A propósito: En el Día Internacional de la Mujer

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Suplemento Mujer I | HispanicLA No hay que ser anti-poeta ni científico loco, para encontrarse con mujeres inteligentes, con ideas, decididas, conscientes de que el mundo efectivamente puede ser mejor no solamente para ellas, sino también para el resto de la humanidad, mujeres llenas de virtudes y amor, otras de sentido común y agudeza mental. Mujeres enojadas con el mundo por no escuchar y por acobardarse cuando una tiene que gritar para que hagan caso. Son mujeres que saben que compartir y trabajar junto a otros es el camino para alcanzar los objetivos. Mujeres que no olvidan que aunque ellas tengan la vida que han deseado, hay muchas a las que se ha privado de la más mínima ilusión, del sueño más modesto, hasta de saber que tienen derechos y de descubrir que el mundo es mucho, pero mucho mas grande que el pintado por su agresor. La producción de este suplemento fue un viaje de exploración de nuevas ideas y de confirmación de muchas otras acerca de lo que como mujeres somos capaces de hacer y de inspirar. Cada colaboración, cada intercambio de ideas con quienes participaron sin otro fin más que el de la participación solidaria, nos deja una profunda enseñanza, por lo que es un grandísimo honor y placer compartir este espacio de reflexión creado “A propósito”, es decir, con toda intención y muchas ganas.

“A propósito” se fue trazando como un mapa de diversidad: de ideas, temas, preocupaciones, consignas para el futuro, repudio ante lo que “no puede aceptar como natural” y ante la injusticia propagada por las propias leyes. Se fue labrando como un espejo de exigencias no solo de un trato justo y digno, sino de reconocimiento de que el género existe más allá del concepto que dicta el diccionario. Como un diario de visitas al pasado para recuperar la historia de mujeres célebres y también la historia de ellas, las comunes que no alcanzaron epitafio o poema, o de las tantas y tantas víctimas del más doloroso crimen de lesa humanidad, en el desierto de Juárez. De igual forma cabe la autocrítica ‘A propósito” de los embates y exigencias a la mujer “moderna” desde el ojo lacaniano, y también aquella que revelan las Mujeres Zapatistas cuando afirman que “el respeto a la persona y a los derechos de la mujer empieza en la comunidad”…y que si la mujer avanza el hombre no se detiene. Este espacio llamado suplemento es una celebración en letras “A propósito” del Día Internacional de la Mujer, donde recordamos que el 8 de marzo no es un día, sino el principio y fin de un ciclo infinito, de razones para celebrar, compartir, añorar, admirar, felicitarnos, reflexionar, contar historias, sorprender y dejarnos sorprender, 1


aprender y disfrutar de esta aventura llamada Mujer. Queremos agradecer infinitamente a: Alice Ocampo, Alina Azomurrutia, Ana Schwarz, Karina Velázquez, Angela Villalba, Brenda Bautista, Cristina González Madín, Deyanira Torres, Elleen Truax, Herminia Ibaceta, Hilda Nayeli Cortez, Lyselia Flores, Manuel Gayol, María José Sánchez, Roberto Alvarez Quiñonez, Sarahi Lezama, Víctor Beltri, a todos mil gracias por hacer posible este primer “A propósito” del Día de la Mujer.

Marga Britto / Editora

Alina Amozurrutia y la mujer mexicana

Entrevistó: Marga Britto Alina Amozurrutia comienza por Macuilxochitzin, una poetisa nahua que nació cerca de 1435, hija del consejero militar de los reyes aztecas durante su período de máximo esplendor. Y sigue, saltando siglos: la Malinche; Sor Juana Inés de la Cruz, y “como punto de llegada a la más joven que ha sobresalido actualmente, Lorena Ocha, golfista”. A todas las presenta y describe en su libro 101 Mujeres en la Historia de México (Random House Mondadori –México 2008), donde traza una hoja de ruta sobre un mapa de México.

“A medida que iba investigando fueron surgiendo más y más mujeres sobresalientes de las que me daban ganas de contar sus historias”, dice Amozurrutia. “Pero sólo podían ser 101, de manera que muchas debieron quedar fuera y varias decisiones fueron muy difíciles en ese sentido. Mucho tiempo después de haber entregado el libro a la editorial me seguía atormentando ese tema”. ¿Podrías darnos algunos ejemplos de mujeres que no incluiste en tu libro? “Claro, hay muchas. De la Colonia, la monja Alférez, un personaje maravilloso, casi literario, de una mujer que soñaba con ser hombre y ser espadachín, y como tal vestía y se comportaba, pero era española y estuvo muy poco tiempo en México. De la Independencia quedaron fuera Ana María Iturbide y Antonia Nava, y un poco posterior la escritora escocesaespañola la Marquesa Calderon de la Barca, quien tras su estancia en nuestro país describió la vida del México de aquellos años; de la Reforma, la emperatriz Carlotta; de la Revolución, la Madre Conchita, Juana Gallo, una curandera llamada Teresa Urrea y la “Adelita” que es una figura más bien legendaria y mítica. También Lupe Marín, la primera esposa de Diego Rivera y musa de aquel tiempo. María Asúnsolo, otra musa. Mariana Frenk, académica y traductora no mexicana pero testigo de nuestra historia que vivió en tres siglos diferentes. La Tita, que fue lideresa del 68. Muchas escritoras, como la también pintora Alice Rahon o la poeta feminista Alaíde Foppa, que era guatemalteca, además de Amparo Dávila, Luisa Josefina Hernández, María Luisa Fernández, Julieta Campos, Esther Seligson, Elena Urrutia, Carmen Boullosa y Margo Glantz. Actrices como Katy Jurado, María Victoria, Sasha Montenegro, Angélica Aragón, Ofelia Medina, María Elena Velasco (la India María) o la actriz de teatro Margo Su López. Artistas plásticas: Fanny Rabel, Cordelia Urueta, Maris Bustamante y, más joven, Lorena Wolffer. La arquitecta Estefanía Chávez Barragán, la curadora Silvia Pandolfi, la directora escénica Juliana Faesler, la promotora de arte 2


contemporáneo Zélika García o la artista y promotra de arte mexicano femenino Lucero González. Las fotógrafas Lourdes Grobet y Paulina Lavista, la cantante de ópera Gilda Cruz Romo, las cantantes populares Amparo Montes, Betsy Pecannins, y más jóvenes, Julieta Venegas, Alicia Villareal y alguna rockera. Las científicas María Luisa Ortega Delgado, Evangelina Villegas y las nacionalizadas Paris Pishmish y Ruth Gall. La coreógrafa Happee Nellie, la compositora Alicia Urreta, la joven directora de orquesta Alondra de la Parra. De la política, la primera gobernadora, Griselda Álvarez, del estado de Colima, la actual gobernadora de Zacatecas, Amalia García, Rosario Robles, la también actriz María Rojo, o la primera mujer magistrada, que fue Clementina … La historiadora Alejandra Moreno Toscano. La politóloga y periodista Denisse Dresser, cuya vida, igual que las de las mujeres que reúne en sus libros, es modelo de dignidad y valor. En fin, también habría querido incluir más mujeres indígenas y más medallistas olímpicas. En algún momento consideré incluir a alguna modelo, como Carmen Campuzano o Elsa Benítez, y a alguna productora de telenovelas, como Patricia Estrada, pues esto también nos refleja. También consideré incluir a algunas mujeres narcotraficantes como Lola la Chata, Enedina Arellano Félix y Sandra Ávila Beltrán, quienes sin duda son parte de la historia oscura de nuestro país. Pero bueno, al final la selección quedó como quedó. Si el libro se reedita seguramente haré uno que otro cambio”. Sin embargo, en el texto de Alina son numerosas y de variadas experiencias, multiplicándose sus nombres a medida que las historias son más recientes y contemporáneas. [Hay allí] “mujeres de todos los ámbitos de nuestra cultura: actrices, artistas plásticas y visuales, cantantes, científicas, coreógrafas y bailarinas, compositoras, fotógrafas, cineastas, escritoras, críticas, teóricas y promotoras de arte, curanderas, pedagogas,

