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La creencia puede ayudarnos por un tiempo, luego debe evolucionar
Por:Habacuc Cardona, CECP, CBCP
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¿Qué es una creencia? La palabra creencia proviene del latín, y más concretamente de lo que sería la suma del verbo credere, que puede traducirse como “creer”, y del sufijo –entia, que es equivalente a “cualidad de un agente”. Creencia es definida por La Real Academia Española (RAE) como el firme asentimiento y conformidad con algo. La creencia es la idea que se considera verdadera o a la que se da completo crédito como cierta. Si bien es cierto que las creencias pueden ayudarnos en muchas áreas de nuestras vidas, es importante reconocer que, de igual forma, esa creencia debe evolucionar a medida que pasa el tiempo. Si lo analizamos, aun hasta los aspectos espirituales evolucionan. Algunas cosas que se podían hacer antes, ahora no se pueden, y tanto el antiguo como el nuevo testamento tienen muchos ejemplos al respecto. Por ejemplo, según narran las escrituras, en una ocasión, trajeron ante Jesús a una mujer sorprendida en el acto de adulterio, a la cual deseaban apedrearla. En aquella época, la lapidación era posible y no tenía ninguna consecuencia legal para los que participaban de ella. En la actualidad (aunque aún se sigue llevando a cabo esta práctica en algunas culturas) en muchos países es ilegal, e incluso existen leyes que prohíben que un hombre pueda atacar a una mujer tanto física como verbalmente. Así podemos ver cómo las creencias, junto con las leyes, van evolucionado a lo largo del tiempo. Así que lo que evoluciona físicamente se aplica también a lo espiritual, tanto como al plano de nuestra energía. Porque la experiencia del cuerpo es la de nuestro espíritu, ya que el mismo reside dentro de nuestro cuerpo físico.
Todo evoluciona a nuestro alrededor, y tal vez nuestros pensamientos y creencias se mantienen estáticos. Esto puede traernos conflictos y desestabilidad emocional. Debemos estar atentos a nuestros comportamientos y analizarlos. Ellos nos pueden estar hablando claramente, y no nos damos cuenta de ello. Si observas tus manos, tu cara y todo tu cuerpo, verás con claridad que estás evolucionando, aunque pienses que se llama ‘envejecer’, debido a una creencia que hemos aprendido. Buda se preguntaba: “¿Quién soy, el bebé recién nacido, el adolescente soñador, el adulto precavido o seré el anciano en el que me convertiré?” Su contestación fue una llena de luz: “ni soy el bebé, ni el adulto, ni el anciano, porque ni soy lo que fui ni tampoco lo que seré, pues siempre estaré evolucionando”. Si es así, entonces somos un reflejo del universo, y ya todos sabemos que el universo está en constante cambio y expansión. Para evolucionar, debemos ser flexibles y abrirnos a nuevas alternativas. La diferencia está en la conciencia; una vez conocemos lo ‘no conocido’ deja de ser algo oculto. La realidad es que aun cuando el mundo se debate por la falta de conciencia y la permanencia de creencias antiguas, hemos adelantado un buen tramo en los últimos 100 años. El balance siempre llama a la ecuanimidad a participar de nuestro desarrollo intelectual y a una visión de vida, en donde el pensamiento crítico es protagónico. La situación es que aun cuando usemos un pensamiento crítico constante, el pensamiento solo se extenderá hasta donde le hallamos permitido con nuestras creencias. Una creencia puede ser tan fuerte que nos limite a expandir la conciencia. Por ejemplo, como creer que nuestro color de piel puede ser mejor o superior que otros colores. Sabemos que en décadas anteriores las personas de tez oscura no podían ni tan siquiera entrar a un restaurante o ubicarse en áreas destinadas para blancos. Hoy, vemos con mucho pesar, los acontecimientos ocurridos en los Estados Unidos, que nos parecen indignantes e inconcebible que sucedan en pleno siglo XXI. Todas estas creencias solo son manifestaciones de falta de conciencia. En otras palabras, todavía tenemos el velo de la ignorancia puesto. Así que, el universo, o como desees llamarle, ha creado las experiencias negativas para hacernos crecer. Porque cuando hemos vivido lo suficiente, la vida, con sus experiencias negativas, siempre logra el antídoto perfecto para hacernos despertar. Esa es la diferencia entre un niño de 6 años y un adulto. El niño, a falta de conciencia, cree todo lo que un adulto le pueda decir. Nunca he entendido la necesidad de mentirles a nuestros niños con la idea de que un personaje, que ve sus acciones durante todo el año, les traerá regalos, si se portan bien, durante el mes de diciembre. Todo esto resulta ser una fantasía creada con la finalidad de promover el consumismo durante una época en la que la visión o el objetivo principal debe ser promover la unidad familiar y la celebración del nacimiento del niñito Jesús, en un clima de buenos valores y sentimientos, que en nada tienen que ver con una mentira ni con gastar dinero excesivamente. ¿Cuál fue tu experiencia al enterarte de la verdad, después de varios años? ¿Cómo te sentiste? ¿Qué hiciste al respecto para evitar esa misma situación (si alguna) en tus hijos? Sé que muchas personas no estarán de acuerdo conmigo, pero estoy