Los honderos baleares mercenarios del ejército romano las guerras de numidia civiles en hispania de

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Los honderos baleares, mercenarios del ejĂŠrcito romano: Las guerras de Numidia, civiles en Hispania, de las Galias y, de los JudĂ­os

Lola Carbonell BeviĂĄ

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Los honderos baleares, mercenarios del ejĂŠrcito romano: Las guerras de Numidia, civiles en Hispania, de las Galias y, de los JudĂ­os

Lola Carbonell BeviĂĄ

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Los honderos baleares, mercenarios del ejército romano: Las guerras de umidia, civiles en Hispania, de las Galias y, de los Judíos

Índice

1. Honderos baleares en la guerra de Yugurta (111-105 a. C.).

umidia: Roma contra el rey

2. Honderos baleares en las guerras civiles en Hispania: La guerra entre César y los hijos de Pompeyo (49-45 a. C.). 2.1. Las monedas halladas en Menorca. 2.2. Balas de honda en las viviendas coetáneas menorquinas. 3. Honderos baleares en la campaña belga de la guerra de las Galias (57 a. C.). 3.1. La vuelta de los honderos a Menorca: balas de honda en viviendas. 4. Honderos baleares en la guerra de los Judíos (164-128 a. C.). 4.1. El reino nabateano (Siglo III a. C.). 4.2. Las tres guerras sirias. 4.3. La revuelta judía de los Macabeos contra los seléucidas (168 a. C.). 4.4. La entrada de mercenarios de las islas (165 a. C.) 4.5. Los mercenarios de Demetrio I Soter (163-162 a. C.). 4.6. Los mercenarios de Antíoco Eupator (149 a. C.). 4.7. Los mercenarios de Alejandro Balas, rey de Siria. 4.8. Los mercenarios de Demetrio II (147 a. C.).

icator: Creta y otras islas

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4.9. Los mercenarios judíos que apoyaron a Demetrio II contra Antíoco VI. 4.10. Mercenarios griegos: Psidios y cilicios. 4.11. El dominio romano de Petra (67 a. C.). 4.12. Romanos contra nabateos (54 a. C.). 4.13. Mercenarios extranjeros en el ejército judío y romano que apoyaba al rey judío Herodes (73-4 a. C.). 4.14. El final del reino nabateano: La anexión romana del año 68 d. C. 5. ¿Una prueba de la participación en la guerra de los Judíos? 6. Las monedas judías y nabateas halladas en Menorca. 6.1. Los reyes macabeos. 6.2. Los reyes nabateos. 7. Conclusiones. 8. Citas bibliográficas.

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Los honderos baleares, mercenarios del ejército romano: Las guerras de umidia, civiles en Hispania, de las Galias y, de los Judíos

Lola Carbonell Beviá

1. Honderos baleares en la guerra de Yugurta (111-105 a. C.).

umidia: Roma contra el rey

Siguiendo a Salustio, historiadores clásicos de Menorca, se hicieron eco de la participación de los honderos baleares como auxiliares de las legiones romanas en la guerra de Yugurta (1). Roma entró en guerra con el rey númida Yugurta en el año 111 a. C. Fue un largo conflicto bélico de seis años de duración, que finalizó con la victoria romana en el año 105 a. C., (2). Desde que por el pacto de Aulo, la Numidia le correspondió al cónsul Metelo, en cuanto tomó posesión de su cargo, comenzó la guerra contra dicha provincia romana, apoyado por el Senado, los aliados, latinos y, reyes, así como por la ciudad de Roma. Desde el inicio de la guerra, Metelo contó con tropas auxiliares (3). Al llegar a Numidia, Metelo dirigía la vanguardia con las cohortes de tropas auxiliares ligeras y, los grupos escogidos de honderos y arqueros (4). La primera batalla se produjo en los alrededores del río Mutul (5), en la que los honderos baleares (6), se enfrentaron al ejército de Yugurta que llevaba elefantes (7). El ejército romano capturó cuatro elefantes y, mató otros cuarenta (8). Los mercenarios baleares como el resto del ejército romano, fueron asediados por Yugurta quién los seguía, buscando la ocasión para la lucha y, envenenaba los pastos y, las fuentes por donde sabía que iban a pasar los romanos (9). Los honderos baleares volvieron a actuar en la batalla de Zama disparando desde lejos balas de plomo o piedras (10) en una y otra 5


dirección, hasta que la ciudad de Yugurta fue rendida, siendo la victoria para el ejército romano (11). De camino hacia la ciudad de Vaga, los romanos, agotados por la larga marcha, se negaban a continuar, momento en el cual Metelo les ofreció un botín generoso para que recuperasen la confianza y, los posicionó estratégicamente, situando a la infantería detrás de la caballería y ocultando sus enseñas (12). La segunda parte de la guerra tuvo lugar cuando Metelo recibió una carta de Roma en la que se le comunicaba que la provincia de Numidia había sido asignada al cónsul Mario (13). Por lo tanto, bajo la dirección del cónsul Mario llegaron nuevas remesas de tropas auxiliares (14). Los mercenarios baleares aprendieron bajo el mando de Mario a fabricarse odres con las pieles del ganado que estaba destinado a su alimentación, antes de tomar la ciudad de Capsa, en la que las tropas ligeras ocuparon sus puertas (15), disparando en dirección a las murallas del castillo, hasta que consiguieron la victoria (16). Posteriormente el ejército romano continuó camino de los cuarteles de invierno, donde el cónsul Mario situó en el ala izquierda a Aulo Manlio, con los honderos (17). Tras llegar a la ciudad de Circa, los honderos baleares fueron enviados desde allí al paraje donde se encontraba otra parte del ejército romano, que estaba sitiando la fortaleza en que se hallaba el rey Yugurta. Fueron enviados para escoltar al romano Sila (18), quién ejerció de intermediario ante Yugurta. Poco después, Yugurta se rendía y, fue conducido a Roma, encadenado (19). 2. Honderos baleares en las guerras civiles en Hispania: La guerra entre César y los hijos de Pompeyo (49-45 a. C.). No existe fuente escrita que describa la participación de los honderos baleares en las guerras civiles en Hispania, pero ciertos historiadores actuales perciben la posible participación de los mercenarios baleares en la revuelta de Sertorio (83-72 a. C.) y, la guerra entre César y los hijos de Pompeyo (49-45 a. C.), por las balas de plomo halladas en Lérida (20). La primera hipótesis que se plantea reside en que en el ejército de Gayo Julio César que salió de Italia en el año 49 a. C., con dirección a Hispania (21), iban soldados de infantería ligera de los reenganchados y, 6


honderos (22). E igualmente el ejército de Pompeyo también estaba formado por honderos (23). Cuando Gayo Julio César llegó a Hispania y situó a su ejército en el Ebro en el año 49 a. C., (24), licenció a los soldados que tenían su domicilio en Hispania (25), en dos días, se marchó la tercera parte de su ejército (26). Es decir, si hubo militares hispanos en el ejército de César, y honderos, podría darse la posibilidad de que algunos de ellos fuesen baleares. Por otro lado, en el año 48 a. C., el cónsul Pompeyo en su enfrentamiento bélico con César, situó honderos para proteger a su ejército (27), perdiendo gran cantidad de ellos (28). Siguiendo la hipótesis de que los honderos baleares hubieran participado en la guerra entre César y los hijos de Pompeyo, se podría pensar que así fue, debido a que Cneo Pompeyo, -hijo primogénito del cónsul Pompeyo elegido en el año 55 a. C. (29), a quién se le había asignado la provincia de Hispania por un periodo de cinco años (30)-, conquistó las Baleares y desembarcó en Hispania en el año 46 a. C., para enfrentarse a César (31). Al conquistar las Baleares pudo haber realizado una leva con honderos mercenarios baleares que le acompañaran a conquistar la península, enfrentándose a Gayo Julio César. 2.1. Las monedas halladas en Menorca. En Menorca fueron halladas monedas procedentes de la península Ibérica de dicho periodo. En el poblado de Son Carlá (Ciutadella) apareció un as iberoromano (32); en el talayot de Turó, también afloró un as ibérico acuñado en Lérida (33); en el patio delantero del círculo 6 de Torre d´en Galmés se encontró una moneda ibérica (34). Pudo haber ocurrido que por una moneda romana, de plata, que apareció en Alayor y, cuya cronología data del año 110 a. C., Juan Ramis y Ramis cometiera el error de atribuir a Cneo Pompeyo el Joven, dicha moneda que es anterior en 64 años a la llegada del hijo primogénito de Pompeyo (35).

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Y por último, perteneciente a Juan Ramis y Ramis llegó a Menorca una moneda de Julio César, de la cual no señala su procedencia (36). 2.2. Balas de honda en las viviendas coetáneas menorquinas. De época romana fueron halladas balas de plomo en contextos de viviendas en Menorca, aunque no se pueda afirmar que dichas balas pertenecieron a los honderos que participaron en las guerras civiles en Hispania. El primer lote de balas de plomo apareció en uno de los hipogeos del poblado talaiótico de Torrellafuda (37). Otro número de balas de honda, se encontraron en la habitación noreste del círculo nº 2 de Trepucó (38). En el poblado talayótico de Trepucó, en Mahón, también aparecieron algunas balas de plomo de época romana (39); así como en el poblado talayótico de Torretrencada, en Ciutadella (40). 3. Honderos baleares en la campaña belga de la guerra de las Galias (57 a. C.). Los honderos mercenarios baleares que fueron reclutados al mando de Gayo Julio César participaron en la campaña belga de la guerra de las Galias en el año 57 a. C., (41) y, no, en el 56 a.C., como señala Casasnovas Camps (42). La guerra de las Galias tuvo lugar entre los años 58 a. C., y 51 a. C., (43). A lo largo de todos los años que duró la guerra de las Galias, los galos se defendieron ante los romanos con la honda, mediante el disparo de piedras y, proyectiles (44), algunos de ellos, de arcilla reblandecida, que disparaban incandescentes (45). Las legiones que formaban parte del ejército romano de Gayo Julio César que participaron en la campaña belga fueron las siguientes (46): - Las más veteranas asignadas por el Senado: VII, VIII, IX y X. - Las asignadas en la campaña contra los helvecios y contra Ariovisto: XI y XII. 8


- Las nuevas para la campaña de Bélgica: XIII y XIV. Por lo tanto, los honderos baleares formaron parte de una de una de estas legiones, posiblemente la XIII o XIV. La única referencia que Gayo Julio César hizo con respecto a los honderos baleares fue que participaron junto a los arqueros númidas y cretenses (47). Pero aunque posteriormente ya no aparezca la denominación de “baleares”, Gayo Julio César recogió otras actuaciones de los honderos conjuntamente con los númidas y los arqueros. La primera de ellas se produjo en el río Áxona (48). Un segundo enfrentamiento que tuvo lugar junto al río Sambre, afluente del Mosa o bien el Selle, afluente del Escaut (49). Y una tercera actuación, en la que los honderos y los númidas actuaron conjuntamente, huyendo en desbandada (50). Ahora bien, si los honderos baleares acudieron a Bélgica dentro de las legiones XIII o XIV, éstas no desaparecieron, sino que se tiene constancia de que volvieron a actuar en el año 51 a. C., en la campaña contra los belovacos, la toma de Uxeloduno y, las últimas operaciones de pacificación de la Galia (51). Concretamente, la XIII en el territorio de los bituriges (52) y, en Italia (53). Mientras que la XIV estuvo asentada en los campamentos de Arar (54). 3.1. La vuelta de los honderos a Menorca: balas de honda en viviendas. Durante la dominación romana, las Baleares también fueron llamadas “Gimnesias” (55). Pues bien, en Menorca han aparecido en contextos de habitación, balas de hondero, que podrían pertenecer a honderos que vivieron entre el siglo II a. C., y el siglo I a. C., y que retornaron de la guerra de Numidia, de las Galias. o de las guerras civiles en Hispania. Las balas de honda afloraron en el poblado talayótico de Torrellafuda (56), la habitación de la izquierda del poblado talayótico de Trepucó (57), la habitación noreste del círculo nº 2 de Trepucó (58) y, en el poblado talayótico de Torretrencada (59).

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4. Honderos baleares en la guerra de los Judíos (164-128 a. C.). La última participación constatada de los honderos baleares fue en la batalla de Zama, en el año 202 a. C., poniendo fin a la Segunda Guerra Púnica (60). Entre el año 202 a. C., y el 149 a. C., fecha del inicio de la Tercera Guerra Púnica en que no participan los honderos baleares, pasaron 53 años en que los mercenarios baleares tuvieron que buscar algún episodio bélico para aumentar sus ingresos. Y pudo haber sido la guerra de los Judíos. 4.1. El reino nabateano (Siglo III a. C.). Los nabateos fueron originarios de la península de Idumea y tenían ascendencia árabe (61). Desde el II milenio a. C., la ciudad de Petra existía bajo la denominación de Recem (62), ya que fueron los griegos los que la nombraron “Petra” (63). La capital del reino nabateo fue Petra, ubicada en una encrucijada de rutas comerciales. Y a partir del siglo III a. C., los nabateanos formarían un reino próspero (64), donde la principal profesión de sus habitantes fue la del bandidaje y saqueo; y eran conocidos por la de ser difíciles de combatir en las guerras (65). Las creencias religiosas de los nabateos fueron las mismas que las de los nazarenos y sabeos (66), practicaban el bautismo, creían en los siete arcángeles y veneraban a Satán (67). Su dioses se llamaron Dusares (68) y Nebo (69). Y su profeta fue Iezed (70). 4.2. Las tres guerras sirias. El imperio seleucida se fundó en el año 312 a. C., con Seleuco I Nicator (358-280 a. C.), (71) en Siria y Asia Menor (72). Seleuco I reinó en Siria (73) y había sido general de Alejandro Magno (74). La capitalidad del reino de Asia Menor fue Seleucia, mientras que la capital de Siria fue Antioquía (75). Siria entró en guerra en tres ocasiones, que fueron: Primera Guerra Siria: 276-272 a. C. Segunda Guerra Siria: 260-255 a. C. (76). 10


Tercera Guerra Siria (77). Demetrio, uno de los generales de Seleuco I Nicator fue enviado a someter a los nabateos entre los años 312 y 311 a. C. (78). 4.3. La revuelta judía de los Macabeos contra los seléucidas (168 a. C.). A partir del año 175 a. C., momento en que subió al trono Antíoco IV (79) se produjo la rebelión judía contra los seleucidas en el 168 a. C., (80). Fue un hecho religioso el que desencadenó el asesinato de un oficial seléucida -enviado por Antíoco IV-, por el dirigente judío, Matatías, que murió en el año 166 a. C. (81). Tras la muerte de Matatías, le sucedió al mando de los judíos, un hijo de éste, Judas Macabeo, quién en el año 165 a. C., (82), dirigió a los judíos contra los seléucidas, enfrentándose ambos bandos y, saliendo victoriosos los judíos. En el año 162 a. C., murió Antíoco IV (83). La guerra continuó entre la familia de los Macabeos, falleciendo Judas en el año 161 a. C. (84) y, sobreviviendo dos de los hermanos, que fueron Jonatán y Simón (85). 4.4. La entrada de mercenarios de las islas (165 a. C.) Durante la revuelta de los judíos contra los seléucidas, el rey de Siria y Asia Menor, Antíoco IV Epifanes reclutó a muchos mercenarios procedentes de las islas con la finalidad de invadir Judea, en el inicio de la primavera del año 165 a. C. (86). Entre los soldados que pudo reunir el ejército seléucida se hallaban 60.000 hombres de élite y 5.000 jinetes, mercenarios aparte (87). 4.5. Los mercenarios de Demetrio I Soter (163-162 a. C.). Tras la muerte de Antíoco IV Epifanes, le sucedió en el trono seléucida Demetrio I Soter, el cual reunió mercenarios que lo acompañaron hasta Siria para tomar el relevo del trono, en el año 163 a. C., (88).

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4.6. Los mercenarios de Antíoco Eupator (149 a. C.). Antíoco Eupator hijo de Antíoco Epifanes, rey seléucida, subió al trono en el año 149 a. C. (89), siendo una de sus acciones como rey la de mandar reclutar mercenarios, formando un ejército de 60.000 soldados de infantería, 20.000 jinetes y 32 elefantes (90). 4.7. Los mercenarios de Alejandro Balas, rey de Siria. Alejandro Balas, reunió numerosos mercenarios para su ejército (93) y, se enfrentó en la batalla a Demetrio I Soter. Tras matarlo, consiguió el trono de Siria (92). Posteriormente contrajo matrimonio con una hija del rey de Egipto Ptolomeo Filométor (93). 4.8. Los mercenarios de Demetrio II (147 a. C.).

icator: Creta y otras islas

El rey seléucida Demetrio II Nicator reunió un ejército de fuerzas mercenarias procedentes de Creta y de otras islas, de las que no se cita cuales eran (94). 4.9. Los mercenarios judíos que apoyaron a Demetrio II contra Antíoco VI. Jonatán, dirigente de los judíos, se unió al rey seléucida Demetrio II, contra Antíoco VI. En dicha acción bélica, participaron mercenarios junto al ejército judío (95). Perdieron la guerra Demetrio II y los judíos y, Jonatán se unió a Antíoco VI (96), para ser asesinado por Trifón, el aspirante al trono de Antíoco VI (97). 4.10. Mercenarios griegos: Psidios y cilicios. Alejandro Janeo se proveyó de mercenarios griegos: psidios y cilicios en su lucha contra los judíos (98). Pero, al final fue derrotado por el sirio Demetrio (99). 4.11. El dominio romano de Petra (67 a. C.). En el año 67 a. C., se produjo un conflicto político judío entre los hermanos Aristóbulo II y Juan Hircano II. Aristóbulo fue apoyado por los saduceos, mientras que Juan Hircano recibió la ayuda del idumeo Antípatro, quién pidió ayuda a los nabateos, quienes sitiaron Jerusalén. 12


Por su parte, Aristóbulo pidió ayuda a Roma y la recibió del general Pompeyo Magno (100). En Petra reinaba en ese momento Aretas, al que los damascenos erigieron, también rey de Celesiria (101). Por su parte, Antípatro medió entre Juan Hircano y, Aretas para que cada uno de ellos se apoyasen mutuamente y, llevó, con nocturnidad, a Juan Hircano, hasta Petra, para que Aretas apoyase a éste y, poder recobrar su reino. Aretas dispuso un ejército de 50.000 hombres entre infantería y caballería (102). En la guerra, los romanos vencieron en batalla a los nabateos (103), entrando Pompeyo Magno en la ciudad de Jerusalén (104). En el año 55 a. C., el cónsul Craso recibió la provincia romana de Siria por un periodo de cinco años (105). Y tanto Pompeyo Magno, como Craso recibieron poderes extraordinarios del Senado para hacer cuantas levas considerasen oportunas (106). 4.12. Romanos contra nabateos (54 a. C.). El general romano Gabinio tras restablecer la situación en Jerusalén marchó contra los nabateos, venciéndolos en la batalla, en el año 54 a. C. (107). Años después, durante el reinado en Egipto, de Cleopatra, Marco Antonio quiso ofrecerle toda la parte de Arabia nabatea que limita con el mar Rojo (108). En ese periodo, los nabateos de Petra quemaron las primeras naves de Cleopatra que cruzaban del mar Rojo al mar de Egipto (109). 4.13. Mercenarios extranjeros en el ejército judío y romano que apoyaba al rey judío Herodes (73-4 a. C.). En el reinado del rey judío Herodes, cuya duración se prolongó desde el 73 a. C., al 4 a. C., éste reunió a mercenarios extranjeros para dirigirlos por Galilea contra Antígono. Los mercenarios formaban parte de un ejército compuesto por diez cohortes, 5 romanas, 5 judías, unos cuantos jinetes y, los mercenarios (110).

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4.14. El final del reino nabateano: La anexión romana del año 68 d. C. En el año 68 d. C., los romanos vencieron la rebelión judía y se anexionaron el reino nabateo, cambiando su denominación por la de Arabia Pétrea (111). 5. ¿Una prueba de la participación en la guerra de los Judíos? En la isla de Menorca han aparecido dos monedas fechadas con una cronología del año 150 a. C. La primera de ellas fue hallada en una cueva del valle de Ciutadella y, se trata de un triens romano (112). Mientras que la segunda, apareció en el poblado talayótico de Trepucó (Mahón), junto a balas de plomo y, un lingote de plomo (113). La relación de una de estas monedas romanas hallada junto a balas de honda y un lingote de plomo, sugiere que el conjunto de las tres piezas pudo pertenecer a un hondero mercenario que pudo haber participado en las guerras judías. 6. Las monedas judías y nabateas halladas en Menorca. En el año 2015, los arqueólogos Miquel Antoni Pons Carreras y, Joan de Nicolás Mascaró hicieron público el hallazgo de una serie de monedas halladas en Torre d´en Galmés (Alayor, Menorca) conservadas en una colección particular (114). Del conjunto, tres de ellas tenían un origen judío y, nabateo (115). La moneda judía perteneció al reinado de Alexander Jannaeus y, su cronología se centra en los años 103-76 a. C., (116). En cambio, las dos monedas nabateas son posteriores en el tiempo, correspondiendo al reinado de Aretas IV y Saqilat I, cuya cronología es del 39-40 d. C., (117), aunque el reinado de Aretas IV comenzó en el 9 a. C., (118) y, contrajo matrimonio con su segunda esposa Saqilat I, en el año 18 d. C., (119). Por lo tanto la cronología exacta de la moneda corresponde al periodo 18-40 d.C.

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Pons-De Nicolás relacionan la llegada a Menorca de las tres monedas con el comercio de inciensos y, productos aromáticos, con destino a los santuarios menorquines (120). 6.1. Los reyes macabeos. El rey de los judíos, de la familia de los Macabeos, Alexander Jannaeus, también denominado Jonatán fue designado general de los judíos (121) y, sumo sacerdote (122). Durante su reinado tuvo buenas relaciones con los nabateos (123) y, con los romanos, con quienes renovó el tratado de amistad y de asistencia mutua, que había firmado con anterioridad (124). 6.2. Los reyes nabateos. El primer rey de Petra conocido se llamó Aretas I (125). A partir de dicho monarca, sus sucesores fueron denominándose mayormente Aretas y, residiendo en la capital del reino, Petra (126). Durante el reinado del rey judío Herodes (73-4 a. C.), reinaron coetáneamente en Petra Obodas (127), u Obada (128), a quién sucedió Malco como rey de Petra (129), Aretas III y, posteriormente Eneas Aretas (130), que asumió el nombre de Aretas IV. Aretas IV tuvo una hija que fue la primera esposa de Herodes, por lo tanto el rey nabateo fue suegro de Herodes, hasta que éste abandonó a su esposa, para contraer matrimonio con Herodías (131). A la muerte de Herodes, en el año 4 a. C., (132), a éste le sucedió Arquelao en el reino judío de Jerusalén (133). El reinado de Aretas IV fue largo abarcando el periodo del 9 a. C., al 40 d. C. A la muerte de Aretas, le sucedió Malco como rey de Petra que fue coetáneo del romano Nerón (134). 7. Conclusiones. Los honderos baleares participaron como mercenarios en las guerras de Numidia (111-105 a. C.), civiles en Hispania (49-45 a. C.), la campaña belga de la guerra de las Galias (57 a. C.) y, guerras de los Judíos (164-68 d. C.). 15


Los mercenarios baleares que acudieron junto al ejército romano, a la guerra de Numidia, tuvieron varios enfrentamientos importantes. Los dos primeros estuvieron dirigidos por el cónsul Metelo, mientras que los restantes se realizaron bajo la dirección del cónsul Mario. El primero de ellos fue en los alrededores del río Mutul, donde los baleares lucharon contra humanos y, elefantes. La segunda batalla fue la de Zama, donde con sus disparos, contribuyeron a la victoria del ejército romano. La tercera de las batallas relevantes fue la de Capsa, en la que los romanos consiguieron la victoria. Y en los alrededores de la ciudad de Circa, los honderos baleares tuvieron que ejercer de escoltas con el romano Sila, al que acompañaron ante Yugurta, para que ejerciese de intermediario. De las guerras civiles en Hispania, no hay datos bibliográficos sobre la participación de los honderos baleares en ellas, pero sí existen indicios que hacen presuponer que pudieron haber participado. Dichos indicios se sitúan en la llegada de Gayo Julio César al Ebro, momento y lugar donde el general decidió licenciar a los soldados que tenían domicilio en Hispania y, en el término de dos días, se marchó la tercera parte de su ejército. Por ello es de suponer que sí que pudieron haber participado honderos baleares, pues tanto César, como Pompeyo, emplearon honderos en las filas de sus ejércitos. Por lo tanto, tras la llegada de Cneo Pompeyo a las Baleares, en que las conquistó, bien pudo realizar una leva de mercenarios para llevarlos con él a enfrentarse con César en la península Ibérica. Nuevos indicios apuntan a que en el territorio de Menorca han aflorado monedas diversas del territorio íbero, como fue un as íbero-romano; un as ibérico acuñado en Lérida; y una moneda ibérica; así como una moneda de Julio César. Y además, aparecieron en contextos de habitación de poblados talayóticos balas de plomo, que pudieron haber pertenecido a los honderos retornados de estas guerras, de la de Numidia, o de las Galias, o, de las guerras Judías. Los honderos baleares que participaron en la campaña belga de la guerra de las Galias, debieron de estar asignados a las legiones XIII y XIV, que fueron enviadas específicamente a la campaña de Bélgica. Existen referencias bibliográficas de que los honderos baleares participaron junto a los arqueros númidas y cretenses, en tres actuaciones. En el territorio del Oriente Próximo hubieron constantemente conflictos bélicos desde mediados del siglo II a. C. hasta el año 68 d. C. Por

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lo tanto existía una atmósfera proclive para que los honderos baleares acudieran enrolados como mercenarios de diferentes ejércitos. En el año 165 a. C., se buscaron mercenarios procedentes de las islas para apoyar al rey seléucida Antíoco IV Epifanes. No hay más aportación de datos bibliográficos, más que procedían de las islas, por lo tanto es una incógnita en la que sí que pudieron participar los honderos baleares. Entre los años 163 y 162 a. C., el rey seléucida Demetrio I Soter se nutrió de mercenarios que llevó a Siria. En el año 149 a. C., de nuevo un rey seléucida, Antíoco Eupator reclutó mercenarios que incorporó a su ejército. Entre los años 149 a. C. y 147 a. C. Alejandro Balas, aspirante al trono de Siria, contrató mercenarios para la guerra con el rey seléucida Demetrio I Soter. En 147 a. C. Demetrio II Nicator, rey seléucida, reunió mercenarios de Creta y otras islas, de las que no se cita su procedencia. Por tanto, los honderos baleares pudieron haber participado en dicha campaña de reclutamiento. Con posterioridad al año 147 a. C., el rey y general de los judíos, Jonatán, se unió al rey seléucida Demetrio II, en contra de Antíoco VI. Los judíos aportaron mercenarios a su ejército. Por lo tanto, esta sería la campaña bélica a la que acudieron mercenarios baleares que posteriormente retornaron a Menorca llevando con ellos una moneda judía de dicho rey Jonatán y, que apareció en suelo de Torre d´en Galmés. También participaron mercenarios griegos procedentes de Psidia y Cilicia con Alejandro Janeo o Jonatán, en su lucha contra los judíos. Por lo tanto esta podría ser la segunda posibilidad en que entre los psidios y cilicios estuviesen enrolados mercenarios baleares. Y de dicha campaña bélica retornasen a Menorca honderos que llevasen la moneda aparecida en Torre d´en Galmés. De nuevo, el ejército judío y romano que apoyó al rey judío Herodes, reclutó mercenarios. Ne se sabe con certeza la fecha del reclutamiento, pero se tiene constancia de que el reinado de Herodes abarcó desde el 73 a. C. al 4 a. C. Por tanto la llegada de mercenarios se produjo en dichas fechas. 17


Y desde el año 68 d. C., Roma se anexionó el reino nabateano. Por lo tanto, las dos monedas aparecidas en Torre d´en Galmés acuñadas en el reinado de Aretas IV (9 a. C. al 40 d. C.), tras su matrimonio con su segunda esposa (18 d. C.), significa que nuevos mercenarios fueron enrolados para campañas bélicas llegaron a tierras del Próximo Oriente para apoyar alguna de las facciones en pugna, bien judíos, romanos o nabateos y, regresaron con monedas nabateas, posiblemente con las que fueron pagados por sus acciones bélicas, retornando a sus domicilios en Torre d´en Galmés.

En Villajoyosa (Alicante). A 5 de abril, 2017.

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8. Citas bibliográficas

(1). CASASNOVAS CAMPS, Miquel Àngel. “Història de Menorca”. Colección: Els treballs i els dies nº 56. Palma de Mallorca. Institució Francesc de Borja Moll. 2016. Página 86. Capítol VI. Insula Balearis Minor. “(…) Amb la conquista romana tornam trovar els foners (funditores) illencs, ara com auxiliars de les legions romanes. Això és un indici més que les condicions de vida dels indigenes no havien canviat gaire des d´aleshores. Gai Sal.lusti ens assabenta de la presencia dels foners baleàrics entre els contingents romans que lluitaven a 'umidia (actual Algèria) contra el rei Jugurta (111-105 a. C.), pocs anys després de la conquista de Metel (…)”. (2). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 18. La guerra de Yugurta. “(…) En ella relata la larga guerra sostenida por Roma contra Yugurta, que se había apoderado por la fuerza de 'umidia, tras eliminar a Hiempsal y Aderbal, hijos del rey Micipsa y, coherederos del reino a la muerte de éste. (…) La guerra se hizo, pues, inevitable y desde el 111 al 105 pasa por toda clase de alternativas: un primer periodo (111 a. C.) a cargo del cónsul Calpurnio Bestia que concluye con un tratado ignominioso anulado por el Senado; un segundo periodo en el que Espurio Postumio Albino y su hermano Aulo que le suple llevan al ejército romano al desastre. Un tercer periodo (desde la primavera del 109 hasta principios del 107) en el que Q. Cecilio Metelo consigue éxitos brillantes pero no decisivos y termina viéndose obligado a ceder el mando a su lugarteniente Mario, elegido cónsul el 108 a. C., y una fase final (del verano del 107 hasta septiembre del 105) dirigida por Mario. A pesar de las victorias conseguidas, éste sólo logrará el fin de la guerra gracias a la colaboración del rey mauritano Boco, a quién Sila, lugarteniente de Mario, convence para que tienda una emboscada a Yugurta. El éxito de esta operación va a poner fin a la guerra de 'umidia (…)”.

