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ORAR EN EL MUNDO OBRERO Domingo de Ramos, Jueves Santo, Viernes Santo 2011 (17­23 abril 2011) Semana santa, rociada e impregnada de la belleza sublime de la pasión de amor hasta la muerte de Jesús. Semana santa de quienes morimos con Jesús para resucitar con Él (Rm 6,8), resucitados y resucitadores de quienes necesitan vida y dignidad.

DOMINGO DE RAMOS TESTIMONIO Las denuncias de la Plataforma Ciudadana de la Zona Norte de Granada llegan al Parlamento Europeo (HOAC de Granada, 21/3/2011) El eurodiputado de Izquierda Unida y Vicepresidente de la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo, Willy Meyer, se reunió en la mañana del pasado miércoles con Isabel Salinas, presidenta de la Plataforma Ciudadana de la Zona Norte de la ciudad de Granada, y con Francisco Puentedura, portavoz de IU en Granada… La presidenta de la Plataforma, Isabel Salinas, señaló que esta zona granadina se en­ cuentra “en una situación de emergencia social, con unas tasas de absentismo y fracaso escolar cercanas al 70%, un desempleo estructural que afecta a más del 50% de los veci­ nos, infravivienda, permisividad con actividades ilegales e inseguridad ciudadana”. Asimismo, Francisco Puentedura señaló “la vulneración de los derechos fundamenta­ les de los cerca de 40.000 ciudadanos que residen en este barrio por la pasividad y el abandono del Ayuntamiento y de los gobiernos autonómicos y central que han permitido que estos barrios sean una zona olvidada e ignorada”. “Prueba de este olvido es el incumplimiento del Plan Integral para la Zona Norte, que pomposamente anunciaron todas las administraciones y que, tras más de tres años desde su aprobación, no se ha dotado de presupuesto ni se ha llevado a cabo ninguna de las medidas que recogía” afirmó Puentedura. Por todo ello, la Plataforma ha registrado una petición a la Comisión de Peticiones denunciando estos hechos y esperando que “el Parlamento Europeo obligue a las admi­ nistraciones españolas a implementar medidas eficaces que garanticen el cumplimiento de los derechos fundamentales de los ciudadanos que residen en esta zona, presionando para que se deje de mirar hacia otro lado y se devuelva a estos barrios la dignidad que le corresponden” concluyó Salinas.

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Durante la Semana Santa oremos con el pueblo excluido: mundo obrero empobrecido, barrios marginales y marginados… para dedicarnos, unidos a Jesús, a su liberación y promoción.

ORACIÓN Hoy que sé que mi vida es un desierto, en el que nunca nacerá una flor, vengo a pedirte, Cristo jardinero, por el desierto de mi corazón. Para que nunca la amargura sea en mi vida más fuerte que el amor, pon, Señor, una fuente de alegría en el desierto de mi corazón. Para que nunca ahoguen los fracasos mis ansias de seguir siempre tu voz, pon, Señor, una fuente de esperanza

en el desierto de mi corazón. Para que nunca busque recompensa al dar mi mano o al pedir perdón, pon, Señor, una fuente de amor puro en el desierto de mi corazón. Para que no me busque a mí cuando te busco y no sea egoísta mi oración, pon tu cuerpo, Señor, y tu palabra en el desierto de mi corazón. Amén.

PALABRA DE DIOS Mateo 21, 1­11 Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús mandó a dos discípulos, diciéndoles: “Id a esa aldea y encon­ traréis enseguida una borrica atada, con un pollino; desatadlos y traédmelos. Y si alguien os dice algo, contestadle que el Señor los necesita, pero que los devol­ verá cuanto antes”. Esto se cumplió para que se cumpliese lo que dijo el profeta: “Decid a la ciudad de Sión: Mira a tu rey que llega, humilde, montado en su asno, en un pollino, hijo de acémila” (Zacarías 9,9). Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús; trajeron la borrica y el pollino, les pusieron encima los mantos y Jesús se montó. La ma­ yoría de la gente se puso a alfombrar la calzada con sus mantos; otros la alfom­ braban con ramas que cortaban de los árboles. Y los grupos que iban delante y detrás gritaban: “¡Hosanna al Hijo de David!” “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” “¡Hosanna al Dios soberano!” Al entrar en Jerusalén, la ciudad entera preguntaba alborotada: “¿Quién es éste?” La gente contestaba: “Este es el profeta, Jesús, el de Nazaret de Galilea”.