científicas, periodistas, feministas y defensoras de derechos humanos, investigadoras, editoras, empresarias, políticas y luchadoras sociales, filósofas, filántropas, historiadoras, profesionistas, chefs, deportistas”. En las biografías, Amozurrutia describe dos líneas históricas paralelas: la de México, desde la precolombina hasta la actual, y la de la mujer en él. No se detiene en cada personaje más de lo necesario para establecer la identidad, la obra, el contexto, la contribución. “Al enfrentarme a este universo tan vasto y rico me las vi seriamente con el tiempo y el espacio, y al final tuve que ceñirme y ceder a 101 puntos finales que espero inviten a los lectores a seguir investigando por su cuenta”. De esta manera las mujeres cuyas vida describe ya son más que individuos: constituyen parte del tejido de la mujer mexicana y la mujer universal. Y el libro, entonces, es más que sus partes de biografías individuales. Es, como describe la autora, “Un espejo de 101 caras para mirarnos como cultura.” ¿Por qué escribir un libro sobre mujeres? Amozurrutia ofrece tres razones: “Para difundir entre los lectores las historias de todas estas mujeres, tantas anécdotas divertidas, tristes, absurdas, heroicas, muchas de ellas desconocidas para la mayoría de la gente; para situarlas en su momento histórico y tratar de imaginar lo que fue o ha sido para cada una llegar hasta donde lo hizo o lo está haciendo. También para reflexionar sobre la forma en que se ha ido transformando nuestra sociedad y para ver cómo hay muchos espacios que se han ido ganando”. Y por más que sea un libro de historia, a la vez que histórico, “101 Mujeres…” es un libro contemporáneo, actual. “Hay una batalla abierta, no ganada aún, en la que esperamos alcanzar un equilibrio, eso que llamamos equidad. Todavía hace falta crear conciencia, muchas injusticias se siguen cometiendo contra la mujer, y también contra los hombres –contra su parte femenina, me refiero-, muchas acciones siguen pendientes y varios terrenos siguen sin conquistarse. Un libro como este 3


espera contribuir a que las mujeres de este país cobremos conciencia de nuestra historia y nuestra fuerza y a que los hombres sean partícipes de esta misma lucha”. Entonces: ¿qué dice el trabajo sobre México? ¿Cómo nos proyecta la obra como cultura? Y Amozurrutia enumera: “Nos proyecta como una cultura increíblemente plural y diversa, donde lo mismo cabe una polémica Malinche, una de las primeras indígenas en tener hijos fruto de las dos razas que corren por la sangre de todos los mexicanos, y que tras cinco siglos sigue despertando rencor y respeto, que una figura indiscutible y sobresaliente al nivel de las letras nacionales e internacionales como Sor Juana Inés de la Cruz. Una Leona Vicario, que entre la conservadora sociedad colonial abrazó la causa de la Independencia y para poder ejercer el oficio de periodista en favor de los insurgentes debió huir con su pequeña imprenta escondida entre los faldones de su vestido, y una Güera Rodríguez, seductora e irreverente, que por los años de la misma contienda fue pintada para el rey Carlos V de España, porque la fama de su belleza había cruzado el océano. Una caritativa Margarita Maza que nació en un hogar acomodado y cristiano de principios del siglo XX para después enamorarse del hijo de uno de los mozos de su casa, el mismísimo Benito Juárez, veinte años más grande que ella y con quien vería trastocarse toda la vida política y social de su país, y una Concepción Lombardo, inteligente y patriótica primera dama que vivió esos mismos años desde la perspectiva de los conservadores y vio morir a su amado esposo, fusilado junto a Maximiliano; una Ángela Peralta o una Fanny Anitúa que muy jovencitas ya cantaban en los mejores teatros de Europa siendo aplaudidas por duques y reyes, y mujeres recias y combativas como Dolores Jiménez y Muro o Juana Belén Gutiérrez, que pelearon por los derechos indígenas y de las mujeres en la Revolución. Una pionera incansable de la arqueología en México como Eulalia Guzmán, y una pionera de la canción ranchera, como Lucha Reyes. La primera mujer que logró abrirse paso en el mundo de los biólogos y dedicó su vida a clasificar las cactáceas mexicanas (Helia Bravo) y

otras que para conquistar sus espacios se las vieron muy complicado, como Matilde Montoya, la primera mujer en titularse de Medicina, la escritora Josefina Vicens, cuyas novelas más importantes estuvieron narradas en primera persona del masculino o Matilde Landeta, quien llegó a vestirse como hombre para que se le permitiera ser asistente de dirección en el mundo del cine. Bellezas legendarias como Dolores del Río o María Félix, y figuras apasionadas y trágicas como Tina Modotti o Antonieta Rivas Mercado. Una elegante diplomática y promotora cultural como Amalia González y una humilde María Sabina, curandera milagrosa y entrañable que le dio a nuestro país fama mundial. Una Frida Kahlo de la que todos hemos oído hablar pero si nos asomamos a su vida no deja de sorprendernos y figuras anónimas como Benita Galeana o Adelina Zandejas que fueron precursoras del feminismo en nuestro país”. “Y más hacia acá, lo mismo una Elena Poniatowska, sensible y crítica, que es pilar de nuestra cultura, y una María Aramburuzavala, notablemente destacada en la vida empresarial. Científicas eminentes como Esther Orozco y Julieta Fierro, y personajes arrabaleros imprescindibles como Chavela Vargas o Paquita la del barrio. Una Elsa Ávila, que fue la primera mujer latinoamericana en subir el Everest y Consuelo Velázquez, que muchos años antes ya le había dado la vuelta al mundo con una canción, Bésame mucho, la cual compuso anónimamente mientras se hacía pasar por un joven y serio pianista de música clásica en la naciente W. Mujeres como Josefina Muriel, que se dedicó a hacer la historia de las mujeres en México, y mujeres como Carmelina Ortiz Monasterio, que con su filantropía ha hecho historia con la pobreza y los de capacidades diferentes. Una Elba Esther Gordillo, quien ha llegado a las cimas del poder en un mundo mayoritariamente masculino, pero sólo para mantener los mismos cánones que como representante de las mujeres y de la educación debería combatir, y una Jesusa Rodríguez que ha parodiado acerca de esto, como de tantos absurdos en la vida política 4


de nuestro país, con tanta irreverencia y mordacidad. Estrellas de la farándula y el cine como Silvia Pinal o Salma Hayek y mujeres brillantes y valientes como Carmen Aristegui y Lydia Cacho. Una Gaby Vargas, que es ícono y ejemplo de la mujer exitosa actual, y una Teresa Margolles, que es controvertida, transgresora y muestra a través del arte lo que los demás callan. Mujeres jóvenes que destacan por sus precoces triunfos y trayectorias, como la arquitecta Tatiana Bilbao o la golfista Lorena Ochoa, y mujeres jóvenes que tenían grandes batallas por delante y nos las han heredado, como la Comandante Ramona y Digna Ochoa”. En su conjunto pues, las biografías definen la sociedad mexicana tanto en su carácter general como en sus detalles minuciosos. “Con mucha tradición plástica y literaria, con mucho folclor, danza, música, una gastronomía insoslayable, una vida académica y científica que podría bullir si se le apoyara más”. Y no es exenta de figuras controversiales, al punto que Amozurrutia dudó de incluir alguna de ellas, específicamente Elba Esther Gordillo. “En algún momento dudé y de algún modo ella ocupa en el libro un lugar diferente al de las demás mujeres por ser tan controversial. Ha sido una de las pocas mujeres que supo escalar a las más altas cúpulas políticas de nuestro país y desde ahí ejercer un gran poder. Querámoslo o no, es pieza clave de nuestro presente y el estado de la educación en México no se puede entender sin el papel que ella está jugando”. Al describir las mujeres, Amozurrutia se abre a la influencia que ejercieron sobre sus contemporáneos, y a través de la maravilla de la labor del historiador, sobre nosotros, los de ahora, escritora y lectores. Por eso preguntamos: ¿quiénes continúan inspirándote? “Isabel Moctezuma, por el destino que le tocó vivir. Sor Juana, por su valentía de pensamiento, tan adelantado a su tiempo. Matilde Montoya y María Sabina, por brillar en el arte de recibir y curar la vida, respectivamente. Remedios Varo y Leonora Carrington por su mundo imaginario y

