guía de
la región Lima RAFO LEÓN
mapa índice
Este libro no podrá ser reproducido, total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito del editor. Todos los derechos reservados. Guía de la Región Lima ©2009, Rafo León ©2009, Editorial Planeta Perú S.A.
Av. Santa Cruz 244, San Isidro, Lima, Perú. Primera edición: marzo 2009 Tiraje: 9000 ejemplares Dirección editorial: Sergio Vilela Asistencia editorial: Astrid Vidalón Cuidado de la edición: Laura Alzubide Diseño gráfico: Martín Arias Diagramación: Daniel Torres Corrección de estilo: Irene Arce Traducción: Kristin Keenan, Ernesto Paredes y Helen Barlow Fotografía: Mylene d’Auriol, Jaime Quiroz, César Ortega, Astrid Vidalón, Aníbal Solimano, Walter Silvera, Carlos Sala, Michael Tweddle, Luis Gamero, Domingo Giribaldi, Víctor Villanueva y Refugios del Perú.
ISBN: 978-9972-239-61-8 Registro de Proyecto Editorial 31501310800689 Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2008-139-82 Impreso en: Gráfica Biblos S.A.
Jirón Morococha 152 Surquillo, Lima, Perú.
© Mylene d’Auriol
Presentación ➜ Conocer un lugar nuevo es siempre una experiencia fascinante. Salir de la ciudad, respirar aire puro, entrar en contacto con la naturaleza, compartir momentos en familia o con amigos, es una aventura que todos deberíamos vivir. Por este motivo, AFP Horizonte, continuando con su compromiso de revalorizar las variadas expresiones culturales del país y de promover el turismo interno, le hace entrega de la Guía de la Región Lima, diseñada para un viaje práctico y confortable. Además, está escrita por Rafo León, prestigioso cronista viajero y uno de los autores más leídos en el Perú. Este proyecto editorial ha sido elaborado durante dos años de infatigable recorrido por toda la Región Lima. Le mostrará nueve rutas bien estructuradas para que pueda llegar a aquellos rincones de los que tal vez usted escuchó hablar alguna vez, o quizás nunca; lugares que existen a pocas horas de la ciudad, poseedores de una gran belleza y rodeados de una atmósfera mágica que, estamos seguros, querrá visitar más de una vez y quedarse el mayor tiempo posible. A través de esta guía usted podrá conocer aquellas rutas que le permitirán escapar —al menos por unos días— del estrés y de la rutina. Estos lugares están ubicados más cerca de lo que podría imaginarse, y le será posible recorrerlos con comodidad absoluta. En esta guía encontrará el detalle de cómo llegar, dónde hospedarse, dónde comer, qué conocer, además de recomendaciones para hacer de su viaje una experiencia placentera y emocionante. Cuando termine de revisar esta guía y haya elegido los destinos que le gustaría conocer, lo invitamos a planear su travesía, preparar las maletas y disfrutar de cada lugar. ¡Buen viaje! AFP Horizonte
© Astrid Vidalón
Hola, viajero. ➜ Una pregunta: ¿Para qué sirve una guía turística? Usted pensará de inmediato, “Y qué le pasó a este menso que se pone a interrogarnos con semejante adefesio”. No, fíjese, no es tan sonsa la pregunta, entre otras razones porque los peruanos hacemos muy poco, poquísimo, turismo interno y tampoco contamos entre nuestras costumbres con dos que son las más asociadas a la práctica viajerística, como son tomar los servicios de una empresa especializada (agencias, se suelen llamar) y usar guías impresas. Por alguna razón, los peruanos no recurrimos a tres prácticas que enriquecen la vida de una persona: viajar en el propio país, contratar servicios profesionales y valerse de material informativo. Y yo me temo, —conociendo a mis pescados, como diría un ex presidente de elaborado hablar— que eso tiene que ver con un cierto sentimiento de inferioridad del que sufrimos los peruanos. Inferioridad que hace que veamos al Perú como un destino de segunda categoría; pero también, inferioridad de nosotros mismos, que nos lleva a pensar que no poseemos los mismos derechos que gozan los extranjeros a la hora de planear y disfrutar de sus vacaciones. En los últimos años las cosas parece que estuvieran empezando a cambiar. El auge increíble de nuestra gastronomía, asociada al pisco y a una serie de expresiones culturales por completo despreciadas y excluidas hasta hace no mucho, también está generando interés por recorrer nuestro maravilloso país con alma, corazón y vida. Pero, para hacerlo como se debe, hay que valerse de herramientas que hagan del viaje una experiencia inolvidable, libre de dificultades logísticas y que amplíe nuestro rango de percepción sobre los lugares que conforman el patrimonio más grande que tiene el Perú: la combinación entre naturaleza, historia y cultura viva. Las guías, ¿para qué sirven? Como su nombre lo indica, para guiar, orientar al viajero respecto de los lugares que se propone visitar. Estos libros, que se cuentan por millones de millones en el mundo, suelen traer información general sobre la historia del lugar, el por qué visitarlo, recomendaciones para hacerlo y, luego, una descripción más o menos detallada de los circuitos y recursos que se recomienda recorrer. Lo
usual es que contengan listas de servicios —hospedaje, comida, guiado, transporte, entre otros— para bolsillos diversos, así como una serie de tips que ayuden al viajero a sacarle el jugo a la experiencia sin mayores molestias. La guía que estamos poniendo en sus manos, viajero, contiene los elementos antes mencionados y, en ese sentido, esperamos que le vaya a ser de gran utilidad tanto para determinar qué lugares le interesa recorrer y en ellos, cuáles serán los puntos que quiera conocer según su tiempo, dinero e intereses específicos. También, creo, que la guía le servirá para saber con qué servicios puede contar, de qué rango y más o menos de qué presupuesto. Esto en el Perú es importante porque no contamos, salvo en Cusco, Arequipa y Lima, con una oferta muy diversificada de servicios y habrá veces que tengamos que sacrificar ciertos grados de comodidad a cambio de tener inolvidables epifanías. Eso no importa mucho si conocemos de antemano de qué van los servicios de un lugar, pues así sabremos qué cosa esperar y nada desagradable nos habrá de sorprender. Hasta ahí, una guía, un libro orientador para hacer viajes que viene con información organizada, mapas, planos, listas de establecimientos y todo eso. Hemos querido, sin embargo, darle algo más en nuestra guía, un agregado que —modestia aparte— puedo yo ofrecerle porque desde hace casi diez años viajo de manera profesional por el Perú tratando precisamente de encontrar aquello que pueda entusiasmar a mis paisanos a seguirme. Ese plus, como se dice ahora, es un punto de vista muy personal en el comentario, recomendación y descripción de las rutas sugeridas. Personal, porque el texto no quiere ni puede ser del todo objetivo: surge de experiencias que he tenido y son a ellas a las que me he remitido a la hora de escribir la guía. Esa mirada, subjetiva y quizás arbitraria en algunos momentos, contiene un aprecio especial no tanto por el pasado, sus testimonios y monumentos ni por los recursos naturales que tenemos en cantidad y calidad de sobra en el Perú. La mirada —aunque incluye a lo anterior— privilegia el trato con la gente, la vivencia, el afecto, el respeto por el emprendimiento, la coherencia, la sensibilidad, la discreción, la simpatía, el sentido del humor, la diversidad, la creatividad, los rasgos que descubrimos de
