antonia palacios 1
papelitos poesĂas inĂŠditas que aparecieron por azar...
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antonia palacios 3
papelitos poesĂas inĂŠditas que aparecieron por azar...
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A manera de prólogo
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Busco la noche y el silencio para encontrar a Antonia, y como ella, escribo frases, párrafos inconexos, que puedan, repentinamente, convertirse en Prólogo. Antonia nacía con la noche. Poeta íntima, desgarrada y solitaria en su hondo, Era bella, brillante, mágica… Nadie escribió poesía en prosa como ella, pero nunca lo creyó así. Hubo inmensas dudas en su vida, búsqueda de lo intangible, de lo etéreo, de lo próximo infinito. Esa duda, que permaneció inalterable a lo largo de su vida, invadía todos los espacios, y la convertía en la niña de pasos inseguros en la oscuridad. Por eso escondió y rompió palabras, sin darse tregua, afanosamente crítica implacable de su obra. Y así, los ‘Papelitos’, expresión íntima de su ser mujer, permanecieron escondidos, protegidos de otros ojos, negados a entregarse, quedados en Antonia. Los escribe casi a manera de diario, intensa explosión de emociones, los lee una y otra vez, y como personaje desdoblado y objetivo, los califica, a menudo, negándolos con un ‘No’ o un ‘Viejísimo’ o un ‘Hace muchísimo tiempo’... Y quedan en el olvido. Se encuentran por azar, salen de un encierro de gaveta custodia, para llegar a revelarnos, más todavía, la intimidad dolorosa de Antonia Palacios. Elizabeth Melchert de Frias
pienso en lo que fui, en mi sue単o hecho vida
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oigo abrirse el silencio de mi lejana infancia
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mi ni帽ez recobr贸 su ternura, pos谩ndose en mi oculto coraz贸n
esa lรกgrima que viene sin esperarla siquiera
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hay una soledad que abarca el mundo‌
estoy del otro lado
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este es un canto ciego que nadie quiere escuchar
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por qué el silencio es lo único que me acompaña
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mi cuerpo se ha doblado en medio de la oscuridad
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ella, en medio de la tempestad escucha el furor del trueno... y tiembla
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es duro el tiempo‌ me va cerrando todas las salidas
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no hab铆a ni ayeres ni ma帽anas, s贸lo un inm贸vil presente
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mi madre cerr贸 los ojos y nos quedamos ciegos
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transcripciones
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Sobre I ¿Por qué nací en este sitio tan solitario? ¿Por qué la rosa de pétalos abiertos me dejó tan lejana de su fragancia oculta? ¿Por qué el aire pasa ligero sin detenerse en mis manos alzadas? ¿Por qué la azulada noche me niega su reflejo? ¿Por qué solo el silencio es lo único que me acompaña?
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Mi madre entró gimiendo como si la hubiesen herido. Todos los que aguardábamos quisimos beber sus lágrimas, tocar su cuerpo desnudo. Mi madre cerró los ojos y nos quedamos ciegos en una impenetrable oscuridad.
Vas diluyendo lentamente tu rostro hermético en lo profundo de ese mar de espejos. Comienzas a llamarme con la voz de la otra vislumbrando el desgarrar de un astro que fue cayendo solitario en imposible cielo. 58 p. 10
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Es tiempo de quedarse quieto sin gesto, sin respiración. Es tiempo de saber del gesto inmóvil del soplo de la tarde en un aire enrarecido. Tiempo de la callada búsqueda de todo lo perdido. Tiempo de pensar que hay templos de puertas cerradas donde nunca podrás penetrar. Tiempo liviano y oculto y un hondo respirar en el amor.
Recuerdo que te perdí al sentirte más cercano. El cielo estaba lejos y lejos también tus manos. Quise pensarte vivo moviéndote junto a mí. Pero te fuiste alejando por un sendero sombrío, un sendero estrecho y hondo.