PARA COMPRENDER Y ACTUALIZAR LA PALABRA Jesús sube a Jerusalén a culminar su misión mesiánica, presentándose abierta y pública­ mente en la ciudad de Sión como el Mesías Liberador. Hasta ahora, Jesús había actuado

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como Mesías, pero había evitado afirmarlo públicamente. Realiza su presentación a través del gesto profético de entrar en la ciudad montado en un asno, en son de paz y de servicio. Lo indica expresamente la cita de Zacarías 9,9: Decid a la ciudad de Sión; Mira a tu rey que llega, humilde, montado en su asno… Es una acción que provocaría irrisión en los detentadores del poder religioso, pero en la que es reconocido y aplaudido por los discípulos y el pueblo humilde. Le aclaman diciendo: ¡Hosanna! (¡Sálvanos, por favor!). Jerusalén recela de Jesús y se alborota. Es la misma reacción manifestada ante la noticia del nacimiento del Mesías, en Mt 2,3: Herodes se sobresaltó, y con él Jerusalén entera. Pero, ese gesto pacífico se tornará enseguida conflictivo: Jesús irrumpe en el templo y expulsa drásticamente y a la fuerza a quienes negociaban en el mismo (Mt 21,12­17). Esa “purificación” del templo va unida a curaciones de cojos y ciegos: el templo no ha de ser un lugar de injusticia, al amparo de Dios, sino de humanización. ¿Qué gestos proféticos estamos llamados nosotros a realizar? Cada uno hemos de responder concretamente a esta pregunta. Tendrían que ser gestos en línea de - “entrar y estar en la sociedad” viviendo, hablando y actuando con sencillez, humildad y servicio; - recrear formas comunitarias de vida eclesial, en las que la comunión de vida, bienes y acción sea real y habitual, y ofrecer esa comunión a los empobrecidos; - denunciar con argumentos humanos y evangélicos la deshumanización y empobre­ cimiento que genera el actual sistema de producción y consumo; - realizar pequeños gestos simbólicos, cargados de mensaje y de verdad. Identifiquémonos con Jesús, que hace su presentación mesiánica en Jerusalén, no en plan triunfalista sino con una humildad puesta al servicio de la liberación de toda deshumanización, incluida la ejercida por la religión. Pidámosle y recibamos de Jesús su espíritu amante, veraz, libre, solidario.

6ª Propuesta de Vida y Acción (Acuerdos XII AG): Vivir y construir la Acción Católi­

ca y la Pastoral Obrera como formas de Ser y Actuar de la Iglesia diocesana y la parroquia.

“… seguir trabajando para que la Pastoral Obrera ocupe un lugar central en la Pas­ toral Diocesana… Estamos llamados a colaborar a que toda la Iglesia asuma como propia la misión de evangelizar el mundo obrero”.

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“Los militantes de la HOAC concretarán su trabajo en la Pastoral Obrera y la Acción Católica desde el Quehacer Apostólico Comunitario y su Proyecto Evangelizador” (6ª Línea de trabajo, 3).

ORACIÓN­POEMA (Pedro Casaldáliga) Mi Fuerza y mi Fracaso eres tú. Mi Herencia y mi Pobreza. Tú mi Justicia, Jesús. Mi Guerra y mi Paz. ¡Mi libre Libertad! Mi Muerte y mi Vida, Tú. Palabra de mis gritos, Silencio de mi espera, Testigo de mis sueños, ¡Cruz de mi cruz!

