Comentario de leccion 1 IV Trimestre

Page 1

IV Trimestre de 2011 El evangelio en Gálatas Notas de E. G. White Lección 1 - Pablo: Apóstol a los gentiles Sábado 24 de septiembre Pablo fue conmovido profundamente por la victoriosa muerte de Esteban; sus prejuicios fueron sacudidos. Pero las opiniones y los argumentos de los sacerdotes y gobernantes lo convencieron finalmente que Esteban había blasfemado; que Jesucristo a quien él predicaba era un impostor, y que los que dirigían los oficios sagrados debían estar en lo correcto. Su personalidad decidida y de propósito fuerte lo llevó a oponerse con pasión contra el cristianismo y a aceptar la posición de los escribas y sacerdotes. Su celo lo llevó a perseguir en forma voluntaria e independiente a los creyentes, llevándolos ante concilios para ser puestos en la cárcel o condenados a muerte por la única ofensa de tener fe en Jesús (Folleto: Redemption: or the Minisry of Peter and de Conversion of Saul, p. 37). La mente que resiste la verdad verá todo dentro de una luz distorsionada. Estará entrampada en las redes del enemigo, y verá las cosas como las ve el enemigo. Saulo de Tarso era un ejemplo de esto. No tenía derecho moral a ser incrédulo. Pero había preferido aceptar las opiniones de los hombres que el consejo de Dios. Estaban a su alcance las profecías que señalaban al Mesías; pero prefirió los dichos de los rabinos, las palabras de los hombres. Saulo, en su sabiduría propia no conocía a Dios, ni a Jesucristo a quien él había enviado. Cuando posteriormente narra su caso, declaró que pensaba que debía hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret. Saulo era sincero en su incredulidad. No era presuntuoso, y Jesús lo detuvo en su carrera y le mostró en qué lado estaba trabajando. El perseguidor aceptó las palabras de Cristo, y fue convertido de la incredulidad a la fe de Cristo (Comentario bíblico adventista, tomo 6, p. 1057).

Notas de E. G. White Lección 1 - Perseguidor de cristianos Domingo 25 septiembre Esteban era muy activo en la causa de Dios y compartía su fe valerosamente. "Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, de los de

1


Sirene, de Alejandría, de Silicia y de Asia, disputando con Esteban. Pero no podían resistir a la sabiduría y al espíritu con que hablaba". Estos discípulos de los grandes rabinos con- fiaban en que un debate público podrían obtener una victoria completa sobre Esteban basándose en su supuesta ignorancia. Pero no solamente hablaba éste con el poder del Espíritu Santo, sino que resultó evidente para toda esa vasta asamblea que también era un estudioso de las profecías y versado en todos los asuntos relativos a la ley. Defendió con capacidad las verdades que profesaba, y derrotó to- talmente a sus oponentes. Los sacerdotes y gobernantes que fueron testigos de la maravillosa manifestación de poder que acompañaba el ministerio de Esteban se llenaron de amargo odio. En lugar de ceder al peso de la evidencia que él presentaba, decidieron silenciar su voz dándole muerte. Por lo tanto prendieron a Esteban y lo hicieron comparecer delante del Sa- nedrín para someterlo a juicio. Se convocó a eruditos judíos de los países circunvecinos con el pro- pósito de que refutaran los argumentos del acusado. Saulo, que se había distinguido como celoso oponente de la doctrina de Cristo y perseguidor de todos los que creían en él, también se hallaba presen- te. Este erudito se puso en contra de Esteban en forma destacada. Empleó todo el peso de la elocuencia y la lógica de los rabinos en este caso, para convencer a la gente de que Esteban predicaba doctrinas engañosas y peligrosas. Pero Saulo encontró en Esteban a alguien tan educado como él mismo, y que tenía una plena comprensión de los propósitos de Dios al diseminar el evangelio por todas las naciones. Creía en el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, y estaba sumamente bien fundado con res- pecto a los, privilegios de los judíos; pero su fe era más amplia, y sabía que había llegado el tiempo cuando los verdaderos creyentes adorarían no solo en templos hechos por manos de hombres, sino en todo el mundo los hombres podrían adorar a Dios en espíritu y en ver- dad. Había caído la venda de los ojos de Esteban, y percibía el propósito por el cual tantas cosas habían sido abolidas con la muerte de Cristo (La historia de la redención, pp. 273, 274).

