ESTADO
MAYOR
CENTRAL
DEL
HISTORICO
SERVICIO
EJERCITO
MILITAR
REVISTA DE
HISTORIA
Año XII
MILITAR
1968
Núm. z+
DIRECTOR:
Excmo Sr. D. Joaquín de Sotto y Montes, de Caballería, del Servicio de Estado Mayor.
Consejo
General
de Redacción
ASESORES: D. Juan Priego López, Coronel de Estado Mayor, y D. J0s6 Manuel Martínez Bande, Coronel de Artillería; REDACTOR JBPE: D. Joaquín Portillo Togores, Coronel de Caballería, del Servicio de Estado Mayor; SECRETARIO DE REDACCION: D. José María Gbratc Córdoba, Teniente Coronel de Infantería, del Servicio de Estado Mayor; REDACTOR: D. Juan Manuel Zapatero López Anaya, Capitán y Doctor en Historia; ADMINJS’l’RADOR: D. Constantino Alonso Calle, CapitAn de Oficinas Militares.
REDACCI6N
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Reseña histórica de la Caballería espafiola DE SOTTO Y MONTES ....................................... Aportación nea, por
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Historiadores militares del siglo XIX : Teniente General D. Serafin de Sotto y AbAch. Conde de Clonard y Marqués de la Granada 1862) .................................................................. Conferencia La
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Cursillo
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Militar
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los artículos publicados de su respectivos autores.
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esta
revista
reflejan
Esta revista invita a colaborar en ella a los escritores militares 0 civiles españoles 0 extranjeros, que se interesen por los temas históricos relacionados con la profesión de las armas. En las páginas de la misma encontrarán amplia acogida los trabajos que versen sobre acontecimientos bélicos, destacadas personalidades del mundo militar, e instituciones, usos y costumbres del pasado del Ejército, particularmente si contienen enseñanzas o antecedentes provechosos para el militar profesional de nuestros días.
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UN
PRECURSOR
ESPAROL DE LA DE RETROCARGA
ARTILLERIA
por FERNANDO GIL OSSORIO Teniente Coronel de Artillería
1.
EL
PROYECTO
En julio de 1796, el capitán don Vicente Lunardi, ((después de un largo estudio y aplicación, cree haber inventado un método para que, a bordo de un navío de guerra, se pueda trabajar con un cañón de cualquier calibre ahorrando la mitad de los hombres que en el día se destinan para tal efecto, disparando así mismo más tiros en un minuto y manteniendo la pieza con menos grado de calor y menos riesgos de los artilleros». El ((método» que Lunardi ((cree» haber inventado es sencillamente un mecanismo de cierre que permite cargar por la culata. Para ensayarlo se adptó el mismo a un cafión de a 24 (C. 153/20, según la denominación actual) inútil, y se construyó otro cañón de a 4 onzas de calibre (C. 35/24), simple modelo reducido de la pieza de a 24. Según el ((Plano de un Cañón de a 24 para cargarlo por detrás» (lámina 1), la «Explicación y dimensiones de las piezas» correspondientes al mismo y el «Dictamen del Capitán del Real Cuerpo de Artillería D. Luis Pessino, Subdirector de la Real Fundición de Sevilla.. ., sobre el proyecto de D. Vicente Lunardi)) (l), el citado cañón de a 24 fue cortado por el brocal, desapareciendo la tulipa, y por el primer filete del astrágalo, con la consiguiente desaparición de toda la culata y de una pequeña parte del ánima. La longitud total de la pieza pasó de 3,523 metros a 2,308, correspondiendo cerca de medio metro al corte del brocal, que no exigía el proyecto en sí y (1) aExpediente personal de II. \‘icente Lunardio, Archivo General Militar de Segovia, legajo núm. 4. En todas las citas he modernizado ortografía y puntuación.
3
FERNANDO
GIL
OSSORIO
debió ser obligado, tal vez, por el estado de inutilidad de la pieza elegida. El cierre propiamente dicho estaba constituido por un Paralelepípedo de hierro, llamado «dado» por el autor, de dimensiones 250 x 250 x 90 mm., y cuyas caras laterales habían sido rebajadas en la forma que se ve en la figura 3 de la lámina 1. En la cara anterior del paralelepípedo va adosado un disco de 194 mm. de diámetro por 38 de grueso, que sirve para hacer la obturación, y al que el proyectista llama «recámara», la cara posterior presenta en su centro un pequeño resalte en forma de anillo, que tiene por objeto ayudar a sujetar un eje de hierro de 505 mm. de longitud y 32 de diámetro, que al mismo tiempo que une las dos partes del cierre («dado» y (crecámara») por medio de tuercas, sirve para su manejo con ayuda de una manivela de 650 mm. de longitud unida a su extremo. El ánima de la pieza ha sido modificada para permitir el alojamiento del cierre. Primero ha sido ensanchada, con sección cuadrada de 250 mm. de lado, y en cada una de las cuatro caras que se han producido se ha sujetado, con tornillos, la pieza de la figura 2 (lámina 1) que corresponde a los rebajes laterales del paralelepípedo o «dado» ; a continuación viene una parte cilíndrica, cuyo diámetro es igual a la diagonal del cuadrado base de la parte anterior, y por último el ánima presenta un pequei? ensanchamiento para permitir encajar el obturador (la ((recámara)) de Lunardi). La longitud de las dos primeras partes ensanchadas es igual, la primera, y ligeramente superior, la segunda, a los 90 mm. del grueso del cierre. De todo lo dicho se deduce ya el funcionamiento del mismo ; este se introduce en el caíión, haciendo coincidir los rebajes laterales con los salientes del alojamiento, y una vez llegado hasta el ánima, basta un giro de 45” para que quede perfectamente sujeto. Para facilitar su manejo se ha proyectado una especie de jaula de hierro («cajón» la denomina Lunardi), figura 4 de la lámina I., calculada para contener el cierre, y que se sujeta al cañón mediante una bisagra situada a la derecha en el plano de culata y un pestillo situado en el lado izquiedo. Este cajón mantiene el cierre unido al tubo mientras se efectúa la carga y permite que una vez terminada ésta, al quedar sujeto por el pestillo, el cierre se encuentre frente a su alojamiento, pudiendo introducirse en él con un simple empuje, previo, por tanto, al giro de 45Ode que antes he hablado. El invento suponía otra novedad, que convierte de nuevo a Lunar-di en precursor: la bala unida al saquete gracias a un cartucho
US
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ESPAÑOL
DE
LA
ARTILLERÍA
DE
RETROCARGA
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de hojalata. Antecedente de ios proyectiles con vaina metálica engarzada, Recordemos que en la época, en los cañones, para todos los calibres, se había abandonado ya la carga a granel, utilizando cucharas de bronce, y se empleaban cartuchos o saquetes para contener la pólvora. En las piezas de campaña el saquete se usaba unido a la bala mediante unas rodajas de madera, llamadas saleros, cóncavas en aquella de su bases por la que se unían al proyectil y de un diámetro ligeramente inferior al de 1s bala. Dos tiras de hojalata, cruzadas sobre la bala, servían para sujetar ésta al salero con la ayuda de unas vulgares tachuelas y el saquete se ataba con bramante, fuertemente, al salero gracias a unas ranuras que llevaba lateralmente. En el cañón de a 24 no se usó nunca salero, y por tanto bala y saquete no iban unidos. Los saquetes se hacían de lanilla, papel, lienzo o pergamino, siendo los materiales comúnmente empleados la lanilla para las piezas de campaña y el papel para las de sitio y piaza, y para tiros de instrucción y salvas de todos los calibres (2). Lunardi introducía en la munición dos novedades: el cartucho de holajata y la bala ensalerada para el caííón de a 21. sin embargo. para sus experiencias hizo fabricar 26 cartuchos de lanilla, 14 de papel y sólo 3 de hoj:&tta (3). El cartucho de hojalata debia ser perforado con un punzón. que se Introducía por el «oído» de la pieza antes de cebar ésta.
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!,A
EJECCTCI!‘iN
l3E1,
PROYECTO
En los Archivos de Simancas y Segovia se conservan uendas insta.ncias de Lunardi (4), muy parecidas ambas, fechadas en Cádiz con cerca de un mes de diferencia (‘7 de junio y 4 de julio), en las que después de descubrir éste la finalidad de su invento, en la forma anteriormente vista, solicita que por la Real Fundición de Sevilla se le facilite un cañón de bronce viejo, de los destinados a refundir, y que bajo su dirección se modifique conforme a su proyecto (cosa que dice exigirá pocas horas). También pide la munición precisa para ha(2) Morla, «Tratado dc .Qtilleríaa . 2.a edición. Segovia. SS16, tomo II, páginas 186 y SS. (3) «Relación de los gastos causados por la RI. Maestranza de Artillería de esta Ciudad en las operacicnes de todas clases del Proyecto pendiente de D. Vicente ku-
nardi)). Segovia, leg. cit. (4) nProyectos Moderna. !egajo
de D. Vicente .?.UE!> v Segov:a.
Lunardi», ‘eq.‘ cit.
Archivo
C;x:cra!
de Sim:::lcas.
Guerra
10
FERHANDO
GIL
OSSORIO
cer las prue’bas de su invento, pruebas que se ofrece a realizar delante de los oficiales del Cuerpo de Artillería. En la primera de las instancias pide además se fundan cuatro pequeños cafíones de calibre 3.5 mm. (calibre que determina por el curioso procedimiento de dibujar una circunferencia de tal diametro 1 destinatario dei escrito (iMial pie de la instancia) (3), uno para eA otro para la Fundición, y los restantes para nistro de la Guerra ?‘), que él realice las pruebas, en cuyo caso no necesita la pieza vieja de a 24. Añade que el Duque de la Roca (6) puede dar informes suyos. Tras informe, al parecer, del Conde de Colomera, Inspector General de Artillería, el Ministro de la Guerra, don Juan Manuel Alvarez, firma el 26 de octubre una Real Orden para que a Lunardi «se le suministren todos los auxilios necesarios para hacer un experimento sobre este asunto, en la Fundición de Artillería de Sevilla, como lo ha solicitado» y a primeros de diciembre una de las cuatro máquinas de barrenar artillería de la Real Fundición ya está trabajando en el proyecto (7). Las pocas horas previstas por el inventor en los trabajos de adaptación se convierten en largos meses, y el año 1797 transcurre íntegro en estos menesteres, experiencias, modificaciones del plano primitivo, de acuerdo con estas, y nuevas experiencias. Los trabajos se realizan ya en la Fundición, ya en Ia Real Akestranza de ArtiIleria de Sevilla. a la que corresponden todos los de hierro y madera. Se habilita el cañón de a 24; se fabrican, en bronce, dos de los cuatro cañones de a cuatro onzas: pero uno de retrocarga y otro normal ; se hacen otros modelos en madera J se construyen dos cureñas de marina, y bastantes más cosas, que no tienen nada que ver 0 sea, en unidades de la ópoca, 1 pulgada, mm. Su calibre era de a 4 onzas (C. .5/24). (6) D. Vicente María de Vera y Guevara. primer General y Académico de las de la Historia, Española (5)
3 líneas
y 6 puntos
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34,W
Duque de la Roca. y San Fernando.
Cap’t;,n
(7) La Fundición de Sevilla disponía a la sazón, para barrenar, de dos máquinas de sangre y otras dos movidas por agua. Una de las de motor animal se eml,leaba aquellos dias en fabricar ocho canones de bronce, calibre de a 4 corto (C. &4/16). de acuerdo con las modificaciones introducidas por el Coronel D. Vicente &ría Maturnna, Tenienk Coronel de Artillería, y con destino a la Brigada de Artillería Volante que Maturana organizaba. Como la crecida dei río Guadaira impedía entonces el empleo cle las máquinas de agua, el programa normal de fab& cación (artilleria de batir y pedreros de 16 pulgadas), fue paralizado en beneficio de Lunardi. Ver oficio del Subdirector de la Fnndicion al Inspector General de Artillerí;:. de 16 de diciembre de 1796, leg. cit.
I-S
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ESPA?OL
L)E LA
ARTILLERíA
BE
RETROCARGA
11
con el caI?ón dc retrocarga y sí con las muchas ideas que por lo visto bullen en la cabeza de Lucardi, y qut: éste quiere ensayar aprovechándose de la carta en blanco que supone la Real Orden conseguida para sus experiencias El cañón dr- a 24, elegido ((de construcción antigua)) (8). se empezó a modificar de acuerdo con las ideas del inventor, «habiendo sido éstas insubsistentes y de sumo trabajo, pues cortado su brocal y culata, he tuvo que trabajar por esta parte (contra el orden regular y de consiguiente con suma dificultad para montarlo y manejarlo en la máquina), haciéndole varias figuras y taladros en el ánima, y después cuadrando parte de ella con el mayor trabajo por no poderse manejar IX herramientas de mano» (9). A medida que iba realizando ias pruebas de fuego, Lunardi introdujo, naturalmente, las modificaciones que creyó la permitirían superar los defectos observados. La figura del cierre la varió tres o cuatro veces. A los cartuchos les adoptó unos fondos postizos, para los cuales ensayó diferentes materias: madera, cobre, bronce, e incluso, bronce de mazarota (IO), más duro, para terminar construyendo otros de forma troncocónica, que se introducían en el extremo deL ánima previamente rebajada. ((Para igualar a la longitud del cierre la del alojamiento cilíndrico -más k-g-o, como vimosse coloci* en su interior (o en el interior de éste) un suplemento cilíndrico».
3.
ENSAYOS
Y
FRACASOS
No consta el número de pruebas de fuego ejecutadas por Lunardi, toda vez que sólo avisó oficialmente de una ; sin embargo, tenemos noticias de cuatro. En la primera hizo un solo disparo, que rompió los tornillos de sujeción de la bisagra del «cajón» de hierro, ha(S) Quiere decir que se trata de una pieza de la «Cejan Ordenanza, anterior, por tanto, al sistema Grivcaubal. En realidad. en los caíiones cle a U la diferencia con las de la «xueval) Ordcnanzn consiste fnndamcrtnimene er que en estos se h-n suprimido los :idornos (9) Informe dei Maestro Mayor del Barreno y Torno de la Real Fundición de -4rtillería de Sevilla, Segovia, leg. cit (1Oj aMazarota. Suplemento con que funden las piezas de artillería en sólido, con el fin de aumentar la densidad dei meta? de la pieza y que n ella suban todas las escorias. Se la corta antes de nada y vuelve a veces a ponerse en el hornox. Agar y Aramburu. Diccio~wrio itrrstrwfo de Artilierkz, 3Iadrid. 1,9.53.
12 ciendo
FERNANDO
a este pedazos
UIL
y enviándoles
OSSOKIO
a tan gran
distancia,
que varios
se perdieron. La segunda prueba tuvo lugar, al parecer, el 25 de scpticmbre de 1797 ; se hicieron cinco o seis disparos hasta que, en el último, quedó el cierre ((atracado» dentro de la pieza, sin que pudieran sacarlo en tres o cuatro horas de trabajo en la batería, viéndose oblien donde targado Lunardi a llevar el cañón a la Real Fundición, daron dos días en sacar el ((dado» con cincel y lima, y en donde valvieron a preparar de nuevo la pieza. Por otra parte, en estos disparos no se consiguió en ninguno sacar el fondo postizo de la recámara desde ía culata, debiendo recurrir para conseguirlo a empujar con un atacador introducido por la boca. Una tercera prueba tuvo lugar el 22 de diciembre. De ella dice Lunardi que «después de haber disparado cuatro tiros con poca p51vora, al quinto hizo algún movimento y al sexto se abrió la pieza principal (el «dado») por más de tres líneas)) (casi 7 mm.). Lunardi había de nuevas experiencias el 17 de febrero de 1’798, «disparando varios tiros con doble carga)), de los que se muestra satisfecho, experiencias que tal vez sean las mismas de las que da cuenta al Conde de Revillagigedo, en mayo de dicho ano, sin precisar fecha de ejecución, manifestando que le han fraguado un nuevo «dado» en sustitución del agrietado en la tercera experiencia y «habiéndole ultimado a mi satisfacción, hice al instante el ensayo de él, disparando cinco golpes (ll), con la cantidad de pólvora que manda el Rey por la prueba de los cañones nuevos ; esto es, tres tiros con 16 libras de pólvora cada tiro y dos con 12 libras cada uno». Comoquiera que sea, la munición consumida fue la siguiente. 26 cartuchos de lanilla del calibre de a 24 14 cartuchos de papel del calibre de a 24 3 cartuchos de hojalata del calibre de a 24 43 estopines de calibres de a 24 y 16 211 libras de pólvora de cafión 84 libras de pólvora de fusii 32 balas rasas del calibre de a 24 (3) El número de cartuchos, o saquetes, coinciden con el de estopines. Con 32 balas se pudieron hacer perfectamente 43 disparos, volvien(11) Este itahnismo, italiano en Lunardi.
por
si no bastara el apellido,
parece indicar
un origen
UN
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Dä
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do a disparar algunas de ellas por segunda vez después de recogerlas. Ahora bien, si para tal número de disparos sólo se utilizaron 295 libras de pólvora, quiere decirse que la cantidad empleada en la mayor parte de ellos fue pequeña y poquísimos los realizados con las 16 y 3.2 libras reglamentarias en la prueba de piezas nuevas. Tanto el Brigadier Reina (1.2), como el capitán Pessino, en dictámenes de los que voiveré a hablar más adelante, mencionan disparos efectuados con las piezas de a cuatro onzas. Creo, no obstante, que tales disparos no se realizaron, ya que en la relación de gastos no figura munición consumida de tal calibre ; munición que, por otra parte, al no tratarse de calibre de Ordenanza, tuviera que haber sido fabricada expresamente y debería figurar entre los trabajos ejecutados por la Mastranza, todos ellos rigurosamente reseííados por la Contraloría en relación que se conserva (3). Cosa que no ocurre. En alguna ocasión Lunardi se ofrece a disparar con su cañoncito en presencia del Rey, pero, insisto, por ningún lado aparece se haya preocupado de munición para el mismo, ni que haya llegado a realizar estos disparos. En cuanto a las afirmaciones de Reina y Pessmo hay que notar que ninguno de los dos dice haber presenciado las pruebas con el cañoncito, hablando de ellas por vagas referencias.
i.
LAMESTACIONES
Y
ACUSACIONES
En enero de 1798, Lunardi dirige una carta al Príncipe de la Paz culpando del fracaso de su proyecto a la mala ejecución de los trabajos realizados en los establecimientos artilleros de Sevilla. «Había (12) El personal de las dos fábricas que intervino en el proyecto. es el siguiente : Comandante de las fábricas, Brigadier D. Tomás Reina, Comandante de Artillería del Departamento de Sevilla. Subdirector de la Maestranza, tillería D. Juan Bautista Ri.osoto. Maestro
Mayor
de
Herrería
Coronel
de Infantería,
y Cerrajería
de
la
Teniente Maestranza:
Corone: D.
de Ar-
LO-
Manuel
zano. Maestro
Mavor
Contraior
de
de 3Iontajes la
Naesrrwza.
Subdirector de ia Fundición, Maestro Mayor del Barreno riano López. Contralor de la Fundic’ón.
de la Maestranza, D. Juan Romero Conde. D. RamOI; González de Eiris. Capith de Artillería. D. Luis Pessino. y Torno de !a Artillería, de la Fundicikn. D.
Alejo
Ruiz.
D.
Ma-
hecho propósito: dice, de disimular a v. E. la pertinaz oposición que he sufrido, y sufro, por parte de todo el Cuerpo dc Artillería, pero la necesidad me obliga a participar a ‘Cr. E. que en lugar de franquearme los auxilios conforme a la Real Orden, usan todos los al hombre de mejor inmedios posibles para cansar y desanimar así en la mala ejecución de lo que tención y mayores conocimientos, se le ordena, como en el prolongarlos al infinito, aumentando inútilmente, y sin necesidad, unos gastos que por su naturaleza serían muy moderados». Relata después lo ocurrido en las pruebas del 22 de diciembre terminadas al abrirse el «dado» (dándose la curiosa circunstancia de que fechando la carta el 14 de enero afirma que ías pruebas tuvieron lugar «el lunes 22 del corriente») y aÍíade que tal rotura se produjo por estar la pieza mal fraguada J’ que el «maestro herrero» le había manifestado que ello había ocurrido ((por haberse fraguado dicha pieza con el carbón de piedra (que todavía no saben bien usar) y no con el carbón de brezo» como él había pedido. Se lamenta luego de no haber elegido para sus experiencias un caÍíón de a S (C. 106/16) o de a 4 (C. 84/16), con los cuales cree no hubiera tenido dificultades, pero «mi celo para prestar el mejor servicio y la honradez de mi carácter, que aborrece toda suerte de charlatanismo y de imposturas, me ha hecho escoger para este experimento la pieza más temible de la Artillería, como es el calibre de a 24, en la cual aumentan las dificultades en proporciones todavía no calculadas con exactitud y, por lo mismo, espero que V. E. se hará cargo que en una empresa tan grande como nueva se necesitan no solamente pruebas reiteradas, hechas cou plena libertad, pero también con buena fe y exactitud en la ejecución de las piezas». Godoy, en 30 de enero: envía el escrito, para informe, al Ministro de la Guerra, quien lo hace seguir, al parecer, al Inspector General de Artillería, el *Conde de Revillagigedo (El). De cualquier modo, en 9 de febrero, el Inspector General ordena al comandante de Artillería dc Sevilla «que no demore sus providencias al efecto de que tenga el debido cumplimiento la orden de S. M,», y se lo comunica a Lunardi con la coletilla de que si ((Ie ocurriese hacer presente alguna cosa en el asunto podrá preguntármelo de oficio directamente a mí para providenciar 10 conveniente» (1). La orden del Conde de Revillagigedo produce efectos inmediatos, y ocho días después al de SL? fecha, el Brigadier Reina pide in(13) Simancas. leg. cit.
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formes a ambos establecimientos y pide a Lunardi le diga «si se le ha auxiliado y facilitado cuanto ha pedido en las Reales Fábricas de Fundición y Maestranza)). Lunardi le contesta a vuelta de correo. Empieza diciendo que aunque se le han facilitado los auxilios que ha pedido, «éstos no han sido con la prontitud, inteligencia, exactitud y buena fe que se nesitaba», pasando después a hacer los siguientes cargos concretos : Real Fundición. -Le han facilitado las «cosas» que pidió después de haberse cansado de reiterarlas. Cinco tacos para cartuchos ha sido preciso fundirlos tres veces, y al final salieron bastante malos ; unas pequeñas piezas de hierro que pidió no se las acatjaban de hacer, por lo que tuvo que trasladar el cañón a la Maestranza, en donde se las hicieron ; dos bujes de bronce que encarg salieron con muchos escarabajos (14). Real Maestranza.-No tiene nada que decir ((sobre los Maestros y oficiales que con todo cuidado ejecutan lo que SC les manda». Mas «conociendo que Tos maestros de fragua o no saben o rio pueden fraguar piezas grandes con carbón de piedra», pidió carbón de brezo para «construir un Dado de hierro, pieza bastante grande y de la mayor importancia y delicadeza», contestándole con la ((pretensión así inoportuna como sospechosa» de que firmase un recibo por la cantidad de carbón que necesitase, io que no hizo. El «dado», aunque se terminó a su satisfacción, y con prontitud, se rompió en la prueba por estar mal fraguado, consecuencia de haberse empleado carbón de piedra y no de brezo. En apoyo de su tesis cita el testimonio de un sargento que dice presenció la prueba y el del «maestro herrero» Manuel Lozeno, quien, según él, le manifestó que la pieza salió «imperfecta» por no haberle querido facilitar el tan traído y llevado carbón vegetal. 5.
INFORMES
y
RÉPLICAS
Las réplicas de los Subdirectores de ambas fábricas no se h:lcen esperar una vez que han tenido conocimiento del escrito de Lunardi. Revisten la forma de prolijos informes, acompañados de otros, que, (14) «Débese también advertir mucho. que (el casón) no (tenga) grietas, o hojas, que llaman nuestropráct:cos e.scwAzjos, porquelas piezasque las tienen son peligrosísinas de cargar, quedándose algún fuego introducido en los escarabajos, el cual enciende la pólvora con su carga,. Cassani, aEscuela Militar Madrid, sin año (pero de 1705), pág. 205, el subrayado es mío.
de Fortificaclh,
16
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GIL
OSSOlUO
a su requerimiento, emiten los diversos maestros que han intervenido en los trabajos y el Contralor Frovincial, en los que sale a relucir la indignación que la acusación de Lunardi les ha producido y en los que no tienen para éste ninguna contemplación.
El coronel Riosoto, Subdirector de la Maestranza, empieza diciendo : «Con admiració,n me he impuesto de las advertencias que el Excmo. Seííor Conde de Revillagigedo se sirve hacer. .., dimanadas de haber llegado a su noticia hallarse quejoso D. Vicente Lunardi sobre no facilitársele los auxilios necesarios oportunamente en esta Fábrica, y que en ella hay algún empeño en que quede mal)); después refuta las afirmaciones del inventor, concreta que la formalidad exigida para la entrega del carbón de brezo es la seguida en toda clase de suministros, sin que en los anteriores haya hecho Lunardi ninguna objeción ; asegura que en la Contraloría existen documentos que prueban el reconocimiento de éste para con su Establecimiento, y termina proponiendo se nombre una Brigada de Oficiales del Real Cuerpo de Artillería «que sobre el todo documentare lo que se ofreciese». Por su parte, en los informes que acompaña, de íos Maestros mayores de herrería y cerrajería y de montajes, éstos hacen constar que en cumplimiento de las órdenes recibidas han realizado todos los trabajos pedidos por Luriardi y a su satisfacción ; aclarando el primero (D. Manuel Lozano) «sin que... haya yo carecido de los géneros y auxilios necesarios en el citado taller como a aquel proyectista consta». El Cotitralor Provincial en su informe afirma «ser infundado cuanto supone este sujeto (Lunardi) de la falta de auxilios de esta Real Maestranza de Artillería por la que no se le escaseó, ni detuvo, ni de día ni de noche, en cosa alguna de cuanto pidió para SU acierto y desempeño como único director y aprobante del todo de las obras referentes a su propuesta)), y que en Contraloría «se produjo dicho D. Vicente en varias ocasiones con elogios del Subdirector de dicha Fábrica, Ministros políticos de ella y Maestros de la misma, por lo mucho que se esmeraron en coadyuvar a sus fines y deseos)). El extenso informe del capitán Pessino, Subdirector de la Fundición, como los del Maestro mayor del Barreno y Torno de la Artillería y de los Maestros fundidor y tornero que le acompañan, coinciden en rechazar las quejas de Lunardi, considerándolas infundadas y simple pretexto para tratar de justificar el fracaso del proyecto.
Cañh
de bronce de 35 mm.
pormenor
conservado cn cl Museo del Ejército y atribuido
de la culata del caiih
a SavarrY
en el que se ve perfectamente que se trata del cierre proyectado por Lunardi
uN
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DE
LA
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17
Algunos de íos maestros explican minuciosamente los trabajos realizados para demostrar que no hubo lentitud en los mismos. También hacen notar que desde el 22 de noviembre, en que Lunardi se llevó 21 cañón de la fábrica, no ha vuelto allí para nada. Diciendo Pessino : «Y finalmente el dar la expresada queja después de tres meses que se remitió el cañón a la Maestranza habilitado por tercera vez de lo perteneciente a bronce, desde cuyo tiempo ni aún ha aparecido en esta fábrica, quedándole algunas piezas conchridas y de que no ha hecho uso, manifiesta evidentemente que sus quejas son injustísimas, y aún dolosas, pues no resulta otra consecuencia de la comparación del modo y tiempo inoportuno en que las ha proferido y de la amabilidad con que hasta aquí ha seguido la contestación ya de oficio como familiar. Por lo que no puedo menos de creer que sea. un efugio del mal éxito de sus ideas, pues habiéndose propuesto por ellas servir un cañón por la culata, ha visto por la experiencia que aún en los pocos tiros que ha logrado disparar antes de atracársele el gran dado o cuadrado de hi.erro, le ha sido forzoso servirlo por la boca, golpeando por ella con un asta de atacador el cilindro de bronce, o fondo postizo del ánima para sacarlo de ella, que es todo lo contrario a su proyecto». El Brigadier Reina, a primeros de mayo, remite al Conde de Revillagigedo todos los informes mencionados, acompañados del suyo propio en el que, tras hacer constar que nunca el inventor «se le había insinuado de modo alguno sobre la falta de auxilios para la pronta ejecución de sus proyectos», resume brevemente la tramitación que ha dado a la queja recibida, para terminar diciendo que de 10s informes que acompaña «se deduce, a mi modo de entender, que a don Vicente Lunardi no le dirige la razón».
6.
LOS
DICTÁMENES
En el mismo mes de mayo, Lunardi comunica al Conde de Revillagigedo que el «dado» ha sido fraguado de nuevo con carbón de brezo, y que después de cinco disparos con él lo encontró «intacto, por lo que resulta que a más de la grandísima ventaja que se encuentra por la menor gente que se ocupa, mayor brevedad con que se carga y ST no se incurre en peligro alguno en su maniobra». «Seguro ya del buen éxito» de su invención, se ofrece a repetir sus experiencias «a la presencia del Real Cuerpo de Artillería».
18
YERNANDO
GIL
OSSORIO
Sin embargo, no habrá mas experiencias. Los dictámenes negativos de Pessino y Reina terminan con las ilusiones de Lunardi. El de Pessino es un largo escrito que empieza ~011 la descripción del cierre y de las modificaciones introducidas en el cañón de ‘1 24 utilizado, para continuar afirmando : «Es innegable que bajo dicho aparato quedarían los cañones en estado de servirse con más prontitud, y menos hombres, conforme dice el proyectista, siempre que los cuerpos que se cargan de calórico no aumentasen su volumen; que la combustión de la pólvora no produjese residuo o sarro ; yI principalmente, que los fluidos elásticos que SC desarrollan en ella no ejercieran su acción sobre los metales de la pieza y sólo se dirigiesen contra el proyectil, pero sucediendo todo lo contrario, resultan de ello contra el proyecto, entre varios defectos los siguientes : En el primer método de cargar, el aumento de volumen que resulta a los bronces del ánima del caííón, y de SLI fondo postizo, por cargarse de calórico con la continuación de los disparos, y el residuo o sarro que resulta áe la combustión de la pólvora, causan tal compresión y adherencia entre la superficie del ánima y su fondo postizo, que a pocos tiros se ha visto dejar burlada la fuerza de los artilleros para sacar el expresado fondo, no obstante de valerse de la llave atornillada o garfio (la manivela), que a este fin tiene y ha sido necesario desatracarlo a fuerza de golpes dados con un atacador metido por la boca, cuya operación es directamente opuesta al proyecto de servir las piezas por la culata». Después de explicar los diferentes cambios que Lunarái introdujo en el proyecto inicial y Su fracaso experimental, afirma «que no es extrafío, y sí muy natural, e! que casi todos los muchos proyectos que se han hecho sobre materias de artillería por sujetos extraños de esta profes&, hayan sido defectuosos, inútiles y desechados, y por lo mismo, tampoco lo es que se vean producir tan pocos descubrimientos o invenciones por los facultativos, pues como desde luego ven, y descubren, las nulidades de las muchas ideas que se les presentan d su imag-inación no dan al público más las pocas que después de bien diferidas resultan ser innegablemente útiles». El Rrigadier Reina, corroborando el dictamen de F’essino’ aííade por su parte : «Animado éste (Lunardi) por las (pruebas) que había hecho en una pieza ,de algunas onzas de calibre, se persuadió que podía sujetar la gran potencia de la pólvora, sirviéndose del mismo método en un cañón de grueso calibre, sin considerar la
UN
I>RECUKSOR
bSPtiQL
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RETROCARGA
gran diferencia que hay de los ensayos hechos en pequeño. a los ejecutados en grande, singularmente con 1: pólvora... Es sabido y sentado que el calor aumenta y dilata los cuerpos, y también lo es que no hay cuerpos duros perfectamente; por el primer principio el taco y el ánima del cañón intentan su unión, pues ésta, calentada, estrecha, y el cilindro o taco ensancha su diámetro, y por el segunda no hay por qué persuadirse a que el hierro y el bronce sean cuerpos verdaderamente duros, de aquí imposible el querer eludir estos principios. Persuadido de ello creo que ninguno dejará de conocer que el proyectista, a pesar de su ingenioso conato, se haya visto desengañado por el suceso de sus repetidas pruebas en que experimetó.. ., que siempre se adhería el taco al ánima por la razón antes dicha, a que contribuía el sarro, o residuo de la pólvora inflamada». Y concluye : «por lo que soy de dictamen que aunque la idea y pensamiento de Lunardi de hacer servir las piezas a bordo por la culata con menos gentes, riesgo y prontitud sea fina, la naturaleza y potencia de la pólvora deja burlados sus buenos intentos, que con tanto arte ha manejado, porque éste no es capaz de sustituir una resistencia equivalente a la culata del cañón» (15), Año y medio más tarde, el Ministro de la Guerra pone el «COlofón» a estos dictámenes, al decir al Ministro de Estado que el cañón que Lunardi «dice ha inventado, no presenta novedad ni utilidad. Así se deduce de los exámenes que en su debido tiempo se hicieron y de los diseños que existen en el Ministerio de Guerra de están mi cargo. Las prácticas que en el día se siguen en Artillería fundadas en las observaciones y en la .experiencia, en raciocinios sóIidos, repetidos y combinados, en dictámenes de acreditados oficiales y en el uso de todas las demás Potencias militares de Europa (16). Lunardi puede dar a sus modelos el destino que estime conveniente, no utilizando (sic) el ramo de Guerra la adquisición de semejantes piezas».
(15) govia. (16)
Escrito leg. cit.
dirigido
al
El
inventen
ellosw
rque
Conde
de Revillagigedo de Unamuno
cavant
en 2.. de febrero la kttre,.
de 1799.
Se-
20
7.
EL FINAL
El proyecto de Lunardi ha costado a la Real Hacienda 41.743 reales y 17,5 maravedís (17) y, por tanto, la Secretaría de Estado resuelve en el año 1800 que los modelos pertenecen al Rey y no al inventor, y que la Secretaría de la Guerra debe hacerse cargo de elios. Lo que se hizo, tras su traslado a Madrid, por el proyectista, pero a cuenta del Estado. Este final es el resultado de muchos meses de gestiones de Lunardi, que pretendía hacer una prueba con sus modelos delante del Rey en persona. Como hemos visto, se fundieron dos cañoncitos de a 4 onzas, uno normal y otro con el cierre ideado por Lunardi. Asimismo se construyeron un cañoncito de madera y tres (17) nRelaciones de gasros de la Contraloría Provincial de Artillería del Departamento de Sevilla y de la ReaI Fábrica j- Fundición de :<rtillería», Segovia, leg. cit. El pormenor de los gastos, en reales de vellón y maravedís. es el siguiente:
iLatón,
metal
y
piezas
de idem ._. .. . .<. ídem . . . .. . . Jornales de herreros y limadores . . .. . Gratificaciones de herreros y limadores Carbón de brezo y piedra . . . . . . ..* . . . . . . . Piezas de madera labrada . . . . ._. . . . ... Taller de torno ... . .. .. . . . .. . . Portazgos y alquileres de ganado . . Varios géneros y efectos . . . .. Haberes de los linterneros ___ .__ _._ .. Ivíuniciones .. .. _.
Hierros y piezas de
Mano Bronce
de obra . . . .._ . . y otros géneros
Total
. . .. _. . .
.. .
._ . . .
15
1.480 -
1;
1.464 3.,190 1434 l.f9i .391180 1.830 -
15 18
.
4.725 - 30 2.125 - %3,5
...
41.743
. .. .. .
4.499 -
13.2436 5.682 -17
-
17,5 -
En 1827, cuando el precio de2 bronce había subido un 33 por 100, el costo de un cañón de a 24 se cakxlaba en 39.200 reales y el de uno de a cuatro corto. en 4.890. SALAS, sprontuaria de Artillería), Barcelona, 1828, pág. 98.
U’i
PRECURSOR
I:SPA\;‘OL
DE
LA
ARTILLERÍA
DE
21
RETROCARGA
cureíías, dos de Marina y otra para ser utilizada por dos cañones a la vez. Para empaques de todo lo que quería transportar Lunardi (el último «dado» construido entre otras cosas), se hicieron siete cajones de madera. Al Ministerio de la Guerra llegaron sólo cuatro, conteniendo los cañones de bronce y madera, y una cureña suelta correspondiente al proyecto (13j. En el Museo del Ejército se conserva un modelo de cañón, catalogado con el número 36.626, procedente del Museo de Artillería, y en el cual estaba catalogado con el número 1.436 y descrito de la siguiente manera (18) : «L.436. Modelo de un antiguo cañón de bronce a cargar por la culata, proyecto de Savarry en 1738. Va montado en cureña de sitio y lleva la mscripción ‘n.” 4.377, Sevilla, 14 de Enero de 1797’. En la parte posterior de la recámara se abre un encastre cuadrangular y un soporte de teja. El aparato de cierre lo forma un émbolo terminado en un platillo por uno de sus extremos y una manivela por el otro con cuatro aspas. La teja queda fija por medio de un pestillo con muelle. Lleva el escudo real con las iniciales de Carlos IV entrelazadas ; en el muñón derecho P” 91 lb., y en el izquierdo ‘Cobres de Rio Tinto y México’. La cureña tiene muñoneras y sobremuñoneras de hierro, gualderas con chapas, telera para pinzote y anillas. Las ruedas con llantas claveteadas y grapas. Como accesorios atacador, escobillón y cuchara». Una pequena fotografía en el Católogo permite ver perfectamente la manivela con sus cuatro aspas, hoy desaparecida (láminas IV y V). En la actualidad el cierre no se puede abrir y la cureña que soporta el cañón no corresponde a éste, le viene grande, si se me perdona la expresión, extremo que se puede comprobar perfectamente en las fotografías. Este modelo de cañón es, a mi juicio, el de Lunardi y la atribución a Savarry error de erudito ante una pieza totalmente desconocida. Cosa que se demuestra por las siguientes razones: 1.” No existe «autentica» del modelo reseííado y sólo una simple referencia de que ingresó en el Museo procedente del Palacio Real. sin especificar año. 2.* Está fabricado en Sevilla en 14 de enero de 179’7y, como hemos visto anteriormente (7), en 10 de diciembre de 1.796, en la Fundición de Sevilla, una máquina de barrenar se empleaba en el proyecto de Lunardi, otra se utilizaba ‘en los cañones de a 4 cortos para (1%)
<Catálogo
del
Museo
de AItillería».
Madrid,
1914,
tomo
IV,
pág.
15.
la Brigada de Artilleria volante, mientras la construcción de la ArtiHería de Batir y de los pedreros de a 16 pulgadas adelantaban POCO al no poderse usar los más de los días las máquinas movidas por agua. 3.” La pieza que existe en el Museo ha sido fundida por tanto al mismo tiempo que la de Lunardi. De no ser la misma, en los múltiples informes y dictámenes que sobre el proyecto que nos ocupa se emitieron, y se conservan, fechados todos en 1798, forzosamente se tenía que haber hecho alguna comparacibn entre ambas piezas de artillería de retrocarga, dado lo revolucionario de la idea en aque110s tiempos, 10 que no ocurre. 4.” El calibre del cañón del Museo es 35 mm., igual qne el del proyecto Lunardi. 5.0 Por último, basta comparar las fotografías del cañón en cuestión (láminas IV y V) con las de los dibujos de Lunardi conservados en Simancas (láminas I,I y III), para comprobar que se trata ae idéntica pieza. A primera vista, la fotografía del modelo da la sin rebajes, impresión de que el «dado» es de sección cuadrada, pero examinada detenidamente se ve perfectamente en el alojamiento del cierre la curvatura correspondiente a los rebajes, los cua!es son simplemente mucho menos acusados que en el dibujo de la Iámina II y más parecidos a los de la lámina III. La manivela en forma de aspa sería una de tantas modificaciones introducidas con motivo de las experiencias.
Y.
EL CAPITAN
LUNARDI
No me ha sido posible identificarle. Ni en Simancas, ni en Segovia, aparece ninguna hoja de servicios de este oficial. Pudiera ser un artillero de la Armada, puesto que desde el principio piensa en la utilidad de su invento para la Artillería naval y las cureíías que dibuja y hace construir son de Marina, pero en el Archivo ND. Alvaro de Bazán» tampoco existe ninguna referencia suya. Pessino, en su dictamen, como hemos visto anteriormente, da por supuesto que Lunardi no es facultativo y sí extrafio a la profesión de artillero. Sin embargo él, refiriéndose al Brigadier Ceballos y al Coronel Maturana, artilleros los dos, con motivo de otro invento relacionado con la Artillería manifiesta: «presumiendo yo de no ser menos de ellos en práctica y teórica y siempre pronto no solamente a vencer sus reparos con razones físicas, pero con los hechos» (13).
US
PRECURSOR
Y en SLI escrito sidera <(hombre
ESPAÑOL
DE
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ARTILLERÍA
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23
al Principe dt3 la Paz, citado anteriormente, se conde mejor intención y mayores conocimientos».
Sea quien fuere y cualquiera que fuese su formación artillera, es indudable que tenía en la cabeza muchas ideas tendentes a perfeccionar el material de Artillería, si bien ninguna de ellas, que sepamos, terminó en nada positivo. En mayo del 99, en Aranjuez, entregó al Rey, parece que personalmente, un «libro con propios dibujos y explicaciones, que descubría un seguro método que yo he inventado, probado y perfeccionado a mis gastos para sacar en el limitado tiempo de un minuto los clavos con que los enemigos hubiesen clavado los cañones de las baterías del Ejército de S. Mi.». El Brigadier D. Miguel Ceballos y el Coronel D. Vicente María Maturana informaron negativamente sobre e! proyecto, ya que, afirman, lo interesante es desclavar la Artillería enemiga y no la propia, y que tal proyecto en cuanto no se mantenga en secreto y lo conozca el adversario, solamente serviría para dar a éste facihdades para desclavar nuestra Artillería (13). En relación con su invento de artillería a cargar por la culata, se le ocurrid la idea de encamisar las recámaras desgastadas de los viejos canones para aprovechar las piezas inútiles acoplándolas, naturalmente, un dispositivo de cierre. Discurrió también una curefía de campaña, para usar a la vez por dos cañones de a 4 corto y que debía permitir «mantener un fuego vivo sobre el enemigo y entretenerle cuando persigue en una forzosa retirada». Y, con indignación de Pessino, pretende utilizar una máquina de barrenar para la obten-ción de virutas de hierro colado destinadas a «elevar globos aerostáticos» (sic.,). Entre los documentos contenidos en los «Proyectos de D. Vicente Lunardi» (4j aparece una nota, sin fecha ni firma, en la que devuelvo lo de Lunardi, se lce : «Archivo Art.“. Dice el S*? Verrgda: aumentado, pero como no será el último ataque que haga, convendría reunir en un solo Legajo cuanto hay relativo a este hombre que es mucho más de lo adjunto. Así le seguiríamos la historia y lo pulveriLa letra parece la misma que la de una zaríamos como siempre». carpetilla fechada en 1800 y rotulada: «Lunardi repite el proyecto del 98 sobre cafíon reducido)). La nota citada demuestra hasta qué punto eran malas las relaciones de Lunardi con el Cuerpo de Artillería. Supongo que tal estado de cosas era la consecuencia de sus infundadas quejas contra los establecimientos artilleros de Sevilla.
RESENA
HISTORICA DE LA CABALLERIA (HASTA EL SIGLO XIX)
ESPAÑOLA
por JOAQUIN DE SOTIY MONTES General de Caballería, del S. E. M.
INTRODUCCIÓN
Tcdos los historiadores están de acuerdo en afirmar que desde los tiempos más remotos la Caballería ha figurado como fuerza combatiente en los ejércitos, bajo tres formas: la elemental del j+znc?te; la del soldado sobre carro de úos, tres o cuatro caballos, y si se acepta por extensión, la del montado en camello o dromedario ; y, por último, ia de un conjunto de hombres sobre torres a lomo de los elefantes. De la simultaneidad de las dos primeras formas existe el testimonio de los historiadores sagrados, que al referirse al paso del ejército egipcio por el mar Rojo, dicen: ((currus ejus et equitis per medium maris.. .». De aquí, que pu.eda deducirse que el antiguo Egipto debió ser la cuna de la CaIbnlIerín yegtibr de gzlewa, sin que sea preciso hundirse en otras cronologías algo más difíciles, tales como las de Osimandíns o Sesóstrjs. E! rico y poderoso imperio asirio, naturalmente? debió adoptar bajo todas sus formas tales tropas de Caballería ; y cuando se refundieron en Persia aquellos grandes pueblos, según atestiguan asombrados los historiadores de aquella época, la Caballería llegó a tener una gran importancia, tanto por sus efectivos como por su potencia de combate. De los confusos recuerdos de tiempos tan remotos, aunque por inducción sea posible sospechar algún orden táctico entre la muchedumbre de jinetes, lo cierto es, que no se dispone de datos suficientes para poder definir y reconstruir en forma verídica y precisa su Varios tratadistas afirman. por decir algo, que los organización. persas combatían ,en inmensos cuadros y los escitas en triánplcr o cuneo, pero la realidad es, que si no hubo acuerdo entre los histo-
26
JOAQU~X
DE
SOTTO
Y
MOSTES
riadores sobre detalles de las tácticas fnlaîa@n y legioTza% inu&o más modernas, difícilmente podrán convencer a@llüS teorías sobre órdenes tácticas de pueblos que existieron varios siglos antes. Los escitas llevaron su Caballería a Grecia, y este pueblo de %aginación un tanto galana inventó la fábula de los «Centauros», monstruos mitad hombre y mitad caballo, verdadero símbolo de la perfección del jinete; es decir, la absoluta identificación del hombre con su ca’balgadura por medio de las prácticas del Arte de la Ecluitación. Los habitantes de las llanuras de Tesalia pronto adquirieron gran nombradía por su Caballeria regdar, y los imaginarios combates entre centauros y Znpitkas están representados sobre antiguos mjrmoles griegos. Hay constancia, que en e! sitio de Troya no existió Caballería en el puro sentido de Arma combatiente; en la Iliada, Homero no menciona a los guereros montados, aunque es veroslmil pensar que «el Rey de los hombres», Agamenón y sus huestes, seguramente transportaron sobre sus pequeños barcos algunas cabezas de ganado para el arrastre de los carros ; ahora bien, jinetes militares propiamente dichos no figuraban, sin duda por no ser adecuados para sitiar una plaza fuerte. Posteriormente, pasado más de un siglo, la mejora y más amplia propagación de la cría caballar, hizo que sc redujera el número de los carros de combate en beneficio de verdaderos Cuerpos de hombres montados ; esto es, la verdadera Caballería en su concepto lato de la palabra. Además, la imperiosa necesidad del combatiente de superar a su adversario mediante el aumento de impulso al llegar al choque, ‘debió de recomendar igualmente el empleo de masas importantes de jinetes. En resumen, casi desde los aihores de la Humanidad, al menos a partir de la iniciación de los conflictos bélicos entre los hombres, el caballo ha sido su fiel compañero en ei combate. T>os hebrecs le dieron los nombres de «Sus» y «Parash» ; 10s árabes el de «JiI» y «Farash o Faras&» ; los griegos «Ippos» ; los latinos le llamaban ((Equus», y los euscaranos o primitivos españoles «Zaldia». Ante la imposibilidad de incluir en un só:o artículo los antecedentes históricos de la Caballería, aún recurriendo a la máxima sintesis (11, presentaremos sólo las vicisitudes del A.rma durante cl tiem-
la
(1) Más Cahalkrz’a
amplia información se puede obtener en la obra Espaiìola, recientemente pctblicüda px ei autor
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HISTÓRICA
IIE
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CABALLERÍA
ESPABOLA
27
po comprendido entre la Edad Xntigua a la Moderna, inclusive, esto es, hasta el año 1508; dejando para otra ocasión estudiar histósicamente a dicha ilrma durante la Edad ,Contemporánea. Los períodos de transicibn entre Edades, que como Ballesteros indica corresponden a la época visi ,oda (entre la Antigua y la Media), y, a los Reyes Católicos (entre la Media y la Moderna), para mejor exposición se incluye respectivamente en las Edades Antigua y Media, iniciando la Moderna con el reinado del Emperador Carlos .V.
11.
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CABALLERíA
~?i
LA
EDAD ~TIGUA
(Hasta el siglo vm) Espafia ;orerronuzna X.
Donhaciór,
griega
Aunque existen autores que defienden la existencia de una relación cultural del Mundo Oriental prehelénico con España durante la edad neolítica y las primeras fases del bronce (Z), lo qu& no cabe duda es, que desde el siglo VIII se nombra a la Península en los poemas de Hesíodo (750 a. de C.) y, tal vez antes haya existido alusiones a España en los versos de Homero ; sin embargo, el primer autor que nombra a Tartessos, es Stesicoros de Himera (600 a. de C.), Así, pues, la influencia de Grecia sobre los españoles es indudable, no sólo por dichos antecedentes, sino, también, porque los focenses extendieron sus factorías a Iberia y se establecieron sobre varios puntos de nuestra costa levantina; por lo que, es interesante conocer algunos antecedentes sobre su Ejército y en particular, sobre la Caballería griega. La mejor .Caballería helénica, la que se empleó en las célebres falanges como unidad táctica por los reyes de Macedonia, se reclutaba con preferencia, en Tracia, Etolia y Tesalia. Los tracitos para ef empleo tácito de dichas tropas imitaban e! t:C«neox de los escitas; por el contrario, ni los atenienses ni los de Esparta fundamentaron SLI fama de guerreros en sus jinetes, a los que despreciaban. A Epaminondas, en Leuctra (377 a. de C.), atribuyen los historiadores la organización del primer Cuerpo regular y táctico de Caballería, el cual, al parecer, era fuerte en unos 500 caballos tebanos. (2)
BALLESTEROS:
nsíntesis
de Historia
de Españaa.
28
iOAQUíP4
DE
SOTTO
Y
MONTES
En tiempos de Filipo y Alejandro de Macedonia, es decir, en la época de mayor orden táctico falangista (360-330 a. de C.), la Caballería griega tomo gran importancia y se articuló orgánicamente en forma adecuada, rigiéndose por un sistema táctico y disciplinario, al parecer muy acreditado en aquel tiempo, según lo atestigua el hecho de salir vencedora ante la aguerrida Caballería persa, cuyos efectivos eran bastante más superiores. Alejandro debió su victoria en Arbelas (331 a. de C.) a su Caballería, la cual contando con unos 7.000 caballos se dividía en tropas pesadas y ligeras, teniendo como misión específica, las clásicas de flanqueo de las macizas falanges de infantes, y la de explotar el éxito cuando se producía la victoria. Los Argimspides o argiraspitas, llamados así por el escudo de plata que utilizaban, eran la Guardia Real encargada de velar y proteger al Jefe supremo del Ejército, y también tales tropas constituian la reserva general de :al Ejército. Sobre los catafractas, catafractarios, o como se quiera designar a aquellos jinetes cubiertos con pesadas armaduras! igual que sobre los acrobal&as o ligeros, existe múltiples opiniones entre los comentaristas antiguos, en cuyos textos es fácil adivinar Ia organización de aquella Caballería, así como deducir que dichos catafractas constituyen el primer antecedente y punto de arranque de la Caballería feudal, que cubierta de hierro floreció más tarde en la Edad Media, sin despojarse de sus pesadas y enojosas armaduras hasta muy entrado el siglo XVII, en cl que el continuo progreso de las armas de fuego termino por hacer innecesarias las planchas de hierro con que cubrían sus cuerpos y los de sus cabalgaduras, imponiendo la motilidad en perjuicio de aquella desmesurada protección, esto es, la velocidad y la acción de masa, como factores determinantes del impulso.
B.
