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ORAR EN EL MUNDO OBRERO

10º Domingo del tiempo ordinario (5 junio 2016) Comisión Permanente HOAC

El mandamiento nuevo nos lleva en primer término a devolver a los trabajadores el sentido de la grandísima dignidad del trabajo… Es menester que los obreros… tengamos conciencia de nuestra grandísima dignidad (La HOAC, ¿qué es esto? Rovirosa, OC, T.III, pág. 448).

La Iglesia, guiada por el Evangelio de la Misericordia y por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia, quiere responder a él con todas sus fuerzas… (lo que) supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos (EG 188). ABÁJATE, hasta los caídos, los descartados, las víctimas… para orar

La dignidad de todo hombre y mujer no siempre es reconocida. Las más de las veces queda oculta por la injusticia con la que se niega en la práctica. El reconocimiento práctico de la dignidad humana es lo que esperan los ciento veinte millones de personas que viven en riesgo de pobreza en Europa; el 10 % de los trabajadores en Europa son trabajadores pobres (su trabajo no da para vivir), o forman parte del casi 50 % de parados de larga duración del total los desempleados, como él: “Soy un trabajador de la construcción, pero perdí mi empleo cuando la empresa quebró. Mi esposa tiene una enfermedad mental y necesita apoyo psiquiátrico. Estar desempleado tanto tiempo me generó mucha angustia, y comencé a beber. Tengo tres hijos en el colegio y no puedo apoyarlos para que tengan éxito en sus estudios. Me gustaría no haber perdido mi empleo, o tener ayuda para encarrilar mi vida”. Desde su vida, y la de tantos y tantas hermanas a cuyo sufrimiento ponemos nombre, rostro, circunstancia, oramos hoy. Dedica unos minutos para traer sus vidas a tu oración, y ora:

AYER Y HOY

Ayer a ti, Señor, ante la carne doliente del enfermo, ante la carne olvidada del marginado, ante la carne agotada del anciano, ante la carne cansada del parado, ante la carne arruinada del hambriento, ante la carne sometida del esclavo, ante la carne corrompida del leproso, ante la carne afligida de la madre, ante la carne deshabitada del joven… se te conmovieron las entrañas, te dio un vuelco el corazón y no pudiste quedarte al margen.

Hoy nos encontramos, a poco que abramos los sentidos, con una realidad más flagrante y triste: montones de cuerpos masacrados y degollados,

columnas de cuerpos desplazados y rotos, aglomeraciones de cuerpos hinchados y esqueléticos, pabellones de cuerpos moribundos, manifestaciones de cuerpos desgarrados… Cuerpos vendidos, cuerpos hacinados, cuerpos pisoteados, cuerpos malheridos, cuerpos abandonados.

Haz, Señor, que mis entrañas se conmuevan y mi corazón dé un vuelco para no quedarme al margen. Hazme compasivo y tierno, para ser digno y poder así introducir en la historia esperanza y misericordia.

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10º Domingo del Tiempo Ordinario

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

C.P.

LA PALABRA DE DIOS, suena de otra manera escuchada desde las víctimas Lc 7,11-17: ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando estaba cerca de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: –No llores. Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: –¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate! El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: –Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

Palabra del Señor

ACOGE LA PALABRA, MEDITA Y CONTEMPLA

Dos comitivas. Jesús, camino de Naín, con los discípulos y mucho gentío. La fúnebre comitiva –un gentío considerable– que sale de la ciudad a enterrar al hijo único de una madre viuda. Una comitiva de vida que se topa con la comitiva de muerte y desesperación. Para percibir el dolor del mundo obrero hemos de ponernos en camino, acercarnos donde transcurre su vida cotidiana, para poder oír y ver el dolor y el sufrimiento. Solo desde ahí puede nacer la escucha, la compasión, la misericordia y el compromiso por la Vida. Una Iglesia en salida, aunque sea para accidentarse, para escuchar el clamor del pueblo. Porque solo ahí se nos pueden conmover las entrañas como a Jesús. La distancia –como la rutina– es anestésica: ojos que no ven, corazón que no siente. ¿De qué comitiva formo parte yo? ¿Por dónde camina mi vida? ¿Con quién me encuentro? ¿Con qué dolor? Hoy hay muchas madres acompañando con dolor a sus hijos muertos: no solo las que los han perdido en accidentes laborales, o las que los ven morir cada día un poco, enfrentados a ese desempleo prolongado, o a la precariedad que hace jirones su existencia y la de sus familias. También las que los ven aceptar resignados y sin esperanza este hoy; las que los ven renunciar a ideales y desesperanzas, encerrándose en la deshumanización. También nosotros hemos de empezar por aquí: por acompañar la vida de las personas del mundo obrero que sufren. 2


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C.P.

