mil 513 toneladas; es decir, cada habitante genera alrededor de 1.43 kilos. En particular, los hogares generan el 47 % de la basura; le siguen los comercios, con 29 %; servicios, 15 %; controlados, 3 %, y otras, 6 %. En relación con el tipo de desperdicios, 43 % son orgánicos; 18 %, papel o cartón; 8 %, vidrio; 9 %, plástico; 7 %, pañales o sanitarios; 5 %, objetos diversos, y sólo el 2.5 %, de los residuos sólidos se aprovecha. Representa un desafío para las autoridades el generar diversas alternativas para el almacenamiento, recolección, tratamiento y disposición de los residuos sólidos, ya que hasta ahora estos mecanismos han resultado insuficientes. Se trata de garantizar el acceso a la justicia ambiental y territorial, con el objetivo de disfrutar de un entorno sano que promueva el desarrollo ordenado de la ciudad. A pesar de este diagnóstico poco alentador, considero de vital impor-

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tancia que a los habitantes de la capital del país se les garantice el Derecho a la Ciudad. Esta garantía presupone la sana interdependencia entre población, recursos naturales, medio ambiente, relaciones económicas y calidad de vida para las presentes y futuras generaciones. Como representantes, no podemos ser indiferentes ante esta situación; por el contrario, debemos promover el Derecho a la Ciudad, que impulsa la búsqueda y construcción de soluciones compartidas contra los efectos negativos de la escasez de los recursos naturales como el agua. Busca disminuir el deterioro en el medio ambiente y garantizar un ambiente óptimo de crecimiento y desarrollo. Existe un marco jurídico internacional y nacional que garantizan este derecho. Por ejemplo, la Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad establece que: “todas las personas tienen Derecho a la Ciudad sin discriminaciones de género, edad, raza, etnia u orientación política y religiosa, y preservando la memoria y la identidad cultural en conformidad con los principios y normas que se establecen en esta carta”. Además, también señala que: [La] ciudad es un espacio colectivo culturalmente rico y diversificado que pertenece a todos sus habitantes y que las autoridades deben comprometerse a adoptar medidas hasta el máximo de los recursos que disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios apropiados, inclusive en particular la adopción de medidas legislativas y normativas, la plena efectividad de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, sin afectar su contenido mínimo esencial.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su Artículo 4°, establece que toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, que toda persona tiene derecho a la protección de la salud, que tenemos el derecho a un medio ambiente sano para el desarrollo y bienestar. Por si esto fuera poco, señala que tenemos derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible y que toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa. Por lo anterior, considero que el ejercicio pleno del Derecho a la Ciudad se alcanza con la realización y disfrute de todos los derechos humanos y libertades fundamentales consagradas en el marco jurídico positivo, lo cual asegura la dignidad y el bienestar colectivo de los habitantes de la Ciudad de México, bajo igualdad y justicia, así como el pleno respeto a la producción y gestión social del hábitat. En este sentido, el Derecho a la Ciudad no

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se traduce sólo al derecho de lo que ya existe o está establecido y normado, sino además a tener el derecho de cambiarlo y a ser considerados en la toma de decisiones del espacio público. Existen antecedentes negativos, como la construcción del Corredor Chapultepec y la instalación de la Rueda de la Fortuna en el Bosque de Chapultepec, que agudizará los problemas de movilidad en la zona, además de propiciar el aumento de los índices de contaminación (producto de un mayor parque vehicular) y acrecentará el comercio informal. Considero de vital importancia que las autoridades capitalinas instrumenten diversas acciones con respeto a los derechos y libertades, como la igualdad, la justicia social y el desarrollo, bajo los principios de sustentabilidad y sostenibilidad, para garantizarles a los ciudadanos el Derecho a la Ciudad. Lo anterior deja de manifiesto diversas problemáticas que deben superarse, como el acceso al agua potable de calidad y la necesidad de contar con medios de transportes seguros y vialidades que agilicen les desplazamiento de las unidades de motor. El gobierno de la Ciudad de México debe fortalecer sus medidas para garantizar el derecho a un medio ambiente sano, que promueva el desarrollo pleno de las personas y que, con ello, se genere valor público, cohesión social y el fortalecimiento del tejido social que asegure mejores condiciones de crecimiento y desarrollo para las próximas generaciones. Por lo anteriormente expuesto, sometemos a la consideración de esta Soberanía la siguiente Proposición con Punto de Acuerdo:

Punto de Acuerdo ÚNICO. La Asamblea Legislativa del Distrito Federal, con fundamento en

los artículos 10°, fracción XXI; 17°, fracción IV y 18°, fracción VII de la Ley Orgánica de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal; 132°, fracciones I y II y 133°, del Reglamento para el Gobierno Interior de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, y 16° y 27°, de la Ley Orgánica de la Administración Pública del Distrito Federal, exhorta al gobierno de la Ciudad de México y a los titulares de las dependencias y órganos desconcentrados de su administración, para que, en el marco de sus atribuciones y facultades, impulsen, promuevan, fomenten y garantices a través de los programas, estrategias y políticas públicas necesarias, el “Derecho a la Ciudad” bajo una perspectiva de equidad.

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Constitución Política de la ciudad de México Artículo 12 Derecho a la Ciudad 1. La Ciudad de México garantiza el Derecho a la Ciudad, que consiste en el uso y el usufructo pleno y equitativo de la ciudad, fundado en principios de justicia social, democracia, participación, igualdad, sustentabilidad, de respeto a la diversidad cultural, a la naturaleza y al medio ambiente. 2. El Derecho a la Ciudad es un derecho colectivo que garantiza el ejercicio pleno de los derechos humanos, la función social de la ciudad, su gestión democrática y asegura la justicia territorial, la inclusión social y la distribución equitativa de bienes públicos con la participación de la ciudadanía.

