“Odium Theologicum”. Precursores de la Iglesia Templaría: Declive de la religión de Jehová y, origen de la religión judeo-cristiana y arriana en Menorca.
Lola Carbonell Beviá 1
“Odium Theologicum”. Precursores de la Iglesia Templaría: Declive de la religión de Jehová y, origen de la religión judeo-cristiana y arriana en Menorca.
Lola Carbonell Beviá
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Índice
1. Los grupos religiosos cristianos en pugna, en el siglo IV d. C. 1.1. Arrianismo. 1.2. Pelagianismo. 1.3. Donatismo. 1.4. Priscilianismo. 1.5. 1estorianismo. 1.5. Catolicismo. 2. Odium Theologicum enMenorca. 2.1. Cristianos católicos, contra judíos. 2.2. Cristianos católicos, contra cristianos arrianos. 2.3. Cristianos católicos, contra cristianos priscilianistas. 2.4. Cristianos católicos, contra cristianos pelagianistas. 3. Conclusiones. 4. Citas bibliográficas.
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“Odium Theologicum”. Precursores de la Iglesia Templaría: Declive de la religión de Jehová y, origen de la religión judeo-cristiana y arriana en Menorca.
Lola Carbonell Beviá
“En todas las plazas había contiendas con los judíos sobre la ley y, en todos los hogares se mantenían disputas acerca de la fe”.
(Severus minoricensis. “Epistula de conversione iudaeorum apud Minoricam insulam a meritis sancti Stephani facta (5-2)”.
1. Los grupos religiosos cristianos en pugna, en el siglo IV d. C. A lo largo de todo el siglo IV d. C., no solo se produjo un conflicto entre el paganismo contra el cristianismo, sino entre los propios grupos religiosos cristianos. 1.1. Arrianismo. Arrio fue un sacerdote cristiano, al frente de la iglesia de Baukali, en Alejandría (Egipto), quién comenzó a predicar su doctrina, la cual negaba la divinidad de Cristo, en el año 318 d.C., (1). Su doctrina fue denominada “arrianismo” y rápidamente se extendió por Constantinopla (Turquía), Palestina, Chipre, y la Galia (Francia). La negación de las doctrinas sobre la Santísima Trinidad y divinidad de Jesús (2), catalogaron de herejía su doctrina en el concilio de Alejandría, celebrado en el año 321 d.C.; y, posteriormente en el concilio de Nicea, en el año 325 d.C., (3). 4
A pesar de que Arrio fue excomulgado en el año 318 d. C., su teología creó apoyos y resistencias entre los teólogos de Occidente, independientemente de que Constantino aconsejado por el teólogo Osio de Córdoba, lo condenara como herético en el concilio de Nicea. El arrianismo salió victorioso de dicho concilio y, Constantino tuvo que modificar su política religiosa; posponiéndose el problema hasta el gobierno del emperador Teodosio (4). Constantino -que tanto había perseguido el arrianismo-, fue bautizado como arriano antes de morir en el 337 d. C. (5). En España, la mal llamada herejía arriana tuvo una duración de tres siglos, desde el 382 al 601 d. C. A partir del año 601 convivió el catolicismo con el arrianismo, entre los reyes godos (601-711 d. C.) (6). 1.2. Pelagianismo. Pelagio fue un clérigo cristiano britano que vivió en el último cuarto del siglo IV en su patria, abandonando Britania en el año 380 d.C., para marchar a Roma donde se enfrentó al Papa por sus dudas sobre la sucesión apostólica de Pedro, siendo declarado su cristianismo como herejía en el año 416 d. C. (7). Pelagio nació en Irlanda en el año 360 d. C., y, falleció en el año 325 d.C., nueve años después de haber sido tachado de hereje. Su teología cristiana moralista racionalista fue condenada por primera vez en el año 414 d. C., en un sínodo africano, influenciada por san Agustín. En el año 416 d. C., en Roma por el Papa; y en el año 431 d. C., en el concilio de Éfeso (8). Pero el pelagianismo sobrevivió en el sur de la Galia hasta el siglo VI d.C. El mayor enemigo de Pelagio y del pelagianismo fue san Agustín, quién no solo lo atacó en los concilios, sino que también utilizó los sobornos por medio de caballos criados en las fincas de la Iglesia norteafricana de Hipona, para llegar, -a través del nepotismo eclesiástico y militar-, a que sus objetivos se materializan (9). 1.3. Donatismo. Donato de Casae Nigrae fue un obispo cristiano de Numidia, cuya teología se basaba en la del obispo Cipriano (10), perteneciente a la Iglesia de África del Norte. Su “pecado” consistió en rebautizar y, ordenar de nuevo obispos, a ciertos individuos apóstatas. Donato vivió en el siglo IV d. C. (11).
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San Agustín se opuso tenazmente al cristianismo donatista. Y los obispos africanos utilizaron su influencia sobre los altos cargos militares de Italia para presionar al obispo de Roma y, que éste condenara el donatismo (12). 1.4. Priscilianismo. El priscilianismo nació en el último cuarto del siglo IV d. C., para unos en Galicia y para otros en Lusitania y, se extendió rápidamente entre los ríos Tajo y Duero y, en la vía de Astúrica a Emérita. Sus seguidores fueron laicos que vivían el cristianismo priscilianista a título individual, nunca en comunidades monásticas. A pesar de que Prisciliano quería una reforma de la Iglesia, fue nombrado obispo de Ávila, -hecho que suscitó el odio teológico de sus adversarios- (13), muy posiblemente en octubre del año 380 d.C. (14). El priscilianismo se expandió por las zonas rurales de Hispania, empobrecidas, poco romanizadas y todavía paganas (15), -como pudo haber sido el caso de Menorca en el siglo V d. C.-, hecho por el cual san Agustín se tomó tanto interés en su conversión al cristianismo y, ratificación de dicha religión, en primer lugar. Y en segundo lugar, porque san Agustín, fue un acérrimo antipriscilianista (16). Entre las acusaciones que se le hicieron a Prisciliano fue la de mantener doctrinas maniqueas (17), precisamente cuando san Agustín, -su principal enemigo teológico-, fue maniqueo antes de cristiano católico (18). E incluso influyó teológicamente para que Prisciliano fuese ejecutado en Occidente por hereje, en el año 383 d.C. (19). Prisciliano fue torturado antes de morir. Su ejecución fue por decapitación y, su cadáver fue traído a España. El motivo de su muerte fue la acusación de maleficio, magia y conciliábulos nocturnos (20). 1.5. 1estorianismo. Nestorio detentó el cargo de patriarca de Constantinopla en el año 428 d. C. Con posterioridad a dicha fecha fue declarado hereje y por tanto, desterrado a la ciudad siria de Edesa, por cuestionar si Jesús era Dios o, hijo de Dios (21). Su condena por cristiano hereje fue resuelta en el concilio de Éfeso en el año 431 d. C. (22).
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1.5. Catolicismo. El cristianismo católico como Iglesia, mantuvo buenas relaciones con el Estado, en el siglo IV d.C. (23). Pero también mantuvo periodos de persecución (24), hasta el gobierno del emperador Teodosio el Grande, quién condenó todas las herejías en el año 380 d. C. (25) y, prohibió el paganismo (26), convirtiendo el cristianismo en la religión oficial del Estado (27). Al igual como el emperador Constantino, Teodosio el Grande se convirtió en “Señor de la Iglesia”, convocando y presidiendo concilios, interviniendo también con sus leyes en la vida y en la doctrina de la Iglesia (28); impulsando la unidad religiosa del imperio mediante la confiscación de las Iglesias heréticas y, la retirada de sus derechos civiles (29). 2. Odium Theologicum en Menorca. Se denomina “odium theologicum”, a una forma eclesiástica de inventiva del género más crudo, con la simple finalidad de vituperar y desprestigiar al adversario, cuyo tono de polémica estuvo alejadísimo de cualquier forma de pureza espiritual e intelectual (30). En el siglo IV d.C., la Iglesia cristiana católica catalogó 88 grupos heréticos y cismáticos (31), destrozándose entre ellos con obstinado odio y, maldiciéndose con venenosas lenguas (32). Dentro de la confrontación teológica el arrianismo fue condenado como herejía (33), puesto que según la Iglesia cristiana católica contradecía y debilitaba las enseñanzas de la Iglesia y, el castigo podía consistir en el destierro, la confiscación de bienes o la muerte (34). El priscilianismo fue otro de los grupos religiosos que opinaban de otra manera y, por ello fueron catalogados de herejes y cismáticos y, se les hizo incurrir en cierto grado de infamia legal, por el que se le hizo perder sus derechos civiles; siendo excluidos de cargos públicos, además de ser purgados. Su portavoz Prisciliano fue el primer ejecutado por hereje en Occidente (35). 2.1. Cristianos católicos, contra judíos. En el caso de Menorca, dicho “odium theologicum” se produjo y llevó a efecto en el siglo V d.C., incitado por san Agustín, que fue quién ordenó la llegada del obispo Severo a Menorca para organizar y ratificar la religión católica cristiana, sobre el judaísmo, en una primera fase.
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El segundo periodo que incitó el “odium theologicum” en la isla de Menorca, fue la llegada de las reliquias de san Esteban, portadas por el presbítero Orosio, en el otoño del año 417 d. C. La “carta de Severo de Menorca” expone como en el siglo V d. C., “en todas las plazas había contiendas con los judíos sobre la ley y, en todos los hogares se mantenían disputas acerca de la fe” (36). Los ánimos de católicos y judíos estaban exaltados (37), hasta llegar al punto de utilizar armas naturales, -palos, piedras, guijarros y toda clase de proyectiles-, para el enfrentamiento físico entre ambas comunidades religiosas (38), además de espadas, con la finalidad de dar muerte (39). Pero aunque solo hubo un herido de religión judía, herido por una pedrada en la cabeza, que no revistió peligro-, los cristianos católicos tomaron la sinagoga judía y, la incendiaron (40). Ante el temor de lo acontecido, algunos judíos huyeron por los campos, montes, barrancos (41) y cuevas (42). Dichos hechos de “odium theologicum” ocurrieron “después del décimo primer consulado” del emperador Honorio y, del “segundo de Constancio” (43). 2.2. Cristianos católicos, contra cristianos arrianos. La llegada del primer arriano a la isla de Menorca fue en el año 359 d. C. Se trataba de un arzobispo de Toledo llamado Gregorio, que fue desterrado por hereje, en defensa del arrianismo, en el concilio de Arimino. Permaneció dos años en Menorca como isla de destierro, hasta el año 361 d.C., en que falleció el emperador que le causó la condena y, fue absuelto (44). El enfrentamiento entre los dos grupos cristianos, -católicos y arrianos-, se produjo tras el dominio vándalo de la isla de Menorca en el año 421 d. C., dirigido por el rey Gunderico, que firmó un pacto con los capitanes romanos destinados en la isla para proteger la religión cristiana católica recién implantada en la isla (45). Pero el resultado no sucedió como se pactó, sino que los vándalos cristianos arrianos persiguieron a los cristianos católicos (46), prohibiendo las reuniones entre los cristianos, cerrando sus templos, cesando los sacrificios y oficios divinos y, arrestando a los sacerdotes (47); ya que el plan de Gunderico, fue la abolición de la religión cristiana católica de la isla (48). Entre los años 421 y 483 d.C., se produjo un periodo de paz entre los católicos y arrianos de la isla de Menorca (49), hasta la llegada del obispo Macario que substituyó al fallecido obispo Severo. Fue en ese momento cuando los arrianos aprovecharon la ocasión
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para disimular su “odium theologicum”, contra el cristianismo católico de Menorca (50). 2.3. Cristianos católicos contra cristianos priscilianistas. En Menorca, no hubieron, directamente, enfrentamientos directos entre cristianos católicos contra cristianos priscilianistas, porque ya se había preocupado san Agustín de enviar al presbítero Orosio, para que erradicase desde dentro la mal llamada herejía priscilianista, puesto que era perfectamente conocedor de su teología (51). El priscilianismo geográficamente más cercano se hallaba en la provincia tarraconense noroccidental (52). Hubo una unión de amistad entre un monje de Tarragona llamado Fronto, que fue amigo del político hispanorroamno Consentius, que habitaba en Menorca. Fruto de esa amistad, Consentius recibía información privilegiada sobre el desarrollo del priscilianismo en la península Ibérica y, de esa forma podía frenar y evitar la llegada del priscilianismo a Menorca (53). 2.4. Cristianos católicos contra cristianos pelagianistas. Desde el norte de África, san Agustín se encargó directamente de que el pelagianismo no se asentara en Menorca como grupo religioso cristiano (54) y, para ello impuso al presbítero Orosio (55). Ahora bien, el político asentado en Menorca, Consentius y, el obispo Patroclo, fueron cristianos pelagianistas antes que cristianos católicos (56), por tanto, ¿pudo haber sido uno de los primeros trabajos de Orosius, el de convertirlos a ambos al catolicismo? 3. Conclusiones. Los siglos IV y V d. C., fueron un periodo de exteriorización del “odium theologicum” entre los miembros de los diversos grupos religiosos cristianos. Menorca presencio dos periodos de “odium theologicum” en su Historia religiosa. El primero de ellos tuvo lugar en el año 359 d. C., cuando Gregorio, arzobispo de Toledo, defendió la teología arriana frente al cristianismo católico dominante y, fue condenado por hereje, al destierro en la isla de Menorca, donde permaneció hasta el año 361 d. C. El segundo de ellos, tuvo lugar en el primer cuarto del siglo V d. C., con la confrontación religiosa entre cristianos católicos, contra judíos; y por otro
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lado, con la pugna religiosa entre cristianos católicos, contra cristianos arrianos. Como se ha podido comprobar, el “odium theologicum” católicojudío menorquín comenzó con disputas acerca de la fe en los propios hogares judíos. En ambas comunidades religiosas, se fueron acrecentando las acaloradas conversaciones teológicas, hasta el punto de llegar a enfrentarse personalmente con armas naturales como piedras, guijarros, palos y, espadas. Y del enfrentamiento personal, pasaron a la quema de la sinagoga judía, por parte de los cristianos católicos que fueron los vencedores de la contienda teológica religiosa. Con la conquista vándala de la isla de Menorca, por parte del rey Gunderico, a partir del año 421 d. C., se produjo otro de los periodos de “odium theologicum” en Menorca. A pesar de haber pactado entre los representantes políticos hispanorromanos de Menorca, -con el propio rey vándalo Gunderico-, la protección de la religión cristiana católica, por parte de los invasores vándalos, la realidad fue diferente. Y los vándalos cristianos arrianos persiguieron a los cristianos católicos, hasta el punto de prohibir sus reuniones, cerrando sus templos, cesando los sacrificios y oficios divinos y, arrestando a los sacerdotes.
En Villajoyosa (Alicante). A 6 de noviembre, 2015.
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Citas bibliográficas (1). YVES, M. & CONGAR, J. “El Espíritu Santo”. Biblioteca Herder. Volumen 172. Sección de Teología y Filosofía. Barcelona. Editorial Herder, S. A. 1991. www.Congar-EspirituSanto.PDF Página 466. Libro Tercero: Parte Primera. Etapas y formas de una teología de la tercera Persona. a) En la parte griega de la Iglesia. 1. Crítica del arrianismo. Progreso de una teología trinitaria. “(...) %os proponemos presentar en primer lugar, aunque sea de manera esquemática, la aportación de los grandes doctores (Atanasio, / (Página 467) Epifanio, Basilio, los dos Gregorios, Cirilo de Alejandría). Después de realizar esa presentación, resumiremos la teología trinitaria de san Juan Damasceno y expondremos la intervención del patriarca Focio. Cumplidos estos objetivos, estaremos en condiciones de proponer una visión de conjunto del planteamiento griego del misterio de la tri-unidad. Finalmente, añadiremos una breve exposición de la teología de san Gregorio Palamas. Sería necesario presentar -de forma paralela y situándolos en su lugar cronológico correspondiente- los doctores, concilios y enseñanzas pontificias del Occidente latino. Atraídos más por la reflexión teológica que por la historia en sí misma, entraremos en esa tarea después de haber cubierto los objetivos trazados con anterioridad. Entonces tendremos la oportunidad de comprobar hasta que punto se ha expresado y explicado la misma fe de maneras parcialmente diferentes. Arrio (1). Era sacerdote, encargado de la iglesia de Baukali en Alejandría. En el año 318 comenzó a predicar una doctrina que negaba radicalmente la divinidad de Cristo. Su sistematización depende del subordinamiento que formaba parte de la herencia de Orígenes, Dionisio de Alejandría, Eusebio de %icomedia. El misterio del ser divino se había realizado solamente en el Padre. Sólo él era “Dios”. El Hijo era una criatura (no distinción entre ser engendrado y ser creado). Éste tuvo, por consiguiente, un comienzo; hubo un tiempo en que éste no existía. Ciertamente, es la primera de las criaturas, por la que Dios creó las restantes, inferiores. Para apoyar sus tesis, Arrio citaba determinados textos bíblicos en los que se encuentran las expresiones: Dios me ha creado (la Sabiduría), él (Cristo) ha sido hecho... San Atanasio (+373) se identifica -en la historia de las doctrinas cristianas- con la causa de %icea. Siendo simple sacerdote, acompañó a su obispo en el concilio celebrado en esa ciudad (325). Una vez consagrado obispo de Alejandría (326), emprendió una lucha sin tregua contra el arrianismo, combate que le valió cinco destierros: 335-337 en Tréveris; 339-346 en Roma; 356-362 en el desierto (entonces escribió sus cuatro cartas a Serapión, probablemente en el 359); 362-364 también en el desierto; finalmente, algunos meses en 365-366. Cuando Atanasio, 11
respondiendo a la llamada de Serapión, es llamado / (Página 468) a defender la divinidad del espíritu (2), ha combatido ya por la del Hijo y por el homoousios de %icea entendido como afirmación de la identidad de sustancia entre el Hijo y el Padre. Para ello utilizó los siguientes argumentos: Dios (el Padre) no puede existir sin su Verbo. Y como aquel es eterno, éste le pertenece eternamente. %osotros mismos somos llamados a ser hijos, a ser divinizados. Esto solo es posible si cristo, Hijo encarnado, es verdadera y plenamente Dios: “El verbo no habría podido divinizarnos si sólo fuera divino por participación, si no fuera por sí mismo la divinidad por esencia, la verdadera imagen del padre” (3). Atanasio aplica al espíritu lo que ha dicho del Hijo. Aunque cita el texto de Jn 15, 26, sólo habla de la relación entre el espíritu y el padre a través de su relación con el Hijo. Atanasio fundamenta y defiende la divinidad del Espíritu apoyándola por completo en su teología cristológica (4). Entre el espíritu y el Hijo existe una relación análoga a la que une al Hijo con el padre: “Porque la condición propia que hemos reconocido [como la] del Hijo respecto del Padre, veremos que es precisamente la que el espíritu posee respecto del Hijo” (5). Aplicando el esquema lineal-dinámico, del padre por el Hijo en el espíritu, Atanasio escribe: “El Padre es luz, el Hijo su resplandor, el Espíritu el que nos ilumina”; “siendo el padre fuente y el Hijo río, se dice que bebemos del espíritu”. Y así sucesivamente para todo lo que concierne a la comunicación de la vida divina (6). El espíritu realiza todo esto porque es consustancial al Padre y al Hijo (7). ¿Qué relación de origen supone todo esto entre el espíritu y el Hijo? San Atanasio no especula en absoluto acerca de las relaciones / (Página 369) intradivinas eternas. Habla de ellas refiriéndose a las operaciones que las personas divinas realizan en la economía salvífica. Con todo, J. Lebon ha subrayado, con tanta discreción como precisión, tres pasajes en los que podría esbozarse un enunciado sobre la dependencia de origen del espíritu respecto del Hijo. La fuerza de estos textos radica en el uso de la preposición para: “Todo lo que tiene el espíritu, lo tiene del Hijo (para tou Logou)... (8) su donación (el Espíritu), de la que se dice que procede del padre porque por el Hijo (para tou Logou) que es confesado [como proveniente] del padre, él resplandece, es enviado y dado (9). Porque el Padre crea todas las cosas por el verbo en el espíritu, ya que allí donde está el Verbo, allí está también el espíritu, y las cosas criadas por mediación del Verbo reciben del espíritu por el verbo (pata tou Logou) la fuerza del ser” (10). Existen muchos indicios, incluso testimonios formales, del sentimiento de los padres griegos acerca de una función del Verbo-Hijo en el ser eterno del espíritu. Se aferran al texto escriturístico y jamás aplican a esta función del Hijo el verbo ekporeuomai, empleado en Jn 15, 26 para 12
afirmar que el Espíritu procede del Padre. A decir verdad, ellos no plantean la cuestión tal como ha sido formulada polémicamente entre griegos y latinos después de Carlomagno y, especialmente, después del patriarca Focio. El padre Serge Boulgakov tenía razón en este punto, sin que ello quiera decir que el camino por el que pretendía superar un planteamiento malhadado de la cuestión pudiera reunir muchos pronunciamientos favorables. Con todo, no podemos negar que hay, en los padres griegos de los siglos IV y V, bastantes indicios respecto de una dependencia del espíritu con relación al Hijo en la vida trinitaria eterna. Dídimo el Ciego, jefe de una escuela catequética de Alejandría del 340 al 395, continuó el combate de Atanasio a favor de la divinidad del Espíritu santo. Su De Spiritu Sancto -que influyó en san Ambrosio- nos ha llegado sólo en la traducción latina de san jerónimo, quién ha dejado su huella en el texto y ha forzado, probablemente, expresiones como “a Patre et me, hoc enim ipsum quod subsistit et loquitur, a Patre et me illi est”, “procedens a veritate”, “neque alia substantia est Spiritus Sancti praeter id quod datar ei a / (Página 470) Fillio” (11). Con todo, estas expresiones están bien insertadas en el contecto, consagrado por entero a comentar los textos bíblicos. Pero tenemos el texto griego casi íntegro de Peri Triados. De Trinitate. Poniendo de manifiesto que el espíritu es de Dios (del padre), Dídimo cita el texto de Tit 3, 4-6, “ha derramado este espíritu sobre nosotros” y se pregunta cuando ha hecho Dios esto. Fue cuando cristo dijo: “Recibid el Espíritu Santo”. Y Dísimo añade: “Con razón se dice que él ha derramado; efectivamente, lo derramó como un agua que procede de él sustancialmente” (12). Una vez más, el contexto es “económico”, pero la afirmación es general. Se encuentra aislada y la continuación del capítulo habla únicamente de la procesión a Patre (13). San Epifanio, monje y después obispo de Salamina (367-403), no es un genio, pero nos ha trasmitido una información rica. En el Ancoratus, en 374, Epifanio tan pronto cita simplemente Jn. 15, 26, sobre el Paráclito que procede del Padre y recibe del Hijo (14), como dice que es (= tiene el ser consustancial) del Padre y del Hijo (15). Y se trata del ser intradivino, eterno. Pero se omite toda especulación; no se ofrece explicación alguna sobre la “procesión” del Espíritu. Esta dependencia respecto del Hijo se identifica con el hecho de recibir de él. Lo dice Epifanio: “El Espíritu que 8es) de dos, como testifica Cristo mismo cuando dice: que sale del Padre (Jn 15, 26) y recibirá de mí (Jn 16, 14-15)” (16) (...)”. Página 467. Cita (1). “(...) G.L. Prestige, Dieu dans la pennsée patristique, París 1953, el c. VII, p. 122-141, “subordinacionismo” (tr. cast: Dios en el pensamiento de los padres. Secretariado Trinitario, Salamanca 1978); J%D, Iniciation a la doctrine des Pères de l´Église, París 1868, p. 238-242; E. Boularand, L´hérésie d´Arius et la foi de %icée, 2 vols., parís 1972 (...)”. Página 468. Cita (2). “(...) P. Galtier, le Saint-Esprit en nous d´après les Pères grecs, 13
Roma 1946, p. 117-133; J%D %elly, Initiation a la doctrine des Pères de l´Église, parís 1968, p. 242-257, 266-269; J. Meyendorff, La procesión du S. E. chez les Pères orientaux, en “Russie et Crétiennté”, 1950, p. 158-178. Texto de base: San Antonio, Cartas a Serapión sobre la divinidad del Espíritu Santo (SChr 15, 1947) (...)”. Página 468. Cita (3). “(...) De Synodis, 51. El que santifica no es de la misma naturaleza que los santificados; es santo por sí mismo: primera carta a Serapión, 23 (PG 26, 584 B) y 25 (589). El argumento se encuentra también en san Basilio: Tratado del E. S. (PG 32, 185; SChr 1, 1947)”. Página 468. Cita (4). “(...) Serge Boulgakov reprocha de ello a san Antonio: su doctrina, dice, no es triádica, sino diádica: Le paraclet, parís 1946, p. 29-34 (...)”. Página 468. Cita (5). “(...) Tercera carta a Serapión, 1 (PG 26, 625 B; SChr, p. 164). Cf. Primera carta, 21 (PG 26, 580 B; Schr, p. 120) (...)”. Página 468. Cita (6). “(...) Primera carta a Serapión, 19 (PG 26, 573 C; p. 116s de SChr (...)”. Página 468. Cita (7). “(...) Ibid., 27, p. 113s de Schr, col. 593 C: “%ada tiene de común ni de propio, en cuanto a la naturaleza y a la sustancia, con las criaturas, pero él es propio de la sustancia, con las criaturas, pero él es propio de la sustancia y divinidad del Hijo, por la que, perteneciendo también a la Trinidad...”; 25, p. 133s de SCh., col. 589 A: “Pero si el Hijo, por provenir también que el Espíritu, afirmando como proveniente de Dios, sea propio del Hijo según la sustancia” (...)”. Página 469. Cita (8). “(...) Tercer discurso contra los arrianos, 24 (PG 26, 376 A), SChr 15, p. 74 nota (...)”. Página 469. Cita (9). “(...) Primera carta a Serapión, 20 (SChr, p. 120; PG 26, 580 A). H. B. Swete (The Holy Spirit in the Ancient Church..., Londres 1912, p. 92) opina que es imposible considerar esta eklampsis (resplandor), que el espíritu tiene del Verbo (para), como implicando menos que una dependencia esencial (...)”. Página 469. Cita (10). “(...) Tercera carta a Serapión, 5 (SChr. p. 169; PG col. 632 C) (...)”. Página 470. Cita (11). “(...) Liber de Spiritu sancto, respectivamente nº 34, 36, 37: PG 39, 1064 A, 1064-65, 1065-66 (...)”. Página 470. Cita (12). “(...) Eu de feito “exekheen”, ote hydor ex autouhomoousios ekporeuthen (II, 2: PG 39, 436) (...)”. Página 470. Cita (13). “(...) Cf. col. 460 D: apo tou enos patros kath enosin tes ekporeusis heautou theotetos esti genesis kai ekporeusis (...)”. Página 470. Cita (14). “(...) Ancoratus, nº 6 (PG 43, 25 C), 7 (28 A), 11 (36 C), 67 (137 B), 73 (153 A), 120 (236 B); panarion, haer. LXII (PG 41, 1056). Para la “procesión” del Hijo, Epifanio dice: ek Patros proelthon: Ancoratus, nº 19 (52 B), 43 (93 C) (...)”. Página 470. Cita (15). “(...) Ancoratus, nº 8 (PG 43, 29 C), 9 (32 C), 67 (137 B), 70 (148 A), 71 (148 B), 72 (152 B), 75 (157 A); Panarion, haer. LXIX, 54 (PG 42, 285 D) (...)”. Página 470. Cita (16). “(...) Ancoratus, nº 67, col. 137 B; Panarion, haer. LXII, 4 (PG 41, 1053 D) (...)”.
