Cosmocรกpsula Revista Colombiana de Ciencia-Ficciรณn
www.cosmocapsula.com
Nยบ 2
Febrero - Abril. 2010
Cosmocápsula Nº 2 Revista Colombiana de Ciencia-Ficción
Febrero - Abril. 2010
Fundadores/Editores: Antonio Mora Vélez, Dixon Acosta, David Pérez. Comité editorial para este número: Juan Diego Gómez Vélez, Antonio Mora Vélez, Dixon Acosta, David Pérez Marulanda. Agradecimientos especiales: Corporación Universitaria del Caribe CECAR Diego Darío López Mera Diseño y diagramación: David Pérez Marulanda. Ilustración de portada: "Silencio" por Nela Marín
Nota importante: COSMOCÁPSULA no se responsabiliza de las opiniones emitidas en esta publicación. Lo expresado en cada texto o imagen es responsabilidad única de su respectivo autor. El logotipo de Cosmocápsula es de © David Pérez. Se permite la redistribución de esta revista siempre y cuando se haga de forma íntegra, sin modificar su contenido, manteniéndose el archivo pdf como unidad sin extraer los textos individuales, y no se obtenga beneficio económico alguno.
www. cosmocapsula.com Colombia. 2010
Índice Ir 4 Editorial "La ciencia-ficción escrita por mujeres" Dixon Acosta Ir 7 ¿Es razonable tomar la ficción como una opción de vida? Comentario acerca de "La invención de Morel" de Adolfo Bioy Casares Yesid Henao Pérez Ir 9 Colombia en el Cómic Dixon Acosta Ir 14 Tu mejor recuerdo Campo Ricardo Burgos Ir 19 El Único Hijo de Adolfo Casares Fernando Galindo Gordillo Ir 24 Ilustradora Invitada: Nela Marín Ir 25 El Gran Macizo Ir 46 Carmen Frontera Quiroga Ir 27 Un Paseo Sobre la Luna Ir 49 Óscar Bastante Godina Ir 33 Star Wars en el cuaderno Ir 51 Óscar Fabián Triana Méndez Ir 37 N18 Ir 53 Juan Manuel Ortiz Taberna Ir 39 Salmo Penitencial Ir 55 Pablo Martínez Burkett Ir 41 Instantáneas de una escritura tetracefálica: "Los idiotas de la calle 13" Ir 62 Federico Cuartas Aristizábal Juan Ignacio Muñoz Zapata Ir 64 Nicolás Uribe Pantoja Philippe “Luna solar roja” Edwards Ir 67 Ir 70 Ir 76 Ir 78 Ir 83 Ir 89
Desilusión Cósmica Antonio Mora Vélez Instantes J. Javier Arnau Moreno Ñorñoritos Claudio Guillermo del Castillo Pérez Fundamentos matemáticos del amor Juan Carlos Garrido del Pozo Portal 23 José Ángel Muriel Gonzalez El Ente Javier Fernández Bilbao ¡Por Fin! Pablo Navarro Valero Y éste fue el principio... Carlos Enrique Saldivar Los cálculos nunca son exactos Yonnier Torres Rodríguez Cuadro Familiar Juan Manuel Valitutti Buenas noches, amor Carlos alberto Morales Duendes Ramiro Sanchiz Novedades Editoriales
Editorial 4
Editorial
La ciencia-ficción escrita por mujeres Dixon Acosta A Patricia, artista y compañera.
A
l igual que el pecado original, la cienciaficción moderna fue iniciada por una mujer. La escritora Mary Shelley con su novela “Frankenstein o el Moderno Prometeo” (1818), inauguró un género capaz de imaginar situaciones extraordinarias, pero con un fundamento científico racional. El monstruo creado por el enfermizo genio de Frankenstein no es producto de la magia, no se trata de un milagro ni de la fantasía inexplicable, sino de un experimento científico, sobre el cual la autora no sólo describe su realización sino que reflexiona sobre sus consecuencias e impacto social, adelantándose a todo el debate ético que la clonación y la manipulación genética han provocado en esta época turbulenta. Pero si aún existieran dudas de la importancia de Mary Shelley en este particular género literario, estas se disiparían al descubrir que ella es autora de la novela “El último hombre” (1826), un relato apocalíptico cuyo argumento es una sociedad futurista de finales del siglo XXI, en donde una plaga ha asolado el mundo, hasta dejar al último sobreviviente. Como se observará, la señora Shelley resultaría ser pionera del subgénero apocalíptico que ha sido recreado en diversas variantes por otros novelistas y directores cinematográficos contemporáneos. Escritoras destacadas del género han sido la
socióloga y feminista estadounidense Charlotte Perkins Gilman quien es autora de “Herland” traducida en algunas ediciones como “Dellas, un mundo femenino” (1915), con un argumento que muchos hemos asumido en algún relato perdido, una sociedad conformada sólo por mujeres, así mismo Andre Norton la “Gran Dama de la CienciaFicción y la Fantasía”, con una prolífica obra de más de cien novelas. De igual forma Thea Von Harbou, guionista y escritora alemana cuyo genio se vio nublado por su militancia en el nazismo, fue la creadora de “Metrópolis” (1926), obra que fue llevada al cine por su esposo, Fritz Lang, la novela plantea en un escenario de alienación, la dicotomía femenina en el imaginario masculino, el pecado y la redención, la maldad y la nobleza. Se han dado casos de vocaciones tardías como Miriam Allen deFord, quien a los sesenta y dos años escribió su primer cuento y continuó escribiendo hasta los ochenta y seis ó Margaret St. Clair. En la dilatada historia del género han brillado nombres como los de Ursula K. Le Guin con novelas como “La mano izquierda de la oscuridad” (1969) ó “Los desposeídos”. No puede olvidarse que la premio Nobel de Literatura 2007, Doris Lessing, dentro de su vasta obra ha escrito varios títulos de ciencia-ficción como los cinco volúmenes de “Canopus en Argos” (escritos entre 1979 y 1983), en donde plantea la divergencia entre los conceptos de hombre y mujer, así como la reciente novela “The Cleft” (La Grieta, 2007). En el mundo literario anglosajón, aparecen nombres como Kate Wilhem, Joanna Russ, Marion Zimmer Bradley, Joan Vinge, Vonda McIntyre, Judith Merrill, Alice Bradley Sheldon, quien escribió durante mucho tiempo con el sobrenombre masculino de James Tiptree, Octavia Butler, escritora afroamericana, Pat Cadigan llamada la “Reina del Cyberpunk” y muchas más. Dentro de la relación de mujeres autoras de ciencia-ficción, no incluyo a la popular escritora británica J. K. Rowling, creadora de la serie “Harry Potter”, obra de fantasía mágica, pero su historia personal debe ser inspiradora no sólo para las mujeres, sino para todos aquellos que tienen el
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Editorial 5 sueño de ser escritores. En nuestro idioma castellano, la lista de autoras dedicadas a la ciencia-ficción se reduce bastante. Algunos han insinuado que Sor Juana Inés de la Cruz inició el género con un poema especulativo llamado “El Primero Sueño”. En España, actualmente Elia Barceló, filóloga y profesora es la escritora más destacada del género con novelas como “El mundo de Yarek”, “El vuelo del hipogrifo”, con la presencia de autoras y divulgadoras del género como Lola Robles y Pily B.; se dio el caso de María Guera quien junto a su hijo Arturo Mengotti, escribieron ocho relatos en la legendaria revista “Nueva Dimensión” para luego desaparecer. En nuestro continente la argentina Angélica Gorodisher está a la cabeza de cualquier selección con títulos como “Kalpa Imperial” y el libro de relatos “Trafalgar”. En México, Marcela del Río Reyes sobrina-nieta del gran Alfonso Reyes, es responsable de la novela “Proceso a Faubitten” con prólogo de Ray Bradbury. Más recientemente el caso de la novelista cubana Daína Chaviano, exiliada en Estados Unidos, quien ha logrado reconocimiento por su obra, así como la escritora peruana Tanya Tynjälä. Recién me entero que en Costa Rica hay una interesante producción femenina, durante el año 2009 se editó en ese país “Posibles Futuros, Cuentos de Ciencia Ficción”, en la cual se encuentran cuentos de seis autores costarricenses de los cuales tres son mujeres, Laura Casaca Núñez, Jessica Clark y Laura Quijano Vincenzi quien ha publicado al menos cuatro libros entre novela y relatos de ciencia-ficción, iniciando en 1995 cuando publicó la novela “Una sombra en el hielo”. En el caso de Colombia, la primera obra de ciencia-ficción también fue fruto de la imaginación femenina, la extraordinaria Soledad Acosta de Samper y el relato “Bogotá en el año 2000” (1905), en el cual crítica lo que ella percibía como ciertas costumbres demasiado liberales para su gusto, aunque empleara el recurso onírico para explicar su especulación futurista. No puede olvidarse a
María Castello y su cuento “La tragedia del hombre que oía pensar” (1935) incluido en la única antología de ciencia-ficción colombiana, “Contemporáneos del Porvenir”. Entonces viene la pregunta, por qué aparentemente existe la convicción que las mujeres no escriben ciencia-ficción, si al menos los ilustres antecedentes afirmarían lo contrario. La verdad es que actualmente los argumentos que se esgrimieron en el pasado, sobre las limitaciones para las mujeres en materia de creación literaria, no tendrían el mismo peso específico, es decir, el difícil acceso de las mujeres a la educación (en el caso colombiano la mayor parte de la población universitaria colombiana es femenina), ó la censura de la sociedad a las mujeres escritoras. La duda se vuelve apremiante en el caso de Colombia. No aparece una escritora contemporánea que se dedique de lleno al género, de hecho nunca la hemos tenido, sólo apariciones espontáneas, siendo más visitada la fantasía, género que considero emparentado (pariente lejano en realidad) con la ciencia-ficción pero que en el imaginario colectivo tiende a confundirse. Es más frecuente encontrar relatos femeninos fantásticos como en el caso de la gran Laura Restrepo ó de la escritora y crítica Carolina Sanín, y no puede olvidarse esa variante romántica del realismomágico que ha explorado Ángela Becerra. Pero en materia de ciencia-ficción no parece haber mucho interés por parte de nuestras escritoras. Buscar explicaciones a esta circunstancia, no resulta fácil, porque podríamos caer en la tendencia facilista (y machista) de expresar que las mujeres no gustan de la ciencia, ni de los argumentos racionales para explicar una situación extraordinaria y simplemente se decantan por lo facilista. Personalmente me atrevo a suponer que en su afán de ganar reconocimiento y respetabilidad a nuestras escritoras (al igual que a muchos autores hombres) no les interesa ser relacionadas con un género considerado menor, que ha sido identificado como “no realista” en el sentido de inmaduro, infantil e incluso absurdo.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Editorial 6 En el caso de “Cosmocápsula” hay claros ejemplos del interés femenino por el género de ciencia-ficción. En el primer número de la revista tuvimos en el Consejo Editorial a la escritora y divulgadora Tamara Gutiérrez, uno de los mejores relatos de esa edición fue coautoría de la escritora argentina Laura Ponce. En el actual número, incluimos un relato de la escritora española Carmen Frontera, aunque discutible si corresponde o no al género, motiva interesante reflexión. De igual forma, la imagen que ilustra y presenta esta segunda edición es obra de Nela Marín, extraordinaria artista e ilustradora costarricense, quien dentro de su maravilloso trabajo se ha decantado por las obras de corte infantil y juvenil. Antes de terminar debo aclarar que la primera línea del presente texto sólo pretendía ser un anzuelo provocador. No creo en la culpabilidad del pecado original por parte de una mujer, esa idea que sustenta el relato bíblico, tiende a ser una de las tantas proyecciones masculinas de su propia frustración, miedo e incomprensión ante lo femenino, al igual que un justificante político de los regímenes de los hombres. Está más que comprobado que la mayoría de “pecados” como la guerra y la corrupción política son en su mayoría acciones masculinas, la naturaleza de la mujer es la creación, no la destrucción. Como aspiración personal, espero que el presente texto sirva de acicate, de estímulo, a todas aquellas mujeres que gustan de la ciencia-ficción, especialmente en Colombia, para que se animen a escribir relatos y los envíen a esta revista, pues afortunadamente Internet ofrece una alternativa frente a la otra tradicional limitante, el difícil acceso a editoriales ó revistas de papel especializadas en el género. En nuestro caso, “Cosmocápsula” siempre tiene la puerta abierta a quienes sueñan los futuros posibles, si consideramos que los imposibles no existen. Dixon Acosta.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos
¿Es razonable tomar la ficción como una opción de vida? Comentario acerca de "La invención de Morel" de Adolfo Bioy Casares
Yesid Henao Pérez Licenciado en filosofía y letras - Universidad de Caldas gunsandnorcans[arroba]hotmail.com
"La invención de Morel es una novela escrita en 1940 por el argentino Adolfo Bioy Casares. Se trata probablemente de su obra más famosa, constituyendo un ejemplo clásico de la literatura fantástica en idioma español." Tomado de Wikipedia.org
“He discutido con su autor los pormenores de su trama, la he releído; no me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta.”1 Jorge Luis Borges
U
no podría decir que esta novela abunda en elementos interesantísimos, todos dignos de inspirar otros escritos: un hombre condenado a cadena perpetua que se hace prófugo y que adquiere un semblante melancólico, una piltrafa
7 humana inmersa en la hostilidad del tiempo acompañada por el sinsabor de días tediosos, un ser habituado a una libertad hostil que le recuerda las comodidades del pasado, pero también la injusticia de los hombres, un no sé qué, que saca fuerzas de las ruinas de su cuerpo y que se enamora, pese al hambre que lastima su estómago. Dicho hombre convirtió la adversidad de una isla en su libertad, convirtió la imagen de una mujer en su más sublime esperanza, convirtió la virtualidad de su entorno en algo soportable, luego en algo familiar, al final decidió hacer parte de aquel artificio; cambiando su miserable vida por una semana eterna de felicidad virtual. Sabia decisión para los idealistas, no para los profanos, pues estos últimos consideran siniestro abandonar lo orgánico, cambiar lo tangible por lo ilusorio, traicionar la vida con ensueños, desear con ansia lo eterno. ¡Ja! Un momento de felicidad eterna ¿tiene ello sentido? Sí lo tiene, pero sólo si no es eterno. A muchos individuos les gustaría tener la máquina de Morel, para así prolongar momentos especiales, momentos felices, para dejar en el abandono los instantes amargos, para olvidar todas sus penas, pero ¡qué tontos son! No saben que es más grato para el cuerpo conmemorar los momentos amargos, hacerlos parte de uno y carcajearse con ellos. ¿Por qué no saben ellos esto? Ya sé, no tienen capacidad... no tienen capacidad de percibir, apreciar y valorar sabores... no saben del valor que tiene lo amargo, lo simple, lo agrio, lo oscuro, lo doloroso... no saben que los verdaderos hombres están hechos de estas delicias, no tienen paladar exquisito. ¿Cómo saber de felicidad cuando hay ausencia total de dolor, cuando se olvida lo que nos hace tomar tierra, cuando nos sustraemos del tiempo? Es bien sabido que aquellas cosas con pretensiones eternas son un insulto a lo mortal, a la naturaleza, al tiempo, al cambio, pues petrifican lo que tocan
1. Tomado de: La Invención De Morel, Editorial Norma, Santafé de Bogotá, 1994, Pág. 12.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos 8 alejándolo del mundo y de su vitalidad. Así son las imágenes de Morel, por ello ignoraron lo único valioso de esa isla, a saber: aquel desgarrado hombre. ¡Qué va! Él traicionó la tierra y también se hizo quimera. “No tuve necesidad de ver a Faustine. Me creía seguro: ya no me importaba que estuviera o no estuviera. Comprendí que era cierto lo que había dicho, horas antes Morel (pero es posible que no lo hubiera dicho por primera vez, horas antes, sino algunos años atrás; lo repetía porque estaba en la semana, en el disco eterno). Sentí repudio, casi asco, por esa gente y su incansable actividad repetida. Aparecieron muchas veces, arriba, en los bordes. Estar en una isla habitada por fantasmas artificiales era la más insoportable de las pesadillas; estar enamorado de una de esas imágenes era peor que estar enamorado de un fantasma (tal vez siempre hemos querido que la persona amada tenga una existencia de fantasma). ”2 Algunos dicen que es posible lo eterno mientras no haya conciencia ¿cómo es eso? Respuesta: Como las imágenes no conocen su naturaleza, son cual fantasmas: viven con la gente, duermen con ella, disfrutan el mundo, pero no saben su estatus ontológico, no saben que de ficción está hecho su ser. Ello justifica su felicidad, y la falta de conciencia hace que desaparezca el hastío por lo eterno. ¡Así también es la gente! similar a estas ficciones, viven felices en el engaño. Ahora bien ¿por qué privarles de la felicidad? ¿Por qué preferir el dolor? Nada tiene más sentido que sonreír en el mundo, ver las cosas positivamente, ser un tonto feliz e ignorar la realidad, evitar el dolor, hacer de la indiferencia el mejor aliado, negar un gran porcentaje de la vida, pues lo amargo, lo ácido y lo simple son nada si se comparan con lo dulce. ¡Qué ignorancia tan grande! Se les olvidó cuán
desagradable es el dulce después de un rato, el empalago que produce, el ardor en la garganta, el agudo dolor de cabeza... Imagínense una eternidad así de azucarada. “!qué felicidad!”. Las imágenes de Morel en su mundo artificial no serán conscientes de tan monótono destino, pues habrán capturado un instante del tiempo, que si bien se repite un millón de veces, para sus huéspedes siempre será algo nuevo, pero ¿cómo se ven las cosas desde afuera? Cuando aquel fugitivo se percató del engaño sintió repudio, pero sólo fue momentáneo, ya que se acostumbró a la idea rápidamente; tan rápido que fue absorbido por ella sin darse cuenta. Así aquel individuo se dejó seducir por aquella invención y decidió compartir estatus ontológico con los demás artificios, y más con el de hechizo femenino (Faustine). Dándole otro sentido a la historia ¿qué pasaría si aquel prófugo tuviese el mismo tipo de falsa ontología, siendo reproducido o tomado por la máquina después de darse cuenta que sus compañeros de isla eran una ilusión, sólo que sin poder remediarlo, sin poder evadir tal pensamiento? ¿Pensaría él que es una invención de otro tipo sólo por el hecho de ser consciente de su estado? ¿Sería una ficción que juzga otras ficciones, o sería una ficción que se cree conciente de sí, pero que en el fondo no lo es? Desde afuera aquellos personajes no dejarán de ser más que mecanismos, artefactos repetidores. Por ello aquel fugitivo debió morir ahogado, o podrido en el frío suelo de una cárcel, pero no debió hacer parte de aquel ensueño. ¿Qué de extraordinario tiene una novela que termina en un final tan repetitivo? No he discutido con su autor los pormenores de su trama, no la he releído, me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta. ¡Sin duda es imperfecta!
2. Confrontar, BIOY CASARES, Adolfo. (1994) La Invención De Morel, Santafé de Bogotá, Colombia: Editorial Norma. Pág. 79.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos 9
Colombia en el Cómic Dixon Acosta
C
olombia ha sido mencionada en múltiples manifestaciones literarias y 1 cinematográficas , pero resulta interesante constatar que también ha aparecido en el cómic internacional, de la mano de alguna referencia geográfica e incluso de personajes colombianos. Como acicate a investigadores más avezados (y con mayor tiempo), dejo esta preliminar relación de obras en donde aparece “dibujado” nuestro país.
extranjeros que por alguna u otra razón se han fijado en nuestro país para desarrollar su trabajo creativo. Tal vez uno de los personajes más interesantes y más desconocidos entre nosotros sea Lola Bogota (no Bogotá), cuyo origen tiene que ver con actividades delictivas, pero luego se redime y presta servicios a diversas organizaciones secretas. Los autores Fréderic Brrémaud y Philippe Chanoinat (1973), narran las aventuras de esta curiosa colombiana en tres tomos. “Notre Dame de Colombie”, “JFK” y “Le Camp des Siciliens”. Esta joven, gracias a su pasado criminal, es reclutada por organismos de seguridad secretos, los cuales le encargan peligrosas misiones. Para dar una idea, en el segundo tomo de la historieta, el presidente estadounidense John F. Kennedy le pide a Lola que recupere unas fotos comprometedoras que lo involucran en algún escandaloso romance.
El presente Como se texto no se trata observa, Lola de una historia de Bogota, es una joven la historieta en trigueña de ojos Colombia, ni se verdes (imaginamos refiere a autores verde esmeralda, para colombianos, darle una mayor aunque siempre connotación rondan en la colombiana), bien Lola Bogota por Fréderic Brrémaud y Philippe Chanoinat memoria alimentada y versada en el personajes como uso de todo tipo de armas, “Mojicón” de Adolfo Samper, “Copetín” de antiheroína que se mantiene en el filo de lo legal e Ernesto Franco, “Tucano” de Jorge Peña o más ilegal. recientemente “Magola” de Nani (Adriana Mosquera). La idea es destacar a los autores Entre nosotros hace varios años reside un 1. Sobre el tema de las referencias cinematográficas de Colombia, existe un libro inédito titulado “Colombia en el Cine Universal” de mi autoría, con más de 200 menciones de nuestro país en películas extranjeras, por si algún inteligente editor se encuentra interesado.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos 10 revelar su secreto para proteger a los indígenas que lo resguardan.
“Las aventuras de Gato” (1996) por Daniel Rabanal
dibujante y caricaturista argentino, Daniel Rabanal, quien creó un personaje salido de las entrañas del barrio bogotano de La Candelaria, “Las aventuras de Gato” (1996), en las cuales un joven se enfrentaba a misterios criollos, el arte gráfico recordaba a “Tintín”, la célebre historieta del belga Georges Remi (Hergé).
"Modesty Blaise" por Peter O'Donnell y Jim Holdaway
En cierta ocasión. como recuerda Daniel Samper Pizano en su libro “Dejémonos de Vainas”, la contraparte femenina de James Bond, la famosa “Modesty Blaise”, viajó a Colombia protagonizando una aventura en nuestro país, en la cual se apreciaron sitios como el Hotel Tequendama.
Uno de los personajes más famosos en la historia del cómic es sin duda “Corto Maltés” del italiano Hugo Pratt. Corto cuenta dentro de sus amigos con uno llamado “Lévi Colombia”, quien invita al aventurero a buscar el continente perdido de Mù y descubrir el origen de la humanidad. "Corto Maltés" pot Hugo Pratt Lévi Colombia es un anticuario que vive en Maracaibo. Considerando que la mitad de la población del estado Zulia en Venezuela es colombiana, nada raro el parentesco del personaje con nuestra patria. En el año 2005 en Argentina se editó un libro de cómics titulado “Colombia”, adaptación de un guión cinematográfico de Fabio Zurita y Emilio Gorini, con dibujos de Gustavo Ceveze. El libro se presenta como una “historia de almas perdidas y de sexos perdidos que se mienten mientras mueren”.
Don Daniel en el mismo texto Por alguna rememora que hubo una historieta razón, la de Disney, concretamente del ratón protagonista Mickey y su amigo Tribilín (al de la historia menos así le decíamos en mi época a se llama “Colombia”, una mujer Goofy), titulada “El tesoro de El obesa y atormentada, víctima de Dorado”, en la cual viajaban a frustraciones sentimentales, quien se Colombia y llegaban hasta la encuentra enamorada de un misma laguna de Guatavita Mickey Mouse y Goofy, de Disney homosexual. (descrita como Guata-Vita), en donde encuentran el tesoro, pero prometen no Dentro de las compañías productoras de cómics
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos 11 en Estados Unidos, aparte de Marvel y DC, aparece “Valiant Comics”, fundada por Jim Shooter, antiguo editor de Marvel Comics, con énfasis en historias de ciencia-ficción, como “Eternal Warrior”. El protagonista de “Eternal Warrior”, Gilad Anni-Pada es Gilad Anni-Padda, personaje inmortal quien en una de sus travesías debe luchar contra la última reencarnación de su archienemigo (El Enemigo Inmortal) quien ahora es un mafioso colombiano llamado Juan Javier Caldone. Otra producción de “Valiant Comics” es “Turok” protagonista de una saga titulada “Dinosaur Hunter” (Cazador de Dinosaurios). El amigo Turok en una de sus andanzas por el tiempo y el espacio, va a parar a las “junglas colombianas”, es posible que se haya encontrado con varios dinosaurios de los que integran ciertas fuerzas seudo guerrilleras y paramilitares. Una de las más conocidas historietas de cienciaficción, el Juez Dredd, sobre un particular funcionario público que debe impartir justicia en el futuro, menciona dentro de los peligrosos lugares que ha visitado este personaje “Ciudad
Barranquilla”. Se supone que es una ciudad imaginaria, ubicada entre Sur y Centroamérica, de todas formas el solo nombre ya nos ubica en el escenario, así los autores digan que no queda muy Juan Javier Caldone distante de la jungla amazónica. El Juez Dredd es creación de John Wagner (estadounidense afincado en el Reino Unido) y del artista español Carlos Sánchez Ezquerra, la historieta fue publicada en la famosa British Science Fiction Anthology 2000 AD. Quisiera referirme a dos tiras cómicas de habitual aparición en los periódicos de Estados Unidos, que han tenido una polémica relación con Colombia. En primer lugar “Dilbert”, creación de Scott Adams. Dilbert es un ingeniero que trabaja en una gran compañía, escenario que aprovecha el autor para referirse con ironía "Dilbert" por sobre la burocracia y los Scott Adams ambientes laborales. Hace un tiempo, los directivos de la empresa, en medio de la crisis económica, le propusieron a Dilbert viajar a Colombia para traer de regreso un “paquete”, sin usar sus manos. Mike Peters es un laureado historietista de Estados Unidos, reconocido por su trabajo titulado “Mother Goose and Grimm”, hace algunos meses generó una gran controversia al relacionar al personaje de Juan Valdez con la
"Mother Goose" por Mike Peters
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos 12 referencia de los crímenes en el país, algo que produjo el anuncio de demanda por parte de la Federación Nacional de Cafeteros. Uno de los más grandes superhéroes de la empresa Marvel Comics, también ha tenido oportunidad de visitarnos. El famoso “Wolverine”, conocido como “Logan” uno de los personajes más reconocidos de los XMen de Stan Lee, en una colección titulada “Weapon X”, visita las “selvas” de Colombia, en donde varios campesinos han sido asesinados por un grupo misterioso de mercenarios, una especie de “súper soldados”, producto de un experimento de una malévola empresa que Wolverine deberá destruir. Deseo terminar con otra verdadera sorpresa. Colombia cuenta con un súperhéroe y no lo sabíamos. Dentro del universo de personajes de Marvel en una colección titulada los “Dioses Juveniles”, aparece un personaje de origen colombiano con superpoderes. El nombre de nuestro superhéroe es “Highnote” (algo así como “Nota Alta”, por la referencia musical), se trata de Raúl (aparece como Raoul) Hernández, un colombiano del siglo XIX, bailarín de profesión, quien por esas cosas del destino es reclutado dentro del grupo de héroes superpoderosos, ya que además de ser inmortal (gran ventaja en nuestro medio), cuenta con la habilidad de descargar energía sónica, mediante su
poderosa voz. De igual forma al entonar ciertas canciones, puede tele transportarse, así como mover objetos a voluntad. Highnote apareció por primera vez en el número 300 de la edición de “Thor”, la adaptación que hizo Marvel Comics del dios nórdico, mezclando historias de mitología y ciencia-ficción. En la siguiente imagen se apreciará a este súper héroe colombiano, quien curiosamente no apela a las armas, ni a la fuerza física, sino a las notas musicales, lo que corresponde a nuestra gran diversidad musical, lo cual no debería extrañar si tenemos en cuenta que los colombianos más reconocidos en este momento son cantantes.
Con esta alta nota, convertida en agradable sorpresa, termina la relación de referencias colombianas en el cómic internacional. Posiblemente no sea la definitiva ni total, pero resulta interesante constatar que nuestro país también existe en el universo del llamado noveno arte. Dixon Acosta
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos 13
DIXON ACOSTA (1967) Bogotano, felizmente casado con Patricia. Sociólogo (Universidad Nacional de Colombia) y Diplomático de Carrera (Academia Diplomática de San Carlos). Integrante del Taller de Escritores de la Universidad Central (TEUC). Finalista en varios concursos internacionales de poesía, cuento y ensayo. Artículos, ensayos, poesías y cuentos publicados en libros colectivos, periódicos y revistas. Colaborador de publicaciones virtuales especializadas en ciencia-ficción.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 14
Tu Mejor Recuerdo Campo Ricardo Burgos López
B
urdeles conocí de todo tipo y en cuanto planeta, asteroide o fragmento flotante de roca estuviera al alcance de las empresas de viajes. Digamos que ésa fue y aún es una vieja adicción. Cuando empecé en esto del comercio, labor a la cual todavía me dedico, siempre que concluía mis negocios en alguna ciudad de algún mundo, de inmediato iba a visitar algún prostíbulo y a tener un rato de juerga. Así fue como tuve relaciones sexuales con diversas hembras de diversas especies: Con las huesudas colonizadoras de Venus, con las hechiceras de cabellos negrísimos de los polos de Marte, con las curiosas nómadas rojas de los desiertos tritonianos, con las sofisticadísimas damas sin esqueleto de 16 Cygni (hacer el amor con ellas era como sumirse en un tarro de arequipe infinito). En fin. El hecho es que cuando arribé por primera vez a este planeta, no me desvié un milímetro de la rutina acostumbrada; tan pronto concluí mis transacciones con los lugareños, comencé a husmear por las zonas subterráneas de esta ciudad y entonces me topé con este sitio en el cual nos encontramos. Al entrar, el camarero que me atendió me ofreció una bebida, me hizo sentarme alrededor de una mesa y de inmediato me conectó a una terminal de computador. Allí ingresé al impresionante catálogo de hembras que estaban disponibles. Había de todo: Sidereanas de repulsivo aspecto para un humano como yo, que sin embargo podían hundirte en éxtasis insospechados; heliconianas cuyos turbadores ojos –cual si fueran basiliscos- podían matarte si les sostenías la mirada más allá de unos segundos; ursonianas cuya desnudez te dejaba
ciego; mujeres de Iota Serpens, vedadas a los humanos porque su temperatura era tan alta que, si alguno de nuestra especie las tocaba, de modo irremediable sufría quemaduras. Alelado contemplé ejemplares del sexo femenino de incontables estirpes cuya apariencia a veces movía a risa, a veces al miedo, la mayoría de ocasiones a la lujuria más descontrolada. A instancias del programa de presentación del catálogo, reduje mi búsqueda sólo a hembras de apariencia humana de distintos planetas y aquí sí que quedé aún más boquiabierto: La belleza de estas mujeres superaba cualquier intento de descripción. Se me ofrecían diosas y semidiosas altas y bajas, blancas y negras, rubias o morenas, delgaduchas o de redondeces aturdidoras, de sangre azul o plebeyas, de rostros salaces en extremo o de inocencia irredimible. Si escogiera a la menos atractiva de todas –rótulo éste que me parecía imposible aplicar dadas las suntuosas carnes de las criaturas que veía- se me garantizaría un deleite más allá de cualquier cota imaginable. En esas me encontraba cuando, casualmente (si es que las criaturas podemos usar esta palabra) en un extremo de la pantalla noté un link muy particular que rezaba Tu mejor recuerdo. Intrigado, pulsé allí y entonces se me apareció otra página web. Allí se me explicaba que, si estaba interesado, no tenía que escoger a ninguna de las espléndidas hembras del innumerable catálogo y que, en vez de ello, podría hacer el amor con “La mujer de mis recuerdos”. El programa se denominaba CZ3 (sigla que significa algo en esa enmarañada lengua que hablan aquí, pero cuyo exacto sentido en este momento no recuerdo) y garantizaba que, al conectarse a él, de inmediato la persona recibía una serie de estimulaciones al cerebro que volvían a llevarla y a revivir de manera idéntica, aquella relación sexual que uno mismo consideraba la mejor que hubiera tenido en su vida. Para ello, la única información que el programa solicitaba era el nombre de la mujer con quien el usuario consideraba que había tenido el episodio sexual más memorable de su vida y uno que otro detalle adicional que se deseara señalar (por ejemplo, el nombre de la ciudad donde ocurrió el encuentro, el perfume que se recordaba de la mujer, la estatura de ella, el año del suceso, etc.).
