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“Surrexit Dominus vere”. Menorca: La isla del “Conocimiento alquímico”. La aplicación del hermetismo en la arquitectura y escultura.

Lola Carbonell Beviá

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“Surrexit Dominus vere”. Menorca: La isla del “Conocimiento alquímico”. La aplicación del hermetismo en la arquitectura y escultura.

Lola Carbonell Beviá

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Índice

1. El arte hermético de la alquimia aplicado a la espiritualidad. 2. La espiritualidad religiosa de la alquimia. 3. Clérigos alquimistas. 4. La alquimia espiritual aplicada a la arquitectura y escultura. 4.1. La capilla de las Ánimas de la catedral de Ciutadella de Menorca. 4.2. El crucero y camarín de la ermita de ,uestra Señora de Gracia de Mahón. 5. Apoyo a la alquimia metalúrgica en Palma de Mallorca. 6. Persecución de la alquimia médica en Menorca. 7. Conclusiones. 8. Citas bibliográficas.

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“Surrexit Dominus vere”. Menorca: La isla del “Conocimiento alquímico”. La aplicación del hermetismo en la arquitectura y escultura.

Lola Carbonell Beviá

1. El arte hermético de la alquimia aplicado a la espiritualidad. La alquimia fue tachada como “la parienta de la magia” (1), por su conexión con el arte hermético (2). Y su carácter negativo perduró hasta el siglo XVIII, momento en que la alquimia fue tachada de carácter tenebroso y, sus practicantes, pertenecientes a la Iglesia del Anticristo (3). Pero realmente, el término “alquimia” procedía de la palabra árabe “fuego”. Teosóficamente, la ciencia de la alquimia o flor de la sapiencia, “es una parte oculta de la Filosofía natural y la parte más necesaria de la Física, que es la investigación de la Naturaleza” que aguza, aclara y convence el entendimiento humano por la experiencia de la verdad (4). El arte hermético de la alquimia era una doctrina secreta (5), velada por Dios (6), que se trasmitía verbalmente (7), y necesitaba paciencia para comprenderla y desarrollarla (8), debido a que utilizaba un complicado lenguaje simbólico (9). La alquimia contemplaba tres ramas: la metalúrgica, la médica y, la espiritual. Y todas ellas alcanzaron su momento álgido entre los siglos XV y XVII (10). 2. La espiritualidad religiosa de la alquimia. En la alquimia espiritual siempre estaba presente la obra de Dios (11), siendo el alquimista un imitador de Dios (12), y denominada la alquimia como la ciencia de Dios (13), imperecedera (14), gloriosa de Dios, doctrina de los santos, secreto de los filósofos y elixir de los médicos (15); arte misterioso y desconocido (16) dirigido al espíritu humano, a hombres bondadosos y devotos de Jesucristo (17), que debían comenzar siempre la obra alquímica en el nombre de Dios (18). El adepto alquímico debía alcanzar un estado de gracia y alto nivel espiritual para comenzar la obra (19), debiendo quedar bien gobernado el secreto alquímico con la ayuda de Dios (20). 4


Y cuando el proceso alquímico había finalizado, el alquimista, dirigiéndose a Dios, debía efectuar fervientes acciones de gracias (21). 3. Clérigos alquimistas. Los alquimistas tenían profundo conocimiento de las sagradas escrituras (22), debido a que los mayores alquimistas fueron clérigos. Su patrón fue san Elías, cuya celebración se realizaba el 20 de julio (23). Se autodenominaban “hijos de la disciplina” (24), o “hijos de la doctrina” (25), “hijos de la sabiduría” e “hijos de la ciencia” (26). Destacaron en el siglo XII, clérigos como Hugo de Santalla (27), Roberto de Chester (28), Gerardo de Cremona (29), o Juan de Toledo (30). En el siglo XIII, aparecieron figuras como Ramón Llull (31), Vicent de Beauvais (32), Miguel Escoto (33), Alberto Magno, Tomás de Aquino, Elio Buonbarone, Buenaventura de Iseo, Roger Bacon o Elías de Cortona (34). Incluso hubo un papa alquimista como fue Silvestre II, que vivió en el siglo XIV (35). Destacando en el siglo XV, un fraile franciscano llamado Alemannus, cuyo verdadero nombre fue Utmannus (36). 4. La alquimia espiritual aplicada a la arquitectura y escultura. La edad de oro de la alquimia tuvo lugar entre los siglos XV y XVII (37). Su iconografía utilizaba un lenguaje simbólico (38). Desde la Edad Media, los canteros que trabajaron para la arquitectura templaria fueron denominados “Hijos de Salomón” (39). El propio hexagrama o estrella de seis puntas de Salomón fue utilizado en la emblemática alquímica, e incluso era representado en las logias masónicas (40). Era común que los maestros canteros viajaran para realizar los encargos encomendados (41). En el caso de la arquitectura y escultura, la alquimia espiritual transformaba los materiales para obtener la esencia de cada bloque de piedra, existiendo una unión muy imbricada entre el clero, mandante de encargo y, el cantero encargado de dar forma a las ideas religiosas. En el caso de Menorca, las obras arquitectónicas y escultóricas esencialmente repletas del espíritu alquímico religioso surgieron durante la Edad Moderna, época de apogeo alquímico. No fue una casualidad. Fue el fruto del hermetismo religioso que desde la Edad Media había salido a la luz y aplicado en edificios religiosos como la primitiva iglesia de Santa María de Ciutadella (42), posteriormente catedral, en la que se utilizó en su plano la planta de llave, de origen templario. Planta de llave que volvió a resurgir de nuevo en el siglo XVII, en la construcción de los templos 5


menorquines de Nuestra Señora de Gracia (43), iglesia de san Agustín, del convento del Socorro de Ciutadella (44), y parroquia de santa Eulalia de Alayor (45). 4.1. La capilla de las Ánimas de la catedral de Ciutadella de Menorca. En la capilla de las Ánimas de la catedral de Ciutadella de Menorca destaca fundamentalmente el trabajo decorativo de las columnas, a base de flores y, dibujos geométricos (46). Un trabajo escultórico realizado por Pere Amorós Comellas (47), -descendiente de la familia de escultores nombrados Antoni Amorós y su hijo Pere Amorós Faner-, que trabajó en el siglo XVII, en la mencionada capilla (48). En la lápida sepulcral de Pere Amorós, aparecen esculpidos -en bajorrelieve- dos martillos, una regla debajo de un compás y una pala, herramientas del gremio de cantería; como las existentes, representadas en la puerta lateral de la iglesia del Santo Cristo de la Sangre (49), consistentes en un martillo, tenazas y clavos. 4.2. El crucero y camarín de la ermita de ,uestra Señora de Gracia de Mahón. Similar decoración escultórica floral y geométrica se halla en las columnas de crucero y camarín de la ermita de Nuestra Señora de Gracia, de Mahón. Una obra realizada en los inicios del siglo XVIII, concretamente en 1704, -tres años antes de fallecer-, por otro de los miembros de la saga de canteros Amorós, en dicho caso, se trató de Joan Amorós y Cantallops (50). 5. Apoyo a la alquimia metalúrgica en Palma de Mallorca. Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387), fue un monarca de la Corona de Aragón, que se interesó por la alquimia y, la apoyó. Su hijo Juan I (1387-1396), continuó la labor ejercida por su padre, por la alquimia, financiando los experimentos realizados por el mallorquín Jaime Lustrach, que residía en el castillo de la “Torre del Ángel” de la ciudad de Palma de Mallorca. El nuevo monarca Martín I, -hermano de Juan I-, continuó la labor de patrocinio de la alquimia ejercida por Jaime Luriach. El propio alquimista mallorquín le ofreció al rey la obtención de la piedra filosofal que le sería entregada el día de san Miguel del año 1396. El alquimista fue denunciado por el gobernador de Palma, Berenguer de Montagut y, trasladado a 6


Barcelona donde fue encarcelado. La reina María de Luna intercedió por el alquimista que fue salvado de un cruel destino (51). 6. Persecución de la alquimia médica en Menorca. Una de las especialidades de la alquimia fue la médica, utilizando al cuerpo humano como matraz donde se realizaba la trasmutación (52). Desde la Edad Media, los médicos pertenecían al estamento clerical, pero por una orden del papa Inocencio III, los monjes-médicos tuvieron que abandonar la profesión médica para dedicarse solo a la curación espiritual. Por tanto, los religiosos-médicos que quisieron seguir ejerciendo la profesión, tuvieron que abandonar el clero y, establecerse como boticarios, curanderos o barberos (53). En las Baleares, los sanadores utilizaban diversas hierbas como el “caramello de bruixa” y la “herba caixalera” para la curación (54). Y en ocasiones, mezclaban las propiedades medicinales de las plantas con unas gotas de sangre sacadas de la cola de un gato negro (55). Por ello, la medicina alquímica fue confundida en muchos casos con la brujería, como ocurrió en el caso de un curandero llamado Francisco Perelló, catalán de origen y vecino de Palma de Mallorca, que estuvo en Menorca el 8 de abril de 1687 y, que acompañado de Guillermo Vives, aguacil del Santo Oficio, visitó la casa de los esposos Pedro Antonio Carrió y Francisca Cantallops, para curar al marido que se hallaba encamado. El enfermo tenía una úlcera en las nalgas, pero además la esposa explicó al sanador que le curase el entendimiento y la cabeza, que lo tenía muy disparatado. El sanador se dirigió a la botica, para comprar y preparar, en una redoma de vidrio, ocho dobleros de azogue y medio real de agua rosada. Y posteriormente pidió a la criada que introdujera en la redoma tres pelos de sus partes deshonestas, todo ello bajo la invocación de santa Helena, por medio de la oración. Al final, tras la negativa de la criada, el sanador efectuó la mezcla sin los pelos, que vertió en un papel y, lo depositó, en la frente del enfermo, para curarle la mente. Francisco Perelló había efectuado en Menorca otras curaciones, como la de la esposa de un sargento del castillo de san Felipe de Mahón, que padecía del hígado. Para su curación, preparó un ungüento con varias medicinas que masajeó por el cuerpo desnudo de la enferma; a continuación le abrió el costado y le extrajo un pedazo de hígado deteriorado. Y la mujer sanó. Otro de sus enfermos a quién curó fue Magdalena Magrino, -tullida en cama desde hacía varios años-, y sobrina de Juan Bautista Magrino, -nuncio del Santo Oficio de Ciutadella-, por medio de unas aguas, pañitos y hojas que compró en la casa del boticario, con el que hizo una preparación 7


que colocó sobre los ojos de la muchacha, mientras recitaba ciertas oraciones. Luego tomó una olla e introdujo en la misma, esponjas, vino, sal, agua, una medalla unida a un rosario, dejando hervir la mezcla. A continuación tomó la esponja y la pasó por el tobillo de la enferma, a la que ató fuertemente con un tejido, mientras realizaba cruces con la mano rezando oralmente a san Francisco, al santo Cristo y al santo ángel. Posteriormente extrajo de la olla un poco de caldo, al que echó una molla de pan en la escudilla y, con ello, dio de beber a la enferma, que lo vomito inmediatamente. Dio por finalizada la curación, asegurando a la enferma, que volvería al día siguiente, para comprobar su mejoría (56). 7. Conclusiones. La alquimia espiritual y la alquimia médica, dos especialidades de la alquimia, fueron desarrolladas en Menorca durante la Edad Moderna. La alquimia procedía del hermetismo y por tanto, lo más importante para que el adepto alquimista pudiese desarrollar la ciencia de Dios, era fundamentalmente ser creyente, -puesto que la alquimia como doctrina secreta solo podía ser revelada verbalmente a quién Dios creyese conveniente-, mediante un complicado lenguaje simbólico, al que sólo se accedía por medio de la paciencia, la meditación y el estudio. Todos los practicantes de la alquimia, independiente del gremio al que pertenecieran, debían ser absolutamente bondadosos y devotos de Jesucristo, habiendo llegado a un estado de gracia y alto nivel espiritual para comenzar la obra. Y efectuar fervientes acciones de gracias al finalizar la obra. La alquimia espiritual fue aplicada en la construcción de los templos que se levantaron en el siglo XVII y comienzos del XVIII, en Menorca. El clero se encargó de que los maestros canteros que trabajaran la piedra fueran especialmente religiosos para llegar a la conjunción teóricapráctica en la realización de los edificios. Estos fueron la saga de la familia Amorós, compuesta por Antoni Amorós, Pere Amorós Comellas, Pere Amorós Faner y, Joan Amorós y Cantallops. Familia de canteros que trabajaron a lo largo de un periodo de algo más de un siglo, desde el siglo XVI a principios del XVIII. El concepto teosófico aplicado a la alquimia espiritual se vio plasmado en las plantas de llave de los templos de Nuestra Señora de Gracia, iglesia de san Agustín del convento del Socorro de Ciutadella y, parroquia de santa Eulalia de Alayor. E igualmente, en las columnas de la capilla de las Ánimas de la catedral de Ciutadella, así como en las columnas del crucero y camarín de la ermita de Nuestra Señora de Gracia, de Mahón.

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Aunque la práctica de la alquimia metalúrgica fue llevada a cabo en Mallorca, hasta el momento no hay estudios sobre la misma en Menorca. No ocurre lo mismo con la alquimia médica, que si fue desarrollada en Menorca, de la mano de un sanador-curandero oriundo de Cataluña, que se había establecido en Mallorca por medio del matrimonio con una partera. Este sanador, Francisco Perelló, fue requerido en Menorca en el siglo XVII, para curar a varios enfermos que habitaban en Ciutadella y en Mahón y, que fue investigado por el Santo Oficio de la Inquisición.

En Villajoyosa (Alicante). A 28 de enero, 2016.

