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Notas de E. G. White Lección 3 - La unidad del evangelio Sábado 8 de octubre El propósito de Dios es que sus hijos se fusionen en la unidad. ¿No es vuestra esperanza vivir juntos en el mismo cielo? ¿Está Cristo dividi- do contra sí mismo? ¿Dará él éxito a sus hijos antes que hayan apar- tado de su medio toda discordia y toda crítica, antes que los obreros, en una perfecta unidad de intención, hayan consagrado sus corazo- nes, sus pensamientos y sus fuerzas a una obra tan santa a la vista de Dios? La unión hace la fuerza. La desunión causa debilidad. Traba- jando juntos y con armonía para la salvación de los hombres, debe- mos ser en verdad "coadjutores... de Dios". Los que se niegan a trabajar en armonía con los demás deshonran a Dios. El enemigo de las almas se regocija cuando ve a ciertos hermanos contrariándose unos a otros en su trabajo. Los tales necesitan cultivar el amor fraternal y ternura en su corazón. Si pudiesen apartar el velo que cubre el por- venir y percibir las consecuencias de su desunión, ciertamente se arrepentirían. El mundo mira con satisfacción la desunión de los cristianos. Los incrédulos se regocijan. Dios desea que se realice un cambio en su pue- blo. La unión con Cristo y los unos con los otros constituye nuestra única salvaguardia en estos últimos días. No dejemos a Satanás la posibilidad de señalar con el dedo a los miembros de nuestra iglesia, diciendo: "Mirad cómo éstos, que se hallan bajo el estandarte de Cristo, se aborrecen unos a otros. Nada necesitamos temer de ellos, puesto que gastan más energías luchando unos contra otros que combatiendo a mis fuerzas" (Joyas de los testimonios, tomo 3, p. 244).

Notas de E. G. White Lección 3 - La importancia de la unidad Domingo 9 de octubre Pablo... describe la visita que hizo a Jerusalén para conseguir el arreglo de las mismas cuestiones que entonces agitaban a las iglesias de Galacia, en cuanto a si los gentiles debían someterse a la circuncisión y observar la ley ceremonial. Este fue el único caso en que había re- currido al juicio de los otros apóstoles como superior al propio. Pri- mero había buscado una entrevista privada, en la cual presentó el asunto con todos sus significados ante los principales apóstoles: Pe- dro, Jacobo y Juan. Con sabiduría previsora concluyó que si esos hombres podían ser inducidos a tomar una posición correcta, todo podría ser ganado. Si hubiese presentado primero la cuestión delante de todo el concilio, hubiera habido una división de opiniones. El gran prejuicio que ya existía porque no había impuesto la circuncisión a los gentiles, habría inducido a muchos a que tomaran una posición contra él. De esa manera habría sido desbaratado el objeto de su visi- ta, y su utilidad habría sido grandemente estorbada. Pero los tres principales apóstoles contra los cuales no existía tal prejuicio, habiendo sido ganados ellos mismos para la opinión correcta, pre- sentaron el asunto ante el concilio, y lograron el apoyo de todos en la

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decisión de liberar a los gentiles de las obligaciones de la ley ceremo- nial (Comentario bíblico adventista, tomo 6, p. 1108). En la iglesia cristiana primitiva había algunos que rehusaban reco- nocer a Pablo y a Apolos, y sostenían que Pedro era su jefe. Afirma- ban que Pedro había sostenido la más estrecha relación con Cristo cuando el Señor estuvo en la tierra, mientras que Pablo había perse- guido a los creyentes. Las opiniones y los sentimientos de los tales estaban dominados por el prejuicio. No manifestaban la liberalidad, la generosidad, la ternura, que revelan que Cristo habita en el co- razón. Había peligro de que este espíritu partidista produjera un gran mal en la iglesia cristiana; y el Señor le indicó a Pablo que pronunciara palabras de ferviente amonestación y solemne protesta. A aquellos que decían: "Yo cierto soy de Pablo, pues yo de Apolos; y yo de Cefas, y yo de Cristo", el apóstol preguntó: "¿Está dividido Cristo? ¿Fue cru- cificado Pablo por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo?" "Así que, ninguno se gloríe en los hombres —suplicó— porque todo es vuestro; sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mun- do, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir; todo es vuestro; y vosotros de Cristo; y Cristo de Dios" (1 Corintios 1:12, 13; 3:21-23). Pablo y Apolos estaban en perfecto acuerdo. El último estaba chas- queado y apenado por la disensión existente en la iglesia de Corinto; no se aprovechó de la preferencia que se le mostraba, ni la estimuló, sino que abandonó rápidamente el campo de lucha. Cuando Pablo, más tarde, le instó a visitar a Corinto, rehusó hacerlo, y no trabajó de nuevo allí hasta mucho tiempo después, cuando la iglesia había al- canzado una condición espiritual mejor (Los hechos de los após- toles, pp. 226, 227).

Notas de E. G. White Lección 3 - La circuncisión y los falsos hermanos Lunes 10 de octubre La indignación de Pablo se despertó. Se levantó su voz en un severo reproche: "Si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo". El par- tido que mantenía que el cristianismo no tenía valor sin la circunci- sión, se puso en orden de batalla contra el apóstol, y él tuvo que hacerles frente en cada iglesia que había fundado o visitado: en Jeru- salén, Antioquía, Galacia, Corinto, Éfeso y Roma. Dios lo impulsó a la gran obra de predicar a Cristo y a él crucificado; la circuncisión y la incircuncisión eran nada. El partido judaizante consideraba a Pablo como un apóstata empeñado en destruir el muro de separación que Dios había establecido entre los israelitas y el mundo. Los judaizan- tes visitaban cada iglesia que él había establecido, y creaban divisio- nes. Sostenían que el fin podría justificar los medios; hacían circular acusaciones falsas contra el apóstol y se esforzaban por desacreditar- lo. Cuando Pablo al visitar las iglesias iba tras esos celosos e inescrupulosos opositores, hacía frente a muchos que lo consideraban con desconfianza y que aun despreciaban sus labores (Comentario bíblico adventista, tomo 6, p. 1111). En casi cada iglesia había algunos miembros que eran judíos de na- cimiento. Los maestros judíos llegaron con facilidad a esos conver- sos, y mediante ellos se afianzaron en las iglesias.

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Usando argumen- tos escriturísticos era imposible refutar las doctrinas enseñadas por Pablo; por eso usaron los medios más inescrupulosos para contra- rrestar su influencia y debilitar su autoridad. Declaraban que no había sido discípulo de Jesús, ni había sido comisionado por él; pero que, sin embargo, se había atrevido a enseñar doctrinas directamente opuestas a las anunciadas por Pedro, Santiago y los otros apóstoles. De esa manera los emisarios del judaísmo tuvieron éxito en alejar de su maestro en el evangelio a muchos de los conversos cristianos. Luego de triunfar en este punto los inducían a que volvieran a la ob- servancia de la ley ceremonial como esencial para la salvación. La fe en Cristo y la observancia de los Diez Mandamientos eran considera- das como de menor importancia. Divisiones, herejías y sensualismo se propagaban rápidamente entre los creyentes de Galacia (Comentario bíblico adventista, tomo 6, p. 1108).

Notas de E. G. White Lección 3 - Unidad en la diversidad Martes 11 de octubre Todo aquel que rehúsa entregarse a Dios está bajo el dominio de otro poder. No es su propio dueño. Puede hablar de libertad, pero está en la más abyecta esclavitud. No le es dado ver la belleza de la verdad, porque su mente está bajo el dominio de Satanás. Mientras se lison- jea de estar siguiendo los dictados de su propio juicio, obedece la voluntad del príncipe de las tinieblas. Cristo vino a romper las cadenas de la esclavitud del pecado para el alma. "Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres". "Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús —se nos dice— me ha librado de la ley del pecado y de la muerte". En la obra de la redención no hay compulsión. No se emplea ninguna fuerza exterior. Bajo la influencia del Espíritu de Dios, el hombre está libre para elegir a quien ha de servir. En el cambio que se produce cuando el alma se entrega a Cristo, hay la más completa sensación de libertad. La expulsión del pecado es obra del alma misma. Por cierto, no tenemos poder para librarnos a nosotros mismos del dominio de Satanás; pero cuando deseamos ser libertados del pecado, y en nuestra gran necesidad clamamos por un poder exterior y superior a nosotros, las facultades del alma quedan dotadas de la fuerza divina del Espíritu Santo y obedecen los dictados de la voluntad, en cumplimiento de la voluntad de Dios. La única condición bajo la cual es posible la libertad del hombre, es que éste llegue a ser uno con Cristo. "La verdad os libertará"; y Cristo es la verdad. El pecado puede triunfar solamente debilitando la men- te y destruyendo la libertad del alma. La sujeción a Dios significa la rehabilitación de uno mismo, de la verdadera gloria y dignidad del hombre. La ley divina, a la cual somos inducidos a sujetarnos, es "la ley de libertad" (El Deseado de todas las gentes, pp. 431, 432). La mente debe rendir obediencia a la real ley de la libertad, que es impresa en el corazón y llega a ser entendida plenamente gracias al Espíritu Santo. La expulsión del pecado debe ser un acto del mismo ser, basado en el ejercicio de sus más nobles facultades. La única libertad de la cual puede disfrutar la voluntad finita está en ponerse en armonía con la