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(2). STARBIRD, Margaret. “María Magdalena y el Santo Grial. La verdad sobre el linaje de Cristo”. Colección: Divulgación. Enigmas y misterios. Barcelona. Planeta. 2005. Página 115. Los tiempos tenebrosos. Arrianos. “(…) La mayor parte de las tribus bárbaras que inundaron el oeste de Europa empezó por convertirse a la herejía arriana, una forma de cristianismo articulada en el siglo IV por un teólogo oriundo de Alejandría que fue condenado violentamente en el concilio de %icea. La herejía arriana negaba las doctrinas de la Santísima Trinidad y de la divinidad de Jesús, predicando en cambio la existencia de un Dios todopoderoso y de su hijo Jesús, un simple hombre. / (Página 116) Esa versión del cristianismo se extendió por Europa occidental durante los siglos V y VI (…)”.HOPKINS, M. & SIMMANS, G. & WALLACE-MURPHY, T. “Los hijos secretos del Grial. Una conspiración de siglos alrededor de un linaje sagrado”. Barcelona. MR Ediciones / Grupo Planeta. 2005. (3ª edición: mayo). Página 94. Segunda parte. ¿Más cerca de la verdad? Capítulo 8. El Concilio de 1icea. La discutida naturaleza de Jesús. Arrianismo. El arrianismo surgió de los ebionitas, seguidores de Santiago. “(…) El tema principal de discusión teológica que debía zanjar el Concilio de %icea resultaba de las distintas opiniones sobre la naturaleza de Jesús: de un lado, los teólogos paulinos; del otro, los seguidores de Arrio. La doctrina paulina, en su evolución ulterior, aseveraba que Jesús no sólo era divino, Hijo único engendrado por Dios sino también co-eterno con el Padre e igual a este. En cambio Arrio, según ha dejado escrito sus críticos de la Iglesia, predicaba que sólo el Padre era “único Dios verdadero” y suficiente. Cristo, el Logos, no era co-eterno no increado porque había recibido la vida y el ser del padre eterno. “Si el Hijo es verdaderamente el Hijo, entonces el Padre ha debido existir antes que el Hijo; hubo por consiguiente un tiempo en que el Hijo no existía, por tanto fue hecho, o creado”. Arrio avanzaba un paso más en esa dirección al postular que si bien el Cristo actuó bajo la guía divina, obedeciendo a la voluntad del Padre, él no era necesaria ni esencialmente Dios. Según Arrio, incluso era posible que el Hijo hubiese pecado como hombre. La herejía arriana causó escándalo y división en el seno de la Iglesia y demostró el grado de retorcimiento absurdo a que habían llegado los antiguos teólogos al tratar de definir el concepto ridículo promulgado por Pablo, que Jesús el judío ortodoxo y maestro de la Ley era Dios. La controversia con el arrianismo obligaba a definirse en cuanto a esa cuestión. A fin de refutar la herejía, era menester que la Iglesia estableciese una definición oficial que dilucidase con precisión en qué sentido Jesús era un dios (…)”. (3). DÍAZ, Carlos. “Didáctica de las grandes religiones de occidente. Una visión sinóptica”. Madrid. Ediciones del Laberinto. 2000. Página 95. 6. Los siglos IV al VII: Herejías, cismas y concilios. “(…) El cristianismo 15
se extiende rápidamente durante los siglos IV al VII por todas las esferas del Imperio romano / (Página 96) pero los nuevos cristianos llenan esta época de controversias y disputas en torno al cual sea la verdadera enseñanza del mensaje de Cristo, lo que produce herejías (creencias condenadas por la Iglesia como falsas), cismas (rupturas entre los cristianos, derivadas de las herejías) y los correspondientes concilios para tratar de atajar los desórdenes redefiniendo las creencias, a fin de volver a la unidad. Citemos tan sólo algunos ejemplos: - El concilio de Alejandría (321) reúne en Egipto a unos cien obispos para condenar el arrianismo, que había promovido una herejía en torno a la trinidad. - El concilio de %icea (325) reúne a unos 300 asambleístas y reitera la condena. A la ve afirma que Cristo es omooúsion (consubstanctiale), consustancial al Padre y, que Dios es uno en esencia y trino en personas (…)”. (4). MAIER, Franz Georg. “Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III-VIII”. Madrid. Historia Universal Siglo XXI. 1981 (junio. 8ª edición). Página 102. Iglesia y política interior en el siglo IV: la cuestión arriana. “(…) El cisma arriano comenzó como un mero altercado teológico. El presbítero Arrio, alumno distinguido de la escuela teológica de Antioquía, fue excomulgado en el año 318 por un sínodo celebrado en Alejandría, a causa de ciertas doctrinas discrepantes sobre la naturaleza de Cristo. Pero siete años más tarde, en el 325, la cuestión suscitada por Arrio fue objeto del primer concilio ecuménico de la cristiandad. Las diferencias teológicas en que se basaba la disputa arriana, no eran en modo alguno nuevas, Arrio, formado en una escuela dialéctica, desató únicamente el conflicto con una formulación clara y sin compromisos de un problema largamente debatido. Creyó ver el monoteísmo en peligro con la veneración indiferenciada de Cristo como Dios, monoteísmo que la fe cristiana había separado radicalmente del politeísmo pagano. Esto le condujo a la tesis de que el Lógos, como criatura del padre, no era de su misma esencia, sino, sólo condicionalmente, de esencia semejante a la del padre. Esta posición se resumió en la palabra muy utilizada de homoios (semejante en la esencia). Los ortodoxos o nicenos, también llamados atanasianos por el nombre de su gran dirigente, insistieron en la diferencia fundamental entre creación de la nada y proceso creador inmanente de la Divinidad, frente a la doctrina arriana, de la creación ex nihilo y en el tiempo del Lógos. El Hijo, como verdadera persona, es también verdadero Dios y de la misma esencia que el Padre, porque se constituyó en su esencia, antes de todos los tiempos, en un proceso inmanente a la Divinidad y no por procreación terrena. Contra el arriano homoios se elevó el grito de / (Página 103)
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guerra homooustos, como fórmula de la unidad de la esencia del Padre y del Hijo. El arrianismo encontró un eco especialmente intenso en los teólogos griegos, fuertemente influenciados por Origenes. Pero ganaba terreno por todas partes entre los laicos y, especialmente, entre los neoconversos, a causa de su mayor claridad y sencillez conceptual. Una decidida resistencia se produjo sobre todo de parte de los teólogos de Occidente y de Atanasio de Alejandría. Precisamente en la argumentación de éste salen a la luz las motivaciones de la lucha que, en principio, parecía sutileza dialéctica sobre la naturaleza de Cristo. Atanasio siempre afirmó de modo tajante la “unidad” e “identidad” de la “naturaleza” divina del Padre y del Hijo, sin renunciar a la innegable diversidad de las dos personas. La unidad esencial del Padre y del Hijo no se deducía para él de una especulación teológica propiamente racional. Concebía la redención como la aspiración profunda de la fe, redención no entendida como ascenso gradual a la espiritualización (como acontecía en la teología platonizante de un Gregorio %iceno), sino como encarnación en el hombre de fuerzas esencialmente divinas. Por eso Atanasio y sus seguidores insistieron apasionadamente en la unidad esencial de Cristo con el padre: si Cristo mismo no fuese Dios, no podría haber redimido a los hombres. Sólo el ansia de redención en el cristianismo de la época aclara el fenómeno de que una discusión teológica escolástica pudiera provocar en pocos años un gran cisma, que abarca a todos los creyentes; cisma que ensombreció aún más el enfrentamiento entre paganismo y cristianismo. “La pura y sencilla religión cristiana fue oscurecida por la superstición; debates sutiles y complicados sobre el dogma, que en el fondo no constituían intento alguno de unión verdadera, llevaron a constantes controversias (…); multitud de obispos se apresuraban de acá para allá para ir a sus diferentes sínodos y trastornaban de esta manera el servicio público de postas”; a Amiano, pagano culto e irónicamente distanciado, le parecía toda la política superflua e ininteligible. Voces procedentes del campo cristiano, como las cartas de los grandes capadocios, muestran hasta qué punto la disputa sobre la doctrina de Arrio se había extendido entre la población cristiana imperial. Pero precisamente esto forzó la intervención del Estado. Desde el momento en que la Iglesia se había convertido en puntal de la autoridad estatal, cualquier amenaza a su unidad ponía también en peligro la solidez del edificio imperial. El cisma religioso podía provocar la guerra civil, o, al menos, la pérdida de la lealtad política de los súbditos imperiales no ortodoxos. (…) / (Página 104) La política eclesiástica de los emperadores comenzó con la convocatoria del primer concilio ecuménico de %icea, hecha por Constantino. Bajo la presidencia y la influencia decisiva del emperador, 17
aconsejado por el destacado teólogo Osio de Córdoba, el concilio condenó el arrianismo como herético; el homoousios se convirtió en el dogma oficial de la Iglesia imperial. Sin embargo, esta conclusión, a la que se llegó en un clima de tensa discusión teológica, fue una victoria aparente. El arrianismo se mostró tan poderoso, que el mismo Constantino se vio obligado a revisar de facto su política eclesiástica y a retirar sigilosamente una gran parte de sus decretos antiarrianos. Se vio obligado, incluso, a alejar varias veces a Atanasio de su sede patriarcal. El arrianismo, problema pendiente de resolver en el plano de la política interior y de la política eclesiástica, se mostro bajo los sucesores de Constantino, como una carga explosiva extraordinariamente peligrosa. Los antagonismos dinásticos y políticos se agudizaban cuando algunos emperadores tomaban partido en su área de gobierno por uno u otro bando, ya fuera por motivos personales o en consideración a la situación político-religiosa. El Augusto de Occidente apoyaba de múltiples maneras a la ortodoxia, mientras que el emperador de Oriente se declaraba en favor de los arrianos. El cisma conducía, por momentos, a la guerra civil, avivado por las constantes intervenciones del poder estatal, así como por la oposición de las escuelas teológicas y las luchas político-eclesiásticas de los patriarcas por el poder. La superior autoridad política del emperador occidental, Constante, logró contener el desenfrenado arrianismo de su hermano Constancio. La unificación que se intentaba por medio del sínodo imperial de Sárdica fracasó (342); el sínodo se disolvió antes del comienzo de las negociaciones. La monarquía de Constancio (350-361) cambió la situación político-religiosa. Dirigentes eclesiásticos ortodoxos, como Lucifer de Cagliari, Hilario de Poitiers y, de nuevo, Atanasio, fueron al destierro; los sínodos de Sirmio (357), con la conformidad pública del viejo Osio y, Rímini (359) / (Página 105) declararon el arrianismo como religión del estado. A pesar de la rigurosa persecución de los ortodoxos, estas conclusiones no pudieron implantarse. Un nuevo enfrentamiento teológico dividió el arrianismo. El ala radical (la de los eunomeos, llamados así por el nombre de su principal teólogo) se atuvo rigurosamente a la diferencia esencial entre el Padre y el Hijo; el ala moderada de los “semiarrianos” se declaró por una semejanza en la esencia y trajo a debate una nueva fórmula de compromiso, la del homoiousios (semejanza esencial). La tregua religiosa durante el gobierno de Juliano favoreció, sobre todo, a los nicenos, que habían quedado en gran número en occidente, pues la posición de los obispos romanos fue siempre unánimemente nicena, a excepción de la de Liberio (352-366). Mientras tanto, el arrianismo se desmoronaba. Una parte de los semiarrianos abandonó el homoiousios por el homoios, uniéndose a los partidarios radicales de la diferencia esencial; pero la mayor parte se aproximó a la ortodoxia, que había suavizado su rígida 18
posición (neonicenos). Con el aislamiento de los arrianos radicales, en el plano teológico, se abrió el camino hacia una renovación de la unidad dogmática, por la que los Tres Capadocios habían trabajado tanto en el plano teológico como en el político-eclesiástico. La superación definitiva del cisma tardó aún casi veinte años, a causa de las intervenciones estatales y de la rivalidad de los patriarcas de Alejandría, Antioquía y Roma. Desde el año 364, regían de nuevo el imperio dos Augustos, con diferente ideario político-religioso: Valentiniano I era ortodoxo; Valente renovó la violenta política proarriana de Constancio. De nuevo los arrianos lograron ocupar la mayor parte de las sedes episcopales de Oriente. Sólo tras las muertes de Valente (378), el arrianismo perdió su respaldo político. De esta manera, quedaba el camino libre para una superación del cisma, preparada por el paulatino acercamiento de las opiniones doctrinales y los partidos eclesiásticos. El mismo emperador jugó un papel decisivo en este proceso. La política religiosa de Teodosio no se orientó solamente a la lucha contra el paganismo y las herejías menores (el obispo Epifanio de Salamina, en Chipre, describió entonces ochenta de estas herejías), sino que, obrando de acuerdo con sus creencias personales, presionó sobre todo por conseguir una solución definitiva de la cuestión arriana. Teodosio apoyado en el acuerdo alcanzado en el año 370 entre las fórmulas de los neonicenos y la profesión de fe del Papa Dámaso (366-384), elevó la profesión de fe nicena, por edicto de febrero del año 380, a única religión del imperio: “Es nuestra voluntad, que todos los pueblos sometidos al gobierno de nuestra graciosa / (Página 106) benevolencia sigan la fe que el divino apóstol Pedro ha transmitido a los romanos. Este es el credo que observan los pontífices Dámaso y Pedro y el obispo de Alejandría, hombre de santidad apostólica. Creemos, siguiendo la instrucción apostólica y, la doctrina evangélica, en la divinidad del Padre en igual majestad y en Santa Trinidad. El que siga este mandamiento deberá reclamar, por nuestra voluntad, el título de cristiano católico (nomen christianum catholicum). Pero todos los demás, en nuestra opinión, locos y dementes (…), habrán de enfrentarse a las represalias que judicialmente vamos a establecer, apoyados en la voluntad divina”. Pero los problemas religiosos no podían resolverse ya mediante edictos imperiales. El poder de la Iglesia obligó al emperador –como había de mostrarse de manera más aguda en los siglos V y VI- a recurrir al concilio, si quería conseguir de verdad un entendimiento con los teólogos de Oriente. El concilio de Constantinopla (II ecuménico), convocado en el año 381, en el que, gracias a la habilidad diplomática del emperador, participaron 150 obispos del Oriente griego, corroboró la decisión imperial. Elevó el credo de %icea a profesión de fe de la Iglesia imperial, completado naturalmente por los conceptos trinitarios que se habían 19
elaborado en el transcurso de la polémica, conceptos que hicieran posible también para Oriente el reconocimiento de la homoiousia. La unidad dogmática de la Iglesia fue restablecida con las fórmulas de “un Dios en tres personas”, es decir, “de tres personas en una sola substancia”. El triunfo de la ortodoxia no se produjo solamente en el plano político, merced a la intervención del emperador. El desarrollo de la teología había contribuido también ampliamente a la superación de la doctrina arriana. Después del concilio de Constantinopla, el arrianismo sólo tuvo importancia entre los germanos. (…) / (Página 107) Una consecuencia importantísima del cisma fue la conversión de las tribus germanas al credo arriano. El godo Ulfilas, consagrado obispo por el arriano Eusebio de =icomedia en el año 343, fue el pionero de la evangelización de los visigodos. A través de estos últimos, el cristianismo arriano paso a los ostrogodos, vándalos, burgundios y hérulos. Estas tribus se mantuvieron fieles a su credo durante un tiempo relativamente largo: los burgundios, hasta el año 516; los visigodos, hasta el 589. Entre los motivos de enfrentamiento con estos pueblos, figuraba, junto a la oposición política de las tribus al imperio, la diversidad del credo religioso, un hecho que contribuyó en gran medida a la disolución de la parte occidental del imperio (…)”.FERNÁNDEZ ARDANAZ, Santiago. “Cuestiones sociales en el cristianismo del siglo IV”. Publicado en: ALVAR, J. & BLÁQUEZ, J.M. & FERNÁNDEZ ARDANAZ, Santiago. & LÓPEZ MONTEAGUDO, Guadalupe. & LOZANO, Arminda. & MARTÍNEZ MAZA, Clelia. & PIÑERO, Antonio. Colección: Historia Serie Mayor. Madrid. Cátedra. 2010 (3ª edición). Página 370. Hilario: Un delito, la posesión excluyente. Arrianismo. “(…) La crisis arriana obligo a revisar todos los datos bíblicos. También y, sobre todo, los referentes a las cuestiones sociales. Hilario se dio cuenta del problema e inmediatamente después de los concilios de Milán del año 355 y de Bézière del año siguiente, dedicó amplio espacio a confutar a los arrianos “que colocan su cumplimiento en el cumplimiento de la Ley de Israel como el joven rico del Evangelio”. (Commentarius in Matthaeum XIX, 6-29, que entre otras cosas provocó su exilio a Frigia). El “joven rico” como Israel (=Imperio Romano) confiaba en el cumplimiento de la Ley (=derecho romano) y, en ella se gloriaba (legis fiducia gloriabatur), aunque en realidad no la obedecía, en cuanto “eliminaba a los profetas (=los antiarrianos) y caía en la idolatría de las monedas (…)”. (5). BLAZQUEZ, José María. “Oriente y occidente en el Mediterráneo. Estudios de arqueología, historia y arte”. Colección: Historia. Serie Menor. Madrid. Cátedra. 2013 (1ª Edición). Página 495. El soborno de la Iglesia Antigua. “(…) El obispo arriano Eusebio de %icomedia bautizó a Constantino, estando próximo a morir (Hieron. Chron. A. D. 337) en 337 (…)”. 20
(6). BOFARULL Y MASCARÓ, Próspero. “Colección de documentos inéditos del Archivo General de la Corona de Aragón. Procesos de las antiguas Cortes y parlamentos de Cataluña, Aragón y Valencia custodiados en el Archivo General de la Corona de Aragón y publicado de Real orden por su cronista”. Tomo IX. Barcelona. Establecimiento litográfico y tipográfico de D. José Eugenio Monfort. 1851. www.colecciondocumentosdelaCoronadeAragon9.pdf. Página 237. XXXIX. Prosigue la historia de los reyes godos, desde Teudisclo hasta Recesvinto, y los obispos de Urgel que hubo en este tiempo. “(...) Prosiguiendo la historia de los reyes godos, se nos pone delante Teudisclo, que fue capitán de Teudio, su antecesor, y por su muerte fue elegido rey, aunque no reinó mas de un año, porque, no pudiendo los godos sufrir sus deshonestidades, le mataron en Sevilla en el año de 548. Agila fue rey de los godos, y era arriano y persiguió á los católicos con gran coraje. Este se valió de los romanos contra Atanagildo, que aspiraba á quitarle el reino, como á la postre se lo quitó, después de haber reinado cinco años, y huyó á Mérida, y aquí fue muerto de los suyos, por su poco valor y ánimo. Este rey volvió los romanos á España, y después tuvieron sus sucesores harto en que entender, para sacarlos de ella. Fue su muerte el año 553. Atanagildo fue sucesor del antecedente, y en vida de él se quiso algunas veces levantar con el reino, y no pudo salir bien con ello, hasta que le dejó vencido y muerto. Este rey dejó la secta arriana y murió católico, aunque no lo osó publicar por temor de los godos, que eran arrianos. Sobre el tiempo en que murió discrepan los autores, pero Marco Máximo, á quien sigo en todo lo que puedo, dice que murió el año de 568. / (Página 238) Muerto este, vacó el reinado algunos años; otros, y es lo mas verisímil, solo dicen haber sido esta vacante de meses: sea como quiera, Liuva fue rey, y el segundo año de su reinado tomó por compañero á Leovigildo, hermano suyo, á quien dio lo de España, y él se quedó con lo de Francia, que lo gozó solo un año, y murió el de 570. En tiempo de este rey ó poco antes, que fue el año de 568, nació el maldito Mahoma, que tanto daño y fatiga ha causado en el mundo, como es notorio, y experimentó antes de muchos años nuestra España. Por muerte de Liuva quedó solo en el reino Leovigildo, su hermano. Casó este con Teodosia, hija de Severiano, que descendía de sangre real; y don Lucas de Tuy dice que fue hijo de Teodosio, rey de Italia, y era capitán y gobernador de la provincia de Cartagena. Su mujer fué Teodora, de quien hubo muchos hijos, que fueron san Leandro y san Isidoro, ambos arzobispos de Sevilla; y el otro san Fulgencio, que lo fue de Écija, y después de Cartagena: las hijas fueron Teodosia, que, como dije, casó con nuestro rey Leovigildo, y la otra se llamó Florencia, que fue virgen y abadesa de un monasterio.