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¿CÓMO DEBERÍAN SER LOS DEBATES PRESIDENCIALES? ¿Cómo deberían ser los debates presidenciables en México? La respuesta es simple: deben ser totalmente lo contrario de lo que han sido hasta la fecha. Los debates presidenciales en nuestro país han sido aburridos, monótonos y —lo más preocupante— nunca hemos podido ver una confrontación de ideas o propuestas entre candidatos. Los debates presidenciales necesitan nuevas caras, necesitamos moderadores jóvenes que, con una formación innovadora y actualizada, puedan implementar mecanismos para sacar a los candidatos de su zona de confort y pongan a prueba sus capacidades de respuesta sobre las problemáticas con respuestas concretas. Los debates tienen que dejar de ser un espacio donde los candidatos repiten slogans y comerciales. Por eso necesitamos cambiar el formato por uno en el que se permita más confrontación y así podamos escuchar verdaderas propuestas. En esta elección, porcentualmente, los jóvenes entre 18 y 35 años somos muy importantes, además de que tendrá la participación de más de 12 millones de “primeros votantes”. Esta es la razón por la que debemos construir debates que atraigan a este sector de la población. Los primeros votantes crecieron con las redes sociales y éstas son su principal fuente de información. De ahí la necesidad de que los debates presidenciales sean transmitidos en vivo por Facebook y Twitter. De los debates presidenciales entre 1994 y 2012, podemos observar una evolución lenta en los formatos y, sobre todo, en las vías de confrontación entre los candidatos; se ha cuidado más la forma y se ha modificado poco el fondo. No tenemos mecanismos de réplica, contrarréplica (réplica inmediata) y contraargumentación, los cuales permiten que los participantes de un debate puedan defender sus argumentos al instante o en turnos seguidos y no perder el hilo del tema, mientras que al público nos brinda más información sobre las propuestas discutidas. La principal queja ciudadana sobre la política es que nadie los escucha. Para solucionarla, debemos crear mecanismos de participación abierta durante los debates, para lograr dos cosas: 1) que los ciudadanos se interesen más por los debates presidenciales; y, 2) que los candidatos sean abordados

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de manera directa, lo que provocará que podamos ver cómo reaccionan ante una duda no puesta en un guion. Los debates presidenciales deberían ser dinámicos, fluidos, con confrontación de ideas y con participación ciudadana. Por ello, propongo los siguientes cinco puntos: • El formato de los debates sea “Town Hall” (formato utilizado en el modelo estadounidense). • Que los formatos permitan participación ciudadana presencial y vía redes sociales. • Que los temas principales de los debates sean conocidos por los candidatos y el público previamente, pero que se cuente con una lista de al menos diez posibles temas a debatir que puedan ser votados vía redes sociales durante cada debate y que los primeros tres lugares sean discutidos como temas secundarios en una sección final. • Que, en la equidad de tiempos de participación, se dé prioridad a la argumentación y la contraargumentación, con réplica inmediata. • El Instituto Nacional Electoral (INE) debe transmitir los debates presidenciales a través de sus redes sociales. Con estos puntos, considero que podríamos presenciar debates presidenciales modernos a la altura de las circunstancias políticas y demográficas que vive nuestro país. Debemos recordar que es la elección más grande de nuestra historia inmediata y que merece toda nuestra atención y dedicación.

Vamos por el INE y los debates presidenciales En México viven más de 37 millones de jóvenes, quienes son importantes protagonistas de la historia sociopolítica y cultural del país. La población joven ha marcado tendencias y transiciones culturales, económicas y sociales, tanto en nuestra sociedad como en muchas otras latitudes. México tiene la oportunidad de ser potencia mundial si sus jóvenes se integran a la vida social y política y empresarial. Para llegar a eso, es necesario construir una sociedad crítica. Que critique, pero que también proponga y participe. Porque el México que queremos ver depende de la participación ciudadana de todos. Nuestra voz es fuerte si la utilizamos. Hoy queremos hacerte un llamado y una invitación muy importante a

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ti, joven, estudiante, millennial, ciudadano. Como sabes, nuestra generación representa un alto porcentaje de la población en nuestro país y, por tanto, del padrón electoral y de la lista nominal. Tenemos una oportunidad única para incidir en el debate público, de proponer temas en la agenda de los precandidatos presidenciales y de participar formalmente en el proceso electoral. Porque hemos visto en otros países lo que hace la participación, tanto de manera positiva, como negativa. Alonso Taméz, Luis Sada y quien esto escribe, llevamos unos meses trabajando en propuestas para mejorar los debates presidenciales y tener un proceso electoral a la altura de los tiempos y circunstancias políticas nacionales e internacionales. Esto es una invitación a sumar esfuerzos para impulsar una propuesta con cuatro puntos principales sobre los debates presidenciales, de los cuales, los tres primeros complementan sólidamente los cinco propuestos anteriormente: • Que sean dos moderadores por debate, siendo un total de seis perfiles. • Que cada debate sea moderado por una fórmula con ambos géneros. • Que dos de los seis perfiles de los moderadores sean menores de 40 años. • Que el formato de los debates sea más flexibles, dinámicos, con participación ciudadana presencial y vía redes sociales; también proponemos que la Asociación Mexicana de Debates A. C. participe en la elaboración de los formatos para cada uno de los debates presidenciales. Porque el México que queremos ver está en nosotros y porque la participación es la forma de incidir en la democracia representativa.

