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El ocio: ¿ocupa o preocupa?

Por Lina Castro Lara*

Un análisis de los beneficios y prejuicios que ha generado el ocio en términos laborales y educativos.

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El ocio, tal como lo define el diccionario de la Real Academia Española “es el tiempo libre o el descanso que existe entre las ocupaciones habituales”, esto es, el lapso de tiempo que media entre una actividad productiva y otra. Es también la suspensión total de todo trabajo o actividad para la cual el individuo procura su bienestar, tiempo en el cual el mismo individuo se ocupa en obras que no son su actividad primaria de subsistencia y trabajo, en los cuales se dedica a actividades recreativas.

Mosey (1996) y Monsalve (2005), citando a Joffre Dumazedier, sociólogo francés, han definido al ocio como “la actividad aparte de las obligaciones del trabajo, la familia y la sociedad, en la cual el individuo se vuelca hacia la relajación, la diversión, la ampliación de su conocimiento y hacia la participación social espontánea y del libre ejercicio de su capacidad creativa”.

Se deduce entonces, que el ocio involucra actividades sociales, de recreación, adquisición de conocimiento y de entretenimiento que realizan los individuos fuera de las actividades propias que aseguran un bienestar.

Para que una actividad sea considerada como ocio, es necesario que estén presentes algunas características (Singh, 2019): debe ser elegida libremente, sin que figura de autoridad alguna demande su ejecución; proporcionar satisfacción al individuo; la actividad debe ser excitante; requiere un sentido de compromiso por parte del individuo.

En la actualidad, el desarrollo de las tecnologías de la información y de las comunicaciones ha permitido diversos medios de expresión basados en la web, principal servicio de la red mundial de datos. La web se configuró en el principal vehículo de intercambio de ideas, expresiones y conocimientos, creando el primer recurso de información mundial accesible para cualquier persona en el planeta. Hoy en día el servicio de Internet es al cual la mayoría de la gente acude para manifestar su ocio.

Ilustración: L.D. Rodolfo Cota Martínez.

Aunque inicialmente eran repositorios estáticos de información, gradualmente se transformaron en foros para experiencias de usuario ricamente interactivas. Partiendo de simples foros para la expresión de ideas, interacción de grupos e intercambio de opiniones, se han transformado en extensas redes sociales digitales que involucran una multitud de expresiones humanas sobre los más diversos medios audiovisuales.

La emergencia y la supremacía de las redes sociales, que usan la web como vehículo principal, no son cosas del azar, sino que han sido impulsadas por el deseo que tienen los individuos de usar su tiempo libre, fuera de toda actividad productiva y de subsistencia, en alcanzar entretenimiento, entablar amistad con otras personas, conectarse con otros individuos que comparten los mismos intereses y en la adquisición de conocimiento, guiado o autodidacta, mediante el reemplazo de las actividades tradicionales, que implicaban un mayor esfuerzo físico, por actividades mediadas por la tecnología de la información de las comunicaciones.

La intermediación de esta tecnología permite a los individuos acceder a un mayor recurso de medios de información y de entretenimiento, crear experiencias a través de actividades virtuales y redefinir horarios en los cuales acomodar las actividades productivas (Singh, 2019).

Hoy en día en nuestro país ha crecido el número de usuarios que cuentan con un dispositivo conectado a Internet. Para 2017, México contaba con 17.4 millones de hogares con acceso a Internet atendiendo a 71.3 millones de usuarios (INEGI, 2018). Ocho de cada diez personas contaban con un teléfono celular con capacidad de conectarse a Internet; nueve de cada 20 tenía acceso a computadoras conectadas a la red.

El crecimiento de los usuarios con acceso a información y entretenimiento a través de las redes digitales de datos ha sido enorme, y ha habido tanto beneficios como perjuicios.

En lo positivo, las redes sociales han permitido crear estructuras sociales muy complejas, conectando a individuos con otros individuos u otros agentes, muchas veces servicios, que asumen una parte muy importante de la interacción. Generan diferentes niveles de relación, con su correspondiente complejidad, en los cuales los individuos comparten experiencia, adquieren conocimientos, realizan actividades lucrativas y participan en experiencias lúdicas, cada vez más ramificadas e interconectadas.