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Fue Leovigildo arriano, y como tal persiguió cruelmente á los católicos: tuvo dos hijos, Hermenegildo y Recaredo; y al mayor, después de haberlo perseguido, lo mandó matar, solo porque era católico, y hoy está en el número de los santos mártires, como diremos después en otro lugar. Tomó el rey para su fisco las rentas de las Iglesias, quitándoles los privilegios y prerrogativas, y lo que peor era, hizo á muchos apostatar con halagos y dádivas, y á otros con fuerza y con tormentos. / (Página 239) En tiempo de este rey, y en el vizcondado de Ager, que el abad Juan de Valclara, que después fue obispo de Gerona, llama Montes Agerenses, vivía un caballero llamado Aspidio, el cual era señor de aquella tierra: este se levantó con ella y tomó armas contra del rey, que envió contra de él sus ejércitos, y le venció y prendió á su mujer é hijos y se los llevó cautivos, sin decir á dónde; y la tierra quedó confiscada, con todas las riquezas y tesoros que tenia; y después el rey tomó algún concierto con él y le volvió la tierra que le había quitado, con alguna mayor sujeción, asegurándose que le sería bueno y fiel vasallo. El abad Viclarense, que cuenta esto, le llama senior, y Morales y Mariana se detienen mucho en declarar esta palabra senior; pero como en los Usajes de este principado de Cataluña es tan usada, nadie hay en él que ignore su significación. Las demás cosas de este rey dejo, como ajenas de mi instituto, por haber muchos que las tratan: solo diré que murió católico, que no fue poca dicha para él, y que mostró grande arrepentimiento de haber sido arriano y perseguido á los católicos; y en señal de esto, mandó alzar el destierro á san Leandro, y que Recaredo, su hijo, estuviese á consejo de él y de san Fulgencio, sus tíos: y esta fue la mayor riqueza que le pudo dejar, porque con tales consejeros, salió muy católico, justo y buen príncipe, como diremos después. Murió Leovigildo, miércoles á 2 de abril, día de santa Teodosia, al amanecer, año de 587, y quedó sepultado en Toledo, en santa María la Vieja. Había sido grande la persecución de los católicos en tiempo de los reyes pasados, que casi todos habían sido arrianos. Entró la herejía en ellos de esta manera: cuando / (Página 240) vinieron á las tierras del imperio, pidieron al emperador Valente, hereje arriano, obispos y maestros que les enseñasen la doctrina cristiana y bautizasen; y el mal emperador, en vez de darles varones católicos, les dio maestros y prelados arrianos, y estos les inficionaron de manera, que casi toda aquella nación quedó manchada de esta herejía. %o quedó el mal emperador sin pago de su maldad, porque, en una batalla tuvo con los godos, fue vencido, y se retiró á una casa pajiza, donde se escondió, por no venir á poder de sus enemigos; pero ellos, que lo supieron, metieron fuego á la casa y lo quemaron vivo, el año de 382, llevando de esta manera el debido pago de haber engañado á aquella nación con la herejía arriana, que duró en ellos hasta este tiempo del rey Recaredo, hijo de Leovigildo, que, con los 22
buenos consejeros y ayos que su padre le dejó, salió tan buen rey y tan católico, que pudo ser ejemplo y dechado de reyes. De él y de sus hechos tratan todos los historiadores, así eclesiásticos como seculares, y nunca acaban de engrandecer su religión, piedad y virtud. A instancia suya se juntó el concilio Toledano tercero, en que, entre otras cosas santas y buenas que se hicieron, fue condenar por mala y abjurar la herejía de Arrio, y confesar la fe católica. Celebráronse, sin este, en España otros concilios, y las cosas de los católicos hallaban gran favor en el rey, que después de haber reinado mas de quince años, murió con universal dolor y sentimiento de todos los católicos, el año 601 de Cristo señor nuestro. Liuva fue hijo de Recaredo y tomó el reino luego de muerto su padre, y le duró no mas de un año, porque se levantó un caballero de gran linaje, llamado Viterico, y de / (Página 241) pequeña conciencia: este le prendió y cortó una mano, y después le mató, habiéndose ya alzado con el reino. Esto pasó el año de 604. Dicen que este rey se llamaba Liuva, y que era bastardo. Viterico, después de muerto Liuva, quedó con el reino, y reinó con poca honra, y jamás quedó con victoria cumplida en las batallas que tuvo con los romanos, que aún perseveraban en querer ser señores de España, Reinó algunos siete años, y por los muchos desafueros y agravios hizo á los suyos, le mataron el año de 609, y Tarragona batió moneda en honra suya. Gundemaro vino después de Viterico: fue buen rey y muy católico, alcanzó algunas victorias de los romanos, y concedió que los malhechores que se acogiesen á las iglesias, quedasen seguros. Reinó solo dos años no cumplidos. Murió el de 612, según Morales, ó 617, según otros. Sisebuto fue sucesor de Gundemaro. Fue muy valeroso y alcanzó de los romanos algunas victorias, y edificó algunos templos, como el de santa Leocadia de Toledo, y otros. Sobre los años que duró su reinado y el que murió hay mucha discrepancia en los autores. Siguiendo á Illescas en su Pontifical, murió el año de 619, y después de haber ocho y medio años que reinaba. Morales dice haber muerto el año de 621. Recaredo segundo, siendo niño, quedó, por muerte del padre, rey; pero no llegó su reinado á un año, porque murió al séptimo mes después del padre, y así algunos autores no lo ponen en el número de los reyes godos. Suintila, el que vino después de Recaredo en el reino de los godos, fue hijo del otro rey Recaredo primero, y por / (Página 242) la tiranía de Viterico y sucesión de Gundemaro, no pudo alcanzar el reino que le pertenecía, pero, por ser gran caballero y muy virtuoso, le tomó por yerno el rey Sisebuto y le hizo capitán general, y después, por muerte de Recaredo segundo, fue alzado por rey, y fue el primero que se vio señor y monarca de toda España, porque acabó de sacar del todo á los romanos. Dejó tres hijos: Rechimero, que le premurió, Sisenando y Chintila, que el uno tras del otro le fueron sucesores, aunque algunos no quieren que le 23
fuesen hijos. Duróle el reino poco más de diez años, porque murió el de 631. Las costumbres del rey Suintila fueron tales, que obligaron á sus vasallos á desampararle y tomar por rey á Sisenando; y aunque al principio de su reinado tuvo algunas faltas, pero enmendado de ellas, fue buen rey y católico; y en su tiempo se congregó el cuarto concilio Toledano, y después de haber reinado cinco años, murió el de Cristo 636. Chintila fue muy buen rey y muy católico, y en su tiempo se celebraron el quinto y sexto concilios Toledanos. Floreció en su tiempo la virtud, porque había muchos obispos santos; reinó cuatro años poco mas ó menos, y murió el de 640. Después de Chintila eligieron los godos por rey á Tulga, caballero muy principal y virtuoso: fue muy católico, y el reinóle duró solo dos años, y murió antes de entrar al tercero, en el de 642, ó de 640, según opinión de otros. Chindasvinto, valiéndose de los medios que le fueron mas á propósito, no reparando en si eran lícitos ó no, fue elegido rey de los godos, y con violencia tomó posesión del reino; pero sentado en el solio real, fue muy católico y virtuoso, y muy celoso de la honra de Dios. Celebróse en su / (Página 243) tiempo el concilio Toledano séptimo, y por su diligencia se halló el libro de los Morales de san Gregorio sobre Job. Tomó por compañero y sucesor en el reino á Recesvinto, su hijo; fue su reinado muy pacífico, sin rastro de guerras ni herejías, y duró diez años, y murió el de 652, ó 650, según otros. Recesvinto, hijo del precedente, quedó en el reino. Fueron tantas sus virtudes y cristiandad, que no acaban nunca los historiadores de decir bien de él; y como mi intento solo es dar noticia de los señores de los pueblos ilergetes y condado de Urgel, lo dejo, remitiéndome á los autores que cita Gerónimo Pujades, que hablan de este buen rey. Dejó un hijo llamado Teodofredo, á quien el mal rey Vitiza mandó quitar los ojos; y fuera más útil á España que le mandara quitar la vida, porque no engendrara á sus dos hijos Acosta y Rodrigo, que fueron los que por sus vicios, negligencias y pecados perdieron nuestra España. Reinó diez y ocho años, y murió el de 672. Celebráronse en su tiempo muchos concilios. Continuando la sucesión de los obispos de Urgel, después de san Justo que, como queda dicho, murió el año de 546, le hallo sucesor á Simplicio, de quien hallo memoria y firma en tres concilios en que asistió; estos fueron el Toledano tercero que, según parece, se celebró el año 589, en el cuarto año del rey Recaredo, era de 627. Asistieron á este concilio sesenta y tres obispos y cinco procuradores de otros tantos ausentes, y en él se ordenaron muchas cosas santas y buenas, y abjuraron la herejía de Arrio, como refieren largamente el doctor Padilla, Morales y otros / (Página 244) que hacen larga memoria de lo que pasó en este sagrado 24
concilio. Asistió al de Zaragoza, celebrado en el sexto año del reinado de Recaredo, siendo pontífice el papa Gregorio, año 630 de la era de César, que corresponde al de 592 del Señor. Los cánones que de este concilio se hallan son tres: en el primero dispone como han de vivir los clérigos que, dejada la herejía de Arrio, se convierten á la fe católica; en el segundo que se denuncien las reliquias de los arrianos muertos, que entre ellos eran venerados por santos, para que sean quemadas; en el tercero que las iglesias de los arrianos sean de nuevo consagradas por los obispos católicos. Asistió también á otro concilio se celebró en Barcelona en el año catorce del rey Recaredo, era 637, que es el año de Cristo 599. En él se ordenaron cuatro cánones: el primero que por la celebración de las órdenes no pidan ni reciban nada los obispos; el segundo, que ni por la crisma se da para bautizar se reciba nada; el tercero da forma en nombrar y elegir los obispos; el cuarto pone penas á los que dejaren el hábito de la religión, y contra las mujeres que quedaren en poder de los que las violentaron. Este es el segundo de los concilios celebrados en aquella ciudad. En la iglesia de Urgel está notado que fue diez y seis años obispo. Sucesor de Simplicio fue Pompedio. La memoria que hallo de este prelado fue que asistió y firmó en el concilio Egarense, celebrado en Cataluña en la ciudad de Egara, que está junto á la villa de Terrasa, en que firmaron doce obispos, y entre ellos Pompedio; y aunque en la firma no diga de donde era obispo, pero Marco Máximo, obispo de Zaragoza, en sus fragmentos históricos, que continúan la historia de Flavio Dextro, en el año 614, hablando de / (Página 245) este concilio, dice ser Pompedio obispo de Urgel. Ranario ó Ranurio es el obispo que hallo después del precedente. Este asistió y firmó en el concilio Toledano cuarto, celebrado el año de 633, que fue el tercero del rey Sisenando y undécimo del papa Honorio: este fue el más señalado de cuantos concilios se han celebrado en España, en que concurrieron setenta y dos obispos y siete procuradores de otros tantos ausentes. Lo que pasó en él escriben el doctor Padilla y otros que hacen larga relación de este concilio. Maurelio asistió al concilio octavo Toledano que se juntó en tiempo del rey Recesvinto, en el año 653 de Cristo nuestro señor. Halláronse en él cincuenta y dos obispos, doce abades y otras dignidades, diez vicarios de obispos ausentes y diez y seis varones ilustres. Asistió también al concilio Toledano nono, celebrado el año 655 del Señor y séptimo del rey Recesvinto, al que asistieron diez y seis obispos, nueve abades y cuatro varones ilustres. De lo que pasó en ellos hacen larga memoria los autores citados. En tiempo de estos reyes se usaba en España señalar los católicos sus iglesias, por diferenciarlas de las de los arríanos, porque en un mismo tiempo y pueblo había iglesias de los unos y de los otros; y no solo señalaban los templos, mas aún los sepulcros, edificios, pilas de agua 25
bendita y todo lo demás les parcela, para que se supiesen cuyas eran las tales cosas. El señal era una cruz, y bajo las dos letras alpha y omega que son la primera y la prostera del alfabeto griego, en esta forma. Y en algunas partes de otra, esto / (Página 246) es, que hacían la cifra antigua del lábaro, que significaba el nombre de Cristo, que era una X y en medio de ella una P, de esta manera: donde quedó el uso de escribir Cristo Xps, y al lado de la cifra ponian el alfa y omega, de esta manera; y esta costumbre se continuó muchos años aun después de la venida de los moros á España, y se observó en los autos y escrituras públicas en el principio, antes de las primeras letras, y por haber sido esta muy común, es bien se sepa el principio de ella. Mayor herejía de Arrio fue quitar á Jesucristo nuestro señor la igualdad que en la divinidad tiene con el Padre eterno, y hacerlo á él inferior en todo: por esto quien quería mostrar une no seguía este error, sino la doctrina católica, representando á nuestro redentor Jesucristo por la cruz ó por la cifra de la X y de la P, confesaba también su entera divinidad igual con la del Padre, poniendo aquellas dos letras griegas A y [Omega escrita en griego], por las cuales, en el Apocalipsis, se nos enseña la verdadera divinidad de Jesucristo nuestro redentor. Presupuesto que estas dos letras son la primera y postrera del alfabeto griego, dice allí en el Apocalipsis nuestro señor Jesucristo de sí mismo, por boca del apóstol san Juan: Yo soy alpha y omega; y declarólo mas, añadiendo principio y fin, que es atributo y propiedad de la divinidad de Dios, que no puede competir sino á quien es verdadero y enteramente Dios, pues otro no puede ser principio y fin / (Página 247) de todas las cosas. Por esta causa los católicos de estos tiempos, por darse á conocer y diferenciarse de los arrianos, se señalaban con este blasón de la alpha y omega, como firme testimonio de su verdadera fe, porque un arriano no confesara esto de Jesucristo nuestro señor. Este uso de este católico blasón hallamos venir de mas atrás, pues en las monedas del emperador Majencio y de su hermano Decencio está esculpido, como lo notan don Antonio Agustín y Guillermo Coul en sus libros de medallas. Estos dos hermanos se levantaron con el imperio contra Constancio, habiendo muerto el emperador Constante, su hermano: y porque Constancio era muy arriano, ellos quisieron dar á entender de sí como eran católicos, y por esto pusieron en sus monedas y banderas la cifra de la X y de la P, que son las dos primeras letras con que en griego se escribe el nombre de Cristo señor nuestro, añadiendo á los dos lados la alpha y omega, para confesar su verdadera divinidad igual con la del padre; y con esto llamaban á los católicos para que les siguiesen, mostrando que ellos lo eran. En Cataluña he observado muchos edificios antiguos con esta santa señal; en Barcelona se ve sobre la puerta mas principal de San Pablo y en la inscripción ó epitafio del sepulcro de Vifredo, conde de Barcelona, que 26
está en aquella iglesia, el cual trae el doctor Pujades en su historia, lib., tercero, cap. 89. Está al principio del epitafio y al fin de él, para denotar cuan católico fue aquel príncipe. En Lérida, en la puerta de San Berenguer ó del castillo, en la iglesia Mayor, en la piedra de ella está también grabado, así como también en el real monasterio de Poblet, sobre la puerta mas principal; y en el monasterio de San Miguel de Escornal / (Página 248) bou, en el campo de Tarragona, hasta en las pilas del agua bendita lo ponían, como lo vemos hoy en San Justo de Barcelona, en una pila que está á la mano derecha de los que entran por el portal mayor de aquella iglesia. Pues de los edificios que se hallan en Castilla y sepulcros no digo nada, por haberlo trabajado muy bien el maestro Ambrosio de Morales, en su historia, de quien se ha sacado casi todo este discurso. Wamba, á quien el vulgo llama Bamba, fue nombrado rey de los godos, después de Recesvinto: sus cosas, así en orden á los cuentos del vulgo, como á la verdad de sus hechos, cuentan Gerónimo Pujades y otros que él alega; lo cierto es que fue nombrado rey con consentimiento de todos los godos, y era tanta su modestia, que ni el aplauso universal y deseo de todos le obligaban á tomar el reino, hasta que un godo, con gran valor, le amenazó de muerte si no consentía á la voluntad de todos; y así le aceptó estando en la ciudad de Toledo, veinte días después de muerto el rey su antecesor. En su coronación se vieron señales extraordinarias: de encima la cabeza del rey salió un vapor como de humo, á modo de columna que subía hacia el cielo, y tras este voló una abeja también hacia arriba, habiendo salido de la cabeza del rey: indicios ciertos de la suavidad y buen gobierno había de tener el nuevo rey, y así lo sintieron todos los que lo vieron. Paulo, mal vasallo suyo, se le rebeló, y los moros de África, con armada poderosa, embistieron á España; pero á todos resistió el rey, y con dicha acabó la guerra, quemando los navíos á los moros, y dando á Paulo con benignidad el castigo merecido por su infidelidad y atrevimiento. / (Página 249) Habla muy á menudo entre los obispos de España diferencias sobre los límites de sus obispados, y en averiguación de ellos gastaba lo mas del tiempo el buen rey Wamba, que, sobre esto, se tomase regla cierta y se atacasen las discordias. La instancia del rey fue eficaz, y se hizo la división; y dejada la de los otros obispados, diré solo como á la metrópoli de Tarragona asignaron por sufragáneos los obispados de Urgel, Lérida y Huesca, así como antes lo eran, y los límites de estos tres obispados se designaron de esta manera: Urgel, desde Aurata hasta %asona, y de Mucanera hasta Vala. Lérida, desde %asona hasta Fuente Sala, y de Lora hasta Mata. Huesca, desde Esplana hasta Cobello, y de Esperle hasta Ribera. Qué términos fuesen estos y qué lugares, sería cosa dificultosa la averiguación de ellos, por ser los mas poco usados y casi desconocidos. Con esta división supo cada obispo la que era suyo y lo que le tocaba, y 27
cesaron los pleitos, si algunos había; y con esto y algunos concilios que se juntaron, quedó el estado eclesiástico muy obligado al rey, como á su amparo y protector que era. Ocupado el rey en estas cosas y otras del servicio de Dios y bien de sus reinos, se levantó un conde llamado Ervigio, que era primo hermano del rey Chindasvinto, y codicioso de reinar, tuvo traza como dar al rey ponzoña, que no le hizo otro daño mas de quitarle la memoria; y conociendo Wamba que con aquel accidente mal podría cumplir las obligaciones de rey, dejó á los grandes la administración del reino y se / (Página 250) recogió á un monasterio del orden de san Benito, donde vivió siete años y tres meses, sirviendo á Dios nuestro señor, que es el verdadero reinar, después de haber tenido el reino de los godos nueve años, un mes y catorce días, que acabaron el año de 681 Flavio Ervigio, que dio el veneno á Wamba, sucedió en el reino, ora sea porque el rey se lo diese, ora porque él por fuerza se lo tomase. Era Ervigio hijo de una hermana del rey Chindasvinto, de quien habia quedado un hijo; pero no fue rey, porque entre los godos el reino no se heredaba por sangre, sino que se daba por elección, aunque á la postre vino á ser hereditario. El favor y poder de Ervigio era mayor que el del hijo del rey Chindasvinto, y por mejor asegurarse de los deudos de Wamba, casó una hija que tenia con Egica, primo hermano del rey Wamba. Fue este rey muy católico y bueno, aunque no lo fueron los medios por donde le vino el reino. En su tiempo hubo en España mucha hambre; reinó quince años, y murió el de 688. Egica, primo del rey Wamba, fue sin contradicción alguna rey de España. En él se enfrió la virtud y religión de los reyes godos. En el comienzo de su reinado echó de sí a la reina su mujer; fue muy enemigo de su sangre, y desterró al duque Favila, padre que fue del infante don Pelayo, á la ciudad de Tuy, donde vivía también Vitiza, hijo del rey, y tal ó peor que él, el cual trabó un día razones con el duque , y le dio con un palo que llevaba en la cabeza, y murió del golpe. Murió Egica el año 702, después de haber reinado trece años. Vitiza, hijo de Egica, fue rey de los godos, que así / (Página 251) como mas se iban acercando á su fin, tanto mas iba desfalleciendo y menguando la antigua nobleza y valor; y si el padre fue malo, Vitiza fue peor: al principio dio muestras de bueno, mas presto descubrió los vicios y maldades que en el corazón tenía encubiertos. Desterró de sus reinos al infante don Pelayo, y tomó públicamente muchas mancebas, permitiéndolo con ley á sus vasallos. A los clérigos no solo dio licencia para casarse; más con violencia les obligaba á ello. Quitó el obispado de Toledo á Sinderedo, á quien el arzobispo don Rodrigo llama varón claro en el estudio de santidad, y puso en su lugar un hermano ó hijo suyo, llamado Opas, para que acabase de corromper á los eclesiásticos, así como él habia corrompido á los laicos. Procuró haber á las manos á Teodofredo, 28
hijo del rey Recesvinto y padre de Acosta y de Rodrigo, y le quitó los ojos: á los hijos no lo pudo, porque se dieron cobro. Por estas y otras muchas maldades vino á ser aborrecido de todos, y con esto tuvo Rodrigo buena ocasión de alzarse contra él y sacarlo del reino. Quedó Vitiza preso, y Rodrigo le quitó los ojos, así como él los habia quitado á su padre, y le envió á Córdoba, donde acabó sus dias. Dejó dos hijos, que después, juntados con los moros, ayudaron á la destrucción de España. Reinó nueve años, y murió el de 711. Continuando los obispos de Urgel que lo fueron por estos tiempos, hallo después memoria de Teuderico, á quien llaman algunos episcopologios, segundo; pero esto no lo afirmo, porque no ha venido á mí noticia el primero. De este prelado hallo que en el concilio Toledano decimotercio, celebrado el año de 683, siendo rey Ervigio, asistió / (Página 252) Florencío, su vicario, que firmó por él. Juntáronse en este concilio cuarenta y ocho obispos, ocho abades, veinte y siete vicarios ó procuradores de obispos ausentes, y veinte y seis condes ó varones ilustres. Celebróse en su tiempo el concilio decimoquinto Toledano, siendo rey Egica, el primer año de su reinado, que fue el del Señor 688. Asistieron en él sesenta y un obispos, doce entre abades y otras dignidades, y cinco vicarios de obispos ausentes, y entre ellos Florencio, presbítero, que firma por Teuderico, obispo de Urgel, y diez y siete condes. Celebróse asimismo el decimosexto concilio Toledano, en el año de 693 y sexto del rey Egica, en que asistió nuestro obispo personalmente. Halláronse en él cincuenta y ocho obispos, cinco abades, tres vicarios de obispos ausentes, y diez y seis entre condes y varones ilustres de la casa y corte del rey. De lo que se ordenó en los concilios tratan largamente el doctor Padilla, Morales y otros. Después de este año no hallo memoria de otros obispos, y los hubo, cierto, que con su rebaño se retiraron á lo mas áspero de los Pirineos, donde jamás faltaron cristianos y templos en que se celebró misa, que, por ser tierra tan áspera, se pudieron allá conservar muchos años (...)”. Página 253. XL. De los últimos reyes godos, y de la pérdida de España. “(...) Los dos hermanos Acosta y Rodrigo reinaron después de Vitiza, no se sabe si juntos ó uno después de otro, lo cierto es que Costa murió luego en el primer año, y Rodrigo, que era el menor, se quedó con el reino. Era Rodrigo hombre sabio y valiente, pero en los vicios y costumbres muy semejante á su antecesor Vitiza. Fue cruel, injusto y deshonesto, y con sus depravadas costumbres acabó de corromper y estragar todo lo que había quedado sano, solicitando con toda prisa el castigo de las culpas de los míseros españoles y el azote de Dios. Acontecieron prodigios que anunciaron la pérdida de España que tan cerca estaba, y los mayores eran los pecados públicos y poco cuidado del remedio de ellos. La torre encantada de Toledo fue vaticinio cierto de estos males, pues dio las efigies de los ejecutores de la ira de Dios: es muy 29
sabido esto, y como cosa apartada de los pueblos ilergetes, la dejo. San Isidoro, obispo de Sevilla, en sus Varones ilustres, el venerable Reda y san Metodio, de quien hace memoria san Gerónimo, lo habían muchos años antes profetizado, y Merlín, mágico inglés, también lo dijo. El demonio, ufano de estas desdichas, se publicó autor de ellas, y por boca de una endemoniada, en el mes de octubre de 713, que fue pocos días después de perdida la primera batalla, respondiendo al exorcista / (Página 254) que la conjuraba, dijo que acababa de llegar de España, donde había causado grandes muertes y derramamiento de sangre. %o creía el rey don Rodrigo que estas profecías tuvieran cumplimiento en sus días, ni gustaba que los subditos lo creyesen, para continuar con mas libertad el pecado; antes en vez de aplacar la ira de Dios con ruegos, penitencia y enmienda de costumbres, añadía cada día males á males, amontonando ofensas á Dios, y lo mismo hacían los hijos imitando á su rey. %o había mujer segura á sus deseos, ni reparaba en el estado ó calidad de la que le caía al ojo; enamoróse de la Cava, hija del conde don Julián, caballero español descendiente ó hijo de romanos. Criábase esta señora en el palacio real con la reina, porque era costumbre de los godos criar las hijas de los grandes en el palacio real con la reina. Con halagos no acabó nada el rey con ella: usó de la fuerza, que fue despeñarse á sí y á sus reinos. Estaba el conde ausente y supo el estupro de la hija; la venganza que propuso en su corazón le sirvió de alivio y consolación en la afrenta: volvió á España, y con buena maña dio traza que el rey desmantelara los pueblos y las armas se convirtieran en instrumentos rústicos, acomodados al labor de las tierras; porque, en tanta paz, decía que mejor era gozar de los frutos de la tierra, que usar de las armas que podrían volverse contra el rey y quitarle el reino; que por haber sido poco prevenidos en esto los reyes pasados, las armas se eran vueltas contra ellos mismos, porque faltaban enemigos con quien pelear, como antiguamente. Estas y otras aparentes razones parecían al rey consejos buenos, que, como el pecado le tenía ciego, ya no conocía lo bueno ni lo malo. Creyó al conde don Julián, / (Página 255) y ejecutando lo que él le decía, preparó al enemigo la entrada. Trató Julián sus venganzas con Opas, intruso arzobispo de Toledo, y otros tales, y en sus ánimos halló el aparejo para lo que él maquinaba, porque todos aborrecían al rey y no eran poderosos para derribarle del trono real, y por eso se valieron de la gente de África: fingió que allá tenia enferma la mujer, y para consolación de la madre, pidió al rey la hija, que no se la negó, porque había ya el rey cogido lo mejor de ella, y todos se pasaron á África. Gobernaba aquella provincia Muza, como teniente del Miramamolin Ulit, señor de ella. Era Muza hombre feroz, prudente y de gran ejecución; con este trató Julián el agravio recibido del rey, la disposición del reino imposibilitado á toda resistencia y defensa, y dióle noticia de los amigos 30
que le quedaban que, para rebelarse contra el rey, solo aguardaban que él entrara en España. Estas cosas, y mas los pecados de todos, llamaron los moros: pasaron acá en diversas veces gran número de ellos, alojáronse en la Andalucía, y no hallaron resistencia; apoderáronse de todo; hizo el desdichado Rodrigo lo que pudo para resistirles, pero no lo alcanzó, porque el ocio é impericia de las armas hacia inútiles á los españoles, que habían perdido aquel antiguo valor con que triunfaron de los romanos. Quiso el rey salir en campaña; salieron con él cien mil combatientes, topó con el enemigo, pelearon ocho días sin conocerse la victoria mas por los unos que por los otros, hasta que el postrer de ellos, que fue á 11 de noviembre de este año 713, se puso el último esfuerzo en la pelea, y estando los moros para huir, que estaban de vencida, el traidor Opas, capitán del ejército del rey, que hasta esto punto le había traído / (Página 256) engañado, como traidor, se pasó á los moros, según entre ellos estaba concertado, y todos juntos dieron sobre el ejército había quedado al rey, y de vencedor quedó vencido, y de señor esclavo, y al último se salió de la batalla, y hasta hoy no se sabe de cierto qué fue de él, porque ni vivo ni muerto jamás pareció. Fue este el más triste y lamentable suceso que España haya tenido jamás y la pérdida mayor que en el mundo se haya visto, que aunque es verdad haberse perdido otros reinos y provincias, ha sido con largas angustias y guerras, acometimientos, prevenciones y avisos, así que de lejos se echaba de ver su declinación y fin; pero en España, en un punto, sin poderse prevenir ni aun pensar, cuando mas descuidada estaba y olvidada, le vino su ruina y calamidad. Pereció aquel día el nombre ínclito de los godos, el esfuerzo militar de España, la fama gloriosa del tiempo pasado; y el imperio y monarquía que duró cerca de trescientos años con guerras y valor, se vio en un solo dia perdido y acabado. El caballo del rey don Rodrigo, corona, sobrevesta y calzado fueron hallados á la orilla del río Guadalete, y muchos años después, en Viseo, ciudad de Portugal, su sepulcro. Los soldados españoles que se hallaron vivos huyeron sin hallar quien los acaudillase, y cada uno se salvó donde mejor pudo (...)”. (7). PHILLIPS, Graham. “El cáliz de María Magdalena”. Traducción de Ignacio Alonso y Concha Folcrà. Barcelona. Edhasa. 2005. Página 215. Pelagianismo. “(…) El pelagianismo toma su nombre del clérigo Pelagio, un britano que predicó una doctrina en abierta oposición a la Iglesia establecida. Se ignora dónde se originaron sus ideas, pero cerca del año 380 abandonó Britania / (Página 216) y se dirigió a Roma, donde se enfrentó al Papa. Aunque no estaba de acuerdo con la Iglesia oficial en una serie de dogmas, las mayores furias las desataron aquellas enseñanzas que cuestionaban la legitimidad de la sucesión apostólica. %o existe evidencia directa que nos permita vincular a Pelagio con José de 31
Arimatea, aunque lo que éste puso en duda fue si la situación apostólica verdadera se originaba con Pedro. En el año 416 la Iglesia le respondió declarando herejes sus enseñanzas. Además de la Iglesia, el mismo Estado extremó su vigor por si esas peligrosas ideas arraigaban, como lo habían hecho durante cierto tiempo en Britania y en la Galia. En aquel momento, la Iglesia católica era casi lo único que mantenía unido al Imperio, razón por la cual en 425 el Papa convenció al emperador Honorio para emitir una orden general contra los obispos pelagianos de la Galia. Antes de veinte días, debía renunciar de su herejía ante el obispo de Arlés o enfrentarse a las más terribles consecuencias. Aunque esa política tuvo éxito en todas partes, en Britania, donde Honorio carecía de control directo, persistió el problema. Por esa razón, san Germano, el rico y poderoso obispo de Auxerre, fue enviado a Britania como misionero para combatir la herejía de Pelagio. (…) / (Página 217) Dado que los pelagianos son conocidos por sus dudas sobre la sucesión apostólica de san Pedro, es muy posible que Pelagio, Agrícola, Severiano y sus seguidores estuvieran suscritos a una doctrina que tal vez originó José de Arimatea. Según la Vindicta Salvatoris, José fundó nunca una Iglesia en el extremo norte del Imperio; como Britania era la provincia situada más al norte, sería posible que su centro radicara allí. Resulta significativo que el pelagianismo no sólo estuviera vinculado a la historia de José de Arimatea, como aparece en los romances del Santo Grial, sino también al rey Arturo histórico (…)”. (8). MAIER, Franz Georg. “Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III-VIII”. Madrid. Historia Universal Siglo XXI. 1981 (junio. 8ª edición). Página 165. Pelagio. “(…) La figura que dio nombre a todo el conflicto fue el monje irlandés Pelagio (h. 360-h. 425), quién hizo su aparición en Roma entre los años 390 y 400 y alcanzó allí gran prestigio por sus trabajos teológicos y su vida ejemplar. Pelagio rechazaba el principio del pecado original y afirmaba que la integridad de la naturaleza humana se basaba en su libre voluntad y en la capacidad del hombre para actuar bien por su propia fuerza. Ciertamente la gracia divina era, en su concepción, una ayuda para la moralidad y santificación humana, pero no necesaria a este fin. =ominalmente no abandonó nunca la doctrina cristiana ni sus mandamientos; pero acabó por sostener el punto de vista de un moralismo racionalista, con una indudable fe en la autosuficiencia moral del hombre. Esta doctrina despertó inmediatamente la oposición de la Iglesia latina. Fue condenada ya en el año 414, en un sínodo africano, bajo la influencia de Agustín; igualmente, en el año 416, en Roma y, finalmente, en el concilio de Éfeso, en el año 431, aunque la cuestión representara allí un problema de / (Página 166) segundo orden y el más destacado discípulo de Pelagio, Juliano de Eclanum (en Campania), no fuera abiertamente 32
