Dos presentaciones del libro Fragmento(s) subjetivo(s) de StĂŠphan Nadaud Fernando Barrios Sandra Filippini
Devenir vaca nietzscheana Presentación de Fragmento(s) subjetivo(s) de Stéphane Nadaud Fernando Barrios «El lanzador, el personaje conceptual, el filósofo, sabe que deviene múltiple, no porque va a sumergirse varias veces en el caos, sino porque esa única zambullida a partir de la cual va a erigir un plano del (...) y sobre el dicho caos, y de donde va a extraer un concepto, vuelve eternamente, y asegura así la multiplicidad de su subjetividad. Él asume, a través de esta prueba subjetiva que sufre –y que lo lleva a los confines de la locura–, el caos. A este encuentro, esta articulación o este combate (agôn) del sujeto individualizado con el caos, a este proceso de subjetivación colectiva que lo multiplica al infinito, como los juegos de espejo de La dama de Shangai, a este “sujeto” que las semióticas significantes no alcanzan a definir, que lo estalla en miríadas de subjetividades colectivas, a este proceso de subjetivación colectiva entonces, que experimenta el azar y la necesidad en un loco instante de eterno retorno, lo llamo: fragmento(s) subjetivo(s)» 1
Quise comenzar esta presentación con este acápite tramposo- si se supone que en tanto acápite debiera aclarar algo, arrojar al menos algo de luz respecto de lo que vendrá- para dar cuenta de la bella complejidad de lo que tenemos entre manos. Algo de lo poético se trama en la condensación y lo alusivo al tiempo que dice de un trabajo de desbrozar, de desenmarrañado, a hacer. Cuando leí por primera vez Fragmento(s) subjetivo(s), en francés, sentí que el libro era portador de novedad; decía algo nuevo, lo que no siempre sucede, por cierto. Y mi primera impresión fue de familiaridad y hasta de comprensión casi inmediata. Pero, claro! Es asi... siempre lo supe o siempre lo pensé. Pero como hace rato me acostumbré a desconfiar de toda claridad, de toda comprensión, sabía que tarde o temprano esa ilusión caería y nuevamente navegaría aguas oscuras no señalizadas. Algo del título hacía de señuelo para mí: ¡Un viaje por las islas encantadas nietzscheanas! Melville y sus Islas encantadas se sumaban a la cita y eso no sería indiferente para mí. Eso prometía diversión y quizás tesoros; aunque, cabe recordar que para Melville uno de los rasgos principales de estas islas es «... la absoluta imposibilidad de que sean habitadas. Se considera un ejemplo apropiado de desidia que el chacal tenga su guarida en un páramo que pudo haber sido Babilonia; pero 1
Stéphane Nadaud, FRAGMENTO(S) SUBJETIVO(S). Un viaje hacia las islas encantadas nietszcheanas, ed. Cactus, trad. Pablo Ires, 2017, Bs.As, P. 159.
Las Encantadas se niegan a darle acogida hasta a las más descastadas entre las bestias. Tanto el hombre como el lobo las evitan. Allí se pueden encontrar pocos animales, con la excepción de los reptiles: tortugas, lagartos, arañas enormes, serpientes y esa singular anomalía de la naturaleza exótica que es la iguana. No se oye una voz ni un mugido ni un aullido; el primordial signo de vida allí es el silbido .»2 Y por si fuera poca advertencia, el lirismo de Melville se despega figurando el tormento: «Ten piedad de mí», parece gritar el espíritu de Las Encantadas que gime, «y envía a Lázaro, para que pueda meter en el agua las yemas de sus dedos y refrescar mi lengua, pues estoy atormentado por estas llamas»3 Encanto y tormento. La gran ola de Hokusai en la tapa, pintor de la “escuela del mundo flotante”, que logró influir en los impresionistas: Vincent Van Gogh, Claude Monet, Edgar Degas y Henri de Toulouse-Lautrec , Una tempestad en alta mar en el momento que la cresta de una ola está a punto de romper sobre la barca de unos marineros, justo en el centro... y al fondo el monte Fuji no podía ser más convocador a la aventura. ? «El ukiyo-e ( 浮 世 絵 lit. «pinturas del mundo flotante») es una técnica de estampa japonesa, muy popular durante el período Edo de la historia de Japón . La técnica de grabado a partir de planchas de madera se introdujo en Japón en el siglo VIII procedente de China y se utilizó a partir de ese momento principalmente en la ilustración de textos budistas. A partir del siglo XVII esta técnica se comenzó a utilizar para ilustrar poemas y romanceros. Es durante esta época cuando surge propiamente el estilo del ukiyo-e, el cual reflejaba la vida e intereses de los estratos más bajos de la sociedad: mercaderes, artistas y rōnin, quienes estaban desarrollando su propio arte y literatura en zonas urbanas como Edo (hoy Tokio), Osaka y Sakai, en un movimiento que se conocería posteriormente como ukiyo, el mundo flotante.»
Nos informa wikipedia, https://es.wikipedia.org/wiki/Ukiyo-e fuente invaluable de la erudición contemporánea... Y Nadaud habla de grabado y composición, en lo que podría ser un punto de inicio para empezar a hablar de este libro: se refiere a la composición en sentido musical pero también en el sentido del grabado, al proponer que el lector foucaultiano que suscriba al método genealógico en la lectura de Nietzsche sabe que:
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Herman Melville. Las encantadas. http://assets.espapdf.com/b/Herman%20Melville/Las %20encantadas%20(12318)/Las%20encantadas%20-%20Herman%20Melville.pdf ;p.11. 3 Ibid, p12.