su capacidad de traerlo a la realidad. Rosario Castellanos, por las historias que hay detrás de su poderosa literatura y porque me recuerda a mi mamá. Juliana González, porque tuve la fortuna de ser su alumna y constatar su capacidad para despertar con su palabra el misterio y la pasión que encierran los grandes problemas de la filosofía y la ética. Helen Escobedo, porque me encantó descubrir cómo se preguntaba por el espíritu de los árboles o el respiro de la marea nocturna, y de ello, como de muchas cosas más, ha hecho arte de tanta calidad. También porque es una de las creadoras del Espacio Escultórico de CU, que es tan maravilloso. Sabina Berman, por su agudeza y mordacidad. Carmen Aristegui, porque es nuestra mejor y más entrañable cronista cotidiana y Lydia Cacho, porque es una mujer realmente valiosa y valiente con la que se puede compartir la esperanza”. De la amplitud de la lista, la variedad de sus figuras, la importancia de su protagonismo histórico, parecería natural que la mujer en México, más del 50% de la población, tenga en la misma proporción poder de decisión en los temas importantes del país. Sin embargo, no es así. “Desde mi perspectiva hace falta madurez social por parte de ambos géneros, en disposición, convicción, formación, para alcanzar la equidad y que la mujer tenga más incidencia en la vida política, pero además, y sobre todo, hacen falta condiciones socio-jurídicas”. “Mencionaré por ejemplo una que me parece fundamental: actualmente hay muy poco, casi nulo, apoyo legal para que la maternidad-paternidad sea ejercida de una manera equitativa sin merma en las necesidades de los hijos pero tampoco en las de ambos padres, particularmente en términos laborales”. Para Alina Amozurrutia, la lectura de su libro es como una introducción a otros que han ahondado en el tema de la mujer mexicana y que incluyeron entrevistas con muchas de las protagonistas. “Afortunadamente por ahí andan los cuatro tomos de Mujeres Mexicanas del siglo XX, la otra revolución, 5


donde Francisco Blanco Figueroa ya logró que numerosas mujeres valiosas hablaran de sus vidas.

quisiera poder decirlo, pero ¿saben qué? Eso no es verdad, o por lo menos, yo no lo creo.

“Y también están los dos volúmenes de Denisse Dresser Gritos y susurros, que están en la misma línea; son enormemente inspiradores y los recomiendo mucho a quien se interese en estos temas”.

Hablar de las mujeres es un tema que me atañe de tal modo que me resulta extremadamente íntimo, o sea, me siento un poco expuesta al escribir estas líneas. Sería más fácil expresar la manera en que percibo a las mujeres en este momento si fuera artista plástica. Sería en la estación de un tren, todas estarían paradas esperando el suyo. En el andén A un grupo grande de mujeres vestirían trajes sastres, hablarían por celular y mirarían su reloj mientras lo hacen. En el andén B cientos de mujeres vestiría de blanco, con un ramo de flores y mirarían en todas direcciones. En el anden C miles de brazos cargarían bebés de plástico, muñecos que lloran y orinan y dicen mamá. Todos esos ojos mirarían hacia abajo acompañados de una melancólica sonrisa. En el andén D, no se distinguirían los rostros, solo pancartas con consignas de liberación feminista, o defendiendo delfines o niños pobres. Agregaría un andén E, en donde estarían tomando alguna píldora antidepresiva mientras esperan.

Pero la selección por ella creada alcanza para describir las características de lo mexicano, “una sociedad con mucha capacidad de crítica y reflexión sobre sí misma, con mucha vida y capacidad de reírse acerca de sí misma, pero política, económica y socialmente llena de abismos y desgarraduras”.

Wonder Woman | Deyanira Torres

Quisiera decir que es muy divertido, que nos la pasamos muy bien siendo mujeres, que disfrutamos de nuestro cuerpo, que somos libres con nuestra sexualidad, que somos independientes, que sabemos amar y odiar con gran intensidad, que nos protegemos unas a las otras, que nos interesamos por el resto del clan femenino, que sabemos admitir los talentos de las otras mujeres, que nos respetamos, que no competimos con el sexo opuesto y mucho menos entre nosotras mismas, que somos tan capaces en todo como cualquier hombre, que somos hermosas y brillantes, que somos la mar de sensibles,

Cristina Pacheco dijo alguna vez que las mujeres eran buenas para esperar, que estaba en su naturaleza. Creo que si hay algo que todas podemos tener en común es esa sensación de que lo mejor no ha llegado, de que todavía hay algo que podría suceder aunque no se sabe bien qué es. Las ejecutivas sueñan con encontrar el amor, las casadas con ser ejecutivas, las solteras con tener hijos, las madres con ser solteras y la cuestión es que si hay algo claro en el mundo femenino, hoy más que nunca, es que el deseo no muere, que cuando se logra o se obtiene algo, ya se está pensando en lo que sigue. Como bien dijo Freud hace casi 100 años, las mujeres aprenden rápidamente que están simbólicamente castradas y que hay que tapar esa falta por el medio de se pueda. Los antifreudianos siempre han malinterpretado este concepto, tomando la castración como algo real, cosa imposible si partimos del hecho de que a las mujeres no les falta nada real, y que el falo es simbólico y que por lo tanto la castración simbólica es tanto para hombres como para mujeres. Que ellos tengan pene, eso es otra cuestión, y que algunas mujeres quisieran ser del otro sexo, eso también es otra cosa. La condición humana es estar en falta, y eso es la 6


castración simbólica y en este sentido, las mujeres, dado el juego de presencia y ausencia del pene (de carne y hueso), aprenden más rápido o con mayor facilidad que hay falta. Diga lo que diga, así escriba poemas de amor o cartas misóginas antifeministas, seré injusta. Lo que yo o cualquiera pueda decir sobre las mujeres siempre se quedará corto. Las mujeres no son una raza, no son una especie, no se pueden estudiar en su conjunto como si fueran una única y misma cosa. La diversidad sexual y la tolerancia, tan cacareadas por todos lados, también deben admitir el hecho de que mujeres hay muchas y que de entrada no nos pondríamos de acuerdo con la respuesta a la pregunta más simple que habría que plantear: ¿qué es ser mujer? A más de 40 años de la revolución sexual y feminista ¿cuál es el recuento? Podemos votar, trabajar casi, casi en cualquier cosa, podemos ser madres, casarnos, vivir en unión libre, divorciarnos, educarnos, ser objetos sexuales, dedicar nuestra vida a otros, hablar y hacer que se oiga nuestra voz. El problema, creo yo, está en que queremos ser todo eso al mismo tiempo. Elegir, quiere decir exactamente eso, escoger entre varias, algunas opciones dejando fuera algo. Miles de mujeres ejercieron su derecho a trabajar, cosa que para ciertas mujeres estaba prohibido, sin embargo, ahora trabajan, son madres, limpian la casa y atienden al marido y a los hijos. Ya no son mujeres, son supermujeres, y la cuestión es que eso tiene muy poco que ver con la libre elección, simplemente así se dan las cosas, de manera… natural. Se podría decir, sin forzar mucho las cosas, que una joven pareja con ilusiones de vivir en una unión democrática y con igualdad de derechos y responsabilidades, pasa por el mismo caos que una pareja gay. Ninguna de las dos parejas tiene modelos a seguir, ninguna de las dos parejas puede abandonar completamente sus patrones familiares, ninguna de las dos parejas sabe queesloquesedebehacer y

lavar los trastes o pagar el teléfono puede ser un problema digno de separación. La repartición de tareas al igual que las responsabilidades financieras son un verdadero circo que va desde mujeres que no trabajan pero tampoco hacen las tareas domésticas mientras el marido las mantiene, hasta mujeres con empleos que además terminan haciendo todas las labores de casa porque de lo contrario nadie más lo haría. Money is power: la libertad y la capacidad para mantenerse sin necesitar de nadie más son parte del paradigma de “mujer moderna”, son casi… casi condiciones indispensables para la libertad. Puede ser que la independencia económica se logre sin problemas, todo fuera como el dinero, pero ¿qué pasa con la libertad emocional, mental, de acción real? Es allí en donde el salto no se ha dado del todo, la libertad emocional implicaría que una mujer puede sobrevivir sin una pareja, y de verdad, por experiencia como parte de ésta generación, como psicoanalista y como amiga, puedo asegurar que el gran fracaso de las mujeres “liberadas”, ha sido en términos de amor. Pueden tener un puesto importantísimo, ganar dinero, poder, ser más hermosas que lo previsto genéticamente, pero no pueden sentirse queridas o sostener una relación más o menos satisfactoria por mucho tiempo. Desde mi punto de vista, ese es el drama de las mujeres modernas. La autosuficiencia que caracteriza a toda una generación la han hecho incapaces de dar y recibir, de compartir con el otro; ya nadie sabe cómo hacer eso. Esta descripción que empieza siendo exclusiva de las mujeres pasa a representar a cualquier persona que se considere a sí misma “moderna”. Creo que la historia recordará este periodo en la vida de las mujeres como uno en donde la confusión es la definición más adecuada. Dirá algo así como “las mujeres del siglo 21 estaban completamente confundidas, no sabían si querían ser profesionales, amas de casa, madres o todo a la vez y la única manera de compensar la confusión era haciendo todo, porque el imperativo de aquellos tiempos era ser una mujer plena y satisfecha, de lo contrario nada había valido la pena; 7


todas sentían que vivían en un programa de televisión y que había que representar el papel las 24 horas del día”.

conoció, peleó en “Los Guantes de Oro”, en la Ciudad de México.