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NUESTRA DEMOCRACIA Y EL CASO DE ESTONIA “Se ha dicho que la democracia es el peor modelo de gobierno, excepto por todos los demás modelos que se han implementado a lo largo de la historia”. La frase es de Winston Churchill, quien supuestamente afirmó que “el mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio”. En la primera frase se resume mi creencia política. Si bien nuestro sistema político tiene —y tendrá— muchos obstáculos, no debemos demeritar su evolución histórica, marcada por un carácter antitotalitario, de inclusión y respeto a los derechos de los demás. Seguramente escuchamos en algún aula que demos significa ‘pueblo’, y krátos puede traducirse como ‘fuerza’ o ‘poder’. Son nociones que la mayoría de nosotros tenemos, aunque hoy en día la democracia sea mucho más que eso. Alrededor del siglo VI a.C., los únicos que podían participar en la democracia eran los hombres considerados ciudadanos de Atenas. Doscientos años después, Platón pensaba que el régimen democrático tendía a la tiranía y fue su principal discípulo, Aristóteles, quien conjeturó una regla presente hasta nuestros días: para que funcione, la democracia debe poder representar a todos. Pasaron los años y, durante la Edad Media, no existió la democracia en Occidente. El poder residía en instituciones como la monarquía y la Iglesia. No fue sino hasta la redacción de la Constitución de los Estados Unidos (1787) y la Revolución Francesa (1789) —que defendió valores como la libertad y la igualdad— que esta forma de gobierno volvió a ser cuestionada con seriedad. Esta ideología encontró suelo fértil en los siglos posteriores, específicamente, en el siglo XX, que fue el periodo en que más países adoptaron y modernizaron estas ideas. Hoy en día, la fiebre de la democracia es tal, que países como Rusia o China —cuyas prácticas políticas son cuestionables— se proclaman democráticos ante el mundo. ¿A qué se debe este fenómeno? Posiblemente a la gran acogida que halló este concepto, por bastante tiempo, en el inconsciente colectivo de las personas. Sin embargo, aunque nos ha brindado derechos y libertades, lamentablemente se percibe un desencanto generalizado con la democracia. Así lo indican los resultados del Latinobarómetro 2017, que revelan que solamente 56 % de los mexicanos cree que la democracia es el mejor sistema de gobierno; 15 % menos que los resultados recabados en 2016.

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Lo anterior puede explicarse mediante palabras clave como corrupción, inseguridad, poca representatividad o desilusión entre las promesas de campaña y los resultados. Estos problemas, no sólo presentes en nuestro país, han suscitado ansiedades y puesto en peligro la integridad de la vida democrática. Se han implementado diversos tratamientos con la intención de enmendar el desencanto y, entre estos —aunque su población sea de un millón 300 mil habitantes (120 veces menor que la de México)—, el ejemplo de Estonia coloca sobre la mesa propuestas interesantes que debemos considerar. Estonia es el país con mayor presencia digital en la administración pública. El 99 % de los trámites se pueden hacer de forma digital mediante el DNI electrónico (documento nacional de identidad). Solamente hay tres excepciones para las que se exige un acto presencial: casarse, divorciarse o vender una propiedad. Es decir, con un equipo celular o una computadora, y el DNI electrónico, uno puede realizar pagos, contratos laborales, préstamos, declarar impuestos, crear empresas, certificar el nacimiento de un hijo o solicitar una receta médica, entre muchos otros trámites. Estas facilidades le ahorran a Estonia 2 % de su PIB al año y han reducido en un tercio las listas de espera. Ciertamente, este contexto no se formó de la noche a la mañana. En el año 2000, el gobierno declaró el acceso a Internet como servicio básico universal, y —dicen— celebró sus primeras reuniones sin papeles. En 2002, las principales zonas urbanas ya contaban con wifi gratuito. Solamente tres años después, se probó por primera vez el voto electrónico en elecciones municipales. Para 2007, fue implementado en las elecciones parlamentarias. En los últimos comicios, realizados en 2015, 30 % del censo utilizó este método para ejercer su voto, reduciendo el costo a la mitad. ¿Otro dato revelador? El 95 % de los estonios se hace cargo de sus impuestos online. Ante este torbellino informático, un uso más transparente de los datos y la gestión pública puede, en un corto plazo, erradicar la desconfianza que hoy en día se tiene ante el manejo opaco de los recursos nacionales. Si vamos proporcionando gradualmente las herramientas para una convivencia digital segura, en la que todos podamos ser partícipes y las cuestiones relevantes se transparenten, en cuestión de pocos años nuestra sociedad podría volver a percibir al gobierno como lo que realmente es: un aliado.

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MEJORANDO LAS CONDICIONES DE LA JUVENTUD MEXICANA Los cambios ya están aquí y los jóvenes los personalizan con mayor elocuencia en comparación con el resto de la población. Son ellos también quienes representan los principales desafíos para el Estado y la sociedad mexicana, debido a que: a) Apenas un poco más de la mitad de las y los jóvenes mexicanos (56 %) está recibiendo educación media superior, en contraste con el 84 % logrado, en promedio, por los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), como requisitos de calificación para el trabajo actual y para desempeñarse como ciudadanos. b) La mayoría de estos jóvenes encuentran difícil incorporarse al mercado laboral. Por ejemplo, siete de cada diez consiguen su primer empleo a través de redes informales, sobre todo con amigos o familiares. c) El 53.2 % de los desempleados en México tiene entre 14 y 29 años.

Enfoque de la política de juventud El Estado mexicano tiene el reto y la atribución de promover un cambio en las políticas de juventud, donde —en lugar de pensarlas exclusivamente como intervenciones gubernamentales— sean capaces de generar políticas con la participación plena de todos los actores: organizaciones sociales, gobierno, organismos internacionales, académicos y expertos, funcionarios y, sobre todo, las y los jóvenes. La política y el gobierno tienen como propósito crear oportunidades y condiciones para garantizar el ejercicio de los derechos y de la ciudadanía de las personas jóvenes, el desarrollo de sus potencialidades y su aporte al desarrollo nacional. La política de juventud requiere de la gestión interinstitucional, mediante acciones que resalten el plano local y comunitario, así como el diseño y la implementación de programas más amplios y generales que contribuyan a impactos sociales y sustentables.