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(3). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 150. XLIII. “(…) Después del pacto de Aulo y la vergonzosa huida de nuestro ejército, Metelo y Silano, cónsules electos, se habían repartido las provincias y le había correspondido la 'umidia a Metelo. (…) En cuanto tomó posesión de su cargo, creyendo que los asuntos comunes podía confiarlos a su colega concentró toda su atención en la guerra que iba a dirigir. (…) Por otra parte, para llevar a cabo estos preparativos le apoyaron el Senado con su autoridad, los aliados., los latinos y los reyes enviando espontáneamente tropas auxiliares y, por último, la ciudad entera con su encendido entusiasmo (…)”. (4). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 153 y 154. XLVI. “(…) Entre tanto Yugurta, cuando se enteró por sus informadores de las medidas que había tomado Metelo y, cerciorado desde Roma de su integridad, empezó a desconfiar de su suerte y, entonces, por primera vez, pensó rendirse de verdad. Envía, por tanto al cónsul emisarios en actitud suplicante que le pidan únicamente la vida para él y para sus hijos y que dejen todo lo demás a merced del pueblo romano. Pero por experiencias anteriores, había comprobado Metelo que el pueblo númida era desleal, de carácter voluble y, ávido de cambios. Así pues, se dirige separadamente a cada uno de los emisarios y sondeándolos poco a poco cuando los ve en actitud favorable, les persuade a fuerza de grandes promesas para que le entreguen a Yugurta preferiblemente vivo, pero si no es posible, muerto. Por lo demás, públicamente les encarga que lleven al rey una respuesta conforme a los deseos de éste. Pocos días después, el mismo, con un ejército bien alerta y dispuesto al ataque, entra en 'umidia donde, en contra de la apariencia que suele presentar un país en guerra, las cabañas estaban llenas de gente y el ganado y los agricultores / (Página 154) en los campos. De los poblados y mapalias le salían al encuentro los prefectos del rey, dispuestos a entregarle trigo, a transportar sus víveres y a hacer, en fin, lo que se les mandase. 'o por eso marchaba Metelo con el ejército menos guarnecido, sino con las mismas precauciones que si el enemigo fuese a presentarse; lo exploraba todo en una gran extensión, consideraba que aquellos signos de rendición eran 20


mera apariencia y que estaban buscando el lugar propicio para una emboscada. Así pues, él mismo iba en vanguardia con las cohortes ligeras (52) y con grupos escogidos de honderos y arqueros; (…)”. Página 154. Cita (52). “(…) Estas cohortes pertenecían a las tropas auxiliares, distintas a las legionarias (mencionadas en el cap. LI) que estaban formadas exclusivamente por soldados romanos. La cohorte era la décima parte de la legión y se dividía en 3 manípulos y 6 centurias. En esta época la cohorte va teniendo más importancia como unidad táctica que el manípulo (…)”. (5). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 155. XLVIII. Lugar de la batalla. “(…) [Yugurta] Obligado pues, por la fuerza de las cosas, decidió pelear con las armas. Así pues, explorado el camino del enemigo y concibiendo esperanzas de vencer por la ventaja del terreno, dispone el mayor número posible de tropas de todas las clases y por atajos escondidos se adelanta al ejército de Metelo. Existía en la parte de 'umidia que había correspondido a Aderbal en el reparto, un río que nacía al mediodía, llamado Mutul; a unos veinte mil pasos de él, se extendía en dirección paralela un monte carente de vegetación natural y no cultivado por el hombre. Pero hacia el centro surgía una especie de colina, que no se abarcaba / (Página 156) con la vista, cubierta de acebuches, de mirtos y otros tipos de arbustos que brotan en terreno seco y arenoso. En cambio la llanura de en medio aparecía desierta por la falta de agua, a excepción de las inmediaciones del río que estaban plantadas de arbustos y poblados por rebaños y campesinos (…)”. (6). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 157. XLIX. La batalla. “(…) En un principio se quedó sorprendido sin saber qué era aquel extraño espectáculo que se le ofrecía -pues los númidas y sus caballos se habían apostado entre la maleza y aunque no quedaban totalmente tapados, debido a la escasa altura de los arbustos, sin embargo, no eran fáciles de distinguir ya que quedaban camuflados ellos mismos y sus enseñas militares gracias a la naturaleza del terreno y a su estratagema- pero luego, al darse cuenta 21


rápidamente de la emboscada, Metelo hace detenerse su ejército durante unos instantes. Modificando entonces la formación, dispuso el frente de batalla con tres líneas de reserva en el flanco directo, que era el más próximo al enemigo; reparte entre los manípulos a los honderos y los arqueros, coloca a toda la caballería en las dos alas y después de dar a los soldados una alocución breve dada la escasez de tiempo, saca su ejército a la llanura tal como lo había colocado, dispuestas transversalmente las primeras filas. L. Cuando vio que los númidas estaban inmóviles y no bajaban de la colina, temiendo que su ejército pereciese de sed, dada la época del año y la falta de agua, mandó a su lugarteniente Rutilio que se adelantase hasta el río con las cohortes ligeras y parte de la caballería para que escogiese, antes que Yugurta, un lugar para el campamento, pues pensaba que los enemigos intentarían retrasar su marcha con frecuentes escaramuzas y combates de flanco y tratarían de provocar el agotamiento y la sed de los soldados, puesto que desconfiaban de las armas. / (Página 158) Después, empezó a avanzar lentamente de acuerdo con las circunstancias y el terreno, en la misma forma en que había descendido del monte; llevaba a Mario detrás de la primera línea y él iba con los jinetes del ala izquierda que habían pasado a ser los primeros de la columna en marcha. Yugurta, por su parte, al ver que la retaguardia de Metelo había rebasado sus primeras líneas, ocupa con unos dos mil soldados de infantería la parte del monte por donde Metelo había dejado para que así en el caso que sus adversarios se retirasen, no les sirviese de refugio y más tarde de puesto defensivo. A continuación, dada la señal, arremete repentinamente contra el enemigo. Los númidas, unos hacen estragos en nuestra retaguardia, otros acometen por la derecha y por la izquierda, vienen al ataque y hostigan sin tregua, por todas partes provocaban el desorden en las filas de los romanos. Estos, incluso los que habían y hecho frente al enemigo con el ánimo más firme, sintiéndose como un juguete en aquel combate tan anormal, eran heridos de lejos y en cambio no tenían posibilidad de herir a su vez ni de trabar combate cuerpo a cuerpo; los jinetes, aleccionados previamente por Yugurta, cuando un escuadrón romano se lanzaba a perseguirlos, se retiraban pero no en apretado pelotón ni hacía el mismo sitio sino cada cual por su lado y lo más separados posible. De esta manera, como eran superiores en número, si no lograban hacer desistir al enemigo de perseguirlos, lo envolvían por la espalda o por los flancos, una 22


vez dispersados; pero si la colina les resultaba más cómoda para la huida que la llanura, los caballos de los númidas, perfectamente acostumbrados a ir por allí, escapaban sin dificultad por entre la malea mientras que a los nuestros les detenían las dificultades de aquel terreno que les era desconocido. / (Página 159) LI. Por lo demás, el aspecto de la lucha en su conjunto era confuso, incierto, horrible y lastimoso: separados de los suyos, unos retrocedían mientras otros perseguían; nadie tenía en cuenta las enseñas ni la formación; cada uno resistía y rechazaba al enemigo allí donde le había sorprendido el peligro: armas defensivas y ofensivas, caballos y hombres, los enemigos y los nuestros todos estaban revueltos; nada se hacía siguiendo un plan ni la orden recibida, el azar lo gobernaba todo. Así había pasado buena parte del día y el resultado del combate estaba aún sin decidir. Finalmente, estando ya todos extenuados por la fatiga y el calor, Metelo, al ver que los númidas hostigan menos, reúne poco a poco a sus soldados, reorganiza las líneas, coloca cuatro cohortes legionarias frente a la infantería enemiga. Una buena parte de esta, agotada, había ido a instalarse en lugares más altos. Al mismo tiempo ruega y exhorta a sus soldados para que no desfallezcan ni permitan que se alce con la victoria un enemigo que está ya en huída. Les dice también que ellos no tienen campamento ni puesto defensivo donde acogerse en caso de retirada y que es en las armas donde está su salvación. Entre tanto Yugurta tampoco permanece inactivo: iba y venía de un lado a otro, animaba a los suyos, reavivaba el combate y, él en persona, con soldados escogidos, hacía toda clase de tentativas, socorría a los suyos, presionaba a los enemigos vacilantes y, combatiendo desde lejos impedía los movimientos de los que veía firmes (…). LII. Al fin los romanos, viendo que no tenían lugar en el que refugiarse, que el enemigo no les daba la posibilidad de luchar y, que además caía ya la tarde, suben a la colina de enfrente tal como se les había ordenado. Perdida esta posición, los númidas fueron dispersados y puestos en fuga; unos pocos perecieron pero a la mayoría de ellos los salvó su ligereza y el hecho de que los nuestros desconociesen el terreno.

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Entre tanto Bomílcar, al que como he dicho antes Yugurta había encargado de los elefantes y de una parte de las fuerzas de infantería, después de que Rutilio se le adelantó, saca a los suyos poco a poco a un lugar llano y mientras que el lugarteniente, apresurándose, se dirige al río adonde se le había enviado como avanzadilla, con calma como lo exigía la situación, dispone su ejército y no deja de observar lo que hacía el enemigo en cada lugar. Cuando se entero de que Rutilio había instalado ya su campamento y estaba libre de inquietudes y, que a la vez crecía el griterío del combate del lado de Yugurta, temiendo que el lugarteniente, al darse cuenta de la situación, acudiese en auxilio de los suyos en peligro, para impedir el paso a los enemigos, extiende más ampliamente las tropas que por falta de confianza en el valor de sus soldados había dispuesto en formación compacta y de este modo llega hasta el campamento de Rutilio (…)”. (7). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 156. XLIX. Lugar de la batalla. Los honderos se enfrentaron en la lucha con elefantes. “(…) Así pues, en aquella colina, que como he dicho, se extiende perpendicular al río, se estableció Yugurta, formando a su ejército en filas holgadas. Puso a Bomílcar al frente de los elefantes y de parte de las tropas de infantería y le explica lo que tiene que hacer. Él mismo se coloca en una posición más cercana al monte, con la caballería y un grupo de jinetes escogidos (…)”. (8). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 161. LIII. La batalla. “(…) A continuación, cuando los dos ejércitos estaban mucho más cerca, se lanzan ambos velozmente al ataque con gran griterío. Los númidas solo resistieron mientras se consideraban defendidos por los elefantes pero cuando los ven estorbados por las ramas de los árboles y rodeados por los enemigos al quedar separados unos de otros, se dan a la fuga; la mayoría, arrojándolas armas, escapan sanos y salvos amparándose en la colina y en la noche que ya se echaba encima. Fueron capturados cuatro elefantes, todos los demás en número de cuarenta, resultaron muertos. En cuanto a los romanos, 24


aunque estaban cansados por la marcha, los trabajos del campamento y el combate y felices también por el resultado del mismo, sin embargo, como Metelo se retrasaba más de lo que parecía razonable, salen a su encuentro en perfecta información y bien alerta. Pues la astucia de los númidas no permitía la negligencia ni el descuido. Al principio, en la oscuridad de la noche, cuando estaban ya cerca unos de otros, se produjeron mutuamente terror y sobresalto a la vez, al levantar un estrépito que parecía el de enemigos acercándose y, por inadvertencia, por poco se cometió un error irreparable si no hubiesen descubierto la verdadera situación los jinetes destacados por ambas partes. En consecuencia, la alegría ocupa repentinamente el lugar del miedo, los soldados, felices, se llaman unos a otros, cuentan sus aventuras y escuchan las de los demás y, cada uno pone por las nubes sus propias proezas. Y es que las cosas humanas son así: en la victoria hasta los cobardes pueden vanagloriarse, la adversidad, en cambio, desacredita incluso a los valientes. LIV. Metelo, deteniéndose durante cuatro días en el mismo campamento, cuida del restablecimiento de los / (Página 162) heridos, otorga recompensas a los que han hecho méritos en el combate, según es costumbre en la milicia, alaba a todos reunidos en asamblea y les da las gracias; les exhorta a tener la misma disposición de ánimo en lo que queda por hacer que ya es cosa leve. Termina diciendo que ya se ha luchado lo necesario para alcanzar la victoria y que los siguientes esfuerzos serían para conseguir el botín. Sin embargo, envió a la vez a unos desertores y a otros hombres idóneos para averiguar donde andaba Yugurta o qué es lo que hacía, si estaba con pocos soldados o si tenía todo un ejército y como se encontraba después de la derrota. El rey se habría retirado a unos parajes boscosos y naturalmente defendidos y allí reunía un ejército más numeroso que el anterior pero débil y acobardado, hecho ya a la agricultura y al pastoreo más que a la guerra. Y esto ocurría así porque ningún númida, a excepción de los jinetes de la escolta real, sigue a su rey después de una derrota. Se van a donde les parece y esto no se considera como un delito militar. Así son sus costumbres. Metelo, cuando ve que el orgullo del rey sigue siendo indomable, que se va a reanudar una guerra que no podía hacerse sino a gusto de aquel, que además su lucha con los enemigos era desigual pues estos sufrían menos detrimento al ser vencidos que los suyos al vencer, decidió 25


que había que hacer la guerra no con verdaderos combates no con el ejército formado regularmente sino con otros métodos. Por consiguiente, se dirige a las regiones más ricas de 'umidia, asola los campos, toma e incendia muchas fortalezas y plazas mal defendidas o desprovistas de guarnición, manda que se mate a todos los jóvenes y que todo lo demás sea botín de los soldados. Por miedo a esto, muchos se entregaron como rehenes a los romanos, se suministraron en abundancia trigo y todas las provisiones / (Página 163) necesarias y fue colocada una guarnición en todos los lugares donde la situación lo exigía. Todos estos hechos aterrorizaban al rey mucho más que un combate mal librado por los suyos; en efecto, él, que cifraba toda su esperanza en la huida, se veía obligado a perseguir y después de no haber podido defender sus posiciones se veía en la necesidad de hacer la guerra en territorio ajeno. Sin embargo, de entre las opciones posibles, toma la determinación que le parece más acertada, manda que la mayor parte del ejército le espere en los mismos lugares, él mismo con jinetes escogidos sigue a Metelo y marchando de noche por caminos intrincados sin que lo hubiesen percibido antes, ataca a los romanos que andaban dispersos. La mayor parte de ellos cae inerme, muchos son hechos prisioneros, nadie escapa sin daño; y los númidas, antes de que llegasen refuerzos del campamento, tal como se les había ordenado, se retiran a las colinas cercanas (…)”. (9). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 164. LV; LVI y LVII. La batalla. “(…) LV. Así cuando más famoso era más preocupado estaba después de la encerrona de Yugurta no volvió a permitir a su ejército dedicarse al pillaje en desbandada. Cuando se necesitaba trigo o forraje, las cohortes iban de escolta con toda la caballería. Él en persona conducía una parte del ejército y Mario a los restantes. De todos modos el campo era arrasado más por el fuego que por el pillaje. Acampaban en dos sitios distintos pero no muy distantes uno del otro. Cuando se necesitaba ayuda, acudían todos pero en los demás casos actuaban separadamente para que la fuga y el pánico se propagasen en mayor extensión. Entre tanto, Yugurta los seguía por las colinas, buscaba la ocasión y el lugar propicio para la lucha, envenenaba el pasto y las fuentes, que eran muy escasas, por aquellos lugares por donde había oído que el enemigo iba a pasar; unas veces se 26


presentaba a Metelo y otras a Mario, atacaba a la retaguardia e inmediatamente volvía a las colinas, amenazaba de nuevo a unos, luego a otros y no presentaba batalla, ni permitía el reposo, se limitaba a impedir los planes del enemigo (…)”. (10). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 164. LVII. La batalla de Zama. “(…)LVII. Mario llega a Zama. Esta ciudad, situada en un llano, estaba más protegido por obras de fortificación que por naturaleza, no le faltaba nada. Abundaba en armas y en hombres. Metelo, una vez hecho los preparativos en consonancia con el momento y el lugar, rodea todas las murallas con su ejército y asigna a sus lugartenientes el puesto que cada uno debe tener a su mando. Después, dada la señal, se levanta al unísono un inmenso griterío, pero esto no asusta a los númidas. Permanecen con gesto fiero, alertas y sin alboroto. Empieza el combate, los romanos, según la habilidad de cada cual, unos luchan disparando desde lejos bolas de plomo (53) o piedras, otros se acercan al pie de la muralla bien para zaparla o bien para asaltarla con escalas, deseando llegar al combate cuerpo a cuerpo. Por su parte los de la ciudad hacen rodar grandes piedras contra los más cercanos, lanzan rocas, dardos y pez con una mezcla de azufre y teas ardiendo. 'i siquiera los que habían permanecido lejos habían quedado suficientemente protegidos gracias a su miedo pues a la mayoría los herían los proyectiles lanzados con catapultas o con la mano y de este modo, valientes y cobardes eran iguales en los peligros, pero en la fama alcanzada muy diferentes (…)”.Página 166. Cita (53). “(…) Estas bolas (glandes en latín) se lanzaban con honda y a veces llevaban escrito el nombre del general o distintas inscripciones con insultos o amenazas para los enemigos. Podían ser también de arcilla cocida (…)”. (11). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 166. LVIII. LIX. LX. LXI. LXII. La batalla. “(…) LVIII. Mientras se lucha así junto a los muros de Zeus, Yugurta, con un ejército numeroso ataca de improviso el campamento enemigo y, cogiendo 27


desprevenidos a los que estaban de guardia, que esperaban cualquier cosa menos un combate, fuera la puerta. Los nuestros, entonces, sobrecogidos por esta alarma repentina, se preocupan por su propia salvación, siguiendo cada uno los impulsos de su particular modo de ser: unos emprenden la huida, otros empuñan las armas, la mayoría quedan heridos o muertos. Pero no más de cuarenta hombres de entre toda aquella multitud, acordándose de la dignidad del nombre romano, después de formar un pelotón, ocuparon un lugar un poco más elevado que los otros del que los númidas no pudieron expulsarlos ni con los mayores esfuerzos; muy al contrario, devolvían los proyectiles / (Página 167) lanzados desde lejos y, siendo pocos frente a la superioridad numérica del enemigo, erraban menos los tiros. Y si los númidas se aventuraban a acercarse más, entonces sí que hacían alardes de valor y los herían con el mayor ímpetu, los dispersaban y los ponían en fuga. En esto Metelo, que estaba dirigiendo valientemente la batalla, sintió a su espalda el griterío del enemigo y, volviendo el caballo, observó que unos fugitivos se dirigían hacia él: esto significaba que eran de los suyos. Así pues, envió con la mayor rapidez toda su caballería al campamento, e inmediatamente después, a Cayo Mario con las cohortes de los aliados y con los ojos llenos de lágrimas le conjura en nombre de su amistad y de la república, a que no consienta que caiga un baldón sobre un ejército ya vencedor y que los enemigos escapen sin castigo. Mario cumple con prontitud lo mandado. Yugurta, por su parte, obstaculizado por la fortificación del campamento, donde una parte de sus hombres caía por encima de la empalizada, otros, al agolparse en los lugares estrechos, se estorbaban mutuamente, se retiró a posiciones fortificadas, después de sufrir grandes pérdidas. Metelo, sin concluir su empresa, volvió con el ejército al campamento cuando ya se echaba la noche. LIX. Así pues, al día siguiente, antes de salir para el asalto, da orden de que toda la caballería se sitúe ante el campamento, por el lado por donde podía producirse la llegada del rey; distribuye entre los tribunos la guardia de las puertas y sus inmediaciones, luego él mismo se dirige a la ciudad y, se lanza al asalto de la muralla, como el día anterior. Entre tanto Yugurta, saliendo de su escondrijo, cae de improviso sobre los nuestros. Los que estaban situados / (Página 168) delante, aterrorizados durante unos momentos, quedan desorganizados pero los 28


demás acuden velozmente en su ayuda y, los númidas no habrían podido resistir más tiempo si su infantería mezclada con la caballería no hubiese causado grandes estragos en la refriega. Los jinetes con el apoyo de los infantes no los perseguían y luego se replegaban, como suele hacerse en los combates a caballo, sino que acometían de frente, se mezclaban con los nuestros y desbarataban las filas: de esta manera, entregaban a su infantería ligera unos enemigos casi vencidos. LX. Al mismo tiempo, se luchaba en Zama con gran ardor. En los lugares donde se dirigían las operaciones legados o tribunos, se peleaba con especial denuedo y, nadie tenía puestas sus esperanzas en los demás más que en sí mismos. Los de la ciudad se comportaban del mismo modo. Atacaban o contraatacaban en todos lados, unos y otros se preocupaban más por herir al enemigo que por estar a cubierto. Un clamor en el que se mezclaban gritos de ánimo, manifestaciones de alegría, gemidos, subía hacia el cielo junto con el estrépito de las armas, volaban los proyectiles en una y otra dirección. Los que defendían las murallas, cuando los enemigos aflojaban en el ataque, se dedicaban a observar con gran atención el combate de la caballería. Se les podía ver unas veces alegres y otras desolados, según se iba desarrollando la batalla para Yugurta y como si pudiesen ser oídos o vistos por los suyos, unos les daban consejos, otros los animaban, hacían señas con las manos o gestos significativos con los cuerpos y los movían de acá para allá, como si tratasen de evitar los proyectiles o de lanzarlos. Cuando Mario tuvo conocimiento de esto –pues él mandaba / (Página 169) por aquella parte- de forma premeditada empezó a actuar más remisamente y a fingir desconfianza en el buen resultado y permitió que los númidas contemplasen sin sobresalto el combate del rey. De esta manera, cuando estaban absortos por el interés hacia los suyos, atacan repentinamente el muro con gran furia y ya los soldados habían alcanzado casi las alturas, encaramándose por las escalas cuando los de la ciudad acuden a la carrera y lanzan piedras, fuego y toda clase de proyectiles. Los nuestros resisten al principio, pero luego cuando las escalas se empezaron a romper una tras otra, los que estaban encima cayeron y los demás se escaparon del modo en que pudieron, unos pocos ilesos y los demás cubiertos de heridas. Por fin, la noche interrumpió el combate para ambas partes.

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LXI. Metelo, al ver fracasados sus planes y, que ni podía tomar la ciudad ni Yugurta le presentaba combate más que emboscadas o en su propio terreno, como por otra parte el verano llegaba ya a su fin, levanta el sitio de Zama y pone guarniciones en aquellas ciudades que se habían pasado a él y que estaban bastante protegidas por su emplazamiento o por sus murallas. Al resto de su ejército lo instala para pasar el invierno en la parte de la provincia romana más próxima a 'umidia. Pero no dedica este tiempo a la inacción o a los placeres, como es la costumbre de tantos otros, sino que viendo que la guerra adelantaba poco con las armas, empieza a tender asechanzas al rey por medio de sus amigos y se apresta a utilizar en lugar de las armas la perfidia de éstos. Así pues, trata de seducir con tentadoras promesas a Bomílcar, que había estado con Yugurta en Roma y, se había marchado de allí para evitar el juicio por la muerte de Masiva, a pesar de / (Página 170) haber dado fiadores. Se dirige a él porque su mayor amistad con Yugurta sería también mayor facilidad para engañarlo. En primer lugar, logra que acuda secretamente a entrevistarse con él; después, dándole su palabra de que si entregaba a Yugurta vivo o muerto, el Senado le concedería la impunidad y la libre posesión de todos sus bienes, convence fácilmente al númida, que además de ser traidor de natural, temía ser entregado él mismo al suplicio en virtud de un acuerdo si se hacía la paz con los romanos. LXII. Bomílcar, en cuanto se le presentó el momento oportuno, abandonó a Yugurta que andaba angustiado y deplorando su mala suerte. Le aconseja y, con lágrimas en los ojos, le conjura a que por una vez mire por sí mismo, por sus hijos y por el pueblo númida que bien se lo merece; le recuerda que han sido vencidos en todos los combates, que su territorio está devastado, que muchos hombres han sido capturados o muertos y que los recursos del reino han quedado reducidos a la nada. Termina diciendo que demasiadas veces ya han sido puestos a prueba el valor de los soldados y la suerte y que evite que sean los propios númidas los que tengan que mirar por sí ante tantas vacilaciones suyas. Con estas amonestaciones y otras semejantes, inclina el ánimo del rey a la rendición. Se envían al general unos emisarios para decirle que Yugurta está dispuesto a cumplir lo que le ordenen y que, sin condición alguna, se entrega / (Página 171) a sí mismo y a su reino en manos de Metelo. Éste manda que todos los miembros del Senado vengan 30


inmediatamente desde los cuarteles de invierno y con estos y con otros oficiales que juzga apropiados, celebra un consejo de guerra. De este modo, de acuerdo con la costumbre tradicional y en virtud de los acuerdos del consejo, exige a Yugurta, por mediación de unos legados, doscientas mil libras de plata, todos los elefantes y una cierta cantidad de caballos y armas. Una vez cumplidos estos mandatos sin dilación, ordena que le entreguen encadenados a todos los desertores. Gran parte de estos, tal como había sido ordenado, son entregados, pero unos pocos en el momento en que empezó a negociar la rendición, se habían ido a Mauritania con el rey Boco. Así pues, Yugurta, despojado ya de armas, hombres y dinero, al ser convocado a Tisidio para recibir nuevas órdenes, empezó otra ve a titubear y a tener castigos merecidos por su mala conciencia. por fin, tras consumir muchos días en vacilaciones, unas veces pensando, harto ya de adversidades, que cualquier cosa era preferible a la guerra y, otras reflexionando consigo mismo lo duro que resulta dejar de ser rey para caer en la esclavitud, después de haber perdido inútilmente tantas y tan valiosas fuerzas, reemprende la guerra de nuevo. En Roma, consultado el Senado sobre el reparto de las provincias, había asignado de nuevo la 0umidia a Metelo (55) (…)”.Página 171. Cita (55). “(…) El Senado en víspera de las elecciones consulares del año 108 a. C., decretó que la 'umidia quedase fuera de las provincias que serían asignadas a los nuevos cónsules y que a Metelo se le prorrogase el mando (imperium) para que en calidad de procónsul, continuase dirigiendo la guerra contra Yugurta (…)”. (12). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 175. LXVIII. El segundo periodo bélico. “(…) LXVIII. Metelo, cuando recibió la noticia de los sucedido en Vaga, se retiró unos instantes de la vista de todos, profundamente afligido. Más tarde, al mezclarse la ira y la tristeza, con el mayor desvelo se apresura a ir a vengar la injuria. A la caída del sol y sin impedimenta alguna, saca a la legión de los cuarteles en que invernaban y también a todos los jinetes númidas que puede y al día siguiente, hacia la tercera hora (62), llega a una llanura rodeada por unas pequeñas elevaciones. Allí se dirige a sus soldados, que estaban ya agotados por la larga marcha y/ (Página 178) se negaban a continuar y, les hace saber que la ciudad de Vaga no dista más 31


de una milla; les dice que es inexcusable que ellos soporten el esfuerzo que queda por hacer con buena disposición de ánimo con tal de vengar a sus conciudadanos, hombres valerosos, pero desgraciados. Además, les promete un botín generoso. Reanimados los soldados con esto, manda que la caballería avance en vanguardia, muy desplegada y, que la infantería vaya detrás lo más apiñada posible y oculte sus enseñas (…)”. (13). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 190. LXXXII. “(…) LXXXII. Cuando el general se enteró de la alianza de los reyes no les da oportunidad de combatir sin haber tomado él las debidas precauciones ni el primer lugar que se presentase, como había hecho con frecuencia después de derrotar a Yugurta. Al contrario, espera a los reyes no lejos de Cirta en un campamento bien fortificado, pensando que, al haberse añadido un enemigo nuevo, era mejor luchar desde una posición ventajosa, una vez conocidos bien los moros. Entre tanto, por una carta de Roma, se entera de que la provincia de 0umidia había sido asignada a Mario; él sabía ya que éste había sido nombrado cónsul (…)”. (14). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 191. LXXXIV. “(…) LXXXIV. Mario por su parte, elegido cónsul con el encendido entusiasmo de la plebe. Una vez que el pueblo le asignó la provincia de 'umidia, aunque ya antes era hostil a la nobleza, fue a partir de entonces cuando se dedicó a acosarla con insistencia y saña. Atacaba a los individuos unas veces y otras al partido entero, repetía que él había obtenido el consulado como botín de su victoria sobre ellos, añadiendo otras manifestaciones laudatorias para sí y vejatorias para los nobles. Entre tanto tenía como prioritario los preparativos para la guerra, solicitaba un suplemento para las legiones, reclamaba tropas auxiliares a los pueblos, los reyes y los aliados; hacía venir además de todo el Lacio a los soldados más valerosos, la mayoría conocidos por él en otras campañas y algunos sólo de referencias y con toda clase de promesas hacía que le siguiesen / (Página 192) son veteranos ya licenciados. El Senado, aunque le era hostil, no se atrevía a negarle 32


nada y hasta había decretado con gusto el suplemento porque se creía que a la plebe no le agradaba la milicia y en consecuencia Mario se quedaría sin los recursos para hacer la guerra o sin el favor de la multitud. Pero esta suposición quedó desmentida: tan gran deseo de acompañar a Mario se había despertado en la mayoría. Cada cual se hacía a la idea de enriquecerse con el botín, de volver vencedor a la patria y de otras cosas por el estilo y, a todos ellos los había animado no poco el propio Mario con su discurso. Pues, una vez decretado todo lo que había pedido, en el momento en que quiso alistar los soldados convocó la asamblea del pueblo para enardecerlo y también para mortificar a la nobleza, como tenía por costumbre. Allí habló de este modo: (…)”. (15). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 203. XCI. “(…) XCI. Durante la marcha repartía al ejército diariamente ganado en raciones iguales por centurias y por escuadrones y procuraba que hiciesen odres de las pieles; con esto aliviaba la falta de trigo y a la vez, sin que nadie se enterase, iba procurándose recipientes que luego iban a necesitar. Cuando por fin, al sexto día, llegó al río, se encontró hechos una gran cantidad de odres. Allí, después de establecer un campamento y fortificarlo ligeramente, manda que los soldados tomen su comida y que se preparen para salir a la caída del sol: que prescindiendo de todos los bagajes, se carguen solamente de agua ellos mismos y sus jumentos. Más tarde, cuando le pareció el momento oportuno, sale del campamento y después de caminar durante toda la noche, hizo un alto. Hace lo mismo la noche siguiente; y en la tercera, mucho antes del alba, llegó a una región accidentada que distaba de Capsa no más de dos millas y allí espera con todas sus tropas lo más en secreto que puede. Pero en cuanto amaneció y los númidas, que no temían ningún ataque enemigo, salieron en gran número de la ciudad, de repente, manda que toda la caballería y con ella los más ligeros de los infantes se dirijan a la carrera hacia Capsa y ocupen sus puertas. A continuación, él mismo se apresura a seguirles bien alerta, sin permitir que los soldados se entreguen al pillaje (…)”. (16). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección 33


Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 204. XCII. XCIII. XCIV. “(…) XCII. Mario, después de que concluyó tan difícil empresa sin daño alguno para los suyos, aunque era grande y famoso ya de antes, empezó a ganar aún mayor grandeza y fama. Interpretaban todos sus actos, incluso los poco meditados, como muestras de valor; los soldados, que se sentían tratados con un mando benévolo y además ricos, lo ponían por las nubes; los númidas lo temían como si fuese más que un simple mortal; finalmente todos ellos, aliados y enemigos, pensaban que era un ser divino o que todo le era revelado por la voluntad de los dioses. El cónsul, al haber resultado bien aquella operación, se dirige a otras ciudades: toma al asalto unas pocas en las que los númidas se resisten y entrega al fuego muchas más abandonadas anteriormente por sus habitantes, al enterarse del desastre de los de Capsa: el duelo y la muerte reinaban por todas partes. Finalmente, después de apoderarse de gran número de ciudades y, sin derramamientos de sangre de sus soldados en la mayoría de los casos, se dispone a abordar otra empresa no de la misma complejidad que la de Capsa pero no menos difícil. / (Página 205). 'o lejos del río Muluca que separaba los reinos de Yugurta y Boco, había en medio de una extensa llanura un monte rocoso de una altura enorme pero de extensión suficiente para albergar un castillo de mediadas dimensiones cuyo único acceso era un sendero estrechísimo pues el monte era todo él escarpado por naturaleza, igual que si estuviera hecho por obra humana o a propio intento. Mario, como estaban allí los tesoros del rey, se dispuso a conquistar aquel lugar con todas sus fuerzas. Pero este proyecto se llevó a cabo mejor por el azar que por su previsión pues en el castillo había bastantes hombres y armas, gran cantidad de trigo y un manantial. El lugar no era apropiado para los terraplenes, las torres ni las otras máquinas de guerra. El sendero de acceso para los del castillo era muy estrecho y cortado a pico por ambos lados. Por allí trataban de acercar los manteletes sin resultado alguno y corriendo un gran peligro. Pues, en cuanto habían avanzado un poco, resultaban destrozados por el fuego o por las piedras. Los soldados no podían mantenerse en pie delante de las obras, a causa de la dificultad del terreno ni hacer maniobra alguna

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entre los manteletes sin exponerse a un gran peligro: los más valientes caían muertos o heridos, lo que aumentaba el miedo de los otros. XCIII. Mario, después de haber perdido muchos días y muchos esfuerzos, se preguntaba, inquieto, si abandonaría su proyecto, ya que les estaba resultando un fracaso, o si seguiría aguardando la suerte de cuyo favor había gozado muchas veces. Había pasado ya muchas noches y días nervioso, sopesando estas alternativas, cuando por azar un ligur, soldado raso de las tropas auxiliares, que había salido del campamento para abastecerse / (Página 206) de agua, advirtió, por el costado del castillo opuesto a donde estaban los combatientes, unos caracoles que se deslizaban entre las peñas. Al ponerse a coger primero uno, luego otro y después muchos más, con el afán de reunir un buen montón poco a poco llegó a alcanzar casi la cima del monte. Cuando se percató de que estaba solo, el ansia, natural al hombre, de hacer cosas arriesgadas le hizo cambiar de propósito. Casualmente, en aquel lugar había crecido entre los peñascos una encina inmensa, que un poco inclinada en la parte de abajo, se enderezaba luego y después crecía bien derecha hacia lo alto como por naturaleza ocurre con las plantas en general. El ligur, apoyándose unas veces en las ramas y otras en los salientes de los peñascos, pudo llegar a la explanada del castillo porque los númidas estaban todos atentos exclusivamente a los atacantes. Examinado todo lo que pensaba que podía ser de utilidad, más tarde regresa por el mismo camino pero no irreflexivamente como había hecho al subir sino tanteándolo todo y mirando cuidadosamente a su alrededor. Así pues, se presenta sin tardanza a Mario, le cuenta lo que ha hecho, le anima a que trate de asaltar el castillo por el sitio por el que él mismo había subido y se ofrece como guía del camino y compañero del peligro. Mario envía con el ligur a algunos de los presentes para cerciorarse de la realidad de sus afirmaciones y ellos, dependiendo de su carácter, unos anunciaron que era un asunto difícil y otros fácil. El cónsul, sin embargo, se sintió un poco más esperanzado. Así pues, entre las trompetas y cornetas eligió a los más veloces y con ellos a cuatro centuriones para que les sirvieran de protección; ordenó a todos ellos que obedeciesen al ligur y les señala el día siguiente para realizar la operación. / (Página 207) XCIV. Cuando le pareció el momento adecuado, según las órdenes de Mario, una vez preparado y dispuesto todo lo necesario, se dirige al 35


lugar señalado. Por lo demás, los que iban a hacer la ascensión habían cambiado sus armas y su indumentaria siguiéndolas recomendaciones que les había hecho el guía. Llevaban la cabeza descubierta y los pies descalzos para que resultara más fácil ver o escalar por las peñas; de la espalda colgaban sus espadas y escudos pero estos de cuero, a la manera de los númidas, por su ligerea y también para que hiciesen menos ruido si chocaban con algo. Así pues, el ligur, que iba por delante, ataba cuerdas en las rocas y en las raíces viejas que sobresalían para que agarrándose a ellas los soldados pudiesen subir más fácilmente; a veces sostenía en su mano a los que se sentían amedrentados por el desconocimiento del camino, cuando la subida era más difícil los hacía pasar delante de él sin armas y de uno en uno y luego los seguía él cargando con sus armas; era el primero en explorar los sitios que parecían poco seguros para su intento y bajando y subiendo por ellos varias veces y echándose inmediatamente a un lado, infundía ánimos a los demás. De este modo, después de mucho tiempo y muchas fatigas, llegan por fin al castillo, desierto por aquel lado porque todos habían acudido a hacer frente a los enemigos como en días anteriores. Cuando Mario supo por los mensajeros lo que el ligur había hecho, aunque durante todo el día había tenido a los númidas atentos al combate, en ese momento preciso arenga a los soldados, sale él mismo de entre los manteletes, avanza hacia los muros una vez formada la tortuga y al mismo tiempo trata de atemorizar al enemigo desde lejos con las máquinas, los arqueros y los honderos. Los númidas, como habían derribado y quemado muchas veces los manteletes de los romanos, ya no / (Página 208) se resguardaban detrás de las murallas del castillo sino que pasaban los días y las noches delante de los muros, insultaban a los romanos, hacían resaltar la locura de Mario, amenazaban a nuestros soldados con la esclavitud bajo Yugurta y se mostraban insolentes por lo ventajoso de su situación. Entre tanto, estando todos, romanos y enemigos enfrascados en el combate y peleando los de uno y otro bando con gran denuedo, unos por la gloria y el imperio y los otros por su vida, de pronto suenan las trompetas a la espalda. Primero huyen las mujeres y los niños que se habían asomado para ver, luego todos los que estaban cerca de los muros y por último todo el mundo estuviese armado o no. Cuando esto sucede, los romanos atacan con mayor furia, ponen en desbandada a los enemigos y hieren a la mayoría de ellos sin entretenerse en rematarlos; luego pasan sobre los cuerpos de los muertos, sedientos de gloria rivalizan 36


en alcanzar el muro y nadie se detiene por dedicarse al pillaje. De este modo, corregida su temeridad gracias a la fortuna, obtuvo fama de su equivocación (…)”. (17). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 213. C. “(…) C. Después de esto, Mario prosiguió la marcha que había emprendido hacia los cuarteles de invierno que había decidido establecer en ciudades costeras para facilitar el abastecimiento. La victoria no le había hecho negligente ni soberbio sino que avanzaba con su ejército formado en cuadro, igual que si estuviese a la vista del enemigo. En el flanco derecho iba Sila con la caballería y en el ala izquierda Aulo Manlio con honderos, arqueros y además las cohortes ligures. En vanguardia y en retaguardia había colocado a los tribunos con las compañías de infantería ligera. Los desertores, a los que se estimaba en poco y que conocían perfectamente el terreno, espiaban la marcha del enemigo. Al mismo tiempo, el cónsul, como si no hubiese ningún otro encargado de ello, se preocupaba de todo, acudía a todas partes, repartía elogios o fuertes reprimendas según lo que se merecía cada cual. Armado y / (Página 214) alerta siempre, obligaba a los soldados a hacer lo mismo. fortificaba el campamento con celo no menor al que había empleado para organizar la marcha; mandaba a las cohortes de las legiones a hacer la guardia en las puertas y, a los jinetes de las tropas auxiliares delante del campamento; además, ponía otros centinelas en las obras de fortificación por encima de la empalizada; él mismo hacía la ronda para inspeccionar las guardias no tanto por desconfianza de que se ejecutasen sus órdenes como para que los soldados aceptasen de mejor gana los trabajos que el propio general compartía con ellos. Hay que reconocer que Mario, en este y en anteriores momentos de la guerra de Yugurta, mantenía la disciplina del ejército más por sentimiento del honor que por miedo al castigo. Muchos decían que esto lo hacía por ganarse partidarios y otros que gozaba con aquella vida dura, habitual para él desde la infancia y, con otras cosas, que los demás llaman penalidades. En cualquier caso la república resultó tan bien y tan dignamente administrada por él como lo hubiese sido bajo el mando más estricto (…)”.

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(18). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 220. CV. Honderos Baleares. “(…) CV. Enterado Boco de esta respuesta, pide a Mario por medio de una carta que le envié a Sila para arreglar con su arbitraje los asuntos comunes. Efectivamente éste fue enviado con una escolta de jinetes y de honderos baleares (77); fueron con él además arqueros y una cohorte de pelignos armados a la ligera como los vélites (78) para poder avanzar más rápido pero no menos protegidos que con sus armas habituales contra los dardos de los enemigos ya que estos tenían poca fuera. Al quinto día de marcha, de repente, he aquí que se presenta Vólux, el hijo de Boco, en una extensa llanura con un contingente de jinetes que no excedía los mil, pero que al ir sin orden y desparramados daban a Sila y a todos sus acompañantes la impresión de que eran un número mucho mayor y les hacía temer un / (Página 221) ataque enemigo. Así pues, todo el mundo se prepara para el combate, pone a punto su armadura y sus dardos y, se dispone a la acción. Tenían, como es natural, un cierto temor, pero también una esperanza aún mayor en su calidad de vencedores de aquellos adversarios a los que habían derrotado ya tantas veces. Entre tanto, los jinetes destacados en misión de reconocimiento anuncian que todo estaba tranquilo, lo que era cierto (…)”.Página 220. Cita (77). “(…) Pertenecían a las tropas auxiliares y eran soldados especialistas en el manejo de la honda. Procedían de Baleares y habían conquistado gran fama sobre todo a partir de la segunda púnica como testimonia Tito Livio en muchos pasajes; por ejemplo, XXI, 21, 12; XXI, 55, 2, etc (…)”.Página 220. Cita (78). “(…) Los peligros formaban parte también de las tropas auxiliares. Eran de estirpe sabina y su capital era Corfinium, en la Italia central. Tenían prefecto y enseña propios. En esta ocasión llevaban las armas propias de los vélites, es decir, la espada española (glaudius hispaniensis), dardos (hastae velitares), un yelmo de cuero (galea) y un escudo pequeño (parma) (…)”. (19). SALUSTIO. “La conjuración de Catilina. La guerra de Yugurta”. Introducción, traducción y notas de Mercedes Montero Montero. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8231. Madrid. Alianza editorial. 2005 (1ª reimpresión). Página 228. CXIX. Cronología del fin de la guerra. “(…) CXIX. Por el mismo tiempo fueron derrotados frente a los galos nuestros generales Quinto Cepión y Cneo Manlio (84). Italia entera se echó a 38


temblar, asustada. Desde entonces, hasta nuestros días los romanos han tenido la creencia de que todos los pueblos acaban por doblegarse ante su valor, pero que cuando se trata de los galos es una lucha por la vida y no por la gloria. Pero, después que se supo que al fin se había terminado la guerra en 0umidia y que Yugurta era conducido a Roma encadenado; Mario fue elegido cónsul. a pesar de estar ausente y, se le asignó como provincia la Galia. En las calendas de enero (85) el cónsul celebró oficialmente su triunfo con gran pompa (86). Por aquel tiempo, las esperanzas y las fuerzas de la ciudad estaban puestas en él (…)”. Página 228. Cita (84). “(…) Los romanos fueron derrotados por los cimbrios en Arausium (hoy Orange) el 6 de octubre del año 105 a. C., esto es, después del apresamiento de Yugurta, pero Mario aún estaba en África (…)”. Página 228. Cita (85). “(…) El 1 de enero del año 104 a. C. (…)”. Página 228. Cita (86). “(…) El cortejo triunfal fue un verdadero espectáculo. Delante del triunfo iba encadenado Yugurta (Tito Livio, per. 67), el hombre que había sostenido durante siete años una guerra que los romanos veían ya inacabable. Mario hizo desfilar también carros llenos con los tesoros del númida (Plutarco, Vida de Mario. 12) (…)”. (20). CASASNOVAS CAMPS, Miquel Àngel. “Història de Menorca”. Colección: Els treballs i els dies nº 56. Palma de Mallorca. Institució Francesc de Borja Moll. 2016. Página 86. Capítol VI. Insula Balearis Minor. “(…) Les excavacions realitzades a Sanitja han permès de plantejar la hipotesi que els foners eren reclutats i entrenats en aquest campament abans de ser embarcats cap als diferentes teatres d´operacions. A més, la troballa de projectils de plom a llocs de la Península com ara Lleida, permet aventurar que els foners també participaren en les guerres civils a Hispània: la revolta de Sertori (83-72 a. C.) i la guerra entre Cèsar i els fills de Pompeu (49-45 a. C.) (…)”. (21). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la Guerra Civil”. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8262. Madrid. Alianza editorial. 2007. (1ª reimpresión). Página 17. Introducción. Comentarios a la Guerra Civil. “(…) El libro I se inicia con los acontecimientos que tienen lugar en Italia en el año 49; expone y justifica las causas de la guerra, describe el paso del Rubicón; analiza el fracaso de su tentativa de pacificación y reconciliación con Pompeyo y da cuenta de cómo César se convierte en dueño y señor de Italia. 39


El libro II, también referido a acontecimientos del año 49, describe las operaciones militares que tienen lugar fuera de Italia: las campañas de España y la victoria de César sobre los lugartenientes de Pompeyo, Afranio y Petreyo, el asedio y capitulación de Marsella, aliada de Pompeyo (…)”. (22). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la Guerra Civil”. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8262. Madrid. Alianza editorial. 2007. (1ª reimpresión). Página 77. Libro I. Año 49 a. C. “(…) Así se luchaba a diario por ambas partes, desde lejos, con hondas (…)”. Ibidem. Página 79. Libro I. Año 49 a. C. “(…) distribuye en el muro, desperdigados, soldados de infantería ligera de los reenganchados, flecheros y honderos. Decide llamar a estos con una señal convenida, cuando todos los soldados hubieran embarcado; y les reserva naves ligeras en un lugar oportuno (…)”. Ibidem. Página 117. Libro I. Año 49 a. C. “(…) LXXXIII. (…) El de César era triple; el primer frente lo ocupaban cohortes de cinco legiones en bloques de a cuatro; en refuerzo de éstas seguían bloques de tres y, a continuación otras tantas, cada una de su legión; los flecheros y los honderos se situaban en mitad de la formación; la caballería cubría las alas (…)”. (23). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la Guerra Civil”. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8262. Madrid. Alianza editorial. 2007. (1ª reimpresión). Página 164. Libro III. Año 48 a. C. Bajo el mando de Pompeyo. “(…) dos cohortes de seiscientos hombres de honderos (…)”. Ibidem. Página 197. Libro III. Año 48 a. C. Bajo el mando de Pompeyo. “(…) Pompeyo había decidido no entablar combate, lo que no impedía que enviara saeteros y honderos de los que tenía un gran número, a posiciones oportunas (…)”. (24). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la Guerra Civil”. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8262. Madrid. Alianza editorial. 2007. (1ª reimpresión). Página 107. Libro I. Año 49 a. C. “(…) LXVIII. César, exploró el terreno, saca al alba todas sus tropas del campamento y, en un gran rodeo, conduce al ejército sin ninguna dirección concreta, pues los caminos que conducían al Ebro y a Otobesa estaban cortados, acampados delante los enemigos (…)”.

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(25). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la Guerra Civil”. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8262. Madrid. Alianza editorial. 2007. (1ª reimpresión). Página 118 y, 119. Libro I. Año 49 a. C. “(…) LXXXV. A esto contesta César: “Que a nadie en absoluto le era menos propicias las funciones de lamentación o de petición de misericordia que a Afranio, pues todos los otros habían cumplido su deber; él, que se había negado a combatir en inmejorables condiciones y en terreno y momento propicios, para que todo estuviera mejor dispuesto para la paz; su ejército, que había protegido a los que tenía en su poder, a pesar de la injuria recibida por la muerte de los suyos; finalmente, los soldados del ejército de Afranio que por su propia cuenta habían entablado conversaciones de paz, cosa en la que todos pensaron que había que velar por la vida de / (Página 119) todos los suyos. Que así los empleos de todos los órdenes coincidieron en la misericordia; únicamente los generales habían abortado la paz: no habían respetado los derechos ni de la negociación ni de la tregua y, habían dado muerte a unos hombres sorprendidos y, traicionados durante una entrevista, de una forma cruel. Que a esto se añadía, por tanto, lo que suele acontecerles muchas veces a los hombres por su excesiva contumacia y arrogancia, que recurran allí y pidan con sumo interés lo que poco antes han despreciado; que él ni ahora con su humillación, ni en anteriores circunstancias, pretendía cosas con que aumentar su poderío; sino que estaba dispuesto a licenciar los ejércitos que ya durante bastantes años se alimentaban contra él y, que no por otra razón habían sido enviadas a Hispania seis legiones y, una séptima había sido allí instalada, ni se habían pertrechado escuadras navales en gran número y de tanta envergadura, ni enviado generales tan preparados en los asuntos militares; nada de esto se destinaba para la pacificación de Hispania, nada se había previsto para aprovechamiento de la provincia, que por disfrutar de una paz duradera no echaba en falta ninguna protección; que hacía ya tiempo que todo esto se preparaba contra él; contra él se habían establecido poderes de nuevo cuño; como una misma persona que a las puertas de la ciudad ande al frente de los negocios ciudadanos y, gobierne a la vez, ausente, dos provincias muy belicosas, ya tantos años; contra él se conculcan los derechos de los magistrados para no enviar a las provincias, como siempre, antiguos pretores o antiguos cónsules, sino a probados y elegidos / (Página 120) por unos pocos; contra él no valía nada la dispensa de edad, porque habían sido llamados a filas para 41


conseguir ejércitos, soldados experimentados en anteriores guerras; en él solamente no se respetaba lo que se había otorgado siempre a todos los generales, que, culminada con éxito su campaña, vuelvan a casa o con algún honor o por lo menos sin ignominia y licencian al ejército. Cosas todas que, sin embargo, él las había soportado con paciencia y estaba dispuesto a seguirlas soportando; y que ahora no hacía esto para retener él un ejército arrebatado a otros, cosa, por cierto, que no le sería difícil, sino para que ellos no tengan uno con el que puedan volverse contra él; por tanto que se marcharan de la provincia, que licenciarán al ejército como se les había prescrito; que si se hacía esto, él no haría daño a nadie, que ésta era la única y la más dura condición de paz” (…)”. Ibidem. Página 120. Libro I. Año 49 a. C. 2 de agosto. “(…) LXXXVI. Esto fue para los soldados muy satisfactorio y motivo de gran alegría, como pudo deducirse de sus propias manifestaciones: que los que, vencidos, habían esperado algún contratiempo alcanzasen espontáneamente el premio del licenciamiento; pues al surgir una discusión en torno al lugar y la fecha del licenciamiento, comenzaron todos a dar muestras desde las empalizada en que estaban apostados con sus manos y con sus gritos, de que deseaban ser licenciados de inmediato; y que si se aplazaba para otro momento no podía tenerse seguridad alguna, ni aún empeñada toda la buena fe del mundo. Tras una breve discusión entre ambas partes, se llega a la conclusión de que “los que tengan su / (Página 121) domicilio o posesiones en Hispania, de inmediato; el resto sean licenciados junto al río Varo”; se toma la caución de que ninguno de ellos sea molestado ni forzado contra su voluntad a prestar juramento militar por César (…)”. (26). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la Guerra Civil”. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8262. Madrid. Alianza editorial. 2007. (1ª reimpresión). Página 121. Libro I. Año 49 a. C. 2 de agosto. “(…) LXXXVII. César les promete que desde ese momento hasta que lleguen al río Varo él les proporcionará provisiones; añade además que “se devuelva lo que cada uno perdió en la guerra y, que estén en poder de sus soldados, a los que lo perdieron; y paga a sus soldados en dinero, hecha la evaluación justa de las pérdidas, por esas cosas”. Las controversias que luego tuvieron entre si los soldados las presentaron voluntariamente a César como árbitro. Al reclamárseles a Petreyo y a Afranio la soldada por las legiones, provocada casi una sedición, cuya fecha decían ellos que aún 42


no había llegado, piden que César lo supiera; y ambos quedaron contentos con lo que decidió. Licenciada en dos días casi la tercera parte del ejército, ordenó que fueran delante dos legiones suyas, y que el resto marchara en retaguardia; que montaran los campamentos a no mucha distancia entre sí; y de tal misión encargó a Quinto Fufio Caleno, el legado. De acuerdo con esta orden suya, se hace la marcha desde Hispania hasta el río Varo y, allí es licenciado el resto del ejército (…)”. (27). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la Guerra Civil”. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8262. Madrid. Alianza editorial. 2007. (1ª reimpresión). Página 198. Libro III. Año 48 a. C. Bajo el mando de César. “(…) XLVI. César temiendo por la retirada de los suyos, ordenó hacer avanzar los crates al extremo del altozano frente al enemigo y colocarlos de frente; ordenó abrir al lado de ellos un foso de anchura mediana y obstaculizar el lugar por todas partes lo más posible. Y en posiciones apropiadas situó honderos para que protegieran la retirada de los nuestros (…)”. (28). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la Guerra Civil”. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8262. Madrid. Alianza editorial. 2007. (1ª reimpresión). Página 229. Libro III. Año 48 a. C. Al mando de Pompeyo. “(…) LXXXVIII. (…) la legión ciliciense, unidas a las cohortes hispanas, que señalamos que fueron traídas por Afranio, estaban situadas en el ala izquierda (…) / (Página 230) y los honderos los había situado en el flanco izquierdo (…)”. Ibidem. Página 233. Libro III. Año 48 a. C. Al mando de Pompeyo. “(…) XCIII. (…) Rechazada la caballería, todos los flecheros y los honderos, desamparados, inermes, sin protección, fueron muertos (…)”. Ibidem. Página 233. Libro III. Año 48 a. C. Al mando de Pompeyo. “(…) XCIV. Al mismo tiempo César ordenó a la tercera línea, que se había mantenido quieta y hasta ese momento había permanecido inactiva, entrar en combate. Así, al relevar unas tropas íntegras y descansadas a los soldados agotados y, atacando otros por la espalda, los pompeyanos no pudieron resistir y, en su totalidad escaparon huyendo. Y no le pasó desapercibido a César el hecho de que el comienzo de la victoria partiría de las cohortes que había dispuesto en la cuarta línea de combate para enfrentarlas a la caballería, como él había asegurado al arengar a los soldados, pues por ellas había sido en un principio

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rechazada la caballería, por ellas hecha la carnicería de flecheros y honderos (…)”. (29). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la guerra de las Galias”. Colección clásicos de Grecia y Roma. BT 8254. Madrid. Alianza editorial. 2011 (4ª reimpresión). Página 13. Introducción. “(…) De resultas a esta, se reforzó la coalición: Pompeyo y Craso se hicieron elegir cónsules para el año 55 a. C., tras lo cual el primero recibió las dos provincias hispanas por cinco años y el segundo obtuvo Siria, en tanto que a César se le renovaba su mandato en las Galia por otros cinco años (con la cláusula adicional de que no se podría plantear la asignación de sus provincias hasta el 1 de marzo del año 50 a. C.) (…)”. (30). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la guerra de las Galias”. Colección clásicos de Grecia y Roma. BT 8254. Madrid. Alianza editorial. 2011 (4ª reimpresión). Página 201. Libro VI. Año 53 a. C. Cita 2. “(…) Tras su consulado del año 55 a. C., a Pompeyo se le había asignado la provincia de Hispania por cinco años. pero, en lugar de partir hacia ella, confió su administración a sus legados, en tanto que él se quedaba en las cercanías de Roma –al estar investido de imperium tenía prohibido entrar en la ciudad- con el pretexto de atender al aprovisionamiento de trigo, según un mandato recibido del Senado (…)”. (31). ESTRABÓN. “Geografía de Iberia”. Traducción de Javier Gómez Espelosín. Presentaciones, notas y comentarios de Gonzalo Cruz Andreotti, Marco V. García Quintela y Javier Gómez Espelosín. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8288. Madrid. Alianza Editorial. 2007. Página 367. Glosario. Cneo Pompeyo. “(…) (III 2.2). Es el mayor de los hijos de Pompeyo, que intentó hacerse fuerte en la Península contra las tropas de César contando con el apoyo de la extensa clientela dejada por su padre en la zona (Amela Valverde, 2002). Conquistó las Baleares y consiguió desembarcar en la Península en el 46 a. C. Puso asedio a la ciudad de Cartago 'ova. Después emprendió campaña contra los partidarios de César por las ciudades del valle del Betis utilizando una política de mano dura que le granjeó la hostilidad de buena parte de la población de la zona. Fue derrotado por César en la batalla de Munda y buscó refugio en Carteya, pero se vio obligado a escapar de allí a causa de la indecisión de sus habitantes a la hora de concederle protección. Perseguido por la costa por uno de los legados de César fue finalmente capturado y decapitado, 44


siendo enviada su cabeza a la ciudad de Híspalis. [JGE] (…)”.RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Mahón. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1991. Página 268. Libro III. Desde la fin de la segunda guerra púnica hasta poco después del nacimiento de nuestro Redentor. Sección V. Sucesos políticos de las baleares desde su conquista por el cónsul Metelo hasta la venida de nuestro redentor. “(…) A esta guerra de las Galias no tardó en suceder la Civil tan sangrienta entre el partido de aquel célebre general, y el de Gneo Pompeo el Magno, que se gloriaba de sostener la libertas de la República Romana, que el otro trataba de destruir según Pompeo pretendía. En este apuro los baleares siguieron la voz del Senado y de la mayoridad del pueblo romano, que estaban por el partido opuesto. Así lo comprueba lo que nos refiere Hircio (8) de que Gneo Pompeo el joven habiendo resuelto pasar a España desde el África por consejo de Catón que mandaba en Utica, reunió hasta treinta buques de todas clases, y con dos mil hombres entre libres y esclavos después de sitiar inútilmente a Ascurum / (Página 269) (9) se dirigió a las Baleares, Esto es únicamente lo que dice Hircio en esta materia. El célebre D. Buenaventura Serra en sus Glorias de Mallorca (10) relaciona este suceso de un modo diferente, expresándonos que según Dion, pasando aquel hijo de Pompeo desde el África a la península para desfavorecer los pueblos de esta que eran de la parte del Senado, se le entregaron voluntariamente las Baleares. Sea lo que fuere de estas dos relaciones, como dicha guerra fue bastante larga, no sabemos si las mismas islas estuvieron siempre en la causa de la República, o si habiéndolas conquistado César, o alguno de sus generales, mudaron de sentir, o si ya lo ejecutaron antes viéndole tan pujante y victorioso. / (Página 270) A esta suma escasez de noticias causada por la pérdida de la mayor parte de antiguos monumentos se debe atribuir en mi concepto el ignorar si los Baleares se distinguieron en la misma guerra en alguna de las muchas batallas, o sitios que en ella hubo. Como al fin el partido de Julio César resultó vencedor en todas las partes del globo entonces conocido, es muy a creer que estas islas sea voluntariamente, o a fuerza de armas se sujetaron a su dominio; pero la misma oscuridad y falta de noticias que se halla en lo antedicho me impide el aclararlo, y el decir algo del partido que tomarían después de muerto Julio César en las desavenencias, y guerras entre Cayo Octaviano hijo adoptivo y heredero de aquel y Lucio Antonio hermano de Marco el Triunvir (11) aunque me persuado que / (Página 271) seguirán siempre la 45


voz dominante en la península. Concluida la guerra con la toma de Perosa ciudad de (12) Toscana por la buena maña del César Octaviano, se convino un nuevo repartimiento de provincias entre los Triunviros, quedando el César Señor de España, y en su consecuencia de las Baleares, como parece tan probable. De esta sujeción de la península a Cayo octaviano, tomaron ocasión los pueblos españoles para empezar desde esta época la serie de sus años llamándola Era del César (13). Ella precede en treinta y ocho años al primero del nacimiento de nuestro Sr. Jesu Cristo (14) y esta manera de contar hubo durado por muchos siglos en España (15). En el intervalo que medió / (Página 272) desde el establecimiento de dicha Era, hasta el año de la venida de nuestro Redentor no sé que los Baleares sirviesen ningún ejército de los Triumviros, y especialmente el de Octaviano que era Sr. de España. Tengo no obstante por casi imposible que no los hubiese en la guerra de este con su cuñado Marco Antonio que con Cleopatra fue vencido en la famosa batallade (16) Actium, supuesto que los Baleares aún se mantuvieron muchos siglos después en su merecida reputación de diestros, y valientes honderos, como lo diremos a su tiempo. Ya vamos llegando a la dichosa época en que estando todo el orbe en paz, nació en Bethlem Cristo nuestro Sr., para la redención del género humano (...)”. Página 263. Cita (1). “(...) In vita Agricolae cap. XXX (...)”. Página 266. Cita (2). “(...) Exul, et profugus feralis illius tabulae, vir summa quidem, sed calamitosae virtutis, malis sui maria, terrasque permisevit, et jam Africae, jam Balearibus Insulis fortunam expertus. Florus in Epitome. Lib. III (...)”. Página 266. Cita (3). “(...) Tandem Hispaniam armavit. idem ibidem (...)”. Página 267. Cita (4). “(...) Página 267. Cita (5). “(...) De media noite Cesar eiisdem ducibus usus cui nuncio ab Iccio venerant 'umidas et Cretas sagittario, et funditores Baleares, subsidio oppidants mittit. Idem dict. los (...)”. Página 267. Cita (6). “(...) Idem ibidem pág. 70 (...)”. Página 268. Cita (7). “(...) Pueden verse en el mismo libro II y en los siguientes (...)”. Página 268. Cita (8). “(...) Hirtius, o Oppius de Bello Africano pag. mihi 418 a 420 (...)”. Página 269. Cita (9). “(...) Itaque re male gesta. Gn. Pompeius fuius naves inde advertir, neque pestea littus attigit: classemque ad Insulas baleares versus convertit. Idem Ibidem (...)”. Página 269. Cita (10). “(...) Ibi pág. 121 (...)”. Página 270. Cita (11). “(...) Mariana en su Historia de España lib. III. cap. XXIV. pág. 494. Tomo II (...)”. Página 271. Cita (12). “(...) Idem ibidem (...)”. Página 271. Cita (13). “(...) Idem pag. 495 y siguientes (...)”. Página 271. Cita (14). “(...) Allí mismo (...)”. Página 271. Cita (15). “(...) Ibi pág. 499. Dionisio Abad Romano (llamado el Exiguo) en tiempo del Emperador Iuminiano introduxo el contar por los años de Cristo.Idem Ibidem (...)”. Página 272. Cita (16). “(...) Veinte y ocho años antes del nacimiento del Señor según Mariana en su citada Historia lib., III. cap. XXIV, pág. 501., y 46


no falta quién quiere que fuese el trigésimo segundo antes del mismo nacimiento. Annales Romaines pag. 477 y 523. A este tenor hay otros pareceres (...)”. (32). FLAQUER Y FÁBREGUES, Juan. “Son Carla”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Mahón. Y de las Sociedades Afines Domiciliadas en el mismo. Año XXIV. Quinta Época. Tomo XVII. Mahón. 1922. www.RevistadeMenorca1922.pdf Página 110. Cronología de los monumentos megalíticos de Menorca. “(…) El instinto social se revela en las sepulturas colectivas, que en mayores proporciones y resistencia sobre todo, toman la forma de las casas propias de los vivos: vastos osarios donde los individuos de una tribu son sucesivamente depositados mediante el cumplimiento de ritos y prácticas / (Página 110) religiosas que desconocemos en su mayor parte y en algunos casos previa la descarnación del difunto. ¿Alcanzan dicha época las navetas y los talayotes?... Por ahora los hallazgos indican más bien ser posteriores a las colonizaciones orientales. En Menorca nunca falta el metal al explorar las cuevas, navetas y cercanías de los monumentos cónicos o talayotes. En la estación que nos ocupa supone el Sr. Vives (obra citada) que los talayotes son los monumentos más antiguos. ¿Sería hoy posible intentar el datarlos? 'ingún talayote en Menorca, que sepamos, se ha excavado aún metódicamente. Al excavar la naveta de Cotayna (REVISTA DE ME'ORCA, 1910, pág. 133) se encontró un material bastante interesante consistente en cerámica de pasta cocida en braseros al aire libre, dos colmillos de paquidermo agujereados, aros de cobre y una navaja de afeitar del propio metal, igual a otras tres halladas posteriormente en cuevas de las localidades de: Adaya, Binigaus (Coya des Culoms) y Binisafulla, de forma de medio disco con un mango en medio de la parte recta. Dichos cuchillos se encuentran generalmente en la Edad del Bronce IV (*) que para la región occidental de Europa corresponde a los años 1300 a 900 antes de Jesucristo, época que muy bien puede cuadrar al edificio aludido. 'o creemos que la estación de que tratamos sea anterior a la fecha citada, pues los talayotes parecen ser más bien una degeneración que no otra cosa comparados con las 'avetas: así se explicaría la presencia de un aro de hierro en la 'aveta de Biniach (Argentina) (Vid. REVISTA DE • ME'ORCA, 1916, pág. 163) como de tipo intermedio que es entre talayotes y navetas, cuyos constructores, o al menos sus ocupadores, habrían conocido el empleo de dicho metal, pues 47


sabido es que éste antes de emplearse para las / (Página 111) armas y útiles sirvió de adorno personal por lo raro y difícil de conseguir; el talayote y sus accesorios, corresponderían por lo tanto a época algo posterior, esto es, entrada ya la edad del hierro o de Hallstatt. Griegos serían los restos de cabaña enclavados en el recinto, siguiendo durante varias generaciones y ocupando de lleno la época romana. Vense diminutos fragmentos de cerámica primitiva, fenicia, copas ítalo-griegas de los siglos IV-III anteriores a nuestra Era, e innumerables los restos de grandes ánforas romanas; es curioso el hallazgo de un fondo de copa, barro del tipo aretino con monograma ya borroso (J.C. T...?) terra litterata. Existe allí un basamento de columna al parecer romana. De monedas, se ha hallado gran cantidad; las que hemos visto son: un denario consular de la familia Sergia, un as íbero-romano de Cose, otro semiuncial ajustado a la ley Papiria, coloniales de 0ernausus, un sextercio de M. Aurelio y no pocas del Bajo Imperio hasta Diocleciano. De interés son las citas de hallazgos en dicha estación en la obra “Historia de la isla de Menorca”, por Oleo y Quadrado, tomo II, páginas 381 y 443 (...)”. Página 110. Cita (*). “(…) J. Déchelette.- “ArchéoIogie Celtique ou Protohistorique”. “Age du Bronze”.- París 1910, pág. 265 (...)”. (33). CARDONA MERCADAL, Juan. “Incidencia de la numismática en la isla de Menorca”. Revista de Menorca. Fundada en 1888. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico. Año LXVIII. - Séptima Época. Mahón. 1977. Primer Semestre. Páginas 5-32. Página 9. “(...) 0o tengo noticia de hallazgos de denarios de la época de la República, es decir de antes de J.C., y en cambio todos sabemos del feliz encuentro del tesoro o tesorillo como ella lo llamaba, por nuestra siempre añorada señorita doña María Luisa Serra, integrado exclusivamente por ASES de esta misma época que fueron usados de manera permanente durante la República. 0o se debe dejar de decir, que precisamente también por esta misma fecha, fue encontrado en muy buena conservación, un AS Ibérico al pie del Talayot de Turó y que una vez estudiado resultó pertenecer a una acuñación de ILTIRDA (Lérida), y por la cual mostró un especial interés el Gabinete 'umismático de Cataluña, que por entonces efectuaba un estudio exhaustivo / (Página 11) de la expansión de estos signos monetales y gracias a este hallazgo pudose constatar que de alguna manera, esporádica quizá, existía ya una relación entre aquella región y la nuestra.