Cuando éramos niñas mi hermana y yo jugábamos a ser Wonder Woman, y con los brazos extendidos dábamos vueltas y vueltas. La que se caía primero perdía, la otra era Wonder Woman; nunca pensé que el juego terminaría siendo una imposición social, una obligación.

Sandy Flores de los Santos tiene ahora 31 años y no recuerda su vida sin el box: cuando se le pregunta cuándo empezó a tomarle el gusto a este deporte responde “desde siempre”. Veía las peleas en la televisión, de campeonato y no, rodeada de sus amigos o familiares.

Estoy muy cansada.

Pero fue hace unos seis años, en Tijuana, Baja California, cuando vivió la experiencia de ver encuentros en vivo y su pasión por ese deporte creció. Su novio era periodista de deportes y ella lo acompañaba a los encuentros que había en la ciudad. Era tan frecuente su presencia en peleas y torneos que de la Comisión de Boxeo local la invitaron a participar de una manera formal en ese ambiente deportivo.

Ya no quiero ser Wonder Woman.

Deyanira Torres Originaria de Tijuana, Baja California, México, desde 1971. Tiene Maestría en Psicología Clínica. Desde 1994 a la fecha ha publicado alrededor de 80 artículos en diversas revistas de circulación nacional: Número X, Complot, Libido, Pink. Actualmente es miembro del Consejo Editorial de la Revista Replicante, y maestra en la facultad de psicología de una reconocida universidad privada.

Entrevista con una jueza de boxeo | Cristina Gonzalez Madin

Tomó cursos de capacitación para ser jueza y a partir de entonces ya era ella y no su pareja quien cada semana tenía que asistir a torneos. Y luego llegó a la ciudad una máquina de puntuación, como las que se utilizan en los Juegos Olímpicos. “¿Sabes usarla?”, le preguntaron. “No, pero puedo aprender”. Este nuevo conocimiento le abriría las puertas a otros niveles, más tarde. No le tenían fe Su debut en un torneo regional, fue en Culiacán, Sinaloa. El Presidente de la Asociación Estatal de Baja California de Box Profesional no le tenía fe, recuerda. “Yo sentía la mala vibra… pero dije ‘no me importa, yo seguiré luchando”. En ese tiempo, sólo había otra mujer en el Estado involucrada en el boxeo. Sandy tiene un recuerdo muy especial de la primera función de relevancia mediática en que fue jueza. Fueron 10 peleas y todas las victorias fueron por decisión, no por knock-out.

En su familia creen que su gusto por los golpes sobre el ring le viene en la sangre: Su abuelo paterno, a quien no

En esa ocasión la primera recomendación que le hicieron fue ignorar las cámaras de televisión, al público y concentrarse en su trabajo. Y así lo hizo. Esa, explica después, es tal vez la mayor diferencia entre los boxeadores hombres y mujeres: la concentración. 8


Y algo debe saber, pues estudió Psicología en la Ciudad de México y un diplomado en Psicología Deportiva en el Centro de Alto Rendimiento de Baja California, en Tijuana. Fue cuando terminó este diplomado que su instructor le recomendó dar asesoría a boxeadores del estado, de manera que ahora estaba con los muchachos en las concentraciones previas a los torneos. Gracias a que aprendió a manejar la Máquina de Puntuación, cada vez asistiría a más Torneos Regionales y Nacionales. Fue en Monterrey cuando acompañó al equipo de Baja California, como manejadora de máquina, psicóloga y jueza. Para entonces, el funcionario que antes no creía en ella, era quien la recomendaba para tal y cual evento. “Fueron muchas malas caras, obstáculos, pero eso me daba más fuerzas”. Alegre y decidida Siempre con la sonrisa a flor de piel y un brillo en los ojos. Su energía es también la de una persona con carácter decidido. No le gusta la gente que se queja y no se ocupa en ser feliz. “Sólo se tiene una vida”, afirma, “y es la única oportunidad que se tiene de vivirla”. Ni siquiera la reciente separación de sus padres, tras 38 años de matrimonio, le causa aflicción. Estima que cada quien tiene su vida y elige lo que quiere para sí y que no vale la pena malgastarla en lamentos. “Bueno o malo, todo siempre te deja una enseñanza, la realidad ahí está y no puedes cambiarla, pero no debes sufrir”. Y se va al Mundial Gracias a su empeño y ya invitada por la Federación Mexicana de Boxeo Amateur, en el año 2008 participó como Manejadora de Máquina en el Mundial Juvenil de Boxeo en Guadalajara, Jalisco. Fue un evento de ocho días en el que compitieron 67 países. “Me siento privilegiada que de tanta gente que hay en la República, se hayan fijado en mí”. Había pocas mujeres en el staff, sólo la secretaria, y la Coordinadora de los Juegos Panamericanos. “Es un ambiente masculino… por

el momento”, advierte con una sonrisa. En ese Mundial, “sólo había una mujer jueza, que además es referí”. Es de República Dominicana. El año pasado tuvo un logro más: participó en la Olimpiada Nacional, siguió asistiendo a torneos nacionales y binacionales. También asistió al Panamericano de Primera Fuerza de Boxeo Femenil en Ecuador, ya como delegada del equipo mexicano. Eso implicó procurar por el equipo representativo, los entrenadores, estar presente durante el pesaje, en el sorteo y hasta revisar los menús de lo que comerían las boxeadoras, a quienes cariñosamente llama “las niñas”, a pesar de tener entre 18 y 23 años. Fue en Ecuador donde pudo constatar el apoyo que se le da a las boxeadoras en otros países, como Brasil, Argentina, Estados Unidos y Canadá, a diferencia de México. “Aquí por cultura, machismo, la mujer no es para pelear, dicen”. Pero no hay nada más alejado de la verdad. “La mujer se concentra en su entrenador, tiene otra visión, en su minuto en la esquina… El hombre se puede distraer más, si está la familia presente, por ejemplo. La mujer es más disciplinada, más entregada, porque le cuesta más trabajo llegar que a los hombres”, explica Sandy. “Culturalmente, socialmente, se nos hace difícil la actividad del boxeo”. El box le ha dejado muchas satisfacciones y también una que otra frustración, reconoce. Como uno de los mejores momentos, cuenta el reencuentro con uno de “sus” muchachos. “Es un niño seleccionado estatal, a quien le di asesoría psicológica. Fue emocionante verlo seis meses después en el Comité Olímpico. Ahora es parte de la selección olímpica de México”. Su mayor frustración fue que cuando tuvo la oportunidad de probarse en un Nacional, en Toluca, Estado de México, no fue porque en su trabajo no la dejaron salir, a pesar de que le tocaban sus vacaciones. “Si te vas a ir, mejor renuncia”, le dijo su jefe. “¡Para agarrarlo de costal al ‘jijo’!”, agrega. 9


Y en su mirada se lee que sabe que puede lograrlo.

de patanes, le llegó su Waterloo y descubrió que el amor no es un convencionalismo social, sino algo real y gratificante. Planea formar una familia con un maravilloso hombre, bajista del grupo Madame Ur y sus Hombres y el hijo de éste, un guapo muchacho de 13 años. A la par de su labor como periodista, impartió clases en dos universidades de Tijuana. Actualmente trabaja en proyectos independientes, como editora y correctora, pero planea volver a las aulas en marzo, con un taller de periodismo.

Recientemente Sandy dejó su vida en Tijuana para regresar al DF.

Gabina | Victor Beltri

Se quedó y al mes la despidieron. Fue en ese momento que decidió que sería ella quien controlaría su tiempo y sus decisiones: “Tus ideales hay que defenderlos con las garras”. Superados tantos obstáculos y ahora viendo hacia delante, una de sus grandes aspiraciones es pertenecer oficialmente al selectivo nacional como psicóloga y proponer a la Federación Mexicana un proyecto psicológico para los deportistas.

