Cuadernos Rovirosa nº 5

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ISBN: 978-84-92787-13-5

Hemos renacido por la Fe y el Bautismo, incorporados a la IGLESIA que es

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Una: C omunidad de diferentes en cualidades y en funciones o serivicios

Santa: P ersonas pecadoras perdonadas unidas a Jesús Cristo, el Santo de Dios

Católica: A bierta, dialogante, universal en la que hay lugar para todos

Apostólica: F iel a sus orígenes evangelizadora ahora y siempre

EDICIONES HOAC

Alfonso XI, 4-4º. 28014 MADRID Teléfono: 91 701 40 80. Fax: 91 522 74 03 e-mail: rovirosa@hoac.es www.edicioneshoac.org

La vivencia de la Iglesia


HOAC-Comisi贸n Permanente

La vivencia de la Iglesia en Guillermo Rovirosa


Edita: Comisión Permanente de la HOAC.

© Ediciones HOAC. Alfonso XI, 4, 4.º 28014 Madrid Tel.: 91 701 40 80 www.hoac.es www.edicioneshoac.org

Depósito legal: M. 9335-2012 ISBN: 978-84-92787-13-5

Preimpresión e impresión: Gráficas Arias Montano, S. A. Puerto Neveros, 9. 28935 Móstoles Tel.: 91 616 56 00


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Introducción La experiencia de fe de Rovirosa tiene lugar a partir de la conciencia de su desconocimiento e ignorancia sobre Jesucristo que providencialmente le puso ante sus ojos el cardenal Verdier en 1932, en París. Es entonces cuando decide conocer a Jesús, y se apasiona por la lectura de libros que hablan de Él, tanto que al año siguiente, tras un tiempo de reflexión profunda en El Escorial, en la Navidad hace su segunda Primera Comunión 1. Rovirosa ha sido capaz, en ese camino de conversión, de dar el salto de la fe y pasar del estudio y del conocimiento erudito al encuentro con la persona, con el hombre Jesús de Nazaret, para descubrir, en su enamoramiento por Él, al Dios vivo encarnado en la historia y la vida de los hombres y mujeres. Rovirosa y Catalina, su esposa, hacen entonces un «pacto tripartito con Dios» mediante el cual ambos se comprometen a dedicar su vida al apostolado confiando en que Dios proveyese a sus necesidades materiales siempre que ellos vivieran pobremente 2. Esa decisión, mantenida por Guillermo con fidelidad a lo largo de toda su vida, solo es posible tomarla y vivirla sostenido por la entrañable experiencia de haberse encontrado con quien más nos ama, y experimentar su amor G. ROVIROSA, Obras Completas, tomo I, El primer traidor cristiano: Judas de Kariot, el apóstol, p. 550.

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Comisión Permanente, Guillermo Rovirosa, ¡ahora más que nunca!, Ediciones HOAC, mayo 2006, pág. 14.

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de modo incondicional y constante, incluso en la experiencia de la frustración humana, del anonadamiento. En Rovirosa se hace presente el Amor de Dios; podríamos citar todos los textos de la Escritura que nos hablan de ese amor y cabría decir de cada uno: en Rovirosa se hizo vida. Esa es la experiencia fontal de Rovirosa. La fuente de su existencia cristiana y su santidad. Esa es la fuente de su ser Iglesia y sentirse Iglesia. Y sobre este ser y sentirse es sobre lo que vamos a centrarnos ahora. ¿Cuál fue la vivencia eclesial, el sentir y el ser eclesial de Guillermo Rovirosa? Cuando uno repasa los escritos de Rovirosa en relación con este tema, una primera impresión que se tiene es que, sin duda, Rovirosa está tocado por el Espíritu Santo y, como muchos santos, es un adelantado a su tiempo. Muchas de sus vivencias y convicciones eclesiales serán recogidas y expresadas en el Concilio Vaticano II, años después. Tiempo antes Guillermo Rovirosa las vivió con claridad, con la claridad con que percibió que sólo podía haber una Iglesia así si dimanaba del amor del Dios Trinitario. Releer hoy, más de cincuenta años después, sus palabras sobre la Iglesia hace sentir que son de plena actualidad y que él se anticipó, de algún modo, a lo que la Iglesia iba a plantearse con profundidad para ser y vivir con fidelidad al Señor. Intentaremos recorrer ese pensamiento, esa vivencia de Guillermo Rovirosa, de modo que nosotros hoy hagamos nuestro propio recorrido eclesial, seguros de que él puede ayudarnos —para eso están los santos— a reavivar nuestra experiencia eclesial como parte integrante, fundamental de nuestro seguimiento de Jesucristo. Vivid en caridad todos unidos y siempre hermanos en la santa, católica y verdadera Iglesia…orad, trabajad, servid a Dios siempre sumisos a la Divina Providencia 3.

Ídem. p. 19.

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La Iglesia… es mostrada por Guillermo como el mismo Jesucristo que se desplaza hasta el tajo para decirle al obrero que comparte su vida, que lucha contra las injusticias que lo oprimen, que es «su» Iglesia y que su sitio está vacío esperando que se decida a ocuparlo 4. Y lo haremos, siguiendo los mismos textos de Rovirosa, a través de cinco momentos: el bautismo, como puerta de entrada en la Iglesia; y las cuatro notas de la Iglesia que, cada vez que profesamos nuestra fe, explicitamos: la Iglesia es una, santa, católica y apostólica. Quede claro, pues, que casi todo lo que sigue son palabras textuales de Guillermo Rovirosa, que nos limitamos a entresacar de sus escritos y a ordenar de una manera concreta, sin añadir más que algún leve comentario y nuestra crecida admiración por cómo el Buen Dios sabe llevar a término aquello que comienza. Animamos al lector a que busque en los escritos que se citan una explicación más completa de lo que aquí solo resumimos.