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 15 Con los datos mencionados, y una vez asegurada la conexión a ciertos sensores del aparato, CZ3 rastreaba por unos minutos el cerebro de quien se lo solicitaba y luego –aseguraba la página web- la realidad en que se encontraba el usuario era sustituida por otra donde, hasta en el menor detalle, el cliente podía tener por segunda vez ese encuentro sexual que él pensaba que la historia se había tragado y que ya nunca más sucedería. En aquel momento, la posibilidad planteada por CZ3 me puso a hacer memoria de mi vida y no lo dudé ni un segundo. El episodio sexual más memorable de toda mi existencia había acaecido con mi primera novia, quien se llamaba Olga. Yo tendría como veinte años de edad y Olga tal vez veintiuno, y en ese entonces nuestro noviazgo ya llevaba varios meses. Cierto día yo la visitaba en su apartamento en el norte de Bogotá (una ciudad del planeta Tierra) y en algún momento, la hermana con la cual ella vivía tuvo que salir del lugar y Olga y yo quedamos solos. Sin perder un segundo comenzamos a besarnos y antes de que lo percibiéramos estábamos despojándonos ansiosos de nuestras ropas. Cuando la vi desnuda me quedé estupefacto, jamás había contemplado un ser tan bello durante todo el tiempo que llevaba en aquel mundo. Olga era muy delgaducha y sus senitos apenas si semejaban dos manzanitas, pero en aquel momento sentí que asistía a una epifanía. Cuando sus manitas tenues se posaron en mi espalda, estuve a punto de desmayarme de placer; cuando su lengua rozó la mía, no podía creer que se pudiera ser tan feliz… En fin. El hecho es que yo recordaba aquellas dos o tres horas de hace tantas décadas como el momento más mágico de mi vida. Después de aquella ocasión, Olga y yo hicimos el amor unas cuantas veces más, pero en las otras oportunidades nunca experimenté la beatitud y la maravilla que la tarde referida me habían poseído. Tras un año o algo así, y por razones que hoy en día me parecen triviales, Olga y yo terminamos nuestra relación. Yo me alejé de ella y nunca más volví a verla. Encuentros sexuales posteriores tuve incontables y de modo especial en burdeles como estos. No obstante, jamás volví a sentir lo que sentí esa tarde. Cientos o miles de mujeres me regalaron
cuanto placer pueden deparar la carne y los sentidos y, sin embargo, la sensación de celestialidad que Olga una vez me obsequió, nunca volví a experimentarla. Así pues, cuando la primera vez que vine aquí, cuando CZ3 me hizo su ofrecimiento, casi no tuve que pensar para escribir en él dos datos: “Olga” y “senitos de manzana”. Nada más. De inmediato me enlacé al sistema siguiendo sus instrucciones y al cabo de unos minutos ocurrió. Por un segundo me sentí un tanto mareado, pero luego, inexplicablemente, volví a tener veinte años. Me encontraba en el antiguo departamento de Olga en la lejana Bogotá, y frente a mí se hallaba ella con su apariencia de ratoncito dulce. Yo no entendía nada, pero el hecho era que Olga lucía exactamente igual que la tarde que más había añorado en mi vida, que me estaba tomando de la mano igual a como lo había hecho aquella vez y que, en cierto instante, la hermana de Olga apareció en el umbral de la habitación donde nos encontrábamos, para anunciarnos –igual que la primera vez- que debía adelantar una diligencia y que por ello debía dejarnos solos en la vivienda. Un milisegundo después que la hermana de Olga cerró la puerta y salió al pasillo de aquel piso, Olga y yo nos arrojamos uno en brazos del otro. Otra vez Olga y yo nos aligeramos de ropa y otra vez ¡Sí! ¡Otra vez!- mis tripas sintieron la misma arrasadora ola de emoción que yo creí que la vida me había negado para siempre por una segunda vez. Cuando, tras dos o tres horas, la hermana de Olga volvió al apartamento, inexplicablemente me desvanecí y unos minutos después sentí que el mesero de este lugar me tocaba el hombro para despertarme. Yo estaba feliz y, cosa que no comprendí, muy, muy exhausto. Me parecía que mis piernas pesaban más de lo normal y sentía como si hubiera corrido descalzo una maratón. Cansado como me hallaba, le pedí al mesero un vaso de agua y luego otro vaso y luego otro. Una vez alcanzada la saciedad, me reconecté a la máquina para volver al paraíso en que había estado, pero en ese instante el mesero me lo impidió. Cuando yo protesté por su intromisión, él puso cara de Santo Job y se limitó a mostrarme un link en el extremo inferior de la pantalla. Una vez le obedecí y pulsé el vínculo, apareció una
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 16 instrucción que, mal resumida, decía algo así como que no se permitía el uso del programa más de una ocasión cada día, por cuanto el escaneo que el aparato llevaba a cabo al interior de los entresijos de un cerebro, podía generar efectos letales sobre la salud. Así pues, disgustado por la imposibilidad de repetir mi experiencia, pero feliz por haber estado en el cielo hacía apenas unos minutos, abandoné entonces este lugar. En la noche, una vez metido en la cama de mi cuarto de hotel, casi no pude dormirme por la vividez de las sensaciones que me asediaban. Otra vez había sentido el sabor de los pezoncitos de Olga, de nuevo había dejado mi semilla dentro de ella, otra vez su mirada tierna y asombrosa había devuelto mis miradas. A la mañana siguiente, tan pronto desayuné, vine de nuevo a este burdel y me conecté afanoso a CZ3. De nuevo la máquina me sumergió en su hechizo y Olga y sus veintiún años de edad otra vez volvieron a mi encuentro. Al día siguiente de esta segunda cita con Olga en tan corto lapso, debía abandonar el planeta, pero no lo hice. Aun cuando no viajar al siguiente mundo de mi itinerario me ocasionaría una gran pérdida de dinero, eso no me importó. Durante una semana completa me quedé aquí en Arum 7 y de modo religioso, todos los días, vine aquí a encontrarme con Olga. Tras una semana, por desdicha, hube de abandonar el planeta, pues asuntos urgentísimos de mi compañía me requerían en otro mundo. Pero bueno, para abreviar el relato digamos que, a partir de mi descubrimiento de CZ3, me volví adicto a él. En cualquier viaje y con el menor pretexto, siempre encontraba la forma de desviar mi trayecto hasta aquí y volver a este lugar. Retornar a este sitio era recuperar una y otra vez la tarde erótica más memorable de mi errática existencia. Así el tiempo transcurrió y el hábito de visitar Arum 7 se instaló en mí. No obstante, una tarde en que había acabado de revivir a Olga por enésima vez, se me ocurrió algo obvio: ¿Qué habría sido de la Olga de verdad? ¿Dónde estaría ahora la Olga flaquita y de deliciosos huesitos, que me entregó tanta felicidad hacía tantas décadas? ¿No sería mejor buscarla a ella en persona que contentarse con algo como el CZ3 que, al fin y al cabo, sólo era un sucedáneo? A
partir de ese momento, fui víctima de una nueva obsesión: Debía reencontrar a Olga estuviera donde estuviera; debía volver a hablar con ella; debía –quién sabe- volver a hacer el amor con ella. Por varios años me dediqué a esta fatigante empresa. Regresé a la Tierra –donde ya no vivo- y también a esa Bogotá donde transcurrieron algunos de mis despistados años juveniles. Allí contacté a algún viejo amigo de infancia y juventud y a partir de él comencé a rastrear direcciones, números telefónicos, correos electrónicos, cualquier dato que pudiera aproximarme a mi objetivo. En algún momento de esa búsqueda me desesperé, pues mis pesquisas no daban resultados pero al fin –tras tres años, ocho meses y veintitrés días- un día planté mis pies frente a la puerta de una gran mansión ubicada en los alrededores de la decadente Medellín. Una vez timbré a la puerta, aguardé por unos segundos y una criada abrió. Cuando le pregunté por Olga Rodríguez, la mujer me confirmó que sí se encontraba y me preguntó mi nombre. “Antonio Vélez”, le contesté, y entonces ella me pidió que esperara un momento y cerró de nuevo la puerta. Tras unos minutos en que estuve de pie ante la entrada, la criada reapareció y me hizo entrar. Por dentro, y quien sabe debido a qué ignota ilusión óptica, la casa lucía incluso más gigantesca que por fuera. Pasillos larguísimos, salas desmedidas, aposentos de corte catedralicio. Tras un momento arribamos a un salón y la mujer que me guiaba me pidió que me sentara y desapareció un momento. Durante el instante que estuve solo, curioseé un tanto y lo cierto es que me sorprendió el toque desolado del recinto. No sabría expresarlo, pero los sillones, alfombras, cuadros y chimeneas, tan solo transmitían la sensación de una suerte de ocaso interior. Era inexplicable. El hecho fue que al rato de aguardar, Olga Rodríguez apareció ¿Cómo podría describirla? ¡Al fin y al cabo no la veía hacía como veinticinco años! Era una mujer de unos cuarenta y seis años (eso era seguro, por cuanto yo andaba por los cuarenta y cinco). Tal como en la época de Bogotá, lucía delgadísima y tenue. Su semblante era muy blanco y algunas arrugas nada discretas se exhibían alrededor de la boca y los ojos. Su mirada, y no entendí la razón, era entre implorante y cansada.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 17 Llevaba su cabello negro recogido en una moña y su sonrisa era muy suave. Tan pronto me vio, Olga se quedó estática un segundo, pero luego corrió hacia mí y me abrazó. Aquel día lo empleamos por completo relatándonos qué había sido de la vida de cada uno en todo el tiempo en que habíamos dejado de vernos. Para mi sorpresa, Olga nunca se había casado. Había culminado una carrera como abogada, había sostenido varios noviazgos, había viajado por varios lugares de la Tierra, había tenido éxito en su profesión y finalmente se había radicado cerca a Medellín. En la época en que la reencontré, Olga vivía del alquiler de ciertas propiedades heredadas y ocasionalmente asumía algún caso que fuera interesante representar. Nada más. La mayoría del tiempo, como ella misma decía, se le iba en recordar el pasado, imaginar metáforas para describir el presente, y observar horas y horas los paisajes que podían advertirse desde alguno de los patios de la casona. Teniendo el dinero para hacerlo, cosa que me pareció extraña, Olga nunca viajaba. Teniendo la oportunidad, dada su posición social, de frecuentar el orbe de las élites de su país, ella nunca asistía a fiestas o reuniones. Por lo que pude ver en las dos o tres semanas que me alojé en su mansión, Olga nunca leía, nunca veía televisión, muy difícilmente salía de compras o al teatro. Varias tardes, ella me llevó a sentarme en un banquito desde donde se atisbaba el magnífico espectáculo de un valle que no había sido afeado por construcciones humanas (o que, si alguna vez tuvo construcciones humanas, ahora ya no las tenía). En aquellas oportunidades, ella y yo nos sentábamos por horas enteras a contemplar la naturaleza y muy rara vez cruzar alguna palabra. Yo, debo decirlo, al comienzo estaba fascinado con ella. Es cierto que Olga lucía mucho más lánguida y con unas arrugas que no coincidían con mi recuerdo de su rostro, pero lo cierto es que el encanto de su mirada y sus gestos continuaban hipnotizándome como antaño. Una noche terminamos hablando de aquél que para mí había sido el encuentro más maravilloso de mi vida con una mujer en la ya distante Bogotá, y cuando precisábamos detalles, sin darnos cuenta acabamos
besándonos, abrazándonos y haciendo el amor. Allí, curiosamente, ocurrió un quiebre. El acto fue delicioso y, sin embargo, yo me quedé con la sensación de que no era eso lo que yo esperaba. Olga había sido dulce y amable y, no obstante, esa dulzura y esa amabilidad no bastaban para salvar el momento. Había sido sin discusión un momento placentero, pero de ningún modo el éxtasis y la suspensión de los sentidos a la manera de un santo en trance místico que yo recordaba. Extrañado, durante los días siguientes hice el amor varias veces con Olga a ver si El Cielo reaparecía . Lo hicimos en su dormitorio, en los patios, en la cocina, en la terraza, en los salones. En la mayoría de ocasiones fueron encuentros agradables y divertidos, pero ni el mejor de ellos se comparaba con esa sensación de estar haciendo el amor con Dios que había tenido con Olga a mis veinte años de edad. Mientras la Olga de veintiún años que yo recordaba, alguna vez me había sumido en la dicha que, según las Escrituras, Dios depara a los bienaventurados, esta Olga de cuarenta y seis apenas si deparaba la calidez del roce de un terciopelo. Creo, incluso, que Olga quedó molesta y desilusionada conmigo cuando al cabo de las dos o tres semanas referidas, de modo harto evidente yo inventé cualquier pretexto para abandonarla en su mansión. No puedo olvidar -lo reconozco- el asombro doloroso que advertí en su mirada el día que me despedí de ella. Mientras abordaba la nave que me sacaría de la Tierra, una y otra vez trataba de entender cómo era posible que resultara mucho más extático y celestial revivir, a partir de un programa de computador, mi encuentro sexual con la Olga de hacía más de veinticinco años, que tener sexo con la Olga actual de carne y hueso que, si yo hubiera querido, me habría podido dar, literalmente, una segunda oportunidad sobre la Tierra. ¿Cómo era posible que el recuerdo superara tanto en felicidad al hecho real? ¿Cómo es que una experiencia sucedánea podía ser mejor que la experiencia original? ¿Cómo podía ser preferible la incompleta Olga de mis recuerdos a la Olga entera de carne y hueso que por segunda vez me había abierto las puertas de su vida? ¿Qué clase de sujeto era yo? Esas cavilaciones y muchas otras me atormentaron mientras una nave me trajo de nuevo
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 18 aquí a Arum 7. Tan pronto descendí en el planeta, me alojé en el hotel de siempre y corrí a este lugar. Tan pronto me vio franquear la entrada, el mesero de siempre sonrió como si supiera todo lo que me había ocurrido y, tal como la primera vez que ingresé a este sitio, me acercó una silla frente al terminal de CZ3. Tal como la primera vez, ingresé los datos “Olga” y “senitos de manzana” y de nuevo este aparato me transportó al Paraíso. ¿Qué más puedo decirle? Mañana y pasado mañana y después de pasado mañana, vendré aquí a revivir el acto sexual más inefable de mi vida. Vendré también la otra semana y dentro de dos semanas y dentro de tres semanas. Vendré en un mes, en dos meses, en tres meses. Probablemente la muerte me encuentre ocupando esta plaza frente al CZ3. Este programa no ocasiona que yo rememore un hecho, sino que lo viva exactamente igual que la primera vez. Este programa es la auténtica máquina del tiempo. Entre la Olga de cuarenta y tantos años que hoy existe en algún lugar del planeta Tierra y la Olga de veintiún años que CZ3 me permite sentir, escojo la segunda. Entre la decepcionante realidad y la reviviscencia perfecta, me quedo con la segunda. Gracias a CZ3 he entendido que aquí está la Olga original, la de carne y hueso sólo es la copia imperfecta. La Olga que vive en algún lugar del espaciotiempo solo ha devenido clon de la original que reside en mi cerebro y que CZ3 jamás me permitirá olvidar. Bogotá. Mayo de 2008
CAMPO RICARDO BURGOS LÓPEZ Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia y magíster en literatura de la Pontificia Universidad Javeriana. En 1993 obtuvo el Premio Nacional de PoesíaColcultura con la obra Libro que Contiene Tres Miradas y desde entonces ha figurado en distintas antologías de la poesía colombiana. Relatos suyos han aparecido en Cuentos de Ciencia Ficción (edición del IDCT, 1998) y Contemporáneos del Porvenir, Primera Antología de la Ciencia Ficción Colombiana (2000). Su ensayo “La narrativa de ciencia ficción en Colombia” (primer estudio sistemático del género en el país) fue publicado en Literatura y Cultura – Narrativa Colombiana del Siglo XX (2000). Su novela José Antonio Ramírez y un zapato apareció en el año 2003. En la actualidad es profesor del departamento de Gramática en la Escuela de Filosofía y Humanidades de la Universidad Sergio Arboleda. "Tu mejor recuerdo" Fue publicado originalmente en la revista argentina Nueva Dimensión en el año 2009
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 19 quedaron a la deriva.
El Único Hijo de Adolfo Casares Fernando Galindo Gordillo
A
ún no se ha esclarecido si la iniciativa procedió de los simpatizantes del Tercer Reich en Suramérica o del Reich mismo. La primera noticia la encontramos en las memorias de una asamblea política que se realizó a mediados de los treinta. Para muchos suramericanos levantar un centro de investigaciones alemán era un sinónimo de progreso, otros vieron en la iniciativa una fuente de empleo y dado el escenario internacional una plataforma política. El centro se construyó según los diseños de uno de los arquitectos nazis más reconocidos en Europa. Los obreros y la mayor parte del material fueron de extracción local. Mientras se cerraba la construcción los nazis guarnecieron cada una de las salas con una variedad casi ilimitada de instrumentos. Dos años antes de que estallara la gran guerra, los laboratorios ya funcionaban. El pueblo miraba con respeto y discreción las investigaciones. Se comentaba en la plaza que todos los científicos no eran sino un tipo especial de médicos. El curso de la guerra recortó de forma drástica el presupuesto del laboratorio. Los científicos recibieron con muy poca alegría las noticias de las victorias alemanas en Francia. Con el transcurso de los años, cuando las tropas aliadas comenzaron a recuperar territorios en distintos frentes, el laboratorio quedó como un proyecto inconcluso para los alemanes, cuyos exiguos resultados no ameritaban destinar recursos cuando los necesitaban otros sectores. De inmediato estos científicos cambiaron su condición de asalariados por la de proscritos. El 8 de mayo de 1945
Como sucedió en muchas partes del globo, las persecuciones y los juicios hicieron del nazi un perseguido más de la historia. Los científicos comenzaron a dispersarse por el país, trataron de ocultarse en pueblos y veredas, cambiaron sus nombres, aprendieron el español y creyeron disimular su estatura y sus rasgos prominentes contrayendo matrimonio con campesinas. En lugar de alemanes decidieron adoptar otra nacionalidad, para quien preguntara sencillamente eran europeos. La quema de documentos en Berlín ocasionó que las pesquisas internacionales pasaran por alto la existencia del centro. A las afueras de un pueblo, en medio del valle, en una tierra que se tenía por estéril desde hace años, quedó una suerte de oasis tecnológico, un conjunto de laboratorios totalmente equipados, una construcción que exhibía sus vigas y sus marcos desnudos en un tono gris, resplandeciente, metálico. Para la gente del pueblo el tiempo le arrebató el encanto al laboratorio y pronto ganó un lugar en el olvido. Suponemos que más de un saqueador ensayó entrar a las instalaciones, quién sabe qué extrañas maravillas anhelaba, cuán profunda hubiera sido la desilusión ante las jeringas hechas de acero, las mangueras amarillentas, los enormes recipientes de cristal, los químicos en polvo, las bolsas de papel. El laboratorio sin embargo permaneció infranqueable. Después de la partida de los científicos una persona lo cuidó, Adolfo Casares. Adolfo Casares no era europeo. Los científicos requirieron durante años la ayuda de varios locales y en él encontraron al principio un colaborador entusiasta y, con el paso de los años, un colega riguroso. Dueño de un alemán rudimentario, Adolfo se enteró de las distintas investigaciones y participó en la mayoría. Las vivisecciones a distintas especias arrojaron resultados maravillosos. Los instrumentos más recientes sirvieron para mejorar el muestreo de datos en aras de un tipo muy prematuro de ingeniera genética. El descubrimiento de los componentes elementales que constituían un “ario” sería la piedra de toque
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 20 del laboratorio y la mejor contribución al partido. Hubo al interior varias reticencias, disputas y finalmente desacuerdos. Algunos científicos creían que la palabra “raza” no era más que una superstición empleada por algunos académicos que en aras de explicar la similitud de algunas lenguas, inventaron un pueblo imaginario, “El Ario”. Otros consideraban que sólo la ignorancia podría buscar rasgos puros cuando el viejo continente había sido asolado por mil y una invasiones dejando a la población “elemental”, si la hubo, maltrecha, dispersa y mestiza. Durante los años de la guerra, Adolfo siguió la estela de un proyecto paralelo que había surgido en el viejo continente, la idea que alimentaban algunas novelas de terror: fabricar humanos.
con los recursos necesarios. Construir el Ario albergaba innumerables dudas. Como el jugador de ajedrez, Adolfo había establecido varios escenarios según la opción que tomara, y aunque sus conocimientos ofrecían menos respuestas que paradojas decidió llevar a cabo el experimento. De acuerdo con la bitácora, en un principio el crecimiento del nuevo organismo tardaría tanto como el desarrollo embrionario del humano común. Después de una semana todo parecía marchar conforme con lo planeado y decidió iniciar el segundo y el tercero experimento. No había modo de desandar el camino, ahora estaba a punto de descubrir si el trabajo había rendido fruto. Una mañana miró a través del recipiente de cristal el primer resultado: un viejo.
La soledad y la dedicación hicieron de Alfonso un ermitaño. Los primeros testimonios señalan que su comportamiento en el pueblo era ordinario, aun cuando mostraba una insistencia casi enfermiza por encontrar un diccionario técnico alemán-español. La variedad de la biblioteca, las bitácoras de las investigaciones y los archivos le estaban parcialmente vedados. Su conocimiento del idioma no era suficiente, en especial de la terminología técnica. Andar a tientas entre varias habitaciones, escatimar cada una de las sustancias, velar porque la planta eléctrica no se averiara, empeñar cosa por cosa, lámpara tras lámpara, debió constituir una fuente de aflicción muy profunda.
Por un momento sintió el peso de la derrota sobre sus hombros, los planes para ensamblar un ario se habían transformado en una jugarreta del destino. Los músculos de unas cuantas horas de este viejo tenían los días contados. Sin embargo aun cuando Adolfo lucía mucho menor que él, sintió un cariño parecido al paternal. No importaba cuánto vivieran, no importaba que hubiera construido un duplicador de viejos, haría de estas, sus únicas horas, -algo-… con esta timidez lo registra en la bitácora. Lo primero era bautizarlos, al primero lo llamó Heinrich.
Después de examinar los resultados que había conseguido, decidió encaminar sus esfuerzos en la elaboración de tres seres humanos, cuyas características habían sido objeto de estudio por parte del grueso de investigadores: el supuesto “Ario”… Las dudas debieron convertirse en apuestas. No debía permitir que pasara más tiempo, temía que llegara el momento en que la falta de materiales mandara todo a la deriva. El patrón del desarrollo celular seguiría las pautas establecidas de manera unánime por el grupo de investigadores. Los dispositivos que lo controlaban habían pasado numerosas pruebas y, a pesar del desgaste, el laboratorio todavía contaba
Heinrich lucía como un anciano de setenta años. La luz solar manchó sus manos al cabo de unas cuantas horas. Los primeros gestos que hizo surcaron en la piel las primeras arrugas en la comisura de los ojos y alrededor de los labios. Los párpados se rindieron ante la gravedad y dejaron entornados los ojos. La espalda también cedió dejando una figura encorvada. Las encías nacieron casi secas. El desarrollo muscular alcanzó la fuerza suficiente para caminar, pero no para dar pasos firmes. Adolfo consignó en su bitácora el paso siguiente: la educación de Heinrich. La amable prosa de William James y el rudimentario alemán le ayudaron a descifrar algunos pasajes de la versión germana de Los Principios de la Psicología. Adolfo comprendió las
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 21 características de la empresa. Heinrich contaba con las peculiaridades de un viejo, excepto por la experiencia; contaba con la psicología de un niño, salvo la facilidad para aprender. Optó por la repetición constante. En lugar de buscar un entendimiento, pensó que ganaría mucho si Heinrich adoptaba hábitos regulares, expuestos en términos claros que se repitieran en un medio que no presentaba mayores cambios. A veces sospechaba que las variaciones y los trastornos del procedimiento habían afectado de manera irremediable el entendimiento de Heinrich, y quizá debería sentirse afortunado porque su criatura pudiera brindarse alguna asistencia en el inodoro y repetir algunas expresiones. Cuando nació Bertolt, los progresos de Heinrich ya eran notables. Sin embargo Adolfo sentía que ni Bertolt ni Heinrich podían pensar. El Ario parecía un autómata. Los trabajos y los días de Adolfo se vieron nublados por esfuerzos descomunales, ensayos y repeticiones. De científico sus tareas lo transformaron en profesor, médico y la mayor parte enfermero. El parecido entre los viejos era similar al parecido de tres hermanos; sobre los tres recayó en cuestión de minutos el peso de la vejez. Sus talentos para el aprendizaje eran parejos; su rostro presentaba un deterioro casi simultáneo. Adolfo los vistió a la usanza alemana de los científicos y ensayó algunas modificaciones: A Thomas, el tercero, lo peinaba dejando la carrera en el medio. A Heinrich le dejó crecer una barba entre rojiza y ámbar. Bertolt se ganó el bigote y el cabello le quedó cortado a la manera de un cepillo. Pareciera que los investigadores alemanes hubieran regresado después de tanto tiempo. Cuando el dinero comenzó a escasear Adolfo no tuvo inconveniente en desguarnecer el laboratorio. Sus años de científico habían terminado. Dedicó sus empeños a formar de cada uno de los viejos una persona. Llevaba consigo los suficientes recuerdos para abastecer la débil memoria de tres ancianos. Optó por recordar las anécdotas de los científicos, contarles sus sueños, sus gestas imaginarias como europeo, como pensador, como militar. Mientras los viejos descansaban en la tarde,
Adolfo anotaba en un diario el modo y la manera de ensamblar una personalidad verosímil. Anhelaba que algún día surgiera la forma, pero sabía bien que debía concentrar sus empeños en el contenido. Fijó tardes para cada uno y a lo largo de dos años intentó una tarea acaso más ardua que la fabricación de tres arios. Pero los cerebros de Bertolt y los demás nacieron cansados. Podían repetir, incluso contar con alguna gracia algunas historias, pero no podían pensar. Esta derrota espoleaba aún más los esfuerzos de Adolfo. En las bitácoras las hipótesis le dieron paso al registro pormenorizado de ensayos. Pareciera que las reflexiones en torno al experimento hubieran quedado marginadas por completo: ¿Tuvo éxito construyendo el Ario? ¿Qué había causado el acelerado envejecimiento de las criaturas? ¿Dónde terminaron los errores y cuál fue el margen de los éxitos? Todas estas preguntas no despertaron el interés de Adolfo, quizá hubieran sido importantes para alumbrar el entendimiento de las criaturas, pero según sus capacidades resolverlas a cabalidad parecía imposible. La inmensa cantidad de registros en los cuadernos y en las bitácoras nos deja entrever cuánto añoraba llevar a cabo sus propósitos. En la totalidad de la documentación rara vez se encuentran referencias de índole personal, existe sin embargo una que quizá contribuya a comprender. Adolfo tuvo un sueño recurrente: Bertolt, Heinrich y Thomas no eran sino gigantescas figuras hechas de barro que permanecían encerradas en una habitación completamente oscura. Afuera, Adolfo intentaba entrar desesperadamente, necesitaba meterles una hoja de papel en la boca para que cobraran vida… Un registro posterior nos muestra el nuevo camino que tomó Adolfo, quizá el papel enrollado que añoraba meterles en la boca no era más que un tipo de historia particular, no tanto la serie de anécdotas y sueños que tenía en su memoria como un pasado que les perteneciera verdaderamente, una supuesta identidad para que despertara en ellos el sentido de identidad y así el pensamiento. El primer paso fue dotarla con una lengua, el alemán; el segundo, mostrarle un pasado.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 22 Heinrich había navegado el mediterráneo en su juventud, todavía guardaba en su memoria algunos versos de su poeta favorito, Novalis. Bertolt había militado en la política desde muy temprano y participó como soldado raso en la primera guerra mundial, tenía varias anécdotas sobre sus camaradas y los enfrentamientos, el entierro de varios de sus amigos, todo muy parecido a la famosa novela de Erich Maria Remarque, Sin novedad en el frente. Thomas procedía de una familia de burgueses y había sido un admirador de los descubrimientos más recientes de la ciencia, desde el año milagroso de la física en 1905, hasta los asombrosos descubrimientos de los veinte sobre partículas. Heinrich perdió a su esposa después de la segunda guerra; Bertolt no quería saber del destino de su familia y Thomas guardaba un respetuoso silencio sobre su vida emocional. Heinrich adoraba las salchichas y los encurtidos, y Thomas y Bertolt dejaron de ser vegetarianos cuando llegaron a nuestras fronteras. Adolfo obró como un artesano primerizo. Con el tiempo advirtió que les había dado a los viejos no una identidad sino una dispensadora de recuerdos y memorias deshilvanadas que derrotarían la paciencia de cualquiera. El último recurso fue procurar a cada uno un prontuario de las enfermedades que los aquejaban. Los tres sufrían de diversos males y podrían discurrir durante horas al respecto, intercalando repeticiones, énfasis, señalando con el dedo, haciendo pausas… que el dedo, que el ojo, que los mareos, que el escozor en el cuello, que no escucho, que el zumbido, que el reflujo, que los pálpitos. A juicio de Adolfo esto era lo más cercano que habían hecho los tres a pensar. Para los demás los tres viejos pasarían por seniles. El centro de investigaciones se convirtió en un remedo de lo que una vez fue. Las vigas metálicas ya estaban cubiertas de óxido y la humedad había rezumado las paredes. Por doquier había grietas, bombillos rotos, zócalos desprendidos. A pesar de tener todavía algo de dinero sentía que era el momento indicado para abandonar las instalaciones y devolverse al pueblo. Quizá el contacto con más personas liberaría al
entendimiento de repetir. Acaso suministrando más estímulos los tres arios, quizá los únicos y auténticos arios que haya habido, podrían despertar. Cuando leemos entre líneas la bitácora de Adolfo entrevemos una esperanza constante: el naipe final, el pensamiento, el pensamiento en toda su expresión; sólo así sentiría ganada la partida. Antes de partir del laboratorio, Adolfo quiso pulir las historias de los tres. Suponemos que el peso de tanto tiempo en la soledad causó un extraño giro en los encuentros con Bertolt, la información de los cuadernos y las bitácoras no nos ayuda a esclarecer este evento. Adolfo decidió confesarle todo cuanto había ocurrido. Con Heinrich las últimas veces recitaron el final de Enrique de Ofterdingen; con Thomas repasaron algunas observaciones sobre la obra del científico Paul Dirac; pero a Bertolt, Adolfo le narró su historia: la suerte del laboratorio nazi, los científicos exiliados y ocultos, la creación de tres viejos en una suerte de duplicador, él, Bertolt, como una creación suya: el pasado que Adolfo le había dado no era más que un plan de evasión. Le contó del sueño, ese sueño que procede de una tradición judía. Al final, los tres, Heinrich, Thomas y Bertolt, solamente repitieron. Cuando el grupo de investigación internacional irrumpió en el laboratorio, sólo Adolfo se sorprendió. La persecución a los nazis había empezado de manera sigilosa. Se caracterizó por un método frío y un ánimo templado en las desgracias y a la espera de cualquier tipo de redención. Hubo capturas en las costas de Argentina y Chile. Alrededor del mundo fueron delatados y se descubrieron refugios que albergaban desde soldados rasos hasta jerarcas de las SS. El laboratorio fue una de las últimas piezas. Los investigadores tacharon unos cuantos nombres en los registros liberando su empresa de tres pesos más. Los arios pasaron finalmente por arios y se decretó tanto la captura como el juicio, tanto la detención como la condena. Adolfo debió compadecer por complicidad. Su testimonio no alcanzó a enriquecer la investigación. A las dos semanas falleció inexplicablemente.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 23 El interrogatorio de Heinrich no arrojó mejores resultados. La senilidad, sentenciaron, había arroyado su entendimiento por completo. Balbuceaba tanto el alemán como el español y las frases entrecortadas versaban sobre zumbidos, poesías y enfermedades. Kinder und verlebte Greise / Sitzen hier in einem Kreise. La identidad de Thomas quedó cotejada sin mayores exigencias cuando un par de nazis septuagenarios y casi seniles lo reconocieron como un especialista en biología y física de partículas. La suerte de Bertolt fue distinta. Bertolt llevaba consigo innumerables contradicciones, historias que se superponían unas con otras en una suerte de palimpsesto maltratado por varios amanuenses y desde luego por el tiempo. Las preguntas, las referencias, todo vapuleó su entendimiento para que de la pléyade de paradojas y mentiras, de la confusión más absoluta, construyera un cuerpo más firme y fuerte. Y en el interrogatorio Bertolt pensó. Sus respuestas anduvieron a tientas en medio de las referencias equivocadas, las mentiras, las verdades. En la tercera sesión su testimonio contó la historia de un científico extraviado, ajeno a los compromisos políticos, que decidió continuar con una empresa incierta e inconclusa, errática. Un científico que triunfó. Al final la sentencia no fue diferente. Heinrich y Thomas, seniles; Bertolt, loco; todos, sin falta, culpables. Los tres registros liberaron la investigación de perseguir a tres nazis más en el continente. Heinrich y Thomas murieron como muñecos de plastilina repitiendo algunos versos y algunas cifras. Bertolt despertó de su letargo en una suerte de infierno, en el mismo juicio final. Su aprendizaje pudo quedar truncado por los fármacos. Su memoria quedó sepultada. ¿Qué extrañas ideas habrá tenido mirando un mundo novedoso a través de un cuerpo pobre y desgastado? ¿Se atrevió a pensar en el futuro? ¿Se consideró humano? ¿Consideró desdichados a Heinrich y a Thomas? ¿Qué extraño matiz tenían sus recuerdos antes de que funcionara a cabalidad su entendimiento? Como Ario nació para expiar la idea detrás de su invención, como persona para
liberar el registro de un nazi que quizá deambulaba por el continente, como viejo para andar a tientas por un camino donde la luz nació casi muerta. La fortuna le dio dos suertes: el tímido recuerdo de un padre y la certeza final de ser un hijo, nada más. Por casualidad los estudios y bitácoras de Adolfo Casares comenzaron a estudiarse aquí en Suramérica justo cuando Bertolt falleció.
