Aiden’s Charity
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Aiden’s Charity Libro 03 de la Casta de Lobos
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Este archivo contiene material de carácter sexual sólo pensado para aquellos lectores entrados en años o que hayan superado los síntomas de la pubertad. No dejar al alcance de los hijos, para que no sepan que leen sus mamis… Este documento puede crear adición, sudoración, taquicardias, ligeras lipotimias y sobre todo ganas de sobeteo con la pareja. Pero a disfrutar que sólo son dos días.
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RESUMEN Las fuerzas de la supervivencia y de la destrucción se arremolinan en los rincones más oscuros de las mentes de los hombres. La naturaleza de la bestia no puede ser domada, y la supervivencia es el más puro de todos los instintos. La supervivencia de la especie en sí misma llega al alma profundamente. ¿Pero puede el corazón humano aceptar y adaptarse tan fácilmente? ¿Puede Charity conceder el amor y la aceptación que ha sido siempre una parte de ella, al hombre que dependió de él mismo en la supervivencia para endurecer de su corazón y su alma? ¿Y puede Aiden ahora mantener esa crueldad, frente a los sacrificios que ella hizo? solamente el tiempo y la naturaleza lo dirán.
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PRÓLOGO Laboratorios México de la casta Él había logrado engañarlos durante años. Había controlado su sexualidad, su deseo, su atracción automática por la belleza de la forma femenina. Había soportado sus drogas diseñadas para hacer su miembro endurecerse y para hacerle participar en el entrenamiento sexual sin problemas por las hembras y los científicos. Él no había alcanzado ninguna erección para satisfacer a cualquiera de ellos. No sentía ningún deseo, física o mentalmente, sobrio o narcotizado, hasta que la vio. Hasta el día que introdujeron al nuevo técnico del laboratorio. Ella era joven. Tan pequeña y delicada como jamás había visto. Su pelo era rubio oscuro largo, era como una cascada cayendo por su espalda, sus grandes ojos marrones miraban los cubículos cautelosamente, como si las bestias rabiosas y asustadas pudiesen escaparse en cualquier momento. Su reacción lo había divertido al principio. Con el tiempo raspó en su conciencia, en sus emociones. Y él no podría parar el mirarla, no podría parar de desearla. Pero sabía el peligro de revelar tales emociones. Y mientras iba pasando el tiempo, su rabia creció. Su cólera hacia los científicos, los guardias y las vidas que los forzaban a vivir, se enconaron dentro de él. El animal en él gritó con furia. La necesidad de sobrevivir de combatir por otro día, era como un demonio que se mostraba en su desafío a las drogas y a las pruebas. Pero algo más primitivo, un cierto conocimiento tan básico e inculcado que él no podría penetrar su fuente, le advertía le de los peligros por venir. Le advertía de la mujer y de la amenaza que ella representaba. Él la miró secretamente mientras que la droga nueva circulaba a través de su sistema. Su nuevo afrodisíaco. Era poderoso esta vez, llevándose toda su concentración en la lucha por mantener su erección bajo control. En su interior gritó con furia. El confinamiento era bastante malo, el entrenamiento constante matador; las drogas y los experimentos pesaban en todos ellos, pero lo peor
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sin duda era la furia animal llenándolo. Era incluso más duro de controlar que las drogas, o su deseo por esta una mujer. Esa cólera se convertía en tal parte de su alma que había épocas que Aiden la temía por sí mismo. Esa cólera podía convertirle en una amenaza para la manada entera. Si se atreviera a golpear a un guardia o a uno de los inhumanos científicos, entonces el castigo caería no solo sobre su cabeza, sino en la manada entera. Y ese era el pensamiento que encontraba más espantoso que cualquier otro. Ya que la cólera había crecido dentro de él, notó que Charity lo miraba más a menudo. Después de solo un año en los laboratorios ella estaba más cómoda con las castas. Ella hablaba con su hermana, Faith. Reía sobre cualquier cosa de niña que pudiese llenar la cabeza de Faith. Como si su hermana necesitase encontrar esperanza en esta triste vida que llevaban. A menos que encontraran una manera de escaparse, todos eventualmente morirían. Si no en una de las perversas misiones, por los medios simples de las balas de sus guardianes que acabarían con ellos entonces. Había sucedido antes, él estaba seguro de que sucedería otra vez. -¿Aiden? -Ella se acercó ahora cautelosamente a su cubículo, sus ojos oscuros estaban preocupados, su expresión era sombría. -La Dra. Bainesmith querría que tuvieras a una mujer pronto.- La compasión y algo más brilló en sus ojos. Él gruñó, un sonido bajo de advertencia que la hizo encogerse mientras se mordía su labio nerviosa. Él no podría contener su rabia esta vez. Deseaba a esta mujer, la deseaba sobre todas las cosas, y él no podría traicionar ese deseo básico, el deseo inherente de no tocar a nadie excepto a ella. Y él temía por ella si la tocaba. ¿Cómo mantendría su control? La muerte era preferible a este laberinto sin fin de aguda emoción y de debilidad desesperada. -Aiden, ella te matará,- susurró imperiosa. –Faith entonces estará sola.- El suave sonido de su voz era destructivo. Como el calor del verano frotando ligeramente sobre sus sentidos. Su miembro onduló con la necesidad de alargarse. Él descubrió sus dientes, levantando su cabeza lo bastante que ella pudiese ver el salvajismo de su expresión más allá de la larga caída de su pelo.
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Pero ella no miraba su cara. Su mirada fija estaba puesta en su miembro. Su carne voluble se crispó, pero seguía estando excitada. Él descubrió sus dientes en un gruñido silencioso de advertencia. Su mirada fija se levantó a él lentamente, y vio el conocimiento en sus ojos. Ella sabía que era él quien controlaba su erección, no la impotencia que los otros creían que lo afligía. Pero no había en ella el miedo que debería haber sentido. -Aiden, no puedes morir,- ella susurró, echando un vistazo sobre su hombro para estar segura que estaban solos. -por favor, no continúes desafiándolos de esta manera. -Tú puedes jugar al perro en el regazo todo lo que desees,- él ladró frío. -No criaré para estos bastardos.- Algo entonces destelló en sus ojos. Sus labios se echaron hacia atrás, como si hubiese algo que ella necesitaba decir, algo para tranquilizarlo. Ella lo retuvo con una rápida sacudida de su cabeza. -Este no es un buen día para morir,- ella protestó seria. -excepto por algo importante.- había un flash de terquedad en su mirada fija, en su expresión, lo cautivó. Nunca había visto el acero silencioso que destellaba allí antes. Como si una cierta base interna de fuerza la sostuviese. Él le envidió esa terquedad. -Una casta menos para que torturen,- él dijo con desprecio, odiando su preocupación, su compasión. Odiando su necesidad de ella y lo que él debía ahora hacer para proteger no solo a su manada, sino a ella también. ¿Por qué vienes a mí de esta manera, chica? Podría desgarrarte con mis manos desnudas. Ven, entra en mi guarida, y te lo probaré. Sus ojos oscurecieron, primero con miedo y entonces con una luz tenue extraña de desafío. Y su miembro se crispó otra vez. Él la deseaba. La necesitaba como no había necesitado nada en su vida, y podía ser su destrucción. Tomarla sería darles lo que él sabía que deseaban. Si él dejara caer su control, sabía que nunca lo recobraría otra vez. No conocería la paz, ningún alivio hasta que tuviese a Charity debajo de él, con su miembro enterrado tan profundamente en su interior que él compartiese su alma. Y hacer eso los destruiría a ambos. Era mejor elegir su propia muerte en vez de la destrucción de su alma.
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-No te dejaré morir,- ella ladró las palabras. -Tú no tienes ni idea de lo que está pasando aquí, Aiden. -Tomar a su pequeña yegua de cría no me mantendrá vivo. Nací para morir, Charity. Todos lo hicimos. Algunos solo más pronto que otros.- Él deseaba que lo dejase. Que se diese la vuelta y se marchase, permitiéndole hacer frente a su destino con la fuerza y orgullo exigidos. La frustración destellaba en sus ojos. -Charity, ¿está listo? - Bainesmith les dirigió su mirada fija desde el otro lado del laboratorio donde una camilla era entrada rodando adentro. El cuerpo de Aiden estaba apretado mientras el olor del excitación, fuerte e inducido, por las drogas alcanzó las ventanas de su nariz. Hizo un gesto ante el. Dominó el olor débil, fresco de la respuesta terrosa de Charity a él, poniéndose enfermo con su esencia. Ataron con correa a la mujer a la cama, con sus piernas levantadas y extendidas por estribos de metal que habían sido colocados. Era una exhibición repugnante, que ponía a su alma enferma. Los soldados que acompañaban a la perversa doctora, se trasladaron a la puerta de su cubículo mientras que Charity se movía hacia atrás, lejos. Aiden no les dio la satisfacción de combatir. Él se puso en pie y esperó pacientemente. Cada músculo en su cuerpo exigía la acción, exigía que luchase. Él lo controló tan fácilmente como lo hacía con su excitación. Él miró pensativamente mientras que Bainesmith, sus científicos, los guardias y los técnicos se acercaban a su habitáculo lentamente. Todos los ojos se centraron en sus muslos y el miembro blando que colgaba allí. -El bastardo todavía no ha alcanzado una erección.- Bainesmith estaba fría y furiosa cuando se dio la vuelta hacia el científico que la acompañaba. -Me aseguró que lo haría esta vez. El envejecido doctor sacudió su cabeza, perplejo. El Dr. Agullera era tan pervertido y depravado como cualquier ser humano Aiden hubiera oído decir. El hombre merecía una muerte dolorosa, sangrienta. Inmediatamente después de Bainesmith, por supuesto. -Quizás la impotencia es su problema, y no simplemente el desafío, Dra. Bainesmith. Le advertí que podría ser el caso.- Aiden apretó los
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dientes, determinado por el tono superior en el borde. La puerta del cubículo se abrió lentamente mientras los guardias lo aguardaban, las armas estaban listas mientras que lo miraban cautelosamente. Él contuvo su sonrisa triunfante. Moriría, pero moriría sabiendo que lo temían. Aiden caminó fuera del cubículo, enterado del destino que le esperaba. Bainesmith le había hecho la promesa cuando le inyectó la droga. Los experimentos de crianza eran imprescindible por una cierta razón. Si él no podría follar, entonces no podía vivir. Él miró los ojos de la doctora estrecharse, y maldecirle con una furia innata que él rogó que viviese después de su muerte. -Tú eras un espécimen perfecto,- Bainesmith suspiró con pesar. –Eso es demasiado malo, Aiden. No gozaré matándote, habría preferido con mucho follarte. -Aiden, no los dejes hacer esto.- La voz de Wolfe sonó desde la cubículo colindante mientras que oía grito de miedo de Faith. -Maldición, te ordeno que no lo permitas. Él no les echó un vistazo tampoco a ellos. Hoy, a pesar de la creencia de Charity, era un día tan bueno como cualquier otro para morir. -Llévalo al otro cuarto,- Bainesmith suspiró. -Trataré con él allí.- Él oyó la renuncia en su voz. No luchó con los guardias; permitió que lo empujaran adelante y caminó voluntariamente hacia la habitación de la muerte. Todos sabían para que era la habitación. Uno entraba allí, y no salía. -¡No!- Charity se giró hacia la doctora. –No puedes matarle, Delia. Su familiaridad con la doctora lo sorprendió. Ella le habló con la facilidad de una larga asociación. Con un tono de voz que exigía, esperaba ser oída sin censura. El silencio llenó el laboratorio mientras todos los ojos se volvían hacia ella. Aiden la miró pensativamente, ella era atrevida por ir más aún. -Charity, este animal no tiene ningún uso para nosotros,- Bainesmith gruñó, su expresión se arrugaba en un ceño. -Incluso las drogas no funcionan en él. No es un espécimen confiable.- El miedo destellaba en los ojos de Charity. Ella estaba pálida ahora, su mirada fija que iba de él a Bainesmith.
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-Solamente es que él no ha tenido.- Ella sonaba frenética ahora. -el estímulo adecuado. Esas mujeres le disgustan... y él no puede ayudar en eso. No lo están estimulando correctamente.- El estómago de Aiden cayó mientras el miedo destellaba duro y pesado en el abismo de su estómago. -Me gustaría follarte, Charity,- él gruñó hacia ella, haciendo voto venganza si obstaculizaba su escape final. -el equipo apenas funciona. -Está mintiendo.- Ella se dio la vuelta de nuevo hacia él, y él cerró fuertemente sus dientes ante lo que vio en sus ojos. En ese momento él comenzó a rogar. Rogar por que ella no se hubiese dado cuenta de su deseo por ella, de su conocimiento de que él estaba a un paso de acoplarla y de darles a los bastardos lo que deseaban. Un niño, una criatura a la que creían podrían moldear más fácilmente que lo habían hecho con las castas originales. Era un conocimiento que no podría ocultar de si mismo, y que lo determinaba a esconderlo de los bastardos que lo habían creado. Si él revelara su capacidad de follar, sería entonces solamente cuestión de tiempo antes de que procuraran emparejarlo con una mujer a la que él no podría negar. Igual como procuraban emparejar Wolfe, basándose en su respuesta incontrolada a la joven hija de Bainesmith. Igual con su hermana, Faith, y su compañero de manada, Jacob. Faith estaba programada para que mañana fuese narcotizada y llevada al otro hombre. El pensamiento de eso, también, era insoportable. No había aislamiento en los laboratorios. Los experimentos sexuales eran realizados ante los ojos de todos los que eran mantenidos dentro de los cubículos. Lo forzarían escuchar los gritos de Faith. Los sonidos de acoplamiento y saber que la destruían. Igual como Faith había sido forzada a escuchar su líder de la manada y a Jacob mientras que tomaban a mujeres que les habían traído. Él no podría imaginarse que Charity viese esa pérdida de control por su parte. El daño a su orgullo, a su alma, sería más de lo que podría soportar. -Ella es demasiado suave para este trabajo, Bainesmith.- Él sonrió con una promesa apretada de recompensa a la chica. -Deberías haber conseguido a alguien un poquito más duro. Apuesto a que se desmaya cuando ve sangre.Él maldijo silenciosamente mientras que Bainesmith miraba a chica con calculado interés.