completamente seguro que podemos crear una época de Navidad con recuerdos más hermosos, si utilizáramos la verdad con nuestros hijos. No se tienen que desaparecer los personajes, solo debemos decir la verdad, inclusive que esos regalos son entregados con amor por nosotros los padres. No solamente por una ocasión especial, porque lo que se nos ha escapado es que la Navidad representa la verdad y la pureza de una nueva era. ¿Por qué entonces creamos una mentira y un engaño hacia los más vulnerables, que están desarrollando conciencia, mintiéndoles? Así que es una especie de acción negativa con creencia positiva. No hemos entendido que, a pesar de todo el esfuerzo de los adultos, el subconsciente de los niños sabe perfectamente que todo es un engaño. Esto, como muchas otras cosas, ha venido manifestándose desde hace cientos de años. Hemos tratado de evadir lo negativo, disfrazándolo como positivo en muchas áreas de nuestras vidas. Luchamos con la oscuridad, porque persistimos en visualizarla como un
enemigo feroz, pero que en realidad es una energía útil para transformarnos. ¿Acaso no es la oscuridad de la noche la que le trae a la flor el reposo del calor del día y el sereno que la humedece? Por eso la contraparte es tan importante, porque crea un balance en el universo: día y noche; blanco y negro; mujer y hombre; arriba y abajo; adentro y afuera. Así, la divinidad lo ha entendido prudente y lo ha creado, pues todo lo que existe no podría ser sin la aprobación del Creador. Por eso existe una diferencia tan grande entre vivir una experiencia y oír la experiencia, porque la experiencia te marca, te hace desarrollar emociones que se convierten en parte de tu personalidad. Esto lo llevamos toda la vida… Porque es la experiencia la que traba el alma, y, cuando el alma aprende una lección, esa información se graba en los más íntimo de nuestro ser. Desde hace más de una década, hemos estado experimentando momentos difíciles. Todo comenzó en el 2007 con la recesión económica, una de las más severa de nuestra época. En el 2012, las tormentas electromagnéticas y las llamaradas del Sol; luego, llegó el huracán María, en el 2017. Sin lugar a dudas, la experiencia de un huracán categoría 5 es única. Más adelante, recuerdo los incendios del Amazonas, en California y en Australia. Luego, un jamaqueo político que tuvimos, en donde renunció un gobernador, por primera vez en nuestra historia. Recientemente, los temblores en el área sur de Puerto Rico y, ahora, la pandemia a nivel mundial. Creo que está claro, que hay una fuerza que nos está gritando: “¡Tienes que hacer crecer tu conciencia!” Ahora, para acabar de completar, retomamos el problema racial en los Estados Unidos y en el mundo. Esto es un reflejo claro de la sociedad norteamericana y de su presidente. Pero más allá de lo negativo que esto pueda verse, creo firmemente que todo esto ayudará a la nación norteamericana a crecer emocionalmente. De la misma forma, creo que esta pandemia nos ha despertado a una conciencia mayor. Antes no podíamos comprender que todos en este planeta somos uno; ahora, sabemos
que compartimos fluidos de tan solo hablar y movernos con libertad. Un virus o las bacterias que puedan provenir de cualquier lugar del planeta, las podemos compartir en unos meses, ya sea aquí en Puerto Rico o en otro país, ya sean buenas o malas. Ahora, sabemos que esas bacterias entran a nuestro cuerpo y una vez entran se convierten en nosotros mismos, porque ya forman parte de nuestro organismo. Si lo pensamos bien, Igual nos pasa con el tema de los extraterrestres. Miramos o concebimos a estos seres como cosas extrañas, sin darnos cuenta de que, quizás, nosotros también podemos ser ‘seres extraños’ para ellos. Pero debemos despertar nuestra conciencia de que todos somos seres del cosmos, y que todos, en diversos planos, navegamos por el universo, pues nuestro planeta y el suyo son parte del mismo espacio. ¿Crees que debamos seguir diciéndoles a nuestros hijos que pongan los pies en la tierra cuando están soñando, si el planeta está flotando en el espacio? ¿De qué ‘tierra firme’ estamos hablando? Todas estas creencias, poco a poco, serán cambiadas; especialmente, en el momento en que se nos comunique la existencia de vida fuera de nuestro planeta, de nuestra galaxia y el sistema solar, así como la posible llegada de estos seres a nuestro planeta, para cumplir alguna misión. Creo que, tarde que temprano, en el momento indicado, viviremos esa experiencia. Por tal razón, considero que toma mayor relevancia el que podamos invertir más tiempo en nosotros mismos, para conocernos como seres humanos, como seres divinos, como seres de luz y como integrantes de un todo (con los otros seres vivos, con el planeta, el universo, el cosmos, etc.), para abrir nuestro corazón y mirar con los ojos del amor, tanto en nuestro interior como todo lo que nos rodea. Esto lo podemos trabajar por medio de la meditación, reflexionando sobre nuestras vidas, agradeciendo lo que somos y lo que tenemos, perdonándonos a nosotros mismos y a los demás. Podemos ejercitarnos por medio de la lectura, haciendo grounding, orando, buscando la divinidad en nosotros mismos, para que podamos, fundamentalmente, con todas estas cosas, expandir nuestra conciencia.