molestado. Agustín el teólogo más influente de la Iglesia latina fue el principal adversario del pelagianismo. Su oposición a Pelagio explica la severidad e intransigencia de su doctrina sobre la gracia y la predestinación. La controversia teológica prosiguió después de la muerte de Pelagio y, Agustín dejó inacabado su último trabajo teológico, una obra contra Juliano de Eclanum, que fue, en el fondo, un representante más dotado del pelagianismo que el mismo fundador de la doctrina. En contra de Pelagio, Agustín afirmo la total dependencia de la gracia divina del hombre pecador, como experiencia fundamental de la vida cristiana. De esta preocupación central del último Agustín partirá la línea de pensamiento que lleva a Lutero. Aunque las teorías agustinianas no fueron aceptadas en toda su crudeza, contribuyeron sin duda, a conformar esencialmente el pensamiento de la Iglesia latina en esta cuestión. El pelagianismo pervivió solo residualmente hasta el siglo VI, especialmente en la parte meridional de las Galias (…)”.MAIER, Franz Georg. “Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III-VIII”. Madrid. Historia Universal Siglo XXI. 1981 (junio. 8ª edición). Página 118. Pelagianismo. “(...) La cristología seguía siendo el tema teológico dominante en Oriente; el cisma monofisita afectó tanto a la Iglesia como a la política interior. En Occidente, la atención se centró en la doctrina de la gracia, que condujo a la llamada disputa pelagiana y a una polémica apolítica en el interior de la misma Iglesia (…)”.HERRERO DE JÁUREGUI, “Tradición órfica y cristianismo antiguo”. Colección: Estructuras y procesos. Serie religión. Madrid. Editorial Trotta. 2007. Página 318. Pelagio. “(…) En cambio, la referencia al soma-sema de Agustín (Contra Iul. Pelag. 4.15.78, 4.16.83) pretende refutar las opiniones pelagianas que niegan el pecado original del hombre –que a su vez surgían como reacción frente a la demonización de la materia en la gnosis y el maniqueísmo-. Agustín también pretende mantener una postura intermedia, que devalúa el mundo y el cuerpo como los campos donde el hombre encuentra espacio para pecar y apartarse de Dios, pero los considera obra divina y por tanto buenos. De nuevo la imagen órfica se utiliza mucho para confirmar la posición cristiana, entre gnosis-maniqueísmo y pelagianismo (…)”. (9). BLAZQUEZ, José María. “Oriente y occidente en el Mediterráneo. Estudios de arqueología, historia y arte”. Colección: Historia. Serie Menor. Madrid. Cátedra. 2013 (1ª Edición). Página 433. El soborno en la Iglesia antigua. Sobornos de Agustín contra los pelagianos. “(…) Agustín luchó encarnizadamente contra Pelagio. Alipio, amigo íntimo del obispo de Hipona, llevó a Italia la promesa de ochenta sementales criados en las fincas de la Iglesia, como regalos para los oficiales de caballería, cuyas opiniones sobre la gracia resultaron decisivas en la lucha contra Pelagio (Op. Imp. I, 42) (…)”. 33
(10). BLAZQUEZ, José María. “Oriente y occidente en el Mediterráneo. Estudios de arqueología, historia y arte”. Colección: Historia. Serie Menor. Madrid. Cátedra. 2013 (1ª Edición). Página 449. El soborno en la Iglesia antigua. “(…) Cipriano (200-258), en su controversia con Esteban, sobre la validez del bautismo de los herejes, como presidente del concilio africano celebrado en septiembre del 256, expresa su opinión en las siguientes frases: “%adie entre nosotros se proclame a sí mismo el obispo de obispos, ni obligue a sus colegas por tiranía o terror a una obediencia forzada, considerando que todo obispo, por su libertad y poder, tiene el derecho de pensar como quiera y, no puede ser juzgado otro” (…)”. (11). BLÁZQUEZ, José María. “Religiones en la España Antigua”. Colección: Historia /Serie menor. Madrid. Ediciones Cátedra. 1991. Página 366. La Iglesia africana a comienzos del siglo IV. “(…) Las gran persecución de época de la tetrarquía a comienzos del siglo IV, motivo en el %orte de África que varios obispos fueran apóstatas, traditores, como Purpurio de Limata, Donato di Massula y, Víctor de Rusivada en %umidia. Otros recurrieron a estratagemas para no dar a los funcionarios estatales las Sagradas Escrituras. Así Mensurio obispo de Cartago, entregó libros heréticos; Donato, obispo de Calama, códices medicinales; y Félix, obispo de Aptungi, epistulae salutatoriae. El obispo Pablo, en el año 303, entregó todo lo que guardaba. En el año 305 se reunieron en Cirta 10 o 12 obispos númidas para consagrar al subdiácono Silvano, sucesor del obispo apóstata Pablo, pero resultó después, ya donatista, haber sido un celoso cooperador de los funcionarios estatales, que habían buscado los códices de las Sagradas Escrituras en Cirta. En las actas de los mártires africanos Saturnino, Dativo y de varios otros de la ciudad de Abitina, celebrando la función litúrgica en casa de particulares, de Octavio Félix según el capítulo 2 y del lector Emeterio según los capítulos 10-11, se menciona al obispo apóstata Fundano, que entregó las escrituras, como obispo en otro tiempo de la comunidad cristiana “ipsius civitatis quondam episcopus”, expresión que parece indicar que había sido depuesto de sus funciones y al presbítero / (Página 367) Saturnino, bajo cuya dirección se celebran los divinos oficios (5-6, 8-10). Fueron martirizados entre los años 303 y 305. Los donatistas en el siglo IV son los continuadores de Cipriano (…). Donato de Casae =igrae, obispo númida, hizo venir a Cartago a Secundo de Tigisis, que era el obispo más antiguo de =umidia y a unos setenta obispos, que bajo su presidencia rechazaron como válida la elección del episcopado de Ciciliano, por haber sido consagrado por tres traditores, Félix de Aptunga, %ovello de Tyzicum y Faustino de Tuburbo, aunque después se demostró que era una falsedad. (…) En el sínodo reunido en Roma para zanjar el problema donatista, se condena a Donato, por rebautizar y por ordenar de nuevo a los obispos apóstatas, 34
sin duda por seguir la disciplina y las teorías de Cipriano y de la Iglesia africana del siglo III, tal como se deduce de los hechos expuestos (…) / (Página 368) El consular Zenófilo, que pasaba por ser uno de los más encarnizados perseguidores de los donatistas (Aug. Contra Crec. 3, 30, 34, Optat, 2,5) demostró que el obispo Silvano de Cirta, uno de los líderes donatistas, había apostatado y, que además era un corrompido y, que había de desterrarle del episcopado. Con este motivo se desenmascaró a otros seis donatistas, que quince años atrás, habían sido traditores. Se les desterró. La Iglesia donatista seguía, pues, la disciplina de la Iglesia africana de tiempos de Cipriano, que no era la opinión particular del obispo de Cartago, sino de la Iglesia del África del %orte (…). De todos los datos recogidos se deduce que la Iglesia de Cartago deponía aún en el siglo IV a los obispos apóstatas, lo que demuestra la concepción de que el cargo de obispo era amovible por faltas graves, como la apostasía (…)”. (12). BLAZQUEZ, José María. “Oriente y occidente en el Mediterráneo. Estudios de arqueología, historia y arte”. Colección: Historia. Serie Menor. Madrid. Cátedra. 2013 (1ª Edición). Página 433. El soborno en la Iglesia antigua. Los regalos y los donatistas. “(…) Las Iglesia donatista era la heredera de la Iglesia de Cipriano, pero encontró una fuerte oposición en Agustín. Los obispos africanos regalaron un lote grande de caballos númidas, que eran muy famosos, a los altos cargos militares de Italia, para que presionaran al obispo de Roma para que condenara a los donatistas. Se trataba de un regalo único. Siempre se regalaba dinero y objetos de gran valor, como joyas, vestidos, etc., pero no caballos (…)”.MAIER, Franz Georg. “Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III-VIII”. Madrid. Historia Universal Siglo XXI. 1981 (junio. 8ª edición). Página 50 y 51. Agustín. “(…) De otro estrato social proviene el africano Agustín (354-430), uno de los grandes doctores de la Iglesia, al que se dio el título de Doctor gratiae. Hijo de una familia curial pequeño burguesa, se dedicó, con grandes dificultades financieras, a los estudios universitarios y vivió durante mucho tiempo en Roma y Milán como profesor particular de brillante futuro, pero insatisfecho de sí mismo. Profundas dudas religiosas que describe en sus Confessiones, le impulsaron a la conversión, bajo la influencia de Ambrosio. Pero en poco tiempo, a partir del año 396, Agustín se convirtió, en su diócesis de Hipo Regius (Hipona), en el obispo dirigente de la Iglesia africana. Ocupado hasta el fin de sus días en sus obligaciones pastorales, en las luchas políticas de la Iglesia y en las disputas teológicas, murió el año 430, junto a la guarnición de Hipona, asediada por los vándalos. Tres temas centrales se destacan en sus trabajos teológicos: las polémicas con el maniqueísmo, la lucha contra los donatistas y el esfuerzo por dilucidar la 35
cuestión de la gracia y del libre albedrío. Su fama como teólogo, su fuerza de persuasión y su no pequeño tacto político-eclesiástico contribuyeron decisivamente a salvar al África cristiana de su total caída en manos de la sexta donatista (…)”. (13). BLÁZQUEZ, José María. “Religiones en la España Antigua”. Colección: Historia /Serie menor. Madrid. Ediciones Cátedra. 1991. Página 373. Los orígenes del ascetismo hispano: Prisciliano. “(…) Prisciliano (…) Hilgenfeld, Kunstle, García y Villada lo tienen por hereje. Esta es la / (Página 374) interpretación que ha prevalecido en España desde que Menéndez Pelayo se empeñó en defender su heretodoxia. (…) La tendencia actual entre los investigadores es a no considerarle hereje (…)”. Página 377. Los orígenes del ascetismo hispano: Prisciliano. “(…) Por hereje lo tuvieron su biógrafo Sulpicio Severo y otros escritores eclesiásticos, como San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín, Orosio, Inocencio I, Zósimo, San Vicente de Lerins, próspero de Aquitania, Toribio de Astorga, León I, Hidacio, Virgilio, Gregorio Magno, San Isidoro etc (…) y los datos que se espigan en la obra de autores eclesiásticos antipriscilianistas de Orosio y Agustín, no arrojan la suficiente luz sobre su persona y vida. Su familia era noble y rica (Chron. 11 46, 3) como lo fueron las de una serie de eclesiásticos hispanos de primera fila en estos años, Juvenco, Prudencio, Orosio e Hidacio (B. Vollmann RE IV, pag. 490). Debió nacer hacia o antes de 350, pues al ordenarse de sacerdote, poco después del 380 tenía que tener por lo menos treinta años (…)”. Página 377. La formación ascética de Prisciliano. Propagación de su doctrina. Tachado de mago y gnóstico = Iglesia del Camino. Egipto = Prisciliano. Priscilianistas = Vegetarianos. Priscilianistas = Aceptaban a las mujeres en las iglesias. Hieracitas = Herederos de la gnóstica Iglesia del Camino. “(…) Se ha supuesto, pero ello no es seguro, que nació en Galicia, en fecha desconocida. B. Vollmann (op. cit. pag. 491) y Molè (op. cit) piensan más bien en providencias más ricas que Gallaecia, como eran Lusitania o la Bética. =osotros nos inclinamos a creer que era lusitano, por razones que más adelante se expondrán. Su origen galaico estaría indicado por Próspero de Aquitania (Epit. Chron. 1171), Priscillianus episcopus de Gallaecia, si esta última palabra se refiere a Prisciliano y no a episcopus, / (Página 378) que nunca lo fue de Galicia. En su juventud recibió las enseñanzas de Agape, mujer noble y de un retórico de nombre Elpidio, que le acompañó a lo largo de su vida. Su formación está basada en autores clásicos, pero solo en los latinos. %o se sabe si traducía el griego. Tampoco hay noticias de si conocía la filosofía. Su formación es jurídica y astrológica (B. Vollmann, op. cit. págs.. 491-492). A este maestro se debe, según su mortal enemigo, Idacio, su iniciación en el gnosticismo. San Jerónimo (Epist. CXXX, 3, 4) afirma que 36
aprendió la magia en las lecturas de Zoroastro y de Mago; Itacio, otro adversario encarnizado, por el contrario, sostiene que su aprendizaje en esta corriente, tan importante en el cristianismo primitivo, es obra de Marco de Menfis, discípulo directo de manes, junto al que aprendió la magia y el maniqueísmo (Isid. De vir. ill. 15). (…) En opinión del historiador inglés, la afirmación de la dependencia de prisciliano de Marco de Menfis procede de un escritor hostil a Prisciliano, pues Menfis era ciudad conocida como centro de artes mágicas, según San Jerónimo (Vita Hilat., 21; In Esaiam V 19, 11-13) y sería muy probablemente una invención de Iracio. (…) / (Página 379) Es probable que Prisciliano recibiera algunas enseñanzas de Egipto, región con la que la península Ibérica mantenía relaciones comerciales (Pallad. HL 14). (…) En su juventud la cultura adquirida era profana. Al bautizarse abominó del diablo, que fue siempre una preocupación suya y de otras corrientes espirituales, tanto paganas como cristianas, como se observa / (Página 380) en el Apologético y, renunció a la ciencia profanaba. La lucha con el demonio es un aspecto que, como en el caso de Martín de Tours (Sulp. Sev. Vita Mart. 6, 1; 17, 1, 3 5, 7; 18, 1-2; 21-23 22), vinculará a Prisciliano con la traducción monástica oriental. (…) Quizá en esta primera etapa de su vida se inició ya en las lecturas de los Apócrifos, que estuvieron tan de moda en los primeros siglos del cristianismo, lectura que le acompañó toda la vida; este hecho indica no un buen sentido crítico al elegir la literatura religiosa, en opinión de Ramos Loscertales. En un lugar desconocido de Galicia, junto con su maestro Elpidio entró en contacto con un pequeño núcleo de laicos, atraídos por la perfección, e hizo voto de entregarse totalmente a Cristo, en el momento de entrar a formar parte de la Iglesia, mediante el bautismo. El grupo de laicos se desparramó por Galicia, proponiéndose conseguir la dirección de las diócesis y transformar el modo de vida de los sacerdotes, sustituyéndolos, según morían, por otros de sus simpatizantes. Exigían a la jerarquía eclesiástica el celibato, como ya se legisló y no se cumplió después el sínodo de Elvira (canon 33). Prisciliano, en fecha imprecisa, abandonó Galicia y pasó a una diócesis de Lusitania en compañía de su maestro. En Lusitania obtuvo un gran éxito, encontró prosélitos y se formó una numerosa y abigarrada comunidad; de movimiento religioso, casi tumultuario, califica Loscertales al movimiento de Prisciliano por estos años, que no presentaba una gran semejanza con el grupo primitivo, poco numeroso, que debió desintegrarse pronto, al desparramarse sus miembros.. El priscilianismo se extendió ahora rápidamente entre el Tajo, Duero y la vía de Astúrica a Emérita en su región lusitana. Esta nueva comunidad no estaba compuesta sólo por los 37
miembros itinerantes, como la primera, sino por personas que seguían el nuevo tipo de vida en sus residencias. El periodo de incubación y desarrollo del priscilianismo es difícil de señalar, por falta de datos, pero tuvo que ser bastante antes del 379. (…) / (Página 381) Predicaba su ascetismo como doctor laico itinerante y encontró seguidores en otras diócesis, de donde eran obispos Instancio y Salviano. Se ha supuesto por Loscertales, cuyo estudio es de una gran objetividad y a quién, en parte se sigue en la exposición de los hechos, que estas diócesis podían ser las de Coria y la de Salamanca, estando ya por entonces la de Ávila ganada para esta corriente rigurosa de ascetismo. (…) %o es conocido el nombre del maestro que inició a Prisciliano en el estudio de las sagradas Escrituras y en la interpretación alegórica, en la que habían descollado figuras preclaras del judaísmo y del cristianismo como Filón y orígenes y, otros como Cirilo de Alejandría, Jimeno de Cirene, San Atanasio, Dídimo el Ciego, Eusebio de Cesárea, Cirilo de Jerusalén, Macario de Magnesia y Teodoreto de Ciro, por no citar más que autores del siglo IV o de comienzos del siguiente. El tratado sector de Prisciliano defiende la interpretación espiritual del Antiguo Testamento. %o logró nunca un gran conocimiento teológico, sino más bien buscó en la Biblia una justificación al tipo de ascetismo que predicaba. Como acertadamente escribe H. Chadwick, Prisciliano no trató, sin embargo, de crear un movimiento monástico organizado en comunidades que vivieran bajo una regla y llevaran un hábito especial. Sus seguidores parecen ser miembros de grupos de varones o mujeres y también grupos mixtos, pero sin que se les pida vivir permanentemente en casas separadas. Tienen que retirarse durante periodos de tiempo limitado, que se determinan en relación con las grandes fiestas del calendario de la Iglesia. Tampoco aparta Prisciliano a sus seguidores de la normal vida sacramental de la Iglesia, ni les disuade de llegar a ordenarse, con el razonamiento de que la ambición de poder es incompatible con la humildad monástica. Prisciliano quiere una reforma dentro de la Iglesia, no aparte y, confía en que todas las sedes de Hispania están ocupadas por ascetas con plena dedicación. Según B. Vollmann (op. cit. pag. 494) era partidario de un ascetismo fuerte. Se entregaba al ascetismo y al estudio (Bíblia y apócrifos), que es una característica / (Página 382) del movimiento priscilianista y, se dedicaba a la formación de alumnos, lo que era típico de la filosofía griega. Los cánones de Prisciliano aunque expurgados por Peregrino de posible herejía, si es que la tenían, indican bien a las claras las características y la mentalidad del ascetismo de Prisciliano. H. Chadwick los ha resumido en los siguientes términos: “Una lectura de los noventa cánones demuestra que Peregrino corrigió bien; el texto no contiene ninguna herejía. Al mismo tiempo, el 38
velo que oculta el original de Prisciliano resulta transparente. (…) Los temas básicos de los cánones pueden resumirse así: un claro dualismo, moral por lo menos y posiblemente metafísico, entre Dios y el mundo o el demonio (cánones 2 a 6); la enemistad entre la carne y Dios (28-9); una defensa del vegetarianismo y abstención del alcohol (35); peticiones de celibato (33-4), pobreza voluntaria (37) y práctica de la limosna (60), reconociendo también la convivencia del matrimonio para los incontinentes (57); la “libertad” de la Jerusalén celestial (20) y la inmunidad del hombre espiritual frente a las críticas porque posee poder para conocer incluso las cosas más recónditas de Dios (21); la abolición de la esclavitud y de las diferencias entre los sexos en Cristo (55); la distribución de los dones carismáticos a los santos (44; cf.9) y el gran valor concedido a la predicación cristiana de los laicos (61); la importancia del ministerio ejercido por los maestros de la Iglesia (“doctores” 39, “magistri” 48); desprecio hacia la locura de la sabiduría de este mundo (89; cf. 4) y la alegría en las persecuciones (81, 85, 89); la excelsa naturaleza de los elegidos (24) como hijos de Dios (72), cuyo nombre interior es una nueva imagen celestial, reformado por la gracia de Dios y la luz del conocimiento (31), en contraste con la ignorancia de los hijos de las tinieblas (23);la obra redentora de Cristo, a quién los apóstoles llaman Dios y Señor (17). Por su cruz Cristo ha abolido la atadura o “quirógrafo” (18) y nos ha salvado de la maldición del Antiguo Testamento (66). En él se hallan las riquezas y la sabiduría multiforme (10). Todas las cosas son de Dios y están en Dios (8 y 25). “El trabajo del maestro cristiano y del evangelista tiene que hacerse no sólo de día, sino también de noche (39). Tendría que imitar al apóstol siendo todo para todos los hombres (41). Cantar salmos, himnos y canciones espirituales (40). Se rechaza a los cristianos nominales (58). El justo está empeñado en una guerra espiritual con los poderes del mal (38) / (Página 383) constituyen una élite llamada a participar en un misterio para el cual Dios les ha predestinado (15 y 14). Pero tienen que estar prevenidos contra los herejes y los falsos profetas (52-3), contra aquellos cuyo dios es el vientre (50) y contra recibir indignamente la eucaristía (42). “Un canon muy tajante (46) establece que los eclesiásticos no deben litigar ante tribunales civiles; solo ante tribunales eclesiásticos, palabras que encierran una trágica ironía para el lector que conoce el final de la historia, pero que muy posiblemente reflejan la actitud de Prisciliano cuando Hidacio e Itacio, desilusionados por la moderación del concilio de Zaragoza y furiosos por la elección de Prisciliano como obispo de Ávila, acudieron a la corte de Graciano para conseguir un rescripto de represión contra los priscilianistas. Es difícil no descubrir un gesto de gratitud hacia Eucrocia en el canon 63: “Algunos han arriesgado la vida por el apóstol y, 39
a ellos no solo él les debe gratitud; también se la deben las iglesias que ellos han recibido en sus propias casas”. El canon 56 quizá sea una respuesta a los críticos que puedan acusarle de separar a los matrimonios y de fomentar la idea de dar un papel demasiado activo y profético a las mujeres dentro de la Iglesia:”Que él ordena a los fieles sujetarse a la autoridad y trabajar con las manos, a las esposas amar a sus hijos y esclavos, a los esclavos amar a sus amos y, a las mujeres guardar silencio en la iglesia y no creer que son capaces de enseñar. “Los últimos ocho de los noventa cánones hacen ver la premura de las expectaciones apocalípticas de Prisciliano. “Antes del día del Juicio vendrá el hijo del pecado que se entiende será el Anticristo” (87). De acuerdo con esto, la felicidad en el mundo presente no sólo ha de despreciarse por efímera, sino que ha de ser odiada por dañosa y nociva (89). Se afirma la resurrección de los cuerpos: los de los santos gozarán de diferentes grados de esplendor y la carne y la sangre, es decir, los apetitos de la carne, no controlarán al hombre (82). Igualmente habrá juicio (85), cielo (90) e infierno (50)”. La abstinencia de la carne y el vino se dio entre muchas sectas heréticas, como entre los abstinentes, los apotácticos, los eucratistas, los hieracitas, los montanistas y en el apologista Taciano (…)”. Página 379. Cita (19). “(…) tendencias ascéticas entre los laicos se dieron ya probablemente a finales del siglo III o a comienzos del siguiente. Como lo prueba el caso de Eulalia de Mérida (E. Sánchez Salor, orígenes del cristianismo en Lisitania, Manifestaciones religiosas en la Lusitania, pág. 81 y ss). El concilio de caesaraugusta en su canon VI condena al clérigo que para vivir más licenciosamente quiere hacerse monje. La decretal de Siricio a Homero menciona a monjes y monjas que viven juntos deshonestamente. Una carta fechada en el año 398, Jerónimo (Ep. LXI) informa de una pareja que en la Bética guardaba castidad (…)”. (14). BLÁZQUEZ, José María. “Religiones en la España Antigua”. Colección: Historia /Serie menor. Madrid. Ediciones Cátedra. 1991. Página 383. Primeras acusaciones. Sulpicio severo tachó a Prisciliano de gnóstico. Clemente de Alejandría seguía el apócrifo de Pedro. Tomás y otros apóstoles de la Iglesia del Camino. “(…) Los ataques del obispo de Mérida, Hidacio, que tuvo conocimiento del movimiento religioso por la denuncia del obispo de Córdoba, Hygino, obligaron a Prisciliano a buscar apoyo en los Libros Sagrados en defensa de su cristianismo y a hacer profesión de fe para no quedar aislado del resto del episcopado lusitano. Hygino debió actuar, en su carta a su colega de Mérida, a Prisciliano de herejía, sin concretar cual / (Página 384) era esta, si es que a esta acusación responde el Apologético al rechazar en abstracto la herejía, sin concretarla. La acusación se hizo al obispo de Mérida por depender de él, muy probablemente, Prisciliano y la mayoría de sus seguidores, quizá por 40
haber nacido en esta provincia. Los obispos en estos años detentaban el poder y procedían de familias latifundistas y se dividían en dos grandes grupos: los seguidores del ascetismo y los que estaban contra el ideal ascético (B. Vollmann, op. cit.,págs. 495-498). (…) La profesión de fe logró atraerse a varios miembros del episcopado, además de a los obispos galaicos, partidarios ahora del ascetismo que predicaban los acusados, entre ellos se encontraba el obispo de Córdoba, que se convenció de la ortodoxia y los recibió en su comunión (Chron. II, 47, 4), lo que desautorizaba con su proceder la excomunión de Hidacio. Estos hechos motivaron el comienzo de un verdadero cisma y se fortaleció la postura de los ascetas. La reacción de Hidacio ante la denuncia de su compañero de episcopado fue brusca y destemplada, como lo reconoce la Crónica (II, 46, 9); (…) lo único que consiguió fue una guerra abierta. En principio debió arremeter sólo contra Prisciliano y los obispos que le apoyaba y después contra otros miembros de la comunidad lusitana. El ataque de Hidacio y la subsiguiente excomunión debió tener lugar el año 379; entre el descubrimiento de la supuesta herejía y el Concilio de Cesaraugusta, celebrado muy probablemente en octubre del 380, transcurrirían algunos meses (…)”. (15). BLÁZQUEZ, José María. “Religiones en la España Antigua”. Colección: Historia /Serie menor. Madrid. Ediciones Cátedra. 1991. Página 396. Los seguidores de Prisciliano. Monjes de Egipto. “(…) Está claro en las fuentes que en el movimiento priscilianista desempeñaron un papel importante las zonas rurales, empobrecidas, poco romanizadas y todavía paganas, como era la casi totalidad de Hispania, donde principalmente arraigo, como en Galicia y en Lusitania, también san Martin de Tours ejerció su acción en regiones paganas (Sulp. Sev., Vita Mar. 11, 5; 13; 14, 3), al igual que los hombres de Egipto, como se desprende de la Apothtegmata patrum; pero las fuentes y los autores contemporáneos aluden a la difusión no sólo entre los ambientes campesinos, incluso de Aquitania (Chron, II, 46, 5), sino entre el proletariado urbano, como se deduce del hecho de que encontró apoyo entre los obispos Instancio, Salviano, e Higinio, de que Prisciliano fuese obispo de Avila, de que la plebe urbana de Mérida –auzada por su obispose opusiese a los seguidores en la capital de Lusitania y, después de ajusticiado Prisciliano en Tréveris, una seguidora, Urbica, fuese lapidada en Burdeos, en una revuelta de la plebe (Prosp. Chron. ad. a 1187): seditionem vulgi lapidibius extincta est. Entre los seguidores de Prisciliano se encuentran también gentes pertenecientes a las clases altas y cultas de la sociedad hispana o de Aquitania, como indica Sulpicio Severo (Chron., II, 48, 14), que acogieron a Prisciliano en sus posesiones y le acompañaron a Roma. Patroniano era un poeta (hier. De virir inll., 122) que fue ajusticiado en compañía de Prisciliano. Retores eran Elpidio y 41
Tiberiano, condenados al destierro y a la confiscación de los bienes en Tréveris. Estos nombres prueban que el movimiento priscilianista alcanzó también a los intelectuales. M. Sotomayor y B. Vollmann (op. cit. pág. 522) señalan que los principales dirigentes eran gente culta y, pertenecientes a la clase social alta, que a partir de la crisis del siglo III esperaban una total renovación del orden social en el ascetismo y encontraban en él consuelo. Esta corriente ascética se da también entre los filósofos paganos y anticristianos, como Plotino y Porfirio. El priscilianismo reclutó, pues, adeptos entre los latifundistas (en cuyas posesiones se reunían), entre los intelectuales y entre el proletariado rústico y urbano. Los mismos círculos, aristocracia terrateniente y campesinado, son los que se oponen, por los mismos años, a la propagación del cristianismo. (…) / (Página 397) es muy probable que para la fecha en que predicaba Prisciliano su ascetismo, gran parte del colonato y proletariado hispano estuviera ya aplastado de contribuciones y totalmente empobrecido, lo que hizo que se recibiera a los bárbaros como liberadores, en opinión de Orosio (VII, 40. También Lact. de norte pers. 7,Zos. II, 38, Salv. de gubern. dei-3334). El proletariado podía encontrar una evasión a su desastrosa situación económica en el movimiento priscilianista, a lo que se unen la autoridad espiritual de los patronos ejercida sobre él y las tendencias mágicas y astrológicas que hubo en este movimiento, si es que se remontan a la época de Prisciliano (como quiere Orosio), vinculadas con los cultos astrales, a los que fueron tan inclinados los pueblos del noroeste y de Lusitania, negadas por Prisciliano en sus escritos, pero condenadas en el Concilio I de Toledo (cánones XV, XVII) y en el de Bracara (cánones IX, X, XIV). (…) / (Página 398) la magia desempeña un papel importante. A los gnósticos les acusa de magia Ireneo, como a Menendro, el sucesor de Simón Mago, “que llegó también al último extremo de la magia” (Adv. haer. I, 23, 5) y a los harpocracianos (Adv. haer., 25), que “practican las ates mágicas, los filtros y los medios de conseguir favores amorosos, el dominio de los expectros, el envío de sueños y demás malas artes…”. (…) La ofensiva contra Prisciliano del obispo de Mérida –Hidacio-, de los obispos que le apoyaron y del delegado del concilio para volverlos a la disciplina eclesiástica obligó a los seguidores de prisciliano a consagrarlo obispo para afianzar su posición, apoyada hasta la celebración del concilio cesaraugustano, por los dos obispos lusitanos citados. Precisamente M. Sotomayor señala, como característica del movimiento priscilianista, su tendencia inicial “episcopaliana”, es decir, la reforma se hacía desde las cabezas eclesiásticas; por eso querían los priscilianistas ocupar las sedes episcopales. (…) El ataque de Hidacio, que sospechó el posible peligro que traía consigo el ascetismo, predicado por prisciliano, 42
por la denuncia del obispo de / (Página 399) Córdoba, obligó a éste y a los dos obispos que favorecían su causa a redactar y publicar algunos opúsculos que proclamaban la ortodoxia y rechazaban las acusaciones dogmáticas que se les imputaban (…)”. (16). BLÁZQUEZ, José María. “Religiones en la España Antigua”. Colección: Historia /Serie menor. Madrid. Ediciones Cátedra. 1991. Página 401. Documentos antipriscilianistas. San Agustín contra el priscilianismo. Orosio contra el priscilianismo. “(…) Se conservan dos documentos: uno debido a la pluma de Orosio, el segundo a la de Toribio de Astorga. (…) El primero es un memorándum dirigido a san Agustín para recabar ayuda contra el priscilianismo y el origenismo. En opinión de Orosio, la especulación de prisciliano alcanzaría las siguientes proporciones. (…) Sobre esta base Prisciliano afirma la validez de la astrología en el sentido de que este es el vínculo que Cristo destruyó, adhiriéndolo a la cruz mediante su pasión”. Para apoyar estas afirmaciones Orosio cita una carta escrita por Prisciliano que se emparenta por la terminología con la usada en los tratados de Würzburg y, que traducida dice así. “La primera sabiduría consiste en reconocer en los tipos de almas las naturalezas de los poderes divinos y la disposición del cuerpo, en la cual están atados el cielo y la tierra y todos los poderes del mundo están sujetos; pero las disposiciones de los santos vencen. Ya que en el primer círculo y el registro divino de las almas que han de encarnarse se hacen con la cooperación de los ángeles y de Dios y de todas las almas y están bajo el control de los patriarcas. Aquellos del lado opuesto que controlan la fuerza de la hueste zodiacal… y lo demás”. Orosio resume que “prisciliano enseñó” que los nombres de los patriarcas corresponden a las partes del alma: Rubén a la cabeza, Judá al pecho, Leví al corazón, Benjamín a los muslos, etc. De manera paralela se asignan los símbolos del Zodiaco a las partes del cuerpo; Aries a la cabeza, Taurus al cuello, Géminis a los brazos, Cáncer al pecho y, concluye que Prisciliano cree que los poderes de las tinieblas son eternos y que el príncipe de este mundo procede de ellos. Prisciliano se apoyaba para defender esta doctrina en la memoria apostolorum, que es un evangelio gnóstico, quizá maniqueo y, que puede ser anterior a Manes. H. Chadwick concluye su estudio sobre este testimonio de Orosio que “si la información y su interpretación es correcta daña en gran manera la reputación de Prisciliano en cuanto a la ortodoxia de su doctrina”. Todas estas ideas atribuidas a Prisciliano aparecen en otras fuentes maniqueas. La correspondencia entre las doce partes / (Página 402) del cuerpo con los signos del zodiaco explicaría, según el sabio inglés, por qué Itacio afirmo que el maestro de Prisciliano era Marco el gnóstico, que, según se indicó ya, daba una gran importancia a 43
las mujeres en su movimiento y que creía que los signos del Zodiaco eran la contrapartida de un doce más trascendente. (…) En julio del año 447 el papa León (Epist. XV) contestó a una carta que le había dirigido el obispo de Astúrica, Toribio, acompañada de un memorial en el que se enumeraban dieciséis proposiciones priscilianistas y un libellus de refutación. (…) El pensamiento de Toribio sobre las creencias de los priscilianistas es el siguiente, según el resumen de H. Chadwick: “1º. Los priscilianistas niegan la verdadera doctrina de la trinidad y son sabelianos o patripasianos. (Esta acusación aparece en el Commonitorum de Orosio). 2º. Dicen (con los arrianos) que ciertos poderes (virtudes) que proceden de Dios no son poseídos por Dios desde el principio, ya que su esencia es anterior a ellos. (Esta acusación sobre la existencia de emanaciones divinas no aparece en ningún otro sitio). 3º. Dicen que el Hijo de Dios es el “solo-engendrado” porque solo Él ha nacido de una virgen. (Esta acusación aparece en el Indiculus 16 y, puede estar conectada con la doctrina de que Cristo no es engendrable, “innascibili”). 4º. Ayunan en la %atividad de Cristo y en el Día del Señor (cfr. canon 4 de Zaragoza, 380). 5º. Dicen que el alma es de substancia divina (también en el Commonitorium de Orosio y en la retractación de Dictinio en Toledo, 400). / (Página 403) 6º. Condenan el matrimonio y la procreación (cfr. canon 1 de Zaragoza; Filastrio, 84; Agust´ñin, Haer.70). 7º. Dicen que el demonio no es un ángel caído, sino que surgió del caos y de la oscuridad. 8º. Dicen que el demonio forma los cuerpos humanos (cfr. Orosio). 9º. Dicen que los “hijos de la promesa” son nacidos de mujer, pero concebidos por el Espiritu Santo (cfr. Indiculus 16). 10º. Dicen que las almas encarnadas fueron previamente incorpóreas y pecaron en el cielo, cayendo después y siendo aprisionadas por los poderes aéreos y sidéreos en diferentes clases de cuerpos (cfr. Orosio). 11º. Creen en el sino astral (cfr. Orosio). 12º. Asignan las partes del alma a los patriarcas y las partes del cuerpo a los signos del Zodiaco (cfr. Orosio). 13º. Afirman que hay que coger el conjunto de las escrituras con los nombres de los patriarcas, como símbolo de las doce virtudes que colaboran en la reforma del hombre interior. (Esta doctrina no está recogida en ningún otro sitio).