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-¿Puedes tú producir una respuesta, Charity? -ella le preguntó fría. No. Dios. Un temblor de pavor bajó por su columna vertebral. Él miró a Charity, sabiendo que ella lo destruiría. -Puedo.- Su voz era débil, el miedo que temblaba a través del sonido de su voz. Los ojos de Bainesmith se estrecharon. -Encadenadlo a las barras transversales. Veremos lo que ella puede hacer. Él entonces luchó. Un rugido de furia se salió más allá de sus labios mientras que los guardias comenzaron a forzarlo hacia el metal construido en forma de X situado en el otro lado de la habitación. Lo contendrían, incapaz moverse, incapaz combatir. Si ella lo tocaba, si él olía su excitación no podría hacer nada. La debilidad el afrodisíaco había producido que tuviese poca fuerza para combatir. Los músculos estaban letárgicos, sin energía; solamente su miembro tendría fuerza verdadera. Si ella tocara su miembro, maldición, estallaría en segundos. En pocos minutos lo ataron con una correa a la barra transversal. Los brazos y las piernas fueron sujetados abajo, su cintura sostenida apretada al centro del X, desamparado. Él gritó en la furia, vivamente primitivo y rabioso. Pagarían esto, se juró mientras que luchaba contra las correas. Y comenzaría con Charity. -Aquí está, Charity.- Bainesmith agitó una mano en su cuerpo desnudo atado. –Consigue ponerlo duro y él podrá vivir otro día. Charity se le acercó cautelosamente mientras que él la miraba con furia cruda, desenfrenada. Él gruñó, un sonido animal que vibraba en su pecho y garganta mientras que descubrió los colmillos perversos situados en el lado de la boca. -Ni lo intentes,- él le gruñó, ignorando su expresión asustada, y el procedimiento cuidadoso de su cuerpo. -Tócame, Charity, y te prometo que lo pagarás.- Ella miró fijamente arriba, hacia él, sus ojos marrón sombreados estaban húmedos con la emoción. Su mirada se clavaba en su alma y apretaba su pecho con emociones demasiado desconocidas como para pensar en ellas.
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-No te dejaré morir.- Su mano tocó su duro abdomen. -No puedo, Aiden.- Su tacto hacía que sus músculos se apretasen de placer. Él le gruñó otra vez, sus dientes se apretaron en advertencia mientras su mano se arrastraba más abajo. -Te mataré yo mismo.- Ella fue hacia abajo en él. Él vio el intento claro en sus ojos y supo que estaba condenado. Si su suave boca tocaba su miembro él no tendría la fuerza para combatirla. Su carne debilitada ya se revolvía, dominando su control, desesperada por tentarla con su toque. -Pero por lo menos vivirás un día más,- ella susurró tristemente. Sus labios tocaron su abdomen. Él sentía el fuego derramarse sobre su cuerpo, el deseo que hervía a fuego lento en su sangre llameante con el húmedo tacto. Su miembro zumbó, rogando por estar libre de su control. Él cerró fuertemente sus dientes, luchando con la lujuria que se aflojaba a través de su espinazo. -Solo un día,- ella susurró otra vez contra su piel. -Eso es todo lo que necesitas, Aiden, solo un día más. -Ella se puso de rodillas, el calor mojado de su boca cubrió su miembro mientras que él rugió su furia. Su mano ahuecaba su escroto, masajeando en él mientras frotaba ligeramente lengua sobre su miembro que se erguía. Él no podría combatir contra ello. Oh dios, su boca era tan buena. Caliente y firme. Su lengua era tímida pero acariciaba como un látigo de fuego en su carne. Él sentía crecer su erección. Su cuerpo se apretó mientras luchó, solo que él no podría combatir contra la droga, y su dulce boca. Como si las profundidades húmedas fueron hechas solamente para él, su miembro se endureció, se alargó, hasta que la forzó a envolver las manos alrededor de la base, cubriendo más que la mitad del eje para impedirle estrangularla mientras que sus caderas se arqueaban repentinamente, enterrando la longitud caliente en su boca. Su mente estaba desenfrenada, su cuerpo lo traicionaba tan profundamente como Charity lo hacía. Él sintió su erección crecer mientras que el placer comenzó a extenderse sobre su cuerpo. Era extremo, demasiado intenso para resistir, demasiado caliente también para combatir por más tiempo. Se olvidó de los depravados científicos que miraban el acto,
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Y sin control
Las ataduras hicieron poco para obstaculizar el movimiento de sus caderas, no hicieron nada parar sus empujes desesperados en celo ardiente entre sus labios. Él deseó tocarla. Deseó frotarla ligeramente y acariciarla. Años de la excitación en ascenso encerrada, años de control ganado duramente se rompieron entonces. Sintió su miembro convulsionarse y su boca apretarse. Su gemido fue un grito de torturado placer mientras sentía su semilla entrar en erupción desde la extremidad. Se derramó en su boca, su cabeza cayó hacia atrás y un grito estrangulado se repitió alrededor de él mientras que ella amamantaba su semilla. Y todavía su miembro apretó más aún, una hinchazón ocultada por sus manos aumentó el doloroso éxtasis a través de su cuerpo. Ella apretó las manos alrededor del repentino nudo que apareció dentro del eje. Lo frotó ligeramente, su lengua lamió la gruesa pulsación de su erección, tomando cada una de las explosiones violentas de su semen dentro de las profundidades calientes de su boca hasta que él sintió que se volvería loco por la necesidad de follar su sexo apretado. Acabaría demasiado pronto, sin embargo Aiden sabía que había durado demasiado tiempo. Ella cubrió con las manos el duro nudo pero ahora nada podría ocultar la excitación inducida por la droga que llenaba su cuerpo. Su miembro estaba todavía hinchado, tanto que dolía, y la necesidad de follar superó cualquier otra necesidad que su mente tuviese. Él se estremeció mientras que ella se echó entonces hacia detrás. Sus labios estaban húmedos, su mirada fija rogaba silenciosamente su perdón mientras el aire fresco del laboratorio substituyó el calor mojado de su boca. Aiden colgó sin fuerzas en las correas, su cabeza estaba baja mientras que él la miraba fijamente arrodillada ante él. El odio se extendió en él, la furia encendía cada terminación nerviosa en su cuerpo mientras la miró lamer la evidencia restante de su semilla con su boca. La traición era casi más de lo que podía soportar. Bombeaba duro y sin refrenarse a través de su cuerpo, sus terminaciones nerviosas se chamuscaban, apretando los músculos. Todavía, una vez que estimulado, su
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miembro ahora rechazaba volver a su estado anterior, aunque la hinchazón desesperada se desplomó debajo de su mano. Ella lo había traicionado. Las razones por las que lo había hecho no importaban. -Lo pagarás,- él gruñó. -de alguna manera, de cualquier manera, lo pagarás.- Su triste sonrisa fue reforzado solamente por las lágrimas en sus ojos. -Lo hago ya, Aiden, de maneras que nunca sabrás. Y él se prometió que un día, ella pagaría por su mano.
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CAPÍTULO 1 Seis años más tarde de la huída de los laboratorios, América del sur. Era una letanía dentro de su cabeza. Los laboratorios estallaban a su alrededor, la explosión final se repetía alrededor de ella con tristeza hueca. Los generadores de reserva finalmente habían fallado; abriendo la cerradura al cubículo en el que ella había pasado los últimos meses confinada. Charity prestó poca atención a su desnudez o al dolor ardiente en las plantas de sus pies mientras que corría a través de los suelos de metal. La montaña se derrumbaría cuando todo acabase, eso lo sabía. Estaba en el extremo incorrecto del complejo subterráneo como para incluso rogar ayuda. La habían mantenido aislada después de que ella ayudara a las castas con alas en su tentativa del escape. La habían colocado lejos, tan lejos de ellos como les era posible con la esperanza de que si los otros eran rescatados por sus hermanos, después ella, por lo menos, siguiera permaneciendo allí. Los productos químicos estallaron alrededor de ella, líneas eléctricas rotas bailaron como una marioneta enojada mientras que ella acometió a través de los cuartos cavernosos. La adrenalina que bombeaba a través de su sistema solamente movería la última tanda de drogas a través de su cuerpo mucho más aprisa. Sabía que el tiempo corría en su contra. Cuando la fuerza completa de la hormona artificial la golpease, estaría demasiado débil, demasiado desamparada como para protegerse o salvarse. El aire a su alrededor se calentó mientras que las llamas se hicieron más intensas. Podría sentir quemarse las plantas de sus pies, ampollándose por el metal que escaldaba debajo de ellas, y empujándola a moverse con más rapidez, más penosamente. Si tan solo pudiese alcanzar el túnel de escape a tiempo, sabía que los guardias de seguridad estarían solamente unos momentos lejos. La iluminación débil de las lámparas a batería la guió, la iluminación parcial roja misteriosa vertía su resplandor por lo menos en los pasillos largos que la condujeron a través de los laboratorios de crianza. Sin embargo cuanto más
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rápidamente ella se movía, más cercanas estaban las llamas y el calor parecía aumentar. Luchó por respirar, sintiendo la debilidad invadir su cuerpo, sabiendo que el tiempo era algo que ella no tenía y segura como el infierno de que no podría huir esta vez. Un grito desigual lleno de furia se escapó la garganta. Sus sacrificios no terminarían seguramente con su propia muerte, como ella había temido siempre. Estaba cerca, tan cerca de la libertad que casi podría probarla. Sentirla. Jadeó, la esperanza florecía en su interior mientras que ella salió a través de la salida marcada. El suelo estaba tan caliente que podría sentir el dolor como una cuchillada chamuscándose a través de sus tobillos mientras que cocía como un horno su carne, pero podría sentir la brisa refrescar su cara. -Maldito seas, Aiden,- ella gritó la maldición. Lo maldecía siempre cuando el miedo la abrumaba. Le daba fuerza, le daba un propósito. Él la había dejado en esos laboratorios malditos seis años antes. Ignorando su dolor, necesitándolo cuando él escapó, esperando que él volviese a por ella. Durante años ella había abrigado esa esperanza en su interior. Ella había engañado a consejo cada vez. Con información falsa, falsos mensajes, combatiendo por las almas torturadas los híbridos creados, y rogando cada día que un milagro ocurriera para detener los experimentos genéticos. Pero nunca había sucedido. Y cada día había rogado por que él viniese a por ella. Hasta que las oraciones pararon lentamente, la esperanza se sofocó, y ella se resignó. Ella se había resignado, pero su cuerpo recordaba. El recuerdo que él había dejado en su interior había sido su ruina. Su castigo. Él había jurado que ella pagaría, y ella había pagado en gran medida durante los años. Durante los meses pasados, el pago había aumentado hasta que ella temió por su misma cordura. Las lágrimas fluyeron por su cara, velando su visión mientras que ella luchó a través del túnel. Estaba más cercana al número final, al escape final. Estaría lejos más fácilmente, ella pensó distante, si esperase, se convertiría en otra muerte en la batalla desesperada entre la ciencia y sus creaciones. Pero una cierta parte de ella, algún fragmento primitivo de su instinto de supervivencia rechazó su entrega. Ella tenía que escaparse. Tenía que vivir. Sin embargo porqué, ella no estaba segura. Finalmente, afortunadamente, la abertura abandonada a la montaña asomó a continuación. Las drogas ahora bombeaban más arduamente a
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través de su cuerpo, debilitándose las piernas, enviando dolor que irradiaba a través de su abdomen. Ella agarró su estómago, luchando para no hacer caso de la reacción torturante de su cuerpo a los productos químicos mientras que ella salió por la abertura al aire claro de la noche más allá. Las explosiones estallaron a su alrededor mientras ella gritó con sorpresa, las manos cubrieron su cabeza mientras que los escombros llovían sobre ella. Una ráfaga del aire caliente la lanzó a tierra, pero ella no podría parar. Se medio arrastró, medio corrió a la protección que sabía que solamente la selva podría proporcionarle. Y finalmente, paró de correr. El abrigo de los árboles cortaba incluso los frágiles rayos de la luna a la luz más débil, haciéndola ahora casi imposible de encontrar. A pesar de las llamas detrás de ella y de que el infierno estallaba a través del cielo de la noche, aquí reinaba la oscuridad. Fresca, calmante, el aire de la noche susurró alrededor de ella, segura y abrigando mientras que ella se empujó a través de la selva, forzando a su cuerpo poner tanta distancia como fuese posible entre ella y los laboratorios que estallaban. La suave tierra debajo de sus pies era como dagas a través de su carne mientras que ella no paró de moverse. Siempre moviéndose. Escapar. Seguridad. Ella había luchado durante años para escaparse y había estado también aterrorizada de qué sucedería a ésos que ella luchaba por salvar. Moriría, juró, antes de permitir que la cogieran esta vez. Estaba condenada. Sabían sus secretos, sabían los cambios que ocurrían lentamente en su cuerpo. Ella tenía poco uso para sí misma y ningún uso para las castas ella había intentado salvar durante tanto tiempo. Ahora tropezó en la selva, su visión era débil mientras que las drogas llenaban su cuerpo. El dolor era un recordatorio brutal de que por lo menos todavía vivía, aunque el por qué luchaba por hacerlo se había convertido en la cuestión del año. Debería haber muerto hace meses, ella pensó tristemente. Las pruebas brutales deberían de haberla matado, por no mencionar la tensión de la pérdida de la sangre, y las transfusiones de sangre forzadas que su cuerpo no deseaba aceptar. Cayó sobre sus rodillas. El dolor del aterrizaje precipitado se mezcló simplemente dentro con el resto de la agonía que la llenaba. Jadeó para tomar la respiración, lloriqueando mientras luchaba por moverse, gritando mientras que luchó contra la paranoia que las drogas le inducían. Los sonidos de la selva eran demasiado ruidosos; el chillido de un
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pájaro, los movimientos de la fauna. Los animales podían oler la sangre. Atraía a los carroñeros y a los depredadores de la noche que buscaban una comida fácil. Una risa sollozante se le escapó. Sería poco más que un bocado enfermo para cualquier criatura lo bastante desafortunada para morderla. Pero también sabían que su olor, el olor de su sangre corrompida, los mantendría atrás. Los animales eran a menudo mucho más exquisitos que sus enemigos humanos. Ella no podría forzarse de nuevo a ponerse en pie. La debilidad de su cuerpo la drenaba también, y tomaba más fuerza de la que ahora poseía, tan se arrastró. Alivió el dolor en sus pies, aunque el fuego que rabiaba en su matriz creció haciéndose solamente peor. La incisión hecha en su abdomen hecha por la mañana sangraba otra vez. No parecía poder parar nunca de sangrar una vez que las drogas eran inyectadas en su interior. Ella no podría parar el dolor, o la necesidad. Y en esa necesidad susurró el nombre de Aiden. Cuando las drogas en su interior alcanzaron su pico, sabía que ella lo gritó. Gritó y pidiendo el alivio, aunque este nunca llegaría jamás. Y los bastardos que conocían lo que Aiden le había hecho hace muchos años la atarían con correas a la cama del metal, reunirían las puntas de prueba a su cuerpo y harían sus pequeñas notas. Esperaba que se murieran. Esperaba que cada uno de ellos estuviese en esa montaña de mierda cuando se derrumbó. Enterrados en la pérdida de su propio mal. Una risa histérica se le escapó con ese pensamiento. -¡Hijos de perra!- jadeó, luchando para estirarse a través de la maleza densa de la selva. – ¡Espero que estéis gritando de dolor!- Ella se detuvo, su cuerpo se apretaba mientras que cerró fuertemente sus dientes contra la debilidad que caía más aún a la tierra. Ella podría sentir sus jugos goteando de su cuerpo, densamente y calientes de su sexo codicioso. La excitación era más que ella podría ahora soportar. Su cuerpo tenía hambre, estaba hambriento por el cumplimiento, exigiendo un alivio que no existía. -Aiden...- Ella gritó su nombre, con la desesperación nacida de la furia, del dolor y del miedo que se repetían en el aire alrededor de ella. Dolía, esta necesidad. La furia palpitante del hambre sexual era diferente a cualquier cosa que ella habría podido imaginarse. Maldición, era peor que antes.
