Notas de Elena de White leccion 7 III Trim. 2011

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Notas de E. G. White Lección 7 - La adoración en los Salmos Sábado 6 de agosto Los salmos de David pasan por toda la gama de la experiencia humana, desde las profundidades del sentimiento de culpabilidad y condenación de sí hasta la fe más sublime y la más exaltada comunión con Dios. La historia de su vida muestra que el pecado no puede traer sino vergüenza y aflicción, pero que el amor de Dios y su misericordia pueden alcanzar hasta las más hondas profundidades, que la fe elevará el alma arrepentida hasta hacerle compartir la adopción de los hijos de Dios. De todas las promesas que con- tiene su Palabra, es uno de los testimonios más poderosos en favor de la fidelidad, la justicia y la misericordia del pacto de Dios... Gloriosas fueron las promesas hechas a David y a su casa. Eran promesas que señalaban hacia el futuro, hacia las edades eternas, y encontraron la plenitud de su cumplimiento en Cristo (Conflicto y valor, p. 187). David, en la belleza y el vigor de su juventud, se preparaba para ocupar una elevada posición entre los más nobles de la tierra. Empleaba sus talentos, como dones preciosos de Dios, para alabar la gloria del divino Dador. Las oportunidades que tenía de entregarse a la contemplación y la meditación sirvieron para enriquecerse con aquella sabiduría y piedad que hicieron de él el amado de Dios y de los ángeles. Mientras contemplaba las perfecciones de su Creador, se revelaban a su alma concepciones más claras de Dios. Temas que antes le eran obscuros, se aclaraban para él con luz meridiana, se allanaban las dificultades, se armonizaban las perplejidades, y cada nuevo rayo de luz le arrancaba nuevos arrobamientos e himnos más dulces de devoción, para gloria de Dios y del Redentor. El amor que le inspiraba, los dolores que le oprimían, los triunfos que le acompañaban, eran temas para su pensamiento activo; y cuando contemplaba el amor de Dios en todas las providencias de su vida, el corazón le latía con adoración y gratitud más fervientes, su voz resonaba en una melodía más rica y más dulce; su arpa era arrebatada con un gozo más exaltado; y el pastorcillo procedía de fuerza en fuerza, de sabiduría en sabiduría; pues el Espíritu del Señor le acompañaba (Patriarcas y profetas, p. 695).

Notas de E. G. White Lección 7 - Adorad a Jehová, nuestro Creador

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El deber de adorar a Dios estriba en la circunstancia de que él es el Creador, y que a él es a quien todos los demás seres deben su existencia. Y cada vez que la Biblia presenta el derecho de Jehová a nuestra reverencia y adoración con preferencia a los dioses de los paganos, menciona las pruebas de su poder creador. "Todos los dioses de los pueblos son

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Domingo 7 de agosto


ídolos; mas Jehová hizo los cielos" (Salmo 96:5). "¿A quién pues me compararéis, para que yo sea como él? dice el Santo. ¡Levantad hacia arriba vuestros ojos, y ved! ¿Quién creó aquellos cuerpos celestes?" "Así dice Jehová, Creador de los cielos (él solo es Dios), el que formó la tierra y la hizo... ¡Yo soy Jehová, y no hay otro Dios!" (Isaías 40:25, 26; 45:18, V.M.). Dice el salmista: "Reconoced que Jehová él es Dios: él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos". "¡Venid, postrémonos, y encorvémonos; arrodillémonos ante Jehová nuestro Hacedor!" (Salmos 100:3; 95:6, V.M.). Y los santos que adoran a Dios en el cielo dan como razón del homenaje que le deben: "¡Digno eres tú, Señor nuestro y Dios nuestro, de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas!" (Apocalipsis 4:11, V.M.) (El conflicto de los siglos, p. 489). La observancia del sábado es la línea de demarcación entre el que sirve a Dios y el que no le sirve. Es el gran monumento de que en seis días creó los cielos y la tierra, "Y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo". Es su recordativo para preservar entre todas las naciones el conocimiento claro, definido e inequívoco de que él es el verdadero Dios por encima de todos los dioses falsos. Dios le ha dado a los seres humanos seis días en los cuales trabajar y hacer sus obras. En el día que él se reservó como santo, los seres humanos debieran adorarlo como el Creador de los cielos y la tierra. Esta porción de tiempo fue especialmente apartada para el descanso y la adoración, a fin de que eleven su mirada a los cielos y la tierra para honrar, alabar y adorar al Dios que creó todas las cosas por medio de Jesucristo (Manus- cript Releases, tomo 18, pp. 31, 32). Dice el salmista: "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje ni palabras, ni es oída su voz" (Salmo 19:1-3). Algunos quizá supongan que estas grandes cosas del mundo natural son Dios. No son Dios. Todas esas maravillas de los cielos tan solo están haciendo la obra que les ha sido señalada. Son los instrumentos de Dios. Dios es quién vigila la marcha de todas las cosas, así como fue su Creador. El Ser Divino se ocupa en sostener las cosas que ha creado. La misma mano que sostiene y equilibra las montañas en su posición, guía los mundos en su misteriosa marcha alrededor del sol (Mensajes selectos, tomo 1, p. 345).

Notas de E. G. White Lección 7 - Juicio desde su Santuario

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Dios permite que los malvados prosperen y manifiesten su enemistad contra él, para que cuando hayan llenado la medida de su iniquidad, iodos puedan ver la justicia y la misericordia de Dios en la completa destrucción de aquéllos. Pronto llega el día de la venganza del Señor, cuando todos los que hayan transgredido su ley y oprimido a su pueblo recibirán la justa recompensa de sus actos; cuando todo acto de crueldad o de injusticia contra los fíeles de Dios será castigado como si hubiera sido hecho contra Cristo mis- mo (El conflicto de los siglos, p. 52). Hay momentos, cuando los siervos de Dios que enfrentan la adversidad y las penas, se

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Lunes 8 de agosto


desaniman y desalientan. Al comparar sus circunstancias con la prosperidad de aquellos que no piensan en las cosas eternas, se sienten, agraviados y comienzan a murmurar y reprocharse su suerte. Parecen considerar que Dios está bajo la obligación de bendecirlos y prosperarlos. Cuando enfrentan pruebas, entonces se tornan rebeldes y miran con envidia a los impíos que florecen en medio de su iniquidad, y hasta les parece que la condición de ellos es preferible a la propia. Estos pensamientos de amargura son traídos a la mente por el engañador de la humanidad. El se deleita en producir rebelión en los corazones de los hijos de Dios porque sabe que los debilita y los transforma en una fuente de deshonra para su Dios. Quiere que piensen que es en vano servir a Dios, porque los que no toman en cuenta los reclamos del cielo son más favorecidos que los que se esfuerzan por obedecer los mandamientos de Dios. El salmista David tuvo esta experiencia. Cuando vio la condición floreciente de los malvados, tuvo envidia de sus éxitos, y dijo: "He aquí estos impíos, sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas. Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia; pues he sido azotado todo el día, y castigado todas las mañanas" (Salmo 73:12-14). Pero cuando fue al santuario y entró en comunión con Dios, ya no deseaba la suerte de los malvados porque se dio cuenta que sus placeres eran efímeros y su destrucción finalmente llegaría. Entonces su espíritu rebelde se inclinó en humilde sumisión a Dios y su envidia no tuvo más lugar en su corazón. Declaró: "Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria" (versículo 24). Se dio cuenta que el ser guiado por el Señor era de un valor más infinito que la prosperidad temporal del mundo, porque el camino del Señor guía los pasos por sendas de justicia que llevan a la gloria eterna (Signs of the Times, 3 de febrero, 1888). Aquel que se ha desempeñado como nuestro intercesor, que oye todas las oraciones y confesiones de arrepentimiento, que está representado con un arco iris rodeando su cabeza, símbolo de gracia y amor, pronto terminará su obra en el Santuario celestial. La gracia y la misericordia dejarán entonces el trono, y la justicia tomará su lugar. Aquel a quien han buscado sus hijos, ocupará el lugar que le corresponde: la investidura de Juez Supremo (Comentario bíblico adventista, tomo 7, p. 1000).