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La leyenda de esta moneda es netamente ibérica con caracteres bien definidos, que, como es sabido eran más fonéticos que alfabéticos (…)”. (34). “Descobrint Torre d´en Galmés”. Àmbit Revista de cultura. Número 43 enero-marzo 2017. Publicació del Consell de Cultutura i Educació del Consell Insular de Menorca. www.webcim_Ambit_revistacultura_num43.pdf Página 8. “(…) L’Associació d’Amics del Museu de Menorca ha organitzat, un any més, durant els mesos d’estiu, una nova campanya d’excavació arqueològica al jaciment de Torre d’en Galmés amb l’objectiu de continuar investigant l’àrea sud-est del poblat i conèixer el desenvolupament i l’evolució històrica d’aquesta zona de l’assentament protohistòric. Des de l’any 2014, Amics del Museu de Menorca excava el conegut com a pati davanter del cercle 6, una gran àrea al sud d’un espai domèstic de la segona edat del ferro: el cercle 6 i la gran sala hipòstila o recinte Flaquer (…)”. Ibidem. Página 10. “(…) Cronològicament sabem que la vida s’hi va desenvolupar fonamentalment en dos períodes: els primer, que aniria del s. IV al s. II a. de la n. e., i un de posterior, més ampli, que aniria del II a. de la n. e. fins al III, quan queda abandonat, amb un ús mínim i residual a l’època islàmica. Els materials arqueològics repeteixen els patrons d’altres espais domèstiques del món posttalaiòtic, amb gran presència de materials ceràmics indígenes, que s’aniran substituint amb els segles pels formats d’importació, primer punicoebusitans i després romans. Són interessants també els materials metàl·lics i lítics que han aparegut, com per exemple algunes monedes, entre les quals una d’ibèrica prou ben conservada, així com claus de bronze, percussors i punxons d’os, entre altres. Cal destacar també l’aparició de gran quantitat d’ossos d’animals domèstics i de manera anecdòtica espècies de marisqueig. Per tot això, l’equip d’Amics del Museu de Menorca pensa que el pati davanter del cercle 6 devia ser una gran àrea d’activats domèstiques relacionada amb la casa i la sala hipóstila (…)”. (35). RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Mahón. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1991. Página 307. Libro III. Desde la fin de la segunda guerra Púnica hasta poco después del nacimiento de nuestro Redentor. Sección XII. Medallas de Familias Romanas halladas en Menorca, y pertenecientes a los tiempos de que trato. “(…) Estas igualmente se llaman Consulares (1), y la mayor parte 49


son en plata acuñadas con el objeto de trasmitir a la posteridad el recuerdo de las victorias, y empleos que cada Familia obtenía y otros sucesos memorables que les hacían relación. Las hay también que se labraron al intento de obsequiar a Julio César, y a su inmediato sucesor Augusto, en cuya clase se deben colocar las de los Triumviros monetales (2) que regularmente son en bronce, o cobre, y las hicieron acuñar durante los reinados de los referidos Soberanos. De ambas especies he visto muchas halladas en la Isla y yo tengo de ellas no pocas, pero con todo no pondré más que tres de las mías que son sumamente interesantes. / (Página 308) La primera de ellas es en plata, y corresponde a la familia Marcia. Consiste su reverso en la cabeza de Anco Marcio IV. Rey de Roma adornada con Diadema, y en su reverso se divisa la palabra PHILIPPVS con figura ecuestre sobre un acueducto, y ramo baxo del cavallo. El epígrafe dice AQUA MAR divididas las letras entre los arcos de que aquel se forma. Esta medalla tan preciosa se halló en el partido de Alayor, y corresponde al año ciento y diez antes de la era del Sr., y al de Roma 644 (3) y por consiguiente solo catorce años después de la conquista del Cónsul Metelo. Es asimismo en plata la segunda de mis medallas Consulares de que voy a tratar. Ella contiene en su reverso un delfín, una lanza, y un águila, y en su exergo: MAG'… y debaxo cos. Su anverso encierra la cabeza de Jove Remete 7 / (Página 309), o Terminal con las palabras VARRO PROQ., y no hay duda que pertenece al Gran Pompeyo, y por lo mismo a su familia. Quizás esta medalla se introduxo en Menorca quando el G0., POMPEIO el joven vino desde el África a las Baleares durante la guerra civil con Julio César. Dos tengo del mismo metal y modelo pertenecientes a la Familia A'TO'IA, y halladas no menos en la Isla. En su anverso se dexa ver una Galera Pretoria; en lo alto de ella: M. A'TO'IUS AVG (4) y debaxo de la misma 'ave: III. VIR. R. P. C., que en sentir de los Antiquarios quieren decir: III. VIR. REIPVBLICAE. CO'STITVE'DAE; á saber: Triunvir para el arreglo de la República (5). Su reverso / (Página 310) consiste en un águila Legionaria sobre un hasta entre dos signos militares. Una vez que las medallas Consulares son en plata, se tienen por raras; pero con todo he visto bastantes medallas halladas en Menorca, efecto sin duda del gran tráfico que habría en los tiempos de que hablo (…)”. Página 307. Cita (1). “(…) Gusseme en su obra tomo III, página 200 columna I (…)”. Página 307. Cita (2). “(…) Introduction a la science des medailles, cahp. XIII. Sect. XI, página 495. Allí podrá ver el curioso que las siglas de dichas medallas: III. VIR. A. A. A. F. F. las interpretan los Anticuarios por 50


TRIVMVIR. AVRO. AD. GE'TO. FLA'DO. FERIV'DO, es decir: Triunvir de fundir, y acuñar el oro, plata y bronce. Lo mismo Gussieme en su obra tomo I, página 1, col., 2 (…)”. Página 308. Cita (3). “(…) Histoire Romaine eclairde par les medailles. Par Mr. Jean Louis Sehultz. París. 1783 (…)”. Página 309. Cita (4). “(…) El AVG de aquí debe interpretarse por AVGVR, es decir Agorero, porque entonces no se había dado el nombre, o título de Augusto a Octaviano César (…)”. Página 309. Cita (5). “(…) Gusseme en su Diccionario 'umismático tomo VI, página 123. Este es el famoso Marco Antonio casado con Fulvia, y después con Octavia hermana del César Octaviano, que sucesivamente repudió por Cleopatra, / (Página 310) y fue vencido por aquel en la batalla de Actium en el año 31 antes del nacimiento del Sr. con arreglo a la cronología que siguen varios Escritores (…)”. (36). RAMIS Y RAMIS, Juan. “Historia civil, y política de Menorca. Parte I”. Mahón. Ediciones Nura / Editorial Sicoa. 1991. Página 314. Libro III. Desde la fin de la segunda guerra Púnica hasta poco después del nacimiento de nuestro Redentor. Sección XIV. Medallas de Julio César. “(…) Entre las que naturalmente havian de venir y correr en la Isla en los últimos tiempos de que estoy tratando, serían sin duda las de este Emperador que con sus victorias y política se erigió en Monarca del Imperio Romano, y avasalló a sus conciudadanos. Con todo sus / (Página 315) medallas son bastante raras en Menorca (1) y aunque poseo tres, no entraré en el detalle sino de una de ellas que es de plata por juzgar que las otras nada contienen de especial. Su reverso consiste en un elefante pisando una sierpe, y en el exergo la palabra CAESAR. En el reverso hay simpulo, aspergilo, y un Albogalero, (2) alusivo todo a los sacerdocios gentilicos que César obtuvo. Los signos del anverso pueden también ser relativos a las victorias del mismo Emperador sobre Juba, y Petreyo que mandavan en África las fuerzas del partido contrario. / (Página 316) y de hecho así el elefante, como la serpiente son contados entre los signos característicos de aquella parte del globo terrestre, como es tan sabido (…)”. Página 315. Cita (1). “(…) Gusseme en dicha obra tomo III, página 193 (…)”. Página 315. Cita (2). “(…) El simpulo era un vaso pequeño de barro con asa y pico, y servía para probar el vino del sacrificio. La lustuisa, ó aspergilo estava en uso para el agua lustral, y se componía de cerdas atadas a un mango, no cortas como entre nosotros los hisopos sino largas y sueltas. El Albogalero, también llamado Apice, era el primero entre los signos del sacrificio, y deshonor sacerdotal: cubría y adornava la cabeza del Pontífice Máximo, y solía tener una cruz en lo alto. Florez en su 51


Tratado sobre las medallas Españolas &c, tomo I, cap. VII, página 40 (…)”. (37). “Menorca Talaiótica. Guía de jaciments”. Mahón. Consell Insular de Menorca/ RGM Edicions. 2015. Página 45. Poblat talaiòtic de Torrellafuda (Ciutadella de Menorca). “(…) En un dels hipogeus es va trovar un lot de bales de foner de plom d´època romana (…)”. (38). “Guía Menorca talayótica. La prehistoria de la isla”. Edición a cargo de Antoni Nicolau Martí. Texto: Elena Sintes Olives. Sant Lluís. Triangle Books. 2015. Página 78. Los espacios construidos. Los círculos, las monumentales casas del Postalayótico. Arqueología de los círculos y de las actividades domésticas. “(…) Del mismo modo, en la habitación noreste del círculo número 2 de Trepucó se identificó una zona de producción de cerámica: sobre un enlosado había un montón de arcilla y a su lado fragmentos de calcita, para mezclarla como desengrasante. En la misma habitación se encontró un lingote de plomo, balas de honda y una moneda (Sintes y Villalonga, 2012) (…). En las excavaciones aparecen una gran cantidad de restos que van desde amolons hasta balas de honda, pasando por fusayolas, agujas y cuentas de collar (…)”. (39). “Menorca Talaiótica. Guía de jaciments”. Mahón. Consell Insular de Menorca/ RGM Edicions. 2015. Página 141. Poblat talaiòtic de Trepucó (Maó). “(…) S´han trobat algunes bales de foner de plom d´època romana (…)”. (40). “Menorca Talaiótica. Guía de jaciments”. Mahón. Consell Insular de Menorca/ RGM Edicions. 2015. Página 49. Poblat talaiòtic de Torretrencada (Ciutadella de Menorca). “(…) S´han trobat també un parell de bales de foner de plom d´època romana ('icolás, 1983) (…)”. (41). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la Guerra Civil”. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8262. Madrid. Alianza editorial. 2007. (1ª reimpresión). Página 16. Introducción. Comentarios a la Guerra de las Galias. “(…) El contenido de los Comentarios a la Guerra de las Galias se desarrolla entre los años 58 y 51.

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El libro I cuenta los principales acontecimientos del año 58 – campaña contra los helvecios y contra Ariovisto- precedido de un prólogo en el que se traza una breve descripción geográfica de la Galia. El libro II se refiere al año 57: campaña contra los belgas en su diversificación étnica: remos, belovacos, nervios y aduatucos. El libro III recoge los acontecimientos del año 56: campaña de César contra la Armórica y campaña de Craso en Aquitania. El libro IV relata los sucesos del año 55: campaña contra los germanos usipetes y tencteros, primer paso del Rin y primera expedición a Bretaña. / (Página 17) El libro V resume al año 54: segunda expedición a Bretaña y levantamiento y represión de los belgas eburones. El libro VI, en el que aparecen los sucesos del 53, cuenta el segundo paso del Rin. Añade una digresión de carácter etnográfico sobre las costumbres de los galos y de los germanos y finaliza con la narración de un nuevo ataque contra los eburones. El libro VII pormenoriza el levantamiento general de la Galia del año 52 bajo la dirección de Vercingetorix, la toma de Avárico, el fracaso de las legiones romanas ante Gergovia, la batalla de Lutecia y el cerco y capitulación de Alesia. El libro VIII, obra de Hircio, expone, tras un proemio de justificación, la campaña contra los belovacos, la toma de Uxeloduno y las últimas operaciones de pacificación de la Galia (…)”. (42). CASASNOVAS CAMPS, Miquel Àngel. “Història de Menorca”. Colección: Els treballs i els dies nº 56. Palma de Mallorca. Institució Francesc de Borja Moll. 2016. Página 86. Capítol VI. Insula Balearis Minor. “(…) I cal pensar que seguiren prestant els seus serveis de forma més o manco continuada almenys fins a l´època de Cèsar, el qual cita els foners baleàrics com a combatents en les campanyes de les Gàl.lies (56 a. C.) lluitant frec a frec amb altres tropes auxiliars d´elit, els genets númides i els arquets cretencs (…)”. (43). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la Guerra Civil”. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8262. Madrid. Alianza editorial. 2007. (1ª 53


reimpresión). Página 16. Introducción. Comentarios a la Guerra de las Galias. “(…) El contenido de los Comentarios a la Guerra de las Galias se desarrolla entre los años 58 y 51 (…)”. (44). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la guerra de las Galias”. Colección clásicos de Grecia y Roma. BT 8254. Madrid. Alianza editorial. 2011 (4ª reimpresión). Página 62. Libro I, 25. Año 58 a. C. “(…) Todavía se peleó hasta bien avanzada la noche, ya que habían dispuesto los carros a modo de parapeto y así, lo mismo que desde lo alto lanzaban sus proyectiles contra los nuestros conforme llegaban (…)”. Ibidem. Página 81. Libro I, 47. Año 58 a. C. “(…) se informó a César de que los jinetes de Ariovisto se aproximaban a la elevación, lanzados al galope contra los nuestros y, que les estaban disparando piedras y proyectiles (…)”. Ibidem. Página 81. Libro I, 47. Año 58 a. C. “(…) el día anterior los germanos no habían podido refrenarse de disparar sus proyectiles contra los nuestros (…)”. (45). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la guerra de las Galias”. Colección clásicos de Grecia y Roma. BT 8254. Madrid. Alianza editorial. 2011 (4ª reimpresión). Página 184. Libro V, 35. Año 54 a. C. “(…) Allegado Lucio Cota, mientras arengaba a todas las cohortes y centurias, lo hieren con una honda en todo el rostro (…)”. Ibidem. Página 188. Libro V, 42. Año 54 a. C. “(…) El séptimo día del asedio se levantó un gran ventarrón. Ellos [los nervios] comenzaron a lanzar con las hondas proyectiles incandescentes de arcilla reblandecida (66) (…)”. Página 188. Cita (66). “(…) Ferventes fusili ex argillsa glandes. La interpretación de este pasaje es controvertida. Entre las diversas propuestas que se han hecho parece más convincente la de Constans, para quién se trata de turba mezclada con alguna clase de arcilla pesada que servía para darle consistencia (…)”. (46). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la guerra de las Galias”. Colección clásicos de Grecia y Roma. BT 8254. Madrid. Alianza editorial. 2011 (4ª reimpresión). Página 89. Libro II, 8. Año 57 a. C. “(…) Mientras César, según hemos señalado más arriba, se encontraba en la Galia Citerior, en los campamentos de invierno, le llegaron numerosos rumores –y también lo tenían al tanto los despachos de Labieno- de que todos los belgas –que ya dijimos que constituyesen la tercera parte de la Galia-

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estaban juramentándose contra el Pueblo romano e intercambiando rehenes entre sí. Estas eran las causas de la conjura. Primero que temían que, una vez pacificada la Galia, se llevase contra ellos nuestro ejército, además, que se lo pedían no pocos galos –a unos, lo mismo que se habían opuesto a que los germanos merodeasen por más tiempo en la Galia, también les irritaba que el ejército del Pueblo Romano invernase y echase raíces en ella, otros por la inconstancia y volubilidad de su carácter, ansiaban nuevos jefes- y, también algunos que, dado que en la Galia lo habitual era que se apoderasen del trono los más poderosos o los que disponían de recursos para tomar / (Página 90) hombres a sueldo, difícilmente podrían alcanzarlo bajo nuestra dominación. Preocupado por estas noticias y por los despachos, César reclutó dos nuevas legiones en la Galia Citerior (3) y, con la llegada del verano, envió al legado Quinto Pedio (4) para que las llevase a la Galia Ulterior. En cuanto a él, apenas empezó a haber pastos en abundancia, volvió junto al ejército. A los senones y a los otros galos que lindaban con los belgas les encargó que se enterasen de cuanto sucedía en territorio de estos y que le tuvieran al tanto. Todos ellos coincidieron en informarle de que se estaban reuniendo tropas y concentrando un ejército en un punto determinado. Consideró entonces que había que marchar sin la menor vacilación contra ellos. Una vez organizado el abastecimiento de trigo, levantó el campamento y en unos quince días, aproximadamente, llegó a la frontera de los belgas. Al presentarse de improviso y, más rápido de lo que todos pensaban, los remos –que de entre los belgas son los más cercanos a la Galia- le enviaron como comisionados a / (Página 91) Iccio y Andecombogio, principales del pueblo, para que le comunicasen “que sus personas y todos sus bienes los confiaban a la protección y el poder del pueblo Romano, que ni habían conspirado con los otros belgas ni se habían conjurado en absoluto contra el Pueblo Romano, que estaban dispuestos a entregar rehenes, hacer lo que se ordenase, darles acogida en sus plazas y ayudar con grano y todo lo demás; que el resto de los belgas que estaba en armas y que los germanos que habitaban a la otra parte del Rin se les 55


habían unido y, que era tal su furor que ni siquiera habían podido impedir que los suesiones –que eran hermanos suyos y de su misma raza que se regían por la misma justicia y las mismas leyes, que compartían con ello un solo mando y una sola magistratura- se pusieran de parte de aquellos”. Al preguntarles qué pueblos estaban en armas y qué tamaño tenían y, cuál era su poderío militar, averiguó lo siguiente: “Que la mayoría de los belgas procedían de los germanos y que mucho tiempo atrás, después de cruzar el Rin, se habían establecido allí por la feracidad del territorio, expulsando a los galos que vivían en estos lugares; que eran los únicos que, en tiempos de nuestros padres, cuando toda la Galia se halaba sometida al estrago, impidieron que los teutones y los cimbros entrasen en sus tierras. Que a raíz de aquello sucedía que, con el recuerdo de tales hechos, se arrogaban una autoridad y confianza enormes en los asuntos de la guerra”. En cuanto a su número, decían los remos que se encontraban perfectamente informados, ya que, al estar ligados por / (Página 92) parentescos y vínculos familiares, se habían enterado de la cantidad que cada uno había comprometido para esta guerra en la asamblea general de los belgas: “Que entre éstos eran los belóvacos los más poderosos, tanto por su valor y prestigio como por el número de hombres: que podían reunir cien mil hombres armados y, que de esta cantidad se habían comprometido a elegir sesenta mil; y que reclamaban para sí la dirección de toda la guerra. “Que los suesiones eran vecinos suyos y poseían un territorio amplísimo y campos muy fértiles; que todavía se recordaba que había sido rey entre ellos Diviciaco, el más poderoso de toda la Galia, quién, además de mandar sobre gran parte de estas tierras, lo había hecho también sobre Britania; y que ahora el rey era Galba, a quién, por acuerdo general, se había confiado el mando supremo de toda la guerra en atención a su sentido de la justicia y de la prudencia; que poseían doce plazas fuertes y habían comprometido cincuenta mil hombres en armas. Y otros tantos los nervios –considerados los más salvajes de estos-, que eran los que más lejos habitaban. Y quince mil atrebates, diez mil los ambianos, veinticinco mil los mórinos, nueve mil los melapios, diez mil los cáletes, otros tantos los veliocases y los viromanduos, diecinueve mil los atuátucos; y que a los

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de los condrusos, eburones, cerosos y pemanos- llamados, con un sólo nombre, germanos- los estimaban en unos cuarenta mil”. César dio ánimos a los remos, hablándoles con afabilidad; a continuación, les mandó que se reuniera en su presencia todo el senado y que se le levaran como rehenes los hijos de los principales. Todo esto se hizo con prontitud en la fecha fijada. / (Página 93) Él, por su parte, apremiando a heduo Diviciaco, le hace ver cuánto interesa al Estado y a la salvaguarda común mantener divididos los contingentes enemigos, para no tener que enfrentarse de una sola vez a una tropa tan numerosa: “Que esto se podría lograr siempre y cuando los heduos levaran sus efectivos a territorio de los belóvacos y comenzasen a devastar sus campos”. Con este encargo lo despacha. Apenas fue informado por los exploradores que había enviado y, por los remos, de que la totalidad de los efectivos de los belgas, concentrados en un solo punto, venían contra él y, de que no se encontraban muy lejos (12), se apresuró a llevar su ejército a la otra parte de río Áxona (13), en el confín último de los remos y, allí estableció el campamento (14). Esta posición, además de guarnecer uno de los flancos del campamento con las orillas del río, también protegía su espalda de los enemigos y, posibilitan que se le pudieran llevar sin peligro los víveres de los remos y de los restantes pueblos. Había sobre este río un puente. Allí dispuso una guarnición y dejó a la otra parte del río a legado Quinto Titurio Sabino, con seis cohortes. Ordenó que el campamento fuera fortificado con una empaliada de doce pies de altura y un foso de dieciocho pies. Distaba ocho mil pasos de este campamento una plaza de los remos, llamada Bibracte (15). En el curso mismo de la marcha / (Página 94), los belgas iniciaron su asalto con gran violencia. A duras penas se resistió ese día (…)”. Página 90. Cita (3). “(…) Con estas nuevas legiones (XIII y XIV), César disponía de un total de ocho. A las cuatro veteranas que le había asignado el Senado (VII, VIII, IX y X) se habían añadido otras dos la campaña anterior (XI y XII, caes. gall. 1.7.2, 10, 3) (…)”. Página 90. Cita (4). “(…) Sobrino de César al que acompaña también en la campaña de Hispania. Estrecho colaborador de Octavio Augusto, es nombrado, gracias a éste, cónsul suffectus para el año 43 a. C. de ese mismo año data 57


su lex Pedia, relativa a los castigos reservados a los asesinos de César. Interviene como mediador entre los miembros del Segundo triunvirato. Muere repentinamente, en noviembre del 43 a. C. (…)”. Página 93. Cita (12). “(…) El emplazamiento del campamento belga no se conoce con exactitud. Como posibles localizaciones se ha propuesto algún punto junto al río Aisne o bien la región de La Fère, al norte de dicho río (…)”. Página 93. Cita (13). “(…) Actual Aisne, afluente del Oise (…)”. Página 93. Cita (14). “(…) El río pudo ser cruzado bien en Berry-au-Bac, en la ruta de Reims a Laon, bien en Pontavert. En el primer caso, el campamento romano se habría establecido en la colina de Mauchamp; en el segundo, en Chau-dardes (…)”. Página 93. Cita (15). “(…) Posiblemente, actual VieuxLaon (St.-Thomas), al norte de Craone y al sureste de Laon. Una ubicación alternativa, menos proibable, es Beaurieux, al suroeste de Craonne (…)”. (47). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la guerra de las Galias”. Colección clásicos de Grecia y Roma. BT 8254. Madrid. Alianza editorial. 2011 (4ª reimpresión). Página 94. Libro II, 8. Año 57 a. C. Utilización de los honderos Baleares en la guerra de las Galias, en territorio belga. “(…) Entre los galos el asalto es igual que entre los belgas: forman la tropa rodeando por completo las fortificaciones, empiezan a lanzar piedras desde todas partes contra la muralla y ésta queda desierta de defensores; a continuación se forma una testudo (16), prenden fuego a las puertas y derriban la muralla. Así ocurría, sin el menor impedimento en esta ocasión, pues, al ser tan numerosa la tropa de los que lanzaban piedras y dardos, no había quién pudiera resistir sobre la muralla. Cuando la noche puso fin al asalto, el remo Iccio, noble de alto rango, muy considerado entre los suyos, que por aquel entonces se encontraba al frente de la plaza –era uno de los comisionados para la paz que habían acudido, ellos no podrían resistir por más tiempo”. Después de la medianoche, César, utilizando como guías a los mismos que habían venido en calidad de mensajeros de Iccio, envió para auxiliar a los de la plaza de arqueros númidas y cretenses y, también honderos baleares. A raíz de su llegada, los remos vieron garantizada su protección y acrecentando su ardor defensivo y, los enemigos, por esta misma razón, perdieron las esperanzas de apoderarse de la plaza.

