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ORAR EN EL MUNDO OBRERO

4ª Semana del tiempo ordinario, C (31 enero 2016) Comisión Permanente HOAC

Nuestra vida de equipo tiene una tarea principal: construir el hombre y la mujer concretos que, siendo iguales a sus compañeros y compañeras de trabajo, su vida, su manera de pensar, de sentir y actuar, sea un auténtico testimonio de Jesucristo, una imagen visible de que Jesucristo es propuesta de liberación para el mundo obrero, para todos los hombres y mujeres, especialmente los más pobres (Cursillo de Cristología HOAC).

Busca un lugar que te ayude a mantener tu interior en silencio. Pídele al Espíritu Santo que derrame su gracia y que encienda el fuego de su amor sobre ti, y que renueve tu corazón y nuestro mundo. Disponte a este rato de oración. Echa una mirada en torno a ti

+ Al salir de la reunión de equipo salgo como imbuido de una fuerza nueva; más clarificado, con más esperanza, más decidido a seguir a Jesús y con más decisión a llevar adelante los compromisos contraídos. + La vida de los miembros de mi equipo, sus compromisos en el mundo obrero, sus vivencias de fragilidad en medio de ese mundo y a pesar de ello seguir en la brecha, el respeto y el cariño cuando hablan de sus compañeros de trabajo, poniendo en valor los pequeños pasos… me recuerdan a Jesús de Nazaret, y ello me anima a seguir adelante. + En la relación diaria con mi compañero del comité de empresa, en sus aportaciones e iniciativa, en su entrega y pasión…, voy descubriendo la fuerza de los “pequeños” pasos en la lucha obrera, y la grandeza de lo que nace desde abajo, y no cuenta para quien lo espera todo de la fuerza y de las apariencias. Estas vivencias personales y comunitarias están movidas por el Espíritu de Jesús, que nos impulsan a promover un mundo más humano, a luchar por la liberación de los oprimidos, a anunciar en el mundo obrero la Buena Noticia. En definitiva, a prender el fuego profético, que nos ha de caracterizar a los seguidores de Jesús. Trae a tu oración experiencias de tu vida y de tu entorno…

Qué dice la Palabra de Dios. Vamos a leer detenidamente dos textos

Dios habla en la Sagrada Escritura. Ten presente que este mensaje es palabra “viva y eficaz, más cortante que una espada de dos filos” que discierne “los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4, 12).

Jeremías 1, 4-5. 17-19

Me llegó la palabra del Señor en estos términos: —Antes de formarte yo en el vientre, ya te conocía; 1


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antes de que salieras de las entrañas maternas, te consagré profeta y te destiné a las naciones. Y tú, disponte a pelear, puesto en pie les dirás todo lo que yo te ordene. Y no les tengas miedo, o seré yo el que te intimide. Mira, te he convertido desde hoy en plaza fuerte, serás columna de hierro, igual que muro de bronce, enfrentado a todo el país: a los reyes y príncipes de Judá, sacerdotes y pueblo de la tierra. Te atacarán, pero no te vencerán, pues estoy contigo para ayudarte —oráculo del Señor—

C.P.

Palabra de Dios

Lucas 4,21-30 Jesús, como Elías y Elíseo, no es enviado sólo a los judíos.

En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga: -Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír. Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: -¿No es éste el hijo de José? Y Jesús les dijo: -Sin duda me recitaréis aquel refrán: «Médico, cúrate a ti mismo»: haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm. Y añadió: -Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del Profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado más que Naamán, el sirio. Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba. Palabra del Señor 2


C.P.