Ídem. p. 20.

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Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo Rovirosa escribe mucho sobre el bautismo porque, desde su propia experiencia de conversión personal adulta, lo considera algo esencial: el nacimiento. «El momento culminante de la vida humana no es ya la muerte natural, sino el nacimiento sobrenatural… Para el hombre cristificado todo empieza con el Bautismo, para no terminar jamás» 5. «El bautismo nos redime de la esclavitud del pecado y nos introduce en la libertad santa de los hijos de Dios. Es el sacramento de la liberación y de la libertad» 6. «Ninguna familia humana puede pretender ser familia de Dios. Ni ningún clan humano, ni ninguna ciudad ni nación humanas pueden ser clan de Dios, ni ciudad ni nación de Dios. Pero los que reciben la Palabra de Dios y la practican, éstos son la madre, los hermanos, la familia, el clan, la ciudad, la nación… del Señor, que son precisamente los bautizados que perseveran fieles a las promesas de su Bautismo». «En el “renacer” por el agua y el Espíritu no hay ni siquiera mellizos. De uno en uno, absolutamente personal. Y lo paradójico es que este principio no conduce al individualismo ni al solitarismo, sino al polo opuesto: a la comunidad, a la comunión» 7. O.C., tomo II, Año de la Comunidad, p. 196.

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Ídem, p. 197

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«El pacto bautismal se establece entre la Santísima Trinidad y una criatura humana… 8 Con una palabra hay bastante. El hombre renuncia a TODO, y la Santísima Trinidad da TODO al bautizado en la medida en que éste lo acepte y esté en condiciones de recibirlo» 9 . «El Señor nos propone un trato: El que quiera ser de los míos (ser cristiano) niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. Aceptar esto es la parte que corresponde al neófito en el acto bautismal… Cuando en el sábado santo se renuevan públicamente las promesas del bautismo, la fórmula que se usa es: Renuncio a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y se recita el Credo». «Parece que no son pocos los que no se percatan de la trascendencia tremenda de esta fórmula. Parece que basta con recitarla en voz alta y… ¡ya está! Ya se han renovado las promesas del Bautismo. No hay que hacer nada más, y a vivir como todo el mundo. Ya se ha cumplido con lo que está mandado… No solamente es el acto más serio de la vida, sino que es el único acto serio de la vida, ya que toda la seriedad de los demás actos serios (trascendentes) depende de la seriedad con que uno se toma su SER CRISTIANO» a0 . Para Rovirosa esta conciencia bautismal supone «un cambio total de vida. Son nuestras cosas las que han de adaptarse al Señor, y no un poco sino del todo. Este es el único sacrificio aceptable en la Ley Nueva» aa. «No se puede ser como las demás personas decentes y además ser cristiano en ciertos tiempos y lugares determinados as. No ha cambiado el hacer, lo que ha cambiado radicalmente es el ser. El que ha muerto y resucitado místicamente con Cristo mediante el Bautismo, ya no quiere pensar, hablar y obrar por su cuenta… sino que todo su afán se centra en pensar, hablar y obrar como Cristo lo hizo en su vida mortal» ad. Ibídem.

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Ídem, p. 199.

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Ídem, pp. 200-201.

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Ídem, p. 202.

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Ídem, p. 203.

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Ídem, p. 204.

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Guillermo da una importancia fundamental —y la tiene— a la conversión bautismal. La conversión es indispensable —en el bautismo de adultos—, dice af, para poder recibir el Sacramento. Y es, también, consciente de que primando el bautismo de los niños, y difiriendo esa conversión a un momento posterior, nos encontramos con una Iglesia formada, en su mayor parte, por bautizados sin convertir: el grandísimo número de bautizados que «no pisan la Iglesia» no se han planteado nunca, ni de manera remota, el problema de su conversión ag. «La conversión, dice, no es algo que se hace en un momento dado, y que después ya no hay que preocuparse más de ello. Nada de esto; la conversión dura toda la vida, precisamente porque la vida cristiana no es estática, sino dinámica, y cada día hay que avanzar convirtiendo lo que ayer era menos cristiano en algo más cristiano… Lo fundamental estriba en la convicción profunda y decidida de negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir a Jesucristo, con todo lo que esta fórmula representa» ah. «La conversión es un proceso de cada día, tendiendo a dejar de lado lo que nos aparta de Cristo, y reemplazarlo por lo que acerca a Cristo. Esta conversión es esencialmente vital» aj. Para Rovirosa uno de los problemas de base que debe afrontar la Iglesia es precisamente el «abaratamiento de la Gracia». Una cosa es dar gratis lo que hemos recibido gratis, anunciar una Buena Noticia que debe ser compartida, y otra muy distinta, desnaturalizar esa gracia por venderla a cualquier precio. El Bautismo, dice Rovirosa, es «el milagro más grande del poder divino, mucho más grande que la Creación y que la misma Encarnación… eleva al bautizado hasta la misma Vida Trinitaria, al infundirle la Gracia, que permite que el bautizado pueda vivir la vida de Amor Trinitario SI EL BAUTIZADO QUIERE. En ese bautismo se realiza un pacto entre el neófito y la Santísima Trinidad, que está presente en la Iglesia que lo bautiza». O.C., tomo III, Terciarios, p. 309.

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Ídem, p. 311.

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Ídem, pp. 315-316.

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O.C., tomo V, Artículos, p. 381.