inmediato, apenas dejamos la ciudad y nos disolvemos en los desiertos o en las montañas. La gente, lo que se llama la “cultura viva”, la cosa real de una localidad, lo que la mantiene vigente, animosa, positiva o, también, deprimida, estancada, sin porvenir. Las personas somos los responsables del significado de los lugares; no lo son los restos arqueológicos ni las áreas protegidas. Con esos elementos, pues, es que junto a Editorial Planeta y AFP Horizonte —un auspiciador que apuesta por el Perú y su turismo— hemos elaborado esta guía sobre la Región Lima, que no incluye la ciudad capital sino precisamente aquellas rutas de escape que los residentes en Lima pedimos a gritos para combatir el estrés y la fatiga del vacío. Tenemos, así, rutas hacia el norte chico, el sur chico y la sierra remota, de altura moderada; de proximidad y de gran distancia, geográfica, social y cultural. Ese tan lejos y tan cerca que es a la vez para el Perú un drama y una enorme posibilidad. Eso sí, usted viajero seguro encontrará una serie de vacíos, rutas que usted conoce o de las que ha escuchado hablar y que no figuran en estas páginas. De hecho, es así. Por principio, no refiero jamás un lugar que no he visitado directamente y en tiempos recientes. Esa es la explicación a que en nuestra guía haya ausencias imperdonables, como ciertas zonas de Huarochirí, el Bosque de Zárate, grandes territorios de Oyón, de Huaral, del mismo Yauyos. En fin, seguro hay muchos más espacios que quedan para una edición ampliada de esta guía y que, repito, no están en estas páginas por la sencilla razón que yo no creería en el chef que recomienda un plato que solo ha visto en foto. Por lo demás, la guía es bastante sencilla de usar, no necesita —como ocurre con otras— de un manual de instrucciones para entenderla, tiene mucho corazón y no demasiadas fotografías, pues si usted se fija en las librerías, las mejores guías del mundo no tienen demasiadas fotos, solo las indispensables para ubicarnos. El exceso de fotos hace pesada e incómoda la guía a la hora de transportarla. Ahora sí, a recorrer la Región Lima, guía en mano, alas y buen viento. Rafo León Marzo 2009
Información para el Turista
Centros médicos
iperú: Centro de información y asistencia al turista Web: www.peru.info/iperu;
574-8000
Policía de turismo Dirección: Jr. Moore 268, Magdalena del Mar, Lima 460-1060
Senamhi Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología Pronóstico del tiempo Web: www.senamhi.gob.pe
614-1407
Hospital de Cañete Hospital de Barranca Hospital Gustavo Lanatta en Huacho Centro Médico Mala Posta Médica Chancay Posta Médica Huaral Posta Médica Oyón Posta Médica Paramonga Posta Médica Sayán
Inrena Instituto Nacional de Recursos Naturales
Aventura en Lima
Información sobre Áreas Nacionales Protegidas Web: www.inrena.gob.pe; 224-3298
Parapente
Información sobre monumentos y restos históricos. Web: inc.perucultural.org.pe ; 476-9933
Perufly Web: www.perufly.com; 99591-9928 Fly Adventure Web: www.flyadventure.net; 241-5693
Defensa al consumidor INDECOPI
Off Road
Web: www.indecopi.gob.pe;
Altaruta 4x4 Web: www.altaruta4x4.com;
INC Instituto Nacional de Cultura
224-7800
581-2168 235-2175 232-1071 530-9546 377-1088 246-0785 237-2022 236-0111 237-1027
436-2244
Alquiler de vehículos Budget Web: www.budgetperu.com; 442-8703 National Car Rental Web: www.nationalcar.com.pe; 578-7878
Ciclismo Perubike Web: www.perubike.com;
578-0137
Canotaje
Urgencias Cruz Roja Sistema de Atención Médica Urgente Central Emergencias Bomberos Central de Emergencia Policial Policía de carreteras
265-8783 117 116 105 276-4840
Cañete expediciones Web: www.riocanete.com.pe;
99815-7858
Rutas y mapas de caminatas South American Explorers Web: www.saexplorers.org; 445-3306
Todo lo que necesita saber sobre el turismo nacional.
índice
datos útiles
15 ➜ la ruta del sur chico
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37 ➜ lunahuaná
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51 ➜ tupe y víñak
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61 ➜ reserva paisajística nor yauyos cochas
4
101 ➜ la cuenca del río lurín
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131 ➜ la ruta del norte chico costero
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173 ➜ el valle del chillón
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191 ➜ de huaral a huayllay
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203 ➜ sierra nordeste de lima: oyón
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漏 Astrid Vidal贸n
la ruta del sur chico I para comenzar
la ruta del sur chico
ubícate
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➜ para comenzar
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Vamos a cometer una arbitrariedad, viajero, creando una ruta que se salta la mayoría de playas del sur de Lima porque consideramos que éstas, al menos las de Asia, están en el dominio privado y, por tanto, no se pueden visitar. Otras, las públicas, son puntos específicos que la gente busca en el verano para instalarse a tomar el sol y no conforman un circuito como tales. Estamos privilegiando en esta ruta los lugares de interés que nos den la sensación de visitarlos a través de la mecánica del viaje: salidas como si estuviéramos muy lejos, partidas verdaderamente viajeras que nos lleven a atmósferas provincianas, a traslados, a experiencias no urbanas en las que predominen la naturaleza, la arqueología, la historia y el presente vivo.
algunas precisiones
Pucusana: Km. 57, Panamericana Sur Santa Cruz de Flores: Desvío km. 80, Panamericana Sur San Vicente de Azpitia: A 4 km. de Santa Cruz de Flores, por un camino afirmado Cerro Azul: Km. 131, Panamericana Sur
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• Estamos comenzando en Pucusana y desde allí nos vamos hacia Cañete y el valle del río del mismo nombre, en las yungas limeñas del sur. • Recomendamos una ruta que puede hacer cualquier persona, a pesar que en varios de sus puntos se puede practicar deporte de aventura exigente. • Como siempre ocurre en nuestro país, la comida es uno de los principales ejes de la ruta. • Se puede recorrer nuestro sur chico con movilidad propia (cualquier vehí-
culo, en realidad), pero también en transporte público. • El tramo que llega a Cerro Azul es perfecto para hacerlo en un día, aunque si el viajero lo prefiere se puede quedar a pasar la noche en cualquiera de los puntos que recomendamos más adelante; la ruta del valle del río Cañete sí demanda pernoctar, en Paullo o en Lunahuaná. • A partir de Lunahuaná se abre un mundo de rutas en la sierra limeña de Yauyos y en los límites entre la Región
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la ruta del sur chico I Playas de Lima I Pucusana
1 Lima y la Región Junín. • La mejor época para hacer la ruta costera es el verano, aunque el resto del año también ofrezca lo suyo. En cambio, la serranía es mejor visitarla en la temporada seca, es decir, entre abril y noviembre. El precio de hoteles y hospedajes que consignamos y reco-
mendamos es el de temporada baja. Es preferible llamar antes para confirmar tarifas de temporada alta: Semana Santa, Fiestas Patrias, Año Nuevo, etcétera. El presupuesto por persona en los restaurantes está calculado sobre un plato de fondo de precio promedio, más una bebida no alcohólica.