Notas de E. G. White Lección 7 - "Como las bestias que perecen"

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Dios ha hecho a los hombres sus mayordomos y a él no se le puede culpar del sufrimiento, la miseria, la desnudez y la necesidad de la humanidad. El Señor ha hecho amplia provisión para todos. Él ha dado a miles de hombres gran provisión con la cual mitigar la necesidad de sus prójimos. Pero aquellos a quienes Dios ha hecho sus mayordomos no han

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Martes 9 de agosto


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soportado la prueba, pues ellos han dejado sin aliviar a los dolientes y necesitados. Cuando los hombres que han sido abundantemente bendecidos por el cielo con mucha riqueza fallan en llevar adelante los designios de Dios y no alivian al pobre y al oprimido, el Señor se desagrada y seguramente los visitará [con su castigo]. No tienen excusa por retener la ayuda que Dios ha puesto en su poder para dar a sus prójimos, y se deshonra a Dios. Su carácter es mal interpretado por Satanás, y es representado como un juez duro que acarrea sufrimiento sobre las criaturas que ha creado. Esta mala interpretación del carácter de Dios está hecha como para que parezca verdad y de esta manera, como consecuencia de la tentación del enemigo, el corazón de los hombres es endurecido contra Dios. Satanás culpa a Dios el mal que él mismo ha causado al hacer que los hombres retengan sus recursos y no los den a los que sufren. El atribuye a Dios sus propias características. Si los hombres cumplieran con su deber como mayordomos fieles de los bienes del Señor, no habría el clamor por pan, ni el sufrimiento por la miseria, ni la desnudez y la necesidad. La infidelidad de los hombres trae el estado de sufrimiento en el que la humanidad está hundida. Si aquellos a quienes Dios ha hecho sus mayordomos tan solo emplearan los bienes del Señor para el objeto con el cual se los dio, este estado de sufrimiento no existiría. El Señor prueba a los hombres dándoles una abundancia de cosas buenas, así como probó al hombre rico de la parábola. Si somos hallados in- fieles en el manejo de las riquezas: mundanales, ¿cómo nos podrá confiar las verdaderas riquezas? Aquellos que han permanecido firmes en la prueba en el mundo, que han sido hallados fieles, que han obedecido las palabras del Señor al ser misericordiosos usando sus medios para el progreso de su reino, oirán de los labios del Maestro: "Bien, buen siervo y fiel" (El ministerio de la bondad, pp. 18, 19). Esta parábola [del rico y Lázaro] presenta un contraste entre el rico que no ha hecho de Dios su sostén y el pobre que lo ha hecho. Cristo muestra que viene el tiempo en que será invertida la posición de las dos clases. Los que son pobres en los bienes de esta tierra, pero que confían en Dios y son pacientes en su sufrimiento, algún día serán exaltados por encima de los que ahora ocupan los puestos más elevados que puede dar el mundo, pero que no han rendido su vida a Dios (Palabras de vida del Gran Maestro, p. 205). A causa de que los ricos descuidan hacer la obra en favor de los pobres que Dios les asignó para que hicieran, desarrollan más orgullo, más suficiencia propia, más indulgencia para sí mismos y se les endurece el corazón. Ellos [los ricos] apartan a los pobres de sí por el hecho de ser pobres y de ese modo les dan motivo para sentirse envidiosos y celosos. Muchos llegan a la amargura y están saturados de odio hacia aquellos que lo tienen todo mientras ellos no tienen nada. Dios pesa las acciones, y todo aquel que sea infiel en su mayordomía, y que no haya remediado los males que estuvo en su poder remediar, no será tenido en cuenta en las cortes del cielo. Aquellos que sean indiferentes a la necesidad de los pobres serán considerados como administradores infieles y clasificados como enemigos de Dios y del hombre. Aquellos que malversan los medios que Dios les ha encomendado para ayudar precisamente a los que necesitan su ayuda, demuestran que no tienen conexión con Cristo, porque fallan en manifestar la ternura de Cristo hacia los que son menos afortunados (El ministerio de la bondad, pp. 21, 22).


Notas de E. G. White Lección 7 - La adoración y el Santuario Miércoles 10 de agosto

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Notas de E. G. White Lección 7 - ¡No sea que olvidemos!

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La ley de Dios, guardada como reliquia dentro del arca, era la gran regla de la rectitud y del juicio. Esa ley determinaba la muerte del transgresor; pero encima de la ley estaba el propiciatorio, donde se revelaba la presencia de Dios y desde el cual, en virtud de la expiación, se otorgaba perdón al pecador arrepentido. Así, en la obra de Cristo en favor de nuestra redención, simbolizada por el servicio del santuario, "la misericordia y la verdad se encontraron: la justicia y la paz se besaron" (Salmo 85:10). No hay palabras que puedan describir la gloria de la escena que se veía dentro del santuario, con sus paredes doradas que reflejaban la luz de los candeleras de oro, los brillantes colores de las cortinas ricamente bordadas con sus relucientes ángeles, la mesa y el altar del incienso refulgentes de oro; y más allá del segundo velo, el arca sagrada, con sus querubines místicos, y sobre ella la santa "shekinah", manifestación visible de la presencia de Jehová; pero todo esto era apenas un pálido reflejo de las glorias del templo de Dios en el cielo, que es el gran centro de la obra que se hace en favor de la redención del hombre (Patriarcas y profetas, p. 361). Todos los que servían en relación con el santuario eran educados constantemente acerca de la intervención de Cristo a favor de la raza humana. Ese servicio tenía el propósito de crear en cada corazón amor por la ley de Dios, que es la ley del reino divino. Las ofrendas de sacrificios habían de ser una lección objetiva del amor de Dios revelado en Cristo: en la víctima doliente, moribunda, que tomó sobre sí el pecado del cual era culpable el hombre, haciéndose pecado el Inocente por nosotros (Mensajes selectos, tomo 1, p. 274). Existe un solo canal de luz, pero siempre podemos acceder a él. Es el canal en el que fluyen corrientes de perdón, amor y misericordia que limpian la mancha más oscura y traen paz al más grande pecador. La ofrenda de sacrificios que ofrecían los judíos era un símbolo de Cristo cuya sangre fue derramada para la salvación del mundo. En el sistema de sacrificios, la verdad de la expiación debía impresionar las mentes de todos para que comprendieran que sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados. Muchos se preguntan el porqué de tantos sacrificios de sangre que Dios había ordenado en la dispensación antigua; era para enseñar a todo el mundo acerca de Cristo, la Víctima por las transgresiones humanas. La ofrenda por el pecado era la más solemne y sagrada, acompañada de una ceremonia impresionante en la que el sacerdote explicaba al pueblo todos los detalles, para que pudieran comprender que en el futuro el Hijo de Dios sería ofrecido por sus pecados. Esta es la verdad central del plan de salvación y debe ser repetida a menudo ante creyentes e incrédulos (Signs of the Times, 28 de agosto, 1893).