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Citas bibliográficas

(1). PIÑERO, Antonio & DEL CERRO, Gonzalo. “Hechos apócrifos de los apóstoles (II). Hechos de Pablo y Tomás”. Madrid. Biblioteca de Autores cristianos. MMXII. Página 1204. Alquimia. “(…) Parienta de la magia 381, 43 (…)”. (2). PARACELSO. “La naturaleza de las cosas. De natura rerum libri novem”. Colección: Biblioteca Esotérica. Barcelona. Ediciones Obelisco. 2007. (1ª edición: febrero). Página 17. Libro primero. Sobre la generación de las cosas naturales. Alquimia = Arte Hermético. “(…) La generación de todas las cosas naturales es doble: la que la naturaleza produce sin el Arte y la que se efectúa con el Arte, es decir, por medio de la Alquymia (…)”. (3). CONDE LOPOUKHINE. “La Iglesia interior. La comunidad de la luz”. Colección: Biblioteca Esotérica. Barcelona. Ediciones Obelisco. 2001. (1ª edición: julio). Página 11. Reseña histórica. “(…) Fue escrito muy de prisa en Moscú, en 1789 (…) y no pudo terminarlo hasta finales del año 1791 (…)”. Página 26 y 27. De la Iglesia del Anticristo. “(…) 1. ¿Quiénes son pues, los que componen la Iglesia del Anticristo? (…) / (Página 27) Se añaden a ellos todos los que se dedican a la teosofía, a la cábala, a la alquimia y a la medicina oculta con fines tenebrosos, pues los doctores de este magnetismo pueden acceder más fácilmente que los practicantes de otra ciencia a las operaciones del poder de las tinieblas (…)”. (4). ANONIMO. “Instrucción de un padre a su hijo acerca del árbol solar”. Introducción y traducción: Santiago Jubany i Closas. Colección Alquimia. Barcelona. Índigo. 1997. Página 23. Capítulo I. De lo que es la Alquimia y de la diferencia que hay entre la verdadera y la falsa. “(…) Has de saber, hijo mío, que la palabra Alquimia, en lengua árabe, significa Fuego. La Alquimia es una parte oculta de la Filosofía natural y la parte más necesaria de la Física, que es la investigación de la aturaleza; con ella se hace un Arte que no puede compararse a ningún otro, porque enseña a perfeccionar todas las piedras preciosas 10


imperfectas, a conducir los cuerpos humanos afectados por la enfermedad hacia una salud perfecta y a trasmutar los metales corporales imperfectos en oro y plata verdaderos. Todo esto se hace con un cierto cuerpo medicinal universal del que todas las medicinas particulares han recibido alguna cosa y / (Página 24) este cuerpo medicinal se prepara con el trabajo de las manos, mediante un oculto ingenio y un Arte que únicamente conocen los Hijos de la Verdad. Aprende, hijo mío, que esta Ciencia es llamada Flor de la Sapiencia, porque aclara el entendimiento humano, lo aguza y, en fin, lo convence por la experiencia de la verdad. Todavía en nuestros días quedan muchos testimonios por declarar. Esta Ciencia admirable de la Alquimia natural muestra al intelecto humano una vía con la que se pueda comprender, de manera viva y por efecto de una profunda investigación, de qué manera penetran todas las cosas en las potencias y virtudes divinas y, cómo subsisten en ellas (…)”. (5). ANÓNIMO. “La turba de los filósofos”. Traducción al castellano: Santiago Jubany i Closas. Barcelona.Indigo.1997. Página 28. La turba de los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [Platón] Sabed, hijos de la doctrina, que todo el secreto (…)”.Página 32. La turba de los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [Brimelius] Ahí tenéis todo el secreto (…)”.Página 44. La turba de los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [Sirus] Pero los locos toman nuestras palabras al pie de la letra, sin entender el qué ni el porqué, lo que debieran hacer es mirar si nuestras palabras son razonables y naturales y entonces, si son razonables y naturales, deben aceptarlas, pero si no son razonables deberán investigar cuales nuestra intención (oculta) y no limitarse tan sólo a las palabras. Pero todos nosotros estamos de acuerdo, sea lo que sea lo que digamos. Por tanto, conciliad al uno con el otro y entendednos, porque el uno aclara lo que el otro oculta (…)”.Página 45. La turba de los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [Basen] sabed, todos vosotros que buscáis este Arte, que algunos filósofos, con objeto de ocultar esta ciencia han dicho que

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conviene hacerla en momentos determinados y observar las imágenes (celestes). (…) Quienes dicen aquellas cosas las dicen para ocultar la ciencia. Y yo te digo que tú mismo, cuando la conozcas, también la sellarás, por eso no ha de / (Página 46) sorprenderte que ellos la sellen, porque esa es la voluntad de Dios (…)”. (6). ANÓNIMO. “La turba de los filósofos”. Traducción al castellano: Santiago Jubany i Closas. Barcelona.Indigo.1997. Página 31. La turba de los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [Melotus] pero nadie se lo cree porque es cosa velada por Dios y por justo juicio de Dios esto es así (…)”.Página 33. La turba de los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [La Turba] Sabed, hijos de la doctrina (…) / (Página 34) pero tú nos has encargado que no habláramos con demasiada claridad, pues entonces los locos conocerían esta ciencia tan bien como los sabios (…)”.Página 64. La turba de los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [El Filósofo] Y yo os digo que esta Ciencia no es sino un don de Dios, que concede a quién Él quiere (…)”.Página 65. La turba de los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [La Turba] Pues quienquiera que tenga este libro tiene las palabras de Pitágoras, que ha sido el hombre más sabio de cuantos han sido y a quién Dios ha dado toda la Ciencia que luego ha dado él a sus discípulos. Y sabed que en este libro está todo el Arte por completo y sin envidia ninguna (…) / (Página 66) Y sabed que cualquiera que tenga este Arte está fuera de la pobreza, de la miseria, de la tribulación y de la enfermedad corporal. Do creáis que nuestro Arte sea una mentira; es el fin oculto de nuestro precioso Arte. Ocultadlo a cualquiera que os lo pida (…)”. (7). ANÓNIMO. “La turba de los filósofos”. Traducción al castellano: Santiago Jubany i Closas. Barcelona.Indigo.1997. Página 34. La turba de los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [Pitágoras] la razón es que si habláis con 12


demasiada claridad, no quiero que vuestras palabras queden escritas en ningún libro (…)”. (8). ANÓNIMO. “La turba de los filósofos”. Traducción al castellano: Santiago Jubany i Closas. Barcelona.Indigo.1997. Página 37. La turba de los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [Basem] Do podréis alcanzar el fin sin iluminación, sin paciencia y sin tener el coraje de esperar; pues quién no tenga paciencia no entrará en este Arte. ¿Creéis vosotros que podríais entender nuestra materia a la primera, a la segunda o a la tercera vez? Leedlo todo tantas veces como dudas tengáis y conservad este libro como una luz ante vuestros ojos y tened la paciencia de esperar. (…) Por eso vuestro maestro Pitágoras dice que cualquiera que lea nuestros libros vencerá y no tendrá vanos pensamientos en la cabeza y rogará a Dios y pedirá por el mundo. Vosotros que estáis buscando tan gran secreto (…) / (Página 38) a fin de alcanzar esta ciencia tan elevada y de tan gran provecho? (…)”. (9). ANÓNIMO. “La turba de los filósofos”. Traducción al castellano: Santiago Jubany i Closas. Barcelona.Indigo.1997. Página 18. La turba de los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [Parménides] Cuando conozcáis estas cosas, poned manos a la obra dentro de este Arte, pero si las ignoráis, no os acerquéis a esta Obra divina pues la desdicha, la desesperanza y la tristeza os estarán reservadas. (…) / (Página 19) Si no me entendéis, no hace falta que estudiéis más: no os dediquéis a esto, porque no estáis entre el número / (Página 20) de los sabios. Do sabría yo hablar más claramente. Si la primera vez no lo entiendes debes estudiarlo una segunda vez y una tercera y una cuarta vez, o siempre, hasta que lo entiendas pues todo está contenido en la anterior figuración, desde el comienzo hasta el fin y, tan bien como podría explicarlo un hombre. Devánate los sesos para entenderlo, así podrás trabajar y comer (…)”. Página 58. La turba de los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [Pitágoras] Y sabed que aquel no entiende lo que acabo de decir ahora, no es más que un asno / (Página 59) y jamás ha de ponerse en este Arte ya que está predestinado a no alcanzarlo jamás (…)”.Página 59. La turba de 13


los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [La Turba] Y él dijo: os lo parece, pero aunque hablara más, claramente los ignorantes apenas lo entenderían (…)”.Página 60. La turba de los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [La Turba] es necesario ocultarlo a los locos y revelarlo a los sabios y no de otro modo, pues eso significaría la condenación (…)”. (10). ÍÑIGO FERNÁNDEZ, Luís E. “Breve historia de la alquimia”. Madrid. Nowtilus. 2010. Página 38. 1. ¿Qué es la alquimia? “(…) A partir del siglo XII y, más concretamente, de 1144, como resultado de la traducción al latín de las Conversaciones del alquimista árabe Khalid ibn Yazid, los saberes alquímicos musulmanes inician su penetración en Europa, siguiendo, para ello, vías tan diversas como los reinos cristianos de la península ibérica, la corte bizantina de Constantinopla, la difusión por Occidente de las ideas ocultistas asimiladas por los cruzados en Tierra Santa o la misma Sicilia musulmana, beneficiada por su ubicación estratégica en el centro del Mediterráneo occidental. Es entonces cuando, poco a poco, los traductores al principio, los recopiladores después y los primeros adeptos más tarde van extendiendo la alquimia por los diversos países, mientras se decantan ya entre sus practicantes las tres grandes corrientes que siempre estarán presentes en ella: la metalúrgica, la médica y la espiritual. / (Página 39) La edad de oro de la alquimia, superada ya está primera etapa de asimilación y difusión, se inicia en torno al siglo XV y solo declina a partir del XVII, a caballo, pues, entre el otoño de la Edad Media y la primavera de la Moderna. Es ahora cuando, perfectamente asimilada la tradición, el arte recibe la influencia vivificadora del humanismo, se beneficia del renacimiento de la filosofía neoplatónica y crece con los avances técnicos que le regala la misma revolución científica que terminará por condenarlo a la marginalidad a partir del siglo XVIII. Renacimiento y barroco conocerán a los más grandes alquimistas: John Dee en Inglaterra; Cornelius Agrippa Paracelso y Michael Maier en tierras del Sacro Imperio; Biringuccio en Italia (…)”. (11). ANONIMO. “Instrucción de un padre a su hijo acerca del árbol solar”. Introducción y traducción: Santiago Jubany i Closas. Colección Alquimia. Barcelona. Índigo. 1997. Página 101. Capítulo X. Exhortación 14


sobre la excelencia de esta Obra e inspiración de su verdadero uso. “(…) Está claro pues, que no te está del todo permitido el revelar este misterio abiertamente, pues esta revelación ha de estar reservada a Dios, que es el único escrutador de los corazones, a menos que la bondad divina te manifieste el corazón de un hombre para incitarte a que le hagas esta Revelación. Tampoco sería honesto por tu parte el reivindicar para ti el beneficio de esta Obra, de usurparlo para satisfacer el deseo y la fantasía de tu corazón no lo utilizarías para ti, sino en la medida en que tu estado y tu condición lo requieran, como es el caso de aquel que rinde servicio al altar, que ha de vivir del altar / (Página 102). Y del mismo modo que al que posee este Don supremo no le ha comunicado en interés de su propio bienestar, también así no es por su mérito que le ha sido dado, porque es un Don concedido por la Gracia de Dios y, por eso ¡Desgracia a quién lo quiere recibir según la voluntad de Dios y se muestre ingrato hacia la bondad divina! (…)”. (12). ANONIMO. “Instrucción de un padre a su hijo acerca del árbol solar”. Introducción y traducción: Santiago Jubany i Closas. Colección Alquimia. Barcelona. Índigo. 1997. Página 105. Capítulo X. Exhortación sobre la excelencia de esta Obra e inspiración de su verdadero uso. “(…) créeme, hijo mío, lo que te enseño no carece de importancia. Si, en efecto, te dedicarás a producir buenas y excelentes obras y, a administrar bien los frutos del Árbol de la Vida, ¿qué tipo de castigo habrías de esperar de Dios? si, por el contrario abusaras del Árbol de la Vida y lo prostituyeras comunicándolo a los impíos, si sus frutos pueden conducirlos a la perdición ¿el Árbol mismo no sería su ruina? En suma, has de ser imitador de Dios, tanto en la distribución de los frutos como en la posesión del Árbol es decir, en el conocimiento de un secreto tal, considerando que Dios posee sus dones no para su uso, sino para el nuestro; y que Dios ha confiado a tus manos el tesoro de la vida humanas no para que tú seas el único poseedor para tu uso privado y el de tus consanguíneos, sino a fin de que hagas partícipes a los demás hombres probos y a quienes juzgues dignos. Y si Dios quiere revelar este secreto a los buenos, has de creer que tú estás en la obligación de hacer lo mismo (…)”. (13). AQUINO, Tomás de. “Aurora consurgens”. Barcelona. Índigo.1997. Sin paginar. “(…) Descendiente de los condes de Aquino, santo Tomás 15


nació en Rocasecca en 1225 o 1226. Empezó sus estudios en el monasterio de Montecasino y, en 1243, ingresó en la orden de los dominicos (…)”. Página 21. Capítulo primero. Inicio del tratado intitulado. La aurora en su despertar. Ciencia de Dios = Alquimia. “(…) Venid hijos míos y, escuchad, pues os voy a enseñar la ciencia de Dios (…)”. (14). AQUINO, Tomás de. “Aurora consurgens”. Barcelona. Índigo.1997. Página 22. Capítulo primero. Inicio del tratado intitulado. La aurora en su despertar. Ciencia de Dios = Alquimia. “(…) pues la ciencia de Dios jamás perecerá, como testifican las palabras de Alphidius (…)”. (15). AQUINO, Tomás de. “Aurora consurgens”. Barcelona. Índigo.1997. Página 27. Capítulo tercero. De los que ignoran y de los que niegan esta ciencia. Ciencia de Dios = Alquimia. “(…) Esta ciencia gloriosa de Dios, esta doctrina de los santos, este secreto de los filósofos y este elixir de los médicos, es despreciado por los necios que al ignorar su naturaleza huyen su bendición: por eso aquella se alejará de ellos. Al que le falte la experiencia no le conviene tal ciencia pues cualquiera que la ignora es su enemigo: no sin razón (…)”. (16). AURACH, Georges. “El jardín de las riquezas”. Traducción al castellano y prefacio: Núria García Amat. Ilustraciones: Joan Canal (Johannes). Colección Alquimia. Barcelona. Índigo. 1997. Página 19. El jardín de las riquezas. Compuesto por George Aurach de Estrasburgo. “(…) Oración: Dios mío, Señor, Jesucristo altísimo Hijo de Dios: yo, indigno pecador, elevo mis oraciones a vuestra piedad por la que os habéis dignado llamarme al conocimiento de este arte misterioso. Arte desconocido por cuantos ignoran el origen de la naturaleza de este don, sin saber que no es más que por vuestra gracia inmensa que todo nos es dado, gracia que a mí libremente me ha sido concedida como ha sido concedida a muchos otros que verdaderamente os aman. Haced, Dios mío liberalísimo, que toda arrogancia y avaricia, que toda concupiscencia y lujuria y todos los demás vicios, se alejen de aquellos a quién vos habéis concedido esta gracia: ojalá pueda yo, ¡oh Dios mío, padre clementísimo!, obtener con este don y en vuestro nombre, vuestra misericordia. Por Jesucristo nuestro señor. Así sea (…)”. (17). AURACH, Georges. “El jardín de las riquezas”. Traducción al castellano y prefacio: Núria García Amat. Ilustraciones: Joan Canal 16