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Escala de edades en la adolescencia y la juventud La Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso en el año 2018 una escala de edades para la estratificación de la adolescencia y la juventud. La propuesta de la OMS se recoge en el documento La salud de los jóvenes: un desafío para la sociedad, y es una consideración genérica en períodos de cinco años en los que términos como “juventud” y “adolescencia” resultan intercambiables entre los 15 y 19 años de edad: Según la OMS, la juventud abarca de los 12 a los 32 años: • 12 a 14 años - Pubertad, adolescencia inicial o temprana, juventud inicial (tres años) • 15 a 17 años - Adolescencia media o tardía, juventud media (tres años) • 18 a 32 años - Jóvenes adultos (14 años)

Diez datos que debes saber de la juventud en México 1. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México, la edad media de la población en el país es de 22 a 27 años. 2. El 35.1 % tiene entre 15 y 19 años; 34.8 % tiene de entre 20 a 24 años y 30.1 % tiene de 25 a 29 años. 3. El 32.9 % de la población joven cuenta con educación escolar. 4. Del total, 10.1 millones de jóvenes asisten a la escuela actualmente. 5. Dieciséis millones de jóvenes de 15 a 29 años son económicamente activos, pero 19.8 % de jóvenes de 15 a 29 años no laboran por falta de experiencia. 6. El 63.5 % de los jóvenes de 15 a 29 años son solteros; 15 % está casado; 18.1 % vive en unión libre y 3.4 % están separados, divorciados o viudos. 7. De 2009 a 2014, disminuyeron los matrimonios entre jóvenes de 17.8 % a 15 % y aumentaron las personas en unión libre de 14.5 % a 18.1 %. 8. El 49.9 % de las jóvenes de 15 a 29 años no usó un método anticonceptivo durante su primera relación sexual.

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9. La proporción de nacimientos en madres adolescentes de 15 a 19 años aumentó de 18 % a 19.2 % de 2009 a 2014. 10. El 2.2 % de los jóvenes de 15 a 29 años presenta alguna discapacidad.

Jóvenes en el sureste de México • Oaxaca: 30 % de la población está entre los 18 y 32 años (un millón 306 mil 831 jóvenes, con edad promedio de 26 años). • Veracruz: 31 % de la población está entre los 18 y 32 años (dos millones 518 mil 508 jóvenes, con edad promedio de 29 años); 6.6 % de la población joven del país está en Veracruz. • Quintana Roo: 35 % de la población está entre los 18 y 32 años (518 mil 715 jóvenes, con edad promedio de 26 años). • Yucatán: 32 % de la población está entre los 18 y 32 años (667 mil 385 jóvenes, con edad promedio de 28 años). • Chiapas: 32 % de la población está entre los 18 y 32 años (un millón 841 mil 355 jóvenes, con edad promedio de 22 años); 4.8 % de la población total joven del país está en Chiapas. • Campeche: 33 % de la población está entre los 18 y 32 años (292 mil 075 jóvenes, con edad promedio de 27 años). • Tabasco: 32 % de la población está entre los 18 y 32 años (774 mil 621 jóvenes, con edad promedio de 26 años). La población de jóvenes en el sur/sureste es de siete millones 919 mil 490 mujeres y hombres aproximadamente.

La educación y el empleo. Prioridades de política pública para la juventud La crisis de seguridad y financiera que vivió México entre 2007 y 2010 arrojó varias lecciones. La primera es que los jóvenes —en especial los de baja escolaridad— son los más vulnerables, tanto a perder el empleo como a ser orillados o atraídos al crimen organizado. El fortalecimiento de las políticas de protección social como esquemas de capacitación para el trabajo o programas de empleo temporal puede ayudar a alejar a los jóvenes de la inactividad.

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La segunda lección es que la apertura comercial —o cualquier otra política que incremente la demanda por trabajadores jóvenes con baja escolaridad— puede incentivar el abandono escolar, reduciendo la acumulación de capital humano. Desde el año 2012, la educación media superior es obligatoria en México, pero esta “obligación” se contradice con el derecho al trabajo que, a partir de los 16 años, los jóvenes adquieren sin ninguna restricción. En Canadá y en algunos estados de Estados Unidos se ha logrado reducir el abandono escolar en el nivel medio a través de leyes que condicionan la posibilidad de trabajar en los jóvenes entre los 16 y 18 años de permanecer inscritos en el sistema escolar. Este tipo de políticas regulatorias funcionan sólo cuando existe un mecanismo de aplicación efectivo. Estas alternativas de política pública pueden parecer radicales e, incluso, podrían introducir distorsiones en el mercado laboral, pero una vez considerados los efectos a largo plazo del abandono escolar —particularmente en contextos de violencia como los que vive México—, resulta claro que no tomar medidas al respecto resultaría mucho más costoso. La prevención es la política más efectiva. Entender las causas del abandono escolar para poder abordar el problema de raíz es fundamental. El abandono escolar en nuestro país, como en muchos otros países del mundo, es la manifestación de un fenómeno que se gesta durante los primeros años de vida en forma de pobreza, desnutrición y falta de estimulación temprana. Son estos mismos niños de hogares marginados los que asisten a escuelas públicas de enseñanza básica que no corrige sus carencias de origen y, por el contrario, las exacerba. Las deficiencias escolares se van a acumulando a lo largo de la trayectoria educativa hasta terminar generando el abandono del sistema de educación y, por consiguiente, la creación de eventuales trabajadores que no cuentan con las habilidades o competencias necesarias para insertarse adecuadamente en el mercado laboral formal, quienes, además, son especialmente vulnerables frente a los sectores informal y criminal de la economía. Por lo tanto, la verdadera solución al problema es la construcción de un sistema educativo que incluya intervenciones tempranas y que sea capaz de proveer educación de calidad, especialmente entre los grupos más vulnerables.