Cristina Gonzalez Madin María Cristina González Madín nació en Tijuana, Baja California México el 1 de enero de 1971. Aunque se crió en Mexicali, Baja California y estudió en Monterrey, Nuevo León, Tijuana es la tierra que fue buena con sus abuelos y su madre, de manera que hace ya 15 años vive de manera permanente en la esquina donde inicia América Latina (si se lee de izquierda a derecha y se piensa que en verdad el Polo Norte está al Norte). Cristina aprendió a leer a los 4 años, sola. La primera línea que leyó fue ‘es un tonto’, en un cómic de Disney que relataba la historia de Gulliver, pero con Tribilín y Mickey Mouse. Ese fue sin duda el día más feliz de su vida: Estudió Ciencias de la Comunicación en el Tecnológico de Monterrey, donde además actuó en diversos montajes teatrales. Compartió escenario con la escritora Ángeles Mastretta y los ahora desaparecidos actores Ofelia Guilmain y Eduardo Palomo. Fue editora por 10 años de las secciones local, nacional, cultural y de espectáculos, entre otras, del periódico Frontera, en Tijuana. Cristina tiene, además de la lectura, un gran gusto por la música. Su iPod es bastante ecléctico, pero denota una leve inclinación al rock. Tras salir con una serie

Leiden es una pequeña ciudad holandesa, de alrededor de 250,000 habitantes, a medio camino entre La Haya y Amsterdam. Una ciudad de ladrillo rojo, canales y puentes: el centro de la ciudad, con construcciones en su mayor parte del siglo XVI y XVII, es uno de los mejor conservados en los Países Bajos. Leiden es una ciudad vibrante y llena de cultura, cuya universidad, una de las más importantes de Holanda, aporta una población juvenil desenfadada y entusiasta; en los meses de verano, hay que tener cuidado con el enjambre de bicicletas que cruzan las pequeñas calles de un lado a otro, entre los puestos callejeros de arenque crudo y flores. En las terrazas, turistas, estudiantes y ciudadanos normales se mezclan disfrutando de una cerveza en discusiones que muchas veces se prolongan hasta bien entrada la noche. Los canales son recorridos por pequeñas embarcaciones de todo tipo, transportando mercancías y personas por toda la ciudad. Los ciudadanos holandeses son los más altos de Europa. El promedio de estatura es de un metro con ochenta 10


y cinco centímetros, y en la mayoría de los casos cumplen con el estereotipo que de ellos nos hemos formado: rubios, delgados, de tez blanca o sonrosada. La densidad de población, de alrededor de 400 habitantes por kilómetro cuadrado (en México es de alrededor de 55, y en los EEUU de 32), los ha hecho extremadamente conscientes de los derechos de los demás: difícilmente se escuchan gritos o manifestaciones de júbilo o enojo. Las emociones, así como los colores, el ruido o los sentimientos, se guardan de puertas adentro. Fue en este ambiente completamente europeo, aséptico y reservado, donde la vi por primera vez, cruzando el puente de uno de los canales. Era una visión no solo de otro mundo, sino de otro tiempo: una indígena mixteca, de alrededor de 50 años, vestida con un huipil bordado a mano, trenzas con listones, y una dignidad, una altivez, que enfrentaba con la frente en alto y orgullosa las miradas y comentarios que suscitaba entre la gente con la que se cruzaba. La vi, y quedé paralizado. Lo primero que pensé fue en buscar las cámaras de televisión, algo que pudiera explicar su presencia en un lugar en el que yo mismo me sentía ajeno. No había cámaras ni nada. Siguió caminando y se perdió en la multitud. Seguramente era Gabina, me dijo mi esposa cuando le conté sobre la visión. Y no, no era ninguna visión; era efectivamente una mixteca que vive en Leiden, casada con un profesor de arqueología mesoamericana de la Universidad, una de las mayores autoridades en cuanto a cultura oaxaqueña en el mundo entero. Maarten y Gabina son una pareja encantadora, concluyó. No perdí oportunidad. La siguiente vez que la vi, en una recepción ofrecida por la Embajada de México, de nuevo de huipil, pero esta vez de fiesta, me acerqué y me presenté. Comenzamos a platicar, y encontré una mujer interesantísima. Me enteré que entre ella y su marido, quien es el mayor experto en descifrar códices prehispánicos y había sido reconocido por parte del gobierno mexicano con el Aguila Azteca, la máxima distinción que Mexico concede a extranjeros, tenían un proyecto de estudio y rescate de la cultura e historia

mixteca. La recepción continuaba, y quedamos en seguir nuestra conversación en otro momento. Nos volvimos a ver, varias veces, y comenzamos a cultivar una amistad que nos llevó a conocer a una mexicana extraordinaria. Gabina es una mujer mixteca, comprometida con su pueblo y sus tradiciones, que defiende su historia y transmite sus conocimientos de manera desinteresada. Ha participado activamente en los movimientos de defensa de la educación bilingüe en Oaxaca, y ha representado a su comunidad ante foros internacionales, entre ellos el grupo de trabajo sobre pueblos originarios de Naciones Unidas en Ginebra. Ha luchado, junto con Rigoberta Menchú, por la defensa de las culturas indígenas (originarias, me estaría corrigiendo), y ha dado clases, en la misma Universidad de Leiden, sobre lenguaje y cultura mixtecas. Ha colaborado, junto con su esposo, en la edición e interpretación de códices para el Fondo de Cultura Económica. Domina al menos cuatro idiomas: el Sahin Sau (mixteco), el castellano, el inglés y el holandés. Gabina es una mujer extraordinaria, pero no excepcional. Es necesario hacer la distinción. No es excepcional porque México está lleno de mujeres extraordinarias, que luchan constantemente por sacar adelante a sus familias en un medio que les es tradicionalmente adverso: el machismo imperante en la sociedad mexicana, aunado al menosprecio que, fruto de la ignorancia, tiene un gran sector en contra de los indígenas, forman un círculo vicioso en el cual las mujeres siempre salen perjudicadas. Si a esto agregamos la falta de oportunidades y la desigualdad, la erosión social producto de la pobreza, podemos imaginar la situación en la que nuestras mujeres extraordinarias viven. Gabina no es excepcional, pero sí es ejemplar. Porque su lucha, sus logros y su vida hacen evidente, en primer lugar, que la mujer indígena juega un rol determinante en el rescate de la cultura y en la preservación de las tradiciones. Que la cultura de los pueblos originarios es la cultura del resto de la humanidad, y la mujer, como madre, es quien la transmite de manera oral a los hijos. Pero, sobre todo, es el ejemplo perfecto de cómo la mujer indígena puede insertarse y enriquecer la vida de 11


las sociedades modernas. De nosotros depende darles la oportunidad.

Victor Beltri Víctor Beltri nació en la Ciudad de México y se crió en Guadalajara. Escritor y analista, trata de encontrar sentido a la vida a través de los demás: no soporta la soledad ni el silencio. Ha vivido en varios países tan solo para reconocer que su hogar está en dondequiera que esté su esposa. Sus textos se publican con regularidad en algunas revistas y diarios regionales y nacionales, y se encuentran recopilados en www.victorbeltri.com. El espera sus comentarios en contacto@victorbeltri.com o bien en http:// twitter.com/vbeltri

Soy una mujer, nómbrame | Maria Jose Sanchez Hernandez

Cindy Sherman, Untitled Film Still #3, 1979, Ashtrup Museaum of Modern Art, Oslo, Norway Este año desde el portal ciberfeminista, Ciudad de Mujeres, de entre todos los objetivos sobre los que trabajamos día a día, le hemos puesto especial énfasis al de sensibilizar en las redes, lugar donde fundamentalmente se desarrolla nuestra actividad, sobre el uso sexista del lenguaje, ese sexismo consistente en utilizar el genérico masculino para nombrarnos a las

mujeres, esa manera de expresarse que contrapone el argumento de que se trata de economizar palabras y que, también se suma a restar, como en otros aspectos, en todo lo relacionado con los derechos de las mujeres. En definitiva, reivindicamos el “ser nombradas como sujetos con cuerpo, es decir, en femenino” en palabras de Mercedes Bengoechea. Con esa finalidad hemos abierto en “Facebook” un grupo denominado “Soy una mujer: no me uno a grupos que no me nombren” desde el que se ha invitado a mujeres y a hombres a apostar por un lenguaje en clave de igualdad, donde el masculino no sea el universal que nos designe a unos y a unas. Ha sido una experiencia interesante porque en el espacio de mes y medio este grupo ha reunido más de cuatro mil personas, mujeres que evidencian una receptividad existente, un deseo de ser visibilizadas a través del lenguaje, un afán de ser nombradas y también un buen número de hombres, libres de prejuicios, inteligentes que bajo el epígrafe precisamente de “Soy una mujer…” se han sumado al mismo con la absoluta naturalidad de quien sabe que la igualdad no menoscaba la virilidad de varón alguno, mostrándonos esa marcha en clave de igualdad como un espacio compartido por mujeres y por hombres que viven el presente y tejen el futuro, un futuro donde se relacionen unos y unas, donde la otredad quede reducida a categoría que sólo figure en los libros como algo pasado y que haga esbozar una sonrisa a generaciones futuras como nos la hacen esbozar muchos de los “impedimentos” pasados que tenían las mujeres para ser reconocidas como sujeto civil por el simple hecho de ser mujeres. En el extremo opuesto, porque la lucha por la igualdad tiene su resistencia y además extrema en momentos justamente de avances y de logros, no ha dejado igualmente de sorprendernos por virulenta la respuesta de un reducto, mayoritariamente de hombres, que abogan desde las vísceras por el “cuidado” de la puridad de la lengua con un rigor que no muestran cuando se plantean otras maneras de expresarse ni cambios de términos en otros ámbitos .

