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Orar en el mundo obrero
Pentecostés
ORAR EN EL MUNDO OBRERO PENTECOSTÉS (12 junio 2011) El Espíritu es aura suave y vendaval movilizador, llama de amor viva y fuego debelador de injusticias, lluvia de dones y llamada apremiante a la fidelidad, palabra consoladora o cortante cual espada afilada. Es el Espíritu de Jesús, que vino a traer fuego a la tierra (Lc 12,49), fuego de amor que abrasaba su corazón y ahora arde en nosotros, sus seguidores, en ascuas de amor y compromiso por la justicia.
VER Manifiesto “DEMOCRACIA REAL YA” “El ansia y acumulación de poder en unos pocos genera desigualdad, crispación e injusticia, lo cual conduce a la violencia, que rechazamos. El obsoleto y antinatural modelo económico vigente bloquea la maquinaria social en una espiral que se consume a sí misma enriqueciendo a unos pocos y sumiendo en la pobreza y la escasez al resto. Hasta el colapso. La voluntad y fin del sistema es la acumulación de dinero, primándola por encima de la eficacia y el bienestar de la sociedad. Despilfarrando recursos, destruyendo el planeta, generando desempleo y consumidores infelices. …… Es necesaria una Revolución Ética. Hemos puesto el dinero por encima del Ser Humano y tenemos que ponerlo a nuestro servicio. Somos personas, no productos del mercado. No soy sólo lo que compro, por qué lo compro y a quién se lo compro”. Pongámonos en sintonía con el viento arrebatador del Espíritu. No es nada bueno, en tiempos de intemperie humana como los nuestros, vivir en la pasividad y la somnolencia. Tanto en la Iglesia como en la sociedad el Espíritu nos anima a hablar y a actuar.
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Testimonio de comunión eclesial (HOAC de Córdoba) “Ante el cierre inminente de Locsa, una empresa emblemática en Córdoba, los trabajadores y sus familias acampan en torno a la parroquia Virgen del Rosario, su parroquia. Utilizan la luz, el agua y unos soportales, pero el párroco no tiene autorización del obispado para abrir el templo. Llevan allí desde los primeros días de mayo. La Comisión Diocesana de la HOAC, se dirige al Obispo: “Creemos que en estos tiempos de crisis económica y social, la Iglesia debemos seguir estando cercana al sufrimiento de los trabajadores y de sus familias. La Iglesia, como madre y maestra de misericordia, debemos escuchar el sufrimiento de estas familias trabajadoras y mostrar el apoyo a sus justas reivindicaciones. Lo que los trabajadores piden no se les puede negar: apoyarlos y abrir el templo del Obrero de Nazaret a los obreros, templo de Jesucristo. Creemos que no se profana la casa de Dios si dejamos que el dolor y la lucha pacífica de estos trabajadores se cobijen en ella. Todo lo contrario: tenerlo cerrado con ellos a sus puertas es un anti-testimonio y un anti-signo cristiano difícil de entender. Es más, estamos convencidos de que es la voluntad del Señor la que ha puesto a estos hombres y mujeres en nuestro camino como Iglesia, también en el suyo como obispo. Su petición buscando refugio, comprensión en su lucha, posada en su desamparo y desesperación… nos reclama como Iglesia compasiva y cercana a las aspiraciones de justicia y de verdad. … Por este motivo, le pedimos que, además de dar el oportuno permiso, considere visitar a esos trabajadores y conocer de primera mano sus aspiraciones, sus reivindicaciones, sus miedos… y encontrarse con sus familias que allí están apoyándolos”. Nunca sabemos bien cómo actúa el Espíritu ni a través de qué medios y personas. Él interpela nuestros corazones en la comunión: La vida y la lucha de estos trabajadores y sus familias, la sensibilidad del sacerdote de dicha parroquia, la reunión del Secretariado de P.O. con el Obispo días antes, la carta de la HOAC, la oración y buena voluntad del propio Obispo, la cercanía de las parroquias obreras al conflicto, el agua de la lluvia que caía aquella mañana… hicieron que el sábado 7 de mayo, a las 9,00 horas una llamada de teléfono diera la autorización para que la Iglesia abriera de par en par los brazos a esas familias trabajadoras. Aquella mañana un grupo de esos trabajadores y sus familias oraron en su templo junto al párroco. Y al caer la tarde del domingo fueron visitados por el Obispo. Una vez más la fuerza de la debilidad se abre paso desde la comunión y el amor”.