FERNANDO GALINDO (1978) (Colombia) Trabajé dictando un taller de escritura de ciencia ficción en la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente dicto conferencias sobre literatura y escribo reseñas en una revista.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Ilustradora Invitada 24
Ilustradora invitada: Nela Marín
miembro fundador. También exposiciones individuales.
cuenta
con
Participó como ilustradora en el 2003 para el equipo de Crianças Criativas como miembro del equipo gráfico en el proyecto: Familia Brasileira Fortalecida, UNICEF realizado en PetropolisBrasil. Cuenta con una amplia experiencia en el campo de la ilustración editorial, sus ilustraciones también forman parte de la gráfica de diferentes salas del Museo de los Niños y las Niñas (Costa Rica) Realiza ilustraciones freelance para importantes editoriales y empresas Nacionales, entre ellas la editorial FARBEN en donde ilustró "El Círculo de Fuego Blanco" de Lara Ríos, así como "La Mujer que se sabía todos los cuentos" de Carlos Rubio entre otros libros. Recientemente ilustró el libro: El Niño Radio y Otros Cuentos para la Editorial Libros para Niños Nicaragua.
El sol se levanta y se pone dia con dia…mientras mi lapiz 4B, cada vez más gastado y apretado entre los dedos, no ha dejado de bailar… de acariciar el papel con su intenso tango… son las 2 de la mañana… pero qué difícil será apagar la luz de mi taller, porque cuando se ama profundamente aquello que haces el tiempo nunca es suficiente…. Nela Marín _________________
Actualmente ilustra para la empresa BirdTales los libros de la colección BirdWatching de la autora María Lorena López, entre otros proyectos.
Correo electrónico genelamarin[arroba]yahoo.com.mx
Con 22 años de experiencia y más de 50 libros ilustrados total o parcialmente, la artista Nela Marín, a sus 39 años, se reconoce totalmente fascinada por la ilustración. Graduada de la facultad de Bellas Artes de Ia Universidad de Costa Rica como Diseñadora Gráfica, ha participado en exposiciones con la Asociación de Humoristas Costarricenses La Zarigüeya y principalmente con el FORO de ilustradores Costarricenses GAMA, del cual es
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 25
El Gran Macizo Carmen Frontera Quiroga
E
l Padre George reunía a su pueblo al menos dos veces al año, una al llegar la primavera y otra antes de que empezaran las nieves, allá por el otoño, y juntos emprendían el camino hacia el Gran Macizo. Todos sabían que era el peregrinaje que tenían que hacer para que su dios y los ángeles protectores les ayudaran ante los fríos de los inviernos y les proporcionaran buenas cosechas en veranos sin plagas. Los más ancianos caminaban despacio, temiendo cansarse nada más empezar, sabían que el camino era largo, los más pequeños comenzaban correteando antes de acabar pidiendo los brazos de sus madres. Todos tenían miedo, sabían que habría algunos que no regresarían. Éstos serían los malos de espíritu y los perversos de corazón. Los dioses y los ángeles les impusieron esta prueba a cambio de su salvación. Ellos habían sido un pueblo cauteloso que bajo el mando del Padre George se había mantenido sumiso y fiel a sagrados principios. Hubo un día en que las colinas que subían y las mesetas que atravesaban hasta alcanzar el macizo central estaban llenas de pueblos, era fácil obtener comida y numerosos arroyos calmaban la sed. Todos aquellos pueblos fueron apresados por
los ángeles protectores y entregados al gran Ángel Guerrero, porque la avaricia que surgió entre ellos, la lujuria, la sed de sangre les llevó a su maldad y su perversidad. El Ángel Guerrero les introdujo en el interior del Gran Macizo sellando éste con una gran losa en la que quedaron grabados sus enormes pies. El Padre George tenía que planificar cautelosamente la visita al Gran Macizo, santuario a la intemperie donde el único refugio eran las protuberancias de los gigantescos pies del Ángel Guerrero. El camino transcurría en tierras inhóspitas donde la tierra estaba calcinada y las pocas aguas que ondulaban en pequeños riachuelos estaban envenenadas. Además, debían llegar al Gran Macizo antes de que apareciera la luna llena. Con la atracción de ésta, se decía que las criaturas malditas salían del Gran Macizo a través de las ranuras existentes entre los dedos de los pies que el Ángel Guerrero dejó grabados en la losa de tan gigantesca sepultura. La luna llena aparecería cuando ellos durmieran entre las protuberancias del pie del Ángel y el Guerrero, se pasearía entre ellos vigilando sus sueños y atraparía a los que tuvieran Lujuria | Gula | Avaricia | Pereza | Ira | Envidia | Soberbia Quedando apresados con los demás perversos en el interior del Gran Macizo. Cuando el Padre George gritaba los siete pecados contra los que tenía que luchar el mundo, en todos desaparecía el fervor del peregrinaje para encontrarse ante el miedo. Aquel día entraron, ya, por las protuberancias del talón de uno de los grandes pies que cubría la losa del gran macizo, cuando el cielo se hizo rojizo
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 26 y la luna se hizo en el cielo redonda, grande, blanca, casi transparente. Nadie escuchó los gritos del padre George para apaciguar a sus criaturas. Los victoriosos corrieron hacia la luna donde vieron reflejadas sus grandes alas negras y sus afilados colmillos bañados en la sangre de los suyos. Era la primera vez que habían podido acercarse a la luna y encontrarse con el espejo de su suerte. Todos supieron que fueron ellos mismos los que en las noches de luna llena habían ido acabando con los pobladores de los valles y las mesetas, capaces de envenenar hasta sus aguas y tierras para evitar el paso de tan siniestras criaturas. Todos supieron que eran asesinos encubiertos de sus propios amigos, padres, esposos o hijos. Todos supieron que deberían matar al padre George, para que no devolviera a ninguno de los suyos al mundo, antes de entrar por las ranuras de los dedos de los pies del Ángel Guerrero grabadas en la gran losa que cubría el Gran Macizo y sepultarse para siempre.
CARMEN FRONTERA QUIROGA (España) http://carmen-frontera.blogspot.com/ Últimos concursos en los que resultó ganadora o finalista: «I Concurso de Relatos cortos Katharsis 2008»: PREMIO FINALISTA AL RELATO “LA GATA ISIS ES SU PEPITO GRILLO”. 26/06/2009 Publicado En el Blog Quimicamente Impuro el relato : La mujer de la Estación del Tren 14 de julio 2009. El relato “El Charlatán” quedó entre los finalistas del Concurso Ficciones Breves Axxón 2009 y fue publicado en la revista Axxón nº 200 (magazine electrónico) Septiembre 2009. Ganadora del Primer Premio del I CONCURSO BUCARO DE POESÍA Y MICRORRELATO en su modalidad de MICRORRELATO. 26-oct-2009 "La mujer la pared".
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 27
Un Paseo Sobre la Luna Óscar Bastante Godina
L
a esclusa presurizada emitió un acongojado sonido sibilante mientras se cerraba, dejando a sus espaldas el sinuoso entramado del complejo destinado a ser el primer enclave humano permanente en la Luna. Su interior había sido inundado apenas horas antes con la misma mezcla de gases que componía la atmósfera de la Tierra. Oxígeno, nitrógeno, un poco de argón, trazas de hidrógeno y dióxido de carbono, cantidades levemente apreciables de helio, xenón y criptón… Gagas Estron inhaló de nuevo, con toda la fuerza que todavía le quedaba a sus viejos pulmones. Imaginó que un ave se sentiría feliz en aquella atmósfera químicamente pura, una auténtica reproducción del pasado, un viaje en el tiempo a través de los gases que traía al presente la combinación de elementos sobre la que se asentó la vida terrestre hacía cientos de millones de años. La combinación de esa atmósfera era exactamente la misma que tenía el aire que surcaron las primeras aves en el periodo Cretácico, cuando criaturas que ya poseían plumas sobre su cuerpo pero aún conservaban huesos sólidos y cola de lagarto evolucionaron hasta dejar de moverse entre las lagunas pantanosas y decidieron conquistar el aire. Hoy podrían volar sobre la Luna. Gagas inspiró unas cuantas veces más. A su lado, su esposa Hispen hizo lo mismo. Ambos estaban de pie, entre la esclusa interior y la exterior de uno de los garajes del complejo, comprobando que todo funcionara correctamente en el primer
asentamiento autosuficiente del satélite vecino, a la espera de que el primer contingente de científicos, astrónomos y técnicos de más de una docena de especialidades se instalara de forma definitiva, por primera vez, en la superficie de otro cuerpo celeste que no fuera la Tierra. - ¿Lista, cariño? - preguntó Gagas. Hispen le miró con sus ojos azules rodeados de finas arrugas. Como siempre, pensó Gagas, chispeaban. Tras más de cuarenta años de matrimonio, él todavía seguía buceando incansable en ese azul, buscando profundidades y matices que todavía le sorprendían y abrumaban por su belleza. Ella asintió con la cabeza, moviendo sus cortos cabellos blancos. Su experiencia en el campo de la química había sido imprescindible para apuntalar los conocimientos sobre ingeniería y domótica de Gagas. Juntos, con la ayuda de media docena más de científicos e ingenieros y diez astronautas, habían logrado diseñar y construir la primera ciudad lunar de la historia. Tras varias semanas de deliberaciones, la división espacial de Naciones Unidas la había bautizado como Selene, un complejo de más de cien mil metros cuadrados de superficie compuesto por cúpulas geodésicas, laboratorios, depósitos de agua, alimentos y combustible, viviendas, torres de refrigeración y una pequeña central nuclear, todo ello semienterrado bajo una colina desmochada y desprovista de aristas emplazada en el sector oriental del Mare Nectaris, cerca de los montes Pirineos lunares. Gagas e Hispen comprobaron sus trajes de paseo y el rover lunar biplaza con el que pretendían dar un pequeño paseo antes de la hora del almuerzo. Querían ver el complejo desde el exterior quizá por última vez antes de que fuera abordado y habitado por las cerca de trescientas personas que la semana siguiente viajarían desde Cabo Kennedy a bordo de la superlanzadera Marco Polo, la gigantesca nave de transporte construida consorciadamente por Estados Unidos, Rusia, China, Japón, India y la Agencia Europea del
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 28 Espacio. Tras casi diez años de esfuerzo compartido y una ingente riada de dinero invertido, la Marco Polo estaba lista para efectuar su primer vuelo no simulado y esparcir por la superficie de la Luna el primer puñado de las semillas que harían germinar buena parte del futuro de la Humanidad. - Bueno - dijo Gagas, con el casco puesto y hablando por el circuito de comunicación interno de su traje -, grábate bien esta fecha. Tres de febrero de 2034. Nuestro último paseo por una Luna deshabitada. Se sentaron en el rover y esperaron a que la esclusa exterior se abriera antes de arrancar el pequeño motor solar del vehículo. Ya fuera de la protección del garaje, Gagas condujo el rover hacia el norte, en dirección al cráter Bohnenberger, en paralelo a la pista de aterrizaje de cinco kilómetros de largo que aguardaba impaciente a los primeros colonos lunares. Las gruesas y dentadas ruedas del rover trazaban toscas y amplias huellas en el regolito que formaba la capa más externa del suelo del satélite. Ambos sabían que esas huellas no serían borradas, pues no había viento ni erosión que se encargara de ello. Perdurarían, inmutables, durante eones, a menos que fueran pisadas o excavadas. O pulverizadas por algún meteorito aún lejano en el tiempo que se estrellaría en la superficie para crear un nuevo cráter. Viajaban a unos veinte kilómetros por hora, a través de una llanura ligeramente sinuosa. No era una zona donde proliferaran especialmente los cráteres ni los accidentes geográficos, circunscritos a la cadena montañosa que tenían a su derecha y a los rugosos farallones que muy al norte delimitaban las zonas de Daguerre y Gutenberg, más allá del alcance de su visión. Cuando llevaban media hora de camino, Gagas hizo girar el rover en dirección suroeste y lo detuvo. En silencio, escuchando sus sordas e intermitentes respiraciones a través de los auriculares de sus cascos transparentes, observaron el paisaje. Los montes Pirineos lunares quedaban muy lejos, detrás del círculo casi perfecto del
cráter Bohnenberger; enfrente, a unos noventa kilómetros, se alzaba el cráter Rosse, solitario en medio de la cuenca del Mare Nectaris. Todo lo que podían ver era de color gris, más oscuro y estático a nivel del suelo, más hiriente y brillante en las crestas y quebradas que los rodeaban. El nítido y afilado horizonte lunar se recortaba contra la infinita negrura del espacio. Más allá de ese horizonte, a 380.000 kilómetros de distancia, el disco banco azulado de la Tierra refulgía como una piedra semipreciosa en medio de la noche eterna del espacio. - Todo saldrá bien, ¿verdad? - preguntó Hispen tras unos instantes. - ¿Te refieres al viaje de la semana próxima? - Sí. Bueno, también… al futuro, en general. Quiero decir que espero que esto lo sepamos hacer bien. - Yo también espero que sí. Ha sido un camino muy largo, y nosotros hemos tenido nuestra cuota de responsabilidad. Pero no podemos saber nada de ese futuro, sólo cruzar los dedos y desear que todo esto termine bien. O mejor aún, que no termine. Que sea el comienzo de una época de exploración, de descubrimientos, de avance científico… - Ya hemos hecho una pequeña parte de ese camino. - Sí, y no nos ha ido mal. Ha habido peleas, por supuesto, pero también cooperación, voluntad… Lo normal, supongo - dijo, riendo -. Creo que es lo que hay que esperar del futuro. Tres pasos hacia delante, dos hacia atrás, discusiones, acuerdos, negociaciones… Vamos, las típicas tonterías de los seres humanos. - Esas tonterías casi nos cuestan el planeta que nos vio nacer, Gagas. - Cierto. Y supongo que volveremos a las andadas más de una vez. Somos expertos en caminar sobre el filo de un cuchillo y salvarnos por
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 29 los pelos. Míralo así: hace cincuenta años todo el mundo estaba convencido de que la Humanidad se iría al infierno gracias a alguna guerra o una catástrofe nuclear. Hoy estamos a punto de abandonar nuestro planeta natal y comenzar a navegar por el espacio. - ¿Y no te da vértigo todo eso? - Un poco. Pero no hay otra opción. Somos aventureros, descubridores, curiosos, inquisitivos… Está en nuestros genes. - Ya lo sé, y sé también que si no fuésemos así ni siquiera hubiésemos descubierto que la Tierra era redonda y no plana. Pero a veces tengo miedo de lo que somos capaces de estropear. Oh, no lo digo por la Luna, que lleva muerta millones de años. Pero un día llegaremos a mundos vivos, mundos hermosos, diferentes al nuestro, y temo que no sepamos qué hacer con ellos, y que los estropeemos como hemos ido estropeando la Tierra durante los últimos siglos. - Es posible que eso suceda, no digo que no. Pero nosotros no podemos hacer nada, Hispen. No estaremos allí para verlo, y preocuparnos por ello no va ayudar a los que tengan que tomar decisiones dentro de cien o doscientos años. Sólo podemos confiar en que la razón acabe triunfando, y en que el espíritu aventurero de los hombres adquiera templanza y sabiduría con el paso del tiempo. - ¿De veras crees que ocurrirá así? - No puedo estar seguro, cariño - y sonrió de nuevo -, pero como solía decir mi abuela refiriéndose a mí, creo que de alguna manera la humanidad tiene una flor en el culo1. Es verdad que muchas veces nos comportamos como monos estúpidos, con muy poca inteligencia y nula empatía con el resto de los seres vivos. Pero espero que eso cambie, y en todo caso estos días que estamos viviendo pueden ser el comienzo de una
era diferente. Ella le devolvió la sonrisa y le cogió del brazo, apretándoselo con ternura. Luego dijo: - Oye, ¿por qué no damos un paseo a pie? - ¿Un paseo? No sé, falta poco para el almuerzo, y estoy un poco cansado. - Gagas, esto es la Luna. Aquí no pesamos más de doce kilos cada uno. No me digas que no puedes con eso. Mira, podemos ir hasta aquel promontorio de allí delante. No nos llevará más de tres o cuatro minutos. Él asintió, y ambos salieron del rover, cogidos de la mano. Lo que hacían no era exactamente caminar; daban saltos apoyándose en ambas piernas, flexionadas, como si fuesen muelles de carne que en cada salto les transportaban en volandas unos cinco o seis metros. Llegaron al promontorio y subieron por él arrastrando los pies sobre el suelo. El fino polvo de lava basáltica que cubría la superficie del Mare Nectaris se adhería a sus pesadas botas como si fuese limo en suspensión. No era cierto que la Luna no tuviese atmósfera; era casi insignificante debido a la escasa gravedad que no permitía al satélite retener moléculas de gas. Pero el planetoide emitía gases que provenían de su interior, sobre todo helio, argón, sodio y potasio. Aunque increíblemente tenue y efímera, la atmósfera de la Luna permitía que el polvo que levantaban los pies de Gagas e Hispen dibujara ligeros arabescos en el aire antes de volverse a posar en el suelo. Cuando llegaron a la cima de la pequeña elevación, Gagas respiraba con cierta dificultad. Todavía cogidos de la mano, observaron el paisaje que se abría ante sus ojos. El rover estaba situado a su espalda, a unos cuatrocientos metros de distancia,
1. Flor en el culo: Expresión que se utiliza en España para denotar buena suerte.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 30 y más allá de su achaparrada silueta aún podían ver algunas de las torres y cúpulas de Selene, la única nota de color (verde, azul, naranja) en el desolado espectáculo que les ofrecía la compañera de viaje de la Tierra.
- ¿Seguro? ¿No quieres que llame a la base para que vengan a recogernos?
Ante ellos se extendía la superficie del color de la ceniza del Mare Nectaris, una cuenca de casi trescientos cincuenta kilómetros de diámetro situada en el hemisferio sur lunar. La vieja lava oscura formaba una capa casi uniforme ante sus ojos, rota a lo lejos, allá en el oeste, por los impresionantes farallones de Fracastorius, un imponente cráter de ciento doce kilómetros de diámetro.
Se miraron a los ojos a través de sus cascos. Luego Gagas volvió a sonreír con la pícara mueca que Hispen le había visto practicar miles de veces. Su respiración se fue volviendo más regular, y el dolor en el costado y el sudor frío fueron desapareciendo poco a poco.
- Es hermosa, ¿verdad? - preguntó de repente Hispen. - Sí - contestó su marido -, lo es. A su manera, claro, pero tienes razón. Es hermosa, solitaria, tranquila… Gagas interrumpió la frase a medio camino. Cada vez le costaba más respirar y comenzaba a notar unas hirientes punzadas en su costado izquierdo. Un sudor frío y seco le corría por la frente y las sienes, que latían con fuerza creciente en medio de un silencio que tan sólo rasgaba el sonido de sus respiraciones. -¡Gagas! - gritó Hispen, alarmada - ¿Qué te ocurre? Él abrió la boca, buscando más aire que enviar a sus pulmones. Con dedos temblorosos tanteó los mandos que regulaban el nivel de los gases de su traje, insuflando más oxígeno a la mezcla. Respiró lenta y pausadamente durante unos instantes y luego mostró las palmas de sus manos a su esposa, pidiendo calma y tiempo a la vez que se sentaba en el suelo y se cogía las rodillas con los antebrazos. - ¿Estás bien, cariño? - preguntó Hispen. - Sí… sí… - contestó él con dificultad -, sólo necesito… descansar un momento.
- No, no… Estaré bien en un minuto. Me hago viejo, Hispen, eso es todo.
De nuevo el silencio les envolvió, omnipotente, definitivo. Hispen seguía mirando de soslayo a Gagas, pero éste parecía ahora estar sumido en sus propios pensamientos, en una introspección abisal a cuyas profundidades ella no podía acceder. Le dejó hacer, como había hecho tantas otras veces durante su vida en común. Gagas se había sumergido en un bucle de pensamiento. Y viajaba hasta el pasado. Primero hasta la Grecia clásica, y a las teorías del filósofo Anaxágoras, que ya por aquel entonces aseguraba que tanto la Tierra como la Luna eran cuerpos densos, rocosos y esféricos, y que la luz emitida por el satélite era la que el astro reflejaba de la que recibía del Sol. También recordó a Selene la diosa, que los griegos asociaban a la Luna, y cuyo nombre dio origen al término selenita, “el que mora en la Luna”. Dentro de unos pocos días existirían los selenitas. Y sería así ya para siempre. Gagas se preguntó si ellos mismos no eran ya, en cierto modo, selenitas. Pero no… Habían vivido demasiados años en la Tierra, más de setenta, y todos sus instintos, todos los órganos de su cuerpo y todos sus sentidos todavía rendían pleitesía a la joya azul y blanca que lucía gloriosa en el negro firmamento, allí cerca, casi a un tiro de piedra… No podía acostumbrarse del todo. Durante toda su vida había levantado la vista hacia el cielo y había comprobado que aquella roca gris y Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 31 luminosa que ahora pisaba seguía estando allí, en el cielo, oteando y riéndose de las pequeñas trifulcas y miserias de los humanos. Mas cerca o más lejos, más o menos brillante, en una fase o en otra, la Luna colgaba allí, serena, silenciosa, quieta, majestuosa. Observar Australia o Alaska desde 380.000 kilómetros de distancia, posado en un promontorio de lava enclavado en medio de una llanura sombría y polvorienta de un planetoide muerto hacía miles de millones de años seguía siendo para él una experiencia extravagante e insólita. Algo en su interior se quejaba y protestaba por esa inaudita perspectiva. Durante milenios, el Hombre había dotado a la Luna de un halo de misterio, de mil enigmas y secretos, de simbologías y representaciones diversas. Había sido la Diosa Madre, la representación de la resurrección y el renacimiento, el Ave Fénix del sistema solar. También había sido cuna de presagios, inesperada luz en medio de la oscuridad, reina del cielo, diosa egipcia del amor, rostro eterno de la burla del universo ante las desventuras de los hombres. Gagas suspiró y miró a su mujer, que le sujetaba firmemente el brazo izquierdo. Su casco reposaba en el imperfecto ángulo que trazaban su cuello y su hombro. - Hispen - dijo -, dentro de un par de generaciones la gente que vivirá aquí ya no se llamarán a sí mismos terrestres. Ella levantó la cabeza y enfrentó su mirada líquida y abstraída. - ¿Ah, no? - preguntó - ¿Y cómo se llamarán a sí mismos? - Selenitas. O algo parecido. - ¿Y eso será bueno o malo? -
Hummmmm…
No
lo
sé.
Será.
Las
consecuencias que ello acarree no se sabrán hasta después de mucho tiempo. - ¿Quieres decir que la Humanidad se irá dividiendo a medida que conquiste el espacio? ¿Que nos llevaremos con nosotros a las estrellas la tendencia hacia la fragmentación, el particularismo, el ensalzamiento de la diferencia? - Eso es imposible de evitar. Somos así, lo llevamos en nuestros genes. La tribu, el clan, la familia… Simplemente tendremos que ingeniar nuevas maneras de gestionarlo. Pero eso no será lo único. También nos llevaremos todo lo bueno y todo lo malo que tenemos. Envidia, celos, odio, intolerancia, dominación, injusticia… Pero también heroísmo, y amistad, y generosidad, y grandeza. - ¿Y sobrevivirá la galaxia a una infección de este tipo? - preguntó ella en tono irónico. - Espero que sí… Sí, lo hará. Hemos llegado hasta aquí y tampoco nos ha ido tan mal, en líneas generales. Oh, seguro que cometeremos errores, somos especialistas en ello. Pero a la larga sobreviviremos. Cambiaremos algunas cosas, para bien y para mal, pero creo que el conjunto estará equilibrado, en última instancia. - Bueno - dijo ella suspirando -, espero que tengas razón. No me gustaría reencarnarme en una fétida charca de un planeta situado a quinientos años luz para maldecir el día en que los humanos decidieron que en ese punto de la galaxia construirían una estación para que sus naves repostaran y limpiasen sus motores de toda la mierda acumulada durante su viaje espacial. Ambos rieron, con calma, relajadamente. El momento de miedo había pasado. El de la introspección también. A pesar de todo, estaban contentos de estar allí, de ser parte de la Historia, de haber contribuido con su granito de arena a que la raza humana diera el paso que estaba a punto de realizar y salir de una vez por todas, de forma irremisible, del planeta que les vio nacer y les dio
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 32 la vida. Todavía permanecieron un par en minutos, sin decir nada, envueltos por el halo mágico y misterioso de las recortadas aristas de las rocas y el sorprendentemente cercano horizonte. Luego, en un tenue susurro, Hispen dijo por fin: - ¿Qué, nos vamos? Comienzo a tener hambre. Gagas sonrió con alegría. Echó un último vistazo a la quieta extensión del Mare Nectaris y volvió sus castaños y opacos ojos hacia su esposa. - Sí, vámonos. Creo que yo también necesito comer algo, y después echarme una buena siesta. Se levantaron con torpeza, sin prisas. Y, cogidos de nuevo de la mano, descendieron lentamente el promontorio y luego atravesaron la llanura cubierta de polvo oscuro hasta el lugar donde tenía aparcado el vehículo que les conduciría de vuelta hasta el primer complejo humano habitado en la Luna. Hasta Selene. Hasta su nuevo hogar.
ÓSCAR BASTANTE GODINA Nacionalidad: Epañola Periodista de profesión, director de la emisora Radio Rubí en Barcelona (España), autor de diversos relatos publicados. Autor del relato "Hijo de dos mundos", seleccionado para la antología Libro Andrómeda 2008. Accésit y mención especial del jurado del I Premio de Novela Corta de la revista literaria Katharsis por la novela "El Guardián del Puente del Arco Iris". Mención especial del jurado en el I Concurso de Relato Breve Fantástico de la Asociación Cultural Forjadores de Amorebieta por el relato "Los Hombres de Schrödinger". Tercer premio del Concurso de Cuentos Augusto Monterroso, de la editorial Voces de Hoy, por el relato "Punto de Partida". Blog personal (literario): http://fantasiasyquimeras.blogspot.com Correo electrónico: oscarbastante[arroba]yahoo.com
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos 33
Star Wars en el Cuaderno Óscar Fabián Triana Méndez Cada año la compañía productora de la saga de Star Wars, Lucasfilm, en conjunto con Atomfilms organiza el concurso Star Wars Fan Movie Challenge en el que compiten representaciones de Star Wars en formato cortometraje. En la edición 2009, el colombiano Óscar Fabián Triana Méndez fue el primer latinoamericano en ganar el concurso en la categoría de mejor filme animado. En este artículo nos cuenta su experiencia.
Star Wars Fan Movie Challenge Anualmente Lucasfilm, la misma productora de la legendaria saga de películas, en asocio con el portal de videos Atom Films, organiza un concurso de cortometrajes llamado “Star Wars Fan Movie Challenge”, abierto a aficionados y profesionales de todo el mundo. En 8 ediciones, el tema siempre ha sido el mismo: Star Wars, en corto y preferiblemente comedia. Pero lo que se estimula, o al menos esa fue mi apuesta, es el dar un punto de vista particular usando como pretexto ese universo, comunicando una idea o sentimiento. Pueden existir ideas similares, pero el tratamiento de cada autor las hace únicas.
C
uadernos rayados. De hojas amarillas. La escuela o el colegio. Las aventuras y los héroes. Sin permiso de la ciencia, nos ponen a viajar en el tiempo. Y ese fue la principal excusa para realizar este proyecto. ¿Qué fue de esos momentos donde todo era posible?
La idea Desde el campo del diseño, y en los últimos años, he estado interesado en el tema de la niñez, cómo los niños ven, sienten y representan el mundo. Hay características que nos hacen únicos cuando somos niños y que al parecer se pierden con el paso de los años: la espontaneidad, la recursividad y la ingenuidad con que abordamos la vida. Pero sobre todo la forma en que nos comunicamos, cómo contamos una historia en aquellos años. ¿Y qué tiene que ver esto con “La Guerra de las galaxias”?
El Corto Usando la misma filosofía de la niñez, la producción no tuvo nada de “espectacular” o ambicioso, la idea era usar al máximo los recursos
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos 34 disponibles, adaptarlos para recrear la película, con esa ingenuidad y sensibilidad que sólo de niño se tiene. Sin embargo, llegar a ese nivel de síntesis requería aplicar la experiencia adquirida durante varios años dedicados a la animación, de discernir qué es viable, saber dimensionar la pieza, reconocer las limitaciones y contraatacarlas con soluciones prácticas. El año anterior había desarrollado bajo la Especialización un proyecto llamado “ImaGeForce”, que manejaba la misma temática, los niños y su visión del mundo, contada a través de un grupo de cortos y usando el lenguaje de diferentes géneros audiovisuales, como las llamadas “space operas”, o el “sentai” japonés. Sin saberlo, y a pesar de las dificultades del mismo, abrieron el camino para “Star Wars In a Notebook”, al aportar experiencia y sentido práctico. El primer paso fue anotar frases, con momentos que recordaba de la película… decidí no verla de nuevo, para mantener esa frescura y aleatoriedad cuando uno recuerda, para imitar ese modo en el que uno cuenta una película a sus amigos, e intentando emular esa agudeza de niño, usando frases directas y con chispa, que posteriormente estarían representadas como recortes, a manera de subtítulo. La gráfica del corto refuerza el concepto original, usando de fondo las hojas de un viejo cuaderno y recreando los personajes como recortes, al mejor estilo de los ejercicios prácticos de la primaria, usando texturas y diferentes materiales, complementados por el pequeño narrador que “habla” por medio de los textos recortados.
Fueron cerca de 5 semanas de trabajo, relativamente poco al producir animación, a ritmo constante pero sin excesos o trasnochos. Todo el diseño se realizó con lápiz y papel en mano, pero de ahí en adelante el proceso fue digital totalmente. Todos los elementos se crearon en Photoshop, usando como referencia los diseños a lápiz, y se construyeron con material fotográfico como recurso. La construcción de los personajes imita lo análogo, tal y como si se hubieran creado realmente en cartón y papel, técnica conocida como “cut-out”, que, de paso, al animarse, forzaba un acabado similar al del “stop-motion.” El corto cuenta con alrededor de 40 planos, pero se terminó por imitar un plano secuencia, es decir, no hay cortes sino rápidos movimientos de cámara que enlazan todos los planos, que genera la sensación de que estuvieran sobre una misma superficie y construyendo la tensión hasta el clímax: la destrucción de la “Estrella de la Muerte”. Se crearon cerca de 15 personajes de distinto nivel de complejidad, que van desde 8 hasta más de 40 piezas móviles, además de una decena de naves y algunos otros efectos especiales, como explosiones en video.
La herramienta para esta labor no es necesariamente la que uno esperaría, After Effects, generalmente conocido por ser un software para
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos 35 composición postproducción.
y
Una particularidad del concurso es que permite usar la música y lo efectos de sonido originales que aparecen en las películas. Eso sí, con ciertos límites en la duración de cada clip y en su cantidad, y con algunos requerimientos y disposiciones legales, pero que para una escala como la del cortometraje son aceptables.
El concurso El concurso normalmente se anuncia durante el mes de marzo, aunque se pueden subir videos en cualquier mes del año. Todo el proceso es electrónico. El personal de Atom, realiza una selección de finalistas que varían en cantidad cada año, para un arrojar un total de 7 a 10 categorías como Mejor Animación, Mejores Efectos Visuales, Mejor Acción, Mejor Comedia, entre otros, complementados por el “George Lucas Selects” anunciado por el propio director desde el “Rancho Skywalker”. Los finalistas son publicados bajo una URL propia y en mejor calidad en el sitio web. A inicios de julio, con 2 semanas de votación en línea, se otorga uno de los premios, llamado “People Choice”. Durante el mismo mes se celebra el SanDiego ComicCon, que ha sido el hogar de Star Wars desde sus inicios en los años 70. La ceremonia de premiación, donde se exhiben los trabajos finalistas, se celebra en el centro de Convenciones de la ciudad como parte de la convención y cierra el día de eventos de esta franquicia. Los jurados son parte del personal de Lucasfilm y Atom, además de invitados especiales que varían cada año; en esta ocasión Seth Green, de Robot Chicken y Dave Filoni, director supervisor de The Clone Wars, la serie 3D de TV. La competencia final fue entre 22 cortos, con orígenes de lo más diversos, participantes desde los 20 a los 40 y tantos años, profesionales, aficionados, individuos, escuelas o grupos, y hasta
productoras independientes, usando toda clase de técnicas y recursos: imagen real, animación 2D y 3D, stop motion.
