Solemnidad de pentecostes

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ORAR EN EL MUNDO OBRERO

Solemnidad de Pentecostés (15 de mayo de 2016) Comisión Permanente HOAC

El Espíritu Santo obra como quiere, cuando quiere, y donde quiere; nosotros nos entregamos, pero sin pretender ver resultados llamativos. Solo sabemos que nuestra entrega es necesaria… Para mantener vivo el ardor misionero hace falta una decidida confianza en el Espíritu Santo, porque Él viene en ayuda de nuestra debilidad… necesitamos invocarlo constantemente (EG 279-280).

¿Quién piensa en el Espíritu Santo? No nos hablan nunca de esto, y así estamos fabricando un cristianismo que no es el de Cristo en la Cruz. Y, sin embargo, el Espíritu Santo, cuando Él vino, es cuando nació la Iglesia, y es el que siempre nos dará fuerzas. Nuestra herejía no es fabricar nuevos dogmas, sino olvidar, dejar a un lado el Espíritu Santo… Queremos ir al cielo por dos reales. Esto no puede ser. El cielo exige lucha… Nuestro destino es esta lucha permanente. Para sustituir este ambiente de pecado necesitamos del Espíritu Santo (Rovirosa, Conferencias del Cursillo de segundo grado. OC, TV, 38-39).

PEDIR LA GRACIA, INVOCAR AL ESPÍRITU

¿Dónde está el Espíritu Santo en mi vida? Echo una mirada a mi última semana: a las personas, a los quehaceres, a los compromisos y reuniones, al quehacer comunitario, a los acontecimientos, a mi tiempo de oración, a los gozos y las esperanzas del mundo obrero, a lo que he hecho y he dejado de hacer, a la disposición y el ánimo con que he vivido cada uno de esos momentos… Si lo escribo, mejor: me hago más consciente de la presencia del Espíritu y de la acogida que le presto. Releo despacio los textos iniciales. Los escucho dirigidos a mí. Tienen que ver con la mediocridad de mi compromiso, con la debilidad de mi fe, con mi escasa esperanza, con mi falta de humildad, con ese creerme lo mejor de la Iglesia y poder despotricar de todos; tienen que ver con mi amor racionado… ¿verdad? Parece que saben de mi escasa oración, y de las justificaciones de mi vida. A lo mejor soy quien pretende “ir al cielo por dos reales”. La Gracia es gratis, pero no es barata. Por eso solo puede ser exigente. Pongo ante el Padre todo ello, e invoco al Espíritu:

ENVÍA, SEÑOR, TU ESPÍRITU

Ahora que el tiempo parece detenido, ahora que tu presencia es más palpable, ahora que mi ser desea y anhela, ahora que me veo necesitado, yo te pido al estilo humano: Envía tu Espíritu sobre mi estéril aridez, sobre mi fragilidad temerosa,

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sobre mis cómodos miedos, sobre mi pobreza egoísta, sobre mi cansancio vacío, sobre mis contradicciones constantes, sobre este desempleo, tan normal, sobre la precariedad, tan normal, sobre la deshumanización de este mundo, sobre mi falta de comunión, sobre mis luchas desganadas,


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sobre mi pasiva impaciencia, sobre mi frialdad ante el dolor, sobre mis ansias insaciables, sobre mi falta de fe.

Envía, también, tu Espíritu sobre mis alegrías, que las disfrute, sobre mi esperanza, que la avive, sobre mi trabajo, hazlo humano, sobre mis proyectos, que sean los tuyos, sobre mi familia, que sea fruto de tu amor, sobre mi campo arado, este mundo obrero, sobre mis flores compartidas, sobre mis ansias de cambio, sobre mis semillas de futuro, multiplica la vida, sobre la Iglesia toda.

lo que somos y tenemos. Que queme nuestros despropósitos y riegue lo que es brote de tus dones. Envía, Señor, tu Espíritu.

Envía, Señor, tu Espíritu, que cubra con su sombra todo lo que soy y tengo;

F. Ulibarri, adaptada

ESCUCHA AHORA LA PALABRA DE DIOS

Hch 2,1-11: Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar.

Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse. Residían entonces en Jerusalén judíos devotos venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. Al oírse este ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Estaban todos estupefactos y admirados, diciendo: « ¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua». Palabra del Señor 2


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ACOGE LA PALABRA, MEDITA Y CONTEMPLA

De Babel a Pentecostés. La primera lectura de las de la Eucaristía de hoy nos narra esta escena que hemos contemplado: la comunidad de los discípulos encerrada. El Evangelio de Juan que se proclama hoy nos da más datos: estaban con las puertas atrancadas por miedo a los judíos (Jn 20, 19). Humanamente no dan la talla, pero, en medio de ese miedo y esa cerrazón, el Señor Resucitado se hace presente con el don de su Paz y de su Espíritu. Es el Espíritu el que funde sus miedos y los saca afuera para anunciar el Evangelio. Tampoco nosotros damos humanamente la talla muchas veces; nos hace falta empezar por reconocerlo. Nuestras cerrazones y miedos serán otros, pero, en el fondo, sabemos que nuestras parálisis son justificaciones sin cuento. Sin Espíritu Santo no existe en nuestra vida más que miedo, más que encerrarnos en nuestras propias maneras de ver las cosas, y eso nos incapacita para escucharnos, para sentirnos comunidad, para la evangelización, para sentirnos Iglesia. Sin el Espíritu Santo, cada uno y cada una de nosotras seguiremos hablando nuestra propia lengua, como en Babel (Gn 11, 1-9) incapaces de escuchar y entender a los demás; oyendo solo lo que quiero oír. ¿Y no es esto lo que nos sigue pasando en tantas ocasiones, precisamente? La Comunión es posible solo en el Espíritu, en el reconocimiento del otro como hermano, como imagen de Cristo, como Cristo viviente para mí. La Comunión solo es posible cuando me abro a reconocer los dones del Espíritu en cada hombre y mujer, dentro y fuera de la Iglesia. Cuando estoy dispuesto a reconocer, acoger, aceptar y agradecer lo que el Espíritu de Dios pone en ellos, y cuando yo mismo reconozco y pongo los dones que he recibido al servicio de la Comunión que es, en definitiva, la tarea evangelizadora. Los discípulos, llenos del Espíritu, se lanzan afuera; ya no hay razones para el miedo, sino motivos para no callar un anuncio de Vida. Ya no son sus palabras o su fuerza, sino lo que dejan que el Espíritu vaya haciendo en ellos. Ya no se trata de mí, sino de nosotros. No es mi proyecto, sino el que estoy dispuesto a que construyamos entre todos. Ya no me preocupo de que me escuchen, sino de comprender, y de hacerme entender en su propia lengua, la de cada uno, para crear un sentir común. Es el pueblo de Dios en el que habita el Espíritu Santo. La Comunión es para la Misión. Humanizar, divinizar la existencia -que es evangelizarsolo es posible creando comunión; la Comunión que solo el Espíritu hace posible. La Comunión que construye el Espíritu se descubre y se vive en la tarea evangelizadora, anticipando el Reino de Dios y su justicia, viviendo la misma misericordia de Dios en nuestras relaciones humanas, sociales, económicas, políticas. Acoger el Espíritu no es levantarnos del suelo, levitando, sino encarnarnos para que “el Padre amoroso del pobre” nos haga instrumentos del sueño de Dios, y puedan comprenderlo nuestros hermanos y hermanas del mundo obrero en su propia lengua, en sus propias situaciones y circunstancias. Por eso no hay evangelización sin encarnación. Es el Espíritu quien sigue animando la lucha por un trabajo digno y una sociedad decente. La Misión solo es posible en comunión. No recibo el Espíritu Santo individualmente, sino como miembro incorporado a la Iglesia para hacer mi parte. Hoy es día de renovar y reavivar mi bautismo; de ocupar mi puesto, de realizar lo que me toca. Hoy es día para agradecer ser – con mis mediocridades- parte de esta Iglesia en salida que el Espíritu sigue animando. Hoy es día para sentirme miembro de la Acción Católica para la Pastoral Obrera, llamado a colaborar en la Pastoral Obrera de toda la Iglesia. Hoy es día para agradecer a Dios el don de la HOAC.Ven 3


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Solemnidad de Pentecostés

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

C.P.

El papa Francisco nos recuerda que el Espíritu Santo infunde la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta, en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente, sobre todo con una vida que se ha transfigurado en la presencia de Dios. (EG 259). Acoge agradecido esa fuerza del Espíritu en tu proyecto personal de vida, en tu proyecto evangelizador. ¿Cómo puedes encarnar el Evangelio en tu vida para que responda a las necesidades más profundas y humanas de las personas? Concrétalo.

Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre, don en tus dones espléndido.

Termina orando

Luz que penetras las almas, fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo. Tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego. Gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del alma si tú le faltas por dentro. Mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo.

Lava las manchas. Infunde calor de vida en el hielo. Doma el espíritu indómito. Guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito.

Salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.

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Señor, Jesús, te ofrecemos, todo el día… María, Madre de los pobres, Ruega por nosotros


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