“... el edificio en cuestión no fue construido por Nietzsche mismo (…) el lector genealogista se encuentra frente a todos estos fragmentos en la posición de compositor: compositor en el sentido del grabado que consiste en poner lado a lado, agenciar piezas de metal para preparar la placa de eimpresión; pero también compositor en el sentido musical del término, el compositor que crea, que inventa, si se quiere, un agenciamiento, un montaje de notas, inédito y nuevo componiendo el trozo final; composición entonces y no recomposición, ya que ningún todo preexiste a aquello que el lector compone con el material que le dejó Nietzsche”4 «Los dibujos de ukiyo-e, llamados en japonés nikuhitsu ukiyo-e, eran obras únicas que realizaba el pintor con pinceles directamente sobre papel o seda. Estos dibujos permitían ver la obra final en su totalidad, aunque salvo la forma de las líneas y el arreglo de color, se perdían durante el proceso. Posteriormente el artista, llamado eshi, llevaba la obra a un horishi, o grabador, quien pegaba el dibujo sobre un panel de madera, generalmente de cerezo y eliminaba todo al ir tallando cuidadosamente el panel para formar un relieve con las líneas del dibujo. Finalmente, ya con las planchas necesarias (usualmente se utilizaba una por cada color necesario), un surishi, o impresor, llevaba a cabo el trabajo de impresión colocando el papel de estampación sobre las consecutivas planchas. La impresión se realizaba frotando una herramienta llamada baren sobre el dorso de las hojas.Este sistema podía producir variaciones de tonalidad en las estampas. De una serie de planchas podían hacerse una gran cantidad de copias, a veces contadas en miles, hasta que las planchas se desgastaban. Dada la naturaleza del proceso de realización, la obra final era el resultado de un trabajo colaborativo donde el pintor generalmente no participaba en la impresión de las copias. A pesar de que en Japón no existían leyes de propiedad intelectual antes de la era Meiji, existía un sentido de pertenencia y derechos respecto a las planchas con los que se imprimían las estampas,llamadas zōhan. En cuanto a las planchas, se consideraba que el hanmoto o editor, o un hon'ya o editor que asimismo vendía los libros, era su poseedor, no el artista, por lo que tenía el derecho de hacer con ellos lo que quisiera»
Estamos entonces frente a una nota o apunte de método, que podrá, eventualmente, orientarnos en este viaje por fragmentos-islas nietzcheanas, pero no solo. Y digo no solo, aunque quizás sea mejor decir, con Nietzsche agenciándose con otros, variopintos, por cierto: Kafka, Pessoa, Heráclito, Cahmfort y Joubert, Einsenstein, Deleuze y Guattari por supuesto... En ocasión de la invitación de René Scherer a su seminario en Paris, Nadaud cuenta que originalmente su tesis llevaba por título Deleuze, Guattari et Foucault lecture(s) de Nietzsche. Se tratará entonces de lecturas, pero lecturas a ser problematizadas. La lectura misma no será un dato evidente para Nadaud. ¿Qué es leer? Se reivindica como pregunta a no dejar de hacerse. Encontrarse bajo influencia de, escribir con, citar a, no serán una y la misma cosa. Por otra parte podrían incluirse otros nombres: Bataille, Klossowski etc no sin riesgo de producir algo así como la familia filosófica de Nietzsche, sus hijos... 4
S.Nadaud. op.cit p.26
Finalmente la tesis se llamará: Lecture(s) de Nietzsche, théorie et pratique du fragment(s) y la presentará el 11 de junio de 2009 en Paris 8. En el inicio de la tesis, como propósito o designio, se lee: «Cette thèse développe tout d’abord les trois classiques acceptions du terme fragment d’où sont tirées les trois statuts classiques d’un texte. En se basant sur Héraclite,les moralistes français classiques et les romantiques allemands, une généalogie est tracée à partir des notions de maxime, d’aphorisme, et de fragment, généalogie d’où se dégage notre concept de fragment(s) qui dissout tous les statuts du texte en un seul, et qui se résume ainsi: sous la maxime, c’est l’aphorisme qui affleure, et sous l’aphorisme, c’est le fragment(s) qui parle»5
Luego será a partir de “conceptualizaciones linguísticas y filosóficas de Deleuze y Guattari, y gracias a Blanchot y Eisenstein, que es construido el concepto de fragmento(s), que se define como: “el instante de encuentro (...)la experiencia de un proceso de subjetivación desindividualizante (entre autor, obra y lector) en el umbral del eterno retorno” En la décima parte de la tesis los fragmentos serán, nuevamente, entendidos “comme concept d’une rencontre subjective collective au seuil de l’éternel retour” Nietzsche mismo en La genealogía de la moral, se plantea la cuestión de la lectura como rumiación: «... para practicar de este modo la lectura como arte se necesita ante todo una cosa que es precisamente hoy en día la más olvidada... una cosa para la cual se ha de ser casi vaca y, en todo caso no hombre moderno: el rumiar...»6 También Deleuze se hace vaca nietzcheana: «He aquí lo que vamos a hacer este año, mi suerte depende por completo de esto. Voy a decirles con toda franqueza lo que quisiera hacer este año. Quisiera, realmente, repetirme. Quisiera rehacer lo que hemos hecho. Pero es necesario que me explique un poco. Quisiera hacer filosofía a la manera de las vacas. Rumiando. Pero los ejercicios de rumiar no son yoga. Rumiar significa a mi modo de ver… Solamente un autor ha sabido rumiar, y es grande entre los grandes, es Nietzsche. Por eso Nietzsche tenía a la vaca como animal sagrado. Decía que las vacas eran vacas del cielo. Ahora bien rumiar, para él, consistía en lanzar un aforismo y leerlo dos veces. Para mi no es al nivel del aforismo, 5
