El rayo verde 2015 antología

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El rayo verde La poesía viene 10 Bárbara Alí 12 Volviste a soñar 13 La lluvia ya estaba allí 14 Es agua sucia 15 Cuando baje el agua 16 Josefina Alloatti 17 Hoy hablamos mal 18 secarropas 20 cuando era chica 21 juego 22 el curso de mis ríos se va deteniendo 23 Juan Francisco Andreani 25 La flor de la zanahoria 26 Yorcitos 28 Para Elisa 29 Crisis creativa 30 Mi revolución también es el amor 32 Ceci Berro 35 Mientras barre 36 Si tuviste el pan 38 Pinto una uña 39 Uñas 41 He vivido con refranes equivocados 42 Toco el aire 43 Nunca llego a tiempo 44 Somos dos 45 Laura Bleger 47 Noche de verano 48

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un domingo ella me llevó 49 tu camioneta es fuerte 50 El olor de esta lluvia 51 Hace mucho tiempo 52 Cecilia Carballo 53 En mi corazón 54 Como una campesina 55 Me invitan a comer el pasto 56 Tal vez 57 Maximiliano Cosentino 59 Tatuaje 60 Voy con mi padrino por la rambla… 61 No te preocupes… 62 Advertencia 63 Guido D´elía 65 Humilde 66 Fútbol con amigos 67 Jardinero 68 En la oscuridad 69 Mario Javier De Luca 71 El picaflor del jardín de Santa Clara del Mar 72 Festividad 73 I 73 II 74 Facundo D’Onofrio 76 Advertencia 77 Al retrato de una niña 78 Morirse niño 79 Al amor que vuelve 80 La mosca 81 10 82 13 83

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34 84 ∞ 85 Marlos Drumond 86 Gladiadoras 87 Serenata 88 Instrumento 89 Tuareg 90 Romina Dziovenas 92 Desde el jardín 93 En la costa 95 Las mareas hablan el lenguaje del inicio y del final 96 ¿Te acordás? 98 Mariel Fariña 100 Recreo 101 La maestra es dulce 102 III 104 IV 105 Silvina Fernández 106 Y las bandas eternas 107 Moción de orden 108 1. 109 2. 109 3. 109 Celina Feuerstein 112 olvidar 113 una mujer nazi 115 Despadre 117 Desamoramos 118 como un sol que encandila 119 el celular en mi mano está garuando 120 cuando llegaba me sentaba 121

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Patricio Foglia 124 si pudiese comer sin culpa 125 estoy en la fila del super 126 ¿a quién le importa dormir? 128 ¿a quién no le gustaría tener el recuerdo 129 Carlos Fonseca 130 Llueve 131 Hojitas 132 Páramo arbolado 133 Ayer entró en mi casa 134 Gustavo Gottfried 136 ¿Quién está comiendo mandarinas? 137 Los sueños de Mary 138 Mi madre me hacía la ropa 140 Querido Topo Gigio: 141 Emilio Hernán Herrera 144 Botella al mar 145 El hábito de la lluvia 146 La constelación de Magritte 147 La mujer en el espejo 148 Cynthia Langier 150 1 151 2 151 3 151 4 151 5 152 Natalia Leiderman 154 mariposas en el estómago 155 día 1 155 día 2 155 día 3 155 día 4 155

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el tiempo en tu casa es un brillo 157 a veces 158 1 158 2 158 3 158 4 158 5 159 6 159 sin demasiado fuego de artificio 160 equilibristas 161 me repliego como una niña, quiero 162 Juan Cristóbal Miranda 164 I 165 II 166 III 167 IV 168 Sol Narvaez 170 unos días en el río uruguay 171 él sumerge los pies en el río 171 el hombre de la mesa más próxima escucha 171 el sol cae 172 tengo un río frente a mi 172 mística 172 en el parque nacional el palmar, la guía habló 172 me gusta estar donde hay mucha vida 173 a él le gusta entrar al agua 173 Vacaciones 175 el mar retrocedió 175 sur 175 mi hermana menor me escribe desde bolivia 175 el té frío reposa cerca de la persiana 175 después del taller de poesía 177 1 177 2 177 paso por la cancha de rugby matreros 178 junto al banco francés hay una entrada de garaje 179 Verónica Pérez Arango 180 Mi nombre es Alan Estauce y nací para viajar 181

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La mañana del sábado el diario local triplicó su tirada. 182 Estoy adentro 183 Hay afuera una capa muy fina de hielo 184 Salíamos con Tom y Billy 185 Mi amor 186 Tu pija es 188 Un cohete 188 Mi boca es 188 Apenas 188 Silvana Proto 190 En el gran cielo de la poesía 191 El sodero solitario 192 No habrá lámparas 193 Luciana Reif 194 Ese mediodía la abuela almorzó en casa, 195 Entrada en calor 196 Cuando mi hija con su cepillo de pelo nuevo 198 Marianela Riera 200 como mirar lo que queda y no poder 201 En días como hoy, no puedo con el mundo, 202 Como si de a pedacitos una pudiera 203 empezar por lo más simple 204 Silvina Rocha 206 Teatro 207 Despedida 208 Manuela Rolandelli 210 Mi gato sabe 211 Secreto 212 Estados 213 Javier Roldán 216 el hijo pródigo 217

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pyahu 218 desde tu partida 219 corro de la frente de mi papá un mechón de pelo 221 Manuel Sánchez Ruiz 222 La cama del telo 223 Sábado 225 ¿Recordás cómo los empleados 227 En Puerto Iguazú 228 Marie Sanz 230 Camino 231 Plaza 232 Marinés Scelta 234 Año nuevo 235 Cesta 236 Cazador 237 Raúl Terrén 238 Dios te vistes de ocre 239 Te veo y sonrío 240 Soledad Smith 241 Voyeur 242 Pasaje en blanco 243 Cuando tus dedos 245 Maratón nocturna 246 Nora Sztrum 248 ay trepidar quién pudiera 249 no te asustes es cianuro 250 del otro lado de la puerta 251 difundan la actividad: 252 marzo 253 soltarse la pluma y alcanzar el pájaro 254 naranjo en flor 255

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paraná 256 nómade 257 Melina Varnavoglou 258 Nochebuena 259 Turner 261 Gatas que lloran de noche 262 Florencia Vissani 264 1976 265 ¿Para quién se pinta? 267 Del Espíritu Santo 269 Que se pierda 270 1 270 2 270 3 271 4 271 Andrea Wolf 274 De cómo echar el ojo 275 Empieza como un susurro 277 La hermana 278 En el medio de la discusión 280

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La poesía viene de los libros, de la calle, de los sueños, un poco del azar también, y del trabajo con las palabras y del olvido de ese trabajo, de la fiebre, de lo escuchado por casualidad anoche mismo o hace miles de años… Viene, no la buscamos. Y cuando aparece, bueno, es una alegría, un privilegio. Esta nueva Antología de El rayo verde 2015 es un poco el reflejo de todo eso, y de la amistad de los poetas, del trabajo compartido, afuera y adentro de los límites de un taller. Pero sobre todo de la alegría de verse y reconocerse y diferenciarse en el otro, venciendo las crueldades y miserias del ego (del que nadie está a salvo). Lo demás, corre por cuenta de cada uno. Las estéticas, la mirada sobre el mundo, sobre la poesía misma, es algo que se va formando con el tiempo. Los que se acerquen a este libro, notarán enseguida las similitudes y diferencias. Cada poema, una manera -un poco incómoda- de atravesar e iluminar la realidad, y de reflejarla. Acaso porque los poetas sean los únicos que están conectados con ella; aunque a veces nos hagan creer lo contrario. Agradezco a todos y a cada uno de los poetas, más jóvenes y menos jóvenes, que formaron parte de este proyecto e integran este hermoso libro. A su fervor, inmenso. A su cariño. A su amable locura. Gracias a ellos, yo aprendo todos los días y escapo (si tengo suerte) de mi ceguera personal.

Osvaldo Bossi Diciembre del 2015

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Bárbara Alí nació en Buenos Aires en 1984. Es Licenciada y Profesora en Letras (UBA). Actualmente cursa la Maestría en Crítica y Difusión de Artes (UNA).

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Volviste a soñar con la inundación otra vez el agua ahora un poco más densa un poco más turbia los libros, la valija, el suéter la pregunta por el tiempo ¿Cuál será el color de lo que ahora no puede más que abandonarse a la corriente?

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La lluvia ya estaba allí hacía tiempo concentrada en nube densa. Una tarde la vimos proyectando su sombra sobre el río. Ninguno de los dos habló del sol. Quizás porque no se nombra lo que no se cree. Ahora entiendo porque caminamos tanto en esa ciudad vieja llena por todos lados de carteles que decían “zona de derrumbe”.

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Es agua sucia lo que nos rodea

no agua transparente saltarina, casi efímera como la de la fuente que vemos caer disolverse a mitad de camino unirse con el aire mientras nos preguntamos cuándo nuestros zapatos empezaron a secarse con la tierra hasta dejarnos ahí clavados estatuas grises monumentos, sí pero sin historia.

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Cuando baje el agua no ahora que la fuerza está puesta en no hundirse vendrá la cuenta de lo perdido el saldo negativo de lo que antes era X y ahora es Y porque el agua lo deformó hasta el límite de lo irreconocible.

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Josefina Alloatti nació en Ramallo, Buenos Aires, en 1992. Estudia Licenciatura en Letras en la Universidad de Buenos Aires. Asiste al taller de poesía de Osvaldo Bossi.

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Hoy hablamos mal del departamento y tengo que admitir que me sentí mal por él es que no sé qué culpa tiene Él en sí mismo son más culpables las personas, el capitalismo, no sé seguro cuando nos escuchó lo herimos profundamente porque descubrió que su cariño por nosotras es infinitamente mayor que el nuestro nos escuchó decir que no nos alcanza que queremos algo más grande, con terraza y todas las cosas que él no puede ofrecernos porque es un departamento de mierda

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Perd贸n amigo no quisimos lastimarte en el fondo sabemos que no es tu culpa ser parte de este edificio

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secarropas irascible se da batalla a sí mismo o le da batalla a todo aquello que fue una imposición cada vez su tamaño sus colores su capacidad, que juzgaba limitada muy limitada: sólo tres prendas por vez y si eran sábanas o toallas sólo una por vez admitía ¿quién había determinado que debía ser así su paso por el mundo? ¿por qué alguien eligió para él la forma de un ser que nacería ya viejo y quejoso y vacío y decrépito destinado de antemano al fracaso?

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cuando era chica estaba convencida de que las líneas negras pintadas en el piso de la pileta honda del club eran tiburones como si existiera una alianza un pacto secreto entre las especies eso me cautivaba yo quería estar ahí pero me daba miedo ir a lo hondo temía que a pesar de nuestro trato a los tiburones se les diera por comerme a mí un día un chico me empujó

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juego a que puedo captar cualquier sensaciĂłn que quiera puedo mirar fijamente al sol hasta quedarme ciega puedo quedarme una tormenta entera bajo la lluvia o permanecer horas con el cuerpo sumergido en el agua del mar considero que en algĂşn momento al menos una vez a todos nos conviene que nos agarre una tormenta y tengo una necesidad muy profunda de ser amiga de un tigre

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el curso de mis ríos se va deteniendo y yo me transformo lentamente en un estanque no me gusta pero no me resisto porque pienso que algún día, quizás (si me dejo transformar después de mucho tiempo) se den en mi condiciones de vida que permitan crecer a algún microorganismo y reproducirse hasta transformarse en peces en reptiles en algas no me resisto porque quiero ver si puedo convertirme en un ecosistema

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Juan Francisco Andreani nació el 15 de abril de 1987. Estudia Edición en la UBA. Escribe poesía y cuentos desde muy chico. Participó de diversos talleres literarios, entre ellos uno dictado por Guillermo Saavedra en La casa de la poesía. Actualmente concurre al taller de Osvaldo Bossi. Participó en diferentes publicaciones independientes (fanzines, revistas y antologías). Además tiene editados de forma autogestiva dos libros de poemas: Cordillera y, junto a Mar Rivero, Cigarro y foto carnet.

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La flor de la zanahoria Me habían embrujado no podía dejar de mirar la flor de la zanahoria: la flor en la flor de la flor Pero no, no era así como lo digo no era un sentimiento espiralado fractálico místico más bien una sorpresa aniñada porque ahí abajo crecía esa hortaliza tan rica... y ahí arriba esa flor tan bella... y ahí arriba yo que recién me enteraba de esto. Mi amiga, quien la plantó, me lo había dicho: y que la flor de la cebolla que la de la papa que la del cerezo El morfi y las flores en equipo, decía Le comenté que muchos poetas mencionan al cerezo Estalló como un globo: se fue inflando a carcajadas y luego paf, cayó al pasto Los poetas y la flor del cerezo los po-e-tas y la flor

del cerezo

los poetas y LA flor

del cerezo

repetía, burlona Tardé en entender su alegría: al decir -eso- de los poetas mi cara seguramente tomó forma de maestro ciruela o más bien de banana Aguante la flor de la zanahoria ella Aguante el jacarandá

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yo Aguante mi albahaca ella Aguanten esas flores rosas en la 9 de julio yo Aguanten mis morrones, aguante mi huerta loco estás acá ¿qué jacarandá? ¿qué 9 de julio? ¿qué cerezo?, estás acá aguante la flor de la zanahoria, mirala mirame mirala mirate, ¡mirá! y reía, como bruja reía

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Yorcitos Qué suerte la mía! Estar sentado frente a vos frente a esos yorcitos deportivos Empiezo mirándote a los ojos, como para ver si da... Sonreís y pestañeás despacio Entonces arranco por tus tobillos diminutos y subo despacio por tus piernas adolescentes hasta meterme de lleno con los ojos extasiados dentro de esos yorcitos donde podría quedarme a vivir Estoy seguro que no tenés ropa interior nada asoma desde adentro Y todo asoma desde acá, desde este pantalón ajustado que no podés dejar de mirar Me mirás y me mirás así, estirando la s, asssssí y te miro y te miro y trato de decirte: de este tren nos bajamos juntos. De este tren… nos bajamos juntos? Vos seguís sonriendo, y haciéndote el tonto te rascás un poquito lo que desde acá es sólo una sombra

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Para Elisa La archiconocida Para Elisa de Beethoven era en realidad para Teresa Hubo un lío un amigo de Ludwig transcribió la pieza y ocurrió la catástrofe de los nombres Aquel gran ramo de flores cambió de destinatario Y quizá sea por aquella vuelta del destino que ahora es una composición bastarda universal, pero horriblemente universal como el feliz cumpleaños nadie puede ser fan del feliz cumpleaños nadie puede ser fan de esa falsa elisa de esa melodía partida que se repite cuando nos tienen esperando en el teléfono Teresa ¿Qué dirá Teresa allá en lo alto? ¿Qué hubiese pasado si aquel piropo gigante llegaba a quien debía llegar? Otra hubiese sido la historia otros los ringtones

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Crisis creativa Dos semanas sin hacer lo que más me gusta Dos semanas sin un buen texto sin ese refugio tibio de la hoja esa alianza entre la mano y el corazón Y lo digo así como lo digo pero quiero gritar Es que me da una bronca esta crisis creativa... Ahora las madrugadas no tienen voces es el maldito silencio solo y yo, por supuesto, tambien solo Y la lluvia cae y la lluvia cae y la lluvia cae y la lluvia cae y la lluvia y la lluvia y la lluvia cae y ni siquiera porque no llueve ¡No llueve! ¡Me da una bronca esta crisis creativa! Me digo: es cuestión de engañarse creerse el cuento creerse el verso

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Por ejemplo creer que a este poema le falta un acápite aferrarme a algo como eso Repetir la idea del acápite ausente algunas imágenes bellas cierta anécdota e improvisar un final después de unos cuantos versos que lleven amablemente a él decir algo sobre una sensación de saltar tratando de alcanzar ese acápite tratando de alcanzar algo inalcanzable Ustedes saben esos jueguitos de los poetas esos finales, esa falsa soberbia, esa falsa humildad ¡Ay...! ¡es que me da una bronca esta crisis creativa!

