ORAR EN EL MUNDO OBRERO
4º Domingo de Adviento (24 de diciembre de 2017) Comisión Permanente HOAC
PARA DISPONERME A LA ORACIÓN
En este Adviento corto he de hacer un esfuerzo de contención para no correr. Aún es Adviento. Esta noche será otra cosa, pero este domingo se me pide mantener esa actitud de espera, de conversión, de camino, de alegría contenida, de horizonte… que me permite acoger la propuesta de Dios Padre-Madre Para disponerme, leo, medito:
Y, sobre todo, los lugares de trabajo serán un lugar donde naturalmente brotará la alegría –en oposición a las actuales factorías, que más tienen de presidio que de lugar para hombres libres y dignos– y donde a nadie le será difícil considerarlos como a un templo, donde se alaba a dios. (Rovirosa, OC.T, III. 212)
La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría (EG 1). CONTEMPLO MI VIDA
L iá tras ser readmitido d i Lo cuenta D Damián, en su puesto de trabajo, después de una sentencia judicial, de haber sido despedido por reclamar un trabajo seguro, digno, de haber luchado: No es posible tejer lazos de solidaridad si no traspasamos el campo de lo estrictamente laboral… Nos han hecho creer que estamos solos…Nos han empujado a una situación de soledad, de desamparo, de fracaso existencial… Será imposible construir una alternativa social más justa para todos si no se hace desde la solidaridad, desde la empatía con los problemas de los demás y desde unas relaciones humanas más cercanas… Solos nos deshumanizamos. ¿Mi vida humaniza? ¿Me humaniza? ¿Hace surgir la alegría hondamente humana? Repasa tu vida esta semana para ser consciente de qué has aportado a hacer posible la alegría-esperanza en tu entorno, porque has ayudado a rehumanizar las relaciones sociales. Y date cuenta de lo que eso significa: Dios está cerca
¡Vamos, levantaos, se acerca vuestra liberación! Hay signos a vuestro alrededor. ¿No los veis en el barrio, en la fábrica, en la comunidad, en vuestra propia casa y en vosotros mismos sin ir más lejos? Restregaos los ojos, mirad con esperanza el horizonte, 17
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escuchad las buenas nuevas, dejaos despertar por la brisa. ¡Dios está cerca! ¡Ánimo, levantaos y permaneced despiertos! No se os embote la mente o desboque el corazón con tanta preocupación sobreañadida: qué os pasará y qué haréis, cuánto ganareis y gastareis, cuando sucederá y por qué… Nadad contracorriente ¡Dios está cerca!
¡Hala, levantaos, y poneos en marcha con ilusión renovada! Otead el horizonte. Vivid atentos a los susurros, a los lloros, gritos y risas de la humanidad entera. Dios está cerca. Brotad a la vida. Dejad lo vano y estéril. Pedid fuerza para la espera. ¡Dios está cerca!
ESCUCHO LA PALABRA DEL SEÑOR Lucas 1, 26-38: Hágase en mí según tu palabra
En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: « ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró. Palabra del Señor 18
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Interiorizo esta Palabra
¡Alégrate! Es lo primero que María escucha de Dios, y lo primero que hemos de escuchar también nosotros. ¡Alégrate!: esa es la primera palabra de Dios a toda criatura. En estos tiempos de incertidumbre y de oscuridad, llenos de problemas y dificultades, lo primero que se nos pide, a lo que se nos invita, es no perder la alegría. Sin alegría la vida es más dura y más difícil. Pero para vivir la alegría tenemos que saber esperar, como María. Se nos puede haber olvidado esperar a Dios y no sabemos cómo encontrar la alegría. La alegría no es fácil; no se puede imponer. El verdadero gozo tiene que nacer desde lo hondo. Alegría porque ¡el Señor está contigo! No se trata de una alegría pasajera o superficial, ni de un optimismo forzado. No se trata de engañarnos. Es la alegría interior que nace en quien se enfrenta a la vida con la convicción de que no lo hace solo: el Señor está contigo. Es una alegría que nace de la fe. Dios nos acompaña. La humanidad no está abandonada. No temas. Porque, pese a que son muchos los miedos que pueden despertarse en nosotros, pese a que podemos sentir nuestras propias contradicciones e incoherencias, pese a que el miedo paralice muchas veces nuestras fuerzas, y ahogue la vida, impidiéndonos caminar, también nosotros hemos encontrado gracia ante Dios. Tenemos