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La participación de los honderos baleares en las Guerras Púnicas: Sicilia, Libia y, Anibálica

Lola Carbonell Beviá

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La participación de los honderos baleares en las Guerras Púnicas: Sicilia, Libia y, Anibálica

Lola Carbonell Beviá

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La participación de los honderos baleares en las Guerras Púnicas: Sicilia, Libia y, Anibálica

Índice

1. Guerras en las que participaron los honderos baleares. 1.1. La guerra de Sicilia o Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.). 1.2. La guerra de Libia o, de los mercenarios (241-238 a.C.). 1.3. La guerra anibálica o, Segunda Guerra Púnica (218-202 a. C.) 1.3.1. La participación de los honderos baleares durante la guerra en Hispania. 1.3.2. La participación de los honderos baleares durante la guerra en Italia. 1.3.3. La participación de los honderos baleares durante la guerra en África. 1.3.4. Magón recluta mercenarios en Menorca. 2. Beneficios económicos de los soldados cartagineses. 2.1. Botín. 2.2. Pagas ordinarias. 2.3. Pagas especiales. 2.4. Pagas en dinero efectivo. 2.5. Pagas en oro. 2.6. Recompensas. 2.7. Saqueos. 3


2.8. Soldadas. 3. Costumbres de los mercenarios. 3.1. Alimentación. 3.2. Animales. 3.2.1. La utilización de bueyes. 3.2.2. La utilización de caballos. 3.2.3. La utilización de elefantes. 3.2.3.1. Elefantes en la Primera Guerra Púnica. 3.2.3.2. Elefantes en la Segunda Guerra Púnica. 3.3. Vivienda: Los campamentos de invierno. 3.4. Diversiones. 3.5. Vestimenta y armamento. 3.5.1. Cartagineses. 3.5.2. Galos. 3.5.3. Íberos o hispanos. 3.5.4. Libios. 3.6. Salud: La peste del otoño del 213 a. C. 3.7. Religión: Los dioses que acompañaron al ejército cartaginés. 3.8. Augurios: Oráculos, sacrificios y oniromancia. 3.9. La muerte: El huevo de la vida en la inmortalidad y en la eternidad, esperanza y promesa de un segundo nacimiento. 3.9.1. Tradición histórica de los huevos de avestruz. 3.9.2. Costumbres funerarias cartaginesas. 3.9.3. Cronología de los huevos de avestruz. 3.9.4. Morfología de los huevos de avestruz. 4


3.9.5. Yacimientos donde se han hallado huevos de avestruz en la península Ibérica. 3.9.5.1. Alicante. 3.9.5.2. Almería. 3.9.5.3. Cádiz. 3.9.5.4. Granada. 3.9.5.5. Ibiza. 3.9.5.6. Málaga. 3.9.5.7. Sevilla. 4. Menorca púnica. 4.1. Cerámica púnica-ebusitana hallada en Menorca. 4.2. Comercio de importación y exportación. 4.3. Cuentas de pasta vítrea de origen fenicio-púnico. 4.4. Monedas fenicio-púnicas en suelo menorquín. 4.5. Caufragios de embarcaciones fenicio-púnicos. 4.6. Pebeteros de Tanit. 4.7. El comercio y uso de la púrpura en Menorca. 4.8. Restos de cerámica ebusitana en los recintos de taula. 5. Vestigios de las Guerras Púnicas en Menorca. 5.1. Monedas de Indíbil halladas en Menorca. 5.2. Las murallas defensivas de Son Catlar y Torrellafuda. 5.3. El posible origen filisteo-rodio de los honderos de Menorca. 5.4. El hábitat de los posibles honderos que participaron como mercenarios del ejército cartaginés. 5.5. Reclutamiento cartaginés de los mercenarios menorquines. 5.6. Baaliaroh y, Baleroi. 5


5.7. El asentamiento fenicio-púnico de Corniá Cou. 5.8. Las cáscaras de huevo procedentes del Museo de Mahón. 5.9. Las inscripciones deíficas de Son Catlar. 5.10. La tempestad que arrastró la flota cartaginesa a las Baleares, en el año 215 a. C. 6. Conclusiones. 7. Citas bibliográficas.

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La participación de los honderos baleares en las Guerras Púnicas: Sicilia, Libia y, Anibálica

Lola Carbonell Beviá

“Efectivamente, eran unos íberos, otros celtas, algunos ligures y baleares, no pocos medio griegos –de los cuales la mayor parte desertores y esclavos- y el grueso estaba formado por libios”. Polibio. Historia de Roma. Libro I, 67.

1. Guerras en las que participaron los honderos baleares. A lo largo del siglo III a. C., el ejército cartaginés reclutó en varios momentos de la Historia honderos baleares que participaron en la guerra de Sicilia o Primera Guerra Púnica; en la guerra de Libia o de los Mercenarios; y en la guerra Anibálica o Segunda Guerra Púnica. En este trabajo de investigación no sólo se van a estudiar los momentos históricos en los que actuaron, sino los embates no bélicos a los que se tuvieron que enfrentar los honderos baleares: como fue el hambre; la lucha junto a los elefantes; el hábitat en los campamentos; las diversiones; el tipo de vestimenta y armamento; la superación de enfermedades como la peste del año 213 a. C; el conocimiento de una nueva religión y, de sus dioses; los oráculos que se realizaban en el campo de batalla; y el enfrentamiento directo y diario con la muerte, así como las nuevas costumbres funerarias que pudieron adquirir.

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1.1. La guerra de Sicilia o Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.). La cronología de la Primera Guerra Púnica abarcó desde el año 264 a. C al 241 a. C., (1), es decir un periodo de 23 años y algunos meses (2). Polibio narró una serie de actuaciones en las que participaron los mercenarios reclutados por el ejército cartaginés a lo largo de la Primera Guerra Púnica. El reclutamiento de mercenarios comenzó con Hierón, general de Siracusa pro-cartaginés que se pasó al bando romano (3). Al ver los cartagineses la actuación de Hieron, pasaron a reclutar nuevos mercenarios entre los ligures, celtas e íberos que fueron trasladados a Sicilia (4), donde combatieron en la vanguardia (5), con bravura y ardor (6). Por otro lado, el lacedemonio de nombre Jántipo se ocupó de distribuir a los mercenarios cartagineses parcialmente en el lado derecho, situando a los más ligeros al frente de ambos flancos (7). Dicha táctica no surtió el efecto deseado (8), muriendo aproximadamente ochocientos de los mercenarios cartagineses (9), de los diez mil que luchaban junto al general cartaginés Himilcón (10). En esta Primera Guerra Púnica se produjo una inesperada situación para el ejército cartaginés en la que algunos de los caudillos mercenarios de mayor rango se reunieron con los mandos romanos para entregarle la ciudad de Siracusa. De la tradición se enteró el general cartaginés quién logró convencer a los mercenarios mediante dones y mercedes, de que fueran leales al ejército cartaginés, en lugar de a los caudillos mercenarios traidores (11). El ejército cartaginés pudo contener la situación sin que se les fuera de las manos, aunque el momento era desesperado (12). Otra de las situaciones que se plantearon con los mercenarios tuvo lugar con la opinión de los mercenarios griegos (13), este hecho hizo que todos los mercenarios fueran convocados mediante pregón en la ciudad de Adérbal (14). 8


Años más tarde, se produjo una situación en que los mercenarios estacionados en la ciudad de Lilibeo fueron mandados salir por el general cartaginés Himilcón, que desempeñaba el cargo de gobernador de Lilibeo (15). En los últimos años del final de la Primera Guerra Púnica se produjo la incorporación de los honderos baleares como mercenarios del ejército cartaginés, junto a íberos, celtas, ligures, griegos y libios (16). Un hecho que produjo en el año 241 a. C., y que dio lugar al inicio de la Guerra de los Mercenarios, puesto que se vieron involucrados en la deuda del pago de sus soldadas, por el ejército cartaginés. 1.2. La guerra de Libia o de los Mercenarios (241-238 a.C.). La cronología de la Guerra de los Mercenarios o de Libia tuvo una duración de tres años y cuatro meses (17), concretamente desde 241 a. C., a 238 a. C. (18). Fue una guerra muy cruel, a la que se vieron arrastrados los honderos baleares, en la que Amilcar tuvo que tomar el mando ante los errores de Hanón, logrando la victoria en el río Mácar, produciéndose la alianza de Cartago con los númidas de Narava; a raíz de dicho hecho se unieron los númidas de Cerdeña a la rebelión, produciéndose la defección de Útica e Hipozarita, así como el asedio de Cartago, en que finalizó la guerra de los Mercenarios (19). Los cartagineses pretendieron solucionar el asunto de la deuda contraída entre Cartago y, los soldados mercenarios, trasladándolos a Cartago, donde fueron recluidos en el interior de la ciudad para explicarles que serían pagados con un estáter de oro para sus primeras necesidades y, destinados mientras tanto a la ciudad de Sica, ubicada a 169 Km., de Cartago. Propuesta que fue aceptada por los mercenarios (20). Pero la situación se exacerbó de nuevo por el tema económico, cuando se presentó en Sica, el general cartaginés en Libia, Hanón para dirigirse a los mercenarios, e intentar reducir parcialmente las soldadas que se les debían, hecho que generó disentimiento, sediciones y asambleas entre los mercenarios entre los que se 9


hallaban los honderos baleares junto a íberos, celtas, ligures, griegos y libios. Todos ellos sumaban más de veinte mil, los cuales debido a sus diferentes orígenes desconfiaban de los jefes de las distintas facciones, sintiendo cólera hacia los cartagineses y, desprecio hacia Hanón, pero aún así se trasladaron hacia la ciudad de Túnez (21). Muchos de los mercenarios iban acompañados por sus mujeres y sus hijos, hecho que hizo pensar a los mandos cartagineses en utilizarlos como rehenes para concentrar en un solo punto a la muchedumbre de mercenarios. Los ánimos se hallaban enardecidos por parte de los mercenarios quienes no solo exigieron a los cartagineses el pago de las soldadas atrasadas, sino también el dinero correspondiente a los caballos muertos, así como la deuda por alimento pendiente (22). Exigencias que fueron consentidas y pagadas por los cartagineses (23). A partir de dicho momento histórico dio comienzo la guerra de los Mercenarios cuando dos individuos, Espendio, originario de Campania y Mato, de Libia, tuvieron la intención de saquear los enseres de los cartagineses, junto con el dinero, además de apresar a Gescón y sus hombres (24). Para conseguir el apoyo de los mercenarios, tanto Mato como Espendio pagaron las soldadas de los mismos (25). Con el apoyo logístico de los mercenarios, Espendio y Mato aislaron a los cartagineses (26) y, los atacaron, obligándolos a refugiarse al pie de murallas y puertas de la ciudad (27). Amilcar Barca fue el encargado de que la guerra tomase un rumbo victorioso para los cartagineses (28), matando hasta seis mil libios y mercenarios de las tropas contrarias y, capturando a otros dos mil (29). Por su parte, Espendio se reorganizó tomando nuevos hombres procedentes de diferentes naciones (30). Tras la victoria, Amilcar Barca acogió a los mercenarios del bando contrario, perdonándoles las faltas cometidas hasta ese momento y dejándolos marchar (31). A continuación, Amilcar Barca logró cortarles los suministros al ejército de Mato y Espendio (32), consiguiendo una nueva victoria 10


para el ejército cartaginés (33), rindiendo obediencia a Cartago las ciudades de Libia, excepto Hipozarita y Útica (34). En el año 239 a. C., (35), un año antes de finalizar la guerra de los Mercenarios dio comienzo el conflicto de los mercenarios con Cerdeña, al querer emular los hechos realizados por Mato y Espendio, levantándose en armas contra los cartagineses y, crucificando al general Hanón en primer lugar, para posteriormente asesinar a todos los cartagineses de la isla, hecho bélico que hizo que Cartago perdiera Cerdeña (36). Los mercenarios de Cerdeña se aliaron con los romanos, ante la indignación de los cartagineses que reclamaban el territorio sardo para sí. Los restantes cartagineses que habían sobrevivido y permanecían en Cerdeña abandonaron la isla y Cartago indemnizó a Roma con mil doscientos talentos a cambio de que no se produjera una nueva guerra contra Roma (37). 1.3. La guerra Anibálica o, Segunda Guerra Púnica (218-202 a. C.). El comienzo de la Segunda Guerra Púnica se produjo en el año 218 a. C., momento en que el general cartaginés Aníbal cruzó los Alpes e invadió Italia (38). La cronología de dicha guerra fue la siguiente: En el año 217 a. C., Aníbal derrotó a los romanos en el lago Trasímenos (39), mientras que en el año 216 a. C., los romanos fueron derrotados por los cartagineses en la batalla de Cannas (40). En el 211 a. C., Aníbal se dirigió a las murallas de Roma (41). A partir del año 208 a. C., la historia de la guerra cambió para los cartagineses, comenzando las derrotas para los mismos por parte de los romanos, que derrotaron a Asdrúbal Barca en el río Metauro (42). En el año 206 a. C., Escipión al mando del ejército romano tomó España (43). En 202 a. C., los romanos dirigidos por Escipión invadieron África (44). Y en el año 202 a. C., Escipión al mando del ejército romano, derrotó al general cartaginés Aníbal en Zama y, con la victoria romana finalizó la Segunda Guerra Púnica (45).

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1.3.1. La participación de los honderos baleares durante la guerra en Hispania. Los honderos baleares participaron en la guerra en Hispania durante el periodo comprendido entre los años 210 a. C., y 206 a. C. Junto a las tropas mercenarias contratadas por Masinisa en África, que fueron trasladadas a Hispania para luchar en el ejército de Asdrúbal (46), se hallaban también las tropas ligeras baleares, quienes participaron en el año 209 a. C., en la batalla de Bécula (47), siendo ubicadas al pie del cerro de la población (48). La batalla la ganó Escipión, quién envió sin rescate a sus casas a todos los hispanos perdedores del ejército cartaginés (49). Con posterioridad, el general cartaginés Magón, se trasladó el mismo año 209 a. C., a las Baleares para la contratación de mercenarios (50), con grandes cantidades de oro (51). Magón tuvo éxito y los mercenarios baleares contratados participaron en el año 206 a. C., en la batalla de Silpia (Ilipa) (52), batalla en la que Publio Escipión salió victorioso expulsando a los cartagineses de Hispania (53). 1.3.2. La participación de los honderos baleares durante la guerra en Italia. Según Tito Livio, los honderos baleares participaron como mercedarios al frente del ejército cartaginés en Italia, entre los años 218 a. C., y 210 a. C. En el inicio de la Segunda Guerra Púnica, el ejército cartaginés al mando de Aníbal estuvo dotado con 870 honderos baleares (54), quienes estuvieron acuartelados en las “Metagonias” de Libia, mientras que otros 500 permanecieron en España bajo el mando de Asdrúbal (55). Los honderos baleares desplazados a Italia participaron en el año 218 a. C., en la batalla de Trevia, en la que vencieron 12


los cartagineses gracias a la actuación de los baleares quienes lanzaron una nube de dardos sobre el ejército enemigo (56), los cuales unidos a los lanzadores de jabalina, sumaban 8.000 individuos (57). En dicha batalla no se produjeron bajas entre los honderos baleares (58). La siguiente batalla con participación de honderos baleares fue la de Trasímeno, en Etruria (59). Los mercenarios baleares que marchaban en la vanguardia fueron dirigidos hacia los collados ubicados en el ala derecha del valle, quedando desplegados en una larga línea (60). No se produjeron bajas entre los baleares (61). En el año 216 a. C., el ejército romano reclutó tropas cuya función era enfrentarse a los honderos baleares (62). Hubo un periodo en que las tropas mercenarias cartaginesas se hallaban descontentas, llegando incluso a existir rumores de deserción (63). Los honderos baleares al mando de Aníbal continuaron combatiendo en Italia (64), debido a sus acertados disparos con la honda (65), -tanto con bolas de piedra como de plomo-, que eran más precisos que los de los arqueros (66). En el año 210 a. C., los honderos baleares participaron en la batalla de Numistro, al mando de Aníbal (67). La última batalla en la que participaron los honderos baleares fue la de Canas, al mando de Aníbal, quién les ordenó cruzar un río, junto a los lanzadores de jabalina para ubicarlos al frente de sus tropas (68). En dicha batalla no se produjeron bajas entre los honderos baleares (69). 1.3.3. La participación de los honderos baleares durante la guerra en África. La Segunda Guerra Púnica finalizó el 19 de octubre de 202 a. C., con la victoria de Roma sobre Cartago, en la ciudad cartaginesa de Zama, ubicada a 160 Km., al suroeste de Cartago (70). 13


La batalla de Zama fue la última para los honderos baleares quienes al mando de Aníbal, dispuso a los mercenarios baleares en primera posición junto a las tropas auxiliares de ligures, galos y moros. Para que lucharan con bravura se les prometió pago en efectivo y aumento por el botín (71). 1.3.4. Magón recluta mercenarios en Menorca. La llegada de Magón a Menorca se produjo en el año 206 a. C., cuando Magón había estado en Gades para reclutar mercenarios (72). De allí se le ordenó marchara a Italia para reclutar mercenarios ligures y galos y, a su paso por la isla de Ibiza sumó jóvenes y armas de refuerzo para la flota. A finales del otoño del 206 a. C., la flota cartaginesa al mando de Magón llegó a la isla de Menorca, la dominaron pacíficamente y tras pasar el invierno allí, reclutaron 2.000 soldados para tropas auxiliares y los enviaron a Cartago (73). En el año 205 a. C., Magón partió con su flota desde Menorca en dirección a Italia (74), al frente de treinta naves de guerra (75). 2. Beneficios económicos de los soldados cartagineses. Los soldados mercenarios del ejército cartaginés, entre los que se hallaban los honderos baleares obtuvieron una serie de beneficios económicos consistentes en botín, pagas ordinarias, pagas especiales, pagas en dinero efectivo, pagas en oro, recompensas, saqueos y soldadas. 2.1. Botín. Los honderos baleares, al igual que el resto de mercenarios cartagineses tuvieron derecho a recoger el botín fruto de sus incursiones bélicas (76), hecho que les causaba gran alegría (77). 2.2. Pagas ordinarias. A los soldados mercenarios se les abonaba su trabajo con pagas ordinarias (78).

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2.3. Pagas especiales. Cuando los generales cartagineses querían un resultado brillante en la guerra, les ofrecieron a sus mercenarios una paga especial. Esto ocurrió tan solo al final de la Segunda Guerra Púnica, cuando se produjo la batalla de Zama (79). Paga especial que fue cumplida por el ejército cartaginés a pesar de haber perdido la batalla y la guerra (80). 2.4. Pagas en dinero efectivo. Los cartagineses se ocuparon de recoger dinero en efectivo para pagar a sus tropas, que a veces llegaba de botines del ejército enemigo que había perdido la batalla (81). Otras veces, el dinero en efectivo llegaba desde Cartago (82). Y en el caso del final de la Segunda Guerra Púnica, el ejército cartaginés prometió a sus tropas el pago de dinero en efectivo tras la lucha (83). 2.5. Pagas en oro. En ocasiones se llevaba una gran cantidad de oro para la contratación de tropas auxiliares mercenarias (84). 2.6. Recompensas. El ejército cartaginés utilizó recompensas para enardecer el ánimo de sus soldados. Las recompensas se componían de terrenos en Italia, África e Hispania; dinero en efectivo pagado con plata; la ciudadanía cartaginesa; y la libertad a los esclavos (85). 2.7. Saqueos. Fue frecuente por parte del ejército cartaginés que se perpetraran saqueos en las guerras púnicas tanto de campos (86), como de casas (87). 2.8. Soldadas. Desde Cartago, se tenía en cuenta que debían de enviar dinero para las soldadas del ejército combatiente (88).

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3. Costumbres de los mercenarios. Hasta el momento no se ha investigado las costumbres que los mercenarios baleáricos adquirieron durante los años que permanecieron como soldados del ejército cartaginés. En este punto se pretende dar a conocer: el tipo de alimentación; el conocimiento sobre el trabajo que ejercieron con los elefantes; el hábitat en los campamentos de invierno; la vestimenta y el armamento de los propios baleáricos y, de sus compañeros; la enfermedad que tuvieron que superar en el otoño del año 213 a. C.; el conocimiento de una nueva religión, la cartaginesa y sus dioses; la adivinación de los augurios, a través de los oráculos y los sacrificios; y el hecho de enfrentarse a diario con el asesinato y, con el mundo de una vida eterna tras la muerte física. 3.1. Alimentación. La alimentación fue distinta y variada. En épocas de botines satisfactorios, podían recoger grano de trigo en grandes cantidades (89), así como de cebada (90). Otras veces, el grano llegaba embarcado desde Cartago (91). Hubo épocas en la que escaseaban las provisiones de grano y de carne de todo tipo de cuadrúpedos (92) y, en dichos periodos se podían alimentar con pieles, hierbas, raíces, cortezas tiernas y hojas arrancadas (93). 3.2. Animales. Los animales eran utilizados en el ejército cartaginés para la alimentación, como ganado capturado (94) y, para el trabajo. 3.2.1. La utilización de bueyes. En una ocasión Aníbal empleó 2.000 bueyes obtenidos mediante botín, para una acción bélica, consistente en la colocación de antorchas encendidas en los cuernos de los bueyes para que se dirigiesen con nocturnidad hacia las cumbres de las montañas, espoleados por los lanzadores de jabalina. La finalidad consistió en acometer y cargar sobre el enemigo (95).

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El hecho se produjo en el año 217 a. C., el segundo año de la Segunda Guerra Púnica, en el monte italiano denominado “Calígula” (96). 3.2.2. La utilización de caballos. Los cartagineses utilizaron caballos y acémilas para la carga de provisiones y armamento en la guerra, en la Segunda Guerra Púnica. Para cruzar ríos, los caballos pasaban a nado, atados con bridas (97). En el año 218 a. C., muchos de los caballos y acémilas empleadas al cruzar los Alpes murieron despeñados al resbalarse por las rocas (98), fundamentalmente en el descenso por terreno escarpado, estrecho y resbaladizo (99). Con las pezuñas, las acémilas quedaban atrapadas en la nieve dura y compacta (100). El cuerpo de los animales tras atravesar los Alpes quedaba quemado por el hielo, cojos y famélicos (101). Los cartagineses curaron a los caballos de sarna y otras dolencias, con baños de vino viejo (102). Cuando atravesaron los Apeninos ocurrió lo mismo con las acémilas debido al frío. Muchas murieron por la helada lluvia mezclada con la nieve (103), seguido del entumecimiento de las articulaciones (104). Pero tras el frío llegó el paso por las marismas, terminando con la vida de las acémilas que quedaban tiradas por el camino (105). 3.2.3. La utilización de elefantes. Los honderos baleares que participaron como mercenarios en la Segunda Guerra Púnica conocieron de primera mano a los elefantes empleados en el ejército cartaginés. Dichos animales procedían de África del Norte, de la actual zona de Marruecos, concretamente del desierto de Libia (106); su tamaño era un poco más grande que los 17


caballos y la tercera parte del tamaño del elefante asiático (107). Los cartagineses emplearon elefantes por su fuerza bruta y por el impacto que causaban en el frente enemigo (108). Los elefantes eran trasladados en barco hasta los destinos bélicos. Como eran muy temerosos al salir de las embarcaciones, los domaban saliendo de espaldas por la pasarela de la embarcación (109). 3.2.3.1. Elefantes en la Primera Guerra Púnica. Aunque las referencias de elefantes que participaron en la Primera Guerra Púnica fueron más escasas, las hubieron y, su función residió en abrir el paso frente a los enemigos (110). 3.2.3.2. Elefantes en la Segunda Guerra Púnica. Durante la Segunda Guerra Púnica, los elefantes fueron empleados en el ejército cartaginés desde el inicio. En el año 218 a. C., el primer problema se les planteó a los cartagineses al tener que cruzar el río Druencia, de modo que construyeron balsas para subir en ellas a los elefantes y, así colocar en la cabeza de la expedición a dos hembras para que los machos las siguiesen; pero el miedo al agua por parte de los elefantes, les obligaba a permanecer in situ, aunque algunos cayeron al agua antes de finalizar la travesía, salvándose, hecho que no ocurrió con sus guías, que fallecieron (111). La funcionalidad de los elefantes consistió en frenar al enemigo impresionados por los animales (112). Desde el río Druencia se dirigieron a los Alpes, donde la fría y dura climatología hizo que los animales se entumecieran de frío (113) y, los desprendimientos los hicieron rodar con sus cargas (114).

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En el paso de los Alpes, los elefantes fueron colocados en la vanguardia y, detrás de ellos la infantería, el lugar que ocuparían los honderos baleares (115). Después de atravesar los Alpes, los elefantes volvieron a cruzar otro río, en este caso el Po (116), para desplazarlos junto con el ejército hasta Trevia donde tuvo lugar una gran batalla en la que los elefantes fueron distribuidos desde las alas hacia las dos partes del ejército (117). Los honderos baleares actuaron en dicha batalla disparando una nube de dardos contra el enemigo y, los elefantes contribuyeron a asustar al enemigo que salió en desbandada (118). Pero la batalla continuó por parte de los vélites, enemigos de los cartagineses quienes disparaban sus dardos contra los elefantes debajo de las colas, donde la piel es más sensible para que se diesen la vuelta (119). Tras dicha batalla, los elefantes que no murieron en la guerra, fallecieron por la lluvia mezclada con la nieve y el frío (120), al atravesar los Apeninos los siete elefantes supervivientes de la batalla de Trevia perecieron por el frío intenso (121). Tan sólo quedó el elefante sobre el que iba como jinete Aníbal, que había sobrevivido por estar por encima del nivel del agua (122). En el año 215 a. C., desde Cartago llegó un refuerzo de 40 elefantes (123), que fueron utilizados como barrera frente al enemigo (124), o en otras ocasiones siendo empujados hacia adelante (125). Con Aníbal fueron desplazados desde Cartago, otro grupo de 20 elefantes en el mismo año (126). En una de las batallas disputadas en suelo italiano el enemigo mató cuatro elefantes en el combate y, fueron capturados dos (127). En otra batalla los romanos capturaron siete elefantes, de los cuales cinco de ellos 19


fueron muertos en el combate. Y en una tercera, los romanos mataron otros nueve elefantes (128). Los elefantes no solo fueron desplazados hasta Italia, sino también a Hispania en el año 213 a. C., donde los cartagineses los hicieron participar en la batalla de Munda, en la que murieron 39 elefantes acribillados junto a un foso (129). El mismo año, en la batalla de Auringe, también en Hispania, los cartagineses perdieron 11 elefantes, de los cuales fueron muertos tres y ocho capturados (130). Mientras que en la guerra en Sicilia, los romanos apresaron a 8 elefantes del bando cartaginés (131). En el año 211 a. C., los cartagineses llevaron consigo al asedio de Capua 33 elefantes (132); de ellos tres los llevaron consigo una cohorte de hispanos del ejército cartaginés (133), que fueron asesinados por los romanos cayendo derribados sus cuerpos en el foso (134). El resto de elefantes del ejército cartaginés fueron dirigidos por los númidas y los hispanos hacia el campamento romano, haciendo que los elefantes lo destrozaran con sus pisadas (135). En el mismo año 211 a. C., 8 elefantes fueron conducidos hasta la isla de Sicilia (136). En el año 210 a. C., los honderos baleares volvieron a compartir el peso de la batalla en Numistro, con los elefantes (137). En el año 209 a. C., el ejército de Aníbal se enfrentó al de Marcelo con los elefantes que fueron introducidos en la primera línea de batalla para pisotear al enemigo y dispersarlos por el miedo. Pero los romanos los lancearon y, aunque no todos estaban heridos, la columna de elefantes salió huyendo por el miedo. En esta batalla fueron muertos 2 elefantes (138). 20


La tercera batalla en la que participaron conjuntamente los honderos baleares y los elefantes fue en Bécula (Bailén, Jaén), en el año 209 a. C. (139). En el año 207 a. C., Tito Livio aportó una nueva referencia de los elefantes del bando cartaginés, en que perdieron 4 y, fueron capturados 2 (140). Posteriormente en la batalla de Metauro, en el mismo año, Asdrúbal utilizó a los elefantes en primera línea para desorganizar a las fuerzas de choque enemigas (141). En dicha batalla, al ver los cartagineses que los elefantes enfurecidos se revolvían contra los propios cartagineses, optaron por asesinarlos mediante un sistema de un fuerte golpe en la cabeza, para el que utilizaban un escoplo y un martillo (142). En el año 206 a. C., los cartagineses llevaron nuevos elefantes a la batalla de Silpia, en Ilipa (143). Los últimos años de la Segunda Guerra Púnica en que las batallas fueron decididas en suelo africano fueron empleados elefantes. En el año 205 a. C., a Magón le enviaron 7 elefantes (144). En el año 203 a. C., fueron capturados 6 elefantes del ejército cartaginés y, otros 8 fueron muertos (145). El mismo año en una batalla desarrollada en la Galia, los cartagineses emplearon los elefantes debido a que los caballos de los enemigos del olor de los mismos, se espantaban y generaban el caos. Los romanos dispararon con sus lanzas a los elefantes, matando a cuatro de ellos, haciendo cambiar el rumbo al resto (146). En la batalla de Zama efectuada en el año 202 a. C., el ejército cartaginés dio la orden de que embistieran los 80 elefantes precipitándolos en medio de los dardos del enemigo (147). Debido al griterío del bando contrario, algunos elefantes se volvieron contra los 21


suyos, otros fueron lanceados por los dos costados hiriéndolos (148) y poniéndolos en fuga (149). Tras perder la batalla y la guerra, el ejército cartaginés, quedaron redactadas en las condiciones de paz con los romanos, que los elefantes que tuvieran deberían estar domados y no, deberían domar otros (150). 3.3. Vivienda: Los campamentos de invierno. El material empleado para construir el campamento de invierno del ejército cartaginés, donde vivieron los honderos baleares, se componía de materiales ligeros, como madera y cañas y, esteras para cubrir el techo. Algunos individuos vivían fuera del foso y de la empalizada (151). El ejército se guarecía en barracones (152). 3.4. Diversiones. Durante el invierno era el momento en que los soldados tenían más tiempo libre para invertirlo en el sueño, el vino, los manjares, las prostitutas, los baños y la ociosidad. Algunos individuos se amancebaban con las prostitutas, alojándolas en sus tiendas (153). 3.5. Vestimenta y armamento. Los soldados que conformaban parte del ejército cartaginés no llevaban uniformidad en la vestimenta y en el armamento; se distinguían entre ellos por su procedencia. 3.5.1. Cartagineses. La vestimenta de Asdrúbal Barca fue referenciada por Tito Livio describiendo un escudo de plata de 42 kilos de peso, formado por una escultura en alto-relieve de la imagen del propio Asdrúbal. Dicho escudo tenía una denominación que era “Marcio” (154).

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3.5.2. Galos. En el año 205 a. C., el general cartaginés Magón envió emisarios secretos para la contratación de soldados mercenarios galos (155). Los mercenarios galos fueron numerosos (156), peleaban con el torso desnudo, tan solo ataviados con sus collares en forma de argolla, hechos de oro (157) y, brazaletes de oro (158). En la mano llevaban un escudo cuyo tamaño no protegía todo su torso desnudo (159). El armamento de los mercenarios galos consistía en espadas sin punta (160). Con el sable galo se ejecutaba el golpe a cierta distancia y de arriba hacia abajo (161). Y su longitud era muy larga (162). 3.5.3. Íberos o hispanos. Los íberos llevaban un escudo muy similar al de los galos, es decir de un tamaño que no les cubría todo el cuerpo (163). Y empuñaban espadas con las que podían herir tanto de punta como de tajo (164). La vestimenta de los mercenarios íberos consistía en túnica corta, de lino blanco y, orlado de color púrpura (165). 3.5.4. Libios. Los mercenarios libios llevaban armamento romano fruto del expolio que los cartagineses ejercieron hacia los romanos. Dicho armamento se lo había proporcionado el general cartaginés Aníbal (166). 3.6. Salud: La peste del otoño del 213 a. C. El ejército cartaginés se hallaba en la isla de Sicilia, en el otoño del año 213 a. C., concretamente en la ciudad de Siracusa, cuando se vio amenazado por la peste, compartiendo la enfermedad con el ejército romano. La peste se instaló en Siracusa por varias razones: En primer lugar porque el lugar era insano; en segundo lugar por el calor 23


extremo, a pesar de ser otoño; por el contagio de la enfermedad entre enfermos y sanos; por dejar sin sepultar a los fallecidos, cuyos cuerpos se corrompían junto a los enfermos y a los sanos debido al olor pestilente que emanaban los cadáveres. Cuando los siracusanos comprendieron que los motivos del contagio se debían a la insalubridad del lugar, se dispersaron hacia sus ciudades cercanas. Pero los cartagineses al no tener a donde ir, fueron los que más sufrieron la epidemia, muriendo en masa, junto a sus jefes: Hipócrates e Himilcón (167). 3.7. Religión: Los dioses que acompañaron al ejército cartaginés. La pareja de dioses fenicia más importante era Baal-Melqart y, Astart o Asherah o Ashtoreth-Tanit (168), aunque había otras deidades como Baal Safón o Baal-Eschmun (169). Fundamentalmente la religión fenicia se componía de “un dios protector de la ciudad; una diosa-compañera que simboliza la fertilidad de la tierra; y un dios joven e hijo de la diosa, cuya resurrección expresa el ciclo anual de la vegetación” (170). El significado de Baal es “señor”, al igual como el de Ashtoret que es “señora” (171). Partiendo de que la religiosidad cartaginesa tenía unos dioses estereotipados, durante la Segunda Guerra Púnica, la religión que conocieron los honderos baleares como mercenarios del ejército cartaginés, estaba basada en los dioses inmortales a los que se les practicaban acciones de gracias (172) para implorar su beneplácito (173). Así como en los dioses domésticos de cada casa (174), quizás influenciados por los dioses penates de los romanos. Tito Livio refirió en tan sola una ocasión, que Aníbal levantara un ara junto al templo de Juno y, la consagró (175). Por lo tanto, los cartagineses realizaban actos religiosos eclécticos, influenciados por la religión romana.

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3.8. Augurios: Oráculos, sacrificios y oniromancia. Durante la Primera Guerra Púnica, los ejércitos romano y cartaginés contaron con la figura del adivino, que se ocupaba de hacer sacrificios con animales como víctimas, para leer el futuro de lo que iba a acontecer en la guerra (176). Dicha actividad se mantuvo hasta la Tercera Guerra Púnica, en que los soldados solían consultar continuamente a los adivinos para conocer su futuro (177). En otras ocasiones, los adivinos observaban el futuro viendo el siguiendo el vuelo de las aves (178). Los sacrificios fueron continuados en las filas del ejército romano. Para ello construían una pira donde inmolaban a las víctimas (179), en cualquier ciudad donde se encontraran (180), e incluso a poca distancia de la línea de batalla (181). En ocasiones, una vez realizado el sacrificio se hacía partícipe a los presentes del banquete (182). Por su parte, el ejército cartaginés al mando de Amílcar también realizó sacrificios a la advocación de Júpiter Optimo Máximo, sobre un altar de sacrificios (183). Aníbal, hijo de Amilcar continuó con la tradición de practicar sacrificios y así lo hizo en Gades, hacia la advocación de Hércules (184). Tito Livio informó de que en el año 218 a. C., Aníbal sacrificó un carnero a Júpiter mediante un pedernal al que dio en la cabeza del animal, matándolo (185). De nuevo, en el año 214 a. C., Aníbal realizó otro sacrificio en el lago Averno (186). Aníbal creía igualmente en la oniromancia, ya que tuvo un sueño en el año 218 a. C., en el que se le apareció Júpiter para conducirle hasta Italia con motivo de la Segunda Guerra Púnica (187). 3.9. La muerte: El huevo de la vida en la inmortalidad y en la eternidad, esperanza y promesa de un segundo nacimiento. Los honderos baleares que fueron como mercenarios a las guerras púnicas se encontraron cara a cara con la muerte a diario. Durante dichos años de sufrimiento y penalidades pudieron conocer 25


de primera mano las costumbres que los cartagineses tenían sobre la muerte, como fueron los huevos de avestruz, cuyo carácter funerario procedía desde el periodo fenicio y, que se mantuvo en el culto cartaginés hasta el periodo romano republicano. 3.9.1. Tradición histórica de los huevos de avestruz. Aparecieron en el periodo prehistórico sahariano decorados con complicadas decoraciones. Su continuidad se extendió a Egipto en el VI milenio a. C., decorados con motivos pintados de rojo. Posteriormente se utilizaron en las tumbas reales de la ciudad de Ur, datadas en el III milenio a. C. Aparecieron igualmente en la Edad del Bronce en Siria, Palestina y Chipre. A partir del siglo VIII a. C., procedentes de Egipto se extendieron a los santuarios griegos de Afaia en Egina; Apolo en Corinto y; Hera en Samos y, Argos, así como en las necrópolis de Rodas. Fenicia retomó la utilización de huevos de avestruz a partir del siglo VIII a. C. y, manteniéndolos a lo largo de todo el primer milenio a. C., los distribuyó en la península Ibérica en los poblados fenicios en un primer momento y, cartagineses posteriormente (188). 3.9.2. Costumbres funerarias cartaginesas. Los fenicios cremaban a sus difuntos entre los siglos VIII-VI a. C., mientras que los púnicos los inhumaban durante el periodo VI-III a. C. Entre el siglo III y el I a. C., fue retomada la cremación, pues se estimaba que al eliminar la parte mortal, se liberaba la parte divina, que era el alma inmortal (189). Tanto en los enterramientos fenicios como en los púnicos en la península Ibérica se han encontrado huevos de avestruz funerarios, cuya simbología residía en ser símbolos de vida (190). Durante la época de las guerras púnicas, la costumbre funeraria generalizada fue la cremación (191). 26


En el momento del enterramiento del difunto, bien cremado o inhumado, los familiares se reunían en torno a la sepultura para celebrar una comida ritual (192). Diversos autores que han estudiado el carácter religioso funerario de los huevos de avestruz han discrepado sobre la finalidad del mismo. Mª del Pilar San Nicolás especificó que debido a su carácter sagrado simbolizaba el lugar en que se encontraba encerrado el hálito vital con el que el muerto podía volver a la vida (193). Según la tradición fenicia, el alma se elevaba en la atmósfera con forma de ave (194), de ahí el carácter sagrado del huevo, que perteneció a un avestruz. Otras teorías señalaron que los huevos de avestruz partidos por la mitad podrían estar destinados a que el difunto bebiera de ellos (195). José María Blázquez estimaba que el rito de pintar el interior de los huevos de avestruz de rojo residía en la finalidad de revigorizar al difunto, infundiéndole una energía parecida a la de la sangre (196), con la perspectiva de sobrevivir a la muerte (197). Y teosóficamente, el huevo de avestruz fue el símbolo del “huevo del mundo” representando el origen y el secreto del ser (198) y, símbolo del “Universo”, la primera manifestación del cosmos (199); el alma creadora del abismo celestial (200). La teosofía del huevo surgió de Egipto y fue absorbida por Fenicia. Su significado residía en que “el difunto resplandecía en su huevo cuando cruzaba el país del misterio. El huevo era el símbolo de la vida en la inmortalidad y en la eternidad, esperanza y promesa de un segundo nacimiento, donde el alma del difunto se gestará en el huevo de la inmortalidad para renacer de él a una nueva vida sobre la tierra” (201). 27


3.9.3. Cronología de los huevos de avestruz. La cronología de los huevos de avestruz se circunscribe en la península Ibérica entre los siglos VIII a. C y I a. C. (202). Su datación abarca desde el siglo VIII a. C. y VII a. C., para los huevos aparecidos en los yacimientos de El Carambolo (Sevilla) y, Forma II. Pasando por el siglo VII a. C., en el yacimiento de Almuñécar (Granada), Carmona (Sevilla), La Joya (Huelva), Toscanos (Málaga), Villaricos (Almería), Herrerías (Almería) y, Almizaraque (Almería). Del siglo VI a. C., los huevos aparecieron en los yacimientos de Puig d´es Molins (Ibiza), Carmona (Sevilla), La Joya (Huelva), Villaricos (Almería), Forma I, Herrerías (Almería) y, Villajoyosa (Alicante). Del siglo V a. C., proceden de La Albufera (Alicante), Jardín (Málaga). Del siglo IV a. C. existen huevos que aparecieron en Herrerías (Almería), Puig d´es Molins (Ibiza), La Albufereta (Alicante) y Villajoyosa (Alicante). En el siglo III a. C., los huevos aparecieron en los yacimientos de Puig d´es Molins (Ibiza) y La Albufereta (Alicante). Del siglo I a. C., existen fragmentos de huevo aparecidos en Abdera (Almería). Los huevos de avestruz más antiguos se hallan en Andalucía, que corresponderían al periodo fenicio; mientras que los huevos con una cronología inferior, que corresponderían con el periodo cartaginés, son más frecuentes en el sureste peninsular. 3.9.4. Morfología de los huevos de avestruz. Las formas de los huevos de avestruz decorados son múltiples, como estudió en su momento Mª del Pilar San 28


Nicolás, explicando con detenimiento el tipo de bordes aparecidos en la península Ibérica, así como la decoración de la cáscara y, los colores utilizados para ello (203). Algunos de los motivos que aparecieron en los huevos decorados tenían sus paralelos con las cerámicas tartésicas (204), llegando de la cuenca oriental mediterránea (205), como podría ser Cartago (206). 3.9.5. Yacimientos donde se han hallado huevos de avestruz en la península Ibérica. En este punto se han dispuesto la localización de los yacimientos donde han aparecido huevos de avestruz funerarios en provincias. 3.9.5.1. Alicante. En la provincia de Alicante existen dos yacimientos donde han aparecido huevos de avestruz, que son La Albufereta y, Villajoyosa. En La Albufereta han aparecido fragmentos de huevos (207). En cambio en Villajoyosa ha aparecido recientemente un huevo sin decorar, un huevo decorado con una flor de loto, una esfera ovoide decorada interiormente con ocre y, unos fragmentos de huevo. El “Vilamuseu”, o Museo Arqueológico de Villajoyosa ha ofrecido una datación correspondiente a la época orientalizante (siglos VI-IV a. C.) (208). La simbología de la flor de loto que aparece en el huevo decorado, que corresponde a las deidades Tanit y Baal Hammón (209), alude a la vida ultraterrena (210) y aparece en ejemplares sardos (211), por lo tanto el huevo decorado de Villajoyosa podía proceder de la vía comercial con Cerdeña. Según indicaciones del Museo Arqueológico de Villajoyosa, la simbología que aparece en la esfera 29


ovoide representa a un sol. Según la teosofía egipcia, el sol se corresponde con el huevo; por lo tanto el creador del huevo del sol sería el dios Ptah (212). La simbología del huevo estaría siendo una invocación al dios egipciofenicio Ptah. Pero los fenicios utilizaban el símbolo de la estrella de ocho rayos en las monedas, que representaba a Astarté (213). Por lo tanto, si en lugar del sol, el motivo figurativo fuese una estrella, igualmente estaría invocando a la diosa Astarté, en lugar del dios Ptah, en el proceso de la vida después de la muerte. 3.9.5.2. Almería. En la provincia de Almería fueron hallados huevos de avestruz funerarios en la necrópolis de Boliche, ubicada en Cuevas de Almanzora (214); en Villaricos con cerca de 800 ejemplares de huevos (215) recortados en copa y, con decoraciones de los tipos B y IIC de M. Astruc, cuya cronología oscila entre los siglos V y IV a. C. (216). Entre tantos huevos de avestruz se encontraron lisos y decorados (217). Sobre los huevos decorados existe una teoría en la que su autor estima que además de haber sido interpretados como ofrenda, procedieran de un banquete similar o practica similar (218). 3.9.5.3. Cádiz. En la provincia de Cádiz fueron hallados huevos de avestruz procedentes del mundo púnico-fenicio (219). 3.9.5.4. Granada. Fueron hallados huevos de avestruz decorados funerarios en el cerro de San Cristóbal cerca de la población de Almuñécar (220).

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Aunque el yacimiento granadino más conocido es el de Laurita donde también aparecieron huevos de avestruz (221), decorados (222) y, cuya cronología corresponde al siglo VII a. C. (223). 3.9.5.5. Ibiza. Parece ser que los huevos de avestruz decorados que aparecieron en el yacimiento de Puig d´es Molins (224) en Ibiza, procedieron del norte de África y, más concretamente de Cartago (225). Los huevos de Puig d´es Molins llevan una decoración grabada o pintada externamente, e internamente recubiertos con pintura roja realizada con óxido de hierro (226). Los huevos de Puig d´es Molins se caracterizan por su decoración fitomorfa, a base de combinaciones de palmetas y flores (227). En Ibiza se ha interpretado simbólicamente la finalidad del huevo de avestruz como la semilla de la que posteriormente se desarrollaría la vida (228). 3.9.5.6. Málaga. En el asentamiento del Cerro del Villar, apareció un huevo de avestruz fechado en el siglo VII a. C., con recorte dentado en su parte superior, en el interior de una vivienda y, no como material funerario (229). Y en segundo lugar, en la tumba malagueña de Trayamar también aparecieron huevos de avestruz decorados (230). 3.9.5.7. Sevilla. En la provincia de Sevilla aparecieron dos yacimientos con huevos de avestruz. En El Carambolo aparecieron fragmentos de huevos de avestruz (231), con referencias similares a los hallados en Villaricos y Laurita (232). 31


En Carmona salió a la luz un huevo de avestruz con borde dentado, fechado entre los siglos VII y VI a. C. (233). Mientras que en la necrópolis de la Cruz del Negro aparecieron varios fragmentos de huevo de avestruz pintados (234). 4. Menorca púnica. La isla de Menorca sostuvo relaciones comerciales con fenicios y cartagineses, existiendo en suelo menorquín una serie de restos arqueológicos que lo acreditan, como son la cerámica púnica-ebusitana; las cuentas de pasta vítrea; monedas; restos de murallas; naufragios de embarcaciones; pebeteros de la diosa Tanit; la púrpura; y vestigios de cerámica ebusitana en los recintos de taula. 4.1. Cerámica púnica-ebusitana hallada en Menorca. En el poblado talayótico de Torrellafuda han aparecido recientemente 489 fragmentos, de los cuales 106 corresponden a ánforas púnico-ebusitanas, de dos formas determinadas, cuya cronología se inscribe en el siglo III a. C. (235). Pero la isla de Menorca está llena de otras zonas arqueológicas donde ha aparecido cerámica ebusitana, como una Lucerna de dos picos que apareció en Cales Coves, cuya cronología data del siglo V a. C. (236). En el círculo nº 7 de Torre d´en Galmés aparecieron jarras, pequeños contenedores, cuencos cerrados ebusitanos y hemisféricos y platos de pescado (237). En la gran cisterna de Corniá Nou fueron hallados un jarrito, un cuenco común hemiesférico, un jarro de borde ancho de la costa de Túnez y algunas ánforas, todo ello con una cronología del siglo III a. C. (238). En otra cisterna, en este caso de la iglesia de Santa Eulalia de Alayor aparecieron contenedores medianos ebusitanos (239).

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En una escombrera secundaria aparecida en Toraixa salieron a la luz ánforas ebusitanas (240). En Son Catlar apareció en el año 1995, cerámica ebusitana de los siglos III a. C., y II a. C. (241). En tres poblados menorquines como son Trepucó, Torelló Vell y Biniparratx Petit aparecieron en 2005, piezas ebusitanas, como un mortero, un cuenco hemiesférico, dos platos de pescado, dos cuencos, una jarra y ánforas (242). Y en Mahón coexisten fragmentos de materiales ebusitanos con otros (243). 4.2. Comercio de importación y exportación. Los fenicios aportaron a Menorca el comercio de miel, cera, algo de ganado y sus pieles y cueros, juncos para la fabricación de maromas y cuerdas para las embarcaciones, así como aceite de oliva (244). A partir del año 400 a. C., en que fue fundada una colonia cartaginesa en Menorca (245), se estableció un comercio estable con la isla (246). 4.3. Cuentas de pasta vítrea de origen fenicio-púnico. En suelo menorquín se han hallado perlas de vidrio policromado originarias de Ibiza (247), halladas muchas de ellas en necrópolis romanas (248) y, otras en contextos domésticos como el círculo nº 7 de Torre d´en Galmés (249). 4.4. Monedas fenicio-púnicas en suelo menorquín. En Menorca se han hallado varios tipos de monedas feniciopúnicas. Una de ellas procedente de Ibiza fue utilizada como amuleto (250) y, se encontró en el círculo nº 7 de Torre d´en Galmés (251). Juan Ramis y Ramis señaló en el año 1801, que él poseía 9 monedas de Cartago que había encontrado en Menorca, todas ellas de diferente emblemática (252). Otras dos fenicias de bronce, que también había encontrado en suelo menorquín (253). Y otras dos fenicias que había visto en poder del Mayor Hamilton (254). 33


4.5. Caufragios de embarcaciones fenicio-púnicas. Recientemente fueron hallados al norte de la isla de Menorca restos de dos embarcaciones púnicas que naufragaron en el siglo III a. C., frente al puerto de Sanitja. La carga de uno de los barcos consiste en ánforas producidas en Ibiza y, vajilla fina de la costa catalana; mientras que el segundo barco llevaba una carga de ánforas procedentes de Cerdeña y de Alicante, cargadas de cerveza y, de aceite (255). Pero existen otras embarcaciones, como el caso del pecio de Llucalari, un mercante ebusitano, que naufragó al retornar de Ibiza tras un viaje comercial a Menorca, cuya cronología reside en torno al año 400 a. C. O el caso del pecio denominado Sanitja II, que transportaba un cargamento de ánforas púnicas cilíndricas del Mediterráneo central (256). 4.6. Pebeteros de Tanit. El trabajo realizado por Manuel Fernández Miranda en el recinto de taula de Torralba d´en Salord sacó a la luz la presencia de dos estatuas-pebetero, correspondientes a la diosa Tanit-Deméter (257), que aparecieron fragmentadas y, cuyo origen era púnico (258). En un principio su cronología fue atribuida al siglo IV a. C., aunque con posterioridad se estima pudo datarse entre los siglos III y II a. C. (259). En Menorca existen otros seis ejemplares de terracota (260). Uno de esos ejemplares apareció en otro recinto de taula, en este caso de Sa Torreta de Tramontana, se trata de una cabeza de arcilla, cartaginesa, fabricada en molde (261), que apareció al pie de la taula (262). En Sanitja apareció otro rostro femenino casi completo de peor calidad que el pebetero de Torralba (263). Perteneciente a la colección Pons i Soler, salieron a la luz en Biniparratxet tres piezas que corresponderían a pebeteros en forma de cabeza femenina (264).

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Y por último, un fragmento de pebetero hallado en Alayor, que pertenece a una colección particular (265). 4.7. El comercio y uso de la púrpura en Menorca. Los fenicios compraban en Menorca el murex y el buccinum, especies abundantes en la isla (266). Lo transportaban hasta Tiro y Sidón donde lo transformaban en tinte púrpura (267), que era utilizado en las vestimentas talares (268). 4.8. Restos de cerámica ebusitana en los recintos de taula. En el recinto de taula de Sa Curnia Cremada se han hallado recientemente, en 2016, una elevada cantidad de cerámica de procedencia púnica-ebusitana (269). En el recinto de taula de Torralba d´en Salord aparecieron restos de cerámicas ibicencas (270), como ánforas PE-12 y PE-16, concentradas detrás del pilar de la taula, intencionadamente rotas y fragmentadas (271), así como restos de púnicas, en Binisafullet (272). En los recintos de taula de Sa Torreta de Tramuntana, Trepucó, Talatí de Dalt y Torre d´en Galmés existen restos de cerámica púnica-ebusitana muy fragmentada cuya rotura, se presupone fue deliberada (273). 5. Vestigios de las Guerras Púnicas en Menorca. El hecho de que los hombres de Menorca marcharan a la guerra insertados en el ejército cartaginés como mercenarios, llevó consigo el que se marchasen de su territorio, dejasen atrás sus familias, tuviesen que combatir con gentes extrañas de diferentes nacionalidades y, con animales que hasta ese momento nunca habían visto, como los elefantes; absorbiendo una serie de nuevas costumbre en el campo de la religiosidad, de la muerte, de la alimentación, las enfermedades, el hábitat, etc. Costumbres que aparecen en Menorca de forma difuminada y, que en la actualidad han sido motivo de estudio.

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5.1. Monedas de Indíbil halladas en Menorca. Indíbil era un reyezuelo de los ilergetes (274), que se rebeló contra Escipión (275). Fue hecho prisionero conjuntamente con Hanón, por el romano Cneo Cornelio (276), por haberse unido a los cartagineses (277). Dichos hechos comenzaron en torno al 217 a. C., segundo año de la Segunda Guerra Púnica (278) y, se extendieron hasta el año 209 a. C. (279) y, 205 a. C. fecha en la que tuvieron lugar luctuosos acontecimientos para Indíbil y su hermano Mandonio, en que ambos fueron muertos (280). Parece ser que algunos de los mercenarios baleares que acudieron con el ejército cartaginés a la Segunda Guerra Púnica, estuvieron en las tierras del Ebro, participando en las guerras ibéricas y, se llevaron a Menorca algunas monedas ibéricas. Dichas monedas ibéricas aparecieron en el patio delantero del círculo nº 6 de Torre d´en Galmés (281). Al pie del talayot de Turó salió a la luz en el siglo XIX, un as ibérico acuñado en Ilerda (282). Y Juan Ramis y Ramis también dejó constancia de que en su poder tenía una colección de monedas celtibéricas halladas en suelo menorquín, que él aseguraba ser de Ilerda o Nilietza (283). Errando en los nombres de los dioses, cuando en realidad confundió los nombres de dioses con nombres de jefes o reyes ibéricos, entre los que aparecía el de Indíbil (284). 5.2. Las murallas defensivas de Son Catlar y Torrellafuda. El arqueólogo Fernando Prados Martínez y Jiménez Vialás, han excavado recientemente las murallas de los poblados de Son Catlar y Torrellafuda avanzando que la red de defensas activas de las dos poblaciones solo se sostiene en el caso de una amenaza concreta como pudo ser la Segunda Guerra Púnica o la conquista romana (285). Concretamente el lienzo murario de Son Catlar fue reforzado entre los siglos III y II a. C. (286). Y de Torrellafuda señalan Prados

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Martínez y Jiménez Vialás, la influencia púnica o griega en sus poternas (287). Pero, dichos arqueólogos todavía no pueden avanzar más información hasta que amplíen las excavaciones debido a que no pueden ratificar en la actualidad, si estos elementos defensivos han de atribuirlos a los mercenarios baleáricos que regresaron a Menorca tras la guerra con la intención de proteger sus poblados frente a la llegada de Magón con su armada púnica; o bien la de preparar sus poblados ante la conquista romana de Metelo (288). 5.3. El posible origen filisteo-rodio de los honderos de Menorca. Los autores clásicos menorquines coinciden en que fueron los griegos rodios los que se establecieron en Menorca en el siglo VIII a. C., desplazando a los fenicios, ya que los rodiotas se hallaban previamente asentados en Cataluña (289). Juan Ramis y Ramis confundió la llegada del rodio Tlepolemo, vecino de la ciudad rodiota de Lindo en el siglo VIII a. C., (290), cuando dicho acontecimiento se produjo con varios siglos de anterioridad. Y mostró sus dudas sobre si los fenicios acogieron amistosamente a los rodiotas y, les permitieron vivir entre ellos, cuando en realidad los fenicios se vieron sometidos al gobierno griego en la isla (291). Ahora bien, los rodiotas junto a griegos, aqueos y acarneses fueron los honderos más famosos de la Antigüedad (292). Y sus antecesores, los filisteos, miembros de los “pueblos del mar” tomaron la isla de Rodas como su base principal (293), por lo tanto, los rodiotas fueron los descendientes de los filisteos. 5.4. El hábitat de los posibles honderos que participaron como mercenarios del ejército cartaginés. En las viviendas de los honderos baleares debieron construirse las hondas y los proyectiles, como así han quedado vestigios de esferas de piedra de pequeñas dimensiones en contextos de hábitat de Corniá Nou, Talatí de Dalt y Ses Talaies d´Alzina, cuya cronología se circunscribe al siglo III a. C. (294). 37


En los yacimientos de Bellavista (Mercadal) y de Santa Creu (Alayor) fueron hallados moldes de fundición de balas de plomo para disparar con honda (295). Perteneciente a la colección Pons i Soler, se encontraron en el Museo de Menorca más de once piedras de honda, aunque sin su procedencia de origen, ni su cronología (296). Aunque los proyectiles además de piedra y plomo, podían ser de arcilla (297), de dicho material no han sido encontrados en Menorca. De la propia honda, se tiene conocimiento de que era un arma arrojadiza (298), construida con tres distintos materiales, consistentes en juncos, hilos groseros y nervios (299), que a modo de bolsa de tela o piel, en su interior se colocaba el proyectil (300). Parece ser que los honderos baleares usaban tres tipos de hondas para disparar a corta, media o larga distancia, que bien podían ser llevadas en la cabeza o entre la cabeza, vientre y manos (301). 5.5. Reclutamiento cartaginés de los mercenarios menorquines. Desde el año 700 a. C., los cartagineses comerciaban con Menorca (302) y, conocían de primera mano el odio que los autóctonos menorquines sentían hacia los griegos rodiotas (303); por ello los cartagineses desembarcaron en varios puntos de la isla para sublevar a los autóctonos contra los rodiotas y, quedar sometidos bajo el amparo de los cartagineses; pero éstos tuvieron que escapar de la isla al ser perseguidos por una avalancha de piedras de honda (304). Es decir, durante el periodo de cien años que dominaron los rodiotas en Menorca, enseñaron a los autóctonos a utilizar la honda para lanzar proyectiles. De nuevo, los cartagineses intentaron conquistar Menorca, pero tuvieron que salir huyendo ante la defensa de la isla de los honderos autóctonos (305). La heroicidad de los honderos menorquines caló en el ejército cartaginés hasta el punto de que la isla fuese un lugar de aprovisionamiento de mercenarios (306) muy probablemente en los 38


años 480 a. C., momento en que se produjo la guerra de Sicilia (307); en el 409 a. C., en que se desarrolló la segunda guerra greco-púnica con la toma de Selinunte (308); en la toma de Akragas en el año 406 a. C. (309); y en la batalla de Ekonomon, el año 311 a. C. (310). Los honderos baleares participaron junto al ejército cartaginés, en la guerra de Sicilia; y junto al ejército griego en la guerra del Peloponeso (311). En el año 241 a. C., fueron reclutados honderos baleares que participaron en el final de la Primera Guerra Púnica e inicio de la guerra de los Mercenarios, concluyendo este proceso bélico en el año 238 a. C. (312). De nuevo los cartagineses reclutaron nuevos mercenarios entre los honderos baleares para la Segunda Guerra Púnica, conflicto bélico que tuvo lugar entre los años 218 a. C., y 202 a. C. (313). 5.6. Baaliaroh y, Balaroi. Los fenicios fueron los que denominaron a los autóctonos honderos como “Baal Iaroh” cuyo significado era hábil o maestro en arrojar (214). Siglos después, en el año 509 a. C., se relacionó a los honderos baleares con los “Balaroi”, fugitivos del ejército cartaginés que tras conquistar Cerdeña se asentaron en la isla y, que vivían de las rapiñas (315). 5.7. El asentamiento fenicio-púnico de Corniá Cou. Entre los siglos IV y III a. C., en el sector Este del asentamiento menorquín de Corniá Nou fueron hallados restos de burro y de perro, animales vinculados con el entorno fenicio-púnico, así como materiales anfóricos importados procedentes de Ibiza y, jarras, bols y platos púnico-ebusitanos (316). Es decir, en dicho asentamiento pudieron vivir gentes procedentes de Cartago o Ibiza, o bien honderos baleares mercenarios retornados que hubieron asumido las costumbres cartaginesas. 39


5.8. Las cáscaras de huevo procedentes del Museo de Mahón. María del Pilar San Nicolás Pedraz descubrió en los fondos del Museo de Menorca, en Mahón, dos fragmentos de cáscaras de huevo de avestruz, procedentes de Ibiza, decorados con relieves de tallos y de hojas (317). Los fragmentos corresponden a un huevo de avestruz, procedente de la necrópolis de Puig d´es Molins (318), cuya cronología se circunscribe a los siglos VI-III a. C. (319) y, su excepcionalidad reside en los grabados que tiene (320). Este hallazgo, aunque no aportó el lugar de procedencia donde apareció, se podría presuponer que pudo haber sido un hondero balear mercenario vuelto de las Guerras Púnicas, que tras conocer la simbología religiosa cartaginesa, adquirió un huevo de avestruz para su propio enterramiento. 5.9. Las inscripciones deíficas de Son Catlar. En el santuario de Son Catlar, de Ciutadella de Menorca, apareció una primera inscripción de “Baçal” en un bloque de piedra cuaternaria que se hallaba a la vista. El texto se hallaba entre el centro de la piedra aunque un poco más cercano a la parte superior y por paleografía parece ser del siglo II a. C. (321). La segunda de las inscripciones corresponde a la palabra “Caelestis”, correspondiente a la diosa púnico-cartaginesa Tanit o Tinnit, romanizada con Juno (322). Por lo tanto, en el santuario de taula de Son Catlar se realizó una advocación religiosa a la pareja de dioses púnico-cartagineses formada por Baal-Hammón y Tanit (323). Pero, aunque los descubridores de estas inscripciones las datan en el siglo II a. C., y las relacionan con un sincretismo entre la religión cartaginesa y la talayótica (324), consideran que pudieron ser los honderos baleares los que buscaban la protección de estas deidades (325).

