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Escuela de Madres de La Granja Carmen Ariza y Érika Fabregat, mujeres de la HOAC
Foto: Henar Lanchas | Flick cc
HOAC.es • Nº 160 • marzo 2015 • III Época • 0,75€
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unque la pérdida de derechos y calidad de vida afecta al conjunto de la población, son las mujeres las que están padeciendo esta situación así lo con especial virulencia, al contar con peores condiciones de trabajo, menos derechos y escasa protección social, por no hablar del injusto reparto de «roles» y la falta de políticas públicas. La brecha de género que ya existía, lejos de atajarse, se profundiza.
A pesar de las dificultades, muchas mujeres se han convertido en las sustentadoras principales de sus hogares (han vuelto al mercado laboral en busca de empleo, como demuestra que la tasa de actividad femenina de las mayores de 50 años se haya incrementado desde 2008) y están enfrentándose a la crisis con determinación y coraje. Desgraciadamente, la sociedad no está sabiendo valorar ade-
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cuadamente su esfuerzo, ni la administración, desarrollar las políticas de apoyo más convenientes.
No se pueden postergar por más tiempo aquellas medidas y hábitos necesarios para que «las mujeres no se sientan invitadas sino participantes a título pleno en los distintos ámbitos de la vida social y eclesial», nos ha dicho el papa Francisco. Por su parte, el pontífice se ha manifestado a favor de incorporar mujeres en «la responsabilidad pastoral, en el acompañamiento espiritual de personas, familias y grupos, así como en la reflexión teológica». Poco a poco, las mujeres están accediendo a los órganos vaticanos. El camino a la igualdad pasa por la «reciprocidad en la equivalencia y la diferencia», insiste Francisco. La sociedad debe ponerse a la altura de la audacia de las mujeres. Ellas ya se han puesto en pie.
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con Dios en la vida obrera
Dar a luz a Dios en el mundo obrero ada mañana, al despertar el día, se levanta con el cuerpo molido por las duras jornadas de trabajo en el campo y la interminable faena de la casa. Ella sabe que sigue siendo difícil ser mujer trabajadora. Pero sus primeras palabras son una acción de gracias al Señor. Su oración a Jesús Obrero se detiene al pronunciar en voz baja «María, madre de los pobres. Ruega por nosotros». Su rezo, al calor de María, llena todo de sentido. Y la empuja a seguir dando a luz al Dios de los pobres en la realidad obrera. Por su trabajo y por su compromiso sabe del sufrimiento del mundo obrero, especialmente de las mujeres trabajadoras, y de lo que éste necesita a Jesucristo. Mari Carmen tiene la experiencia del amor misericordioso de Dios y de las proezas que ha hecho en su vida. Su fe, como la de María, es en el Dios que toma partido por los humildes y hace justicia con los empobrecidos.
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Teresa Jiménez Zamorano
la calle
Comprometidas con la igualdad Desde distintas realidades y latitudes, grupos dinamizados por mujeres militantes de la HOAC, comparten el mismo ÿlugar comúnŸ: la igualdad y el empoderamiento de las mujeres trabajadoras. stos grupos son abiertos a todas aquellas mujeres que viven la problemática o dimensión del mundo del trabajo. Es así como se plantean atajar la brecha de desigualdad y avanzar hacia una sociedad que favorezca su dignidad. Es, a su vez, una forma de cuidar y concretar el compromiso de mujeres cristianas en su ambiente más cercano. Entre sus dinámicas de trabajo, desarrollan espacios de formación teológica, laboral y social desde una perspectiva de género, que les permitan discernir sobre alternativas o propuestas de transformación personal y de cambio social. Así como acompañar los compromisos cotidianos que nos hacen sentir y ser de una manera más humana, y vivir y actuar en favor de la igualdad. Compartir la realidad que nos rodea, junto con otras mujeres, para denunciar las situaciones de deshumanización y de empobrecimiento. Y compartir nuestra fe, como motor de impulso de los quehaceres cotidianos de «trabajo, luchas, alegrías y penas». Los momentos de mayor visibilidad suelen estar vincula-
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Sector de la mujer. HOAC Valencia
Sector de la mujer. GOAC Barcelona
dos al 8 de Marzo y al 25 de Noviembre, Día de la Mujer Trabajadora y Día por la Erradicación de la Violencia hacia las Mujeres, respectivamente, con la elaboración de declaraciones públicas de denuncia y con la participación en los actos y manifestaciones que se convocan. También con reivindicaciones concretas y tareas de sensibilización en distintos ámbitos respecto a las mujeres del mundo del trabajo más vulnerables, como son las empleadas de hogar, las que viven en condiciones más precarias o son marginadas a la economía informal.