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Deja que la Palabra te cambie el corazón. Para meditar el Evangelio…

Sus paisanos pasan de la admiración al rechazo; se preguntan por sus orígenes familiares. Y nace la duda en sus corazones, pues las “palabras de gracia” pronunciadas por Jesús no encajan con su humilde origen, y lo que sobre él saben les hace dudar de cuanto dice. La actitud de sus paisanos es de rechazo a Jesús y a sus palabras. Jesús les responde con dos ejemplos, el de la viuda de Sarepta y el de Naamán el sirio, para dejar claro que si ellos rechazan su propuesta y su misión, otros que no son israelitas, estarán dispuestos a aceptarlo. La simpatía y admiración de comienzo se torna en hostilidad: ellos esperaban un Mesías poderoso y no un sencillo hombre que vive del trabajo de sus manos. ¿Qué me dice esta Palabra? Dios habla para la vida La lectura del profeta Jeremías y el evangelio nos ayuda para vivir y ser testigos de la fe hoy. Para darnos cuenta de cómo Jesús desarrolla su misión profética y para ver cómo nosotros estamos llevando al mundo obrero la Palabra de Dios. Cómo nosotros estamos participando en la función profética de Jesús de Nazaret. ¿Cómo el programa de la misión de Jesús está afectando mi proyecto de vida? ¿Qué impacto me causa el texto de Jeremías? ¿Me ayuda para vivir y ser testigo de la fe hoy? Sus paisanos no lo creyeron. ¿Cómo un paisano, un trabajador como ellos, me va a hablar a mí de liberación? ¿Cómo andas de esperanza, de confianza de que la Buena Noticia es la puerta para un mundo de hermanos? ¿Escuchas a los más pobres, a los gritos de los que no cuentan? ¿Crees que sin ellos no es posible avanzar en una verdadera liberación? La vida se ofrece a Dios y al hermano. Desde tu vida iluminada por la Palabra de Dios ¿qué invitaciones te hace esa Palabra –Jesús es la Palabra– para cambiar o mejorar tu misión evangelizadora en el mundo obrero? Evangelizar a los pobres: ésta es la misión de Jesús; según Él dice; ésta es también la misión de la Iglesia, y de todo bautizado en la Iglesia. Ser cristiano y ser misionero es la misma cosa. Anunciar el Evangelio, con la palabra y, antes aún, con la vida, es la finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada uno de sus miembros. Se nota aquí que Jesús dirige la Buena Nueva a todos, sin excluir a nadie, más bien, privilegia a los más lejanos, a los que sufren, a los enfermos, a los descartados de la sociedad. Pero hagámonos una pregunta: ¿Qué significa evangelizar a los pobres? Significa ante todo acercarse a ellos, significa tener la alegría de servirlos, de liberarlos de su opresión, y todo esto en el nombre y con el Espíritu de Cristo, porque es Él el Evangelio de Dios, es Él la Misericordia de Dios, es Él la liberación de Dios, es Él quien se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza. 3


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C.P.

Y podemos preguntarnos: ¿Hoy, en nuestras comunidades parroquiales, en las asociaciones, en los movimientos, somos fieles al programa de Cristo? ¿La evangelización de los pobres, llevarles el feliz anuncio, es la prioridad? Atención: no se trata sólo de hacer asistencia social, y menos aún actividad política. Se trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios, que convierte los corazones, sana las heridas, transforma las relaciones humanas y sociales según la lógica del amor. En efecto, los pobres están en el centro del Evangelio. Papa Francisco. Ángelus. 25.01.2016

PUEDES TERMINAR CON ESTA ORACIÓN Pregoneros y profetas

Cuando pase el mensajero que no me encuentre dormido, afanado en otras metas, indiferente a su voz. Que no sea su relato semilla que el viento barre o luz que a nadie ilumina. Cuando pase el mensajero que no le vuelva la cara para esquivar su propuesta.

Se presentará en un libro, en un verso, o será estrofa de un canto que me envuelva. Vendrá, tal vez, en un amigo, en un hombre roto, o en el pan partido. Le abriré la casa, pondré en juego el corazón y escucharé, con avidez, sus palabras.

Señor, Jesús, te ofrecemos todo el día… María, Madre de los pobres, ruega por nosotros

Y entonces me cambiará la vida.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj 4


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