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Ella apretó sus muslos, luchando con el dolor de la excitación. Palpitando a través de cada célula de su cuerpo, apretando sus músculos casi haciéndola gritar mientras su matriz se apretaba de necesidad. Podría sentir la sangre circular a lo largo de su abdomen, el latido de la ondulación en su matriz. Que suerte, pensó, ella se iba a desangrar hasta la muerte antes de que pudiese escaparse con eficacia. Científicos estúpidos. Ella había estado debajo de sus narices durante años mientras que luchaban para encontrar o para capturar a un compañero de la casta. Habían mantenido el semen recogido durante años, preservado para el uso, buscando constantemente un candidato para su mal. No tenían ninguna idea que ella existía. Ninguna idea de que había quedado ligada a Aiden el día que había tragado tan absurdamente su semen. Pero, muchacho, habían intentado compensar el tiempo perdido después de descubrirla. Ella había sido encerrada, los había permitido dañarla por ayudar a las castas con alas. Habían necesitado a una mujer por ese entonces para colocar con el líder, Keegan, y por un tiempo, habían discutido su uso. Hasta que comprobaron su sangre, y encontraron lo que ella había encontrado años antes. Una hormona asociada solamente a las castas del lobo y a un alto nivel del afrodisíaco que existía solamente en la sangre de hembras acopladas. A partir de ese momento su vida se había convertido en un infierno. -Bastardos.- Sus dientes estaban fuertemente cerrados mientras su matriz se convulsionaba otra vez. Ella apoyó su mano sobre la incisión en su estómago, rogando que la sangría no llegase a ser severa otra vez. A veces. A veces, estaba segura de que moriría. Los sonidos del fuego, de las explosiones y de los gritos de guerra podían todavía ser oídos fácilmente. Charity respiró con fatiga, sabiendo que debía moverse, debía arrastrarse más aún, más aún para evitar la posibilidad de captura. Ella deseó tumbarse y descansar, olvidarse de los horrores de los bastardos que esperanzaba haber dejado atrás. Pero el tiempo no estaba de su lado, y el sueño era solamente un deseo. Ella se arrastró con manos y Solo un poco más aún, se prometió. rozó su pezón. Oh infiernos, eso se maldito. Sus pezones eran puntos sensación sin esperanza de alivio.
rodillas y forzó a su cuerpo moverse. Se estremeció mientras que una hoja sentía demasiado bien. Bien y también de referencia debido a la exquisita
Ella sabía bien que no servía de nada tocarlos, frotar ligeramente su clítoris humedecido no traería nada más que un aumento de la excitación.
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-¿Yendo a alguna parte, Charity? - Ella se congeló. Todavía tenía las manos en las rodillas, sus ojos se desorbitaron mientras un par de botas y de largas piernas musculosas llenaron su campo de visión. Su mirada fija se levantó. Por encima, sobre la extensión sombreada de los apretados muslos, un duro abdomen, un ancho pecho. Su cara era oscura, sus ojos grises plata ocultos, pero ella conocía esa voz. Conocía a su voz, y que dios la ayudase, su olor. Rico y salvaje, con una indirecta del calor del verano. -Excúsame. Noche de chicas, -ella jadeó mientras su matriz se estremecía otra vez, ondeando con dolor, como si su olor llamase a su excitación. Ella luchó para cambiar el curso, sabiendo ella estaba jodida, sabiendo que no había esperanza alguna. Él se movió para contradecirla. -Tú estás en celo,- él gruñó. Ella oyó la furia el palpitar en su voz y recordó su pasada promesa a ella. Ella tembló con pavor. Se inclinó contra el grueso tronco de un árbol, sentándose abajo con fatiga. Sabía que entraba shock. Se llevó su mano a su abdomen, sintiendo la sangre que se extendía más allá de la incisión. No se molestó en contestar a su acusación. No había sentido en negarle su excitación, o ella agotaría sus fuerzas. -Demándame entonces.- Ella inclinó su cabeza contra el árbol, mirando como él miraba hacia abajo delante de ella, su cuerpo le tentaba tanto que si ella hubiera tenido fuerzas lo habría atacado allí mismo. Fuera, no necesito tu ayuda.- Ella necesitaba su miembro. Había una diferencia. Fuerte, grueso y largo. Ella lloriqueó mientras que sentía su sexo pulsar más de sus jugos gruesos a sus muslos. Gozar, ella necesitaba ser follada. Odió el pensamiento de morir, así tan excitada e insatisfecha. -¿Es que me había ofrecido para ayudarte? - él le preguntó, su voz sonó un poquito demasiado casual y ligera. Entonces él se detuvo brevemente. Ella miró sus tendencias primitivas, oyendo e inhalando ásperamente. -Charity, estás sangrando.- Su voz había cambiado, afilado con renuente preocupación. -Estoy muriéndome, Aiden,- ella entonces susurró, tristemente. Nunca conocería su contacto, nunca la satisfacción. Ella oyó su respiración, y se preguntaba cómo podría él oler la sangre sobre el olor de su lujuria que rabiaba. -No todavía, no lo estás,- él ladró, moviéndola podría gritar de tan rápidamente como él la hizo girar en sus brazos, contra el calor duro de su pecho. -No te me escaparás tan fácilmente, Charity.
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Dios, su cuerpo era duro, caliente. Colocó un brazo alrededor de su cuello, el otro presionado sobre su abdomen mientras que ella luchó para contener la sangre que manaba de la herida allí. Ella inhaló su olor, tan salvaje y limpio, mientras su pecho rozaba contra la tela de su camisa. -Te necesito,- ella lloriqueó contra su cuello, la lujuria dolorosa que superaba sentido común o cualquier fragmento de la modestia. Ella estaba desnuda en sus brazos, y él estaba caliente y excitado. Ella podría oler su excitación también. Un olor tempestuoso, primitivo que se envolvía alrededor de ella, afilando su propia lujuria más arriba. -Y me tendrás,- él gruñó. -Más pronto de lo que imaginas. Pero no mientras que te estés desangrando hasta la muerte. -Me lo debes,- ella gritó triste. -Tú, Aiden. Tú me lo debes. Por favor haz que pare el dolor.- Sus brazos se apretaron alrededor de ella, su paso aumentaba mientras que ella se movió contra su pecho. Ella tenía necesidad. Los flashes de relámpagos de dolor despertado eran torturantes, peores de lo que lo habían sido jamás. -Pronto, Charity.- Su respuesta era una respiración sonora. ¿Una promesa o una advertencia? Ella se preguntó. -Más pronto de lo que cualquiera de nosotros necesita.- Él andaba a zancadas a través de la selva, trasladándose a un ritmo rápido, sosteniéndola cómodamente contra él, compartiendo su calor, su fuerza. Debajo de su mano la sangre fluía de su cuerpo. Ella podría sentir la debilidad que se enfriaba extenderse sobre su cuerpo y sabía que esta vez no sobreviviría a la pérdida de sangre. Había perdido demasiada, y las transfusiones duraban demasiado para que su cuerpo las aceptase. Se escaparía en la muerte. Aquel que había buscado tantos años antes ahora venido a por ella. -¿Puedo ahora dormir, Aiden? Estoy muy cansada, -Le preguntó débilmente mientras que sentía la debilidad el cerrarse sobre. Ella lo oyó maldecir. El sonido era oscuridad, mortal. Los científicos habían robado de nuevo lo que él creía que era suyo. Primero su control, y ahora su venganza. Ella permitió que su cabeza se cayera a su pecho, una sonrisa se formó en sus labios. Y con una respiración silenciosa le susurró adiós mientras la oscuridad se cerraba sobre ella.
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CAPÍTULO 2
-Ella es tu compañera, solamente puede aceptar tu sangre.- La doctora se preparó precipitadamente para la transfusión mientras su ayudante cosía la incisión en el abdomen de Charity. La pálida piel estaba manchada de sangre, demasiada sangre. Había caído en lentos chorros por su abdomen, manchando sus muslos, y la carne desnuda lisa entre ellos. Él la había sentido debilitarse segundo a segundo antes de que alcanzara el campamento, luchando por llegar mientras que una parte de ella se le escurría lentamente por su cuerpo frágil y sabía que la iba a perder. Ella moría en sus brazos. Su barbilla estaba apretada mientras que luchó contra la cólera que se extendía a través de él. Él se apartó de la cara de ella, mirando fijamente el lado de la tienda que contenía el hospital del campo. Si él la miraba, viéndola allí tan pálida y desamparada, no sabía si podría contener su rabia. Le habían advertido de lo que iba a suceder, aunque había dado poco crédito a la declaración de las castas de que poseían capacidades psíquicas, al punto él pidió poseerlas. Se había burlado de su conocimiento de los enlaces que él sabía existirían entre ellos. De sus predicciones de los acontecimientos por venir. Se había asegurado que lo sucedido aquella noche en los laboratorios había sido debido a las drogas, nada más. Aunque un cierto sentido interno le había advertido de otra manera. Había estado preparado para tratarla de forma tan fría, tan cruel como a algún perro faldero del consejo. Pero en el momento en que él había cogido su olor, había visto su cara, tan pálida, tan apenada, él había no podido mantener su determinación. Su olor dijo en voz alta a él, su delicadeza lo aterrorizó. Era tan minúscula ahora; tan frágil que él se preguntaba cómo había logrado escaparse por sí misma. Parecía demasiado débil incluso como para estar en pie por sus propias fuerzas, demasiado para haberse escapado a la selva. Él estaba a punto de destruir a cada soldado y científico del consejo que habían tomado, más bien que de mantenerlos para preguntar más adelante por los abogados de la casta y los oficiales del gobierno que se dirigían hacia el área.
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Recordar el olor de la sangre, de su muerte inminente era casi más de lo que él podría soportar. Le habían hecho esto a ella. La habían despojado de toda la dignidad y la habían utilizado para sus experimentos insensatos. Casi la habían matado con sus intentos en jugar a dios. Él no se paró para preguntarse sobre sus sensaciones que estaban en conflicto con respecto a Charity. Su furia sobre su traición a él, su odio por que ella hubiese permanecido con el consejo en vez de combatir por estar libre. Su deseo por ella, su furia por ella. Convergiendo todo dentro de él hasta que el marasmo de emociones llegó a ser el que dominaba. -Para de gruñirme, Aiden,- la doctora dijo nerviosa, su cara oscura lo estaba mirando atento. -No duele. Es solo una aguja.- Ella le insertó la mencionada aguja en la vena, abriendo la válvula para permitir que su sangre pasase suavemente a través del tubo que lo conectaba con Charity. A él no le importaba la maldita aguja. Durante el transcurso de su vida él había visto más agujas de las que él podría contar. -Ella no es mi compañera,- él gruñó, incapaz aguantar más las palabras. Aunque, él sabía la mentira que era, -No he aceptado esto. La doctora resopló. Ella era joven para su habilidad notable en medicina de la casta. Un poquito baja, con los pechos y las caderas llenos la mayoría de los hombres desearía enlazarla cerca. Su piel era tan bonita como el chocolate con leche, y ella tenía pelo negro largo, liso que caía por su espalda en una multitud de trenzas. -Tu cuerpo dice otra cosa.- Ella cruzó los brazos debajo de sus pechos mientras lo miró fijamente, echando un vistazo a menudo a la velocidad de la transfusión. -No puedes negar el acoplamiento, Aiden. Tú lo sabes.- Él miraba para arriba hacia ella pensativamente. Ella lo miró como a un niño recalcitrante. La paciencia forzada y la diversión burlona lo hacían descubrir de sus dientes en advertencia. -Puedo negar lo que quiera,- dijo rígido. -No la marqué. ¿Cómo puede ella ser mi compañera? Ella frunció el ceño ante la pregunta. Era bien sabido que realizaba estudios sobre los fenómenos de acoplamiento que comenzaron con Hope. Estaba determinada a averiguar porqué las castas felinas habían procreado tan fácilmente, mientras que las del lobo no habían podido. Los científicos habían teorizado durante años que la incapacidad de procrear podría invertirse. Había sido probado con el clan felino. Aunque, las manadas del lobo todavía no habían logrado ganar esa batalla con la naturaleza.
