Hacer visible lo invisible: Erradicando la violencia simbólica y de género, en el caso de las niñas en una casa hogar de Culiacán. "...No conozco ningún filósofo, sociólogo o teólogo que haya explorado hasta el momento la cuestión de lo que una niña SIENTE . Elaborado por Guadalupe y Rossana Hernández Guerrero para presentarlo en el 1er. Congreso Estatal Construyendo un Sinaloa libre de violencia contra las mujeres en Mazatlán, Sinaloa, Agosto, 2013.
La mayoría de las niñas que llegan a la casa hogar donde hemos estado trabajando por casi 9 meses, llegan cómo víctimas de violencia de género y muy maltratadas. La mayoría ha pasado por largos periodos de tensión a consecuencia de ser receptoras de violencia de todos los tipos que existen. Estas niñas pueden o no estar registradas en las estadísticas que reporta la violencia contra las niñas en Sinaloa. Algunas de ellas, llegan por que sus familias no las pueden cuidar, además de que algunas tienen conflictos grandes ya sea porque fueron abandonadas por sus madres, son huérfanas, por razones de extrema pobreza, o porque sencillamente ubican a la casa hogar, como un mejor lugar que su propio hogar, ya que algunas llegarán por su propio pie, particularmente las que ya han estado ahí, y se quieren regresar. El primer obstáculo que enfrentan consiste en que dicha institución, no se cuenta con el personal especializado para atender casos de violencia sexual cometida contra las niñas. Las familias, al enviarlas a una casa hogar, lo hacen esperando que las niñas puedan permanecer resguardadas por un periodo de un año, para ver si las circunstancias familiares mejoran de alguna manera, como si las niñas solo por lejanía del centro del conflicto fueran a superan el trance de las violencias vividas. La verdad es que nada está más lejano de suceder, el cambio que añoran tanto las familias y hasta las mismas hermanas, esperan como consecuencia de la enseñanza de la doctrina católica per se, no sucede ni como arte de magia, ni como en las películas. La situación suele ser tan adversa, que inclusive la estancia de las niñas suele ser transitoria e indefinida, ya que suelen venir los miembros de su familia, cuando menos se espera, y llevárselas. Así que cualquier intervención educativa, terapéutica y afectiva, puede quedar inconclusa en cualquier momento. Sin embargo, a las niñas las envía el gobierno ahí, porque las hermanas de la religión, son un símbolo de la bondad humana. Y las familias conocen del riesgo, que sería enviar a las niñas a otras instituciones de gobierno ya que en su mayoría son discriminadas por su origen étnico, socioeconómico y además las juzgan por 1
los oficios de sus madres y las tratan, como si solo fueran pequeños cuerpos en proceso de descomposición, inservibles o indeseables. Así que eligen que ellas por lo menos tengan el techo, la comida y el vestido que su padre o madre, frecuentemente no les pueden brindar. Es lo mismo que sucede con las personas que tienen enfermedades mentales y que son llevadas por sus propios familiares al Psiquiátrico del estado, según lo reportan las encargadas de ese lugar. Las hermanas reciben a las niñas, con enfermedades físicas y mentales, problemas de conducta. Básicamente las reciben por el principio de caridad cristiana, pero tampoco saben qué hacer con las niñas que tienen trastornos desarrollados. Las afectaciones son de diversa índole, y en la condición en la que llegan de negligencia de cuidados, desnutrición, y el descuido personal en que llegan las niñas es fácil de ver; la parte del desorden afectivo y emocional, aflora y se magnifica durante las dos primeras semanas de su llegada a la casa: las niñas no saben recibir ni dar afecto, no saben seguir instrucciones ni de las hermanas, maestras o terapeutas. Reportan las hermanas, que además tienen en su mayoría, comportamientos de precocidad sexual, que de antemano no sabemos si es como resultado de los abusos sexuales que padecieron y a los que fueron expuestas antes de llegar a esta casa, o si son como resultado de la misma situación de