Prueba Enfermería

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Presentación 100 años de la Facultad de Enfermería*

* Discurso presentado durante la ceremonia central en las celebraciones del año jubilar por el Centenario de la Escuela de Enfermeras.


E

s muy grato para mí hacerles llegar un afectuoso saludo a todas y a cada una de las egresadas de la Escuela de Enfermeras Arzobispo Loayza e integrantes y egresadas de la Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, a nombre de todos los Heredianos, con motivo de conmemorarse el Centenario del inicio de las funciones de la segunda Escuela de Enfermeras del Perú, la única con 100 años de continua actividad. En primer lugar debemos celebrar el crecimiento y consolidación de la Facultad de Enfermería, manteniendo su calidad académica, produciendo investigación relevante en el área de Enfermería, de lo que dan cuenta sus trabajos y publicaciones, y, sobretodo, por los aportes al cuidado del enfermo. Todos ellos son logros en sí mismos y motivo de celebración, pues ratifican la calidad de la historia vivida, una historia de voluntad y compromiso, hoy tan vigentes como en los primeros años de la Escuela y de la Facultad. Tan vigentes como cuando, cargadas de ilusiones, las congregaciones religiosas se iniciaron en la tarea, en el siglo XIX, de proporcionar la imprescindible asistencia a los médicos y pacientes. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de las religiosas, la necesidad de contar con profesionales de la enfer-

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mería se reveló tan acuciante que, en 1907, se funda la primera institución de enseñanza, la Casa de la Salud de Bellavista, a la que siguió, ocho años después, la Escuela Mixta de Enfermeros, de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, en 1915, fundación que hoy celebramos. Cien años, pues, justamente un siglo, en el que comienzan a formarse en el Perú los profesionales de un área de la Medicina que hoy día se ha convertido en imprescindible, pues, a diferencia del médico, dedicado a diagnosticar y prescribir, el profesional de la Enfermería debe abordar su tarea desde una perspectiva profesional distinta, más cercana, más individualizada, más holística y más humana. Por ello, el Consejo Internacional de Enfermería (2014) ha definido las funciones esenciales de la Enfermería como “la defensa, el fomento de un entorno seguro, la investigación, la participación en la política de salud y en la gestión de los pacientes y los sistemas de salud, y la formación”. Para la OMS, “la enfermería abarca la atención autónoma y en colaboración dispensada a personas de todas las edades, familias, grupos y comunidades, enfermos o no, y en todas circunstancias. Comprende la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y la atención dispensada a enfermos, discapacitados y personas en situación terminal”. Estas definiciones hacen evidente que el valor de la Enfermería radica en que es una disciplina que se dedica al cuidado integral del individuo, la familia y la comunidad en todas las etapas del ciclo vital y en sus procesos de desarrollo y de enfermedad. A diferencia


del médico, la labor del enfermero se enfoca en dar respuesta inmediata ante un problema de salud, y también, complementa el cuidado de los pacientes desde una perspectiva biopsicosocial y holística. Además, la labor del enfermero es fundamental en la prevención de las enfermedades. Esta es una labor de alta relevancia en países como el Perú, en el que muchas enfermedades se desarrollan demasiado rápido por la falta de políticas de prevención, de cuidados adecuados y de seguimiento de los pacientes. Por ello, no nos sorprende que una institución constituida por personas con calidades tan valiosas cumpla 100 años de continua actividad. Nuestra institución se construyó sobre la base del compromiso de las personas que la conforman, de quienes hemos estado en ella como estudiantes, ahora egresadas y egresados, como profesores o como administrativos. La Facultad es la memoria y el alma delineadas por los cientos de enfermeras y enfermeros que se comprometieron día a día con ella y, a través de ella, con sus pacientes. Por lo tanto, ratificamos con esta celebración un compromiso esencial de la Facultad de Enfermería y de la UPCH. Nosotros somos, por excelencia, una institución que forma ciudadanos responsables, comprometidos con la vida y con la salud de nuestros semejantes, profesionalmente competentes y que producen conocimientos que contribuyen al desarrollo de todas las áreas de nuestra competencia. Con esta celebración queremos relievar esa historia, esa tradición, ese compromiso. Esa voluntad que nuestros egresados peregnizan para seguir haciendo grande la

Facultad con sus aportes. Esa voluntad de pertenecer, de creer en la institución. Esa voluntad de confirmar el futuro para la Facultad de Enfermería. Todo esto es indispensable agradecer y lo hago hoy públicamente a nombre de toda la comunidad herediana. Por esto es que la UPCH hace suyas sus iniciativas y está dispuesta siempre a apoyar sus acciones; como ya lo hemos hecho con proyectos que han requerido un respaldo central, como la nueva Facultad de Enfermería, fundamental para la modernización de nuestras instalaciones y el quehacer docente y científico. No quisiera concluir estas palabras sin expresar un reconocimiento a todos aquellos a quienes hicieron grande esta Facultad, a sus past-Decanas, quienes sobreponiéndose a los numerosos obstáculos que nuestra sociedad pone a la promoción de la educación y la ciencia, imaginaron y organizaron, primero la Escuela de Enfermeras Arzobispo Loayza, la que daría origen a la Facultad de Enfermería, que con el correr de los años ha crecido y se ha fortalecido hasta constituir la más prestigiosa Facultad de Enfermería del país. Deseo a todas las egresadas, actuales miembros y autoridades, y en particular a su Decana, la Dra. Yesenia Musayón, la continuación de los éxitos en la conducción de esta hermosa Facultad por 100 años más.

Fabiola León-Velarde Servetto

Rectora Universidad Peruana Cayetano Heredia Libro conmemorativo Enfermería

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Pr贸logo


H

ace un siglo, tras varios intentos infructuosos, nos trajeron a la vida. Fuimos creadas con la noble tarea de atender a la “población doliente”. Ahora cuidamos la vida y la salud de la humanidad. Hace 100 años, según el calendario gregoriano, fue infundida en nuestros orígenes aquella fuerza interna y sustancial mediante la cual empezamos a obrar y le dimos forma a la constitución de nuestro ser: la formación de enfermeras. La misión emprendida por miss Maud Carner Gay, primera profesora enfermera de la Escuela, caló en cada fibra de nuestro ser de la manera más apasionada. Solo la pasión puede envolver al profesional de Enfermería en un frenesí intenso por buscar la perfección del cuidado. Pocos años después, inspiradas por el amor al prójimo, las Hijas de la Caridad moldearon nuestro espíritu y nos enseñaron con mucha inteligencia, raciocinio e ingenio el arte del cuidar, pero un arte que evoluciona con el tiempo. Como diría Kandinski “Cualquier creación

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artística es hija de su tiempo y, la mayoría de las veces, madre de nuestros propios sentimientos. Igualmente, cada periodo cultural produce un arte que le es propio y que no puede repetirse”. En este sentido, el cuidado de Enfermería brindado a nuestros semejantes, siendo único, progresa con el tiempo y se adapta a las realidades, haciendo de la enfermera una verdadera artista de su quehacer. Hoy celebramos 100 años de existencia, 100 años de una vida cautivadora que enamora, 100 años que describen el esfuerzo de seres humanos que marcaron su paso por los años, porque verdaderamente supieron ser seres humanos. Y estamos aquí llenos de vitalidad porque aprendimos, no solo a vivir, sino a transformarnos logrando emanciparnos permanentemente de la muerte. Como diría Neruda: Muere lentamente quien evita una pasión, quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las “íes” a un remolino de emociones: justamente las que rescatan el brillo de los ojos y sonrisas de los bostezos. Muere lentamente quien no voltea la página cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por


lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos. Muere lentamente quien deja escapar un posible amor, con tal de no hacer el esfuerzo de hacer que este crezca. Muere quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo, quien destruye su amor propio, y el amor por los demás. Muere lentamente, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante, quien abandona un proyecto antes de empezarlo, el que no pregunta acerca de un asunto que desconoce o el que no responde cuando le preguntan sobre algo que sabe.

Como Escuela y Facultad hemos evitado la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar. Solo la ardiente y tenaz paciencia por perfeccionar nuestra labor cada día, para lograr el bienestar de quienes servimos, ha hecho que conquistemos una espléndida felicidad. La verdadera felicidad, desde un perfecto pensamiento aristotélico, consiste en “hacer el bien”, hacer las cosas bien. Por nosotros, por los otros y por la humanidad. Gracias a todos los que han logrado llegar donde estamos. ¡Feliz Centenario!

Dra. Yesenia Musayón Oblitas

Decana de la Facultad de Enfermería Universidad Peruana Cayetano Heredia

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Capítulo 1 Los orígenes de la Escuela de Nurses y Enfermeros


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inicios del siglo XX la atención de salud en el Perú era aun precaria y enfocada en el aspecto curativo. Los recursos humanos capacitados que cuidaban al “doliente” las 24 horas del día eran insuficientes. Una gran brecha fragmentaba el acceso a la atención médica. Las personas de la clase pudiente se atendían en consultorios privados o clínicas de “pagantes”. La clase pobre de la ciudad, compuesta por obreros, indígenas o campesinos provenientes de las zonas rurales, accedía en parte al cuidado caritativo de las congregaciones religiosas en los hospitales u hospicios, mientras que el resto de los pobres era atendido por los curanderos, depositarios de la cultura popular y la medicina tradicional. En los hospitales y hospicios de entonces los médicos contaban con el apoyo de religiosas o de los “barchilones” y “topiqueros”, personal auxiliar no entrenado. Con excepción de algunos casos notables, aquellos “auxiliares” tenían un vago o nulo conocimiento de sus deberes . En 1903 apareció una epidemia de peste bubónica en el Callao. En los siguientes dos años ésta se extendió hacia Lima y a los principales puertos del país, para luego hacerse endémica en casi toda la costa peruana, hasta 1930. Esta epidemia, mortal y aparatosa, mostró las debilidades del precario sistema sanitario peruano.

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Lima era una ciudad de casas de adobe y con un deficiente sistema de alcantarillado y de eliminación de la basura. Las acequias que discurrían por las calles eran parte del espacio urbano. En el centro de la ciudad se daba un problema adicional: el hacinamiento de los callejones que favorecía el contacto entre roedores y seres humanos. Para entonces el concepto de Salud Pública no existía; solo los de Sanidad, que recaía en manos de la Municipalidad, institución encargada de la limpieza urbana (baja policía), y el de curación, a cargo de la Beneficencia Pública de Lima, que administraba los hospitales y hospicios. Una ciudad que por su evidente inmundicia y sus hospitales rebasados de enfermos hizo que el Estado tomara urgentes medidas de control, una de ellas, la creación de la Dirección de Salubridad Pública . Dada la necesidad de contar con personal preparado y por iniciativa de la Sociedad de Beneficencia, el gobierno peruano decidió la creación de instituciones para formar enfermeras que se dedicaran al cuidado de los enfermos. Luego de varios intentos infructuosos se creó la primera Escuela Hospitalaria , en la Casa de Salud de Bellavista, mediante Resolución Suprema del 15 de julio de 1907, la que luego pasó a ser la Escuela de la Clínica Anglo Americana. La segunda institución se creó el 12 de marzo de 1915, bajo el nombre de “Escuela Central de Nurses y Enfermeros”, por iniciativa del Dr. Wenceslao F. Molina, socio Inspector del Hospital “Dos de Mayo”, establecimiento que pertenecía a la Sociedad de Beneficencia de Lima. Por “Acuerdo de la Junta de Beneficencia sobre


la Creación de la Escuela de Enfermeros” se autorizó una asignación de gasto mensual de Lp. 30.0.00 (libras peruanas), que cubría la contratación de dos profesores y una enfermera. Tal asignación sería cubierta con las partidas presupuestales de la Beneficencia y el Hospital “Dos de Mayo”. Además, “se mandó tomar nota que se procure dedicar este aprendizaje a los alumnos del Colegio de Huérfanos”, también a cargo de la Beneficencia. No existen archivos iconográficos de la creación de la Escuela. El Dr. Ricardo Palma se encargó de la Dirección Académica de la Escuela y la enfermera contratada fue miss Maud E. Carner Gay . Según el Plan de estudios, en las mañanas se impartía la enseñanza práctica, a cargo de la Nurse Instructora, miss Carner, en los hospitales “Dos de Mayo” y “Santa Ana” y en el Manicomio de Lima. Por las tardes, los estudiantes recibían la enseñanza teórica, a cargo de médicos, entre ellos, el Dr. Ricardo Palma. Al cabo de tres años de estudios y luego de un examen de evaluación ante un jurado, los alumnos aprobados recibían un diploma firmado por el Director del Hospital, un profesor de la Escuela y un miembro de la Beneficencia Pública de Lima . De 24 alumnos matriculados, 13 mujeres y 11 hombres, solo 6 concluyeron satisfactoriamente sus estudios. Los primeros enfermeros diplomados de la Escuela fueron las señoritas Camila Herrera, Consuelo Martínez, Manuela Solano, Magdalena Villar y los señores Aníbal Barreto y Octavio Sánchez Rey . Inicialmente la Escuela funcionó en el Hospital “Dos de Mayo”, creado en 1875 , sucesor del Hospital Real de

“San Andrés”, que se ubicaba en la calle de San Andrés, cerca de la Plaza Italia y que además fue sede del antiguo Colegio de Medicina y Cirugía de San Fernando . El viejo local del Hospital “San Andrés” se convirtió en casa de clausura de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, cuando el entonces nuevo Hospital “Dos de Mayo” albergó a sus pacientes. Posteriormente la Escuela funcionó en el Hospital “Santa Ana”, establecimiento creado por Gerónimo Loayza, el primer Arzobispo de Lima. Este hospital estuvo inicialmente orientado a la atención de indígenas y pobres, pero luego se dedicó a la atención de mujeres. Con el deterioro producido por el uso y el tiempo se derruyó una parte del Hospital “Santa Ana” . El personal y los enfermos de este antiguo hospital fueron trasladados, en 1925, a las instalaciones del recién creado Hospital “Arzobispo Loayza”. En el año 1922 la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima entregó la conducción de la Escuela a las Hermanas de la Caridad San Vicente de Paul, quienes se mantuvieron en la dirección hasta el año 1973. La nueva administración de la Escuela decidió que el alumnado fuera exclusivamente femenino. Su primera directora fue la hermana Odila Broner, enfermera graduada en Francia que continuó con el plan de estudios original. En 1924 asumió la Dirección de la Escuela sor Rosa Larrabure. En 1925, a 10 años de su creación, la Escuela ya contaba con 52 egresados ; ese mismo año se mudó al pabellón que alberga la Capilla del Hospital “Arzobispo

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Loayza”. En ese pabellón funcionó la Comunidad de las Hermanas y el Internado de las alumnas. En 1928, al adquirir la denominación de “Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza”, sor Rosa Larrabure, directora de la Escuela, asumió también la Administración del Hospital “Arzobispo Loayza”6. Viendo que el local resultaba insuficiente, sor Rosa Larrabure, con el apoyo de sor Martha Maurin, se dirigió, en 1931, al filántropo don Víctor Larco Herrera con el fin de obtener la donación de un terreno colindante con el Hospital Loayza para construir un nuevo local para la Escuela de Enfermeras.

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DON PEDRO FERNÁNDEZ BARCHILÓN (LOS BARCHILONES) Los cuidadores de enfermos de mayor jerarquía, aunque no eran los mejor pagados, fueron los “topiqueros”, llamados así porque aplicaban tópicos. A estos les seguían los “barchilones”, trabajadores anónimos que prestaban a los enfermos los servicios más humildes. Vale la pena recordar el origen del apelativo “barchilón”. En el siglo XVI vivió en el Perú don Pedro Fernández Barchilón, español caritativo que dedicó su vida al cuidado de los enfermos. La palabra “barchilón” no debería ser olvidada ni abandonada de nuestro léxico hospitalario y de ella podemos estar justamente orgullosos. Extracto tomado de la sección De los Servidores del Hospital, del libro Mi Hospital del Dr. Víctor Alzamora Castro, profesor fundador de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Don Ricardo Palma en sus Tradiciones Peruanas relata las aventuras de Pedro Fernández Barchilón, soldado pizarrista, cuyo nombre originó un peruanismo consignado en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.

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La Sociedad de Beneficencia Pública de Lima fue creada el 12 de junio de 1834, mediante decreto supremo firmado por el general Luis José de Orbegoso, presidente provisorio de la República. Pero los antecedentes de la Beneficencia como servicio público datan de su creación por el Virrey Pezuela, en 1819. Luego de la Independencia, en 1825, Hipólito Unanue la reemplazó por una Junta de Beneficencia. En 1826, el Presbítero don Matías Maestro, siendo su director (hasta 1834), realizó una evaluación de sus locales y propuso la creación de la Sociedad de Beneficencia, institución integrada por cuarenta socios filántropos designados cada uno por nombramiento individual. Entre los socios se elegía al director. Sociedad que se hizo cargo de mejorar el estado de los hospitales, así como de los hospicios, ramos de suertes y cementerios. En aquella época los hospicios eran: la Casa de Huérfanos Lactantes, Colegio de Huérfanos, las salas de Asilos y Desamparados, el Cementerio General, así como los hospitales de San Andrés (varones), Santa Ana (indios), De la Caridad (mujeres), San Bartolomé (militares) y San Lázaro (incurables). En 1875 se creó el Hospital Dos de Mayo, que asumió al personal y a los pacientes del San Andrés. Asimismo la Beneficencia transformó la Casa de Dementes en Sanatorio Mental, ubicado en las afueras de la ciudad (avenida Los Incas), local que ocupó hasta 1915. En 1912, y a pedido del doctor Augusto Pérez Araníbar, se inició el proyecto de construcción de un establecimiento dedicado a la niñez, el que se concluyó en 1930 y que hoy se conoce como el Puericultorio Pérez Araníbar. Con ocasión de las actividades del Bicentenario de la Batalla de Ayacucho en 1924 se inauguró el Hospital Arzobispo Loayza, que asumió al Santa Ana; el Hospital de Incurables se convirtió en el Hospital Santo Toribio de Mogrovejo y se creó la nueva Maternidad de Lima. Asimismo se construyó el nuevo local del Asilo San Vicente de Paul, para ancianos desvalidos. La Sociedad de Beneficencia de Lima recibió no solo dinero en efectivo como donación, sino además propiedades que quedaban bajo su administración y debían proporcionar una renta.

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Al nacer el Perú como Estado independiente adoptó el patrón de plata para acuñar monedas, creando el Peso de Plata; luego se creó el Sol de Plata. En 1897 se adoptó el patrón de oro, creando la Libra Peruana que equivalía a 10 soles de plata y que luego tendría paridad con la Libra Esterlina. En 1901 se unificó la circulación de monedas, quedando solo la Libra. En 1922 se creó el Banco Central de Reserva. En 1930 se cambió el patrón monetario al Sol de Oro, según el cual una Libra equivalía a diez soles de oro.

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DIRECTORES GENERALES DE SALUD PÚBLICA (*) Julián Arce 1904 — 1911

Enrique B. Rubín 1932

Lauro A. Curletti 1911 — 1914

Luis Vargas Prada 1932 — 1936

Abel S. Olaechea 1914 — 1919

Guillermo Almenara 1936 — 1938

José Gil Cárdenas 1919 — 1921

Dagoberto González 1938 — 1939

William D. Wrightson 1921 — 1922

Alberto Hurtado 1939 — 1941

Henry Hanson 1922

César Gordillo Zuleta 1942 — 1945

Sebastián Lorente y Patrón 1922 — 1930

Luis Ángel Ugarte 1945 — 1947

Pablo E. Sánchez Cerro 1930 — 1931

Fernando Castillo Sologuren 1947 — 1948

(*) La Dirección de Salubridad, entidad estatal precursora del Ministerio de Salud Pública, se creó con la ley promulgada el 6 de noviembre de 1903 durante el gobierno de Manuel Candamo, por iniciativa del doctor Manuel Camilo Barrios, entonces Ministro de Fomento, quien remitió al Congreso Nacional el proyecto de ley. Fueron sus fundadores Julián Arce (primer Director de Salubridad Pública), Daniel Eduardo Lavorería (Jefe de la Sección de Higiene y posteriormente primer Subdirector de Salubridad Pública) y Rómulo Eyzaguirre (Jefe de la Sección de Demografía). Al crearse en 1935 el Ministerio de Salud Pública, Trabajo y Previsión Social, la Dirección de Salubridad fue separada del Ministerio de Fomento, pasando a formar una dependencia del Ministerio de Salud Pública. Desde 1951 los Directores de Salubridad fueron nominados Directores Generales de Salud Pública y desde diciembre de 1968, Directores Superiores de Salud.

Mariano Pagador 1931 — 1932

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Foto de Henry Hanson, Director de Salubridad 1922 comisionado para luchar contra la Fiebre Amarilla en el norte del paĂ­s Foto de la Stegomyia aegypti mosquito trnsmisor de la fiebre amarilla (Revista Mundial, 1924

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El Informe de la Comisión Evaluadora de la Sociedad de Beneficencia, presidida por E. Odriozola en 1902, decía que el personal hospitalario era escogido «Entre las clases más inferiores, por lo general antiguos enfermos que al ser dados de alta no encontraban otra oportunidad de quedarse en el establecimiento, sirviendo por una retribución escasa, pues por su falta de aptitudes, no podían encontrar trabajo en otra parte. La mayoría eran viciosos, ignorantes y muy desaseados, inaparentes para el oficio… En otros países se preocupan de formar enfermeros instruidos, que son auxiliares inteligentes del personal médico, siendo alentados y estimulados, asegurándoles la estabilidad en el puesto, un sueldo proporcional y una jubilación para los que sirven bien durante cierto número de años; solo así, escogiendo al personal y dándoles ciertas consideraciones se consigue el cariño al oficio y la abnegación que demanda el tratar a los enfermos… Es posible que pasen muchos años antes que nosotros lleguemos a esa altura…» El Informe recomienda además nombrar «Enfermeros que solo se ocupen de acompañar al médico en la visita de la mañana y al Interno en la de la tarde, de distribuir las medicinas, las bebidas y otros». Debido a la escasez de personal el Informe menciona que los enfermos «solo existen durante el día, pues en las noches es como si no existieran; así lo prueba el que la alimentación, medicación, vigilancia y atención de las más urgentes necesidades cesen a las ocho y media de la noche, hora en que se recogen las hermanas y se acuestan los barchilones». A finales de ese mismo año la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima creó el cargo de «velador», con una paga de 30 a 40 centavos diarios, usaban zapatillas de lona y una gorra tejida, frazada de lana y media mula de pisco, como lo menciona el Dr. Alzamora Castro en su libro Mi hospital. Los sueldos de topiqueros, barchilones y veladores oscilaban entre 12 a 14 soles, cantidad inferior a la concedida al cuidado de un burro que poseía el hospital.

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Escala de Retribución Mensual fijada por la Beneficencia en 1915 para los alumnos de la Escuela (en Libras Peruanas)

HOMBRES

MUJERES

Primer año

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1er semestre

2

1

2do Semestre

3

1

2do año

4

2

3er año

5

3

Diplomados

6

5

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En el año 1904 un artículo publicado en la Gaceta Médica por el Dr. Aljovín insiste en el tema de la educación de los enfermeros. Años después, en 1907, nació la Enfermería como actividad profesional, a iniciativa de un grupo de médicos italianos. Se creó la Escuela de Enfermeras de la Casa de la Salud de Bellavista, en el Callao, institución dirigida por el ciudadano italiano N. Barazzoni. La Escuela estuvo dirigida por Juan Agnoli, quien en 1904, como Inspector de Higiene, combatió, no sin riesgo, pero sí con éxito, la epidemia de peste bubónica aparecida en el puerto del Callao en 1903. La Escuela fue encargada a las Hermanas de Santa Ana y se contrató a miss Rose Lietti, enfermera inglesa formada en el Saint Thomas Hospital, quien empezó la formación de las enfermeras bajo los cánones de miss Nightingale. La primera promoción fue de ocho alumnas. En 1910 Juan Agnoli regresó a Italia. En 1919 la Casa de Salud fue comprada por la comunidad angloamericana creando el British American Hospital que luego se transformó en la Clínica Angloamericana.

Casa de Salud de Bellavista

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CapĂ­tulo 2 Valores de la enfermera


L

os orígenes de la Enfermería profesional están ligados a la labor de Florence Nightingale (Florencia, Italia 1820 – 1910), quien se apartó del destino trazado para las mujeres de la clase alta británica para dedicar su vida al cuidado de los desvalidos. Miss Nightingale continuó con la antigua tradición de las diaconisas, mujeres dedicadas al cuidado de los enfermos, pero ella le otorgó un método y un sentido racional a tales cuidados, fundando así el sistema moderno de atención y educación en Enfermería. Miss Nightingale procedía de una acaudalada familia británica. Educada por su padre, mostró una especial dedicación por las matemáticas y una temprana vocación por ser enfermera, a pesar de lo peyorativo que pudiera serlo en la Inglaterra de mediados del siglo XIX. Fiel a aquella vocación aprovechó un viaje de paseo a Egipto para iniciar su entrenamiento como enfermera, en 1850, en el Instituto de San Vicente de Paul de Alejandría, hospital católico donde aprendió el valor de la disciplina, la organización y la capacitación . Ese mismo año se trasladó al hospital del Instituto Kaiserswerth en Alemania, donde preparaban a las diaconisas protestantes para el cuidado de los enfermos pobres. Su entrenamiento se prolongó hasta

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1853. A su retorno a Londres se le encargó la Inspectoría de la Institución para la Atención de las Damas Enfermas Pobres. Un año después estalló la Guerra de Crimea y Sydney Herbert, Ministro de Guerra y amigo de la familia Nightingale, decidió enviar enfermeras para que apoyen en la atención de los hospitales del ejército británico, proponiendo a miss Nightingale el cargo de Inspectora de la Institución de Enfermeras de los Hospitales Generales Ingleses en Turquía. Las medidas de higiene que implementó miss Nightingale durante este episodio bélico mejoraron dramáticamente el cuidado de los enfermos. Tales medidas eran muy simples: lavado de pisos, ventilación apropiada, rondas nocturnas ‒ayudada de una lámpara de aceite‒, ropa limpia, higiene de los enfermos, eliminación de plagas domésticas y dietas apropiadas. Mientras se implementaban estas medidas miss Nightingale registraba los datos y elaboraba estadísticas de sus acciones, introduciendo el concepto de la toma de decisiones basadas en los hechos. En 1858 miss Nightingale se convirtió en la primera mujer en ser incorporada como miembro de la Royal Statistical Society. En su libro Notas sobre Enfermería: Qué es y qué no es (1859) , Florence Nightingale resume las medidas implementadas en Crimea como los pilares de la atención profesional de Enfermería. Asimismo menciona como habilidades principales: la observación, la misericordia al doliente, la delegación de responsabilidades, el respeto a la privacidad del enfermo, entre otras. La filosofía de Nightingale era integral y proclamaba a la Enfermería como una significativa fuerza social,


política y humana que permitía superar la ignorancia hacia la salud, el cuidado y la curación1. Meses después de la publicación de su libro, miss Nightingale fue convencida para establecer una Escuela Preparatoria para Enfermeras. En 1860 se instaló la Escuela Nightingale en el Hospital St. Thomas, con dos principios: el desarrollo de las prácticas clínicas, como soporte de la teoría, y el modelo de internado como albergue para forjar la moral y la disciplina. En el Perú, la filosofía Nightingale inspiró los valores del cuidado de los enfermos en la naciente Escuela. Desde su creación, la formación de las alumnas estuvo marcada por la disciplina y el apego al conocimiento, promovida luego por las enseñanzas que las Hermanas de la Caridad cultivaron en sus estudiantes, una vez que asumieron la dirección de la Escuela. Las Hermanas de la Caridad inculcaron el orden, el respeto, la disciplina, la fe religiosa, la caridad y principalmente la vocación de servicio, valores claramente marcados en la formación de los enfermeros. La enseñanza de la Enfermería estuvo fuertemente ligada a la doctrina católica. En consonancia con los valores cristianos, la imposición de la Cruz1 constituyó un símbolo importante. Tal evento marcaba el inicio de una vida de compromiso con el cuidado del paciente y de fidelidad a Dios1. Se trataba de una ceremonia protocolar y pública con un acentuado carácter religioso donde las estudiantes ofrecían su dedicación al cuidado del prójimo desvalido en quien estaba reflejado Jesucristo.

A lo largo de los años las enfermeras han demostrado su apego a los valores de compasión cristiana hacia los enfermos y desvalidos. Un ejemplo de ello fue la moción presentada por la enfermera Olga Meza Alarco, exalumna de la Escuela, en el Primer Congreso Nacional de Enfermería, en 1952. La moción consistía en la designación de Santa Rosa de Lima como Patrona de la Enfermería Peruana. La propuesta se hizo en concordancia con los valores de humildad y caridad que tuvo Santa Rosa hacia los pobres y enfermos. Luego de múltiples gestiones el patronazgo se oficializó mediante un Decreto del Papa Pío XII, el 10 de setiembre de 1958 . Por otro lado, algunos episodios de la historia marcaron su impronta en el devenir de la Escuela, uno de ellos fue la Segunda Guerra Mundial, que provocó una inclinación hacia la formación cívico militar. Las ceremonias protocolares, la formación del alumnado, los himnos y los uniformes fueron claras muestras de ello. Los himnos fueron una constante, al igual que la celebración de las misas diarias o las que se hacían en cada ceremonia protocolar. En la letra de los himnos puede notarse la analogía entre el cuidado del paciente y la guerra: “Cual ejército en marcha triunfal, las enfermeras combaten al dolor y a la muerte con sus armas, entre ellas la ciencia y la caridad. Cual centinela aguerrida, está al pie del moribundo, cerca al cañón; pues su heroísmo se lo paga Dios” . Valores como la caridad y la disciplina, la misericordia y la organización remarcaron la formación integral

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de una enfermera de manera que no solo se buscaba en las estudiantes el humanismo y la vocación de servicio, sino también el amor a la patria y los valores ciudadanos. Debido a su gravitación en las políticas públicas sobre el cuidado de la salud, la Escuela fue reconocida como “Entidad Nacional” por el Presidente Augusto B. Leguía, el 18 de julio de 1928, por Decreto Supremo N° 37 . Los valores que fundaron la Escuela perduran hasta la actualidad en la Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. La disciplina, el orden y el cuidado humanitario que primaron entonces en la formación de la enfermera loaycina priman ahora en la enfermera herediana. Valores que destacan y que le otorgan un perfil distintivo en la sociedad. Pensamiento crítico, inteligencia, sabiduría, prudencia, humanismo y sensibilidad son algunas de las características que enfermos, profesionales de la salud y la sociedad en su conjunto aprecian de las egresadas.

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El concepto de enfermería nace de una mezcla de valores como la misericordia cristiana hacia el menesteroso, junto con una vocación hacia el cuidado del enfermo, que en la temprana Roma cristiana era proveído exclusivamente por mujeres. Aquellas mujeres, llamadas diaconisas, tenían alguna educación y eran seleccionadas por el obispo. La primera diaconisa conocida fue Phoebe (Romanos 16:1-2), quien abrió su casa para el cuidado de los enfermos. Otra diaconisa, Santa Fabiola, una viuda romana del siglo IV, utilizó su fortuna para construir el primer hospital en Roma. A lo largo de los siglos siguientes continuó el modelo de asistencia a los enfermos por parte de las congregaciones religiosas. Romanos 161 Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la Iglesia de Cencreas,2 para que la reciban en el Señor, como corresponde a los santos, ayudándola en todo lo que necesite de ustedes: ella ha protegido a muchos hermanos y también a mí.

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Extracto de Veinticinco años de servicios humanitarios cumplió el Hospital Arzobispo Loayza, por el Dr. Juan B. Lastres, artículo publicado en El Comercio, el 20 de diciembre de 1949.

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elocuente del Santo Padre, quín de Roma, se dejó oír el verbo e que fue San Vicente de Joa San de sia igle la en s año os insign «Hace poc do los méritos de este cristiano elegido mejor tema, ni pronuner entonces Cardenal Picelli, exaltan hab iera pud , dor ora a una y ningún Paúl (1567-1660). Ninguna trib todos los héroes de la caridad cristiana, ha dicho el gran Papo com “De s, … iale rico soc egí es pan clas lo re todas las ciado más bel alcanzar tanto mérito como, ent ión León XIII, ninguno ha log rado de almas, ganará muchas de ellas para ejecutoras de la gran misrita tor rga pas Ma e ora Gondy. Francisca San Vicente de Paúl”. Est . Una de las primeras será la señ las que él mismo se ha encomendadoras de la Champaña y Picardía, se inspiró en el Santo y fundóbaja tier tra sas lla rse mo Ma her las En d. de la Carida de Silly, que en y el les Dombes, nacen las cofradías Misiones. Después en Castillón- s, en aquellos infiernos dantescos, donde “el viento es el azar bes, lera om Ga a s-D Clichy, en Chantillón-le al lado de los condenados (Marañón). Por todas partes en bajo azar un mal aliado del que lucha”Lázaro, entre los galeotes de Marsella, en las cárceles de París, ida férv San su de y to a; ora dic Pri pre s el lugares má en Macon, en Dieu, en la Salpetriére y en cien Luis XII y Nazarino, en el Hotel induce a continuar la admirable cruzada de bien social. palabra, contagia las almas y las feliz casualidad, mismo año, en un barco, que por del bre iem set de 8 el aux señor Francisco rde El 1858. …Partió de Bou ría al Callao, el 2 de febrero de a recibirlas, entonándose iba arr l”, Paú de e ent Vic n “Sa el uvieron se llamó a encia y otras personalidades, est Carassa, presidente de la Benefic a de la Merced. Se alojaron en el Orfanato de Santa Teresa, par . mé ílic tolo Bas Bar la en r de San luego un “Te Deum” Santa Ana, San Andrés y Militabién de los alienados de les pita hos los en as uid trib Cuidaron tam después, ser dis nte Casa Central de la Comunidad. “Santa Teresa” fue designada la sericordia, de los del Callao, Bellavista y el Refugio. Últimamebién Mi tam la de provincias, solicitaron del Cercado u Hospital de de la Mater nidad. Los hospitales gua, del Puericultorio y del Hospital a su cargo los de Trujillo, Arequipa, Puno, Mollendo, Moque de o n egi iero Col tuv o o igu poc ant a ó desde el sus servicios, y uencia docente y ética se propag a, Tarma, Jauja y Cajamarca. Su infla de Candamo, San Andrés, San José, Dos de Mayo, Santa An del a Ros len ta quegua, Pisco y Magda Santa Teresa, a los de San , Mollendo, Arequipa, Puno, Mo Trujillo, Cajamarca, Jauja, Tarma Mar. ástrofes se su esfuerzo con epidemias, cat alivio a tar ren enf que o tuv lo, sig un i En su larga trayectoria de cas timas de la fiebre amarilla; y otras prodigaron consuelo y s. y guerras. Algunas cayeron víc los hospitales limeños en las numerosas revoluciones y guerra los n sia, aba ste llen ane se la a que ndo llega a Lim los heridos con la grandeza de nuestro arte, cua Pero también fueron testigos de que permiten un avance a la cirugía. métodos de asepsia y antisepsia, do honor a la San Vicente de Paúl, que hacienlo de la caridad de s ana rm He las por o gad ple del Perú, el consue Tal el esfuerzo des as gación, han esparcido por el haz augusta tradición de su Congre ilias limeñas, se ha sumado a esta benéfica cruzada. Las señorit a os fam ativ las de don s ía rop ioso val ant e Fil ent La a. tem cristian han hecho recien re Tor La de s tre Las cia Ali . las anima». García-Irigoyen y la Sra y alto del espíritu cristiano que esta Congregación, que dicen mu


Cáritas Christi urget nos (la caridad de Cristo nos apremia) Lema de la Congregación de las Hermanas de San Vicente de Paúl.