(Johannes). Colección Alquimia. Barcelona. Índigo. 1997. Página 23. “(…) En este libro que ahora comienzo a escribir y componer declararé perfecta, entera y claramente este Arte para darlo a conocer al espíritu humano; no a los impíos ni a los perversos, no a los soberbios ni a los injustos, sino a los bondadosos y devotos fieles de Jesucristo. Será declarado tan sólo a quienes buscan este Arte fielmente y, en esta hazaña, la más grande y la más oculta, mostraré primeramente lo más secreto de la astronomía inferior y luego, la Filosofía y la Ciencia de la Sagrada Alquimia (…)”. (18). AURACH, Georges. “El jardín de las riquezas”. Traducción al castellano y prefacio: Núria García Amat. Ilustraciones: Joan Canal (Johannes). Colección Alquimia. Barcelona. Índigo. 1997. Página 29. Capítulo II. De la operación de la bendita piedra de los filósofos y de la sublimación. “(…) Hijo mío, cuando comiences la obra, pronuncia estas palabras en el nombre de Dios: “Dios mío, ayúdame y haz que te rinda mis favores” (…)”. (19). BARBAULT Armand. “El oro de la milésima mañana”. Málaga. Editorial Sirio. 1986 (1ª edición: enero). Página 44. Capítulo III. La materia prima de los alquimistas y su adquisición. “(…) Además de estas carácter, en cierta medida individual, de la elección del momento, está la preparación del propio adepto quién, para trabajar en las mejores condiciones, debe observar prescripciones muy estrictas de pureza e higiene: debe saber apartar las fuerzas maléficas, acumular fueras psíquicas intensas, observar el aislamiento necesario, estar, por así decirlo, en estado de gracia y, para alcanzar este alto nivel espiritual, la plegaria interior es fundamental (…)”.CONDE DE SAINT GERMAIN. “Estudios sobre la alquimia”. Colección: Archivo esotérico. Barcelona. Edicomunicación S.A. 1991. Página 47. Simbología del mercurio y de la sal, del fuego y de la tierra. “(…) el mercurio es el símbolo de la rapidez, e interpreta para la conciencia el pensamiento de una agudeza mental. (…) La sal representa la idea de la individualidad, recordándole a la humanidad la necesidad de preferir que el yo conserve el sabor de su Fuente Divina a / (Página 48) la cristalización de la identidad dentro de la Sodoma y Gomorra de la materialización, representada por la figura histórica de la mujer de Lot.

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El Fuego, como la vida, es el catalizador que puede ser aumentado con la luz cósmica dentro de los rayos cósmicos, con el fin de intensificar y purificar el fulgor de la vida en el designio que se intenta. Además, la invocación consciente de la Vida hace doblemente seguras todas las manifestaciones del alquimista. La Tierra simboliza las densidades cristalinas naturales, creadas con energías del Espíritu y sustentadas por los seres del reino elemental. Estos diminutos creadores, remedando la discordia humana, han transferido a la naturaleza los rasgos discordantes de la humanidad. Así, la convergencia del error humano sobre el cuerpo planetario apareció en forma de espina, cardo, insecto y animal de rapiña. Y la caja de Pandora de formas astrales fue abierta por civilizaciones rezagadas, cuyo descarriado libre albedrío y egoísmo, han pervertido las energías de la Vida, incluso en otros sistemas de mundos. Es esta discordia, impuesta sobre los mismos átomos de sustancia, la que el alquimista debe eliminar de su laboratorio como condición para crear. Es esta escoria la que el alquimista purificará mediante el fuego (…)”. (20). FLAMEL, Nicolás. “El deseo deseado”. Traducción al castellano y prefacio: Santiago Jubany i Closas. Colección Alquimia. Barcelona. Índigo. 1997. Página 18. Tercera palabra de los filósofos. “(…) La tercera palabra de los filósofos es la mundificación o purificación de la tierra, de la que Morien dice: lleva esta tierra, con su agua, a la putrefacción, mundifícala, límpiala y, cuando esté bien limpia, todo el secreto, con la ayuda de Dios, será bien gobernado (…)”. Página 44. Cuarta palabra de los filósofos. “(…) Y esto se hace mediante la ayuda del Señor, dispensador único de todos los tesoros y de todas las gracias, el cual, en trinidad, es un único Dios que reina por los siglos de los siglos. Así sea (…)”. (21). THERAPUS, Janus Lacinius. “Fórmula y método para perfeccionar los metales viles”. Traducción al castellano y prefacio: Santiago Jubany i Closas. Colección Alquimia. Barcelona. Índigo. 1997. Página 53. “(…) Cuando hayáis realizado y hecho todo esto os podréis considerar como un gran maestro y deberéis dirigir a Dios, que es grande y bueno, fervientes acciones de gracias, por su bondad inefable (…)”.

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(22). ANDREAE, Juan Valentín. “Las bodas alquímicas de Christian Rosacruz. El texto fundamental de los Rosacruces”. Colección: Biblioteca Esotérica. Barcelona. Ediciones Obelisco. 2004. (2ª edición: febrero). Página 24. Introducción. “(…) El alquimista es, ante todo, un filósofo que conoce a la perfección sus Escrituras Sagradas y que está dotado de la Sabiduría a la que ama (no olvidemos que, literalmente, filósofo significa “amante de la Sabiduría”). El alquimista es capaz de elaborar la “Piedra Filosofal” que regenerará al hombre y a la naturaleza caída (…)”. (23). GAIGNEBET, Claude. “El calendario de la brujería”. Traducción: Fernando Liso. Zaragoza. Instituto Aragonés de Antropología. 8 noviembre, 1993. www.5.02_El-calendario.pdf Página 25. San Elías: 20 julio. “(...) Es el día también del profeta San Elías, que hizo también un viaje a los cielos a caballo. Es el patrón de la cábala, de la mística musulmana, y también patrón de la alquimia. Juega un papel muy importante en la mística del Islam. Los alquimistas no son brujos, pero a veces resulta muy difícil distinguir entre brujo, místico y alquimista (...)”. (24). AQUINO, Tomás de. “Aurora consurgens”. Barcelona. Índigo.1997. Página 36. Capítulo sexto. La primera parábola: La piedra negra en la que arraigan los siete planetas. “(…) Quién tiene oídos escucha lo que ha dicho el espíritu de la doctrina a los hijos de la disciplina sobre las siete estrellas que permiten la culminación de la obra divina. De ellas habla Senior en su libro en el capítulo del sol y de la luna, cuando dice: Cuando habrás fabricado estos siete metales que has observado por las siete estrellas y que has ofrecido a las siete estrellas, cuando los habrás purificado nueve veces hasta lograr el aspecto de las perlas, entonces habrás cumplido la obra del blanqueamiento (…)”. (25). ANÓNIMO. “La turba de los filósofos”. Traducción al castellano: Santiago Jubany i Closas. Barcelona.Indigo.1997. Página 28. La turba de los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [Platón] Sabed, hijos de la doctrina, que todo el secreto (…)”.Página 40. La turba de los filósofos o la asamblea de los discípulos de Pitágoras, llamado El código de la verdad. “(…) [El Vicario] Yo os pido, hijos de la doctrina (…)”. (26). ANONIMO. “Instrucción de un padre a su hijo acerca del árbol solar”. Introducción y traducción: Santiago Jubany i Closas. Colección 19


Alquimia. Barcelona. Índigo. 1997. Página 18. Prefacio. Objeto de esta instrucción. “(…) aunque los Filósofos hagan uso de estas cosas ya para instruir á los Hijos de la Sabiduría (…) para los Hijos de la Ciencia, es un agua de vida celeste (…) / (Página19) y muy secreta de los Filósofos que jamás ninguno de ellos dejó por escrito pues únicamente los comunicaron al oído de sus Hijos y Discípulos secretos (…) secreto éste que no han confiado a los libros y que solo enseñaron a sus amigos Cabalistas (…)”. (27). ÍÑIGO FERNÁNDEZ, Luís E. “Breve historia de la alquimia”. Madrid. Nowtilus. 2010. Página 135. 6. Los albores de la alquimia occidental. La recepción del arte sacro en la Europa medieval. “(…) Tampoco es desdeñable la obra de Hugo de Santalla que trabajó hacia 1140 en Tarazona, ciudad perteneciente a la actual provincia de Zaragoza, bajo el patrocinio del obispo Miguel, prelado de esta sede entre 1119 y 1151. Por lo que parece, cerca de allí, en la pequeña localidad de Rueda de Jalón, encontró una biblioteca, perteneciente a la familia Banu Hud, en cuyo fondo más secreto halló valiosos originales. Se le atribuyen diez traducciones del árabe al latín, entre ellas la del Liber de secretis natura et occultis rerum causis, título bajo el que se conocía en la Edad Media / (Página 136) la famosa Tabula smaragdina de Hermes Trismegisto, aunque algunos historiadores consideran que esta traducción es en realidad obra de Roberto de Chester (…)”. (28). ÍÑIGO FERNÁNDEZ, Luís E. “Breve historia de la alquimia”. Madrid. Nowtilus. 2010. Página 133. 6. Los albores de la alquimia occidental. La recepción del arte sacro en la Europa medieval. “(…) El 11 de febrero de 1144, el matemático, alquimista y astrólogo inglés Roberto de Chester, que había sido archidiácono en Pamplona y Segovia y, autor, a instancias del abad de Cluny Pedro de Montboissier, de una versión latina del Corán, ponía fin a su traducción del Liber de compositione alchimiae, en castellano Libro de composición de la alquimia, obra atribuida a Morenius, el discípulo del adepto Estéfanos al que hacíamos referencia en el capítulo anterior. De acuerdo con el prólogo, la intención del autor no era otra que dar a conocer el contenido de una disciplina de la que, por aquel entonces, nada se sabía en Europa. 20


Quizá por ello se considera a esta obra la primera sobre el arte sacro que se difundió en Occidente y, a Chester, el más importante de los traductores de tratados de alquimia islámica. Pero no una ni otra de estas afirmaciones responden del todo a la realidad. (…)”. (29). ÍÑIGO FERNÁNDEZ, Luís E. “Breve historia de la alquimia”. Madrid. Nowtilus. 2010. Página 135. 6. Los albores de la alquimia occidental. La recepción del arte sacro en la Europa medieval. “(…) Do menos importante fue su contemporáneo Gerardo de Cremona, lombardo que desarrolló también su labor en la célebre Escuela de Traductores de Toledo y vertió del árabe al latín y al griego nada menos que setenta y seis obras, algunas tan importantes como el Canon de Avicena o el Almagesto de Tolomeo. Entre sus traducciones figuran al menos tres textos que guardan una relación directa con la alquimia: El libro de los setenta, de Jabir y, dos tratados de al-Razi, uno de ellos acerca del alumbre y sus sales y, otro sobre las propiedades de los minerales (…)”. (30). ÍÑIGO FERNÁNDEZ, Luís E. “Breve historia de la alquimia”. Madrid. Nowtilus. 2010. Página 135. 6. Los albores de la alquimia occidental. La recepción del arte sacro en la Europa medieval. “(…) Es el caso de Juan de Toledo, un judío converso que desarrolló una intensa labor de traducción en la ciudad de la que tomó el nombre desde 1126 hasta 1151. Entre los textos que vertió del árabe al latín destacan las obras de astrología, tantas y tan importantes que le convirtieron en el traductor más destacado de toda Europa en ese campo. Pero también tradujo obras de alquimia, entre ellas algunas atribuidas entonces por error a Aristóteles y, una buena parte del texto titulado secreto de los secretos de autor desconocido, que ejerció gran influencia entre los alquimistas medievales (…)”. (31). BAIGENT, Michael & LEIGH, Richard. “Masones y templarios. Sus vínculos ocultos”. Madrid. MR Ediciones. 2005. (1ª edición: abril). Página 154. Segunda parte. Escocia y una tradición oculta. 9. Masonería: geometría sagrada. Esoterismo. “(…) De hecho, el primer “esoterista” de renombre en Occidente fue el mallorquín Raimon Llull, o Lull, cuya obra ejercería una enorme influencia en los posteriores acontecimientos europeos. Pero incluso aparte de Llull, estaba aceptado que las personas que buscaban una iniciación mística o “esotérica” debían efectuar un peregrinaje estatuario a España (…)”.HALL, Manly, P. “Las enseñanzas 21