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voluntad de Dios, cumpliendo con las condiciones que le permiten al hombre ser participante de la naturaleza divina por haber huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia {Recibiréis poder, p. 59). Por medio de la poderosa acción del Espíritu Santo el gobierno de Satanás será sometido y subyugado. Es el Espíritu Santo quien con- vence de pecado y lo destierra del alma con el consentimiento del ser humano. Entonces se somete la mente a una nueva ley: La real ley de libertad. Jesús vino a romper las cadenas de la esclavitud del pecado en el alma; porque el pecado solo puede triunfar cuando se extingue la libertad del alma. Jesús llegó a la más profunda desgracia y mise- ria humanas, y su amor atrae al hombre junto a él. Por medio de la acción del Espíritu Santo eleva la mente de su degradación, y la liga a la realidad eterna. Gracias a los méritos de Cristo el hombre puede poner en acción las más nobles facultades de su ser, y desterrar el pe- cado de su alma (Cada día con Dios, p. 124). "Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro palabra de ciencia según el mismo Espíritu" (1 Corintios 12:7, 8). Un obrero puede ser un orador efectivo; otro, un escritor preparado; hay quien puede tener el don de la oración sincera, diligente y fer- viente; o el don del canto; otro, una facultad especial para explicar la Palabra de Dios con claridad. Sin embargo cada don debe convertirse en un poder para Dios, porque él obra junto con sus servidores. A uno le da palabra de sabiduría, a otro conocimiento, a otro fe; pero todos deben trabajar bajo la misma cabeza. La diversidad de dones lleva a una diversidad de operaciones, pero "Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo" (1 Corintios 12:6). El Señor desea que sus siervos escogidos aprendan a unirse en un es- fuerzo armonioso. A alguno puede parecerle que es demasiado el contraste entre sus dones y los de un compañero de tareas como para unirlos en un esfuerzo concertado. Pero cuando recuerden que hay mentes diferentes que deben ser alcanzadas, y que algunos recha- zarán la verdad como la presenta un obrero y solo abrirán sus cora- zones cuando otro la exponga de manera diferente, entonces se esforzarán esperanzadamente por trabajar juntos en unidad. Sus talen- tos, no importa cuán diversos sean, deben estar bajo el control del mismo Espíritu. En cada palabra y acción, se revelarán bondad y amor; y cuando cada servidor cumpla fielmente con la tarea asignada, quedará contestada la oración de Cristo pidiendo la unidad de sus seguidores, y el mundo conocerá que éstos son sus discípulos (Recibirás poder, p. 196).

Notas de E. G. White Lección 3 - Confrontación en Antioquía (Gálatas 2:11-13) Miércoles 12 de octubre Jerusalén era la metrópoli de los judíos, y era allí donde se encon- traban la intolerancia y el exclusivismo mayores. Los cristianos jud- íos que vivían a la vista del templo permitían, como era natural, que sus mentes se volvieran a los privilegios peculiares de los judíos co-

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mo nación. Cuando vieron que la iglesia cristiana se apartaba de las ceremonias y tradiciones del judaísmo, y percibieron que la santidad peculiar con la cual las costumbres judías habían estado investidas pronto serían perdidas de vista a la luz de la nueva fe, muchos se in- dignaron con Pablo como el que había en gran medida causado este cambio. Aun los discípulos no estaban todos preparados para aceptar de buen grado la decisión del concilio. Algunos eran celosos por la ley ceremonial; y miraban a Pablo con desagrado, porque pensaban que sus principios respecto a las obligaciones de la ley judía eran flojos... Cuando Pedro visitó más tarde a Antioquía, ganó la confianza de mu- chos por su prudente conducta hacia los conversos gentiles. Por un tiempo procedió de acuerdo con la luz procedente del cielo. Se sobreRecursos Escuela Sabática © cisma, pero Pablo, que vio la subversiva influencia del mal hecho a la iglesia por el doble papel desempeñado por Pedro, le reprendió abiertamente por disimular así sus verdaderos sentimientos. En presencia de la iglesia, le preguntó: "Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué constriñes a los gentiles a judai- zar?" (versículo 14). Pedro vio el error en que había caído, y se puso a reparar inmedia- tamente el mal que había hecho, hasta donde pudo. Dios, que conoce el fin desde el principio, permitió que Pedro revelara esta debilidad de carácter, a fin de que el probado apóstol pudiera ver que no había nada en sí mismo por lo cual pudiera enorgullecerse. Aun los mejores hombres, abandonados a sí mismos, se equivocan. Dios vio también que en lo venidero algunos se engañarían hasta el punto de atribuir a Pedro y sus presuntos sucesores las exaltadas prerrogativas que pertenecen a Dios solo. Y este informe de la debilidad del apóstol subsis- tiría como prueba de que no era infalible ni superior a los otros após- toles (Los hechos de los apóstoles, pp. 161, 162). En el tiempo de Cristo, el mayor engaño de la mente humana consist- ía en creer que un mero asentimiento a la verdad constituía la justi- cia. En toda experiencia humana, un conocimiento teórico de la ver- dad ha mostrado ser insuficiente para salvar el alma. No produce los frutos de justicia... Los fariseos se llamaban hijos de Abraham y se jactaban de poseer los oráculos de Dios; pero estas ventajas no los preservaban del egoísmo, la malicia, la codicia de ganancias y la más baja hipocresía... Aun subsiste el mismo peligro. Muchos dan por sentado que son cris- tianos simplemente porque aceptan ciertos dogmas teológicos. Pero no han hecho penetrar la verdad en la vida práctica. No la han creído ni amado; por lo tanto no han recibido el poder y la gracia que pro- vienen de la santificación de la verdad. Los hombres pueden profesar creer en la verdad; pero esto no los hace sinceros, bondadosos, pa- cientes, tolerantes, ni les da aspiraciones celestiales; es una maldi- ción para sus poseedores, y por la influencia de ellos es una maldi- ción para el mundo. La justicia que Cristo enseñaba es la conformidad del corazón y de la vida a la voluntad revelada de Dios. Los hombres pecaminosos pue- den llegar a ser justos únicamente al tener fe en Dios y mantener una relación vital con él. Entonces la verdadera piedad elevará los pen- samientos y ennoblecerá la vida. Entonces las formas externas de la puso a su natural prejuicio hasta el punto de sentarse a la mesa con los conversos gentiles. Pero cuando ciertos judíos celosos de la ley ce- remonial vinieron de Jerusalén, Pedro cambió imprudentemente su actitud hacia los conversos del paganismo. "Y a su disimulación con- sentían también los otros judíos; de tal manera que aun Bernabé fue también llevado de ellos en su simulación" (Gálatas 2:13). Esta mani- festación de debilidad de parte de aquellos que habían sido respeta- dos y amados como dirigentes, hizo la más penosa impresión en la mente de los creyentes gentiles. La iglesia estaba amenazada por un religión armonizarán con la pureza interna del cristiano (La fe por la

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cual vivo, p. 109).