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Al Editor de THE LANCET

del profesor Maclean ubre, una breve y amable crítica la Oficina de la India Oct de 29 del n ció edi su en ó de ert mo Reporte Anual «Señor,¬- Usted ins ños comentarios” anexados al últi sobre cierta parte de mis “peque sobre las medidas sanitarias. s en la Tierra me he más terrible de todas las guerra enderme a mí misma. la ], era Cól del ia dem epi [la a oportunidad para def Desde el brote de ést to de vista a otros y no tuve la más pequeña pasado buen tiempo defendiendo quisiera decir que el Profesor Maclean parece haber leído un punplacida que Todavía Señor, si me lo permite, nte cuando escribí aquellos “pequeños comentarios”. Estoy com opuesto a lo que estaba en mi meo la oportunidad de explicarlos. él, con su permiso, me haya dad dencia licar, y fue el desaprobar una ten exp o esit nec nas ape que el ios en o, itar ctic Mi objetivo fue puramente prá s años, verbig racia, la tendencia de basar los procedimientos sanción sobre iga mo est observada en todos estos últi clean parece pensar que yo cuestiono la idoneidad de la inv He abogado suposiciones teóricas. El Dr. Ma en la India. Soy una de sus primeras y más fuertes defensoras. importantes s ndo má liza las rea de ne una vie y la considero el Cólera que se l radica en dos necesarios para su ejecución intensamente por otorgar los fonalguna vez sobre esta materia en la India. La importancia rea refiero se me has investigaciones públicas hec o entonces deja de ser una teoría. La investigación a la que párrafo que esto: si un hecho es demostrad de se pueda, lo que son los hechos. Este era el significado del ejecuta para esclarecer, hasta don“ridículo” de mi parte. el Dr. Maclean interpreta como do por los Dres. de la aprendí del reporte publicacias Centrales del goi fun ría teo la de ual act ado re el Cólera en las Provin Lo que dije sobre el est ser teorías. agua del suelo y del Reporte sob Cunningham y Lewis acerca delnes no son teorías, son hechos. Entonces, si son hechos, dejan de uestra que Dr. Townsend. Estas declaracio ente en su sitio. De hecho, si en futuras investigaciones se demhos y, como Las teorías deben quedarse justames ya no deben de ser consideradas más como teorías sino hec el fin de las teorías son verdaderas, entoncto para gastar el dinero público en actuar sobre los hechos con tales, ofrecerían un sólido susten salvar vidas. ero con una teoría, d mi caso. Jenner comenzó prim la teoría de Jenner lida rea en es n, clea Ma Dr. el por ejecutada hasta que El caso de Jenner, citado os sus costos y penalidades no fue pero la Ley de Vacunación, con tod to de la evidencia empírica. se convirtió en un hecho produc de ser realizado salvar vidas humanas. Esto no puente pregunta, la el ia, rac big ver , nte me en o etiv os nos hacemos la siguie Todos tenemos el mismo obj estigación teorías son varias e inciertas, tod sin dejar de gastar. Y como las qué se está gastando su dinero. De este modo, la mencionada inv en er sab iera ta. deb der la pregun del público que guna otra, nos ayudará a respon sobre el cólera, acaso más que nin

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tinúo con los hechos. El as del Cólera, simplemente conema de suelos secos, cuya ret exc las de rca ace dije que que el sist Además, en lo Reporte sobre el Cólera, p.214, a enferDr. Bryden ha demostrado en sulas excretas pútridas del Cólera, no ha detenido la furia de est de s. gos Por ello, no digo má aplicación evitaría los ries Bryden ha cuestionado esta teoría. medad. Por lo tanto, el mismo Dr. idad del Gobierno de la de 1869 del “Comisionado de Sandel Cólera es como sigue: e ort Rep del 170 rafo pár 59, as excret En la página resultados sobre el manejo de las osición segura de las excretas, las dep India” recibido recientemente, los la y osa dad cui n puedan una desinfecció “Con respecto a los efectos de l, no existe evidencia que demuestre que aquellos resultados era gen a ctic prá cuales parecen ser tales prácticas”. ser aparentemente atribuibles a THE LANCET, en la edición del 29 de octubre enigación científica n clea Ma r feso pro del ta car la avance de la invest Desde la publicación de reporte del Dr. Lewis, el primer El reporte confirma lo establecido o. he recibido el interesante y sólido riad icos y clean teme que yo haya inju sobre el Cólera, que el Dr. Ma is y Cunningham gracias a una serie de exámenes microscóp isCom Lew del e tempranamente por los Dres. conclusión (No. 3, p. 164, Reportes del Cólera. era prim la uce ded is Lew Dr. el hec go específico en las diagramas, de los cuales o estas crecido ni desarrollado ningún hon ionado de Sanidad): -- “3. No ha tamente no está confirmado en tales muestras de heces.” Per cier r llie Ha por o crit . adores El hongo des ocupado la atención de los observ son las teorías que hasta ahora han initiva. Debemos go, no debemos recibirla como def ién comienza. La bar em sin e, ant ort imp s má la n rec igación de verdad Siendo esta observació y hacer más preguntas. La invest investigar los cuestionamientos mera controversia aquí es inútil. habría hecho más larga, pues, si tuviera tiempo la tan ta car una r ribi esc por o cas Con las disculpas del corta. servidora Ruego me crea Señor, su humilde Florence Nightingale

Logo de Lancet

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Londres, 14 de noviembre de 1870. En 1833 T Fliedner (1800-1864), pastor luterano, y su esposa Friederika crearon en la región del Rin la primera Escuela de Enfermeras o Diaconisas, constituyendo un centro modelo en Europa. En esta institución estudió Florence Nightingale, dama inglesa que dedicara su vida a la atención de los enfermos y a la preparación de personal para este oficio. Al estallar la guerra de Crimea, en 1854, miss Nightingale, a solicitud del Secretario de Guerra, se trasladó con su cuerpo de enfermeras al frente de batalla, instalándose en la barraca hospital de Scutari, en la que en solo dos meses de abnegada labor y gracias a las medidas de higiene impuestas consiguió bajar la mortalidad de 42% a solo 2%. El prestigio alcanzado fue tal que de regreso a Inglaterra logró reunir 50.000 libras esterlinas permitiéndole fundar, el 15 de junio de 1860, la Escuela de Enfermeras de Saint Thomas Hospital, que se inició con 15 aspirantes que fueron científicamente preparadas, creando “un nuevo estilo de enfermeras”, que al asumir sus funciones hospitalarias determinaron grandes cambios en el trato de los enfermos, contribuyendo en forma importante el progreso de la Cirugía. El impacto fue tal que pronto fueron solicitadas en Europa y América; no solo para llevar a cabo la labor asistencial, sino para difundir los métodos creados por “The Lady of the Lamp”. Extracto del libro Historia de la Cirugía en el Perú.

Portada de l libro de Florence Nightingale “Notas en Enfermería”

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Para el año 1600 cuatro futuros santos vivieron dentro de los linderos de la ciudad de Lima: Santo Toribio de Mogrovejo (15381606, Arzobispo de Lima desde 1581 hasta el día de su muerte y que fue canonizado en 1726), San Francisco Solano (1549-1610, canonizado en 1726), San Martín de Porras (1579-1639, canonizado en 1926) y Santa Rosa de Lima (1856-1617, canonizada en 1672). Poco después llegó quien sería San Juan Masías (15851645, canonizado en 1975). La ciudad también albergaría otros candidatos a la santidad, como el mercedario Pedro Urraca, el indio Nicolás Ayllón y la mística Úrsula de Jesús. En 1650 un esclavo angoleño pintó una imagen de Cristo crucificado en la pared de un galpón del barrio de Pachacamilla, zona urbana que albergaba a la población de esclavos. Con el devastador terremoto de 1655 muchas casas de Lima se cayeron, pero se salvó la pared con la imagen, lo que fue considerado un milagro. El Cristo crucificado se convirtió en venerable para la población afroperuana, lo que preocupó a las autoridades españolas que decidieron borrar la imagen. Entonces se decidió echarle pintura encima, pero uno de los peones encargados se desmayó, un segundo se quedó paralizado y el tercero se negó de plano, en ese momento salió el sol en Lima e inmediatamente llovió, lo que configuró la aparición de una nueva imagen que venerar: el Señor de los Milagros, también llamado el Cristo de Pachacamilla.

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CapĂ­tulo 3 Los uniformes


tación militar, con saco, falda azul oscura, blusa blanca, corbata y boina. El saco se distinguía por tener botones dorados. Años más tarde la dirección de la Escuela decidió regresar al uso del uniforme blanco con velo.

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a representación social que siempre han tenido las enfermeras ha estado determinada por su uniforme. En sus inicios se vestían de blanco, cubriendo su vestido con un mandil o un delantal denotando orden y limpieza. La cofia o toca que cubría la cabeza en señal de pulcritud y humildad fue usada desde los años 1800, la que se ha mantenido vigente hasta nuestros días . El uniforme de la estudiante de Enfermería ha acompañado la evolución de la enseñanza de la Escuela de Enfermeras “Arzobispo Loayza”, desde sus inicios, hasta la conversión en la Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Esta evolución ha reflejado los cambios en la concepción académica de diversas épocas Dado que en los años 1900 la formación estaba a cargo de religiosas, los uniformes blancos se complementaron con velos que cubrían la cabeza de las estudiantes. Los accesorios cambiaban dependiendo si las estudiantes asistían a ceremonias protocolares, en las que el uniforme blanco con velo se acompañaba de capas o guantes. Posteriormente, en 1946, debido a los aires de la Segunda Guerra Mundial, y durante aproximadamente 3 años, el uniforme cambió a uno de conno-

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Posteriormente el velo fue reemplazado por la toca, que simboliza la dignidad con que las enfermeras ejercían su labor. La toca, usada también desde el siglo XVIII por las Hijas de la Caridad, significaba para muchos un “distintivo de su pasar humilde y silente” entre los enfermos, “con sus tocas blancas han sido presencia y símbolo de la caridad de la Iglesia en el mundo Sanitario” . El uniforme constituye una herencia religiosa y una forma de disciplina. Si bien ha variado el modelo desde siglos pasados, el uniforme connota los valores y la pulcra organización que toda enfermera lleva consigo, conductas que son aprendidas desde que son estudiantes; un uniforme que se utiliza en la mayoría de sociedades y que debe mantenerse impecable. Esta forma de uso lidiaba con la conducta militar de orden y marcialidad. Sea en el régimen religioso o civil, fueron las hermanas de la Caridad o las docentes de la Escuela o Facultad las encargadas de velar porque el uniforme sea llevado con respeto. Años más adelante, por un acuerdo del Colegio de Enfermeros del Perú , se adoptó el uso del uniforme color turquesa, una falda o un pantalón, más una blusa, abandonándose las tocas y las cofias. A nivel nacional la mayoría de enfermeras dedicadas al cuidado de las personas utilizan en forma obligatoria el uniforme


turquesa en sus actividades cotidianas. Sin embargo, en las instituciones militares y en algunas instituciones privadas, enfermeras y estudiantes utilizan aun el uniforme blanco con toca. Actualmente las estudiantes de la UPCH en los hospitales utilizan pantalón y chaqueta color turquesa, bajo un mandil del mismo color para las prácticas clínicas, y zapatos de color azul marino. Las mujeres con cabello largo deben llevarlo recogido en moño con una redecilla de color negro. Los estudiantes varones llevan un pantalón azul marino con zapatos negros de vestir y una chaqueta de color turquesa. Para las prácticas de Salud Pública los estudiantes de ambos sexos utilizan un pantalón azul marino con blusa o camisa blanca. En todos los casos el uniforme lleva grabado en la solapa el logo de la UPCH y una placa con el nombre del estudiante.

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CapĂ­tulo 4 Los locales y salones de clase


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a enseñanza en la Escuela Nacional de Enfermeros “Arzobispo Loayza” tuvo dos influencias importantes, la anglosajona insular y la europea continental, sobre todo la francesa, esta proveniente de la formación impartida por las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul. En aquella época la formación teórica se basaba en clases magistrales, por ello la disposición de las carpetas a ambos lados del aula y el escritorio en el centro para impartir los conocimientos a los alumnos. El escritorio era ocupado por la religiosa o el médico invitado en alguna materia. En aquella época se introdujo ya el aprendizaje por demostración. Se utilizaban piezas anatómicas de cadáveres, maquetas de cartón para las clases de Anatomía, así como reactivos de laboratorio para las clases de química y bacteriología. Muchos de estos materiales fueron prestados por la Facultad de Medicina. Posteriormente se implementaron los laboratorios y los muñecos didácticos fueron traídos de Europa1.

1 Palma, R. (1916). Memoria Administrativa. Sociedad de Beneficencia Pública de Lima. Director MG Montero y Tirado. 72

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En sus inicios la plana docente, en su mayoría femenina, estaba conformada por enfermeras de la congregación de las Hijas de la Caridad y médicos de reconocido prestigio, que por lo general trabajaban en el Hospital “Dos de Mayo”. Con los años la plana docente se fue ampliando con la incorporación de exalumnas destacadas de la Escuela de Enfermeras. El desempeño clínico se aprendía asistiendo diariamente al ambiente hospitalario y atendiendo a los pacientes, siempre bajo la supervisión de las enfermeras jefes de los servicios hospitalarios que ejecutaban la labor docente2. En informes del socio Inspector del Hospital “Dos de Mayo” se describe claramente cómo los profesores médicos de la época se esforzaban por ofrecer a las estudiantes los mejores escenarios de aprendizaje, ya sea permitiendo el acceso al mortuorio para las prácticas de anatomía o accediendo a murales, esqueletos, microscopios pertenecientes a la Escuela de Medicina. Con el tiempo la enseñanza fue variando. Ahora las discusiones se hacen en grupos pequeños y el aprendizaje directo con los pacientes sigue vigente con la orientación de una docente enfermera; los equipos y material clínico han sido reemplazados por tecnología de punta. 2 Tavera, F. (2004). Historia de la Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza 1915-2003. Lima: Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.


Desde su origen el ejercicio de la docencia estuvo estrechamente ligado a los locales hospitalarios. Pero el crecimiento de la demanda de alumnado hizo que el local del Hospital Loayza resultara insuficiente. En 1931 sor Rosa Larrabure y sor Martha Maurin lograron, del filántropo Víctor Larco Herrera, la donación de un terreno colindante con el hospital, quien mediante escritura pública entregó el terreno a la Beneficencia Pública de Lima con el exclusivo fin de construir allí el local de la Escuela de Enfermeras Arzobispo Loayza3. El 27 de julio de 1943 se colocó la primera piedra en el terreno de la calle Miguel Baquero 251, contiguo al Hospital Loayza. La Junta Pro Desocupados de Lima se encargó de la construcción del local. El edificio fue inaugurado el 22 de julio de 1945, siendo presidente de la República Don Manuel Prado. Las rejas del local, que habían pertenecido al convento de Santa Teresa, actualmente son consideradas un monumento histórico2. El nuevo local tenía una infraestructura moderna para la época, pero sobre todo cómoda. Las Hermanas de la Caridad habían considerado la construcción no solo de aulas, sino de laboratorios, espacios de recreación, oficinas y principalmente dormitorios. Los dormitorios eran ocupados de manera individual o en camarotes de dos, cuatro y hasta grupos grandes de estudiantes.

3 Carta Notarial firmada por el Hijo del Donante. Comunica que la compra venta y donación se encuentran en Escritura Pública, fojas 1 a 49. Tomo 376. Del 24 de Enero de 1931. 04 de marzo de 1971.

El diseño de la construcción incluía una pequeña capilla para la oración y un tópico de enfermería para la atención del personal o de estudiantes con algún problema de salud. La cocina, donde trabajaba el personal de servicio que atendía a las estudiantes con los tres alimentos diarios, estaba equipada con vajilla y menaje suficientes para la atención de todos los comensales. Con el correr de los años la infraestructura del edificio de la Escuela se hizo insuficiente y poco segura, debido a múltiples sismos, roturas de la antigua red de tuberías de abastecimiento de agua, amagos de incendio y cambios en la normatividad edil en temas de seguridad e infraestructura. Para inicios del siglo XXI, el predio de la calle Miguel Baquero no contaba con el Certificado de Defensa Civil. A pesar de los esfuerzos de varias gestiones, hacer del edificio un espacio seguro y habitable de acuerdo a las normas hubiera significado dramáticas y costosas modificaciones en su infraestructura. Por ello, y dado que el convenio con la Sociedad de Beneficencia concluía en el año 2013, se decidió abandonar el local que albergó a la Escuela durante casi 60 años, para trasladarse al campus de la UPCH. La gestión de la Decana de Enfermería, Dra. Flor Yesenia Musayón Oblitas, con el apoyo de la Rectora, Fabiola León Velarde Servetto, y con la dirección técnica de la ingeniera María Teresa Ortiz, solicitaron al arquitecto Rafael Cubas Martins la elaboración del proyecto de construcción del nuevo local de la Facultad de Enfermería en el Campus Norte. Libro conmemorativo Enfermería

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Este nuevo local es parte de un proyecto de mayor envergadura que la Universidad Peruana Cayetano Heredia realiza en su sede central, el que incluye tres sótanos de estacionamientos y dos edificios, uno de Enfermería y otro de Investigación Clínica, además de gimnasio para los estudiantes y un auditorio de uso múltiple en los sótanos. El edificio de la calle Baquero continúa en posesión de la Beneficencia Pública de Lima, que utiliza ahora para fines propios. La Escuela de Enfermeras, ahora Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, funciona en el campus norte de la Universidad. La historia se repite en ciclos. La primera piedra del nuevo local de la Facultad se colocó en el campus universitario el 06 de agosto de 2014.

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EL AMBIENTE HOSPITALARIO DE LIMA HACIA 1915 Y EN ADELANTE A pesar de que las murallas de la ciudad habían sido derribadas a finales del siglo XIX, la estructura urbana limeña funcionaba como si estuvieran presentes. Los centros sanitarios se aglomeraban dentro del casco urbano, con algunas excepciones. Hacia 1915 funcionaban el Hospital Santa Ana y el Dos de Mayo como ejes principales de la atención del pueblo. Existían además: El Refugio de Incurables, fundado en 1669 bajo el cuidado de los padres Bethlemitas; tenía salas para menesterosos inválidos de ambos sexos. En 1933 cambió de nombre a Hospital Santo Toribio de Mogrovejo. Hospital Maison de Santé, fundado en 1867 por la Sociedad Francesa de Beneficencia. Tuvo como primer director al Dr. Manuel Odriozola y estuvo bajo el cuidado de las religiosas de la congregación de San José de Cluny. Atendió a los héroes de la Guerra del Pacífico y allí vivió sus últimos días el estudiante Daniel A. Carrión. Funciona en el mismo local de su fundación hasta el día de hoy. Hospital Italiano, fundado en 1881 por miembros de la colonia italiana como José Canevaro y Juan Fígaro, como consecuencia de la ocupación de Lima. Su primer local fue provisional y se llamó Ospedale Italiano Vittorio Emmanuele, que comenzó a funcionar el 20 de setiembre de 1882, bajo la dirección del médico Pietro Bertonelli. En 1892 se trasladó a lo que fue entonces su sede definitiva que se ubicó en la calle San Carlos (hoy Av. Abancay) y fue administrado por las Hijas de la Caridad. En 1958 el Hospital dejó de funcionar y fue reemplazado por un nuevo centro en San Isidro bajo el nombre de Clínica Italiana. Hospital Portada de Guía, creado en 1903 y dedicado a la atención de los afectados por la epidemia de peste bubónica que brotó aquel año en el Callao. Estuvo ubicado en Piñonate, cerca de la antigua portada de Guía de las murallas de Lima y que hoy es parte del distrito de San Martín de Porres. Se edificó sobre una pampa árida, construido de madera y rodeado de vallas y alambres, era atendido por personal con uniforme de cuello alto con botas y

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gorro de hule. Una atmósfera de ácido fénico y de temor rodeaba el lugar. Recibió además a pacientes con viruela y fiebre amarilla. Desde 1910 recibió a los pacientes leprosos, por lo que se denominó Lazareto, debido a que la lepra se conoce como Mal de San Lázaro. Este establecimiento se mantuvo activo hasta la década del setenta. Preventorium Antituberculoso Juan M. Byron, creado en 1916 durante la gestión del Dr. Abel Olaechea, Director de Salubridad, en honor al ilustre bacteriólogo y epidemiólogo, el Dr. Juan Byron, sobreviviente de la Guerra del Pacífico, quien además trabajó en el control de epidemias. Se contagió de tuberculosis y murió poco tiempo después en New York, en 1895. El local del Preventorium se ubicó dentro del Hospital Militar San Bartolomé, en la novena cuadra del Jr. Huanta. Su primer director fue el Dr. Aníbal Crovetto, pionero de la Tisiología en el Perú y le sucedidió el Dr. Max Arias Schreiber, quien introdujo al país la vacuna antituberculosa de Ferrán. El Preventorium funcionó hasta 1943, luego el local pasó a funcionar como Servicio de Urología y Anestesiología del Hospital Militar. Actualmente es el Centro de Salud Raúl Patrucco dedicado al control de las ITS y VIH. Hospital Víctor Larco Herrera, fundado en 1918. Llamado inicialmente Asilo Colonia de la Magdalena, que reemplazó al Loquerío del Cercado. El filántropo Víctor Larco Herrera donó el dinero y el terreno para el nuevo hospital que fue regentado inicialmente por las Hermanas de la Caridad. Hospital del Niño, fundado en 1929 a iniciativa de la dama Juana Alarco de Dammert, quien presidía la Sociedad Auxiliadora de la Infancia. Se instaló en la Clínica Pasteur de propiedad de la Sociedad de Beneficencia, que cedió el local en 1923. Las obras se iniciaron 1924 y se inauguró el 1 de noviembre de 1924, con el nombre de “Julia Swayne de Leguía”, con diversos servicios de hospitalización, consulta extrema y rayos X. El hospital tuvo sucesivas ampliaciones que reflejan el desarrollo de la especialidad y la demanda de la población. En 1992 cambió de nombre a Instituto Nacional de Salud del Niño.

Almenara Irigoyen. Abrió sus puertas el año siguiente para la atención exclusiva de la población obrera del Lima y el Callao. En 1981, con el cambio de la Caja a Instituto Peruano de Seguridad Social, el hospital tomó el nombre de su primer director. Instituto Nacional del Cáncer Enfermedades Neoplásicas, fue inaugurado en 1939, inicialmente fue conocido como Instituto de Radioterapia, luego Instituto Nacional del Cáncer y actualmente Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas. Su primer local estuvo frente al Hospital Loayza, donde hoy funciona el Hospital San Bartolomé. En 1988 el Instituto se mudó a su local en San Borja. Hospital de Collique, creado originalmente como preventorio antituberculoso, en 1939, en un terreno donado cerca del río Chillón. En 1940 fue convertido en Sanatorio para la atención de niños con tuberculosis y fue regentado por las Hermanas Carmelitas. Hacia 1970 se convirtió en hospital general y cambió de nombre a Hospital Sergio E. Bernales. Hospital Bravo Chico, creado en 1943 por la División de Lucha Antituberculosa del Ministerio de Salud, que declaró los potreros del Fundo Bravo Chico de necesidad pública. El hospital se inauguró en 1949. Luego en 1962 se le denominó Hospital del Tórax y en 1969 se convirtió en Hospital General; en 1991 cambió de denominación para convertirse en el Hospital Hipólito Unanue. Hospital del Empleado, creado con los fondos de la Caja Nacional del Seguro Social del Empleado, por iniciativa del entonces Ministro de Salud, Edgardo Rebagliati Martins, quien no pudo ver su obra, pues falleció en 1957. Se construyó en los terrenos originales de la Universidad de San Marcos, que recibió en compensación los terrenos de la Huaca Concha, donde ahora funciona la Ciudad Universitaria. Fue inaugurado en 1958 para la atención exclusiva de los empleados; su primer director fue Guillermo Kaelin de la Puente.

Hospital Obrero de Lima, inaugurado en 1940 sobre los antiguos terrenos de la Huerta del Pellejo, con fondos de la Caja Nacional de Seguro Social Obrero, siendo su primer director el Dr. Guillermo

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LA ORGANIZACIÓN DEL HOSPITAL SANTA ANA HASTA 1924 En un terreno instalado al costado de la Capilla de Santa Ana, en los cuatro solares comprados con los donativos obtenidos por el Arzobispo Jerónimo de Loayza, se iniciaron las obras de construcción del hospital, en marzo de 1548. Se construyeron dos salas, una para hombres y otra para mujeres, con un patio principal de entrada, además de cinco aposentos para almacén de ropa, cocina, despensa, salas de aislamiento de contagiosos y salas para desahuciados. El hospital fue denominado Santa Ana de los Naturales. Luego el hospital de Naturales se unió al Hospital de Españoles. El local original fue destruido completamente en el terremoto de 1687, su reconstrucción ocurrió de 1688 a 1690. El terremoto de 1746 destruyó gran parte del hospital que tuvo que ser acondicionado para albergar a los sobrevivientes y atender a los nuevos pacientes. Desde 1821 se estableció como Hospital Militar de Santa Ana, dedicado a los enfermos, heridos y accidentados de las fuerzas de infantería y artillería, junto con el Hospital de San Andrés. En 1840, ya en funciones la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, el Estado dispuso destinar el de Santa Ana como Hospital General de Mujeres de Lima. En 1858 las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl se hacieron cargo de la administración del hospital, cumpliendo una invalorable obra de educación y protección de los enfermos. Durante aquel periodo el hospital afrontó la epidemia de fiebre amarilla de 1867 a 1885 y la guerra del Pacífico. Luego de la guerra, las Hermanas colaboraron con el Estado y la sociedad en las labores de Reconstrucción Nacional, siendo una parte de ella la recuperación de los hospitales. Desde aquel periodo hasta 1924 el Hospital Santa Ana tenía las siguientes características: •

Servicio de Medicina, compuesto por las salas Santo Toribio, con 30 camas; Santo Domingo, con 41 camas, y San Luciano, con 42 camas (para enfermas tuberculosas).

Servicio Mixto de Medicina, Cirugía y Niños con las salas Santa Isabel, con 30 camas; Santo Tomás, con 28 camas, y de San Vicente, para niñas de 3 a 15 años, con 60 camas.

Servicio de Cirugía y Ginecología con la sala San Pedro, con 31 camas; San Miguel, con 32 camas, y la Sala de La Virgen, con 32 camas.

Servicio de Tocología y de Lactantes, para madres con sus hijos; estaba compuesto por la sala San Antonio de puérperas, con 32 camas; Santa Rosa, para parturientas, con 32 camas, y de San José, con sala anexa para lactantes, con 50 camas.


Servicio Universitario de Ginecología en la sala Las Mercedes, con 12 camas, destinado a la enseñanza clínica.

Servicio de Aislamiento de enfermedades infecciosas, con 12 camas.

El personal médico estaba formado por 6 médicos titulares, 7 catedráticos de la Facultad de Medicina a cargo de los Servicios de Clínica, 7 médicos Jefes de Clínica, 2 médicos auxiliares, un médico a cargo de Laboratorio, otro a cargo de los consultorios externos y dos matronas en la Maternidad. Adicionalmente había 18 practicantes internos y externos, 12 Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl, así como 130 empleados, hombres y mujeres, para los servicios generales y de cocina, lavandería, limpieza y vigilancia. Iniciado el siglo XX, a pesar de las considerables reformas y ampliaciones, el Hospital Santa Ana no respondía a las necesidades de la creciente población limeña y de los nuevos avances de los sistemas de atención. Los señores Alejandro Garland y Enrique del Solar y Mendiburu propusieron, en 1903, la creación de un nuevo hospital de mujeres, propuesta que fue aceptada por la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, nombrándose una Comisión ejecutora presidida por Augusto Pérez Araníbar y conformada además por Jesús Elías y Salas, Felipe Arancibia, Ramón Ribeyro y Juan Stokes. La primera piedra del nuevo hospital fue colocada el 25 de mayo de 1915 y llevaría el nombre de Arzobispo Loayza, el fundador del viejo Hospital Santa Ana.


EL HOSPITAL DOS DE MAYO Muchas decisiones son tomadas cuando la situación apremia. El 1ro de marzo de 1868 se desató una epidemia de fiebre amarilla en Lima que duró hasta el 30 de junio del mismo año. Más de 6.000 enfermos ingresaron a los hospitales en ese periodo. En abril, evaluando la trágica situación sanitaria, la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima tomó la decisión de construir un nuevo hospital. El decreto de creación fue firmado el 1ro de mayo por el presidente provisorio, Pedro Diez Canseco. El hospital llevaría como nombre la fecha de la reciente victoria del Callao frente a la armada española. El 14 de agosto de 1868 se puso la primera piedra del edificio en ceremonia en la que estuvo presente José Balta, Presidente de la Nación. El 28 de febrero de 1875 fue inaugurado el Hospital Dos de Mayo, sucesor del viejo Hospital Real de San Andrés, un nosocomio que venía funcionando desde los primeros años de la Colonia y “donde los enfermos que a él recurrían no siempre encontraban la salud y con frecuencia la muerte”, un comentario algo injusto, pero que refleja la estrechez sanitaria de entonces. El 8 de marzo de 1875 fue el último día del San Andrés y el primero del Dos de Mayo, evento marcado por el traslado de los pacientes. El Hospital Dos de Mayo, construido en un caserío inhóspito de los extramuros de Lima, lugar próximo a la portada de Cocharcas, fue en su momento el más moderno del país. El edificio constaba de amplios patios, jardines, columnatas y salas con una distribución radiada a partir de su patio central y cuya capacidad podía albergar hasta 700 pacientes. Contaba con una Capilla y espacios amplios para la Farmacia, Cocina, Laboratorio, Lavandería, Anfiteatro y Mortuorio. El hospital estaba frente a un descampado en el que luego se hizo una plazuela. Durante la Guerra del Pacífico el hospital fue ocupado por las tropas chilenas durante casi tres años. Años después, en l885, el joven estudiante Daniel Alcides Carrión se inoculó un extracto de la verruga en la sala Nuestra Señora de las Mercedes El Hospital fue administrado por las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl, la Primera Superiora, sor Elena Reignier llegó a Lima en 1858 y ejerció el cargo hasta su fallecimiento, en 1892. Las siguientes Superioras fueron sor Rosa Faye (1892-1894), sor Marta Crepey (1895-1904), sor María Revil quien fue la Superiora al momento de crearse la Escuela de Nurses y Enfermeros, ejerciendo el cargo hasta 1931.


Dise単o original del hospital





El 23 de febrero de 191 se inauguró en Lima la Asistencia Pública; contaba entonces con seis puestos de socorro correspondientes a los seis cuarteles en los que se dividía la capital. Su sede central estaba en la calle León de Andrade; disponía de un consultorio general, una sala de Cirugía, una sala de niños y un servicio de camillas para acudir a las llamadas en caso de accidentes. Su fundador fue el Director de Salubridad, don Lauro Curletti (1881-1949).



CapĂ­tulo 5 Escenas de la vida diaria


C

asi desde los inicios de la Escuela las estudiantes vivían bajo la modalidad de Internado en el local de la institución, lo que para sus fundadoras era condición indispensable para una sólida formación profesional. Durante los primeros años de la Escuela, cuando no tenía local propio y funcionaba en el Hospital “Dos de Mayo” y en el Hospital “Santa Ana”, las estudiantes pernoctaban en los pabellones del hospital, en habitaciones adaptadas para tal fin. Al mudarse al Hospital Nacional Arzobispo Loayza se instaló el régimen de Internado en el local de la Escuela y se continuó con el régimen de pernoctar en los pabellones de hospitalización. Años más tarde, el edificio de la calle Baquero fue construido para alojar a todas las estudiantes durante sus tres años de formación. Esto hacía que la vida diaria tuviera un estilo peculiar, impregnado por una rígida obediencia al horario, el que empezaba al amanecer, con una disciplina para mantener el orden y la limpieza. Hasta la recreación estaba programada en horas exactas de la noche, para permitir el descanso oportuno. Estaba prohibido el ingreso de personas ajenas a la institución. Bajo autorización de las Hermanas las visitas solo eran atendidas en el recibidor del local, una antesala cercana a la puerta de calle.

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Las estudiantes tomaban sus alimentos en el comedor de la Escuela y tenían horarios de esparcimiento en el “Salón de Recreo”. Las salidas fuera de las instalaciones se daban los fines de semana y con la debida autorización de la Directora de la Escuela. Todas tenían un patrón de comportamiento acorde con lo que la sociedad de entonces consideraba para una señorita. En 1946 se creó el Comité de Orden y Disciplina de la Escuela Nacional de Enfermeras (COODENE)4, conformado por estudiantes de cada uno de los tres años de estudio, las que eran elegidas por sus pares; ejercían sus funciones bajo la asesoría de una religiosa docente. Este comité velaba por mantener un comportamiento adecuado y disciplinado de las estudiantes, a través del control por sus pares, y que tenía la facultad de dictar sanciones cuando lo considerara necesario5. Las sanciones iban de lo simbólico, como el retiro de la cruz de la toca, hasta la suspensión temporal de clases. A lo largo del tiempo el alumnado creció considerablemente, sobre todo debido a la demanda de profesionales en el mercado laboral. En 1973 se contaba ya con 232 alumnas matriculadas y el local tenía una capacidad

4 Zárate León, M. (2013). De Escuela a Facultad. Transiciones en la Educación de la Enfermería en el Perú. Lima: Universidad Peruana Cayetano Heredia. 5 Libro de Actas del COODENE. Archivo Institucional.


de albergue de 1806. En ese año el régimen de Internado dejó de aplicarse para instalar la modalidad de Residencia solo para aquellas alumnas que procedían de provincias. Las estudiantes que vivían en sus casas acudían a las instalaciones de la Escuela para recibir clases o para utilizarlas como sede de coordinación antes de acudir a las prácticas clínicas o comunitarias. Sin embargo, las prácticas religiosas, como la misa en celebraciones solemnes, así como las actividades deportivas y recreativas nunca dejaron de practicarse en el local de la calle Baquero. Algo muy destacable en la época de Internado era la convivencia en grupo. La presencia del alumnado en actividades sociales era total; en esas reuniones se mantenía el orden y la disciplina. Las alumnas se emplazaban en una formación coordinada y uniforme, ofreciendo al mismo tiempo un mensaje de unión y solidez. Una ceremonia importante en la vida estudiantil era la recepción de las nuevas alumnas y la asignación de “Hermanas Mayores”. Al ingresar una nueva promoción todo el equipo docente y el estudiantado daban la bienvenida a las ingresantes, a las que se les asignaba una alumna de un año superior como “Hermana Mayor”, quien debía velar por la adaptación 6 Tavera, F. (2004). Historia de la Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza 1915-2003. Lima: Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.

de la nueva estudiante a la vida del Internado. Desde esta práctica se fomentaba el espíritu de solidaridad y el cuidado del “otro”1. Las celebraciones por el aniversario de la Escuela y por el Día de la Enfermera eran otra tradición. Dichas celebraciones usualmente se realizaban durante una semana completa, pero sin interrumpir el normal funcionamiento académico. Usualmente las actividades se desarrollaban en horas fuera de clase, salvo la actividad central que era en las mañanas. Las celebraciones incluían actividades sociales, como fiestas, campeonatos deportivos, así como actividades culturales, religiosas y académicas. Además las alumnas del primer año de estudios celebraban el día de la primavera en la Casa Santa Inés de las Hermanas Vicentinas en Chaclacayo. Las alumnas del segundo año realizaban una excursión y las de tercero un retiro espiritual. Las Hermanas de la Caridad impusieron una práctica rutinaria de la religión, no solo a través de los cursos de Cultura Religiosa, sino en los ritos católicos, como misas, oraciones y procesiones internas. La misa que servía para agradecer las bendiciones otorgadas por el Señor era una práctica habitual en toda ceremonia de la Escuela y actualmente continúa en la Facultad de Enfermería. En los eventos protocolares de aniversario siempre había la misa solemne ofrecida por los cardenales de la época o sacerdotes destacados.

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La Belle Epoque limeña se vivió intensamente en la confitería llamada Palais Concert, centro de reunión para la tertulia literaria, la farándula y la discusión política. El local, ubicado en la esquina de la calle Baquíjano y la calle Minería (actuales Jirón de la Unión y avenida Emancipación), fue construido en 1913 por el agricultor peruano Genaro Barragán quien luego lo alquiló a los señores Visconti & Velásquez. Tenía dos plantas y un sótano. En la planta superior funcionaba como alojamiento y el sótano albergaba al Cine Imperio. Pero la planta a puerta de calle fue la que le dio fama, constaba de dos salones con las paredes cubiertas de espejos, cristales de Venecia, fanales multiplicadores de luz, arañas, lámparas, columnas con capiteles recargados de hojas de acanto, esculturas de mármol, yeso, estuco y alabastro, ornamentos arquitectónicos art nouveau, decenas de mesitas circulares pintadas de blanco, sillas de mimbre, vitrinas repletas de delikatessen, una zona de bar y un gran salón. Este local alumbró la vida nocturna de Lima donde se acudía para conversar, ser visto, escuchar música y enterarse de las últimas noticias y chismes de una ciudad que comenzaba a trasnochar. El Palais Concert era poblado por una fauna de intelectuales, periodistas, escritores, artistas y bohemios, entre ellos destacaba la figura de Abraham Valdelomar ‒el Conde de Lemos‒; formaban parte de su corte: Alfredo Gonzales Prada (hijo de don Manuel), Félix del Valle, Pablo Abril de Vivero, Alberto Ulloa, Percy Gibson, Alberto Hidalgo, Luis Alberto Hidalgo, César Falcón, José Carlos Mariátegui y algunas veces César Vallejo, mientras estuvo en Lima. Desde aquel legendario café se crearía la vanguardia literaria, sería lugar de las travesuras de los señoritos, local para declamar poemas, discutir ensayos y abrigar las discusiones políticas. Sería además el lugar de concebir los temas de la Revista Colónida (órgano oficial del grupo del mismo nombre), así como de innumerables columnas periodísticas en el diario La Prensa, cuya redacción quedaba a una escasa media cuadra. La Belle Epoque tiene su epítome en Abraham Valdelomar de quien se dice acuñó esta frase: "El Perú es Lima. Lima es el Jirón de la Unión. El Jirón de la Unión es el Palais Concert. Luego, el Perú es el Palais Concert."