reclusión y separación de sus padres y madres las que las tiene en la búsqueda de encuentros eróticos y amorosos continuos, con sus propias compañeras, mientras encuentran el consuelo que suele dar el vínculo afectivo profundo entre los seres humanos, que a veces se presenta entre los miembros de una familia . Los cuerpos de las niñas, a pesar de las torturas, tratos crueles e inhumanos a que han sido expuestos, tienen todavía la osadía, de no tener recato en la manifestación de sus afectos y deseos eróticos, es como si fuera un proceso independiente, o quizá solo sea una manifestación de su propia resiliencia. No importa la edad, el caso generalizado, es que suelen estar muy enojadas con la vida, con sus padres y madres, y con cuanto familiar si haya cruzado por su camino. Sus emociones desequilibradas y desproporcionadas, las comparten generosamente con las nuevas cuidadoras, las hermanas y terapeutas que trabajamos apoyándolas. Nos gritan, con palabras y comportamientos iracundos, todo el abuso que han padecido hasta ese momento. Aún con tanta elocuencia, solemos hacer diagnósticos y test psicológicos, confirmando o desconfirmado nuestras hipótesis de cada una de ellas. Nos reunimos los lunes, o lo más que podemos con las hermanas, para compartir hallazgos y conclusiones sobre la vida de estas niñas, y lo que creemos que será de ellas en el futuro, quizá para apaciguar nuestras conciencias, ante la barbarie y desolación con el que estas niñas han vivido. Por lo tanto, nos convertimos en las testigas de lo que ha sido su paso por esta tierra, y creemos la mayoría de las veces, que con nuestra intervención podremos lograr mejorarlo de alguna manera, y esperamos pacientemente a que ellas lo quieran también. Cada día, cuando vemos su cambio, lo festejamos como el más grande de sus triunfos.
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Para Graciela Dora Jofré , al igual que para Francoise Dolto la causa de las niñas está muy mal defendida en el mundo y una de las razones, es que los adultos tienen miedo de liberar ciertas fuerzas, ciertas energías que las pequeñas evidencian y que ponen en cuestión su autoridad, sus conquistas, sus privilegios sociales (1), entonces a veces parecería como si solo pudieran ser aceptadas en la casa hogar, niñas que se comporten “bien”. Que tengan control de sus emociones y muestren afecto y respeto hacia quien las ha alimentado durante un periodo de sus vidas. Sin embargo, un día de repente, parece que empiezan a disfrutar que están en un lugar donde las cosas son diferentes, que donde solían vivir. Si bien, es imposible hacer que olviden las formas violentas de convivencia, ya que muchas de ellas lo han asumido como identidad de género, empezamos a fortalecer los vínculos afectivos de quienes estamos cuidando a las niñas, para convertirnos en su familia afectiva. Pero solo puede ser resultado de su elección, no las podemos presionar. Además, ellas eligen libremente la cercanía con cualquiera de las cuidadoras, dependiendo de la personalidad que más les gusta. Generalmente viven la fantasía de que somos sus nuevas mamás. Cuando llega este momento, su disposición cambia. Bajan sus defensas y los momentos de ansiedad, de llantos o de ira, se presentan cada vez más espaciados. Se adaptan. Sin embargo, en este momento, después de más de 6 meses de intervenir con el programa semanal de educación afectiva sexual, empezamos a ver con mayor detenimiento los daños provocados por largos periodos de violencia de género, cometida por sus familias de origen, tal como lo señala .Jofré (2012) y parafrasea a Miller: La niña carece de todo recaudo de defensa física o emocional frente a lo que su padre y madre dicen o hacen con ella. Y esa disponibilidad y confianza cuando es avasallada por el adulto a quien se entrega produce en ella daños inexorables. La niña no puede defenderse y frente al maltrato le están vedadas todas las vías que la naturaleza ofrece para proteger la integridad humana (2) cuando se tranquilizan, empiezan a hablar con palabras, lo que deducimos