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Todos somos prisioneros, hasta que la conciencia nos despierta
Por:Habacuc Cardona, CECP, CBCP
Lectura de 7 min.
¿Qué es la verdad? ¿Cuál es el verdadero significado de la verdad? La Real Academia Española la define como la conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente; la conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa; y la propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna. Para entendernos, debemos estar claros de la verdadera definición de lo que somos. Lo que pensamos define lo que somos y genera la energía que nos forma. La energía que nos forma va delante y detrás de nosotros, porque se manifiesta en todo lo que hacemos, disfrutamos y sufrimos. Dejamos una estela de aromas que van desde hermosas fragancias hasta olores repugnantes y desagradables. Ese aroma va mejorando en aquel que busca la luz y decide hacer el bien; aunque llegan momentos en que nos damos cuenta de que, por falta de conciencia, no pudimos ser o hacerlo mejor. Entonces, comienza una guerra interior de culpabilidad que atrae otros aromas a nuestro alrededor. Es la lucha del bien y el mal. Salimos de hacer algo maravilloso y caemos nuevamente en lo que conocemos como incorrecto. Entramos y salimos con frecuencia a diferentes vibraciones y luchamos entre la energía positiva y la negativa en todo momento. Hoy, estamos felices en la mañana, pero quizá ya en tarde estamos molestos, airados o frustrados. Todos somos prisioneros de una emoción, una experiencia, una decadencia,
una abundancia o una adicción. Muchas veces, la abundancia de dinero, en alguien que necesita amor y lealtad, podría convertirlo en prisionero de la infelicidad.
Pero, ¿cómo encontrar la verdad? ¿Cómo podemos liberarnos de esta continua lucha entre el bien y el mal? ¿Cómo podríamos encontrar una profunda paz envuelta en una felicidad vibratoria permanente?
Bueno… Estas son excelentes preguntas. Lo único es que, estas preguntas, salen desde un concepto que debemos reflexionar si es correcto y si se acerca a la verdad.
Lo digo, porque pensamos en la oscuridad como mala, ¿pero acaso no tenemos nuestros días oscuros? Si tenemos días oscuros, ¿eso quiere decir que somos malos? Si tenemos la capacidad de generar y producir oscuridad y actuamos mal en algún momento, ¿somos malos para el resto de la vida? ¿Es malo un tiburón que ataca a un ser humano hasta la muerte? ¿Tiene conciencia el tiburón para determinar que está haciendo algo mal? ¿Por qué es malo, si el tiburón está hambriento y en su camino se tropezó con algo de comer? ¿Podría ese ser humano haber atraído ese ataque por su vibración o algún proceso incompleto de una vida pasada? ¿Está bien que nosotros matemos, todos los días, millones de peces y criaturas marinas para comer, y cuando ellos nos arrebatan a uno de los nuestros es una verdadera pérdida?
La Biblia trae una enseñanza hermosa en el evangelio según San Mateo (cap. 26:52), donde Jesús dijo: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que tomaren espada, a espada perecerán”. En otras palabras, al que a hierro mata a hierro muere, o sea, tus acciones te persiguen hasta que te alcanzan. Pero nos olvidamos de estos principios, constantemente, porque no le prestamos atención a la verdadera razón por la cual existimo. Creo que estamos aquí para desarrollar nuestra conciencia y evolucionar, con un propósito mayor que aún no sabemos con exactitud.
Si la definición misma de verdad nos dice que es la “conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa”, ¿estaremos conformándonos con lo que creemos que es verdad? Por ejemplo, Jesús se entregó a un proceso de crucifixión que fue producto de una energía negativa, en la que algunos deseaban quitarle la vida. Pero, cuando reflexionamos sobre la misión de Jesús en la Tierra, podemos entender que ese proceso negativo y de oscuridad por cual pasó fue útil para crear una mayor conciencia en la humanidad y expandir la luz que hoy vivimos.
Así que, ¿será necesaria la negatividad? ¿Si existe el mal, será porque no podemos crecer sin sentir el sufrimiento? Si es así, ¿debemos amar el mal para que desaparezca?
En otra parte de la Biblia, igualmente en el evangelio según San Mateo (cap. 5:44) “[…] Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”.
Es real, ¿solo podemos crecer si sufrimos? ¿Qué sucedería si nada nos molestara? ¿Si alguien asesinara a otra persona o, peor aún, a un ser querido, podrías amarla y perdonarla sin juzgarla? ¿Qué pasaría si desaparecieran de nosotros todas las emociones negativas como el odio, la frustración, la tristeza, la ansiedad, la traición, el miedo o el engaño? Todas estas preguntas, en mi humilde opinión, deben ser contestadas con amplia conciencia para poder dejar de ser prisioneros.
Prisioneros del dinero, del ego, el odio y el rencor; del placer, del alcohol, el sexo y la mentira, pero, sobre todo, de la ignorancia. Cuando entendamos que la energía es protagonista en el entendimiento de nuestras vidas, será un nuevo comienzo para la humanidad. Mientras ignoremos y saquemos de la ecuación ‘la energía’, estaremos dando tumbos. ¿Por qué no sabemos todavía que somos energía? Entonces, ¿cómo podemos entender lo que desconocemos?
Todo es energía: lo que ves y aun lo que no ves, es energía. Una partícula o un virus son energía. Mira lo poderoso que es lo intangible, que ese virus que no podemos ver ha matado a cientos y miles de personas. Nos ha cambiado la vida a todos… Nos ha hecho pasar por esta experiencia por nuestra conducta y la falta de interés en el crecimiento de conciencia. Por tal razón, mi amado(a) lector(a), “vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que tomen espada, a espada perecerán”. Cuando entendamos que todos somos uno, será un hermoso comienzo. Porque somos uno con lo que nos gusta, pero no somos uno con lo que no nos gusta, aun siendo todos parte de la misma célula llamada Tierra que conforma un cuerpo mayor llamado universo. Los chinos y nosotros somos uno; el asesino y mi familia somos uno; el drogadicto y yo somos uno. Pero, ¿por qué soy uno con lo negativo si yo soy una buena persona? Levante la mano quien, de nosotros, haya diseñado la Tierra, quien haya inventado el oxígeno y le haya dado consistencia a la mar. ¿Quién hizo al ser humano y su ADN? ¿Acaso fui yo? ¿Quién puso a girar nuestro planeta, fuiste tú? Así que, ¿por qué decimos que somos dueños de algo o que algo en este plano terrenal nos pertenece? ¿Cuántas cosas de las que somos dueños nos llevaremos cuando nuestro espíritu salga de este cuerpo físico? Hay una urgencia que seguimos ignorando, que Dios es energía, y para comprender lo que somos y todo lo que afectamos con nuestra sola presencia, debemos comprender. La energía es vibración, y todo lo que existe es energía y toda energía tiene una codificación, y esa codificación tiene información. Esa información que vibra en la energía le dicta cómo comportarse. Por tal razón, la ira se comporta de forma destructiva y el amor en construcción.
¿Por qué entonces nos estamos autodestruyendo? La humanidad enferma, los virus matando, el odio y el racismo asesinando, el suelo temblando y el mundo sobrecalentándose. Todo esto es solo un reflejo de nosotros mismos. La conciencia está esperando a que nosotros caminemos
hacia ella, con la dirección de la divinidad.