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14º. Colocan las partes del cuerpo bajo el control de las estrellas y de los signos del Zodiaco (cfr. núm 12 y Orosio). 15º. Desvirtúan los códices de la Biblia y leen apócrifos atribuidos a los apóstoles. (La acusación de desvirtuar los textos bíblicos aparece aquí por primera vez). 16º. Admiran el gran manera el libro de Dictinio, aunque fue condenado por su mismo autor (cfr. las “Actas de Toledo”, 400) (…)”. (17). BLÁZQUEZ, José María. “Religiones en la España Antigua”. Colección: Historia /Serie menor. Madrid. Ediciones Cátedra. 1991. Página 411. Actuación de los obispos galos, de San Dámaso, de San Ambrosio y de la corte imperial. ¿Pudo ser este el motivo de la llegada de priscilianistas a Menorca? Año de la condena = 392. “(…) Eucrocia y su hija Prócula (Chron. II, 48, 1-4), a la que Prsciliano dejó en estado y, que abortó mediante hierbas. Esto parece un falso inventado por Hidacio. El mismo Sulpicio Severo lo recoge con rumor (…). Rechaza el autor una serie de / (Página 412) herejías, ya citadas en el primer tratado y, se defiende de acusaciones de los antiprisiclianistas: como la de negar la salvación a los cristianos casados, de sostener doctrinas patripasianas, docetistas, maniqueas y, de magia, de usar los apócrifos y de enseñar inmoralidades e indecencias (…) que los obispos priscilianistas ya necesitaran contestar estas listas de acusaciones hacia finales del 380 o a principios del 381, refuerza la conclusión de que frases semejantes habían sido pronunciadas en el Concilio de Zaragoza en octubre del 380”. Los priscilianistas se presentan en el Liber ad Damasum como ascetas que han renunciado a las vanidades mundanas; unos son ya obispos, otros próximos a serlo, viviendo en paz, hasta que han surgido discusiones. (…) Insisten ya que el escrito habla en nombre de los tres, Prisciliano, Instancio y Salviano, que han sido acusados de lo mismo, que no habían sido condenados en el Concilio de Zaragoza, ni citados a defenderse. (…) Insiste Prisciliano en que el motivo fundamental del ataque feroz de Hidacio estriba en la censura contra sus depravadas costumbres, que chocaban abiertamente con la vida ascética que llevaban los priscilianistas, que formaban grupos, con activa participación de los laicos. Este párrafo creemos que corresponde a la verdad. (…) Estando así las cosas, Prisciliano consultó a dos obispos, al de Córdoba y a Symposio, obispo de Gallaecia, que había participado en el Concilio de Caesaraugusta, en demanda de consejo para pacificar la Iglesia hispana.. La respuesta fue que a los laicos se les podía recibir en comunión y rechazaron a Hidacio. Sugerían la conveniencia de otro próximo concilio, ya que el de Cesaraugusta no había servido de nada (…). / (Página 413) La respuesta del emperador, remitida probablemente al vicario, ordenaba expulsar a los herejes, pues la acusación de maniqueísmo era 45
grave, “de todos los países”. (…) Los priscilianistas tuvieron que dispersarse. A continuación, Hidacio, en cartas remitidas a las iglesias hispanas, acusaba de herejía al obispo de Córdoba, Hygino y, a todos los priscilianistas. El Liber ad Damasum narra también el intento de Prisciliano de llegar a un acuerdo con el metropolitano de Mérida, que fracasó, pues la plebe emeritense, azuzada por Hidacio, le impidió llegar al presbiterio, e incluso fue maltratado de palabra y azotado y apaleado, lo que motivó que Prisciliano colocara a partidarios suyos al frente de las iglesias de Lusitania, elegidos democráticamente, a los que solo se les exigía una profesión de fe. De todo este asunto Prisciliano informó a los restantes obispos hispanos. Prisciliano envió cartas redactadas por el clero y el pueblo de su diócesis en su defensa. Reclamaba el obispo de Ávila la presencia del metropolitano de Mérida ante Dámaso y, en caso de que este no quisiera intervenir en un asunto tan delicado, que, mediante cartas apostólicas dirigidas a los obispos hispanos, se reuniese un concilio para juzgar la causa pendiente entre los priscilianistas e Hidacio. (…) El caso de Prisciliano es parecido al descrito por Jerónimo, en su carta a Teófilo (Epist. LXIII), patriarca de Alejandría, fechada en el año 309, en la que se afirma que según los cánones de la Iglesia no se puede acoger a un obispo desterrado por su / (Página 414) metropolitano. Lo mismo indican que el canon V del Concilio de Caesaraugusta y el canon XII del Concilio I de Toledo, celebrado en torno al año 400. (…) Jerónimo (De vir, inl. 121), que escribió el De viris inlustribus hacia el año 392 y que probablemente era secretario de Dámaso cuando prisciliano visitó Roma, no parece que les considere nherejes entonces, pues solo afirma que algunos les tienen por gnósticos y que otros no. Después de la condena cambió de opinión, hacia el año 414415 (Epist. CXXXII, 3), posiblemente por influjo de Orosio, Instancio y Prisciliano lograron atraer a su partido al magister officiorum, Macedonio (Chron., II, 48, 5-6), quién anuló la orden de destierro y les repuso en sus dióceis en el año 382, mientras que en la Península encontraron protección en el procónsul de la diócesis, Volvencio (Chron. II, 49, 5-6). (…) / (Página 415) Todos estos hechos acaecieron entre finales del año 382 y el comienzo del siguiente (Chron. II, 49) (…)”. (18). BLÁZQUEZ, J.M. “La moral sexual cristiana”. Publicado en: ALVAR, J. & BLÁQUEZ, J.M. & FERNÁNDEZ ARDANAZ, Santiago. & LÓPEZ MONTEAGUDO, Guadalupe. & LOZANO, Arminda. & MARTÍNEZ MAZA, Clelia. & PIÑERO, Antonio. Colección: Historia Serie Mayor. Madrid. Cátedra. 2010 (3ª edición). Página 386. Influjo de Agustín. Maniqueísmo. “(…) Agustín, en su etapa maniquea, debió hacer uso frecuentemente de los anticonceptivos, contra los que luego arremetió violentamente. Los maniqueos eran contrarios a la procreación, 46
que consideraban un acto diabólico. (…) Los maniqueos aprobaban el placer y rechazaban la procreación. Agustín, después de su conversión, predicó justamente lo contrario de cuanto había practicado a lo largo de su vida (…)”.BLAZQUEZ, José María. “Oriente y occidente en el Mediterráneo. Estudios de arqueología, historia y arte”. Colección: Historia. Serie Menor. Madrid. Cátedra. 2013 (1ª Edición). Página 449. El soborno en la Iglesia antigua. Agustín fue coetáneo de Honorio. “(…) Agustín (354-430), el mayor teólogo y más influente de todo occidente, no menciona ni una sola vez el papado. Para él todos los obispos son iguales y por encima de ellos solo está el Concilio. El sínodo de Elvira, a comienzos del siglo IV, en su canon LII, ordena que ningún obispo tiene jurisdicción fuera de su ciudad. Por este motivo no recibieron Dámaso ni Ambrosio de Milán a Prisciliano, que era un obispo en malas relaciones con su metropolitano de Augusta Emérita. Cipriano (200-258), en su controversia con Esteban, sobre la validez del bautismo de los herejes, como presidente del concilio africano celebrado en septiembre del 256, expresa su opinión en las siguientes frases: “%adie entre nosotros se proclame a sí mismo el obispo de obispos, ni obligue a sus colegas por tiranía o terror a una obediencia forzada, considerando que todo obispo, por su libertad y poder, tiene el derecho de pensar como quiera y, no puede ser juzgado otro” (…)”. (19). HOPKINS, M. & SIMMANS, G. & WALLACE-MURPHY, T. “Los hijos secretos del Grial. Una conspiración de siglos alrededor de un linaje sagrado”. Barcelona. MR Ediciones / Grupo Planeta. 2005. (3ª edición: mayo). Página 102 y 103. Segunda parte. ¿Más cerca de la verdad? Capítulo 8. El Concilio de 1icea. ¿El “amor” cristiano en acción? Priscilianismo y arrianismo. “(…) Después del Concilio de %icea, Constantino hizo constar con absoluta claridad que los bienes y privilegios concedido a la Iglesia cristiana “beneficiarán sólo a los seguidores de la fe católica”, definidos como aquellos que aceptaran en su totalidad la doctrina resumida en el nuevo credo asó como la autoridad del obispo de Roma. En cuanto a los que opinasen de otra manera, dejó sentado que “heréticos y cismáticos no sólo serán privados de estos beneficios, sino obligados y sometidos a diversas / (Página 103) prestaciones de servicios públicos”. Los sucesores de Constantino siguieron la misma tónica. El miembro de una secta herética incurría en cierto grado de infamia legal y pérdida de derechos civiles. El emperador Teodosio I los excluyó de los cargos públicos y organizó “purgas” contra ellos. El teólogo san Agustín de Hipona, creador de la culpante doctrina del Pecado Original, también justificó la coerción religiosa y el rigor en la investigación de las herejías. El primer ejecutado por hereje en Occidente fue Prisciliano de Ávila en el año 383.
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Con la supresión efectiva del arrianismo en el siglo V sobrevino un periodo de calma y aparente unidad religiosa en Europa. Controlada por la Iglesia la educación en todas sus formas, finalizó toda aventura intelectual y los pueblos quedaron sumidos en un estado de inmovilismo caracterizado por la ignorancia y el miedo. Rechazados por el papa Silvestre, los desposyni y las demás familias del grupo Rex Deus pasaron a la clandestinidad para sobrevivir. Hasta finales del siglo XI no volvieron a actuar públicamente y de manera concertada que haya dejado huellas en las crónicas (…)”. (20). BLÁZQUEZ, J.M. “Orígenes del monacato cristiano”. Publicado en: ALVAR, J. & BLÁQUEZ, J.M. & FERNÁNDEZ ARDANAZ, Santiago. & LÓPEZ MONTEAGUDO, Guadalupe. & LOZANO, Arminda. & MARTÍNEZ MAZA, Clelia. & PIÑERO, Antonio. Colección: Historia Serie Mayor. Madrid. Cátedra. 2010 (3ª edición). Página 395. El monacato en Occidente. Prisciliano = Teología arcaizante y regresiva. Prisciliano acusado de mago. Los priscilianistas aceptaban a la mujer como docente. “(…) Prisciliano, hombre culto, era de familia aristocrática. Su teología no era herética, sino de signo arcaizante, entendida como regresiva por la Iglesia oficial, tras el concilio de =icea. Entre los años 370-375 predicó un ascetismo riguroso, que encontró la oposición de los obispos Hidacio de Mérida, hombre muy corrompido y, de Itacio de Ossonoba, en Lusitania. En el año 380, el concilio de Cesaraugusta condenó las ideas de Prisciliano, que fue ordenado obispo en Ávila por los obispos Instancio y Salviano. Hidacio e Itacio lograron del emperador Graciano un decreto contra los / (Página 396) niqueos que englobaba a los priscilianistas. La doctrina priscilianista se extendió por el sur de la Galia, ganando para su causa a la rica Eucrocia. Prisciliano procuró el apoyo de Dámaso y de Ambrosio, sin conseguirlo, pues ambos personajes no podían inmiscuirse en los asuntos de un obispo fuera del control de su metropolitano. Muerto Graciano, Itacio acusó a Prisciliano, en Tréveris, ante el usurpador Máximo, que desvió el asunto a un concilio que se celebraría en Burdeos en el año 384. Instancio fue depuesto y, Prisciliano, que no se presentó en el concilio, apeló a Máximo. Hidacio e Itacio lograron que el emperador condenara a Prisciliano, a pesar de la oposición de Martín de Tours. Prisciliano y Eucrocia fueron decapitados. Instancio y otros, fueron desterrados. Por vez primera un eclesiástico acusado de magia fue condenado por el poder civil. Prisciliano fue torturado antes de morir. El impacto de esta muerte fue grande. Ambrosio protestó, también Siricio. Su cadáver fue traído a Hispania, donde fue recibido por sus seguidores, pues el episcopado del noroeste hispano era de origen priscilianista. Se deben a Prisciliano el Liber Apologeticum y el Liber ad Damasum, que condenan varias teorías astrológicas. El Liber de fide et apochryphis 48
defiende que no todos los libros inspirados están incluidos en el canon. Prisciliano hizo uso frecuente de los apócrifos. Los Cánones epistolarum Pauli apostoli tratan sobre las cartas paulinas. Hoy día la crítica moderna no considera a Prisciliano un hereje. Permitió a las mujeres explicar las Sagradas Escrituras. Favoreció la liberación de los esclavos, a pesar de que el movimiento priscilianista tuvo en sus filas a gente rica y culta (…)”.PISA SÁNCHEZ, Jorge. “Breve historia de Hispania”. Madrid. Nowtilus. 2009 (septiembre). Página 206. La obra de Teodosio. El triunfo del cristianismo. “(…) Con la muerte del emperador Juliano el Apóstata en el año 363, llegó a su fin la dinastía Constantiniana. Tras el breve reinado del emperador Jovino (363-364), ascendieron al poder valentiniano (364-375) y su hermano Valente (364-378), que se dividieron de nuevo el gobierno del Imperio. La muerte en el año 375 de Valentiniano dejó como emperadores de Occidente a sus dos hijos, Graciano, de 16 años de edad y, Valentiniano II, un chiquillo de tan sólo cuatro años, nombrado por el propio ejército. Un poco más tarde, el 9 de agosto del año 378, el Imperio sufrió una gran derrota en la batalla de Adrianópolis, donde el ejército oriental fue destrozado por los visigodos y en la cual murió el propio emperador Valente. Fue entonces cuando Graciano, desesperado ante la situación, nombró augusto, el 19 de enero del año 379, al hispano Teodosio. La familia de Teodosio era originaria de Cauca, seguramente la actual ciudad de Coca en la provincia de Segovia. Su padre, Flavio Teodosio, había desarrollado una distinguida carrera militar bajo las ordenes del emperador Valentiniano, que le llevó a actuar tanto en la frontera del Rin como en las provincias de Britania y Mauritania. Su muerte, en extrañas circunstancias en el año 376, al parecer acusado de conspiración contra el emperador Graciano, alejó a su hijo Teodosio de / (Página 207) la vida política y, le llevo a retirarse a sus propiedades hispanas, hasta que de nuevo el joven Graciano, necesitado de una mano experta para restaurar la situación en Oriente, le proclamo augusto. Teodosio fue el último emperador de origen hispano y también el último que gobernó en todo el territorio del Imperio, ya que tras su muerte su división en dos partes, la occidental y la Oriental, se hizo definitiva. Como ya había ocurrido en la época de los Antoninos en el siglo II, Teodosio se rodeó en su gobierno de provinciales de origen hispano, en su mayoría provenientes de la zona del noroeste de la Península Ibérica, que de nuevo, aunque de una forma más limitada, llegaron a desempeñar altos cargos en la administración y el ejército. Entre ellos destacaron Mariniano, un pagano originario de la provincia de Gallaecia, nombrado vicario de la Diócesis de las Hispanias en el año 383; Flavio / (Página 208) Syagrio, cuñado de Teodosio, que llegó a ser gobernador de la provincia de África en el año 379 y cónsul en el 381; Flavio Eucherio, tío 49
de Teodosio, que obtuvo también el consulado; Basilio, procónsul de la provincia de Acaya, que agrupaba el territorio de la antigua Grecia, entre los años 372-382 y prefecto de la ciudad de Roma; Salustio Aventino, que fue cónsul, prefecto de las Galias y prefecto también de la ciudad de Roma en el año 384; Flavio Timasio, pariente de la mujer de Teodosio, Flacilla y, uno de los más brillantes generales del momento, que consiguió el consulado en el año 386; %ebridio, cuñado de Teodosio, que se crió con los hijos del emperador Arcadio y Honorio y llegó a ser prefecto de Constantinopla en el año 386; Materno Cynegio, amigo del emperador, prefecto del pretorio de oriente en el año 384 y cónsul en el año 388. Finalmente, Emiliano Dextro, hijo del obispo Paciano de la ciudad de barcino, que fue gobernador de la provincia de Asia, cuyos habitantes, agradecidos por la integridad y la rectitud de su gobierno, le erigieron una estatua en su ciudad natal. La clara apuesta del emperador por parientes y paisanos en los puestos de confianza del Imperio no pasó desapercibida a sus contemporáneos y, ya en su época fue acusado de nepotismo, término que definía la mala costumbre de muchos papas de la época de nombrar a sobrinos y familiares para los altos cargos y prebendas eclesiásticas, aunque hemos de considerar esta elección más como una medida de precaución contra posibles usurpadores y otros contratiempos que pudieran afectar a su gobierno. Aún así. Teodosio tuvo que hacer frente a más de una usurpación, de las que destacó por su importancia la de Flavio Máximo. Este, que era / (Página 209) también de origen hispano y, según parece, pariente lejano de Teodosio, fue nombrado emperador en el año 383 por las tropas britanas. Más tarde, Máximo se apoderó, tras la muerte de Graciano, de toda la prefectura de las Galias, que incluía, como ya sabemos, los territorios de Britania, Galia e Hispania. Su gobierno es uno de los más oscuros de la época, aunque sabemos de él que intentó llevar a cabo una política social en favor de los más pobres, lo que le acarreó grandes críticas de sus adversarios, que lo calificaron de ladrón, pirata o bestia feroz. En Hispania disponemos de un miliario vial perteneciente a Máximo, que lo designa princep noster Augustus. Si en un principio Máximo fue reconocido por el propio Teodosio como colega en el Imperio, más tarde el intento de aquel de apoderarse de Italia en el año 387, al atacar al emperador valentiniano II, obligó a Teodosio a iniciar los preparativos militares contra él, al que venció finalmente en Italia en el año 388 y al que hizo matar. Por lo que respecta a la Iglesia cristiana, la tolerancia religiosa otorgada por Constantino en el año 313 y que comportó el final de la última y más dura persecución llevada a cabo por el emperador Diocleciano, permitió no sólo la libre expansión del cristianismo, sino 50
también que la nueva religión adquiriese un mayor papel político. Así pues, cada vez más los obispos, sobre todo aquellos que ocupaban las sedes más importantes y las más próximas al poder imperial, tuvieron una mayor influencia en la política del Imperio. Al mismo tiempo, algunas de estas sedes episcopales fueron destacando entre las demás, convirtiéndose en metropolitanas y ejerciendo una preeminencia sobre el resto. Su distribución dependió de la organización provincial preexistente. En el caso de Hispania las sedes que se fueron / (Página 210) consolidando fueron Emerita Augusta, en Lusitania; Tarraco, en la tarraconense; Hispalis, en la Bética; Bracara Augusta, en Gallaecia; y Cartago %ova, en la Cartaginense. Por otra parte, la convivencia entre el cristianismo y el paganismo se mantuvo durante poco tiempo, ya que en el año 391 Teodosio prohibió la apertura de los templos y la realización de sacrificios y cultos paganos, lo que representó el final definitivo de la religión pagana oficial en el Imperio. A principios del siglo IV se celebró el primer concilio de la Iglesia hispana en la localidad de Iliberris (Elvira, en la provincia de Granada), en el que se reunieron obispos y presbíteros que representaban a 37 comunidades cristianas, siendo la mayoría de los participantes originarios de la Bética, 19 obispos y 24 presbíteros, aunque también asistieron representantes de otras provincias, como Cartago %ova, Ebora, Emerita Augusta, Legio o Toletum y, en el que aprobaron toda una serie de cánones que afectaban al culto y a la vida cotidiana de los fieles y de sus obispos. Uno de los personajes hispanos más importantes de esta época fue Dámaso, nombrado el trigésimo séptimo papa de la Iglesia Católica (363383), que destacó por su actividad en los asuntos religiosos, por la influencia que ejerció sobre los emperadores del momento y por su actividad poética, ya que fue autor de numerosos epigramas dedicados a diversos mártires. Además, fue en el siglo IV cuando surgió y se consolidó en las provincias más occidentales de Hispania el priscilianismo, un movimiento rigorista y ascético cristiano cuyo principal representante fue Prisciliano, un hispano de origen noble. Prisciliano, que se atrajo el favor de numerosos seguidores, entre los que se hallaban incluso algunos / (Página 211) obispos como Instancio y Salviano, fomentaba el estudio individual de la Biblia y de otras obras que se consideraban apócrifas y llevaba a cabo una vida rigorista, alejándose de la realidad que le rodeaba. Esta actitud de desprecio a las instituciones religiosas establecidas y de profundización en el estudio de las Sagradas Escrituras alarmó a una parte de los obispos hispanos como Higinio de Córdoba e Hidacio de Emerita Augusta, que le acusaron de prácticas contrarias a los ritos y cultos cristianos. En el año 380 se celebró un concilio en la ciudad de Caesar Augusta, en el que no 51
