Nelly Mendivelso,
Domingo 8 de junio de 2008
Unimedios
Samanea saman, el campano árbol grueso y de tallo corto con apariencia de sombrilla, que acicala los bordes del río Sinú, se está ahogando en sus aguas. La libertad natural con la que fluía esta arteria fluvial que baña a 17 municipios de Córdoba, fue alterada por Urrá. En una de las inundaciones imprevistas se anegó la zona, y no solo la pesca, de la que dependen miles de familias campesinas, pescadores, areneros y productores está decayendo; también los campanos de Samanea saman. Que el Sinú se esté quedando sin la sombra de esta especie vegetal no es quizá el problema más grave que tienen ciénagas y humedales de la Costa Caribe, como la Ciénaga de Zapatosa, la de Charco Pescado, Pantano Bonito, Bañó, entre otras, representativas de la riqueza de estos ambientes por la diversidad de su flora, fauna y ecosistemas. La dificultad más grave, es que los mapas oficiales no reflejan lo que ha venido ocurriendo en estas zonas del país. Por lo menos así lo señalan investigadores del Grupo en Biodiversidad y Conservación del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional, quienes se han enfrentado a una “cartografía obsoleta”, a la hora de adelantar sus investigaciones sobre la parte física y biótica de las ciénagas y sus áreas de influencia. En travesías a pie, a lomo de mula y en chalupa, han recorrido los bordes de cuerpos de agua como la Laguna de Zapatosa, en la parte que corresponde al departamento del Cesar. “Se creía que esta ciénaga estaba invadida por la sedimentación de los ríos, por eso la mayoría de pobladores de los municipios ribereños, como Chimichagua, manifestaban su preocupación, pues además se decía que la contaminación minera afectaba la navegación y el comercio”, señala Henry Arellano, biólogo del ICN. El estudio, que contó con el apoyo de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y San Jorge (CVS) y Corpocesar, permitió clarificar los procesos ecológicos y establecer que la gran pérdida de agua en temporada seca es el resultado del trabajo natural hecho por el río Magdalena en los bancos de arena del sector sur –muy dinámico a lo largo del año– y la devolución natural a la atmósfera que permite que el norte de Colombia sea tierra fértil para la agricultura. “Nuestro objetivo era caracterizar la zona físicamente, determinar su batimetría (medidas de las profundidades para calcular la superficie del fondo y volumen) y su parte biótica”, dice Arellano. Para este análisis toma-
Mapas de Colombia están desactualizados A pesar de los avances tecnológicos y las nuevas herramientas digitales para elaborar en detalle los mapas del país, la cartografía que se vende y distribuye como oficial está desactualizada y es obsoleta,
dicen investigadores del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia. El Instituto Geográfico Agustín Codazzi habla de los avances cartográficos que se han logrado en los últimos cinco años e invita a revisar mejor los mapas del país.