Causa de mi amargura, Perdón de mi egoísmo, Crimen de mi proceso, Juez de mi pobre llanto, Razón de mi Esperanza, ¡Tú! Mi Tierra Prometida Eres Tú… La Pascua de mi Pascua ¡nuestra gloria por siempre, Señor Jesús!

JUEVES SANTO VER “Lucas, 13 años, repitiendo 1º de ESO. Llegó el año pasado al instituto, rebotado de otro centro. Es un crío y además hiperactivo, no puede estar quieto más de dos minutos. Cuando se aburre pincha al de al lado, rompe algo, provoca algún escándalo. Desde que llegó ha estado más tiempo expulsado que en clase; cada vez que vuelve de una expulsión está peor. Me lo encontré un día en la calle con unos chavales, algo menores que él, fu­ mando e intentando hacer reventar una lata con un mechero: se sentía importante, un maestro para ellos. En el instituto todos los profesores saben quién es y ninguno sabe qué hacer. Cuando lo ven por el pasillo, esperando en la puerta de la jefatura de estudios, le miran unos con curiosidad, y quizá con alivio porque no pertenece a su clase, otros con desesperación porque les toca sufrirlo en la hora siguiente... Una tarde ha roto siete cristales del instituto a pedradas. Se está valorando una nue­ va expulsión, aparte de que pague los cristales, pero su madre, soltera y con algún trabajo precario, no tiene dinero. Los servicios sociales no existen: está en una lista de espera para su estudio por la comisión de absentismo y por la de no sé qué, ni me importa, por­ que como no hay dinero esas comisiones se perderán en papeles y expedientes y Lucas seguirá intentando romper cristales hasta que definitivamente lo perdamos de vista”.

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Metamos en la cena eucarística de hoy y en nuestra vida a personas como Lucas, seguramente reseco de amor y amistad. Se trata solamente de abrir los ojos y el corazón, de mirar, sonreír, comunicar, quizás acariciar… como Jesús acariciaba, arrodillado, los pies de sus amigos. Como Jesús nos asea, nos abraza y nos sirve la mesa a nosotros esta tarde.

ORACIÓN “En el silencio, en el vacío –es difícil de explicar– yo llamo y recibo a Dios. Recibir a Dios…: ´El abismo llama al abismo`. El abismo es el hombre, su pobreza, su vacío, su nada. Este abismo de nada llama al abismo del todo. Él grita a Dios, su infinitud, su plenitud, su bondad inmensa, su paternidad. Es una llamada silenciosa, un grito interior. Ocurre en una relación de silencio. No hay vacío… Al contrario, una sensación de plenitud. … Amor de Dios, amor de los hombres, es todo uno. … No deseo nada en la oración, pues Dios es. Es el infinito, el amor, la grandeza. ¿Qué puedo yo desear más? Lo que me hace desear algo son mis hermanos humanos en la desgracia. La desgracia es trágica para todos los que no han encontrado la plenitud en Dios. … Dios no puede suprimir nuestros sufrimientos, pero nos ayuda a caminar. Esto ocurre en las profundidades que están fuera de lo sensible” (Sor Emmanuelle).

PALABRA DE DIOS Juan 13, 1­15 Era antes de la Pascua. Sabía Jesús que había llegado para él la hora de pa­ sar de este mundo al Padre; había amado a los suyos que vivían en el mundo y los amó hasta el extremo. Estaban cenando. El diablo le había metido ya en la cabeza a Judas, hijo de Simón Iscariote, entregar a Jesús. Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, y sabiendo que había venido de Dios y que a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ciñó una toalla; echó agua en una jo­ faina y se puso a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que llevaba ceñida. Al llegar a Simón Pedro, este le dijo: “Señor, ¿tú lavarme los pies a mí?” Jesús le replicó: “Lo que estoy haciendo no lo entiendes ahora; lo compren­ derás más tarde”. Replicó Pedro: “¿Lavarme tú los pies? Jamás”. Jesús le contestó: “Si no te dejas lavar, no tienes nada que ver conmigo”. Simón Pedro le dijo: “Señor, no solo los pies, también las manos y la cabeza”. Jesús le contestó: “Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies; está limpio todo. También vosotros estáis limpios, aunque no todos”. (Dijo