que volver a hacer posible la escucha de estas palabras. Tenemos que redescubrir la experiencia de la Gracia que nos sostiene. Tenemos, como María, que despertar en nosotros la confianza en Dios y la alegría de sabernos acogidos por Él. La alegría de María es el gozo de una mujer creyente que se alegra en el Dios salvador, el que levanta a los humillados y dispersa a los soberbios, el que colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos. El que sigue actuando así, hoy, también en medio de la vida del mundo obrero empobrecido. La alegría verdadera solo es posible en el corazón de quien anhela y busca justicia, fraternidad para todos. María se alegra en Dios porque viene a consumar la esperanza de los abandonados. Solo podemos ser alegres en comunión con el mundo obrero empobrecido, en solidaridad con quienes sufren, acompañando a las víctimas de este sistema que deshumaniza. Solo podemos ser alegres si nos humanizamos, recuperando la capacidad de amar que Dios nos trae. Solo así podemos acompañar a nuestras hermanas y hermanos para que puedan experimentar en su vida esta misma alegría. Esa es la experiencia que nos anima a pronunciar también, como María, nuestra propia consagración a Dios: ¡Hágase en mí según tu Palabra! Aquí estoy, Señor. Para eso ofrecemos cada día nuestra existencia: nuestro trabajo, nuestras luchas, nuestras alegrías y nuestras penas… Decir sí, hágase, es afirmar la vida, confiar en Dios, y hacer posible que quien te vea y oiga crea en la vida, se enamore del mundo y se afiance en la eternidad. Me pregunto: ¿cómo puedo, al igual que María, crecer en que vida sea portadora de Dios? ¿Cómo hacer que mi vida sea expresión de esa entrega, de ese “hágase”? ¿Cómo vivir la alegría? Y me marco pasos concretos en mi proyecto de vida. 19
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CONCLUYO CON ESTA ORACIÓN Yo te saludo, María
Yo te saludo, María: porque el Señor está contigo; en tu casa, en tu calle, en tu pueblo, en tu abrazo, en tu seno.
Yo te saludo María: porque te turbaste -¿quién no lo haría ante tal noticia?-; mas enseguida recobraste paz y ánimo y creíste a un enviado cualquiera.
Yo te saludo, María: porque preguntaste lo que no entendías aunque fuera mensaje divino; y no diste un sí ingenuo, un sí ciego, sino que tuviste diálogo y palabra propia. Yo te saludo María: porque concebiste y diste a luz un hijo, Jesús, la vida. Y nos enseñaste cuánta vida hay que gestar y cuidar, si queremos hacer a Dios presente.
Yo te saludo, María: porque te dejaste guiar por el Espíritu y permaneciste a su sombra, tanto en la tormenta como en la bonanza, dejando a Dios ser Dios y no renunciando a ser tú misma.
Yo te saludo María: hermana peregrina de los pobres de Yahvé. Camina con nosotros; llévanos junto a los otros y mantén nuestra fe. (F. Ulibarri, adaptada)
Y, una vez más, en unión con María, ofrecemos nuestra vida al Señor
Señor, Jesús, te ofrecemos todo el día… María, Madre de los pobres, Ruega por nosotros 20
PARA ORAR EL DÍA DE NAVIDAD (de camino a la parroquia, al encuentro familiar, o contemplando el belén, en familia, en equipo, en comunidad, o solo, incluso si te toca trabajar este día…)
En un lugar «escondido», donde nadie podía pensar, sin bombo ni platillos, ante la indiferencia universal… nace Dios. ¡Qué raro se nos hace!
Una vez más tienes, junto a ti, gratis, la Navidad. Como otros muchos años desde que eres consciente. Él pasará, junto a ti, tal como es, sin disfraces. ¡Qué raro se nos hace!
Llamará a tu puerta con suavidad –o inoportunamente–, como otros muchos años, esperando oír tu voz, voz de trabajo o calle, de alegría o dolor, fuerte o suave, la tuya, sin disfraces. ¡Qué raro se nos hace!
Navidad para ti, si amas amándole a tope, o si amándole, amas a tope a quienes tú bien sabes.
Navidad para ti, si todavía te atreves como los primeros cristianos, a decir cada día: “Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres y mujeres que Él quiere tanto”. F. Ulibarri
No te pedirá nada, que aunque lo quiere todo, lo quiere gratis. ¿entiendes? ¡Manía extraña de quien ama a tope y lo da todo sin asustarse! ¡Qué raro se nos hace!
Navidad para ti, si sueñas y compartes, si caminas y te encarnas, como Él, junto a los que nada tienen.
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