XIII ASAMBLEA GENERAL - RESOLUCIÓN: “MUJERES CON HAMBRE Y SED DE JUSTICIA.” El anuncio de la buena noticia del Evangelio en las periferias del mundo obrero pasa por denunciar este sistema socioeconómico injusto de raíz, que pone por encima de la dignidad de la persona el beneficio económico; por dignificar las condiciones de vida y de trabajo de las familias; y por erradicar la doble agresión que padecen las mujeres en el mundo laboral: por ser trabajadoras y por ser mujeres. Esta discriminación histórica ha empapado todos y cada uno de los ámbitos de nuestra organización social, con diversos grados de intensidad. Gracias a la lucha constante del movimiento feminista y de tantas mujeres, anónimas y organizadas en diversas asociaciones y movimientos, hemos ido tomando conciencia de esa discriminación que se expresa con mayor virulencia, en la violencia machista, el acoso sexual, la prostitución, el matrimonio forzado ... Pero los pasos que se han dado para avanzar hacia una igualdad legal no han supuesto, necesariamente, una igualdad real. Además, el camino recorrido está sufriendo un retroceso que se visualiza en todos los indicadores sociolaborales. El recorte en políticas de igualdad y de conciliación, junto con las consecuencias de la crisis en el mercado de trabajo, han amplificando esa brecha de género. Empleadas del hogar que no tienen reconocidos todos sus derechos, mujeres en precario, con dobles y triples jornadas, penalizadas por querer ser madres o excluidas del empleo remunerado, son algunos de los rostros de esa feminización de la pobreza. Acompañar a las mujeres trabajadoras en ese proceso de empoderamiento, tanto en la sociedad como en el seno de la Iglesia, es también misión de la HOAC. Por eso, queremos seguir dando pasos en incorporar la visión de género en nuestros análisis y materiales, visibilizando la figura de las mujeres en nuestros planteamientos teológicos, así como en intervenir de una forma más activa en la lucha por la igualdad. Recogemos el deseo del papa Francisco de “estudiar criterios y modalidades nuevas para que las mujeres no se sientan invitadas sino protagonistas a título pleno en los distintos ámbitos de la vida social y eclesial. Este desafío no se puede retrasar más.” i Por ello, hacemos un llamamiento a toda la sociedad y a nuestra Iglesia para que tomemos partido por la realidad de sufrimiento que hoy siguen padeciendo tantas mujeres. Asimismo, anhelamos que se proclame el papel de las discípulas de Jesús y el de tantas mujeres de la Biblia que han sido testimonio de Dios y que se avance en el reconocimiento efectivo de la plena corresponsabilidad de las mujeres en las comunidades parroquiales e iglesias locales.
Segovia, 16 de agosto de 2015
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Discurso del Papa Francisco al Consejo Pontificio para la cultura, 7 febrero 2015.
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