Jueves 11 de agosto

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Notas de E. G. White Lección 7 - Para estudiar y meditar

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Por varios medios el Señor ha querido preservar el conocimiento de su relación con los hijos de los hombres. Moisés, antes de morir, repitió a Israel los eventos más importantes de su historia y, a pedido de Dios, los escribió en sagrados textos para que las generaciones que vendrían pudieran repasar las gloriosas escenas de los triunfos de Israel, las asombrosas manifestaciones de su infinita majestad y poder, los divinos requerimientos y las amenazas y promesas, todo, envuelto en la belleza de la genialidad poética, para que la historia del trato de Dios con Israel no apareciera aburrida o repulsiva sino atractiva y entretenida. Se le requirió a Israel aprender de memoria esa historia poética y enseñársela a sus hijos y a los hijos de sus hijos. La congregación debía cantarla cuando se reunieran para el culto y entonarla cuando se dirigieran a sus trabajos cotidianos. Estas canciones no solamente eran históricas sino proféticas; registraban el maravilloso trato de Dios con su pueblo en el pasado y predecían los grandes eventos del futuro y la victoria final de los fieles cuando Cristo aparecería por segunda vez con poder y gloria. A los padres se les requería repetir estas palabras a sus hijos para que sus mentes susceptibles se impresionaran y nunca más las olvidaran [se cita Deuteronomio 31:19-21], Para las generaciones sucesivas, estos cantos proféticos explicarían los actos divinos y revelarían la causa de sus derrotas y su cautividad. Vindicarían la justicia de Dios y la inspiración de Moisés. Condenarían la maldad de Israel, pero a la vez serían un poder convincente para traerlos nuevamente a su alianza a Dios como la única esperanza de liberación. Y así como las doce piedras que erigió Josué en Gilgal serían un constante recordatorio del pacto que Israel había hecho con Dios y un testigo silencioso de su fidelidad o de su apostasía, también la canción de Moisés sería un testigo contra ellos si se separaban de Dios. Muchos de los israelitas no tenían acceso a los libros de Moisés, pero esa canción inspirada despertaría en sus mentes el deseo de conocer más acerca de los maravillosos actos de Dios con su pueblo mediante la palabra revelada. El ver la bondad de Dios hacia sus predecesores los llevaría a amarle, obedecerle y adorarle. Si fue necesario para el pueblo de Dios de la antigüedad recordar a menudo sus juicios y sus misericordias, su consejo y su reproche, es igualmente importante para nosotros meditar en las verdades de su Palabra; verdades que si son aceptadas nos santificarán y nos llevarán a la humildad, sumisión y obediencia a Dios. El trato de Dios con su pueblo en el pasado debiera recibir cuidadosa atención de nuestra parte para aprender las lecciones que se nos quiere enseñar. Y no debiéramos contentarnos con eso sino seguir paso a paso la dirección divina. La verdad es progresiva y aquel que la busca con fervor recibirá constantemente luz del cielo para saber cuál es la verdad (Signs of the Times, 26 de mayo, 1881).


Viernes 12 de agosto Patriarcas y profetas, pp. 24-33

Historia de los Patriarcas y Profetas

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"POR LA palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el espíritu de su boca. . . . Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió." "El fundó la tierra sobre sus basas; no será jamás removida." (Sal 33: 6, 9; 104: 5) Cuando salió de las manos del Creador, la tierra era sumamente hermosa. La superficie presentaba un aspecto multiforme, con montañas, colinas y llanuras, entrelazadas con magníficos ríos y bellos lagos. Pero las colinas y las montañas no eran abruptas y escarpadas, ni abundaban en ellas declives aterradores, ni abismos espeluznantes como ocurre ahora; las agudas y ásperas cúspides de la rocosa armazón de la tierra estaban sepultadas bajo un suelo fértil, que producía por doquiera una frondosa vegetación verde. No había repugnantes pantanos ni desiertos estériles. Agraciados arbustos y delicadas flores saludaban la vista por dondequiera. Las alturas estaban coronadas con árboles aun más imponentes que los que existen ahora. El aire, limpio de impuros miasmas, era claro y saludable. El paisaje sobrepujaba en hermosura los adornados jardines del más suntuoso palacio de la actualidad. La hueste angélica presenció la escena con deleite, y se regocijó en las maravillosas obras de Dios. Una vez creada la tierra con su abundante vida vegetal y animal, fue introducido en el escenario el hombre, corona de la creación para quien la hermosa tierra había sido aparejada. A él se le dio dominio sobre todo lo que sus ojos pudiesen mirar; pues, "dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree ... en toda 25 la tierra. Y crió Dios al hombre a su imagen, varón y hembra los crió." (Gén. 1: 26, 27) Aquí se expone con claridad el origen de la raza humana; y el relato divino está tan claramente narrado que no da lugar a conclusiones erróneas. Dios creó al hombre conforme a su propia imagen. No hay en esto misterio. No existe fundamento alguno para la suposición de que el hombre llegó a existir mediante un lento proceso evolutivo de las formas bajas de la vida animal o vegetal. Tales enseñanzas rebajan la obra sublime del Creador al nivel de las mezquinas y terrenales concepciones humanas. Los hombres están tan resueltos a excluir a Dios de la soberanía del universo que rebajan al hombre y le privan de la dignidad de su origen. El que colocó los mundos estrellados en la altura y

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CAPÍTULO 2 - La Creación


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coloreó con delicada maestría las flores del campo, el que llenó la tierra y los cielos con las maravillas de su potencia, cuando quiso coronar su gloriosa obra, colocando a alguien para regir la hermosa tierra, supo crear un ser digno de las manos que le dieron vida. La genealogía de nuestro linaje, como ha sido revelada, no hace remontar su origen a una serie de gérmenes, moluscos o cuadrúpedos, sino al gran Creador. Aunque Adán fue formado del polvo, era el "hijo de Dios." (Luc 3: 38, V.M.) Adán fue colocado como representante de Dios sobre los órdenes de los seres inferiores. Estos no pueden comprender ni reconocer la soberanía de Dios; sin embargo, fueron creados con capacidad de amar y de servir al hombre. El salmista dice: "Hicístelo enseñorear de las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: . . . asimismo las bestias del campo; las aves de los cielos, . . . todo cuanto pasa por los senderos de la mar." (Sal. 8: 6-8.) El hombre había de llevar la imagen de Dios, tanto en la semejanza exterior, como en el carácter. Sólo Cristo es "la misma imagen" del Padre (Heb. 1: 3); pero el hombre fue creado a semejanza de Dios. Su naturaleza estaba en armonía 26 con la voluntad de Dios. Su mente era capaz de comprender las cosas divinas. Sus afectos eran puros, sus apetitos y pasiones estaban bajo el dominio de la razón. Era santo y se sentía feliz de llevar la imagen de Dios y de mantenerse en perfecta obediencia a la voluntad del Padre. Cuando el hombre salió de las manos de su Creador, era de elevada estatura y perfecta simetría. Su semblante llevaba el tinte rosado de la salud y brillaba con la luz y el regocijo de la vida. La estatura de Adán era mucho mayor que la de los hombres que habitan la tierra en la actualidad. Eva era algo más baja de estatura que Adán; no obstante, su forma era noble y plena de belleza. La inmaculada pareja no llevaba vestiduras artificiales. Estaban rodeados de una envoltura de luz y gloria, como la que rodea a los ángeles. Mientras vivieron obedeciendo a Dios, este atavío de luz continuó revistiéndolos. Después de la creación de Adán, toda criatura viviente fue traída ante su presencia para recibir un nombre; vio que a cada uno se le había dado una compañera, pero entre todos ellos no había "ayuda idónea para él." Entre todas las criaturas que Dios había creado en la tierra, no había ninguna igual al hombre. "Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo, haréle ayuda idónea para él." (Gén. 2: 18.) El hombre no fue creado para que viviese en la soledad; había de tener una naturaleza sociable. Sin compañía, las bellas escenas y las encantadoras ocupaciones del Edén no hubiesen podido proporcionarle perfecta felicidad. Aun la comunión con los ángeles no hubiese podido satisfacer su deseo de simpatía y compañía. No existía nadie de la misma naturaleza y forma a quien amar y de quien ser amado. Dios mismo dio a Adán una compañera. Le proveyó de una "ayuda idónea para él," alguien que realmente le correspondía, una persona digna y apropiada para