Stéphane Jean-François NADAUD. Lecture(s) de Nietzsche,Université de Paris 8 – Vincennes à Saint-Denis École doctorale « pratiques et théories du sens ». Thèse pour le doctorat de philosophie théorie et pratique du fragment(s) http://www.lepoulsdumonde.com/lecture(s)_de_nietzsche/Lecture(s)%20de%20Nietzsche%20Tome %201,%20Nadaud.pdf p.3 6 Friedrich Nietzsche. Genealogía de la moral. http://www.biblioteca.org.ar/libros/211756.pdf
porque el aforismo no es mi asunto, sino la necesidad de rumiar algo. ¿Por qué digo esto? Es necesario para mi propia clarificación. Lo que digo es que deseo completa y verdaderamente repetirme, y reemprender al repetirme».7
Nadaud toma esta noción y la propone para su lectura y probablemente para nosotros, sus lectores. «...se trata de una rumiación (Wiederkauen) a pedazos, respecto de la realidad vivida», dirá Nietzsche. Es así que Stephane Nadaud se propone un principio, que aclara: no se trata de un axioma sino de un principio, leer todo Nietzsche y solo Nietzsche durante dos años. Para ajustarse a este principio autoimpuesto, Nadaud elige-decide que Las Obras filosóficas completas, de Nietzsche, de Colli y Montinari, serán ese todo presupuesto y se aboca a su lectura exclusiva y excluyente durante dos años. Si el dispositivo funciona, cree Nadaud, el se habrá convertido, habrá devenido el mejor rumiador o rumiante de Nietzsche- al menos en lengua francesa. Un lector de Nietzsche solo puede proponerse ser el mejor, dice. No se tratará, entonces, de reflexionar sino de mascar, mascar Nietzsche. Autorlector-obra irán perdiendo consistencia en esta rumiación vacuna (casi) sin otra pretensión que la rumiación misma de ese alimento espiritual. Una filosofía hors de la raison, fuera de la razón o al menos que no sea una filosofía de la razón, podría ser posible a partir de este método. Devenir vaca nietzscheana. En la línea de lo planteado por Francois Chatelet, no se tratará de nombres sino de filosofías. O en todo caso de personajes conceptuales, agenciamientos subjetivos de enunciación etc. Salir de significantes amos y nombres propios será uno de los designios de esta propuesta. La idea misma de obra, de autor, sujeto, como totalidades irreductibles se verá puesta en cuestión a favor de realidades discursivas fragmentarias, diseminaciones y agenciamientos colectivos. Los nombres no serán sino los de aquellos que han renuciado a sus verdaderos nombres para agenciar una multitud de fragmentos. Desposeerse de su nombre propio podrá abrir paso a agenciamientos múltiples. Homero y Nietzsche mismo no serán sino nombres que agencian una obra fragmentaria no atribuible a un sujeto excepcional, sino a una enunciación colectiva agenciada bajo esos nombres, un «juicio estético» le llamará Nietzsche.
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Gilles Deleuze. Presentación del curso 1983-84 http://elcafedeocata.blogspot.mx/2007/10/la-vacanietzscheana-i.html
Se trata de «la construcción de un útil» o herramienta, que Nadaud nombra sin demoras, tout de go- dice- fragmento(s) subjetivo(s); escrito en singular y con una s entre paréntesis alentando al plural, como posibilidad. La primera parte de la tesis, se llamará: Des différentes conceptualisations du fragment à une théorie pragmatique du concept de fragment(s); es decir que se irá hacia la creación y composición del concepto fragmentos subjetivos para operar teóricamente. La noción misma de fragmentos será algo a ser construida. Si la filosofía es para Deleuze la creación de conceptos, Nadaud se verá abocado a fabricar-crear su útil, su herramienta. Un proceso de subjetivación desindividualizante se pondrá en marcha. Un anónimo Nietzsche tomará el nombre del individuo Nietzsche, que perderá su nombre para agenciar fragmentos subjetivos. Finalmente se buscará la producción de un VADEME(TE)CUM- muestrario, condensado de fragmentos que viene conmigo-contigo, portable por ti. Figura doble como el mítico centauro, indisociable en sus partes humano-animal, como la filología y la filosofía, como la razón y la locura, la escritura y la lectura etc. «...este vade-me(te)cum nietzscheano es, todo al mismo tiempo, práctica y teoría del fragmento(s) subjetivo(s), siendo a fin de cuentas fragmento(s) subjetivo(s) el término que he inventado (descubierto, construido, creado) para cualificar la noción demasiado vaga de signos a-interpretar-y-que-se-crean-por-la-interpretación-queellos-efectúan-y padecen-al-mismo-tiempo»8 Se tratará asimismo de un cierto alegato en favor de la manipulación de textos, despojando a este término de sus connotaciones negativas, de lo ilícito. Tomar un texto es manipularlo, lejos de toda pretensión ideal de pureza, dice Nadaud. Me voy a detener, de modo solo aparentemente antojadizo, en algunos puntos que me parecen desafiantes al menos para mí. I- personaje conceptual, entre el caos y el filósofo La noción de personaje conceptual, que Nadaud toma de Deleuze y Guattari en ¿Qué es la filosofía? Y lo asocia a otra noción: la de heterónimo, tal como la utiliza Pessoa. «El personaje conceptual no es el representante del filósofo, sino excatamente a la inversa, el filósofo es solamente el envoltorio de su principal personaje conceptual” “Los personajes conceptuales son los heterónimos del 8