secretas de todos los tiempos”. Madrid. Ediciones Martínez Roca. 2011. Página 557. XXXIV. La alquimia y sus partidarios. Ramón Llull y Jaime I. “(…) El más famoso de todos los alquimistas españoles nació alrededor del año 1235. Su padre era senescal de Jaime I de Aragón y el joven Ramón creció en la corte, rodeado de las tentaciones y el despilfarro que abundan en lugares semejantes. Más tarde ocupó el mismo puesto que su padre, Una boda acomodada aseguró la posición económica de Ramón, que vivía a lo grande. Una de las mujeres más hermosas de la corte de Aragón era Donna Ambrosia de Castelló, una dama de reconocida virtud y belleza. Ella estaba casada y no le hizo demasiada gracia descubrir que el joven Llull se había enamorado de ella. Dondequiera que ella fuese, Ramón la seguía, hasta que, tras un incidente sin importancia, él le escribió unos versos muy apasionados que tuvieron un efecto muy diferente del esperado. Él recibió una invitación para visitarla y respondió con presteza. Ella le dijo que le parecía justo que él pudiera contemplar algo más / (Página 558) de la belleza sobre la cual escribía unos poemas tan atractivos y, apartando un poco su vestimenta, le reveló que una parte de su cuerpo había sido devorada por el cáncer. Ramón no se recuperó jamás de la impresión, que marcó un cambio radical en su vida: renunció a las frivolidades de la corte y se recluyó. Poco después mientras hacía penitencia por sus pecados mundanos, tuvo una visión en la que Cristo le ordenaba que siguiera el camino que Él le indicaría. La visión se repitió más adelante y Ramón no dudó más, repartió sus bienes entre sus familiares y se retiró a una cabaña en la ladera de un monte, donde se puso a estudiar árabe para poder ir a convertir a los infieles. Al cabo de seis años de retiro, emprendió el viaje con un criado musulmán, que, cuando se enteró de que Ramón estaba a punto de atacar la fe de su pueblo, le clavó un cuchillo en la espalda. Ramón no permitió que ejecutaran a quién había intentado asesinarle, aunque posteriormente aquel hombre se ahorcó en prisión. Cuando recuperó la salud, Ramón se puso a enseñar la lengua árabe a los que pretendían viajar a Tierra Santa y en eso estaba cuando conoció a Arnau de Vilanova, que le enseñó los principios de la alquimia. Como consecuencia de su formación, Ramón aprendió el secreto de la trasmutación y la multiplicación de los metales. Continuó su vida errante, 22


que lo condujo a Túnez, donde comenzó a debatir con los maestros mahometanos y a punto estuvo de perder la vida como consecuencia de sus ataques fanáticos contra el mahometismo. Se le ordenó abandonar el país y no regresar nunca más, so pena de muerte. A pesar de las amenazas, volvió a Túnez, pero los habitantes, en lugar de matarlo, se limitaron a deportarlo a Italia. Un artículo anónimo que se publicó en el número 273 de Household Words, una revista dirigida por Charles Dickens, arroja bastante luz sobre la capacidad alquímica de Llull: “Mientras estaba en Viena, [Llull] recibió cartas halagadoras de Eduardo II, rey de Inglaterra y de Roberto Bruce, rey de Escocia, en la que les suplicaban que fuera a visitarlos. Durante sus viajes también había conocido a John Cremer, abad de Westminster, con quién estableció una fuerte amistad, y, más para complacer a John que al rey, Ramón aceptó ir a Inglaterra. [En el Museo Hermético existe un tratado breve escrito por John Cremer, pero en los anales de Westminster no figuraba nadie con este nombre]. Cremer sentía un deseo intenso de descubrir el último gran secreto de la alquimia –la manera de hacer el polvo de la transmutación- y Ramón, a pesar de su amistad, nunca se lo había revelado, de modo que Cremer actuó con astucia / (Página 559): no tardó en averiguar qué era lo que Ramón más anhelaba en el fondo de su corazón: convertir a los infieles. Contó maravillas al rey sobre el oro que Llull sabía fabricar y convenció a Ramón, diciéndole que, si el rey Eduardo disponía de los medios necesarios, no costaría demasiado inducirlo a emprender una cruzada contra los musulmanes. “Ramón había apelado tantas veces a papas y a reyes que ya no confiaba en ellos, a pesar de lo cual, como último recurso, acompañó a Inglaterra a su amigo Cremer. Este lo alojó en su abadía y lo trató con distinción y finalmente Llull le enseñó allí el polvo: el secreto que Cremer anhelaba conocer hacía tanto tiempo. Una vez perfeccionado el polvo, Cremer llevó a Llull ante el rey, que lo recibió como cualquiera recibiría a alguien capaz de proporcionarle infinidad de riquezas. Ramón impuso una sola condición: que el oro se fabricase no se gastara en los lujos de la corte ni en luchar contra ningún rey cristiano y que el propio Eduardo fuese en persona a luchar contra los infieles. Eduardo le prometió todo y nada. 23


“Se adjudicaron a Ramón unos aposentos en la Torre y allí nos dice que trasmutó más de veinte toneladas de mercurio, plomo y estaño en oro puro, con el cual se acuñaron en la casa de la moneda seis millones de nobles, cada uno de los cuales vale alrededor de tres libras esterlinas al precio actual. Todavía se encuentran en colecciones de anticuarios algunas monedas que, supuestamente, se acuñaron con aquel oro. [A pesar de los esfuerzos desesperados que se han hecho para desmentir estas afirmaciones, las pruebas siguen estando divididas a partes iguales]. A Roberto Bruce le envió un librito titulado Of the Art of Trasmuting Metals. El doctor Edmund Dickenson narra que, cuando trasladaron el claustro que Ramón ocupaba en Westminster, los obreros encontraron un poco de polvo, con el cual se enriquecieron. “Durante su residencia en Inglaterra, Llull se hizo amigo de Roger Bacon. Evidentemente, el rey Eduardo no tenía la menor intención de emprender una cruzada. Los aposentos de Ramón en la Torre no eran más que una prisión honrosa y él no tardó en darse cuenta de la situación. Anunció que, por no haber cumplido su promesa, Eduardo no encontraría más que desgracias y sufrimientos, huyó de Inglaterra en 1315 y partió una vez más a predicar a los infieles. Ya era un hombre anciano y ninguno de sus amigos confiaba en volver a verlo nunca más. “Se dirigió primero a Egipto, después a Jerusalén y de allí por tercera vez a Túnez, donde finalmente encontró el martirio que había desafiado tantas veces. Se le echaron encima y lo lapidaron. Unos comerciantes / (Página 560) genoveses se llevaron su cuerpo, en el que distinguieron débiles signos de vida. Lo subieron a bordo en su embarcación, pero, aunque sobrevivió algún tiempo, falleció cuando avistaron Mallorca, el 28 de junio de 1315, a la edad de ochenta y un años. Fue enterrado con honores en la capilla de su familia, en presencia del virrey y de los principales miembros de la nobleza (…)”. (32). ÍÑIGO FERNÁNDEZ, Luís E. “Breve historia de la alquimia”. Madrid. Nowtilus. 2010. Página 137. 6. Los albores de la alquimia occidental. Los monjes alquimistas. “(…) A pesar de su tardía eclosión, el arte sagrado se convirtió en poco tiempo en una disciplina capaz de atraer el interés de muchos, hasta el punto de figurar por derecho propio en las grandes descripciones globales de la ciencia medieval, como el Speculum maius de Vicent de Beauvais, del siglo XIII, que menciona un 24


escrito no muy conocido titulado Alquimistas, o el de Anglicus Bartolomeus, publicado ya en la centuria siguiente. Do obstante, la alquimia no lograría nunca acceder a las aulas universitarias en plena igualdad con la medicina, el derecho y la teología, los estudios superiores de la época; ni se equipararía siquiera a los preparatorios, las siete artes liberales que se agrupaban en el Trivium –dialéctica, gramática y retóricay el Quadrivium –astronomía, aritmética, geometría y música-. En realidad, sus especiales características imposibilitarían que hallara un lugar respetable entre los saberes oficiales, por más que entre sus cultivadores figurasen las mentes más preclaras del Medievo. Por un lado, el adepto había de manejar el fuego, manchándose con madera o carbón, lo que convertía su tarea en algo más bien sucio, cercano a los trabajos manuales, que no se consideraban por entonces propios de los hombres libres. Por otro lado, sus afanes tuvieron siempre una dimensión sospechosa, que los aproximaba / (Página 139) peligrosamente a las artes incertae, es decir las artes ocultas, como la magia, la brujería o la picaresca, perseguidas en todo momento por la Iglesia católica aunque muchos de sus miembros, entre ellos incluso algunos pontífices, las practicaran en secreto (…)”. (33). ÍÑIGO FERNÁNDEZ, Luís E. “Breve historia de la alquimia”. Madrid. Nowtilus. 2010. Página 136. 6. Los albores de la alquimia occidental. La recepción del arte sacro en la Europa medieval. “(…) Queda claro con todo ello que aunque no deben despreciarse otras vías, como la ya citada elación de los Imperios bizantino y germánico; la Sicilia de Federico II, que reinó en la isla entre 1197 y 1250 y, cuyo astrólogo de corte, Miguel Escoto, fue un destacado alquimista y traductor de textos griegos y árabes, o los mismos documentos traídos de Tierra Santa por / (Página 137) los cruzados, fue la península ibérica el camino principal de penetración de la alquimia islámica en Europa occidental. La era de los traductores habría de durar, sin embargo, casi un siglo. Sólo después tomarían su testigo los recopiladores, que reunieron en voluminosas enciclopedias los saberes adquiridos en las obras antiguas. Y por último, ya a partir del siglo XIII, aparecerían al fin los primeros alquimistas europeos (…)”. (34). ÍÑIGO FERNÁNDEZ, Luís E. “Breve historia de la alquimia”. Madrid. Nowtilus. 2010. Página 137. 6. Los albores de la alquimia 25


occidental. Los monjes alquimistas. “(…)Y es que la mayor parte de los alquimistas, al menos hasta los albores del Renacimiento, fueron clérigos, en especial frailes pertenecientes a las órdenes mendicantes, las más pujantes desde su fundación en el siglo XIII. Dominicos adeptos al arte sagrado fueron Vincent de Beuvais, Alberto Magno o Tomás de Aquino, mientras otros como Elio Buonbarone, el primer sucesor del propio San Francisco, Buenaventura de Iseo o Roger Bacon vistieron los pardos hábitos de los franciscanos. Algunos movimientos dentro de esta última orden, que compartían entre sí una desmedida exaltación de la pobreza, a la que dejaron de continuar como un instrumento de perfección para entenderla como fin último, mostraron además una inclinación especial hacia la alquimia. Así sucedió con los fraticelli, los observantes o los espirituales. Do hay nada extraño en ello. En el Medievo la cultura se había convertido en patrimonio casi exclusivo de la Iglesia católica, que preservó en sus monasterios el conocimiento recibido de la Antigüedad, copiándolo, una y otra vez, sin más medios que el pergamino y la pluma y, sin más intención que conservarlos saberes heredados, sometiéndolos a continua recapitulación, pero sin añadir nada nuevo. Que el clero, bajo cuyos auspicios se había desarrollado en su mayor parte la obra de traducción de los viejos tratados de alquimia, se interesara ahora en su cultivo puede considerarse lógico. Do obstante, existía un obstáculo. La alquimia había crecido en íntima unión con la filosofía hermética, cuya ecléctica visión del mundo, trufada de paganismo, difícilmente podía integrarse en la concepción / (Página 140) cristiana de las cosas. ¿Cómo pudo la Iglesia convivir con la alquimia obviando su dimensión trascendente? La respuesta a esta pregunta no es tan difícil como parece. En realidad, el arte sagrado poseía un lenguaje que, convenient6emente adaptado, podía no sólo convertirse en compatible con los dogmas de la Iglesia, sino incluso servir a sus propósitos. Los movimientos espirituales franciscanos, en especial, vieron en la alquimia una hermosa manera de expresar sus experiencias contemplativas, aunque también un camino simbólico hacia el propio perfeccionamiento, que había de producirse al mismo ritmo que las sucesivas transformaciones de la materia primera. Por otro lado, establecer paralelismos no resultaba demasiado arduo. Vistas desde la perspectiva adecuada, las distintas fases del trabajo del laboratorio, a través de las que la materia muere y renace transformada en 26


una sustancia nueva y mejor, a través de las que la materia muere y renace transformada en una sustancia nueva y mejor, podían equipararse a la muerte y resurrección de Cristo y de las mismas almas de los cristianos. El mismo pilar central de la fe católica romana, convertido en dogma en 1215, la transustanciación, puede entenderse sin torcer mucho su significado, como una suerte de transmutación alquímica. De acuerdo con la doctrina oficial de la Iglesia, el pan y el vino se convierten de forma efectiva y, no sólo simbólica, en el cuerpo y la sangre de Cristo en el transcurso de la consagración celebrada por el sacerdote durante la misa, pues es la esencia de las sustancias lo que se transforma y, solo lo accidental, como la apariencia o el sabor, lo que permanece. De hecho, las obras que establecían estos paralelismos no tardaron en proliferar en los últimos siglos del Medievo, a la par que se multiplicaban las analogías. El más famoso tratado de alquimia medieval, el anónimo conocido como Aurora Consurgens, atribuido durante siglos a santo Tomás de Aquino, pero datado recientemente en la primera mitad del siglo XIV no es / (Página 141) sino una paráfrasis casi literal de las Sagradas Escrituras en lenguaje alquímico y, las siete parábolas que contiene, una alegoría de las siete fases de la Gran Obra. Asimismo, el Libro de la Santísimas Trinidad, apareció en el siglo XV, incluye una tabla que relaciona las heridas de Cristo con los planetas, los metales, los colores, las virtudes e incluso los pecados capitales. También fue habitual la analogía entre los sacramentos de la fe católica y las fases de la Gran Obra, la identificación entre la Trinidad y los tres principios alquímicos – azufre, mercurio y sal- y, así hasta la saciedad. Un texto un poco posterior llegaría incluso a afirmar que “la piedra debe ser alimentada como el Diño con la leche de la Virgen”. A pesar de ello y, de su propio entusiasmo inicial por una disciplina en la que vieron un medio para incrementar su poder temporal en una época en que papas romanos y emperadores germanos mantenían una continua lucha por la supremacía, los pontífices terminaron por desconfiar del arte sagrado. Influyó en este cambio la sospecha, no del todo errónea, de que muchos de los franciscanos que la practicaban eran en realidad herejes joaquinistas, es decir, seguidores de Joaquín de Fiore, un monje calabrés del siglo XII que había profetizado una edad de oro futura en la que la opulenta Iglesia oficial dejaría su lugar a las órdenes religiosas 27