Notas de E. G. White3Lección 3 - La preocupación de Pablo (Gálatas 2:14) Jueves 13 de octubre Las mayores dificultades que Pablo tuvo que enfrentar provenían de la influencia de maestros judaizantes; ellos habían causado disen- siones y problemas en Corinto. Pablo escribe a la iglesia con el objeto de establecerlos correctamente en el evangelio de Cristo. Los maes- tros judaizantes presentaban constantemente las virtudes de la ley y de las ceremonias que habían simbolizado a Cristo, exaltándolas por encima del evangelio, y condenaban a Pablo por no urgir a los cre- yentes a participar de ellas, cuando en verdad, después de la muerte de Cristo ya no tenían ningún valor (Manuscript Releases, tomo 10, p. 328). También comenzaban a levantarse partidos debido a la influencia de maestros judaizantes, que insistían en que los conversos al cristia- nismo debían observar la ley ceremonial en el asunto de la circunci- sión. Aun sostenían que los israelitas originales eran los eminentes y privilegiados hijos de Abraham, y que tenían derecho a todas las promesas hechas a él. Sinceramente pensaban que al ubicarse en un punto intermedio entre judíos y cristianos, lograrían eliminar la mala voluntad que había contra el cristianismo, y que ganarían a muchos judíos. Defendían su posición, que era opuesta a la de Pablo, mostrando que el proceder del apóstol, al recibir a los gentiles en la iglesia sin la circuncisión, impedía que más judíos aceptaran la fe y que su número fuera mayor que el de los gentiles que entraban en la iglesia. De ese modo justificaban su oposición a las conclusiones de las serenas deli- beraciones de los reconocidos siervos de Dios. Se negaban a admitir que la obra de Cristo abarcara a todo el mundo. Afirmaban que él era el Salvador únicamente de los hebreos; por lo tanto, sostenían que los gentiles debían ser circuncidados antes de ser admitidos a las prerrogativas de la iglesia de Cristo. Después de la decisión del concilio de Jerusalén acerca de esta cues- tión, muchos aun mantenían esta opinión, pero entonces no fueron más lejos en su oposición. En aquella ocasión el concilio había deci- dido que los conversos provenientes de la iglesia judía podían observar los ritos de la ley mosaica, si así lo preferían, pero que esos ritos no debían imponerse a los conversos provenientes de los gentiles. Los opositores entonces aprovecharon esto para introducir una dis- tinción entre los que observaban la ley ceremonial y los que no la observaban. Hacían notar que estos últimos estaban más lejos de Dios que los primeros (Comentario bíblico adventista, tomo 6, pp. 1110, 1111). Dios no reconoce distinción por causa de nacionalidad, raza o casta. Él es el Hacedor de toda la humanidad. Por la creación, todos los hombres pertenecen a una sola familia; y todos constituyen una por la redención. Cristo vino para derribar el muro de separación, para abrir todos los departamentos de los atrios del templo, a fin de que toda alma tuviese libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo y completo, que lo compenetra todo. Arrebata de la in- fluencia satánica a aquellos que fueron engañados por sus seduccio- nes, y los coloca al alcance del trono de Dios, al que rodea el arco iris de la promesa. En Cristo no hay judío ni

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griego, ni esclavo ni hombre libre (La fe por la cual vivo, p. 67).

Notas de E. G. White Lección 1 - Para estudiar y meditar Viernes 14 de octubre: Para estudiar y meditar El otro poder, pp. 45-47;

Capítulo 5—La investigación de nueva luz No adoptemos una actitud de sospecha—Cuando se presente una doctrina que no concuerde con nuestras opiniones debemos acudir a la Palabra de Dios, buscar al Señor en oración y no permitir al enemigo que siembre sospechas y prejuicios. Nunca debemos permitir que se manifieste en nosotros el espíritu que alistó a los sacerdotes y príncipes contra el Redentor del mundo. Ellos se quejaban de que Cristo perturbaba al pueblo, y deseaban que lo hubiese dejado en paz, porque causaba perplejidad y disensión. El Señor nos envía luz para probar qué clase de espíritu tenemos. No debemos engañarnos a nosotros mismos. {OP 43.1} En 1844, siempre que llegaba a nuestra atención algo que no comprendíamos, nos arrodillábamos y pedíamos a Dios que nos ayudase a asumir la actitud debida; entonces podíamos llegar a una correcta comprensión y a sentir unánimemente. No había disensión ni enemistad, ni malas sospechas, ni falsos juicios acerca de nuestros hermanos. Si sólo conociésemos el mal que causa el espíritu de intolerancia, ¡cuán cuidadosamente lo rehuiríamos!—Obreros Evangélicos, 316, 317 (1915). {OP 43.2} Cómo se prueba la nueva luz—Nuestros hermanos deben estar dispuestos a investigar con sinceridad todo punto de controversia. Si un hermano está enseñando un error, los que ocupan puestos de responsabilidad deben saberlo. Y si él enseña la verdad, deben tomar posición de su lado. Todos deberíamos saber lo que se enseña entre nosotros; porque si es verdad, lo necesitamos. Nos hallamos todos bajo obligación para con Dios de conocer lo que él nos envía. El ha dado indicaciones por las cuales podemos probar toda doctrina: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”. Isaías 8:20. Si la luz presentada soporta esa prueba, no debemos negarnos a aceptarla porque no concuerde con nuestras ideas.—Obreros Evangélicos, 315, 316. {OP 43.3}

Examinemos las nuevas perspectivas—La verdad es eterna, y el conflicto con el error sólo destacará su fuerza. Nunca deberíamos rehusarnos a examinar las Escrituras con quienes desean conocer la verdad tanto como nosotros. Supongamos que un hermano tiene un punto de vista diferente del de ustedes, y

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que les propusiera que se sienten con él para investigar ese punto en las Escrituras, ¿deberían ustedes levantarse, llenos de prejuicios, y condenar sus ideas mientras rehúsan escucharlo? {OP 44.1} El único camino correcto sería sentarse como cristianos e investigar la posición presentada a la luz de la Palabra de Dios, la cual revelará la verdad y desenmascarará el error. Ridiculizar sus ideas no debilitaría en lo más mínimo la posición de él si fuera falsa, ni fortalecería su posición si fuese verdadera. Si los pilares de nuestra fe no soportan la prueba de la investigación, es tiempo de que lo sepamos. No debe haber espíritu de farisaísmo entre nosotros. Cuando Cristo vino a lo suyo, los suyos no lo recibieron; y es un asunto de solemne interés para nosotros no seguir un camino similar por rehusar la luz del cielo. {OP 44.2} Debemos estudiar la verdad por nosotros mismos. No deberíamos depender de ningún ser humano que piense por nosotros. No importa quién sea, ni en qué puesto se encuentre, no hemos de mirar a ningún hombre como el criterio perfecto para nosotros. Debemos reunirnos para recibir consejo y estar sujetos unos a otros; pero, al mismo tiempo, hemos de ejercitar la capacidad que Dios nos ha dado para conocer qué es la verdad. Cada uno de nosotros debe pedir a Dios la orientación divina. Debemos desarrollar individualmente un carácter que soporte la prueba el día de Dios. No deberíamos enamorarnos de nuestras ideas y pensar que ninguno tiene derecho a interferir en nuestras opiniones.—The Review and Herald, 18 de junio de 1889. {OP 45.1} No se revela sólo a uno o dos—Dios no ha pasado por alto a su pueblo ni ha elegido a un hombre solitario aquí y otro allí como los únicos dignos de que les sea confiada su verdad. No da a un hombre una nueva luz contraria a la fe establecida en todo el cuerpo de creyentes [la iglesia]. En todas las reformas se han levantado hombres que aseveraban esto. Pablo amonestó a la iglesia de su tiempo: “Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos”. Hechos 20:30. El mayor daño que puede recibir el pueblo de Dios proviene de los que salen de él hablando cosas perversas. Por medio de ellos queda vilipendiado el camino de la verdad. {OP 45.2}

Nadie debe confiar demasiado en sí mismo, considerando que Dios le ha dado una luz especial, mayor que la de sus hermanos. Se nos representa a Cristo como morando en medio de su pueblo; y a los creyentes como “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”. Efesios 2:20-22. Agrega Pablo: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor; solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”. Efesios 4:1-6. {OP 45.3} Cuidado con los problemas colaterales—Lo que el Hno. D llama luz es

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aparentemente inofensivo y no se diría que alguien pudiese verse perjudicado por ello. Pero, hermanos, es idea y cuña de entrada de Satanás. Esto ha sido probado vez tras vez. A veces alguien acepta una idea nueva y original que no parece estar en conflicto con la verdad, y se espacia en ella hasta que le parece que está revestida de belleza e importancia, porque Satanás tiene poder para dar esa falsa apariencia. Al fin llega a ser el tema que lo absorbe todo, el único gran punto alrededor del cual gira todo, y la verdad queda desarraigada del corazón. {OP 46.1}