S. Nadaud. op.cit; ANNEXE : Nietzsche en généalogi(st)e(s) Vade-me(te)cum ex corpore thesis
filósofo y el nombre del filósofo, el simple seudónimo de sus personajes» Zaratustra será uno de esos personajes conceptuales, o el loco de la Gaya ciencia, según esta idea. Quizás el énfasis de Nadaud en este concepto deleuzo-guattariano, el sesgo por el que nos iremos aproximando a fragmentos subjetivos, está en la atribución de existencia subjetiva a estos personajes. Los personajes conceptuales existen subjetivamente y operan produciendo procesos de subjetivación entre el caos y el filósofo. Nadaud crea el termino ordonnancer, que deriva de ordenanza y de orden, y aludiría más a generar algún tipo de código o legalidad con que operar en el caos más que a buscar poner orden. El personaje conceptual hace allí su trabajo. II- fragmento e inacabamiento Si bien uno de los puntos de apoyo y de lanzamiento en una genealogía de los fragmentos, es el llamado primer romanticismo aleman, con F.Schlegel a la cabeza, una precisión nos viene de Maurice Blanchot que puede echar luz a la relación fragmento-todo, totalidad. Se trataría para Blanchot de: «libros inacabados, obras incompletas. Puede ser; a menos que , precisamente, una de las tareas del romanticismo no haya sido sino introducir un modo totalmente nuevo de lograr una verdadera conversión de la escritura: el poder para la obra, de ser y no más de representar, de ser todo, pero sin contenido o con contenidos casi indiferentes y así afirmar el conjunto absoluto y lo fragmentario, la totalidad, pero en una forma que, siendo todas las formas, es decir en definitiva no siendo ninguna, no realiza el todo, sino que lo significa suspendiéndolo, haciéndolo fracasar»9 Nadaud va a rescatar de esta puntuación de Blanchot, especialmente: «cette indistinction qu’il perçoit entre les contenus et les formes (expressions) y “para nosotros (…) el interés por el fragmento(s), tal como lo leemos en los románticos, signa una voluntad de inacabamiento». Y una precisión aparece inmediatamente: «Précisons nos affirmations: lorsque nous disons «volonté d’inachever», ce n’est pas que nous concevons l’inachèvement comme un but (nous sommes d’accord avec eux : seul l’achèvement peut l’être); mais c’est plutôt pour insister sur la volonté de faire quelque chose d’impossible à faire ce qui ne doit nullement empêcher de le faire» «Precisemos nuestra afirmación: cuando decimos voluntad de inacabar, no es que concibamos el inacabamiento como un objetivo (estamos de acuerdo con ellos: solo el 9
S. Nadaud. op.cit p.82.
acabamiento puede serlo), sino más para insistir sobre la volntad de hacer algo imposible de hacer lo que no debe, para nada, impedir hacerlo».10
Para Blanchot indexar un fragmento a una finalidad, a un sistema es por el contrario una clausura, una alteración que cambia radicalmente su estatuto literario para hacer con ello lo que se llama un aforismo, el triste pasaje de una exigencia fragmentaria a un escribir fragmentario. Blanchot define entonces el aforismo como el límite (el fin) de la exigencia fragmentaria que el observa en escritores que van de Joubert a Char, de Butor a Nietzsche. Para Blanchot el aforismo sería el fin de lo fragmentario. Nadaud discute esta noción de aforismo que para él más bien se correspondería con la de máxima. Lo que para Blanchot es aforismo para Nadaud es máxima. Nadaud va a poner en tensión a Jean Luc Nancy y Lacue-Labarte (L’Absolu littéraire) con Blanchot (L’Écriture du désastre) y otros para ir tomando y dejando rasgos, sesgos, aspectos de lo que llamará fragmento(s) subjetivo(s). «Autrement dit, si nous considérons que la volonté de fragment(s) n’est pas la volonté d’atteindre un but, c’est pour ne pas laisser le concept de volonté uniquement du côté d’un finalisme systématique: avec Nietzsche, nous le faisons glisser, le concept de volonté, du côté de l’inachevé. C’est pour comprendre cela que nous précisons les définitions des trois figures que sont la maxime, l’aphorisme et le fragment(s): 1) le fragment(s) est une volonté sans but, une volonté d’inachèvement; 2) la maxime est la limite ultime qui systématise cette volonté en lui assignant un but, à savoir: le concept au sens hégélien du terme, le but du procès historico téléologique; 3) l’aphorisme est le point où tout semble basculer (à deux doigts de la fatale limite que représente la maxime) mais où tout est encore possible (la nécessité d’une volonté de fragment(s): l’aphorisme est une limite jamais définitive mais toujours risquée». 11
Un último punto que no puedo soslayar es el tratamiento que Stephane Nadaud hace de Lacan en este libro. En más de una ocasión Lacan es ubicado como siendo parte del estructuralismo, sin más. Se habla del sujeto estructural, sujeto del estructuralismo en el registro del sujeto del significante. Incluso afirma: «Ciertamente Lacan, en la línea de los pensadores estructuralistas, plantea un acto significativo al afirmar que el sujeto no descansa en la conciencia que tiene de sí mismo (oponiéndose así al gesto cartesiano): “¿quién, sino nosotros, pondrá en entredicho el estatus objetivo de ese “yo”, que una evolución histórica propia de nuestra cultura tiende a confundir con el sujeto?”. Lacan tiene razón en afirmar que no es porque yo he hablado, que yo ha hablado. Pero cuando evoca la cuestión del sujeto, Lacan no convoca más que al yo. Y esto debido a que esa 10 11
Ibid, p. 83-84. S.Nadaud. op.cit p.81.