D ou72inación
clrrfaginesa
Esta potencia mediterránea y militar, después de terminar con la preponderancia focea en Occidente, alcanzó nuestras costas ocupando seguidamente la península. A partir de tal momento, y hasta el triunfo de Roma sobre Aníbal, las vicisitudes militares españolas estuvieron íntimamente unidas al cartaginés. La caballería cartaginesa se articulaba en dos grandes núcleos : Caballería propiamente dicha, es decir, la compuesta por jinetes, y la que pudiéramos llamar pesada o exótica, CUYO fundamento era los
RESEÑA
HISTÓRICA
DE
LA
CABALLERÍA
ESPAÑOLA
29
grandes rebaños de elefantes importados de Africa. Refiriéndose tan sólo a la primera, debe indicarse que sus tropas pertenecían a tres nacionalidades : los africanos, que formaban la Caballería n&x.l:da ; los españoles, que representaban a su célebre Caballería andalsza, y, por último, los jinetes galos procedentes de zonas al norte de los Pirineos. Los pertenecientes a ias tropas montadas españolas vestían el atuendo común de los primitivos indígenas ; esto es, traje o túnica de lato cIavo, que adornaban con una fimbria purpúrea y una lacerna o clámide de lana fina. Todos ïlevaban el pelo largo, que ataban con ínfulas, y cuando iban al combate lo trenzaban a fin de que no les incomodara (3). En cuanto a sus armas, se agrupaban en dos clases: ofensivns y defensi-das. Constituían las primeras: la lanza, la esps.da, la rhamba o puñal y el áclide o clava ; se valían, igualmente, de dardos más o menos grandes que, según su estructura y materia, se clasificaban en: falariccs (poco usados por los jinetes:), soliférreas, sparos, sudes, gesos y traguh. Tales soldados solían adornar sus lanzas con diferentes moharras, que se llamaban ,Iúnceas, &?elztes, tridentes, traudes, horcas y lobos, las que usaban nc? sólo para atacar de cerca, sino también como arma arrojadiza. Los romanos tomaron tal armamento de los hispanos. La espada hispana era muy a propósito para la estocada y cuchillada, ya que tenía corte por ambas partes y su hoja era muy fuerte y dura. Según Justino, los hispanos templaban sus armas en los ríos Bibilis y Chálibe. Las armas defensivas consistían en : la mi’tra o especie de casco que tenía una visera llamada bách y se aseguraba con correas que se unían por debajo de la barbilla. Tales mitras se adornaban con cimeras o crestas guarnecidas de plumas rojas y crines de caballo. También había algunos que enriquecían sus prendas de cabeza con ciertas gáleas cubiertas de pieles de fieras. La defensa de! cuerpo se obtenía por medio de perpuntes de lino (4), lorigas de cuero y escudos construidos de nervios, y forrados d.e pieles duras, a los que se daba el nombre de caetrn. Estos escudos eran bastante grandes, como se deduce del pasaje de Tito Livio (5), que al describir Ia última batalla de Scipión contra Asdrúbal, dice «que los españoles que estaban en el centro, cansados de sufrir el crlor y trabajo del día, sosteníanse arrimados a sus escudos)). Aunque al principio los conocimientos sobre organización y tác__ (3)
STRAEK~N,
(4) ~(5)
SILIO LIVIO
libr. 3. ITALICO, lib. 3. 17, 371. 22, cap, 46.
30
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SOTTO
Y
XOPYTES
tica por los españoles eran un tanto deficientes, ya en tiempos de! dominio cartaginés las tropas indígenas se articuiaban y combatían con arreglo a un método determinado. Por lo que SC refiere a la Cabailería, ésta -según Tito Livio-. soiía formar a retaguardia de la línea de batalla y siempre dispuesta :I lanzarse sobre el enemigo, por los claros que con tal objeto la Infantería dejaba :t guisa de pasillos en su dispositivo peculiar de kzces de 6.000 hombres (6). El jabalí era la divisa de aquella Caballería española ; la efigie de este animai era llevada, con gran honor, sobre una pértiga a modo de estandarte. Como en esta época no eran conocidos los arneses del caballo, los jinetes espafioles cabalgaban c(a pelo», y aunque en algunas antiguas monedas se representa a sus caballos sin brida ni freno, esto es preciso tomarlo con ciertas reservas, ya que al menos debieron utilizar para dirigir y dominar a sus monturas un sencillo y vulgar ronzal. Ya que se esta tratando de la Caballería, parece oportuno hacer ‘. algunos comentarlos sobre los caballos que los espaiíoies de aquella alejada época utilizaban. Al caballo le denominaban Zalalia, como ya se indicó, si bien en el período griego es probable que le llamaran Ippos. Quizá en ninguna parte del mundo haya sido el caballo tan favorecido como en la Península Ibérica. Solino, hablando de las yeguas de las cercanías de Lisboa, afirma -para dar idea de su ligereza y velocidad- que eran concebidas por el viento. Plivio, indica lo mismo al referirse a ios caballos de Lusitania y márgenes del Tajo. Columela, da como cosa fuera de toda duda, el hecho de concebir las yeguas del mismo modo cerca del Promontorio Sacro (Océano), y sostienen igual opinión Terencio Varrón y Si50 Itálico. Naturalmente, como la procreación y propagación de la especie es obra de un decreto inviolzble, las anteriores afirmaciones no son más que un indicio de la alta estima que se tenía al ganado caballar ibérico.
Vencido el poderío cartaginés, cuyo ultimo antecedente fue la derrota en Zama (203 a. de C.), se inicia el período del Imperio de Roma, que por 10 que se refiere a Espaíía se traduciría en cerca de 300 años
RESEì;-A
1IISTÓRICA
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LA
CABALLERÍA
ESPAWOLA
31
de dominio por parte de las legiones romanas. Como consecuencia de tales acontecimientos y otros múltiples de aquella época, la realidad histórica, .es que en el año 206 a. de C., Roma, victoriosa en todos los ámbitos, organizaba en la Península Ibérica su ,Provincia de Occidente, y durante prolongado tiempo, nuestra¡ historia militar quedó íntimamente ligada a la de Roma. Según seííala Almirante en su Diccionario M’ilitar, durante los tres primeros siglos de Roma, las legiones empleaban muy poco el caballo ; al parecer, para los hijos de Rómulo tal semoviente sólo podía ser objeto de lujo y admiración, pero no medio de combate. Allá por los años 280-260 a. de C., Pirro, rey de Epiro, al invadir Italia con sus elefantes y su excelente Caballería orgánica, les hizo sentir la necesidad de tal Arma combatiente. Los romanos, pueblo admirable e inteligente, que sabían asimilar sin sonrojo las lecciones del contrario, se apresuraron a adoptar ron aquella facilidad que fue SU gloria la irinovación de sus tropas, ya que en tiempos c.ercanos a Rómulo, los caballos tan sólo se utilizaban como medio de transporte, pero no de guerra. Esto es, la Caballería romana de aquella época era, más bien, una Infantería montada, o a lo más un conato de un Cuerpo de Dragones que una verdadera Arma combatiente inseparable de sus caballos. De aquí que, según Almirante, el nombre de «Céleres» dado a los legionarios montados, era debido a que el caballo servía como medio de transporte rápido, si bien para combatir se descendía de él. Naturalmente. esta es sólo una opinión 4e las múltiples que existen. El conde dc Clouard, por ejetnplo, se incIina por aceptar que e! nombre de céleres se debe a que el primer jefe de aquella incipiente Caballería romana se liamó Favio Célere. También, ucegún algunos historiadores se llamó «Flexumines» al jinete de Roma y, más tarde, «Trussuli)), por haber conquistado tales tropas montadas las ciudad toscana de Trossulum. Por úitimo, otro nombre que recibieron dichas fuerzas fue el de «Equites», apelativo más en armoní:t con las prácticas ecuestres y Arte de la Equitación. La República facilitaba el ganado y cada jinete llevaba un anillo de oro como signo de distinción. Es hecho comprobado, que al menos dura.nte los primeros siglos del dominio de Roma, sus legionarios eran más infantes que jinetes, e incluso hasta cierto punto experimentaban repugnancia hacia el combate a caballo. En pleno auge de la táctica legionaria, la Caballería que reclutaba sus efectivos entre los ciudadanos más ricos e ilustres, nunca pasó de la proporción de 1 a 10 con respecto a las tropas de a pie. Las
32
JOAQUír;
DE SOTTO
Y XONTES
fuerzas montadas de Roma se articulaban en pequenos pelotones, que se denominaban «Turmas», cuyos efectivos venían a ser de unos 32 caballos. En cuanto al empleo de tales unidades, era corriente que las referidas turmas se intercalaran en el orden de combate de las formaciones de Infantería. Cuando la Caballería debía entrar en acción, pasaba a vanguardia en formaciones de a cuatro a través de los intervalos de 10s «Munipulos» (7), cuya identidad venía a ser la de una división o trozo táctico y orgánico equivalente a una compaííía. Además de esta Caballería orgánica y, por tanto, regular, Roma reclutaba para sus campañas a tropas montadas que pudiéramos llamar irregulares y que en ocasiones sus efectivos eran mucho más numerosos que el de los legionarios montados. A dichas tropas auxiliares d,e Caballería se las conocía bajo el nombre de «Alar», teniendo por misión específica el atender a los clásicos Servicios de Campaña de la Caballería, esto es, la cobertura y protección de los flancos del despiiegue de las legiones de infantería. A partir de Mario, el «Orden Ecuestre», como anticipo de lo que más tarde deberia ocurrir durante el feudalismo, con dimensiones aún más amplias, cons:ituyá para el pueblo romano una distinción civil, perdiendo, por tanto, su vinculación con la verdadera Caballería legionaria o militar. César en Farsalia (48 a. de CL), fue el verdadero iniciador de la organización de las trepas montadas como Arma combatiente importante. Para ello, decretó la reunión de aquellas débiles y poco eficaces turmas en un sólo Cuerpo orgánico de Caballería, que tenía mil caballos. Hay autores que atribuyen tal acierto orgánico, precisamente a Pompeyo, el rival de César. Sea cual fuere el promotor de la idea, la realidad es que por aquel tiempo se nos presenta la Caballería romana más compacta y homogénea. Augusto al dar acuartelamientos permanentes a sus legiones, asignó a cada una de éstas un ;Cuerpo de tropas montadas, pudiendo constituir
('7) OVIDIO (fastos, lih. 1.11) y PLUTARCO, atribuyen la voz de manípulo a que la Infantería romana llevaba como bandera o guión un haz de heno, atado en el extremo de una palo. S. ISIDORO, tambi’én, dice: ~x...sub. Romulo, fascículos foeni pro vexillis mi!ites habuerunt, hinc et manipuli appellatur3. No obstante, VARB~N haCe venir tal voz de mmtus: uManipulus jungit plures manus unde man’pularis miles). Sobre los efectivos de un manípulo, existen varias versiones. AULO GELPO @b. XVI, cap. 4)$ dice que cada legión se componía de 60 Centurias, 30 Manípulos y 10 Cohortes. S. ISIDORO, SERVIO y otras autores dan al manípulo un efectivo de 200 plazas. (ALMIRXGTE, ~iCci0?lU?'io ~kfi~itat'.)
Fig.
l.-Las
Fig. %-Dragones, hseo Miiifar
miniaturas Beato
del siglo XII que iluminan los Comentarios de Liébana, pintan así la caballería medieval.
soldado lo copiaba
de caballería de línea y de la ffisioria Or~Ltzic,a del Conde de Clonard.
al dpoca~ipsis,
tambor (170’:). de ~t~firttfet-ía
Barado en y C&dlería
del
su
Guardias
Viejas
de Castilla,
RESEÑA
HISTÓRICA
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LA
CABALLERÍA
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33
tal medida el primer antecedente de las unidades interarmas, tan en boga actualmente. **%6 Tanto los griegos como los romanos desconocían el uso de la silla o montura, de los estribos y de los demás arneses para el caballo, utilizando para cabalgar una simple manta o piel de animal sujeta a su bridón con un vulgar cinchuelo o sifué ; es de suponer, por ello, que la estabilidad de aquellos jinetes para el combate a caballo fuera bastante limitada. La silla -según Almirantefue inventada, o al menos puesta en uso, en tiempos de Constantino. Respecto al empleo de las estriberas, al parecer surgió en la época de la invasión de los bárbaros. Las herraduras fueron también desconocidas para los griegos, como lo prueba el que Jenofonte nada indique sobre ellas en su meticuloso tratado de «Hippica». En cuanto al ord.en táctico de la Caballería en la época romana, se basaba en el corto alcance de las armas arrojadizas y la posibilidad de que los jinetes buscasen protección detrás de su pequeño escudo. Ello dio posibilidad a los jinetes de situarse muy próximos a la línea de combate durante las batallas. Tal situación táctica facilitab?a sus rápidas intervenciones a veces casi instantáneas. Con el tiempo. tales movimientos se han ido haciendo cada vez más difíciles, por el creciente aumento de la influencia de las armas de fuego en el combate. Una de las misiones más honrosas y determinantes de toda Caballería, fue y sigue siendo la cobertura y protección de la Infantería propia. Los romanos para tal cometido empleaban ampliamente a su Caballería irregular, cuya misión específica con arreglo a la táctica legionaria, consistía en establecer ((una corteza» protectora del duro núcleo constituido por la legión romana, dueña del dispositivo de combate. Pese a tal sistema de utilizar «carne de cañón» para proteger un determinado núcleo combatiente, que fue discutido por algunos autores demasiado moralistas (S), la realidad es, que muchos siglos después, al renacer la civilización, fueron desena terrados los saludables principios romanos y el siglo XVI se llamó ((Tercio de Infantería», el cual durante el combate también era protegido y cubierto por una defensa y móvil muralla de jinetes más o menos irregulares, mercenarios y tal vez no muy disciplinados ni -(8) Hoy día esto no podría ser discutido. ya que la accií>nde todas las tropas atiende al mismofin: la victoria.
consistentes, de composición heterogénea : flamencos, alemanes, irpor los orgullosos legionarios landeses, italianos, etc., conocidos españoles bajo el nombre genérico de ((Naciones)), y que ~011 los distintos nombres de : reitres, estradiotes, herreruelos, carabinos, etcétera, ahorraban a dicha Infantería veterana y consistente, no pocas incomodidades al cubrirla de frente y flanco, reservándola honrosamente -como a trzbios (9) romanospara el momento del combate decisivo.
D.
Esfiaña
visigoda
La irrrupción de los bárbaros sobre el Imperio Romano es el antecedente militar más significativo del comienzo de esta época. Naturalmente, otros extremos de carácter político, económico: demográfico y religioso también influyeron y, posiblemente, en forma determinante en el espectacular derrumbamiento de aquel Imperio de tan prolongada vida política. Pero dejando aparte dichas causas y concausas: aqui tan só:o señalaremos el íactor militar, el cual es de justicia ponerlo en el «haber)) de aquellos aguerridos escuadrones de la Caballería bárbara. Aunque no son muy abundantes las descripciones de los hechos ocurridos en aquella época, la cabalgada de los bárbaros debió pasar sobre Europa como un huracán de exterminio. Mucho se ha dicho sobre los feroces hunnos de Atila, dejando que la fantasía los confunda cas1 con el antiguo mito griego del «Centauro)). Existe, sin embargo, una realidad: la de que aquellos guerreros de Atila --no es posible llamarlos soldados--, eran jinetes expertos, incacsahles e inseparables de sus caballos, a tal punto, que comían, dormían y asistían a los consejos a lomo de sus cabalgaduras. Almirante señala, que el primitivo origen de los guerreros de Ati(9)
Soldado romano de pr-eferencla, veterano curtido J vxliente. En los hucnos de la iLegión, formaban en la tercera fila o línea que era la solida en reserva, al ampai-o de la cual se rehacían los vélites, los hastarios y los príncipes ; de aquí que a’gunos historiadores de la época para indicar un momento crítico y pel‘groso en que es preciso poner en juego todas Ias reservas, dicen: «Res ad triarios redut».
t’empos
Los triarios utilizaban primitivamente como arma un pesado llamaha aPilo». pero más tarde, su arma favorita era la *Pica>, denominó «Hasta, tomando de tal voz el nombre de uHastarios» de ‘a Legón romana. (ALMIRANTE, Diccionario Xilitar.)
chuzo, que se que también se algunas tropas
RESP;~A
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LA
CABALLERÍA
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36
la era sin duda asiático y posiblemente de raza mongólica o tártara, perteneciendo, al parecer, a hordas de pueblos que desde el fondo de la Tartaria comenzaron a moverse, all:’ por el año 379 de nuestra Era, en dirección a Europa, sig-uiendo para ello el valle del Danubio, dirección clásica para penetrar en Europa desde el Este y que siempre fue elegid:, por las invasiones orientales. Según los tratadistas antiguos, 10s hunnos de Atila pertenecían al grupo genérico de los escitas, aplicándose tal denominación más que en virtud de una raza o nación determinada, a un sistema especial de vivir fundamentado en el pastoreo, y por tanto, forzosamente, de tipo nómada, al que tanto se prestaban las llanuras yerbosas de la Tartaria. El ímpetu bravío de los hunnos, sufrió el primer choque y quebranto en la célebre batalla de los Campos Cataláunicos (451), cuyo desenlace trajo consigo el retroceso bárbaro hacia su lugar de origen. Más tarde, fracasó un segundo intento llevado a cabo entre los Alpes y los Apeninos, que consiguió alcanzar las regiones de Milán y Turín. El asesinato de Atila por una mujer italiana, ocurrido en el año 433, hizo que la influencia bárbara declinara rápidamente, obligando a aquéllas hordas a retroceder en busca de las márgenes del Mar Xegro. Almirante afirma que de los restos de aquellos bárbaros se formó en Bulgaria la raza húngara o madgiar, establecida en las riberas del Theiss desde el aiío 900. Comenta dicho autor, con sorpresa, que de residuos de aquella raza mongólica haya podido salir uno de los más bellos pueblos de jinetes, cuya elegancia y militar soltura constituyó motivo de admiración para la Caballería austriaca y para toda la raza eslava. Nos hemos detenido en este punto, ante tan curiosa, antigua y extraga filiación de la Caballería húngara, cuyos componentes eran de ardiente sangre y cabellos negros. MUcho recordaban ‘a los de raza latina, que siglos después, en 1547, aparecen en el ejército del Emperador Carlos V, saludando por primkra vez a la Infantería española del Duque de Alba, con la franqueza de antiguos camaradas y demostrando hacia nuestros Tercios una pred;!ección y fraternal afecto, que muchos historiadores señalan por lo imprevisto y singular. Avila y Zúñiga explica: «Demás de esto, trajo el Rey -hermano de Carlos V-, 900 caballos húngaros. que a mi juicio, son los mejores «caballos ligeros» del mundo... ; muestran gran amistad a los espaííoles, porque como ellos dicen, los unos y los otros vienen de los scitas...)) (10). __---(10) AVIL,\ Y Zr’crc~: «Comet?tnrio$)). pág. 438.
36
~OAQOíS
DE
SOTTO
Y MONTES
Volviendo a los bárbaros, es de recordar que los visigodos, sus sucesores, sustituyeron en España a los romanos. Según el Conde de Clonard, el pueblo visigodo mostrb predilección por el sistema decimai en SLIS formaciones de Trufas, Centurias y Decwias; así como también tuvo gran empefio en imitar a los vencidos romanos en los accidentes de su pretérita civilización. La principal fuerza militar de los visigodos era su Caballería, a diferencia de 10s suevos que confiaban más en la Infantería. La experiencia había dado a conocer al pueblo godo las v,entajas que del caballo podían sacar en la guerra, y, naturalmente, tal empleo forzosamente se reflejaba en su manera de combatir -dada la <ntima relación entre la táctica y los medios-, tratando siempre de arrollar a las vanguardias contrarias, que por aquella época solían ser las fuerzas más aguerridas? para después penetrar en el corazón del despliegue enemigo en busca de la Decisión. Aunque muchas fueron las ocasiones en que tal maniobra tuvo éxito, consignaremos sólo la derrota infligida al Emperador Valente, que por lo sangrienta -según Ammiano Marcelinono tiene precedente en la historia, y, es tan sólo comparable con el fabuloso desastre romano en Cannas, por mano de Anibal.
La manifiesta importancia que el pueblo godo concedía a su Caballería, se refleja en todos los detalles, y, naturalmente, en los de mayor trascendencia, su armamento, tanto el ofensivo como el de defensa y aunque no es posible asegurar, que en general, fueran cubiertos los jinetes y sus caballos al estilo «Catafractarios o Cli’banarios» romanos &l), con láminas de metal o de casco de caballo, dado que esto tan sólo estaba al alcance de los más poderosos. Es indudable, de todos modos, que la Caballería goda combatía más protegida que sus peones, Al tratar de los reclutados, se dice en el Fuero ITzczgo: «E muestreles bien armados, delante del Príncipe o el Conde de lo~i(rns e de pe~-~u~~~cs.con la primera parte. E la postreman sean (11) Catufrgctario, voz genérica griega, «Kataphactos», que significa cubierto. armado de los pies a la cabeza en las antiguas milicias griegas y asiát.cas. Los romanos adoptaron este nombre sinónimo de Clihanarius. griego también, para designar. en general, al ujinete armado», equitaphncti, es decir, envolviendo la idea de arma.dura completa en hombre y caballo. ALMIRBNTE: Diccionurio Militízr.
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LA CARALLERÍA
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otros armados de lanza e de escudos, de espadas e de saetas, o de f0nda.s e de otras armas, así como es costumbre de cada uno» (1.2). De lo que deduce el Conde de Clonard, que a los primeros se les exigía armadura completa de caballero, y a los segundos tan sólo lo necesario para pelear, pero sin fijarla taxativamente como a la Caballería. La instrucción de las tropas montadas visigodas fue bastante completa, aunque algunas veces un tanto discutible, ya que todas sus prácticas se fundaban en el caballo, degenerando casi en la idolatría. Entre otros desvaríos, aquellos guerreros interpretaban 10s relinchos de su caballos por los más seguros augurios. En el Fuero Juzgo están contenidas una serie de leyes relacionadas con los hombres de armas de Caballería.
111.
LA
C.?BAT,LER~A
(Siglo
ES
VIII
LA
EDAD
MEDIA
al xv)
El dominio de las razas bárbaras sobre España, cuya dureza se fundió al sol espaíío! con increible rapidez, fue relativamente corto. Y si ‘bien dentro de la Historia General tal período visigodo es de sumo interés en cuanto a la arquitectura y otras ciencias, por lo que se refiere al Arte Militar y a la ,Caballería como tropa combatiente no lo cs tanto, ante la aparición en el año 711 de la antigua Caballería númida o nmuritana, que con el nombre genérico de árabe concluyó en una sola batalla con el decaido Imperio Gótico, derramándose seguidamente como conquistadora por todo el ámbito peninsular.
Si se compara al pueblo vencido con el vencedor, esto es, a godos y árabes, fácilmente pueden encontrase diferencias notables, que explican, en parte, la trayectoria de la historia española. Los primeros, obedeciendo inconscientemente a la dura ley de moverse para subsistir ; llegan en SLI invasión a la costa española mediterránea, (12) latina.
Fuei-
Juzgo:
I,ibro
IX.
título
VIII
de la versión
castellana
y IX
de la
38
JOAQUíN
DE
SOTTO
hacen alto y se instalan sin decidirse como hicieron los alanos.
Y
XOXTES
a saltar
e! foso
dci Estrecho,
Quedaron, pues, estáticos en Espaíía y pronto fueron absorbidos por el elemento indígena romanizado. Por el contrario, las huestes árabes de Taric: traen como bagaje una religión nueva y sensual, que tiende a extenderse con el ímpetu de una nueva secta ; aportan, también, ciencias, artes, leyes e instituciones en su civilización original, y así resulta posible que durante siglos se dé el extrafio espectáculo de una raza conquistadora que se sobrepone a la vencida en las tres cuartas partes de Iberia sin mezclarse ni confundirse con ella. .%lo en el reino de Granada. por su larga duración (711-1492), puede decirse que se implantó la raza africana, desplazando a la espafiola. Que una civilización pujante y con vitalidad propia supere a otra inferior o caduca es cosa normal y determinante para justificar un dominio extenso y duradero ; pero a ta! factor es preciso añadir otro de orden militar, sin el cual difícilmente es factible imponer una idea y, sobre todo, mantenerla en un país extraño. En siglos ant.eriores In humanidad asistió aI aniquilamiento de Cartago, que representaba el poder de la idea ante el avance arrollador de la Roma imperial, que detentaba y ofrecía al mundo la idea del poder, pero para ello tuvo que depurar su orgánica, su táctica y su moral militar. Ahora podemos afirmar que, tanto en el Guadalete como en el resto de las acciones guerreras, el ejército moro fue muy superior al cristiano, y siendo la Ca’baIIería arma principal en uno y otro bando, fácil es concluir que númidas y mauritanos estaban mejor organizados y aguerridos que las huestes cristianas. Por organización, la Caballería árabe se dividía en distintas fracciones, cada una de las cuales era la quinta parte de la unidad superior inmediata. Así se llegaba a las agrupaciones de 1.000, 40, 20 y 8 hombres respectivament.e, cuyos comandantes se llamaban : AZcaide, Nakib, Arife y LVadir. Las armas ofensivas más comunes se fundamentaban en el arco, !a espada y la lanza ; siendo las defensivas el casco, la loriga y el escudo. En cuanto al sistema predilecto de guerra de aquellos ínvasore s consistía en llevar a cabo dos expediciones anuales, una er, primavera y otra en otoi?o, invadiendo rá pidamente el campo enemigo, devastando campos y lugares, retirándose después con buen botín y prisioneros, a quienes esclavizar o solicitar rescate. A tales acciones se le daba el nombre AZ-gura (algar). Los Partidas definen: «El Al-gara es para correr la tierra
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ESPAÑOLA
et robar lo que l?i falleren (13). En los Anales Toledanos se lee : «Salió una A%gara de la hueste, e lidió con los álarabes e mataron más de mil e quinientos de ellos en el mes de octubre, e aduxieron muchos cativos e cativas». La crónica de Alfonso VII alude también a ellas hacia 11.1-r: «Diariamente salían de los castillos grandes huestes guerreras, que en nuestra lengua llamamos nZgaras» (14). Los árabes adoptaron despliegues muy diversos. En general, iniciaban la lucha los arqueros para dejar paso más tarde a las masas de Caballeria que procuraban engañar y fatigar al enemigo por medio de fintas, amagos y falsos repliegues. Tal Arma era la que en última instancia decidía el combate. Durante las épocas en que no organizaban sus correrías, los árabes permanecían a la defensiva tras los mllros de sus fortalezas.
B.
La. Reronqt&a
Las crónicas de la época, tanto las cristianas, secas y oscuras, apasionadas y parciales por odio religioso, como los textos árabes que refundían antiguas fuentes griegas y orientales, adornadas con excesivo follaje pomposo e imaginativo, no permiten formular una síntesis adecuada de la Caballería de !a Reconquista. Durante toda la Edad Media, la Caballería no fue tan sólo el Arma dominante en la Organización militar española, sino que llegó a ser, prácticamecte, la única en el Ejército. Según Almirante, la costumbre litera! de ligar la decadencia de la Caballería con la aurora de la ((Civilización moderna» en beneficio del renacimiento de la Infantería, es un tanto desafortunada, pues la propagación de las armas de fuego fue lo que determinó el cambio de ese predominio y aún las radicales transformaciones en el Arte de la Guerra, en la manera de ser de los ejércitos y hasta de los pueblos. Pero por fuerza de la rutina, la inmediata consecuencia de la invención de las armas de fuego, no se reformó> como era lógico, la Caballería feudal cubierta de hierro. -41 contrario, aquellos Caballeros del medievo continuaron bastante tiempo con sus antiguas organizaciones, tácticas y equipo, produciéndose el hecho peregrino de que las ver(13‘) ~~lm)x<sO EL S.\BIO :
Partida
Se~z~zda,
(14)
«Quetidie
castris
magnos
dicimus
Algavas».
exihant
de
título turbos
23, militum
iT.ey quod,
XII. nostra
lingua
40
JOQUiX
DE
WTTO
Y
XOKTCS
daderas armaduras caballerescas, las más ajustadas y completas, las mejor cinceladas y más fuertes, son todas de fechas posteriores al empleo de la pólvora. Ninguna de las armaduras que hoy se exhiben en museos y armerías, sube más allá del siglo XIV. El primer jinete que vio traspasada por una bala su loriga o su cota, imPenetrable hasta entonces, debiera razonablemente haber buscado su defensa en nuevos medios de protección; sin embargo, el FYombre de avmas despreció ingenua y orgullosamente al cobarde peón que, como decía Bayardo, era capaz de volcar a w Caballero. La crisis de kd Caball.ería feudal es preciso buscarla en las armas de fuego. Larga debió de ser tal crisis, ya que sin remontarnos al año 1118, en el que algunos fijan su aparición y tomando como segura la fecha de 1340, se ve que en rigor, hasta í703 no se alcanzó la total desaparición de las picas por consejo de Vauban. Todavía a finales del siglo XVIII, hubo militares franceses que propusieron restablecer la pica. Lo positivo es -como afirma Almirante-, que la civilización europea ha tardado casi tres siglos y medio en convencerse de las indudables ventajas de las armas de fuego. Volviendo sobre la Caballería de la Reconquita, cabe señalar que ni los jinetes de los cristianos ni los númidas y mauritanos de los árabes, pueden ser consideradas en rigor como integrantes de un Ejército, ya que casi constituían el todo de la orgánica militar. Más tarde, ante la necesidad de un despliegue defensivo, los Califas tuvieron que organizar unidades de Infantería. Igualmente, en las montañas de Asturias, las bandas cristianas de Alfonso el Católico no debieron disponer de muchos jinetes ; sólo al bajar a la cuenca del Duero, es muy probable que su Caballería aumentase notablemente para equilibrar sus fuerzas con las enemigas, ya que tal Arma constituía el elemento básico del combate campal. En aquella singular guerra, alternaban grandes períodos de actividad con otros de completa inacción. Una reiteración de incursiones, talas, correrías, algaradas, sitios y sorpresas, conmovían al campo enemigo en teritorios más o menos grandes ; luego negociaciones, a veces rotas y reanudadas según la veleidad muslímica, y tratados con la raza mozárabe subyugada, iban desmoronando aquel imperfecto edificio social. Por último, la conquista, por la violencia o por artificios, de una capital o núcleo defensivo, determinaba la definitiva posesión de una comarca. Así pasaron a poder de los cristianos, los grandes reinos de Toledo, Sevilla y Granada. Una guerra así
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«constituida»
en que a duras penas y solo ante el común peligro africoncentrar momentáneamente los refuerzos cristianos, no requería poderosos ejércitos y mucho menos grandes masas de Caballería. Según Almirante, imperó la forma de evitar choques y batallas decisivas, buscando la perseverancia cristiana el triunfo por medio de la consunción sobre la inconsistencZa mora ; esto es, no por el exterminio «campal)) del ejército enemigo, sino por la ocupación progresiva de fortalezas, castillos y posiciones de valor militar, que aconsejaban la política o la estrategia sin poner a prueba un gran esfuerzo táctico, innecesario por las constantes luchas internas de los estados moros.
cano lograba
Así, durante la Edad Media, ni pudo arraigar en España el sistema feudal como en el resto de Europa, ni definirse de forma radical la supremacía ,del jinete sobre el peón. Los célebres «Frenteros» y los «Almogávares» -hasta que llegase el empleo militar de la pólvoraanticipaban con sus flechas y jabalinas el advenimiento de la Infantería en detrimento de la Caballería feudal. La intervención del elemento «concejil» a estado llano, también produjo el aumento del peonaje en calidad de compañero de las tropas a caballo, y esta vez, no como siervos de los escuderos de las ciudades, que constituían una especie de Caballería franca, más pobre que :a feudal de los senores (153, aunque no menos temida que la de aque!los poderosos y orgullosos ricos-homes, sino como unidades orgánicas de infantes. En resumen, puede afirmarse que durante la Reconquista, la Caballería árabe conservó su particular carácter númida o escita, Al paso que la crisfue ligera e irregular, y desde luego, exclusiva. tiana, progresivamente fomentada por el aumento de riqueza del país conquistado y por la jerarquización feudal, tuvo que moderar su instinto avasallador en presencia de una renaciente y vigorosa Infantería «concejil», representante de una democracia indómita y también de buenos guerreros. En
esta
época,
la Caballería
española
se dividía
así:
Ordenes
(15) M~~énnaz PIDAL nos dice en L.a Esparza dci Cid, que el ajuar de un caballero era bastante caro y consistía en silla morzerzei con su correspondiente brida, lorigas, yelmos. varios caballos y muespada, cinturón, espuelas, adarga, lanza. las y otras menudencias todas ellas un tanto costosas. {Los caballos, que escaseaban, eran francamente caros, unos 500 meticales; una silla de plata con su freno valía otro tanto, mientras que diez bueyes tan sólo costaban 200 meticales.
Mihtares, Ricos-Homes de pendón y caldera, Cabalgadas de los Fijo-Dalgos, de las mesnadas de las ciudades y villas, y Propietarios, que fueran cristianos zriejos, limpios dc sangre, sin mezcla de raza mora o judía y Caballería villana. De estos cinco tipos de Caballería, las Ordenes Militares fueron fundamento de los jinetes que contuvieron al islamismo. Como dice el Conde de Clonard: «Dedicados a la caridad y a fa gloria, colocados muy altos en la opinión de SUS contemporáneos, unidos entre sí con homogeneidad de fines y con lazoc guerreros, no podían rehusar el de interés común, aquellos brillantes sacrificio de sus vidas al cumplimiento de sus deberes, y en todas partes se acreditaron por su intrepidez heroica y un valor nunca tibio, contra los sectarios del Corán. Las fuerzas de Caballería tenían sus reglas en el Cuerpo de las Leyes Forales y -%IunicipaIes, donadas por los reyes a las vilias, ciudades y lugares. Todos estos ordenamientos estaban fundamentados sobre ios mismos principios y con cotumbres más 0 menos pintorescas e ingenuas, pero siempre basadas en virtudes morales, básicas para toda sociedad organizada e indispensable para el ejercicio de las armas (16).
C.
Los Reyes Católicos.
Como se ha indicado anteriormente, la Caballería de la Reconquista estaba organizada, armada y equipada a imagen y semejanza de las corrientes dimanantes del feudalismo, esto es, un relativo reparto del mando entre la nobleza y su Soberano. Resultaba, pues, inexistente todo concepto de Ejercito nacional. Alfonso XI de Castilla, con indiscutible visión de gobernante y de soldado, organizó para su «Guardia» personal un lucido Cuerpo de Caballería de carácter permanente y asalariado ; tales tropas fueron su verdadera fuerza para mantener a raya a la secular turbulencia de sus nobles, y, también, dicha organización de jimetes-soldndos constituyó la semilla que más tarde habría de germinar en el reino de D. Fernado y D.8 Isabel, bajo la forma de las «Guardias Viejas de Castilla». Los monarcas posteriores a D. Alfonso XI, que no supieron imitar a su antecesor: se contentaban con mantener unas fuerzas llamadas c~Continuos)> y «Mesnadas», de efectivos muy inferiores a las man---_.(16) Véase el trabajo Media, con otros datos Revista.
del autor La Orden de CabaZle?+a en Za Alta Edad sobre las tropas montadas, en el núme-o 2 de esta
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ESPdOLA
tenidas, pagadas y armadas por sus revoltosos nobles, con lo que la insubordinación hacia la Corona, que era casi continua, o al menos, muy frecuente, habría de plasmarse en el desafortunado reinado de Enrique IV. En los tiempos feudales, la Caballería, que pudiéramos llamar con redundancia Cabaiieresca o individual, aunque ciertamente tuvo gran constituyó verdadera Arma combatiente con orgaapogeo, n«nca nización homogénea, sino, una suma de individualidades. Debe seííalarse, sk embargo, que las Ordenes IMilitares, por su índole, discipFna y por su servicio ordinario de ((frontera» conservó alguna organización e inc!uso, un espíritu raeAmente mllitar. No obstante, aquellos caballeros embutidos en un caparazón de acero, muchas veces aislados de sus compañeros y rodeados de seis u ocho peones: pajes, ballesteros y otros, cuyos servicios precisaban para combatir, aparecían en el campo de hatalla inertes y pesados, monolíticos, sin posibilidades de «oir» dentro de sus cascos y sin «ver» en algunas ocasiones. Eran la representación exacta de una sociedad estancada que, atónita, cerraba ojos y oídos para no poner remedio a sus propios desaciertos. Las dos batallas de Olmedo (1445 y 1466) desencadenadas en los turbulentos tiempos anteriores al de los Reyes Católicos, que’ ni siquiera muestran el carácter bravío de una guerra civil, son clara idea de la opinión que se tenía de la Caballería, del Ejército, e incluso de la organización social de un Estado. Juan II derramó a sus «continuos», licenciando sus escasos efectivos de jinetes ante la intimidación de los nobles facciosos ; y como dice Almirarlte : «. . . hasta para coronar el desbarajuste, parece que el lenguaje se plegaba, pues en las crónicas y escritos de aque! ti.empo se llamaba ro& al jinete y al caballo de guerra (17). Los resabios moriscos o acaso el buen sentido, hicieron que en España se hiciera popular la llamada equitación a, la gineta, verdadero contrapeso de aquella otra pesada, inoperante, que era conocida bajo las denominaciones de caballeresca, ewapacetada, bardada o a la brida, cuyas voces corresponden al conjunto de jinete y caballo totalmente cubiertos de hierro. Las referidas tropas a la gineta, aunque también individualistas, tenían la ventaja de su ligereza y posibilidad de maniobra, Esta Caballería no se extinguió cuando en 1492 fueron creadas --(17) Ro&: Aunque en el siglo xv, no constituía voz despectiva,más tarde fue costumbre llamar arucion o rocín a un lo que actualmente se denomina en el argot
caballo hípico
de escasas facultades, como apencolp.
esto
es,
r4
JOAQXJÍN
DE
SOTTO
Y
MONTES
las Guardias Viejas de Castilla, ni tampoco con la salida de España del último escuadrón moro, que escoltó a Boadil al marchar de Granada, ya que el Gran Capitán, igualmente era un diestro y gallardo caballero a la g-ineta,, durante sus acciones en Italia, con gran asombro de la Gendarmería francesa, que a través de los pequeños orificios de sus celadas, admiraba el ágil caracolear de SLI caballo, pareciendo el enemigo como un dios invulnerable. IJa creación por los Reyes Católicos de las Guardias Viejas de Castilla9 en 1493, supuso para la Caballeria espafíola una gran mejora orgánica e, incluso, táctica, ya que consiguió hacerla más veloz y maniobrera, de tipo permanente y nacional y, sobre todo, más disciplinada. Sus resultados no se hicieron esperar, primero en la conquista de Granada y, más tarde, ante las tropas francesas de Carlos de Valcis y de su hijo Francisco 1. Con las Guardias Viejas de Castilla, se inicia el verdadero concepto de la Caballería como Arma combatiente, homogénea y de conjunto, y más tarde, estas tropas aún se habrán de revalorizar más, al ser dotadas de armas de fuego y al subdividirse en dos clases de unidades : ligems y de línea..
IV.
LA C.mALLEr¿íA
FXLA
EDAD MODERNA
(3517-1808)
Dentro de este período histórico, consideraremos todos los reinados de la Casa de Austria en España, y algunos otros de la de Borbón, hasta nuestra Guerra de la Independencia.
A.
Dina.&
de .los Austrias
La venida a España de los borgofiones y flamencos que escoltaban al Rey Felipe el Hermoso, con sus magníficas armaduras, originó en los espafioles un efecto análogo al que, siglo y medio antes, habían producido las ((Bandas» inglesas y francesas que, respectivamente, auxiliaron a D,. Pedro el Cruel y a su hermano D. Enrique de Trastamara. Pero al concluir el siglo xv, la historia de España se sale de 10s reducidos límites nacionales para entrar de lleno en los europeos, su mirada se aleja hacia extrañas tierras, atraída por la gloria de las armas españolas. Durante los siglos XVI y XVII la fama aureola al Ejército de .Espafía ; pero precisamente en tal época el nombre de la Caballería no sobresale tanto como el de !os gloriosos Tercios de la
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infantería espaíiola. Con ocasión de algunos encuentros, ciertos infantes acusaron a la Caballería de <(inoportuna», por su impaciencia o por su tardía entrada en acción; pero es innegable que si las tropas montadas no rayaron tan alto, fue porque nunca tuvieron número suficiente para constituir un Arma dentro del simple concepto orgánico que en todo tiempo ha existido. El conocido dicho de «Poner una pica en Flandes» prueba las dificultades con que tropezaba aquella imperfecta AdnziGstrff,ción espal?ola para entretener a su ejército expedicionario, y si tamaíío embarazo producía el envío de unas simples unidades de infantería, fácil es adivinar la imposibilidad de transportar en los barcos de entonces, a una adecuada organización de jinetes. Era más obvio o más económico, aunque no fuese acertado I . m pohtlco, utilizar la Caballería alemana, flamenca o italiana que, con excepción de reducidos destacamentos españoles, constituían la Caballería imperial expedicionaria, ocurriendo lo mismo con la artillería y los ingenieros de los ejércitos de Carlos V y de Felipe II. Por lo que se refiere a las unidades montadas de guarnición en !a Península, ni las Guardias Viejas, ni los Cuantiosos de Andalucía (IS), ni algún otro Cuerpo de jinetes de efectivos reducidos, y organización un tanto empírica, pueden ser considerados como tropas pertenecientes a un Ejército permanente. La Caballería de esta época se articulaba en dos clases de compaííías : Hombres de Arwzas y Caballos Ligeros. Las primeras se formaban a base de soldados montados y fuertemente protegidos con armaduras, y su empleo previsto era actuar como fuerza de choque contra los piqueros de la Infantería enemiga. Los Caballos Ligeros, eran tropas menos protegidas y se solían emplear en servicios de campaña, golpes de mano, etc. Los efectivos de las referidas compañías oscilaban entre 35 a 45 hombres en las de Hombr.es de Armas y unos 50 en las de Caballos Ligeros. Según Eguiluz, el Hombre de Armas era: (tun jinete con lanza, la cabeza armada de celada con visera;
(18) Cuan&oso: ‘Lo: antiguos caballeros. en varios actos no militares tomaman calificativos distintos: tales como : novel, bachiller. de premio, mesnadero, etcétera. Unos cabaIIeros de «cuantía o cuantiosos», es decir. jinetes mantenidos por propietarios de Andalucía, vigilaban en el siglo XWI y cuidaban de Ia defensa de In costa. Según Clonard Ilamábanse nCaballeros de cuantía» de Andalucía y Murcia, a los que poseían un capital que excediese de cuatro mil ducados. Estos caballeros estaban obligados a servir con su persona y armas en las acciones de guerra que emprendía su monarca y señor. (~MIRAXTE: Dirc~ona~~o Militar.)
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el pecho de peto doble, el superior llamado zolnlzfe, los muslos de cuxotes, las piernas de grevas, y los pies de malla o zapatos de hierro. Los caballos llevaban cubiertos de hierro o ante doble !as a~lcas, pechos, cuellos y testeras, cuyas cubiertas se llaman bwdas, llamándose bardados los caballos que así se armaban, de los cuales tenía dos cada Hombre de Armas, el principal, muy poderoso p gallardo, x~i.: c1~1t scr muJ se llamaba COTS~Iy el otro dobilrrdz~m. que t;mbién La lanza era de enristre y desbueno, por si había de suplir al otro. cansaba en la cuaja, bolsa de cuero unida a la silla del caballo por el lado ,del muslo derecho, donde se metía el ctiento de la primera. También solía llevar estoque, maza o hacha el Hombre de Armas...». Para Alava y Viamont, dichos Hombres de Armas eran soldados de primera calidad, que habían servido dos aiios en los Arcabuceros montados, otros dos en tropa de Estadiotes, y otros dos más, en los Caballos ligeros. Tal Caballería gwesa no tuvo en España mucha preponderancia, aunque en la vecina Francia sus equivalentes «les Hommes d’armes» fueron muy favorecidos, llevando cada uno como séquito, por lo menos, cinco servidores: tres arqueros o ballesteros que hacían sus primeras armas, un coute.Ger o écuyes, con daga al cinto y encargado de conducir el caballo de bagaje y: por último, un varlet, paje o escudero que guardaba y presentaba a su dueño el caballo de batalla. Ta! reunión representaba la (dance-fournie». Luis XII, efevó el cortejo antes citado a siete hombres y más tarde el Rey Francisco I de Francia, a ocho. Así pudo ocurrir que, cuando en la batalla de Cerisoles se indicó que había 1.000 lanzas, debía interpretarse que el efectivo total de hombres fue de 16.000. Finalmente, según el citado autor, los «Reitres» u Hombres de Armas alemanes, com.parados con los de otras naciones, dejaban mucho que desear y estaban deficientemente equipados : no portaban más que la coraza y el ((poet-en-téte», y sus caballos no estaban bardados o encubertados. Almirante comenta en su Diccionario, que al recoger 1:: Casa de Austria la. sIlcesión de la de Borgoña adquirió al mismo tiempo la famosa Ordon?za~arc de este Estado, la cual era tan brava y m-jor equipada que ía francesa. Ta! tropa de Borgofía o de los Países Bajos estaba compuesta, primitivamente por 1.200 lanzas y más tarde llego a tener hasta 3.000, siendo en todo momento muy disciplina& y aguerrida. Las otras fuerzas de CabaBería, esto es, los Caballos Ligeros
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WSTÓRICA
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espa6o!es, se encontraban en mayor proporción que la Gcndannería armada. de punta en ~blanco. Los referidos Caballeros Ligeros, que no eran luerzas despreeiablcs, combatíar! casi siempre a la usanza morisca y muy desplegados. Por lo demás, aún a pesar de ser las Unidades montadas nacionales tropas muy selectas, debe señalarse que verdaderamente fue sobre la infantería donde radicaba la verdadera potencia y gloria del Ejército Imperial de Carlos V, y también del resto de los príncipes de la Casa de Austria.
Al heredar el trono de España Felipe ll, entr.e otras medidas de orden militar, tomó la de transformar sus Cuerpos de «Estradiotes» (IO), en otros que tomaron el nombre de ttHerreruelos)> (20) que estaban armados con pistolas de arzón y espada. La misión de tales tropas era siempre de vanguardia y encargadas de realizar la toma de contacto COI: el enemigo, utilizando para ello sus armas de fuego por medio de descargas, cuyo nombre conocido era de rociada; después, espada en mano cargaban contra el aúversario. Comúnmente, se encargaba a los Herreruelos el servicio de noche por medio de CrSndes .Guardias, es decir : cobertura y protección de los campamentos, vivaques, etc. Por el día tal servicio avanzado correspondía a los Caballos ligeros que, igualmente, contaban con pistolas de arzón además de sus armas blancas. Tanto unas como otras tropas de jinetes, combatían desplegadas en amplios frentes y, generalmente, en orden disperso, dejando las formaciones monolíticas, el orden cerrado y la acci6n de masa, que actuaba de rulo desvastador, a los pesados y más protegidos Hombres de Armas. Para el servicio de exploración 0 simiíar, se utiiizaban tropas ligeras, mandadas por capitanes muy curtidos en las guerras, como conocedores del terreno y duchos en toda clase de ardides ; estos oficiales tenían como nombre el de «Despepitadores)). II. Bernardino de Mendoza los cita así : «...mandará a la cavallería que estuviese más a mano cierre (19) Estvadiote: Viene de 1s voz italiana «Strada» que significa camino. En el siglo XVI, se asignó tal denominación al soldado de Caballería ligera batidor, explotador, etc. (20) Herrerwlo: -Antigua variedad de la Caballería ligera. El nombre de Herrerue!o 0 Ferreruelo, no proviene del mucho bierro que llevaban encima, sino de la capa corta o esclavina que se llamaba así y que constituía prenda de uniforme. (ALMIRANTE: Diccionario Militar.)
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con ellos : cosa que se ha de encarresueltamente mezclándose gar á Capitán de los que llaman despe&ndores...» (21). E! Conde de Clonard lo recoge diciendo : «Emplkbase también (los arcabuceros a caballo) er, el servicio de exploradores al mando de capitanes prácticos en el terreno, a quienes se llamaban despepitadores)).
Los dos siguientes monarcas : Felipe 111 y Felipe Iv, introdujeron muy interesantes variaciones orgánicas en la Caballería espanola; Felipe IV aligeró a sus jinetes de sus pesadas armaduras y lanzas, que ya iban resultando un tanto inútiles ante el decidido progreso de las armas de fuego. Así, el trueque del hierro por el fuego, o bien el cambio de la pesadez protegida, por la velocidad y la maniobra, se iba acentuando cada vez más, dejando adivinar cuáles serían los pilares en que descansarían la táctica y la organizaciGn de las Caballerías modernas, contenidas en la expresión : i Impulso ! , que es la suma de la velocidad con la potencia. La historia de un Ejército es inseparable de las vicisitudes de su Nación, por eso es preciso analizar algunos acontecimientos de la época para encontrar las causas de las transformaciones de la Caballería española. Durante el reinado de Felipe IV (í621-1665), los doce años de guerra en Cataluña y los veintiséis para la frustada «recuperación)) de Portugal, nos ofrecen organizaciones inverosímiles, planes quiméricos, campañas absurdas. Un verdadero laberinto de indecisiones, de empirismos, de ignorancia cerril y de atolondramiento. Según Almirante, en abril de 1642, el Rey Felipe IV -que había logrado contener por espacio de dos afios su impaciencia belicosa-, aún no podía marchar a Zaragoza por necesitar para su sola persona realizar un gasto de 1.300.000 ducados, y todo esto para un viaje de cuatro meses. Con razón el Italiano Torrecusa opinaba, no sin cierta ironía, que era conveniente que S. M. dejase de «campear», para con aquel dinero levantar un Cuerpo expedicionario de 10.000 infantes y 3.000 caballos. Pero, <dónde reclutar aquella gente? Si D. Enrique de Guzmán, bastardo del favorito Olivares, capitán de la fastuosa «Coronelía» del Príncipe de Asturias, no lo(21; CLONARD:
MENDOZA,
Historia
BERNARDINO:
orgánica
Tralado de Teori,r. y Práctk~, p;g. 2 0 (l(; trlp.). de la Iufanteria y Caballeria, t. IV. í’Ag. 157.
Fig.
1,-Soldado Fig.
2. -Soldados
de Caballeria
de linea,
de Caballería
dragón
de línea
y tambor
y dragón
(1703).
(1752).
RESEfiA
HISTÓRICA
DE L.2 CABALLERÍA
ESPAÑOLA
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grabn alistar más que doce hombres ; si a fines de junio al conseguir la Reina hacer salir de Madrid algunas compa&s, en quince días desertaron 300..., ; cómo iba a ser posible levantar tal Cuerpo expedicionario ?, que se pretendía reclutar a base de asalariados valones, italianos y otros, qw, con razón, exigían las pagas que se les les debía, antes de batirse por España para sujetar las dos provincias rebeldes. En Flandes, ios desastres de Rocroi (1643) y de Lens (1648), habían iniciado el eclipse de la buena estrella de nuestra infantería, que en aquellas batallas fue abandonada malamente por una Caballería aux%a~ y ertrazjera, que al parecer no pudo o no quiso medirse con la francesa, mandada por uno de los generales más impetuosos de la historia. Se trataba de hacer frente a los efectos desatendiendo la verdadera causa. Así ocurriri entonces con la Caballería española, que era considerada «ánima vili» de los experimentos, en 1655, como medida salvadora, se dividió en «Trozos» ; sin recordar, al parecer, que tal fórmula ya había sido puesta en juego sin resultado satisfactorio, sino que incluso se ha’bían hecho otros ensayos más amplios, cpmo el dividirla en tercios, regimientos, brigadas, etc. Así puede afirmar -41mirant.e: «que la inestabilidad orgánica de tal Arma, constituye un mal crónico y bastante antiguo...».