Apenas se inician en su mente ideas erráticas, el Hno. D empieza a perder la fe y a poner en duda la obra del Espíritu que se ha manifestado entre nosotros durante tantos años. No es un hombre que pueda recibir lo que él llama luz especial, que no sea impartida a otros. Por lo tanto no hay seguridad en permitirle una influencia que sólo lo llevará a desequilibrar otras mentes. Eso significaría abrir una puerta por la cual Satanás introduciría muchos errores que distraerían la mente de la importancia de la verdad para este tiempo. Hermanos, como embajadora de Cristo, os amonesto a que desconfiéis de estas cuestiones unilaterales que tienden a distraer la mente de la verdad. Nunca el error es inofensivo ni santifica, sino que siempre es peligroso y produce confusión y disensión. El enemigo ejerce gran poder sobre las mentes que no están cabalmente fortalecidas por la oración y establecidas en la verdad bíblica. {OP 46.2} Sometan la nueva luz a hermanos de experiencia—Hay mil tentaciones disfrazadas y preparadas para los que tienen la luz de la verdad; y la única seguridad para cualquiera de nosotros consiste en no recibir ninguna nueva doctrina o interpretación de las Escrituras, sin someterla primero a hermanos de experiencia. Preséntenselas con un espíritu humilde y dispuesto a recibir enseñanza, con ferviente oración, y si ellos no la aceptan, ateneos a su juicio; porque “en la multitud de consejeros hay seguridad”. Proverbios 11:14.—Joyas de los Testimonios 2:103-105 (1885). {OP 47.1} Asuntos sin trascendencia—Yo diría a mis hermanos y hermanas: Manténganse cerca de las instrucciones que se encuentran en la Palabra de Dios. Consideren las ricas verdades de las Escrituras. Sólo así podrán llegar a ser uno con Cristo. Ustedes no tienen tiempo para entrar en controversias respecto de la matanza de insectos. Jesús no ha puesto esta carga sobre ustedes. “¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?” Jeremías 23:28. Estos asuntos parciales que se levantan son como paja, madera y hojarasca comparados con la verdad para estos últimos días. Los que abandonan las grandes verdades de la palabra de Dios para hablar de tales temas no están predicando el evangelio, sino tratando con las vanas sofisterías que el enemigo presenta para desviar las mentes de las verdades que conciernen a su bienestar eterno. No tienen palabras de Cristo para vindicar sus suposiciones. {OP 47.2} No gasten tiempo en la discusión de tales asuntos. Si tienen alguna duda en cuanto a los temas en los que deberían detenerse, vayan directamente a los discursos del gran Maestro y sigan sus instrucciones... {OP 48.1} Teorías erróneas, sin autoridad de la Palabra de Dios, vendrán de la derecha y de la izquierda. Para los débiles estas teorías parecerán verdades que los harán sabios, pero son como la nada. Sin embargo, muchos miembros de iglesia han

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llegado a estar tan satisfechos con este alimento barato que tienen una religión dispéptica. ¿Por qué los hombres y las mujeres rebajarán su experiencia recogiendo fábulas vanas y presentándolas como si fueran temas dignos de atención? El pueblo de Dios no tiene tiempo para ocuparse de las preguntas indefinidas y frívolas que no tienen relación con los requerimientos de Dios.— Preach the Word, 10 (1901). {OP 48.2} Puntos innecesarios para la fe—Muchos de los temas que se discuten no son necesarios para la perfección de la fe. No tenemos tiempo para estudiarlos. Muchas cosas están más allá de la comprensión finita. Las verdades no siempre están al alcance de nuestra razón, ni tampoco podemos explicarlas. La revelación las presenta para que las recibamos en forma implícita, como palabras de un Dios infinito. Aunque todo investigador inteligente ha de estudiar la verdad tal como es en Jesús, hay cosas que todavía no se han simplificado, declaraciones que las mentes humanas no pueden captar ni explicar sin correr el riesgo de ser culpables de cálculos y explicaciones humanos, que no son sabor de vida para vida. {OP 48.3} Cada verdad esencial aplicable a la vida práctica y concerniente a la salvación del ser es muy clara y positiva.—Ibíd. 6, 7 (1895). {OP 49.1} Una artimaña del enemigo—Hemos de orar por iluminación divina, pero al mismo tiempo deberíamos ser cuidadosos en cuanto a cómo recibimos todo lo que se llama nueva luz. Debemos estar vigilantes, no sea que, bajo la excusa de buscar nuevas verdades, Satanás desvíe nuestras mentes de Cristo y de las verdades especiales para este tiempo. Se me ha mostrado que es una artimaña del enemigo conducir las mentes para que se detengan en puntos oscuros, sin importancia, que no han sido plenamente revelados o que no son esenciales para nuestra salvación. Esto se transforma en un tema absorbente, la “verdad presente”, cuando todas sus investigaciones y suposiciones sólo sirven para oscurecer más que antes el tema y confundir las mentes de algunos que deberían estar buscando la unidad por medio de la santificación de la verdad.—Ibíd. 4 (1891). {OP 49.2} “Nueva luz” que conmueve la confianza—Satanás espera envolver al pueblo remanente de Dios en la ruina general que está por sobrevenir a la Tierra. A medida que la venida de Cristo se acerque, será más resuelto y decidido en sus esfuerzos para vencerlo. Se levantarán hombres y mujeres profesando tener alguna nueva luz o revelación que tenderá a conmover la fe en los antiguos hitos. Sus doctrinas no soportarán la prueba de la Palabra de Dios, pero habrá personas que serán engañadas. Harán circular falsos informes, y algunos quedará atrapados en esta trampa. Creerán estos rumores y a su vez los repetirán formando así un vínculo que los ligue con el gran engañador. Ese espíritu no se manifestará siempre desafiando abiertamente los mensajes que Dios envía; pero se originará un decidido descreimiento que se expresará de muchas maneras. Cada declaración falsa alimenta y fortalece ese descreimiento, y por este medio muchos seres humanos serán inclinados en la dirección errónea.—Joyas de los Testimonios 2:107 (1885). {OP 49.3} Actitud hacia los que pretenden tener nueva luz—Aférrense a la Biblia porque sus sagradas verdades pueden purificar, ennoblecer y santificar el ser.

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Deben sostener la verdad y enseñarla tal como es en Jesús, todo lo demás no tiene ningún valor para ustedes. Ante la luz de la verdad de Dios, permitan que las opiniones, las ideas y la sabiduría humanas aparezcan como son a la vista de Dios: como necedad... {OP 50.1} Si un hermano difiere de ustedes en algunos puntos de la verdad, no se rebajen a usar el ridículo ni lo pongan en una falsa luz, ni tergiversen sus palabras, ni se burlen de él, ni interpreten mal sus palabras quitándoles su verdadero significado. Esto no sería un debate concienzudo. No lo presenten ante otros como un hereje mientras no hayan investigado con élsu posición, tomando texto tras texto con el espíritu de Cristo para mostrarle cuál es la verdad. Ustedes mismos no conocen realmente la evidencia que él tiene para su fe ni pueden definir claramente la posición de él. Tomen su Biblia y con espíritu bondadoso pesen cada argumento que él presenta, mostrando con las Escrituras si él está en el error. Cuando hagan esto sin sentimientos ásperos, harán sólo lo que es su deber, el deber de cada ministro de Jesucristo.—Carta 21, 1888. {OP 50.2} Escuchen antes de condenar—Cuando se presenta una luz nueva a la iglesia, es peligroso que la rechacen. Rehusarse a escuchar porque abrigan prejuicio contra el mensaje o el mensajero no los excusará delante de Dios. Condenar lo que no han oído o no entienden no ensalzará la sabiduría de ustedes ante los ojos de los que son cándidos en sus investigaciones de la verdad. Hablar con desprecio de quienes Dios ha enviado con un mensaje de verdad es insensatez y locura. Si nuestros jóvenes están procurando educarse a sí mismos para ser obreros en la causa del Señor, deben transitar el camino de Cristo y vivir de toda palabra que sale de su boca. No deben llegar a la conclusión de que ya ha sido revelada toda la verdad y que el Infinito no tiene más luz para su pueblo. Si se atrincheran en la creencia de que toda la verdad ha sido revelada, estarán en peligro de desechar como inútiles las preciosas joyas de verdad que serán descubiertas al volver los hombres la atención al escudriñamiento de la rica mina de la Palabra de Dios.—Consejos sobre la Obra de la Escuela Sabatica, 34, 35 (1892). {OP 51.1}

Mensajes selectos, t. 1, pp. 67, 68; 5. Una Explicación de las Primeras Declaraciones UNA RESPUESTA A UNA OBJECIÓN [Poco después de la reimpresión, en 1882, de los tres primeros libros de la Sra. E. G. de White, A Sketch of the Christian Experience and Views of Ellen G. White (Un bosquejo de la experiencia cristiana y visiones de Elena G. de White), A Supplement to Experience and Views (Un suplemento a Experiencia y visiones) y Spiritual Gifts (Dones espirituales), tomo 1, los cuales constituyen hoy Early Writings (Primeros escritos), se levantaron diversas preguntas acerca de si estaban completos algunos de los artículos y acerca del significado de ciertas declaraciones que aparecían allí o en artículos todavía anteriores. La Sra. de White