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ser su compañera y que podría ser una sola cosa con él en amor y simpatía. Eva fue creada de una costilla tomada del costado 27 de Adán; este hecho significa que ella no debía dominarle como cabeza, ni tampoco debía ser humillada y hollada bajo sus plantas como un ser inferior, sino que más bien debía estar a su lado como su igual, para ser amada y protegida por él. Siendo parte del hombre, hueso de sus huesos y carne de su carne, era ella su segundo yo; y quedaba en evidencia la unión íntima y afectuosa que debía existir en esta relación. "Porque ninguno aborreció jamás a su propia carne, antes la sustenta y regala." "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y allegarse ha a su mujer, y serán una sola carne." (Efe 5: 29; Gén. 2: 24) Dios celebró la primera boda. De manera que la institución del matrimonio tiene como su autor al Creador del universo. "Honroso es en todos el matrimonio." (Heb. 13: 4.) Fue una de las primeras dádivas de Dios al hombre, y es una de las dos instituciones que, después de la caída, llevó Adán consigo al salir del paraíso. Cuando se reconocen y obedecen los principios divinos en esta materia, el matrimonio es una bendición: salvaguarda la felicidad y la pureza de la raza, satisface las necesidades sociales del hombre y eleva su naturaleza física, intelectual y moral. "Y había Jehová Dios plantado un huerto en Edén al oriente, y puso allí al hombre que había formado." (Gén. 2: 8.) Todo lo que hizo Dios tenía la perfección de la belleza, y nada que contribuyese a la felicidad de la santa pareja parecía faltar; sin embargo, el Creador les dio todavía otra prueba de su amor, preparándoles especialmente un huerto para que fuese su morada. En este huerto había árboles de toda variedad, muchos de ellos cargados de fragantes y deliciosas frutas. Había hermosas plantas trepadoras, como vides, que presentaban un aspecto agradable y hermoso, con sus ramas inclinadas bajo el peso de tentadora fruta de los más ricos y variados matices. El trabajo de Adán y Eva debía consistir en formar cenadores o albergues con las ramas de las vides, haciendo así su propia morada con árboles vivos cubiertos de follaje y 28 frutos. Había en profusión y prodigalidad fragantes flores de todo matiz. En medio del huerto estaba el árbol de la vida que aventajaba en gloria y esplendor a todos los demás árboles. Sus frutos parecían manzanas de oro y plata, y tenían el poder de perpetuar la vida. La creación estaba ahora completa. "Y fueron acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento." "Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera." (Gén. 2: 1; 1: 31.) El Edén florecía en la tierra. Adán y Eva tenían libre acceso al árbol de la vida. Ninguna mácula de pecado o sombra de muerte desfiguraba la hermosa creación. "Las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios." (Job 38: 7) El gran Jehová había puesto los fundamentos de la tierra; había vestido a todo el mundo con un manto de belleza, y había colmado el mundo de cosas útiles para


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el hombre; había creado todas las maravillas de la tierra y del mar. La gran obra de la creación fue realizada en seis días. "Y acabó Dios en el día séptimo su obra que hizo, y reposó el día séptimo de toda su obra que había hecho. Y bendijo Dios al día séptimo, y santificólo, porque en él reposó de toda su obra que había Dios criado y hecho." (Gén. 2: 2, 3) Dios miró con satisfacción la obra de sus manos. Todo era perfecto, digno de su divino Autor; y él descansó, no como quien estuviera fatigado, sino satisfecho con los frutos de su sabiduría y bondad y con las manifestaciones de su gloria. Después de descansar el séptimo día, Dios lo santificó; es decir, lo escogió y apartó como día de descanso para el hombre. Siguiendo el ejemplo del Creador, el hombre había de reposar durante este sagrado día, para que, mientras contemplara los cielos y la tierra, pudiese reflexionar sobre la grandiosa obra de la creación de Dios; y para que, mientras mirara las evidencias de la sabiduría y bondad de Dios, su corazón se llenase de amor y reverencia hacia su Creador. Al bendecir el séptimo día en el Edén, Dios estableció un 29 recordativo de su obra creadora. El sábado fue confiado y entregado a Adán, padre y representante de toda la familia humana. Su observancia había de ser un acto de agradecido reconocimiento de parte de todos los que habitasen la tierra, de que Dios era su Creador y su legítimo soberano, de que ellos eran la obra de sus manos y los súbditos de su autoridad. De esa manera la institución del sábado era enteramente conmemorativa, y fue dada para toda la humanidad. No había nada en ella que fuese obscuro o que limitase su observancia a un solo pueblo. Dios vio que el sábado era esencial para el hombre, aun en el paraíso. Necesitaba dejar a un lado sus propios intereses y actividades durante un día de cada siete para poder contemplar más de lleno las obras de Dios y meditar en su poder y bondad. Necesitaba el sábado para que le recordase más vivamente la existencia de Dios, y para que despertase su gratitud hacia él, pues todo lo que disfrutaba y poseía procedía de la mano benéfica del Creador. Dios quiere que el sábado dirija la mente de los hombres hacia la contemplación de las obras que él creó. La naturaleza habla a sus sentidos, declarándoles que hay un Dios viviente, Creador y supremo Soberano del universo. "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y la expansión denuncia la obra de sus manos. El un día emite palabra al otro día, y la una noche a la otra noche declara sabiduría." (Sal. 19: 1, 2.) La belleza que cubre la tierra es una demostración del amor de Dios. La podemos contemplar en las colinas eternas, en los corpulentos árboles, en los capullos que se abren y en las delicadas flores. Todas estas cosas nos hablan de Dios. El sábado, señalando siempre hacia el que lo creó todo, manda a los hombres que abran el gran libro de la naturaleza y escudriñen allí la sabiduría, el poder y el amor del Creador. Nuestros primeros padres, a pesar de que fueron creados inocentes y santos, no fueron colocados fuera del alcance del pecado. Dios los hizo entes morales


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libres, capaces de apreciar 30 y comprender la sabiduría y benevolencia de su carácter y la justicia de sus exigencias, y les dejó plena libertad para prestarle o negarle obediencia. Debían gozar de la comunión de Dios y de los santos ángeles; pero antes de darles seguridad eterna, era menester que su lealtad se pusiese a prueba. En el mismo principio de la existencia del hombre se le puso freno al egoísmo, la pasión fatal que motivó la caída de Satanás. El árbol del conocimiento, que estaba cerca del árbol de la vida, en el centro del huerto, había de probar la obediencia, la fe y el amor de nuestros primeros padres. Aunque se les permitía comer libremente del fruto de todo otro árbol del huerto, se les prohibía comer de éste, so pena de muerte. También iban a estar expuestos a las tentaciones de Satanás; pero si soportaban con éxito la prueba, serían colocados finalmente fuera del alcance de su poder, para gozar del perpetuo favor de Dios. Dios puso al hombre bajo una ley, como condición indispensable para su propia existencia. Era súbdito del gobierno divino, y no puede existir gobierno sin ley. Dios pudo haber creado al hombre incapaz de violar su ley; pudo haber detenido la mano de Adán para que no tocara el fruto prohibido, pero en ese caso el hombre hubiese sido, no un ente moral libre, sino un mero autómata. Sin libre albedrío, su obediencia no habría sido voluntaria, sino forzada. No habría sido posible el desarrollo de su carácter. Semejante procedimiento habría sido contrario al plan que Dios seguía en su relación con los habitantes de los otros mundos. Hubiese sido indigno del hombre como ser inteligente, y hubiese dado base a las acusaciones de Satanás, de que el gobierno de Dios era arbitrario. Dios hizo al hombre recto; le dio nobles rasgos de carácter, sin inclinación hacia lo malo. Le dotó de elevadas cualidades intelectuales, y le presentó los más fuertes atractivos posibles para inducirle a ser constante en su lealtad. La obediencia, perfecta y perpetua, era la condición para la felicidad eterna. 31 Cumpliendo esta condición, tendría acceso al árbol de la vida. El hogar de nuestros primeros padres había de ser un modelo para cuando sus hijos saliesen a ocupar la tierra. Ese hogar, embellecido por la misma mano de Dios, no era un suntuoso palacio. Los hombres, en su orgullo, se deleitan en tener magníficos y costosos edificios y se enorgullecen de las obras de sus propias manos; pero Dios puso a Adán en un huerto. Esta fue su morada. Los azulados cielos le servían de techo; la tierra, con sus delicadas flores y su alfombra de animado verdor, era su piso; y las ramas frondosas de los hermosos árboles le servían de dosel. Sus paredes estaban engalanadas con los adornos más esplendorosos, que eran obra de la mano del sumo Artista. En el medio en que vivía la santa pareja, había una lección para todos los tiempos; a saber, que la verdadera felicidad se encuentra, no en dar rienda suelta al orgullo y al lujo, sino en la comunión con Dios por medio de sus obras creadas. Si los hombres pusiesen menos atención en lo superficial y cultivasen