En la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) estos grupos se llaman «sectores» y son una aportación imprescindible en la tarea de transformación de la vida laboral, social y eclesial para la construcción y realización del proyecto de Dios. Si quieres contactar con ellas, puedes informarte en: HOAC Barcelona • bit.ly/facebookGOAC HOAC Valencia • www.fb.com/HOACValencia HOAC • bit.ly/facebookHOAC
Abraham Canales @otromundoesposi
DESDE EL OTRO LADO
La HOAC, contigo
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nas veces la iniciativa parte de la comunidad parroquial, otras de militantes de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) con presencia en ella. Quizás otra manera pudiera ser al leer este periódico que tienes en tus manos, que nos invita y sugiere proponer un diálogo, una charla en tu parroquia sobre
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la presencia pública de las personas cristianas, como manera de entender y vivir la fe. Así de sencillo ocurre. Y así es cómo la tarea y experiencia de la HOAC, su forma de vivir, sentir y actuar, se aproximan a más personas creyentes, con anhelos de justicia y dignidad en el mundo del trabajo o, tal vez, para conocer la Doctrina Social de la Iglesia.
En Calpe, en Getafe... en cualquier diócesis se puede realizar un acto ilusionante, cercano a las realidades y necesidades de los creyentes del barrio. Sí, se puede conocer esa manera de vivir y entender la fe, a través de la dinámica de la HOAC. Escribe a difusion@hoac.es
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política en zapatillas
l nuevo gobierno griego ha llamado la atención, entre otras cosas, porque no tiene ninguna mujer. Los medios de comunicación han criticado lo que consideran un error impensable en España, pues la ocupación de puestos de responsabilidad es uno de los indicadores de la supuesta igualdad de género. María tuvo que emigrar. Había trabajado en España y recordaba su primer embarazo como una pesadilla, ocultando su estado todo lo que pudo para que la empresa no se diera cuenta. Al final terminó en la calle. Al quedar embarazada en su nuevo trabajo, el pánico se apoderó de ella, y procuró ocultarlo. A los cinco meses de gestación tuvo que comunicarlo a la empresa y se llevó una sorpresa, pues en lugar de reproches y malas caras le orga-
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www.unitedexplanations.org
¿Defendiendo a la mujer?
nizaron una fiesta y la colmaron de cuidados y atenciones. No sé si en ese país las mujeres ocupan más, menos o igual puestos de responsabilidad que los hombres. Pero seguro que la mujer es tratada y respetada en sus derechos más que en España. Las mujeres tienen derecho a ocupar cualquier puesto de responsabilidad, pero de poco sirve si la mayoría tiene
que luchar cada día en la selva del trabajo precario, sin contrato, aseguradas la mitad del tiempo que trabajan, cobrando menos que los varones, amenazadas en su maternidad y con tres jornadas: su trabajo, su familia y su cuidado personal. Nuestra sociedad se ha organizado desde un individualismo inhumano, y la mujer es la antítesis de ello. Gracias a la maternidad la mujer siempre es ella más la posibilidad de un nuevo ser; siempre es un «nosotros». Por ello, la supuesta igualdad se intenta construir masculinizando el modelo de realización de la mujer, cuando hay que valorar y apoyar el modelo femenino y cambiar el masculino, respetando la sagrada dignidad de toda persona. A.A. Maestre
C ul t u ra d e l a i g ua l d a d y d e la v id a cultura
principios del siglo XIX, Flora Tristán, obrera y feminista, denunciaba el uso esclavista que se hacía de las mujeres trabajadoras, tratándolas como parias, y defendía en el programa político que proponía a obreras y obreros, «Unión Obrera», el reconocimiento de la igualdad de derechos del hombre y la mujer «como único medio para constituir la unidad humana». Consideraba la cultura de la igualdad esencial para el movimiento obrero. En su época esa igualdad no se reconocía ni siquiera teóricamente, mucho menos en la práctica. Hoy, gracias a la lucha de muchos años, hemos logrado algunas conquistas en ese terreno. Pero las desigualdades de género siguen pesando como una losa sobre nuestra humanidad. En la historia de los trabajadores y trabajadoras, hoy también, esa persistencia de injustas desigualdades está relacionada, entre otros, con un hecho: el choque entre la lógica que impone un modelo económico y social que quiere someterlo todo a la búsqueda de la máxima rentabilidad y lucro, y la lógica de la vida que ha intentado defender el movimiento obrero buscando conquistar espacios (tiempo) de vida y con-