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Propuestas Diez criterios son centrales sobre política pública de juventud: 1. Las políticas públicas deberían considerar a los jóvenes desde una doble perspectiva: como destinatarios de servicios y como actores estratégicos del desarrollo. 2. Deben operar sobre la base de una auténtica y amplia concertación de esfuerzos entre todos los actores involucrados. 3. Deben sustentarse en el fortalecimiento de las redes institucionales existentes o creando otras en las esferas en las que no existen. 4. Deben operar sobre la base de una profunda y extendida descentralización territorial e institucional. 5. Deben responder adecuadamente a la heterogeneidad de grupos juveniles existentes, focalizando con rigurosidad acciones diferenciadas. 6. Deben promover la más extendida y activa participación de los jóvenes en su diseño, implementación y evaluación efectiva. 7. Deben contar claramente con perspectiva de género, brindando iguales oportunidades y posibilidades a varones y mujeres. 8. Deben desplegar un esfuerzo deliberado para sensibilizar a los tomadores de decisiones y a la opinión pública en general. 9. Deben desarrollar también esfuerzos deliberados por aprender colectivamente del trabajo de todos. 10. Se debe definir con precisión y consensuadamente una efectiva distribución de roles y funciones entre los diferentes actores institucionales. A continuación, enlisto las propuestas: • Crear una Ley General de Juventud que reconozca a las y los jóvenes como sujetos de derecho y que los reconozca como parte fundamental del desarrollo de la sociedad. En este sentido, sigue pendiente la suscripción de México de la Convención Americana de los Derechos de la Juventud. • Se necesita contar con políticas poblacionales que no sólo se ocupen de las principales dimensiones sectoriales al respecto (fecundidad, migración, mortalidad, etc.), sino que además articulen dinámicamente las diversas fases del ciclo de vida de las personas

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—niñez, juventud, adultez, tercera edad— a los efectos de responder con políticas específicas que formen parte de un conjunto articulado de políticas públicas generales. Desde este punto de vista, resulta imperioso combatir las desigualdades intergeneracionales, que son muy significativas en casi todos los países de la región. Integrar los esfuerzos en el tema de juventud en México. A la fecha, no existe una política federal integral y transversal para este tema. Es necesario fortalecer al Instituto Mexicano de la Juventud (IMJUVE) de forma que tenga más atribuciones, más presupuesto y medios de intervención política. Se necesita una visión regionalizada de las políticas públicas; es decir, necesitamos dejar diseñar programas generales de juventud porque no es lo mismo nacer y crecer en el sureste que en el norte del país. Avanzar en la evaluación del diseño, los procesos, el desempeño, el resultado y el impacto de las intervenciones de políticas públicas dirigidas a la juventud en México. Instalación de un gran portal sobre juventud en Internet —además del INEGI y el IMJUVE—, concebido como el principal instrumento informativo a todos los niveles, por lo que debería combinar información sobre y para la juventud, integrando dinámicamente todos los sitios existentes en estas materias, y ofreciendo toda clase de servicios, contando con buenos buscadores de información, sitios particulares para los diferentes actores o usuarios del servicio y propuestas participativas permanentes, entre otros. Partiendo de esto, proceder con la instalación de un observatorio virtual permanente sobre políticas de juventud, concebido como el principal sustento técnico del sistema de políticas públicas, ofreciendo sistemática y regularmente información y análisis comparado sobre la situación de los jóvenes, las políticas públicas de juventud, los modelos de gestión más exitosos, las experiencias promocionales más destacadas, las herramientas más pertinentes y los diseños programáticos más rigurosos, actualmente en desarrollo.


Inversión en educación y salud, claves para la formación de capital humano El consenso es amplio y no hace falta fundamentarlo, sin embargo, es preciso fijar prioridades. En educación, resulta imperioso asegurar la universalización en el acceso a la educación básica y media (priorizando ésta última), asegurar estándares adecuados de calidad y rendimiento escolar, y mejorar sustancialmente la equidad entre los diferentes grupos sociales. En el ámbito de la salud, importa priorizar la adecuada atención de la salud sexual y reproductiva —especialmente el embarazo precoz y enfermedades de transmisión sexual—, la detección y el tratamiento oportuno de las principales conductas de riesgo —accidentes de tránsito, consumo de drogas y violencia— y el fomento de estilos saludables de vida. Por eso, en materia de salud y educación, destaco las siguientes propuestas: • Mejorar la capacitación de docentes en educación sexual, ya que las y los jóvenes en México declaran que su primera fuente de información de estos temas son sus maestros y maestras. Al hacer la distribución de los nacimientos del trienio 2011-2013, según la edad de la madre al nacimiento de sus hijos, se observa que 72.8 % de estos ocurren cuando la madre tiene entre 15 y 29 años. De estas madres, 19.2 % de sus nacimientos fue de madres que tenían entre los 15 y 19 años. • Crear una instancia en la Secretaría de Educación Pública (SEP) que promueva la integración educativa de los niños y los jóvenes con discapacidad —conforme a lo establecido en la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad—, al igual que la de los niños, niñas y jóvenes sobresalientes. • Con el objetivo de mejorar la calidad de la educación superior — tanto pública como privada—, se recomienda fijar los recursos fiscales actualmente destinados al financiamiento de universidades e institutos tecnológicos en términos nominales. Asimismo, se invita a crear, de manera simultánea, un nuevo programa presupuestal de financiamiento, con recursos crecientes, al que las instituciones puedan inscribirse de forma voluntaria a cambio de participar en el Padrón de Programas de Licenciatura de Alto Rendimiento Académico, así como implementar planes de mejora con metas claras y publicar sus resultados.

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• Implementar una campaña de afiliación individual al Seguro Popular, específicamente orientada a los jóvenes, que les permita conocer tanto los criterios de elegibilidad como los requisitos para su inscripción al programa. • Diseñar, fortalecer y evaluar políticas específicas de planificación familiar, prevención del virus de inmunodeficiencia adquirida (VIH) y otras enfermedades de transmisión sexual, embarazo adolescente no intencionado y difusión de información sobre el uso de anticonceptivos para las y los jóvenes. Lo anterior, bajo un enfoque de derechos. • Avanzar en la regulación alimentaria: obligar gradualmente a los restaurantes a incluir en sus menús información nutricional de sus platillos; avanzar en la regulación de alimentos en las escuelas; mejorar los esquemas de etiquetado de alimentos, y usar medidas fiscales para limitar el consumo de alimentos con alto contenido de grasa, azúcar y sal. • Fusionar los sistemas de salud en uno solo que sea financiado mediante una bolsa única de recursos provenientes de gravámenes generales, eliminando gradualmente las aportaciones patronales.