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«Si su voluntad, su deseo, su afán se mantienen en el Amor Trinitario y en el Amor Fraterno (que no son dos cosas diferentes), todas sus flaquezas, debilidades y pecados propios de su naturaleza “natural” (que arrastrará con él hasta la muerte) no solamente no le apartarán del Redentor, sino que podrán acercarle más a Él, al hacerle más humilde y al hacer más firme su decisión de negarse a sí mismo» ak. «Pero, mientras el pertenecer a la Iglesia se presente (en la práctica, no en la teoría) como algo que nada costó, nada cuesta y que nada costará, ¿por qué razón lo apreciarán prácticamente los que desconocen «prácticamente» la teoría?… Uno de los aspectos que tienen una gran influencia en esta desvalorización de la Iglesia por parte de los que pertenecemos a ella es haber caído en desuso la Conversión Bautismal» al. La conversión es un proceso que necesita de la Gracia y necesita también del testimonio de otros creyentes. Ha de ser muy raro el caso de quien se convierta él solo s0. Preguntándose Rovirosa si un grupo o equipo de personas bautizadas que han ido avanzando hasta descubrir la grandeza del Bautismo y la importancia de la conversión han de organizarse para el apostolado al que, en coherencia, se sienten llamadas, él mismo responde: «No hace falta organizarlas, ya lo están. Están en la Iglesia. Esos bautizados están en la Iglesia, que es una organización «organizada» por el mismo Dios de manera maravillosa. En sus Sacramentos, su Liturgia, su Jerarquía, sus Ministros, su enseñanza… encuentran mucho más de lo que podría darles cualquier organización, aunque formara parte de la Iglesia. Estas han descubierto que es mejor el TODO que la parte, y se quedan con el TODO. ¿Quién podrá criticarlas? Fidelidad al propio bautismo, fidelidad a la Iglesia… ¿hay quien dé más? ¿Es que unos equipos que quieran permanecer fieles a su Bautismo y a la Iglesia quedarán desamparados por el Espíritu Santo?». Ídem, pp. 308-311 passim.

ak

Ídem, p. 308.

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Ídem, p. 317.

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«Lo que hace falta no es complicar el tinglado, sino dar al Bautismo el valor que tiene. Ahí está todo» sa. Este pacto bautismal y esta continua conversión se expresan como en ninguna otra parte en una de las oraciones de Guillermo Rovirosa: ¡SÍ! ss. ¡Oh Dios! que me diste libertad ante tus solicitaciones para contestar: ¡¡SÍ!! como la humilde esclava del Señor y como Abraham, tu siervo, y como todos tus santos; o para contestar: ¡¡NO!! como Luzbel y sus ángeles y todos los que moran en la gehenna. Oye mi súplica: acude en mi socorro y acepta mi holocausto. Esta libertad que es mía, bien mía, porque Tú me la diste, como le diste Isaac a Abraham, la pongo en el altar del sacrificio para que arda en un gran fuego de amor, y su olor suave sea grato ante tu acatamiento. Y reviste a tu siervo de tu Fortaleza para que mi pecho no tenga más que un eco ante tu Solicitación, y responda siempre, siempre, siempre: Ídem, pág.318-319.

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O.C., Tomo V, Artículos, pp. 384-385.

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¡¡SÍ!! ¡Oh Dios! que has ilustrado mi mente, para que comprendiera los principios y reglas generales de tu Religión. Concédeme que el pequeño detalle de cada día, de cada hora, de cada minuto no esté nunca ofuscado por la pereza, con nombre de descanso, por la avaricia, con nombre de previsión, por la cobardía, con nombre de prudencia, por la soberbia, con nombre de dignidad, por la envidia, con nombre de emulación, y, así, con segura lucidez, vea pecado donde hay pecado; para huir lejos, lejos, a distancia inmensa, ¿Adónde iré? Me postraré ante tu Tabernáculo y allí seguiré clamando, para que tu Fortaleza me proteja, y cuando llegue tu Solicitación responda siempre, siempre, siempre: ¡¡SÍ!!

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Creo en la Iglesia, que es Una Si el bautismo nos hace participar de la Vida Trinitaria, la primera consecuencia es la comunión, la comunidad, la Unidad. «Yo sigo creyendo, dirá, que la Iglesia es el recinto donde los bautizados se aman con Amor Trinitario, y esto es lo que la hace UNA, más que todos los reglamentos habidos y por haber» sd. «En la Nueva Alianza, el Señor nos impone un solo precepto: que nos amemos unos a otros como Él nos ama… La Nueva Alianza es para adultos; aunque no para adultos cualesquiera, sino para aquellos que hacen honor a la palabra dada» sf. «Se tata de mantener en los convertidos el Espíritu de Iglesia, que les haga sentirse UNO con la Trinidad Beatísima cuya Vida viven, en sentido que llamaremos vertical, y sentirse UNO con todos los mortales que viven esta misma Vida» sg. «La primera nota distintiva de la Iglesia es la unidad, la de ser una. Las palabras del Señor en la última Cena resuenan permanentemente en nuestros oídos. Y no se trata de ser uno de cualquier manera, sino de ser uno a la manera de las Divinas Personas. Es una unidad que ha de superar y O.C., tomo III, Terciarios, pp. 320-321.

sd

Ibídem.

sf

Ídem, p. 325.