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Mi revolución también es el amor El subte estaba hasta las bolas y digo así -hasta las bolas- porque el tufo a cuerpo humano cansado, a boxer pegajoso hacía pensar el vagón como un sauna sucio Eso sí, con un toque de lima-limón (esa pastilla de inodoro que manda macri en los subtes) En aquella danza de podredumbre en aquella danza inmóvil, de cuerpos sudados y apretados estaba yo. Sin celebrar, sin conmoverme De hecho estaba bastante molesto Había buscado laburo y deptos en alquiler todo el día. Me sumergí en los engranajes del sistema en los engranajes chirriantes y oxidados del sistema Eso me puso tan furioso que me transformé en el enemigo Miraba a todos con asco especialmente a mí mismo y el viaje en subte recién empezaba... Cerré los ojos Me dije: No no no No a contagiar esto No a la caca que deben ser mis gestos infelices en este instante (ya bastante mal olor había) Volví a cerrar los ojos / me sacudí el corazón / pude conmoverme Quise gritar de todo a los cuatro vientos / no lo hice porque mi timidez / que sí, que ya sé que no sirve para nada / no me dejó No le dije a la señora pecosa

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que sus pecas en cada milímetro de su cuerpo... que Oh! Sus pecas en cada milímetro de su cuerpo! Hermosa! No le dije al pelado que llevaba engominados los pocos pelos que caían en su nuca: Pelado hermoso! Te banco! Tu pelo me hace flashar estalactitas heladas Por supuesto que no le dije: Uy papu! ni al chongo musculoso repleto de tatuajes ni al twink oficinista de traje, corbata y anteojos A la chica triste que miraba el suelo no le dije que tenía el mejor peinado de todo el subte y de lo que iba de mi semana todo recogido, envuelto en si mismo en espirales infinitos Al niño que no paraba de ser niño no le dije: Gracias, gracias por ser niño! A quien logró sacarme el mal humor no le dije que fue él no le dije que todo fue por verlo leyendo interactuando con el libro, sonriéndole asintiendo cómplice con la cabeza No le dije al señor que hacía ruido sin parar con una birome y la rejilla del aire acondicionado: No parés, loco! Seguí con esa estridencia hasta que alguno decida estallar cuando no pueda ya más consigo mismo y diga así, reventado, lo suyo No le dije a la señora inquieta la señora de las mil bolsas pesadas que se quede tranquila, que en Plaza Miserere bajarían varios No dije nada a nadie No grite en el aire: Qué hermosos que son todos ustedes!

Moría por hacerlo, pero no Hay que decirlo: no soy de los valientes de los que gritan y proclaman Yo soy del miedo y de la herida de la introversión y las cosas pequeñas

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No comparto con ellos, como decía Oliverio, la superstición de las mayúsculas Pero algo sí, algo comparto con los valientes, con los libres: mi revolución también es el amor Sólo espero que esta timidez haya transmitido algo quiero decir, espero que mis gestos hayan transmitido algo Y parece que sí, porque un señor el de más cara de culo de todo el subte cuando me bajé, me saludó sonriendo

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Ceci Berro nació en Santa Fe el 5 de diciembre de 1972. Es vendedora inmobiliaria. Asiste al taller de poesía de Osvaldo Bossi.

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Mientras barre Mientras barre escribe una poesía hace las camas y dibuja en el aire una estrofa sobre el desgarro del pene de su marido infiel la mucamita de la casa sueña que un editor lee su mente y la llama para publicar su libro cerebral cierra los ojos mientras plancha versos amorfos después abre puertas encera pisos salen haikus de amor por los poros se evaporan las palabras mientras limpia los espejos entonces sabe pobrecita que no sucederá que seguirá sin ser reconocida ni por su marido ni por la literatura ni por el mundo todo ya no tendrá sus cinco minutos de fama ni mucho menos su orgasmo pero qué bien qué bien

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queda el apresto en las camisas

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Si tuviste el pan Si tuviste el pan el vino la carne el hambre busca otro alimento el grito es otro un vibrante chasquido de dedos resuena y sigue por todos los canales busca el rĂ­o la madriguera es ahora el amor una necesidad

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Pinto una uña Pinto una uña me fijo en el agua de la pava miro el reloj pinto otra uña los chicos duermen pinto la 3° uña pinto la cutícula y el padrastro

lo corrijo con el dedo se expande la pintura ducha pendiente pinto la 4° uña con la mano derecha frágil pulso va el pincel sobre la 5°uña el rosa pálido me recuerda a mi abuela me sonrío una mano entera pintada soplo el agua hierve la pava bufa una uña y otra uña me levanto de la silla mis manos rozan la mesa se corre toda la pintura quitaesmalte despinto No he podido conservar el factor del orden del producto de las cosas

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mi rutina es la rutina alterada el reloj de arena en el punto exacto de darlo vuelta y el pequeĂąo milĂŠsimo granito cayendo y el agua hirviendo del mate de la ducha el agua cayendo de la lluvia el hielo de la heladera la canilla de la pileta toda inundada el esmalte despintado y hoy es viernes encima 13 turno urgente con la manicura

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Uñas con mis uñas recién pintadas de rosa furioso me dispuse a desarmar el lavarropas piezas sueltas por todas partes muchas si logro volver a unir aunque sea dos que encajen y si además el lavarropas lava la ropa será la revolución del milenio las uñas al poder después le tocará el turno al aire acondicionado y así no solo cambiaré un foquito de luz técnica en armar y desarmar sin saber cómo porqué ni cuando guiada solo por el proceso intuitivo de ruptura y la idea fija de que nada me va a ganar nada menos la ausencia

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He vivido con refranes equivocados He pedido peras al olmo Confundí gato por liebre Tuve pájaros volando Para mí los gatos eran pardos de día Tuve mala cara en buenos tiempos Mis cuchillos eran filosos sin herreros Morí por la boca Morí por el cuerpo Morí por todos lados y no soy pez

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Toco el aire Toco el aire no te toco toco el aire no te toco y así hasta que algún día te materialices

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Nunca llego a tiempo En el pasado te amarĂŠ en el futuro te amo y en el presente te amĂŠ

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Somos dos Somos dos mi sombra y yo las dos ni siquiera nos hacemos compaùía ella por las noches en la oscuridad me abandona

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Laura Bleger nacida en Capital Federal en 1957. Psicóloga clínica. En 2015 publicó su primer libro de poesía “La flor que era”. En www.laurableger.wix.com/palabra-plena ha reunido parte de sus poemas escritos desde el año 2004 a la actualidad.

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Noche de verano en las noches de verano las ramas de los árboles cuelgan sobre los balcones y se mecen un aroma me lleva de narices al barcito de la esquina donde la gente toma café en pocillos o cerveza bien fría las mujeres se sientan de frente se miran a los ojos y murmuran amores imposibles los hombres se acodan en las mesas mirando a la vereda para ver pasar las chicas los perros se cruzan se olfatean empiezan un romance o se miden en la lucha inútilmente bajo aquel farol unos chicos burbujean carcajadas que después se evaporan en esta brisa fresca

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un domingo ella me llevó como me llevaba a la escuela o a la plaza a cruzar la calle y a caminar la vereda de enfrente hasta la puerta de la iglesia había un recipiente como una bañera de pájaro con agua que parecía mineral pero ella dijo que era bendita y entonces me di cuenta que sus cristales sólo reflejaban la luz en tonos pasteles con sus dedos húmedos hizo una señal de cuatro puntos cardinales y cuando la repetí el lento parpadeo de sus ojos me hizo sentir que estaba en buen camino pasamos por el portón de madera como de fortín o de palacio y se abrió ante mí un escenario oscuro iluminado sólo por rayos de colores que se cruzaban en el centro allí adentro todos levitaban en el silencio o en un murmullo contenido entre las manos y miraban hacia arriba un arriba más alto que el cielo de la plaza

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tu camioneta es fuerte como un camello viejo y sabio que avanza firme en lo duro de la roca aunque a veces naufrague en la arena de la playa y nosotros tengamos que sacarnos los zapatos hundirnos en la trampa y rescatarla del fondo de la huella después como si nos diera las gracias nos lleva con un paso sereno hasta donde está su manada y nos regala un desierto inesperado detrás de aquella duna

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El olor de esta lluvia golpea en mi ventana los rayos ciegan con su fulgor eléctrico y el viento trae el sonar de unos temblores como en aquella noche solita tiritando de espaldas a la puerta que daba justo al patio la noche que mi padre se acercó como nunca a los pies de mi cama y me habló de los rayos venidos desde el cielo y de los pararrayos arriba del techo de la casa me habló de estar a salvo aún cuando su voz tronara todavía como la lluvia que golpeaba y golpea en mi ventana

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Hace mucho tiempo me compraste unos zapatos guillermina de charol demasiado charol y chispeante como añicos de un caleidoscopio y aunque me quedara quietita en el rincón de la sombra del patio siempre algún rayo de sol aunque fuera pequeño me hacía sentir como un faro en la noche cerrada

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Cecilia Carballo nació el 25 de febrero de 1979 en el barrio de Ituzaingó. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UBA. Es docente de periodismo, medios audiovisuales, cultura y didáctica. Además es amante de la literatura, la música y el cine. En el 2012 obtuvo una mención en el Concurso Provincial de Poesía “Ginés García”.

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En mi corazón brotan raíces se expanden por el cuerpo lo paralizan y no puedo dormirme Es difícil no poder hacer algo para que se disuelvan solo esperar que un río me atraviese.

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Como una campesina en una cueva a la espera de que la lluvia cese, escuchando la bandada de pĂĄjaros que emigran hacia otros rumbos, espero el momento oportuno para salir que la pĂşrpura niebla me envuelva correr por el bosque sentir la brisa.

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Me invitan a comer el pasto a beber el rocío de las plantas a internarme en los océanos, a que el sol queme mi cara y ser un camaleón sacar esa lengua voraz y comer insectos no puedo negarme cambiar de color es ameno nadie sabe quien soy.

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Tal vez era mejor ser un iceberg mostrar solo una parte, no dejar que ningún viento me arrase en plena armonía con las aguas y las aves, pero hoy prefiero ser el Titanic un gigante que se quebró y demostró ser vulnerable sumergida en el océano permito que ingresen dentro de mi algas, peces y tiburones.

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Maximiliano Cosentino naci贸 en 1984 en Capital Federal. Es licenciado en Psicolog铆a por la Universidad de Buenos Aires. Trabaja como docente e investigador en la Universidad de Buenos Aires. Concurri贸 a los talleres de escritura de Osvaldo Bossi, Juan Sklar y Mariano Dorr.

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Tatuaje Y vos que pensabas que ya no querías nada para toda la vida te hiciste un tatuaje creías ser fuerte no necesitar compañía y ahora vas a llevar en tu cuerpo la huella del animal que te perseguirá mañana.

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Voy con mi padrino por la rambla… a ZAE Voy con mi padrino por la rambla el viento nos incrusta sal en el pelo llevamos abierta una botella de vino envuelta en una bolsa de nylon negra nos turnamos para darle un trago nos desviamos del camino la noche nos inquieta y damos pasos más largos nos sentamos frente al mar hombro con hombro en un banco de cemento gris como las casas que dan a la costa el horizonte se ve negro y el mar se anuncia en los espasmos de las olas mientras las gaviotas flotan y nos rodean la cabeza recordamos lujos y detalles sobre partidos de fútbol también sobre las mujeres que primero nos hicieron polvo y después piedra mi padrino me pasa la botella y mientras doy un trago me dice que antes de amar hay que saber quién es uno porque nunca vuelve lo que se da.

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No te preocupes… al gordo No te preocupes es sólo un poema nada serio nada eterno sólo un momento una sensación que viene cada vez que llega el atardecer y los rayos solares se vuelven naranjas y oblicuos mi hermano una vez me dijo que en fotografía se llama la hora mágica a ese instante porque la luz es perfecta y todas las fotos salen bien con colores definidos ninguna se quema por el sol del mediodía algo parecido me pasa cuando cae el sol me arde el impulso de hacer eterna la oscuridad que se aproxima como si tuviese una polaroid construida con palabras que bajo el imperio del mediodía quema todos los papeles.

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Advertencia Las hojas se mueven verdes amarillas al compás del viento suave la chica de calzas rojas corre se deshace en agua los chicos en el colectivo entonan la melodía de la mañana se filtran los rayos de luz en el asfalto quebrado retroceden asustados los animales de la noche con sus tambores de neón y su velocidad de anfetaminas ríos de helado derretido brotan desde el cucurucho y recorren mi mano los contemplo en su fluir azucarado esto no es un sueño -ésta es mi mano éste es mi cuerpopero cuidado con esa voz extraña que late en los relámpagos que cautiva en los truenos insiste con llamarme al centro de la tormenta.

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Guido D´elía cursa desde el 2007 taller de poesía con Osvaldo Bossi. Participa del ciclo de lectura El Rayo Verde y de sus antologías. Además es estudiante de Lengua y Literatura en el Instituto Joaquín V. Gonzalez. Nació en Mayo de 1987.

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Humilde Solo tengo un diminuto poseer una sĂ­laba antigua. Solo tengo una corazonada que muerde sin lastimar la realidad precisa. Solo tengo un himno que siempre puede consternar a pasajeros mentirosos. Solo tengo una impresiĂłn.

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Fútbol con amigos La seducción por el viento es memorable cuando termino de practicar fútbol con amigos. Siento que las piernas son un paréntesis que tiene en sus orillas acumuladas un refugio. Si pudiese ver entre la pelota y la aurora el arco sería tan potente mi golpe que no habría red que traspasar. Podría llamar al equipo: "cualquier nombre es probable" o "siempre por otro" o "qué es pensar en el rasgo" o "sí, quiero". Es insólito jugar ante el rival del momento pero es tan loco estarse presente en un desafío como prestar atención al recuerdo.

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Jardinero Sos la pasión que de tu boca sale enamorada una semilla marginal. En tu alma la osadía es justicia que no escucha nada por si algún grillo muerde y perdona tu maravilla de persona. Siempre sin miedo fuiste logrando árboles para plantar con una pala de jardinero que destilaba poemas.

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En la oscuridad En la oscuridad me parezco mucho a ti sin rouge y con pelo corto. En la oscuridad soy vosotros con sandalias y cuerpo de mujer. En la oscuridad soy ellos sin tiempo y con orejas de animal. En la oscuridad soy día, nube, hombro, árbol, terraza, cuarto. En la oscuridad soy todo lo dicho que no dije.

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Mario Javier De Luca nació en la ciudad de Buenos Aires en 1959. Es médico abocado a la salud pública, músico (autor y compositor, cantante y guitarrista) y escribe desde la primaria. Integró en su adolescencia el grupo de poesía alternativa Opción, que logró editar un número antes del 76. Concurrió entre 1990 y 1992 al Taller de Narrativa de Beatriz Isoldi. Algunos de sus poemas han sido publicados en blogs y revistas de poesía online. Actualmente forma parte de los Talleres de Osvaldo Bossi. Puede leerse una selección de poemas en su blog: http://labocaentreabierta.blogspot.com.ar/

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El picaflor del jardín de Santa Clara del Mar Veo un picaflor. Todas las mañanas sobre las rosas. Ahora sé que es el mismo porque siempre llega puntual y repite el orden de las flores que pica. Cuando todavía está lejos reconozco el zumbido inconfundible bien cerca de mi oreja derecha. Y el mismo destello tornasolado se desprende de sus alas. Su reflejo en un vidrio de la galería me encandila y me hace cerrar los párpados con fuerza. En ese instante justo detrás de mi frente en el espacio natural de la imaginación se aparece de a poco como el revelado de una foto sobre el papel que mi viejo me mostraba en el cuarto oscuro y parecía magia. De tan cerca impresiona. Un ave pequeña de apariencia gigantesca verde azul y una franja amarilla ojos negros de cabeza de tachuela con el batir infinito y perfecto las alas grises se convierten en aletas de un pez volador flotando imprevisible primero aquí, después allá el pico extenso de pala mecánica ejecuta vibraciones intermitentes el rayo verde/pág. 72


así se presenta y le habla a las flores en un código telegráfico propio así cada tanto succiona el néctar para su deleite para seguir volando y fecundar infinidad de flores así me deja con la boca abierta. Cuando abro los ojos desaparece. Cada día a la misma hora veo las rosas de pétalos caídos los tallos que se inclinan sin la energía del vuelo. Será así la manera de extrañarlo hasta su regreso al otro día.