HISTORIA DE LA RADIO EN EL PERÚ OAX fue el austero nombre de la primera estación de radio en el Perú, de propiedad de la Peruvian Broadcasting Company, con el apoyo de los servicios de radiocomunicaciones del Ejército y la Marina, obtuvieron, por resolución suprema, los derechos de uso de la radiotelefonía, los que pertenecían al Estado. La OAX fue inaugurada oficialmente a las 11:30 am del 20 de junio de 1925 con un discurso del presidente Leguía, en una emisión que fue escuchada en la Plaza de Armas y en la Plaza San Martín, gracias a receptores colocados en ambas plazas. Ese mismo día, por la noche, el poeta José Gálvez difundió un programa de corte literario con lo que instauró la programación habitual que iba de 9 a 11 pm. La empresa vendía los receptores de radio, pero el negocio no funcionó por los altos precios de los equipos, por lo que la empresa transfirió sus acciones al Estado. Años después, la OAX fue Radio Nacional del Perú y debutó con equipos modernizados con el apoyo de la firma inglesa Marconi´s Wireless Telegraph Co. Ltda. La nueva estación operaba con dos frecuencias, la OAX4A y la OAX4Z que comenzó a funcionar el 30 de enero de 1937, en el local de la avenida Petit Thouars 447. La denominación OAX se debe a la regulación internacional donde la O corresponde al Perú. A partir de 1937 la radio adquirió un matiz comercial y de entretenimiento, se lanzaron las radios Grellaud (luego Lima), Weston (luego Goicochea), Miraflores y Colonial. Se diversificó la oferta musical ayudada por la aparición de los discos de vinilo. Entonces Lima se convirtióe en una ciudad unificada en noticias y en música. En los hogares, las familias solían congregarse alrededor de un equipo de radio, como lo haría la televisión décadas más tarde. Con la captación de las bandas de onda corta, la población peruana escuchaba las noticias de otras partes del mundo a través de la BBC de Londres, radio Caracol de Colombia, la Voz de América, radio Berlín, entre otras. Por ejemplo, a través de la BBC se conoció de primera fuente el final de la Segunda Guerra Mundial. Las dos décadas siguientes fueron de apogeo radial, en los 40 aparecieron nuevas estaciones como Callao, Mundial, América, Central (ex Goicochea), Victoria, Libertad, Selecta, Colonial, Onda Popular, Excelsior, y en los 50, El Sol, Inca, La Crónica, 1160, Atalaya, Panamericana, Reloj, Santa Rosa,. La radio se convirtió en un vehículo de transmisión de noticias, de entretenimiento (programas musicales, humor-


ísticos, radioteatros y de concursos). Algunas radios tenían un elenco musical estable, unas leían noticias de los diarios, otras contaban con un staff de periodistas que elaboraba sus propios noticieros. El destacado noticiero El Panamericano, que tenía en locución a Ernesto García Calderón y Humberto Martínez Morosini, tuvo como director periodístico a un joven Mario Vargas Llosa. Un tema aparte fue la producción de radionovelas, que paralizaban la ciudad durante su emisión. La emisión más famosa fue El derecho de nacer, radionovela de origen cubano. El éxito de las radionovelas se replicó a nivel local y Algunas estaciones de radio contaban con un auditorio donde el público podía asistir libremente, como radio La Crónica, Victoria, Nacional, América, Central, El Sol, entre otras. Las primeras emisiones de las radionovelas duraban tres minutos, las que fueron extendiéndose hasta los 30 minutos. En 1956 la radio sufrió un cambio marcado por la aparición de la televisión, por lo que tuvo que diversificar su oferta, creándose estaciones dedicadas especialmente a un género musical o a las noticias. En los años 60 se crearon radio Cien, del Pacífico, Continente, Agricultura, Radio Programas del Perú, Tigre, Unión, Oriente, Radiomar. Desde entonces las radios se han visto afectadas por la introducción de diversas tecnologías, como los reproductores de sonido, casetes, walkman, iPod, MP3 e Internet, desde donde las emisiones puedan ser escuchadas a través de un Smartphone. Las radios ahora son manejadas por corporaciones y se difunden adicionalmente a las ondas electromagnéticas a través de sus portales web.

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La Guardia Vieja es un término que define el periodo de la música criolla comprendido desde fines del siglo XIX a 1920, en que los géneros predominantes, el vals y la polca, sirvieron para animar las jaranas de los barrios populares de Lima. Jarana significa “diversión nocturna de carácter popular”, definida así por Juan de Arona en su Diccionario de Peruanismos. En aquella época las canciones no tenían autor conocido, aunque algunas eran musicalizaciones de los poemas de entonces, la letra y música era transmitida por medio de la cultura oral y no pocas veces algunas estrofas eran modificadas por los sucesivos intérpretes. La música criolla y la jarana tuvieron una interesante evolución social a lo largo del siglo XX. Un evento capital ocurrió cuando 182 piezas musicales del vals criollo de la Guardia Vieja fueron inmortalizados, allá por 1912, en los estudios Columbia Phonograph and Company de Nueva York, por el dúo Montes y Manrique. El 28 de agosto de 1911 se embarcaron, en el vapor Uruguay, Eduardo Montes y César Augusto Manrique con el propósito de grabar canciones peruanas en discos y cilindros fonográficos. El dúo grabó 91 discos haciendo «la primera recopilación de la música popular costeña del siglo XX» al decir del historiador Jorge Basadre. Un gran esfuerzo sumado al de doña Rosa Mercedes Ayarza de Morales. Las canciones ya eran grabadas en rollos para la pianola o en discos de 78 rpm (revoluciones por minuto) y tocadas en un gramófono activado por una manivela. El repertorio de la música criolla se componía, además de valses y polcas, de yaravíes, tristes, tonderos, marineras y zamacuecas. Las jaranas se armaban de manera espontánea en los espacios populares de la época como callejones, chinganas, fondas y chicherías, siendo animadas por pisco, guitarra y cajón. En esta época aparece Felipe Pinglo, el bardo de los humildes, y en ella los autores e intérpretes de la música criolla adquieren el estatus de artistas. Los músicos grababan sus interpretaciones y composiciones en la incipiente industria fonográfica (la Víctor Talking Machine y la Columbia); las canciones se transmitían a través de la radio y en los folletos impresos dedicados a la difusión musical, como El Cancionero de Lima. En la década de los 30 la música criolla llegó a la radio, pero permanecería confinada en las clases populares y en los nuevos

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barrios de obreros que circundaban la capital. Mientras tanto, las elites preferían los valses vieneses, la zarzuela, el one step, el tango y sonidos caribeños como la habanera y el son. El 14 de octubre de 1944, el presidente Manuel Prado estableció el día de la Canción Criolla, el 31 octubre, una oportunidad para festejar nuestra música popular. A partir de los años 50 la canción criolla trasciendió las clases sociales y llegó a las casas aristocráticas y a las clases medias. La jarana entonces se vistió de gala. Desde el cuarto piso de la antigua sede del Ministerio de Educación (en la Av. Abancay, frente al Parque Universitario) se emitió la primera señal de televisión en el Perú. Era el 17 de enero de 1957, fue el producto de la Escuela Electrónica financiada por la UNESCO, la señal pertenecía al Canal 7. Posteriormente, en diciembre de 1958, se iniciaron las transmisiones del Canal 4 y, un mes después, las transmisiones del Canal 5. En octubre de 1959 debutó el Canal 13 y, en 1983, el Canal 2. En aquella época, los televisores eran en blanco y negro y activados por tubos, donde había que esperar unos segundos para que la imagen apareciera en pantalla. Se transmitían películas o series importadas, mientras que los noticieros eran de producción local, así como la publicidad que no era grabada, sino actuada en vivo cada vez que aparecía la tanda comercial. La televisión cumplió, al igual que años anteriores con la radio, un rol integrador de la sociedad. Así como la ciudad de Lima quedaba enclaustrada en sus casas escuchando las transmisiones por radio durante el almuerzo, en una época en que existía el horario partido para el trabajo y los estudios (turnos de mañana y tarde con un espacio de dos horas para el almuerzo), con el tiempo se hizo costumbre que la ciudad quedara vacía ante la transmisión televisiva de algún programa de concurso, documental, telenovela o evento deportivo. La vía satélite y la llegada de los televisores con transistores hicieron que se masificara la difusión de equipos y que la imagen y noticias se difundan más rápido. El país comenzaba a compartir cierta identidad, que se iba acercando además con los medios de transporte terrestre y aéreo. De acuerdo al Censo de 1972 solo el 18% de viviendas de Lima tenía un televisor, en 1982 esta cifra subió a 62%. La televisión se colocó como una prioridad para difundir los mensajes de los medios de poder. Actualmente no se concibe una campaña de medios sin el apoyo de la TV, que ha tenido como hitos importantes la llegada del color a fines de los 70 y las transmisiones por cable en los 90.

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Se hacía llamar Norka Rouskaya, pero nació en Suiza, en el cantón italiano de Ticino, con el nombre de Delia Franciscus. Lo suyo era la música, fue «pianista eximia y violinista admirable» al decir de uno de los cronistas de época que firmaba como Clovis en El Comercio. Norka Rouskaya se consagró en Europa y decidió hacer una gira por América, siendo en Buenos Aires donde incorporó la danza selecta a sus presentaciones, siguiendo la moda impuesta en los Estados Unidos por Isadora Duncan, de bailar con los pies desnudos y solo con una túnica. Tres bailarinas alborotaron la ciudad de Lima que, aunque algo aldeana y pacata, disfrutaba del ballet, el teatro y la zarzuela. Primero fue la joven belga Felyne Verbist, quien en su presentación en el Teatro Municipal encandiló al único hijo de don Manuel Gonzáles Prada, el que la siguió hasta la Argentina. Luego, en 1916, llegó la bailarina española Tórtola Valencia que había incorporado danzas orientales y alterado el ambiente artístico de la ciudad con «su arte exquisito, pluscuamperfecto y sublime» al decir del periodista Juan Croniqueur. El 25 de mayo de 1917 Lima se rindió al talento de la danza moderna de la prima ballerina Ana Pávlowa. La ciudad de Lima anhelaba ya la presentación de tales artistas y por ello la Rouskaya anunciaba su llegada vía cables desde ciudades distantes, que Juan Croniqueur se encargaba de rebotar en el diario El Tiempo. Una vez en Lima, la Rouskaya se presentó en los teatros Colón y Municipal. Su performance se dividía en dos actos, la ejecución del violín (Debussy, Schumann, Poncielli) y la danza interpretativa (Tchaikovsky, Grieg, Chopin). La presentación inicial fue un éxito, como lo fueron las subsiguientes. Pero había más. Estando en el Hotel Maury, en una tertulia con artistas y escritores, entre ellos varios de los colónidas, Norka Rouskaya se entusiasmó con la idea de ejecutar una performance en el Cementerio. No se sabe de quien fue la idea. El joven periodista José Carlos Mariátegui se encargó de los permisos ante la Sociedad de Beneficencia de Lima. Convenció a su amigo, Juan Vargas Quintanilla, oficial primero de la Beneficencia para obtener el permiso ante el Inspector de aquella, Pedro García Yrigoyen. Ante la insistencia de los jóvenes, el Inspector aceptó la visita nocturna a condición de que estuviera presente el administrador del Cementerio General, el Sr. José Valega. De este modo, la medianoche del 4 al 5 de noviembre de 1917 enrumbó la comitiva al Cementerio Presbítero Maestro. El Sr. Valega facilitó el ingreso al camposanto de Norka Rouskaya, su madre, los colónidas César Falcón y José Carlos Mariategui, el violinista Cáceres y algunos empleados. La comitiva caminó por

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el Panteón viejo hasta detenerse en el mausoleo a Ramón Castilla, donde se prendieron unas velas y el violinista ejecutó la Marcha Fúnebre de Chopin. Norka Rouskaya, ya envuelta en una túnica blanca y con el pelo suelto, interpretó la marcha danzando en forma sublime, sensual, con toda la expresión de su arte. Aquí la historia se quiebra en dos, para unos el Sr. Valega, retrasado unos metros, interrumpió airadamente la performance aduciendo una profanación del camposanto, algunos empleados alertaron pronto al Prefecto Arias, quien con policías de la comisaría de Ate arrestó a los profanos: Rouskaya, Mariátegui y Falcón. En la otra versión se menciona que la performance de la Rouskaya fue tan intensa que todos quedaron absortos, hasta que uno de los empleados huyó despavorido y, que alertados por el ruido, irrumpieron los policías en el panteón. Lo cierto fue que la artista y sus acompañantes regresaron a la ciudad y al día siguiente fueron arrestados y enviados, la Rouskaya a la penitenciaria de Santo Tomás, cárcel regentada por religiosas, y Falcón y Mariátegui a la Prefectura. Los diarios La Prensa, El Tiempo, La Unión y La Crónica, así como la Revista Variedades dieron sus versiones. El escándalo se ventiló en el Congreso y se pronunció el Vicariato, haciendo misas de desagravio. La Rouskaya fue conminada en la cárcel a rezar tres Aves Marías para pedir perdón, solicitud que la danzarina aceptó. El senador Mariano H. Cornejo dio un discurso eximiendo de culpa a los implicados y cerrando el debate congresal. Los diarios se inclinaron por disculpar la travesura. El Libro de actas de la Sociedad de Beneficencia consigna los alegatos de Augusto Pérez Araníbar, Pedro García Irigoyen, Miguel Aljovín, Monseñor Belisario Philipps, entre otros, en una asamblea se decidió exculpar al Inspector del Cementerio y despedir al Sr. Vargas Quintanilla. Para entonces Norka Rouskaya, ya en su departamento, daba conferencias de prensa y pronto abandonaría el país para continuar su gira. Mariátegui y Falcón quedaron libres y emprendieron su defensa en los diarios, sobre todo contra sus adversarios, uno de ellos Clovis (Luis Varela y Orbegoso), quien retiró algunos infundios expresados al calor y premura del escándalo. El periodista Juan Croniqueur, que no es otro que José Carlos Mariátegui, renunció al Círculo de Periodistas. El Sr. José Valega, administrador del panteón continuó en su cargo. Años más tarde, su hijo, el médico José Francisco Valega, y conocido del colónida Abraham Valdelomar, rememoraría a la distancia este hecho numerosas veces, acaso algunas veces en sus tertulias literarias o con otros docentes, como él, de la entonces Escuela Nacional de Enfermeras.

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La primera función de cine en el Perú tuvo como invitado de honor al presidente Nicolás de Piérola. Era el 2 de enero de 1897, el equipo de proyección era elVitascope de Edison, el local, la Confitería Jardín Estrasburgo, ubicado en la Plaza de Armas. Exactamente un mes después, el 2 de febrero, se presentó en sociedad el Cinematógrafo Lumiere. Eran los años de la Reconstrucción Nacional, luego de la guerra del Pacífico. La llegada del cine significó además la grabación de imágenes móviles que en sus inicios capturaron los paisajes peruanos. El 23 de abril de 1899, en el Teatro Politeama ‒donde Manuel Gonzáles Prada diera su célebre discurso‒ se proyectaron vistas móviles de la Catedral de Lima, el Camino de La Oroya y Chanchamayo, a través de un aparato denominado Estéreo-Kinematógrafo. La primera sala de cine diseñada para tal fin fue el Cinema Teatro, ubicada en la esquina de la calle Belén y Faltriquera del Diablo (en la actual Plaza San Martín), con una capacidad para 500 personas. Asimismo, en la ciudad aparecieron las carpas de cine, que eran similares a las del circo, pero para la proyección de películas, algunas de ellas se ubicaron en la Plaza San Juan de Dios (actual San Martín); el cine carpa Edén, en el barrio de Montserrat. Los cine carpa eran baratos y los preferidos por las clases populares. Mientras que la aristocracia local veía el cine en los cafés, como el Bijou, Ratto o el D’Onofrio. Hacia finales de los años veinte, los cines trascendieron la Lima cuadrada y se ubicaron en el Rímac, La Victoria, Barranco, Magdalena Vieja, Miraflores, Chorrillos y el Callao. La época de los cines llegó para quedarse en salas acondicionadas especialmente. La primera película peruana con argumento fue una comedia, Negocio al agua, filmada por Jorge Goitizolo, quien operaba la Empresa del Cinema Teatro, que fue la productora del filme. La segunda película producida también fue cómica, Del manicomio al matrimonio, se estrenó el 18 de junio de 1913. En los años siguientes el cine se consolidaría como entretenimiento, superando al teatro, la zarzuela y la ópera, actividades sociales impulsadas por la elite en su afán de modernizar la sociedad. El cine además sería el testigo visual y divulgador del acontecer nacional registrando, tanto espectáculos frívolos, como revueltas, tiroteos y otras conmociones sociales. El 26 de julio de 1922 se estrenó el primer largometraje argumental peruano, Camino de la venganza. Mientras tanto, las salas de cine proyectaban la producción cinematográfica de Estados Unidos y Europa. El cine sonoro peruano se estrenó en 1936 con la película Buscando olvido. En 1937 se formó la compañía Amauta Films que tuvo una intensa actividad hasta 1940, produciendo películas de corte costumbrista que capturaban a personajes y modos de la sociedad limeña de entonces.

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En 1898 abrió sus puertas el bazar Harten y Cía., dedicado a la venta de mercería y géneros importados de Europa. Años después, este bazar fue comprado por el comerciante alemán Leonardo Oeschle Yunk, quien decidió ampliar el negocio abriendo nuevos locales en las calles Judíos, Mercaderes y Portal de Botoneros. Estos almacenes estaban dedicados a las ventas al por mayor, ahora bajo el nombre de Compañía A.F. Oeschle. Con el tiempo estas tiendas se fusionaron en un solo local de cuatro pisos: en el primer piso se vendían los artículos de seda, algodón, lana, hilos, la pasamanería y los artículos de perfumería; en el segundo piso, calzado para damas, géneros para muebles, tapices para cortinas y sedas más finas; el tercero se dedicaba a la venta de sombreros para damas y niñas, así como alfombras; en el cuarto, se concentraban los talleres de confección de ropa a medida para damas y niños. La ciudad de Lima adquirió entonces un nuevo aire, la venta por secciones. Estos almacenes estuvieron dirigidos sobre todo a las clases altas, en una época en que la ropa que usaban los limeños era confeccionada a la medida por costureras y sastres. Con el tiempo aparecerían sucursales de los grandes almacenes parisinos como Bon Marché, Galeries Lafayette y Printemps, así como la Casa F., Gulda, dedicada a la importación de telas y cueros. En forma paralela, comerciantes como Tanchang y Powsang abrirían almacenes con productos para el vestido y calzado de procedencia china, los cuales estaban dirigidos al consumo de las clases media y pobre. En la década de los cincuenta llegó al Perú la firma norteamericana Sears Roebuck, que inició una nueva era comercial ampliando las secciones de los almacenes con la venta de juguetes para niños, muebles y otros productos para el hogar, sobre todo los electrodomésticos. Su ejemplo sería seguido en los años siguientes, aunque algo tímidos por las restricciones a la importación y la crisis económica. Los grandes almacenes o llamadas ahora tiendas por departamentos, han alcanzado su esplendor a inicios del siglo XXI, consolidando una tendencia que deviene en global.

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El sancochado, el anticucho, la papa rellena, la causa limeña, el olluco, el arroz con pato, el pescado en escabeche, entre otros, fueron los platos populares que acompañaron a los caldos de carne como la cazuela y el chupe, al estofado y los platos fríos de inicios del siglo XX. Las casas aristocráticas contaban con cocineros y sirvientes, por lo que comer en la calle era inusual; en aquellas casas los cocineros eran franceses. En cambio, en las casas populares la cocina estaba a cargo de la mujer de la casa y, en algunos hogares de la clase media, el cocinero era chino. La composición de la dieta también era distinta, la más criolla para el pueblo, la más europeizada para la aristocracia. Para comer en la calle, dependiendo del gusto y del bolsillo, estaban las fondas, pulperías, restaurantes, cafés o picanterías. Para tomar existían la chicha, el pisco o el vino. Comer fuera de casa se convertió en una costumbre limeña cada vez más común. Los inmigrantes europeos iniciaron el negocio de los restaurantes, los establecimientos de cocina francesa eran considerados de primera clase y los de cocina italiana como de segunda; en orden decreciente venían las picanterías y fondas de comida criolla y al último, las fondas administradas por chinos, quienes abarataron notablemente las comidas haciéndose muy populares. La mayoría de chinos se concentró alrededor del Mercado Central, de este modo se consolidó el Barrio Chino como centro comercial y de medio difusor de la cocina china que por barata era consumida por indígenas y negros. Con la consolidación de las comunidades de inmigrantes, como la italiana y la china, se introducirían nuevos platos y sabores en la cocina. Las fondas y panaderías de italianos aportarían las pastas, la fugaza, el pastel de acelga, la biscotela, el panetón, los embutidos, la salsa «al pesto» hecha en base a la albahaca. Los chinos crearían la cultura del Chifa, restaurantes frecuentados por el pueblo y la bohemia, que contaban con amplios salones destinados a las celebraciones sociales de las familias o grupos. Pero el principal aporte de la cocina china es el arroz, que se incorporó rápidamente como infaltable acompañante de los guisos peruanos; le sigue el sillao (salsa de soya) y la peculiar y peruana forma de comer el wantán (frito). En los años cincuenta, un ingeniero suizo radicado en Lima crearía un sistema especial de cocción, a la brasa, que inauguraría una nueva cultura culinaria, las pollerías. En este sistema los pollos son ensartados en una varilla que gira constantemente sobre su eje, lo que permite una cocción uniforme. Durante los años sesenta, el pollo a la brasa era servido en canastas personales y la presa era consumida usando las manos, al final del banquete el mozo traía un aguamanil que contenía agua tibia con limón para que los comensales quedaran con las manos limpias.

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Sports fue el nombre con el que se les conoció inicialmente. Llegaron a fines del siglo XIX de la mano de los inmigrantes europeos y rápidamente se les asoció con la idea de modernidad, de recreación y de función educativa. Luego, el ejercicio recreativo fue tomado como una medida de higiene y conservación de la salud. En el caso de las mujeres los ejercicios físicos recomendados, «adecuados a la debilidad de sus cuerpos»,al decir de Sebastián Lorente, fueron las marchas a pie, carreras y natación. En 1896 el gobierno de Nicolás de Piérola esbozó un reglamento de la instrucción física y moral en los colegios, pero recién en 1903 se oficializóla enseñanza de la Educación Física en los colegios, la que luego se complementó con la llegada de los Boy Scouts al Perú. La gimnasia se instaló en los colegios de la clase alta, de la mano de instructores extranjeros. En 1904 llegaron de Alemania las primeras docentes, Gertrudis Jaschke y Margarita Hoper, contratadas para la formación de mujeres en kindergarten, trabajo manual y ejercicio físico; por primera vez se reconocía que el deporte no masculinizaba a las mujeres. A inicios del siglo XX se construyó un velódromo y canchas para el futbol, rugby y cricket en los terrenos de la Hacienda Santa Beatriz, adyacente al Parque de la Exposición, en lo que hoy es el Parque Hernán Velarde. Las colonias de inmigrantes y miembros de la elite modernizadora del país crearon sus clubes: Club Lima Cricket and Lawn Tennis (ingleses), Verein Germania (alemanes), Club Regatas de Chorrillos, Club Lawn Tennis de la Exposición, Club Internacional Revólver, Unión Ciclista. A estos clubes se ingresaba mediante una selección y pago de mensualidades. El deporte tomó mucho tiempo en implementarse como medida rutinaria en los colegios privados y fiscales. En el caso particular de las jóvenes, aparecieron conflictos con algunos padres de familia que consideraban el deporte como nocivo y deformador de los gráciles cuerpos femeninos al transformarlos en toscos. Años más tarde se iniciaría una gran polémica pública en torno a la adopción del ciclismo por las mujeres. Gran parte del discurso tradicional de la sociedad confería el rol femenino al cuidado del hogar y la maternidad y en espacios privados, la práctica del ciclismo por ellas atentaba contra su feminidad, con el agravante del riesgo de perder la virginidad o masculinizarse. Sin embargo, el nuevo discurso del deporte como beneficioso para una buena salud, la conservación de la belleza femenina y la mejora en la crianza de la familia se terminó por imponer. El ciclismo abrió nuevos espacios a la mujer que ahora tenía más libertad de acción; manejar bicicleta fue un triunfo que se consolidó con los años y se mantuvo con la creación de clubes como el Círcolo Sportivo Italiano. Asimismo, la práctica del deporte femenino impuso un cambio en el vestuario, no se podía correr, practicar el tenis o la natación ni realizar juegos colectivos con los rígidos corsés de entonces. Los años veinte marcaron una época en la que las mujeres acceden con mayor frecuencia al ejercicio de deportes al aire libre, ya practican voleibol, basquetbol y natación como parte de sus actividades normales, así como en competencias nacionales e internacionales.

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CapĂ­tulo 6 Planes de estudio


L

os planes de estudio, armazón académico y base de la formación de todo estudiante, fueron siempre un reflejo de la concepción filosófica, científica y cultural de cada época. A lo largo de la historia de la Escuela los planes se han modificado siguiendo no solo las corrientes de entonces, sino ajustándose al contexto social y a la realidad sanitaria del Perú. En el momento de su creación, en 1915, los planes de estudio no contemplaban el concepto de créditos académicos y fueron trazados por médicos. Las clases eran divididas entre Teoría (Anatomía y Fisiología Humana, Medicina, Cirugía, Obstetricia, Pediatría, Higiene, Química Básica y Bacteriología Básica) y Práctica (cuidados del paciente y su entorno, colocación de vendajes, masajes, baños medicinales con hierbas, ventosas y fomentos). Los alumnos trabajaban durante la mañana en el hospital, por lo que recibían una propina, y atendían clases durante la tarde en el mismo hospital 7.

7 Tavera, F. (2004). Historia de la Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza 1915-2003. Lima: Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. 124

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Bajo la dirección de las Hermanas de la Caridad y en el nuevo local del Hospital Loayza los planes de estudio cambiaron, introduciéndose el bloque de cursos pertenecientes al área “Arte de Enfermería”, así como el área “Arte de Enfermería en Medicina”, separando claramente los campos de ambas profesiones. Para entonces las prácticas clínicas en el hospital ocupaban el 70% de la carga académica de las estudiantes. En el año 1952 se estableció que las estudiantes debían completar, para su formación, 4.500 horas de entrenamiento; en este año se incluyó la materia “Salud Pública”1. En 1970 la formación de enfermeras empezó a desarrollarse en 4 años calendario, con solo un mes de descanso entre un ciclo y otro, completando un total de 10 semestres académicos1. En 1976, el Comité Permanente de Control de Escuelas de Enfermería (CPCEE), dependiente del Ministerio de Salud, encargó a la Asociación Nacional de Enfermeras Docentes plantear una reestructuración curricular. El resultado fue un nuevo currículo con una duración de 10 ciclos académicos, 200 horas créditos y 5.152 horas (57% correspondiente a teoría y el restante a la práctica)8. El currículo de formación de la Escuela se agrupó, a lo largo de los años, en 8 bloques temáticos: 1. Ciencias biológicas y afines, 2. Ciencias Sociales, 3. Filosofía, Religión y Ética, 4. Ciencias Exactas, 5. Ciencias de la Comunicación, 6. Ciencias Médicas, 7. Enfermería y 8. Arte y Deporte2.

8 Zárate León, M. (2013). De Escuela a Facultad. Transiciones en la Educación de la Enfermería en el Perú. Lima: Universidad Peruana Cayetano Heredia.


Sin embargo la cantidad de horas dedicadas y la distribución de contenidos no ha sido siempre la misma, fue variando de acuerdo a las exigencias de la época. Por ejemplo, es hasta los años setenta y ochenta que se introducen los cursos de Liderazgo en Enfermería y Enfermería en la Comunidad, el que reemplaza a Enfermería de Salud Pública.

Universitario, el año 2013. El nuevo currículo incluye asignaturas novedosas como Gestión de la Información Científica, con el afán de fortalecer, en la nueva egresada, las capacidades necesarias para la búsqueda de información científica, lectura crítica, redacción y producción científica.

A mediado de los años ochenta se observa una mayor concentración de horas en cursos de ciencias sociales, como Sociología, Antropología y Medicina Tradicional, reflejando la importancia que se daba entonces a las Ciencias Sociales en un país con movimientos sociales en explosión y una realidad política sacudida por el terrorismo y la crisis económica. De manera similar sufrieron cambios los cursos de las llamadas ciencias médicas, dado que dicho contenido se integró, en mayor medida, a los cursos de Enfermería, tratando de dar una concepción más integral del ser humano y una visión holística del cuidado de Enfermería. Para aquella época las estudiantes debían cumplir 5.642 horas crédito, con un total de 31 asignaturas, las que ya incluían las horas de práctica en instituciones de salud2.

Una de las fortalezas históricas que no pierde vigencia en la formación de los estudiantes es el número de horas de práctica que deben realizar los estudiantes en cada curso de Enfermería. Para ello la Facultad establece convenios de colaboración interinstitucional con diversas instituciones públicas y privadas de salud. Es así que en todo este tiempo se han establecido vínculos de colaboración con el Hospital Nacional Arzobispo Loayza, Hospital Nacional Cayetano Heredia, Hospital María Auxiliadora, Redes Asistenciales de EsSalud, Clínicas Maison de Santé, Clínica Internacional, Clínica Médica Cayetano Heredia, Clínica SANNA; institutos como el Instituto Materno Perinatal, el Instituto Nacional de Salud del Niño, el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas, Instituto Nacional del Corazón y centros como el Centro de Salud Renal, entre otros.

En el año 1992, estando la Escuela incorporada a la Universidad Peruana Cayetano Heredia, se conformó el Grupo Tarea, con apoyo del Rectorado. Este grupo, dirigido por el Dr. Roberto Beltrán y con asesoramiento de la OPS, formuló el nuevo currículo para la formación de enfermeras de la Escuela, el que consideraba una duración de 5 años, es decir, 10 semestres académicos. Hasta mediados de la década de los noventa el horario de clases era de 8:00 a 12:00m y de 2:00 a 6:00pm. Hasta finales del siglo pasado el horario era de 8:00 a 2:00 pm, tomando en cuenta los cambios curriculares y las exigencias académicas que la ley universitaria impone. Actualmente se viene ejecutando el currículo de formación en base a competencias, el que fue aprobado, en Consejo

La lectura retrospectiva de los planes de estudio nos descubre aquel pausado y certero proceso que marcó el nacimiento de la Enfermería profesional como una disciplina con una filosofía singular, de una mirada propia que permite analizar, desde su punto de vista, la realidad de un país en constante transición epidemiológica. Todo ello nos permite decir que la Escuela produjo, en cada momento de su existencia, las profesionales adecuadas para su época. Libro conmemorativo Enfermería

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EVOLUCIÓN DE LOS PLANES DE ESTUDIO 1944 – 1983 (ZÁRATE, 2014) Áreas/Asignaturas

1944

I. Ciencias Biológicas y afines Anatomía y Fisiología Biología Microbiología y Parasitología Química y Bioquímica Nutrición II. Ciencias Sociales Psicología General Psicología Evolutiva Sociología Antropología Realidad Peruana Medicina Folklórica

80 -30 20 20 20 -20 --

1954

1966

1976

1983

90 -30 20 20

90 -88 44 30

110 60 84 60 42

144 80 80 80 42

20 -20 ----

20 32 -50 20 32 20 32 ---- *Int

48 64 64 32 48 32

III. Filosofía, Religión, Ética Cultura Religiosa / Religión Ética y Deontología Introducción a la Filosofía

30 ---

30 ---

60 ---

32 20 22

32 64 --

IV. Ciencias Físico Matemáticas Física y Biofísica Matemáticas Estadística y Bioestadística

----

----

----

60 20 67

80 64 96

V. Ciencias de la Comunicación Castellano Oratoria Comunicaciones y Relaciones Humanas

----

----

----

32 -20

48 48 48

10 30 60 90 62 55 10 20 -20 40

20 18 72 110 55 52 20 -20 42 --

-42 -------*Int *Int

-96 -------32 --

VI. Ciencias Médicas Introducción a las Ciencias Médicas Farmacología Medicina Cirugía Obstetricia y Ginecología Puericultura y Pediatría Neurología Psiquiatría Dermatología Dietoterapia Enfermedades trasmisibles

20 20 58 50 57 50 ---20

VII. Enfermería Adaptación Profesional Historia de la Enfermería Arte de Enfermería I Enfermería Básica Enfermería Fundamental Introducción a la Enfermería Arte de Enfermería II Enfermería en Medicina y Cirugía Enfermería Médico-Quirúrgica Arte de Enfermería III Enfermería. en Ginecología y Obstetricia Enfermería en Puericultura y Pediatría Enfermería en Madre y Niño/ Materno Infantil Psiquiatría y Enfermería en Psiquiatría Enfermería en Salud Mental Higiene Enfermería en Enfermedades Trasmisibles Enfermería de Salud Pública Enfermería en la Comunidad Planificación y Programación en Enfermería Educación para la Salud Administración en Enfermería Administración de Servicios de Enfermería Liderazgo en Enfermería Introducción a la Investigación en Enfermería VIII. Deportes Educación Física I, II y III Total horas Total cursos Total semanas de práctica Total en años

36 -100 ---90 --60 -----10 -20 ---

120 971 22 142 3

-----672 --992 ---1328 576 Int ---Int 64 48 -448 64 96

49 -110 ---80 --60 -----10 -20 --------

90 20 -140 ---168 --20 20 --. 35 --50 20 ---20 ----

-20 --650 ---672 --902--

120

108

90

32

1076 24

1472 27

3732 28

5642 31

150

150

**In

**Int

3

3

240 ----140 ---137 22 42

3

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Capítulo 7 Prácticas hospitalarias y evolución de los cuidados de enfermería


usuales de masaje manual, vendajes, baños, inyecciones y otros”. Recibían cursos de Anatomía en el mortuorio del Hospital y la Fisiología impartida aun era rudimentaria y orientada hacia la Medicina1.

D

esde tiempos de la Colonia los cuidados de los enfermos en los hospitales y hospicios de la Beneficencia eran proveídos por frailes o religiosas. Desde su fundación en 1875 el Hospital “Dos de Mayo” era el nosocomio más moderno de Lima y atendía a la población masculina sin distinción de raza o condición social. Aparte de las infecciones comunes, casos de “locura” o enfermedades incurables, se veían en Lima casos de malaria, peste bubónica, sífilis y fiebre tifoidea, en una época en que los antibióticos aun no se habían descubierto. En tal situación sanitaria es que se realizaba todas las mañanas la enseñanza práctica de los estudiantes de Enfermería en el Hospital “Dos de Mayo”9. La ciencia médica de entonces no disponía de los medicamentos e instrumentos que hoy parecen simples y rutinarios. Por ejemplo, se reporta que el primer uso de un esfigmomanómetro para medir la presión arterial lo realizó el Dr. Ernesto Odriozola en una sala del Hospital “Dos de Mayo”. Los cuidados de Enfermería estaban destinados sobre todo a aliviar el sufrimiento físico y moral de los enfermos. En aquella época los estudiantes aprendían los “métodos más 9 Palma, R. (1916). Memoria del médico-profesor de la escuela de Enfermeros. Memoria Administrativa. Sociedad de Beneficencia Pública de Lima. Director MG Montero y Tirado.