participaron los obispos de la facción priscilianista, en el cual parece que Prisciliano y alguno de sus seguidores fueron condenados. Aún así, los obispos priscilianistas nombraron a Prisciliano obispo de Abila (la actual ciudad de Avila) y, prosiguieron los enfrentamientos entre ambas pacciones. Prisciliano y sus seguidores apelaron tanto al obispo de Roma como a las autoridades imperiales, entre ellas al propio emperador, que en estos momentos no era otro que el hispano Magno Máximo que, como ya vimos, se había apropiado del poder en la prefectura de las Galias. Finalmente Prisciliano fue juzgado en el año 384 por el propio prefecto del pretorio, que acabó dictaminando el error de la facción priscilianistas y determino la ejecución de prisciliano y de algunos de sus seguidores, acusándolos de maleficio, magia y conciliábulos nocturnos. Aún así, esta medida no representó el final del movimiento, ya que en el siglo VI tenemos datos de la persistencia del priscilianismo en la Península Ibérica (…)”. (21). HOPKINS, M. & SIMMANS, G. & WALLACE-MURPHY, T. “Los hijos secretos del Grial. Una conspiración de siglos alrededor de un linaje sagrado”. Barcelona. MR Ediciones / Grupo Planeta. 2005. (3ª edición: mayo). Página 59. Segunda parte. ¿Más cerca de la verdad? Capítulo 5. La Judea bíblica en tiempos de Jesús. El parto virginal. 1estorianismo. 1estorio desterrado a Edesa por hereje. En Edesa se hallaba escondida la sábana santa. “(…) =estorio, nombrado patriarca de Constantinopla en el 428 d. C., luego declarado hereje y desterrado a Edesa por atreverse a calificar de improcedente la cuestión de si Jesús era “Dios” o “hijo de Dios”, pues evidentemente había sido un hombre, con un padre y una madre normales y corrientes (…)”. (22). DÍAZ, Carlos. “Didáctica de las grandes religiones de occidente. Una visión sinóptica”. Madrid. Ediciones del Laberinto. 2000. Página 95. 6. Los siglos IV al VII: Herejías, cismas y concilios. “(…) El cristianismo se extiende rápidamente durante los siglos IV al VII por todas las esferas del Imperio romano / (Página 96) pero los nuevos cristianos llenan esta época de controversias y disputas en torno al cual sea la verdadera enseñanza del mensaje de Cristo, lo que produce herejías (creencias condenadas por la Iglesia como falsas), cismas (rupturas entre los cristianos, derivadas de las herejías) y los correspondientes concilios para tratar de atajar los desórdenes redefiniendo las creencias, a fin de volver a la unidad. Citemos tan sólo algunos ejemplos: (…) El concilio de Éfeso (431) condena el nestorianismo, herejía respecto de Cristo (…). Y así sucesivamente: a cada nuevo error se replica con otro Concilio… ¿Por qué las tensiones teológicas de los cristianos son tan grandes en la época? Porque el cristianismo les entusiasma, de ahí que lo conviertan en el centro de sus reflexiones teóricas y de su propia vida, con las / (Página 97) correspondientes repercusiones sociales, políticas, etc. ¿Quién en nuestra 52
época, tan distante de aquella en este terreno, se encuentre lejos de todo esto, ¿podría comprenderlo fácilmente? (…)”. (23). BLAQUEZ, J. M. “La política imperial sobre los cristianos. De la Tetrarquía a Teodosio”. Publicado en: ALVAR, J. & BLÁQUEZ, J.M. & FERNÁNDEZ ARDANAZ, Santiago. & LÓPEZ MONTEAGUDO, Guadalupe. & LOZANO, Arminda. & MARTÍNEZ MAZA, Clelia. & PIÑERO, Antonio. Colección: Historia Serie Mayor. Madrid. Cátedra. 2010 (3ª edición). Página 265. La Tetrarquía. Política religiosa favorable al cristianismo. Paganismo. “(…) La primera etapa de la Tetrarquía, hasta el año 303, se caracteriza por las buenas relaciones entre la Iglesia y el Estado. Eusebio (HE. 8, 1. 2-6) escribe sobre este particular: Por esto justamente, no bastando ya los antiguos edificios, se levantaron desde sus cimientos nuevas y amplias iglesias por todas las ciudades del Imperio (…)”. (24). BLAQUEZ, J. M. “La política imperial sobre los cristianos. De la Tetrarquía a Teodosio”. Publicado en: ALVAR, J. & BLÁQUEZ, J.M. & FERNÁNDEZ ARDANAZ, Santiago. & LÓPEZ MONTEAGUDO, Guadalupe. & LOZANO, Arminda. & MARTÍNEZ MAZA, Clelia. & PIÑERO, Antonio. Colección: Historia Serie Mayor. Madrid. Cátedra. 2010 (3ª edición). Página 266. Política religiosa anticristiana de la Tetrarquía. Paganismo. “(…) Lactancio (De mort. pers. 11), testigo de la persecución y que ejercía en %icomedia, donde Diocleciano tenía el palacio, el oficio de retórico. Escribe sobre las causas del cambio de la política religiosa de los tetrarcas: (…) Se hizo, pues, comparecer a unos pocos altos funcionarios y militares y se les fue interrogando siguiendo el orden jerárquico. Algunos, llevados de su odio personal contra los cristianos, opinaron que estos debían ser eliminados en cuanto enemigos de los dioses y de los cultos públicos (…) Pero ni aún así se doblegó el emperador a dar su asentimiento, sino que prefirió consultar a los dioses y, a tal fin, envió un arúspice / (Página 268) al Apolo Milesio. Este respondió como enemigo de la religión divina. Así pues, cambió de idea y, dado que ya no podía oponerse ni a sus amigos, ni al César, ni a Apolo, se esforzó, al menos en que se observase la limitación de que todo se hiciese sin derramamiento de sangre, en tanto que el César deseaba que fuesen quemados vivos los que se negasen a ofrecer sacrificios. La madre de Galerio era devota de cultos y dioses campestres, como Diana o Silvano, bien atestiguados en las provincias de Mesia y Dacia. (…) Diocleciano era muy devoto de Apolo Milesio, como lo atestiguan las inscripciones a nombre suyo y de Maimino en Dídima. Lactancio más bien defiende la postura prudente de Diocleciano. Maximino fue un enemigo 53
acérrimo de los cristianos. Intentó crear una iglesia similar a la cristiana (…)”.BLAQUEZ, J. M. “La política imperial sobre los cristianos. De la Tetrarquía a Teodosio”. Publicado en: ALVAR, J. & BLÁQUEZ, J.M. & FERNÁNDEZ ARDANAZ, Santiago. & LÓPEZ MONTEAGUDO, Guadalupe. & LOZANO, Arminda. & MARTÍNEZ MAZA, Clelia. & PIÑERO, Antonio. Colección: Historia Serie Mayor. Madrid. Cátedra. 2010 (3ª edición). Página 268. Edicto de Galerio, Constancio y Licinio. Paganismo. “(…) La persecución, aunque feroz, sirvió de poco. Galerio, enfermo de muerte por un cáncer intestinal, revocó en el año 311 el edicto, citado por Lactancio (De mort. persec. 34) y conservado por Eusebio (HE. 8, 17) y por Rufino, que lo copia bajo las titulaturas de Galerio, Constantino y Licinio. (…) hemos constatado que ni prestan a los dioses de culto y la veneración debidos, ni pueden honrar tampoco al dios de los cristianos, en virtud de nuestra benevolísima clemencia y de nuestra habitual costumbre de conceder a todos el perdón, hemos creído oportuno extenderles también a ellos nuestra muy manifiesta indulgencia, de modo que puedan nuevamente ser cristianos y puedan reconstruir sus lugares de culto, con la condición de que / (Página 269) que no hagan nada contario al orden establecido (…). El nombre de Licinio se lee en las ediciones más antiguas de este edicto y, no en Eusebio, después de su muerte en el año 329, que lo condenó a la damnatio memoriae, lo mismo que a Maximino Daya después del año 313. La enfermedad de Galerio, según Lactancio, motivó el fin de la persecución. (…) La causa de la persecución fue que los cristianos habían abandonado la religión de sus antepasados. (…) El cristianismo se iba convirtiendo poco a poco en un Estado dentro del Estado. (…) Era, pues, un edicto de tolerancia (…)”. (25). BLAQUEZ, J. M. “La política imperial sobre los cristianos. De la Tetrarquía a Teodosio”. Publicado en: ALVAR, J. & BLÁQUEZ, J.M. & FERNÁNDEZ ARDANAZ, Santiago. & LÓPEZ MONTEAGUDO, Guadalupe. & LOZANO, Arminda. & MARTÍNEZ MAZA, Clelia. & PIÑERO, Antonio. Colección: Historia Serie Mayor. Madrid. Cátedra. 2010 (3ª edición). Página 278. Fin del paganismo. Política de Teodosio. “(…) Teodosio (379-385) condenó todas las herejías en el año 380. (…) El brazo secular se puso al servicio de la Iglesia ortodoxa. La mayor parte de la intelectualidad del momento era pagana, como Libanio, Himerio y Temistio. (…) Vetio Agonio Pretextato, senador y procónsul de Acaya, había desempeñado los siguientes cargos sacerdotales: augur, pontífice de Vesta, pontífice del dios Sol, quindecemvir sacris faciundis, / (Página 279) curial de Hércules; se inició en los cultos de Liber Pater y de Eleusis, hierofante, neocoro, cumplió con el rito del taurobolio (ritual descrito por el poeta
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hispano, cristiano Prudencio) que prueban la vitalidad del paganismo entre los intelectuales y los altos cargos de la administración (…)”. (26). BLAQUEZ, J. M. “La política imperial sobre los cristianos. De la Tetrarquía a Teodosio”. Publicado en: ALVAR, J. & BLÁQUEZ, J.M. & FERNÁNDEZ ARDANAZ, Santiago. & LÓPEZ MONTEAGUDO, Guadalupe. & LOZANO, Arminda. & MARTÍNEZ MAZA, Clelia. & PIÑERO, Antonio. Colección: Historia Serie Mayor. Madrid. Cátedra. 2010 (3ª edición). Página 281. Teodosio y el paganismo. Prohibió el paganismo y la adivinación. “(…) Teodosio se mandó más duro que su predecesores con el paganismo. Renunció al título de pontifex maximus (Zósimo, 4, 36). Después del año 381 prohibió los sacrificios que se hacían para conocer el futuro (C. Th. 16, 107). Ese mismo año [391] el emperador condenó los sacrificios y las visitas a los templos. En el año 392 se condenan todas las formas de paganismo, incluso las privadas (C. Th. 16, 10. 12). A partir de ese momento el cristianismo es la única religión del Imperio. Teodosio logró una integración total de la Iglesia y del Estado, siguiendo la política comenzada por Constantino y, la ideología del cesaropapismo de Eusebio de Cesarea (…)”. (27). BARRERAS, David & DURÁN, cristina. “Breve historia del Imperio bizantino”. Madrid. Nowtilus. 2010. Página 45. Constantino. Alejandría, centro de la teología cristiana siglo IV d. C. “(…) Finalmente con la llegada al trono de Teodosio, en 379, el nuevo estado se convertiría en la religión oficial del Estado. En consecuencia, paganismo y arrianismo fueron perseguidos, cayeron en el olvido y acabaron muriendo (…)”. (28). MAIER, Franz Georg. “Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III-VIII”. Madrid. Historia Universal Siglo XXI. 1981 (junio. 8ª edición). Página 4. Teodosio. “(…) De facto, comienza la cristianización del imperio, llevada a cabo de iure, casi un siglo más tarde, por el emperador Teodosio. El mundo espiritual del imperio se transforma desde sus cimientos y con él la posición del emperador. Este deja de ser tan sólo el monarca temporal absoluto, para convertirse, además, en señor de la Iglesia, que, como ya hizo Constantino el año 325, en un acto de graves consecuencias, convoca y preside concilios, interviniendo también con sus leyes en la vida y la doctrina de la ecclesia (…)”. (29). MAIER, Franz Georg. “Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III-VIII”. Madrid. Historia Universal Siglo XXI. 1981 (junio. 8ª edición). Página 111. Teodosio el Grande. “(…) Teodosio impulsó decididamente la unidad religiosa del imperio e hizo valer inequívocamente la autoridad del emperador, incluso en cuestiones relativas a la fe. La división de la Iglesia quedó eliminada en el concilio de Constantinopla y en las medidas político-eclesiásticas que le siguieron. Durante algún tiempo se mantuvo la paz, pese al predominio indiscutido de 55
la ortodoxia; pero los nuevos conflictos dogmáticos con los pelagianos y los monofisitas comenzaban a hacerse notar. %aturalmente, seguían existiendo maniqueos, donatistas y un gran número de otras sectas más pequeñas. Frente a ellos, Teodosio siguió una política rigurosa. Recibía a los obispos heréticos y rompía ante / (Página 112) sus ojos los memoriales que le presentaban. Las iglesias de los heréticos fueron confiscadas y, retirados incluso los derechos civiles a los restos de algunas sectas. (…) Teodosio arremetió con creciente energía contra el paganismo. Es de destacar que no se invistió ya del cargo de pontifex maximus. En los comienzos de su reinado, se produjo la última confrontación importante entre paganos y cristianos, que naturalmente se desarrolló pacíficamente y sin fanatismos, gracias a la segura posición de la Iglesia. Fue simbólica, por su inutilidad, la lucha de la aristocracia senatorial pagana, bajo la dirección del prefecto de Roma, Símaco, por la reincorporación del altar de la Victoria, en la sala de sesiones del senado, que Graciano había ordenado retirar el año 382. Medidas similares a las dirigidas contra los heréticos –prohibición de reuniones, supresión de templos, restricción de los derechos civiles- fueron tomadas ahora contra los paganos. Se cerraron sus templos y se prohibieron, bajo amenaza de graves penas, las ofrendas y la veneración de las estatuas de los dioses, así como la totalidad de los ritos de la gentilitia superstitio (superstición pagana). En el año 393, tuvieron lugar, por última vez, los juegos olímpicos, lo que constituye también una fase en la represión del paganismo. El paganismo estaba totalmente destruido; incluso numéricamente se inició un retroceso relativamente rápido. La lucha contra el paganismo llegó a pasar incluso a plano político, en conexión ante la segunda gran realización de Teodosio: el restablecimiento de la unidad del imperio bajo la soberanía de un sólo emperador. Primero hubo de derrotar a Máximo, antiemperador nombrado por el ejército de Inglaterra y las Galias. Pocos años más tarde, tras la muerte de Valentiniano II (392) Arbogasto, magister militum franco, proclamó antiemperador a Flavio Eugenio, profesor de retórica. Eugenio se declaró nuevamente en favor del paganismo, aunque de una manera mucho más suave que Juliano, pues tan sólo recomendó tolerancia para con los partidarios de los viejos dioses. Pero las / (Página 113) tropas de Teodosio, favorecidas por un huracán, lograron una clara victoria junto al río Frígido, en septiembre del año 394. El resultado de la batalla y el “milagroso huracán” fueron considerados como el juicio de Dios y la corroboración reafirmada del triunfo del cristianismo: “Tú eres el emperador amado por Dios sobre todas las cosas (…), por quién incluso el éter combate y a cuyas banderas los vientos acuden a raudales”, poetizó incluso el pagano Claudiano. El praefectus praetorio %icómaco Flaviano, prominente figura del paganismo, escogió (como un día el joven Catón en Utica) la muerte voluntaria (…)”. 56
(30). HOPKINS, M. & SIMMANS, G. & WALLACE-MURPHY, T. “Los hijos secretos del Grial. Una conspiración de siglos alrededor de un linaje sagrado”. Barcelona. MR Ediciones / Grupo Planeta. 2005. (3ª edición: mayo). Página 91. Segunda parte. ¿Más cerca de la verdad? Capítulo 8. El Concilio de 1icea. Odium Theologicum. “(…) Arraigaron así en el Mediterráneo oriental, Grecia, Roma y la península Ibérica numerosas sectas dispares, a menudo mal avenidas las unas con las otras, pese a reivindicar todas ellas en uno u otro modo la fidelidad a Jesús el =azareno. Conforme los teólogos paulinos iban consolidando su control sobre la Iglesia “cristiana” emergente, iban recurriendo cada vez más a los recursos ya tradicionales de la falsedad y la calumnia para consolidar su posición. El tono de la polémica en estas disputas teológicas estaba tan lejos de cualquier forma de pureza espiritual e intelectual, que llegó a ser conocido bajo el nombre de odium theologicum. Se describía así una forma eclesiástica de invectiva del género más crudo, con la simple finalidad de vituperar y desprestigiar al adversario (…)”. (31). MAIER, Franz Georg. “Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III-VIII”. Madrid. Historia Universal Siglo XXI. 1981 (junio. 8ª edición). Página 60. Herejías. “(…) Según el catálogo de herejías elaborado por Agustín en De haeresibus existían en la Iglesia de su tiempo 88 grupos heréticos y cismáticos. Evidentemente, sólo algunos de ellos constituían un problema para el conjunto de la Iglesia. En las políticas teológicas y político-.religiosas del siglo IV, ocupaba un lugar destacado la cuestión, más bien regional, de la Iglesia donatista africana. Apoyándose en Cipriano, los donatistas, así llamados por el nombre de su segundo jefe, Donato hicieron depender la validez de los sacramentos del estado de gracia del sacerdote y rechazaron los sacramentos dispensados por sacerdotes apostatas durante la persecución de Diocleciano. Con jerarquía y organización comunitaria propias, los donatistas se convirtieron, a lo largo del siglo IV, en una especie de Iglesia nacional, en la que alcanzó nuevo vigor la tradición del cristianismo africano, ya perceptible en Tertuliano, de enemistad hacia el mundo y el estado. Del ala izquierda del ala izquierda de los donatistas surgieron fuerzas socialrevolucionarias, sobre todo entre los circumcelliones (especie de “trabajadores de temporada”). Estos fanáticos, con oscuras concepciones religioso-anarquistas, dirigidos por “capitanes de los santos” y armados de mazas, llamadas israeles”, atacaron, al grito de laus Deo (alabado sea Dios), a los clérigos católicos y a los terratenientes. Esta forma religiosa de oposición social, con la que no se tienen paralelo alguno los primeros levantamientos de esclavos y campesinos / (Página 61) del imperio, convirtió al donatismo en un verdadero peligro, tanto desde el punto de vista religioso como político.
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Más importante para la unidad del imperio y la Iglesia fue la cuestión supra-regional, aunque especialmente candente en Oriente, sobre la relación entre Dios Padre y Dios Hijo. Debido a su ligazón con las luchas político-religiosas por el pode, la controversia se extendió rápidamente hacia asumir las proporciones del gran cisma arriano, que dividió pasajeramente imperio y jerarquía, motivando violentos conflictos durante casi todo el siglo. %aturalmente, los laicos no solían comprender casi nada de aquellas sutilezas teológicas, pero, por lealtad a los dirigentes eclesiásticos locales, tomaban partido, apelando a los garrotes y a los puños, en pro de la “verdadera doctrina” y contra los malditos herejes”, “%inguna bestia se muestra tan feroz enemigo del hombre como los cristianos cuando atacan a sus correligionarios”, tal fue el mordaz comentario del pagano Amiano Marcelino (…)”. (32). BLAQUEZ, J. M. “Aspectos sociales del cristianismo de los primeros siglos”. Publicado en: ALVAR, J. & BLÁQUEZ, J.M. & FERNÁNDEZ ARDANAZ, Santiago. & LÓPEZ MONTEAGUDO, Guadalupe. & LOZANO, Arminda. & MARTÍNEZ MAZA, Clelia. & PIÑERO, Antonio. Colección: Historia Serie Mayor. Madrid. Cátedra. 2010 (3ª edición). Página 348. Relajamiento de las costumbres cristianas. Odium Theologicum. “(…) Ya en fecha temprana como el siglo II, un autor anónimo se queja, en una homilía, de que los hombres no se hacen cristianos por el mal ejemplo que dan los que ya pertenecen a las comunidades cristianas. Otras fuentes cristianas se refieren a un relajamiento de la práctica cristiana durante el siglo III, coincidiendo con la grave crisis política de dicho siglo y con un recrudecimiento de las persecuciones. / (Página 349) El movimiento montanista se explica por una vuelta al cristianismo primitivo ante el relajamiento grande de las costumbres. (…) Cipriano proporcionó datos concretos sobre el relajamiento de las costumbres cristianas, costumbres disolutas que se consideran un castigo enviado por Dios, en su tratado Sobre los apóstatas (6): (…) Se unían en matrimonio con los infieles, se prostituían con los gentiles los miembros de Cristo (…) se despreciaba con soberbia altanería a los prelados, se maldecían recíprocamente con venenosas lenguas, se destrozaban con obstinado odio unos a otros. Muchos obispos, que deben ser un estímulo y ejemplo para los demás, despreciando su sagrado ministerio, se empleaban en el manejo de bienes mundanos y, abandonando su cátedra y su ciudad recorrían por las provincias extranjeras los mercados a la caza de negocios lucrativos buscando amontonar dinero en abundancia, mientras pasaban necesidad los hermanos en la Iglesia; se apoderaban con ardides y fraudes de heredades ajenas, cargaban el interés con desmesurada usura (…)”.
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(33). HOPKINS, M. & SIMMANS, G. & WALLACE-MURPHY, T. “Los hijos secretos del Grial. Una conspiración de siglos alrededor de un linaje sagrado”. Barcelona. MR Ediciones / Grupo Planeta. 2005. (3ª edición: mayo). Página 96. Segunda parte. ¿Más cerca de la verdad? Capítulo 8. El Concilio de 1icea. Condena del arrianismo. “(…) Las doctrinas de Arrio fueron condenadas por heréticas. Constantino formalizó también la incorporación de ciertas tradiciones y prácticas mitraicas a la doctrina cristiana. Entre ellas, muchas de las cuestiones que mencionábamos antes: la natividad en una gruta visitada por los pastores, los acontecimientos apocalípticos del Día del Juicio, la resurrección de los muertos y la segunda venida del dios…, solo que en este caso y, de acuerdo con las / (Página 96) enseñanzas de san Pablo, en que se manifestaría de nuevo no sería Mitra sino Jesús. También tomó decisiones el concilio sobre el estado marital de los ordenados, Se les prohibía contraer matrimonio una vez consagrados sacerdotes, pero si ya estaban cansados con anterioridad se les permitía continuar con su vida familiar. (…) Después de condenar la herejía arriana rechazaron también un credo presentado por varios obispos arrianos y adoptaron con carácter obligatorio para la Iglesia otra redacción, la del Credo de %icea (a no confundir con el niceno-constantinopolitano, que es el propuesto en el segundo concilio ecuménico del año 381 y, definitivamente adoptado durante el cuarto concilio, el de Calcedonia, el año 451). En aquel Símbolo de la fe se definió como punto fundamental la doctrina de que Jesús el %azareno era divino e igual en todos los sentidos a Dios Padre. Sentando un precedente que iba a tener sangrientas repercusiones durante los siglos venideros, los conciliares anunciaron la excomunión de quién se negase a admitir la plena divinidad de Jesús. (…) Una de las últimas decisiones de Constantino en relación con el concilio ilustra la “libertad de conciencia” de que disfrutaron los delegados y, consistió en promulgar sentencias de exilio contra los que se habían negado a firmar. En el año 326 publicó una carta / (Página 97) dirigida a las sectas recién definidas como heréticas, anunciándoles la confiscación de sus lugares de culto. Pero no acabó ahí su intolerancia. A las condenas promulgadas contra los herejes les siguieron sínodos eclesiásticos punitivos, presididos por consejeros del propio emperador. En el año 333 Constantino dispuso la represión más brutal contra los escritos arrianos: […] si se descubriere algún tratado compuesto por Arrio, sea consignado a las llamas […] a fin de que no quede recuerdo alguno de él [… y] si alguno tuviere libros de Arrio ocultos y, no los sacare afuera en seguida para quemarlos, sea reo de muerte, cuyo castigo habrá de sufrir inmediatamente que sea convicto (…)”.