Festividad

I A la cabeza un perro suelto en nombre de tantos anuncia con su cola triste la llegada de una mezcla de procesión y comparsa Una chica se aproxima con una caja de artesanías sin vender los hombres del pueblo llevan gorritas de visera las manos en los bolsillos y un aire de aburrimiento que levanta el polvo y el rayo verde/pág. 73


una vez entretenido se dispersa con la liviandad vespertina del viento En una ráfaga de ametralladora los fuegos de artificio saltan por los aires encima de la parroquia junto al algarrobo centenario Les explotan tan cerca a las estrellas que dejan de pestañear por un instante cuando el silencio habla en el lugar de las voces calladas por el asombro en esa brevedad de la noche recién llegada el cielo se ilumina y sucede una inesperada resurrección del día suspendido en las alturas por debajo todo se oscurece desaparece de la vista la faz de la tierra

II La luminosidad se desvanece y con rapidez despreocupada confluyen hacia el centro de la plaza los chicos saltando los turistas extranjeros boquiabiertos todos ellos con un gesto de las manos una inclinación de la cabeza o un aplauso diminuto saludan a las ancianas sabias que murmuran su canto mirando el piso mientras los lugareños las envuelven en una ronda Después de la última campanada me acerco con el apuro de

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quien está de paso y no quiere perder nada en el momento más calmo ellas se elevan emprenden un vuelo sin rumbo y se pierden en una nebulosa que se confunde con el multicolor de las montañas

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Facundo D’Onofrio nació en Buenos Aires el 6 de septiembre de 1990. Publicó La mujer que vino de Lorraine y Los relatos de Fermín, (Buenos Aires, Dunken, 2012) y Cada pliegue del cielo (Buenos Aires, El ojo del mármol, 2015). Dirige el ciclo de entrevistas Bestiario. Actualiza el blog facundiainfecunda.blogspot.com.ar Asiste al taller de poesía de Osvaldo Bossi y al taller de Verónica Yattah. Es abogado. Estudia psicología y filosofía.

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Advertencia Ya no esperes que un verso te impacte como si esperaras la colisión de un asteroide en el centro exacto del planeta no habrá palabras que colmen tu expectativa ni encontraré artificios que te distraigan como una flor silenciosa y sabia esperaré desde un jardín secreto entre los pastizales y el lento y sigiloso movimiento de una enredadera pretenderé conocerte del modo en que las plantas conocen haciéndome tierra y agua e ignorando a las palabras en comunión con un viento que te vuele hasta mí y arrastre el sinfín de causas y efectos que querrás explicar y entender inútilmente mientras que yo disfrazado de flor observe tu verdadero rostro que prescinde de la ocultación del disimulo del pudor de los gestos y olvide que existen verbos y adjetivos y otros inventos para decir o creer que decimos algo importante y no es más que el delirante oficio del engaño al que nos condenan la lengua los dientes y los labios que mienten porque no pueden otra cosa en cambio si pudiera convertirme en el jazmín o en la rosa y conocerte como las plantas conocen silenciosas y sabias comprendiendo el sentido de una gota de lluvia que recorre sus pétalos como una lágrima yo entendería la razón de las lágrimas que caen de los ojos cuando nadie lo nota y no necesitaría preguntar ni suponer lo que duele tanto o acaso las flores no saben que cuando el cielo llueve tiene sus razones y es que el llanto de un animal que muere lo acongoja y lo conmueve como el canto de las sirenas al navegante de mares de otro tiempo yo deseo que el viento errante te traiga hasta mí en la libertad de este jardín secreto desde el que imagino ser una flor que aguarda la intimidad de tu sorpresa al oír un nuevo verso que al fin te impacte no como una novedad una aparición una oda una moda ni nada que pueda cualquier lenguaje sino como un quiebre absoluto del destino el desafío de volver a inventar la rueda y esperar juntos el comienzo de otro mundo cuando un asteroide colisione en el centro exacto del planeta.

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Al retrato de una niña Dos trenzas perfectas caían sobre sus hombros castañas, cobrizas, anudadas –pienso– antes de los bombardeos. Una vagabunda blanca como esos campos en invierno, aguardando el hechizo que la convirtiera en princesa. Nunca tuvo un castillo ni el lecho imperturbable de un reino. El embrujo en cambio le trajo un barco para cruzar el océano, una casa erguida desde las piedras y el amor arreglado que fue amor porque sí. Su cuerpo le dio a un hombre que trabajaba en la fábrica y en la cama con el mismo tesón. Yo la conocí con la piel ya arrugada con sus manos arrojaba un puñado de sal a la tierra porque así pararía de llover. Aba, abu, abue, aprendí a hablar y aprendí a leer y pronto creí que podía decirlo todo. Amé, odié e hice de las palabras mis mejores amigas pero ante cada traición volvía a esa casa, a ese patio, donde no había que decir nada, donde un puñado de sal bastaba para que saliera el sol. La de ese cuadro soy yo, me decía cuando era verano y de noche y me quedaba a dormir. No te aflijas por pavadas ni te alegres si te endulzan los oídos, hay cosas más importantes. Cuando creo que las palabras declaran guerras y que hay versos que se aferran a la memoria, o me pierdo pensando historias para que alguien me quiera sólo me sirve volver a esas noches de verano y mirar las trenzas de esa niña que con un puñado de sal en la mano venció a la tormenta.

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Morirse niño León ladra las naranjas huelen a naranjas y yo creo que no hubiera sido tan trágico morirme niño.

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Al amor que vuelve ¡Azúcar! ¡rufián! ¡abejorro!

Dejame tranquilo.

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La mosca Con la velocidad de quien creció en el arte de la baraja el viejo Vicente atrapa una mosca escandalosa bajo el cristal caliente de una copa. El verano arrecia y yo pienso en la suerte de esa mosca que hurgando un plato dulce creyó que el gigante dormía y al querer huir despavorida dio contra el vidrio de la copa. Una y otra vez rebotó la negra y tonta mosca no sé si me oyó cuando le dije: te acompaño, amiga mía yo también ando encerrado tras el vidrio invisible de una copa.

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10 Prometí no involucrarme en el sufrimiento de una estrella. Tampoco en la fiebre que empaña el aire cuando nace la lluvia. Ni en el rayo que lacera la carne estrepitosa del desastre. Lo prometí en el patio vulnerado y seco del día después junto a un limón empobrecido que observaba burlón el sinsentido de las cosas.

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13 En el domingo también está el fervor. Acaso no hay un frenesí en el tic tac que avanza invariable cuando lo demás reposa. Y en la pava que silba porque el timbre no suena está todo el amor también. En el domingo la espera como la cruz del calendario tacha cualquier otra rutina y en mí hay un plan que no sucede porque quema como el sol en la playa en que no estamos.

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34 El reencuentro fue casual. Ardía el cemento de las calles por todos lados el cemento y sin embargo nos miramos como dos niños jugando buceamos hacia lo profundo de un océano ahí donde la luz no llega o es apenas el rumor traído por los peces desde la superficie.

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∞ Quiero para mí cada pliegue del cielo el infierno de sus nubes chocando contra mí y la tormenta azulada negra tormenta como un incendio de agua ardientes gotas de fuego empapándome cada pliegue del cuerpo hasta consumir mi carne mis huesos las cenizas y no dejar nada desplegado en el suelo.

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Marlos Drumond nació en Río de Janeiro, Brasil en 1981. Es Psicólogo y poeta. Empezó a escribir en el año de 2000. Desde 2006 escribe en su blog www.blogdomarlos.blogspot.com. En el año de 2010 vino a vivir en la ciudad de

Buenos Aires, donde se presentó diversos en ciclos de lectura. En 2013 participó de una antología en Río de Janeiro llamada “Ser Poeta” y en 2014 tuvo sus primeros poemas publicados en lengua castellana en la antología del Rayo Verde. Hoy trabaja en su nuevo libro que se va a llamar “Pájaro de fuego”.

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Gladiadoras Maestras en el arte del disfraz esas mujeres pasan desapercibidas por la multitud Tienen cuerpos de gacela con pasos de tigre siempre decidido, voraz No tienen peinado salen por las calles porteñas con su cabello sujetado así nomás solamente para no perturbar la visión del campo de batalla Sus ojos filosos pueden a veces blandir como espadas cortando las telarañas del engaño sin piedad Saben que en la arena no hay lugar para palabras de caramelo lirismos fútiles En la ciudad salvaje cada segundo es crucial Al final el tiempo, como ellas jamás retrocede.

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Serenata Así es mi canción No me puedo expresar de otra forma No puedo decir otra cosa sino que te quiero No tengo nada más que mi voz En esta noche sin luna solo las estrellas me acompañan y juntas forman mi humilde orquesta Me imagino en qué estarás pensando En quién y cuánto ¡Oh mujer de alma esquiva! Pero lo escalofriante no es que me digas cursi o ridículo Mi mayor miedo es que no abras tu ventana.

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Instrumento Soy instrumento de los vientos que circulan dentro mío Mi deseo es una pluma escribiendo en el aire versos imposibles No importa mi triste figura mi función es noble pura y simple carece de aplausos Ya sé que envuelve dolor pero no es una tragedia, es vida En verdad, mi única alegría es transformar el acero en poesía.

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Tuareg A veces cuando la tarde está especialmente soleada y estoy cruzando la ciudad me imagino arriba de un caballo un corcel negro que a su vez cruza otro desierto uno con montañas de arena dorada delineadas por el azul implacable del cielo mi caballo incansable vuela por las dunas En este viaje casi no llevo peso las ropas negras son livianas un poco de agua el sable en la cintura y en el corazón el peso de los recuerdos Este desierto puede ser muy duro con los suyos pero mi caballo entiende mejor que yo que hay que seguir con este viaje Vamos Marlos, me dice las estrellas nos esperan y el horizonte no está tan lejos.

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Romina Dziovenas naciรณ en Buenos Aires, en septiembre de 1981. Es poeta y trabaja como psicoanalista. Ha realizado publicaciones en diversas revistas de psicoanรกlisis y de literatura. Le gusta coleccionar miniaturas.

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Desde el jardín Cría cuervos que te sacarán los ojos decías, madre, desde el jardín esa partecita de la casa que se abría al cielo entre los nubarrones que asomaban en el brillo de tu mirada allí plantabas los gérmenes del amor y con la misma mano embebida en la tierra húmeda dabas a tus pichones flores y carroña y ahí bebimos todos de la luz que resplandecía a través de tu grueso pico madre, no imaginabas que de los quiebres de la tierra brotarían los amaneceres y la plaga del insomnio el fruto maduro y la dicha de su caída la fiebre secando las semillas de la juventud pero quién podría criar mejor a los pequeños cuervos de la familia cerquita del calor de tus muertos donde las sombras ocupan siempre un lugar como la malasangre en tus ojos que se vuelca dentro nuestro y es

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mi dulce y secreto infierno.

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En la costa las olas cubrían nuestros pies bajo el sol que doraba la superficie honda del mar el viento era un rumor que de tanto en tanto arrancaba las sombrillas de la profundidad de la arena mi padre le enseñaba a pescar a mi hermano cómo lanzar el señuelo, sostener la caña y contemplar apacible el agua hasta que el hambre entrampara al pez y en un gesto final se prendiera del cordel mi hermano preparaba el tiro girando la cuerda transparente y el aire se volvía caricia en nuestros rostros cuando el anzuelo atravesó la pierna de mi padre y la sangre cayó sobre ellos como una sombra hasta el anochecer yo era pequeña pero no tanto para no advertir que la muerte era un animal durmiendo en nosotros bajo la quietud de la carne y del amor.

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Las mareas hablan el lenguaje del inicio y del final a María Caratozzolo, mi abuela

llueve y el mar extiende sus brazos para llevarse los gestos antes de que sean enterrados bajo la arena la orilla resplandece es blanca y serena sostengo tus manos libres de manías y labores mientras los años las vuelven transparentes naciste un día de invierno cuentan que tu padre te bañó en el mar para modelar bajo el agua las astillas de los primeros sonidos hasta convertirlas en susurros en el barco que partió de tu tierra natal un ala dorada rozó tu pecho la madera crujía debajo de tus pies y caminabas descalza por el inicio de una vida posible el viento sopla y todo

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permanece en su lugar llueve y tu mirada busca un espacio entre las gotas para esconderse del cielo.

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¿Te acordás? Te acordás, papá de la bici llena de corazones y figuritas plateadas que era grande grande como la plaza donde una tarde le sacaste las rueditas apoyaste tus manos en el asiento y me empujaste papá, me empujaste gritando desde atrás estás andando estás andando estoy andando repetí apretando fuerte las manos sobre el manubrio estás andando me digo a veces y me doy vuelta para buscarte.

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Mariel Fariña nació en Buenos Aires, en 1968. Se recibió en IUNA en 2000 como profesora de Pintura. Es docente y librera. Realizó taller de literatura infantil con Iris Rivera yde ilustración con Istvan y con Mónica Weiss. Ilustró en "Poeplas"(antología de poesía argentina para chicos que realizó Valeria Cervero) a Roberta Iannamico y a Maria Cristina Ramos. Colaboró con sus trabajos en Malón Malón, el blog de Tom Maver y Patricio Foglia. Actualmente anda por el taller de Osvaldo Bossi.

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Recreo la maestra es dulce con sus pecas su flequillo y su corte carré Mamá nunca se equivoca El mundo tiene un layer, varios layers Yo no sé en que capa vivo seguro que estoy más cerca del magma porque el cielo abierto me da alergia asma y me parece que no va a haber otro cielo como éste Ni otro volcán Por ejemplo ahora que es de dia y celeste me enamoro de tu boca que es una canasta donde el lobo echó sus hechizos verdes perfumados Tu boca, maxilar abajo, me sostiene como una hamaca Yo apoyo mi culo ahi Me cuelgan las piernas de tus dientes blancos La carne se deforma en el contacto con los bordes Parecen afilados pero tienen una redondez que los hace suaves como una frazada de terciopelo Cae mi cuello hacia atrás y mi mano izquierda se apoya en tu lengua gruesa y húmeda caliente y porosa (áspera) El mundo, una continua guerra

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La maestra es dulce Mi mamá no, pero quiere Mi mamá siempre está nerviosa cuando estamos solas Siempre está apurada No entiendo para qué A veces tiene los ojos desencajados y entonces vamos a sentarnos a la iglesia que es fría y me da miedo Esos ángeles miran amenazando y nos prohíben las palabras Me muero de ganas pero al final no, no me atrevo a jugar. Mejor no porque desconozco la regla y el delantal con pollerita y moño se arruga Mejor no porque a ver si me equivoco y se me bajan las medias azules No entiendo las letras No descifro la respiración (el respiro) entre las letras Mamá se asoma cada tris tras justo cuando dejé de pensar en ella Es cuando me doy cuenta que la dejé sola que me necesita que tiene miedo Yo le envuelvo el miedo en el pañuelito de tela ese que me dio para los mocos Lo tengo justo acá, en el bolsillo del delantal blancas las tablas y el bolsillo Guardo mis mocos en el pañuelito rosa para que mamá lo lave a mano y lo planche Todavia debo guardar ese pañuelito en algun bolsillo

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Lo voy a planchar para mi hijo, bien almidonado porque es un hombrecito Ahora soy yo la que se asoma Hasta que de golpe decido abandonarlo todo

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III Suena la campana Nunca vi tanta gente en un patio Esto es el recreo Un lugar de fe doble, un doblez en la fe , Como en misa, canto las canciones para adentro no porque no me las sepa, sino porque me da vergüenza desafinar mi voz debajo del agua Yo no sé adivinar los finales, todo me sorprende siempre Éste colegio tiene muchas puntillas y mucha luz Éste colegio está penetrado de luz ventanales puertas balcón vidrios repartidos árboles pájaros escalinatas de piedra Áspera la piedra gris, abierta la rodilla exhala sangre entre sus labios Un primer beso en la herida sentada en la escalera y aquel martes en que nos respiramos

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IV Registro por primera vez una mano una mano diferente Un pulgar ahueca la tierra con cuatro nudos Nudos en el lugar de cada dedo Desnudos los cuatro, hechos como si los dedos se hubiesen desinflado dedos de guante anudado y ella ella, la dueña de esa mano (porque busco como en un laberinto a la dueña, recorro la distancia que me lleva de la mano al rostro) ella se ríe

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Silvina Fernández nació en Río Negro, en junio de 1985. Conforma el colectivo de poetas La hiedra crece, con el cual coordina la página Web, el ciclo de poesía Fanática de los boliches y el fanzine semestral Hiedrazine. Participó de la Antología Poética El Rayo Verde 2014 (Viajero Insomne Editora) y del homenaje poético a Ricky Espinoza “Nunca seré Poesía” (Ed. Milena Caserola, 2015). Asiste a los talleres de poesía de Osvaldo Bossi desde 2014.

