¿QUÉ ESTÁ PASANDO CON EL EMPLEO?
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¿QUÉ ESTA PASANDO CON EL EMPLEO?
Vivimos tiempos confusos en el mundo obrero en una sociedad marcada por la desigualdad. La situación de perdida de tejido industrial en nuestra región cuyo último exponente mediático, ha sido la decisión de Imperial Tobacco de cerrar Altadis, nos está planteando a muchos interrogantes y algunas reflexiones que la HOAC quisiéramos poner de manifiesto para que nos sirva de debate con todas aquellas personas u organizaciones que están luchando por un trabajo digno y/o que están sufriendo las consecuencias que trae consigo el llamar empleo a lo que solo es un espejismo, que en muchos casos sirve para maquillar las cifras del paro, pero que a los trabajadores/as, les permite trabajar pero no salir de la precariedad.
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Y antes de pasar a otras reflexiones, quisiéramos plantear algunos interrogantes que nos ha surgido a raíz del tema de Tabacalera. Ø Las grandes empresas, se benefician de las ayudas millonarias de las administraciones pues prometen crear y mantener puestos de trabajo a cambio de ¿…? ¿Por qué no se hace públicas las cantidades de dinero que se dan a empresas que están obteniendo beneficios? Ø ¿Cómo se puede entender, que empresas multinacionales, “mendiguen” y obtengan sustanciosas subvenciones, cuando todas las administraciones saben que se irán, cuando otras les ofrezcan algo mejor? Ø Es seguro que a muchas de estas empresas la situación de las personas que se van a ver afectadas por sus decisiones les importa poco. Las personas en la economía de mercado, son gastos de producción, es decir números que se unen a otros números que se barajan en los procesos productivos (gastos de inversión, tecnología, publicidad, energía) En la práctica son meros objetos que hay que utilizar para lograr mayor rentabilidad.
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En cifras publicadas por UGT (extraídas del INE, del Servicio Público Estatal y de la Seguridad Social) en el año 2015, la Rioja perdió 2.550 activos y 2.200 personas encontraron empleo, siendo el 93,4 el porcentaje de contratos temporales sobre la totalidad de contrataciones en ese año. Por otra parte el 62% de contratos parciales fueron suscritos por mujeres y 2.600 trabajadores por cuenta propia perdió la Rioja en ese mismo año. Y lo que es más sangrante, según los datos facilitados se necesitaron 65 contratos para generar un solo puesto de trabajo.
En los últimos meses del pasado año y principios de este, hemos vistos que empresas como Infitex, (ya prácticamente desaparecida), ADLAR, Tragsa, la ya citada Tabacalera y sobre todo las empresas auxiliares en las que sus trabajadores tendrán peor suerte que los de la tabaquera si esta se cierra; avisos de absorción de Eroski por Carrefour y tantas y tantas empresas pequeñas de las que no nos enteramos porque no tiene la fuerza y la atención mediática de las anteriores. Todo esto está creando incertidumbre en, la ya escasa certidumbre que tiene cualquier persona que consigue un empleo, de que le dure para poder organizar su vida.
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Y esta realidad y tantas que se nos escapan, queremos juzgarlas desde las situaciones en que se encuentran y padecen los trabajadores más vulnerables. Somos cristianos y queremos estar encarnados en los sufrimientos, en las alegrías y en las luchas de los más debilitados, viendo las consecuencias que producen. En una situación política de inestabilidad, se están obviando algunas de las cuestiones que generan apatía por un lado, miedo por otro y sálvese quien pueda por todos los lados. Se pongan como se pongan los voceros de la economía, en España las cacareadas mejoras económicas, no se están traduciendo en seguridad vital para muchas familias que quieren organizar su vida y no lo consiguen. Y si no, ¿Cómo es posible que el Banco de Alimentos siga trabajando a destajo para aumentar sus recogidas de comida? ¿Por qué algunos ayuntamientos han aumentado las ayudas para abordar la pobreza energética y para atender a familias, en las que incluso algunos de sus miembros trabajan? Por otra parte, ¿Por qué se están haciendo trabajos en condiciones precarias, y con pérdidas de derechos? ¿No habíamos quedado en qué los derechos no se negocian? Para muchos de nuestros compañeros es aún más sangrante porque han tenido que emigrar y la presión sobre ellos/as es aún más agobiante. 6
¿Por qué no nos da vergüenza que haya personas que se vean obligadas a vender su fuerza de trabajo (manual o intelectual) trabajando sin seguros en unos casos, y en otros teniendo contratos parciales por unas horas y haciéndolo en economía sumergida la mayoría de ellas? ¿Y por qué ha de hacerse a la libre disponibilidad de la empresa? Muchas de esas personas viven esta situación con ansiedad, con desesperanza, con el peso de hacerlo porque no tienen otro remedio. Todo esto ni es humano, ni es cristiano, ni es normal. Aunque nos quieran convencer de que esto “es lo que hay”, lo cierto es que hemos de cambiar la forma de mirar lo que nos rodea. Esto “es lo que hay” no por casualidad, sino porque se sigue poniendo a la persona al servicio de la economía. La rentabilidad es el objetivo. No podemos mantener una cultura que deshumaniza, que considera que la desigualdad es fruto de la mala suerte o de la incapacidad de buscarse la vida o de que el mundo es de los que saben hacerse un hueco como sea o que busca y da razones para presentarnos cada día que luchar no lleva a ningún sitio.