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

10º Domingo del Tiempo Ordinario

La muerte, como negación de una vida humana y digna, es demasiado frecuente en nuestro mundo Al verla le dio lástima. No hay petición de la madre, ni de los que van con ella. El dolor impide articular otra cosa que no sea el llanto desesperado. Quizá tampoco quede esperanza. Pero Jesús actúa por el impulso de la misericordia frente al dolor ajeno. Es oír y contemplar de cerca el llanto lo que le conmueve. Hay muchos hombres y mujeres del mundo obrero que viven atenazados, paralizados por el dolor, sin poder articular palabra, sin reaccionar ante una economía que mata, ante un sistema que descarta. Quizá también sin esperanza por el paro prolongado, por el horizonte lejano. Quizá llorando en silencio y soledad. Si te acercas te ha de conmover la escena, y serás capaz de escuchar. Si te acercas harás algo, también, en pro de la vida digna, del trabajo decente, de una sociedad fraterna. Si te acercas, serás impulsado a levantarte y dejarte afectar por el sufrimiento ajeno, para transformar tu vida en un compromiso de misericordia por la justicia. En una sociedad como la nuestra, que cada día lleva a enterrar a sus hijos e hijas, no hay otra manera de anunciar la buena noticia de la visita de Dios, que la misericordia hecha práctica efectiva de solidaridad y vida. La vida resucitada. Ante quienes no son capaces de articular palabra, el muerto, que se levanta, empieza a hablar. La misericordia abre caminos de encuentro y diálogo; caminos de denuncia y de esperanza; caminos hacia otro presente compartido. Sabernos con otros encamina nuestros pasos a la Vida. Lo más esperanzador es que nuestro Dios es un Dios de vida, y no de muerte. Sobrecogidos, daban gloria a Dios. Y la gloria de Dios es que el hombre viva, decía San Ireneo: que vivan el hombre y la mujer, los jóvenes y los ancianos, los que no importan que se pierdan, los que no valen en nuestra sociedad, los que son descartados. Poner nuestra vida al servicio de sus vidas es algo que solo podemos hacer desde el reconocimiento de Cristo en cada una de esas vidas descartadas. Dios ha visitado a su pueblo. Lo visita cada día, lo habita, permanentemente. Hace falta desvelar esa presencia en la vida y en la historia. Hace falta la vida de hombres y mujeres capaces de hacer visible a Dios. El Evangelio de hoy me pone en esa actitud de salida de que habla el papa Francisco, al encuentro del sufrimiento del mundo obrero, para acompañar su dolor, y suscitar su esperanza, para acompañarle en la búsqueda y realización de caminos de vida, para ayudarle a reconocer la presencia de Dios en medio de las oscuridades de la vida. Para motivar su canto y hacer nacer también su oración. Igual que María: la misma que alababa a Dios porque derribó del trono a los poderosos y despidió vacíos a los ricos, es la que pone calidez de hogar en nuestra búsqueda de la justicia, la que conserva todas las cosas meditándolas en su corazón, contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia, y en la vida cotidiana (EG 288). Concreta algún compromiso, desde tu proyecto de vida, para estar junto a este mundo obrero sufriente, quizá cercano, o quizá al que debas acercarte más; para estar con ellos de manera compasiva y misericordiosa, para desvelar la presencia de Dios en la vida. 3


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10º Domingo del Tiempo Ordinario

TALITA KUM

Ahora. Levántate. No te dejes morir en muertes cotidianas que acallan el verso que secan el alma y frenan el paso hasta dejarte inerte.

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

C.P.

TERMINA ORANDO

No mueras en vida, sepultado por nostalgias, rendido antes de tiempo, consumido por dentro. No permitas que te envenene el odio, ni dejes que la amargura –¿o es miedo a vivir?– haga de tu corazón una losa.

Levántate. Sostenido por la memoria de buenos amigos y buenos momentos, confiado en un hoy grávido de oportunidades. Movido por la esperanza en lo que ha de llegar. Levántate, agradecido por tanto… Ama, descubre los milagros ocultos, cree. Y pelea, si hace falta, la batalla nuestra de cada día. que eso es ser humano. Levántate. Ahora.

Señor, Jesús, te ofrecemos todo el día… María, Madre de los pobres, ruega por nosotros 4


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