Notas de E. G. White Lección 1 - La conversión de Saulo Lunes 26 de septiembre En medio de las agonías de una muerte tan cruel, el fiel mártir, como su divino Maestro, oró por sus asesinos. Se pidió a los testigos que habían acusado a Esteban que lanzaran las primeras piedras. Estos hombres pusieron sus ropas a los pies de Saulo, que había tomado parte activa en el debate y que había consentido en la muerte del prisionero. El martirio de Esteban causó una profunda impresión en todos los que fueron testigos del hecho. Significó una dura prueba

2


para la iglesia, pero dio como resultado la conversión de Saulo. La fe, la constancia y la glorificación del mártir no pudieron desaparecer de su memoria. El sello de Dios estampado en su rostro, sus palabras, que alcanzaron a cada alma de todos los que lo escucharon, excepto de los que se endurecieron por resistir la luz, permanecieron en la memoria de los presentes y dieron testimonio de la verdad de lo que él había proclamado. No se pronunció sentencia legal en el caso de Esteban, pero las autoridades romanas recibieron grandes sumas de dinero para no investigar el caso. Saulo parecía imbuido de un celo frenético en ocasión del juicio y la muerte de Esteban. Parecía enfurecido por su secreta convicción de que Esteban había sido honrado por Dios en el mismo momento cuando los hombres lo deshonraban. Continuó persiguiendo a la iglesia de Dios, lanzando cacerías contra sus miembros, prendiéndolos en las casas y entregándolos a los sacerdotes y gobernantes para que los encerraran en la cárcel y les di- eran muerte. El celo con que lanzó esta persecución constituyó un terror para los cristianos de Jerusalén. Las autoridades romanas no hicieron esfuerzos especiales para detener esta cruel obra y, por el contrario, en secreto ayudaron a los judíos con el fin de reconciliarse con ellos y asegurarse sus favores. El erudito Saulo fue un instrumento poderoso en manos de Satanás para llevar adelante su rebelión contra el Hijo de Dios; pero Alguien más poderoso que Satanás había seleccionado a Saulo para que ocupara el lugar del mártir Esteban y trabajara y sufriera por su nombre. Saulo era muy estimado por los judíos tanto por su erudición como por su celo para perseguir a los creyentes. No fue miembro del Sanedrín hasta después de la muerte de Esteban, cuando se lo eligió para ocupar un lugar en ese cuerpo teniendo en cuenta la parte que había desempeñado en esa oportunidad (La historia de la reden- ción, pp. 277-279).

Notas de E. G. White Lección 1 - Saulo en Damasco Martes 27 de septiembre La respuesta a la pregunta de Saulo fue: "Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer". Jesús puso en contacto con su iglesia al perplejo judío, para que recibiera información acerca de su deber. Cristo llevó a cabo la obra de revelación y la convicción; y ahora el penitente estaba en condiciones de aprender de aquellos a quienes Dios había ordenado que enseñaran su verdad. De ese modo Jesús sancionó la autoridad de su iglesia organizada, y puso a Saulo en contacto con sus representantes en la tierra. La luz de la iluminación celestial privó de vista a Saulo, pero Jesús, el gran Sanador, no se la restauró inmediatamente. Todas las bendiciones proceden de Cristo, pero él ha establecido ahora una iglesia que es su representante en la tierra, y a ella le corresponde la

3


obra de conducir al pecador arrepentido por el camino de la vida. Los mismos hombres a quienes Saulo se había resuelto destruir, iban a ser sus instructores en la religión que había despreciado y perseguido. La fe de Saulo fue tremendamente probada durante los tres días de ayuno y oración que pasó en la casa de Judas en Damasco. Estaba totalmente ciego, y completamente a oscuras en cuanto a lo que se esperaba de él. Se le había indicado que fuera a Damasco, donde se le diría qué debía hacer. En su incertidumbre y su angustia clamó fervientemente a Dios. "Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista". Ananías apenas podía dar crédito a las palabras del ángel mensajero, porque las noticias de la terrible persecución a que Saulo había so- metido a los santos de Jerusalén se habían diseminado por los lugares lejanos y distantes. Pretendió discutir y dijo: "Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre". Pero la orden que se dio a Ananías era imperativa: "Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel"... Cristo nos da aquí un ejemplo de cómo obra para la salvación de los hombres. Podría haber hecho todo esto directamente en favor de Saulo; pero eso no estaba de acuerdo con su plan. Sus bendiciones debían impartirse por medio de los instrumentos ordenados por él. Saulo tenía algo que hacer con respecto a la confesión que debía pre- sentar a aquellos cuya destrucción había planeado; y Dios quería que los hombres a quienes había autorizado para que obraran en su lu- gar, llevaran a cabo esa obra con responsabilidad (La historia de la redención, pp. 283-285).