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trascender cualquier otra unidad de orden humano, incluso la unidad de los esposos» sh. Rovirosa vive esta nota de la Unidad como algo tan esencial en su vida, y en la vida del cristiano, que arremete duramente contra lo que llamará las cofradías sj. Se quejará de las «subdivisiones» en innumerables agrupaciones en que se encuentra dividida la Iglesia, y alude a la misma enseñanza de San Pablo en la primera Carta a los Corintios sk, para preguntarse qué expresiones saldrían de la pluma de San Pablo a la vista de las innumerables «cofradías» en que estamos atomizados (por no decir desintegrados) los católicos sl. A esto atribuye, en parte, que se haya atenuado en muchos católicos su sentido de Iglesia d0. «Cuando la Iglesia de Cristo aparece en la mente del creyente para darse cuenta de su maravilla fuera de todo lo imaginable, dudo que le pueda pasar por la mente la idea de agruparse con otros, para «perfeccionar» su pertenencia a la Iglesia. Su perfeccionamiento no puede buscarse en ser cada vez más y más cofradía, por excelsa que esta sea, sino en ser más y más Iglesia, cada vez más universal, cada vez más trinitaria» da. «En la HOAC (en la Iglesia de Cristo) sabemos que la unidad es atributo de la Iglesia Triunfante, en el Cuerpo Místico de Cristo, y que a ella únicamente se puede ir por el camino de la unión» ds. «La unión de muchos hombres (Iglesia) al servicio del Uno Perfecto es el estado ideal en esta etapa terrestre de la vida. La unión de los hombres en el servicio y en la alabanza de Dios; tal es la misión de la HOAC como parte de la Iglesia. Para esto, y no para otra cosa, existen los Equipos. Ídem, p. 301

sh

O.C., passim.

sj

1Cor, 3.

sk

O.C., tomo III, Terciarios, p. 301.

sl

Ídem, pág. 303.

d0

Ibídem.

da

O.C., tomo V, Artículos, p. 515.

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Todas las demás pseudo-unidades (unidad de clase, unidad de territorio, unidad de cultura, unidad ideológica, unidad económica…) solamente pueden aceptarse —con restricciones— en tanto en cuanto se ponen y están al servicio y alabanza de la suprema unidad de Dios, que se hace accesible para nosotros en el Cuerpo Místico de Cristo» dd. «¡Cuánto sufrimiento inútil no habremos almacenado a lo largo de nuestra existencia por olvidar casi constantemente esa maravillosa realidad que se llama Cuerpo Místico, que para los primeros cristianos constituía la principal fuente de su entrega heroica a Cristo! Si cuando pienso en mí mismo… y en cualquiera de mis particularidades, lo hiciera solamente con vistas al papel que ello desempeña en el maravilloso cuerpo místico… Verdaderamente de otra manera influiría yo en el concierto armonioso de la HOAC». «¡Que todos seamos uno, ¡oh Cristo!, como Tú y el Padre sois uno con el Paráclito!» df.

Ibídem.

dd

Ídem, p. 391.

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Creo en la Iglesia, que es Santa Dice Guillermo que, de todas las definiciones de Iglesia que conoce, la que más le ha impresionado y entusiasmado, es la que «la presenta como la manifestación de la Santísima Trinidad en este mundo. La Iglesia fundada por Cristo es el recinto donde los pobres mortales podemos vivir la Vida Trinitaria… con todas las debilidades y flaquezas propias de nuestra naturaleza natural, y con todas las maravillas impensables propias de nuestra naturaleza sobrenatural. Por el Credo afirmamos que la Iglesia Una es Santa, ¡como que es la depositaria de la santidad! La santidad es la vida de Cristo en el hombre… La santidad es la parte de Dios en el hombre» dg. Guillermo es consciente de la «discordancia que aparece entre la doctrina divina de la Iglesia y la realidad en que nos movemos los católicos» dh y se pregunta si nuestro deber es «el de conservar y consolidar la situación actual, o si debemos esforzarnos en hacer que la realidad teórica de la Iglesia una, de la comunión de los santos, y las maravillas del Cuerpo Místico, sean también una realidad práctica». Es consciente de que el camino a la santidad pasa por la Acción de la Gracia en nuestra vida, cuando ésta se transforma en acción de gracias, mediante el compromiso apostólico: «Tú ves mi miseria, Jesús; pero te O.C., tomo V, Artículos, p. 375.

dg

O.C., tomo III, Terciarios, p. 301.

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doy gracias por estar en medio de la lucha obrera. Solo ella me santifica» dj. Él asume la condición de Misterio de la Iglesia, formada por hombres y mujeres, pero habitada, a la vez, por la Gracia, que la convierte en «Misterio de la prolongación de Cristo [en ella] hasta el fin del mundo dk. Desde Pentecostés (nueva Encarnación) hasta el fin de los tiempos, Dios es un conjunto de hombres: la Iglesia. La Iglesia es el misterio de Dios hecho institución humana. En la Iglesia… los que miran la doctrina y los milagros, necesariamente están inclinados a afirmar que: “aquí está Dios”. Pero los que solo concentran su atención en la conducta de cierto cristiano, en las células excrementicias de la Iglesia, únicamente pueden sentir náuseas y apartarse, seguros de que Dios no puede tener nada que ver con eso. Y resulta que «eso» es lo que queda más patente a los sentidos» dl. «El misterio de la Iglesia consiste en que es el Cuerpo Social de Cristo…, es la continuación histórica del misterio personal de Cristo, es Dios vivo y palpitante en el Cuerpo de la Iglesia» f0. «Sentir con la Iglesia es, por tanto, lo mismo que decir sentir con Cristo, aquí y ahora. Lo que equivale a sentir con Dios. Perspectiva fantástica, ideal deslumbrador» fa. Pero aunque pueda suponerse lo contrario, Guillermo no es un hombre de fidelidad ciega e inconsciente a la Iglesia, sino que, por el contrario, es consciente de cómo debemos actuar como Iglesia y sintiendo «con ella» especialmente para que en ella no esté presente aquello que no es lo que quiere Cristo fs.

O.C., tomo II, Año de la Comunidad, p. 231.

dj

O.C., tomo V, Artículos, p. 450.

dk

Ibídem, passim, pp. 450.

dl

Ídem, pág. 448.

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Ídem, pág. 451.

fa

Ídem, pág. 453.

