Egresaditos David Venegas
Veinte delantales, veinte. Todos colgados en el perchero de la salita amarilla, bordados con los nombres de sus due単os, llenos de arena y sol, conversan en el silencio del aula donde la se単orita caro ense単坦 las primeras letras.
Se va la luz, se esconde el sol Pero siempre ha de brillar, La antorcha que en su fuego da El calor de la amistad.
- Chicos, chicos: se acerca fin de año. ¡Terminan las clases! Dijo uno de los delantalitos. - ¡Bien! Después de tanto esfuerzo lo logramos... -dijo otro con cuello bordado. - ¿Logramos qué?, preguntó el más chiquito. Y todos juntos gritaron con alegría: - ¡Pasamos a primer grado!
y de ho o g i r, al am e aye mos d e l m a A os sté rdem o c e jos e e R l . e o qu e ser g d i a m h A igo e am r p m Sie
Los delantalitos estaban felices con la buena noticia. Todos recordaban sus primeros encuentros con el pizarrón, con las sillitas, Todos habían sentido unas cosquillitas en el pecho la primera vez que dejaron a sus mamás en la puerta para entrar a la salita pero con el tiempo fueron sintiéndose más cómodos en el patio del jardín, con los juguetes, con los amigos. Pasito a paso aprendieron a escucharse, a contar historias, a cantar con toda la garganta y a jugar a la mamá, el papá y el bebé que llora porque quiere chocolates.
- ¿Se acuerdan de aquel paseo en el que tuvimos que viajar en micro?, los delantalitos empezaban a recordar los lindos momentos que vivieron en el jardín. - ¿Y cuando festejamos los cumpleaños con torta en la sala? - ¡Yo no me voy a olvidar nunca de los juegos en el patio!, dijo el más inquieto. - Y tampoco de los cuentos de la seño, ¿verdad? volvió a preguntar el más chiquito.
ás ca quiz n u n , r, adiós contra Adiós n e a s lvamo verá Nos vo isa vol r b a l n istad. m Pero e a e d o o cant Nuestr
Un aire de tristeza recorrió la salita Amarilla. Todos los delantales quedaron en silencio. ¿Qué sería de ellos el año que viene? ¿Dónde estaría cada uno? ¿Cómo sería ese famoso primer grado? - ¿Se van a acordar de mí el año que viene?, todos miraron al delantal que tenía la manguita rota.
- ¡Pero claro!, dijo una voz conocida y cariñosa. - Siempre nos vamos a acordar de los lindos momentos que vivimos juntos. De las peleas, de las fiestas, de las tareas y de los paseos. De cada uno hay una gran aventura por contar. Siempre nos recordaremos porque la salita Amarilla nos unió ¡para siempre! La señorita Caro también había dejado su delantal en el perchero. -Y cada vez que quieran sonreír, sólo tienen que mirar el libro del Jardín Pindapoy, donde está la foto de la salita Amarilla, con la señorita Caro y los alumnos: ¡Prepárense para disfrutar de la primaria, EGRESADITOS!