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diciones de seguridad (derechos) para la vida de las familias trabajadoras, para liberar a trabajadoras y trabajadores de la esclavitud economicista que les instrumentaliza y les dificulta una vida digna. En ese choque entre rentabilidad y vida, por efecto entre otras cosas de la misma división sexual del trabajo que se ha impuesto, y de la atribución casi en exclusiva a las mujeres también de la tarea de cuidadoras en aspectos esenciales para la vida, las mujeres trabajadoras han ocupado, y ocupan, una posición de mayor vulnerabilidad que se expresa en más precariedad laboral, peores condiciones laborales, salariales…, porque también esas tareas de cuidado de la vida son penalizadas por un sistema económico que las ve como una carga, un coste que reduce la rentabilidad. Por eso, en la lucha por la igualdad es esencial la conquista de una cultura de la vida, del derecho a vivir con dignidad, que ponga en su lugar de simple instrumento la lógica del beneficio y la rentabilidad que hoy nos domina. Para construir «la unidad humana», que decía Flora Tristán, esa cultura de la vida es esencial, hoy más que nunca. Francisco Porcar
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la ventana del mes
Escuela de Madres de La Granja (Ciudad Real)
Aprender y compartir entre todas Un grupo de mujeres en torno a una mesa en la sede de la asociación de vecinos de un barrio obrero a las afueras de Ciudad Real. Hablan, ríen, a veces lloran, escuchan, se divierten, aprenden, comparten... y ahora también leen teatro. Es la Escuela de Madres, un proyecto que nace para acompañar y empoderar a unas mujeres luchadoras del día a día. a Granja es un barrio obrero cuyas señas de identidad no distan mucho de las de otras barriadas obreras de cualquier ciudad. Viviendas sociales, desempleo, precariedad, abandono institucional, droga, marginación, exclusión... y personas. Sus vecinos y vecinas llevan 25 años intentando sobrevivir, en tierra hostil, luchando por una vida mejor para sacar adelante a sus familias. Y, como ya sabemos, allí donde las políticas municipales no llegan, siempre hay colectivos que arriman el hombro y tienden la mano a sus gentes. En eso llevan muchos años la HOAC y la JOC en el barrio de La Granja de Ciudad Real. Mª Carmen Pintado, militante de la HOAC, impulsó a finales de los años 90, la creación de una escuela de padres en el colegio del barrio, Cristóbal Colón, pero un día dejó de funcionar. Hasta que en 2004, después de varios años sin representación vecinal, y junto a otras personas, Mª Carmen refundó la asociación de vecinos. En ese escenario, y con la ayuda de Auxi Fernández, acompañante adulta en la JOC, la idea de la escuela –esta vez para madres– volvió a surgir.
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Grupo de la Escuela de Madres La Granja
El fomento de la autoestima, la asertividad, las emociones, las drogas y su prevención, la sexualidad... han sido algunos de los temas abordados «Al principio, el llamamiento a la participación lo hicimos desde la parroquia San Juan Bautista, pero no tuvo apenas acogida, solo se animaron a venir dos mujeres, por lo que tomamos la decisión de convocar a través de la asociación de vecinos», explica Mª Carmen. Y así la Escuela de Madres echó a
andar con un grupito de mujeres dispuestas a salir un poco de su rutina para pasar un rato en compañía, una hora y media cada 15 días. «Queríamos conseguir que las mujeres adquirieran técnicas de resolución de conflictos –a los que tenían que enfrentarse en su casa a diario–, que fueran portadoras
de valores en sus hijos, estimular su autoestima o fomentar su conciencia crítica. Además, en el barrio siempre ha habido mucha droga y durante muchos años fue una prioridad el tratamiento de esta cuestión, intentando que las madres fueran capaces de prevenir que sus hijos consumieran y pudiesen detectar si en su casa podía estar empezando a haber un problema de drogas», continúa Mª Carmen.
