Domingo de ascension

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ORAR EN EL MUNDO OBRERO

Domingo de la Ascensión (17 de mayo de 2015) Comisión Permanente HOAC

¿Qué señales nos están pidiendo hoy a nosotros –cristianos– nuestros hermanos empobrecidos, injusticiados, robados en sus derechos… a quienes tenemos la misión de anunciarles la Buena Nueva? ¿Qué demonios hay que expulsar, qué serpientes inutilizar, qué veneno desprestigiar? ¿Qué lenguaje nuevo están esperando de nosotros?

Lo que hemos ido viendo y/o oyendo a lo largo de estos años en tertulias obreras. –Ancianos ahorrando en medicinas, porque lo guardado se agota y la pensión es una “mierda”. Dependientes dejados en la nada de una espera vergonzosa VER que es una muerte anunciada. Ahorradores estafados por ladrones financieros que fijan las reglas del embudo económico, esos cínicos malnacidos hipotecando a los “pobrecitos” (así nos llaman) “currantes”. Estudiantes, hijos de familias trabajadoras, que veis una vez más que os quieren de fantoches subalternos, que ya estudian los ricos. Desahuciados tratados como perros callejeros, tirados a la infamia de una desesperación suicida. Jóvenes obligados al exilio blanco de una expulsión forzosa por falta de futuro. Trabajadores explotados, con sueldos de basura, derechos tirados a la mierda, horarios de sirvientes. Parados descartados ya de las estadísticas, vueltos inexistentes, muertos en vida. Emigrantes sin papeles obligados al exilio negro de la eterna patera, puteados, humillados, explotados, expulsados, chuleados… –La pobreza no es una cuestión natural. La injusticia no es una cuestión natural. Ni siquiera el clima es ya cuestión natural. Todo tiene sus causas sociales. Y las causas de esta crisis, mejor dicho, de esta farsa, algunas de cuyas consecuencias hemos señalado arriba, tiene un nombre: la política económica impuesta por la mafia financiera y sus perros capitalistas de la Troika. Política económica aceptada con apasionado ardor por nuestros gobernantes. ¿Han pedido perdón por ello? Al revés, se autoafirman en ella. “Vamos bien”, nos dicen, “estamos saliendo de la crisis”. “Estamos frenando el paro en un tiempo record”. ¿Dónde tienen la vergüenza? “Perfecto”, lo sabemos, solo es Dios; pero de los gobernantes esperamos, al menos, que no sean unos farsantes. –¿No era posible otra política económica? Decir que no, sería lo mismo que afirmar que la justicia no es posible. Y eso un cristiano jamás lo podrá decir. No, no exigimos la justicia perfecta del Reino de Dios; ¡sólo! (sic!) la justicia posible de un “reino de personas” que respete su dignidad inviolable. Otra política económica es posible. Sí. Y de nosotros, el pueblo, depende que empiece su andadura. –Y tú, ¿qué has visto y/o oído a lo largo de estos años de crisis? Rememóralo en tu oración 1


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C.P.

ESTAMOS SALIENDO DE LA CRISIS

¡Derechos a la mierda, perdidos, salarios de indecencia! La crisis terminó. Lo ha dicho el Capital y lo celebran diarios plagiados de dinero. Ríos de tinta corren, sobre la piel se estampan, escritos con la sangre, con el dolor obrero. Fin de la pesadilla, ¡pasó el peligro!, repiten, los mismos repetidos tertulianos, los mismos locuaces leguleyos. ¡Qué cara de bobo agradecido le va quedando al pueblo! ¡Y qué justos los ajustados recortes del popular gobierno! ¡Qué gire, pues, de nuevo el carrusel alegre del dinero, La cornucopia rueda, la cabra, de bancos y usureros!

Llegaron los salarios al límite barato de la infamia barata, jóvenes amaestrados en el arte servil de trabajar por nada, ausentes ya de casa, sacados de la fábrica, migrantes amoldables al capricho sutil del índice bursátil de la mafiosa casta.

Estudiantes y enfermos, pensionistas, los sin palabra y sin casa… La crisis ha pasado. ¡Oídlo bien vosotros, los jodidos! Lo ha dicho el Capital y toda su cohorte plagiada de dinero… Pero aunque vociferen su mentira en cada telediario… y puedan aplastarnos… nosotros no nos damos por vencidos.

EVANGELIO (Mc 16,9-20) Jesús resucitó en la mañana del primer día de la semana y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a decírselo a los que habían estado con él, que estaban de duelo y llorando; pero ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, se negaron a creer. Después se apareció por el camino, con aspecto diferente, a dos de ellos que iban a una finca. También estos fueron a anunciárselo a los demás, pero tampoco a ellos les creyeron. Por último se apareció Jesús a los Once, estando ellos a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y su terquedad en no creer a los que lo habían visto resucitado. Y añadió: −Id por todo el mundo proclamando la Buena Nueva a toda la humanidad. El que cree y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer, se condenará. A los que crean los acompañarán estas señales: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en la mano y, si beben algún veneno, no les hará daño; aplicarán las manos a los enfermos y quedarán sanos. Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos fueron a proclamar el mensaje, por todas partes, y el Señor cooperaba confirmándolo con las señales que los acompañaban. 2