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POEMA (E. Cardenal, Canto cósmico, Trotta, 34) ESTRELLAS Y LUCIÉRNAGAS Seres esencialmente cósmicos: No podemos excluir a la tierra de la eternidad. Esas luces allá arriba, la Jerusalén Celestial. Si en matemáticas son infinitos los números los pares y los impares ¿por qué no una belleza infinita y un amor infinito? Es una constante en la naturaleza la belleza. De ahí la poesía: el canto y el encanto por todo cuanto existe. La tierra podría haber sido igual de funcional, de práctica, sin la belleza. ¿Por qué pues? Todo ser es suntuario. ¿Necesario acaso que dieras tan lujosísimas joyas a tan efímeros peces saltando este atardecer en el plan del bote? Ámame, y si soy nada, seré una nada con tu belleza en ella refractada.
PALABRA DE DIOS Juan 20, 19-23 Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas atrancadas por miedo a las autoridades judías. Jesús entró, se puso en medio y les dijo: “Paz con vosotros”. Dicho esto, les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho de ver al Señor. Jesús repitió: “Paz con vosotros. Como el Padre me ha enviado, os envío yo también”. A continuación sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los imputéis, les quedarán imputados”.
PARA COMPRENDER EL TEXTO Pentecostés era la antigua fiesta judía de la recolección y, posteriormente, de las Semanas (a las 7 semanas de la Pascua) en memoria de la alianza del Sinaí. Es la fiesta cristiana de la nueva y eterna alianza en la sangre de Jesús, que se hace realidad a través de la donación del Espíritu por parte del mismo Jesús. En Pentecostés se constituye la Iglesia. En Sinaí fue constituido el pueblo de Israel con la proclamación de la alianza y la entrega de la ley; en Pentecostés nace la Iglesia con la donación, no de la ley, sino del Espíritu.
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La Iglesia se constituye en torno a Jesucristo crucificado y resucitado, vivo y presente. Jesús ocupa el centro de la comunidad –se puso en medio-, la saluda y bendice con la paz. Es el Jesús de las manos abiertas y del costado traspasado, del que fluye un torrente de vida trasfundida a la vida “mortecina” de los discípulos. La comunidad se llena de alegría al ver a Jesús. Se rehace del encierro y el miedo. Con Jesús en medio se siente confiada, libre y segura. La plenitud radiante de vida (paz) que dimana de Jesús y del Padre ha de discurrir hacia afuera, hacia toda la humanidad. La comunidad de discípulos es también comunidad de apóstoles, que recibe de Jesús la misión de liberar y dar paz, amnistía, vida. Realmente es la misma vida del Padre que vive el Hijo Jesús y que Jesús comunica a la Iglesia. La Iglesia no tiene otra razón de ser que anunciar y ofrecer a todos la vida verdadera (paz en libertad y amor) que recibe de Jesús. Todo en la Iglesia es acción de Jesús y del Espíritu: su vida y su misión es la vida y misión de Jesús que ella recibe y realiza desde la fuerza del Espíritu. La misión cristiana no es la obediencia voluntarista a una orden, sino un impulso interior, el fuego interior del Espíritu Santo. “… Jesús realiza el gesto de la nueva creación… lo mismo que Dios insufló su aliento en el primer hombre, ahora el Mesías insufla el Espíritu Santo sobre los discípulos, dándoles así la plenitud de vida (Ezequiel 37). En el lenguaje del evangelio se trata de nacer de nuevo” (R. Becerril, Homilética 2011/3, 285). No es una tarea fácil. El Espíritu ha de quemar a los discípulos para purificarlos, ha de recomponer sus fracturas interiores, ha