El reconocimiento Es la primera vez que un latinoamericano gana tal premio, y le dio un toque extra de resonancia e impacto, especialmente a nivel local. No hay premio en dinero, aunque sí un porcentaje por regalías según la cantidad de reproducciones en el site de ATOM. Los contratos y licencias son bastante flexibles… el trabajo es del autor, y se puede divulgar sin problema alguno. Ganan ambos bandos, publicidad mutua. Se entrega una particular estatuilla dorada: R2D2 y C3PO sostienen un vaso gigante de palomitas y un refresco. Adicionalmente las obras ganadoras se publican en la misma página de Internet, starwars.com, y se complementan con un perfil, entrevista en la página y en el blog oficial.
A pesar de que aquí en Colombia, tardó un tiempo en conocerse la noticia, los diferentes medios, desde la TV hasta la radio y la prensa escrita se vieron sorprendidos y destacaron notablemente este logro, que de alguna manera es un campanazo, una demostración tangible de la trascendencia de las buenas ideas, y de que, a pesar de las grandes limitaciones y dilemas de nuestro contexto, se puede lograr proyectos de calidad, conectarse con audiencias por encima de los
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos 36 idiomas y las fronteras… la mayor satisfacción que haya tenido.
El futuro Hay planes a futuro con el mismo tratamiento para esta franquicia; material de referencia es lo que sobra. Coincidencialmente, 2010 marca el aniversario número 30 del estreno de “The Empire Strikes Back”, película que seria la referencia para la secuela natural de mi cortometraje… así que el cuaderno aun tiene más hojas por descubrir.
OSCAR FABIÁN TRIANA MÉNDEZ Diseñador, animador e ilustrador, sobreviviente de muchas batallas en el campo del arte y del diseño, egresado de la Universidad Nacional de Colombia en par oportunidades, como Diseñador Grafico en 2005 y posteriormente como Especialista en animación en 2008. Desde pequeño, interesado en el arte (va en los genes), ha desarrollado proyectos que van desde los cortometrajes hasta los juegos de video, que destacan por su interés en la memoria y construcción de la identidad cultural local.
Vea en la web Entrevista a Óscar Fabián Triana en la página oficial de Star Wars >> Cortometraje "Star Wars en el cuaderno" en Youtube.com >>
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 37
N18 Juan Manuel Ortiz Taberna
M
i nombre es N18, soy uno de los cuarenta huérfanos del sector 12. No tengo ni idea de cuántos sectores hay en nuestra sección, ni cuántas secciones hay, por lo que no sé cuántos hermanos-huérfanos somos en total. Aunque lo habíamos discutido entre nosotros durante días, algo había pasado fuera del plan que aún estaba fraguándose. Los resortes y los muelles se habían detenido, las grandes máquinas dejaron de expulsar sus gases nocivos y todos nos miramos a través de los cristales de nuestras máscaras. D32 elevó su voz entre el ensordecedor ruido que producían las máquinas al detenerse y expulsar los últimos alientos de vida. -Ahora es nuestro momento, hermanos. debemos de escapar antes de que lleguen los vigilantes.- Parte de lo que antes fue su mano enarbolaba una llave inglesa de gran tamaño. -Pero los vigilantes nos matarán si huimos.- Se oyó la voz de H12, que era como nuestra conciencia. Pero la verdad, es que si queríamos salir de allí, lo que menos necesitábamos era que uno de nosotros pusiera sobre la palestra una opción que todos barajábamos y que nos quitaba el poco valor que habíamos juntado en los últimos días. -¡Corred, corred!- Estas dos palabras se dispersaron por los pasillos como si estuviesen cubiertas de pólvora.
A mi lado corría V11, un chico de más o menos mi edad que era el encargado de engrasar la mayoría de los engranajes de mi sección. Su cuerpo pálido como el mío estaba cubierto por grandes manchones negros de grasa. Mientras nos dispersábamos sin saber hacia dónde, yo me dirigí hacia mi camastro para poder recoger a S33, mi peluche. Creo que es un conejo, o por lo menos eso me dijo uno de los vigilantes, para mi es S33 y como mis hermanos-huérfanos lleva una máscara para protegerse de los gases. -Déjalo, no podemos perder más tiempo.- La voz distorsionada de V11 aumentaba más aun, si cabe, la sensación de temor a encontrarnos con los vigilantes. -No puedo dejarlo.- entré en el habitáculo y me dirigí lo más rápido posible hacia mi camastro, al final de la hilera. Estaba sentado tal y como lo había dejado momentos antes. Lo cogí y los tres salimos de la habitación sin muy bien saber hacia dónde dirigirnos. Las alarmas se habían activado, pronto los vigilantes se nos echarían encima y esta huida mal tramada terminaría en una ruina que no nos podíamos permitir. El castigo sería ejemplar y nunca más se nos ocurriría volver a intentarlo. Las máquinas seguían condensado en los pasillos y estaba disipando. Subimos y corrimos entre las pasarelas cubetas de hierro fundido.
inertes, el humo en las escaleras se bajamos escaleras, y por encima de
-No hay salida, estamos condenados.- La voz de V11 no me servía de mucha ayuda entre aquel laberinto. Un chorro de vapor nos sorprendió a ambos. Un desagradable dolor, breve pero intenso, recorrió mi brazo activando un grito que escapó de mi boca y atravesó la máscara. La piel se me había desprendido. Doblé las rodillas por el dolor, ese
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 38 movimiento involuntario me permitió escapar de un segundo chorro que alcanzó de lleno a mi hermano-huérfano, la máscara le había protegido el rostro pero su cuerpo presentaba quemaduras muy serias, intenté socorrerle como pude con el otro brazo pero el solo hecho de tocarle hacía que gritase como si le estuviese arrancando la vida. No dio tiempo a que lo consolase o le dijese que no le iba a abandonar y que lo íbamos a conseguir. Había muerto. Juré ante su cuerpo inerte que conseguiría escapar por los dos. Un estruendo me sacó de mi propia nube, las máquinas se habían puesto de nuevo en marcha y aunque había visto muchas de las muertes de mis hermanos-huérfanos a manos de las máquinas que nosotros arreglamos y mantenemos en perfecto estado, la muerte de V11 tenía un significado que no logro lograba comprender. Cogí a S33 y continúe mi alocada huida hacia no sé dónde. Si las máquinas habían vuelto a funcionar significaba que la huida había acabado en un total fracaso. Pronto se darían cuenta de que mi puesto no estaba funcional y los vigilantes me buscarían sin descanso. Al bajar por una de las tuberías que llevaban a una pasarela inferior me encontré con un vigilante. Su figura alta, delgada y negra como los pegotes de grasa despertaba en nosotros un terror irracional. Antes de que pudiese reaccionar me atrapó por el brazo. Otro grito de dolor escapó, pero esta vez fue ahogado por el ruido de las máquinas. Solté a S33 e introduje mi mano en uno de los bolsillos de mi pantalón de trabajo, saqué unas cuantas tuercas y las arroje al rostro del vigilante, su máscara le protegió. Volvió a realizar presión en el brazo, estuve a punto de desmayarme por el dolor. Caí al suelo, me rendí.
Giré la cabeza y miré, siguiendo el rastro que había dejado la pregunta. -¿Eres N18?- El vigilante volvió a preguntar, esperando que yo emitiese algún tipo de respuesta. No responder a un vigilante cuando él te dirigía la palabra era suficiente para recibir una docena de latigazos. La mayoría nos desmayábamos antes de llegar al quinto latigazo. El vigilante me cogió por el brazo sano y me puso en pie. -No volveré a preguntártelo. ¿Eres N18?-. Su mano izquierda se dirigió hacia el cinturón del cual colgaba el látigo neuronal. No sé si fue por miedo o por la vergüenza de haberme rendido tan rápido después de mi juramento. El caso es que me abalancé contra el rostro del vigilante y logré arrancarle la máscara antes de que pudiese reaccionar a mi ataque. Era una sentencia de muerte. Su rostro limpio de grasa me miró de forma perpleja y antes de que mi realidad se volviese negra como el carbón que introducimos en el corazón del fuego que alimenta las máquinas, una palabra escapó del interior de mí ser, una palabra de la cual desconozco el significado. ¿MA… MÁ?
JUAN MANUEL ORTIZ TABERNA (España) Nacido en Madrid, amante de la literatura fantástica y de ciencia ficción. Aficionado a la creación de relatos y cortos cinematográficos.
-¿N18?- Preguntó el vigilante.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 39
Salmo Penitencial Pablo Martínez Burkett
Hay que tenerla en la mano derecha y pedir los deseos en voz alta. Pero le prevengo que debe temer las consecuencias. W. W Jacobs – La Pata de Mono
H
ay un hecho que me desencaja: esa vocación femenina por hablar. No importa que se trate de una doctora en física cuántica o de una trotacalles, siempre quieren hablar y más espantoso aún, se empeñan en preguntar. Desde el susodicho “¿Te gustó?” hasta el invasivo “¿En qué piensas?”, pasando por la penosa auscultación de futuros posibles y la no menos corrosiva indagación de las omisiones del pasado, nada queda exento a la feroz inquisición de las compañeras de lecho. Y no vaya uno a cometer el desliz de responder otra cosa que no sea lo esperado, que se ofenden con gran afectación y se les da por cometer toda clase de crueldades para fastidiar al muy canalla que no sabe mentir comme il faut. Si al menos alguna consultara un manual de originalidad. Pero bueno, pese a que el reciente desempeño había sido menos censurable, aquí estaba yo otra vez planeando cómo deshacerme de una mujer en forma cortés. ─¡Tú sí que eres loco! ─me sorprendió de repente, apoyada en mi pecho─. Mira que hacerte un tatuaje así. Siempre he deseado grabarme en el hombro a una divinidad azteca, sin embargo nunca me había
permitido un tattoo ni cosa parecida, de modo que seguí la dirección de su mirada para constatar que en la mano que ondulaba sobre sus senos había unas marquitas muy raras. Retiré el brazo de la prisión de su nuca y acercando la lámpara, me senté en la cama para un examen más diligente. En efecto, entre la prolongación imaginaria del dedo índice y el pulgar, se apreciaba con nitidez una especie de tatuaje. Eran tres pequeños triángulos equiláteros que a su vez estaban alineados perfectamente formando los extremos de una pirámide. Desde donde se la mirara, era imposible no inferir la presencia demarcada por los diminutos diseños de color rojo. Admito que es más que recurrente la fantasía de tatuarme a los feroces dioses que habían retornado a las estrellas, pero buceando en la memoria de mis últimas borracheras constaté, aliviado, que ninguna había sido tan extrema como para propiciar semejante trepanación en la carne. Me consolé especulando con que quizás habían sido los mosquitos, el domingo a la orilla del río. Con premura, advertí que por más que el calentamiento global los tiene prósperamente activos, los insectos deberían ser del tamaño de un caza de combate para dejar tan feroz mordida. La anarquía de mis ideas iba creciendo y pese al empeño de la revisión, no acertaba en tropezar ni por error con un animal cuyas mandíbulas consintieran esta precisa incisión. Tratando de tranquilizarme, pensé en que no había criatura en este mundo que fuera capaz de infringir este monumento de sangre. Recobré la serenidad aseverando que no hay sobre la faz de la tierra hombre ni bestia que pueda estampar este símbolo de la abominación. Pero la sensación de resguardo fue ínfima. Todo me empezó a dar vueltas, en una entrechocada visión de paredes que se tuercen desafiando la idea de gravedad, sombras ruinosas, inclinaciones sibilinas, murmullos agoreros, un retemblor como de motores. No sé si vi o imaginé que algo o alguien se quitaba una especie de escafandra. Creo que volví a soñar con mis dioses de dientes limados y ojos desmesuradamente glaucos. Con brusquedad, me
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 40 arrebató la sospecha de haber padecido un dolor punzante en la ingle, un ardor cáustico por todo el cuerpo. Volví a sentir el aliento como a pastillas de mentol rancio. Y entonces recordé.
PABLO MARTINEZ BURKETT (Argentina) Nació en Santa Fe, República Argentina. Se mudó a Buenos Aires en 1990 ejerciendo desde entonces como abogado, profesión que alterna con la docencia de postgrado en universidades del país y el extranjero. No fue hasta hace unos seis años que comenzó a publicar sus relatos y poemas. Ha participado en diversos concursos, mereciendo una docena de distinciones en la Argentina y España. Le han publicado el conjunto de poemas “Borduras del ocaso” en el libro electrónico “Tras las palabras”, La Lectora Impaciente, España (sept/2007). Algunos de sus relatos han sido publicado en los libros: i. “Continuidad de las Voces, Antología II”, 2007; ii. “Territorio Sur”, 2008; ambos por Editorial de los Cuatro Vientos. iii. “6° Convergencia Internacional de Cuentos JuninPaís2007”, Ediciones de las Tres Lagunas, 2007; iv. “Concurso Cuentos y Poesías 2007/2008” - Editorial Parábola, 2008; v. “Mundo en Tinieblas I”, 2009 y vi. “Mundo en Tinieblas II”, 2009, ambos por Ediciones Galmort. Colabora en la revista digital “MiNatura” y en la Revista Proa. El diario “El Tiempo” de Azul (Pcia. de Buenos Aires) le está publicando una serie de relatos cortos. Está preparando un libro de relatos fantásticos. Dirección de página web/ blog personal: www.eleclipsedegyllenedraken.blogspot.com Correo electrónico: pablomburkett[arroba]gmail.com
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos
Instantáneas de una escritura tetracefálica: Los idiotas de la calle 13 Federico Cuartas Aristizábal Juan Ignacio Muñoz Zapata Nicolás Uribe Pantoja Philippe “Luna solar roja” Edwards Los idiotas de la Calle 13 cuenta la historia de un suburbio tejano bombardeado por el gobierno americano en 2011. Diez años después, entre recuerdos fragmentados y ruinas, unos inmigrantes colombianos (los idiotas) comenzarán a fabricar perros de metal sin saber que hacen parte de una arriesgada cruzada terrorista. En compañía de un narrador sin nombre y una pareja que ha escapado de un jardín psicodélico propiedad de un cowboy chamánico, los idiotas viajarán a Ciudad de México para encontrarse con su jefe, un hacker desquiciado que desea cambiar el rumbo de la historia. Esta novela, en la que se mezclan ciencia ficción, teorías de conspiración, y escenas de violencia y sexualidad explícitas, es producto de la colaboración entre los colombianos Federico Cuartas, Nicolás Uribe y Juan Ignacio Muñoz, y el chileno Philippe Edwards; todos ellos, estudiantes de la universidad de Montreal.
41 A continuación, cada autor, fiel a la estética de la novela y a su estilo personal, cuenta su experiencia sobre este proceso de escritura:
Federico Cierto día mi madre me dijo al oído: “Un día morirás”. Ahora habiendo vivido un par de años más, me doy cuenta de que la vida es larga, uno envejece y no se muere. Pero igual está la certitud de que un día moriré. La única expresión posible, desde el interior de mis circuitos eléctricos, es la apertura que la muerte le da a mi vida. La muerte es alegre, es bella y es todo lo que nos hace humanos. Hay que morir y dejar morir. Por eso hay que soltar la ya gastada condición de hombre, de clásico y de aceptable. Como lo diría mejor un anglófono: “Fuck Off!”. Ahora no tenemos tiempo de hacernos preguntas del pasado o incluso del futuro, son sin importancia. El aspecto más importante de cada ser humano es su capacidad de ponerse en relación consigo mismo. Sólo de esa manera puedo comprender los millones de personas que no tienen mi mismo punto de vista. Lo cual no dice que estén equivocados, sólo quiere decir que estamos en niveles diferentes. Niveles que no necesariamente traen consigo una categorización de mejor o peor. Son sólo niveles diferentes. Ahora, ¿por qué ese amor por la muerte? ¿Por qué la necesidad de sentir la calavera debajo de la piel? Porque está ahí. Porque si pasamos una mano por encima de nuestra frente se puede sentir claramente esa calavera sonriente que nos espera. Hay que morirse en vida para poder vivir. Hay que destruirse y hay que destruir para luego poder crear.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos 42 ¿A quién le importa que hay después de la vida? A mí personalmente me tiene sin cuidado. Ese mismo sentimiento es el que he tratado de impregnar en las páginas de la novela. Los Idiotas de la Calle 13 es para mí una novela sobre la muerte y la creación a partir de la muerte. Somos cuatro cadáveres sonrientes y contentos que amamos la vida demasiado como para dejarla pasar bajo nuestros ojos. Esta es nuestra manera de sonreírle a la bella vida. Destruimos mundos paralelos, creamos imágenes hermosas para luego tacharlas con tinta. El punto, si se trata de hacer puntos, es que considerarse vivo es lo mismo que considerarse muerto. El presente no existe, el pasado te lo imaginaste y en el futuro haz de morir. Esa es la esencia de Los Idiotas de la Calle 13. Una novela necesaria para mí, pero que se puede perder sin ningún problema entre los millones de obras que existen y existirán. Así que de un cadáver a otro cadáver, les deseo un buen paseo por la putrefacción de la vida. 3016-X
Juan Ignacio A nadie debería sorprender el hecho de que aparezca un libro escrito entre cuatro personas. Muchos lo hacen. El Nuevo Testamento, por ejemplo. No hemos inventado nada nuevo, ni siquiera en el ámbito hispánico1. Los idiotas de la calle 13 es una ficción colaborativa postlatinoamericana2 que prefiere detenerse en un punto y no seguir expandiéndose en la biblioteca borgiana. Nace prematura porque no quiso envejecer en la cabeza de sus autores. Este hecho puede resultar una prueba en contra nuestra en
manos del crítico acostumbrado a una escritura de forma y sentidos transparentes e ideas maduradas, o del lector agobiado de las estridencias vacías del postmodernismo y los vanguardismos trasnochados. Hay muchas sombras y lagunas, muchos espacios y temporalidades fragmentadas en esta primera novela de jóvenes “autores”, dirá generosamente el especialista y amante de la pureza de cánones inexpugnables. Pero esta novela, que hace una virtud todos esos defectos que pueden imputársele, fue producto de la magia, y leerla es una experiencia en sí mágica. Tan sólo hay que abrir bien los ojos y dejar que la magia actúe. Suena pretencioso, y hasta feo, hablar así de su propia obra. Pero la obra sólo me pertenece un 25%, lo que me permite explicarla en estos términos. Hay algo ajeno a mí que me lleva a poner las manos en el fuego por esta pequeña y divertida novela. Voy a decirlo así: soy el más viejo e ingenuo de los cuatro; soy también el que vive más lejos. Entre Phil, Nico y Fred existe una especie de vibración extraña, hablan en una lengua telepática y chamánica. Fred es una máquina caótica de imágenes cinematográficas; Nico, un filósofo en potencia absoluta que siempre funcionó como principio cósmico (es decir, organizador) durante este proceso; Phil, una especie de Jesucristo caótico con guitarra (a su lado, Nico lo acompaña haciendo el punteo en otra guitarra y Fred, en su rincón, ya sabe cuál es el videoclip de la canción). Como se puede ver, eran dos caóticos y un cósmico. Vine a ayudar a Nico con la parte cósmica. Así se logró un equilibrio entre el caos y el cosmos. Entre dos cósmicos y dos caóticos (o dos Eastcoast
1. Se pueden citar algunos nombres en lo que se refiere tanto a obras de tipo colectivo como a hiperficciones, entendiendo estos dos actos de creación como un cuestionamiento al modelo tradicional del autor solitario que produce un texto fijo y en papel del que debe desprenderse una lectura lineal de la primera hasta la última página por parte del lector. Este modelo comienza a demolerse con Julio Cortázar en Rayuela y en sus reflexiones sobre la necesidad de crear un lector activo con respecto al clásico lector pasivo, y encuentra varios tipos de manifestación en autores como el peruano-venezolano Doménico Chiappe, quien dirige la novela colectiva hipermediática La huella del cosmos o los autores de Milagros sueltos. En el caso de la ciencia ficción colombiana, no puede pasar desapercibido el caso de Juan B. Gutiérrez con su novela interactiva de viajes en el tiempo Condiciones extremas.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos 43 y dos Westcoast en el idioma parabólico de Phil). Fred se encarga de componer la belleza visual de miles de mariposas durante la detonación de un misil. Nico juega al borde del abismo con un narrador recolector de memorias que se va dejando arrastrar como una mosca al torbellino de lo inimaginable. Phil busca el Santo Grial en los jardines de la lujuria y otros frutos prohibidos. En cuanto a mí, ofrezco un personaje que intenta focalizar la fuerza terrorista y poética de los otros tres. No sé si mi personaje, “mi tercera persona”, lo logra. Lo cierto del caso es que me divertí muchísimo en esta carrera de relevos e intercambio de visiones y pasiones.
Nicolás Hay que habitar ficciones, hay que llenar vacíos. El punto de foco es la realidad, pero la realidad se crea, es un parto doloroso producto de una danza circular que ve nacer en el centro la cósmica de la vida. La escritura, que se deja moldear y construir cual una arquitectura, es necesaria por su ritmo, por su efecto espiral que envuelve el pensamiento y lo obliga a desplazarse. Durante la experiencia literaria, como diría Artaud, la vida reacciona hasta el paroxismo, y sin embargo, nada ha pasado. Creemos en la ilusión. La esencia de todo esto es el lenguaje, y no seré el primero en afirmar que el lenguaje es un juego. Nosotros no hacemos nada más que jugar. Creamos nuestro teatro personal y portátil, happenings inconcientes, y hay una voluntad ciega por la codificación.
Los idiotas de la calle 13 es uno de los puntos fijos donde se conjugan nuestras energías creativas. No es nuestra primera colaboración: un par de cortometrajes y algunos experimentos en música nos han permitido llegar a otro nivel de comunicación, mediado por la ficción, la imagen y la melodía, y que complementan nuestro teatro cotidiano. Pero la literatura representaba un nuevo orden en la dinámica del juego. Decidimos (inconsciente y naturalmente: nadie sabe de dónde vienen las ideas) encontrar un vacío (la página blanca) y darle un nombre. Una vez Fred pronunció el titulo huérfano que residía en algún rincón de su cabeza, nos pusimos manos a la obra. Como la creación literaria es una labor íntima, nos retiramos a nuestras cuevas y empezamos a redactar lo que nos dictaba la consciencia. Ninguna restricción, sólo seis palabras y la esperanza de una pelea a muerte con el duende. A medio camino de esta aventura literaria nos leímos mutuamente. Desde ese momento empezamos a habitar en estas tres ficciones simultáneas (y es justamente aquí que llega Juan a leer algunos fragmentos y a infectarse del universo que apenas se germinaba: infección que reclama una voz, la reflexión en forma de grito) y eliminamos toda noción de frontera. Un lindo sancocho harmónico, un violento recorrido por la consciencia del otro. De este viaje, la creación de una ficción en fragmentos, porque no olvidemos que intentamos penetrar nuestras concienciasfusionar nuestras ficciones- a partir de la escritura y la lectura mutua. Una conversación muda. Me reservo el tedio de explicar la etapa que
2. Lo post-latinoamericano es algo complejo y contradictorio de definir. Cualquier intento para explicarlo despierta malestar en unos como otros, tanto entre clásicos como en parricidas. Por ejemplo, José Manuel García Gil en el prólogo a Cuentos del paraíso desconocido. Antología última del cuento de Costa Rica (Cádiz, 2008) define la literatura “postlatinoamericana”: “Latinoamérica ya no existe, desde un punto de vista literario, pero podemos aprovecharnos de la carroña y roer sus huesos. Latinoamérica ya no es el territorio de la mancha que está entre Fuentes, García Márquez y Cortázar, sino que es lo que le da la gana ser, hable de lo que quiera hablar, susurrar – intimismo y minimalismo – o gritar – como en Centroamérica, con la estética de la violencia” (p.17). Para nosotros, que estaríamos de acuerdo con la parte de la estética de la violencia, Latinoamérica todavía existe. Es como un padre fantasma que nos persigue en un carro viejo, pero que todavía avanza a buena velocidad, como un Impala en el desierto y sus marcas en el cuerpo son patentes. Y como dice Fred en su parte, somos nosotros los que estamos muertos (“yo” agregaría además, muertos en cuanto a neoburgueses
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos 44 llamo rompecabezas, pues es difícil hacerla poesía. Simplemente nos quedamos, finalmente, con un universo de facto clausurado en la práctica, pero con la potencia de vibrar y expandirse en la imaginación. Aquí no ha pasado nada. nico /3016-X
escritura es un vómito fétido, pero como todos comemos lo mismo, como somos un colectivo de almas que comparte las mismas conquistas materiales, el vómito es igual. Las diferencias de estilo no son nada más ni nada menos que las sutilezas personales de los jugos gástricos, del cuerpo y del metabolismo de cada uno.
Odio las palabras. Más aún que me cuenten cosas con éstas. Las palabras son la arquitectura del escape de la realidad para sentarse cómodamente en el sillón de las ficciones. El Universo está ahí, al frente nuestro, los elementos/astros danzando bajo nuestras narices. Después de hacer explotar como coloridos fuegos artificiales las neuronas inútiles de mi cerebro (las que bloquean tu vista del Cosmos), las palabras se me han convertido en un muro: no me acercan más al mundo, y a cada fonema y morfema que hace el ademán de escaparse de mi boca, me alejo aún más de las conexiones supramateriales con el mundo. ¿Por qué escribo ahora, por qué escribí la historia de Sam Francisco? Más que por comunicar algo, por vomitarlo. Y de eso trata la concepción de esta obra, un vómito colectivo, residuos de nuestra comida intelectual del ayer, el ayer siendo la condición humana Montaiñesca, la eternidad que mira por nuestros ojos y habla por nuestras manos. Entre nosotros, no hay más tabúes, podemos vomitar el uno frente al otro, en el mismo «spot». De todas formas, siempre comemos del mismo pan y nos embriagamos con mismo vino, usualmente, Casillero del Diablo. Esa es la razón por la cual funcionó la escritura a cuatro personas, actividad llevada de antemano por franciscanos solitarios. La
Compartir la escritura con mis amigos fue como hacerles el amor, penetrar en sus entrañas, comprender en qué somos diferentes (digestión/forma) y en que somos iguales (fondo/universal divino). Me permitió comprender que aún estamos vivos, y que la naturaleza, representada en nuestro cuerpo artisomático, es más que una ficción de las pastorales románticas del siglo XVIII. Todo comenzó como cuatro textos separados, galaxias cerradas en sí mismas. Nuestro trabajo de magia y chamanismo fue el de crear esa línea vertical que cortara y fundiera la realidad, un hilo cósmico que ligaría los cuatro polos separados. Esa recta, esa música de vibraciones silenciosas se encarnó en personajes, lugares y situaciones fantasmas que unieron las cuatro galaxias (Verde/Naranja: Estrella; Negra/Blanca: Círculo; Azul/Gris: Espiral Concéntrica; y Platino/Rosa: Vacuidad) y lograron construir un universo firme, una mesa de cuatro patas donde puedo ahora leer tranquilamente los arcanos del Tarot. La única forma para ver la verdad en las palabras es aquella de concentrarse en los silencios, los invisibles. Este texto es una prueba humilde de que la unidad es posible: la única forma de escribir realmente es la de escribir a más de uno, ya que se crea un lienzo psíquico paranormal que da una nueva aura al fenómeno creativo. La interioridad ya pasó de moda, lo que esta «trendy» últimamente son los lazos
Philippe
McOndizados y yo-yo-idiotizados): Latinoamérica sigue viva como tema literario: las selvas, las revoluciones y sus bandidos, la maldita figura del dictador, lo indígena y lo afro-latinoamericano, así como las mariposas y los papagayos. Somos tan latinoamericanistas como nuestras propias madres. Lo post-latinoamericano en nuestro caso se define como la circunstancia en la que se produjo la escritura, en MontREAL Mágico, y en cuanto al mundo representado, como (post)latinoamericano, ya que la destrucción está en el paréntesis, y el paréntesis conlleva una explicación de lo que se está diciendo, es decir: “lo latinoamericano” que no ha dejado de ser destrucción durante cinco siglos. No inventamos nada, tampoco negamos nada. En nuestro museo tiene lugar un acto de performance en donde los iconoclastas mueren petrificados.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Artículos 45 universales invisibles. Somos como hippies, pero no lo somos. Nuestros hímenes sangrantes se perdieron en las costas del Pacífico hace eternidades. Iphix Mantra (o Luna Solar Roja o Philos Ed)
*** CUARTAS, Federico, EDWARDS, Philippe, MUÑOZ, Juan Ignacio, URIBE, Nicolás (2009), Los idiotas de la calle 13, Montreal: Ediciones MuzaInc Canada, ISBN: 978-0-9813153-3-1
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 46
Desilusión Cósmica Antonio Mora Vélez
L
a joven vedette del teatro de variedades de la gran ciudad cosmopolita colombiana había decidido esa noche, después de la función de cierre, dar un paseo por el malecón que bordea el mar desde la desembocadura del río Magdalena hasta el hermoso balneario de "Moñitos". Tomó su pequeño automóvil de turbina marca "Jegua" y se deslizó suavemente por la autopista a 150 kilómetros por hora, rompiendo la brisa costera y perturbando el silencio de los alcatraces que a esa hora se juntan sobre las ramas de los mangles para aguardar el olor de la mañana. Sybila --que así se llama la hermosa bailarina-había representado minutos antes la opereta "Onomá" de Zumaqué y todavía repetía mentalmente los movimientos rítmicos de cumbia y de porro que la princesa zenú bailaba sobre la cima del Murrucucú, cuando una luz enceguecedora la obligó a frenar intempestivamente y a casi estrellarse contra la baranda de la autopista. Luego de reponerse del susto y del enceguecimiento, bajó del auto, que empezaba a calentarse peligrosamente, y se lanzó a correr hacia el monte tratando de encontrar refugio, pero el rayo de luz la persiguió y no la dejó llegar. Sybila se vio al instante envuelta en un torbellino de energía que se parecía al efecto de los reflectores sobre el escenario de un teatro pero que la aprisionaba como si estuviera en una cárcel cónica de material transparente. Y comenzó a ascender lentamente hacia el lugar de donde salía
la luz (un punto brillante en el espacio oscuro de las diez de la noche) y a sentir la sensación de ingravidez de los astronautas, mientras pensaba, sin poder evitarlo, en la ascensión ocurrida en Betania veintiún siglos atrás. Poco a poco el punto brillante como una estrella de jaspe se fue agrandando ante sus ojos y adquirió las dimensiones de una impresionante cosmonave de forma esférica. Ahora el rayo parecía un viaducto salvador que la protegía del frío y que la transportaba sin tropiezos. Al final del mismo, Sybila alcanzó a distinguir la figura y el brillo de una perla gigante que conjugaba las propiedades aparentemente contradictorias del vacío y la solidez. En sus cercanías, el espacio interior del rayo se fue convirtiendo en una masa gelatinosa que no le permitía moverse a plenitud. Cuando traspasó el umbral de la perla, Sybila tuvo la sensación de que rompía una membrana, una especie de placenta cósmica que resguardaba el ambiente interior de ese vehículo extraterrestre. Al entrar recuperó la seguridad de movimiento y se dio cuenta que respiraba el mismo aire de La Tierra. Encontró una sala de paredes vítricas de color ónix y un piso maravilloso que transparentaba el espacio azabache y su infinito enjambre de estrellas. Casi al instante un ovillo de luz se convirtió en silla frente a sus ojos asombrados. En ella se sentó, después de vencer el temor natural del hombre hacia lo desconocido. -¡Sybila! -dijo una voz metálica pero dulce. Sybila se puso de pie y comenzó a buscar al autor del llamado, por todos los rincones de la sala. La voz se escuchó de nuevo. -Eres la mujer más hermosa de la Tierra... te observo desde hace días en tu espectáculo de variedades. Me gusta tu representación de "Onomá", tu danza, tu cuerpo, tu rostro... Sybila continuó buscando la fuente, el lugar de donde salía la voz. A los pocos minutos resplandeció una de las
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 47 escotillas interiores, sutilmente disimulada en la pared, y apareció el cuerpo del astronauta de la voz metálica, también con un brillo pero más intenso que el amarillo crema de la perla recién abierta. Tenía el color de la turmalina. Sybila retrocedió instintivamente.
cuerpo de Sybila y ésta sintió el cosquilleo de la pasión y se dejó caer sobre el piso mórbido de la astronave, vencida, completamente dispuesta. Le preguntó, al tiempo que se tendía en el piso, por qué decía ser descendiente de Tau Ceti. "¿Es que acaso, naciste aquí en nuestro planeta?".