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Evidentemente, hemos de entender que su beneplácito se concede y se limita a todo cambio de términos que no conlleve la feminización de los que el “Uno” creó para la “Otra” como la norma universal- porque en realidad ese es el meollo de la cuestión, la ruptura de la subordinación a la norma patriarcal y no las entretelas lingüísticas, como pretenden hacernos creer. La historia nos ha mostrado que cuando su palabra con el apoyo de la religión les ha sido insuficiente para someter a las mujeres, la misoginia ha echado mano de las ciencias para que impusieran cuño de sabiduría a lo que simplemente era ideología. El machismo lingüístico español defiende las esencias de una patria, las esencias de la patria llamada Real Academia de la Lengua Española (a la que tal vez debiéramos denominar Real Academia de la Lengua Patriarcal) y cuyo lema “limpia, fija y da esplendor”, se ajusta a su código, entendiéndolo como limpia de igualdad, fija en el tiempo y da esplendor para ese patriarcado que la creó y que refleja y consolida el universo simbólico de quien ha levantado un mundo a su imagen y semejanza, obviando que las mujeres formamos parte del mismo y que exigimos el poder, el espacio, los derechos, la igualdad de oportunidades, la autonomía de ser y de estar, la visibilización y el lenguaje que nos nombre. En realidad, ese encono pueril, egoísta y defendido desde la grosería del insulto, sólo es un rechazo a admitir que determinado prototipo de mujer se les escurre como el agua de las manos, un mecanismo de defensa ante su miedo a una igualdad connotada con perder privilegios, compartir espacios, corresponsabilizarse con las obligaciones éticas de atención y cuidado que, tienen valor y que a pesar de lo que nos venden, también tienen precio pero que carecen de prestigio en el currículum neoliberal de cualquier persona dado que son tareas devaluadas porque ese ha sido el estatus que le han otorgado a todas las tareas feminizadas. Las mujeres soportan mayor tasa de desempleo, un empleo más precario y con frecuencia considerado como subsidiario, cobran menos por igual trabajo que los hombres.

En Europa, seis millones de mujeres reducen su jornada o dejan de trabajar para cuidar a alguien, un buen número muere cada año a manos de su ex pareja, cerca de 140 millones viven con mutilación genital. En Turquía solamente, cada año se producen unos 300 crímenes de honor. Precisamente hace unas semanas, una chica de 16 años era enterrada viva como castigo por mantener relaciones que no eran del agrado de su padre. Muchas mujeres están presas en esa cárcelmóvil denominada burka. Pues bien, nada de toda esta discriminación ni horror merece una breve crónica de esta carcunda que sin embargo se apresta en afilar sus lápices y engrasar sus calcificadas neuronas para despacharse a gusto cuando se toca su patrimonio, el orden inmutable de un sistema binario que creó el espejo en la “otredad” en donde mirarse y reafirmarse como la más bella del lugar. Disparan improperios, palabras envenenadas de resentimiento por la pérdida de esa esencia femenina que el viento se les lleva a su pesar, reprochando sin rubor alguno que frente a tanta indignidad para con las mujeres que hay en el mundo (ya sabemos aquello de “el infierno son los otros”) cómo es posible andarse entreteniendo en fruslerías, en herejías verbales, en un quítame allá una “o” para que ponga una “a”, que esa es la versión, desde la ignorancia o desde la manipulación que predican en su ceremonia de la confusión, en su sempiterno y perverso intento por reducir la desigualdad a una guerra de sexos entre pares. Pues bien, junto a “otros” hombres, en un mundo donde las desigualdades, la discriminación, la violencia es un plato que cada mañana nos desayunamos frente a un periódico o un televisor, nosotras mujeres que escribimos, peleamos, denunciamos, actuamos, reivindicamos, nos manifestamos por quienes sufren esas situaciones, podemos reclamar el uso de un lenguaje no sexista sin complejo alguno, como lo expresó en el grupo creado en Facebook, Silvia Lommi: Soy mujer y no me nombran si utilizan usuario, amigo, compañero, alumno, licenciado, psicólogo, padres, los contribuyentes, los ciudadanos, los amantes, hijos, nacido. 13


Soy Silvia, usuaria de Internet, amiga de muchas personas, compañera de muchas más, alumna del Seminario de Genero y Políticas Públicas, Licenciada, Psicóloga, madre, una contribuyente de la AFIP, ciudadana argentina, la amante de mi pareja, hija de Angelina, nacida en Buenos Aires. Si me nombran me encuentran. Y por eso podemos también decir sin complejo alguno… Si yo te pido, cuando hablas de hombres y mujeres, después de nombrarte, que me “nombres”, ¿tienes algún problema para hacerlo?

Maria Jose Sanchez Hernandez Feminista. Co-creadora y co-administradora junto con Yahui del portal feminista ciudaddemujeres.com

Feliz día de la mujer 'gorda' | Eileen Truax

sitio donde alguna de ellas acumulaba algún gramo de grasa corporal; sin embargo, en cada foto al menos una de ellas comentaba algo como esto: “¡Ay no, qué horror, me veo gordísima!”. Recordando esta anécdota, elegí la foto de Marilyn Monroe que acompaña a este artículo. Marilyn es sin duda el ícono sexual del siglo XX, pero viéndola bien: ¿Quién la contrataría hoy como modelo de trajes de baño? ¿Qué jovencita diría que ese es el cuerpo que quiere tener cuando sea grande? En serio, “quitándole” la cabeza, ¿es este un cuerpo de película (de hoy)? Me parece que en algún lugar perdimos el rumbo. En el mundo de hoy gobiernan los flacos. Así lo dicen la televisión, el cine, las revistas y los anuncios comerciales. Las mujeres exitosas son muy delgadas; pueden no ser muy bellas, o no muy jóvenes; pero si se conservan esbeltas, son dignas de cualquier esposo, posición laboral o cargo público. La presión, aunque está ahí para todos, en realidad pesa más sobre las mujeres. Muchos de los poderosos empresarios o grandes actores tienen sobrepeso, pero son respetados. Los acompañan mujeres delgadísimas, a las cuales nunca se les asoma una “llantita” aunque hayan tenido tres hijos. En raras ocasiones vemos el caso opuesto: una mujer obesa en una posición de poder o que sea un éxito de taquilla y que además vaya acompañada por un orgulloso hombre esbelto. Estos estándares han llegado a las tiendas de ropa. Los diseñadores más estrictos, que consideran sus piezas como obras de arte, no producen más allá de la talla 5 para no estropear su imagen. En las tiendas existe la talla cero, y las chicas sufren cuando lo más que consiguen es enfundar su cuerpo en una talla 3. Las tallas 9, 11 y 13 con frecuencia se encuentran en el área de “señoras”, o incluso en la de tallas grandes.