Notas de E. G. White Lección 1 - El evangelio va a los gentiles Miércoles 28 de septiembre Después que los discípulos fueron expulsados de Jerusalén por la persecución, el mensaje evangélico se difundió rápidamente por las comarcas limítrofes de Palestina, y en importantes poblaciones se constituyeron pequeñas compañías de creyentes. Algunos de los discípulos "fueron hasta Fenicia, y Chipre, y Antioquía,

4


predicando la palabra" (V. M.). Sus labores se limitaban por lo general a los judíos hebreos y griegos, de los cuales había entonces grandes colonias en casi todas las ciudades del mundo. Entre los lugares mencionados donde el evangelio fue recibido con regocijo, está Antioquía, entonces capital de Siria. El extenso comer- cio de aquel populoso centro atraía mucha gente de diversas nacionalidades. Al mismo tiempo, Antioquía era favorablemente conocida como punto de reunión para los amantes de la comodidad y el placer, por causa de su situación saludable, de hermosos alrededores y de la riqueza, la cultura y el refinamiento que allí se hallaban. En los días de los apóstoles, había llegado a ser una ciudad de lujo y vicio. El evangelio fue públicamente enseñado en Antioquía por ciertos discípulos de Chipre y Cirene, quienes entraron "anunciando el evangelio del Señor Jesús". "Y la mano del Señor era con ellos"; su fervorosa labor producía fruto, pues "creyendo, gran número se convirtió al Señor" (Los hechos de los apóstoles, p. 126). Los apóstoles y discípulos que abandonaron Jerusalén durante la terrible persecución que se desató allí después del martirio de Esteban, predicaron a Cristo en las ciudades circunvecinas, limitando sus la- bores a los judíos de origen hebreo y griego. "Y la mano del Señor es- taba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor"(Hechos 11:21). Cuando los creyentes en Jerusalén escucharon las buenas nuevas, se regocijaron; y Bernabé, "un hombre bueno y lleno del Espíritu Santo y de fe", fue enviado a Antioquía, la metrópolis de Siria, para ayudar a la iglesia en ese lugar. Trabajó allí con gran éxito. Al crecer la obra, solicitó la ayuda de Pablo y la obtuvo; y los dos discípulos trabajaron juntos en esa ciudad durante un año, enseñando a la gente y contribuyendo para que aumentara el número de miembros de la iglesia de Cristo. Antioquía tenía una gran población tanto de judíos como de gentiles; era un importante lugar de reunión para los amantes de la comodidad y el placer por causa de lo saludable de su ubicación, sus hermosos paisajes, su riqueza, su cultura y el refinamiento que se concentraba allí. Su amplio comercio hacía de ella un lugar de gran importancia, donde se podía encontrar gente de todas las nacionalidades. Era por lo tanto una ciudad de lujo y vicio. La retribución de Dios finalmente descendió sobre Antioquía por causa de la maldad de sus habitantes. Allí por primera vez se llamó cristianos a los discípulos. Se les dio ese nombre porque Cristo era el principal tema de su predicación, su enseñanza y su conversación. Continuamente repasaban los incidentes de su vida acaecidos durante el tiempo cuando los apóstoles recibieron la bendición de gozar de su compañía personal. Incansablemente se espaciaban en sus enseñanzas, sus milagros de curación de los enfermos, la expulsión de demonios y la resurrección de muertos. Con labios temblorosos y ojos humedecidos por las lágrimas hablaban de su agonía en el jardín, su traición, su juicio y su ejecución, la paciencia y la humildad con que soportó los insultos y la tortura que le impusieron sus enemigos, y la piedad divina con que oró por los que lo perseguían. Su resurrección, su ascensión y su obra en los cielos como Mediador del hombre

5


caído eran temas gozosos para ellos. Bien podían los paganos llamarlos cristianos, puesto que predicaban a Cristo y dirigían sus plegarias a Dios por medio de él. Pablo encontró en la populosa ciudad de Antioquía un excelente campo de labor, donde su gran erudición, su sabiduría y su celo combinados ejercieron una poderosa influencia sobre los habitantes y los visitantes de esa culta ciudad (La historia de la redención, pp. 315, 316).