Fortalecimiento del primer empleo El objetivo es diseñar e implementar un programa de promoción del empleo juvenil que incluya la provisión de tutoría vocacional individualizada; el direccionamiento a carreras profesionales específicas; entrenamiento en relaciones interpersonales; capacitación en salón de clases e in situ; una apropiada vinculación con el mercado laboral mediante bolsas de trabajo, y la entrega de certificados a los graduados del programa. Pongamos por ejemplo un caso de éxito internacional del programa “Mi primer empleo” en Ecuador: Mi Primer Empleo es un programa que tiene por finalidad insertar a los estudiantes y egresados de instituciones de educación superior en instituciones públicas, mediante pasantías pagadas que les permitan adquirir una primera experiencia preprofesional, para mejorar sus oportunidades de empleo. Los aspirantes al programa no deben tener relación laboral alguna con anterioridad a la fecha de su incorporación, deben encontrarse cursando sus estudios en instituciones tecnológicas, universidades o escuelas politécnicas reconocidas por el Consejo Nacional de Educación Superior.

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Entre los beneficios del programa “Mi Primer Empleo” se cuentan: el ingreso al sector público, poder conocerlo de cerca y ser parte del cambio; la experiencia preprofesional en el campo de acción de acuerdo con la profesión del pasante; el reconocimiento económico a la labor dentro del sector público; las capacitaciones en temas de derechos fundamentales de trabajo; un certificado por haber realizado sus pasantías y por haber participado en los talleres de capacitación, así como la afiliación al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. La participación dentro del programa se da de dos maneras diferentes. En pasantías académicas, los jóvenes deben registrar sus datos a través de la página web del Ministerio de Relaciones Laborales de Ecuador y completar correctamente los datos personales, en la que se señala que, si el aspirante cumple con el perfil que las instituciones públicas solicitan, el programa se comunicará con el o la joven aspirante para el proceso de selección, que consta de una entrevista con psicólogos y una prueba. A partir de una terna de jóvenes, el mejor puntuado es el seleccionado para iniciar la pasantía dentro de una institución pública. Las pasantías tienen una duración de cuatro meses no renovables, equivalentes a ochenta horas mensuales. En las pasantías de excelencia académica, cada aspirante deberá constar en la lista de excelencia académica, certificada por la institución del Sistema de Educación Superior a la que pertenece. Posteriormente, se analiza el perfil del joven aspirante, y el programa se contactará para el proceso de selección. Si es seleccionado, iniciará su pasantía dentro de una institución del sector público en los despachos de las autoridades como ministros, viceministros y subsecretarios. Con programas como este podemos empezar a pensar en la profesionalización de nuestros funcionarios públicos a mediano y largo plazo, basándonos en la calidad y excelencia. Se necesita dotar de formalidad laboral las prácticas profesionales y el servicio social, puesto que, actualmente, no garantizan a los jóvenes ningún documento que acredite experiencia laboral profesional. Con esto buscamos que ningún joven escuche otra vez que “no cuenta con experiencia laboral” a la hora de buscar el primer empleo. Además de Ecuador, podemos recordar los nombres de naciones como Colombia —que tiene una ley integral promueve el cumplimiento de los deberes de la juventud consagrados en su constitución— o Perú y su Ley

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Concejal Joven.2 En México necesitamos tomar como ejemplo en materia legislativa a otros países como los mencionados, que cuentan con leyes de juventud y la implementación y el ejercicio de la participación política de los jóvenes.

Referencias Colombia joven (s/f). Leyes, decretos, normativas, proyectos de ley y otras disposiciones legales colombianas relacionadas con jóvenes. Recuperado de http://www. colombiajoven.gov.co/atencionaljoven/Paginas/legislacion.aspx. Elecciones Perú. (s/f). ¿Qué dice la ley del concejal joven?, ¿Con cuántos jóvenes deben contar la lista de candidatos? Recuperado de http://www.eleccionesenperu.com/informacion-electoral-ley-concejal-joven-peru-151.html. Fondo de Población de las Naciones (UNFPA) e Instituto Mexicano de la Juventud (IMJUVE) (s/f). Políticas y programas para el desarrollo de la juventud. Recuperado de http://www.unfpa.org.mx/ET/Evaluacion_Transversal.pdf. Gobierno de México. (2016). ¿Cuántos jóvenes hay en México? Recuperado de https://www.gob.mx/gobmx/articulos/cuantos-jovenes-hay-en-mexico. Instituto Mexicano de la Juventud. (IMJUVE) (s/f). Programa Nacional de Juventud 2014-2018. Recuperado de http://www.imjuventud.gob.mx/ imgs/uploads/PROJUVENTUD2014new.pdf. Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (2017). Estadísticas a propósito del… Día internacional de la juventud (12 de agosto). Recuperado de http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/aproposito/2017/juventud2017_Nal.pdf. Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ) y Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). (2012). 20 buenas prácticas en políticas públicas de juventud. Recuperado de http://intercoonecta.aecid.es/Gestin%20del%20conocimiento/20121114001302_13.pdf. Organización Mundial de la Salud (OMS). (1986). La salud de los jóvenes: un desafío para la sociedad. Recuperado de http://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/36922/WHO_TRS_731_spa.pdf;jsessionid=FA3E64FA110727935AA1B1A89CBBAFDF?sequence=1.

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2  Véase “Latitud y juventud: la situación de los jóvenes en México y Colombia”, en el primer capítulo de este libro.


Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL). (2016). La juventud mexicana en cifras. Recuperado de https://www.gob.mx/sedesol/articulos/la-juventud-mexicana-en-cifras. Sin autor. (11 de agosto de 2017). 10 datos que debes saber de la juventud en México. Expansión. Recuperado de https://expansion.mx/carrera/2017/08/11/10-datos-que-debes-saber-de-la-juventud-en-mexico.

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NOTAS DE UN VIEJO AMIGO: LOS JÓVENES DE MÉXICO Jorge Zapata Tosca En la República Mexicana, el futuro de los jóvenes es incierto. Esto se debe a que la clase gobernante y la sociedad civil no se han interesado por elaborar programas para que la juventud tenga oportunidades para contribuir en el cambio de rumbo que tanto necesita el país. Al contrario, actualmente existen barreras que impiden el desarrollo intelectual de los jóvenes. Citaré algunas: • La juventud, desde el nivel preescolar hasta el nivel de estudios básicos superiores, recibe una educación de mala calidad. • La falta de políticas públicas serias impide canalizar a los estudiantes para que se preparen en el campo laboral que está demandando la nación. • La falta de voluntad de los gobiernos y de los padres de familia han permitido el crecimiento cuantitativo de los “ninis”. • Los preocupantes porcentajes de profesionales desocupados que anualmente egresan de las universidades se deben a las políticas equivocadas que se practican en el sector público, así como en el sector empresarial. • El sector privado ofrece empleos a profesionistas jóvenes, pero con sueldos y prestaciones que no corresponden a la capacidad productiva del empleado. • En México, con muy raras excepciones, se ofrecen empleos con bajos sueldos, falta de promoción, ausencia de programas de capacitación, además de otras prestaciones, coartando la iniciativa de los profesionistas. • El sector público tiene dos vertientes: ○ La carrera práctica de servidor público. ○ La actividad política.

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Al servidor público no se le motiva para que aspire a ocupar en la primera oportunidad puestos públicos de mayor responsabilidad, como producto de su rendimiento, honestidad, capacidad y experiencia. En México, la mayor parte de los servidores públicos ocupan los puestos —no los desempeñan— por recomendación y no por capacidad. Esta perversa práctica desilusiona a muchos profesionistas con talento, quienes, al sentirse frustrados, se aventuran a buscar mejores horizontes. Dentro del terreno político hay una gran cantidad de jóvenes mexicanos, ya sea porque han estudiado la “ciencia política” o porque poseen un gran talento político innato. Sin embargo, este tipo de políticos jóvenes se ven limitados por los “dinosaurios” que no quieren dejar el poder, impidiendo de esta manera que las ideas se renueven y puedan mejorar las políticas públicas en beneficio de la sociedad civil. Este sistema político que se practica en nuestro país es uno de los factores que ha impedido el desarrollo de nuestra nación y que también ha permitido la pérdida de la propiedad de los importantísimos recursos naturales y humanos que existen en la República Mexicana. Como conclusión a las causas que ocasionan la improductividad de los jóvenes mexicanos, planteo algunas acciones para rescatarlos: • Educación completa de calidad. • Inducir a los jóvenes a que se preparen en las profesiones cuyos campos laborales no estén saturados en la actualidad o a mediano plazo. • México demanda y demandará con mayor fuerza técnicos en las ramas de las comunicaciones, la medicina, la construcción, en las ciencias biológicas, por mencionar algunas. Este enorme ejército de técnicos serían los que podrían consolidar el desarrollo industrial y científico de un México nuevo. • Impulsar a los jóvenes cuyo talento político innato o desarrollado, sean los renovadores de las políticas públicas pues la mayor parte de las actuales son demagógicas. Las numerosas decisiones equivocadas han corrompido el tejido social. No obstante, esta renovación de ideas y prácticas que expondrán los jóvenes políticos podrán cambiar el rumbo de nuestra nación.

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A MANERA DE EPÍLOGO ¿Quién soy? Ante todo, un luchador lleno de ideas. Soy un joven tabasqueño que vive en la Ciudad de México. Extraño mucho mi estado, pero me estoy preparando laboral y académicamente para regresar algún día con las mejores herramientas y, así, poder ayudar desde los espacios en los que se me dé la oportunidad. Me considero una persona extrovertida, amable y platicadora. Me gusta mucho encontrarme con gente nueva y hacer amigos dondequiera que vaya. Quienes me conocen saben que soy una persona accesible y que, cuando puedo ayudar, no lo pienso dos veces. Tengo salud, una gran familia que siempre está para mí cuando la necesito y un grupo de amigos como ninguno que, sin su apoyo y consejos, no hubiera tenido el gran año que tuve este 2017. Mi historia personal es pública, pero, en términos generales, no puedo quejarme de nada. Insisto: todo se lo debo a mi familia, a mis amigos y a quienes me han dado oportunidades académicas, laborales y personales —mención especial a mi madre —, que me respaldan en todas mis iniciativas, proyectos u objetivos.

¿A dónde quiero llegar en la vida? A un punto en el que pueda ver a mis hijos realizados, felices, con preparación y buenos trabajos, pero sobre todo con grandes familias. Que algún día pueda voltear y pensar: logré formar grandes personas. En lo profesional, no me gusta decir un puesto en específico. Más bien, me motivan los resultados: pensar en que pude mejorar la vida de muchas personas y transformar de fondo mi sociedad para bien.