de generar la armonía de una vida unificada en la paz, la libertad y el amor. Solamente así el discípulo puede dedicarse a desatar las ataduras personales y estructurales de la injusticia, la mentira y la deshumanización. La comunidad de perdonados y reconciliados por el amor de Dios, derramado por el Espíritu (cf. Rm 5,5), está en condiciones también de perdonar/retener los pecados. Retener los pecados puede significar la puesta en evidencia por parte del cristiano y de la comunidad cristiana de situaciones personales, sociales y estructurales de injusticia contumaz y normalizada. Es la denuncia profética que se expresa –en los profetas y en el mismo Jesús- en un lenguaje crudamente admonitorio de desastre. Es una forma apremiante de llamar a la conversión al amor y la justicia. ¿Qué necesitamos la HOAC para disponer de un buen equipamiento de libertad, esperanza y amor encarnado en los empobrecidos? Acojamos a Jesús, que nos abre las manos y el corazón. En la oración podemos ver realmente a Jesús e inundarnos de gozo. Acojamos su aliento vital, su Espíritu de fuego y luz, de alegría y paz, de energía para proclamar y promover la justicia y la fraternidad. Damos gracias a Jesús por la
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Iglesia y por la comunidad apostólica eclesial que somos la HOAC. El Espíritu nos llama desde las víctimas del mundo obrero a definir y realizar nuestro PE y nuestro QAC.
ACTUALIZACIÓN DE LA PALABRA En forma de Oración (Pedro Trigo, Salmos del Evangelio, ST ) “Jesús les enseñó las manos y el costado. Aquellas heridas tremendas, signo de la fidelidad de Jesús, pero también del altísimo precio de la misma, evidenciaban el pecado de los dirigentes y su poder, capaz incluso de arrebatar la vida. Pero, en definitiva, eran señales de su impotencia, porque la historia de Jesús proseguía. Las llagas eran las señales del triunfo final de la fe de Jesús y de su incontable capacidad de dar vida. ¡Ni la muerte, Padre, es obstáculo a tu poder creador! Así al menos quisiéramos creerlo, Padre, cuando ni siquiera podemos verlo porque nos tienen hipnotizados con sus alardes de técnica y prepotencia los que hoy dominan la historia. Es ahora, Señor, cuando necesitamos experimentar tu energía dadora de vida para poder vivir libres de esa contundencia que los grandes exhiben para imponerse a nosotros” (165).
Y eso mismo han de ser también todos los discípulos: la continuación de su historia. En él, todo para Ti y todo para los demás. … Los cristianos no somos la guardia de honor de un sepulcro vacío, sino los enviados de Jesús para proseguir la obra a que lo enviaste Tú. … Por eso, para habilitarnos, sopló Jesús sobre los suyos como Tú hiciste para que alentara Adán. Les infundió su mismo Espíritu, que es el tuyo, para que siga en ellos su misma historia. … Tu Hijo nos envía para que sigamos su misma historia, para que su historia prosiga en nosotros desde dentro como la mismísima historia de Jesús” (167-168). “Como sabías, Padre, que éramos pecadores, nos diste el Espíritu Santo para perdón de los pecados. Solo el Espíritu de Jesús rompe las cadenas de los hechos consumados. … Si en el Espíritu es posible perdonar, entonces queda rota la ley de hierro de la retribución. … Al hacer posible el perdón, demuestras hasta qué punto eres un Dios creador. … Tú sabes, Padre, que insensiblemente vamos excluyendo de nuestro corazón a mucha personas, incluso a hermanos en la fe y en el apostolado. … Necesitamos, Padre, el Espíritu del perdón más que el aire, el agua y el pan” (168-170).