La expansión de una clase media alta durante la década de los noventa hizo que todo lo conocido cambiara radicalmente. Los viejos balnearios de siempre, debido a la permanencia de porcentajes significativos de vecinos veraneantes que mantienen sus propiedades, en algo conservan la tradicional y descontracturada versión original, incluyendo una adecuada relación entre el foráneo y el propio. En la presente guía, viajero, no vamos a hablar de las playas privadas del sur de Lima, ya que nuestro interés es enfocarnos en las rutas que seguramente aún tiene por explorar. Nuestro recorrido empieza en Pucusana. Entonces, vámonos al kilómetro 57 de la Panamericana Sur.
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➜ pucusana
➜ las playas de lima Una de las cosas que más ha cambiado en el Perú de las últimas décadas es la fisonomía del sur chico de la capital, si entendemos por éste un trozo de litoral que comienza más o menos en playa Arica (kilómetro 35 de la Panamericana Sur) y se extiende hasta Cerro Azul, en el kilómetro 131. Si usted, viajero, tiene más de cuarenta años, recordará que en su niñez las playas del sur se llenaban de veraneantes que elegían la que les gustaba y, cuando más, para ingresar se nos cobraba un peaje municipal que, a quienes tenían auto, les daba derecho a un estacionamiento. Eso ocurría en las playas públicas. De otro lado, la noción misma de balneario era muy distinta a lo que hoy vemos. Algunas de estas playas, sobre todo las que están situadas entre El Silencio y Pucusana, son lugares con vida propia durante todo el año y albergan a una población que se dedica a la pesca, a los servicios, a la pequeña oficina local o al peruano oficio del recurseo. Punta Hermosa, San Bartolo, Punta Negra o Pucusana son el epítome de esas pequeñas ciudades costeras con su dinámica social y económica estable. Estos puntos, sin embargo, son a la vez balnearios tradicionales de limeños clasemedieros que mantienen sus casas allí bajo un concepto, digámoslo así, vacacional de las cosas, donde la temporada de tres meses veraniegos es una gran oportunidad para zafarse de las presiones de la vida cotidiana de la capital. Casas sencillas, casi elementales, herencia de la idea del rancho de inicios del siglo XX, no decoradas sino habilitadas con muebles que en la vivienda de Lima ya no se usan por viejos y pasados de moda, porque de lo que se trata es precisamente de dejar entre paréntesis el código social de la prestancia pública. Nosotros no somos centenarios, pero recordamos con especial cariño los veranos felices en Pucusana Alta, donde ni siquiera teníamos energía eléctrica ni servicio de desagüe y entonces enero, febrero y marzo eran como montar un campamento para pasarla bien, y quienes la pasábamos mejor éramos los niños y los adolescentes, jamás calzados, siempre renegridos de sol, devorando en las tres comidas del día pescado fresco y corriente, sin almibaramientos ni huachaferías.
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Hermosa bahía, conforma un distrito limeño que alberga a unos cinco mil habitantes estables, una población que aumenta significativamente durante los meses de verano. Desde que el desvío se interna en el arenal, ya se nos permite divisar cómo se abre la ensenada con La Isla (también llamada Galápagos) al frente, y sus barrios diseminados en la parte baja y en los cerros de arena. El «fundador» de Pucusana fue un pescador chilcano llamado Santos Jacobo, el primer foráneo en instalarse allí; luego lo siguieron otros paisanos y, según se dice, un alemán. Todo esto ocurrió a inicios del siglo XX. Los pucusaneros de hoy se dedican básicamente a la pesca, pues se cuenta allí con un muelle artesanal de intensa actividad que no para un solo segundo de las veinticuatro horas del día. Pucusana es un lugar para visitar en cualquier momento del año, pues allí encontrará lo que busca quien quiere comer excelente gastronomía marina (la de verdad, previa a las fusiones antojadizas), quien se interesa por la arqueología, por ciertos deportes marinos (buceo, pesca de cordel), quienes gustan de trepar cerros o, simplemente, los que conforman esa logia de bienaventurados que saben lo que significa fugarse de la vida diaria porque sí. La playa misma es muy mansa y de aguas frías. Lo primero atrae a los niños, lo segundo los ahuyenta, así es la vida. Normalmente la arena está limpia y rastrillada, salvo los domingos al final del día, luego que el mar humano se regresó a Lima y la dejó hecha tiras, aunque eso también es algo que en el Perú está cambiando, pues la gente tiene cada vez más conciencia de la necesidad de mantener el ambiente limpio, a condición que haya tachos de basura. El malecón de Pucusana está bonito para caminarlo y al frente, cruzando la pista, se abre una hilera de restaurantes de diversos pelajes y presupuestos, en los que generalmente se encuentra muy buena comida marina. Hacia el Boquerón se emplaza el antiguo Salón Blanco, nido de amores prohibidos, de trampas y otras debilidades humanas, con un buen restaurante en la primera planta. El llamado Boquerón es un accidente infrecuente en la costa peruana, una gigantesca garganta de cincuenta metros entre rocas en la que el mar, que está detrás, se estrella y pasa haciendo un ruido atronador y produciendo explosiones de agua hacia todos los sentidos que aterrorizan a los niños pero, como adictos, los hace quedarse a mirar. Al lado se levanta
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1 la ruta del sur chico I Pucusana
una ermita de la Virgen de Lourdes con todo y Bernardette. Muy cerca está el acceso a pie a Pucusana Alta, la de nuestros tempranos recuerdos, hoy lotizada y con todos los servicios, y un buen punto para observar el mar y las puestas de sol. El otro ingreso es una pista que sale de la plaza central del pueblo, donde hace cincuenta años había una panadería que emitía de madrugada un olor a mamá buena que jamás olvidaremos. Pucusana, según dicen algunos europeos, tiene un cierto aire mediterráneo, y algo de ello debe ser cierto por la cantidad de familias italianas acomodadas que en los cincuentas y sesentas eligieron a este lugar como su espacio de veraneo. Seguramente es la combinación entre balneario y pueblo, entre vida de la casa para adentro y de la casa para afuera, como dos alternativas en una. Las Ninfas es un hermoso lugar, situado después del muelle artesanal. Es una pequeña caleta cerrada, sin arena, con el agua absolutamente cristalina y más helada todavía que en la playa grande. Casas muy sencillas se abren al breve malecón, el mismo que continúa sinuosamente hasta llegar a la célebre Casa Buque, edificio de los años cuarenta que se levantó imitando la nariz de un barco. Alguna vez se quiso instalar aquí un restaurante, pero la idea no prosperó. Hoy nadie sabe quién es el propietario de la Casa Buque. El muelle artesanal, como ya lo dijimos, bulle de vitalidad. Decenas de pescadores llegan del mar con su carga de corvinas, pulpos, lenguados, chitas, lisas, cabrillas, caracoles, tramboyos y pejerreyes. No menor es la cantidad de mujeres que no cesan de escamar y limpiar el pescado
para introducirlo luego en los camiones frigoríficos, o venderlo directamente allí. En medio de la barahúnda solía verse hasta hace poco a un ex pescador en su puesto ambulante (Licha Mía), un hombre moreno y delgado que preparaba un cebiche instantáneo de pejerrey, muy cargado al ajo, que al comensal lo ponía como burro en primavera. No sabemos, para ser sinceros, si hoy sigue por allí. Al extremo sur oriental de la bahía hay una secuencia de ensenadas en las que en tiempos idos tenían sus grandes casas los veraneantes más acomodados; y, finalizando el balneario, en su límite con Naplo, se levantaba un yacht club de solera deportiva bastante considerable. Hoy todo eso ya murió, pues Pucusana se ha promediado en la clase media baja que quedó con los veraneantes de La Isla y otros balnearios del sur. Ya intuimos, pues, de qué va Pucusana: de caminata, de comilona, de descanso y de dolce far niente. Pero además tiene los mencionados deportes marinos, los paseos en lancha –muy agradables– y las visitas a los lugares arqueológicos. Actualmente existen programas para visitantes según sus intereses, algunos organizados desde el municipio y otros por el sector privado. Los hay para viajeros no especializados, pero también para los aficionados a la arqueología y a los deportes, en especial el scuba. Recientemente se está llevando gente a Pucusana para la observación de aves y también de cetáceos y lobos marinos, prácticas muy adecuadas para ayudar a conservar y proteger los recursos del mar.
