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ORAR EN EL MUNDO OBRERO II DOMINGO T O B (18 de enero de 2015) Una vez ha venido Jesús, los discípulos de Juan ya no pueden continuar esperando. Tampoco nosotros podemos seguir esperando como si no conociésemos a Jesús y sus propuestas de vida y sus líneas de acción.
VER Para Rajoy la crisis ya es historia del pasado. Y se explicó: “La recuperación económica y social ya se vive en los mostradores de los pequeños negocios o en los pedidos a los proveedores, en las barras de las cafeterías o en las mesas de los restaurantes, o en las nóminas de muchos españoles y en el interior de los hogares”. ¿Qué entenderá este “hijo del 1%” (=perteneciente a la élite) por recuperación económica? Seguramente aquella en la que los trabajadores se convierten en bobitos y agradecidos consumidores… tal es la idea que tienen los capitalistas de nosotros los trabajadores. Pero dejando estas profundidades de teoría social, el diagnóstico del presidente es un diagnóstico de un lerdo de atar, con perdón. O al menos, eso se deduce de los datos ofrecidos por la Agencia Tributaria de 2013: de los 16,6 millones de asalariados, el 21,4% (3,6 millones) no superó los 322,5 euros mensuales, el 34% (5,7 millones) apenas recibió un salario máximo de 645 euros, y el 46,4% (7,7 millones) no alcanzó los 1.000 euros. A esto hay que añadir los 4,5 millones de parados. Un año después, esa foto fija sigue siendo salarialmente la misma. Casi cuatro de cada diez nuevos contratos realizados en 2014, tanto indefinidos como temporales, eran por horas y contienen un alto grado de precariedad. Y, por tanto, lo del Mariano es un chiste malísimo, una de esas “fantasías animadas de ayer y hoy”. “La recuperación económica y social en las nóminas” es mucho peor que una ocurrencia, es una mentira. ** La gran mayoría de los que hemos padecido estos tres años de gobierno de Rajoy poco hemos podido celebrar en estas fiestas, sobre todo los que somos mujeres, parados, pobres, desahuciados, dependientes…niños… (¡Bien conocemos y nos duelen los infames números de la actual explotación capitalista!). España no sólo es el país con la mayor brecha entre ricos y pobres de la OCDE, sino que el incremento de esa tremenda desigualdad está siendo astronómico durante la crisis: el número de veces que la renta media del 10% más rico multiplica la del 10% más pobre casi se ha duplicado, pasando de 8,4 a 13,8 (+64,3%).
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Eso sí, los serviciales asalariados sufragamos el 90% de los ingresos del Estado, en esta España convertida en un paraíso fiscal para las corporaciones, multinacionales y grandes fortunas… ¡Cuánto nos queda por hacer! ¡La militancia política es hoy más necesaria que nunca! ¿Estaremos los obreros cristianos a la altura del Evangelio social?