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Domingo de la Ascensión

En este apéndice, añadido al evangelio de Mc, se resalta, una vez más, la incredulidad y terquedad de los apóstoles para creer a los que lo habían visto resucitado. Y nosotros, ¿de tal palo tal astilla? ¡Atención! El autor de este texto nos hace saber que el Resucitado primero se aparece a María Magdalena (¡una mujer!), luego a otros dos discípulos innominados (¡laicos!), y “por último se apareció Jesús a los Once, estando ellos a la mesa…” para “echarles en cara su incredulidad y su terquedad en no creer a los que lo habían visto resucitado”. ¿Qué significa esto? ¿Jesús resucitado amonestando a los discípulos? Desde luego, esta manera de presentar al Resucitado es particular de este texto. Jesús sabe con qué mimbres va a contar para formar su Iglesia: gente muy normal, de entender bastante romo y tozudez supina (repasar en el Evangelio de Marcos la relación de Jesús y los Doce). Con gente así perdió el tiempo Jesús, lo mismo que está haciendo ahora con nosotros; porque si algo es claro en el evangelio es que Jesús nunca dejó de confiar en ellos. Y por esa confianza fueron lo que fueron. ¡Así nos pasa a nosotros cuando en medio de nuestros fracasos experimentamos la confianza irrevocable que Jesús nos ha regalado, torpes como somos! Sólo el que ha experimentado la confianza de Jesús en él, puede decir en verdad: creo en ti, Jesús. Esa confianza inaudita es la que experimentaron los Once aquel día… ¡Ojalá también nosotros experimentemos la confianza que Jesús nos tiene en cada eucaristía («reunidos a su mesa»)! Este fue el encargo del resucitado: 1. Ir a todo el mundo; 2. proclamar el evangelio; 3. a toda la humanidad. Quien proclama el evangelio es ya un creyente que busca suscitar creyentes. Y de que existan verdaderos creyentes… cristianos que han conocido que Dios es Amor, creyentes que “conocen” la teoría y la praxis del Reino (saben su secreto) … depende que esta historia de hombres y mujeres no acabe en la vaciedad o en la injusticia. ¡Creer y ser bautizado, entrar en la Iglesia conscientemente, es implicarse en una misión de liberación que ha de llevar esta historia a la plenitud esperada: la tierra nueva de los hijos de Dios donde habite la justicia. El no creer que implica condenación (Mc 16,16b) es el no amar al necesitado (Mt 25, 31ss), es el negarse a secundar los derechos de los empobrecidos… condenación que recae, en primer lugar, sobre los pobres lázaros abandonados a su suerte por estos “incrédulos” epulones (muchos de ellos dándonoslas de cristianos). “Del pecado de omisión, ¡líbranos, Señor!” A los que crean les acompañarán estas señales: “Entre la multitud de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo («tenían un solo corazón y una sola alma»): nadie consideraba suyo nada de lo que tenía, sino que lo poseían todo en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho vigor; todos ellos eran muy bien vistos, porque entre ellos no había ningún indigente, ya que los que poseían campos o casas los vendían, llevaban el producto de la venta y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno” (Hch 4,32-35). “Los que aceptaron sus palabras se bautizaron (…) eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles y en la comunión de vida, en el partir el pan y en las oraciones (…) Todos los que iban creyendo abrigaban el mismo propósito y lo tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y lo repartían entre todos según la necesidad de cada uno…” (Hch 2,41-45). 3


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¿Qué señales nos están pidiendo hoy a nosotros –cristianos– nuestros hermanos empobrecidos, injusticiados, robados en sus derechos… a quienes tenemos la misión de anunciarles la Buena Nueva? ¿Qué demonios hay que expulsar, qué serpientes inutilizar, qué veneno desprestigiar? ¿Qué lenguaje nuevo están esperando de nosotros?

LA AGNOTOLOGÍA

La agnotología es el estudio centrado en la fabricación intencionada de la duda y la ignorancia en la población por motivos interesados. A veces, la ambición de algunos gobernantes en apuros, necesitados de tiempo (electoral), es sembrar la duda y la ignorancia. No se trata tanto de convencer a los indecisos como de nublar la mente de quienes carecen de la paciencia para profundizar en las situaciones. La agnotología se desarrolló con la industria del tabaco y el cáncer de pulmón y siguió con el calentamiento global o la eficacia de determinados medicamentos. Como si no hubiera suficientes argumentos científicos para demostrarlos. Desde hace tiempo, la agnotología se ha trasladado a la economía. Un resultado sin precedente de la Gran Recesión ha sido los denodados esfuerzos de muchos de sus responsables de inyectar cantidades ingentes de ruido en la opinión pública, dirigidas a confundir a una población irritada y nerviosa sobre las causas y las consecuencias de lo sucedido. Para este menester ‘agnotológico’ la televisión (y también otros medios: radio y periódicos) juega un papel insustituible. Pero no todo está perdido: tenemos el dolor del pobre entrando por la puerta, llamándonos a voces. Y les hemos oído.

ENEMIGOS DEL PUEBLO

De nuevo nos proponen la teoría del “derrame”, del goteo bajando por las barbas del ricachón en forma de migajas y de sobras… De nuevo nos repiten que no hay revolución posible, que la lucha de clases murió de aburrimiento y que el margen de negociación depende del mercado y sus finanzas y no de las conciencias… Se trata, lo sabemos, de esa gente que se dedica a la política (sic!) previo pago de sobres corruptores… Esas gentes no suelen ir a pie ni pisan nuestras calles. Camareros (con perdón), prostitutas (con perdón) y camellos son para esa gente la solución en B al pequeñito problema del paro que no cesa. “Estamos saliendo de la crisis”, nos dicen, los tipos que nos llevan a la eterna miseria del oprobio. Lo pretenden. Enemigos del pueblo, nos desprecian. Por eso habrá que echarlos, por nuestra dignidad y nuestra vida. Pasamos de promesas. No nos representan. Por eso habrá que echarlos. Ahogarlos en el mar de su inmundicia. Los pobres nos esperan. 4


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