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un poco de historia El Hombre de Chilca Estamos en los predios del llamado Hombre de Chilca, habitante del período arcaico y quizás el más antiguo poblador de la costa peruana, horticultor y seminómade; y, como opinan algunos, quizás el agricultor más viejo de la historia mundial. Este hombre ocupó distintos hábitat: desde las lomas (entre los 200 y los 700 metros) hasta alturas que podían superar los 3,000 msnm. Su vivienda era la que le daba la naturaleza, cuevas, rocas protectoras, que con el tiempo cobraron forma de aldeas. Lo que el arqueólogo Frederick Engel excavó en los años sesenta fue precisamente una aldea chilcana de 5,800
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años de antigüedad. Entre los hallazgos de Engel destacan entierros donde los cadáveres están asidos de distintas maneras a la tierra, atados a piedras o sujetados con estacas. La antropología ha interpretado estos datos como expresiones de temor a que los muertos volvieran a vivir en estos cuerpos, y quizás ese miedo haya sido la razón por la que los primeros ocupantes de Chilca la abandonaran un milenio más tarde. La aldea hallada contenía, además de los entierros, chozas –que suplantaron en la evolución a los abrigos rocosos– levantadas con caña y techadas con pasto y ramas. Dentro de las habitaciones se ha encontrado abundancia de
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desechos de alimentos marinos. La importancia de los estudios arqueológicos de Chilca radica en que se ha establecido esta zona como un lugar fundacional y original de la agricultura a escala mundial. Nuestra fuente señala: «En este valle desde los 8000 hasta los 2400 años de antigüedad se cultivó: papa, olluco, yuca, camote, jícama, pallar, frijol, oca, ají, lúcuma, Begonia geraniifolia, mate, guayaba, Cucurbita ficifolia, calabaza, canavalia, zapallos, caigua, achira. Posteriormente se introdujo el algodón». Mucho más adelante en la historia, los grupos Mallac, Chillca, Runahuanac y Huarco ofrecieron una tremenda resisten-
cia al intento inca por dominarlos, de modo que Cápac Yupanqui tiene que retroceder y establecerse en Huarco, amplia región que incluía la actual Lunahuaná. Con la Conquista y el correspondiente reparto de encomiendas, el español Pedro Alconchel queda dueño de Chilca y Pucusana, y en 1569 el área pasa a formar parte del Corregimiento de Cañete. Pucusana se crea como distrito el 21 de enero de 1943, pero formando parte de la provincia de Cañete, hasta 1950, que se incorpora a Lima. En la web www.pucusanaperu.com se reseña una rigurosa y muy bien contada historia de Chilca y Pucusana, que aconsejamos revisar.
la ruta del sur chico I Pucusana
1 dónde dormir
«pucusana» De nuestras fuentes tomamos la posible etimología del nombre «Pucusana»: «El nombre de Pucusana está relacionado con las características físicas del distrito. Existen varias versiones sobre el origen del nombre: 1) Puncu = puerta; sana = sufijo enfático 2) Puca = rojo, colorado; sana= sufijo enfático 3) Phucusccaña derivación de una palabra runa simi = lo que ya había estado soplado».
información turística En la Municipalidad de Pucusana [ 430 9531] hay un sorprendentemente buen servicio de información para los viajeros. Allí tienen datos para visitas estándar y sin complicaciones, pero también para quienes tienen gustos más especializados y exigentes, sobre todo en scuba y otros deportes de mar, en arqueología, en pesca, etcétera.
dónde comer El malecón de Pucusana Baja exhibe una serie de restaurantes, cevicherías, huariques y similares. El promedio de calidad y precio nos lleva a recomendar cualquiera de ellos, pero hacemos una excepción al detenernos en dos excelentes opciones: El Sol [ 430 9072; lu-do 8.00-18.00, verano 8.00-24.00; aceptan todas las tarjetas]. Realmente muy bueno, con ingredientes frescos, y sus frituras se distinguen porque no nadan en grasa. No está en el malecón, sino hacia la zona del Boquerón. El plato más pedido es la chita al ajo
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(entre 25 y 30 soles, dependiendo del tamaño del pescado). También recomendamos la huevera de bonito por 15 soles (especial para los nostálgicos, que consumíamos este maravilloso plato en la Lima de los sesentas) o la parihuela por 18 soles. Licha Mía es un puesto ambulante que sienta cátedra en cuanto a tiraditos, que tienen fama de ser los mejores de Pucusana. Gastón Acurio lo ha entrevistado y ensalzado. Ubíquelo al ingreso del terminal pesquero.
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Salón Blanco [ 430 9452 / 99276 6012; malecón San Martín 180, Pucusana; 70 habitaciones; matrimonial: S/. 40, doble: S/. 50, triple: S/. 50, familiar (4 pers.): S/. 80; aceptan todas las tarjetas]. Tradicional y antiguo hotel del balneario, en plena esquina del malecón. Con pequeñas habitaciones, de oscuros pasadizos y escaleras, rezuma decadencia hasta en el nombre. La pintura blanca sobre la madera es ya marfileña, el olor a humedad portuaria es muy intenso, el paisaje humano que lo ocupa varía entre el familión proleta y la pareja tramposa. El 90% de las habitaciones tiene baño privado. No todas las habitaciones tie-
2 nen agua caliente (ducha eléctrica) ni televisor. Debe solicitarlos si lo desea. En verano el alojamiento incluye desayuno. El restaurante del hotel atiende todo el año y puede comer por 20 soles por persona. Hostal Bahía [ 430 9023; 22 habitaciones; matrimonial: S/. 35, doble: S/. 35, cuádruple: S/. 70; no incluye desayuno; aceptan Visa y MasterCard]. También tiene sus años, aunque no mayor encanto. Es eminentemente familiar y ahí está. El edificio no tiene ascensor. Todas las habitaciones tienen baño privado, pero sin agua caliente ni televisor. El restaurante atiende todo el año [ 9.00-19.00].
