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En las Fronteras... Capítulo 1º
A LAS FRONTERAS...
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Como muchos de ustedes saben el 6 de octubre del año entrante celebraremos austera, pero grandemente, nuestro 50º aniversario de cercanía y servicio a los más pobres. En una Comisión creada para tal efecto nos decidimos a asumir el enorme desafío de abrir hoy un año entero de eventos y publicaciones, contando con las restricciones que nos ha impuesto esta pandemia mundial, para compartir con nuestros queridos lectores, no solo qué hemos hecho sino también qué estamos haciendo y, sobre todo, qué queremos hacer.
Y hemos querido iniciar este año de celebración con esta historia de Hogar de Cristo escrita por nuestro hermano jesuita e historiador David Chamorro, recuento histórico que abarca hasta el 2008, acompañado de viejas fotografías que nos recrean visualmente estos años de fructífera labor. Tenemos una tarea pendiente y es recoger nuestro caminar en estos últimos 12 años, tarea nada fácil porque estamos viviendo muchos acontecimientos, muchas búsquedas, pero también múltiples hallazgos y, por ende, enormes perspectivas.
Seguiremos trabajando, pero estamos escribiendo también porque queremos contarles lo que ha significado para nosotros, para la Compañía de Jesús y para la Iglesia estar en las fronteras de la exclusión.
CAPÍTULO I
ANTECEDENTES:LA MISIÓN DEL SUBURBIO
Volvemos a nuestra ciudad. El P. García Jiménez arribó a Guayaquil el 24 de Agosto de 1970. En el Puerto le está esperando el P. Ascanio, su nuevo Superior. Allí se le comunica que el sitio de la misión ha cambiado: será en Mapasingue, en virtud de un acuerdo realizado entre el Sr. Arzobispo y el P. Viceprovincial.
Le impresionó grandemente al P. García la ciudad. “Guayaquil parecía bullir todo el tiempo, agregando al bullicio y al calor una sensación de vida extra, como en derrame constante”. Siempre proyectándose como un puerto dinámico, al Tío le llamó la atención la actividad comercial que ve en el sector de la Bahía, en los alrededores de la Iglesia San José. El comercio, formal e informal, es la esperanza de muchos por labrarse honradamente un futuro digno y prometedor. Hace apenas dos meses, el Presidente Velasco Ibarra se había proclamado Dictador. El precio del banano había caído y el Ecuador aún no era un país petrolero. La crisis económica y social golpeaba fuertemente a Guayaquil, una ciudad con problemas habitacionales agudos. En efecto, los años 50 y 60 fueron de un prodigioso crecimiento de la población guayaquileña, sobre todo por la migración interna, que superó el millón de habitantes. Los asentamientos no planificados, la falta de recursos
del Estado y de la Municipalidad, y la presión social volvieron la dotación de vivienda para las clases media y baja sumamente problemática.
Guayaquil es una urbe que posee altas dosis de explotación, injusticia y desigualdad, lamentablemente. Su suburbio (los Guasmos, el actual sector de la Perimetral) nació en los años 60. Los vecindarios informales construidos con palafitos sobre la ría (por donde los desperdicios urbanos van al mar) crecen aceleradamente con los migrantes provenientes de otras provincias, familias enteras que buscan servicios básicos y un empleo mejor remunerado. Pero las consecuencias inevitables son deficiencia de salud (principalmente infantil), delincuencia, viviendas endebles propensas a derrumbase o incendiarse; en fin, centenares de miles de seres humanos sobreviviendo en condiciones infrahumanas. Las clases media y alta tiene escasa o nula conciencia de esta realidad. En suma, alrededor del 60% de la población guayaquileña vive en viviendas miserables 7 . La situación no da visos de solución; al contrario, empeora con la llegada de más personas día tras día. Conseguir una casa digna es un sueño difícil de alcanzar para la mayoría de guayaquileños y guayaquileñas.