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El pensamiento gerencial

Por Mtro. Iván José Moya Jiménez*

Lo que se requiere para llevar a buen puerto cualquier marca/empresa.

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Toda organización requiere de un gerente, director o cabeza principal, quien recibe las miradas de su equipo al momento de tomar la última decisión. Ella o él es quien define la dirección, quien ‘da el norte’, la palabra final, autoriza, y da el visto bueno; es quien da la tranquilidad de saber que vamos bien. Esto no quiere decir que dentro de los equipos no existan personas con más conocimiento y la capacidad de decidir u orientar a la organización, pero la Dirección es la que lo concreta.

Todos hemos estado en esta situación en diferentes momentos de la vida: como padres, cuando debemos precisar detalles tan simples como el lugar para vivir, tipo de muebles para el hogar, colegio de los hijos, lugar de vacaciones, decisiones que marcan el futuro, pero que a veces pasan desapercibidas y nos afectan en el tiempo, generando comportamientos o gastos de recursos que no se analizaron, y que a su vez derivan en costos no presupuestados o barreras para alcanzar los objetivos propuestos.

Lo mismo pasa en las organizaciones: si el gerente o director toma decisiones sin tener claridad en los efectos que esto pueda ocasionar, causará pérdidas, desmotivaciones, o simplemente desperdicios de recursos que pueden llegar hasta la división y fractura total de una empresa.

Analicemos ahora el concepto gerencial desde las variables más prácticas, para aplicarlas en las diferentes situaciones de la vida diaria.

Los objetivos

El punto de partida de una buena dirección está en definir el objetivo que se va a alcanzar, mismo que en la línea del tiempo establece la sostenibilidad, competitividad, y logros de las organizaciones.

En la actualidad es posible ver muchos ejemplos de empresas con gerentes que definieron objetivos a corto plazo, sin tener en cuenta los cambios o necesidades futuras, y que quizá lograron que éstos rindieran frutos en la inmediatez, pero que con el tiempo perdieron su competitividad y derivaron en costos muy altos de reacción. Es por ello que la dirección debe ser muy analítica en darle sentido ese ‘norte’ pensando en todas las variables que se pudieran afectar.

La definición más puntual de ‘objetivo’ es: el fin que se quiere alcanzar, y al cual se dirige una acción. Los objetivos tienen una importancia vital en la gerencia o dirección, porque si no se tienen o son ambiguos, la administración también se vuelve ambigua, dando diferentes órdenes o tomando decisiones que se pueden contradecir, por no tener un ‘norte’ claro y puntual; o creando caos en el recurso humano con reflejos como mala actitud, desconfianza, mal ambiente, y la aparición de líderes negativos que deterioran las empresas e instituciones.

Los objetivos se convierten en los caminos a seguir (metas), orientando a todos los componentes de una organización para alcanzarlos. Hay dos clases de objetivos:

• Objetivo general: establece la meta y el camino a seguir, involucrando a toda la organización, viendo hacia un sólo punto en el horizonte, y creando la directriz de la ruta. Éste debe incluir a todas las partes de la institución, dándoles la luz que guía las decisiones y recursos, debe ser puntual y dar la mirada de cómo puede aportar cada componente de la organización para cumplirlo.

• Objetivos específicos: direccionan a cada parte de la organización de cara a lo que debe aportar para alcanzar el objetivo general, definiendo los recursos que se deben tener para lograr con éxito la meta final. Éstos orientan a las partes de cada institución enfocándose en la meta como un todo, siguiendo su conocimiento y experiencia para llegar a él. El específico es el objetivo que debe tener cada área como su aporte a la meta general.

Duración de los objetivos

Los objetivos tienen varias especificaciones, se analizarán desde la variable tiempo, estableciendo tres tipos: largo, mediano y corto plazo. La pregunta es cuál debe ser el primero en definirse en el pensamiento gerencial, ¿el de corto o largo plazo? En su definición está el éxito empresarial. Lo primero que se debe hacer es definir el de largo plazo, creando una trayectoria de hacia dónde se va, ¿a qué espacio se quiere llegar?

Lo ideal de la organización es verse en el largo plazo: visión, cómo se lo imagina, qué posicionamiento va a tener, con quién va a llegar. Son muchas las preguntas que deben hacerse y resolverse para ser competitivo y productivo. El largo plazo define los objetivos del corto plazo, dando sentido a las acciones cotidianas.

Tomemos como ejemplo la vida personal: usted hoy se plantea como su objetivo dentro de cinco o seis años tener una finca de cuatro hectáreas dedicada a la producción de papa. Esto se le convierte en el derrotero a seguir, porque de ahí se desprenden las metas a corto plazo, como cuándo comprar la finca, en dónde, quiénes serían los socios del proyecto, cuánto dinero se requiere, dando así el punto de inicio en la búsqueda de recursos para alcanzar el objetivo de adquirir una finca.