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No, hoy no se está creando trabajo digno porque el trabajador tiene “que coger lo que hay” le guste o no, vaya o no con su forma de ser, porque no le permite vivir sin sobresaltos, porque está ahogando sus ganas de luchar, porque nos está haciendo elegir entre el empleo o la dignidad, porque se organiza contra la familia y no nos asegura la jubilación.
El trabajo para la persona es algo más que la fuente prioritaria de obtener salario. Debe ser la puerta para su crecimiento personal, porque lo desarrolla con otros, pone sus aptitudes al servicio de la sociedad y la prepara para vivir y organizar su familia.
Ni la legislación laboral actual ni la de antes de la crisis baraja una concepción del trabajo que tenga en su base una concepción de persona libre y solidaria, que alcanza su mayor dignidad cuando la vive luchando por que todos la puedan desarrollar plenamente.
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La HOAC, que es y quiere ser, Iglesia en el mundo obrero, con la humildad de sus medios, pero también con la experiencia de sus militantes en la lucha solidaria por acabar con la desigualdad, queremos ofrecer algunas propuestas para que en el dialogo con todos los que sufren o luchan por cambiar la sociedad vayamos encontrando caminos y sobretodo motivaciones para avanzar en ese cambio.
Ø La raíz del problema que sufrimos los trabajadores y trabajadoras es que el trabajo se ha ido convirtiendo cada vez más en mercancía y la persona trabajadora en instrumento de rentabilidad. Reaccionar a esta situación que deshumaniza fue el origen del movimiento obrero. Ø Las organizaciones sindicales, a las que la reforma laboral, ha pretendido arrinconar tienen que generar conciencia entre los trabajadores de esta realidad y de su propia historia como colectivo. Los trabajadores las tienen que ver cercanas más que gestores.
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Los y las trabajadoras hemos de ir construyendo una cultura que nos haga: Ø ver la desigualdad como una inmoralidad y no como algo normal que no podemos controlar. Ø Protestar aunque no podamos resolver los problemas, luchar aunque no tengamos seguridad de ganar, no es “trabajar en balde” sino demostrar que nos pueden explotar pero no pisar la dignidad. Ø Recuperar el verdadero sentido del bien común, que no es el bien de la mayoría, sino el que permita que cada persona y todas las personas, tengan cubiertas sus necesidades básicas para mantener su dignidad. Ø Destapar la economía sumergida que existe dentro de la “economía legal”. Por ejemplo contratos fraudulentos, porque no se cumple lo que en ellos se firma, y están obligando a trabajar más horas que las que se contratan, con menos salarios que los pactados y con perdida de derechos.
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Ø Ver la necesidad de crear motivaciones de lucha colectiva, de acompañamiento de los más vulnerables. La solidaridad se construye desde la conciencia de que todos nos necesitamos, de que ir cada uno por su cuenta favorece a la “cultura del descarte”, “esta economía mata” y no vale que cada uno busque lo suyo porque además si alguien consigue encontrarlo, va a ser a costa de que muchos se queden por el camino. Ø Recuperar el valor de la política para construir un proyecto de vida en común. Necesitamos otra concepción de la política, liberarla de la lógica de la rentabilidad. Si la persona no es lo primero, todo lo demás que se intente, solo servirá para que la desigualdad siga siendo cada vez mayor.
“En este contexto, algunos todavía defienden las teorías del “derrame”, que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por si mismo mayor equidad e inclusión en el mundo. Esta opinión que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto los excluidos siguen esperando” (De la Alegría del Evangelio nº 54 Papa Francisco)
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