En el trabajo, las redes sociales conectan a una gran cantidad de personas en un gran número de actividades que involucran el comercio electrónico, el intercambio de intangibles, la generación de bases de conocimiento y la creación de sociedades de información y conocimiento.

Muchos empleadores ven en el ocio una tendencia que hay que combatir. Reducir las horas de ocio e incrementar las horas productivas efectivas son la meta principal de algunas políticas implementadas con el fin de mejorar la productividad de las empresas. Muchas organizaciones limitan el uso y acceso a herramientas, aplicaciones y acceso a recursos de información que supongan un distractor del trabajo productivo. Sin embargo, en organizaciones donde las tecnologías de la información y de las comunicaciones predomina, y en aquellas donde el trabajo intelectual y creativo es preponderante, la tendencia es inversa. Ahí la política es crear espacios para actividades de ocio que acompañan a las actividades productivas. Para estas empresas, mientras más ocio, mayor productividad.

Ilustración: L.D. Rodolfo Cota Martínez.

Estas empresas buscan que los empleados organicen el tiempo libremente concediéndole al ocio un aspecto importante en los planes de producción, brindando espacios de descanso durante las horas laborables, la posibilidad de un horario flexible administrado por el empleado y que se ajuste a sus necesidades en la vida privada (Pérez Ventura, 2017). Estas empresas invierten grandes recursos en investigación social sólo para determinar en cuáles políticas implementadas donde el ocio es un factor clave, les reportan mayores beneficios.

La aplicación del modelo de empresa flexible (S/A, 2019), de la cual su máximo exponente es Google, da prioridad al ocio como parte de la actividad creadora. Este tipo de modelo da libertad a empleados para expresar sus capacidades creativas y aumentar la productividad mediante el uso del tiempo libre y de actividades de ocio.

Las empresas en este modelo logran un incremento en su productividad gracias a la gestión del tiempo (S/A, 2019) que libremente hacen sus empleados, en donde ellos deciden qué hacer en sus ratos libres. Y es precisamente en qué hacer donde esta lo importante.

Esta gestión del tiempo ha generado una gran cantidad de productos creados bajo un esquema de trabajo alterno, denominado pet-project, que se realiza en horas de ocio y que ha redituado grandes ganancias para la empresa de Sillicon Valley. Siguiendo su ejemplo, otras empresas han adoptado dicho modelo con el fin de incrementar la productividad sobre la base de las actividades creativas que en su tiempo libre llevan a cabo los empleados. Por otra parte, en el sector salud se tienen ejemplos de mejoría en el estado y calidad de vida de las personas gracias al ocio (Marseglia et al 2018). Enfermos con diabetes han decrementado el riesgo de padecer demencia gracias a que las personas mantienen una vida activa y una rica interacción social. Esta interacción se da en el ámbito de actividades de ocio, las cuales se realizan de manera presencial o a distancia.

“Reducir las horas de ocio e incrementar las horas productivas efectivas son la meta principal de algunas empresas”

En otros estudios se ha encontrado una correlación positiva entre las actividades de ocio de las personas, así como mejoras físicas y neurológicas, particularmente en adultos mayores. Por ejemplo, se encontró que el ocio orientado al deporte reduce los índices de obesidad y sobrepeso de las personas (Learmonth et al, 2019).

En el sector educativo se ha visto una creciente tendencia a usar el tiempo libre en actividades de aprendizaje, especialmente si son guiadas ya que el “excesivo contacto en Internet y redes sociales provoca descuidos en actividades prioritarias, siendo oportuno generar cambios favorables hacia el uso productivo del tiempo libre” (Gaibor y González, 2015).

Gaibor y González proponen que la intermediación de las actividades de ocio sea con fines educativos. El enorme acceso que tienen los jóvenes a las tecnologías les permite crear espacios virtuales de interacción que fácilmente se les pueden salir de las manos y afectar su rendimiento productivo si no se tiene un uso racional del tiempo que se dedica al Internet.