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Dicho estilo de aprendizaje con asistencia permanente a los hospitales fue realizado hasta mediados del siglo pasado, pero fortaleciendo cada vez más la enseñanza de los conocimientos científicos. Los materiales y utensilios usados por las estudiantes eran los que los establecimientos de salud tenían a bien proveer. En el año 1916 el socio Inspector Ricardo Palma recomendaba a la Dirección de la Escuela abastecer a sus estudiantes de “guantes de goma”, “no sólo para evitar el contagio, sino para que adquieran el vicio de no trabajar sin guantes en un servicio tan importante como cirugía”1. Al asumir las Hermanas Vicentinas la conducción de la Escuela y mudarse temporalmente al Hospital “Santa Ana” y luego al nuevo Hospital “Arzobispo Loayza”, ambos hospitales dedicados a la atención casi exclusiva de mujeres, se introdujeron cursos de preparación previos a los estudios de la profesión y nuevas áreas de conocimiento como Higiene, Asistencia a Enfermos, Cultura Religiosa y Práctica Hospitalaria. Durante los años cuarenta, la casi totalidad de prácticas se realizaban en el Hospital Loayza, incluyéndose cortas rotaciones en la Maternidad de Lima, Hospital Víctor Larco Herrera y Hospital del Niño. En los años sesenta se incluyeron los hospitales Hermilio Valdizán, San Bartolomé, del Empleado y el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas. De este modo la estudiante de Enfermería iba incorporando la observación y aprendizaje de diversas patologías en una época donde ya se


usaba la penicilina, las sulfas, la estreptomicina (para la tuberculosis) o terapias como el electroshock, en los manicomios para los casos de psicosis. Paulatinamente la asistencia a los servicios clínicos pasó a ser supervisada por una docente permanente –algunas de ellas exalumnas de la Escuela‒, quien era la responsable de realizar las demostraciones de los procedimientos y del aprendizaje del método de cuidado a los pacientes: el Proceso de Atención de Enfermería. A partir de los años ochenta este Proceso de atención como método para brindar los cuidados de enfermería fue marcando fuertemente la formación de las estudiantes durante los cinco años de su carrera. La manera de plantear este Proceso fue evolucionando: en sus inicios se basaba en plantear situaciones problema, pero luego cambió para concebir la salud, no como un estado problema, sino como parte de un fenómeno continuo, integral y dinámico que requiere de una permanente observación y cuidado para mantenerse sano o recuperar la salud perdida. Se consideraba función de la enfermera, y en este caso de las estudiantes, el entender este proceso para elaborar estrategias que permitan promover la salud y prevenir el daño. Actualmente el cuidado de enfermería brindado en las áreas clínicas y comunitarias se provee utilizando el método científico y una taxonomía diagnóstica ad hoc, así como de tecnología de punta (instrumentos que permiten evaluar con mayor precisión las variables corporales y metabólicas). Si bien el uso de la nueva tecnología pudiera preocupar a muchas enfermeras por el riesgo de perder el contacto humano en el proceso de

formación, la Facultad de Enfermería continúa haciendo permanentes esfuerzos por privilegiar el cuidado de la persona, la familia y la comunidad sobre la utilización fría de instrumentos y equipos que pueden hacer perder de vista a la persona como ser humano. El Proceso de Atención de Enfermería se realiza ahora mediante la Taxonomía NANDA (siglas de North American Nursing Diagnosis Association), sistema internacional de unificación de diagnósticos de enfermería que permite una mejor valoración del estado del paciente. El sistema NANDA ha sido revisado sucesivas veces. Por tal razón, las docentes son permanentemente capacitadas en estas actualizaciones. A través de la metodología NANDA los estudiantes aprenden a valorar a la persona de manera integral y a establecer los diagnósticos reales (presentes al momento de la evaluación) y los de riesgo (de problemas potenciales que pudieran presentarse), para luego plantear un plan de cuidados con indicadores específicos de evaluación de resultados. Este sistema de evaluación práctica en la cabecera del enfermo permite establecer un diagnóstico de Enfermería en diversos escenarios clínicos, tanto en aquellos donde la estudiante puede utilizar instrumentos y equipos de alta tecnología, como en establecimientos de salud en zonas de menores recursos y con poca tecnología. En ambos escenarios las estudiantes están preparadas para brindar cuidados de enfermería de calidad, respetando aquellos principios básicos de considerar al enfermo en sus diversas dimensiones humanas.

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LA LUCHA CONTRAS LAS ENFERMEDADES INFECCIOSAS En 1909 Paul Ehrlich descubrió que la inyección de Arsfenamina, un derivado del arsénico llamado Compuesto 606, tenía la capacidad de eliminar al Treponema pallidum en conejos infectados artificialmente en el laboratorio. En 1910 se realizaron las primeras pruebas de tratamiento de la Sífilis en humanos. Ehrlich consiguió al fin encontrar la «bala mágica», compuesto que sin alterar los tejidos humanos mataba únicamente al microbio. La Arsfenamina fue denominada Salvarsan (Arsénico que salva) y fue comercializado por los Laboratorios Hoechst convirtiéndose en el primer antimicrobiano En 1932 Gerhard J. P. Domagk, en los laboratorios I.G. Farber (Bayer) en Alemania, descubrió que un colorante que contenía sulfonamidas (Prontosil) era efectivo contra infecciones por Streptococcus. En 1935 se desarrolló la Sulfanilamida que fue muy útil contra las infecciones estreptocócicas. En 1928 Alexander Fleming descubrió que una sustancia liberada por el hongo Penicillium inhibe el crecimiento de un cultivo de Staphylococcus. En 1941 en la Universidad de Oxford un grupo de investigadores inició los primeros trabajos en humanos con el compuesto llamado Penicilina para eliminar infecciones estreptocócicas y estafilocócicas. Durante 1942 se produjeron 122 millones de ampollas de Penicilina en los Estados Unidos. El uso de este primer antibiótico (que viene de una fuente natural) redujo dramática las muertes por infecciones, cambiando para siempre el perfil epidemiológico de estas enfermedades.

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LA LUCHA CONTRA LA TUBERCULOSIS Desde tiempos inmemoriales la Tuberculosis ha sido una enfermedad mortal, fue denominada la « Peste Blanca» El proceso de urbanización que se desarrolló rápidamente en los siglos XVIII y XIX incrementó su prevalencia y mortalidad. Al ingresar al siglo XX el tratamiento de la Tuberculosis consistía en reposo, dieta y un buen clima. En 1943 se descubrió que el extracto purificado del hongo Streptomyces griseus generaba una inhibición máxima del M. tuberculosis. En 1944 se inyectó este purificado a un paciente tuberculoso críticamente enfermo con resultados dramáticos, la enfermedad se detuvo, su esputo se limpió y su recuperación fue completa. En 1946 se realizó el primer ensayo clínico aleatorizado y controlado en Tuberculosis. Se compararon dos grupos, uno que recibía Estreptomicina más reposo en cama y el otro que solo recibía reposo en cama. El grupo con Estreptomicina mejoró significativamente los tres primeros meses, pero luego de aquel periodo los pacientes empeoraban por el desarrollo de resistencia al fármaco. Un segundo ensayo en 1949 utilizó una combinación de Estreptomicina y Ácido p-aminosalicílico disminuyendo la tasa de resistencia microbiana. Con el tiempo la ciencia se daría cuenta de la necesidad de que el tratamiento utilice una combinación de fármacos. En los años siguientes aparecerían nuevos fármacos como Isoniazida (1952), Pirazinamida (1954), Cicloserina (1955), Etambutol (1962) y Rifampicina (1963). Basado en la prescripción de aire fresco, comida y ejercicio para el tratamiento de la Tuberculosis, a mediados del siglo XIX se desarrolló en Alemania la estrategia de los Sanatorios para Tuberculosos. Los sanatorios se ubicaban en el campo, de preferencia en zonas altas; eran albergues para los pacientes donde los médicos supervisaban las dietas y el reposo. Por otro lado, en 1887 Sir Robert Philip creó en Edimburgo el primer Dispensario Antituberculoso, un establecimiento gratuito de despistaje, clasificación y enfermos tuberculosos. En el Perú de inicios del siglo XX se inició una discusión acerca de la conveniencia y lugar para la fundación de un sanatorio y la instalación de dispensarios. Adicionalmente, en el Hospital Santa

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Ana se dedica la sala San Luciano únicamente para tuberculosos. El Hospital Dos de Mayo destinó un nuevo pabellón, construido en los terrenos eriazos de la parte posterior del nosocomio, que llevaría el nombre de Pabellón Santa Rosa, donde se realizaría el primer neumotórax terapéutico en 1912. Su jefe, el Dr. Aníbal Corvetto, describe las formas clínicas tuberculosas en su Tesis Doctoral de 1915. Siendo Director de Salubridad el Dr. Abel Olaechea el 21 de marzo de 1914 se redactó la Resolución que crea el primer Dispensario llamado Preventorio Antituberculoso Juan M. Byron, con los fondos de la Beneficencia (2.684 Lp.) destinados a este centro. El dispensario fue inaugurado en 1916. Posteriormente se reiniciaron las discusiones acerca de la localidad que albergaría al Sanatorio: Jauja, Tamboraque o la Isla San Lorenzo. Finalmente, en 1916 se lee en la Memoria de la Beneficencia sobre la donación de 100.000 soles del filántropo don Domingo Olavegoya destinados a la construcción del Sanatorio en Jauja, el que fue inaugurado en 1920. Lo sanatorios en el campo y las salas destinadas a tuberculosos internaban a los pacientes por largo tiempo, incluso hasta acompañarlos a morir. Con la llegada de la quimioterapia combinada se internaban por un año, tiempo que duraba el tratamiento, haciéndolo muy costoso. Alrededor de 1960 un estudio ya clásico en la India reportó la eficacia del tratamiento ambulatorio en la Tuberculosis. En los años setenta se demuestró que los regímenes acortados a seis meses eran igualmente efectivos. Se creó la estrategia DOTS (tratamiento observado directamente) en los que la enfermera jugaría y juega un rol crucial en el cumplimiento y éxito de la terapia antituberculosa. La primera descripción de la presión arterial en el Perú fue realizada en 1913 por el profesor Ernesto Odriozola, en el Hospital Dos de Mayo, cuando presentando un caso de neumonía dice”: el registro de la presión arterial en el esfigmomanómetro marcaba 19, había pues una hipertensión arterial manifiesta”. Iza A., Anales de la Academia Nacional de Medicina.


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El primer anestésico usado en el Perú fue el Cloroformo, que fue promovido por el cirujano portugués Evaristo DOrnellas, hacia 1856. Su uso se extendió de la mano de insignes cirujanos como Lino Alarco, Miguel Aljovín, Guillermo Gastañeta y Constantino Carvallo. El Dr. Alarco realizó la primera cirugía intraperitoneal bajo anestesia; fue a domicilio y utilizando cloroformo. Esta práctica se extendió por todo el país, con algunas modificaciones como la del Dr. Aljovín que en 1907 la alternaba con bromuro de etilo. Durante la Guerra del Pacífico los médicos militares llevaban entre sus pertrechos 100gr. de cloroformo y 100gr. de éter. Pero la evidencia internacional demostraba la existencia de complicaciones con el uso del cloroformo, hecho revelado también en los trabajos nacionales; uno de ellos publicado por el Dr. Piñeyro, en 1907. Hacia 1913 un artículo publicado en La Crónica Médica desaconseja el uso del cloroformo. Entonces se retomó el uso del éter que ya había demostrado sus efectos en un reporte aparecido en la prensa local en 1847, con la reducción de una fractura humeral a cargo del Dr. Julián Arce, en una botica del Jirón de la Unión. El más entusiasta promotor del uso del éter en la década de 1910 fue el Dr. Eduardo Bello, en el Hospital Santa Ana. Su uso se facilitó con el Inhalador de Ombrédanne, una mascarilla unida a un dispositivo que liberaba el gas; el primer reporte de su uso en el Perú data de 1914, por el Dr. Luis de la Puente. Para 1917 se conocía de una serie de casos operados en los hospitales Dos de Mayo, Santa Ana y Guadalupe, y en las clínicas Washington, Maisón de Santé, Italiana y Villarán, en donde se utilizaba éter como anestésico y se premedicaba con morfo-atropina. Inicialmente la anestesia era administrada por los cirujanos, pero luego se delegó esta función a los Internistas, estudiantes de medicina, internos, enfermeras, monjas e incluso a algunos trabajadores de vigilancia. Por otro lado, en 1901 se inició el uso de anestesia regional con la inyección raquídea de cocaína en una orquiectomía practicada por el Dr. Alberto Barton. En 1915 se indujo la analgesia obstétrica mediante el bloqueo epidural al inyectar 3mL de Procaína al 0,3%, con una premedicación de morfina y escopolamina. En 1918, en una tesis doctoral, «El N2O en la Narcosis«, se reporta el trabajo del Dr. Francisco Graña quien utilizaba un aparato que liberaba óxido Nitroso, Oxígeno y Éter. Para 1920 se usaría la inyección de estovaína, alipina, novocaína con adrenalina como anestésico regional. Luego de algunos accidentes reportados con el uso de la cocaínaquedó como anestésico de elección la novocaína para uso regional y raquídeo.

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En la Lima del siglo XIX los cirujanos operaban con levita y sombrero de copa, tal como se hacía en París. Hacia 1856 se desarrolló la teoría de los Gérmenes de la mano de Pasteur. Con estos conocimientos, Joseph Lister utilizó con éxito el ácido fénico en la desinfección de heridas, iniciando la era de la Antisepsia. En el Perú se inició con la Guerra del Pacífico. Se encontraron además reportes de uso de ungüento napolitano, un compuesto que contenía mercurio. En 1885, el Dr. Halsted en Baltimore, EEUU, implantó el uso de guantes de caucho en la sala de operaciones, extendiéndose rápidamente su uso en el mundo. Por otro lado, casi simultáneamente en París y Baltimore, siguiendo una vez más los dictados de Pasteur, se utilizó el calor seco a 160°C o la autoclave a 130°C, para eliminar microbios del instrumental quirúrgico. La asepsia comenzó a usarse en el Perú en 1898 en la sala La Merced del Hospital Santa Ana, servicio de Ginecología, por el Dr. Constantino Carvallo. Pocos años después se ampliaría su uso al Hospital Dos de Mayo. Mortalidad por Sepsis Puerperal en los ingresos a la Maternidad de Lima Año n

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Embarazos Muertes n

(%)

1915

75

4.38

1916

52

3.16

1917

27

1.42

1918

35

1.66

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La primera transfusión sanguínea en el Perú fue practicada por el médico italiano J. Copello, aplicando la técnica «brazo a brazo», mediante un dispositivo de su invención. Esta técnica no pudo ser utilizada en el estudiante Daniel A. Carrión. En 1904 el Dr. Gastañeta realizó una transfusión sanguínea en la sala San Juan de Dios del Hospital Dos de Mayo utilizando sangre del donante seleccionada por grupos sanguíneos, estableciendo el requisito de compatibilidad sanguínea entre donante y donado.

Las primeras radiografías realizadas en el Perú fueron a las manos derechas del presidente Nicolás de Piérola y del escritor Ricardo Palma la noche del 22 de octubre de 1896. Se tomaron con el equipo Siemems-Hasley, traído de Europa en 1896 por el Dr. Constantino Carvallo, a escasamente un año del descubrimiento de los Rayos X por Roentgen. En 1907 se instaló el equipo Shinder Neis en el Hospital Dos de Mayo. Por otro lado, en el recién inaugurado Hospital Loayza, el filántropo Antero Aspíllaga consiguió la llegada de un equipo de Rayos X de 200 mA y otro de Radioterapia de 10 mA con la ayuda del radiólogo peruano Juan García Calderón, residente en París. De la casa Gaife-Guillot-Pilón llegó un ingeniero francés para su instalación, así como el radiólogo francés, Jacques Busy, quien ofreció un curso de entrenamiento a los médicos locales. Este servicio de Radiología comenzó a funcionar el 26 de mayo de 1926.

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A solo dos años del primer reporte mundial de una entonces inexplicable epidemia de inmunodeficiencia en varones previamente sanos, la recién creada Comisión Nacional de Certificación y Calificación de casos de SIDA registró, en 1983, el primer caso de SIDA en el Perú. En ese mismo año, el Dr. Luc Montagner, en París, descubrió el agente causal, que fue llamado Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). El número de casos de SIDA fue aumentando progresivamente en el país, sobre todo en la población masculina. Los primeros casos en mujeres fueron reportados a finales de la década de los ochenta. La epidemia del SIDA fue considerada una nueva peste, con toda su carga de temor, estigma y discriminación. Esta situación impuso una nueva forma de actuar en los servicios hospitalarios, en aquella época empobrecidos por la crisis económica de los años ochenta. A la endemia de Tuberculosis se agregaba la del SIDA, con formas de transmisión aun inciertas, en un entorno donde las jeringas y agujas usadas eran esterilizadas una y otra vez para utilizarse en sucesivos pacientes. Muchos afectados por el SIDA eran aislados sin razón, incluso cuando ya se conocían las formas de transmisión. Combatir el lado negativo de la atención sanitaria tomó mucho tiempo, pues no solo era cuestión de recursos materiales. La adopción de las llamadas Precauciones Universales de Bioseguridad logró atenuar el estigma e impuso una nueva forma de trabajo en los ambientes hospitalarios, con el beneficio paralelo de combatir la creciente amenaza de una nueva y silente plaga, las infecciones intrahospitalarias.

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Daniel Alcides Carrión había demostrado, con su trágico experimento, la unidad etiológica de la Fiebre de la Oroya y la Verruga Peruana, en1885. Sin embargo, quedaba pendiente la demostración bacteriológica de los postulados de Koch, honor que tuvo el Dr. Alberto Barton, médico peruano hijo de ingleses que estudió en la Facultad de San Fernando y se especializó en la London School of Tropical Medicine. Luego de pacientes intentos, el Dr. Barton publicó sobre la existencia de bacilos endoglobulares en los glóbulos rojos de enfermos con la Fiebre de la Oroya en 1909, su hallazgo fue corroborado por la comisión de la Universidad de Harvard, a cargo del Dr. Richard Strong, en 1913; al nuevo germen se le llamó Bartonella bacilliformis. Años después, en 1924, el científico japonés Hideyo Noguchi, en el Instituto Rockefeller de New York, teniendo como asistente al médico peruano Telémaco Battistini, descubrió la unidad etiológica de la B. bacilliformis en la producción de tanto la Fiebre de la Oroya, como de la Verruga Peruana.

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El Instituto Nacional de Higiene y Salud Pública (INHSP) fue creado en 1926, siguiendo los lineamientos del Instituto Rockefeller; sus principales acciones estuvieron dirigidas al campo de la bacteriología. En aquella época todavía existía la Peste y campeaban la Tuberculosis, la Sífilis y la Malaria, aparte de las infecciones intestinales y respiratorias. Hay que recordar que el concepto de virus recién se esboza en 1899; en 1901 se describe el virus de la Fiebre Amarilla y en 1903 el de la Rabia. Las actividades del INHSP se enfocaron inicialmente al control de la Fiebre Amarilla en Paita. En 1936 el INHSP se conviertió en el Instituto Nacional de Salud, a instancias del Dr. Telémaco Battistini, que a partir de 1942 edita la Revista Peruana de Medicina Experimental, publicación que persiste hasta hoy y que actualmente esta indizada en la base PubMed.

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En abril de 1927 un grupo de médicos y estudiantes de medicina peruanos -entre quienes se encontraba Alberto Hurtado- dirigidos por el Dr. Carlos Monge Medrano realizó una expedición a Cerro de Pasco con el fin de estudiar los efectos de la altura y la baja concentración atmosférica de oxígeno en los habitantes peruanos. Este viaje fue el punto de partida de las investigaciones de la Fisiología de la Altura, que tuvo entre uno de sus hitos la descripción del Mal de Montaña Crónico o Enfermedad de Monge. Con sus hallazgos, el trabajo de Monge y colaboradores colocó en el centro a la Escuela de Biología Andina y fue tomado como uno de los argumentos del movimiento indigenista para revalorar al poblador andino. El Dr. Monge, que fue el médico de cabecera del presidente ÓOscar R. Benavides, ejerció su actividad clínica en el Hospital Arzobispo Loayza y en su consultorio particular, siendo además amigo íntimo de otro prominente médico, Julio C. Tello. Por su parte, uno de sus discípulos, el Dr. Alberto Hurtado, trabajando también el Hospital Loayza, se dedicó de lleno a la investigación y a la docencia, sobre todo de la Fisiopatología; introdujo en la práctica clínica la medición de gases arteriales, el uso de la insulina y el recuento de glóbulos rojos. Fue el impulsor, con financiamiento de la Fundación Rockefeller, de la creación del Laboratorio de Morococha, en 1947. Para entonces, tales investigaciones tuvieron una gran resonancia, ya que más de la mitad de la población peruana residía en las alturas.



CapĂ­tulo 8 La enfermera sale al campo


nombre de “campo”), en las que alumnas y profesoras salían a colaborar en diversas actividades sanitarias, como las campañas de vacunación realizadas a la población10.

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urante sus primeros veinte años la Escuela orientó el enfoque académico hacia la curación y asistencia de enfermos institucionalizados. Sin embargo, las necesidades y el entorno sanitario de entonces obligaron a cambios en aquel enfoque original. En 1935 se fundó el Ministerio de Salud Pública, Trabajo y Previsión Social, en consonancia con un rediseño del aparato del Estado que lo obligaba a tener una mayor responsabilidad en el cuidado de los sectores sociales más necesitados. Corrían nuevos vientos en el concepto de salud pública. Así, en 1928, Victoria Candamo de la Puente, Inspectora de la Escuela, solicitó a la Junta de Socios de la Beneficencia que se apruebe que las enfermeras generales, ya egresadas, reciban una preparación como “Visitadoras Sociales”. Debido a ello se agregó al Programa de estudios un año más de formación, incluyendo cursos como Tuberculosis, Asistencia y Servicio Social, Higiene Social, entre otros, con el fin de extender a la comunidad los servicios de las nuevas profesionales. Lograron egresar de este programa 208 enfermeras a lo largo de los 10 años de su duración1. En 1952 la Escuela de Enfermeras insertó el curso de Salud Pública en el programa curricular. Empezaron las visitas domiciliarias en la comunidad (que recibió el

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Durante este periodo las funciones de la enfermera se amplían más allá de la mera recuperación clínica. Se agregan funciones como la prevención de enfermedades y la promoción de la salud. Con estas nuevas tareas las enfermeras adquieren un perfil propio en el trabajo sanitario en la comunidad. Por aquella época las estudiantes y docentes realizaban sus labores en la Unidad de Salud del Rímac y en otros centros similares. En los archivos de la Escuela figura el dictado del curso de Enfermería en Enfermedades Trasmisibles, hasta mediados de los años sesenta. Este curso era una consecuencia lógica del impacto de estas enfermedades sobre la sociedad en un país en desarrollo como el Perú. La epidemiología de las enfermedades transmisibles era producto de la convergencia de los elevados niveles de pobreza y de insalubridad de entonces, y que persisten todavía en algunas regiones del país, aunque en menor medida. En los años setenta, cursos como Higiene, Enfermedades Transmisibles, Tuberculosis y otros, se

10 Tavera, F. (2004). Historia de la Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza 1915-2003. Lima: Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.


integran en una asignatura única e integral: Enfermería en la Comunidad, la que cuenta con aproximadamente 140 horas totales repartidas entre teoría y práctica. En el año 1975 el Ministerio de Salud, por Decreto Ley N° 19646, dio inicio al Programa Piloto llamado Servicio Civil de Graduados (SECIGRA), para las Ciencias de la Salud Humana; requisito indispensable para obtener el título de Enfermería al finalizar los estudios. Las primeras graduadas en cumplir con el SECIGRA fueron de la Universidad de Huánuco. De la Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza lo cumplieron 90 de ellas, en la región sur del país11. En la actualidad dicho programa se denomina Servicio Rural Urbano Marginal de Salud (SERUMS) y se realiza luego de recibir el título profesional. Cumplir con el SERUMS es una condición para ejercer la profesión en organismos públicos. A mediados de los años ochenta, el agravamiento de la explosión migratoria desde los andes hacia la capital, iniciada en 1950, así como la expansión no planificada de la ciudad de Lima, aumentaron y diversificaron los problemas sanitarios. Por tal motivo, la práctica comunitaria en Enfermería se orientó a la atención de las poblaciones de zonas urbano-marginales (conocidas

11 Tavera, F. (2004). Historia de la Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza 1915-2003. Lima: Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.

inicialmente como barriadas, luego pueblos jóvenes, luego asentamientos humanos). Estos conglomerados humanos –muchas veces aislados por la barrera del lenguaje por hablar solo en su lengua materna originaria, el quechua o aimara‒ carecían de las condiciones básicas de saneamiento ambiental, planificación urbana y seguridad. Las entonces despobladas zonas periféricas de Lima y otras ciudades de la costa fueron invadidas por migrantes andinos que se establecieron en casas de estera, madera o adobe. Las edificaciones eran precarias y sus poseedores carecían de títulos de propiedad, lo que agravaba su vulnerabilidad social. La pobreza, la insalubridad y el pobre acceso a los servicios de salud propiciaron una situación sanitaria adversa que se traducía en una elevada frecuencia de enfermedades. Las altas tasas de natalidad observadas en estas comunidades configuraban una pirámide poblacional de base ancha con una gran proporción de niños pequeños que padecían infecciones intestinales (diarreas) y respiratorias (neumonías), desnutrición crónica y bajas coberturas de vacunación. Con todo este panorama no era difícil presagiar significativas tasas de morbilidad y mortalidad. Por tal motivo, para poder entender y atender estas nuevas poblaciones asentadas en Lima, las estudiantes requerían de una nueva mirada en la atención comunitaria de Enfermería, para lo cual debieron integrar en su programa académico conocimientos de antropología, sociología, psicología, así como una mejor comprensión de la salud familiar y reproductiva. La enfermera se enfrentaba además a familias separadas o desintegradas, producto

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de una violencia social originada por el terrorismo, los grupos paramilitares, así como la fragilidad de los valores morales de una sociedad castigada por la crisis económica. Las prácticas comunitarias se realizaron en diferentes zonas urbano-marginales de Lima. Las estudiantes se integraron a los equipos sanitarios del Ministerio de Salud (MINSA) del nivel primario de atención y participaron en la ejecución de Programas de Salud (Control de niño sano, Vacunación, Enfermedades diarreicas, Planificación Familiar, etc.) hoy conocidos como Estrategias Sanitarias Nacionales. Ya como profesionales, algunas egresadas ocuparon cargos importantes en los Programas o Estrategias Sanitarias del MINSA. Por aquellos años las estudiantes que hacían sus prácticas en las zonas comunitarias utilizaban la metodología participativa de abordaje social, es decir, involucrar a la comunidad en la toma de decisiones sanitarias. El fin primordial de este método consistía en empoderar a la persona en el cuidado de su propia salud, el de su familia y su comunidad. En los años ochenta la Escuela también inició el Internado Rural. Las estudiantes de mejor rendimiento académico del quinto año de estudios eran asignadas a diferentes establecimientos de zonas rurales de provincia por un periodo de dos meses. Dicha experiencia tenía por objetivo que la formación de la estudiante incorpore tareas de liderazgo y autonomía en un escenario rural real, teniendo en cuenta que todavía una parte signifi-

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cativa de la población peruana vive en estas zonas alejada de los servicios de salud convencionales. El programa fue exitoso desde el punto de vista académico, pero el alto nivel de riesgo personal por el surgimiento del terrorismo en aquellas zonas hizo que la Escuela suspendiera dicha actividad. Con el correr de los años y en vista de la virtual desaparición del terrorismo, en el año 2014 se ha impulsado nuevamente el Internado Rural con el fin de atender la realidad social de las zonas rurales. Es así que aproximadamente 12 estudiantes de mejor rendimiento académico y de manera voluntaria han participado en una rotación implementada por la Facultad de Enfermería en la zona rural de Churín. Los resultados han sido muy halagadores, pues los estudiantes han desarrollado una capacidad satisfactoria en el logro de autonomía en sus decisiones y en liderazgo, y las comunidades visitadas han quedado muy satisfechas con su actuación. Durante años la labor de la enfermera en el campo se ha destacado por su liderazgo en actividades como la vacunación, estrategia que ha logrado controlar con éxito enfermedades como la poliomielitis y el sarampión. Asimismo, el trabajo realizado por las enfermeras en la Estrategia de Lucha contra la Tuberculosis, como el tratamiento supervisado directamente conocido como DOTS (siglas de Directly Observed Treatment ShortCourse o Tratamiento Observado Directamente), le ha valido al Perú más de un reconocimiento internacional por los resultados obtenidos.


La enfermera es el profesional responsable del llamado Control del Niño Sano, evaluación periódica que permite monitorear el progreso antropométrico y psicomotor del niño en crecimiento. Esto ha permitido que a través de la labor realizada en los sucesivos controles del niño y la promoción de la Estimulación Temprana se detecten oportunamente problemas en la población infantil, lo que ha sido un verdadero soporte a las madres y sus familias, principalmente en las zonas de extrema pobreza. Actualmente la formación de Salud Pública en la Facultad de Enfermería posee un fuerte componente de prevención de enfermedades y de promoción de la salud. Se han incluido temas como Educación y Comunicación Sanitaria, advocacy (capacidad de promover la ejecución de políticas públicas saludables), Epidemiología, Políticas Públicas, entre otros. La Decana de la Facultad en el periodo 2002 - 2005, Mg. Margarita Alayo Sarmiento, con el afán de lograr la meta de Facultad Saludable dispuso, mediante Resolución del 04 de julio de 2003, que cada instancia de la FAENF cumpla el contenido de la Ley N° 25357. Al declarar a la Facultad como libre del humo del tabaco se constituyó en el primer organismo universitario en cumplir esta condición en toda la UPCH. Posteriormente se hicieron otras tareas con la Comisión Latinoamericana de Lucha Antitabáquica (COLAT), con el fin de lograr espacios libres de humo de tabaco en la sociedad peruana.

La responsabilidad social ha sido una característica institucional. Muchas alumnas, exalumnas y docentes han sido fundadoras de los Programas de Voluntariado que funcionan en diferentes hospitales del país. En 2014, estudiantes de la FAENF han obtenido el Premio Nacional al Voluntariado organizado por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP). Este reconocimiento que otorga el MIMP es primordialmente a quienes han destacado de manera significativa por su compromiso, fomento y apoyo al servicio de voluntariado en el ámbito nacional12.

12 Universidad Peruana Cayetano Heredia. Iniciativas Heredianas fueron reconocidas en “Premiación Nacional al Voluntariado 2014”. Viernes, 05 diciembre 2014. Disponible en: http://www.upch.edu.pe/portal/component/k2/item/1980.html?Itemid=450

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En los albores del siglo XX los pobladores de Lima continuaban siendo afectados por enfermedades endémicas como la Malaria, Viruela y Tifoidea. En las zonas rurales de Lima, como Huarochirí, Yauyos y Cajatambo, se reportaban casos de Tifus Exantemático. Esta situación epidemiológica se mantuvo igual por varias décadas. Años después los programas de fumigación con DDT y la vacunación masiva erradicaron la Malaria y la Viruela de las zonas urbanas. La Tuberculosis merece una mención aparte, ya que afectaba a una gran cantidad de pobladores limeños, sobre todo los mestizos, negros, mulatos y chinos provenientes de los «callejones» hacinadosde algunas zonas, - conocidas como cuarteles- de la Lima cuadrada que permanecía confinada dentro de los márgenes que dejaron las entonces ya derruidas murallas que circundaron la ciudad.

Defunciones por enfermedades evitables en el quinquenio 1903-1907 en Lima

Con el transcurso de los años, sobre todo en el periodo de postguerra, a finales de la década de los sesenta, las autoridades sanitarias se dieron cuenta de que los llamados programas verticales no eran suficientes para mejorar la salud de la población. Un programa se consideraba vertical si se enfocaba en una acción específica, destinando recursos y personal para el desarrollo de actividades puntuales, por ejemplo, la lucha contra la Malaria o la vacunación. Por otro lado, existía evidencia de que una proporción importante de la población mundial no tenía acceso a los sistemas de atención y por lo tanto quedaba fuera del area de trabajo de un programa vertical. A mediados de los sesenta, un buen número de naciones africanas fueron descolonizadas generando la idea de fundar nuevas formas de combatir su pauperizada situación sanitaria: por ejemplo, en China se hacían populares los «médicos descalzos» que priorizaban la atención médica rural brindando servicios preventivos, más que curativos. Se consideró entonces que los equipo de salud no debían confinarse a trabajar dentro de los establecimientos formales sino de salir a la comunidad a prevenir enfermedades y promover la salud.

Sarampión

256

Escarlatina

11

Coqueluche

281

Difteria

71

Enfermedad Total Tifoidea Tifus

523

6

Paludismo

662

Viruela 275

Gripe 334 Peste bubónica

322

Erisipela

28

Tuberculosis pulmonar

231

Tuberculosis extrapulmonar

125

Disentería 4426 Septicemia 1128 Neumonía 1809 Enteritis 2843



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DECLARACION DE ALMA-ATA CONFERENCIA INTERNACIONAL SOBRE ATENCIÓN PRIMARIA DE SALUD, ALMA-ATA, URSS, 6-12 DE SEPTIEMBRE DE 1978 Alma-Ata era la capital de la República Soviética de Kazajstán y fue escogida por la OMS como alternativa frente a las tensiones de los bloques políticos mundiales (Estados Unidos, Rusia, China). Bajo el lema «Salud para todos el año 2000» enfatizaba que «La Conferencia reitera firmemente que la salud, estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades, es un derecho humano fundamental». Asimismo señalaba que «La atención primaria de salud es la asistencia sanitaria esencial basada en métodos y tecnologías prácticos, científicamente fundados y socialmente aceptables, puesta al alcance de todos los individuos y familias de la comunidad mediante su plena participación y a un costo que la comunidad y el país puedan soportar, en todas y cada una de las etapas de su desarrollo con un espíritu de autorresponsabilidad y autodeterminación». Las ideas fundamentales de la Declaración de Alma-Ata se basan en el uso de «tecnología apropiada«, la oposición al elitismo médico y el desarrollo del concepto de salud como instrumento para el desarrollo socioeconómico. Para lograr este objetivo, todos los actores, sociales, gubernamentales y los países debían de actuar en forma solidaria. La 32va Asamblea Mundial de la Salud, realizada en Ginebra en 1979, respaldó lo declarado en la Conferencia de Alma-Ata. Pero el camino andado reveló que lo propuesto era más complicado de lo que se esperaba.

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El 23 de abril de 1857 fue establecido el primer servicio telegráfico entre Lima y Callao, a través de una línea de conexión eléctrica de 13 km. Con los años la red de cables se extendio a las provincias aledañas. Sin embargo, el tendido de esta red se vería interrumpido por dos razones: la Guerra del Pacífico y nuestra agreste geografía. El 16 de junio de 1912, gracias a la telegrafía inalámbrica inventada por Marconi, se hizo la primera transmisión entre Lima e Iquitos, producto de un esfuerzo del Ing. Augusto Tamayo. Desde entonces esta red iría mejorando en calidad y extensión. En 1969 se renovaron equipos y se amplió la cobertura que para 1976 incluía un servicio automático en 10 sucursales de Lima y 31 ciudades del país. Los telegramas fueron pequeños mensajes impresos que llegaban a la puerta del mismo domicilio. Las comunicaciones a distancia acercaron, no solo a las provincias con la capital, sino a las familias. Pero fue el teléfono un factor más importante; la posibilidad de escuchar la voz a distancias más grandes de lo que puede llegar un grito permitió acelerar el ritmo de vida. Inventado por Alexander Graham Bell en 1876, el teléfono llegó al Perú en 1888, gracias a la compañía G.G Cohen, que instaló una línea telefónica para conectar sus dos locales ubicados en el Jirón de la Unión, a dos cuadras de distancia. Un año después esta misma compañía tendió la red hasta el Callao, Miraflores, Chorrillos y Barranco; ese mismo año se instaló una línea entre Palacio de Gobierno y la casa del Presidente ubicada en Miraflores. La Peruvian Telephone compró las acciones de la compañía Cohen y extendió la red hacia Chosica en 1890. En 1911, la Dirección General de Correos y Telecomunicacones instaló el servicio entre Lima y Ancón. En 1920 se creó la Compañía Peruana de Teléfonos, que en 1930 fue comprada por la International Telephone and Telegraph Corporation (ITT) que estableció una central automática con capacidad para dos mil líneas,; el local se ubicaba en el jirón Washington y era atendido por numerosas operadoras telefónicas, que a través de una central telefónica manual enchufaban en forma alternada los cables a distintos magnetos ubicados en un panel con el fin de establecer la comunicación entre los usuarios. Durante mucho tiempo los teléfonos estaban empotrados en la pared y tenían una manivela que activaba la comunicación, luego los aparatos se tornaron más pequeños y eran de color negro, con un dial circular que se hacía girar cada vez que se marcaba un dígito.