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-Si lo qué sospecho es verdad cuando ella tragó tu semen en ese laboratorio hace seis años, eso fue todo lo que necesitó. Sospechaba que el acoplamiento podría ocurrir sin la marca, y ésta es la prueba. Los análisis de sangre no mienten, Aiden. Su cuerpo está limitado al tuyo. La hormona y el DNA único que la marca, casa con el tuyo perfectamente. La enzima en su sangre y hace que rechace cualquier otra transfusión lo prueba más aún. Niégalo todo lo que quieras, pero ella es una parte de ti. Aiden rechazó contestar a la carga. Su sangre hervía con el pensamiento de estar atado a esta mujer. Cualquier mujer. La vida de una casta era demasiado peligrosa. La vida de un compañero de la casta lo era más aún. El gruñido bajo, perverso que retumbó en su garganta no podría ser silenciado. La desaprobación silenciosa de su conciencia era tan justa como ruidosa. De no haber sido por la advertencia de Keegan a ellos de que su cuerpo no aceptaría ninguna otra sangre excepto la de Aiden, ellos la habría perdido. Esa Dra. Armani no había realizado la primera prueba vital para el intercambio de sangre. Ella había hecho las pruebas mientras su auxiliar preparaba a Charity para la transfusión. Cada segundo había parecido durar el curso de una vida mientras que ella sangraba de forma incontrolable. -¿Cuánto más tiempo requiere esta toma? - Él chasqueó un vistazo despectivo al tubo llenado sangre que salía de su brazo. -Tengo trabajo que hacer.- El olor de su necesidad, inconsciente uniforme, lo destruía. Dulce y tentando, la fragancia sutil lo revolvió, manteniendo su miembro erecto, su cuerpo estaba listo para tomarla. Él odiaba la respuesta incontrolada. La necesidad, tan difícil y brutal como lo había sido mientras que las drogas antes, hace años, recorrían su sistema. -Ella es más importante,- ella le informó, su voz se volvió fría. Aiden levantó su labio despectivamente. Para la doctora, ella puede ser que fuese más importante. Para las castas del lobo, ella puede ser que fuese más importante. Para él, ella era el enemigo, se aseguró. No dejaría a su cuerpo ingobernable sacudirlo en lo que a ella se refería. Ella había trabajado con el consejo durante años, había sido una parte de su funcionamiento interno, conocía sus secretos y su mal. Incluso cuando habría podido escaparse, había permanecido. Trabajó con ellos en vez de combatir por estar libre. Ninguna persona sana podría haber pasado tantos años en el seno de tales monstruos y no ser como ellos. La negación se agarró en su corazón, durante muchos años rechazaron aceptar esto, pero
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Aiden sabía que no era más que la verdad. Sus emociones en esto no lo gobernarían. Charity era doctora del consejo, uno de sus técnicos de laboratorio valorado y científico de emergentes, pero ninguno de ellos tenía el potencial de traición aquí. -He hecho todo.- La voz de la Dra. Nicole Armani era suave, sin embargo teñido con la desaprobación cuando ella le quitó el catéter de la transfusión. -Puedes volver ahora a lo que juzgas tan importante, Aiden.- Él se puso lentamente en pie. -¿Cuánto tiempo ella estará inconsciente? - Él entonces se enorgulleció de su control. Estaba parado ante la doctora, de forma indolente y despreocupada. -No sé, Aiden.- Ella sacudió a su cabeza, mirando como la ayudante trabajada sobre Charity. -Ella ha perdido mucha sangre, su cuerpo estaba en shock de cualquiera de las drogas habían bombeado en ella, y la debilitaron ya. Podían ser horas, podían ser días.- Él flexionó su puño cuidadosamente. -Tendré a uno de mis hombres colocado como guardia. Si ella despierta, llámame. Si no, ella se irá en el transporte aéreo que llega esta tarde. -Aiden, ella está demasiado débil.sorpresa. -ella no podrá sobrevivir estabilizada.- Su boca se abrió a ella, mirada fija quedó atrapada por la mujer cama.
La Dra. Armani se giró con furiosa al viaje. Necesita estar más para reforzar la orden, pero su silenciosa, demasiado pálida en la
Él deseó gritar para sí con rabia mientras que una debilidad desconocida se levantó en su interior. Ella estaba demasiado pálida. Demasiado débil. Él la deseaba lejos de aquí, sin embargo no podría poner en peligro su vida. Un cierto instinto que no podría negar o combatir rechazó permitir que pusiese a prueba su frágil fuerza. -¿Cuando? - Su voz era un gruñido áspero, contenido de furia. -No antes de que ella se estabilice,- Armani dijo otra vez, su voz era obstinada. -Algún día, alguna semana, o así. Te dejaré saber cuándo puede ser movida. La frustración mordió en él con dientes agudos, hambrientos. Charity pronto estaría en más peligro permaneciendo aquí de lo que estaría si la
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moviesen demasiado temprano. La implicación de su salud y de la guerra que rabiaba a través de la selva con los soldados y los coyotes escapados del consejo era un problema difícil. Uno que él necesitaba resolver rápidamente. -Hemos limitado tiempo aquí.aumentar la frustración dentro de sí.
Él rechinó sus dientes sintiendo
-Aiden, ¿querrías que ella muriera? Ella entonces se giró, haciéndole frente con un ceño, sus ojos negros brillaban airadamente. -Es mi trabajo mantenerla viva. Y sana. ¿Crees que no se lo que estoy haciendo? Te dejaré saber el minuto en el que pienso que ella puede ser movida. Si va todo bien, posiblemente... y digo posiblemente. -Mañana.- Él arrastró sus dedos a través de su pelo en una explosión de cólera. -Podemos no tener esta vez el tiempo que necesitas, para cuidarla,- él gruñó. -debemos largarnos de aquí lo más rápidamente posible. ¿Estás enterada de esto, asumo? Él dijo con desprecio a la pregunta de ella. No podían rechazar un asalto organizado de los soldados posiblemente para intentar liberar ésos cautivo tomados. La guerra entre el consejo y las castas aumentaba, de forma que él luchaba por la respuesta a su supervivencia. La Dra. Armani se puso tiesa, erguida. Sus cejas bajaron peligrosamente, una sonrisa apretada se formó en sus labios. -No me empujes, Aiden. No soy uno de tus Ejecutores y me no ordenarás nada. Cuida de tus responsabilidades y yo cuidaré las mías. Estaremos ambos vivos de esa manera.- Ella comenzaba a aparecer decididamente violenta. -¿Me estás amenazando Armani? - él entonces le preguntó, peligroso. Nadie se había atrevido a amenazarlo desde el día en que escaparon de los laboratorios. -Ella suena tal y como es, Aiden.- Faith caminó en la tienda, manchada de suciedad, y frunciendo el ceño de preocupación. -Te necesitamos afuera. Jacob y Wolfe acaban de capturar a un científico. Es Robertson, y él está listo para hablar. Robertson. El Dr. Andrew Robertson, estaba en segundo lugar solamente de Bainesmith, antes de su muerte. Ahora lo considerarían el experto superior del consejo en la experimentación de la casta. Aiden sonrió frío. Él echó un vistazo detrás a Charity, prometiéndose que ella despertaría pronto, y cuando lo hiciese, no escaparía a su venganza.
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-¿Han sido capaces de recuperar cualquiera de los expedientes? - él le preguntó rápidamente, forzando su mente lejos de Charity y de su salud frágil. -necesitamos esos expedientes, Faith. Ella sacudió su cabeza mientras que salieron de la tienda. -Nada, Aiden. Keegan podía estar en la habitación de los expedientes antes de la explosión. Roguemos por que fuesen destruidos. De lo que he visto, no deseamos saber qué sucedió aquí. Él oyó su compasión, su dolor. Y de muchas maneras él convino con ella. El laboratorio había sido un infierno, el olor a muerte y depravación casi los asfixió mientras que estuvieron allí. Ya tenían bastantes pesadillas. Dios sabía que no necesitaban más. -Vamos ir a ver si podemos entonces sacar algunos hechos de él,sonrió sin piedad. -estoy de humor para ser persuasivo.
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CAPÍTULO 3
Él estaba en el humor para estar enfermo. Aiden inmóvil dentro de la selva, apenas fuera de la vista del campo y luchando por respirar. No era la enfermedad en su vientre lo que causaba los problemas sin embargo, era el ajetreo emocional producido por la conmoción en su alma. Se limpió su cara húmeda asegurándose que era el calor de la noche y no las lágrimas las que humedecían su cara. Apoyando su brazo contra el árbol al lado de él enterró su cara contra él, sus músculos estaban tensos de la tensión que llenaba su cuerpo. Que dios lo ayudase, él deseaba matarlos todos. Había veinticinco soldados y casi una docena de científicos cautivos dentro de la tienda que él tenía justo a la izquierda y él deseó rasgar sus gargantas. Deseó oír sus gritos de dolor, verlos de rodillas rogando un segundo antes de que él probara su sangre. Sus puños estaban apretados intentando reconducir la furia mientras estaba parado allí, luchando para controlar su respiración y su rabia. -La atamos. La hormona tuvo que ser insertada directamente en la matriz con la capacidad de visión los cambios que resultaban. Decidimos eso en vez de entrando a través de la matriz, eso sería más fácil hacer la incisión en la matriz sí mismo e insertar la punta de prueba de la cámara fotográfica directamente adentro. Más fácil para ellos. El gruñido que retumbó en su garganta era una protesta primitivo a la demanda. No era más fácil. Era más doloroso. Era un choque al cuerpo cuando no era necesario, y ella había sangrado casi hasta la muerte más de una vez en el proceso. Fue incluido en los experimentos un afrodisíaco hormonal hecho de la hormona en su semen. La excitación que produjo fue provocada para estimular los ovarios de una cierta manera. Aguardaban simplemente un nuevo período de la ovulación antes de procurar forzar la concepción con las pocas muestras restantes que tenían de su esperma. Habían estado seguros que los cambios dentro de su matriz permitirían que la concepción ocurriera. Los expedientes sobre ella les habían revelado la ingestión de su semen. Habían encontrado el espécimen perfecto para más de sus pruebas monstruosas. Durante seis meses. Seis meses agonizantes donde ella había perdido casi la vida conducida cada vez más cerca del borde de la muerte. Y casi había muerto, ellos habían sacudido su cuerpo lejos hasta ahora, otro
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espécimen quebrado. Ella no habría importado, sólo lo hacían los resultados de las pruebas. Pruebas que desnudaban la mente y horrorizaban el alma. Él todavía extraía informes de los guardias y los científicos del nivel inferior que estaban más que impacientes por ofrecerla a cambio de sus vidas. -Ella vive. Esto debe ser todo en este tema.- Él levantó a su cabeza, mirando fijamente la casta con alas que lo había forzado a arrastrarse a las llamas del laboratorio mientras que él luchaba para volver y salvar a la mujer conocía y que todavía estaba allí. Keegan era casi seis pies y medio de alto sin embargo carecía del músculo pesado que la mayoría de las castas desarrollaban. No es que él pareciese débil. Él estaba en pie, alto, con sus brazos cruzados sobre su pecho, aristocrático y agraciado. Su pelo marrón largo caía más allá de sus hombros, sus ojos ambarinos eran atentos y enfocados. Aiden sacudió su cabeza. Él todavía no podría creer que hubiesen logrado hacerlo. Habían dado las alas al hombre. Por completo, alas fuertes, agraciadas que se doblaban sobre su espalda. Sobrepasando de la cabeza a los pies calzados con botas con casi un palmo del ala de dieciocho pies para llevar a su cuerpo humano al cielo. Los huesos de las castas con alas eran menos densos y más flexibles que los de los seres humanos plenos. Él era un milagro de la perfección genética, y psíquico encima. Hijo de perra, si él no sería un dolor en el trasero. -Debería matar a cada maldito científico que se sienta en la tienda,Aiden gruñó. -serán dejados ir eventualmente, igual como los otros bastardos lo fueron seis años antes. Nunca pararán, Keegan. El conocimiento de que había poco que él pudiese hacer para parar la locura lo reconcomía. Igual como lo hacía siempre. Los experimentos todavía continuaban y las crueldades del consejo parecían magnificarse solamente cada vez que otro laboratorio era encontrado. No había misericordia, ninguna humanidad en los hombres y las mujeres que hacían funcionar esos laboratorios. Solamente el experimento importaba. Las alas en la espalda de Keegan cambiaron de lugar con la agitación. Él inspiró profundamente, su mirada fija se levantó a las ramas que los abrigaban por encima antes de que sus ojos volvieran a Aiden. -Pareces muy desesperado,- él suspiró. -Solamente que no creo que será siempre así, Aiden. Creo en el nuevo futuro, aunque puede ser
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ocasionalmente desesperado, encontraré una manera para todos. Debemos preparar a nuestros niños para ese día. Mantenerlos lo bastante fuertes como para vivir. Bastante fuertes como para sobrevivir.Como si las castas necesitasen a niños alrededor para preocuparse también. Sería lanzar vidas inocentes al centro de una guerra científica en contra de la humanidad. Y tal como hizo alusión Keegan, la victoria sería un trabajo largo, un camino futuro. Aiden gruñó. -Sí, ya calculé que podría olvidarme de verlo yo mismo.- Él limpió el sudor de su cara antes de pasarse los dedos agitado a través de su pelo. La recuperación de su control era una batalla esta vez. Este laboratorio, las pruebas que le habían sido descritas, eran demasiado horribles para que las aceptase. -Llegará un día en que todo terminará. Pero ese día todavía es lejano, -Keegan finalmente se encogió de hombros. –Aunque, la naturaleza nos ha sonreído. Ella nos ha encontrado dignos de la vida, y de la perpetuación. Tu compañera probará esto al mundo. Tu hijo ayudará a conducir a una raza futura a triunfar. No podemos hacer nada sino cimentar el camino para él y los otros que lo sigan. Compañera. Sus dientes se apretaron ante la palabra. Su compañera y su niño. Él ignoró de la llamarada de calor en su miembro, reprimió las tendencias posesivas instintivas y gruñó violentamente. -No acepto a esta mujer como mi compañera,- él ladró. Una risa ahogada sonó en la oscuridad. La risa de Keegan. Su actitud de superioridad comenzaba a atacar los nervios de Aiden. -La naturaleza ha hecho esto por ti,- Keegan le informó no sin una cierta pequeña cantidad de diversión. -Quizás sabía que tú no eras digno de elegir. A menudo el orgullo y nuestras fragilidades humanas ocultarán la verdad de nuestros ojos hasta que nuestros errores sean demasiado excesivos, han hecho demasiado daño al establecer siempre el derecho. Ella ha dado tales opciones al animal que reside en nosotros, para reconocer nuestra otra mitad. Aquel creado exclusivamente para nosotros. Aiden resopló. -Hay, según las cuentas, cinco mujeres por cada varón en el mundo...-Hay actualmente menos en las castas de unas pocas docenas de hembras creadas. Hay sobre seiscientos varones conocidos de la casta, y quizás más desconocidos.- Los ojos de Aiden se desorbitaron por la sorpresa.