-No temas -dijo él y se acercó más. Sybila retrocedió otra vez pero reparó en sus detalles. Tenía la misma configuración del ser humano pero carecía de pabellones auriculares y la boca era tan pequeña que a lo lejos resultaba imperceptible. Tenía, en lugar de fosas nasales, un singular filamento en forma de espiral y una frente amplia y limpia que inspiraba respeto. No era hermoso, a juzgar por los patrones de belleza nuestros, pero poseía una mirada magnética, penetrante, que fue suficiente a Sybila para encantarse con él. Así lo sintió ella cuando se dejó tomar de las manos y conducir a un lugar más amplio, decorado con cortinas blancas y totalmente alfombrado de un azul mañanero y terso. La voz del joven astronauta la hizo volver en sí.
Tubal se sentó frente a ella, a la manera yoga, y le dijo: "Hace exactamente mil novecientos setenta y nueve años mis antepasados llegaron a este planeta. Se enteraron de que antes que ellos, una expedición del extinto planeta Dzhin provocó una guerra entre dos pueblos primitivos de la época. Estudiaron la historia de entonces y concluyeron que tal desgracia fue propiciada por el bajo nivel de desarrollo cultural de tales pueblos y por la imprudencia de los dzhijanos...Por esto hemos demorado en darnos a conocer a ustedes".
-¡Desnúdate, Sybila! -le dijo, con naturalidad, sin inmutarse. Sybila lo pensó un instante pero comprendió que estaba a mil millas sobre la ciudad Caribe y comenzó a despojarse de su conjunto de calle, pieza por pieza, con la elegancia y maestría de una modelo, hasta que quedó completamente desnuda. El joven la contempló con la fascinación de un niño y el asombro de un artista del mármol. Sybila pensó entonces en la posibilidad del ayuntamiento carnal y hasta experimentó un raro sentimiento de orgullo porque él la había escogido entre todas las mujeres de La Tierra y porque sería, de efectuarse, la primera unión de amor en un lecho espacial entre una mujer terrícola y otro ser de la galaxia, y porque sería, con suerte, la madre del primer hijo cósmico de la historia. -Me llamo Tubal Arum y desciendo de los primeros expedicionarios de Tau Ceti que llegaron a este planeta hace dos mil años--. El extraterrestre recorrió con su dedo índice todos los caminos del
-¿Nos consideran también atrasados culturalmente? --interrogó Sybila, insinuándose con coquetería. -Sí. Tienen un buen nivel científico y tecnológico pero ética y políticamente dejan mucho que desear... -Entonces ¿Porqué me has raptado? --insistió la hermosa bailarina de Ciudad Caribe. -Es algo que no debo responder... por vergüenza --contestó el astronauta. Retiró entonces su rostro brillante a un lado, eludiendo los ojos de Sybila. -No creo que sea una desvergüenza --le dijo ésta volviéndose coqueta de medio lado y apoyándose en su brazo derecho mientras se rizaba el cabello echando mano de un gesto típicamente femenino. Tubal se la quedó mirando ahora y olvidó el relato de sus antepasados. Sus dedos largos como raíces volvieron a explorar la geografía erótica de Sybila y ésta se acostó de nuevo y le señaló el camino de la aurora a Tubal, pero Tubal permaneció indeciso, como el explorador turbado por la belleza del tesoro encontrado.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 48 -¿Porqué no te quitas el vestido? --le preguntó Sybila. Tubal cambió de colores. Su tez asumió todas las tonalidades del rojo y casi que bruscamente se apartó de Sybila, quien no alcanzaba a entender la conducta de su raptor, a mil millas sobre cualquier testigo inoportuno.
Tubal Arum bajó la cabeza mientras Sybila se apretaba a su cuerpo con ternura. Entretanto, la cosmonave iniciaba el descenso hacia la costa de Pasacaballo, en la que un grupo de la policía vial tomaba los datos del automóvil abandonado sobre la autopista.
-No puedo, sería catastrófico --le respondió. Sybila pensó entonces en lo inimaginable y creyó que a Tubal le preocupaban las dificultades orgánicas del acoplamiento... -Tubal...muéstrame tu cuerpo --insistió. Tubal Arum escuchó serenamente la solicitud de la mujer. Había recobrado la calma ceremonial del principio y procedió a quitarse, pieza por pieza, la indumentaria hasta que quedó completamente desnudo pero ligeramente cubierto por la sombra de un batiente de la sala. Sybila buscó la luz en todo el cuerpo de Tubal. ANTONIO MORA VÉLEZ (1942) -¡No es posible! --exclamó aterrorizada. -Más que posible, es verdad --le respondió Tubal con un tono de pesadumbre-.Como puedes ver... Sybila recorrió otra vez el cuerpo del astronauta con la vista y se fijó en su zona erógena, tratando de descubrirle el sexo. "¿ Quién eres, por Dios?", le preguntó entonces, acercándose y tomándolo por los hombros. Tubal miró a un lado y le contestó de un modo casi impersonal. -Soy un orgci. Un ser creado por nuestros antepasados de Tau Ceti para perpetuar la presencia de nuestra civilización aquí en La Tierra. Sybila, enternecida con el dejo melancólico de Tubal y ya recuperada de la desilusión, trató de consolarlo. "Hace tiempo leí una obra en la que se narra el amor de un hombre con una mujer semejante a ti llamada Lorna. ¿Y sabes lo que pasó al final? Que el amor venció la incompatibilidad existente entre ambos. ¡Y hasta tuvieron hijos!".
Escritor colombiano de ciencia-ficción. Autor de los libros de cuentos Glitza, El Juicio de los Dioses y Lorna es una Mujer; de los poemarios Los Caminantes del Cielo, El Fuego de los Dioses y Los Jinetes del Recuerdo; de la novela Los Nuevos Iniciados y de los libros de ensayos y artículos de Ciencia Ficción: El Humanismo de Hoy y La Estrategia de la Solidaridad. Ha sido incluido en varias antologías nacionales e internacionales. Sus cuentos, artículos, ensayos y poemas se publican en varias revistas de Colombia y del exterior. Es considerado uno de los pioneros de la cienciaficción colombiana. Reside en Montería y es actualmente miembro de la Junta Directiva de la Corporación Universitaria del Caribe (CECAR).
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 49
Instantes
Pero parpadeo una cuarta vez, y la oscuridad reticulada que conforma ahora mi realidad les gana la batalla.
Javier Arnau Moreno
El aleteo incesante de una mariposa virtual refleja la urgencia de una noticia; y esa emergencia recorre la red de neuronas sintéticas que una vez fueron mis nervios.
Prólogo.-
S
obre las infinitas pantallas holográficas tetracoloreadas, se desarrolla una ínfima porción de vida en blanco y negro… Instante 1.Parpadeo, y la realidad se desvanece instantáneamente, como si estuviera esperando este momento para hacer mutis por el foro de la vida. Extrañas, casi bizarras imágenes inundan lo que debería ser mi cerebro. Pero donde debería estar ese órgano, están las imágenes. Parpadeo una segunda vez, pero la realidad sigue escondida entre bambalinas. Un sistema límbico apenas concebido las procesa, las cataloga, y las deriva por las redes que son mi cuerpo, que conforman mi ser. Una mota, un vilano de realidad parece haber entrado en mis ojos, haciéndome parpadear por tercera vez; y con ésta, la conjura de enemigos que han permanecido durante décadas en el límite borroso y difuso de la visión ancestral, intentan invadir mi campo de visión. Las sensaciones son apenas percibidas como un efecto secundario del reciclado de postales desde el filo de la conciencia.
Y, en el quinto y definitivo parpadeo doy origen a una nueva realidad, conformada con la malla de anteriores mundos, por la urdimbre de vagos recuerdos que parecen conformar la memoria racial de los que gobernamos la Cósmica Identidad. Y, satisfecho, cierro mis ojos, quizás por última vez. Se produce la desconexión. Una veleidad recorre mi espina dorsal; inconsistentes ramalazos de cordura azotan las costas de mi consciencia. Una marea de sensaciones amenaza con atribularme; pero no lo permito: arrío velas, y dejo que el barco de mi cuerpo, cascarón vacío, derive hacia destinos más favorables. Instante 2.La incredulidad produce un vértigo casi orgiástico en las adormecidas mentes que casi no lo toleran. Múltiples causas, diferentes estados a los que acceder permiten que esas mismas mentes despierten a sentidos para los que estaban cegados hasta ahora. Estados negociables de la materia consumen los escasos sueños de los que se hacían eco, y consiente, pues, que la entropía genere falsas expectativas. Pero en ese preciso momento, un murmullo estelar irrumpe en sus coordenadas, y la nave de los sentidos escora hacia la metafísica más pura, y el vértigo se apodera, definitivamente, de las mentes omniscientes que gobernaban el cosmos. Ahora, una vez establecidos en la resaca tras la marejada producida por infinitas mentes vacilando al unísono, el cosmos se recrea a sí mismo y, en un microinstante que nos acompañará Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 50 durante toda la eternidad, expira. Es el fin último, aunque aún no nos hayamos dado cuenta, pues nuestras mentes no han digerido el vértigo orgiástico de la misma destrucción cósmica... Instante 3.Las ruinas del dolor reconstruirán el camino del olvido. Las aguas de un estigio lago lamerán las arenas que el tiempo olvidó barrer; arañan los muros de los oníricos palacios de la melancolía, donde las eternas bacanales de los antiguos dioses dan paso al atardecer de una nueva era, al ocaso de una antigua civilización. Seres nunca antes vistos, pero recordados por las memorias raciales de una entidad cósmica, toman nuestro lugar en la creación, y la partida se produce sin estridencias: como una llama que se apaga, como el último suspiro de una raza, como... el olvido, de nuevo. Retornaremos, como siempre hemos hecho, nuestro turno volverá a producirse, en el gran esquema cósmico, en la rueda del Tiempo. Y seremos seres nunca recordados en la memoria de los antiguos dioses del ocaso, y las ruinas del olvido construirán nuevos palacios de arena y tiempo, de llamas eternas y melancólicos paseos por la estigia memoria de la rueda cósmica. Epílogo.La enfermedad se extiende. Vuela, repta, camina entre nosotros. Poco a poco se va adueñando de todo. Ahora ya no somos más que enfermedad. Y así, seguimos (sobre)viviendo, como siempre, como si no hubiese pasado nada. La verdad es que no nos hemos dado ni cuenta; para nosotros, todo sigue como siempre.
JAVIER ARNAU MORENO (España) Ha publicado relatos, microrrelatos, poesías, reseñas y artículos en Cyberdark.net, NGC 3660, Pulsar, Alfa Eridiani, Axxon, Quimicamente Impuro, Qué leo ahora, Miasma, Tierras de Acero, Sedice.com, Ediciones Efímeras (Poemario: Paisajes de Ciencia Ficción), Ediciones El Parnaso, MegaGrupo de Relatos, Ediciones Hidalgo (volumen Luz de Luna, relatos), Efímeros (micro relatos), Asociación Myrtos Gramma, Portal de Ciencia Ficción, miNatura, Poesía + Letras, Annlea, La Página de los Cuentos, Centro Poético, Escritores en la Sombra, La Pluma Nocturna, La Biblioteca Fosca, fanzine Título, Necronomicón, Cosmocápsula, Red de Ciencia Ficción, De Tijdlin (Bélgica), Pulsar, C30, Club Bizarro, etc. Puede visitarse su blog Por Si Acaso: Previniendo Desastres http://jjarnau1.blogspot.com/ , donde hay poesías, relatos, noticias, videos, etc Y en Currículum Literario de J. Javier Arnau http://javier-obrasjavierarnau.blogspot.com/ está listado todo lo publicado, y cómo conseguirlo
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 51
Ñorñoritos Claudio Guillermo del Castillo Pérez
L
os Ñorñoritos de Makemake son criaturas muy peculiares. No hay extremidad, depresión o agujero de su anatomía que no aprovechen en beneficio del lenguaje. La comunicación con ellos requiere, por tanto, un traductor competente, entrenado y que sepa tirar a jarana sus errores. Tal vez por eso las delegaciones de intercambio cultural y embajadores de buena voluntad del Imperio Unificado prefieran los traductores cubanos del Distrito Caribe, en la Tierra: los cubanos también están acostumbrados a expresarse con todo el cuerpo. Aunque, hay que reconocerlo, la analogía ni se acerca a la realidad. Y no es que la tarea de aprendizaje del idioma de los Ñorñoritos sea un imposible, pues la t cachetal la dominas en lo que demoras en darte una galleta, y la f sobacal es manejable en dos semanas por cualquiera que tenga una concavidad en su cuerpo apta para crear un vacío –quizá en todo el Sistema Solar únicamente los Nanodinos del Halley sean incapaces de nada parecido–. La dificultad principal radica en la ñ explosiva anal. El ejemplo que mejor ilustra lo que digo se basa en lo ocurrido a un misionero belga que llegó a la aldea perdida de Ñáñara, con el objetivo de inculcar su credo a los salvajes de la región. El pobre anciano había estudiado el idioma a conciencia y además le asistía la ventaja de su incontinencia intestinal, por lo que la ñ le salía fluida y sin apenas acento.
Pero así y todo tuvo problemas, que empezaron mucho antes de su llegada a la aldea. El misionero, luego de un viaje sublumínico agotador desde su parroquia en Haumea, había arribado a la Terminal Aeroespacial de Forfullo, en Makemake, con un hambre voraz, pues los tubos de ternera sintética que le ofertaron en la lanzadera no fueron de su agrado. De ahí que no podamos culparlo por las ingentes dosis de pan con aguacate con que se regaló golosamente en el merendero de la Terminal. Al llegar a la aldea ya sentía retortijones. El líder espiritual de la tribu lo recibió con todos los honores, acompañado por su séquito de sacerdotes en pleno. Además de esto, una turba de curiosos los rodeó para enterarse de qué iba el asunto. Ya desde ese momento el anciano se sintió incómodo, lo cual probablemente contribuyó a aumentar su nerviosismo y, con éste, la intensidad de su revolución estomacal. Aprovecho aquí para apuntar que un cubano hubiera comprendido a la perfección tanto alboroto por nada –los Ñorñoritos ya estaban aburridos de tratar con misioneros de Ío, Mercurio, etc.–, lo que refuerza mi opinión de que para estas empresas los caribeños son invaluables. El misionero belga traía consigo un discurso introductorio, preparado con antelación. Conocía, por sus lecturas minuciosas del holodiario Tiempos Galácticos, que los Ñorñoritos eran criaturas muy religiosas y devotas. Hacer mención a la principal divinidad de su Libro Sagrado era obligatorio al inicio de cada conversación; incluso a pesar de que te dispusieras a soltarles una arenga sobre las bondades de Nuestro Señor Jesucristo y de su Santa Iglesia. En vista de ello, y puesto que ya había acaparado la atención que necesitaba, nuestro misionero se secó el sudor de manos, cara y sobacos, carraspeó tímidamente con el ano y dijo: Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 52 –Vuestro Dios (aquí pronunció el nombre de la divinidad) bendiga a la aldea y a sus habitantes. Fueron sus primeras y últimas palabras. No las traduciré al ñorñorí pues no viene al caso. Valga aclarar que el nombre de la divinidad de los Ñorñoritos tiene más eñes que íes la palabra “dificilísimo”. No iba el misionero belga por la mitad del parlamento cuando se formó la “cagástrofe”. Con decir que las t cachetales del resto de la oración las pronunciaron en su cara los Ñorñoritos, y que en su frenesí se abalanzaron sobre el pobre viejo y le mordieron hasta los follones. Porque los Ñorñoritos de Makemake admiten que se te enrede el recto y digas lo que no es; incluso toleran estoicamente el “mal aliento” que queda flotando en el aire tras un discurso; pero que se defequen de esa manera tan ruidosa y colosal en el Ser Supremo que les dio la vida es más de lo que pueden soportar.
CLAUDIO GUILLERMO CASTILLO PÉREZ
DEL
Nacionalidad: Cubano Edad: 33 años E-mail: ccastillo[arroba]aeronav.ecasa.avianet.cu Claudio Guillermo del Castillo Pérez nació el 13 de septiembre de 1976 en la ciudad de Santa Clara, Cuba. Es ingeniero en Telecomunicaciones y Electrónica. Ganador del I Premio BCN de Relato para Escritores Noveles (España) en 2009. Finalista del Certamen Mensual de Relatos (septiembre/09), convocado por la Editorial Fergutson (España). Mención en la categoría Ciencia Ficción de la I Edición del Concurso de Fantasía y Ciencia Ficción Oscar Hurtado 2009 (Cuba). Ha publicado sus relatos en Axxón, MiNatura y Brevesnotanbreves. Es miembro del Taller Literario Espacio Abierto, dedicado a la Ciencia Ficción, Fantasía y Terror.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias
Fundamentos matemáticos del amor Juan Carlos Garrido del Pozo
F
undamentos matemáticos del amor: con ese título, los congresistas más veteranos aguardaban el inicio de la ponencia con media sonrisa en los labios mientras trataban de averiguar por dónde vendría la broma. Los más jóvenes, que apenas comenzaban a despuntar, contenían la tensión como perros de presa, atentos a descubrir el menor traspié del ponente para lanzarse sobre él a dentelladas. Sin excepción, todos confiaban en que iniciase la ponencia con alguna disertación grandilocuente, al estilo del título. Esto obedecía a que no conocían al profesor Weizt, la persona más metódica sobre la faz de la tierra. Ajeno a la sonrisa condescendiente de unos y al ceño concentrado de los otros, arrancó la charla con agradecimientos al profesor Stillman, eminente físico teórico, a los profesores Yum y Bureski, fisiólogos, y a la profesora Lomas, psiquiatra conductista. Con aire sosegado y rutinario, acometió el planteamiento de la conferencia describiendo cómo, para fundamentar el trabajo, había conseguido determinar, inequívocamente, la presencia del amor mediante el análisis de las variables fisiológicas que se detallaban en el estudio adjunto, avalado por más de quinientos casos contrastados. A continuación y como base del desarrollo, procedió a desgranar las ecuaciones que gobernaban las señales que se habían medido: presión arterial, dilatación del iris, ritmo cardiaco, así como los trenes de ondas del electroencefalograma, para después dedicarse a
53 llenar una pizarra tras otra de demostraciones y corolarios, que los asistentes más jóvenes copiaban ávidos con el propósito de analizarlas después a la búsqueda de fallos. Cuando ya había conseguido que buena parte de éstos dejase de tomar nota, los asistentes más doctos y laureados bostezaban sin disimulo alguno, y nadie esperaba que la cosa acabase en nada más que en un inextricable galimatías sin sentido, el profesor Weizt acometió la culminación. – Y, empleando el análisis de polinomios cíclicos de Burrell-Lombard, es posible despejar los ceros del la primera ecuación, que introducidos en la quinta y la segunda, podemos combinar en una sola, que a su vez... Del fondo de la sala empezaron a surgir murmullos de aprobación y todo el mundo comenzó a copiar con ansiosa avidez los garrapateos del profesor en la pizarra mientras que buscaban por sus alrededores a alguien que pudiese haber trascrito la demostración desde el principio para pedirle luego una copia. Unos veinte minutos después, la decena larga de ecuaciones había quedado reducida a una sola. – Y, si calculamos las asíntotas por el método de Wein-Longren, resulta patente que lo que comúnmente llamamos amor no es sino la conjunción de dos fenómenos: el conocido como efecto Harrel y el que llamamos anomalía de Swann, ambos debidos a ruidos espurios generados por la pobre conductividad de las neuronas. Sin aguardar a ver el efecto causado por la conclusión, dejó abandonados los apuntes sobre el atril, se alejó apresurado del estrado y salió por la puerta trasera. Todos imaginaron que se había dirigido a satisfacer alguna necesidad fisiológica perentoria y que no tardaría en regresar, mas no volvió a aparecer. Su colaborador, el profesor Willmer, a duras penas consiguió arrancar las notas de las manos ansiosas de sus colegas, que se habían abalanzado a la rebatiña sobre ellas, y sólo tras prometer que entregaría una copia a todo aquel que la quisiera.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 54 La prensa general, que como norma desdeña estos asuntos, se hizo eco del congreso. A todos los programas se invitaba a eminentes científicos, que no hacían sino corroborar la rigurosa rectitud de los razonamientos del profesor, así como a intelectuales de toda índole, que no cesaban de buscarles una explicación filosófica. Paul Myers, el último gran poeta romántico, se disparó un tiro en la cabeza después de dejar una nota en la que confesaba que no podía seguir soportando el hecho de haber malgastado toda la vida cantando a una disfunción. Las televisiones, hasta ver cómo acaba todo, cesaron de programar telefilmes sentimentales. También se especuló sin tasa sobre la desaparición del profesor: se han pergeñado las hipótesis más descabelladas, pero la que más se repite es que no ha podido resistir ser el hombre que mató al amor. El profesor Weizt vive ajeno a todo este revuelo, pues en la cabaña que ha alquilado junto a un lago, en los Alpes, y que comparte con Wasa, una estudiante de tercer curso, no hay televisión, ni tiene ganas de perder el tiempo mirándola. Nadie imagina lo que le costó concluir la conferencia, pues la pizarra le recordaba su piel de ébano y las tizas su sonrisa perlada. Desde que la conoció, no puede calcular un seno sin pensar en los suyos, ni imagina otra tangente que la mano sobre su cintura, ni una integral que no sea una noche entera con ella. Su dilatada experiencia como matemático le permite conocer que una cosa es la teoría y otra, bien distinta, la práctica.
JUAN CARLOS GARRIDO DEL POZO El autor, nacido en Ávila en 1965, cursó estudios de ingeniería de telecomunicación y en la actualidad trabaja en el ámbito de la automatización industrial. Su primera novela, “Sombras Chinescas”, fue finalista del premio Planeta 2005. También ha sido ganador del I premio nacional de microrrelatos Hipálage 2007, del premio internacional de pensamiento del concurso internacional de microtextos "Garzón Céspedes" 2008 y del segundo premio internacional de narrativa “La Barca de la Cultura” 2009, así como finalista del premio de microficción “Garzón Céspedes” 2007, del IV certamen de literatura hiperbreve “Pompas de Papel” 2007, del concurso literario Bonaventuriano 2009, del certamen literario Ciguñuela 2009, del premio “Miguel Artigas” 2009 y del certamen Carmen Martín Gaite 2009. http://novelasombraschinescas.blogspot.com/ http://www.ediciona.com/juan_carlos_garrido _del_pozo-dirf-8489.htm
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 55
Portal 23
-Los detalles, por favor –quiso averiguar en cuanto llegó a donde le esperaba el equipo de emergencias de Méndez. Éste fue al grano.
José Ángel Muriel González
-Cuando nuestro cliente –hizo una pausa para leer el nombre en la pantalla de su dispositivo portátil de seguimiento-, Sebastián Benítez García, quedó envuelto completamente por la película plástica de reconocimiento y se iniciaba la transferencia para ejecutar el teletransporte hasta su destino, Mahatit al Bab1, en Marrakech, se produjo un chispazo en el umbral. Antes de que finalizara la migración, el proceso se invirtió automáticamente, ajustándose a las directrices estipuladas para hacer frente a la aparición de cualquier incidencia. Hemos revisado el historial en la base de datos. Hasta ahora, todos los viajes se habían realizado con éxito y tenemos constancia de la recepción de los pasajeros en las estaciones a las que han sido enviados, como es habitual.
M
ientras recorría en el ascensor los cuarenta pisos que le separaban del hangar, Ricardo, Supervisor Principal de la Estación Norte de Madrid, pensaba en el informe que le había pasado el oficial Méndez desde su puesto en el control de tráfico. Aunque el mensaje apenas especificaba las causas del accidente acaecido en el Portal Veintitrés, sospechaba que se trataba de algo peliagudo. No le gustaba cómo había sonado lo que había dicho sobre una “migración incompleta”. Era la primera vez que se encontraba con un asunto de ese cariz. Se estaba mentalizando para afrontar la catástrofe que iba a presenciar en cuanto el ascensor terminara su viaje hasta el subsuelo. Se abrió la compuerta, sintiéndose sorprendido por un confuso clamor procedente del exterior que mantenía distraídos a los pasajeros en el vestíbulo. A través de las paredes de cristal de la estación se distinguía a un numeroso grupo de alborotadores sobre el puente elevado que cruzaba la autopista. Sostenían pancartas y paneles de proyección holográfica con lemas reaccionarios sobre las medidas socioeconómicas mundiales. Se trataba de los Unionistas. Los agentes de policía se deslizaban a lo largo del puente por encima de los manifestantes, gracias a las mochilas de suspensión, velando para que no se produjeran disturbios.
-¿Alguien más lo ha visto? –preguntó Ricardo, refiriéndose obviamente al público en general. -No, es imposible, señor. Se estaban siguiendo estrictamente las normas, por lo que en las inmediaciones del umbral sólo estaba Benítez. Además, el recubrimiento con la película de reconocimiento abarca apenas unos segundos y, con el fogonazo, ni siquiera el operador pudo apreciar lo que estaba ocurriendo hasta que todo terminó. Los otros treinta y nueve portales seguían en funcionamiento. Los pasajeros que hacían cola para hacer uso del Veintitrés ya estaban siendo reasignados a otros para no entorpecer el trajín de la estación ni aumentar los tiempos de demora. En menos de diez minutos tenían todo bajo control. Habían actuado con discreción y celeridad, sin despertar la curiosidad de la multitud. Las únicas miradas acusadoras eran las del
1. "La Estación de las Puertas", en árabe.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 56 personal médico que estaba atendiendo al maltrecho cliente. Pero, siguiendo el procedimiento, Ricardo se encargó primero de las cuestiones administrativas. Revisó la documentación en el dispositivo de Méndez, donde la definición del problema quedaba resumida con las siguientes palabras: Error de transferencia. Recomposición no concluida. -¿El cliente selló con su huella dactilar la tarjeta de embarque? -Sí, lo hemos comprobado. Firmó correctamente la tarjeta de localización aceptando las condiciones legales que rigen estas travesías. Eso evitaba las reclamaciones judiciales y los problemas de responsabilidad civil. Al adquirir el billete, los viajeros contrataban una póliza de seguro que cubría cualquier lance, independientemente de la gravedad que pudiera revestir. Pero, igualmente, la Dirección de la Compañía de Teletransporte y la Asociación de Consumidores pedirían explicaciones por el percance a los responsables de las operaciones, entre ellos al Supervisor Principal. La mente de Ricardo empezó a darle vueltas a este asunto. Le urgía averiguar si se trataba de una incidencia puntual o, por el contrario, podía desatarse una cadena de errores, ya que todos los portales estaban interconectados a través de una red común. Ante la duda, ¿debía paralizar toda la actividad que se desarrollaba en la estación? No quería poner en peligro a nadie, pero su deber también era evitar que cundiera el pánico y, aunque tenía la potestad sobre esas decisiones, no estaba seguro de querer afrontar los costes de una interrupción del servicio por tiempo indefinido. Si finalmente no había motivo para ello, ¿cómo iba a argumentarlo ante la Gerencia de Transportes? Mientras barruntaba, miró al médico, que se le aproximaba tras examinar al afectado. -¿Cuál es el diagnóstico, doctor Vilapere?
-Es de suponer que habrá resultado muy doloroso para el pasajero –sentenció el doctor, chasqueando la lengua. Cruzó una mirada con el supervisor, reuniendo el coraje necesario para dar su opinión-. En el gremio de la sanidad empezamos a acostumbrarnos a estas comparaciones, porque no es la primera vez que sucede. Aunque los casos archivados proceden de países que han suspendido el régimen obligatorio de mantenimiento de los portales por falta de fondos y, por tanto, se arriesgan a que pasen estas cosas. Aquí, hasta ahora, era más raro. Tengo que realizar un examen más profundo, pero, por el momento, he podido comprobar que todo el conducto nasal se ha desplazado hasta las inmediaciones del recto, alargándose la laringe y la tráquea hasta el límite de su elasticidad. Naturalmente, como consecuencia de esto, su apariencia exterior dista mucho de ser la de un humano. Es como si le hubieran vuelto del revés varias veces. Escuche, el otro día vi un documental sobre objetos matemáticos… ¿Sabe lo que es una botella de Klein? Pues, más o menos, así es como ha quedado este desdichado, como una botella de Klein. -Qué horror –vociferó Ricardo. No tenía muy claro lo que era una botella de Klein, pero podía imaginarse lo que el doctor quería decir. Meneaba la cabeza y recapacitaba sobre la manera de eludir la visión de la víctima, pues ver a Sebastián Benítez con aquel espeluznante aspecto que había descrito el médico le provocaría arcadas espontáneamente y pesadillas durante toda su vida. Trató de recobrar la serenidad-. Doctor, envíeme los resultados de la autopsia en cuanto la haya realizado para hacer las gestiones pertinentes, por favor. -¿Qué está diciendo? –exclamó Vilapere, enarcando las cejas-. ¿Cómo quiere que realice la autopsia si está vivo? -¿Vivo? -Me temo que sí. Digo “me temo” porque lo está pasando realmente mal. Nos ha costado
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 57 determinar por dónde inyectarle los calmantes, pero finalmente le hemos administrado una dosis para mermar su capacidad sensorial, porque, como puede imaginarse, se retorcía de dolor. -¿Hay forma de comunicarse con el cliente? -A saber dónde tiene ahora las cuerdas vocales ese infeliz –deploró el médico con resignación-. Teniendo en cuenta su estado, ni siquiera podemos saber si ha intentado gesticular. Desde el recinto que rodeaba el umbral del Portal Veintitrés, fuera de la vista de todos, llegaba una mezcla de sollozos y gañidos, como los de un animal malherido. Ricardo hizo acopio de valor y dio unos pasos hacia el rincón donde yacía el cliente, en la rampa mecánica, bajo el portal con forma de tesaracto2. Pero, en el último momento, recobró la cordura –o tal vez fue la cobardía la que volvió a apoderarse de él-, y se detuvo junto al módulo lateral, donde una programadora estaba inspeccionando la consola con ayuda del operario para recuperar la última situación y evitar que se perdieran datos. Manejaba con extraordinaria habilidad la vieja pantalla táctil, en la que se sucedían líneas de código como un galimatías ininteligible para Ricardo. -¿Qué está haciendo, Julia? -Estoy examinando la configuración del sistema operativo, señor. -¿Cree que informático?
se
ha
producido
un
fallo
-No lo sé aún, señor, pero me inclino a pensar que no. -¿Por qué no, Julia? -Estoy buscando indicios de una manipulación manual en el portal de destino. Parece que algo que
pasó en la estación de Marrakech interrumpió el flujo de datos, de modo que la información no pudo recopilarse completamente allí. Si eso era cierto, si se había producido una irregularidad en Marrakech, la responsabilidad del caso recaería en la Confederación Norteafricana de Transportes y no tenía de qué preocuparse. Pero, de todas maneras, insistió con interés. -¿Por qué piensa eso? -Porque no se ha resuelto totalmente el bucle de transmisión. El proceso de envío se detuvo de repente, casi al final de su ejecución, y empezó a retroceder. Pero la inversión se efectuó de forma desordenada y tampoco terminó adecuadamente. Algo hizo creer al sistema que el viajero ya había sido desplazado completamente, pero en realidad no era así. Algún imprevisto provocó la aparición de estas anomalías en la ejecución del programa. »Sin embargo, ayer se realizó una revisión exhaustiva y rigurosa de esta máquina y su puesta en funcionamiento quedó aprobada sin reservas. Por otra parte, no hemos conseguido detectar en el cuerpo del cliente la tarjeta de localización. Por tanto, la tarjeta no ha regresado. Eso es muy extraño; de hecho, es lo más extraño. En circunstancias normales, es lo primero que tiene que volver si algo fallara, para facilitar la recomposición del viajero en el origen. La tarjeta de localización era un diminuto artefacto cúbico, personal e intransferible, que acompañaba al viajero. Por seguridad, se sujetaba a la muñeca y era imposible extraviarla durante el viaje porque, mediante una punción, extraía información genética para crear un vínculo con el portador y cerciorarse de que se mantenía siempre adherida al cuerpo que debía transferir; eran precauciones que se tomaban expresamente con los seres vivos. Como indicaba su nombre, la tarjeta hacía posible localizar al pasajero y forzar su
2. En realidad, imitaba la perspectiva tridimensional de un Hipercubo (formado por ocho cubos en un espacio de cuatro dimensiones), que se representa como un cubo en el interior de otro.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 58 regreso en cualquier momento; en este caso no era así, porque el portador estaba en un sitio y la tarjeta en otro, algo que sólo podía haber pasado debido a una intervención ajena al sistema.
y… algunos fragmentos de materia orgánica pertenecientes al pasajero. Allí también han cerrado el portal hasta que arreglemos esto. Se están mostrando bastante colaboradores.