Notas de E. G. White Lección 1 - Un conflicto dentro de la iglesia Jueves 29 de septiembre Jerusalén era la metrópoli de los judíos, y era allí donde se encontraban la intolerancia y el exclusivismo mayores. Los cristianos judíos que vivían a la vista del templo permitían, como era natural, que sus mentes se volvieran a los privilegios peculiares de los judíos como nación. Cuando vieron que la iglesia cristiana se apartaba de las ceremonias y tradiciones del judaísmo, y percibieron que la santidad peculiar con la cual las costumbres judías habían estado investidas pronto serían perdidas de vista a la luz de la nueva fe, muchos se indignaron con Pablo como el que había en gran medida causado este cambio. Aun los discípulos no estaban todos preparados para aceptar de buen grado la decisión del concilio. Algunos eran celosos por la ley ceremonial; y miraban a Pablo con desagrado, porque pensaban que sus principios respecto a las obligaciones de la ley judía eran flojos (Los hechos de los apóstoles, p. 160). Pablo... describe la visita que hizo a Jerusalén para conseguir el arreglo de las mismas cuestiones que entonces agitaban a las iglesias de Galacia, en cuanto a si los gentiles debían someterse a la circuncisión y observar la ley ceremonial. Este fue el único caso en que había recurrido al juicio de los otros apóstoles como superior al propio. Primero había buscado una entrevista privada, en la cual presentó el asunto con todos sus significados ante los principales apóstoles: Pedro, Jacobo y Juan. Con sabiduría previsora concluyó que si esos hombres podían ser inducidos a tomar una posición correcta, todo podría ser ganado. Si hubiese presentado primero la cuestión delante de todo el concilio, hubiera habido una división de opiniones. El gran prejuicio que ya existía porque no había impuesto la circuncisión a los gentiles, habría inducido a muchos a que tomaran una posición contra él. De esa manera habría sido desbaratado el objeto de su visita, y su utilidad habría sido grandemente estorbada. Pero los tres principales apóstoles contra los cuales no existía tal prejuicio, habiendo sido ganados ellos mismos para la opinión correcta, pre- sentaron el asunto ante el concilio, y lograron el apoyo de todos en la decisión de liberar a los gentiles de las

6


obligaciones de la ley ceremonial (Comentario bíblico adventista, tomo 6, p. 1108). En el estudio de la Palabra, dejad en la puerta de la investigación vuestras opiniones preconcebidas y vuestras ideas heredadas del ambiente y cultivadas individualmente. Nunca descubriréis la verdad si estudiáis las Escrituras para vindicar vuestras propias ideas, Dejad estas ideas a la puerta y acercaos con el corazón compungido para oír lo que el Señor tiene que deciros. Al sentarse el humilde indagador de la verdad a los pies de Jesús para aprender de él, la Palabra le da entendimiento. Cristo dice a los que son demasiado sabios en su pro- pio concepto para estudiar la Biblia: Si queréis haceros sabios para la salvación, debéis haceros mansos y humildes de corazón. No leáis la Palabra a la luz de opiniones anteriores; investigadla, en cambio, cuidadosamente y con oración, con una mente libre de pre- juicios. Si al leerla, se produce la convicción y veis que las opiniones que habíais acariciado no están en armonía con la Palabra, no tratéis de hacer concordar la Palabra con esas opiniones. Haced concordar vuestras opiniones con la Palabra. No permitáis que lo que habéis creído o practicado en lo pasado gobierne vuestro entendimiento (Mensajes para los jóvenes, p. 258).