Fuente Henry Arellano Peña
12 Investigación
Mapa batimétrico detallado para la ciénaga de la Zapatosa en abril de 2007 (atípico). Los
resultados y beneficios a la población serían mayores si se contara con el modelo SRTM de 30 metros restringido para su uso por entidades gubernamentales. La cartografía base es construcción propia e información parcial del IGAC 1:100000. ron como guía el mapa oficial que elabora el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC). La sorpresa fue mayor cuando evidenciaron que la delimitación de la ciénaga tenía grandes incongruencias en cuanto al área. “A escala 1:100.000 mostraba inexactas las variaciones altitudinales de la ciénaga, los bordes no correspondían con lo observado en el campo y se notaba un precario trabajo digital en los documentos del IGAC, copia de los mapas del Departamento de Defensa de los Estados Unidos al igual que la mayoría de mapas 1:100.000 de zonas productivas del país”, asegura Arellano. Del mismo modo en la cartografía aparecía como pavimentada una carretera que nunca lo ha estado: la que de El Banco (Magdalena) conduce a Chimichagua (Cesar), municipio ubicado al norte de Zapatosa. Total, los investigadores tuvieron que “complementar la tenue información que reflejan los mapas oficiales”, explican. Reinterpretaron
imágenes de satélite de los años 2005, 2006 y 2007, y a la misma escala (1:100.000), rehicieron las curvas de nivel y los bordes de la ciénaga con los cambios que alteraban el patrón de drenaje a lo largo del año. Así elaboraron sus propios mapas, a los que les incluyeron la geomorfología, los suelos y la vegetación de la zona. Según el estudio, esta ciénaga, quizá una de las más importantes del país (ecológica y económicamente), tiene un mínimo de llenado (en abril de 2007 promedió 241 millones de metros cúbicos de agua) y un máximo de llenado (que alcanzó los 2.595 millones de metros cúbicos). “Esta diferencia del nivel de las aguas, casi del 90%, genera que la población emigre hacia las zonas menos inundadas, y en su afán por ganarle terreno a la ciénaga, construya diques para evitar que el agua arrase sus nuevos asentamientos”. Y como cualquier cambio afecta el entorno, ha sido evidente el taponamiento
artificial de las ciénagas que no permite, en ciertas épocas del año, el libre movimiento de los tipos de vegetación acuática, acción que genera un impacto sobre la pesca. Los más afectados: los pobladores de Chimichagua, Tamalameque, Belén, Candelaria y Saloa que dependen de la ciénaga y por lo tanto urgen de planes de acción reales y concretos. Aunque los objetivos planteados en el grupo de estudio de la UN no son de carácter catastral o de obras civiles, el director del grupo de investigación, profesor Orlando Rangel, argumenta: “Nos hemos enfrentado a esta problemática no solo en Zapatosa, que se torna dramática cuando los objetivos que se deben cumplir deben satisfacer escalas aun inferiores sobre la cartografía existente, por ejemplo cuando debemos llegar a la escala 1: 25000, necesaria para elaborar los planes de manejo de los humedales y ciénagas de la Costa Caribe que tienen importancia trascendental en la economía
local regional y nacional”. Las falencias observadas se refieren a cursos alterados de los ríos y quebradas, creación de diques y obras civiles, vías inexistentes o nuevas, crecimiento poblacional, alteración de límites de cuerpos de agua durante el año, de límites prediales y detalles importantes de la toponimia, entre otras.
Cartografía y desarrollo del país La cartografía es fundamental para especializar la información que se produce en diferentes disciplinas como la economía, las ciencias naturales, la ecología, la sociología y constituye un pilar sobre el cual gravitan los planes de desarrollo local, regional, nacional y global. En Colombia, desde el siglo 19, contribuciones clásicas como las del naturalista Vergara y Velasco así lo visualizaron, y luego se consolidó el proceso con la comisión corográfica a cargo de Agustín Codazzi.
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Fuente Henry Arellano Peña
Investigación
por el departamento de defensa de los Estados Unidos en la década del setenta (DMA). A la derecha cartografía digital, copia de la anterior distribuida por el IGAC como oficial (plancha 55). Nótese las similitudes y la deficiente calidad de la copia.
