2º domingo despues de navidad

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ORAR EN EL MUNDO OBRERO

2º Domingo después de Navidad (3 de enero 2016) Comisión Permanente HOAC

Quien quiera predicar, primero debe estar dispuesto a dejarse conmover por la Palabra, y a hacerla carne en su existencia concreta… comunicar a otros lo que uno ha contemplado… Aceptar ser herido por esa Palabra que herirá a los demás, porque es una Palabra viva y eficaz… La gente prefiere escuchar a los testigos… Exige a los evangelizadores que hablen de un Dios a quien ellos conocen y tratan familiarmente como si lo estuvieran viendo. (Francisco, EG 150)

Ciertamente que el don de la palabra es un don magnífico de Dios al hombre. Pero Dios también dio la facultad de hablar a algunos animales, particularmente al más ridículo de todos: el loro… Entre el hablar Santo, que se limita a decir Sí con el corazón a toda solicitud de Dios, y el hablar copioso e incesante del loro, hay un abismo… (Rovirosa, OC. T. V. 564). A NUESTRO ALREDEDOR…

Entre nosotros, está de moda hablar de la devaluación de la moneda. Sin embargo, en nuestra sociedad no sólo se devalúa la moneda. También se están devaluando la autoridad, la política, la Iglesia, los sindicatos, etc. Quizá, una de las cosas que más se hayan devaluado sea la palabra. Por eso, cada vez nos fiamos menos de las palabras. Nuestros abuelos hacían los tratos de palabra, ahora se hacen ante notarios y abogados. Sin embargo, esto que acabo de decir no obsta para que sepamos apreciar y valorar las palabras de las personas que son coherentes entre lo que dicen y lo que hacen. Tenemos el caso del Papa Francisco, que en la evaluación de figuras públicas realizada por Metroscopia, en diciembre de 2014, fue la figura pública más valorada. (El País. 18. 12. 2014). Eso se debe a que la gente le ve como un hombre coherente. De ahí que podamos decir: más que la palabra nos hemos devaluado las personas que hablamos. En medio de tanta palabra devaluada, nosotros, en estos días de Navidad, hemos recibido a Jesús «La Palabra de Dios que se hizo carne y acampó entre nosotros». De esta Palabra nos podemos fiar porque la vida de Jesús estuvo avalada por su entrega. Como dice san Pablo «siendo de condición divina, se despojó de su grandeza, tomó condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres».

La Palabra se hace carne, carne obrera Jn 1,1-18: La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo,

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y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer. Palabra de Dios Para interiorizar la Palabra, que resuene en nuestra vida obrera ¿Qué quisieron expresar aquellos primeros cristianos al afirmar que Jesús era la Palabra de Dios? 2


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Que Jesús fue para ellos como una palabra que les ayudó a ahondar el misterio de Dios. Lo mismo que las palabras de un amigo, de un esposo/a, hijo/a… nos ayudan a entrar en su interior (sentimientos, ideas, afectos…), Jesús les ayudó a conocer a Dios; fue como un puente que les facilitó ahondar en el misterio de Dios. «A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer», nos dirá el mismo evangelista. • Jesús no fue para ellos una palabra hueca de esas que se lleva el viento. Jesús fue para ellos una palabra que transmitía energía, fuerza, un sentido a su vida; una palabra que arrastraba, que iluminaba. Por eso, el Evangelio de hoy nos ha dicho que «en la Palabra había vida» y que era «la luz verdadera que alumbra a todo hombre». • También quisieron expresar que en Jesús se encerraba la «Sabiduría de Dios». Bastantes años antes de nacer Jesús, los griegos -su lengua, sus costumbres, sus filósofos- tuvieron un influjo enorme en Judea y muchos pensaron que la sabiduría estaba en Grecia, no en Yahvé. En medio de ese ambiente fueron redactados los Libros Sapienciales de la Biblia con un objetivo claro: enseñar al pueblo de Israel que la verdadera sabiduría procedía de Dios y no de Grecia. Por eso llamaron a Dios, Sabiduría. El autor del Cuarto Evangelio se inspiró en estos libros y, donde ellos ponían sabiduría, él puso «Palabra» para indicarnos que en Jesús encontramos la sabiduría de Dios. Viendo y oyendo a Jesús tenemos acceso a la sabiduría de Dios. Algunas consecuencias para nuestra vida a) Tomar conciencia de que Jesús es la Palabra que nos da vida, nos ilumina y que es como un puente, un canal, un tendido eléctrico que nos trae la sabiduría de Dios para nuestra vida de militantes obreros. b) Valorar más la Biblia, especialmente, los Evangelios. Debemos tener claro que cuando leemos el Evangelio no se nos comunican ideas, sino la fuerza, la luz y la sabiduría de Dios. «El desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo» (San Jerónimo). c) Tomar conciencia de que la Palabra de Dios que leemos y escuchamos, debe hacerse carne en nosotros como se hizo en Jesús. Ser coherentes con lo que escuchamos hará que nuestras palabras no estén devaluadas. «No olviden que debe acompañar la oración a la lectura de la Sagrada Escritura para que se entable diálogo entre Dios y el hombre; porque “a Él hablamos cuando oramos, y a Él oímos cuando leemos las palabras divinas” (San Ambrosio). Vaticano II. Divina revelación. nº 25

«Nuestra vida está lejos de poderse decir alimentada y regulada por la Palabra. Nos regulamos, incluso en el bien, sobre la base de algunas buenas costumbres, de algunos principios de buen sentido, nos referimos a un contexto tradicional de creencias religiosas y de normas morales recibidas. Pero fuera de esto experimentamos por lo general muy poco cómo la Palabra de Dios se puede convertir en nuestro apoyo y consolación, cómo puede iluminarnos sobre el verdadero Dios cuya manifestación nos llenaría el corazón de alegría». Cardenal C.M. Martini 3


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También cada uno y cada una de nosotros estamos llamados a ser testigos de la Palabra; a ser quienes predicamos con nuestra vida la cercanía de un Dios encarnado. ¿Qué plan y compromiso puedes marcarte para que la Palabra vaya configurando cada día, desde tu encuentro con ella, tu vida militante? Oración para agradecer el don de la Palabra Bendito seas, Señor, por el don de la palabra que nos has dado.

Gracias a él podemos comunicarnos, dialogar y participar; preguntar y responder, expresar nuestros sentimientos,

susurrar y gritar, salir de nosotros, abrirnos al mundo, a los hermanos y a Ti.

Bandito seas, Señor, por el don de la palabra que nos has dado para que sabios y pensadores revelen nuevos caminos a todos;

para que poetas y cantantes nos alegren con sus poemas y voces;

para que los más pobres y débiles tengan siempre gratis voz para expresar sus necesidades y profetizar en tu nombre.

Bendito seas, Señor, por el silencio que nos ofreces

para que podamos escuchar el eco de las palabras que esperamos;

para que podamos tener tiempo de pensar y controlar nuestras ideas;

para que podamos balbucir palabras llanas que intuyan y revelen tu misterio. Bendito seas, Señor, por haberte hecho Palabra encarnada,

Palabra que nosotros podemos concebir y así poder conocer y saborear. Bendito seas, Señor, porque eres Palabra entendible,

Palabra de nuestra historia, Palabra viva, Palabra implicativa, Palabra de buena noticia siempre nueva y abierta. Florentino Ulibarri

Señor, Jesús, te ofrecemos todo el día… María, Madre de los pobres, ruega por nosotros 4


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