actualización de la lengua en el habla, ese punto sutil donde lo universal se anuda con lo singular, solo puede concebirse, en la teoría de la estructura, si el sujeto es único, individualizado».12 Sin embargo, nobleza obliga, en una nota al pié. Nadaud intenta subsanar- al menos en parte- este exceso o desliz, que el llama extralimitación: «Evidentemente no se trata aquí de decir que Lacan es solamente un estructuralista. Lacan es completamente consciente del juego estructuralista en el cual está tomado (se asemeja en esto a Foucault), y asume de manera constante los «riesgos del estructuralismo». Para retomar los términos de Ogilvie: la teoría del sujeto de Lacan, como cimiento racionalista que entra en el marco de lo que se ha podido llamar cierto “estructuralismo”, que tal vez no es más que un nuevo mecanicismo, no alcanza justamente a Lacan».13
y agrega: «Si insisto, de forma necesariamente parcial, en esta faceta de la teoría de Lacan es porque sigo a Guattari cuando este extralimita a Lacan, en los dos sentidos del término, concentrándose en este aspecto estructuralista de su teoría (en especial en su artículo “Máquina y estructura” de 1972 (escrito en 1969)»14
Podría ser interesante trabajar con él, algo de esta dimensión sujeto en el sesgo evanescente, de afanisis, de aparición, en la que Lacan hizo jugar a un sujeto inconsistente, barrado que se borra, «que brilla en ese destello en el que se desvanece por el solo hecho de aparecer»- tomando la expresión de Guy le Gaufey-; ponerlo en tensión con su concepto de fragmento(s) subjetivos. Y al parecer algo de esto se podría estar jugando ya para él, si nos atenemos al argumento de su conferencia.
12
S. Nadaud. Fragmento(s) Subjetivo(s); p.47.
13
Bertrand Ogilvie, Lacan, la formation du concept de sujet: 1932-1949, París, puf, 2005, pp. 40 y sigs. S. Nadaud. op.cit; p 47.
14
La potencia del deseo Presentación de fragmento(s) subjetivo(s) Sandra Filippini Stéphane Nadaud en su libro Fragmento(s) subjetivo(s). Un viaje hacia las islas encantadas nietzscheanas, dibuja su mapa del archipiélago Nietszcheano. Por él viajaron las lecturas de Fernando Barrios quien a partir de ellas nos propone devenir vacas rumiantes -tal y como lo adelantó en el título de su exposición para esta presentación- y de Fernando García quien encontró aquellos dragones que en los viejos mapas indicaban lugares inexplorados. Fragmento(s) subjetivo(s) fue recientemente publicado en español por la editorial Cactus, la traducción del francés fue de Pablo Ires, por ella fluyen el ritmo y el tono del texto. Hacer decir al texto La primera vez que leí fragment(s) subjectif(s). Un voyage dans les îles enchantées nietzschéennes15 fue en francés, la edición de Cahier de l´Unebévue. Su estilo de cierta incorrección política facilita, hasta invita a una complicidad entre autor, lector y texto. Explícitamente no se dirige ni a la mayoría de los lectores ni a crear un buen lector de Nietzsche, de Stendhal o de Lacan, por citar a algunos de los que nombra. Ni de Deleuze- Guattari, podemos agregar. Su escritura-navegación se arriesga por rutas que no llegan a puertos seguros, ni tira ancla en trayectos de lecturas que son tan provisorios como acordes al uso de su herramienta fragmento(s) subjetivo(s). En sus recorridos no deja de mostrar que con otras herramientas se avizoran otros puertos por lo que las certezas-verdades que describe, son también circunstanciales respecto a las herramientas que se crean para emprender el viaje. «No retener esas dos lecciones es el más grave error de una tendencia a la que califico de democrática (en el sentido nietzscheano del término) blanda: la tendencia a pensar que habría que dirigirse a todo el mundo, a considerar que cualquiera, bien guiado, puede ser un buen lector. Si bien es legítima la inquietud por una utilización mediocre de los escritos de Nietzsche (o de Stendhal, o de Lacan…), si bien se puede entender el susto mezclado con cierto asco frente a la infidelidad de la que darían prueba la mayoría de los lectores de Nietzsche (de Stendhal, de Lacan…), no sirve de nada alinear 15
Stéphane Nadaud, fragment(s) subjectif(s). Un voyage dans les îles enchantées nietzschéennes, Cahier de l´Unebévue, 2010.