“Los discípulos estaban ya en el secreto de Jesús. No para formar alrededor un círculo de adoradores ensimismados, sino para que siguiera adelante la misión que Tú, Padre, le habías encomendado. Jesús no quiere que lo transformemos en ídolo. Él es el Hijo y, por ello, nuestro hermano; todo para Tí y, por ello, todo para nosotros.
“Quien se deja invadir por el Espíritu descubre que la fuente de su misión es el amor del Padre. Entonces empieza a sentir ´pasión misionera` y ´amor`, como Jesús, ante quienes sufren el dolor, la injusticia, la ignorancia, el hambre, el sinsentido. Y en su vida, no solo es capaz de prescindir de las cosas más queridas, sino que descubre que la ´plenitud` y la ´realización` están en ese salir de sí mismo y vivir para los demás. Perso-
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na resucitada es la que se deja guiar por el Espíritu de Dios hacia la aventura, la sorpresa, la novedad, la vida… Persona resucitada es la que pone vida donde no la hay, o la defiende donde está amenazada” (Fl. Ulibarri, Conocer, gustar y vivir la Palabra, ciclo A, VD, 203). El Espíritu nos hace libres para poder amar. Y, al mismo tiempo, el Espíritu “nos enamora” para romper la clausura y estrechez del corazón. Quien acoge el don del amor como entrega de sí, se ve libre de miedos, ambiciones y apegos posesivos. Vive la pobreza en la experiencia de una riqueza mayor de amor.
“Sin el Espíritu Santo, Dios queda lejos, Cristo pertenece al pasado, el Evangelio es letra muerta, la Iglesia una mera organización, la autoridad un dominio, la misión una propaganda, el culto una evocación y el obrar cristiano una moral de esclavos.
Pero con el Espíritu el cosmos es exaltado y gime hasta que dé a luz el Reino, Cristo Resucitado está presente, el Evangelio es potencia de vida, la Iglesia comunión trinitaria, la autoridad servicio liberador, la misión un nuevo Pentecostés, el culto memorial y anticipación y el obrar humano queda deificado.
(Mons. Hazim, metropolita ortodoxo,Upsala 1968) “Lo que hemos compartido es una dinámica para avanzar en concretar en la HOAC formas de vida que nos ayuden a sentir, pensar y actuar desde Jesucristo y a desarrollar un Quehacer Apostólico Comunitario que las ofrezca como camino de humanización y comunión en el mundo obrero. Una dinámica que tiene como centro la vivencia de la mística hoacista como experiencia de humanización y de comunión que hace frente al empobrecimiento y la deshumanización. Mística que es la experiencia de Jesucristo en la existencia obrera. … Solo en la medida en que vivamos el cultivo de nuestra espiritualidad y formación como experiencia de crecimiento en la comunión en el equipo, la familia, la HOAC, la comunidad eclesial y, sobre todo, como experiencia de comunión en y con los empobrecidos del mundo obrero, nuestra espiritualidad y formación serán experiencias de encuentro con Jesucristo que transforma nuestra vida y hace frente al empobrecimiento y la deshumanización” (Implicaciones de los Acuerdos de la XII AG para las Responsabilidades de Formación y Consiliaría…, material interno).
Amnistía Internacional en su 50º aniversario Peter Benenson dio origen a AI el 28 de mayo de 1961 a través de un artículo en defensa de ocho presos portugueses. Citaba un proverbio chino: “Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad”. Cuenta hoy con tres millones de socios en 150 países. No admite subvenciones de los Gobiernos o partidos. Ingresó 202 millones de euros en 2009, el 96% de cuotas y donaciones. En 1977 recibió el Premio Nobel de la Paz. Inicialmente se dedicaba a defender a los presos, pasando luego a afrontar los temas de armas, tortura, justicia internacional y, ahora, el pacto internacional de derechos
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económicos, sociales y culturales. “Aceptamos la pobreza como inevitable, con la misma actitud que tratábamos la esclavitud en el s. XIX” (Esteban Beltrán, director de AI España). “Tenemos que buscar a los Pinochet de la pobreza”. Ha pasado de ser una organización de presos para serlo de derechos humanos.
