XIII ASAMBLEA GENERAL RESOLUCIÓN: “POR UNA EUROPA DE LAS TRABAJADORAS Y LOS TRABAJADORES” El proceso de construcción de la Unión Europea ha olvidado su vertiente social. El sistema financiero está haciendo valer sus reglas, de modo que los sacrificios que se imponen recaen fundamentalmente sobre los y las trabajadoras a lo largo de todo el continente: personas paradas, enfermas, pensionistas, trabajadoras precarias. Tenemos necesidad urgente de otra Europa más justa y solidaria, menos sensible a los intereses de los grupos de presión económica. Todas las organizaciones sociales tienen una responsabilidad histórica en este tema, pero especialmente los partidos políticos y los sindicatos que quieren representar los intereses de las personas más empobrecidas. Europa, hoy en día, no es una unión política y mucho menos en cuestiones claves relativas a la política económica y social. Es imprescindible la consolidación de instituciones europeas democráticas que gobiernen la economía con un rostro humano. Necesitamos una Europa abierta, no atemorizada y replegada sobre sí misma. No queremos una Unión Europea que es una “manada de lobos”1 en Lampedusa, Melilla o Calais. Pensamos que la crisis griega y la actuación de la llamada “troika” están mostrando que los gobiernos democráticamente elegidos están supeditados a intereses más poderosos de los dueños del capital. Pero sin democracia económica, no hay democracia política. Desde este convencimiento entendemos que al pilar de la unión monetaria le hacen falta, al menos, dos pilares más:
El de una adecuada política social, de acuerdo con los principios de solidaridad y subsidiariedad, que garantice la protección social a todas las personas.
El pilar de la atención a la dimensión ecológica, que supone una redefinición de nuestra relación con la naturaleza y la instauración de una cultura de la sostenibilidad.
Y lo afirmamos porque constatamos que la Unión Europea no pone en el centro de sus decisiones la situación de precariedad y las necesidades de un enorme número de familias de toda la Unión, ni garantiza adecuadamente la vida digna de las personas de las generaciones futuras, porque no valora el trabajo digno como un elemento central en su agenda política. Hay quienes se empeñan en construir una Europa fortaleza, llena de gente que viva tranquilamente, pero infelices, porque no podemos dejar de escuchar los gemidos que llegan desde el resto de la humanidad. Nuestro bienestar no puede plantearse al margen de la situación de otros pueblos por lo que el reto sigue siendo construir una Europa de las personas y no de los mercados. “Son necesarios programas que vayan más allá de la protección de fronteras, así como el compromiso por parte de los responsables de la Unión Europea, de cuyo territorio somos una frontera más”2. Desde nuestra fe en Jesucristo, renovamos nuestro compromiso por trabajar por una sociedad justa, fraterna y sostenible, en Europa y en todo el mundo. Con el papa Francisco manifestamos que no podemos tolerar que el Mediterráneo se convierta en un gran cementerio, “ha llegado la hora de construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía sino a la sacralidad de la persona humana, de los valores inalienables»3. Segovia, 16 de agosto de 2015 Como acaba de expresar el presidente la Conferencia episcopal griega. Iglesia servidora de los pobres, 9 3 Discurso del Papa Francisco al Parlamento europeo, 25 de noviembre de 2014. 1 2
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