Al despedirnos de los siglos XVI y XVII, durante los cuales España fue árbitro de Europa y América, hay que notar que la Caballería propiamente española, no pudo compartir la gloria de !os, Tercios de Infantería, ya que su historia peculiar se dispersa en varios Cuerpos aliados o auxiliares y desde luego extranjeros: albaneses, borgoñones, alemanes, flamencos, italianos, etc., y respecto 3. las tropas que guarnecían la Península, tanto por el organismo político de entonces, que rechaza toda idea de tropas permanentes, como por la pobreza y despoblación de nuestras tierras, resultaba casi imposible la «creación» y difícil «entretenimiento». de otras fuerzas montadas, que aquellas un tanto reducidas, destinadas más para guardia, escolta y esplendor del trono, que para combatir por la Patria en campo abierto. Si, como
resumen
englobamos
aquella
multidud
de institutos
de
60
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Caballería, apenas definidos, que durante los siglos XVI y xv11 representaron al Arma, podremos apreciar en forma esquemática, que ésta se dividió en dos tipos: la pesada, de ordenanza, o si se quiere «grave», según la denomina Jorge Basta; y la de linea o lig-era, que a veces se confundía con la «irregular». La primera de las citadas, recibía en toda Europa el nombre genérico de «Hombres de exclusivamente, cl «cuerpo de batalla» del Armas», comprendiendo, centro y la reserva general, formada por hombres y caballos encubertados, encapacetados o bardados, que son casi invulnerables hasta la aparición de las armas de fuego, y aptos para el choque en masa y combate al arma blanca, utilizando para ello la lanza, espada, martillo, hacha, etc. La segunda variante de Caballería, más ágil y veloz, recibió la denominación de «Caballos ligeros» y con nombres de: Estradiotes, cacomprendía diversos Institutos peletes, ginetes, archeros, arcabuceros, escopeteros a caballo, herreruelos, carabinos, pistoletes.. . ; cuya diferencia interna era muy escasa, dado que en general se referia más al uniforme: equipo y clase de armamelito, que a sus genuinas misiones.
B)
Casa de Borbón.
Al advenimiento del Felipe \7 la organización del Ejército nacional y en su consecuencia de la Caballería, fue fiel refejo de la que imperaba en Francia, cosa que no puede sorprender dado e! «afrancesamiento» de aquella época. Tjna nueva ordenación de tropas se emprende en Espana, esta vez a Aparecen 10s regimientos como imagen y semejanza de Francia. sustitutos orgánicos de los antiguos tercios y, también, entran en nuestra nomenclatura militar nuevas denominaciones extranjeras, tales como Croix, Dupuy, etc. El marqués de Bedo?nar, Gobernador General de los Países Bajos, por mandato expreso del Rey dicta en 13 de abril de 1’701 un Reglamento provisional para los Cuerpos de guarnición en aquel territorio por el cual quedan organizados al estilo de los regimientos franceses, con la siguiente articulación interna: Plana Mayor, que comprendía a un Coronel, un Teniente Coronel: un un Capellán y un Cirujano. Tropas, agrupadas en Sargento Mayor, cuadro escuadrones cada uno de ellos a cuatro compaííías. Sus oficiales eran capitanes y tenientes, y sus auxiliares, Mariscal de Logis,
RESEÑA
HISTÓRICA
cornetas, trompetas ; siendo y cinco caporales y soldados, En 1701 se crearon
--.
I
NOMBRE
Croix Alpeterre DUPUY Frerín Ríos Fleaubeaucourt
DE
LA
los efectivos
los siguientes
-l__l_-.
CABALLERÍA
ESPAÑOLA
51
de cada compañía
regimientos
CORONEL ~-~
Príncipe Alejandro de Croix D. Alejandro Alpeterre D. Felipe Dupuy 1). Antonio Jacinto Ducrot ! D. Diego de los Píos ii/larqués de Fleaubeaucourt !
treinta
: Fecha
de creación
16 de marzo
17 de marzo
En nuestros Estados de Italia, se congregó lo más florido de la nobleza para levantar a su costa un regimiento que recibió el nombre de «Guardia de Italia», siendo su primer Coronel don Francisco de Aragón. Por una Ordenanza que SC !lamó de Flandes, se introdujeron modificaciones orgánicas en !a Caballería, di mismo tiempo que se ‘dispuso que, en lo sucesivo fuera equipada con mosquete, dos pistolas, una espada larga y ancha de do s filos, porta-mosquete, cartuchera o cncerina, ceñida a la cintura, bandelora de ante y un frasco de asta para cebar, que iba pendiente de una correa. Continuó quedando en vigor el uso del tiricu, la mantilla v el tapafundas de las monturas. Siguiendo la moda francesa, el vestuario se hizo uniforme, clasificándose los Cuerpos con arreglo ;1 los colores de sus divisas. Se consignaron detalles insignificantes,, como el uso de una bolsa de baqueta, en la que el soldado debía recogerse el pelo, que antes iba suelto en melena. El uniforme del soldado dc Caballería era: casaca, chupa, calzón, medias y botas con espuelas, bocabotín, corbata, dos camisas de lienzo, maleta de grupa, guantes de ante, sombrero apuntado con galón al c&nto, presilla y escarapela o cucarda. Con fecha 24 de diciembre y por Real Decreto, los ocho Trozos de «Caballos Coraza» de guarnición en la Península, se transformaron en diez regimientos de a 500 caballos. Tal disposición surtió efectos en 1703, constituyéndose los siguientes Cuerpos de Caballeria :
JOAQUíN
b2
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ALOSTES
I
NOMBRES
Girondella Mendívil Montenegro Moscoso Narvaez Reina Real de Asturias Villavicencio Castilla Estrella
Fecha
CORONELES
2 de enero 16 de abril 17 de abril
Marqués de Girondella D. Rafael Díaz de Mendívil D. Juan Antonio Montenegro D. Baltasar Moscoso D. Alonso Pérez de Saavedra Narváez Duque de Veraguas D. Francisco Ronquillo D. Rodrigo de Villavicencio y Negrón D. Juan de Tovar y Castilla Conde del Real
de creacihn
4 de mayo
22 de junio t i
2 de julio 16 de julio
Por lo que se refiere a los tercios de Dragones (22), se pusieron al pie de los de Francia, con la siguiente organizacion: Plana ¡Wawr: compuesta por un Maestre de Campo, un Sargento Mayor, un Capellán, un Cirujano, y un Guión. Tropas: articuladas en tres escuadrones de a cuatro Compañías, que contaban con unos treinta y cinco caballos. Más tarde, tales tercios de Dragones fueron declarados segundos Cuerpos de Infantería y Caballería, al objeto de la alternativa con dichas Armas. Los arcabuces con que estaban armados eran de una marca vizcaína, y de diez a doce balas en libra, con llave de piedra. Se les facilitaba la pólvora para los ejercicios de tiro -no muy frecuentes, por cierto-. La gabela de tales dragones consistía en un descuento de tres dineros por libra, para inválidos. En el orden de parada llevaban el arcabuz descansando la culata sobre el muslo derecho y cogida el arma por su primer tercio. Después
de fa reforma
de 1703, su uniforme
quedó
constituido
(22j Dnqomrs: Soldados de Caballería que existieron en España hasta la publicación del Reglamento de 1 de junio de 1815. Actualmente, por mantener la tradición se da tal denominación a las tropas de Caballería mecanizadas y blindadas. El primer Cuerpo de Dragones conocido er España, fue el formado don Pedro de la Puente, en Inspruck en 1.636. Dicho autor encuentra una fecta identificación de los antiguos Dragones con los arcabuceros a caballo pasados siglos (CLONARD: Historia Orgánica, t. IV, pág. 47).
por pcrde
RES&4
IIISTÓRIC.~
DE
Lli
CABALLERÍA
ESPAlbLA
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por casaca verde, chupa y calzón de color de la divisa de SU Cuerpo, gorro de paño verde, semejante a un casquete semiesférico con una borla blanca de seda roja en la parte superior ; desde la frente subía una frontelera de cartón o pergamino fuerte, revestida de paño del color de la divisa del Cuerpo, y adornada con un galón de seda blanca. El cabello iba recogido en una bolsa de cuero. En lugar de calzar botas usaba botín de cuero flexible con trabillas ; bandolera de ante amarillo, cruzada del hombro izquierdo al costado derecho, de dos tercios de palmo de ancha, con su correspondiente gancho para asegurar el arma de fuego. Corbata blanca y sobre el hombro derecho una «dragona» de cordón de estambre amarillo con cabetes de metal. LOS arneses del caballo se componían, de silla con borrenes cubierta de piel ,de carnero, negra en todas las Compaííías, salvo en las de granaderos que era blanca ; esta piel servía para cubrir las pistoleras y para dormir cuando acampaban a cielo raso, Mantilla y tapafundas del color de su divisa, adornada con un galón de paño del mismo color de la casaca y maleta de grupa. El armamento consistía, en mosquete, que se acomodaba sobre el lado derecho, la boca. hacía arriba y la culata apoyada sobre una zapatilla d.e cuero, asegurándola. con una correa por la segunda abrazadera al borren trasero. Bayoneta de dos filos similar al cuchillo de monte, con mango de madera y vaina adherida al cinturón, en el que se hallaba ; el cartucho o c&cerk un poco inclinado hacis la cadera derecha ; frasco de pólvora, de asta, pendiente de un cordón a fin de facilitar las «cebaduras» de su arma; sable corvo con vaina guarnecida, y una pistola en la funda izquierda del arzón. Los tambores y pífanos, utilizaban el color del vestuario de su Cuerpo, si bien, trucado, llevando la cruz de Borgoña sobre pecho y espalda. Las mangas de la casaca colgantes o perdidas y sueltas. Distinguíanse los Capitanes por una faja de hilo de plata, cuyos extremos corrían sobre los pliegues de la casaca ; los adornos y cabos de la oficialidad Leran también de plata, salv,o las dragonas del hombro, confeccionados con hilo de oro. Cada tercio ostentaba su correspondiente Guión. Los haberes o prest del soldado de Caballería, eran catorce cuartos y una. ración de pan ; pero el Capitán de la Unidad debía retenerle dos cuartos para recomposición de la silla, husas y armamento, cura del ganado v facilitarle anualmente un sombrero. D,e los doce cuar-
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tos restantes, diez eran para rancho y entretenimiento del vestuario, el soldado dos cuartos en calzado y herraje del caballo ; recibiendo mano, El carabinero percibía diecisiete cuartos y su correspondiente ración de pan; los brigadieres y trompetas dicienueve y el pan. A todas estas clases de tropa se les retenía dos cuartos diarios para el mismo objeto que al soldado. El Mariscal de Logis tenía el sueldo mensual de diecisiete escudos y cinco reales de vellón, con ración de pan ; también se les facilitaba el forraje del caballo, que era de su propiedad. A cuenta del tesoro del Rey, se facilitaban anualmente ocho potros para la remonta de cada Cuerpo, . también se nutrían los almacenes regimentales con diez sillas completas y sus correspondientes bridas, pistoleras y demás aderezos ; quince casacas con otras tantas chupas ; diez capas, ocho pares de pistolas y un número igual de mosquetes. Con la paga señalada a cada Capitán, éste había de mantener el completo de hombres , ganado y equipos de la Unidad. En 21 de junio de 1704, fue creado el Real Cuerpo de Guardias de Corps: sustituyendo al Regimiento Rea! de España, ya suprimido entonces. También por esa época se extinguen las CompaÍiías de Mosqueteros para dar paso en 1705 a la organización de los siguientes regimientos de Caballería :
‘1
NOMBRES
Estado de Nápoles Nebot La Muerte
CORONELES
Fecha
de creacibn 1
D. Juan de Povar D. Rafael Nebot Marqués de Caltojar
22 de febrero 1 de junio 1 de enero
El 30 de diciembre de 1705 se estableció en los Cuerpos de Caballería y en los especiales de Dragones de tal Arma, una «masa» proporcional -además del presupuesto ya existente-, para atender a los gastos bianuales de vestuario y equipo ; así como ,los anuales para compra de ganado a razón de 30 caballos por Cuerpo ; cada cuatro años para capas y mantillas ; y cada seis años un juego competo de armas por soldado. -4 tales efectos en la revista de Comisario mensual, se acreditaban veinticinco cuartos y medio, una ración de pan y otra de cebada diarias para plaza montada presente en filas, distribuyéndose del siguiente modo: nueve cuartos y medio se retenían para engrosar los fondos de la «masa» ; doce cuartos
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se destinaban a gastos de alimentación; dos se guardaban en concepto de «masita» para atenciones de entretenimiento del ganado, equipo y armamento, y el resto se entregaba en mano. A los Carabineros se ies asignaron veintisiete cuartos y medio ; brigadier y trompeta, veintiocho y medio. Por Real Orden de 17 de febrero de 1706, se crearon los siguientes regimientos de Caballería : -II_-
NOMBRE
____-~--__
Ordenes Nuevo Galindo Sanguinetto Córdova Orense Sevilla II de Granada Jaén Ubeda y Baeza Málaga Santiago
COMONEC ---
Fecha
de creación
Duque de Aveyro 17 de febrero D. Luis Galindo I D. Antonio Sanguinetto y Zayas ll de junio D. Jorge Blasco 5 de julio D. José Benito del Prado i D. Felipe Ramírez de Arellano 19 de agosto D. Juan Fernández de Guzmán y Bazán 6 de septiembre D. Juan Pacheco de Padilla 2 de octubre, Marqués de la Rambla 1 4 de diciembre D. José Cea Salvatierra 14 de diciembre Marqués de Lanzarote
En los comienzos de Ia campaña del aíio 1707, la Caballería española contaba con cuarenta y seis regimientos de 384 caballos cada con un total de 17.664 caballos. Poco tiempo desuno, esto es: pués, entre los ano.5 1701 y 1710, se aumentaron otros cuatro Cuerpos de Caballería, cuyos principales antecedentes, son : NOMBRE
Cuantiosos de Extremadura Pastor Vendome III de Granada
CORONEL
-
Marqués de Lorenzana D. José Pastor D. Francisco de Rivera Conde de Torreplana
Fecha
de creaci6n
5 de abril
1707
9 diciembre
1709
14 noviembre
1710
En el Reglamento de 28 de septiembre de 1704, cada regimiento de Dragones se articuló en doce Compañías a base de un Capitán,
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un Teniente, un Alférez, un Mariscal de Logis, dos Brigadieres. un Tambor, un Pífano y veintiocho dragones montados por Compañía, nutridas todas con soldados irlandeses. En esta época aumenta la importancia de los cuerpos de Dragones, que en 1707 llegan a tener 17 regimientos, de ellos ocho en la Península, cuatro en Italia y cinco en los Países Bajos. Una vez evacuadas :as guarniciones de Italia y de los Países Bajos, en 16 de julio de 1714, los Cuerpos de Caballería del Ejército español, sin contar las unidades de Dragones, eran los que figuran en el apéndice. Una Real Disposición de 12 de mayo de 1722 estableció para el Arma de Caballería la clase de «Cadetes», en beneficio de los hijos de caballeros distinguidos, cruzados, títulos del Reino, higalgos y OIiciaies del Ejército. Su uniforme .era igual al de la tropa, con la sola distinción de llevar un cordón de plata sobre el hombro izquierdo. Los beneficiados estaban exentos de los servicios mecánicos del cuartel. Tal vez los referidos cadetes «nobles» constituyen el antecedente más inmediato de aqueilos «Oficiales de gracia)) en boga durante el pasado siglo, que con tanto detalle y acierto los describe el General Bermúdez de Castro en su Mosaico Additur. Aunque no fueron muchas las modificaciones posteriores del Arma de Caballería, cabe señalar la concesión de un banderín o estandarte como distintivo de cada escuadrón. Dichos banderines tenían un asta de mad.era de nueve pies y once pulgadas de longitud, incluido el regatón y la moharra. El banderín era de paño encarnado, llevando en una de sus caras las armas reales y en la otra el emblema de gu.erra con el nombre del regimiento. También merece citarse la Orden para que dejaran de llamarse Cornetas los subalternos de menor graduación, estableciendo nuevamente la categoría de Alférez. En los Cuerpos de Dragones, tanto el Teniente como el Alfé. rez y Sargentos llevaban fusil, bayoneta, frasco de pólvora y cartuchera. Si bien a! advenimiento d,e la Casa de Borbón, la Caballería se distribuía en Cuerpos de Cáballería ligera y en Dragones, pasado algún tiempo se organizaron las unidades de Húsares y de Coraceros, estos últimos de muy escasa duración por dificultades de reclutamiento, ya que resu!taba un tanto difícil encontrar hombres de talla aventajada. Sobre ello, Almirante señala que : «en buena organiza-
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ESPAf$OLA
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ción y atendiendo más al fondo que a la forma, bien se ve que el Coracero, no precisamente por la coraza, sino por la talla del hombre y la alzada del caballo, por su peso, volumen y fortaleza, es lo que realmente constituye en Europa !a Caballería de línea, pesadn o de reserva, como oposición a la ligera, Concedido esto, no hay que decir que no habrá sido fácil reclutar en Espafía coraceros en tan gran nílmero como otras potencias militares los tienen. Los hubo y hay excelentes, pero tan pocos siempre, que casi pudiera deckse que se iucen a manera de proyecto. En el siglo XVIII varias veces se crearon y otras tantas se extinguieron...». Como la necesidad de disponer de Cuerpos de Caballería verdaderamente ligeros se venía sintiendo perentoriamente, por el Reglamento de 19 de febrero de 1762 s.e crearon cuatro Compafiías en Castilla, dos en Aragón, otras dos en Navarra, cuatro en Andzlucía y otras do s en Extremadura, con el nonibre de ((Voluntarios a cabalio». Más tarde todas ellas se reunieron en el Cuerpo de «Voluntarios de Espa?ta», siendo su primer Coronel don José Parada. Hasta la muerte de Carlos III, existieron en la Península los siguientes RegimIentos de Caballería : Rey. - Reina. - Príncipe. Alcántara. - España. - Algarbe. tesa.
Infante. - Borbón. - Farnesio. - Calatrava. - Santiago. - Mon-
Ese conjunto de Regimientos, a los que se unen los «Voluntarios de España» y los d.e la Costa de Granada, dan la cuantía de 4.080 caballos, con independencia de los ocho Cuerpos de Dragones que existían entonces, siendo sus nombres: Rey. - Reina. Sagunto. -
- Almansa. - Villaviciosa. Numancia. - Lusitania.
Los uniformes continuaron sin variación hasta el año 1780, en que aparecieron algunas modificaciones, de poca importancia, para las. Unidades de Dragones. Tales son, en síntesis, las vicisitudes de la Caballería Española desde sus orígenes hasta finalizar el siglo XVIII.
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APENDICE Cuerpos
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Caballería
NOMBRES
<eales Guardias de Corps Reina Real de Asturias Rosellón Viejo Ordenes Viejo Rosellón Nuevo Santiago Milán Armendáriz Arduino Urive Fantaguzi Pozoblanco Extremadura II de Granada Ordenes Nuevo Jaén Brabante Flandes Dupuy Frerín Ríos Coraceros Pastour III de Granada Cecille Beaumont Estrella 1 de Granada Corral Cano Acosta Vendôme Sevilla Zayas Raja Colonna Carvajal Málaga
del
Ejército
Españolen
16
dejulio
CORONEL
S. M. el Rey Marqués de Crevecoeur D. Vicente Fuenbuena D. Diego de Villaplana D. Melchor Colón de Portugal D. Juan de Cereceda D. Ginés Hermosa Espejo D. Manuel de Bustillos D. Juan Francisco Armendariz D. Antonio Arduino D. José Urive Conde de Fantaguzi Marqués de Pozoblanco Marqués de Paterna D. Juan Fernando de Guzmán D. Gaspar de Venegas D. Agustín de Venero D. Gregorio Pimentel D. Luis de Saa y Rangel D. Felipe Dupuy D. Antonio Jacinto Ducrot D. Diego de los Ríos D. Domingo Luchesi D. Diego Pastour D. José Ruiz Calzado D. Alejandro Cecille Conde de Beaumont Conde del Real D. Lope de Hoces y Córdova D. Lorenzo del Corral D. Gabriel Cano D. Luis de Acosta D. Francisco Rivera D. Felipe Ramírez de Arellano D. Juan de Zayas D. Vicente Raja D. Virginio Colonna D. Francisco Baltasar de Carvajal D. - José .--_ de Cea Salvatierra
de 1714 Escuadrones de que constaba -
8
4 4 4 4 3 3 3 3 3 3 4 3 4 3 3 2 2 2 2 2 3 2 2 i 2 2 2 3 4 3 3 3 4
RES&:.\
HISTóRICrl
DE LA
NOMBRES
CABALLERÍA
D. Diego Velasco D. José Benito del Prado D. Nicolás de San Severino Marqués de Lorenzana D. José Pastor D. Juan Quevedo D. Francisco de Pignatelli Marqués de Villalegre D. Gerónimo
del Castillo
-Además existían las siguientes Compañías
independientes
:
NOMBRE
CAPITAN
Guías Preboste general Guardias caballos negros Guardias caballos grises Húsares Húsares Archeros del Preboste Aljameles de Cádiz
D. Miguel de Sada González D. Spiritu Paschali Príncipe de Bergen Marqués de Sars D. Juan Greck D. Bernardo Ventura de Cápua D. Juan Quirós y Vitoria Desconocido
BIBLIOGRAFÍA
IMEX~NDEZ
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SCHNWDER, PFANDL,
59
Escuadrones de que constab
CORONEL
Velasco Orense San Severino Lorenzana Pastor Quevedo Pignatelli La Muerte Cuantiosos de la Costa
DEL
ESPAÑOLA
tL.:
o Religidn
y Poder.
La. Iliada.
HOMERO: IBARRA
Y RODRÍGUEZ,
ZABALA
Y LERA,
Dom.
R.:
Historia
P.:
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musuhanes.
60
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y Caballeria.
fuego.
APORTACION MILITAR A ESPAÑOLA EN LA HISTORIh
LA CARTOGRAFIA CONTEMPORANEA
(*)
por MIGUEL ALONSO BAQUER Capitán de Infantería. Diplomado de Estado Mayor. Licenciado en Filosofía y Letras. Departamento de Geografía.
VISIbN
1.
Presencia
DE
del Ejército
CONJUNTO
en la vida española.
En la Historia de la España Contemporánea la presencia de la Institución Ejército es incuestionable. El Ejército, nunca completamente sólo, ha estado presente -sin contar intervenciones militares de carácter episódicoen la Guerra de la Independencia, en las Campañas de Ultramar, en las luchas carlistas, en las Campañas de Marruecos y en la Guerra de Liberación. La presencia del Ejército en la política ha sido más intensa de lo que suele ser norma en las naciones de la Europa Occidental. Pronunciamientos realistas y liberales, Revolución de 1868, Disolución de la Primera República, Restauración de Alfonso XII, presión sobre Alfonso XIII de las Juntas de Defensa, Instauración de la Dictadura y Movimiento Nacional, muestran el inequívoco color militar que, pese a la tendencia apolítica de muchos militares, tienen nuestros dos últimos siglos. Pero el Ejército ha estado presente, ante todo, en un orden de cosas que hoy llamariamos de desarrollo técnico y social. Fracciones importantes del Ejército han contribuido al proceso favorable de nues(*) Este trabajo forma de la Facultad de Filosofía cum laude,.
parte del Examen de Licenciatura calificado y Letras de la Universidad de Zaragoza
por el Tribunal de #Sobresaliente
62
XIGUEL
ALONSO
BAQUER
tra legislación social, al ritmo ,de aplicación de tkcnicas nuevas, a la evolución ,de los establecimientos industriales y al mismo progreso teórico de las ciencias. Es prácticamente imposible encontrar una parcela de vida española contemporánea que 110 haya sido marcada por la influencia de criterios ‘que alcanzaron ejemplaridad en el seno de la Institución Ejército. Las obras de interés público, IOS medios usuales de comunicación a distancia, la fabricación en serie, el funcionamiento de los servicios, etc., etc . . . . cuentan con antecedentes que hablan de etapas cumplidas por hombres formados en fa Milicia. De aquí que sea justo transferir gran parte del interés que los estudiosos han mostrado por las intervenciones militares y políticas del Ejército a la investigación de las aportaciones técnicas y sociales a la vida española rematadas por gentes de profesión castrense. Es muy posible que la España (del último tercio del siglo xx haya de sentirse mucho menos necesitada ,de aportaciones y de intervenciones militares. Ni el previsible porvenir bélico -tan internacionalizado-, ni el presente político del país -tan estabilizado-, ni la aceptabIe autonomía técnica y social de las instituciones civiles -tan fomentada-, permiten sospechar que en todos sus extremos vaya a repetirse la historia próxima. Parece que, por fin, caminamos hacia la contención de la vida militar en su específico menester, que tanto desearon y desean los militares españoles. El signo de la presente coyuntura cívico-militar conduce a la disminución de las intervenciones de carácter militar y a la normalización de las aportaciones recíprocas de ambos mundos. Las instituciones militares, al atender a sus propias necesidades, se abren a los estímulos y experiencias de su contorno al mismo tiempo que los sectores progresivos de la vida civil miran a las prácticas y ensayos militares con ánimo propicio a la comprensión y a la asimilación. Los historiadores de lo contemporáneo y los responsables de la serena dirección que en definitiva está tomando la vida española, si son conscientes de este cambio de perspectiva, harán bien en invertir el’ ,objeto de su atención. En lugar de estudiar con exclusividad las Intervenciones armadas del Ejército, deberán fijar el centro de su mirada en las aportaciones técnicas, sociales y, en #definitiva, humanas, que incluso en períodos críticos y agita.dos no han dejado de fomentarse en la vida interior de las instituciones militares. % sabrá entonces, que la aportación lingiiística al idioma universal, ,de la «guerrilla» y del ((pronunciamiento», sin dejar de ser muy
LA
CARTOGRAld
ESl’.\%LA
significativa de nuestro siglo taciones mucho más eficientes
II.
RelewGa
EX
LA
HISTORIA
COKTEMPORÁXEA
63
XIX, ha venido encubriendo otras aporpara la forja de la modernida,d española.
de ltr uportwión
cartográfica.
El pensamiento actual sobre la guerra dificulta la comprensión de las conductas seguidas en la Historia Contemporánea por los hombres de condición militar. Ni el romanticismo ni el liberalismo ayudaron a ver en la guerra factores éticos distintos que los que enaltecían al individuo ‘destacado por su réplica al peligro. Desde aquella perspectiva decimonónica no fue demasiado complicado justificar las intervenciones armadas d.el Ejército español en la sana int,ención de sus protagonistas, la mayor parte Ide las veces, arrebatados idealistas que no soportaron la corrupción del Estado liberal. El positivismo y el utilitarismo ambiental que sucedió en Europa a la fiebre romántica, miró a la guerra con finalidad lejana al humanitarismo personalista. La justificación de las intervenciones militares fue entendi,da a través de la rentabilidad para la metrópoli de 1:s esfuerzos militares cumplidos en tierras lejanas que pretendía anexionarse la correspondiente gran potencia. Estos dos criterios, el romántico y el positivista, no explican totalmente la vida militar española ]de la época contemporánea porque en ella aparece una motivación ‘que está mucho más de acuerdo con el pensamiento actual sobre la guerra. El militar español, menos romántico y positivista de lo que suele creerse, pensó que el intervencionismo castrense en las cosas públicas, sólo debía justificarse por la cosecha de orden y seguridad social que pudiera seguir al alzamiento coordinado de la mejor parte del Ejército. Desde esta última consideración cabe tratar también a las intervenciones militares como aportaciones constructivas a la paz española. Fero aceptar esta transposición de conceptos es entrar en un terreno polémico gravemente ‘discutible. De aquí que sea prematuro dogmatizar sobre los resultados de todas y cada una de las intervenciones militares sin tener delante una serie equilibrada ,de estudios sobre las aportaciones técnicas y sociales del Ejército a la vida española. Sólo a través de ellas podrá destruirse la imagen estrictamente militarista que está sirviendo de base a las críticas antimilitares, y podrá alcanzarse un excelente punto de partida
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XIGUEL
ALOSSO
BAQUEE
para investigaciones históricas de conjunto. Este es el propósito deI presente trabajo. Entre las aportaciones indiscutibies del Ejército a la vida espafiola destaca una que puede servir de paradigma. La aportación militar a la Cartografía espaííola en la Historia ‘Contemporánea. ,La continuidad de esta presencia y la efectivi.dad de los esfuerzos cumplidos por Oficiales del Ejército, tanto en el organismo militar responsable -el Depósito de La Guerra, a través de su Sección Geográficacomo en la orgánica civil estatal --eI Imtitzhto Geognífico-, son hechos a los que la seguridad de la demostración no quita capacidad de sugestión y .de apasionamiento, .dada la agitada circunstancia que les envuelve. La historia #de la cartografía mo.derna llena en todos los países adelantados una etapa importante de su progreso. De la existencia de una cartografía científicamente válida dependen casi todas las actividades agrícolas, industriales y comerciales del Estado moderno. Viene a ser como una de las primeras y más necesarias condiciones del desarrollo. El preguntarse por el momento histórico en el que un país se propone mo,dernizar su cartografía es preparar el oído a la testificación de su partida de nacimiento como país inmerso en la vida contemporánea. Si en la respuesta encontramos, además de programas de actualización cartográfica del territorio nacional o metropolitano, amplios planes de medición y de descripción de tierras lejanas apenas exploradas, no cabe duda que estamos frente a uno de los protagonistas de la Historia Contemporánea y quizá ante una potencia colonialista o Idominadora que pretende envolver con su forma ,de cultura y civilización gran parte del mundo. Esta pretensión que ahora llamamos imperialista nos da una imagen de las potencias protagonistas de la Historia ,Contemporánea fuertemente cargada de colorido militar. Y lo tiene tanto por la posible utilización bélica ‘d,e la cartografía -planes de guerra, campaña y operacionescomo por el hecho rigurosamente histórico de que ninguno de los ,Ejércitos de las grandes potencias se ha limitado a esperar de los organismos civiles la ,entrega de hojas confeccionadas, sino que toldos ellos han preparado y dedicado Jefes, Oficiales y RXcnicos a la formación de la cartografía propia y a la obtención de la cartografía de los presuntos rivales. En España la anticipación de los militares a la formación de carto-
Teniente
General
D. Joaquín
Blake.
El 5 de mayo de 1810 proponía al Ministro de la Guerra, D. Eusebio Bardaxí y Aura, establecer el Estado Mayor General del Ejército. En las Apuntaciones para crear el Cuerpo de Estado Mayor con carácter permanente, se considera *Ia creación y construccibn de mapas y planos> como objeto de los artículos principales del Cuerpo en la paz
General
D. Leopoldo
O’Donnell.
Bajo su mando fue sancionada la Ley de medición del territorio el 5 de junio de 1859. La directiva del Mapa de Espaiia pasó del Ministerio de la Guerra a la Presidencia del Gobierno. (Colección
particular
de Emilio
Becerra.)
LA
CARTOGRAFÍA
ESl’Ag’OLA
EN
LA
HISTORIA
CONTEMPORÁNEA
66
grafía moderna es evidente, así como la existencia de un proceso de concentración del esfuerzo cartográfico en el territorio peninsular que podría calificarse de tendencia anticolonialista, por cuanto se aplica a establecer preferentemente los límites de las tierras españolas y al relleno de las zonas habitadas por ciudadanos cspanoles. El proceso cartográfico militar español, aunque sujeto a tensiones, termina ,demostrando la continuidad de una estrategia de defensa nacional y la voluntad decidida de ofrecer a la sociedad civil las grandes posibilidades de desarrollo económico implícitas en la tarea cartográfica. Estas son las notas dominantes de la conducta militar cumplida en torno a la Cartografía. En la continuada deldicación de destacados miembros del Ejército a la formación ‘de cartas y planos no puede demostrarse que la conducta del Ejército haya sido insolidaria con los problemas de España. Al contrario, una de las más logradas colaboraciones cívico-militares de la España Contemporánea ha venido siendo cumplida en este punto gracias a los hombres del Cuerpo de Ingenieros Militares y Idel Cuerpo de Estado Mayor, bajo fórmulas orgánicas variables que en todo caso exigieron estrechos contactos personales de técnicos del Ejército y ‘de personal civil. El estudio de la evolución de estas fórmulas ofrece rasgos muy expresivos de la actitud comprensiva o displicente adoptada por los Gobiernos respecto a las Instituciones Militares. En torno a 1850 se descubre una situación en la que la. directiva del mapa de España, para todos los efectos, radica en el Ministerio de la Gu,erra, Cuerpo de Estado Mayor. En el seno del Ejército se progresa en el distanciamiento de los hombres de Ingenieros para estos cometidos. Muy difer.ente será la posición adopmda en 1931 por el Gobierno de Azaña. Se persiste en la declaración a extinguir del Cuerpo de Estado Mayor decretado por la Dictadura y se añade la supresión del Depósito de la Guerra. La formación cartográfica se entiende como totalmente ajena a la vida militar, debiendo quedar centralizada en la Dirección General de Estadística del Ministerio de Trabajo. La Sección cartográfica del Estado Mayor Central que,da delegada a la distribución de hojas. Únicamente se mantiene la activisdad cartográfica en el Protectorado de Marruecos, en dependencia directa del ?&nisterio de la Guerra. Entre ambas extremosas fórmulas de trabajo se turnan otras mucho
66
MIGUEL
ALONSO
BAQUER
más centradas. Los Gobiernos de la déca’da moderada --Narváez-y de la Dictadura -Primo de Riverase inclinan hacía el predominio de hecho de la experiencia del personaí militar. Los Gobiernos de la Unión Liberal -O’Donnellbuscan un dialismo de responsabilidades coordinado desde la Presidencia del Gobierno. El Gobierno de la Regencia septembrina de 1868 -Primpropugna por el dualismo con predominio ,del organismo civil, renunciando a la coordinación de la Presidencia. Esta fórmula fue respetada por la Restauración -Cánovas-. El sistema propugnado por el Movimiento Nacional refuerza el criterio coordinador ya iniciado por O”Donnel1. ,Durante el extenso período en que privan las fórmulas lde coordinación, que son las más constructivas, las actividades del Instituto Geográfico y del Depósito de la Guerra se complementan y apoyan, debiendo achacarse a interrupciones ,de origen político la causa de que a lo largo de la Historia Contemporánea la labor cartográfica fuera siempre un quehacer inacabado.
III.
/-,n concien&
del problema
cartográfico.
El mundo militar pudo anticiparse a la realización de tareas cartográficas de interés general gracias a que durante to’do el siglo xv111 existió un Cuerpo debidamente estructurado al que se encomendó inmediatamente después de su creación la labor cartográfica. J’. Próspero Verboon llegó de Flandes a España llamado por Felipe V para organizar un Cuerpo de Ingenieros análogo al que existía en Francia. La Ordenanza de Flandes de 4 de julio !de 1’718 contiene 28 artículos e instrucciones para la formación de cartas y planos, ya que la misión del Cuerpo, además de la Edificwión abarcaba a todo lo relacionado con la Cartografkz. La circunstancia de que Verboon procediera de los Países Bajos, cuna de los mejores cartógrafos del siglo XVII, y la orientación ilustra(da que tomaron las Espafia bajo los Borbones, especialmente en el reinedo de Carlos III, transformó a los territorios hispánicos de América en el gran banco de prueba de los Ingenieros militares. En las Carpetas de Cartagrafía de Ultramar, editadas desde 1949 por los Servicios Geográfico e Histórico del Ejército, se señala que «a partir de fines del primer tercio del siglo XVIII las plazas de Ingenieros en los Virreinatos y Capitanías Generales de América, se cu-
LA
CARTOGRAFÍA
ESPAROLA
Eii
LA
HISTORIA
CONTEJIPORÁNEA
67
brían exdusivamente por Jefes y Oficiales del Cuerpo (de Ingenieros Militares y desde entonces figuran sus firmas el pie de todos los proyectos de obras militares o públicas». El notable cambio ,de la estrategia provocado por las fulgurantes campañas de Napoleón dejaba fuera de lugar el sistema de fortificaciones tipo Vauban y daba prioridad en el trabajo de los Ingenieros a la cartografía general y a los itin.erarios ,descriptivos sobre los planos de fortificaciones y plazas. T-a formación técnica ‘del Ingeniero militar acusó ,el cambio. Muchos tratadistas militares han reconocido la especial preparación que en apoyo de las maniobras napoleónicas mostraron los Oficiales de Ingenieros. El General Foy, por ejemplo, elogia ,el comportamiento de los Ingenieros franceses durante las guerras del Imperio, y dice que se les empleó con muy buenos resultados en las funciones del Estado Mayor. Algunos atribuyen al título de ingenieros geógrafos, que algunos acreditaron, esa gran capacidad para adaptarse a la guerra moderna. Los éxitos ldel Mariscal Massena fueron coetáneos de la Jefatura de su Estado Mayor en un ingeniero geógrafo. En lo referente a España, Clonard felicitó a Godoy por su decisión de 1789 mantenida hasta 1793 de reducir a tres las Academias Militares 1 (Cádiz, Zamora y Barcelona), poniéndolas a cargo del Real Cuerpo de Ingenieros, para instruir a todas las Armas y Cuerpos. Pero el mismo Clonard critica el Decreto #de 18 de octubre de 1805 que especializaba a Alcalá de Henares en la preparación de Oficiales de Ingenieros y refundía en Zamora a las restantes Academias no facultativas. «Era insignificante la gente que acudía entre 1805 y 1808 a Zamora. Los que merced a su aplicación conseguían algunos resultados en sus estudios, se refugiaban en el Cuerpo de Ingenieros.» Antes de que se produjera en el ambiente ilustrado de la España borbónica esta preferencia por las matemáticas y por la geografía que Clonard recoge en su Memo& Hktórica de las Esc~ebs Militaves (Madrid, 18471, Jorge Juan abogó por estos estudios en un informe fechado en 1746 a una Junta de Generales constituida para redactar ordenanzas para las Escuelas de Matemáticas de -4rtillería. El Conde de Aranda, diez años más tarde, tras quejarse de que «nunca en las Matemáticas ha sobresalido España», escribió : «Se puede remediar se puede destinar en esta corte a corto dispendio del real erario..., la casa que ya corre a cargo de la Real Hacienda con el nombre de Geografía». En esta misma fecha el Conde de :\randa. reinando Fer-
nando VI, Ingenieros.
trataba
de refundir
en uno los Cuerpos
de Artillería
e
El incipiente reformismo de Godoy le condujo a aceptar los consejos de Blake (militar de origen irlandés, que aún procediendo del Arma de Infantería, ejercía altos cargos en Unidades de Ingenieros y que culminaría su vida militar en el puesto de Ingeniero General del Ejército), relativos a la creación del Estado Mayor permanente. Blake, fundador en 1810 del Cuerpo de Estado Mayor, quiso constituir a éste a base ‘de Jefes y Oficiales ‘de Ingenieros, precisamente por haber encontra,do en ellos una formación equidistante de la ciencia abstracta y de la ciencia aplicada. No logró su objeto, pero sí que Pío Suárez Inclán haya hecho observar en su libro Oryaxiración del Cwwpo de Estado Ilffl,uor (X310-1910), que «El Cuerpo de Ingenieros? reputadísimo ya en aquellos tiempos por el alto nivel intelectual de sus individuos, fue la entidad que mayor contingente aportó a lo que se fundaba, pues aparece la segunda ,en vaIor numérico, a pesar ‘de ser escaso el personal que la componía». Todo anunciaba el éxito de los militares españoles en cuanto se propusieran empren.der de manera coherente la formación de Ia cartografía peninsular. En el siglo XVIII la sociedad civil española no acertaba a encontrar ninguna actividad sobre la que coordinar ciencia especulativa y ciencia utilitaria. En la primera mitad del siglo XIX, dos Cuerpos del Ejército, por razones distintas, están capacitados para una labor cartográfica de aceptable nivel científico. El Cuerpo de Jngenieros Militares, expresivo del contenido castrense del siglo de la Ilustración, sobrepasará crisis internas de orden militar y de orden político y en la persona de Ibáñez de Ibero obtendrá del poder civil la creación del Instituto Estadístico en 1870. El Cuerpo de Estado Mayor, expresivo del contenido castrense del siglo del Positivismo, sobrepasará también crisis internas de orden militar y de orden político, y en la persona de Gómez de Arteche emprenderá una gran labor de finalidad histórica para el estudio de la guerra de la Tndependencia, que sintetiza mediciones topográficas y memorias. Entre uno y otro Cuerpo va penetrando en la vida militar española la conciencia moderna ,de que la guerra tiene un carácter científico y la evidencia de que la ciencia militar es fundamentalmente utilitaria. Se acerca, irresistible, la hora militar de la dedicación cartográfica.
LA
CARTOGRAFÍA
ESPASOLA
IV.
Utilitarismo
ES
LA
HISTORIA
CONTEMPORÁNEA
69
de la ciencia militar
,Es evidente que al seguir con el posible detalle ,el hilo conductor de la reseña histórica de la labor cartográfica del Ejército de ,JJierra, tenemos necesida’d de movernos dentro de una interpretación de la vida militar contemporánea y española. El tema es tan sugestivo que constantemente afluyen tentaciones de desplazar el centro de interés de lo particular -las realizaciones cartográficas-a lo general -la gran historia del Ejército-. La constante presencia de las tentaciones sefiala, sin embarg-o, un el,emento de positivo valor. El hilo conductor ,de la atención del Ejército al estudio de la Geografía y de la Historia pasa por la médula de la vida militar moderna. Por este hilo se puede llegar a casi todas las cuestiones polémicas que han venido fijando el modo de ser de los militares espatioles, su nivel cultural y científico, su sentido de solidaridad con los problemas nacionales. Escribía Menéndez Pelayo en los Estudios de crítica literaria (cuarta serie), en comentario muy próximo a la sonada poKmica sobre la ciencia ,española que «no el idealismo, sino el utilitarismo... es, a mis ’ ojos, una de las principales causas de nuestra decadencia científica, después del brillantísimo momento .del siglo XVI... «cuando otros pueblos avanzaron en el camino de la investigación desinteresada... nosotros nos obstinarnos en reducir la Astronomía a la náutica y a las Matemáticas, a la Artillería y a la fortificación, y ,dejamos de seguir la cad,ena de los ldescubrimientos teóricos... matando de un golpe la teoría y la práctica». Esta queja ,del sabio santanderino contiene todo lo contrario de un reproche para la gente de la Milicia y de la Armada. Porque no eran los militares y los marinos los responsables del desarrollo de la investigación desinteresada en el siglo XVIII. Ellos fueron, meritoriamente, quienes, profundizando ,en su quehacer concreto y aplica,do, hicieron posible la restauración científica del XIX. Lo reconoce Menémkz y Pelayo : «,El carácter utilitario de nuestra restauración científica en el siglo pasado, tampoco puede ocultarse a nadie. No la iniciaron hombres de ciencia pura, sino oficiales de Artillería y de Marina, médicos y farmacéuticos». «iCuan,do en 184~i se inició la restauración de la ,enseñanza, creándose las Facultades de *Ciencias y la Academia, hubo que echar
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MIGUEL
ALONSO
BAQUER
mano de los únicos elementos que existían, valiosísimos algunos, pero casi todos d,e ciencia aplicada. No había más químicos que los de la Facultad de Farmacia, ni otros matemáticos que los ingenieros, ni otros astrónomos que los oficiales de la Armada». Ahora bien, Menéndez y Pelayo al historiar el siglo XIX en lo político, olvidará esas ,delanteras que militares y marinos habían tomado en el siglo anterior y nos presentará un Ejército liberal y romántico vuelto completamente de espaldas al saber. Cierto que lo más llamativo de la vi,da militar española ‘estaba siendo la conspiración y el pronunciamiento, pero valdría la pena ampliar el ángulo visual de las intervenciones del Ejército hacia esferas distintas a las de la lucha por el poder, partiendo precisamente .de lo que Menéndez y Pelayo concede a muchos de sus profesionales. Yo pienso que *desde 1808 gel Ejército español, sin dejar ,de estar presente en las peripecias nacionales, a ninguna de las cuales pudo ser ajeno, adquiere una conciencia escrupulosa de múltiples deberes que lleva a sus minorías a preocuparse de ías condiciones precisas para responder positivamente a ,ellas. En cierto sentido, podríamos decir que los hombres responsables del Ejército viven exageradamente obsesionados por su ,deber durante todo el siglo XIX. De aquí la prontitud y reiteración con que acuden a todas las llamadas aceptando los mayores riesgos y coronando gigantescos ,esfuerzos. Esta abrumadora conciencia del Ideber constituye uno de los rasgos de la sensibi1ida.d romántica que to.dos los historiadores han testificado en los militares españoles del XIX. Pero el romanticismo no es capaz ,de explicar toda la vida militar espanola contemporánea. La conciencia del deber adoptó también formas clásicas de desarrollo y ori,entó a hombres de seria formación cultural y ¡de hondo espíritu constructivo hacia tareas científicas y hacia inquietudes pedagógicas. Existían antecedentes para ello, como pudo comprobar Menéndez Pelayo, y la vida militar no los olvidó. -41 militar español del xx le siguió preocupando la necesida,d de estar preparado para muy graves responsabilidades. Si la sensibilidad romántica produjo heroicas y fugaces llamaradas de esfuerzo, la racionalidad clásica acertó a ganar, paso a paso, múltiples batallas intimas hasta dejar en nuestros días establecido un sistema de Centros de enseñanza militar en número suficiente y pedagógicamente bien diferenciados. Incluso esa pieza para algzcnos excéntrica de la labor carto-
gráficn que imprimió carácter al Cuerpo de Ingenieros Militares y al Cuerpo de Estado Mayor con su doble faceta matemática y cstratégica se ha sentado sobre un nuevo Centro, la Escuela de (;eod‘esti y TopogmJZn, que visiblemente orientado hacia la faceta matemática, deja en manos de la Escuela de Estado Mayor, de la Escuela Superior del Ejército y del Centro Superior de Estudios para la Defensa Nacional, la faceta estratégica con sus aspectos geográficos (económico, humano y físico). En conjunto, el proceso de racionalizaciin de la enseñanza militar es paralelo al de la ,enseñanza universitaria, si bien se acusa casi permanentemente la tendencia militar a unificar las procedencias, a reforzar ,el dominio de los conocimientos comunes, y a limitar al máximo los efectos insolidarios Ide la especialización. He aquí cómo también la función cartográfica militar pue,de servir de punto de vista para problemas nacionales ,de enseñanza especializada, que en cierta medida quedan todavía pendientes. El estudio metódico del papel asignado en los Ejércitos durante el siglo XIX a las Ciencias y a las Letras en la formación de la Oficialidad profesional, debería comenzar por el análisis del binomio Geografía-Geodesia, por ser aquí donde más permanentemente se encuentran entrelazadas las ! tend,encias divergentes.
V.
Ln dependencia
orgánica.
del IMapa Nacional
El problema cartográfico nacional se agudizó por causa de la gran revolución de la propiedad territorial consiguiente a la ldesamortización de Mendizábal. El asunto, que por razones de orden público rural condujo a la creación del Cuerpo de la Guardia Civil, comenzó a tener a los ojos de las españoles más despiertos verdadera urgencia. Lo comprendieron así también los Gobiernos absolutistas y constitucionales, los moderados y progresistas, los republicanos y monárquicos, exigiendo todos para esta función utilitaria una rigurosa precisión científica. Las posiciones cara al problema vinieron matizadas. por la vinculación *de la ,directiva del mapa nacional a uno u otro Ministerio. La directiva ,del Mapa .de España, que empezó asignándose al Ministerio de la Gobernación, pasó a Guerra precisamente en el momento en que más importo la seriedad y el ritmo rdel trabajo. Pero más tarde,
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MIGUEL
ALOKSO
BAQUER
con ocasión de la ley de medición del territorio dictada por O’Donnell en 1859, se interpretó que la necesaria coordinación de técnicos militares y civiles exigía la vinculación. a la Presidencia del Gobierno de órganos que se llamaron Comisión de Estadística General del Reino (1856) y después Junta General de Estadística (1861~). Este paso decisivo, que recoge la novedad militar española d,e la campaña de Africa de 1860, confiaba las triangulaciones geodésicas y los planos ,de plazas fuert’es y regiones fronterizas a los Cuerpos de Estado Mayor, Artillería e Ingenieros, sin perjuicio de que el Estado Mayor siguiera ocupándose d,e la demarcación de la raya con Portugal. En 1862, por causa de lo dispuesto en tratado con Napoleón III, se hace cargo también el Estado Mayor de la demarcación de la raya pirenaica. El momento crítico para el porvenir de la coordinación de los trabajos cartográficos se atravesó durante los cuarenta días escasos de vigencia del Decreto de 15 de julio de 1868, que cr,eaba en la Presidencia del Gobierno una Dirección General de Operaciones Geográficas. Los Cuerpos facultativos, civiles y militares! quedaban encargados, bajo una misma autoridad, de los trabajos geodésicos, topográficos y catastrales. Otro ‘Decreto de 21 lde agosto dispuso que el Depósito de la Guerra se hiciera ,de nuevo cargo del mapa de España «bajo la dependencia inmediata del Cuerpo de Estado Mayor, quedando afectos a dicho Centro los oficiales de los otros facultativos militares ocupados en semejante labor». Con la Revolución de 1868 se preceptúa una nueva fórmuIa. Los trabajos Ide levantamiento del mapa pasaron a la Dirección General de Estadística una vez este Centro fue agregado ai Ministerio ,de Fomento. Era la versión dualista cívico-militar del problema (que sería respetada hasta 1923, correctora de la versión predominantemente militar de Narváez, que había dominado el reinado de kabel II,, salvo el paréntesis de la ley *de medición del territorio de O’Donnell. La Resta.uración de Alfonso XII no alteró la fórmula ,dualista (Instituto Geográfico-Depósito de la Guerra), entre otras razones porque el flanco civil del conjunto se nutría de Oficiales de Estado Mayor, Ingenieros y Artillería, que pasaron a supernumerarios. Este flanco llegó a transferirse a principios del siglo XIX al Ministerio de Instrucción Pública y más ta.rde a Trabajo, durante la Segunda República, una vez impuesta la más rígida solución propuesta desde 1810. El antagonismo de la fórmula de la Dictadura (1923), que se inspira
LA
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ESPAPíOLA
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,en la actitud de Narváez, y de la formula de Azaña, que exacerba una tendencia de la Revolución del 68, terminaría provocando una crisrs de cartografía militar y de cartografía en general que se evidenciaría en los tres aííos de lucha de la Guerra de Liberación en 10s dos Idos del frente, y en el proceso de reconstrucción nacional que hubo de seguirla. Para Primo de Rivera la dirección de la actividad cartográfica vuelve a ser cosa de la Presidencia iConsejo Superior Geográfico-, pero la ejecución se impulsa dando prioridad a un ambicioso plan de cartografía militar bastante ‘divorciado de lo que el desarrollo económico del país demandaba. Para Azaña la cuestión es, en todos sus aspectos, civil. Entre 1923 y 1933 la lucha por el cometido cartográfico parece vital, sdada la prisa ,de Primo de Rivera y de Azafia por legislar sus antagónicas soluciones. En el centro de la lucha vuelven a estar el Cuerpo de Estado Mayor y el Depósito de la Guerra rodeados de sus nueve Comisiones Geográficas (Noroeste, Norte, Pirineos, Tormes, Nordeste, Tajo, Centro, Sudeste y Canarias), sus dos Comisiones de Límites (Portugal y Francia) y su Comisión Geográfica de Marruecos y Límites. El Estado Mayor Central había consumado la distorsión de 10 geográfico y de lo histórico prevista en 1916. El progreso de la teoría que entiende a la función de Estado ,Mayor como Servicio va a consumar la. separación en tr,es Servicios, de lo que Blake abrazó en un solo Cuerpo (Estado Mayor, Histórico y Geográfico). E,l personal ,del Ejkrcito más calificado para el cuidado y formación de la Cartografía se vería después del 14 de abril de 1931 impuisado a ceder en su especialización geo-topográfica: 1.” Para hacer más efectiva la capacitación táctico-estratégica propugnada por los Ejércitos europeos que impusieron la modalidad del Servicio de Esta.do Mayor (extinción del Cuerpo). 2.” Para adaptarse a la fórmula republicana de desinterés militar por el problema cartográfico (supresión del Depósito de la Guerra). P,arecía que de manera inminente habría de producirse el punto final :de la aportación militar a la cartografía espaííola, dejando el tema listo para el historiador. Por mucho que se prolongara la presencia en el Instituto Geográfico y :Catastral de técnicos militares, ésta habría de tener carácter residual, ya que todos los Centros formativos militares quedaban mar-
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@nados de la especialidad, .desde las Academias de las cuatro Armas hasta la Escuela de Guerra. Sin embargo, la realidad histórica caminó por muy distintos #derroteros. Hoy podemos decir que ha progresado la vinculación de los tres Ejércitos a la tarea porque, en la parte correspondiente al de %ierra, la creación del Servicio Geográfico y de la Escuela de Geodesia y Topografía ha compensado la pérdida que ,en el aspecto técnico supuso la declaración a extinguir del Cuerpo de Estado Mayor. El año 1944 es decisivo tanto para el renovado Consejo Superior Geográfico, como para el Instituto Geográfico y Catastral. En la intención de las decisiones tomadas entonces resuena el eco de aquella Dirección General de Operaciones Geográficas de 1859. El mundo civil vertebra todos sus escalones técnicos geográficos, topográficos y auxiliares, buscando la armonía con lo establecido y experimentado en los Ejércitos. A su vez el Ejército del Aire apunta con su Escuela de Cartografía y Fotografía a ,integrarse con el decisivo influjo ,de las nuevas técnicas fotogramétricas en la línea del Instituto Hidrográfico de la Marina y del Servicio Geográfico del Ejército. El enorme incremento .de las posibilidades técnicas que los Servicios cartográficos han conocido en los últimos a5os ha hecho más indispensable la coordinación prevista en 1944. La constante implicación de órganos civiles y militares sigue siendo una indefectible característica de la Historia de la España Contemporánea. El tema de la aportación militar a la cartografía española es todavía un tema vivo. No es previsible su conversión en curiosidad histórica. Muchas son las razones para que esto suceda. No es la menor el gran sentido gráfico de la civilización contemporánea. Nuestro mundo, prefiere que le enseñen las cosas con dibujos antes que con letras. Es un signo inequívoco de la sociedad de masas del siglo xx, que no hace sino repetir la necesidad gráfica que los numerosos mandos intermedios de los Ejércitos nacionales, hijos de la Revolución fran-cesa, sintieran cuando habían de cumplir las órdenes de Napoleón en campos desconocidos. El gran sentido gráfico del mundo futuro provocará un alto desde colecarrollo de la cartografía temática, es decir, la confección ciones diversas de planos a partir de una misma estructura geodésica. De aquí el acierto de las fórmulas de coordinación de los esfuerzos básicos en el seno de la Presidencia del Gobierno, defendidas por hombres del Ejército en muchos momentos pretéritos.