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contestó esas preguntas en 1883 en la declaración que consignamos luego. Se hace referencia a las enseñanzas acerca de "la puerta cerrada". Más referencias en cuanto al significado de "la puerta cerrada" pueden hallarse en El conflicto de los siglos, págs. 481-485, edición de PPPA, que corresponden con las últimas páginas del cap. 25. -Los compiladores.] RECIENTEMENTE se me llamó la atención a un folleto de 16 páginas publicado por C. de Marion, Iowa, titulado Comparison of the Early Writings of Mrs. White With Later Publicactions (Comparación de los primeros escritos de la Sra. de White con publicaciones posteriores). El autor dice que algunas partes de mis primeras visiones, tal como fueron publicadas, se han suprimido en la obra recientemente editada bajo el título Early Writings of Mrs. E. G. White (Primeros escritos de la Sra. E. G. de White), y conjetura, como razón para esa supresión, que esos pasajes enseñan doctrinas que ahora repudiamos en conjunto. También nos acusa de engañar deliberadamente al presentar Early Writings como una reedición completa de 68 mis primeras visiones, con sólo cambios de algunas palabras de la obra original. Antes de que señale por separado los pasajes que se dice que han sido omitidos, es justo que se presenten algunos hechos. Cuando mis primeras visiones fueron publicadas por primera vez en forma de folleto*, la edición fue pequeña y pronto se vendió. A esto siguió, pocos años después, un libro mayor: The Christian Experience and Views of Mrs. E. G. White, impreso en 1851, y que contiene mucho material adicional. En nuestras continuas mudanzas en los albores de la obra de publicaciones, y luego en los casi incesantes viajes, mientras trabajaba desde Maine a Texas, desde Míchigan a California - y he cruzado las llanuras no menos de 17 veces - , perdí toda huella de las obras publicadas primero. Cuando se decidió publicar Early Wlitings en Oakland, el otoño pasado, nos vimos obligados a pedir prestado un ejemplar de Experience and Views de Míchigan. Y al hacer esto, supusimos haber obtenido un ejemplar exacto de las primeras visiones como fueron publicadas al principio. Reimprimimos eso, tal como se dice en el prefacio de Early Writings, con sólo algunos cambios de palabras de la obra original. Y aquí debo detenerme para decir que cualquier hermano nuestro que tenga un ejemplar de cualquiera de mis primeras visiones o de todas ellas tal como se publicaron antes de 1851, me haría un gran favor si me los enviara sin demora. Le prometo devolvérselos tan pronto como se pueda hacer una copia. Lejos de desear retener cualquier cosa que yo haya publicado, sentiré gran satisfacción en dar al público cada línea de mis escritos que se hayan editado. 69 Los testimonios pervertidos por Elí Curtis Hay otro hecho que se debiera presentar aquí. No soy responsable por todo lo que se ha impreso pretendiendo que procedía de mí. Por el tiempo cuando se publicaron por primera vez mis primeras visiones, aparecieron varios artículos que se pretendía que habían sido escritos por mí para relatar lo que el Señor me había mostrado, pero que sancionaban doctrinas que yo no creía. Los tales fueron publicados en una revista editada por un Sr. Curtis. No estoy segura del nombre

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de la revista. En los años de preocupaciones y trabajos que han pasado desde entonces he olvidado algunos de estos detalles de menor importancia, pero todavía resaltan en mi mente los puntos principales. Ese hombre tomó artículos que yo había escrito y completamente los transformo y distorsionó, entresacando una frase aquí y otra allí, sin su contexto, y luego, después de haber insertado sus propias ideas, les añadió mi nombre como si vinieran directamente de mí. Al ver esos artículos, le escribimos expresando nuestra sorpresa y desaprobación y le prohibimos que así tergiversara mis testimonios. Contestó que publicaría lo que le placiera, que él sabía que las visiones debían decir lo que el había publicado, y que si yo las hubiera escrito como el Señor me las había dado, ellas habrían dicho esas cosas. Declaró que si las visiones habían sido dadas para el beneficio de la iglesia, tenía derecho a usarlas como le placiera. Quizá existan todavía algunas de esas hojas, y podrían ser presentadas como provenientes de mí, pero no soy responsable por ellas. Los artículos presentados en Early Writings ciertamente pasaron bajo mis ojos; y puesto que la edición de Experience and Views, publicada en 1851, fue la primera que poseímos, y como no teníamos conocimiento de ninguna cosa adicional en revistas o folletos anteriores, no soy responsable por las omisiones que se dice que existen. 70 La primera omisión La primera cita mencionada por C es de un folleto de 24 páginas publicado en 1847, titulado A Word to the Little Flock (Un mensaje para la pequeña grey). Aquí están las líneas omitidas en Experience and Views: "Era tan imposible que ellos [los que abandonaron su fe en el movimiento de 1844] recobraran el camino y fueran a la ciudad, como todo el mundo impío que Dios había rechazado. Cayeron a todo lo largo del sendero, uno tras otro". Daré todo el contexto, para que se pueda ver claramente la plena fuerza de las expresiones: "Mientras orábamos en el altar familiar, descendió sobre mí el Espíritu Santo y me pareció ser levantada cada vez más arriba, muy por encima del oscuro mundo. Me volví para buscar al pueblo adventista en el mundo, pero no lo hallé en parte alguna, y entonces una voz me dijo: 'Vuelve a mirar un poco más arriba'. Alcé los ojos, y vi un sendero recto y angosto trazado muy por encima del mundo. El pueblo adventista andaba por ese sendero en dirección a la ciudad que se veía en su último extremo. En el comienzo del sendero, detrás de los que ya andaban, había una brillante luz, que, según me dijo un ángel, era el 'clamor de media noche'. Esta luz brillaba a todo lo largo del sendero, para que no tropezaran. Delante de ellos iba Jesús guiándolos hacia la ciudad, y si no apartaban los ojos de él, iban seguros. Pero no tardaron algunos en cansarse, diciendo que la ciudad estaba todavía muy lejos, y que contaban con haber llegado más pronto a ella. Entonces Jesús los alentaba levantando su glorioso brazo derecho, del cual provenía una luz que ondeaba sobre la hueste adventista, y exclamaban: '¡Aleluya!'. Otros negaron temerariamente la luz que brillaba tras ellos, diciendo que no era Dios quien los había guiado hasta allí. Pero entonces se extinguió para

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ellos la luz que estaba detrás y dejó sus pies en tinieblas, 71 de modo que tropezaron y, perdiendo de vista el blanco y a Jesús, cayeron fuera del sendero abajo, en el mundo sombrío y perverso". Ahora sigue el pasaje que se dice que estaba en la obra original, pero que no se encuentra en Experience and Views ni en Early Writings: "Era tan imposible que ellos [los que abandonaron su fe en el movimiento de 1844] recobraran el camino y fueran a la ciudad, como todo el mundo impío que Dios había rechazado. Cayeron a todo lo largo del sendero, uno tras otro". Definición de "la puerta cerrada" Se pretende que esas expresiones demuestran la doctrina de la puerta cerrada, y que ésa es la razón para su omisión en ediciones posteriores. Pero en realidad sólo enseñan lo que ha sido sostenido por nosotros como pueblo, y todavía lo es, como lo demostraré. Por un tiempo después del chasco de 1844, sostuve junto con el conjunto de adventistas que la puerta de la gracia quedó entonces cerrada para siempre para el mundo. Tomé esa posición antes de que se me diera mi primera visión. Fue la luz que me dio Dios la que corrigió nuestro error y nos capacitó para ver la verdadera situación. Todavía creo en la teoría de la puerta cerrada, pero no en el sentido en que se empleó el término al principio o en el que es empleado por mis oponentes. Hubo una puerta cerrada en los días de Noé. Entonces fue retirado el Espíritu de Dios de la raza pecaminosa que pereció en las aguas del diluvio. Dios mismo dio a Noé el mensaje de la puerta cerrada: "No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años" (Gén. 6: 3). Hubo una puerta cerrada en los días de Abrahán. 72 La misericordia dejó de interceder por los habitantes de Sodoma, y todos, con excepción de Lot, su esposa y dos hijas, fueron consumidos por el fuego que descendió del cielo. Hubo una puerta cerrada en los días de Cristo. El Hijo de Dios declaró a los judíos incrédulos de esa generación: "Vuestra casa os es dejada desierta" (Mat. 23: 38). Mirando hacia la corriente del tiempo en los últimos días, el mismo poder infinito proclamó mediante Juan: "Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre" (Apoc. 3: 7). Se me mostró en visión, y todavía lo creo, que hubo una puerta cerrada en 1844. Todos los que vieron la luz de los mensajes del primero y segundo ángeles y rechazaron esa luz, fueron dejados en tinieblas. Y los que la aceptaron y recibieron el Espíritu Santo que acompañó a la proclamación del mensaje celestial, y que después renunciaron a su fe y declararon que su experiencia había sido un engaño, de ese modo rechazaron al Espíritu de Dios, y éste no intercedió más por ellos. Los que no vieron la luz, no fueron culpables de rechazarla. Los únicos a los cuales el Espíritu de Dios no podía alcanzar eran los que habían despreciado la luz