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5.10. La tempestad que arrastró la flota cartaginesa a las Baleares, en el año 215 a. C. Uno de los vestigios que tuvieron lugar durante la Segunda Guerra Púnica en Menorca fue la llegada de la flota cartaginesa liderada por Asdrúbal “El Calvo” a las islas Baleares, debido a una tempestad que produjo grandes daños. Las naves permanecieron bastante tiempo en las Baleares mientras se producía su reparación (326). Con posterioridad regresaron a Cerdeña para el combate (327). 6. Conclusiones. Este trabajo de investigación pretende ampliar el conocimiento sobre los honderos baleares que participaron en el ejército mercenario cartaginés. Hasta el momento, los autores clásicos han relatado la participación de los honderos baleares en la Segunda Guerra Púnica, pero en ningún momento dieron conocimiento de los hechos sobre la participación de los mismos, en el último año de la Primera Guerra Púnica, correspondiente al 241 a. C., así como en la guerra de los Mercenarios, en que los honderos baleares se vieron envueltos hasta que se solucionó el problema de la deuda de sus salarios, siendo abonados por los cartagineses. Dentro de la Segunda Guerra Púnica, esta monografía ha pretendido descubrir los combates en los que participaron los honderos baleares, como fueron en tierras hispanas, la batalla de Bécula en el año 209 a. C., que perdieron frente a Escipión; la batalla de Silpia en el año 206 a. C., que también perdieron frente a los romanos. En tierras itálicas, los honderos baleares lucharon en la batalla de Trevia, en el año 218 a. C., saliendo victorioso el ejército cartaginés gracias a la actuación de los mercenarios baleares. Otra de las victorias disfrutadas por los baleares fue en la batalla de Trasímeno, en Etruria. La batalla de Numistro, en el año 210 a. C. Y la batalla de Canas. En territorio africano, los honderos baleares acudieron a la batalla que desencadenó la pérdida de la Segunda Guerra Púnica para el ejército cartaginés. Se trataba de la batalla de Zama en el año 202 a. C. Los honderos baleares tuvieron que luchar junto con los elefantes como bestias de guerra empleadas por el ejército cartaginés. Es decir, cómo vivieron unos hombres salidos de una pequeña isla del Mediterráneo el 41


combate cuerpo a cuerpo junto a los elefantes. Hechos que sucedieron en dos ocasiones en suelo italiano, correspondientes a la batalla de Trevia; y la batalla de Numistro en el año 210 a. C. Y en una ocasión en suelo hispano, concretamente en la batalla jienense de Bécula, en el año 209 a. C. Los honderos baleares se alimentaron en periodos de bonanza de cereales, fundamentalmente trigo y cebada, así como del ganado capturado. Pero en periodos de carencia alimenticia llegaron a comer pieles, hierbas, raíces, cortezas tiernas y hojas arrancadas. Vivieron en barracones construidos con materiales ligeros. Se divertían con mujeres que ejercían la prostitución; el vino; los manjares y la ociosidad. Los honderos baleares como mercenarios hispanos tuvieron que llevar la misma vestimenta que otros íberos o hispanos, consistente en túnica corta, de lino blanco y, orlada de color púrpura. En el año 213 a. C., muchos honderos baleares morirían y otros se salvarían de la peste que asoló Sicilia y, que causó mayor cantidad de bajas en el ejército cartaginés. Los honderos baleares conocieron los dioses cartagineses, que en aquellos momentos estaban sincretizados con otros dioses romanos inmortales, a los que se les practicaban acciones de gracia; así como dioses domésticos púnicos. Junto a su general en jefe Amílcar participaron en la realización de sacrificios sobre un altar, a la advocación de Júpiter Optimo. Y junto al hijo del anterior, Aníbal, los sacrificios estuvieron dirigidos a Hércules y Júpiter. También conocieron de primera mano la interpretación de sueños u oniromancia, que relataba el general Aníbal. Aprendieron de la religión cartaginesa que la utilización de un huevo de avestruz decorado para fines funerarios, les ofrecía la vida en la inmortalidad y en la eternidad, esperanza y promesa de un segundo nacimiento. Observaron que los cartagineses cremaban a sus muertos y sepultaban sus huesos, consiguiendo con dicha operación liberar el alma inmortal y divina; realizando una comida ritual antes de abandonar la sepultura. Ahora bien, en suelo menorquín se han encontrado vestigios de la colonización púnica, bien por el conducto tradicional del comercio; o bien por las nuevas costumbres cartaginesas arraigadas en los honderos baleares 42


retornados como mercenarios, quienes invirtieron su botín, pagas ordinarias, pagas especiales, pagas en dinero efectivo, pagas en oro, recompensas, saqueos y soldadas, en objetos de cerámica púnica-ebusitana; en cuentas de pasta vítrea; monedas; restos de murallas; pebeteros de la diosa Tanit; púrpura; y vestigios de cerámica ebusitana en los recintos de taula. Igualmente aparecieron en Menorca monedas ilergetes y acuñadas por el rey ibérico Indíbil, fruto de la estancia de los honderos baleares en las tierras del Ebro, en la campaña de los cartagineses en Hispania. Todavía es pronto para asegurar que la reconstrucción de los lienzos de las murallas de Son Catlar y Torrellafuda tenga relación con el retorno de los mercenarios baleares, que conocedores de nuevas técnicas de guerra cartaginesas, quisieran aplicarlas en dichos poblados. En suelo menorquín también se han hallado proyectiles de piedra y moldes de glandes de plomo, tanto en el hábitat doméstico, como artesanal. Así como restos de animales como el burro y el perro, directamente relacionados con la introducción por los fenicios en Menorca. Religiosidad manifiesta en dos inscripciones aparecidas en el santuario de taula de Son Catlar, relacionadas con las entidades deíficas de Baal-Hammón y Tanit. E igualmente han sido hallados dos fragmentos de huevos de avestruz decorados con relieves de tallos y hojas, hecho que significa que los honderos baleares trasladaron a Menorca la religiosidad cartaginesa existente sobre la vida después de la muerte. En cuanto al origen de los honderos baleares se puede ratificar que procedieron de los honderos rodios que se establecieron en Menorca en el siglo VIII a. C. A lo largo de una centuria, los hombres autóctonos de Menorca aprendieron a disparar con la honda, hasta el punto de que en el siglo VII cuando los cartagineses quisieron anexionarse la isla, se produjeron varias escaramuzas que alejaron a los púnicos. La valentía y el furor de los honderos baleares ya era conocida por los cartagineses, hasta el punto de que llegado el siglo V a. C., los propios cartagineses fueron a Menorca para reclutarlos como mercenarios de su ejército. Los honderos baleares se iniciaron como mercenarios del ejército cartaginés en el año 480, momento en que se produjo la guerra de Sicilia; 43


continuaron en el año 409 a. C., con la segunda guerra greco-púnica; en el año 406 a. C., con la toma de Selinunte; en el año 406 a. C., con la toma de Akragas; y en el 311 a. C. con la batalla de Ekonomon.

En Villajoyosa (Alicante). A 13 marzo, 2017.

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7. Citas bibliográficas.

(1). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 41. Libro I. 1ª Guerra Púnica. “(…) 7-12. Comienzo de la primera guerra púnica (264) (…). 59-64. Roma y Cartago firman la paz (241) (…)”.TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 72. Libro XXI, 10. Cita (37). “(…) Desde el 264 al 241, duración de la Primera Guerra Púnica (…)”. ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 364. Cronología. “(…) 264. Empieza la Primera Guerra Púnica (…)”. Página 364. Cronología. “(…) 241. Los cartagineses admiten su derrota. Fin de la Primera Guerra Púnica (…)”. (2). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 115. Cronología de la 1ª guerra púnica. Cita (32). “(…) Desde finales del verano del 264 hasta el 241. Esto es, 23 años y algunos meses (…)”. (3). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 53. Libro I, 10. Hierón, general de Siracusa procartaginés que se pasó al bando romano. “(…) la mala disposición y turbulencia de los mercenarios veteranos, los conduce en expedición contra los bárbaros que ocupaban Mesina. (…) procedió a reclutar personalmente un número adecuado de mercenarios (…)”. (4). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 62. Libro I, 17. “(…) Los cartagineses, a su vez, cuando vieron que Hierón se había convertido en su enemigo y que los romanos se implicaban con mayor decisión en los asuntos de Sicilia, aventuraron que necesitaban dispositivos de entidad superior, con cuya ayudo podrían enfrentarse al enemigo y conservar el control sobe Sicilia. Ante ello incluso reclutaron en las tierras situadas frente a sus costas 45


abundantes ligures y celtas y un número aún mayor de íberos, todos los cuales fueron despachados a Sicilia (…)”. (5). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 65. Libro I, 19. “(…) los romanos hicieron retroceder a los mercenarios cartagineses que combatían en vanguardia (…). Aníbal, que desesperaba de la situación, estimó que tal motivo le brindaba una buena coyuntura para ponerse salvo. Así pues, hacia la media noche salió de la ciudad con las tropas mercenarias (…)”. (6). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 80. Libro I, 31. “(…) Por tanto, la caballería y los elefantes les resultaban totalmente inútiles a los cartagineses; en cambio los mercenarios cometieron con bravura y ardor considerables a la primer legión, cuyo retroceso y huída forzaron (…)”. (7). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 81. Libro I, 32. “(…) 32. Arriba a Cartago por esas fechas uno de los que anteriormente habían sido despachados a Grecia para reclutar tropas. Traía consigo abundantes soldados, entre los cuales se contaba cierto lacedemonio de nombre Jántipo, varón formado en la escuela laconia y suficientemente versado en materia bélica (…)”. Ibidem. Página 83. Libro I, 34. “(…) Acepto Jántipo la oportunidad, a cuyo efecto desplegó a los elefantes en una sola línea delante de toda la formación, mientras que la falange cartaginesa la situó detrás de aquellos, a una distancia moderada. Los mercenarios los distribuyó parcialmente en el lado derecho, pero a los más ligeros los colocó al frente de ambos flancos, lo mismo que a la caballería (…)”. (8). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 84. Libro I, 34. “(…) En cuanto a la infantería, los ubicados en el flanco izquierdo tanto por evitar la acometida de los elefantes como por desdeñar a los mercenarios, cayeron sobre el flanco derecho cartaginés; y tras forzarlos a huir se dedicaron a acosarlos, persiguiéndolos hasta la empalizada (…)”. 46


(9). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 84. Libro I, 34. “(…) De mercenarios al servicio de los cartagineses cayeron los aproximadamente ochocientos alineados frente al flanco izquierdo romano (…)”. (10). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 94. Libro I, 43. “(…) por más que hubiese en la ciudad [de Lilibeo], aparte de la muchedumbre ciudadana, hasta diez mil mercenarios. Pese a ello, el general al frente, Imilcón (…)”. (11). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 94. Libro I, 43. “(…) 43. Por aquellas fechas, algunos caudillos mercenarios del mayor rango hablaron entre sí sobre la entrega de la ciudad a los romanos y, convencidos de que sus subalternos los seguirían, saltaron por la noche de la ciudad al campamento, donde entablaron con el cónsul romano las conversaciones pertinentes. Pero el aqueo Alejo –aquel a quién los habitantes de Agrigento en ocasión anterior, cuando los mercenarios de los siracusanos proyectaron traicionarlos, debieron su salvación- también entonces fue el primero en darse cuenta y comunicar el asunto al general cartaginés. El cual lo escuchó atentamente para, convocando de inmediato al resto de los caudillos, empeñarse en instalarles y suplicarles, con promesas de grandes dones y mercedes si se mantenían fieles a él en vez de secundar la traición de quienes habían salido de la ciudad. Aceptadas de grado sus propuestas, al punto los mandó de vuelta, pero con ellos despachó antes los celtas a Aníbal (hijo del Aníbal que perdió la vida en Cerdeña), ya que había sido su comandante y estaba habituado a tratarlos y, ante el resto de los mercenarios a Alejo, en razón de la popularidad y el crédito que aquellos le otorgaban (…)”. (12). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 95. Libro I, 44. “(…) Así pues los cartagineses, de acuerdo con lo expuesto, a punto estuvieron de verse traicionados por los mercenarios y en una situación desesperada (…)”.

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(13). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 100. Libro I, 48. “(…) Algunos de los mercenarios griegos pensaron que tal percance brindaba el marco adecuado para el derribo de las obras y, así lo comunicaron al general (…)”. (14). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 101. Libro I, 49. “(…) Por tanto hizo que de inmediato las tripulaciones acudieran a la playa y que los mercenarios presentes en la ciudad [de Adérbal] fueran convocados mediante pregón (…)”. (15). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 105. Libro I, 53. “(…) Himilcón, el gobernador de Lilibeo, se percató; y, ya de día, al divisar lo que estaba pasando, sacó a los mercenarios estacionados en la ciudad (…)”. (16). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 120. Libro I, 67. Los Baleares participaron en la 1ª guerra púnica, porque como mercenarios se les debía dinero por parte del bando cartaginés y, se vieron involucrados en la guerra de los Mercenarios. “(…) Efectivamente, eran unos íberos, otros celtas, algunos ligures y baleares, no pocos medio griegos –de los cuales la mayor parte desertores y esclavos- y el grueso estaba formado por libios (…)”. (17). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 59. Libro XXI, 2. Cita (7). “(…) Según Diodoro (25.6), la guerra duró cuatro años y cuatro meses; según Polibio (I, 88, 7) tres años y cuatro meses, es decir desde el otoño del 241 hasta finales del 238; cf. Jal. p. 82, n. 1 (…)”. Ibidem. Página 143. Libro I, 88. “(…) Tres años y cuatro meses, por tanto, duró la guerra entre los mercenarios y los cartagineses, una guerra de las que nos da noticia la tradición y que excedió ampliamente a las demás en crueldad y barbarie (…)”.

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(18). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 58. Libro XXI, 1. Cita (3). “(…) Alusión a la guerra de los mercenarios durante los años 241-238 a. C., después de la Primera Guerra Púnica; cf. Polibio, 1, 65-88; Walbank I, pp. 130-131 (…)”. (19). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 42. Libro I. Guerra de los Mercenarios. “(…) 6567. Preliminares de la guerra de los Mercenarios [241]. El motín de Sica. 68-72. Comienzo de la revuelta (240). Reflexiones sobre la excepcional crueldad de la guerra de los Mercenarios. 73-78. Errores de Hanón. Amilcar toma el mando. Victoria de Amilcar en el río Mácar. Alianza de Cartago con los númidas de Iarava. 79-84. Los númidas de Cerdeña se unen a la rebelión. Atrocidades perpetradas por los mercenarios. Defección de Útica e Hipozarita. Cartago asediada. 85-88. Fin de la guerra de los mercenarios (237). Los romanos se apoderan de Cerdeña (entre el 238 y el 236) (…)”. (20). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 118. Libro I, 66. “(…) 66. Iada más concluida la paz antedicha, el Barca trasladó a Lilibeo las tropas estacionadas en Érice para, de inmediato, hacer entrega de su cargo, con lo que el comandante al frente de la ciudad, Gescón, asumió el transporte de los soldados a Libia. Con sabia previsión de lo que iba a suceder, los embarcó en tandas separadas y espaciando los envíos, pues intentaba dar a los cartagineses ocasión de pagar las soldadas debidas a cada tanda según llegaban, ya que así los sucesivos envíos saldrían de Cartago para su patria antes de coincidir allí con los efectivos posteriormente transportados. Tal fue, por tanto, el criterio que adoptó Gescón para efectuar el transporte. Pero los cartagineses andaban por una parte cortos de dinero a causa de los gastos previos, por otra estaban convencidos de que los mercenarios renunciarían a una cuota de las soldadas que les adeudaban si los reunían y les brindaban a todos acogida en Cartago; y movidos por tal esperanza retenían, confinándolos en el interior de la ciudad, a los que iban llegando. Cuando empezaron a producirse abundantes desmanes 49


noche y día, de entrada se dirigieron a los caudillos, pues recelaban de la tropa y de su natural turbulencia, para pedirles que, mientras preparaban lo referente a sus estipendios y aguardaban a los demás, se retiraron todos a una ciudad llamada Sica (34) tras tomar cada hombre un estáter de oro para primeras necesidades. Accedieron de grado a salir, pero pretendían, como habían hecho antes, dejar allí / (Página 119) cuanto llevaban consigo, dado que pronto volverían a por los estipendios. Sin embargo, los cartagineses recelaron de que, tras haber convivido durante algún tiempo, el apego ya a sus hijos, ya, dado el caso sus mujeres hiciesen que unos no siquiera partiesen y que otros partiesen, pero regresasen después junto a los suyos, con lo cual no disminuirían un ápice los desmanes contra la ciudad. Ante semejantes previsiones, contrariaron lo que aquellos pretendían y, en un gesto lleno de hostilidad, los forzaron a llevar consigo cuanto les acompañaba. Concentrados en Sica e inmersos durante un largo periodo de relajación –circunstancia esta la más inapropiada para fuerzas a sueldo, ya que viene a ser, por así decirlo, motivo fundamental y causa en la misma de rebelión-, pasaban los mercenarios cómodamente el tiempo. Libres, asimismo de preocupaciones, algunos de ellos dieron en calcular el alza de las soldadas que les adeudaban para, tras llegar a un resultado muy superior a lo equitativo, afirmar que era eso lo que debían exigir a los cartagineses. Y todos, de otro lado, cuando recordaban las promesas que, a título de exhortación, les habían hecho los generales en momentos críticos, elevaban sus esperanzas y elevaban sus previsiones sobre los cobros que les aguardaban (…)”. Página 118. Cita (34). “(…) La actual El Kef, unos 169 Km., al suroeste de Cartago (…)”. (21). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 119 y120. Libro I, 67. “(…) 67. En esto, mientras se hallaban todos concentrados en Sica, compareció Hanón, a la sazón general cartaginés en Libia y, no sólo desmintió sus esperanzas, sino las contrarió al aducir el peso de los impuestos y la general penuria de la ciudad para intentar reducir parcialmente las soldadas que reconocidamente se les debían: lo cual engendró de inmediato disentimiento y sediciones y, estos a su vez desembocaron en frecuentes asambleas a veces por naciones, a veces conjuntas. La falta de uniformidad étnica y lingüística hacia el campamento rebosase de 50


alboroto, estruendo y cuanto se tiene por propio de la sedición. Pues al emplear siempre tropas mercenarias variopintas, aciertan / (Página 120) los cartagineses en tanto que, por tratarse de fuerzas procedentes de muchos pueblos, no se ponen fácilmente de acuerdo para desobedecer o plantear problemas al general. El mismo proceder, sin embargo, supone un fallo de base cuando, ante un estallido de cólera o resentimiento o ante una rebelión, es cuestión de amonestar, suavizar y hacer que los ánimos confusos recapaciten. Porque si contingentes así integrados incurren en cólera o resentimiento contra alguien, ponen en juego un afán destructivo no propiamente humano, antes bien se apodera de ellos un frenesí que los arrastra al grado último de ferocidad. Justamente eso fue lo que sucedió con las mencionadas tropas. Efectivamente, eran unos íberos, otros celtas, algunos ligures y baleares, no pocos medio griegos –de los cuales la mayor parte desertores y esclavos- y el grueso estaba formado por libios. Por consiguiente, no les era factible -¿cómo iba serlo?- ni reunirse todos en asamblea simultánea y conjunta ni encontrar remedio alguno a semejante situación. Que el general conociera las lenguas de cada uno era imposible. Y cabría calificar de más imposible aún que interviniese en la asamblea mediante múltiples intérpretes, lo que implicaría además volver cuatro y cinco veces sobre el mismo asunto. Quedaba dirigir las recomendaciones y exhortaciones a través de los caudillos, algo que en aquella coyuntura intentó hacer reiteradamente Hanón. Ahora bien, vino a ocurrir con dichos caudillos que o bien no entendían las palabras del general o bien asentían a ellas, en cuyo caso había veces en que, unos por ignorancia y por otros por malicia, anunciaban lo contrario a la tropa: a raíz de lo cual incertidumbre, desconfianza y confusión reinaban por doquier. Pues, además de todo, creían que los cartagineses actuaban intencionadamente cuando, en vez de enviarles a aquellos generales testigos de sus servicios en Sicilia y autores de las promesas que recibieran, habían despachado a Hanón, que no había asistido a nada de aquello. Finalmente / (Página 121) llenos de desprecio hacia Hanón, de desconfianza hacia los jefes de las distintas facciones y de cólera hacia los cartagineses, marcharon sobre la ciudad. Acamparon a una distancia de unos ciento veinte estadios de Cartago, en la localidad de Túnez. Eran más de veinte mil (…)”. (22). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza 51


Editorial. 2008. Página 121. Libro I, 68. “(…) Entonces, cuando de nada servía, se dieron cuenta los cartagineses de cuan ciegos habían estado. Mucho se equivocaron al concentrar en un solo punto tal muchedumbre de mercenarios sin contar en absoluto con un ciudadanía que les sirviese de protección militar. Pero erraron todavía más al dejar que se les escaparan, además de las pertenencias, los hijos y las mujeres. Pues habrían podido utilizar a estos como rehenes y, así habría sido más firme su manera de encarar los acontecimientos y más dócil el ánimo de aquellos ante sus demandas. Lejos de lo cual, el temor a las fuerzas acampadas hacía que todo lo soportaran en su afán por ablandar la cólera de las fuerzas que tenían enfrente, desde remitir copiosos cargamentos de víveres para vendérselos al precio que aquellos decidían y fijaban hasta mandar por delegación, una y otra vez, a algún miembro del senado para prometer que harían todo lo que quisiesen si estaba a su alcance. Mucho remontaban cada día los pensamientos de los mercenarios, henchidos de ufanía, por un lado, al constatar el pavor y acobardamiento cartaginés, ensoberbecidos, por otro, ante la convicción, producto de los encuentros librados en Sicilia contra las legiones romanas, de que no ya los cartagineses, sino ninguna otra gente osaría así como así mirarles a la cara en el campo de combate. Por ello, nada más satisfacer los cartagineses las demandas referidas a la soldada, pasaron a reclamar el montante correspondiente a los caballos muertos. Cundo también esto se les concedió, comenzaron a decir que la deuda por alimento pendiente desde mucho tiempo tras se le debía de pagar al precio más alto alcanzado durante la guerra. En suma, continuamente / (Página 122) ideaban nuevas e inéditas exigencias, de suerte que los muchos sediciosos y levantiscos que había entre ellos hacían imposible cerrar los acuerdos. Io obstante, como los cartagineses se avenían a prometer todo lo que estuviese a su alcance, consintieron en que dirimiese las diferencias uno de los generales presentes en Sicilia. Ahora bien, hacía Amilcar, que había compartido con ellos los lances sicilianos, sentían resquemor, creyendo que sus agravios se debían en no escasa medida a él, pues, además de no prestarse a hacer de embajador, había dado la impresión de renunciar voluntariamente a su ser general. En cambio se mostraban muy propicios a Gescón, que fue general en Sicilia y, por añadidura, ser había preocupado de ellos cuando las circunstancias lo pidieron y especialmente con motivo del transporte. Por consiguiente, pusieron el asunto en sus manos (…)”. 52


(23). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 122. Libro I, 69. “(…) Se presentó este por mar con el dinero y, llegado a Túnez, primero convocó a los caudillos, después reunió por naciones a la tropa. Unas veces se extendía en censuras por lo ocurrido, otras intentaba explicarles cuál era su situación, pero la mayor parte del tiempo lo dedicaba a exhortaciones sobre el futuro en la que les instaba a mostrar reconocimiento hacia quienes habían inicialmente alquilado sus servicios. Por último se consagró a liquidar lo debido por la soldada, efectuando el pago por naciones (…)”. (24). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 124. Libro I, 70. Los conflictos bélicos los iniciaron Espendio, originario de Campania y Mato, de Libia, ambos promotores de los disturbios. “(…) Supusieron Mato y Espendio que, si llevaban a cabo cualquier cosa contraria a las leyes y los acuerdos, la guerra no tardaría en prender, a cuyo efecto contribuían a la demencia de la masa ya con el saqueo de los enseres cartagineses, a más del dinero, ya con la osadía de apresar a Gescón y los suyos, a quienes pusieron bajo guardia. Y en adelante se entregaron ya a luchar abiertamente con los cartagineses, juramentándose con votos impíos y contrarios a los hábitos comunes a la humanidad. Tal fue la causa y tal el comienzo de la guerra de los Mercenarios, también llamada Libia (…)”. (25). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 126. Libro I, 72. Mato y Espendio pagaron las soldadas de los mercenarios que les apoyaron. “(…) De esta manera pusieron en manos de Mato y Espendio recursos tan abundantes que no sólo satisficieron las soldadas debidas a los mercenarios, tal como habían prometido cara a la rebelión, sino que pudieron contar en lo sucesivo con cuantiosos medios (…)”. (26). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 126. Libro I, 73. Los mercenarios aislaron a los cartagineses. “(…) Continuaba además sólidamente acampado en Túnez, con lo cual dejaba a Cartago aislada de todo el resto de Libia. Pues la 53


ciudad de Cartago yace en un golfo, donde ocupa un entrante peninsular rodeado en su mayor parte por el mar, pero en parte también por un lago. El istmo que la une a Libia mide unos veinticinco estadios de ancho y, la sección de este que mira hacia el mar no dista mucho de Útica, mientras que Túnez está hacia el otro lado, junto al algo. Acampados a la sazón frente a las dos últimas, los mercenarios aislaban a los cartagineses del territorio y amenazaban en último extremo a la ciudad, ante / (Página 127) cuyos muros se presentaban tanto de noche como de día, produciendo en los habitantes dosis considerables de temor y turbación (…)”. (27). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 127. Libro I, 74. Los mercenarios contra los cartagineses. “(…) Pero los mercenarios que se habían refugiado en la colina estaban familiarizados con la audacia de Barca y, los combates en Sicilia los habían enseñado reiteradamente a, dentro del mismo día, ya retirarse, ya dar la vuelta y caer de nuevo sobre el enemigo. Por tanto también entonces, al ver el general se ausentaba para entrar en la ciudad y que la tropa / (Página 128) relajada tras la victoria, se dispersaba por las proximidades del campamento, desencadenaron sobre la empalizada un ataque conjunto en el que a muchos los mataron y, a los que no los obligaron a refugiarse ignominiosamente al pie de murallas y puertas. Se adueñaron de toda la impedimenta y también de los artefactos de los sitiados, que Hanón, para colmo, había sacado de la ciudad y dejó en manos del enemigo (…)”. (28). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 128. Libro I, 75. Los mercenarios de Amilcar Barca. “(…) Tomaron nota los cartaginenses de su mala gestión, dada la cual nuevamente confiaron el mando a Amílcar Barca, que fue enviado en calidad de general al frente de la presente guerra. Le entregaron setenta elefantes, el contingente mercenario adicionalmente reclutado, el formado por los desertores del enemigo y, junto a éstos, caballería e infantería ciudadana, de suerte que el conjunto llegaba hasta los diez mil (…)”. (29). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza 54


Editorial. 2008. Página 129. Libro I, 76. Disposición militar del ejército de Amilcar. “(…) Amilcar efectuaba la marcha con los elefantes al frente, tras éstos la caballería y las tropas ligeras y por último las unidades pesadas / (Página 130) ver que el enemigo avanzaba con la mayor resolución, ordenó a todos los suyos invertir el orden de la marcha. A los de la vanguardia los instó a dar la vuelta y ponerse detrás rápidamente, mientras que a los ocupantes iniciales de la retaguardia los adelantó cambiándolos de posición para desplegarlos de cara al enemigo. Los libios y mercenarios, en la creencia de que aquellos huían atemorizados, abandonaron la formación y se abalanzaron entablando vigoroso combate. (…) Perecieron hasta seis mil libios y mercenarios y, unos dos mil fueron capturados. Los restantes se refugiaron ya en la ciudad vecina al puente, ya en el acuartelamiento frente a Útica. Amílcar, vencedor gracias a la mencionada estrategia marchó en pos del enemigo (…)”. (30). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 131. Libro I, 77. Mato el libio llevaba consigo a los galos. “(…) Espendio tomó en Túnez hasta un total de seis mil hombres procedentes de las diferentes naciones y marchó en pos de los cartagineses ateniéndose a las estribaciones montañosas. Además de las mencionadas fuerzas, lo acompañaban Autórito y sus galos, que eran unos dos mil (…)”. (31). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 132. Libro I, 79. Amílcar acoge a los mercenarios del bando contrario. “(…) Conseguida la victoria, Amílcar admitió a sus huestes, equipándolos con los despojos del enemigo, a aquellos mercenarios que así lo quisieron y, a los que no los reunió para comunicarles que les perdonaba las faltas cometidas hasta ese momento y por tanto les dejaba marchar a donde cada uno, según su personal arbitrio, eligiera. Y por otro lado los conminó a que en lo sucesivo no levantasen sus armas contra Cartago, pues quién fuese apresado quedaría sin remisión sujeto a castigo (…)”. Ibidem. Página 133. Libro I, 79. “(…) Mato, Espendio y con ellos el galo Autárico recelaban de la humanidad desplegada por Amílcar hacia los prisioneros, pues temían que,

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embaucados por semejante proceder, tanto los libios como el grueso de los mercenarios corriesen hacia el seguro que se les abría (…)”. (32). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 139. Libro I, 84. “(…) En cuanto a Mato y Espendio, ocurría que eran sitiadores en la misma proporción que sitiados. Pues Amílcar había conseguido cortarles los suministros hasta el punto de obligarlos en último extremo a levantar el cerco. Pero algo después reunieron lo más selecto de los mercenarios y libios hasta un total de cincuenta mil –entre ellos el libio Zarza con las fuerzas bajo su mando- y de nuevo se lanzaron a campo abierto, desde donde seguían y vigilaban a Amílcar. Así pues, por miedo a los elefantes y a la caballería de Iarava se abstenían de los parajes llanos y, en cambio intentaban ocupar anticipadamente los parajes estrechos y montañosos (…)”. (33). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 142. Libro I, 87. “(…) La victoria se inclinó hacia el lado cartaginés, con lo que la mayoría de los libios murieron en el campo de batalla mismo, los demás se refugiaron en cualquiera de las ciudades para entregarse no mucho después y Mato cayó prisionero en manos del enemigo (…)”. (34). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 142. Libro I, 88. “(…) Después de la batalla, las demás regiones de Libia se apresuraron a rendir obediencia a Cartago. Sin embargo, las ciudades de Hipozarita y Útica resistieron (…)”. (35). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 364. Cronología. “(…) 239. Amilcar Barca derrota y destruye a los mercenarios que amenazan Cartago. Roma obliga a Cartago a cederle Cerdeña y Córcega (…)”. (36). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 132. Libro I, 79. “(…) Por las mismas fechas, los mercenarios acuartelados en Cerdeña, deseosos de emular a Mato y 56


Espendio, se levantan contra los cartagineses que había en la isla. Dieron muerte a Bóstar, su anterior comandante, al que habían sitiado en la acrópolis junto con sus compatriotas. Los cartagineses enviaron nuevo comandante, Hanón y, nuevas tropas, pero en cambio, también estas abandonaron a Hanón y se alzaron contra Cartago: a aquel lo hicieron prisionero y al punto lo crucificaron, tras lo cual, en ejecución / (Página 133) de un castigo fuera de lo común, mataron entre suplicios a todos los cartagineses de la isla. A continuación, dueños ya de las ciudades mantuvieron bajo su poder la isla hasta que entraron en conflicto con los sardos, que los expulsaron a Italia. De esta manera, perdieron los cartagineses Cerdeña, isla digna de consideración por su tamaño, población y fertilidad (…)” Ibidem. Página 138. Libro I, 83. “(…) Más adelante no atendieron la llamada de los mercenarios de Cerdeña rebeldes a Cartago, que quisieron atraerlos a la isla (…)”. (37). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 143. Libro I, 88. “(…) Por las mismas fechas, los romanos, al recibir una llamada de los mercenarios que habían hecho defección en Cerdeña, resolvieron llegar con sus barcos a la mencionada isla (43). Ante la indignación de los cartagineses, que reclamaban el dominio sobre el territorio sardo y preparaban una expedición para hacerse con los responsables de la defección, los romanos esgrimieron todo el asunto como excusa para decretar una guerra contra Cartago, pues afirmaban que los preparativos en cuestión tenían como objetivo no a los sardos, sino a ellos. Pero los cartagineses, se habían sobrevivido milagrosamente a la guerra antes narrada, se hallaban al presente sin recursos para todo lo que supiese otra vez la hostilidad de Roma, por la cual cedieron a las circunstancias y no sólo abandonaron Cerdeña, sino que añadieron mil doscientos talentos de indemnización a cambio de no entrar en una nueva guerra con Roma. Tal fue el curso de los acontecimientos (…)”.Página 143. Cita (43). “(…) La llamada de los mercenarios aquí mencionada debe ser posterior a la citada en el capítulo 83, que los romanos rechazaron (…)”. (38). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 364. Cronología. “(…) 218. Comienzo de la Segunda 57


Guerra Púnica. Aníbal cruza los Alpes e invade Italia. Derrota a los romanos a orillas del Trebia y del Ticino (…)”. (39). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 364. Cronología. “(…) 217. Aníbal derrota a los romanos en el lago Trasímeno (…)”. (40). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 365. Cronología. “(…) 216. Aníbal derrota a los romanos en Cannas (…)”. (41). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 365. Cronología. “(…) 211. Aníbal se dirige hacia las murallas de Roma (…)”. (42). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 365. Cronología. “(…) 208. Los romanos derrotan a Asdrúbal Barca en el río Metauro. Es el comienzo del fin para Aníbal (…)”. (43). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 365. Cronología. “(…) 206. Los romanos, bajo el mando de Escipión, toman Hispania (…)”. (44). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 365. Cronología. “(…) 204. Los romanos, conducidos por Escipión invaden África (…)”. (45). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 365. Cronología. “(…) 202. Los romanos, comandados por Escipión, derrotan a Aníbal en Zama. Fin de la Segunda Guerra Púnica (…)”.

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(46). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 138. Libro XXVII, 4. Elección de magistrados. Proyectos de los cartagineses. Año 210 a. C. “(…) un joven muy aguerrido, Masinisa, hijo de Gala (38); que también se andaban contratando soldados mercenarios a lo largo de toda África para trasladarlos a Hispania al ejército de Asdrúbal a fin de que éste, pasando a Italia a la primera ocasión, con el contingente más numeroso posible, se uniera a Aníbal; los cartagineses creían que en ello radicaba su victoria; además se estaba aprestando una inmensa flota para reconquistar Sicilia y, se creía que esta habría de cruzar en breve (…)”. Página 138. Cita (38). “(…) Rey de los númidas massilios; cf XXIV, 49.1-6 (…)”. (47). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 173. Libro XVII, 18. Acontecimientos en Hispania. Batalla de Bécula (Bailén). Tropas ligeras baleares. Año 209 a. C. “(…) Al ocupar este llano más bajo, Asdrúbal, al día siguiente, envió a los jinetes númidas y a las tropas ligeras baleares y africanas, después de divisar al ejército enemigo en posición de batalla delante del campamento (…)”. (48). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 174. Libro XVII, 18. Acontecimientos en Hispania. Batalla de Bécula (Bailén). Tropas ligeras baleares. Año 209 a. C. “(…) Escipión dirigió a la fuerza de choque que el día antes había desbaratado los puestos de guardia enemigos contra la infantería ligera que ocupaba el pie del cerro. Estorbados tan solo por el camino, marcharon en un primer momento por el terreno fragoso; luego, cuando se pusieron a tiro, los enemigos empezaron a descargar contra ellos una cerrada andanada de proyectiles de todo tipo; ellos por su parte, no solo los soldados sino también la turba de sirvientes que iba mezclada con la gente de armas, arrojaban las piedras que el terreno proporcionaba en abundancia, casi todas idóneas para el lanzamiento. Pero, aunque la subida era difícil y casi estaban siendo aplastados por los dardos y las piedras, los romanos, gracias, sin

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embargo, a su experiencia en escalar murallas y la tenacidad de sus ánimos, ascendieron los primeros (…)”. (49). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 175. Libro XVII, 19. Acontecimientos en Hispania. Batalla de Bécula (Bailén). Tropas ligeras baleares. Año 209 a. C. “(…) Escipión, después de apoderarse del campamento enemigo, habiendo concedido a los soldados todo el botín excepto los / (Página 176) hombres libres, se encontró en su recuento con diez mil infantes y dos mil jinetes. De estos, envió sin rescate a sus casas a todos los hispanos; respecto a los africanos, ordenó el cuestor ponerlos en venta. Por ello, la muchedumbre de hispanos, tanto aquellos que anteriormente se habían entregado, como los capturados el día antes, se extendió a su alrededor y en unánime adhesión lo llamó rey (…)”. (50). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 178 y 179. Libro XVII, 19 y 20. Acontecimientos en Hispania. Contratación de refuerzos baleares por Magón. Año 209 a. C. “(…) Acordaron que las bajas del ejército de Asdrúbal, mermado tanto por las deserciones como por la desafortunada batalla fueran cubiertas con soldados hispanos y, que Magón, tras entregar su ejército a / (Página 179) Asdrúbal, hijo de Giscón, se trasladara en persona a las Baleares con grandes cantidades de dinero para contratar refuerzos mercenarios (…)”. (51). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 210. Libro XXVII, 35. Asdrúbal en la Galia. Año 208 a. C. “(…) Acerca de la llegada de Asdrúbal, la alarma en Italia crecía de día en día. En primer lugar, los embajadores de Marsella habían comunicado que este había pasado al interior de la Galia y que los ánimos de los galos se hallaban muy exaltados por la presencia de este, ya que se decía que llevaba una gran cantidad de oro para contratar tropas auxiliares mercenarias (…)”. (52). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza 60


Editorial. 2009. (1ª edición). Página 271. Libro XXVIII, 14. La batalla de Silpia (Ilipa). Honderos baleares. Año 206 a. C. “(…) Y en ninguna parte había una lucha pareja, en especial porque la multitud de los Baleares y los reclutas de los hispanos se enfrentaban a los soldados romanos y latinos (…)”. (53). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 276. Libro XXVIII, 16. La batalla de Silpia (Ilipa). Año 206 a. C. “(…) Básicamente de esta manera, bajo el mando y los auspicios de Publio Escipión, se expulsó a los cartagineses de Hispania, trece años después de que se hubiera comenzado la guerra, cuatro desde que Escipión hubiera recibido la provincia y el ejército. Io mucho después Silano, con el anuncio del final de la guerra, se unió a Escipión en Tarragona (…)”. (54). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 88. Libro XXI, 21. Mercenarios baleares. Año 218 a. C. “(…) [Aníbal] En su lugar exigió persdonalment5e refuerzos de África, especialmente de arqueros Armados a la ligera, de manera que los africanos pudieran servir en España y los hispanos en África con lo que los dos serían mejores soldados por encontrarse lejos de casa, como si dependieran de garantías recíprocas. Envió a África trece mil ochocientos cincuenta soldados de infantería armados con escudos pequeños, ochocientos setenta honderos de Baleares y mil doscientos jinetes procedentes de diversas naciones. Ordenó que una parte de estas tropas sirvieran de guarnición a Cartago y que otra se distribuyera por África. Al mismo tiempo envió reclutadores a las ciudades y ordenó que cuatro mil jóvenes escogidos en la leva pasaran a Cartago como guarnición y a la vez como rehenes (…)”. Ibidem. Página 88. Libro XXI, 21. Mercenarios baleares. Año 218 a. C. “(…) [Aníbal] En su lugar exigió personalmente refuerzos de África, especialmente de arqueros Armados a la ligera, de manera que los africanos pudieran servir en España y los hispanos en África con lo que los dos serían mejores soldados por encontrarse lejos de casa, como si dependieran de garantías recíprocas. Envió a África trece mil ochocientos cincuenta soldados de infantería armados con escudos pequeños, ochocientos setenta honderos 61


de Baleares y mil doscientos jinetes procedentes de diversas naciones. Ordenó que una parte de estas tropas sirvieran de guarnición a Cartago y que otra se distribuyera por África. Al mismo tiempo envió reclutadores a las ciudades y ordenó que cuatro mil jóvenes escogidos en la leva pasaran a Cartago como guarnición y a la vez como rehenes (…)”. (55). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 267. Libro III, 33. Mercenarios baleares. “(…) 33. Los embajadores romanos –fue aquí de donde partió nuestra digresióntras escuchar el alegato cartaginés nada dijeron, salvo que el de mayor edad afirmó, señalando al senado el pliegue que cubría su pecho, que allí les traía la guerra y la paz; y que según ellos demandasen, sacaría lo uno o lo otro. El sufeta cartaginés le instó entonces a sacar lo que le pareciese. En respuesta al romano sacó la guerra, ante lo cual la mayoría del senado coreó que la aceptaban. Y bajo estos términos abandonaron el senado los embajadores. Por su parte Aníbal, que pasaba el invierno en Cartagena, dejó primero que los íberos marchasen a / (Página 268) sus respectivas ciudades, con la intención de contentarlos y propiciar su concurso para lo que se avecinaba. En segundo lugar dio a su hermano Asdrúbal instrucciones concernientes a cómo debía ejercer el mando sobre los dominios de Iberia y hacer frente a los romanos en caso de que él se ausentase. Y en tercer lugar ideó medidas destinadas a asegurar la situación en Libia: con sólido razonamiento de hombre experto y sagaz hizo pasar a Iberia tropas libias y a Libia tropas íberas, intervención esta gracias a la cual afianzó la mutua lealtad de ambas poblaciones. Las tropas que pasaron a Libia eran tersitas, mastios y, junto a ellos, oretes (29) íberos y ólcades, elevándose los contingentes de dichos pueblos a un total de mil doscientos jinetes y trece mil ochocientos cincuenta hombres de a pie. Había además ochocientos setenta baleares, cuyo nombre significa propiamente “honderos”, pues de tal práctica reciben su nombre pueblo e isla (30). A los efectivos mencionados los acuarteló en las Metagonias de Libia a casi todos, pero a unos pocos en la misma Cartago. Procedentes de las ciudades llamadas “metagónitas” (31) hizo llegar a Cartago otros cuatro mil infantes a título de rehenes y también de fuerzas auxiliares. En Iberia dejó a su hermano Asdrúbal cincuenta quinquerremes, dos cuatrirremes y cinco trirremnes, de los cuales contaban con tripulación treinta y dos quinquerremes y cinco trirremes. 62


También le dejó cuatrocientos cincuenta jinetes libiofenicios y libios, trescientos lergetas (32) y / (Página 269) mil ochocientos númidas masilios, masesilios, maceos y mauritanos ribereños del Océano; igualmente infantería libia (once mil ochocientos cincuenta), ligur (trescientos) y balear (quinientos), así como veintiún elefantes (…). El caso es que encontramos en el cabo de Lacinio (33) la tabla que Aníbal mandó inscribir en bronce en la época en que recorría los caminos de Italia. Y como juzgásemos que debíamos tenerla por absolutamente fidedigna al menos para los asuntos que estamos tratando, decidimos ceñirnos a lo que allí consta (…)”. Página 268. Cita (29). “(…) Los oretes u oretanos vivían en el sudeste peninsular (…)”. Página 268. Cita (30). “(…) Polibio parece aludir aquí a una etimología ibérica: véase Walbank (citado en nota III 23), pp. 362-363 (…)”. Página 268. Cita (31). “(…) Se trata de ciudades de Iumidia, en la actúalo Algeria (…)”. Página 268. Cita (32). “(…) Libiofenicio designa a la población fenicia de ciudades africanas distintas de Cartago. De los lergetas no se poseen referencias (…)”. Página 269. Cita (33). “(…) El actual cabo de Colonna, en el sur de Italia (…)”. (56). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 138. Libro XXI, 55. Batalla de Trevia. Año 218 a. C. “(…) Con estas fuerzas se lanzó a la batalla. Los baleares iniciaron el combate, pero como las legiones romanas les opusieron una gran resistencia, rápidamente las tropas ligeras se replegaron hacia las alas, con lo cual se consiguió derrotar enseguida a la caballería romana. Y es que al tratarse de cuatro mil jinetes que apenas ya resistían por sí mismos a diez mil y, estos de refresco frente a la mayoría de aquellos cansados, quedaron destrozados además por una nube de dardos lanzada por los baleares. Además los elefantes que desbordaban las alas producían una desbandada general al quedar aterrorizados los caballos no por su aspecto, sino especialmente por el desacostumbrado olor. El combate de a pie estaba más igualado en valor que en fuerzas, pues los cartagineses que las habían repuesto antes de entrar en batalla las mantenían frescas; por el contrario, los romanos estaban hambrientos y con sus cuerpos fatigados y entumecidos por el frío. Con todo, hubieran resistido con su moral, si solo hubieran tenido que luchar con la 63


infantería; pero los baleares, de un lado, derrotada la caballería, les arrojaban dardos en sus flancos, los elefantes, de otro, habían cargado ya contra el centro de la línea de la infantería (…)”. (57). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 312. Libro III, 72. Mercenarios baleares. “(…) Tiberio, en cuanto vio acercarse a los jinetes númidas, despachó sin demora su propia caballería, con orden de oponer resistencia y trabar armas con el enemigo. Tras estos, envió a la infantería ligera, unos seis mil hombres. Y a las demás fuerzas también las sacó del campamento, en la idea de que su aparición dirimirían definitivamente el encuentro y estimulado por la muchedumbre de su ejército y el feliz resultado obtenido el día anterior por la caballería. Era a principios de invierno, el día particularmente nevoso y frío, hombres y caballos habían salido, prácticamente todos, en ayunas. De suerte que si al principio la tropa mostró empuje e intrepidez, llegado el momento de cruzar el Trebia –cuya corriente además iba crecida como consecuencia de la lluvia caída por la noche en los parajes que sobrevolaban los campamentos-, la infantería lo cruzó a duras penas y con los hombres sumergidos hasta el pecho. El frío y la necesidad hacían así sufrir al ejército y, a ello se sumaba por añadidura, lo avanzado ya del día. En cuanto a los cartagineses, después de haber comido y bebido en sus tiendas y haber preparado sus monturas, se ungían y armaban todos junto a las hogueras. Atento Aníbal al momento oportuno, nada más ver que los romanos habían cruzado el río, lanzó por delante como cobertura a los lanzadores de jabalina y a los baleares, que eran unos ocho mil y, a renglón seguido sacó sus fuerzas. Avanzó hasta dejar el campamento a unos ocho estadios, momento en que formó a la infantería en una línea única –eran aproximadamente veinte mil soldados íberos, celtas y libios-, dividió entre ambas alas a la caballería –más de diez mil, sumados a los aliados celtas- y a los elefantes los puso repartidos a la cabeza de una y otra alas (…)”. (58). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 314. Libro III, 74. Batalla ganada por los cartagineses donde no hubieron bajas entre los baleares (se refiere al punto anterior Libro III, 72). “(…) El ejército cartaginés persiguió al 64


adversario hasta el río, pero a causa del mal tiempo fue incapaz ya de avanzar más, con lo que regresó al campamento. Los llenaba a todos de júbilo la idea de haber triunfado en el encuentro. Y ocurría que de los muertos unos pocos era íberos y libios, / (Página 315) pero la mayoría celtas. Por otra parte, las lluvias y por añadidura la nieve crearon unas condiciones tan terribles que los elefantes, excepto uno fallecieron y, el frío causó gran mortandad también entre hombres y caballos (…)”. (59). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 164. Libro XXII, 4. Batalla de Trasímeno, en Etruria. Mercenarios Baleares. “(…) Allí precisamente colocó el campamento en lugar abierto, donde él mismo acampó únicamente con los africanos e hispanos; condujo a los de Baleares y demás soldados ligeros detrás de las montañas; estacionó a la caballería en la boca misma del desfiladero, con el fin de que, cuando entraran los romanos, la caballería bloqueara el camino y todo quedara cerrado por el lago y los montes (…)”. (60). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 322. Libro III, 82 y 83. Mercenarios baleares. Batalla de Etruria. “(…) Aníbal, por su parte, emprendió la ruta que, frente a él, atravesaba Etruria en dirección a Roma. Tenía a la izquierda la ciudad de Cortona y las montañas de su entorno, a la derecha el lago de nombre Trasimeno. (…) 83. (…) Él con los íberos y los libios recorrió el valle bordeando el lago hasta situarse en el monte al que daba de frente el trayecto, donde acampó; a los baleares y lanzadores de jabalina que marchaban en vanguardia les ordenó girar para colocarse tras los collados que corrían por el costado derecho del valle y, allí hizo que se desplegaran / (Página 323) en una larga línea; e igualmente mandó a la caballería y a los celtas dar la vuelta a los collados de la izquierda y formar ocultos por estos en un frente continuo cuyo extremo tocaba el acceso mismo al paraje del que tratamos, entre el borde del lago y las alturas de los costados (…)”. (61). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 324. Libro III, 84 y 85. Co hubieron bajas entre 65


los honderos baleares, en la contienda de Etruria relatada en el libro III, 83. “(…) Al finalizar la batalla, el general despachó a Mahárbal al frente de los íberos y los lanzadores de jabalina. Cuando este acampó en torno a la aldea, los fugitivos romanos, acosados por carencias diversas, / (Página 325) depusieron las armas y se entregaron bajo promesa de salvar la vida. Y fue ese el resultado final que alcanzó el encuentro librado en Etruria por romanos y cartagineses. 85. (…) En cuanto a sus hombres [de Aníbal], los dejó reponer fuerzas mientras sepultaba a los más gloriosos caídos del ejército propio, que rondaron los treinta. Sumaron las bajas un total aproximado de mil quinientas, la mayoría celtas (…)”. (62). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 216. Libro XXII, 37. Embajada de Hierón (216 a. C.). Reclutamiento de tropas romanas para luchar contra los baleares. “(…) Sabía que el pueblo romano solo admitía soldados y jinetes romanos y latinos, pero que había visto en el campamento romano tropas auxiliares ligeras incluso extranjeras; de ahí que había enviado mil arqueros y honderos, tropa adecuada contra los baleares, moros y otros pueblos duchos en el lanzamiento de proyectiles (…). / (Página 217) Los honderos y arqueros y el trigo se entregaron a los cónsules (…)”. (63). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 225. Libro XXII, 43. Rumores sobre deserción de mercenarios hispanos. “(…) En efecto, dado que al principio, surgían murmuraciones y después un claro vocerío de quienes exigían la paga debida y se quejaban primero de la carestía y al final del hambre, al mismo tiempo que se rumoreaba que los soldados mercenarios de raza hispana habían decidido desertar, incluso el mismo Aníbal, se cuenta, había pensado de vez en cuando huir a la Galia, de forma que había dejado a toda la infantería para escaparse con la caballería (…)”. (64). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 228. Libro XXII, 46. Mercenarios 66


baleares. “(…) Aníbal, al amanecer pasó el río después de enviar por delante a los baleáricos y otras tropas ligeras. Y según iban pasando, las colocaba en línea de combate: a los jinetes galos e hispanos cerca de la orilla en el flanco izquierdo contra la caballería romana; el flanco derecho fue asignado a los jinetes númidas, mientras el centro de las líneas se apoyó en los infantes, de manera que los africanos ocuparon los dos flancos y entre ellos en el centro los galos e hispanos. Se diría que los africanos eran el ejército romano, pues estaban armados con las armas de Trebia, tomadas por lo demás en su mayor parte en Trasimeno (…)”. (65). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 231. Libro XXII, 49. Herida por honda a un romano. “(…) En la otra parte de la lucha Paulo, pese a que había sido gravemente herido por una honda tan pronto se celebró el primer combate (…)”. (66). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 264. 10. Canaán contra Roma. Guerras púnicas. “(…) Tan pronto como Aníbal asumió el mando, en el año 221 a.C., a la muerte de Asdrúbal –con la aclamación unánime y entusiasta del ejército, que ya conocía sus cualidades-, comenzó a organizar sus fuerzas para convertirlas en una magnífica unidad de combate. Trabajaba con un buen material. La infantería ibérica era firme como una roca; tenía honderos de las islas Baleares que daban en el blanco con bolas de piedra o de plomo con más precisión que los arqueros (…)”. (67). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 131. Libro XXVII, 2. Acciones bélicas en Italia. Año 210 a. C. Batalla de Cumistro. Mercenarios honderos baleares. “(…) por el de Aníbal, los honderos hispanos y los honderos baleares y ya, empezada la refriega, los elefantes también; durante un tiempo la batalla permaneció sin inclinarse a favor de nadie (…)”. (68). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza 67


Editorial. 2008. Página 356 y 357. Libro III, 113. Mercenarios baleares. Batalla de Canas. “(…) Cayo nada más hacerse cargo del mando el día después, sacó las tropas de ambos campamentos. La salida fue conjunta y se produjo al amanecer mismo. A los contingentes del campamento mayor los llevó a la orilla opuesta del río para, al punto, formarlos en orden de batalla y, los procedentes del otro los agregó a los anteriores, desplegándolos en la misma línea. A todos los situó de cara al mediodía. En cuanto a la caballería, la apostó en el ala derecha, a lo largo del mismo río y, a continuación, en un frente ininterrumpido, alineó a la infantería. Estrechó mucho más que antes el espacio entre las unidades, al tiempo que dotaba a lo0s manípulos de un fondo muy por encima de su largo. La caballería aliada la colocó en el ala izquierda. / (Página 357) Y en cabeza de todo el dispositivo, con algo de separación, puso la infantería ligera. Junto a los aliados sumaban ochenta mil infantes y algo más de seis mil jinetes. Entre tanto Aníbal había hecho cruzar el río a los baleares y lanzadores de jabalina para ubicarlos al frente de sus tropas; a los demás los sacó del campamento, los llevó a través de la corriente por dos lugares distintos y los alineó delante del enemigo. A la orilla misma del río, en el ala izquierda y opuesta a la caballería romana, puso a la caballería íbera y celta; continuaban el frente la mitad de la infantería pesada libia y, después la íbera y la celta. Al lado de éstas iba la otra parte de la infantería libia, mientras que en el ala derecha colocó a la caballería númida. Todos estos contingentes los desplegó a lo largo de una sola línea, tras lo cual todas las unidades de íberos y celtas que ocupaban el centro, las hizo avanzar y dispuso que el resto de los efectivos uniese sus filas de la mejor manera posible a espaldas de estos. Curvó así a su frente en forma de media luna que dibujaba un delgado arco, pues pretendía que los libios constituyeran el soporte de la fuerza combativa y que en primera línea luchasen los íberos y los celtas (…)”. (69). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 361. Libro III, 117. Co hubo bajas de mercenarios baleares en la batalla de Canas. “(…) 117. Tal fin tuvo la batalla librada junto a Canas por romanos y cartagineses, (…) De las filas de Aníbal sucumbieron aproximadamente cuatro mil celtas, mil quinientos íberos y libios y en torno a doscientos jinetes (…)”.