Ricardo suspiró con alivio. Aquello sonaba mucho mejor. Parecía que la causa del accidente no era una avería, sino un error humano. Sin embargo, le seguía preocupando el estado del señor Benítez. Tal vez eso no tuviera solución.
Una idea saltó como un resorte en el cerebro de Ricardo al escuchar aquello.
-Póngase en contacto con verifique que tienen allí la tarjeta.
Marrakech
y
A pesar de todo, Ricardo no se había quedado totalmente convencido. Se le había ocurrido otra terrible posibilidad. Miró a Méndez, que se había reunido con ellos, junto a la consola, y le dijo:
-¡Un momento! Entonces podemos intentar otra cosa… Méndez asintió comprendiendo a su jefe. El doctor Vilapere le abordaba nervioso, instándole a prestar cuanto antes los debidos servicios clínicos a su paciente. Ricardo se pasó la mano por la cabeza, meditabundo. -¿Es viable?
-Julia insinúa que pudo haber alguna manipulación en el portal de destino. Según se desprende de las noticias más recientes, los Unionistas tienen un asentamiento fijo en los alrededores del Sahara. ¿Y si fuera un sabotaje?
-Tenemos las coordenadas de ubicación de la tarjeta –contestó Méndez-. Si nos ayudan desde Marrakech, sólo tendríamos que restablecer la comunicación y retomar el proceso donde se quedó. Teóricamente es factible.
-¿Un atentado? -Podrían estar reteniendo la conexión para transferir hasta aquí, por ejemplo, algún tipo de explosivo. Ya se han producido varios ataques a pequeña escala en otros sitios, para intimidar a las autoridades. -Una bomba –sopesó Méndez, sin inquietarse-. Para ello tendrían que desactivar el sistema de seguridad, pero es lo primero que hemos corroborado. Se ha encontrado operativo al cien por ciento en todo momento. -De acuerdo –aceptó Ricardo con más sosiego-. Entonces preocupémonos solo por atender al señor Benítez como se merece. Deposítenlo en una camilla para trasladarlo al hospital. -Señor –irrumpió la programadora, buscando la mirada de su superior-, en efecto, la tarjeta de localización se encuentra en Marrakech. La tarjeta
-Debe serlo –adujo la programadora, mirando a ambos alternativamente. La idea era que la tarjeta actuara como señuelo en Marrakech. Había que concluir el proceso de devolución cancelado, para que el pasajero se reconstruyera íntegramente, y luego reintentar el envío. El único riesgo radicaba en reanudar el proceso donde se había quedado, por lo que tenían que asegurarse de que contaban con toda la información. Ricardo empezó a impartir instrucciones. Vilapere le retuvo. -Pero, ¿y si algo sale mal, supervisor? –recalcó con acritud, poco convencido-. Es mi obligación hacer hincapié en las repercusiones éticas de lo que van a acometer e incluso creo honestamente que debo oponerme si es preciso. Resulta muy peligroso para el pasajero. ¿No deberíamos hacer algún tipo de prueba?
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 59 -No podemos hacer pruebas, doctor. Tenemos al señor Benítez aquí y una porción de su organismo en Marrakech. La única posibilidad es recuperar la conexión entre los portales afectados por el envío fallido y repetir el proceso. Es la única oportunidad de salvarle –replicó Ricardo con frialdad, impaciente-. Si no lo hacemos, ¿cuánto tiempo estima que vivirá? -No lo sé –admitió Vilapere, inquieto por la salud de Benítez-. No mucho. -Podría quedarme de brazos cruzados y reclamar a la Confederación Norteafricana una justificación formal de lo que ha ocurrido. Pero me parece más razonable, más importante, evitar que Benítez fallezca. Asumiré la responsabilidad de la maniobra, pero, si algo sale mal, oficialmente seguirá siendo un problema de la jurisdicción de Marrakech. Todo el universo que conocían se desarrollaba bajo el dominio de los ordenadores de tratamiento cuántico de la información. El proceso de teletransporte transformaba la materia en información y consistía básicamente en tres pasos. Primero, por medio de la película de reconocimiento, se aislaba el cuerpo a trasladar y se escaneaba a todos los niveles (incluyendo la enorme y diversa comunidad microbiana que convivía con el sujeto). Toda la información obtenida desde el principio hasta el final quedaba almacenada en la memoria de la tarjeta de localización y en el disco duro de los portales; esto era lo que lo hacía reversible sin mayores complicaciones en caso de surgir problemas. En la segunda fase, con la información capturada tras esta exploración sistemática, se hacía en el portal de destino un duplicado exacto del cuerpo a transferir. Por último, sólo después de una rápida verificación, se eliminaba físicamente la información –el individuo transformado en información- en el portal de origen y se borraban los datos de la memoria pasándolos antes a un historial. Por tanto, por un brevísimo instante, sólo medible a una escala cuántica, se producía la
ubicuidad del sujeto a desplazar. El proceso completo duraba de uno a dos minutos. Generalmente, como todos habían experimentado alguna vez, el pasajero se sumía en una repentina oscuridad y apenas si sentía una vibración recorriendo su cuerpo. De pronto, en lo que duraba un parpadeo, se encontraba en otro lugar, con la misma ropa y el mismo equipaje. Ocasionalmente sobrevenían náuseas o mareos, rara vez un desvanecimiento momentáneo. Aquel día, Sebastián Benítez no era sólo un ciudadano que llegaba tarde a su cita. Se había convertido en la víctima de un fatal accidente durante un teletransporte. Ricardo contemplaba con aprensión el cuerpo del pasajero, que ya se encontraba dentro del portal, recubierto por la película de reconocimiento. Unos minutos antes habían calibrado la máquina y habían realizado con éxito una simulación de todo el proceso. Esto les había permitido sincronizar totalmente la información en ambos portales. Naturalmente, Ricardo tenía sentimientos contrapuestos. Por una parte, lideraba aquella iniciativa con aplomo, seguro de que era la única medida racional para deshacer el entuerto y restituir a Sebastián Benítez su integridad. Por otra, tenía la sensación de que estaba asumiendo demasiados riesgos. Nuevas adversidades podían derivar en resultados nefastos. La tentativa no dejaba de ser un golpe de audacia ingenioso, pero había que proceder metódicamente. -Dilataremos el tiempo para la confirmación de la recepción y vigilaremos cada paso del proceso –expuso el oficial Méndez-. Así estaremos seguros de que todo se desarrolla correctamente, para garantizar que la réplica de Benítez se ha realizado a la perfección en Marrakech antes de eliminarle aquí. Habían tendido una carpa azul sobre el portal y colocado señales luminosas alrededor de la plataforma fingiendo que se estaban llevando a cabo reformas de la estructura. La programadora
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 60 seguía atentamente la evolución del proceso, que se desarrollaba con más lentitud de lo normal para garantizar un control absoluto. Cada lapso de tiempo se prolongaba adrede, para que diera tiempo a corregir sobre la marcha cualquier posible problema. La primera etapa, que implicaba reanudarlo donde se había interrumpido, se había finalizado sin inconvenientes. -Todo va bien hasta el momento –afirmó Méndez, haciendo un ademán para dar aliento a su subordinada. La tensión mantenía los músculos de Julia rígidos y agarrotados y le hacía apretar los dientes involuntariamente. Era una experta, pero nunca se había enfrentado a un problema de esta envergadura. Volvieron a concentrarse en el proceso, porque cualquier distracción podía resultar letal para el pasajero. Ante sus ojos, la información se había reagrupado por fin para recomponer el cuerpo de Sebastián Benítez. Poco después, comenzó transferencia a Marrakech.
de
nuevo
la
No importaba que Benítez siguiera careciendo de forma humana. Esperaban que eso se reparara al enviarle a su destino. Cada sector del cuerpo del pasajero, independientemente de la posición espacial que ocuparan sus moléculas, se reconstruiría correctamente según el modelo de la simulación y de acuerdo con la información que se había tomado originalmente. -Verificación realizada con éxito –leyó la programadora en la pantalla-. Benítez está en Marrakech, sano y salvo. Mahatit al Bab ha dado incluso la confirmación visual. -Bien –exclamaron Ricardo y el doctor al unísono. -Procedamos entonces a suprimirle aquí antes de liberarle definitivamente en Marrakech
–exhortó Méndez, ansioso por acabar cuanto antes y poder celebrarlo. Ricardo dio una palmada en la espalda de Méndez y escudriñó el rostro del doctor Vilapere, que también parecía contento por el desenlace. Pero cuando miró de nuevo a sus subalternos, encontró unos semblantes extremadamente pálidos. -No. Algo no ha ido bien. Intentaron cancelar la depuración de datos, pero era imposible. Benítez había desaparecido del portal y acababan de recibir un mensaje contradictorio asegurando que tampoco estaba en la estación de Marrakech. Se había desvanecido en la nada. -Me temo que lo hemos perdido –sentenció Méndez, lívido y macilento, sin hallar explicación para lo que acababa de suceder. La incertidumbre inicial duró escasos minutos. Mientras revisaban el panel de mandos, se percataron de que, sorprendentemente, se había esfumado toda la información referente a Benítez. Tampoco había quedado copia en el archivo histórico. Antes de que pudieran acceder a la red para confirmar este hecho, el panel se apagó y volvió a encenderse por sí solo. En la pantalla apareció un siniestro mensaje, en letras mayúsculas: UNION. -¿Qué demonios…? El doctor Vilapere estaba tan conmocionado como los demás, pese a no entender de tecnología más que lo imprescindible para poner en funcionamiento los aparatos domésticos. Para desazón de Julia, la pantalla ya no respondía al contacto de sus dedos. Aquello sólo podía significar una cosa. -Se nos ha colado un virus –denunció, con la frente perlada por el sudor.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 61 Oyeron voces a derecha e izquierda, las quejas y protestas de los operadores, el desconcierto de los viajeros que estaban a punto de emprender su travesía. Ricardo lo comprendió rápidamente. Sólo con imaginarse el colapso que iba a sufrir la estación se estremeció. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. -¡Ese virus se ha infiltrado en la red! Está bloqueando todos los portales. ¡Apaguen este portal! Lo que estaba pasando no tenía sentido. Pero entonces volvió a ver en la pantalla el mensaje: “UNION”. Inmediatamente dedujo que estaban siendo víctimas de un ataque de los Unionistas. Todo había sido premeditado, desde el primer instante. Les habían engañado. El accidente de Benítez se había utilizado como mera distracción, para mantenerles entretenidos mientras preparaban el auténtico golpe. En realidad, el virus informático era solo el principio. Para cuando Ricardo decidió apagar todo, ya era tarde. Una onda se propagó por la estación sacudiendo ligeramente a quienes la ocupaban en el momento en el que todos los portales volvieron a activarse. La gente miró a la vez hacia el fulgor que se encendía en cada uno de los umbrales, anunciando la llegada de pasajeros. Un momento después, descubrieron con pesar que los Unionistas no eran meros provocadores. Lo que siguió constituía un asalto insólito. De cada portal emergieron simultáneamente tres o cuatro individuos, hombres y mujeres vestidos con indumentaria militar, empuñando sofisticadas armas de grueso calibre que empezaron a disparar indiscriminadamente. La muchedumbre caía acribillada por la despiadada ráfaga de fuego.
la Estación Norte de Madrid para ganar tiempo mientras organizaban la movilización de tropas. ¿Quizás en realidad no se trataba de los Unionistas? Antes de desplomarse moribundo, aún tuvo tiempo de escuchar con crispación el grito iracundo de quien encabezaba la invasión del ejército marroquí, en árabe: -¡Loado sea Alá! ¡Al-Ándalus es nuestra!
JOSÉ ÁNGEL MURIEL GONZALEZ (España) Licenciado en Matemáticas por la Universidad de Sevilla, ejerce como consultor en una gran compañía dedicada a proyectos en sistemas de información. Ha publicado tres novelas y numerosos relatos en recopilatorios de varios autores y revistas literarias de internet. e-mail: elautor[arroba]elautor.com Web: http://www.elautor.com Blog personal: http://www.joseangelmuriel.com
Ricardo se dio cuenta de que las autoridades de Marrakech no solo estaban involucradas en el accidente, sino que además lo habían provocado de forma intencionada. Habían estado cooperando con
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 62
El Ente Javier Fernández Bilbao
A
llá donde la vista humana jamás llegará a posar siquiera los ojos de su imaginación, existe un lugar donde las estrellas que lo circundan nunca mostrarán sus brillos al cielo que nosotros podamos observar con los más potentes artilugios. Tan alejado, que ni las leyes de la vida o la muerte se asemejan a las que aquí rigen nuestros destinos. Tan apartado, que la distancia que nos separa de él sólo se cuenta por cifras imposibles e inexistentes y produce vértigo siquiera llegar a comprender tales límites. Allá se halla flotando en el vacío un asteroide, orbitando alrededor de un débil sol anaranjado que lo baña con su tenue luz de eterno atardecer. Su razón de ser es un misterio tan grande como el nuestro, y sus orígenes tal vez sean tan remotos como el mismísimo tiempo. Y allí plantada habita la criatura que tan alejada está del cielo o del infierno y de sus códigos, como la roca que es su hogar está separada de nuestro mundo. Una flor de carne gigantesca y horrenda agita y enrosca compulsivamente centenares de tentáculos y protuberancias, y los arrastra en ininterrumpidas contorsiones por la superficie. Otras formas prominentes se retuercen en el aire, escarbando en la ligerísima atmósfera que envuelve este pequeño mundo. Y en el centro de la colosal masa de tonos fucsia y magenta, un espantoso ojo mira estático al cielo infinito. Tan grande, que su pupila se compone así mismo de millares de otros pequeños ojos hasta adquirir un diámetro excepcional. Y ese ojo contempla paciente el espacio y busca las estrellas que lo iluminan, para descubrir
nuevas, cada vez más lejanas. Reconoce y asimila su ubicación, y su inteligencia crece con cada nuevo lucero, creando nuevas y desconocidas constelaciones todavía más lejanas que su diminuta parcela de cosmos. Y su poder aumenta con su magnificencia, cada año más, cada siglo más… El afán de la criatura por buscar y aprender, discerniendo la luz de aquella profunda oscuridad, se afianzó con su tremendo poder y alcance, digno de una deidad. Y ello le hizo descubrir pequeños seres, que, a grandes distancias de donde ella estaba, se desplazaban por la negrura de una estrella a otra. Su ansia por averiguar de ellos aumentó de tal modo que al fin quiso conocerlos, porque entendió que no existía solitaria y que el universo no sólo estaba concebido para su exclusiva contemplación. Con su imponente inteligencia logró crear un lenguaje aún a costa de gigantescos plazos de tiempo, para modelarlo, ajustando hasta perfeccionarlo, y proyectarlo después al espacio. Frotó sus tentáculos susurrando pensamientos y los envolvió en una burbuja telepática. Luego los condujo por invisibles raíles de psicoquinesia allá donde esperaba encontrar esos seres. Su indescifrable mensaje se propagó hasta alcanzar cotas jamás pensadas, y así llegó a entretejerse con los cielos poblados de ondas, provocando que algunos curiosos volviesen sus atenciones hacia el origen de la señal. Como el espacio no contempla las prisas, hubieron de pasar siglos para ver que su roca era un objetivo por descubrir y descifrar. Pero la criatura tenía tiempo y paciencia de sobra para esperar respuestas mientras continuaba esparciendo su mensaje. Así llegaron los primeros enviados, y la perplejidad de la criatura aumentó al ver cuán distintos eran de ella y entre sí mismos. Sus ansias acrecentaron su afán por saber cada vez más cosas de los seres que habitaban los cielos.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 63 Y allí donde la vista humana jamás llegará a posar ni siquiera los ojos de su imaginación, habita una criatura que, con su enorme ojo, busca sin cesar en las profundidades del cielo. Y entre estrellas y nebulosas encuentra a las pequeñas y curiosas formas que navegan entre ellas, y las atrae hacia sí para mantenerlas cautivas eternamente y aprender todo lo que se puede aprender de ellas. En la agreste superficie se debaten en una huída sin final cientos y cientos de seres, muy diferentes entre sí, procedentes de los más diversos y remotos lugares, luchando inútilmente por escapar de los enormes y espantosos tentáculos que se retuercen por la superficie buscando atraparlos. Y al final, las gelatinosas extremidades, cuando ya no alcanzan más allá, se entreabren dejando escapar decenas de miles de pequeños y feroces arácnidos, imitados de otro lejano lugar y que ahora forman una extensión de sí misma. Su tarea es atrapar a los fugitivos para devorarlos. Luego volverán a introducirse de nuevo por las aberturas para transportar sus pedazos a la base de la criatura, que absorbe sus jugos y conocimiento con deleite para extraer su esencia pura. Y una vez concluida la terrible tarea, cuenta con el don heredado de reconstruir la estructura original de sus capturas regenerándolas en sus entrañas, gestándolas dentro de su útero hasta devolverlos a su estado original. Una vez adultos, los expulsa fuera para dejarlos de nuevo escapar al horror. Observa con atención cómo huyen, cómo se desplazan, luchan y se debaten por los escarpados terrenos. Cómo intentan aliarse cooperando entre ellos a pesar de sus lenguajes incompatibles, intentando inútilmente llegar a sus naves descompuestas. Y así, año por año, y por décadas y por siglos. Y cuando siente que de una criatura ya no puede sonsacar nada más de su inherencia pura como ser vivo e inteligente, lo hace suyo para siempre; lo absorbe, lo asimila y lo integra dentro de su estructura vital. Así nacen nuevos ojos con que engrosar su gran pupila, un poco más sabios, mejor dirigidos y mucho más ansiosos . Y a pesar de sus millares de capturas, siempre
sabe hallar entre los espacios siderales criaturas nuevas de las cuales aprender.
JAVIER FERNÁNDEZ BILBAO (España) javibilbao8[arroba]hotmail.com Finalista del concurso de terror “El Espejo Maldito” entre 160 relatos presentados. (2008) Relato publicado y seleccionado para votaciones en la página web “Historias Asombrosas”. (2008) Ocho relatos publicados en la web NGC 3660 a lo largo de 2008-2009. Dos relatos publicados en la revista electrónica AXXÓN nº 198 en 2009. Relato finalista en el CRYPTSHOW FESTIVAL 2009 dentro del II CONCURSO DE RELATOS DE TERROR, FANTASÍA Y C.FICCIÓN, seleccionado y publicado en la antología CRYPTONOMIKON II. Relato integrante de la publicación “Calabazas en el Trastero III: Epecial Poe” de trece seleccionados entre 165 relatos presentados. (2009) Relato finalista ex aequo en el V PREMIOS ANDRÓMEDA DE FICCIÓN ESPECULATIVA tema “el viaje espacial” en categoría relato, entre 149 relatos presentados de todo el mundo (2009). Accésit en lengua castellana en el III CONCURSO DE MICRORRELATOS DE TERROR Y GORE MOLINS DE REI 2009.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 64
¡Por Fin! Pablo Navarro Valero
O
dno Alpha-33 se detuvo ante la tienda de utilidades con aire triunfal. Observó con asombro y detenimiento el escaparate repleto de artículos maravillosos. No era la primera vez que se quedaba fascinado ante semejante visión. Pero en esta ocasión lo hacía de un modo diferente, pues esta vez podía entrar en la tienda. Iba a pasar por la puerta y a comprar algo muy especial con el crédito que había ahorrado después de tanto sacrificio. La vida de un clase 9 ya era abnegada sin tener pretensiones de comprar algo que no fuesen bienes de primera necesidad. Pero Odno Alpha-33 estuvo viviendo un auténtico infierno durante seis meses. Entre otras cosas, había decidido dejar de pagar el alquiler de cuatro paredes holográficas de su apartamento, perdiendo así toda intimidad ante las miradas cotillas de sus vecinos; redujo sus raciones diarias a la mitad e incrementó su jornada laboral en la fundición, llegando en ocasiones a quedarse a dormir allí para trabajar más; incluso había vendido su aparato de televisión, quedándose sin uno de las pocos medios de entretenimiento de los clase 9. En definitiva, la vida de Odno se había convertido en un martirio. Se sentía trastocado tanto física como emocionalmente. Pero la idea de poder ahorrar crédito le había dado fuerzas durante todo el proceso. Cada vez que había sentido deseos de abandonar, recordaba el objetivo marcado meses antes: Llenar de felicidad la vida de su pequeño hijo regalándole un inventa-cuentos.
Entonces todo cobraba sentido de nuevo y encaraba las dificultades con optimismo y voluntad. La tienda era gigantesca, mucho más grande de lo que parecía desde la calle. Millones de artículos guardados en cajitas esperaban silenciosos a que alguien los comprara. Estaban perfectamente colocados a lo alto y ancho de eternas estanterías que casi se perdían de vista. Odno pensó en el enorme número de fábricas y laboratorios que debían de existir en el mundo para poder generar tal cantidad y variedad de utilidades. Había de muchísimos tipos: pinta-cuadros, interpreta-obras, toca-músicas, cuenta-gracias... En el vigésimo tercer pasillo, a la derecha, vio un cartel digital en el que se leía “INVENTACUENTOS”. Se acercó ilusionado y tras unos minutos de reflexión, se decantó por el modelo más caro que se podía permitir. En la parte superior de la cajita metálica, había una pegatina en la que ponía: “Inventa-cuentos Tipo 3. Garantizamos un cuento cada día. Mantenimiento completo para todo un año de regalo. 12.000 créditos”. Se acercó al mostrador sin parar de mirar la cajita. “Este está muy bien. Qué ilusión. ¡Qué alegría!” pensó. El dependiente –mirándole con extrañeza y cierta desconfianza, por ser un clase 9le felicitó por la elección mientras introducía en un ordenador el Código de Identificación Personal que Odno tenía, como todo el mundo, grabado en la frente. El ordenador emitió un pitido de conformidad. –Ya está, caballero. Gracias por su compra y ojalá pueda volver. –Sí, ojalá... Buenos días. Salió nervioso de la tienda y decidió realizar un último derroche económico: coger un aerotaxi para ver cuanto antes la reacción de su pequeño Arual Alpha-33. Su cumpleaños no sería hasta dentro de una semana, pero no podía esperar tanto. Necesitaba hacer feliz a su hijo, y lo necesitaba ya.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 65 En siete días iba a cumplir diez años y en todo ese tiempo no había podido regalarle nada que se acercase ni remotamente a un inventa-cuentos. Recordaba lo triste que se sintió cuando el pobre Arual le contó que a un compañero de clase le habían regalado uno y que, cada noche, le contaba historias fantásticas y exclusivas, sólo para él. Aquél fue el día en que se prometió a sí mismo que su hijo tendría un inventa-cuentos como fuese. El aerotaxi tardó apenas unos minutos en hacer el trayecto. Odno acercó la frente al sensor de pago del vehículo, se bajó con celeridad y se metió en el ascensor de su portal con otros veinte vecinos. Algunos no habían parado de cotillearle desde que dejó de pagar el alquiler de las paredes holográficas y los miró con desprecio. Esperó ansioso, con la cajita del inventa-cuentos bien guardada entre los brazos, hasta que la puerta del ascensor se abrió en el sótano 429. Corrió apresurado por los pasillos oscuros hasta la puerta de su casa, que se abrió un segundo después de que acercara la frente al sensor de acceso. –¡Arual! ¡Ven, corre, tengo una sorpresa!- gritó tras cerrar la puerta del apartamento. El pequeño apareció como un resorte de detrás de un sofá, donde jugaba con sus coches. –¡Papá, papá! ¿Qué traes? ¡Dame, dame! exigió el pequeño, dando saltitos delante de su padre. –Mira, hijo mío, esto es por tu cumpleaños. Aún faltan unos días, pero no creo que te importe que te lo dé ahora... ¿No?-dijo Odno mostrando la cajita. –¡No, no, Papá! ¡Ahora es mejor! Gracias, gracias ¿Qué es? ¿Qué es? –gritó Arual como loco. Odno entregó la cajita a su hijo. El pequeño se quedó mudo al verla de cerca. La puso muy despacio encima de la mesita de cristal del salón. No podía creer lo que ponía en la pegatina. ¡Aquello era un auténtico inventa-cuentos! Estaba fascinado, hipnotizado, como en otro mundo.
Apretó con cuidado el botón de inicio y la capa exterior de la caja se desvaneció, dejando al descubierto una urna ovalada de vidrio. –¿Te gusta, hijo?- preguntó Odno. –Papá... Es maravilloso. Dentro de la urna había una habitación a escala, muy pequeñita, con un ordenador y una silla de madera en miniatura. También se veía una despensa frigorífica que contenía comida para el inventa-cuentos y que disponía de una ranura para ser recargada de provisiones desde fuera. Y por último, había una cama diminuta donde dormía un ser humano -apenas tan alto como un dedo de Arual- vestido con un traje gris y ajustado: el inventa-cuentos, el ansiado inventa-cuentos. El hombrecito abrió los ojos, se levantó de la cama y miró tristemente a Arual Alpha-33 y a Odno Alpha-33, gigantescos desde su ínfimo punto de vista. Se sentó en la silla con resignación y encendió el ordenador. Allí tenía escritos varios cuentos y cada día iría escribiendo más. Comenzó a hablar a un micrófono que había en la mesa. El sonido de sus palabras salía por un pequeño altavoz incrustado en la parte superior de la urna. El inventa-cuentos empezó a relatar una historia que comenzaba con un robot cuyo sueño era ser un gran futbolista. El sonido era claro y la voz muy agradable. El pequeño Arual miraba al inventacuentos y escuchaba ensimismado la historia. Mientras, Odno Alpha-33 comprobó en el panel de la espalda de su hijo que sus niveles de felicidad aumentaban rápidamente. Entonces se sintió más encantado de vivir que nunca, lo que hizo que sus propios niveles de felicidad también subieran como un cohete espacial. Y desde entonces su vida fue muy dichosa, pues pudo dar a su pequeño un regalo que él nunca tuvo: El único don que los robots no pudieron copiar a los humanos. La creatividad.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 66
PABLO NAVARRO VALERO España. Nací en Madrid en 1983. Tengo estudios de diseño gráfico. Actualmente estoy en paro. Escribo desde hace unos tres años. Tengo varios relatos de ciencia-ficción publicados en la web de la editorial Novel Mundo. www.novelmundo.com Me han publicado un microrrelato en la revista electrónica Minatura y otro en el libro “100 microrrelatos de terror. Homenaje a E.A. Poe” de la editorial Artgerust. Gané el concurso QR Cuentos 2008 y quedé tercero en el I Concurso de Ciencia Ficción Novel Mundo 2008. Tengo un blog de relatos cuya dirección es www.cochambreliteraria.blogspot.com
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 67
Y éste fue el principio... Carlos Enrique Saldivar
E
l robot caminaba por el insondable desierto, triste, desmejorado, buscando un amo. Se detuvo frente a un inmenso roble y le preguntó: ¿Quieres ser mi amo? Obviamente el roble no podía responder. Vio un pájaro posarse sobre la rama de aquel árbol, le preguntó: ¿Te gustaría ser mi amo? El pájaro no pudo contestar. Siguió así su camino durante años, preguntando a todo ser viviente que hallaba si quería ser su amo. Y también preguntó a los seres no vivientes. Le hizo la tan ansiada pregunta a un robot albañil que bajaba de un enorme cerro: ¿Deseas ser mi amo?, mas la respuesta siempre era la misma: “No me crearon para ser amo, solo sirviente”. Así se topó con infinidad de robots, soldados que buscaban una guerra inexistente, maestros que buscaban niños a los cuales enseñar, robots mecánicos que buscaban artefactos para arreglar. Robots por doquier, deambulando por todo el planeta, buscando alguien a quien servir. El robot llegó a una magnífica ciudad, la cual antaño había sido muy hermosa. En el centro de ella se hallaba una gigantesca cúpula. El robot intentó entrar, quizá allí encontraría un nuevo amo. Pero al intentar trasponer la entrada se topó con un robot guardián. —¿Qué quieres? —preguntó el guardia. —Quiero pasar, quizá el habitante de esta cúpula me acepte como su sirviente. —Los habitantes de esta cúpula fueron alguna vez los gobernantes de esta ciudad. Pero ya no están y no van a volver.
—Necesito encontrar a un hombre que requiera mis servicios. —¿Y tú qué sabes hacer? —Soy un robot mayordomo, cuido casas, niños, cocino, lavo ropa, plancho... —Eres un tonto, ya no hay hombres a los cuales servir. La gran plaga se los llevó a todos. Nadie sobrevivió, el último murió hace veinte años. Lo sé, como guardián de esta ciudad estoy enterado de todo. El robot que buscaba un amo se sintió deprimido. Desesperanzado, le dijo, con tono enérgico, al robot guardián: —Si no hay un solo ser humano en esa cúpula entonces déjame pasar. Y el robot guardián le dejó ingresar. El ambiente era tétrico, había muebles y pisos que brillaban de limpios. Pero era un resplandor misterioso. Los robots limpiadores, nivel uno (tenían el aspecto de pequeño artefactos) cumplían su tarea de limpieza al pie de la letra, todos los días. Ellos sabían cómo recargarse a sí mismos y no molestaron en ningún momento al intruso clase 2 (de aspecto humanoide, pero metálico) que había penetrado en el recinto. El edificio era más grande de lo que se apreciaba a simple vista. Había habitaciones por doquier, era como una pequeña ciudadela dentro de la ciudad principal. El robot comprendió entonces que la gente que una vez habitó aquí era muy importante, gente de clase alta. Y había otros robots. Muy pequeños todos, desconectados. Estos robots de nivel 1 debían recargarse cada cierto tiempo. El robot mayordomo encendió el generador y descubrió aterrado que había un esqueleto junto a la sala de máquinas, quizá el cadáver en cuestión fue el líder supremo del lugar. Tal vez en su desesperación ante el inminente fin había intentado salvar la ciudad, perdiendo la vida en el acto. Los hombres fueron Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 68 seres sorprendentes. Es una pena que la miseria y la agonía cayeran sobre ellos sin previo aviso. Sin darles siquiera una oportunidad. Una vez restablecida la energía, el robot decidió permanecer dentro de la cúpula diez días y diez noches. Los robots de limpieza clase 1 no le estorbaron en su labor y se sintió complacido por ello. Se sintió agradecido también por las atenciones de los robots clase 2 que habían sido reactivados por él. Después de analizar el lugar donde se hallaba se instaló en la oficina principal. Descubrió que allí había fotos de seres humanos que se mostraban rebosantes de alegría. Apreció además objetos inmaculadamente limpios y documentos físicos y virtuales (en la gran computadora) que le permitieron darse cuenta de la aterradora verdad: Los hombres mismos habían creado el terrible virus que los había ido eliminando uno a uno en el lapso de diez años. Él no sabía nada de esto. Fue creado para servir y ya no había nadie a quien brindarle sus atenciones. Ni un solo ser humano sobre la Tierra. El robot sintió deseos de llorar, pero no pudo. Cayeron sobre él sensaciones que nunca antes había experimentado, y que no debía siquiera concebir, pues no era un hombre, solo una máquina, compleja sí, pero limitada en sus funciones. A través de una pantalla en la pared opuesta de la oficina podía ver el mundo, lo que ocurría en todos los lugares del planeta. La totalidad de los robots, que no eran limpiadores o guardianes, buscaban desesperadamente un amo. Caminaban hasta desgastarse a través de ciudades, selvas y desiertos. Sintió lastima por ellos. El hecho de haber pertenecido a aquel grupo sólo unos días antes lo llenaba de un miedo procaz, agudo, imposible de describir.
marchaba frente a la enorme cúpula gubernamental, protegiéndola de los invasores, se topó de nuevo con el esmirriado robot mayordomo y le preguntó: —¿Qué has estado haciendo tú tanto tiempo metido en la cúpula? —Aprendiendo —respondió el robot sin vacilar. —¿Aprendiendo qué? —A ser un líder. Quiero que suspendas la labor de guardián de este enorme edificio y protejas la entrada de esta ciudad. He notado que vienen muchos robots de otras zonas, algunos causan destrozos sin darse cuenta y luego se van. Quiero que tú y todos los robots guardianes protejan los alrededores de esta ciudad y no permitan el ingreso de un solo robot más. Ve ahora mismo. —¿Eso es una orden robot clase 2? —Sí, lo es, y no me llames clase 2. He recordado mi nombre, el que me dio mi primer amo. Me llamo Magnus, es así como debes llamarme. —A la orden, amo Magnus. Y el guardián se alejó marchando para convocar a otros robots y proteger todos juntos los alrededores de la ciudad de Limus. Éste era el nombre que Magnus había hallado en los archivos. Un robot modelo femenino se acercó hacia él, proveniente del lado norte. No pertenecía a la ciudad y buscaba un amo. Era un modelo clase 3, un robot de placer.