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Frente a los ataques que se pueden realizar a la Iglesia, invita a ver si se trata de aspectos relativos a las «células sanas» o a los aspectos «excrementicios», para decir que: «si los hechos de que nos acusan son ciertos, el «sentir con la Iglesia» nos obliga a eliminarlos… y, si los hechos… no son más que aparentes (¡y esto ocurre con tanta frecuencia!) el «sentir con la Iglesia» nos fuerza a poner todo lo posible para deshacer tales apariencias falsas, ya que no sirven a la Verdad (que es Cristo) sino a Satanás, padre de la mentira» fd. La santidad es algo a lo que todos los «redimidos» estamos llamados, dice Rovirosa ff, aunque cada uno de diferente manera, de modo que cada santidad particular sea un reflejo de la santidad infinita de Dios. Y esa santidad particular tiene que ver con la responsabilidad de cada uno en la Iglesia: «En términos generales, la santificación de los ordenados se fundamentará en la santificación de los seglares y la santificación de los no ordenados se centrará en la santificación de la sociedad. La fórmula podría resumirse así: para la construcción del Reino de Cristo se precisan sacerdotes santos que construyan seglares santos, y seglares santos que construyan la sociedad santa» fg. El problema, señala Guillermo, es que, «como regla de vida, se ha abandonado totalmente el ideal imperado por Cristo, de ser perfectos como el Padre, y nos hemos acomodado al ideal mínimo de no cometer pecados graves y escandalosos en forma habitual, y asistir a los actos externos de culto» fh. Y, sigue diciendo Guillermo, contra eso ha dado un paso firme la «“Suprema Jerarquía” con la creación de la Acción Católica como avanzada destinada a reavivar, en la parte seglar de la Iglesia, su sentido de responsabilidad en la implantación del Reino de Dios» fj. Ídem, pág. 455.

fd

O. C., tomo III, Los seglares en la Iglesia, p. 154.

ff

Ídem, pp. 154-155.

fg

Ibídem.

fh

Ídem, p. 156

fj

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Creo en la Iglesia, que es Católica La Universalidad de la Iglesia es algo que Rovirosa vive desde la comprensión del Cuerpo Místico, de ser miembros de la Iglesia como un solo Cuerpo, llamada por eso a ser sacramento en medio del mundo, sin excepción. La Catolicidad es expresión de la misma vida de comunión en que nos introduce el Bautismo. La vida del cristiano, dirá, «siempre ha de ser vida de comunidad, so pena de no ser vida cristiana fk. Hoy son cada vez más numerosos los que se percatan de que el estar en comunión con otros bautizados no es privativo de unos cuantos, sino que es una obligación para todos» fl. Pero ese espíritu comunitario no es exclusivamente una seña de identidad de la Iglesia, sino que es el referente, el horizonte y la meta de la humanidad que, a la manera del Cuerpo Místico, debe ser un «todo orgánico, integrado por pequeñas comunidades… el gran ideal es la comunidad universal g0, a la que no se puede llegar cuando las pequeñas comunidades se cierran exquisitamente en ellas mismas. La vida de la comunidad se ha deseado siempre, pero el egoísmo de nuestra naturaleza actual nos empuja constantemente a considerar nuestras cosas como las más importantes del mundo, y a los demás los apreciamos en la medida en que nos son útiles».   O.C., tomo II, Año de la Comunidad, p. 183.

fk

Ídem, pág. 230.

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Ídem, passim, p. 191.

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«La comunidad es otra cosa. En la comunidad el centro de interés, no puede ser mi Yo, sino el YO ajeno. Lo importante no es que los otros lleguen a pensar como yo, sino que yo llegue a descubrir todo lo bueno que hay en el pensar de los otros. Únicamente Cristo, con todo lo que lleva consigo (que es el infinito Trinitario) puede provocar este cambio radical en la naturaleza humana» ga. Guillermo vive la catolicidad, la totalidad de la Iglesia en la parcela concreta de la Iglesia particular, de la Iglesia local, de la propia parroquia. Y expresa cómo debe vivirse esta «catolicidad» con un fino sentido del humor cuando dice: «No te mates por el Papa, católico matón; ámalo en la persona de tu párroco, a pesar de… gs. Dice que todos formamos la Gran Comunidad que es la Iglesia… pero nuestra limitación nos obliga a reducir las dimensiones de nuestras comunidades… Todos los bautizados pertenecemos a una parroquia, a una diócesis, a la Iglesia Universal» gd. «La Iglesia Militante es toda la congregación del pueblo fiel, desde el Papa en la cúspide hasta el cristiano que ahora mismo acaban de bautizar» gf. Para Guillermo no hay camino más directo para vivir la pertenencia a la Iglesia Universal y participar de la universalidad de su misión salvadora que el que pasa por incardinarse en la parroquia gg. «Debemos amar a la parroquia por lo que auténticamente es dentro de la vida de comunidad internacional» gh. «La parroquia es la célula de base, es la Iglesia en lo vivo. Es aquí donde se la ve, donde se la espera, y es aquí donde la Iglesia se constituye y vive» gj. ga

Ídem, p. 194. Dirá que este cambio no se provoca por mandato, ni por precepto, sino por injerto.

gs

Ídem, p. 228.

gd

Ídem, p. 229.

gf

O.C., tomo III, Los seglares en la Iglesia, p. 156. Sigue en ello al Abbé Michonneau, párroco de San Juan Bautista, en Belleville, en París, cuya obra No hay vida cristiana sin comunidad desgrana en el Almanaque de los Hogares Obreros de 1963 Año de la Comunidad (Él mismo había hecho la traducción al castellano de esta obra, publicada en la editorial Estela, Madrid, 1957).

gg

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O.C., tomo II, Año de la Comunidad, p. 242.

gj

Ídem, p. 243.