Charla y debate Hasta hace un par de años, el formato de una charla o
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Grupo de la Escuela de Madres La Granja
«Es mucho más lo que ellas me dan y me han dado que lo que yo pueda ofrecerles» exposición sobre un tema, seguido de un rato para las preguntas, las dudas o el debate, ha sido el predominante en la Escuela de Madres. El fomento de la autoestima en ellas o en sus hijos, la asertividad, las emociones y cómo educar en ellas, las drogas y su prevención, la sexualidad, la cooperación frente a la competitividad en las relaciones, la salud o la alimentación han sido algunos de los temas que se han abordado. «Y todo esto lo hemos podido hacer porque teníamos una red de personas alrededor, gente especializada, que de forma altruista y voluntaria –a veces hasta poniendo material– ha dedicado su tiempo a la Escuela de Madres», puntualiza esta militante de la HOAC. La edad media del grupo está entre los 50 y los 60 años. En la actualidad son seis mujeres las que asisten de forma habitual, aunque ha habido momentos en los que la participación ha sido más numerosa. Sin embargo, Mª Carmen no considera que estén en «horas bajas», sino que «se está creando grupo y eso es muy positivo».
Lugar para el desahogo Paqui Castilla, otra de las militantes de la HOAC que conduce la Escuela de Madres, nos explica que cuando Mª Carmen la animó a embarcarse en el proyecto «tenía mucho miedo, porque yo lo que sé es dar clases de Lengua y Literatura... y poco más». «Después de estos años, tengo claro que es mucho más lo que ellas me dan y me han dado que lo que yo pueda ofrecerles. Aquí, en las reuniones, sale la vida y te da un bofetón de realidad», dice. Y es que, el día a día de la mayoría de las mujeres de la escuela no es fácil. Las que trabajan –pues hay varias desempleadas– lo hacen en condiciones precarias, casi siempre como empleadas del hogar. Otras son amas de casa, viudas con pensiones mínimas y con familiares a su cargo. Durante estos años, la Escuela de Madres ha sido también un lugar para el desahogo, en el que se han compartido vivencias de maltrato, de drogas, de enfermedad, de pobreza. Las mujeres aseguran que esperan con ilusión su encuentro quincenal. Luisa He-
rrero está en la Escuela de Madres desde el principio. «Vengo para salir un poco de casa, para pasar un buen rato y hacer cosas interesantes. Me encanta y en verano, cuento los días para que se acabe y empecemos otra vez con la escuela», dice. Micaela Herreros –la mayor del grupo y, sin embargo, la última en incorporarse– coincide con ella: «Aquí lo paso muy bien. Antes iba a costura y a manualidades pero varias amigas me convencieron para venir y ahora estoy muy contenta».