Al término de los diez días, el robot intentó partir, pero se sintió tan complacido con las atenciones brindadas por los pequeños robots que decidió permanecer ahí un día más. Luego otro día... y otro más. Hasta que estuvo nueve meses completos.
—¿Quisieras ser mi amo? —le preguntó a Magnus, a lo que este respondió:
Una mañana de primavera el robot guardián que
Y se la llevó con él, sintiendo algo extraño muy
—Por supuesto, ven conmigo, me darás placer por un rato en una habitación de esta enorme Cúpula, llamada Satélite Limus.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 69 adentro de su cerebro positrónico, una sensación espectacular que nunca antes había sentido. Era como si un calor creciente le invadiera desde el centro de su cabeza, extendiéndose rápidamente hasta la más pequeña pieza de su cuerpo. Era agradable; y a la vez, inquietante. Le brindaba una energía inusitada que le hacía sentir bien. Demasiado bien.
Por supuesto, Magnus no podía adivinar el futuro y, cuando la esbelta androide le daba un placer sin límites, escuchó aquella dulce voz que le decía con delicadeza al oído: “Este lugar es muy grande para uno solo, ¿necesitas una compañera?”
Pasado algún tiempo, el nuevo amo tomó a su servicio una gran cantidad de robots soldado para que protegieran su ciudad. Tomó también una serie de robots clase 1, 2 y 3, estos últimos lucían como seres humanos, eran de diversos tipos y cumplían funciones variadas. Todos estaban al servicio siempre de su líder supremo y de su adorable lideresa. Quizá algún día se suscitarían peligros inesperados, tal vez no por parte de los mismos robots, pero siempre cabía la posibilidad de que fuerzas externas amenazaran a este mundo (los seres humanos siempre temieron una invasión extraterrestre). Magnus intuyó la amenaza y ejerció un liderazgo sin precedentes. Comprendía la belleza de ser atendido y reverenciado como a un dios. Y comprendía también que sobre él había recaído una responsabilidad que se centraba en: no permitir que ocurriera con los suyos lo que sucedió con la pobre raza humana. De todas partes del mundo llegaban robots dispuestos a brindarle sus servicios. Él los mantenía en las ciudades aledañas porque eran muchos y las labores de cada uno debían ser repartidas equitativamente.
Lima, febrero de 2003
Y éste fue solo el principio. La (nunca esperada por el hombre) Era Robótica se alzaba destellante de entre las ruinas de lo que había sido una civilización condenada al fracaso. Y digo que éste solo fue el principio porque esta Edad del Robot se vería ensuciada por cables y baterías quemados debido a una guerra imposible de predecir. Porque Magnus no iba a ser el único robot en el mundo que desarrollaría una conciencia más allá de las posibilidades de los de su clase. Habría otros. Lejos. Cerca. Muy cerca. En el año 2100 el mundo gobernado por los robots se atisbaba frío y siniestro como el metal que formaba sus cuerpos.
El error de Magnus fue aceptar.
CARLOS ENRIQUE SALDIVAR (Lima, Perú, 1982) Estudiante de Literatura en la UNFV. Narrador, poeta, editor y corrector de estilo. Director de la revista Argonautas de fantasía, misterio y ciencia ficción que nació en noviembre de 2006 y el día de hoy ya va por su cuarta entrega. Ha publicado relatos en las revistas Argonautas números 1, 2, 3 y 4. Ha publicado relatos en diversas revistas del medio, en la página de Ciencia Ficción Perú, en la revista virtual Velero 25, en Crónicas de la Forja, publicación del taller internacional de creación literaria Los Forjadores, ubicado en la web y en Axxon. Ha publicado el libro de cuentos Historias de Ciencia Ficción en el año 2008. Es miembro del grupo Coyllur de fantasía, terror y ciencia ficción. Actualmente se dedica plenamente a la Literatura. E-mail: revista_argonautas@hotmail.com Blog: www.revistaargonautas.blogspot.com
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias
Los cálculos nunca son exactos Yonnier Torres Rodríguez
L
a mayoría de las cosas importantes a las que no se le presta la debida atención pasan al olvido. Por eso Claude escapó del monasterio una noche de verano, se internó en la ciudad sin quitarse siquiera el hábito negro y fue visto por todos los que merodeaban la plaza, justo a la hora en que las campanas de la Iglesia marcaban la medianoche y en París comenzaba una nueva jornada de carnavalesca diversión. El “cómo” supo la existencia de los manuscritos aún no lo he descubierto, se me hace difícil pensar que la información pudo filtrarse, a través del enclaustramiento a que los jóvenes en preparación eran sometidos en aquella cárcel de Dios. Quizás pudo oír, a escondidas o de pura casualidad, alguna conversación entre el Sumo Sacerdote y el jefe de la policía la noche en que se llevó a cabo la redada por todas las calles de París; a lo mejor estaba cubriendo turno en el templo y el propio autor de los manuscritos fue a confesar su montaña de pecados; o puede existir la remota posibilidad de que alguien pasara cerca de su celda y Claude, ansioso de conversación y mero divertimento, estableciera un diálogo teológico en el cual saliera a colación el último invento prohibido de la ciudad, la ola de muerte y la existencia de unos manuscritos que nadie ha logrado encontrar. Pero todo esto son conjeturas, lo único cierto es que esa noche Claude fue hasta la posada de la señora Blanche, pidió habitación y al amanecer comenzó a rastrear eventos significativos en la vida de Monsieur Faulk. La señora Blanche le tomó cariño al joven
70 Claude, o al menos todo indica que fue así, pues no acostumbraba a fiar alojamiento ni comida y el novicio huyó del monasterio con solo tres francos en el bolsillo, suma que apenas le alcanzaba para un viaje corto en volanta. Todo París hablaba de lo solícita que era la señora Blanche con los jóvenes de baja posición económica y la forma en que les cobraba sus servicios, pero eso a fin de cuentas no es fundamental, si algo concreto podemos sacar de estas circunstancias es que la señora Blanche le ofreció al joven Claude algunas coordenadas para que no fallara en sus pesquisas y le sugirió que entrevistara a los amigos del Monsieur Faulk y a su amante, Clarisse Benet, una de las mujeres más bellas del teatro Varieté. Estuve durante cuatro meses desenredando la madeja de acontecimientos. Visité las bibliotecas más importantes, hurgué en los archivos que aún se conservan de la antigua Francia y entrevisté eruditos historiadores que en el ocaso de sus vidas me ofrecían versiones distintas de un mismo hecho. El misterio de Monsieur Faulk y los motivos de su desaparición solo se comenzaron a develar cuando encontré las cartas que Claude le enviaba a su amigo Daguenet. Lo primero que hizo Claude fue confiarle a alguien las características de su empresa y guardar en un sitio seguro la constancia escrita de cada uno de los avances en su investigación. De la señora Blanche no se fiaba, tampoco del mesero y mucho menos del poeta que animaba las noches de la posada con las cuerdas de su mandolina. Claude tenía un solo amigo a quien acudir en un pequeño pueblo del sur, donde los hombres vivían de criar cabras y cortar el trigo. Le escribió pidiéndole que pusiera bajo llave cada una de las cartas que a partir de entonces le comenzaría a enviar y redactó toda una travesía caótica a través de una ciudad sumida en los vicios, la perversión y las frustraciones. Daguenet cumplió con celo su palabra. Antes de morir le hizo prometer a su hijo que guardaría la pequeña caja de metal y sólo la abriría en caso de que el mismo Claude se lo pidiera. El hijo abandonó las cabras y el trigo para irse a estudiar a la ciudad. En el tercer año de la carrera de Derecho
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 71 y Letras en la Universidad de La Soborna, abrió la caja y le resultó tan atractiva la Historia, que intentó escribir una novela basada en los hechos que contaban las cartas. Las editoriales francesas lo rechazaron y el manuscrito de la novela permaneció engavetado en un pequeño apartamento del centro de la ciudad. El año de la graduación el hijo de Daguenet se fue a América dejando atrás todos sus recuerdos. El edificio fue comprado por una empresa inmobiliaria que se lo vendió a una institución religiosa como moderno convento de enclaustramiento. Marguerite Fouché nunca quiso ser monja, apenas creía en Dios pero la presión familiar fue tanta que no le quedó otro remedio que entrar al moderno convento. Durante las intensas noches de angustia su único consuelo eran las cartas y la novela que había encontrado en el falso fondo de una de las gavetas de su habitación. Claude fue su héroe particular e imitándolo huyó del edificio una noche de verano, cuando las encargadas de velar por la tranquilidad se habían quedado dormidas sobre los bancos del templo en la planta baja. Viajó a Turquía en calidad de emigrante. Hizo la calle durante dos años hasta que conoció a un jardinero irlandés que la sacó del negocio y le ofreció un espacio dentro de su pequeño apartamento. Conservó las cartas de Claude durante toda su vida y al caer enferma de malaria después de unas caprichosas y absurdas vacaciones en Suramérica, se las entregó como herencia a un poeta vecino que siempre le había parecido un hombre correcto. El poeta le regaló las cartas a su amante casada en un intento por hacerle creer que en realidad la quería. Ella amenazó con quemarlas, arrojarlas a la basura o cortarlas en pedacitos, pero las conservó como único recuerdo después de la muerte accidental del poeta, como pasajero del vagón cuatro del tren Turquía-Alemania, donde a consecuencia de un descarrilamiento murieron 47 personas. La hija de la amante casada decidió mudarse a Francia con su novio, guitarrista de la banda de Rock Volvox. Encontró las cartas el día de la mudanza y después de un intenso regateo, las trocó en la Biblioteca Sainte-Geneviève de París, por un ejemplar de “El extranjero” de Albert Camus.
Monsieur Faulk administró la Perfumería Et Senteurs Du Pays Basque, fue empresario industrial, jefe de calderas en las fundiciones centrales de París y estuvo a cargo de los sopladores de vidrio en las fábricas del barrio obrero. Claude se presentó en los tres sitios con credenciales de periodista del Diario Le Parisien e indagó sobre los conocimientos que Monsieur Faulk pudo haber adquirido en cada uno de esos oficios. Los trabajadores fueron escuetos en sus respuestas. Es fácil entender la parquedad y el temor al ser interrogados sobre un asunto bien serio como la vida de Monsieur Faulk. En aquella época, al terminar la construcción de su máquina, sólo fue comparado con Jack El destripador o Sweeney Todd, El barbero diabólico de la calle Fleet. El calor de las calderas en las fábricas fatigaba a Claude y cuando salió del barrio obrero y tomó una volanta para ir a la residencia de mademoiselle Clarisse Benet, se sintió aliviado, recibió el aire fresco del camino y le pidió al cochero que se apurara, todo parecía indicar que estaba a punto de llover. Las primeras cartas que envió Claude eran puramente descriptivas. Pasaba revista por escrito a todo lo que veía a su alrededor y las impresiones que recibía de la ciudad lo mantenían atormentado. Tenía un don especial para crear ambientes y trasmitir perfectas imágenes mediante la escritura, algo de lo que yo siempre he carecido y a ratos leer sus cartas, lejos de estimularme, me deprimía. La visión de París, mediante los ojos de Claude, era caótica y aborrecible, pero siempre creí que el joven exageraba y que tan sólo era víctima de sus impresiones, al enfrentarse por primera vez a la vida fuera del monasterio. El tiempo confirmó lo que yo pensaba y a partir de la tercera carta sus sensaciones comenzaron a cambiar. Claude conoció el sexo mediante la señora Blanche, a la cual describía a veces como una matrona diabólica e insaciable, en otras como a una trituradora de su entrepierna y en sólo dos ocasiones como a la única fuente de sus ingresos. El amor, ese que le provocó noches de fiebre y más de cinco cuartillas
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 72 de agitada lírica, lo descubrió en el jardín de claveles, al ver por primera vez a mademoiselle Clarisse Benet. Éste pudo haber sido un hecho extraordinario que alejara a Claude de sus pesquisas y su minuciosa investigación. Para suerte mía y la de quienes lean en un futuro estos escritos, mademoiselle Clarisse Benet rechazó de entrada al joven y este, tras hacerle una entrevista irregular, subjetiva y torpe, intentó olvidarla y salvaguardar sus noches de angustia entre los robustos muslos de la señora Blanche. A fin de cuentas no lo logró, cada día de forma invariable, mencionaba a Clarisse Benet en su diario epistolar. Con ese común candor de los poetas de principios de siglo, alababa su tez blanca, sus cabellos largos y una piel tan deliciosa que envidiarían los propios ángeles. Pero los amores y desvaríos de Claude a fin de cuentas no es lo más importante. Regresemos a la entrevista y a lo que el joven pudo sacar en claro de tan confuso y triste encuentro. Clarisse Benet había sido amante de Monsieur Faulk mientras éste mantenía una buena posición económica y una razonable cordura. Asistían a los bailes más renombrados de París, cenaban en las villas de la realeza; condes y marqueses compraban los perfumes de sus esposas en “Et Senteurs Du Pays Basque”, donde le ofrecían a Monsieur Faulk como incentivos para esencias exclusivas, grandes sumas de dinero. Clarisse Benet comenzó a perder prestigio y posición cuando Monsieur Faulk decidió convertirse en empresario industrial y codearse con los sopladores de vidrio. Antes de verse desplazada lo abandonó y se fue a Londres con un famoso montador de espectáculos, que por aquellos tiempos rondaba la ciudad en busca de estrellas para su recién fundado Teatro Royal Albert Hall. Al cabo de los tres años regresó con la cantidad de dinero suficiente para amansar gustos y caprichos por el resto de su vida. De acuerdo a las confesiones de Clarisse Benet, Monsieur Faulk había comenzado a interesarse por las ciencias a partir de su segundo año como
administrador de la perfumería. Invirtió una gran suma en la confección de un lujoso laboratorio en el sótano de su apartamento de la calle Montmartre y le dedicó más tiempo a sus experimentos que a la propia Benet, quien ya despojada de todo escrúpulo, le confesó a Claude que a partir de ese momento comenzó a visitar a La Faloine, una señora de la alta sociedad con quien mantuvo una entrecortada y pasional relación. Las cartas de Claude me mantuvieron despierto durante largas noches. Después de cenar ponía un litro de vino sobre la mesa y copa tras copa devoraba las cuartillas alimentándome de esa historia de enredos, que a ratos se tornaba trágica, melancólica, e incluso hilarante, pero que por encima de lo demás, era un ejemplo preciso del poder extraordinario de eso que damos en llamar: la fuerza de voluntad. Impulsado por tal sentimiento, escribí durante un par de meses exaltados artículos en el periódico local y me gané la simpatía de un amplio por ciento de los lectores y miradas de envidia de una buena parte de los reporteros con quienes compartía la oficina de redacción. También intenté escribir mis propios relatos históricos, aprovechando la oportunidad de tener un ambiente puro de la antigua Francia, un escenario que no había sido subjetivado por las ambiciones e intereses de un mero historiador. Claude conocía los últimos hechos antes de la desaparición de Monsieur Faulk, la redada que había hecho la policía por todos los barrios de París, las innumerables casas registradas tratando de encontrar su pista y los cuerpos desangrados de las chicas que hallaron en su laboratorio y relacionaron de forma directa con los extraños experimentos, que según los científicos consultados, nada tenían que ver con el perfume, la fundición de metales o la construcción de objetos de vidrio. También conocía los comentarios sobre la febril locura de Monsieur Faulk y su obsesión por construir una máquina que revolucionara toda la ciencia moderna, que se anunciara en todos los periódicos y se vendiera como producto indispensable en cada escaparate de cuanto boulevard existiera en la ciudad.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 73 Claude no logró descubrir cuál era en realidad el objetivo de los experimentos hasta que halló los manuscritos. Mucho le habían contado las malas lenguas, sobre todo historias cargadas de fantasía como la supuesta sed de sangre de Monsieur Faulk, sus perversiones o sus intereses de crear vida a partir del fuego cual un Heráclito de la era moderna. Cuando Claude entró al sótano, pasada la media noche y encendió las lámparas de gas que aún colgaban del techo, perdió toda esperanza: las ratas de la ciudad habían saqueado el local, no quedaba ni tan siquiera un tubo de ensayo sobre las mesas, un mísero tornillo, una señal sobre las verdaderas intenciones del científico. Revisó metro a metro la superficie del suelo, levantó las tablas y, bajo una de ellas, encontró una pequeña caja de madera repleta de cuartillas amarillentas y borrosas. Claude corrió de regreso a la posada y sin mirar siquiera a la señora Blanche subió las escaleras, corrió el pestillo de la puerta y no atendió ningún reclamo en el resto de la noche. Encendió la pequeña lámpara de gas y sobre la mesa de estudios comenzó a transcribir los manuscritos a extensas cartas, que llevó a la oficina de correos justo cuando comenzaba a amanecer. Lo correcto, llegado a tal punto, es citar algunas frases, para que quienes lean mis escritos no duden sobre la veracidad de los hechos, pero en medio de este alboroto he perdido las cartas y por mucho que recorro el suelo con mis manos, no las logro encontrar. Después de todo es una suerte tener este cuaderno en blanco y haber perdido la timidez al pedirle un bolígrafo a la aeromoza antes de aterrizar. Me queda la satisfacción de los adelantos en la búsqueda que Claude comenzó y que ha durado más de dos siglos, manteniendo aún ese velo de misterio que cubre a las historias prohibidas. Monsieur Faulk, a pesar de su demencia, fue un hombre sensato y supo desaparecer a tiempo. De Claude no podría decir lo mismo, la sotana lo perseguía como un fantasma por todo París y justo cuando regresaba del correo lo esperaban en la
posada tres sacerdotes, dos guardias de la policía y un capellán. Los celos de las mujeres son tan fuertes, mencionó en una ocasión y no le faltaba razón a mi joven amigo. La señora Blanche, tras los rechazos de la noche anterior, había hecho la denuncia y en ese momento miraba con lástima mientras le amarraban las manos, lo colgaban de la volanta y lo llevaban a rastras de regreso al monasterio. Claude nunca supo si la lástima que sentía la señora Blanche era hacia él, o hacia ella. Claude redactó la última carta en el monasterio y la envió a la oficina de correos con un amigo que salía de prédicas todos los domingos en la mañana. El estaría encerrado hasta el día del juicio, pero a mí me gusta pensar que una de esas noches de verano, cuando la luz de la luna cubre la superficie de las tapias oscuras, Claude escapa del monasterio, regresa a París, toma una volanta y desaparece, como lo hizo Monsieur Faulk. Traté de seguir las pistas hasta el final, descuidé un poco mi trabajo en la redacción y los reporteros trocaron sus miradas de envidia por una malsana compasión. Cuando descubrí, gracias a las cartas de mi joven amigo, las verdaderas intenciones del científico, lejos de sentirme satisfecho me invadió un vacío terrible. Tomé dos litros de vino sin detenerme hasta ver el fondo de cristal. Salí a la calle y me perdí en las luces de neón que cubrían a una Manhattan que me comenzaba a resultar ajena, falsa, irreal. Subí al Chrysler Building y desde el último piso traté de abarcar con mi mirada toda la ciudad, que en medio de la noche parecía una gran ola de luces blancas y amarillas. Recordé la Habana, mi Habana de niño y comencé a llorar. No sé si fueron las luces, la altura, la ausencia de Claude, o la desaparición de Monsieur Faulk, pero las lágrimas comenzaron a limarme el pecho, donde tenía tanta tristeza encharcada. Regresé a mi apartamento de Mulberry Street. Lejos de dormir, saqué de las gavetas del escritorio algunos mapas y trazando líneas de puntos decidí descubrir y encontrar a Monsieur Faulk. Repasé las cartas, las características de la máquina, deseché
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 74 todos los elementos que no se conectaban de forma directa, como las chicas muertas, los órganos fermentando dentro de los grandes frascos de vidrio y las fórmulas químicas. A través de los dibujos que Claude reprodujo establecí una estructura, hallé el rango de error, lo confronté con los conocimientos que en aquella época existían sobre las dimensiones de tiempo y espacio, con el calendario que utilizaban y encontré el destino final del viaje de Monsieur Faulk en Puerto Príncipe, capital de Haití. Estoy seguro que ése no era el lugar al que pretendía viajar Monsieur Faulk y mucho menos aterrizar 200 años después. Lo más lógico es que prefiriera una ciudad de Europa como Londres, Roma, Madrid o en la propia Francia, donde pudiera hablar su idioma y dar a conocer, del modo más rápido posible, su gran descubrimiento. Pero los cálculos, los terribles cálculos nunca son exactos, aunque se tracen durante días, meses e incluso años. Imagino el golpe que debe haber sufrido Monsieur Faulk al llegar a Puerto Príncipe, pensando aún que estaba en el centro de Londres, Roma, Madrid o Francia y creer que esa pura miseria es la que le esperaba al futuro de la Humanidad. Sin perder tiempo pedí vacaciones y tomé el primer vuelo. Imitando a Claude vine directo al Hotel, traté de simpatizar con la chica de la carpeta quien podría ser, a modo de señora Blanche, la persona que me indicara hacia dónde dirigir las pesquisas. Pero ella sólo me entregó las llaves de la habitación y me dijo que el restaurant abriría a las doce, si quería almorzar. Yo en realidad no tenía hambre y pasé la tarde en el área de la piscina. El barman era un tipo serio que no hablaba español ni inglés y solo chamuscaba un francés extraño que ni el propio Claude entendería. No le pude sacar ninguna información, abrí la carpeta y comencé a revisar las cartas encima de la barra, pero a él no pareció interesarle, solo tenía ojos para sus copas de cristal. Tomé el cuaderno y comencé a redactar un diario de investigación, como podrían haber hecho Sherlock Holmes, Hércules Poirot, o Adrian Monk y minutos antes de las cinco, cuando ya
llevaba tres cervezas, dos margaritas y medio litro de ginebra, la barra comenzó a dar vueltas, dejé de ver al cantinero y quedé atrapado en el fondo de una piscina sin agua. Dos muros de concreto me impedían la salida y los pedazos de pared se habían desplazado, dejándome tan sólo un par de metros para mover de a poco mis pies. Hace rato que dejé de gritar, llevo tres días encerrado después del terremoto, hasta ahora nadie me ha oído y siento que en cualquier momento no me quedarán fuerzas ni para escribir. Esta sensación debe haber sido parecida a la que sufrió Claude durante sus días de encierro, en espera del juicio. He perdido las cartas, puede ser que estén del otro lado del muro, hasta allá no alcanzo a ver. De todas formas, he tratado de narrar los hechos de un modo claro. Ojalá alguien encuentre este cuaderno, se interese por la historia y continué investigando, a mi me quedarían muchas cosas por contar, hojas no me faltan, pero ahorro fuerzas para el último grito, no más sienta algún ruido cerca y por otra parte, este bolígrafo que me dio la aeromoza ha empezado a fallar, no en vano me lo regaló con tanto gusto, ya no le quedaba casi tinta.
YONNIER TORRES RODRÍGUEZ (1981) (Cuba) e-mail: yonnier[arroba]uci.cu Sociólogo. Narrador. Egresado del XI Curso de Técnicas Narrativas del Centro Nacional de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso”. Ha obtenido entre otros premios: Segundo Premio en el Certamen Internacional de Cartas de Amor “Escribanía Dollz 2009”; Tercer Premio en el Concurso Nacional de Ciencia Ficción Salomón 2009 (Cuba); Mención en el Concurso de
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 75
Narrativa “César Galeano 2009” (Cuba); Primer Premio en el Concurso Nacional de Narrativa “Luisa Pérez de Zambrano 2009” (Cuba); Premier Premio en el Concurso de Narrativa “Manuel Cofiño 2009” (Cuba); Primer Premio en el Concurso de Relato Breve “La Media Cuartilla 2010” (Cuba). Cuentos suyos han aparecido publicados en revistas literarias (tanto impresas como digitales). Es miembro de la Asociación Hermanos Saíz. Pertenece al Taller Literario de Fantasía y Ciencia Ficción “Espacio Abierto”. (La Habana, Cuba).
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias
Cuadro Familiar Juan Manuel Valitutti Ilustración de Juan Diego Gómez
—¿M
amá? —El niño levantó la vista de la
mesa.
—¿Qué quieres, amor? —MADRE adelantó inquisitiva su sistema sensomotor—. ¿Más manteca en tu tostada? ¿Más jugo? —No. —El niño negaba vigorosamente con la cabeza. Intentó otra cosa—: ¿Papá? —¿Qué quieres, amor? —PADRE proyectó expeditivo sus extensiones prensiles—. ¿Deseas que te ayude con la tarea del colegio?
76 como siempre, como todos los días. —La voz pareada hizo un alto—. ¿Más manteca? ¿Requieres ayuda para tu tarea escolar? Estamos para servirte: nuestra programación prevé cualquier tipo de respuesta, acorde a los requerimientos de un niño de nueve años, como tú. El niño entonces dijo: —¿Qué creen que mis padres harían si por algún milagro se presentaran en este comedor y me encontraran colgando del techo? MADRE y PADRE callaron: sus sistemas decodificaron la secuencia expresada por el ente emisor como estertor pectoral. Al rato, los minúsculos servodeslizadores de MADRE depositaban más mermelada y más rodajas de pan y más jugo sobre la mesa, y las extensiones prensiles de PADRE repasaban las páginas de un manual de Aritmética. El niño volvió a sus cereales, no sin antes echar una última ojeada a lo alto del cielorraso.
—¡No! —El niño clavó la mirada en su tazón con cereales. —¿Qué es lo que quieres, entonces? —MADRE y PADRE aunaron sus mentes sinápticas en espera de una respuesta satisfactoria. El niño le dio vueltas a los cereales con una cuchara. —Quería saber si mamá y papá… —El niño dejó de revolver sus cereales—. Es decir, quería saber si mi mamá y mi papá, desayunarán hoy conmigo. MADRE y PADRE diseñaron una contestación y la comunicaron al unísono: —Tus padres están conectados, niño. Trabajado,
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 77
JUAN MANUEL VALITUTTI (Argentina) Obra: he publicado cuentos en los e-zines NGC3660, NM, miNatura, Club Bizarro y AXXON (En esta última, colaboro también en calidad de evaluador), y en las revistas en papel Aventurama y Sensación.
JUAN DIEGO GÓMEZ VÉLEZ (1965) Contrariando los planes de sus padres, nació en Bogotá un mes antes de lo previsto. Casi toda su vida la ha pasado en Medellín, donde se suponía nacería. Además tiene genes paisas y cartageneros, por lo que se define simplemente como colombiano. Asiduo lector de ciencia ficción desde que tuvo uso de razón, apenas a principios de 2009 decidió compartir por escrito su pasión. También ha sido dibujante y animador y en un futuro, a lo mejor, escritor. Su alter ego es ingeniero electricista con especialización en organización industrial y regulación económica y, de momento, se gana la vida como director de proyectos. Blog personal: www.cienciaficcionsciencefiction.blogspot.com
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 78
Buenas noches, amor
Salió a la veranda junto con media docena de felices habitantes del bloque, tanto fieles como infieles, y se acercó a los ascensores4. Entonces saltó por la ventana.
Carlos Alberto Morales
Su turno comenzaba en tres cuadras; debía estar a cinco minutos5 de allí antes de que transcurrieran un par de kilos. Afortunadamente se conservaba en buen estado y llegó a punto de cocción.
230/2037 De: Comité de Análisis A: Supervisión Grado Beta Asunto: Informe del experimento sobre sujeto 34-72-02-12-M-21 Yehudi El-Enuhin Importancia: Alta ITEM 1 – GRABACIÓN RECUPERADA ==inicio grabación== Yehudi saltó de la cama vertical al oir su despertador de mandíbula y se metió en la escalera para darse una ducha. Silbando en clave de Fa1 se restregó las partes, los plenos y los extremos, se secó con el talco perfumado2 y se desvistió con estilo. Le gustaban las mañanas, pero hacía mucho ya que trabajaba por las tardes. Por suerte no era de mañana ni de tarde, sino de matardeñana3. Eso le permitía trabajar de no.
La señora de blanco le encargó levantar unas manoplas que se habían caído de las manos de unos maniquíes violetas. Yehudi meditó y resolvió juntarlas en orden descendente6. Le llevó varias ovejas y un par de cabras terminar con su tarea de la matardeñana. Estaba cansado pero también estaba cansado. La señora de blanco y la señora de azul le hicieron unas cosquillas con aparatitos muy monos7 y le indicaron luego una puerta verde8. Yehudi se acercó de costado a dicha puerta y esperó a que se abriera. Como la puerta no se decidía, le dio una mano. Tras de ella estaba una habitación. Era nueva y Yehudi se mostró suspicaz. Pero la puerta lo hizo entrar igual9. En medio del espacio había una gran torta de gomaespuma rosa10. La probó, pero no tenía rico sabor. Sin embargo, en la habitación nueva había un fuerte perfume11 que le dio muchas ganas de cabalgar. De modo que lo hizo, contra la suave gomaespuma, suspirando en clave de Fa12. Un rato después, cuando Yehudi estaba cansado
1. La clave de Sol ya me aburrió. (Nota casual de Yehudi, considerada pertinente por el Comité de Comportamiento) 2. Esta semana el talco perfumado se ha definido como gratuito para el bloque 34-72-02-12. (Nota del Comité de Racionamiento) 3. No parece haber complicaciones tipo jet-lag en los sujetos desde la instalación del domo de cemento regional. El sujeto exagera. (Nota del Comité de Ambiente) 4. A Yahudi le gusta mirarlos subir y bajar un rato antes de salir. (Nota de la encargada del bloque) 5. Se refiere a minutos de hora, no a minutos de arco. (Nota del Comité de Normalización) 6. Es apropiado conceder cierta libertad una vez otorgada la tarea al sujeto, y Yehudi tiene buena imaginación. (Nota de la señora de blanco) 7. Siempre es conveniente realizar los análisis de respuesta glial luego de que el sujeto haya ejecutado tareas pesadas (Nota de la señora de azul) 8. El color verde es apropiado para ocultar al sujeto la tarea de copulación. (Nota del Comité de Diseño Edilicio)
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 79 más pero ahora estaba no sólo cansado más sino feliz, se abrió la puerta y la señora de azul lo llamó con la campana. Le puso una mano en la parte de ahí13 y lo empujó suavemente hacia la señora de rojo. La señora de rojo era la preferida de Yehudi porque le daba cosas. La señora de blanco no era tan preferida porque no le daba cosas, sino que le hacía correr o subir cosas. Pero no estaba mal del todo. De quien sospechaba un poco era de la señora de azul: aunque no podía estar seguro, suponía que la señora de azul le quitaba cosas. Yehudi estaba convencido de ello porque era la única que lo tocaba, y nadie daba nada por nada excepto la señora de rojo. Hoy había comida redonda y la señora de rojo le dio casi cuatro. Yehudi tuvo problemas para retenerlas en las manos mientras comía. Quería con mucho espacio14 a la señora de rojo. Mucho, mucho espacio. Entonces llegó la señora de negro y lo llevó al rincón de dormir, que hoy era bastante plano pero azul. Lo ató a la cama vertical, le dijo “buenas noches, amor” y le indujo el sueño. ==final grabación== ITEM 2 - OBJETO DEL EXPERIMENTO REALIZADO Se intentó verificar la posibilidad de analizar los pensamientos volitivos y seudo conscientes de los sujetos machos, para decidir los pasos a seguir
según la Intención General 11 (ver Anexo I) ITEM 3 EXPERIMENTO
-
DESCRIPCIÓN
DEL
Se insertó una unidad orgánica preprogramada de nuevo diseño en uno de los huecos espongiformes, sobre el cuerpo calloso, entre el cerebro y el cerebelo del sujeto M elegido (descripción de la operación en el Anexo II) ITEM 4 EQUIPAMIENTO
DESCRIPCIÓN
DEL
El módulo de grabación seudo-racional AXG12 es un trozo de córtex cerebral, dispuesto en forma entrelazada tridimensional sobre una red de germanio. La interfaz colectora de datos es un neurotransmisor de estado sólido tipo RXX3 adjunta a una unidad de comunicación tipo UCM 22; datos en Anexo III. El módulo orgánico tiene una vitalidad de 30 horas y una semivida posterior de dos días; se trata del cerebro preprogramado de una rata, cfr. Nota Técnica 322-6, del 24-01-2037 (ver Anexo III) ITEM 5 - DESCRIPCIÓN DEL SUJETO M Ha sido elegido el sujeto 34-72-02-12-M-21 por ser el macho con más alto grado de respuesta biológica; eso daba buenas posibilidades de que se recuperaría de la operación de inserción del módulo de grabación. En segundo término, pero también fundamental, M-21 Yehudi es el único con educación occidental de todo el domo; eso daba un margen de seguridad respecto a que el
9. Entendemos que el diseño de las puertas actuales es el más efectivo para que los sujetos no puedan huir al ser ingresados a las habitaciones de copulación. (Nota del Comité de Ingeniería) 10. Con el captador de esperma desarrollado por IngLay el rendimiento alcanzó al 26,3%. (Nota de la señora de azul) 11. Luego de las pruebas semanales, se verificó que para el sujeto M en cuestión convenía agregar 32 centipoises de perfume de azahar al extracto de feromonas tipo III. (Nota del Comité de Fertilidad) 12. Los caprichos musicales del sujeto son resabio de su educación como músico en la época anterior al accidente. (Nota del Comité de Genealogía e Historia) 13. Una de las curiosas conclusiones extraídas del análisis de los restos de inteligencia de los sujetos M indica que sólo conservan los nombres de sus partes visibles. A las que no ven en sí mismos —la espalda, en el caso citado por el sujeto en cuestión— las nombran en formas no concretas: “lo de allá”, “por ahí atrás”, etc. (Nota del Comité de Idiomas) 14. Las confusiones de este tipo no tienen que ver con una posible dislexia de los sujetos M, sino con nuevas conexiones de los restos cerebrales aún funcionales luego del ataque espongiforme. (Nota del Comité Psiquiátrico)
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 80 equipamiento respondería de la forma más conocida posible a sus eventuales meditaciones. Datos del sujeto en Anexo IV. ITEM 6 EXPERIMENTO
–
DESARROLLO
DEL
El emplazamiento de la unidad se llevó a cabo con éxito, aunque el postoperatorio fue bastante más largo de lo esperado (ver Anexo V). Al sujeto M-21 se le permitió mejorar y reacostumbrarse a su rutina diaria antes de inicializar el módulo de grabación. Una vez inicializado, se prefirió mantener la rutina del sujeto, para verificar in situ las lecturas de datos (rutina del M-21 en Anexo VI). El receptor remoto de la UCM 22, lamentablemente, no resultó operativo; eso dejó como única alternativa para acceder a la grabación el recuperar el módulo extrayéndolo del cerebro del sujeto. Efectuada la recuperación, se tuvo acceso a la información con gran éxito y se informa que se ha logrado una notable lectura de la volición y pensamientos del sujeto, lo que revela que la operatoria de implantación y lectura parte de una teoría correcta (ver resumen en Anexo VII). El sujeto falleció durante la operación de recupero. Datos en Anexo VIII. ITEM 7 – CONCLUSIONES Se concluye que el experimento ha tenido un moderado éxito. Si bien la comunicación con la unidad insertada fue imperfecta, se pudo recuperar la información y ésta tuvo un grado de coherencia notable. Según los expertos, hay buenas perspectivas de poder cumplir con los parámetros de la Intención General 11. Se considera muy lamentable la desaparición del sujeto M-21, aunque se hizo todo lo posible para recuperarlo (verificar Anexo IX).