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La voluntad decidida ,de dotar a Espafía de una moderna cartografía que demostraron los militares allá por los anos inmediatos a la muerte de Fernando VII, sufre los embates de las Z&~S pollticas, de las gtierrus españolas o internacionales, y de las reformns orgánicas del Ejército, alterando el ritmo de los trabajos, siempre, pero sin presentar, nunca, aspectos de abandono. Cuando se penetra en el conocimiento de la evolución de los trabajos cartográficos con mirada que abarque la especulación teórica de los sabios astrónomos y matemáticos, la conquista de nuevos procedimientos técnicos de medida, la construcción de aparatos de precisión, el progreso en la confección y reproducción de hojas y la organización eficaz de los equipos fde campo y gabinete, se cae en la cuenta de que la recogida de enseñanzas es muy superior a lo que hacía pensar una primera impresión del problema. Primeramente se comprende el notable alcance de la presencia de los hombres ,del Ejército en una cuestión que no puede dejar de ser de común interés para las Instituciones civiles y militares. Pero en ! seguida se adivinan las grandes posibilidades de este estudio en orden a la clarificación de la Historia de España. Porque no han sido miembros laterales de la estructura castrense !os actores de esta tarea, sino núcleos tan medulares de los Ejércitos, como su Estado Mayor. Es muy probable que sea la ordenación reglamentaria de la función de Estado Mayor (iCuerpo o Servicio) el índice más claro para determinar si una fuerza armada está concebida o no. a la moderna. La d.edicación a la formación de la cartografía ha constituido en la historia del Cuerpo de Estado Mayor quizá el factor personal unitivo más eficaz para la integración de sus miembros. Todas las crisis fundacionales del Cuerpo de Es:ado Mayor, anejas al juego de constitucionalistas liberales y de absolutistas fernandinos, fueron superadas gracias a la especialización geográfica de 10s hombres que figuran en el Cuerpo de Estado Mayor de Blake, OSlO1814), en el Estado Mayor temporero del Ejército de Observación del Pirineo de Castaños (18X9, en el Estado Mayor General del bienio constitucional (182%1623), en el Estado Mayor de la Regencia para la guerra carlista (1.835) y en el Cuerpo de Estado Mayor ya conso-
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lidado en 1838 para personal procedente del Ejército (excepto llería e Ingenieros), de la Marina y de las Milicias Provinciales.
Arti-
El Cuerpo, consolidado por la política moderada que de hecho preside el tránsito de la Regencia al reinado de Isabel .I,l, por mucho que Espartero y San Miguel presuman de progresistas, se hace cargo de la misión de reunir antecedentes históricos, sdatos topográficos y trabajos típicos del Depósito de la Guerra ahora con independencia del Cuerpo de Ingenieros (1838). El primer establecimiento docente «fundado para la recluta del Cuerpo de Estado *Mayor», se inscribe dentro del ,estilo reformista de Evaristo San Miguel, Orgánicamente hablando, le conviene el calificativo de wcentrahzador al modo del despotismo ilustrado)). San Miguel, además de dividir el territorio en catorce Capitanías Generales y de organizar el AColegio General para todas las Armas, cree en las ventajas ,de una escuela exclusivamente consagrada a los oficiales de Estado Mayor? ctcuya influencia en las operaciones del Ejército es tan grande)). Y lo cree mientras margina de la realización de los itinerarios descriptivos de topografía a los Ingenieros militares, como demuestra ,el anålisis del plan de enseñanza de la Escuela de Estado :Mayor y la evolución del nombre del Depósito de la Guerra que pasa en 1346 a designarse Depósito Topográfico. Y .es que ,el iC;uerpo d.e EstaIdo Mayor de Evaristo San Miguel es fundamentalmente instrumental. No se le concibe como Centro de estudios superiores sino como equipo de trabajo para la preparación de la guerra. El ingrediente más permanente de la comparación obligada entre el Cuerpo de Estado Mayor de la Junta Central de C&diz y el Cuerpo de Estado Mayor de aquella Regencia de Espartero, lindante con la entronización ,de Isabel II, es la especialización geográfico-histirica. La diferencia más acusada es el opuesto criterio de amb,os momentos respecto al Cuerpo de Ingenieros IMilitares. La mayoría de edad implícita en la creación de un Centro docente propio hace decidirse al Estado Mayor a elegir ,esta especialidad típica de su cometido castrense, que se quiere diferenciar precisamente del de los otros dos Cuerpos facultativos mucho más que del cometido de las Armas Generales (Infantería y Caballería). Las dos secciones del Depósito de la Guerra citadas en el Reglamento de 1847, se llamaron Geografkz y Topografic -que recibe encargo de rectificar el mapa de España y de formar uno nuevo-e liis-
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tor.ia y Estadistica. Se estabiliza así lo que pudiéramos llamar un concepto moderado de las cualidades predominantes del Oficial de Estado. Mayor, bastante análogo al defendido por @ake en Cádiz.
Con este concepto moderado -no progresista,del Oficial de Es.tado Mayor, se llega a un nuevo período crítico para la política española, del que serian grandes actores las i\rmas Generales del Ejército y las Milicias Nacionale,s. El punto álgido de la crisis lo constituye la Revolución de 1868 y su inquietante sucesión de regimenes previos a la Restauración de Alfonso XII. El espíritu de la Revolución septembrina, democrático y centralizador, se opone al desarrollo de los Cuerpos facultativos. La Primera Repítblica en 1873 pretenderá la fusión .del Estado Mayor con Ingenieros, pero el golpe del General Pavía, da pie a la decisión del General Zavala que lo separa de nuevo (9 de enero de 1873), ya que habían sido englobados en una sola Dirección del Ministerio, a efectos admi-. nistrativos. / La permanente crisis política no sería resuelta hasta la Restauración de Sagunto, merced a la iniciativa de una ilustre personalidad del Cuerpo de Estado Mayor, Arsenio Martínez ,Campos. Las primeras decisiones del reinado de Alfonso XII aceptan el desdoblamiento de los trabajos cartográficqs, que SLI~USO la creación bajo la ‘dirección de Ibáfiez de Ibero, del Instituto Estadístico (1870). Empieza a ganar terreno la idea de que a la cartografía general debe seguir la cartografía temática (cartografía militar), en cuya realización el Depósito de la Guerra tiene una gran tarea que cumplir. El dualismo cívicomilitar de Prim se consolipda sin que preocupe la coordinación. Una vez más la dedicación a la formación ,de cartografía había servido para superar, sin mengua de la unidad del Cuerpo, la serie de duros ataques. El concepto de Oficial de Estado Mayor que establece la Restauración se inspira a partir de entonces no en el proceder de -Estado Mayor expedicionario-, rechazado por la Napoleón III mentalidad de Prim, sino en la línea de Moltke --Estado Mayor del marginado de la administración ministerial. Rey, El proyecto de reformas del Plan de Estudios de la Academia de Estado Mayor, presentado a (Martínez Campos en 1882 y discreta-
mente pospuesto por éste, habla de limitar el estudio de las ciencias matemáticas a aplicaciones de índole del servicio de Estado Mayor. «Como el consagrarse a tareas geodésicas es peculiar únicamente a pequeña parte de los Oficiales, estimó suficiente que tal ciencia constituyese con la Geografía, y la Historia General, materia de elección, debiendo ser común a todos el aprendizaje de las nociones de Cosmografía in,dispensables para iniciar con aprovechamiento la Topografía» (Suárez Inclán), Y es que el rumbo del Estado Mayor de la Restauración no es el instrumental de San Miguel sino el estratégico-informativo que tanto había prestigiado el éxito del Estado Mayor alemán. Los conflictos internos hasta aquel momento habían afectado más a las relaciones del Estado Mayor con los ,Cuerpos Facultativos. Desde entonces, empezarán a ser frecuentes las polémicas con las Armas Generales. Hasta el asesinato de Cánovas y el desastre del 98 -Regencia de María Cristina de Ausburgotodo el período estuvo ocupado por una grave polémica entre los ICuerpos facultativos y las Armas Generales que situaba al Estado Mayor entre dos fuegos. La discusión del Proyecto de Ley del General Cassola da pie a que gran parte de los afanes se concentren en la implantación del Servicio de Estado Mayor, como había hecho Francia después de la derrota de 1870. La función de Estado Mayor empieza a ser pretendida por los hombres de Ias cuatro Armas. Los Cuerpos facultativos profundizan su interna división entre los técnicos, ocupados en establecimientos industriales de guerra, y los tácticos, destinados en unidades armadas. Todo el reformismo militar de finales del siglo XIX -Proyecto no presentado de Martínez Campos (1882) -Proyecto discutido ‘de Cassola (1887-88) -Reforma aprobada de López Domínguez (1893)~- se corresponde con un nuevo repliegue de un nutrido grupo de Jefes y Oficiales de Esta,do Mayor a la labor cartográfica que sigue proyectando impertérrito el Depósito de la Guerra. La dedicación cartográfica vuelve a ser el refugio moral de un Cuerpo al que ya no se le permite el monopolio jde la altísima función asesora tan precisa a los Ejércitos modernos. Por esas fechas un escrito del Director del Cuerpo, D. Mariano de Ahumada, manifiesta que ya está terminado en escala 1 : 200.000 el trazado de meridianos y paralelos de toda la Península, de treinta en treinta minutos, y propone un levantamiento perfectamente organizado de alta preci-
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sión. «Será -escribe Suárez Inclánel único levantamiento de ,esta índolc con que contará el país)).
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1886 fue el momento en el que con más intensidad se organiza el esfuerzo CartOgráfkO militar. La vertebracion de la Brigada Obrera y Topográfica de Estado (Mayor ‘en dependencia directa del Depósito de la Guerra es completa. La Imprenta y Talleres ,del Depósito son un modelo de eficacia y de modernización. Todo aparece reglado en los trabajos de las Comisiones Geográficas, de las Comisiones de Límites con Francia y Portugal y de la Comisión para Marruecos, En 18%’ un Reglamento de Contabilidad determina las condiciones en que el Establecimiento debe realizar trabajos oficiales y particulares. La Brigada Topográfica de Ingenieros se bate en retira’da con misiones y efectivos cada vez más restringidos. El reinado de Alfonso XIJI estabiliza las tensiones del período reformista militar, entre otras razones porque se agiganta la crisis social y porque el Cuerpo de Estado Mayor, al participar intensamente en las Campaíías de Marruecos, estrecha su abrazo con las Armas combatientes. Al crítico período ,de agitación social, que ocupa la vida española , desde la Semana Trágica hasta la Dictadura, no corresponde un paralelo reformismo militar sino una consolidación del rumbo senalado en la Ley adicional a la constitutiva del E,jército de 18’78 y en la Ley de Jurisdicciones que con,ducirá inexorablemente a una mayor influencia de la función del Estado Mayor en las decisiones del mando militar y a la conciencia de una irrenunciable responsabilidad de la In-titución en la salvaguarda de las esencias patrias. A este periodo corresponden las creaciones y suspensiones del Estado Mayor <del Ejército o Estado Mayor Central (Generales Linares, Echagiie, Luque y Ministro La Cierva) y la separación de las Secciones Geográfica e Histórica del Depósito de la Guerra. Los geodestas, más matemáticos que geógrafos generales, se *desplazan cada vez mas de la visión sintética de lo hechos que aportan, las Humanidades con evidente daño para la gran tarea, siempre pendiente, de la actualización de la Cartografía nacional, que es el reflejo castrense del universitario parcelamiento de Ciencias y Letras que interfiere más que ninguna otra a la formación del geógrafo militar.
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La Dictadura emprendió con energía dos caminos paralelos : la reanudación con estilo militar de las tareas cartográficas y la implantación del Servicio de Estado Mayor. Primo de Rivera cree posible el avance simultáneo por uno y otro camino sólo con mantener en plena eficacia el Depósito de la Guerra. Cuenta con la dedicación geográfica de los hombres del Cuerpo de Estado Mayor. La Escuela de Guerra mo’difica tan seriamente su plan de estudios desde 1930, que la orientación formativa trasvasa hacia lo tactico lo que anteriormente tuvo carácter topográfico. Los Oficiales, diplomados de Estado Mayor, mucho más vinculados a su Arma de procedencia que los que ingresaron en el Cuerpo, serán necesariamente menos geógrafos que éstos. Bastará que Azaña suprima el Depósito de la Guerra para que se produzca un corte brusco en la aportación militar a la Cartografía nacional, afortunadamente amortiguado por la condel Ejército implicados en la ciencia del .deber de los profesionales tarea. La declaración a extinguir del Cuerpo de Estado Mayor no quedaba totalmente compensada con la implantación del Servicio, si no se añadía la implantación activa del Servicio Geográfico y del Histórico. Cuerpo de Estado Mayor y Depósito de la Guerra habían permanecido soli.darios desd’e las apuntaciones .de Blake a través ‘de numerosas crisis políticas y reformas militares. Su fusión no rrspondíó nunca a un capricho de los dirigentes. La ciencia militar de los tiempos modernos es en su raíz geográfico-histórica, tal como pensaron también Moltke y Foch en distintas circunstancias. les pasó a otras naciones, España aprendió de la Revolución francesa la guerra moderna, y al poner ésta en práctica contra Napoleón, echó de menos dos organismos imprescindibles para ella : el Cuerpo de Estado IMayor y un Depósito de la Guerra, y los creó a la sazón...» Así se ,expresaba en 1923 un trabajo de carácter oficial del Estatdo Mayor del Ejército, La Guerra 2: SU prefin~crcid~z. En términos muy similares tenemos que expresarnos a! nivel de los tiempos modernos si somos conscientes, no tanto del espíritu corporativista de los siglos XVIII y XIX,, como de la síntesis de funciones que, en torno al contenido científico y utilitario del quehacer militar, es preciso tener <c!CoiIlo
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presente para la formación de eficientes Oficiales de los Servicios & Estado Mayor, Geográfico e Histórico, El proceso evolutivo militar del siglo xx -entregado más bien a la descorporización de los Servicios-, tendrá, no obstante, que irispirarse en las grandes enseñanzas ‘del estudio de la admirable presencia militar en las tareas cartográficas españolas. Esta presencia apunta, dentro del Ejército, hacia una efectiva coordinación de las cuatro cuatro Armas complementan’do la unidad de procedencia que supone la restauración de la Academia General Militar. A través de las condiciones de ingreso y de la larga duración de los curcos de la E.scuela de Estado Zlayor y de la Escuela de Geodesia y Topografía, es posible reforzar la mentalidad común y la unidad ,de doctrina de la Oficialidad del Ejército. Esta presencia militar en una tarea de interés nacional sirve, además, hacia fuera del Ejército, para continuar un quehacer que solidariza a titulados universitarios y a militares especialistas de alto nivel. En el futuro, el estudio del problema cartográfico en la Historia de Espaíía servirá, como hasta hoy, para intuir cómo anda la. solidaridad de los hombres de España, en la relación del Estado con la sociedad, en la colaboración dc las Instituciones civiles con las militares, y en la comprensión mutua de los especialistas de los tres Ejércitos. Los tres Servicios fundamentales, ya adivinados en la preparación de la guerra de las naranjas (Bol), expresan en sus vicisitudes el caminar del saber castrense a lo largo de la Historia Contemporánea.
1. Memoria 2. Estadio 3. Memo& 4.
ñ. 6. 7.
histórica de las Escuelas Militares (ESi), por et Conde de Clonard. hist&ico del Cuerpo de Iftgwieros. sobre organización y estado deì Ejército en. 1.0 de enero de 1860. Memoria sobre or,spnización militar de España en 1871. Estudios de Arte’ P Histoviu Militar. III Parte. aCr,eación y organización de 40s Ejércitos. Por el Comandante del Eejército D. ,CarJos Banús y Comas (1884). Orgmizeción del Cuerpo de Estado Mayor (1810-1910). Por Fío’ Suárez hclán. Dos tomos, 1916-1917. Por el Capitán Equk El problema militar ela España.
(D. Nazario 8. 9.
10.
Estudios Discursos La perra De~pkito
Cebreitros). de crz’tica literaria. Cuarta Serie. Por D. Marmcelino Medndez y Pelayo. al Congreso de Diputados de D. Julián Suárez ùnc& (1888). Resumen Histórico d&. y su preparación. Tomo XV, n. 0 6 (1923). de la Guerra.
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BAQUER
ll. 12.
Las Reformas &‘z’litor&. Estudio crítico por Nazario Cebreirots El Capitán Generel Blake, Regente del Reino, por II. Nicoiás y D. José Yaque Laurel (1960).
(1931). Benavides
Moro
1.
Ordenanza de Flandes de 10 de abri! de 1702 referente a las tado Mayor. Ordenaza de Flandes de 4 de julio de 1415 dando imtrucciones Ingeniaos Militar= para la formación de cartas y planos. Tratado de Limites de Bayona (lS56). Convenio con Marruecos sobre limites de Melilla (1859). Tratado de Paz con Marruecos de 26 de abril de 1860. Tratado de Lhites de Bayona (1862). Leyes, Decretos y Ordenes relativas al Iproblema cartográfico Colecciones Legklativas del período temporal que se estudia Cartografia de ultramar. 4 Carpetas y 8 Volúmenes. Editada Ge!ográfico e Hisstórico del Ejército. Cartografh del Africa Española, por el Coronel Lombardero
funciones
de Es-
2.
3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10.
ll. .=.
al Cuerpo
de
disperMs en las (1810-1944). por 1% Servicios Vicente.
Memorias, informes y comunicaciones a Con.gresos Internacionales, rewgidas en B,oletines de la aRevista del Servicio Geográficoa, en artículos de la Revkta rEjércitoa, de Ia aReviata Africa), en la colección del Consejo Supwior Geográ,fico. Por el General González de Mendoza. Htitorica del cuerpo de Estado Mayor. oCuadernos de Información Técnica de la Ekwela de Estado Mayor». Memoria sobre kas actividades de la Escuela de Geodesia y TopograM desde su fundación..
EA
AVIACION
DE
CAZA NACIONAL 1)X LIBERACION
EN LA
GUERRA
por JESUS SALAS LARRAZABAL Comandante del Cuerpo de Ingenieros Aeronáuticos
1.
DE LA NADA A LAS PRIMERAS
PATRULLAS
((?UrIEUPORT-%h
Durante los años ((treinta» existían en España dos grupos de cazas «Nieuport-5%, avión fabricado por La Hispano-SIliza de Guadalajara, bajo licencia francesa, y una escuadrilla independiente. En Getafe (Madrid) residía el Grupo número 11, de 2 escuadrillas, y en el Prat (Barcelona) el Grupo número 13, también de 2 escuadrillas. ’ La escuadrilla independiente estaba destinada en Sevilla. En el año 1935 se forma en Granada el Grupo de Caza número 12, a base de la escuadrilla de Sevilla y una de las de Barcelona. Este Grupo se disolvió días antes del Alzamiento Nacional, pasando la escuadrilla del capitán Méndez Iriarte a reforzar el Grupo número 11 de Getafe, y desapareciendo la escuadrilla de Pérez y Martínez de la Victoria, cuyos aviones pasaron a la Maestranza Aérea de Tablada (Sevilla), para revisión, excepto una patrulla que quedó en Los Alcázares, y de la que tomó el mando el teniente Villimar. Al iniciarse el Alzamiento existían, pues, cuatro escuadrillas de caza, tres en Getafe y una en Barcelona, y una patrulla, no existiendo ninguna unidad organizada de este tipo en Zona Nacional. Había, eso sí, de siete a diez aviones «Nieuport-52)) desarmados. en la Maestranza de Tablada, y otro «Nieuport-52)) accidentado en Granada. En la zona gùbernamental tenían tres cazas Hawker «Spanish Fury», asimismo desarmados, que acababan de llegar de Inglaterra a Guadalajara, donde estaba en fabricacióc e! utillaje para una futura serie de este tipo de avión. En cuanto a pilotos de caza la situación en el bando nacional era
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LARRAZÁRAL
más halagüeña, ya que permanecieron en Granada el capitán Pé.rez y Martínez de la Victoria y los tenientes Miguel Guerrero, Narciso Bermúdez de Castro y Antonio Peñafiel, y en Sevilla, los tenientes Julio Salvador, Jesús Tudela y el brigada Ramón Senra, todos elIos del disuelto Grupo de Caza, y además el capitán Gancedo. h los que se agregarían: el día 20, el teniente Pablo Benavides, fugado en un «Breguet» de Cuatro Vientos aprovechando el traslado del materia? volante de este aeródromo a Getafe ; el día 26 el teniente Timoteo Valiente, procedente de T*n Línea de la Concepción. y el día 1 de agosto, el capitán Joaqlml García Morato, llegado de Tnglaterra, vía Francia. En Africa se incorporan otros buenos cazadores, los capitanes ;Y el teniente Alfredo Arija, Luis Rambaud y Manrique Montero, que llegó de Cabo Juby a Larache, como 2.” piloto del «Fokker-VII» de Ureña. En Burgos se concentraron el capitán Angel Salas, fugado de Getafe a Pamplona con una patrulla de tres «Breguet-19)), el día 18, antes de iniciarse el Alzamiento en la Península, y los tenientes Miguel García Fardo, fugado de Barcelona la madrugada del día 19. y Ramiro Fascual, en convalecencia de un grave accidente de avión sufrido en un concurso de acrobacia en Albacete. El día 10 se pasa a Burgos, desde Getafe, el teniente César Martín Campos. Los primeros servicios se hacen el día 20, desde Tablada, con los aviones que va armando la Maestranza. Este mismo día el brigada Senra fue designado para llevar a Tetuán el «Nieuport» nnmero 66 y alli le propone el capitán Manrique Montero que se le agregue para intentar formar una escuadrilla de caza, a lo que no puede prestarse por tener orden de volver a su basz de Tablada. La mañana del día 21, el teniente Salvador intercepta un ((Bi-cguet-19)) con numeración y rumbo de Getafe, aunque su procedencia era más lejana, ya que venía desde Pamplona, con etapa en Burgos, enviado por el General Mola en misión de enlace con el General Franco. El piloto, capitán Salas, tuvo que alargar su viaje hasta Tetuán, 10 que le vahó la inesperada satisfacción de poder encontrar a Franco más rápidamente de lo que creía, a cambio del riesgo de llegar con el combustible a cero. Hay que reconocer que la situación en Tab?ada no estaba para muchas comprobaciones, ya que este r.eródromo había sido bombardeado a las once de la noche del día 19 por los «Fokker-VII», y a las seis de la madrugada del día 20 por los «DC-2)). Durante Irs-.
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NACIONAL
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noche del 19 al 20 se dispuso del 1.“’ Caza, que se mantuvo en alerta permanente, a pesar de lo cual no tuvo tiempo de despegar ante 10 síbito del ataque de los «DC-2)). Tres horas después ll.egaba el l.er «Fokker-VII)) nacional, transportando legionarios, y no fue re& bido muy amistosamente, a pesar de traer rumbo de Africa. Mientras tanto, en Granada, que seguía y seguiría aislada por mucho tiempo, se había recibido el día 21 el notable refuerzo de una patrulla de tres «Nieuport-5%) del Grupo de Getafe, que fueroti allí destinados sin conocer que el aeródromo había cambiado de manos horas antes. Los tres pilotos, teniente Juan Prieto, sargento Gerardo Martín y cabo Laurentino Lozano, quedaron prisioneros, si bien más adelante prestaron servicios de íridole diversa. Con estos aviones el capitán Pérez y Martínez de la Victoria y el teniente Bermúdez de Castro derriban un «Nieuport-52)) cada uno, el día 23, el segundo en 1a estación de Pii?ar, y Miguel Guerrero consigue el día 25 su primera victoria aérea, al derribar un «Dornier Wal» en el Estrecho de Gibraltar, a la vuelta de un servicio de enlace con Africa. Días después, el 29, derriba en Iznajar un «Vickers Vildebeest» ; otro del mismo tipo el día 31 en Iznalloz, y un <tBreguet-19)) el 1 de agosto. Por estas f,echas Bermúdez de Castro esi derribado desde tierra en Trasmulas y tiene que escayolársele un brazo. El día 5 de agosto, Miguel Guerrero se desplaza a Sevilla y el 6 a Burgos. Benavides se había incorporado a Granada días aates. El día ‘7, el «Nieuport» de alerta en Granada derribó por equivocación un «Breguet-19)) de Sevilla, tripulado por el teniente Jesús Lassala Liñán y el cabo Proyecto Ros Alberti. El «Breguet», tripulado por Pérez Cruz y Arístides García López, se libra por puntos del mismo triste fin. Los bombardeos :I Granada con aviones del lo que unido a la poca visibilidad exismismo tipo eran frecuentes, tente cuando ocurrió el suceso, explica. el error. Ante la eficacia de la caza granadina y la iniciación del puente aéreo Tetuán-Granada-Sevilla, en el que pasaban legionarios de .Africa a Granada y a la vuelta se transportaba pólvora y explosivos, el teniente Villimar, que desde San Javier se ha incorporado a Málaga el día 3 de agosto, pide mecánicos y dos cazas más. Fosteriormente Villimar pase a mandar la escuadrilla qle Andújar, en la que tamel brigada Benito López Trinidad y el bién vuelan en «Nieuportt), sargento Manuel Aguirre López. En Málaga queda una escuadrilla de «Rreguets» y tres «Nieuport» al mando del capitán Abelardo Moreno Miró.
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Una tercera escuadrilla se instala en Guadix. El día 6 de agosto, desde Tetuán, se da orden de bombardear los dos aeródromos de Guadix,, donde dicen hay 20 aviones. El día 7 de agosto se habla de dos «Potez-54)) derribados sobre nuestras líneas -de los 5 atacantes- en el sector de Guadix. A mediados de agosto hay en Guadix una escuadrilla con tres «Breguet», tres «Nieuportl) y algún «Dr,woitine», mandada por el capitán Juan Carmona Rey; el teniente Antonio de Haro volaba en «Dewoitine-371)) y con uno de estos aviones cayó sobre su propio campo. Estos «Dew)) habían llegado hacia el 16 de agosto, con pilotos franceses, a Barcelona, donde uno se rompe al tomar tierra ; otros dos se averían en Santa Cruz de Mudela, y alguno más antes de rendir viaje en Guadix. A esta escuadrilla perteneció el teniente David García. Despnés de la marcha de Salvador y Senra a Burgos, operan en Sevilla el capitán Gancedo, los tenientes Arija. Fernández Tudela y Valiente, y el piloto del Aero Club Manolo Camino, que se mató en accidente el 1 de agosto, y en Africa, Rambaud y Manrique Montero. Los cazas de Sevilla actúan a veces desde Córdoba. para evitar 10s frecuentes bombardeos a esta capital. El día 31 es derribado en, Córdoba el teniente Fernández Tudela por un «Douglas» enemigo. El día 2 de agosto opera desde Córdo’ba el teniente Timoteo Valiente, que es sustituido al día siguiente por el capitán García Morato, recién incorporado. Hasta el día 7, Morato opera en Córdoba só!o, pero los días 8, y 9 se le une el capitán Gancedo, que actuaba de Jefe de los «Nieuport» de Sevilla. El día 12 derriba Morato su prmer avión, un «Vickers Wi!debeest», que se oponía al avance del General Valera en Antequera, y el día 14 deja el «Nieuport» al teniente Valiente y se incorpora a la escuadrilla «Heinke!-5%) en Sevilla. En la segunda quincena de agosto operan en «Nieuport» desde Córdoba el capitán iMontero y el teniente Fernández Tudela, y esporádicamente los capitanes Cancedo y López Cantero ; éste era Jefe de Ia escuadrilla «Breguet» destacada en Córdoba. Valiente sufrió un accidente el día 15 y no vuelve a volar en caza. Nada más ocuparse Antequera, se instala allí un aeródromo de socorro, desde el que también actúan alguna vez los cazas. El 16 de agosto, el brigada de complemento Alvaro Fernández Matamoros fue enviado a Mérida para apoyar a la columna Tella, que estaba siendo fuertemente contraatacada por fuerzas de t’erra y la Aviación de Don Benito, Medellín y Herrera del Duque. Ve.
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dos «Breguet» en el suelo, junto al Guadiana, y aterriza creyendo que es el aeródromo de Mérida. Cuando se le acercan las tropas del Tabor de De! Oro y le preguntan su nombre, se limita a contestar i iMatamoros! ! POCO después Tella le pregunta al capitán Carlos Vara del Rey 2Ya no estarán los dos aviones junto al río? No, mi Teniente Coronel, ahora hay tres.
2.
Los
CAZAS SUBES AL NORTE
En la Zona Norte nacional, la ausencia de cazas era absoluta. Eso, unido a la cercanía de los diversos aeródromos de Madrid al frente de la Sierra, hacía que la superioridad aérea gubernamental en este Sector, entonces básico, fuese abrumadora. El General Mola pide insistentemente aviones de caza, que la Zona Sur no le puede suministrar de momento. i2nte la falta de caza, el capitán Salas decide añadir a su «Dragón,) de transporte (1) una ametralladora fija en el costado, accionable dmectamente por el piloto y con salida al ext,erior por un apropiado orificio. De esta forma, este avión civil, que primero se convirtió en un bombardero con la ayuda de su, antiguo compañero de Arma, el capitán Del Monte, de la Maestranza de Artillería de Burgos, pasó a ser el primer caza-bombardero que actuase en guerra. El día 27 de julio, sobre Somosierra, mantiene combate con un c(?\‘ieuport-52», y recibe dos impactos. (Más tarde, el 10 de agosto, aguanta 15 minutos sobre su objetivo en el sector de Buitrago, a pesar del ataque de un «Fury» ; los «Fury)) fueron pronto armados en Cuatro Vientos, aunque parece que en julio llegaron. a efectuar algunos servicios desarmados). E! día 2’7 aún no habian llegado a Burgos los dos «Nieuport-5.% de Sevilla (los números 43 y 66, pilotados por el teniente Julio Salvador y Díaz-Henjumea, y el sargento Ramón Senra), aunque la petición de estos cazas era antigua, Ya el 21 de julio, Franco le decía a Queipo : «Ruegc envíe dos cazas y un ccBreguet» a Mola», siguiendo la ruta Sevilla-Cáceres-Zamora-Grajera, punto situado a 4 kms. aI desde Burgos dos uDragones> uno militar, que (1) Inicialmente operaron llevó a Núñez de Prado a Zaragoza y que pilotaba el capitán Navarro, y este civil, adquirido por 1). Juan La Cierva en Inghterra a la compañía «Airways». Posteriormente llegarían otros «Dragones» y «Fokker-X11x, que unidos a los uFokker-VII>) de la escuadrilla de Cabo Juby, formaron el Grupo Mixto «DragónFokker» de Juan Antonio Ansa!do.
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Nordeste de Boceguillas, al Sur de Aranda. Queipo contesta el día ,22: «Enviaré los dos Únicos disponible;». Días después, Franco le dice a Mola: «Envío tres cazas a Plrévalo, prepare combustible)). Mola contesta : «No llegaron el día 26 ; siguen preparados los 1.000 litros». El viaje de estos dos «Nieuport» merece ser contado con detalle, Salieron de Sevilla el día 27 de julio, ~dado lo pintoresco del caso. acompañados por un ((Breguet-19)) tripulado por el capitán Carios Pombo Somoza y el cabo Pedro Alvarez García. Los aviones debían llevar pintados en el fuselaje y las alas los emblemas ordenados por el General Mola, círculos y rayas negras, pero, por error en la transmisión 0 interpretación, solamente llevaban un círculo negro. La orden de pintar la cola de blanco y encima la cruz de San Andrés la dió Franco el S de agosto, que al mismo tiempo ordenó desaparecer !as banderas tricolor o bicolor. La primera etapa, según estaba convenido, fue Sevilla-Cáceres, pasando por la vertical de Mérida. Llegan a Cácer.es, Salvador con mono cortado y sin distintivos, y Senra con una barba de siete días, que conservaría toda la guerra; 1es preguntan por la situación cn Mérida y no saben contestar, aunque habían pasado muy bajos. Esta declaración aument,a la inicial desconfianza (2) y, ya decididos a r,etenerlos, les aseguran que -1 Gobernador Militar quiere hablar con ellos, y les conducen a un Hotel, donde quedan incomunicados. Poco después llegan unos «expertos» que aseguran que ninguno de los 4 tripulantes era Pombo, ni ningún Benjumea de Sevilla. Evidentemente confundían al capitán Pombo Somoza con el piloto civi! Juan Ignacio Pombo, que recientemente se había hecho famoso cruzando el Atlántico Sur en avioneta, y creían que Salvador era nombre y no apellido. La situación se empezaba a poner seria, cuando llegó una oportuna notificación de Tablada anunciando la salida hacia Burgos, vía Cáceres, de tres aviones militares. El 28 pudieron coritinùar viaje hacia Burgos, si bien Senra se vio obligado a volver a Cáceres por fallo de bujía.;, y luego a tomar tierra el día 30 en Valladolid. Sus compañeros de viaje, después de la experiencia del día anterior, se apresuraron a solicitar del coronel Apolinar Sáez de Buruaga, Jefe de Aviación en el Norte, que enviara urgentemente instrucciones.
xión
(2) En Mérida se había sublevado el capitán de la Guardia fUe sofocada por las fuerzas de Asalto.
Civil, pero su ac-
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El «Nieuport» de Salvador, nada más llegar a Burgos, sale de protección ,a Guadarrama, donde combate con otro «Nieuport», que huye tocado hacia el pantano de Santillana. Salvador, por avería de motor, tiene que aterrizar en Soria. Al día siguiente puede volver e! avión a Burg-os, pero no quedaría en condiciones de combate hasta el 2 de agosto. El día 31, Senra hace dos servicios con un avión, a Buitrngo y n’avacerrada, y el mismo avión efectúa una tercera salida con combate, pilotado por Salas. El día c> de agosto se incorpora a Burgos, con su avión, el teniente Guerrero, el dmibwdor de Granada, y el día 10 se pasa en un c(Nieuport» el teniente César Martín Campos, acompaíiado del «Breguet» de Camacho y Sebastián Rubio. Para ilustrar el estado de ánimo d,e estos días en Zona Nacional, es interesante relatar la forma en que fue recibido Martín Campos. Sus compañeros le ixrepaban que hubiera tardado tanto en pasarse y que lo hiciera ahora que estaba ganada la guerra. Había tratado de hacerlo con su hermano Augusto, suboficial piloto, y no les fue posible. Como se defendiera alegando, que a su juicio, la guerra no sólo no estaba ganada, sino que ni siquiera estaba seguro de que se ganara, le atajaron : KY además rojo». Este oficia! trajo interesantes noticias de zona enemiga. Aclaró cl derribo del capitán Méndez, Iriarte el día 6, confirmado por nuestras tropas de tierra del Alto del León, y que no quiso atribuirse ninguno de los tres componentes de la patrulla nacional que voló aquel día en ese sector, a pesar de que el F’arte Nacional se apuntó Méndez Iriarte, que había despegado dos derri’bos. Efectivamente, de Barajas. fue derribado en combate, pero por otra patrulla gubernamental del aeródromo de Villalba, que alertada de la presencia de tres «Nieuport-5%) nacionales, confundió el enemigo. Asimismo dijo que el «Nieuport)) que combatió con Salvador llegó muy averiado y hubo que cambiarle la «cabaña)). De esta forma llega a formarse en Burgos una pequeña escuadrilla que mandó el capitán Chamorro momentáneamente, ya que pronto pasó a tripular el Airspeed «Envoy», en que se mató conduciendo al General Mola. Vuelan también en esta escuadrilla, además de Salvador, Guerrero, Martín Campos y Senra, los tenientes García Pardo y Ramiro Fascual. y esporádicamente el capitán Salas. El día 13 es destacado a Zaragoza el brigada Senra. que al día siguiente derriba en Tardienta un «Nieuport-Cj.%) pilotado por Cgbré. -4 este derribo se le dio una gran importancia cn Aragón, ya que hasta este
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momento la inferioridad aérea en este i-eatro de operaciones era manifiesta, pues la Aviación de Cataluíía, incluíds 1;t escuadrilla de«Nieuport», se había instalado en el aeródromo de Sariñena. En este campo actuaban, entre otros, el comandante Alfonso Reyes, el ca,pitán Servando Meana, el tenieme Adonis Rodríguez y les sargentos García Hergido, Buyé y Cabré. En Zaragoza estaban enterados del derribo antes de que el avión de Senra hubiera aterrizado, ya que un motorista, por cierto también con barba, presenció el combate desde Almudévar y dio la noticia. Por la tarde Senra es llevado a Capitanía, donde le entrevistan los periodistas. Al día siguiente se recibe un telegrama de felicitación del Jefe de las Fu.erzas Aéreas de! Norte y otro del Presidente de la Diputación de Huesca, que además envía un giro postal de 1.000 pesetas. La Junta Nacional de recaudación de Zaragoza le obsequié. con otras 10.000 pesetas.
3.
LA EFÍMERA
ESCUADRILLA
RAMBAUD
El 6 de agosto llegan a Cádiz en el buque «Usaramo», seis aviones de caza ctHeinkel-SI», que al parecer fueron desembarcados el día 7. Se montan en Tablada y empiezan a operar el día 15. Para pilotarlos se incorporan los capitanes Rambaud, García Morato y los tenientes García Pardo, Salvador y Ramiro Pascual. Aunque este avión no era muy superior al ctNieuport» y al parecer inferior al «Fury», entra con buen pie, ya que Morato puede festejar el enlace del General Varela con los defensores d.e Granada derribando el día 18 un caza en Loja y un trimotor «Potez-%» en nntequera ; el mismo día Salvador derriba en Mérida un «Nieuport» y un ((Breguet-19)). No fueron tan afortunados los restantes pilotos d.e la escuadrilla, que accidentaron dos aviones, uno de ellos con la hélice rota. Esto dio pie para que los pilotos alemanes que habían venido acompañando a los aviones (Eberhard, Trautloft, Rnüppel, Von Houwald, Klein, Hefter y Strüpell) consiguieran autorización para hacer servicios de guerra, que les fue concedida por Kindelán (3). Como caso curioso, puede referirse el asombro del Jefe de la ex(3) Gene:-al Jefe de los Servicios del Aire y luego Jefe del Aire por Decretos ní:meros 16 y 62 de !a Junta de Defensa Nacional, Boletines nUms. 3 y 8, de 30 de julio y 1s de agosto de 1936.
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pedición alemana, comandante Von Scheelc (4), al comprobar que unos mecánicos de Tablada reconstruyeron la hélice rota en muy poco tiempo, sin IÓ, complicada maquinaria especial que según él era necesaria, y a plena satisfacción. Pasándose al polo opuesto, el mismo Jefe alemán llegó a proponer el montaje de una fábrica de hélices en Tablada, lo que no fue factible, dado el enorme y variado trabajo que tenía el escaso personal técnico existente. La escuadrilla de «He-51)), con pilotos alemanes, se traslada el día 22 al aeródromo de Escalona, en las cercanías de Cuéllar (Segovia) ; los pilotos espafioles se desplazan en un «Ju-52~ hasta el aeródromo de San Fernado (Salamanca). El día 23 se efectúa un servicio de acompafíamiento a las tres escuadrillas de «Ju-52~, mandadas por Carrillo, Ricardo Guerrero y Gil Mendizábal, para su bombardeo del aeródromo de Getafe. Como había que penetrar en terreno enemigo, se decide que los cuatro «He-& que habia en servicio los vuelen los pi!otos espal”loles. Rambaud, que sale con una tiranta del tren floja, av.ería su avión y Ramiro Pascual toma tierra corto ; los alemanes aprovechan esta oportunidad para lograr de Kindelán volar ellos sólos los «He-51», aunque Morato aún hace tres servicios el día 24. Koltsov, el corresponsal de ctPravda» se hace eco de este bom’bardeo de Getafe, pero se lo achaca a ocho «Savoia», aunque luego dice que las bombas eran alemanas. La decisión de Kindelán pronto habría de lamentarla el Grupo Mixto «Dragón-Fokker», que actuaba el día 19 de agosto con base en el nuevo aeródromo de Olmedo, ya que el día 27 al cambiar sus habituales «Nieuport» de acompañamiento (5) por los nuevos ((He-51>),, uno de í:stos derriba al «Dragón» de los capitanes José Pous Cabanas y Joaquín Vela de Almazán, sobre Turégano. Según fuentes, alemanas, los tenientes Eberhard, Trautloff y Knüppel derribaron seis aviones en estos días. lo que parece confirmado por los partes nacionales ,de los días 25, 26 y 27. Al disolverse la escuadrilla española, Rambaud y Morato solicitan pasar a Regulares, y Salvador y Pascual a la Legión. Kindelán no les contesta. Morato y Salvador consiguen volar de nuevo los «He-51)) el 2 de septiembre, en los combates ante Talavera de la. (4) En algunos textos se cita a Warlimont como jefe de la expedición alemana (85 en total), cuando en realidad era el enlace con el Xando Nacional. Warlimont llegó a España en septiembre. (5) En esta época iban pilotados por los tenientes Guerrero y Martín Campos y el piloto civil Francisco Cuesta.
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Reina, y el primero logra abatir un «Nieuport». Rambaud se va a los hidros de Cádiz, Ramiro Pascual ingresa en el hospital con una grave enfermedad que le tiene alejado del vuelo el resto de la guerra, y García Pardo vuelve a los «Nieuport» y en septiembre actúa en Aragón, con Guerrero y Senra. Aunque la disolución de esta fugaz escuadrilla dejó un hondo malestar en sus compañeros, la convivencia de alemanes y españoles fue de importancia para el futuro, ya que, en los frecuentes ejercicios que Morato efectuó con aquéllos, se demostró que tan importante como la maestría individual era el profundo conocimiento del avión y de las técnicas del combate, lo cual sirvió de mucho para conseguir más tarde una unidad modelo. El mismo día 27 de agosto el capitán Salas llega a Escalona y Olmedo, en un «Nieuport», procedente de Aragón, en cuyo frente había conse,guido el día 23 su primera victoria aérea. Como muestra de la anarquía que aún regía por estas fechas, podemos decir que Salas había escrito a Morato una carta desde el hospital de Zadonde estuvo recluido unos días por agotamiento, después ragoza, .de haber realizado en un mes 50 servicios de guerra y 115 h. 45’ de vuelo. y solicitaba en ella ocupar la plaza vacante en la escuadrilla de <(He-51)). Morato le contestó que lo de los «He-51)) se estaba poniendo muy feo, pero que había oí,do que a Sevilla estaban llegando unos cazas «Fiat» y que mejor sería que se desplazase al Sur para tratar de conseguir uno. Efectivamente, Salas se desplaza a Cáceres, desde donde actúa como ametrallador en la escuadrilla de ‘«JII-5% de Ricardo Guerrero, y de allí, con Salvador, a Sevilla. Morato bombardea, de segundo piloto con Haya, el aeródromo de Cuatro Vientos las noches del 27 y 28 de agosto, y la estación de Villalba, donde incendian un polvorín el 28. Esta misma no,che, Morato y Von Morau, meten una bomba en el patio del Ministerio de la Guerra, según atestigua Koltsov.
4.
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i!h~n
ENTRAN
EN
COMBATE
Los primeros ((Fiat CR. 3%) Ilegan a Sevilla a mediados de agosto. El día 21, la patrulla del subteniente Víctor Hugo Ceccherelli («Vataresse») efectúa el primer servicio desde el aeródromo de Córdoba junto a los tres «Nieuport)) de los capitanes Gancedo, Montero y el teniente Fernández Tudela. Según fuentes italianas, este mismo
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día «Vacaresse)) derribó un ctM.orane» ; según el parte de Córdoba, 10s «Fiats» derriban un «Nieuport» y, al tomar tierra, un «:Fiat» choca con un «Breguet-XIX». Los primeros derribos confirmados en Mallorca se producen el día 25 de agosto. A las 12 h. 30’, el primer caza, pilotado por ctCerruti» (61, ametralla cuatro hidros anclados en Cala Morlanda, inutilizando dos que tienen que ser remolcados. A las 14 h. 15’ ataca en la bahía de Punta Amer al hidro «Savoia-62» del capitán Freire, que despega con el capitán Bayo a bordo (Jefe de las Fuerzas catalanas desenibarcadas) ; Freire es mortalmente herido y Bayo (7), debe tomar los mandos, viéndose obligado a amarar en Cabo Pera ; el «Mar negro)) recoge al hidro y lo lleva a Mahón. Según la Historia de la Cruzada, «los dos cazas son descargados en la noche del 27 de agosto, de un barquito pintado de negro» (8). Según otras fuentes de información, los cazas que actuaron fueron tres y no dos. El jefe de la patrulla era ((Cirelli» (comandante Gallo). En los primeros días habian efectuado servicios de reconocimientos tres avionetas, dos del Aero Club y una de Crespí, que pronque bombardeato fueron destruidas por la avación gubernamental, ba impunemente. En la Aviación de Mallorca prestaron servicios por esta época los capitanes Homar, Carlos Hernández de Córdoba y Jerónimo Florit, los tenientes José Sanchíz y Rafael Mendizábal, ej alférez Iván de Bustos, el brigada Federico Pérez Estévez, el cabo Joaquín La Salle y los pilotos civiles Juan Crespí y Salvador Senra. Con posterioridad, el día 19 de agosto, habían actuado esporádicamente tres hidras, que fueron bombardeados en el puerto de Palma el da 20 por siete aparatos de Barcelona y Mahón. Este mismo día se termina un aeródromo en la zona de desembarco, que permite el aterrizaje de cazas, y los hidros desaparecen. El día 23 se intensifican los bombardeos de Palma, entre cuyos habitantes se reúne el oro suficiente para comprar unos aviones, oro que es enviado urgentemente a Italia. El día 26, las fuerzas de desembarque, en un ataque frontal, ocupan una lírica de colinas, cuya posesión permite a (6) náutico (7j cendió coronel. (8)
conocido luego en el mundo aerorombre era Carestiato. Su verdadero por su condición de probador de la aMaccbi». l3ayo era czpitrin en esta época. aunque asContra lo que se ha escrito, luego a comandante con antigüedad de 18 de julio y enseguida a teniente Historia
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Espoíiola:
Tomo
XVI,
pkg.
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los hidros de Mahón fondear en Punta Amer el día 28. Precisamente en este momento aparece el primer «Fiat», con el éxito ya indicado. Al contar con el apoyo de la Aviación, las fuerzas de Mallorca se al contraataque, y el día 4 de septiembre las fuerzas de Bayo deben reembarcar. El Mando de la isla dirige a las Fuerzas Aéreas de Baleares el siguiente telegrama : «Por espíritu de justicia y por impulso de gratitud, quiero hacer resaltar que las acciones de su digno mando han sido el principal artífice de la victoria». A su vez, en honor de la justicia, hay que reconocer que la anterior abrumadura superioridad aérea de las fuerzas de Bayo no les permitieron vencer. lanzan
En la Península, los «Fiat» empiezan a actuar desde Cáceres a finales de agosto, no con el mismo éxito. El día 30 Asensio le comunica a Yagiie, éste al Cuartel General y el Cuartel General a la Jefatura del Aire: «Un caza de protección a los trimotores persigue a un avión enemigo y no vuelve ; toma tierra en Portugal». Kindelán contesta : «No diga eso sin clave». E! 31 son derribados dos Fiat» en combate con los «Dewoitineu, «Fury» «Nieuport» de Talavera. Estos aviones eran pilotados por espaiíoles y extranjeros, entre ellos Oloff de Wett. Aparte de esta escuadrilla mixta, que al parecer era mandada por el jefe del Grupo ((Nieuportw de Getafe, Manuel Cascón, desde Barajas operaba otra escuadrilla de «Dewoitine» totalmente extranjera y mandada por el capitán Abel Guidez, que actuaba en conexión con la escuadrilla Malraux de bombarderos, aunque los servicios que éste cita en Exdremadura lo fueran sin acompañamiento de caza. En Guadix había otra escuadrilla española con «Dewoitine», desde mediados de agosto, mandada por el teniente De Haro, que algo después moriría pilotando su «Dewoitine». La primera contrastación entre los cazas importados pareció dar supremacía a los ((Dewoitine», pero a lo largo de septiembre y octubre, los «Fiat» terminaron por barrerlos, así como a los ctLoire» y ctSpad» que íos reforzaron. Desde Cáceres, ante los malos comienzos de la patrulla «Fiat», piden con urgencia a Mola pilotos de caza experimentados. Queipo, por su parte, se queja el día 1.” de septiembre de que en Málaga hay 14 aviones y 4 hidros, mientras en Granada sólo tiene un «Nieuport)) y otro próximo a terminar la reparación. Franco contesta a Queipo que tiene en su División Orgánica cuatro «Nieuport» y dos ((Fiat», y que otros nueve aparatos de este tipo están montándose en
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Sevilla. Mola y Queipo atendieron las peticiones de Cáceres, pues, ,como vimos antes, García Morato y Salvador intervinieron de nuevo con dos «Heinkel-51)) en los combates ante Talavera, combates en lo que fueron derribados el «Fiat» del teniente Monico y el MNieuport» del teniente Fernández Tudela. Este último operaba habitualmente desde Córdoba en la segunda quincena de agosto.
5.