Leyendo juntas Hace un par de años Mª Carmen y Paqui decidieron cambiar el formato de las reuniones. Se han centrado en la lectura, concretamente de teatro. «Estamos haciendo lecturas dramatizadas de obras sencillas, que tengan que ver con temas que a ellas les afecten y que les hagan reflexionar. Muchas veces hemos observado que su necesidad de cultura es grande, cuando alguien ha venido a leer, a cantar, a tocar música. Ellas en su día a día tienen la tele y poco más, así que nos animamos a dar este giro», explica Paqui. Ya han trabajado «Ganarás el pan con el sudor del de enfrente», de Chamizo; «La dama del alba» o «La barca del pescador», de Casona y «La casa de Bernar-
da Alba» y «Yerma», de Lorca. Después de leerlas, si la obra está en Estudio 1 o en película, la ven juntas. «Queríamos probar algo con lo que ellas fueran enteramente las protagonistas, salirnos del esquema de venir a escuchar y que fuese algo más participativo. Se nos ocurrió la idea del teatro y ellas están encantadas. Están aprendiendo a leer en voz alta y en público y vemos cómo mejoran en fluidez, en comprensión lectora y cómo le están cogiendo el gusto a la lectura», dice orgullosa Mª Carmen. La idea ha sido un éxito. Angelita Gutiérrez confiesa que le gusta más ahora que antes y que le divierte muchísimo leer. «Además, a las que estamos un poco torponas con la lectura, nos sirve de escuela para aprender, practicar y mejorar», añade. Tere Villanueva dice que a ella también le viene «fenomenal», porque se «atasca mucho» leyendo y esto le ayuda a soltarse. A lo que parece que no se animan, de momento, es a representar. Pero «todo se andará», puesto que Mª Carmen y Paqui tienen claro que aquí van a seguir, «hasta que quieran ellas y como ellas quieran». Celia Naharro Salas @celianaharro
Grupo de la Escuela de Madres La Granja
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¿quién es? Suguiendo con la presentación de militantes de la HOAC, que celebrará su XIII Asamblea General el próximo verano, entrevistamos a dos mujeres luchadoras, de generaciones y geografías distintas. Sirva esto también para homenajear a todas las trabajadoras con motivo del 8 de marzo.
Carmen Ariza nació en Cuevas de San Marcos (Málaga) aunque vive en Vigo, después de haber pasado por Madrid, donde participó en la promoción de las Trabajadoras del Hogar. Ahora Pertenece a un equipo de la HOAC que sigue reuniéndose en los locales de la parroquia de Rosalía de Castro y está vinculada a la Red de Mujeres Vecinales contra el Maltrato.
«La HOAC me lleva a estar con la gente humilde» –¿Cuándo tuvo contacto con la HOAC? –Mi familia se había trasladado a Madrid. Yo conseguí trabajo en la base área de Torrejón como limpiadora. Conocí gente de la HOAC, me fui a vivir con ellos, me gustaba su manera de vivir, de compartir, eran humildes. Recuerdo que se decía que «los que menos saben son siempre los primeros en hablar». A mí me quitaron los complejos de golpe. Utilizar los planes de formación me sirvió para darle nombre a lo que siempre había vivido. –¿Cómo acabó en Vigo? –Organizamos una plataforma para las trabajadoras del hogar en el Barrio del Pilar, en Madrid, con el fin de que fuera un trampolín para su promoción. Luego surgió la idea de hacer algo parecido en Vigo. Decidí irme con unas religiosas de la Sagrada Familia. No me querían en las casas por ser reivindicativa y no pudimos hacer lo mismo. Me hice auxiliar de enfermería, y después de 30 años, ahora estoy jubilada.
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–En la actualidad, está muy implicada en la lucha contra el maltrato a la mujer… –Gracias a mi equipo puedo estar donde estoy, me permite poner en común lo que voy viviendo, especialmente con las mujeres que sufren violencia de género. Es algo muy duro, hay mucho dolor y sufrimiento de por medio. Acompañamos a las mujeres cuando van a poner la denuncia, supervisamos las visitas con niños y prestamos apoyo psicológico y jurídico. Tenemos una buena infraestructura y profesionales muy cualificadas. Todos los últimos jueves de cada mes nos manifestamos en una plaza céntrica de la ciudad –¿Qué ha supuesto la HOAC en su vida? –La HOAC me ha puesto en el camino para estar con la gente humilde, compartir lo que soy y lo que tengo. En los ambientes donde me muevo, hay respeto por la presencia constante, por el compromiso en el día a día. Tanto en la época de tormentas como en los tiempos de calma.
Erika Fabregat, de 40 años, casada con Miguel, también militante de la HOAC (GOAC) de Barcelona, con quien tiene dos hijas, Laia y Sar, trabaja en la Pastoral Obrera del Obispado de Barcelona y de la interdiocesana de Cataluña. Participa en la Asociación de Familias de Alumnos de la Escuela Pública Brasil, del barrio del Besós.