Henry Arellano Peña
A la izquierda detalle de la cartografía 1:100.000 para la ciénaga de la Zapatosa (Cesar, Magdalena) generada
Desde la segunda mitad del siglo pasado, la tarea titánica de organizar, ordenar y distribuir todo lo relacionado con la información espacial cartográfica, ha estado en cabeza del Instituto Geográfico Agustín Codazzi que contó con la colaboración de entes de investigación muy valiosos como el Centro de Investigación y Desarrollo en Información Geográfica (CIAF). “Sin embargo, desde hace unos 15 años, no obstante el avance en tecnologías en el mundo, en la cartografía del IGAC no se reflejan estos giros y prácticamente el recurso cartográfico ha permanecido igual. No se enriqueció”, asegura el investigador de la UN, Orlando Rangel. En sus trabajos de campo han detectado inconvenientes en las planchas cartográficas de diferentes regiones del país, lo cual se ha traducido en mayor inversión de tiempo y generación de líneas base que “debían ser suministradas por la entidad a la cual se le ha
asignado esta misión”. Un ejemplo lo da el ictiólogo Germán Galvis, del Departamento de Biología y el ICN, con el mapa ecológico que se hizo del departamento de Arauca. En esta cartografía se clasifica a los Llanos Orientales como bosque seco tropical, cuando en realidad buena parte de la región son sabanas naturales. “Este mapa está basado en conceptos de los años 60 que aseguraban que los indígenas Guahibos habían tumbado y quemado áreas de bosque para sembrar yucas, plátanos y otros alimentos, hasta que terminaron convirtiendo el terreno en sabanas (pastizales)”, dice el ictiólogo. Este concepto hoy revaluado, según el investigador, incide en los planes de ordenamiento territorial, al punto que “para contrarrestar lo que fueron claros de una colonización, se están montando planes de reforestación en zonas en las que nunca hubo bosques. Un ejemplo de ello son partes de los terrenos de Carima-
gua que se querían adjudicar a unos empresarios para su reforestación, o el proyecto Gaviotas, que desde hace años pretende reforestar los Llanos con pino caribe. Hasta el momento se han malgastado miles de millones de pesos, pues los pinos no han prosperado, ni lo harán en medio de una sabana o pastizal”, señala Germán Galvis. Este mapa ecológico data de 1962. Según Galvis no ha sido corregido pese a los avances tecnológicos (sensores remotos de alta resolución). Algo similar observa en otras zonas del país. “En el Magdalena Medio, cerca a la Dorada y en proximidades de Aguachica, entre los años 50 y 70 se deforestaron más de cuatro millones de hectáreas, y en vez de los bosques que registran los mapas, lo que hay es potreros llenos de ganado. En Caquetá y Putumayo también se han tumbado entre tres y cuatro millones de hectáreas en los últimos diez años. Cuando uno ve un mapa imagina que hay una selva llena de
micos, pero resulta que lo único que uno encuentra son vacas y coca”, sostiene Galvis. En la lista de cambios que aún no han sido registrados aparece una carretera que de La Uribe (Meta) conduce a Colombia (Huila). “La hizo la guerrilla y no figura en ningún mapa”, concluye Galvis, para quien la cartografía existente “es un pálido reflejo de la cartografía, por demás excelente, elaborada por la Agencia de Defensa de los Estados Unidos en Panamá durante la época de la guerra fría. El problema es que no se renueva y se vuelve a imprimir en otro papel, con otros colores, y se vende como cartografía oficial de Colombia”.
Cartografía ¿a la inversa? Los procesos de generalización cartográfica parten de modelos muy detallados del entorno geográfico (escalas inferiores como 1:25000) a modelos simplificados (ge-
neralizados como 1:100000) que explican en síntesis los rasgos más importantes de determinada región o zona. Según Jaime Alberto Duarte, jefe de la División de Fotometría del IGAC, esta entidad le ofrece hoy al país un cubrimiento nacional de la cartografía a escala 1:500000 y 1:100000, mientras cinco millones de hectáreas cuentan con escala 1:25000 y 300 municipios con escala 1:200000. Esto en razón a un proyecto del IGAC realizado a partir de 2003, con colaboración de entidades nacionales e internacionales como la Unión Europea y la Agencia Espacial de los Estados Unidos, que le ha permitido al IGAC mejorar su agilidad en el desarrollo de la cartografía y adquirir tecnología de punta como sistemas satelitales y cámaras digitales. Según las proyecciones del estudio publicadas en la página Web, “en la fase inicial se estimó un cubrimiento del 45% en la cartografía en formato análogo (papel) y 18% en formato digital a es-