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Así pues, demorándose por poco tiempo ante la plaza, después de haber devastado los campos de los remos, incendiadas todas sus aldeas y haciendas (hasta donde pudieron llegar), se encaminaron con la totalidad de sus efectivos contra el campamento de César y, establecieron el suyo a menos de dos mil pasos (…)”. Página 94. Cita (16). “(…) Máquina de guerra, consistente en un cobertizo montado sobre ruedas y cubierto de pieles. Permite que los soldados se acerquen sin peligro a las murallas enemigas. En ocasiones lleva en su interior un ariete (testudo arietaria) (…)”. (48). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la guerra de las Galias”. Colección clásicos de Grecia y Roma. BT 8254. Madrid. Alianza editorial. 2011 (4ª reimpresión). Página 95. Libro II, 8. “(…) Hecho esto, dejó en el campamento las dos legiones que había reclutado recientemente, para qué, sí en algún lugar se las necesitaba, pudieran ser llevadas como refuerzo y, formó / (Página 96) en línea, delante del campamento, las otras seis legiones. También los enemigos habían sacado sus tropas del campamento. Había una marisma (20), no muy grande, entre nuestro ejército y el de los enemigos. Estos esperaban a ver si los nuestros la cruzaban y, los nuestros estaban con las armas en la mano, por si eran aquellos los que daban el paso, dispuestos a atacarlos cuando se encontrasen atascados. Entretanto, en medio de ambas formaciones se libraba un combate de caballería. Como ni unos ni otros daban el primer paso para cruzar, con el combate ecuestre resuelto a favor de los nuestros, César condujo a sus hombres de vuelta al campamento. De inmediato, los enemigos se dirigieron desde este lugar hasta el río Áxona, que, como ya se ha indicado, se encontraba a espaldas de nuestro campamento. Allí, tras localizar algunos vados, intentaron hacer pasar una parte de sus tropas para, si fuese posible, tomar el fortín que mandaba el legado Quinto Turio y cortar el puente, o en caso de que no lo lograran, devastar los campos de los remos –que para nosotros eran de la mayor utilidad con vistas al desarrollo de la contienda- y cortar el aprovisionamiento de los nuestros. César, informado por Titurio, hace que crucen el puente toda la caballería y los númidas provistos de armamento ligero, los honderos y los arqueros y, se dirige contra aquellos. 59


Se luchó con denuedo en este punto. Los nuestros cargaron en el rio contra los enemigos mientras estaban atascados y dieron muerte a un buen número de ellos. A los restantes, que con todo arrojo intentaban pasar por entre sus cuerpos, los rechazaron con una nube de dardos y, a los primeros que habían cruzado, rodeándolos con la caballería, los mataron (…)”.Página 96. Cita (20). “(…) Quizá la zona pantanosa que en la actualidad atraviesa el riachuelo Miette (…)”. (49). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la guerra de las Galias”. Colección clásicos de Grecia y Roma. BT 8254. Madrid. Alianza editorial. 2011 (4ª reimpresión). Página 102. Libro II, 18. Enfrentamiento que tuvo lugar junto al río Sambre, afluente del Mosa o bien el Selle, afluente del Escaut. “(…) Apenas hubieron cruzado el río nuestros jinetes junto con los honderos y los arqueros, trabaron combate con la caballería de los enemigos. Una y otra vez volvían estos junto a los suyos, en el bosque y, de nuevo arremetían desde allí contra los nuestros, que, por su parte, no se atrevían a perseguirlos en su huída más allá del límite que alcanzaban la vista y el espacio despejado. Entretanto, las seis legiones que habían llegado en primer lugar, después de tomar las medidas para la obra, comenzaron a fortificar el campamento (…)”. (50). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la guerra de las Galias”. Colección clásicos de Grecia y Roma. BT 8254. Madrid. Alianza editorial. 2011 (4ª reimpresión). Página 105. Libro II, 25. Pésima situación para el ejército de César, antes de que se produjera la remontada y batalla ganada para César. “(…) Impresionados por todo ello, los jinetes tréveros, que entre los galos eran reputados por su excepcional valor y se habían presentado a César enviados por su pueblo en calidad de auxiliares, al ver que nuestro campamento estaba lleno de enemigos, que las legiones se encontraban agobiadas y casi cercadas, que los criados, los jinetes, los honderos y los númidas y a la desbandada, huían en todas direcciones perdida ya toda esperanza sobre nuestra situación partieron hacia su patria. A su pueblo le informaron de que los romanos habían sido vencidos y arrollados y, de que los enemigos se habían apoderado de su campamento y de su impedimenta (…)”. (51). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la Guerra Civil”. Colección Clásicos de Grecia y Roma. BT 8262. Madrid. Alianza editorial. 2007. (1ª reimpresión). Página 16. Introducción. Comentarios a la Guerra de las 60


Galias. “(…) El libro VIII, obra de Hircio, expone, tras un proemio de justificación, la campaña contra los belovacos, la toma de Uxeloduno y las últimas operaciones de pacificación de la Galia (…)”. (52). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la guerra de las Galias”. Colección clásicos de Grecia y Roma. BT 8254. Madrid. Alianza editorial. 2011 (4ª reimpresión). Página 301. Libro VIII, 4. Año 51 a. C. “(…) a la Legión XIII, que había destinado al territorio de los bituriges, no lejos del de los heduos (…)”. Ibidem. Página 307. Libro VIII, 12. Año 51 a. C. “(…) envió una misiva a Trebonio para que llamase con la mayor rapidez posible a la Legión XIII -que pasaba el invierno con el legado Tito Sextio, en el territorio de los bituriges- (…)”. (53). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la guerra de las Galias”. Colección clásicos de Grecia y Roma. BT 8254. Madrid. Alianza editorial. 2011 (4ª reimpresión). Página 336. Libro VIII, 54. Año 51 a. C. “(…) la XV que había dejado en la Galia Citerior (53). En su lugar, envió la Legión XIII a Italia, para que se encargara de la defensa de las guarniciones de las que se sacaba a la XV (…)”. Página 336. Cita (53). “(…) En Rávena (…)”. (54). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la guerra de las Galias”. Colección clásicos de Grecia y Roma. BT 8254. Madrid. Alianza editorial. 2011 (4ª reimpresión). Página 302. Libro VIII, 4. Año 51 a. C. “(…) se lleva a las legiones XIV y VI de los campamentos de Arar, donde las había ubicado para organizar el abastecimiento de trigo, según se explicó en el comentario anterior (…)”. (55). ESTRABÓN. “Geografía de Iberia”. Traducción de Javier Gómez Espelosín. Presentaciones, notas y comentarios de Gonzalo Cruz Andreotti, Marco V. García Quintela y Javier Gómez Espelosín. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8288. Madrid. Alianza Editorial. 2007. Página 175. Geografía III, 2; Bética. 5. Comunicaciones marítimas y fluviales de Turdetania. Islas Gimnesias. “(…) se suma a esto la paz actual, tras la destrucción de los nidos de piratas; de forma que existen todas las facilidades para los que navegan. Posidonio afirma, en cambio, que observó algo singular a su regreso desde Iberia, como fue el hecho de que los vientos del este en aquella parte del mar hasta el golfo sardo soplaban durante todo el año; por ello desembarcó en Italia a duras penas tres 61


meses después, tras haberlo desviado tanto hacia las islas Gimnesias como hacia Cerdeña y a otras partes de la costa de Libia que se encuentran enfrente de estas (…)”. Ibidem. Página 177. Geografía III, 2; Bética. 6. Producciones de Turdetania y su exportación. Plaga de liebres como único mal. Gimnesias. “(…) (Se dice que incluso los habitantes de las Gimnesias enviaron una vez una embajada a los romanos en petición de tierras: pues habían sido expulsados por estos animales al verse incapaces de oponerles resistencia por su gran cantidad (…)”. Ibidem. Página 240. Geografía III, 4; Mediterráneo e Interior. 7. Costa entre el Ebro y los Trofeos de Pompeyo, Tarraco. Gimnesias. “(…) las Gimnesias, que se encuentran situadas entre sus proximidades delante de la costa y, Ebuso, islas dignas de mención, indican la posición favorable de la ciudad (…)”. Ibidem. Página 275. Geografía III, 5; islas. 1. Islas Baleares, geografía física y humana, los honderos, colonización romana. Menorca = Balear Menor. “(…) De las islas situadas delante de la costa de Iberia las dos Pitiusas y las dos Gimnesias (también las llaman Baliárides) se hallan situadas delante del litoral entre Tarraco y Sucro, sobre el que se levanta Sagunto (…) / (Página 276) La más pequeña dista en torno a los setenta estadios de Polentia; así pues en tamaño se distancia mucho de la mayor, en cambio en cualidad no le es en nada inferior: pues ambas son prósperas y están provistas de buenos puertos (pero llenas de escollos en sus entradas, de manera que precisan la atención de los que llegan navegando hasta allí). A causa de la cualidad de estas tierras también sus habitantes son pacíficos, como también los de Ebuso; pero dado que unos pocos malhechores hicieron causa común con los piratas del mar todos adquirieron mala fama y Metelo, el denominado Baleárico, hizo una campaña por mar contra ellos (fundó también las ciudades). Y dado que a causa de esta cualidad eran objeto de ataques, sus habitantes aunque son pacíficos, sin embargo se dice que son los mejores honderos; y se ejercitaron en esto, según se dice, sobre todo desde que los fenicios ocuparon las islas (se dice también que estos fueron los primeros que vistieron a sus gentes con túnicas de banda ancha púrpura). Pero iban al combate provistos de armadura, llevando un escudo de piel de cabra en torno al brazo y un venablo endurecido al fuego (más raramente equipado también de una pequeña punta de hierro), en cambio llevan tres hondas alrededor de la cabeza, hechas de junco de puntas negras (el junco de puntas negras es una clase de / (Página 277) 62


junco del que se trenzan las cuerdas; también Filetas en su Hermeneia dice: Desdichada túnica manchada de polvo; y a su alrededor su tierna cintura está entrelazada con una tira de junco [de puntas negras. Como si estuviera ceñido por un junco) o de crines o de tendones: una de largas cuerdas para lanzamientos largos, otra de cuerdas cortas para lanzamientos cortos y, otra mediana para los medianos. Se ejercitaban desde niños con las hondas de tal modo que no se les daba pan a los niños de otra manera sin que acertaran con la honda. Por lo que precisamente Metelo, cuando se acercaba por mar hacia las islas, extendía pieles sobre los puentes de los barcos, como protección contra las hondas. E introdujo como colonos unos tres mil romanos procedentes de Iberia (…)”. (56). Véase cita 37. Ibidem. (57). Véase cita 39. Ibidem. (58). Véase cita 38. Ibidem. (59). Véase cita 40. Ibidem. (60). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 364. Cronología. “(…) 264. Empieza la Primera Guerra Púnica (…)”. Página 364. Cronología. “(…) 241. Los cartagineses admiten su derrota. Fin de la Primera Guerra Púnica (…)”. Página 364. Cronología. “(…) 239. Amilcar Barca derrota y destruye a los mercenarios que amenazan Cartago. Roma obliga a Cartago a cederle Cerdeña y Córcega (…)”. Página 364. Cronología. “(…) 235. Amilcar Barca se marcha a Hispania (…)”. Página 364. Cronología. “(…) 228. Muere Amilcar Barca. Asdrúbal lo reemplaza (…)”. Página 364. Cronología. “(…) 226. Asdrúbal acuerda con Roma limitar su dominio al territorio situado al sur del río Íbero (…)”. Página 364. Cronología. “(…) 225. Asdrúbal funda Cartagena en la costa hispana (…)”. Página 364. 63


Cronología. “(…) 221. Asdrúbal es asesinado y reemplazado por Aníbal Barca (…)”. Página 364. Cronología. “(…) 219. Aníbal pone sitio a Sagunto (…)”. Página 364. Cronología. “(…) 218. Comienzo de la Segunda Guerra Púnica. Aníbal cruza los Alpes e invade Italia. Derrota a los romanos a orillas del Trebia y del Ticino (…)”. Página 364. Cronología. “(…) 217. Aníbal derrota a los romanos en el lago Trasímeno (…)”. Página 365. Cronología. “(…) 216. Aníbal derrota a los romanos en Cannas (…)”. Página 365. Cronología. “(…) 211. Aníbal se dirige hacia las murallas de Roma (…)”. Página 365. Cronología. “(…) 208. Los romanos derrotan a Asdrúbal Barca en el río Metauro. Es el comienzo del fin para Aníbal (…)”. Página 365. Cronología. “(…) 206. Los romanos, bajo el mando de Escipión, toman Hispania (…)”. Página 365. Cronología. “(…) 204. Los romanos, conducidos por Escipión invaden África (…)”. Página 365. Cronología. “(…) 202. Los romanos, comandados por Escipión, derrotan a Aníbal en Zama. Fin de la Segunda Guerra Púnica (…)”. Página 365. Cronología. “(…) 195. Aníbal llega a Tiro; lleva a cabo una conferencia personal con Antíoco III en Éfeso (…)”. Página 365. Cronología. “(…) 183. Aníbal se suicida (…)”. Página 366. Cronología. “(…) 149. Comienzos de la Tercera Guerra Púnica (…)”. (61). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal Asimov. Madrid. Alianza editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 190. 7. Judaísmo. “(…) Además, durante la época del Imperio Caldeo, una tribu árabe cuyos miembros eran llamados nabateos había avanzado hacia el norte desde la árida península que antaño había sido Edom. Establecieron su capital en Petra, a unos 100 kilómetros al sur del mar Rojo y, lograron una notable prosperidad porque era un importante cruce de caminos de diversas rutas comerciales (…)”. (62). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros I-XI. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Sin paginar. Cronología del Éxodo. “(…) 1230. Los hebreos salen de Egipto (éxodo) (…)”. Ibidem. Página 138. Libro III. 39. Los amalecitas se preparan para la guerra (Ex. 17, 8). Petra. “(…) 2. 1. (…) los pueblos que habitaban Gobolitis y Petra, que son conocidos por el nombre de amalecitas y que resultaban ser los más belicosos de los pueblos de aquella región (…)”. 64


(63). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros I-XI. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 209. Libro IV. 159. Derrota de los madianitas ( úm. 25, 6 y ss., y 31, 1 y ss). Petra. “(…) 7.1. (…) y un quinto, Recem, cuya ciudad homónima y que gozaba de la más absoluta consideración dentro del territorio árabe, hasta el día de hoy incluso todo el pueblo árabe la designa con el nombre del rey que la fundó, Recem, mientras que los griegos la denominan Petra (…)”. (64). ASIMOV, Isaac. “Guía de la Biblia Antiguo Testamento”. Traducción de Benito Gómez Ibáñez. Barcelona. Plaza & Janés Editores. 1992 (4ª edición). Página 410. 16. ehemías. Edom = Edumea. “(…) Guesem el árabe era, al parecer, nabataeano, miembro de una tribu árabe que ya aparece en el horizonte bíblico. Tras la destrucción del reino de Judá, los edomitas se desplazaron hacia el 'orte, a Judá y, tras ellos acudieron los nabataeanos, que ocuparon lo que antes había sido Edom. Establecieron su capital en Petra, ciudad donde las fachadas de casas y templos estaban labradas en la falda de la colina, de color rosado. Alcanzó prosperidad porque era una encrucijada importante de varias rutas comerciales. Suele identificarse su emplazamiento con la ciudad edomita de Sela, que la Biblia menciona en relación con la reconquista de Edom por parte de Amasías (v. cap. 12): 12 Reyes 14.7. Conquistó (Amasías) en la guerra Sela… En el siglo III a. C., los nabateaenos formarían un reino próspero. En la época en que los romanos aplastaban la rebelión judía en el 68 d. C., también se anexionaron el reino nabateaeno. Se convirtió en la provincia de Arabia Pétrea. Casi dos siglos después, la provincia llegó a dar un emperador a Roma, Filipo “el Árabe” (…)”. (65). DIODORO SÍCULO. “Biblioteca histórica. Libros I-III”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8266. Madrid. Alianza Editorial. 2003. Página 216. Libro II. abateos. “(…) Habiendo examinado tales cosas dirigiremos nuestro discurso sobre otras zonas de Asia, que no han recibido descripción, especialmente de Arabia. Ésta se encuentra situada entre Siria y Egipto y está compuesta de numerosos pueblos de toda clase. Las zonas orientales las habitan los árabes, llamados nabateos; ocupan una región desértica, otra con poca agua y otra pequeña es fértil. Llevan 65


una vida de bandidos y recorriendo gran parte del territorio limítrofe lo saquean, ya que son difíciles de combatir en las guerras. Porque, en la llamada “región con poco agua” han construido cisternas en lugares apropiados y tras construirlas, las ocultan a los restantes pueblos y se retiran sin riesgos a su país. Pues ellos conocen los sitios de las aguas ocultas y los abren y, usan con abundancia el agua; los pueblos extranjeros que los persiguen, al encontrarse / (Página 217) carentes de agua potable por el desconocimiento de los pozos, unos mueren por la escasez de agua, mientras otros, tras sufrir múltiples penuria, llegan con suma dificultad a su patria. Por ello, los árabes que habitan esta región son difíciles de dominar y continúan libres; además, no aceptan de modo alguno a gobernante extranjero y conservan su libertad inexpugnable. Por tanto, ni los asirios antiguamente, ni los medos, ni siquiera los monarcas macedonios fueron capaces de esclavizarlos; aunque condujeron grandes contingentes militares contra ellos, nunca concluyeron sus ataques. Existe en la región de los nabateos una roca que ocupa una posición extremadamente fuerte (72), que tiene una única subida a través de la cual escalan unos pocos y colocan sus pertenencias. Un inmenso lago produce abundante asfalto, del que proceden no pocos ingresos. Tiene una extensión de unos quinientos estadios de largo y cincuenta de ancho (73), pero el agua es tan maloliente e insalubre que no puede criar pez alguno ni a ninguno de los animales que acostumbran a vivir en las aguas. Desembocan grandes ríos de aguas muy dulces en el lago, pero se apodera de éstas el mal olor y del mismo centro cada año expele una gran mas de asfalto algunas veces mayor de tres plectros y, en otras de dos; por lo que habitualmente, los pueblos bárbaros que habitan en el entorno denominan al flujo mayor “toro” y al menor “novillo”. Al flotar el aspecto en el lago, la forma se asemeja a una isla para aquellos que la observan desde cierta distancia. Y sucede que la expulsión del asfalto es conocida por los habitantes veinte días antes; porque el hedor sobreviene por la acción del viento alrededor del lago en un radio de muchos estadios y toda la plata, oro y bronce de esta zona pierden su particular color. Ése se restablece / (Página 218) de nuevo y, una vez que todo el asfalto queda expulsado. La zona vecina expuesta al fuego y maloliente, produce unos organismos en las personas enfermizos y con una corta vida. Sin embargo, la región es favorable para el crecimiento de palmeras, en cuanto sucede que es atravesada por ríos o por manantiales capaces de regarlas. También crece 66


en el entorno, en cierto valle, el llamado árbol del bálsamo, del que obtienen fuertes ingresos, no encontrándose este árbol en ningún otro lugar del mundo habitado y, ser extremadamente provechoso para usos medicinales para los médicos (…)”. Página 217. Cita (72). “(…) Se trata de la célebre ciudad de Petra (…)”. Página 217. Cita (73). “(…) 888 Km., de largo y casi 9 Km., de anchura (…)”. (66). BLAVATSKY, H.P. “La doctrina secreta. Síntesis de la Ciencia, la Religión y la Filosofía”. Tomo V, Síntesis de la Ciencia, la Religión y la Filosofía. Málaga. Editorial Sirio. 2000. Página 50. Sección II. La Crítica moderna y los antiguos. Cita (9). abateos no eran seguidores de Juan el Bautista. “(…) Los últimos nabateos tenían las mismas creencias que los nazarenos y sabeos, ignoraban a Juan Bautista y empleaban el bautismo. (Véase Isis sin velo, II, 127; Munk Palestina, p. 525; Dunlap, Sod, el Hijo del Hombre (…)”. (67). BLAVATSKY, H. P. “Isis sin velo. Clave de los misterios de la ciencia y la teología antigua y moderna”. Tomo III. Málaga. Editorial Sirio.1988. Página 199. Capítulo IV. “(…) Los nabateanos profesaban con levísimas diferencias las mismas doctrinas que los nazarenos y sabeanos y, todos ellos veneraban mayormente a Juan el Bautista que a Jesús. El historiador persa Iezidi dice: Los nabateanos llegaron a Siria procedentes de Busrah. Observan el bautismo y creen en siete arcángeles, aunque al mismo tiempo veneran a Satán (…)”. (68). GRAVES, Robert & PATAI, Raphael. “Los mitos hebreos”. Colección: Religión y mitología. H. 4103. Madrid. Alianza Editorial. 2009 (5ª reimpresión). Página 307. 52. Muerte de Isaac, Lía y Esaú. “(…) el dios nabateo Dusares habían nacido bajo palmeras (…)”. (69). ROSO DE LUNA, Mario. “El simbolismo de las religiones del mundo y el problema de la fidelidad. Comentarios a La Doctrina Secreta de H. P. Blavatsky, fundadora de la Sociedad Teosófica”. Colección Hespérides. Madrid. Editorial Eyras. 1977 (2ª edición). Página 151 y 152. Capítulo VII. El sabeísmo caldeo. “(…) Los nabateos, que, según el Yezili persa, vinieron originariamente de Bnsrah a Siria, eran los miembros degenerados de una gran Fraternidad Oculta, fiel a 'ebo, “el Dios de la Sabiduría Secreta, pero, no obstante de ello, su religión, aún en 67


los últimos tiempos era puramente cabalística. A pesar de que Maimónides llama a sus doctrinas “necedades paganas” y, su arcaica literatura Sobaeorum faetum, coloca a la Biblia de Qû-tâmy en primera línea de la antigua literatura y, Abarbanel la alaba en términos extraordinarios. Spencer (I, 354), al citar a este último dice de aquella que “es la obra oriental más excelente”, añadiendo que por nabateos deben entenderse los sabeos, caldeos y egipcios, en una palabra, todas las naciones contra las que fueron más severamente establecidas las leyes de Moisés. 0ebo es, en efecto, la deidad que preside al planeta Mercurio y Mercurio, a su vez, es el Dios de la Sabiduría, Hermes o Budha, a quién los judíos denominan Kokab, el que aspira; el Señor de lo Alto y, 'abo los griegos. 'ebo, pues, es el Dios más antiguo de Babilonia y de Mesopotamia. Así como Budha era hijo de Soma o la Luna, en la India y, de la esposa de Brihaspati o Júpiter, 'evo, el de Caldea, era hijo de Zarpanitu (la Luna) y de Merodach. Por eso el 0ebo caldeo igual que el Mercurio griego, era un “inspector o vigilante” entre los siete Dioses Planetarios y, / (Página 152) también un 0abin, un profeta o vidente, como personificación de la Sabiduría Secreta. Al consignarse en la Biblia que Moisés murió y desapareció en el monte 'ebo, se quiso expresar su carácter de Iniciado y de sacerdote del Dios de tal nombre o sea de la Deidad Suprema, la cual no solo era adorada así en la torre planetaria de Borsippa, sino por todos los pueblos de Palestina, por los moabitas, cananeos y asirios y, también por los israelitas. El templo planetario de Babilonia, por ella, tenía por su Sancta Sanctorum, el secreto recinto consagrado a 'ebo. Hibbert en sus Conferencias, nos dice, según el profesor Sayce, que los antiguos babilonios tenían a 'ebo, el hijo de Merodach, como intermediario solícito entre los hombres y los dioses (…)”. (70). BLAVATSKY, H. P. “Isis sin velo. Clave de los misterios de la ciencia y la teología antigua y moderna”. Tomo III. Málaga. Editorial Sirio.1988. Página 199. Capítulo IV. “(…)Su profeta Iezed, que floreció muchísimo antes de Mahoma, enseñaba que Dios le enviaría un mensajero para revelarle el significado de un libro escrito en los cielos desde la eternidad (3).

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Los nabateanos moraban en el Líbano, donde todavía están sus descendientes y, su sistema religioso era puramente cabalístico. Maimónides lo identifica con los sabeanos, según se infiere de este pasaje: Te diré cuales son las obras que tratan de las creencias e instituciones de los sabeanos. La más famosa es la titulada: Agricultura de los nabateanos, que tradujo Ibn Washohijah y rebosa de quimeras paganas… Habla de la preparación de talismanes para contrastar el poder de los espíritus magos, demonios y trasgos que moran en el desierto (4) (…)”. Página 199. Cita (3). “(…) Haxthausen, 229: Shahrastâni; Chwolsohn: sabeos y sabeísmo, II, 625 (…)”. Página 199. Cita (4). “(…) Citado por Chwolsohn en Los sabeos y el sabeísmo, II, 458 (…)”. (71). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 358. Cronología. “(…) 312. Seleuco I captura Babilonia, funda Seleucia e inicia la era Seléucida (…)”. (72). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 668. Libro XII. Cita (21). “(…) Seleúco 0icátor, que vivió entre 358-280 a. C., fue hijo de Antíoco, probablemente un noble macedonio. Acompañó a Alejandro a Asia, aunque no se distinguió como general. Fue el fundador del imperio seleúcida en Siria y Asia Menor, en el año 312 a. C. (…)”. (73). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 685. Siria estaba sometida tributariamente a Egipto. Libro XII. 228. hircano se retira a su fortaleza en Transjordania. “(…) 11. (…) Seleuco reinó en Siria. Después de la muerte de este ocupó el trono su hermano Antíoco de sobrenombre Epífanes (53) (…)”. (74). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 1142. Seléuco = Dinastía seléucida. Libro XVIII. 371. Los babilonios persiguen a los restantes judíos. “(…) 8. (…) escaparon a la ciudad de Seleucia, la más importante de la zona y que había sido fundada (105) por Seléuco 'icátor (…)”. 69


Ibidem. Página 1142. Cita (105). “(…) En el año 312 a.C. Seléuco 0icátor había sido general de Alejandro Magno. Según Plinio, 'at. Hist. 6, 122, en su tiempo Seleucia tenía 600.000 habitantes (…)”. (75). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección Historia Universal Asimov. Madrid. Alianza editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 233. 9. Grecia triunfante. Los judíos bajo los Tolomeos. “(…) A Seleuco le tocó el resto de Asia. Incluyendo todas las vastas regiones situadas al este del río Tigris. En lo que respecta a extensión, el Imperio Seléucida era muy impresionante en el mapa, como si constituyese todo el Imperio de Alejandro con excepción de algunas regiones fronterizas. Pero la dominación sobre las provincias orientales nunca fue muy firme y, el núcleo del reino lo formaba Siria y la región del Tigris y el Éufrates. Seléuco estableció una capital en cada una de las dos partes principales de su imperio. Inmediatamente después de tomar Babilonia en el 312 a. C., fundó una nueva ciudad, Seleucia, así llamada en homenaje a sí mismo a orillas del Tigris y al norte de Babilonia, la cual estaba en el Éufrates. El crecimiento de esta nueva ciudad de cultura griega acarreó la inevitable decadencia de babilonia, que se esfumó gradualmente hasta convertirse en una aldea, para luego desaparecer del todo. En el 300 a.C., Seleuco estableció su segunda capital a orillas del Orontes, en el norte de Siria. Allí cerca del ángulo noroccidental del Mediterráneo, construyó Antioquía, así llamada en honor a su padre. Antioquía llegó a convertirse en la mayor ciudad de los dominios seléucidas de la época y, la provincia de Siria se transformó / (Página 234) gradualmente en la principal fortaleza seléucida. Por ello, a veces es conveniente llamar “Siria” al Imperio Seléucida. Seleuco fechó sus leyes a partir del 312 a. C., el año en que tomó Babilonia. Los judíos de Babilonia, naturalmente, adoptaron esta cronología, llamada “Era Seléucida”. Lo que le dio importancia fue que en todas partes los judíos empezaron a usar esta cronología, aún en lugares y épocas en que no eran súbditos seléucidas. Puesto que los judíos se esparcieron poco a poco por toda la región mediterránea, aunque conservando cierta cohesión, el uso de esa cronología se difundió con ellos 70


mas allá de sus límites naturales de espacio y tiempo, lo que le dio mayor longevidad e importancia que lo que era de esperar. Los historiadores a veces tienen dificultades para determinar las fechas de los sucesos cuando están dadas en términos de un sistema cronológico oscuro. Si el mismo suceso puede ser fechado también mediante un sistema más conocido y más difundido, todo se vuelve claro cronológicamente (inclusive sucesos no fechados). A este respecto, la Era Seléucida, gracias a su difusión por los judíos, adquirió gran importancia como referencia cronológica común (…)”. (76). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección Historia Universal Asimov. Madrid. Alianza editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 236. 9. Grecia triunfante. Los judíos bajo los Tolomeos. Primera y segunda guerra siria. “(…) cuando murió, aún vivía Seleuco I, el último de los generales de Alejandro que lo habían sobrevivido. A diferencia de Ptolomeo I, no se retiró en la vejez, sino que siguió gobernando y luchando. Cuando murió, en el 280 a. C., -43 años después de la muerte de Alejandro, ante cuya estatua, decía Seleuco, no podía pasar sin estremecerse-, lo hizo a manos de un asesino que precisamente era el hijo mayor de Tolomeo I. Tolomeo II libró dos guerras con los descendientes de Seleuco I. Lucharon por las disputadas regiones de siria y Judea, por donde pasaban las fronteras de los dos reinos. La Primera Guerra Siria tuvo lugar en el 276 al 272 a. C., y la Segunda Guerra Siria del 260 al 255 a. C. Los resultados fueron poco claros. Pero en general los Tolomeos llevaron la mejor parte y Judea siguió firmemente en sus manos. / (Página 237) Los judíos sobrevivieron a esas dos guerras con pocas conmociones. 'o participaron en ellas ni las sufrieron, pues era uno de esos dos periodos de la historia en que las batallas consistían más bien en maniobras de los ejércitos, ya que ambas partes consideraban demasiado valiosos a los soldados avezados para arriesgarlos a la ligera, de modo que se luchaba por posiciones pero había escasa efusión de sangre (…)”. (77). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección Historia Universal Asimov. Madrid. Alianza editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 241. 9. Grecia triunfante. Los judíos bajo los Tolomeos. Tercera guerra siria. “(…) Tolomeo II, el afable 71


patrocinador de la Septuaginta. Murió en 246 a. C., y fue sucedido por su hijo quién reinó con el nombre de Tolomeo III. El monarca seléucida de la época se había casado con una hermana del nuevo rey egipcio, condición impuesta por el último tratado de paz firmado entre las dos potencias. Pero muerto Ptolomeo II, la princesa tolemaica fue despedida y luego asesinada, junto con su hijo, por una reina rival. Esto dio origen a la Tercera Guerra Siria, en la que el encolerizado Tolomeo III, deseoso de vengar la muerte de su hermana, obtuvo una completa victoria y avanzó hasta los mismos Tigris y Éufrates. Esto marcó el apogeo del poder del reino tolemaico. Fue también el apogeo de la beneficiosa paz de los judíos bajo el ilustrado gobierno tolemaico. Tolomeo III, como su padre y su abuelo, era plenamente consciente de que gobernaba sobre gentes de muy dispares creencias religiosas y, como sus antepasados, trató de ser rey de todos. Por ello, al volver de babilonia, en el 241 a. C., se detuvo en Jerusalén y presentó ofrendas en el altar del Templo, siguiendo cuidadosamente el ritual prescrito por los sacerdotes (…)”. (78). PLUTARCO. “Vidas paralelas: Demetrio-Antonio”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8287. Madrid. Alianza Editorial. 2007. Página 50. Demetrio. Expedición de Demetrio contra los abateos (317309). “(…) VII. Después de esto, Demetrio fue enviado a someter a los árabes llamados nabateos (15) y aunque corrió peligro al ir a parar a regiones carentes de agua, su intrepidez y sangre fría intimidaron a los bárbaros, a quienes arrebató un gran botín y setecientos camellos antes de retirarse. Cuando Seleuco (16) (que en un primer momento había sido / (Página 51) expulsado de Babilonia por Antígono, pero luego habría recobrado el mando y la mantenía en su poder) subía con un ejército a anexionarse los pueblos de los confines de la India y las provincias del Cáucaso, Demetrio, esperando encontrar desierta Macedonia, cruzó súbitamente el Éufrates y se apresuró a caer de improvisto sobre Babilonia. Se apoderó de una de las dos plazas fuertes que había en la región y, tras expulsar a la guarnición de Seleuco, instaló en ella a siete mil hombres de los suyos. Pero, al ordenar a sus soldados que se aprovecharan y arramblaran con todo lo que pudieran llevarse del país y, hacerse luego a la mar, Demetrio dejó más afianzado el poder de Seleuco en la región, porque con su devastación parecía dar a entender que aún no 72


les pertenecía (17). Sin embargo, acudió rápidamente en auxilio de la ciudad de Halicarnaso (18) que estaba siendo asediada por Tolomeo y, se la arrebató (…)”. Página 50. Cita (15). “(…) Año 312-311. Los nabateos habitaban la llamada Arabia Pétrea, entre Palestina y el Mar Rojo, con capital en Petra, al sureste del mar muerto (…)”. Página 50. Cita (16). “(…) Seleuco I 'icátor, que vivió aproximadamente entre 355 y 281. Hijo de Antíoco, general de Filipo II, se distinguió al servicio de Alejandro Magno en la expedición a Asia. Muerto éste, obtuvo la satrapía de Babilonia, de la que fue expulsado / (Página51) en 316 por Antígono Monofalmo, si bien en 312 logró recuperarla con ayuda de Tolomeo. Tras adoptar en torno al 304 el título de rey, fundó la dinastía de los Seléucidas, que perduraría casi tres siglos (…)”. (79). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 365. Cronología. “(…) 175. Seléuco IV es asesinado, Antíoco IV gobierna el Imperio Seléucida y pone a Josué-Jasón como sumo sacerdote títere en Jerusalén (…)”. (80). ASIMOV, Isaac. “Guía de la Biblia Antiguo Testamento”. Traducción de Benito Gómez Ibáñez. Barcelona. Plaza & Janés Editores. 1992 (4ª edición). Página 549. 27. Daniel. “(…) Los imperios tolemaico y seléucida estuvieron casi en guerra continua y, Judá se vio arrastrado en medio de ellos. Del 300 al 200 a. C., Judá estuvo bajo el gobierno tolerante de los tolomeos, pero después del 200 a. C., sufrió el dominio intolerante de los seléucidas. Fue en la época del terror y agonía de los seléucidas cuando se escribió el libro de Daniel y, la piedra, un Judá restablecido e ideal que destruiría al imperio seléucida (constituido tanto por monarcas débiles como fuertes: barro mezclado con hierro), era una referencia a la revuelta judía contra los seléucidas que se inició en el 168 a. C. (…)”. (81). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 366. Cronología. “(…) 166. Muerte de Matatías. Judas Macabeo asume el mando y derrota a las fuerzas seléucidas en Betorotón (…)”.