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-Trescientos,- él gruñó. -Las últimas cuentas son de trescientos. -Ah.- Keegan cabeceó. -sobre seiscientos entonces que yo sepa. Mi cuenta es por supuesto más exacta puedo asegurártelo. Pero eso no importa ni aquí ni allí. Los seres humanos están naturalmente predispuestos a los niños femeninos. No pasa igual para las castas, que están predispuestas a los varones. ¿Qué dirías de esto, Aiden? Mierda. Él ladró detrás una corriente de maldiciones por la información. No es que él confiase completamente en el conocimiento del varón con alas. Desafortunadamente, él sospechaba que el hombre sabía exactamente de lo que hablaba. Lo cual solamente complicaba las cosas más aún. -Más problemas de los que nosotros necesitamos,- él suspiró áspero. -Nuestros varones se acoplarán con las hembras plenamente humanas. Los Puristas se volverán locos. -Sí.- Keegan cabeceó lentamente. -Pero no más de lo que las castas pueden manejar.- Él habría dicho más, pensó Aiden, si uno del Ejecutores no hubiese elegido ese momento para llamarlo cuando él se les acercó. -Aiden, Armani te necesita en la tienda. La chica está sangrando otra vez y ella está asustada, puede necesitar otra transfusión.Él se estremeció, dándose la vuelta de nuevo a Keegan con un flash de preocupación. -Su vida está en tus manos, Aiden,- él dijo suavemente. -Ahora es tu opción si ella vive o muere. Ahora es el momento de hacerlo.- Aiden estrechó sus ojos con furia frustrada. -Tú lo sabes, Keegan, podría llegar a odiarte,- él gruñó. –Sería absolutamente fácil.- Él no dio a casta con alas una ocasión de responder. Él se giró y volvió de nuevo al campo, dirigiéndose hacia la tienda médica y la mujer, que la naturaleza, en toda su supuesta sabiduría, había decidido que era su compañera. ***** -Y yo podría llegar a odiarte a ti también, Aiden, Sería absolutamente fácil,- Keegan murmuró mientras que él miró la otra casta acometer de la oscuridad hacia el campo.
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-¿Estas no son las maneras de todos los alfas? - una voz suave le preguntó con la diversión apacible, tocando su mente con una luz, tacto femenino. Él resopló. -Hay alfas y hay tontos. instancia?
¿Cuál, me pregunto, él es en última
-¿No has visto esto todavía? -la voz pidió suavemente. -Debe ser porque has rechazado mirar.- Él se encogió desafiantemente, como si la voz pudiese imaginar ese movimiento. -Preferiría no lamentar lo que no puedo cambiar.- Él sentía cariño por Charity. No amor, o celos de qué Aiden la poseyese, solo cariño. Su alma era serena, su corazón lleno de calor. Ella era el único ser humano que él había resuelto, poseía tales cualidades.
-Y si no miras, ¿Cómo sabes que no puede ser cambiado? - la voz pidió. Él suspiró con fatiga. -¿No hay deberes para que los atiendas? Seguramente dondequiera que estés, ¿hay cosas que debes hacer a demás de acosarme?
-Realmente, mi deber es acosarte más a menudo.- Su risa llenó su mente. -Me han acusado de ser absolutamente perezosa en lo que a ti se refiere.-¿Quién se atrevería? - él dijo entonces burlona y pacientemente. Ella se rió otra vez. Una pequeña risa ahogada susurrante que le tentó a sonreír.
-¿Te irás de allí pronto? - ella pidió. -Dentro de una hora. Nos estamos preparando ahora para volar. Estarán trastornados con nuestra ausencia. -Hay cosas que debes hacer, Keegan. Sobrevivirán sin tu conocimiento. Recuerda, lo qué viene fácil no es de cerca tan importante como esas cosas que debes combatir. Y había mucho, él pensó, torvo por combatir. Sacudiendo su cabeza por las crueldades del hombre y la indecisión del destino, él se movió más aún en la selva hacia el claro en que él había aterrizado anteriormente. Desplegando sus alas él las levantó a la brisa y tomó de un salto la corriente en vuelo. Charity sufriría por la deserción, pero él había visto bastante para conocerla y sabía que debía hacer frente a sus pruebas, sola. Él tenía su propio destino a conquistar, sus propias pruebas que aguantar. Y debía ahora comenzarlo todo.
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CAPÍTULO 4
Charity despertó en las tierras de la manada de la casta en las montañas de Colorado con un quejido del dolor. Cómo había logrado dormir, y escapar el dolor cegador de las drogas, no estaba segura. Cómo se había despertado en un cuarto desconocido era aún más confuso. Ella parpadeo débilmente mirando el techo a la vez que se preguntaba donde estaba, qué había sucedido. Un espasmo provocado por la reacción convulsiva sacudió su matriz, arrebatándole la respiración, y ella gimió ásperamente. Podía sentir la humedad entre sus muslos, la excitación omnipresente que aguijoneaba su cuerpo. La necesidad sexual la podría tolerar, había aprendido aceptarla durante los años. Era el dolor cegador de las tentativas en fertilidad forzada el que debilitaba su mente. Cuando el estremecimiento contractivo desapareció lejos ella miró alrededor de la habitación. El dormitorio era grande y casi hogareño. En el otro lado de la habitación una chimenea abierta ardía alegremente, las llamas calentaban los cuartos con comodidad caliente. La cama era adoselada, las cortinas gruesas de franela estaban atadas detrás a lo largo de los postes de madera ásperos. Varias sillas cómodas estaban en el otro lado de la habitación, al lado de un mueble y de un aparador grandes. A su lado una puerta estaba abierta a otro sitio, obviamente un cuarto de baño. Gracias a dios, ella necesitaba uno. Comprobó cuidadosamente, no estaba contenida de ninguna manera. Sus muñecas no estaban doloridas, aunque sus pies se sentían como el infierno. Empujó los edredones de su cuerpo, finalmente dándose cuenta de que estaba vestida con una camiseta grande, pero nada más. No iba desnuda; durante seis meses no se le había permitido llevar ropas. Ella se trasladó débil al lado de la cama, mordiendo su labio por el dolor de sus piernas y tobillos mientras que los hizo salir de la cama. Ella temió poner cualquier peso en sus pies. Podría sentir la dulzura del dolor aguardándola. Reprimió su grito de agonía mientras que se ponía en pie con cautela. Las lágrimas llenaron sus ojos y en pocos momentos humedecieron sus mejillas mientras que se dirigió al pequeño cuarto. Una vez que allí, utilizaría el tocador, se lavó las manos y cara y echando un vistazo con anhelo a la bañera antes de sacudir su cabeza. Si consiguiera entrar
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adentro, nunca saldría. Mientras se lavaba la cara, encontró un cepillo de dientes limpio dentro de su caja y lo sacó libre rápidamente. Se sentía casi refrescada después de lavarse los dientes y de volver de nuevo a la cama. Su respiración jadeaba en gemidos en el momento en que se sentó abajo en el colchón y logró tirar de sus piernas sobre la cama. Se derrumbó a través de ella, respirando pesadamente, intentando relajarse con las contracciones en su abdomen que sentía a lo largo la incisión, sorprendida de que la sangre no se escapase libremente. Estaba vendada, obviamente cosida. Ella parpadeó con confusión hacia la chimenea, intentando recordar, entender los cambios precipitados a su alrededor. Ningún cubículo, ningún científico, ningún alojamiento. Inspiró profundamente, sabiendo que había algo que se había olvidado, algo necesitaba recordar. Las imágenes sombreadas oscilaron en su mente. Llamas y miedo, un calor cegador cuando luchó por escaparse. Ella sacudió su cabeza, intentando encontrarle algún sentido. -No debes estar fuera de cama. Si me hubieras llamado te habría ayudado.- El miedo dio una sacudida eléctrica a su sistema. La respiración se alojó en su garganta mientras ella miró fijamente sin parpadear el fuego, intentando negar la voz que había hablado. No era posible, se aseguró. No ahora. No después de todos estos años. Su voz era más fría de lo que había sido en los laboratorios mejicanos. Más salvaje y controlada de lo que ella recordaba. Se lamió los labios, nerviosa, preguntándose si sobreviviría al salvajismo que vislumbraba en sus ojos. -No puedes ignorarme para siempre, Charity.- La diversión lisa, burlona arañaba a través de sus nervios mientras unos muslos musculosos sin grasa llenaron su línea de visión. Entre las columnas revestidas de mezclilla, una gruesa erección, dura se dibujó contra el paño apretado. Charity tragó con dificultad mientras sus pezones se erizaron, endureciéndose con la excitación creciente. Luchó por respirar con los estremecimientos dando la bienvenida en su matriz. Como si su cuerpo hubiese reconocido por instinto a su amo sexual, comenzó a ronronear con satisfacción. Una satisfacción que su mente rechazó, la parte intelectual de sí enterada de que podía tener escape al dolor físico, pero la agonía emocional venidera podría ser mucho peor. Los músculos de su abdomen se apretaron cuando él flexionó sus rodillas, bajándose hasta que él podría mirarla fijamente desde del fondo de la cama. Su respiración se enganchó en su garganta. Él era más viejo, sus facciones estaban cinceladas en piedra, más laboriosamente. Sus ojos eran
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grises plata, sin piedad, tan fríos como el hielo. El pelo negro cayó desgreñado y grueso alrededor de su cara mientras él apoyó sus antebrazos en el colchón, mirándola silenciosamente. La satisfacción llenó su expresión, atormentando, sabiendo. -Bien,- ella despejó su garganta débil. –A esto se llama salir del fuego para caer en las brasas. -Ella comentó respecto a su rescate evidente de los laboratorios, sólo para encontrarse ahora cautiva por el un hombre del que ella había luchado para escaparse durante años. Una ceja negra gruesa arqueó interrogativamente. -Una analogía interesante. ¿Desearías que entrase en contacto con el consejo y te devolviese? -Ella se estremeció. Él lo haría, ella pensó, y probablemente tan alegre. ¿Pero que era realmente peor? -¿Cómo me encontraste? ¿Encontraste a las castas con alas también? - ella finalmente dijo cuando no pudo contestar a su propia pregunta. El dolor en su matriz solamente alimentó su cólera, alimentó su sentido de la desesperación. Su expresión oscurecida. -Los encontramos. ¿Recuerdas el ataque? ¿Tu huída de los laboratorios? - ¿Huída? ¿No había habido rescate? Ella se forzó sacudir su cabeza negativamente. -¿Qué sucedió? -No es que a ella le importase este punto. Estaba libre de ellos, y moriría antes de volver. -Te las arreglaste de alguna manera escaparte momentos antes de que la explosión echase la montaña abajo. Habíamos rescatado ya a Keegan y a los otros, pero no habíamos podido salvarte. Te encontré luego, casi inconsciente en la selva. Él la miró de cerca. La mirada era tan intensa que ella clavó en él su propia mirada fija. -¿Cómo me encontraste? -Los flashes de memoria destellaban en su mente, teniendo más sentido a cada segundo que pasaba. -Keegan me condujo a ti. -Su voz era calmada, tranquila, sin cualquier emoción. El mismo hecho de que él apareciese así sin emociones era más espantoso de lo que su cólera habría podido ser. -Él debería de haberme dejado a sarcásticamente. -habría sido de lejos lo mejor.
mi
suerte,
-ella
gruñó
-Por no mencionar menos complicado. -Aiden se puso en pie, causándole un estremecimiento adentro mareada por la reacción. -Nuestro
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doctor te ha examinado y no ha encontrado ninguna lesión duradera. Te han lavado, desinfectado y cosido. Deberías estar bien pronto. Desinfectado. La diversión morbosa la llenó. Como si ella hubiese sido de alguna manera contagiosa. Cerró los ojos, luchando contra la futilidad abrumadora de combatir más aún. Desafortunadamente, algo en su interior rechazó permitir que ella se rindiese. Una chispa de rabia, de cólera. No solo contra el consejo, sino contra Aiden también. De no haber sido por él y su determinación de morir demasiado pronto, ella no estaría en este lío ahora. -Gracias por las noticias,- dijo cerrando fuertemente los ojos, luchando por respirar con las contracciones que se extendían en su abdomen. Si él acabase de salir, infiernos, entonces ella podría ser desgraciada en paz. Ella lo oyó suspirar áspero. -Puedo oler el olor de tu excitación. Tú estás dura, Charity.- Su voz sonó afilada con la frustración. -Pobre de mí,- ella atacó mientras que cerró fuertemente sus dientes contra el dolor. -El olor me ofende.- Él sonaba furioso, como si ella esperase que él la librase del dolor. -Pobre de ti.- Ella no pensaba pedirle nada, incluso si era su maldita culpa. -¡Si te ofende tan malditamente mal entonces infiernos vete lejos de mí!- Ella le echó una mirada que esperaba le mostrase furia. Como si ella necesitase una maldita noticia referente al estado de su propio cuerpo. Ella se tensó entonces mientras que una punzada particularmente el agonizante de dolor se extendió a través de su matriz. Se ponía peor. Luchó por controlar el grito en su garganta, pero no podía parar el gemido que se escapó de sus labios. Antes de que ella pudiese hacer más que jadear, Aiden la movió bruscamente, sujetándola hacia abajo, aumentando el dolor que irradió como una cascada de fuegos artificiales a través de su cuerpo. -Para,- ella resolló, desesperado por colocarse nuevamente en la posición fetal que había asumido cuando el primer dolor comenzó. Podría sentir el sudor frío que explotaba en su cara, los gritos que se iniciaba en su garganta. Odió mostrarse débil delante de él, con tal dolor que ella estaba desamparada contra cualquier crueldad él le infligiese. -¿Crees que puedes aguantar un dolor como este? -Su pregunta era un gruñido duro, áspero. -El dolor te matará, Charity.-
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-Ahórrame las condolencias,- ella gritó furiosamente, luchando con su necesidad de arquearse hacia él, de frotar contra él. Dios, él era pesado y duro contra ella, y ella lo necesitaba tan desesperadamente. Alternativamente, la furia azotaba en los bordes de su mente. Él era menos que considerado con una circunstancia que era básicamente culpa suya. Sus palabras siguientes estallaron a través de ella, aunque, chamuscándose más allá de la excitación con una cólera que lindaba con la rabia. -Pídemelo y te ayudaré.- Ella vislumbró la fría sonrisa en su cara, el flash de sus colmillos. Finalmente, afortunadamente, el dolor desapareció otra vez hasta que pudo respirar normalmente y sentirse menos como si fuese a vomitar en su cara. Bastardo, él se lo habría merecido. -Vete a la mierda, Aiden,- ella gruñó y lo golpeó con su rodilla rápida, no excesivamente fuerte mientras sentía su dolor débil y aturdido, pero difícilmente suficiente. Sus ojos se ensancharon cuando él palideció antes de caer a su lado con un gemido del dolor, sus manos fueron por instinto a su miembro ofendido. Sabía que la venganza sería rápida, intentó rodar de la cama, apartarse de él. No podría creer que lo había golpeado. No podría creer que lo había hecho realmente. La diversión destelló a través de ella durante un segundo mientras recordaba la mirada de horror en su cara antes de que un gruñido de la furia animal sonara detrás.