desde un inicio, a partir de sus comportamientos inadecuados. Según la definición de WIKIPEDIA en WEB, la Violencia simbólica es un concepto instituido por el sociólogo francés Pierre Bourdieu en la década de los 70, en ciencias sociales se utiliza para describir una acción racional en donde el que "domina" ejerce un modo de violencia indirecta y no físicamente directa en contra de las "dominadas", estas, no la evidencian o son inconscientes de dichas prácticas en su contra, por lo cual son "cómplices” de la dominación a la que están sometidos" (Bourdieu, 1994). La violencia simbólica se caracteriza por ser una violencia invisible, soterrada, implícita o subterránea, la cual esconde la matriz basal de las relaciones de fuerza que están bajo la relación en la cual se configura. Haciendo alusión a Michel Foucault, «el poder está en todas partes». Solo debemos hacer visible lo invisible. Es por ello que tratamos de ver el poder de resiliencia que tienen estas niñas para sobrevivir tanta barbarie, desequilibrio y descontrol en sus vidas. Y hemos elegido visibilizar sus estrategias de sobrevivencia en este ensayo. El buen trato dentro de
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su nueva experiencia al estar internadas, marca la diferencia de lo que ellas han creído que es la vida hasta este momento. Para aclarar este punto, hemos elegido explicarlo a través de “La teoría de las ventanas rotas”. En 1969, en la Universidad de Stanford, (USA), el Prof. Phillip Zimbardo realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York, y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos aut El auto del Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas, ya sea robándose lo utilizable o destruyendo el resto. El de Palo Alto se mantuvo intacto. Es común atribuir a la pobreza las causas del delito, postura en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras (de derecha y de izquierda). Pero el experimento no finalizó allí. A la semana, cuando el auto del Bronx estaba deshecho y el de Palo Alto impecable, los investigadores rompieron el vidrio de este último. Como resultado, se desató el mismo proceso que en el Bronx: robo, violencia y vandalismo. ¿Por qué un vidrio roto en el auto del barrio supuestamente seguro desata un proceso delictivo? Es que no se trata de pobreza. Es evidentemente algo que tiene que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales. Acá viene lo interesante: un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, desinterés, despreocupación, que va rompiendo códigos de convivencia. Es como una sensación de ausencia de ley, de normas, de reglas, algo así como que vale todo. Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional. En experimentos posteriores, (James Q. Wilson y George Kelling), desarrollaron la teoría de las ventanas rotas, la misma que desde un punto de vista criminológico, concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores. Si se rompe el vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás.Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importar a nadie, entonces allí se generará el delito. Si se cometen pequeñas faltas (estacionar en lugar prohibido, exceso de velocidad o no respetar luz roja), y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves. Si permitimos actitudes violentas como algo normal en el desarrollo de los niños, el patrón de desarrollo será de mayor violencia cuando estas personas sean adultas. Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son progresivamente abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus casas por temor a los asaltos), serán los delincuentes quienes ocuparán esos espacios. La teoría de las ventanas rotas fue aplicada por primera vez a mediados de la década del 80 en el Metro de Nueva York, en aquellos años el lugar más inseguro de la ciudad. Se comenzó de lo pequeño a lo más grande: grafitis, suciedad, ebriedad, evasiones del pago de pasajes, pequeños robos y desórdenes. Los resultados fueron evidentes, lográndose hacer del subte un lugar seguro. 4
