Causa de Canonización de Guillermo Rovirosa (hoja informativa nº 13)

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Rovirosa

Causa de canonización de

Guillermo

HOAC

HOJA INFORMATIVA Nº 13

2013

SU VIDA, ANTE TODO, LA PERSONA La dedicación de Guillermo Rovirosa a la evangelización del mundo obrero y del trabajo le pone en comunicación con muchos trabajadores sencillos y honrados. De ellos aprende mucho. Hasta tal punto que llega a afirmar que es el diálogo y la amistad con muchos obreros, con frecuencia alejados de la Iglesia, lo que provoca en él su «segunda conversión» a Jesucristo. Rovirosa descubre en cada obrero a una persona digna de todo respeto, a un hijo de Dios; y, por tanto, digno y merecedor de que le dedique todo su ser, todas sus fuerzas, toda su vida. Por eso, a los 49 años, deja su trabajo profesional asalariado para dedicarse por entero a la evangelización de los trabajadores hasta su muerte (1946 - 1964). Esta dedicación plena a la evangelización del mundo obrero llevó también a Guillermo Rovirosa a relacionarse con algunos teólogos muy conocidos en aquellos años. Por ejemplo, con el dominico P. Congar, que tanto aportó a los documentos del Concilio Vaticano II. Hoy queremos recordar al también francés Georges Michonneau. De él afirmó Rovirosa que «era uno de los hombres más interesantes del catolicismo actual». Teólogo y párroco en un barrio de París escribió varios libros como «La parroquia, comunidad misionera», o «No hay vida cristiana sin comunidad». Este último se lo regala personalmente a Rovirosa con esta dedicatoria: «A la atención del señor Rovirosa, que comprende tan perfectamente los problemas de la evangelización obrera». Pero lo que nos interesa ahora recordar es la impresión que Michonneau guardaba sobre Rovirosa. Y sobre todo su referencia al respeto a la persona. Así la escribe unos años después, ya fallecido Guillermo, evocando su amistad: «Yo conservo de Rovirosa una idea sin igual. Él es de los que nos “marcan” en una simple conversación. Sus intuiciones, su doctrina segura, su sentido profundamente evangélico, su dedicación total a la causa obrera, todo esto no podría dejar de impresionarme desde el primer encuentro. Yo me he sentido siempre en comunión de ideas con Rovirosa, porque se daba una comunión de aspiraciones misioneras, una comunión de amor a los pobres, una comunión en la búsqueda de una verdad no conformista, siempre atenta a los nuevos problemas. Lo que me fascinaba de él, además de su lucidez, era una luz.


Se tenía de tal modo la impresión de que su oración y su contemplación le situaban en el diapasón de los deseos de Dios, que uno no podía dejar de creer que su visión era una luz divina. En otra de las visitas, he vuelto a ver a Rovirosa en Colombes, adonde había venido a visitarnos. Era una época en la que se le buscaba mucho. Algunos sacerdotes obreros comenzaban a estar fuertemente influenciados por la doctrina marxista. Discutíamos sobre la eventualidad de una línea de demarcación entre la fe cristiana y el marxismo: ¿Por dónde pasaba esta “línea de verdad”?, cuando, de repente (íbamos en coche, rodábamos en París), Rovirosa dice: —Para mí, no hay otra línea de demarcación que el respeto, o el no-respeto, de la persona humana. Eso fue para mí un trazo de luz: en efecto, es el respeto de la soberana, de la infinita dignidad de la persona humana la marca de diferenciación entre la doctrina cristiana y todas las demás» (Testimonio de G. Michonneau, en X. Garcia, Guillermo Rovirosa, apóstol de la clase obrera, pág 262-263).

Ante todo, la persona. Diversos grupos cristianos insisten hoy en esta misma urgencia pastoral. «Es la hora de la persona», dicen. Las huellas de Guillermo Rovirosa las podemos encontrar hoy si más allá de las situaciones de dolor, que está acentuando esta crisis, descubrimos los rostros concretos de las personas que sufren; si más allá de las necesarias denuncias de todo lo que oprime o esclaviza a las personas sabemos ofrecer gestos y acciones que reconocen su dignidad y que humanizan a quienes las reciben y a quienes las realizan; si prescindiendo del interés particular acertamos a vivir la caridad como expresión de la justicia llena de amor y misericordia cerca de cada hermano o hermana que esta sociedad va dejando al margen del camino; … Por estos caminos podemos encontrar hoy las huellas de Rovirosa, o mejor aún, las huellas del mismo Cristo. Pues eso es lo que hacen los testigos de la fe: llevarnos de la mano al encuentro con Jesucristo; y «Jesús está en el “otro”».