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Y las bandas eternas A Santi Entro al cuarto y estas vos sentado en el borde de la cama ya vestido la inscripción de tu remera dice: “Todos fuimos. Todos somos. Todos podemos ser” La primera vez que salimos me contaste cuando fuiste a ver al Flaco y yo te escuché con todo mi cuerpo Ahora una sensación parecida me atrapa Me acerco a vos te abrazo fuerte por la espalda cruzo mis manos en tu pecho y descanso el peso de mis hombros sobre los tuyos giras la cabeza y me das un beso mientras me agarras fuerte las manos Algo nos une desde antes de conocernos como si perteneciéramos a una comunidad imaginaria como si en el camino hubiésemos perdido a un amigo en común

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Moción de orden Me miraste fijamente y tanto como pudiste Yo hice gestos de distintos colores porque quería que esa noche estuvieras al lado mío Casi no nos reconocimos al despertar tampoco supimos de qué habíamos hablado, pero entre los dos fuimos reconstruyendo todo Me acosté, ahora con ropa y vos te sentaste en el espacio que dejaban mis piernas abiertas Tenía resaca pero aún así escuchaba tu tono de voz y pude hundirme en tus modos Hice memoria cuando te fuiste pero no encontré nada, nunca estuve con un chico así Yo, yo que milité en el trotskismo y siempre fui una desclasada en el amor.

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1. Miro fijamente la pantalla del celular como si el sostener la mirada tuviera el mismo efecto de la noche en la que te conocí ¿tanto te cuesta responder un mensaje? no, el tono sacado con vos no funciona en este momento esta premisa ya es una afirmación tus modos calmos se contraponen a mi tono agudo y alto te cuesta empuñar el sentimiento diariamente y cada tanto mentís igual te creo el marxismo ya me saco muchas cosas y no es fácil andar por la vida sin creer en nada

2. Eran las cuatro de la mañana cuando recibí un mensaje que decía: “tengo la nariz en el plato y es por vos” Nunca deja de sorprenderme tu capacidad de asociar amor y autodestrucción

3. Admiro a los fanáticos del running siempre están dejando cosas atrás Para mí el pasado es como la alarma del ascensor que suena cuando alguien deja la puerta abierta Solo a veces soy optimista: leo poemas viejos para sentir que puedo resucitar cosas

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Celina Feuerstein nació en Buenos Aires el 13 de septiembre de 1959. Es psicoanalista. Asiste al taller de poesía de Osvaldo Bossi.

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olvidar olvidar que yo que mí y que las letras armen rompecabezas y hablen digan el olor los tonos la sombra de una figura sobre la calle mojada y el frío como agujas en los dedos pero que calle yo que desaparezca mí para habitar en el papel rodar las letras en la hoja blanca tallar la piedra y todo el aire en los pulmones cantar a lo Pavarotti o sole o sole mío desgastar veredas y las formas y las hormas de los zapatos que se digan sin mí sin yo que se cuenten desde los bordes

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de la arena del barro de un dĂ­a y del amor del amor sin vos

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una mujer nazi una mujer nazi lo eligió de una fila como quien saca una bolsa un paquete pero no quizá sus ojos oscuros su pelo ondulado y negro exótico decía que era entre esos rubios insulsos esos polacos de mierda a un campo de mujeres lo llevó el único varón eros o así lo imaginé sus relatos clavados en mi niñez y ahora un chico judío trece años como pasqualino siete bellezas salvado de la cámara de gas en la historia de mi padre mi película ella la nazi lo quería y él semental y algo de cariño porque lo salvó me dijo sementales judíos

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no hubo a ellos indignos sin cuerpo restos desprendidos de historia judĂ­os como mi padre se los cogieron

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Despadre Fue ella quien dijo. La poeta cubana supo la palabra. Carilda soy tu letra arrancada rodando precipicios y la música que suena entre mi garganta triste y mis dedos Carilda me llora la memoria y cada hueco en mis manos y hasta la silla a la que se le quedó puesta mi espalda llora aserrín desgrana cae polvo dorado no te vayas no desgranes no despadres Carilda cómo digo el amor que se atraganta la muerte en verso no me dejes es grito y me quedo sin voz sin vos sin vos ¿De qué color es el miedo? Se apagan tus ojos negros padre caigo me pierdo sin tu mirada.

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Desamoramos Desamoramos entre orillas ajenas. Desde este borde busco tu caparazón sonidos las letras ruedan desentonan. ¿Dónde habitan las palabras? El cuerpo gira flota despalabrado cae. Escapan las voces entre tu orilla y la mía. No hay ruta desvío hacia el otro lado de mí que eras vos.

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como un sol que encandila anida en mis ojos dorado y dulce y agrio chorrea por las comisuras de mi boca se esparce y gotea como una canilla rota insiste tiene gusto a naranja ya no importa si sos vos o soy yo ya no duele mi amor solo gotea gotea

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el celular en mi mano está garuando llorar toda la lluvia del mundo después del trueno un golpe y tu voz en el silencio ¿ es tu voz ese brotar de agua que no cesa? ¿es tu voz que precipita que graniza? ¿adónde va toda la lluvia del mundo?

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cuando llegaba me sentaba frente a vos siempre en la misma silla cerrabas los ojos preguntabas por mis cosas por los chicos te pedía que me mires me inquietaba no encontrarme en tus ojos me enojaba abrilos por qué no los abrís mamá me gusta así me decías ¿qué novedad? y te contaba te contaba y escuchabas querías saber asentías y me ofrecías comer una y otra vez como si no supieras que te iba a decir no que nunca almuerzo que gracias estabas siempre estabas en tu lugar frente a la mesa de la cocina y yo me digo ahora qué importaban tus ojos cerrados

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qué importaba que no pudieras llorar sola en tus recuerdos sola conmigo qué importaba qué importa ahora no haber sabido si ahora sé mamá que te tenía

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Patricio Foglia nació en Buenos Aires, en 1985. Publicó Temperley (2011; En el aura del sauce, Ed. Subpoesía); Lugano 1 y 2 (2014, Viajero Insomne) y La Escafandra (2015, Mágicas Naranjas). Compiló y prologó la antología de poesía y ciencia ficción Los Fuegos de Orc. Coordina, junto con Tom Maver, el sitio www.malonmalon.com.ar.

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si pudiese comer sin culpa le diría adiós para siempre a los cereales adiós muesli adiós granola adiós cantidad de fruta horrible que forman mi desayuno cotidiano una manzana no reemplaza una cucharada de dulce de leche y un kiwi no es lo mismo que el viento moviendo los árboles como una caricia busco la salvación como cualquier creyente como una jubilada con su cartón de lotería y me escondo cada vez que engullo mi increíble medio kilo de helado después escondo el pote y la cuchara como un gato su vergüenza entre las piedras levanto la vista y busco en el cielo una dieta perfecta pero tengo hambre tengo hambre vuelvo a la heladera sería capaz de comerme un tren en movimiento los pasajeros y las vías férreas la vía láctea

los astros los planetas pero tengo que controlarme suspendo las gaseosas el pan y el azúcar yo contra los carbohidratos yo contra la hipnosis de la luz de la heladera esta es mi guerra secreta mi absurda batalla de todos los días.

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estoy en la fila del super esperando para saludar a la cajera esperando para sonreírle esperando que me pida mi tarjeta de descuentos y el sonido del scanner mientras los productos pasan y de fondo suena pop coreano o Aspen o la Mega o lo que sea y esta mañana leí en el diario que las ventas aumentaron un 25% con respecto a igual período del año anterior y cuando vuelvo a casa lo que más me gusta es ir acomodando todo el arroz en su frasco de vidrio los fideos en su frasco de fideos la yerba con la yerba y cada cosa a su vez muy prolijamente en la alacena y es tan raro porque los productos hicieron un largo viaje del campo a los camiones de las fábricas a las góndolas hasta llegar a las alacenas y así las personas van transportando productos de un punto a otro del planeta y la vida es como un camionero que escucha la radio mientras maneja o la vida es como un repositor que se duerme sobre un paquete de fideos o la vida es como un scanner por donde pasan cosas y pasan cosas por el scanner de nuestras manos pasan cosas por el scanner de nuestra cabeza de nuestro corazón y en cada persona y con cada producto se movilizan la alegría y la tristeza

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o la absoluta indiferencia y Ăşltimamente mi vida es un supercamercado chino mientras de fondo se escucha pop coreano

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¿a quién le importa dormir? ¿quién dijo que dormir era saludable? duermen en su urna las cenizas de mamá después de haber atravesado la vida de principio a fin como un fuego ardiente duermen y esperan alcanzar el aire de la Costanera el Río de la Plata las manos delicadas que por última vez sostendrán su cuerpo pero yo todavía no puedo hacerme cargo de esta despedida como una avenida enorme por cruzar sin poder tomarme de su mano y claro que no duermo pero a veces cierro los ojos y me dejo crepitar y soy feliz mirando en mi piel cómo cambian los colores del fuego

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¿a quién no le gustaría tener el recuerdo de su infancia con un sauce a la orilla del río con sus largas hojas grises tocando la corriente y el viento leve como una textura y el tiempo que pasa suave móvil inmóvil ligero? pero yo no nací en Entre Ríos y lo más parecido al Paraná fue para mí la Autopista Dellepiane con el andar continuo de los autos los neumáticos y su roce con el asfalto la marcha de los motores como un rumor me encantaba quedarme mirando la Autopista de la mano de mamá tanto como dormir la siesta o mirar cómo se deshacía una cáscara de naranja en la hornalla en el fuego pero en la ciudad todo es velocidad y las cosas no duran para siempre el Comité Radical en dónde mamá militaba hoy es un centro de jubilados pero qué hermosos los sauces del Paraná qué hermosa mi mamá cuando me peinaba qué hermosa cuando me dijo no te preocupes si te cargan por tus rulos tu pelo es la copa de un árbol frondoso y tu palabra mamá es para mí un árbol frondoso mi sauce increíble a orillas del río

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Carlos Fonseca naci贸 el 2 de Agosto de 1985 en San Vicente, provincia de Buenos Aires y se cri贸 en el pueblo vecino de Alejandro Korn. Es profesor de Historia y Ciencias Sociales en colegios de Capital y Gran Buenos Aires. Actualmente vive en el barrio porte帽o de Parque Chas y concurre al taller de Osvaldo Bossi.

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Llueve La lluvia cae como pequeños latiguitos furtiva, casual sorpresiva como golpe detrás de la oreja se va así nomás sin decir nada bostezo cortado. Quien pudiera tener así lluvias primaverales al caer el sol en otoño.

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Hojitas Dos hojitas juegan en el balc贸n se revuelcan, entrecruzan se dispersan y se unen acompasadas festejando en secreto la suerte que no tenemos.

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Páramo arbolado Te veo así hermosa como ese pequeño bosque inundado que las aguas cuidan. Te imagino así más deslumbrante en la cercanía con pájaros de colores, peces diminutos que frotan sus escamas en los troncos lisos y arbustos que esconden flores luminosas. Páramo arbolado al que los espíritus sencillos solo llegamos en sueños.

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Ayer entró en mi casa no sé por donde un espectro, un holograma luminoso, algo apagado flotaba con la torpeza de los vilanos al viento recorrió las paredes entró en los cajones de los cubiertos hasta salir por el pico de la canilla. Acercándose reptando entre las sábanas se posó en mis labios para irse

prometiendo entre murmullos llevarle mis besos a los amores lejanos.

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Gustavo Gottfried nació en Buenos Aires en 1969. Es Licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires y se desempeña como terapeuta. Lleva adelante, junto a su compañera Hilda Fernández, la editorial mágicas naranjas, dedicada a la poesía y la infancia. Publicó Un rastrojero bajo el sol (Huesos de Jibia, 2007). Algunos de sus textos fueron incluidos en el número 24 de la revista “Ritmo, Imaginación y Crítica” de la Universidad Autónoma de México. Los poemas a continuación pertenecen a su próximo libro, La austeridad es la divisa de mi familia.

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¿Quién está comiendo mandarinas? preguntaba la maestra en algún momento de la clase. Y pocas veces la descubría porque mi madre era veloz para esconder la evidencia pero no tanto para aceptar que el olor suntuoso de la fruta siempre iba a delatarla.

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Los sueños de Mary …y entonces, les dijo José: ¿No son de Dios las interpretaciones? Génesis 40:8 Mary era la modista de todos los vecinos de Villa del Parque. Les arreglaba la ropa y, a veces le encargaban un vestido largo para un quince o un casamiento. A mi madre, que era tan joven le atraía la moda: se veía bellísima en esos modelos que salían en las revistas. Por eso decidió ofrecerse como aprendiz en su taller. Trabajaron juntas varios años. Mary fue una amiga y una segunda madre. Después, la joven aprendiz terminaría la escuela normal se recibiría de maestra de corte y confección daría clases en la escuela secundaria.

Pero lo más raro es que la modista también interpretaba los sueños de los vecinos de Villa del Parque. A Don Víctor, que se vio en medio de una tormenta le dijo que pronto iba a necesitar más que nunca, de su familia. A la esposa del capitán

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que soñaba cada noche como la envolvía una brillante culebra, le dijo que el deseo se vuelve mortífero cuando lo ignoramos. Y así a cada uno le revelaba su propio secreto. ¿Pero quién iba a descifrar los sueños de la propia Mary? Nunca nadie supo en Villa del Parque que después de cerrar el taller y con el mismo oficio de quien cose y descose una prenda hecha de distintas piezas a los sueños de Mary los interpretaba mi madre.

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Mi madre me hacía la ropa siguiendo la última moda de París y usaba para eso las mejores sargas los mejores tweeds y cheviots además de hilos, cierres y botones de calidad. Así, para salir al mundo me envolvía en todo su amor. Pero yo, que en ese momento entendía poco de moda me sentía ridículo. Ninguno de mis compañeros se vestía de esa manera extraña y un poco femenina. Por eso fui juntando bronca y después de un tiempo me animé a decírselo. Se me quedó mirando con aquellos ojos negros tan abiertos. Aturdida por el rumor del mundo fue y me compró algo en un negocio cualquiera; una remera, un jean un par de zapatillas. Hasta el día de hoy me lo reprocho pero también me pregunto cada vez más parecido a ella ¿tiene sentido enojarse con este hijo mío?

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Querido Topo Gigio: me acompañaste de día y de noche en la salud y la enfermedad en la tristeza y la alegría. Con tus grandes orejas tus finos bigotes tus ojos soñadores. tu pullover a rayas tus zapatos rojos tu pantalón tus tiradores. Y aquella manera tan dulce de hablar y tu andar etéreo porque casi flotabas. Pero tuvimos que sufrir el dolor de separarnos esa tarde en que te dejé en un tacho de basura que estaba en la cocina por escuchar a los demás. Fue sólo la primera vez en que pagué un precio excesivo por el respeto de mi padre y de los otros burladores

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que no entendían tu presencia ni el amor que todavía siento. Adonde quiera que esté tu alma de muñeco quisiera llegar con estas palabras: Yo ya me perdoné. Ojalá vos también me perdones.