consejos tras consejos para evitar dicha mediocridad. Ilusoria es la idea de que se trataría de hallar el buen método para una buena aprehensión de la obra. […] Puesto que es olvidar un precepto fundamental: a saber, que la inmensa mayoría no es capaz de ello. Por eso el presente libro (este navío) no es para todo el mundo: a bordo de él
se reconocen solo aquellos que son lo suficientemente fuertes para ascender sobre su cubierta y desafiar las aguas sobre (y tal vez dentro de) las cuales se aventuran.» 16
S. Nadaud fuerza los textos con los que trabaja al límite, forzamiento que da cuenta de su lectura y que es explicitado. Para poner un ejemplo del psicoanálisis: cuestiona la noción de sujeto del estructuralismo y con ello hace una lectura de lo que Lacan planteó sobre el sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciación. Aunque señala que, evidentemente Lacan al haber introducido al inconsciente en esos conceptos éstos toman otra dimensión. También que lo producido y aportado por Lacan no se reduce al estructuralismo. En una larga nota a pie de página escribe: «Evidentemente no se trata aquí de decir que Lacan es solamente un estructuralista. Lacan es completamente consciente del juego estructuralista en el cual está tomado (se asemeja en esto a Foucault), y asume de manera constante los “riesgos del estructuralismo”. Para retomar los términos de Ogilvie: la teoría del sujeto de Lacan, como “cimiento racionalista que entra en el marco de lo que se ha podido llamar cierto ‘estructuralismo’, que tal vez no es más que un nuevo mecanicismo, no alcanza justamente a Lacan” (Bertrand Ogilvie, Lacan, la formation du concept de sujet: 19321949, París, puf, 2005, pp. 40 y sigs.). Si insisto, de forma necesariamente parcial, en esta faceta de la teoría de Lacan es porque sigo a Guattari cuando este extralimita a Lacan, en los dos sentidos del término, concentrándose en este aspecto estructuralista de su teoría (en especial en su artículo “Máquina y estructura” de 1972, escrito en 1969).»17
La propuesta de Fragmento(s) subjetivo(s) al lector es recorrer textos y relaciones entre ellos para en el trayecto poner a prueba la herramienta creada para esas lecturas. «Afirmo entonces que un método que permite una captación real inédita de Nietzsche (de Stendhal, de Lacan...) solo puede dirigirse, y ser utilizado, por el mejor. El lector de Nietzsche (de Stendhal, de Lacan...) es, contrariamente a lo que dice Wahl, como Nietzsche (Stendhal, Lacan...), él también una excepción. O, más bien, ese lector solo es excepcional (así como Nietzsche, Stendhal, Lacan… solo lo son bajo esa condición) en la medida en que el agenciamiento colectivo de enunciación que él forma con la obra y el autor es, en el instante de dicho agenciamiento, excepcional. El todo descansa entonces en este agenciamiento lector-obra-autor, singularidad de un encuentro instantáneo que expresa sin embargo la multiplicidad de los individuos que participan de él. A este encuentro entre individuos (lector, obra, autor) que pierden su individualidad en provecho de nuevos agenciamientos subjetivos colectivos, lo llamo 16
Stéphane Nadaud, FRAGMENTO(S) SUBJETIVO(S). Un viaje hacia las islas encantadas nietszcheanas, ed. Cactus, trad. Pablo Ires, 2017, Bs.As, P. 24. 17 Idem, p.46-47. Nota al pie, la n° 31.
fragmento(s) subjetivo(s).» 18
Acepté esa invitación, en tanto mis recorridos por el libro replicaron una pregunta que hasta ese momento había creído no le interesaba a otros: ¿cómo es posible que a partir de una lectura de un texto, alguien puede leer algo que sin estar escrito a la vez puede ser leído, allí? Punto de encuentro, instante en el que el hallazgo no es ni solamente del lector, ni solamente del autor, ni solamente del texto; que aun en relación a cada uno de ellos se produce en la singularidad de ese encuentro. En última instancia la pregunta es por ¿cómo decir de las particularidades de ese momento en el que los elementos que producen algo nuevo, se desinvidualizan por un instante, para volver a individualizarse y localizarse de otra manera? La creación es una nueva individualización sea esta una pregunta, una problemática o un concepto, a veces es solo un matiz, otras veces deja caer contra lo que se apoya para formularse. Esas variaciones más o menos sutiles son las que el método genealógico analiza, a posteriori. Del encuentro entre autor-texto-lector surge lo que Nadaud llama un nuevo concepto: fragmento(s) subjetivo(s). Una herramienta con la que dar cuenta de esos puntos de encuentro inesperados que surgen no desde los individuos, ni de la intención, ni de la conciencia sino que literalmente se producen. A partir de una desterritorialización en la que los participantes se desinvindualizan. Entre los trayectos que recorre el texto pasa por las complejas propuestas de Gilbert Simondon19, apoyándose en sus formulaciones sobre la individuación y en lo trabajado de ello por Guattari-Deleuze. Propone que se trata de procesos de subjetivación que son colectivos, que no se fundan ni en un sujeto preexistente ni en la conciencia. Esas vías aunque parezcan tan lejanas interesan a la experiencia analítica en tanto que hay momentos que a partir del dispositivo se presentan, surgen como algo extraño e imprevisto en el decir, en un sueño, en un acto, en una imagen, en el cuerpo. En la singularidad de cada análisis esos instantes se presentan de diferentes maneras e irrumpen con la ajenidad de lo que se cree “propio”. Hay veces en las que se muestra más claramente un registro respecto a los otros -ya sea Real, Simbólico o Imaginario. A esas formas diversas en que se presenta la ajenidad, se las ha buscado cercar de distintas formas en el campo freudiano y cada una de ellas intenta dar cuenta de algunos de los rasgos de la manera en que se presenta. 18