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CAPÍTULO 5
Duele el dolor, ella pensó, cuando él la agarró de los hombros y la movió bruscamente de nuevo a la cama. Los flashes constantes de fuego a través de su cuerpo eran peores que cualquier cosa él le pudiese infligir, pensó que le rompería los huesos. Él cayó encima ella, sus rodillas se pusieron sobre sus piernas mientras la miraba fijamente con oscuridad, con calma helada. Ella sabía que se suponía que debería de estar asustada de su cólera; podría verla en sus ojos, sentirla en las ondas de la furia que emanaban de él. Su seguridad de que ella se encogía debajo de su rabia estaba allí en su expresión autosatisfecha. -No te pediré, y no me encogeré delante de ti,- ella ladró, sus dientes se cerraron fuertemente mientras sus músculos se apretaban otra vez para defenderse del dolor que pulsaba en su matriz. Ella se sacudía, la transpiración cubría su piel cuando luchó con las lágrimas. Y Aiden solamente lo hacía peor. El contacto de su cuerpo, su peso que la sujetaba hacia abajo, su tacto caliente y cruel cuando él sostuvo sus muñecas sobre su cabeza, se combinaban para aumentar su excitación y adentro para hacer retornar las ondas ardientes de hambre que barrieron sobre ella. El dolor era brutal, como un puñetazo en su tripa mientras su matriz se estremecía de necesidad. -Estás tan desesperada por ser follada que tu cuerpo entero grita por ello,- él dijo con desprecio. -Lo pedirás pronto. -No a ti,- ella gruñó detrás. -follaría con un coyote mestizo antes, Aiden. Como el bastardo que eres, me dejarías lastimarme de todos modos. Él estrechó sus ojos cuando la esquina de su labio superior levantó, demostrando el colmillo agudo en una revelación mortal. Como si la vista de él la tuviese que asustar. Ella lo haría resopló si pudiese encontrar la respiración para empujar el aire a través de su cuerpo en estos momentos. -No irás a ningún otro,- él ladró. -Cuando decidas pedirme agradablemente alivio, Charity, quizás yo sea agradable y te lo acepte.- Él entonces saltó de ella, mirándola fijamente, la respiración se hizo dura y áspera mientras que él la miraba. Sus ojos descendieron por su cuerpo,
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hasta que su mirada fija se trabó en el grueso abultamiento debajo de sus pantalones vaqueros. -Tú también estás duro, Aiden,- ella dijo suavemente. -Necesitas quizá pedirme. Pídeme cortésmente alivio y quizás lo aceptaré.- Ella jadeó entonces mientras que una contracción particularmente dura apretó su abdomen. Ella se encrespó rápidamente en su lado, luchando contra las ondas de dolor mientras que sentía más de sus jugos escaparse entre de sus muslos. -¡Maldito seas!- ella lo maldijo sin aliento. –Es por tu culpa. Tú me hiciste esto, y encima me odias por salvar tu desgraciada vida. Bastardo. -¿Es lo que crees, Charity? - Él se inclinó cerca de ella, sus dientes estaban descubiertos con su propia cólera. -¿qué te odio? No te odio, querida. Te odio por atarme a ti. Por tomar mi elección y mi voluntad de mí. Pero más que cualquier cosa, nunca te perdonaré por traicionarme como lo hiciste, y dejarme desamparado en las manos de esa perra. No te perdonaré por eso. ***** Aiden salió del dormitorio, incapaz mirarla, de oler el dulce olor de su necesidad. Ella era su compañera. Él no lo había creído de verdad, había prestado poca atención a las peticiones de Cian en las semanas anteriores de que atacaran los laboratorios. No lo había creído de verdad. Ahora lo creía. Lo había creído antes de traerla a su hogar. Pero eso no significaba que tuviese que gustarle. No significaba que no pudiese combatirlo. Él empujó sus dedos agitado a través de su pelo mientras que oía sus quejidos otra vez. Cada músculo en su cuerpo se apretó de agonía. La sangre ardió en sus venas, chamuscando su miembro. Él estaba dolorido por ella, como nada que él había conocido jamás en su vida. Y sabía que no la negaría mucho más tiempo. Se trasladó a la cocina donde burbujeaba un puchero de guisado. Ella tenía que comer. Estaba demasiado flaca, demasiado debilitada también para llevar a un niño si ella concibiera como Cian le había dicho que lo haría. Ahora, él dudaba si ella podría incluso soportar su lujuria o la intensidad sexual que vendría de su acoplamiento. Lo qué lo aterrorizaba más aún, aunque, se preguntaba si ella sobreviviera cuando su cuerpo se trabase con el suyo, asegurando a su semilla cada ocasión de concebir dentro de su cuerpo. Él oyó su quejido otra vez. Un sonido triste, lleno de dolor que se extendió a su alma. Maldita. Él apagó bruscamente la cocina, poniendo el
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puchero en fogón trasero mientras que ponía bruscamente la cuchara de cocinar en el fregadero iluminado por el sol. Su miembro estaba pesado, completamente erguido, confinado detrás del material de sus pantalones vaqueros y pidiendo alivio. La excitación nunca había encendido su sangre con tal tormenta de fuego y de hambre. Recordaba el día que ella había engatusado a su erección para estallar de alivio. Después de tomar su primer orgasmo en su boca, ella había seguido las órdenes en los laboratorios de Bainesmith. Fue entonces cuando su infierno había comenzado de verdad. Difícilmente, dolorido por ella, su miembro había permanecido erguido, desesperado por el alivio. Con la boca y las manos de Bainesmith lo habían drenado más de una vez en sus frascos de mierda para probar. Durante horas, hasta que él colgó blando en esa cruz de mierda de metal, goteando del sudor de su cuerpo mientras dispusieron de su excitación poco dispuesta al uso duro. Y él había follado. Como desearon. Cuando trajeron de nuevo a la mujer desconocida a él, ajustándola para permitir la penetración en las profundidades calientes de su coño, él la había follado. Y follado. Y todavía él no había encontrado su alivio. Bainesmith había estado más que satisfecha. Por suerte, sin embargo, después la primera vez que Charity había aspirado la semilla de su cuerpo, la hinchazón posterior en su eje grueso no había ocurrido. El nudo había permanecido silencioso, aunque él podría sentir su necesidad apenas debajo de su carne desesperada. Cuando finalmente lo devolvieron a su cubículo, a su cuerpo densamente cubierto con sudor, con su miembro cubierto con la savia de la mujer y a su propia semilla, no podría hacer nada sino derrumbarse sobre su catre y jurar su venganza. En Bainesmith y en Charity. ¿Pero cómo cosecha uno venganza cuando es tu compañera? Ella gritó otra vez, vivamente, torturada. Ella estaba en celo. Su cuerpo estaba caliente y pulsante, rogando silenciosamente por él para llenarla. Las drogas inyectadas en ella empujaban su excitación natural más arriba; ésas inyecciones en su matriz aumentaron su fertilidad. Ella llevaría a su niño. Sus manos temblaron mientras que su miembro palpitó hasta el punto que lo forzó a agarrarlo en defensa. Él descubrió sus dientes con desamparo. Ella era suya. Su compañera. Y por Dios, que ahora era tan buena época como cualquier otra de probarlo.
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CAPÍTULO 6
-¿Sabes qué sucederá cuando te tome? - Charity abrió los ojos con sorpresa mientras que Aiden se movió al extremo de la cama. Sus ojos se desorbitaron mientras su camisa caía al suelo y sus manos iban a la correa de cuero gastada enroscada a través de las pretinas de sus pantalones vaqueros. Su boca salivó. Ella casi podría detectar el gusto masculino caliente de su carne gruesa, dura. La recordaba claramente, volviendo a revivir a menudo sus sueños. -Tú no me has preguntado cortésmente todavía,- ella le recordó, intentando gruñir y haciendo entonces una mueca de dolor ante la excitación grave en su voz. Como si él tuviese que pedirlo. Ella sabía que cuándo la tocase se inflamaría como un cohete. Sus pechos ahora le dolían, sus pezones se sentían más hinchados, si eso era posible, que nunca antes. Él se desabrochó los botones de metal de sus pantalones vaqueros, uno por uno, mientras su respiración se hacía más rápida. -¿Sabes qué sucederá, Charity? - él le preguntó otra vez. La advertencia pesada en su voz la hacía el tragar dificultosamente con nervios e inicios de miedo. -Sé los fundamentos,- ella ladró. -No soy estúpida. Y no estoy lista para follar todavía con cualquiera. Pídemelo, Aiden.- Su matriz se apretó en protesta. Sus manos se detuvieron brevemente. Los pantalones vaqueros fueron deshechos, sin embargo todavía cubriéndolo. -¿Tú conoces los fundamentos del sexo de la casta del lobo? -él le preguntó cuidadosamente. -¿Sabes que me trabaré dentro de ti? - Ella entonces recordó, el duro nudo que ella apenas había mantenido oculto de los científicos mientras que Aiden extendía su semilla en su boca. Ella tembló, sus ojos se desorbitaron mientras que miró fijamente hacia él. Como un animal, él se trabaría en su interior, asegurando que su semilla tenía tiempo para alcanzar su fértil matriz. Gimió triste. Sus ojos estaban cerrados cuando ella luchó con el conocimiento de lo que debía venir. Ahora entendía las razones detrás de los análisis de sangre cuidadosos que los científicos habían conducido, intentando emparejar su sangre con una de las castas del coyote ubicadas allí. Buscar uno compatible. Una pareja de crianza. Con un animal que se trabaría en su interior.
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-No me toques. -Ella movió bruscamente lejos de él mientras que ella sentía su contacto en su hombro. –Mantente alejado de mí, maldito seas. Ella se revolvió hacia el cabecero de la cama, rechazando mirarlo. Luchó para no hacer caso del dolor que abogaba por su cuerpo, la excitación parecía solamente crecer. ¿Cómo infiernos se suponía que iba a soportar esto si él la tocaba? -El dolor acabará contigo, Charity,- él dijo suavemente. Su mirada fija osciló hacia él, entonces ausente, cuando él se quitó sus pantalones vaqueros. Ella se estremeció. Sabía lo grueso y duro que era su miembro, y sabía que su cuerpo lo necesitaba desesperadamente. Su cuerpo, su corazón, pero no su mente. Ella no era un recipiente de cría. -Aiden, no puedo hacer esto.- Ella sacudió su cabeza desesperadamente. -por favor, por favor déjame sola. El dolor se irá... -Recuerdo una época en que te pedí algo parecido,- él la recordó frió. -¿Recuerdas esa vez, Charity? Pero tú seguiste, costase lo que costase, y después me aspiraste hasta mi orgasmo para sufrir la agonía de necesitar solamente tu cuerpo, y siendo forzado a aceptar la alternativa. -Por lo menos tú estabas follando en vez de desangrarte hasta la muerte,- ella se puso rígida, mirándolo fijamente, enfurecida. -Si la muerte te era tan preferible, ahora nadie te está parando. ¿Quieres que te ayude a cargar el arma? -Él se levantó en la cama, arrastrándose hacia ella, sus ojos eran fríos, gris oscuro mientras la miraba. -Follé para ellos, Charity,- él gruñó con crueldad como si ella no hubiese dicho nada. -Durante horas. No podría conseguir lo suficiente, no podía correrme lo bastante. Llené cada agujero al que me dieron acceso a esa noche, y todavía mi miembro no se apaciguaba. Ahora, tú aliviarás ese dolor, Charity. El dolor que se ha mantenido vivo desde ese día maldito. ¿Él estaba furioso por que ella le había salvado su desgraciada vida? Ella cerró fuertemente sus dientes con furia. ¿Por qué estaba sorprendida? Por una cierta razón ella había pensado que con el paso de los años él habría visto la razón que había detrás de ese movimiento. Pero oh no, no Aiden. Debería de haber sabido que eso era demasiado esperar. -Te habrían matado.- Ella le dio una palmada en su mano mientras que él tocaba el dobladillo de la camisa que ella usaba. -No podría dejarte morir entonces, pero por Dios que ahora te puedes ir al infierno.- Ella lo miró, temblando de cólera y necesidad.