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Emilio Hernán Herrera nació en el barrio de Belgrano en el año 1978. Estudiante de Letras. En el año 2006 publica, para Ediciones Baobab, su primer libro, Ocho lunas de una noche de Carlos Oquendo, donde presenta una selección de sus heterónimos, homenaje al poeta Fernando Pessoa. Participó en la Antología de El Rayo Verde 2013 y 2014, su última publicación fue para la VII Antología de Ediciones Ruinas Circulares 2015 como finalista. Y Actualmente está por publicar por Ediciones El Ojo de Mármol, su segundo libro: Un cuarto azul.

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Botella al mar una botella donde se guardan todos los secretos el mar se llevará los silencios las sombras lo que no se dice miraré el horizonte la espuma ahora cada partícula de sal es parte de mi cuerpo lejos, el sonido me recuerda que ya no caminaremos juntos abrazados a la orilla.

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El hábito de la lluvia en la ventana los rastros de la lluvia el viento y el sol secarán su marca sólo una huella de su paso quedará como una sombra en el lugar donde habito veo cómo pasa el tiempo las hojas secas del invierno que la primavera desechará sigue la tormenta que acurruca mi cuerpo sobre las frazadas cada gota simula dejar todo atrás también el ruido de los autos que pasan por el asfalto húmedo aquí en este cuarto no hay segundos ni minutos sólo un espacio vacío un anotador una almohada el lento sonido de la lluvia.

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La constelación de Magritte la distancia entre los opuestos el humo de una chimenea parece romper el vidrio de una pequeña locomotora sin destino tic tac el reloj en la pared se dibuja en el cuadro que invento las líneas de unos candelabros sin velas en el ángulo recto del marco muestran la persistencia del tiempo la locomotora viene del pasado dejando en cada estación un recuerdo como una mochila pesada que apenas se puede sostener

quiere cambiar el tiempo y el espacio viajar al futuro por otra vía cansada de ser la misma máquina.

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La mujer en el espejo cuando te mirás en el espejo el mundo que nos rodea se quiebra porque sólo la divinidad es conmovida con tu cuerpo angelical visto por dentro las luces del salón se apagan calientes fría es el agua de la canilla que gotea y que limpia el triste pasado de destellos no muy acertados aquí estás de nuevo de frente el espejo piensa y dice mucho de tu boca y de tu vieja fatiga ¡avivá tu cuerpo que regresa! a sentir el amor entre tus piernas y el aire bendito de la fortaleza.

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Cynthia Langier (Buenos Aires, Argentina, 1971). Buceadora de pelopincho, astronauta y feminista. Mamá de Juan, Matheo, Pedro y Simón Enamorada de Laura y la poesía. Poeta y psicoanalista. Sobrevivida en mis propias manos.

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1 Estamos alrededor de la mesa algunos más de los que somos. Yo digo lo que tengo para decir. Palabras atoradas por siglos. Las digo tan fuerte que me despierta mi propia voz. Y para no perder el hilo vuelvo en puntitas. Mi viejo está de pie con la camisa azul cuadriculada que hoy descansa en mi placard. No puedo verle la cara ni oírlo. Se me escurre en la noche.

2 Estoy frente a la ventana de siempre como cada mañana madrugada, hay mirlos y niebla la gata en mi cabeza sanando el espanto y yo no puedo escribir ni medio poema.

3 anoche las uñas de mi viejo nacían como rosas sin espinas desde el fondo de la tierra y en un pétalo el colibrí

4 Ella dijo que iba a buscar en mi escote la palabra inicial con la que yo escribiría el próximo poema. Y eso hizo. Besó mi escote con ganas y me puso la palabra en la boca. Después decime cuál es, dijo y se fue a preparar las tostadas de un lunes feriado. Las tostadas de lunes feriado tienen sabor a hijos en piyama pateando la pelota o mirando dibujitos en la tele. El mate está en la cama porque los feriados suceden en la cama. En la cama se come se duerme se hace siesta se escribe se ovilla la gata los chicos dejan sus huellas y olor a pata. Ahora ella

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vino con otra bandeja con tostadas puestas como casitas -como cuando de chica hacía casitas con las cartas tratando inútilmente que no cayeran. Las pone así para que el vapor no las humedezca porque sabe que a mi me gusta que las tostadas crujan. Trajo mermelada con pedacitos de naranja y frutilla, y volvió a la cocina a preparar café. Huele rico desde la pieza. Toda la casa huele a café y al perfume de su pelo que va y viene llevando y trayendo una alegría que yo dejé olvidada en la mesa de mis abuelos. Llega el café humeante. Ahora lo llama a Pedro y le sirve algo rico que preparó en el horno. Ella nos mima a todos. A mis hijos y a mí. Sube la persiana. Esta es la luz del día que más me gusta. Se mezcla el naranja con el ocre de los edificios que se pintan en la ventana. Se filtra la brisa y el jazmín del país. Ella besa a la gata. Le da queso untable con el dedo. Las dos queremos chupar su dedo pero lo hace la gata y yo escribo. La gata se relame. Entran los chicos. La gata sale corriendo; yo no puedo. En cambio, cierro los ojos y vuelvo al beso en mi escote, cada vez.

5 Suena el silencio de la noche, el aullido de un perro, el canto de un mirlo Ella duerme tan desnuda que me hace llorar. Le cuento los lunares de la espalda. Ella es un cielo con estrellas. Hoy dijo que la esquina de nuestra casa es de viento. La brisa le queda tan linda en la cara. Como si la bañara y la peinara. Como si la plateara. Hace horas que tiene jaqueca. Le acaricio los ojos. Se los beso tan suave como puedo y le presto mi almohada. Entonces sonríe un poco y dice que ese gesto es como querer casamiento (lo dejo pasar: nosotras dijimos muchas veces que no queremos ningún casamiento). Prestarle la almohada es otra cosa: ella y mis hijos me la regalaron para el primer cumpleaños mío que festejamos los seis y después fue la almohada que me acunó la cabeza enferma. Cierro los ojos. Siento su respiración como un arrullo y su amor en mi boca es como la miel.

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Natalia Leiderman Nació el 31 de octubre de 1990 en Buenos Aires. Es fotógrafa y estudia Letras en la UBA. Desde principios de 2014 asiste a talleres de poesía coordinados por Osvaldo Bossi. Algunos de sus poemas forman parte de la Antología de El Rayo Verde 2014, publicada por Viajero Insomne Editora.

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mariposas en el estómago a Osvaldo Bossi

día 1 la emergencia de mariposas ha sido espontánea cientos de gusanos con alas eligen mi estómago como sede de una fiesta extraordinaria.

día 2 nunca hubiera imaginado que sus gemidos fueran tan potentes las monstruitas hacen el amor mil veces por día y resuenan como ambulancias en medio de la noche.

día 3 son tantas que si uno pudiera mirarme adentro vería solamente una masa de estridentes colores.

día 4 no se confundan con el encanto de los colores: las mariposas conquistaron

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el gran รณrgano del hambre y esto es nada mรกs el punto de partida.

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el tiempo en tu casa es un brillo una pulsiĂłn alegre un organismo que respira en el aire y en el agua cocinĂĄs mientras leo en tu cama y mezclo tus libros y los mĂ­os no se trata esta vez de forzar una gran maquinaria ruidosa y pesada somos una mano llena de peces de colores a veces nos abrimos y dejamos que caigan de a poco.

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a veces 1 a veces intuyo que cada encuentro es un acuerdo que hacemos para morirnos mejor y más pronto.

2 a veces cada acción que realizo la imagino sobre tu cuerpo: pelo la fruta lavo la ropa paso la lengua sobre los restos de azúcar.

3 a veces me acuerdo de tu boca en los lugares más inoportunos: un museo, una iglesia una clase el profesor habla, imagino tu lengua entre los muslos y toda teoría me parece una pérdida de tiempo.

4 a veces estoy segura de que hay un mundo en el que vos y yo cogemos todo el día y toda la noche los siete días de la semana.

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5 a veces pienso que no somos humanos que tiene que haber otra cosa justificando esta abundancia.

6 a veces te odio: no sĂŠ cĂłmo hacer para atrapar la luz.

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sin demasiado fuego de artificio nos amamos, sí pero lo decimos pocas veces sin hacer ostentación del brillo levantamos la cabeza para respirar mientras nadamos voraces pero instruidos la masa dulce leva de a poco tomo el té, escribo haikus hago florcitas de papel no hay la urgencia de las grandes ciudades hay un constante acariciar el lomo de un animal perfumado si hay hambre, que espere soy todos los días santa y lenta una trapecista que busca con cuidado el momento preciso para dar el salto.

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equilibristas somos equilibristas buscamos la mayor cantidad de placer la menor cantidad de dolor dijiste y ahĂ­ estamos caminando en lo alto por un hilo radiante aunque el amor no es cosa mesurada y vamos a estallar como bichitos al sol todo estĂĄ bien todo estĂĄ bien entre nosotros.

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me repliego como una niña, quiero que me lleven al cine, a la plaza que me pregunten por qué no como quiero ahora que tengo el cuerpo inmóvil, quiero ahora que no tengo nadie que me haga el amor quiero el amor de los padres espantosamente fiel y grande entre mis manos pequeñas.

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Juan Cristóbal Miranda nació en la Ciudad de Buenos Aires el 12 de octubre de 1976. Es Diseñador de Imagen y Sonido egresado de la Universidad de Buenos Aires y trabaja como redactor creativo y guionista. Desde hace varios años asiste al taller de poesía a cargo de Osvaldo Bossi. Algunos de sus poemas han sido publicados en distintos blogs de poesía. En el año 2014 fue seleccionado y publicado por la revista La Balandra dentro de su sección Nuevos Poetas. En el año 2015, fue publicado en “Voces de Argentina”, número 24 de la revista “Ritmo, Imaginación y Crítica” de la Universidad Autónoma de México dedicado a la literatura argentina. Algunos de sus poemas pueden leerse en su blog www.vozconvulsa.blogspot.com

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I Mientras escribo, las plantas copulan en la ventana. El silencio matinal acompaña el hipnótico movimiento. Hojas, flores y espinas se entremezclan milimétricamente en una orgía natural. No hay deseo más ardiente que el que proviene de abajo de la tierra. Abro la ventana para respirar. Una ráfaga de olor a sexo penetra mis sentidos y mi cabeza se llena de gemidos inaudibles. La naturaleza es un latido desparejo. Inflo mis pulmones y vuelve la imagen de aquel día. Un camino oscuro internándose en la maleza, la amargura de la sed bajo la lengua y mis manos aferrándose a ese capullo, un manantial secreto rebosante de sabia cristalina.

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II Esa noche, los dos comimos del mismo cuerpo. Los restos de piel que cayeron sobre la alfombra nunca se secaron. Todavía los veo brillando en la oscuridad del comedor, multiplicando los tonos metálicos de la ciudad. Hoy me desperté y volví a sentir el cuerpo como un bisturí. Las noches pasan, las ciudades se apagan, pero el hambre nunca se va.

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III Si esa gota cayera en el medio de tu pecho, yo estaría ahí para recibirla. Firme, como un viejo pescador solitario, extendería mis redes e intentaría capturar el instante para siempre. Pero el tiempo es como el agua, un pequeño pez demasiado escurridizo como para poder llevarlo conmigo. Entonces sólo puedo dejarlo seguir, mirar su paso sigiloso por el mundo, dejar que caiga sobre otros cuerpos, mientras yo vuelvo a amarrar mi bote contra el muelle.

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IV Puse las fotos debajo de la almohada, pero las imágenes aparecieron borrosas. Lo que había sido un perro ahora sólo era una mancha y los paisajes apenas lienzos descoloridos. Traté de levantarme de la cama, pero se había transformado en un pantano. Miles y miles de palabras acumulándose por años en un inútil sedimento. Hago el último esfuerzo y quemo las fotos con la ilusión de una ceremonia. Siento el calor de esa pequeña fogata ardiendo en el rincón más remoto de mi corazón. La delgada columna de humo negro escapando por la ventana y una voz desconocida que me nombra como un mantra: Es hora de que limpies tu nombre, Cristóbal. Ya no hay lugar donde quedarse. Entonces bajo de la cama y me pongo a barrer las cenizas.

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Sol Narvaez nació el 20 de junio de 1985 en la Ciudad de Buenos Aires; pero vivió siempre en el oeste de la Provincia de Buenos Aires; actualmente en Castelar, partido de Morón. Es música, poeta, y docente. Como música, participa como flautista en diversos proyectos musicales, y ejerce como profesora de flauta traversa en orquestas infantojuveniles y escuelas. Y como poeta, una feliz búsqueda la llevó a conocer el taller de Osvaldo Bossi, donde participa, entre idas y venidas, desde fines de 2013.

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unos días en el río uruguay él sumerge los pies en el río me cuenta que el fondo es de arena de a ratos ensarta lombrices en los anzuelos a mí se me da por mirar la escena sentada en la orilla leo escribo saco una foto escucho hablar de mareas, variedades de bagre y formas de encarnar y de verdad me interesa aprendo

el hombre de la mesa más próxima escucha música de piano solo (¿liszt?) cuando llegamos hace un rato, escuchaba cumbia el cambio fue una grata sorpresa no solo por liszt, sino por la variedad en un paisaje tan quieto el olor a río es tan fuerte y la luz de la tarde tan cambiante y vos tan mi amor manos llenas de arena y silencio

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el sol cae sonido del lance del pescador la tanza cruza el aire -imaginar la plomada que entra al agua y busca ciegamente el fondo y después otra vez el río alguna torcaza voces a lo lejos

tengo un río frente a mi sonido del agua ramitas que se quiebran adivino pasos detrás mío enmudecidos por la arena

mística una niña se acerca a la orilla del río crecido y mira el agua turbia tantos minutos en total silencio

en el parque nacional el palmar, la guía habló de la superpoblación de torcazas después estuve sola, viendo como todo el tiempo miles de ellas cruzan alocadas el cielo sonido de miles de alas, miles de alas

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miles pero miles de alas!

me gusta estar donde hay mucha vida como estas piletas llenas de familias y niños y jóvenes que aún vacacionan con sus padres y parejas como nosotros, y gente vieja que quiere sentirse bien y conversa a media voz en las piletas de agua tibia todos lucen como recién llegados a una fiesta como los cuerpos morenos de los niños, que brillan y gritan esos cuerpos de renacuajos felices cuando bajan a toda velocidad por los toboganes de agua y sus espaldas pequeñas y morenas de rio brillan y brillan húmedas bajo el sol, como también brillaban, ahora que lo pienso los ojos de los zorritos ayer en el campo entre los palmares

a él le gusta entrar al agua le gustan las cosas del agua, los muelles las especies de peces, y le gusta pescarlos, traerlos a la orilla con paciencia con la satisfacción de haber acertado la carnada y después cocinarlos en una parrilla y degustarlos despacio le gustan las lagunas y los ríos y podría quedarse muchas horas así en la orilla, ocupado en la pesca sin libro siquiera a mí en cambio me gusta mirar el agua atender al cuchicheo de insectos mientras me rodeo de libros, amuletos el mate y esmaltes de uñas

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y espero inspiración después de vaciarme de pensamientos pero soy propensa al frío y a las sombras a cierta hora quiero volver a casa, ver a mi gata regar mi patio y vivir la noche en esa cueva tibia y naranja que es nuestra casa pero a él no le importa el frío cuando pesca absorto en la corriente y en el movimiento del agua en torno al señuelo así convivimos, vos y tus peces que no quieren picar yo y mis poemas que no quieren picar (el poema también es un pez luchador que no muerde fácil, como el dorado o el pejerrey, según vos me enseñaste)

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Vacaciones el mar retrocedió y dejó una franja larga de pileta donde los chicos se tienden panza arriba y juegan hay poca gente en la playa vos leés algo, yo me pregunto por qué los adultos sentimos más frío que los chicos en el mar

sur despierto la felicidad depende de si habrá o no tábanos esta mañana asomo la cabeza afuera de la carpa: no hay

mi hermana menor me escribe desde bolivia donde vacaciona con su novio sus palabras son frías desde el monitor se muestra autosuficiente omnipotente como madre que no soy -a pesar de eso me escucho decir: me alcanza con saber que estás bien

el té frío reposa cerca de la persiana una pila de libros sobre la cama revuelta las cinco de la tarde

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escribo para traer hasta mĂ­ el olor del mar y olvidarme del sol filtrĂĄndose invencible no puedo dormir la siesta no voy a perderme este suave lento discurrir de la tarde que avanza como un durazno maduro rodando por el suelo

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después del taller de poesía A lxs del taller

1 cuando subo a la combi que cada jueves me devuelve a casa busco un asiento junto a la ventanilla abro bien la cortina me ajusto el cinturón y soy una superhéroe terminando su jornada en breve remonto la autopista soy un rayo perforando la noche soy un rayo verde perforando nubes –se aproxima una tormenta soy una mujer rayo: la ciudad es toda mía y en una casa pequeña perdida entre tantas casas pequeñas él me espera con la cena tibia

2 después de pasar la zona de puentes la autopista se pierde en el mar peces linterna a los costados alumbran el paso del cardumen veloz en el que viajo

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paso por la cancha de rugby matreros veo a todos esos muchachos separados en varios grupos de veinticinco o treinta gritan escupen corren taclean y yo los miro, detrás del alambrado y me pregunto cuántos testículos se zarandean en este predio ahora, bajo la luz de la luna gélida del otoño eh, cuántos? y si toda esa energía de verdad sirviera para algo? como, no se supongamos dar electricidad a toda la ciudad?