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GOBI Y LA ATENCION PRIMARIA SELECTIVA EN SALUD Inspirados por las críticas dirigidas a la Declaración de Alma-Ata, funcionarios de la Fundación Rockefeller, el Banco Mundial, USAID, la Fundación Ford, UNICEF, la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional y otras agencias de cooperación multilateral organizaron la Conferencia de Bellaggio, en 1979. Los puntos más importantes de esta reunión consistían en focalizar las estrategias de trabajo en acciones más concretas y realizables, así como en las enfermedades más comunes, como la diarrea infantil o enfermedades infecciosas endémicas, algunas de ellas prevenibles por vacunación, como Sarampión, Tos Convulsiva o el Tétanos neonatal. En un primer momento fue incluida la Malaria. Con los años y sucesivas modificaciones las estrategias se enfocaron en cuatro acciones conocidas por el acrónimo GOBI (Growth monitoring of young children, Oral rehydration therapy, promotion of Breast feeding, and Immunization), que se tradujo en el Control del Niño Sano (monitoreo del peso y la talla infantiles), Terapia con Sales de Rehidratación Oral (para prevenir la deshidratación infantil ‒principal causa de mortalidad en los niños con diarrea‒), Promoción de la Lactancia Materna (resaltando el inmenso valor nutritivo e inmunológico de proveer de leche materna exclusiva durante los seis primeros meses de vida para combatir la desnutrición infantil) y la Inmunización infantil (para evitar el desarrollo de Sarampión, Polio, Difteria, Tos Convulsiva y Tétanos). Las agencias de cooperación internacional apoyaron a los gobiernos en la implementación de estas medidas, no solo para favorecer las políticas que crearon, sino porque los objetivos y metas eran fáciles de medir y por ende de monitorear. Años después se agregaron otras intervenciones ‒patrocinadas por UNICEF‒ que se conocieron como FFF (Female Education, Family Spacing y Food Supply), cuya intención era promover: la alfabetización en mujeres, sobre todo en zonas suburbanas o rurales; el espaciamiento de los embarazos a un periodo internatal mínimo de dos años, promoviendo los métodos de anticoncepción natural y artificial bajo el término Planificación familiar; y, el Abastecimiento de Alimentos, que consideraba la suplementación de nutrientes y micronutrientes para mujeres en edad fértil y sus hijos. Estas acciones fueron implementadas en mayor o menor medida por diversos países en desarrollo, entre ellos, el Perú. Muchas de estas intervenciones tuvieron que sortear diversos obstáculos, sobre todo los bajos presupuestos asignados por los gobiernos, que aun tenían que lidiar con la pobreza, inflación, inestabilidad política y fragilidad social. Las políticas y la situación sanitaria del Perú de los años setenta hasta inicios de los novena son una buena muestra de lo difícil y tortuoso que es implementar y lograr buenos resultados en tales intervenciones.

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«AMA DE LECHE. Se desea ama robusta, con garantías, que sea de raza negra…» reza un aviso publicado en El Comercio en 1904. La práctica de estas nodrizas, conocidas como «amas de leche», es una herencia colonial que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. Debido a la alta mortalidad materna muchos niños quedaban huérfanos. Hacia 1900 la mayoría de partos eran domiciliarios, atendidos por matronas o las mujeres experimentadas de la familia. Las complicaciones del embarazo, parto o puerperio cobraron muchas vidas de mujeres jóvenes y sus hijos no nacidos. El paludismo, la sífilis y la tuberculosis eran no solo una causa importante de abortos, sino de partos prematuros y muertes maternas. También estaban la hiperémesis gravídica, eclampsia, hemorragia uterina, incompatibilidad cefalopélvica con el feto, placenta previa, sepsis puerperal o los partos distócicos como causas de muerte de la madre. Cuando la atención del parto se institucionalizó en los hospitales o consultorios privados como parte del discurso higienista de los médicos de la época, raras veces se practicaba la cesárea y cuando se hacía generalmente era postmorten, con el único fin de salvar al bebe. Otros factores agravantes de la mortalidad eran las tempranas edades de concepción, no pocas veces desde los 12 años, así como la alta paridad; como lo refieren algunos documentos de la época, una mujer podía tener los embarazos por decena (doce, quince o hasta diecinueve), muchos de ellos terminaban en abortos, natimuertos o en niños que no sobrevivían el año de vida. Una larga historia de embarazos debilitaba a la mujer que a veces no soportaba una nueva concepción. Para complicar las cosas, en 1914 el discurso higienista colisionaba con el pobre estado del viejo Servicio de Maternidad que funcionaba en el Hospital Santa Ana, dos salas oscuras y mal ventiladas que no contaban con una sala de trabajo de parto, por lo que las gestantes tenían a sus hijos en su propia cama. Esta Maternidad contaba con un jefe de servicio, un interno, un externo, tres matronas, una topiquera, dos enfermeras, dos barchilonas y una religiosa. La creación de la Escuela de Enfermeras ayudó a profesionalizar la atención del parto., La creación del Hospital Arzobispo Loayza ‒que demoró 12 años desde su planificación‒ fue un hito importante. Sin embargo, la existencia de enfermedades intratables para entonces así como la limitación propia de la tecnología existente mantuvo las elevadas tasas de muerte materna, sobre todo en las clases más pobres. El número importante de huérfanos hizo necesaria la persistencia de las nodrizas. En 1916, un decreto del gobierno del presidente Pardo creó un registro de nodrizas y las pautas para su certificación sanitaria, mientras que la Sociedad de Beneficencia, a través del Dr. Pérez Araníbar, dio los pasos para la creación del Puericultorio. Solo el avance del conocimiento científico logró entender las causas de las enfermedades maternas, lcuyas medidas de control se han implementado lentamente en el país en la medida de sus posibilidades administrativas y presupuestales. Sin embargo, existen aun tareas pendientes para disminuir las muertes maternas a su mínima expresión.

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Porcentaje de niños con desnutrición crónica en el Perú año

%

1992 31.8 1994 29.6 1996 25.8 2000 25.4 2004 26.7 2005 22.9 2007 22.6 2008 21.5


El término Kwashiorkor fue acuñado en 1933 en Accra, Ghana, costa occidental del África, para describir a niños desnutridos por una dieta casi exclusiva de maíz. Kwashiorkor, un vocablo del dialecto Ga que significa «enfermedad del niño desplazado por el siguiente hijo», es un tipo de desnutrición calórico proteica que presenta un cuadro característico: adelgazamiento extremo, acumulación de líquido en las piernas (edemas), distensión abdominal y cabello rojizo y seco. Por contraste el otro tipo de desnutrición, el Marasmo, se caracteriza por un gran adelgazamiento como «hueso y pellejo». La desnutrición infantil, problema endémico en el Perú que perdura hasta hoy pero en menor intensidad, ha prevalecido sobre todo durante las épocas de crisis social y económica. El perfil del niño desnutrido fue rural o de las zonas urbanas pobres, de aquellos inmensos cinturones de pobreza que circundaban las ciudades. Hacia inicios de los años noventa era común ver en calles y hospitales de Lima a niños con marasmo y kwashiorkor. La desnutrición infantil, con su altas tasas de morbilidad y mortalidad, encontraron explicación en el fortalecimiento de aquel circulo vicioso de enfermedades diarreicas, infecciones respiratorias, bajas coberturas de vacunación (por ende, más infecciones) y pobre acceso a los servicios de salud. Asimismo, las causas comprendían los inadecuados patrones de consumo de alimentos pobres en proteínas y micronutrientes, así como la lactancia materna prolongada. Recién a mediados del siglo XX las autoridades sanitarias reconocieronla importancia y magnitud de la desnutrición infantil; en los años siguientes se introdujeron las técnicas estándar para el diagnóstico nutricional, como las tablas antropométricas. En el último cuarto de siglo se conoce que uno de cada 4 niños menores de 5 años en el país ha sido afectado por desnutrición crónica (enanismo nutricional), pero esta cifra esconde grandes brechas: las zonas rurales de la sierra y la selva pueden alcanzar tasas de desnutrición cercanas al 50%, incluso esta magnitud se podía observar, con todas sus dolorosas consecuencias, en niños de las poblaciones urbano-marginales de Lima. Durante los años finales de los noventa y los inicios del siglo XXI, con el mejoramiento de las condiciones económicas del país, el Estado ejecutó masivos programas de asistencia y desarrollo social, con una participación activa del personal sanitario, los que han disminuido las tasas de desnutrición hasta hacerla casi invisible en muchos establecimientos de salud de Lima. Sin embargo, la reciente bonanza económica y cambios en los hábitos de vida están generando una nueva epidemia silenciosa, el sobrepeso y la obesidad, tanto adulta, como infantil.

OBJETIVOS DEL MILENIO 1. Erradicar el hambre y la pobreza extrema 2. Lograr el acceso universal a la educación primaria 3. Promover la igualdad de género y empoderar a la mujer 4. Reducir la mortalidad infantil 5. Mejorar la salud materna 6. Combatir el VIH/SIDA, la Malaria y otras enfermedades 7. Asegurar la sostenibilidad ambiental 8. Desarrollar una alianza global para el desarrollo

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EL AGUA POTABLE EN LIMA La Lima prehispánica gozaba de un inteligente manejo de las aguas del río Rímac, tanto para el regadío de los cultivos del valle, como para la subsistencia de sus habitantes. La llegada de los conquistadores españoles supuso la utilización del sistema en uso, como del manejo de las aguas de los manantiales de la Atarjea. El agua discurría por canales y también se dispuso su almacenamiento en depósitos, uno de ellos conocido como Caja de Agua. Hasta 1552, 17 años después de la fundación de Lima, los pobladores bebían el agua directamente del río Rímac. En 1581 llegó el agua de los manantiales de La Atarjea a la pileta de la Plaza Mayor. Durante la Colonia se construyeron tuberías circulares hechas de barro cocido y vidriado, que abastecían de agua transportada por gravedad, a los edificios públicos, iglesias y monasterios. Sin embargo, las excretas eran tiradas a las múltiples acequias que atravesaban la ciudad. En la República, el sistema de red se renovó ampliándose el sistema de tuberías con materiales más resistentes a la mayor presión de agua. En 1833 se instalaron las primeras tuberías de fierro fundido, durante el gobierno de Ramón Castilla. En 1855, gracias a la bonanza del Guano, la Empresa del Agua ‒de propiedad privada‒ se encargó del manejo y distribución del agua, así como de las conexiones domiciliarias. En 1913 dicha empresa pasó a ser propiedad del Estado y luego se convirtió en la Junta Municipal del Agua y después en la Junta del Agua de Lima. En mayo 1917 se instaló una Planta de Clorinación en la Atarjea, por primera vez en su historia los limeños que gozaban de la red domiciliaria consumían agua potable. Poco después se

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sometió el agua potable a la aplicación de alúmina para disminuir su turbidez. En 1920, el gobierno de Leguía encargó el manejo del agua, entre otras tareas, a The Foundation Company, empresa estadounidense encargada además de la ampliación de las obras de saneamiento en Lima y en otras 31 poblaciones del país. Esta actividad continuó hasta 1929, año de la Gran Depresión, crisis económica que comprometió a la compañía, la que decidió su retiro del Perú, quedando las obras de saneamiento en manos del Estado, a través del Ministerio de Fomento. En 1955 se instalaron tuberías de concreto en la red sanitaria existente. En 1956 se inauguró la Primera Planta de Tratamiento de Agua Potable en La Atarjea. En 1962 se creó la Corporación de Saneamiento de Lima (COSAL) y se declaró el manejo del suelo y subsuelo de Lima como de «necesidad pública«. En 1969 se creó la Empresa de Saneamiento de Lima (ESAL), como parte del Ministerio de Vivienda, incorporándose dentro de su jurisdicción al Callao. Su obra más importante fue la ampliación de la capacidad de La Atarjea. En 1981 se creó SEDAPAL, organismo estatal que opera hasta hoy. Como la expansión de la red domiciliaria siempre estuvo detrás de la expansión urbana, durante décadas enormes porciones de la población limeña han tenido un deficiente acceso al agua potable domiciliaria, así como a un adecuado sistema de desagüe. El abastecimiento de agua en las zonas urbano-marginales se lograba comprándola de camiones cisterna que circulaban diariamente por sus calles y avenidas no pavimentadas. Esta agua comprada del camión era almacenada en recipientes o tanques precarios, con la consiguiente insalubridad, más el riesgo de múltiples y variadas infecciones que afectaban sobre todo a la población infantil.


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LA HISTORIA DEL TRANSPORTE PÚBLICO El primer medio de transporte masivo en Lima fue un ferrocarril jalado por caballos en el año 1851. Con el tiempo y las nuevas tecnologías la fuerza del caballo fue reemplazada por la energía eléctrica. Para 1874 el ferrocarril eléctrico cubría la ruta Lima-Callao, que era realmente una ruta interprovincial que atravesaba fundos y chacras. Sin embargo, el primer transporte público urbano de pasajeros fue el tranvía eléctrico. A inicios del siglo XX y en forma paralela dos empresas construyeron el sistema de rieles para tranvías hacia Chorrillos y el Callao, uno partía de la Plaza de la Exposición (hoy Plaza Grau) hacia Chorrillos y el otro, de la Plazuela San Juan de Dios (hoy Plaza san Martín). El éxito fue tal que para 1906 hasta 8 líneas distintas atravesaban la ciudad. Hacia 1918 el servicio se expandió hasta la localidad de Magdalena. En los años veinte Lima se expandió hacia diversos puntos, sobre todo hacia el sur. Una avenida emblemática fue la Av. Leguía que hoy se conoce como la Av. Arequipa. El transporte masivo de personas configura uno de los atributos de una ciudad, por ello para expandirse apareció el ómnibus a inicios de 1921. Poco tiempo después y debido a una demanda insatisfecha aparecieron los «colectivos», autos que llevaban un número limitado de pasajeros por rutas preestablecidas. El sistema de tranvías, colectivos y buses convivió hasta 1965, año en que desaparecieron los tranvías. Para entonces ya había aparecido una nueva especie en la fauna automotriz: el microbús. En 1975 la Municipalidad implementó el servicio de los llamados Büssing, con choferes uniformados y con paraderos fijos. Luego les siguieron los buses acoplados, conocidos como Ikarus, que transitaban en el carril central de la Vía Expresa («el Zanjón»). La enorme ola migratoria hizo colapsar el transporte público, esto, sumado a la crisis económica de la actual década, hace que los limeños padezcan de un permanente déficit de transporte público. En los noventas se desreguló el sistema de transporte, apareciendo las combis, custers y mototaxis, paliando en parte el déficit de la oferta vehicular, pero creando un nuevo problema: el caos de una congestionada e insegura red de vías públicas.

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LOS PRIMEROS AUTOS Un Locomobile a vapor, importado de Europa en 1903 y propiedad del Dr. Ricardo Flores fue el primer automóvil que circuló por las calles aun empedradas de Lima. Al año siguiente el Dr. Flores importó el primer auto a gasolina, un Richard Brassiere de 2 cilindros. Posteriormente otros ciudadanos limeños siguieron el ejemplo del Dr. Flores, como los hermanos Elguera que se dedicaron a la importación de autos favorecidos por una ley que exoneraba los derechos de importación. Como hecho anecdótico, para 1907 la capital se alborotó con el rally desde el Paseo Colón hasta el balneario de La Punta; participaron casi todos los vehículos de la ciudad: 25 autos y una moto. En 1908 el Ing. Juan Alberto Grieve diseñó, construyó y patentó el primer automóvil peruano, cuya futura fabricación en serie lamentablemente no prosperó. La ciudad comenzaba a crecer más allá de las calles transversales del Paseo Colón; se creó la Plaza Bolognesi y se abrieron o ampliaron las avenidas Grau, la Magdalena (hoy Brasil) y Alfonso Ugarte. En los años veinte se crearon las avenidas Leguía, Progreso y La unión, hoy Arequipa, Venezuela y Argentina, iniciando además el asfaltado masivo de las ya existentes, pues era necesario conectar a los nuevos barrios mesocráticos con los balnearios «del sur» como Santa Beatriz, San Isidro, Miraflores, Chorrillos y Barranco. Las nuevas casas construidas en tales barrios incluían un garaje para guardar el auto.

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Mientras que la aristocracia limeña de inicios del siglo XX se expandía hacia el sur del Paseo Colón alcanzando progresivamente los barrios de Santa Beatriz, San Isidro y la Magdalena Vieja, así como los balnearios de Miraflores, Barranco y Chorrillos, la creciente clase obrera se agrupaba en el barrio de La Victoria y dentro del lindero de antiguos cuarteles como Abajo del Puente, Barrios Altos, Cercado, Malambo y Montserrat. Lima experimentó un explosivo crecimiento demográfico debido a las migraciones que llegaban a la capital atraídas por suplir la mano de obra que demandaba la floreciente industria. Las clases pudientes comenzaron a diferenciarse en el diseño y ubicación de sus casas, las que eran grandes, opulentas y rodeadas de jardines, que con el advenimiento del automóvil contemplaron la instalación de una cochera. Sin embargo, las clases populares se hacinaban en quintas y callejones punto de nacimiento del movimiento obrero y de la «cultura criolla», esta última rechazada por las elites. En las zonas pobres, las casas eran de adobe y quincha, el servicio de agua llegaba a través de una acequia o de una tubería común, lo que dio lugar a la frase «callejón de un solo caño». Los años veinte marcaron el inicio de una urbanización que siguió ajena a las clases populares. Con motivo del Centenario de la patria se construyeron las principales avenidas que unirían Lima con el Callao y Balnearios, así como plazas y monumentos, muchos de ellos regalos de gobiernos extranjeros o sus colonias residentes en el país. Así la ciudad vería el nacimiento de la Plaza San Martín, el Parque Universitario, la Plaza Dos de Mayo, el Parque de la Reserva, así como de los Museos Bolivariano en la Magdalena Vieja (hoy Pueblo Libre) y el Museo Nacional de Arqueología en la avenida Alfonso Ugarte. Para entonces y durante los siguientes 30 años Lima creció de la mano de las urbanizaciones que desplazaban a las haciendas que rodeaban los antiguos barrios, uniformizando de esta manera

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a la ciudad. Adicionalmente, para el año 46 comenzarían las invasiones de terrenos, primero en el cerro San Cosme, pocos años después en el Agustino, Piñonate, Comas y la de Ciudad de Dios, en el arenal del sur de Lima, en la navidad de 1954. Habían nacido las barriadas, conglomerados de viviendas precarias que con el tiempo adquirirían las condiciones urbanas. Debido al auge económico de los cincuenta, el gobierno construyó las grandes unidades vecinales, conjuntos urbanos de edificios y parques para albergar a pobladores de la clase media y obrera. Este sistema de conglomerados mejoraría en los sesenta, a la par que continuaban las invasiones de tierras. Los años setenta vieron la expansión de Lima por medio de invasiones masivas, creando los llamados Pueblos Jóvenes; el más emblemático de ellos fue Villa El Salvador. Para entonces la población peruana estaba despoblando las áreas rurales y el Perú era mayoritariamente urbano. La crisis económica y el terrorismo de los ochenta generaron grandes desplazamientos humanos que escapaban de la pobreza y la violencia. Crecieron las invasiones. De un día a otro, grandes extensiones de terrenos baldíos eran poblados por gente que vivía en precarias casas de estera, sin servicios básicos de luz, agua potable y desagüe, se crearon los llamados Conos de Lima, que tendrían un protagonismo social importante a partir de entonces. Con el advenimiento del siglo XXI Lima había rebasado con creces su antiguo diseño republicano, de las orillas del Rímac había sobrepasado largamente los cauces de los ríos Lurín y Chillón. La Gran Lima se ha convertido en un gran conglomerado donde trabajan y viven casi nueve millones de habitantes. De aquella ciudad trazada a cuadrícula solo queda como recuerdo viviente el Centro Histórico, la nueva ciudad es una bulliciosa gran extensión de asfalto, concreto y desierto habitada por un crisol de razas que apenas recuerda su pasado.


Área urbana ocupada en Lima

Años

Hás.

1920 3166 1940 3966 1961 8677 1981 28393 1984 31255

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LA LUZ ARTIFICIAL La primera bombilla eléctrica se encendió en el Perú el 15 de mayo de 1886. La Peruvian Electric Construction and Supply Company instaló una planta a vapor ‒impulsada por una sola caldera a carbón‒ frente al Parque Neptuno (donde actualmente se ubica el Museo de Arte Italiano), alumbrando la red instalada en los edificios de la Plaza de Armas. Meses después ocurrió el primer apagón de nuestra historia: el 17 de noviembre, a las 6:45 pmun desconocido realizó una conexión clandestina con una tubería de gas cercana que provocó una inmensa conexión a tierra, la que literalmente hizo «volar los plomos». Hasta entonces la iluminación artificial de la Lima antigua había pasado por diversas etapas, la de los candiles y faroles virreinales alimentados con sebo, época que terminó en 1820. La naciente República se alumbró con lámparas de aceite; luego, en 1847, se dio inicio ala iluminación con aceite de ballena, combustible muy apreciado entonces y que promovió la navegación de barcos balleneros norteamericanos por nuestro mar. Los puertos peruanos recibieron estos barcos innumerables veces, en uno de ellos nos visitó Herman Melville, el creador de Moby Dick. Durante mucho tiempo el «farolero» llegaba al caer la tarde con su escalera al hombro, utilizando fósforos para prender los faroles colocados en las esquinas. En 1855 llegó el kerosene al Perú, combustible que se hizo muy popular. Las lámparas de kerosene se utilizaron en calles y hogares. También en 1855, por iniciativa del empresario Melchor Charon, se creó la Empresa del Gas, que tendió tuberías para las casas y edificios públicos, iniciando el alumbrado público a gas, creando además el nuevo oficio de «gasfitero», nombre que perdura hasta hoy dedicado a aquellos que reparan las tuberías de agua potable. Hacia 1857, según reporte de Manuel Atanasio Fuentes, existían en Lima ya instaladas 2.203 lámparas de gas, 5.219 luces en casas particulares, edificios públicos y calles ‒en este caso, a razón de cuatro faroles por cuadra. Pero el alumbrado a gas solo era accesible a las familias pudientes, ya que en las clases populares reinaba el kerosene.

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La Peruvian Electric Construction and Supply Company fue adquirida por la Empresa del Gas, años después se convertiría en la Empresa Transmisora de Fuerza Eléctrica. Apareció el desarrollo industrial movido con energía eléctrica. En 1890 Bartolomé Boggio, junto con Mariano Ignacio Prado y Juan Manuel Peña, crearon la Sociedad Industrial Santa Catalina, dedicada a la producción de textiles que luego, en 1895, absorbió los capitales de la Empresa Transmisora de Fuerza Eléctrica, tomando el nombre de Empresa Eléctrica Santa Rosa, la que construiría posteriormente la Central térmica de Santa Rosa de la Pampa, en la margen derecha del río Rímac, a un costado del cementerio Presbítero Maestro y con ello abasteció de energía a su fábrica con apenas 75 caballos de fuerza. Años después, en 1903, la misma empresa formaría la Central Hidroeléctrica de Chosica, con una potencia de 4 mil caballos de fuerza. Por otro lado, se crearon empresas proveedoras de energía en Piedra Lisa ‒margen izquierda del río Rímac‒, en el Callao y para las empresas de los tranvías y trenes. Todas ellas se fusionaron en 1906 para formar las Empresas Eléctricas Asociadas (EE.EE.AA). En 1922 las EE.EE.AA suscribieron un contrato con la Municipalidad de Lima para el tendido del alumbrado público y proveer de energía al sistema de tranvías. La modernización eléctrica de Lima había comenzado. Esta misma empresa trajo los primeros electrodomésticos en la década de los teinta, como la refrigeradora, cocina, los calentadores de agua marca Therma y la plancha. Quedaban atrás para algunas familias el uso de la plancha a carbón, la cocina a leña o el baño con agua calentada en la cocina. La expansión eléctrica de una ciudad en crecimiento continuo como Lima se logró con la creación de nuevas centrales eléctricas en la cuenca Rímac-Santa Eulalia. Por ejemplo, la central de Huinco, principal central hidroeléctrica de Lima que opera desde 1965, con una producción de 262 Mw a partir de la cuenca hídrica de las lagunas de Marcapomacocha y Antacoto a 5 mil m.s.n.m, cuyas aguas son derivadas a través de una caída neta de 1.245 m. Actualmente otras cuatro centrales, junto con Huinco, abastecen de energía a una Lima que continúa creciendo en espacio y población.

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CapĂ­tulo 9 Logros de alumnas y profesoras


méritos. Esta medalla fue entregada por primera vez en el Perú13.

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esde su creación las alumnas, profesoras y exalumnas han tenido el reconocimiento de los estamentos académicos, hospitales, pacientes y de la sociedad. La imagen que proyectaron se consolidó con el correr de los años al pasar de sus locales en el Hospital Loayza y luego en el edificio de la calle Baquero. La experiencia acumulada y la renovación constante de su programa curricular contribuyeron a este prestigio. Sor Rosa Larrabure fue la primera Directora de la institución en recibir diversos reconocimientos a nivel nacional e internacional. El Ministerio de Educación reconoció a sor Rosa con el título de “Profesora Oficial”, y la Junta de Médicos de los Hospitales de Beneficencia le confirió el título de “Enfermera Honoris Causa”. Sor Rosa Larrabure también recibió, en 1935, la Orden del Sol del Perú en el Grado de Gran Oficial y la Cruz Roja Internacional le hizo entrega de la medalla “Florencia Nigthingale”, la más alta distinción que honra en el mundo a las enfermeras que se destacan por sus

Sor Rosa Larrabure hizo un gran aporte a la Enfermería peruana gestionando y obteniendo la dación del Decreto Supremo para que la Enfermería sea considerada como carrera pública. Obtuvo además, con el apoyo de Sor Martha Maurin, la donación del terreno donde se construyó, en 1945, el edificio que albergó a la Escuela por más de 70 años. Fue por sus contribuciones que en 1955 la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima le hizo entrega de la Medalla de Oro de la Sociedad y la Asociación Nacional de Enfermeras le hizo entrega del Emblema de Oro. La Municipalidad de Lima también la distinguió con la Medalla de Oro de esa comuna. Sin embargo, aun cuando sor Rosa Larrabure colocó una valla muy alta para las siguientes directoras, otras docentes y egresadas han dejado en alto el nombre de la Enfermería nacional. Es así que tres egresadas han ocupado el más alto cargo en el gremio de la Enfermería, el Decanato del Colegio de Enfermeros del Perú (CEP), cumpliendo una destacada labor.

13 Tavera, F. (2004). Historia de la Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza 1915-2003. Lima: Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. 186

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Por su parte, la exalumna Mg. Gladys Zárate León, ex Decana del Colegio de Enfermeros del Perú, fue además Directora General de Servicios y Programas de Salud de 1985 a 1989, Directora de la Escuela Académico Profesional de Enfermería de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de 1991 a 199414, Presidenta de la Asociación Peruana de Facultades y Escuelas de Enfermería (ASPEFEEN) de 1993 a 1995 y Consultora Nacional en Recursos Humanos de la Organización Panamericana de la Salud de 1996 al 2007. En el año 2006, la Mg. Gladys Zárate recibió como distinción del Colegio de Enfermeros del Perú, la Lámpara Florence Nightingale, por su elevado profesionalismo y su contribución en pro de la Enfermería peruana15. La Dra. Nélida Chávez de Lock, siendo Decana del CEP, logró la aprobación de la Ley del Enfermero Peruano durante el gobierno del presidente Alejandro Toledo16. Dicha Ley ha mejorado el orden y el bienestar laboral de las enfermeras del país. No existe en muchos países

14 Delgado, MG, Rabí CHM. (2006). Evolución histórica de la Facultad de Medicina de San Fernando Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos: Sesquicentenario de la Facultad de Medicina, 1856-2006. 15 Zárate León, G. Hoja de Vida. Agosto de 2011.

16 Ley del Trabajo del Enfermero Peruano N°27669. 31 de enero de 2002.

de la región una reglamentación similar a la nuestra17. La Dra. Chávez de Lock además fue designada como Directora Ejecutiva del Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar – (INABIF), del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social ‒ MIMDES18. Otras egresadas también se han destacado siendo jefes de Departamento de Enfermería en instituciones públicas y privadas, directoras de Servicios de Salud, directoras de Escuelas Académico Profesionales de Enfermería, decanas de Facultades de Enfermería, así como fundadoras de Sociedades Científicas en Enfermería. Las egresadas de la Escuela se han destacado también en cargos públicos. En el año 2008, tras la designación del Sr. Yehude Simon como Primer Ministro, asumió la Presidencia de la región Lambayeque la Lic. Nery

17 Musayón-Oblitas Y, Farro-Peña G, Torres-Deza C, Alayo-Sarmiento M, Loncharich-Vera N, Zambonini S, Felippa G, Spadafora S, Osa M, Robles N, Roldán V, Figueroa-Gallardo T, Godines-Valencia C. Análisis comparativo de las leyes para el ejercicio de la Enfermería en Paraguay, El Salvador, Argentina y Perú. Rev enferm Herediana. 2012;5(2):131-140. 18 Diario El Peruano. Normas Legales 327033. Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social. Resolución Ministerial N° 604-2006. 28 de agosto de 2006. Martes 29 de agosto de 2006.

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Saldarriaga de Kroll19. La Lic. Saldarriaga, como Presidenta de la Red Nacional de Mujeres Autoridades Locales y Regionales del Perú en el periodo 2009 - 2010, tuvo como objetivo fortalecer el liderazgo político y el protagonismo que la mujer peruana está alcanzado en la gestión pública y articular esfuerzos a favor de la democracia, el desarrollo humano y la equidad de género20. Actualmente es una líder de opinión en su región y propone la modificación de la Ley de Elecciones Regionales, promoviendo la Ley de Alternancia. Es de destacar la participación de las alumnas y egresadas en diferentes acontecimientos de la historia nacional, como los grandes terremotos que asolaron nuestro país, el de Huaraz en 1970, y los de Arequipa, en 1958 y 1960; los conflictos bélicos, como el que se sostuvo con el Ecuador en 1941, en el que integrantes de la Promoción 40 participaron como enfermeras por varios meses en la zona del conflicto ‒el gobierno del Perú las reconoció como “Ex-combatientes de la

19 Grupo La República Digital. La República. 12 de octubre de 2008. Disponible en: http://www.larepublica. pe/12-10-2008/nery-saldarriaga-lo-reemplazara 20 RENAMA, UNFPA. Memoria de Gestión 2009 – 2010. Disponible en: http://www.unfpa.org.pe/ publicaciones/publicacionesperu/RENAMA-Memoria-2009-2010.pdf 188

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Campaña Militar de 194121‒; las grandes epidemias, como la del cólera, en la que las alumnas del último año fueron destacadas por tres meses a Chancay, Huaral, Barranca y Huacho22, recibiendo la institución el reconocimiento del Municipio de Chancay por la loable y meritoria labor. Una de las egresadas de la Promoción 1988, sor María Luisa Amado Zapata, fue reconocida por la Universidad como Doctora Honoris Causa por su destacada labor en el conflicto bélico de Ruanda, que mereció juntamente con el grupo de labor en esa zona el Premio Príncipe de Asturias23.

21 Relación nominal de Excombatientes de las campañas militares de 1933 y 1941. Disponible en: http:// www.ccffaa.mil.pe/menuDEFENSA/defensor/PADRON%2033-41%20LIBRO%20I.pdf 22 Cárdenas GG. El mejor libro es el paciente. Entrevista al doctor Luis Pro Delgado, Profesor del Departamento Académico de Medicina. Ex Director de la Disa III - 1991. Disponible en: http://www.cayetano-pae. com/wp-content/uploads/2012/09/62-Dr-Pro.pdf

23 Tavera, F. (2004). Historia de la Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza 1915-2003. Lima: Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.


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ROSA DE SANTA MARÍA El 20 de Abril del año 1856, siendo Virrey del Perú don José Antonio Manso de Velasco nació la niña privilegiada que después llegó a ser la Santa limeña, del matrimonio de don Gaspar de Flores y de doña María de Oliva, y por esta razón, la llamaron Isabel Flores de Oliva. Se señala como la casa en que naciera esta niña predestinada para la santidad la que se encuentra en la calle de Santo Domingo junto a la Espíritu Santo (hoy el Santuario de Santa Rosa, y donde se levantará la Basílica del mismo nombre). Recibió el agua bautismal, el día de Pascua de Pentecostés, con el nombre que dejamos indicado el que, posteriormente fue cambiado con el de Rosa, por haber presenciado la madre el caso prodigiosos, de que el semblante de la pequeña, se transformó en una rosa, en momentos en que la atendía con solicitud maternal. También, el Arzobispo de Lima, Toribio de Mogrovejo, le dio el mismo nombre en el momento de administrarle lconfirmación, llamándola Rosa de Santa María. Sola ella, voluntariamente, sin consultarlo con nadie se imponía dolorosas penitencias cuando apenas contaba cuatro o cinco años, privándose voluntariamente de todo aquello que constituye la felicidad de los niños y sometiéndose por su propia inspiración a una abstinencia absoluta, sin que se le notara en ningún momento vacilación para dar exacto cumplimiento a aquello que se proponía hacer. Su entusiasmo y alegría llegaban al maximun de su gloria, cuando se dedicaba a la oración, momentos en los que permanecía indiferente a todo lo que fuera mundanal, no levantando jamás los ojos ni atisbando el oído, para hacerse cargo de lo que ocurría en sus alrededores. Se había propuesto imitar la santidad de Catalina de Siena, y sin que persona alguna y ni siquiera su confesor, le hubiera ordenado jamás penitencia de ninguna clase, porque no la habría merecido, hizo votos solemnes de consagrarse en lo absoluto al culto de Dios, y comenzó a cumplir esta promesa, en parte, haciéndose Hermana de la orden terciaria de la que fue más tarde el más noble y hermoso ejemplo.

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En el rincón más apartado de su modestísima habitación, habría preparado un jardincito sin más ornato que una cruz en el fondo, lugar que consideraba como el predilecto para consagrarse a su vida de penitencias de la que jamás se arrepintió, no obstante el rigor con que se trataba. En medio de esta austeridad que la absorbía en totalidad, no descuidó su cultura intelectual y habiendo aprendido a leer y escribir con notable y admirable prontitud, se consagró de preferencia a la lectura de las obras de Fray Luis de León y los demás clásicos místicos de esa época a los que además sabia interpretar y juzgar con notable acierto. Supo componer lindas poesías que cantaba solo ella, acompañándose de la vihuela, y con cuyos sones, venían a buscar refugios en su regazo, una multitud de pajarillos que revoloteaban sobre la enramada que formaba esa especie de templo y lugar de solaz. Cuentan que su belleza física seguía pareja con la de su alma, y que así la conservó hasta el día en que cayó como la flor tronchada por la tempestad, sin que se marchitara, no obstante la vida de privaciones a que en todo momento estuvo sujeta por los dictados de su voluntad. El patriotismo fue uno de sus más exaltados sentimientos y así cuando el año 1615 llegaron a las aguas del Callao los buques que formaban la flota de corsarios holandeses, ella fue la primera que se aprestó llena de entusiasmo, consiguiendo inducir en el mismo sentido, a todas las damas limeñas que así formaron un notable cuerpo de defensa para lo que pudiera suceder. La misma viveza de amor patrio, exteriorizó y puso en acción, en todos los momentos en que su suelo natal recibió distintas clases de amenazas. Parece que llegó a presentir el día de su muerte y que hasta predijo el momento en que eso debía suceder. Se despidió de muchas personas que le eran queridas haciendo a cada una de ellas encargos especiales. Así esperó serena y tranquila su último momento que fue al día 24 de Agosto, cuando apenas había cumplido 31 años. El sepelio se efectuó en la iglesia de Santo Domingo y a esa ceremonia que llegó a constituir época, concurrió la ciudad entera, sin exceptuar al Arzobispo, el Virrey, la Real Audiencia, el


Cabildo Metropolitano, el Ayuntamiento, todas las Comunidades Religiosas, sin que para ello hubiera mediado la más ligera invitación.

Hoy en todos los pueblos católicos, se le rinde culto y se ha levantado en la mayor parte de los templos, un altar de preferencia, en el que se levanta la estatua que la conmemora.

Era el tributo que la sociedad toda, rendía a su santidad indiscutible e incomparable.