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(70). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección Historia Universal Asimov. Madrid. Alianza editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 278. 10. Canaán contra Roma. Amílcar Barca. Final de la Segunda Guerra Púnica. “(…) Esta vez era Escipión contra Aníbal y, la batalla final se libró el 19 de octubre del 202 a. C., en Zama, ciudad situada a unos 160 kilómetros al sudoeste de Cartago. Aníbal disponía de 80 elefantes, más de los que había tenido en cualquier batalla anterior, pero fueron peores que inútiles. Comenzó la batalla con una carga de elefantes, pero los romanos resistieron con firmeza e hicieron sonar las trompetas, que atemorizaron a algunos de los elefantes y los hicieron retroceder sobre la propia caballería de Aníbal, sumiéndola en la confusión. Los jinetes de Masinisa cargaron inmediatamente y completaron la eliminación de la muy inferior caballería cartaginesa. (Como resultado del fracaso de los elefantes en esta batalla, nunca se los volvió a usar en las guerras occidentales). Le tocó el turno de avanzar, entonces a los romanos conducidos por la mano maestra de Escipión. Las primeras líneas cartaginesas, formadas por novatos, huyeron y, sólo la tercera línea, compuesta por los hombres que habían luchado con Aníbal en Italia, resistió firmemente. Pero eran superados en número y fueron vencidos. En toda su trayectoria, Aníbal solo perdió una batalla campal: la batalla de Zama, la cuyal anuló todas sus victorias anteriores. Fue el fin. Cartago tuvo que rendirse incondicionalmente y la Segunda Guerra Púnica terminó (…)”. (71). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 466. Libro XXX, 33. La batalla de Zama. Año 202 a. C. Mercenarios baleares. “(…) Aníbal colocó en la primera fila para provocar miedo a los elefantes –eran ochenta, nunca había tenido tantos en una batalla- después puso las tropas auxiliares de ligures y galos, mezclados con baleares y moros. En la segunda fila colocó a los cartagineses, africanos y una legión macedonia; detrás dejando una distancia media, dispuso una línea auxiliar de soldados itálicos; la mayoría eran brucios, los más le habían seguido al marcharse de Italia más a la fuerza y por obligación que por voluntad propia. Situó la 69


caballería en las alas: la derecha la ocuparon los cartagineses, la izquierda los númidas. (…) A las tropas auxiliares se les prometió pago en efectivo y aumento por el botín; (…)”. (72). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 309. Libro XXVIII, 36. Últimas actividades de Magón en Hispania. Año 206 a. C. “(…) [Magón] cuando disponía el paso a África, un correo de Cartago anunció que el senado ordenaba que la flota que había en Gades pasara a Italia; y que allí, reclutado el mayor / (Página 310) número posible de jóvenes galos y ligures, se reuniera con Aníbal para que no languideciera una guerra comenzada con ímpetu extremo y con mayor fortuna. Para esta empresa llegó dinero de Cartago para Magón (…)”. (73). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 311. Libro XXVIII, 37. Últimas actividades de Magón en Hispania. Otoño del año 206 a. C. “(…) De allí fue con sus naves a Pitiusa, una isla que distaba del continente unas cien millas y que los púnicos la habitaban por entonces. De esta manera la flota fue acogida amistosamente y, no sólo ofrecieron víveres con generosidad, sino también jóvenes y armas de refuerzo para la flota. Con su garantía el púnico marchó a las islas Baleares, que distan cincuenta millas de allí. Las islas Baleares son dos, una es mayor y más rica en armas y hombres. También tiene puerto, donde pensaba que podría pasar el invierno tranquilamente –ya era finales de otoño-. Pero igual que si los romanos habitaran / (Página 312) esta isla, atacaron a la flota. Y del mismo modo que ahora emplean sobre todo las hondas, por entonces solo utilizaban esta arma de tiro y, absolutamente nadie de ningún otro pueblo sobresale tanto en esta destreza como todos los de Baleares destacan sobre los demás. Así cayó tal número de piedras, como si se tratara de una granizada tupida, contra la flota que se aproximaba a tierra, que las naves sin atreverse a entrar a puerto, pusieron rumbo a alta mar. Después fueron a la más pequeña de las islas Baleares, de campo fértil, pero no 70


poderosa en hombres o armas. Así, tras abandonar las naves, pusieron su campamento en un lugar fortificado por encima del puerto y, apoderándose de la ciudad y su territorio sin combate, después de reclutar allí dos mil soldados para tropas auxiliares y enviarlos a Cartago, vararon sus naves para pasar el invierno. Una vez expulsado Magón de la costa del Océano, los gaditanos se entregaron a los romanos (…)”. (74). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 332. Libro XXVIII, 41. Discurso sobre las provincias. Discurso de Fabio Máximo. Año 205 a. C. “(…) Después, ¿qué pasará, si plenamente confiados los cartagineses en la unidad de criterios de África, en la lealtad de los reyes aliados, en sus fortificaciones, una vez que hayan visto Italia privada del socorro de tu ejército, envían ellos mismos un nuevo ejército a Italia desde África u ordenarán a Magón, del que se sabe que tras sacar la flota de las Baleares ya se encuentra bordeando la costa de los Alpes Ligures, que se uniera a Aníbal? (…)”. (75). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 332 y 333. Libro XXVIII, 44 y 45. Escipión se pertrecha para la guerra. Repartos de provincias. Desembarco de Magón en Liguria. Grano. Año 205 a. C. “(…) En ese mismo verano, Magón hijo de Amílcar, tras haber reclutado a la juventud en la menor de las islas Baleares, donde había pasado el invierno y, haberla embarcado, llevó a Italia en unas treinta naves de guerra y muchas de carga a doce mil infantes y dos mil hombres de a caballo, capturó Génova por su repentina / (Página 333) llegada al no estar asegurada con guarniciones la costa. Desde allí llevó la flota hasta la costa ligur alpina, por si podía sublevar a los de allí. Los ingaunos – pertenecen a los ligures- por entonces estaban en guerra con los epanterios montanos. Así, el cartaginés, después de dejar el botín de Savona, ciudad fortificada en los Alpes y, diez naves de guerra de guardia, tras enviar klas restantes a Cartago para asegurar la costa, ya que se había extendido el rumor de que Escipión iba a cruzar, él en alianza con los ingaunos, cuya amistad prefería, decidió atacar a los montanos. Y su 71


ejército aumentaba por días con galos que se presentaban de todas partes atraídos por el prestigio de su nombre (…)”. Ibidem. Página 336. Resumen del Libro XXVIII. Menorca. “(…) Magón, hijo de Amílcar, desde la isla más pequeña de las Baleares, donde había pasado el invierno, pasó a Italia (…)”. (76). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 237. Libro XXII, 52. Botín. “(…) Se recogió un enorme botín; excepto los caballos, hombres y la plata que hubiera –había mucha en los arneses de los caballos, pues lógicamente usaban poca plata en la vajilla, especialmente en campaña-, todo el resto del botín se entregó al pillaje (…)”. (77). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 172. Libro XXII, 8. Marcha de Aníbal hacia el sur de Italia. Preparativos en Roma. Año 217 a. C. “(…) y dado que los soldados se alegraban más con el botín y los saqueos que con el ocio y el descanso, se puso en marcha y devastó la comarca de Pretuzia y Adriano, luego los marsos, marrucinos y pelignos y los alrededores de Arpos y Luceria, región cercana a Apulia (…)”. (78). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 267. Libro XXVIII, 12. Sucesos en Italia. Aníbal. Año 206 a. C. “(…) a pesar de que con frecuencia faltaba en el territorio enemigo la paga y los víveres, por cuya carencia en la Primera Guerra Púnica tuvieron lugar muchos sucesos terribles entre los jefes y los soldados (…)”. (79). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 469. Libro XXX, 35. La batalla de Zama. Año 202 a. C. “(…) Aníbal, escapando con unos pocos jinetes en medio de la confusión, huyó a Hadrumeto tras haberlo intentado todo antes de la batalla y durante el combate antes de abandonar la lucha. En palabras de Escipión y de todos los expertos militares, se le reconoció un especial acierto en la forma de plantear en ese día la batalla. Había 72


colocado en la primera línea a los elefantes, cuyo empuje azaroso y fuerza insostenible impedirían a los romanos que siguieran a sus enseñas y mantuvieran la formación, maniobras en las que más confiaban; después, había situado a las tropas auxiliares delante de la línea de los cartagineses, para que no tuviera posibilidad de escapar esa turbamulta de todo tipo de gentes, a los que no guiaba la lealtad, sino la paga (…)”. (80). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 472. Libro XXX, 37. Cegociaciones de paz. Año 202 a. C. Condiciones de paz realizadas por los romanos. “(…) darían el grano y la paga a las tropas auxiliares hasta que los legados volvieran de Roma; (…)”. (81). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 110. Libro XXVI, 43. Hazañas de Escipión en Hispania. Conquista de Cartagena. Año 210 a. C. Cartagena. “(…) aquí está todo el dinero de los enemigos, sin el cual ellos no pueden realizar la guerra, puesto que han de mantener a ejércitos mercenarios (…)”. (82). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 345. Libro XXIX, 4. Desembarco de Lelio en África. Año 205 a. C. “(…) a Magón mandaron no solo legados sino veinticinco naves de guerra, seis mil hombres de a pie, ochocientos de a caballo, siete elefantes y, además de todo esto, una gran cantidad de dinero para reclutar tropas auxiliares a fin de que, con tales medios, pudiera acercarse más a Roma y unirse a Aníbal (…)”. (83). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 466. Libro XXX, 33. La batalla de Zama. Año 202 a. C. Mercenarios baleares. “(…) Aníbal colocó en la primera fila para provocar miedo a los elefantes –eran ochenta, nunca había tenido tantos en una batalla- después puso las tropas auxiliares de ligures y galos, mezclados con baleares y moros. En la segunda fila colocó a los cartagineses, africanos y una legión macedonia; detrás dejando una 73


distancia media, dispuso una línea auxiliar de soldados itálicos; la mayoría eran brucios, los más le habían seguido al marcharse de Italia más a la fuerza y por obligación que por voluntad propia. Situó la caballería en las alas: la derecha la ocuparon los cartagineses, la izquierda los númidas. (…) A las tropas auxiliares se les prometió pago en efectivo y aumento por el botín; (…)”. (84). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 210. Libro XXVII, 35. Asdrúbal en la Galia. Año 208 a. C. “(…) Acerca de la llegada de Asdrúbal, la alarma en Italia crecía de día en día. En primer lugar, los embajadores de Marsella habían comunicado que este había pasado al interior de la Galia y que los ánimos de los galos se hallaban muy exaltados por la presencia de este, ya que se decía que llevaba una gran cantidad de oro para contratar tropas auxiliares mercenarias (…)”. (85). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 123. Libro XXI, 45. Discurso de Aníbal. Ganancias de los mercenarios cartagineses. Año 218 a. C. “(…) aconsejado lo suficiente para enardecer a los soldados, los convocó a una asamblea y les anunció las recompensas seguras, por cuyo objetivo luchaban: les daría terrenos en Italia, África e Hispania, donde cada cual quisiera, exentos de impuestos, para quien las aceptara y para sus hijos; a quién prefiriera dinero a terrenos le pagaría con plata; a los aliados que quisieran hacerse ciudadanos cartagineses él les daría la oportunidad; quienes optaran por regresar a sus hogares, procuraría que no desearan cambiar su suerte por la de ningún conciudadano suyo; también a los esclavos que habían seguido a sus dueños les prometió la libertad y, entregaría a sus dueños dos esclavos por cada uno de ellos (…)”. (86). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 373. Libro XXIV, 17. Saqueo. “(…) Mientras esto ocurre en Benevento, Aníbal traslada su campamento hacia Iola después de haber saqueado los campos napolitanos (…)”. 74


(87). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 449. Libro XXV, 11. Caída de Trento. Saqueo. “(…) dio orden de que cada uno se retirase a su casa y pusiera su nombre en la puerta; él ordenaría que, en cuanto se diera una determinada señal, fueran saqueadas las casas que no estuvieran identificadas; si alguien ponía un nombre en el alojamiento de un ciudadano romano –ocupaban las casas deshabitadas-, él lo consideraría como enemigo. Cuando se disolvió la asamblea y las puertas que habían sido señaladas con letreros hubieron diferenciado a las casas amigas de las enemigas, tras dar la señal se corrió por todas partes a saquear los albergues de los romanos; y hubo bastante botín (…)”. (88). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 276. Libro XXIII, 12. Regreso de Q. Fabio Píctor desde Delfos. Embajada de Aníbal a Cartago. “(…) por tanto había que mandar refuerzos, había que mandar dinero para las soldadas y trigo para unos combatientes que tanto se lo habían merecido del pueblo cartaginés (…)”. (89). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 455. XXV, 13. Situación de Capua. Descalabro de Hanón en Benevento. Trigo. “(…) Aníbal ordenó a Hanón que pasara con su ejército desde las tierras de los brutitos hasta Campania y se encargara de que los campanos tuvieran trigo en abundancia (…)”. (90). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 128 y 129. Libro XXVII, 1. Acciones bélicas en Italia. Año 210 a. C. “(…) Se hallaron también doscientos cuarenta mil modios de trigo y ciento / (Página 129) diez mil de cebada (…)”. (91). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 333. Libro XXVIII, 46. Escipión se pertrecha para la guerra. Repartos de provincias. Desembarco de 75


Magón en Liguria. Grano. Año 205 a. C. “(…) que fueron capturadas cargas con grano enviado a Aníbal y con pertrechos (…)”. Ibidem. Página 275. Libro XXIII, 12. Regreso de Q. Fabio Píctor desde Delfos. Embajada de Aníbal a Cartago. Alimentos. “(…) pues sus operaciones se llevaban a cabo lejos de la patria, en el corazón del territorio enemigo; se había consumido una enorme cantidad de trigo y dinero (…) / (Página 276) por tanto había que mandar refuerzos, había que mandar dinero para las soldadas y trigo para unos combatientes que tanto se lo habían merecido del pueblo cartaginés (…)”. (92). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 267. Libro XXVIII, 12. Sucesos en Italia. Aníbal. Año 206 a. C. “(…) a pesar de que con frecuencia faltaba en el territorio enemigo la paga y los víveres, por cuya carencia en la Primera Guerra Púnica tuvieron lugar muchos sucesos terribles entre los jefes y los soldados (…)”. (93). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 307 y 308. Libro XXIII, 30. Pérdidas de los romanos en Italia. Alimentos. Año 215 a. C. “(…) Mientras esto sucede en Hispania, Patelia, en el territorio de los brutitos, fue tomada al asalto por Himilcón, general / (Página 308) general de Aníbal, algunos meses después de que empezara a ser asediada. Esta victoria cayó del lado de los cartagineses a costa de mucha sangre y heridas y ninguna otra fuerza sino el hambre fue lo que doblegó a los asediados. Pues después de haber agotado las provisiones de grano y de carne de todo tipo de cuadrúpedos –la usual y la que no-, acabaron subsistiendo a base de pieles, hierbas, raíces, cortezas tiernas y hojas arrancadas y, no fueron derrotados hasta que les faltaron las fuerzas para mantenerse en las murallas y sostener las armas (…)”. (94). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 104. Libro XXI, 32. Los Alpes. Año 218 a. C. “(…) Aníbal partiendo del río Druencia y por una ruta especialmente llana, llegó a los Alpes en medio de una buena acogida de los galos que habitaban aquellos lugares. Entonces, pese a que la fama, 76


que suele exagerar la realidad, les había adelantado el panorama, sin embargo, la altura de las montañas que podía ver de cerca, la nieve que casi se confundía con el cielo, las moradas informes enclavadas en las rocas, el ganado y las bestias entumecidos de frío (…)”. Ibidem. Página 107. Libro XXI, 34. Ganado. Año 218 a. C. “(…) con la comida y el ganado capturado pudo alimentar al ejército durante tres días (…)”. (95). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 334. Libro III, 93 y 94. Bueyes. “(…) Tan pronto como concluyó la tercera parte de la noche, [Aníbal] despachó a los efectivos encargados del suministro con la orden de atacar las antorchas a los cuernos de los bueyes. Llevaba a cabo dicha orden enseguida, pues eran muchos, dispuso que se les prendiera fuego a / (Página 335) todas. Los bueyes habían de ser espoleados para que se dirigiesen hacia las cumbres y, detrás de ellos situó a los lanzadores de jabalina, para que inicialmente colaborasen a espolearlos, pero una vez que los animales arrancasen, corriesen a sus costados, ayudasen a sembrar la confusión y, al mismo tiempo se apoderasen de las posiciones dominantes y se adelantasen a ocupar las alturas; debían de esta manera, acometer y cargar sobre el enemigo si daban con este en algún punto del trayecto hacia los puertos de paso. Simultáneamente él, con la infantería pesada en primer lugar, a continuación la caballería, el botín después y al final los íberos y los celtas, emprendió el camino hacia alcanzar los desfiladeros del cruce. 94. Los contingentes romanos apostados en los desfiladeros pensaron, al ver las luces que corrían hacia las alturas, que por allí lanzaba Aníbal el ataque, por lo que dejaron las angosturas para llevar ayuda a las cumbres. Pero a medida que se acercaban los bueyes, el desconcierto creado por las luces magnificaba las dimensiones del suceso y les hacía figurarse cosas terribles (…)”. (96). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 185. Libro XXII, 16. Monte Calícula. Bueyes. Año 217 a. C. “(…) Los preparativos del engañoso plan fueron como sigue: teas recogidas de todos los campos de alrededor, haces de varas y sarmientos secos se ataron a los cuernos de los toros que, bravos o 77


domesticados, llevaban en gran número entre el resto del botín / (Página 186) de las comarcas. Se reunió a casi dos mil toros. Y se encargó a Asdrúbal que al anochecer condujera a todo aquel ganado con los cuernos encendidos hasta las montañas, especialmente, si podía, sobre el desfiladero ocupado por el enemigo. Al oscurecer levantó el campamento en silencio; los toros eran conducidos un poco delante de las enseñas. Cuando llegó a las faldas del monte y los senderos estrechos, rápidamente se dio la señal de lanzar al ganado con los cuernos encendidos contra las montañas de enfrente. El miedo mismo de la llama reluciente que provenía de la cabeza y el calor que llegaba ya a la parte viva y a la base de los cuernos lanzaban a los toros como espoleados por una furia. Con esta repentina carrera toda la maleza de las cercanías ardía como si se hubieran incendiado bosques y montañas; las sacudidas inútiles de sus cabezas que avivaban la llama daban la impresión de hombres que huían por todos lados (…). Primero, al verlos de lejos, se quedaron atónitos ante la maravilla de seres que despedían llamas; después, cuando se hizo evidente que se trataba de un engaño humano, entonces pensaron que era una emboscada y se lanzaron a la huída con mayor alboroto (…)”. (97). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 97. Libro XXI, 28. Caballos. Año 218 a. C. “(…) La mayoría de los caballos pasaban a nado llevados por las bridas desde las popas excepto los que se habían colocado sobre los botes ensillados y embridados, con el objeto de que estuvieran preparados para sus jinetes tan pronto saltaran a la orilla (…)”.TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 112. Libro XXI, 38. Acémilas. Año 218 a. C. “(…) dice que para haber oído de los labios de Aníbal que, después de atravesar el Ródano, había perdido a treinta y seis mil hombres y un gran número de caballos y acémilas (…)”. Ibidem. Página 126. Libro XXI, 47. Caballería. Año 218 a. C. “(…) Celio cuenta que Magón [hermano de Aníbal] pasó a nado el río inmediatamente con la caballería y la infantería hispana, que el propio Aníbal por los vados superiores del Po había atravesado al ejército

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colocando en fila a los elefantes para que soportaran la fuerza del río (…)”. (98). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 108. Libro XXI, 35. Acémilas. Los Alpes. Año 218 a. C. “(…) varias acémilas, que habían resbalado por las rocas, llegaron al campamento siguiendo las huellas de la columna (…)”.POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 288. Libro III, 51. Aníbal en los Alpes. Accidentes de los caballos y acémilas. “(…) El resultado fue que los bárbaros, al hacerse de día y advertir lo ocurrido, abandonaron primero el plan. Después, sin embargo, repararon en la abundancia de acémilas y en los apuros y en la lentitud con que desfilaban los caballos por los puntos problemáticos, circunstancia que los incitó a atacar la columna en marcha. Así lo hicieron y, fueron abundantes las pérdidas sufridas por los cartagineses, sobre todo en sus caballos y acémilas. Acometían los bárbaros desde múltiples frentes, pero las pérdidas las causaban no tanto los hombres como el terreno. Y es que el camino discurría por tramos no sólo estrechos y accidentados, sino también barrancosos, de manera que con cualquier movimiento, con cualquier desbarajuste, muchas de las bestias rodaban junto a bultos precipicio abajo. Causantes principales de tales desbarajustes eran los caballos que resultaban heridos. Espantados por el golpe, en efecto, algunos colisionaban de frente con las acémilas, mientras que otros, al lanzarse hacia delante, empujaban todo aquello con lo que topasen en la estrechez del trayecto, de suerte que ocasionaban gran confusión (…)”. (99). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 109. Libro XXI, 36. Acémilas. Los Alpes. Año 218 a. C. “(…) La columna empezó entonces a avanzar sin que los enemigos intentaran ya siquiera otra cosa que pequeños robos si se les presentaba la ocasión. Con todo, el descenso fue mucho más difícil que el ascenso, pues la mayoría de los Alpes del lado de Italia son más bajos, pero más empinados. En efecto, casi todo el camino era escarpado, estrecho y resbaladizo, hasta el punto de que ni se podían evitar los 79


resbalones ni quienes se hubieran tambaleado un poco se podían mantener firmes sobre sus pies cayendo unos sobre otros y las acémilas sobre los hombres (…)”. (100). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 110. Libro XXI, 37. Acémilas. Los Alpes. Año 218 a. C. “(…) Las acémilas cortaban de vez en cuando en su avance la capa inferior de nieve; si resbalaban, al golpear más fuerte con sus pezuñas en sus esfuerzos por levantarse abrían un hueco profundo, de manera que la mayoría, como si hubieran sido cogidas en una trampa, quedaban aprisionadas en aquella nieve dura y muy compacta. Finalmente, fatigados inútilmente acémilas y hombres, acamparon en la cumbre tras limpiar con enorme dificultad el sitio para dicho fin: tanta nieve hubo que cavar y despejar. Luego, se llevó a los soldados a trabajar la roca, por dónde únicamente se podía abrir camino. Como tenían que cortar la roca, abatieron y talaron enormes árboles en los alrededores, levantaron un gran rimero de leños, le prendieron fuego aprovechando que la fuerza del viento era apropiada para producirlo y la desintegraron / (Página111) vertiendo vinagre sobre la roca ardiendo. Así, tras tostar la roca con el fuego, la abrieron con instrumentos de hierro y suavizaron las pendientes con pequeñas rampas, de forma que pudieran bajar no sólo las acémilas, sino también los elefantes. Cuatro días pasaron en los alrededores de esta roca con las acémilas casi muertas de hambre, pues las cimas estaban casi peladas y, si había algún pasto, había quedado enterrado bajo la nieve. Las zonas inferiores ofrecían valles, algunas colinas soleadas, ríos cercanos a bosques y lugares ya más dignos para ser habitados por el hombre. Allí se envió a las acémilas a pastar y se concedió descanso a los hombres agotados por el trabajo de la roca. Desde allí en tres días se bajó a la llanura ya por un terreno más asequible y habitado por gente más civilizada (…)”. (101). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 116. Libro XXI, 40. Discurso de Escipión. Año 218 a. C. “(…) además tienen sus extremidades congeladas, sus músculos entumecidos por la nieve, su cuerpo quemado

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por el hielo, sus armas deterioradas y rotas y, sus caballos cojos y famélicos (…)”. (102). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 328. Libro III, 88. “(…) Aníbal permanecía, cambiando a cada poco el lugar de acampada, en las proximidades del Adriático. Con baños de vino añejo, que había en abundancia, curó a los caballos de la sarna y dolencias anexas (…)”. (103). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 139. Libro XXI, 55. Batalla de Trevia. Año 218 a. C. “(…) La lluvia, mezclada con nieve y el frío insoportable, produjo la muerte de muchos hombres, de las acémilas y de casi todos los elefantes (…)”.POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 314. Libro III, 74. Batalla ganada por los cartagineses donde no hubieron bajas entre los baleares (se refiere al punto anterior Libro III, 72). “(…) El ejército cartaginés persiguió al adversario hasta el río, pero a causa del mal tiempo fue incapaz ya de avanzar más, con lo que regresó al campamento. Los llenaba a todos de júbilo la idea de haber triunfado en el encuentro. Y ocurría que de los muertos unos pocos era íberos y libios, / (Página 315) pero la mayoría celtas. Por otra parte, las lluvias y por añadidura la nieve crearon unas condiciones tan terribles que los elefantes, excepto uno fallecieron y, el frío causó gran mortandad también entre hombres y caballos (…)”. (104). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 143. Libro XXI, 58. Montes Apeninos. Año 218 a. C. “(…) Y siguió un frío tan crudo que, cuando de aquel hacinamiento miserable de hombres y acémilas cada cual intentaba levantarse y elevarse por sí mismo, no pudieron hacerlo durante largo tiempo, pues apenas podían doblar las articulaciones al tener los músculos entumecidos por el rigor del frío. (…) Perecieron muchos hombres, muchas bestias e incluso siete elefantes de los que habían sobrevivido en la batalla celebrada en Trebia (…)”. 81


(105). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 160. Libro XXII, 2. Los Apeninos. Marismas del río Arno. Año 217 a. C. “(…) morían entre las acémilas que también caía por doquier (…) / (Página 161) o los montones por doquier de acémilas tiradas por todo el camino proporcionaban la cama necesaria para un breve descanso para quienes sólo buscaban algo que sobresaliera del agua (…)”. Ibidem. Página 161. Libro XXIII, 3. Batalla de Trasimeno. Año 217 a. C. “(…) Muchos hombres y acémilas habían muerto miserablemente cuando por fin salió de las marismas (…)”. (106). DIODORO SÍCULO. “Biblioteca histórica. Libros I-III”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8266. Madrid. Alianza Editorial. 2003. Página 221. Libro II. Elefantes en Libia. “(…) se crían los cocodrilos y los hipopótamos en Egipto y en Etiopía y en el desierto de Libia gran cantidad de elefantes (…)”.PLINIO. “Historia Iatural”. Edición de Josefa Cantó, Isabel Gómez Santamaría, Susana González Marín y Eusebia Tarriño. Colección Letras universales nº 331. Madrid. Cátedra. 2007 (2ª edición). Página 71. Libro VIII. XI. (11) 32. “(…) África produce elefantes más allá del desierto de las Sirtes y en Mauritania (76) (…)”. Página 71. Cita (76). “(…) Las Sirtes, la Mayor y la Menor, son los dos grandes golfos que forma el Mediterráneo en la costa septentrional de África, entre Túnez, Tripolitania y Cirenaica (…)”.PLINIO. “Historia Iatural”. Edición de Josefa Cantó, Isabel Gómez Santamaría, Susana González Marín y Eusebia Tarriño. Colección Letras universales nº 331. Madrid. Cátedra. 2007 (2ª edición). Página 57. Libro VIII. I (1). 2. “(…) Hay autores que cuentan que en las montañas de Mauritania (8), cuando brilla una luna nueva, las manadas de elefantes descienden a un río de nombre Amilo (9) y allí se rocían con agua purificándose solemnemente y, una vez que han saludado así al astro, vuelven a los bosques llevando delante a las crías cansadas (…)”. Página 57. Cita (8). “(…) La zona llamada Mauritania en la antigüedad ocupaba las tierras del Iorte de África, es decir, el marruecos actual y parte de Argelia (cfr. Plinio 5, 2). Isidoro de Sevilla (Orig. 12, 2, 16) afirmaba que no quedaban elefantes en África, probablemente porque en su época ya habían desaparecido de la región septentrional, pero existen muchos testimonios –la numismática númida y las pinturas rupestres- que atestiguan su presencia en ese

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territorio en la Antigüedad (…)”. Página 57. Cita (9). “(…) El nombre es poco seguro y no hay acuerdo en la identificación de este río (…)”. (107). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección Historia Universal Asimov. Madrid. Alianza editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 264. 10. Canaán contra Roma. Amílcar Barca. Elefantes. “(…) contaba también con cierta cantidad de elefantes norteafricanos, de lo que es ahora Marruecos; no eran mucho más grandes que los caballos y sólo pesaban la tercera parte de los gigantescos elefantes del África tropical (…)”.PLINIO. “Historia Iatural”. Edición de Josefa Cantó, Isabel Gómez Santamaría, Susana González Marín y Eusebia Tarriño. Colección Letras universales nº 331. Madrid. Cátedra. 2007 (2ª edición). Página 68. Libro VIII. IX. (9) 27. “(…) Los elefantes africanos tienen mucho miedo del elefante indio y no se atreven a mirarlo; de hecho, los indios son de mayor tamaño (65) (…)”. Página 68. Cita (65). “(…) Plinio se equivoca: es más grande el africano que el asiático. Quizá se deja llevar por la idea de que los animales más grandes nacen en la India (…)”. (108). PAUSANIAS. “Descripción de Grecia, Ática y Élide”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8225. Madrid. Alianza Editorial. 2000. Página 68. Libro I, 12. Elefantes. “(…) El primero que poseyó elefantes en Europa fue Alejandro después de vencer a Poro y, a los indios. Muerto Alejandro también otros reyes los tuvieron, pero quién más elefantes adquirió fue Antígono. Los que Pirro tenía los capturó en la guerra contra Demetrio. Pues bien, cuando aparecieron los elefantes, el espanto se apoderó de los romanos, al creer que se trataba de cualquier otra cosa menos de animales (…)”. (109). PLINIO. “Historia Iatural”. Edición de Josefa Cantó, Isabel Gómez Santamaría, Susana González Marín y Eusebia Tarriño. Colección Letras universales nº 331. Madrid. Cátedra. 2007 (2ª edición). Página 59. Libro VIII. III. (3) 6. “(…) Muciano (19) (…) También dice que él mismo en Putéolos (21) había sido testigo de que, cuando los elefantes trasladados por mar eran obligados a salir del barco, aterrorizados por la longitud de la pasarela que se alejaba tanto de tierra firme, para engañarse en el cálculo de la distancia, vueltos de espaldas marchaban hacia atrás (…)” Página 59. Cita (19). “(…) C. Licinio Muciano vivió en el siglo I d. C., su último consulado fue en el 72 (…)”. Página 59. Cita (21). “(…) Hoy 83


Pozzuoli, puerto de importancia situado en la zona occidental del golfo de Iápoles. Cfr. Plinio 3, 61 y 6, 212 (…)”. (110). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 127. Libro I, 74. Elefantes que participaron en la 1ª Guerra Púnica. “(…) Los elefantes se abrieron paso vigorosamente y, los enemigos, incapaces de resistir el peso del ataque, escaparon todos del campamento. Muchos murieron destrozados por las bestias, pero la parte que huyó tomó posiciones en una colina abrupta y frondosa, donde se encomendó a las garantías que brindaba el paraje (…)”. Ibidem. Página 130. Libro I, 76. Elefantes que participaron en la 1ª Guerra Púnica. “(…) mientras que los más, seguidos de cerca por la caballería y los elefantes, fueron atropellados (…)”. (111). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 281, 282 y 283. Libro III, 46. Elefantes que participaron en la 2ª Guerra Púnica antes de llegar a los Alpes. “(…) Confeccionaron múltiples balsas de sólida trabazón, que unieron de dos en dos con fuertes lazos, plantando en tierra el conjunto formado por cada dos en los accesos al / (Página 282) río (la suma de ambas medía cincuenta pies de largo). A estas acoplaron otras que, engarzadas a sus extremos, prolongaban la construcción en cadena hasta el curso del agua. A partir de la franja en contacto con la corriente, aseguraron las secciones desde tierra, con amarras fijadas a los numerosos árboles que prosperaban junto a la orilla, de suerte que el dispositivo resistiese entero, sin dejarse arrastrar río abajo. Una vez confeccionada la cadena hasta alcanzar en total dos pletros de longitud, unieron a las últimas balsas otras dos engarzadas con especial esmero; ambas estaban atadas entre sí sólidamente y con las demás de manera que las amarras resultasen fáciles de soltar. Prendieron de ellas, asimismo, numerosos cables, destinados a no dejar que se deslizasen río abajo cuando las remolcasen los bateles, sino que estos, al trasladarlas al otro lado con los elefantes a bordo, lo hiciesen con la fuerza necesaria para resistir la corriente. Seguidamente echaron sobre todas las balsas tierra en abundancia, hasta que las igualaron, las aplanaron y les dieron una apariencia idéntica a la del camino seco que conducía al acceso. Habitualmente los elefantes 84


obedecen a sus guías indios mientras el entorno no sea líquido, pero, una vez llegados al agua, no hay manera de que se decidan a poner el pie en ella. Por tanto, los condujeron a lo largo del tramo cubierto con tierra antecedidos por dos hembras, pues los elefantes se dejan guiar por estas. Y una vez que se colocaban sobre las balsas del final, soltaban las ataduras que las unían a las otras, tiraban de las cuerdas con los bateles y fácilmente segregaban del tramo cubierto las plataformas que pisaban las bestias. ·El resultado fue que al principio los animales, llenos de inquietud, se volvían a todas partes. Pero como estaban totalmente rodeados de agua, el miedo les obligaba a permanecer en sus sitios. De este modo, sobre balsas unidas / (Página 283) siempre de dos en dos, fue trasladada la mayoría de las bestias, aunque algunas de ellas a mitad de la travesía se asustaron y arrojaron al río. Ello hizo que sus indios en casi todos los casos perecieran, pero los elefantes se salvaron. Pues la potencia y el tamaño de sus trompas les permitían sacarlas por encima del agua para inspirar, al par que expulsaban a través de ella todo el líquido que se les metía y, así erguidos bajo el agua, lograron efectuar la mayor parte del trayecto (…)”.TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 97. Libro XXI, 28. Elefantes. Año 218 a. C. “(…) Creo que hubo varios planes para hacer pasar a los elefantes; al menos, la tradición varía sobre la forma en que se llevó a cabo. Algunos dicen que primero se reunió / (Página 98) en la orilla a los elefantes, después el domador provocó al más fiero de ellos para arrastrar a la manada, que intentaría seguirle en su huída hacia el agua, arrastrándolos la misma fuerza del río hacia la otra orilla, a medida que la corriente fuera dejando a salvo a cada uno de ellos pese a que tenían miedo de la profundidad. Sin embargo, es más verosímil la versión de que atravesaron en balsas, pues no sólo sería lo más seguro antes de realizarse, sino que también es lo que se ajusta más a la realidad en vista de su puesta en práctica. Echaron desde tierra al río una balsa de doscientos pies de longitud y cincuenta de anchura; después de atarla con varios cables fuertes en la parte de arriba de la orilla para que no se la llevara la corriente, la cubrieron de tierra como si fuera un puente a fin de que las bestias entraran en ella con confianza como en tierra firme. Una segunda balsa de igual anchura y de cien pies de longitud, apta para atravesar el río, fue acoplada a la primera; entonces los elefantes, con las 85


hembras por delante, entraron en la balsa fija como si fuera un camino; en cuanto pasaron a la balsa menor unida a ella, dieron suelta inmediatamente a las amarras con que está atada a la primera y fue arrastrada por algunas naves ligeras hasta la otra orilla. Desembarcados así los primeros, se embarcó y trasladó después a los otros. Los elefantes no dieron señales de miedo mientras se les llevaba por una especie de puente continuado, pero les entró pavor cuando una balsa se soltó de la otra y eran arrastrados al centro de las aguas; allí apretándose entre sí, al tiempo que se alejaban del agua los que se encontraban en los bordes, / (Página 99) mostraban alguna agitación, hasta que el mismo miedo de ver agua a su alrededor les infundió tranquilidad. Algunos en su excitación se cayeron al agua, pero como quiera que mantuvieron el equilibrio debido a su propio peso y derribaran a sus domadores, buscaron paso a paso los sitios vadeables hasta escapar a tierra (…)”. (112). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 291. Libro III, 53. Elefantes que participaron en la Segunda Guerra Púnica antes de llegar a los Alpes. “(…) De máxima utilidad le fueron los elefantes, pues, fuese cual fuese la posición que estos ocupasen en la columna de marcha, allí el enemigo no osaba aproximarse, impresionado por el insólito aspecto de los animales (…)”. (113). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 104. Libro XXI, 32. Los Alpes. Año 218 a. C. “(…) Aníbal partiendo del río Druencia y por una ruta especialmente llana, llegó a los Alpes en medio de una buena acogida de los galos que habitaban aquellos lugares. Entonces, pese a que la fama, que suele exagerar la realidad, les había adelantado el panorama, sin embargo, la altura de las montañas que podía ver de cerca, la nieve que casi se confundía con el cielo, las moradas informes enclavadas en las rocas, el ganado y las bestias entumecidos de frío (…)”. (114). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 106. Libro XXI, 33. Los Alpes. Año 218 a. C. “(…) los desprendimientos hacían rodar especialmente a las bestias con sus cargas. Aunque el espectáculo era terrible (…)”. 86


(115). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 107. Libro XXI, 34. Los Alpes. Año 218 a. C. “(…) En la vanguardia marchaban los elefantes y los jinetes; detrás iba él con las principales fuerzas de la infantería mirando a los alrededores y atento a todo (…)”. (116). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 108. Libro XXI, 35. Los Alpes. Año 218 a. C. “(…) Los elefantes, por su parte, si bien avanzaban con una gran lentitud a través de los caminos estrechos y abruptos, ofrecían seguridad ante los enemigos, por dondequiera que avanzaban, pues los enemigos que no estaban acostumbrados temían acercarse a ellos (…)”. Ibidem. Página 126. Libro XXI, 47. Caballería. Año 218 a. C. “(…) Celio cuenta que Magón [hermano de Aníbal] pasó a nado el río inmediatamente con la caballería y la infantería hispana, que el propio Aníbal por los vados superiores del Po había atravesado al ejército colocando en fila a los elefantes para que soportaran la fuerza del río (…)”. (117). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 137. Libro XXI, 55. Batalla de Trevia. Año 218 a. C. “(…) Los soldados de Aníbal, entre tanto habían encendido fuegos delante de las tiendas, habían distribuido aceite entre los manípulos para suavizar los miembros y habían comido tranquilamente. Cuando se anunció que el enemigo había atravesado el río, animados tanto física como psíquicamente empuñaron las armas y avanzaron hacia el campo de batalla. Aníbal colocó delante de las enseñas a las tropas ligeras, unos ocho mil hombres, después a la infantería pesada, la fuerza y fortaleza de su ejército; en las alas desplegó a diez mil jinetes y colocó a los elefantes distribuidos desde las alas hacia las dos partes del ejército (…)”. (118). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 138. Libro XXI, 55. Batalla de Trevia. Año 218 a. C. “(…) Con estas fuerzas se lanzó a la batalla. Los baleares iniciaron el combate, pero como las legiones romanas les 87


opusieron una gran resistencia, rápidamente las tropas ligeras se replegaron hacia las alas, con lo cual se consiguió derrotar enseguida a la caballería romana. Y es que al tratarse de cuatro mil jinetes que apenas ya resistían por sí mismos a diez mil y, estos de refresco frente a la mayoría de aquellos cansados, quedaron destrozados además por una nube de dardos lanzada por los baleares. Además los elefantes que desbordaban las alas producían una desbandada general al quedar aterrorizados los caballos no por su aspecto, sino especialmente por el desacostumbrado olor (…)”. (119). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 138. Libro XXI, 55. Batalla de Trevia. Año 218 a. C. “(…) Sin embargo entre tantas desgracias como le rodeaban, las líneas se mantuvieron algún tiempo inamovibles, especialmente contra los elefantes en contra de lo que todos esperaban. / (Página 139) Los vélites, apostados para tal fin, les lanzaban dardos hasta hacerles dar la vuelta y al perseguir a los que daban la vuelta les hundían los dardos debajo de las colas, donde la piel es especialmente fina para recibir heridas. Aníbal ordenó trasladar a los elefantes espantados y casi a punto de revolverse contra los suyos desde el centro de las líneas hasta un extremo, hacia el ala izquierda contra las tropas auxiliares de los galos. Allí provocaron al momento una estampida total y a consecuencia de ello un nuevo terror invadió a los romanos, cuando vieron a sus tropas auxiliares huir en desbandada (…)”. (120). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 139. Libro XXI, 55. Batalla de Trevia. Año 218 a. C. “(…) La lluvia, mezclada con nieve y el frío insoportable, produjo la muerte de muchos hombres, de las acémilas y de casi todos los elefantes (…)”.POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 314. Libro III, 74. Batalla ganada por los cartagineses donde no hubieron bajas entre los baleares (se refiere al punto anterior Libro III, 72). “(…) El ejército cartaginés persiguió al adversario hasta el río, pero a causa del mal tiempo fue 88


incapaz ya de avanzar más, con lo que regresó al campamento. Los llenaba a todos de júbilo la idea de haber triunfado en el encuentro. Y ocurría que de los muertos unos pocos era íberos y libios, / (Página 315) pero la mayoría celtas. Por otra parte, las lluvias y por añadidura la nieve crearon unas condiciones tan terribles que los elefantes, excepto uno fallecieron y, el frío causó gran mortandad también entre hombres y caballos (…)”. (121). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 143. Libro XXI, 58. Montes Apeninos. Año 218 a. C. “(…) Y siguió un frío tan crudo que, cuando de aquel hacinamiento miserable de hombres y acémilas cada cual intentaba levantarse y elevarse por sí mismo, no pudieron hacerlo durante largo tiempo, pues apenas podían doblar las articulaciones al tener los músculos entumecidos por el rigor del frío. (…) Perecieron muchos hombres, muchas bestias e incluso siete elefantes de los que habían sobrevivido en la batalla celebrada en Trebia (…)”. (122). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 161. Libro XXII, 2. Los Apeninos. Marismas del río Arno. Año 217 a. C. “(…) El mismo Aníbal, que estaba enfermo de la vista a causa de las primeras destemplanzas de la primavera, que hacía oscilar el frío y el calor, pese a ser transportado en un elefante –el único que había sobrevivido- para estar por encima del nivel del agua (…)”. (123). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 278. Libro XXIII, 13. Regreso de Q. Fabio Píctor desde Delfos. Embajada de Aníbal a Cartago. Elefantes. “(…) Y así se aprobó con gran unanimidad una disposición del senado para que le fuera enviado a Aníbal un refuerzo de cuatro mil númidas y cuarenta elefantes y talentos de plata y, como avanzadilla fue enviado con Magón un dictador a Hispania para contratar como mercenarios a veinte mil infantes y cuatro mil jinetes con los que se completaran los ejércitos que estaban en Hispania y en Italia (…)”.

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(124). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 287. Libro XXIII, 18. Regreso de Q. Fabio Píctor desde Delfos. Embajada de Aníbal a Cartago. Elefantes. “(…) En una ocasión en que repitieron la salida casi los copó con una barrera que formó / (Página 288) con los elefantes y los forzó a replegarse aprisa y corriendo a la ciudad después de causarles una baja considerable en proporción al número tan escaso que eran (…)”. (125). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 307. Libro XXIIII, 30. Elefantes. Año 215 a. C. “(…) En absoluto hubo combate ecuestre, porque tan pronto como los mauritanos y los númidas vieron que el núcleo central retrocedía, con una huída desordenada dejaron desprotegidos los flancos llevándose también a los elefantes hacia adelante (…)”. (126). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 312 y 313. Libro XXIII, 31 y 32. Año 215 a. C. Elefantes. “(…) Mientras tanto, a Cartago, desde donde Magón, hermano de Aníbal, estaba a punto de trasladar a Italia doce / (Página 313) mil infantes, mil quinientos jinetes, veinte elefantes y mil talentos de oro junto con una escolta de sesenta naves de guerra, llega la noticia de que en Hispania se ha fracasado y de que casi todos los pueblos de aquella provincia se han pasado a los romanos (…)”. Ibidem. Página 329. Libro XXIII, 42. Sucesos en Cerdeña y Sicilia. Año 215 a. C. “(…) con los soldados enviados desde Cartago como refuerzo, los elefantes y los víveres (…)”. Ibidem. Página 332. Libro XXIII, 43. Sucesos en Cerdeña y Sicilia. Cola. Año 215 a. C. “(…) Allí también llegó Hanón desde las tierras de los bruttios con los refuerzos traídos de Cartago y los elefantes (…)”. (127). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 336. Libro XXIII, 46. Elefantes. Año 215 a. C. “(…) Aquel día perecieron más de cinco mil enemigos y fueron capturados con vida seiscientos, además de diecinueve enseñas militares y dos elefantes; cuatro fueron muertos en el combate (…)”. 90


(128). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 342. Libro XXIIII, 49. Debate sobre el sostenimiento del ejército de Hispania. Elefantes. Año 215 a. C. “(…) los romanos dieron muerte a un número de enemigos superior al que ellos eran, capturaron bastantes más de tres mil hombres, algo menos de mil caballos, cincuenta y nueve enseñas, siete elefantes –a cinco dieron muerte en el combate- y aquel día se hicieron con los tres campamentos (…). Por segunda vez se luchó en batalla regular con el mismo resultado para ambos bandos. Fueron muertos más de trece mil enemigos y capturados más de dos mil, además de cuarenta y dos banderas y nueve elefantes. Fue entonces cuando casi todos los pueblos de Hispania se pasaron a los romanos y, aquel verano fueron mucho más importantes las operaciones que se llevaron a cabo en Hispania que en Italia (…)”. (129). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 414. Libro XXIV, 41. Acontecimientos bélicos en Hispania. Año 213 a. C. Elefantes en Munda (Hispania). “(…) de no haberse presentado este inconveniente, el campamento cartaginés se podía haber tomado aquel día; pues se hizo retroceder hasta la empalizada no sólo a los soldados sino también a los elefantes y, treinta y nueve de estos fueron acribillados con lanzas sobre el mismo foso (…)”. (130). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 415. Libro XXIV, 42. Acontecimientos bélicos en Hispania. Año 213 a. C. Elefantes en Auringe (Hispania). “(…) Fueron capturados ocho elefantes y muertos tres (…)”. (131). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 510. Libro XXV, 41. Conclusión de la guerra de Sicilia. Elefantes. “(…) Perecieron muchos miles de hombres; fueron apresados seis mil junto con ocho elefantes. Éste fue el último combate de Marcelo en Sicilia; desde allí regresó en triunfo a Siracusa (…)”. 91


(132). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 24. Libro XXVI, 4. Asedio de Capua. Año 211 a. C. “(…) se dirigió a Capua, sin embargo, a pesar de tan arrebatada partida, le siguieron treinta y tres elefantes (…)”. (133). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 26. Libro XXVI, 5. Asedio de Capua. Año 211 a. C. “(…) A los campanos Apio los rechazaba de la empalizada con facilidad, pero el mayor ímpetu de Aníbal y los cartagineses estaba acosando a Fulvio; allí fue perdiendo terreno la sexta legión y, una vez repelida ésta, una cohorte de hispanos con tres elefantes se abrió paso hasta la empalizada y había quebrantado el centro de las líneas de los romanos hallándose en la incierta esperanza de invadir el campamento con el riesgo de cerrarse así el repliegue hacia los suyos (…)”. (134). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 27. Libro XXVI, 5. Asedio de Capua. Año 211 a. C. “(…) También el legado Marco Atilio empezó a llevar contra la cohorte de hispanos el estandarte del primer manípulo de príncipes de esta misma legión y, los comandantes del campamento, Lucio Porcio Licino y Tito Popilio, peleando duro delante de la empalizada, liquidaban allí mismo a los elefantes que estaban cruzándola. Al colmarse con sus cuerpos el foso, como si se hubiera levantado terraplén o puente, prestó paso a los enemigos; allí, entre el montón de elefantes derribados se dio una atroz carnicería (…)”. (135). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 28 y 29. Libro XXVI, 6. Asedio de Capua. Año 211 a. C. “(…) pues, cuando de improviso irrumpieron en el campamento romano / (Página 29) los númidas y los hispanos con los elefantes, al cruzar las bestias el campamento de parte a parte, perpetraron un destrozo de tiendas con enorme estrépito y provocaron la huída de las acémilas que rompían sus ataduras “(…)”.Ibidem. Página 53. Libro XXVI, 18. Rendición de Capua y represalias contra los campanos. Año 211 a. C. “(…) Asdrúbal saliendo del campamento con la 92


caballería y los elefantes sin ningún ruido, escapó a una posición segura (…)”. (136). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 61. Libro XXVI, 21. Regreso de Marcelo de Sicilia. Acontecimientos en la isla. Año 211 a. C. “(…) Fueron conducidos también ocho elefantes como prueba de la victoria sobre los cartagineses (…)”. (137). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 131. Libro XXVII, 2. Acciones bélicas en Italia. Año 210 a. C. Batalla de Cumistro. Mercenarios honderos baleares. “(…) por el de Aníbal, los honderos hispanos y los honderos baleares y ya, empezada la refriega, los elefantes también; durante un tiempo la batalla permaneció sin inclinarse a favor de nadie (…)”. (138). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 163 y 164. Libro XXVII, 14. Marcelo contra Aníbal. Año 209 a. C. “(…) En el campo de Aníbal los hispanos ocupaban la línea frontal y, este contingente era el nervio de todo el ejército. Estando la lucha indecisa por un rato, Aníbal ordenó introducir a los elefantes en primera línea, por si con esta maniobra era posible causar algún desconcierto o pánico. Y en un primer momento trastornaron las enseñas y las filas y, pisoteados unos y, dispersados por el miedo otros que estaban alrededor, habían desguarnecido el frente por una sola parte; y la huída se habría propagado más lejos si el tribuno militar Gatyo Decimio Flavo, arrebatando el estandarte del primer manípulo de hastati, no hubiera ordenado que le siguieran los de esta bandera. Los condujo a donde las bestias apiñadas provocaban mayor confusión y ordenó arrojar sus lanzas contra ellas. Todos los proyectiles dieron en el blanco, no siendo difícil el disparo desde cerca contra cuerpos tan grandes y, a la sazón en apretada turbamulta; pero comoquiera que no todos habían sido heridos, los que tenían las lanzas clavadas en el lomo, al darse a la fuga, dada su naturaleza instintiva, arrastraron de esta manera incluso a los que no habían sido tocados. En ese momento no ya un manípulo solo, 93


sino cada soldado por su cuenta, en la medida en que podían perseguir a la columna de elefantes que huían, lanzaban dardos. Las / (Página 164) bestias con más violencia se derrumbaban contra los suyos e infligían un estrago más grave que el que habían provocado entre los enemigos, por cuanto con mayor ferocidad se agita el animal cuando el pavor lo espanta que cuando es dominado por el conductor que va sentado encima. Contra la línea desorganizada por el paso de las bestias la infantería romana lanza sus filas y sin gran esfuerzo ponen en fuga a los que se encontraban dispersos y azorados. (…) Pues además de las otras acciones que provocaban pánico y caos, también dos elefantes se desplomaron en la misma puerta y los soldados se vieron obligados a arrojarse dentro del campamento a través de la fosa y la empalizada (…)”. (139). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 175. Libro XVII, 19. Acontecimientos en Hispania. Batalla de Bécula (Bailén). Tropas ligeras baleares. Año 209 a. C. “(…) y los elefantes colocados ante las enseñas (…) además se añadió el desconcierto de los elefantes, a los que, cuando se espantaban, temían tanto como a los enemigos. (…) Asdrúbal, que ya antes de entrar en liza arrambló con el dinero y envió por delante a los elefantes, se dirigió a lo largo del río Tajo hacia el Pirineo (…)”. (140). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 223. Libro XXVIII, 42. Operaciones contra Aníbal. Año 207 a. C. “(…) También de los elefantes, que no se habían llegado a utilizar en tan arrebatada y desconcertante refriega, fueron muertos cuatro y, capturados dos (…)”. (141). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 234. Libro XXVII 48. La batalla de Metauro. Año 207 a. C. “(…) Asdrúbal, dejando la fortificación del campamento, una vez que vio que era menester luchar, sitúa en primera línea delante de las banderas a los elefantes y, alrededor de estos, en el ala izquierda enfrenta a los galos contra Claudio (…). Hacia el mismo 94


lugar se habían vuelto los elefantes, que, al primer ataque desorganizaron a las fuerzas de choque y ya habían desplazado de su posición a las enseñas (…)”. (142). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 235. Libro XXVII 49. La batalla de Metauro. Año 207 a. C. “(…) Más elefantes fueron muertos por sus propios conductores que por el enemigo. Tenían estos un escoplo de carpintero con un martillo; cuando las bestias empezaron a enfurecerse y a arremeter contra los suyos, el conductor colocaba el escoplo entre las orejas en el mismo punto de articulación donde se unía la cerviz con la cabeza y, lo clavaba de un golpe lo más fuerte que podía. Este medio de muerte fue el más rápido que se encontró contra las bestias de tanta envergadura cuando se había perdido la esperanza de dirigirlos; y fue Asdrúbal el primero en establecer este método, jefe digno de recuerdo no ya por tantas batallas, sino especialmente por esta (…)”. (143). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 271. Libro XXVIII, 14. La batalla de Silpia (Ilipa) Año 206 a. C. “(…) en los flancos, delante de la formación cartaginesa, los elefantes de lejos parecían torres (…)”. Ibidem. Página 273. Libro XXVIII, 15. La batalla de Silpia (Ilipa) Año 206 a. C. “(…) los elefantes se espantaron y desde las alas se metieron en el centro de la formación (…)”. (144). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 345. Libro XXIX, 4. Desembarco de Lelio en África. Año 205 a. C. “(…) a Magón mandaron no solo legados sino veinticinco naves de guerra, seis mil hombres de a pie, ochocientos de a caballo, siete elefantes y, además de todo esto, una gran cantidad de dinero para reclutar tropas auxiliares a fin de que, con tales medios, pudiera acercarse más a Roma y unirse a Aníbal (…)”. (145). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 419. Libro XXX, 7. Sucesos en 95


África. Año 203 a. C. “(…) Se capturaron seis elefantes, ocho cayeron por las armas o por el fuego (…)”. (146). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 439. Libro XXX, 18. Guerra en la Galia. Año 203 a. C. “(…) Al mismo tiempo que se decretó esto en Roma y en África tuvieron lugar tales sucesos, el pretor Publio Quintilio Varo y el procónsul Marco Cornelio libraron una batalla con el púnico Magón en el territorio de los galos ínsubros. (…) si Magón, al primer movimiento de la caballería, no hubiera inmediatamente lanzado al combate a los elefantes, que estaban dispuestos / (Página 440). Los caballos aterrorizados con sus berridos, olor y aspecto convirtieron en nada el apoyo de la caballería (…). Después de ponerlos en fuga sin un combate encarnizado, los hastati de la undécima legión se unieron y atacaron a los elefantes que ya entonces también turbaban la formación de la infantería. Cuando arrojaron las lanzas sin fallar un disparo contra los animales en formación, se retiraron todos a su campo. Cuatro afectados por heridas cayeron. Entonces por primera vez cedió la formación enemiga, puesto que al mismo tiempo se pusieron en movimiento todos los jinetes, al ver a los elefantes ir de vuelta, para aumentar el miedo y la confusión. Mientras estuvo Magón delante de los estandartes, aún cediendo poco a poco, mantenían la formación y el curso de la batalla; una vez que le vieron caer con el muslo atravesado y le retiraron casi exangüe del combate, inmediatamente se dieron todos a la fuga (…). / (Página 441) también murieron arrollados por los elefantes veintidós caballeros ilustres, con unos cuantos centuriones (…)”. (147). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 465. Libro XXX, 33. La batalla de Zama. Año 202 a. C. “(…) Io dispuso cohortes apretadas delante de sus estandartes, sino manípulos algo distantes entre sí para que hubiera sitio por donde conducir los elefantes de los enemigos para que no rompieran las líneas. (…) Completó los espacios abiertos entre los manípulos de las primeras líneas con vélites –entonces era infantería ligera- con la orden de que al embestir los elefantes o bien se refugiaran detrás de las 96


formaciones que estuvieran en línea, o bien uniéndose a la carrera a los hombres de la primera línea de la derecha o la izquierda, abrieran un espacio a las bestias por donde se precipitarían en medio de los dardos. (…) / (Página 466) Aníbal colocó en la primera fila para provocar miedo a los elefantes –eran ochenta, nunca había tenido tantos en una batalla(…)”. (148). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 466. Libro XXX, 33 y 34. La batalla de Zama. Año 202 a. C. “(…) y tal griterío se originó que los elefantes se volvieron contra los suyos, en especial hacia el ala izquierda, donde estaban los moros y los númidas. (…) / (Página 467) Sin embargo, algunas bestias conducidas valerosamente contra el enemigo provocaban entre las filas de los vélites grandes estragos, a pesar de sus muchas heridas. Los vélites, retrasándose hacia los manípulos, dejando paso a los elefantes para que no les aplastaran, lanzaron sus jabalinas contra las bestias expuestas por los dos costados a las heridas (…)”. (149). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 469. Libro XXX, 35. La batalla de Zama. Año 202 a. C. “(…) El ejército romano era superior en número y en bríos porque ya había puesto en fuga a la caballería y a los elefantes y, superaba ya la primera línea, luchaba contra la segunda (…). Las muertes de los cartagineses y sus aliados superaron ese día la cifra de veinte mil, un número semejante fue capturado con ciento treinta y dos enseñas militares y once elefantes (…). Aníbal, escapando con unos pocos jinetes en medio de la confusión, huyó a Hadrumeto tras haberlo intentado todo antes de la batalla y durante el combate antes de abandonar la lucha. En palabras de Escipión y de todos los expertos militares, se le reconoció un especial acierto en la forma de plantear en ese día la batalla. Había colocado en la primera línea a los elefantes, cuyo empuje azaroso y fuerza insostenible impedirían a los romanos que siguieran a sus enseñas y mantuvieran la formación, maniobras en las que más confiaban; después, había situado a las tropas auxiliares delante de la línea de los cartagineses, para que no 97


tuviera posibilidad de escapar esa turbamulta de todo tipo de gentes, a los que no guiaba la lealtad, sino la paga (…)”. (150). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 472. Libro XXX, 37. Cegociaciones de paz. Año 202 a. C. Condiciones de paz realizadas por los romanos. “(…) y los elefantes domados que tuvieran; tampoco debían domar otros (…)”. (151). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 415. Libro XXX, 4. Sucesos en África. Año 203 a. C. Costumbres cartaginesas = campamento de invierno. “(…) El campamento de invierno cartaginés, construido a la ligera con material conseguido por los campos, era prácticamente todo de madera. En especial los númidas vivían en cabañas hechas con cañas y con esteras en el techo en su mayor parte, completamente en desorden; algunos, como si no estuvieran bajo ninguna disciplina, vivían en lugares fuera del foso e incluso fuera de la empalizada (…)”. (152). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 288 y 289. Libro XXIII 18 y 19. Diversión de la tropa cartaginesa. “(…) Durante la mayor parte del invierno mantuvo allí en barracones a su ejército, que se había fortalecido más de una vez y durante largo tiempo frente a todas las desgracias humanas, pero que no había tenido contacto ni estaba habituado a las comodidades (…)”. (153). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 288 y 289. Libro XXIII 18 y 19. Diversión de la tropa cartaginesa. “(…) Durante la mayor parte del invierno mantuvo allí en barracones a su ejército, que se había fortalecido más de una vez y durante largo tiempo frente a todas las desgracias humanas, pero que no había tenido contacto ni estaba habituado a las comodidades. Y en consecuencia, el exceso de éstas y la desmesura de los deleites echaron a perder a quienes no habían vencido el 98


rigor de ninguna calamidad y, tanto más a fondo en cuanto que, por su falta de costumbre, con más ansias se regodearon en ellos. En efecto, el sueño, el vino, los manjares, las prostitutas, los / (Página 289) baños y la ociosidad –que a fuerza de repetirse se hacían cada día más atractivosrelajaron de tal modo sus cuerpos y sus mentes que en adelante más les sirvieron de defensa sus victorias anteriores que sus fuerzas reales y, entre los entendidos en cosas de la guerra se consideraba que este error de su general era mayor que el hecho de no haber conducido a su ejército directamente a Roma desde el campo de batalla de Cannas; pues aquella falta de decisión pudo parecer que solo retrasaba la victoria, mientras que esta equivocación restaba fuerzas para vencer. Y por tanto, lo cierto, es que como si hubiese salido de Capua con un ejército distinto, nunca más volvió a tener su primitiva disciplina. Pues no sólo la mayoría salió de allí amancebada con las prostitutas sino que, tan pronto como empezaron a alojarse en tiendas y llegaron las marchas y demás trabajos militares, les faltaban fuerzas como si fueran reclutas y, luego durante todo el tiempo del campamento de verano, una gran parte abandonaba sus unidades sin permiso y los desertores no tenían más escondite que Capua (…)”. (154). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 506. Libro XXV, 39. L. Marcio. Escudo de Asdrúbal Barca. “(…) entre este había un escudo de plata de casi cuarenta y dos kilos de peso con la imagen de Asdrúbal Barca (…) el escudo llamado Marcio, con la imagen de Asdrúbal, estuvo en el templo (85) hasta el incendio del Capitolio (…)”.Página 506. Cita (85). “(…) El templo de Júpiter, que se alzaba en el Capitolio (…)”. (155). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 347. Libro XXIX, 6. Situación en el norte de Italia. Año 205 a. C. “(…) Magón contrataba mercenarios galos enviando emisarios en secreto por sus campos; también se le mandaban ocultamente pertrechos de todo tipo desde los pueblos galos (…)”. (156). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 153. Libro II, 5. “(…) una vez llegados a Epiro marcharon contra Fenice para proveerse de víveres. Allí contactaron con 99


un grupo de galos –eran aproximadamente ochocientos- que, reclutados como mercenarios por los epirotas, estaban acuartelados en Fenice (…)”.POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 187. Libro II, 34. “(…) El año siguiente despacharon los celtas una embajada con propuestas de paz y la promesa de avenirse a lo que fuera; pero los nuevos cónsules, Marco Claudio y Cneo Cornelio, insistieron en que no se les concediese la paz. Fracasado el intento, los celtas resueltos a poner en juego sus últimas esperanzas, recurrieron otra vez a los galos gesatos vecinos del Po, entre los que reclutaron unos treinta mil mercenarios (…)”. (157). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 184. Libro II, 31. Collares galos. “(…) Adornó el Capitolio con las insignias y los collares (consisten éstos en argollas de oro que los galos llevan en torno al cuello (…)”. (158). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 182. Libro II, 29. “(…) En cuanto a los romanos, si el tener completamente copado al enemigo les infundía confianza, por otra parte se sentían intimidados ante la manera de ordenarse de los celtas y el estruendo procedente de sus filas. Porque era incalculable el número de cornetas y bocineros, cuyos sones, confundidos con los gritos de guerra lanzados a la par por las tropas, redundaban en un estruendo de tal altura e intensidad que el griterío parecía emanar no sólo de las trompetas y las huestes, sino también de los parajes del entorno que les hacían eco. E igualmente sobrecogedores eran la vista y el movimiento de los guerreros desnudos situados en vanguardia, sobresalientes por lozanía y resistencia. Cuantos ocupaban las primeras filas se adornaban con collares y brazaletes de oro, / (Página 183) ante cuya visión los romanos ya se espantaban (…)”.TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 415. Libro XXIV, 42. Acontecimientos bélicos en Hispania. Año 213 a. C. Adornos de los galos. “(…) Y los despojos fueron sobre todo galos: collares y brazaletes de oro en gran número (…)”. 100


(159). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 183. Libro II, 30. “(…) Para los hombres desnudos de la vanguardia (…). En efecto, como el escudo galo no abarca el contorno del guerrero, cuanto mayor era el cuerpo y más desnudo estaba, tantos más dardos venían a dar en el blanco (…). Fue así como los proyectiles romanos liquidaron el arrojo de los gesatos (…)”. (160). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 186. Libro II, 33. Espadas galas sin punta. “(…) Y tan pronto como las espadas galas, tras descargar los primeros golpes sobre las lanzas, quedaron inservibles, trovaron combate cuerpo a cuerpo, en el cual los celtas se vieron reducidos a la impotencia, ya que no podían acometer mediante el tajo, acometida esta propia de las espadas galas, completamente privadas de punta (…)”. (161). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 357. Libro III, 114. Vestimenta de los celtas, íberos y libios en la Segunda Guerra Púnica. “(…) pero el sable galo sólo era útil para el golpe de arriba abajo y ejecutado además a cierta distancia (…)”. (162). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 228. Libro XXII, 46. Vestimenta de los mercenarios cartagineses. “(…) la de los galos muy largas y sin punta (…)”. (163). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 357. Libro III, 114. Vestimenta de los celtas, íberos y libios en la Segunda Guerra Púnica. “(…) El escudo de los íberos y los celtas era parecido, pero sus espadas tenían diferente factura (…)”. (164). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 357. Libro III, 114. Vestimenta de los celtas, 101


íberos y libios en la Segunda Guerra Púnica. “(…) Los de los primeros servían para herir tanto de punta como al tajo (…)”. (165). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 357. Libro III, 114. Vestimenta de los celtas, íberos y libios en la Segunda Guerra Púnica. “(…), desnudos los celtas, vestidos los íberos, según heredada usanza, con túnicas de lino cortas y orladas de púrpura; su visión suscitaba así una impresión extraña al tiempo que aterradora (…)”.TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 228. Libro XXII, 46. Vestimenta de los mercenarios cartagineses. “(…) Galos e hispanos tenían escudos casi del mismo tipo, pero sus espadas eran dispares y diferentes: la de los galos muy largas y sin punta, mientras los hispanos acostumbraban a atacar al enemigo más de punta que de tajo, pues sus espadas eran manejables por su cortedad y sus filos. Como / (Página 229) ningún otro el aspecto de estos pueblos era terrible no solo por la estatura sino también por su porte: los galos estaban desnudos por encima del ombligo, los hispanos habían formado con túnicas de lino entretejidas de púrpura y resplandecientes por su extraordinaria blancura (…)”. (166). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 357. Libro III, 114. Vestimenta de los celtas, íberos y libios en la Segunda Guerra Púnica. “(…) Era romano el armamento de las fuerzas libias, a todos cuyos componentes había equipado Aníbal con los expolios procedentes de las batallas anteriores (…)”. (167). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 481 y 482. Libro XXV, 26. Toma de Siracusa. Muerte de Arquímedes. Peste entre los cartagineses. Otoño del año 213 a. C. “(…) A esto añadió también la calamidad compartida de una peste, que distraería fácilmente la atención de ambos bandos de los planes de la guerra. Pues al hallarse en el otoño y en unos lugares insanos de por sí –aunque se notaba mucho más fuera de la ciudad que en ella-, el rigor implacable del calor hizo enfermar a casi todos en uno y 102


otro campamento. Y en un principio no sólo enfermaban / (Página 482) sino que fallecían por lo nocivos que eran la estación y el lugar; más tarde las mismas curas y el contacto con los enfermos trasmitían la enfermedad, de manera, que los que la contraían o bien morían desatendidos y abandonados o bien arrastraban con ellos a los que los velaban y cuidaban, infectados por el mismo virus de la enfermedad y, ante sus ojos tenían lugar diariamente entierros y muertes y por doquier se escuchaban gemidos día y noche. Por último, a fuerza de acostumbrarse a la enfermedad se habían insensibilizado tanto que no sólo no acompañaban a los fallecidos con llantos y lamentos de rigor sino que ni siquiera los trasladaban y daban sepultura y, los cadáveres yacían tirados a la vista de los que aguardaban una muerte igual y, los muertos hacían perecer a los enfermos y los enfermos a los sanos tanto por la aprensión como por la putrefacción y el olor pestilente de los cuerpos; y algunos se lanzaban en solitario contra las posiciones enemigas prefiriendo morir a espada. Con todo, la peste había atacado con mucha más virulencia los campamentos cartagineses que los de los romanos, pues el largo asedio a Siracusa había habituado más a estos al clima y a las aguas. Tan pronto como los sicilianos del ejército enemigo comprobaron que las enfermedades se propagaban por la insalubridad del lugar se dispersaron cada uno hacia sus cercanas ciudades; en cambio los cartagineses, que no tenían refugio alguno, fueron aniquilados todos sin excepción junto con sus propios jefes Hipócrates e Himilcón. Mientras la virulencia del malo se hallaba en su punto culminante, Marcelo había trasladado a los suyos a la ciudad y, el resguardo de las casas y de las sombras había restablecido a los cuerpos enfermos; pese a todo, esa misma peste acabó con muchos del ejército romano (…)”. (168). BLÁZQUEZ, José María & CABRERO, Javier. “Israel y la Biblia. Recientes aportaciones de la arqueología y de la historiografía a la historicidad de la Biblia”. Colección: Historia/ Serie Menor. Madrid. Cátedra. 2011 (1ª edición). Página 171. Capítulo III. Biblia, arqueología e historiografía. El poder del pasado. Los cultos fenicio y palestino a finales de la Edad del Hierro. “(…) S. Stern, del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalén, examina el origen fenicio de los cultos palestinos al final de la Edad del Hierro. Comienza el autor su trabajo recordando que en el periodo de la monarquía había siete naciones en Palestina. (…) Las siete naciones son las siguientes: 103


- Los fenicios habitaban la costa norte. Los filisteos estaban asentados en las ciudades-Estado de Ashdod, Ashkelon, Ekrom y Gat. Y los arameos. - Al este del Jordán se encontraban los amonitas, los moabitas y los edomitas. - Judá. Estas siete naciones, durante la Edad del Hierro, tenían cada una un culto independiente, que consistía en la adoración de un par de dioses mayores. Cada dios masculino tenía un nombre que le distinguía. La mayoría de ellos están mencionados en la Biblia. El dios de los arameos era Haddad; el de los fenicios, Baal; los de los filisteos, Dagón y Baal; el de los amonitas, Milcom; el de los moabitas, Chemosh; el de los edomitas, Gos; y el de los israelitas y el de / (Página 173) Judá. Yahvé. La diosa para todos, incluso para los israelitas y para Judá, era Astart o Asherah. Las imágenes de los dioses eran diferentes. Al final de la monarquía las representaciones de las diversas deidades estaban consolidadas. Los arqueólogos o los especialistas atribuyen las imágenes a los cultos fenicios, filisteos y de Judá. Los diversos objetos religiosos, a pesar de las diferencias de culto y de dioses, son muy uniformes. Todas las naciones usaban los mismos objetos de culto, altares de incienso, de piedra, o de arcilla, incensarios de bronce o de arcilla, soportes de culto y quemadores de incienso, cálices, copas, varillas de bronce o de marfil, adornadas con granadas, etc. Los recipientes de culto de un dios podían servir para otros, como lo prueba la estela de Mesha, en la que el rey Moab envía los vasos sagrados de Yahvé, tomados en la ciudad de Iebo (Judea), al templo de Chemosh. La tesis que propone E. Stern es que los cultos practicados en Palestina durante la Edad del Hierro en seis de las naciones: israelitas, judíos, filisteos, amonitas, moabitas y edomitas, fueron casi idénticos y, que todos ellos procedían del culto fenicio, continuando la tradición más vieja cananita (…)”.BLÁZQUEZ, José María & CABRERO, Javier. “Israel y la Biblia. Recientes aportaciones de la arqueología y de la historiografía a la historicidad de la Biblia”. Colección: Historia/ Serie Menor. Madrid. Cátedra. 2011 (1ª edición). Página 176. Capítulo III. 104