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Ciénaga de Zapatosa (Cesar, Magdalena)
cala 1:100000, y se espera un 26% de cubrimiento cartográfico a escala 1:25000 para el año 2010, logrando así contribuir con metodologías y herramientas para elaborar cartografía temática especializada en gestión de los recursos naturales, prevención de catástrofes, medio ambiente, monitoreo de cultivos ilícitos y planificación territorial, entre otros”. Para los investigadores de la UN, aunque los beneficios que se derivan de la información obtenida por el IGAC son valiosos, ya que se logró el 100% de cobertura a escala 1:100000, la realidad aplicada –es decir los alcances de la acción– en la actualidad (mayo del 2008) parecen mostrar una realidad diferente: “La desactualización de la cartografía básica de gran parte del país, se hace evidente con las cifras mencionadas por el IGAC, que ilustran la existencia de un 45% (1:10000) y un 12% (1:25000) de cartografía desactualizada y en gran parte obsoleta que sirvió como plataforma para fundamentar las propuestas de los planes de desarrollo y permitió igualmente acometer las obras civiles y públicas más importantes del país”, asegura Arellano. Entre tanto, indican que el proceso mencionado por el IGAC se realizó a la inversa, es decir de lo general al detalle, que conlleva acciones de restitución, la mayoría de veces incompatibles y con demanda de grandes esfuerzos debido a que los productos provienen de diferentes niveles de detalle. En las cuentas del IGAC, un mayor detalle implica más complejidad para la elaboración de cartografía, inversiones superiores y por ende, mayores costos: “Cuando se piensa en el país como una gran región, se necesita primero conocer el territorio en su conjunto para luego elaborar los proyectos de planeación”, aclaró Duarte. Por el contrario, para los investigadores del ICN, “casi nunca un proyecto de desarrollo se hace a escala 1:100.000, además es evidente que se gasta menos con el proceso detallado que no implica elaborar dos series cartográficas; solo basta con una para generar la otra”. En cuanto a las metas del IGAC, Duarte señala que “con el dinero que nos da el Estado como aporte, se puede hacer el 26% de cartografía en escala 1: 25000 de aquí al año 2010”, y recalca que “tampoco se puede hacer en cinco años lo que no se había hecho en setenta”.
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Los POT y los EOT en los mapas La pregunta que surge es ¿Entonces, sobre qué base cartográfica se elaboraron los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), para municipios mayores de 100 mil habitantes, y los Esquemas de Ordenamiento Territorial (EOT) para municipios menores de 30 mil habitantes, si
Fuente Henry Arellano Peña
14 Investigación
En el año 2007 las variaciones del volúmen entre la temporada seca y la de lluvias en la ciénaga de Zapatosa están alrededor del 90 %. La naturaleza y la humanidad cambian constantemente el entorno físico.
la actualización de la cartografía empezó hace cerca de cinco años? ¿Acaso sobre una cartografía desactualizada? Esta es la respuesta del IGAC: “Es conveniente señalar que a partir del año pasado se cumplieron los diez primeros años de nacimiento de la primera ley de ordenamiento territorial que obliga a cada uno de los municipios a que actualice sus POT. Ya existe información cartográfica básica para que los POT se puedan desarrollar. Hay 300 municipios, de los 1.100 que tiene el país con cartografía a escala 1:200000. Los más de 700 que faltan cuentan con fotografía aérea actualizada que les permite desarrollar sus diferentes POT”, argumenta Jaime Duarte. Al contrario, los investigadores de la UN advierten “revisamos más de 100 POT y EOT para nuestros proyectos y ninguno nos sirvió. Son deficientes y con precaria información, como el de Chimichagua, San Diego, Codazzi y La Paz.”. Según el IGAC, éste viene generando cartografía durante los 73 años de existencia conforme a las metodologías de la época, hay de los años 60, 70, 90 y se va modificando de acuerdo con los cambios que hay en el territorio. “Además, durante los últimos cinco años se están haciendo actualizacio-