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la ruta del sur chico I Chilca
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➜ chilca Deje su atención libre y flotando, ponga en el centro de su mente la palabra «Chilca», viajero. ¿Qué es lo primero que asocia con ella? Seguramente barros medicinales y, quizás, ovnis. En efecto, de eso hay en Chilca, pero también vale la pena ir allá por unos alucinantes helados de lúcuma que ofrece Pepe Parodi, un valioso templo colonial recuperado y, también, la posibilidad de recorrer un pueblo que el poeta Antonio Cisneros simbolizó en un libro absolutamente maravilloso publicado en 1981 con el título de Crónica del Niño Jesús de Chilca, del que reseñamos los versos de un poema: Entonces en las aguas de Conchán ancló una gran ballena. Era azul cuando el cielo azulaba y negra con la niebla. Y era azul. Hay quien la vio venida desde el Norte (donde dicen que hay muchas). Hay quien la vio venida desde el Sur (donde hiela y habitan los leones). Otros dicen que solita brotó como los hongos o las hojas de ruda. Quienes esto repiten son las gentes de Villa El Salvador, pobres entre los pobres.
para visitar El templo Nuestra Señora de la Asunción de Chilca Declarado monumento nacional desde 1944, este hermoso edificio colonial fue levantado en el siglo XVIII sobre la base de los diseños de los templos rurales españoles de la época. Forma parte de un conjunto compuesto además por el cementerio y una capilla. Como muchos templos del sur, éste también entró en decadencia y casi desapareció del mapa. En los años noventa se creó un patronato para desarrollar una estrategia de recuperación, institución local muy activa y eficiente, que consigue los fondos necesarios para rescatar el conjunto, que hoy está allí, hermosísimo, para visitarlo, para casarse, para tomarle fotos.
Chilca es un distrito de la provincia limeña de Cañete y cuenta con unos quince mil habitantes dedicados a la pesca, los servicios, la agricultura y a lo que mande Dios. Las lagunas milagrosas de Chilca son muy frecuentadas por quienes buscan este tipo de terapia, y tienen muy buena fama. Los baños se recomiendan para aliviar y curar diversos males de la piel y los huesos, pero también la hipertensión y la infertilidad (esto último quizás en un plano más simbólico, lo que no descalifica para nada el poder terapéutico). La laguna, conocida como La Milagrosa o Qoricocha (laguna de oro), contiene aguas muy mineralizadas, de alto contenido de sulfato, cloruro de sodio y carbonato de calcio. Esta es la laguna que ofrece los barros negros que acaban con granos, manchas y otras
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imperfecciones de la piel; también alivian el reumatismo. La infraestructura para los imperdible visitantes es un tanto precaria, pero es lo que hay. La historia de los brutalmente buenos Heladería OVNI helados de lúcuma, que se ofrecen en [ 530 5793; km. 63.5 de la un local de la carretera bajo el nombre de Panamericana Sur; 9.00-18.00, OVNI, tiene que ver con Pepe Parodi, un todo el año]. Ofrece helados y otros ayacuchano peleador que en los noventas productos derivados de la lúcuma. comenzó a cultivar lúcumos en tierras Barquillo: S/. 2.50 Litro: S/. 10 ganadas al desierto. En tiempos anteriores Parodi había sido un próspero agricultor y ganadero en su tierra, pero además un gran expedicionario. Sendero Luminoso acabó con su hacienda Luisiana (en La Mar, Ayacucho) y Parodi, que ya no era ningún chiquillo, se vio de un día para otro en la mitad de la calle y sin poder vivir en su tierra. Pero no se rindió, y comenzó su aventura con las lúcumas, hoy un excelente negocio debido a la calidad de su producto, que no consta sino de leche y de pulpa de lúcuma. Los helados OVNI ya se venden en los centros comerciales de Lima. El fundo de Parodi es privado; sin embargo, si usted va, viajero, y toca la campana del portón, por ahí que se le permite el ingreso. Sixto Paz es otro nombre a tener en cuenta al momento de visitar Chilca. Él también tiene que ver con los ovnis, pero sin ser heladero sino, más bien, ufólogo, el más conocido de nuestro medio. Paz funda en 1974 la Misión Rahma, derivada del IPRI (Instituto Peruano de Relaciones Interplanetarias), que se disuelve en 1990 por causas que el mismo Paz explica en una interesante entrevista (www.mind-surf.net): «Quizá uno de los momentos más duros, más difíciles y de mayor incomprensión fue cuando se disolvió el grupo Rahma. En 1990 tuvimos la invitación por parte de los extraterrestres de hacer un viaje al corazón de la Selva Amazónica, a una zona virgen –un parque nacional que ni siquiera está cartografiado ni nada–, para visitar las ruinas de una antigua ciudad inca. Y este mensaje se corroboró a los treinta y tres días de haber sido recibido y de haber invitado a la prensa. Así es que emprendimos el viaje. Durante dieciocho días, caminando, nadando, cruzando ríos por la selva. Fueron 240 kilómetros en los que bajé ocho kilos... Y allí ellos nos dijeron que ya había llegado el momento de disolver la organización de Rahma, porque si nosotros somos un grupo que lo que pretende dar es un mensaje de integración y de unidad, hay que dar espacio para la diversidad». Por muchos años Sixto Paz ha investigado y documentado la aparición constante de ovnis en las pampas de Chilca y refiere infinidad de contactos visuales con extraterrestres, además de los viajes que ha realizado algunas veces con ellos. Pero no es Paz el único que menciona a estos personajes de otras galaxias y distintos planetas. Muchos
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la ruta del sur chico I León Dormido I Santa Cruz I San Vicente
1 pobladores de Chilca (sobre todo los de mayor edad) afirman haber avistado varias veces objetos voladores no identificados, a los que inicialmente confundían con aviones, con misiles, con fuegos artificiales, con lo que fuera. Hasta que han ido tomando conciencia de que los ovnis existen y que eligieron Chilca como un punto clave para sus incursiones en nuestra Tierra. Este tema, en sí mismo, ya justifica una larga visita a Chilca, donde además se puede comprar una fruta excelente, especialmente higos y granadas.
➜ león dormido En el kilómetro 80 se abre esta hermosa playa, milagrosamente salvada de la privatización asiática. Protegida por dos grandes cerros (uno de los cuales, para ojos entrenados, tiene la forma del felino adormilado que le da el nombre), es muy frecuentada por campistas. Cuenta con muy buenos huariques de orilla (recomendamos El Limón). En el mes de febrero, pescadores y cocineras sacan en procesión a la Virgen de la Candelaria, un sencillo evento que bien vale ver de cerca. León Dormido es una buena coordenada para de allí visitar los valles manzaneros y camaroneros que hoy están full moda entre los limeños.
cómo llegar El desvío está a la altura de la playa León Dormido. Usted pasará primero por el pueblo de San Antonio. Ahí deberá tomar el desvío de seis kilómetros que lo conducirá a Santa Cruz de Flores. No hay señalización, así que deberá preguntar para encontrar el camino (llegue a la comisaría y, a unos veinte metros, doble a la izquierda).
