DE XALAPA
LUNES 15 de octubre de 2012
cos de Minatitlán (ITM). Con base en los primeros reportes emitidos por la de-
supuestamente decidió aventarse al presentar problemas familiares.
el supuesto intento de suicidio que por fortuna no se consumó, aunque la dejó malherida.
Trituradora de angelitos
LOS CRÍMENES Felícitas Sánchez, se asentó en la colonia Roma de la Ciudad de México, donde rentaba una habitación a una mujer que ocupaba un departamento en el tercer piso del edificio. Su nueva casera y compañera de departamento laboraba todo el día y sólo iba al departamento para dormir, lo que dejaba a Felícitas el tiempo y el espacio para darle rienda suelta a sus aberrantes prácticas. Sánchez Neyra estableció un negocio “atendiendo partos” en el lugar (a su casera no le molestaba mientras el sitio estuviera limpio). En efecto, Felícitas atendía partos, pero pronto comenzó a destacar el hecho de que mujeres adineradas acudían a consulta con la mujer. Por qué una mujer con alta capacidad adquisitiva recurriría a una partera en un barrio marginal para atenderse su embarazo. Los vecinos pronto se percataron de otros eventos extraños: Las cañerías del edificio se tapaban con frecuencia y para arreglar este contratiempo Felícitas contaba con la complicidad del plomero Roberto Sánchez Salazar. Además, en ocasiones vieron que del departamento salía un extraño humo negro con olor muy desagradable. Pronto el negocio prosperó, Felícitas practicaba abortos
NO SOPORTÓ las heridas y murió
del
crim
en
Felícitas Sánchez Aguillón Parte dos de III clandestinos, incluso hacia visitas a domicilio. La mujer frecuentaba los más selectos barrios de la ciudad. Atendía a las mujeres sin importar la edad gestacional de su embarazo, así estuvieran en labor de parto. Antes de comenzar con su faceta como asesina serial, Sánchez Neyra se dedicó al tráfico de menores. Empezó a vender a los niños recién nacidos que sobrevivían y a traficar también con niños que compraba a mujeres que por una u otra razón no querían a sus hijos, bajo la promesa de que los colocaría en una “buena” casa. Durante 1910, todavía en el período del México porfirista, Sánchez fue detenida por lo menos dos ocasiones por intentar vender a un bebé; la mujer salió libre tras pagar una simple multa. No pasó mucho tiempo antes de que Felícitas practicara el asesinato; los niños que no lograba vender terminaban muertos, sin mencionar que muchos infantes perecieron bajo su cuidado. Felícitas pronto recaudó dinero suficiente para hacerse de un negocio, abrió una miscelánea (que también fungió como clínica clandestina) en la calle Guadalajara 69, en la Ciudad de México, a la cual llamó “La Quebrada”.
LOS ASESINATOS Posterior a su detención los cómplices de “la Ogresa” relataron la terrible tortura a la que sometía a los bebés y niños. Solía parodiar los cuidados maternales de una manera sádica: Bañaba a las criaturas con agua helada, no les daba de comer durante períodos considerables de tiempo, los dormía en el piso y a veces los alimentaba con carne o leche podrida. Sus métodos de ejecución fueron increíblemente variados: Asfixia, envenenamiento, apuñalamiento y hasta inmolación. Generalmente los estrangulaba o asfixiaba (en muchas ocasiones repetía sus diversiones de la infancia y los envenenaba), ya muertos procedía a descuartizarlos (en ocasiones los descuartizó vivos). Los restos los tiraba a las alcantarillas, a veces los desechaba en depósitos de basura y otras veces los incineraba en una caldera (de ahí el humo), incluso llegó a quemarlos vivos. LA APREHENSIÓN El 8 de abril de 1941 se tapó la alcantarilla del edificio de Salamanca, donde vivía Sánchez Aguillón, se encontraba congestionada desde la toma domiciliaria. En el primer piso del edificio había una tienda de abarrotes,
FELÍCITAS TIRABA los restos de los niños al excusado el dueño Francisco Páez llamó a un plomero y a albañiles, quienes levantaron el piso del negocio para acceder a la cloaca. Su sorpresa y náuseas fueron generales, pues en la alcantarilla había un enorme tapón de carne putrefacta, gasas y algodones ensangrentados que despedían un olor insoportable. En la repugnante masa se encontraron con algo que despejó todas las dudas sobre su naturaleza, un pequeño cráneo humano. Rápidamente la prensa y la policía se hicieron presentes. Las autoridades llamaron a la puerta de la principal y única sospechosa (Felícitas), los atendió la casera que no sabía nada, sin embargo, los dejó pasar hasta la habitación de la mujer, a la cual ella nunca había entrado. Lo primero que salía a vista en el cuarto era un altar con velas, agujas, ropa de bebé, un cráneo humano y una gran cantidad de fotografías de niños (trofeos, es un comportamiento
típico de los asesinos seriales el coleccionar fetiches que se relacionan con sus víctimas). Ese mismo día fue cateada la miscelánea “La Quebrada”, Felícitas no se encontraba ahí, se había dado a la fuga. El 11 de abril de 1941 fue detenido Salvador Martínez Nieves, el plomero cómplice, quien relató que en efecto sabía lo que estaba pasando, pero por miedo a ser condenado como cómplice no había denunciado. En efecto, era cómplice, recibía una cuantiosa paga por destapar los caños y un aún más cuantioso soborno por su silencio. Ese mismo día Felícitas fue atrapada junto con su amante, Roberto o Alberto Covarrubias “el Beto” o “el Güero” (con este hombre, que también fue su cómplice, Felícitas había procreado a su tercera y última hija, nacida en 1939, mientras trataban de huir de la ciudad).