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-Y ahora, yo no te dejaré morir.- La tela quedó destrozada bajo sus manos. Del dobladillo al cuello, entonces bajo la parte posterior mientras él extendió el paño tan fácilmente como el papel. Ella gritó, luchando contra él luchando para conseguir apartarse lejos, para oponerse al olor de él, al tacto que la tentaba y hacía que a su cuerpo rogar por más. -Fácil, Charity.- Él la acercó mientras que ella luchaba para apartarse lejos de él. Él estaba caliente. Ella tembló con la necesidad de apretarse más cerca. Oh dios, su cuerpo estaba tan caliente se parecía hundirse en eso que ocultaba, la base congelada de su alma que nunca parecía derretirse. -Déjame abrazarte durante un momento. Sus brazos se apretaron alrededor de ella mientras que ella luchaba por respirar. Desde detrás inmovilizaron su pecho, sus brazos la sostenían sólidos a su lado, sus manos se aplanaban en los músculos dolorosamente apretados de su abdomen. Sus dedos frotaron ligeramente la piel allí, delicada dando masajes y ayudando a los músculos estremecidos. -Deseaba solamente salvarte,- ella susurró mientras que su calor se filtró en su cuerpo. -Sabía que venía el rescate, Aiden. Entré en contacto con ese reportero y le dije donde estaba el laboratorio. Sabía que la ayuda estaría allí. -Tú me forzaste a traicionar a mi cuerpo, a mis propios instintos, Charity,- él susurró en su oído, oscuro y salvaje. -Eras mi compañera, y me forzaste a traicionarte. Di tu placer, y mi semilla a otra. Y tú te marchaste tranquilamente lejos.- Ella sacudió su cabeza desesperadamente. -No fue así.- Ella deseó permanecer enojada, era necesario, pero su cuerpo estaba débil, agotado y tan excitado que el apretón de su sexo era más una reacción espasmódica a su hambre sexual abrumadora, que una reflexión de la buena voluntad de su mente de seducirle al acto. Su miembro se movió bruscamente detrás en ella, caliente y duro, un movimiento aterciopelado de energía que inflamó su cuerpo. -Voy a tomarte. Te tomaré como quiera, tantas veces como desee. Comenzando ahora, Charity. Combatirme, luchando con la necesidad, solamente lo hará peor. Sé esto por experiencia, compañera. Él todavía estaba furioso. Pese a su furia la frotó ligeramente tan casual mientras sus manos daban masajes a su abdomen, moviéndose más bajo, más cercano cada segundo al calor mojado de su sexo.
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Ella estaba en sus rodillas, sostenida cerca de él, desamparada ante su apretón y su propia necesidad. -No puedo esperar para enterrarme dentro de ti.- El gruñido en su voz la electrificó con el sonido del calor primitivo. -me siento como si mi sangre estuviese hirviendo, Charity, pidiendo, exigiendo tu coño apretado envuelto alrededor de mi miembro. Ella inhaló vivamente. Su voz era baja profunda, mientras él susurraba en su oído, su respiración frotaba ligeramente sobre la delicada concha con calor erótico. Ella lo deseaba, lo necesitaba tan desesperadamente que combatir contra él le parecía una tarea inútil. Hasta que pensó en las consecuencias. -Aiden, espera.- Ella se estremeció mientras sus labios suaves como plumas acariciaban sobre su cuello, entonces sus dientes rasparon la piel sensible con un pellizco de hambre apenas refrenada. -¿Para qué? -Sus manos frotaban ligeramente hacia arriba, sus palmas moldeaban al máximo los montones de sus pechos, sus pulgares y los índices que la capturaban alzaron los pezones. Charity perdió la respiración, y su mente, en ese momento. Sus ojos estaban cerrados cuando su cabeza cayó hacia detrás contra su amplio hombro y ella presionó más firmemente en el apretón. -¿Te gusta eso, Charity? - Él se presionó más cercano a ella, sus colmillos raspaban a través de su hombro con promesa sensual. Sus dedos acariciaron sus pezones lentamente, con apenas bastante presión para inflamar más aún la lujuria que aumentaba en su cuerpo. Sus palmas estaban ahuecadas en ella con calor ardiente, pero sus dedos traviesos atizaron ligeramente solamente sus fuegos internos más arriba, más calientes. Y todo el rato sus labios, su lengua, los agudos puntos de sus colmillos rasparon en la piel de su cuello y su hombro. Ella podría sentir su carne que zumbaba, rogando por una caricia más profunda. -Me estás torturando. Deliberadamente, -ella jadeó, con voz áspera, temblando casi tan gravemente como lo hacía su cuerpo. -He pensado en este día durante años,- él gruñó en su oído. -Cada vez que tomaba a otra mujer y sentía su coño latiendo por mí, tomándome, pensaba en ti, Charity. Pensaba en ti, preguntándome solo cuánto tiempo me llevaría eliminarte de mi sistema. El shock se extendió a través de su cuerpo un segundo antes de que ella apartara bruscamente de sus brazos. Antes de que él pudiera pararla,
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ella se movió a través de la cama, mordiendo un grito de doloroso pesar mientras perdía el calor de su cuerpo. Ella se puso de rodillas, haciéndole frente, ignorando los espasmos que sacudían su matriz. Él le hizo frente. No se movió para tirar de ella nuevamente a sus brazos, o para tocarla de ninguna manera. Aunque, la sonrisa maligna que permanecía en sus labios le tentó a la violencia. El grueso pesado bulto, de su miembro que se delineaba la tentó de maneras que ella no deseó considerar. -No soy tu compañera,- ella dijo con voz rasposa. -El dolor se irá. La necesidad no se convertirá en nada más que un eco, y cuando pueda caminar, te demostraré cómo de rápido puedo irme y partir de tu vida lamentable, Aiden. No deseo nada de ti. -No eso es demasiado malo,- él gruñó, sus ojos se oscurecieron, sus músculos se tensaron con cólera. –Tú no te irás, Charity. No ahora, no nunca. El acoplamiento es para siempre, bebé. -¿Lo es? -Ella levantó una ceja, sabiendo la impresión sarcástica que transportaría. -las drogas no hacen a un compañero, Aiden. -Y todas las negaciones del mundo no cambiarán la naturaleza de la bestia, Charity,- él ladró. -Acéptala o no. Tu cuerpo no aceptará ninguna sangre excepto la mía, los anhelos de tu cuerpo son por el mío. La hormona que te vuelve loca es la mía... -Es una droga,- ella gritó, clavando sus dedos a través de su pelo. -Son las malditas drogas, Aiden. Eso es todo. -Él resopló burlonamente mientras que se movió desde la cama. -Malditas sean las drogas, mujer. -Él le echó un vistazo caliente, furioso. -¿puedes tu decirme que no sentías ningún deseo por mí? ¿Que tu cuerpo no se derritió diariamente en celo? ¿Que tu coño no permanecía caliente y mojado por mí después de tragar mi esperma? Dime que no lo hizo. Atrévete. Su expresión superior, el conocimiento la mirada de desprecio en sus ojos, la inflamaba. Ella levantó su barbilla, mirándolo fijamente a los ojos mientras lo miraba con una mueca burlona de sus labios. -Por supuesto, Aiden.- Ella se encogió de hombros. -No dije que no pudieses ponerme dura. Era tanto una presa como tú lo eras. Por supuesto que te habría follado. Tú me dejaste. Eso no se hace a tu compañera. No necesito ninguna parte de ti. Las drogas hicieron eso, no la naturaleza. Ella miró sus labios apretados, sus ojos estrechados en ella, atento. Como si él pudiese ver más allá de su furia en aumento, más allá de sus
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protestas. Ella no pensaba decirle cómo de caliente estuvo en esos años antes de que la cogieran por traicionar al consejo. No más de lo que estaba a punto de decirle los resultados de las pruebas que había hecho en sí misma. Miró como él respiró en difícilmente y profundamente, las ventanas de su nariz se enrojecieron mientras que él luchó por mantener el control. Su expresión era un estudio de sensualidad. Sus labios parecían apenas levemente más llenos de lo normal, su piel bronceada estaba ruborizada a lo largo de los pómulos. Su pecho, sin vello era atlético y musculoso, tenso con su esfuerzo por controlar su propia lujuria que rabiaba. Finalmente, sus labios se estiraron. No burlones, pero con diversión genuina. -Cuando pueda tocarle, Charity, si tu cuerpo no se calienta de anhelo y tu sexo no palpita de necesidad, entonces discutiremos si son las drogas o la naturaleza. Hasta entonces, tú eres mi compañera, tanto si lo deseas como si no. -Eres un bastardo, Aiden.- Ella apretó sus dientes luchando con la furia destructiva, las acometidas de la sangre hicieron que su excitación aumentase más arriba. -Muy probablemente,- él convino suavemente. -pero por el momento, compañera, soy tu bastardo. Comparto eso sin embargo contigo.
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CAPÍTULO 7
-Hora de comer.- Charity miraba como Aiden se movía lentamente hacia la cama varias horas más tarde, su expresión mostraba líneas resueltas mientras que él tomó un par de pantalones largos de la silla y se le acercó. -Vamos. Te ayudaré a vestirte y a llevarte en la cocina.- Ella tembló con el sonido de su voz. -No tengo hambre.- Ella sacudió su cabeza. Ahora en lo que a ella se refería, más debía impedirse saltar sobre su amplio cuerpo y rellenar con su miembro su coño. Se sentía como un animal rabioso, intentando el acoplamiento. -Pareces hambrienta.- Él frunció el ceño hacia ella. Oh, él no tenía ni idea. -Estoy muy bien,- ella dijo entre dientes. -No te ves muy bien,- él precisó un poco demasiado pacientemente para satisfacerla. Ella abrió los ojos, mirándolo fijamente con una carencia total de diversión o de paciencia. -Parezco una perra escuálida en celo, que es justamente lo que soy,ella dijo con énfasis ardiente. -sal y déjame morir en paz.- Aiden suspiró pacientemente, el sonido atacó más aún sus nervios. Él sostenía los pantalones. -Puedes vestirte dispuesta o yo puedo forzarlos en ti. Es tu opción, Charity.- Ella sabía que necesitaba comer. Que ella necesitaba recuperar su fuerza pero la excitación que la atormentaba era diferente cualquier cosa que ella hubiese conocido previamente. El dolor no estaba así pues cegando con la necesidad de ser tocada. Pero si él la tocaba, si él la tomaba, ella sabía que las consecuencias podrían ser catastróficas. Haciendo acopio de su fuerza y su valor, ella se incorporó lentamente, mirándolo cautelosamente mientras le arrebataba los pantalones. Él no le hizo caso. Él se arrodilló a sus pies con una mirada amonestadora. Probablemente le advertía de no golpear sus dientes con su pie, ella pensó con una sonrisa oculta. Oh, cómo de satisfactorio sería. Aiden ocultó su mueca cuando la miró. Su expresión no cambió, pero la curva forzada de su boca, la calma sobre sus pómulos lo advirtió. Él
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recordó en un flash que era la mirada que veía en su cara un segundo antes de que ella casi le arrancara las pelotas de un guardia del laboratorio años antes. Paciente, calma. El exigió. Colocó el material sobre sus piernas, mirándolas cuidadosamente tensarse. Él necesitaría solamente una segunda advertencia, pero la maldijo si esa advertencia no tendría respuesta práctica. Cuando alcanzó sus muslos tragó mientras combatía con la instintiva necesidad de acariciarla. Él podría calmarse olía su calor. Era suave y dulce, deseo vivo. Hija de perra, ella hacía que se volviese primitivo, él se intoxicaba. -Muévete hacia arriba,- murmuro mientras ella levantó sus caderas. Él movió bruscamente el material sobre las curvas suaves de su trasero, sus dedos le picaban por frotarlas ligeramente. Las palmas de sus manos sudaban casi con hambre por acariciarla. –ya está todo. Él apretó el lazo también, asegurándose de que no estaba apretado contra su sexo dolorido. Se arrodilló en el suelo otra vez giró alrededor de ella y vendó cuidadosamente pies. El deseo volvía a llenarle. El deseo volvió a enviar la necesidad de cuidarla. Sin embargo él no podría. Él se había jurado en la cocina que pensaba en maneras de ayudarla, de hacer las cosas más fáciles para ella. Entonces él recordaría lo que le supuso estar furioso. Para recordar solamente las historias del horror que él había oído en la relación a los experimentos hechos en ella. Ella iba a volverlo loco. Él se volvería loco al intentar decidir como se suponía que debía sentirse, cómo se suponía que debía actuar. Este asunto del acoplamiento era un dolor en el trasero, y ahora sabía bien porqué no había deseado hacer nada con él. Tenía otras cosas que hacer, otras preocupaciones que él se sentía eran de lejos más importantes que procurar analizar estas emociones desconocidas. -Ya estás. Hecho todo.- Él se levantó sobre sus pies antes de doblarse hacia abajo para levantarla en sus brazos. Ella era demasiado ligera, casi frágil en sus brazos. Ella estaba también tensa como el infierno y débil también maldita fuese para hacer más que apenas apretarse contra él cuando la llevó a la cocina. Una vez allí, él puso un tazón del guisado ante ella y un vaso alto de
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leche fría. Ella necesitaba la energía y el alimento. Algo que se fijaría a ella y le daría la fuerza para las batallas que vendrían a continuación. -Tengo que salir durante un rato, -él le dijo mientras él miraba la manera delicada como ella comía. Ella cabeceó sutilmente. Sus labios estaban crispados. Ella engullía su alimento, pero maldito fuese si él no podría decirle lo que quiso. Mantuvo el control cuidadoso de sí misma, aunque, comiendo con una determinación constante que reflejaba el hambre que sufría. -Come tanto como puedas, Charity,- él le dijo minutos más tarde mientras que ella se sentó hacia atrás en su silla, repleta, y le echó un vistazo. -estaré de nuevo contigo otra vez hoy. Si me necesitas, hay un comunicador en el dormitorio. Conecta con las comunicaciones de la construcción. Solo di a quienquiera que necesitas hablarme. -Estoy segura de que estaré muy bien sin ti.- A él no le gustó la tranquilidad forzada que la rodeó repentinamente. -Estoy seguro de ello.- Por lo menos él estaba seguro de que ella intentaría cerciorarse de que no lo necesitaba para nada. -Tú necesitas descansar durante algunos días, Charity. Recupera tus fuerzas. Permaneceré lejos tanto como pueda, pero sabes tan bien como yo lo hago, que estás solamente retrasando lo inevitable.- Ella le echó un vistazo por el rabillo del ojo. -Necesito un baño.- Ella no contestó a su comentario. buscar a alguien que pueda ayudarme con eso?