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celestial. Y en esa clase estaban incluidos, como lo he dicho, tanto los que rehusaron aceptar el mensaje cuando les fue presentado, como los que, habiéndolo recibido, después renunciaron a su fe. Estos podrían tener una forma de piedad y profesar ser seguidores de Cristo. Pero no teniendo una comunicación viviente con Dios, eran llevados cautivos por los engaños de Satanás. Se presentan esas dos clases en la visión los que declararon que era un engaño la luz que habían seguido, y los impíos del mundo que, habiendo rechazado la luz, habían sido rechazados por Dios. No se hace referencia a los que no habían visto la luz y, por lo tanto, no eran culpables de su rechazo. 73 Para probar que yo creía y enseñaba la doctrina de la puerta cerrada, el Sr. C presenta una cita de la Review del 11 de junio de 1861, firmada por nueve de nuestros miembros importantes. La cita dice así: "Nuestros conceptos de la obra que nos correspondía eran entonces mayormente vagos e indefinidos; algunos se aferraban todavía a la idea aceptada por el conjunto de creyentes adventistas de 1844, a cuya cabeza estaba Guillermo Miller, de que nuestra obra para 'el mundo' había terminado y que el mensaje se restringía a aquellos de la fe adventista original. Tan firmemente se creía esto que casi se le rehusó el mensaje a uno de los nuestros, pues el que sostenía esto tenía dudas de la posibilidad de la salvación de aquél porque no había estado en 'el movimiento de 1844'". Sólo necesito añadir a esto que en la misma reunión en que se insistió que el mensaje no podía ser dado a ese hermano, mediante una visión se me dio un testimonio para animarlo a confiar en Dios y dar su corazón plenamente a Jesús, lo que él hizo entonces y allí mismo. Una conjetura irrazonable En otro pasaje del libro A Word to the Little Flock (Un mensaje a la pequeña grey), hablo de escenas de la "tierra nueva y declaro que allí vi a santos de la antigüedad: Abrahán, Isaac, Jacob, Noé, Daniel y muchos como ellos". Porque hablo de haber visto a esos hombres, nuestros oponentes conjeturan que entonces yo creía en la inmortalidad del alma y que habiendo cambiado después mis opiniones sobre este punto, vi necesario suprimir ese pasaje. Están tan lejos de la verdad aquí como en otras conjeturas. En el año 1844, acepté la doctrina que ahora sostenemos, en cuanto a que el alma no es inmortal, como se puede ver por referencias de Life Sketches (Apuntes biográficos), págs. 170, 171 [edición de 1880. Véase también la edición de 1915, pág. 49; Testimonies, tomo 1, páginas 39, 401, y nunca 74 he defendido otra doctrina, ni verbalmente ni por escrito. Si hubiésemos suprimido ese pasaje debido a su enseñanza de la inmortalidad del alma, hubiéramos encontrado necesario suprimir otros pasajes. Al relatar mi primera visión, en la página 13 de Early Writings [pág. 17 de la actual edición, que coincide con Primeros escritos], hablo de haber visto a hermanos que poco antes habían dormido en Jesús, y en la página 14 actual edición, págs. 18 y 19 declaro que se me mostró a un gran grupo que había sufrido el martirio por la fe.

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La inmortalidad del alma no se enseña más en el pasaje "suprimido" que en los dos últimos citados. El caso es que, en estas visiones, fui llevada adelante al tiempo cuando los santos resucitados serán reunidos en el reino de Dios. De la misma manera, el juicio, la segunda venida de Cristo, el establecimiento de los santos sobre la tierra nueva han sido presentados delante de mí. ¿Supone alguno que ya han acaecido esas escenas? Mis adversarios muestran el espíritu que los mueve al acusarme así de engaño, basándose en una mera "conjetura". Una cita equivocada En esta cita también se encuentran las palabras: "Vi dos largas ramas áureas de las cuales colgaban hilos de plata, y en los hilos había magníficas uvas". Mis oponentes ridiculizan "esa expresión débil y pueril de magníficas uvas que crecen en hilos de plata y estos hilos unidos a ramas áureas". ¿Qué motivo movió al autor mencionado a citar mal mis palabras: Yo no declaré que las uvas crecían en hilos de plata. Lo que contemplé está descrito tal como me pareció a mí. No se ha de suponer que las uvas estaban unidas a hilos de plata o ramas áureas, sino que ésa era la apariencia que presentaban. Expresiones tales son empleadas diariamente por todos en la conversación común. Cuando hablamos 75 de frutos áureos, no se entiende que declaramos que el fruto está compuesto de ese precioso metal, sino simplemente que tiene la apariencia de oro. La misma regla aplicada a mis palabras elimina toda excusa para una falsa interpretación. El sello de Dios Otra "supresión" reza así: "Bien, bendito sea el Señor, hermanos y hermanas, es una reunión extraordinaria para los que tienen el sello del Dios viviente". No hay nada en esto que todavía no sostengamos. El análisis de nuestras obras publicadas mostrará nuestra creencia de que los justos vivos recibirán el sello de Dios antes de la terminación del tiempo de gracia. También que ellos disfrutarán honores especiales en el reino de Dios. Abandono del sábado Se dice que el siguiente pasaje ha sido omitido de la visión relatada en las páginas 25 - 28 de Early Writings [corresponde a las páginas 32 - 35 de Primeros escritos]: "Si alguien creyó en el sábado y lo guardó, y recibió la bendición que lo acompaña, y luego lo abandonó y quebrantó los santos mandamientos, éste se cerrará a sí mismo las puertas de la santa ciudad tan ciertamente como que hay un Dios que rige los cielos en lo alto". Los que han visto claramente y aceptado plenamente la verdad del cuarto mandamiento, y han recibido la bendición que acompaña a la obediencia, pero que después renunciaron a su fe y se atrevieron a violar la ley de Dios, si persisten en ese sendero de desobediencia, encontrarán las puertas de la ciudad de Dios cerradas frente a ellos. El tiempo "casi ha terminado" Una declaración publicada en 1851, en Experience and Views [Experiencia y

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visiones] y que se encuentra en la 76 página 49 de Early Writings [corresponde a la página 58 de Primeros escritos] se cita para probar que mis testimonios son falsos "Vi que casi ha terminado el tiempo que Jesús debe pasar en el lugar santísimo, y que el tiempo sólo puede durar un poquito más" Tal como el asunto me fue presentado, el período de la ministración de Cristo parecía casi cumplido ¿Se me acusa de falsedad porque el tiempo ha continuado más de lo que mi testimonio parecía indicar? ¿Cómo es el caso en los testimonios de Cristo y sus discípulos? ¿Estaban engañados? Pablo escribió a los corintios: "Pero esto os digo, hermanos que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen" (1 Cor. 7: 29, 30) También en su Epístola a los Romanos dice: "La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz" (Rom. 13: 12). Y desde Patmos Cristo nos habla mediante el amado Juan : "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca" ( Apoc. 1: 3). "El Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto. ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro" (Apoc. 22: 6, 7) Los ángeles de Dios, en sus mensajes para los hombres, representan el tiempo como muy corto Así me ha sido siempre presentado Es cierto que el tiempo se ha extendido más de lo que esperábamos en los primeros días de este mensaje Nuestro Salvador no apareció tan pronto como lo esperábamos. Pero, ha fallado la palabra del 77 Señor? ¡Nunca! Debiera recordarse que las promesas y amenazas de Dios son igualmente condicionales. Dios ha confiado a su pueblo una obra que debe efectuarse en la tierra. Había de ser dado el mensaje del tercer ángel, las mentes de los creyentes habían de ser dirigidas al santuario celestial, donde Cristo ha entrado para hacer expiación por su pueblo. La reforma del día de reposo había de ser llevada adelante. Debe ser reparada la brecha en la ley de Dios. El mensaje debe ser proclamado con fuerte pregón para que todos los habitantes de la tierra puedan recibir la amonestación. El pueblo de Dios debe purificar su alma mediante la obediencia a la verdad y estar preparado para encontrarse con él sin falta, en su venida. Si después del gran chasco de 1844 los adventistas se hubiesen mantenido firmes en su fe, y unidos en la providencia de Dios que abría el camino, hubieran proseguido recibiendo el mensaje del tercer ángel y proclamándolo al mundo con el poder del Espíritu Santo, habrían visto la salvación de Dios y el Señor hubiera obrado poderosamente acompañando sus esfuerzos, se habría completado la obra y Cristo habría venido antes de esto para recibir a su pueblo y darle su recompensa. Pero muchos de los creyentes adventistas claudicaron en su fe en el período de duda e incertidumbre que siguió al chasco. Se introdujeron disensiones y