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Creo en la Iglesia, que es Apostólica Gran parte de las afirmaciones de Rovirosa en esta exposición están tomadas de su escrito Terciarios gk, una obra escrita en 1963, poco antes de su muerte. En ella aborda básicamente la cuestión de la emergente importancia de los trabajadores del sector servicios, del sector terciario, y de cómo también a ellos debe dirigirse la Iglesia a través de la HOAC, pues estos trabajadores forman parte del mundo obrero. Por eso, todo lo que afirma Rovirosa de la Iglesia podemos, o mejor, tenemos que enmarcarlo en esa clave evangelizadora. Antes incluso de que Pablo VI en su exhortación Evangelii Nuntiandi afirmara que la verdadera esencia e identidad de la Iglesia es la evangelización, Rovirosa había hecho en Terciarios, con otras palabras, una afirmación semejante. Él dice que «la tarea de dar un Espíritu cristiano a este mundo fabuloso que está surgiendo ante nuestros ojos sin que nos demos cuenta, no puede ser misión o tarea de un grupo especializado, por numeroso o idóneo que sea, sino que ha de ser obra de toda la Iglesia, ya que se está gestando toda una sociedad nueva» gl. Rovirosa tiene claro que «Ha de ser toda la Iglesia la que ha de poner una atención especial en los que sirven, y que la Iglesia es la que envía a la gk

O.C., tomo III, pp. 267-331.

gl

O.C., tomo III, Terciarios, p. 299.

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HOAC a esa tarea en nombre de la Iglesia: si los escándalos han expulsado a los pobres de la Iglesia de Cristo, los obreros cristianos debemos rehacer el edificio y ser el puente» h0. Es absurda —dice— toda mentalidad que quiera establecer categorías de responsables e irresponsables. Claro está que no todos tienen la misma responsabilidad, pero no es menos claro que cada uno tiene la suya, toda la suya, sobre la que ha de construir su santificación hasta las últimas consecuencias ha. Y refiriéndose a los equipos de militantes dirá, parafraseando lo que serían las órdenes religiosas: «La casa de su comunidad será su lugar de trabajo, donde pasarán las horas de su vivir religioso en imitación del Hijo del Hombre, que no vino a ser servido sino a servir. Para su misa y sus sacramentos no precisan construir un oratorio privado muy mono, pues la Parroquia les espera con los brazos abiertos todas las horas del día» hs. Rovirosa está convencido de que la tarea apostólica es algo que los militantes cristianos —en especial los militantes obreros cristianos— solo pueden llevar a cabo al estilo pobre de Jesucristo. Para Él, la fuerza de la misión apostólica está en vivir la fidelidad al Señor a través de los hermanos del Equipo, porque ése, el Equipo que vive en fidelidad al Evangelio y que hace vida el Amor Trinitario, es la presencia de Iglesia más cercana que se puede ofrecer al mundo obrero. Rovirosa dirá: «Una comunidad de cristianos (si de veras lo es) no solamente es lo más fuerte del mundo, sino lo único fuerte del mundo. Una comunidad de cristianos, animados de un gran deseo de espíritu de pobreza, de humildad y de sacrificio, es lo más importante que puede darse a los ojos del mundo… Una comunidad de cristianos, cuando forman un solo corazón y una sola alma con el Corazón y con el Alma de Cristo, reproduce el misterio de Cristo, quien no teniendo una piedra donde reclinar su cabeza, era el Señor del Universo… Bueno es que los trabah0

O.C., tomo II, Año de la Comunidad, p. 215.

ha

O.C., tomo III, Los seglares en la Iglesia, p. 157.

hs

O.C., tomo III, Terciarios, pág. 321.

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jadores unamos nuestras fuerzas para defender nuestros derechos para que haya más justicia, pero esto todavía no es lo específico de los cristianos, ya que los explotados que no son cristianos también lo pueden hacer…, y lo hacen. Pero cuando el objetivo de la unión es entrar más y más en el Amor Trinitario, la fuerza de la unión, que es fuerza de Amor, irá siempre en aumento: ésta es la fuerza de los débiles, la fuerza del Señor Omnipotente hd. Una comunidad de éstas, siguiendo las palabras y los ejemplos del Señor, no puede buscar otra cosa que el Reino de Dios y su justicia, que se resume en el Conocimiento y en el Amor Trinitarios actualizados entre los hombres en virtud de la Gracia que hemos recibido en el Bautismo, y que podemos recobrar con el Sacramento de la Penitencia si la hemos perdido» hf. La responsabilidad de la misión no es sólo de la Iglesia en cuanto «institución» colectiva en la que podemos colgar todos los pesos y defectos, sino que somos los que la formamos quienes ponemos desde nuestro pecado el peso de la incoherencia de la Iglesia y lastramos la tarea evangelizadora: «porque somos como somos, los obreros tienen un concepto tan mezquino de la Iglesia. Examínate de Amor y de Universalidad» hg. «La Iglesia militante, dice, no es solamente el Papa, sino el conjunto de todos los fieles, agrupados en dos grandes conjuntos: sacerdotes y laicos. Esta agrupación no es masiva, sino orgánica; cada elemento ejecutando su función, “como las células vivas de un cuerpo sano”» hh. Somos células vivas y sanas de la Iglesia en la medida en que nuestro pensar se ajusta a la doctrina de la Iglesia, nuestras palabras son un eco de las palabras de la Iglesia, y nuestros actos son propios de la Iglesia hj. hd

O.C. tomo II, Año de la Comunidad, passim, pp. 232-233.

hf

Ídem, p. 233.

hg

Ídem, p. 228.

hh

O.C., tomo V, Sentir con la Iglesia, p. 451.

hj

O.C., tomo V, Artículos, p. 452.