observantes de la pobreza evangélica. Y no lo hizo menos la proliferación de embaucadores que se presentaban como alquimistas conocedores de la receta capaz de convertir en oro los metales innobles. Por tales motivos, el cabildo de la ciudad francesa de Darbona mandó ya en 1272 que fueran quemados todos los libros de alquimia. Y algo después, en 1317, el papa Juan XXII promulgó la bula Expondent quas non exhibent (Prometen o que no pueden cumplir), en la que amenazaba a los falsificadores de metal precioso con una multa consistente en la entrega al tesoro / (Página 143) público de una cantidad de oro o plata igual a la falsificada. Como es de suponer, ninguna de estas prohibiciones tuvo demasiado efecto. El mismo papa Juan XXII dejó a su muerte una fortuna tan inmensa, que durante años corrió el rumor de que había sido él mismo un alquimista. Además de los grandes adeptos del Medievo estuvieron muy lejos de ser herejes que se apartaran en lo más mínimo de la ortodoxia católica. Aunque alguno de ellos, como el franciscano Elías de Cortona, que vivió en la primera mitad del siglo XIII sí hubo de enfrentarse a la acusación de practicar las artes ocultas, lo que le costó su destitución como superior de la orden, no fue ese el caso de los adeptos más célebres, algunos de los cuales alcanzaron gran reconocimiento por su labor intelectual e incluso fueron canonizados, como les sucedió a san Alberto Magno o a santo Tomás de Aquino (…)”. (35). VARIOS AUTORES. “El poder de la magia. (Tratado esotérico de la magia y el ocultismo)”. Colección Lidisa. Madrid. Difusión librera, S. A. 1980. Página 27. 1. La aparición de la brujería. “(…) El papa Juan XXII, sabio erudito, se dedicó en su época papal (1316-1334) a hacer alquimia e incluso se le atribuye un libro sobe la magia. El papa Silvestre II estudió magia con los árabes en España, en Córdoba y Toledo (…)”. (36). VAN LENNEP, J. “Arte y alquimia. Estudio de la iconografía hermética y de sus influencias”. Colección: Ritmo Universitario. Madrid. Editora Nacional. 1978. Página 49. El libro de la Trinidad: la tradición alquímica templaria. Lapidario templario. “(...) El Libro de la Trinidad, algo posterior al Aurora consurgens, se nos presenta como el ejemplo por antonomasia de los préstamos que la alquimia ha tomado de la religión. El más antiguo ejemplar se conserva en Saint Gall (5). Su título Liber Trinitatis fratris Alamanni, nos descubre de inmediato que su autor era un religioso llamado Alamannus. Este ejemplar ya fue 28


mencionado en el siglo XVI por Dicolaus Díger Hapelius en términos que hoy permiten afirmar que el hermano Alamannus trabajaba para Federico IV, conde de Duremberg, al que habría acompañado al concilio de Constanza (6). Ganzenmüller, que ha investigado acerca de esta obra, sitúa su redacción entre 1410 y 1419 (7), pero, en un ejemplar conservado en Munich, el autor declara haber entregado un resumen de su obra al emperador Segismundo poco después de 1408, lo que nos obligaría a remontar la fecha de su concepción ligeramente antes de la citada fecha. Ganzenmüller cree poder identificar a Almannus con un franciscano de nombre Utmannus, citado por / (Página 50) Marsilio Ficino en su De arte chymica (8) como el autor de un tratado sobre el Andrógino y la pasión de Cristo, temas que, efectivamente, se encuentran también en el Liber Trinitatios de Alamannus. Otro indicio: un corto resumen alquímico sobre el empleo del tártaro menciona a un tal Utmannus como alquimista de renombre (9). Pero nos interesa recalcar que el libro de la trinidad fue redactado por un monje que, como veremos no duda en emplear los dogmas de su fe para fines alquímicos, cosa que no debe extrañarnos pues, cuando los árabes legaron la alquimia al occidente latino, los monjes que formaban, junto con los cléricos, la casta cultivada, eran los únicos que podían conservar la tradición alquímica. Los eclesiásticos llegaron a influencias poderosamente el desarrollo de la ciencia hermética, legándola la riqueza del simbolismo cristiano. El tratado de Almannus tuvo bastante buena acogida pues aún se encuentran varios ejemplares ilustrados, fechados en el siglo XV (10). El más antiguo manuscrito redactado en alemán bajo el título Buch von der reiligen Dreifaltigkeit data de los alrededores de 1430-1440 (11). Desde la misma dedicatoria de su tratado, Almannus expresa claramente la mezcolanza religiosa y alquímica que caracteriza toda su obra. “¡Oh, burgrave Federico!, margrave de Brandemburgo, Díos en persona os envía todos éstos antídotos creados con sus sagrados sufrimientos. Que este libro, inspirado por la Santa Trinidad, os sea propicio, pues sois fiel servidor de los pobres cristianos dolientes. Príncipe Universal, muchos príncipes de la Iglesia y muchos señores, muchos pobres cristianos, han muerto en secreto. Por ello escribo este tratado que es la palabra de Dios”. Semejante texto desvanece todas las dudas que pudiéramos abrigar acerca del idealismo visionario de un Almannus que espera acrecentar la fe a través de la alquimia. Sin duda alguna, deseaba

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curar a los “pobres cristianos dolientes” con el Elixir Vital o la Panaceta Universal. Almannus era, evidentemente, muy estimado por los grandes del Imperio, pues afirma haber enviado un sumario de su tratado al emperador Segismundo, participante en el Concilio de Constanza junto con Federico de Brandeburgo a quién está dirigido el tratado (12). Tanto Segismundo como Federico se relacionaban con los alquimistas. El emperador estaba casado con Bárbara de Cilli quién interesaría a su esposo las prácticas herméticas. Al enviudar en 1437, se consagró definitivamente a ellas con una pasión que terminó por atraerla la desaprobación general. Esto, al menos, es lo que se deduce de un manuscrito posterior que refiere como el alquimista / (Página 51) Johan de Laaz visitó a la emperatriz en Melnik y quedó vivamente impresionado por sus trasmutaciones. (...) Entre las pinturas que ilustran el Libro de la Trinidad estableceremos dos categorías: la que se sirve de los temas herméticos tradicionales y la que los toma prestados del cristianismo para sus fines alquímicos. El texto del manuscrito del siglo XVII comienza: “Este libro no es una nueva doctrina, sino un gran saber de Dios y de la Santa Virgen. Con respeto para mi maestro diré de él que, según me enseñó, no había sabido ni copiado este Libro de la Santísima Trinidad de ningún otro libro, pues Dios Padre y el Espíritu Santo se lo enseñaron por ciencia infusa...”. Informaremos sobre las distintas ilustraciones del tratado respetando su orden de presentación. La primera nos muestra a un leproso ahorcado en un patíbulo dorado y simboliza la calcinación. La destilación está representada por un leproso próximo a sufrir la decapitación; la coagulación, por este mismo leproso sometido al suplicio de la rueda. Un aguamanil de plata y tres dados con las cifras seis, tres y cinco, plasma una alegoría de la disolución. La composición se conforma por una mujerserpiente de la disolución. La composición se conforma por una mujerserpiente hundiendo una lanza en el pecho del leproso. Simboliza la extracción del mercurio a partir de la materia prima. La segunda pintura representa a Cristo ante la paloma del Espíritu Santo; entre ellos yace una corona verde, símbolo del cobre. Una corona roja que simboliza el hierro aparece entre maría y su Hijo, representados en la parte de abajo. La base de la ilustración comporta siete / (Página 52) coronas de colores diferentes que aluden a los siete metales. La tercera composición muestra cuatro vasijas alquímicas y la tetramorfía de los Evangelistas -alusión a los cuatro elementos. La cuarta contiene un círculo, alegoría del Universo y de la Obra. Cristo, con el cuerpo lacerado y englobado en un águila, ocupa la quinta. Es la encarnación del metal torturado. Una triple paloma corona esta pintura. Simboliza el azufre, el mercurio y la sal. En 30


la sexta composición el Hijo de Dos y su Padre coronan a la virgen bajo la paloma del Espíritu Santo. En los ángulos reaparecen los símbolos de los cuatro Evangelistas (lus. 9). La primera vista, nada nos permitiría dudar de la intención piadosa de estas imágenes, si no fuera porque el texto enseña claramente que se trata de una representación de los siete metales en el marco de la fabricación de la Piedra Filosofal. En efecto, Dios Padre, simboliza el oro; María, la plata; Cristo, el mercurio, y los Cuatro Evangelistas, los metales innobles. Dios Padre está vestido con manto rojo, su Hijo con una túnica verde y la Virgen, con blancos ropajes, mientras que el espíritu Santo se halla pintado de plata y simboliza el espíritu metálico. El león, símbolo de Marcos, es de color gris. El buey de Lucas está pintado de rojo; el águila de Juan en negro, mientras que el ángel Mateo es verde. Corresponden sucesivamente al mercurio vulgar, al hierro, al plomo y al cobre o, si se prefiere a Mercurio, Marte, saturno y Venus. Un blasón que timbra la parte inferior de la coronación muestra a un Cristo sanguinolento, medio metamorfoseado en águila e incorporado a su Madre. Debemos entender en todo ello el eco de entera evolución metálica, desde la gestación hasta la pasión que los metales sufren antes de ser trasmutados. Las composiciones séptima y octava presentan diversos atanores. El Andrógino ocupa la novena. Sujeta una serpiente enroscada, alegoría del fuego, y un cáliz de donde tres reptiles, alegorías del azufre, el mercurio y la sal. En ambos lados brotan los árboles solar y lunar. Esta imagen es, por sí sola, un resumen de la Obra. Volvemos a encontrar a Cristo en la décima composición, esta vez ante un patíbulo de oro. Dos ilustraciones le muestran en la cruz, por encima de la Virgen que toma asiento en la media luna (ilus.10). Representan la Pequeña y Gran Obra respectivamente. La undécima composición está consagrada al Andrógino (ilus. 11), erguido sobre un dragón mercurial con cuatro cabezas simbolizando la lujuria, el engaño, la cólera y odio. Vemos que, evidentemente, el alquimista se regía por una ética. La parte masculina está vestida de azul y plata, colores que corresponden a Júpiter y a la Luna, y la femenina de castaño y oro que corresponden a saturno y al Sol. El hombre blande una espada, símbolo del fuego, su color rojo evoca a Marte, y tiene en ella ensartada una corona de oro que representa al Sol. A su vez, la mitad femenina sostiene una corona que simboliza la Gran Obra. En la duodécima pintura un blasón con la Virgen y su Hijo, cuyo cuerpo torturado se asimila al águila. La misma página nos muestra a Cristo rodeado de un halo áureo y aposentado en una vasija. Cristo llevando su cruz, crucificado y resucitado ocupa la décimo tercera ilustración. La última plasma a San Francisco recibiendo los estigmas (recordemos que Almannus era monje / (Página 53) franciscano, es normal, por lo tanto, que termine su tratado con un homenaje al fundador de su Orden).