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➜ san vicente de azpitia
➜ santa cruz de flores El distrito de Santa Cruz de Flores es uno de los dieciséis que conforman la qué hacer provincia de Cañete; antes, hasta 1922, formaba parte de Mala. Contiene un agradable valle donde se produce muy Todos los domingos, en la plaza se buena fruta, especialmente uva; pero, reúnen señoras del pueblo para vender además, un simpático pueblo, muy apael plato típico del lugar, el picante: cible, al que hay que ir para descubrir lleva raya, chanque, camarón, humita cómo saliendo a menos de una hora de de queso, cebiche, papa con ají amariLima es posible estar realmente en una llo, huatia, yuca, aceituna y queso provincia, con su ritmo cansino, su picado. Salvo un par de ingredientes, gente honrada y su comida deliciosa y todo conforma un menú precolombibarata. Y es que el camarón abunda por no. El plato cuesta cinco soles; y la aquí, se prepara de varias formas y no porción de cuatro picarones, un sol. es para nada un lujo. El templo de Santa Cruz, donde se venera a la Candelaria, ha sufrido seriamente con el terremoto del 15 de agosto de 2007, lo mismo que algunas de las casas del poblado. Hay que salir a caminar por el valle, entre las chacras, pero, eso sí, cuidado con los perros guardianes. Pasando Santa Cruz, llegaremos a otro lugar muy atractivo.
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También llamado «El Balcón del Cielo», Azpitia está veinte minutos arriba de Flores, asomado a la margen derecha del río Mala por ese balcón natural llamado Azpitia, donde los camarones nos guiñan el ojo desde su nuevo lecho, el plato. A la derecha, las estribaciones de la cordillera configuran un paisaje típicamente de yunga, mientras que a la izquierda se abre una perspectiva que incluye la playa inmensa de Bujama, donde el río desemboca en el mar. Al frente se despliega el río Mala tachonado con las redes que colocan los camaroneros, según lo hacían los pescadores precolombinos. Lo que queda es tomar asiento en alguno de los simpáticos restaurantes abiertos en la ladera y almorzar crustáceos y buen aire. Mala ha sido siempre una de las mejores despensas de fruta de Lima, gracias a su clima suave. Son famosas las manzanas maleñas (en las variedades de Israel y criolla, sobre todo); no por casualidad a los plátanos más dulces los conocemos como «maleños». Las uvas, en todas sus variedades, están ahí, verdes, negras, borgoñas, quebrantas. También hay duraznos, enormes pelotas de béisbol de color azafrán. Son recomendables los jueves y viernes para hacer mercado, pues esos son los días en los que bajan de los valles los productores de manzanas. A media hora de Mala, subiendo hasta 1,200 msnm, está Calango, un pueblo muy simpático, célebre por sus frutas y sus camarones pero también por su atmósfera provinciana, en el mejor sentido de la palabra. La patrona de Calango es la Virgen de la Candelaria, y su fiesta es un pretexto para sacar procesión, reventar cohetones, salir a airearse a la feria callejera y chismear de lo lindo.
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la ruta del sur chico I Coayllo I Olleros
➜ la agonía de coayllo dónde comer El Balcón del Cielo [ 798 7101 / 99833 8766; Buenos Aires s/n, Azpitia; www.balcondelcielo.com.pe; verano lu-do, invierno mi-lu; aceptan Visa, Diners, MasterCard y American Express]. Este lugar es ya emblemático para los limeños que gustan salir a practicar su deporte favorito: comer. La arquitectura está bastante bien y la vista al río es espléndida, pues no solamente se aprecia en sus últimos tramos antes de desembocar, sino que a ciertas horas podemos ver a los camaroneros extrayendo sus piezas, usando las clásicas canastas
que es posible observar en Lunahuaná. El menú campestre cuesta 18 soles, compuesto por tequeños y pollo a la plancha. La recomendación del chef son los camarones al balcón del cielo, salteados a la espinaca, azafrán y vino blanco, con arroz a la valenciana. Cocina modernizada con sus toques de fusión, pero sin llegar a ciertas mariconadas intragables que se ofrecen en algunos sitios de moda en Lima. Los desayunos están alrededor de los 8 soles y puede almorzar por unos 40 soles por persona.
dónde dormir El Mayoral de Azpitia (hospedaje y restaurante) [ 255 4544 / 223 2205 / 530 3022 / 99162 3099; 18 habitaciones; matrimonial: S/. 136, doble: S/. 169, triple: S/. 199, campamento (2 pers.): S/. 37; incluye desayuno; precios especiales para los días de semana y paquetes de varios días con todo incluido; aceptan todas las tarjetas]. La construcción es rústica, pero ofrece todas las comodidades y una vista a un gran campo de manzanos. Todas las habitaciones disponen de agua caliente y frigobar. Es muy familiar, no tan rústico como podría ser, tomando en consideración la calidad del paisaje campestre, pero es lo
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que hay. Tiene piscina, bar y todo lo que usted se imagina para el promedio limeño medio aspirantón. También resulta interesante para la juventud, divino tesoro: hay una zona para campamento, que incluye servicios higiénicos y parrilla. Es necesario llevar carpa. Hay, además, cancha de tenis, fulbito, juegos para niños y adultos, gimnasio y sauna. El restaurante está abierto de lunes a domingo [ 12.00-16.00 y 19.00-23.00]. Los camarones en salsa de pato (S/. 34) es la recomendación de lugar. Se puede comer por 38 soles por persona. Aceptan todas las tarjetas.
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Según la Estadística de Centros Poblados del INEI, versión 1993, el pueblo de Coayllo tenía 248 habitantes: 127 varones y 122 mujeres. Del total, 236 eran nativos y el resto migrantes. Dos invidentes, un retardado mental y un inválido de las extremidades inferiores componían el cuadro demográfico de este pueblo que agoniza a 17 kilómetros del boulevard de Asia (la rica y ostentosa Eshia). Poblado perteneciente al valle del Omas, Coayllo es como un anticipo del final de algo. Y, a la misma vez, un lugar que hay que conocer, por ese sentimiento terminal y melancólico que camina por sus cuatro calles. El terremoto de agosto de 2007 puso fin a un importante templo del siglo XVI que distinguía a Coayllo y pretextaba las visitas. Se derrumbó todo, su nave central, sus arcos, su bóveda y, con ella, sus pinturas murales. La presencia de un templo de esa magnitud, aunque ya no esté, amerita conocer algo de su historia. En el siglo XVI, los conquistadores españoles encuentran curacazgos en distintas partes del valle de Cañete, todos dependientes del inca cusqueño. Uno de ellos, el de Juan Coyllur, había estado a la cabeza de Coayllo, pero un conato de sublevación hizo que los gobernantes imperiales lo trasladaran con su gente a la tierra de los huarcos, en la actual Lunahuaná, bajo la figura del mitimae. Los españoles ocuparon estas tierras y en ellas establecieron sus encomiendas. Pedro Navarro quedó como encomendero de Calango y Coayllo. Sin embargo, estamos en los territorios sagrados de Huarochirí, donde la cruz no pudo clavarse fácilmente. Con la extirpación de idolatrías impuesta por el virrey Toledo, la cruz y la espada se volvieron una, y la zona de influencia del apu Pariacaca vio surgir templos suntuosos encargados de borrar el paganismo. Uno de esos templos era el de San Pedro de Coayllo, de planta gótica pero desarrollado en estilo renacentista, cubierto de frescos y ornamentado con retablos inmensos. Hoy el templo de Coayllo ya no está más y no creemos probable que exista algún proyecto para recuperarlo. Pero, de todas maneras, hay que visitar Coayllo, conversar con su gente, percibir directamente el impacto del terremoto en lo que fuera su mayor tesoro.