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que no todos estaban limpios, porque sabía quién lo iba a entregar). Cuando acabó de lavarles los pies se puso otra vez el manto y les dijo: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y con razón, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lava­ do los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros, porque os he dado ejemplo para que hagáis vosotros lo mismo que yo he hecho”.

PARA COMPRENDER Y ACTUALIZAR LA PALABRA El lavatorio de los pies se desarrolla en el marco de la cena pascual, que cele­ braba la liberación de la esclavitud de Egipto. Pero esta cena pascual celebra la pascua de Jesús, su hora de pasar de este mundo al Padre. Es la hora preanunciada y adelantada en la boda de Caná. Jesús va a realizar, en su vida entregada y florecida en resu­ rrección, la liberación y la nueva alian­ za de Dios con toda la humanidad. Será la hora culminante de la historia de amor de Jesús a los suyos, expre­ sión a su vez del amor inconmensura­ ble de Dios a la humanidad: había amado a los suyos… y los amó hasta el extremo. El gesto del lavatorio define la forma de ser y de actuar de Jesús con las personas, como servicio humilde a los humildes. Ello significa la inversión total de las relaciones interpersonales y sociales: el superior –el maestro­ se pone a los pies del inferior –el discípulo­ (ver también Mt 10,44­45). Es un gesto que resume toda la vida y misión de Jesús. En Juan, el lavatorio sustituye a la cena eucarística. La cena del Señor tiene como verda­ dero sentido el servicio humilde a los humildes. El haced esto en memoria mía de la eucaristía es también que hagáis vosotros lo mismo que yo he hecho del lavatorio. Lavar los pies es el servicio interpersonal de purificación, dignificación y embellecimien­ to de la vida de las personas a través de la curación, el perdón, la animación…, desde la empatía, la simpatía y la compasión. Tan fundamental es servir humildemente como aceptar humildemente el servicio del otro. Jesús apremia a Pedro: Si no te dejas lavar, no tienes nada que ver conmigo. Si uno no se deja querer, no fluye en él el amor y no podrá tampoco amar. El evangelio es la gracia/don del amor recibido y acogido, para luego poder amar sirviendo a los demás. El servicio humilde a/de los humildes es la actitud y conducta cristiana y eclesial funda­ mental. A los discípulos les costaba mucho entenderlo: en Mc 10,32­45 y Mt 20,17­28, los Zebedeos pugnan por ocupar los primeros puestos; en Lc 22,14­23, al final de la cena del Señor, los discípulos discuten sobre quién de ellos es el más importante. Entender y asumir esta actitud de servicio radical resulta también difícil para la Iglesia y para cada cristiano tanto a nivel intraeclesial como en la relación con la sociedad. ¿Cómo entendemos y vivimos nosotros el servicio humilde de/a los humildes?

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Hay gestos tan llenos de verdad existencial, que hablan por sí solos e iluminan gozosamente nuestra vida. La cena de Jesús, en la que se da a sus discípulos en el pan y vino compartidos…, el lavatorio de los pies, como parábola escénica del sentido de la cena… Contemplemos con paz a Jesús reclamando solamente el servicio, servirnos y hacernos servidores. Abrámonos a esta libertad y a esta dicha.

Texto de G. Rovirosa “Una comunidad verdadera es un trasunto del cielo en la tierra y una primicia que Dios nos da para fortalecernos en el camino… A primera vista parece que la persona su­ fre una disminución… pero ocurre exactamente lo contrario” (Comunitarismo I, Comu­ nidad).