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El parecido que se da en las ilustraciones entre los útiles de laboratorio y las escenas religiosas demuestra hasta que punto la alquimia daba a sus experiencias unas intenciones místicas. El propósito general del tratado radica en asociar la pasión de Cristo con las torturas que se les infringe a los metales en el transcurso de sus trasmutaciones. Estos metales innobles, símbolos del alma, acarrean todas las impurezas de la naturaleza humana y deben ser purificados por el martirio. Esta utilización de los padecimientos divinos para fines alquímicos podría parecer ligeramente contaminada de herejía, sobre todo teniendo en cuenta que es fruto de un cerebro franciscano -y sin embargo, tales comparaciones fueron frecuentes en la Edad Media. Esto se explica por el hecho de que la alquimia fue practicada especialmente por los eclesiásticos. Los grandes pensadores de la alquimia fueron esa gente de iglesia que en la Edad Media constituían, sin lugar a dudas, la elite intelectual. El dominico San Alberto Magno, el franciscano Roger Bacon (23) brillaron por sus conocimientos alquímicos. Si la mayoría de estos grandes espíritus tuvieron éxito en conciliar la ortodoxia cristiana y la alquimia, no ocurrió con otros que resbalaron con bastante rapidez con la pendiente de la herejía. Fue contra estos clérigos o monjes que tiñeron excesivamente su misticismo de hermetismo contra los que tiñeron excesivamente su misticismo de hermetismo contra los que la Iglesia terminó por actuar con rigor. El papa Juan XXII lanzó contra ellos la bula Spondent quas non exhibent: “Cuando no encuentran la verdad, la inventan. Se atribuyen un poder que no tienen, disimulan su impostura con discursos y, finalmente, con disfraces engañosos, hacen pasar por oro o plato lo que no lo es en realidad” (15). Sin embargo, es preciso recordar que, según el inquisidor de Aragón icolás Eymarich que practicó la caza del alquimista a finales del siglo XIV, Juan XXII habría recurrido a debates consultivos entre físicos y alquimistas antes de redactar su bula, y se habría dedicado a redactar ésta al no conseguir los herméticos apuntalar la alquimia con las leyes físicas al uso. La bula da origen a numerosos procesos contra los religiosos sospechosos de magia y alquimia. Ya en 1323, el Capítulo General de los dominicos que se celebra en Barcelona, pronuncia la excomunión contra los miembros de la orden que se consagraran a los arcanos y contra aquellos que no hubieran quemado sus libros en el plazo de ocho días. Pero esto no impide que la alquimia sobreviva y que los eclesiásticos la practiquen. Tanto es así que, paradójicamente, el mismo Juan XXII ordena en 1330 a su médico Geoffrey des Isnards, obispo de Cavaillonh, que le fabrique alcohol “¡para cierta obra misteriosa!” (...)”. Página 49. El libro de la Trinidad: la tradición alquímica templaria. Cita (5). “(...) St-Gall, Stadtbibliotek, ms. 397 (...)”. Página 49. El libro de la Trinidad: la tradición alquímica templaria. Cita (6). “(...) D. Diger Hapelius, Cheiragogia Heliaca (en 32


Theatrum chemicum, Estrasburgo, V, página 281) (...)”. Página 49. El libro de la Trinidad: la tradición alquímica templaria. Cita (7). “(...) W. Ganzenmüller, “Das Buch der Reiligen Dreifaltigheit-eine duetsche Alchemie aus dem aufgang des 15 Jahrhunderts”, en Archiv für Kultur Geschichte, XXIX, 1939, páginas 93-146 (...)”. Página 50. El libro de la Trinidad: la tradición alquímica templaria. Cita (8). “(...) Cfr. manget, Biblioteca Chemica, II, p. 182 (...)”. Página 50. El libro de la Trinidad: la tradición alquímica templaria. Cita (9). “(...) W. Ganzenmüller, en Zeitschrift für Angewandte Chemie, XLVIII, 1935, pp. 761-772 (...)”. Página 50. El libro de la Trinidad: la tradición alquímica templaria. Cita (10). “(...) Wolfenbütel (Helmstedt, 443) - Berlin, Kupferrstichkabinett, Cod. 78. A. 11 - Dresden, Staasbibliothek (Kat, III, 110) - Heidelberg. Pal. germ. 843 fasc 3- Donaueschingen, ms. 811 Munich, Bayerrische Staatsbibliothek, Cod. Germ. 598 (...)”. Página 50. El libro de la Trinidad: la tradición alquímica templaria. Cita (11). “(...) Duremberg, Germanische Museum (cf. Peters, en Mitteilungen des germ. Dacional Museums, 1893, p. 98) (...)”. Página 50. El libro de la Trinidad: la tradición alquímica templaria. Cita (12). “(...) S. A. A. p. 87 (...)”. Página 53. El libro de la Trinidad: la tradición alquímica templaria. Cita (15). “(...) A. A. A. p. 76 (...)”. Página 53. El libro de la Trinidad: la tradición alquímica templaria. Cita (23). “(...) Quien, sin embargo, tachó de “muchacho ignorante”, en su Opus maius, al Doctor Universales (...)”. (37). ÍÑIGO FERNÁNDEZ, Luís E. “Breve historia de la alquimia”. Madrid. Nowtilus. 2010. Página 39. 1. ¿Qué es la alquimia? “(…) La edad de oro de la alquimia, superada ya está primera etapa de asimilación y difusión, se inicia en torno al siglo XV y solo declina a partir del XVII, a caballo, pues, entre el otoño de la Edad Media y la primavera de la Moderna. Es ahora cuando, perfectamente asimilada la tradición, el arte recibe la influencia vivificadora del humanismo, se beneficia del renacimiento de la filosofía neoplatónica y crece con los avances técnicos que le regala la misma revolución científica que terminará por condenarlo a la marginalidad a partir del siglo XVIII. Renacimiento y barroco conocerán a los más grandes alquimistas: John Dee en Inglaterra; Cornelius Agrippa Paracelso y Michael Maier en tierras del Sacro Imperio; Biringuccio en Italia (…)”. (38). GAFFAREL, Jacobo. “Profundos misterios de la Cábala Divina”. Introducción, traducción y notas de Juli Peradejordi. Málaga. Sirio. 2003. (2ª edición: enero). Página 13. Introducción. Ideas fundamentales de la Kábbala judía. Simbología = Alquimia. “(…) El lenguaje de la kábbala, 33


como el de la alquimia o el de la teosofía, es esencialmente simbólico: utiliza historias e imágenes alegóricas, intentando impresionar la intuición con aquello que el intelecto sería incapaz de / (Página 14) aprehender correctamente. Do es un lenguaje convencional, sino un verdadero idioma de la imagen, en el que cada término puede tener al mismo tiempo varios significados que, lejos de excluirse, se complementan mutuamente (…)”. (39). HOPKINS, M. & SIMMANS, G. & WALLACE-MURPHY, T. “Los hijos secretos del Grial. Una conspiración de siglos alrededor de un linaje sagrado”. Barcelona. MR Ediciones / Grupo Planeta. 2005. (3ª edición: mayo). Página 121. Capítulo 10. Hechos y creencias de los caballeros templarios. Arquitectura templaria. “(…) En Inglaterra los artesanos que trabajan la piedra se llaman stonemasons. En Francia formaban la colectividad llamada Compagnonnage y ésta, en el siglo XII, se dividía en tres grupos principales por clase de actividad: los Hijos del Padre Soubise eran los constructores de edificios religiosos de estilo románico; los Hijos de Maese Jacques, también llamados Les Compagnons Passant, tenían la construcción de puentes como uno de sus / (Página 122) cometidos principales. Y los canteros que construyeron las catedrales góticas, instruidos en el arte de la geometría sacra por los monjes cistercienses, eran los Hijos de Salomón, siendo éste el rey que según las Escrituras encargó el primer Templo de Jerusalén. En marzo de 1145 los templarios, de común acuerdo con Bernard de Clairvaux, dieron una “regla” a los Hijos de Salomón imponiéndoles condiciones de vida y trabajo (…)”. (40). GARCÍA BLANCO, Javier. “El sello de Salomón”. Cadena fraternal. Masonería en español desde Israel. 1994. http://arssecreta.com/?p=550 www.PlanchaN.00918-ELSELLODESALOMON.pdf Página 1. Simbología del sello de Salomón: Alquimia. “(...) Uno de los símbolos mágicos por excelencia, el hexagrama, Estrella de David o Sello de Salomón se identifica en la actualidad con el pueblo judío, pero el símbolo de la estrella de seis puntas o hexagrama es en realidad un emblema universal que posee unos orígenes remotos y ha sido utilizado con fines diversos por numerosas culturas: de talismán protector hasta símbolo alquímico o mero elemento decorativo, ha sido utilizado por el judaísmo, el islam, el cristianismo e incluso el hinduismo. 34


Durante siglos, antes de que se popularizara como "Estrella de David" o Magen David (Escudo de David), este emblema era conocido como Sello de Salomón (Khatam Suleiman para los musulmanes y Jatam Sholomo para los judíos). Distintos textos –en especial el Talmud de Babilonia y algunos relatos musulmanes– difundieron la leyenda de que el bíblico rey Salomón poseía un anillo de propiedades mágicas mediante el cual podía controlar a los demonios o hablar con los animales. Dicha sortija portaba un sello con el símbolo del hexagrama al que se le añadía el nombre secreto de Dios. (Sin embargo, en el artículo en idioma hebreo que encontramos en Wikipedia, dice: “Pentagrama se llama en el judaísmo "Sello de Salomón" o "Salomón", y fue uno de los principales símbolos de Jerusalén, entre los años 300 al 150 antes de Cristo”. (El texto en azul es un agregado de la Cadena Fraternal. Buena veta para una investigación. ). / (Página 2) Según los estudiosos, el signo del hexagrama posee un significado similar al del ying y el yang, como representación de los opuestos, así como de nexo entre el cielo y la tierra o plasmación ideográfica de la sabiduría sobrehumana. Sin embargo, el uso más conocido fue siempre el de su carácter protector y mágico, sin que estuviera vinculado a ninguna religión en concreto. Así, en la Edad Media era habitual encontrar amuletos y talismanes que reproducían el Sello de Salomón, generalmente con la estrella inscrita en un círculo y acompañada de varios puntos. Se creía que estos dibujos mágicos protegían a su portador del influjo de demonios y espíritus maléficos, o simplemente de la mala suerte. También era frecuente grabar el Sello en los marcos o dinteles de la puerta de entrada a las viviendas o en los escalones de las escaleras, con ese mismo carácter protector frente a los espíritus o ante posibles incendios. El prestigioso experto en cábala Gershom Scholem estudió a fondo la simbología del Sello de Salomón y su función mágico-protectora en el islam y el judaísmo, además de rastrear sus orígenes. La identificación más antigua que se conoce de este símbolo con el pueblo judío data del siglo XIV, cuando los judíos de la ciudad de Praga lo usaron como siglo de identidad. Sin embargo, no sería hasta finales del siglo XIX, con los movimientos nacionalistas judíos, cuando adquiriría el sentido actual. A pesar de este detalle, sí se conocen representaciones del Sello de carácter judío en épocas más antiguas, como algunos libros hebreos realizados en España en el siglo XIII. Pero el uso mágico o esotérico de este símbolo no termina aquí. Tuvo también una gran importancia en la práctica y la iconografía alquímica, siendo representado en numerosos trabajos sobre la Gran Obra como emblema del fuego y el agua. La masonería también cuenta entre sus símbolos con el hexagrama, que aparece plasmado en motivos 35


decorativos de las logias, así como en objetos y obras de arte de cariz masónico. Además, es frecuente encontrar también el Sello de Salomón en numerosas construcciones cristianas medievales, como elemento decorativo o como símbolo de la sabiduría divina. Un magnífico ejemplo lo encontramos en la fachada de la catedral de Burgos, en la que se ven varias representaciones del símbolo, tanto en el rosetón principal como / (Página 3) relieves escultóricos. Otro ejemplo lo encontramos también en una de las fachadas de la catedral de Valencia. Y, de forma paralela, fue también un motivo ornamental y sagrado representado de forma recurrente en el arte islámico, donde encontramos obras bellísimas de gran refinamiento. Os dejo con unas cuantas imágenes de ejemplo. Por cierto, la imagen que abre este post procede de un manuscrito medieval y representa a un breuer (un cervecero alemán). El Sello de Salomón tenía para este gremio, al parecer, un simbolismo alquímico relacionado con el proceso de creación de la cerveza (...)”. (41). BAIGENT, Michael & LEIGH, Richard. “Masones y templarios. Sus vínculos ocultos”. Madrid. MR Ediciones. 2005. (1ª edición: abril). Página 131. Segunda parte. Escocia y una tradición oculta. 8. Rosslyn. El pilar de Rosslyn. “(…) Como cabría esperar de un lugar así, la capilla de Rosslyn es un foco de secretos y leyendas. Las más famosas de ellos corresponden al extraordinario pilar situado en el extremo oriental de la estructura, llamado hoy el Pilar del Aprendiz. Un relato publicado en 1774 habla de: Una tradición que ha pasado en la familia de Roslin de padre a hijo, que cuenta que un modelo de este hermoso pilar había sido enviado desde Roma, o algún lugar extranjero; el maestro de albañilería, al verlo no consintió en trabajar semejante pilar bajo ningún concepto, hasta que no fuese a Roma, o algún lugar extranjero, para inspeccionar el pilar del cual el modelo había sido tomado; que, en su ausencia, cualquiera que haya sido el motivo para ello, un aprendiz acabó de trabajar el pilar tal como se yergue hoy; y que el maestro, a su regreso, viendo el pilar tan exquisitamente acabado, hizo averiguaciones, preguntó quién lo había hecho y, presa de la envidia, mató al aprendiz (1). Encima de la puerta occidental de la capilla se puede ver la cabeza tallada de un joven que presenta un corte en la frente. Se dice que es la cabeza del aprendiz asesinado. En el lado opuesto se puede ver la cabeza de un hombre con barba, el maestro que le mató. A su derecha, hay otra cabeza, 36


la de una mujer, llamada “la Madre Viuda” (…)”. Página 297. Cita (1). “(…) Philo-Roskelysnis, An Account of the Chapel of Roslin, p. 28 (…)”. Página 135. Segunda parte. Escocia y una tradición oculta. 8. Rosslyn. “(…) En Rosslyn, sin embargo, sir William Sinclair parece haber diseñado su propia capilla y actuado como “maestro de la obra”. A comienzos del siglo XVIII, el hijastro de un Sinclair –que tuvo acceso a todos los archivos y cartas de la familia antes de que fuesen destruidos en un incendio en 1722- escribe que: … se le ocurrió [a sir William Sinclair] construir una casa para servir a Dios, de una obra muy curiosa, que pudiera hacerse con mayor gloria y esplendor y, para lo cual mandó traer artesanos de otras regiones y reinos extranjeros..., y al final la obra sería muy rara, primero hizo que los bosquejos fuesen dibujados sobre maderas traídas del este, e hizo que los carpinteros las tallaran según esos bosquejos y, luego los entregó como patrones a los albañiles, para que los cortaran de ese modo en piedra (7) (…)”. Página 298. Cita (7). “(…) Hay, op. cit. pág. 27 (…)”. (42). CARBONELL BEVIÁ, Lola. “La literatura templaria y su simbología, aplicada a la emblemática escultórica de la iglesia de Santa María de Ciudadela”. ABACUS, Revista digital de la asociación Baucán, filosofía de las armas templarias. Edición especial. Teosofía templaria: símbolo y emblema. Número 3 de 6. Agosto 2012. www.baucan.ord www.laliteraturatemplariaysusimbología.pdf Página 15. 3. El pensamiento conceptual sobre la configuración de la iglesia de Santa María, de Ciutadella. “(…) El Cister creía que la representación geométrica de Dios era cúbica (71), es decir, que Dios se encuentra en un espacio tetradimensional (72), de ahí que el plano de la iglesia de Santa María sea cúbico (73), en toda su planta, excepto si se le une la primitiva capilla musulmana transformada, entonces la planta cúbica toma forma de llave. La planta de llave fue un símbolo del Temple, y en la isla de Menorca existieron varios templos, además de la iglesia de Santa María de Ciutadella (74), que presentaron forma de llave (75). La simbología de la llave esta intrínsecamente ligada al concepto de ojo, luz, conocimiento de Dios, puesto que la llave es la que abre el acceso a Dios, y por tanto a la vida después de la muerte, que es en sí el símbolo de la actual catedral (…)”. 37