En los 90, Rudolph Giuliani, sobre la base de las ventanas rotas y el Metro, impulsó una teoría de tolerancia cero. La estrategia consistía en crear comunidades limpias Cabe aclarar que la expresión tolerancia cero, si bien podría sonar a una especie de solución autoritaria y represiva, su concepto principal radica en la prevención y promoción de condiciones sociales de Seguridad. No se trata de linchar al delincuente. No se trata de avalar la prepotencia policial, ya que de hecho, también puede aplicarse la tolerancia cero respecto de los abusos de autoridad. No se trata de tolerancia cero frente a la persona que comete el delito sino frente al delito mismo. Se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de los códigos básicos de la convivencia social humana. ¿Cómo están nuestros espacios? ¿Los privados y en los que trabajamos?¿A quiénes tenemos olvidados últimamente?¿A quiénes permanentemente? Si no existe perspectiva de género en las políticas públicas de las diferentes instituciones estamos violentando simbólicamente a todas y todos los usuarios, ya que no incorporar la perspectiva de género significa que lo que piensan las mujeres y las niñas, no es relevante. Incluso en aquellos espacios donde se garantiza que esta perspectiva se contempla, habría que afinar mecanismos que garanticen poner especial énfasis en la violencia simbólica. La respuestas individuales de las niñas de la casa hogar ante la violencia simbólica que han padecido. 1.- Ansiedad y ataques de pánico.- Por no las dejarlas dormir su siesta, ni a ninguna hora porque dejaban de hacer sus “labores”. Al no poder jugar con los juguetes o salir a las áreas de juego por normatividades estrictas de horario. Sin papel en el baño, o baños sucios. Niñas hijas únicas o niñas con negligencias de cuidados, acostumbradas a vivir con la ley de la jungla, obligárseles a vestir conservadoramente, cubriendo sus cuerpos, aún con altas temperaturas. A compartir generosamente la comida y las cosas que nunca antes habían tenido. Raciones muy estrictas de alimentos. Las niñas de entre 8 a 12 años les quitan todo a las más pequeñas (de 3 a 7 años), y las hostigan permanentemente si desean quitarles comida o algún objeto. No les permiten la expresión de sus afectos entre ellas, porque les dicen que “eso” no le gusta a Dios. 2.- Fobias Les da miedo la policía La soledad 3.- Hipervigilancia No duermen durante las noches Cuidan que la comida no se las vayan a quitar o que se vaya a acabar Cuidan sus juguetes en caso de tenerlos 4.- Re experimentación de los traumas vividos en relación a la violencia de género antes de internarse, por ellas o por sus madres. 5
¿Por qué las niñas se comportan TAN AGRESIVAS como si fueran niños? Eso nos lleva a revisar el asunto de la identidad de género. Y para ello necesitamos entender los conceptos básicos de la sexualidad humana. Las relaciones con sus pares son relaciones de poder. Quién imita mejor la masculinidad tradicional machista, obtiene estatus (el mejor lugar dentro de la casa): Reconocimiento entre pares Subordinación de las mujeres y lo femenino Jerarquías Protagonismo invasivo Factores que determinan el ejercicio de la violencia simbólica por parte de quien ejerce el dominio: Expectativa legitimada de complementariedad: “Pobrecitas, necesitan que yo mande, las ayude, les enseñe, las salve”, sin mí no pueden vivir. Auto-otorgamiento: sentirme con el derecho. No vivo consecuencias, siempre me salgo con la mía. Hábitos sexistas: hablar de la supremacía de los hombres sobre las mujeres. FIGURAS DE REFERENCIA PARA EL CAMBIO QUE DESEAMOS LOGRAR. Con nuestro propio ejemplo establecer relaciones autónomas, justas e igualitarias. Estar convencidas y unidas en creer en que el bienestar de las niñas es nuestra prioridad y forma parte de nuestra realidad cotidiana. Revisar las normas (estatutos, misión y visión) y ajustarlas para que lo logremos nuestro objetivo. Tendría que eliminarse el derecho de las adultas a juzgar y a controlar a las niñas. Erradicar privilegios de quien es dominante Eliminar el hábito de ignorar a quien se somete Asegurarse de contar con lineamientos que garanticen la actividad igualitaria para cada una de las niñas 5.