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DEQUAL (((LIMONESIB), GARCÍA MORATO
BASE DEL FUTURO GRTJFQ
En los primeros días de septiembre Morato se presenta al coronel italiano y consigue autorización para prestar servicio en los «Fiat)). Le pregunta : ; Quién es el Jefe de la escuadrilla? Dequal, contesta el coronel. Morato, que cree haber sido oído 2 de cuál?, insíste : 2 El Jefe de mi escuadri’lla ? Idéntica contestación : Dequal. El capitán Dequal era un magnífico aviador que en Espaíía adoptó el nombre de ((Limonesi)). Mientras la escuadrilla «Fiat» estuvo a su mando, el espíritu fue excelente y la cooperación perfecta. Desgraciadamente fue derribado a principios de noviembre, sorprendido por’ los primeros «Curtiss» llegados a España, y en estas circunstancias tomó el mando el comandante Fagnani (Faroni), con las consecuencias que después veremos. García Morato se incorpora a Tablada el día 6, se traslada a Cáceres con la escuadrilla y efectúa su primer servicio el día 9. El ll consigue su primera victoria con «Fiat», al derribar un «X-52» en Talavera. Este mismo día se incorporan a Tablada Salas y Salvador, que efectúan sus primeros servicios de guerra los día 15 y 16, respectivamente; Salas protegiendo el bombardeo del aeródromo de Andújar, desde donde se bombardeó por primera vez el «Santuario)) este día 15, y Salvador en apoyo de la columna del General Varela hacia Ronda. Los italianos habían estado un poco remisos en aceptarlos en la escuadrilla, pero un «loopin invertido» del capitán Salas, maniobra que por lo visto no se había hecho nunca en Italia con este avión, acabó por convencerlos. En los días que permanecieron Salas y Salvador en Sevilla en entrenamiento cae en el frente de Toledo el teniente Dante Olivero («Boccolari») y otro teniente, en accidente, en Tablada. El día 20 Salas y Salvador se incorporan a Cáceres, desde donde opera la escua-
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drilla «Fiats hasta el día 24, en que se traslada a Talavera, para apoyar el avance del General Varela, que sustituye a Yagiie desde Maqueda a Toledo. Este mismo día 24, Franco redacta cn Cáccrcs la Orden de operaciones para la conquista de Toledo, que debe efectuarse en tres días. Efectivamente, al tercer día de ofensiva se enlazó con el Alcázar, pero hizo falta un cuarto día para limpiar Toledo. El día de la incorporación de Salas y Salvador, Morato derriba un (tFury» en Santa Olalla y cuatro días ames había derribado LIII ctF'otez-ñ4» cerca de Xavaicarnero. El día 25 se rompe el frente en Maqueda-Torrijos y se llega al puente sobre el Guadarrama, que aparece cortado. Este día, Salas derriba el famoso «Potez-54», conocido por el «Aquí te espero», marcado en el costado del fuselaje. Este avión, en el que iba de segundo piloto el teniente de la Guardia de Asalto Moreno, uno de los promotores del asesinato de Calvo Sotelo, se había hecho célebre por su bombardeo al «Canarias» y sus acciones en toda España desde Asturias a Málaga. E! día 26 Morato derriba un «Breguet), en Bargas, y se pierde el ((Junker-$2)) de Eustaquio Ruiz de Alda a la vista de los defensores del Alcázar. El día 27 se enlaza por tierra con el Alcázar y el 28 ge ocupa Toledo. Este día se produce un combate aéreo sin resultados. El 29, en un duro ametrallamiento al suelo, en Olías del Rey, se hiere mortalmente al conocido comandante Ristori. Por estas fechas llegan seis nuevos ((Heinkel-51.)) y los alemanes ceden los tres antiguos que quedaban en vuelo, aviones que son pilotados unos cuantos días, alternativamente con los «Fiat», por MoGarcía Pardo, que como Guerrero había parato, Salas y Salvador. sado a Zaragoza a principios de septiembre, formando con el brigada Senra la patrulla «Nieuport» del frente de Aragón, se incorpora a los «Fiat». En Olmedo continuó Francisco Cuesta, que el día 12 de septiembre murió en Segovia, derribado por fuego antiaéreo. La escuadrilla alemana de «He-N)) se desplaza a León el 24 de septiembre, pues las columnas que avanzan hacia Oviedo carecían totalmente de caza. Mola dicta el día 25 una Directiva para acelerar la marcha de estas columnas. El 2 de octubre el teniente Salvador protege el viaje del General Mola a Toledo, en su primera visita a las fuerzas de Varela, que Franco, al hacerse cargo del Wando Supremo, mandó agregar al Ejército del Sorte. El día 3, Mola dicta su primera Directiva para
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el avance hacia Madrid. Su principal objetivo es mejorar el enlace con las fuerzas de Avila, ya que la cuña hasta Toledo tenía totalmente al aire el flanco izquierdo. El 6 de octubre se rompe el fiente en Torrijos y se lleva a Santa Cruz de Retamar, y el 8, avanzanzando hacia el Norte, se ha llegado a San Martín de Valdeiglesias. Este fulminante avance no encuentra seria resistencia aérea. El enlace con las cuatro columnas de Avila (Merlo, Rada, Santa Pau y Nevado), se completa el día 12. El 7 Mola lanza se segunda Directiva. Las tropas que avazaron hacia el Norte, se vuelven al Este, hacia Madrid, y alcanzan el día 16 la línea Hoyo de Pinares-Robledo de Chavela-Chapinería-Aldea del Fresno-Méntrida-Valmojado AmieI de Toledo. Este día el ala derecha rompe el frente en Bargas hacia Olías del Rey, tomando como eje la carretera Toledo-Madrid, y Morato derriba un «Loire» en Valmojado. Este mismo día 16, Salas, con una patrulla de ((Fiats)) se desplaza a León para proteger a tres «Savoia-81», que se envían de refuerzo a las columnas de Oviedo. El 18 Morato abate dos «Breguet» en Illescas, punto más avanzado de la línea, y Salvador combate en Mocejón con un «Potez)) y un «Spad». El día 20, Franco ordena que se formen tres nuevas columnas con fuerzas de Asturias (9), Marruecos y Canarias, cuya organización se completa el día 28. Hay que acelerar el avance, cuya velocidad de marcha ha disminuido mucho por la ampliación del frente, sin apenas aumento de las cinco columnas que operan desde mediados de septiembre, ya que hay noticias seguras de los grandes refuerzos de Aviación, tanques, etc., que están llegando de Rusia a los puertos de Levante, especialmente Cartagena. Ha ido desapareciendo por derribos y desgaste el material francés de que se venía sirviendo preferentemente la Aviación gubernamental en agosto y septiembre (sobre todo cazas «Dewoitine», «Spad», «Nieuport-Loire» y bombarderos «Portez-54)) y ((Marce Bloch»), ade«Dragóna y «Fokkermás de los «Nieuport-52», «Fury», «Breguet», VII» de anteguerra. En octubre la oposición aérea ha decrecido notoriamente, pero la llegada del material ruso puede variar por completo la situación. Para impedir los desembarcos y montajes se proyecta el bombardeo del puerto de Cartagena y de los aeródromos de la región, si bien, por escasez de medios, todo se reduce a un bombardeo del aeródro(9)
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mo de Cieza, el día 19, por la escuadrilla de «Junkers-52)) del capitán Carrillo, y otro la madrugada del 21 del puerto de Cartagena, que se repite el día 28. Posteriormente se atacan Albacete, Hellín y el nudo ferroviario de Alcázar de San Juan. El día 23 de octubre, Morato y Salas comprueban la existencia de dos globos cautivos, con forma de dirigible en la Casa de Campo. En un servicio posterior se consigue incendiarlos, apuntándose Salvador uno de ellos. Desde el día 21, que se consiguió la cuña de Xavalcarnero, la actividad mayor se despliega en el ala derecha, hacia Esquivias y Seseña. El día 27 se alcanza la línea Griñón--Torrejón de Velasco-Torrejón de la Calzada-Cuesta de la Reina. EI día 28 el Jefe del Gobierno y Ministro del Ejército, Largo Caballero, dirige una alocución a las tropas, en las que dice : «...En este momento tenemos ya en nuestras manos un formidable armamento mecanizado, tenemos tanques y una Aviación poderosa... Mañana, 29 de octubre, al amanecer, ...». Es poco frecuente anunciar los ataques con un día de antelación, pero la realidad es que el día ,29 se produjo el anunciado contraataque. En él participaron por vez primera los tanques rusos y lo s rapidísimos bimotores de bombardeo «Katiuskas» (los «Martín Bomberu en el parte nacional y «Sophía» en las Memorias de Morato), que aventajaban en velocidad al ((Fiat CR. 32)). A pesar de ello, Salas, que está de vigilancia con su patrulla en Valdemoro, 26 km. al S. de Madrid, consigue dominar mucho en altura a cuatro «Katiuskas» y tirarles tres veces, hasta agotar los cartuchos, dejando a uno separado de los otros y más bajo. Desde tierra le vieron caer incendiado. El parte nacional del 30 registra el derribo? pero por error le cataloga como ciPotez». El día 30, Morato y Salvador ametrallan en el suelo a un ((Potez-54)) (también citado en el mismo parte), que tuvo que tomar tierra en sus líneas el día wterior, entre Alcorcón y Getafe. El 3 de noviembre se ven los primeros «Chatos» («Curtiss» según el parte nacional), que sorprenden y derriban a la pareja formada por el capitán Dequal («Limonesi») y el subalterno Meyer («Mainetti»). Dos ((Chatos» pilotados por aviadores rusos se despistan y toman tierra en Segovia. El día 4 los cazas obligan a tomar tierra en Esquivias a un ((Junquers-52 español» de la escuadrilla de Luis Pardo, con el capitán observador Aguirre mortalmente herido. Estos días, para acercarse al teatro principal de operaciones, los
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«Fiat» se trasladan al aeródromo de Torrijos. El día 5 se produce el primer gran combate aéreo de la guerra, Sobre Madrid, nueve «Fiat», entre ellos Morato, Salas y Salvador, lucharon contra 12 ó 15 «Chatos». La superior calidad de los «Fiat)) compensa la inferioridad numérica. Morato derriba un «Chato», y obliga a tomar tierra a un «Potez» con un motor parado ; Salas derriba un «Chato» que se incendia al choque, cinco kilómetros al SE. de Barajas, ametralla a dos y es atacado por otros dos, logrando salir picando a la vertical; Salvador persigue a un «Chato» hasta Barajas y ametralla a dos «Potez». El parte nacional se apuntó siete cazas y un «Potez» derribados, y admite la pérdida de un «Fiat» (ctPecori»). El parte de Madrid anuncia el derribo del «Fiat» núm. 348 (piloto Picoli y otros cuatro aviones. El día 6, cinco «Fiat» mandados por Salas atacan a siete «Chatos». Salas derriba probablemente al punto izquierdo de una patruIla de tres, que huye por derecho echando humo blanco y se pierde en una nube. El parte nacional se apunta dos derribos y el gobernamental dice que abatieron dos c(Heinkel» y tuvieron un piloto herido. En otra salida, una patrulla de «Fiat» aban’dona a los «JunkersB, siendo acribillado el avión del capitán Larrauri, que logra llegar a Ta; lavera con un motor parado y otro a bajo régimen. Este mismo día 6, el Gobierno de Madrid decide trasladarse a Valencia y crea la Junta de Defensa de Madrid, presidida por el General Miaja.
6.
APARECEN
LOS PRIMEROS
GRUPOS
DE CAZA
Para contrarrestar los grandes envíos de aviones rusos que hacían problemática la entrada en Madrid, el Generalísimo gestionó el incremento de la Aviación Nacional. Los italianos transformaron su escuadrilla de caza en un grupo de tres escuadrillas de nueve aviones, del que asume el mando e,1 Comandante Fagnani ((tFaroni#), ayudado por los capitanes Morato, Salas y los italianos Mosca («Mas-sa») y Nobili ((tNotabili»). Eran los días en que se iniciaba el asalto frontal a Madrid, Por otra parte se llega a un acuerdo con Alemania, que se compromete a mantener en Espaíía permanentemente 100 aviones, la famosa Legión Cóndor, que se compuso de un grupo de caza de 3 ó 4 escuadrillas, según las épocas, un grupo de bombardeo, una escuadrilla de
reconocimiento y una escuadrilla de hidros. mienza a actuar a mediados de noviembre drid y Cartagena.
La Legión Cóndor cocon acciones sobre Ma-
El Grupo «Fiat)) y el Grupo de caza de la Legión Cóndor no son suficientes para hacer frente al número creciente de cazas enemigos, que en poco tiempo llegan a formar seis escuadrillas de «Chatos» y otras tantas de «Ratas» (llamados «Noring;) en el parte nacional y «Moscas~ en zona gubernamental). La inferioridad numérica viene agravada por la desventaja en calidad. En efecto, de todos estos cazas, los «Ratas» eran los más rápidos y de mayor techo ; los «Chatos» los más maniobreros, y los «Fiat» los más robustos y con mejores características en picado. Los «Heinkeldl» eran netamente inferiores a los otros tres. Con los «He-51)) que habían llegado antes de formarse la Legión Cóndor y otros tres que se compraron con una suscripción hecha en Aragón, y que designaron ((Zaragoza», «Huesca,) y «Teruel», se formaron dos patrullas españolas, con el pomposo nombre de escuadrillas, mandadas por Manrique Montero Mera y César Martín Campos. Otros componentes de estas patrullas, que operaron en el Norte y Aragón, fueron Arija, Serna y el portugués Krug. El día 8 era la fecha para el asalto a Madrid. Por un azar de la guerra, la orden de operaciones cayó en poder del Estado Mayor de Madrid la víspera de! ataque. De este modo pudi.eron concentrar sus mejores fuerzas en la Casa de Campo, sabiendo que los ataques por Carabanchel y hacia Usera eran secundarios. El día ‘7, según la nota de Miaja, Madrid contaba para su defensa con ocho columnas -Barceló, Clairac, Galán, Escobar, Mena, L’íster y Buenocontra otras tantas atacantes, aunque sólo iatervinieron las cinco iniciales -IAsensio, Barrón, D,eIgado Serrano, Castejón-Bartomeu y Tella; las columnas octava y novena, en formación, quedaron en los flancos, la sexta (Siro Alonso) no intervino hasta el día 10 y la séptima (Bartomeu) se fundió con la cuarta. -El. 9 de noviembr.e, en un breve combate sobre Madrid, Morato derriba un «Chato». El día 11, una escuadrilla de pilotos italianos nuevos se pierde entre las nubes y Morato tiene que despegar para guiarlos a su base, Este riesgo no era innecesario, ya que a finales de octubre una escuadrilla había tomado tierra en Alcalá de Henares, aunque la mayor parte lograron escapar en el último momento. El día 13 se intenta forzar el Manzanares. Miaja repartió una
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alocución que empezaba asi : «Combatientes : Cincuenta mil hombres vais a aplastar hoy...». Sobre el paseo de Rosales (Madrid), 14 «Fiat» libran contra 13 «Chatos» e,l mayor combate aéreo de 1936. Morato derriba uno, Salas ametralla a tres, y Salvador derriba otro. A la vuelta encuentran cinco ~~Katiuskas» que bombardean a 5.000 metros Getafe ,y Cuatro Vientos ; Salas derriba uno, que pierde un plano y la tripulación se lanza en paracaídas, y Morato ametralla a tres. El parte nacional se apunta seis cazas y un bombardero ruso y admite una pérdida. El gubernamental reclama cinco «Heinkel» y un «Fiat», y admite la pérdida de un «Breguet» y otros dos pilotos heridos. Un piloto ruso que cayó sobre Madrid fue maltratado por creerle alemán ; Koltsov identifica a ese piloto como el Capitán Antonio, jefe de una escuadrilla de «Chatos» y afirma que murió dias después. Por la tarde, en otro combate, cayeron 4 x 0, según los nacionales y 4 x 2, según los enemigos. El día 14, el General Miaja ordenó publicar la siguiente nota: «El aviador que se lanza de su aparato utilizando el paracaídas está fuera de combate, y, por ello, ordeno a todas las fuerzas de defensa de Madrid, que no disparen, en ningún caso, sobre paracaidistas que pueden ser propios, por la dificultad de identificación y que, en el caso de ser enemigos, proporcionan interesantes informaciones, de gran utilidad para las operaciones)). El día 15, fecha en que el teniente coronel Asensio lograba cruzar el Manzanares, una escuadrilla «Fiat», en la que va Morato, combate por vez primera con 4 «Ratas» que acompabañan a 9 ((Chatos», sobre la Ciudad Universitaria. El parte nacional anuncia el derribo de dos cazas en Pozuelo ; el parte gubernamental se apunta cinco victorias y admite la pérdida de un avión. El día 17, Salas, al frente de siete ((Fiat» ataca a dos «Ratas» que intentaron obstaculizar el bombardeo de los «Ju-52)). Ambos aparatos fueron derribados, aunque el parte enemigo sólo admite la pérdida de uno. Frabablemente éstos son los primeros «Ratas» derribados. El 19 toda la Aviación Nacional se concentra sobre Madrid: nueve «H.e-51)) y 16 «Fiat» combaten contra muchos ((Ratas)),y «Chatos». Salas dispara casi todos los cartuchos contra un «Rata» que sigue en picado hacia el interior de sus líneas. E! parte nacional dice que se derribaron cuatro cazas. El Ministerio de Marina y Aire admite que perdieron dos cazas, pero se apuntan tres «Junkers)) y tres cazas. Este fue el último gran combate aéreo de 1936. No se insistió en el ataque a Madrid, ya que el día 18 Italia y
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Alemania habían reconocido al General Franco, sin la condición anterior de que se ocupase la capital. Las posibilidades de entrar en Madrid, aunque con las tres columnas de Asensio, Barrón y Delgado Serrano (luego Losas) en la Ciudad Universitaria, eran nulas, dado el enorme crecimiento de las fuerzas defensoras, en los que ahora figuraban seis Brigadas Españolas y dos Internacionales perfectamente organizadas, aparte de las ocho columnas iniciales y otras muchas llegadas de la Sierra, Aragón, etc. Con todas estas fuerzas se organizaron hasta ocho divisiones (números 4 a ll) encuadradas en el Cuerpo de Ejército de Madrid (luego II y VI Cuerpos de Ejército). Las tres primeras Divisiones formaron el T Cuerpo de Ejército, que defendía la Sierra. Cuando la batalla del Jarama, se creó el III Cuerpo de Ejército, con la División 11 y las que luego se llamarían 13, 15 y 16, de nueva creación. En el sector de Guadnlajara, se organizan las Divisiones 12 y 3.4, que con la que más adelante se llamó 17, forman en marzo el IV Cuerpo de Ejército. El día 24 de noviembre, las fuerzas gubernamentales lanzan una maniobra de diversión contra Talevera desde la orilla izquierda del Tajo, y llegan a cañoner el aeródromo de Prada del Arco, antiguo campo gubernamental y qu,p utilizó antes la caza, donde ahora están los aviones de bombardeo y reconocimiento. Los aviones tienen que despegar y trasladarse al antiguo campo de Talavera (Gamonal) para evitar ser destruídos en tierra, y hubo que pedir ayuda a ,los «Fiat)) de Torrijos y a los «Junkers-52)) de Navalmoral. El General Mola parece que no encajó bien el que un pequeño ataque de diversión privase de la ayuda de la ,Aviación al frente principal de Madrid. El día 25, seis «Katiuskas» bombardean el campo de Gamonal (Talavera), donde se habían refugiado los aviones de bombardeo y reconocimiento, y en días sucesivos atacan en vuelo nocturno el aeródromo de Prada del Arco, ahora empantanado. A últimos de mes, por fin, se reconquista la colina desde la que la artillería enemiga dominaba este aeródromo. La iniciativa va pasando claramente a la Aviación Gubernamental. El día 2 de diciembre, los «Rasantes» atacan al aeródromo de Talavera, el día 4 el campo de la. caza en Torrijos, y el de los ((Ju-52)) en ‘Navalmoral, y el día 5 los «Katiuskas bombardean el aeródromo de Tablada (Sevilla). Son bombardeadas asimismo Salamanca, Burgos, Sevilla, Granada, Córdoba y Talavera. El día 7 los «Rasantes» atacan el nuevo campo de la caza en Torrijos, recién inaugurado, y los «Katiuskas» e,l de Sevilla. Se preparan los nuevos aeródromos
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de Arenas de San Pedro y Ve?adas, que son buscados insistentemente por los «Natachas». Todos estos hechos van minando la moral del Comandante de los «Fiat». El brillante capi& Dequal había regresado a Italia. El capitán Mosca, herido, fue traslado al hospital de Sevilla, y a punto de reincorporarse, muere en accidente en Tablada. Los capitanes españoles Morato y Salas tratan de imponerse al Comandante, pero la situación cada día es más tensa. Se da orden de no penetrar sobre territorio enemigo. Salas, que ha salido al frente de una patrulla, ignora la orden. Fagnani intenta arrestarlo, pero Morato interviene violentamente, y asegura que en España no se arresta a nadie por tener valor. Morato y Salas deliberan y deciden intentar formar sus proptas escuadrillas independientes. El día 20 se da la orden de no salir a combate menos de 15 «Fiat)). El 22 Morato, se va en avioneta a Sevilla y el 23 comienza a operar desde Córdoba, en apoyo del avance hacia Porcuna y Lopera. Salvador comienza a operar desde Córdoba el día 24, y Bermúdez de Castro se les une inmediatamente. Salas y García Pardo aún siguen en el Grupo italiano durante las operaciones de Las Rozas, pero a mediados de enero se dirigen igualmente al Sur. En uno de sus úl’timos servicios, el 3 de eriero, Salas no puede impedir que los ((Ratas» derriben en Las Rozas el «Savoia-81D de Tasso, uno de sus compaiíeros de fuga de Getafe, que se había separado del resto de la formación, aunque ametralla a uno de los atacantes hasta 8 kilómetros dentro de sus líneas. 7.
hS
PRIMERAS
ESCUADRILLAS
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Ya hemos visto que el mes de noviembre se forman dos escudarillas españolas de «Heinkel-51)) que en realidad son patrullas mandadas por Manrique y Martín Campos (10). Estas escuadrillas participan en las operaciones de Teruel de fin de afro, donde derriban un bombardero y muere en combate el capitán Arija, ascendido días antes. Los cinco aparatos restantes tuvieron triste firi, ya que uno capotó y otros cuatro fueron ametrallados en el aeródromo de Concud, muy próximo al frente y sin AA, por seis «Chatos» y rematados por un bombardero. Hubo que desmantelarlos y enviarlos por ferrocarril a Sevilla. (10)
Había ascendido a capitán el 22 de octubre de 1936.
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E! Generalísimo dirigió el siguiente telegrama al General Jefe del Ejército del Norte: ((Sírvase comunicar V. E. al Jefe .5.:’ División que es imprescindible tome medidas necesarias en evitación de casos como el de Teruel, en que seguramente, por falta de medidas de previsión, pudo el enemigo ametrallar en tierr a cinco aparatos de caza, inutilizándolos. De’be tener muy en cuenta, que no existiendo en nuestro territorio fábricas de aviones, tenernos que defender mucho el material que poseemos, muy difícilmente reemplazable» (Gomá, página 173). El día 23 de diciembre ,empieza a actuar desde Córdoba la Patrulla Azul, formada a base de Morato y Salvador, a los que se une Bermúdez de Castro. El 3 de enero se apuntan un gran éxito al derribar Morato dos «Katiuskas» que intentaron bombardear Córdob,a. Algo dlespué& !se inco,rporan Salas y García Pardo. Salas había abandonado el Grupo italiano a mediados de enero con el encargo de formar una escuadrilla de caza, con unos viejos aviones «P. W. S.1) comprados en Polonia. Estos desmuestran pronto su ineptitud para el combate, pero dieron cierto juego como aparatos de entrenamiento. Por estas fechas, la Legión Cóndor ya había comprobado que el «Heinkel-51)) no podía competir con la caza gubernamental, y que debía ser sustituido por el «Messerschimitt-109», dos de cuyos prototipos, todavía con hélice de madera, habían sido ensayados en combate a finales de 1936. La segunda escuadrilla de caza se equipa con «Me-3.09-B)) en marzo y se disuelve la cuarta escuadrilla. Con el material de estas unidades y !os ((Heinkel-51)) reconstruidos, se formaron tres esucadrillas de siete aviones, mandadas por Manrique Montero, Salas y Martín Campos. Estas escuadrillas empiezan a actuar en febrero y marzo en .Aragón, Asturias y Pozoblanco. Durante la ofensiva a Málaga, la Patrulla Azul opera junto a parte del Grupo «Fialt» que se ha trasladado al Sur, pero no regresa con ellos al aeródromo de Torrijos al cerrarse el ciclo de operaciones. Al endurecerse la batalla del Jarama, las fuerzas d.e tierra preEl día 13 de febrero se produce un cisan el apoyo de la aviación. duro combate aéreo en Arganda, en el que la Caza Legionaria pierde al, capitán Luigi Lodi («Marcelli»). Aquel mismo día salen de nuevo los 24 «Fiat)) disponibles, al frente de los capitanes Nobili («Notabili») y Degli Incerti («Tocci»), consiguiendo éste su primera victoria aérea. La Legión Cóndor, por su parte, perdió dos ((He-51)). El parte nacional silencia estos combates. Los partes de Valencia
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se apuntan dos derribos el día 12, cuatro el día 13 y dos «H.einkel» el día 14. El comandante Fagnani («Faroni))) confirma .la orden de no penetrar en terreno enemigo, limitándose a patrullar por encima de las líneas propias. El día 1.5, los ((Junkers-5% no pueden bombardear, al ser abandonados por los «Fiat», ante la caza enemiga. Esta noche el Jefe accidental dei tercer Grupo de (:Ju-,52», el capitán José Calderón Gaztelu, pronunció la famosa frase. ((Matiana mi Grupo bombardeará caiga quien caiga», que supo cumplir muriendo frente a 15 cazas rusos. E! honor de la Aviación quedó a salvo. Pero no era suficiente, había que batir a la caza enemiga. El mismo día 16 es llamada urgentemente la patrulla Morato, que abandona la protección de los abastecimientos al Santuario de la Virgen de la Cabeza y se traslada en vuelo directo a Veladas. Se rúenen todos los jefes españoles de escuadrilla y deciden repetir el bombardeo el día 1s. Morato garantiza que la caza no fallará. El día 17, se traslada en «Dragón)) a Salamanca, para obtener en la Jefatura del ,4ire autorización expresa de su plan. El 18 de febrero, de madrugada, la operación estaba preparada; salen en vanguardia los «Romeos-37)>, detrás los «Junkers-52w, y ila Patrulla Azul formando con el grupo italiano. Al llegar sobre las líneas, los «Fiat» viran para situarse paralelamente al frente, mientras los «Chatos» esperan al otro lado. Los ((Romeos» y los «Junkers» se adentran en territorio enemigo y son atacados. Súbitamente, Morato rompe la formación y, seguido de Salvador y Bermúdez de Castro, se lanzan al combat,e. Vacilación de los italianos, hasta que el veterano y bravo capitán Nobili, que manda una escuadrilla, rompe a su vez la formación en ayuda de sus compañeros. Finalmente, todo el grupo participa en el combate, con tanto éxito, que se derriban tres «Chatos», uno de ellos por Morato, con una sola pérdida. Este combate fue sostenido por la escuadrilla de «Chatos» de La Calle -la primera que se formó con personal esparíol, aunque una de las patrullas era norteamericana-, y la escuadrilla rusa del capitán José, reconoce que fueron derrihasta que llegaron los «Ratas». Tinker bados Ben Lieder, Jim Allison y Harold Dahl, los tres de la escuadrilla La Calle, y otros dos aviones de ias otras escuadrillas. Por la tarde, en nuevo combate, se derriban dos «Ratas», uno de Por esta acción fue recompensado el capitán ellos por Salvador. García $Iorato con la Laureada individual. Este día 18 comienzan 10s duros combates por el Pingarrón.
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Franco aprovechó los hechos relatados para dirigirse al representante italiano en España en estos términos : «.. . mientras el enemigo dispone de aviación, nosotros no podemos llevar a cabo los servicios más necesarios de bombardeo..., ya que se carece de aviones (cazas «Fiat») españoles, por no haberse entregado los veinte prometidos...». Kindelán, por su parte, solicita 40 aviones o mejor 80 (11). Poco después, Fagnani vuelve a Italia. Sus sucesores, especialmente Zotti, Casero y Remondino, borrarían su mal recuerdo. Mientras tanto, el día 16 de febrero, había llegado a Zaragoza la primera escuadrilla de «He-el)), que seguía su mala racha. En un servicio de acompañamiento, chocan Francisco Bofill y el portugués Krug, muriendo el primero y quedando gravemente herido el segundo. La segunda escuadrilla de «He-51)) era la de Salas, que brevemente usó el anticuado (tP. W. S.». Sale para León, vía Cáceres, el 5 de marzo, desde donde opera hasta mediados de mes, en que pasa a Navia. El 20 de abril se traslada a Zaragoza, con escala en Burgos. La tercera escuadrilla de «He-51)) (Martín Campos), que se forma en Sevilla a mediados de marzo, es destinada a Córdoba, ante las insistentes quejas del General Queipo por la marcha de la segunda escuadrilla a Asturias. Empiezan a actuar el día 26 en apoyo del ataque a Pozoblanco. A esta escuadrilla se incorpora el teniente Guerrero, que ha estado volando unos meses en los ((Romeo-37)) de reconocimiento, si bien por poco tiempo, ya que a finales de mes, al entregar los italianos otros tres «Fiat CR-32», pasa a formar parte de la primera escuadrilla Morato. Los pilotos que formaban en estas tres escuadrillas por esta época eran : capitanes, Montero, Salas Martín Campos, Murcia y Guerrero -también procedente de los «Romeo»-, tenientes Atienza y Carlos Serra- hasta ahora pilotos de ((Ju-52»-, y alféreces Senra. Jesús Rubio, Arístides García López, Ferreras, Palmero, Henricourt, Ernesto Ninhuisen, Mariano Ruiz de Alda, Jurado, Vázquez Sagastizábal, Allende, Joaquin Ansaldo, Muntadas y Mazarredo. El capitán Corsoni, también, asimismo del Grupo Romeo, sustituye a Guerrero cuando éste pasa a los «Fiat». Poco después se incorporan Prieto, Careaga, Varona y Santamaría y, en mayo, Rafael Simón y Comas. Los aviones son los cedidos por la Legión Cóndor y los viejos. -(11) Gomá, pág. 192, y Kindelán. pág 76.
Despliegue de aerodromos
de ambos bandos en la primera fase de la guerra (aproximadamente
Cuatro Vientos 1. II. Getafe 1. Barajas 2. Alcala
en 1.” de Abril de 1937)
3. Campo x (Azuqueca 4. Campo xx (Camporreal) 5. Camposoto 6. Manzanares el Real 7. Villalba
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y «Teruel» reconstruidos (12). Contraria«Huesca», (Zaragoza» mente a lo que se hizo con los «Fiat», cuya numeración empezó en el 3-51, los seis primeros «Heinkel-51)) se numeraron del &l» al ((2-6)), y los siguientes se designaron correlativamente; la razón inicial probablemente fuera que los alemanes siguieron la misma numeración española y no había dificultad en registrar sucesivamente todos los aviones, mientras que los italianos numeraban sus aparatos dentro de cada escuadrilla, teniendo asignada cada una de ellas un color diferente (decían, avión 3 rojo, 3 verde, etc.). Posteriomente, se adoptó la costumbre de empezar la numeración dc cada tipo de avión en una cifra diferente. Según se dice, era para despistar al enemigo. La primera escuadrilla «Fiat» denominada *l-E-3)), por ser el 3 el número de designación de este tipo de avión, como continuación del 2, asignado al «He-51)) y al 1 que se asignó a los ((Nieuport-52)) durante la guerra (13), estaba formada por seis aviones que se numeraron 3-51, 3-52 y 3-53 los de la primera patrulla y 3-61, 3-62 y 3-63 los de la segunda. Los pilotos eran los cuatro veteranos (Morato, Salvador, Bermúdez de Castro y García Pardo) y los incorporados Guerrero y Vázquez Sagastizábal. Guerrero, como hemos visto al principio, ya tenía cuatro aviones derribados y Vázquez Sagastizábal tenía un magnífico historial como piloto movilizado del Aero Club de Sevilla, y luego como miembro de la ((2-E-2)) de Salas. Esta escuadrilla actuo desde Córdoba todo el mes de abril hostigando a las Divisiones gubernamentales 19 y 20, recién creadas, especialmente a la primera en el Sector de Pozoblanco. El día 16 de abril atacan al aeródromo de Andújar, desde donde partían los ataques finales al Santuario de la Cabeza (14). En Andújar residía el C. G. de la División 20 atacante. Las operaciones de Aragón exigieron la concentración de las tres escuadrillas de «He-51)) en Zaragoza. El día 7 había actuado la «l-E-2» brillantemente en El Carrascal, en la carretera de Ayerbe a Huesca, pero fue necesario llamar a las otras dos escuadrillas para defender las posiciones al Sur de Huesca. El día 12 de abril, estas escuadrillas participan en las operacio-
90s
(í.2) Estos tres últimos, que tenían los números de matrícula más altos, eran 2-54, 255 y 256. (13) Antes de la guerra a éste avión le correspondía e! número 3. (14) Lugar Nuevo se había evacuado el día 12.
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nes de Carrascal v la ermita de Santa Quiteria, cayendo un «He-51)) en nuestras líneas. El día 13 se obtiene un éxito sin precedentes en Santa Quiteria, posición clave que es reconquistada después de duros servicios de ametrallamiento de las tres escuadrillas, mas otra de «He-46)) quedando abandonados en las trincheras 400 cadáveres, la mayor parte por fuego aéreo. Con oficio número 327, el Jefe de las Fuerzas Aéreas del Frente de Aragón transmite la felicitación del Generalísimo Franco. Las Ordenes de las Fuerzas Aéreas de Aragón de los día 12, 13 y 15, expresan las felicitaciones del comandante Galera (Jefe de la Mehala de Tetuán), del Jefe de la columna de Almodóvar (comandante Amado) y del Generalísimo. La Orden General del 5.” Cuerpo de Ejército del día 15, elogia la actuación de la aviación los días ‘7 y 13, citando especialmente el Grupo 2. Hasta este día se habían hecho muchos ametrallamientos al suelo, pero no se había ensayado, en combate el procedimiento que luego se llamaría en «cadena», consistente en atacar toda la escuadrilla uno detrás de otro, colocándose el jefe de la formación después de la primera pasada a continuación del último aparato, y repitiendo el ciclo hasta agotar la munición (15). El apoyo fue tan próximo, que se ametrallaba metros por delante del legionario que avanzaba, en cabeza portando la bandera nacional. La posibilidad de la operación fue expuesta por el capitán Salas, después de un reconocimiento en que observó una posición propia cercana y gran cantidad de fuerzas enemigas en trincheras rectas, muy fáciles de batir. En un primer servicio sale la escuadrilla «2-E-2)), protegiendo a ocho «He-46», permaneciendo en el aire dos horas y ocho minutos, hasta agotar la mu«loonición, y una vez terminada ésta, dando pasadas y finalmente pings», sobre las trincheras. A continuación ametralla las otras dos escuadrillas de «He-51)p. En un segundo servicio de una hora y tres cuartos, la escuadrilla (2-E-2)) ametralla al enemigo y a los camiones que huyen, hasta volver a agotar !a munición. de los combates se A mediados de mes, el centro de gravedad desplaza del frente de Huesca al de Teruel. El día 16, en Teruel, las escuadrillas de Salas y Montero persiguen a un bimotor de ala baja y puntiaguda al que no pueden alcanzar por estar más alto. Al volver Salas con otros dos «He-51)) hacia el aeródromo de Zaragoza, ven (15) Morato,
Tres meses después este procedimiento por la Jefatura del Aire (norma núm.
25 de julio
de 1937).
fue norma?izado, a propuesta 33. de la 3.S Sección de E. M.,
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siete «Chatos» un poco más altos, a los que ataca. Uno pica y es perseguido por Salas hasta cerca del suelo, cayendo al poco tiempo incendiado. Tinker dice que el piloto derribado fue Tuya, recientemente incorporado a la escuadrilla rusa de Kosekov, procedente de La Calle (ahora mandada por Jiménez). Este día el alférez Arístrdes García López derriba un (Katiuska)). El día 17 salen las dos escuadrillas, en total 17 aviones. Los cinco aparatos de la segunda escuadrilla persiguen a un bombardero, sin alcanzarlo. Estamos a 4.000 metros con un sexto «He-51)) que se les une, pilotado por el alférez Palmero, descubren 10 «Chatos» más aitos que pican hacia ellos y les aguantan el ataque de frente y en subida, hasta salir casi chocando ; de hecho, Palmero choca con un «Chato» en la primera pasada. Posteriormente, se incorporan al combate otros 10 «Chatos» y luego una tercera escuadrilla de caza. El relato que de este combate hace Tinker es muy confuso y está heno de contradicciones y errores. Es evidente que le da una gran importancia y admite que fue muy duro, pero luego habla de una ,abrumadora victoria y de que, al parecer, los nacionales eran novatos, mientras ellos eran todos veteranos. Esto podría tener lógica si hubiera habido una gran desproporción numérica a favor de los nacionales. Según la estimación de Tinker, había tres escuadrillas de «He-51», con un total de 21 aparatos ; en realidad, ninguna de las tres escuadrillas estaban completas, ya que la primera y tercera salieron con seis aviones y la segunda con cinco, haciendo un tota! de 17 aviones. Tinker debiera estar mejor informado de! número de «Chatos» participantes, pero aquí tampoco está claro ; primero habla de tres escuadrillas de seis aviones ; después reconoce que su escuadrilla, que es la tercera en entrar en combate, opera con sólo seis aparatos, por avería en el avión del jefe de la primera patrulla; finalmente dice que la segunda escuadrilla que entra en combate, probablemente la de Kosokov, que operaba desde su mismo aeródromo, dispone de tres patrullas de tres aviones. Esto coincide sensiblemente con los relatos de los pilotos nacionales, pero no que el combate iniciado por una patrulla de tres aviones, ya que Salas y sus pilotos dicen que atacaron de frente y en subida a 10 «Chatos», y pueden equivocarse en un avión, pero no en siete; además, la formación normal de combate de los ((Chatos» era de nueve, quedando la cuarta patrulla de alerta en el aeródromo y para proteger las salidas y los regresos. Tinker admite que la mayor parte de los aviones cayeron en sus
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líneas, luego el combate se llevó a cabo sobre zona gubernamental, y esto tampoco favorece la opinión de Tinker, de que algo raro debió ocurrir entre los pilotos nacionales. Sin embargo, algo raro efectivamente ocurrió. Pero no fue lo raro que dos de las escuadrillas no participasen en el combate, limitándose a continuar patrullando sobre las líneas y r,etirándose al terminar su misión; lo asombroso fue que seis ((Heinkel-51)) atacaran a 10 «Chatos» que volaban más altos y sobre SU territorio, y luego aguantaran el combate con otras dos escuadrillas que vinieron en apoyo de la primera. Hay que tener en cuenta que dada la desventaja manifiesta de 10s ((He-51», ya no se les consideraba como aviones de caza (16). De los cinco pilotos de la segunda escuadrilla de «He-51», el capitán Salas llegó a Calamocha con 18 impactos y la gasolina prácticamente agotada, después de haber ametrallado a un «Chato)) de frente y a otros tres en cola y háber permanecido sobre Teruel hasta que desaparecieron todos los cazas gubernamentales, y allí encuentra a Muntadas, Mazarredo y Joaquín Ansaldo, con sus aviones también acribillados a balazos, excepto el del último ; Allende se vio forzado a tomar tierra cerca del frente, en líneas propias. El alféfez Palmero, que se les había agregado, murió en choque con el (Chato» de Calvo, en , la primera pasada; Palmero era relativamente moderno en caza, pero había efectuado muchos servicios en los «Breguet» de Córdoba. Las otras escuadrillas de «He-51)) no intervinieron ni tuvieron baja alguna, de forma que si es cierta la afirmación de Tinker de que cayeron cinco aparatos en sus líneas, tuvieron que ser «Chatos». Los observadores de tierra nacionales también señalaron siete aviones derribados, y si descontamos los dos «He-51)) de Palmero y Allende, se deduce que fueron cinco íos «Chatos» derribados ; el parte nacional se apuntó siete. Tinker se refiere a este combate como el más reñido de los que había intervenido su escuadrilla hasta la fecha ; para los pilotos de Salas fue sin duda el combate más duro de toda la guerra. La misma noche del 17, Salas recibe un caluroso telegrama de felicitación de García Morato. La Orden General del quinto Cuerpo de Ejército del día 19 destaca la actuación, el día 17, de las tres escuadrillas «E-2)), en el frente de Teruel, que, en combate con mayor número de aparatos los ahuyentaron y consiguieron derribar siete. (16) Dc .suelo y sólo
hecho, 104 pilotos combatían si iban
alemanes habían relegado acompañados de aMalOSa.
al
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al
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al
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SALAS
LAKRAZ<hI.
La Jefatura de las Fuerzas Aéreas de Aragón destaca como muy distinguidos al capitán Salas y alférez Palmero. El día 18, Tinker no refleja actividad de su escuadrilla. Este mismo día, salen Salas y Muntadas agregados a otra escuadrilla de protección de seis «He-51)) a Celadas. Ven caza enemiga, pero no se atacan. Al volver al campo, ,Muntadas reconoció ingenuamente : «Qué miedo he pasado, creía que luchábamos nosotros dos sólos)). El día 19 se efectúan tres servicios a Celadas y Teruel. El día 20 ya tiene la «2-E-2» cuatro aviones en vuelo, y el 21 los entrega al Jefe de la primera escuadrilla. Los pilotos se van a Sevilla el día 22 en el antiguo «DC-2)) de Haya, ahora pilotado por Navarro. El día 26 comienzan las clases de acrobacia con «Jungmeister», y el 30 reciben aviones «Fiat», pasando a ser la segunda escuadrilla de este tipo de aparatos, con la designación «2-E-3». En Aragón, el día 26, de nuevo se distinguen las escuadrillas de «He-51», en las operaciones de Celadas y Santa Bárbara, siendo citadas en la Orden de operaciones del quinto Cuerpo de Ejército, así como los «He-&), «Ju-52)) y unos «Fiat» italianos que acaban de llegar a este frente.
8.
RESUMES
DE L-4 ACTUACIÓN DE LA CAZA UASTA LA FORMACIÓN DEL GRUPO MORATO
Inicialmente, la caza nacional se basó en los tres ((Nieuport-52)) capturados en Granada y en los que había en revisión en el Parque Regional del Sur ‘(actual Maestranza de Tablada). Con este material se consiguieron al menos 10 derribos, de los cuales cuatro los logró Miguel Guerrero, y uno cada uno de los siguientes, por orden cronológico : Pérez y Martínez de la Victoria, Bermúdez de Castro, Garcia Fardo, García Morato, Senra y Salas. El «Norte de Castilla» publicó el derribo de un avión por el capitán Chamorro, pero parece ser que fue una broma de sus compañeros. En combate, Ferriández Tudela fue derribado dos veces, salvándose en ambos casos en paracaídas. Cuesta murió derribado por fuego antiaéreo y Camino en accidente. Bermúdez de Catsro fue derribado desde tierra y levemente herido. Con los «Heinkel-51)) se consiguieron 15 victorias, 5 en agostoseptiembre de 1936 (3 Morato y 2 Salvador), una en diciembre (escuadrilla Manrique Montero) y 9 en abril de 1937 (2 Salas, 1 Arís-
LA
AVIACIÓN
DE
CAZA
NACIONAL
EN
Lk
GUERRA
DE
tlBERACI6N
113
tides García López, Allende, Mazarredo, Muntadas, Ansaldo, Palmero y escuadrilla Martín Campos). Murieron en combate aéreo Arija y Palmero, y en choque Bofill: quedó herido grave en choque, Krung. Con los «Fiat» se derribaron al menos 22 aviones y un globo (Morato 14, Salas 4, Salvador 3 y el globo, y Bermúdez de Castro 1.. No se perdió ningún avión, Hasta esa fecha, 10s pilotos de caza españoles habían derribado, pues, al menos 47 aviones y un globo, destacando Morato con 18 victorias, Salas con 7, Sal,vador con 5 y un globo, y Guerrero con 4. La marca que en estas fechas detentaba García Morato no fue alcanzada en toda la guerra por ningún piloto alemán, italiano Q enemigo. El piloto alemán más destacado en esta primera época fue el suboficial Ihlefeld ; el teniente Harder y el alféfez Bondden alcanzaron siete victoras cada uno, casi todas en el verano de 1937, y su récord sólo fue superado por Oesau. Schellman y Mölders en el verano de 1938. Mölders obtuvo el récord absoluto de la Legión Cóndor, con 14 derribos confirmados. El teniente Degli Incerti (c(Tocci»), que alcanzó su octava y última victoria en octubre de 1937, según él mismo escribió en «Duelli Aerei», no consiguió su segundo derribo hasta julio. Los pilotos italianos más destacados con anterioridad, fueron el teniente Mantelli («Arrighi))) en 193ti, y en 1937 el suboficial Guido Pi-esel, muerto en combate en Vizcaya el día 4 de junio. Por parte gubernamental, Felipe del Río, que murió asimismo en combate en Vizcaya, había ascendido a capitán con antigüedad de 13 de abril de 1937, por tener seis aviones derribados (1’7). Según Tinker, su primer capitán, Andrés García de La Calle, tenía 11 aviones derribados en febrero de 1937. La Calle había ascendido a alférez por derribar un «Fiat» en el frente de Talavera (X3), luego permanece en Rusia desde la primavera de 1937 a fin de afío con la segunda promoción de pilotos ; al final de la guerra mandaba la Escuadra de Caza. Manuel Aguirre López, primer jefe espaííol del Grupo «Rata», también llegó a derribar 10 aviones. El escritor ruso Koltsov asigna al francés Abel Guidez 10 derribos, seis cazas y 4 bombarderos, y a! también francés Rayneau se le atribuyen cinco victorias aéreas. (17) Guceta de Za Repllblica, núm. IlO, de 20 de abril de 1937. (13) Gaceta de Madrid, núm. 24’7, de 3 de septiembre de 1936.
114
JESÚS SALAS LARRAZÁBAL
Según el historiador norteamericano, Raimond F. Toliver, los pilotos de su misma nacionalidad Frank C;. Tinker y Albert G Baumler derribaron ocho aviones cada uno, pero esta marca no la completaron hasta julio de 1937; concretamente, Tinker derriba su quinto avión el 16 de junio y el octavo el í8 de julio. A Harold Dhal se le han asignado cinco derribos, pero no debe ser cierto, puesto que Toliver no lo cita entre los ases de su país. De los pilotos rusos no se conocen muchos datos, aunque el nPravda» del 1 y 2 de enero de 1937, publicó una lista de 17 pilotos de caza «Héroes de la URSS» (H. G. Dahms, pág. 213). Al turcoruso Ahmed Amba se le achacan ocho derribos y seis al comandante Tarrasov, que fue felicitado por los Generales Miaja y Pozas. Serow y Yakushin, conocidos en Espaíía por Carlos Castejón y Rodrigo Mateo, consiguieron un derribo nocturno cada uno. Dahms cita como pilotos rusos destacados a Bjew, Cosjainow y Tescherkassov, además de a Serow.
CIBLIOGRAFÍA
Citamossolamente la Bibliografía específica de la Aviación o la muy relacionada con ella; (para Bibliografía General sobre !a Guerra pueden verse los libros de la Universidad de Zaragoza, de Hugh Thomast de H. G. Dahms, etc.): J. A.: JPara qué? (nMemories de un manorquiste espagnolr). Buenos 1951 y Mónaco, 1953. BEUMELB~UR. G. W.: Kamp un Spanielz: Die Geschichte der Legion Condor, Berlín, 1939. B;EY, W.: Das der Spanienflieger, Leizig, 1939. BONOMI, R.: Mem.orias (nL’Ala d’Italia», 1939 a 1940). 'COT, P.: The tr&mph of Treason, New York, 1954. EVERARD, C.: Luftampj iibey Spnnien, Berlín, 1937. GALLAND, A.: ITzlsqz/au bout sur nos hlesserschmztt, Paris, l%i’. GARCÍA MORATO. J.: Guerra en el Aire, Madrid, 1940. GOMA, J.: La Gueora en ei Aire, Barcelona, lQ50. GUTIÉRREZ fivk, j.: Partes Oficiales de Guerra. Nacionales y Rojos, Madrid, 1942. HIDALGO DE CISNEROS, 1. : Cambio de Rumbo (Memorias), Bucarest, 1961 y París. 1964. HOYOS, M. G.: Pedros y Pablos, Múnich, 1939. KEDING, K.: Feldgeistlicher bei Legion Candor, Gerlín, 1938. KINDELAN, A.: Mis cuadern.os de Guerra, Madrid, lQ45. KOLTSOV, M.: Diario de la Guerra de EspalTa, París, 1963. KROPP, A.: So Kämpfen deutsche Soldaten, Berlín, 1939. (LARIOS, J.: Combat over Spain, New York. lQ66 (Madrid, 1966). ANSALDO,
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AVIACIÓN
DE CAZA NACIONAL
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116
de
Cádiz,
LOS
ERRORES
DEL DOS
LAS
BATALLAS
LIBRO
CASOS
DE
HUGFC
THOMAS
CONCRETOS:
DE BRUNETE
Y TERUEL
por RAFAEL CASAS DE LA VEGA CapitAn de Caballería del Servicio de Estado Mayor
1.
LA BATALLA
DE
BRUNETE
En torno a nuestra Guerra de Liberación se ha escrito mucho, se ha leído bastante, se ha meditado poco y no se ha estudiado casi nada, Si hemos de hacer caso de las estimaciones de los especialistas, nuestra guerra ha sido más comentada que cualquiera de las dos guerras mundiales y probablemente más que todos los conflictos posteriores juntos. El público lector ha acogido este diluvio de papel impreso con acusadas diferencias, aunque puede decirse que en la mayoría de los casos sin excesivo calor. Los comentarios, los folletos, los tratados, las memorias, los epistolarios, han ido añadiendo trabajo para cualquier honesto lector en busca de la verdad. La selva, a menudo, no deja ver los árboles ; es decir, la excesiva proliferación dificulta la búsqueda y asimilación ,del abundante y rico material que yace escondido tras la hojarasca de tan copiosa fronda literaria. Naturalmente, no todos los libros han seguido igual suerte. Algunos de ellos han gozado de un amplio favor popular, consiguiendo ediciones importantes y repetidas, y unos pocos han llegado a interesar a amplios sectores y a convertirse en motivo de polémicas. La propaganda ha contribuido en muchas ocasiones a conseguir tan excelentes resultados. Gori ello no siempre los árboles más conspicuos d,e la selva han sido los más conocidos, aunque sí puede afirmarse que,
ll8
RAFAEL
CASAS
DE
LA
VEGA
para bien o para mal, las ideas que sobre tan importante acontecimiento se van sedimentando no son siempre las que más responden a la realidad ocurrida en aquellos tres años y en este país que hizo y soportó la guerra. Es más, por una tentación cuantitativa, perfectamente explicable, aunque en modo alguno correcta, se ha puesto de moda tratar de explicar nuestra guerra contrapesando opiniones de gentes de uno y otro bando, para tomar como buenas aquéllas que se encuentran más repetidas en los diversos autores. Este méto’do de estudio llmeva anejos evidentes peligros. Una mentira repetida mil veces no se convierte en verdad. Una campaña propagandística excelente no siempre garantiza la exactitud de su contenido, aunque acredite la habilidad de sus autores en este campo. Un centenar, un millar de obras apasionadas de una u otra parte no Idan testimonio real de un hecho, porque lo que por un lado se juzgue como negro, será visto por el otro como blanco ; aunque el hecho, evidentemente, no será ni blanco ni negro, ni tampoco será nunca un neutro, gris, equidistante de ambos extremos. Si la labor de recopilación y estudio de libros, folletos y per%dicos no se complementa con un cuidadoso estudio de documentos reales de ambos bandos, cometeremos cualquiera de los tres errores tan corrientes en obras d,e este tipo : dar la razón a uno, dar la razón a otro, o no dársela a ninguno, dejándola sometida a una torpe e injusta aritmética. Este parece ser el caso de los libros que más impacto ducido en lo que al tema de nuestra guerra se refiere.
han pro-
Quizá uno de los más comentados y discutidos sea L,a guerra civil español, de Hugh Thomas, a quien, a pesar de su apr,eciable intento. de eclecticismo histórico, ponen en la picota tirios y troyanos, sin que su abundante esfuerzo bibliográfico llegue a impresionar seriamente a nadie, 2 Hay razones para esto último o simplemente nos duele que un extranjero se asome a nuestro solar para hacerse juez de nuestra disputa ? En lugar de contestar a esta megunta me limitaré a contrastar una parte del libro de IThomas con los documentos de uno y otro ban.do, debidamente autentificados por las firmas y sellos convenientes, que fueron ,origen o consecuencia de las acciones que, en la parte del libro que vamos a examinar, tratan de explicarse.