(43). JULIÀ SEGUÍ, Gabriel. “Les arts plàstiques a Menorca (segles XIVXIX). Arquitectura-Escultura-Pintura”. Ciutadella. El autor / IME. 1994. Página 21. “(…) Planta de l´ermita de Gràcia de Maó. Solament s´ha conservat la nau gótica. La resta és una ampliació del segle XVIII (…)”. (44). JULIÀ SEGUÍ, Gabriel. “Les arts plàstiques a Menorca (segles XIVXIX). Arquitectura-Escultura-Pintura”. Ciutadella. El autor / IME. 1994. Página 30. Renacimiento. “(…) Planta de l´església del convent agustí del Socors de Ciutadella, (aixecament de l´arquitecte Enric Taltavull) (…)”. Página 34. Edad Moderna. “(…) L´any 1619 es posava la primera pedra de l´església de Sant Agustí del convent del Socors de Ciutadella. Planols ii directriu de l´obra foren portats de Madrid pel pare Miquel Subirats i la direcció de l´obra fou confiada al mestre d´obres mallorquí Jaume Roig, cridat a Ciutadella com a Mestre Major de les fortificacions que s´estaven treballant en aquesta ciutat (…)”. (45). JULIÀ SEGUÍ, Gabriel. “Les arts plàstiques a Menorca (segles XIVXIX). Arquitectura-Escultura-Pintura”. Ciutadella. El autor / IME. 1994. Página 45. Parroquia de Santa Eulalia de Alayor. Siglo XVII. Edad Moderna. “(…) Els historiadors, amb poca diferencia, donen l´any 1674 com l´any de la col.ocació de la primera pedra del presbiteri (un any abans, quan la Universitat, després d´escoltar les peticions del clergat alaiorenc, decideix la reedificació de l´església, s´havia acordat cridar mestre Pere Amorós, mestre major de Ciutadella, per consultar amb ell la realització de l´obra) i l´any 1684com l´any de la inauguració del temple. El 2 d´agost d´aquest any es degué cloure la volta de la nau, segons consta en una de les seves inscripcions. Mentrestant, es féu el campanar. i les obres no van acabar definitivament fins l´any 1690, segons recorda una segona inscripció de la volta (…)”.Página 45. Parroquia de Santa Eulalia de Alayor. Siglo XVII. Edad Moderna. La capilla de ,uestra Sra del Rosario es la que da forma a la llave. “(…) La segona del costat de L´Epístola serveix d´ingrés a la capella del Roser, edificada posteriorment i a la següent s´obre el portal lateral, anomenat de Sant Pere (…)”. (46). JULIÀ SEGUÍ, Gabriel. “Les arts plàstiques a Menorca (segles XIVXIX). Arquitectura-Escultura-Pintura”. Ciutadella. El autor / IME. 1994. Página 70. Decoración de las columnas. “(…) La columna segeix un model gairebé únic: ates bases, fust cilíndric interromput per un o dos anells de fulles d´acant o garlandes. La resta està decorada amb estríes 38


helicoïdals, rombs llisos, relleus florals o estríes en espiga, i els capitells són d´ordre compost (…)”. (47). JULIÀ SEGUÍ, Gabriel. “Les arts plàstiques a Menorca (segles XIVXIX). Arquitectura-Escultura-Pintura”. Ciutadella. El autor / IME. 1994. Página 70. Capella de les Ànimes de la catedral de Menorca. (Pere Amorós Comellas (1641-1693). “(…) La primera de les construccions barroques menorquines pertany a l´any 1670. El mes de setembre d´aquest any fou començada l´obra amb la intervenció de Pere Amorós. La capella de les Ànimes és una prolongació de la primera capella de la nau de la catedral del costat de l´Evengeli. Presenta planta octogonal irregular. Els panys de paret estan separats per esveltes columnes abalaustrades que reposen sobre bases de tal octogonal. El fust està decorat amb relleus helicoïdals i ròmbics, dividits per bocells i faixes de fulles d´acant (…)”. (48). JULIÀ SEGUÍ, Gabriel. “Les arts plàstiques a Menorca (segles XIVXIX). Arquitectura-Escultura-Pintura”. Ciutadella. El autor / IME. 1994. Página 68. Antoni Amorós y su hijo Pere Amorós Faner, autor de la capilla de las Ánimas de las catedral de Ciutadella. “(…) Els Amorós procedien de Mallorca. Un Martí Amorós, pintor, apareix documentat a Mallorca a meitat del segle XVI i el nom de Martí es repeteix diverses vegades entre els descendents de mestre Antoni Amorós, que degué instl.lar-se a Ciutadella en la segona meitat del segle XVI (no hem pogut trovar fins ara cap relació documentada entre aquel i els Amorós instal.ats a Menorca). El fill de Antoni, Pere Amorós Faner treballa vora el mestre mallorquí Jaume Roig, que aleshores dirigia les obres del Socors de Ciutadela. (…) Roig i Serralta, el seu successor en les obres del Socors, moriren a Menorca i, sembla que després d´ells la direcció artística de la construcción menorquina quedà en mans dels Amorós, els quals arribarien a assolir un reconegut prestigi, si hem de fer cas de les relacions de deferència que trobem vers la seva familia per part d´autoritats i cavalolers: el procurador reial Marc Sancho o individus de les famílies Quart, Squella i Bayarte. (…) La seva influencia –hegemonia potser- abasta una quarentena d´anys, / (Página 69) entre 1670 i 1710, perióde d´una activitat constructora veritablement notable, en la qual, solament a Ciutadella, 39


s´aixequen: la capella de les Ànimes de la Catedral, l´església del Socors, la sagristia, el refetor, el De Profundis del convent dels agustions, l´església de sant Francesc i el casal Saura, i s´amplia l´ermita de Gràcia de Maó amb el nou creuer i el cambril de la Verge (…)”. (49). JULIÀ SEGUÍ, Gabriel. “Les arts plàstiques a Menorca (segles XIVXIX). Arquitectura-Escultura-Pintura”. Ciutadella. El autor / IME. 1994. Página 55. Iglesia del Santo Cristo de la Sangre o dels “Paraires” de Ciutadella. “(…) El 29 de gener de 1662 el gremi de cardadors de Ciutadella acordà, en sessió ordinària, adquirir una casa vella situada al carrer Dou (actual carrer del Seminari), entre la d´Atanasi Cardó i la de mestre Martí Pons, per asixecar una església on exposar a la pública veneració la miraculosa imastge del Sant Crist dels Paraires. Mestre Pere Sureda, sobreposat del gremi, s´oferí espontàniament a construirla fins deixar-la acabada, comptant amb el producte de les captes que es farien en nom de l´obra del Sant Crist (…)”. (50). JULIÀ SEGUÍ, Gabriel. “Les arts plàstiques a Menorca (segles XIVXIX). Arquitectura-Escultura-Pintura”. Ciutadella. El autor / IME. 1994. Página 79. Crucero y camarín de la ermita de Gracia (Joan Amorós Cantallops). “(…) L´actuació d´aquets mestres clou amb l´ampliació de l´ermita de la Mare de Déu de Gràcia de Maó. L´any 1704 el mestre Joan Amorós fou cridat per l´obreria de la Mare de Déu de Gràcia, per fer-se càrrec d´aquestes obres que incloïen el creuer, el presbiteri i el cambril. / (Página 81) Els relleus que les decoren, uns amb figures de quadres i altres amb espigues helicoïdals, es troven adornats amb flors intercalades, o peres formant rosari. (…) / (Página 84) Acabada l´obra de l´ermita de Gràcia, Joan Amorós fou contractat per la parroquia de Maó per projectar l´ampliació de l´església de Santa María, que no arribà a realizar, en morir l´any 1707 (…)”. (51). ÍÑIGO FERNÁNDEZ, Luís E. “Breve historia de la alquimia”. Madrid. Nowtilus. 2010. Página 155. 6. Los albores de la alquimia occidental. El arte sagrado en los reinos hispánicos. “(…) se interesaron en el tema y escribieron sobre él. Do obstante, fue la corte aragonesa el lugar donde la alquimia recibió un impulso que iría más allá del mero interés erudito para alcanzar el ámbito de las realizaciones prácticas. Una carta escrita por el rey de 40


Aragón Pedro IV el Ceremonioso, que reinó entre 1336 y 1387, fechada tres años antes de su muerte y dirigida a su hijo, el futuro Juan I, autoriza de forma explícita la práctica de trabajos alquímicos a Bernardo de Olzinellas y Gabriel Mayol, que habían solicitado ese permiso para fabricar así objetos de oro y plata con la intención de venderlos después de pueblo en pueblo. Pero si Pedro IV no parecía ir más allá de tolerar a los alquimistas, su hijo y sucesor Juan I, que reinó entre los años 1387 y 1396, sin duda, los amparaba. Conocido en Cataluña como Joan el Descurat, es decir, Juan el Despreocupado, este monarca mostró tanto despego por los asuntos de estado como interés por las ciencias ocultas, entre las que la alquimia le mereció una atención especial. Los testimonios que así lo prueban son abundantes. En 1335 escribe una carta al conde de Roda en la que le ordena que busque información sobre Guerau de Queralt, quién le ha enviado un trocito de plata asegurando que sabe cómo fabricarla. Poco después reclama que le traigan a Valencia / (Página 156) donde entonces se encontraba, a dos alquimistas de los que se decía tenían encerrados en botellas a los espíritus de sus familiares muertos. En 1389 concedió permiso a un tal Caracosa Samuel, judío a la sazón, para que pudiera dedicarse a la alquimia en cualquier lugar de sus dominios. Y queda constancia asimismo de que ordenó, al menos en una ocasión, que se pagaran los honorarios comprometidos a Durán Andreu y Bernat Tolvan, a los que el documento, redactado en catalán, se refiere como alquimiaures. La protección a la alquimia y sus adeptos continuó bajo el reinado del sucesor de Juan, su hermano Martín I, que reinó entre 1396 y 1410. Un suceso de la época, que no debió de ser en modo alguno una excepción, nos lo confirma plenamente. Por lo que parece, Juan I había financiado los experimentos de un tal Jaime Lustrach, que vivía como un señor, con numerosos ayudantes y criados a su servicio, dedicado en cuerpo y alma a sus trabajos alquímicos, en la Torre del Ángel, en el castillo que el monarca poseía en Palma de Mallorca. Cuando el nuevo soberano ascendió al trono, el alquimista, que debía de ser bastante astuto le escribió de inmediato, poniéndole al tanto de la situación y fijando él mismo un plazo, el día de san Miguel de aquel mismo año, para la obtención de la piedra filosofal. Llegada la fecha establecida, Jaime 41


escribe de nuevo al rey, que huelga decir había seguido financiando sus experimentos; le comunica su éxito y, le envía para su biblioteca, ya muy nutrida, un libro sobre la transmutación de los metales. La cosa, sin embargo, no acabó bien del todo para el alquimista, pues el lugarteniente del gobernador de Palma, Berenguer de Montagut, denunció sus patrañas, lo que irritó tanto al rey que le mandó llevar prisionero a Barcelona, donde solo la intervención de la reina, María de Luna, le salvó de un destino sin duda muy comprometido. / (Página 157) La historia es elocuente. Los monarcas aragoneses se interesaban por la alquimia y protegían a quienes la practicaban, cuya influencia parecía ser, en ocasiones, desmedida para tratarse de personajes anónimos salidos de las filas del pueblo llano. Do es de extrañar, por tanto, que fuera la Corona de Aragón la tierra que más adeptos ilustres proporcionó al arte sacro en los últimos siglos de la Edad Media. Dos de ellos en concreto, Arnau de Vilanova y Johannes de Rupescissa, merecen figurar entre los primeros puestos de los adeptos de todo el continente. Arnau, o Arnaldo, de Vilanova, nació en 1240 en Cervera, cerca de Lérida, aunque no falta quién sitúa su nacimiento en Valencia y, murió en 1311 a bordo de un barco que navegaba hacia Génova. Formado con los dominicos, estudió en Barcelona, París. Montpellier y Salerno y, recorrió en sus constantes viajes gran parte de Europa occidental y el norte de África. Médico de gran renombre que, según se dice, curó de graves enfermedades a personajes tan importantes como el papa Bonifacio VIII o el rey aragonés Pedro III (…)”. (52). GEWURZ, Elías. “Los misterios de la kábala”. Colección: Archivo esotérico. Barcelona. Teorema. 1986. Página 52. “(…) la más notable característica de la Yoga y la Alquimia es que ambas convienen en que el cuerpo humano es el matraz en que se efectúa la transmutación. Sin embargo, por cuerpo humano no entendemos en este caso tan sólo el cuerpo físico, sino también los cuerpos astral y mental, pues los tres se han de colocar en el crisol para eliminar sus escorias hasta que se liberte el glorificado espíritu. Dice un aforismo hermético que “para producir oro es necesario tener oro”. El oro a que se refiere el aforismo es nuestra alma, que ha de resurgir de las cenizas de la concupiscencia y del pecado para entrar en la 42