SUS ESCRITOS «El re-nacer del hombre a la vida trinitaria consiste en invertir el sentido de su vida puramente humana que nos empuja a referirlo todo (como si fuera su centro) al propio yo. El cristiano es verdaderamente cristiano cuando lo refiere todo (incluso él mismo) a Cristo. En el fondo, toda la ascesis cristiana consiste en esto. La objeción que aparentemente podría oponerse a lo que acabo de indicar sería: Esto podía ser válido para los que convivieron con Jesús, pero nosotros hemos llegado tarde. Precisamente para que esta objeción no pudiera tener nunca validez, Jesús se quedó permanentemente aquí entre nosotros en esta


especie de Sacramento en el que nunca se insistirá bastante: Jesús está en el “otro”. En cualquier “otro”. Hasta el fin del mundo. Para amarle, servirle y RECIBIRLE ya no tengo que buscarle aquí o allí; nada de esto. Le tengo siempre al alcance de la mano en el “otro”. Tanto más próximo cuanto más próximo es mi prójimo». (G. Rovirosa: Obras Completas, Tomo II, pp. 88-89).

TESTIMONIO «Ante Rovirosa me he sentido realmente avergonzado, puesto que llevó a la perfección la vida evangélica. Yo he gastado la mayor parte de mi vida en el monasterio, retirado del mundo, y no he alcanzado ni la mitad que lo que ha conseguido este hombre en el orden sobrenatural, en tan poco tiempo. Él debería ser nuestro maestro y nosotros sus discípulos. Conoce más de San Agustín que nosotros que llevamos una vida consagrada al estudio». (P. REINALD BOZZO, benedictino de Montserrat y amigo de Guillermo Rovirosa).

AGRADECIMIENTOS Quiero comunicar con alegría el nacimiento, hace tres meses ya, de dos hermanos mellizos, hijos de un joven matrimonio, amigo nuestro. El favor que pedí a Rovirosa fue que llegaran a nacer con vida, dado que antes de que se cumpliera el tiempo completo del embarazo empezó a haber un gravísimo riesgo para los dos fetos, sobre todo el varón no se desarrollaba con normalidad. A los padres se les planteó incluso el pensar si practicar una cesárea para salvar a la niña, algo más desarrollada. Ellos decidieron esperar y ponerse en las manos del Señor. Fue cuando empecé a rezar por ellos encomendándolos a Guillermo Rovirosa. Fueron muchos días de miedo y angustia, no exentos de problemas, pero finalmente la madre dio a luz a los dos niños. Desde entonces han tenido que ingresar nuevamente y en el momento de escribir estas líneas parece ser que en dos días volverán a casa. Creo que, además de todas las personas que estuvieron pidiendo por ellos, el favor de Guillermo Rovirosa se ha unido a tanta fe y siempre desde el «hágase Tu Voluntad». Quiero darlo a conocer. (T. de Vallejo. Santiago de Compostela)


ORACIÓN Padre, tú llamaste a Guillermo Rovirosa, le mostraste la grandeza de tu amor, manifestado en Jesucristo, el obrero de Nazaret entregado hasta la muerte y resucitado, y lo enviaste como apóstol al mundo obrero. Concédenos vivir, con su misma coherencia, el bautismo que nos ha hecho hijos tuyos, de modo que en el trabajo de cada día lleguemos a transformar la sociedad según tu voluntad y a transmitir la alegría de la fe a nuestros hermanos. Te pedimos, por su intercesión, ayuda ante la necesidad que te presentamos (...) y el gozo de agradecértela con un mayor compromiso a favor del amor y la justicia. Por Jesucristo, nuestro Señor. (para uso privado) Con licencia eclesiástica, de conformidad con el decreto de Urbano VIII

Para recibir más información, enviar testimonios o comunicar agradecimientos, dirigirse a:

HOAC-Causa de G. Rovirosa C/ Alfonso XI, 4-4º. 28014 MADRID Tfno.: 91 701 40 80. Fax: 91 522 74 03 Correo electrónico: rovirosa@hoac.es www.hoac.es Si usted quiere ayudar a la Causa, puede hacerlo mediante giro postal a la dirección arriba citada o mediante ingreso en la siguiente cuenta: Caja Madrid, c/c 2038-1816-20-6000453679 Promotora de la causa: Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC)

Su proceso de canonización se abrió el 8 de julio de 2003


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