Notas de E. G. White Lección 1 - Para estudiar y meditar Viernes PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Para las relaciones entre la conversión personal y la iglesia, lee "La autoridad de la iglesia", en Joyas de los testimonios, t. 1, pp. 391-397. La Autoridad de la Iglesia

EL REDENTOR del mundo invistió a su iglesia con gran poder. Presenta las reglas que se han de aplicar a los casos en que se ha de juzgar a los miembros. Después de dar indicaciones explícitas en cuanto a la conducta que se ha de seguir, dice: "De cierto os digo que todo lo que ligareis en la tierra, será ligado en el cielo; y todo [en la disciplina de la iglesia] lo que desatareis en la tierra, será desatado en el cielo." (Mat. 18:18.) De manera que aún la autoridad celestial ratifica la disciplina de la iglesia con respecto a sus miembros, cuando se ha seguido la regla bíblica. La Palabra de Dios no da licencia a ningún hombre para oponer su juicio al de la

7


iglesia, ni le permite insistir en sus opiniones contrarias a las de la misma. Si no hubiese disciplina ni gobierno de la iglesia, ésta se reduciría a fragmentos; no podría mantenerse unida como un cuerpo. Siempre hubo seres humanos de espíritu independiente, que aseveraron que estaban en lo correcto, que Dios los había instruido, impresionado y conducido en forma especial. Cada uno tiene una teoría propia, opiniones que le son peculiares, y cada uno sostiene que sus opiniones están de acuerdo con la Palabra de Dios. Cada cual sustenta diferente teoría y fe, aunque todos aseguran tener una luz especial de Dios. Apartan a los demás del cuerpo y cada uno es en si mismo una iglesia separada. Todos no pueden estar en lo cierto, y sin embargo, se declaran conducidos por el Señor. La palabra de la inspiración no es sí y no, sino sí y amén en Cristo Jesús. Después de impartir sus instrucciones, nuestro Salvador promete que si dos o tres se unen para pedir algo a Dios, eso 392 les será concedido. Cristo demuestra con esto que debe haber unión con los demás, aun para desear un objeto determinado. Se da gran importancia a la oración unánime, a la unión de propósito. Dios oye las oraciones de las personas; pero en esta ocasión Jesús daba lecciones sumamente importantes, que se relacionaban en especial con su iglesia recién organizada en la tierra. Debe haber acuerdo en las cosas que se desean y por las cuales se ora. No debía tratarse simplemente de los pensamientos y la actividad de una mente, expuesta a engaño; la petición debía reflejar el deseo ferviente de varias mentes concentradas en el mismo punto. En la admirable conversión de Pablo, vemos el poder milagroso de Dios. Un resplandor que superaba la gloria del sol meridiano brilló en derredor de él. Jesús, cuyo nombre él odiaba y despreciaba más que cualquier otro, se reveló a Pablo con el propósito de detener su loca aunque sincera carrera, a fin de hacer de ese instrumento nada promisorio un vaso escogido para proclamar el Evangelio a los gentiles. Había hecho concienzudamente muchas cosas contrarias al nombre de Jesús de Nazaret. En su celo, estaba persiguiendo con ardor a la iglesia de Cristo. Eran profundas y arraigadas sus convicciones con respecto a su deber de exterminar esta doctrina alarmante, que prevalecía por doquiera y según la cual Jesús era el Príncipe de la vida. Enviado a la Iglesia en busca de instrucción

Pablo creía de veras que la fe en Jesús anulaba la ley de Dios, el servicio religioso de las ofrendas de sacrificios y el rito de la circuncisión, que en todos los siglos pasados habían recibido la plena sanción de Dios. Pero la milagrosa revelación de Cristo infundió luz en las cámaras obscurecidas de su mente. El Jesús de Nazaret contra el cual luchaba era de veras el Redentor del mundo. Pablo se da cuenta de su celo erróneo y exclama: "Señor, ¿qué quieres que haga?" (Hech. 9:6.) Jesús no le dijo 393 entonces, como podría haberlo hecho, qué obra le asignaba. Pablo debía recibir instrucción en la fe cristiana y obrar en forma comprensiva. Cristo le envió a los mismos discípulos a quienes había estado