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«El cristianismo se ha extendido donde los cristianos han amado a los hombres como Cristo. El cristianismo se encoge cuando los cristianos (o así) nos limitamos a mandar a los otros que amen al prójimo como a sí mismos» hk. Para Guillermo, en esta misión que es de la Iglesia, que es colectiva, el mayor peligro es el individualismo que rompe la unidad, y que surge cuando nos falta la unión en el corazón de Cristo. El compromiso personal adquiere su dimensión misionera, apostólica, cuando surge y se nutre en la comunidad. Comunidad que no es ni siquiera la HOAC, sino la Iglesia que envía a la HOAC a realizar la misión propia de la Iglesia en medio del mundo obrero. Así, dice: «Lo colectivo es la Iglesia. Como miembro de ella, por ella, y a través de ella, mi amor y mi servicio pueden llegar sin avería a mis “próximos” y a mis remotos, en el tiempo y en el espacio. Cuando evito que Cristo (en la persona de un compañero) sea víctima de una injusticia, y cuando consigo que la HOAC (la Iglesia) introduzca un poco más de sentido de justicia y de amor en el mundo, hago la misma cosa. En el primer caso veo mi obra con los ojos de la cara; he evitado una injusticia; en el segundo caso lo veo por la fe; este amor y esta justicia que he aportado a la Iglesia, ya no se interrumpirán jamás y sus resultados ¿quién los señalará? Seguro servidor de las personas de mi mundo (mi Cristo próximos) y seguro servidor de alguna institución de la Iglesia, a través de la cual me hago seguro servidor de todos los hombres que hubo, que hay y que habrá fuera de mi proximidad. Visión maravillosa de Cuerpo Místico…» hl. Guillermo Rovirosa es consciente con una claridad meridiana de que la Iglesia es el hogar de los pobres, de los obreros; de que ellos son quienes nos hacen Iglesia cuando somos fieles a nuestra misión, y que sin ellos en hk

O.C., tomo V, Artículos, p. 463.

hl

O.C. tomo V, Artículos, p. 470.

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la Iglesia algo nos falta. Es consciente, de la misma manera, de que el Evangelio y el Reino no se encierran y se agotan en la Iglesia, pero que ella es el lugar originario donde Cristo ha querido que esa Buena Noticia eche raíces para crecer y ser la casa de Dios. Y por eso la misión de la Iglesia no puede ser otra que reunir a aquellos que son destinatarios primeros del Evangelio, para vivir en comunidad, como testimonio ante el mundo. Así lo expresa: «…Y pasó Cristo. Pasó con ese estilo inconfundible de Dios. Lanzó al viento la semilla insignificante de su vida y de su Evangelio, y se alejó seguro a la eternidad… Su última tarde con nosotros la pasó en Cruz, pudriéndose como bueno entre salivas y mucho dolor. A la caída del sol le enterramos…, y la semilla de su recuerdo, de su palabra, y de su sangre, se quedó agazapada en la roca brava del Gólgota, y con ella la vida de aquellos infelices pobretones que se lo jugaron todo con Él. Así comenzamos. Este es nuestro árbol genealógico. No presumamos indebidamente de sangre azul; porque el evangelio está en manos de los hombres y nos pueden tapar la boca con cualquier página de Cristo. ¡Ellos, los pobres, nos hicieron la Iglesia, aunque hoy estén muchos ausentes de ella! Deberían volver pronto… Necesitamos rápidamente virilizar nuestro templo con su dolor y su hambre. La Iglesia, depositaria de la caridad del Padre, proyecta su amor más puro, pero también más violento, hacia el mundo en perdición. Es por eso que el mundo obrero es objeto de tanta solicitud por su parte. Es por eso que, dentro de ella, en Jesús, con Jesús, por Jesús, tenemos los obreros la única salida, la sobrenatural, para nuestra promoción y dignificación, y es ella la única que puede darnos LA VIDA DE COMUNIDAD» j0.

j0

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O.C., tomo II, Año de la Comunidad, pp. 247-248.


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Fidelidad crítica Guillermo Rovirosa es un hombre que ama profundamente a la Iglesia de la que se sabe parte no por propia elección, sino como consecuencia gratuita del inmenso amor que Dios le manifiesta en la fidelidad al pacto bautismal y apostólico que hiciera con Él, junto con Catalina. Pero ese amor hondo, que le lleva a sentir con la Iglesia no le priva de su capacidad crítica. Guillermo es el hombre de la fidelidad crítica. Y así escribirá: Antes de Constantino, el entrar en la Iglesia, el ser Iglesia, tenía un valor tan enorme que casi todos los que lo hacían sabían que con ello exponían su propia vida. Y sabiéndolo, entraban en la Iglesia. ¿Qué ha ocurrido para que aquella Iglesia (que es la misma que la de ahora) haya pasado de aquella situación a la de ahora? ja Él señala tres causas principales de este cambio: «1.  Entonces había muy poca letra y mucho Espíritu js. 2.  La doctrina cristiana era extremadamente sencilla y los «pequeños» podían entenderla perfectamente, pues se refería a puntos vitales muy concretos, tales como el Amor fraterno (Amor Trinitario), servicio fraterno, buscando el último lugar (negación de sí mismo) y espíritu de ja

O.C., tomo V, Terciarios, p. 306. Ibídem. Matiza que entiende por letra la «organización» con todas sus adherencias de reglamentos, normas, intereses creados, situaciones adquiridas...