Señor, nosotros los obreros ya no somos lo que fuimos: fuerza incontenible de libertad y justicia… Ahora somos el hazmerreir de banqueros y políticos, leones sin dientes guardados en zoológicos, perritos falderos de señoras burguesas... eso somos. Sindicatos divididos en guerras intestinas para alegría de los amos; partidos de nuestra clase, que reniegan de nosotros… eso somos. ¿Y qué se puede hacer con gente tan cobarde? ¿Cómo hacer frente a Estados y banqueros, si el miedo nos ahoga y aterra el sacrificio? Del obrero seguirán los evasores riéndose, y el paraíso fiscal por generación y generación continuará esclavizándonos. A no ser… ¡que nos decidamos, de una vez, a ser como Jesús y vivir la octava bienaventuranza! EVANGELIO (Jn 1, 35-42) Al día siguiente, estaba Juan con dos de sus discípulos y, 36 fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Este es el Cordero de Dios». 37 Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. 38 Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?». Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?». 39 Él les dijo: «Venid y veréis». Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima. 40 Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; 41 encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». 42 Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)». 35
Una vez ha venido Jesús, los discípulos de Juan ya no pueden continuar esperando. Tampoco nosotros podemos seguir esperando como si no conociésemos a Jesús y sus propuestas de vida y sus líneas de acción. Los cristianos hemos recibido el don de la nueva alianza (con una sola cláusula: el mandamiento Nuevo); hemos sido liberados del pecado (somos libres) y recibido el Espíritu (de hijos de Dios)… y, sin embargo, ¿no somos tentados para seguir actuando según la antigua alianza de los mandamientos? ¿No nos dejamos esclavizar por nuestros propios criterios ideologizados? ¿No apagamos, miedosos, el Espíritu que habita en nosotros? Los dos discípulos de Juan «siguen» a Jesús. «Seguir a Jesús», como término técnico aplicado a discípulos, indica el deseo de vivir con él y como él, adoptar sus objetivos y
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colaborar en su misión. “Seguir” significa caminar junto con otro que señala el camino. Ahora bien, este caminar con Jesús sólo se convierte en seguimiento si cumple dos requisitos o condiciones: el que camina con Jesús debe «renunciar a sí mismo y cargar con su cruz»; sólo así el caminar se convierte en seguimiento. Será bueno que en la oración tomemos conciencia de lo que nos está pidiendo Jesús. ¡Cierto es que no hay comparación con lo que nos da a cambio! Eso lo sabemos todos, por poca experiencia que tengamos de haberlo seguido en el pasado. ¿Tengo sintetizados personalmente los objetivos que persigue Jesús? Jesús, a quienes le siguen, les hace la pregunta esencial: “¿qué buscáis?” Jesús quiere saber el objetivo que persigues. Puede haber muy diversos motivos para seguir a Jesús. Existen seguimientos equivocados, adhesiones a Jesús que no corresponden a lo que él es ni a la misión que ha de realizar. Jesús te pregunta lo que buscas, es decir, lo que esperas de él y lo que crees que él puede darte. Los discípulos lo llaman “maestro” y le contestan con otra pregunta: “¿Dónde vives? Al llamarlo maestro indican que lo toman por guía, dispuestos a seguir sus instrucciones. Tengamos en cuenta que la relación maestro-discípulo no se limitaba en aquel tiempo a la transmisión de una doctrina, se aprendía un modo de vivir. La vida del maestro era pauta para la del discípulo. ¿No este el sentido de la formación en la HOAC? La pretensión de la formación hoacista es que aprendamos a vivir en cristiano. ¿Cuál está siendo mi experiencia de vida formativa? Jesús les dijo: «Venid y lo veréis». ¡Todo depende de que los discípulos puedan experimentar la vida de Jesús! Jesús puso su tienda entre los hombres, se identificó con los pobres, trabajó con manos obreras… está en la zona de la vida, lleno de amor leal. Todo esto no se puede conocer por mera información, sino que se ha de experimentar: “venid y lo veréis”. ¿No es este el sentido de nuestro compromiso? La formación, la vida de equipo, el compromiso, familia… es “donde vivimos”. No tenemos otra manera de evangelizar, de invitar a otros, que la de Jesús: “venid y veréis”. ¡Señor, lo vemos claro, pero ayuda nuestra poca fe! Jesús no es maestro espiritual de individuos aislados, sino el fundamento de una nueva comunidad humana. Va a vivir allí donde dos o más se reúnan en su nombre y se amen como él los ama. ¿Qué otra cosa pretenden ser los equipos? La experiencia de Andrés en su contacto con Jesús provoca en él inmediatamente la necesidad de darlo a conocer (iniciación). En primer lugar a su hermano carnal, Simón. Intentemos meternos en la escena del evangelio como si estuviésemos presentes. Actualicemos el rol de los diversos discípulos: Andrés, el discípulo innominado, Pedro. Dejémonos también nosotros traspasar por la mirada de Jesús: ¿qué dirá de nosotros? Él nos conoce enteramente… ¡y tanto! ¡y nos ama con locura! Delitos colectivos, injusticia social. ¿Quién sabrá nunca el número de muertes y de robos bien legales que deben achacársele? ¿Alguien se siente responsable por los que hoy caen martirizados por la injusticia social del (des-)orden presente? Nadie siente la menor complicidad ante los “legalizados” robos de vidas y derechos.