Biblia, arqueología e historiografía. El poder del pasado. Los cultos fenicio y palestino a finales de la Edad del Hierro. La naturaleza del culto fenicio. Sus símbolos y su pervivencia. “(…)La fuente arqueológica más importante para el conocimiento de la religión fenicia son los cientos de inscripciones halladas en la costa del este y del oeste mediterráneo, en las que se menciona un par de dioses, uno masculino y una diosa. El nombre del dios frecuentemente es doble, Baal-Melqart, Baal-Eschmun, Ashtoreth-Tanit, etc. Raramente las inscripciones mencionan el nombre de otra deidad. Baal es el dios masculino, es un teónimo que aparece en cientos de nombres personales, incluso en el nombre de reyes y de altos funcionarios fenicios como Adomibaal, Elibaal, Baalnatan y otros. Los israelitas, judíos, filisteos, moabitas, edomitas y amonitas también añadían el nombre de su dios. Se incorporaban también epítetos que indicaban sus atributos o su función, como Baal Shamain, es decir, “Baal del cielo”, escrito en un papiro del 604 a. C. Algunos epítetos son de regiones geográficas, como montañas sagradas: Baal Carmel, Baal Lebanon y, Baal Zafón; otras veces son el nombre de una ciudad o de una colonia: Baal Sidón, Baal Tiro, Baal Gwalat. El nombre de Baal se aplica a dioses de otras naciones de Palestina, cada una con su dios particular, incluyendo una adoración en el culto de Israel y de Judá. Baal recibe muchos títulos de glorificación, como / (Página 177) Molekh, “rey”, o Adón, “señor”. Estos títulos se usan en todas las otras naciones de Palestina. La consorte de Baal es Ashtoret, que se encuentra en muchos nombres de hombres, como Ebed-Astart, “sirviente de Astart”, o EmAstart, “madre de Astart”. Otros nombres, al igual que en el caso de Baal, aluden al territorio: Astart Sidón, Astart Libanon. En ocasiones también aparece el nombre de su consorte como “Astar, el nombre de Baal”, o “Astart, la esposa de Baal”. Se conocen epítetos como “dama” aplicados a Astart. En la Edad del Hierro Final, cuando se consolidaron las relaciones con Egipto, se documenta frecuentemente el influjo egipcio en el culto fenicio en particular y, en los cultos palestinos en general. Es el caso de la IshtarChemos de Moab. Imágenes de los dioses egipcios se introdujeron en los 105


cultos locales. La presencia de Isis se documenta en Baalat-Gwal, en la estela del rey de Biblos Yehaumilk. Osiris se incorporó también al culto fenicio. Este fenómeno se refleja en las listas egipcias de nombres fenicios que, frecuentemente, incluyen dioses egipcios como Ebed-Ibsat, “sirviente de Bastet”, que es una diosa egipcia. A veces las inscripciones fenicias mencionan a Isis. Es frecuente el uso de figurillas egipcias o locales, que son imitaciones halladas en las naciones palestinas, donde penetran a través de los fenicios. Los objetos de culto más frecuentes son las figurillas de arcilla, aceptadas por todas las naciones de Palestina, incluyendo Judá. Se trata de figurillas principalmente femeninas, desnudas, que sostienen los pechos con las manos y que cubren su cabeza con una larga peluca fenicia. El cabello cuelga hasta los hombros. La peluca es diferente de la peluca corta que usaban al final de la Edad del Hierro. En su fabricación, tanto en el caso de las masculinas como de las femeninas, se emplea una técnica llegada de Grecia. Las características de las figurillas fueron cambiantes; a las damas sosteniendo sus pechos se unen otras en avanzado estado de gestación, con una mano colocada sobre el vientre; en un número no muy elevado van unidas a un muchacho, al que alimentan, con el que juegan o al que llevan sobre los hombros. Frecuentemente no van acompañadas de inscripciones. Unas figurillas halladas en una excavación submarina de las proximidades de Shanei Zion representa a la diosa Tanit, a Pane-Baal o a un delfín. Según las inscripciones de Sarepta, Tanit y Astarté son la misma diosa. Unas figurillas de arcilla representan músicos tocando sus instrumentos. La mayoría de ellas están fabricadas con la técnica fenicia y van cubiertas con peluca egipcia y, en lugar de adoptar las posiciones / (Página 179) que mencionábamos con anterioridad sostienen en sus manos cuatro tipos de instrumentos musicales diferentes: lira, doble flauta, pandereta o tambor (…). Un tercer grupo de figurillas femeninas, hallado en Achzib y en varias localidades de Chipre y del mundo púnico, representa a mujeres dedicadas a actividades de la vida diaria, lavándose en un baño y amasando pan en una mesa. (…)

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Un interesante aspecto es la identificación entre las fenicias Astarté e Isis. En la glíptica fenicia, Astart aparece como una deidad fenicia, en la inscripción no se diferencian las dos diosas. Ya se mencionó la estela de Yehaumilk, donde Astart está representada como Isis. Se conocen muchos amuletos y figurillas de la diosa egipcia, encontrados en templos fenicios y en favissas de ciudades palestinas, como en Dor, Atlit, Ashkeon, Tel Michan, etc. Son escasas las figurillas de varón. Salvo los músicos, sólo se documenta el jinete, que representa al dios guerrero. Jinetes de tipo fenicio se han descubierto en tumbas y casas de Achzil, Kabu, Tel Keisan, Acco, Megiddo, Dothan, Tel Megadim, Dor y Shiqmona. Los jinetes llevan un yelmo puntiagudo, reminiscencia de los del dios egipcio Osiris y, pueden considerarse como representaciones del dios. Figurillas parecidas se han encontrado en ciudades de la costa siriofenicia / (Página 180) y en Chipre. S. Stern piensa que pueden interpretarse como Baal guerrero. Otra figura masculina fenicia viene del templo de Sarepta, donde se recogió una cabeza con turbante, de un tipo frecuente en otras naciones palestinas, en Judá y entre los amonitas. Las figuras fenicias estaban pintadas con colores vivos, principalmente rojo y negro, que acentúan los detalles de la cara en los varones y de los caballos (…)”. (169). BLÁZQUEZ, José María & CABRERO, Javier. “Israel y la Biblia. Recientes aportaciones de la arqueología y de la historiografía a la historicidad de la Biblia”. Colección: Historia/ Serie Menor. Madrid. Cátedra. 2011 (1ª edición). Página 173. Capítulo III. Biblia, arqueología e historiografía. El poder del pasado. Los cultos fenicio y palestino a finales de la Edad del Hierro. El culto fenicio. “(…) Se han excavado pocos santuarios fenicios y menos aún datados en la Edad del Hierro. Los santuarios fenicios de la costa Palestina son en su mayoría de la época persa. Los santuarios fechados en la Edad del Hierro son los de Kition en Chipre, pero E. Stern no los estudia en su trabajo. El único santuario de la Edad del Hierro es el templo 1 de Sarepta, descubierto en el barrio de los ceramistas. Sobre él se construyó un santuario en el periodo persa. El templo 1 es de planta rectangular, con piso de cemento y orientado en dirección este-oeste. A lo largo de las paredes corría un banco. En la pared oeste se colocó una mesa, probablemente para poner sobre ella ofrendas. Enfrente había una gran piedra de sillería. Un hueco en el suelo parece indicar la presencia, en este punto, de una estela o de un altar para 107


quemar incienso. Cercanas a la mesa se encontraron unas figurillas de arcilla, máscaras también de arcilla, marfiles, medallones y lámparas. La planta de los dos santuarios conserva la vieja tradición cananea. Es casi idéntico a los templos cananeos de la Edad del Bronce Final, como los templos de Laquish, Beth-Sehean y otros. / (Página 174) Estos templos recuerdan a algunos del Bronce Medio, como a uno de Wahariyah. Últimamente se han descubierto unas pocas capillas de oración, que son una habitación. Continúan un viejo concepto cananeo como en el templo del área C. de Hazor. Habitualmente, esta habitación contenía la imagen del dios o de la diosa y, a veces una estela de piedra. Capillas parecidas han aparecido en otros lugares, como al pie de Tel Michal, datada en el siglo X a. C., y en otros lugares, como en la puerta de la ciudad de Tel Dan. Otras muchas capillas se han descubierto en los asentamientos fenicios del oeste, al igual que en ultramar y, recientemente, en fortalezas de Judá, como en Rowat-Radum, Vered Jericó, Mezad Michmash y en la ciudad aramea de Beth-Saida, etc. E. Stern cree rastrear la existencia de fuentes bíblicas y griegas en la práctica del culto de los santuarios fenicios. Entre las fuentes fenicias escritas halladas en las excavaciones, hay varias inscripciones, la mayoría de ellas del periodo persa. La más larga es una ostraca de Acco procedente, probablemente, del lugar del santuario. Se trata de una orden emanada de la autoridad de la ciudad, dirigida al gremio de los trabajadores de metal, para entregar a la persona nombrada, como el jefe del santuario, un cuenco de metal precioso, además de un número de objetos de metal fabricados de oro y plata. Los nombres de unos pocos de estos objetos son griegos, pero están recogidos en escritura fenicia. Una inscripción parecida, pero más antigua, está incisa en un cuenco barnizado de rojo, hallado en uno de los templos de Kition, templo I, fechado en los años 850-800 a. C. Esta inscripción menciona a un ciudadano de Tomazos, en Chipre, que va al templo en Kition a ofrecer su pelo, colocado en un cuenco dedicado a Astart. Otros testimonio de esta tradición es otra inscripción, recientemente hallada en Kition, que menciona al personal del templo de Astart en la ciudad. Entre los empleados del santuario se encuentran los barberos sagrados. En la misma 108


inscripción se alude a otros funcionarios del templo, como escribas, metalúrgicos, policías, chiquillos y otros. Se conocen listas de objetos de culto, especialmente en inscripciones de Kition, que incluyen docenas de objetos de metal, la mayoría de ellos hechos de cobre. La lista de la tarifa de Marsella que, probablemente, procede de una de las colonias próximas, se ha vinculado con el templo de Baal Safón; incluye los precios de varios animales, ofrendas al templo. Son parecidas las listas bíblicas. Detalles adicionales se pueden hallar en muchas inscripciones en estelas de piedra, que aluden a / (Página 176) objetos parecidos. Queda claro que los cultos del Mediterráneo occidental son los cultos practicados por los fenicios a lo largo de su país y de la costa Palestina, en Chipre y en las colonias occidentales (…)”. (170). BLÁZQUEZ, José María & CABRERO, Javier. “Israel y la Biblia. Recientes aportaciones de la arqueología y de la historiografía a la historicidad de la Biblia”. Colección: Historia/ Serie Menor. Madrid. Cátedra. 2011 (1ª edición). Página 176. Capítulo III. Biblia, arqueología e historiografía. El poder del pasado. Los cultos fenicio y palestino a finales de la Edad del Hierro. La naturaleza del culto fenicio. Sus símbolos y su pervivencia. “(…) Por lo general, los hallazgos arqueológicos se componen de dos tipos de figurillas que aparecen en todos los conjuntos. Un varón representado como un rey en un trono, o como diosa de la fertilidad enseñando los pechos, o mujer embarazada, o mujer amamantando a un niño. Recoge E. Stern el pensamiento de Moscati sobre el culto fenicio, que estaba compuesto de una tríada de divinidades: un dios protector de la ciudad; una diosa o compañera, que simboliza la fertilidad de la tierra; un dios joven, vinculado con la diosa, generalmente su hijo, cuya resurrección expresa el ciclo anual de la vegetación. Los nombres y las funciones de los dioses varían. Es característica de la religión fenicia la fluidez de este panteón. El nombre común prevalece sobre el nombre propio y, la función sobre la personalidad. Otra característica de la tríada fenicia es su flexibilidad de ciudad a ciudad (…)”. (171). ASIMOV, Isaac. “Guía de la Biblia Antiguo Testamento”. Traducción de Benito Gómez Ibáñez. Barcelona. Plaza & Janés Editores. 109


1992 (4ª edición). Página 213. 5. Deuteronomio. “(…) “Baales”, tal como traduce la Revised Standard Version, viene del hebreo “baalim” y, en esa lengua el sufijo “im” es la forma corriente del plural. “Astarté” viene de “Ashtarot” que, como “baalim”, también es plural. En este caso, la forma singular es “Ashtoret”, que es el equivalente femenino de “Baal”. Del mismo modo que “Baal” (“Señor”) es el nombre genérico de un dios semítico, “Ashtoret” (“Señora”) es el nombre genérico de una diosa semítica. En realidad, Ashtoret es una deformación del nombre / (Página 214) correcto, Astarté. Tal deformación la originaron redactores piadosos que más tarde sustituyeron los sonidos vocálicos de boset (“abominación”) en el nombre; lo mismo que se había hecho al convertir “Melec” en “Moloc” (V. cap. 3). La Astarté más famosa era la que se adoraba en Tiro, la ciudad fenicia más importante en tiempos de la monarquía. Su veneración iba a tener una influencia considerable en el reino de Israel. Astarté es la versión del nombre que se emplea en la mitología griega. La diosa babilónica más importante ostenta otra variación del mismo nombre: Istar (…)”. (172). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 275. Libro XXIII, 12. Regreso de Q. Fabio Píctor desde Delfos. Embajada de Aníbal a Cartago. “(…) Capua, que no sólo era la capital de Campania sino de Italia después del descalabro romano en la batalla de Cannas, se había entregado a Aníbal; era justo que, por estos triunfos tan importantes y numerosos, se dieran y expresaran las gracias a los dioses inmortales (…)”. (173). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 120. Libro XXI, 43. Discurso de Aníbal. Año 218 a. C. “(…) Para alcanzar esta recompensa, coged las armas con el auxilio de los dioses (…)”. (174). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 429. Libro XXX, 12. Derrota y captura de Sifax. Dioses domésticos. Año 203 a. C. “(…) Cuando 110


entraba en el vestíbulo en el mismo umbral le salió al encuentro Sofoniba, mujer de Sifax, hija del púnico Asdrúbal (…) por los dioses de esta casa, que te acojan con mejores augurios que con los que expulsamos a Sifax (…)”. (175). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 334. Libro XXVIII, 46. Escipión se pertrecha para la guerra. Repartos de provincias. Desembarco de Magón en Liguria. Grano. Año 205 a. C. “(…) Aníbal pasó el verano cerca del templo de Juno Lacinia, allí levantó un ara y la consagró con una gran inscripción con la relación de sus hazañas escritas en letras púnicas y griegas (…)”. (176). PLUTARCO. “Vidas paralelas”. Edición, introducción y notas de José Alsina catedrático de la Universidad de Barcelona. Traducción de Antonio Ranz Romanillos. Barcelona. Planeta. 1990. Página 249. Arístides. Participación de adivinos en plena campaña bélica de la primera guerra púnica. Oráculos y sacrificios a los dioses. “(...) el primero en poder y valor después de Mardonio. XV. Después de este encuentro de la caballería estuvieron unos y otros sin combatir largo tiempo, porque los adivinos, por la inspección de las víctimas, ofrecían la victoria a los que se defendiesen, tanto a los persas como a los griegos, y la derrota a los que la acometieran. (...) pues para los adivinos con sacrificios le apartan de combatir, y el ejército está poseído de asombro y desaliento (...)”. (177). APIANO. “Guerras Ibéricas. Aníbal”. Introducción, traducción y notas de Francisco Javier Gómez Espelosín. Clásicos de Grecia y Roma. Madrid. Alianza Editorial. 2010. Página 158. Texto de Apiano. Adivinación. [Año 147 a. C.]. “(...) De esta forma Escipión, nombrado de nuevo cónsul, se apresuró hacia Iumancia, pero no tomó consigo un ejército regular, ya que había muchas guerras y en Iberia numerosos efectivos, sino a algunos voluntarios, enviados por las ciudades y los reyes y llevó consigo también clientes de Roma y quinientos amigos, a los que reunió en una sola compañía y la denominó compañía de amigos. A todos ellos que alcanzaban un número de cuatro mil efectivos, los puso bajo el mando de su sobrino Buteón, y él en persona con unos pocos se lanzó por anticipado hacia el campamento en Iberia, una vez que se enteró de que 111


está lleno de desidia, disturbios y molicie, sabiendo bien que no podría imponerse sobre los enemigos antes de que consiguiera dominar con firmeza a sus propios hombres. 85. Tras su llegada, expulsó a todos los mercaderes, prostitutas, adivinos y sacrificadores, a quienes los soldados, como se habían vuelto temerosos a causa de los reveses, solían consultar continuamente. Y para el futuro prohibió que se introdujera nada superfluo, ni siquiera / (Página 159) una víctima preparada para la adivinación (...)”. Página 158. Texto de Apiano. Adivinación. [Año 147 a. C.]. Reyes coetáneos de Escipión. Cita (280). “(...) Sabemos por otras fuentes que le habían enviado efectivos los monarcas Atalo III de Pérgamo, Antíoco VII Sidetes, el gálata Deyotaro y Micipsa de Iumidia (...)”. (178). APIANO. “Guerras Ibéricas. Aníbal”. Introducción, traducción y notas de Francisco Javier Gómez Espelosín. Clásicos de Grecia y Roma. Madrid. Alianza Editorial. 2010. Página 192. Texto de Apiano. Península Itálica. Augurios. “(...) Cuando Terencio lo vio condujo sus tropas con la idea de perseguir a Aníbal en su huída, a pesar de que también entonces se lo había prohibido Emilio. Pero como no le obedeció, observó el vuelo de las aves por sí mismo, como era la costumbre, y envió un mensajero a Terencio que ya estaba en camino, y le dijo que el día no era propicio. Éste regresó ante la vergüenza de no prestar oídos a los augurios, pero se arrancaba el cabello a la vista del ejército y llevaba a mal que se le hubiera privado de la victoria por la envidia de su colega en el mando. Y el grueso de las tropas compartía su indignación con él (...)”. (179). APIANO. “Guerras Ibéricas. Aníbal”. Introducción, traducción y notas de Francisco Javier Gómez Espelosín. Clásicos de Grecia y Roma. Madrid. Alianza Editorial. 2010. Página 146. Texto de Apiano. Sacrificios. [Año 143 a. C.]. “(...) Tras haber adornado a Viriato del modo más esplendoroso le prendieron fuego sobre lo alto de una pira y le inmolaron numerosas víctimas y, por secciones, la infantería y la caballería, corriendo alrededor del cadáver, armados iban entonando cánticos al modo bárbaro y todos se sentaron en torno a él hasta que el fuego se extinguió. Una vez concluido el ceremonial iniciaron un certamen de combates singulares sobre su tumba (...)”.

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(180). APIANO. “Guerras Ibéricas. Aníbal”. Introducción, traducción y notas de Francisco Javier Gómez Espelosín. Clásicos de Grecia y Roma. Madrid. Alianza Editorial. 2010. Página 194. Texto de Apiano. Península Itálica. Sacrificios. “(...) Minucio Rufo (36), que era su perfecto de caballería, y escribía a sus amigos en Roma que Fabio se mostraba vacilante a causa de su cobardía. Pero cuando Fabio se apresuró a ir hacia Roma para realizar algunos sacrificios (...)”. Página 194. Texto de Apiano. Península Itálica. Sacrificios. Cita (36). “(...) Cónsul en el 221 a. C., se hallaba políticamente muy próximo a la familia de los Emilios y de los Escipiones (...)”.APIANO. “Guerras Ibéricas. Aníbal”. Introducción, traducción y notas de Francisco Javier Gómez Espelosín. Clásicos de Grecia y Roma. Madrid. Alianza Editorial. 2010. Página 207. Texto de Apiano. Península Itálica. Sacrificios. “(...) 27. En la ciudad, entretanto, una vez anunciado el desastre, los que estaban en la calle prorrumpían en lamentos por sus parientes invocándoles por sus nombres y se lamentaban por su propia suerte en la idea de que muy pronto iban a ser apresados, mientras las mujeres suplicaban en los templos junto con sus hijos para que cesasen algún día las desgracias para la ciudad, y los magistrados trataban de conciliarse a los dioses mediante sacrificios y plegarias, por si alguna ofensa grave les había perturbado, para que quedaran satisfechos con lo sucedido (...)”. (181). PLUTARCO. “Vidas paralelas”. Edición, introducción y notas de José Alsina catedrático de la Universidad de Barcelona. Traducción de Antonio Ranz Romanillos. Barcelona. Planeta. 1990. Página 252 y 253. Arístides. Participación de adivinos en plena campaña bélica de la primera guerra púnica. Oráculos y sacrificios a los dioses. “(...) Hizo sacrificio, y como no se anunciase fausto, mandó a los lacedemonios que, poniendo a los pies los escudos, se estuvieran quedos atendiendo a el, sin hacer oposición a ninguno de los enemigos. Volvió a sacrificar, y cayó sobre ellos la caballería, de manera que ya los alcanzó algún tiro, y fue herido alguno de los espartiatas. (...) estando Pausanias sacrificando y haciendo plegarias a poca distancia de la línea de batalla, llegaron de repente / (Página 253) algunos lidios y le arrebataron y esparcieron las ofrendas, y no teniendo armas Pausanias y los que le asistían, los habían rechazado con varas y con látigos, y que aún ahora, en imitación de aquella acometida, se celebra cada año en Esparta la ceremonia de dar golpes y azotes a los jóvenes en torno al ara, de la que sigue la procesión 113


de los lidios. XVIII. Disgustado Pausanias de aquellas circunstancias, viendo que el adivino continuamente reprobaba las víctimas, volvíose hacia el templo de Hera; cayéndosele las lágrimas y levantando las manos, pedía a Hera Citeronia y a los demás dioses que presiden aquella tierra Plateada, que si no estaba destinado a los griegos el que vencieran, se les diera a lo menos el sufrir haciendo algo, y mostrando con obras a los enemigos que contendían con hombres de valor y adiestrados en la guerra. Hecha esta invocación por Pausanias, en el mismo momento se mostró fausto el sacrificio, y los adivinos anunciaron la victoria (...)”. (182). PLUTARCO. “Vidas paralelas”. Edición, introducción y notas de José Alsina catedrático de la Universidad de Barcelona. Traducción de Antonio Ranz Romanillos. Barcelona. Planeta. 1990. Página 256 y 257. Arístides. Participación de adivinos en plena campaña bélica de la primera guerra púnica. Oráculos y sacrificios a los dioses. “(...) Pero en cuanto a sacrificios, habiendo consultado a Apolo Pitio, les dio por respuesta que construyesen un ara a Zeus Libertador, pero que se abstuviesen de sacrificar hasta que, apagado el fuego de todo el país como contaminado por los bárbaros, le encendiesen / (Página 257) puro en el hogar común de Delfos, Los magistrados, pues, de los griegos enviaron de pueblo en pueblo a que en todas las casas se apagase el fuego, y en Platea, habiendo ofrecido Euquidas que iría en toda diligencia a tomar y traerles el fuego del dios, marchó para Delfos. Lávose allí el cuerpo, hízose aspersiones, coronóse de laurel, y tomando del ara el fuego, se volvió corriendo a Platea, y llegó antes de ponerse el sol, habiendo andado en un solo día mil estadios (17) [(17). El estadio tiene unos 177 metros]. Saludó a sus conciudadanos, les entregó el fuego e inmediatamente cayó en el suelo y a poco expiró. Recogieron los de Platea su cadáver, y lo sepultaron en el templo de Ártemis Euclea, poniéndole por inscripción este tetrámetro: Éuquidas corrió a Delfos y volvió el mismo día. (...) XXI. Celébrose junta pública y común de todos los griegos, y escribió Arístides un decreto para que cada año concurrieran a Platea legados y prohombres de Grecia, se celebraran juegos quinquenales en memoria de la libertad, y se formase entre los griegos un contingente para la guerra contra los bárbaros, de diez mil hombres de infantería, mil de caballería y cien naves, quedando exentos los de Platea, consagrados al dios para hacer sacrificios por la salud de Grecia. Sancionado este decreto, tomaron a su cargo los plateenses el hacer exequias cada año por 114


los griegos que murieron y fueron sepultados allí, lo que hasta el día de hoy se ejecutan de esta manera. El día 16 del mes memacterión, que para los beocios es alalcomenio (18) [(18). Ioviembre-diciembre], / (Página 258) forman una procesión, a la que desde el amanecer precede una trompeta, que toca un aire marcial, yendo en pos de carros llenos de ramos de mirto y de coronas, y un toro negro; llévanse después en ánforas libaciones de vino y leche, y jóvenes libres conducen cántaros de aceite y ungüento; porque a ningún esclavo se les permite poner mano en aquel ministerio, a causa de que los varones en cuyo honor se hace la ceremonia murieron por la libertad. Viene por fin el arconte de los plateenses, y con no serle lícito en ningún otro tiempo tocar el hierro ni usar de vestidura que no sea blanca, entonces se viste túnica de púrpura, y tomando del archivo una ánfora, va hacia los sepulcros por medio de la ciudad con espada desenvainada. Llegado al sitio, toma el agua de la fuente, hace aspersión sobre las columnas funerarias y las unge con ungüento; mata después el toro sobre la hoguera, e invocando a Zeus y a Hermes infernales, convida a los excelentes varones que murieron por Grecia a gustar de aquel banquete y de aquella sangre; mezclando luego vino en una vasija, hace una libación y pronuncia estas palabras: “Bebo en honor de los varones que murieron por la libertad de los griegos” ceremonia con que todavía cumplen el día de hoy los plateenses (...)”. (183). GLASMAN Gabriel. “Aníbal enemigo de Roma”. Colección: Historia Incognita. Madrid. Ediciones Nowtilus. 2007. www.6385aebd056e49099d3cc93f90c77c3c.pdf Página 10. Sacrificios. “(…) Según la tradición, Aníbal habría juramentado ante su padre y sus dioses odiar por siempre a Roma, y desde entonces nació en él la misión de hacer pagar a sus declarados enemigos cada uno de los pesares que le ocasionaron a su pueblo. Cornelio Iepote –una de las fuentes clásicas esenciales del período– en su obra Vidas transcribe un supuesto diálogo entre Aníbal y el rey Antíoco, en donde el primero dijera decidido: “Mi padre Amílcar, cuando yo era apenas un niño de nueve años, al salir de Cartago rumbo a Hispania sacrificó varias víctimas a Júpiter Óptimo Máximo. Fue entonces que me preguntó si quería acompañarlo a la guerra. Yo le respondí que sí, que lo haría con gusto, y mi padre me contestó: ‘Muy bien, vendrás conmigo si me juras lo que te pido’. Luego me llevó junto al altar de los sacrificios y ordenó dejarnos solos. Y tras ponerse la mano sobre sí, me hizo jurar que jamás firmaría una paz con Roma. Ese juramento lo he venido conservando desde entonces, y nadie 115


puede dudar que lo seguiré cumpliendo en el futuro” (…)”.TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 58. Libro XXI, 1. “(…) Se cuenta al respecto que, cuando Amílcar, tras su campaña de África, iba a ofrecer un sacrificio a los dioses a punto de conducir a sus tropas a España, Aníbal, todavía de casi diecinueve años de edad, le suplicó entre mimos que lo llevara a España; entonces su padre lo acercó a los altares y le obligó a jurar con sus manos sobre las víctimas del sacrificio que sería enemigo del pueblo romano tan pronto pudiera (…)”. (184). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 87. Libro XXI, 21. Decisiones de Aníbal en Hispania (218 a. C.). “(…) Cuando Aníbal pasó revista a las tropas auxiliares de todos los pueblos, se dirigió a Gades, cumplió sus votos / (Página 88) con Hércules y se obligó con otros nuevos en el caso de que todo saliera con éxito (…)”. (185). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 123. Libro XXI, 45. Discurso de Aníbal. Sacrificio de un carnero. Año 218 a. C. “(…) Para que supieran que tales promesas serían cumplidas, con un cordero en la mano izquierda y sílice (144) en la derecha, suplicó a Júpiter y / (Página 124) demás dioses que, si faltaba a su palabra, le inmolaran a él como él iba a inmolar a aquel cordero; después de la plegaria abrió la cabeza del animal con el pedernal. Entonces, todos, como si cada uno hubiera recibido la bendición de los dioses para sus propios deseos, pensaron que el no haber entrado todavía en combate era el motivo del retraso para cumplir sus deseos y exigieron a coro entrar en la lucha (…)”. Página 123. Cita (144). “(…) Simboliza el rayo de Júpiter. Vallejo 1946 (p. 91, nº 8) añade: “Livio pinta a Aníbal practicando este rito romano (de los feciales) para añadir efecto dramático a la escena” (…)”. (186). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 365. Libro XXIV, 12. Aníbal en Campania. Año 214 a. C. Sacrificio cartaginés. “(…) Luego, tras dejar a 116


los hispanos y a los númidas como protección tanto del campamento como de Capua, bajó con el resto del ejército hasta el lago Averno so color de ofrecer un sacrificio, pero en realidad para atacar Pozzuoli y la guarnición que allí había (…)”. Ibidem. Página 366 y 367. Libro XXIV, 13 y 14. Aníbal en Campania. Año 214 a. C. Sacrificio cartaginés. “(…) Entonces, después de concluir el sacrificio al que había venido y de asolar, en la espera, los campos de Cumas hasta el promontorio Miseno, / (Página 367) hizo variar bruscamente hacia Pozzuoli la dirección de su marcha para coger de sorpresa a la guarnición romana (…)”. (187). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 89 y 90. Libro XXI, 22. Decisiones de Aníbal en Hispania (218 a. C.). “(…) Aníbal regresó a Cádiz a los campamentos de invierno de su ejército de Cartagena; de allí partió para, pasando por la ciudad de Onusa, llegar al litoral del Ebro. Allí se cuenta que se le apareció en sueños (69) un joven de aspecto divino que le decía que Júpiter le había enviado para conducirle a Italia; debía, por tanto, seguirle y no apartar nunca de él los ojos. Al principio, atemorizado, le siguió sin mirar a ninguna parte ni a su alrededor ni hacia atrás; luego, con la curiosidad propia de la naturaleza humana, al darle vuelta a lo que podría ser lo que se le había prohibido mirar detrás, no pudo dominar sus ojos.- Entonces vio a su espalda una serpiente enorme / (Página 90) que se movía produciendo una gran destrucción de árboles y maleza y, detrás venía una tormenta acompañada de aparato eléctrico en el cielo. Al preguntar por el significado de aquel prodigio portentoso, se oyó que era la devastación de Italia, que continuara, pues, que no hiciera más preguntas y que dejara que el destino permaneciera oculto (…)”. Página 89. Cita (69). “(…) El sueño aparece también mencionado en Cicerón (Sobre la adivinación 1, 24. 49), Valerio Máximo (1, 7), Silio Itálico (Púnica 3. 168 ss.) y Zonaras (8.22), pero no en Polibio, quién llega a criticar a los historiadores que “introducen dioses e hijos de dioses en una historia de tipo pragmático” (3, 47. 8, trad. de Díaz Tejera); cf. Jal. p. 97. n. 4 a XXII y, G. Cipriani, L´epifania di Annibale, Bari 1984, 103-128 (…)”. (188). “Huevos de avestruz”. Miércoles 14 diciembre, 2011. www.loscananeos.blogspot.com.es/2011/12/huevos-deavestruz.html “(…) El 117


uso de las cáscaras de los huevos de avestruz, como recipientes exóticos de lujo o como elemento ritual funerario, se remonta al epipaleolítico sahariano, donde se presenta con profusas y complicadas decoraciones grabadas. En el predinástico egipcio las piezas halladas en tumbas a partir del VI milenio se decoran con motivos pintados en rojo. En las tumbas reales de Ur del III milenio los huevos de avestruz, originarios del desierto sirio, forman parte de los ajuares funerarios, del mismo modo que en las tumbas del bronce medio y reciente, del II milenio a.C., de Siria, Palestina y Chipre, desapareciendo las últimas importaciones en el s. X. En el Egeo los huevos de avestruz se importan en el minóico y heládico reciente de la segunda mitad del II milenio, tanto en los palacios, donde se usan como lujosos vasos decorados, como en los enterramientos con función ritual y apotropáica. A partir del s. VIII estas piezas, de procedencia africana a través de Egipto, son frecuentes en los santuarios griegos de Afaia en Egina, de Apolo en Corinto y de Hera en Samos y Argos, apareciendo igualmente en las necrópolis de Rodas. Según los análisis efectuados en los huevos de avestruz, existen dos focos de origen y distribución, el africano y el sirio. El foco africano o nubio los exporta a Egipto desde la época predinástica hasta fines del II milenio, alcanzando desde allí Chipre en la segunda mitad del II milenio, y el Egeo. El foco sirio es el origen de los ejemplares de Sumer en el III milenio, y de los ejemplares de Siria y Palestina en el II milenio. A principios del I milenio cesa el comercio de los huevos de avestruz en Oriente y el Mediterráneo, reapareciendo en el s. VIII y poniéndose de moda en el ritual funerario de la colonización fenicia hasta la época púnica avanzada. En Ibiza la necrópolis fenicio-púnica de Puig des Molins entregó casi un centenar de cáscaras de huevos de avestruz pintadas en tumbas de los siglos VI-III, un millar de piezas halladas en territorio español, especialmente de las necrópolis de Puig des Molins y Villaricos.

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En la Península Ibérica los primeros hallazgos de huevos de avestruz fueron documentados por G. Bonsor (1899) en los túmulos funerarios tartesios de los Alcores sevillanos y Carmona (Acebuchal, Puerto Judío, Santa Marina. La Harinera, Santa Lucía y Cruz del Iegro. del s. VII-VI. La necrópolis púnica de Villaricos, del s. VI-II a.C., excavada por L. Siret (1908) y más extensamente publicada por M. Astruc (1951), con cerca de ochocientos ejemplares entre sus ajuares, entregó el mayor conjunto de estas piezas de todo el Mediterráneo. En la necrópolis Laurita, fechada en los tres primeros cuartos del s. VII, aparecieron huevos de avestruz en varias tumbas, continuando los hallazgos en la contigua necrópolis púnica de Puente de Ioy. Otros ejemplares proceden de las necrópolis orientalizantes de Boliche, del s. VII y VI, de La Joya, del s. VII-VI, de las púnicas de Jardín y de la Albufereta, del s. VIII y de la necrópolis griega de Ampurias, del s. V. Los huevos de avestruz aparecen fragmentados en establecimientos fenicios como Morro de Mezquitilla, Toscanos, Alarcón, Cerro del Villar, Abdera y La Fonteta en Guardamar del Segura, en el tartesio del Carambolo y en el ibero-púnico del Tossal de Manises. También han aparecido estos fragmentos de huevos de dicha ave en la necrópolis orientalizante de les Casetes en Villajoyosa ( Alicante). (…) Los motivos decorativos pintados en rojo adoptan los temas de moda en cada horizonte cultural, fenicio, griego o púnico, del Mediterráneo, siendo los más primitivos (s.VIII-VI) los temas geométricos como los de Laurita, a base de metopas o rectángulos con aspas inscritas, análogas a las del vaso 193 de la necrópolis carmonense de la Cruz del Iegro, fechado en el s. VII y de clara tradición del geométrico chipriota y siropalestino. El tema geométrico de los ejemplares de Laurita está acompañado por la representación de aves esquemáticas, comunes en cerámicas, estelas y pinturas tumbales del mundo orientalizante mediterráneo, bien representado en cerámicas orientalizantes del Cabezo de San Pedro de Huelva, del Picacho de Carmona, de los Saladares de Orihuela, de la necrópolis de Mesas de Asta, etc. (…) En Laurita las aves pintadas en los huevos de avestruz corresponden a gallos. En la representación de aves de la iconografía funeraria feniciopúnica, el gallo de las pinturas murales de la tumba VIII de la necrópolis 119


púnica de Jebel Mleza es símbolo de valor apotropáico, una víctima ofrecida en sacrificio, según G. Picard, o la evocación del alma del difunto, según M. Fantar (1970). Las aves funerarias evocan el viaje del alma, siendo un símbolo de la resurrección del muerto, quién, después de permanecer en la tumba, su espíritu se dirige a la región de ultratumba. A partir del s. V a.C. el ave, en forma de paloma, símbolo del alma del difunto, sostenida en la mano por una divinidad telúrica femenina, identificada con Artemis, Deméter, Perséfone o Tanit, como sucede en la estatua de la tumba 155 de la necrópolis de Baza (F. Presedo, 1972), se pondrá de moda en el Mediterráneo por influencia helénica, desde Rodas hasta Iberia, pero los orígenes serán anteriores, como se constata en Laurita. La decoración pintada de los huevos de avestruz a partir del s. V adopta los temas florales de la cerámica griega de figuras rojas. Los huevos de avestruz de los yacimientos fenicios del Mediterráneo central y occidental proceden en época arcaica de Iubia y del desierto occidental del Iilo, distribuido por Egipto en el s. VIII y por Cartago desde el s. VII. Con la expansión colonizadora fenicia por el Atlántico marroquí, las colonias de Lixus y Mogador distribuirían probablemente la mercancía sahariana hacia Gádir, pero la excesiva abundancia de piezas de las necrópolis púnicas de Villaricos y de Puig des Molins parece indicar que el emporio de transacciones continuó siendo Cartago. Los huevos de avestruz fueron imitados en las cerámicas funerarias de las necrópolis ibero-púnicas del Cortijo de las Sombras de Frigiliana del s. VI, de Villaricos (s. IV), de Tutugi y del Cabecico del Tesoro (s. II a.C.). La Fonteta en la Contestania ha proporcionado un número considerable de fragmentos de huevos de avestruz con ocre rojo en su interior, algunos de los cuales dejan todavía ver motivos bícromos en su superficie externa. Tenían como objetos rituales de enterramiento los huevos de avestruz, que simbolizaron el principio vital y la regeneración de la vida, y los depositaban en los talleres fenicios de fundición. En el siglo VIII a C. estos huevos de avestruz eran bastante vulgares en los yacimientos debido a las colonizaciones de los fenicios y demás pueblos orientales y a las características orientalizantes de los poblados y necrópolis en La península Ibérica.

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En el poblado Contestano de la Escuera había vasijas de imitación y decoración libre a los huevos de avestruz que más bien tenían un carácter ceremonial. Sobre el hallazgo de huevos de Avestuz Torres Ortiz nos dice que su significado funerario es evidente y ráramente se han hallado en contextos de habitat dentro de las colonias fenicias como ocurre en Toscanos. Las cascaras de huevo de avestruz de la forma I aparecidas en España son coincidentes en su ausencia de ornamentación a las halladas en los yacimientos del Iorte de África, que datan del siglo VI a. J. C, así mismo las cascaras de la forma III, IV y VII son similares en su decoración a las descubiertas en dichos yacimientos africanos. Los motivos de la forma II son todos muy diferentes entre sí, aunque presenten una similitud a causa de la corriente orientalizante que existió en esa época. Es posible, por tanto, que en un primer período las cascaras halladas en España fueran traídas ya decoradas del Iorte de África, y que posteriormente, cuando se difundió más esta costumbre de depositarlas en las tumbas, existieran en España distintos talleres decorativos que copiaran y transformaran (…)”. Unicum. Versión castellano. Arqueología. “Unificación de criterios de intervención sobre un conjunto de cáscaras de huevo de avestruz decoradas del Museu Arqueologic d´Eivissa i Formentera”. www.282081-389814-1-PB.pdf Página 208. Introducción. “(…) El uso de la cáscara de huevo de avestruz como recipiente se remonta muy atrás en el tiempo. El avestruz (Struthio camelus) tiene su hábitat natural en diferentes zonas de África (Sahara, Somalia y África Austral). Se han encontrado cáscaras de huevo grabadas y pintadas de hace 30.000 años en Sudáfrica vinculadas al almacenamiento de líquidos y, actualmente, los bosquimanos todavía las utilizan con esta función. En cuanto a la presencia de cáscaras decoradas en contextos funerarios, las encontramos en Egipto desde la época predinástica y en el área mesopotámica desde el IV milenio. También encontramos ejemplares en el yacimiento sumerio del cementerio A de Kish y en las tumbas reales de Ur del III milenio (…)”. (189). PRADOS MARTÍNEZ, F. & GARCÍA JIMÉNEZ, I. & CASTAÑEDA FERNÁNDEZ, V. “El mundo funerario fenicio-púnico en el campo de Gibraltar. Los casos de la necrópolis de los Algarbes y la isla de las Palomas”. Mainake, XXXII (I)/ 2010/ pp. 252-278. ISSN: 0212078-X.www.DialnetElMundoFunerarioFeniciopunicoEnElCampoDeGibraltar.-3643443.pdf 121


Página 257. 2. Sucinto análisis del mundo funerario fenicio-púnico y su desarrollo en el sur de la Península Ibérica. “(…) Durante el periodo fenicio (ss. VIII-VI a.C.) el rito empleado fue la cremación, mientras que durante la época denominada púnica (VI-III a.C.) el rito funerario por excelencia fue el de la inhumación. Posteriormente se recupero de una forma paulatina el rito de la cremación quizás por una mayor influencia griega o por la consecuencia de la expansión urbana que pudo dejar cada vez menos sitio a las necrópolis, según afirman algunos autores (23) y que puede explicar la reutilización constante de espacios funerarios, bien visible en la Isla de las Palomas y en otras necrópolis púnicas señeras como las de Tuvixeddu de Cagliari o las de Tharros (ambas en Cerdeña) que provocaron incluso desprendimientos debido a la sucesión constante de construcción de hipogeos, muchas veces unos sobre otros. Con la cremación del cuerpo se lograba la modificación radical del ser pues, al eliminar la parte mortal, se liberaba la parte divina –el alma inmortal– de su naturaleza. (…)”. (190). PRADOS MARTÍNEZ, F. & GARCÍA JIMÉNEZ, I. & CASTAÑEDA FERNÁNDEZ, V. “El mundo funerario fenicio-púnico en el campo de Gibraltar. Los casos de la necrópolis de los Algarbes y la isla de las Palomas”. Mainake, XXXII (I)/ 2010/ pp. 252-278. ISSN: 0212078-X. www.DialnetElMundoFunerarioFeniciopunicoEnElCampoDeGibraltar.-3643443.pdf Página 258. 2. Sucinto análisis del mundo funerario fenicio-púnico y su desarrollo en el sur de la Península Ibérica. “(…) Asi, los amuletos que acompañaron las deposiciones tenían la finalidad de proteger y las lámparas de iluminar y facilitar el camino hacia la salvación, mientras que las piezas cerámicas guardaban los alimentos que debían consumir en el más allá. Las mascaras grotescas en terracota tenían una finalidad también apotropaica y las cascaras de huevo se entendían cómo símbolos de vida (…)”. (191). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 465. Libro XXV, 17. Comienzo del sitio de Capua. Muerte de T. Sempronio Graco. Entierro. Costumbres funerarias. “(…) También son distintas las versiones sobre el entierro de Graco. Unos refieren que fue enterrado por los suyos en el campamento 122


romano y, otros –y esta es la versión más extendida- que Aníbal hizo levantar una pira a la entrada del campamento cartaginés y que el ejército desfiló con sus armas, además de las danzas que hacían los hispanos y el manejo de armas y ademanes propios de cada pueblo, mientras Aníbal celebraba las exequias con todos los honores de ceremonias y discursos (…)”. (192). DELGADO HERVÁS, Ana. “Alimentos, poder e identidad en las comunidades fenicias occidentales”. CPAG 18, 2008, 163-188. ISSN: 0211-3228. www.744-1056-1-PB.pdf Página 178. Comida para los muertos. “(…) Los muertos enterrados en los cementerios fenicios del sur de la Península Ibérica aparecen acompañados por ajuares relativamente homogéneos. Entre estos elementos materiales son frecuentes los escarabeos, las pequeñas joyas, los huevos de avestruz, el ocre, los recipientes donde quemar aceites o resinas y los vasos para contenerlos, y las vajillas y recipientes utilizados en la vida terrena para almacenar, servir y consumir alimentos y bebidas. Entre estos materiales, que parecen mayoritariamente remitir a la fertilidad, a la regeneración, a la protección o al cuidado, destacan los recipientes relacionados con alimentos o bebidas. En las necrópolis fenicias peninsulares, los registros de datos bioarqueológicos son tan exiguos que es difícil saber si estos recipientes se depositaron vacíos —simbolizando ellos mismos la comida o la bebida— o contenían algún tipo de alimento. Uno de los pocos datos positivos en este sentido procede de una tumba de la necrópolis de Laurita, en Almuñécar. En este enterramiento, sobre un plato de engobe rojo se encontraron los restos de un conejo o de un ave (Pellicer, (Página 179) 1962:20; 2007:27). En las tumbas más tardías, ya de época púnica, la evidencia de ofrendas de comida es bastante más abundante, conociéndose tanto porciones de carne, como productos vegetales (…)”. (193). SAN NICOLÁS PEDRAZ, María del Pilar. “Las cáscaras de huevo de avestruz fenicio-púnico en la Península Ibérica y Baleares”. www.20622_20622 (2).pdf Página 75. “(…) El avestruz fue un animal de origen sahariano que tuvo una gran difusión en la antigüedad por todas las tierras del Asia Anterior y Iorte de África. Sus cascaras de huevo fueron empleadas, desde muy antiguo, como materia para diversos objetos y utilizaciones: puntas de flechas (1), amuletos (2), cuentas de collar (3), recipientes sencillos y de uso común. En el mundo fenicio-púnico se utilizan las cascaras como recipientes para contener ocre; de ahí que muchas de ellas contengan restos de pintura roja en el interior, aunque en dos ocasiones contenían simientes (Cartago y Villaricos) (4). Tiene carácter sagrado y representan el 123


símbolo en el cual se encuentra encerrado el hálito vital, con el que se puede volver los muertos a la vida, por lo que su aparición en las sepulturas es frecuente. El rito más usual es la inhumación. En ocasiones, sin embargo, se incineraban los cadáveres, pese a no ser la cremación un rito semítico (…)”.Unicum. Versión castellano. Arqueología. “Unificación de criterios de intervención sobre un conjunto de cáscaras de huevo de avestruz decoradas del Museu Arqueologic d´Eivissa i Formentera”. www.282081389814-1-PB.pdf Página 208 y 209. Introducción. “(…) En el Mediterráneo las cáscaras de huevo de avestruz se consideran una importación fenicio-púnica. El descubrimiento de este tipo de objetos en inhumaciones y en incineraciones lleva a pensar en su simbología. Para María del Pilar San Nicolás, (2) estas cáscaras / (Página 209) son el símbolo en el que se halla encerrado el aliento vital con el que devolver a los muertos a la vida (…)”. Página 208. Cita (2). “(…) María del Pilar SAI IICOLÁS PEDRAZ, “Las cáscaras de huevo de avestruz feniciopúnicas en la Península Ibérica y Baleares”, Cuadernos de Prehistoria y arqueología, 2 (1975) (…)”. (194). “Huevos de avestruz”. Miércoles 14 diciembre, 2011. www.loscananeos.blogspot.com.es/2011/12/huevos-deavestruz.html “(…) El huevo de avestruz siempre ha estado revestido de un carácter sagrado, por lo que suele hallarse en santuarios como elemento votivo y en necrópolis con función apotropáica, como germen de vida y de recuperación. En las tumbas suele contener ocre, que es otro elemento con el mismo significado simbólico de la sangre y de la vida. Aparecen completos con una o dos perforaciones para extraer el contenido, pero es más frecuente hallarlos recortados a dos tercios de altura para servir de recipientes. El borde es liso o dentado, siendo más común el primero (…). En la escatología fenicia es fundamental la creencia en la existencia del alma, como un principio o hálito que se eleva en la atmósfera con forma de ave, equivalente al «Ruah» de los textos ugaríticos (…)”. (195). “Creencias, símbolos y ritos religiosos”. Museo Arqueológico Nacional. Pieza del mes. Ciclo 1999-2000. www.MAN-Pieza-mes-199910-Terracota.pdf Página 8. La religión púnica. “(…) La religión púnica hunde sus raíces en la fenicia. Adopta muchas de sus divinidades cuyo culto en ocasiones evoluciona de forma propia según el lugar. La pareja principal de dioses la constituyen Baal Hammón y Tanit; en muchas ocasiones con predominio total de ésta última. Los púnicos creían en la vida de ultratumba, lo que se puede corroborar al estudiar la composición de sus ajuares funerarios. Hasta los más simples cuentan con los objetos 124


indispensables para la vida en el más allá, como platos, vasos y recipientes para contener alimentos. Encontramos también en las tumbas amuletos y figuritas de terracota, con una función protectora, navajas de afeitar de bronce que se usarían en un aseo ritual, mascaras de barro cocido, cuyo aspecto / (Página 9) generalmente grotesco nos indica su carácter amenazador, collares de pasta vítrea como símbolo de las pertenencias de los difuntos en vida, y huevos de avestruz pintados, partidos por la mitad como si estuvieran destinados a que el difunto bebiera en ellos. Respecto a los ritos de enterramiento, la inhumación coexistió con la incineración, siendo esta última minoritaria. Todo esto lo podemos corroborar en la necrópolis del Puig des Molins de Ibiza que ha dado gran cantidad de material arqueológico y valiosísima información acerca del mundo funerario fenicio-púnico. Su utilización empezó probablemente a finales del siglo VI1 a.C. y se mantuvo hasta el siglo IV d.C., habría tenido entre 2.500 y 4.000 hipogeos y los ritos de inhumación e incineración habrían convivido. Conocemos algunos aspectos del culto cartaginés. Los sacerdotes tenían un gran peso dentro de la sociedad, y aunque fue numeroso se limitaba a unas cuantas familias aristocráticas. Los cargos sacerdotales se transmitían de generación en generación como otros cargos públicos y había una jerarquía presidida por el jefe de sacerdotes con atribuciones tan importantes como la construcción o renovación de los santuarios o la recaudación de tarifas de los sacrificios. Los ritos eran extremadamente complejos y minuciosos, y requerían de numerosos oficiantes y colaboradores. En la realización de los sacrificios, que como sabemos es uno de los aspectos más importantes de la religión en el ámbito púnico, actuaban aparte de los sacerdotes, desde los barberos rituales hasta los carniceros que despiezaban el animal sacrificado, pasando por músicos y poetas (…)”. (196). BLÁZQUEZ, J. M. Capítulo XVIII. “La colonización cartaginesa en Ibiza”. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª edición). Página 498. Discos y placas de terracota. “(…) También se ha pensado que existía la creencia de un viaje de los difuntos a los infiernos a través del mar o de la tierra. Diodoro atestigua la creencia púnica en la aparición de los difuntos. El rito de pintar de rojo los huesos de los difuntos o el interior de los huevos de avestruz tenía por finalidad revigorizar al difunto infundiéndole una energía parecida a la de la sangre (…)”.

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(197). BLÁZQUEZ, J. M. Capítulo XVIII. “La colonización cartaginesa en Ibiza”. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª edición). Página 502. Huevos de avestruz. “(…) Es un elemento característico de los rituales funerarios púnicos, como se ha indicado al referirse al material arqueológico de Baria. El huevo tenía, sin duda, un sentido ritual; por dentro por dentro están pintados de rojo, color que tendría también un valor mágico. El huevo de avestruz depositado en las tumbas va unido a ideas de supervivencia más allá de la muerte. En Puig dels Molins, Roman encontró en tumbas sin violar un huevo de avestruz encima de cada sarcófago. El huevo iba decorado en el exterior, con motivos florales y geométricos, a veces combinados con representaciones de animales. Alguna vez se pintó un rostro humano; estas máscaras son frecuentes sobre huevos de avestruz en Cartago y, es un elemento más que vincula a Ibiza con su antigua metrópoli (…)”. (198). BLAVATSKY, H.P. “La doctrina secreta. Síntesis de la Ciencia, la Religión y la Filosofía”. Tomo II, Simbolismo Arcaico Universal. Málaga. Editorial Sirio. 2000. Página 99. Sección VI. El Huevo del Mundo. “(…) ¿De dónde procede este símbolo universal? El huevo fue añadido como signo sagrado a la Cosmogonía de todos los pueblos de la tierra y, fue reverenciado tanto por su forma como por su misterio interno. Desde los primeros conceptos mentales del hombre, se reconocía qué era lo que representaba más propiamente el origen y el secreto del Ser. El desarrollo gradual del germen imperceptible encerrado en la cáscara; el trabajo interno, sin ninguna intervención o fuerza externa notoria, que de un nada latente producía un algo activo, sin necesitar para ello más que el calor; y el que, habiéndose desenvuelto gradualmente una criatura viva concreta, rompía su cáscara apareciendo a los sentidos externos de todos, como un ser por sí mismo generado y por sí mismo creado; todo esto tiene que haber sido desde el principio un milagro permanente (…)”. (199). BLAVATSKY, H.P. “La doctrina secreta. Síntesis de la Ciencia, la Religión y la Filosofía”. Tomo II, Simbolismo Arcaico Universal. Málaga. Editorial Sirio. 2000. Página 99 y 100. Sección VI. El Huevo del Mundo. “(…) En el principio, la “Causa Primera” no tenía nombre. / (Página 100)

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Más tarde la fantasía de los pensadores la figuró como un ave, siempre invisible y misteriosa, que hizo un Huevo en el Caos, cuyo Huevo se convirtió en el Universo. De aquí que Brahma fuese llamado Kâlahansa, “el Cisne en [el Espacio y en] el Tiempo”. Convirtiéndose Brahma en el “Cisne de la Eternidad”, pone al principio de cada Mahâmanvatara un Huevo de Oro, que simboliza el gran Círculo, que a su vez es el símbolo del Universo y sus cuerpos esféricos. La segunda razón, para haber sido elegido el Huevo como representación simbólica del Universo y, de nuestra Tierra, fue su forma. Era un Círculo y una Esfera; y la figura oviforme de nuestro Globo debió haber sido conocida desde el principio de la simbología, puesto que fue adoptado el Huevo tan universalmente. La primera manifestación del Kosmos en forma de un huevo, era la creencia más difundida de la antigüedad. Como muestra Bryant, era un símbolo adoptado entre los griegos, los sirios, los persas y los egipcios. En el Ritual egipcio, Seb el Dios del Tiempo y de la Tierra, se dice que puso un Huevo, o el Universo, “un huevo concebido a la hora del Gran Uno de la Fuerza Doble”. Ra es representado, lo mismo que Brahma, en gestación en el Huevo del Universo. El Difunto “resplandece en el Huevo del País de los Misterios”. Pues este es “el Huevo al que se le da la Vida entre los Dioses”. “Es el Huevo de la gran Gallina clueca, el Huevo de Seb, que sale de él como un halcón” (…)”. (200). BLAVATSKY, H.P. “La doctrina secreta. Síntesis de la Ciencia, la Religión y la Filosofía”. Tomo II, Simbolismo Arcaico Universal. Málaga. Editorial Sirio. 2000. Página 101. Sección VI. El Huevo del Mundo. “(…) Tanto en Grecia como en la India, el primer Ser masculino visible, que reunía en sí mismo la naturaleza / (Página 102) de los dos sexos, habitó en el Huevo y salió de él. Este “Primogénito del Mundo” fue, según algunos griegos, Dyonisus; el Dios que salió del Huevo del Mundo y, del que se derivan los Mortales y los Inmortales. El Dios Ra, en el Libro de los Muertos, es representado radiante en su Huevo [el Sol] y, emprende su marcha tan pronto como el dios Shu [la Energía Solar], le despierta y le da impulso. “Él está en el Huevo Solar, el Huevo al que se le da Vida entre los Dioses”. El Dios Solar exclama: “Yo soy el Alma Creadora del Abismo Celestial. Iadie ve mi Iido, nadie puede romper mi Huevo; yo soy el señor” (…)”. 127


(201). BLAVATSKY, H.P. “La doctrina secreta. Síntesis de la Ciencia, la Religión y la Filosofía”. Tomo II, Simbolismo Arcaico Universal. Málaga. Editorial Sirio. 2000. Página 109 110. Sección VI. El Huevo del Mundo. Significados simbólicos del Huevo. “(…) En el Libro de los Muertos, como se ha mostrado, se menciona a menudo el Huevo. Ra, el Poderoso / (Página 110) permanece en su Huevo, durante la lucha entre los “Hijos de la Rebelión” y Shu, la Energía Solar y el Dragón de las Tinieblas. El Difunto resplandece en su Huevo cuando cruza el País del Misterio. Él es el Huevo de Seb. El Huevo era el símbolo de la Vida en la Inmortalidad y en la Eternidad; y también el signo de la matriz generadora; mientras que la Tau, que estaba asociada con él, era sólo el símbolo de la vida y del nacimiento en la generación. El Huevo del Mundo estaba colocado en Khum, con la “caída” de la humanidad en la generación y el falicismo, en Ammón, el Dios creador. Cuando Ptah, el “Dios Flamígero”, lleva el huevo del Mundo en la mano, entonces el simbolismo viene a ser por completo terrestre y concreto en su significación. En conjunto con el Halcón, símbolo de Osiris-Sol, el símbolo es doble y, se refiere a ambas Vidas: la mortal y la inmortal. Los grabados de un papiro en el AQedipus Egyptiacus de Kircher, muestran un huevo flotando sobre la momia. Este es el símbolo de la esperanza y, la promesa de un Segundo Nacimiento para el muerto Osirificado; su Alma, después de la debida purificación en el Amenti, tendrá su gestación en este Huevo de la Inmortalidad, para renacer de él en una nueva vida sobre la tierra. Pues este huevo, en la Doctrina Esotérica, es el devachán, la mansión de la Dicha; el escarabajo Alado siendo también otro símbolo de lo mismo. El Globo Alado no es sino una forma del Huevo y, tiene el mismo significado que el Escarabajo, el Khopiru –de la raíz khopru, venir a ser, renacer, - el cual se relaciona con el renacimiento del hombre y con su regeneración espiritual (…)”. (202). SAN NICOLÁS PEDRAZ, María del Pilar. “Las cáscaras de huevo de avestruz fenicio-púnico en la Península Ibérica y Baleares”. www.20622_20622 (2).pdf Página 96. Cronología. “(…) Los resultados de las excavaciones más recientes y el contexto arqueológico de los estratos o tumbas donde se han encontrado las cascaras de huevo de avestruz nos dan el siguiente horizonte cronológico: El Carambolo (Sevilla). —Siglo VIII-VII a. J. C. / (Página 97) Almuñécar (Granada). —Primera mitad del siglo VII a. J. C. 128


Carmona (Sevilla). —Primera mitad del siglo VII a la primera mitad del siglo VI a. J. C. La Joya (Huelva). —Final del siglo VII-VI a. J. C. Toscanos (Málaga). —Siglo VII a. J. C. Jardín (Málaga). —Siglo VI (V?) a. J. C. Abdera (Almería). —Los dos fragmentos encontrados en este yacimiento están fechados, uno, del 0-100 a. J. C, y el otro, se encontró en superficie. / (Página 97) Respecto a los otros yacimientos no existen excavaciones científicas a causa de la falta de memorias de excavaciones en unos casos, y el saqueo de los yacimientos en otros, por lo que la siguiente cronología será aproximada: Villaricos (Almería). —Siglo VII-IV a. J. C. Forma I. —Siglo VI a. J. C. Forma II. —Serie Ia. Ib, Ic. —Siglos VIII-VI a. J. C. Herrerías (Almería).-Este yacimiento es paralelo al de Villaricos. Siglos VII-IV a. J. C. Almizaraque (Almería). —El fragmento encontrado en este yacimiento se encontró en una loma donde existen casas contemporáneas de las de Villaricos. Siglo VII a. J. C. Puig d'es Molins (Ibiza).—Segunda mitad del siglo VI-III a. J. C. La Albufera (Alicante).—Finales del siglo V-III a. J. C. (…)”. (203). SAN NICOLÁS PEDRAZ, María del Pilar. “Las cáscaras de huevo de avestruz fenicio-púnico en la Península Ibérica y Baleares”. www.20622_20622 (2).pdf Página 98. Conclusiones. “(…) La cascara de huevo de avestruz fenicio-púnica tuvo una larga tradición funeraria en el Mediterráneo. En España se han encontrado en veinte yacimientos, la mayoría son necrópolis, excepto tres, que son asentamientos. Estos objetos son abundantes en los siglos VI, V y IV a. J. C. Se han hallado en total 802 ejemplares, repartidos entre ocho yacimientos, de los cuales sabemos con exactitud las que se encontraron: Villaricos (724 ejemplares), 90,3 %. Ibiza (68 ejemplares), 8,48%. Carmona (tres ejemplares), 0,38 %. Almuñécar (tres ejemplares), 0,38 %. Jardín (tres ejemplares), 0,38 %. La Joya (un ejemplar), 0,13 %. Atendiendo a las formas y a las diferentes clases de recortado de los bordes adoptados por esta clase de recipientes sagrados, en España se puede distinguir las siguientes características: — La más abundante es la forma I (447 ejemplares), pero sólo la encontramos en la necrópolis de Villaricos, su borde es del tipo 6a.