En cuanto a lo negativo, el ocio presenta también aspectos preocupantes de cómo se usa o se desperdicia el tiempo en actividades que sólo entretienen, pero no edifican. En lo productivo, muchas empresas han decidido no adoptar el modelo de empresa flexible pues consideran que el incremento en la productividad es inferior a los gastos necesarios para generar espacios y actividades de ocio para los empleados.

En algunos casos, se señala que el costo de mantenimiento de instalaciones especiales y la apertura de horas libres para que los empleados expresen su creatividad supera con creces los beneficios del incremento de productividad a causa del ocio. Por otra parte, algunas empresas consideran que esto es práctica común de empresas de tecnologías que tienen empleados mimados con altos salarios que no se justifican con resultados, razón por la cual no están dispuestas a invertir en dicho modelo.

Ilustración: L.D. Rodolfo Cota Martínez.

En lo educativo, se ha encontrado que el ocio, si no está canalizado en actividades pedagógicas, tiene un efecto negativo en el rendimiento de los estudiantes. Por ejemplo, en un estudio hecho a jóvenes estudiantes durante el período en que el Mundial de Futbol ‘Sudáfrica 2010’ y el campeonato de la UEFA coincidían con los exámenes de alto rendimiento en el Reino Unido (Metcalfe et al, 2014) se observó un rendimiento negativo. Las actividades de ocio relacionadas con estos dos eventos deportivos incidían negativamente en el desempeño de los jóvenes que, en lo general, veían afectado su desempeño académico a la baja en un 12 por ciento. Además, se observó un mayor impacto en los jóvenes varones, interesados en el futbol, que fueran blancos y padecieran algún tipo de impedimento.

Como anécdota, otro aspecto que generó este evento, aunque no negativo, fue el que se vio en un estudio (Brown y Shipway, 2014) en el cual jóvenes posgraduados en Inglaterra que estaban fuera de su país mostraron la creación de una identidad nacional en torno al evento con el fin de compartir la euforia de la celebración y sentirse vinculados a distancia con sus hogares.

En cuanto a las redes sociales, se ha observado que los usuarios jóvenes son en su mayoría sujetos pasivos (Viñal, 2013) que buscan entretenimiento y comunicación social. Aunque poseen acceso a las tecnologías de la información, a los dispositivos y a las aplicaciones, de modo que pueden desenvolverse con soltura, carecen de una formación al respecto, por lo que sus intereses se centran en encontrar una satisfacción personal, dejando de lado el desarrollo social y personal del individuo. Esto los hace objetivos de aquellas empresas que buscan rendimientos económicos a través del consumo.

Por lo relatado en este artículo, el ocio es algo que nos ocupa y que también nos debe preocupar. Siendo un tiempo libre en el cual el individuo puede elegir las actividades que mayor interés tengan para él, conviene que ese tiempo se utilice de manera productiva, ya sea para ampliar los lazos con otros individuos, intercambiar opiniones, establecer nuevas relaciones, mejorar la salud o desarrollarse como persona y profesionalmente. Para ello es necesario un correcto uso del tiempo dedicado al ocio y una adecuada orientación hacia algún fin que genere mayor bienestar. Dedicar el tiempo a la instrucción y a las relaciones sociales, así como practicar deportes y mejorar la salud puede ser un ocio bien invertido que aporte beneficios duraderos.

Sin embargo, se debe ser consciente de lo fácil que puede ser perder el control del ocio en actividades superfluas, de entretenimiento, en donde el individuo es, sobre todo, un ente pasivo que sólo consume lo que otros generen; un hoyo sin fondo en donde terceros pueden verter cualquier tipo de ideas y entretenimiento sin que haya una actitud crítica de quien consume. Conductas de este tipo son preocupantes pues constituyen un enorme desperdicio de tiempo y convierten a las personas en esclavos del consumismo y quedan a expensas de los intereses y las actividades lucrativas de terceros.

El ocio, bien usado, es bueno.

*Docente de Preparatoria Xochicalco campus Ensenada.

Bibliografía

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