- Recuerdos recurrentes Violencia de todos tipos, o cualquier evento dramático 6.- Embotamiento emocional Se hartan de la monotonía y el abandono 7.- Autoestima deteriorada, incluso indefensión aprendida, dando una respuesta autodestructiva a la violencia. Ante la ausencia de visitas familiares, la extrema pobreza, estratégicamente saben que con la sumisión se ganan beneficios. Además en este lugar decir cosas bellas de sí mismas es un pecado capital de vanidad. 8.- Autoengaño idealizando al maltratador. Ellas han naturalizado los malos tratos, para ellas esa atención por parte de sus cuidadores es amor, así que dentro de la casa se desesperan por que las regañen o piden siempre regresar a sus casas, aun cuando han sido sacadas de sus hogares por violencia de género, sexual y familiar de medio y alto impacto. 9.- Minimizan los riesgos que corren. Paralelismo de la violencia de género que viven las madres de estas niñas: 6
Seguimiento a estos casos con el paradigma holístico y neofeminista de que el cambio es posible aquí y ahora: Técnicamente, las terapeutas de la casa hogar, hemos desarrollado la planificación del seguimiento con las niñas y adolescentes que están habitando en esta casa, estableciendo ciertos elementos claves en la intervención, tales como: la responsabilización, de todos y todas las personas involucradas en su proceso de internamiento en conjunto con sus familias de origen. Solo en los casos de abuso sexual, no se reinsertarán, mucho menos si el agresor sexual continúa habitando y conviviendo en la casa. En todos los otros casos, la familia impone a sus miembros y trata de transmitir a sus descendientes una ideología, por disfuncional que esta sea. La familia es uno de los agentes socializadores transmisores de la ideología sociocultural, es decir, sus creencias, sus valores, sus mitos, que percibe selectivamente y reelabora a su manera. En muchos de estos caso, socializan la violencia de género. Esa “ideología familiar” tiene sus funciones (André-Fuster y Aubertel) que son: 1.- Función identificatoria: tener claro lo que nos identifica cómo familia, cual es la imagen de familia que tenemos. 2.- Función organizadora: cómo se preserva esa imagen, como son los roles, lugares y conflictos de cada uno de sus miembros. 3.- Función de contenimiento: delimita quiénes están dentro y quienes fuera de la familia. 4.- Función de defensa: cómo se imponen los mecanismos de defensa cuando aparece un riesgo de desmoronarse la imagen de familia que se tiene. 5.- Función de representación: la idea del mundo de lo familiar. Hay que evaluar individualmente, cuáles de estas funciones se incumplieron, orillado a la familia de origen a decidir resguardar a la niña en la casa hogar, de tal modo que cuando la niña se reinserta temporalmente en la misma familia, logremos hacer supervisiones semanales para acompañarles en el fortalecimiento de aquello que las lleva invariablemente al internamiento de las niñas. ¿Quiénes llevan a cabo el control, la reparación y la habilitación para convivir nuevamente con la familia de origen de cada niña y adolescente? En primer lugar, las diferentes etapas del desarrollo de las niñas deben de comprenderse como un período de caracterizado por las confusiones, imprime un “estilo” de comunicación que dificulta las relaciones dialógicas que se requieren en un proceso de reinserción. Por otro lado, el estar dentro de un sistema cerrado rompe la cotidianeidad de estas niñas, y cambia su relación con ellas mismas y con el entorno, modifica sus rutinas y establece un control permanente sobre su sexualidad. Esto quiere decir que después de ser residente de la casa hogar los actos de cada niña y adolescentes, es que experimentarán ciertos rasgos a su carácter y relaciones interpersonales; en tanto se produce en un contexto de encierro que regula fuertemente aquello que es posible de decir y lo que no. Sumado a lo anterior, la emergencia que los medios de comunicación masiva han dado a la temática, ha instalado en las niñas y adolescentes de baja condición socio-económica una desconfianza, en relación a la confiabilidad de los procesos provenientes de quien “las cuida” más que de quien las dañó y provocó su estancia en la casa hogar. 7