¿Cuáles son mis principales logros? Honestamente, no me gusta ver la vida desde términos cuantitativos, pero contestaré de esa manera (aunque, ¡ojo!, deberíamos de preguntarnos primero qué son logros). A veces, lo que uno considera un logro probablemente no lo sea para los demás. Cada uno debe medir y evaluar su vida,

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ya que no todos contamos con las mismas oportunidades y condiciones. En términos egoístas y materiales, cuento con muchos grandes momentos que, personalmente, considero logros (en términos de lo que hago en mi vida y a lo que me dedico). Desde Creo México A.C. —asociación de la cual soy miembro fundador y activo— logramos con éxito el proyecto Capula en el estado de Michoacán. Éste consistió en la construcción de un aula digital en la secundaria federal “Vasco de Quiroga” de Capula, con un recurso federal que bajamos desde el Instituto Mexicano de la Juventud (IMJUVE) y con donaciones de libros de parte de la sociedad civil. Esta aula permite a los habitantes de su comunidad hacer uso de tecnologías de la información para aumentar su productividad en la actividad comercial de la región y mejorar el rendimiento escolar de los estudiantes. Otro logro para mí es ser autor de más de 50 publicaciones —entre videocolumnas y artículos— en diversos espacios, tanto impresos como digitales. He podido participar como invitado en más de 30 programas diferentes en radio, televisión e Internet. Pero lo importante no son las cantidades, sino los mensajes transmitidos en todos estos espacios que uso para exponer la realidad en la que viven sectores de la población como las personas con discapacidad, los pueblos originarios y, obviamente, los jóvenes. Realmente, el logro es que —como joven— gané espacios con legitimidad y creatividad y ahora los uso para defender y exponer las causas de mi generación. El 2017 fue un gran año para mí, tanto en el ámbito laboral como en el académico por tres razones: 1. Pude trabajar como asesor en asuntos de desarme y seguridad durante casi dos meses en la Misión Permanente de México ante la ONU, en Nueva York. 2. En septiembre recibí el premio Napolitan Award en la categoría “Líder Emergente”, galardón otorgado por la Washington Academy of Science and Politics (WASAP), en la ciudad de Washington. 3. Tuve el honor de haber sido seleccionado consejero para formar parte del Consejo de Seguimiento de Políticas Públicas (CONSEPP) del IMJUVE, para el periodo 2017-2019; espacio que pongo a las órdenes para cualquier aportación o proyecto que pueda respaldar desde ahí.

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El CONSEPP es un órgano que tiene por objeto conocer el cumplimiento de los programas dirigidos a los jóvenes tanto del IMJUVE como de las demás secretarías y entidades públicas. Asimismo, opina sobre los mismos, recaba la opinión de los ciudadanos interesados en las políticas públicas en materia de juventud y presenta sus resultados y opiniones al director general del IMJUVE, quien formula las propuestas correspondientes.

Actividades como el deporte o la diversión pueden ser una tentación. ¿Cuánto espacio ocupan estos temas en mi agenda? A decir verdad, intento que ocupen el mayor posible. En el momento en que el trabajo o mis proyectos no me permitan tener tiempo para mi familia y amigos, algo estaré haciendo muy mal. Con esto en mente, puedo decir que juego futbol seis u ocho veces al mes, intento ir al gimna-sio por lo menos tres días de la semana y disfruto los sábados y domingos en compañía de mis seres queridos, ya sea para ir a comer o al cine, asistir a eventos sociales, al antro o, en su defecto, buscar alguna actividad diferente. Siendo joven o no, ¡estas cosas jamás se deben de dejar a un lado!

¿Qué es el liderazgo para mí? Siempre he pensado que un líder no es un jefe, sino un guía con objetivos claros y procedimientos accesibles. Es decir, para cualquier cosa que re-quieras de otros, lo tienes que saber hacer tú primero y, del mismo modo, tienes que entender que todos tienen aptitudes y capacidades distintas. Desde ahí, un buen líder sabe motivar y llevar al máximo de su potencial a cada persona para lograr metas colectivas desde individualidades conecta-das, que es la con iguración de todo equipo. Cabe hacer un par de precisiones: Los proyectos de cualquier líder tie-nen que ir de la mano con la honestidad, transparencia, lealtad y respon-sabilidad, pues cualquier cosa que quieras lograr en la vida tiene que ser aceptada y respetada por todos; uno nunca debe buscar pasar por encima de nadie. En la vida no hay enemigos, sino solamente adversarios.

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¿Creo en los partidos políticos? Totalmente. Los partidos políticos son instituciones ideológicas que permiten competir y llegar a puestos de relevancia pública donde se pueden cambiar realidades y atender problemas. Son instrumentos para llegar al poder y, desde ahí, trabajar para mejorar las condiciones de vida de la gente a través de propuestas y soluciones de la mano con la razón ideológica de dichos institutos. Al final no podemos perder de vista que los partidos están ormados por personas y militar o simpatizar en un partido no te quita la ciudadanía. Es decir, hasta el día que deje de creer en las personas dejaré de creer en los partidos.

¿Qué opino de la política en Tabasco? Creo que necesitamos un cambio generacional en todo el país y en el mundo. Necesitamos liderazgos frescos y jóvenes que traigan ideas novedosas y políticas públicas actualizadas, porque las viejas prácticas ya no resuelven los problemas.

En el futuro, ¿me gustaría seguir en el servicio público o hacer otras cosas? En algunos años me veo trabajando, así como ahora, con mucha dedicación y entusiasmo; evolucionando gradualmente, ya que uno tiene que entender sus propios límites, e ir paso a paso porque bien dicen que “el que mucho abarca, poco aprieta”. Me veo con proyectos viables y ayudando a la gente desde mi trinchera; nunca olvidándome de dónde vengo, con los pies sobre la tierra, pero jamás frenándome ante la injusticia. Sobre todo, sin miedo, recordando siempre a dónde quiero llegar, porque no confundo humildad con opacidad ante mis metas personales. Estaré siempre peleando por más espacios de libertad de expresión y por más oportunidades para mi generación en todos los sentidos. En cuanto al servicio público, sí me veo ahí durante varios años más si la gente me lo permite.

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"Cuando leo a Juan José Graham denunciando la discriminación contra los pueblos ong1narios, estimulando la apertura de espacios para jóvenes en la política mexicana o llamando a una alianza generacional, me queda claro que está consciente de que él, al igual que otros 40 millones de millennials mexicanos, tiene la oportunidad de transformar a México".

Mario de la Rosa


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