P.25 Gilbert Simondon, La individuación a la luz de las nociones de forma y de información, coed. La Cebra-Cactus, 2009, Bs.As. 19
Freud llamó “lo siniestro” a la manera en que algo “propio” llega desde otro y se presenta como extraño. Desubjetivación llamó Lacan al momento de un análisis en el que se produce un borramiento tal del sujeto del que llegó a decir se encuentra en “estado de espectador”. En español, tanto siniestro como desubjetivación tienen una connotación negativa que no es ni en la que Freud ni en la que Lacan hicieron hincapié. Con esas formulaciones cada uno describió diferentes experiencias del análisis, aunque no se produzcan en él exclusivamente. Esto solo para marcar que para hablar de la ajenidad del sí y de la tensión con el otro no alcanza con hablar del Yo o de su borramiento, ni del inconsciente o de las formulaciones del inconsciente, aunque también incumba a cada uno. Desindividulización es una operación análoga a la desubjetivación en ciertos rasgos que, se puede percibir más marcadamente en momentos -que podemos llamarprivilegiados del análisis. Momentos en los que en el dispositivo-analizante y analista- experimentan cierta ajenidad respecto a lo dicho o realizado, así como el desbaratamiento de la unicidad de quienes están allí. Cuántas veces en un análisis es formulada la pregunta, tanto por el analizante como por el analista, sea la pregunta explicitada o no, por ¿de dónde o cómo salió/surgió eso? Esa experiencia no es solo del decir, el cuerpo adquiere una presencia preeminente en ella. Ni en el libro, ni en este recorrido se trata de tener la respuesta antes que las preguntas. Ya se pueden escuchar los reclamos de que la manera en que Nadaud plantea el proceso de subjetivación en la experiencia analítica la sumerge en la intersubjetividad. Aunque el análisis que hace Nadaud en el libro no es tan simplista como para no cuestionarse qué lugar tiene la intersubjetividad en un análisis, no está de más preguntarse ¿si se puede afirmar que en la experiencia del análisis, en la transferencia la intersubjetividad está totalmente excluida? Ni está de más resaltar que, no es lo mismo plantear que esa experiencia no se centre en la intersubjetividad a que esté totalmente excluida de ella. Más allá de esas pesadas justas de saber-poder que suelen reaparecer cada vez que alguien arriesga decir algo distinto a la doxa el punto que nos interesa es ese instante en el que en un análisis algo nuevo se produce, una nueva perspectiva se abre. Producción deseante lo llamaron algunos, otros señalando el momento de captación le llamaron “insight”, otros aun y refiriendo al instante en que una imagen se impone lo llamaron iluminación. Interpretación es el nombre de ese punto de encuentro en que se da una intervención en lo Simbólico. El acto ha venido nombrar lo que se pone en juego más claramente desde lo Real. Diferentes nombres que en el campo freudiano, de diferentes formas, intentaron dar cuenta del momento en el que en la experiencia del análisis se producen fragmento(s) subjetivo(s).
Con esa formulación tan simple y a la vez con recorridos complejos el libro nos permitió localizar más precisamente esas preguntas. Lectore(s) en busca de una editorial En el año 2010 leí el libro publicado en francés por l´Unébevue, subjectif(s)…
fragment (s)
El encanto que me produjo su lectura, la fluidez de su texto la manera en que con Deleuze-Guattari escribía sobre Nietzsche y el psicoanálisis sin escapar a sus puntos de fuga, a las fracturas y debilidades del propio texto me parecieron de un estilo tan atrevido como intenso. Aún sin acordar con varias de sus respuestas o localizaciones de problemáticas en el psicoanálisis su estilo y lo escrito me produjeron resonancias e interés; su manera de preguntar y la herramienta inventada, fragmento(s) subjetivo(s) eran útiles para desplegar algunas preguntas. Algunas de esas preguntas producen una leve persecución con la que uno puede llegar a convivir por tiempo, al igual que con una piedra en el zapato. Una de ellas fue lo que Lacan sostuvo en varias oportunidades, en sus seminarios, que algo nuevo que estaba diciendo no era invento de él sino que “ya estaba” en Freud. Hasta ese momento lo había leído como un exceso, o más claramente creía que Lacan lo planteaba como formulaciones políticas que pretendían validar lo dicho por él en la autoridad de Freud en el campo freudiano, sin embargo, se repetía con otros autores o en otras situaciones en las que los que habían escrito o creado, los que eran los autores o creadores para el lector o para quien se interesaba en lo producido, negaban la autoría y la remitían a una repetición o retoma de lo dicho o hecho por otro anteriormente. Esa misma tensión se produjo con el libro de J. Allouch El Amor Lacan20 del que insistió no ser el autor sino que lo propuesto allí estaba dicho ya por Lacan. La repetición de esta experiencia denotaba que no era solo política o una especie de falsa modestia, sino que, para dar cuenta de la creación de nuevos conceptos, para delimitar esa experiencia no alcanzaba, se necesitaban otras herramientas que las utilizadas -como la del nombre propio del autor. Muchos no querían ocupar el lugar de los muertos que Barthes creía haber matado. Esa negatividad a ocupar el lugar del autor, a dar su nombre para esa función podía referirse a la poca importancia del nombre de autor que Beckett planteó y que Foucault reivindicó. Que no importe que cuando alguien habla, que se sepa quién 20
Jean Allouch, El amor Lacan, co-ed. Cuenco de plata- Literales, trad. Inés Trabal y Lil Sclavo, 2011, Bs.As.