De esta manera, a la hora de preguntarnos cómo desarrollar este proceso, nos detuvimos largamente a pensar una metodología que permitiera establecer las confianzas suficientes con las niñas y adolescentes de manera de comprender los significados atribuidos a la noción de reinserción familiar, y esto incluye a familiares directos y particularmente de las personas significativas de las adolescentes participantes. La reinserción familiar se entiende como la acción educativa compleja e integral, que busca ejecutar acciones de responsabilización, reparación e integración familiar del/la adolescente y así limitar los efectos que la temporaria estancia la vivan como una experiencia privativa de libertad que genera un gran número de inevitables tensiones en la reinserción familiar de los y las adolescentes. De esta manera se comprende como el resultado final de un proceso de aprendizaje y de vinculación de la persona que se siente excluida de su familia y todo lo que ellas conocen como su funcionamiento, para lo cual la casa de cumplimiento de liberación de la condena que debería de ser realizada por otras instancias de educación, capacitación laboral y rehabilitación (DIF, ISMUJERES, CEPAVI, etc.) que deberían de ser utilizadas durante el periodo de reintegración a la familia de origen o nuevos tutores. Situación, que en el caso de las niñas de la casa hogar se torna una exigencia, en tanto aún no han finalizado sus doce años de escolaridad obligatoria que el estado mexicano garantiza. Fue por ello que decidimos retomar el pasado para pensar el futuro. Es necesario promover la reinserción familiar de las niñas desde una posición distinta, a fin de conocer ¿cuáles son las relaciones familiares que explican que las hayan depositado en la casa hogar? Consideramos que desde ahí sería más fácil pensar realidades que debieran transformar y evolucionar a las niñas y adolescentes para lograr una reinserción familiar, ya que es lo que llamamos el “eje de afectividad y conflicto”, como una constelación que moviliza diversas posiciones según el espacio del hablan las niñas, y que son quienes más nos importan. Ayudar a la madre, esperando saber dónde se encuentra, a acercarse a sus hijas recién egresadas de la casa hogar, es el verdadero deseo de futuro, sino que también significa el motivo profundo por el cual la niña y la adolescente comienza a decidir si quiere una buena vida o repetir esquemas familiares desequilibrados. La relación familiar que se establece con la figura materna produce un tipo de prácticas que desde la niña y la adolescente justificarían hacer bien las cosas o no, y que además estaría validado por la figura materna como un acto legítimo de ayuda o de empatía. Pareciera que en el discurso se estable una suerte de “mandato” de las madres hacia las jóvenes, ya que muchas de ellas tienen a sus padres ausentes o en prisión y han asumido los roles de protección afectiva de sus familias, es por ello que tomar malas decisiones resulta ser una alternativa simbólica para responder a las necesidades de sus familias, “como se merecen”. En este caso de reinserción familiar reitera la idea en las niñas y adolescentes de que antes significaban la relación con la madre desde la distancia y el maltrato y la ausencia, pero que al estar de vuelta en su ambiente familiar la significación 8