Elvira García y García

Todos en general se disputaban el placer de contemplar el rostro de la santa y de besar sus manos y el hábito, de donde se despedirá el suave olor a santidad.

Publicado en la Revista Mundial el 26 de agosto de 1921.

La llevaron cargada en hombros, los canónigos, los Concejales y los Religiosos y el pueblo entero, se agolpó a las puertas de la Iglesia para pedir que no se le sepultara pues se había observado que no obstante que todo el ceremonial empleado, duró algunos días, el cuerpo de la santa, no daba señales de descomposición orgánica. Las peregrinaciones de los fieles duraron varios días hacia la casa en que vivió la santa y al templo que guardó sus restos. Parece que este hermoso ejemplo de virtud acrisolada, avivó el misticismo de la mujer limeña notándose que muchas damas de ese periodo virreinal ostentaron un arrepentimiento muy marcado por sus pasados extravíos y en general se sentían efluvios divinos que incitaban a una vida de oración y de penitencia. El ejemplo se extendió hacia todos los confines del Perú y hasta a los demás pueblos de América, en los que se aplaudía y veneraba a la santa limeña, considerándola como el centro de las más preclaras virtudes. La Beatificación se hizo el año 1668 y la Canonización solemne fue el año 1671. Los restos de la Santa junto con otras reliquias se veneran en la iglesia de Santo Domingo en el altar que se le dedicó desde entonces y que aún hoy subsiste. El papa Clemente IX la declaró Patrona, no solo de Lima y del Perú sino además de todas las provincias, los reinos, las islas y regiones de Tierra Firme de la América, las Filipinas y la India.

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La mayoría de elecciones en el Perú han tenido un matiz de turbulencia, sobre todo las del siglo XIX, que eran seguidas o interrumpidas por revoluciones y cierra puertas. Las mesas electorales eran sazonadas con «pisco y butifarra» y no pocas veces las diferencias políticas eran resueltas a balazos. Los primeros votantes fueron hombres y letrados, las mujeres y la gran masa del pueblo, que sobre todo era analfabeta, estaban excluidos de este privilegio. Las sucesivas constituciones oscilaron además por el sufragio directo o la elección indirecta a través del Congreso de la República o las Juntas Electorales, lugar donde la situación política era arreglada mediante pactos o prebendas. Otra manera de acceder al poder fueron los golpes de Estado. Para darse una idea, desde 1823 hasta 1899 solo 6 gobiernos se eligieron por elecciones generales, 8 por el Congreso y 16 por golpe de Estado. La debacle de la Guerra del Pacífico ofreció un periodo relativamente exento de altercados electorales, a ese periodo se le llamó la República Aristocrática, una sucesión de gobiernos civiles que terminó con el segundo gobierno de Leguía en 1919. Este periodo de estabilidad democrática se quebró por la ruptura de pactos entre los grupos de poder y la turbulencia social que originó una revuelta sindical que terminaron con la destitución del presidente Billinghurst, por lo que mediante un golpe de Estado, el régimen militar del General Benavides gobernó el país entre 1913 y 1914. José Pardo, a través de la llamada Convención de Partidos logró una candidatura única y accedió al poder en 1915 para ser derrocado en 1919 por Augusto B. Leguía quien se quedó 11 años en el poder utilizando los mecanismos del Congreso. En el siglo XX, desde 1903 hasta el 2000, 15 gobiernos emergieron de elecciones generales, 5 fueron elegidos por el congreso y 11 se impusieron por golpe de Estado. Situación que animó al escritor Martín Adán a decir «Hemos vuelto a la normalidad» al referirse al golpe de Estado del General Manuel A. Odría. Sin embargo,

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es durante el gobierno dictatorial de Odría en que luego de años de lucha, las mujeres adquiieron el derecho a elegir y ser elegidas, mediante una Reforma Constitucional que fue ampliamente debatida en las Cámaras de Senadores y Diputados y que luego se hizo efectiva con la Ley 12391 que menciona el derecho a voto a las mujeres mayores de 21 años que supieran leer y escribir (este derecho se extendió a las mujeres letradas mayores de 18 años siempre y cuando estuvieran casadas). En las elecciones de 1956 acudieron, por primera vez, las mujeres a las urnas y fueron elegidas: 1 Senadora (Irene Silva de Santolalla) y 8 Diputadas (Lola Blanco de la Rosa Sánchez, Alicia Blanco de Montesinos, María Eleonora Silva Silva, María Colina de Gotuzzo, Manuela Billinghurts, Matilde Pérez Palacio, Juana Ubillúz de Palacios y Carlota Ramos de Santolalla). Sin embargo, persistía el problema del analfabetismo, que golpeaba con mucha mayor incidencia en la población femenina. La Constitución de 1979 introdujo dos cambios fundamentales: el sufragio universal a todos los ciudadanos sin ninguna condición, incluyendo a los analfabetos, y la mayoría de edad a los 18 años. La tarea posterior fue integrar a tanto mujeres y hombres de las zonas rurales y urbano marginales al sistema de Registro Civil a través, primero, de la Libreta Electoral y luego, del Documento Nacional de Identidad. Para entonces, las mujeres habían ganado numerosos espacios en la administración pública y la vida política, pero debido a la persistencia de cierta discriminación en su participación partidaria , se estableció posteriormente el sistema de cuotas para las listas parlamentarias, no menos del 25% para las mujeres; este sistema se extendió a la Ley de Partidos Políticos y con ello a las listas electorales para la elección de gobiernos regionales y municipales.


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En los albores del siglo XX comenzó la industrialización de Lima, entre 1900 y 1930 un mínimo de trabajadores limeños laboraba en fábricas. La fábrica textil más grande y moderna fue la Fábrica de Tejidos de Vitarte, establecida en 1890, administrada por la firma W. R. Grace & Company, le siguieron La Victoria (en el barrio del mismo nombre y fundada por la familia Prado), El Inca (Rímac), El Progreso y Santa Catalina. Existía además la fábrica de galletas de Arturo Field y Cía., la de harina de los Hnos. Nicolini, la cervecera Backus y Johnston, la embotelladora de L. Barton, la fábrica de fósforos El Sol, entre otras. La clase obrera estaba constituida sobre todo por pobladores limeños y muy pocos inmigrantes. El sistema de ingreso laboral estaba mediado por relaciones familiares o de compadrazgo. Muchos ingresaron a trabajar siendo menores de edad y ascendían de responsabilidad a medida que aprendían el oficio. En la rama textil un número significativo de operarios correspondía a mujeres. La regla común en las fábricas eran las largas jornadas laborales, de 10 a 14 horas, muchas veces en pobres condiciones laborales. Hacia 1911 el ingreso diario oscilaba entre 26 soles para los obreros de la industria de galletas, fósforos y tejidos, en cambio en la industria del calzado y sombrerería las ganancias eran entre 8 y 9 soles diarios. Sin embargo, en el caso de las mujeres los salarios siempre eran más bajos y para empeorar la situación se reportaban casos de acoso sexual y despidos por embarazo. La actividad obrera era la segunda en importancia en el perfil laboral de la mujer de inicios del siglo XX, la primera era la de servicios (domésticas o lavanderas), les seguían las artes manuales, como las costureras, y luego las mujeres que se dedicaban al comercio, a la venta de abarrotes, verduras o de comida preparada. Con el correr de los años un grupo de mujeres se dedicaría a servicios de oficina.

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En 1914, la educadora y feminista Elvira García y García escribió un informe que denunciaba las pobres condiciones laborales, sobre todo de mujeres y niños. Como consecuencia de ello, el presidente Pardo, también empresario textil, promulgó, en 1918, la Ley 2851, sobre el Trabajo de Mujeres y Niños. Antes que apaciguar las cosas, esta ley fue el detonante del Paro General. Algunos empresarios despidieron anticipadamente a las mujeres y ya que la ley garantizaba la jornada laboral de ocho horas solo para mujeres, los obreros decidieron irse a la huelga. La mecha se encendió en Vitarte, virtual barrio obrero textil creado ex profeso para albergar a los trabajadores de la fábrica, donde las protestas fueron el germen del posterior movimiento sindicalista en el Perú. Con los años el número de mujeres obreras iría descendiendo hasta llegar a niveles mínimos en los años cincuenta. El trabajo femenino se orientó hacia otros sectores. Hacia 1975 cerca del 75% de la actividad industrial y el 70% de los puestos de trabajo generados por la industria del país se concentraban en Lima. Sin embargo, esta cifra no correlacionaba con la velocidad de crecimiento urbano que se registraba en la capital. Por lo que una característica de la época y de las décadas siguientes fue el incremento del subempleos o las actividades económicas precarias, las que no daban estabilidad ni estaban a afectas a la cobertura de la seguridad social.


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»Cuando las damas se meten en cosas de hombres, se exponen a tener que someterse a las consecuencias de los actos viriles», así comentaba La Crónica en 1925 sobre la prisión de María Jesús Alvarado que trajo consigo la destrucción de su imprenta y la desarticulación del movimiento «Evolución femenina» siendo el paso previo a su deportación hacia la Argentina. María Alvarado fue, junto a Dora Mayer, una defensora de la mujer indígena; ambas también defensoras del derecho de la mujer al trabajo, como medio de independencia económica, y a la igualdad de los derechos civiles y políticos. En ese mismo año, Elvira García y García publicó «La mujer peruana a través de los siglos». Sus predecesoras tuvieron un triste final, Mercedes Cabello de Carbonera falleció recluida en el Hospital de la Misericordia (Manicomio) en 1908 y en aquel mismo año murió, en su exilio argentino, Clorinda Matto de Turner, deportada por sus ideas políticas en defensa de los derechos de la mujer. María Alvarado, hija de un acomodado terrateniente que se casó mediante un matrimonio arreglado, luchó por la independencia de la mujer en las decisiones acerca del matrimonio y de su educación, ella fue una autodidacta que asistió como alumna libre al Liceo Fanning, nunca se casó y gracias a su herencia se pudo dedicar a la enseñanza en colegios pobres. En 1911 María Alvarado dio el discurso «El feminismo» ante la Sociedad Geográfica de Lima: «El principio fundamental del feminismo es la igualdad de la potencialidad mental y de la habilidad para el trabajo del hombre y de la mujer…» asimismo abogó por la necesidad de superar la función tutelar de los esposos, el derecho al sufragio universal y la posibilidad de ocupar cargos públicos. Por su parte, Dora Mayer publicó, en 1912, el artículo «Una sola moral para ambos sexos», acerca de la aceptación de las mujeres solteras que no querían casarse sino dedicarse al ejercicio de una determinada profesión. En 1914, nació «Evolución Femenina», la primera organización feminista del Perú, a iniciativa de María Alvarado, la que incluyó, entre otras, a su propia madre. El trabajo de la organización estuvo dedicado a defender sobre todo a las mujeres pobres o indígenas. Asimismo ese mismo año, «Evolución femenina» desplegó una labor importante en convencer a la sociedad y a las propias mujeres de que la enfermería era una profesión en la que podían desempeñarse bien, esto a propósito de la creación de la Escuela de Enfermeras. Para entonces el Código Civil vigente, si bien establecía que hombres y mujeres gozaban de derechos

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civiles y que la mayoría de edad se lograba a los 21 años, el marido ejercía la Patria Potestad sobre su esposa, incluso si ella era mayor de edad, y estipulaba el impedimento de contratar en un trabajo a mujeres casadas que no contaran con el permiso del esposo. En 1915 María Alvarado fundó la Escuela Moral y Trabajo, solventada con parte de su patrimonio y el aporte de filántropos y sindicatos. Esta escuela tuvo como intención inicial enseñar oficios y aspectos de higiene a las meretrices, para que abandonen este oficio ‒sobre todo por la alta carga de enfermedades de transmisión sexual‒, pero derivó además en la educación de mujeres de sectores populares; con el tiempo los tópicos dictados se extendieron a alimentación, puericultura y tipografía. Ocasionalmente la escuela recibió aportes de la Beneficencia Pública. Con los años y bajo la presión de diversos grupos, algunas mujeres asumieron cargos dentro de la Beneficencia. En 1924 se creó el «Círculo de Enfermeras Diplomadas», estableciéndose un compromiso recíproco en caso de enfermedad, fallecimiento y accidentes de trabajo; el círculo tuvo tres tipos de socias: honorarias, protectoras y activas. En octubre de ese año, a iniciativa de Zoila Aurora Cáceres se creó la segunda organización feminista: «Feminismo Peruano” que entre varias demandas exigía el derecho al sufragio. Corrían los tiempos de represión del gobierno de Leguía. En tanto «Evolución Femenina» continuaba su lucha por cambios en el Código Civil, por ese motivo por orden expresa del Presidente Leguía, María Alvarado fue apresada e incomunicada por 3 meses, la imprenta de su Escuela fue allanada con el pretexto de la impresión de un panfleto obrero; su deportación trajo abajo el floreciente movimiento feminista que despertaría años después.


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La República mantuvo el sistema colonial de inscripción de los nacimientos, matrimonios y defunciones en los registros de la Iglesia Católica. El 26 de junio de 1852 se estableció el Registro Civil en el Perú. Este código instituyó que el matrimonio sería regulado a través de lo dispuesto por el Concilio de Trento y que por tanto tendría validez para los hechos civiles. Esta norma alentó una brecha entre lo ideal y la realidad: un número considerable de extranjeros no católicos que deseaban casarse entre ellos o con ciudadanos peruanos no podían cumplir con las normas vigentes, lo que ejerció presión para la modificación de las leyes. Se hicieron algunos intentos a inicios del siglo XX en el Congreso. Años después, con el Decreto Ley 6889 el 4 de octubre de 1930 se impuso el matrimonio civil como único y obligatorio para los peruanos, relegando el religioso al ámbito de lo privado y optativo. Por oposición, la corriente liberal empujó a la legalización del divorcio, consagrado en la Constitución de 1933 y luego en el Código Civil de 1934.

En el Perú, a lo largo de su historia, las uniones consensuadas han sido la norma. El censo de 1920 en Lima muestra que un 62,5% de adultos se declara soltero y el 25,5%, casado; estas cifras se correlacionan además con el alto número de hijos considerados ilegítimos, el 57,4%. En el censo de 2011 se encuentra que la tasa de matrimonios inscritos es de 18,9%. En casi cien años de historia, las estadísticas oficiales casi no se alteran. Sin embargo, la historia ha cambiado ligeramente para los niños considerados ilegítimos. Paulatinamente la legislación civil alentó la inscripción de los niños nacidos fuera del matrimonio. Sin embargo, a pesar de la norma, un considerable número de niños, incluso los nacidos producto de uniones consensuadas estables, no eran inscritos en los registros de nacimientos debido a desidia o trabas burocráticas, perjudicando el acceso de tales niños al sistema formal de salud y educación. Actualmente los grandes hospitales públicos registran a los recién nacidos en forma inmediata al parto, independientemente del estado civil de sus padres.

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«Existe la idea de que la intelectualidad femenina está en riña con el culto del hogar, con las sencillas faenas domésticas, con la elegancia y la corrección. Este es uno de los tantos sofismas inventados en contra de nuestros derechos: la cultura y el estudio no están riña con el amor al hogar; al contrario, harán comprender mejor la santa poesía, la dulce belleza de ese rinconcito querido que encierra tantas cosas. Las vestales de la antigua Roma cuidaban el fuego sagrado…» Frases pronunciadas por María Wiesse (Lima, 1894-1964), cuando tenía 22 años, en el discurso «La mujer en la sociedad» a propósito de una invitación de la asociación femenina Entre Nous que se celebró en el Salón de la Sociedad

Filarmónica en 1916. María Wiesse, narradora, poeta, ensayista, difusora radial y melómana fue, por mérito propio y además por su matrimonio con el pintor José Sabogal, testigo de excepción de la evolución del movimiento cultural del Perú durante gran parte del siglo XX. Años después, María Wiesse decidió vincularse al Movimiento Pro Indigenista, junto a su esposo y otros intelectuales, ante las oprobiosas condiciones de los obreros y los indígenas. En 1947 se fundó, el 21 de febrero de 1947, el Instituto Indigenista Peruano, que tuvo a Luis E. Valcárcel como primer director; entre sus miembros destacan Julio C. Tello, Carlos Monge Medrano, Alberto Giesecke, José Frisancho, Alberto Arca Parró, José Sabogal, J. Uriel García, José A. Encinas, entre otros.

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Los debates sobre la cuestión femenina comenzaron a finales del siglo XIX, impulsados por el movimiento de intelectuales liberales aglutinados alrededor de la Revista de Lima y las tertulias (veladas literarias) organizadas por Juana Manuela Gorriti, donde destacaron claramente Teresa Gonzales de Fanning, Clorinda Matto de Turner, Lastenia Larriva, Carolina Freyre de Jaimes y Mercedes Cabello de Carbonera. Para entonces se exigía que, además de una capacitación sobre la administración doméstica moderna, las mujeres debieran recibir un entrenamiento básico que les permitiera trabajar por un sueldo, denunciando el carácter patriarcal de la sociedad y el rol al que eran confinadas las mujeres. El gobierno, en manos de los civilistas, respondió aceptando la capacitación de mujeres como profesoras de niños. Para tal fin se fundaron escuelas normales en Cajamarca, Junín, Cusco y Lima, en el año 1873. Luego, en 1876 el Ministerio de Educación dictó el «Reglamento General de Instrucción Pública» que establecía la obligatoriedad de la educación Primaria para hombres y mujeres hasta los doce años. Además el Gobierno creó incentivos para el desarrollo de la educación Secundaria regentada por laicas o monjas, donde sobre todo eran educadas las jóvenes de la aristocracia y de la clase media. En febrero de 1874, Trinidad María Enríquez, egresada de la Escuela de Educandas del Cusco postuló a la Escuela de Leyes de la Universidad San Antonio Abad de la misma ciudad. Su postulación fue denegada aduciendo las autoridades el tema de género. La señorita Enríquez escribió directamente una petición al presidente de la República, don Manuel Pardo. El 3 de octubre de ese mismo

año, el Congreso aprobó una resolución en la cual se autorizaba a la señorita Enríquez a postular a la universidad cusqueña o a cualquier otra que quisiera. Tal atributo se extendía a todas las mujeres que lo pidieran por ser «deber del gobierno, conforme al espíritu y tendencias de las leyes de la República, procurar todas las facilidades posibles a fin de obtener la más amplia propagación y difusión de las luces en todas las clases sociales y sin distinción de sexos». La señorita Enríquez pasó los exámenes de ingreso y se graduó como abogada tres años después. Este hecho fue seguido por otras estudiantes que ingresaron a la Universidad de San Marcos utilizando un procedimiento similar, como Margarita Práxedes Muñoz, la primera mujer en graduarse de bachiller en Ciencias con la tesis «La unidad de la materia o identidad de origen de los reinos inorgánico y orgánico». Felicita Balbuena posteriormente se graduó de dentista en 1886. Por otro lado, Laura Esther Rodríguez Dulanto se graduó, primero, en Ciencias, con la tesis «Estudios Geológicos de la provincia de Chancay», prosiguió con los estudios de medicina y optó por el grado de Bachiller con la tesis sobre «El empleo del Ictiol en las inflamaciones pelvianas», graduándose de Médico cirujano el 25 de octubre de 1900, además obtuvo la Contenta (distinción al primer puesto) en empate con Lázaro Curletti. La Dra. Rodríguez Dulanto se dedicó a la Medicina Social y, siendo interna del Dr. Constantino C. Carvallo, publicó en la Gaceta Médica «Enorme quiste del ovario acompañado de otro pequeño» (1898) y «Fibromioma uterino» (1900). La Dra. Rodríguez Dulanto tuvo algunas resistencias para el ejercicio de su profesión; trabajó como médico de la Escuela Normal de Mujeres, del Liceo Fanning, así como de los Conventos de la Concepción, Jesús María y Nazarenas. Los historiadores refieren asimismo que la Dra. Rodríguez Dulanto organizó y dictó los cursos de Anatomía, Fisiología e Higiene en una escuela de enfermeras, cuyas prácticas se hacían en los hospitales Santa Ana y Dos de Mayo. También fundó la Unión Patriótica de Señoras y la Cruz Blanca de Señoras. Las dificultades para el ingreso de mujeres a la Universidad de San Marcos ‒la única existente entonces‒ todavía persistieron a pesar del precedente de la señorita Enríquez; solo 5 mujeres se graduaron entre 1884 y 1915.

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Capítulo 10 La diáspora: exalumnas trabajando en el exterior


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a Escuela, ahora Facultad de Enfermería, ha tenido siempre presente la necesidad de mejora y de actualización permanente. Es por ello que ha buscado, por un lado la experiencia de los mejores, independientemente donde se encuentren, y por otro lado, el compartir sus conocimientos con los demás. En ese sentido, en el año 1953 sor Martha Maurin gestionó becas integrales de estudios “básicos” y “post básicos” de Enfermería para recibir estudiantes del exterior, las que llegaron de Bolivia, Panamá, Argentina, Colombia y Haití. Dicha experiencia fue enriquecedora y convirtió a la Escuela en una institución que aportó al desarrollo de la Enfermería en la región. Asimismo, muchas docentes y enfermeras de esta casa de estudios viajaron al exterior. Desde la década del cuarenta algunas profesoras salieron a Norteamérica para realizar estudios de postgrado o cursos de actualización subvencionados con becas de la Fundación Kellogg y otras fuentes. Otros lugares de perfeccionamiento académico fueron Puerto Rico, Colombia y Brasil. Aquellos viajes al exterior eran iniciativas de la Escuela para lograr luego mejoras en ésta. Por ejemplo, un reporte de sor Martha Maurin al finalizar su rotación por el Charity Hospital en New Orleans demuestra el

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interés de promover cambios curriculares y administrativos, como la creación de los cursos de Psicología y Sociología, reorganización de la enseñanza práctica a base de demostraciones y modificar las rotaciones hospitalarias del alumnado, entre otras. En 1992 dentro de los planes de incorporación a la UPCH, las profesoras Margot Zárate León y María del Carmen Salazar cumplieron con realizar un Seminario Itinerante en 11 facultades y escuelas que eran polos de desarrollo de Enfermería en América Latina, con el fin de conocer las experiencias de formación en pre y postgrado. Visitaron universidades de Chile, Brasil, Colombia, México y Venezuela. Como resultado de dicha experiencia, las docentes presentaron al Rectorado un plan de desarrollo integral de la Escuela de Enfermeras Arzobispo Loayza, propuesta que fue aprobada en Asamblea Universitaria en diciembre de 1992. Ha sido una necesidad en la Escuela y luego en la Facultad el dar a conocer las experiencias locales de investigación, así como estar al tanto de los avances de la profesión. Docentes, estudiantes y exalumnas han participado por iniciativa propia en diferentes eventos científicos internacionales. El Coloquio Panamericano de Investigación en Enfermería desarrollado en la década pasada en América Latina fue y sigue siendo uno de los eventos infaltables para docentes y alumnas. El Perú fue la sede del IX Coloquio Panamericano en el año 2004; la Escuela participó en su organización, conjuntamente con la Escuela de Enfermería de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Trujillo


y el Consejo Nacional del Colegio de Enfermeros del Perú. El evento fue presidido por la Mg. Margarita Alayo Sarmiento, entonces Decana de la Facultad de Enfermería. Las conferencias internacionales de Escuelas y Facultades de Enfermería son otros eventos infaltables. La Facultad de Enfermería pertenece a la Asociación Latinoamericana de Escuelas y Facultades de Enfermería (ALADEEFE). Estas conferencias son un medio de intercambio de experiencias para mejorar la formación de enfermeras en América Latina. Actualmente la Facultad también participa del Programa de movilidad de estudiantes y docentes auspiciado por la UPCH, logrando a la fecha que muchas de las estudiantes de tercero, cuarto y quinto año participen en rotaciones hospitalarias en instituciones reconocidas a nivel internacional. En este programa han participado también las enfermeras graduadas del Programa de Especialización en Enfermería. En pregrado las estudiantes han realizado prácticas clínicas en la Universidad de Nuevo León – México, la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud (FUCS) – Colombia, Universidad Castilla La Mancha – España, Universidad de la Sabana – Colombia. El Instituto Dante Pazzanese de Cardiología de Brasil es otra institución muy visitada por estudiantes de postgrado de la especialidad de Cuidados Intensivos y Cardiovasculares. La participación en proyectos de investigación o de Salud Pública es una experiencia enriquecedora. Uno de los más importantes y que tuvo una vigencia de más de una década fue el proyecto dirigido por la Dra.

Gloria Wright, el Proyecto de las Escuelas de Enfermería sobre Prevención del Uso y Abuso de Drogas, Integración Social y Promoción de la Salud en América Latina, de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD), de la Organización de Estados Americanos (OEA). A través de este proyecto se insertaron en el currículo de pregrado contenidos sobre el problema de las drogas con el objetivo de promover una mayor participación de las enfermeras en la prevención y control del consumo de drogas. Parte del proyecto era la formación y entrenamiento de las profesoras de la Facultad, por lo que más de una decena de ellas fueron entrenadas en Brasil y Canadá. Al terminar el entrenamiento obtenían un segundo título de Especialistas en el Estudio del Fenómeno de las Drogas en las Américas, financiado por la CICAD / OEA. Por iniciativa propia, docentes y alumnos han participado en diversos eventos internacionales, llegando hasta Nueva Delhi – India, en el afán de conocer mucho más de ciencia y tecnología en salud y enfermería. Otros países visitados han sido Suiza, Alemania, Italia, España, Canadá, México, Chile y Brasil. Por el deseo de mejorar las condiciones del ejercicio profesional, por haber estado el Perú en épocas de crisis o por mera voluntad personal, un número significativo de estudiantes egresadas han migrado para insertarse en los sistemas sanitarios de diversos países. Es así que se cuenta con egresadas viviendo y trabajando en Estados Unidos, México, Canadá, Brasil, Chile, Italia, España, Alemania, Suiza, entre otros. Libro conmemorativo Enfermería

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HISTORIA DE LA AVIACIÓN EN EL PERÚ Pocos imaginan que en los actuales terrenos del Campo de Marte funcionó la primera pista de aterrizaje del Perú, dentro del Hipódromo de Santa Beatriz. Juan Bielovucic, peruano nacido en Francia, despegó de aquella pista el 15 de enero de 1911 a las 11:51 realizando un vuelo de 1 minuto a una altura de 40 m. Días después, el 29 de enero cruzó el cielo de Lima por 23 minutos y aterrizó en Ancón. Bielovucic volvió luego a Francia, combatiendo por ese país en la Primera Guerra Mundial. Un año antes, en 1910 Jorge Chávez, nacido en Francia de padres peruanos y que nunca visitó el Perú, había logrado remontar los Alpes en un monoplano, pero lamentablemente se estrelló cuando planeaba su aterrizaje en Domodossola. Durante los años siguientes la aviación peruana fue una iniciativa aislada de entusiastas pilotos que volaban con avión propio y que vieron en la aviación el futuro del transporte. Los primeros vuelos de aquellos pilotos fueron transportando pasajeros de y hacia las grandes haciendas costeñas o a los yacimientos petroleros del norte. El 4 de junio de 1928, el piloto norteamericano Elmer Faucett Clark consiguió la autorización para volar los aviones de su compañía, de tan solo 5 pasajeros. Ese mismo año realizó sus primeros vuelos comerciales: Lima - Talara y Lima - Arequipa. Asimismo, el 13 de setiembre de 1928 decolaba de Santa Beatriz un avión monomotor rumbo a Talara, era el primer vuelo de la compañía “Pan American Grace Airways Inc.”, más conocida como PANAGRA. Con los años la línea aérea Faucett se consolidaría en el transporte de pasajeros y de carga en casi todo el país, uniendo las ciudades con entonces remotos poblados de costa, sierra y selva. Por su lado, PANAGRA se convertió en la línea internacional por excelencia y la primera en utilizar los pronósticos del clima para su vuelos. Tenía como destinos Bogotá, Santiago, Río

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de Janeiro, Buenos Aires, Miami, New York, Canal de Panamá, entre otras; esta compañía dominó los vuelos de Sudamérica entre los años cuarenta y cincuenta, para luego fusionarse con Braniff International Airways en 1967. Con el fin de permitir el ingreso al país de aviones de mayor fuselaje, el 23 de setiembre de 1948, día de la inmolación de Jorge Chávez, se inauguró el Aeropuerto de Limatambo, que ocupó los terrenos de la hacienda del mismo nombre (en lo que hoy es la urbanización Corpac). El aeropuerto contaba con un moderno sistema de radar y dos pistas de aterrizaje que estaban rodeadas por maizales. El edificio, de cinco pisos que se continuaba con la terminal, miraba hacia la entonces Carretera Panamericana (hoy Av. República de Panamá). Con el crecimiento de la ciudad y de los vuelos nacionales e internacionales se optó por la construcción de un nuevo aeropuerto, el Jorge Chávez, ubicado en el Callao, el que inició sus primeras operaciones en 1960, pero que fue inaugurado oficialmente el 30 de diciembre de 1965.


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LOS PRIMEROS VIAJES AL EXTERIOR A inicios del siglo XX los viajes al exterior tenían vista al mar. El principal medio de transporte masivo de pasajeros era el marítimo. Los barcos a vapor navegaban a lo largo de nuestra extensa costa no solo para actividades de pesca y transporte de carga, sino para la movilización de pasajeros dentro y fuera del país. La apertura del Canal de Panamá acortó las distancias con las costas atlánticas y los puertos de Europa. Todavía el transporte terrestre estaba confinado a las diversas rutas del ferrocarril en el país. Los caminos eran trochas y es recién en la décadas del veinte que se construyen carreteras para el escaso pero creciente parque automotor. Las rutas de integración terrestre siempre fueron insuficientes en nuestro agreste territorio. En muchos casos las carreteras eran de penetración desde la costa hacia los Andes. Recién en los años sesenta se construyó la carretera Marginal de la selva y a inicios del siglo XXI, la Interoceánica, que une Ilo con el Brasil. Sin embargo, como entonces, hoy muchos pueblos y caseríos del interior son accesibles solo a lomo de bestia o a través de embarcaciones fluviales.

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OBTUVIERON EL DIPLOMA CORRESPONDIENTE A ENFERMERA GENERAL DESDE 1917 HASTA 2015 NÚMERO DE LA PROMOCIÓN

TOTAL DE EGRESADAS

AÑO OBSERVACIONES

1 6 1917 2 7 1918 3 3 1919 4 4 1920 5 7 1921 6 9 1922 7 8 1923 8 8 1924 9 21 1925 I -- -- 1926 No hay Promoc. 10 27 1927 11 11 1928 II 12 16 1929 13 14 1930 14 14 1931 15 10 1932 16 9 1933 17 16 1934 18 14 1935 19 14 1936 III 20 9 1937 -- -- 1938 No hay Promoc. 21 10 1939 22 15 1940 23 12 1941 24 22 1942 25 18 1943 26 13 1944 27 14 1945

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28 24 1946 IV 29 23 1947 30 24 1948 31 32 1949 V 32 30 1949 33 31 1950 34 31 1951 35 34 1952 36 33 1953 37 45 1954 38 43 1955 39 38 1956 40 43 1957 41 47 1958 42 44 1959 43 42 1960 VI 44 39 1961 45 52 1962 46 55 1963 VII 47 35 1964 48 41 1965 VIII 49 35 1966 50 36 1967 51 29 1968 52 29 1969 53 20 1970 54 40 1971 55 43 1972 56 60 1973 57 23 1974 58 40 1975 59 115 1976 60 123 1977

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61 119 1978 62 141 1979 -- -- 1980 No hay Promoc. 63 117 1981 64 118 1982 65 95 1982 66 101 1983 -- -- 1984 No hay Promoc. -- -- 1985 No hay Promoc. 67 106 1986 68 69 1987 -- -- 1988 No hay Promoc. 69 85 1989 70 67 1990 71 48 1991 72 54 1992 73 51 1993 74 61 1994 75 61 1995 76 60 1996 77 13 1997 78 36 1998 79 48 1999 80 38 2000 81 37 2001 82 38 2002 83 27 2003 84 34 2004- TM 85 61 2004- TT 86 37 2005- TM 87 58 2005- TT 88 50 2006- TM 89 45 2006- TT Grupo 1

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90 69 2006- TT Grupo 2 91 69 2007 92 56 2008 93 57 2009- TM 94 40 2009- TT 95 71 2010- TM 96 54 2010- TT 97 70 2011 -TM 98 34 2011 -TT 99 38 2012 -TM 100 51 2012 -TT 101 40 2013 -TM 102 27 2013 -TT 103 36 2014 104 46 2015 TM: TURNO MAÑANA TT: TURNO TARDE Fuente: Secretaría Académica FAENF

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Cap铆tulo 11 Transici贸n a Facultad


de afiliación a una institución universitaria, sugiriendo como contraparte a la Universidad Peruana Cayetano Heredia.

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a historia de la Escuela ha sido testigo de los sucesivos cambios en el concepto de titulación y certificación de la calidad en la formación de enfermeras. Con la creación del Ministerio de Salud Pública y la aparición de nuevas escuelas en el Perú se vio la necesidad de unificar los criterios de formación y evaluación. Uno de aquellos intentos fue la aprobación, en 1951, de un examen de carácter obligatorio y nacional para otorgar el derecho al ejercicio profesional. El otro camino era la incorporación de las escuelas a las universidades. La Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza optó por el estatus universitario. Muchos de sus docentes médicos eran a su vez docentes de la UPCH. A partir de la promulgación de la Ley General de Educación N° 23384 de 18 de mayo de 198224 la Directora de la Escuela y su equipo docente elaboraron una propuesta a la Sociedad de Beneficencia para firmar un convenio

24 Ley 23384. Ley General de Educación. 21 de mayo de 1982. Disponible en: https://www.bq-portal.de/sites/ default/files/legal_basis/files/ley_general_de_educacion_23384.pdf 216

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De otro lado, en la UPCH también existía la intención de crear una Escuela de Enfermería. El 17 de octubre de 1983 la Beneficencia aceptó la propuesta de la Escuela e inició las gestiones con el Dr. Homero Silva Díaz25, Rector de la UPCH, para elaborar un convenio que permita la titulación universitaria de las enfermeras. Se formó una comisión interinstitucional encargada de formular la propuesta técnica, económica, jurídica y administrativa. El informe de la comisión fue remitido por el Dr. Juan Bernal, Presidente de la Comisión, al Rector. Este fue aprobado en Consejo Universitario. El convenio entre la Universidad Peruana Cayetano Heredia y la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima se firmó el 18 de diciembre de 198426. La vigencia del convenio fue de cinco años calendarios y según las evaluaciones que se realizaran existía la posibilidad de incorporar la Escuela a la Universidad. Sin embargo, concluido ese periodo la coyuntura política hizo que la Sociedad de Beneficencia cambiara

25 Zárate León, M. (2013). De Escuela a Facultad. Transiciones en la Educación de la Enfermería en el Perú Lima: Universidad Peruana Cayetano Heredia.

26 Universidad Peruana Cayetano Heredia y la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima. 18 de diciembre de 1984. Archivo Institucional.


de opinión y se negara a renovar la ampliación de la vigencia del convenio31. Con el cambio de autoridades gubernamentales en el año 1990, el Dr. Carlos Vidal Layseca, Profesor Principal de la UPCH, fue nombrado Ministro de Salud y en la Sociedad de Beneficencia accedió al cargo de Presidente el Dr. Manuel de la Peña y Angulo. Estas personas entendieron claramente la situación de la Escuela. En el año 1992 la Universidad Peruana Cayetano Heredia y la Sociedad de Beneficencia firmaron un segundo convenio de incorporación de la Escuela a la UPCH. La Sociedad de Beneficencia solicitó a la Universidad la entrega de 2 Unidades Impositivas Tributarias (UITs) mensuales27, las que se incrementarían año a año como derecho de uso de “la fábrica”, nombre que se le daba al edificio de la calle Baquero donde funcionaba la Escuela y que pertenecía a la Sociedad de Beneficencia de Lima (SBLM). El argumento era que si bien el terreno había sido donado por don Víctor Larco Herrera, la construcción había sido realizada por la Junta Pro Desocupados de Lima y, por lo tanto, pertenecía a la SBLM. Solucionado el tema de la planta física, quedaba pendiente el de la incorporación de la Escuela a la UPCH. En diciembre de 1991 el Consejo Universitario nombró la Comisión de Gestión y Desarrollo de Enfermería con el objetivo de coordinar la transferencia de la 27 Convenio de Cooperación Institucional. Archivo Institucional

Escuela y proponer al Consejo Universitario las bases jurídicas y técnicas para el desarrollo de la Enfermería en la universidad28. El 9 de noviembre de 1993 el Consejo de la Facultad de Medicina acordó apoyar el desarrollo de la Enfermería en la UPCH, no con un carácter de “tutelaje”, sino proyectando a futuro la posibilidad de crear una Facultad de Enfermería. En el mediano plazo se planteó la creación del Departamento Académico de Enfermería, quedando como tarea de la Facultad de Medicina el desarrollo de dicho Departamento33. En el año 1994, durante la gestión del Dr. Oswaldo Zegarra Rojas, se creó el Departamento Académico de Enfermería29, el 15 de diciembre de 1994, como acuerdo de la Asamblea Universitaria, y se dictaminó la incorporación de la Escuela Arzobispo Loayza a la Facultad de Medicina33. Ese mismo año el Dr. Carlos Vidal Layseca, habiendo concluido su labor como Ministro de Estado, asumió

28 Zárate León, M. (2013). De Escuela a Facultad. Transiciones en la Educación de la Enfermería en el Perú. Lima: Universidad Peruana Cayetano Heredia.