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más la sencillez, cumplirían con mayor plenitud los designios que tuvo Dios al crearlos. El orgullo y la ambición jamás se satisfacen, pero aquellos que realmente son inteligentes encontrarán placer verdadero y elevado en las fuentes de gozo que Dios ha puesto al alcance de todos. A los moradores del Edén se les encomendó el cuidado del huerto, para que lo labraran y lo guardasen. Su ocupación no era cansadora, sino agradable y vigorizadora. Dios dio el trabajo como una bendición con que el hombre ocupara su mente, fortaleciera su cuerpo y desarrollara sus facultades. En la actividad mental y física, Adán encontró uno de los Placeres más elevados de su santa existencia. Cuando, como resultado de su desobediencia, fue expulsado de su bello hogar, y cuando, para ganarse el pan de cada día, fue forzado a luchar con una tierra obstinada, ese mismo trabajo, aunque muy distinto de su agradable ocupación en el huerto, le sirvió de salvaguardia contra la tentación y como fuente de felicidad. 32 Están en gran error los que consideran el trabajo como una maldición, si bien éste lleva aparejados dolor y fatiga. A menudo los ricos miran con desdén a las clases trabajadoras; pero esto está enteramente en desacuerdo con los designios de Dios al crear al hombre. ¿Qué son las riquezas del más opulento en comparación con la herencia dada al señorial Adán? Sin embargo, éste no había de estar ocioso. Nuestro Creador, que sabe lo que constituye la felicidad del hombre, señaló a Adán su trabajo. El verdadero regocijo de la vida lo encuentran sólo los hombres y las mujeres que trabajan. Los ángeles trabajan diligentemente; son ministros de Dios en favor de los hijos de los hombres. En el plan del Creador, no cabía la práctica de la indolencia que estanca al hombre. Mientras permaneciesen leales a Dios, Adán y su compañera iban a ser los señores de la tierra. Recibieron dominio ilimitado sobre toda criatura viviente. El león y la oveja triscaban pacíficamente a su alrededor o se echaban junto a sus pies. Los felices pajarillos revoloteaban alrededor de ellos sin temor alguno; y cuando sus alegres trinos ascendían alabando a su Creador, Adán y Eva se unían a ellos en acción de gracias al Padre y al Hijo. La santa pareja eran no sólo hijos bajo el cuidado paternal de Dios, sino también estudiantes que recibían instrucción del omnisciente Creador. Eran visitados por los ángeles, y se gozaban en la comunión directa con su Creador, sin ningún velo obscurecedor de por medio. Se sentían pletóricos del vigor que procedía del árbol de la vida y su poder intelectual era apenas un poco menor que el de los ángeles. Los misterios del universo visible, "las maravillas del Perfecto en sabiduría" (Job 37: 16), les suministraban una fuente inagotable de instrucción y placer. Las leyes y los procesos de la naturaleza, que han sido objeto del estudio de los hombres durante seis mil años, fueron puestos al alcance de sus mentes por el infinito Forjador y Sustentador de todo. Se entretenían con las hojas, las flores y los árboles, descubriendo en cada uno 33 de ellos los secretos de su


vida. Toda criatura viviente era familiar para Adán, desde el poderoso leviatán que juega entre las aguas hasta el más diminuto insecto que flota en el rayo del sol. A cada uno le había dado nombre y conocía su naturaleza y sus costumbres. La gloria de Dios en los cielos, los innumerables mundos en sus ordenados movimientos, "las diferencias de las nubes" (Job 37: 16), los misterios de la luz y del sonido, de la noche y el día, todo estaba al alcance de la comprensión de nuestros primeros padres. El nombre de Dios estaba escrito en cada hoja del bosque, y en cada piedra de la montaña, en cada brillante estrella, en la tierra, en el aire y en los cielos. El orden y la armonía de la creación les hablaba de una sabiduría y un poder infinitos. Continuamente descubrían algo nuevo que llenaba su corazón del más profundo amor, y les arrancaba nuevas expresiones de gratitud. Mientras permaneciesen fieles a la divina ley, su capacidad de saber, gozar y amar aumentaría continuamente. Constantemente obtendrían nuevos tesoros de sabiduría, descubriendo frescos manantiales de felicidad, y obteniendo un concepto cada vez más claro del inconmensurable e infalible amor de Dios. 34

La educación, pp. 159-168

LA EDUCACIÓN Poesía y Canto "Cánticos fueron para mí tus estatutos en la casa donde fui extranjero". EN LAS Escrituras se encuentran las expresiones poéticas más antiguas y sublimes. Antes que cantaran los poetas más antiguos del mundo, el pastor de Madián registró las palabras que Dios dirigió a Job, palabras cuya majestad no igualan ni aproximadamente las producciones más elevadas del genio humano: "¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?. . . Cuando se derramaba saliéndose de su seno,

Y establecí sobre él mi decreto,

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Y por su faja oscuridad,

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Cuando puse yo nubes por vestidura suya,


Le puse puertas y cerrojo, Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, ahí parará el orgullo de tus olas? ¿Has mostrado al alba su lugar?. . . "¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar, Y has andado escudriñando el abismo? ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte, Y has visto las puertas de la sombra de muerte? ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra? Declara si sabes todo esto. "¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz, Y dónde está el lugar de las tinieblas?. . . "¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve, O has visto los tesoros del granizo?. . . ¿Por qué camino se reparte la luz, Y se esparce el viento solano sobre la tierra? ¿Quién repartió conducto al turbión, Y camino a los relámpagos y truenos, Haciendo llover sobre la tierra deshabitada,

Y para hacer brotar la tierna hierba?. . .

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Para saciar la tierra desierta e inculta,

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Sobre el desierto, donde no hay hombre,


"¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades, O desatarás las ligaduras de Orión? ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos, O guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?"*

En cuanto a la belleza de expresión, leed también la descripción de la primavera, que es parte del Cantar de los Cantares: "Porque he aquí ha pasado el invierno, Se ha mudado, la lluvia se fue; Se han mostrado las flores en la tierra, El tiempo de la canción ha venido, Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola., La higuera ha echado sus higos, Y las vides en cierne dieron olor; Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven".* No es inferior en belleza la profecía involuntaria de bendición para Israel pronunciada por Balaam: "De Aram me trajo Balac, Rey de Moab, de los montes del oriente; Ven, maldíceme a Jacob,

¿Y por qué he de execrar al que Jehová no ha execrado?

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¿Por qué maldeciré yo al que Dios no maldijo?

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Y ven, execra a Israel.


Porque de la cumbre de las peñas lo veré, Y desde los collados lo miraré; He aquí un pueblo que habitará confiado, Y no será contado entre las naciones. . . 161 "He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla. No ha notado iniquidad en Jacob, Ni ha visto perversidad en Israel. Jehová, su Dios está con él, Y júbilo de rey en él. . . Porque contra Jacob no hay agüero, Ni adivinación contra Israel. Como ahora, será dicho de Jacob y de Israel: ¡Lo que ha hecho Dios!" "Dijo el que oyó los dichos de Dios, El que vio la visión del Omnipotente. . . ¡Cuán hermosas son tus tiendas, oh Jacob, Tus habitaciones, oh Israel! Como arroyos están extendidas, Como huertos junto al río,

"Dijo el que oyó los dichos de Jehová,

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Como cedros junto a las aguas".