cambia, puesto que es la persona que “llega” y por lo tanto se valoriza de otra manera. Es justamente en dicha valoración donde se sitúan los “aprendizajes” de estar residiendo fuera del hogar, en un recinto que les obliga a cumplir una rutina y desarrollar ciertos hábitos: bañarse, hacer la cama, lavarse los dientes todos los días, a ser “limpias”. Para las jóvenes dicha rutina se encuentra marcada por la ausencia de sus familias, porque antes cuando hacían esas cosas había un familiar cerca y ellos no le daban la importancia que hoy tiene, puesto que “pasaban todo el día en la calle, abandonadas o maltratadas”. Dicha rutina les permite el respeto por las “personas que los vienen a ver”, “que las quieren”. Por o anteriormente descrito, es que las terapeutas de la casa hogar, estamos de acuerdo en la reinserción temporal de las niñas, y acordamos establecer la agenda de visitas semanales como parte de este proceso de sana reintegración. Pero este trabajo también se realiza en otras instituciones que dan acogida temporal a niñas y mujeres jóvenes adolescentes. Es muy importante señalar que se desconocen los modelos, metodologías y protocolos que están utilizan. Y aunque tuvieran esquemas moderadamente adecuados, todo esfuerzo realizado sin contemplar la perspectiva de género, es un esfuerzo que está violentando simbólicamente por sí mismo a la víctima que se está pretendiendo apoyar. DILEMAS ETICOS Y DESAFIOS EN LA CASA HOGAR. Mientras las leyes avanzan, hoy mismo hay ya muchas niñas que tienen como figuras de referencia, otros tipos de familia. Algunas se conforman de una madre, otra de un padre, extensas, nucleares, sustitutas, transitorias y homoparentales. El chiste al tener hijos e hijas consiste, en que las niñas sean cuidadas, educadas y protegidas. Por otro lado, cabe que repensemos cuando decimos que hacemos las cosas en ‘beneficio de la menor’ solo en algunos argumentos y únicamente cuando se trata de las personas que se identifican más claramente con las normas y principios de la casa hogar. Porque si el bien de la menor se traduce en tener un padre y una madre, asimilando los roles sociales con un ejercicio de concepción. Para las niñas de la casa hogar este padre y esta madre son una relación de ficción, en la medida en que nunca han sido pareja ni lo serán. Nunca serán ex, nunca serán divorciados; la lógica a todas luces es otra. Estableciendo vínculos no evidentes, tenemos que tener muy claro, si lo que estamos promoviendo es la idea de custodia compartida a cualquier precio. Esta noción de familia con roles tradicionales está facilitando por ejemplo, que padres condenados por violencia machista tengan la custodia de sus hijos e hijas, ignorando el daño que les puede haber causado ser testigos de esta violencia. En estos casos, ¿dónde queda el bien de la menor? ¿Es posible que esta vuelta a reforzar la familia y a los varones de la familia se haga a costa de victimizar a las personas más vulnerables? Quizás sea importante pensar en el costo emocional, material, y concretos que tiene el invisibilizar algunas cuestiones como las que plantea este caso, considerando que son marginales, particulares o singulares. De hecho, pensar sobre los casos particulares puede suponer una oportunidad para generar 9
espacios de reflexión y de debate sobre cómo queremos construir las relaciones, el cuidado de las niñas, en qué modelos nos fijamos para construirnos como personas y qué ambicionamos para nuestro futuro. También, para conocer los riesgos y los beneficios a los que nos enfrentamos cuando decidimos organizar nuestras relaciones, afectos y filiación fuera de los marcos normativos vigentes en el estado de Sinaloa. BIBLIOGRAFIA Dukuen, J. Retomando un debate: la teoría de la violencia simbólica en bourdieu y la noción de ideología en althusser, frente al problema de la reproducción, Universidad de Buenos Aires (Argentina) MILLER, A. (2009) " Salvar su vida. La superación del maltrato en la infancia" Ensayo Tusquets Ed..2009 pg. 76 Acosta, A., Alvarez, A., Azuara, B., Bravo, (1999) “Manual de pediatra” INP, procedimientos médicos y quirúrgicos, D. Raymundo Rodríguez Herrera, Dr. Arturo Loredo Abdalá capitulo 108 Síndrome del niño maltratado. Editorial McGraw-Hill pp 631-636. Bowlby J. (2006) Los vínculos afectivos: formación desarrollo y pérdida. Madrid: Morata. Sanz, Fina: Los vínculos amoroso. Amar desde la identidad. Editorial Kairos. Madrid.
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