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— La más frecuente es la forma II (290 ejemplares). La mayoría de los bordes están rotos, sólo existen algunos ejemplares donde se puede apreciar todos los tipos. — Las formas III (un ejemplar) y IV (nueve ejemplares) sólo se hallan en Ibiza, los bordes son de los tipos 6a, 6b y 6c. / (Página 99) — De la forma V existen dos ejemplares, uno en Ibiza y el otro en Villaricos. — De la forma VI no se ha encontrado ningún ejemplar. — La forma VII sólo se ha hallado en Ibiza (tres ejemplares), pero actualmente se desconoce su paradero, sólo tenemos noticias de ellas por publicaciones anteriores. Generalmente todas las cascaras de huevo de avestruz están decoradas, excepto la de la forma I. En la mayoría de ellas la ornamentación está muy estropeada o ha desaparecido completamente. Existen dos técnicas diferentes: 1. Grabadas. —Dos fragmentos de la necrópolis de Puig d'es Molins encontrados en el Museo de Mahón, una cascara de la forma II del yacimiento de Santa Lucía y varios fragmentos de los yacimientos de los Alcores (Carmona). 2. Pintadas. —Todos los ejemplares de las formas II, III, IV, V y VII. Casi todas están decoradas con pinturas ocre, pero también se perciben en algunos ejemplares el color negro (Ibiza y Almuñécar) y azul (Villaricos). Estas decoraciones nos ofrecen motivos de índole muy diversas: La ornamentación de la forma II está situada alrededor del galbo, en la parte central. Existen dos formas de delimitarla: 1. Por medio de motivos en bandas horizontales. Las decoraciones más frecuentes son la fitomorfas y el elemento más constante es la palmeta griega. 2. Por medio de motivos en bandas horizontales y verticales, formando metopas, el número de sectores suelen ser de 3, 4, 5, 6, 7 y 8, el más frecuente es el de 4. Las decoraciones son muy variadas: lineales, geométricas, florales y zoomorfas. — En Villaricos se dan por igual todos los motivos. — En Ibiza son frecuentes la flor de loto entreabierta con dos capullos a los lados y la rosácea. Como motivo especial están las «oudjas». — En Almuñécar sólo existen aves estilizadas. La ornamentación de las formas III y IV está situada en los extremos están pintadas con trazos muy finos, los motivos son lineales y geométricos. En las cascaras de la forma V sólo quedan restos de pintura y no se puede percibir los motivos. En la forma VII hay pintado en negro y rojo un rostro, sus rasgos son casi todos iguales. / (Página 100) 130


Las cascaras de huevo de avestruz de la forma I aparecidas en España son coincidentes en su ausencia de ornamentación a las halladas en los yacimientos del Iorte de África, que datan del siglo vi a. J. C, asimismo las cascaras de la forma III, IV y VII son similares en su decoración a las descubiertas en dichos yacimientos africanos. Los motivos de la forma II son todos muy diferentes entre sí, aunque presenten una similitud a causa de la corriente orientalizante que existió en esa época. Es posible, por tanto, que en un primer período las cascaras halladas en España fueran traídas ya decoradas del Iorte de África, y que posteriormente, cuando se difundió más esta costumbre de depositarlas en las tumbas, existieran en España distintos talleres decorativos que copiaran y transformaran. Hipótesis difícil de confirmar, y que se apoya únicamente en la pluralidad de motivos y en la posibilidad de encontrar ejemplares idénticos (actualmente sólo se han hallado cuatro ejemplares idénticos, dos a dos). Io obstante, quedan muchos problemas por resolver, que sólo la aparición de nuevos hallazgos y su sistematización podrán ayudar a ir hallando relaciones al conocimiento de las cascaras de huevo de avestruz que hemos estudiado (…)”. (204). ALMAGRO BASCH, Martín. “Las raíces del arte ibérico”. Antigua. Historia y Arqueología de las civilizaciones. www.140863.pdf Página 18. “(…) En fin, aún podríamos incorporar nuevos materiales a esta relación, como los huevos de avestruz decorados (95), con sus motivos tan paralelos a las primeras cerámicas tartésicas (…)”. Página 18. “(…) Véase una extensa referencia a estos huevos de avestruz en Blázquez, Tartessos, pag. 182 a 184 (…)”.ORDÓÑEZ FERNÁNDEZ, Rocío. “Identidad y conflicto en el mundo fenicio peninsular: Una aproximación desde el postcolonialismo”. Herakleion 5, 2012: 5-25 ISSN: 1988-9100. www.eocio Ordoñez.pdf Página 15. “(…) En el plano opuesto, tampoco hay que olvidar los efectos de la más que posible coexistencia de fenicios e indígenas en los poblados del interior. La presencia fenicia en el interior era una idea planteada ya por Bonsor (1997:98) a finales del siglo XIX, al relacionar los objetos de tipo oriental aparecidos en la necrópolis de El Acebuchal, como marfiles y huevos de avestruz, con la presencia de colonos orientales en las tierras del interior dedicados a labores agrícolas (…)”. (205). FERNÁNDEZ NIETO, Francisco Javier. “Economía de la colonización fenicia y griega en la Península Ibérica”. Ediciones Universidad de Salamanca. Stvd. hist., Hª antig. 17, 1999, pp. 25-58. ISSN: 0213-2052 www.Economia_de_la_colonizacion_feniciia_y_gr.pdf Página 37. “(…) La mayoría de los productos antes mencionados llegaron también desde la cuenca oriental mediterránea en los primeros tiempos 131


de la colonización para facilitar la instalación de las distintas comunidades de ambos orígenes, eliminándose algunos cuando podían ser reemplazados por la industriosidad local; a ello habría que añadir algunas clases de instrumental (agrícola, naval, de construcción), piezas de vehículos, semillas y plantones, y bastantes artículos de lujo, que nunca dejaron de importarse para las clases acomodadas trayéndolos desde los centros productivos originales, como podrían ser joyas y aderezos, bronces, vasos de alabastro y de otras piedras duras, huevos de avestruz, perfumes y ungüentos, especias, drogas y / (Página 38) medicamentos, vinos de fama, pieles exóticas, textiles valiosos (27) (…)”. Página 38. Cita 27. “(…) Por ejemplo, los finos vestidos de mujer datables en el siglo V que fueron hallados en una tumba de Gades podrían haber sido importados: vid. C.ALFARO GIIER, «Fragmentos textiles del sarcófago antropomorfo femenino de Cádiz», Homenaje al Prof. Martín Almagro Basch, II, Madrid, 1983, pp. 281-289 (…)”. (206). GLASMAN Gabriel. “Aníbal enemigo de Roma”. Colección: Historia Incognita. Madrid. Ediciones Nowtilus. 2007. www.6385aebd056e49099d3cc93f90c77c3c.pdf Página 34 y 35. “(…) Los registros arqueológicos también hablan de cierta producción ceramista de cualidades esencialmente utilitarias y de una marcada inclinación hacia la joyería, a la sazón una de sus más particulares exportaciones. Esto lleva a Huss a señalar que: / (Página 35) “Si no nos engañamos, los artistas cartagineses desarrollaron su mayor maestría en el ámbito de las artes menores profanas y sacras: en la fabricación de monedas, lámparas, trabajos de marfil, objetos de adorno, sellos, pendientes, amuletos, estuches para amuletos, las llamadas navajas de afeitar, cáscaras de huevo de avestruz pintadas, y más cosas” (…)”. (207). ROSSER LIMIÑANA, P. & ELAYI, J. & PÉREZ BURGOS, J. M. “El cerro de las balsas y el Chinchorro: Una aproximación a la arqueología del poblamiento prehistórico e ibérico de la Albufereta de Alicante”. LQNT. Monográfico 2. Alicante. Ayuntamiento de AlicantePatronato Municipal de Cultura. 2003. www.lqnt2-cerro1.pdf Página 249. 7. Tumbas, rituales funerarios y creencias religiosas en La Albufereta: primer acercamiento. “(…) hay también lucernas, monedas, cajas de todos los tipos, arreos de caballos, útiles, llaves, cadenas, clavos, objetos de esparto, tabas, huevos de avestruz y varios objetos mal conservados o cuya función no está clara (…).

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Fragmentos de huevos de avestruz han sido encontrados en la necrópolis de La Albufereta, pero faltan más detalles sobre estos hallazgos: según E. A. Llobregat, J. Lafuente Vidal habría encontrado algunos / (Página 250) “en varias sepulturas” y el mismo ha encontrado algunas cáscaras de huevos de avestruz” en las tumbas ibéricas destruidas por el templo construido sobre una parte de la necrópolis, a la entrada de la albufera. Se trata de un material quebradizo, a menudo mal conservado y que se ha escapado a la atención de los arqueólogos: los hallazgos registrados son muy significativos. La Península Ibérica es, con mucho, la región que ha ofrecido la documentación más numerosa con más de 800 ejemplares. En realidad, 724 ejemplares proceden de tumbas de la necrópolis de Villaricos, fechadas de los siglos VII-VI, entre los cuales 447 estaban enteros y sin decoración (Tipo I) como en la necrópolis de La Albufereta; la mayoría de los otros han sido encontrados en tumbas de Ibiza, fechadas desde el siglo VI al siglo III; algunos ejemplares proceden de contextos funerarios de otros yacimientos como Almuñecar, Huelva y Carmona y, de contextos no funerarios en El Carambolo, Toscanos y Almizaraque. Las cáscaras de huevos de avestruz, conocidas desde el III milenario en el mundo mesopotámico, después en las tumbas siro-fenicias y chipriotas en el II y I milenios, estaban sobre todo muy difundidas en las tumbas púnicas del África del Iorte entre el siglo VII y III; representaban una categoría particular de las prácticas y creencias religiosas púnicas, con, al parecer, un valor simbólico relacionado con el principio mismo de la vida y un valor apotropaico. Más que interpretarlas como un préstamo religioso de algunos habitantes de La Albufereta a la religión feniciopúnica, parece más probable interpretar las tumbas con huevos de avestruz como posibles tumbas de fenicios y/o de púnicos enterrados en el yacimiento (…)”.VERDÚ PARRA, Enric. “Sobre la presencia de monedas púnicas en sepulturas de la necrópolis de L´Albufereta (Alacant)”. Publicado en: “Los Púnicos de Iberia: proyecto, revisiones, síntesis. Preactas”. VI Coloquio Internacional del Centro de Estudios Fenicios y Púnicos. Eduardo Ferrer Albelda Editor. 30 septiembre-1 y 2 octubre 2009. www.Preactas Púnico.pdf Página 74. “(…) El yacimiento de l’Albufereta fue muy pronto catalogado como “cartaginés” o “ibero-púnico”. Curiosamente hoy estas tesis vuelven a estar de actualidad. En el caso de la necrópolis, la revisión de los materiales ha venido a caracterizar un conjunto más amplio del que se pensaba en principio, en el que destacan 133


no sólo estas monedas púnicoebusitanas sino varias cerámicas de mesa comunes y decoradas (durante décadas consideradas ibéricas), imitaciones ebusitanas y de otros talleres del mundo semita (Gadir, Carthago), terracotas (entre las que destacan los denominados pebeteros en forma de cabeza femenina), cuentas de collar de pasta vítrea, fragmentos de cáscara de huevo de avestruz y varios amuletos orientales (…)”. (208). Texto del vídeo que hay en el Museo Arqueológico de Villajoyosa (Vilamuseu). “(…) El huevo de la vida eterna. Pieza de invierno 2017. En las excavaciones aparecieron más de 150 tumbas de los siglos VII al V a. C. El huevo de la flor de loto apareció en la tumba 445, mientras que la esfera ovoide apareció en la tumba 503. Ambas piezas se encontraron en grandes tumbas de cámara, rectangulares. El huevo de avestruz era símbolo de resurrección y fertilidad, por eso se encuentran en tumbas fenicias (…)”. Texto del folleto de la pieza de invierno 2017 que hay en el Museo Arqueológico de Villajoyosa (Vilamuseu).. “(…) Exposición: Pieza de invierno. El huevo de la vida eterna (Enero-marzo de 2017). El huevo y el fragmento de huevo decorado aparecieron en dos de las tumbas más espectaculares de la necrópolis de Les Casetes, en el sector de Jovada, excavado en 2015. Datan del siglo VI a. C., y están asociadas a la cultura fenicia. Las cáscaras depositadas en las tumbas simbolizan la resurrección y eternidad del alma. Se utilizaron diferentes técnicas para la decoración de estos huevos. El huevo completo está pintado con flores y palmetas y en el casquete de huevo encontramos un huecorrelieve pintado de rojo, con un símbolo astral (una estrella o el Sol), similar al símbolo del oriental del

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Sol, Shamash. Esta segunda pieza es un hallazgo único en la Península Ibérica (…). Comisarios. Hélene Le Meaux. Conservadora en el departamento de Antigüedades Orientales del museo del Louvre, donde es responsable de las colecciones mediterráneas del primer milenio antes de Cristo. Su tesis doctoral trata de la iconografía orientalizante en la Península Ibérica, especialmente sobre materias duras de origen animal. Diego Ruiz Alcalde. Licenciado en geografía e Historia, especialidad en Arqueología. Es arqueólogo municipal y responsable del Departamento de Investigación de Vilamuseu, red de Museos y Monumentos de Villajoyosa. María José Velázquez Pascual. Licenciada en Belas Artes, especialidad en Conservación y restauración. Es restauradora del departamento de Conservación e Instalaciones de Vilamuseu. (209). “Creencias, símbolos y ritos religiosos”. Museo Arqueológico Nacional. Pieza del mes. Ciclo 1999-2000. www.MAN-Pieza-mes-199910-Terracota.pdf Página 4. Motivos simbólicos de las terracotas. “(…) FLOR DE LOTO: es el motivo más abundante en esta serie. Aunque su origen es claramente egipcio, aparece profusamente representado en la arquitectura y orfebrería fenicias así como en las estelas de Cartago. El loto es la flor de la vida y de la femineidad. Se relaciona con el culto a Tanit, aunque también aparece relacionado con Baal Hammón (…)”. (210). BLÁZQUEZ, J. M. Capítulo XVIII. “La colonización cartaginesa en Ibiza”. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª edición). Página 497. Discos y placas de terracota. “(…) Los ejemplares sardos llevan precisamente en el centro la flor de loto, en compañía de rosetas, de espirales y de palmetas. La flor de loto, en la simbología funeraria egipcia, alude a la vida ultraterrena (…)”.BLÁZQUEZ, J. M. Capítulo XVIII. “La colonización cartaginesa en Ibiza”. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª edición). Página 498. Discos y placas de terracota. “(…) Se está mal informado sobre las creencias púnicas y fenicias sobre la vida después de la muerte. 135


Al parecer se evolucionó mucho en este aspecto a lo largo de los siglos. A partir del siglo IV a. C., hay una transformación completa en los ritos funerarios de los cartagineses y posiblemente en sus ideas sobre ultratumba. El cambio del rito de inhumación al de incineración, que se generaliza poco a poco, debió ir acompañado de las ideas griegas sobre la inmortalidad y de la liberación del alma. Los ajuares funerarios parecen indicar que existía la creencia en una vida del difunto en la tumba, parecida a la que llevaban los vivos sobre la tierra. Esta concepción queda bien reflejada entre los judíos en el libro de Job: “¿Qué puedo yo esperar? El sepulcro será mi morada, en las tinieblas he extendido mi lecho. A la fosa grité: ¡Tu eres mi padre! y a los gusanos: Mi madre y mis hermanos. ¿Dónde está mi esperanza? ¿Y mi dicha quién la divisa? ¿Van a bajar a mi lado al sepulcro? ¿Ios vamos a hundir juntos en el polvo?”. Algunos investigadores han aceptado la tesis de la creencia entre los fenicios de una especie de sheol, como en Israel, concepción que remonta a creencias documentadas ya en Ugarit y, atestiguadas en las inscripciones de Eshmounazar, rey de Sidón y, de Tabnit. Lo que es seguro es que la religión griega y la egipcia influyeron poderosamente en las creencias funerarias de los fenicios y de los cartagineses, que terminaron por aceptar la existencia de las islas Afortunadas, como mansión de los difuntos. También se ha pensado que existía la creencia de un viaje de los difuntos a los infiernos a través del mar o de la tierra. Diodoro atestigua la creencia púnica en la aparición de los difuntos. El rito de pintar de rojo los huesos de los difuntos o el interior de los huevos de avestruz tenía por finalidad revigorizar al difunto infundiéndole una energía parecida a la de la sangre. El tema de los delfines en los discos está tomado, en opinión de Astruc, de las monedas cartaginesas sicilianas. Un ejemplar de Gela es una réplica muy frecuente en las necrópolis púnicas del siglo VI a. C.; está también documentado en Ibiza y en Motya. El motivo decorativo de SS y puntos en ellas puede haber llegado del mundo griego y más concretamente de la cerámica rodia, pero la composición está reelaborada por los coroplastas púnicos. Palmetas de cuenco se representan en piezas de Ibiza y de Eryx y también de Douïmes, fechadas en el siglo VII a. C. Estos motivos de palmetas de cuenco son los prototipos que tuvo presente el musivario que confeccionó el pavimento de una tumba de Galera. El escarabeo sobre un disco de Ibiza es un motivo con un repertorio fenicio y púnico; aparece en otro sello de Motya, que es un paralelo próximo. Esta 136


ciudad ha dado también un paralelo exacto para la composición ibicenca, de un pájaro volando, que lleva una serpiente en el pico; esta escena tiene un precedente en sellos de marfil del santuario de Hera Limenia en Perachora, datados en el siglo VII a. C. Peces y pájaros de los sellos de Ibiza son hermanos de los de Motya. El número de piezas halladas en Ibiza es muy superior a las encontradas en Sicilia. Es probable, como sugiere Bisi, que Sicilia desempeñase un papel muy importante en la transmisión de estos modelos a Ibiza. Los temas ibicencos de las gorgonas, de los delfines, de los silenos, de los pájaros con las alas extendidas y, quizás del sicopompo son de origen griego y tienen carácter funerario, al igual que los motivos de / (Página 499) procedencia oriental, como son los escarabeos y la flor de loto. Se ha supuesto que se usaban estos discos como oscilla en el interior de las tumbas. El mismo uso, según esta autora, tendrán las máscaras de demonios y de dama joven con klaft recogidas no solo en las sepulturas, sino en los santuarios. Estos discos, tanto por su tipología, como por su función, parecen tomados de prototipos griegos, como se deduce del hecho de que algunos discos de Corinto están decorados por ambos lados y, otros tienen un hueco en el centro, como los ejemplares púnicos más antiguos. Una matriz de Corinto decorada con espirales y palmetas, incisas muy profundas, es muy parecida a las piezas sicilianas y cartaginesas del siglo VI a. C. Estos discos sirvieron para expresar bien ideas funerarias típicas de los semitas y, siguen un repertorio de motivos diferentes del usado por los griegos. Tienen carácter apotropaico. En opinión de Bisi, los dioses en terracota con símbolos hallados en los templos griegos, de Corinto y Perachora, fechados en los siglos VIII y VII a. C., y en fecha posterior, están para los púnicos en el primer plano que las máscaras apotropaicas y los amuletos de pasta vítrea, que en la tumba garantizan la tranquilidad de los difuntos. Los discos de terracota tendrán la misma finalidad que las máscaras y los amuletos (…)”. (211). BLÁZQUEZ, J. M. Capítulo XVIII. “La colonización cartaginesa en Ibiza”. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª edición). Página 497. Discos y placas de terracota. “(…) un grupo aparte de terracotas de Ibiza está formado por discos y placas, han sido 137


estudiadas por Astruc, por Bisi y por Tarradell. Van decoradas con motivos vegetales y, más raramente antropomorfos o zoomorfos. En Cartago están atestiguadas a partir del siglo VI a. C., y perviven hasta finales del siglo II a. C. La mayoría son circulares, siendo las de forma rectangular escasas. Los motivos decorativos en estas piezas ibicencas son muy variados: fitomorfos, azoomorfos (delfines, peces, pulpos, águilas, gallo, perro, pájaro y escarabeo), antropomorfos (esfinges, oudje, gorgoneion, Bes (muy frecuente), jinetes, Silenos itifálicos, soldados, Eros niño, hipocampo, cabeza femenina). Estos discos han aparecido también en Cerdeña y Sicilia. Los primeros se datan del sigloVI a. C., y se caracterizan por diseños fitomorfos, que no se encuentran en otras matrices púnicas. Se puede admitir para estos motivos decorativos un significado funerario por la presencia en los discos de los temas fitomorfos. Los ejemplares sardos llevan precisamente en el centro la flor de loto, en compañía de rosetas, de espirales y de palmetas (…)”. Página 498. Discos y placas de terracota. “(…) Palmetas de cuenco se representan en piezas de Ibiza y de Eryx y también de Douïmes, fechadas en el siglo VII a. C. Estos motivos de palmetas de cuenco son los prototipos que tuvo presente el musivario que confeccionó el pavimento de una tumba de Galera (…)”. (212). BRODRICK, M. & MORTON, A. A. “Diccionario de arqueología egipcia”. Coleción Enigmas de la Historia. Madrid. Edimat Libros. 2003. Página 140. Ptah. Imhotep hijo de Ptah. “(…) En Menfis, Ptah era considerado el más anciano de los dioses. Recibía el nombre de “padre de los padres poderosos, padre de los inicios, el que creó el huevo del Sol y el huevo de la Luna”, “el creador de su propia imagen”. (…) Su nombre significa “arquitecto, fabricante, constructor”. Una leyenda le asocia con Khenemu en el trabajo de creación a las órdenes de Thot. Se dice que estableció justicia eterna sobre la tierra (…)”. (213). RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Ciudadela. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1986. Página 62. Libro I. Primeras noticias de Menorca. Sección III. Idioma, alfabeto, trages, y cultura de los Menorquines en los siglos de que hablo. “(…) Otro de los rastros que aún subsisten de la dominación de los Fenicios en Menorca, y el más duradero a lo que parece, son las medallas de esta Nación, de que se han encontrado muchas en este suelo. Tengo muy 138


presentes que en 1801 vide en poder del Mayor Hamilton Oficial Británico residente entonces en Menorca dos de estas medallas halladas aquí en su tiempo en que en mi concepto eran muy curiosas. Yo las tuve por las dos primeras de la tabla XVII del Sr. Velásquez (41) y pertenecientes según este Escritor, al famoso templo de / (Página 63) Lucifera (42) en la Bética. En el anverso de la primera había una cabeza sin barba mirando a la derecha con un bonetillo sin punta; detrás descuello unas tenazas, y algunas letras que en sentir del propio Velásquez son (43) Fenicias. Al reverso de la misma medalla havia una estrella con ocho rayos dentro de una corona de (44) laurel. La segunda medalla contenía en su anverso una cabeza buelta a la isquierda cubierta con un gorro, ó pileo de figura piramidal. La barba era muy espesa, y detrás de la cabeza havia no menos unas tenazas, y algunas letras ala parte del rostro muy parecidas a las de la otra medalla. En el reverso de esta solo se divisava una cabeza de muger que estava de frente, y rodeada de rayos. Como / (Página 64) estos momentos me parecieron muy curiosos (45), tomé apuntes de su contenido, y por este medio los tengo muy presentes. El referido Sr. Velazquez es de parecer que las letras de ambas medallas son Fenicias, y quieren decir HEZPHaTZ, o Hephaistos, nombre que tenía Vulcano entre los Orientales, y quiere decir Padre del Fuego (46) por los motivos que allí expresa. También opina que la estrella y cabeza rodeada de rayos que se ven al reverso de estos monumentos según lo dicho, significan a la Diosa Asterte muger de Vulcano, según creían los fenicios, y era la Luna, ó Isis de los Egipcios, la Alitat de los Árabes, la Milita de los Pesas, la Artemis, Diana, Dictinna, y Venus de los Griegos (47) (…)”. Página 62. Cita (40). “(…) Veánse la nota nº 86 de esta Sección, y el Sr. Masdeu en su Historia Crítica de España en el discurso preliminar cap. 2.nº 54., y en el lib., II. S. XIX, página 101 (…)”. Página 62. Cita (41). “(…) Ensayo sobre los Alfabetos de las Letras desconocidas &c. Madrid, página 142, y siguientes en la Tabla XVII, n. I y 2 (…)”. Página 62. Cita (42). “(…) Idem, ibidem (…)”. Página 62. Cita (43). “(…) Allí mismo (…)”. Página 62. Cita (44). “(…) En el reverso de la primera de dichas medallas deleitado Velásquez tabla XVII (…)”. Página 64. Cita (45). “(…) Véase dicha Tabla XVII (…)”. Página 64. Cita (46). “(…) Idem Velázquez ibi (…)”. Página 64. Cita (47). “(…) En la misma obra de este Escritor pág. 144 (…)”. (214). LORRIO, Alberto J. (Dir). “La necrópolis orientalizante de Boliche (Cuevas de Almanzora, Almería). La colección Siret del Museo Arqueológico Iacional”. Bibliotheca Archaelogica Hispana. Madrid. Real 139


Academia de la Historia. 2014. www.Isidro Martínez Mira y Eduardo Vilaplana Ortego.pdfr Página 109. Huevos de avestruz. (215). www.ceres.mou.es “(…) Museo de Almeria Museo de Almería Museo CE14307 Inventario Sección de Arqueología Departamento Clasificación Elementos Cultuales Genérica Cáscara de huevo de Objeto/Documento avestruz Forma de vaso Tipología/Estado Huevo de avestruz Materia/Soporte Pigmento Rojo Decoración pintada Técnica Cortado Altura = 14,50 cm; Diámetro máximo = Dimensiones 14,80 cm; Diámetro boca = 9,50 cm Cascarón de huevo de avestruz, seccionado transversalmente a modo de vaso, con el borde finamente dentado en V y restos de decoración pintada en color rojo, de tipo geométrico. Presenta Descripción las superficies muy erosionadas, aunque aún es posible apreciar parte de la característica decoración en bandas de este tipo de piezas: anchas cenefa de triángulos invertidos, 140


dispuestos sobre la zona superior del galbo, de los que sólo se conservan dos mitades, en la cenefa superior, y uno entero, en la inferior; entre la franja superior y el borde, una delgada banda de líneas pareadas, cerrando la composición; en el resto de la superficie, sólo se aprecian manchas rojizas aisladas. Conserva restos de oxido de hierro en el interior. 600[ac]=501[ac] Datación Hierro Antiguo. FenicioContexto Púnico Cultural/Estilo Ajuar funerario / Vaso ritual de carácter Uso/función simbólico Villaricos, Cuevas de Almanzora(Bajo Almazora (comarca), Almería): Iecrópolis de Baria: sepultura de inhumación/Desconocida Desconocido, Lugar de Procedencia [Sepultura de inhumación tipo C de M. Astruc, en fosas rectangulares con cavidad inferior o en fosas simples, bien con forma antropomorfa o con puente.] Villaricos Lugar 141


Específico/Yacimiento

Clasificación Razonada

Suelen formar parte de los ajuares de las necrópolis semitas, ya que tienen un claro sentido funerario al representar el germen de una nueva vida (Ramos, 1986: 599), si bien también conocemos hallazgos procedentes de lugares de hábitat. Se fechan desdés el siglo VII a. C., aunque su mayor difusión corresponde a los siglos VI, V y IV a. C., sin que ello sea obstáculo para que algunas hayan sido encontradas en niveles o sepulturas de los siglos II y I a. C., como ocurre en Cerro de Montecristo y Villaricos (Almería), este último yacimiento, ha proporcionado un mayor número de cáscaras de huevo de avestruz, con cerca de ochocientos ejemplares, importados masivamente del norte de África. Estas cáscaras pueden aparecer enteras, con una o dos perforaciones, o lo que es más corriente, cortadas 142


por la mitad o la parte superior, con sus bordes lisos, redondeados o dentados en V. Algunas cáscaras estarían suspendidas en el aire, colgadas por finos hilos, a juzgar por las perforaciones que presentan, y suelen recibir una decoración pintada en color rojo, ocre, azul o blanco, preferentemente en su parte central, usando motivos como palmetas, zigzags, flores, triángulos, líneas, aves, ciervos, grifos, etc., ya sea por medio de bandas horizontales simples, o combinándolas con otras verticales. En muchas ocasiones fueron utilizada para contener ocre -sustancia vinculada al ritual simbólico-, así como semillas, tal y como ocurre en Villaricos. San Iicolás Pedrar, ha establecido una tipología para las formas y motivos decorativos de estas cáscaras, con trece tipos de bordes y siete de cáscaras. Las 143


Tipo de Colección

Bibliografía

descubiertas en la necrópolis de Villaricos se adscribirían a las formas I, II y V, con bordes del tipo 6 a. Astruc, M. estableció un total de siete series, en base a su decoración, siendo las más antiguas las decoraciones más cuidadas y complejas. En su opinión, las cáscaras pintadas con bordes dentados serían anteriores a las enteras sin pintar, al menos en lo tocante a Villaricos. Se ha apuntado la posible imitación en cerámica de estas cáscaras, como reflejan algunas piezas de Villaricos y Frigiliana, con una forma similar, tapadera y bordes dentados o apuntados, cuya fecha coincidiría con la de máximo apogeo de estos objetos. Colección Estable MARTÍI RUIZ, J.A.. Catálogo documental de los fenicios en Andalucía. 1995. Paralelo:p. 167-70/Figs. 167-8. 144


SAI IICOLÁS PEDRAZ, M.P.. ´Las cáscaras de huevo de avestruz feniciopúnico en la Península Ibérica y Balerares´. 1975. Cuadernos de prehistoria y arqueología, 2, pp. 75100. Bibliografía de consulta SAVIO, G. Le uova di struzzo dipinte nella cultura punica. 2004. Bibliotheca archeologica Hispana, 22. Studia Hispano-Phoenicia, 3 .

Observaciones

SIRET, L.. Villaricos y Herrerías, antigüedades púnicas, romanas, visigóticas y árabes. 1906. Memoria Descriptiva e Histórica de la Real Academia de la Historia. Exposición Homenaje a Luis Siret (1860-1934). Madrid 1985. Ministerio de Cultura.. Bibliografía de consulta Disponible para exposición temporal, de acuerdo a la normativa 145


legal vigente (…)”. (216). ALMAGRO GORBEA, M.J. “Las ánforas de la antigua Baria (Villaricos)”. www.14.pdf Página 272. Tipos y formas de las ánforas de Villaricos. “(…) Pascual Guash se inclina a fechar el tipo hacia el siglo III a. C., datación que a nosotros nos parece muy baja en el caso de Villaricos, teniendo en cuenta que en este yacimiento aparecen siempre, aunque es un tipo escaso, en tumbas de inhumación del tipo C ya descrito, que ofrecen casi siempre huevos de avestruz recortados en copa y con decoraciones de los tipos II B y IIC de M. Astruc, los cuales deben fecharse hacia finales del siglo V a. C., o más bien hacia el siglo IV a. C. (figs. 6, 8, 10). Este tipo de huevos de avestruz hemos comprobado que ha desaparecido en las tumbas posteriores al siglo IV a. C, pues hasta el momento no los hemos localizado en las cámaras hipogeas excavadas por nosotros, donde por otro lado tampoco hemos encontrado este tipo de ánfora ni el que vamos a describir a continuación. Tampoco aparecen estos huevos o estos tipos de ánforas en la necrópolis superficial de incineración de Villaricos, datable en los siglos III-II a. C., por lo cual nosotros creemos que es un tipo anterior a estas fechas (…)”.BELÉN, María. “Aspectos religiosos de la colonización fenicio-púnica en la Península Ibérica. Las estelas de Villaricos (Almería)”. SPAL 3 (1994):257-279 www.DialnetAspectosReligiososDeLaColonizacionFenicopunicaEnLa-176606 (1).pdf Página 263. “(…) La cronología de estos monumentos sólo podrá ser precisada cuando se lleve a cabo un estudio pormenorizado de los objetos que componían el ajuar de cada sepultura (25). Iosotros hemos intentado clasificar las ánforas de las tumbas 460 y 462 a partir de las ilustraciones de Flores y pensamos que podrían corresponder al tipo III de Mª J. Almagro; de ser así, habría que asignarles una cronología de fines del siglo V y, sobre todo, del IV a. C. (Mª J. Almagro Gorbea, 1986b:274 y fig.3). Ratifica esta datación la presencia en estas mismas sepulturas de huevos de avestruz que se han fechado entre los siglos VI-IV a. C. (san Nicolás, 1975:98) (26) (…)”·. Página 263. Cita (26). “(…) Huevos de avestruz se hallaron también en las sepulturas 413/2, 460, 462, 511, 513, 515 y 601 (…)”.BELÉN, María & ESCALENA, José Luís. “Testimonios religiosos de la presencia fenicia en Andalucía Occidental”. SPAL 6(1997): 103-131. www.DialnetTestimoniosReligiososDelaPresenciaFeniciaenAndaluc.pdf Página 106. 146


2.1. Los hallazgos y su contexto. “(…) Por su parte, las manufacturas orientalizantes de la Península Ibérica ofrecen también abundantes ejemplos de la misma decoración, tanto en metal (Carriazo 1973: figs. 20 y 21; Blazquez 1968: fig., 18, lam. 17A) como en marfil (Aubet 1980: 42-43, fig. 14, láms. X-XII) o en los huevos de avestruz de Villaricos (VII-VI a. C.) (Astruc 1951: láms. LV, 9; L VI, 271, 458, 817, etc.) y de Ibiza (VI-III a. C.) (San Nicolás 1985: 98 y tabla IV, lám. IV) (…)”.BLAZQUEZ, José María & GARCÍA-GELABERT, María Paz. [Publicado previamente en: Actas del IV Congreso Internacional de Estudios Fenicios y Púnicos. Cádiz, 2-6 de octubre de 1995, Madrid 2001, 551-560 (también en J.Mª Blázquez, El Mediterráneo y España en la antigüedad. Historia, religión y arte, Madrid 2003, 345-356). Editado aquí en versión digital por cortesía de los autores, bajo su supervisión y con la paginación original]. © J.M.ª Blázquez y M.ª P. García-Gelabert. www.el-impacto-fenicio-en-lareligiosidad-indaena-de-hispania-0.pdf Página 555. “(…) Las máscaras de Ibiza se fechan entre los ss. V-IV a.C. El uso de la máscara en Occidente presenta las mismas características que en Oriente. Ya A. Ciasca observa que del uso de las máscaras quedan excluidas la Península Ibérica, la región occidental de Argelia y Marruecos. La novedad de la pintura del vaso de El Cigarralejo es documentar por vez primera un ritual fúnebre en el que participan guerreros cubiertos con máscaras, lo que creemos que es de gran interés. El ritual no debe ser de origen indígena, ya que no se documentan en el mundo funerario ibérico, sino que se pasó muy probablemente del uso funerario de depositar máscaras en las tumbas de Ibiza y de Cartago, regiones con las que la Península Ibérica mantenía relaciones intensas de comercio, al empleo de la máscara de los que participaban en el ritual fúnebre. Llama la atención el hecho de no haberse encontrado máscaras en Villaricos (48), a pesar de que en las necrópolis de la dicha ciudad se depositaron huevos de avestruz (49), costumbre funeraria cartaginesa, y de ser la colonia cartaginesa más importante de la Península, con la que Cartago tenía que mantener fuertes relaciones comerciales de exportaciones de minerales de Oretania, según la tesis de A. Blanco a través de Castellones de Ceal en Jaén, y de las salazones de la ciudad, producto este último que sabemos por un texto de Timeo (Ps Arist. de mir. auspc. 136) que los cartagineses conseguían en Hispania (…)”. Página 555. Cita (48). “(…) M. J. Almagro Gorbea, La necrópolis de Baria (Almería), EAE, Madrid 1984 (…)”. Página 555. Cita (49). “(…) P. 147


San Iicolás, "Las cáscaras de huevo de avestruz fenicio-púnicas en la Península Ibérica y Baleares", Cuadernos de Prehistoria y Arqueología 2, 1974, 75-100 (…)”.Capítulo 2º. Colonizaciones. www.HVA-c2.pdf Sumario. II. Colonizadores históricos. –La expansión fenicia en Occidente. Las colonias fenicias en el Sur y Sudeste hispanos. Villaricos. La Baria fenicia. ¿Molybdana en Villaricos? La segunda ocupación púnica. Baria cartaginesa. Página 115. III. Colonizadores históricos. Las colonias fenicias en el Sur y Sudeste. Villaricos. “(…) Almizaraque-Herrerías podría ser el lugar ideal de su ubicación, junto a las minas y separada de la factoría costera. Almizaraque siguió habitado hasta después de la ocupación romana y en Herrerías encontró Siret un grupo de fosas de incineración, que nos descubre la existencia de una población indígena en buen armonía y frecuente trato con los colonos fenicios de la Baria de Villaricos, a los que compran vasijas cerámicas, cascarones de huevos de avestruces decorados, lámparas cerámicas y joyas de pacotilla (…)”. Ibidem. Página 117. III. Colonizadores históricos. Las colonias fenicias en el Sur y Sudeste. La Baria fenicia. “(…) Este grupo de sepulturas dio 50 cascarones de huevos de avestruz cortados en forma de vaso y decorados y, 300 enteros sin decorar, uno de ellos contenía un puñado de granos; en algunas sepulturas / (Página 118) estos cascarones constituían el único ajuar; en una aparecieron dos cascarones de huevos de gallina (…)”. Ibidem. Página 119. III. Colonizadores históricos. Las colonias fenicias en el Sur y Sudeste. La Baria fenicia. “(…) Pasamos a las sepulturas que se pueden datar en los siglos VIII-VI y que corresponden a la etapa fenicia postgaditana. (…) En el ajuar las piezas más frecuentes eran los cascarones de huevos de avestruz cortados en forma de vaso, con decoración pintada. (…) Los cascarones están cortados a tres cuartos de su altura (…)”. Ibidem. Página 120. III. Colonizadores históricos. Las colonias fenicias en el Sur y Sudeste. La Baria fenicia. “(…) En las sepulturas de hoyos Siret recogió tres cascarones de huevos de avestruz enteros y sin decorar. (…) En las fosas grandes apareció un ajuar más abundante. Un cascarón de huevo de avestruz cortado en forma de vaso, con un ajuar más abundante (…)”. Ibidem. Página 120. III. Colonizadores históricos. Las colonias fenicias en el Sur y Sudeste. La baria fenicia. “(…) En la referida colina hay otros cuatro grupos de sepulturas de inhumación de 148


distintas características. (…) Cada tumba contenía un cadáver depositado en un ataúd, compuesto generalmente por un cascarón de huevo de avestruz cortado en forma de vaso y con decoración pintada (…)”. Ibidem. Página 120. III. Colonizadores históricos. Las colonias fenicias en el Sur y Sudeste. La baria fenicia. “(…) Otro grupo de 150 sepulturas de inhumación se descubrieron en la misma colina y en la pequeña de al lado. (…) Se recogieron en total un cascarón de huevo de avestruz entero y sin decorar (…)”. Ibidem. Página 121. III. Colonizadores históricos. Las colonias fenicias en el Sur y Sudeste. La baria fenicia. “(…) Otro grupo de 11 sepulturas estaba en las laderas Sur y Iorte de la colina principal. (…)Se componía de un huevo de avestruz entero y sin decorar (…)”. Ibidem. Página 121. III. Colonizadores históricos. Las colonias fenicias en el Sur y Sudeste. La baria fenicia. “(…) De los objetos encontrados en las sepulturas fenicias y en las indígenas mezcladas con ellas, los más numerosos son los cascarones de huevos de avestruz, que como hemos visto, aparecen enteros y sin decorar o cortados a los dos tercios en forma de copa y decorados. En estos la pintura es roja y, en algunos, quedan rastros de pintura azul. La decoración cubre la superficie y termina a un centímetro o dos del borde; solo en dos ejemplares da vuelta totalmente al huevo en sentido horizontal, generalmente la superficie decorada aparece dividida por líneas verticales en ocho, seis y cuatro sectores y en el interior de cada sector aparecen otras divisiones; los motivos de estas decoraciones son líneas, florales y zoomorfos; el estilo es naturalista y esquemático. Ofrecen hasta siete tipos de decoración. Una de las figuras más representadas es la de un ciervo mirando a la izquierda, bajo un arbolillo plantado detrás, firme, con el cuello vuelto hacia atrás, la cabeza alta, de perfil con la cuerna vista de frente lo mismo que las patas. Otra de las figuras es un avestruz de estilo naturalista. Otros motivos son líneas alteformes, triángulos opuestos por el vértice, líneas onduladas, palmetas superpuestas, báculos, ángulos, florones, trenzados en forma de madeja que únicamente se da en Villaricos (175). El ciervo y los triángulos son una pervivencia de las pinturas rupestres de la vecina comarca de los Vélez. La figura del ciervo podría considerarse el tótem de los siderúrgicos veratenses. Respecto a la relación de los huevos de avestruz con el culto a los muertos debemos tener presente que el avestruz es el ave familiar de los desiertos asiáticos y africanos, fue conocida y cazada antes del neolítico, 149


se la representa en las pinturas rupestres y aparece en todas las parcelas del arte asiático y africano, en el que puede tener carácter de un rito mágico. Los yacimientos paleolíticos y neolíticos del Sahara contienen una gran cantidad de huevos de avestruz. Aparecen en las tumbas egipcias predinásticas de Iagada. En Asia se hallan en las tumbas reales de Ur. Del siglo VII al III fueron adoptados por los cartagineses como ofrendas funerarias. Io se ofrecían como alimento funerario sino como símbolo: el principio de la vida necesario para la resurrección, emblema de la vida futura, anuncio de la resurrección (176) (…)”.MADRIGAL BELINCHÓN, A. & MANSO MARTÍN, E. & RODERO RIAZA, A. “La documentación histórico-arqueológica de la colección Siret sobre la necrópolis de Villaricos (Almería)”. www.CADA_sih-madrigaldocumentacion-villaricos.pdf Página 3. “(…) Otra particularidad que presentan algunos huevos de avestruz y que denotan la importancia que les dio Siret de cara a su conservación y estudio, fue el montaje de los fragmentos necesario para reconstruir los motivos decora vos (Lám. 14a y b) (…)”. (217). RODERO, A. & PEREA, A. &CHAPA, T. & PEREIRA, J. & MADRIGAL, A. & PÉREZ-DIE, Mª. C. “La necrópolis de Villaricos (Almería)”. Complutum extra, 6 (I), 1996: 373-383. www.31018-31036-1PB.pdf Página 376. Cuadro de inhumaciones. Con huevos de avestruz. “(…) Fosas rectangulares simples: 4. Fosas rectangulares, con dos cubetas cuadrangulares: 17. Fosas rectangulares, con sección transversal escalonada y dos cubetas cuadrangulares: 3. Fosas rectangulares, con sección transversal escalonada: 4. Fosas rectangulares, con una cubeta cuadrangular: 2 (…)”. Ibidem. Página 376. “(…) En cuanto a la observación realizada sobre los tipos de ajuares y si guardan o no relación con los diferentes tipos de tumbas, para el caso de las inhumaciones podemos señalar una presencia casi predominante de huevos de avestruz con cada enterramiento. Se observa igualmente una asociación entre los huevos de avestruz lisos que presentan una pequeña perforación en uno de sus extremos con ánforas utilizadas como elementos del ajuar (predomina claramente el tipo Mañá A2). Se aprecia igualmente una fuerte presencia de ataúdes de madera, rara vez asociados a ánforas; en estos enterramientos los huevos de 150


avestruz están decorados y cortados horizontalmente en un extremo. Pudieron servir para dos funciones diferentes: contener líquidos, hecho visible por la marca dejada en el interior de los mismos; o para alguna otra función que requería estar pintados de rojo en su interior. Aparte de estos tres elementos (ataúdes, ánforas y huevos de avestruz), es relativamente rara la presencia de otros objetos como por ejemplo pequeños jarritos con un asa, pequeños cuencos de borde entrante, adornos y ungüentarios de cerámica (…)”. (218). CHÁVEZ ÁLVAREZ, María Esther. “Análisis del territorio durante la ocupación protohistórica y romana en la depresión de Vera y Valle del río Almanzora, Almería”. Departamento de Prehistoria, Antropología e Historia Antigua. Universidad de La Laguna. www.cs91.pdf Página 39. 1.5.3.5. Proyecto “La necrópolis de Villaricos (Almería) a partir de los materiales depositados en el MAC”. “(…) La clasificación tipológica del sector acotado de la necrópolis se ha hecho según el ritual utilizado, ya fuese inhumación, cremación o de carácter mixto. Respecto a este último, un examen detallado de los datos ha revelado que en la mayoría de aquellos enterramientos identificados como de ritual mixto por P. Flores y L. Siret, sólo dos tienen este carácter, mientras el resto responden a superposiciones estratigráficas (RODERO et al., 1996: 377). Como conclusión de este estudio inicial, la datación de las tumbas más antiguas (algunas fosas de inhumación e incineración y también algunos hipogeos) se fecharían en el siglo VI a. C. continuando en uso hasta el cambio de Era e incluso en época romana tardía (RODERO et al., 1996: 382). En cuanto a las analíticas previstas, ya se ha finalizado el estudio arqueozoológico de los restos óseos de la necrópolis, resultado del cual se advierte una selección de los animales adultos y machos, preferentemente, así como un predominio absoluto de la gallina (Gallus gallus); no obstante, están presentes también los ovicápridos, bóvidos, équidos (caballo y asno) y el perro, faltando el cerdo. Al mismo tiempo se observa que los huesos no aparecen muy fragmentados, lo que junto a la ausencia de marcas dentarias y el depósito de algunos restos dentro de huevos decorados se ha interpretado como parte de una ofrenda, sin que pueda descartarse totalmente la posibilidad de que algunos restos procedan de un banquete ritual o práctica similar (CASTAÑOS UGARTE, 1994: 11) (…)”. (219). PRADOS MARTÍNEZ, F. & GARCÍA JIMÉNEZ, I. & CASTAÑEDA FERNÁNDEZ, V. “El mundo funerario fenicio-púnico en el campo de Gibraltar. Los casos de la necrópolis de los Algarbes y la isla 151


de las Palomas”. Mainake, XXXII (I)/ 2010/ pp. 252-278. ISSN: 0212078-X. www.DialnetElMundoFunerarioFeniciopunicoEnElCampoDeGibraltar.-3643443.pdf Página 254. 2. Sucinto análisis del mundo funerario fenicio-púnico y su desarrollo en el sur de la Península Ibérica. “(…) En este trabajo, sin duda de referencia, no se recogen con detalle las necrópolis objeto de estudio en estas paginas11, aunque si se abordan aspectos generales de interés y sobre los que no vamos a entrar al ser bien conocidos, tales como la disposición de los espacios funerarios respecto de los asentamientos, la variedad tipológica de los sepulcros u otros aspectos como los materiales “selectos” que aparecen en el interior de las tumbas (importaciones, huevos de avestruz, joyas y adornos, vasos egipcios de alabastro, etc.)(…)”. (220). Historia Antigua Península Ibérica. www.Primer_Parcial_HAPI.pdf Página 11. Tema 2. La colonización fenicia. 3. El espacio colonial. “(…) Una de estas pequeñas factorías fue localizada en un cerro llamado “san Cristóbal”, cerca de la actual población de Almuñécar, en el litoral granadino. A principios de los años sesenta se excavó este yacimiento, del que se exhumó una necrópolis fenicia con unas veinte tumbas. Era por tanto, un núcleo relativamente pequeño, ya que otros yacimientos fenicios, como el de Villaricos, tenían más de dos mil sepulcros, y en Galera había más de trescientos. Las tumbas del cerro de San Cristóbal estaban alineadas y separadas unas de otras unos seis metros. Consistían en unos pozos de 1,50 metros de diámetro, con una profundidad que oscilaba entre los dos y los cinco metros. Al fondo de cada uno de ellos hay unos nichos que harían las veces de cámaras funerarias. En el interior se encontraron urnas cinerarias con los huesos calcinados del difunto, protegidas por medio de piedras. Junto con los restos óseos se depositaron los objetos de uso personal del difunto (brazaletes, anillos, amuletos, escarabeos, etc.). También había diversos vasos con ofrendas (aves, huevos de avestruz pintados y ocre). Quizá entre los objetos más importantes de esta necrópolis figuran unos vasos de alabastro hechos en Egipto, que llevan inscripciones jeroglíficas con el nombre de los faraones reinantes y escarabeos, es decir, amuletos que representan el escarabajo solar egipcio (…)”. (221). PELLICER CATALÁN-SEVILLA, M. “Sexi fenicia y púnica”. www.5.pdf Página 88. “(…) Los huevos de avestruz pintados de “Laurita”, tan comunes en las necrópolis fenicias y púnicas de Occidente, fueron incluidos en el trabajo general sobre estos materiales de M. P. San Iicolás (19) (…)”. Página 88. Cita (19). “(…) Cf. M.P. San Iicolás, “Las 152


cáscaras de huevo de avestruz fenicio-púnicas en la Península Ibérica y Baleares”. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología (Madrid, Universidad Autónoma) 20(975)75-100 (…)”. (222). PELLICER CATALÁN, Manuel. “Cuadernos de Arqueología Mediterránea”. Vol. 15. Publicaciones del Laboratorio de Arqueología Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Barcelona. Edicions Bellaterra. 2007. www.81198-105944-1-pb.pdf Página 70. X. Las bases cronológicas de Laurita. 3. Los huevos de avestruz. “(…) De los huevos de avestruz decorados de Laurita, hallados en las tumbas 1?, 2?, 10? y 19 A, el de la tumba 10 (fig. 95; lám. XII, D) es el más significativo por conservar la decoración pintada en rojo con motivos de franjas verticales paralelas, rectángulos con aspas inscritas formando metopas y aves esquemáticas. Los motivos en aspas son similares / (Página 71) a los del vaso 193 de la necrópolis de la Cruz del Iegro de Carmona, excavada por G. Bonsor (1899, fig. 115), fechada en el s. VII a.C. Las aves esquematizadas tienen sus paralelos meridionales en cerámicas pintadas o grabadas del s. VII, provenientes de poblados orientalizantes, como el Cabezo de San Pedro de Huelva, el Picacho de Carmona, los saladares de Orihuela y de la necrópolis de Mesas de Asta (M. Pellicer, 1982) (…)”. (223). PELLICER CATALÁN, Manuel. “Cuadernos de Arqueología Mediterránea”. Vol. 15. Publicaciones del Laboratorio de Arqueología Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Barcelona. Edicions Bellaterra. 2007. www.81198-105944-1-pb.pdf Página 65. IX. Los ajuares funerarios de Laurita (II): cerámica común, griega, adornos y objetos rituales. 3. Huevos de avestruz. “(…) El uso de las cáscaras de los huevos de avestruz, como recipientes exóticos de lujo o como elemento ritual funerario, se remonta al epipaleolítico sahariano, donde se presenta con profusas y complicadas decoraciones grabadas (G. Camps, 1974). En el predinástico egipcio las piezas halladas en tumbas a partir del VI milenio se decoran con motivos pintados en rojo (M. Botto, 1996). En las tumbas reales de Ur del III milenio (C.L. Woolley, 1934) los huevos de avestruz, originarios del desierto sirio, forman parte de los ajuares funerarios, del mismo modo que en las tumbas del bronce medio y reciente, del II milenio a.C., de Siria, Palestina y Chipre, desapareciendo las últimas importaciones en el s. X (A. Finet, 1982; D.S. Reese, 1985). En el Egeo los huevos de avestruz se importan en el minóico y heládico reciente de la segunda mitad del II milenio, tanto en los palacios, donde se usan como lujosos vasos decorados, como en los enterramientos con función ritual y apotropáica. A partir del s. VIII estas piezas, de 153


procedencia africana a través de Egipto, son frecuentes en los santuarios griegos de Afaia en Egina, de Apolo en Corinto y de Hera en Samos y Argos, apareciendo igualmente en las necrópolis de Rodas. Según los análisis efectuados en los huevos de avestruz, existen dos focos de origen y distribución, el africano y el sirio. El foco africano o nubio los exporta a Egipto desde la época predinástica hasta fines del II milenio, alcanzando desde allí Chipre en la segunda mitad del II milenio, y el Egeo. El foco sirio es el origen de los ejemplares de Sumer en el III milenio, y de los ejemplares de Siria y Palestina en el II milenio. A principios del I milenio cesa el comercio de los huevos de avestruz en Oriente y el Mediterráneo, reapareciendo en el s. VIII y poniéndose de moda en el ritual funerario de la colonización fenicia hasta la época púnica avanzada. / (Página 66) Una síntesis sobre la distribución de estas piezas por el Próximo Oriente y el Mediterráneo se debe a M. Botto (1996). En el Iorte de África aparecen en las necrópolis de Cartago desde mediados del s. VII hasta el s. II a.C. (M. Astruc, 1956; E. Acquaro, 1980), estando también presentes en la tumba 19 de la necrópolis fenicia de Rachgoun, del s. VII-VI (G. Vuillemot, 1955), en las necrópolis de Tipasa (S. Lancel, 1956), Guraya, Ain el Turc, Ain el Djenan y Ras Achakar (M. Ponsich, 1967), del s. VI a.C., y de Djidjeli, del s. V. En Italia los hallazgos de huevos de avestruz se concentran desde el s. VII en las necrópolis etruscas de Caere, Tarquinia, Vulci, Vetulonia, Palo, etc. (A. Rathje, 1979), y en Cerdeña en las necrópolis de Tharros, Cagliari y Bithia, de los siglos VI-IV (E. Acquaro, 1981; E. Acquaro y P. Bartolini, 1986). En Ibiza la necrópolis fenicio-púnica de Puig des Molins entregó casi un centenar de cáscaras de huevos de avestruz pintadas en tumbas de los siglos VI-III, analizadas por J. Mañá (1947), por M. Astruc (1957) y por M.P. San Iicolás (1975), quien presentó un minucioso estudio de tipología, decoraciones y cronología de cerca de un millar de piezas halladas en territorio español, especialmente de las necrópolis de Puig des Molins y Villaricos. En la Península Ibérica los primeros hallazgos de huevos de avestruz fueron documentados por G. Bonsor (1899) en los túmulos funerarios tartesios de los Alcores sevillanos y Carmona (Acebuchal, Puerto Judío, Santa Marina, La Harinera, Santa Lucía y Cruz del Iegro), del s. VII-VI, publicados algunos por D. Oliva y M. Puya (1982). La necrópolis púnica de Villaricos, del s. VI-II a.C., excavada por L. Siret (1908) y más extensamente publicada por M. Astruc (1951), con cerca de ochocientos ejemplares entre sus ajuares, entregó el mayor conjunto de estas piezas de todo el Mediterráneo.

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En la necrópolis Laurita, fechada en los tres primeros cuartos del s. VII, aparecieron huevos de avestruz en las tumbas 1, 2, 10 (?) y 19 A (fig. 95; lám. XII, D), continuando los hallazgos en la contigua necrópolis púnica de Puente de Ioy, del s. VI-II a.C. (F. Molina Fajardo, 1982, 1994). Otros ejemplares proceden de las necrópolis orientalizantes de Boliche (M. Osuna y J. Remesal, 1981), del s. VII y VI, de La Joya, del s. VII-VI ( J.P. Garrido y E. Orta, 1978), de las púnicas de Jardín (H. Schubart y G. Maas-Lindemann, 1979, 1995) y de la Albufereta, del s. VIII ( J. La Fuente, 1934; F. Figueras, 1952, 1956) y de la necrópolis griega de Ampurias, del s. V (M. Almagro Basch, 1955). Los huevos de avestruz aparecen fragmentados en establecimientos fenicios como Morro de Mezquitilla (H. Schubart, 1986), Toscanos (H.G. Iiemeyer, 1971), Alarcón (H. Schubart, H.G. Iiemeyer y G. Maas, 1972), Cerro del Villar (M.ª E. Aubet y otros, 1999), Abdera (M. FernándezMiranda y L. Caballero, 1975) y La Fonteta (A. González Prats, 1999), en el tartesio del Carambolo ( J.M. Carriazo, 1970) y en el ibero-púnico del Tossal de Manises. El huevo de avestruz siempre ha estado revestido de un carácter sagrado, por lo que suele hallarse en santuarios como elemento votivo y en necrópolis con función apotropáica, como germen de vida y de recuperación. En las tumbas suele contener ocre, que es otro elemento con el mismo significado simbólico de la sangre y de la vida. Aparecen completos con una o dos perforaciones para extraer el contenido, pero es más frecuente hallarlos recortados a dos tercios de altura para servir de recipientes. El borde es liso (forma A 6 de M.P. San Iicolás) o dentado, siendo más común el primero. Los motivos decorativos pintados en rojo adoptan los temas de moda en cada horizonte cultural, fenicio, griego o púnico, del Mediterráneo, siendo los más primitivos (s. VIII-VI) los temas geométricos como los de Laurita, a base de metopas o rectángulos con aspas inscritas (fig. 95), análogas a las del vaso 193 de la necrópolis carmonense de la Cruz del Iegro (G. Bonsor, 1899; fig. 115; M. Pellicer, 1968; fig. 1: 4), fechado en el s. VII y de clara tradición del geométrico chipriota y siro-palestino. El tema geométrico de los ejemplares de Laurita está acompañado por la representación de aves esquemáticas (fig. 95), comunes en cerámicas, estelas y pinturas tumbales del mundo orientalizante mediterráneo, bien representado en cerámicas orientalizantes del Cabezo de San Pedro de Huelva, del Picacho de Carmona, de los Saladares de Orihuela, de la necrópolis de Mesas de Asta, etc. (M. Pellicer, 1982). En la escatología fenicia es fundamental la creencia en la existencia del alma, como un principio o hálito que se eleva en la atmósfera con forma de ave, equivalente al «Ruah» de los textos ugaríticos (M. Fantar, 155


1970). En Laurita las aves pintadas en los huevos de avestruz corresponden a gallos. En la representación de aves de la iconografía funeraria fenicio-púnica, el gallo de las pinturas murales de la tumba VIII de la necrópolis púnica de Jebel Mleza (fig. 96) (P. Cintas y D. Gubert, 1939) es símbolo de valor apotropáico, según G. Camps, una víctima ofrecida en sacrificio, según G. Picard, o la evocación del alma del difunto, según M. Fantar (1970). Las aves funerarias evocan el viaje del alma, siendo un símbolo de la resurrección del muerto, quién, después de permanecer en la tumba, su espíritu se dirige a la región de ultratumba. A partir del s. V a.C. el ave, en forma de paloma, símbolo del alma del difunto, sostenida en la mano por una divinidad telúrica femenina, identificada con Artemis, Deméter, Perséfone o Tanis, como sucede en la estatua de la / (Página 67) tumba 155 de la necrópolis de Baza (F. Presedo, 1972), se pondrá de moda en el Mediterráneo por influencia helénica, desde Rodas hasta Iberia, pero los orígenes serán anteriores, como se constata en Laurita. La decoración pintada de los huevos de avestruz a partir del s. V adopta los temas florales de la cerámica griega de figuras rojas. Los huevos de avestruz de los yacimientos fenicios del Mediterráneo central y occidental proceden en época arcaica de Iubia y del desierto occidental del Iilo, distribuido por Egipto en el s. VIII y por Cartago desde el s. VII. Con la expansión colonizadora fenicia por el Atlántico marroquí, las colonias de Lixus y Mogador distribuirían probablemente la mercancía sahariana hacia Gádir, pero la excesiva abundancia de piezas de las necrópolis púnicas de Villaricos y de Puig des Molins parece indicar que el emporio de transacciones continuó siendo Cartago. Los huevos de avestruz fueron imitados en las cerámicas funerarias de las necrópolis ibero-púnicas del Cortijo de las Sombras de Frigiliana (s. VI) (A. Arribas y J. Wilkins, 1969), de Villaricos (s. IV) (M. Astruc, 1951), de Tutugi (s. IV) (J. Cabré, 1921), y del Cabecico del Tesoro (s. II a.C.) (D. Fletcher, 1956) (…)”. (224). RAMÓN CARDONA, Maribel. “TFG. Propuesta de intervención para la restauración de un ánfora fenicia de la necrópolis de Es Puig des Molins, Ibiza”. Valencia. Facultad de Belles Arts de Sant Carles. Grado en Bellas Artes. Curso 2014-2015. Página 24. “(…) Las colonias sardas y sicilianas pasan a estar bajo su mando en el año 550 a.C., donde se introducen las diferencias culturales provenientes de Cartago. Si bien es cierto que se han documentado materiales cartagineses anteriores, es por esta vía por la que los cartagineses empiezan a llegar a Ibiza en mayor medida y a asentarse, llegando a crear una de sus colonias más importantes. Es difícil establecer un inicio y un final de este proceso, 156


aunque se apunta al año 540 a.C. como año de inicio, y a la segunda mitad del siglo V a.C. como época en la que se generaliza la ocupación Esta colonización se hace patente en la cerámica de la época (claramente de influencia cartaginesa) y sobre todo en los rituales funerarios utilizados en la necrópolis de Puig des Molins. A finales del siglo VI a.C. se abandonan las incineraciones y aparecen las inhumaciones individuales en hipogeos de cámara con pozo vertical y fosas rectangulares talladas en la roca, con mobiliario y características similares a las de Cartago. Aparecen también las cáscaras de huevo de avestruz decoradas (Fig. 17), todo ello junto a elementos de la época anterior. Esto refleja también un enriquecimiento de parte de la población, que puede permitirse un mayor dispendio en sus sepulturas (…)”. (225). BLÁZQUEZ, J. M. Capítulo XVIII. “La colonización cartaginesa en Ibiza”. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª edición). Página 509. Historia y economía de Ibiza. “(…) Importados del Iorte de África y, más concretamente de la región de Cartago son los huevos de avestruz, tan necesarios en el ritual funerario (…)”.BARCELÓ, Pedro A. “El comienzo de la presencia cartaginesa en Ibiza”. www.El_Comienzo_de_la_Presencia_Cartaginesa_.pdf Página 76. II. “(…) Excepto el caso de las figuras votivas que representan a Tanit o, si queremos, de los decorativos huevos de avestruz hallados / (Página 77) principalmente en Cartago, Ibiza y Villaricos, en los demás materiales es mucho más difícil precisar su lugar de procedencia, pues algunas afirmaciones que se hacen al respecto no pasan de ser meras suposiciones. Estas reservas permanecerán hasta que no estemos capacitados para diferenciar exactamente entre los distintos lugares de origen de la masa del material púnico existente. Dado el alto grado de homogeneidad existente entre el material fenicio y el cartaginés la tarea es por ahora (226). “Reapertura del Museu Monografic i necrópolis púnica de Puig des Molins”. Dossier de prensa. Ibiza, 13 diciembre de 2012. www.121213Dossier-Reapertura-Puig-des-Molins.pdf Página 8. 5. Las colecciones del museo. “(…) Del periodo púnico destaca la extraordinaria colección de huevos de avestruz con decoración grabada o pintada. Se trata de una de las ofrendas más características de la cultura púnica que aparecen en las sepulturas, en unos / (Página 9) casos cortadas por la mitad a manera de 157


cuenco o copa, con su parte interna recubierta de pintura roja realizada con óxido de hierro; en otros casos cortadas solamente por uno de sus extremos, constituyendo un recipiente con su interior a menudo pintado también de rojo (…)”. Ibidem. Página 12. Contenido de la exposición permanente. Salas II y III. “(…) Pero, sin duda, las piezas más destacadas de esta sala por su excelente conservación son los huevos de avestruz con decoración pintada, símbolo de regeneración, que se ofrecían en el momento del sepelio, junto con las lucernas y las jarras para libaciones (…)”. (227).www.ceres.mou.es “(…) Museo Inventario Clasificación Genérica Objeto/Documento Materia/Soporte

Dimensiones

Descripción

Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera 02564 Recipientes Huevo de avestruz Cáscara de huevo Altura = 15,40 cm; Diámetro máximo = 13,40 cm; Peso = 315 gr Cáscara de huevo de avestruz decorada, en forma de vaso, cortado a unas tres cuartas partes de su altura. Fragmentada, de superficie lisa y tono marfileño mate. Presenta su decoración en tono ocre rojizo, inscrita entre un filete simple en su zona superior, y un doble filete en su base, espaciados entre sí. En su centro 158


Datación

presenta dos palmetas no equidistantes, donde en su mayor intervalo presenta un grupo de tres flores, las dos laterales en capullo, y la central abierta, pero de aspecto diferente. En el otro intervalo sólo hay un capullo a punto de abrirse. Su abertura mide 7,3 cm. Restaurada. 700[ac]=101[ac] (Siglos VII-II a.C.)