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(34). HOPKINS, M. & SIMMANS, G. & WALLACE-MURPHY, T. “Los hijos secretos del Grial. Una conspiración de siglos alrededor de un linaje sagrado”. Barcelona. MR Ediciones / Grupo Planeta. 2005. (3ª edición: mayo). Página 98. Segunda parte. ¿Más cerca de la verdad? Capítulo 8. El Concilio de 1icea. ¿Una fantasía hecha realidad? La creación del dogma. “(…) La creación del dogma pocas veces produjo ninguna unanimidad entre los mal avenidos teólogos de la Iglesia, porque no dimanaba de ninguna fuente de revelación espiritual. El dogma se instituía por procedimientos como los del Concilio de %icea, como declaración de la voluntad de una mayoría, en vano intento de allanar diferencias entre las muchas variantes doctrinales que iban surgiendo en un grupo de iglesias nacido de tradiciones evangélicas distintas. La Iglesia, en nombre de la verdad revelada de origen divino, simplemente utilizo el doble juego del compromiso y la represión para dominar a su díscolo rebaño. Cualquier dogma o política susceptible de consolidar el error inicial, la teología de Pablo, quedaba incorporado a su doctrina. Cualquier proposición que contradijese o debilitase las enseñanzas de la Iglesia quedaba declarada herética y se perseguía a los exponentes de aquella mediante el destierro, la confiscación de bienes o la muerte (…)”. (35). HOPKINS, M. & SIMMANS, G. & WALLACE-MURPHY, T. “Los hijos secretos del Grial. Una conspiración de siglos alrededor de un linaje sagrado”. Barcelona. MR Ediciones / Grupo Planeta. 2005. (3ª edición: mayo). Página 102 y 103. Segunda parte. ¿Más cerca de la verdad? Capítulo 8. El Concilio de 1icea. ¿El “amor” cristiano en acción? “(…) Después del Concilio de %icea, Constantino hizo constar con absoluta claridad que los bienes y privilegios concedido a la Iglesia cristiana “beneficiarán sólo a los seguidores de la fe católica”, definidos como aquellos que aceptaran en su totalidad la doctrina resumida en el nuevo credo asó como la autoridad del obispo de Roma. En cuanto a los que opinasen de otra manera, dejó sentado que “heréticos y cismáticos no sólo serán privados de estos beneficios, sino obligados y sometidos a diversas / (Página 103) prestaciones de servicios públicos”. Los sucesores de Constantino siguieron la misma tónica. El miembro de una secta herética incurría en cierto grado de infamia legal y pérdida de derechos civiles. El emperador Teodosio I los excluyó de los cargos públicos y organizó “purgas” contra ellos. El teólogo san Agustín de Hipona, creador de la culpante doctrina del Pecado Original, también justificó la coerción religiosa y el rigor en la investigación de las herejías. El primer ejecutado por hereje en Occidente fue Prisciliano de Ávila en el año 383. Con la supresión efectiva del arrianismo en el siglo V sobrevino un periodo de calma y aparente unidad religiosa en Europa. Controlada por la Iglesia la educación en todas sus formas, finalizó toda aventura intelectual y los pueblos quedaron sumidos en un estado de inmovilismo 60
caracterizado por la ignorancia y el miedo. Rechazados por el papa Silvestre, los desposyni y las demás familias del grupo Rex Deus pasaron a la clandestinidad para sobrevivir. Hasta finales del siglo XI no volvieron a actuar públicamente y de manera concertada que haya dejado huellas en las crónicas (…)”. (36). AMENGUAL I BATLE, Josep. “Judíos, católicos y herejes: El microcosmos balear y tarraconense de Seuerus de Menorca, Consentius y Orosius (413-421)”. Granada. Universidad de Granada / Universitat de les Illes Balears / Institut Menorquí d´Estudis. 2008. Página 425. La circular de Severo de Menorca (418). Epistula de conversione iudaeorum apud Minoricam insulama meritis sancti Stephani facta. Anno 418. (Clavis Patrum Latinorum, nº 576). Página 431. 5. El sentimiento antijudío se extiende en Iamona. “(…) [1] Finalmente, de inmediato, interrumpimos también nuestra costumbre de saludarlos y, no solo cortamos el hábito del trato familiar, sino que el error de una antigua apariencia de caridad se trocó en odio personal, pero por amor de la salvación eterna. [2] En todas las plazas había contiendas con los judíos sobre la ley y, en todos los hogares se mantenían disputas acerca de la fe (…)”. (37). AMENGUAL I BATLE, Josep. “Judíos, católicos y herejes: El microcosmos balear y tarraconense de Seuerus de Menorca, Consentius y Orosius (413-421)”. Granada. Universidad de Granada / Universitat de les Illes Balears / Institut Menorquí d´Estudis. 2008. Página 432. 7. Tregua motivada por la estancia de Teodoro en Mallorca. “(…) [1] Los judíos deseaban vivamente que Teodoro, en quién toda la sinagoga depositaba su confianza, regresara de la isla de Mallorca, a la cual se había dirigido con el objeto de visitar sus propiedades. [2] Habiéndole enviado una legación, reembarcó de inmediato. Con su autoridad atemorizó a muchos, pero no apagó, sino solamente mitigó un tanto el incendio de la contienda, que se reencendió con mayor violencia, de tal manera que hasta en la ciudad vecina prendió la llama de la fe. [3] Y para que se cumpliera el proverbio de Salomón: “el hermano que ayuda a su hermano será exaltado como una ciudad fuerte y elevada” (Prov. 18, 19) muchos siervos de Cristo decidieron empeñarse en esta lucha, con todas las fuerzas de su espíritu, sin ahorrarse la fatiga del camino (…)”. (38). AMENGUAL I BATLE, Josep. “Judíos, católicos y herejes: El microcosmos balear y tarraconense de Seuerus de Menorca, Consentius y Orosius (413-421)”. Granada. Universidad de Granada / Universitat de les Illes Balears / Institut Menorquí d´Estudis. 2008. Página 432. 8. Diversidad de los preparativos para la confrontación. “(…) [1] El memorial que adjuntamos a esta carta muestra con qué armas nos disponíamos, mientras esperábamos el combate. [2] %o lo damos a conocer / (Página 433) con la intención de enseñaros algo, ya que somos nosotros quienes precisamos de instrucción y la esperamos de vuestra 61
beatitud sino que lo hemos hecho para que podáis apreciar cuán grande ha sido nuestra preocupación, atendidas las posibilidades de nuestra capacidad, en razón de la confrontación que habíamos asumido. [3] Pero Cristo, cuyo reino no está fundado sobre las palabras, sino en la fortaleza (cf., 1Cor 4, 20) sin que nosotros pronunciáramos una palabra, todo lo llevó a término y, sin ningún sudor a causa de la lucha, concedió a su ejército esta victoria que nadie podía desear ni esperar. [4] Los judíos, estimulados por los ejemplos del tiempo del Macabeo (cf., 2Mac 7), estaban dispuestos a morir para defender su patrimonio [religioso]. [5] De esta manera, no sólo empezaron a examinar los libros, sino que también cargaron hacia la sinagoga palos, piedras, guijarros y, toda clase de proyectiles para repeler con la fuerza física, si la necesidad lo requería, las huestes de los cristianos, equipadas con la fuerza del Espíritu Santo (…)”. (39). AMENGUAL I BATLE, Josep. “Judíos, católicos y herejes: El microcosmos balear y tarraconense de Seuerus de Menorca, Consentius y Orosius (413-421)”. Granada. Universidad de Granada / Universitat de les Illes Balears / Institut Menorquí d´Estudis. 2008. Página 437. 12. Severo llega a Magona. Propone una discusión a los judíos. Éstos la rechazan. “(…) [9] %osotros hemos traído los códices para enseñar, sin embargo, vosotros habéis acumulado espadas y palos para matar. (…) [13] Vayamos, por tanto, a la / (Página 438) sinagoga y allí vosotros mismos seréis testigos sobre si vuestras afirmaciones se apoyan en la verdad o en el perjurio (…)”. (40). AMENGUAL I BATLE, Josep. “Judíos, católicos y herejes: El microcosmos balear y tarraconense de Seuerus de Menorca, Consentius y Orosius (413-421)”. Granada. Universidad de Granada / Universitat de les Illes Balears / Institut Menorquí d´Estudis. 2008. Página 438. 13. Los cristianos destruyen la sinagoga. “(…) [1] Comenzamos a dirigirnos hacia la sinagoga y, de la gran alegría que nos embargaba, por la plaza entonamos un himno a Cristo. [2] El salmo que, con gozo admirable, también coreaba el pueblo de los judíos era este: “Su memoria se derrumba estrepitosamente: pero la misericordia del Señor permanece por siempre” (Sal. 9, 7-8). [3] Pero antes, de que llegáramos a la sinagoga, algunas mujeres judías, creo que por voluntad de Dios, hicieron alarde de gran audacia, para excitar nuestra mansedumbre: desde una altura empezaron a tirar sobre nosotros piedras enormes. [4] Y, ¡quién lo diría!, cayendo sobre una apretada multitud, no sólo no hirieron a ninguno de nosotros, sino que ni siquiera nos rozaron (…) [7] Finalmente, para quitar toda sospecha de que había concedido una cruenta victoria a su grey, ningún judío fue alcanzado [por las piedras] y ni siquiera ninguno de entre ellos intentó fingirlo maliciosamente, como es su costumbre hacerlo (…). / (Página 439) [10] Únicamente él, al intentar arrebatar 62
algún objeto de la sinagoga atrajo sobre sí la piedra del tropiezo (cf., 1Pe 2,8). En efecto, uno de los nuestros lanzó un guijarro para herir a un judío, pero habiendo herido la cabeza de aquel [siervo] le sirvió de aviso para que recordara de quien es su Cabeza, o sea de Cristo. [11] Y aunque la herida no revestía peligro alguno, aquel tuvo que reconocer la codicia por su hurto y todos, con semejante castigo, quedaron avisados para no obrar de modo semejante. [12] Después que los judíos se hubieran retirado, nosotros tomamos la sinagoga sin que nadie no diré que se apropiara de algo, sino que ni siquiera se le ocurrió cosa del género. [13] El fuego consumió la sinagoga con todos sus objetos a excepción de los libros y la plata [sagrada]. Para que los libros sagrados no fueran maltratados por los judíos, nosotros los guardamos; en cambio, para que ellos no nos recriminaran por apropiación indebida, o por el gravamen que les hubiéramos inferido, les entregamos la plata (…)”.Página 439. 14. Acción de gracias y suplica. “(…) [1] Ante el estupor de los judíos por la destrucción de la sinagoga, nosotros nos encaminamos hacia la iglesia entonando himnos y, mientras dábamos gracias al Autor de nuestra victoria, con sollozos suplicábamos que desalojara / (Página 440) aquellos auténticos antros de la incredulidad y, que la infidelidad de aquellos corazones tenebrosos fuera vencida por la luz (…)”. (41). AMENGUAL I BATLE, Josep. “Judíos, católicos y herejes: El microcosmos balear y tarraconense de Seuerus de Menorca, Consentius y Orosius (413-421)”. Granada. Universidad de Granada / Universitat de les Illes Balears / Institut Menorquí d´Estudis. 2008. Página 441. 16. Se prepara la conversión de Teodoro. “(…) [9] Por su parte los hombres unos se escaparon por los campos, por los montes y barrancos; otros huyeron por las callejuelas de la misma ciudad. buscando un lugar donde esconderse (…)”. (42). AMENGUAL I BATLE, Josep. “Judíos, católicos y herejes: El microcosmos balear y tarraconense de Seuerus de Menorca, Consentius y Orosius (413-421)”. Granada. Universidad de Granada / Universitat de les Illes Balears / Institut Menorquí d´Estudis. 2008. Página 443. 18. Fuga y conversión de Melecio e Inocencio. “(…) [1] ¿Qué lengua podrá expresar todo lo que, por gracia de Cristo, aconteció con aquellos que habían escapado a los montes y cuevas, tanto más cuanto que cada uno de ellos tiene la propia historia de su conversión? (…)”. (43). AMENGUAL I BATLE, Josep. “Judíos, católicos y herejes: El microcosmos balear y tarraconense de Seuerus de Menorca, Consentius y Orosius (413-421)”. Granada. Universidad de Granada / Universitat de les Illes Balears / Institut Menorquí d´Estudis. 2008. Página 456. 31. datación y sentido profético de los hechos menorquines. “(…) [1] Sepa vuestra beatitud que todos estos acontecimientos comenzaron, con la fuerza el señor nuestro Jesucristo, el cuarto día antes de las nonas de febrero y 63
llegaron a su conclusión al cabo de ocho días, después del decimoprimer consulado del Señor Honorio y del segundo de Constancio, varón ilustrísimo (…)”. (44). BARCELÓ Y CAYMARIS, Francisco. “Historia de Menorca. (Manuscrito inédito) 1837 (Continuación) (*)”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo, Científico, Literario y Artístico de Mahón y de las Sociedades Afines domiciliadas en el mismo. Año XVIII. Quinta Época. Tomo IX. Mahón. Est. Tip. de M. Sintes Rotger. 1914. Página 98. Cita (*). “(...) Año 356.- A veinte de diciembre de 366, en la villa de Hita, del Partido de Guadalajara, llamada antiguamente Anfitria, pasó de esta vida a la eterna San Gregorio, Arzobispo de Toledo, Varón insigne en virtudes, y buenas letras y grande perseguidor de los herejes. Entró en la Silla de Toledo sucediendo a san Olimpio el año 356, según escribe Dextro. Fue monje de profesión, unos dicen de san Antonio Abad, y otros, carmelita. En el año 359 asistió al Concilio de Arimino donde concurrieron trescientos obispos de España, Italia, Francia e Inglaterra, contra la herejía de Arrio, que negaba la igualdad, y consustancialidad del Padre con el Hijo, que patrocinaba el Emperador Constancio, e hizo muy malos tratamientos a aquellos santos prelados por espacio de siete meses. Estuvo tan firme, y constante Gregorio, que el Emperador le desterró a la isla de Menorca, donde estuvo hasta el año 361, que murió este hereje emperador, y levantando el destierro a los obispos su sucesor, se vino a España, habiendo gobernado el obispado en su ausencia san Audencio, su Arcediano. Trata de este santo Prelado; (que algunos le omitieron en el Catálogo de los Arzobispos de Toledo), el Padre Argaiz en el tomo primero de su Soledad Laureada, folio 29.- A. Cavaller %in de Cardona (...)”. (45). BARCELÓ Y CAYMARIS, Francisco. “Historia de Menorca (Manuscrito inédito. 1837. (Continuación) (*)”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo, Científico, Literario y Artístico de Mahón y de las Sociedades Afines domiciliadas en el mismo. Año XVIII. Quinta Época. Tomo IX. Mahón. Est. Tip. de M. Sintes Rotger. 1914. Página 105. “(…) Año 421. Vándalos. En tal feliz estado de cosas, y cuando la religión Cristiana estaba, en Menorca, con todo su auge, los Vándalos que habitaban en el continente, vinieron a posesionarse de esta Isla, al mando de su Rey Gunderico. Terribles fueron los combates entre dos naciones tan fuertes y belicosas. Obstinada y sangrienta fue la resistencia de ambas partes; más como los valerosos Capitanes Romanos dueños de Menorca, estaban destinados a nuevas y mayores empresas, y que miraban su domicilio en esta Isla como un estrecho y triste destierro, accedieron por fin a ceder la isla a Gunderico bajo varios pactos civiles y condición expresa de tolerar y proteger la nueva Religión cristiana recién plantada en la misma (A) (…)”.Página 99. Cita (A). “(...) Cesar Baronio. Año 410. Tomo 5 (...)”. 64
(46). BARCELÓ Y CAYMARIS, Francisco. “Historia de Menorca (Manuscrito inédito. 1837. (Continuación) (*)”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo, Científico, Literario y Artístico de Mahón y de las Sociedades Afines domiciliadas en el mismo. Año XVIII. Quinta Época. Tomo IX. Mahón. Est. Tip. de M. Sintes Rotger. 1914. Página 105. “(…) Persecución de los Vándalos contra los Cristianos. Esta nación apenas llegó y se posesionó de Menorca, cuando desplegó la más dura persecución contra los cristianos. Muy lejos de ceñirse a las formales promesas hechas a los Romanos, no sólo no se sometieron a la nueva fe, si que procuraron por todos los medios posibles, la perversión del manso rebaño de Jesucristo, valiéndose al efecto de las más negras tramas y sofismas. %o obstante los cristianos, con aquel tesón y fortaleza de ánimo que tanto distinguió a sus antepasados, repelieron sus argumentos, y con una constancia heroica caminaron, en medio de escabrosidades y perjuicios, por el sendero de la virtud, sin que / (Página 106) pudiesen gloriarse sus enemigos de haber hecho vacilar en su creencia, ni menos pervertir a ningún cristiano Menorquín (…)”. (47). BARCELÓ Y CAYMARIS, Francisco. “Historia de Menorca (Manuscrito inédito. 1837. (Continuación) (*)”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo, Científico, Literario y Artístico de Mahón y de las Sociedades Afines domiciliadas en el mismo. Año XVIII. Quinta Época. Tomo IX. Mahón. Est. Tip. de M. Sintes Rotger. 1914. Página 106. “(…) Providencias de los Vándalos contra los cristianos. Los Vándalos, muy lejos de confundirse con tan noble constancia, repitieron sus golpes, pero con más vigor, más recios, más intolerables. Prohibieron toda una reunión de cristianos, hicieron cerrar sus templos, cesar los sacrificios y oficios divinos; y los ministros del altar sufrieron más el impío e injusto arresto. Esta diabólica providencia atemoriza al Santo Prelado Severo, las lastimeras voces y tiernas quejas de su humilde rebaño hambriento de pasto espiritual, derriten su compasivo corazón. Sus súplicas al dios de los ejércitos, son continuas y fervorosas al verse separado de su amado redil cuando se halla en la mayor necesidad. %o obstante, el tirano decreto de Gunderico no prevalece; pues no obstante de quedar convencido de que la tirana orden que ha mandado publicar, es la única poderosa para arrollar, destruir y desarraigar la religión que íntimamente aborrece, ve que prodigiosamente se multiplica, contando tantos templos, cuantas son las casas de las familias cristianas de la Isla (…)”. (48). BARCELÓ Y CAYMARIS, Francisco. “Historia de Menorca (Manuscrito inédito. 1837. (Continuación) (*)”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo, Científico, Literario y Artístico de Mahón y de las Sociedades Afines domiciliadas en el mismo. Año XVIII. Quinta Época. Tomo IX. Mahón. Est. Tip. de M. Sintes Rotger. 1914. Página 106. “(…) Persecuciones de los cristianos. Su rabia le turba, enloquece de furor el 65
tirano Gunderico al verse vencido y burlado de los que tanto aborrece. Medita y se desvela sobre el particular, aprueba y desaprueba, quita y añade a sus abultados y diabólicos planes dirigidos a abolir la Cristiana Religión, y aún acabar con todos los cristianos. Severo, al contrario, solo suspira en medio de austeras penitencias para aliviar a sus amadas ovejas, que mueren de hambre espiritual, teniendo él en sus manos el pan con tanta abundancia. Por las noches, y con la más secreta reserva, / (Página 107) puede lograr el reunirse algunas veces con los cristianos, en partes subterráneas y disimuladas, su vista tanto como sus enérgicas persuasiones y doctrinas, los anima, consuela y fortaleza. %otifica sus órdenes, descubre lacenas, señala los puestos, diputa sacerdotes, y mediante un valor y habilidad venidos del cielo, muy en breve se hallan los cristianos Menorquines, aunque escondidamente, provistos de confesores, predicadores y sacramentos (...)”. (49). BARCELÓ Y CAYMARIS, Francisco. “Historia de Menorca (Manuscrito inédito. 1837. (Continuación) (*)”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo, Científico, Literario y Artístico de Mahón y de las Sociedades Afines domiciliadas en el mismo. Año XVIII. Quinta Época. Tomo IX. Mahón. Est. Tip. de M. Sintes Rotger. 1914. Página 167. “(...) Año 483. Amistad entre Vándalos y Menorquines. Por muchos años reinó en Menorca una completa paz y fraternidad entre Vándalos y Menorquines, durante cuyo largo intervalo, no solo brotó y creció la Religión Cristiana, si que también aumentó el comercio en gran manera, disfrutando estos Isleños de una prosperidad envidiable. La agricultura era la ocupación favorita de los Menorquines, a la que se entregaron también los Vándalos, prefiriendo este inocente trabajo al ruidoso ejercicio de las armas. Más los Menorquines pecaron por demasiado confiados con una nación advenediza que ocultaba y disfrazaba su veneno bajo la capa de amistad y humildes modales exteriores. A efecto de la paz y tranquilidad que reinaba en esta Isla, habiase olvidado ya la policía de ejercer sus funciones, haciéndose caso omiso de las travesuras de los Vándalos disimulándose / (Página 168) igualmente ciertos abusos civiles que poco a poco minaron grandes desastres (…)”. (50). BARCELÓ Y CAYMARIS, Francisco. “Historia de Menorca (Manuscrito inédito. 1837. (Continuación) (*)”. Revista de Menorca. Publicación del Ateneo, Científico, Literario y Artístico de Mahón y de las Sociedades Afines domiciliadas en el mismo. Año XVIII. Quinta Época. Tomo IX. Mahón. Est. Tip. de M. Sintes Rotger. 1914. Página 168. “(...) Tolerancia Menorquina. Fiados los Menorquines de la amistad de los Vándalos hicieron caso omiso de algunos delitos cometidos por aquella 66
nación, pues su magnánimo corazón, no podía sufrir el delatar a las justicias de aquella nación las liviandades de aquellos sus súbditos. La caridad de los Menorquines hacia sus hermanos los Vándalos era extensiva sobre los buenos y malos, y una fraternal corrección era el único y evitar ciertos abusos que debían al principio ser castigados con las más rigurosas y severas penas. Súplicas de los Menorquines por un Obispo. Entretanto los Menorquines empezaron a suspirar a cada momento la pérdida lamentable de su Obispo Severo, y ansiosamente empezaron a desear la presencia de otro pastor que heredase las bellas prendas del que aún lloraban su lamentable pérdida. A medida que las leyes civiles iban degradándose violentamente, empezaba la religión Cristiana a sufrir ciertos debates y transgresiones que infaliblemente pronosticaban una infalible y próxima borrasca. Los Vándalos se habían ya entregado a los mayores excesos. En esta ocasión, las súplicas de los menorquines para obtener un pastor espiritual, eran más vivas y se sucedían unas a otras. La perversión, mal ejemplo y dudas religiosas que habían esparcido los Vándalos en la Isla, si bien al principio eran refutadas por los menorquines, su continuación los hizo titubear, como no menos por hallarse muchas veces en casos enredosos que los Ministros de la Religión, o por falta de luces o por temor al depravado gobierno que los mandaba no podían o no querían descifrar. / (Página 169) Llegada del Obispo Macario a Menorca. Todo eran obstáculos puestos a propósito por el tirano, y poco faltaba ya para sucumbir los Menorquines, cuando en medio de un júbilo extraordinario llegó a Menorca un Santo Prelado, que el único jefe de la Iglesia cerciorado de las críticas circunstancias de los Menorquines los había dispensado. Tal fue Macario hombre doctísimo y de una virtud tan ejemplar en nada inferior a Severo su antecesor. Los Vándalos reciben al nuevo prelado Macario con una afectada alegría, escondiendo de pronto todas sus astucias y criminales intentos dirigidos contra su persona y contra la Iglesia que venía a gobernar. Pasados los primeros días de parabienes y regocijos públicos, abrió Macario su visita Pastoral en la Isla, consternándose a cada paso su sensible corazón, al ver los innumerables escollos que tenía que vencer, hijos legítimos de las torcidas ideas de los Vándalos; y habiéndose informado y quedado completamente instruido del deplorable estado en que se hallaba la religión cristiana, echó mano al remedio para cortar de raíz tantos abusos. (51). AMENGUAL I BATLE, Josep. “Judíos, católicos y herejes: El microcosmos balear y tarraconense de Seuerus de Menorca, Consentius y Orosius (413-421)”. Granada. Universidad de Granada / Universitat de les Illes Balears / Institut Menorquí d´Estudis. 2008. Página 393. Capítulo único. Orosius y sus relaciones con Severus, Consentius y con san 67
Agustín. El priscilianismo que conoció Orosius. “(…) El priscilianismo no era principalmente una herejía, sino que reflejaba con especial crudeza o con algunos extremismos aquellos problemas que inquietaban a los teólogos hispanos. Era un exponente de la mentalidad teológico-filosófica de los hispanos de principios del siglo V (…)”. (52). AMENGUAL I BATLE, Josep. “Judíos, católicos y herejes: El microcosmos balear y tarraconense de Seuerus de Menorca, Consentius y Orosius (413-421)”. Granada. Universidad de Granada / Universitat de les Illes Balears / Institut Menorquí d´Estudis. 2008. Página 8. Prólogo. Priscilianismo. “(…) Las implicaciones de Orosius, presbítero hispano, en los acontecimientos menorquines y tarraconenses, que han descrito Seuerus y Consentius, han merecido una mayor atención, si la comparamos con la que se le había prestado anteriormente, en este contexto balear. De ahí que nuestro trabajo se haya contaminado de una cierta dolencia por la búsqueda de síntomas antipriscilianistas. Con todo, los priscilianistas no aparecen en las baleares más que indirectamente, mientras algunos autores los habrían considerado como muy poderosos. Pero queda muy claro que desde Menorca se les combatió directamente, con las operaciones tan bien calculadas por Consentius. También Severus, con su Circular, construida a partir de la segunda parte del versículo 6, del capítulo 12del libro de Tobías, divulgó una toma de postura veladamente antipriscilianista, al publicar las grandezas de Dios, en un ambiente dominado por el secretismo de los priscilianistas. Su relación está literariamente bien construida, teológicamente impecable e históricamente insustituible. / (Página 9) Las maravillas divinas en manera alguna consisten en haber aniquilado a los judíos, o en haberlos marginado. Todo al contrario. La proeza consiste en haberlos incorporado a la Iglesia, para conseguir su eterna salvación. Fue una empresa incluyente. Que los judíos no la desearan y se resistieran y que hoy nos parezca contraria a los derechos humanos, es otra cuestión, muy grave; pero que nadie se planteó en el Tardoimperio (…)”. (53). AMENGUAL I BATLE, Josep. “Judíos, católicos y herejes: El microcosmos balear y tarraconense de Seuerus de Menorca, Consentius y Orosius (413-421)”. Granada. Universidad de Granada / Universitat de les Illes Balears / Institut Menorquí d´Estudis. 2008. Página 230. Capítulo II. Los escritos de Consentius. 10. ep. 11* ad Augustinum (419). Pelagianismo y priscilianismo. “(…) En realidad, la ep. 11* es un relato de los acontecimientos urdidos por Consentius y protagonizados por Fronto, monje de Tarragona, amigo de Consentius, contra los obispos y aristócratas priscilianistas de la Tarraconense noroccidental, en ejercicio entre Huesca, Lérida y Tarragona. La carta comienza advirtiendo que el
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monje Fronto acaba de llegar a Menorca y contó a Consentius el éxito de la mencionada campaña. Siguen inmediatamente unas referencias a las precisas instrucciones que el año anterior (ca. 418) Consentius había dado a Fronto, para que pudiera descubrir a los criptopriscilianistas tarraconenses, según el encargo recibido del obispo Patroclus de Arlés. Consentius había compuesto tres libros y, el tercero lo redactó simulando que era priscilianista. La campaña de Fronto debió suceder después de la proeza invernal emprendida contra los judíos de Magona, narrada por el obispo Severus. El punto clave de este proceso radica en primer lugar en el hecho que Consentius señalara las personas a las cuales debía identificar Fronto. En segundo lugar aparecen los resultados de la persecución e identificación de los priscilianistas, logrados con método basado en los libros que Fronto había recibido, especialmente el tercero. Consentius lo había compuesto simulando que era un hereje priscilianista, ex persona haeretici (ep 11* 1, 5) de manera que Fronto pudiera fácilmente infiltrarse en el mundo de estas personas. Estos materiales los había transportado de Menorca a Tarragona el obispo de sede desconocida, Agapius. Este cometió la imprudencia de / (Página 231) romper el sello de la val.ija que le había confiado Consentius, a fin de que la entregara al monje. El primer éxito obtenido por Fronto consistió en que se enteró del curso seguido por unos códices mágicos, propiedad del presbítero Severus, al cual se los habían robado los bárbaros, cuando saquearon su castillo situado entre Hilerda(Lérida) y Osca (Huesca). (…) ¿Cómo consiguió Fronto enterarse de estos hechos? Muy sencillo. Se presentó como si fuera un priscilianista a una mujer de alta extracción, emparentada con Severus y con el comes Asterius. Se llamaba también Severa. Esta narró detalladamente al monje todo lo que había sucedido. (…) Como se trataba de una materia perseguida, o al menos sospechosa, por ser considerada priscilisnista, se poseía secretamente y, ninguno de los que tuvieron en sus manos estos libros mágicos quiso confesarlo. Consentius consideraba hiperbólicamente menos peligroso a los bárbaros que a los priscilianistas. Estos germanos, al dar con los códices supuestamente heréticos, se deshicieron de ellos entregándolos al obispo del lugar, Hilerda. Sagittius. Este, en vez de destruirlos o quemarlos, que era lo usual en estos casos, durante la Antigüedad, se los guardó en secreto y los leyó afanosamente. Dado que se trataba de un hecho público, se vio presionado a entregarlos al metropolitano de Tarragona, Titianus, pero se guardó en el archivo de la iglesia, in archivio ecclesiae (2, 8) aquellos pliegos que eran más venenosos. %o obstante, escribió al metropolitano que le transmitía 69
aquellas partes que más le disgustaban por su contenido dañino. / (Página 232) El metropolitano se desentendió del asunto, mandando los códices al obispo que había ordenado de presbítero a Severus, que era Syagrius de Osca, persona devota e ingenua y de edad muy avanzada. Syagrius creyó los infundios de su presbítero, el cual alegaba que había recibido aquellos códices de su difunta madre y, que no los consideraba nocivos, por lo que los había trasladado a su castillo. Syagrius devolvió compra a Sagiittius de los cuadernos que se había guardado. Y aquí empieza la segunda parte de la proeza de Fronto. Fronto denuncia formalmente a Severa y al presbítero Severusa. Pobre y solo se enfrenta a los poderosos de Tarragona sante un tribunal eclesiástico. Severa, en un primer momento, por temor, no se retractó de cuanto había contado a Severus, pero este juró y perjuró que desconocía el paradero de los códices. Se hizo fuerte en su parentesco con el comes Asterius. Y fue entonces que Severa volvió atrás y negó su anterior delación. En estas circunstancias, atendía la delación de Severa, el tribunal eclesiástico no pudo menos que citar a los obispos Sagittius y Syagrius, para que consignaran los códices al tribunal del metropolitano Titianus. Y en estas circunstancias llegó a Tarragona el comes Asterius que había recibido cartas de su pariente el presbítero Severus, en las cuales acusaba a Fronto de impostor. Este suplicó a Asterius que le interrogara en la basílica cristiana y no en el pretorio. Así sucedió. Los obispos Agapiyus y Titianus, reunidos en la chancillería episcopal de Tarragona, acusaron a Fronto ante Asterius y, se entabló una discusión del obispo Agapius con Fronto, sobre la violación de la correspondencia que Consentius le había confiado para que la entregara cerrada a Fronto. Los hechos se desencadenaron de tal manera que Fronto recibió las escusas del comes, por las molestias causadas y además admitió su inocencia, mientras se mantenía la culpabilidad de sus parientes. Asterius marchó hacia su campaña contra los bárbaros, poco conocida. Habiéndose ausentado Asterius, su mayordomo tomó la revancha contra Fronto, pero al cabo de unos días le encontraron muerto repentinamente. Llegó ya el turno de la intervención de los obispos Sagittius de Hilerda y Syagrius de Osca. En aquel momento, según la disciplina eclesiástica y de acuerdo a lo manifestado por Sagittius, los códices debían estar en el archivo de su catedral y en el de la osca. Pero en realidad los
