ORAR EN EL MUNDO OBRERO
3er Domingo de Adviento (17 de diciembre de 2017) Comisión Permanente HOAC
PARA DISPONERME A LA ORACIÓN
Hacen ffalta H l llos «testigos»; lt t ti llos «testimonios»; t ti i llos que con lla expresión p de su vida desvanecen los errores. Para contagiar a los obreros el entusiasmo por Cristo no hay otro camino que el del propio sacrificio, con lo cual se da testimonio vivo del propio entusiasmo (Rovirosa, OC.T. III, 437.454). También en esta época la gente prefiere escuchar a los testigos: tiene sed de autenticidad […] Exige a los evangelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos conocen y tratan familiarmente como si lo estuvieran viendo (EG 150). CONTEMPLO MI VIDA
C l mii vida id como la l contemplan l las l personas de d mis i ambientes cotidianos. Si me Contemplo miran, ¿qué ven? ¿Qué perciben de mí? ¿Qué les llega de Dios y del Reino a través de mi vida? ¿De qué soy testigo para ellas? ¿Qué les cuenta de Dios mi vida personal, la de mi equipo, o mi comunidad…? Agradezco mi vida a Dios Padre-Madre, y la pongo en sus manos, con este coloquio: Coloquio de conversión
Ay de ti si tu vida se va diluyendo entre las prisas y los agobios. Ay de ti si vives con los ojos cerrados a tantos milagros cotidianos. Ay de ti si dices que me amas y luego solo te buscas a ti mismo. Ay de ti si miras para otro lado cuando te encuentras un hermano caído en el camino. Ay de ti si acumulas y acaparas sin freno, y te olvidas de compartir con los pobres.
Pero… Dichoso tú si en medio de las prisas y los agobios percibes mi presencia de paz. Dichoso tú si en cada rincón de tu existencia ves un milagro de mi mano. Dichoso tú si cuando dices que me amas haces verdad este amor sirviendo a los más débiles. Dichoso tú si vives con ojos abiertos y manos extendidas ante los descartados de la tierra. Dichoso tú si tu alegría te lleva a desprenderte de algo de lo que acumulas para que otros puedan gozar de una vida más digna. 13
(Fermín Negre)
Adviento 2017
ORAR EN EL MUNDO OBRERO
C.P.
ESCUCHO LA PALABRA DEL SEÑOR
Jn 1, 1 6-8.19-28: 6 8 19 28: Un U hombre como testigo de la Luz
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?». Él confesó y no negó; confesó: «Yo no soy el Mesías». Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?». Él dijo: «No lo soy». «¿Eres tú el Profeta?». Respondió: «No». Y le dijeron: «¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías». Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia». Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando. Palabra del Señor INTERIORIZO ESTA PALABRA
El cuarto evangelio lil presenta a JJuan B Bautista i simplemente i como un hombre. Nada más. No es importante. No se dan datos de su origen o condición. No es el Mesías. Ni siquiera es el Profeta que todos esperan. Solo es la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor. Sin embargo Dios lo envía como testigo de la Luz, capaz de despertar la fe. Una persona que puede contagiar luz y vida. ¿Qué es ser testigo de la luz? Es ser como Juan. El testigo no se da importancia, no busca ser original, ni llamar la atención, ni destacar. No trata de impactar a nadie con maneras altisonantes. Sencillamente vive su vida de manera convencida. Se nota que Dios ilumina su vida. Lo irradia en su manera de ser, de vivir, de creer. No habla mucho, pero es una voz. Vive algo inconfundible. Comunica lo que le hace vivir. No dice cosas sobre Dios, pero contagia algo. No enseña doctrina religiosa, pero invita a creer. La vida del testigo atrae y despierta interés. No condena, sino que contagia la confianza en Dios y libera de miedos. Abre siempre caminos, allana el camino del Señor. El testigo se siente débil y limitado. Muchas veces comprueba que su fe no encuentra apoyo ni eco. Al contrario, muchas veces siente que su condición creyente suscita indiferencia o rechazo. Pero no por eso juzga a nadie, ni ve a los demás como adversarios a los que combatir. El testigo tiene experiencia de que nadie mejor que Dios sabe cómo encontrarse con sus hijos e hijas. En medio de un mundo que se nos dice que se va convirtiendo en un desierto –biológico, climático, ambiental– sobre todo vital, desierto de humanidad, el testigo nos revela que ha experimentado en su vida a Dios por su amor; que algo sabe en su vida de la fuente y de cómo se sacia la sed de felicidad que hay en cada ser humano. El testigo nos ayuda a enderezar el rumbo, a tomar otra senda, a encontrar las huellas y seguir los pasos de Jesús. 14
C.P.
ORAR EN EL MUNDO OBRERO
Adviento 2017
El testigo no lo es por lo que dice, por lo que piensa, sino por hacer la verdad que piensa. La vida está llena de pequeños testigos. Son creyentes sencillos, humildes, quizá solo conocidos y apreciados como tales en su entorno cotidiano, en su pequeño mundo. Personas entrañablemente buenas. Viven desde la verdad y el amor. Su vida es pobreza, humildad y sacrificio y, por eso, es también amor, esperanza, ternura, acogida, escucha, compromiso, comunión… Nos allanan el camino hacia Dios. Son lo mejor de la Iglesia. Pero siguen siendo necesarios más, capaces de arriesgarse a vivir la verdad. Si algo necesita nuestro mundo son testigos. Si algo hemos de ser hoy en medio del mundo obrero, es testigos de la Luz. Vuelve a tu vida. En ella hay testigos. Recuérdalos, agradece sus vidas y su testimonio a Dios. Pídele que te haga testigo también a ti. Escucha su voz. Y concreta en tu proyecto de vida los pasos que necesitas dar para ir siendo testigo en medio de tu pequeño mundo. CONCLUYO CON ESTA ORACIÓN Vino un hombre, una mujer
Un día llegó un hombre que tenía magia en la voz, calor en sus palabras, embrujo en su mensaje. Un día vino una mujer con la alegría en los ojos, la libertad en las manos, el futuro en sus hechos. Un día vino un hombre con la esperanza en sus gestos, con la fuerza de su ser, con un corazón grandísimo. Un día vino una mujer con el amor en sus signos, con la bondad en sus besos, con la hermandad en sus hombros. Un día vino un hombre, con el Espíritu sobre sí, con la felicidad en su padecer, con el sentido en su morir. Un día vino una mujer, con el tesoro de su cielo con la vida de su cruz, con la resurrección en su fe. Un día, viniste Tú… Ven, ahora, también, Señor.
(adaptación de Alois Albrecht)
Y, COMO SIEMPRE, OFREZCO MI VIDA AL SEÑOR
Señor, Jesús, te ofrecemos todo el día… María, Madre de los pobres, Ruega por nosotros. 15