Contexto Púnico Cultural/Estilo Ajuar funerario Uso/función Lugar de Procedencia Eivissa (m) Iecrópolis del Puig Lugar Específico/Yacimientodes Molins Es un huevo de avestruz en forma de vaso con decoración fitomorfa continua. Presenta una combinación de dos palmetas y tres flores. Clasificación Los motivos vegetales Razonada son claramente símbolos de vida y de fecundidad y por tanto de renacimiento. Los huevos de avestruz tienen un significado 159


Bibliografía

mágico religioso que se interpreta como símbolo del principio de la vida, lo que nos hace pensar que su presencia en las sepulturas quería significar la idea de la resurrección, del principio de la vida o supervivencia más allá de la muerte. ASTRUC, Miriam. Exotisme et localisme. Etude sur les coquilles d´oeufs d´autruche decorées d´Ibiza. Archivo de Prehistoria Levantina, VI. pp. 47-122. ValènciaValencia: Diputació Provincial de València, 1957. p. 53, nº 4, lám. I, 4. MAÑÁ DE AIGULO, José María. Huevos de avestruz cartagineses con decoración pintada o grabada. Memorias de los Museos Arqueológicos Provinciales. Vol. VIII 160


(1947 Extractos). Ministerio de Educación Iacional, Dirección General de Bellas Artes. Madrid (p): Aldus S. A., 1948. pp. 45-53, fig. 4-2. SAI IICOLÁS PEDRAZ, María del Pilar. Las cáscaras de huevo de avestruz fenicio-púnico en la Península Ibérica y Baleares. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología, nº 2 pp. 75-104. Madrid (p): Universidad de Madrid, 1975. p. 83. SAVIO, Gigliola. Le uova di struzzo dipinte nella cultura punica. Bibliotheca Archaeologica Hispana 22 Studia HispanoPhoenicia 3. Madrid (p): Real Academia de la Historia, 2004. p. 53, SpIb 18, p. 126, lám. 1 (…)”.

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(228).www.xn—espaaesculturatnb.es/es/obras_de_excelencia/museo_arqueologico_de_ibiza_y_formenter a/cascara_de_huevo_de_avestruz_con_decoracion_pintada “(…) El huevo se ha interpretado desde el punto de vista religioso como una forma del principio vital de gran importancia en la cosmogonía fenicia. Probablemente representaba para ellos la semilla de la que después se desarrollaría la vida. La mayoría de las cáscaras decoradas se recuperan en contextos funerarios vinculados con los fenicios y los púnicos desde el siglo VII a.C. en todo el Mediterráneo. En la Península Ibérica, con cronologías muy similares a la de esta pieza, se encuentran numerosos ejemplares en la necrópolis de Villaricos (Almería), hallándose también cáscaras de huevo de avestruz en otros yacimientos como el Cerro de Montecristo (Abdera), Cerro de San Cristóbal (Almuñecar), El Acebuchal (Carmona), etc (…)”. (229). “Sala 4. La transferencia de gestión de los museos en 1984 a la Junta de Andalucía”. www.MMA_sala_4_2.pdf Página 6. Bahía de Málaga. “(…) Huevo de avestruz. Periodo fenicio. Siglo VII a. C. Cáscara de huevo, con recorte dentado en su parte superior (…). Estas singulares piezas proceden del asentamiento fenicio del Cerro del Villar, colonia fenicia situada sobre una isla situada en un estuario localizado en plena desembocadura del río Guadalhorce. Con respecto al huevo de avestruz, su hallazgo dentro de una vivienda es excepcional, ya que suelen aparecer formando parte de ajuares funerarios. En este caso, el hecho de que se localizase junto a pequeñas figuritas de barro representando animales, ha permitido plantear que nos encontremos ante un pequeño santuario doméstico (…)”. “(…) Estos materiales, pertenecientes a la Colección Junta de Andalucía, se ha ido depositando, una vez estudiados, en el Museo de Málaga (…)”. (230). MORENO ARRASTIO. “Historia Antigua de España”. 1ª licenciatura. 27/3/2008 www.hc2aa-antigua-de-espana-moreno-arrastio.pdf Página 13. Arqueología fenicia en la Península Ibérica. “(…) La Tumba de Trayamar, en Málaga, muestra con claridad que es un recinto construido en la tierra para hacer una habitación dentro de ella: un hipogeo. Los hipogeos muestran un enterramiento rico, no sólo por lo difícil de su construcción, sino también por su ajuar. La variedad de 162


enterramientos fenicios es asombrosa, no tanto por el ajuar. Se encuentran huevos de avestruz decorados (parecen haber significado un referencial al Más Allá para los fenicios). Otro tipo son los sarcófagos o las tumbas comunales (como la de Villaricos). Otra cosa frecuente en las tumbas fenicias son los objetos griegos, muy abundantes, traídos por los fenicios, o los alabastros u otros objetos cerámicos (jarritas de boca de seta, por ejemplo) (…)”. (231). RODRÍGUEZ AZOGUE, A. “Sobre el Carambolo: Un Híppos sagrado del santuario IV y su contexto arqueológico”. Archivo Español de Arqueología 2007, vol. 80, págs. 5-28. www.25-25-1-PB.pdf Página 5 y 6. El yacimiento: Un poco de historiografía. “(…) El exvoto de Astarté procedente del Carambolo, y hallado antes de la aparición del tesoro en 1958, sugiere la dedicación del santuario a dicha divinidad fenicia, lo cual no contradice la celebración en él de cultos a / (Página 6) Baal/Melqart. De ahí se deduciría su carácter semita, una vinculación étnica y cultural acrecentada por otros hallazgos aún inéditos en parte, entre ellos diversos fragmentos de huevos de avestruz y algunos escarabeos, además de la embarcación objeto del presente artículo (…)”. (232). CASADO ARIZA, Manuel José. “Reflexiones sobre la cerámica tipo Carambolo: ¿Un axioma de la Arqueología Protohistórica del suroeste andaluz? SPAL 12 (2003): 283-298. www.art_11.pdf Página 287. “(…) Sin embargo, los motivos decorativos de la CTC guardan una gran similitud con otro tipo de objetos que nada tiene que ver con las cerámicas geométricas griegas: las cáscaras de huevos de avestruz decoradas de origen oriental. Carriazo ya advirtió este parecido (Carriazo 1973:509), sobre todo con el tema de cuadrados enmarcados por líneas (fig.2b). Concretamente Carriazo lo compara con el huevo hallado en la necrópolis de Villaricos (Carriazo 1973:511), al que atribuye una cronología del siglo VII a. C. Posteriormente, de entre todos los investigadores que han tratado esta cerámica sólo M. S. Buero (1987:43) ha vuelto a tener en cuenta estas similitudes entre los motivos decorativos, sobre todo, como apuntó Carriazo, en lo que se refiere a los grandes triángulos rematados con roleos. Este motivo en concreto aparece también con frecuencia en la cerámica grabada de época tartésica, hermana claramente de la CTC, así como prácticamente todo el repertorio decorativo. M. Pellicer (1962: 60) hace referencia a unos huevos de 163


avestruz encontrados en la necrópolis de Laurita (en las tumbas 10 y nicho A de la 19) y los considera los más antiguos de la Península, y alude a que la decoración de éstos había sido realizada, a su entender, en España, ya que guardaban un gran parecido con los motivos pintados de una urna tipo Cruz de Negro (el vaso 136) hallado por Bonsor (fig. 2a). Sobre los huevos de avestruz y sus motivos decorativos, así como sobre su significado religioso tendremos que volver más adelante dado el parecido de algunos de estos motivos con los de la CTC (…)”. Ibidem. Página 289. “(…) Los estudiados por la autora representan cápridos y en este nuevo fragmento observamos una especie de cérvido muy similar, como veremos, a los que encontramos en unos huevos de avestruz hallados en la necrópolis de Villaricos. Estos motivos suelen estar contenidos adornando tanto grandes vasos como cazuelas y cuencos (…)”. Ibidem. Página 290. “(…) Se trata de una diosa con numerosas advocaciones, que generalmente tiene carácter materno, es señora del cielo, de la tierra y del mar, así como de la vida y la muerte, representa, por tanto, el ciclo vital. Suelen aparecer asociados a ella animales y símbolos que aluden a estas características. Esta misma simbología se recoge en los huevos de avestruz hallados en las necrópolis de Villaricos y La Laurita (fig.4). En cuanto a la cronología, la costumbre de decorar huevos de avestruz con figuras de animales es muy antigua (Astruc 1951: 94) y se extiende como algo general por todo el Mediterráneo. En los huevos de las necrópolis citadas se recogen ciervos, aves, rosetas y estrellas, en ocasiones con diseños extraordinariamente parecidos a los de los vasos de la CTC. El uso de estos huevos tiene un matiz funerario muy concreto, ya que se creía que en ellos se contenía el hálito vital capaz de devolver la vida a los muertos (San Nicolás 1975: 75). He aquí el porqué estos huevos se decoraban con atributos de esta diosa, que a partir de ahora la nombraremos por uno solo de sus muchos nombres: Astarté. Ella representa el ciclo vital, tiene poder sobre la vida y la muerte, de ahí su carácter funerario y su presencia, a través de los huevos decorados, en las necrópolis de rito oriental fenicio. Los huevos de avestruz se han encontrado conteniendo restos de ocre, al igual que en algunos vasos de CTC (Buero 1987: 46) y depositados en otro tipo de ambientes religiosos como santuarios o templos y ofrendas fundacionales (Astruc 1951: 110). El significado simbólico y religioso del color ocre es algo registrado desde muy antiguo (desde el Paleolítico medio), y aceptado de manera general por la comunidad científica. Ante esta lectura simbólica de la decoración de la CTC, Buero se pregunta si estas piezas cerámicas formarían parte de algún culto oriental y si tendrían utilidad dentro de algún ritual que 164


desconocemos (Buero 1984:362), pero se contesta a sí misma que esa interpretación está sin demostrar ya que, hasta ahora, la CTC habría aparecido en simples fondos de cabaña, los cuales no evidenciarían ningún tipo de uso ritual (Buero 1987:47) (…)”. (233). “Museo Arqueológico de Sevilla. Cuaderno del Profesorado”. Gabinete Pedagógico de Bellas Artes. Sevilla. Junta de Andalucía. 2001. www. MASE_cuaderno_del_profesorado.pdf Página 33. Sala IX. “(…) Carmona fue un importante enclave donde se asentaron distintos pueblos desde la remota época del Calcolítico (hacia 2.800 a.C.) notándose un fuerte apogeo coincidente con la colonización de los pueblos orientales. Así, es frecuente el hallazgo de objetos de lujo importados del Mediterráneo oriental fruto del comercio de los pueblos colonizadores, fundamentalmente fenicios y púnicos o bien realizados en un taller local según los modelos extranjeros: paleta de marfil, peine, fragmentos de arquetas, huevo de avestruz... (…)”. Página 33. “(…) 49. Huevo de avestruz con borde dentado (s. VII-VI a. C.) (…)”. (234). AUBET, María Eugenia. “Los marfiles fenicios del Bajo Guadalquivir I. Cruz del Iegro”. www.BSAA-1978-44MarfilesfeniciosBajoguadalquivir.pdf Página 26. La necrópolis de la Cruz del Cegro. “(…) La necrópolis de la Cruz del Iegro, que constituye sin duda una de las más interesantes de la zona de Los Alcores de Carmona (…)”. Ibidem. Página 27. La necrópolis de la Cruz del Cegro. “(…) La tumba I, excavada por Bonsor el 26 de abril de 1898, contenía una urna pintada y fabricada a torno, colocada sobre las cenizas dentro de la fosa, entre las que apareció una fíbula anular y varios fragmentos de huevo de avestruz pintados (…)”. (235). JIMÉNEZ, H. & PRADOS, F. & DE NICOLÁS, J. & ADROHER, A.TORRES. O. & MARTÍNEZ, J. &GARCÍA, I. & LÓPEZ, D. & EXPÓSITO, D. & CARBONELL, S. “Prospección arqueológica en Torrellafuda (Ciutadella, Menorca). Al encuentro de la Menorca púnica”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 195. 4. La aplicación de SIRA en el proyecto modular. “(…) Ánforas: (…) También muy importante es la 165


representación de ánforas púnico-ebusitanas (utilizaremos como referencia la antigua tipología de Joan Ramón para esta clase), con 489 fragmentos (17´43%), aunque su EVE es mucho menos representativo (1´72 vasos). Las dos formas mejor representadas son la PE-16 y PE-17, aunque se encuentran ejemplares como imitaciones de greco-itálica (PE24) y de Dressel1 (PE-25), aunque solo tres ejemplares de los 14 fragmentos de bordes. La proximidad de Ibiza y, el encontrarse en las rutas naturales de comunicación hace lógico que este ánfora se encuentre en porcentajes importantes y, es importante destacar que predominan las formas que tienden más al siglo III que al II a. C. (…)”. Ibidem. Página 197. 4. La aplicación de SIRA en el proyecto modular. “(…) Cerámica común: dentro de esta categoría hemos detectado cinco clases por su origen: ibérica, tarraconense, itálica, púnico-ebusitana y púnico centromediterránea. Tanto la tarraconense como la centro-mediterránea están escasamente reflejadas y, sin elementos de diagnóstico. La clase más numerosa es la púnico-ebusitana con 106 fragmentos (3´78%), entre las que encontramos pocas formas como jarras, vasos y morteros, por lo que parece lógico que acompañe a las ánforas en su comercialización como cargamento parasitario (…)”. Ibidem. Página 199. 5. Entre la II Guerra Púnica y la conquista romana. “(…) El análisis de la cerámica demuestra que llegó entonces al poblado un importante volumen de ánforas y otras cerámicas asociadas al consumo de vino desde la Iboshim-Ibiza púnica, principalmente, aunque también de otras procedencias como el área tarraconense y la centromediterránea. (…) En el caso de Torrellafuda, aunque no provenientes de nuestras prospecciones lamentablemente, tenemos constancia de la presencia tanto de monedas ebusitanas de ese momento como de glandes de plomo (De Iicolás 1983, 241) (…)”. (236). RAMÓN TORRES, Joan. “Pecios y ¿colonias? Materiales púnicos en las Islas Baleares”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 73. 3 Materiales. “(…) Por su parte, Menorca, hoy por hoy, ofrece un panorama menos consciente 166


de información en relación a los siglos V y IV a. C., hecho que no puede achacarse sino a la falta de su publicación de toda una serie de campañas realizadas. Cabe citar, como elemento aislado, una Lucerna ebusitana de dos picos de uno de los hipogeos de Calescoves, fechable en pleno siglo V a. C. (contraportada del folleto oficial de estas mismas jornadas) y ya se ha hablado antes de la existencia de ánforas ebusitanas T-1212 y T-1323 (Juan, De Iicolás y Pons 2004; Castrillo 2005), algunas de recogidas superficiales, otras de excavaciones no completamente publicadas (…)”. (237). RAMÓN TORRES, Joan. “Pecios y ¿colonias? Materiales púnicos en las Islas Baleares”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 74. 3 Materiales. “(…) En este sentido resulta de sumo interés la información obtenida en el Círculo 7 de Torre d´en Galmés, abandonado en circunstancias extrañas (con diversos conjuntos de huesos humanos en su interior), en las postrimerías del siglo III a. C., con la presencia de algunas jarras Eb 69 y Eb 77, FE-13/95 y, tal vez, pequeños contenedores del círculo de Cartago, así como cuencos cerrados ebusitanos tipo CC-99, FE-13/45 hemisféricos y platos FE-13/91 y de pescado (Carbonell 2012, 92-93, fig. A., pág. 189192 y fotos pág. 203). (…)”. (238). RAMÓN TORRES, Joan. “Pecios y ¿colonias? Materiales púnicos en las Islas Baleares”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 74. 3 Materiales. “(…) De Corniá Iou proceden otros materiales significativos, concretamente de la UE.22 de la gran cisterna, un jarrito FE-13/95 (Ferrer, Plantalamor y Anglada, 2014, núm. 87), un cuenco común hemisférico eb (id. núm. 89) e, incluso, un jarro de borde ancho de la costa de Túnez (id. núm. 82), junto con algunas ánforas T-8131, pero también T-8111. Es evidente que este

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estrato formado, sin duda en los últimos decenios del siglo III a. C., incorpora materiales anteriores del IV a. C. (…)”. (239). RAMÓN TORRES, Joan. “Pecios y ¿colonias? Materiales púnicos en las Islas Baleares”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 74. 3 Materiales. “(…) Aunque pendiente de estudio, el conjunto de relleno de una cisterna hallado en 2007 en la iglesia de Santa Eulària de Alayor es espectacular por su componenda de contenedores medianos ebusitanos Eb. 77, Eb. 23b y, sobre todo, Eb. 69, entre otros materiales (Sintes sin fecha) (…)”. (240). RAMÓN TORRES, Joan. “Pecios y ¿colonias? Materiales púnicos en las Islas Baleares”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 74. 3 Materiales. “(…) Otro conjunto importante es Toraixa (es Castell) (Gornés, Gual y Plantalamor 1995), se trata de una escombrera en posición secundaria, a pesar de lo cual tiene notable interés. La presencia de ánforas ebusitanas es muy alta, destacando, al menos entre lo publicado gráficamente (id. lám. I-II), las T-8121, con presencia mucho más baja de T-8131 y una PE22 (…)”. (241). RAMÓN TORRES, Joan. “Pecios y ¿colonias? Materiales púnicos en las Islas Baleares”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 75. 3 Materiales. “(…) Las excavaciones realizadas en Son Catlar realizadas en el año 1995 en la puerta principal ofrecieron algunos datos sobre la presencia de cerámicas

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ebusitanas y de otras procedencias en los siglos III y II a. C. (Juan, Pons y Juan 1998) (…)”. (242). RAMÓN TORRES, Joan. “Pecios y ¿colonias? Materiales púnicos en las Islas Baleares”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 75. 3 Materiales. “(…) Cabe considerar también el trabajo de M. Castrillo (2005), que trata de los materiales de importación en tres poblados talayóticos importantes de la zona sudeste de Menorca: Trepucó, Torelló Vell y Biniparratx petit, cuyas excavaciones exceptuando las antiguas campañas en el primero (Murray 1932 y 1938), por desgracia, continúan inéditas. (…) En todos los ámbitos, son las producciones ebusitanas las que dominan el panorama. Se reproducen algunas de estas piezas (id. lám. 5), concretamente un mortero (que es sin duda asignable al tipo FE-13/257), un cuenco hemiesférico, dos platos de pescado, dos cuencos CC-99 y una jarra Eb-69. En cuanto a las ánforas en los tres puntos reseñados, ya habiéndose hablado antes de las más antiguas, los datos son estos: ebusitanas T-8111 30 individuos, T8121 120 individuos, T-8131 150 individuos, T-8132 123 individuos, en cuanto a las PE-22 y PE-24 no se dan cifras absolutas. Por lo que respecta a las ánforas del círculo Cartago-Túnez se contabiliza un individuo T4215, mientras que otro pertenece a una T-4212, ambas contemporáneas a las T-8111. Con todo, las más abundantes, ya en la primera mitad del siglo II a. C., son las T.7421 y T.7431. Extraña que no se citen ánforas T-5231 y T-5232, cuando en el mismo asentamiento de Biniparratx Petit, otros trabajos citan siete T-5231 (Juan, De Iicolás y Pons 2004, gráfico 1) y no se dan datos exactos acerca de ánforas ibéricas, greco-itálicas o de otras procedencias. De una casa talayótica excavada en este último yacimiento, se ha publicado la fotografía de un jarro ebusitano tipo FE-13/95 (De Iicolás 1997, 49) (…)”. (243). RAMÓN TORRES, Joan. “Pecios y ¿colonias? Materiales púnicos en las Islas Baleares”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. 169


Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 75. 3 Materiales. “(…) El último sitio menorquín que va a ser comentado de modo específico, aunque brevemente, por la falta de informaciones claras, es Mahón, cuartel principal de Magón Barca, desde el otoño de 206 hasta el verano de 205 a. C., según refiere Livio (Ab urb. cond. XXVIIII, 37, 8-9). La realidad arqueológica de esta cita, cuya vertiente histórica ha sido bien utilizada en otras ocasiones, principalmente por M. L. Sánchez (2003), es otro de los grandes debates de la arqueología isleña y afecta, tanto la ciudad que Magón habría tomado pacíficamente, como el emplazamiento fortificado sobre el puerto. / (Página 76) Desde el punto de vista de la arqueología las evidencias, al menos las publicadas (Plantalamor 2000), son (demasiado) escasas y, en la práctica, se reducen al contenido del relleno de una fosa en la calle Alfonso IIII, donde es obvio que coexisten los fragmentos de materiales ebusitanos de las facies FE-13 (perfectamente contemporáneos a Magón o incluso ligeramente anteriores), junto con otros, incluido itálicos, de bien entrado el siglo II a. C. En suma, el mismo paisaje que se observa en cualquier otro yacimiento arqueológico de esta isla, que de no ser por la fuente de Livio y de la similitud entre los nombres púnico y actual, nadie hubiera relacionado jamás, al menos de un modo tan concreto, con el general cartaginés. Llama pues la atención en Menorca, el altísimo porcentaje que, sobre el global de los complejos vasculares, las importaciones y entre ellas, con diferencia, las ebusitanas, llegan a alcanzar durante el siglo III a. C. Este hecho no parece vinculable de modo intrínseco, o al menos en exlusiva, a la época de la Segunda Guerra Púnica, porque arranca deceniuos antes, durante la primera mitad de esta centuria, momento de las ánforas T-8121 (…)”. (244). BARCELÓ Y CAYMARÍS, Francisco. “Crónica de Menorca. Manuscrito inédito: 1837”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Mahón. Y de las Sociedades Afines Domiciliadas en el mismo. Año XVI. Quinta Época. Tomo VII. Mahón. 1912. www.RevistadeMenorca1912.pdf Página 241. Comercio. “(...) El principal género de su comercio que traficaban los Fenicios al principio de 170


su domicilio en esta Isla, consistía únicamente en una pequeña porción de miel y cera, algún ganado y sus pieles, con cantidad algo considerable de juncos de que se servían para fabricar las maromas y cuerdas de las embarcaciones (A). (…) y últimamente aumentaron con el tiempo su comercio, añadiendo / (Página 242) a la mayor cantidad de los indicados géneros, las aceitunas de los olivos silvestres, muy comunes y abundantes en la misma, de que formaban en Fenicia el aceite, que transportado a Menorca era muy apreciado; y de los cueros del ganado vacuno, que merecían la preferencia sobre los cueros flacos y pelados del Asia y África (A). En cambio de todo esto y de alguna madera para componer sus naves estropeadas por las tormentas, les daban algunos instrumentos de hierro y barro, varios vestidos, y según el valor del género que extraían, lo permutaban con algunas mujeres, por ser absolutamente prohibida la introducción en la Isla del oro y de la plata (B). Además de los muchos descubrimientos concernientes a la agricultura y comodidades domésticas que al principio recibieron los Celtas de los Fenicios; fue el haberles enseñado la formación y uso del instrumento conocido en el día por el arado. Este se formaba entonces de una madera larga y encorvada por una parte para penetrar la tierra, y levantado por la otra para atar en él los bueyes, con cuya ayuda labraban con mucha más felicidad y comodidad en los campos, no obstante de carecer este arado de reja rehierro ni punta de otro metal, pues aún no se conocían dichos instrumentos (C) (...)”. Página 241. Cita (A). “(...) Masdeu tomo I, parte 2, página 349 (...)”.Página 242. Cita (A). “(...) Histoire de France, & par Mr. Laureau, tomo I, pág. 142 (...)”. Página 242. Cita (B). “(...) Idem, idem, idem. Tomo I, página 131 (...)”. Página 242. Cita (C). “(...) L´origine des Loix & tomo.I. Liv. II, art. I, Pág. 186 (...)”.CARBONELL BEVIÁ, Lola. “Menorca: La llegada de la religiosidad persa a través del ejército mercenario y, de las rutas comerciales de navegación fenicio-púnico-cartaginesa”. Madrid. Año 2016. www.arqueologiaehistoria Página 17. 5.2. El comercio fenicio con Menorca. “(…) Menorca se hallaba en la ruta comercial fenicia, donde éstos acudían para comprar miel, cera, ganado, pieles, juncos que servían para fabricar maromas y cuerdas; aceitunas de acebuches, que transformaban en aceite y, cueros de ganado vacuno (158); así como murex y buccinum (159).

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Fruto de dicho comercio, la arqueología ha encontrado en Menorca medallas fenicias de bronce, procedentes de Gadir, pues llevan en una de sus caras unos atunes, símbolo de dicha ciudad (160), hecho que significa que la isla de Menorca se hallaba en el viaje de retorno de los fenicios, desde Gadir (…)”. (245). CARBONELL BEVIÁ, Lola. “Menorca: La llegada de la religiosidad persa a través del ejército mercenario y, de las rutas comerciales de navegación fenicio-púnico-cartaginesa”. Madrid. Año 2016. www.arqueologiaehistoria Página 17. 5.4. La instauración de una colonia cartaginesa en Menorca. “(…) En Menorca, estaba asentada población griega desde el siglo IX a. C., manteniendo su dominio durante un siglo, cuando llegaron los primeros cartagineses, quienes lucharon con estos (162), previamente a establecer una colonia cartaginesa (163), que fue fundada en el año 400 a. C. (164). Por lo tanto, Cartago pertenecía a la sexta satrapía persa en el año 401 a. C., fecha en que los honderos gimnetas se embarcaron hasta llegar a Sardes, para participar en la expedición de Ciro “el Joven”, hecho que significa que los honderos gimnetas pudieron marchar en naves cartaginesas hasta Cartago, para a continuación hacer transbordo / (Página 18) y embarcar en naves fenicias, que los llevarían hasta el puerto más cercano a Sardes (…)”.Cita (163). BARCELÓ Y CAIMARIS, Francisco. “Historia de Menorca. (Manuscrito inédito). 1837”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Mahón y de las Sociedades Afines Domiciliadas en el mismo. Año XVII. Tomo VIII. Quinta época. 1913. Mahón. Revista de Menorca. 1913. www.revistademernorca1913.pdf Página 349. “(...) Nuevas precauciones de los cartagineses. Burlados así todos los planes de Cartago y convencida de que le era imposible lograr a la fuerza sus intentos determinó buscar otros medios y tomar al efecto otras precauciones. Io se ocultaba a los Cartagineses, que la / (Página 350) resistencia hallada en esta Isla en sus dos anteriores expediciones, era efecto, no de los Griegos, sino del incomparable valor y destreza de los Menorquines. Por otra parte el general descontento de estos isleños y el implacable odio contra los Griegos, daba a comprender que si bien como súbditos defendían a los de su mando, con todo era su defensa, no por aversión que tuviesen a los Cartagineses, y si únicamente para obedecer a los que tenían las riendas de su gobierno presidiendo del modo tiránico con que lo habían obtenido. 172


Convenio entre los Cartagineses y Menorquines. Después de varios debates y discusiones, prevaleció la opinión de enterrar a los Menorquines su intención, la que a nada más se extendía sino a conquistar la Isla para romper las cadenas griegas que desde tanto tiempo fijaban su libertad patria, y que muy al contrario de fabricarles nuevos grillos, quedarían no obstante en el pleno goce de sus primitivas leyes; pues el motivo de querer poseer la Isla era únicamente para tener un apoyo en la conquista de España que habían premeditado, asegurándoles en conclusión, que dicha conquista redundaría en su provecho y tendrían a los Menorquines todos los miramientos posibles haciéndoles continuas mercedes. Al efecto, los Cartagineses diputaron a dos de sus principales jefes Gobernadores nombrados para los lugares que su República poseía en la Península, llamados Himilcón y Hannón, quienes habiendo pasado a Menorca y tratado con sus habitantes se allanaron estos, después de dulces y convencidas persuasiones, a permitir que los Cartagineses pudiesen establecerse en Menorca si que también en ellas sus facrias para su comercio, quedando convenidos unos y otros que cada cual quedaría independiente / (Página 351) y obligación expresa de auxiliarse mutuamente cuando fuese necesario (A). A esto precedieron otros pactos y formalidades de poco momento entre los menorquines y Diputados Cartagineses, cuyos últimos quedaron prendados de su afabilidad y dulzura de carácter. Entrada de los Cartagineses a Menorca. Bajo este convenio, vino desde Iviza (B) a Menorca un numerosos comboy cartaginés, cuyas tropas saltaron luego en tierra para ocuparla y vengarse de los Griegos. Los Menorquines, en lugar de oponerse a su desembarque, no obstante de haber salido armados con los Griegos, se pronunciaron al momento a favor de los Cartagineses, quienes con la ayuda de los menorquines circuyeron a los Griegos, y habiendo vengado su agravio, los pocos que restaron vivos fueron cautivados y expulsados de la isla habiéndola dominado tiránicamente el largo espacio de un siglo (C). (A). Mariana en su Historia de España, libro 1, cap. 19. (B). Masdeu, parágrafo 5, pág.107. (C). Masdeu en su Historia crítica de España, tomo 1, parte II, lib. 6, parágrafo 5, pag.107. (D). Florián, lib. II. cap. 43 (…)”. Cita (164). SUTTON, Peter. “El lenguaje de la arquitectura tradicional menorquina”. Revista de Menorca. Fundada en 1888. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico. Año LXIX. Séptima Época. Primer Semestre. Mahón. 1978. www.RevistadeMenorca1978.pdf Página 156. “(...) Como la mayor parte de las civilizaciones, los primeros menorquines vivieron en cuevas, muchas de las cuales todavía permanecen hoy, encontrándose en los acantilados de la costa sur y en las hondonadas del interior. Suficientes

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pruebas han sido encontradas en estos poblados trogloditas para mostrar que fueron ocupados por gente de la primera Edad del Bronce. Es mucho más tarde, pero todavía durante la Edad del Bronce, cuando la gente edificó los muchos monumentos que todavía hoy encuentran en Menorca. La isla posee la casa más antigua que existe en Europa. La isla posee la casa más antigua que existe en Europa y contiene tempranos ejemplos de técnicas de construcción. Existen tres formas distintas de estructura de la Edad del Bronce: las “Taules”, los “Talayots” y las “Gavetes”. Lo interesante sobre estos monumentos es que su abundancia indica que hubo en su tiempo, unos 500 poblados en la isla donde solamente 50 existen hoy. Los Fenicios llegaron a Menorca sobre el año 1600 o 1200 a. de J. C., y fundaron las dos ciudades principales de la isla, Mahón y Ciudadela. Después llegaron los Griegos que edificaron poblados sobre los restos fenicios, pero estos también fueron conquistados por los Cartagineses que a su vez usaron los poblados griegos edificando su colonia menorquina el año 400 a. de J. C. (…)”. (246). BARCELÓ Y CAYMARÍS, Francisco. “Crónica de Menorca. Manuscrito inédito: 1837”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Mahón. Y de las Sociedades Afines Domiciliadas en el mismo. Año XVI. Quinta Época. Tomo VII. Mahón. 1912. www.RevistadeMenorca1912.pdf Página 277. Año de 700 a. C. Cartagineses. “(…) Cartago, colonia de Tiro, largo tiempo emula del imperio Romano, fue fundada por la Reyna Eliza, o por otro nombre Dido, ochocientos ochenta y dos años antes de la era vulgar (A), y en poco tiempo creció tanto su poder y comercio, que a los ciento y sesenta años de su existencia ya se apoderó de la Isla de / (Página 278) Ibiza (A). Estos como todas las demás naciones entraron en Menorca, ya para comerciar, ya a causa de las borrascas que sufrían en sus viajes y tráfico a España, para ellos tan frecuente, y en estos casos manifestaron al principio a los menorquines un aire de dulzura y afabilidad que con el objeto de ser bien vistos habían afectado (B) (…)”. Página 278. Cita (A). “(…) Masdeu en su Historia crítica de España, tomo 1, parte 1, libro 6, página 104 (…)”. Página 278. Cita (B). “(...) Idem idem, página 107 (...)”. (247). BLÁZQUEZ, J. M. Capítulo XVIII. “La colonización cartaginesa en Ibiza”. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª edición). Página 508. Historia y economía de Ibiza. “(…) Perlas de 174


vidrio policromado fabricadas en Ibiza se exportaron a Mallorca y Menorca (…)”. (248). PERICOT GARCÍA, Luís. “Historia de España. Gran historia general de los pueblos hispanos”. Tomo I. Época primitiva y romana. Barcelona. Instituto Gallach. 1973 (5ª edición). Página 269. Los restos de la colonización cartaginesa. “(…) Todo lo dicho queda oscurecido ante la riqueza de la isla de Ibiza, la antigua Ebussus, fundada en el año 663. / (Página 270). De la Ibiza púnica conocemos multitud de estaciones. De las otras islas solo sabemos que habían ocupado a la de Formentera. En Mallorca y Menorca, los restos púnicos se reducen a pequeños vasos de cerámica y vidrio y cuentas de collar esmaltadas encontradas en las necrópolis romanas (…)”. CARBONELL BEVIÁ, Lola. “Menorca: La llegada de la religiosidad persa a través del ejército mercenario y, de las rutas comerciales de navegación fenicio-púnico-cartaginesa”. Madrid. Año 2016. www.arqueologiaehistoria Página 20. 5.6.2. Las cuentas de collar de círculos concéntricos. “(…) Igualmente, en Menorca, han salido a la luz numerosas cuentas de collar esmaltadas en necrópolis romanas, procedentes del comercio cartaginés, caracterizadas por tener una simbología de pequeños círculos concéntricos (193), que correspondían a la deidad femenina “diosa de los Ojos”, equivalente a Astarte-Tanit (194) (…)”. (249). FERRER ROTGER, A. & RIUDAVETS GONZÁLEZ, I. “Denes púniques de pasta de vidre a Menorca: El conjunt del Cercle 7 de Torre d´en Galmés”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 224. 3. Materials documentals al Cercle 7. Moneda ebusitana encontrada en el Patio Delantero. “(…) La presencia de la perforació permet interpretar aquest element com un penjoll i posar-lo en relació amb les denes de pasta de vidre, tot i que no va aparèixer directament associada a cap conjunt (…)”. Ibidem. Página 228. 5. Conclusions. “(…) La presència de les denes vitries al Cercle 7 constiueix una evidencia més dels intercanvis comercials que s´establiren entre les comunitats indígenas i el mon púnic ebusità, que es constata 175


també a través de la presencia masiva de produccions amfòriques provinents d´Eivissa (Carbonell, Corral i De Salort 2015) (…)”. (250). BLÁZQUEZ, J. M. Capítulo XVIII. “La colonización cartaginesa en Ibiza”. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª edición). Página 506. Moneda. “(…) Las monedas de Ibiza se utilizaron como amuletos, como lo indican las piezas perforadas del Museo de Ibiza y una moneda hallada en el tophet de Sulcis; en ellas lo importante era la imagen del dios (…)”. (251). FERRER ROTGER, A. & RIUDAVETS GONZÁLEZ, I. “Denes púniques de pasta de vidre a Menorca: El conjunt del Cercle 7 de Torre d´en Galmés”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 224. 3. Materials documentals al Cercle 7. Moneda ebusitana encontrada en el Patio Delantero. “(…) Per altra banda, al Pati Davanter es va recuperar una moneda ebusitana amb una perforació. Hi apareix la representació d´un toro a l´anvers i el que s´intueix com una figura antropomorfa al revers, on s´hi poden observar les cames del que molt possiblement seria la representació del déu Bes, malgrat que l´estat de conservació no és bo. La presencia de la perforació permet interpretar aque4st element com un penjoll i posar-lo en relació amb les denes de pasta de vidre, tot i que no va aparèixer directament associada a cap conjunt (…)”. Ibidem. Página 228. 5. Conclusions. “(…) La troballa al Pati Davanter d´una moneda púnica perforada es pot posar també en relació a l´ús de penjolls amb finalitat ornamental, apotropaica o d´exhibició d´estatus social. En una publicació anterior (Carbonell et al. 2015) la utilització d´aquesta moneda com a penjoll s´havia posat en relació amb la manca d´una economía monetària a les Illes Balears, de la que parlen les fonts escrites (Blanes et al. 1990). Val a dir, però, que l´ús de menedes perforades és un fet habitual al context cultural púnic (e. g. Gómez i Gömez 1989; Arévalo 2011) (…)”.

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(252). RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Ciudadela. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1986. Página 217. Libro II. Entrada de los Cartagineses en las Baleares, y su abandono a la fin de la segunda guerra Púnica. Sección V. Medallas Púnicas que se hallan en Menorca. “(…) Quando se fundó la gran Cartago por la famosa Dido, cuya época ya llevó (1) indicada, se encontraron en las excavaciones, según opinaban sus vecinos, la cabeza, y cuello de un cavallo, que era la señal dada por Junno (2) a la Reina, y sus compañeras para ser de si agrado aquella colonia de (3) Tiro. Io hay / (página 218) pues que admirar si en algunas de las medallas de Cartago vemos la cabeza de la Fundadora (4) y en su anverso lo demás ya mencionado. En quanto a mí ninguna tengo de esta clase, solo sí me acuerdo haver visto una en manos de un patricio, quién me aseguró haverse encontrado en la Isla. De las demás especies de medallas Púnicas tengo nueve en el día, unas en mediano, y otras en pequeño bronce, ó módulo, y aunque en sus anversos hay la cabeza de una muger, como, falta el estar aquella rodeada de delfines, soy de opinión que la cabeza significa la expresada Ciudad de Cartago. Veo también otra diferencia entre las cabezas de mis medallas, porque en unas no hay más que el peinado, aunque no siempre de igual modo, y en otras además de los dicho, / (Página 219) está la cabeza coronada de (5) espigas, lo que es un signo a mi entender de lo muy abundante de mieses que era el territorio de Cartago (6). Mucha mayor diversidad se nota en el reverso de las medallas que poseo de ella. En tres de las mismas se divisa la cabeza, y cuello de un cavallo con un grueso punto entre aquel, y la boca; pero en la quarta en lugar de esto hay un cavallo entero, y en su detrás una palma con dátiles. En otra veo un pequeño árbol de la misma especie que está inmediato a la boca de la cabeza del cavallo con un punto baxo del cuello semejante a los referidos. Las diferencias ya indicadas son pruebas visibles de la variedad de cuños de estas medallas de Cartago, lo que no menos se descubre por las quatro restantes que tengo, cuyos / (Página 220) reversos se reducen al cuello y cabeza de que hablo. Por ninguno de estos monumentos se puede provar a mi entender que los Cartagineses los acuñasen en España quando su dominio en mucha parte de la propia Península, antes al contrario parece que todas fueron batidas en Cartago, y de allí venidas a Menorca con escuadras, o comerciantes de la misma nación, pues el no ver en ellas ninguna palabra, ni letra latina, hace que las tenga por anteriores a la 177


conquista de aquella Ciudad por Scipión Emiliano y aún a la conclusión de la segunda guerra Púnica. Poseo sin embargo una que creo acuñada en España por los Cartagineses quando su alianza con los de Cádiz. Es de bronce y en pequeña forma pareciéndose en algo a la que trae el Señor Velásquez en la tabla VII, nº 10 de su citada obra. Su anverso contiene la / (Página 221) cabeza de Hércules buelta a la isquierda con la piel de León; y como la medalla no está bien conservada, únicamente se ven algunos cortos restos de la clava al hombro. En el reverso no hay más que un atún sin luna creciente; y en quanto a letras solo se descubren las Fenicias 9O baxo la cabeza despescado, y un Aleph hacia la cola, bien que está derecho, y no de través como en la medalla de aquel Erudito. Yo presumo que si esta medalla fuese de buena conservación, contendría las mismas letras de las que pone el sabio Escritor al nº 9 de la citada tabla, o a lo menos las del nº 10 aunque siempre la mía sería de otro cuño, y quizás inédita porno tener más que un atún, y por lo del Aleph (7) puesto en dicha forma. Y si según el parecer del Sr. Velásquez las dos referidas / (Página 222) medallas son cartaginesas (8) y relativas 4 Agadir, es decir, á Cádiz, y además la primera lo es también a Asdrúbal (9) hermano de Anibal el grande, parece que la mía deverá mirarse por una de esta clase. Otra tengo aún más pequeña que la que acabó de citar, en cuyo anverso dentro de un círculo de puntos hay la misma cabeza, piel peleón, y clava arriba mencionada mencionadas con un atún en su reverso que mira a la derecha, encima del qual, y lo propio abaxo, se ve como un Lamed, o L según el sistema Fenicio de (10) Bochart, y el Samaritano de (11) Walton. Combinadas estas circunstancias con las expresadas en la medalla última, / (Página 223) me hacen presumir si será también Cartaginesa, relativa a Cádiz. Estos monumentos son otras tantas pruebas de la venida y demora de las esquadras, e individuos de aquella nación en esta Isla, en tanto más que casi todos los que poseo se han hallado en los alrededores en este puerto, y que lo propio pasa con la mayor parte de las otras medallas de la propia clase que tienen algunos Mahoneses según me lo han dicho. Consequente a esto es muy visible que pertenecen a esta época de nuestra Historia, y que he devido mencionarlas para completar este punto / (Página 224) autores de un Pueblo llamado Labón, y de otro nombrado Sesena, no lleva camino (12)(…)”. Página 217. Cita (1). “(…) Véase la sección I de este Libro (…)”. Página 217. Cita (2). “(…) Fsso aére loco signum quo, i regla Juno mostrarat caput acris equi… Vir. 178


Aeneid, lib I (…)”. Página 217. Cita (3). “(…) Gusseme en su Diccionario Iumismático tomo 3, página 50 (…)”. Página 218.Cita (4). “(…) La cabeza de muger rodeada de delfines que se ve en algunas de las medallas de Cartago está reconocida comúnmente por de Dido. Gusseme ibi (…)”. Página 219. Cita (5). “(…) En quatro de las mías (…)”. Página 219. Cita (6). “(…) Gusseme en su Dicconario numismatico tomo 3, página 172 (…)”. Página 221. Cita (7). “(…) Aleph es una A según el alfabeto Fenicio de Señor Velásquez ibi (…)”. Página 222. Cita (8). “(…) Velásquez en la tabla IV de dicha obra Letras l y ll leyendo de la derecha ala isquierda (…)”. Página 222. Cita (9). “(…) Velásquez en la misma obra página 147 a 149 (…)”. Página 222. Cita (10). “(…) Velásquez Ensayo sobre los Alfabetos de las letras desconocidas tabla IV. Letra 1 y 2 leyendo de la derecha a la izquierda (…)”. Página 222. Cita (11). “(…) idem ibi Letra 4 leyendo en igual forma (…)”. Página 224. Cita (12). “(…) Véase mi Situación de la Isla de Menorca página 10 (…)”. (253). RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Ciudadela. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1986. Página 67. Libro I. Primeras noticias de Menorca. Sección III. Idioma, alfabeto, trages, y cultura de los Menorquines en los siglos de que hablo. “(…) Por no ser prolixo, no me detendré mas en el detalle de medallas Fenicias halladas en la Isla, contentándome con describir a dos de las muchas de mi gabinete que se han encontrado en el mismo suelo. Una y otra son en mediano bronce, y sus letras las de aquella Iación en sentir del citado Velásquez, y creo que en lo sustancial son las mismas de los números 11 y 12, que trae este Escritor (52) en la enunciada Tabla XVII. Su anverso contiene la cabeza de Hércules cubierta con la piel del León, (53) y buelta a la isquierda con la clava al ombro, y en su reverso hay dos atunes que miran a la misma parte, y entre ellos a un lado de Luna creciente, y en el otro una letra que parece un Aleph (54) Fenicio. Sobre los atunes hay también / (Página 68) varias letras, y otras debaxo; y como todo esto es tan parecido a las medallas, y letras que pone el mismo Autor en la tabla y números antedichos, gradúo las mías por Bastulo Fenicias, como lo hace el Sr. Velásquez con las suyas. En conformidad a estos principios tengo por la de Hércules la cabeza que se ve en mis medallas, y que el sentido de las letras es (55) el dominador de Gadir, que es uno de los títulos que los Fenicios davan a aquel Héroe con respecto a Cádiz (56) (…)”. Página 67. Cita (52). “(…) Velásquez ibi pág. 149 a 152 (…)”. Página 67. Cita (53). 179


“(…) El Iemeo sin duda por haverle rendido. Gusseme en dicha obra tom. 4. pág.58 (…)”. Página 67. Cita (54). “(…) Velásquez ibi pág. 143 y siguientes (…)”. Página 68. Cita (55). “(…) El Sr. Velásquez ibi pág.152 (…)”. Página 68. Cita (56). “(…) El mismo Escritor en dicha obra pág. 149., y siguientes (…)”. (254). RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Mahón. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1991. Página 62. Libro I. Primeras noticias de Menorca. Sección III. Idioma, alfabeto, trages, y cultura de los Menorquines en los siglos de que hablo. “(…) Otro de los rastros que aún subsisten de la dominación de los Fenicios en Menorca, y el más duradero a lo que parece, son las medallas de esta Nación, de que se han encontrado muchas en este suelo. Tengo muy presentes que en 1801 vide en poder del Mayor Hamilton Oficial Británico residente entonces en Menorca dos de estas medallas halladas aquí en su tiempo en que en mi concepto eran muy curiosas. Yolas tuve por las dos primeras de la tabla XVII del Sr. Velásquez (41) y pertenecientes según este Escritor, al famoso templo de / (Página 63) Lucifera (42) en la Bética. En el anverso de la primera había una cabeza sin barba mirando a la derecha con un bonetillo sin punta; detrás descuello unas tenazas, y algunas letras que en sentir del propio Velásquez son (43) Fenicias. Al reverso de la misma medalla havia una estrella con ocho rayos dentro de una corona de (44) laurel. La segunda medalla contenía en su anverso una cabeza buelta a la isquierda cubierta con un gorro, ó pileo de figura piramidal. La barba era muy espesa, y detrás de la cabeza havia no menos unas tenazas, y algunas letras ala parte del rostro muy parecidas a las de la otra medalla. En el reverso de esta solo se divisava una cabeza de muger que estava de frente, y rodeada de rayos. Como / (Página 64) estos momentos me parecieron muy curiosos (45), tomé apuntes de su contenido, y por este medio los tengo muy presentes. El referido Sr. Velazquez es de parecer que las letras de ambas medallas son Fenicias, y quieren decir HEZPHaTZ, o Hephaistos, nombre que tenía Vulcano entre los Orientales, y quiere decir Padre del Fuego (46) por los motivos que allí expresa. También opina que la estrella y cabeza rodeada de rayos que se ven al reverso de estos monumentos según lo dicho, significan a la Diosa Asterte muger de Vulcano, según creían los fenicios, y era la Luna, ó Isis de los Egipcios, la Alitat de los Árabes, la

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Milita de los Pesas, la Artemis, Diana, Dictinna, y Venus de los Griegos (47). Al contrario de esto el Sr. D. Juan / (Página 65) de Erro y Aspiroz en su célebre obra (48) sobre el Alfabeto de la Lengua primitiva de España, y explicación de sus más antiguos monumentos, después de impugnar al P.M. Florez, y al citado Velásquez, quiere que dichas dos medallas, y las demás halladas en España que se cree acuñadas en la misma península por los de Fenicia y Cartago, y estar escritas en su lengua y con los caracteres que ellos acostumbraban, lo son en realidad en letras vascongadas, y en el mismo idioma vascuence. Consecuente con su parecer el mencionado Sr. Erro tiene por ridículo el que la cabeza representada en el anverso de estas moneas sea Vulcano (49) como (dichos autores) quieren suponer. Ion nostrum inter vos tantas componere lites. / (Página 66) De hecho no es de mi asunto el entrar en estas discusiones en que veo empeñados hombres eruditos, y así diré tan solamente que si la cabeza con pileo, y detrás tenazas qie se ve en medallas de Aesernia (50) y en las de las familias caesia, e Italia (51) se tienen, y reputan por ser cabezas de Vulcano, bien lo podrían ser las que había en dichas dos medallas del Mayor Hamilton, siendo tan semejantes la cabeza de estas a las ya nombradas de Aesernia, y demás familias que he indicado. Consecuente a esto me persuado que la opinión del P. Florez, y de D. Luis Josef Velásquez en punto a lo que significa la misma cabeza, no merece el desprecio con que la trata el Sr. Erro, antes al contrario se puede muy bien sostener, y puede que sea la más cierta (...)”. Página 62. Cita (40). “(…) Veánse la nota nº 86 de esta Sección, y el Sr. Masdeu en su Historia Crítica de España en el discurso preliminar cap. 2.nº 54., y en el lib., II. S. XIX, página 101 (…)”. Página 62. Cita (41). “(…) Ensayo sobre los Alfabetos de las Letras desconocidas &c. Madrid, página 142, y siguientes en la Tabla XVII, n. I y 2 (…)”. Página 62. Cita (42). “(…) Idem, ibidem (…)”. Página 62. Cita (43). “(…) Allí mismo (…)”. Página 62. Cita (44). “(…) En el reverso de la primera de dichas medallas deleitado Velásquez tabla XVII (…)”. Página 64. Cita (45). “(…) Véase dicha Tabla XVII (…)”. Página 64. Cita (46). “(…) Idem Velázquez ibi (…)”. Página 64. Cita (47). “(…) En la misma obra de este Escritor pág. 144 (…)”. Página 65. Cita (48). “(...) Impresa en Madrid en 1806 (...)”. Página 65. Cita (49). “(...) El Sr. de Erro en la misma obra ibi pág. 134 y en el prólogo (...)”. Página 66. Cita (50). “(...) Gusseme en su Diccionario Iumismático tomo VI, pág. 616, 2 (...)”. Página 66. Cita (51). “(...) idem ibidem (...)”. (255). FORSSMAN, Alec. “Un equipo de arqueólogos subacuáticos ha identificado hasta el momento 18 pecios frente al puerto natural de Sanitja, dos de ellos pertenecientes a la flota cartaginesa”. Fuente: National 181


GeographicEspaña: http://www.nationalgeographic.com.es/articulo/historia /actualidad/9229/hallan_los_restos_dos_barcos_punicos_norte_menorca.ht ml “(…) Un equipo de arqueólogos subacuáticos de Sa Iitja, una asociación cultural sin ánimo de lucro, halló a finales del año pasado los restos de estas dos embarcaciones púnicas que naufragaron alrededor del siglo III a.C. frente al puerto natural de Sanitja. Los restos, que se encuentran a unos 20 metros de profundidad junto a la costa, están compuestos sobre todo por cientos de fragmentos de ánforas de diferentes lugares que permiten hacerse una idea de la fecha de las embarcaciones, los productos que transportaban y las rutas que seguían. Uno de los barcos estaba cargado con ánforas producidas en Ibiza y vajilla fina de la costa catalana, entonces dominada por Ampurias; el otro con ánforas procedentes de Cerdeña y la costa levantina, especialmente Alicante. De momento hemos encontrado los restos de las ánforas e incluso un ancla, pero no hemos hallado los fragmentos de las naves. En muchas ocasiones se empotraban contra las rocas, la madera saltaba en mil pedazos y se esparcía por el fondo arenoso. Pero por las características de las ánforas hemos podido conocer la carga que transportaba un barco púnico que navegaba por la costa septentrional de Menorca, un hecho que hasta ahora se desconocía, revela Fernando Contreras, presidente de Sa Iitja, a Historia Iational Geographic. Las ánforas de la segunda embarcación, por ejemplo, contenían cerveza procedente del levante español y puede que vino y aceite de Cerdeña. Resulta muy interesante saber que en el siglo IV o III a.C. ya existía una navegación por el Mediterráneo y Menorca no estaba al margen de estas rutas comerciales. Io tenemos constancia de que la población indígena o talayótica supiera navegar. Sobre todo durante la Segunda Guerra Púnica los cartagineses reclutaron mercenarios en Menorca y a cambio puede que distribuyeran entre la población productos de ultramar como el vino y el aceite, desconocidos para los indígenas, agrega. Los romanos conquistaron la isla en el 123 a.C. y supieron reconocer las excelentes condiciones del puerto de Sanitja, alrededor del cual fundaron la ciudad de Sanisera, la tercera en importancia por detrás de Maó y Ciutadella. En los años ochenta salieron a la luz los primeros vestigios de la antigua Sanisera romana y en los años noventa comenzaron las primeras prospecciones subacuáticas para conocer lo que se 182


ocultaba en el lecho marino. Hasta ahora hemos hallado estructuras portuarias sumergidas y los restos de 18 barcos de diferentes épocas, sobre todo romanos, pero también del siglo XVII y XVIII, comenta Contreras. Disponemos de un permiso de prospección para fotografiar y documentar los restos, pero no podemos extraerlos. Ios interesa que perduren en el lugar para poder ofrecer al Gobierno una carta arqueológica de los hallazgos. Por otro lado, no recibimos ninguna ayuda de las administraciones, pero en 2004 creamos una escuela de arqueología internacional que nos permite autofinanciarnos. Organizar cursos para jóvenes en este yacimiento es también una forma de vigilar este rico patrimonio, concluye (…)”. (256). RAMÓN TORRES, Joan. “Pecios y ¿colonias? Materiales púnicos en las Islas Baleares”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 45. 1. Pecios y otras evidencias submarinas. “(…) Entrando ya en los pecios y materiales que si reflejan un comercio púnico dirigido a las Baleares, cabe destacar que las mayores novedades se sitúan en Menorca. En primer lugar, el pecio de Llucalari, al sur de la isla, que se halla a gran profundidad. En el momento de redactar estas líneas ha visto luz un avance del mismo, donde se da a conocer el lote de cinco piezas, por ahora, recuperadas (Aguelo et al. 2016), concretamente un ánfora T-8111, de morfología inicial, dos morteros y un cuenco convexo ebusitano, así como un cuenco troncocónico del talayótico IV menorquín, aunque el repertorio visible en el fondo marino es más amplio. Se trata, seguramente, de un mercante ebusitano, naufragado de vuelta a Ibiza, tras un viaje comercial a Menorca, en torno al 400 a. C., o pocos años después. Aún más reciente es la noticia de otros dos posibles pecios en Sanitja en la costa I., de Menorca. El primero de ellos ha sido denominado Sanitja II (Talavera y Contreras 2015, 106-108, fig.2 y transportaba básicamente (tal vez más del 75%) un cargamento de ánforas púnicas cilíndricas del Mediterráneo central, al menos una de las cuales parece atribuible al T-4212 (id. fig.2 arriba derecha). Los autores, aparte de este 183


tipo, mencionan también la existencia de ánforas T-4113, así como, en menor medida, T-42110 (…). En cuanto al segundo, denominado de Cala Torta (Talavera y Contreras 2015, 108-109, fig. 5), los materiales, también fragmentarios, hasta la fecha, se reducen a un ánfora T-1323, una PE-22 –esta última, a juzgar por su tipo de borde, de pleno siglo IV a. C.- y un ánfora ibérica, además de un cuenco ebusitano, cuya morfología no se precisa, ni se ofrece ilustración (…) / (Página 46) Binissafuller es bien conocido en la bibliografía científica ya que este pecio, repetidamente expoliado, en un principio, fue parcialmente excavado en 1975 por la UCM y el MPBAM (Belén y Fernández Miranda 1977, 69-79, 1979, 160-163), dando lugar a distintas opiniones y siendo desde entonces su cronología largamente controvertida, aunque hoy parece claro que debe fecharse hacia mediados del siglo IV a. C, sino algo antes (Aguelo et al. 2013, 79). Además, se ha podido comprobar que corresponden, no al pecio, sino al uso como fondeadero de la cala, algunos de los materiales, sobre todo ebusitanos del siglo III a. C. (Pons 2012, 100) (…)”. (257). FERNÁNDEZ MIRANDA, Manuel. “Arte prehistórico en las Baleares”. Cuadernos de Arte Español. Madrid. Historia 16.1992. Página 18. Taulas. “(…) En fin, la presencia de estatuas-pebetero de TanitDeméter en Torralba d´en Salort o los espacios donde el fuego arde permanentemente en el interior de los recintos, puedan describir nuevas conexiones religiosas, con ritos en torno a la vida y a la muerte conectados con la práctica de ofrendas a través del fuego, quizá al modo de los altares de cenizas (…)”. (258). GORNÉS HACHERO, J. Simón. “Iuevas aportaciones a los contextos arqueológicos y a la cronología de los santuarios de taula de Menorca”. Roma. Congreso Internacional “Saturnia Tellus”. 2004(noviembre). www.Gornés,2004.pdf Página 4. Torralba d´en Salord. “(…) En el interior del recinto podemos observar otros elementos arquitectónicos, como un altar de piedra, situado a la izquierda de la taula, sobre el cual se situó, en su día, una figurita de caballo de bronce, cuatro orificios practicados en la roca. A los pies de este altar, se localizó una pequeña figurita de un toro de bronce, fundido a la cera perdida - que 184


mostraba fallos en su ejecución-, junto a los restos de dos pebeteros púnicos con forma de cabeza de mujer (…)”. (259). NIVEAU DE VILLEDARY Y MARIÑAS, Ana María. “Iuevos datos sobre la evolución formal y estilística de los “pebeteros en forma de cabeza femenina”. A propósito del ejemplar de Torralba d´en Salord (Alaior, Menorca)”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 88. 1.1. El pebetero del santuario de taula de Torralba d´en Salord (Alaior, Menorca). “(…) El ejemplar más completo conocido y en el que fundamentalmente basaremos nuestro trabajo procede de las excavaciones llevadas a cabo por Manuel Fernández-Miranda y William Waldren en el yacimiento de Torralba d´en Salord (Alaior) entre los años 1973 y 1982. La pieza en cuestión fue hallada en el primer recinto o “capilla” situado a la izquierda de la taula junto a la puerta del santuario con otras figurillas de culto, incluido un segundo ejemplar de pebetero figurado en muy mal estado de conservación (De Iicolás 2015a, 265-266). Este contexto concreto se ha interpretado como0 un altar o “segunda taula” (Gornés 2008, 490) y sugiere la existencia de un lugar de culto destacado dentro del propio santuario, que estaría en uso desde la construcción del mismo, datado por sus excavadores en el siglo IV a.C., por la presencia de cerámica griega (Fernández-Miranda, Waldren y Sanders 2005, 125; Guerrero, Calvo y Gornés 2006, 165), fecha que sería conveniente rebajar hasta fines del siglo III o inicios del II a. C. (Gornés 2008, 500 y 503), habida cuenta de la habitual perduración de este tipo de importaciones en los lugares de destino y de la cronología del resto de items localizados, que nos hace pensar que se trate de cerámica de carácter residual en este contexto (…)”. (260). NIVEAU DE VILLEDARY Y MARIÑAS, Ana María. “Iuevos datos sobre la evolución formal y estilística de los “pebeteros en forma de cabeza femenina”. A propósito del ejemplar de Torralba d´en Salord (Alaior, Menorca)”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre 185


fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 90. 1.2. Otros ejemplares. “(…) Junto a este, se conoce la existencia en Menorca de al menos otros seis ejemplares (o posibles ejemplares) de terracotas encuadrables dentro de esta tipología; aunque ninguno de ellos aporta más información (tipológica, cronológica o contextual) más allá de su simple presencia, que resulta reveladora en cuanto a la constatación de la difusión delo tipo en la isla, que no hubo de ser excepcional a la luz de las evidencias (…)”. (261). CARBONELL BEVIÁ, Lola. “Menorca: La llegada de la religiosidad persa a través del ejército mercenario y, de las rutas comerciales de navegación fenicio-púnico-cartaginesa”. Madrid. Año 2016. www.arqueologiaehistoria Página 19. 5.6.1. Los pebeteros de Tanit. “(…) Durante el periodo comprendido entre los años 786 a. C. (185) y el 146 a. C. (186), correspondiente a la creación y destrucción de Cartago, pudieron llegar y realizarse las ofrendas de pebeteros de cabezas femeninas en los santuarios de recintos de taula de Torralba d´en Salort y Sa Torreta. Aunque presumiblemente los thymiateria femeninos pudieron utilizarse entre los siglos IV y III a. C. (187). En la taula de Torralba d´en Salort se encontraron dos pebeteros púnicos con cabeza de mujer (188), que Gornés Hachero, atribuye de tipo ibicenco y, que podrían representar la idea de fertilidad y abundancia relacionadas con el ciclo agrario (189). Mientras que en la taula de Sa Torreta, apareció una cabeza de arcilla amarilla cartaginesa, fabricada en un molde (190). Ahora bien, ¿cuál fue el motivo por el que fueron ofrecidos los pebeteros de cabezas femeninas a la deidad? El culto a Baal o Baal Hammón, conllevaba el ofrecimiento de incienso durante sus ritos, puesto que era el “señor del altar perfumado”. Pero además, Baal era el esposo y pareja de Tanit, por ello los sahumerios que se ofrecían a Baal se realizaban utilizando esculturas representativas de la diosa Tanit (191). 186