Cruz Camacho, quien refirió que el 20 de septiembre de 2010 Vinicio López se fue de
ser puesto a disposición del juzgado en turno.
n e m
i r c el
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Trituradora de angelitos Felícitas Sánchez Aguillón Parte tres de III
RECLUSIÓN Y FALLO ABSURDO “La Descuartizadora de la colonia Roma”, desde su detención hasta junio de 1941 (más o menos tres meses), fue recluida en prisión y aislada a causa del peligro que representaba para ella el contacto con la población general del reclusorio. Durante todo ese tiempo vivió, irónicamente, una regresión (se comportaba como una niña pequeña, lloraba todo
Archivo Muerto
el día, sólo pronunciaba monosílabos y una repetitiva frase que en ocasiones llegaba a gritar: “Quiero irme de aquí”, incluso, como típico berrinche infantil se tiraba al piso, pataleba, gritaba y era necesario arrastrarla para trasladarla de un lugar a otro). La amenaza del abogado de la mujer era clara, iban a revelar la lista de clientes si con ella era posible aminorar su condena. En aquella lista estaban inmiscuidas
importantes figuras de la política. Así, en una evidente muestra de corrupción y una serie de irregularidades, permitieron que “La Ogresa” saliera libre en tan sólo tres meses. Las más fuertes pruebas de la fiscalía que conectaban a Felícitas con los cargos de asesinato eran los restos encontrados en la cañería de Salamanca No. 9, entre ellos un cráneo y un par de piernas que correspondían a un niño de por lo menos un año de edad. Inexplicablemente, esto restos desaparecieron. Sánchez Aguillón fue procesada el 26 de abril de 1941 por los cargos de aborto, inhumación ilegal de restos humanos, delitos contra la salud pública y responsabilidad clínica y médica; ninguno de éstos
El 16 de junio de 1941 tomó la salida fácil, se suicidó con una sobredosis de Nembutal durante la madrugada, en la casa que compartía con su concubino, mientras éste dormía. Dejó tres cartas póstumas: una dirigida a su ex abogado, otra a su actual abogado y una última a su pareja. En ellas no había ninguna expresión sentimental (sin culpa, sin dolor, sin tristeza y sin lazos afectivos de ningún tipo; en ningún momento menciona a su hija). Al final de cuentas parecía haberse cosificado a sí misma; su propia muerte no pareció producirle ningún sentimiento.
era considerado como grave, por lo que la mujer alcanzaba fianza. Pero la fiscalía tenía todavía los testimonios del plomero (completamente dispuesto a declarar) y del amante, (que bajo la presión adecuada terminaría por declarar), desafortunadamente, el juez que llevaba el caso abdicó (se cree fue amenazado o sobornado para hacerlo), lo cual facilitó la salida de Sánchez antes de que la fiscalía pudiera apelar el fallo. Su ex esposo, Carlos Conde, a pesar de todo (incluso a pesar de que Felícitas ya mantuviera otra relación sentimental), fue quien pagó dicha fianza.
“Efectivamente, atendí muchas veces a mujeres que llegaban a mi casa… Me encargaba de las personas que requerían mis servicios, y una vez que cumplía con mis trabajos de obstetricia, arrojaba los fetos al WC” “Una mujer me dijo que había soñado que su hijo iba a nacer muy feo, que por favor le hiciera una operación para arrojarlo. En efecto, aquella criatura era un monstruo: tenía cara de animal, en lugar de ojos unas cuencas espantosas y en la cabeza una especie de cucurucho. A la hora de nacer, el niño no lloraba sino bufaba. Le pedí al señor Roberto que lo echara al canal, y él le amarró un alambre al cuello” Felícitas Sánchez Aguillón