nes en tiempo récord”, sostiene Jaime Duarte. El problema es que, “mientras se llega al detalle, siguen la pérdida de biodiversidad, la deforestación, los pleitos de límites entre los departamentos por trazos confusos en las líneas divisorias, como en el caso de Antioquia y Chocó en la región del Atrato”, aseguran los grupos de investigación de la UN, que han construido sus propios mapas (no oficiales), detallados, y con “las uñas”, pues parten de sistemas de información geográfica de código abierto como el GNU, software libre. “Lo paradójico es que el IGAC como entidad oficial encargada de elaborar la cartografía, cuenta desde principios de esta década con el modelo de elevación digital SRTM 30 metros, suministrado por la NASA, que otorgaría a los proyectos en desarrollo un mayor nivel de detalle, por ejemplo, para elaborar los mapas de amenaza de una región, la hidrografía o la modelación de cuencas. El problema es que restringe su uso cuando podría utilizarse para el beneficio del país en proyectos como los modelos batimétricos desarrollados en nuestros estudios. Países como Estados Unidos, Brasil y muchos en Latinoamérica lo liberaron debido a su importancia en la investigación; en Colombia se desconocen
los motivos y todo apunta a un control excesivo y sin fundamento lógico de las entidades estatales”, dice Henry Arellano. Miguel Ángel Cárdenas, subdirector del IGAC, puntualiza que el uso de esta herramienta tecnológica se ha diversificado a entidades de orden nacional como Ingeominas, el Instituto Alexander Von Humboldt e institutos de investigación oficial, como se estableció en el convenio con la Nasa. “Cuando los investigadores solicitan el modelo, previamente delimitada la zona de estudio, se les entrega indicándoles cuáles son las medidas de derechos de autor y reserva que se deben cumplir”. Mientras el subdirector del IGAC reconoce que la necesidad de actualizar la cartografía es evidente y al paso que va la tecnología hay que ser creativos, pues, “la tendencia es olvidarse de los mapas vectoriales y manejar todo a partir de imágenes de satélite o de cámaras aerotransportadoras, entre otros”, las observaciones del ICN señalan que los productos digitales distribuidos por donación o venta por el IGAC tienen también problemas de datos, vectores y polígonos. Para Arellano, “en el caso de los mapas de suelo es frecuente encontrar que
no son precisos en cuanto a la delimitación de las unidades. Ello se corrobora al superponer un producto de este tipo con uno elaborado a partir del modelo de elevación digital SRTM V–3”. “La cartografía puede tener inconvenientes, pues levantarla es un proceso complejo, recorrer el país es muy costoso, y las planchas que se hacen en el IGAC advierten a los usuarios que si encuentran un error u omisión, por favor se la comuniquen al Instituto para su corrección. La información cartográfica básica es fuente para que los expertos en determinadas temáticas realicen sus propias evaluaciones y análisis, pues nosotros no hacemos mapas temáticos”, explica el subdirector del IGAC. Por su parte para los investigadores del ICN, en la actualidad no hay necesidad de recorrer el país para actualizar la cartografía, ya que para eso están los sensores remotos y las bases informáticas, se requiere es implementar rutas adecuadas para realizar estas actualizaciones y establecer las alianzas estratégicas que permitan elevar la calidad de los productos que se ofrecen, en los cuales, debe figurar el conocimiento que generan los grupos de investigación en Colombia.
Necesidades del país o el futuro Ciento cincuenta años después de que la Comisión Corográfica empezara a construir los mapas y dibujos de los paisajes de Colombia, el país sigue reclamando información cartográfica detallada como la que promete ofrecer a escala 1:25000 el IGAC, “y bueno hubiese sido que su cobertura fuera mayor, puesto que la que tenemos muestra una visión restringida de la realidad territorial del país”, señala el biólogo Orlando Rangel. Con las nuevas tecnologías es posible generar cartografía superdetallada en menos tiempo y junto con la información de entidades como las empresas de energía, de teléfonos y de otros servicios, consolidar una información útil y precisa para el desarrollo un país tan variado y rico en paisajes, ambientes e igualmente en conflictos de intereses en cuanto al uso de la tierra. “Acá conviene recordar que la escasa utilización práctica de los POT y EOT y el real significado de sus alcances, por ejemplo controlar el aumento o avance de la frontera agrícola y la realización de obras civiles en zonas que debieron ser declaradas de reserva, nos muestra que además de decisiones políticas equivocadas, una de las posibles causas podría residir en la cartografía empleada, que quizá fue de calidad muy inferior a la requerida para una correcta zonificación ambiental”, concluye el grupo de investigación de la UN.