➜ olleros, por descubrir En la actual provincia de Huarochirí, a cuatro horas de la capital, sobrevive el pueblo de Santo Domingo de los Olleros, cuyo nombre deriva de la actividad artesanal que durante siglos sostuvo a sus habitantes. Este poblado, también fantasmal y con mucha de la magia que deja el abandono, se llena de gente una sola vez al año, en agosto, con ocasión de su fiesta patronal. El resto del tiempo, Olleros está allí, aunque hoy ciertos buenos deportistas lo descubren. Dicen los ciclistas que no hay mejor experiencia que la de descender los 32 kilómetros que separan el pueblo del balneario de San Bartolo. Dicen los caminantes que en estos cambios altitudinales es donde mejor se trabajan las piernas y más aire puro se respira. Hay también que ir a Olleros, dejar la costa y volver. Estamos en Lima y, a la vez, en otro mundo.
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la ruta del sur chico I Cerro Azul
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➜ cerro azul Cerro Azul es uno de los dieciséis distritos que conforman la provincia peruana de Cañete en la Región Lima. Se ubica en el kilómetro 132 al sur de la capital y se anuncia al viajero con un mofostrólico arco que le da la bienvenida. No hacía falta el arco, los vestigios de la historia de este antiguo puerto merecían la inversión necesaria para su puesta en valor; por ejemplo, los restos de la línea férrea que unía el muelle con las haciendas algodoneras próximas, porque Cerro Azul tuvo su importancia como puerto hasta 1965. Hoy es básicamente un poblado dedicado a la pesca y a la vida de balneario. El gran tema de Cerro azul es la práctica del surf, que ha terminado creando una minicultura local con sus personajes y sus servicios para los jóvenes tablistas. Actualmente la población fija de Cerro Azul se acerca a los siete mil habitantes. Cerro Azul tiene una arraigada vida propia que se basa en la actividad pesquera. Tres fiestas locales se distinguen en el calendario: el aniversario del distrito, cada 16 de agosto; el 14 de septiembre, la fiesta de la Cruz del Cerro Camacho, con su escalada respectiva, y en febrero se celebra un carnaval negro en realidad bastante intervenido por los veraneantes foráneos. No hay que esperar ninguna fiesta para ir a comer rico a Cerro Azul, todo el tiempo hay restaurantes abiertos donde degustar el sensacional cebiche y, una rareza, el charquicán de raya seca. El actual muelle de Cerro Azul es relativamente moderno y es el que aquí funcionó hasta la muerte oficial del puerto, decretada en 1965. Antes hubo otro muelle hacia el lado opuesto, pegado al cerro. Servía para conectar el sur de Lima con los otros puertos del Perú y el mundo. A aquel espigón bajaron ingentes grupos de inmigrantes europeos y orientales, chinos y japoneses, cada grey con su razón para venir a los arenales de nuestra costa. A mediados del siglo XIX desembarcaron unos cinco mil inmigrantes venidos de China en una condición laboral que mal disimulaba la esclavitud. Recordemos que, para aumentar la mano de obra en las guaneras, las haciendas y la construcción de los ferrocarriles, era necesario contar con una fuerza laboral intensiva y no muy exigente en eso de los derechos humanos. Ramón Castilla había abolido la esclavitud, de manera que ya no era fácil obligar a indios y negros a trabajar como negros. Así se fraguó la figura de las contratas a los culíes que se trajeron en gran número. Muchos limeños de apellido y solera participaron en este negocio, pero mejor sería no recordárselo a sus descendientes porque el episodio es una perla de la criollada oligárquica peruana. El 3 de abril de 1899 es una fecha importante, pues marca la llegada de los primeros braceros japoneses, gente que vino de manera voluntaria a trabajar a América y que ha terminado conformando una de las influencias culturales más importantes del Perú moderno. Un lánguido monumento colocado en el malecón del balneario nos recuerda el primer centenario del inicio de la inmigración nipona. Un lugar obligado en Cerro Azul es el decrépito Don Satu, que hasta hace poco fuera la opción de hospedaje para los tablistas pero que ahora se limita a dar servicio de restaurante. Don Satu es un edificio de dos pisos construido en los buenos tiempos del puerto, quizás ya como alojamiento, todo en madera y con esa arquitectura marina que
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se puede encontrar en cualquier viejo y abandonado balneario o puerto de nuestra costa. Desde los setentas, Don Satu se convirtió en el escenario para las estadías de los surfers. Barato, discreto, permisivo, en sus viejos cuartos con olor a durmiente húmedo han pasado muchas cosas y felizmente los tablones no tienen oídos. En sus mejores momentos, Don Satu se elevaba solo, ascendido por el humo de la marihuana, con un olor que terminó haciéndose parte del paisaje. La comida de Don Satu, cebichera, nunca fue nada del otro jueves, pero sí resultaba fresca y barata: suficiente. Al costado de Don Satu se levanta lo que fuera la aduana de Cerro Azul en sus tiempos portuarios, un bonito edificio de dos pisos, también en madera, que con muy buen criterio fue recuperado y transformado en conjunto de departamentos, que están allí con muy buen gusto. Fúmese un cacho, viajero, mirando la puesta del sol en nombre de tanta buena fuerza humana venida de otras latitudes.
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locos por la tabla
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El clima de Cerro Azul es en promedio templado y húmedo, pero puede llegar a ser muy frío en invierno y extremadamente caluroso en el verano. La corriente del mar es fuerte. Según los especialistas, así es el tipo de ola: «Izquierda, de salón, tubular. La ola revienta frente al balneario. Cuando el mar crece demasiado, revienta una ola derecha al otro lado del muelle, ola rápida, fuerte y tubular». [Fuente: www.perusurfguides.com]
dónde comer Don Satu [ 284 6371; Rivera del Mar s/n; lu-do a partir de las 7.00; solo efectivo]. Ya le hemos hablado de este establecimiento que don Saturnino abrió como hospedaje y restaurante. Ofrece un menú marino por 10 soles, y platos a la carta a partir de 20 soles. Puerto Azul [ 378 4045; José Olaya s/n; lu-do 8.00-21.00 (todo el año); solo efectivo]. Uno de los restaurantes ubicados en el malecón que los poblado-
res le recomendarán si lo que desea es un arroz con mariscos (S/. 17) o una chita a lo macho (S/. 20). 25 soles por persona. El Fabián [José Olaya s/n; solo efectivo]. A la altura del pasaje La Cantuta y al lado del Puerto Azul. Opte por este lugar si quiere probar su lenguado relleno de camarones en salsa de pulpa de cangrejo (S/.28). Además de pescados y mariscos, ofrece comida criolla. 25 soles por persona.
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la ruta del sur chico I Cañete
➜ cañete dónde dormir Cerro Azul [ 284 6052; Los Eucaliptos 106, Puerto Viejo (Cerro Azul); www. cerroazulhostal.com; 26 habitaciones; suite con vista al mar: S/. 200, matrimonial con TV y cable: S/. 130, familiar (5 pers.): S/. 200; consulte el precio de los departamentos con capacidad para 6 y 8 personas; incluye desayuno continental; hay promociones especiales de lunes a jueves]. Ubicado al lado izquierdo del muelle, este hotel tiene habitaciones con vista al mar, familiares y departamentos. Es una construcción antigua que ha ido creciendo poco a poco. La dueña lo administra personalmente. Servicio y atención, suficientes. Comodidad, también. Pero extrañamos mucho el alojamiento de Don Satu. Se podría decir que, con el incremento de los visitantes clasemedieros y con ciertas exigencias de confort, empiezan a dominar hospedajes como este, que carecen del sabor de la decadencia clásica de Cerro Azul. Todas las habitaciones disponen de baño propio y agua caliente. Televisor con cable, si lo solicita, frigobar, teléfono. Cochera. El restaurante Puerto Viejo, en las instalaciones del hotel [ lu-do 07.0021.00 (todo el año), tiene para escoger entre el menú de la abuela por 8 soles, el playero por 10 soles (cebiche y pejerrey) o el turístico por 20 soles. Estos menúes están muy bien planteados.