«Debemos ser más signo de igualdad y justicia»
–¿Qué le atrajo de la HOAC? -Fui militante de la JOC. Mis compañeros y compañeras se incorpoaron a la militancia adulta en la GOAC (en Catalunya también está la ACO). Cuando me tocó a mí, no lo dudé. La GOAC ha conseguido seguir enamorándome del proyecto del Padre, invitándome a transformar todo aquello que va contra la persona. –¿Qué ha supuesto la HOAC en su vida? –Un esfuerzo por no dejarme llevar por este sistema que nos deshumaniza y empobrece, por intentar crecer en coherencia, por comprometerme en la lucha del mundo obrero, por renunciar a tantas cosas… Pero también un esfuerzo que hago con ilusión, entregada y convencida que lo que me mueve es el amor hacia los demás. Y eso llena enormemente. El equipo me ayuda a hacer relectura de mi vida, de lo que soy y de lo que hago, con sentido crítico y con mirada amorosa. Me encanta formar parte de una comunidad más grande. Saber que
hay más personas que se mueven por este mismo propósito, que se organizan para que la lucha obrera, la lucha cristiana siga adelante. –¿Cómo se valora a la mujer en la HOAC? –Fundamental e igual de importante que el de los hombres. El sector de mujeres de mi diócesis es un “pepito grillo” sobre nuestro compromiso por romper con la precariedad de la mujer en todos sus ambientes. La HOAC es de los pocos espacios eclesiales donde las mujeres tenemos libertad para ser como somos, donde se nos respeta y hay sensibilidad. Seguro que tenemos aspectos en los que seguir caminando juntos y juntas. La Iglesia deberíamos ser más activos en la denuncia profética de la situación de la mujer y ser así un buen testimonio de igualdad y justicia. –¿Se reconoce su compromiso? -El testimonio contagia, y las personas en la medida de sus posibilidades se van animando a participar contigo, con los otros… Mi compromiso es comunitario.
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¿Sabías que...?
La mirada justa
Con la mujer hay que funcionar de otro modo
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or qué los beneficios, el poder o la fuerza son los criterios que prácticamente dominan y condicionan la vida económico-social? Las consecuencias son claras: injusticias, discriminaciones, desigualdades, sufrimiento… Es una pena. La enseñanza social de la Iglesia pone otros elementos o verdades o criterios que deberían guiarnos para lograr una convivencia más humana y una mejor calidad de vida para todos. Criterios que deben impregnar todo funcionamiento social y económico (trabajo, familia, relaciones sociales). En el tema de la situación y del papel de la mujer hay una verdad o un principio muy claro: el hombre y la mujer tienen la misma dignidad y son de igual valor (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 111). Nadie puede negarlo teóricamente, Pero la práctica es otro cantar. Es positiva la mayor presencia activa de la mujer en la sociedad. Pero sigue siendo la mujer la que sufre más discriminaciones y cuesta mucho ir quitándolas. Las mujeres tienen una mayor tasa de desempleo. No hay igualdad de derechos. Sus salarios son menores que los de los hombres, aun realizando el mismo trabajo. La maternidad tiene con frecuencia unas consecuencias negativas para las trabajadoras (ir al paro, no encontrar trabajo…). No acaba valorándose la maternidad como una fuente de riqueza para la sociedad. Hay que reconocer, respetar y
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n el Gobierno griego no hay mujeres, tampoco hay ministras en Hungría y Eslovaquia. Solo hay una en Chipre y Malta. Únicamente en los ministerios de Finlandia y Suecia son más ellas que ellos, mientras que en Francia y Holanda hay empate. ada vez hay más mujeres con estudios superiores, aunque son más los hombres que consiguen un trabajo con el mismo nivel de titulación. Un 66% de las mujeres están trabajando frente a un 80% de los hombres. Desde 1986 hay más mujeres en las universidades de nuestro país que hombres. Hoy casi representan el 55%, según datos del Ministerio de Educación. ay más de 2,8 millones de hombres y más de 2,6 millones de mujeres en desempleo. Los hombres tienen una tasa de actividad del 65,9%, y un desempleo del 22,80%. Por el contrario, las mujeres se encuentran con una tasa de actividad del 53,90% y un paro del 24,74%. Cerca de dos millones de mujeres están fuera del mercado laboral. Las mujeres siguen cubriendo el 75% del tiempo parcial, mientras que son el 40% de las personas asalariadas a tiempo completo. l salario medio anual de las mujeres es un 24% inferior al de los hombres, las mujeres tendrían que trabajar 84 días más que los hombres para percibir el mismo salario. La brecha salarial, la precarización del trabajo a tiempo parcial y la feminización de ciertos sectores determinan una situación económica peor que la de los hombres, que abarca también al tiempo de percibir pensiones o prestaciones sociales.