7ª Propuesta de Vida y Acción (Acuerdos XII AG): Vivir la comunión con los empo­ brecidos del mundo obrero y del trabajo y ofrecerles a Jesucristo a través de nuestros modos de vida y de acción: el Quehacer Apostólico Comunitario. “Afrontar el reto de la humanización y del empobrecimiento hemos de hacerlo vi­ viendo encarnados y construyendo comunión con la debilidad del mundo obrero”.

ORACIÓN­POEMA (J. Mª. Escudero, MJ 410­11) JESÚS LAVA LOS PIES A LOS DISCÍPULOS (Jn 13,1-17) Señor, me agaché en Belén para comprobar que eras carne de mi carne. Eché a correr a orillas del Jordán para certificar que eras más que un profeta. Subí al monte de Galilea para probar “tu extraña pócima” de la felicidad. Más tarde me sentí dichoso, muy dichoso al compartir contigo mesa y sobremesa. Contemplé cómo cinco panes, dos peces y un corazón de niño saciaban, y de qué forma, mi hambre por un mundo mejor. Regresé avergonzado, malherido, arrepentido… y me encontré con unos brazos abiertos y un corazón de Padre. Y hoy, Señor, cuando estaba convencido de que, al fin, había comprendido toda tu verdad, cuando mis oídos habían escuchado los secretos de tu amor, y mis ojos se habían deleitado con las maravillas de tu reino …, hoy, Señor, te pones de rodillas y me lavas los pies, hoy, Señor, te pones de rodillas y revuelves mi corazón. Señor, Padre bueno y misericordioso,

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enséñame a conjugar mi vida de rodillas. No lo que yo quiero, sino lo que quieres Tú, no lo que a mí me guste, sino lo que te agrade a Ti, no donde, cuando y como yo quiera, sino cuando, donde y como quieras Tú. Señor, Padre bueno y misericordioso, enséñame a arremangarme las mangas del orgullo, a reclinar mi afán de superioridad, a agarrar la palangana de tu Palabra y a descubrir en los pies de tus hijos, en las necesidades de mis hermanos, la hermosa misión que Tú me encomiendas cada día.

VIERNES SANTO VER “En 2009 se alcanzaron los 1,53 billones de dólares de gasto militar mundial, lo que supone un incremento del 49% respecto al 2000. EEUU es responsable de casi la mitad de todo el gasto militar mundial (46,5%). En contraste, la Ayuda Oficial al Desarrollo de 2009 fue de 118.000 millones de dólares. Los presupuestos de España han disminuido en el año 2011 en Educación el 8,1%, el resto de los Ministerios un promedio del 15% y en Ayuda Oficial al Desarrollo en un 19,9% (852 millones de euros); pero el gasto militar ha disminuido solo un 5,19%. El gas­ to militar en defensa para el año 2011 asciende a 17.245 millones (47,2 millones de eu­ ros/día). Por cada euro dedicado a la AOD, cuatro son dedicados al gasto militar” (Bol. Justicia y Paz 2011). Nuestra contemplación con los ojos del corazón mira hoy a Jesús totalmente aplastado por el odio y la injusticia. Asociemos a Jesús a tantos hombres y mujeres, que siguen muriendo en guerras, todavía hoy, y en tantas otras formas destructivas de la vida.

ORACIÓN En esta tarde, Cristo del Calvario, vine a rogarte por mi carne enferma; pero, al verte, mis ojos van y vienen de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo mostrarte mis manos vacías, cuando las tuyas están llenas de heridas? ¿Cómo explicarte a ti mi soledad, cuando en la cruz alzado y solo estás? ¿Cómo explicarte que no tengo amor, cuando tienes rasgado el corazón?

¿Cómo quejarme de mis pies cansados, cuando veo los tuyos destrozados? 8


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Ahora ya no me acuerdo de nada, huyeron de mí todas mis dolencias. El ímpetu del ruego que traía se me ahoga en la boca pedigüeña.