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Como áloes plantados por Jehová,


Y el que sabe la ciencia del Altísimo. . . Lo veré, mas no ahora; Lo miraré, mas no de cerca: Saldrá ESTRELLA de Jacob, Y se levantará cetro de Israel. . . De Jacob saldrá el dominador".* La melodía de alabanza es la atmósfera del cielo; y cuando el cielo se pone en contacto con la tierra, se oye música y alabanza, "alegría y gozo, alabanza y voces de canto".* Por encima de la tierra recién creada, hermosa e inmaculada, bajo la sonrisa de Dios, "alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios".* Los corazones humanos, al simpatizar con el cielo, han respondido a la bondad de Dios con notas de alabanza. Muchos de los sucesos de la historia humana han estado ligados al canto.162 El primer himno que registra la Biblia, que haya brotado de labios humanos, es la gloriosa expresión de agradecimiento de las huestes de Israel junto al Mar Rojo: "Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; Ha echado en el mar al caballo y al jinete. Jehová es mi fortaleza y mi cántico, Y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré". "Tu diestra, oh Jehová, ha sido magnificada

¿Quién Como tú, oh Jehová, entre los dioses?

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Tu diestra, oh Jehová, ha quebrantado al enemigo.

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en poder;


¿Quién como tú, magnífico en santidad, Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?" "Jehová reinará eternamente y para siempre. . . Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido".* Grandes han sido las bendiciones recibidas por los hombres en respuesta a los himnos de alabanza. Las pocas palabras que resumen un incidente del viaje de Israel por el desierto, contienen una lección digna de nuestra reflexión: "De allí vinieron a Beer: este es el pozo del cual Jehová dijo a Moisés: Reúne al pueblo, y les daré agua".* Entonces cantó Israel este cántico: "Sube, oh pozo; a él cantad; Pozo, el cual cavaron los señores.

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Y el legislador, con sus báculos".* ¡Cuán a menudo se repite esta historia en la vida espiritual! ¡Cuán a menudo, por medio de las palabras de una canción sagrada, brotan en el alma manantiales de penitencia y fe, de esperanza, de amor y gozo! 163 El ejército de Israel salió con cantos de alabanza a la gran liberación bajo las órdenes de Josafat, que había recibido la noticia de la amenaza de guerra. "Contra ti viene una gran multitud -decía el mensaje-, los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas". "Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová".* Y Josafat, de pie en el atrio del templo, delante del pueblo, derramó su alma en oración invocando la promesa de Dios, y confesando la impotencia de Israel. "Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos".* Entonces sobre Jahaziel, levita, "vino el Espíritu de Jehová. . . y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. . . No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. . . No temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros".* "Y cuando se levantaron por la mañana, salieron al desierto de Tecoa".*

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Lo cavaron los príncipes del pueblo,


Delante del ejército iban cantores que elevaban sus voces en alabanza a Dios por la victoria prometida. Al cuarto día, el ejército volvió a Jerusalén, cargado con el botín obtenido de los enemigos, y cantando alabanzas por la victoria lograda. 164 David, en medio de las vicisitudes de su vida borrascosa, mantenía comunión con el cielo por medio del canto. Cuán dulcemente se reflejan los episodios de su vida de muchacho pastor en las palabras: "Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar. Junto a aguas de reposo me pastoreará. . . Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento".* Ya hombre, y como fugitivo que tenía que buscar refugio en las rocas y las cuevas del desierto, escribió: "Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas. . . Porque has sido mi socorro, Y así en la sombra de tus alas me regocijaré". "¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios,

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Salvación mía y Dios mío".

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Porque aún he de alabarle,


"¡Jehová es mi luz y mi salvación! ¿De quién temeré? ¡Jehová es la fortaleza de mi vida! ¿De quién he de atemorizarme?"* La misma confianza respiran las palabras escritas cuando, como rey destronado y sin corona, David huyó de Jerusalén a causa de la rebelión de Absalón. Abatido por la pena y el cansancio producido por la fuga, se detuvo con sus compañeros junto al Jordán, para descansar unas horas. Lo despertó la invitación a huir inmediatamente. El grupo de hombres, mujeres y niños debía cruzar el río profundo y correntoso 165 en la oscuridad; porque lo perseguían tenazmente las fuerzas del hijo traidor. En aquella hora de amarga prueba, David cantó "Con mi voz clamé a Jehová, Y el me respondió desde su monte santo. Yo me acosté y dormí, Y desperté, porque Jehová me sustentaba. No temeré a diez millares de gentes, Que pusieren sitio contra mí".* Después de cometer su gran pecado, en la angustia del remordimiento y la repugnancia de sí mismo, se dirigió aún a Jehová como a su mejor amigo: "Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. . .

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Lávame, y seré más blanco que la nieve".* En su larga vida, David no halló en la tierra lugar de descanso. "Extranjeros y advenedizos somos delante de ti -dijo-, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura".* "Dios es nuestro amparo y fortaleza,

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Purifícame con hisopo, y seré limpio;


Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar". "Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, El santuario de las moradas del Altísimo. Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana. . . Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob". "Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre. El nos guiará aún más allá de la muerte".*166 Durante su vida terrenal, Jesús hizo frente a la tentación con un canto. A menudo, cuando se decían palabras mordaces y ofensivas, cuando la atmósfera que lo rodeaba era sombría a causa de la melancolía, el disgusto, la desconfianza o el temor opresivo, se oía su canto de fe y santa alegría. En aquella última triste noche de la cena de Pascua, cuando estaba por salir a hacer frente a la traición y la muerte, se elevó su voz en este salmo: "Sea el nombre de Jehová bendito, Desde ahora y para siempre. Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, Sea alabado el nombre de Jehová". "Amo a Jehová, pues ha oído mi voz y mis súplicas; Porque ha inclinado a mí su oído;

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"Me rodearon ligaduras de muerte,

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Por tanto, le invocaré en todos mis días.


Me encontraron las angustias del Seol; Angustia y dolor había yo hallado. Entonces invoqué el nombre de Jehová, diciendo: Oh Jehová, libra ahora mi alma. Clemente es Jehová, y justo; Sí, misericordioso es nuestro Dios. "Jehová guarda a los sencillos; Estaba yo postrado, y me salvó. Vuelve, oh alma mía, a tu reposo, Porque Jehová te ha hecho bien. Pues tú has librado mi alma de la muerte, Mis ojos de lágrimas, Y mis pies de resbalar".* En medio de las sombras densas de la última gran crisis de la tierra, la luz de Dios alumbrará con 167 más brillo, y se oirá en los acordes más diáfanos y sublimes el canto de esperanza y confianza. "En aquel día cantarán este cántico en tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; Salvación puso Dios por muros y antemuro. Abrid las puertas,

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Confiad en Jehová perpetuamente, Porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos".* "Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sión con alegría; y gozo

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Y entrará la gente justa, guardadora de verdades. Tú guardarás en completa paz A aquel cuyo pensamiento en ti persevera, Porque en ti ha confiado.


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Testimonios para la Iglesia, t. 8, pp. 114-127.