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divisiones. Por escrito y verbalmente, la mayoría se opuso a los pocos que, guiados por la providencia de Dios, recibieron la reforma del día de reposo y comenzaron a proclamar el mensaje del tercer ángel. Muchos que debieran haber dedicado su tiempo y talentos al único propósito de hacer resonar la amonestación por el mundo, quedaron absorbidos en su oposición a la verdad del sábado y, a su vez, el trabajo de sus defensores necesariamente se empleó en contestar a esos oponentes y defender la verdad. Así se estorbó la obra y el mundo fue dejado en tinieblas. Si todo el núcleo de 78 adventistas se hubiera unido en los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, ¡cuán inmensamente diferente habría sido nuestra historia ! No era la voluntad de Dios que se demorara así la venida de Cristo. Dios no tuvo el propósito de que su pueblo, Israel, vagara cuarenta años por el desierto. Prometió guiarlos directamente a la tierra de Canaán, y establecerlos allí como un pueblo santo, lleno de salud y feliz. Pero aquellos a quienes primero se les predicó, no entraron "a causa de incredulidad" (Heb. 3: 19). Sus corazones estuvieron llenos de murmuración, rebelión y odio, y Dios no pudo cumplir su pacto con ellos. Durante cuarenta años, la incredulidad, la murmuración y la rebelión impidieron la entrada del antiguo Israel en la tierra de Canaán. Los mismos pecados han demorado la entrada del moderno Israel en la Canaán celestial. En ninguno de los dos casos faltaron las promesas de Dios. La incredulidad, la mundanalidad, la falta de consagración y las contiendas entre el profeso pueblo de Dios nos han mantenido en este mundo de pecado y tristeza tantos años. Hay otros dos pasajes que se dice que se encuentran en mi primer libro pero que no aparecen en mis escritos posteriores. Sólo diré acerca de ellos que cuando pueda obtener un libro donde estén, de modo que pueda estar segura de la exactitud de las citas y pueda verlas por mí misma en su contexto, estaré preparada para hablar con conocimiento acerca de ellos. Burladores de los últimos días Desde el comienzo de mi obra, he sido perseguida por el odio, el reproche y la falsedad. Viles imputaciones y calumniosos informes han sido ávidamente reunidos y hechos circular ampliamente por los rebeldes, los formalistas y los fanáticos. Hay ministros de las así llamadas iglesias ortodoxas que viajan de un lugar a otro para hacer guerra 79 contra los adventistas del séptimo día y tienen a la Sra. de White como a su caballo de batalla. Los burladores de los últimos días son conducidos por estos ministros que profesan ser los centinelas de Dios. Se unen en su obra de atacar a la Sra. de White el mundo incrédulo los ministros de las iglesias caídas y los adventistas del primer día. Esta lucha ha seguido durante casi cuarenta años, pero no me he sentido en libertad de dedicar atención a sus ruines palabras, reproches e insinuaciones. Y no me apartaría ahora de esta costumbre, si no fuera porque algunas almas honradas pueden ser descarriadas por los enemigos de la verdad que tan jactanciosamente me declaran engañadora. Presento estas declaraciones con la esperanza de ayudar a los sinceros.

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No espero influir en los que, habiendo visto la luz de la verdad rehusan prestarle atención, los que se han entregado al prejuicio y han parapetado su alma en la incredulidad. Jesús, la Majestad del cielo que era igual a Dios, estuvo en el mundo 33 años, y sin embargo sólo hubo pocos que reconocieron su carácter divino. Y yo, que soy una criatura humana tan débil, tan indigna y tan frágil, ¿puedo esperar mayor éxito que el que recibió el Salvador del mundo? Cuando por primera vez me entregué a esta obrar para ir adonde el Señor me ordenara, para hablar los mensajes que me diera para la gente, yo sabía que encontraría oposición, reproche, persecución. No me he chasqueado. Si hubiese dependido del aplauso humano hace mucho que me hubiera desanimado. Pero acudí a Jesús y vi que él, que fue intachable, fue atacado por lenguas calumniosas. Los que pretendían ser muy piadosos, siguieron como espías la conducta del Salvador, e hicieron todo lo que pudieron para obstruir su sendero. Pero aunque él era todopoderoso, no castigó a sus adversarios como merecían sus pecados. Podría haber lanzado contra ellos los proyectiles de su venganza, pero no lo hizo. Les aplicó severísimos reproches 80 por su hipocresía y corrupción, y cuando sus mensajes fueron rechazados y su vida fue amenazada, serenamente fue a otro lugar para hablar las palabras de vida. En mi debilidad, he tratado de seguir el ejemplo de mi Salvador. Enemistad contra los defensores de la verdad ¡Cuán ávidamente procuraban los fariseos demostrar que Cristo era un engañador! ¡Cómo observaban cada palabra suya procurando torcer y tergiversar todos sus dichos! El orgullo, el prejuicio y la pasión cerraron todos los accesos de su alma contra el testimonio del Hijo de Dios. Cuando claramente reprochó su iniquidad y declaró que sus obras probaban que eran hijos de Satanás, con ira le arrojaron en respuesta la acusación que decía: "¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio?' Todos los argumentos con que se acosó a Cristo fueron falsos. Así fue en el caso de Esteban y de Pablo. Pero las declaraciones más débiles y más irrazonables presentadas del lado del error tuvieron su influencia porque había muchos cuyo corazón no estaba santificado, que deseaban que esas declaraciones fueran verdaderas. Los tales siempre están ansiosos de aferrarse de cualquier supuesto error o equivocación de los que les presentan la verdad desagradable. No debiera sorprendernos cuando las malas conjeturas son ávidamente empuñadas como hechos indudables por aquellos que sienten inclinación hacia la falsedad. Los opositores de Cristo fueron vez tras vez confundidos y silenciados por la sabiduría de las palabras de él. Sin embargo, todavía escuchaban ansiosamente cada rumor y buscaban algún pretexto para acosarlo con preguntas contenciosas. Estaban determinados a no abandonar su propósito. Bien sabían que si Jesús continuaba con su obra, muchos creerían en él y los escribas y fariseos perderían su poder sobre el pueblo. Por lo tanto, estuvieron dispuestos a rebajarse hasta emplear cualquier medida vil o despreciable para realizar 81 sus

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malignas intenciones contra Jesús. Odiaban a los herodianos, y sin embargo se unieron con esos enemigos inveterados a fin de idear algún plan para deshacerse de Cristo. Tal fue el espíritu con el que hicieron frente al Hijo de Dios aquellos que él vino a salvar. Cualquiera de los que tratan de obedecer a Dios y de llevar al mundo el mensaje de su verdad, ¿puede esperar una recepción más favorable que la que le fue dada a Cristo? No tengo mala voluntad hacia los que procuran invalidar el mensaje que Dios ha dado para reprochar, advertir y animar a su pueblo. Pero, como embajadora de Cristo, debo levantarme en defensa de la verdad. ¿Quiénes son los que con tanto celo se alistan contra mí? ¿Son los puros y santos hijos de la fe? ¿Han nacido de nuevo? ¿Son participantes de la naturaleza divina? ¿Aman a Jesús y manifiestan su espíritu de mansedumbre y humildad? "Por sus frutos los conoceréis" (Mat. 7: 20). ¿Se asemejan a los primeros discípulos o a aquellos astutos escribas y fariseos que estaban constantemente vigilando para entrampar a Cristo con sus palabras? Notad el astuto proceder de esos antiguos opositores de la fe: cómo los doctores, sacerdotes, escribas y magistrados se combinaban para encontrar algo contra Aquel que era la luz del mundo. Y ¿por qué estaban tan decididos a condenar a Cristo? No amaban sus doctrinas y preceptos, y estaban molestos porque veían que la atención de la gente se volvía hacia Jesús y se apartaba de sus anteriores dirigentes. La naturaleza humana es todavía la naturaleza humana. No se engañen a sí mismos con la creencia de que están prestando un servicio a Dios los que tratan de estorbar mi camino y destruir la influencia de mis palabras. Están sirviendo a otro amo, y serán recompensados de acuerdo con su obra. La rebelión existirá mientras exista Satanás. Los que son movidos por su espíritu, no discernirán el Espíritu de 82 Dios ni escucharán su voz hasta que salga la orden: "El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía" (Apoc. 22: 11). Espero hacer frente a la malignidad de los que desprecian la luz que a Dios le plugo darme. Suficientes evidencias para los de corazón sincero El plan de Dios es presentar suficiente evidencia del carácter divino de su obra para convencer a todos los que honradamente desean conocer la verdad. Pero él nunca suprime toda oportunidad de dudar. Todos los que desean dudar y cavilar, encontrarán ocasión de hacerlo. Compadezco a los que marchan en el sendero de la duda y la incredulidad. Si pudiera, los ayudaría gozosamente, pero la experiencia pasada me da poca esperanza de que jamás vengan a la luz. Ningún acopio de evidencia convencerá a los hombres de la verdad mientras no estén dispuestos a rendir su orgullo, someter su naturaleza carnal y convertirse en alumnos de la escuela de Cristo. La terquedad y el orgullo de sus propias opiniones inducen a muchos a rechazar la luz del cielo. Se aferran a ideas favoritas, a interpretaciones fantásticas de las Escrituras y a peligrosas herejías. Y si se presenta un testimonio para corregir