legítima posesión de los divinos dones de virtud, sabiduría y amor que le prometió el Donador de todos los buenos dones, el Padre de Luz, de quién procede el alma (…)”. (53). GROSJEAN, Nelly. “Aromaterapia, naturalmente”. Traducción de Plácido de Prada. Colección: Los pequeños libros de la sabiduría. Palma de Mallorca. José J.de Olañeta, Editor. 2001. Página 35. En el jardín de los simples. “(…) En la Edad media, los médicos todavía eran religiosos. Por un edicto pontificio, el papa Inocencio III estableció que ningún eclesiástico debería ejercer más la medicina con fines lucrativos, ni derramar sangre de ningún modo. Los monjes-médicos se pusieron a cultivar huertos de hierbas; abandonando las órdenes, se hicieron boticarios o curanderos, e iban vendiendo sus preparaciones de pueblo en pueblo. Los que escogieron permanecer en el seno de la Iglesia tuvieron que dejar la medicina a los… barberos. El médico establecía / (Página 36) su diagnóstico a partir del análisis de la orina del paciente y consultando su horóscopo. Luego enviaba sus prescripciones al boticario (…)”. (54). CALLEJO, Jesús. “Breve historia de la brujería”. Madrid. Nowtilus. 2008. (2ª edición: febrero). Página 99. 2. Parafernalia brujeril. Beleño negro. “(…) Sus propiedades son sobradamente conocidas en las islas Baleares donde adopta los siguientes nombres: Caramello de bruixa (Caramelo de bruja) y Herba Caixalera (Hierbas para las muelas) al ser eficaz para aliviar el dolor de muelas (…)”. (55). VELASCO, Manuel. “Breve historia de los celtas”. Madrid. Nowtilus. 2009. (3ª Edición). Página 165. II. Triskel. 4. Entre el cielo y la tierra. Gatos. “(…) Por otro lado, unas gotas de sangre sacadas de la cola de un gato negro, mezcladas con hierbas medicinales, era un remedio para ciertas enfermedades (…)”. (56). AMORÓS, José Luís. “Brujas, médicos y el Santo Oficio. Menorca en la época del Rey Hechizado”. Mahón. Institut Menorquí d´Estudis-Torre del Puerto. 1990. Página 142. El curandero. Utilización de objetos de alquimia. “(...) Era el 8 de abril de 1687. Pedro Antonio Carrió se hallaba postrado en cama debido a una úlcera en las nalgas. Su mujer Francisca Cantallops se encontraba, en la casa, haciendo las labores domésticas y cuidando de su marido enfermo, cuando apareció en la puerta de la misma un hombre, que por su acento debía de ser mallorquín. 43


El extraño venía acompañado de Guillermo Vives, alguacil del Santo Oficio. Sorprendida quedó Francisca ante tan inesperada visita, pero la sorpresa se trocó en perplejidad cuando el forastero la dijo que curaría a su marido. Se lo agradezco mucho -dijo la esposa-pero antes quisiera que la curase el entendimiento y la cabeza, que lo tenía muy disparatado. Do pareció sorprender esta petición al forastero, pues aseguró que lo curaría todo. La mujer asintió a que lo hiciera y el forastero, ya en posesión de la autorización de la esposa, al punto la dijo: Yo tomaré la mano de su marido y pondré la uña del dedo índice dentro, y con eso confesará de llano toda su vida, y si ha tenido tratos ilícitos con otras mujeres, lo declarará. Seguidamente, el forastero le preguntó que cuanto tiempo hacía que no había comunicado carnalmente con su marido. Cada vez más sorprendida, la pobre Francisca contestó como pudo. Esto es circunstancia que la he de saber, le aseguró con toda seriedad el extraño forastero. Sin aclarar nada más, le pidió una / (Página 143) redoma de vidrio y un real para comprar ciertas cosas en casa del boticario. La esposa, dudando que volviera, hizo que le acompañara su criada Reaciaga, una pobre chica de padres inciertos que había sido recogida del hospital. Así acompañado, el forastero compró en casa del boticario ocho dobleros de azogue y medio real de agua rosada, tras lo que volvieron de inmediato a la casa del enfermo. Ya allí y en secreto le dijo a la criada que debía poner en la redoma del suyo. Do entendiendo lo que a la criada le decía, la esposa le preguntó qué era aquello suyo que debía poner a hervir en la redoma. Sin inmutarse, el forastero contestó que debían ser tres pelos de sus partes deshonestas. Protestó la señora, diciendo que no estaba dispuesta a consentir en ello. Reiteró el forastero, afirmando que lo que pedía era circunstancia necesaria para que la medicina tuviese buen efecto y para que su marido curase con la ayuda de santa Helena. Ante la negativa de la esposa, el forastero la dijo que sin ello no curaría a su marido. Pero, a la vista de la inamovible postura de la esposa, el forastero se conformó a regañadientes, poniendo en la redoma el agua rosada y el azogue. En un papel vertió el contenido de la redoma, y haciendo un amasijo con todo ello, lo puso sobre la frente de Pedro Antonio Carrió, diciendo que así curaría la mente del enfermo. Terminada la acción, el curandero se puso a relatar como había curado en Mallorca a una dama muy principal y que por dicho obrar bien de la justicia le había preso cuatro meses, pero que le soltaron sin cargos por no haberse podido probar nada. También explicó que en el castillo de San Felipe del puerto de Mahón curó a la mujer de un sargento que allí servía. Según explicaba, dicha mujer estaba gastada de hígado. En aquella ocasión había preparado un ungüento con ciertas 44


medicinas, con el que, habiendo hecho previamente desnudar a la mujer, la fregó toda, y una vez terminado la abrió el costado, sin echarlo de ver ni sentirlo la dicha mujer, y le sacó un pedazo de hígado y lo enseñó a la dicha mujer diciéndola: “mirad como estaba gastado”. Según explicó el curandero tenía testigos que afirmaban que la mujer sanó a poco. Terminada ya la conversación, se quedó a solas con el enfermo a quién le recomendó que cuando tuviera ganas de gozar y echarse con su mujer y ésta no quisiese, que se echase con sus criadas y curaría el mal que padecía (66), (67), (68) (69). Aún cuando Francisca Cantallops nunca supo quién fue aquel forastero, este individuo era bien conocido. Se trataba de Francisco Perelló, catalán de origen y vecino de Palma de Mallorca, en cuya ciudad se había casado / (Página 144) con una mujer que atendía de labor a muchas muchachas, es decir, actuaba de partera. Sus hazañas como sanador le habían hecho célebre. Se cuenta de él la cura que llevó a efecto en la persona de la sobrina de Juan Bautista Magrino, nuncio del Santo Oficio en Ciudadela. En dicha ocasión adquirió en la casa del boticario ciertas aguas y con ellas unos pañitos y ciertas hojas lo aplicó a los ojos de la muchacha que los tiene gastados, al propio tiempo que recitaba ciertas oraciones. Una copia de ellas obra en el expediente de Francisco Perelló: Roca y siervo de Dios, amador de la pobreza y curador de la ciencia, tú fuiste sellado ragutus y merita por quarta del Espíritu Santo. Amen. Sancte Apolonius ayúdanos en todo el mal que yo os reclamo. Alabado sea el Santísimo Sacramento, sanet el nuestro Patrón. Terminada la oración, se rezaban tres gloriapatris y tres avemarías, según nos dice Tomás Carrió, diácono, que trascribió lo que le dictó Francisco Roseelló, marinero del patrón Lorenzo Cantallops la curación de Magdalena Magrino, una muchacha que estaba tullida en cama y sin poder moverse desde hacía varios años. En este caso el tratamiento que aplicó era el siguiente: Tomó unas esponjas y vino y lo puso todo en una olla con agua, y estando hirviendo echó tres veces un grano de sal, haciendo al echarlos dentro la olla una cruz cada vez, y luego echó un puñado de sal; y en otra olla echó una escudilla de agua y estando hirviendo puso dentro una medalla que tenía pendiente de un rosario, haciendo al echar dicha medalla cruces. Una vez tuvo preparado el líquido, tomó la esponja y la aplicó al tobillo de la enferma, atándola fuertemente con un lienzo, al mismo tiempo que hacía algunas cruces y recitaba palabras ininteligibles, entre las que parecía invocaba a san Francisco, al Santo Cristo y al santo Ángel. Una vez terminó con esto, pidió al padre de la enferma un pan, cortó con un cuchillo un pedazo de él y de dicho pedazo sacó con el cuchillo la molla del pan, la echó dentro de la escudilla y derretido lo dio a beber a la enferma. 45


Cuando hubo bebido la enferma aquella bazofia, la devolvió al instante. El sanador advirtió entonces que nadie comiera del pan que había sobrado porque enflaquecerían o incluso morirían y que, por el contrario, lo dieran a un puerco. Terminado su trabajo, aseguró a la enferma que con toda la seguridad iba a sanar, y que volvería al día siguiente para comprobar la mejoría. / (Página 145) Pero nunca más volvió aquel extraño sujeto, pues había abandonado la isla sin paradero conocido (70), (71) (72) (...)”. Página 278. El curandero. Utilización de objetos de alquimia. Cita (66). “(...) Testimonio Francisca Cantallops, 9 abril 1687; D. S. O. 33 (...)”. Página 278. El curandero. Utilización de objetos de alquimia. Cita (67). “(...) Testimonio Tomás Carrió, 10 abril 1687; D. S. O. 33 (...)”. Página 278. El curandero. Utilización de objetos de alquimia. Cita (68). “(...) Testimonio Juan Bautista Peregrino, 10 abril 1687; D. S. O. 33 (...)”. Página 278. El curandero. Utilización de objetos de alquimia. Cita (69). “(...) Testimonio Guillermo Vives, alguacil, 10 abril 1687; D. S. O.. 33 (...)”. Página 278. El curandero. Utilización de objetos de alquimia. Cita (70). “(...) Testimonio Juan Bautista Magrino, 10 abril 1687; D. S. O. 33 (...)”. Página 278. El curandero. Utilización de objetos de alquimia. Cita (71). “(...) Testimonio Bartolomé Ferrés, 25 octubre 1687; D. S. O. 33 (...)” Página 278. El curandero. Utilización de objetos de alquimia. Cita (72). “(...) Testimonio Magdalena Ferrés, 27 octubre 1687; D. S.O. 33 (...)”.

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Anexo documental

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Hermetismo

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Plantas de plano de llave, en Menorca

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Planta de la iglesia del convento de Agustinos del Socorro de Ciutadella de Menorca. (Fuente: JULIÀ SEGUÍ, Gabriel. “Les arts plàstiques a Menorca (segles XIV-XIX). Arquitectura-Escultura-Pintura”. Ciutadella. El autor / IME. 1994. Página 30).

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Plano de la ermita de Nuestra Señora de Gracia de Mahón. (Fuente: JULIÀ SEGUÍ, Gabriel. “Les arts plàstiques a Menorca (segles XIV-XIX). Arquitectura-Escultura-Pintura”. Ciutadella. El autor / IME. 1994. Página 21. 51


Plano de la parroquia de Santa Eulalia de Alayor. (Fuente: JULIÀ SEGUÍ, Gabriel. “Les arts plàstiques a Menorca (segles XIV-XIX). ArquitecturaEscultura-Pintura”. Ciutadella. El autor / IME. 1994. Página 46).

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Instrumentos de canterĂ­a

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Lápida del escultor Pere Amorós. Iglesia de San Francisco de Ciutadella de Menorca. Obsérvese los instrumentos de cantería como martillos, regla, compás y, pala. (Fuente: JULIÀ SEGUÍ, Gabriel. “Les arts plàstiques a Menorca (segles XIV-XIX). Arquitectura-Escultura-Pintura”. Ciutadella. El autor / IME. 1994. Página 87).

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Martillo y tenazas, instrumentos de canterĂ­a, esculpidos en medio relieve en un friso de la puerta lateral de la iglesia del Santo Cristo de la Sangre de Ciutadella. (Foto: Lola Carbonell. AĂąo 2009).

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Clavos, instrumentos de canterĂ­a, esculpidos en medio relieve en un friso de la puerta lateral de la iglesia del Santo Cristo de la Sangre de Ciutadella. (Foto: Lola Carbonell. AĂąo 2009).

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Florario

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Detalle del relieve escultórico realizado en una columna ubicada en la capilla de las Ánimas de la catedral de Menorca, obra del maestro Pere Amorós. (Fuente: JULIÀ SEGHUÍ, Gabriel. “Les arts plàstiques a Menorca (segles XIV-XIX). Arquitectura-Escultura-Pintura”. Ciutadella. El autor / IME. 1994. Página 66. Foto: Ángel Roca). 58


Detalle de la decoraciĂłn floral de las columnas de la catedral de Ciutadella. (Foto: Lola Carbonell. AĂąo 2009). 59


Detalle de la decoraciĂłn floral de las columnas de la catedral de Ciutadella. (Foto: Lola Carbonell. AĂąo 2009).

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Detalle de la decoraciĂłn floral de las columnas de la catedral de Ciutadella. (Foto: Lola Carbonell. AĂąo 2009).

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Flores esculpidas en columnas de la ermita de Nuestra Señora de Gracia de Mahón. (Foto: Lola Carbonell. Año 2010). 62


Flores y figuras geométricas esculpidas en columnas de la ermita de Nuestra Señora de Gracia de Mahón. (Foto: Lola Carbonell. Año 2010).

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Flores esculpidas en una clave de bóveda en la ermita de Nuestra Señora de Gracia de Mahón. (Foto: Lola Carbonell. Año 2010).

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Flores esculpidas en una de las columnas de la ermita de Nuestra Señora de Gracias de Mahón. (Foto: Lola Carbonell. Año 2010).

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Lola Carbonell Beviá, alicantina de nacimiento, es historiadora, especializada en Humanidades Contemporáneas. Ha realizado numerosas monografías sobre la Historia de la Edad Media de Menorca y, sobre su Protohistoria. En este trabajo de investigación, se ha centrado en demostrar el hermetismo existente en la arquitectura y escultura de la isla de Menorca.

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