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Esta lágrima que cae, que brota de mis ojos. Esta lágrima que viene sin esperarla siquiera es acaso la obediencia de ese temblor oculto detenido en mi alma. Esa lágrima que corre por mis mejillas desata mi tristeza que estaba en el destierro. Ahora está viva y despierta, mi doloroso martirio. Oh lágrima silenciosa que no quieres sucumbir Quieres quedarte viva y quedarte a la intemperie tiritando encendida en mi oculto temblor.
Mis ojos trazan curvas en un cielo deslumbrante. Mis manos resplandecen en los dominios del mar y se doblan en sus espumas y se quedan allí quietas en el temblor del mar. Mi garganta emerge desde las aguas tumultuosas, parpadeantes y altivas. Mis piernas se estremecen en medio de la tempestad las alumbra el relámpago.
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Te vas volviendo transparencia, sigilosa, impalpable en ese enigma tuyo que tiembla en lo callado y en lo oculto. Vas pisando duras piedras, filosas y rocosas y tus pies palpitan al roce de las algas donde se alza la tormenta.
Oigo abrirse el silencio de mi lejana infancia. Un silencio que se hallaba en exilio. El huracán batió contra los árboles que se alzaban impávidos. El aire penetró con toda su frescura y mi niñez recobró su ternura posándose en mi oculto corazón.
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Dudo si estaré viva. Si mi cuerpo se mueve como se mueve el aire entre espesos follajes. Quisiera estar ya muerta, no sentir el vagido del viento ni las entrecortadas voces de los hombres. La viviente que yo fui se ha ido deshaciendo lentamente. Ya no queda de mí ni el más remoto origen, ni el más pequeño latido. Mas mi duda se fue escapando al verme despierta y viva.
Estoy del otro lado del lado del tiempo ido. Intento dar una vuelta mas es siempre el otro lado. Un círculo de infinito me va cercando lentamente. Desde aquí no escucho nada, estoy del otro lado. Hay una soledad que abarca el mundo. Estoy del otro lado.
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¿Dónde el camino errante ? ¿Dónde las sendas ásperas ? ¿Dónde el insurrecto impávido bebiendo en los senos de la madre? Quédate inmóvil, ni un solo gesto. Acaso sin saberlo te envolverá callado el miedo.
Mi silencio es un presagio de lo que nunca ha de pasar. En esta habitación vacía hay un aliento a muerte. Mi corazón se halla oculto. Afuera el viento se encuentra en desamparo esperando cubrir alguna tierra virgen. Este es un canto ciego que nadie quiere escuchar.
p. 26
Alzo las manos hasta tocar el vacío. Mi cuerpo inmóvil mis manos en lo alto. Hay ruidos inmersos en una tarde oscura. El viento dobla las ramas de aquel arbol vencido. Las horas pasan lentas con una lentitud que me deja estremecida. Mi cuerpo oculto en el vacío. Nadie lo mirará.
p. 30
El tiempo se va escapando. Yo intento detener el tiempo, apresarlo entre mis brazos. Es duro el tiempo, inatrapable Me va cerrando todas las salidas. Acaso desemboque en mi plena conciencia donde quise derramar mi última lágrima. Me voy tras él en un quieto silencio. Que no me escuche, que mi paso no vibre. Que solo la muerte me arrastre lenta.
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Ella, que mira el árbol mecido por largos vientos y piensa en el horizonte que lleva consigo la espera. Mira la diafanidad del día mas solo piensa en la noche, en el largor de la noche. Piensa que su destino se halla siempre entre la sombra con sus párpados cerrados rodeada de soledad con un amargo soporte donde no cuaja la luz. Todo lo mira lejano diciéndole a todo adiós. Adioses que van extendiéndose y la blanca claridad que lleva en sí la mañana entra por las rendijas de su propia oscuridad. Todo trabaja muy duro donde está su corazón, impetuoso corazón solitario en las honduras de esa su hora inmortal.