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perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido".* "Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de Sión, y correrán al bien de Jehová. . . y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor".* La historia de los cantos de la Biblia está llena de insinuaciones en cuanto a los usos y beneficios de la música y el canto. A menudo se pervierte la música haciéndola servir a malos propósitos, y de ese modo llega a ser uno de los instrumentos más seductores de la tentación. Pero, debidamente empleada es un precioso don de Dios, destinado a elevar los pensamientos hacia temas más nobles, y a inspirar y levantar el alma. Así como los israelitas cuando andaban por el desierto alegraron su camino con la música del canto sagrado, Dios invita a sus hijos de hoy a alegrar por el mismo medio su vida de peregrinaje. Pocos medios hay más eficaces para grabar sus palabras en la memoria que el de repetirlas mediante el 168 canto. Y esa clase de canto tiene un poder maravilloso. Tiene poder para subyugar naturalezas rudas e incultas, para avivar el pensamiento y despertar simpatía, para promover la armonía en la acción, y desvanecer la melancolía y los presentimientos que destruyen el valor y debilitan el esfuerzo. Es uno de los medios más eficaces para grabar en el corazón la verdad espiritual. Cuán a menudo recuerda la memoria alguna palabra de Dios al alma oprimida y a punto de desesperar, mediante el tema olvidado de algún canto de la infancia. Entonces las tentaciones pierden su poder, la vida adquiere nuevo significado y nuevo propósito, y se imparte valor y alegría a otras almas. Nunca se debería perder de vista el valor del canto como medio educativo. Cántense en el hogar cantos dulces y puros, y habrá menos palabras de censura y más de alegría, esperanza y gozo. Cántese en la escuela y los alumnos serán atraídos más a Dios, a sus maestros, y los unos a los otros. Como parte del servicio religioso, el canto no es menos importante que la oración. En realidad, más de un canto es una oración. Si se enseña al niño a comprender esta, pensará más en el significado de las palabras que canta, y será más sensible a su poder. Al conducirnos nuestro Redentor al umbral de lo infinito, inundado con la gloria de Dios, podremos comprender los temas de alabanza y acción de gracias del coro celestial que rodea el trono, y al despertarse el eco del canto de los ángeles en nuestros hogares terrenales, los corazones serán acercados más a los cantores celestiales. La comunión con el cielo empieza en la tierra. Aquí aprendemos la clave de su alabanza. 169


EL OLVIDO.Invito a todos los que profesan ser hijos de Dios a considerar la historia de los israelitas tal como está registrada en los salmos ciento cinco, ciento seis y ciento siete. Al estudiar detenidamente estas escrituras, podremos apreciar más cabalmente la bondad, la misericordia y el amor de Dios. Pág. 49

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Alabad a Jehová, invocad su nombre; Dad a conocer sus obras en los pueblos. Cantadle, cantadle salmos; Hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre; Alégrese el corazón de los que buscan a Jehová. Buscad a Jehová y su poder; Buscad siempre su rostro. Acordaos de las maravillas que él ha hecho, De sus prodigios y de los juicios de su boca, Oh vosotros, descendencia de Abraham su siervo, Hijos de Jacob, sus escogidos. Él es Jehová nuestro Dios; En toda la tierra están sus juicios. Se acordó para siempre de su pacto; De la palabra que mandó para mil generaciones, La cual concertó con Abraham, Y de su juramento a Isaac. La estableció a Jacob por decreto, A Israel por pacto sempiterno, Diciendo: A ti te daré la tierra de Canaán Como porción de vuestra heredad. (115) Cuando ellos eran pocos en número, Y forasteros en ella, Y andaban de nación en nación, De un reino a otro pueblo, No consintió que nadie los agraviase, Y por causa de ellos castigó a los reyes. No toquéis, dijo, a mis ungidos, Ni hagáis mal a mis profetas. Trajo hambre sobre la tierra, Y quebrantó todo sustento de pan. Envió un varón delante de ellos; A José, que fue vendido por siervo. Afligieron sus pies con grillos; En cárcel fue puesta su persona.

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UN HIMNO DE LA TIERRA PROMETIDA.-


Hasta la hora que se cumplió su palabra, El dicho de Jehová le probó. Envió al rey, y le soltó; El señor de los pueblos, y le dejó ir libre. Lo puso por señor de su casa, Y por gobernador de todas sus posesiones, Para que reprimiera a sus grandes como él quisiese, Y a sus ancianos enseñara sabiduría. Después entró Israel en Egipto, Y Jacob moró en la tierra de Cam.

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Y multiplicó su pueblo en gran manera, Y lo hizo más fuerte que sus enemigos. Cambió el corazón de ellos para que aborreciesen a su pueblo, Para que contra sus siervos pensasen mal. Envió a su siervo Moisés, Y a Aarón, al cual escogió. (116) Puso en ellos las palabras de sus señales, Y sus prodigios en la tierra de Cam. Envió tinieblas que lo oscurecieron todo; No fueron rebeldes a su palabra. Volvió sus aguas en sangre, y mató sus peces. Su tierra produjo ranas Hasta en las cámaras de sus reyes. Habló, y vinieron enjambres de moscas, Y piojos en todos sus términos. Les dio granizo por lluvia, Y llamas de fuego en su tierra. Destrozó sus viñas y sus higueras, Y quebró los árboles de su territorio. Habló, y vinieron langostas, Y pulgón sin número; Y comieron toda la hierba de su país, Y devoraron el fruto de su tierra. Hirió de muerte a todos los primogénitos en su tierra, Las primicias de toda su fuerza. Los sacó con plata y oro; Y no hubo en sus tribus enfermo. Egipto se alegró de que salieran, Porque su terror había caído sobre ellos. Extendió una nube por cubierta, Y fuego para alumbrar la noche. Pidieron, e hizo venir codornices; Y los sació de pan del cielo.


Abrió la peña, y fluyeron aguas; Corrieron por los sequedales como un río. Porque se acordó de su santa palabra Dada a Abraham su siervo. (117) Sacó a su pueblo con gozo; Con júbilo a sus escogidos. Les dio las tierras de las naciones, Y las labores de los pueblos heredaron; Para que guardasen sus estatutos, Y cumpliesen sus leyes. Aleluya. (Salmo 105). Pág. 51

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Aleluya. Alabad a Jehová, porque él es bueno; Porque para siempre es su misericordia. ¿Quién expresará las poderosas obras de Jehová? ¿Quién contará sus alabanzas? Dichosos los que guardan juicio, Los que hacen justicia en todo tiempo. Acuérdate de mí, oh Jehová, según tu benevolencia para con tu pueblo; Visítame con tu salvación, Para que yo vea el bien de tus escogidos, Para que me goce en la alegría de tu nación, Y me gloríe con tu heredad. I Pecamos nosotros, como nuestros padres; Hicimos iniquidad, hicimos impiedad. Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas; No se acordaron de la muchedumbre de tus misericordias, (118) Sino que se rebelaron junto al mar, el Mar Rojo. Pero él los salvó por amor de su nombre, Para hacer notorio su poder. Reprendió al Mar Rojo y lo secó, Y les hizo ir por el abismo como por un desierto. Los salvó de mano del enemigo, Y los rescató de mano del adversario. Cubrieron las aguas a sus enemigos; No quedó ni uno de ellos. Entonces creyeron a sus palabras

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HIMNO DEL CAUTIVERIO.-


Y cantaron su alabanza. II Bien pronto olvidaron sus obras; No esperaron su consejo. Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto; Y tentaron a Dios en la soledad. Y él les dio lo que pidieron; Mas envió mortandad sobre ellos. Tuvieron envidia de Moisés en el campamento, Y contra Aarón, el santo de Jehová. Entonces se abrió la tierra y tragó a Datán, Y cubrió la compañía de Abiram. Y se encendió fuego en su junta; La llama quemó a sus impíos. Hicieron becerro en Horeb, Se postraron ante una imagen de fundición. Así cambiaron su gloria Por la imagen de un buey que come hierba.

