Las tres cerditas

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LAS 3 CERDITAS Un día tres cerditas pensaron que querían ver el mundo. Se despidieron de papá, le dieron un montón de besos, un fuerte abrazo y se marcharon las tres juntas. Al cabo de un rato las tres cerditas cansadas de ir por los pueblos, dormir en los bosques y caminar bajo el sol, pensaron que sería mejor hacerse una casa. La cerdita menor, que era muy vaga, se tumbó sobre la hierba y vio a un hombre que pasaba con un carro cargado de paja y le dijo: - Buenos días, ¿me vende esa paja para hacerme una casa? - Y ¿qué ocurrirá cuando venga la lluvia?- preguntó el hombre. Llegaron a un acuerdo, y la cerdita en 4 horas tenía hecha su casa y se echó a dormir debajo de un árbol. La otra cerdita siempre pensaba en la comida y en hacerse una casa de madera. Se fue al bosque y allí compró unos palos a un hombre, y al cabo de dos días ya tenía su casa terminada. Y para celebrarlo la cerdita, se tomó un buen plato de bellotas y otro de castañas. Después de tan suculenta comida se echó a dormir toda la tarde. La cerdita menor, que era la más trabajadora decidió construir su casa de ladrillo y cemento. Tardó casi 30 días en acabarla. Sus hermanas, la mayor y la mediana, la miraban tumbadas al sol y se reían de ella. Cuando la casa estuvo terminada la cerdita, que tenía muy buen corazón y no se enfadaba nunca, invitó a sus dos hermanas a merendar. Cantaron y bailaron para celebrarlo. Como las ventanas estaban abiertas oyeron decir a unos granjeros que por allí había un lobo. Al escuchar aquello, las tres cerditas se miraron a los ojos, y la mayor comentó: - ¡Bah, bobadas! ¡Sigamos la fiesta! - ¿Y si es verdad?- comentó la cerdita mediana. Aquella noche cada una de las tres cerditas cerró la puerta de su casa con la llave antes de irse a dormir. A la mañana siguiente el lobo, que andaba por allí, decía muy contento: - ¡Huelo a carne de cerdita! Y siguiendo el olor, llegó hasta la casa de paja. El lobo llamó a la puerta y preguntó a la cerdita, asomándose por el agujero de la cerradura. - Soy el lobo, que vengo a visitarte. - Lo siento, pero no te abriré. Entonces el lobo, cogió aire, sopló con todas sus fuerzas y derribó la casa de paja. La cerdita mayor corrió hasta la casa de su hermana mediana.


- ¡Pom, pom, pom!, llamó a la puerta. - ¡Cerdita, abre deprisa, que me persigue el lobo! - ¡Pasa corriendo!, pero ¿tú no decías ayer que eso del lobo eran bobadas? Pronto llegó el lobo a la casa de la cerdita mediana, se asomó por la ventana y exclamó: - ¡Parece que aquí hay dos cerditas! ¡Buen festín me voy a dar! ¡Abrid la puerta que tengo hambre y me comería un elefante entero! Como las cerditas no le abrieron, el lobo sopló una vez y la casa de madera se tambaleó. Las cerditas se escondieron en un cuarto. El lobo llenó sus pulmones de aire y sopló con tanta fuerza que parecía un huracán. Todos los palos de la casa salieron volando. La cerdita mayor y la mediana corrieron hacia la casa de su hermana pequeña. Muy asustadas contaron a su hermana menor lo ocurrido. El lobo no tardó en aparecer. ¡Qué contento se pudo cuando vio que había tres cerditas! Sopló y sopló, pero la casa de ladrillos no se cayó. Decidió entrar por la chimenea. Pero la cedita pequeña, que era muy lista, había puesto un calderón enorme a calentar y el lobo se quemó el culo. Salió corriendo y nunca más volvieron a verlo por allí.


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