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esos errores, se apartarán descontentos como muchos lo hicieron en los días de Cristo. No importa cuán impecables sean el carácter y la vida de los que presentan a la gente los mensajes de Dios. Esto no les da autoridad. ¿Y por qué? Porque dicen la verdad a la gente. Este es mi pecado, hermanos. Pero si circula un informe falso, si por alguna inferencia o conjetura, una acusación es lanzada contra el carácter de la embajadora de Cristo, ¡con qué absurda credulidad es recibida! ¡Cuántos están listos para magnificar y propagar la calumnia! Los tales están revelando su carácter verdadero.83 "El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios" (Juan 8: 47). La calumnia y el reproche serán la recompensa de los que defiendan la verdad como está en Jesús. "Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución" (2 Tim. 3: 12). Los que dan un franco testimonio contra el pecado, tan ciertamente serán aborrecidos como lo fue el Maestro que les dio esa obra para hacerla en su nombre. Al igual que Cristo, serán llamados enemigos de la iglesia y de la religión, y mientras más fervientes y leales sean sus esfuerzos para honrar a Dios, más amarga será la enemistad de los impíos e hipócritas. Pero no nos debemos desanimar cuando seamos tratados así. Proseguiré con mi obra Quizá seamos llamados "faltos de juicio y necios", fanáticos y aun locos. Quizá se diga de nosotros como se dijo de Cristo: "Demonio tiene" (Juan 10: 20). Pero la obra que el Maestro nos ha dado para realizar, es todavía nuestra obra. Debemos dirigir la mente a Jesús sin buscar alabanza u honor de los hombres sino entregándonos a Aquel que juzga rectamente. El sabe cómo ayudar a los que, mientras siguen en las pisadas de Jesús, sufren en cierto grado el reproche que él soportó. Fue tentado en todo como nosotros lo somos, para que supiera socorrer a los que son tentados. No importa qué interpretación errónea sea dada a mi testimonio por los que profesan justicia, y sin embargo no conocen a Dios, seguiré adelante humildemente con mi obra. Hablaré las palabras que Dios me da para animar, reprochar y advertir. No queda sino un pequeño resto de mi vida en la tierra. Realizaré con fidelidad, por la gracia de Dios, la obra que mi Padre me ha dado, sabiendo que todas mis acciones deben soportar el escudriñamiento de Jehová (Manuscrito 4, 1883).84 Obreros evangélicos, pp. 123-125. EL TACTO En la obra de ganar almas, se necesita mucho tacto y sabiduría. El Salvador no suprimió nunca la verdad, sino que la declaró siempre con amor. En su trato con los demás, él manifestaba el mayor tacto, y era siempre bondadoso y reflexivo. Nunca fue rudo, nunca dijo sin necesidad una palabra severa, nunca

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causó pena innecesaria a un alma sensible. No censuró la debilidad humana. Denunció sin reparos la hipocresía, incredulidad e iniquidad, pero había lágrimas en su voz cuando pronunciaba sus penetrantes reprensiones. Nunca hizo cruel la verdad, sino que manifestó siempre profunda ternura hacia la humanidad. Cada alma era preciosa a su vista. Se portaba con divina dignidad y se inclinaba con la más tierna compasión y consideración sobre cada miembro de la familia de Dios. En todos veía almas que era su misión salvar. La Discreción de Pablo El Predicador no debe pensar que se ha de decir toda la verdad a los incrédulos en toda ocasión. Debe estudiar con cuidado cuándo debe hablar, qué debe decir, y qué debe callar. Esto no es practicar el engaño; es obrar como obraba Pablo. "Siendo libre para con todos -escribió a los corintios-, me he hecho siervo de todos por ganar a más. Heme hecho a los judíos como judío, por ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no sea sujeto a la ley) como sujeto a la ley, por ganar a los que están sujetos a la ley; a los que son sin ley, como si yo fuera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, mas en la 124 ley de Cristo), por ganar a los que estaban sin ley. Me he hecho a los flacos flaco, por ganar a los flacos: a todos me he hecho todo, para que de todo punto salve a algunos." * Pablo no se dirigía a los judíos de un modo que despertase sus prejuicios. No les decía primero que debían creer en Jesús de Nazaret; sino que se espaciaba en las profecías que hablaban de Cristo, de su misión y obra. Paso a paso llevaba a sus oyentes hacia adelante, y les demostraba la importancia de honrar la ley de Dios. Rendía el debido honor a la ley ceremonial, demostrando que Cristo era quien había instituido la dispensación judaica y el servicio de sacrificios. Luego los traía hasta el primer advenimiento del Redentor, y les demostraba que en la vida y muerte de Cristo se habla cumplido toda especificación del servicio de sacrificios. Al hablar a los gentiles, Pablo ensalzaba a Cristo, presentándoles luego las imposiciones vigentes de la ley. Demostraba cómo la luz reflejada por la cruz del Calvario daba significado y gloria, a toda la dispensación judaica. Así variaba el apóstol su manera de trabajar, y adaptaba el mensaje a las circunstancias en que se veía colocado. Después de trabajar pacientemente, obtenía gran éxito; aunque eran muchos los que no querían ser convencidos. Algunos hay hoy día que no serán convencidos por ningún método de presentar la verdad; y el que trabaja para Dios debe estudiar cuidadosamente los mejores métodos, a fin de no despertar prejuicios ni espíritu combativo. En esto han fracasado algunos. Siguiendo sus inclinaciones naturales, cerraron puertas por las cuales podrían,125 con un diferente método de obrar, haber hallado acceso a ciertos corazones, y por éstos a otros. Los obreros de Dios deben ser hombres de muchas fases; es decir, deben tener amplitud de carácter. No han de ser hombres de una sola idea, estereotipados

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en su manera de trabajar, incapaces de ver que su defensa de la verdad debe variar según la clase de gente entre la cual trabajan y las circunstancias a las cuales deben hacer frente. Al predicador le toca hacer una obra delicada al encarar el desvío, la amargura y la oposición. Más que los demás, necesita él aquella sabiduría que "primeramente es pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, no juzgadora, no fingida." * Así como el rocío y la lluvia descienden suavemente sobre las plantas agostadas, han de caer suavemente sus palabras cuando proclama la verdad. Ha de ganar almas, no repelerlas. Ha de procurar ser hábil cuando no haya reglas que rijan el caso. Muchas almas han sido desviadas en la mala dirección, y así se han perdido para la causa de Dios, por falta de habilidad y sabiduría de parte del obrero. El tacto y el buen criterio centuplican la utilidad del obrero. Si él dice las palabras apropiadas a la ocasión, y manifiesta el debido espíritu, ejercerá un poder convincente sobre el corazón de aquel a quien trata de ayudar. En Campos Nuevos. Al trabajar en un campo nuevo, no creáis que es vuestro deber decir en seguida a la gente: Somos adventistas del séptimo día; creemos que el séptimo día 126 es el día de reposo; no creemos en la inmortalidad del alma. Esto levantaría a menudo una formidable barrera entre vosotros y aquellos a quienes quisierais alcanzar. Habladles, cuando tengáis oportunidad, de puntos, de doctrinas acerca de los cuales podáis estar de acuerdo con ellos. Espaciaos en la necesidad de la piedad práctica. Dadles evidencia de que sois cristianos, de que deseáis la paz, y de que amáis sus almas. Dejadles ver que sois concienzudos. Así ganaréis su confianza; y luego habrá bastante tiempo para las doctrinas. Ganad el corazón, preparad el terreno, y luego sembrad la semilla, presentando con amor la verdad tal cual es en Jesús. Dios ayudará seguramente a aquellos que, le piden sabiduría. No hemos de, esperar hasta que las oportunidades se nos presenten; debemos buscarlas, y estar siempre listos para dar razón de la esperanza que está en nosotros. Si el obrero mantiene su corazón elevado en oración, Dios le ayudará a decir palabras oportunas en la ocasión apropiada.

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