ITEM 8 – RECOMENDACIÓN DEL COMITÉ DE EVALUACIÓN Se sugiere efectuar un nuevo experimento luego de la mejora del sistema emi-rec de la unidad AXG12; los ingenieros ya están evaluando aumentar la potencia del emisor. Eso implicaría un inserto de mayor tamaño, pero nuestra ventaja es que el siguiente sujeto en orden, 34-72-02-12-M-09 Ali Ben Yahuda (ver Anexo X) posee un alojamiento craneal mayor, debido a un SEH15 más localizado. Por lo mismo, abrigamos esperanzas de que los estudios llevados a cabo por satélite hallen algunos sobrevivientes en buen estado general en el Tibet; eso nos daría mayor cantidad de sujetos M. Se eleva para su consideración.
1144/2037 De: Supervisión Grado Beta A: Comité de Análisis Asunto: Respuesta a informe 230/2037 Importancia: Alta ITEM 1 - COMENTARIOS Nos resulta muy penoso enterarnos del deceso del sujeto experimental. Eso reduce a 23 el número de humanos machos reproductivamente aptos del globo. Para colmo de males, el M-21 era uno de los pocos en los cuales se había podido inducir una rutina apropiada para aprovechar todo el esperma, y poseía un índice de utilidad del 18%. Con la caída de movilidad de los espermatozoides debido a la polución química, el porcentaje de utilidad se reduce mucho. El sujeto recomendado en segundo término, por ejemplo, tiene solamente eyaculaciones nocturnas, las que no son programables y bastante poco frecuentes, y su índice está por debajo del 10%. Consideramos en su momento inevitable, por los motivos citados
15. Síndrome Espongiforme Humano. (Nota del Comité de Aclaratoria)
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 81 oportunamente, la selección del M-21 para el experimento; pero nos parece deplorable, repetimos, su desaparición.
ejecutaron el experimento (lista en el Anexo I). 4.Se considerará investigación.
cerrada
esta
línea
de
ITEM 2 - ACLARACIONES ITEM 5 – CONCLUSIONES Se recomienda no abrigar esperanzas respecto de futuros hallazgos de sobrevivientes. El síndrome espongiforme sólo ha demostrado disminuir su velocidad de dispersión y arraigo en los climas extremadamente secos, lo que no es el caso del Tibet. Los tibetanos tampoco tienen gran parentesco genético con los árabes, y conviene recordar que la semita es la única etnia que ha podido ofrecer alguna resistencia genética al desarrollo del mal. Es opinión de esta supervisión que incluso el hallazgo de los pocos ejemplares que poseemos ha sido de una fortuna increíble. El SEH ha tardado menos de tres meses en dar la vuelta al mundo dejando a los machos de la especie completamente descerebrados y en estado de coma irreversible; no hay que olvidarlo. El hecho de que hoy se conozca una vacuna eficiente no hará que los machos broten de las rocas, y mucho menos habiendo pasado ya tres años del accidente del 2034.
La Intención General 11 es bien clara: la idea es conseguir de los pocos machos fértiles todo el esperma posible, de la mejor calidad posible, durante todo el tiempo posible. Nos parece de pésimo gusto, entonces, intentar refugiarse en la IG11 para justificar la desaparición de uno de los mejores proveedores. Somos, según el último censo, algo más de ciento trece millones las mujeres reproductivas en el mundo. Vosotras habéis matado a uno de nuestros maridos, al padre de nuestros hijos. Lo pagaréis, malditas arpías. Todas vosotras.
ITEM 3 - RECOMENDACIONES Se recomienda extremar los cuidados para evitar que sigan muriéndose los machos fértiles, por la causa que fuera. El domo de cemento no es completamente seguro contra la polución química y no podemos perder más esperma, porque en las condiciones actuales sólo podemos reproducir un número ya demasiado bajo de hembras de la especie. El desarrollo de la vacuna fetal para los machos, como se sabe, no logra dar en el clavo. ITEM 4 – DISPOSICIONES 1.Se reforzará la seguridad perimétrica del domo. 2.No se harán más experimentos. 3.Se abrirá sumario contra quienes idearon y
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 82
CARLOS ALBERTO MORALES Argentino, 48 años Correo-e: cmorales[arroba]citefa.gov.ar Bio: Fue un niño inquieto y estudioso, pero retraído. Ilustrador compulsivo pero de mal puño, siempre estuvo interesado en la tecnología. A los 19 años descubrió la CF en los Bolsilibros de Bruguera Ciencia Ficción, y a partir de ese momento no la ha dejado. Pero lee casi cualquier cosa. Fue letrista y guitarrista en una banda de rock progresivo, aunque actualmente ya no hace música. Diseñador mecánico en un laboratorio científico, investigador y articulista numismático especializado en errorística, además de esforzado padre de una jovencita pensante. También se le ha dado por escribir y repasar manuscritos. Participa en foros de literatura, donde busca impulsar una CF hard latinoamericana, y tiene su propio grupo de correo para esos fines: planeta_x.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 83
Duendes Ramiro Sanchiz Ilustración de Juan Diego Gómez
R
ex había conocido a un ingeniero químico, o algo así, que terminó por convertirse en una de sus principales fuentes de sustancias. El tipo vivía bastante lejos del centro, en el complejo de edificios Euskalherría, que nos quedaba más o menos a cuarenta minutos de viaje en el 113; Rex le compraba sus productos más o menos una vez por mes, casi siempre variantes mejoradas de drogas conocidas, químicos de diseño y sopas primigenias que no tenían nada que envidiarle a lo que tomarían los tarahumaras, los yaquis o los antiguos habitantes del valle del Indo, que se colocaban todas las tardes con el dulce Soma. Estábamos —un miércoles a las cinco y media de la tarde— en camino con ochenta dólares y mucha ansiedad, sobre todo Rex. Nos habían llegado noticias de tres nuevos tipos de pastillas, metanfetamina combinada con alguna variedad nueva de LSD o mescalina. Rex siempre intentaba pescar algo de las técnicas del "ingeniero", pero era imposible. Había descubierto apenas que el laboratorio no estaba en aquel apartamento, usado nada más que como puesto de venta, y que no tenía ayudantes. Más allá de eso sólo había especulaciones y nos gustaba creer que podíamos hablar de ingeniería molecular, de neuroquímica, de diseño genético inteligente y mil patrañas más.
desarrollada a través de ingeniería genética. Marihuana transgénica, se supone que es. Impresionante. Lástima que no pude comprarle mucho pero fueron los mejores porros de mi vida. Al efecto estándar multiplicalo por cien, algo muy superior a la tripa común. Es una pena que el tipo sea tan esquivo; te vende lo que quiere —era la primera vez que yo lo acompañaba y todo el asunto tenía algo de viaje iniciático—; no podés ir y elegir de un catálogo. Él viene y te dice "Esto tengo hoy" o "Puede ser esto otro", vos ves; al mes siguiente, si es que te recibe —porque tenés que concertar la cita con un proceso bastante complicado—, las ofertas seguro van a cambiar. Lo bueno del sistema es que siempre te va a sorprender; lo malo, que muy difícilmente puedas repetir algo que te gustó. La historia de mi vida. Nos reímos. Miré por las ventanas; el ómnibus se internaba en la jungla como la barca de Apocalypse Now y mi Virgilio... bueno, mi Virgilio era Rex. Con eso basta. —Estuve meses preguntándome qué vio el tipo en mí, ¿entendés? No le vende a cualquiera. Tiene que haber un nexo. Vos lo ves y parece un nerd, no te podés imaginar qué es lo que hace en verdad o lo que puede hacer, entonces empieza a hablar y te transporta. La mente de este tipo es algo de otro planeta. No me extrañaría que fuese un alienígena varado en la Tierra. Nos está preparando para algo a través de las drogas que vende. Como la terraformación pero sobre la gente, sobre los habitantes del planeta. Poco a poco nos va convirtiendo en mentes como la suya; al menos a algunos, claro, y cuando seamos suficientes y hayamos evolucionado a su nivel, nos llevará a su planeta o, mejor, vendrán otros como él y habitarán entre nosotros. Ahí tenés material para un cuento.
El 113 avanzaba con una lentitud deplorable.
Asentí. La chica del culo prominente se bajó. Rex la siguió con la mirada.
—Hace unos meses —decía Rex, aferrándose al pasamano y mirándole de reojo el culo a una chica de unos dieciséis años— me consiguió una variedad nueva de marihuana, obviamente
—Se cuentan cosas muy raras —prosiguió—. Un conocido, que fue el que me presentó, cuenta que una vez le compró un alucinógeno increíble. Le hizo tener visiones de un mundo subterráneo,
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 84 un mundo-tumba, como decía Philip Dick. O sea... el alucinógeno Philip K. Dick total, con paranoia y todo, ojo en el cielo, cosas así. Entonces va y le pregunta qué tiene. No se aguantó. Él sabía, claro que sabía, que era como preguntarle el truco a un mago ¿no? Digo... esas cosas no se hacen, pero este conocido mío va y le pregunta y el tipo qué le contesta... le dice "Mirá, es adrenalina semidescompuesta de rata, con una colonia de hongos microscópicos metabolizándola". Y le cuenta el proceso para generarla: ratas crucificadas, ratas en ruedas que parecen de tortura. Ahora, este conocido mío contaba todo como si lo hubiese visto, cosa que dudo porque eso implicaría que estuvo en el laboratorio y eso es muy, muy inverosímil. —¿O sea que asustaba a las ratas para que generaran adrenalina? —Yo qué sé, es una posibilidad. Probablemente toda esa explicación fue una tomadura de pelo, onda no me jodas más, pendejo, pagáme y andate. Pero cada tanto suelta algo de información. Mirá: anoche me llamó para contarme que viajó a Buenos Aires y le robó unas ideas a unos drug-designers que conoció en Palermo Soho. La cosa más cheta del mundo de las drogas, dijo. Y eso vamos a buscar. Ochenta dólares es mucho para tres o cuatro píldoras, pero estoy seguro de que va a valer la pena. Con Jon estamos tratando de convencerlo de que nos sintetice cosas chotas que aún no probamos. Eso no puede llevarle ningún tipo de esfuerzo... metadona, cosas así, morfina, heroína, codeína, demerol, todas las porquerías con que se daba Burroughs. Pero hasta la fecha no quiere saber nada. Es como si les pidiera a ustedes que grabaran canciones de los Beach Boys, dice. Se liberaron dos asientos. Le hice un gesto a Rex y corrimos a ocuparlos. —Lo que se sabe es que tiene poderes psíquicos. Telepatía, supongo. Jon tiene la teoría de que se activó esos poderes él mismo a través de alguna sustancia. Habría que tener más confianza con él y preguntarle algo, con clase, con sutileza;
en una de esas hasta se le podría convencer de que nos venda lo que sea que usó para activarse las cualidades psíquicas, ¿no? Salvo que haya nacido con ellas. Hay una leyenda —esto me lo contaron en el baño en una fiesta privada en Punta Gorda, una de las mejores rave de mi vida, te puedo asegurar—, que dice que hace unos años el tipo contactó con mutantes psíquicos y les extrajo muestras de médula ósea... —¿Mutantes psíquicos? —Sí, como los de Total Recall... vos la viste, ¿no? —Claro, Rex, está entre mis favoritas. Y tengo el cuento de Dick en el que se basó. —Bueno, entonces me entendés. Recordé una niña con media cara corriente y la otra mitad de monstruo. Se le acercaba a Arnold y le decía "Te adivino el signo por una moneda. Tauro". Y Arnold le daba su moneda. Ah, y creo
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 85 que también aparecía la madre, igual que ella, con las dos caras a lo Harvey Dent; sólo que los poderes de la mujer eran mayores. Cosas que se activan con la primera menstruación, supongo. "Tengo que ver esa peli de nuevo", pensé. Rex seguía hablando. —Pero lo de los poderes es verdad. Telepatía, presciencia, algo de eso tiene. Cuando me conoció, me invitó a tomar el té... un té común y corriente, o sea, té del fino, pero té y nada más; yo esperaba alguna sopa rara pero resultó ser Twinings, Earl Gray. Él mismo exprimió unas gotitas de limón en mi taza. Parecía una mezcla de geek con un lord inglés del siglo XIX, y "Vos tenés un duende", me dijo. "¿Cómo?", le pregunté. "Sí, un duende. En tu casa hay un duende y vos te comunicás con él".
Sonreía como el gato de Cheshire. —Nos tenemos que bajar. Al final nos sentamos por cinco minutos pero peor es nada. Dimos cinco pasos hasta la puerta delantera y esperamos a que parara el ómnibus. Se abrió la puerta y bajamos. —Es en aquel edificio —me señaló una mole gris. El lugar estaba lleno de híbridos de hiphoperos, skaters, reggaetoneros, cumbiavilleros y varias tribus más que no supe identificar. Empecé a ponerme nervioso; el típico miedo del chico del centro, etc. —Apurate, Rex. Vamos derecho al edificio. —Hacé como si nada y si te miran, vos saludá.
Rex puso cara seria y me miró a los ojos. —Lo cual es verdad —afirmó—. Pero... ¿cómo lo supo?
Llamamos al portero automático. Una voz medio robótica preguntó quiénes éramos. —Aquí Rex. ¿Subimos?
—Pará, pará... ¿cómo que es verdad? —Y sí... se corresponde a los observables. En mi casa hay un duende.
hechos
—¿Un duende? ¿Un enanito pelirrojo con patillas, sombrerito hongo color verde y...? —No, no un leprechaun, un duende. Son seres que están en otro plano dimensional y a veces hacen que su mundo intersecte con el nuestro. Ésa es la definición de duende. No tienen forma humana ni piensan como nosotros, por eso a veces las cosas que hacen las confundimos con el azar o con un acontecimiento neutro como la lluvia o la niebla. Roban cosas, te esconden las llaves, a veces se ponen más jodidos. Será cuando se enojan. —Pará, Rex, ¿me estás hablando en serio? La única cosa de otro plano dimensional que puede hacer que olvides tus llaves es tu inconsciente... ¿de qué duendes me estás hablando?
—Adelante —y se activó el portero. Abrimos la pesada puerta de vidrio y metal y entramos a lo que parecía una versión un poco más prolija del hall del edificio de Alex en La naranja mecánica. El ascensor, en este caso, funcionaba. Piso ocho. —Si no me creés lo del duende, cuando volvamos a casa te lo muestro. —¿Pero cómo? —pregunté— ¿Se ve? ¿Es visible? —Claro, ¡qué te pensabas!... ¿qué se ve sólo "con los ojos de la imaginación"? —dibujó las comillas en el aire—. ¿Me tomás por un tarado lector de Coelho a mí, vos? Me reí. Bajamos del ascensor y caminamos por un pasillo gris y bastante oscuro. Nos paramos ante la puerta y Rex golpeó. Nos abrió un tipo de más o menos uno setenta,
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 86 vestido de camisa blanca rayada y un vaquero negro medio desteñido. Estaba bien peinado y usaba lentes. No me pareció tan nerd. Su mirada era de inteligencia y astucia. Al entrar reparé en una nutrida biblioteca. Asumí que serían libros técnicos. Nos hizo tomar asiento y se sentó en un sofá muy amplio. —Éste es tu amigo el escritor —le dijo a Rex y luego me miró. No sentí nada especial en su mirada, poderes psíquicos o no—. Leí algunas cosas tuyas. Muy buenas. Buenos cuentos. Le agradecí. —Otro día que venga no tengo problema en traerte alguno de mis libros —le dije—, dedicado y todo. Me sentí un estúpido. Él se rió y me dio las gracias. —Traélo, sí. Yo no tengo ninguno, los leí en la casa de una amiga. Ahora, a lo nuestro —se levantó y sacó un paquetito de una especie de alhajero sobre uno de los estantes—. Tomá. Olvidate de lo de Buenos Aires, esto lo sinteticé anoche. Son tres variedades, una de ellas un desarrollo de la Perla, el comprimido que te vendí hace dos meses, si no me equivoco, y las otras dos son uppers de última generación, con todos los efectos que cabe esperar. Rex asintió, ávido. —Todos —repitió el tipo. —Buenísimo billetes.
—dijo
Rex,
tendiéndole
los
—Ochenta, perfecto. Muchas gracias. —A vos —le dijo y me hizo un gesto. Era nuestro pie para retirarnos. En el viaje casi no hablamos de drogas. Rex empezó a contarme de la rave en Punta Gorda que
había mencionado, enganchando anécdotas sobre dos chicas que conoció. Yo estaba ansioso por tocar el tema del duende, pero no quería presionar. Nos bajamos en 18 y Acevedo Díaz y caminamos hacia su casa. Cuando entramos Rex se fue derecho a la cocina, abrió la heladera y sacó una cerveza. La destapó y me la pasó. Tomé un buen trago del pico, como era nuestra costumbre, y se la di. —Bueno, ahora vas a ver al duende. Vení —dijo, bebiendo rápido y volviendo a guardar la cerveza. Lo seguí hacia el living. Me pidió que me agachara y mirara en dirección a la cocina. —¿Ves el punto exacto donde termina la mesada y hay una rendija y sigue el horno?—yo ya había asumido la posición— Bueno, prolongá esa línea hacia adelante, como viniendo para acá, por el piso. Ojo con el trazado de las baldosas, que te puede engañar. ¿Ves cuando toca la pata de la mesa? Concentrate en ese punto. Miralo fijo por un rato y vas a ver. —¿Qué voy a ver? —¿Cómo que qué vas a ver? ¡Al duende! Yo lo voy a llamar. Mirá bien —me mostró las drogas—; tres pastillas, ¿no? Asentí, encogiéndome de hombros, mientras Rex dejaba el paquetito con las pastillas en el piso, a mitad de distancia entre donde yo estaba arrodillado y el punto de la cocina sobre el que debía concentrarme. Me sentí muuuy estúpido. Cerré los ojos, los abrí. Y entonces vi al duende. Y digo duende porque es el nombre que le daba Rex; lo que yo vi fue una sombra, una mancha de oscuridad casi imperceptible que se movía por el piso, deformando ligeramente las cosas como si fuera una lente apenas cóncava en movimiento sobre una página. Se encaminó al paquetito y luego retrocedió, luego se acercó a una de las paredes y pareció subir hasta más o menos un metro del piso.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 87 Y en ese punto dejó de ser una sombra. Había otra cosa, una luminosidad, una textura en el aire, una vibración. Sin poder contenerme, abrí la boca como para decirle o gritarle a Rex que lo había visto. Entonces el duende salió disparado en dirección a la cocina.
—No es la mejor versión. Prefiero la de la BBC en el 2000. Ésa es increíble —dijo, y sacó su celular para mirar la hora.
—Ja, pelotudo, lo asustaste. Ahora se escondió —me tendió una mano—. Levantate, vamos a mi cuarto a mirar algún video y en un rato volvemos. Si no, se va a enojar y el que tiene que vivir con él soy yo.
Allí estaba el paquetito con las pastillas. Lo tomó y me lo mostró: una píldora negra y otra blanca.
No entendía absolutamente nada. —¿Vas a dejar ahí las drogas? —Por supuesto. Tiene que tomar una, ¿no? —¿Cómo que tomar una? —Claro. Hay tres píldoras. Ahora que lo llamamos es una para mí, una para vos y una para él. ¿O te pensaste que para llevarse bien con un duende no hay que hacerle ciertos tributos? Me va a costar veintisiete dólares pero qué se le va a hacer. Tiene sus ventajas, además. Entramos a la habitación. Rex encendió la tele, el DVD y el equipo 5.1. —Bowie —sentenció—. Podemos ver algún tema del Reality Tour. Ando con ganas de "The Hotel". La versión de este concierto es espeluznante... Me encogí de hombros, intentando conectar con la realidad. Rex puso el DVD y los familiares acordes de la canción me despertaron. and there is no hell and there is no shame and there is no hell... ...like an old hell Y pasó ese tema, pasó "Sister Midnight", pasó "Ashes to Ashes".
—Ya debe haberse ido —me hizo señas de pasar al living.
—¿Ves? Eligió uno de los uppers. Es tremendo este duende. Pero mejor, yo tenía miedo de que se llevara la variación de la Perla. Ésa es para mí... ¿No se te ocurre pensar en cómo nos verá el duende? Para él somos nosotros las criaturas de otra dimensión, para él nosotros somos los duendes. No dije nada. Terminamos la cerveza y luego otra, y otra, y otra más. —A veces me gusta imaginar —dijo Rex preparando un poco de vodka tonic con una polvorienta botella de Absolut a la que le quedaba un resto en el fondo— que mi vida comenzó con la llegada del duende. Sé que suena raro, pero me voy a explicar. El duende estaba en esta casa cuando nos mudamos; capaz que lleva en nuestro plano de realidad, o en la intersección del suyo y el nuestro, más tiempo que esta casa, que esta ciudad, que la fucking cultura humana, ¿me entendés? Y a veces me gusta imaginar, como te decía, que yo empecé a existir cuando el duende me percibió por primera vez... es decir, que soy una alucinación del duende —hizo una boba pausa dramática y añadió—: y por lo tanto, vos también lo sos. Me reí. A veces uno no sabe qué contestarle a Rex cuando está sobrio, borracho, pasado de alguna droga, o lo que sea. Al ratito apareció Jon y empezamos a hablar de estupideces, de música, de mujeres, y llamamos a tres chicas aparentemente fáciles (en clave de FA, las llamábamos) que al final no vinieron. Jon se quedó a dormir; yo caminé —eran las tres de la mañana—, aburrido y solitario, las siete cuadras que separaban la casa de Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Cápsulas Literarias 88 Rex de mi apartamento, con la píldora negra en un bolsillo, envuelta en una servilleta. Para el fin de semana, había dicho Rex, y a mí me pareció bien. Estaba por acostarme cuando me puse a pensar en el duende, en duendes imaginarios, en duendes reales, en drogas, en un duende al que le gustaban las drogas, en los viajes y visiones de Rex, en los míos, en los del duende. Rex tenía razón: para él las criaturas extrañas debíamos ser nosotros. Seres misteriosos y fantasmales que le regalaban píldoras mágicas. Las alucinaciones del duende debían convivir con nosotros. Rex había dicho que éramos un producto de su mente sobrecargada de alucinógenos ¿y qué hacer con una idea así? ¿Escribir un cuento? ¿Discutirselá? Uno, repito, nunca sabía cuando Rex hablaba en serio. Aun así, la idea me gustaba. Me hacía sentir un replicante, con todas sus fotos falsas, su ternura y su hábito de sostener palomas en la mano para luego expulsarlas al cielo protector. Eran las tres y media de la mañana y no tenía sueño. ¿Qué hacer? ¿Leer a Philip Dick, ver Blade Runner, escribir el cuento sobre el duende de Rex? Me metí en el baño y me miré los ojos, la cara, el pelo. Good old me. Ése era yo, lo venía siendo hacía ¿cuánto? veintisiete años. En fin. Uno se cansa. Al menos los replicantes tenían eso. Y fuerza sobrehumana, etc. Miré por la ventanita que se abría justo arriba del tanque del WC. La ciudad en silencio, los árboles meciéndose casi imperceptiblemente en la brisa. Bostecé. Estaba dirigiéndome a mi cama cuando algo llamó mi atención. Me detuve como paralizado por algún tipo de arma cienciaficcionera. Faltó el escalofrío, pero no faltó la sorpresa. Miré de reojo hacia la pared que había atrás de mi espalda, cargada de libros y CDs. En el ángulo inferior izquierdo, debajo del último estante y casi extendiéndose hacia el zócalo, se movía una sombra, una vaga luminosidad, una lente que deformaba el entorno.
Pensé en llamarlo, "Hola Rex, tengo tu duende, sí, responde al nombre de Duende, sí, pasá a buscarlo cuando puedas". También podía intentar arruinarle sus teorías sobre el amiguito interdimensional y la casa y la ciudad y la cultura humana o lo que sea que hubiera dicho... aunque seguro lo olvidó a los cinco minutos, como tantas de sus teorías, y de habérsela comentado, él hubiese terminado pensando que en realidad era mía. Pero no lo hice. Fui hasta mi escritorio (siempre intento ser un buen anfitrión), revisé un cajón y saqué el puñadito de merca que había sobrado de una fiesta, días atrás. Le di forma de dos rayas un poco débiles sobre mi CD del álbum negro de Metallica y se la dejé de regalo de bienvenida al duende. "Quién sabe cómo podrá afectar mi vida", pensé, acostándome como un niño que dejó pastito y agua para los tres camellos. "Nuevas fotos para el replicante", no tardé en responder.
RAMIRO SANCHIZ Uruguayo. Nací el 6 de noviembre de 1978, estudié filosofía y literatura y vengo publicando cuentos de CF y fantasía desde 1996, en revistas como Axxón, Diaspar, AdAstra, Galileo, Artifex, Narrativas, Letralia. En 2008 la editorial Anidia, de Salamanca, publicó mi novela 01.lineal, y en julio de este año edité mi nouvelle Perséfone en Montevideo, por la editorial Estuario. Duendes fue publicado originalmente en la revista Axxon 196 de abril de 2009
Sonreí. Era el duende. ¿Me había seguido desde la casa de Rex?
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Novedades Editoriales Pintarle bigote a La Mona Lisa: Las ucronías BURGOS LÓPEZ, Campo Ricardo. Fondo Universidad Sergio Arboleda. Bogotá, 2009. 148 p.
89
de
Publicaciones
El libro tiene tres partes. En la primera se examinan las características del género ucrónico, así como su relación con la historia contrafactual o virtual, y con diversas historiografías populares de la posmodernidad. En la segunda parte se analizan tres obras ejemplares en el género: El Hombre en el Castillo, de Philip K. Dick, Poncio Pilatos, de Roger Caillois, y El Conquistador, de Federico Andahazi. La obra finaliza con un comentario acerca de algunas obras ucrónicas en la literatura colombiana.
Calien LÓPEZ MERA, Diego D. Calien. Institución Universitaria Antonio José Camacho. Cali, 2009. 156 p. Calien cuenta la historia de pasiones, envidias y traiciones a las que debe enfrentarse una familia dedicada a la investigación en busca del elixir de la inmortalidad. Para algunos, una forma de salvar a los demás; para otros, una forma de aniquilar. La disputa entre dos miembros de esta familia cobra varias vidas. También se enuncia la llegada de extraterrestres. Calien es la segunda novela publicada del ingeniero y escritor de cienciaficción colombiano, Diego Darío López Mera. Su primera novela, Los hombres que aterrorizaron al mundo, es otra aventura llena de acción y misterio sobre un director de cine de Hollywood a quien un día alguien, un militar gringo de alto rango, le propone salvar a la Humanidad. Desde luego, tanto en "Calien” como “Los Hombres” queda la sensación de estar atentos a la evolución de la tecnología y cuál será su aplicación, cuando ésta no es bien intencionada. Los Idiotas de la Calle 13 Autores: Federico Cuartas Aristizábal, Nicolás Uribe Pantoja, Philippe “Luna Solar Roja” Edwards y Juan Ignacio Muñoz Zapata. E-Book. Ediciones MUZA Inc. 2009 Novela colaborativa canadiense.
psicofolk,
metacyberpunk,
colombo-chileno-
“Después del bombardeo lanzado por el gobierno americano, la calle 13 sólo alberga ruinas, recuerdos fragmentados de la clase media tejana, y a unos inmigrantes colombianos lo suficientemente idiotas como para involucrarse en una arriesgada cruzada terrorista y lo suficientemente lúcidos como para coronar sus objetivos no propuestos. En compañía de dos fugitivos de un jardín psicodélico y prohibido, los idiotas viajarán a Ciudad de México para encontrarse con su jefe, un hácker desquiciado que desea cambiar el rumbo de la historia”
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
90
Sueños del Interfaz Vladimir Hernádez Pacín Una mujer atrapada en la rutina de un inminente futuro biopunk. Infoversos y entidades post-singularidad al borde del cisma la civilización humana prisionera en el Sistema Solar Interior, convertida en simple raza cliente de otras especies, y un antihéroe con la imposible misión de liberarla. Un grupo de aventureros pretenden realizar el Robo del Milenio. La guerra contra alienígenas y su efecto de enajenación en un soldado. ¿Puede un transhumano romper el yugo de sus genes? la crónica mordaz de un grupo de raperos del siglo XXI que van de safari al Periódo Cretácico de un universo alternativo. Más información: http://eridano.alfaeridiani.com/
El Libro de las Almas Victor Conde En ésta su primera antología de cuentos, Víctor Conde utiliza su imaginación para visitar muchas eras y mundos diferentes, para mostrarnos personajes y situaciones que estimularán nuestro sentido de la maravilla. Desde Jesucristo y sus dilemas ético-trascendentales, hasta los viajes en el tiempo, los mundos steam punk y la space opera más pura, Conde nos ofrece todo un muestrario de lo que ha sido su primera década como escritor de fantasía. Todo ello bajo el marco de un gran viaje al espacio profundo, en un Arca llena de sarcófagos con personas en animación suspendida, cuyos sueños nos irán revelando una a una las piezas necesarias para completar este sorprendente puzzle. Más información: http://eridano.alfaeridiani.com/
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
91
Revista Alfa Eridiani Año IV - Nº 12 - 3a época Marzo 2009 - Enero 2010
Necronomicón Segunda Época. Año 8. N° 20. Marzo, 201
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
Novedades Editoriales
Revista Axxón 206 Marzo de 2010
Revista Papirando Año 2 Febrero 2010
www.portal-cifi.com Revista Minatura # 100 Marzo - abril, 2010
Agradecimientos especiales a la Corporación Universitaria del Caribe CECAR por su respaldo.
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010
92
93
Cosmocápsula Número 2. Febrero - Abril. 2010 www.cosmocapsula.com