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Y sólo pido no pedirte nada, estar aquí, junto a tu imagen muerta, ir aprendiendo que el dolor es solo la llave santa de tu santa puerta. Amén.

PALABRA DE DIOS Juan 19, 8­11 Cuando Pilato oyó estas palabras se asustó más y, entrando otra vez en la residencia, preguntó a Jesús: “¿De dónde eres tú?” Jesús no le dio respuesta. Insistió Pilato: “¿Te niegas a hablarme a mí? ¿No sabes que tengo autori­ dad para soltarte y autoridad para crucificarte?” Jesús le contestó: “No tendrías autoridad alguna para actuar contra mí si Dios no te dejara”.

Juan 19,17­20. 28­30 Y con esto se hicieron cargo de Jesús. Él, llevando a cuestas su cruz, salió para un lugar que llamaban La Calavera (en arameo Gólgota); allí lo crucifica­ ron con otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio. Pilato mandó también escribir un letrero y ponerlo en la cruz; decía: “JESÚS NAZARENO, EL REY DE LOS JUDÍOS”. Como el lugar donde crucifica­ ron a Jesús estaba cerca de la ciudad, muchos judíos leyeron el letrero; porque además estaba escrito en hebreo, latín y griego. Después de esto, sabiendo Jesús que todo quedaba terminado, para que se terminara de cumplir la Escritura, dijo: “Tengo sed.” Había allí un jarro con vinagre. Sujetando a una caña de hisopo una espon­ ja empapada en el vinagre, se la acercaron a la boca; cuando tomó el vinagre, dijo Jesús: “Queda terminado”. Y reclinando la cabeza, expiró.

PARA COMPRENDER Y ACTUALIZAR LA PALABRA “Cuando ejecutaron a Jesús, todo el mundo estuvo de acuerdo en que era una medida necesaria y prudente, una medida exigida por la sensatez... El ejército estaba convencido de que Jesús era un revolucionario político; las autoridades civiles, de que perturbaba el orden público; los piadosos, de que era un idealista iluminado; los revolucionarios, de que en secreto era un archiconservador; la gente del pueblo pensaba, finalmente, que, a pesar de las esperanzas que había suscitado, no era capaz de resolver los problemas reales de su vida” (E. Schweizer) (en Fl. Ulibarri,142). “Jesús fue entregado a la muerte por su pretensión de ser “de Dios” y simultáneamente por su pretensión de liberar al pueblo… si Dios está en la realidad de acá abajo, si se le lesiona cada vez que se hiere, menosprecia o excluye a una persona, entonces ya no existe ningún poder absoluto, ni hay manera de poder invocar la razón de Estado. Si Dios quie­ re que cada persona sea libre y creativa, es un Dios muy incómodo. Jesús, al mostrar con