LOS
ERRORES
DEL
LIBRO
DE
HUGB
THOMAS
11%
La parte escogida para este contraste es la referente a la batalla. de Br-m-rete, a la que el seííor Thomas dedica seis páginas (de 385 a 390, edición española, París, Ruedo Ibérico, 1962). Página 885. El planteamiento que de la batalla se hace es sumamente defectuoso y no sólo por la existencia de errores, como después se verá, sino por la omisión de detalles o circunstancias indispensables para una correcta comprensión del hecho. En este orden de ideas resalta, en primer lugar, el silenciamiento del principal organizador de la acción, el militar profesional don Vicente Rojo, alma $de las tres grandes batallas perdidas (Brunete, Teruel y el Ebro). Seguidamente, es curioso que un historiador de temas militares desconozca que la batalla tenía un esfuerzo secundario que había delanzarse contra las posiciones nacionales al Sur de Madri,d, y cuya finalidad era establecer contacto con el ataque principal al Este de Brunete, para dejar cercadas las tropas que, como un dogal, ciñeron el contorno de la capital des!de noviembre de 1936. Este importantísimo detalle da a la batalla toda su dimensión y explica por sí mismo la inconsistencia básica de las previsiones dé1 mando rojo (1). En cuanto a los errores antes aludidos parece notable que el señur Thomas desconozca o no diga los números de las Divisiones que integraban el XVIII Cuerpo ,de Ejército, creado precipitadamente y por mera yuxtaposición de Divisiones para la «discutida ofensiva» (2). Es igualmente incorrecto dar el número 69 a la División 39. man-dada por el «músico Durán» (3). (1) Sobre la certeza de este dato pueden examinarse los trabajos del comandante Martínez Bande y teniente coronel López Muñiz (R&& de Historia Militar núm. 5 y La batalla de Madrid) ; así como las directivas y órdenes que dier,on origen a la batalla, y cuyos originales se conservan en d Archivo de la Guerra de Liberación del Servicio Histórico Militar. (2) Divisiones lo, 15 y 34; después ,se añade la 45. Estas Grandes UnidadeIs estaban
(3) jorna
integradas
por
Div. Div. Div. Div.
18: Brigadas 15:Brigadas 34. Brigadas 45: Brigadas
las
siguientes IJ, XIII III, XII
Brigadas
:
XXX bis y CXI. y XV, ambas internacionaks. XVI y IIXVIII. y CL, ambas internacionales.
Se forma la 39 con laa Brigada6 a la Divisimón 46, mandada por El
XLIX,
LXIX
CamipeUino.
y CXIX.
Releva
en Qui-
RAFAEL
120
CASAS
DE
LA
VEGA
Pero más importante que el hecho de que el señor aludido conozca o no determinados detalles, quizá de poca importancia desde su punto de vista, es que afirme, con la natural sorpresa para cualqmera que conozca el terreno y la situación militar del momento, que al «avanzar hacia el tranquilo pueblo de Brunete... quedarán copados todos los atacantes de Madrid por el Oeste» ; curiosa manera de copar a nadie mediante el simple avance hacia un tranquilo pueblecito. Resulta interesante anotar igualmente que en la batalla tomaron parte por el lado rojo nada menos que 33 Brigadas Mixtas (4), de ellas, seis internacionales. Pues bien, el señor Thomas no cita sino tres, la XI, incluida en la 35 División, y las XIII y XV, de la 15 DGvisión. Faltan por citar, sólo de las internacionales, la XII y la CL, incluidas en la División 45, mandada por Kkber, y la XI.V, que sólo actuó al final de la batalla con importante número dc bajas. El número total de Brigadas olvidadas se eleva a la importante cifra de 30 ; parece demasiado.
.que
(4) Cuadro de ias unidades tomaron parte en la batalla
C. E.
Div.
v
ll 46 35 39
14 34
XVIII
10 15
45 -
!
Brigada, :
Divisióz1
y Cuerpo
de
Ejército
Díns de entrada en combate
Brigadas
1, IX y c ................................. x y CI ...................................
6 6
......................... XI, XXXII y CV111 XLIX, LXlX y CXIX ....................... ............................. LX y XXXIV. ............................ LXX y XCVJII
22 24 24
7
.......................... III, XVI y LXVIII II, XXX bis y CXI ......................... XIII y xv ................................ XII y CL ................................. CLI.. .................................... XCIV XXVIII XLIY,
#ESUMEN:
rojas tipo de Bnmete
C. E. V. ............... c. E. XVIII ............. Otras ..................
9 7
7 11
21 14 20 24
y xcv .............................. ................................... LXIX, CXIX y XIV ...................
15 Brigadas. 11 n 7 B
Total
.......
33 Brigadas.
LOS
ERRORliS
DEL
LIBRO
DE
HUGH
121
THOMAS
La página 385 termina con la afirmación de que la «ofensiva de Brunete, había sido discutida en toNdos los cafés de la República durante tres meses» ; cuando la verdad es que tal ofensiva fue mantenida con el mayor secreto, conforme puede verse en el trabajo del teniente coronel Mat’eo Marcos, Un caso conweto de .información, en «EjérI cito», numero 27, mayo 1942. Página 38G. A los pocos renglones aparece un primer error de bulto. No hubo «preparación artillera y aérea», y la 11 División, mandada por Líster, se infiltró profundamente entre las posiciones nacionales y llegó a Brunete sin resistencia apreciable. Pero sería inte-. resante que el señor Thomas explicase congruentemente las semejanzas que aprecia entre este modo de obrar utilizado por Líster en Brunete y (te1 empleado por los nacionalistas en Bilbao»,
NOS deja tranquilos el hecho de que entre los nacionaltes no figuraran los ((irlandeses del general O’Duffy» ; creemos que tampoco andaban por allí los jinetes tártaros ni los colonos boers. Pero no podemos creer que la 12 División de Asensio fuera traída de Guadalajara. En realidad el general Asensio no llega a la zona de Brunete hasta dos días después, y a sus órdenes se crea la que se llama División Provisional del Guadarrama, que llegó a contar con más del doble de las Unidades con que solían contar por entonces las Divisiones nacionales. Tales Unidades, pertenecientes a diversas Grandes Unidades fueron llevadas ,de las inmediaciones del frente de Madrid, incluida la cabeza de puente del Jarama (5). Respecto a la 13 División (también «de Guadalajara», como la 150 de que después hablaremos), no fue llevada desde ninguna parte, ya que sus batallones se encontraban en reserva en las zonas inmediatas a la que fue escenario de la batalla (6). La 150 División fue trasladada (desde Cáceres a Brunete en un tiempo récord. Ahora bien, pretender que las tres divisiones se encontraban en el campo de batalla «a mediodía» es ignorar en absoluto lo que una División representa en hombres! ganado y material. Y, claro, no saber lo que es una División no es el mejor antecedente para escribir un libro cuyo protagonista es la guerra. La J,egión ,Cóndor y parte de la artillería pesada fueron enviadas (5) versw (6)
ata
División
llegó a tener
Grandes Unidades. hs ,prjmers Unidades
que
26 Unidadess acuden
tipo
a la zona
Batallón atacada
procedente
sí4nde
esta
de diD.ivisión.
122
RAFAEL
CASAS
DE
LA
VEGA
lo más rápidamente posible desde el frente del Norte, aunque resulta malicioso olvidar que no fue sólo la Legión Cóndor la que actuó en Brunete sino también, y sobre todo, las Fuerzas Aéreas nacionales y algunas unidades italianas. Pero en (el recuento de «refuerzos» se nota una gran falta. Nada menos que dos Divisiones, ,esto es, veinticuatro batallones de Infantería, y otras varias unidades que, como las tres Divisiones del XVIII Cuerpo de Ejército rojo, se escapan a la perspicacia investigadora del señor Thomas. Las Divisiones nacionales «olvidadas» son precisamente la 4.” y 5.” de Navarra, que aunque por entonces se llamaban Brigadas, tenían los efectivos de aquella Gran Unidad. Y seguimos con los pequeños errores. Brunete no cayó hacia el mediodía, sino a las 7,30 horas del día 6 de julio. Es decir, a las pocas horas de iniciada la infiltración y, prácticamente, sin resistencia (7). De nuevo, y siguiendo con su exposición, resalta el escaso conocimiento del autor en relación a las posibilidades de las unidades armadas. -4firma Thomas que la XV Brigada Internacional (anglosajona en gran parte) ataca Villanueva d,e la Caña’da, Villanueva del Pardillo y Villafranca del Castillo. Una Brigada, señor ‘Thomas, por muy anglosajona que sea, actúa en una ímica dirección, combinando el fuego y movimiento de sus batallones y unidades de apoyo. Por ello es teóricamente imposibl,e que la Brigada XV actuara (al parecer simultáneamente) contra tres pueblos separados ‘entre sí por distancias del orden de 6 a 8 kilómetros, y dispuestos en forma de triángulo rectángulo. Pero si t,eóricamente resulta imposible el ataque descrito, históricamente es falso por completo. Villanueva de la Cafiada fue atacada por fuerzas de la 34 División, con la ayuda de un Bata!lón (francés) de la XIII Brigada internacional. Vil!anueva del Pardillo fue sitiado y ocupado por unidades de la 10 División, con la cooperación ,de un Batallón (italiano) de la XII Brigada internacional. Por último Villafranca del ‘Castillo fue asediado por fuerzas de la 34 División, pero no fue ocupado, como erróneamente informa más adelante el aludido autor inglés. Naturalmente, esto significa que el primero de los pueblos citados no fue conquistado por el batallón de sus compatriotas, como también gratuitamente afirma, ni que la ocupación se produjera al día siguiente, sino el mismo día del ataque, al atardecer. .--(7) Listen-,
Conviene Je’fe que
que el seiior fue de ,la ll
Tlhomas División
consulte, entre otro.s, roja (Nuestra guewe.)
el Gbro
de
Enrique
LOS
ATALLA
ERRORES
DEL
LIBRO
DE
HUGH
THOMAS
123
DE BRWW’E
Croquis
ne 1
El planteamiento
de la batalla
:
t/ Illescas
la Reina
Direccibn pral. del ataque rojo Direcciones eventuales Direcciones secundarias escsca s
0
L
SI
Y
mjuer
124
RAFAEL
CASAS
DE
LA
VEGA
Afirma después, y cita nada menos como autoridad al teniente coronel Miksche, que «ochenta tanques fueron lanzados sin éxito contra Villafranca». Lamento diferir de tan ilustre tratadista. De acuerdo con un estado oficial de reparto de carros de combate el día 17 de julio, resulta que el XVIII Cuerpo de Ejército, atacante de Villafranca, no contaba sino con once vehículos de esta clase, cinco de ellos agregados a la 45 División y seis a la 10. El total de «tanques» a la sazón (cifras oficiales) asignados al Ejército de Maniobra era de 56, de los cuales nada menos que 35 estaban en reserva. Tendremos ocasión de volver sobre otra curiosa cita de Miksche sobre la batalla de Brunete. Más adelante, afirma que «el 8 de julio, El Campesino.. . llegó a las primeras casas.de Quijorna», y que «al día siguiente, conquistaba el pueblo». No, señor Thomas, no fue tan fácil la conquista de Quijorna ni fue tan tarde el ataque. El Campesino (puede escribirle personalmente si gusta) llegó el día 6 frente a Quijorna y se estrelló ante el pueblo repetidas veces, frente a fuerzas muy inferiores, hasta que un batallón nacional levantó el cerco e hizo posible la salida de gran parte de los defensores y de casi toda la población civil. Que por cierto y según SUS propias palabras, no quería volver a ver por sus calles, convertido en héroe comunista, al capataz de las obras de la carretera, que había convivido con ellos años antes y al que conocían bien. «...Boadilla, constantemente atacada, seguía siendo defendida por Asensio». No, señor mío : Boadilla del Monte no fue constantemente atacada por nadie (8). En sólo una ocasión fuerzas menores de los efectivos de un batallón, acompañados de algunos carros de combate, llegaron a situarse a menos de un kilómetro del pueblo, pero tras un breve combate, se retiraron por donde ha’bían venido. La razón fue la ocupación por parte de los nacionales de las alturas que dominaban el Guadarrama por el Este. Ante el paredón del Vértice Mosquito y el Caserío de Romanillas, se estrellaron los sucesivos y no demasiado decididos asaltos de las Brigadas internacionales XV y XIII (9). L a 1ínea de alturas que definen estos puntos dista de Hay ana
cdecci& de Lwpenpon:bles del E. M. del Ejército de Maniobra fiimadw y sellados en el Cuartel General del mkmo, en los que 6e fos pojos no reba’saron la línea de alturas definida aprecia que, en Iíneas generales, por Mosquito y Romanillos,a una prudente distanciade Boadilla. (9) Cuyo historial militar en la batalla no ftie precisamente brillante. La XV no logró en ningún momento ctrbrir los objetivx señalados por el mando, y en (8)
,fechados,
LOS
ERRORES
DEL
LIBRO
DE
HUGIII
THOMAS
126
Roadilla una distancia del orden de 4 a 6 kilómetros, lo suficiente para poner en cuarentena otra afirmación gratuita: «Tras una violenta lucha en torno a .Boadilla...». Termina la página con otro «errorcillo» sin importancia: «Lister se encontraba a tres kilómetros al Sur de Brunete». No, mister Thomas : Lister estaba en Brunete y sus posiciones más adelantadas a menos de un kilómetro al Sur del pueblo. Que no es igual (10). Página 381‘. Esta página , gracias a un gráfico de la batalla, lleva poca linotipia y por ello no tiene sino un grave error : c(A continuación hubo una pausa de tres días en la Batalla de Brunete». El 15, 16 y 17 (éstos deben ser los días a los que ?e refiere) no hubo pausa. En el sector del río Guadarrama se luchó para conseguir una base de partida apropiada para el previsto ataque nacional del día 18 (ll). Por lo demás, esta página abunda en el ,desborda,do entusiasmo y parcialidad del autor por sus paisanos. Cualidades que parecen, en ocasiones, vedarle una visión más de conjunto y objetiva de la batalla. Págim 588. En la descripción del ataque del día 18 se mue$ra Thomas especialmente desafortunado. Ni Sáenz de Buruaga atacó por la izquierda, ni Asensio por la derecha. Por la izquierda lo hizo la 4.” Brigada de Navarra y por la derecha, dos días después, la 5.” (12). El ataque de la izquierda, aunque no tuvo el éxito que se había propuesto, ocupación del Vértice Llanos, logró romper las líneas rojas y encaramarse al cordal del que dicho vértice forma parte. El de la derecha logró dominar la parte Sur, divisoria de aguas entre el Aulencia y el Guadarrama ; con ello se pusieron las premisas indispensables para el triunfo final del Ejército nacional. Este hecho -__--hubo
ambas
repetidos
conatos
de insurrección
y de evidentes
antes
dan
deseos
de abandonar
la lucha. (10)
Los
s.perponih!es
que
Ue citan
buena
prueba
(ll) En el flanc,o del Guadarrama se lwha en estos días importantísima dtvkoria de a.gguas entre los ríos Aulencia y cionales atacan infructuo9sa~mente, pero con gran violencia y al SE. de Villanueva del Pardillo (día’s 16 y 17), <mientras que condiciones, tratan de ocupa: Loma Artillera. desconoce (12) Unidades que, como ya hemos apuntado. parte
en
la batalla.
de ello.
por la posesión de aa Guadarrama. Los naefectivos, la csota 660 los rojos, en anl’og-ars el autor
que
tomaran
X26
RAFAEL
CASAS
DE
LA
VEGA
fundamental es deconocido por el historiador militar señor Thomas, así como el fracaso de la 15 División (mandada por «Gal», ruso, e integrada por las Brigadas XIII, eslava, y XV, anglosajona) en la más importante misión de la batalla. Ambos hechos, junto con la escasa resistencia de la División del comunista Lister y la ineficacia para el contraataque de la División 14, contribuyendo al deficiente planteamiento realizado por el Estado Mayor Central rojo, dieron lugar al conocido desastre del día de Santiago de 1937, sin olvidar, como es lógico, la acertada dirección y ejecución de las fuerzas nacionales. Pero no hemos terminado aún. Lo que hemos ,dicho respecto al ala izquierda y derecha del ataque del día 18, podemos asimismo decirlo del ataque final del ‘día 24. Olvida Ide nuevo Thomas las Brigadas navarras. Y por último, echando un cuarto a espadas a teórico de la táctica, afirma nada menos que Varela ganó la batalla siguiendo los consejos del alemán Von T,homa. Cita para ello al «checo Miksche, que mandaba un grupo de baterías del lado republicano». Dicho señor, Miksche, en su libro Blitzkrieg afirma que los «tanques» republicanos no dieron yesultasdo positivo por haber sido utilizaáos dispersos en apoyo de la infantería. Según trhomas, Varela, «ante la insistencia del Alemán Von Thoma, concentró sus «tanques» para lograr un punto táctico de perforación (schwerpunkt)...)). Una bonita teoría que, como antes vimos con 91 :ataque a las dos Vi’llanuevas y a Villafranca, no coincide con lo realmente sucedido, ya que (aparte del juicio que pudiera ésto merecer al gran teórico Miksche) los carros empleados por los nacionales en su ataque fueron tres Compañías, de las cuales, dos acompaííaron a la 6.a Brigada navarra (flanco derecho) y la otra fue empleada en el flanco izquierdo de la 13 División. La ruptura se produjo, precisamente, en el flanco derecho de la 13 División, y fue lograda por el empuje de los infantes de Alvarez Entrena y Molero, en conjunción con una distribución apropiada de la potencia de fuego artillero y una masiva acción aérea que no pudieron resistir los hombres del Ejército Popular que ocupaban el fondo de la bolsa, en el que prácticamente estuvieron, como prisioneros, veinte rigurosos días del caluroso verano de 1937.
La ocupación
de Villanueva como primer
de la Cañada 3’ Brunete, ponderada éxito ofensivo del ejército popular. (S .4BC»
de Madrid
en la prensa
roja
del 20 de 3dio de 2937)
La ocupación de Teruel fue celebrada cuando su ejército conquistaba
en la prensa la primera
roja como el cambio de signo de la guerra, y única capital en toda-la campaña.
(u ABCv de :Wadrid del 28 de dicicmhre de 1937)
LOS
ERRORES
II.
DEL
LIBRO
DE
HUGH
THOMAS
127
LA BATALLA DE TERUEL
En la visión de la batalla ‘de ITeruel, Thomas se muestra menos táctico, más precavido. La longitud de las operacion,es y la coincidencia en el tiempo con acontecimientos de importancia, le permiten tr+ tar el problema de una forma fragmentaria y, desde luego? mucho más discreta. Sin embargo, los errores y las ((distracciones)) son de manifiesta importancia. Cierto que Thomas aduce sus apreciados «testimonios» históricos, recogidos en una revuelta y contradictoria bibliografía; pero, cierto también que nuestro pretendido gran historia’dor se limita a espigar lo que encuentra más verosímil, o más de acuerdo con sus prejuicios e intereses (al menos en lo táctico, como se probará inmediatamente). Una vez más pone de manifiesto la falta de un proceso científico y desapasionado de análisis de datos convincentes, y, lo que es peor, se limita a hilvanar un conjunto de conclusiones que: lejos de dar una idea de la gran batalla, la hacen aparecer como una serie de combates aislados, sin el nexo preciso para dar al lector cabal idea de SU verdadera importancia y sin que se pueda deducir de la exposición un juicio valorativo de su trascendencia en la marcha de las operaciones militares subsiguientes. Para este estudio he utilizado la edición Penguin Books, de 1965, en inglés ; la cual parece ser una edición revisada sobre la primera, realizada en 1961. P~@za 6%. Comienza la narración de la batalla. En ella se establecen una serie de ingeniosas «conclusiones» de carácter muy periodístico, aunque un tanto gratuitas; como -por citar sólo una de ellas- , la presunción de que el sistema de información de los nacionales era pobre al pensar que -en caso de ser atacada- Cataluña sería el centro de la resistencia republicana y no se entregaría (.Nota 1, página 638). P.ero entrando en la materia de la batalla propiamente dicha, nos encontramos al final de la misma página con una importante tergiversación. Textualmente se dice : «El Ejército ,del Este, a las órdenes de Hernández Sarabia, realizaría la parte fundam,ental del asalto a Teruel, y habría de ser asistido por el Ejército de Levante.»
128
RAFAEL
croquis fo /uch
f?? eo /orno
2 0 Rrue/
CASAS
DE
LA
VEGA
LOS
ERRORES
DEL
LIBRO
DE
HUGH
THOMAS
129
La realidad es muy otra. Las grandes Unidades, tipo Cuerpo de Ejército, que intervienen en el cerco y posterior ataque a la ciudad, son tres (Xx11, por el Norte; XX, por el Este; y XVIII, por el Sur). Estas tres G. U. s., tendrán cubiertos sus flancos por otros dos Cuerpos (al Norte, derecha, XIII ; al Sur, izquierda, por el XIX) y, como reservas, tendrían dos Divisiones al Norte, una Brigada al Este y dos Divisiones al Sur. El mando de la operación se lo reservó el propio Ministro de Defensa, Indalecio Prieto, secundado, en calidad de Jefe ,de E. M., por el general Vicente Rojo. El órgano de mando adaptado para la acción fue el Estado Mayor del Ejército de Maniobra. El mando de las fuerzas inicialmente actuantes quedaba a cargo del coronel Hernández Sarabia, a la sazón Jefe del Ejército de Levante (no del Este, Cataluna; sino d.e Levante, Valencia). Ahora bien, las grandes unidades citadas no pertenecían al Ejército de Levante ni al Ejército del Este, como erróneamente dice Vhomas. Eran una mezcla de muy diversas procedencias (13) y, en rigor, las mejores del Ejército republicano. Su éxito o fracaso en esta primera ofensiva de importancia, había de repercutir profundamente ,en el posterior desarrollo de los acontecimientos, de tal manera que en iTeruel, por iniciativa roja, se había de decidir inequívocamente la suerte de la guerra, al forzar el encuentro entre las dos grandes masas de maniobra de ambos contendientes. Página 699. Se afirma en ella escuetamente : «Las Brigadas Internacionales descansaron durante te de estas operaciones.» (13)
Procedencia CE XX11
de las cf,ormado (con
‘una
Divioi’ones al efecto)
la primera
que intervinieron inicialmente en Teruel (Div. 11: Ejército de Maniobra). (Div. 25: Ejércko de Maniobra).
CE
XX
Div.
propia)
(Div. (Div.
40: Ejéxito 6%: Ejércit.o
Levante). Maniobra).
CE
XVIII
(con
1 Div.
propia)
(Div. (Div.
34: 64:
Maniobra). Levante).
‘CE XIII CE XIX Reservas
(flanco (flanco flanco
Norte) (Div. 42: Ejército Levante). Sur) (Dim. 41: Ejército Levante). Norte (Div. 39: Ejército Levante). (Dfiv. 35 : Ejhcit.o, Maniobra).
Reservas
flamc’o
Sur
Reserva
Este.
Brigada
(Div.
47:
Ejército Ejército
Ejército Maniobra). (Div, 70: Ejército
S7 de la 40
Division.
de Maniobra].
par-
:
ISO
RAFAEL
CASBS
DE
LA
VEGA
Cierto, descansaron. Pero no con la anuencia del Mando de la operación. Hay una Orden Particular dirigida a la 35 División (14) en 3a que se le or’dena atacar en la zona de Singra (15). La orden, con toda evidencia no se cumple. Parece que, según testimonio de Thomas y con la evidencia del Conde de Atlee (1 Qué pensarían nuestros comunistas y anarquistas de ver a todo un Conde ,diciendo : (( 1proletarios de todos los países, uníos! » !), la XV Brigada estaba por entonces celebrando la visita de importantes personalidades laboristas inglesas. Al final de mes, y a pesar de otra patética (16) llamada para que acudan al frente, al menos para que se sitúen en la zona AguatónCamañas, como se les ordenaba en la orden incumplida de 27 de diciembre, las poderosas Brigadas Internacionales decidieron seguir descansando y recibiendo visitas d.e propaganda política en la zona de Alcañiz, donde no llegaban las balas de Teruel. No traduzco lo que en la misma página se dice de Teruel por no irritar a los turolenses, que bastante sufrieron con el cerco de los amigos del Conde Atlee. Pero no quiero pasar por alto el error en que, por copia indiscriminada, incurre Thomas en la nota número 1 de esta página 639. ‘Dice en ella que la 70 División actuaba con el XVIII Cuerpo de Ejército, cosa que no es cierta; asimismo se olvida de citar tres Divisiones y una Brigada que estaban prevenidas como fuerza de reserva (léase la nota número 1) y cuya actuación fu.e casi inmediata al desencadenamiento de la ofensiva, especialmente las Divisiones 39 y ‘70 y la Brigada 87 (de la División 40 de Carabineros. Pá@zd 640. Dejándose llevar de nuevo por la impulsividad periodística, afirma : «PI las siete en punto .de la tarde el cerco era completo.» Ni aún como figura retórica es admisible tanta precisión horaria. Ni aún en un conferenciante (?) de la Roya1 Military .4cademy, Sandhurst. En primer lugar, porque estas cosas son más complicadas que lo que puedan parecerle y, en segunsdo, porque cl XVIII Cuerpo de (14) La 35 Divi&ón, mandada por Walter, estaba compuesta en este tiempo por las Brigadas XI y XV, y, de acuerdo con las órdenes recibidas, debía estar preparada para interveni:de un modo inmediato como parte constitutiva que era de las rewrva.s del Hanco xorte. (í5) Legajo ‘779, Carpeta 4. En el Archivo de la Guerra de Liberación (A. G. L.). (16) Telegrama a la 35 División de fwha 30 de diciembre de 1937.
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DE
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THOMAS
Ejército no había ocupado Campillo y no lo ocupó hasta el día 16. Con ello, a través de La Muela y el pueblo cita,do, quedaba abierto un ancho portillo a la zona nacional, como lo demostraron, replegándose sobre ella, algunos elementos cercados en el indicado Campillo. Más adelante, en Ia misma página 640, asegura : «Franco, sin embargo, no decidió hasta el 23 de diciembre suspender la ofensiva de Guatdalajara...)) De nuevo el impulsivo periodista se impone al sesudo historiador. <Cómo ha logrado saber el sefior Thomas en qué preciso momento decidió el General Franco abandonar sus proyectos ofensivos en Guadalajara? En un libro tan «científico» como el que Thomas ha decidido escribir, no se pued,en decir estas cosas. Es comprensible el desliz en un editorialista violento o en un reportero oportunista. También es admisible, y hasta resulta gracioso, en una novela, tipo Western. Pero no en un libro que quiere ser serio. No es fácil averiguar cuándo un hombre, tan hermético (gracias a Dios) como el Generalísimo Franco, adoptó tal o cual decisión. Pero sí es posible buscar los datos convenientes para saber cuándo puso SU decisión en práctica. Resulta que el primer documento oficial (17) en que se ordena el; ataque para levantar el cerco de Teruel está fechado en (Medinaceli, a las doce horas treinta y cinco minutos del día 22 de diciembre de 1937, y está firmada por F. Franco. Empieza el documento diciendo : «Estimo de la máxima urgencia atacar a fondo y poniendo en ello el máximo esfuerzo para llegar a ‘Teruel...» Después, en el contexto, se exponen las fuerzas que van a realizar el ataque, su articulación, sus zonas de despliegue, sus direcciones de esfuerzo, etc. Un documento complicado, como se ve, que requiere horas o días de trabajo. Un documento que, sintomáticamente, está firmado en Medinaceli, al lado geográficamente de la zona ,de operaciones. Es probable, pues, que el General Franco hubiera pensado antes seriamente en el problema y hubiera, como consecuencia, decidido el ataque antes, bastante antes, del dIa 23. Pero no es esto todo, ni mucho menos. El traslado de unidades al frente de Teruel se inicia el día 15, el mismo día <del ataque rojo, y dura a lo largo de los últimos días de diciembre de 1937 y primeros de enero de 1938. Para la acumulación de las fuerzas necesarias
para
(1’7) Legajo X?, Carpeta liberar Teruel )j.
36.
En
el A.
G. 1.. : «Directiva
wbre
las
crperaciones
RAFAEL
132
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DE
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VEGA
para levantar el cerco no disponían los nacionales de otra vía de comunicación ‘que la carretera y ferrocarril Zaragoza-Teruel. E! rendimiento de estas comunicaciones, dominadas en largos trayectos por las posiciones rojas en Sierra Palomera, era inferior al normal. En estas condiciones la operación debía de ser forzosamente premiosa y mucho más lenta de 10 que convenía. No obstant,e, el día 16 un telegrama da cuenta de que estaban ya en contacto con el enemigo tres Batallones, una Compañía y dos Baterías (además de las fuerzas que con anterioridad guardaban la línea en la parte no ocupada por el enemigo) ; asimismo daba cuenta de la Ilega,da ,de seis Batallones y una Batería (lS), e informaba de la salida de !Carinena de otras seis Unidades tipo Batallón. E! mismo día 16 hay una Orden del Cuarkl General del Generalísimo al General Jefe del Ejército del Norte, disponiendo que la 81 División fuera trasladada en camiones a Cella. Y también en dicho día se inició el movimiento de varios grupos Antiaéreos de 88 y 75 mm. El 17 se crean ,el Cuerpo de Ejército de Aranda (Norte del Turia) con restos Div. 52, 3 Bons. de la 53, 3 Bons. de la 84 y la Div. Sl ; y el de Varela (Sur del tT’uria) con las Divisiones 1 y 61. El 18 se envía a Teruel la Agrupación de Carros del General Yagüe. El 19 SC trasladan las Divisiones 62 y 82 con su Artilletía, más dos Grupos de tres baterías de 155, tres Baterías de 105 y dos de 65. El 20 se mandan las Divisiones 1.8, 61 y 64. Como se ve, en los días que siguen al 15 se produce un intensísimo tráfico por las dos vías disponibles para concentrar, en un plazo mínimo, una masa de maniobra suficiente para contestar a la ofensiva roja con una aceptación plena ede la batalla planteada. Todo ello es mucho más que un indicio de que la decisión estaba tomada mucho antes de lo qu,e gratuitamente afirma Thomas. Para terminar con la página 640 conviene advertir a éste y otros historiadores de nuestra guerra, que en ésta, como en todas las ocasiones, el General Franco tuvo siempre más en cuenta las conveniencias nacionales y los dictados ,del honor que los consejos o las críticas extranjeras de uno u otro bando. Recuerden siempre el Alcázar de Toledo y saquen verdad,eras consecuencias.
Página 641. Dice Thomas que las tropas de Varela y Aranda... «... Eran protegidas por la Legión Cóndor.» Sí, cierto, pero sólo en parte. La Legión Cóndor, alemana, apo(18)
Media Brigada
de In 5Z y media Brigada
de la 54.
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yaría sólo a Varela; mientras a Aranda le apoyaría la Brigada Aérea Hispana. Esto en lo qu.e se refiere a las operaciones entre el 23 y el 27 de diciembre. Posteriormente, en la Instrucción General número 5 sobre actuación de la aviación de cooperación, se dan normas en las que, junto a la Legión Cóndor, aparece la Brigada Aérea Hispana y la Aviación Legionaria, como «Aviación Independiente», además de tres grupos y una Escuadrilla, dotados de diverso material como «Aviación dc ‘Cooperación». La alusión de Thomas bien puede considerarse, en consecuencia, insuficiente, cuando no un tanto tendenciosa. La página 641 continúa informándonos así: «Los Ejércitos de la República, formados por ex milicianos, actuaban como un ejército formidable y disciplinabdo.)) Pues tampoco. Eran mucho mejores que antes de la cr.eación del Ejército Popular, pero no eran «formidables» y menos aún «disciplinados». Y no eran formidables porque, cuando sus adversarios reunieron las fuerzas precisas, los hicieron abandonar las posiciones ocupadas por infiltración y masiva superioridad de medios. Pero menos aún eran disciplinados, ya que los jefes de las Grandes Unidades (entre ellas la 35, internacional, y la 11, comunista), se negaron varias veces] a cumplir las órdenes. Los soldados de la 68 y los carabineros de la 40 huyeron vergozonsamente en la tarde del día 31 (19) y sin que nadie les persiguiera, Lo mismo suc.edió con los anarquistas de la 25 División y con los hombr,es de la 81 Briga,da. Lo mismo hubo de pasar mgs tarde con otras Unidades. Al parecer, fue frecuente el castigo máximo por cobardía. Hay órdenes en que se da cuenta de haber tenido que fusilar seis individuos (20) y hay un parte, firmado por el :Mayor Nieto en el que se comunica al mando que 42 hombres fueron pasados por las armas por negarse a combatir (21) to,do esto, con rohos y otras (19) Del ,parte del Comisario del XX11 GE. Refiriéndose al día 31 de diciembre 37, dice: [Fuerzas de dinemas unidades abandonaron @us pokcioxws sin motivo que lo justidicase. La 68 División abandomó completam,ente ,sus líneas y Ba 40 de’sguamece por completo Teuuel... A las siete de aa tard’e ise hallaba Teme1 comlpltetamente abandonad,o» QLegaj,o 1013, Canpeta 19, A. G. L.). (20) arden general del Ejército de Maniobra de 31 de diciembre de 19.37 encontrada en una .orden del XIX GE PI día 2 de enero de 1938 (Legajo 1004, Ckrpeta 2, A. 6. L.). (21) El día 20 de enero de 193% el Jefe de la 40 División,, Mayor Nieto, da cuenta al Jefe del Ejército de Levante de haber fusilado 42 hombres, sin formación de causa, y pocesado a otros 80, pur negarse a obedecer las órdenes de volver
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RAFICEL
CASAS
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Batalla de Teruel. Petición de fuego en francés al comandante Agard, jefe de artillería de la 35 DivisiOn, mandada por el «general Walter», polaco del ejército SOviético, cuyo nombre era Karel Swierezwski. (Avchiz~o
del Servicio
Histórico
Militar.)
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THOMAS
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pequeñeces (22). Más adelante, en la misma página 641, indica que los «nacionalistas sufrieron más por el frío a causa de no poseer fábricas textiles...)). Es Idifícil saber quien sufre más o menos. Pero hay evidencia .de que los milicianos de la 25 División estaban mal de calzado y de prendas de abrigo (23). Igualmente la hay ,de que el Gobierno republicano exigía a los movilizados llevar d,eterminadas prendas de vestuario y equipo. Finalmente, los moros no tenían mejor ni peor vestuario de invierno que sus compañeros, y, según autorizadas opiniones, se daban en ellos menor número de congelaciones (24) que en otras tropas, probablemente por no ingerir bebidas alcohólicas. La página termina diciendo : «Prieto había insistido que los paisanos que estaban con los nacionalistas no fueran dañados. Esto excluyó el uso de grandes minas subterráneas.» Lo primero es cierto. Lo dijo el Ministro de Defensa repetidas veces. LO segundo, la que había de ser consecuencia, no lo fue tanto. Mediante minas fueron volados, entre otros, los siguientes edificios: Seminario, iglesia de Santiago, Banco de España, Convento de SanFa al frente. El fusilamiento tuvo luga ‘en R,ubialou d’e M,ora (Legajo 781, Canpeta 2. A. G. L.). (22) lZ.n el parte-inf’orme que da el ‘Comisario del Regimiento de Caballería número 8, afecto al XVIII ‘CE, ~e dice, refiriéndose al pueblo be Campillo, saqueado tras ,w ocupación por la 81 Brigada Mixta : &n cuatro h,oras el pueblo era un caos; cada individuo ,cc+a lo que le apetecía: unos, un cerdo; otros, colgadurajs de gallinas y ~conejos; otros, muehle’s, ropas y objetos de las vivcenda,s». Más adedante, refiriénd,ow al también o:cupado .puebl~o de Villaistar, dice: c<OcuLe ,pidieron ayuda upara que acgbxe rrió algo nmuy parecido a 10 de Campillo»... el saqueo que ,estaban Ilevan,dû a cabo unos soldados que se decían de Intendencian..., won autorización del Comisario de la 57 Brigada Mixta, Amadeo Roig..., (Legajo 787, Canpeta 0, A. G. L.). (23) En el Parte de Guerra del. :Comisario de la 25 División, corwspondiente aI día 4 de enero de 1938, se dice, aelfiriénd,ose a su pertsonal: (<No han podido cam-uLa wciedad y ia miseria empiezan biarse de ropas porque carecían de mudaw... a hacer preaa chos soldadoe por enfermedad,
en ellos de un modo alarmanten... aEl calzado está deshecho. van descalzo,s o con ~10s piRs envueltos en trozoAs de saco). Hay incluso al,gunas defuncioneU por el kío (Legajo 1013, -eta
MUbajas @,
G. L.). (24) {Comentario del actual Teniente Genesra Alongo Aloncso, que en Teruel, siendo Teniente Coronel habiritado, mandaba un Regimiento oompuesto I>W un Tabor de Ifni Sahara (saharaais), un Tabor de Metlilla (marroquies) y una Bandera de ,la Legi’ón (españdes en casi ôu totalidad).
A.
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RAFAEL
CASAS
DE
LA
VEGA
Clara, Gobierno Civil, Casino-hospital... En muchos de ellos murió aprisionasdo personal civil. En el Casino fueron aplastados gran número de heridos, algunos de los cuales (hasta unos 29) pertenecían al Ejército Popular.
Página S.@. Asegura que el día 1 de enero de 1938, los defensores del Convento y del Hospital ((estaban muertos». Realmente el Convento (de Santa Clara) y el Hospital (de la Asunción) fueron los reductos que se mantuvieron hasta última hora, y, naturalmente si había gente viva los días 7 y 8 la habría también el 1. Da la impresión de que el señor Thomas no se ha tomado la molestia de consultar un mapa de la ciudad, y que se arma mucho lío con los toponímicos españoles. Así sucede que hace ca.er prisioneros juntamente al Coronel Rey D’Harcourt y al Obispo de Teruel. Realmente estos dos señores, ambos fusilados por el Ejército de la República al año siguiente, cosa que se le escapa .decir al señor Thomas, estuvieron en reductos diferentes. El Coronel mandaba la Comandancia y los edificios anejos. El Obispo estaba en el Seminario y, cuando fue ,derruido éste, en el Convento de Santa Clara.
Phgim 6&5, Aquí incurre nuestro popular historiador en una exageración análoga a la cometida al hablar de la Aviación. Allí decía que la Legión Cóndor apoyaba a Varela y Aranda en los últimos días de diciembre. Bien, pues aquí proclama que fue la Artillería pesada italiana la que preparó el camino a los infantes nacionales el día 17 de enero. Como en otras ocasion,es, está mal informado. La masa de Artillería nacional en esta ocasión era ‘del orden de unos 31 Grupos, con un centenar de Baterías. La Artillería Legionaria, o italiana, contaba con 8 Grupos, con 23 Baterías en total. TA desproporción es, como se ve, enorme. Fue una importante ayuda la de los italianos, pero no fue Idecisiva. Además estaba perfectamente contrapesada en el bando opuesto. El otro importante tropiezo de la página 645 está en que (<Lentamente los republicanos continuaron su retirada y perdieron las alturas de La Muela». Aparte de que la retirada fue algo más violenta de lo que la palabra «slowly» significa, resulta que los internacionales no defendían La Muela, sino que estaban embebidos en el sostenimiento del macizo
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del Alto de ías ;Celadas-El Mulatón, que fue perdido por causa de los golpes de la 5.” División (Navarra), aunque, eso sí, defendido con valor y energía y con el apoyo de otras tres Brigadas españolas. Lo que es lamentable es que la toponimia siga siendo un problema para Thomas. 2 Ha mirado el plano de la región? Yliginar 648. Vamos ahora con la penúltima de esta «long story)). En ella, nada más empezar, un tropiezo cronológico. La batalla del Alfambra no empezó el 7, sino el 5 de febrero, como luego puede deducirse si se sigue leyendo el texto ; ya que se afirma que tal batalla terminó el 7 y duró dos días. 2 Hay que regañar al corrector de pruebas ‘de los Penguin Books ? Ahora bien, lo que no es cierto es que «...la victoria se obtuvo antes Ide que Hernández Sarabia hubiese poti,UU ~Llandar refuerzos)). No señor. Mandó, que yo sepa, una División y una Brigada, pero no sirvieron de gran cosa. i-Ah ! , como de costumbre, se le olvicda la 5.” de Navarra. Pá@zu. 649. Y para terminar, unos errorcillos de la página 649: El primero es que no fue Yagüe, sino Aranda, quien cruzó el AlfamA bra (concretamente la 13 y la 84 División). El segundo es ,que este movimiento, con ruptura, no se parece en nada a la infiltración inicial de la 11 División Lister. Por muy paisano que se sea, no parece difícil entender la .diferencia. El tercero es que Hernán.dez Sarabia en esta ocasión no mandó retirarse a nadie, antes al contrario, el General Rojo, que era quien de verdad mandaba, ordenó varios contraataques sin resultado. Después de todo lo dicho, cuya verificación documental legítima puede verse en el citado Archivo del Sservicio Histórico Militar, y teniendo en cuenta que uno de los principales méritos atribuidos a la obra de Thomas es su información militar, resulta difícil comprender su enorme éxito de público, a no ser que tengamos en cuenta el impacto de la propaganda en nuestro mundo. Acerca de nuestra Guerra de Lib,eración, se ha meditado poco y no se ha estudiado casi nada. A pesar de los 15.000 ó más títulos publicados. La materia es importante y trascendente. . . Manos a la obra.
HISTORIADORES TENIENTE GENERAL CONDE DE CLONAHD
MILITARES
DEL
SIGLO
D. SERAFIN MARIA DE SOTTO Y MARQUES DE LA GRANADA
XIX
Y AB-ACH, (1793-1862)
El T’eniente General ‘Die S,otto, erudito y laborioso escritor militar, puede ser estimado como uno de los más ilustres historiadores de la primera mitad ,del pasado siglo. Sn personalidad literaria ha sido citada con gran elogio por otros tratadistas castrenses posteriores a SU época, tan destacados como Almirante, Villamartín, Gómez de Arteche, González Simancas, Suárez Inclán, Barado y Font, los cuales 10 citan siempre en sus trabajos y acuden a SIIS obras en justificación de hechos históricos estudiados por el docto Co,nde de Clonard. Igpalmente varios arqueólogos que se han ocupado de cuestiones palacianas, entre otros el Conde viudo de Valencia de Don Juan, en distintos ensayos y publicaciones, por ejemplo, en el magnífico «Catálogo de la Real Armería», se han referido a 61 y lo mismo lo han venido haciendo todos aquellos que tuvieron que ocuparse de la indumentaria española, pues en todas esas disciplinas el Teniente General don SeraMaría de Sotto y AbiAch, fue una sóli.da autoridad por lo que se refiere al siglo x1x. Los antecedentes familiares del Conde de (Clonard, en síntesis, son : Nace en Ia ciudad de Barcelona, el día 12 ¡de octubre de 1793, en eI seno rie una familia dc origen irlandés. Ciowl-d, titular de la familia Sotto, es un pueblo de la verde Esin en la provincia de Leinster, ,Condado de I!leath. 3on Serafín Ataría (tercer ,Conde de Clonard) fue el tercer hijo y único varón habido en el matrimonio del lVIarisca1 de Campo e historiador don Raimundo María de Sotto Laugton Herrera y Garen (segundo Conde. de Clonard) con doña Ramona Ab--4ch Cnsavie!ia. Marquesa. de la Granada. aConsecuentemente, a partir de! día 27 de marzo
de 1823, fecha en que falleció SLI padre, el Teniente General Sotto y Ab-Ach, comienza a ostentar los títulos de Conde de Clonard y Marqués de la Granada. La Casa Condal de Clonard data del último tercio del siglo XVIII ; en efecto, este título fue creado por Real Decreto de 17 de enero de 1771, por el rey Carlos III en beneficio de don Miguel de Sotto (antes Sutton) Herrera, Vizconde de Sotto, al parecer para premiar sus meritorios servicios. Según el árbol genealógico de esta casa, el citado primer Conde de Clonard procedía de una distinguida familia irlandesa avecindada ,en el Condado de Wexford. Algunos investigadores han relacionado al primer Conde de Clonard o, tal vez, a alguno de sus antepasados con el famoso Capitán de navío Sutton de ,Clonard, que inmortalizó su nombre a mediadoî del siglo XVIII en compañía del no menos célebre navegante francés Jean Franqois de la Pérouse (1741-1788). El Teneiente General don Serafín María de Sotto y Ab-A&, falleció en ‘Madrid, a la edad de sesenta y nueve años, el día 23 de febrero de 1862, ,dejando como ,descendencia de su matrimonio con dona María Joaquina Campuzano González, ilustre dama jerezana, a cuatro hijos (tres hembras y un varón), este último el General de Brigada del Cuerpo de E. M. don Raimundo nkrín de Sotto y ,Campuzano. La figura histórica del Conde de Clonard y Marqués de la Granada, nos presenta interesantes facetas no sólo en el campo ,de las armas, sino en el de las letras y en el de la política ; sin embargo, su vida se encuentra más íntimamente relacionada con el Ejército y la Historia, pudiendo afirmarse que sus incursiones circunstanciales en el gobierno de la nación fueron más bien debidas a su amor al trono y a su disciplina de soldado, que a determinadas ambiciones de poder. NO obstante, hombre perteneciente a un siglo tan políticamente agitado cual fue la centuria XIX, por fuerza tuvo que verse incluido en las referidas actividades, tan en boga entre los españoles ,de aquellos movidos tiempos. Al estudiar la figura ‘del #Conde de Clonard, un escritor d,el primer tercio del siglo xx, don Luis AraUjo Costa (l), dice lo siguiente : «Como escritor le distinguen la solidez y la competencia. NO es brillante en el estilo ; pero cuanto afirma está bien fundando y seguro. Sirve más para la consulta que para la lectura. (1)
Diario
La
Epoca,
del
día
8 de agosto
de 1929.
XISTORIADOHES
MILITA!lES
DEL
SíCLO
XIX
141
Es una hisioria de las letras hispanas, según el modelo de Lanson, le colocaríamos como retardario en la escala ,de Masdeu y los Padres Mohedanos. Dle él proceden don Cesáreo Fernández Duro, Navarrete, Pirala y otra serie de historiadores y tratadistas militares de indudable mérito. No es posible prescindir ,úe su nombre y SU autoritiaci en aquellas materias objeto de sus investigaciones. iYa es bastante gloria para un escritor didáctico! En cuestiones de índole militar, en todo lo referente a los cuerpos y guargdias de Palacio, y en las mil disquisiciones a que se presta la indumentaria y el arte de la panoplia. en nuestro país, la fuente y el testimonio auténticos y de más fuste se hallan en Clonard.. .» SU figura como militar y educadora de las juventudes castrenses del Ejército español del siglo XIX, queda patente en la documentación oficial : La hoja de Servicios del Teniente General De Sotto es, desde luego, extensa, vigorosa y agitada. Xo podía menos de suceder así, ya que no sólo SU juventud, sino su madurez y aún su vejez se desenvolvió dentro de unos tiempos bélicos y calamitosos para nuestra Patria, aunque, ,en ocasiones, brillantes y heroicos como en la Guerra de la Independencia o las guerras civiles. Por Real gracia de S. M. el rey Carlos IV, es nombrado Cadete de cuerpo en el Regimiento de Reales Guar,dias Espafiolas en fecha 21 de abril de 1804, entrando a prestar sus servicios a la edad de ,doce años, el día 12 de octubre del siguiente aí?o, destinándole al III batallón del Real cuerpo palaciano, por entonces de guarnición en Barcelona. Tres aííos después se desencadena nuestra Guerra de la Independencia (HOS), y la Ciudad Condal cae en poder ,de las fuerzas napolehnicas. El joven cadete De Sotto, disfrazado de marinero, consigue evadirse el día 5 de noviembre de 18@8, incorporándose al campo nacional y seguidamente al Ejército del Centro, a la sazón en la r,egión de Cuenca. Al siguiente año y en fecha 16 de enero es ocupada la ciudad COI-Iquense por las tropas imperiales, y la unidad en que se encontraba Sotto, en unión de otras fuerzas, se ve obligado a batirse en retirada hacia la sierra de Valencia. Pocos días después, por orden de 8 de febrero, el cadete Sotto tiene acceso a la escala de Oficiales al ser promovido a Alférez de SU propio regimiento. que pasa a operar ell la Mancha, siendo nombrado Ayudante de Campo del Segundo Jefe
142
REVISTA
DO HtST0RI.A
MI,Li’TAR
de la 3.” División. El 5 de julio es ascendido a segundo T:eniente, y ya en posesión de tal empleo toma parte, notablemente distinguida, en el ataque a Aranjuez (5 de agostoj. En ia batalla de Almonacid (11 de agosto) es herido al frente de SU unidad, pero sigue combatiendo hasta conseguir incorporarse con sus hombres al Cuartel General de la 2.” ‘División (General don Gaspar Vigodet) en la región de Viilamanrique ,de Tajo. Llega el día 19 de noviembre en que tiene lugar la batalla de Ocaña; el Teniente De Sotto lucha en primera línea, hasta que, rota esta, las fuerzas nacionales se repliegan para reorganizar su defensa en la segunda; envuelta ésta, las unidades se retiran en lucha constante hacia Sierra. Morena, en cuyos atrincheramientso sirve hasta que su División, el día 20 de enero de 1510, es desalojada po.r el enemigo ‘de las posiciones del Marqués y del Puerto del Rey, viéndose obligado a replegarse hacia Granada y Murcia para reorganizarse en unión de otras umdades de su ejército. Por Orden de 12 de marzo del indicado 1810, el futuro Conde de Clonard es nombrado Primer Teniente de fusileros y el 13 de mayo embarca con su regimietno en Cartagena para ir a reforzar las Eneas de defensa de la isla de León, desde donde vuelve a navegar a partir del 16 de junio con la expedición del General don Luis Lacy, hallándose con él en la acción de Benadalid. De regreso en Cádiz el día 31. de julio, vuelve a formar parte del penoso servicio de las líneas de la isla, participando en la defensa del arsenal de la Carraca, en la acción de Santi Petri, ,del 3 y 4 de marzo de 1811 y, por último, en la batalla de Chiclana del 5 del citado mes. En los comienzos ‘del año 1812., el 8 de febrero, en unión de su batallón se incorpora a la División expedicionaria de Gibraltar, embarcando ese mismo dia con el 4.” ejército (General Ballesteros) para, más tarde, tomar parte en las acciones ,de Arola y Campillo (jornadas del 14 y 23 de abril respectivamente). Nombrado, en 29 de junio del mencionado 1812, Primer Teniente de Cazadores de la Guardia, regresa el 23 de julio a la isla para incorporarse a su nuevo batallón. El 24 de agosto con su compañía forma una columna móvil que se pone en movimiento para reconocer los puestos enemigos avanzados, que si bien habían sido evacuados por el francés, sus distintos reductos estaban minados y con las mechas encendidas ; terminada tal arriesgada misión, la unidad se replegó a SUS líneas capturando algunos prisioneros y un interesante botín de guerra.