Tengo una hermana de 17 años. El otro día entré a su perfil de Facebook y me encontré un álbum de fotos de ella con sus amigas: un grupo de jovencitas alrededor de los 18, todas con cuerpos esbeltísimos y bikinis entallados, asoleándose junto a una alberca. Juro que habría que hacer un esfuerzo notable para identificar el

En la medida en que el acceso a los medios de comunicación se multiplica, el mensaje llega con más fuerza. Hace 25 años, cuando yo era adolescente, desconocíamos el significado de “bulimia” y “anorexia”. Mis amigas y yo íbamos a una alberca y nuestra preocupación era el color del traje de baño, no su talla. 14


Éramos chicas perfectamente saludables; pero supongo que para los estándares de hoy, todas hubiéramos entrado en la categoría de “gordas”. De acuerdo con cifras del Centro de Información y Referencia sobre Desordenes de la Alimentación, son cerca de 10 millones de personas las que actualmente padecen desórdenes alimenticios en Estados Unidos; de ellas, cerca de 9 millones son mujeres, la mayoría entre los 15 y los 26 años de edad. Sin embargo la presión no sólo se instala entre las generaciones más jóvenes. Cada vez más mujeres de edad madura buscan mecanismos para bajar de peso y afinar la cintura, el vientre los muslos y las caderas. Nunca la industria de los productos para perder peso había alcanzado los niveles de prosperidad con los que cuenta ahora; se estima que en 2010 alcanzará los 68,000 millones de dólares en ventas. El día de la mujer usualmente conmemora las grandes luchas de este género por el reconocimiento de sus derechos civiles y laborales, y el fin del sometimiento por motivos económicos o religiosos. Sin embargo en pleno siglo XXI y en un mundo globalizado, con el portafolios en una mano y el vaso de Starbucks en la otra, las mujeres seguimos sometidas, esta vez por algo tan banal como nuestro propio aspecto. Creo que mientras no nos volvamos a ver como realmente somos, no tenemos nada que festejar. No hay emancipación, derecho a votar, acceso a la política ni campañas contra la violencia que valgan, mientras sigamos ejerciendo contra nosotras tal violencia psicológica. Mientras en nuestro propio hogar, entre nuestras amigas o hermanas, no hagamos más que hablar de dietas, ejercicios y kilos. Mientras sigamos creyendo que todas las mujeres gordas están gordas por su culpa, por ser flojas y no aguantarse las ganas de comer, y que todas las flacas son muy saludables. De ninguna manera pretendo hacer una apología de la obesidad. Estoy convencida de que la base de la autoestima de la mujer radica en su capacidad de estar saludable; comer de manera balanceada y hacer ejercicio son factores indispensables para su salud. Sin embargo

considero importante que las mujeres de cualquier edad empecemos a usar la objetividad y a estar orgullosas de quiénes somos. Que dejemos de usar el eufemismo “gordita” al referirnos a alguien, como si “gorda” fuera un insulto y no una descripción. Que dejemos de asociar la obesidad con la falta de inteligencia. Podríamos empezar por decirle a nuestras hijas que es normal que a los 20 años no les queden los pantalones que se ponían a los 15, y que nosotras mismas aceptemos que tal vez no podremos volver a usar esos jeans que usábamos a los 30 y que siguen guardados en el clóset esperando un milagro; y que eso no significa que estemos gordas. Y que si sí lo estamos, eso no significa que estemos feas. No vamos a tener el cuerpo de quienes salen en las revistas y no podemos evitar las estrías ni las arrugas. Con cada año que pasa es más difícil bajar de peso, y hasta la mujer más flaca tiene celulitis en alguna parte del cuerpo. Estos detalles que nos obsesionan ocupan parte de nuestro tiempo y nos absorben energía, cuando en realidad son pequeños comparados con nuestra sonrisa, con lo que proyectamos cuando estamos con alguien a quien queremos, con las curvas de nuestro cuerpo o el efecto que causamos cuando nos ponemos un vestido bonito, una falda corta o unas botas altas, y entramos partiendo plaza a un restaurante. ¿Recordamos todas esa sensación? Hagámoslo más seguido. Cuando logremos vernos desnudas ante el espejo y sonreír, entonces sí: feliz día de la mujer.

Eileen Truax Eileen Truax nació en la hermosa Ciudad de México. Es periodista y bloguera, pero sobre todo chilanga hasta el tuétano. Aprendió a leer a los tres años y después a escribir; lleva toda la vida atrapada en ello. Ha sido reportera de temas políticos y sociales en los dos lados del Río Bravo. Metiche sin remedio, viviendo en México fue a ver qué había del otro lado de la barda y decidió quedarse un rato 15


en Los Ángeles. En esta ciudad es reportera del diario La Opinión y sortea la crisis para mantener con vida a su pequeña productora de documentales, Malaespina Producciones. Es colaboradora del blog “Migrantes”, en el diario mexicano El Universal, y forma parte de un grupo de periodistas en 11 países que publican el blog Mundo Abierto. Eileen es amante de las letras y de los tacos al pastor. Por cierto, aún no encuentra en Los Ángeles unos como le gustan; se aceptan recomendaciones.

Las relaciones intergenéricas en Roma | Alicia Ocampo Jimenez

a la relación entre personas, familia, bienes, sucesiones, obligaciones y contratos. Es muy complejo hablar sobre temas históricos de manera universal. Sin embargo, extraeremos algunos datos que nos permitirán reflexionar sobre algunas perspectivas sobre lo femenino y lo masculino reflejados en ciertos sucesos históricos, para confrontar aquella realidad con la nuestra. En las sociedades occidentales contemporáneas aún existe una tendencia a extender en el ámbito sociopolítico el modelo de los antiguos, especialmente el de la Grecia clásica. Para los griegos de aquella época el basamento de la vida política eran las “polis autónomas” o ciudades estado, que simbolizaban libertad de los ciudadanos a través del ejercicio colectivo de la soberanía, desarrollados fundamentalmente en tres aspectos:

• Deliberar en la plaza pública sobre la guerra y la paz, • Concluir con los extranjeros tratados de alianza, • Votar las leyes, pronunciar las sentencias, examinar las cuentas, los actos, las gestiones de los magistrados, etcétera. Dicha promoción de la “libertad de los antiguos” fue muy destacada por su capacidad de potenciar la discusión pública y el protagonismo de la ciudadanía en los asuntos de la polis. Sin embargo tenía “la limitación de estar reservada a los paterfamilias, es decir, a los ciudadanos varones, adultos y dotados de propiedades” (Ballesteros). La estructuración de la vida social debe gran parte de sus fundamentos a las estructuras políticas de culturas como la griega y la romana, tanto la normatividad como las costumbres de entonces se han perpetuado en Occidente y en nuestro país, por lo que vale la pena analizar algunas de ellas con visión crítica y diacrónica. Por mencionar un ejemplo, el derecho civil mexicano tiene una considerable influencia del Derecho Romano y los presupuestos de entonces sobre las relaciones entre hombres y mujeres se siguen reflejando de alguna manera en nuestro sistema jurídico actual, en lo que concierne

Las mujeres no fueron las únicas excluidas de los privilegios que gozaban los ciudadanos libres. Situación semejante padecían los esclavos, quienes en su mayoría eran extranjeros. A veces se les refería como res (cosa) y no como personas. Sabemos que la inequidad no sólo se establece en las relaciones de género, sino que también consiste en no reconocer la dignidad de otras personas por su condición de clase o de raza. Roma Es difícil hacer afirmaciones sobre Roma en términos generales, porque el Imperio Romano duró cinco siglos 16


y como toda cultura, tuvo situaciones cambiantes en diversas épocas. Tampoco podemos olvidar que Roma otorgaba la ciudadanía a los países que eran conquistados, por ejemplo, la misma Grecia (148 a.C.). Ciertamente, durante todos esos siglos se fue consolidando una legislación que regulaba las relaciones entre hombres y mujeres, específicamente la organización familiar y el matrimonio. Algunos conceptos básicos del Derecho Romano: la familia era considerada como el conjunto de personas que integraban una domus (casa) y que se encontraban bajo la potestas (potestad) de un jefe único, el paterfamilias (cabeza de familia). El jefe debía ser un varón libre, del cual dependían la mujer, los hijos e hijas de la familia y los esclavos o esclavas. El matrimonio se concebía como la unión de hombre y mujer con la intención de vivir como marido y mujer. La ceremonia nupcial tenía un gesto simbólico que manifiesta el dominio que ejercía el hombre sobre la mujer: “al llegar el cortejo a la casa del novio se detiene y para que la joven entrara en la domus, solía simularse un rapto, de tal suerte que el novio la levantaba en brazos, sin que los pies de ella tocaran el umbral de la casa” (Padilla). El concepto de matrimonio no era aplicable a la mujer, sino sólo al hombre casado, “que adquiere a la mujer una mater para su casa”. Una vez casadas, las romanas eran llamadas “matronas” y se consideraban dueñas de sus casas. Aunque su papel era subordinado al de sus maridos, las romanas podían salir a hacer compras, además acompañaban a sus maridos en los banquetes y recepciones. En el ámbito sociopolítico, a la mujer romana “se le cede el paso en la calle, nadie puede tocarla ni citarla a justicia. Puede intervenir como demandante o como testigo en las causas criminales y asiste a los espectáculos pœblicos” (Cantudo). La edad mínima permitida para casarse eran de 12 años para las mujeres y 14 para los varones. Ambos contrayentes debían contar con el consentimiento de los paterfamilias, en el caso de las mujeres era fundamental hacerlo con quien tuviera la patria potestad sobre ellas. Una vez casadas, las mujeres dejaban de estar bajo la potestad del paterfamilias, para estar bajo la potestad

