Delegación Diocesana de Pastoral Obrera
COMUNICADO DE LA PRIMERA SESIÓN DE LAS JORNADAS DIOCESANAS DE PASTORAL OBRERA
El día 18 de febrero nos hemos reunido, en la Parroquia Ntra. Sra. del Reposo, Arciprestazo la Corza-Pino Montano, militantes de los Movimientos Apostólicos Obreros, y cristianos de nuestras parroquias, para celebrar la primera sesión de las Jornadas Diocesanas de
Pastoral Obrera de la Archidiócesis de Sevilla, bajo el lema: “Una economía al servicio de las personas. La crisis, tiempo de conversión y solidaridad” Lo hacemos convocados por la fe en Jesucristo Resucitado, y por el sufrimiento de muchos de nosotros mismos, y el de tantos hermanos y hermanas nuestras: familiares, vecinos, amigos, conocidos, compañeros de trabajo, y miembros de nuestras comunidades parroquiales que viven el acoso del desempleo en nuestros barrios y en nuestros pueblos; convocados por el sufrimiento de las familias de los últimos fallecidos en accidente laboral en nuestra provincia; convocados por la falta de esperanza de tantos jóvenes que ven precarizarse su existencia y diluirse las esperanzas de un futuro proyecto de vida familiar y personal; lo hacemos convocados por la miseria creciente a la que se condena a tantas familias, por medio de un sistema económico y laboral, a todas luces inhumano e injusto; lo hacemos convocados por la urgente necesidad de no pasar de largo ante el sufrimiento ajeno. Lo hacemos como Iglesia samaritana en medio del mundo obrero y del trabajo. Alfonso Alcaide Maestre. Militante de HOAC. Sociólogo y coordinador del seminario de la CEAS sobre “El trabajo humano, principio de vida” desarrollo dos ponencias: “Humanizar la economía” y “La crisis, tiempo de conversión y solidaridad. Propuestas pastorales” La mirada sobre esa realidad ha provocado en nosotros sentimientos de indignación y de compasión. Indignación al comprobar cómo se impone el individualismo sobre la comunión humana, la precariedad sobre la estabilidad familiar, la cosificación de los trabajadores sobre la sagrada dignidad de las personas, la desmesurada ambición de los más ricos, sobre las más humanas necesidades de los empobrecidos. Al comprobar que el trabajo deja de ser trabajo decente que se constituye en principio de vida para convertirse en ocasión de explotación, sufrimiento y despersonalización. Indignación al comprobar cómo quienes reciben el mandato de la sociedad de hacer efectivos los derechos derivados del trabajo, los gobernantes, se pliegan a los intereses egoístas de una racionalidad económica que acaba por hacer inviable la existencia humana. Compasión, al comprobar que, en muchas ocasiones, hemos estado preocupados por los problemas de las personas: por el paro, por la justicia, por la igualdad, por los derechos…y nos hemos olvidado de las personas. Siendo aquello importante, no podemos quedarnos ahí. A
nosotros se nos exige más. La existencia de los pobres es una prueba evidente del fracaso del hombre para vivir el amor y construir la comunión. La existencia de los pobres es la manifestación del pecado del hombre, que consiste en haber sucumbido a las tentaciones. En esta situación, como Iglesia, en medio del mundo obrero y del trabajo, nos sentimos llamados, y convocamos a toda la comunidad cristiana a: Sanar al hombre y mujer heridos por este sistema económico y cultural en lo más hondo de su ser: levantando al caído, acompañando al que ha perdido su horizonte de vida, compartiendo con los empobrecidos nuestros bienes, ayudando a reincorporarse al camino a cuantos quedan en las cunetas, y generando espacios de comunión y humanización. Anunciar La Vida Nueva revelada por Jesucristo que tiene como clave fundamental el Amor de Dios que exige la comunión y se realiza en la justicia, poniendo de manifiesto cómo el plan de Dios coincide con el bien del hombre, a través del testimonio de vida cotidiano de nuestras comunidades cristianas. Denunciar con la claridad y la contundencia de la Doctrina Social de la Iglesia, y del Evangelio de Jesucristo, la inmoralidad radical de la situación actual y realizar cuántas acciones sean necesarias para visibilizar las injusticias y manifestar nuestra oposición a las mismas. Sin cesar, hemos de orar y celebrar. Es una necesidad urgente ante la pérdida de horizonte y de referencias, pues corremos el riesgo de asumir como normal lo que solo es producto cultural del capitalismo. Es necesario tomar conciencia de nuestros pecados y asumirlos como Dios nos lo propone, como caminos de humanización. Tenemos que dejar a Dios que sea Dios. Sevilla, 18 de febrero de 2012. DELEGACION DE PASTORAL OBRERA ARCHIDIOCESIS DE SEVILLA