3ª domingo de adviento

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Orar en el mundo obrero

3º Domingo de Adviento B

ORAR EN EL MUNDO OBRERO 3ª DOMINGO DE ADVIENTO B (14 de diciembre de 2014) SED PROFETAS Y TESTIGOS DEL SEÑOR EN EL TRABAJO 1.- VER RENUNCIA A DESPEDIR: LOS HECHOS YA ANUNCIAN EL EVANGELIO.

Testimonio: Tengo un trabajo medianamente pagado. Relaciones laborales con sus buenos y malos ratos. El “negocio”: atender a personas con discapacidad. De pronto el factor “crisis económica” se sobrepone a cualquier criterio en mi empresa. En la empresa, todo empieza a estar justificado por ahorrar. El dinero manda. Siempre hay un culpable anónimo al que achacar decisiones interesadas de los que mandan. Mi puesto: responsable de recursos humanos. La dirección general de mi empresa plantea como primera opción recortar puestos de trabajo. Como consecuencia, recortar apoyos para que las personas fueran atendidas con dignidad y mínima calidad. Más precariedad para quien ha tenido peor suerte en la vida (discapacidad). Plantear otras opciones no es aceptado en mi empresa. Lo políticamente razonable era dejar que la situación transcurra atropellando a los que no sepan protegerse de la avalancha que viene arrasando, siempre a los más débiles. Yo, como responsable de recursos humanos, no lo podía aceptar evangélicamente No podía justificar despidos por la razón económica, sobre todo en defensa de los que no se pueden defender. No me fue fácil negarme a la opción tomada por la dirección. Sabía que me jugaba el puesto. Muchas dudas, mucha oración, mucho diálogo compartido con personas de fe, experiencia de ser respaldada por mi comunidad para creer en el Dios que cuida los lirios del campo, porque la fraternidad alienta la libertad para arriesgarse. El final de la historia fue “sacudirme las sandalias” allí donde no querían aceptar la “Buena Noticia”. Me fui. Baja voluntaria, sin indemnización alguna después de veinte años de trabajo. Que se quedaran con su tan amado dinero. No quería ser cómplice. En una situación laboral difícil, ponerse de pie ante quien puede decidir sobre tu vida, y plantarse con decisión

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diciendo NO a que todo se pueda ES OPCIÓN CREYENTE QUE SIGNIFICA Y ANUNCIA BUENA NOTICIA Una trabajadora creyente 2.- EVANGELIO (Juan, 1, 6-8. 19-28) Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino el testigo de la luz. Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: "¿Quién eres tú?". El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: "Yo no soy el Mesías". "¿Quién eres, entonces?", le preguntaron: "¿Eres Elías?". Juan dijo: "No". "¿Eres el Profeta?". "Tampoco", respondió. Ellos insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?". Y él les dijo: "Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías". Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: "¿Por qué bautizas, entonces, si tu no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?". Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros hay alguien al que no conocéis: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia". Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.

3.- COMENTARIO AL EVANGELIO El mismo Juan Bautista que da testimonio claro de Jesús, nos decía el domingo pasado “Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo”. ¿Qué quiere decir Juan con que él sólo bautiza con agua? Pues lo mismo que luego en las bodas de Caná: donde esté el vino para celebrar una boda, que se quite el agua. Donde esté el Esposo, que se quiten los que anuncian al novio (los profetas y testigos del A.T.). Con Jesús ha llegado el vino bueno, la Nueva Alianza de amor que Dios se había reservado para el final. Pero, en cualquier boda, al esposo le acompañan los amigos del Novio. Ellos le preparan y le alegran la fiesta. Entre estos se incluye Juan Bautista. Él se siente feliz. Jesús mismo lo califica como “el más grande entre los nacidos de mujer”. Pero delante del Novio, Juan se define así: “yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia”. Bonito pasaje para ver nuestra misión e identidad de cristianos. El evangelista insiste categóricamente desde el personaje de Juan Bautista: “El

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no era la luz, sino testigo de la luz”. A Juan lo podemos llamar “antorcha” o “lámpara encendida” (Jn 5, 35). Pero comparado con la luz verdadera, es sólo un pálido reflejo. Es la primera condición de ser profeta y testigo: dar el protagonismo a Jesús, dejar que Dios sea Dios. Juan se define una mera “voz en el desierto”. Juan se niega a ser tenido como el Mesías esperado, aunque las expectativas populares bautizando se lo ponían muy fácil. Juan se esfuerza en romper el equívoco de que su fama lo podía catapultar a la gloria de ser tenido como Salvador. Si perdemos esta perspectiva (si la Iglesia pierde este papel), dejamos de ser testigos y nos convertimos en ídolos. Los testigos y profetas como Juan Bautista tienen su identidad en estas bases: 1. Ser persona pública. Su lugar es la calle y la plaza pública, el sitio donde la gente se reúne, donde se cuece la problemática más acuciante. No debe reducirse al limitado espacio del templo. Debe conocer las maquinaciones de los políticos (como Herodes), el descontento de los pobres, el lujo de los poderosos, la despreocupación de muchos sacerdotes… Ningún sector le debe ser indiferente, porque nada es indiferente para Dios. Pero no debe ser un chismoso de la realidad o comentarista de las reality show. 2. Ser persona inspirada en el sueño de Dios. Es Dios la fuente de su interpretación de la realidad y de su palabra. Su único punto de apoyo es la presencia de Dios en esa plaza pública del mundo, sin que él pueda negarse a testificarla. A veces es palabra dura y exigente como “un fuego ardiente e incontenible encerrado en los huesos”, que es preciso proclamar (Jer 20, 9) Palabra de la que a veces querríamos huir como Jonás, pero que termina imponiéndose y triunfando. Esta es la fuerza y debilidad del testigo y profeta, que a Juan le costó la cabeza en la bandeja de Salomé.

4.- ORACIÓN: Plegaria por los trabajadores sin contrato (en Bideán, Diócesis de Bilbao) Para que no se nos acostumbre el corazón, a ver personas sufriendo en situaciones injustas. Para que no veamos normal tropezarnos todos los días con hombres y mujeres trabajando en la economía sumergida, ¡Danos la fuerza de tu espíritu, Señor! Para que no se nos acostumbre el corazón a ver normal que el joven, la mujer y el emigrante tengan que trabajar sin contrato y sin seguridad. Para que seamos sensibles, cada día, a estas situaciones en las que unos tienen de todo y a otros les falta, también, de todo... ¡Danos la fuerza de tu espíritu, Señor! Para que no se nos acostumbre el corazón a ver en nuestras casas la nevera llena y los armarios repletos de ropas,

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mientras que otros tan sólo aspiran a poderse levantar cada mañana y que nadie les quite su sustento. Danos la fuerza de tu espíritu, Señor! Para que no se nos acostumbre el corazón, a creer que nos quieres como a ellos. Para que descubramos que ellos son tus preferidos porque son los pobres a los que hemos de anunciar tu Buena Noticia. ¡Danos la fuerza de tu espíritu, Señor! Para que nos se nos acostumbre el corazón, pon misericordia en nuestras mentes, ternura en nuestras miradas, capacidad de escucha en nuestros oídos, sabiduría en nuestro lenguaje y compasión en nuestros corazones. Danos la fuerza de tu espíritu, Señor!

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