habla, su nombre, no se puede igualar a que al producir algo no importe cómo se llegó a ello ni cuál es su genealogía, pasando por el nombre de la(s) persona(s) que realizaron esa creación, también. Para ello -y más por las características del saber en el campo freudiano - no es posible prescindir del nombre de quien crea. Si se prescindiera de esos nombres solamente quedarán los de los muertos, Freud, Klein, Lacan. El nombre no viene al lugar de la propiedad, en ese sentido no sería “propio” o de la autoridad, aunque en algunos casos así se utilicen, sino que es una marca que indica un contexto para poder delimitar las maneras, las vías y los momentos particulares de cada creación, una marca que sirve para delinear los trayectos que recorrió. Aun cuando esas vías impliquen paradojas como la de que crear va acompañado de cierta desubjetivación, así como de la caída del nombre como exclusivamente propio y como resguardo de la identidad. Ya no se trata del nombre propio de alguien sino de una marca que muestra un giro, un nuevo camino que se abre, que circunscribe ese saber al modo de su producción. Esto es de la experiencia no solo analítica sino creativa en general, aun en las ciencias más duras. Para dar cuenta de esa desindividualización que plantea Nadaud, siguiendo a Simondon, vino “como anillo al dedo” la herramienta que creó con el nombre de fragmento(s) subjetivo(s). Habiendo pasado más dos años de la publicación del libro en francés éste no era traducido y mi interés no decaía por lo que con Fernando Barrios, quien también lo había trabajado, decidimos leerlo otra vez juntos, entre mediados del 2012 y el 2014 nos reunimos cada viernes de mañana. En esas lecturas nos planteamos invitar a Stéphane Nadaud a Montevideo para trabajar con él sobre el libro. A su vez, se imponía retomar e intensificar la búsqueda de un editor en español. Diferentes opciones fueron cayendo por motivos varios. Anduvimos por mares tormentosos de proyectos editoriales que desaparecieron. El viaje fue a nuestro ritmo, sin ninguna presión más que la de nuestro deseo. Hace ya varios años, antes de otro viaje éste a Bs. As., de casualidad recibí un mail con el catálogo de la editorial Cactus. Me gustó mucho, escribí a esa dirección para consultar por la compra de algunos libros y para saber dónde retirarlos, respondió un tal Pablo Ires. Ya en Bs.As. al terminar la compra le pregunté a quien me había atendido si era Pablo. Responde que no, le pregunto si está. Dice que no. Pregunto cómo lo encuentro, a lo que responde que allí no está ni va a venir, que vive en Punta del Diablo, Uruguay. ¡Solo esa coincidencia en la no coincidencia de lugar fue un hallazgo! Punta del Diablo es un pueblito muy pequeño a 300 kms. de Montevideo. Allí antiguamente vivían una decena de familias de pescadores. Actualmente es un
balneario y el lugar donde viven algunos fanáticos surfistas. Entre los que está la mitad de mi familia junto a otros 1000 habitantes permanentes. Hace más de treinta años que cada año veraneamos allí. Al escribirle nuevamente a Pablo coordinamos un encuentro para la próxima vez que fuera. A esa altura estaba convencida que esa era la editorial para el libro. Con el libro en francés debajo del brazo marché a conversar con él sobre la posibilidad de publicarlo. Hizo una fotocopia -lo que en ese lugar no es cosa sencilla- y la próxima vez que fui ya acordamos su publicación. Entre medio, en París, le solicitamos a Mayette Viltard, en tanto directora de l ´Unebévue, la autorización para su publicación en español quien la dio de inmediato y muy generosamente. Los avatares políticos- económicos de Argentina demoraron el proyecto que nos llevó casi 4 años. Al igual que en el surf por momentos tuvimos que remar, por otros dejarnos llevar por la corriente para deslizarnos con la ola hasta llegar a la orilla con el libro. Junto a los avatares de la publicación discurría el proyecto de invitar a Nadaud a Montevideo a discutir sobre fragmento(s) subjetivo(s) enseguida que se publicara el libro en español. Desde el comienzo coordinamos el viaje al sur de América con Alicia Larramendy que vive en Córdoba, miembro de la École lacanienne de psychanalyse y directora de la revista Divanes Nómades, para que la invitación fuera a Montevideo y a Córdoba. Este minucioso recorrido pretende mostrar que se trata de un proyecto colectivo, lo que no es sinónimo de grupal, cuyo motor fue la potencia del deseo. Potencia que se realizó entre los aportes de cada uno, no hubiera sido posible hacer la invitación sin la colaboración de los miembros de la Elp de l´Unebévue, de Divanes Nómades y de los miembros en Montevideo que aportaron parte de lo recaudado en sus talleres y otras actividades para hacerla posible. Al volver a leer el libro, traducido al español, surgen lecturas que difieren de aquellas primeras lo que es muy buen indicio, tampoco para S. Nadaud se trata de exactamente lo mismo. La recepción del libro por el psicoanálisis lo llevó a reformularse su herramienta fragmento(s) subjetivo(s) y hacerse la pregunta por cómo se relaciona con la experiencia analítica. De eso tratará su seminario en Montevideo, sobre Fragmento(s) subjetivo(s) …. Apuesta que nos remite a la pregunta por esa extraña singularidad que se produce en un análisis, en ocasiones, cuando irrumpe una producción deseante. La conferencia que realizará será sobre sus últimos recorridos en el estudio de los mitos y la tensión entre el borramiento que propone la contemporaneidad de ellos y la necesidad -que Nadaud- reivindica de su mostración.
Agradecemos la presencia de Uds., la de Fernando García profesor de filosofía y de Fernando Barrios miembro de la Elp. La elección de ellos para invitarlos hoy a hablar fue porque cada uno en sus lecturas produce trayectos diferentes a los sugeridos. Sus lecturas desterritorializan cada vez lo que tiende a estabilizarse, a territorializarse. Sus estilos de lecturas brotan, saltan en la cresta de la ola y lo hacen dispuestas a disiparse con la espuma, como en Bajo una ola en altamar en Kanawa, cuadro conocido como La gran ola, de Katsushika Hokusai. Un fragmento del cuadro es la imagen de la tapa del libro. Gracias a la librería Escaramuza por cedernos el local para esta presentación y que lo dicho muestre nuestro agradecimiento a cada uno de los que nombré por haber hecho posible tanto la publicación del libro como la invitación a su autor. El trabajo de traducción en las actividades con S. Nadaud estará a cargo de Beatriz Rama, a ella le agradecemos también su disposición amable y generosa a la tarea, su trabajo nos permitirá escuchar en español a nuestro invitado. Pasemos la palabra a Fernando Barrios con Devenir vaca nietzschiana, después a Fernando García con Hic sunt dracones21, para luego debatir con ellos.
21
En el medioevo se utilizaba esa expresión en latín para marcar en el mapa que se trataba de un territorio inexplorado y peligroso.