Por otro lado, el incienso ofrecido a Baal y Baal Hammón, era traído desde Arabia por los fenicios, para sus propios cultos y, para venderlo a los griegos, cartagineses y otros pueblos que empleasen en sus rituales (192) (…)”. (262). NIVEAU DE VILLEDARY Y MARIÑAS, Ana María. “Iuevos datos sobre la evolución formal y estilística de los “pebeteros en forma de cabeza femenina”. A propósito del ejemplar de Torralba d´en Salord (Alaior, Menorca)”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 92. 1.2.2. Sa Torreta de Tramuntana (Maó). “(…) En esta ocasión se trata de un fragmento de rostro recuperado en las excavaciones dirigidas por Margaret Murray en la taula de Sa Torreta de Tramuntana en Maó. La terracota apareció justo al pie de la taula, junto a una piedra a su derecha (Gornés 2008, 492). Tanto el contexto como la propia pieza son muy similares a los de Torralba: un / (Página 93) santuario de taula con evidencias de prácticas sacrificiales (potentes niveles de ceniza y restos óseos calcinados de ovicápridos y suidos) y presentación de ofrendas varias (De Iicolás 2015a, 269, fig.9) (…)”. (263). NIVEAU DE VILLEDARY Y MARIÑAS, Ana María. “Iuevos datos sobre la evolución formal y estilística de los “pebeteros en forma de cabeza femenina”. A propósito del ejemplar de Torralba d´en Salord (Alaior, Menorca)”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 90. 1.2.1. Sanitja (Es Mercadal). “(…) Junto a la anterior, esta pieza es la única que se conserva más o menos completa lo que hace posible enmarcarla dentro de un tipo determinado. En general, es artística y tecnológicamente de peor calidad que el pebetero de Torralba, no sólo por su aspecto rodado (fruto de su concisión, como veremos a continuación, de elemento residual en el contexto donde se halló) que impide que se aprecien los detalles sino por la propia calidad del molde 187


con el que se fabricó la pieza. El resultado es una figura de aspecto grosero, que ha perdido por completo tanto las proporciones como la armonía. El Kalathos es bajo y pese a lo tosco del modelo conserva el esquema decorativo típico formado por dos aves / (Página 91) y tres frutos, si bien apenas se perciben por el despegue del molde y de la misma pieza. (…) Este ejemplar se halló descontextualizado formando parte de una nivelación del terreno para construir uno de los muros del Edificio 10 de la ciudad romana de Sanisera, conjunto que se fecha hacia el siglo IV d. C. (Bravo y Contreras 2013, 189), al menos tres o cuatro siglos después de su vida útil si nos atenemos a la cronología de la fabricación y uso de estos elementos (…)”. Ibidem. Página 102. 3. Discusión. La introducción del modelo, origen y posibles vías de difusión. “(…) teniendo en cuenta todo lo anterior, no parece demasiado descabellado que el pebetero hallado en la taula de Torralba llegara a la isla a manos de los ejércitos cartagineses en alguna de sus visitas a la isla (Sánchez León 2003). Los rasgos estilísticos del rostro de la figura y algunas características formales como la forma general de la terracota recuerdan las creaciones del taller gaditano (16) (vid. Iiveau de Villedary 2007) por lo tanto resulta plausible que este ejemplar proceda del entorno de Gadir / (Página 103) y fuera introducido en Menorca como un objeto de culto particular por la flota al mando de Magón (…)”.Página 102. Cita (16). “(…) En concreto, el ejemplar de Rota presentado por Ferrer y Prados (2007, 125, fig.1) con el que guarda un cierto “aire de familia”, sobre todo en la configuración de los rasgos y en la expresión de la figura, pues este último resulta un ejemplar más evolucionado en el que ya no se representan los detalles decorativos en el tocado y en el que el velo comienza, aún tímidamente, a representarse desplegado (…)”. (264). NIVEAU DE VILLEDARY Y MARIÑAS, Ana María. “Iuevos datos sobre la evolución formal y estilística de los “pebeteros en forma de cabeza femenina”. A propósito del ejemplar de Torralba d´en Salord (Alaior, Menorca)”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des 188


Born, 25. 2017. Página 93. 1.2.3. Biniparratxet, Sant Lluís, colección particular Pons i Soler. “(…) Menos datos aún aportan los siguientes ejemplares, identificados gracias a fotografías antiguas conservadas en el Museo de Menorca (De Iicolás, Gornés y Gual, en este volumen, fig. 16 13), pero que no han podido ser estudiados directamente. Para J. De Iicolás (2015a, 278) tres de las piezas de la colección Pons i Soler procedentes del posible santuario talayótico de Biniparratxet (Sant Lluís) pertenecerían, por factura y dimensiones a ejemplares de “pebeteros en forma de cabeza femenina” del tipo proveniente de Torralba (…)”. (265). NIVEAU DE VILLEDARY Y MARIÑAS, Ana María. “Iuevos datos sobre la evolución formal y estilística de los “pebeteros en forma de cabeza femenina”. A propósito del ejemplar de Torralba d´en Salord (Alaior, Menorca)”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 93. 1.2.4. Colección particular; Alaior, procedencia desconocida. “(…) Por último, se puede contabilizar otro rostro de un posible quemaperfumes figurado, también identificado por J. De Iicolás entre las fotografías de J. Mascaró Pasarius (De Iicolás 1983, 211, fig. 14); aunque en este caso no se conoce la procedencia exacta del ejemplar, que también pertenece a una colección privada, a la que los investigadores no han podido acceder, encontrado en circunstancias desconocidas en el término municipal de Alaior (De Iicolás 2015a, 278, fig.14) (…)”. (266). BARCELÓ Y CAYMARÍS, Francisco. “Crónica de Menorca. Manuscrito inédito: 1837”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Mahón. Y de las Sociedades Afines Domiciliadas en el mismo. Año XVI. Quinta Época. Tomo VII. Mahón. 1912. www.RevistadeMenorca1912.pdf Página 241. Comercio. “(…) Progresivamente después, añadieron a este género de comercio el Murex y el Buccinum, de cuyos mariscos abunda aún la Isla, sirviéndose de este género en las fábricas de Fenicia para teñir la púrpura (B) (…)”. Página 241. Cita (B). “(...) Mr. Valmont Bomare en su Diccionario de la Historia Gatural, tomo 2, página 472; tomo 9, página 118 y tomo 11, página 478 189


(...)”.RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Mahón. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1991. Página 155. Libro I. Primeras noticias de Menorca. Sección IX. Agricultura, industria, caza, pesca, modo de vivir, y conocimientos astronómicos, y mecánicos y otros de los antiguos habitantes de esta Balear Menor en el mismo periodo. “(…) Tengo asimismo por muy verosímil de que el Murex y el Buccinum, que son tan numerosos en nuestras Costas, Puertos, y ensenadas, y servían en la antigüedad para teñir la púrpura (22) / (Página 156) fuesen un objeto de comercio a estos Isleños con los Fenicios, y después con los Griegos; y quizá la memoria que se tenía de ello fue el principal motivo para establecerse en las Baleares la manufactura de aquel género tan precioso y deseado que havia en ellas en el siglo V de la era cristiana (23) (…)”. Página 155. Cita (22). “(…) En el Diccionario de Historia Iatural de Mr. Vallmont Bomares tomo II, página 472 y en el XI página 476 (…)”. Página 156. Cita (23). “(…) Véase la Iotitia utraque Dignitatum utriusque Imperio de Guido Pancirola cap. XXXIX, página 142, columna 1 (…)”.RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Mahón. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1991. Página 60. Libro I. Primeras noticias de Menorca. Sección III. Idioma, alfabeto, trages, y cultura de los Menorquines en los siglos de que hablo. “(…) Como el Murex y el Buccium se encuentran todavía en nuestras costas con mucha abundancia, y es positivo que los de Fenicia se servian frecuentemente / (Página 61) de aquellos mariscos para teñir la púrpura de sus fábricas (39), es dable que aquellos comerciantes hiciesen con esto algún tráfico, y quizás pusiesen en la isla alguna fábrica de este género tan apreciado de todas las naciones. Lo mucho que Menorca dista de la Fenicia da fundamento a esta conjetura (…)”. (267). EDEY, Maitland A. “Orígenes del hombre: Los fenicios”. Holanda. Time-Life International. Barcelona. Salvat Editores. 1975. Página 58. Tintes. “(…) Tiro y Sidón eran centros de teñido, célebres por su paño púrpura, el cual dependía de la segunda ventaja natural de Fenicia: el múrice, un molusco gasterópodo muy abundante en las aguas costeras. Alguien –tal vez un pescador- descubrió un día que, si se sacaba el suave cuerpo de un múrice de su caparazón y se le exponía al sol en una cacerola poco profunda con agua salada, el molusco empezaba a descomponerse y una glándula de su cuerpo empezaba a segregar un líquido. Este líquido 190


era utilizado para teñir el paño. Según el tiempo que durase el proceso de descomposición y según lo concentrado que estuviera el extracto, el color resulta variaba desde un rosa pálido, pasando por varias tonalidades de rojo, hasta un intenso violeta. Esta última tonalidad era la púrpura real de Tiro conocida y admirada por todo el mundo antiguo y en algunos países lucida sólo por los reyes (…)”. (268). BLÁZQUEZ, J. M. Capítulo XIX. “Religión fenicia y púnica”. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª edición). Página 515. El Herakleion gaditano. Un templo semita en Occidente. “(…) La púrpura con que se bordaban las vestimentas talares era muy conocida por los semitas. En Tiro y en las Baleares han aparecido grandes depósitos. Según Pollux, Melqart era el inventor de la púrpura (…)”. (269). ANGLADA, Montserrat. & BRAVO, Cristina. & RIUDAVETS, Irene. “Iova campaña arqueológica a Sa Curnia Cremada”. Àmbit Revista de cultura. Número 43 enero-marzo 2017. Publicació del Consell de Cultura i Educació del Consell Insular de Menorca. Página 11. “(…) Durant els mesos d’agost i setembre de 2016, es va dur a terme la segona campanya d’excavacions al recinte de taula del jaciment de sa Cudia Cremada, a Maó. La intervenció està emmarcada dins un projecte científic quinquennal en el qual es té previst excavar tot l’edifici, i que està codirigit per les arqueòlogues Montserrat Anglada, Cristina Bravo i Irene Riudavets (…)”. Ibidem. Página 12. “(…) Quant a les restes arquitectòniques visibles del jaciment arqueològic de sa Cudia Cremada, evidencien que es tracta d’un poblat prehistòric d’època talaiòtica on es conserven, a més del recinte on s’excava, un total de tres talaiots, que presenten característiques diferents entre ells. També s’hi poden observar restes molt deteriorades de cases, també anomenades cercles, que molt probablement correspondrien als darrers segles abans de la conquesta romana, és a dir, del talaiòtic final (600/500-123 aC). Finalment s’ha de destacar la presencia de diverses coves excavades a la roca (hipogeus), que conformen una necrópolis (…)”. Ibidem. Página 12. Interior del recinto de taula de Sa Cudia Cremada. “(…) Quant a les troballes de materials significatius, s’ha de destacar la presencia d’una elevada quantitat de ceràmica de 191


procedencia púnica ebusitana i de ceràmica indígena, així com algunes eines lítiques, que segurament estarien reaprofitades com a material constructiu (…)”. (270). GORNÉS HACHERO, J. Simón. “Iuevas aportaciones a los contextos arqueológicos y a la cronología de los santuarios de taula de Menorca”. Roma. Congreso Internacional “Saturnia Tellus”. 2004(noviembre). www.Gornés,2004.pdf Página 5. Torralba d´en Salord. “(…) Entre las cenizas y carbones se localizaron restos fragmentados de cerámicas indígenas, campanienses A, ibéricas, ibicencas, etc (…)”. (271). GORNÉS HACHERO, J. Simón. “Iuevas aportaciones a los contextos arqueológicos y a la cronología de los santuarios de taula de Menorca”. Roma. Congreso Internacional “Saturnia Tellus”. 2004(noviembre). www.Gornés, 2004.pdf Página 7. Ritos religiosos en los santuarios de taula. “(…) Durante los últimos decenios de uso en el recinto de Torralba d’en Salord, una de las reformas o cambios que los investigadores pudieron documentar se centraba en la construcción y uso de los bancos corridos en el interior de las capillitas, al parecer inexistentes antes del siglo I a.C. Los investigadores localizaron sobre ellos algunas lucernas romanas, tapaderas de ánforas o vasos de paredes finas y fondos recortados de ánforas con huesos en su interior. Ignoramos que otras transformaciones estructurales pudieron producirse en el interior de este santuario, por lo que nos remitidos a los contextos documentados con cierta seguridad, que son aquellos datados a partir de mediados del siglo IV a.C. Debemos recordar que había lugares especiales en el interior del monumento (delante de la taula, la hoguera, el altar monolítico, las capillitas, etc.,) que probablemente cumplirían funciones diferentes en cuanto al ritual. Por lo que sabemos hasta hoy, podemos decir que en el interior del recinto de taula de Torralba d’en Salord se sacrificaban principalmente ovejas y cabras, pero también bóvidos y cerdos. Las investigaciones constataron que el recinto se hallaba lleno de restos de huesos de estas especies animales, muchos de ellos troceados y quemados, mezclados con restos de vasos indígenas y de / (Página 8) importación, por lo que se deduce que, al menos una parte de ellos fue consumido u ofertado en el interior del recinto. El estudio detallado de los restos de huesos animales ha deparado interesantes datos que nos ayudaran a comprender, en parte, las acciones que se desarrollaban en el 192


interior. El 70% de los restos de animales correspondían a cabras y ovejas, y el resto lo eran de cerdo y bóvidos. Sin embargo, no se depositaban en la taula la totalidad de los restos o huesos, sino que sólo lo era una parte concreta, especialmente las partes de bajo rendimiento cárnico. Este dato planteó una interesante hipótesis a los investigadores (Fernández-Miranda et alii, 1995) en la que se exponía que los animales eran troceados en el recinto de taula y consumidos en los espacios domésticos, mientras que sólo se ofrecían aquellas partes de poco contenido comestible a la divinidad. A ello viene a sumarse que los huesos inferiores de patas y extremidades aparecían regularmente completos, mientras que el resto estaba muy troceado aparecía en poco número. Rara vez se documentaron costillas o extremidades delanteras, mientras que abundaban las traseras. Otro aspecto muy interesante es la edad en que fueron sacrificados los animales. El 30% de ovejas y cabras fueron sacrificadas antes de cumplir un año, y otro 45% entre uno y tres años. También, el 75% de los cerdos fueron sacrificados durante su primer año de vida, y el 60% de los bóvidos lo fue en el segundo año. Es decir, se sacrificaban animales jóvenes. Esta pauta contradice, en cierta manera, la rentabilidad que pueda sacarse sobre todo de ovejas, cabras y bóvidos, puesto que éstos, mientras viven, aportan leche y sus derivados –queso, requesón, etc-, sangre, lana, etc. Incluso los investigadores de Torralba d’En Salord han llegado a calcular la edad de sacrificio de los animales, en función a su ciclo reproductor, gracias a que no se han encontrado prácticamente restos de animales que hubieran sido sacrificados antes de cumplir los seis meses y tampoco entre un año y dieciocho meses (Fernández-Miranda et alii, 1995: 127). Como se sabe que en el ciclo reproductivo de ovejas y cabras se producen los nacimientos hacia noviembre, los investigadores aducen que el sacrificio se produjo entre junio y noviembre. Ello planteó la posibilidad de que los ritos de sacrificio en los santuarios de taula se produjeran al final del ciclo anual agrícola. / (Página 9) Otro santuario que ha aportado algunos datos de interés respecto a las ofrendas de animales que allí tenían lugar es el de Binissafullet, en el que, entorno a dos de las pilastras del paramento interno, se localizaron un gran número de pequeños huesos embutidos en el muro, ocupando los espacios entre piedras del muro. Al parecer, las ofrendas localizadas en el interior del recinto se acumulaban en el perímetro del edificio, dejando el centro relativamente despejado. Éstas 193


consistían básicamente en cerámicas talayóticas –principalmente vasos talayóticos troncocónicos y globulares, exvasados y de labio biselado, localizados entorno a la hoguera- y púnicas – ánforas PE-14 y PE-16, especialmente concentradas detrás del pilar de taula, muchas de ellas intencionadamente rotas y fragmentadas- así como en numerosos restos de fauna correspondiente a animales de corta edad –aunque no se especifican las especies en la única publicación disponible. En directa relación con el sacrificio de animales, deben situarse los numerosos restos de ánforas localizados en el interior del recinto de taula. En una gran parte del recinto se localizaron ánforas rotas y esparcidos sus restos, junto a algunos puntos en los que se habían depositado tapaderas de ánfora colocadas boca arriba, junto a pequeños vasos indígenas y romanos con huesos en su interior. La tipología de las ánforas es diversa, aunque podría decirse que la mayoría pudieran haber contenido vino. Estaríamos así ante unas prácticas que tenían lugar durante el verano, en las que participaban sacrificios y ofrendas de animales, junto a la ingesta y oferta de vino a la divinidad. Io es éste un ritual distinto al que se ofertaba en muchas culturas prehistóricas e históricas del Mediterráneo, donde las celebraciones y banquetes de parecidas formas tuvieron lugar en innumerables sitios. En este marco deben situarse también el hallazgo de la figurita de bronce de un toro –mencionado antes- y de dos pebeteros de terracota de tipo ibicenco representando cabezas humanas femeninas, que podrían representar la idea de fertilidad y abundancia, perfectamente relacionadas con el ciclo agrario comentado anteriormente (…)”. (272). CARBONELL BEVIÁ, Lola. “Menorca: La llegada de la religiosidad persa a través del ejército mercenario y, de las rutas comerciales de navegación fenicio-púnico-cartaginesa”. Madrid. Año 2016. www.arqueologiaehistoria Página 19. 5.6. El culto fenicio-púnicocartaginés en las taulas. “(…) En algunos santuarios de recintos de taula, de Menorca, se han hallado restos de cerámicas ibicencas, como en Torralba d´en Salort (182) y, púnicas como en Binisafullet (183), junto a los pebeteros de cabeza femenina procedentes de Torralba d´en Salort (184) (…)”. (273). ALBERO SANTACREU, Daniel & GORNÉS HACHERO, Josep Simón. “Cultura material de los recintos de taula: la cerámica”. Publicado en: LAGARDA MATA, Ferrán. “Las enigmáticas taulas de 194


Menorca. Homenaje a Josep Mascaró i Pasarius”. Volumen 1. Zaragoza. Sobradiel. 2011. Página 347. Cerámica indígena. “(…) Este tipo de cerámica es habitual en recintos de taula documentados, como Sa Torreta, Trepucó i Talatí de Dalt y al menos en torre d´en Galmés constituye la parte mayoritaria del registro material cerámico localizado. Este tipo de cerámica suele presentarse de manera muy fragmentaria cosa que, tal vez, se podría relacionar con una intensa ocupación de los recintos o con la rotura deliberada de los materiales (Murray (1932); Rosselló (1984), (1986); Fernández-Miranda (1995); Guerrero et alii (2006) páginas 165-175) (…). / (Página 355) En Torre d´en Galmés, las cerámicas púnicas ebusitanas (ibicencas) suponen en 46´9% de todo el material a torno contabilizado dentro del recinto. Entre las cerámicas de este yacimiento y grupo, podemos destacar la presencia de abundantes ánforas Maña E o PE-17 con una cronología de 160 +- 40 a. C. (Ramón (1991), página 110-112). También destacan unos boles de labio entrante y restos de una jarrita. En el recinto de Binissafullet, están bien documentados tipos anfóricos como la PE-14 y el PE-16 [Vado y Plantalamor (1997)] (…). / (Página 356) El P-14 es el primer contenedor desarrollado a un nivel altamente industrial. Estas tipologías se fabricaron durante el siglo IV y III a. C., (Ramón (1991), página 106-108).También dentro de ese grupo púnico, podemos citar la presencia los pies de la taula de Sa Torreta de una cabeza de arcilla amarilla. Según la autora, las marcas de dedos constatadas en la parte posterior de la arcilla indican que esta fue presionada y la pieza fue hecha con su molde. La procedencia de esta pieza ha sido considerada como Cartaginesa (Murray (1934), página 11). Finalmente, señalar que en las excavaciones realizadas en Talatí de Dalt en los años 50 (Benejam y Pons (2005) página 27) y en Torralba d´en Salot [Gornés (2003)] también se documentaron cerámicas a torno de esta procedencia. El segundo grupo de cerámicas a torno en importancia en Torre d´en Gaumés es el de las cerámicas ibéricas (20´4%). Dentro de este grupo, se deben destacar las ánforas y otros tipos cerámicos donde es usual encontrar decoraciones con las observadas en el barco de Binissafuller indican que podrían proceder del área catalana. Los investigadores de este yacimiento submarino pudieron establecer con seguridad el origen de los materiales y relacionarlos con una fuerte interacción comercial efectuada por los púnicos entre Ibiza, la costa catalana y Menorca [Guerrero et alii (1991)]. Este hecho explicaría 195


porque son tan abundantes en Menorca las cerámicas de esta procedencia, estando presentes en muchos contextos, como por ejemplo en el recinto de taula de Talatí de Dalt (Benejam y Pons (2005), página 27), en Toralba d´en Salort [Fernández Miranda (1981)] y en el recinto de Trepucó, donde se documentó una pieza entera (Murray (1932), página 33). Finalmente, señalar que no se documentó cerámicaibérica en el recinto de Sa Torreta (Murray), página 19). (…) / (Página 357) Para terminar, debemos señalar un último grupo representado por la cerámica grecoitálica, que en Torre d´en Galmés representa un 14´3% del material a torno. Así pues, se identificaron restos de un borde Lamboglia 22, ánfora grecoitálica, cerámica ática de barniz negro (kylix), una lucerna helenística y cerámica gris ampuritana [Rosselló (1984) (1986); Fernández Miranda (1981)]. También se han documentado en el recinto de Binisafullet, ánforas greoitálicas fechadas en el siglo II a. C. [Vado y Plantalamor (1997)] y material de este periodo y procedencia en el recinto de Talatí de Dalt (Benejam y Pons (2005) / (Página 27). Finalmente, se ha documentado cerámica campanéense tipo A, gris ampuritana, de paredes finas, lucernas romanas, ánforas, tapadoras de ánfora y sigillatas en Torralba d´en Salort [Fernández Miranda (1982), (1995); Gómez (2003)]. También del santuario de Torrellafuda (Ciutadella) se conocen unos pocos materiales cerámicos a torno, tales como un pequeño bol de cerámica campaniense A sin sello, un fragmento de bol de cerámica megárica y una jarrita de paredes finas también romana [Plantalamor, (1991), página 348)] (…)”. (274). APIANO. “Guerras ibéricas. Aníbal”. Introducción, traducción y notas de Francisco Javier Gómez Espelosín. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8283. Madrid. Alianza Editorial. 2010 (1ª reimpresión). Página 97. Guerras ibéricas 37. Indíbil (moneda ilergete en Menorca). Año 206 a. C. “(…) 37. De esta forma Escipión restableció la situación en su campamento. Indíbil (104), uno de los reyezuelos que habían llegado a un acuerdo con él, cuando el ejército romano se hallaba todavía en rebelión llevó a cabo una incursión contra las tierras sometidas a Escipión. Y cuando Escipión marchó contra él, sostuvo el combate (105) con nobleza y aniquiló a mil doscientos de los romanos, pero después de haber perdido a veinte mil de los suyos pidió la paz mediante el envío de embajadores (…)”. Página 97. Cita (104). “(…) Era un reyezuelo de los ilergetes. (…)” Página 97. Cita (105). “(…) Según Scullard, Scipio

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Africanus pág. 309, la batalla habría tenido lugar no lejos del Ebro en el año 206 a. C. (…)”. (275). APIANO. “Guerras ibéricas. Aníbal”. Introducción, traducción y notas de Francisco Javier Gómez Espelosín. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8283. Madrid. Alianza Editorial. 2010 (1ª reimpresión). Página 100. Guerras ibéricas, 38. “(…) Y mientras Escipión celebraba el triunfo, en medio de la admiración, Indíbil se rebeló de nuevo tras la marcha de Escipión. Y los generales de iberia (115) reunieron todo el contingente de tropas que les era factible procedente de las guarniciones y congregaron otras fueras procedentes de los pueblos sometidos y, acabaron con él. Y tras presentar a juicio a los responsables de la rebelión los condenaron muerte y confiscaron sus propiedades en beneficio público. Y a los pueblos que se habían alzado junto con él les castigaron con multas, les retiraron sus armas y les exigieron rehenes y les impusieron guarniciones más poderosas (…)”.Página 100. Cita (115). “(…) Se refiere a Lucio Cornelio Lentulo y lucio Manlio Acidito que fueron envidos a la Peninsula provistos de imperium consular pesar de que no eran magistrados (…)”. (276). POLIBIO. “Historia de Roma”. Edición de José María Candau Morón. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8298. Madrid. Alianza Editorial. 2008. Página 316. Libro III, 76. Indíbil. “(…) [Cneo Cornelio] logró las alianza y amistad de todos los pueblos situados más allá del Ebro e hizo prisioneros al general de los cartagineses, Hanón y, al de los íberos, Indíbil (…)”. (277). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 494. Libro XXV, 34. Muerte de los Escipiones en Hispania. Indíbil. “(…) Como era casi un asedio en regla y se dejaba ver que se haría más duro si Indíbil (78), del que se decía que se aproximaba con siete mil quinientos suesetanos, lograba unirse a los cartagineses, Escipión, que era un general sensato y previsor, se vio forzado por las circunstancias a tomar la arriesgada determinación de salir de noche en busca de Indíbil y combatir con él sea cual fuere el lugar en que lo encontrara (…)”. Página 494. Cita (78). Indíbil. “(…) El famoso rey de los ilergetas, hermano de Mandonio. Murió en 205 (…)”.

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(278). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 192. Libro XXII, 21. Sucesos en España durante el año 217 a. C. La batalla naval del Ebro. Indíbil. “(…) Mandonio e Indíbil (114) –este último había sido antes reyezuelo de los ilergetes- levantaron a sus conciudadanos e invadieron el territorio pacificado de los aliados romanos para desvastarlo. Contra ellos envió Escipión a tribunos militares con tropas auxiliares ligeras, quienes los derrotaron en un combate de poca importancia, pues se trataba de un grupo desorganizado: murieron mil hombres, algunos fueron hechos prisioneros y gran parte quedó despojada de sus armas. Con todo, este encuentro armado obligó a Asdrúbal que marchaba en dirección al Océano a retroceder a esta parte del Ebro para defender a sus aliados (…)”. Página 192. Cita (114). “(…) Eran hermanos. Indíbil había sido reyezuelo de los ilergetes antes de que sometieran a Escipión (cf. XXI. 61.7); cf. Vallet 93 (…)”. (279). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 170. Libro XXVII, 16. Acontecimientos en Hispania. Año 209 a. C. “(…) Indíbil y Mandonio, sin duda los dirigentes de toda Hispania, tuvieron idénticas razones para retirarse con todos sus hombres a unos riscos que se cernían sobre el campamento de Asdrúbal, a quién habían abandonado y, desde allí, por las cimas de una cordillera, se protegieron en su retirada hasta los romanos (…)”. (280). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica II. Libros XXVI-XXX”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8303. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 340. Libro XXIX, 1. Guerra en Hispania. Año 205 a. C. “(…) Durante el mismo verano en Hispania comenzó una gran guerra al sublevarse el ilergeta Indíbil, por ninguna otra causa más que por el desprecio surgido hacia los otros generales debido a la admiración hacia Escipión; pues consideraba que este era el único general que les quedaba a los romanos después de muertos los demás por Aníbal y, que por ello no habían tenido a otro a quién enviar a Hispania tras la muerte de los Escipiones (…)”. Ibidem. Página 342. Libro XXIX, 2. Guerra en Hispania. Año 205 a. C. “(…) Io hubieran 198


aguantado los bárbaros ataque tan violento si su régulo Indíbil en persona, junto con jinetes que habían descabalgado, no se hubieran lanzado ante los primeros estandartes de la infantería. Allí durante algún tiempo se produjo un combate feroz. Finalmente, después de que los que luchaban alrededor del rey, que resistía medio muerto y que luego fue clavado en tierra con una lanza, cayeron cubiertos por las flechas, comenzó una huida desordenada. Muchos fueron muertos porque los jinetes no tuvieron tiempo de montarse en los caballos y porque los romanos persiguieron cruelmente a los heridos. Trece mil hispanos fueron muertos ese día, casi mil ochocientos fueron hechos prisioneros; (…) / (Página 343) Entonces convocados a una asamblea por Mandonio y lamentándose allí por su derrota, tras increpar a los cabecillas de la rebelión, decidieron que debían enviar legados para entregar las armas y llevar a cabo una rendición. A estos que hacían recaer la culpa sobre Indíbil, autor de la revuelta y, sobre otros príncipes de los que muchos habían caído en el campo de batalla y, que entregaban las armas y se rendían, se les respondió que se les aceptaría su rendición si entregaban vivos a Mandonio y a otros instigadores de la revuelta, que si no, conducirían su ejército al territorio de los ilergetes, de los ausetanos y luego de los otros pueblos. Esto les fue dicho a los legados y fue comunicado a su vez a la asamblea. Allí Mandonio y otros príncipes fueron arrestados y entregados al suplicio. A los pueblos de Hispania se les restituyó la paz; se les obligó a dar un tributo doble por este año, grano por seis meses y capotes y togas para el ejército; y se recibieron rehenes de casi treinta pueblos (…)”. (281). “Descobrint Torre d´en Galmés”. Àmbit Revista de cultura. Número 43 enero-marzo 2017. Publicació del Consell de Cultutura i Educació del Consell Insular de Menorca. www.webcim_Ambit_revistacultura_num43.pdf Página 8. “(…) L’Associació d’Amics del Museu de Menorca ha organitzat, un any més, durant els mesos d’estiu, una nova campanya d’excavació arqueològica al jaciment de Torre d’en Galmés amb l’objectiu de continuar investigant l’àrea sud-est del poblat i conèixer el desenvolupament i l’evolució històrica d’aquesta zona de l’assentament protohistòric. Des de l’any 2014, Amics del Museu de Menorca excava el conegut com a pati davanter 199


del cercle 6, una gran àrea al sud d’un espai domèstic de la segona edat del ferro: el cercle 6 i la gran sala hipòstila o recinte Flaquer (…)”. Ibidem. Página 10. “(…) Cronològicament sabem que la vida s’hi va desenvolupar fonamentalment en dos períodes: els primer, que aniria del s. IV al s. II a. de la n. e., i un de posterior, més ampli, que aniria del II a. de la n. e. fins al III, quan queda abandonat, amb un ús mínim i residual a l’època islàmica. Els materials arqueològics repeteixen els patrons d’altres espais domèstiques del món postalaiòtic, amb gran presència de materials ceràmics indígenes, que s’aniran substituint amb els segles pels formats d’importació, primer punicoebusitans i després romans. Són interessants també els materials metàl·lics i lítics que han aparegut, com per exemple algunes monedes, entre les quals una d’ibèrica prou ben conservada, així com claus de bronze, percussors i punxons d’os, entre altres. Cal destacar també l’aparició de gran quantitat d’ossos d’animals domèstics i de manera anecdòtica espècies de marisqueig. Per tot això, l’equip d’Amics del Museu de Menorca pensa que el pati davanter del cercle 6 devia ser una gran àrea d’activats domèstiques relacionada amb la casa i la sala hipóstila (…)”. (282). CARDONA MERCADAL, Juan. “Incidencia de la numismática en la isla de Menorca”. Revista de Menorca. Fundada en 1888. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico. Año LXVIII. - Séptima Época. Mahón. 1977. Primer Semestre. Páginas 5-32. Página 9. “(...) Io tengo noticia de hallazgos de denarios de la época de la República, es decir de antes de J.C., y en cambio todos sabemos del feliz encuentro del tesoro o tesorillo como ella lo llamaba, por nuestra siempre añorada señorita doña María Luisa Serra, integrado exclusivamente por ASES de esta misma época que fueron usados de manera permanente durante la República. No se debe dejar de decir, que precisamente también por esta misma fecha, fue encontrado en muy buena conservación, un AS Ibérico al pie del Talayot de Turó y que una vez estudiado resultó pertenecer a una acuñación de ILTIRDA (Lérida), y por la cual mostró un especial interés el Gabinete Iumismático de Cataluña, que por entonces efectuaba un estudio exhaustivo / (Página 11) de la expansión de estos signos monetales y gracias a este hallazgo pudose constatar que de alguna manera, esporádica quizá, existía ya una relación entre aquella región y la nuestra. La leyenda de esta moneda es netamente ibérica con caracteres bien definidos, que, como es sabido eran más fonéticos que alfabéticos (…)”. 200


(283). RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Mahón. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1991. Página 156, 157, etc. Libro I. Primeras noticias de Menorca. Sección X. Medallas Celtibéricas que se han encontrado en Menorca. “(…) Sin las de que tengo traslado, se hallan asimismo otras en la Isla en cobre y bronce, y algunas en plata con cabezas de ordinario bárbaras, de un aliño muy estraño, y con caracteres, o letras muy diversas de las que vemos en las / (Página 157) demás medallas de la antigüedad. Unas son bilingües, es decir, donde se ven letras, y palabras pertenecientes a dos idiomas, y con caracteres diferentes, a saber unos de la clase que se llaman desconocidos, y otros que además contienen letras y palabras latinas que indican, si están abreviadas, como muchas veces sucede, o expresan si están alargadas, los nombres que dieron los Romanos a varias Ciudades de España (1) sitas en los países antes ocupados por los Celtas, lo que hace presumir que estas últimas serán de tiempos mucho más modernos que las otras. Y como las letras que se hallan en estas no son fenicias, ni menos griegas, ni de otra nación, o pueblo que sepamos, los Literatos Españoles las llamas Celtibéricas (2) extendiendo aún / (Página 158) el mismo nombre a las que son bilingües, porque las creen igualmente acuñadas por los Celtiberos Españoles (3). El cuño más frecuente es el reverso de estos monumentos es un solo caballo, o bien un Ginete con la lanza en la mano, o con una palma en lugar de arma (4); símbolos propios de una región que producía los más briosos caballos, y cuyos naturales eran soldados valerosos y hábiles; y a la verdad en la mayor parte de mis medallas de esta clase se ven los signos referidos. Todas ellas han sido encontradas en la Isla, y sin las mías he visto varias otras en poder de algunos patricios también halladas en Menorca; pero ni unas, ni otras son de igual modulo, pues las hay en grande, y en mediano. Además un amigo mío posee una en plata de perfecta conservación, que se ha encontrado / (Página 159) últimamente y es del tamaño y grueso de un denario Romano. En su anverso se ve una cabeza con el pelo muy apiñado y buelta a la derecha sin adorno, ni inscripción alguna; y en el reverso un ginete con ramo al hombro corriendo ala isquierda, y con la otra mano lleva de la rienda a otro caballo. Debaxo de este se ven algunas letras al parecer las mismas que en otra moneda semejante de las que trae el Sr. Velásquez (5) e interpreta aquellas por Lese ó Cese.

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Por lo que respecta a mis medallas de esta especie, ellas son semejantes a las que pone el citado Velásquez en los números 9 y 10, de la Tabla XIII a las de los números 2, 4, 7 y 9 de su Tabla XIV y a los 1 y 7 de la Tabla V. En cuanto a las restantes de mi colección, como están mutiladas en parte, aunque / (Página 160) se ve que son celtibéricas, no me atrevo a fijar los pueblos a que pertenezcan según la mente del mismo escritor. Con todo si hemos de seguir la opinión del Sr. de Erro en su expresada obra Tabla XIII, nº LIV y lo que dice en el particular ibi pág. 255 y 256 la medalla celtibérica que tengo, que en todo es igual a la ya indicada, habrá de ser de Ilerda, o Nilietza. A lo que comprendo los más antiguos de estos monumentos son aquellos donde se hallan únicamente letras estrañas, y que muchos de ellos pertenecen al tiempo de los fenicios, otros al de los griegos y que los bilingües son de siglos mucho más posteriores, en que la adulación se había hecho más común en los vencidos para con sus dominadores; y así he creído que desde ahora debía hablar y tratar de aquellas, reservando para su lugar el volver a hacerlo de las bilingües (...)”. Página 157. Cita (1). “(…) Véase dicha obra del Sr. Velásquez, y especialmente las Tablas XIV a XVIII (…)”. Página 157. Cita (2). “(…) Masdeu en su Historia Crítica de España tomo I, parte II, libro VI. S. XXII, página 159 a 163. Velásquez en su Ensayo página 86 a 123 (…)”. Página 158. Cita (3). “(…) Idem ibidem (…)”. Página 158. Cita (4). “(…) Masdeu ibi página 162 (…)”. Página 159. Cita (5). “(…) Ibi Tabla XV, nº 8 (…)”. (284). RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Mahón. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1991. Página 295. Libro III. Desde la fin de la segunda guerra púnica hasta poco después del nacimiento de nuestro Redentor. Sección IX. Medallas Centibéricas bilingües. “(...) Esta es una especie de monedas antiguas, y propias de España que se cree haber sido acuñadas por los pueblos celtíberos (1) y como en ellas hay dos calidades de letras, unas romanas, y otras que han pasado largo tiempo por desconocidas, y aún lo son en sentir de muchos, por esto se suelen apellidar bilingües. Estas últimas por dicha circunstancia / (Página 296) de contener letras romanas se tienen con justo motivo por acuñadas en la península desde el tiempo que aquella nación empezó a dominarla (2) y que los que hicieron grabarlas fueron aquellos pueblos, quienes por miedo, o adulación a los romanos, o para expresar en dos idiomas el nombre de la propia ciudad, o la alianza con otra (3), o por fin por otros motivos hicieron poner en las mismas medallas algunos caracteres, o palabras latinas. De estas tengo varias halladas en Menorca, como son la 10 de la Tabla XV del Sr. (4) Velásquez; la 9 de la 202


Tabla XVI, y algunas otras; y aunque como cosa de tiempos anteriores es natural que se introdujesen en la isla antes del nacimiento del Señor, solo me atrevo a darlo por conjetura. / (Página 297) Lo que hace muy difícil la interpretación de estas letras celtibéricas es el que no sólo se pueden leer de la izquierda a la derecha (5) sino también de esta ala primera. Así mismo si en estas medallas bilingües hay dos líneas de letras una sobre otra que sean celtibéricas, se podrán leer en forma oratoria; esto es la primera línea de la derecha a la izquierda (6) y al revés la segunda. Parece muy probable que cuando en una medalla celtibérica hay algunas letras de esta clase, y otras latinas, aquellas quieran expresar si están en el anverso, que es la parte de la medalla donde suele haber la cabeza, los nombres de los antiguos dioses y héroes de España, como Necys, o Netón, Endovellico, Antubel, Argantonio, Indibilis, Gargoris y (7) otros muchos que pueden verse en / (Página 298) los autores. Igualmente en las citadas letras de dichos monumentos, aunque por lo común en el reverso podrán encontrarse los nombres de muchas poblaciones en el día desconocidas (8). He querido entrar en estos detalles tocante a estas medallas por si alguno de mis compatricios que las tenga, o en lo sucesivo las galle, quiera dedicarse a interpretarlas, o movido de su curiosidad remitirlas a quién lo ejecute (...)”. (285). PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. “Menorca entre fenicios y púnicos: Una aproximación arqueológica desde la arquitectura defensiva”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 118. 5. Las fortificaciones: Una evidencia silenciosa. “(…) Solo podremos entender esta red de defensas activas en el marco de una amenaza concreta que, en el caso de Menorca, bien pudo ser la II Guerra Púnica o la conquista romana, es decir, el último cuarto del siglo III o la primera mitad del siglo II a. C (…)”. (286). PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. “Menorca entre fenicios y púnicos: Una aproximación arqueológica desde la arquitectura defensiva”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). 203


“Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 121. 5.1. La muralla de Son Catlar. “(…) Sus fortificaciones, con un circuito de 900 m., conservado íntegramente, apuntan a que tuvo su máximo desarrollo poco antes de la conquista romana, siendo un enclave de importancia. Según los trabajos arqueológicos que se han llevado a cabo, fue entre los siglos III y II a. C., cuando se reforzó con un lienzo murario que supera en algunos puntos los 6 m., de espesor. (…) esta misma intervención documentó varios niveles de incendio fechados a finales del siglo III o principios del II a. C., que son evidencias a tener en cuenta, sobre todo porque señalan, en algún caso, unas fechas ante quem para algunos elementos defensivos, como el área del acceso norte (…)”. (287). PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. “Menorca entre fenicios y púnicos: Una aproximación arqueológica desde la arquitectura defensiva”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 130. 5.2. Las defensas del poblado de Torrellafuda (Ciutadella). “(…) Las poternas de Torrellafuda recuerdan estructuralmente a las de la fortificación púnica de Tharros (Cerdeña) o a las de Heraklea de Latmos, en Grecia (Adam 1982, 108) (…)”. (288). PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. “Menorca entre fenicios y púnicos: Una aproximación arqueológica desde la arquitectura defensiva”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 134. 6. Consideraciones finales. “(…) Ya hemos mencionado que la discusión en los próximos tiempos habrá de centrarse en tratar de precisar el momento histórico con 204


detalle, si la llegada de estos elementos defensivos hemos de atribuirlos a los mercenarios baleáricos que regresaron a casa y quisieron proteger sus poblados, al invierno que la armada púnica comandada por Magón pasó a la isla, o a la defensa última previa a la conquista romana del 123 a. C. Aunque muchos de los elementos defensivos que hemos visto podrían atribuirse al / (Página 135) periodo romano republicano, pues es un claro exponente de esa arquitectura helenística que venimos describiendo, descartamos esta posibilidad, por el momento, por lo que la documentación histórica y las evidencias materiales nos ofrecen (…)”. (289). RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Mahón. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1991. Página 70 y 71. Libro I. Primeras noticias de Menorca. Sección III. Idioma, alfabeto, trages, y cultura de los Menorquines en los siglos de que hablo. “(…) Aunque por falta de monumentos no puede señalarse la esposa precisa de la ocupación de estas Islas por los Fenicios; como sabemos / (Página 71) por Escritores fidedignos que se introdujeron en España siete siglos después de los primitivos (59) pobladores, reuniendo este dato al de haber llegado los mismos Iavegantes a los confines últimos de la propia Península en el siglo XVI, antes del nacimiento del Sr. (60) y aún antes, se hace muy verosímil que por este tiempo, o no mucho después, se apoderasen de las Baleares, que precisamente habrían descubierto en sus viages tan repetidos al Continente Hispano. Parece positivo que esta ocupación de los Fenicios respecto a estas Islas duró varios siglos, pues aunque los Griegos de Rodas, y de otras partes vinieron no menos aquí, como no tardaré a decirlo, esto aconteció tan solamente en el siglo VIII, antes de dicha era (61), bien que / (Página 72) hay motivo para aseverar que mucho antes hacían los Rodios su giro en Cataluña donde se hallavan (62) establecidos. Así que resulta con bastante evidencia que los de Fenicia poseyeron a las baleares unos quatro siglos lo menos antes del arribo de los Griegos a las mismas, pues aunque los Tirrenos en el propio intervalo saqueavan las Islas del Mediterráneo (63), no he visto dato alguno que acredite que lo ejecutasen en Menorca, ni en la Balear Mayor y mucho menos de que las conquistasen. Ahora pues quién será el hombre juicioso que considerando por una parte lo antedicho, y por otra los numerosos establecimientos, y colonias que fundaron los fenicios en España (64) y / (Página 73) África (65) en los siglos de que tratamos, no se persuadirá que hiciesen lo propio en 205


Menorca durante su larga dominación? Y como conservarla sin tener en ella algunos puntos fijos, y fortificados en que apoyar su mando, y estar reunidos así para salir a sujetar con mayor fuerza a los díscolos, e inobedientes, que vivían desparramados por los campos, como al efecto de mejor defenderse en caso de ser invadidos? O de ir a atacar a los enemigos en caso de algún desembarco, y considerarse en esto de poder rechazarle, y obligarle a salir de la isla? (...)”. Página 71. Cita (59). “(…) Masdeu en su Historia de España, tomo I, part. I. lib. II. S. XVI, página 89 (…)”. Página 71. Cita (60). “(…) El propio Autor ibi, tom. I. part II, lib. IV. S. XXVI, página 131 (…)”. Página 71. Cita (61). “(…) Masdeu ibi tom. I. part. II. lib. VI. S. V. pág.107 (…)”. Página 72. Cita (62). “(…) Masdeu ibi tom. I, part. II. lib. V. S. VII. Pág.84 (…)”. Página 72. Cita (63). “(…) El Sr. Conde de Campomanes en su Antigüedad marítima de la República de Cartago, pág. 35 (…)”. Página 72. Cita (64). “(…) Campomanes ibidem pág. 28 y 102. Masdeu. Historia de España tom. I. part. II. lib. IV. S. VII. Pág. 8 (…)”. Página 73. Cita (65). “(...) L´origine des Loix, des Sciences &c. tomo V. lib. III. chap. IV, pág. 231 (...)”. (290). RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Mahón. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1991. Página 144. Libro I. Primeras noticias de Menorca. Sección VIII. Gobierno de estas Islas en los mismos siglos. “(…) Con lo que precede habrán visto los que han leído que los Griegos de Rodas en el siglo VIII, antes del nacimiento del Señor, se apoderaron de las Baleares echando de ellas a los fenicios. El jefe principal de esta empresa fue Tlepolemo acompañado de muchos vecinos de Lindo [Rodas] (15) una de las ciudades de la misma (16) Isla. Y como el gobierno de los griegos era aristocrático, (17) es muy natural que lo introdujesen en las baleares; y si lo pequeño puede compararse con lo grande, podremos pensar que el gobierno político que aquí se estableció, imitaría en algún modo al de los focenses en Marsella, de que Estrabón / (Página 144) nos habla. Con arreglo a esto en cada una de estas dos islas habría como un gran senado compuesto de un crecido número de sus ciudadanos más distinguidos y hábiles, y constatarían sus tribunales de un cierto número de magistrados que se sacarían sin duda de entre los druidas como que estos en los países en donde existían, tenían a su cargo la administración de la justicia (19). A la cabeza de estos juzgados habría también su jefe, o presidente anual sacado, o de la clase que llevo mencionada, o de la de los nobles, como se acostumbraba en las Galias en tiempo que el druidismo estaba en vigor (20). Por los motivos que tengo expresados no pongo duda alguna en que estos / (Página 145) antiguos Baleares durante el gobierno de los griegos conservarían sus funestas costumbres, usos y prácticas, pues como lo dejo 206


insinuado los hallamos existentes en tiempos mucho más modernos. Tampoco he podido rastrear que aunque tan hábiles nuestros isleños en el manejo de las hondas, fuesen empleados por los griegos en alguna expedición (...)”. Página 143. Cita (15). “(…) Jam cui Tlepolemus, et cuiLyndus origo fan ta bella serens Baliaris, et alite plumbo Silius Italicus de 2º bello Punico lib. III (…)”. Página 143. Cita (16). “(…) Véase la nomenclatura de Mr. Le febure de Villebrune a Silio Italico, tomo III, página 148 donde nos asegura que Lindus era una Ciudad de la Isla de Rodas (…)”. Página 143. Cita (17). “(...) Masdeu ibi tomo I,part. II, lib. V. XIX. pág. 99 (...)”. Página 144. Cita (18). “(...) Según el Sr. de Masdeu que allí lo cita pág. 99 (...)”. Página 144. Cita (19). “(...) Histoire de France par Mr. Laureau tomo I, pág. 96 (...)”. Página 144. Cita (20). “(...) Idem pág. 45 (...)”. (291). RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Mahón. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1991. Página 92. Libro I. Primeras noticias de Menorca. Sección III. Idioma, alfabeto, trages, y cultura de los Menorquines en los siglos de que hablo. “(…) Esto último puede conjeturarse con mayor fundamento de diferentes cuevas de las muchas de Calascovas, como que aún en los fragmentos de Inscripciones Romanas que allí existen, sin embargo que tan modernos respecto al tiempo de que trato, se ven letras, y otros vestigios (93) del idioma griego que introdujeron en Menorca los vecinos de Lindo en la isla de Rodas que con Tlepolemo a su frente vinieron a poblarla, como en otras partes lo tengo (94) evidenciado. / (Página 93) Pero y cuando fue que esto aconteció? Aunque en cosas de tanta antigüedad es difícil de encontrar datos con todo siguiendo las huellas de uno de los más célebres historiadores del (95) siglo último, el establecimiento y ocupación de las Baleares por los griegos se puede fijar en el siglo VIII (96), antes del Sr. después del domicilio de los de Rodas en (97) Cataluña. Los motivos que llevo indicados tantas veces de la gran distancia del tiempo, y de la falta de monumentos son aquí un obstáculo para saber lo que pasó en esta memorable ocasión, es decir, si los griegos echaron a los de Fenicia por fuerza de armas de estas islas, o si los de las misma nación acogieron amistosamente a los recién venidos / (Página 94), y les permitieron el vivir entre ellos (...)”.BARCELÓ Y CAYMARÍS, Francisco. “Crónica de Menorca. Manuscrito inédito: 1837”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Mahón. Y de las Sociedades Afines Domiciliadas en el mismo. Año XVI. Quinta Época. Tomo VII. Mahón. 1912. www.RevistadeMenorca1912.pdf 207


Página 276. Los griegos: año 800 a. C. Victoria. “(...) La victoria queda a favor de los Griegos, y siguiendo estos su primer impulso de venganza pasaron a degüello casi todas las principales cabezas de los Fenicios, conduciendo cautivos a Grecia a los restantes de sus soldados que habían quedado prisioneros de guerra; no obstante quedaron en Menorca muchas familias célticas y fenicias, las que mal de su agrado hubieron de someterse al intruso gobierno griego (...)”. (292). GRAVES, Robert & PATAI, Raphael. “Los mitos hebreos”. Colección: Religión y mitología. H. 4103. Madrid. Alianza Editorial. 2009 (5ª reimpresión). Página 271. 45. Cacimiento de los doce patriarcas. Influencia rodia de los honderos Baleares. “(…) Los otros honderos más famosos del mundo antiguo eran griegos, aqueos, acarneses y rodiotas, a los que hay que añadir los habitantes de las islas Baleares, por influencia rodia. Las hondas llegaron a Gran Bretaña alrededor del año 500 a. C. (…)”. (293). GRAVES, Robert & PATAI, Raphael. “Los mitos hebreos”. Colección: Religión y mitología. H. 4103. Madrid. Alianza Editorial. 2009 (5ª reimpresión). Página 200 y 201. 31. Cacimiento de Isaac. Filisteos. “(…) 2. La descripción de Abimélek como un rey filisteo (Génesis 21, 3233; 26, 1, 8, 189 se ha considerado un anacronismo, pues habitualmente se supone que la llegada de los filisteos a Canaán tuvo lugar en torno al año 1200 a. C., mientras que Abraham vivió durante la segunda mitad del siglo XV a. C. sin embargo, un número de eruditos cada vez mayor se inclina a pensar que la invasión filistea del año 1200 a. C., no fue la primera (igual que la de Josué fue solo la fase final de un prolongado proceso de inmigración hebrea en Canaán) y que algunos filisteos pudieron haberse establecido en Guerar hacia el año 1500 a. C. 3. El país de origen de los filisteos fue Caftor, que no se refiere necesariamente a la isla de Creta (Keftiu en egipcio) sólo sino más bien a la esfera minoica en general, que incluye el sudoeste de Asia menor. La cultura minoica o caftorea se remonta al tercer milenio a. C., y un ejemplo temprano de su influencia en la costa oriental del Mediterráneo es la ubicación en Caftor del taller de Kothar wa-Khasis. Éste era el artífice divino conocido como Dédalo entre los griegos del siglo XIV a. C. En el año 1196 a. C., los pueblos del mar fueron derrotados por Ramsés III, en cuyos monumentos de Medinet-Habu aparecen representados con sus 208


cascos característicos –la palabra bíblica para casco, “koba”, está tomada de una lengua filistea no semítica-. Los monumentos egipcios mencionan varios “pueblos del mar”, entre ellos los pulasati o purasati que han sido identificados de manera concluyente con los filisteos. 4. Un monumento anterior del faraón Merneptah (finales del siglo XIII a. C.) menciona los aqaiwasha o ekwesh como uno de los pueblos del mar. Eduard Meyer, entre otros, los ha identificado con los achiyawa cuyo reino floreció durante los siglos XIV y XIII a. C, en Panfilia (Asia Menor meridional) aunque / (Página 201) algunos historiadores consideran la isla de Rodas su base principal. Se sabe también que invadieron Chipre, se los considera aqueos (achiivi en latín) y han sido identificados con los Jivi o Jivitas, citados con frecuencia en la Biblia como uno de los pueblos preisraelitas hallados en Canaán (…)”. (294). FERRER, Antoni & PLANTALAMOR, Lluís & ANGLADA, Montserrat. “Desenterrant el passat. Les excavacions arqueològiques a Cornià Iou”. Mahón. Museu de Menorca. Consell Insular de Menorca. Govern de les Illes Balears. 2014. Página 80. 102. Esferes de pedra. “(…) Iúmero d´inventari: CUI/07/91, CUI/07/92, CUI/07/93. Material: Pedra calcària miocènica. Descripció i funció: Esferes de pedra de petites dimensions. Aquest tipus d´objectes han aparegut a altres contextos d´hàbitat de la mateixa cronología, com Talatí de Dalt o Ses Talaies de n´Alzina. Tot i que han estat identificats com a projectils de fona, no se´n coeix la funció amb total certeza. Context: Talaiot Est. UE-10. Cronologia: Segle III a. C, d´acord amb els materials ceramics documentats a la mateixa unitat estratigràfica. Bibliografia: Juan et al. 2005, Iavarro Chueca 2004, Plantalamor et al. 2011 (…)”. (295). DE NICOLÁS, Joan C. “Romanización de Menorca”. Publicado en: MASCARÓ PASARIUS, J. & HERNÁNDEZ MORA, J & Waldren, W & ORFILA PONS, M & LLOMPART MORAGUES, J & DE NICOLÁS, J. & CANTAVELLA, J & SEGUI VIDAL, G & AMENUAL I BATLE, J. 209


“Geografía e Historia de Menorca”. Tomo IV. Ciudadela. Edita el autor. 1983. Página 248. “(…) Recientemente hemos podido constatar que en Menorca se fabricaron balas de plomo para honda, como lo demuestra el hallazgo de tres moldes univalvos. Se trata de unas cucharillas o cazoletas alargadas de bronce provistas de mango en las que se detectan restos de escoria de plomo. Dos de estos moldes proceden de los yacimientos de Bellavista (Mercadal) y de Santa Creu (Alaior) y el tercero de un yacimiento indeterminado de la isla. Todos ellos son de idénticas características y de similares proporciones como se aprecia en el dibujo que aportamos. La presencia de estos moldes de fundición, todos ellos univalvos, nos sugiere, como hipótesis de trabajo, que tal vez los baleares de la fase de transición de la cultura talaiótica, hábiles en el manejo de la honda como lo demuestra su participación como honderos de las tropas de choque cartaginesas y romanas y lo documentan sobradamente las fuentes, dejaron de utilizar los cantos más o menos trabajados que empleaban como proyectiles para sus hondas, incorporando la tecnología militar romana de las balas de plomo o glandes (…)”. (296). DE OLIVES PONS, Guillermo. “La colección Pons y Soler”. Revista de Menorca. Fundada en 1888. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Mahón. Año XLV. Sexta Época. Mahón. 1949. www.RevistadeMenorca1949.pdf Página 181. “(...) la que formara en vida D. Juan Pons y Soler (...)”. Página 186. Cita (1). “(...) Piedras de hondas las hay con los números 158-159-160-161-391-392-393-394-633-654-832 y sigs (...)”. (297). BERMEJO TIRADO, Jesús. “Breve historia de los Íberos”. Madrid. Nowtilus. 2010 (2ª edición: abril). Página 211. 7. La guerra en el mundo ibérico. Armas arrojadizas = Honda. “(…) El empleo de la honda está ampliamente documentado entre los íberos y sobre todo entre / (Página 212) los baleáricos. El empleo de este tipo de armas permitía lanzar proyectiles en un radio de 200 m., con amplio índice de acierto. Los proyectiles podían ser de arcilla, piedra o plomo, siendo estos los más extendidos desde el siglo IV a. C. la utilización de cuerpos especializados de honderos entre los ejércitos mediterráneos se generaliza desde la época de las Guerras Púnicas. Los cartagineses los estimaban como soldados de elite entre todos los mercenarios y, a partir de las Guerras Púnicas en

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territorio español, los romanos incluyeron tropas de este tipo entre sus legiones (…)”. (298). BERMEJO TIRADO, Jesús. “Breve historia de los Íberos”. Madrid. Nowtilus. 2010 (2ª edición: abril). Página 208. 7. La guerra en el mundo ibérico. Armas arrojadizas = Honda. “(…) y armas arrojadizas (como el soliferreum, la falárica, la honda y las flechas) (…)”. (299). BARCELÓ Y CAYMARÍS, Francisco. “Crónica de Menorca. Manuscrito inédito: 1837”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Mahón. Y de las Sociedades Afines Domiciliadas en el mismo. Año XVI. Quinta Época. Tomo VII. Mahón. Página 242. Honda. “(...) 1912. www.RevistadeMenorca1912.pdf Aumentábase cada día en Menorca la persecución de los corsarios Pelasgos y Tirrenos, saltando en tierra, matando, robando e incendiando cuanto encontraban; por cuyo motivo los Fenicios, sin comparación más instruidos / (Página 243) que los Celtas en fuerza de su comercio, inventaron y enseñaron a estos la construcción y uso de una arma con que poder defenderse de poscontrarios que tanto los importunaban por hallarlos indefensos. Esta era la honda, que tanta fama alcanzaron con ella los Menorquines en tiempos más recientes. Componíase ésta de tres distintos materiales, a saber: juncos, hilos groseros y nervios (A); y cada una de estas la formaban de dos cuerdas para que fuesen más fuertes (...)”. Página 243. Cita (A). “(...) Strabon, lib. 3. pág. 117 (...)”.RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Mahón. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1991. Página 115. Libro I. Primeras noticias de Menorca. Sección V. Destreza de los habitantes de estas Islas en el exercicio de las hondas en los siglos de que hablo. “(…) Según el testimonio de Estrabón los vecinos de Mallorca y Menorca empezaron a distinguirse en el manejo de esta arma desde la ocupación de los (1) Fenicios, y por consiguiente nada puedo decir en el particular de nuestros celtas menorquines antes de dicha época, ni de que armas se valdrían entonces en sus combates y peleas, como ni tampoco si tenían alguna, o si todo se reducía a echarse piedras con las manos, o estacas, o a pedazos de ramas que desgajasen de los árboles, y con que atacasen, y se defendiesen respectivamente. La tardanza de estos isleños / (página 116) en imponerse en el uso de dicha arma quedó más bien compensada con la singular habilidad que 211


no tardaron a adquirir en ella, la que con el tiempo llegó a tal grado de perfección, que en las batallas quebraban con las piedras que despedían con sus hondas los broqueles, cascos, y demás armas defensivas de sus (2) enemigos. Así mismo tal era su tino, y pericia cuando sitiaban una plaza, que herían fácilmente a los que guardaban las (3) murallas, haciendo de este modo desesperar a sus oponentes, que en ninguna parte encontraban abrigo, ni seguridad contra los tiros de nuestros compatriotas, quienes por lo común lograban la victoria al partido que ellos seguían, como lo veremos en su tiempo. / (Página 117) A fuerza sin duda de ensayos, y de meditar sobre el manejo y uso de esta arma, havian llegado al punto de averiguar que para mejor aprovechas sus tiros convenía que tuviesen hondas hechas con proporción a la mayor, o menor distancia en que se hallaren los enemigos con quienes debían combatir, y he aquí la causa por qué llevaban tres, es decir, una para los tiros largos, otra para los cortos, y por fin otra (4) para los medianos. De esta diferencia se ve que lo que echavan nuestros compatriotas con sus hondas no podía ser de igual peso, y puesto que lo que dice Diodoro de que las piedras que despedían llegavan a una mina, o cien dracmas (5), se debe entender / (Página 118) de los tiros cortos, y no de los medianos, y mucho menos de los largos, que alcanzaban a la distancia de seiscientos (6) pasos. Mr. d´Hermilly en su Historia de Mallorca quiere que la última de dichas armas se llamase Macrolon y Brachicolon la de los tiros (7) cortos. En quanto a la otra no señala nombre, y como no cita algún Autor griego para lo referido, lo dexo en la clase de dudoso. Los materiales de que se hacían sus hondas eran de tres especies, a saber de juncos, de hilos groseros, o de nervios (8) y a las primeras apellidavan (9) melanchrenas. Sabemos también por Lycophron / (Página 119) que cada honda se componía de dos cuerdas (10) sin duda para hacerlas más fuertes. Io eran únicamente las piedras de que se valían nuestros esforzados Baleares para echar con sus hondas; serviánse igualmente al efecto de balas de (11) plomo, y las arrojaban con tanto vigor, y violencia, que en sentir de algunos, se encendían en el aire. Así lo aseguran Lucrecio, Virgilio, Ovidio y Lucano, (12) y en lo mismo está Séneca (13); más yo no lo creo, porque la experiencia demuestra lo contrario aún cuando las balas de plomo se disparan / (Página 120) con las 14 escopetas. Diodoro Sículo pretende también que los baleares en sus expediciones guerreras arrojasen mayores piedras, y con más ímpetu que las (15) máquinas, pero yo asimismo lo niego, porque las catapultas las despedían hasta el peso de trescientas (16) libras, y las balistas hasta las de ciento y veinte (17) como nos dicen los Autores.