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(82). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 366. Cronología. “(…) 165. Judas Macabeo derrota a los seléucidas en Emaús y Betsur. Entra en Jerusalén, donde purifica y vuelve a consagrar el Segundo Templo (…)”.ELIADE, Mircea. “Historia de las creencias y las ideas religiosas II. De Gautama Buda al triunfo del cristianismo”. Nº 164. Barcelona. Paidós. 2007. Página 310. Capítulo XXV. Las pruebas del judaísmo. Del Apocalipsis a la exaltación de la Torá. Los primeros apocalipsis: Daniel y I Enoc. “(…) La confrontación con el helenismo alcanzó su punto álgido bajo el reinado de Antíoco IV Epifanes (175-164 a. C.). Desde hacía algún tiempo, la oposición entre los dos partidos –los tobíades y los oníades- amenazaba con tomar una forma violenta. Los filohelénicos pedían una reforma radical, a fin de transformar el judaísmo bíblico en una religión de tipo “moderno”, comparable a las otras creaciones sincretistas contemporáneas. En c. 167 a.C., aprovechando un frustrado intento de revuelta de los oníades, sus adversarios aconsejaron a Antíoco que abrogara la Torá por medio de un real decreto. El templo de Jerusalén fue transformado en un santuario sincretista de Zeus Olímpico, identificado con el Baal fenicio. El decreto / (Página 311) prohibía bajo pena de muerte la observancia de Sabbat y de las fiestas, la práctica de la circuncisión y la posesión de libros bíblicos. Por toda Palestina se elevaron altares a los dioses de los gentiles y, los habitantes fueron obligados a presentarles sacrificios. A partir de la conquista de Canaán, sobre todo bajo la monarquía, los israelitas conocieron la tentación y el peligro del sincretismo religioso. Pero la agresión de Antíoco Epifanes era mucho más grave: no pretendía sustituir a Yahvé por Zeus Olímpico, sino dar un nombre a un dios que, para los paganos, era esencialmente anónimo. Por otra parte numerosos autores griegos y romanos compararon a Yahvé con Zeus. Semejante comparación, sacrílega para los tradicionalistas, podía ser aceptada por una mayoría de la intelligentsia filohelena, fascinada por la grandiosa visión religiosa y filosófica del estoicismo. Pero tal interpretación filosófica resultaba extraño para la mayor parte de los israelitas, que no veían en Zeus otra cosa que uno más entre los numerosos dioses adorados por los gentiles. Por otra parte, como más tarde reconocería el historiador judío Flavio Josefo, Antíoco era culpable de numerosos sacrilegios (entre los que destacaba el carácter politeísta del culto instaurado en Jerusalén), 74


de rapiña, de intolerancia y, sobre todo, de la persecución contra los judíos. Un sacerdote, Matatías, perteneciente a la familia de los Asmoneos, dio la señal para la sublevación armada. Desde el comienzo se vio apoyado por un grupo de zelotas, los “piadosos” (hassidim). Muerto Matatías, uno de sus hijos, Judas Macabeo, tomó la dirección de la guerra. En el año 164 a. C., ocupó el templo y restauró el culto. Esta victoria de orden religioso fue considerada suficiente por los hassidim, pero los Macabeos continuaron la lucha por la libertad política, que lograron obtener en el año 128 a. C. Al cabo de varios siglos / (Página 312) ya había otra vez reyes judíos, elegidos en la familia de los Asmoneos. Su gobierno resultó desastroso, de modo que el año 63 a. C., la población aceptó con alivio la presencia romana (…)”. (83). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 366. Cronología. “(…) 162. Fuerzas seleúcidas derrotan a Judas Macabeo en Betzacaría. Lisias, regente seléucida, ofrece a los judíos la libertad religiosa. Mueren Antíoco V y Lisias. Demetrio I se hace con el gobierno del Imperio Seléucida (…)”. (84). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección: Historia Universal. Madrid. Alianza Editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 366. Cronología. “(…) 161. Judas Macabeo muere en batalla (…)”. (85). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección Historia Universal Asimov. Madrid. Alianza editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 297. 11. Los Macabeos. Judas Macabeo. “(…) La chispa que hizo encender la rebelión judía contra los seléucidas fue provocada por un oficial de Antíoco que llegó a Modín para imponer las nuevas leyes. Pidió a Matatías, como dirigente judío eminente, que diese buen / (Página 298) ejemplo y efectuase un sacrificio a Zeus de la manera requerida. Matatías se negó. Cuando otro judío se ofreció para cumplir con la real orden, Matatías en un acceso de ira, mató al judío y al oficial seleúcida. Era menester abandonar Modín rápidamente. Matatías y sus hijos se marcharon a las colinas de Gogna, a unos 20 kilómetros al noroeste de 75


Modín. Otros judíos contrarios a las nuevas leyes se les unieron y muy pronto se formó una banda guerrillera. Matatías murió poco después de la huída a las montañas y, la banda quedó bajo el mando de Judas Macabeo. Se unieron al estandarte de los Macabeos bandos de hassidim (o “jasideos”, en la forma derivada del griego), término que significa “los piadosos” y, nada más se interesaban por la religión, mostrándose ajenos a la política. Sólo cuando fue proscrita la práctica del judaísmo se decidieron a recurrir a la violencia, pero entonces actuaron realmente como luchadores fanáticos. Las colinas de Gofna están en territorio samaritano y el gobernador seleúcida de la región, Apolonio, se desplazó rápidamente para sofocar la revuelta antes de que cobrase rigor. Debía de estar convencido de que podría dominar fácilmente a unos pocos rebeldes y, avanzó despreocupadamente. Los hombres de Judas le tendieron una emboscada y cayeron sobe las tropas de Apolonio, que se dispersaron. Apolonio murió y Judas se adueñó de su espada para usarla en batallas posteriores. Esta victoria alentó a los judíos conservadores de Jerusalén y puso a los prehelenizadores en dificultades. Una fuerza seléucida mayor fue enviada en el 166 a. C., para / (Página 299) ocupar Jerusalén y poner fin a la molesta revuelta. 'uevamente, Judas Macabeo y sus hombres les tendieron una emboscada, esta vez en Betorón, a unos 20 kilómetros al noroeste de Jerusalén. Esta segunda fuerza seléucida fue también atrapada y destruida. Por entonces, las guerrillas judías se habían convertido en un problema serio, pero Antíoco IV no podía dedicarle toda su atención. 'ecesitaba dinero, dinero y más dinero y, debía obtenerlo en algún lugar del este, donde las provincias se habían declarado independientes y ya no había recaudación de impuestos. Marchó, pues, hacia allí y dejó la pequeña guerra judía a cargo de su ministro Lisias. En el 165 a. C., Lisias reunió un fuerte ejército en Emaús, a 22 kilómetros al oeste de Jerusalén y 17 al oeste de la fortaleza macabea de Mispá. Judas se mantuvo firme y permaneció a la defensiva. 'o podía hacer otra cosa, pues sólo tenía 3.000 hombres.

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El ejército seléucida no podía esperar. Si los rebeldes no salían a luchar, tenían que ser atacados. Pero su comandante cometió un error: dividió sus fuerzas y envió sólo parte de ellas a Mispá. Esto era lo que Judas estaba esperando. Dividió el enemigo, Judas guió a sus hombres a Emaús, donde atacó y derrotó a la parte del ejército seléucida que había permanecido allí. A continuación, Judas se abalanzó sobre el continente que retornaba infructuosamente de Mispá. Por tercera vez, los seléucidas fueron derrotados. Más tarde, en el mismo año, Lisias hizo un nuevo intento y envió tropas al territorio amigo de Idumea y, luego atacó Jerusalén desde el sur. Judas, que se mantenía / (Página 300) alerta, lo detuvo en Betsur, a 24 kilómetros al suroeste de Jerusalén y, lo derrotó nuevamente. Por entonces, estas sucesivas victorias habían llevado al lado de los Macabeos un número suficiente de judíos como para permitir a la guerrilla entrar en Jerusalén. Las fuerzas seléucidas y sus judíos helenizados aún dominaban los puntos fortificados de la ciudad, pero los Macabeos lograron apoderarse del Templo. Judas Macabeo procedió a consagrar nuevamente el Templo purificándolo de la profanación seléucida. Eligió sacerdotes que nunca habían cedido ante las autoridades seléucidas, echó abajo el altar donde se habían sacrificado cerdos a Zeus y quemó las piedras. Se construyó un nuevo altar, se colocaron nuevos vasos sagrados y se realizaron sacrificios apropiados. Todavía hoy los judíos celebran el aniversario de la consagración del Templo en el 165 a. C., es la fiesta de ocho días de la Hanuká (“dedicación”). Judas Macabeo en modo alguno consideraba esto como una victoria definitiva. Sólo era una etapa. Su ambición era liberar a todos los judíos de la tierra que había sido antaño Canaán. Condujo a su ejército a través del Jordán y hacia el norte, mientras su hermano Simón, con otras tropas, seguía la ruta hacia el norte que bordeaba la costa. Ambos derrotaron contingentes seléucidas, alistaron soldados entre la población judía y establecieron puntos fortificados. En el 163 a. C., el poder seléucida al sur de Damasco estaba reducida a migajas, mientras muy lejos, en lo que es ahora el Irán central, Antíoco IV moría, posiblemente de tuberculosis. Pese 77


a que era un hombre muy inteligente, su reinado había sido un desastre. / (Página 301) La muerte de Antíoco IV no puso fin a los intentos seléucidas de reprimir la revuelta macabea. El hijo de nueve años de Antíoco reinó con el nombre de Antíoco V y, Lisias fue su ministro. En el 162 a. C., otro ejército seléucida se lanzó al ataque. Era un ejército más fuerte que los anteriores y, otra vez atacó desde el sur, desplazándose a través de Betsur. Llevaba consigo al menos un elefante. En una batalla librada en Betacaría, a 8 kilómetros al norte de Betsur, los Macabeos fueron rechazados. Eleazar, uno de los hermanos de Judas, se abrió paso hasta el elefante, pensando que llevaría al rey en persona. Lo apuñaló por el abdomen y lo mató, pero el elefante agonizante cayó sobre Eleazar y lo aplastó, aunque, a fin de cuentas, no llevaba al joven rey. La acción de Eleazar no cambió el curso de la batalla y por primera vez, frente a un ejército abrumadoramente superior, Judas fue derrotado. Llevó lo que pudo salvar de sus fuerzas otra vez a las colinas de Gofna, donde él y su familia habían buscado refugio cinco años antes, mientras las fuerzas seléucidas volvían a ocupar Jerusalén. Pero esta vez se cuidaron de efectuar intento alguno de interferir en los servicios del Templo. La moderación de Lisias obedecía a perturbaciones internas. Otros generales estaban tratando de arrancar a Lisias el control del reino, mientras Demetrio, un sobrino de Antíoco IV, aspiraba al trono. Por ello, Lisias, en un intento de poner fin a la revuelta judía que estaba minando sus fuerzas, ofreció un compromiso. Otorgaría a los judíos completa libertad religiosa si ellos aceptaban la soberanía política seléucida. / (Página 302) Los jasideos, a quienes sólo interesaba la religión del judaísmo, aceptaron y se retiraron de la lucha. Esto fue un triunfo para Lisias, pues sin los jasideos las fuerzas de Judas quedaban demasiado debilitadas para ofrecer resistencia y sólo podían mantenerse en las colinas de Gofna y esperar el curso de los sucesos. En las guerras que siguieron, Antíoco V y Lisias fueron muertos y, Demetrio I se hizo con el poder. Pacificada Judea, trató de volver a la 78


situación anterior y designó un sumo sacerdote que controlase el judaísmo en interés de los seléucidas, al menos en cierta medida razonable. 'ombró sino sacerdote a Eliakim. Este, que era un helenizante, prefería ser llamado por el nombre griego de Alcimo. Los jasideos lo aceptaron porque pertenecía al viejo linaje sacerdotal de Sadoc. Ahora sólo quedaba el pequeño grupo de intransigentes de las colinas de Gofna. Demetrio podía haberlos ignorado, pero al parecer Judas trató de interesar a Roma por la situación judía y, el rey seléucida decidió eliminarlos antes de que Roma interviniera. Por ello, Demetrio envió a su general Baquides al mando de un fuerte contingente desde Jerusalén a las colinas de Gofna. La batalla se libró a 13 kilómetros al norte de Jerusalén, en el 161 a. C., Judas, cuyas fuerzas no llegaban a los 1000 hombres, fue arrollado. Él mismo murió en el campo de batalla y los escasos sobrevivientes se dispersaron. Dos de sus hermanos, Jonatán y Simón, lograron sobrevivir, sacaron del campo de batalla el cuerpo de Judas y lo enterraron en la tumba familiar de Modín. Así murió el más notable guerrero judío que había existido desde el tiempo de David, ocho siglos antes (…)”. (86). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 694. Mercenarios de las islas. Año 165 a. C. Libro XII. 293. Antíoco Epífanes parte de Persia, dejando a Lisias el mando de sus fuerzas (1 Mac. 3m 27). “(…) 2. El rey Antíoco, al enterarse de este descalabro, se irritó tremendamente por lo sucedido y, habiendo concentrado todas sus fuerzas propias y haber reclutado a muchos mercenarios de las islas, se disponía a invadir Judea al inicio de la primavera. Pero, como, al distribuir la paga de los soldados, observara que los recursos de sus tesoros no llegaban para cubrir las necesidades y que había falta de dinero (pues por culpa de los levantamientos de las diversas naciones no se pagaban todos los tributos, eso por un lado y, por otro, como él era magnánimo y generoso en las retribuciones no se arreglaba con los que tenía, decidió marchar a Persia para recaudar los tributos del país. Así pues, en el momento de dejar al frente de las operaciones a un tal Lisias, quién gozaba de buena reputación ante él y que administraba los territorios que se extienden hasta los confines de Egipto y el Asia inferior desde el río Éufrates y mandaba sobre 79


una división de su ejército y de elefantes, le encargó que criara a su hijo Antíoco (80) con todo cuidado hasta su regreso y, que tras someter a Judea y reducir a la esclavitud a sus habitantes, borrara a Jerusalén de la faz de la tierra y acabara con aquella raza. Y el rey Antíoco, tras encomendar este encargo a Lisias, salió para Persia en el año ciento cuarenta y siete (81) y, después de dejar atrás el Éufrates, subió a las satrapías del 'orte (…)”. Página 694. Cita (79). “(…) Cf. Polibio 26, 1 (…)”. Página 694. Cita (80). “(…) Antíoco V Eupátor, quién, según Apiano, Syr. 45, tenía entonces sólo nueve años. Reinó menos de dos años y murió en Antioquía cuando Demetrio I reclamó el trono (…)”. Página 694. Cita (81). “(…) De la era seléucida, correspondiente al año 165 a. C. (…)”. (87). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 697. Mercenarios = Año 165 a. C. Libro XII. 313. Batalla de Betsura entre las fueras de Lisias y las de Judas (1 Mac. 4, 26). “(…) 5. Lisias, con el ánimo abatido por la derrota de sus fuerzas expedicionarias, tras reunir al año siguiente (84) sesenta mil hombres de élite y tomar cinco mil jinetes, invadió Judea y, habiendo subido a las tierras de la montaña, fijó su campamento en la aldea de Betsura (85). (…) Lisias (…) luego de dar orden de retirada a las fuerzas restantes regresó a Antioquía y allí fijó su estancia, mientras reclutaba mercenarios y se preparaba para invadir Judea con un ejército mayor (…)”. Página 697. Cita (85). “(…) Correspondiente al año 165 a.C. Cf. cap. 285 (…)”. Página 697. Cita (86). “(…) La actual Khirbet etTubeiqah, cerca de Hebrón. Cf. Ant. jud. 8 (…)”. (88). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 709. Mercenarios de Demetrio I Soter = 163-162 a. C. Libro XII. 389. Demetrio I Soter escapa de Roma y se hace rey de Siria (1 Mac. 7, 1 y ss). “(…) 10.1. Por las mismas fechas Demetrio (128), el hijo de Seléuco, huyó de Roma y, tras arribar a la ciudad siria de Trípolis, se ciñó la corona y, después de reunir en torno a sí a algunos mercenarios, entró en el reino, dándose la circunstancia de que todo el mundo lo acogía con agrado y se ponía a su disposición. Fue precisamente esta gente la que habiendo apresado con vida al rey Antíoco y a Lisias, se los llevó a su presencia. Y estos fueron 80


ejecutados inmediatamente por orden de Demetrio, cuando Antíoco había reinado durante dos años (129) (…)”. Página 709. Cita (128). “(…) Demetrio I Soter, que vivió entre 187-150 a. C., fue el segundo hijo de Seléuco IV (a su vez, segundo hijo de Antíoco III el Grande y, que vivió entre 218-175 a. C.), desde su situación de huésped en roma vio como el reino de Siria pasó a la muerte de su padre a su tío Antíoco IV y, luego a su primo Antíoco V. Escapó de Roma en el año 162 a. C. (cf. Polibio 31, 11 [19] y ss). Murió en la lucha contra el pretendiente Alejandro Balas (…)”. Página 709. Cita (129). “(…) Años 163-162 a. C. (…)”. (89). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 704. Muerte de Antíoco Epífanes 149 a. C. Libro XII. 360. Filipo es nombrado regente del reino Seléucida. (1. Mac. 6, 14). “(…) 2. Pero Antíoco, habiendo llamado antes de morir a Filipo, que era uno del grupo de sus íntimos, lo nombró regente de su reino y, tras entregarle su corona, vestimenta y anillo real, le mandó que se lo llevara y entregara a su hijo Antíoco, pidiéndole al mismo tiempo que se preocupara de criarlo y de preservarle intacto el reino. Antíoco murió en el año ciento cuarenta y nueve (105). Y Lisias tras dar cuenta de su muerte al pueblo, designó rey a su hijo Antíoco (puesto que lo tenía a su cargo) (106), poniéndole por nombre Eúpator (107) (…)”. Página 704. Cita (105). “(…) De la era seléucida, correspondiente, pues, al año 163 a. C. pero, según Eusebio, Crónica (ed. Ancher 1, 3489, habría ocurrido en 164 as. C (…)”. Página 704. Cita (106). “(…) cf. cap. 295-296 (…)”. Página 704. Cita (107). “(…) Antíoco V Eupátor, nació en 173 a. C. y murió en el 162 a. C. reinó menos de dos años, muriendo en Antioquía cuando Demetrio I llegó de Roma para disputarle el trono (…)”. (90). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 705. Mercenarios de Antíoco V Eupátor. Libro XII. 362. Judas sitia a los sirios en la ciudadela de Jerusalén (1 Mac. 6, 18). “(…) 3. (…) Antíoco hijo, al enterarse de estos hechos, montó en cólera y, tras mandar llamar a los mandos militares y a los amigos íntimos, les mandó que reclutaran mercenarios y a los hombres de su reino en edad de prestar servicio militar. Y de esta manera se formó un ejército de unos sesenta mil soldados de infantería, veinte mil 81


jinetes y treinta y dos elefantes (111) (…)”.Página 705. Cita (111). “(…) Cifras distintas en Guerra judía 1, 41 (…)”. Ibidem. Página 705. Lisias = Mando supremo de todo el ejercito. Libro XII. 367. Antíoco V Eupátor invade Judea (1 Mac. 6, 31 y ss). “(…) 4. Y así, tras poner en pie de guerra a estas fuerzas, partió de Antioquía acompañado de Lisias, que era quién ejercía el mando supremo de todo el ejército (…)”. (91). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 729. Mercenarios de Alejandro Balas. Libro XIII. 58. Demetrio muere al enfrentarse a Alejandro Balas (1 Mac. 10, 48). “(…) 4. Pues bien, esto fue lo que Demetrio prometió y ofreció a los judíos en la carta que les escribió. El rey Alejandro, por su parte, tras reunir cuantiosas fuerzas, integradas por mercenarios y los soldados que se le sumaron de Siria, marchó contra Demetrio y, entablada batalla, el flanco izquierdo de Demetrio puso en fuga a los adversarios y los persiguió hasta muy lejos, consiguiendo matar a muchos de ellos y saquear su campamento, pero el derecho, donde resultó encontrarse Demetrio, fue derrotado (…)”. (92). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 733. Alejandro Balas rey de Siria. Libro XIII. 80. Alejandro Balas se casa con la hija de Ptolemeo Filométor. (1. Mac. 10, 51). “(…) 4. 1. Muerto Demetrio en la batalla, como más arriba (26) indicamos, Alejandro, luego de hacerse con el trono de Siria, escribió a Ptolemeo Filométor pretendiendo a su hija en matrimonio (…)”. Página 733. Cita (26). “(…) Cf. cap. 61 (…)”. (93). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 737. Egipto ayuda a Siria. Libro XIII. 103. Ptolemeo Filométor acude en ayuda de Alejandro Balas (1. Mac. 11, 1). “(…) 5. Y por estas fechas también el rey Ptolemeo de sobrenombre Filómetor llegó a Siria con fuerzas de mar y de tierra, para ayudar a Alejandro en la guerra, dado que era yerno suyo. Y los habitantes de todas las ciudades, que lo recibían animosamente por orden de Alejandro, lo acompañaron hasta la ciudad de Azoto donde todos le

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hablaron a voz en grito del templo del dios Dagón que les había sido incendiado, acusando a Jonatán de haberlo destruido (…)”. (94). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 739 y 740. Mercenarios procedentes de las islas. Demetrio II apoyado por Jonatán. Libro XIII. 120. Demetrio II icátor sube al trono (1. Mac. 11, 19). “(…) 9. Demetrio de sobrenombre 'icátor (39). (…) Por su parte, el Sumo Sacerdote Jonatán, tras reunir un ejército de Judea entera, atacó y sitió la ciudadela de Jerusalén, que albergaba una guarnición macedónica y a algunos impíos y renegados del estilo de vida patrio (…). / (Página 740) Y Demetrio, al observar que reinaba la paz y que no aparecía ningún peligro ni temor de guerra, disolvió el ejército y con ello redujo el sueldo de sus miembros, de suerte que pagaba éste únicamente a las fuerzas mercenarias que habían subido con él de Creta y de las otras islas. Consecuentemente, de este hecho nació enemistad y odio contra él en los soldados, a los que él ya no pagaba nada, / (Página 741) mientras que los reyes anteriores a él continuaban pagándoles igual también en periodos de paz, para tenerlos afectos a sus personas y animosos en las luchas a favor de ellos, sí en algún momento se veían obligados a recurrir a ellos (…)”. Página 739.Cita (39). “(…) Cf. cap. 86 y la nota consiguiente (…)”.FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 734. Mercenarios de Demetrio = 147 a. C. Libro XIII. 86. Demetrio II icator de Siria se enfrenta a Alejandro Balas (1 Mac. 10, 67). “(…) 3. En el año ciento sesenta y cinco (28) Demetrio (29), el hijo de Demetrio, acompañado de numerosos mercenarios que le había proporcionado Lástenes el cretense, partió de Creta y desembarcó en Cilicia (…)”. Página 734. Cita (28). “(…) De la era seléucida (iniciada en el año 312 a.C.) correspondiente al 147 a.C. (…)”.Página 734. Cita (29). “(…) Era el hijo mayor de Demetrio I y reinó una vez entre 145-141 y otra entre 129-126 a.C. (…)”. (95). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. 83


Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 742. Mercenarios judíos. Libro XIII. 135. Los judíos ayudaban a Demetrio II contra Antióco VI. “(…) 3. (…) Y al enterarse de que Demetrio contaba ya con la asistencia militar prestada por Jonatán y comprender que reuniría cuantiosas fuerzas si no se anticipaban a ganarle la delantera, tomaron las armas, rodearon su palacio a modo de bloqueo e, interceptando las salidas, buscaban coger al rey en sus manos. Pero él, al observar que el pueblo de Antioquia se había rebelado contra él y estaban en armas. Tomando consigo a los mercenarios y a los soldados judíos enviados por Jonatán trabó combate con los antioquenos, aunque, forzando por ellos (pues sumaban muchas decenas de miles de millares), fue vencido (…)”. (96). Página 743. Libro XIII. 145. Antíoco VI honra a Jonatán (1. Mac. 11, 57). “(…) 4. Consecuentemente Demetrio, al ser vencido, se retiró a Cilicia, mientras que el niño Antíoco, sirviéndose al efecto de embajadores y una carta enviada a Jonatán, lo hizo su aliado, lo confirmó en el cargo de Sumo Sacerdote y le cedió los cuatro distritos (49) que habían sido agregados al territorio judío. (…) Y Jonatán (…) convino en ser su amigo y aliado y en que le ayudaría en la guerra contra Demetrio (...)”. Página 743. Cita (49). “(…) Cf. cap. 127, donde habla de tres distritos (…)”. (97). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 750. Libro XIII. 187. Trifón aspira al trono y maquina contra Jonatán (1. Mac. 12, 39). “(…) 6. 1. (…) Jonatán que resultaba ser amigo de Antíoco (65) y, por esta razón decidió primero eliminar a Jonatán para luego ya emprender la acción contra Antíoco. (…) Jonatán le salió al paso con cuarenta mil hombres que conformaban un ejército selecto (…)”. Página 750. Cita (65). “(…) Cf. cap. 147 y ss (…)”. Ibidem. Página 754 y 755. Libro XIII. Jonatán es matado por Trifón. (1. Mac. 13, 21). “(…) 6. Y como los hombres que se encontraban en la ciudadela (70) enviaran emisarios a Trifón y le rogaron que corriera en ayuda de ellos y les mandaran provisiones, Trifón preparó la caballería con intención de presentarse a lo largo de aquella misma noche en Jerusalén. Pero la nevada intensa que cayó por la noche y que no sólo cubrió los caminos sino que incluso hizo sumamente inviable por su profundidad la posibilidad de que la caballería recorriera el trayecto, le impidió llegar a Jerusalén. Justo por ello Trifón, tras partir de allí, llegó a 84


Cele-Siria y, tras invadir deprisa Galad, mató allí mismo a Jonatán y, luego de ordenar que fuera enterrado, regresó él luego a Antioquía. Simón, por su parte, por medio de unos emisarios que envió a la ciudad de Basca trasladó los huesos de su hermano, los cuales sepultó en Modeí, su lugar de origen (71), mientras todo el pueblo lo lloró profundamente. Y Simón levantó también un monumento funerario grandísimo, de mármol blanco y pulido, para su padre y hermanos. Y luego de elevarlo a una altura considerable y admirable, construyó pórticos en su derredor y levantó unos pilares / (Página 755) hechos de una sola piedra, una cosa que causaba admiración contemplar. Y, además de esto, construyó también siete (72) pirámides para sus progenitores y hermanos, una para cada uno de ellos, las cuales causaban impresión tanto por sus dimensiones como por su hermosura y, que se conservan incluso hasta el día de hoy. Así sabemos que Simón puso una pasión enorme en el entierro de Jonatán y en la construcción de los monumentos funerarios para su familia. Y Jonatán murió cuando ocupaba el cargo de Sumo Sacerdote y después de haber estado al frente de su pueblo durante cuatro años (73). Estas fueron las circunstancias de su muerte (…)”. Página 754. Cita (71). “(…) Cf. Ant. jud. 12, 65 (…)”. Página 755. Cita (72). “(…) Según Josefo, una pirámide para cada persona: padre, madre y cinco hermanos. Cf. Ant. jud. 12, 265 (…)”. Página 755. Cita (73). “(…) En cambio, en Ant. jud. 320, 238, Josefo dice que los años fueron siete. En realidad fueron diez: del 152 a. C. (cf. cap. 469 al 142 a. C. (cf. cap. 201). Puede tratarse de un error de transmisión textual, según Reinach sugiere: d (=10) se habría confundido con d´(=4) (…)”. (98). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 782. Mercenarios psidios y cilicios. Libro XIII. 372. Alejandro Janeo oprime a sus adversarios judíos. “(…) 5. (...) Y mantuvo también mercenarios psidios y cilicios. En cambio sirios no tenía a su servicio, por ser enemigo de ellos (161) (…)”. Página 782. Cita (161). “(…) Cf. BJ. 1, 88-89 (…)”. (99). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 782. Mercenarios psidios y cilicios. Libro XIII. 377. Demetrio el inoportuno derrota a Alejandro 85