Los recursos

Una vez definidos los objetivos se empiezan a buscar los recursos necesarios para lograrlos y cumplirlos. Los recursos son los medios o apoyos requeridos en la consecución de los objetivos o satisfacción de una necesidad. Son el conjunto de elementos necesarios para llegar a la meta propuesta y son de diferente procedencia: humano, financiero, productivo, comercial, administrativo, tecnológico, entre otros.

Fotografía: Freepik.com.

Todos son importantes desde el punto de vista del objetivo general, sin embargo, para dar inicio a ese proyecto gerencial es necesario priorizar para actuar, centrándose en el análisis más complejo y simple: ¿con qué iniciar? ¿Con los que se tienen o con los que no están disponibles?

El pensamiento gerencial es variado y alternativo, la sugerencia es siempre iniciar con lo que se tiene, para optimizarlo y administrarlo de tal manera que con ellos se busquen los que no se tienen.

Cuando una organización se ve a cinco, siete, o 10 años, en instalaciones nuevas, dotadas de tecnología, con espacios generosos para el recurso humano y producción, incluyendo un posible crecimiento, es cuando declara su visión. Sin embargo, primero debe hacer un análisis de los recursos con los que cuenta para llegar a cumplir esa meta, ya que en ocasiones no se sabe si el recurso humano actual será el que maneje la tecnología futura; pero al mismo tiempo no puede sacarlo de la organización, porque es precisamente con este capital humano con el que llegará a ese primer objetivo. Quizá en ese camino hacia la meta la mejor opción sea capacitarles en esas nuevas formas de laborar.

Gestión gerencial

La gerencia gestiona los recursos para lograr los objetivos, administrándolos de manera eficiente y productiva, para obtener los mejores resultados y así adquirir los que hacen falta en el corto o mediano plazo. La gestión es la acción y la consecuencia de administrar o dirigir los recursos; es llevar a cabo las acciones necesarias para hacer posible la realización de un proyecto. También se puede decir que la gestión abarca la idea de gobernar, disponer, dirigir, ordenar o administrar los recursos para lograr objetivos.

La gestión es toda la labor requerida para alcanzar los objetivos de largo plazo, establecidos desde el corto plazo, liderando a la organización para trabajar sobre los recursos que se tienen, a través de una buena planeación, organización, dirección, y control de todo el capital con que se cuenta, focalizando los esfuerzos necesarios para construir la plataforma que dé la base sólida a ese proyecto y así incorporar o adquirir los recursos que hagan falta.

La gestión no necesariamente la encabeza el gerente o director, ésta puede recaer en quien planea, organiza, dirige, y controla; de ahí la necesidad de conocer muy bien al recurso humano con el que se hará frente a los proyectos, para así empoderar y delegar la administración de la gestión a quien mejor pueda cumplir con este rol.

Las tentaciones o ‘miserables’

En el proceso de trabajo para el logro de los objetivos hay muchos momentos y diferentes situaciones que tratan de sacarnos del camino, distrayéndonos y mal gastando los recursos, que con dificultad o tiempo se han recolectado o alcanzado. En ocasiones no es posible distinguir estas tentaciones, y entorpecen la gestión o afectan los valores personales, ya que al caer en ellas, no se cumplen con los objetivos de corto plazo; esto a su vez deriva en una falta o pérdida de la honestidad y la responsabilidad, pues al tener que dar informe de lo sucedido puede prevalecer la mentira.

Fotografía: Freepik.com.

Como ejemplo en la vida personal: usted un día se compromete con su hijo a comprarle una maleta o un par de zapatos y provisiona el dinero para hacer ese gasto; sin embargo el día que planeó hacer la adquisición, justo al momento de salir de trabajar un compañero le dice: ‘entonces, ¿nos tomamos una?’, y usted lo acepta; lo más probable que suceda es que gaste el monto total o parte de él en esa bebida, perdiendo así el logro del objetivo; cuando al llegar a casa su ser más querido lo estará esperando para hacer la compra. Ahí se rompen los valores, porque se miente o inventa cualquier pretexto por quedar bien.

Esos momentos son los ‘miserables’ que aparecen en la vida, sacándonos del rumbo que se lleva para alcanzar las metas. Quizá esas personas o situaciones no tengan la intención de sacarnos del camino, pero afectan el proceso y alejan la voluntad y confianza para seguir por la ruta planeada.

Lo único que evita estas tentaciones o situaciones es la fuerza de voluntad de cada individuo, su compromiso, y la actitud que se tenga; si no se está convencido y no se actúa con convicción, es fácil caer en esas tentaciones.

*Maestro del MBA de Universidad de Xochicalco.

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