js

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sacrificio. Los dones del Espíritu hallaban terreno abonado para manifestarse abundantemente… Actualmente la doctrina se refiere mucho menos a lo vital que a lo mental…, se ha hecho extremadamente complicada y difícil, y los pequeños quedan prácticamente excluidos de ella. Otro resultado ha sido la disociación, práctica no teórica, de la doctrina y la vida y el suponer que es de esta doctrina complicada de donde han de proceder la sabiduría, el entendimiento, la ciencia, la piedad. 3.  La influencia del dinero (y de toda clase de bienes y poder) en la Iglesia. Se aceptan todas las palabras del Maestro, en teoría, pero en la práctica… Aquí pregunto —sigue diciendo— ¿qué sería mejor para propagar la fe: el controlar todos los bancos del país o que un buen número de terciarios, con espíritu de pobreza, vivieran intensamente su lema: No he venido a ser servido, sino a servir? jd ¿Es que unos equipos que quieren permanecer fieles a su Bautismo y a la Iglesia quedarán desamparados por el Espíritu Santo? Con solitaristas el Evangelio no hay por donde agarrarlo. Con Espíritu de Equipo, el Evangelio es la maravilla de las maravillas. Y la suprema armonía» jf.

jd

Ibídem, p. 306-307.

jf

O.C., tomo V, La otra mejilla, p. 519.

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Conclusión La HOAC es Iglesia, como dice el mismo Rovirosa jg, «es la vanguardia de la Iglesia que quiere llevar a los trabajadores el mensaje de Cristo, porque Cristo quiere ser también para los trabajadores jh. Hoy, como ayer, la Iglesia llama a los pobres para evangelizar a los pobres» jj. «Para sentir con la Iglesia, la primera condición es conocer cuál sea el sentir de la Iglesia. Mal podrá compartir los sentimientos de otro quien los desconozca. Por eso, “sentir con la Iglesia” nos exige ponernos en estado de conversión permanente». «Al terminar, y llegar a esto, nos damos cuenta de que casi todo está por empezar en el terreno de la acción, que es el de la vida» jk. Estas son las palabras con las que Rovirosa termina el artículo titula-do «Sentir con la Iglesia» en 1956, una de las «reflexiones más profundas sobre la Iglesia y la eclesialidad del cristiano y del militante hoacista» jl, tanto que ha facilitado la conversión a la Iglesia de personas que tenían serias dificultades para aceptarla como una dimensión de la Fe. jg

O.C., tomo III, La Hoac ¿qué es esto?, p. 439.

jh

Ídem, p. 440.

jj

Ídem, p. 443.

jk

O.C., tomo V, Sentir con la Iglesia, pp. 449, 455, 456. Comisión Permanente de la HOAC, Guillermo Rovirosa, ¡ahora más que nunca!, Ediciones HOAC, p. 70.

jl

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Si hay una característica clara en Rovirosa —entre otras— es su Amor a la Iglesia, profundizado a lo largo de su vida, y macerado también en el sufrimiento. Es significativa la carta que escribe a Tomás Malagón el 31 de diciembre de 1957, año difícil, mirado con los ojos del mundo, pero que, mirado con los ojos de la Fe, había sido elegido para escribir la más bella página de amor a Jesucristo k0. En pocos meses, Rovirosa primero, y Tomás Malagón después, son apartados de la dirección de la HOAC por decisión de la Jerarquía. Guillermo, que ha pasado por esa prueba de dolor y que conoce el temperamento de Malagón, escribirá a D. Tomás algo que solo puede escribir quien, por encima de todo, ama profunda e intensamente a la Iglesia: Todavía está a tiempo, si es capaz, de guardar quietud y silencio una temporada, hablando solamente de cosas espirituales, como me decía a mí. Ya sé que para su temperamento esto es naturalmente imposible, pero, sobrenaturalmente, ¡no! El calvario con que Dios obsequia a V.R. es mucho más duro que el mío y es hora de aguantar. Decimos muchas cosas en los Cursillos y… hay que ponerlas en práctica; es la prueba. Cada uno en lo que más le cuesta. Y no hay más que abrazarse a la cruz. No haga planes ahora; no haga ningún plan. Deje que los Haga Él, y sométase, seguro del triunfo ka. Esto es algo que sólo pueden escribir los santos, y que cuando nosotros lo leemos no podemos sino comprobar lo que nos falta para llegar a confiar tan abandonadamente en Dios que podamos ser así. Esto es algo que solo puede escribir quien ama intensa, apasionadamente, a la Iglesia, porque en ella reconoce más allá de la mera realidad humana la presencia amorosa del Dios Vivo que nos ama como nadie.

k0

Ídem, p. 11.

ka

Ídem, p. 9.

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Índice

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Introducción  ...................................................................................................................................................................  3 Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo  .......................................................................................................................................  6 Creo en la Iglesia, que es Una  .............................................................................................  12 Creo en la Iglesia, que es Santa  .......................................................................................  15 Creo en la Iglesia, que es Católica.................................................................................  18 Creo en la Iglesia, que es Apostólica  .................................................................... 20 Fidelidad crítica  ................................................................................................................................................. 25 Conclusión  ...................................................................................................................................................................... 27

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ISBN: 978-84-92787-13-5

Hemos renacido por la Fe y el Bautismo, incorporados a la IGLESIA que es

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Una: C omunidad de diferentes en cualidades y en funciones o serivicios

Santa: P ersonas pecadoras perdonadas unidas a Jesús Cristo, el Santo de Dios

Católica: A bierta, dialogante, universal en la que hay lugar para todos

Apostólica: F iel a sus orígenes evangelizadora ahora y siempre

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Alfonso XI, 4-4º. 28014 MADRID Teléfono: 91 701 40 80. Fax: 91 522 74 03 e-mail: rovirosa@hoac.es www.edicioneshoac.org

La vivencia de la Iglesia


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