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El tiempo me tiene apresada. Sacudo mi cuerpo Todo para librarme del tiempo. Estoy hundida en el tiempo. Es un tiempo duro que domina mi pensar. Recuerdo los otros tiempos donde yo iba liviana sin saber nada del tiempo. De pronto se alzó implacable y me fue cerrando los caminos. ¿Dónde quedó aquella liviandad como el vuelo ligero de un pájaro? ¿Dónde quedó la salida azul y clara, aquel deshecho tiempo donde mi pensar se alzaba hacia lo alto?. Este que me tiene atada es un tiempo recio que me doblega con tentáculos sombríos. Mi cuerpo nada puede para liberarse de él. Me he quedado detenida entre las garras del tiempo.
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Hallé las largas raíces que el anhelo memoriza. La tierra las guardaba en su curva más secreta. Quise arrodillarme agradeciendo el no olvido. Allí estaba la luz bebiendo su intenso esplendor. Las dimensiones del aire se hallaban desparramadas y el faro giraba lejos en parpadeantes reflejos. Quise detener el viento, que todo estuviese muy quieto. Que la mar se hallase dormida y humedecidos guijarros estuviesen aguardando. El tiempo permanecía con un amargo sabor abriendo sus anchas alas azotadas de recuerdos. El día se hallaba profundo ascendiendo lentamente dejando la noche atrás. No había ayeres ni mañanas solo un inmóvil presente detenido en el espacio.
Ella, con sus sentidos despiertos mirando el claro paisaje que nunca le pertenece un paisaje desprovisto de aquellos lindos colores desterrados de los sueños. Y el paisaje que se abre, que se corta en dos mitades y ella se queda en el medio en un universo translúcido sin espacio que la acoja. Solo el silencio girando. Ella, buscando su propia voz oculta en su propio silencio buscando la propia palabra que se escapó por los aires y traza una larga curva que se reintegra al olvido. 62
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Ando descalza por la casa tropezando con las sillas, con aquella mesa alta con su centro floreado. Mis pies rozan el piso pulido y sin aristas. La casa es laberinto todas las puertas cerradas. Son altas las ventanas que yo no alcanzo a tocar. Me tiendo boca arriba para mirar el techo. Quiero llegar al portón que se halla clausurado y allí me quedo quieta como si me hubiese muerto.
Te busco por todas partes. Por los más altos montes, por las laderas de esa tierra inclinada que parece resbalar con un hondo fulgor hacia sitios disonantes donde los pies se sumergen. Te busco llamando por el nombre que has perdido. Quiero encontrarte de nuevo como si fueses otro. El tiempo va pisando el desnudo tiempo donde tu sombra tiembla. Te busco y no te encuentro y pienso que nunca has sido. Acaso te has perdido en imposible y solitario cielo.
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Esta que no soy yo. Esta que quiere ser. Esta que se apaga y se esconde entre lo oscuro. Esta que está saciada de las cosas de otros tiempos. Esta que está cansada de mirar hacia lo lejos lejanía de fulgores que en un tiempo la irradiaron y se han vuelto oscuridades. Esta que vive lejos de todo lo milagroso. Esta, la desconocida, la que nadie contempla. Esta que busca nombres, nombres que muestren las cosas aquellas iluminadas de una gran irradiación. Esta que está escondida entre un oscuro follaje saciada de tanto ruido.
Ella, que no se halla en parte alguna cruzando sitios ocultos empujándose a sí misma, más allá de cada instante dejándonos solo su olor su perdida cercanía, y la llamamos muy bajo con un puro sentimiento de (ilegible) a nuestro roce y se pierde en lejanía dejándonos en soledad.