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Mas tarde, en fecha 29 del citado mes, pasa a Jerez de la Frontera Para incorporarse a la vanguardia del 4.” ejército y aun no res.. tablecido de sus heridas en un accidente ‘de caballo, toma parte en IOS combates de Padul y Alendin en los días 14 y 15 de septiembre respectivamente. En 1813, perteneciendo al ejército de reserva, se halla en el sitio Y asalto de Pancorbo y fuerte de Santa Marta (1.” de julio) ; en el bloqueo de Pamplona (días 19 al 26 de dicho mes), distinguiéndose en todos los combates, particularmente en el de la jornada ,del 22, en que es atacado el fuert,e del Príncipe, en ‘donde se cubre de gloria al frente de su unidad. Operando en el mencionado ejército de reserva, sobre la línea de Lorauren, vuelve a distinguirse durante los combates de los días 27 al 30. Seguidamente, el 31 ‘de agosto, toma parte en la batalla de San Marcial al mando de la 2.” ICompañía de Cazadores, siendo herido nuevamente, sin permitir ser evacuado hasta la terminación del combate, que trajo consigo la retirada francesa al otro lado del Bidasoa por Vera. En las acciones ‘de los .días 7 y 8 de octubre ocupa a la bayoneta la formidable posición ‘del Cerro de la Sangre en el monte Gran Larrum : después, y al mando de 200 hombres toma a su cargo la defensa del pueblo de Sara, hallándose en la acción del 13 y en los combates de los días 10 y 11 de noviembre, en los que fueron derrotados los invasores y ocupados algunos lugares del país vecino. Terminada, en 1814, la Guerra de la Independencia, la División a que pertenece el futuro Conde #deIClonard pasa a Soria, siendo comisionado este oficial para buscar la columna de Cabal!ería del General Witinghan que, en unión con el ejército de Andalucía estaban decididos a apoyar el libre recibimiento del rey Fernando VII. El Conde de Clonard encontró a Witinghan en Vallecas, le entregó los pliegos reservados de que era portador, y al siguiente día entró en Madrid con la familia Real, a la cabeza de la Caballería. Continuando sus servicios en el 2.0 batallón de la Guardia Vieja, asciende a Coronel de Infantería por K .D. de 30 de ma,yo de 1815. En 20 de julio se le expide el diploma de la Cruz concedida al ejército de reserva de Andalucía, y el 27 de abril de 1816 los de las cruces de Chiclana y del 3.O ejército ; el 6 de julio los de Aranjuez y illmonacid, y en 22 de octubre ,del mismo afro el de San Marcial. En 1820 cesa toda actividad del Coronel Sotto: ya que por encontrarse enfermo se vc obligado a pasar a la costa de Cantabria para .reponerse, en situación de reemplazo por enfermo, hasta 1.822. Como
por los sucesos del 7 de julio de aquel aíío. la Guardia había sido disuelta, Sotto fue arrestado primeramente en Tolosa y después en Burgos, por suponérsele comprometido en el referido alzamiento ; justificada su actividad fue libertado, pudiendo regresar a la Corte, en donde fue depuesto del empleo de Capitán de la Guardia que le había sido concemdido cn 15 :de abril de 1821, hasta que el Inspector General de Infantería, por ,disposición ,de 18 de abril de 1523, le destinó al distrito de Sevilla; pero ,este Jefe, que pensaba separarse del Servicio, obtuvo en 3 de junio licencia para Sanlúcar de Barrameda. A regresar a Madrid con pasaporte del D,uque de Grillón, General del ,ejército del Duque d’e Angulema (los ((Cien mil hijos de San Luis»), Sotto fue arrestado en Valdepeíías y llevado desde allí a Tole,do. El populacho toledano le condujo a la cárcel pública, donde permaneció hasta que el Gobierno de la Regencia provisional le autorizó a retirarse a su casa, aunque recogiéndole sus despachos de Capitán. Purificado el 21 de abril de 1826, ya Conde de Glonard, se traslada a Barcelona en el mes de septiembre, ostentando el grado de Comandante supernumerario de la Guardia., donde a las órdenes ‘del Conde de Mande España y del Brigadiar Manso, asistió a las operaciones resa, Cardona, Berga, Vich, C’amprodón, Olot y Ripoll, pasando más tarde a Barcelona para incorporarse al 3.” regimiento de la Guardia Real como primer comandante efectivo, el :día 1.” ,de enero de 1827. En fecha 3 de noviembre #del citado año ingresa como wCaballero>) en la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. El período de ti,empo comprendido entre los años 1828 y 1834, don Serafín Maria de Sotto y Ab-Ach, obtiene los siguientes ascensos: en 5 de octubre de 1828, el de Teniente Coronel de granaderos ; en 3 ,de enero de 1833, el de Coronel, y con la misma fecha el de Brigadier de infantería ; alternando sus destinos entre las guarniciones de Barcelona y Madrid. En 1835 y 1836, es destinado al ejército del Norte, con el man.do de la brigada de reserva, tomando parte en las acciones de Arlabán (el 16 y 17 de enero ‘de 1836) ; en el combate de Berriolano (29 de febrero); de Santa ICruz de Elecate (14 .de mayo), donde, con 600 granaderos ,de la Guardia, bate a 2.000 infantes y SO caballos carlistas ; en la acción de ia meseta de Zuriaín (24 de junio). En la de las alturas de Zubiri (4 de julio), al frente de dos batallones derrota al ,enemigo. En la batalla del 1.” de agosto, entre las alturas de Luciaí,n y Engui.
ll, Joaquín
iMaría
de Sotto,
Conde:
de Clonard
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manda el ataque del centro y derecha, tomando, a la bayoneta, los dobles parapetos que el enemigo tenían ,en ,el Monte Raso y las posiciones coronadas por *quince batallones. En 30 de julio de 1836 se le asciende a Mariscal de Campo, y por Orden de 12 d,e agosto manda el Cuerpo de Ejército de la derecha, que estaba en Navarra. Por Real Decreto de 5 de marzo de 1837, se nombra al ,Conde de Clonard, Capitán General interino de Andalucía, de cuyo cargo se vio obligado a dimitir por no habe-l clprobado S. M. la Reina Gobernadora María Cristina algunas de las disposiciones tomadas por él. Hallanrdose de cuartel en Sevilla, temió el Gobierno de S. M. que se produjera un pronunciamiento militar en Cádiz, y le confirió el mando militar y político de esta plaza, adonde se traslado inmediatamente, y cuando estuvo en condiciones de actuar, arresto Q los más comprometidos, desarmó a la Guardia Nacional y declaró en ‘Cá,diz el estado de sitio. La Reina ‘Gobernadora le conce,dió por ello la Gran Cruz Americana de Isabel la Católica. Entre los años 1838 y 1840, la vida militar del Conde de Clonard sufre distintas vicisitudes propias de los agitados ,días de aquella época, unas veces depuesto y otras en servicio activo ; cubre su tiempo entre las plazas de Algeciras Y, Sanlúcar de Barrameda, recibiendo en tal localidad la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de #SanHemenegildo. La Corte le reclama en 1840 para organizar un cuerpo de Ejército de reserva destinado a apoyar las disposiciones ‘del Gobierno, pero tal medida no se llevó a efecto por estimarla el Conde innecesaria y extemporánea. En 17 de marzo -ya desechada la anterior idea política-, se nombra a Sotto Capitán General ,de Granada, a donde llegó de incógnito el 22, llevando él mismo la orden de cese de su antecesor. En tal cargo hizo cambiar la situación política ‘de la provincia, ahogando la revolución, cuyos Jefes tuvieron qu.e embarcarse. Nombrado <Ministro #de la Guerra, 11,egaa Madrid el día 22 de abril de 1840, si bien desempeña el cargo por muy corto espacio de. tiempo, ya que cesa en 30 de junio del citado año, al no ser atendido por la Reina su consejo de no interrumpir la promulgación de la Ley de Ayuntamientos, la cual era muy impopular. Le relevó el Brigadier d.e la Armada, don Francisco Armero, y el Conde de Clonard se exiló voluntariamente en Francia. Allí permaneció hasta que por 10s sucesos del añ,o 1% cambió de rumbo la situación política espanola. En el año l&&& por Real Decreto d,e 20 de enero, la Reina le nombró Director del Colegio General Militar y por otro Real Decreto
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de 3 de noviembre Ide 1846, asciende a (Teniente General, con antigüedad de 10 de octubre. En 9 de diciembre se le nombra Senador del Reino. Pese a su probable desaliento por la política, el Conde de Clonard aún se ve obligado a intervenir en ella, cuando el 38 de octubre de 1846 se le nombra por segunda vez Ministro de la Guerra, cesando al siguiente día, en dicha cartera y en la Presidencia del llamado t&linisterio Relámpago)). Entre los años 1853 y 1854, con fecha 10 de abril del primero de citados, este activo y docto militar desempeña el cargo de Vicepresidente de la Sección de Guerra del Consejo Real, cargo que ejerció hasta la revolución de julio de 1854 en que fue suprimirdo tal Consejo. A partir de tal época y hasta el 23 de febrero de 1862, fecha de su fallecimiento, el Teniente General don Serafín María de Sotto y Ab-Ach, Conde de Clonard y Marqués de la Granada, permaneció en situación de cuartel ,dedicado a las letras, que tanta gloria y nombre le habían de proporcionar. Larga y azorosa fue la vida ,del ilustre soldado ; sin embargo, su acusada personalidad humana supo hermanar las actividades militares con un trabajo ingente y erudito dentro del campo de las letras, especialmente en la historia militar. El Conde de ,Clonard fue militar, político y tratadista castrense. Su Historia orgánica de las Armas de I_nfanteria y Caballeria españolas, en dieciséis tomos en cuarto mayor, abarca un total #de7.800 páginas de texto, ilustrado con 406 grabados y 190 láminas litografiadas, de las cuales 92 a todo color, representando los uniformes, coronas y heráldica militar. ,Tal información gráfica, delineada por Giménez y litografiada por V. Adam en la clase Lemercier, constituyen un extenso tratado iconográfico del traje del Ejército español. En ellas están representadas además, la antigua Tormentería, la Neurobalística, las armas portátiles, la Pirotécnica, las ór,denes ,de marcha y tácticas, los campamentos y cantones, varias batallas, regios personajes y militares ilustres. Las grabaciones de atuendo militar son 62, con 186 figuras para el Arma de Infantería y 30 láminas con unas 60 interpretaciones ,del vestuario de la Caballería. 10s
La obra está dividida en tres partes: La primera presenta un besquejo, verdadera síntesis de la organización de las fuerzas militares de España hasta el reinado de los Reyes Católicos ; la segunda, estu-
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orgánica de nuestro Ejército (Armas de Infantería y Caballería), Y la última está dedicada a los historiales de cada uno de los tercios Y regimientos de las dos armas combatientes. ES, pues, una obra completa, que con el transcurso del tiempo se ha transformado en rara y muy apetecida por los eruditos y coleccionistas, Para apreciar la importancia ,de tal tratado histórico, basta examinar la opinión que merece a destacados tratadistas del pasado siglo * Don José Almirante y Torella (182%1894), General de nuestro Ejército y ‘excelente historiador, en su Bibliografia IMilitar de España, dice: «La obra principal y voluminosa del Conde de Clonard es un jalón histórico-militar ; marca, cierra, por decirlo así, una época ; me‘rece profundo y detenido resumen». El también historiador militar General ,don José de Arteche y Mozo (1821-1906), al comentar la obra, señala: «Empresa titán es la realizada por el Conde de Clonard en la confección de su insuperable obra, más aún si se considera la cantidad de libros y documentos estudiados, clásicos de antigüedad, leyes góticas y sus comentadores ; los códigos anteriores del siglo XII; las Leyes de Partida y demás Fueros Reales y Señoriales ; colecciones ,diplomáticas ; memorias de la Real Academia de la Historia; crónicas particulares de nuestros reyes y próceres ; historias de las ciudades y pueblos ; manuscritos de los archivos generales, de Ordenes religiosas, Ayuntamientos y casas de Grandes de España y títulos de Castilla ; diarios de operaciones europeos, americanos, orientales, etc.». Otro escritor castrense, el Comandante ,áon Francisco Barada y Font (1833-1922), en su obra Literatura wrilitnr española, enjuicia así la obra : «r2credita, en efecto, el ilustre Conde en su Historia profundas investigaciones, espíritu observador, gran entusiasmo e imaginación lozana. Es su estilo fácil, clcgante y en ciertas ocasiones elocuente y político ; pero resiéntese la composición histórica de SU obra, como la crítica, del gusto ,de la época... Es a nuestro ver, Clonard, no sólo un historiador digno de estima, smo una de las figuras literarias más simpáticas de los modernos tiempos)). Todos estos conceptos, claros y precisos, expresados por mentes perfectamente conocedoras de su época, de la Historia .de Espana y ,dc los trabajos del Conde de Clonard, calan el verdadero mérito de la obra, que con modestia sefiala el mismo autor al enjuiciarla, indicándonos :
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((‘En medio de la sorda agitación que trabaja el mundo, la vieja Earopa puede experimentar, de un momento a otro, violentas convulsiones ; y en tal caso, el ejemplo de nuestros antepasados, de aquellos bizarros campeones que clavaron su noble estandarte en la cima de los Andes y en las almenas de Túnez y Ostende, podrá no ser indiferente para la distinguida clase que hoy vela por la dignidad e independencia de España.» Otra ,de sus obras históricas, probablemente la primera, dada la fecha ,de su impresión, es Memo&s para la histor.ti. de la tropas de la Casa Real de España, escritas por acn Oficial de la antigua Guardia Real. Se trata de un volumen en cuarto, adornada con una colección y que de láminas grabadas, en negro, sacadas de varios monumentos representan los trajes militares de los distintos cuerpos que han servido de custodia a los distintos soberanos de España, desde la restauración de la monarquía goda por el rey don Pelayo. ;Tal obra, publicada en 1824, fue editada en la Imprenta Real y contiene una respetuosa ,dedicatoria de ofrecimiento a Fernando VII. En su introducción se tratan también las fuerzas palacianas de los tiempos primitivos y de los distintos reinos y sultanatos árabes, que ,dominaron nuestra Península durante el medioevo. ,!Consta ‘de 239 páginas y 25 láminas. Igualmente es notable, por su erudición, datos históricos y orgánicos. Otro de sus libros, titulado Memoria histórica de las Academias y Escuelas Militares de Español, con lay creación y estado presente del Colegio General establecido en Toledo. También es un volumen en cuarto, de 293 páginas y cuatro grabados, publicado en Madrid en 1847, en la Imprenta de don José M. Gómez Colón y Cía., que estaba en la Calle de Pozas, número 2. En su minucioso estudio scbre la Enseñanza Militar ,española, el Conde de Clonard no puede olvidar que uno de sus cargos más queridos y desde luego ,el más honroso, fue el de Director del Colegio Militar, y nos presenta hasta en sus menores detalles la mentalidad de su época sobre el tema. Ofrece su trabajo a la reina Doña Isabel II. iComplemento de su obra más importante y voluminosa : la H&toria Orgdnica de Zas Armas de [nfanteria y Caball,eria, son dos álbumes iconográficos, sobre la historia del traje militar español (2). El primero, «Alburn de la Infantería Española, desde sus primitivos (2) Según Almirante, ambos álbumnes fueron de D.
Mariano
P&ez
de Castro,
de Madrid.
litografiados
en los est~hlecbientos.
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tiempos hasta el día», fue publicado bajo el patrocinio de la Dirección General del Arma, siendo su Director el ;T;eniente General Marqués de Guard-El-Jelú. Apareció en l’ladrid, en donde habla sido impreso en el ano 1861, Imprenta y Litografía Militar de Atlas. Su formato es apaisado, ~011 35 páginas de texto, en que se describe el vestuario, armas Y equipo, y con 92 láminas litografiadas a todo color, debidas al artista D. J. Villeg-as. El segundo, «Alburn de la Caballería Española, desde sus primitivos tiempos hasta el día», recibio la protección de la Dirección General del Arma de Caballería, siendo su Director el Xkniente General dou José Marchexi. Se! editó en la misma fecha e imprenta que el anterior. Su formato ,es exactemente igual al ,de Infantería, con 44 páginas de texto y 69 láminas litografiadas a todo color. Por sus méritos como escritor, el Cond,e de Clon& pertenecía a numerosos organismos científicos y literarios. En su discurso de ingreso como individuo ,de número en la Academia de la Historia desarrolló el tema del atuendo de los españoles. C.onsecuencia de él fue su «Discurso histórico sobre el traje de los ,espaGoles, desde los tiempos más remotos hasta el reinado de los Reyes Católicos)). Es un volumen de unas 266 páginas, de tamano folio, fechado en 1846, que forma parte Idel Archivo de dicha Academia. La obra es poco conocida, ya que debió de hacerse reducido el número de ejemplares. Su importancia iconográfica puede estimarse como sobresaliente, indispensable para quienes pretenden profundizar no sólo sobre la vestimenta de nuestros antepasados, sino en las telas y tejidos que estuvieron en uso, en los ajuares caseros, viviendas, costumbres y comidas de los españoles anteriores al siglo XVI. La amplia ,descripción Ide la ingente labor historiográfica del C,onde de Clonard se sal’dría de los lí’mit,es de una semblanza. Terminamos, pues, con la enunciación de algunos otros de SUS trabajos : - «Opúsculo primero de la introducción a las memorias para la Ristoria de la Organización del Ejército permanente.-Organización d,e las tropas feudales ,en España, desde el siglo VII al XV». h-título publicado en la REWSTA MILITAR el año í&@. - &pusculo sobre la conveniencia de escribir la historia de los .de la del regimiento de Jaén». Arregimientos ‘del Ejército, seguido tículo publicado en la REVISTA MILITAR el ah 18% dei Mariscal .de <Campodon Sancho de Echevarría». - ((Biografía Articulo publicado en el tomo IX ,de la citada Revista, el afk 1351.
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- «Estado demostrativo de las pérdidas que ha tenido el re& miento de Guardias Espaiíolas .de Infantería en la guerra que principió el 2 .de mayo de 1808 y concluyó en fin de agosto de 1814, con expresión de las batallas y acciones en que se halló y resultando presentados los prisioneros en la paz». Documento original firmado en Madrid en 1 de julio de 1817, por el Conde de Clonard. Parece ser que tal documento se encuentra, o se encontraba a principios de siglo, en la biblioteca particular del Vizconde de San Javier.
R. H. M.
CONFERENCIA
DEL
TENIENTE SANCHM
CORONEL
AGUADO<
El día 18 de noviembre último, pronunció una conferencia en los Iocales del Servicio Histórico Miíitar, el teniente coronel de la Guardia Civil don Francisco Aguado Sánchez, Jefe de. Estudios Históricos de la Guardia Civil. Hizo la presentación del conferenciante el Exmo Señor General Director del Servicio, quien resalto la figura del Teniente Coronel Aguado, muy conocida y vinculada al Servicio Histórico, por SUS continuos contactos dentro del campo de la investigación histórica y por ser autor de diversas obras y trabajos relacionados con esta materia y con otras facetas de sus actividades profesionales. El teniente coronel Aguado, que desarrolló el tema Sem5k1nzn humama y proyección histórica del: Il Duque de Ahumada, fundador de In Guardia Civil, empezó su disertación lamentándose de Ta escasa bibliografía existente en relación con la Guardia Civil española, y muy especialmente sobre la recia personalidad de su fundador y organizador don Francisco Javier Girón y Ezpeleta, 11 Duque de Ahumada, tan injustamente olvidado, pues ni aún en las más extensas y documentadas obras sobre la. historia de España, se hace mención --a no ser muy somera-, de tan relevante personaje, que supo dar a nuestra Patria una de las instituciones de más arraigo y solera en el ámbjto nacional e internacional. Seguidamente el conferenciante hizo una detallada y brillante apología sobre las singulares dotes de organizador del Duque de Ahumada, poniendo de relieve las virtudes castrenses y de orden moral, que supo inculcar en los componentes del Cuerpo recién creado, cuyo recuerdo y enseñanzas aún perduran, a pesar de la evolución natural y modificaciones experimentadas en la estructura de la actual Guardia Civil. Hizo resa1ta.r cómo la Guardia Civil, siempre fue fidelísima cumplidora de los preceptos contenidos en la ,Cartilla con que el Duque de Ahumada tuvo el insuperable acierto de dotar a la Institución, y que ha sido y sera su Código, en el que el honor es la principal divisa..
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La Guardia Civil alcanzó pronto tan justa fama, que no sólo indujo a los Capitanes Generales de Cuba y Filipinas a organizar a su manera y casi por cuenta propia la Guardia Civil en aquellas lejanas y entonces provincias españolas de ultramar, sino que su prestigio traspasó las fronteras de la Patria, para proyectarse con fuerza en diversos países de Hispano-américa, que no dudaron en copiar lo realizado en la Madre Patria, creando unos Cuerpos de orden ptiblico, que son fiel reflejo de la Benemérita espaííola. Y así, a partir de 1912, es la República de El Salvador la que solicita que una misión de nuestra Guardia Civil, y por un plazo de dos años, organizase su Guardia Nacional a hechura y semejanza de la nuestra : después vinieron Colombia, Costa-Rica y el Perú, que interesa le sea creada su propia Guardia Civil -hoy Institución modelo-, seguidas más tarde por Venezuela, Guatemala y otras. La amena disertación del Teniente Coronel Aguado, salpicada de anécdotas y ocurrencias vividas por el fundador del Cuerpo durante el período de organización, así como la exposición de hechos de gran trascendencia protagonizados por la Guardia Civil en el curso de su historia, fue seguida con extraordinario interés por el numeroso auditorio.-T. C. A.
LA
EXPOSICION
HISTORICO
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En la Sala Noble de la Biblioteca Nacional, amablemente cedida por la Dirección General de Archivos y Bibliotecas, tuvo lugar la Exposición Histórico Militar, organizada por el Servicio Histórico Militar, en colaboración con el Museo del Ejército, Servicio Geográfico del Ejército, Direcciones Generales de Servicios, y de Fortificaciones y Obras, y los Ministerios de Educación y Ciencia e Información y Turismo. La Exposición Histórico Militar se mantuvo abierta del ll al 30 de diciembre de 1967, obligada a prorrogar su tiempo de permaneticia, dado el éxito y el interés creciente despertado en público de diversos sectores cu!turales, especializados o sencillamente curioso, has-1 ta un total de más de ll.000 visitantes.
MOTIVACIÓN
Y
SIGNIFICADO
Faltaba en el campo de la Ciencias Históricas Militares la muestra documentales, cartográficos e iconode los fondos bibliográficos, gráficos, que se guardan en las bibliotecas y archivos del Servicio Histórico Militar. Es indudable la trascendental importancia que hoy tiene la biblioal servicio de la erudición e grafía, como parte de la heurística, Ya no satisface conocer sólo los jalones geirivestigación científica. nerales que marcan las etapas recorridas por la humanidad; se prefiere conocer el detalle de sus exigencias, y cómo reaccionaban los hombres ante los acontecimientos militares, políticos y sociales. Tales testimonios, revisados por el historiador, forman la moderna historiografía. La labor del historiador general es predominantemente de recapitulación, selección y exposición ; la del mofiografista, es la investigación original en las fuentes documentales o en los testimonios arqueológicos.
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Ambas especies historiog-ráficas se mostraban conjuntas en la Exposición Histórico Militar. En ello radica su valoración, y ello justifica las felicitaciones recibidas de diferentes cectores del arte y de la cultura. Uno de los méritos de esta Exposición radica en las obras, documentos e Iconografía histórico-militares de la Edad Moderna. Sabida es la escasa dedicacibn de nuestra historia literaria a los hechos bélicos en los siglos XVI y XVII. Así resultó, que la bibliografía «dorada» para componer la Historia Militar de España quedó perdida. Sólo en contadas bibliotecas nacionales se recogieron los volúmenes y las primordiales fuentes documentales. El famoso General don José de Urrutia y Las Casas, a finales del siglo XVIII, pretendió formar la primera Biblioteca Militar, cuyos planes encomendó a «un grupo de seis oficiales eruditos, quienes, sin perdonar gasto ni levantar mano, reunieron preciosa; colección», extraviada en ocasión de la invasión francesa en 1808. De aquí la gran importancia que tiene la muestra bibliográfica, seleccionada de un fondo aproximado de 230.000 volúmenes. Entre esas obras merece destacar una importante selección, que va desde los tratados de Vegecio, hasta las «Reflexiones Militares», de Santa Cruz de Marcenado, de la que Evaristo San Miguel decía: «título demasiado humilde para una obra que abraza tantas cosas, producción magna y admirada, sin que el transcurso del tiempo pueda sepultarla en el olvido». ,4CTO
INAUGURAL
A las doce horas del día 11 de diciembre se inauguró oficialmente la Exposición, en acto presidido por los ministros del Ejército, Teniente General don Camilo Menéndez Tolosa, y de Información y Turismo, don Manuel Fraga Iribarne. El de Educación y Ciencia estaba representado por el Director general de Archivos y Bibliotecas, don Eleuterio González Zapatero. Asistieron representaciones oficiales de los respectivos ministerios, generales y almirantes, académicos ,de la Historia, de la Lengua y de Bellas Artes, y catedráticos de la Universidad de Madrid y el público especialmente invitado al acto. El General Director explicó el sistema de coordinación que se había seguido para montar la Exposición. tratando
técnica de ofre-
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cer una impresión rápida pero eficaz de sus fondos bibliográficos, cartográficos e iconográficos. Labor trabajosa y detenida, que se reflejaba en el Catálogo que a continuación se distribuyó entre los asistentes y del que entonces se procedía a enviarlo a los Centros culturales de Europa, América y Filipinas. El ministro de Información y Turismo se detuvo ante varios ejemplares raros, interesándose por ias «empresas políticas y militares» de Pozuelo y Espinosa, comentando algunas semejanzas con las de Saavedra Fajardo. Días después otros visitantes ilustres manifestaron su interés. El teniente general Martínez Campos anotaba ciertas frases del Dicciosarh M&tnr de Hevia que, abierto por las voces «Biricú», «Blandenques» y «Blasfemia», ofrecían precisiones curiosas sobre el portaespadín, los soldados que klandian. la lanza y el empeño por desterrar la blasfemia en los ejércitos aquel año de 1857, en que el diccionario se publicaba. El General Vigón hacía consideraciones sobre Joseph Vicente y su Año militar kaZenda& de Santos Sobdados. Y algunas obras del pensamiento militar. El doctor Ballesteros Gaibrois examinó despacio cada plano defensivo de la América española, pero también se paraba a cada momento ante obras que no eran de su especialidad, como el reglamento de guerrillas de 1812, o las Ordcnancas para la paga deb Ejército, donde encontraba anomalias chodantes en la proporción de los haberes de los distintos empleos en 1707, o ante la anónima Crónica deE Cid, que en realidad era copia de Juan de Belorado, escrita en San Pedro de Cardeña. El embajador don Manuel Aznar reconocía una a una las firmas del Parte de la Paz y las ingenuas pinturas. de los manuscritos del Sitio de Gibraltar. Don Ciriaco Pérez Bustamante, Rector Magnífico de la Universidad «Menéndez y Pelayo», admiraba despacio el alarde artístico que suponía la quinta edición de Las Partidas, y, observando un antiguo ejemplar de La Araw cana, comentaba la inspiración de su estrofa inicial, muy semejante a otra de Os Lwiadus. El teniente general González de Mendoza se interesaba por cada una de las Secciones con especial detenimien-. to, haciendo observaciones atinadas sobre El Perfecto Ca.pitán de Alava y la edición pirata en que se cambiaba el segundo apellido. El’ Almirante don Jorge Guillén aclaraba el por qué de muchos reglamentos de la -Armada, como aquel sobre las LWaderas para COTZS~~& Navíos. La Exposición
se ambientaba en una música de fondo de dos
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horas de duración, con marchas y motivos militares de los siglos XVI y XVII. En el montaje había colaborado la Sección de Actos IYíblicos de Información y Turismo, decorando la sala lujosamente bajo la dirección del aparejador seÍíor Nerlo.
LA
EXPOSICIÓN
EN
LOS
MEDIOS
INFORMATIVOS
La publicidad se había iniciado con 2.000 ejemplares de un artístico cartel, editado por el Ministerio de Información y Turismo, según boceto del seíior García Ochoa, que llevaba como base decorativa dos tiras de soldados de variadas épocas, desde los primitivos hispanos hasta el siglo XIX, reproducidos a todo color de los álbumes del Conde de Clonard. Se confeccionó, además, un detallado Catálogo que la Editorial «Publicaciones Españolas» incluyó en la colección «Cuadernos de Arte», con el número 243. Constaba de 64 páginas, más 16 láminas, con 22 grabados y cubierta a todo color, en la que figuraban, en viñeta, variantes de los modelos de soldados del mural, que aquí eran de los siglos XVI y XIX. Lo valoraba una presentación del teniente general don César Mantilla Lautrec, jefe del E. M. Central del Ejército, donde justificaba las normas temáticas y cronológicas seguidas en la selección de los fondos expositivos : «Se ha seguido un criterio mixto para atender por igual al mérito y a la variedad. La riqueza de fondos está demasiado concentrada en ciertas ramas, y se ha busca.do la nivelación posible para evitar exclusividades monótonas, y por razones obvias, se ha dado preferencia a la antigüedad de las publicaciones». El Catálogo se abría con seis páginas introductorias sobre la evolución de los Servicios Histórico y Geográfico del Ejército y sus actuales misiones, organización y trabajos. El cuerpo lo ,constituían las fichas completas y numeradas de los fondos expuestos, en sus tres secciones : Bibliográfica, con 1.52 libros representativos de los siCartográfica, con 84 mapas, planos y proyectos, 5 glos xvr al xrx ; portulanos y 16 cartas de la evolución de la cartografía espafíola ; Icorzo@,fica, con 289 láminas de uniformes y tipos militares, muchos de los álbumes típicos de la uniformística nacional, y otros varios de colecciones únicas o muy raras. El Catálogo se imprimió en edición esmerada, por los talleres de Langa y Compañía, de Madrid. Los
Aspecto
EI general
parcial
De Sotto,
de La Rueda
Director
de Prensa
en la víspera
del Servicio Histórico be la ExposicióqT
Militar.
de la inauguración.
en el discurso
!
inagura!
I Ante las vitrinas, los ministros del Ejército, Información y Turismo y el Director General de Archivos y Ribliotecas, que representaba al de Educación y Ciencia.
Las Autoridades
e invitados,
recorren la Exposición
en ia visita inaugural,
LA
EXPOSICIÓN
IIlSTóRlCO
MILITAR
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2.000 ejemplares de la tirada se agotaron rápidamente, sielido pronto, como el cartel, pleza codiciada por los coleccionistas. Estaba patrocinada por el Ministerio de Información y Turismo, que publicó a sus espencas la mitad de la tirada.
El día 9 de diciembre, a las 12 de la maííana, se celebraba en los locales de la Exposición una rueda de Prensa convocada por la Dirección General de Información, en la que, junto a los periodistas españoles se veían varios de cadenas internacionales y de publicaciones hispanoamericanas. El General Director del Servicio Histórico hizo una exposición de motivos y destacó las características de las piezas más curiosas que se exponían, contestando después a numerosas preguntas de los informadores, que se mostraron realmente interesados por aspectos muy variados de los fondos expositivos y de los problemas histórico-militares. Durante todo el mes de diciembre la Prensa española se hizo eco del hecho cultural que suponía en Espaíía la Exposición históricomilitar. El diario ABC’ destacaba el día 8: «Por primera vez aparecen reunidos libros, mapas y láminas de valor histórico militar,, que presentan un conjunto documentado y pintoresco de la vida militar española entre los siglos XVI y x1:x. Se exhiben ejemplares raros y curiosos junto a las obras clásicas, en secciones variadas, que comprenden desde el arte militar hasta ia mera miscelánea». El diario Awibn del domingo día 10, daba una amplia crbnica del señor Roncero, dividida en apartados con expresivos subtítulos : «El sitio de Gibraltar en i’iO4, recogido en un plano». «El Farte de la Paz, junto a las banderas de los legendarios Tercios». «La arquitectura militar española en América, singular y única». «Un reglamento oficial de guerrillas de 1812). Los periódicos de Madrid Xuee~o Diario, Ya, Nndtid, S. P., y los de Barcelona La. Vangu,ardin, Diario de Bwceloaa y otros numerosos de diversas provincias, destacando los ‘de Santa Cruz de Tenerife y Badajoz, en sus comentarios del significado y contenido de la Exposición. La revista Fuerza Nueva, del 13 de enero de 19ti8, publicaba un trabajo del señor Baró Quesada, centrado sobre un paralelismo entre los Tercios Viejos de Flandes, los Voluntarios de Cuba y los legionarios de la Cruzada, que le sugerían diversas piezas expuestas y queriendo expresar en ello la impresión general del ptiblico bajo el título ((1-a Espada heroica), ilustrado con numerosas fotografías.
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REVISTA
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HISTORIA
MILITAR
Radio Nacional de Espaíía se ocupó ampliamente de la Exposición. En su Tercer Programa, por ser de carácter cultural, la dedicó amplio espacio, con entrevistas del Director del Servicio Histórico, general De Sotto Montes, 2.” jefe, coronel Portillo Togores, y jefes de las Secciones: teniente coronel Gárate, comandante Martín Prieto y capitán Zapatero. Televisión Española difundió ampliamente la noticia en sus emisiones de Telediario p Panorama de Actualidad, y en su segunda cadena, programa Luz Verde, la dedicó un amplio reportaje, extracto en negro, de media hora de duración; que se filmó en color para las emisiones de Europa y América. Estaba dirigido por don Agustín Navarro, director cinematográfico, sobre un guión de don Carlos Martínez Barbeito, con la colaboración de la señorita Natalia Figueroa. Fue un reportaje de gran calidad artística, en el que intervinieron con sus opiniones el general Director del Servicio, los tenientes generales don Jorge Vigón y don Angel González de Mendoza, y los jefes de las Secciones encargados del montaje de la muestra. A mediados de diciembre, aún se televisó otra pequeña crónica comentada por el señor Cubero. La originalidad y colorido de la Exposición sugirió a la casa oFonópolis, S. A.» dedicar al Servisio Histórico una de sus series de ochenta diapositivas comentadas, añadiendo un folleto ampliatorio de los breves datos explicativos de cada fotografía. Así lo hizo con el patrocinio del Ministerio de Información y el apoyo del Servicio Histórico, tras una selección de motivos que resultó laboriosa, dada la abundancia de ellos que se encontraban a cada paso. El recorrido por las distintas Ponencias aconsejó a la casa productora decidir formar una primera serie de conjunto, y sucesivamente otras monográficas que en la actualidad se preparan, cuando ya, al aparecer este número, se distribuyen las ochenta diapositivas de la primera. Puede asegurarse que la Exposición Histórico Militar alcanzó con éxito las metas propuestas. Su eco fue difundido por Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Perú, Colombia, Argentina, Chile y otras naciones, de las que llegaron noticias y petición de referencias ampliatorias e informes histórico militares de todo tipo, como consecuencia del conocimiento que con ello tuvieron de la actividad del Servicio Histórico Militar.
CURSILLO
SOBRE CATALOGACION DE FONDOS DOCUMENTALES
Y ARCHIVO
La evolución técnica que de tantas formas afecta a los documentos de la historia, hace necesario, de cuando en cuando, poner al día los conocimientos y los métodos. Preocupado por ello el General Director del Servicio Histórico Militar, propuso y logró de los Ministerios del Ejército y Educación y Ciencia, que un selecto equipo de profesores de la Dirección General de Archivos y Bibliotecas desarrollasen un ciclo de seis conferencias, en las que, de un modo general y sistemático, se desplegase el panorama actual de la archivística, biblioteconomía y documentación, con sus últimas novedades tecnológicas. Se inauguró el cursillo el día 17 de junio, presidido por el Director General de Archivos Excmo. Sr. D. Eleuterio González Zapatero, representando al Ministro de Educación y Ciencia, el General Director del Servicio Histórico, D. Joaquín De Sotto y Montes y los coroneles segundo jefe y Director de la Biblioteca Central Militar, Ilmos. Sres. D. Joaquín Portillo Togores y D. Plntonio Manzanedo Cerecda. Concurría todo el personal del Servicio Xstórico Militar y comisiones del E. M. Central y Archivo General Militar de Segovia. Tras las palabras de presentación y gratitud que pronunció el General De Sottc, resaltando la importancia de esta modernizade los métodos auxiliares de la Historia, e! señor González Zapatero, hizo ver el interés de la Dirección General de Archivos por mejorar aquellos Centros de Documentación que, por diversas razones, como las derivadas del sigilo militar o de Asuntos Exteriores, no se confían a su Organismo. Por eso traía al Servicio a sus mejores colaboradores, quienes sabían valorar la verdadera dimensión de la Historia de España. Aludió a los cursos extensivos que la Dirección de erchivos organiza cada año en la Capitanía Ge-
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HISTORIA
SíII.JT.AR
neral de Barcelona doblemente provechosos, pues las mejoras sustancialess de los servicios de Archivos y Bibliotecas redundan no sólo t-n bien del Ejército, sino en el que toda la nación y, por aÍiadidura, en el que algunos de SLIS participantes, que al llegar su reretiro militar aún se acogen a destinos de archivos civiles durante diez, quince, o más años de ventaja en la jubilación estatal o empresarial. Terminó congratulándose de esta toma de contacto con el Servicio Histórico Militar, que juzgaba importante para ambos organismos, y aseguró que sería de futuros estudios y colaboraciones más profundas. Los conferenciantes
fueron :
Don Antonio Matilla Tascón, inspector General de Archivos, ferencias primera y sexta, los día 17 y 22 de junio.
con-
Don Vicente Llorca Zaragoza, Subdirector General de Bibliotecas, conferencias segunda y quinta, los días 15 y 21 de junio. Don Luis Sánchez Belda, Director del Archivo Histórico segunda y cuarta conferencias, los días 19 y 20 de junio.
Nacional,
Las conferencias respondían a los temas siguientes : Primera.-Problemasgeneralesde
catalogació1t
domtmedal:
Fichas,
Igl,dices
y ca-
báiogos.
SeguIlda.-Urdenaci& de biblotecas. Tercera.-CEasificaciónde doctimentos. Cuarta.--MÉtodosmoderws de reprodwció~~de docwnentos. Q~Znta.-Bases de la clasificaciónde sistemática bibliográfica. Sexta.-1Materz‘aldel Irabajti en los archivo+. ciCuarta.-oetaoin
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Omitimos dar cuenta del contenido de las conferencias, ya que su interés y la escasa bibliografia moderna y específica sobre los temas, ha sugerido al Servicio Histórico Militar publicarlas íntegras en su fascículo dedicado al curso.
l.-El general De Sotto dirige un saludo a los profesores que inauguran el cursillo, presididos por el Director General de Archivos y Bibliotecas Sr. GonzBlez Zapatero.
2.-Un
coloquio
espontáneo
tras la conferencia
de don Vicente Llorca.
3. -Don Vicente Llorca Zaragoza, Subdirector General de Bibliotecas.
&-Don Luis Sánchez Belda, entonces Director del Archivo Histbrico Nacional y actual Director General de Archivos y Bibliotecas.
4.-Don Antonio Matilla Tascdn, Inspector General de Archivos.
6. -Don José Raya Mario, Secretario técnico, que presidió la clausura del cursillo.
ARCHIVOS EL
DEL
SERVICIO
DE LA
GTJERRA
LA FORMACIÓN
HISTORICO DE
MILITAR
LIBERACION
DEL ARCHIVO
El primer paso para la formación del Archivo documental de la guerra de España se da el 23 de junio de 1939, esto es, antes de tres meses de acabada aquélla. En esa fecha el Generalísimo de los Ejércitos nacionales se dirige al General Jefe del Ejército del Centro, en telegrama postal y en los siguientes términos : ((Para establecer el Archivo Histórico de la Campaña dispondrá V. E. se asigne el local de la Biblioteca Central, sita en esa capital, calle de los Mártires de Alcalá. Esta dependencia, juntamente con el personal auxiliar a ella afecta, quedará a disposición del coronel de Estado Mayor don Eduardo de Fuentes Cervera, designado para la recogida y clasificación de documentación propia y del enemigo que pueda servir para hacer el estudio histórico de la guerra. Ordenará V. E. que los referidos locales sean urgentemente reparados en lo que requiere el fin para que se destinan, y que se ponga a disposición de dicho jefe circunstancialmente el personal de mecanógrafos y máquinas de escribir, y personal encargado de limpieza y custodia». En otro telegrama postal, también de fecha 23 de junio, el Generalísimo ordena al General Jefe del Ejército del Centro, que nombre un jefe de Estado Mayor «para que proceda a organizar la urgente recogida y disponer su embalaje de la documentación del enemigo existente en su territorio, y una vez hecho lo ponga a disposición del jefe de la Comisión, que tendrá sus oficinas en el local de la antigua Biblioteca Central de Madrid, calle de los Mártires de Alcalá». A la vez y en el mismo telegrama postal, se le dice al General Jefe del Ejercito del Centro que «en los Cuarteles Generales de las Grandes Unidades que integran ese Ejército se tenga convenientemente clasificada aquélla (documentación) por legajos, en cuya cubierta se consigne la unidad de procedencia y asunto o asuntos que contiene».
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REVISTA
DE HISTORIA
MILITAR
Un Jefe del Ejército ‘del Centro organizará la recepción y ciasificación de los !egajos que fuesen llegando, entregándolos luego al coronel Fuentes Cervera. No hemos podido ver los telegramas dirigidos a los jefes de los otros Ejércitos, pero debemos dar por descontado que tales telegramas fueron cursados y que lo serían en términos análogos a los que acabamos de citar. El 28 de junio el Gobierno Militar de Madrid recibe orden de reparar urgentemente cl edificio de la Biblioteca Central Militar, poniendo a disposición del coronel Fuentes Cervera el personal y material adecuado, de mecanógrafos y para la limpieza y custodia del mencionado edificio. A la vez, se ordena al Comandante General de Ingenieros del Ejército del Centro realice en el local las obras de reparación y adaptación convenientes. después, el 7 de julio de 1939, dicta la Superioridad unas normas o instrucciones, al objeto de orientar y unificar la tarea de recogida y envío al coronel Fnentes Cervera de los documentos relativos a la guerra de España. FOCO
La documentación referente al Ejército vencido se agrupará en expedientes y legajos, Por expediente deberá entenderse el conjunto de documentos pertenecientes a toda Gran Unidad (Grupo de Ejércitos, Ejércitos, Cuerpos de Ejército y División) o a una Unidad inferior, siempre que hubiese actuado independientemente, esto es, no formando parte de una de las primeras ; y por legajo las partes en que se dividirá un expediente, con arreglo a un determinado criterio. Todo expediente llevará una carátula, indicándose en ella la Unidad correspondiente, la procedencia o lugar en que sea recogida la documentación, la fecha de esa recogida y la Unidad nacional que lo haya hecho. Los legajos habrán de agruparse en secciones, coincidiendo estas con las básicas en que tradicionalmente se han venido distinguiendo las funciones del Estado Mayor: Organización, Información, Operaciones, Servicios y Cartografía, más la de Varios. Estos conceptos, sin embargo, no tendrán carácter exclusivo sino sólo indicativo, pudiendo ser aumentadas las secciones si la naturaleza de los documentos recuperados lo demandase. Por lo que se refiere a documentación del Ejército nacional, se dispuso que cada Gran Unidad abriese su propio expediente, ordenándole erl legajos según el mayor número de detalles posibles que
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DDL
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HISTÓRICO
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16%
facilitaran, en su día, su clasificación y estudio ; por ejemplo, nombre del sector operativo a que se refiere el documento, fecha de éste, referencias a otros expedientes 6 legajos, etc. En cuanto a la documentación propia y del enemigo que se encontrara en poder de las Jefaturas de los distintos Servicios, sería clasificada precisamente por aquéllas, con sujeción, dentro de lo posible, a las normas clasificatorias expuestas anteriormente, entregando los expedientes y legajos al Estado Mayor de la Gran Unidad a que pertenecieran las Jefaturas. Llevada a cabo la ordenación de los documentos en poder de las Divisiones y Cuerpos de Ejército, se verificaría su envío a las Regiones Militares en que radicasen los respectivos Cuarteles Generales, por ser estos últimos los organismos propios de la administración militar en tiempos de paz ; acompañando al envío una guía en la que constase el número total de expedientes y la reseña particular de cada legajo. En cuanto a las unidades Ejército (superiores en extensión y funciones a la Región Militar), conservarían sus documentos a disposición del coronel Jefe del Archivo Histórico Militar, pero sin enviárselos hasta que se les indicase, al objeto de evitar acumulaciones excesivas. Lo propio harían las Regiones con la documentación recibida de los Cuerpos de Ejército y Divisiones. En todo caso se remitiría a aquel Coronel un inventario traslado de la documentación en su poder.
b
ARCHIVO
DE
LA
GUZRRA
DE
HISTÓRICO
LmmAcIóx
DENTRO
DEL SERVICIO
MILITAR
Una orden de 3 de noviembre de 1939 creaba el Servicio Histórico Militar. Era el continuador inmediato de la llamada Comisión Histórica de las Campañas de Marruecos, cuyo expresivo nombre nos dispensa explicar cuál era su contenido, siendo antes del 18 de julio ‘de 1936, el ímico organismo dedicado exclusivamente a la investigación histórica existente en el Ejército. (No radicaba en el local de la calle de los Mártires de Alcalá, al que se ha hecho varias referencias). Mas ahora -año de 1939- el horizonte histórico-militar de España se había dilatado extraordinariamente, pues a la tarea de terminar la obra dedicada a aquellas campañas, aún pendiente, se unía el llevar a cabo un estudio extenso y objetivo de la guerra de España
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DE
HISTORIA
MILITAR
de 1936 a 1939, estudio que forzosamente tenía que tener nmchísma mayor envergadura. El Servicio se organizaba. como una Sección afecta al Estado Mayor del Ejército (hoy Estado Mayor Central) y había de tener dos Negociados. El segundo (Negociado de Bibliotecas y Servicio Bibliográfico) no nos interesa aquí, pero sí el primero, o Negociado Histórico, que se ocuparía de la Guerra de Liberación de modo pre ferente. Era lógico, pues, que toda la documentacióri referente a esta guerra fuese absorbida por el naciente Servicio. Y así, en la orden citada se decía : «Compete al primer Negociado, en primer término y de modo fundamental, la constitución y ordenación del Archivo Militar de la Guerra, como intrumento para la ulterior redacción de la Historia de la campaña última)).
RECEPCIÓN
Y CLASIFICACIÓN
DE
LA
DE
ESPAÑA
DOCUMESTACIÓN
DE
LA
GUERRA
En el mismo verano de 1939 comenzó a recibirse, en el local que había estado dedicado íntegramente a sede de la Biblioteca Central Militar, los primeros envíos documentales. Venían generalmente en toscos sacos, muy voluminosos, y se fueron almacenando en la gran nave que actualmente tiene el Servicio dedicada a Archivo de la Guerra de Liberación. Pero la remisión total de todos los fondos documentales tardó muchos meses en verse terminada, y ello por dos razones fundamentales : por el volumen y peso de las sacas, y por su procedencia, a veces de puntos muy alejados. Referente a aquel volumen y peso, basta decir que la documentación correspondiente a la zona roja originó 1.400 legajos, y la de la Zona nacional -salvo la del Cuartel General del Generalísimo-, 921. Dicho Cuartel General, por su parte, entregó 682 legajos. Si a ellos agregamos los 58 de la División Azul, nos dará un total de 3.061, con uti peso aproximado de 18 toneladas, según cálculos aceptables. Al terminar el afío 1940 se habían comprado los armarios metálicos y las mesas de madera que más adelante se hablará, pudiendo así quedar guardados los documentos previa una primera clasificación provisional.
ARCIIIVOS
DBL.
SERBICI‘O
IIISTóRICO
i,IILITAR
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Hasta 1.945 no se dio por totalmente terminado el envío de aquellos, lo que no obsta para que, posteriormente, tuviese lugar la donación o entrega al Servicio Histórico de algún fondo documental, bien que de valor relativo o volumen pequeño. La labor de clasificación tuvo que ser, forzosamente, muy lenta, debido principalmente al poco personal capacitado. En ella se siguió en un principio el sistema senalado en el Reglamento de Archivos Militares ; pero en 1954 se dispuso que dicha clasificación se llevara a cabo según la materia propia de cada documento y atendiendo las secciones del Estado Mayor. Con ello se volvía al sistema que había presidido la recogida y clasificación inicia! de la documentación, antes de ser enviada al Servicio Histórico Militar, criterio más en armonía con el posible estudio de una operación militar. No obstante, el cambio de orientación supuso un indudable retraso en la laboriosa tarea.
ORGANIZACIÓN
ACTUAL
DE
LOS
TRABAJOS
LOS trabajos de clasificación, archivo e idizado, ritmo nuevo a partir de diciembre de 1960.
adquirieron un,
El personal destinado al Archivo fue entonces notablemente incrementado, organizándose en tres grupos o equipos destinados a la documentación procedente de las Zonas nacional y roja, y a la especial del Cuartel General del Generalísimo. Para atender a las cuales se cuenta hoy con diez jefes y oficiales, y un suboficial. La documentación está guardada principalmente en 90 grandes armarios metálicos, de dos tamaños : treinta y siete de 220 ‘x 94 .x 38 y cincuenta y tres de 194 x 93 x 38 centímetros. Lo que les da una capacidad total superior a los 65 metros cúbicos. Hay además hasta diecisiete grandes mesas de madera dedicadas a la guarda de planos, fotografías aéreas y, en general, a los documentos gráficos de considerable extensión. Puede, pues, calcularse, sólo por estos datos, el volumen de la documentación del Archivo, sin duda el más extenso de los militares existentes en España. En la actualidad se encuentra totalmente terminada la clasificación e indizado de la documentación referente a operaciones. En tomos encuadernados están los índices, en los que se hace
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DE
HISTORIA
YILITAK
una breve referencia a los fondos de cada leg-ajo, fecha a que se refieren y unidad a la que pertenecen ; lo cual permite encontrar con gran rapidez el documento o dato que se desea. He aquí abreviadamente
el contenido de dichos tomos :
Zona wcz‘onal. Tomo 1: se refiere a los Ejércitos : - Ejército del Centro : 39 legajos, agrupados por las materias de Asuntos Generales, Campaña, Estadística, Instrucción, Recompensas y Cartografía (Esta clasificación es la antigua, correspondiente al Reglamento de Archivos Militares). - Ejército del Norte: 42 legajos, con las materias de Organización, Información, Operaciones, Servicios, Cartografía y Varios. - Ejército de Levante: 11 legajos, referentes a Organización, Información, Operaciones, Servicios y Cartografía. - Ejército del Sur: 36 legajos, ordenados según los apartados de Organización, Información, Operaciones, Memorias, Diarios de Operaciones, Servicios, Cartografía y Documentos particulares (cedidos por el general Cuesta, y referentes al Campo de Gibraltar). No citamos los legajos de cada una de las Unidades a que se refieren los tomos siguientes, por no hacer farragosamente inútil este estudio y porque además dichos legajos están ya siempre igualmente ordenados en las secciones de Organización, Información, Operaciones y Servicios. Los tomos II y III
se refieren a los Cuerpos de Ejército.
Tomo II: Cuerpos de Ejércitos de Aragón, Castilla, Maestrazgo, Marroquí, Navarra, Toledo, Turia y Urgel.
Galicia,
Tomo III : Cuerpos de Ejército 1 (o de Madrid), VI y 6.” División Orgánica, VII y ‘7’.&División Orgánica, y VIII y 8.” División Orgánica (Las Divisiones Orgánicas funcionaron como verdaderos Cuerpos de Ejército hasta que se transformaron en tales a lo largo del año 1937). Tomo IV: Se refiere a las Divisiones que en rigor eran verdaderos Cuerpos de Ejército: División de Avila, luego Agrupación de Divisiones Avila-Soria y al final Agrupación de Divisiones Guadarrama-Somosierra; División de Soria, más tarde Agrupación de Divisiones Soria-Somokierra y al final Agrupación de Divis$ones de
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UEL
SERVICIO
HISTÓRICO
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Guadalajara ; Agrupación de Divisiones Tajo-Guadiana ; más las Agrupaciones Hamadas de reserva KA» y «B)), de efectivos reducidos y formadas en el seno de las dos primeras citadas. Tomo V: En este tomo se inicia la recopilación de la documentación propia de las Divisiones. Se refiere concretamente a las l.“, 4.” y 5-a de Navarra y a las Brigadas de Navarra que actuaron en los anOs l.936 y 1937, siendo al final auténticas Divisiones. Tomo VI : Divisiones nacidas en el seno del Ejército del Centro, aunque luego actuasen en otros ejércitos. Esas Divisiones eran las ll, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18 y 19. Tomo VII: Se trata de un tomo suplementario de los anteriores, con documentación de todas las unidades, ya mencionadas. Contiene 34 legajos que llevan, tras el número correspondiente, la denominación «bis», es decir, desde el 1 bis al 34 bis. Tomo VIII: Dockmentación relativa a las Divisiones nacidas en el seno del Ejército del Sur: o sea, las 20, 21, 22, 23, 24, 25, 31, 32, 33, 34 ; más la Agrupación de Divisiones 22 y 23, la División 40 (de difícil encaje en otros tomos) y las Divisiones 50, 51 y 52 (formadas dentro de la 5.” División Orgánica, luego V Cuerpo de Ej+cito). Tomo IX: Continúa la documentación de las Divisiones de la «serie 50)) ; o sea, las 53, 54, 55, 56, 57 y 58, más la 60 a 63 y 71 a 75 (surgidas de la 6.” y 7.” Divisiones Orgánicas, luego VI y VIE Cuerpos). Tomo X : Divisiones 81, 52, S3, 84 y 85 (formadas en la 8.” División, luego VIII Cuerpo) y las que en primavera de 1937 se constituyeron, en principio, como reserva general: 102, 105, 107, 108, 112, 317, 122, 150,, 151, 152 y 154, y la 1.” División de Caballería. También abarca este tomo el conjunto de Operaciones sobre Madrid, llevadas a cabo en los meses de julio de 1936 a septiembre de 1937, y que por su naturaleza especial se ha considerado deben figurar independientemente. Tomo XI : La documentación de este tomo es muy heterogénea, abarcando incluso la de la División Española de Voluntarios en Rusia. Gobierno Militar de Cáceres, y CoHe aquí la lista de materias : mandancias Wlitares de León y Talavera ; Cuerpo de Tropas VOde Movilización, Instrucción Cóndor ; Centro luntarias ; Legión Militar y Reclutamiento f. Guerra de Minas ; Servicio de Información Principal de Artillería lde las Brigadas Periférico ; Comandancia
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DE IIISTORIA
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Navarras ; Comandancia General de Artillería del Ejército del Norte ; División Española de Voluntarios ; Servicio de Información y Policía Militar; Delegación del Estado para Frensa y Propaganda, y trabajos realizados por personal del Servicio Histórico de algún interés. Tomo XII : Se refiere exclusivamente a la Cartografía de todos los Ejércitos, Cuerpos de Ejército, Agrupación de Divisiones, Divisiones, Gobierno Militar de Cáceres, C. T. V. y Legión Cóndor.