8


persiguiendo tan acerbamente, para que aprendiese de ellos. La luz de la iluminación celestial le había hecho perder la vista a Pablo; pero Jesús, el Gran Médico de los ciegos, no se la restaura. Contesta a la pregunta de Pablo con estas palabras: "Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que te conviene hacer." (Vers. 6.) No sólo podría Jesús haber curado a Pablo de su ceguera, sino que podría haberle perdonado sus pecados, haberle explicado cuál era su deber y haberle trazado su conducta futura. De Cristo había de fluir toda potestad y misericordia; pero no dio a Pablo, cuando se convirtió a la verdad, una experiencia independiente de su iglesia recién organizada en la tierra. La luz admirable dada a Pablo en esta ocasión le asombró y confundió. Estaba completamente subyugado. Esa parte de la obra no podía hacerla algún hombre en favor de Pablo; pero quedaba todavía una obra que cumplir que los siervos de Cristo podían hacer. Jesús le indica a Pablo que recurra a sus agentes de la iglesia para conocer mejor su deber. Así autoriza y sanciona su iglesia organizada. Cristo había hecho la obra de la revelación y convicción, y ahora Pablo estaba en condición de aprender de aquellos a quienes Dios había ordenado que enseñasen la verdad. Cristo envió a Pablo a sus siervos escogidos, y en esta forma le puso en relación con su iglesia. Los mismos a quienes se proponía matar debían instruirle en la religión que él había despreciado y perseguido. Pasó tres días ciego y sin comer, dirigiéndose hacia los hombres a quienes, en su celo, se proponía destruir. Allí colocó Jesús a Pablo en relación con sus representantes en la tierra. El Señor dio a Ananías una visión para que fuese a cierta casa de Damasco y preguntase por Saulo de Tarso; "porque he aquí, él ora." (Hech. 9: 11.) 394 Después que se le indicó a Saulo que fuera a Damasco, le condujeron los mismos hombres que le habían acompañado para ayudarle a llevar atados a los discípulos a Jerusalén para juzgarlos y darles muerte. Saulo posó en la casa de un tal Judas en Damasco, dedicando el tiempo al ayuno y la oración. Allí se probó la fe de Saulo. Tres días estuvo en tinieblas mentales con respecto a lo que se requería de él, y otros tantos estuvo ciego. Se le había dicho que fuese a Damasco, porque allí se le diría lo que debía hacer. Estaba en la incertidumbre, y clamaba fervorosamente a Dios. Un ángel fue enviado a hablar con Ananías, para indicarle que fuese a cierta casa donde Saulo estaba orando para recibir instrucción con respecto a lo que debía hacer. Había desaparecido el orgullo de Saulo. Poco antes, manifestaba confianza en sí mismo, pues creía que estaba empeñado en una obra por la cual recibiría recompensa; pero ahora, todo había cambiado. Estaba postrado y humillado hasta el polvo en arrepentimiento y vergüenza, y sus súplicas de perdón eran fervientes. Dijo el Señor por medio del ángel a Ananías: " He aquí, él ora." El ángel le hizo saber al siervo de Dios que le había mostrado a Saulo en visión un hombre llamado Ananías, que entraba y ponía su mano sobre él para que pudiese recobrar la vista. Ananías casi no podía creer las palabras del ángel, y repitió lo que había oído acerca de la acerba persecución que Saulo hacía sufrir a los santos de Jerusalén. Pero la orden que se le dio a Ananías era imperativa:

9


"Ve: porque instrumento escogido me es éste, para que lleve mi nombre en presencia de los Gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel." (Vers. 15.) Ananías obedeció las indicaciones del ángel. Puso sus manos sobre el hombre que hacía tan poco se movía impulsado por un espíritu de odio profundísimo y que respiraba amenazas contra todos los que creían en el nombre de Cristo. Ananías dijo a Saulo: "Saulo hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista, y seas lleno de Espíritu Santo. Y luego le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al punto la vista: y levantándose, fue bautizado". (Vers. 17, 18.) Jesús podría haber hecho directamente toda esta obra en favor de Pablo. Pero tal no era su plan. Pablo tenía un deber que cumplir en lo que respectaba a confesarse ante los hombres cuya destrucción había premeditado, y Dios iba a encomendar una obra de responsabilidad a aquellos a quienes había ordenado que actuasen en su lugar. Pablo debía dar los pasos necesarios para su conversión. Se requirió de él que se uniese al mismo pueblo que había perseguido por sus creencias. Cristo da aquí a todo su pueblo un ejemplo de la manera en que obra para la salvación de los hombres. El Hijo de Dios se identificó con el cargo y la autoridad de su iglesia organizada. Sus bendiciones debían transmitirse por intermedio de los agentes a quienes había ordenado, vinculando así al hombre con el conducto por medio del cual llegan sus bendiciones. El hecho de que Pablo fuese estrictamente escrupuloso en su persecución de los santos, no le exime de culpa cuando el Espíritu Santo le revela la crueldad de su obra. Debe aprender de los discípulos. No se sanciona la independencia