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H proteger en la normativa laboral el valor de la maternidad para todos. Es un bien de la nación. El trabajo de la mujer en casa no es valorado socialmente. Es verdad, y bastante se va avanzando, que el hombre debe participar en las tareas domésticas y en la educación de los hijos tanto como la mujer. Pero todavía la conciliación de la vida familiar y laboral se convierte para las mujeres en un esfuerzo agotador, mucho más que para los hombres. La mujer sufre más la violencia machista y doméstica por parte de hombres, como lo muestran continuamente las estadísticas de violencia de género. En fin, «hay que organizar y adaptar el proceso laboral de manera que sean respetadas las exigencias de las personas y sus formas de vida» («Laborem Exercens», 19). Hay que exigirlo. Gregorio Burgos
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evangelio en la calle
Así va el mundo
Orad para no caer en la tentación a gran tentación de los cristianos es confiar demasiado en nosotros mismos y dejar de confiar en Dios. Con otras palabras: nuestro pecado consiste en abandonar el seguimiento de Cristo cuando llega el momento de la prueba. Estoy haciendo alusión indirectamente a los acontecimientos del Huerto de los Olivos cuando Jesús dice a Pedro: «Velad y orad para que no caigáis en la tentación» (Mateo 14,38). Esta escena y frase la recogen también Marcos y Lucas. Sin duda ninguna, en este contexto de Getsemaní, la tentación está en dar marcha atrás para no «hacer frente a la prueba». De ahí que el Maestro pide a los discípulos que se centren en lo que él está haciendo: orar. Y entonces la oración es fuerza de lo alto, confianza ilimitada en el Padre, respuesta contundente ante el sufrimiento y la agresión, búsqueda de la voluntad de Dios… y se convierte en algo profundamente humano y divino. ¡Qué torpes somos cuando en las encrucijadas de la vida no echamos mano de ella! Todas las tentaciones van con nosotros cuando no reaccionamos en los avatares de nuestra pequeña historia y nos creemos superiores o nos cruzamos de brazos ante la injusticia o creemos que la sinrazón no tiene arreglo o desconfiamos de Dios o utilizamos a las personas… La relación estrecha con Dios (eso es orar) es, sin duda, la fuerza para no caer en la tentación. A más oración más caminamos hacia la fuente de toda justicia y verdad y mayor capacidad tenemos ante la prueba. Por eso, puede decir Guillermo Rovirosa con toda claridad: «El antídoto de la traición es la oración. Bien lo sé. Pero no basta con saber, si no se práctica». (Tomo I. Obras Completas pág. 556) y, por eso mismo, nos decía Tomás Malagón (hace muchos años en unos ejercicios espirituales a los consiliarios de la HOAC después de explicarnos las consecuencias benéficas de la oración) que es la primera obligación del cristiano. ¡El mundo del trabajo y todos necesitamos muchos y buenos orantes! ¡Otro gallo cantaría!
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Desde 2009 más de 7.000 civiles han muerto en los ataques de la milicia terrorista Boko Haram, que significa «la educación occidental es pecado». El pasado abril, el grupo terrorista secuestró a 300 niñas y adolescentes en Nigeria, de las que 219 aún permanecen en cautiverio. Las secuestradas son obligadas a tener relaciones sexuales y a realizar las tareas domésticas en los campamentos. Ya en 1967, el «sur del sur» y el resto del país se enfrascaron en la «Guerra de Biafra». El gobierno intensificó, sin muchos miramientos su ofensiva contra los terroristas hace seis años, obteniendo un absoluto fracaso. El caldo de cultivo para la creación de Boko Haram va más allá de la religión del presidente. Sin solución de las profundas disfunciones y patologías del Estado, en un país con 500 lenguas y del todo fracturado, no será posible alcanzar la paz y derrotar a los fundamentalistas.
Antonio Hernández-Carrillo
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