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junto al banco francés hay una entrada de garaje que es como una gruta ahí se hizo un remolinito de hojas y mugre lo miré mientras me preguntaba qué hacer con mi vida si el dosmilquince esto o lo otro y que tal duelo sigue sin elaborarse esas cosas el remolino, humilde, seguía en lo suyo yo seguí en lo mío miré el cielo viento de tormenta

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Verónica Pérez Arango nació el 10 de mayo de 1976 en Buenos Aires. Publicó la plaqueta la desdentada (Casa de la Poesía de Buenos Aires, 2002), Camping (Bahía Blanca, Vox, 2010) y Un dibujo del mundo (Buenos Aires, El Ojo del Mármol, 2014; Ediciones Liliputienses, España, 2015). Participó de las antologías Lo que la perdiz opina de los finales felices (Ediciones Liliputienses, España, 2015), El Rayo Verde (Viajero Insomne, 2014), Exit 75 (edición a cargo de Germán Weissi, Alejandro Parrilla y Laura Mazzini, 2014), Razones para vivir en la dicha (2013) y Quedar en lo cantado. Poesía argentina y dominicana (El fin de la noche, 2009). Trabaja como docente en escuelas secundarias y coordinando talleres de lectura y escritura. Asiste al taller de poesía de Osvaldo Bossi.

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Mi nombre es Alan Estauce y nací para viajar más rápido que el sonido. Cuando era chico solía jugar en el patio trasero de la casa. Tenía herramientas de distintas formas y materiales. En invierno escondía liebres muertas debajo de la nieve. Muchas veces creí que la luz que salía del hielo al derretirse era El Señor con un mensaje, me susurraba al oído mientras el agua helada de las plantas iba cayendo en gotas sobre el piso de hierba. Desde entonces creo que voy a fundirme con el aire. El viento va a descomponerme en moléculas. Mis brazos, mis piernas, la barba y el corazón, las costillas y el hígado, mi estómago y el pene, disueltos entre el olor de las estaciones: el invierno de chocolate; la vejez monocroma del otoño; el sexo en primavera; el derroche del ocio en verano. Nadie podrá ver al hombre si desaparezco. Ahora mismo corre por el patio de atrás una pequeña liebre dorada.

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La mañana del sábado el diario local triplicó su tirada. La noticia despertó muy temprano a los habitantes de Nuevo México, que no volvieron a acostarse tan grandes e insomnes tuvieron los ojos durante el día. Ayer viernes, nuestro vecino Alan Eustace de 57 años de edad, saltó desde un globo a 41.419 kilómetros de altura y alcanzó una velocidad máxima de 1.323 km/h. Unos 90 segundos después de iniciar el descenso superó la barrera del sonido. Pudimos oír un pequeño estampido sónico. Nuestro hombre continuó descendiendo hasta desplegar su paracaídas. Como un pájaro que no puede dejar su nido aterrizó cerca del punto de despegue en el aeropuerto de Roswell Nuevo México. En total, el viaje de regreso desde la estratósfera sólo duró un cuarto de hora. El traje espacial que se puso era hermoso y brillaba. Cuando llegó a la Tierra otra vez, dijo “Soy feliz. Pude sentir la oscuridad del espacio y las capas de la atmósfera, que no había visto nunca.”

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Estoy adentro de un gigantesco globo de helio flotando a unos pocos metros de las flores silvestres que nacen en la zona. Dentro de unos minutos veré la negrura sin fin aunque sea de día. ¿Cómo se llama esa parte del cielo donde no llegan los colores?

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Hay afuera una capa muy fina de hielo que cae. Miro por la ventana a los animales agrupados bajo la calidez falsa de los abetos. Tiemblan por más que yo no lo note. Estar cerca de otro no siempre da tranquilidad, y eso todos lo saben. Mañana es el día en que iré sin más compañía, al lago por primera vez: ya aprendí de memoria el camino que forman los árboles y sus cortezas talladas con corazones. No podré perderme. Tengo un mapa de todas las cosas que me contaron. Cuando sea grande quiero que alguien encierre mi nombre en un corazón de madera.

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Salíamos con Tom y Billy de la escuela al atardecer en las afueras de Nuevo México corríamos livianos para el lado del río. El muelle de madera con verdín y ruido de peces apagándose. Nos sentábamos en el borde de las tablas crujían nuestros cigarrillos prendidos como luciérnagas entre los dedos. La noche llegaba con sus manos gigantescas.

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Mi amor saldrá mañana en un viaje de apenas unos minutos. Un cuarto de hora alcanza para cambiar para siempre. Mínimas variaciones aceleran la apertura de las flores del jardín. Ahora mismo estoy cantando estoy lavando el auto estoy sosteniendo la mano de mi hijo. Los pétalos exhalan todo su color.

Mi amor saldrá mañana en viaje. En casa vamos a quedarnos quietos con el jardín detrás mientras en la pieza las noticias de la tele entran en ebullición. Quiero despedirme con un abrazo hundir la nariz en el traje de astronauta. Las montañas plateadas

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que forman las mangas de la tela espacial espero que escondan las pequeĂąas lagunas de mis ojos.

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Tu pija es un suave planeta desconocido adentro de mi boca un helado de fruta derritiéndose bajo la lengua solar.

Un cohete despegando adentro mío. Tu pija ígnea en 3, 2, 1, 0.

Mi boca es un callejón sin salida oscuro y peligroso. Quiero desarmarte y hacer un incendio feroz en mi garganta.

Apenas se sentirá el rocío de la mañana la humedad insuficiente en las hojas de las estaciones cuando yo aterrice sobre tu cuerpo y lo recorra por completo como un visitante crepuscular que deja huellas

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invisibles cuando aterrice sobre tu cuerpo y vaya apoyándome yo con sigilo en secreto casi fantasma cuando aterrice digo así rogando que hagas silencio shhhhhhhhhhhhhhh tu cuerpo va a provocar un temblor sutil en el ambiente entonces quizás deje algo una partecita de mí en vos

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Silvana Proto naci贸 el 28 de marzo de 1976 en la ciudad de Buenos Aires. Public贸 el libro de poemas Hambre de estrellas (Huesos de Jibia).

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En el gran cielo de la poesía En el gran cielo de la poesía / mejor dicho / su travesía que incluye rimas, sonetos, idas y vueltas / laberintos entre oficios y hobbys ejerzo éste que es mío y tuyo y de todos Cada luz de semáforo, es una estrella titilando La sombra / camina te persigue / sombra de mercurio

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El sodero solitario Suelto los sifones y bidones ando con el cami贸n camilla piso por piso, casa por casa El cami贸n camilla es una f谩brica viajante

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No habrá lámparas No hubo, ni habrá lámparas ni faroles en vísperas de alumbrar en plena noche de luna llena será otra constelación fácil será la noche noche opaca oscura Iluminada de estrellas

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Luciana Reif nació en la localidad de Lanús en 1990. Es Socióloga recibida de la Universidad de Buenos Aires. Participó de la antología El Rayo Verde (Viajero Insomne, 2014). Poemas suyos fueron traducidos al italiano por el Centro Cultural Tina Modotti. Coordina junto con Valeria de Vito la revista de arte y literatura Carnaval toda la vida. Actualmente trabaja para la publicación de su primer libro de poemas Entrada en Calor a editarse por el sello celina El Ojo del Mármol.

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Ese mediodía la abuela almorzó en casa, desde que está en el geriátrico cada tanto viene de visita. Yo llegué un poco más tarde y me senté junto a ella, su impecable vestido, sus ojos enormes que miran al cielo, y su boca torcida por los antidepresivos. Apenas me vio me agarró la mano, la besó con fuerza y se la llevó a su pecho. Papá seguro le contó que me separé, al rato hablé con mi viejo y me dijo que sí, un alivio porque yo no hubiera podido largar esa noticia frente a los ojos de mi abuela que absorben y refractan todas mis emociones. Ella me siguió mirando y me dijo sos preciosa un sin número de veces, mi mano aferrada a la suya, contra su pecho, como un ancla sintiendo el latido de su corazón, el tic tac de esa maquinaria que estado tan cerca de la muerte, me enseña cómo podemos seguir viviendo.

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Entrada en calor Mientras pedaleo en la bici fija en el gimnasio miro al chico que me gusta, el chico que me gusta corre en la cinta a diez kilómetros por hora, después hace pesas y abdominales y termina con quince minutos de bici. No es un chico atlético, tiene un torso más bien pequeño pero dedicado, me atrae su constancia, su total entrega, muchos de los que vamos al gimnasio a los pocos meses de empezar variamos la rutina, obviamos las cosas que nos aburren y si sobrevivimos terminamos haciendo la mitad de lo que nos dieron. Pero el chico que me gusta hace toda la rutina con devoción, tres series de diez flexiones de brazos, los muslos y el abdomen contraídos sosteniendo un mundo con sus manos. A veces me pongo a pensar si tendrá la misma constancia en su vida diaria, si le hará el amor a su mujer siempre de la misma manera, un beso en el cuello hasta bajar a los pechos y solo recién ahí cuando le toca los pezones empieza a sacarle la ropa, primero la remera y después el corpiño, dejándole la bombacha puesta incluso para la penetración. Me pregunto si conocerá el recorrido de memoria, si a veces tendrá caminos alternativos, disfrutara su mujer o le fastidiara lo previsible del acto. Mi mente divaga en estas cosas hasta que vuelve, los veinte minutos de bici se me pasaron volando y pienso que si el chico que me gusta me preguntara

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le pedirĂ­a que tome un atajo, que ya hice la entrada en calor.

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Cuando mi hija con su cepillo de pelo nuevo le pregunte a su abuela si la puede peinar, cuando tome entre sus manos el pelo de mi mama y lo acaricie con el peine desde el cuero cabelludo hasta las puntas, desenrede lo que es necesario desenredar, se detenga con cuidado en los nudos más enmarañados y despacio los desarme para que vuelvan con el resto del cabello a caer en línea recta; yo me preguntaré si son estas las raíces que nos unirán al suelo materno, el pelo lacio y elástico de todas las mujeres de mi familia. Yo también peinaba a mi abuela, mientras ella tomaba mates en el living de casa, yo me subía a una banqueta para poder alcanzar con el cepillo a jugar con su pelo, hacía y deshacía a mi antojo, trenzas de princesas guerreras, amazonas enormes capaces de dar la vida por los suyos, colas de caballos indomables que cuidan a sus potrillos pero les enseñan también a galopar lejos del potrero que les dio alimento.

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Marianela Riera nació en 1967. Es poeta y actriz. Vivió en Comodoro Rivadavia y actualmente reside en Buenos Aires. Participó en talleres de poesía dictados por María del Carmen Colombo, Irene Gruss y Osvaldo Bossi. En el año 2009 publicó su libro al borde de la noche (Ediciones Botella al Mar) y fue premiado su segundo libro La soga (inédito) por la fundación Editorial Victoria Ocampo, Antología de poemas finalistas del Segundo Concurso de Poesía “Alejandro Roemmers”, 2010.

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como mirar lo que queda y no poder dejar de mirarlo, como querer salirse y no poder dejar de estar adentro, como si te llamara a gritos la maĂąana

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En días como hoy, no puedo con el mundo, no me interesa nada, más allá de mi patio esta mesa y el sol que va acaparando todo, en días como hoy cualquiera me parece lejano y está bien que esté donde esté. En días como hoy , respiro no tan fácil como deseara, pero lo intento, en días soleados como hoy.

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Como si de a pedacitos una pudiera como si de a pedacitos hacerse una pudiera. Como si de a pedacitos hacerse fuerte una pudiera construir el jardín que no se tiene ¿jardín? como si de otra manera una no pudiera nombrarlo, cómo nombrar el barro horadado por el gusano, que asfixia la raíz, que pudre el agua estancada. Cómo nombrar esa tierra que cae y cubre el cajón del muerto. Nombrar, como si una pudiera ver un jardín allí donde todo termina.

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empezar por lo más simple cortar el césped sacar los caracoles de las flores alimentar a las perras hacer la comida abrigar a mi hijo durante la noche, como si pudiera renacer el mundo comenzar todo de nuevo, desplazar el miedo perdonar y olvidar cada quien amanece como puede, camina como puede, empezar por lo más simple regar las plantas por la mañana alimentar a las perras abrigar a mi hijo durante la noche

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Silvina Rocha nació en Tucumán, en 1969. Cantante y compositora en sus inicios, se dedicó luego a la literatura para chicos, en donde tiene publicados doce títulos. Se ha formado en diversos talleres literarios; en narrativa con Alberto Laiseca y José María Brindisi; en literatura infantil, con Iris Rivera; y en poesía, con Susana Poujol, Isaías Garde y actualmente con Osvaldo Bossi.

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Teatro soy trágica me va la intensidad como un filo es tan lindo verla brotar roja caliente y que duela la comedia es todavía eso la chica linda que te seduce y después te deja

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Despedida qué hago? levanto la mano? te beso? si te he visto no me acuerdo? cabe el tango ahora sos para mi carbón y cenizas lo que queda de las brasas después del incendio

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Manuela Rolandelli naci贸 en Villa Ramallo, Provincia. de Buenos de Aires, en 1985.

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Mi gato sabe Ese peine sabe que va a caerse Pero no antes que mi gato Aún cuando él a instantes del golpe seco y de mi sorpresa repase mi mirada. Es un engaño. Inútil es hacer dormir a un gato. Hay un ser que me entiende y lo entiende todo. Rescata el peine Para salvarme y dejarme más confundida que antes.

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Secreto Al oído me decís uno y te digo sí secreto que ha nacido A veces es nudo Espina en mi espalda hay cientos de esos los cargo como se carga una oruga que aún no es mariposa es más invisible aún que este secreto que ronda azulado en mi pelo rojo de espuma Las calles andan más livianas cuando me olvido ese secreto Que descansa en mi puño Y quizás te enojes porque se lo he contado en silencio y en canción por única vez a mi ventana.

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Estados Debajo desapercibida invisible ciega gris de las cuevas sombra sube y baja baja golpe golpe dolorida muda escondida encapotada encriptada amontonada casi ninguna perdida despedida aplastada. Apenas visible leve sigilosa intermitente bichito de luz en cuclillas del viento de las flores de las olas risueĂąa abrazada a la lluvia flora y fauna final del laberinto esperanzada

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vertiginosa bienvenida encontrada.