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¿Tampoco tú, cristiano? ¿Quieres ser un militante, un apóstol de la clase obrera, un profeta de los empobrecidos? Te espera un inmisericorde y amargo cáliz de dificultades y desengaños. ¿Qué harás cuando llegue irremediablemente el fracaso? Sólo por amor a Cristo podrás permanecer en pie de compromiso, pase lo que pase, y cueste lo que cueste… Pero, ¿quién quiere ser un apóstol de la clase obrera…? ¿Tal vez tú?
LA HOAC Y EL NÚMERO Muchas personas conocedoras de la seriedad formativa y del compromiso obrero que definen a la HOAC, afirman que así pocos querrán pertenecer a ella. Hay quien nos dice esto con tono de lamentación, porque querrían sinceramente una Obra apostólica de verdadera importancia en el campo del Magisterio. Otros, sin embargo, nos lo dicen en tono de amenaza como quien pronuncia una sentencia de muerte contra un enemigo. Todos parten de la base de que una de las primeras cosas que una Obra apostólica (de Acción Católica o no) tiene que procurar es agrupar a un importante número de socios. Desde luego estamos de acuerdo en que si la HOAC se mantiene en lo que tiene que ser, y dados los sacrificios que comporta, siempre seremos un reducido número de militantes… En lo que no estamos de acuerdo es en que tratándose de una Obra apostólica el número sea su tarea primordial, ni juzgamos una desgracia o una prueba de mala orientación el tener un reducido número de militantes, si estos son de veras militantes. Pues estamos convencidos de lo siguiente: 1º) Lo primero que una Obra apostólica debe buscar es una fidelidad total a Jesucristo. Lo que Él nos pide es serle fieles. En cuanto a la implantación del Reino, eso es cosa suya, y nadie le podrá arrebatar esa gloria. Lo nuestro es serle fieles. Ahora bien, serle fieles no es otra cosa que ajustarnos al camino que Él nos traza en el Sermón de la Montaña. 2º) Es mejor influir en muchos que tener muchos en la lista de socios. Claro, habrá quien diga que mucho mejor sería tener muchos más socios e influir en muchos más. Pero el único reparo que a esto le ponemos es que el modo de unir las dos cosas aún no se ha inventado. Una organización apostólica que quiera tener mucha gente se verá obligada a rebajar las exigencias y a ofrecer, de algún modo, “gangas” al público. Con lo cual, los elementos decididos y valiosos no creen en ella; los que, sin valer tanto, estarán dispuestos a esforzarse (que podrían ser los mejores militantes de base), como se les ofrece un camino más fácil, no dan de sí lo que de otro modo darían, y los únicos que allí se encuentran en su salsa son los que ni valen ni quieren esforzarse. ¡Triste situación a la que llegan las Organizaciones Apostólicas que quieren ser de masas! Pero el cristiano no puede resignarse a dejar que la masa se pierda. Por consiguiente, en el deseo ineludible de llegar a la masa nos enfrentamos a este dilema: o muchos con escasa eficacia apostólica, o una levadura cuantitativamente más reducida, pero a quienes se exige mucho, y que por ello son capaces de ejercer una gran influencia apostólica en la sociedad. Para nosotros la calidad es antes que el número. Una HOAC con militantes de calidad… ¡no hay quien la pare!
(Resumen de un texto de Tomás Malagón, en Boletín 419)
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