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poseía / (Página 233) de nuevo Severus, el cual no sabía cómo deshacerse de ellos, ante la gravedad del peligro que corría frente al tribunal. En esta situación, Sagittius y Severus se cruzaron cartas clandestinas y, mandaron emisarios para recomponer ocultamente el estado de las cosas. Pero uno de estos se desvió del camino, de modo que los códices que debían ir aparar a las manos de Syagrius, fueron de nuevo a caer en las arcas del castillo de Severus. Más aún, la mala conciencia de Sagittius, por haber vendido la parte de los códices a Severus, su dueño originario, le llevó a comete la imprudencia de escribir a Syagrius auto delatándose, declarando que pensaba que él había obrado de manera igual y, que, consiguientemente, también había recibido dinero de Severus. La espesura de los movimientos se torna cada vez más tupida, sobre todo cuando se multiplican las sospechas entre los mismos priscilianistas. Un emisario secreto de Severus llevó a Sagittius los ominosos códices, el cual se digirió presuroso a Tarragona para presentarlos ante Titianus y los demás obispos. El crédulo Syagrius, después de un terrible sueño, decidió limpiarse la conciencia delatando a Severus y a Sagittius ante el tribunal. Pero llegó demasiado tarde. Se le había avanzado Fronto. Por eso, cuando Sagittius presentó los códices ante el metropolitano Titianus y los obispos reunidos, se armó una gran confusión. En estas circunstancias Fronto pidió una pausa en el proceso. Seguidamente Syagrius llegó a Tarragona y confesó a Fronto su complicidad, lo cual fue aprovechado por éste para acusar públicamente a Sagittius y a Severus. En este estado de la situación, el metropolitano Titianus optó por aplicar el derecho canónico sobre el procesamiento de un obispo, entenderlo en una asamblea de obispos. Fruto de esta decisión fue la reunión de un concilio de siete obispos en Tarragona. Lamentablemente las actas fueron lanzadas a las llamas. Aconteció que el obispo Agapius murió repentinamente, lo cual Fronto interpretó como castigo divino. En vista de lo acontecido, Fronto debía rendir cuentas al alto instigador de toda esta patraña, por lo cual se dirigió a Arlés con la finalidad de visitar a Patroclus, que convocó un nuevo concilio; esta vez en territorio más favorable para él, en Biterrae (Besiers) en la =arbonense. De allí Fronto bajó hasta Menorca para explicar todo lo acontecido a Consentius. Por su parte Consentius prosiguió la caza de brujas. Empezó por tildar de cómplices con el priscilianismo a los obispos hispánicos, mientras resaltaba la aversión de los galos hacia esta herejía. / (Página 234)
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%o sólo esto. También recriminaba a san Agustín con el procedimiento moderado adoptado en África contra los donatistas, pues según Patroclus tal actuación servía de pretexto para proceder de modo semejante contra los priscilianistas. Finalmente rogaba a Agustín para que explicara a Patroclus de Arlés la divinidad del procedimiento que aplicaba contra los donatistas y, al mismo tiempo, le recomendaba que se sirviera de los libros antipriscilianistas que le habían enviado. %os hace saber que es el mismo transportista, leonas, el que lleva la carta a san Agustín, ep. 11*1, el cual al cabo de más de un año, recogió el tratado Contra mendacium, I, 1, para llevarlo en Menorca. Razón tuvo san Agustín al no inmiscuirse en comprobar la veracidad de una trama tan rocambolesca (…)”.Página 251. Capítulo III. Líneas de intervención de Consentius en las controversias teológicas. El priscilianismo combatido por Consentius. Priscilianismo. “(…) El priscilianismo empezó a ser conocido en el exterior de Hispania con los rasgos híbridos de gnosticismo, maniqueísmo y origenismo. Así, comenzando por Filastrio de Brescias, se hablaba de unos ascetas oriundos de aquella península, por el año 390. Basil Studer estudió con detención la posible vinculación del priscilianismo con estas corrientes orientales y su eventual proveniencia de Egipto. Cabe afirmar que los contenidos del priscilianismo son mucho más complejos de los que a primera vista aparece. / (Página 252) Sin embargo, con el hallazgo de las nuevas cartas se arrojó nueva luz sobre este complejo fenómeno. Escribano ha observado que, con las aportaciones de la ep. 11*, el estudio del priscilianismo ha podido liberarse más de la dialéctica inculpatoria y exculpatoria. Emerge un panorama geográfica y sociológicamente mucho más amplio y complejo. Además, la carta ayuda a consolidar dos de las tendencias del estudio de esta corriente hispánica: la que encuadra más ampliamente el ascetismo tardorromano en Occidente y la que se interesa por el priscilianismo como fenómeno de la sociología de la religión. Si originariamente el priscilianismo empezó a extenderse por las zonas centrales y noroccidentales de la Hispania, entrado en el siglo V y, posiblemente tras notable evolución, encontramos a los priscilianistas poderosos en la Tarraconense. Este hecho podría explicar por qué el concilio reunido / (Página 253) en el año 380 para tratar la cuestión de prisciliano, tuvo a Zaragoza como sede. Hemos de atender a otra información, que no ha despertado gran interés y, que proviene de la afirmación de Consentius, sobre la penetración de los priscilianistas en el territorio ultra pirenaico hacia la cuenca del Ródano. %egar toda veracidad a esta presencia sería tan imprudente como darle pleno crédito. Todos los estudiosos piden cautela 72
ante las hipérboles de Consentius. Indudablemente él y su mentor querían que san Agustín tomara partido a favor de su causa expansionista. En esto perdieron el tiempo. Pero, lo menos que hemos de concluir de la exposición de nuestro corresponsal es que, posiblemente, se deba añadir un eslabón más a la cadena que vincula ambas vertientes de los Pirineos orientales y, que se ensancha hacia Oriente y, baja hacia las Baleares. Viajar al África del %orte desde estas islas era una constante histórica. Posiblemente podamos aportar una pieza más a la múltiple vinculación entre las regiones de esta zona, ya observada cuidadosamente por Jacques Fontaine, como hemos indicado poco ha (…)”.Página 253. Capítulo III. Líneas de intervención de Consentius en las controversias teológicas. Una geografía mediterránea del priscilianismo. Priscilianismo. “(…) Las fronteras del priscilianismo se habían extendido como una mancha de aceite, de forma que los Pirineos tampoco en esta ocasión han resultado ser frontera válida. Las calzadas romanas han podido más. Han propiciado la expansión de esta corriente, siguiendo las pisadas de otras personas y de otras ideas. / (Página 254) Por otra parte, aún cuando desconocemos alguna operación contra los seguidores del obispo de Ávila en las Baleares, parece que los había, si atendemos a las expresiones críticas de Consentius proferidas contra los cristianos baleares. Con todo, al menos en tanto no dispongamos de ulteriores informaciones, cabe afirmar que no debieron ser muy numerosos. =o sólo los priscilianistas atravesaron las cordilleras y los mares hispánicos, sino que, o podemos minimizar el hecho de que Consentius hiciera presente a san Agustín, con fundamento o como recurso intimidatorio, que en su sede episcopal también los herejes de origen hispánico habían suscitado adeptos y, hace falta combatirlos: arbitror quod multa Priscillianistarum quae in ista prasecipue urbe latitant agmina publicentur (ep.. 1 1*, 27, 3). Si de hecho había tanta comunicación, es impensable que la costa mediterránea se convirtiera en un cordón de sanidad que protegiera las Islas y África de las corrientes ascéticoteológicas que surgieron en Hispania. Otra cosa muy distinta es que debamos creer acríticamente todo lo que dice Consentius. Pero su información no se puede esquivar. Por supuesto, sus datos son el priscilianismo africano se han de atribuir a Orosius, que poco antes había pasado por Menorca. Por otro lado, ¿si de verdad los priscilianistas también eran tan numerosos en Menorca y, Severus era un obispo tan celoso, ¿cómo es que Consentius no le implica en combatirlos? ¿Lo intentó del mismo modo que intentaba ganar para su causa a san Agustín? ¿Podría ser que Severus tácitamente, estuviera detrás de la operación? De todas maneras, es posible, que Consentius exagere. Por otro lado, ¿debemos ver en la 73
actitud de los obispos una tolerancia y un irenismo extremados, lejos de todo rigorismo o debemos pensar que estaban dogmáticamente equivocados? Si algún rigorismo podemos observar es el de Consentius. La reacción de Agustín ante el método de la mentira, consistió en condenar la práctica de mentir –no a las personas- en cualquier hipótesis, aún en el caso de que se revistiera de sentido humanitario o de pretensiones espirituales. Pero su contundencia llega al grado más alto cuando condena que se la utilice para defender la religión. Si nos trasladamos a otro ámbito del discurso de Consentius observamos que levanta a sistema las medidas que, según él, se deben tomar, debido a la desconfianza y suspicacia que le movía ante los teólogos. Incluso anunciaba condenas formales para san Agustín. Su talante y opción le llevaban a leer el texto bíblico con lentes fundamentalistas, a / (Página 255) tomarlo indiscriminadamente y a esperar la sanción de las autoridades eclesiásticas. Si dicha sanción no se producía, entonces pretendía recurrir a la autoridad del Estado. %inguna amenaza puede ser mas aberrante en cuestiones humanas y teológicas que la de poner en manos políticas y militares la causa de la fe. Por fortuna, la respuesta de san Agustín no entró ni siquiera aparentemente en este juego fundamentalista y prontamente inquisitorial. Su reacción fue nítida intelectualmente y pastoralmente irrenunciable y eficaz y le propuso: “Ama intensamente el entender” (ep 120, 3, 13, 4). Es decir, le invita a cultivar la inteligencia porque, sin ella, las escrituras no resultarían útiles, a pesar de ser portadoras de grandes mensajes. Este mismo razonamiento fue el que le aplicó el obispo hiponense, cuando contestó a una consulta de otro colega suyo, Ceretius. Se hallaba inmerso en la maraña priscilianista. Le confundían con las citas de los apócrifos, etc. Agustín volvió a insistir en que los seguidores de Prisciliano también aceptaban los libros canónicos, a los que añadían muchos apócrifos. Cuando las escrituras iban contra ellos, dice Agustín, las interpretan con astucia a su favor. Pasando al caso de Menorca, atendiendo a que el juicio canónico era imposible para dominar a los poderosos y notables judíos, Consentius cooperó con el obispo de Severus en la más eficiente operación deprender fuego a la sinagoga de Magona. Las dos campañas, la de Menorca y al de Tarragona, reflejan la progresiva imposición de la confesión católica durante la Romanidad Tardía. Ahora bien, Consentius-Severus prefirieron aplicar la que hemos denominado teología del terror. Era un recurso para las mentes perezosas, / (Página 256) que les facilitaba resolver expeditivamente los conflictos. El contencioso global, en este caso, era el de la disensión religiosa, resuelto por el Imperio tardío con la oficialización del cristianismo, que tenía como consecuencia que el disidente era desterrado. 74
Las violencias físicas, hubieran quebrado la legalidad, de aquí que Severus se cuidó mucho de no causar lesiones a los judíos, pero los recondujo compulsivamente a la romanización completa, que culminó en su incorporación al cristianismo. Por su parte, Consentyius siguió la vía judicial y la de la amenaza. En todo caso fue su emisario Fronto quién corrió el riesgo de ser apedreado. Sabiendo que, en las Galias, Patroclus estaba de su lado, Consentius amenazó con un posible recurso interpuesto por los obispos galos ante el emperador. Más aún le conminaba advirtiéndoles que las medidas imperiales se extenderían a todas las provincias. Es una consecuencia de la expansión del priscilianismo, descrita por Consentius. En definitiva, la teología y la pastoral se habían envilecido hasta convertirse en un instrumento en manos de los políticos. De aquí que las nuevas líneas de investigación tiendan a desencallar el priscilianismo del terreno de la heresiología, marcada por los polos de la inculpación y de la exculpación y, ampliar el panorama para situarlo en un espacio más vasto. Podemos detectar unos modos de relaciones y de tensiones socio-políticas más plausibles que las supuestas tensiones de carácter social, o que las que diferenciaban las zonas romanizadas de las que lo estaban menos. Estas serían la cuna del priscilianismo. =o obstante, el episcopado tarraconense, las grandes familias que aparecen en la carta de Consentius están plenamente enfrascadas en el priscilianismo que rechaza san Agustín y, al mismo tiempo viven en una de las regiones más antiguamente romanizadas de Hispania. Por tanto, al menos este priscilianismo tarraconense nada tiene que ver con el grado de romanización de la zona. A favor de la credibilidad de Consentius, cuando asegura la presencia de priscilianistas en las Galias, puede tal vez atestiguar el obispo Ceretius / (Página 257) en la mencionada carta dirigida a san Agustín en fecha desconocida. Por la respuesta que este le dedicó, sabemos que su ambiente estaba marcado por esta corriente, que se manifestaba en formas parecidas a las que había denunciado Fronto, en Tarragona, el año 419. Los libros mágicos son calificados como apócrifos, por san Agustín. Este asegura que los priscilianistas también admiten los libros canónicos, que interpretan a su manera cuando el texto no les favorece. La reflexión del obispo de Hipona tiene ecos de la ep.120, 3, 13, 4. %o basta disponer de las escrituras admitidas por la Iglesia. Se requiere, especialmente, interpretarlas bien. A ello ha de conducir el trabajo de los teólogos. Agustín, además, ataca con violencia a los priscilianistas, precisamente por su doblez. Todo nos lleva a pensar que esta carta, sin datar, es contemporánea al contra mendacium o, poco anterior, ya que no lo cita. Pero en ella recoge argumentos que expresó en este tratado y en la ep.120. %o sólo esto, sino recordando posiblemente a Dictinus, recoge el 75
adagio que en la secta era el principio de acción y consagraba el perjurio. Que hiciera memoria de Dictinus es lo más probable, puesto que la máxima de los seguidores de prisciliano la propagaron: Algunos que los trataron, que fueron priscilianistas y luego se libraron de ellos por la misericordia de Dios, recuerdan ese precepto con estas palabras: “Jura, perjura, pero no reveles el secreto”. Poco antes de morir, Agustín, en su catálogo de herejías cuando describe a los priscilianistas, vuelve a repetir este adagio, mezclado con / (Página 258) otras características de su doctrina, alguna de las cuales se asemeja a las que mostró en su respuesta a Ceretius. Ya en su lugar dejamos constancia como precisamente Symphosius, obispo y su hijo, que lo era de Astorga, Dictinus, se habían retractado, como consta en un anexo a las actas del I Concilio de Toledo. (…) Sea lo que fuere, el priscilianismo en su versión del siglo V, se había extendido en una amplia zona, que tenía sus ramificaciones en la cuenca norte y sur del Mediterráneo occidental y en las Baleares. Desde estos lugares fue denunciado a san Agustín, pero, a mi modo de ver, queda suficientemente expresada la convicción de que fue Consentius quién, antes de los que creía san Agustín y con anterioridad a lo que se ha opinado generalmente, hizo entrar el obispo africano en las contiendas priscilianistas, lo cual había acontecido por el año 413 o un poco antes (…)”.Página 254.Cita (29). “(…) MORIO%ES, “San Agustín y Consencio”, p. 31, nota 8, sin conocer las nuevas cartas, escribió que “los Priscilianistas que eran muy numerosos en las Baleares (…)”.Página 260. Capítulo III. Líneas de intervención de Consentius en las controversias teológicas. El Contra mendacium. El obispo Severo y su madre eran priscilianistas. “(…) Otra aportación de la nueva literatura de Consentius nos permite aclarar que el Contra mendacium contenía un rechazo frontal a la mentira como método como defender la fe y, más concretamente, para desenmascarar a los prisciliasnistas, a partir de los que dominaban las iglesias de la Tarraconense. Parece que Consentyius, en la ep. 11*, dio todos los motivos para provocar que san Agustín le dirigiera este tratado. En él se plantea una cuestión de fondo, que consiste en disuadir a Consentius del uso de la mentira, al estilo de los priscilianistas, quienes difundían sus ideas con este sistema. En este ejemplo se amparó Consentius. Con el objetivo de / (Página 261) desenmascarar a estos adeptos de Prisciliano compuso un libro simulando que era secuaz de esta corriente y lo entregó al monje Fronto, para que le sirviera de directorio, en su campaña extraordinariamente preparada. La ejecución del plan hace del monje gran protagonista de la ep. 11*. El objetivo completo apuntaba a descubrir, denunciar, juzgar y condenar una serie de personajes a causas de sus obras cuando una incursión de los bárbaros dejó al descubierto que el presbítero Severus 76
poseía unos códices mágicos considerados venenosos y priscilianistas. El presbítero alegó que los había recibido en herencia de su madre. Si este supuesto fuera cierto, nos la mostraría como mujer independiente e ilustrada. De acuerdo a la versión trasmitida por Fronto a Consentius, los notables hispano-romanos y los obispos estaban apasionados con esta lectura. Fronto consiguió que el metropolitano de Tarragona, Titianus, convocara una reunión de obispos. La simulación de la mayoría de los implicados fue puesta al descubierto. Ahora bien, es del todo seguro que san Agustín tenia presente esta narración de Consentius cuando elaboró el contra mendacium, puesto que la menciona. Igualmente pisamos terreno firme al observar como el mismo obispo no mostró la mínima curiosidad para verificar la narración de Fronto. Lo que hizo reaccionar fue el método de la simulación y de la mentira. De las consideraciones sobre la herejía, Agustín derivó hacia una exposición de teología moral, descalificando por completo toda clase de mentira y, más aún la que se pronuncia alegando la intención de defender la fe (…)”.Página 261. Capítulo III. Líneas de intervención de Consentius en las controversias teológicas. ¿Y si en lugar de códices de magia se hubiera tratado de escrituras apócrifas? Textos priscilianistas acusados de mágicos como los apóstoles seguidores de la Iglesia del Camino. “(…) El priscilianismo no estuvo exento de ciertas connotaciones mágicas. Se ha considerado que la costumbre de Prisciliano de orar desnudo se aproxima más a la magia que a la indecencia que, por ejemplo, horrorizaba / (Página 262) a los judíos y no era del agrado en la cultura cristiana a partir de esta impugnación, no es frecuente hallar pruebas de que los priscilianistas se dedicaran a la práctica de la magia. Tampoco Fronto y Consentius, en su descripción del proceso contra el obispado y la alta sociedad tarraconense, aducen una exhibición de artes mágicas, ni la comisión de crimen o maleficio alguno. Por esto, desconcierta la lectura de la narración, que se centra en la posesión de libros mágicos y la pasión por su lectura. Llegados a esta comprobación, el curso de los acontecimientos demanda un complemento, que en manera alguna se nos ofrece. En ningún momento emerge una acusación de unas prácticas de magia, ni siquiera de un solo acto de brujería. Entonces la coherencia con el contexto priscilianista está abierta a otras explicaciones. Una de ellas, que considero la más satisfactoria, sería que Fronto y Consentius calificaron de mágicos aquellos dañinos códices, que en realidad contendrían colecciones de Apócrifos del Antiguo y =uevo Testamento. El término apócrifo ya era usual en aquellos tiempos para denominar a escritos en principio “secretos”, que no fueron assumidos en lo que se llama el canon de las escrituras, o colección de escritos que para 77
la Iglesia son vinculantes y, que inspiran su doctrina y acción. (…) / (Página 263) La afición por la lectura de los apócrifos va unida a toda la historia del priscilianismo. En esto consistió una de las acusaciones de Hidacio de Mérida en el concilio de Zaragoza del año 381, aunque no consta en sus actas, sino que la conocemos por el mismo Prisciliano (…)”.Página 366. Capítulo VI. Prosopografía a partir de los escritos de Severus de Menorca y de Consentius. 26. Paulino, diácono de la Taraconense, priscilianista. “(…) %ombre de un diácono que, según la narración de Fronto, sirvió al obispo Saggitius para crear una versión falsa sobre lo que había hecho con los códices mágicos, que en realidad había vendido subrepticiamente a su propietario originario, el presbítero Severus. (…) Sagittius había trasmitido al presbítero Severus los códices mediante el diácono Paulinus (106) (…)”. Página 366. Cita (106). “(…) CO%SE%TIUS, ep. 11* 14, 4: “como había enviado por medio del diácono Paulino los dos códices que había tenido consigo no hacía mucho al mismo Siagrio a quién se había delegado el examen de su presbítero y, ya que paulino, al no conseguir encontrar al obispo Siagrio en su localidad, los entrego a Severo” (…)”. (54). AMENGUAL I BATLE, Josep. “Judíos, católicos y herejes: El microcosmos balear y tarraconense de Seuerus de Menorca, Consentius y Orosius (413-421)”. Granada. Universidad de Granada / Universitat de les Illes Balears / Institut Menorquí d´Estudis. 2008. Página 199. Capítulo VI. La Iglesia en Menorca. La virgen Theodora. Una mujer virgen actuaba como diaconisa en la Iglesia del Camino de Jesús el Cristo. En Menorca existió el pelagianismo. “(…) De todas maneras, hacia finales del siglo IV se introdujo este rito y, según el concilio de Zaragoza, del año 380, canon 8, las vírgenes no debían recibir el velo de su estado sino después que el obispo hubiera comprobado que hubiera cumplido los 40 años. Esta velación podía tener un contenido semejante al de la consagración, que era un rito bastante común en África, realizado en una celebración pública, reservado al obispo, no al presbítero, como también sucedía en la velación hispánica, según hemos indicado. En este sentido, Theodora debía tener un reconocido protagonismo, eclesial y civil, en Iamona. A la virgen menorquina de Iamona, la Circular le asigna un papel solamente compartido por el principal judío, Theodorus y, por el obispo severus. Estos tres personajes participan de los mismos sueños que preparaban la gran transformación de Magona. Theodora, además, aparece como un tipo de la Iglesia. Esta figuración se ha visto en el arca de %oé, en la %ueva Jerusalén, en el rebaño de Dios, en el Pueblo de Dios, etc. La Iglesia es también vista como una nueva Eva, etc. Theodora merecía esta consideración, según el pensar de Severus, debido a su 78
virginidad y a la fecundidad a que alude su nombre: don de Dios. Aflora de nuevo la teología de la gratitud de Dios, que debió llegar a Menorca, desde las costas africanas, promovida incansablemente por san Agustín en su lucha contra el voluntarismo del monje Pelagio (…)”. (55). AMENGUAL I BATLE, Josep. “Judíos, católicos y herejes: El microcosmos balear y tarraconense de Seuerus de Menorca, Consentius y Orosius (413-421)”. Granada. Universidad de Granada / Universitat de les Illes Balears / Institut Menorquí d´Estudis. 2008. Página 236 y 237. Capítulo II. Los escritos de Consentius. 17. Adversus quaestiones Pelagii, deperditus, (ca 420). Pelagianismo. “(…) Entre otros escritos que mantenía en el escritorio, se encuentran unos tratados antipelagianos (ep 12* 15, 3). =o olvidemos que Orosius fue / (Página 237) uno de los primeros en combatir la regla a Pelagio y, bien pudo ser él quien actualizara los conocimientos que de sus doctrinas tuvo Consentius. Ignoramos si pudo acceder a los tratados de san Agustín acerca de esta herejía, si bien Consentius se atrevió a escribirle que poseía casi todo lo que se había producido sobre el tema (16, 2) (…)”. (56). AMENGUAL I BATLE, Josep. “Judíos, católicos y herejes: El microcosmos balear y tarraconense de Seuerus de Menorca, Consentius y Orosius (413-421)”. Granada. Universidad de Granada / Universitat de les Illes Balears / Institut Menorquí d´Estudis. 2008. Página 493. EP 11*. Memorial a mi señor y santo Padre Agustín. 1. Instrucciones de Consencio a Frontón por tal de descubrir los criptopriscilianistas, según el encargo de Patroclo de Arlés. Consentius era pelagiano como Patroclo antes de convertirse al cristianismo. “(…) [1] El beatísimo señor mío, hermano de vuestra santidad, el obispo Patroclo (6) con vehemente afecto, me ha impulsado a componer algunas / (Página 494) cosas necias y sin ton ni son contra los priscilianistas, que también ya perturbaban las Galias. [2] (…) ha llegado un siervo de Cristo, llamado frontón al cual el Espíritu Santo inspira unas llamas ardientísimas de celo por la fe. (…) [4] Efectivamente, el año pasado le había encomendado que, confiado en la inocentísima astucia, emprendiera una lucha contra los ya mencionados priscilianistas que, de tal manera infestan las Hispanias que, a su lado, da la impresión que los bárbaros no hicieron nada. (…) / (Página 495) [5] y, para explicar por qué razón lo he redactado asumiendo el papel de hereje (…) [6]. De este modo, mientras la inoportunidad de los vientos no dejaba partir al hermano Leonas, ha llegado aquí, muy oportunamente, mi hermano Frontón, el cual me ha informado sobre tantas cosas, de las cuales yo solamente contaré algunas que sirvan de advertencia (…)”. Página 493. Cita (6). “(…) Patroclus, fue metropolitano de Arlés. Desde el año 412, se mostró propelagiano. Murió asesinado por un tal Barnabus, el año 426, en vida de Agustín y, posiblemente de Consentius (…)”. 79
Anexo documental
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Pie de altar paleocristiano de la basílica des Fornàs de Torrelló. (Fuente: PALOL, 1967).
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Basílica paleocristiana de Es Fornàs de Torrelló.
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BasĂlica paleocristiana de Son Bou. (Fuente: www.menorcamegalitica.blogspot.com.es )
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BasĂlica paleocristiana de Son Bou. (Fuente: www.menorcamegalitica.blogspot.com.es )
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Consolidación de los muros perimetrales de la basílica paleocristiana de L´Illa del Rei. (Foto: Alex López García). (Fuente: www.anticrestaurador.blogspot.com.es )
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Consolidación de los muros perimetrales de la basílica paleocristiana de L´Illa del Rei. (Foto: Alex López García). (Fuente: www.anticrestaurador.blogspot.com.es )
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Consolidación de los muros perimetrales de la basílica paleocristiana de L´Illa del Rei. (Foto: Alex López García). (Fuente: www.anticrestaurador.blogspot.com.es )
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Consolidación de los muros perimetrales de la basílica paleocristiana de L´Illa del Rei. (Foto: Alex López García). (Fuente: www.anticrestaurador.blogspot.com.es )
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Muros perimetrales de la basílica paleocristiana de L´Illa del Rei. (Foto: Alex López García). (Fuente: www.anticrestaurador.blogspot.com.es )
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Piscina bautismal de la basílica paleocristiana de L´Illa del Rei. (Foto: Alex López García). (Fuente: www.anticrestaurador.blogspot.com.es )
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Detalle del mosaico marino de L´Illa del Rei. (Foto: Carlo Cestra. www.carlocestra.com )
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Detalle del mosaico marino de L´Illa del Rei. (Foto: Carlo Cestra. www.carlocestra.com ).
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Detalle del mosaico marino de L´Illa del Rei. (Foto: Carlo Cestra. www.carlocestra.com ).
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Detalle del mosaico marino-terrestre de L´Illa del Rei. (Foto: Carlo Cestra. www.carlocestra.com ).
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Detalle del mosaico animalĂstico de L´Illa del Rei. (Foto: Carlo Cestra. www.carlocestra.com ).
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Detalle del mosaico animalĂstico de L´Illa del Rei. (Foto: Carlo Cestra. www.carlocestra.com ).
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Detalle del mosaico animalĂstico de L´Illa del Rei. (Foto: Carlo Cestra. www.carlocestra.com).
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Detalle del mosaico animalĂstico de L´Illa del Rei. (Foto: Carlo Cestra. www.carlocestra.com ).
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Detalle del mosaico animalĂstico de L´Illa del Rei. (Foto: Carlo Cestra. www.carlocestra.com ).
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Detalle del mosaico geomÊtrico de L´Illa del Rei. (Foto: Carlo Cestra. www.carlocestra.com).
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Detalle del mosaico geomÊtrico de L´Illa del Rei. (Foto: Carlo Cestra. www.carlocestra.com ).
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Detalle del mosaico geomÊtrico de L´Illa del Rei. (Foto: Carlo Cestra. www.carlocestra.com).
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Detalle de las tres decoraciones del mosaico tripartito de L´Illa del Rei. (Foto: Carlo Cestra. www.carlocestra.com )
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Lola Carbonell Beviá, alicantina de nacimiento, es historiadora, especializada en Humanidades Contemporáneas. Ha realizado numerosas monografías sobre la Historia de la Edad Media de Menorca y, sobre su Protohistoria. En este trabajo de investigación, se ha centrado en demostrar como en Menorca, la controversia teológica se puso de manifiesto entre diversos grupos cristianos que fueron tachados de herejes.
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