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Una habilidad tan extraordinaria en el manejo de la honda como la que tuvieron los habitantes de estas islas en los tiempos de que estoy tratando, provenía sin duda de que empezaban desde niños a ejercitarse, y adiestrarse en esta arma, y que sus madres les ponía en un paraje / (Página 121) alto lo que ellos habían de comer, y no se lo entregaban sino después de derribarlo a fuerza de ritos de sus (18) hondas, lo que les hacía adquirir tal destreza, que raras veces no daban en el (19) blanco, y superaban a los demás honderos (20) de la antigüedad (...)”. Página 115. Cita (1). “(…) Strabo rer geographicar, lib. III. Página 117 (…)”. Página 116. Cita (2). “(...) Et dans les batailles rangeés ils brisent les boucliers, les casques, et toutes les armes defensives de leurs ennemis Diodoro Siculo ibi (...)”. Página 116. Cita (3). “(...) Idem ibidem pág. 217 (...)”. Página 117. Cita (4). “(…) Tribus bifunibus instructi fndis. Lycophron de la traducción de Juan Potter Oxonii 1679, vers. 636.= Vel longioribus avenís, vel brevioribus, velmediocribus, ad remotiores jactus, vel propinquiores, vel medios. Sttraborer, geographicar, pág. 117, lib. III (…)”. Página 117. Cita (5). “(…) Ils s´etoient accontumés á lancer des perres du poids d´une mine on cent drachmes Diodoro Siculo o ibi. Esta mina entiende ser Attica el Sr. Campomanes en su Antigüedad marítima de la República de Cartago pág. 76 cada una de estas minas pesava doce onzas y media. Campomanes ibi (…)”. (300). “Guía Menorca talayótica. La prehistoria de la isla”. Edición a cargo de Antoni Nicolau Martí. Texto: Elena Sintes Olives. Sant Lluís. Triangle Books. 2015. Página 314. Glosario. Honda. “(…) Instrumento formado por una bolsa de tela o de piel con un cordel a cada extremo, dentro de la que se coloca una piedra u otro proyectil y haciéndola girar rápidamente se le da impulso para lanzarla. En Baleares, a los diestros con la honda se les denominan “foners”. Los foners baleares del periodo postalayótico fueron muy preciados por los ejércitos de la época y lucharon como mercenarios primero con el cartaginés y después con el romano (…)”. (301). RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Mahón. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1991. Página 121. Libro I. Primeras noticias de Menorca. Sección V. Destreza de los habitantes de estas Islas en el exercicio de las hondas en los siglos de que hablo. “(…) Ya tengo mencionado que usavan de tres hondas según que sus tiros havian de ser, ó más cortos, o más largos, o por fin medianos; pero es preciso referir como llevaban estas armas por la diversidad con que lo cuentan los Autores. Según / (Página 122) Diodoro Sículo ceñían la cabeza con una, con otra el vientre, y con las manos 213


traían la (21) tercera. Al opuesto de ello quiere Estrabón que todas tres las llevasen en la (22) cabeza; y como los dos escritores eran coetáneos, (23) al parecer que se contradicen y que uno, u otro iva equivocado. Contemplo no obstante que la dificultad se puede vencer entendiendo lo de Diodoro de los baleares del tiempo de que trato, y aún de los siglos que siguieron hasta la fin de la segunda guerra púnica, en que no peleaban sino con las (24) hondas, y de / (Página 123) consiguiente las podían llevar muy bien de dicho modo; y que Estrabón nos habla del estilo de estos isleños en su tiempo, en que habiendo asimismo adoptado el uso de un lanzón socarrado, o con punta de hierro (25) para los combates, y el de un broquel al propio efecto (26) no podían traer en las manos ninguna de sus hondas, porque no les servían cuando peleaban de esta forma. Pero como las mismas continuaron siempre a ser sus armas principales, y mas (27) ordinarias, es verosímil que las llevasen en la cabeza para valerse de ellas cuando les pareciese más útil el no hacer uso del lanzón, ni del escudo. A fin de adquirir más ligereza y agilidad en el manejo de sus armas untaban sus cuerpos cada día (28), y no / (página 124) siendo entonces estas islas tan abundantes de aceite de oliva (29) lo hacían del lentisco, y lo mezclaban con lardo. Con estos medios, y los restantes ya expresados llegó a ser tanta su pericia en la honda, que superaban en su manejo a las demás naciones (30), y fueron empleados en sus guerras primero por los cartagineses, y destruidos estos, por el pueblo romano, como lo diremos a su tiempo (...)”. Página 122. Cita (21). “(...) Diodoro Sículo tomo II, lib. V. pág. 217 (...)”. Página 122. Cita (22). “(...) Ternas circuí caput fundas. Strabo rer. Geographicar. lib. III. Pág. 117 (...)”. Página 122. Cita (23). “(...) Diodoro Sículo aunque vivía cuando Julio César escribió en tiempos de Augusto. Véase el prefacio de l´Abbé Terrasson a lña traducción de las obras de dicho escritor, pág. 24. Estrabón florecía en tiempo de Augusto, y de Tiberio. Ioveau Dictionaire Historique, tomo VIII, pág. 561 (...)” Página 122. Cita (24). “(...) Fundis ut nunc plurimum, ita tunc eo solo telo utebantur, Asi Tito Livio in Decade Histor. Romanar. lib. VIII.cap. XLX hablando de los Baleares hacia la fin de la segunda guerra púnica (...)”. Página 123. Cita (25). “(...) Strabo Rer. Geographicar lib. III.pág. 117 (...)”. Página 123. Cita (26). “(...) Idem ibidem (...)”. Página 123. Cita (27). “(...) Véase la nota nº 24 (...)”. Página 123. Cita (28). “(...) Diodoro Sículo ibi pág. 216, lib. V, tomo II (...)”. Página 124. Cita (29). “(...) Diodoro allí mismo (...)”. Página 124. Cita (30). “(...) Léase la nota nº 20 de esta sección (...)”.RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de 214


Menorca. Parte I”. Mahón. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1991. Página 124 y 125. Libro I. Primeras noticias de Menorca. Sección V. Destreza de los habitantes de estas Islas en el exercicio de las hondas en los siglos de que hablo. “(…) Queda ahora a indagar si fueron los Baleares los inventores de las hondas, o si las recibieron de los Fenicios quando su ocupación de estas Islas. Es cierto que aquellas son de un uso antiquísimo, y Job que pasa por serlo tanto, hace ya mención de las mismas (31); pero como Estrabón nos dice expresamente que los habitantes de Mallorca y Menorca no empezaron a distinguirse en el exercicio / (Página 125) de aquella arma sino desde el tiempo de los Fenicios, (32) el natural el presumir y aún el creer que con su arribo la introdujeron entre los antiguos Isleños, y les adiestraron en su uso. Esto en tanto parece más verosímil y fundado en quanto es cierto que los Fenicios pasan entre los Autores antiguos por haver inventado las hondas (33). Vegecio no obstante quiere que esta gloria se deba a los (34) Baleares con la de otras armas ideadas por ellos; pero por mucho que mi amor a la patria se interese en ello, no me lo puedo persuadir, porque la autoridad de dicho escritor no me parece suficiente para contrarrestar / (Página 126) las de Estrabón y Plinio que sienten lo (35) contrario; y así dejaré lo qie dice vegecio en la clase de los hechos dudosos. Lo que sí creo es que los isleños de los tiempos de que habló a fuerza de ensayos, y de su buen uso tan repetido de las hondas a que se dedicaron durante tantos siglos, las mejoraron mucho haciéndolas mas dobles, capaces, y fuertes, y más o menos largads, con proporción a la distancia, o cercanía de sus tiros y al mayor, o menos volumen de las piedras, y balas de plomo que arrojaban con dichas armas. Estas presunciones son muy probables y fundadas, y así no veo necesidad de mendigar hechos inciertos para apoyar la gloria que adquirieron los antiguos Baleres por su innegable habilidad en el manejo de las / (Página 127) hondas. El modo de entrar nuestros Baleares en las batallas y conflictos guerreros era el presentarse desceñidos y sueltos, (36) sin duda para ser más ágiles en sus evoluciones. Sin embargo no me atrevo a resolver sobre la mayor, o menor antigüedad de un tal uso, porque nada de ellos he visto en los autores; y lo que se me ofrece acerca del particular es que en tal caso no llevarían honda alguna ceñida al vientre por el estorbo que esto les causaría. Quizá si esto lo practicarían solamente cuando combatían con lanzón, y broquel en que no podían servirse de otras armas. Como nos faltan datos no puedo entrar en más detalles tocante a este punto (...)”.

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(302). BARCELÓ Y CAYMARÍS, Francisco. “Crónica de Menorca. Manuscrito inédito: 1837”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Mahón. Y de las Sociedades Afines Domiciliadas en el mismo. Año XVI. Quinta Época. Tomo VII. Mahón. 1912. www.RevistadeMenorca1912.pdf Página 277. Año de 700 a. C. Cartagineses. “(…) Cartago, colonia de Tiro, largo tiempo emula del imperio Romano, fue fundada por la Reyna Eliza, o por otro nombre Dido, ochocientos ochenta y dos años antes de la era vulgar (A), y en poco tiempo creció tanto su poder y comercio, que a los ciento y sesenta años de su existencia ya se apoderó de la Isla de / (Página 278) Ibiza (A). Estos como todas las demás naciones entraron en Menorca, ya para comerciar, ya a causa de las borrascas que sufrían en sus viajes y tráfico a España, para ellos tan frecuente, y en estos casos manifestaron al principio a los menorquines un aire de dulzura y afabilidad que con el objeto de ser bien vistos habían afectado (B) (…)”. Página 278. Cita (A). “(…) Masdeu en su Historia crítica de España, tomo 1, parte 1, libro 6, página 104 (…)”.Página 278. Cita (B). “(...) Idem idem, página 107 (...)”. (303). BARCELÓ Y CAYMARÍS, Francisco. “Crónica de Menorca. Manuscrito inédito: 1837”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Mahón. Y de las Sociedades Afines Domiciliadas en el mismo. Año XVI. Quinta Época. Tomo VII. Mahón. 1912. www.RevistadeMenorca1912.pdf Página 278. Año de 700 a. C. Tentativa de tomar Menorca. “(...) Esta república tenía por verdaderos móviles la ambición y la codicia, y poco a poco empezaron en sus continuas entradas y salidas en esta isla a no poder sufrir a los griegos sus poseedores, envidiando las inmensas riquezas que estos últimos sacaban del continente español (C). No se ocultaba a los cartagineses todo cuanto había sucedido a los menorquines en la toma de esta isla por los griegos: sabían que reinaba en ellos un concentrado odio a una nación usurpadora que a más de haber derramado un río de sangre en la guerra injusta que habían promovido, los habían separado de sus amigos los fenicios, y trastornado alevosamente sus leyes civiles y culto religioso, imponiéndoles otras las más opresivas y tiranas; en cuya consecuencia no dudaron que a más de no hallar resistencia de parte de los Menorquines, caso de querer conquistar esta isla de los Griegos, sería para aquellos muy plausible dicha determinación, por librarse de este modo de unos enemigos

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cuya tiranía y bárbara opresión iba aumentando cada día (...)”. Página 278. Cita (C). “(...) Idem, idem, pág, idem (...)”. (304). BARCELÓ Y CAYMARÍS, Francisco. “Crónica de Menorca. Manuscrito inédito: 1837”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Mahón. Y de las Sociedades Afines Domiciliadas en el mismo. Año XVI. Quinta Época. Tomo VII. Mahón. 1912. www.RevistadeMenorca1912.pdf Página 279. Año de 700 a. C. Entrada de los cartagineses en Menorca y su expulsión de la misma por los isleños. “(...) Bajo la capa de comercio y con una extraordinaria reserva, entraron los cartagineses / (Página 279) en diferentes puntos de la isla con muchas naves cargadas de gente con el objeto de sublevarse contra los griegos y ganar por este motivo la voluntad de los menorquines, que según el plan de los primeros, los habían de mirar como a sus libertadores y someterse por consiguiente bajo su amparo y protección. Saltaron en tierra con mano armada y atacaron a los griegos y ganar por este medio la voluntad de los menorquines, que según el plan de los primeros, los habían de mirar como a sus libertadores y someterse por consiguiente bajo su amparo y protección. Saltaron en tierra con mano armada y atacaron a los griegos, que con el salvoconducto de amistad ignoraban la traición halándose indefensos. El rumor de guerra se esparció por toda la isla, y en un momento los griegos y menorquines se hallaron defensos, pues picados de la traición, embistieron a los amotinados para vengarse de tan atrevido atentado. Los cartagineses esperaron intrépidos a sus contrarios, trasvase la más encarnizada lucha, más no pudieron sufrir largo tiempo el furor y estrago de las hondas menorquinas y les fue preciso abandonar la isla precipitadamente, dejando en ella muchas víctimas y la mayor parte de sus armas y mercadurías (...)”. Página 279. Cita (A). “(...) Dameto en su Historia del Reyno Baleárico, lib, I. tit. 2. pág. 116 (...)”. (305). BARCELÓ Y CAYMARÍS, Francisco. “Crónica de Menorca. Manuscrito inédito: 1837”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Mahón. Y de las Sociedades Afines Domiciliadas en el mismo. Año XVI. Quinta Época. Tomo VII. Mahón. 1912. www.RevistadeMenorca1912.pdf Página 279. Año de 700 a. C. Segunda tentativa cartaginesa burlada por los menorquines. “(...) Muy al contrario era el general sentimiento de los cartagineses. Su altivez 217


abatida con un acontecimiento, que muy al contrario de haberles producido los lisonjeros efectos que esperaban de los menorquines, los habían estos derrotado y echado ignominiosamente de la isla (A). Este suceso les estimuló tal odio, tal venganza y furor, que desde aquel momento no solo juraron conquistar esta isla y limpiarla de los griegos, si que castigar a los menorquines por no haber manifestado afectos a su partido. Desde Sicilia salió al efecto una grande y poderosa armada cartaginesa con dirección a Menorca, más habiendo esta anclado por precisión en el puerto de Mahón, fue atacada por los honderos menorquines con tanta furia de piedras, que no pudiendo resistir sus estragos la precisó a salir y a abandonar la empresa (B) (...)”. Página 279. Cita (A). “(...) Binimelis en su Historia de Mallorca, Lib. 1, cap. 24 (...)”. Página 279. Cita (B). “(...) Dameto, lib. I, titulo II, página 116 (...)”. (306). ESTRABÓN. “Geografía de Iberia”. Traducción de Javier Gómez Espelosín. Presentaciones, notas y comentarios de Gonzalo Cruz Andreotti, Marco V. García Quintela y Javier Gómez Espelosín. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8288. Madrid. Alianza Editorial. 2007. Página 390. Glosario. Gimnesias, islas. “(…) (III 2.5, 6; 4.7; 5.1). Denominación griega de las islas baleáricas de Mallorca, insula maior y, Menorca, insula minor (Livio, XXVIII 37). Uno de los autores que más contribuyó / (Página 391) a la difusión de determinadas historias de carácter pseudopardoxográfico asociado a estas islas fue Timeo (en Diodoro), como el andar desnudo de sus habitantes o, como recoge Estrabón vía Posidonio, la plaga de liebres que los obligó a salir de la isla o la forma “primitiva” de lucha, entre otras. Io es menos cierto que, paralelamente, nuestro geógrafo mencione su importancia geográfica y estratégica en relación a las comunicaciones entre Turdetania, Cerdeña, Roma y Libia, una de las claves de su prosperidad. El mismo Polibio (III 33.11) recoge la noticia no menos importante de que su nombre proviene de la habilidad de sus habitantes con la honda: desde muy temprano es un lugar de aprovisionamiento de mercenarios, tema sobre el que se extiende nuestro geógrafo (III 5.1). Este motivo, además de lo anunciado por Estrabón en relación al tema de la piratería residenciada en las islas, es lo que provocaría finalmente la intervención romana a cargo de Quinto Cecilio Metelo hacia el 122-123 a. C., fundando las ciudades de Palma y Polentia. Esta última, 218


ubicada en Alcudia, Mallorca septentrional, fue colonia de ciudadanos romanos fundad por Metelo (Mela, II 124; Plinio, Historia Iatural 3. 77), ubicada en los límites colindantes de la urbe actual, con una extensión de unas seis hectáreas y, de la que se conocen el teatro, edificios públicos, foro, templos, tabernae y necrópolis (Ca´n Fanals y Santa Anna) (…) Mascaró, 1973 y 1980; Arribas, 1983; Tovar, 1989: 276-77). [GCA] (…)”. (307). BLÁZQUEZ, J. M. Capítulo XV. La expansión cartaginesa. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª edición). Página 397. Expansión del imperialismo cartaginés en Sicilia. Batalla de Himera, 480 a. C. Los mercenarios íberos. “(…) La procedencia de esta íberos es difícil de establecer, podían ser gentes del Sur, pero ello es difícil de aceptar, pues estos pueblos, en siglos posteriores, son pacíficos y guerrean ellos también con tropas a sueldo; más probable es que fueran gentes venidas del levante ibérico y de las Baleares (…)”.PLUTARCO. “Vidas paralelas”. Edición, introducción y notas de José Alsina catedrático de la Universidad de Barcelona. Traducción de Antonio Ranz Romanillos. Barcelona. Planeta. 1990. Página 623. Alcibíades. Honderos en la campaña contra Sicilia. “(...) Irritándose con esto el pueblo, y estando muy indispuesto con Alcibíades, todavía le exasperaba más Androcles, que era uno de sus mayores enemigos, por lo que al principio Alcibíades y los suyos no pudieron menos de abatirse; más advirtiendo luego que todos los marineros que habían de ir a Sicilia le eran muy afectos, y lo mismo la tropa, y que los de Argos y Mantinea, en número de mil hoplitas, decían abiertamente que sólo por Alcibíades se ofrecían a aquella marítima y lejana expedición, y que si alguno le agraviaba, se retirarían, entonces cobró ánimo y se aprovechó de aquella oportunidad para defenderse; de manera que por la inversa sus enemigos desmayaron y empezaron a temer no fuera que el pueblo se mostrara blando con él en el juicio, por la consideración de haberlo menester. (...) / (Página 624) XX. Más no habiendo logrado convencerles e intimándosele que partiese, dio la vela con sus colegas, llevando muy pocas menos de ciento y cuarenta galeras, cinco mil y cien infantes; entre tiradores de arco, honderos, y demás tropa ligera, unos mil y trescientos, y todas las prevenciones correspondientes. Iavegando ala vuelta de Italia, tomó a Regio, y allí puso a deliberación el modo que había de tenerse en 219


hacer la guerra. Opúsose Iicias a su dictamen; pero habiéndolo aprobado Lámaco, se dirigió a Sicilia y atrajo a Catania a su partido, sin que hubiese ya podido hacer otra cosa, porque al punto fue llamado para el juicio contra los atenienses. Porque al principio, como dejamos dicho, solo se esparcieron contra Alcibíades algunas ciegas sospechas y calumniosas, luego que le vieron ausente, tomaron fuerzas contra él y reunieron con el insulto hecho a los Hermes el remedio de los misterios, insinuando que todo era efecto de una misma conjuración revolucionaria; y a todos cuantos denunciados pudieron haber a las manos, sin oírlos los encerraron en la cárcel, sintiendo no haber cogido antes a Alcibíades bajo sus votos y sentenciándole por tan graves crímenes (...)”. (308). BLÁZQUEZ, J. M. Capítulo XV. La expansión cartaginesa. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª edición). Página 403. Participación de los íberos en la segunda guerra greco-púnica. Asalto y toma de Selinunte, 409 a. C. “(…) En el año 410 a.C., Cartago intentó llevar a buen término el programa de arrojar a los griegos de Sicilia, en el que había fracasado en el 480 a. C. La ocasión era propicia, pues las ciudades griegas y más concretamente la más importante de todas, Siracusa, como resultado de la expedición ateniense, 415-413 a. C., estaban muy quebrantadas. (…) Alude también el historiador a la intervención de ciertos honderos, que con seguridad serian de las Islas Baleares. Desde Motya, donde varó en seco la flota, se dirigió a Selinunte, costeando la isla. El primer choque con los griegos tuvo lugar en las orillas del río Mazaros, donde el ejército cartaginés destruyó el mercado griego allí establecido. Para asaltar Selinunte, que estaba amurallada, levantó el general cartaginés seis gigantescas torres, que dominaban la muralla, que fue abatida, por las acometidas de seis arietes con cabeza de hierro, metal que probablemente introdujeron los fenicios en Sicilia, por arqueros y honderos (…)”. (309). BLÁZQUEZ, J. M. Capítulo XV. La expansión cartaginesa. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª edición). Página 404. Toma de Akragas, 406 a. C. Baleares. “(…) Diodoro (…) escribe sobre el particular, que Aníbal e Himilcón, enviaron 220


a algunos de los más importantes de Cartago con mucho dinero a la Península Ibérica y a las Islas Baleares, con el fin de reclutar tropas. Los soldados se concentraron en África. Una flota de mil naves de carga pasó a Sicilia (…)”.CASASNOVAS CAMPS, Miquel Àngel. “Història de Menorca”. Colección: Els treballs i els dies nº 56. Palma de Mallorca. Institució Francesc de Borja Moll. 2016. Página 77. Capítol V. El món dels foners. Soldats de fortuna. “(…) Un dels aspectes més interessants d´aquest fenomen colonitzador és la presencia dels mercenaris balears als exèrcits púnics, almenys des del final del segle V a. C. Que això está en sintonía amb una societat guerrera i bel.licosa, està fora de dubte. Ara bé, també s´ens planteja la problemática que dóna lloc a l´existència d´un moviment tan considerable de mallorquins i menorquins i durant quatre segles. La primera referencia explícita a la utilització dels foners baleàrics pels exèrcits de Cartago és de l´any 406 a. C., durant la conquista d´Akragas (Agrigent, Sicilia), encara que possiblement la seva contractació com a mercenaris era força anterior (…)”.LLOMPART MORAGUES, Gabriel. “Los honderos Baleares y su contexto existencial”. Publicado en: MASCARÓ PASARIUS, J. & HERNÁNDEZ MORA, J & Waldren, W & ORFILA PONS, M & LLOMPART MORAGUES, J & DE NICOLÁS, J. & CANTAVELLA, J & SEGUI VIDAL, G & AMENUAL I BATLE, J. “Geografía e Historia de Menorca”. Tomo IV. Ciudadela. Edita el autor. 1983. Página 168. “(…) Los honderos aparecen casual y repentinamente citados en plena guerra de Sicilia en el año 406 antes de JC. Los contingentes de infantería ligera que formaban en las filas del ejército cartaginés estaban constituidos por soldados procedentes del Iorte de África, libios, mauritanos y númidas, por venidos de Italia, campanios y por reclutas de la Península Ibérica y de Baleares. Para la ofensiva cartaginesa del año mencionado los generales Hanibal e Himilkon enviaron a buscar refuerzos a las Baleares con objeto de atacar a la ciudad de Siracusa, su gran enemiga (…). Es decir, a lo largo de todas las campañas emprendidas por Cartago y hasta el momento de su última destrucción, siempre los voluntarios baleares lucharon en contra de griegos y romanos (…)”. (310). BLÁZQUEZ, J. M. Capítulo XV. La expansión cartaginesa. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª 221


edición). Página 410. Batalla de Ekonomon, 311 a. C. “(…) Amílcar para evitar que su ejército sucumbiera, puso a los honderos de las Baleares en primera fila. Estos con sus certeras pedradas dejaron fuera de combate a muchos enemigos. En esta ocasión describe Diodoro la habilidad de estos honderos en el manejo de la honda, que llevaban tres: una en la cabeza, la segunda en la cintura y la tercera en la mano. Estrabón, por su parte, puntualiza, que estaban confeccionadas de junco negro y de crines o de tendones. Diodoro afirma que lanzaban piedras de mayor tamaño que los demás, que parecían despedidas por catapultas y, que eran capaces de abollar los escudos, los cascos y, las armaduras. La mayoría daban en el blanco. Esta habilidad se debía al ejercicio a que sometían a sus hijos las madres; para enseñarles el manejo de la honda colocaban las madres el pan en lo alto de un palo y, no lo comían hasta que a pedradas lo hacían caer (…)”.CASASNOVAS CAMPS, Miquel Àngel. “Història de Menorca”. Colección: Els treballs i els dies nº 56. Palma de Mallorca. Institució Francesc de Borja Moll. 2016. Página 77. Capítol V. El món dels foners. Soldats de fortuna. “(…) Des del segle V a. C., doncs, participen en les principals companyes cartagineses. L´any 311 a. C., trobam un contingent d´un miler de baleàrics lluitant a la batalla d´Eknomon contra els grecs sicilians; la seva participación resulta decisiva per decantar la victoria en favor dels púnics. Durant el segle III a. C., quan els romans substitueixen els grecs com a adversaris de Cartago, els foners illens segueixen fornint els exèrcits de la potencia nord-africana (…)”. (311). FERNÁNDEZ NIETO, F. J. Capítulo XXI. Los griegos en España. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª edición). Página 570. Colonización griega y comercio. Honderos. “(…) Estos combatientes íberos, celtas y baleáricos formaron regularmente parte de los ejércitos cartagineses que hostigaron a los griegos de Sicilia durante el siglo V, pero también se hallaron al lado de los griegos en la guerra del Peloponeso, en operaciones efectuadas en Sicilia y el Ática y, estuvieron al servicio de los tiranos de Siracusa en el siglo IV. Una parte de los que regresaron pudo sin duda aportar conocimientos y técnicas a las poblaciones en que se reintegraron, e igualmente traerían consigo dinero, armas y otros objetos. Los pequeños bronces griegos hallaron en 222


las Baleares constituyen, posiblemente, huellas de la reinstalación en su patria de estos hombres y, se ha considerado que también las monedas griegas de los siglos VI y V a. C., emitidas por diversas poleis de Sicialia, Italia, Grecia continental e islas del Egeo halladas en apartados lugares de la Península, alcanzaron España básicamente por obra de los mercenarios hispanos y, no constituyen en absoluto, como recuerda Richard, testimonios directos de las relaciones económicas entre las ciudades emisoras y los lugares de aparición (aunque hubieran sido recibidas y difundidas desde las factorías griegas de la Península, no sabemos, excepto en los casos de tesoros bien fechados y de series bien representadas, el tiempo que transcurrió entre su emisión y su llegada a España ni la función exacta de tales monedas) (…)”.FERNÁNDEZ NIETO, F. J. Capítulo XXI. Los griegos en España. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª edición). Página 588. Los mercenarios hispanos. “(…) Junto a la labor de las colonias griegas establecidas en la Península como elementos de difusión de la cultura helénica, no podemos olvidar que un importante número de componentes de las tribus hispánicas, fundamentalmente ibéricos y celtíberos y, baleáricas, se desplazaron como auxiliares de Cartago o de los mismos ejércitos griegos hasta los escenarios de Sicilia, Italia y la propia Grecia, en donde entraron en contacto con la realidad más viva de la civilización griega, con sus gentes, sus creencias y sus costumbres, tanto en la guerra como en la paz. Sin embargo, el fenómeno del mercenariado hispano constituye un capítulo que ciertamente no se inscribe en la cuenta de los colonizadores griegos, sino en el esquema de la organización militar púnica. La población peninsular ofrecía a Cartago, junto a Libias y algunas otras zonas costeras del Mediterráneo, la oportunidad de reclutar por medio de un estipendio amplios grupos de especialistas en la guerra, con los cuales, podía completar un ejército compacto y aguerrido, capaz de hacer frente a la presión expansionista del comercio helénico y a los adelantos técnicos y tácticos introducidos por los griegos en el arte militar naval y terrestre. Fue a través de esta vía púnica, pues, como los hispanos llegaron a Sicilia y, desde aquí, atraídos por los tiranos de Siracusa o enrolados por emisarios del resto de los estados griegos, saltaron hasta las regiones del Peloponeso y del Ática. 223


Las primeras noticias cubiertas sobre la presencia de mercenarios íberos en Sicilia se refieren a la guerra entre Gelón de Siracusa y los cartagineses y, en concreto a la decisiva batalla de Himera, habida en el 480 a. C. Durante tres años habían ido siendo reclutados por Cartago, mercenarios fenicios, libios, ligures, sardos, corsos e íberos, estos últimos presumiblemente en Baleares y la mitad sur de la península, en donde se hallaban las principales ciudades y factorías púnicas, desconocemos cuál fuera su número. La derrota del ejército cartaginés que dirigía como general Amilcar no supuso la aniquilación de los contingentes de íberos; alguno de ellos fueron hechos prisioneros y vendidos como esclavos en los mercados griegos siciliotas, mientras que el resto se debió de permanecer en la isla tanto dentro del área púnica, especialmente en Panormo, como constituyendo bandas independientes que alquilaban sus servicios / (Página 589) a los griegos. Efectivamente, entre los proyectos de Alcibíades albergaba con ocasión de la expedición ateniense a Sicilia durante la guerra del Peloponeso (414 a. C), figuraba el de procurarse el concurso de los mercenarios que los cartagineses habían traído a la isla, entre otros el de los belicosos íberos. En cualquier caso sabemos que hacia el año 411 a. C., un grupo de guerreros ibéricos participó en algunas operaciones de la guerra del Peloponeso desarrolladas en el Ática y en las cercanías de Corinto al mando de Aristarco. En el ejército ateniense habían colaborado desde antiguo tropas mercenarias de origen oriental o incluso griego (arcadios, etolios, etc.,) y, en los últimos años de la guerra no es extraño que Atenas, cercada cada vez más por los miembros de la liga peloponesia, recurriese a la contratación de contingentes de soldados íberos con los que entró en relación durante la expedición a Sicilia o que pudieron también ser aportados por alguno de los aliados atenienses en la isla. La llegada a Sicilia de nuevos mercenarios íberos, reclutados cuidadosamente durante varios meses, se incrementó a partir del año 409 a. C. En estas fechas llegó a la isla un potente ejército cartaginés a las órdenes de Aníbal, nieto de Amílcar, en el que formaban, según las fuentes un considerable número de hispanos. Con estas fuerzas fueron tomadas primero la ciudad de Selinunte y su factoría del río Mazaro y, más tarde la ciudad de Himera. En los tres lugares el ejército cartaginés, que a su paso arrasó hasta los cimientos de la ciudad de Himera y sus monumentos, reunió un sustancioso botín. En el año 408 Aníbal egresaba a Cartago, trasladando consigo los bienes conquistados y a las tropas mercenarias, la mayoría de las cuales pudo aquí regresar a sus lugares de origen (…). / (Página 590) Tal vez a la muerte de Dionisio buena parte de estos íberos abandonaron definitivamente la isla y se reintegraron, por medio de naves 224


comerciales, a sus hogares en la Península. Desde luego, hasta el año 341 no volvemos a tener noticia de su presencia en Sicilia y, la razón fue la llegada de otro ejército cartaginés que había reclutado a varios miles más de mercenarios íberos. La derrota sufrida ante Timoleonte en la batalla de Crimiso hizo que la estancia de los íberos en Sicilia fuera, en esta ocasión, muy breve. Y todavía a finales del siglo IV visitaron la isla mil honderos baleares, que formaban en las filas de una expedición púnica dirigida contra Agatocles y los siracusanos en el 311 a.C.; su intervención fue decisiva en el enfrentamiento entre ambos ejércitos que tuvo lugar ante Gela, pues formando en la vanguardia fueron capaces de frenar por ese punto el avance de los siracusanos. Cuando Agatocles llevó a la práctica, en el año 310, su idea de mudar el escenario de la guerra a Cartago, trasladando a sus tropas por mar hasta África, los mercenarios baleáricos salieron precipitadamente de la isla, con el resto del ejército púnico, en ayuda de los territorios cartagineses norteafricanos. (…) / (Página 591) Como al principio señalábamos, sin duda alguna esta continua presencia durante dos siglos de miles de íberos y baleares en la isla es un factor a considerar cuando nos planteamos el valor de las influencias culturales griegas en la Península (…). Pero, nos queda, encara, la certeza de que un número indeterminado de los objetos hallados, probablemente muy pequeño, tiene que proceder del botín de alguno de estos mercenarios que no lo gastase en otros menesteres (vino, mujeres) como asegura Diodoro, tomando su información de Timeo, que era costumbre entre los soldados baleares (…)”. (312).CARBONELL BEVIÁ, Lola. “La participación de los honderos baleares en las Guerras Púnicas: Sicilia, Libia y, Anibálica”. Véase citas 16, 17 y 18. (313). CASASNOVAS CAMPS, Miquel Àngel. “Història de Menorca”. Colección: Els treballs i els dies nº 56. Palma de Mallorca. Institució Francesc de Borja Moll. 2016. Página 77. Capítol V. El món dels foners. Soldats de fortuna. “(…)La lluita entre Cartago i Roma, entre els hereus de Dido i els de Ròmul, és una veritable guerra per l´hegemonia al Mediterrani centreoccidental. Al començament del segle III a. C., Roma havia conquistat pràcticament tota la península itálica i ambicionava d´expansionar-se més enllà. El xoc era inevitable i sols una de les dues poténcies sobreviuria a la contesa. La Primera Guerra Púnica esclatà el 264 a. C., i acabà amb una clara victoria romana el 240 a. C. Els cartaginesos havien perdut les riques posicions de Sicilia i els seus mercenaris, descoratjats, passaren a Àfrica. La fallida financera de 225


Cartago impossibilità el pagament dels estipendis de l´exèrcit, per la qual cosa els mercenaris ibers, celtes, libis, ligurs i baleàrics (aquests últims eren uns dos mil) es revoltaren violentament contra els cartaginesos; foren brutalment sotmesos per Amilcar Barca, però no sense abans haver terroritzat la ciutat (237 a. C.). Cartago centrà llavors els seus esforços en la construcción d´un imperi colonial a la península Ibèrica, empresa que era vista amb preocupació des de Roma. La guerra esdevindria altre cop inevitable, i potser l´atac d´Annibal Barca contra Sagunt, aliada de Roma (218 a. C.), no feu altra cosa que acelerar el seu esclat. Annibal, amb un exèrcit de variada procedencia en el qual hi figurava un considerable contingent de baelàrics, travessà els Alps i s´endinsà a Itàlia, on tots els exèrcits romans foren derrotats successivament al Ticino, Trèbia y al llac Trasimè. Finalment, a la plana de Cannes (216 a. C.), fou anihilat un gran exèrcit romà comandat pel cònsol Varró. En totes aquestes batalles hi participaren els foners baleàrics, que ocupaven els llocs de primera linia (…). Una de les descripcions més conegudes d´aquests soldats ens l´ofereix Estrabó: “Es llançaven als combatas descenyits, amb un escut de pell de cabra a la mà i amb un petit venable endurit al foc i rarament guarnit d´una petita punta de ferro. Al voltant de / (Página 78) cap, tres fones de melancranis, una mena de jonc del qual s´entreteixeixen les cordes […]. S´exercitaven des d´infants amb les fones de manera de cap altra forma donaven pa de forment als nens si no l´havien tocat amb la fona”. (…) Precisament durant aquest episodi, uns legats baleàrics s´adreçaren a Escipió per demanar la pau. Io sabem fins a quin punt aquestes negociacions prosperaren, però el cert és que els cartaginesos tornaren a les Balears més endavant. En efecte, a l´hivern de 206-205 a. C., una flota comandada per un dels germans del cabdill cartaginés, Mago Barca, salpa de Cadis, aleshores l´últim reducte púnic d´Ibèria. L´esquadra s´avituallà a Eivissa i s´encaminà a Mallorca, peró fou rebutjada violentament pels seus habitants, que segurament havien comprès que Cartago havia esdevingut el bàndol perdedor. Aleshores, Magó pasa a Menorca i fondejà al port de 226


Maó, on segons Livi, construí un campament fortificat. (…) Es posible que els menorquins també s´oposessin a Magó, ja que els arqueòlegs han documentat nivells de destrucció violenta a molts dels poblats de la meitat oriental de l´illa, en un context del final del segle III a. C., Livi, però, afirma que s´apoderà de la “ciutat” (el gran poblat de Trepucó?) i del camp sense resistència. Magó passà l´hivern a Menorca i després de reclutar, de bon grat o per força, fins a 2000 homes, passà a Cartago. Alguns anys més tard, el 202 a. C., Annibal era derrotat a Zama pel general Escipió. És la darrera vegada que trobam els foners baleàrics lluitant amb Cartago: les condicions imposades per Roma li prohibiren en el futur la recluta de mercenaris (…)”.CASASNOVAS CAMPS, Miquel Àngel. “Història de Menorca”. Colección: Els treballs i els dies nº 56. Palma de Mallorca. Institució Francesc de Borja Moll. 2016. Página 79. Capítol V. El món dels foners. “(…) El final de la Segona Guerra Púnica deixava la República romana com a senyora del Mediterrani occidental. Els cartaginesos forten expulsats d´Hispània i s´hagueren de replegar a les seves possessions africanes. Però Roma no va considerar convenient la conquista de l´arxipèlag. Eivissa, lligada amb Roma amb un tractat de federació (foedus), va poder mantener la seva autonomía política i la cultura púnica. Les Gimnèsies, que aleshores no representaven cap perill per a Roma, s´alliberaren, de moment, de la conquista. Mallorca i Menorca continuaren sota la influencia ebusitana, encara que, per raons òbvies, els baleàrics deixen d´enrolar-se com a mercenaris. Fora d´això, sembla que les condicions socioeconòmiques de les Gimnèsies no canviaren de forma apreciable. Hi ha, això sí, un increment dels contactes amb l´exterior que té a veure amb l´apogeu de la potencia comercial ebusitana, incrementada arran de la pau que seguí la Segona Guerra Púnica; però hi ha també influències d´altres indrets, especialment de les terres itàliques i ibèriques (…)”. AMENGUAL I BATLE, Josep. “Judíos, católicos y herejes: El microcosmos balear y tarraconense de Seuerus de Menorca, Consentius y Orosius (413-421)”. Granada. Universidad de Granada / Universitat de les Illes Balears / Institut Menorquí d´Estudis. 2008. Página 25. A. Los orígenes del cristianismo en las Baleares. Capítulo I. La Romanización de las Baleares. Las Baleares islas mediterráneas: baleares, romanos y judíos. “(…) Es sabido que los honderos baleares participaron como mercenarios, alistados en las tropas de los cartagineses, en sus guerras con Roma, hasta la definitiva victoria 227


de ésta potencia sobre Cartago en Zama (202, a. C) (1) (…)”. Página 25. Cita (1). “(…) Raimondo Zucca, Insulae Baliares. Le isole baleari sotto dominio romano, (Cariocci Editore), Roma, 1998ª. pp. 89-91 (…)”. (314). RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Mahón. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1991. Página 33. Libro I. Primeras noticias de Menorca. Sección II. Combres comunes y particulares de estas Islas hasta que los Cartagineses entraron en ellas. “(…) Empiezo por el de baliares que tengo por el mas antiguo, pues visiblemente proviene de los Fenicios, que como queda dicho, precedieron de mucho a los griegos en la venida de ambas naciones a estas Islas. Aquella palabra en efecto es casi indudable que se formó de Baal Iaroh, que en lengua Fenicia quiere decir hábil, ó maestro (I) en / (Página 34) arrojar; y siendo constante por Estrabón que los antiguos Naturales se distinguieron mucho en el arte de arrojar las piedras con las hondas desde la venida, y ocupación (2) de los Fenicios, es sumamente verosímil y fundado que estos les diesen aquel hombre que tanto merecieron desde entonces por la referida circunstancia. Para dudar de ello no me hace fuerza el que diferentes Escritores quieran deducir la palabra Baliares, o Baleares de la voz Baltein (3) de los Griegos, pues por el motivo ya expresado de ser muy posteriores los últimos a los Fenicios en su arribo a las mismas islas, y el haberse ya distinguido bastante los / (Página 35) antiguos nativos en el manejo de aquella arma desde el tiempo de la ocupación Fenicia, era muy probable y natural el que estos les hubiesen impuesto dicho nombre. De hecho por este medio al propio tiempo que los Fenicios manifestaban la pericia de estos isleños en el particular, les distinguían de los otros Pueblos, que no adquirieron igual habilidad. Quién creerá pues que aquellos navegantes durante tantos siglos que comerciaron en España, y para ello tenían que pasar por estas islas con frecuencia, y detenerse muchas veces en ellas, o por las tempestades, o por otras causas, y más habiéndolas ocupado; quién creerá, repito, que viendo la destreza de sus naturales dexasen pasar muchos años sin darles algún nombre? Y qual más apropiado que el relativo a dicha calidad, en que no tenían quién les llevase la ventaja? Ignoramos acaso el que entonces se acostumbraba el poner los nombres. Ó / (Página 36) por las acciones, o por los talentos, o por alguna otra circunstancia de la vida (4) de los sujetos?(…)”. Página 33. Cita (1). “(…) 228


Bochart in Channan lib., 1.cap. 23.Mr le febure de Villebrune en su Iomenclatura a Silio Italico de secundo Bello Punico ibi tom., III., pág. 49. Baliaris, du Penique, bal jaroh, maitre a lancer, ut ter. Liv. III. Les Isles Baleares ont eté ainsi nommées des Pheniciens (…)”. Página 34. Cita (2). “(...) Strabo Rer. Geographicar. lib. III.Pág. 117. idem lib. XIV. Pág. 452 (...)”. Página 34. Cita (3). “(...) Mr. d´Hermilly en su Historia de Mallorca part. I, pág. 2 y otros (...)”. Página 36. Cita (4). “(...) Les noms de Patriarches (dit Le Clero) n´etoient pas des noms qui leer eussent ete donnés comme parmi nous a leer naissance. C´etoient plutot des noms tirés de leurs actiens, de leurs talens, ou de vuelques circonstances de leer vie. Lettres de quelques Juifs Portugais. Allemanas a Mr. V. tome I, pág. 5, 6.parís 1781 (...)”.RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Ciudadela. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1986. Página 36. Libro I. Primeras noticias de Menorca. Sección II. Combres comunes y particulares de estas Islas hasta que los Cartagineses entraron en ellas. “(…) Siguiendo los mismos principios soy de parecer que el Ballein de los Griegos, y el Baliaris, ó Balearis de los Romanos derivan todos del Baaliaroh de los Fenicios, y con efecto haviendo sido estos los primeros que vinieron, y se apoderaron de estas Islas después de los Celtas sus primitivos habitantes (5) (…)”. Página 36. Cita (5). “(…) Véase la Sección anterior nº II y en otras partes de mis obras (…)”. Página 38. Cita (10). “(…) Il est indubitable que la langue Hebraique a eté commune á des peuples qui n´avoient aucune liaison avec la famile de Heber; par exemple les Pheniciens, en Chamanens,les Siriens, les Philistins, quid u temps de Abraham parloient Hebreu,on une langue trés peu diferente de L´Hebraique. Calmet Dictionnaire de la Lible tom. II, pág. 627 (…)”. (315). BLÁZQUEZ, J. M. Capítulo XV. “La expansión cartaginesa”. Publicado en: BLÁZQUEZ, J. M. & FERNÁNDEZ NIETO, J. & LOMAS, F.J. & PRESEDO, F. “Historia de España Antigua. Tomo I. Protohistoria”. Colección Historia, serie mayor. Madrid. Cátedra. 2012 (7ª edición). Página 395. Conquista de Cerdeña por Cartago. El tratado romano-cartaginés del 509 a. C. “(…) Un texto de Pausanias recoge la noticia de que cuando los cartagineses controlaban el mar, es decir, después de la talasocracia focense, conquistaron a todas las tribus de Cerdeña, salvo a ciertas tribus montañosas. Añade el autor griego que las tropas mercenarias de libios e íberos (Cartago luchaba fundamentalmente 229


con tropas a sueldo) no se pusieron de acuerdo sobre el botín a repartir. Se separaron fundando colonias en la región montañosa de la isla. Estos fugitivos eran conocidos con el nombre de balaroi, que muy posiblemente eran los habitantes de las Baleares, famosos honderos de la antigüedad, que luchan frecuentemente en el ejército cartaginés. Estrabón los cita en Cerdeña y, vivían de las rapiñas más que del cultivo del campo. El historiador Diodoro da la noticia de la conquista de Cerdeña por Cartago, pero no menciona ni los libios, ni a los íberos (…)”. (316). ANGLADA, M. & FERRER, A. & PLANTALAMOR, L. & RAMIS, D. “Continuïtat cultural en época de canvis: La producción i preparació d´aliments a Cornia Iou (Maó, Menorca). Durant els segles IV-III a. C.”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 153. 6. Discussió i conclusions. Sector Este de Cornia Cou: Cronología: Siglos IV-III a. C. “(…) Especialmente la introducció de l´ase i el consum del ca són fenòmens que es vénen vinculant amb l´entorn fenici i púnic (e.g. Hernández-Gasch et al. 2011). (…) A més, la major part dels objectes importats a Cornia Iou, representats sobretot pern les ceràmiques, tenen a veure amb el comerç púnic (…) / (Página 154) Si es fa referencia als materials relacionats amb l´emmagatzematge hi ha baixa una representació dels contenidors pitoides (7%) respecte els materials amfòrics importats (93%), principalments procedents d´Eivissa (72%), mostrant un consum de productes foranis, principalmente vi (Ramon 1991). Quant als materials relacionats amb el parament i servei de taula, els percentatgtes varien donant igual presencia als materials importats, principalment púnics i ibèrics (50´66%) respecte als materials indígenas (49´34%). Cal destacar un conjunt important de gerres de la costa catalana, així com de procedencia púnicoebusitana, principalment gerres, bols i plats, aquest darrer tipus molt poc representat (…)”. 230


(317). SAN NICOLÁS PEDRAZ, María del Pilar. “Las cáscaras de huevo de avestruz fenicio-púnico en la Península Ibérica y Baleares”. www.20622_20622 (2).pdf Página 92. Decoraciones. Ibiza, b) Orientales. c) Excepcionales. “(…) En esta gran colección de cascaras de huevo de avestruz de Ibiza existen dos fragmentos, encontrados en el Museo Provincial de Mahón, donde se puede apreciar cómo restos de tallos y de hojas hechos en relieve (tabla 4, núm. 16) (…)”. (318). SAN NICOLÁS PEDRAZ, María del Pilar. “Las cáscaras de huevo de avestruz fenicio-púnico en la Península Ibérica y Baleares”. www.20622_20622 (2).pdf Página 93. Técnica. “(…) En el Museo Provincial de Mahón (Menorca) encontré dos fragmentos de cascara inéditos de la Necrópolis de Puig d'es Molins, con el número 161 (tabla 14, núm. 16), donde pude apreciar cómo dos tallos y una hoja pequeña con su respectivo tallo hechos en relieve. Excepto estos dos fragmentos y las encontradas por Bonsor (38) en Carmona, todas las cascaras de huevo de avestruz de la Península Ibérica y Baleares con decoración que actualmente existen en nuestros Museos fueron pintadas, aunque hoy en día en la mayoría de ellas haya desaparecido la pintura (…)”. (319). SAN NICOLÁS PEDRAZ, María del Pilar. “Las cáscaras de huevo de avestruz fenicio-púnico en la Península Ibérica y Baleares”. www.20622_20622 (2).pdf Página 97. Cronología. “(…) Puig d'es Molins (Ibiza). —Segunda mitad del siglo VI-III a. J. C. (…)”. (320). SAN NICOLÁS PEDRAZ, María del Pilar. “Las cáscaras de huevo de avestruz fenicio-púnico en la Península Ibérica y Baleares”. www.20622_20622 (2).pdf Página 98. Conclusiones. “(…) Existen dos técnicas diferentes: 1. Grabadas. —Dos fragmentos de la necrópolis de Puig d'es Molins encontrados en el Museo de Mahón, una cascara de la forma II del yacimiento de Santa Lucía y varios fragmentos de los yacimientos de los Alcores (Carmona) (…)”. (321). TORRES BAGUR, A. & OBRADOR CURSACH, B. & DE NICOLÁS MASCARÓ, J.C. “Baçal-Hammon, Caelestis y el dios del plenilunio en el santuario con taula de Son Catlar Ciutadella de Menorca)”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des 231


Born, 25. 2017. Página 250. 3.1. Inscripción de Baçal. “(…) La primera inscripción que comentaremos se encontraba completamente a la vista antes de su traslado al Museu de Ciutadella. Se trata de un bloque de piedra de caliza cuaternaria de escasa calidad cortada a modo de sillar, con unas dimensiones de 48x36x24 cm. Por su parte las letras mides 8 y 13 cm., mientras que el total de la inscripción es de 24 cm., de largo (…) / (Página 251) Siguiendo la orientación horizontal del bloque, el texto se encuentra en el centro del mismo aunque marcadamente más cercano a la parte superior (a unos 20 cm.) que a la inferior (a unos 15 cm.), por ello queda claro que se trata de un texto completo, sin que se pueda especular con continuación. Según nuestra lectura esta inscripción contiene el teónimo del dios principal del panteón fenicio-púnico, Baçal (…) / (Página 252) Con todo, podemos datar por motivos paleográficos, no sin dudas, esta inscripción en torno al siglo II a. C., siendo claramente, eso sí, la más antigua del conjunto. Ahora bien, la primera intervención del Proyecto Modular sobre la muralla el pasado verano detectó el aditamento de una serie de torres al muro postalayótico dotándolo de infraestructura para la defensa activa entre la época inmediata a la Segunda Guerra Púnica y la conquista romana de la isla, tras la cual enseguida comenzó el expolio de los sillares amortizándose la obra añadida. Ese periodo de intensificación defensiva en el poblado de Son Catlar coincide aproximadamente con la presente inscripción (…)”. (322). TORRES BAGUR, A. & OBRADOR CURSACH, B. & DE NICOLÁS MASCARÓ, J.C. “Baçal-Hammon, Caelestis y el dios del plenilunio en el santuario con taula de Son Catlar Ciutadella de Menorca)”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 252. 3.2. Inscripción de Caelestis. “(…) Dentro del mismo recinto también se encontraba un segundo bloque del mismo material que el anterior, con unas medidas similares, pero algo mayores, 50x45x24 cm., y presenta un pequeño nicho de 10x15x10 cm., en la parte superior. (…) / (Página 253) A esta característica se suma una inscripción latina con unas grafías realmente toscas. (…) En cuanto a su contenido se trata de una conocida hipóstasis de la diosa púnica Tinnit romanizada 232


por equivalencia con la Romana Juno (véase más abajo), la pareja de Baçal: Caelaes (tis) (…) / (Página 255) Este fenómeno, detectado en las provincias romanas a partir del siglo II d. C., es un rasgo importante para poder datar la inscripción, a la par que revela un nivel de alfabetización poco elevado coherente con la forma de las letras (…)”. (323). TORRES BAGUR, A. & OBRADOR CURSACH, B. & DE NICOLÁS MASCARÓ, J.C. “Baçal-Hammon, Caelestis y el dios del plenilunio en el santuario con taula de Son Catlar Ciutadella de Menorca)”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 263. 4.1. Baçal-Hammón, por primera vez en Menorca. “(…) Como se ha visto, en la inscripción púnica de Son Catlar el nombre de Baçal aparece completamente solo y no por rotura o falta de espacio en el soporte, que es un bloque de arenisca con sus seis caras bien cortada<S. Sencillamente, el dedicante no pretendió atribuir a su Baçal una asociación concreta y son varios los autores que constatan que cuando esto sucede –y esto ocurre muy a menudo en la onomástica púnica- se trata de una de las designaciones más habituales de Baçal-Hammón (BÇl-HMI) divinidad políada de Cartago junto con su paredra Tinnit, también denominada PIBÇL “faz de Baçal”, como rebote, emanación y refuerzo complementario del dios (Amadasi Guzzo 1986, 194-196; Lipinski 1992ª, 58 Lipinski1995, 264, Marín Ceballos 1999, n.70) (…)”. (324). TORRES BAGUR, A. & OBRADOR CURSACH, B. & DE NICOLÁS MASCARÓ, J.C. “Baçal-Hammon, Caelestis y el dios del plenilunio en el santuario con taula de Son Catlar Ciutadella de Menorca)”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 267. 4.2. Sobre Caelestis en Son Catlar. “(…) La inscripción de Baçal se vincula claramente con la presencia de púnicos en la Menorca preromana en un entorno sagrado como los santuarios con 233


taula que muy posiblemente surgió a consecuencia de un sincretismo entre la religión fenicio-púnica y el animismo de las comunidades del postalayótico menorquín. Por otro lado, se considera que el teónimo Caelestis se refiere a una divinidad que es la hipóstasis romana de la diosa púnica Tinnit (Uroz Rodríguez, 2005, 165) bajo nombres como Iuno Caelestis, Dea Caelestis o, a partir del s. II d. C., simplemente Caelestis y también Diana, Venus, Fortuna y hasta Isis. Desde la fundación de la colonia de Cartago por los fenicios el precedente de esta deidad, Astarté, era considerada RBT “señora”, divinidad poliada de la ciudad junto con Melqart y posteriormente Baçal-Hammón (domina en los calcos latinos) y, como tal, protectora de los lugares sagrados / (Página 268) de la ciudad, entre muchas otras atribuciones (Poveda 1995, 361 y 1999, 33-42) (…)”. (325). TORRES BAGUR, A. & OBRADOR CURSACH, B. & DE NICOLÁS MASCARÓ, J.C. “Baçal-Hammon, Caelestis y el dios del plenilunio en el santuario con taula de Son Catlar Ciutadella de Menorca)”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des Born, 25. 2017. Página 268. 4.2. Sobre Caelestis en Son Catlar. “(…) Entre sus atribuciones mágico-religiosas cabe destacar la protección de la fecundidad y la fertilidad a todos los niveles, una fuerte connotación astral, como digna sucesora de Astarté, que podría ser reflejo de una posible vinculación de los astros con los santuarios menorquines y, también guerrera, aspecto que pudieran considerar los honderos baleares que habían luchado en diversas zonas mediterráneas bajo el mando de los cartagineses (…)”.TORRES BAGUR, A. & OBRADOR CURSACH, B. & DE NICOLÁS MASCARÓ, J.C. “Baçal-Hammon, Caelestis y el dios del plenilunio en el santuario con taula de Son Catlar Ciutadella de Menorca)”. Publicado en: PRADOS MARTÍNEZ, F. & JIMÉNEZ VIALÁS, H. & MARTÍNEZ GARCÍA, J. J., (coord.). “Menorca entre fenicis y púnics. Menorca entre fenicios y púnicos”. Universidad de Murcia. Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía. CEPOAT/Monografías 2. Ciutadella. Cercle Artistic/Publicacions des 234


Born, 25. 2017. Página 274. 5. Comentarios finales. “(…) También se puede pensar que, los honderos baleares en su regreso tras años de experiencias bélicas intervinieron en algún momento en el proceso de la transformación del politeísmo talayótico en una religión sincrética que podemos llamar púnico-talayótica o que jugaron ese papel como agentes o intermediarios de las relaciones comerciales frecuentes en Ebusus u otras zonas del ámbito cartaginés e, incluso, una posible colonización púnica de la isla, si llega a demostrarse su existencia, como se ha venido aceptando, aunque no sin discusión para Mallorca a raíz de las excavaciones del islote de Ia Guardis, ampliamente divulgadas (…)”. (326). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 317. Libro XXIII, 34. Situación en Cerdeña. Año 215 a. C. “(…) Casi por la misma época, una flota enviada también a Cerdeña desde Cartago al mando de Asdrúbal, el que llamaban el Calvo, se abate hacia las islas Baleares a causa de los daños que le produjo una tremenda tempestad y, varadas allí las naves –hasta tal punto habían sufrido no sólo los aparejos sino también los cascos-, perdieron bastante tiempo mientras eran reparadas (…)”. (327). TITO LIVIO. “La Segunda Guerra Púnica. Libros XXI-XXV”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8302. Madrid. Alianza Editorial. 2009. (1ª edición). Página 327. Libro XXIII, 40. Sucesos en Cerdeña y Sicilia. Año 215 a. C. “(…) en aquel combate habría concluido la guerra en Cerdeña si la flota cartaginesa al mando de Asdrúbal, la que había sido abatida hacia las Baleares por una tempestad, no hubiera arribado justo a tiempo para que se recobrara la esperanza de alzarse (…)”. Ibidem. Página 41. Libro XXIII, 41. Sucesos en Cerdeña y Sicilia. Año 215 a. C. “(…) Por la misma época, el pretor T. Otalicio, que había pasado desde Lilibeo a África con su flota y había saqueado los campos de Cartago, cuando se dirigía desde allí hacia Cerdeña –adonde se decía que Asdrúbal había puesto rumbo poco antes desde las Baleares-, se encontró con la flota que volvía a África y, en el breve combate que se entabló en alta mar se apoderó de siete de sus naves y de sus tripulaciones. A las demás el miedo, como si fuera una tempestad, las dispersó en todas direcciones (…)”.

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Anexo documental

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Huevos de avestruz decorados, del complejo arqueológico de Villaricos (Almería). Museo Arqueológico Nacional. (Foto: Lola Carbonell).

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Huevo de avestruz procedente de Villaricos (AlmerĂ­a), decorado con un dibujo rojizo de una flor de lis. Museo ArqueolĂłgico Nacional. (Foto: Lola Carbonell).

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Huevo de avestruz pintado con motivos decorativos rojos, procedente de Villaricos (AlmerĂ­a). Museo ArqueolĂłgico Nacional. (Foto: Lola Carbonell).

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Huevo de avestruz. Museo Arqueológico de Villajoyosa. Cronología: Siglos VI-IV a. C. (Foto: Lola Carbonell).

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Huevo fenicio. Cronología: Siglos VI-IV a. C. Museo Arqueológico de Villajoyosa (Alicante). (Foto: Lola Carbonell Beviá).

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Lugar de la tumba 445 en la que afloraba el huevo de avestruz. Necrรณpolis de Les Casetes, sector Jovada, (Villajoyosa.-Alicante). Museo Arqueolรณgico de Villajoyosa. (Foto: Lola Carbonell).

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Ubicaciรณn del huevo de avestruz en la tumba 445. Necrรณpolis de Les Casetes, sector Jovada, (Villajoyosa.- Alicante). Museo Arqueolรณgico de Villajoyosa. (Foto: Lola Carbonell).

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Huevo de avestruz decorado, hallado en la tumba 445. Museo Arqueolรณgico de Villajoyosa. (Foto: Lola Carbonell).

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Huevo decorado con flor de loto hallado en la tumba 445 de la necrรณpolis de Les Casetes, sector Jovada (Villajoyosa.- Alicante). Museo Arqueolรณgico de Villajoyosa. (Foto: Lola Carbonell).

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Símbolo egipcio de la flor de loto utilizado en el huevo de avestruz fenicio, aparecido en la tumba 445 de la necrópolis de Les Casetes, sector Jovada (Villajoyosa.- Alicante). Museo Arqueológico de Villajoyosa. (Foto. Lola Carbonell). 246


Casquete ovoide aparecido en la tumba 503 de la necrรณpolis de Les Casetes, sector Jovada (Villajoyosa.-Alicante). Museo Arqueolรณgico de Villajoyosa. (Foto: Lola Carbonell).

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Casquete de huevo de avestruz decorado en su parte interior con pigmento rojo. Procedente de la tumba 503 de la necrรณpolis de Les Casetes, sector Jovada (Villajoyosa.- Alicante). Museo Arqueolรณgico de Villajoyosa. (Foto: Lola Carbonell).

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Tumbas 445 y 503 donde apareció el huevo de avestruz decorado con flores de loto y, el casquete esférico de huevo de avestruz, decorado en su parte interior con pigmentos rojos. Procedencia: Necrópolis de Les Casetes, sector Jovada (Villajoyosa.- Alicante). Museo Arqueológico de Villajoyosa. (Foto: Lola Carbonell).

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Cรกscara de huevo de avestruz actual, sin decorar y, con bordes cortados con una radial, por el personal del museo. Museo Arqueolรณgico de Villajoyosa. (Foto: Lola Carbonell).

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Réplica de huevo de avestruz decorado por “Emporia Nea”. Museo Arqueológico de Villajoyosa. (Foto: Lola Carbonell).

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Réplica de huevo de avestruz decorado por la empresa “Emporia Nea”, para el Museo Arqueológico de Villajoyosa. (Foto: Lola Carbonell).

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Huevos de avestruz hallados en la necrรณpolis de Puig des Molins. Museo Arqueolรณgico de Ibiza y Formentera.

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Huevo de avestruz procedente de la necrรณpolis de Puig des Molins (Ibiza).

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Huevo de avestruz procedente de la necrรณpolis de Puig des Molins (Ibiza).

255


Huevo de avestruz pĂşnico procedente de la necrĂłpolis de Puig des Molins (Ibiza).

256


Huevo de avestruz procedente del Museo Arqueológico de Almuñécar (Granada).

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Huevo decorado de Villaricos (Almería). (Fuente: ALMAGRO GORBEA, M.J. “Las ánforas de la antigua Baria (Villaricos)”. www.14.pdf Página 277. “(…) Figura 6. Detalle de huevo de avestruz del tipo9 IIC de Astruc de la Sep. 88 (…)”. Foto: Lola Carbonell). 258


Huevo procedente de Villaricos (Almería. (Fuente: ALMAGRO GORBEA, M.J. “Las ánforas de la antigua Baria (Villaricos)”. www.14.pdf Página 280. “(…) Fig. 8. Detalle de huevo de avestruz del tipo IIC de Astruc encontrado en la Sep. 98 (…)” Foto: Lola Carbonell). 259


Huevo procedente de Villaricos (Almería). (Fuente: ALMAGRO GORBEA, M.J. “Las ánforas de la antigua Baria (Villaricos)”. www.14.pdf Página 282. “(…) Fig. 10. Detalle de huevo de avestruz (según M. Astruc) tipo VI de la Sep. 100 (…)”. Foto: Lola Carbonell). 260


Huevo de avestruz procedente de Málaga hallado en el interior de una casa. Museo de Málaga. (Fuente: “Sala 4. La transferencia de gestión de los museos en 1984 a la Junta de Andalucía”. www.MMA_sala_4_2.pdf Foto: Lola Carbonell).

261


Huevo de avestruz decorado procedente del Museo de Cádiz. (Fuente: LÓPEZ PARDO, Fernando & MEDEROS MARTÍN, Alfredo. “La factoría fenicia de la isla de Mogador y los pueblos del Atlas”. Canarias Arqueológica. Monografías 3. Tenerife. Museo Arqueológico de Tenerife. 2008. www.publication-4f9f19dd13.pdf Página 271. Foto: Lola Carbonell). 262


Huevo de avestruz procedente de Carmona (Sevilla). Museo Arqueológico de Sevilla. (Fuente: “Museo Arqueológico de Sevilla. Cuaderno del Profesorado”. Gabinete Pedagógico de Bellas Artes. Sevilla. Junta de Andalucía. 2001. www. MASE_cuaderno_del_profesorado.pdf Página 33). Foto: Lola Carbonell).

263


Huevo procedente de la necrópolis de “Laurita”, Almuñécar (Granada). (Fuente: CASADO ARIZA, Manuel José. “Reflexiones sobre la cerámica tipo Carambolo: ¿Un axioma de la Arqueología Protohistórica del suroeste andaluz? SPAL 12 (2003): 283-298. www.art_11.pdf. Página 296. Foto: Lola Carbonell).

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Huevo de avestruz pintado, de Laurita, sin contexto preciso. (Fuente: PELLICER CATALÁN, Manuel. “Cuadernos de Arqueología Mediterránea”. Vol. 15. Publicaciones del Laboratorio de Arqueología Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Barcelona. Edicions Bellaterra. 2007. www.81198-105944-1-pb.pdf Página 186. Foto: Lola Carbonell). 265


Huevo de avestruz pintado procedente de la necrópolis de Laurita (Almuñécar. Granada). (Fuente: PELLICER CATALÁN, Manuel. “Cuadernos de Arqueología Mediterránea”. Vol. 15. Publicaciones del Laboratorio de Arqueología Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Barcelona. Edicions Bellaterra. 2007. www.81198-105944-1-pb.pdf Página 186. Foto: Lola Carbonell).

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Lola Carbonell Beviá, alicantina de nacimiento, es historiadora, especializada en Humanidades Contemporáneas. Ha realizado numerosas monografías sobre la Historia de la Edad Media de Menorca y, sobre su Protohistoria. En este trabajo de investigación, se ha centrado en demostrar la participación de los honderos menorquines en los conflictos bélicos y, las costumbres que conocieron y pudieron importar a la isla de Menorca.

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