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Javier Roldán nació en el Oeste del Gran Buenos Aires y pasó su infancia en Merlo Gómez. Trabaja como docente en colegios secundarios del conurbano. Reconoce como maestro y mentor al poeta Osvaldo Bossi. En el mes de septiembre publicó su poemario “La extraña Dama” por la editorial “Alto Pogo”. También este año la revista mexicana “La Colmena” publicó poemas suyos.

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el hijo pródigo quizá porque ahora puedo ser tu padre puedo amarte con este amor femenino y demostrártelo puedo albergarte en mi seno y protegerte de todo lo que duele y desampara y no me dejo engañar porque sé que soy yo por completo que mi entrega es absoluta cuando te abrazo y maternalmente derramo todo mi amor adentro tuyo

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pyahu para Alfred, rohayhuterei el acento guaraní surge en tu voz por momentos surge por ejemplo cuando los ríos ceden y te enojás y tu alma paraguaya asoma dulce plañidera con el llanto de un guyra campana que no huye porque está enselvado y sus alas se enredan con la exuberancia del verde voraz surge por ejemplo cuando sos mi maestro, y aprendiz en la cama te pregunto ¿cómo se dice mano en guaraní? “po” ¿cómo se dice dedo en guaraní? “cua” y mi risa resuena en la habitación con acordes de arpa porque el mundo vuelve a ser virgen después de cuarenta años

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desde tu partida a Valeria, pero sobre todas a Luisa

la historia comenzaba cuando yo salía apurado de la escuela y corriendo hacía las últimas cuadras hasta llegar a tu casa que también era la mía porque mamá se había ido una vez más dejándome con vos que ya me esperabas sentada en el sillón que tenía unos parches oscuros en la punta de cada apoyabrazo ese trono de reina que empezaba a volverse un poco loca y el living pequeño y frío era nuestro templo, abuela y sus paredes de color claro y difuso eran un reflejo tuyo que perdías consistencia adentrándote más y más en el bosque cuyas ramas y raíces nacían en las entrañas de todas las mujeres que en la familia te alumbraban vos abuela que me diste el nombre y los libros y me diste el mate bien amargo y caliente y esta risa fuerte y sonora entre todos estos dones me diste nuestras tardes de telenovelas y ahora que soy un hombre sé que esa ceremonia en la que ambos comulgábamos

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es la parte más valiosa de tu herencia porque todavía imagino algunas noches que soy Gina Falcone y que soy una dama extraña y elegante pero que tiene algo raro en su mirada como una muchacha de pueblo que por ojos tiene fuego como una muchacha de pueblo atormentada por amor porque todavía creo algunas noches que soy una monja de nombre Piedad y me escapo del convento gris que a veces me rodea por esa puerta secreta que me lleva al bosque porque el amor me inflama el pecho mientras busco al amado sin encontrarlo porque su rostro siempre es esquivo y comienzo a desesperar hasta que te encuentro sentada en tu trono de reina loca y sonreís al verme y me das la mano diciéndome como me djiste la última vez que hablamos “andá que te va a ir bien andá que te va a ir bien” y esas palabras son mi oración diaria y mi norte y lleno de recuerdos y resignación me aferro a mi destino y corro por el sendero sinuoso de pinos como corremos todos, abuela hacia “un montón de sueños que soñando están”

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corro de la frente de mi papá un mechón de pelo corro de la frente de mi papá un mechón de pelo y cierta humedad de barro negro y cierto goce de sol abrasador me conmueven. es la primera vez que viene a visitarme a la casa en la que vivo hace dos años y estamos tomando unos mates. mis ojos se transforman por unos segundos al contacto de su piel en dos pequeñas lagunas como las lagunitas que estaban del otro lado de la ruta 1003 y a las que me llevaba a pescar renacuajos y esos peces plateados. me conmueve y desconcierta este rostro arrugado y este pelo entrecano tan parecidos a mi rostro y a mi pelo al punto de que ya no sé a quién estoy acariciando. porque si una pregunta en un poema siempre es una pregunta retórica ¿quién será el que me explique por qué el gesto de correr un mechón de su frente hace que las lagunas desborden y me inunden de peces plateados y de esta alegría soleada de siesta

que ya creía perdida?

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Manuel Sánchez Ruiz nació en Capital Federal en diciembre de 1989. Actualmente vive en Olivos, Provincia de Buenos Aires. Es Lic. en Psicología y se dedica al psicoanálisis. Trabaja en el Hospital de San Fernando y en la biblioteca de un colegio secundario. Desde 2015 participa del taller de poesía a cargo de Osvaldo Bossi. Todos los ríos (editorial Grupo de Escritores Argentinos, 2013) es su primer libro publicado.

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La cama del telo parece un médano de arena seca donde el sol no llega y vos no parás de tocar el teléfono, lo único móvil en este lugar, la luz de la pantalla ilumina tu boca ese lugar donde guardamos las sombras está claro que algo no funciona entre nosotros. cambio la música y me acuesto con los dedos sobre mi vientre contemplo las constelaciones en la superficie áspera del techo en una esquina la pintura está salida descascarada como una piel que tensamos demasiado o como mis ojos que ahora solo ven esto: sigo caliente. ¿jugamos al karaoke? -me preguntás yo me doy vuelta, intento

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salir de los espejos y empiezo a masturbarme, te pido que no me hables te pido que no me quites también esto. suena el teléfono -quedan quince minutos y en ese momento mi sexo estalla en miles pero miles de pequeños cristales que son lilas y son rojos como esas luces baratas del lugar. respiro estoy agitado y me falta el aire pero no es cansancio, tengo ante mis ojos el abismo.

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Sábado hace calor pero no demasiado, el viento está muy quieto sobre los hombros de las palomas. Yo camino por las calles de Saavedra los hombres y mujeres hacen ejercicio spinning creo que se llama, juegan los niños en el parque. El sol se acomoda sobre las bandas de madera de un banco sobre los crisantemos pisoteados, toca todas las cosas de una forma distinta yo miro cada uno de los rayos de la bicicleta de un niño miro todo con los ojos grandes calibro mis telescopios para ver las ondulaciones de la luz que aparece a través de las hojas altas que va y viene va y viene miles de astillas de blanca luz en mis ojos tibios ¿por qué será tan difícil

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ver a través de las cosas? ¿por qué será que no alcanza mi mirada mis palabras o mis manos pequeñas para llegar al mundo? Ahora cambia la luz se hace angosta detrás de los troncos y pienso que no me quiero morir solo, hoy no.

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¿Recordás cómo los empleados peleaban frenéticos por marcar nuestros boletos de autobús? nadie quería perderse la oportunidad de rozar tal vez en un descuido tus manos pulidas pero era a mí a quien esas manos sostenían. ahora todos me preguntan por qué me entusiasma tanto volver a Italia y pienso en los empleados en vos cuando decís esas cosas que no entiendo y en cómo hago para explicarles que solo pienso en salpicarnos uno al otro en las aguas del Tíber o en pasear abrazados por la Via Torino. ¿cómo hago para explicarles que no es necesario ir a Italia para ver tus ojos de mármol apoyados sobre paños azules en un rincón de la Galleria Borghese? ¿cómo hago para explicarles, entonces que un nuevo viaje a Roma me lleva directo a esos brazos de emperador y a ese sueño que tengo a veces de atravesar el ejército de tus palabras para poder al fin ablandar el mármol?

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En Puerto Iguazú no atracan barcos no pescan los pescadores porque al parecer la ribera es demasiado alta, las rocas enmohecidas cubren la margen del río como nosotros cubrimos las llagas de silencios. verde la selva alimenta los labios de los vivos sobre la superficie de agua marrón y es que en Puerto Iguazú cae agua de todos lados cae de las piedras cae de la selva cae de los hombros de la gente del pueblo. el calor se prende a la ropa colorida y mis manos transpiran pero no importa porque en Puerto Iguazú cae agua de todos lados de tus ojos por ejemplo cuando decís que

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no nos vamos a volver a ver.

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Marie Sanz nació hace 32 años en Buenos aires, estudió Letras y actualmente Sociología. Lee, escucha, escribe, viaja, juega. Participa desde 2015 en los Talleres de Osvaldo Bossi

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Camino Corro la cortina de rombos verdes y rojos, es una frazada gruesa que en minutos se extenderá afuera en una loma de arena y pasto para sentarnos en silencio y despertar respirando el lago. El sol explota dentro del pequeño cuarto donde las tres camas y las mochilas dibujan un caos entrañable, donde las frases son himnos y los colores se despiertan en nuestras retinas trazando una sonrisa inevitable. Louise me saluda en su francés natal e inmediatamente comienza a cantar bajito la canción en aymará que la noche anterior le ensañara Alicia, nuestra casera, mientras quemábamos algunas cartas, algunos malos recuerdos, botella en mano. Arkan bosteza, aclara su garganta y lee un párrafo de un libro turco cuya portada desapareció, luego estira los brazos como queriendo rozar la mandala pintada en el techo, gira y me sonríe. Me desato la polera que evitó se me congelaran los pies cada una de las noches en que esa cama de paja fué mi nido, hay ruídos minúsculos de pasos crujientes, de voces trasnochadas por la luna llena murmurando en los jardines haciendo de su risa un tenue despertador. Nos turnamos para darnos el único baño caliente del día, sacamos nuestros libros y cuadernos, vamos hacia la choza donde la nobleza del horno de barro espera con una pava abollada silbándonos el desayuno. Nos sentamos rodeados de un silencio cuya música va endulzando la caminata del día anterior y de la última que empezamos a trazar, revuelvo el café en mi vaso de lata, el campaneo retumba escabulléndose entre los grandes árboles, miro la foto de cuando pestañeaste en el mismo instante que le sonreís al viento y la guardo en el bolsillo de mi camisa. Arkan se acerca, hace un gesto para levantarnos e ir marchando lento, me regala una nota que debo leer cuando nos despidamos, me dice que espere, que “paciencia, amiga”, que falta un camino. Es el lugar donde el cerrar los ojos significa tomar un respiro y no quedarse sin él, donde la ausencia ya no es una esquirla clavada en la memoria.

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Plaza Caminé sobre las baldosas calientes, atravesé el carnaval de cuerpos pintados a mano con brillantina multicolor, la sombra de las grandes cúpulas vacías, me perdí entre las banderas que empezaban a impregnarse con el humo de las parrillas clandestinas. Me detuve un instante con tu imagen temblando entre mi boca y mis ojos, con su fugacidad golpeando en mi respiración. Un chico con un vaso de fernet en una mano y un panfleto en la otra me hablaba y sin poder descifrar una palabra de lo que decía, asentí por inercia y acepté el papel que se unía al resto de los que iba coleccionando. Entre mis manos nerviosas y frías apreté los volantes junto con cada uno de los días en que esperaba encontrarte nuevamente, los estrujé con la misma transpiración de aquél octubre en que te apareciste por primera vez hace años. Giré, volví hacia vos y te ví más allá de la humareda y de los rostros en su frenesí ensordecedor, busqué tu mirada y en una sonrisa, por fin, nos reencontramos. Con el vino y el sol acelerándome el corazón, temiendo que cada latido me atravesara la piel y me delate, saltaste sobre las vallas de tu mesa militante y atropellaste la cortina de amargura que nos había separado durante meses. Llevabas puesta una remera blanca de algodón con la cara de Evita impresa que dejaba ver tus brazos pálidos y los hombros de un repentino rosa, tenías el pelo más largo y en tu nuca y sienes se mezclaba la transpiración junto con el agua que te refrescaba. Nos quedamos ahí en donde tu nombre ya no tiembla, en donde acomodamos nuestras cabezas para ser por segundos una pieza única, en nuestro lenguaje único del abrazo donde mis dedos leen los huesos de tu espalda, ahí en la revancha de la ternura.

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Marinés Scelta nació en Mendoza, en 1984. Es profesora de Lengua y Literatura y vive en Buenos Aires desde 2014.

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Año nuevo Qué hace que volvamos la mirada siempre hacia el mismo lado que tropecemos cada vez con el mismo truco de la piedra somos una cuerda rasgada y no es la distancia es el precio por cabeza el que pide el descuento de favores el camino que andamos ya no existe cada estación que pasa nos hace perder alguna hoja a medias en todas partes la noche es agria y no da tregua miramos al espejo y no estamos por fin empezamos a entender.

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Cesta Creí que mi cuerpo soportaría el naufragio y la memoria estancada dejaría gotear el dolor entre las hojas del mimbre. Pero no fuimos el reflejo en el agua que nos gusta mirar alguien trenzó con fragilidad ese viaje quebrando páginas de libros dobladas en la esquina para tu inmortalidad el posesivo oscuro de los perseguidores. He de soportar esa sombra el peso de un perro cubriéndome los pies. Vivo en ese contratiempo vaivén de un canto rodado la madera que cruje con el frío una cesta surcando el mar.

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Cazador Una bocanada de aire antes del último deseo: no veré a los perros perseguirme y vos nunca entenderás cómo siente el animal lacerado. En la noche del bosque es difícil reconocer la huella del calor. Inútil fue correr para esconderme cargué como crías tus sueños y el olvido ya los habías hecho míos y fueron la trampa esperé al acecho en la guarida fui la carroña de una bestia lastimada pero sabías de antemano cuáles eran mis hábitos. Presa de tu disparo no hay galería de espejos camino al cadalso para mostrarme cuántas costras deja la soledad. Sé que estoy sentenciada a la estaca de la memoria no seré yo la que descifre tu misterio esos círculos cerrados que buscabas dentro de mí. Al menos déjame la derrota ahora que te enfrento en el término de las horas y miro directo a tus ojos de verdugo sé que siempre has de traerme esta tortura el zumbido de moscas por la noche en la que nunca vuelva a dormir.

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Raúl Terrén nació hace 64 años es Magister en Psicología Cognitiva (Universidad de Buenos Aires). Curso estudios de filosofía y ciencias religiosas en Fribourg Suiza. Se ha dedicado a la biodanza, “la poética del encuentro”, dirigiendo actualmente las escuelas de Biodanza de Buenos Aires y Bourgogne (Francia). Ha publicado “Misterio” (poesía) y “Vibre Amoureux” (ensayo en colaboración con Bruno Giuliani, filósofo francés). Integra desde 2015 los Talleres de Osvaldo Bossi.

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Dios te vistes de ocre Dios te vistes de ocre y me visitas, en alma de árbol dulce. Te recibo embarcado en mil años de vislumbre sin atisbar certezas ni buscarlas. El augurio: los colores de otoño, donde la mansedumbre se hace eco de ancestros amorosos. Me gustaría, sentirte más cercano, tal vez verte esbozar una sonrisa y caminar por un instante como dos enamorados

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Te veo y sonrío Te veo y sonrío, mis pupilas se deleitan en tu música. . Te siento y sonrío mi cuerpo vibra en melodías de sol y luna, y en mi piel resuenan acordes de tus besos Te pienso, sonrío y en mi mente danzan nostalgia y regocijo. Cierro los ojos para verte, y sonrío, como nunca he sonreído.

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Soledad Smith nació el 24 de agosto de 1982 en la Ciudad de Buenos Aires. Es Lic. en Psicología egresada de la Universidad de Buenos Aires y Arteterapeuta egresada de la Primer Escuela Argentina de Arteterapia. Durante el año 2015 participó del taller de poesía de Osvaldo Bossi.

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Voyeur Tus dedos recorren su silueta sin cesar. Se arrastran en ella. Mis ojos observan impacientes sus curvas tus contoneos. Suspiro hondo y una bocanada de aire recorre cada rincón de mi cuerpo. Vos en ella. El aire en mí. Nuestras miradas se cruzan en complicidad. Mientras, vos haces sonar una sinfonía de Bach en sus cuerdas.