Zonn t-ojo. La documentación aparece se indica a continuación:
reseñada
en seis tomos,
cuyo contenido
Tomo 1: Comprende la documentación referente a los órganos supremos de Mando y de Administración de los tres Ejércitos (Ministerio de Defensa Nacional, Presidencia de la República, Gabinete Topográfico, Estado Mayor Central. Estado Mayor de Marina, Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas, Subsecretaría del Ejército de Tierra, Junta de Compras y Recuperación, Escuelas Populares de Guerra, Subsecretaría del Aire, Jefatura de Fuerzas Aéreas y Estado Mayor de las mismas, Subsecretaría de Armamento, dnspecciones Generales, Dirección General de Defensa contra Aeronaves, Jefatura del Servicio de Transmisiones y Dirección General de Servicios de Transportes por carretera), más la relativa a Generalidad de Cataluña, Direcciones Generales de Seguridad y Carabineros, Grupo de Ejércitos de la Región Oriental y de la Región Centro-Sur y Ejércitos del Centro, Norte, Este, Andalucía, Ebro, Extremadura, Levante y de Maniobra. Tomo II : Abarca la documentación de la Comandancia Militar de Madrid, Cuerpo de Ejército de Madrid, 1.” División Orgánica, Fuerzas de Defensa de Madrid (prácticamente todo lo relacionado con la capital de España, en lo que respecta a operaciones militares), Columnas formadas en los primeros meses de la guerra (más de 36), Cuerpos de Ejército (del 1 al XXIV, más el llamado «A», el Cuerpo de Ejército de Maniobra, el Cuerpo de Ejército de Maniobra «B», el de Costa, el de «Vallecas)) y el wZ») y las Agrupaciones Autónomas de Cuenca, del Ebro, Fernández Navarro, del Jarama, Modesto, Sur del Tajo-Extremadura, Tagüefia y Toral.
ARCHIVOS
DEL
SERYICXQ
IIIST6KICO
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Tomo III : Se refiere a la documentación de las distintas Divisiones. Llevan éstas los números 1 al 56, 61, 62. y 64 a í3, más las denominadas «T.R.», KA», (CC»,«F», «X», «Bueno)), «Gallo», «MaciáComPanys», dos «de maniobra)) (en los Ejércitos de Andalucía y Extremadura), «Mixta», «Serrano):, «Zújar», ((2.8 de Asalto», 101-R, 102-R y 103-R (La R significa «de reserva»). Tomo IV: Se inicia aquí la documentación de las Brigadas Mixtas. Comprende la de las que llevan los números I al 8, 10, 11, 13 y 16 a 50. Tomo V: Continúa la documentación de las Brigadas Mixtas ; 31 â 55 y 57 a 124. Tomo VI : Termina en este tomo la documentación de las Brigadas Mixtas : 125 a 133, 135 a 163, 178, 179, 181, 182, 190 a 192, 195, 196: 199 a 217, 219 a 227. y 333. Abarca también lo referente a la Base de las Brigadas Internacionales, las de este carácter XI, XII, XIII, XIV y XV, la l.“, 2.” y 3.” de Blindados, la Brigada de Carros Blindados, la Brigada de Tanques y la Brigada de Trenes Blindados. Más la documentación de las Fuerzas Aéreas (Zona CentroSur, Regiones 1.” a 8.“, Grupos números 24, 28, 30, 51 y 72, Grupo’ de protección de vuelos, Escuadra 5.“, Patrulla «Vultee)), Fotografía y Escuela de Vuelos), Defensas contra Aeronaves, Pasiva y de Costas, Comandancias Militares de Albacete, Almería, Cataluña, Ciudad Real, Comarcal de Cuenca ; Cuenca y Valencia ; Jefatura Administrativa Centro de Reclutamiento, Instruccií>n y Movilización de Cuenca ; Instituto de Carabineros (Base de Castellón) ; Inspección y Comandancia Militar de Milicias, y Minas. Tomo VII : De carácter heterogéneo, abarca un campo más político que militar, con documentación no siempre relacionada con nuestra contienda. Así, la del Ministerio de la Guerra anterior al 18 de julio, Ministerio de Propaganda, Gobierno de Euzkadi, Antecedentes políticos ‘del Alzamiento, Prensa (publicaciones militares, periódicos, revistas, etc.), Propaganda (dibujos, gráficos, murales), Fotografías, Ministerio de Defensa Nacional (índice complementario), Grupo de Ejércitos de la Reg-ión Central, Ejército del Centro y Brigadas Internacionales
(id. id.).
Cmzrtel
Gmeral
del Genem1ísiwz.o.
La documentación procedente del mismo es de la importancia que puede suponerse, y abundantísima. Las materias se han ordenado alfabéticamente en los dos primeros tomos-índices. Estos son tres, y sus asuntos y extensión son las siguientes: Tomo 1,: Ascensos, Asuntos Generales, Contabilidad y Destinos En total 97 legajos. Tomo JI : Estadística, Instrucción, Justicia, Material de Aviación,. de Artillería e Intendencia, de Cuerpos y Oficinas, Diverso, de Ingenieros y ,de Sanidad, Organización. Reclutamiento, Sanidad, Servicios Administrativos y Uniformidad. Total 102 legajos. Tomo II1 : Información, Operaciones y Servicios, con un total de 488 legajos. Fotoyrnfins. El Archivo cuenta con 648 ejemplares de fotografías aéreas y numerosas terrestres (panorámicas del campo de batalla, en buena un índice común general, con un parte), todas las cuales forman total de 50 carpetas.
ESTADO
ACTUAL DE LOS TRABAJOS
En la actualidad se está llevando a cabo la redacción de fichas de personal, labor de un extraordinario alcance y volumen. Para darse cuenta de ello diremos que de sólo cuatro legajos del Ejército del Norte -relativos a Fersonal y Asuntos Variosse han obtenido más de 12.000 fichas. Y debemos advertir que el referido Ejército cuenta con 44 legajos. BIBLIOTECA
Recientemente se ha creado la Biblioteca del Archivo, donde, independientemente de las obras de la Biblioteca Central referentes a nuestra guerra, se conservan libros raros, o de difícil o imposible adquisición en el comercio. Bastantes de éstos están editados en idioma extranjero.
BIBLIOGRAFIA MONTES, Joaquín de, General Director del Servicio Histórico Militar : Sintesis Histórica de la Cabaileria Española. Editorial : Escelicer. Edición numerada de 700 páginas de 27 x 19,5, en papel registro, a dos tintas, con más de 200 grabados y 20 iáminas en couché a todo color. Madrid, 1968.
SOTTO
Cierta comedia de éxito en nuestros escenarios madrilefios presenta a un coronel que cuando le preguntan por SU música preferida parece no conocer otra que las marchas militares. Es un cliché con un siglo de antigii,edad y miopía, que en eso no acredita al autor de perspicaz. Nos ocupamos un día dc la colosal nómina de escritores militares, técnicos unos y humanistas otros, algunos de ellos primeras figuras académicas, literarias y aún poéticas. No descubríamos ningún misterio, si acaso en cantidad, que en calidad y fama eran bien conocidos los principales de ellos. Solía ocurrir, más bien por de técnica al encasillamiento perezoso, que se tenía por escritores artillero e ingeniero ; de arte militar, historia y literatura psico!ógico-militar. al infante. Lo demás se suponían excepciones. Había mucha parte de falsedad en ello, como en toda generalización. Faltaba la Caballería entre las armas combatientes y literarias. Nuestro siglo es propicio a escribir de la Caballería a caballo, porque hemos asistido a su crepúsculo y desaparición. Muchos idefitifican el momento con la batalIa de Polonia, que Malaparte pinta con aguafuertes agrios, tornasolados de cumbre literaria en su (tKaputt». Pero cuando hablamos de literatura militar, nos referimos a !a estiene estilo y fuerza suficientes como panola, que si no es abundante, para pcrangolxxse con cualquiera. Ahí está, menos conocida de lo que debiera, ((La soledad de Alcuneza», una novela con categoría de pieza universa] y con maravillosas precisiones técnico-poéticas. LCa
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curioso del caso es que García de Pruneda, genial cantor del ocaso de la Caballería, sólo fue oficial de complemento de Ingenieros en nuestra guerra de Liberación. En ella, acaso en la batalla del Alfambra, puede coincidir el gran momento. Tampoco os extrañará que al escribir tenga a mano los artículos de los oficiales de Caballería, que han cantado con inspiración el mismo clima psicológico, a nuestro modo de ver con mérito destacado y con profundidad erudita su nostalgia: El comandante Touceda en su «loa y elegía de la espuela», iba recordando las etapas claye del caballero, que tenía su símbolo en la espuela. Leyéndole reviven unos versos del romancero cidiailo, cuando la princesa Urraca, desdeñada del Cid, le recordaba la ccasión: Yo te calcé espltela de oro porque fueras mís honrado cuando fe armé caballevo en el aEitur de Sautiago.
Las espuelas nacieron antes para el caballero que para el caballo, y por eso era fundamental cortarle sus correas y arrancárselas en el oprobio de la degradación. Touceda recordaba su momento en la guerra del 36, cuando aún había plazas montadas y gratificaciones de montura de quince pesetas mensuales. La espuela era el barómetro del honor y la caballerosidad en el mundo entero. Y cuando la Caballería iniciaba su trayectoria descendente, los jinetes encontraron en ella su último refugio. Pero todo acabó con la Segunda Guerra mundial. Entonces el recuerdo se centra en un día gris del bosque de Charleroy, cuando un grupo de oficiales de la Caballería francesa se han reunido para una ceremonia romántica. Entre lirios y pensamientos silvestres, cavaron una fosa, donde fueron dejando sus espuelas para ser enterradas. Quedaba allí, como muerta, la ilusión de su vida y su culto al honor. El capitán Muinelo escribió no hace mucho otra elegía en prosa : «El último caballo», diciéndonos que el caballo dio su nombr,e y razón de ser a la Caballería, y después dc sugerir, más que narrar, las glorias de los jinetes militares y la estampa colorista de su atuendo, quiere ver los .escuadrones, perplejos un instante ante la aparición del primer cañón en el campo de batalla. Revueltos en el polvo de la explosión, caballos y jinetes se rehacen y aún obtienen victorias, hasta que otro día r.eciben la sorpresa de las ametralladoras. La técnica vencía al valor. Se empañaba el brillo de los sables y también los
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ojos de lOS oficiales. Pero se repusieron entonces y aun supieron aprovecharse de la técnica para cargar a lomo las ametralladoras. Los venció al fin la aviación y los últimos inventos de la técnica, y las cuadras se transformaron en garajes, los cuarteles empezaron a oler a gasolina y los oficiales a entusiasmarse con los potentes caballos de vapor de SUS carros de combate, mientras el caballo moría de melancolía. Quedaba, sí, el espíritu jinete en cualquier cabalgadura de metal, quedaban los viejos estandartes, los emblemas y 10s escudos de las antiguas glorias, enhiestos en las antenas de la nueva mecánica de guerra. Ahora, en SU momento justo, cuando el ultimo caballo de armas. va a salir a subasta en cualquier cuartel de Espaf& +n frase de Muinelo-, sale un precioso libro con la ((Historia de la Caballería Española»-, simetizada en 750 páginas, qu.e son otras tantas hojas de la vida de Unidades gloriosas, de nombres célebres, de batallas en las que se puso a prueba el arrojo de jinetes esforzados: vestidos para la muerte con sus más gayos y lucidos colores. Ciertamente no abundan los escritores de Caballería. Destacan entre ellos Mateo Marcos, Portillo Togores, el teniente general Valero Valderrábano, quien ahora prologa la Si~ztesisHistórico de laalCahalle& Esjmñola que acaba de escribir el general Joaquín de Sotto y Montes, Director del Servicio Histórico Militar, y el capitán Casas de la Vega, que está a punto de publicar su excelente «Brunete». Tampoco había una historia moderna de la Caballería española, desde que el Conde de Clonard, bisabuelo del general De Sotto, escribió la suya con maravillosos álbumes de tipos uniformes, allá por la mitad del siglo xrx. IIoy raramente escribe nadie una obra como ésta. Pensamos que acaso tampoco el general De Sotto lo hubiera hecho, de no ser estimulado por el afán de continuar la obra de SLI antepasado. Ahi esta el libro que la editorial Escelicer va sacando de SU imprenta estos días. La historia de la Caballería tiene su aroma propio, el encanto del colorido y del heroísmo. Tal fondo docum,ental y literario necesitaba una presentación adecuada. Y así tal historia es no solo digna, sino lujosa en su presentación, con viñetas a Vârias tintas, con mas de doscientos grabados y más de 24 láminas a toda plana y a todo color, y otras en negro, entre las que destacan las del álbum de Clonard, las de !os óleos de Cusach, y las acuarelas no menos acertadas de Sanfeliz, pintadas casi exprofeso para esta obra, aparte de otras documentales de verdadero mérito.
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Es notable la ambientación que da sabor realista, casi cronístico .a esta Historia. Desde los pkrafos inefables de Drapanio 0 Strabón describiendo la feroz caballería celtibérica, va estudiando en sus variados aspectos las organizaciones de la Edad Antigua, con el recreo agotador de una cámara cinematográfica que no quisiera ahorrarse ningún ángulo, ni siquiera el picado, para ver aquel clima desde arriba, que es desde la perspectiva histórica del autor, que describe lo mismo la organización y el reclutamiento y la táctica, que el vestuario y las armas, el equipo y el caballo. Dos etapas destacan por su extensión y por el recreo que el autor ha puesto -incluso artísticoen ellas. La época del romance y la romántica, a cual más impregnada de clima, de heroísmo y colorido caballeresco. Son dos cumbres, inicial y final, y de una trayectoria sin apenas declive hasta el ocaso. Los tiempos del romance hacen detenerse al General De Sotto, capítulo a capítulo, en las tácticas árabe y cristiana, en las lanzas fornidas, los caballeros, escuderos y ballesteros, con sus cualidades, armas y vestuario ; el caballo espariol ; las órdenes de Caballería, los almogávares a caballo, la Caballería villana, los torneos y pasos honrosos, la doctrina y el combate. Los tiempos románticos se encuadran alrededor del retrato del lengendario don Diego de León, «la mejor lanza de Esparla». Desfilan por sus capítulos, en pleno aroma de época, los coroneles de los r egimientos de la guerra carlista y la de Africa, los expedicionarios de ultramar, la instrucción y la táctica, la movilización y las Academias, describiéndose, casi morosamente su Indumentaria, sus armas, y las banderas de regimientos que ya eran famosas 0 ganaban entonces celebridad a fuerza de audacia en las sangri,entas cargas. Como si a la línea histórica hubiese de seguir forzosamente la revista en orden de parada, que el lector reclama, se muestran los regimientos con sus historiales, con su escudo y patrón, sus estandartes y recompensas, su evolución orgánica, los nombres de sus coroneles y sus hechos de guerra. Y tras los historiales, e! heroí,smo personal, con las acciones de los laureados. Predominan los de Marruecos y llenan cinco páginas los sa.rgentos, soldados y trompetas. Entre ellos el heroico cabo Mm-, cuya hazaña se pinta en una lámina quizá la más importante de la obra, reproduciendo una miniatura, plena de realismo, de un pergamino del regimiento de Húsares de la Princesa. Allí en la nómina heroica están O’Donnell, Cavalcanti, Cebollina y Primo de Rivera,
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el del más estupendo sacrificio caballeresco en pleno siglo xx, cargando sucesivamente cuatro, seis veces, hasta agotarse los caballos, que dan las penúltimas cargas al trote y Ia última al paso, sin fuerzas para más. Es la historia desfilando a caballo, al aire brillante de los uniformes que desaparecieron en la gran pinacoteca de la historia viva. Todo vive en el libro. Todo es variado y apenas se insiste en el tema marroquí, como alguien pensaría. Están también 10s nombres de los laureados de la última guerra: Queipo de Llano y Esteban Ascesión, entre los más famosos y populares. No sé por qué, pensamos que el general De Sotto se ha engañado a sí mismo. Prometía en el prólogo no entrar en el siglo xx, por razones de perspectiva histórica y por pertenecer a la generación que habría de historiar. Creo que al final le ha vencido con su fuerza la historia, o si queréis, la crónica. Y así, frenado en la historia general al terminar el siglo XIX, entra sin reparo en el xx al recoger ios historiales de los Regimientos y las páginas de los laureados. Era inevitable en cierto modo al testigo, aunque quisiera portarse con prudencia de historiador. Por otra parte, hoy la perspectiva se ha acercado, lo mismo que los continentes, por razón de la técnica y la velocidad. / Ahí quedan retratados los viejos hombres de armas, las órdenes militares, los almogávares a caballo, los caballeros villanos, 10s estradiotes, y detrás de ellos los Coraceros del Rey y del Príncipe, Húsares de la Princesa, Lanceros de Borbón, Regimientos de Castillejos y de Almansa, de Farnesio y Villaviciosa. Nombres sonoros, que llenan nuestra historia y nuestros recuerdos infantiles en desfiles llenos de sol, colorido y trompetería. Todos se reviven ahora en esta historia, que echaban en falta los hombres de nuestra ilustre Caballería, los jinetes civiles, los dibujantes y pintores, los curiosos y amantes de recordar, de revivir Zas glorias y los sacrificios de nuestra Caballería, que son los de España. Con su modestia característica, el autor remite el mérito de la idea de! libro a los compañeros del arma de Caballería, que se la sugirieron y le proporcionaron datos y bibliografía ; al Servicio Histórico Milia sus colaboradores en la selectar, fuente inagotable de erudición; ción de ilustraciones. Pero la obra es netamente suya en concepto y arquitectura, en redacción y benedictina reconstitución de espíritu y ambiente en cada época. Obra que se encuadra como continuadora de una ilustre tradición histórico-militar de su familia.-J. M. G.
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La +îzarchcr sobre Madrid. Publicación del Servicio Histórico -\iIilitar. Monografías de la guerra de España. N.” 1. Ponente : Coronel Martínez Bande. 214 páginas, 18 croquis a varias tintas, 24 láminas en negro. Madrid, 1968. De pronto, sobre tanto lastre literario de una y otra parte, que se almacena en los estantes, de i5.000 obras sobre la Guerra de Liberación -cada vez más en auge publicitario-, surge un libro documental que pasa al primer plano de! interés. Sus razones saltan a la vista. En él, con el mayor rigor científico, se ha his”toriado la primera etapa de la guerra de 1936, a base de las 60.000 carpetas de uno y otro bando que se conservan en el Archivo del Servicio Histórico Militar, con documentos de primerísima mano, con la firma de los generales en jefe, de los mandos de división y brigada, con los membretes de los Estados Mayores, con los sellos en tinta que los aut,entifican, vivos aún, como si cada documento se acabase de producir ; con su estados de fuerza, despliegue, fortificación, dotaciones de armas y municiones, relaciones de heridos y distinguidos. Todo conservado a través del tiempo y exhumado ahora en una historia bien hilada, bien tejida después en urdimbre y entramado. La fuerza, la gracia humana del relato sucinto, seco, histórico, en suma, surge del enfrentamiento de unos y otros escritos, de la oposición de dos decisiones, que al decencadenarse hasta sus últimas consecuencias darán por resultado la batalla, en grande, o el combate, en lo pequeño, pero tal vez no menos sangriento y decisivo. Al comparar dos órdenes de operaciones contrarias, si no supiéscmos el resultado, nos preguntaríamos como el conde de Maistre : ((;--Ouién vencerá ?, el último que se deje sugestionar por la duda, el último que pierda la voluntad de vencer». «Quien teme la derrota está ya derrotado», aclaraba el marqués de Santa Cruz de Marcenado. El Servicio Histórico Militar preparaba una gran Historia de la Guerra de Liberación, allá por los años cuarenta. Los tiempos hacen rectificar y hoy, variada la idea, se publica la primera de unas 25 monografias que, con actitud un tanto más ecléctica, ha querido llamarse de la «Guerra de Espana», pese a que, siendo tantas las que hubo en nuestra Patria, podría suscitar la incertidumbre de a cual de ellas se refiere, lo mismo que cuando, con intención más ten-
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denciosa, se la llama c(gu,erra civil», cuando en realidad, ni fue la única, ni lo fue estrictamente. La monografía de La marcku sobre Madr&.j es obra oficial, historia escueta y fría, relato de las operaciones, puntualizando las tropas y medios que se enfrentan, las decisiones, las ideas de maniobra, a veces también con algunos rasgos de intencionalidad, al tratar de explicar los porqués de la actitud en un momento determinado. Empieza con los primeros hombres que desembarcan de -4frica, a las órdenes de Franco. Termina, cuando se desiste del ataque a Madrid y se prevé una guerra larga, en la que el cerco de la capital de Espafía se rnantega tal vez mucho tiemPO, con un frente secundario, mientras las operaciones se dirigen por otros teatros elegidos para la actuación de cuerpos de maniobra. El libro está presentado no solo con dignidad, sino con atractivo editorial. La portada, con una fotografía de la columna, que tiene ante sí una carretera interminable, responde al título con plena identificación. A las 214 páginas donde abundan las llamadas al pie, se añaden 18 grandes croquis a varias tintas, los más claros que hasta ahora se han visto de nuestra guerra, los más precisos también, y 24 láminas con más de 50 fotografías inéditas en su mayor parte, reproduciendo personajes, escenas y documentos fotocopiados, autógrafos del Generalísimo Franco nunca dados a conocer, con sus enérgicas tachaduras impresas por la urgencia de la operación con pulso firme y seguro. Las notas al pie en curso, pero siempre dan la confirmación de algún dato del Archivo o la procedencia, casi siempre por autorizsdísimos jefes de operaciones de la zona roja, de las más recientes ediciones de Líster y el Campesino, Malinovski y La Pasionaria, preferentemente basados en monografíaSs y memorias históricas, cuando no en los mismos diarios de operaciones. Si había 15.000 libros sobre la guerra de España, éste X3.001 marca unla nueva etapa. Que nadie hable ya de tal guerra sin tenerl,o delante, porque el ridículo histórico caerá sobre él. Es muy posible, que siendo, como es un libro poco entretenido, por su rigor histórico, sea un «best seller», un récord editorial del año, con dos ediciones en un mes. Que no se compare, por favor, con las novelas de éxito, porque afin hay clases, y también los autores de novelas sobre nuestra guerra se ofenderían si les comparásemos con las del oeste, que por cierto disfrutan de las máximas tiradas. Si quisiéramos
destacar
las novedades,
las sorpresas
que esta obra.
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nos depara, habríamos de hacer un recorrido general. Valgan las más salientes: Hasta finales de agosto de 1936, en la zona roja no hay ni atisbos de organización militar seria. En cambio, a partir de septiembre los rojos se anticipan en todo ; en la importación de armamento, carros y aviones, en organización de Unidades superiores, en la movilización de quintas atrasadas, en la improvisación de jefes y oficiales, en dar un mando único a su ejército. Para quienes se empeñan en llamar bando republicano al que se enfrenta al nacional, les serviría de mucho aquella orden general de Miaja del 13 de noviembre, ante el temor de una lucha callejera en Madrid con peligro de confusión. La consigna que servirá para que identificara sus tropas hace que al que pregunte: 2 Sois rojos?, se le responda : Siempre. Badajoz, Talavera, Toledo, son tres etapas con problema. El de la represión en Badajoz, un bulo tan divulgado, que aquí se aclara hasta en sus últimas consecuencias ; el de la resistencia dedidida en Talavera que apenas surte efecto ; el de la discutible decisión d.e Franco al ir a Toledo, alargando el camino de Madrid, contra la opinión de algunos de sus propios generales, que también se examina. Otro aspecto tratado aquí con verdadera novedad, porque hay datos nutridos sobre ello, es Ia aparición de la columna Fantasma y, sobre todo, la formación del 5.” Regimiento, alma de la defensa de Madrid. La guerra empieza a cobrar dureza el 26 de octubre, cuando en zona nacional se llama al primer reemplazo de 1932. Poco después, los rojos decretan la movilizacion general de 20 a 45 años, aunque responden tan pocos, que pese a ello han de seguir llamando reemplazos, uno por uno, como si aquella orden no existiese. A medida que la columna de Marruecos se acerca a Madrid se consolida un poco la organización y la defensa. El frente va apareciendo, con las fortificaciones de Maqueda, la línea Masquelet y las famosas alambradas eléctricas, pero es porque la influencia soviética va tomando todos los resortes del mando supremo. No son los rusos en el frente, ni ios tanquistas soviéticos, ni los Comisarios comunistas ; son los consejeros de altura quienes influyen decisivamente. Así se produce el 29 de octubre el contraataque de Seseña con quince carros rusos que originan doble confusión, pues los nacionales les toman por amigos y los rojos por enemigos, Lo mejor de todo son las conclusiones, ajustadas, precisas, sobrias, aplicadas firmemente a los datos incontrovertibles, como una ecua-
cion o un silogismo. Conclusiones valientes, al decir que no fueron las Brigadas Internacionales las que defendieron Madrid, pues ya era durísima la lucha cuando ellas entraban en fuegu. Sólo estuvieron en algunos sectores; pero tampoco hubo «milagro de Madrid» como se había dicho, sino lógica concentración de acontecimientos, la que se da en cualquier ciudad acosada d.e cerca. Se apoya para ello en juicios de tres generales nacionales --López Muñiz, Vi@ y Mariñas-, y muchos jefes comunistas. Al final, los ,dos bandos ven como inevitable el paso de la guerra corta a la guerra larga. ES curioso ver cómo los rojos afirman sin excepción que la defensa de Madrid tuvo SU alma, si no en la fuerza, sí en el ejemplo y el espíritu militar de las Brigadas Internacionales. Se produce aquí un trueque de opiniones. Los nacionalel dicen que la defensa fue española y los rojos que fue rusa, al menos en su esencia y sostén. Entre otros testimonios ‘se aportan los de Zugazagoitia, socialista ; Guzmán, anarquista ; Sender, comunista entonces ; Nenni, socialista italiano ; Bo’wers, embajador en Madrid. Y Largo Caballero, Hidalgo de Cisneros, Fischer, Brenan, Salvador de Madariaga y el poeta Neruda. Sólo las doce páginas de consideraciones finales justificarían la publicación del libro. Ahi sí que se resume, con amenidad, la esencia de lo que fue la marcha sobre Madrid y la defensa de la capital, en interesantísima visión de conjunto. Diez ,documentos enriquecen el libro con órdenes de operaciones que empiezan en la Directiva de Mola del 24 de junio, e incluyen la orden de Franco para marchar sobre Madrid, dada en Tetuán el 1 de agosto, y la de penetración por las calles de la capital firmada por Varela el 6 de noviembre. Las demás se refieren casi todas a reacciones defensivas del ejército rojo, a cual más apasionantes para el interesado en conocer esta etapa histórica. El Servicio Histórico Militar ha pr,estado un gran servicio: en cumplimiento de su misión oficial. Es loable la empresa y el éxito de estas dos ediciones en un mes, así como el anuncio de la inmediata aparición de la segunda monografía: «La lucha en torno a Madrid», prometiendo una rápida continuidad a los estudiosos sobre la guerra de España. Felicitación especial merece el ponente de escoronel Martínez Bande, prestigioso escritor y autor tos estudios, de numerosas obras y artículos en torno a SU especialidad de la guerra de 1936.-J. M. G.
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José bíaría: Espie-ilu y mdicia eu Ia España wbedieval. Editora Nacional. Publicaciones Espaííolas, Madrid 3967, 357 páginas, 32 láminas con 60 fotografías, muchas de ellas inéditas.
GÁRATE
CÓRDOBA,
La primera pregunta con relación al interés y la necesidad del libro, sería interrogar, como el autor, <por qué lo medieval está de si sc quisiera profundizar, sería un tanto fimoda? La respuesta, losófica. Diriamos, casi por psicología del tiempo en que vivimos, que sin significar una nueva edad media de modo riguroso, tiene características medievales de transitoriedad, realismo crudo, preocupación finisecular -se acerca el año 2000, como entonces el lOOO--, sentido de la angustia existencial, dramatismo y aturdimiento. Junto a todo ello, en pura panorámica, el interés científico por una époc:t que fue llamada oscura y de transición, no tanto porque lo fuese, como por falta de medios de investigación para conocerla, de datos objetivos y de saciedad de otros conocimientos hechos ya tópico. su conDe ahí nace, si se quiere, el interés del autor. Entonces, dición profesional le lleva hacia las vertientes más sugestivas de la constante, milicia medieval, las de su espíritu, espíritu cn contraste entre la mística y la crueldad, entre la piedad y la superstición, entre la espiritualidad y el riesgo de la vida por cosas elementales como el pan, el botín, el honor. se examinan en la España MeAhora, el Espíritu y ~LII Milici17, dieval a través de sus textos literarios, sus fuentes. Las fuentes medievales castrenses, lo son muy a medias, más si el interés se concreta fundamentalmente al alto medievo, apenas hay textos militares. F’ero hay iiteratura militar en tres formas de letras : las de los cantares de gesta, las de las crónicas y las de las leyes. Dentro de estos tres grupos se observan coincidencias, antagonismos y purificación evolutiva. Sí sabemos, que lo que se va buscando es la esencia militw. Ahí está todo pues. Porque seleccionar los textos más definidores es relativamente sencillo después de bucear en todos ellos hasta ver dónde está la verdadera médula que define la espiritualidad, el medievalismo y la milicia. Si hay que encontrarlo en el nacimiento mismo de la España Medieval y de su idioma castellano, el másimo interés estará en los tres cantares ,de gesta que han llegado a nosotros más completos con pensamiento castrense, 0 al menos ca-
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b:Jleresco,
porque
ción del pensamiento
lo que se busca no es otra y la espiritualidad.
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cosa que la evolu-
Está casi todo hecho por lo que toca a los cantares, con el de -pPptián Gomále,-, los Siete Infan,tes de Lara y el del Jlio Ca. En ellos vamos viendo cuál es la idea del héroe, desde el mero combatir juglaresco, el de luchar para contarlo; luego se llega hasta el más alto sentido de la guerra divinal, encontrando en estrofas de Fernán González réplica a la pretendida islamización que Américo Castro suponía en nuestra guerra santa. Nace ya Castilla con ese tema, sin posible contagio musulman, ni por la época, ni por la geografía, pues surge en un desierto estratégico, que aisla la montaÍía de los reinos moros. N-ace allí la democracia militar cristiana, donde el jefe decide tras oir los consejos, y se superan ya entonces confusos pacifismos y desarmes peligrosos. Todo está contenido en el poema de Fernán González. Su elevación espiritual, junto con sus milagros y milagrerías, crecen a través del cantar de los Siete Infantes en el que lo medieval negro, llega a la crueldad de una maldición para el alma y la saña retenida por generaciones, los extrafios agüeros bélicos y los más extraños ritos religioso-castrenses de confesion civil y comunión simbólica, Todos estos aspectos se depuran y subliman en el tercero de los cantares, el de Mio Cid. Los agüeros son tenues, comedidos y un tanto excépticos y oportunistas ; la religiosidad es más clara y firme, la crueldad va tomando límites muy definidos, aunque aún muy duros. Se plasman figuras antes borrosas como la del obispo guerrero o la del héroe fiel en la desgracia. La mesura magistral del héroe, la comprensión del enemigo hasta la línea misma donde la caridad puede ser suicida. En todas las gentes había detenciones en lo puramente militar, de considerar la batalla, la furia, el despliegue. En todos, también se examinaba al autor a través de su canto, para analizar SU com. ., su opinión sobre hechos, pensamientos y actitudes. Aquí posrcion, en el Mio Cid, mucho más. Precisamente es en una penetración por la estadística militar en el L~io Cid, donde puede estar el mejor hallazgo de la obra, tanto que al conocer un anticipo de ello, Menéndez Pida1 aseguraba al autor: <(Veo mucho que estudiar desde el punto de vista de la tkcnica mi-
litar, Espero aprovechar su trabajo en una revisión de mi España del Cid». En esas líneas brillaba una vez más la modestia de don Ramón y su aceptación de las más diversas aportaciones. Se trataba de un recuento progresivo de la hueste cidiana en el Cantar, de la proporción de caballeros y peones, y del afán estadístico ‘del autor. Por lo primero se manifestaba, en cifras, algo ya sabido, el progreso de las tropas del Cid, desde una compañía hasta una división, es decir, que el Cid empezó siendo capitán y terminó de general. Por lo segundo, el autor del Cantar, a quien ya Menéndez Pida1 ha localizado como contemporáneo riguroso del Cid, pues Rodrigo Díaz murió en 1099 y el poeta anónimo escribió hacia 1105, es decir, unos seis años después. Pues bien, en ese autor hay como una obsesión por el realismo y la contabilidad más rigurosos. No describe la batalla sino con fórmulas francesas, las tópicas entonces ; no descubre ningún matiz de táctica, de organización o de estrategia ciudadana, pero cuida de no redondear ni una sola cifra, sus números son contenidos y picudos. Parece que sin estar metido en el combate está pronto en el campo de batalla o en el puesto de mando, a la hora del recuento de heridos, del reparto del botín en la. proporción entonces regulada. Sólo redondea el Amero de los enemigos cuando después de atacar desaparecen y no puede contarlos, pero aún entonces sabe el número exacto de los prisioneros y los muertos que quedan en el campo cristiano. Por eso el poeta puede ser muy bien un oficiai cuadrillero o quifionero, de la intendencia actual, o si se quiere de la cuarta sección del rudimentario Estado Mayor de entonces. En lo anterior está lo más penetrant,e de la obra, donde prácticamente termina su primera parte: El examen de los cantares de gesta. En la segunda, el recorrido por las crónicas tiene un hito en la más antigua, latina aún, la Adefomi Tmi,el-ato& ; otro en la del Rey Sabio, Crónica General; un paso más en la del Rey Conquistador, Jaime 1, y el último, con un autor catalán, Ramón de Muntaner. Brilla la cumbre de la espiritualidad militar cn el Rey Santo, descrito como modelo de caballeros, hasta el punto dc que en su muerte la crónica se convierte en oración. Este modelo humano de caballeros se haría, tocando ya el Renacimiento, ejemplo iiterario en páginas militares de Raimundo Lulio. Pero lo que era milicia bárbara inicial se va transformando en espíritu aventurero a partir de la crónica del Rey Jaime y llega a su cumbre en el alma
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enigmática de los almogávares, que rezan la salve llorando, antes. de combatir con ferocidad aniquiladora. Ya se desdibuja la figura del obispo a caballo, antes tan proliferada, y se falsea aquel sentido de guerra divinal en supuestas cruzadas tardías, que se esfuerzan por mantener tal aparencia. El otro puntual de la obra está seguramente en el estudio del aspecto militar de Las Siete Partidas. Obra de contrastes, que resume el pensamiento y la espiritualidad militar del medievo. Desdela filosofía de la guerra, hasta las virtudes militares; desde la suerte de prisionero, hasta el tormento como prueba judicial. Y en medio de todo, como ambiente y esencia, un profundo estudio del miedo a la muerte, pese a lo cual, el heroísmo está exigido y prescrito, ley por ley en la letra de la Partida Segunda. El libro, en síntensis estudia ías etapas por las cuales el fanatismo es sustituido por un sentido teológico de la milicia, que trasciende a los hechos de armas. Del concepto del honor personal se pasa. a Ta idea del servicio de Dios en guerra a cdo divino)) ; la crueldad medieval cede el paso a las virtudes del caballero orante y militante o el clérigo guerrero. El incentivo de la ganancia da paso al desinterés y el sacrificio por la Fatria como ideal militar. La belieosidad, el falso pacifismo y el culto a la eficacia, se superan en el agotamiento de medios pacíficos, la espiritualización de la fortaleza militar y el respeto a la ética de guerra. La voluntad de vencer se sublima en providencialismos de La guerra justa y lícita ; el desprecios al prisionero en la iniciación del derecho de gentes. Frente a la tirau& caprichosa nace una democracia militar bien entendida, donde la autoridad y competencia del jele es la mejor garantía de la libertad, la disciplina y la victoria. ET libro muestra en síntesis cómo el héroe, el espíritu militar convergen inicialmente hacia la espiritualidad cristiana. Y la ley, Pero pasada la cumbre del héroe santo, e! camino se bifurca nuevamente, no ya en la distinción primera entre lo cristiano y lo sino que el desdoblamiento produce el héroe aventurero, militar, por un lado, y el héroe cristiano por otro. Mientras que esta ídtima figura sigue fiel a la línea tradicional, Ia anterior deriva por la aventura renacentista primero, y luego por la romántica, hasta ideaTizarse como un nuevo modelo que, por la época liberal llega has‘;na figura superada ya en nuestro ejérta la guerra de T,iheración. cito. Pero eso sólo se vislumbra en la obra, como un presagio, al que
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conduce el estudio del espíritu militar crónicas y las leyes medievales.
MILITAR
en los cantares de gesta, las
Ese es su motivo, stl hilo conductor y también SLI primer mérito, el del tema. Porque modestamente engarzadas en él, van las investigaciones de interés histórico y psicológico, especialmente en los capítulos de Fernán González, con su análisis estadístico-gramatical de lo religioso y lo militar, en el que surgen descubrimientos, con su verificación de las batallas, tras compulsar las fuentes poemáticas y las docum.entales. Lo mismo en el M;o Mid, tanto en la que el autor llamó «Introducción a la táctica del Cid» cuando el capítulo fue -como algunos otros-, artículo de esta REVISTA y mereció la atención y el elogio de Menéndez Pidal, como en su más ambiciosa profundización. al recontar a cada paso la hueste cidiana y encontrar la posible filiación militar del poeta del Cid por sus precisiones numéricas -entre otros aspectos-, o aque! estudio que señala en un verso del Cantar el punto en que el Cid pasa de ser capitán a general, porque es el momento de inflexión de la táctica a la estra. tegia. Hay también investigación erudita en las Partidas, aunque aparezca diluida en consideraciones psicológico-morales. Como en todo el libro, y ést.e es quizás su acierto formal y narrativo. El autor va y viene de la vida medieval a la nuestra y del hoy al ayer. Así hay momentos en que por esta ubicuidad, el lector se identifica con el medievo tanto como con la época que vive y, por paralelismo y enfrentamientos sucesivos, comprende muchas cosas que hasta ahora juzgó absurdas. Y a veces con toques de humor muy oportunos.G. c.
JIMÉNEZ, Manuel: España en Africa. La pacificación de Mawzcecos. Un volumen de 791 páginas, en rústica, con ocho Iáminas en negro. Imprenta del Servicio Geográfico del Ejército. Madri,d, 1965.
GALBÁN
El autor conoce bien la zona de nuestro antiguo Protectorado d.el Norte de Africa, por ,haber vivido en Melilla muchos años, desempegando cargos relacionados con la información y la política, entre otros la Dirección del diario «Telegrama del Rif». Apoyándose en una extensa recopilación de documentos oficiales, relata y desarrolla un
186
BIBLIOGRAFÍA
tema tan sugestivo sobre ficación de Marruecos)).
nuestra
acción
en Africa,
cual es la «Pa&
El señor Galbán Jiménez dedica su primer capítulo a un interesante personaje, que los españoles conocemos bajo el nombre de el Roqui o BU Harrara, aunque otros le !lamaban Yalali Ben Abd es Selam el Yusti, que al parecer era el patronímico del pseudopríncipe Muley Mohamed. Después de estudiar la personalidad de tal caudillo moro y sus relaciones con nuestras Autoridades político-militares, Galbán dedica gran número de páginas al problema de las minas y, sobre to’do, a los múltiples litigios mineros que tan negativamente influyeron en el normal cdesarrollo de la acción de España en Africa. Ab el Krim, aparece en la obra, donde a través de un número de páginas, se .describen las andanzas del cabecilla berri-urriaguel; acciones políticas y bélicas, no despreciables por cierto, ya que costaron bastante sangre española y muchas sumas de dinero del Erario Público. Son de gran interes los capítulos destinados a comentar la política en Marruecos del General Berenguer, cuando estuvo al frente de la Alta Comisaría, e igualmente resultan instructivas las páginas de:dicadas a señalar el paralelismo de las vidas de los Generales Silvestre y Berenguer. El señor Galbán hace una descripción objetiva del infortunio de Annual, así como de su epílogo, la triste aunque gloriosa acción de Monte-Arruit. También se ocupa detenidamente del llamado expediente Picazo, destinado a descriminar responsabili$dadesderivadas por el derrumbamiento de la Comandancia General de Melilla. Termina el voluminoso libro con un capítulo que denomina «Juicio crítico : Mis impresiones», de indudable interés para aquellos lectores que deseen conocer con algún detalle las vicisitudes de nuestra acción en Marruecos. En general, se trata de una obra fundamentada en una serie de textos y documentos oficiales, algunos fotocopiados, por cuya circunstancia hay que reconocerle de indudable rigor histórico.-J. S.
OBRAS
PUBLICADAS POR EL
SERVICIO HISTORICO
MILITAR
Acción de Espafia en Africa. Tomo 1: Iberos y bereberes (Madrid, 1935), 296 páginas, 16,55 pesetas. Tomo TI : C‘ristian~os y :~~.~sztl~ndnzrs de Occidente (Madrid, 1941), 295 páginas, 27 pesetas. Tomo III: El reparto político de Africa (Madrid, 1941), 162 páginas, 20,35 pesetas. Ilustrados todos con grabados, fotografías, mapas y planos. El tomo 1 fue publicado, en 1933, por la Comisión de Marruecos, ya suprimida. Toda la obra se vende, Geográfico del Ejército, calle de Prim, núm. 21.
Histórica únicamente,
de las Campahas en el Servicio ,
Acción de España en Perú. Un tomo de 557 páginas con ilustraciones, 67 pesetas (Madrid, 1949).
Armamento
de los ejércitos de Carios V en la guewa de Alewmnhx,
Un volumen de 56 páginas con grabados y fotografías, (Madrid, 1947).
Boletin de la Biblioteca
Central Militar.
13 tomos para formación No
Campañas
están
10 pesetas
de los Catálogos (Madrid,
1945 a 1956).
a la venta.
en los Pirineos, firdes
del siglo XVIII
(1793-95).
Tomo 1: Antecedentes. Ilustrado con grabados y fotografías (Madrid, 1949), 341 páginas, 66 pesetas.
188
REVISTA
DE
HISTORIA
MILITAR
Tomo II : CamparLe del Rosellón y la Cerda,ia, ídem, 682 páginas, 100 pesetas (Madrid, 1954). Tomo II1 : La campaña de Cataluña, idem, en dos volúmenes, 380 y 514 páginas, 172 pesetas (Madrid, 1954). Tomo IV: Campaña en los Pirineos Occidentales y CcntraEes, ídem, 752 páginas, 356 pesetas (Madrid, 1959). Cartografia
y Relaciones Históricas de Ultramur.
Tomo 1 y Carpeta de mapas : América en general. El tomo, de 495 páginas, tamaño folio mayor, 427,60 pesetas. (Agotado.) (Madrid, 1950). Tomo II y Carpeta de mapas: Estados Unidos y Canadá. El tomo, de 598 páginas, en folio mayor, 641,33 pesetas. (Agotado.) (Madrid, 1953). Tomo III y Carpeta de mapas: Méjico. El tomo, de 399 páginas, en folio mayor, 747,4S pesetas (Madrid, 1955). Tomo IV y Carpeta de mapas : América Central. El tomo, de 286 páginas, en folio mayor, 656,35 pesetas (Nadrid, 1930). Catálogo de la, Colección histórica documental del Frnile. la Independencia.) (Madrid, 1947 a 1950). Tomo 1: Tomo II,: Tomo III: Tomo IV:
(Guerra de
Letras A a la C, 253 páginas, 20 pesetas. Letras CH a la K, 226 páginas, 20 pesetas. Letras L a la Q, 215 páginas, 20 pesetas. Letras K a la Z, 228 páginas, 20 pesetas.
Cronologia, episódica de la Segunda Gzlerra Mundial. Tomo 1: Primer período. 310 páginas, 34,50 pesetas. Tomo II : Segundo y último período. 349 páginas, 64 pesetas. Ilustrados los dos con mapas y planos (Madrid, 1947). Curso de confeferencias sobre Historia, Geografia y Filosofia Guerra, en el Servicio Histórico Militar (Madrid, 1947). Un volumen. 343 páginas, ilustrado con grabados, mapas y planos. No está a la venta.
de la
fotografías,
Cursos de Metodologia y Critica Históricas, para formación del moderno historiador, en el Servicio Histórico Militar.
técnica
PUBLICACIONES
DEL
SERVICIO
HISTÓRICO
MILITAR
,189
Tomo I : Curso Elemental (1947-48). 200 páginas. Tomo II : Cwso Szlperz’or (1949). 359 páginas. (Madrid, 1948-1950). No están a la venta. Diccionario Bibliográfico la (1808-1814).
de b Guerra
de la Independencia
Españo-
Tomo 1: Letras A a la H, 345 páginas, 20 pesetas. Tomo II: Letras 1 a la 0, 270 páginas, 20 pesetas. Tomo III : Letras P a la 2, 341 páginas, 20 pesetas. Ilustrados los tres con grabados y fotografías, en color negro (Madrid, 1944-1952). Dos
expediciones
espafiolas
Un volumen, setas.
351 páginas,
conka
Argel
Un volumen
(15.41-1775).
con ilustraciones
El ataque a través del Canal (Madrid,
de 602 páginas,
y en
(Madrid,
1946), 18 pe-
1963).
con 25 mapas. No está a la venta:
Versión española de la obra de Gordon A. Harrison CYOSS Channel attack, segundo volumen de la subserie aE Teatro de Operaciones europeo2, de la enciclopedia aE Ejército de los Estados Unidos en la Segunda Guerra MundialD, que se publica bajo la dirección de la Jefatura de Historia Militar del Departamento del Ejército.
Europa y Africa
Un tomo,
entre dos g-randes gwwas (Madrid,
317 páginas,
Sólo se vende en el Servicio
Galeria militar
contemporá,îzea
con mapas y fotografías, Geográfico
del Ejército,
(Madrid,
1944). 14,85 pesetas.
calle de Prim, núm. 2l.
1953).
Tomo 1: La Real y Militar Orden de San Fernando. Con fotografía de los condecorados. 387 páginas, 85 pesetas.
Geografia Africa.
de Marruecos,
Protectorado
y Posesiones de España en
190
REVISTA
DE
HISTORIA
MPLITAR
Tomo III: La vida social y poíitica, 659 páginas, con grabados, fotografías, mapas y planos, 75 pesetas (Madrid, 1947). Los tomos 1 y II de esta obra, titulados, respectivamente, hlarr%ecosen gereral y Zona de nuestro Protectorado en Marruecos y Estudio particular de las regiones naturales de la zona, plazas de soberania española y vida económica, fueron publicadas en 1935 y 1936, por la suprimida Comisión Histórica de las Campañas de Marruecos. El primero se agotó, y el segundo únicamente está a la venta en el citado Servicio Geográfico, al precio de 24,30 pesetas.
Hzhoria
de las armas dc fuego y sz1 uso en España.
Un tomo ilustrado, con grabados en color y en sepia, 332 páginas (Madrid, 19X)? 85 pesetas. (Agotado.) Historb
de las Campalzas de Marruecos.
Tomo 1: (Comprende hasta el año 1900), 608 páginas, con grabados, fotografías, mapas y planos (Madrid, 194’71, 59,‘75 pesetas. Tomo II: (1900 a 191Sj, 944 páginas. con idem (Madrid, 19X), 138 pesetas. La guerra de la Independencia (Madrid,
1966).
Tomo I,: Antecedentes y prel&nares, 483 páginas profusamente ilustradas ; 320 pesetas para los miem’bros y organismos del Ejército ; 400 a librerías, con un 20 por 100 de descuento. La guerra de minas en España (Madrid,
194s).
Un volumen de 134 páginas, con fotografías Nomenclátor
y planos, 50 pesetas.
histórico militw.
Tomo único : Diccionario de voces antiguas de carácter militar, 372 páginas (Madrid, 1954). No está a la venta. Tratado
de Heráldica
Militar.
Tomo 1: 288 páginas, en papel registro, con grabados y fotografías, algunos en color, encuadernado en imitación pergamino, 225 pesetas (Madrid. 1949).
I’L’L3LICACfOSES
DEL
SERVICIO
HISTÓRICO
MILITAR
191
Tomo II : 390 páginas, idem, 196 pesetas (120 pesetas para loe miembros y organismos del Ejército) (Madrid, 1951). (hgotado.) Tomo III: 374 páginas, idem, 400 (320 pesetas para los miabros y organismos del Ejército) (Madrid, 1959). Tomo IV : (En prensa).
Mo?zog~afías 1. 2. 3. 4.
2.
:
Regimiento de I.nfantería Inmemorial núm. 1. 1965, 22 p& ginas. Regimiento de Caballería Dragones de Santiago núm. 1, 1965, 18 pág-inas. Regimiento Mixto de Artillería núm. 2, 1965, 15 páginas. Regimiento de Zapadores para Cuerpo de Ejército, 1965, 24 páginas.
Monografúzs 1.
Ilistórico-gelzenEógiccls
de la gtiewa
de España:
La marcha sobre Ma~dtid. 213 páginas, 18 amplios croquis, 10 documentos, numerosas fotografías documentales inéditas. 1.” edición: Madrid, abril de 1968. 2.a edición: junio] de 1968. La lucha en torno aI Madrid, en el invierno de 1936-37. (Operaciones sobre la carretera de La Coruña. Batalla del Jarama. Batalla de Guadalajara). De próxima aparición.
NOTA.-L.OS miembros y organismos del Ejército y Ios centros civiles gozan,. en casi todas estas obras, de una rebaja del 10 al 25 por 100.
Un precursor español de la Artillería de retrocarga, por Fernando Gil Ossorio . . . . . . . . . . . . . . . 7 reseña histórica de la Caballería española (hasta el siglo XIX), por Joaquín de Sotto y Montes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 Aportación militar a la Cartografía española en la Historia Contemporánea, por Miguel Alonso Baquer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 La Aviación de caza nacional en la Guerra de Liberación, por Jesús Salas Larrazábal . . . . . . . . 83 Los errores del libro de Hugh Thomas. Dos casos concretos: las batallas de Brunete y Teruel, por Rafael Casas de la Vega . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117 Historiadores militares del siglo XIX: Teniente General D. Serafín María de Sotto y Ab-Ach, Conde de Clonard y Marqués de la Granada (1793-1862) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139 Conferencia del Teniente Coronel Aguado Sánchez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .151 La Exposición Histórico Militar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153 Cursillo sobre Catalogación y Archivo de Fondos Documentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159 Archivos del Servicio Histórico Militar: El de la Guerra de Liberación . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171 Obras publicadas por el Servicio Histórico Militar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187