Convergencia de Medios III
YAGE Bajo el camino del Yagé EL yagé, es considerado como una planta sagrada que utilizaban los indígenas para sanar el cuerpo y el alma. Más consideradas tomas orales, en donde la conciencia se libera de sus ataduras, de sus miedos y de sus represiones que encuentra en sí misma una manera de liberar lo que el espíritu siente y lo que muy dentro de sí anhela ser pero que guarda en su interior por los estereotipos que maneja la sociedad, que no permiten dar cuenta de su realidad espiritual, sino de todo lo que para el ojo es visible en la vida cotidiana. Es así, como la vida a través del Yagé se conecta en la historia de tres personas que han sido participes de la toma del Yagé, para Juan Felipe, Vanessa y Cesar, tres personas totalmente diferentes. Vanessa como profesora de Yoga, Cesar como representante de la Fundación Crisol y Juan Felipe un joven en busca del sentido de la vida. A partir de sus experiencias, ven desde el punto de vista del yagé un camino que conduce a varias puertas que conforma el universo y esperan ser abiertas para encontrar la búsqueda que da cuenta y significa, en un proceso de autodescubrimiento y auto compresión que despiertan el espíritu de hermandad, de integración cuando se llega a un estado de comprensión, que adopta una forma distinta de ver la vida, ver el amor, ver la humildad y en ese mismo plano se acepta una integración de la totalidad tanto de lo espiritual y lo material. En este sentido, para Juan Felipe, el yagé es una experiencia transformadora. Es el sacramento de los indígenas, de las diferentes etnias que tienen relación con el Yagé. Pero es una planta que ha generado mucha controversia hoy en día, porque no todas las personas tienen una buena información al acceder a la toma, muchas veces ingieren la bebida, sin un conocimiento sobre el ritual y puede que terminen enfermos, en un caso más extremos muertos. Por eso, hay que saber con quién tomar. Sí bien hay un Taita que es el médico indígena que realiza todo el ritual y a su lado está el Curaca, que es una referencia espiritual, es un ejemplo para la comunidad. Es un puente entre lo espiritual y lo material, con relación al yagé, puede ver y curar y se encarga también de dirigir la ceremonia, puesto que aparte de tener una relación directa con el Taita, con la bebida, es un mayor de la ciudad, es una representación de su pueblo. Por otro lado, el 2 de febrero de 2007, Cesar realizó su primera experiencia con el yagé en Calarca como una invitación que le habían realizado unas amigas, al tomarla cuenta que se siente un mareo, una sensación de vomitar, que para los indígenas es una liberación que alivia el alma, que saca todo lo malo del cuerpo. En ese proceso no es que se pierda la consciencia, sino que hay un control totalmente de la mente. “El miedo radica en que al principio todo el mundo piensa que es malo y que genera adicción, es un tabú”. Afirma Cesar, quién en su historia de vida, el yagé ha sido parte de su proceso de trasformación. “Me llegó un efecto beneficioso a mi vida” después de la toma, se ve la bondad, la claridad, el conocimiento y se ve el sentido del universo.
Mientras que Vanessa de 29 años y en su primera experiencia a los 19 años en el 2003 en Cusco, Perú, cuenta que en su país se le llama al yagé, ayahuasca. Cinco veces, realizó la toma y su objetivo parte de realizar una búsqueda espiritual, de recobrar la memoria. Vanessa comentaba, que al tomar el yagé se notaba cada una de las percepciones de los detalles que permite sentir la unidad con todo lo que existe, de constatar que el mundo no es sólo físico, sino que hay un deseo del ser humano por compartir lo que cree bueno.
Bajo el camino del Yagé
“Hay una alteración de conciencia, es muy fuerte. El ser humano trata de salir de lo normal. El cuerpo es energía, en ese momento lo creía así, existe una energía pero con la percepción humana. Con la experiencia se vivencia los planos más sutiles.” Dice Vanessa que en su experiencia el yagé sólo ha sido un pasaje para encontrar caminos que le han permitido ser lo que es ahora, pero no realmente por el yagé, sino despertar y ver todo lo que tiene la mente. “No hay que esforzarse, hay que ser. Hay que amarse uno mismo, en esa conexión que tiene el ser individual con el ser cósmico”.
Por otro lado, Cesar afirma que los rituales a los que ha asistido al tomar el Yagé le piden que lleve un propósito. Y con una sonrisa y con inspiración comenta, “El yagé le revela a uno todo, ellos dicen que es una comunicación directa con Dios”. Y para Cesar, lo que lo llevó a tomar Yagé fue el propósito de conocer a Dios. Ese ritual que lo conoció a su manera, que fue una voz interna que le decía que lo viera en el corazón, desde ese punto y hasta el día de hoy siente una paz interior. “mis acciones van precedidas por el análisis que produzca la paz interior” es decir, que todo lo que hace, siempre parte de un propósito y de un camino que conduce su vida, por ello es tan importante hablar de yagé, porque es un primer paso que conduce a la búsqueda, teniendo claro que es el proceso.
“El yagé abre la conciencia, hay tanto que no conocemos, que sospechamos pero que no podemos ver” aunque Cesar, dice y esto se adopta a lo que habla Vanessa y Juan Felipe. “usted sólo puede hablar del yagé cuando lo tiene en la boca”. Esta frase en palabras de Cesar, pero que concuerdan con los pensamientos de Vanessa y de Juan Felipe. Si uno no ha probado el yagé es muy difícil que sepa que significa o que se sienta. Porque son sensaciones, porque se ven colores, porque empieza a significar un sentido de vida. En sí el yagé puede ser bueno para los ojos que así quieran verlo, puesto que desde el punto de vista de tres personas que han construido una búsqueda hacia el ser espiritual, hallaron el camino, y el yagé es simplemente una puerta hacia las muchas que se abren, durante y después, la decisión de escoger el rumbo de la vida. Para otros puede generar una adicción que si bien en palabras de Vanessa, Juan Felipe y Cesar es porque no lo saben tomar y acuden a personas que tienen desconocimiento del tema o que engañan a las personas por convertirse más en un negocio que en una ayuda para curar el alma y el cuerpo. La sensación y el deseo sólo se conocen cuando la persona reconoce y vive la experiencia del Yagé. Después de vivirla el sujeto plantea sus propósitos y adopta una trasformación en su vida, si así su conciencia y su cuerpo lo desean. Es más una fuerza espiritual que tomar para ver qué pasa, sino que la idea es tener claro por qué se quiere y que puede aportar en la vida. Ya con una idea más centrada se pueden aproximar al sentido real que codifica y decodifica la toma del Yagé.
Luisa María Morales Tabares Martha Catalina Arias Bernal Catalina Noreña Puerta Natalia Posada García