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Pasaje en blanco recostado en las blancas sábanas de hotel me miraste con esa mirada tan tuya y me dijiste hace dos años dejé a una nena y hoy sos una mujer algo cambió en tu cara en tu forma sin saber bien cómo explicarlo te dije que también estabas más hombre que algo en vos había cambiado que se traducía en tu cuerpo y precisamente en esa parte cálida tuya que me atraía tanto más que la otra vez te tomé entre mis manos te besé tan dulcemente que desapareciste en mí ahora ya lejos reapareces en varios momentos del día en una frase una canción una risa un gesto una foto un recuerdo o un sueño que no puedo controlar

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pero me mantienen viva con la ilusiรณn de encontrarnos de nuevo en la ternura de esas sรกbanas blancas

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Cuando tus dedos recorren mi cuerpo para descubrirlo mi piel se escurre como arena. Mis músculos se contraen uno a uno marcando el camino que me conduce a vos. La arena se mezcla con cal y esas huellas permanecen inmutables. Quedan grabadas. En la soledad las recreo incontables veces y son habitadas de nuevo por tus dedos ausentes. Frágil me deshago entre los míos mientras vos te apareces conduciéndolo todo en mis sueños.

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Maratón nocturna El vacío colma la habitación y la soledad se hace presente para acunarlo. No puedo contenerme. Corro muy rápido. Corro sin parar. No sé a dónde voy ni por qué. Corro. Un torbellino arrasa con mis deseos que se vuelven polvo. La confusión me hace perder el equilibrio y caigo fuerte al piso, aplomada. Sin percatarme caíste vos conmigo. El trompo se frenó y me llevó con él. Ya no soy esa.

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Nora Sztrum nació en Buenos Aires el 12 de abril de 1953. Publicó Catulo. Siete poemas, en colaboración con Enrique Millán, Buenos Aires, 1993. ¿Un saber en la lengua?, PPS, Buenos Aires, 2002. Libros rotos, Alción Editora, Córdoba, 2005. Poemas que acompañaron la muestra Apofenia de Mariano Balbuena realizada en El ojo errante, 2013. Grafitis en calles de Almagro y Chacarita, 2014. Asiste al taller de poesía de Osvaldo Bossi.

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ay trepidar quién pudiera no sé siquiera qué dirá el diccionario al respecto pero me resuena poético si pudiera trepidar todo sería diferente los años que acuso quizás serían los mismos pero la cadencia de mi canto de mi voz al fin encontrada movería a danzar a casi todos los que felices me leyeran trepidando

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no te asustes es cianuro en cápsula metálica entre la encía y el labio como un supositorio es fácil si no pasa nada lo tragás sin agua tosés un poco sigue viaje del mismo miedo lo cagás si algo sucede es sencillo lo mordés metal sobre las muelas no habrá escalofrío ni torturas ni tus palabras no habrá nada para cuidarnos lo mejor muerte segura rápida indolora

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del otro lado de la puerta atrás del vidrio deslustrado con esmeril se esfuma mi silueta de este lado la mirada ciega la pastilla está en mi boca chirriando como tiza en pizarrón miro el inodoro vacío agua clara espero de él una respuesta estamos por salir vienen palabras de otro mundo disuenan la imagen se vislumbra a tientas qué destino habrá tenido la pastilla devuelta como anillo, como carta de amor en el bar de la despedida olvidada en algún flete entre el pelo duro del hilo zizal pedazos de papel de diario tazas rotas

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difundan la actividad: vestida de rojo entro en la neblina fundan mi vestido estoy de paso necesito una plaza en el hotel fundan mi vestido en la neblina de la plaza roja subo la escalera mecรกnica que baja, mis piernas suben los escalones que mecรกnicamente bajan no paro cachitos de sangre arrancados esculpen mi vestido rojo.

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marzo dios de la guerra con la erre de no podar riego las plantas antes de dormir están dando flores debo humedecer esa alegría puede ser con agua de lluvia sumergir el vaso en la maceta eso haré la felicidad parece el rojo de la rosa china su hallarse en la reja del balcón su verde inglés las hojas y quizás mirar desde la vereda

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soltarse la pluma y alcanzar el pájaro colibrí, peldaño efímero prueba alada en el aire equilibrista un semitono vibrante me levanta la mirada entra por la oreja y me anima, es el alma ¿puedo ver lo que oigo? marca un ritmo rojo carpintero vertical, en el fondo las cigarras y el río que no paran no paran.

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naranjo en flor en el balcón pimpollos riego a sus espaldas el ibisco de la punta al pasar apenas rozados caen los azahares sin tiempo a florecer quedan algunos en el árbol prendidos ¿se abrirán las flores? el verano pasado nos dio una naranja de ombligo la puse en el centro de la mesa nos tomamos el jugo estallaron los gajos

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paraná lucecitas en el río titilan de sol frente a mí hay otro lado ¿será una isla lo que veo? y el puente, allá, ¿qué tierra inventa?

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nómade que no gitana ancla en el balcón pies fríos sobre baldosa alzada tierra firme en el aire propiedad horizontal y este puerto que no zarpa orillera a la terraza a ver la luna llena las más de las veces aureola ¿es de lluvia o se nubla la mirada? estrella fugaz un pedo de san pedro imagen primera el cielo su portero cristiano el universo de un hombre luz se escapan rayos sin pérdida todo se ve se puede ver encandila.

vuelvo a este puerto que no zarpa vaivén oscuro parate móvil grumo me subo al carro con lonas rotas ladridos cabalgamos.

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Melina Varnavoglou nació en Caballito, en Marzo de 1992. Pocos meses después sus padres decidieron mudarse al conurbano a una casa con jardín porque no soportaban verla andar en triciclo en el perímetro de un balcón. No sabían entonces que quería ser poeta y que eso se podía hacer en cualquier parte. Ahora estudia Filosofía, da clases de alemán e intenta escribir un poemario que nunca le termina de cerrar.

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Nochebuena Pasamos noche buena en tu casa esa que hace tanto no veías. Lavamos las copas con polvo antes de las doce Ahí estaba el pesebre en una caja rotulada con tu letra de caligrafía militar. Tu auto, impecable como lo dejaste enpotrado en el garaje con el motor fundido, mis dibujos infantiles con tiza en las paredes todavía resistían a la humedad y las jaulas de pajaritos, vacías ¿Te acordás cuando los liberábamos en la terraza? Salimos a caminar por el jardín para que muevas las piernas después de la comida ¿Te acordás del girasol que te pedí que plantaras? ¿y de tus jazmines? Mirá, ahí están, en marzo seguro florecen y de esa planta que se abría una vez cada tres años ¿Te acordás de esa noche que nos quedamos despiertos jugando a las cartas para esperarla? Y así íbamos nombrando

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la ausencia de cada cosa: Yo lo hacía con palabras, vos, con la mirada. ¿Por qué no hablarás más, abuelo? ¿será por el dolor? ¿o por sabiduría? Ya se escuchaban los primeros tiros en la calle así que salimos, bajo los fuegos artificiales caminábamos. Enseguida aprendimos a acompasar la marcha: cinco pasos pequeños tuyos equivalían a dos míos. Pasabas el dedo por las rejas como un chico hasta que no te pude detener. Con dulzura te separaste de mi brazo y fuiste decidido hasta el árbol, Con furia arrancabas las hojas y las dejabas caer ¿querías destruirlo, abuelo para olvidarlo? ¿querías que no fuera el tiempo, ni tus hijos, ni Dios sino la fuerza de tus propias manos quienes lo mataran? Así debería ser, abuelo. Así de violentos deberíamos ser con el pasado.

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Turner A veces vivir es tan simple y sin embargo aún existen las catástrofes todas las cosas puede destruirse de repente y es falso eso de que vuelven a recomenzar como yo acá en el piso buscando la posición en la que duelas menos todavía guardando la onda expansiva en el pecho aprendí de Turner que es feroz la fragilidad que algunos barcos se construyen sólo para verlos quebrarse sobre la superficie marina pero si uno no es para ser firme para ser solo frente a la tormenta entonces ¿para qué?

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Gatas que lloran de noche "Viví con las arañas con ellas aprendí a asesinar" Selva Casal Son como bebés o el sonido de una sirena quedándose sin batería si viviera en el campo pensaría que es alguien que sacrifica a un cerdo. De cualquier manera, siempre son como cuchillos y conmigo comparten el grito celebratorio de haber sido amadas todas las noches a la fuerza. Mi primera idea de la violencia ha sido ésa: un ser aplastando a otro por el bien de la especie. La del sexo no fue muy diferente. Al salir de casa los mediodías a veces las encuentro y es como si nos reconociéramos ambas tenemos ese signo marcial: la sombra gigante del hombre todavía sujetándonos por detrás Cuando cae la tarde las acaricio y les doy algo de comer

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hago mal en sosegar sus cuerpos en darles cariño en recrear la paz debería enfurecerlas sembrar en sus corazones el odio y la resistencia deberíamos librar (yo en la cama ellas en los techos) la misma guerra y un día finalmente huir. Esa noche la luna será lo único sobre nosotras.

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Florencia Vissani nació el 1 de enero de 1989, en la Ciudad de Bahía Blanca. A los 18 años se radicó en la Ciudad de Buenos Aires, en donde estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA) y donde desarrolla su militancia de izquierda, feminista, desde medios comunitarios, populares y alternativos. Asiste al taller de poesía de Osvaldo Bossi.

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1976 Una bola de ruidos y gritos me invade. De un solo golpe, seco, algo impacta contra el suelo. Un sudor frĂ­o brota por mi frente y una delgada lĂ­nea tibia chorrea por mi nuca, trayendo con ella una persistente punzada que me tortura el lado derecho de la cabeza. Mis pupilas se acostumbran a la penumbra, a discernir grises y brillos. Camino con los brazos extendidos al frente, me duelen los dedos de los pies de dar pasos en falso. El aire esta helado y huele a zanjĂłn. Avanzo, con las manos por delante, avanzo.

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Sigo el haz de luz y el sonido. De panza al suelo espero descubrir algo del otro lado de la puerta. Un andar tosco taconea, cada vez mรกs cerca. Por detrรกs, algo se arrastra.

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¿Para quién se pinta? Siete de la mañana me rio fuerte. La gente me mira, no como a pasajero que viaja de espaldas al chofer. Las caras de bondi son hostiles, a la risa, chillona. Más a esta hora de la mañana. Risa que da vergüenza, Porque negra, Porque vulgar; Que dice rojo, No colorado. Esas caras de culo calzado en jean dos talles más chico me miran, como loca. ¿Será porque las calzas no combinan con nada? ¿Será por todo lo que me puse arriba? O será por la cara de porrera votadora de zurdos; porque la lucha, porque los trabajadores, porque la izquierda… Aunque piense que la candidata es la única que no da vergüenza cuando habla. Pero es mujer Y ¿a quién le importan las mujeres? Menos si son gordas y usan calzas y se ríen

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Así Como Negra...

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Del Espíritu Santo La mujer que acuna al niño que le dejaste cuando viniste por su tierra, sus riquezas y su calma; no sabe de tu saña ni de tu odio ni de tu asco. Ella con calma camina atesorando todo lo que tiene, entre tramas de colores. Sobre su torso, son solo ellos, son solo dos; la virgen y el niño guacho.

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Que se pierda 1 En las mesas de afuera, un grupo de turistas hablan en un idioma que no reconozco. Una señora de cabellera rubia estridente y caderas anchas, pasea un perro, en relación diminuto y apomponado.

2 Adentro, frente al vidrio que da a la calle, dos manos juegan nerviosamente con un sobre de azúcar. Me siento, ninguno de los dos esboza un recibimiento con alegría.

No escucho, solo lo observo. Me poso sobre su oreja derecha y voy bajando hacia el cuello, congelando la fotografía sobre su mano derecha.

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3 Tomo el bolso y salgo a la calle aparentando firmeza. En la esquina, un mimo de overol naranja y grandes zapatos esgrime contra el limpia parabrisas de un colectivo. De un salto baja del paragolpes del ómnibus y corre hacia la esquina, donde una señora cruza muy lentamente la calle, ayudada por un bastón. Detrás, la imita. Durante un rato observo la obra, aportando al coro de risas. El mimo se toma un descanso y detiene el show para pasar una gorra como la del Chavo.

4 Tras la puerta

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me desplomo sobre el sill贸n y atraigo con los dedos de los pies una manta. Suena el tel茅fono, del otro lado una voz serpenteante me pregunta c贸mo me siento.

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Andrea Wolf nació en Capital en 1962. En 1984 se fue a vivir a Bariloche, donde vivió hasta el 2011, año en que regresó a Buenos Aires. En Bariloche trabajó como docente de primaria y secundaria por casi 30 años. Es además Psicóloga social y trabajo en la Escuela de Pichon Riviere. También se formó en técnicas corporales y es psicomotricista. En el sur asistió al taller literario de Graciela Cros. Actualmente trabaja como profesora de yoga y técnicas de relajación, y asiste al taller de Osvaldo Bossi desde el 2014.

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De cómo echar el ojo Hebe cuando éramos chicas me decía què fea es la religión católica tiene nombres así como eucaristía como sacramento igual no era tan terrible un sacramento bien podría ser una factura peor era ser judía no había Navidad ni regalos siempre hay que hablar de los nazis y a la gente no le gustan los judíos Y si hay un día del perdón ¿què pasa el resto de los días? no quiero ni pensar y entonces me acuerdo de Bariloche y las religiones paganas por ejemplo cuando me separé de Hernán y yo creía que estaba tan mal separarse dos veces siendo tan joven y pensaba cómo se lo digo a Nelly, a Nelly que era una mujer del sur nacida y criada

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hermosa como un amancay curtida como una rosa mosqueta entonces tomé todos los retazos de vergüenza y me hice una capa junté los sacramentos y me hice una corona así vestida le dije a Nelly con voz de mosquita muerta: -Nelly me separo ¡a Nelly! que era una diosa mestiza que era una madre y una abuela para Ana Nelly casi no levantó la vista del polvo que juntaba -era sabido Andrea éste no echa bien el ojo

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Empieza como un susurro apenas una pisada sobre la arena seca y va en aumento hasta volverse ruido como el del tren que pasa y de tanto pasar se hace imperceptible sin darme cuenta termina alzĂĄndose como una espada que me atraviesa y sale por mi boca como un grito: asĂ­ la voz de mi madre

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La hermana piensa en la hermana y una bruma toma el lugar del aire recuerda unas fotos en las que aparecen las dos juntas muy chiquitas con unos tapaditos a cuadros que no llegan a cubrir el frío de la infancia

en una ella aparece comiendo un copo de algodón azucarado y mira a la hermana más grande más fuerte su pelo con ondas que el viento bate como las alas de un pájaro

ella mira con el pelo finito y encrespado como trigo salvaje desde sus rodillas angulares las piernas tan finitas logran apenas un contorno de muslos que se continúa en el pecho y que la madre dice invita a contar

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las costillas una por una

ella admira a la hermana porque siempre tiene apetito y los pantalones le ajustan en los muslos su pelo no es ingobernable y su pecho no jadea en las noches de asma y humedad

un día en la playa ella le dijo a la hermana que tenía un mundo más hondo que el mar y que ahí se podía jugar a muchas cosas pero la hermana nunca quiso ir más allá de la orilla

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En el medio de la discusión dijiste que no estabas aquí para cumplir con mis expectativas no gritaste pero sonó como un trueno después hubo un temblor y algunas cosas cayeron de los estantes libros, adornos,unas cuantas monedas las muñecas rusas quedaron desperdigadas ninguna adentro de su madre las mas delgadas ruedan las cabezas para un lado los cuerpos para otro son rusas son jóvenes y parecen saber otras cosas la más grande, la matrona no rueda, los brazos pegados al cuerpo, busca sus pies y sus retoños, me mira casi aterrada se ve que no entiende lo que pasa ¿qúe le puedo decir yo? ¿qué sabemos las madres al final de cuentas? las que fuimos ¿dejamos algo en el diván? ¿en los libros de Francoise Doltó? las madres progres tal vez

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seamos las peores mi cabeza tampoco para de rodar y no tengo ninguna respuesta

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COORDINACIÓN GENERAL: OSVALDO BOSSI DISEÑO DE PORTADA: ALFREDO MACHADO EDICIÓN: GUSTAVO GOTTFRIED CORRECCIÓN: FACUNDO D’ONOFRIO, MAXIMILIANO COSENTINO, PATRICIO FOGLIA, VERÓNICA PÉREZ ARANGO, SOL NARVÁEZ

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, diciembre de 2015

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