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sus actos y con sus palabras que no hay más que un solo mundo, el mundo reconciliado de Dios, arrebata a los especialistas de Dios sus privilegios, y a los especialistas del mun­ do sus poderes absolutos. Esto resulta tan insoportable para unos y para otros que la muerte de Jesús estaba cantada” (Id, 143­144). “El juicio ante Pilato es la escena central de la pasión. Jesús ya había comentado… con Nico­ demo: el juicio consiste en esto: en que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz (Jn 3,19). Ahora, ante Pilato… el juez es juzgado en su actitud ante el reo. Poco a poco la figura de Pilato se va encogiendo ante la de Jesús. Sus idas y venidas hacia fuera, ante el pueblo, o hacia dentro, ante el procesado, expresan su vaivén interior. Irónicamente, el diálogo entre ambos versará sobre la realeza. Aunque percibe su inocencia, la decisión final va a depender de la soberanía ante la cual Pilato se someta, la del César o la de la verdad” (R. Becerril, Homilética 2011/2, 178). Jesús, precisamente con su pasión y muerte, culmina su vida y su misión, la razón de su ser y vivir: todo queda terminado. Su muerte a la edad de unos treinta años es el sello de su acción evangelizadora de menos de tres años. ¡Tan poco tiempo, pero con tanta vida y a precio de tal muerte! No es la edad ni el tiempo lo que cuentan, sino la misión que cada persona estamos lla­ mados a realizar. Lo decisivo es ser fiel a sí mismo y a la propia vocación y, en ello, inver­ tir toda la vida. Lo importante para Jesús y para nosotros es acoger y expandir el evange­ lio del reinado de Dios. La clave de una vida y una muerte como la de Jesús es el amor gratuito de ofrenda y en­ trega de la propia vida a los demás, a los pobres y pecadores. Es un amor cargado de vida resucitada para uno mismo y para los demás. La muerte significa la expresión y eclosión máxima de ese amor. Un amor más fuerte que la muerte. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los que ama (Jn 15,13). Si el grano de trigo caído en tierra no muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. Quien tiene apego a su propia existencia, la pierde; quien desprecia la propia existencia en el mundo, la conserva para una vida sin término (Jn 12, 24­25). Por eso el Padre me ama, porque yo doy mi vida para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita, yo la doy voluntariamente. Está en mi mano desprenderme de ella y está en mi mano recobrarla. Este es el encargo que me ha dado el Padre (Jn 10,17­18). No somos doloristas, pero sí solidarios y con-pasivos. Lo más humano es sufrir con los que sufren, luchando a la vez contra todo sufrimiento. Quizás el mayor y mejor sufrimiento es el que proyectan en nosotros los sufrimientos de los demás. Es un sufrimiento de amor y un reclamo de acción liberadora. Ante Jesús crucificado y muerto solo podemos contemplarle con el corazón conmocionado por el amor. Jesús nos pagará haciéndonos más sensibles, encarnados y solidarios con el dolor de las personas.

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El sufrimiento injusto de las víctimas, comenzando por Jesús, es el que más nos revuelve y provoca nuestro compromiso de justicia y solidaridad. Que sea esta nuestra oración de Viernes Santo.

Monseñor Romero.­ “He sido frecuentemente amenazado de muerte. Debo decirle que, como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección. Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño. Se lo digo sin ninguna jactancia, con la más grande humildad. Como pastor, estoy obligado, por mandato divino, a dar la vida por quienes amo, que son todos los salvadoreños, aun por aquellos que vayan a asesinarme. Si llegan a cumplirse las amenazas, desde ya ofrezco a Dios mi sangre por la redención y resurrección de El Salvador. El martirio es una gracia de Dios que no creo merecer. Pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea semilla de libertad y la señal de que la esperanza será pronto una realidad. Mi muerte, si es aceptada por Dios, sea por la liberación de mi pueblo y como un testimo­ nio de esperanza en el futuro. Puede usted decir, si llegasen a matarme, que perdono y ben­ digo a quienes lo hagan” (Entrevista en Excelsior dos semanas antes de su muerte).

8ª Propuesta de Vida y Acción (Acuerdos XII AG): Ofrecer la Iniciación a la HOAC y acompañar a nuestros compañeros y compañeras del mundo obrero para que desde el en­ cuentro con Jesucristo construyan su Proyecto de Humanización como militantes obreros cristianos en la HOAC.

Amar como Él nos amó, y por amor, elegir el último lugar. Ser pobre y siervo, hermano de Jesús.

Llevar el Evangelio a los hambrientos y por amor, recoger todas las palabras de un pueblo donde el Verbo mora también y germina sin ruido.

Buscar como Él la vida escondida, y por amor, irse a donde el Espíritu llama. Ser solamente un viajero pasando en la noche.

Entregar hasta el final su vida dada, y por amor, morir, ofreciendo al Padre el abandono brotando de un corazón infinitamente libre.

Orar largamente al Amado, y, por amor, abrirse al mayor silencio. Adorar a Jesús Salvador en la Eucaristía.

(Hno. David, Himno de la beatificación de C. de Foucauld)

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