de sus maridos. Las romanas debían aportar una dote al casarse, para ayudar con las cargas del matrimonio. La dote pasaba a ser propiedad del marido, pero ella podía recuperarla en caso de divorcio. Con el paso del tiempo, se fueron introduciendo prácticas que dieron mayor paridad entre marido y esposa, ”lo que representaba una igualdad en este campo sin precedentes en la historia antigua” (Cantudo). Las mujeres en peores condiciones eran las esclavas, quienes eran consideradas como “objeto” y no como “sujeto” de derecho, tenían los peores trabajos pero además la obligación de complacer a sus dueños en relaciones extramaritales. Mientras los hombres dejaban de estar bajo tutela a partir de los 14 años, las mujeres difícilmente dejaban de estarlo, aunque esta situación cambió con el tiempo y en la época de Diocleciano perdió vigencia (III d.C). Lo que más llama la atención es el fundamento con el cual se justificaba que las mujeres estuvieran bajo tutela: se hablaba de la mujer como “débil de carácter” o imbecillibus mentis: la traducción literal es “mente imbécil” (Valerio Máximo); “imbecilidad” o imbecillitas (Séneca); Cicerón habla de infirmitas consilio “ligereza de juicio”, aunque paradójicamente Terencia –la esposa de Cicerón- era una mujer autosuficiente que administraba su patrimonio con independencia. La emancipación de las romanas se fue dando paulatinamente, sobre todo en las mujeres de alta alcurnia. Se sabe que varias de ellas tuvieron un destacado protagonismo en los asuntos políticos, entre ellas Livia fue de las más famosas aunque pasó a la historia con etiquetas estereotipadas negativamente como “femeninas”, por el hecho de haber tomado parte de manera “velada” en los asuntos políticos de Augusto y de su hijo Tiberio, según puede observarse: “conocida por sus intrigas palaciegas y por ser, segœn se dice, la que movió los hilos del Imperio durante el gobierno de su marido, no en vano Calígula la llamó “Ulises, vestido de mujer”.

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Por su parte, Atia –madre de César Augusto y Octavia– fue considerada por Tácito el modelo de virtud y como una ejemplar matrona romana. Sin embargo, en la serie “Roma” de HBO es caracterizada como una mujer dominante, agresiva y perversa, tal como puede verse en el siguiente videoen el cual discute con Livia sobre quién debe ir en primer lugar en el cortejo. Otras romanas destacaron en el ámbito de la literatura: Perila, Pola Argentaria, quien fue esposa de Lucano; Agripina, la madre de Nerón que influyó para que su hijo ascendiera al trono y dejó escritos sus recuerdos; Sulpicia, que aparece mencionada por Tíbulo el poeta y Hostia, la amante de Propercio que fue comparada con Safo.

sobre Encarnación e interdependencia ante el dualismo cartesiano, artículos y ponencias en congresos nacionales e internacionales sobre comunitarismo y cuestiones de género. Editorialista invitada de Mural, en la sección Nacional del domingo. También escribió editoriales en el periódico Mujer Hoy, primera página. www.twitter.com/AliceOJ

Quiero un final feliz para mi historia | Hilda Nayeli Cortez

Alicia Ocampo Jimenez Dra. Alicia Ocampo Jiménez. Doctora en Filosofía del Derecho, Moral y Política; por la Universidad de Valencia, España. Directiva Fundadora de la Asociación Iberoamericana de Comunitarismo. Fue directora del Primer Seminario Internacional sobre Comunitarismo (SEMCOM1). Ha colaborado como directiva en la organización de SEMCOM2 (Colombia, Dansocial), SEMCOM3 (Chile) y SEMCOM4 (Perú). Consejera Ciudadana del Instituto Jalisciense de las Mujeres, 2003-2006. Consejera en el Instituto Municipal de las Mujeres (Guadalajara), en el Observatorio de Género “Minerva”, para publicidad no sexista (2007-2009). Profesora de asignaturas filosóficas: antropología, ética, filosofía política, y cuestiones de género. Además es conferencista y capacitadora sobre cuestiones de género. Investigadora sobre cuestiones de género, ética y filosofía política. Hasta el momento ha publicado un libro sobre Feminismos y Postmodernidad, otro sobre Empresarias con poder: historias en Guadalajara y Valencia, así como un manual sobre Construcción y Análisis de Nuevos Paradigmas del Feminismo. Además ha escrito un capítulo de libro en Bari (Italia)

Erase una vez, en un país llamado México, en una de sus tantas comunidades indígenas, una niña llamada Juana. Desde pequeña, Juana fue aprendiendo que le debía servir y atender a su papá y hermanos, y que debido a los escasos recursos con que la familia contaba, tenía que sacrificarse y dejar que los hermanos varones siguieran estudiando, sin importar que sus notas escolares fueran excelentes, con la única explicación de que para casarse y tener hijos no necesitaba contar con estudios y que solo debía preocuparse por ser bonita y servicial. Dócilmente Juana aprendía a cocinar, limpiar y tejer, esperando a que su príncipe azul llegara, para convertirla en esposa, esclava y madre o algún desconocido ofreciera dinero para comprarla y hacer con ella lo que se le antojara. ¿Cuál de las dos opciones anteriores es menos cruel? En nuestras comunidades, existen historias muy similares a las de Juana y solo con diferentes nombres, donde muchas mujeres son vendidas como objetos, por la 18


módica cantidad que oscila entre los cinco y diez mil pesos. Muchas son golpeadas, obligadas a prostituirse y abandonadas, soportan a esposos que las golpean, son alcohólicos y drogadictos y al mismo tiempo tienen que educar y alimentar a los hijos. Si estas mujeres no cuentan ni siquiera con la educación básica y jamás han escuchado que tienen derechos y que hay leyes nacionales e internacionales que las protegen y liberan del maltrato en el que viven, ¿cómo lograrán escapar de la violencia?¿Qué más tienen que esperar estas mujeres? Si sus gobernantes ni se toman la molestia de generar políticas públicas, para que todas ellas conozcan sus derechos y los exijan, si cada día aparecen más mujeres, asesinas, violadas y mutiladas, sin que los agresores y asesinos paguen los crímenes, ya que las autoridades no tienen el menor interés de castigar a los culpables, mismos que siguen cometiendo más delitos. ¿De qué sirve que existan leyes locales y nacionales, así como convenios ratificados y firmados por el gobierno mexicano, que protegen a las mujeres del maltrato y la violencia, si no se cuenta con los elementos, ni se generan condiciones que realimente garanticen a las mujeres una vida libre de violencia?

no lo lograron por ser pobres, indígenas y sobre todo mujeres.

Hilda Nayeli Cortez Hilda Nayeli Cortez, nació hace 25 años en la comunidad de Rioseco Zoquitlán, Oaxaca, México. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación y cuenta con un diplomado en Género, Derechos y Políticas Públicas para el Fortalecimiento de la Ciudadanía. Ha participado en diversos cursos y talleres de periodismo en Género y Violencia hacia las mujeres. Escribe crónica literaria sobre las costumbres de las comunidades de Oaxaca. Ha colaborado en distintos medios de comunicación de Oaxaca así como en campanas políticas. Activista en pro de los Derechos de la Mujer, especialmente activa en marchas contra las Leyes Antiaborto en Oaxaca y a nivel Nacional en México. Como dato curioso Nayeli es trompetista y formó parte de la orquesta y banda del centro de iniciación musical de Oaxaca (CIMO).

Tampoco se invierte en proyectos de difusión de los derechos de las mujeres, ya que muchas de ellas ignoran la existencia de esos derechos y si los conocen, no saben a donde acudir para exigirlos. No basta solo con clasificar los tipos de violencia y firmar convenios, si no se tiene el interés de luchar por combatir y erradicar los tipos de maltrato que sufren las mujeres. Es inaceptable que muchas mujeres sigan siendo asesinadas por sus propios esposos, y que el castigo se reduzca con el simple argumento de que fue un asesinato por defender el honor. Muchas Juanas, Catalinas, Marías y Lupes hubiesen aportado sus conocimientos a la ciencia, tecnología y política, para mejorar el medio ambiente y la sociedad, si se les hubiese dado la oportunidad de participar, pero

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