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Sobre II
Estoy aquí inmóvil. Mi cabeza, mis brazos, todo mi cuerpo está inmóvil. Afuera está la primavera con sus flores de amaranto su neblina y una brisa que sopla lenta. Los días se han ido lejos sin poderlos alcanzar. Yo solo tengo la noche con sus truenos y relámpagos con su apagado fulgor. Se va agrandando el espacio que abarca mi inmovilidad y la noche se aposenta en un oscuro respiro donde se va apagando el silencio.
Ella piensa en los abismos en todo lo que desciende en un profundo sin fin. Ella piensa en el reposo en ese quedarse quieta en conocido lugar. Ella piensa que no existe que solo queda su sombra en la distante pared.
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Lectura Vertical: Para ti Con todo el cariño de quien has hecho plenamente dichosa Antonia Lectura Horizontal: No crees tú rota por ti y unida para ti
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Tengo una estrella blanca su luz en el vértice de la noche. La noche desborda una azulada luz. Mi estrella se va abriendo lentamente acercándose a las piedras ocultas entre densos follajes. Hay fragancias en la noche y mi estrella resplandece y alumbra todo mi cuerpo.
Hay una corriente oscura que temo que me arrastre. La miro desbocarse como si se me viniese encima. En la noche la escucho y la pienso indomable como si entre los vientos reventase con furia. Parece que la espero, que me lleve en sus alas de piedras y espuma y me arrastre y me desgarre. Acaso yo en la vida me hallo muy cerca de ella en esta soledad desamparada y escucho su rumor y miro sus espumas y doy vueltas y vueltas esquivándola en vano. Hay una corriente oscura que está muy cerca de mí y siento cómo se me viene encima.
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Aquí quedó tu huella tu gesto alzado, tu cabeza hacia atrás. Aquí tu mano tendida que yo no alcanzo a tocar. Escucho tu respiración como una voz subterránea, una voz que se apaga en tu oculto resplandor
El llanto me corre por la cara. Es de noche y aún la aurora está lejana. Pienso en la larga noche, las horas pasan lentas. Espero ansiosa esa luz azulada donde apunta la mañana y pienso en las horas monótonas que formarán el día. Horas acaso de violencia o de tristura. ¿Qué hacer en esas horas palpitantes donde las cosas cobran una tormentosa espera? Acaso la memoria me traiga un nuevo cielo, un cielo que…
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p. 54
Hace siglos! No sé cuando escribí esto Bastante mediocre es. Lo guardo por sentimentalismo.
Ya para mí no queda nada solo un silencio oscuro, una rígida verticalidad. Pienso en lo que fui en mi sueño hecho vida cuando tocaba la rosa con mis dedos y sentía su caricia como un fulgor desnudo. Todo ha ido cayendo en lo profundo. Mi cuerpo ya no respira y mi antiguo aliento se diluye en la sombra.
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Todo se ha ido desbordando sin poderlo detener. Va tocando atrás tierras que lo acorralan en un punto condenado a la muerte. Quedó lejos la vida en noches sin estrellas, en días devorados por pliegues de silencio. La vida se fue apagando y yo no pude escenderla.
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antonia palacios
papelitos poesías inéditas que aparecieron por azar... Primera edición, Noviembre 2012 Consejo Editorial: Fernán Frias Palacios Elizabeth Melchert de Frias Mariana Frias Mariantonia Frias Guillermo Betancourt Oteyza Aurelio Ruggiero Emilio Píriz Pérez Ricardo Chaparro Diseño gráfico y diagramación: Herman Alvarez
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Transcripción y revisión de textos: Emilio Píriz Pérez Fotografías: Marcel Borges Vasco Szinetar Archivo Fotográfico Familia Frias Palacios Digitalización: Luis Alejandro Bruzual Frias Impresión: Editorial Ex-Libris Tiraje: 1000 Ejemplares Depósito Legal: lf45920128003503 ISBN: 978-980-244-721-3
... se termin贸 de imprimir en el mes de Diciembre de 2012 en la ciudad de Caracas, Venezuela
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