Janeo. “(…) 14. 1. (…) Demetrio intentando separar de Alejandro a los mercenarios apelando a su condición de griegos y, Alejandro intentando lo mismo con los hombres de Demetrio por ser judíos (…)”. (100). ASIMOV, Isaac. “La tierra de Canaán”. Colección Historia Universal Asimov. Madrid. Alianza editorial. 2012 (3ª edición con traducción revisada). Página 316 y 317. 11. Los Macabeos. “(…) Para ello, ese era el peor momento para que los judíos se enredaran en querellas dinásticas. Sin embargo, fue lo que ocurrió. Cuando Salomé Alejandra murió, en el 67 a. C., su hijo menor, Aristóbulo II, apoyado por los saduceos, decidió disputar el trono a su hermano mayor. Aristóbulo logró éxitos iniciales y se apoderó del trono y el sumo sacerdocio. Pero del lado de Juan Hircano II estaba el gobernador de Idumea, Antípatro, que era él mismo un idumeo. Era de / (Página 317) religión judía, por supuesto, pero había una vieja tradición de enemistad entre Judea e idumea (que se remontaba a la época en que eran, respectivamente, Judá y Edom) y, los últimos nunca olvidaron que Antípatro era un idumeo. Antípatro, al hallarse de la parte perdedora, pidió ayuda externa, específicamente, a los árabes nabateos. Estos accedieron gustosamente y pronto pusieron sitio a Jerusalén, fue entonces Aristóbulo quién se halló en dificultades. Cuando en una guerra civil uno de los bandos pide ayuda extranjera, es casi seguro que el otro hará lo mismo, sí puede. Aristóbulo llamó a Roma en su ayuda. A la sazón, estaba en el este un nuevo general romano. Era Gnaeus Pompeius Magnus, más conocido como Pompeyo por los hispanohablantes. En el 65 a. C., Pompeyo había infligido una derrota definitiva al Ponto. Toda el Asia Menor se halló entonces bajo la dominación romana y, aunque algunas regiones conservaron reyes locales propios, éstos no se atrevían ni a estornudar sin permiso de los romanos. Pompeyo se dirigió luego hacia el sur. Por esa época, el último fragmento del antaño poderoso Imperio Seléucida era la región siria que rodeaba Antioquía. Durante medio siglo, su historia solo había consistido en riñas entre los miembros de la casa real, por entonces, uno de ellos, llamado Antíoco XIII, gobernaba la ciudad. Pompeyo puso fin a la 86


comedia en el 64 a. C. anexionó la región a Roma con el nombre de provincia de Siria y, el Imperio Seléucida dejó de existir (…)”. (101). FLAVIO JOSEFO. “Guerra de los judíos y destrucción del templo y ciudad de Jerusalén I”. Colección: Biblioteca de Historia. Barcelona. Ediciones Orbis. 1985. Página 32. Libro Primero. IV. De la guerra de Alejandro con Antíoco y Areta y, de Alejandro e Hircano. Siglo I a. C. “(…) Otra vez dio principio a ella la revuelta de Antíoco, llamado también Dionisio, hermano de Demetrio, pero el postrero de aquellos que tenían a Seleuco por principio y autor de su linaje. Porque temiendo a éste, el cual había echado y vencido a los árabes en la guerra, hizo un foso muy grande alrededor de Antipátrida, en todo el espacio que hay allí cercano a los montes y, entre las riberas de Joppe; y delante del foso edificó un muro muy alto y unas torres de madera, para defender la entrada, pero no pudo detener con todo esto a Antíoco. Porque, quemadas las torres y, habiendo llenado los fosos pasó con su ejército y, menospreciando la venganza, de la cual debía usar con aquel que le había prohibido la entrada, luego siguió la empresa contra los árabes. El rey de éstos apartose la parte más cómoda para su gente, pero luego volvió a la pelea con diez mil hombres y, acometió a la gente de Antíoco sin darle tiempo para pensar en ello ni aparejarse. Y trabada una valerosa batalla, mientras Antíoco estaba a salvo, su ejército permanecía resistiendo, aunque los árabes, poco a poco, le despedazasen y acabasen. Pero, después que este fue muerto, porque socorriendo a los vencidos no temía los peligros, todos huyeron, muriendo la mayor parte de ellos peleando y huyendo. Los demás, habiendo venido a parar al lugar de Caná, todos murieron de hambre, excepto muy pocos. Por ello los damascenos, enojados con Tolomeo, hijo de Minea, júntanse con Areta y, hácenlo rey de Celesiria, el cual, habiendo hecho guerra contra Judea, después de haber vencido en la batalla a Alejandro, hizo partido con él y retiróse. Alejandro, tomada Pela, fuese otra vez para Gerasa, deseoso de las riquezas de Teodoro y, habiendo cercado con tres sitios a los que querían defender, ganó el lugar. Tomó también a Gaulana y a Seleucia y, sojuzgó aquella que se llama la Falange de Antíoco. Además de lo dicho, habiendo también tomado el fuerte-castillo de Gamala y, preso el capitán de él, Demetrio, revuelto en muchos crímenes y culpas, vuélvese a Judea, acabados tres años de guerra y, fue recibido por los suyos con grande alegría por el próspero suceso de sus cosas. Pero 87


sucediole, estando de reposo y acabada la guerra, el principio de su dolencia y, porque le fatigaba la cuartana pensó que echaría de sí aquella / (Página 33) calentura si se volvía otra vez a poner en los negocios y ocupaba en ellos su ánimo; dióse a la guerra y trabajos militares, sin tener en cuenta el tiempo; y fatigando su cuerpo más de lo que podía sufrir, en medio de las revueltas, murió después de treinta y siete años que reinaba, dejando el reino a Alejandra, su mujer, pensando que los judíos obedecerían a cuanto ella mandase, porque siendo muy desemejante a él en la crueldad, resistiendo a toda maldad, enteramente había ganado la voluntad de todo el pueblo. Y no le engañó la esperanza, porque por ser tenida por mujer muy pía, alcanzó el reino y principado. Porque sabía muy bien la costumbre que los de su patria tenían y, aborrecía desde el principio al que quebrantaba las leyes sagradas. Cuando ésta tuviese los hijos habidos de Alejandro, al mayor llamado Hircano, parte por ser primogénito, le declaró pontífice y parte también porque era reposado, sin que pudiese tener esperanza que sería molesto a alguno, le hizo rey; y el menor, llamado Aristóbulo, quiso más que viviese privadamente, porque mostraba ser más bullicioso y levantado. Juntóse con el señorío de esa mujer una parte de los judíos, que era la de los fariseos, los cuales honraban y acataban más la religión, al parecer, que todos los demás y, declaraban más agudamente las leyes y, por esta causa los tenía más en Alejandra, sirviendo a la religión divina supersticiosamente. Estos, disimulados con la simple mujer, eran tenidos ya como procuradores de ella, mudando a su antojo, quitando y poniendo, encarcelando y librando a cuantos le parecían; de tal manera, que parecían ser ya ellos los reyes, según gozaban de los provechos reales; y Alejandra había de pagar las expensas y gastos y, sufrir todos los trabajos. Pero esta tenía un maravilloso tacto en saber regir y administrar las cosas más altas y más importantes; y dispuesta toda en acrecentar su gente, hizo dos ejércitos, con no pocos socorros que hubo por su sueldo, con los cuales no solo fortificó el estado de su gente, sino que se hizo aún temer del poder de los extranjeros. Y como mandase a todos, ella sólo obedecía a los fariseos de su buena voluntad. Mataron finalmente a Diógenes, varón muy señalado, que había sido muy amigo de Alejandro, dando por excusa de su muerte que aquellos ochocientos, de los cuales hemos hablado antes, fueron puestos en cruz por 88


el rey a instancia de este y, trabajaban en inducir y persuadir a Alejandra que matase a todos los demás, por cuya autoridad y consejo se había movido contra ellos Alejandro. Estando ella tan puesta en obedecer con demasiada superstición a estos fariseos, a los cuales no quería contradecir en nada, mataban a quién querían con tal amparo, hasta que todos los mejores que estaban en peligro se vinieron huyendo a Aristóbulo y, este persuadió a su madre que los perdonase por la dignidad que tenían y, a los que pensaba ser dañinos los echase de la ciudad. Alcanzando estos licencia, esparciéronse por toda la tierra. Alejandra envió un / (Página 34) ejército a Damasco, porque Tolomeo tenía en grande y muy continuo aprieto la ciudad, la cual ella tomó sin hacer cosa alguna memorable. Solicitó con pactos y dones al rey de Armenia, Tigranes, que cercaba a Cleopatra, habiendo juntado su gente con Tolomeo. Pero él se había retirado ya mucho antes, por el levantamiento y discordia que había entre los suyos, después de haberse Lúculo entrado por Armenia. Estando en esto enfermó Alejandra y, su hijo menor Aristóbulo, con todos sus criados, que solían ser muchos y muy fieles y, estar en flor de su edad, se apoderó de todos los castillos y, con el dinero que en ellos halló reclutó gente de sueldo y erigióse en rey. Por esto, la madre de Hircano, movida de las quejas que el pueblo le echaba, encerró a la mujer de Aristóbulo en un castillo que está edificado cerca del templo a la parte del septentrión; llamábase este, como antes dijimos, Baro y, después le llamaron Torre Antonia, siendo Antonio emperador, así del nombre de Augusto y de Agripa, fueron llamadas como las otras ciudades Sebaste y Agripa. Pero antes murió Alejandra que tomase venganza en Aristóbulo de las injurias de su hermano Hircano, contra el cual había luchado por echar del reino, donde ella había reinado nueve años. Quedó por heredero de todo Hircano, a quién ella, estando aún viva, había encomendado todo el reino. Pero llevábale gran ventaja en esfuerzo y autoridad Aristóbulo y, habiendo peleado entrambos cerca de Jericó por ver quién sería señor de todo, muchos, dejando a Hircano, se pasaron a Aristóbulo. De donde huyendo Hircano llegó al castillo llamado Antonia, en donde se acogió y, alcanzando allí rehenes para seguridad de su salud y vida, porque (según antes hemos contado) aquí estaban en custodia los hijos y mujer con Aristóbulo; antes que le aconteciese algo que fuese peor, volvió en concordia y amistad con tales razones, que quedase el reino para 89


Aristóbulo y, que él lo dejase, contentándose, como hermano del rey, con otras honras. Reconciliados y hechos de esta manera amigos dentro del templo, habiendo el uno abrazado al otro, delante de todo el pueblo que allí estaba, truecan las cosas y Aristóbulo toma posesión de la casa real, e Hircano de la casa de Aristóbulo (…)”. (102). FLAVIO JOSEFO. “Guerra de los judíos y destrucción del templo y ciudad de Jerusalén I”. Colección: Biblioteca de Historia. Barcelona. Ediciones Orbis. 1985. Página 34. Libro Primero. V. De la guerra que tuvo Hircano con los árabes y, como fue tomada la ciudad de Jerusalén. Siglo I a. C. “(…) Creció en todos sus enemigos el miedo, al ver que mandaba y, que había alcanzado el señorío tan contra la esperanza que tenían, aunque principalmente a Antípatro, el cual era mal visto delante de Aristóbulo y muy aborrecido. Era este de linaje idumeo, principal entre toda su gente, tanto en nobleza como en riqueza. Este, pues, amonestaba y trabajaba en inducir a Hircano que recurriese a Areta, rey de los árabes y, con su ayuda cobrase el reino; por otra parte, trabajaba en persuadir a Areta que recibiese en su reino a Hircano y se lo llevase consigo, menoscabando y diciendo mal de las costumbres de Aristóbulo, loando y levantando / (Página 35) mucho a Hircano; y junto con esto amonestaba y, a él convenía presidiendo un reino tan esclarecido, dar la mano a los que estaban oprimidos por maldad e injusticia y, que Hircano padecía la injuria, el cual había perdido el reino que por derecho de sucesión le pertenecía. Instruidos, pues y, apercibidos entrambos de esta manera, una noche salió de la ciudad juntamente con Hircano y, púsose en salvo con la gran diligencia que se dio en correr y, así se vino a recoger a un lugar que se llama Petra, donde tiene su asiento el rey de Arabia. Y después que entregó en manos del rey Areta a Hircano, recabó de aquel con muchas palabras y muchos dones, que socorriese a Hircano para hacerle cobrar su reino. Hízolo con cincuenta mil hombres de a pie y de a caballo, a los cuales no pudo resistir Aristóbulo; antes vencido en el primer encuentro fue forzado a huir hacia Jerusalén; y fuera ciertamente preso, si el capitán de los romanos Escauro no sobreviniera e hiciera levantar el cerco que tenía, porque este había sido enviado por Pompeyo magno, que entonces peleaba con Tigranes, de Armenia a Siria, pero cuando llegó a Damasco, halló que la ciudad era nuevamente tomada por Metolio y Lolio. Habiendo, pues, apartado y echado en aquellos de allí y,

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sabiendo lo que pasaba en Judea, determinó el correr allá como a negocio de ganancia y provecho. En la hora que hubo entrado dentro de los términos de Judea, viénenle embajadores de los judíos por los dos hermanos, rogándole entrambos, cada uno por sí, que viniese antes en su ayuda que no en la del otro. Pero, corrompido por trescientos talentos que Aristóbulo le envió, menospreció la justicia; porque después de haber recibido este dinero, Escauro envió embajadores a Hircano y a los árabes, poniéndole por delante y amenazando con el nombre de los romanos y de Pompeyo si no deshacían el cerco de la villa. Por lo cual amedrentado Areta sálese de Judea y, recógese en Filadelfia y, Escauro vuélvese a Damasco. Aristóbulo, mientras no lo veía preso, no pensó que le bastaba, pero, recogiendo todo el ejército que tenía, trabajaba en perseguir por todos los medios a los enemigos y, trabando batalla cerca de un lugar que se llama Papirona, mató de ellos más de treinta mil hombres, entre los cuales fue uno Céfalo, hermano de Antípatro. Hircano y Antípatro, privados ya del socorro de los árabes, pusieron sus esperanzas en los contrarios y, como hubiese llegado Pompeyo a Damasco, después de haber entrado en Siria, recurrieron a él y, dándole muchos dones, comienzan a contarle todas aquellas cosas que antes habían también dicho a Areta, rogándole mucho, que venciendo la fuerza y violencia de Aristóbulo, restituyese el reino a Hircano, a quién era debido, tanto por edad como por bondad de costumbre; pero Aristóbulo no se avino a esto, confiando en Escauro por el dinero que le había dado. Había venido tan adornado y vestido tan regiamente como le había sido / (Página 36) posible y, enojado después por la sujeción y, pensando que no era cosa digna que un rey tuviese tanta cuenta con el provecho, salió de Dióspolis. Enojado por esto Pompeyo, viene contra Aristóbulo, persuadiéndoselo Hircano y sus compañeros con el ejército romano y, seguido también del socorro de los de Siria. Y habiendo pasado por Pela y por Escitópolis viene a Coreas, en donde comienza el señorío de los judíos y los términos de sus tierras, entrando en los lugares mediterráneos. Y entendiendo que Aristóbulo se había recogido a Alejandrio, que es un castillo magníficamente edificado en un alto monte, envió gente que le hiciese salir y descender de allí. Pero él tenía determinado, pues era la 91


contienda por el reino, antes poner en peligro su vida que sujetarse al imperio y mando de otro; veía que el pueblo estaba muy amedrentado y que sus amigos le aconsejaban que pensase en el poder y fuerza de los romanos, la cual no había de poder resistir. Por lo cual, obedeciendo al consejo de todos estos, viénese delante de Pompeyo, quién como hubiesen hecho entender cuan justamente reinaba, mandole que se volviese al castillo y, saliendo otra vez desafiado por su hermano, habiendo primero tratado con él de su derecho, volvió al castillo, sin que Pompeyo se lo prohibiese. Estaba con esperanza y temor y venía con intención de suplicar a Pompeyo que le dejase en libertad para que volviese al monte, porque no pareciese menoscabar y afrentar la real dignidad. Pero porque Pompeyo le mandaba salir de los castillos y aconsejaba a los presidentes y capitanes de ellos que se saliesen, a los cuales él había mandado que no obedeciesen sin ver primero cartas de su mano propia escritas, hizo que mandaba; pero vínose a Jerusalén muy indignado y, pensaba en decidir aquellos con Pompeyo por las armas. Pero este no tuvo por cosa buena ni de consejo darle tiempo para que se aparejase para la guerra; antes luego comienza a perseguirle. Mucha alegría había cobrado por saber la muerte de Mitrídates estando ya cerca de Jericó, donde la tierra es muy fértil y hay muchas palmas y mucho bálsamo, de cuyo árbol o tronco, cortado con unas piedras muy agudas, se destilan unas gotas como lágrimas, las cuales ellos recogen. Habiéndose, pues, detenido allí toda una noche, luego a la mañana veníase con gran prisa a Jerusalén. Espantado Aristóbulo con esta nueva y, con el ímpetu del contrario, sálele al encuentro, suplicando, prometiendo dinero y, diciendo que él y la ciudad se le rendirían y, con esto amansó la saña de Pompeyo. Pero nada de lo que había prometido cumplió, porque siendo enviado Gabinio para cobrar el dinero prometido, los compañeros de Aristóbulo no quisieron ni aún recibirle en la ciudad. Enojado con estas cosas Pompeyo, prende a Aristóbulo y mándale poner preso y, partiendo para la ciudad descubría y miraba por qué parte tenía mejor y más fácil entrada, porque no veía de que manera pudiese / (Página 37) combatir los muros, que eran muy fuertes y, un foso alrededor del muro muy profundo y, estaba allí muy cerca el templo cercado y rodeado de tan segura defensa, que aunque tomasen la ciudad, todavía tenían allí los enemigos muy seguro lugar para acogerse. 92


Estando, pues, él mucho tiempo dudando y pensando sobre esto, levantóse una sedición y revuelta dentro de la ciudad; los compañeros y amigos de Aristóbulo decían y eran de parecer que se hiciese guerra y, que se debía trabajar por librar a su rey; pero los que eran de la secuela de Hircano decían que se debían abrir las puertas y dar entrada a Pompeyo. Y el miedo de los otros hacía mayor el número de estos, pensando y teniendo delante el valor y constancia de los romanos. Vencida, pues, al fin, la intención de Aristóbulo, fuese huyendo al templo y, derribando un puente, con el cual el templo se juntaba con la ciudad, todos se aparejaban para resistirle y, resistir en él cuanto posible les fuese. Y como los otros que quedaban hubiesen recibido a los romanos dentro de la ciudad y, les hubiesen entregado la casa y palacio real, para ver estas cosas Pompeyo envió a uno de sus capitanes, llamado Pisón, con muchos soldados y, puestos de guarnición dentro de la ciudad, no pudiendo persuadir la paz a los que se habían recogido dentro del templo, aparejaba todo cuanto podía y hallaba alrededor de allí, para combatirlos, pues Hircano y sus amigos estaban muy firmes y muy prontos para seguir el acuerdo, aconsejar lo necesario y, obedecer a cuanto les fuese mandado. Él estaba a la parte septentrional llenando el foso aquel tan hondo con todo cuanto los soldados le podían traer, siendo esta obra de sí muy difícil por la gran hondura del foso y, también porque los judíos trabajaban por la parte alta en resistirlos de toda manera; y quedara el trabajo imperfecto y sin acabar si Pompeyo no tuviera en cuenta los días que suelen guardar por sus fiestas los judíos, que por su religión tienen mandado guardar el séptimo día, sin hacer nada, en los cuales mandó, que ya que los soldados de dentro no salían a defenderse, los suyos no peleasen, antes con gran diligencia llenasen el foso. Porque los judíos no tienen licencia de hacer nada en las fiestas, sino solo defender su cuerpo si algo les acontece. Henchido, pues, el foso y, puestas sus máquinas, las cuales había traído de Tiro y, montadas sus torres encima de sus montecillos, comenzaron a combatir los muros. Los de arriba fácilmente los echaban de ellos con piedras, aunque mucho tiempo resistiesen a las torres excelentes en grandeza y gentileza y sufriesen la fuerza de los que contra ellos peleaban. Pero, cansados entonces los romanos, Pompeyo maravillabase al ver el trabajo grande que los judíos sufrían con gran tolerancia y, 93


principalmente porque, estando entre las armas, no dejaban perder punto ni cosa alguna de lo que tocaba a sus ceremonias, antes, ni más ni menos que si tuvieran muy sosegada paz, celebraban cada día los sacrificios y ofrendas / (Página 38) y honraban a dios con gran diligencia. 'i aún en el mismo tiempo que los mataban cerca del ara dejaban de hacer todo aquello que legítimamente estaban obligados para cumplir con su religión. Tres meses después que tenía puesto el cerco, sin haber casi derribado ni una torre, dieron el asalto y el primero que osó subir por el muro fue Fausto Cornelio, hijo de Sila y, después dos centuriones con él, Furio Y Fabio, con sus escuadras y, habiendo rodeado por todas partes el templo, mataron a cuantos se retiraban a otra parte y a los que en algo los resistían. Adonde, aunque muchos de los sacerdotes viesen venir con las espadas desnudas los enemigos contra ellos, no por eso dejaban de atender las cosas divinas y tocantes al servicio de Dios, tan sin miedo como antes solían y, en el servicio del templo y sacrificios los mataban, teniendo en más la religión que su salud. Los naturales y amigos de la otra parte mataban muchos de estos, muchos se despeñaban, otros se echaban a los enemigos como furiosos, encendidos todos los que estaban por el muro en gran ira y desesperación. Murieron finalmente en esto doce mil judíos y muy pocos romanos, aunque hubo muchos heridos. 'ada pareció más grave, ni de mayor pérdida a los judíos, que el descubrirse aquel secreto santo e inviolado, no visto antes por ninguno, a todos los extranjeros. Entrando, pues, finalmente Pompeyo juntamente con sus caballeros dentro del templo, adonde no era lícito a ninguno entrar, excepto al pontífice, vio y miró los candelabros que allí había encendidos y, las mesas, en las cuales acostumbraban a celebrar sus sacrificios y quemar sus inciensos; vio también la multitud de perfumes y olores que tenían y, el dinero consagrado, que llegaba a la suma de dos mil talentos. Pero no tocó ni a esto ni a otra cosa alguna de las riquezas del sagrario; antes el siguiente día, después de la matanza, mandó limpiar el templo a los sacristanes y, que celebrasen sus solemnidades sagradas. Entonces les declaró por pontífice a Hircano, por haberse regido y mostrado con él en todo y, principalmente en el tiempo del cerco muy valeroso y, por haber retirado gran muchedumbre de villanos de los que seguían la parte de Aristóbulo, con lo cual ganó la amistad de todo el pueblo, más por 94


benevolencia y mansedumbre, según conviene a cualquier buen emperador, que por temor ni amenazas. Fue preso entre los cautivos el suegro de Aristóbulo, que le era también tío, hermano de su padre y, descabezó a todos los que supo que habían sido principalmente causa de aquella guerra. Dio muchos dones a Fausto y, a todos los demás que se habían batido valerosamente en la guerra, puso en tributo a Jerusalén y, mandó que las ciudades que había tomado a los judíos en Celesiria obedeciesen al presidente romano o gobernador que entonces era y encerrólos dentro de sus mismos términos. Renovó también, por amor de un liberto suyo, llamado Demetrio Gadarense, a Gadara, la cual habían derribado los judíos. / (Página 39) Libro del imperio de aquellos las ciudades mediterráneas, las cuales no habían derribado, por ser allí alcanzados y prevenidos antes, a saber: Hipón, Escitópolis, Pela, Samaría, Marisa y Azoto, Yana y Aretusa y, con ellas las marítimas también, Gaza, Joppe, Dora y, aquella a donde estaba la torre de Estratón, aunque después fueron edificados aquí en esta ciudad muy lindos edificios por el rey Herodes y, fue llamada Cesarea. Y habiéndolas devuelto todas a sus naturales ciudadanos, juntólas con la provincia de Siria. Y dejando la administración de Siria, de Judea y de todo lo demás hasta los términos de Egipto y el río Éufrates con dos legiones o compañías de gente a Escauro, él se volvió con gran prisa a Roma por Cilicia, llevándose cautivo a Aristóbulo con toda su familia. Tenía dos hijas y, otros tantos hijos, de los cuales el uno, llamado Alejandro, le huyó en el camino y, el menor, que era Antígono, fue llevado a Roma con sus hermanas (…)”. (103). FLAVIO JOSEFO. “Guerra de los judíos y destrucción del templo y ciudad de Jerusalén I”. Colección: Biblioteca de Historia. Barcelona. Ediciones Orbis. 1985. Página 41. Libro Primero. VI. De la guerra que Alejandro tuvo con Hircano y Aristóbulo. Siglo I a. C. “(…) Y guardando los judíos los caminos que están hacia la vía de Pelusio, persuadió que enviasen allá a Gabinio; pero con la partida de éste la otra parte de Siria se revolvió y, Alejandro, hijo de Aristóbulo, incitó otra vez a los judíos a que se rebelasen y, juntando gran muchedumbre de ellos, mataba y destrozaba a cuantos romanos hallaba por aquellas tierras. Gabinio, temiéndose esto, porque ya había vuelto de Egipto y, viendo la vuelta que se aparejaba, envió delante a Antípatro y persuadió a algunos 95


de los que estaban revueltos que se concordasen con ellos e hiciesen amigos. Habían quedado con Alejandro treinta mil hombres, por lo cual estaba y, de sí lo era él también, muy dispuesto para la guerra. Salió, finalmente, al campo y viniéronle los judíos al encuentro y, peleando cerca del monte Tabor, murieron diez mil de ellos y, los que quedaron salváronse huyendo por diversas partes. Vuelto Gabinio a Jerusalén, porque esto quiso Antípatro, apaciguó y compuso su república; después, partiendo de aquí, venció en batalla a los nabateos y, dejó ir escondidamente a Mitrídates y a Orsanes, procedentes de los partos, persuadiendo a los soldados que habían huido (…)”. (104). FLAVIO JOSEFO. “Guerra de los judíos y destrucción del templo y ciudad de Jerusalén II”. Colección: Biblioteca de Historia. Barcelona. Ediciones Orbis. 1985. Página 100. Libro Sexto. X. De cómo los romanos ganaron dos veces el segundo muro. Siglo I a. C. “(…) ¿'o sucedió por la discordia de nuestros antepasados, cuando la riña y división entre Aristóbulo e Hircano movió a Pompeyo a que entrase en la ciudad y, sujetó Dios los judíos a los romanos como indignos de la libertad? Estando finalmente tres meses cercados, aunque no habían cometido algo semejante de lo que vosotros contra las leyes y contra el templo, inviolado; y aunque tenían mayor poder y fuerzas que vosotros, todavía se rindieron (…)”. (105). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la guerra de las Galias”. Colección clásicos de Grecia y Roma. BT 8254. Madrid. Alianza editorial. 2011 (4ª reimpresión). Página 13. Introducción. “(…) De resultas a esta, se reforzó la coalición: Pompeyo y Craso se hicieron elegir cónsules para el año 55 a. C., tras lo cual el primero recibió las dos provincias hispanas por cinco años y el segundo obtuvo Siria, en tanto que a César se le renovaba su mandato en las Galia por otros cinco años (con la cláusula adicional de que no se podría plantear la asignación de sus provincias hasta el 1 de marzo del año 50 a. C.) (…)”. (106). GAYO JULIO CÉSAR. “Comentarios a la guerra de las Galias”. Colección clásicos de Grecia y Roma. BT 8254. Madrid. Alianza editorial. 2011 (4ª reimpresión). Página 202. Libro VI. Año 53 a. C. Cita 3. “(…) El año 55 a. C., tanto Pompeyo como su colega Craso habían recibido poderes extraordinarios del Senado para hacer levas cuando y donde considerasen oportuno. Pompeyo había reclutado ese mismo año una 96


legión en la Galia cisalpina, provincia que quedaba bajo la jurisdicción de César (…)”. (107). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 815. abateos = 54 a. C. Libro XIV. 103. Gabinio regresa a Roma. “(…) 4. Gabinio después de restablecer la situación en la ciudad de Jerusalén conforme al deseo de Antípatro (52), marchó contra los nabateos (53), a quienes venció en batalla y, a / (Página 816) los fugitivos partos Mitrídates y Orsanes, que habían acudido junto a él, los soltó, aunque hizo correr el rumor de que se le habían escapado. Y Gabinio, después de haber llevado a cabo durante la etapa de comandante en jefe magníficas y brillantes gestas, partió para Roma, tras entregar el mando a Craso (54). Sobre las campañas de Pompeyo y Gabinio contra los judíos escribieron 'icolás de Damasco y Estrabón de Capadocia, sin que ninguno de los dos difiera del otro (…)”. Página 815. Cita (53). “(…) Un pueblo árabe del otro lado del Jordán. Cf. AJ. 12, 335 (…)”. Página 816. Cita (54). “(…) M. Licinio Craso Divces es etriunviro junto con César y Pompeyo, que llegó como procónsul de Siria en la primavera del año 54 a. C. (…)”. (108). PLUTARCO. “Vidas paralelas: Demetrio-Antonio”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8287. Madrid. Alianza Editorial. 2007. Página 192. Antonio. “(…) Cuando ésta llegó Antonio no le ofreció para complacerla ninguna cosa pequeña y sin importancia, sino nada menos que Fenicia, Celesiria (83) Chipre y gran parte de Cilicia, además de la región de Judea que produce el bálsamo y toda la parte de la Arabia nabatea que se asoma al mar Rojo (…)”. (109). PLUTARCO. “Vidas paralelas: Demetrio-Antonio”. Colección: Clásicos de Grecia y Roma. BT 8287. Madrid. Alianza Editorial. 2007. Página 243 y 244. Antonio. “(…) Cleopatra empeñada en una empresa grande y temeraria. Como es sabido, el istmo que separa el mar Rojo del mar de / (Página 244) Egipto y que se considera frontera entre Asia y Libia mide unos trescientos estadios (139) por la parte en que los mares lo constriñen más y su anchura es menor, pues bien, Cleopatra proyectaba transportar su flota arrastrándola a través de este istmo y, una vez botadas de nuevo las naves en el golfo Arábigo, con grandes riquezas y un poderoso ejército, instalarse fuera de las fronteras de Egipto y escapar así 97


de la esclavitud y la guerra. Pero cuando los árabes de Petra (140) quemaron las primeras naves así transportadas, como además Antonio creía que su ejército de Accio se mantenía aún operativo, Cleopatra desistió de su plan y se limitó a defender los accesos al país (…)”. Página 244.Cita (140). “(…) Capital de los nabateos, al sureste de Palestina, en la actual Jordania (…)”. (110). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 865. Mercenarios extranjeros. Libro XIV. 394. Victoria de Herodes, apoyado por los romanos. “(…) 15. 1. Herodes, por su parte, una vez que hubo desembarcado en Ptolemaide, procedente de Italia y, hubo reunido no pocas fuerzas, integradas por igual tanto por mercenarios extranjeros como por compatriotas suyos, marchó por Galilea contra Antígono (190) (…) Pero tampoco Herodes se estaba de brazos cruzados ante estas operaciones, sino que, tras tomar consigo diez cohortes, cinco de ellas romanas y otras cinco judías y, / (Página 868) mezclados con ellas mercenarios, a los que hay que sumar unos pocos jinetes, se presentó en Jericó (…)”. Página 865. Cita (190). “(…) Cf. BJ. 1, 290 y ss (…)”. (111). ASIMOV, Isaac. “Guía de la Biblia Antiguo Testamento”. Traducción de Benito Gómez Ibáñez. Barcelona. Plaza & Janés Editores. 1992 (4ª edición). Página 410. 16. ehemías. Edom = Edumea. “(…) En la época en que los romanos aplastaban la rebelión judía en el 68 d. C., también se anexionaron el reino nabateaeno. Se convirtió en la provincia de Arabia Pétrea. Casi dos siglos después, la provincia llegó a dar un emperador a Roma, Filipo “el Árabe” (…)”.FLAVIO JOSEFO. “Guerra de los judíos y destrucción del templo y ciudad de Jerusalén II”. Colección: Biblioteca de Historia. Barcelona. Ediciones Orbis. 1985. Página 47. Libro Quinto. IV. De ciertos lugares que fueron tomados y, la descripción de la ciudad de Hieracunta. Siglo I d. C. “(…) Hay cerca de este monte otro alrededor del Jordán; comienza desde Julia hacia el septentrión, alárgase por el mediodía hasta Sacra, que separa la ciudad de Arabia, llamada Pétrea, de estos términos (…)”.