Aceptan tarjeta Visa, Ripley, Diners, American Express, y ofrecen descuento si cancela en efectivo. Las Palmeras [ 284 6005; Rivera del Mar s/n Puerto Viejo; 17 habitaciones; matrimonial: US$ 65, doble: US$ 60, cuádruple: US$ 90, triple: US$ 75; promociones durante el invierno]. No es nuestro estilo, pero no somos los únicos seres en este mundo, lastimosamente. Construcción moderna, donde la mayor parte de las habitaciones tiene vista al mar y están bien iluminadas. Sin embargo, les falta sal, pimienta y hard core. Dispone de baño privado, agua caliente, TV y una piscina frente al mar. El restaurante del hotel atiende solo en verano. La Fragata [ 284 6262; Rivera del Mar s/n, Puerto Viejo; S/. 70 por pers., incluye alojamiento y todas las comidas]. Las instalaciones son antiguas con una decoración que recuerda la vida de mar. Simpático si uno está en su mejor humor. Es quizás la mejor opción, en nuestra humilde opinión. El desayuno es continental, los almuerzos están basados en pescado y las cenas en pollo. Todas las habitaciones disponen de baño propio, agua caliente (ducha eléctrica). No hay ningún cuarto con vista al mar ni tampoco alguno con mucha luz.
Información Turística Municipalidad de Cerro Azul [ 284 6348 / 284 6080]
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Siguiendo nuestra ruta, deberemos llegar a Cañete para allí tomar decisiones. Pero en el camino nos ganan los desvíos y los desvaríos; tanto es así que decidimos visitar la casa hacienda Arona, un lugar lleno de historia pero que está vivo y habitado, aunque el terremoto del 15 de agosto de 2007 haya dañado significativamente el edificio de la hacienda. Ésta se ubica a la altura del kilómetro 141 de la Panamericana Sur, entre los distritos de San Luis y San Vicente. La mansión de la que fuera una muy rica hacienda se comenzó a construir en el siglo XVI y se terminó doscientos años más tarde, gracias a lo cual la edificación muestra distintos estilos derivados de sucesivas ampliaciones e intervenciones. El nombre antiguo de la zona, aún hoy inextricable, es Matarratones. La propiedad ha estado desde siempre en manos de españoles y criollos que ostentan títulos nobiliarios. A una de esas familias estuvo cercano Hipólito Unanue, uno de los próceres de la independencia, quien habitó la casona cuando ya no contaba con los cuatrocientos esclavos negros que algún perínclito antecesor logró amasar en mejores tiempos. Actualmente la casa está habitada por una antañona y cordial familia, Alayza de Losada, que la abre ocasionalmente a las visitas, aunque hay que estar al tanto de cómo van las tareas de reconstrucción de los daños producidos por el terrible sismo de 2007. La casa hacienda Arona fue declarada patrimonio nacional en el año 1972. Parte de la historia de este sur chico es el atravesado Castillo Unanue, levantado ya en el actual distrito de San Vicente de Cañete, en el kilómetro 145 a mano izquierda en dirección al sur. Resulta que Hipólito Unanue recibe una cuantiosa herencia de quien fuera su preceptor, Agustín de Landaburu, liberal español que muere en Europa sin dejar hijos. La herencia componía un conjunto de haciendas situada en el valle de Cañete, entre ellas la hacienda Gómez. Un hijo del prócer, José, fue quien comenzó a levantar en Gómez esta casona de quincha, mal conocida como castillo, hacia 1843, siguiendo las pautas del modernismo europeo, el mismo que vuelve hacia lo misterioso de la vida mediante pastiches asociados a lo mozárabe pero también a los cuentos neorrománticos de elfos y hadas, casi como una defensa cultural contra la revolución industrial en ciernes. José Unanue muere en 1895 sin hacer testamento, por lo que la propiedad pasa a manos de la familia Larrabure y Unanue, que mantuvo la propiedad hasta la reforma agraria de Velasco. Desde ese tiempo hasta hoy el caserón está en manos de Agrícola Cerro Blanco S.A. El hecho que esta empresa se niegue a emprender cualquier iniciativa de recuperación de la casa Unanue, o que permita que esta obra pueda ser hecha por terceros, habla claramente de cómo se manejan los bienes patrimoniales en el Perú. Este monumento al delirio occidental de fines del XIX está hoy completamente abandonado y en un camino sin retorno a la desaparición. Las tierras del valle de Cañete siempre han sido cotizadas por fértiles. Los hombres Huarco las explotaron hasta su dominio por parte de los incas. Pizarro le otorga el valle a Alonso Díaz bajo la forma de la encomienda Huarco. El virrey Andrés Hurtado de
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la ruta del sur chico I Cañete
Mendoza era marqués de Cañete, gracias a lo cual ordenó la fundación de una villa de españoles a la que cedió el nombre de su marquesado y de ahí salió Cañete. Posteriormente se creó allí un corregimiento que abarcaba a las poblaciones de Lunahuaná, Mala, Chilca, Coayllo, Calango, Chincha y Huarco. La riqueza cultural de Cañete se explica por la mezcla de gentes que se ha ido dando en el valle desde la colonia hasta el día de hoy. Los indígenas dominados por españoles y criollos vieron aparecer a los esclavos negros venidos este lugar en gran cantidad. Luego inmigraron los chinos y los japoneses, y a inicios del siglo XX se instalaron los comerciantes italianos. De esta hibridación vienen los vinos, la carapulcra, los cantos y danzas afroperuanos y una serie de datos apreciables de vida cotidiana. A Cañete hay que venir a comer. La sopa seca, el chancho y la sopa chola se ofrecen en huariquitos locales y se preparan aún en ciertos hogares. Pero hay un restaurante, surgido para la demanda de limeños acomodados que viajan constantemente a Ica para ver sus empresas, que se cuenta entre los mejores de Lima. Es el celebérrimo El Piloto, al ingreso norte de Cañete, donde cualquier plato criollo o sándwich es un regalo de Dios. Por lo demás, la ciudad de San Vicente de Cañete, la vieja villa que acogió abolengos, nos recibe como punto de partida para ascender al valle del río Cañete, que nace en la laguna yauyina de Ticllacocha, situada en los predios del gran Pariacaca, el apu sagrado que unía Pachacámac con el Cusco. Para los fanáticos de los restos arqueológicos, les dejamos el reto de trepar al cerro Camacho de Cerro Azul o de ir al Faro y a Centinela, en el mismo puerto.
Arriba: Iglesia Nuestra Señora de la Asunción, Chilca.
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Abajo: Tablista en Cerro Azul.
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Arriba: Castillo Unanue en Cañete. Construido por el prócer de la Independencia Hipólito Unanue. Abajo: Vista del valle de Mala desde Azpitia, también conocido como «el balcón del cielo».
Arriba: Valle del río Cañete. Abajo: Ciclistas en Olleros.