29 Car SG-1672-94. Comunica que por Acuerdo de la Asamblea Universitaria se crea el Departamento Académico de Enfermería e Incorporar la Escuela de Enfermeras Arzobispo Loayza a la Facultad de Medicina. 26 de diciembre de 1994. Archivo Institucional. Libro conmemorativo Enfermería

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el Rectorado de la Universidad y propuso políticas de gestión y un plan de desarrollo a corto, mediano y largo plazo, con la clara intención de generar la diversificación educativa de la Universidad. En el año 1996, atendiendo al plan de desarrollo de la UPCH y a los acuerdos de la Asamblea Universitaria, el Consejo Universitario aprobó el nombramiento de 18 profesoras ordinarias dentro de las distintas categorías docentes. La Escuela se encontraba ahora dentro de la estructura organizativa de la Universidad. A lo largo de todos esos años la Escuela, convertida en Departamento Académico, siguió mejorando el desarrollo curricular y la capacidad técnica de sus docentes, dándole un énfasis particular a la investigación científica. En el año 1998 se cumplió el objetivo perseguido por más de una década. La Asamblea Universitaria en su sesión del 11 de febrero de 1998 aprobó por unanimidad la propuesta de reestructuración orgánica y funcional de la UPCH, creándose la Facultad de Enfermería30. Por acuerdo de Consejo Universitario se acordó designar como Decana Interina a la Lic. María del Carmen Salazar García31. 30 CAR-SG-583-98. Comunica la Resolución Rectoral N° 149-98-UPCH-R. 23 de Abril de 1998. Archivo Institucional.

31 CAR-SG-258-98. Comunica la Resolución Rectoral N° 076-98-UPCH-R. 19 de Febrero de 1998. Archivo Institucional. 218

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Fueron años de dedicación y trabajo. La entonces Escuela ahora convertida en Facultad había alcanzado el estatus universitario.


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Cap铆tulo 12 Participaci贸n masculina


conversión en Facultad volvió a dar apertura al ingreso de varones, posibilidad que se mantiene hasta la actualidad.

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a carrera de Enfermería se ha caracterizado en nuestra sociedad por ser predominantemente femenina. Sin embargo, en sus inicios no fue así. En el año 1915 más de una decena de los alumnos matriculados en la Escuela eran varones. Si bien la mayoría de ellos fueron retirados por problemas de disciplina, falta de asistencia o por enfermedad, los que concluyeron los estudios lo hicieron satisfactoriamente32. De 11 matriculados solo 2 enfermeros se titularon33. Con el correr del tiempo una evaluación rigurosa de la presencia masculina en la Escuela determinó que el ingreso a la institución fuera restringido solo para mujeres. Las Hermanas de la Caridad así lo determinaron y así se mantuvo por más de siete décadas, incluso más allá de la rectoría de las Hermanas. La incorporación de la Escuela a la Universidad y su 32 Sociedad de Beneficencia Pública de Lima. Escuela Nacional de Enfermeras. Libro de matrícula N° 1. 19151946. Folio 1 – Folio 670. Martha Cánepa. 33 Libro de registro N°1. Egresadas. 1917 – 1955. Folio 1 Folio 192 (Deifilia Gonzáles) egresada 653. Lima: Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza. Archivo Institucional.

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Cada año la Facultad admite en pregrado entre 4 a 8 estudiantes varones, situación diferente ocurre en el Programa de Segunda Especialización, en el que la presencia de los varones llega en ocasiones al 20% o más de los matriculados en cada proceso de admisión. Aun cuando en la actualidad se busca cumplir con el tema de igualdad de derechos y oportunidades, la participación masculina en el alumnado es todavía minoritaria. Sin duda, la incursión del varón en la carrera de Enfermería es ventajosa en particular en algunos escenarios como emergencias o en servicios de traumatología en los que la fuerza masculina juega un rol especial. Por lo demás, la Enfermería es una carrera que rechaza la discriminación por género; lo que interesa es que las funciones sean cumplidas con la calidad profesional y la ética que todo recurso humano en salud debe tener. Recientemente el Colegio de Enfermeros del Perú fue liderado por un varón y actualmente un segundo Decano acaba de asumir la gestión. Pero existe otra participación masculina que destacar, la de los docentes. Allá por 1915 los médicos del Hospital Dos de Mayo jugaron un papel importante, tanto en la Dirección Académica, como en el desarrollo de las clases teóricas en la naciente Escuela, situación que no cambió con la rectoría de las Hermanas ni con


el traslado hacia el Hospital Loayza o con el traslado al local de la calle Baquero. A los esfuerzos de los doctores Wenceslao Castillo y Ricardo Palma en la fundación de la Escuela en el Hospital Dos de Mayo, se sumó la plana docente del Hospital Loayza, con los doctores Guillermo Fernández Dávila, Francisco Valega y Carlos Portocarrero. Luego se incorporaron los doctores Javier Correa Elías, Ramiro Velaochaga, Javier Arias Stella, Víctor Baracco, Asunción Caballero Méndez, Luis Gurmendy, Jorge Naranjo, Carlos Vidal Layseca, Roger Guerra-García, Germán Noriega, Alberto Cazorla, Rolando Calderón, Uriel García Cáceres, Aníbal Ísmodes Cairo, Carlos Collazos, Carlos Vélez, Luis Sobrevilla, Luis Cavero, Abelardo Temoche, Jorge Berríos, Enrique Haro Haro, Noé Bazán, Enrique Machicado, Francisco Watanabe, Enrique Sabogal, Manuel Ponce y Mons. Luis Lituma Portocarrero. Sin embargo, no se puede dejar de mencionar la enorme contribución de los filántropos, miembros de la Sociedad de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, quienes con sus gestiones o donativos, lograron el desarrollo de la institución y facilitaron la creación de los locales que albergaron a la Escuela, entre ellos destacaron Wencesleao Medina, Augusto Pérez Aránibar, Antero Aspíllaga, entre otros.,

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ESTAMPA DEL DR. RICARDO PALMA, PRIMER DIRECTOR DE LA ESCUELA DE NURSES Y ENFERMEROS (1915) Catedrático de Anatomía Humana, maestro de 35 promociones de médicos, fundador del Círculo Médico Peruano y miembro fundador de la Sociedad Peruana de Cirugía y de la Academia Peruana de Cirugía. Se cuenta la siguiente anécdota del Dr. Palma: cuando estudiaba en la Facultad de Medicina, aprovechando sus influencias en la Biblioteca Nacional por el trabajo de su padre -el destacado escritor costumbrista-, intercedió para conseguir alojamiento a un compañero de clases procedente de Ancash, que por sus escasos recursos económicos no podía costear el alquiler de una habitación; el compañero de clases era Julio C. Tello, quien luego de concluir Medicina fue un destacado arqueólogo estudioso de la cultura precolombina. La tesis de Julio C. Tello para optar el grado de Bachiller “La antigüedad de la sífilis en el Perú” esta dedicada a don Ricardo Palma padre.

LA PARTICIPACIÓN MASCULINA (PROFESORES Y ALUMNOS) Wenceslao F. Molina, catedrático de Fisiología General y Humana, pionero de la Asistencia Social en el Perú, gestor de la creación de la Escuela de Nurses y Enfermeros en 1915; así como de la construcción del Hospital de la Maternidad y el hospital para variolosos de Guía. Fundador y Presidente de la Liga Nacional de Higiene y Profilaxis Social, Senador de la República, autor de diversos proyectos de orden asistencial, tales como los refectorios escolares y los dispensarios antivenéreos.

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El siglo XIX, del Perú republicano, fue una época de turbulencias, siendo la última de ellas la Guerra del Pacífico. Al iniciarse el siglo XX el país vivía un proceso de recuperación económica y social, que había comenzado quince años antes en la etapa conocida como la Reconstrucción Nacional. La elite económica de inicios de siglo estaba conformada por familias que se concentraban en la costa, sobre todo en manos de hombres; la distribución de la riqueza correspondía, en su mayor parte a los hacendados, seguidos por los rentistas, industriales y comerciantes. La mayoría de ellos eran nacionales, pero sorprende que el 23% fueran europeos, de ellos, la mayoría eran italianos. La riqueza estaba acumulada en haciendas, inmuebles urbanos y rurales, minas y firmas petroleras, valores nacionales y extranjeros, efectivo y cuentas bancarias, créditos otorgados a terceros, alhajas, muebles y otros, negociaciones como firmas comerciales, industriales, agrarias.

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Un grupo de familias concentraba la riqueza de entonces y algunas de ellas se emparentaron, lo que concentró o diversificó la distribución de los capitales. Entre las familias más acaudaladas se encontraban Fernandini de la Quintana, Orbegoso Gonzales, Gildemeister, Nicolini, Aspíllaga, Marsano, Larco Herrera, Brescia, Aurich, Wiesse, de la Piedra, Chopitea, Prado, entre muchas otros. Las fortunas se sucedían por herencia y el paso a nuevas generaciones diversificaba los rubros. Esta nueva elite económica encontró una manera de compartir su riqueza ejerciendo la filantropía y cumpliendo un papel que le correspondía al Estado, aun incipiente y débil. Ya sea por convicciones católicas o por simple altruismo, las elites económicas hicieron grandes donaciones en vida y a través de cláusulas en sus testamentos. Los beneficiarios fueron múltiples: las congregaciones religiosas, las asociaciones de asistencia a los pobres ‒algunas de ellas manejadas por congregaciones religiosas‒, los bomberos o la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima.


A la muerte de su padre, los hermanos Aspíllaga Barrera (Antero, Ramón y Baldomero) se hicieron cargo de la Hacienda Cayaltí. Antero (1849-1927), el mayor de todos, se dedicó además de Augusto Pérez Araníbar nació en Arequipa en 1858 y vivió 99 años. Estudió en la Facultad de Medicina de San Marcos y sirvió al país durante la Guerra del Pacífico; primero, trabajando en las ambulancias, y luego atendiendo los heridos en las batallas de San Juan y Miraflores. Se graduó de médico en 1883 con la tesis «Investigación de los venenos orgánicos y aguas medicinales». Incursionó brevemente en la política como diputado suplente por la provincia de Castilla en 1893. Años después viajó a Europa, donde se interesó en las enfermedades del tracto digestivo. A su retorno al Perú se incorporó como miembro de la Sociedad de Beneficencia en 1905 y se convirtió, primero, en Vicedirector (1913-1916) y luego Director (1916-1918). El Dr. Pérez Araníbar fue asimismo un promotor de la asistencia social a niños y ancianos; una de sus iniciativas se plasmó en la creación del Puericultorio que lleva su nombre, que fue posible por sus donaciones, sumadas a las de los filántropos Víctor Larco Herrera, Tomás Valle y Miguel Echenique. También fue el impulsor de la construcción del Hospital Arzobispo Loayza, el Asilo de Mendigos (hoy Asilo de Ancianos). En su testamento dejó una donación destinada a crear un hospicio para mujeres abandonadas pero que no se concretó.

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la agricultura, a la inversión bancaria, al comercio y a la urbanización, asimismo fue sucesivamente diputado por la provincia de Chiclayo (1885), Ministro de Hacienda (1887) y Senador en varios periodos. En 1910, Antero Aspíllaga fue propuesto para Alcalde de Lima, cargo que rechazó para asumir la dirección de la Beneficencia Pública de Lima y en 1911 fue candidato presidencial por el Partido Civil, elecciones que perdió frente a Guillermo Billinghurst. Como filántropo dejó una donación de Lp. 10.000 destinadas al sostenimiento y ampliación permanente del pabellón de Radioterapia del Hospital Arzobispo Loayza. Los hermanos Larco llegaron de Italia en 1850 y se establecieron en Trujillo, para dedicarse a la agricultura; primero, al cultivo de algodón, y luego, al de caña de azúcar. Uno de los hermanos, Rafael, se casó con Josefina Herrera, con quien tuvo 6 hijos. Los hermanos Larco Herrera concentraron la fortuna en la actividad agrícola. Sin embargo, Víctor, hermano mayor, tenía el 72% de sus activos concentrados en los más de 70.000 metros cuadrados que formaban parte de la Urbanizadora Dos de Mayo, dedicada a la lotización y habilitación de terrenos localizados en el centro de la ciudad y que por ende tenían un gran valor comercial. MINISTERIO DE SALUD El primer concepto de organismo unificado en el manejo de la salud pública lo propusoCarlos E. Paz Soldán en 1923, en el Congreso de la República, bajo el nombre de Ministerio de Higiene, Beneficencia y Trabajo. En 1926 se presentó el proyecto de ley para su creación. El Ministerio de Salud Pública, Trabajo y Previsión Social fue creado por Ley 8124 el 5 de octubre de 1935 ‒aniversario de la muerte de Daniel A. Carrión‒ durante el gobierno del General Óscar R. Benavides, unificándose la Dirección de Salubridad y Trabajo. El local donde funciona hasta hoy fue inaugurado el 14 de octubre de 1939, siendo Presidente de la República el General Óscar R. Benavides y Ministro de Salud Pública el doctor Guillermo Almenara. El 11 de diciembre de 1942 se transformó, por Ley 9679, en Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social y el 3 de diciembre de 1968 se reorganizó por Decreto Ley 17271 con el nombre de Ministerio de Salud.

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Armando Montes de Peralta Fortunato Quesada Guillermo Almenara Constantino J. Carvallo Óscar Trelles Julio Ernesto Portugal Alberto Hurtado Alberto López Luis N. Sáenz Armando Montes de Peralta Jorge de Romaña Alberto López Jorge Haaker Fort Francisco Sánchez Moreno Guillermo Garrido-Lecca Rodrigo Franco Víctor Solano Castro Javier Arias Stella Daniel Becerra de la Flor Javier Arias Stella Javier Correa Miller Eduardo Montero Rojas Rolando Caro Constantini Fernando Miró Quesada Jorge Tamayo de la Flor Humberto Campodónico

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1935 — 1936 1936 1938 — 1939 1939 — 1945 1945 — 1946 1946 — 1947 1947 — 1948 1948 — 1950 1952 — 1954 1954 — 1955 1955 1955 — 1956 1956 — 1957 1957 — 1959 1959 — 1960 1960 — 1961 1962 — 1963 1963 — 1965 1965 — 1967 1967 — 1968 1968 1968- 1969 1969 - 1971 1971 - 1975 1975 - 1976 1977

Óscar Dávila Zumaeta Eduardo Rivasplata Hurtado Uriel García Cáceres Juan Franco Ponce Carlos Bazán Zender David Tejada de Rivero Paul Caro Gamarra Carlos Vidal Layseca Víctor Yamamoto Miyakawa Víctor Paredes Guerra Jaime Freundt-Thurne Oyanguren Eduardo Yong Motta Marino Costa Bauer Carlos de Romaña y García Alejandro Aguinaga Recuenco Eduardo Pretell Zárate Luis Solari de la Fuente Fernando Carbone Campoverde Álvaro Vidal Rivadeneyra Pilar Mazzetti Soler Carlos Vallejos Sologuren Hernán Garrido-Lecca Óscar Ugarte Ubilluz Alberto Tejada Noriega Midori de Habich Rospigliosi Aníbal Velásquez Valdivia

1978 1978 - 1980 1980 -1982 1982 - 1985 1985 1985 - 1987 1989 - 1990 1990 - 1991 1991 1991 - 1993 1993 - 1994 1994 - 1996 1996 - 1999 1999 1999 - 2000 2000 - 2001 2001 - 2002 2002 - 2003 2003 - 2004 2004 -2006 2006 - 2007 2007 - 2008 2008 -2011 2011 - 2012 2012 - 2014 2014 - …


Al iniciarse el siglo XX los ciudadanos italianos constituían alrededor del 1,8% de la población de entonces, siendo la colonia europea no española más numerosa en el Perú. Más del 60% de los italianos residía en Lima. Ellos llegaron al Perú con la voluntad de quedarse; la mayoría provenía de Génova, una comunidad caracterizada por su habilidad para la navegación y el comercio. En su segunda patria, los italianos se dedicaron a actividades de importación o a la administración de fondas, chinganas o las llamadas «pulperías», bodegas de venta de abarrotes y todo tipo de mercancías como enseres, vestidos, licores y hasta estampillas. El italiano hizo suyo el negocio de la pulpería en la que permanecía hasta 12 horas al día, de pie, al frente de su bodega «como ostra pegada a las rocas del mar», estableciendo una relación personalizada con su clientela. Las pulperías eran un sitio de encuentro social, tanto para las mujeres, en la mañana, como para los hombres, durante la noche; en algunos de estos locales se vendía licor para consumirlo en la trastienda. Hacia 1920, debido al ascenso social y económico de la colonia italiana, las pulperías pasarían a mano de ciudadanos chinos. Los italianos se dedicarían entonces a las actividades industriales, como textiles, curtiembres, fábricas de harina y pastas, producción de vinos, así como a la agricultura y la comercialización de bienes raíces. Urbanizadores italianos serían responsables de la expansión urbana hacia los nuevos barrios de Magdalena, San Miguel, La Victoria y Santa Beatriz.

Los arquitectos italianos cambiarían la fisonomía de las edificaciones urbanas, siendo responsables de las casonas ubicadas en las avenidas Alfonso Ugarte, Grau, Nicolás de Piérola y Paseo de la República. El arquitecto Mannarelli construyó el actual local de la Facultad de Medicina de San Fernando y Sanguinetti, las casas del Paseo Colón. Un caso singular lo constituyó Pedro D´Onofrio, quien, a diferencia de sus congéneres, procedía del sur de Italia y luego de tentar suerte en Argentina y Estados Unidos, llegó al Perú en 1897 y comenzó a vender helados en una carretilla jalada a mano. Dado su éxito, instaló una fábrica de hielo y el negocio de las carretillas de helados creció. Como característica, una corneta anunciaba la llegada de la carretilla. En 1924, debido a la variación estacional, D´Onofrio decidió hacer chocolates y tiempo después legó el negocio a su hijo Antonio. La compañía P. y A. D´Onofrio había comenzado. Los italianos se habían consolidado como empresarios y constituyeron una gran fuerza económica, fundaron el Banco Italiano para financiar y sostener sus actividades empresariales. El Banco Italiano se convertiría con los años en el Banco de Crédito. Por otro lado, las actividades de apoyo a la salud se reflejaron en la creación de la primera Escuela de Enfermeras, en Bellavista, y en la creación del Ospedale Italiano. Asimismo numerosos médicos italianos contribuyeron a inicios de siglo, con su aporte, al desarrollo científico y sanitario del país.

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Acaso pocos puedan evocar la imagen de una Lima que concentraba todas sus actividades en el constreñido espacio de lo que conocemos hoy como Centro Histórico. Existían calles de mercaderes, artesanos, profesionales libres, residencias particulares, callejones y conventos. Durante la Colonia el gran mercado estaba frente a la Catedral, el que se mudó a la Plaza San Francisco y a mediados del siglo XIX se instaló en un terreno expropiado al Convento de La Concepción, tomando primero el nombre de Mercado de la Concepción y luego el de Mercado Ramón Castilla, que se conocería, hasta la actualidad, como Mercado Central.. Centro de la actividad comercial, todo mercado es el punto de encuentro para el comercio y el intercambio cultural. Allí, en una calle adyacente, en la última cuadra de lo que hoy es el Jirón Ucayali, se estableció la colonia china. Entonces, en 1909, este jirón se llamaba Capón (porque en una de sus cuadras existía un matadero y se refería al animal capón, al que le han cortado las criadillas). En la última cuadra de la calle Capón los chinos colocaron sus fondas y chinganas, sus encomenderías, el teatro Odeón, para obras del drama chino, y los fumaderos de opio. Pasados los años oprobiosos de la marginación de los inmigrantes chinos, esta colonia se ubicó hábilmente en una serie de oficios: peluqueros, lavanderos, cocineros y albañiles. Desde su centro económico en el Mercado Central, muchos inmigrantes tomaron la posta del sendero comercial trazado por otros inmigrantes, así del «italiano de la esquina» se pasó al «chino de la esquina», es decir, a la administración de la encomendería (bodega) del barrio, la que tenía una atención personalizada y que formaba parte de la idiosincrasia de Lima. Poco a poco, la colonia china fue ganando espacio en el gran comercio, de este modo, la segunda generación (tusán) ha conseguido importantes logros, no solo económicos, sino sociales, hasta consolidarse como una de la más importante y numerosa población de origen chino en América Latina.

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Capítulo 13 Nuevos campos de la Enfermería peruana


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a imagen tradicional de la enfermera ha estado ligada al cuidado de los enfermos en la cabecera del doliente y dentro de un ambiente hospitalario. Sin embargo, a lo largo de los años esta representación social ha ido cambiando y esta imagen, como la profesión, se ha diversificado y fortalecido. Actualmente la enfermera ya no es más la profesional supeditada al trabajo del médico, es una profesional que ha demostrado labores independientes e interdependientes con otros actores del sistema sanitario. De un lado en el escenario clínico se ha consolidado el desarrollo de habilidades que se diversifican en diferentes especialidades. Actualmente es una demanda social, laboral y académica que la enfermera cuente con un título de Especialista en algún área, con lo cual no solo se profundiza en el conocimiento científico, sino que los cuidados son más específicos y de mejor calidad. Así tenemos enfermeras clínicas especialistas en cuidados nefrológicos, cardiovasculares, pediátricos, oncológicos, cirugía, cuidados intensivos, emergencias y desastres, entre otros. De manera similar en el trabajo de campo la labor de la enfermera se ha consolidado con el estudio de ciencias complementarias como Sociología, Antropología,

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Epidemiología, Comunicación Social, Psicología, Salud Global, Enfermedades Infecciosas y Tropicales, Salud Ocupacional, entre otras. El objetivo primordial en el primer nivel de atención es la labor promocional y preventiva, así como el control de enfermedades que afectan la salud de la población. El campo de la Salud Ocupacional es un área en crecimiento. Cada vez más empresas solicitan la labor de las enfermeras para evaluar y promover la salud de sus trabajadores. La Facultad había obtenido ya la aprobación para que dicho programa se realice en el año 200034, pero por diversas razones fue postergado. Tiempo después y fruto de una actualización en el currículo de formación, la Facultad obtuvo nuevamente la aprobación de la propuesta curricular logrando la apertura de la Especialidad en Salud Ocupacional en el año 201335, la que tuvo muy buena acogida. Es sabido que la participación de las enfermeras en las investigaciones clínicas patrocinadas por la industria farmacéutica algún tiempo atrás se reducía a labores como la obtención de muestras de sangre o la adminis-

34 CAR-SG-2290-00. Comunica la Resolución Rectoral N°819-2000-UPCH-CU. Donde ratifica en vía de regularización el plan de estudio del Programa de especialización en Enfermería en Salud Ocupacional. 07 de Noviembre de 2000. Archivo Institucional. 35 Segunda especialización en Enfermería en Salud Ocupacional. Aprobada 2014.


tración del tratamiento o del medicamento bajo investigación. Sin embargo, al día de hoy las enfermeras participan de manera mucho más activa en los ensayos clínicos, tanto en la ejecución, como en la gestión y monitoreo de los procesos. Una enfermera se puede desempeñar tanto como Coordinadora de Estudio en el equipo de investigación, como Monitora Clínica en el equipo del patrocinador del estudio. Asimismo, hay enfermeras trabajando dentro de Comités de ética en Investigación y en las oficinas gubernamentales que se dedican a la regulación de los ensayos clínicos en el país.

mantiene intacta: la consideración del enfoque holístico del ser humano como ser integral, un legado que viene siendo transmitido de generación en generación.

El escenario comunitario también ha sido otro campo de innovación laboral. La enfermera no solo lidera intervenciones para promover la salud de la población, sino que en el trabajo en intramuros es la responsable de estrategias sanitarias que contribuyen al cumplimiento de los objetivos del Milenio. Su trabajo está ampliamente demostrado en labores desempeñadas en el sector público, en el sector privado, en las organizaciones no gubernamentales y en agencias cooperantes. En el escenario comunitario, la inserción de temas como advocacy o comunidades y escuelas saludables genera en el recurso humano un mayor campo de acción, al igual que la participación en el desarrollo de políticas públicas. La imagen de la enfermera del siglo XXI difiere significativamente de aquella proyectada en los albores de la creación de la Escuela. Hoy cumple un rol más activo y versátil. Sin embargo, su esencia primordial se

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CapĂ­tulo 14 Periodo de crisis


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na definición amplia de crisis incluye el concepto de decisión y de la posibilidad de un cambio. La vida de una institución que ya lleva 100 años de creada ha ofrecido un sinnúmero de episodios críticos. La responsabilidad de resolver de buena manera las crisis ha requerido del trabajo, no solo de quienes estuvieron en la gestión de la Escuela, sino de todos los estamentos que la componen. En sus inicios fueron varias las iniciativas para crear centros de formación en Lima, muchas de ellas resultaron infructuosas36. La labor desarrollada por miss Carner en los primeros años fue clave, pues dio el impulso necesario para consolidar la institución. El trabajo de los gestores, profesores y estudiantes de entonces demostró que se andaba en el camino correcto. La calidad en la formación de las primeras egresadas fue claramente reconocida por la sociedad limeña de la época y valorada por quienes dirigían los sistemas de salud42.

36 Montero y Tirado. Memoria Administrativa Sociedad de Beneficencia Pública de Lima. Director MG. Montero y Tirado. 1915. 242

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Al igual que el cuerpo humano, una institución joven también tiene crisis, en este caso de crecimiento. Sor Rosa Larrabure debió enfrentar momentos difíciles ante el crecimiento progresivo de la institución sin contar con una infraestructura apropiada para su funcionamiento. El traslado sucesivo de locales hasta antes de llegar al Hospital Loayza y luego al local de la calle Baquero es una muestra de los vaivenes que se tuvo que sortear. Años más adelante, la Escuela atravesaría una verdadera crisis. En el año 1971, cuando cumplía 55 años de vida institucional, la Directora de la Escuela sor Pilar Caycho Vela, tomó conocimiento del Decreto Supremo 1277-70 del 30 de noviembre de 1970 y del Decreto Supremo N° 0218-71 del 9 de febrero de 1971. En ambos decretos se establecía que la Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza sería transferida e integrada a la Escuela de Enfermeras del Área Hospitalaria del Callao, con lo que los ambientes de la Escuela quedarían libres para ser ocupados por la Maternidad del Hospital Nacional Arzobispo Loayza43. Una de los valores que ha caracterizado a la institución es la unión, principalmente en los momentos más difíciles. Una fidelidad e identidad que se mantienen incluso luego de egresadas de la institución. Es así que un grupo de exalumnas logró organizarse para apoyar la gestión de sor Pilar dirigida a enfrentar y superar de la mejor manera estos momentos de crisis. Se creó una comisión y grupo asesor para enfrentar esta amenaza. Trabajaron durante tres meses asesorados por el Dr. Aníbal Ísmodes Cairo y otros destacados profesionales. Lamentablemente la situación se tornó difícil y algo


violenta. Ante ello, el 10 de marzo de 1971 las exalumnas tomaron la Escuela, pusieron cadenas a las rejas de la entrada principal y candados a la puerta posterior. Alumnas y docentes tuvieron el apoyo de la opinión pública y de la prensa de entonces ante un reclamo considerado justo. Las exalumnas dieron conferencias de prensa e incluso solicitaron el apoyo de la familia del donante de terreno. Una condición primordial de la donación era que el inmueble sea dedicado exclusivamente a la formación de enfermeras37. Es así que luego de varios meses de lucha, con el Decreto Supremo 0511-71 del 15 de marzo de 1971, las autoridades del Ministerio de Salud hacen saber a la Beneficencia que suspendían las acciones tomadas. En ese mismo año la Sociedad de Beneficencia ordenó la reapertura del proceso de admisión38. En ceremonia oficial autoridades, docentes, alumnas y exalumnas expresaron su agradecimiento al Ministro de Salud, al Ministro del Interior y al Ministro de Educación por el apoyo brindado.

37 Carta Notarial firmada por el Hijo del Donante. Comunica que la compra venta y donación se encuentran en Escritura Pública, fojas 1 a 49. Tomo 376. Del 24 de Enero de 1931. 04 de marzo de 1971. 38 Tavera, F. 2004. Historia de la Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza 1915-2003. Lima: Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.

Este momento difícil promovió que las exalumnas se organizaran en la Asociación de Egresadas de la Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza, cuya primera presidente fue la enfermera Adriana Pasalacqua, exalumna que desarrolló una importante labor en esta crisis. La vigencia de la Asociación hasta la actualidad es una prueba de su fortaleza. Un segundo momento de crisis se dio en los años ochenta, cuando empezó un gran debate nacional por la formación que recibían las enfermeras en escuelas normadas por el Ministerio de Salud y aquellas con formación universitaria. Tal debate originó que el 14 de diciembre de 1982 el Colegio de Enfermeros del Perú convocara a una Asamblea Nacional, en la que luego de una intensa discusión se acordó, por unanimidad, la formación de todas las enfermeras bajo el sistema universitario39. Ello motivó que la entonces Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza, dada la calidad demostrada en la formación de enfermeras en el país, se afiliara a la Universidad Peruana Cayetano Heredia en el año 1984. En el presente siglo, ya siendo Facultad, se vivieron momentos difíciles que lidiaban con la infraestructura y la economía de la Facultad. Desde 1991 aproximadamente, dada la incorporación de la Escuela a la Universidad Peruana Cayetano Heredia, la Sociedad de Beneficencia firmó un convenio con la

39 Zárate León, M. (2013) .De Escuela a Facultad. Transiciones en la Educación de la Enfermería en el Perú. Lima: Universidad Peruana Cayetano Heredia. Libro conmemorativo Enfermería

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entonces Escuela para permitir su funcionamiento en el mismo local donde había funcionado por casi medio siglo, pero solicitó, en contraprestación, el aporte de 2 UIT (Unidad Impositiva Tributaria, monto establecido por el Estado Peruano para la deducción de los impuestos)40. Este iría aumentando conforme avanzaran los años. En el año 2013 correspondía a la Facultad el pago de 13 UIT41, el que significaba una merma en su presupuesto, dado que era poco el saldo a favor para la reinversión en mejoras académicas. El monto total de los aportes de la Escuela por permanecer en el edificio de la calle Miguel Baquero sumaba aproximadamente 11.000.000 nuevos soles. Para la firma de un nuevo convenio a partir del 2014, la Sociedad de Beneficencia ya había actualizado la valorización del inmueble y manifestó el incremento del pago de las UIT. Adicionalmente a ello, el predio, con más de 50 años de antigüedad, no contaba con el Certificado de Defensa Civil (requisito indispensable

40 Convenio de Cooperación Interinstitucional entre la Universidad Peruana Cayetano Heredia y la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana. Firmado el 21 de diciembre de 1991. Archivo Institucional. 41 Convenio de Cooperación Interinstitucional entre la Universidad Peruana Cayetano Heredia y la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana. Firmado el 21 de diciembre de 2007. Archivo Institucional. 244

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para su funcionamiento y viabilidad como inmueble)42, pues se encontraron signos de inseguridad en la infraestructura43. El informe presentado por Defensa Civil catalogaba al predio con Riesgo Alto y había enviado varias notificaciones de clausura del local44. Es así que siendo Rectora la Dra. Fabiola León Velarde y Decana la Dra. Yesenia Musayón se decidió no continuar en el predio y comunicar esta decisión a la Sociedad de Beneficencia. Se solicitó un plazo de 90 días para desocupar el local. Con el apoyo de todos los estamentos y del gobierno Central de la Universidad, el proceso de mudanza fue dándose en forma progresiva y ordenada, desde mediados del año 1913 hasta su culminación en marzo de 2014, fecha en que la Facultad empezó a funcionar definitivamente en el Campus Norte de la universidad. En la entrega del local de la calle Miguel Baquero estuvieron presentes autoridades del nivel Central, Rectora y Decana de la Facultad, además de otras autoridades; por la Beneficencia estuvo presente el Director 42 Acta de Constatación N° 317763. Formato 1 B. 11 de junio de 2010. 43 Municipalidad de Lima. Subgerencia de Defensa Civil. Acta de Visita de Inspección de Defensa Civil. N° 113-2001-MML-SGDC-ITSDC. 04 de mayo de 2011.

44 Notificación Preventiva de sanción N°317763. 11 de junio de 2010.


General de Administración Inmobiliaria de la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana. La decisión no fue sencilla, porque se cerraba un periodo muy importante de la historia, pero se tenía la esperanza de abrir otro, más aun cuando para ese entonces el proyecto de construcción había obtenido todas las autorizaciones institucionales, ediles e incluso de la Asamblea Nacional de Rectores. Como la historia se repite en círculos, la ceremonia de colocación de la primera piedra para el nuevo local se llevó a cabo en el año 2014. Actualmente el edificio de 7 pisos se encuentra en construcción. Como se puede ver, los periodos de crisis han tenido una resolución positiva. Cada episodio ha significado una nueva posibilidad de cambio y crecimiento.

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LA EPIDEMIA DEL CÓLERA Casi noventa años después de la llegada de la peste a los puertos del Perú, entre el 23 y el 29 de enero de 1991 apareció en el barrio de la Candelaria en Chancay un brote epidémico de once casos de una enfermedad con diarrea profusa, vómitos y calambres que llevaban a una rápida y severa deshidratación. Las muestras analizadas en el Instituto Nacional de Salud y en la UPCH identificaron la bacteria Vibrio cholerae, serotipo Inaba, biotipo El Tor. En el transcurso de días la diseminación de los casos fue explosiva, casi al mismo tiempo en Chimbote se presentaron 900 casos en una semana y desde entonces 300 casos diarios. Las pobres condiciones de salubridad en el manejo del agua, alimentos y deposición de excretas de la mayoría de ciudades peruanas provocaron una enorme cifra de afectados. Para el mes de febrero la epidemia del Cólera se extendió por toda la costa norte y centro del Perú; muy pronto los servicios de emergencia de todos los hospitales de Lima colapsaron, por lo que se tuvieron que instalar salas y equipos ad hoc. La primera reacción fue de sorpresa, el Cólera era una enfermedad desconocida en el Perú y solo conocida por los libros. Ocho semanas después la epidemia se había extendido a la sierra y a la selva, aprovechando además la alta migración que ocurre durante los meses de verano, sumada a las insalobre costumbres de higiene, sobre todo en el consumo de productos marinos como el cebiche o los mariscos, principales fuentes de contagio. Los países vecinos impusieron severas restricciones al tráfico migratorio y al comercio exterior. Una vez más se repetía la historia de la peste; los sectores más afectados eran los pobres y el Perú tuvo el triste privilegio de ser el foco de entrada y diseminación del Cólera en América; el mundo no era el de inicios del siglo pasado, ya estaba globalizado. El Estado reaccionó ofreciendo atención gratuita e insumos. Sobre la base de las continuas campañas de capacitación del personal sanitario en el manejo de las enfermedades diarreicas de los años previos es que las técnicas de hidratación endovenosa y oral (esta última con el uso de las sales rehidratantes o «bolsitas salvadoras»). En la década de los ochenta la diarrea infantil era una de las mayores causas de morbilidad y mortalidad en niños. Durante la epidemia se vivió una cruzada nacional de colaboración entre diversos entes sanitarios para la prevención y control de casos. Sobre una estructura sanitaria precaria y pobre en recursos, la epidemia del Cólera convirtió muchos hospitales y centros de salud en verdaderos «hospitales de guerra», cuyo personal ofreció elevadas cuotas de colaboración, sacrificio y calidad profesional.