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Olvidaron al Dios de su salvación, Que había hecho grandezas en Egipto, (119) Maravillas en la tierra de Cam, Cosas formidables sobre el Mar Rojo. Y trató de destruirlos, De no haberse interpuesto Moisés su escogido delante de él, A fin de apartar su indignación para que no los destruyese. III Pero aborrecieron la tierra deseable; No creyeron a su palabra, Antes murmuraron en sus tiendas, Y no oyeron la voz de Jehová. Por tanto, alzó su mano contra ellos Para abatirlos en el desierto, Y humillar su pueblo entre las naciones, Y esparcirlos por las tierras. Se unieron asimismo a Baal-peor, Y comieron los sacrificios de los muertos. Provocaron la ira de Dios con sus obras, Y se desarrolló la mortandad entre ellos. Entonces se levantó Finees e hizo juicio, Y se detuvo la plaga; Y le fue contado por justicia De generación en generación para siempre. IV


También le irritaron en las aguas de Meribá; Y le fue mal a Moisés por causa de ellos, Porque hicieron rebelar a su espíritu, Y habló precipitadamente con sus labios. (120) No destruyeron a los pueblos Que Jehová les dijo; Antes se mezclaron con las naciones, Y aprendieron sus obras, Y sirvieron a sus ídolos, Los cuales fueron causa de su ruina. Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios, Y derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas, Que ofrecieron en sacrificio a los ídolos de Canaán, Y la tierra fue contaminada con sangre. Se contaminaron así con sus obras, Y se prostituyeron con sus hechos. Se encendió, por tanto, el furor de Jehová sobre su pueblo,

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Y abominó su heredad; Los entregó en poder de las naciones, Y se enseñorearon de ellos los que les aborrecían. Sus enemigos los oprimieron, Y fueron quebrantados debajo de su mano. Muchas veces los libró; Mas ellos se rebelaron contra su consejo, Y fueron humillados por su maldad. Con todo, él miraba cuando estaban en angustia, Y oía su clamor; Y se acordaba de su pacto con ellos, Y se arrepentía conforme a la muchedumbre de sus misericordias. Hizo asimismo que tuviesen de ellos misericordia todos los que los tenían cautivos. Sálvanos, Jehová Dios nuestro, (121) Y recógenos de entre las naciones, Para que alabemos tu santo nombre, Para que nos gloriemos en tus alabanzas. Bendito Jehová Dios de Israel, Desde la eternidad y hasta la eternidad; Y diga todo el pueblo, Amén. Aleluya.

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(Salmo 106). CÁNTICO DE LOS REDIMIDOS.Alabad a Jehová, porque él es bueno; Porque para siempre es su misericordia. Díganlo los redimidos de Jehová, Los que ha redimido del poder del enemigo, Y los ha congregado de las tierras, Del oriente y del occidente, Del norte y del sur. I Anduvieron perdidos por el desierto, por la soledad sin camino, Sin hallar ciudad en donde vivir. Hambrientos y sedientos, Su alma desfallecía en ellos. Entonces clamaron a Jehová en su angustia, Y los libró de sus aflicciones. Los dirigió por camino derecho, Para que viniesen a ciudad habitable. Alaben la misericordia de Jehová, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres. (122) Porque sacia al alma menesterosa,

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Y llena de bien al alma hambrienta. Algunos moraban en tinieblas y sombra de muerte, Aprisionados en aflicción y en hierros, Por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová, Y aborrecieron el consejo del Altísimo. Por eso quebrantó con el trabajo sus corazones; Cayeron, y no hubo quien los ayudase. Luego que clamaron a Jehová en su angustia, Los libró de sus aflicciones; Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte, Y rompió sus prisiones. Alaben la misericordia de Jehová, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Porque quebrantó las puertas de bronce, Y desmenuzó los cerrojos de hierro. II Fueron afligidos los insensatos, a causa del camino de su rebelión Y a causa de sus maldades; Su alma abominó todo alimento, Y llegaron hasta las puertas de la muerte.


Pero clamaron a Jehová en su angustia, Y los libró de sus aflicciones. Envió su palabra, y los sanó, Y los libró de su ruina. Alaben la misericordia de Jehová, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres; (123) Ofrezcan sacrificios de alabanza, Y publiquen sus obras con júbilo. Los que descienden al mar en naves, Y hacen negocio en las muchas aguas, Ellos han visto las obras de Jehová, Y sus maravillas en las profundidades. Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso, Que encrespa sus ondas. Suben a los cielos, descienden a los abismos; Sus almas se derriten con el mal. Tiemblan y titubean como ebrios, Y toda su ciencia es inútil. Entonces claman a Jehová en su angustia, Y los libra de sus aflicciones. Cambia la tempestad en sosiego, Y se apaciguan sus ondas. Luego se alegran, porque se apaciguaron; Y así los guía al puerto que deseaban.

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Alaben la misericordia de Jehová, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Exáltenlo en la congregación del pueblo, Y en la reunión de ancianos lo alaben. Él convierte los ríos en desierto, Y los manantiales de las aguas en sequedales; La tierra fructífera en estéril, Por la maldad de los que la habitan. Vuelve el desierto en estanques de aguas, (124) Y la tierra seca en manantiales. Allí establece a los hambrientos, Y fundan ciudad en donde vivir. Siembran campos, y plantan viñas, Y rinden abundante fruto. Los bendice, y se multiplican en gran manera; Y no disminuye su ganado. Luego son menoscabados y abatidos A causa de tiranía, de males y congojas.

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Él esparce menosprecio sobre los príncipes, Y les hace andar perdidos, vagabundos y sin camino. Levanta de la miseria al pobre, Y hace multiplicar las familias como rebaños de ovejas. Véanlo los rectos, y alégrense, Y todos los malos cierren su boca. ¿Quién es sabio y guardará estas cosas, Y entenderá las misericordias de Jehová? (Salmo 107). "LLAMADO A RECORDAR LOS DÍAS ANTIGUOS".¿Por qué el antiguo Israel se olvidó tan fácilmente de las intervenciones de Dios? El pueblo no retuvo en su memoria sus grandes y poderosas obras y sus palabras de advertencia. De haber recordado sus formidables intervenciones en su favor, no hubiese sido necesario que recibieran la siguiente reprensión: ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo del hombre, que es como heno? Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, (125) que extendió los cielos y fundó la tierra; y todo el día temiste continuamente del furor del que aflige, cuando se disponía para destruir. ¿Pero en dónde está el furor del que aflige? (Isaías 51:12-13). Pero los hijos de Israel se olvidaron de Dios, al cual pertenecían por creación y redención. Después de ver sus obras maravillosas, lo tentaron.

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A los israelitas fueron encomendados los oráculos sagrados. Pero la palabra revelada de Dios fue malinterpretada y mal aplicada. El pueblo despreció la palabra del Santo de Israel. Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor. ¡Ay de los que... no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos. Por lo tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento...! ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas, luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo; porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron (126) la palabra del Santo de Israel (Isaías 5:7, 11-13, 20, 21, 24).

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“ESCRITAS PARA NUESTRA AMONESTACIÓN”.-

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"Estas cosas ... están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos" (1 Corintios 10:11). "Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy, para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones como en la provocación. ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés?" (Hebreos 3:12-16). ¿No podemos nosotros, que vivimos en el tiempo del fin, dar, nos cuenta de la importancia de las palabras del apóstol: "Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo?" (verso 12). Sobre nosotros brilla la luz acumulada de los siglos pasados. El registro del olvido de Israel ha sido preservado para nuestra instrucción. En este siglo Dios se ha propuesto reunir un pueblo para sí de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas. Dentro del movimiento adventista, él ha obrado en favor de su heredad, así como obró por los israelitas al sacarlos de Egipto. En el gran chasco de 1844 la fe de su pueblo fue probada así como la de los (127) hebreos al llegar al Mar Rojo. Si en los días tempranos los adventistas hubieran mantenido su fe en la Mano guiadora que los había acompañado en su experiencia pasada, habrían visto la salvación del Señor. Si todos los que habían trabajado unidamente en la obra de Pág. 57 1844 hubiesen aceptado y proclamado el mensaje del tercer ángel bajo el poder del Espíritu Santo, el Señor habría hecho grandes cosas mediante sus esfuerzos. Una gran luz hubiera alumbrado el mundo. Hace años que los habitantes del mundo habrían sido amonestados, la obra final terminada, y Cristo venido para rescatar a su pueblo.


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