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(112). CARDONA MERCADAL, Juan. “Incidencia de la numismática en la isla de Menorca”. Revista de Menorca. Fundada en 1888. Publicación del Ateneo Científico, Literario y Artístico. Año LXVIII. - Séptima Época. Mahón. 1977. Primer Semestre. Páginas 5-32. Página 26. “(…) En una cueva de “LA VALL” de Ciudadela fue también encontrado no hace mucho, un “TRIE'S” de una fecha aproximada a los 150 años antes de J.C. (…)”. (113). “Guía Menorca talayótica. La prehistoria de la isla”. Edición a cargo de Antoni Nicolau Martí. Texto: Elena Sintes Olives. Sant Lluís. Triangle Books. 2015. Página 99. Poblado talayótico de Trepucó (Maó). Época talayótica (850-550 a. n. e.) y postalayótica (550-123 a. n. e.). Los círculos. “(…) La habitación de la izquierda escavada por M. Murray sin que se conozcan los objetos recuperados. La de la derecha se excavó en 2010, cuando se localizó un enlosado sobre el que se había preparado un montón de arcilla y calcita para la fabricación de cerámica. En la misma habitación aparecieron un lingote de plomo, balas de honda y una moneda romana del año 150 a. n. e., aproximadamente (…)”. (114). PONS CARRERAS, Miquel Antoni & DE NICOLÁS MASCARÓ, Joan C. “Monedes orientals, romanes, medievals i postmedievals de L´entorn de Sa Torre d´en Galmés (Alaior, Menorca)”. XI Jornades de Patrimoni Cultural de Menorca. Centre d´Estudis Locals d´Alaior. 2015. Comunicació. www.Pons,DeNicolás,2015_monedes-TGA.pdf Página 1. Presentació. “(…) Es presenten diverses monedes localitzades a l’entorn de les cases de Torre d’en Galmés, Alaior, fora del recinte de la zona arqueològica principal i conservades a una col·lecció particular d’Alaior (…)”. (115). PONS CARRERAS, Miquel Antoni & DE NICOLÁS MASCARÓ, Joan C. “Monedes orientals, romanes, medievals i postmedievals de L´entorn de Sa Torre d´en Galmés (Alaior, Menorca)”. XI Jornades de Patrimoni Cultural de Menorca. Centre d´Estudis Locals d´Alaior. 2015. Comunicació. www.Pons,DeNicolás,2015_monedes-TGA.pdf Página 1. Presentació. “(…) Les monedes s’han documentat fotogràficament i s’han classificat en diversos grups: Regne jueu 01 Regne nabateu 02 (…)”. Ibidem. Página 2. Presentació. “(…) La sorpresa que anunciàvem la conformen les tres primeres monedes del 99


catàleg: tres petites unitats, una hebrea de bronze i dues nabatees, de bronze i d’argent, respectivament, que enriqueixen el recull i que cal considerar excepcionals, com es comentarà al final d’aquest article, després del catàleg (…)”. Ibidem. Página 14. Valoració del recull. “(…)Hem identificat la moneda jueva com pertanyent a l’anomenat Grup P de les emissions amb denominació prutah, amb un pes entre 1,5-2,5 g., d’Alexandre Jannaeus que porten a l’anvers una inscripció paleo hebrea en quatre o cinc línies: yhwntn hkhn hgdl whbr hyhwdym que es pot traduir per “Jehonatan, el gran sacerdot y el consell dels jueus”, envoltada per una corona de fulles i fruits de llorer, mentre que al revers hi figuren dues cornucòpies creuades i entre les banyes una magrana dalt d’un bastó. (Meshorer, 2001: 211, plates 28-30). El regnat d’Alexandre Jannaeus, Jehonatan o Jonathan en hebreu (103-76 aC.) es caracteritzà per continues lluites amb els seus vesin, a ambdues riberes del Jordà: siris i filisteus, les ciutats selèucides, egipcis i també els nabateus per tal d’expansionar el territori jueu, les rutes de comerç i l’accés als ports de la Mediterrània arribant a controlar en determinats moments els importants ports de Akko en el nord fins Rafah, Askhelon i Gaza en el sud. Les monedes d’Alexander Jannaeus son sens dubte les de més ampla difusió entre totes les monedes jueves (Meshorer, 2001: 37) però, certament, dins la seva àrea d’influència: Egipte i la Mediterrània oriental però rarament arriben a la pars occidentis (…)”. (116). PONS CARRERAS, Miquel Antoni & DE NICOLÁS MASCARÓ, Joan C. “Monedes orientals, romanes, medievals i postmedievals de L´entorn de Sa Torre d´en Galmés (Alaior, Menorca)”. XI Jornades de Patrimoni Cultural de Menorca. Centre d´Estudis Locals d´Alaior. 2015. Comunicació. www.Pons,DeNicolás,2015_monedes-TGA.pdf Página 4. Catàleg. “(…) REG0E JUEU 001. ALEXA0DER JA00AEVS. Prutah (Bronze). Jerusalem. 103-76 aC. A/ Inscripció en hebreu en 5 ratlles de les que la darrera s’ha perdut, dintre de corona de fulles de llor. [‫]םידוה‬/‫ רבחו יה‬/ ‫ןה לדגה‬/‫ןתנ כה‬/‫( והי‬yhw/ntn hk/hn hgdl / wḥbr y/[hwdym], “Yehonatan, el gran sacerdot i el Consell dels Jueus”). R/ Doble cornucòpia dintre d’una corona de llor i al centre, entre les dues banyes, possibles restes d’una magrana dalt un pal. 2,02 g. 13-14 x 2,5 mm. 12 h. Feta amb motlle. Revers molt erosionat. Meshorer, grup P (…)”. (117). PONS CARRERAS, Miquel Antoni & DE NICOLÁS MASCARÓ, Joan C. “Monedes orientals, romanes, medievals i postmedievals de L´entorn de Sa Torre d´en Galmés (Alaior, Menorca)”. XI Jornades de Patrimoni Cultural de Menorca. Centre d´Estudis Locals d´Alaior. 2015. Comunicació. www.Pons,DeNicolás,2015_monedes-TGA.pdf Página 4. Catàleg. “(…) REG0E 0ABATEU 100


002. ARETAS IV i SAQILAT I. Prutah (Bronze). Petra. C. 39-40 dC. A/ Caps associats, de perfil, a d., del rei Aretas amb corona de llor i la seva segona esposa Šaqilaṭ I dintre de gràfila de punts. Inscripció aramea il·legible a dalt i símbol epigràfic a d. R/ Doble cornucòpia creuada, una inscripció aramea il·legible en tres línies enmig. Símbols epigràfics a d. i e. Tot dintre de gràfila de punts. 3,43 g. 15-16 x 3 mm. 12 h. Feta amb motlle. Revers molt erosionat. Meshorer, 112-114. / (Página 5) 003. ARETAS IV i SAQILAT I. Dracma (Argent). Petra. C. 39-40 dC. A/ Caps associats, de perfil, a d., del rei Aretas IV i la seva segona esposa Saqilat I, amb restes d’inscripció possiblement aramea a dalt i símbol epigràfic a d., tot dintre de gràfila de punts. R/ Doble cornucòpia creuada amb una inscripció en arameu amb els noms del rei i l.a reina en tres línies i símbols epigràfics a d. i e. Tot dintre de gràfila de punts. ḥritt / šql/ṭ (Aretas / Šaqilaṭ). 3,47 g.18 x 2,5 mm. 12 h. Feta amb motlle. Revers molt desgastat. Meshorer, 112-114 (…)”. (118). PONS CARRERAS, Miquel Antoni & DE NICOLÁS MASCARÓ, Joan C. “Monedes orientals, romanes, medievals i postmedievals de L´entorn de Sa Torre d´en Galmés (Alaior, Menorca)”. XI Jornades de Patrimoni Cultural de Menorca. Centre d´Estudis Locals d´Alaior. 2015. Comunicació. www.Pons,DeNicolás,2015_monedes-TGA.pdf Página 14. Valoració del recull. “(…) 'o hi ha dubte que el grup més interessant, per l’excepcionalitat que suposa la seva presència a la Mediterrània occidental, el conformen la moneda de l’estat jueu i les dues unitats del regne nabateu: la prutah jueva, feta amb motlle i amb aliatge de coure, emesa per un dels últims monarques de la dinastia asmonea Alexandre Jannaeus (103-76 aC.) a la seca de Jerusalem i la prutah i la dracma, fetes amb motlle, respectivament amb aliatges de coure i d’argent, pel rei nabateu Aretas IV (9 aC.–40 dC.) encunyades probablement a Petra, la capital del regne, a una segona fase del seu govern (18-36 dC.) quan estava casat amb la seva segona esposa / (Página 15) Shaqilat I que també figura representada juntament amb el monarca a l’anvers de les dues monedes (…)”. (119). PONS CARRERAS, Miquel Antoni & DE NICOLÁS MASCARÓ, Joan C. “Monedes orientals, romanes, medievals i postmedievals de L´entorn de Sa Torre d´en Galmés (Alaior, Menorca)”. XI Jornades de Patrimoni Cultural de Menorca. Centre d´Estudis Locals d´Alaior. 2015. Comunicació. www.Pons,DeNicolás,2015_monedes-TGA.pdf Página 14. Valoració del recull. “(…)La dracma i el prutah nabateus són molt 101


semblants. Ambdues tenen com s’ha vist al catàleg els caps associats d’Aretas IV i la seva segona esposa Šaqilaṭ I ( es casaren el 18 dC.), mirant a la dreta a l’anvers i les dues cornucòpies creuades al revers amb algunes variants, diversos símbols epigràfica a dreta i esquerra de l’espai entre les dues banyes amb inscripció en arameu, com en el cas del nostre prutah o el nom del rei i la reina escrits en tres línies a la nostra dracma (Schmitt, 1990:77-81). Aquestes emissions d’Aretas IV i Šaqilaṭ I, variants dels tipus Meshorer 112-114) són les més abundants entre tota la producció monetal nabatea, fins el punt que més del 50% de les monedes trobades ho són. (Perassi, 2012:118) L’acadèmic israelià Ya’akob Meshorer, el principal estudiós de la numismàtica jueva i també nabatea, deixà ben clar que l’estudi de les monedes nabatees és bàsic per a reconstruir la història d’aquest regne. La cronologia de la monarquia dels nabateus s’ha pogut traçar d’acord amb les evidències numismàtiques (Mershorer, s.d.: 22). / (Página 16) L’associació de les figures del rei i de la reina en una mateixa moneda caracteritza diverses emissions nabatees però potser el cas d’Aretas IV i Šaqilaṭ I és un dels més representatius de la continuïtat de tradicions hel·lenístiques, perses i egípcies, que es manifesten en alguns casos en la representació del rei armat com a protector del regne i la reina, assimilada a Isis-Tique com a portadora de la fortuna. (Schwentzel, 2005: 159; Perassi, 2012: 117-118, fig. 17; Schwentzel, 2013: 207-210) (…)”. (120). PONS CARRERAS, Miquel Antoni & DE NICOLÁS MASCARÓ, Joan C. “Monedes orientals, romanes, medievals i postmedievals de L´entorn de Sa Torre d´en Galmés (Alaior, Menorca)”. XI Jornades de Patrimoni Cultural de Menorca. Centre d´Estudis Locals d´Alaior. 2015. Comunicació. www.Pons,DeNicolás,2015_monedes-TGA.pdf Página 16. Encens i productes aromàtics d´Aràbia per als santuaris menortquins. “(…) Per tal d’esbrinar què feien a Torre d’en Galmés, Alaior, tres petites monedes orientals que no arriben totes tres als 9 grams de pes: una jueva de finals del segle II o principis del segle I aC. i dues peces nabatees dels anys 30-40 dC. que en algun moment del passat embarcaren, possiblement juntes, a un port de la costa palestina, tal vegada Askhelon o més probablement Gaza, porta de la ruta caravanera nabatea de l’encens i les espècies, cap a un destí desconegut calia saber en primer lloc quelcom 102


sobre la presència nabatea a la Mediterrània i alguna cosa més sobre una possible relació de la Petra nabatea amb les Balears. Després d’una mica de recerca ara sabem algunes coses que poden donar possibles respostes a aquestes qüestions tan interessants i que avençarem breument per tal de tornar-hi prest amb més amplitud. / (Página 17) Els nabateus eren un poble del desert i la seva capital, Petra, un lloc estratègic, un centre de comerç caravaner, un creuer de camins per on passaven i des d’on es distribuïen un bon grapat de productes naturals i artesans cap a Síria, cap a Egipte i cap a la Mediterrània. Com a tots els llocs que reuneixen semblants característiques les relacions de convivència i de competència dels nabateus amb els vesins eren complexes, enriquidores i alhora destructives. Les relacions econòmiques mai es poden deslligar de la política, la religió i la cultura. En els moments que ara ens interessen, entre el segle I aC. i el segle I dC. les potències de tota casta que es mouen a la zona i interrelacionen amb els nabateus son els descendents dels fenicis, dels diversos regnes hel·lenístics i els romans entre d’altres pobles i cultures. En aquest marc ens interessa ara la sortida dels nabateus i dels productes que comercialitzaven a la Mediterrània i ja s’ha esmentat el paper que en aquest sentit jugaven els ports de la costa palestina, especialment Gaza. L’experta francesa en filologia aramea i historiadora de la religió i de la cultura del poble nabateu Marie-Jeanne Roche ens ha facilitat enormement la feina en estudiar les relacions mediterrànies dels nabateus recollint fins 1996 les notícies i les deixes epigràfiques i numismàtiques que es concentren en gran mesura a la Mediterrània oriental però que també arriben a Itàlia, com veurem. L’entorn de l’Egeu: les illes de Rodes, Cos, la costa jònia i Atenes i també la costa fenícia: Antioquia, Sidó, Beirut…formen part de les principals àrees d’activitat dels nabateus però s’ha de dir que Gaza, el principal port exportador, passà a mans de la dinastia jueva dels Asmoneus a principis del segle I aC que el controlaren fins a la meitat del segle I dC. el que degué perjudicar sensiblement el comerç mediterrani dels nabateus. L’ocupació jueva de Gaza coincideix en el temps que foren encunyades les monedes jueva i nabatees menorquines. A Gaza mateix s’han trobat monedes d’Aretas IV, altres monedes nabatees es localitzaren a les excavacions americanes d’Antioquia i una més d’Aretas IV al jaciment de Kourion de Xipre on també es coneix una inscripció nabatea, i lo mateix passa a les illes de Rodes, Cos, Delos o Tinos (Roche, 1996: 7585). Roche analitza diverses inscripcions trobades a la romana ciutat portuària de Puteoli /Pozzuoli de l’entorn de 'àpols i tres més de Roma. En totes elles apareixen alguns individus nabateus sovint relacionats amb 103


instal·lacions o activitats religioses o diplomàtiques (Roche, 1996: 87-95) el que planteja la presencia d’individus i comunitats nabatees a la Mediterrània per raons econòmiques i polítiques, destacant entre les primeres el famós comerç de l’encens i altres productes aromàtics que fins i tot comercialitzaven en petits envasos o unguentaria que es documenten a Petra a finals del segle II aC. com a productes d’importació i que es començen a produir en el segle I aC. amb una demanda cada cop més forta fins a mitjan segle III dC.. Es constata que d’ençà el segle I, l’època / (Página 18) d’Aretas IV, és quan es daten la major part de les inscripcions nabatees fora del regne i que la caiguda del comerç caravaner que venia del sud d’Aràbia en el II aC. no atura l’activitat comercial nabatea (Roche, 1996: 96). La presencia de nabateus a Sidó, seu del culte a Eshmun, assimilat a Asklepios, i l’existència a la ciutat fenícia d’un famós santuari, és més que suficient perquè un nabateu dedicat al comerç de l’encens i dels productes aromàtics s’hi aturés, però també gairebé tots els altres llocs mediterranis que han lliurat testimonis de la presencia nabatea tenien grans santuaris que havien de ser grans consumidors d’encens i la major part d’aquests santuaris estaven dedicats a Asklepios-Esculapi, divinitat guaridora, com a Cos, Rodes, Puteoli i Roma on les inscripcions religioses nabatees demostren l’existència de comunitats d’aquest origen i cal pensar que algun dels seus membres es dediqués al comerç de medicaments, drogues, condiments i perfums, substàncies que els nabateus dominaven (Roche: 1996: 78 i 96). Hi han indicis que Asklepios rebia culte tan a Jerusalem com a Petra (Roche, 1996: 97) i aquests indicis també s’han plantejat en el santuari púnico-talaiòtic menorquí de Torre d’en Galmés com ho suggereix la figura d’Imhotep-Eshmun-Asklepi trobada allà i que el consum d’encens o altres substàncies aromàtiques era habitual en el marc de la religió púnico-talaiòtica (De 'icolás, 2015: 274-276)., És en aquest context que es pot pensar en una relació entre els nabateus i la cultura talaiòtica tardana en ple procés de romanització, entre les tres monedes orientals i el comerç de substàncies aromàtiques rituals a mitjan segle I dC. Que sapiguem a hores d’ara monedes nabatees com les menorquines de Torre d’en Galmés no s’han documentat a cap jaciment de la Mediterrània occidental, ni tampoc al nord d’Àfrica, excepte Egipte. La moneda d’Aretas IV més occidental prové de la ciutat romana d’Aventicum, Avenches, Suïssa, mencionada ja per Y. Meshorer (1975:41) i per M-J. Roche que completa les dades de Xipre i Antioquia, marcant l’època de més èxit de la numismàtica nabatea. (1996: 95 i 98) (…)”.

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(121). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 722. Jonatán Macabeo, general de los judíos. Libro XIII. 1. Bánquides oprime a los judíos tras la muerte de Judas (1 Mac. 9, 23). “(…) 1.1. (…) Y Jonatán, tras asegurar estar dispuesto a morir por ellos y a no ser considerado bajo ningún concepto inferior a su hermano, fue designado general de los judíos (2) (…)”. Página 722. Cita (2). “(…) Cf. Guerra judía 1, 48 (…)”. (122). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 741. Libro XIII. 133. Jonatán ayuda a Demetrio II (1 Mac. 11, 41). “(…) 2. Por su parte, el Sumo Sacerdote Jonatán, como quería que se marcharan los soldados destacados en las ciudades de Jerusalén así como los judíos renegados e impíos que había en ellas y las guarniciones estacionadas en todo el país, envió regalos y embajadores a Demetrio por los que le rogaba que le sacara de Judea las fuerzas destacadas en las plazas fuertes (…)”. (123). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 722. abateos, amigos de los judíos. Libro XIII. 7. Jonatán escapa a las insidias de Bánquides (1 Mac. 9, 32). “(…) 2. (…) Y Jonatán, al tener conocimiento de que Bánquides venía contra él, envió a su hermano Juan, también llamado Gadis (3) junto a los árabes nabateos para depositar bajo su custodia sus pertenencias personales hasta que hubieran terminado la guerra contra Bánquides, habida cuenta de que los nabateos eran sus amigos (…)”. Página 722. Cita (3). “(…) Cf. Antig. jud. 12, 266 (…)”. Ibidem. Página 700. abateos. Libro XII. 335. Victorias de Judas y Jonatán en Galad (1 Mac. 5, 24). “(…) 3. Pero Judas Macabeo y su hermano Jonatán, tras cruzar el río Jordán y efectuar un viaje de tres días desde sus orillas, se encontraron con los nabateos (92), que salieron a su encuentro en son de paz (…)”. (124). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 746. Libro XIII. 163. Jonatán renueva el tratado de amistad con Roma (1. Mac. 11, 74). 105


“(…) 8. Pues bien, Jonatán después de haber triunfado en la batalla espléndidamente y después de haber matado a dos mil soldados enemigos, regresó a Jerusalén. Y, al comprobar que todas las cosas le sabían a pedir de boca gracias a la Divina Providencia, envió embajadores a Roma, deseoso de renovar el tratado de amistad firmado antes (55) entre su pueblo y los romanos. Y a estos mismos embajadores les encargó que al regreso de Roma visitaran a los espartanos y les recordaran la amistad y el parentesco entre ellos y los judíos. y los embajadores. Cuando llegaron a roma, se presentaron ante el Senado romano, al que comunicaron el mensaje enviado por el Sumo Sacerdote Jonatán, esto es, que habían sido enviados por él para proceder a la ratificación del tratado de asistencia militar mutua (…)”. (125). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 700. Cita (92). “(…) Originariamente era una tribu árabe (cf. Antg. jud. 1, 220 y ss). Pueblo dedicado al comercio y, su primer rey conocido fue Aretas I. El poder de este pueblo se extendió por toda la península del Sinaí (…)”. (126). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 801. Reyes de Petra = Aretas III (69 a. C.). Libro XIV. 14. Antipatro convence a Hircano a solicitar la ayuda del árabe Aretas. “(…) 4. pues bien, cuando Antípatro comprobó que Hircano hacía caso omiso de sus consejos, no dejó pasar un solo día sin discurrir falsas alegaciones contra Aristobulo y de calumniarlo ante hircano, a quién le decía que quería matarlo y, a duras penas, tras mucha insistencia, logró convencerlo al aconsejarlo que buscara refugio en Aretas (10), el rey de los árabes. (…) y no mucho después, cogiéndolo consigo y escapando por la noche de la ciudad, tras recorrer cada jornada largas distancias llegó con él a la ciudad de nombre Petra, donde se encontraba el palacio de Aretas (…)”. Página 801. Cita (10). “(…) Aretas III. Cf. AJ 13, 360 (…)”. Ibidem. Página 811. Petra. Libro XIV. 80. Antípatro reconcilia a Escauro con Aretas. “(…) 5. 1. Y como Escauro hubiera llevado su ejército contra la ciudad árabe de Petra, / (Página 812) al serle imposible irrumpir en ella se dispuso a saquear los territorios circundantes y, al sufrir de hambre las fuerzas 106


expedicionarias, Antípatro, por encargo de Hircano, le suministró desde Judea provisiones y todo lo demás de lo que estaba en falta (40). Y Antípatro, enviado como embajador ante Aretas por Escauro a causa de las relaciones amistosas que reinaban entre ellos, lo convenció también a él a que entregara a Escauro una cantidad de dinero para evitar que su país fuera saqueado por el enemigo y, él mismo se ofreció fiador del pago de trescientos talentos. En estas condiciones, Escauro dio por finalizada la guerra, deseando él este resultado no menos de lo que pretendía Aretas (…)”. Página 812. Cita (40). “(…) Cf. BJ, 1, 159 (…)”. Ibidem. Página 803 y 804. abateos. Libro XIV. 29. El general romano Escauro se pone de parte de Aristobulo. “(…) 3. En esto Pompeyo, que se encontraba en Armenia y combatía todavía a Tigranes (15), envió a Escauro a Siria (16). Este, como al llegar a Damasco se encontrara con que Lulio y Metelo acababan de tomar la ciudad, corrió a Judea. Y al llegar allí, se presentaron embajadores enviados tanto por Aristóbulo como por Hircano, rogándole los unos y los otros que se pusiera de parte de ellos. Pero como Aristóbulo prometiera que le daría cuatrocientos (17) talentos, pese a la promesa de Hircano de que le entregaría un número no inferior a los mismos, se decidió a aceptar la oferta de Aristóbulo y, ello no sólo porque disponía de grandes recursos económicos y era magnánimo, sino también porque le planteaba unas exigencias más módicas, / (Página 804) mientras que Hircano, aparte de ser pobre y tacaño, le ofrecía promesas increíbles con unas exigencias más serias. Y es que no es igual tomar por la fuerza una ciudad fortificada y potente como la que más que expulsar a unos desertores y con ellos a una multitud de nabateos (18), nada bien pertrechados para la guerra. Al ponerse, pues, de parte de Aristóbulo por los motivos apuntados, una vez que recibió el dinero obligó al enemigo a levantar el sitio, tras ordenar a Aretas que se retirara so pena de ser declarado enemigo de los romanos. Y Escauro se retiró de nuevo a Damasco, mientras Aristóbulo con poderosas fuerzas marchó contra Aretas e Hircano y, habiendo trabado combate con ellos cerca del lugar de nombre papirón, los venció, matando a unos seis mil soldados enemigos. Entre los caídos estaba el propio Falión, hermano de Antípatro (19) (…)”. Página 803. Cita (15). “(…) Quién se rindió a Pompeyo en otoño del año 66 a. C. (…)”. Página 803. Cita (16). “(…) Cf. BJ. 1, 127 y ss (…)”. Página 803. Cita (17). “(…) Trescientos según BJ, 1, 128 (…)”. Página 804. Cita

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(18). “(…) Esto es, los árabes de Aretas (…)”. Página 804. Cita (19). “(…) Cf. BJ. 1, 129-130 (…)”. (127). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 982. Reyes de Arabia = Obodas. Libro XVI. 220. Salomé y el árabe Síleo se prometen secretamente matrimonio. “(…) 6. Se trata de lo siguiente. Obodas, rey de Arabia, era indolente y torpe y, por eso se ocupaba de la mayor parte de sus asuntos Síleo (22) hombre hábil, joven todavía y hermoso (…)”. Página 982.Cita (22). “(…) Cf. BJ.1, 487(…)”. (128). FLAVIO JOSEFO. “Guerra de los judíos y destrucción del templo y ciudad de Jerusalén I”. Colección: Biblioteca de Historia. Barcelona. Ediciones Orbis. 1985. Página 83. Libro Primero. XVI. De las ciudades y edificios renovados y nuevamente edificados por Herodes y, de la magnificencia y liberalidad que usaba con las gentes extranjeras y de toda su prosperidad. Obada, rey de Arabia coetáneo de Herodes. “(…) procurador de Obada, rey de Arabia, el cual era muy enemigo de Herodes (…)”. (129). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 860. Reyes de Petra = Malco. Libro XIV. 370. Malco, rey árabe, se niega a ayudar a Herodes. “(…) 14. 1. Pero a Herodes no le abatió los ánimos la magnitud de las calamidades que lo embargaban, sino que tal magnitud estimulaba su habilidad para encontrar la manera de emprender acciones arriesgadas (173). En efecto, marchó a visitar a Malco (174) el rey árabe que anteriormente había recibido numerosos beneficios de su familia) para obtener ahora la justa correspondencia (…)”. Página 860. (173). “(…) Cf. BJ. 1, 274 y ss (…)”. Página 860. Cita (174). “(…) Se trata de Malco, el rey árabe que sucedió a Aretas III (cf. cap. 14 y ss) y que no hay que confundir con Málico, el judío amigo de Hircano (cf. cap. 273). Cf. Dión Casio 48, 41 (…)”. (130). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 95. Libro Primero. XVIII. 108


De la conjuración de Antípatro contra su padre. Areta rey de Arabia coetáneo de Herodes. “(…) Sileo Arabe (…). Tenía este con Areta, su rey, una grave contienda, cuyos amigos él había muerto; y a Sohemo en la ciudad llamada Petra, el cual era hombre muy poderoso (…)”. Ibidem. Página 982. Reyes de Arabia = Eneas Aretas. Libro XVI. 293. Herodes, debilitada su posición ante Augusto, se esfuerza por recuperarla. “(…) 4. (…) Y es que, al haber muerto Obodas y alzarse con el poder en Arabia Eneas, quién después adoptó el nombre de Aretas (…)”. Ibidem. Página 982. Reyes de Arabia = Eneas Aretas. Cita (39). “(…) Sin duda, los árabes enviados por Eneas Aretas para contrarrestar los intentos de Sileo de alzarse con el poder. Cf. AJ. 16, 294-299 (…)”. Ibidem. Página 1022. Petra. Libro XVII. 52. Antípatro por temor escapa a Roma. Continúan las maquinaciones contra Herodes. “(…) 2. (…) Pero Sileo fue acusado también por Aretas no sólo de haber matado a un gran número de notables de Petra, en contra de su opinión y, especialmente a Soemo, varón sumamente digno de ser honrado por su virtud en todos sus comportamientos, sino también de haber asesinado a Fabato, siervo de césar Augusto (…)”. (131). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 1046. Reyes de Petra = Aretas IV, suegro de Herodes Antipas. Libro XVII. 188. testamento y muerte de Herodes. “(…) 8. Luego Herodes modificó el texto del testamento (52) al cambiar de pensamiento, de forma tal que Antipas (53), a quién antes dejaba el trono, lo nombró tetrarca de Galilea y Perea (…)”. Página 1046. Cita (52). “(…) Cf. AJ. 17, 52 y 146 (…)”. Página 1046. Cita (53). “(…) Estuvo apoyado por Tiberio. Abandonó a su primera esposa, hija de Aretas IV, para casarse con su sobrina Herodías (a su vez hija de Aristóbulo y casada primero con Herodes, hermano de Antipas y luego con este) (…)”. Ibidem. Página 1097. Reyes de Petra = Aretas. Libro XVIII. 109. Guerra entre el árabe Aretas y Herodes Antipas, suscitada por problemas familiares. “(…) 5. En este tiempo surgió la discordia entre el rey Aretas de Petra y Herodes por el motivo siguiente. El tetrarca Herodes (43) se había casado en su día con la hija de Aretas, con quien llevaba ya mucho tiempo viviendo (…)”. Página 1097. Cita (43). “(…) Este Herodes es Herodes Antipas (cf. AJ, 17, 318), hijo de 109


Herodes el Grande y Maltace (cf. AJ. 17, 20), quién mató a san Juan Bautista (cf. AJ. 18, 116-150) y fue condenado al destierro por cayo Calígula (cf. AJ 18, 240-255) (…)”. (132). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 1046. Cita (55). “(…) Herodes nació en el año 73 a. C. y murió en el 4 a. C. (…)”. (133). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 117. Libro Segundo. III. De los que Varón hizo con los judíos que mandó ahorcar. Areta, rey de Arabia coetáneo de Arquelao, hijo de Herodes. “(…) Cuando hubo llegado a Tolemaida, el rey de los árabes, Areta, con mucha gente de a pie y mucha de a caballo, envió luego parte de su ejército a Galilea, que estaba cerca de Tolemaida, poniendo por capitán de ella al hijo de su amigo Galbo, el cual hizo pronto huir a todos aquellos contra los cuales había ido; y tomaron la ciudad de Séforis, quemóla y cautivó a todos los ciudadanos de allí (…)”. (134). FLAVIO JOSEFO. “Antigüedades judías”. Libros XII-XX. Edición de José Vara Dorado. Colección: Clásicos griegos 45. Madrid. Akal/Clásica. 2009 (3ª reimpresión). Página 167. Libro Segundo. XXV. De la crueldad que los damascenos usaron contra los judíos y, de la diligencia de Josefo, autor de esta historia, hecha en Galilea. Petra estaba en la alta Galilea en tiempo del 12º año del reinado de erón. “(…) Y a José, hijo de Matías, el [gobierno] de la Galilea alta y baja, dándole, además, Gamala, la plaza más fuerte del país. (…) En la alta Galilea hizo fortificar igualmente a Petra (…)”. Ibidem. Página 183. Libro Tercero. III. Del socorro que fue enviado a los seforitas y, de la disciplina y usanza de los romanos en las cosas de la guerra. Malco, rey de Arabia, coetáneo a erón. “(…) Enviole también Malco, rey de Arabia (…)”.

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Anexo documental

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Campaña del año 60 a. C. (Fuente: Étienne, R. “Jules César”. Página 344. Apéndices, figura 6). 112


Campaña de los años 58 y 57 a. C. (Fuente: Étienne, R. “Jules César”. Página 345. Apéndices, figura 7).

113


Campaña de los años 54 a 52 a. C. (Fuente: Étienne, R. “Jules César”. Página 347. Apéndices, figura 9).

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El reino macabeo en el 100 a. C. (Fuente: Asimov, Isaac. “Guía de la Biblia Antiguo Testamento”. Traducción de Benito Gómez Ibáñez. Barcelona. Plaza & Janés Editores. 1992 (4ª edición), pág. 315). 115


Lola Carbonell Beviá, alicantina de nacimiento, es historiadora, especializada en Humanidades Contemporáneas. Ha realizado numerosas monografías sobre la Historia de la Edad Media de Menorca y, sobre su Protohistoria. En este trabajo de investigación, se ha centrado en demostrar la participación de los honderos baleares como mercenarios en el ejército romano, en las guerras de las Galias, guerra civil en Hispania, guerra de Numidia y, guerra de los Judíos.

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