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LA GUERRA INTERNA El 18 de mayo de 1980, día del retorno a la democracia luego de la dictadura militar, un grupo subversivo destruyó las ánforas electorales en la localidad rural de Chuschi, en Ayacucho. Ese día marcó el inicio de las actividades terroristas del autodenominado Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso, una agrupación que se gestó durante la década previa en las aulas de la Universidad de San Cristóbal de Huamanga. La organización de esta facción estuvo dirigida por uno de los profesores de la universidad: Abimael Guzmán, el denominado Camarada Gonzalo, quien pregonaba una utopía cruel y fundamentalista. La insania de Sendero Luminoso segó aproximadamente la vida de 69.280 peruanos, cifra calculada por la Comisión de la Verdad y Reconciliación y que representa, en pérdidas de vidas humanas, una cifra superior a las sufridas por el Perú en sus guerras externas y guerras civiles ocurridas durante más de 180 años de vida independiente. Las acciones armadas del conflicto interno se extendieron por casi todo el país, pero sobre todo golpeó a los sectores excluidos: los más pobres, los de zonas rurales y a los que tenían el quechua como idioma materno o no tenían educación formal. La «lucha armada» del PCP-SL contra el Estado peruano se hizo contra la inmensa mayoría de peruanos que deseaba un país mejor y que sobrevivía dentro de las angustias de la crisis económica de los años ochenta. Los terroristas destruyeron infraestructura productiva agrícola e industrial, sobre todo en la zona rural de Ayacucho, Huancavelica, Junín, Apurímac y Huánuco. La destrucción de las estructuras sociales ahondó la pobreza y, en muchos casos, provocó enormes desplazamientos de la población hacia la zona costera, en particular a Lima.

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La violencia senderista infundió terror a través del ataque alevoso y artero, cayeron campesinos, profesionales, autoridades locales y todos aquellos que no encajaran dentro de su ciego modelo clasista. Cuando la subversión se acercó a Lima lo hizo con coches-bomba, asesinatos selectivos a policías, paros armados y apagones de luz (por la voladura de las torres de alta tensión). El PCP-SL remeció los débiles cimientos de un Estado limitado en recursos y en respuesta, que aunque mantuvo las normas democráticas, su incapacidad para controlar las actividades terroristas agravó la crisis social de entonces. Más aun, la enorme crueldad senderista violó sistemáticamente los derechos humanos y la integridad de la vida humana, tanto en el campo, como en la ciudad, acrecentando la sensación de inseguridad y haciendo pensar, en no pocos momentos, que la existencia del Estado estaba a punto de colapsar. La respuesta de las fuerzas contrasubversivas no siempre fue efectiva y despertó, en algunos de sus miembros, prácticas violatorias de los derechos humanos, como desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, torturas o actos de violencia contra la mujer. Las labores de inteligencia policial y militar muchas veces fallaban ante un enemigo vesánico, camuflado dentro de la población, por lo que algunas veces la respuesta oficial fue desproporcionada en algunas localidades rurales y urbanas. La crisis que vivió el país en el periodo 1980-1992 incidió directamente sobre los ya precarios perfiles sanitarios en todo el país, de lo que no se salvó ni siquiera la ciudad de Lima. Una ínfima parte del personal sanitario peruano se vio afectada por la violencia terrorista, ya sea como víctima inocente o como equivocado elemento terrorista

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«Hasta hace unos quince días los veinte mil tuberculosos que hay en Lima gozaban de relativa tranquilidad de espíritu, más o menos conformes con el mal que los aquejaba. Cuando, he aquí de pronto, de la noche a la mañana, les dicen: La TBC ya no quiere decir nada. Se han creado unas drogas que en pocos días terminan con los bacilos del mal que tienen todos ustedes. No teman. Es cuestión de esperar unos días. Pronto estas “drogas milagrosas” estarán pronto en Lima. Los dirigentes de una institución deportiva han encargado esta droga para la curación inmediata de un jugador aquejado de este mal. Pronto estará curado y luego os tocará el turno a vosotros…». Editorial publicado por un debutante Mario Vargas Llosa el 12 de marzo de 1952 en el diario La Crónica. Semanas previas a la publicación de esta nota se conocía del descubrimiento de la Isoniazida, desarrollada en forma simultánea por los laboratorios Hoffman La Roche y E. R. Squibb e Hijos. Entonces, dirigentes del Club Ciclista Lima pidieron a las compañías farmacéuticas una donación de la droga para uno de sus futbolistas, Félix Arroyo, que truncó su promisoria carrera a causa de la enfermedad. La Isoniazida aun no estaba autorizada para su comercialización, por lo que la donación tenía fines de experimentación y uso compasivo. El embarque de Isoniazida fue retenido en la aduana. Ante el reclamo de la opinión pública, pues el futbolista era querido por la población, el Ministerio de Salud creó una comisión para investigar sus posibles beneficios. En aquel año la única droga para combatir la Tuberculosis, un mal extendido y prevalente en Lima, era la Estreptomicina.

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Presidentes del Perú José Pardo y Barreda Augusto B. Leguía Teniente Coronel Luis Sánchez Cerro Teniente Coronel Luis Sánchez Cerro General Oscar R. Benavides Manuel Prado y Ugarteche José Bustamante y Rivero General Manuel Odria General Manuel Odria Manuel Prado y Ugarteche General Ricardo Pérez Godoy General Nicolás Lindley Fernando Belaunde Terry General Juan Velasco Alvarado General Francisco Morales Bermúdez Fernando Belaunde Terry Alan García Pérez Alberto Fujimori Fujimori Valentín Paniagua Corazao Alejandro Toledo Manrique Alan García Pérez Ollanta Humala Tasso

(1915 - 2015) 1915 – 1919 1919 – 1930 1930 – 1931 1931 – 1933 1933 – 1939 1939 – 1945 1945 – 1948 1948 – 1950 1950 – 1956 1956 – 1962 1962 – 1963 1963 1963 – 1968 1968 – 1975 1975 – 1980 1980 – 1985 1985 – 1990 1990 – 2000 2000 - 2001 2001 - 2006 2006 - 2011 2011 - 2016

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La mayoría de las elecciones en el Perú han tenido un matiz de turbulencia, sobre todo las del siglo XIX, que eran seguidas o interrumpidas por revoluciones y cierra puertas. Las mesas electorales eran sazonadas con «pisco y butifarra» y no pocas veces las diferencias políticas eran resueltas a balazos. Los primeros votantes fueron hombres y letrados, las mujeres y la gran masa del pueblo, que sobre todo era analfabeta, estaban excluidos de este privilegio. Las sucesivas constituciones oscilaron además por el sufragio directo o la elección indirecta a través del Congreso de la República o las Juntas Electorales, lugar donde la situación política era arreglada mediante pactos o prebendas. Otra manera de acceder al poder fueron los golpes de estado. Para darse una idea, desde 1823 hasta 1899 solo 6 gobiernos se eligieron por elecciones generales, 8 por el Congreso y 16 por golpe de estado. La debacle de la Guerra del Pacífico ofreció un periodo relativamente exento de altercados electorales, a ese periodo se le llamó la Republica Aristocrática, una sucesión de gobiernos civiles que terminó con el segundo gobierno de Leguía en 1919. Este periodo de estabilidad democrática se rompió por la ruptura de pactos entre los grupos de poder y la turbulencia social que originó una revuelta sindical que terminaron con la destitución del presidente Billinghurst, por lo que el régimen militar del General Benavides gobernó el país entre 1913 y 1914. José Pardo, a través de la llamada Convención de Partidos logró una candidatura única y

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accedió al poder en 1915 para ser derrocado en 1919 por Augusto B. Leguía quien se quedó 11 años en el poder utilizando los mecanismos del congreso. En el siglo XX, desde 1903 hasta el 200, 15 gobiernos emergieron de elecciones generales, 5 fueron elegidos por el congreso y 11 se impusieron por golpe de estado. Situación que animó al escritor Martín Adán a decir “Hemos vuelto a la normalidad” al referirse al golpe de estado del General Manuel A. Odría. Sin embargo, es durante el gobierno dictatorial de Odría en que luego de años de lucha, las mujeres adquieren el derecho elegir y ser elegidas, mediante una Reforma Constitucional que fue ampliamente debatida en las Cámaras de Senadores y Diputados y que luego se hizo efectiva con la Ley 12391 que menciona el derecho a voto a las mujeres mayores de 21 años que supieran leer y escribir (este derecho se extendía a las mujeres letradas mayores de 198 años siempre y cuando estuvieran casadas). En las elecciones de 1956 acudieron por primera vez acudieron las mujeres a las urnas y fueron elegidas: 1 Senadora (Irene Silva de Santolalla) y 8 Diputadas (Lola Blanco de la Rosa Sánchez, Alicia Blanco de Montesinos, María Eleonora Silva Silva, María Colina de Gotuzzo, Manuela Billinghurts, Matilde Pérez Palacio, Juana Ubillúz de Palacios y Carlota Ramos de Santolalla). Sin embargo, persistía el problema del analfabetismo, que golpeaba con mucha mayor incidencia en la población femenina. La Constitución de 1979 introduce


dos cambios fundamentales: el sufragio universal a todos los ciudadanos sin ninguna condición, incluyendo a los analfabetos, y la mayoría de edad a los 18 años. La tarea posterior fue integrar a tanto mujeres y hombres de las zonas rurales y urbano marginales al sistema de Registro Civil a través primero de la Libreta Electoral y luego al Documento Nacional de Identidad. Para entonces, las mujeres habían ganado numerosos espacios en la administración pública y la vida política, pero debido a la persistencia de cierta discriminación en su participación política, se estableció posteriormente el sistema de cuotas para las listas parlamentarias, no menos del 25% para las mujeres, este sistema se extendió a la Ley de Partidos Políticos y con ello para las listas electorales para Gobiernos Regionales y Municipales.

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CapĂ­tulo 15 Testimonio de notables


que estudiar de lunes a viernes y solamente podíamos salir el domingo acompañadas de un familiar, en el horario de 8am a 9pm. En el caso de no regresar a la hora señalada perdíamos la siguiente salida. Dra. Nélida Chávez de Lock Siento una profunda emoción al expresar mis experiencias como exalumna de la Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza, hoy Facultad de Enfermería de la Universidad Particular Cayetano Heredia. Ingresé conformando la promoción Nicolás Cavassa de 50 estudiantes que recién nos conocíamos, pero identificadas por el mismo ideal de ser enfermeras para cuidar la vida y la salud de las personas y de servir a nuestra patria en los casos que requiera de nuestra participación.

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El inicio de nuestras actividades era a las 6am, con tiempo para el aseo, luego ir al comedor a tomar desayuno, asistir a clases en el aula, almorzar; a medida del avance de los ciclos asistíamos a las prácticas clínicas. Contábamos con tiempo libre para practicar deportes, estudiar o para compartir actividades recreativas entre compañeras hasta las 9pm; como lo estipulaba el reglamento, se hacia la oración y se apagaban las luces y a dormir.

Las normas que regían en la Escuela eran estrictas y estaban orientadas a lograr nuestra formación integral como personas y como futuras profesionales, hechos que considero me ayudaron a desarrollar fortalezas en mi plan de vida y a alcanzar mis metas, de lo cual siento una profunda satisfacción.

La convivencia era muy saludable, siempre contábamos con una profesora de turno para solucionar nuestras inquietudes o problemas de salud y para orientar nuestras actitudes y hábitos, con la finalidad de mantener el orden en nuestro hábitat, para armonizar nuestras relaciones y, lo más importante, para lograr nuestra adaptación y reforzar nuestra vocación, tener una convivencia feliz que nos ayudara a culminar con nuestro propósito de ser enfermeras.

Una nueva experiencia fue vivir en un internado, con nuevas amigas, teníamos

Recuerdo con mucho afecto a la madre Martha Maurin, Directora de la Escuela,

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junto con las excelentes profesoras señora Fabiola Tavera de Martínez, señorita Consuelo Solari, señora Olga Meza, quienes marcaron fuertemente en mi persona, pues de ellas aprendí a querer y a respetar a mis autoridades y a sentir que una directora o una docente eran tan humanas y amigas que llenaban el vacío familiar. Siempre las recuerdo con mucho afecto y gratitud. Recuerdo a la Escuela como una institución fuerte, sólida, guiada por normas, principios y valores que orientaban nuestras acciones en forma integral, tales como los estudios, las prácticas profesionales, las actividades socioculturales, actividades espirituales, deportivas y recreativas que me ayudaron a desarrollar como persona y como profesional muy comprometida con mi profesión y con mi país. Sin pecar de soberbia quiero expresar mi plena satisfacción y gratitud por esta gran oportunidad que me dieron Dios, mis padres y mi Escuela para alcanzar mis metas profesionales en el ámbito de la práctica y la docencia, la que sigo ejerciendo, y con la que tengo la oportunidad de reproducir estas experiencias en mis estudiantes y expresar que la disciplina aunada a la ciencia y a los valores constituyen los pilares para la formación integral de los profesionales que nuestro país necesita.

La Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza, ahora convertida en la Facultad de Enfermería de la Universidad Cayetano Heredia, ha hecho una simbiosis ideal para continuar formando profesionales de Enfermería con la mística de origen aunada a los adelantos científicos y tecnológicos, a los valores y ética de la Universidad, constituyendo así la característica fundamental en la formación profesional de las actuales enfermeras que prestigian a la Universidad y al país. En este Centenario quiero felicitar a la Rectora de la Universidad, Dra. Fabiola León Velarde, a la Decana de la Facultad de Enfermería de la UPCH, Dra. Yesenia Musayón Oblitas, al cuerpo docente, al personal Administrativo y de Servicio de la Facultad, por su valiosa contribución en el logro de las metas de la Facultad y de la Universidad.

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Siento una profunda emoción al expresar mis experiencias como ex alumna de la Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza, hoy Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Ingresé conformando la promoción Nicolás Cavassa de 50 estudiantes que recién nos conocíamos, identificadas por el mismo ideal, de ser enfermeras para cuidar la vida y la salud de las personas y de servir a nuestra patria en los casos que requieran de nuestra participación. Las normas que regían en la Escuela eran estrictas y estaban orientadas a lograr nuestra formación integral como personas y como futuras profesionales, hechos que considero me ayudaron a desarrollar fortalezas en mi plan de vida y alcanzar mis metas de lo cual siento una profunda satisfacción . Una nueva experiencia fue vivir en un internado con nuevas amigas, que teníamos que estudiar de lunes a viernes y solamente podíamos salir el domingo, acompañadas de un familiar, en el horario de 8am a 9pm. En el caso de no regresar a la hora señalada perdíamos la siguiente salida. El inicio de nuestras actividades era a las 6am, con tiempo para el aseo, luego ir al comedor a tomar desayuno, asistir a clases en el aula, almorzar, a medida del avance de los ciclos asistíamos a las prácticas clínicas. Contábamos con tiempo libre para practicar deportes, estudiar o para compartir actividades recreativas entre

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compañeras hasta las 9pm, que como lo estipulaba el reglamento, se hacia la oración y se apagaban las luces y a dormir. La convivencia era muy saludable, siempre contábamos con una profesora de turno para solucionar nuestras inquietudes o problemas de salud y para orientar nuestras actitudes y hábitos, con la finalidad de mantener el orden en nuestro hábitat, para armonizar nuestras relaciones y lo más importante, para lograr nuestra adaptación y reforzar nuestra vocación, tener una convivencia feliz que nos ayudara a culminar con nuestro propósito de ser enfermeras. Recuerdo con mucho afecto a la Madre Martha Maurin, Directora de la Escuela, junto con las excelentes profesoras Sra. Fabiola Tavera de Martínez, Srta. Consuelo Solari, Sra. Olga Meza, quienes marcaron fuertemente en mi persona pues de ellas aprendí a querer y respetar a mis autoridades y a sentir que una directora o una docente eran tan humanas y amigas que llenaban el vacío familiar. Siempre las recuerdo con mucho afecto y gratitud. Recuerdo a la Escuela como una institución fuerte, sólida, guiada por normas, principios y valores que orientaban nuestras acciones en forma integral, tales como los estudios, las prácticas profesionales, las actividades socioculturales, actividades espirituales, deportivas y recreativas que me ayudaron a desarrollar como persona y como profesional muy comprometidas con mi profesión y con mi país.


Sin pecar de soberbia quiero expresar mi plena satisfacción y gratitud por esta gran oportunidad que me dio Dios, mis padres y mi Escuela para alcanzar mis metas profesionales en el ámbito de la práctica y de la docencia, la que sigo ejerciendo y en la que tengo la oportunidad de reproducir esta experiencias en mis estudiantes, y expresar que la disciplina aunada a la ciencia y a los valores constituyen los pilares para la formación integral de los profesionales que nuestro país necesita. La Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza, ahora convertida en la Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, ha hecho una simbiosis ideal para continuar formando profesionales de enfermería con la mística de origen aunada a los adelantos científicos y tecnológicos, a los valores y ética de la Universidad, constituyendo así, la característica fundamental en la formación profesional de las actuales enfermeras que prestigian a la Universidad y al país. En este Centenario quiero felicitar a la Rectora de la Universidad, Dra. Fabiola León Velarde, a la Decana de la Facultad de Enfermería de la UPCH, Dra. Yesenia Musayón Oblitas, al cuerpo docente, al personal Administrativo y de Servicio de la Facultad, por su valiosa contribución en el logro de las metas de la Facultad y de la Universidad. Dra. Nélida Chávez de Lock

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CapĂ­tulo 16 Mirada al futuro


L

a Facultad de Enfermería, antes Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza, tiene un siglo de historia, legado que para las nuevas generaciones no solo es un compromiso seguirlo y enaltecerlo, sino una gran responsabilidad. A las egresadas de esta casa de estudios se les ha inculcado valores como la responsabilidad, el compromiso, la solidaridad y el humanismo en el cuidado. Todo egresado sabe que las acciones que emprenda llevan consigo el sello de la Escuela loaycina y los valores de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Las gestiones actuales y venideras enfrentan cada vez un reto mayor, el entorno de hace 100 años no es el mismo y las nuevas generaciones tienen una formación básica y un perfil diferentes que la institución debe saber adaptar y modelar durante los cinco años de vida universitaria. El entorno social actual es cada vez más difícil, los jóvenes se encuentran rodeados de violencia, superficialidad, facilismo y en algunos casos pérdida de contacto humano, sustituido por el manejo de microcomputadores, celulares y tecnología de información.

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Si bien el acceso a la tecnología apoya la enseñanza y el cuidado de enfermería, muchos jóvenes suelen sustituir el contacto humano por las máquinas, resultando esto último perjudicial para su desarrollo integral. En este sentido la formación de los jóvenes debe ofrecerles la posibilidad de autodefinirse y redescubrirse, logrando evocar lo mejor de su talento y las áreas más sensibles de su ser, dado que necesita ofrecer contacto humano a quienes necesitan de su cuidado. La tarea de la Facultad de Enfermería en ese sentido es ardua. Durante años se ha ofrecido una formación integral, donde docentes y tutoras deben entrenar a las nuevas profesionales en las habilidades técnicas propias del quehacer de Enfermería, en mejorar sus capacidades de comunicación e inteligencia emocional, así como prepararlas para que adquieran habilidades de aprendizaje autónomo de manera que no sea una estudiante dependiente y pasiva, sino que logre abrirse camino en forma proactiva en una comunidad científica cargada de información. Uno de los temas trabajados en esta gestión ha sido la infraestructura. Si bien por historia se sabe que el terreno donde se asentaba la Escuela era donado, la infraestructura o antes denominada “fábrica” pertenecía a la Beneficencia. Con el correr de los años dicha infraestructura ya no ofrecía ni la comodidad ni la seguridad deseada, por lo que se vio la necesidad de gestionar espacios modernos. A casi 100 años de nuestra vida institucional formando enfermeras, esta nueva infraestructura implica dar la cara hacia un


futuro más exigente y evolucionado. El nuevo edificio significa modernidad, seguridad, satisfacción y calidad educativa. Ha sido diseñado pensando en responder a las últimas exigencias de la educación moderna. Aulas de clase y laboratorios espaciosos, cómodos y seguros implementados con tecnología educativa acorde a lo que el currículo exige. Se contará con 4 laboratorios de simulación donde las estudiantes pondrán en práctica lo aprendido y podrán ser supervisadas por las docentes antes de entrar a la atención directa con los pacientes. Por su ubicación, permitirá a los estudiantes gozar de una vida universitaria plena. El haber estado ubicados en una infraestructura separada de la sede central limitaba la interacción de nuestros estudiantes y docentes con sus pares. Esto ya no ocurrirá. Estudiantes, docentes y trabajadores lograrán una convivencia mayor con otros personajes del ambiente universitario. La Escuela ha sido reconocida por la calidad en la formación y esto se ha logrado con un equipo de docentes convencido en que la calidad que se brinda debe ser la mejor y de eso hay mucho en la Facultad y en Cayetano. Los planes de gestión futuros deben incluir estrategias para potenciar al capital humano, dotándolo de herramientas para la enseñanza entre adultos utilizando tecnología de punta y capacitándolo para una mejor aproximación a adolescentes y jóvenes. El currículo de formación debe ser evaluado de manera permanente, adecuándolo a las exigencias y necesidades emergentes de la sociedad, pero no con la mirada de “enfermedad física”, sino buscando potenciar estilos

de vida saludable en diferentes escenarios, contextos y grupos poblacionales. El currículo también debe ofrecer a las enfermeras del futuro nuevas formas de aproximarse al “otro” para su cuidado, la Enfermería ya no es más solo el recurso humano clínico que atiende pacientes. La enfermera aun en el escenario clínico debe tener un desenvolvimiento político y social de su quehacer, ya no mirar hacia adentro, sino proyectarse hacia afuera. La enfermera es el principal agente de su imagen y de su labor proyectándola de manera competente a la sociedad. Es un profesional que convive, analiza y discute casos con otros profesionales, con una postura crítica, técnica y científica. Debe ser vista como una profesional competente de quien se requiere su opinión para cuidar de manera integral a una persona. La enfermera debe gestionar su propio camino profesional y proyectarse a la sociedad. Es un agente político de cambio social para un mejor cuidado de la salud de la población peruana. El tema económico en la Facultad es un punto crítico que debe mirarse en toda gestión. Si bien de tiempos inmemorables se tuvo el apoyo de filántropos, la mirada debe ser ahora diferente. La Facultad debe gestionar sus propios recursos para mantener la calidad educativa. La mirada paternalista y el asistencialismo han cambiado, ahora se trata de aprender a sobrevivir de manera autónoma, generando sus propios recursos sin perder la mirada social que siempre ha caracterizado a la institución. Las personas deben entender que para tener calidad hay que invertir y para poder invertir, es necesario tener recursos. Aprender de economía, Libro conmemorativo Enfermería

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finanzas y presupuesto es de necesidad vital en toda gestión moderna. Finalmente, es necesario seguir “formando Escuela”, es decir renovar cuadros, todo en la vida es finito, y si bien “todos somos importantes, nadie es indispensable”. Hay variables en toda vida institucional que nadie maneja y situaciones fortuitas que pueden llevar a perder cuadros importantes. En ese sentido, es necesario capacitar a personas jóvenes en docencia, investigación y gestión de modo que pueda continuarse con la cultura institucional de calidad que mantengan el espíritu loaycino y los valores heredianos en los siguientes cien años.

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CapĂ­tulo 17 Directoras y Decanas del Centenario


A

lo largo de los 100 años de vida institucional la Escuela de Enfermeras ha estado a cargo de enfermeras destacadas y reconocidas por su calidad profesional y compromiso con la vida y la salud de la población. La primera Directora de la Escuela fue miss Carner, en 1915. No se cuenta con registros históricos que relaten su vida profesional, pero en sus Memorias, el médico y profesor Dr. Ricardo Palma, reconoce a la “Nurse Instructora, señorita Carner, como infatigable, correcta e inteligente profesional, que dicho sea de justicia, es el alma de la Escuela…”45. Recientes hallazgos permiten decir que miss Carner nació en Lola – Allen County, en Kansas, el 02 de noviembre de 1886, y se graduó como enfermera en Wabash Valley Sanitarium Missionary Nurses –

45 Montero y Tirado. (1915). Memoria Administrativa Sociedad de Beneficencia Pública de Lima. Director MG. Montero y Tirado. 268

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Training School, Laffayette ‒ Indiana46-47, el 10 de mayo de 1910. Fue una de las 05 diplomadas de la quinta promoción. Salió de Estados Unidos el 20 de marzo de 191148 como Licenciada Misionera Adventista del Sétimo Día, y luego de una misión corta en Montevideo – Uruguay49, llegó a Lima en diciembre de 1913, como parte The Posgraduate Missionary Nurses Course ‒ Andrew University, programa que duró 04 años50. Es probable que miss Carner haya permanecido en nuestro país hasta el año 191751, dejando la primera promoción de egresados de la Escuela, integrada por 06 enfermeros diplomados, reconocidos por la calidad de su formación: “se nota la superioridad de estos jóvenes principiantes; pero conscientes de sus deberes y oblig-

46 Indiana Report. June 15. 1910. XVI (12): 7.

47 Certificate of Registration of American Citizen. Consulado Americano. 9 de julio de 1911.

48 Emergency Passport. Consulado de Estados Unidos en Perú. 1917. 49 The Advent Sabbath Review and Herald. March 23, 1911. 88(12): 24. 50 The Washington Foreign Mission Seminary. Washington Foreign Mission Seminary Record. Annual Report of the President. Octubre - diciembre de 1913.

51 Review and Herald Publishing Association. Year Book of the Severith-dat Adventist Denomination. The 0115 dal Directories. 1917.


aciones y aún de la responsabilidad de confianza que sobre ellos ha sido depositada”52.

su herencia para hacer labor social con los más pobres y necesitados de Lima54.

En 1922 la Sociedad de Beneficencia de Lima encargó a las Hijas de la Caridad sus obras de beneficencia. Una de sus obras fue la Dirección de la Escuela de Enfermeras. La primera Directora Vicentina de la Escuela fue sor Odilia Broner, Hija de la Caridad de origen francés que estuvo al mando de la Escuela hasta el año 192453.

Mientras sor Rosa dirigía la institución, sor Martha Maurín se desempeñaba como Directora de Estudios. Ella era la encargada de velar por la calidad académica y la formación integral de las estudiantes. Sor Martha Maurin era de origen francés.

En el año 1924 asumió la Dirección sor Rosa Larrabure, enfermera vicentina de origen peruano y en 1925 la Sociedad de Beneficencia le encargó también la Dirección del Hospital Nacional Arzobispo Loayza. Ambas tareas sor Rosa las realizó con mucho profesionalismo y entusiasmo, por lo que como resultado de su labor recibió reconocimientos a nivel nacional e internacional. Algunos relatos señalan que sor Rosa Larrabure fue una persona generosa y muy desprendida. Proveniente de una familia aristocrática y pudiente, sor Rosa usaba

52 Montero y Tirado. (1915). Acuerdo de la Junta sobre Creación de la Escuela de Enfermeros. Memoria Administrativa Sociedad de Beneficencia Pública de Lima. Director MG. Montero y Tirado. 53 Tavera, F. (2004). Historia de la Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza 1915-2003. Lima: Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.

Sor Margarita María Balard, de nacional francesa, dirigió la Escuela desde 1960 al año 1965. Sor Margarita llegó al Perú en el año 1953 y dedicó 12 años de su vida a la formación de enfermeras55. En 1965 la Dirección de la Escuela fue asumida por sor Luisa Barrón Soto, primera exalumna de la Escuela en ocupar dicho cargo. Se había graduado como Enfermera General y como Enfermera Visitadora en el año 1941. Sor Pilar Caycho Vela fue la última Directora de origen Vicentino y egresada de la Escuela. Ejerció dicho cargo desde 1970 hasta 1972. A partir de entonces las Hijas de la Caridad se alejaron de la institución y la dejaron en manos de profesoras seglares, todas ellas a la fecha egresadas de la institución. Las Hermanas se fueron con la convicción de que ya habían hecho obra y que su 54 Entrevista a sor Pilar Caycho Vela. Enero 2015.

55 Tavera, F. (2004). Historia de la Escuela Nacional de Enfermeras Arzobispo Loayza 1915-2003. Lima: Facultad de Enfermería de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Libro conmemorativo Enfermería

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legado perduraría a lo largo del tiempo Viendo que la institución sanitaria había aprendido a hacer el camino, había la necesidad de ayudar a otros a encontrarlo. La primera persona civil en asumir la Dirección fue la Lic. Fabiola Tavera de Martínez, de 1973 a 1985. Le siguieron en esta tarea la Lic. Teresa Campos de la Torre, de 1985 a 1986; la Mg. Olga Margot Zárate León, de 1986 a 1989, y la Lic. María del Carmen Salazar García, desde el año 1989. Durante este periodo la Escuela firmó el convenio con la Universidad Peruana Cayetano Heredia y luego pasó a ser Departamento Académico de la Facultad de Medicina “Alberto Hurtado”. La primera Jefe del Departamento Académico de Enfermería fue la Mg. Olga Margot Zárate León, en el año 1996, mientras que la Directora de la Escuela seguía siendo la Mg. María del Carmen Salazar, cargo que desempeñó hasta 1998. Siguió en el cargo de Jefe de Departamento la Mg. Margarita Alayo Sarmiento. Posteriormente al ser Facultad de Enfermería asumió el Decanato, de manera interina, la Lic. María del Carmen Salazar, desde 1998 al año 2000. La primera Decana electa fue la Mg. Margot Zárate León, asumiendo dos periodos de gestión, de 1999 al 2002 y del 2005 al 2008, seguida de la Mg. Margarita Alayo Sarmiento, quien asumió el decanato del 2002 al 2005 y del 2008 al 2011. La Mg. Alayo asumió un periodo corto como Decana interina desde noviembre 2011 a junio 2012.

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La Decana que cubre el periodo del Centenario es la Dra. Flor Yesenia Musayón Oblitas. La Dra. Musayón es la primera egresada que asume este cargo con el título universitario otorgado por la Universidad Peruana Cayetano Heredia, luego de 05 años de formación. A los 37 años de edad y siendo Profesora Principal, inicialmente asumió un periodo corto como Decana interina, de junio a octubre de 2011; luego como Decana electa asumió el Decanato para el periodo junio 2012 a junio 2015. El Centenario se celebra en marzo de 2015, último año de su gestión.


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CODA


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ra 1915, mientras la Medicina peruana se inspiraba en París, el germen de nuestra naciente Enfermería miraba hacia Londres. Lima, una ciudad que apenas rozaba los 200,000 habitantes y que a pesar de haberse despojado de sus murallas coloniales, no pasaba de aquellos confines, era un conglomerado urbano de calles empedradas, recorrida por carretas, tranvías y escasos automóviles. La ciudad se rodeaba de bosques, haciendas y un río Rímac donde aún se recogían camarones. La Lima de entonces es lo que hoy conocemos como Lima Cuadrada. El Perú cerraba lentamente sus heridas luego del desastre político, económico y social de la Guerra del Pacífico y alejados los caudillos, apareció el Civilismo que inauguró el periodo conocido como la República Aristocrática. En el país de entonces, mayoritariamente rural, las ciudades no se despojaban de cierta precariedad. En Lima los servicios públicos como los conocemos hoy aún eran rudimentarios y limitados, sus calles eran atravesadas por acequias y por carretas tiradas por acémilas. Como toda sociedad existía una clase dirigente, que en el Perú de 1915 era aristocrática y filantrópica, así como existía una clase intelectual con su porción

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de frivolidad que configuraría lo que conocemos como la Belle Epoque, que tendría al café Palais Concert en el Jirón de la Unión y a Abraham Valdelomar como sus más representativos iconos. Por otro lado, la industria nacional se asentaba muy cerca de la ciudad y era dirigida por aristócratas emprendedores y prósperos migrantes europeos; una industria que daría trabajo a una creciente clase obrera que comenzó a hacinarse en solares y callejones de la Lima antigua y a expandir los límites urbanos a los barrios obreros de La Victoria, Vitarte y Piñonate. En aquella época, la provisión de servicios de salud era vista más como una expresión de misericordia cristiana que como un derecho humano. Los hospitales pertenecían a la Sociedad de Beneficencia y eran administrados por las Hermanas de la Caridad. La ciencia médica recogía a cuenta gotas los adelantos tecnológicos de principios del siglo XX mientras la sociedad de Lima, y la peruana en general era embestida por bandoleros rurales y epidemias como la peste, el tifus y la malaria. Es en ese orden de cosas que la enfermería nace primero como oficio y luego como profesión. La epidemia de peste bubónica originó la primera formalización sanitaria al crear la Dirección de Salubridad y con ello la necesidad de contar con personal entrenado. Florence Nightingale había sentado las bases de la enfermería moderna a fines del siglo XIX y aquella onda expansiva se irradió desde Londres, no tardando en llegar a América. Se crean escuelas de enfermeras en


Lima. Al iniciar los años 20 y cercanos al centenario de la independencia, los primeros egresados de la Escuela de Nurses y Enfermeros aparecen en los hospitales de la época, sobre todo en el Dos de Mayo, nave insignia de la medicina peruana del cambio de siglo. Para el año 1924, bicentenario de la batalla de Ayacucho, en plena Patria Nueva de Leguia, la Escuela se muda al Hospital Arzobispo Loayza, donde se establece en uno de sus ambientes por más de veinte años. En ese interludio se crea el Ministerio de Salud Pública y el concepto de asistencia sanitaria ya no solo es visto como u acto filantrópico sino como una obligación del Estado. Mientras tanto el país atraviesa épocas de turbulencia y golpes al sistema democrático. La Segunda Guerra Mundial trae un punto de inflexión, se descubren los antibióticos, la hegemonía política y científica pasa a los Estados Unidos y la ciudad de Lima despierta con las invasiones de tierras que expanden más el casco urbano. Es la ciudad de las barriadas y la migración andina a la ciudad, corto tiempo después la mitad de la población peruana vive en el campo y la otra en las ciudades costeras. La Escuela se muda a un edifico propio contiguo al Hospital Loayza conjugando aulas con alojamiento para las alumnas que viven en un internado. El mundo sigue cambiando mientras que la Escuela incuba en sus claustros el logro de una identidad propia y valores, los que son transmitidos de manera disciplinada y constante en las sucesivas generaciones de estudiantes. Continuaba la época de los uniformes blancos con toca, las ceremonias religiosas y un modelo de comportamiento caritativo pero pleno

de seriedad profesional que se mantiene incólume a los cambios sociales. El Perú de la post guerra es testigo de los grandes cambios en las costumbres, la ciencia y la tecnología que ocurren en el mundo, pero siendo un país sub desarrollado arrastra una deuda colonial y feudal que conviviendo en un país pobre como el nuestro generan una cosntante ebullición. Aquella realidad aparecía tangencialmente en los claustros dela Escuela, cuyas egresadas ya trabajaban en instituciones públicas y privadas de todo el país. El quiebre provocado por el gobierno militar, aunado a las nuevas corrientes de pensamiento y la posición de algunas egresadas en los cargos docentes conllevan un cambio en la visión de la educación en enfermería. La sociedad cambia, la mujer en si misma se empodera, quince años atrás ya ejercía su derecho a voto y a nuevas responsabilidades laborales. La sociedad demanda nuevos roles para la mujer y la salud pública coloca nuevos hitos, la prevención de enfermedades, la promoción de la salud y la comunidad como espacio de acción. La Lima que ingresa a los años ochenta es hipertrofiada y deforme, informal y democrática. El ejercicio profesional de la enfermería para cumplir con los nuevos estándares de la salud pública formal requiere de una educación universitaria. La Escuela busca alternativas y aprovechando la cercanía del cuerpo docente de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, ambas, Escuela y Universidad primero acuerdan una afiliación

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luego, con el cambio de década, una incorporación dentro de la estructura universitaria, la que paulatinamente haría una transición hacia Departamento Académico y luego a Facultad. De este modo los valores de la primigenia Escuela se fusionan con los valores de una Universidad nacida de una crisis y forjada con el esfuerzo mancomunado de profesores y alumnos. El nuevo siglo encuentra un país transformado, que aflora consciente de sus potencialidades y de sus desventajas. La Lima del 2015 es diametralmente distinta a la de hace cien años, la sociedad también. La Facultad de Enfermería ha dado un salto cualitativo al actualizar el curriculum académico y las formas de enseñanza a la tecnología moderna, la toca se ha dejado de lado y los claustros docentes se mudan a un campus universitario. Como dato anecdótico, el estudiantado masculino vuelve a la enfermería como en sus inicios. Al centenario de su creación permanecen incólumes los valores que inspiraron la génesis y desarrollo de la Escuela hoy trasmutada en Facultad. Las aulas que idearon los fundadores perduran con una esencia fundamental que se respira y vive en las generaciones actuales de docentes y alumnos. Una esencia que mira el futuro tecnificado sin perder la humanidad que es vital para los valores de la enfermería.

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