Supo que Jesús, a quien en su ceguera consideraba como impostor, era en verdad el Autor y el fundamento de toda la religión del pueblo escogido de Dios desde el tiempo de Adán y el Consumador de la fe ahora tan clara para su visión iluminada. Vio a Cristo como el que vindicaba la verdad, el que cumplía todas las profecías. Había considerado a Cristo como quien anulaba la ley de Dios; pero cuando el dedo de Dios tocó su visión espiritual, supo por los discípulos que Cristo era el originador y fundamento de todo el sistema judío de sacrificios, y que en la muerte de Cristo la sombra se había encontrado con la realidad, y que Cristo había venido al mundo con el expreso propósito de vindicar la ley de su Padre. A la luz de la ley, Pablo se dio cuenta de que era pecador. Comprendió que había estado transgrediendo la misma ley qué el pensaba haber guardado tan celosamente. Se arrepintió y murió al pecado, se hizo obediente a las exigencias de la ley de Dios y tuvo fe en Cristo como su Salvador; fue bautizado, y predicó a Jesús tan ferviente y celosamente como antes le había condenado. En la conversión de Pablo se nos presentan principios importantes que siempre debemos recodar. El Redentor del mundo no sanciona que en asuntos religiosos la experiencia y la acción sean independientes de su iglesia organizada y

10


reconocida, donde la tal existe. Muchos tienen la idea de que sólo son responsables ante Cristo por su luz y experiencia, independientemente de sus seguidores reconocidos en el mundo. Pero esto Jesús lo condena en sus enseñanzas, en los ejemplos y en los hechos que dejó para nuestra instrucción. Allí estaba Pablo, un hombre a quien Dios iba a preparar para una obra muy importante, a saber, la de ser vaso escogido para él, llevado directamente a la presencia de Cristo; sin embargo, no le enseñó las lecciones de verdad. Le detuvo en su carrera y le convenció; y cuando él preguntó: "¿Qué quieres que haga?" el Salvador no se lo dijo directamente, sino que le puso en relación con su iglesia. Sus miembros le habían de decir lo que debía hacer. Jesús es el amigo del pecador; su corazón está siempre abierto; siempre se conmueve por la desgracia humana, él tiene toda potestad tanto en el cielo como en la tierra, pero respeta los medios que instituyó para iluminar y salvar a los hombres. Ordenó a Saulo que fuera a la iglesia, reconociendo así el poder con que la invistió como conducto de luz para el mundo. Ella es el cuerpo organizado de Cristo en la tierra y es necesario respetar sus ordenanzas. En el caso de Saulo, Ananías representa a Cristo; también representa a los ministros de Cristo en la tierra, que han sido designados para actuar en lugar de Cristo. CRISTO da poder a la voz de la iglesia. "De cierto os digo que todo lo que ligareis en la tierra, será ligado en el cielo; y todo lo que desatareis en la tierra, será desatado en el cielo". (Mat. 18:18.) No sanciona la actuación de un hombre que inicie algo por su propia responsabilidad individual, y abogue por las opiniones que elija sin tener en cuanta al juicio de la iglesia. Dios ha concedido a su iglesia el más alto poder debajo del cielo. Es la voz de Dios en su pueblo unido como iglesia lo que ha de ser respetado. Dios ha dado a su iglesia hombres de experiencia, que han ayunado, llorado y orado, aun toda la noche, para que el Señor abra las Escrituras a su entendimiento. En humildad, estos hombres han dado al mundo el beneficio de su madura experiencia. ¿Es esta luz, del cielo o de los hombres? ¿Tiene algún valor, o ninguno? -1875, tomo 3, págs. 450, 451. 398

11


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.