SALMO 11 ¡Sálvanos, Señor!, que se acaba la lealtad, que desaparece la sinceridad entre los hombres. No hacen más que mentirse unos a otros, hablan con labios lisonjeros y doblez de corazón. Corte el Señor los labios lisonjeros y la lengua fanfarrona de los que dicen: “La lengua es nuestra fuerza, nuestros labios nos defienden, ¿quién será nuestro amo?” El Señor responde: “Por la opresión del humilde, por el lamento del pobre, ahora me levanto y pongo a salvo a su testigo”. Las palabras del Señor son palabras limpias, como plata acendrada en el crisol, acrisolada siete veces. Tu nos guardarás, Señor, nos librarás de esa gente, de esos malvados que merodean como sabandijas en torno a los hombres.
COMENTARIO El tema específico del salmo es la palabra. Describe el uso que los malvados hacen de la palabra, como instrumento de poder. Es terrible entre los hombres el poder de la palabra. El orante dirige su súplica a Dios. Las palabras de los pobres indefensos son gemido y oración, el grito de ¡Sálvanos, Señor! Dios promete intervenir. Su promesa es garantía segura. Miqueas 7,2: Han desaparecido del país los hombres leales, no queda un hombre honrado. Sabiduría 73,9: Su boca se atreve con el cielo y su lengua recorre la tierra. El alzarse de Dios: Isaías 33,10: Ahora me pongo en pie, ahora me alzo, ahora me yergo, dice el Señor (Isaías 33,10). La intervención de Dios no está motivada por la necesidad de castigar al insolente, sino por la voluntad de salvar al desgraciado: las víctimas inocentes, los gemidos indefensos ponen en pie a Dios. Salmo 76, 10: Dios se pone en pie para juzgar, para salvar a los humildes de la tierra. Pensemos en el poder que confiere la palabra en la publicidad, en la política interna e internacional. Quien controla la palabra, los medios de comunicación, detenta un poder inmenso. El salmo suena terriblemente actual.
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Cristo como palabra: acendrado como enviado del Padre, acrisolado en el sacrificio por los hombres. La Iglesia recibe el ministerio de la palabra para predicar el evangelio. Puede sentir la tentación de usar la palabra como instrumento de poder y, por ello, se ha de acrisolar siempre en el crisol del evangelio.
ORACIÓN-POEMA (A. López Baeza, Canciones del hombre nuevo, ST, 117) QUE EL SEÑOR NOS CONSTRUYA LA IGLESIA Si el Señor no construye la Iglesia, ¡vanas son todas las ideologías de Igualdad y Fraternidad!
Allí donde un hombre vive de la Experiencia de Dios, surge un pueblo de hermanos.
Si el Señor no une nuestros corazones, ¡jamás los unirán dogmas, leyes y ritos!
¡Qué lejos llega la iglesia que ha sabido fecundar con el Espíritu los valore e inquietudes de una humanidad en marcha!
¡Qué inútil todo afán proselitista basado en el dominio de una cultura sobre otra!
Ella subsistirá más allá de tradiciones y formas sociológicas.
Cuando los verdaderos hijos del Evangelio nacen del testimonio desinteresado y gratuito.
Su autenticidad no será objeto de discusión, porque se situó en los cimientos de todo lo divinamente humano
“Puede decirse que el Espíritu Santo es el agente principal de la nueva evangelización: él es quien impulsa a cada uno a anunciar el evangelio y quien en lo hondo de las conciencias hace aceptar y comprender la Palabra de salvación… A través de él, la evangelización penetra en los corazones, ya que él es quien hace discernir los signos de los tiempos –signos de Dios– que la evangelización descubre y valoriza en el interior de la historia” (Evangelii nuntiandi, 75) 8