-¿Podrías
Su cuerpo estaba apretado. Él podría verla, estirada en la gran bañera de la habitación de baño, vestida con nada excepto vapor y agua caliente. Su miembro se movió bruscamente en reflejo. Infiernos. Por supuesto que ella necesitaba un baño, él pensó con repugnancia cansada. La pregunta era, si él podría mantener el control el suficiente tiempo como para ayudarla con eso. -Te ayudaré.- Él intentó encogerse de hombros como si pudiese hacerlo sin problemas, pero su cuerpo se calentaba ya más aún con el pensamiento de hacerlo. Ella lo miró pensativamente. Él podría ver la batalla en su cabeza. Deseaba el baño, desesperadamente. Pero no lo deseaba que le ayudase con él sin embargo. Finalmente ella suspiró con resignación.
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-Bien. Mientras pueda conseguir estar limpia. La mayoría de la ayuda que necesitaré será para salir de la bañera. Puedo manejar el resto por mí misma. Ella debería haber sido una felina, pensó. Una hembra independiente, y malditamente obstinada. -¿Y donde estoy de todos modos? -Ella hizo una mueca repentinamente mientras que miraba fijamente alrededor de la cocina. ¿todavía estamos en América del sur? -En las montañas de Colorado.- Él se levantó y despejó la mesa rápidamente. -el gobierno nos asignó varios cientos acres aquí como base de origen. El Complejo se fortifica pesadamente con varias docenas de ejércitos del personal así como por la fuerza aérea que apoya la base a través de la montaña.-El Complejo. -Ella entonces cabeceó. -Oí hablar de él. Cuando esté mejor, quisiera verlo.- Ella no lo miraba, y por su aspecto de fingida indiferencia él podría decir que le importaba ver lo que él había logrado. Aiden no reprimió el hecho de que eso lo satisfizo. -Cuando puedas caminar confortablemente, te llevaré en un viaje,- él le prometió suavemente mientras que él se trasladó hacia su cuerpo que se inclinaba. –Vamos, te llevaré de nuevo a la cama. Tú necesitas un poco más de siesta antes de estar lista para hacer cualquier cosa.- Ella suspiró tristemente mientras que él la levantó en sus brazos una vez más. -No duermo bien, Aiden.- Ella intentó no inclinarse contra su cuerpo. Él podría sentir su tensión, fingiéndose indiferente a él mientras que ella luchaba por mantener su control. Él no se lo impediría, por ahora, pensó. -Tengo algo que te ayudará a dormir, bebé.- Él la puso sobre la cama antes de moverse de nuevo hacia la cocina. Cuando volvió, llevaba un vaso de cristal de agua y un sedante que Armani había aprobado para Hope y Faith el año pasado. -es solo un sedante,- él le dijo cuándo ella miró fijamente la pequeña píldora en su mano. -nuestra doctora tuvo que crear uno especialmente para Hope y Faith. A veces, no duermen bien tampoco.Había una sola semana del mes en que las dos mujeres eran más como animales rabiosos y temperamentos que mujeres adultas. -Ella comprobó... -Ella lo comprobó todo, Charity. Confía en mí, la maldita mujer no falla en nada. Ahora toma tu medicina como una buena chica así podrás descansar. Necesitarás tu fuerza pronto.
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Él le echó una sonrisa lobuna. Toda dientes y diversión masculina. Sus ojos se estrecharon en él pero ella tomó la píldora, tragándola con un largo trago de agua antes de echarse hacia atrás contra las almohadas. -Ahora duerme.- Él remetió las mantas alrededor de ella. comprobaré como estás más adelante y te ayudaré tomar un baño. Sus ojos se cerraban incluso mientras que él hablaba. Aiden resistió la necesidad de echar el pelo hacia atrás de su cara, para acariciar la línea delicada de su barbilla. Su puño se apretó cuando él giró sus talones y salió de la cabaña antes de que su necesidad superara su buen juicio. Ella iba a volverlo loco, él pensó. Entonces él gruñó burlón. O quizás lo estaba ya.
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CAPÍTULO 8
A la mañana siente, Charity podía moverse más confortablemente desde la cama y cojear a través de la casa. Vestida con una de las camisetas y con otro par de pantalones de Aiden atados con lazos en los tobillos se movió un poco, ella caminó a través de la pequeña cabaña en busca de alimento. Ella no esperaba excitación se aliviase sola. Había estado preparada para otra confrontación con Aiden, pero el aplazamiento era más que apreciado. Seguía estando débil, todavía cansada. Los meses de experimentos dentro de los laboratorios habían estado malditamente cerca de matarla y ella era lo bastante inteligente como para saberlo. Todavía podrían. Pero por lo menos había dormido lo que ya era un cambio. No sabía de que estaba hecha la pequeña píldora que Aiden la había forzado a tragar dos veces más el día anterior. Pero lo que había hecho había sido provocarle un sueño lo bastante profundo como para permitir que su mente no hiciese caso de la pulsante excitación que la atormentaba. Desafortunadamente, este volvió en venganza cuando ella despertó. Sensibilizando a su cuerpo, dolorido, y haciendo a su carne zumbar dondequiera que ella la tocara. Su sexo estaba húmedo, palpitando con anhelo. La necesidad sexual que ardía en su cuerpo le parecía peor ahora, como si su contacto hubiese alimentado de alguna manera los fuegos que se quemaban ya en su interior. Una hora más tarde, la comida ligera acabó, los platos fueron apilados en el fregadero, ella miró alrededor y admitió que el silencio de la cabaña comenzaba a molestarle. Tanto como ella había rogado para buscar la paz en los últimos años, tal silencio le era tan extraño era casi espantoso. Fuera de la cabaña podría oír los sonidos repentinos de los vehículos y de las voces levantadas mientras órdenes eran gritadas. No era imperiosas, ni parecían alarmantes. Trasladándose al sofá, ella miró fuera de la ventana grande situada detrás para ver qué sucedía. La visión era impresionante. Ella ignoró el movimiento que entraba en la que aparecía ser un área central del comando en el favor de la belleza de las montañas que los rodeaban. Necesitó ver más, dolorida por oler la brisa de las montañas. Estando en pie, se trasladó cuidadosamente hacia la puerta delantera. Las heridas en sus pies no habían sido severas, por suerte, y ella esperaba que dentro de algunos días estarían lo bastante
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curados como para permitirle investigar más a fondo el Complejo de la casta sobre el que ella había oído hablar tanto en los últimos años. Los científicos con los que ella había trabajado habían estado ultrajados, furiosos, cuando los Estados Unidos habían declarado que las castas eran completamente humanas. La explosión de ultraje sobre los experimentos y las aplicaciones que el consejo había previsto para las castas habían recorrido el mundo. Cuando los Estados Unidos habían dado la tierra de Colorado a las castas y les habían ayudado en la construcción del gran Complejo protector, la furia dentro del consejo había desbordado los laboratorios. Recobrar o matar a las castas era inadmisible ahora. La mirada del mundo fruncía el ceño tan pesadamente hacia ésos sospechosos y conocidos por estar dentro del consejo que cualquier movimiento hacia la recuperación habría sido puesto en conocimiento. A excepción de las castas del coyote. El consejo finalmente había encontrado al soldado perfecto allí. Seguían órdenes exactas, eran casi tan despiadados como sus creadores. Ella caminó hacia el porche, respirando el aire limpio, delicado de primera hora de la mañana y miró fijamente alrededor con sorpresa. Una pared de piedra alta rodeaba el Complejo varios acres. Desde donde la cabaña de Aiden se asentaba, levemente más alto hacia una colina, Charity podría ver el lago cristalino fuera del recinto, tan bien como las Rolling Hills que conducían al grueso bosque en las montañas alrededor de ellos. Dentro del Complejo, parecía reinar el caos amistoso. Las cabañas estaban separadas a una cierta distancia, proporcionando aislamiento y un sentido de libertad, ella pensó. Había bastantes árboles que crecían dentro del Complejo, y una gran charca azul, así como varios edificios y largos almacenes, bajos. Comenzaba a parecerse a una pequeña ciudad. La zona central del área, en ese momento, estaba llena de docenas de hombres y de mujeres que descargaban las cajas de equipo de varios vehículos que habían entrado en el Complejo. Los guardias miraban desde una distancia de seguridad, llevando rifles automáticos preparados mientras que sus ojos duros miraban la conmoción. Tenía que haber al menos cientos castas moviéndose alrededor, que ella pudiese ver. Lo que significaba que había muchos más que probablemente dormían, trabajaban, o hacían lo que mantenía la subsistencia y el funcionamiento del lugar. La entrada al Complejo estaba fortificada y fuertemente guardada también. Sería malditamente imposible
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conseguir entrar adentro o hacerlo sin ser visto. Y a pesar de la belleza del Complejo, seguía siendo... un área fuertemente protegida. Charity mordió su labio mientras se movió oscilante sobre la madera áspera del porche, y continuó mirando el trabajo abajo. Todavía estaban encarcelados, solo que de una manera diferente. La libertad que ella había previsto siempre para las castas no había llegado como ella había pensado que lo haría. Cuando ella miró la conmoción avivarse, ella se dio cuenta de que su aspecto en el porche no había pasado inadvertido. La miraban y eran vigilada cuidadosamente. Uno de los hombres estaba en pie dentro de un soporte pequeño de árboles, el otro en un soporte fortificado encima de la pared. Ambos la miraron con miradas fijas duras, resueltas. El disfrute que ella había sentido con la sensación del soplo de la brisa sobre ella, de oler el olor limpio, natural del lago más allá y mirar a los hombres abajo en el trabajo se había amortiguado repentinamente. Se puso en pie y regresó con cuidado nuevamente dentro de la casa. No lo sabían, ella pensó. No podrían saber que ella les había ayudado en los laboratorios y cómo ella había ayudado en el plan de su rescate. Pocas personas lo sabían. Ella había sido una figura vaga al borde del funcionamiento del grupo para destruir el consejo y sus esquemas furiosos que no habían tenido éxito. Ella empujó sus dedos con fatiga a través de su pelo mientras que se estiraba en el sofá y miraba malhumoradamente el techo. Todavía creaban, experimentaban, jugando a dios y destruyendo vidas. La abertura repentina de la puerta la hizo ponerse bruscamente en pie, dándose la vuelta mientras que Aiden volvía a la cabaña. Él cerró la puerta volviéndose para mirarla. -¿Todo va bien? -le preguntó cuidadosamente. -Iba,- ella dijo con voz cansina. -hasta hace un segundo.- La diversión burlona encendió sus ojos. -Eso es demasiado malo. Tengo que dormir alguna vez.- Él se flexionó, desabrochándose las botas antes de lanzarlas con la punta del pie con un suspiro de alivio. -¿Tú no dormiste ayer por la noche? preguntándose qué había hecho.
ella le preguntó curiosa,
-Trabajaba el ayer por la noche.- Él se trasladó a la cocina. -¿Trabajabas en qué? - Ella frunció el ceño, dándose cuenta de que ella no tenía ninguna idea de lo que él hacía.
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-Seguridad.- Él se encogió de hombros. -coordino todos los pequeños detalles que mantienen el Complejo seguro. Teníamos alguien husmeando alrededor del perímetro del muro ayer por la noche. -¿Coyotes? -ella pidió intentando no quedarse inmóvil de miedo. El consejo no la dejaría ir sin intentar recobrarla. Las pruebas que habían hecho en ella eran demasiado importantes. Él sacudió su cabeza. -No estoy seguro. Nunca podríamos estar seguros.- Charity lo miró silenciosamente mientras que él sacó una botella de agua del refrigerador y tomó un largo trago. Su cabeza se inclinó hacia detrás, revelando la curva obstinada de su barbilla, la línea fuerte de su cuello. Su carne oscura relucía con la transpiración, el cuello abierto de la camisa del algodón revelaba la oscura carne tentadora. Su sexo se apretó, sus pechos le dolieron mientras su mirada fija fue a la mano envuelta alrededor de la botella. Manos grandes, fuertes, asombrosamente hermosas para un hombre. -¿Has comido? -Él bajó la botella, colocándola en el refrigerador mientras que le echó un vistazo. -Ya comí.- Una hambre fue satisfecha, la otra iba a acabar con ella. -Tengo que ir a la ciudad un rato,- él le dijo. –Tengo que ir a ver lo que puedo ver. ¿Deseas ir conmigo? - La invitación la cogió de sopetón. Ella lo miró con sorpresa. -¿Qué significa, ir a ver lo puedes ver? -ella le preguntó -Yo pensé que ibas a ir a dormir. -Ya echaré la siesta.- Él encogió de hombros, la miró más de cerca ahora. –se está poniendo peor, Charity. ¿Estás lista para combatir con esto todavía? - Ella sacudió su cabeza. -¿Qué? - La confusión la llenaba. Ella no tenía ni idea de qué significaba su pregunta. -La excitación.- Él caminó hacia ella lentamente, parando al borde del sofá, sus ojos estaban oscuros. -ambos dormiríamos mejor si dejases de luchar con él.- La diversión, el conocimiento en su voz y su expresión hacían que sus ojos se estrechasen de cólera. -Ah. Ya veo.- Ella la flexionó los brazos a través de sus pechos. -así pues, todo se resolvería si dejo de resistirme a continuación y te dejo follarme. ¿Verdad? - Él entonces se calmó. Finalmente, después de un largo momento, él sacudió su cabeza mientras que su expresión destellaba con pesar. Suspiró con fatiga.
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-Olvídate de ello. No deseo combatir contigo, Charity. Esta situación no me está siendo más fácil a mí. Pero los hechos son los hechos. Estás dolorida y soy su mejor apuesta, bebé, para curarlo.- Ella se moría por algo duro. Bastardo autosatisfecho, egoísta. Lo que lo hacía peor, era el conocimiento de que él tenía razón. -Se hará más fácil.- Ella se encogió de hombros. Por lo menos, así lo hacía siempre antes. -¿Cuánto tiempo estuve inconsciente de todos modos? -Ella frunció el ceño, preguntándose cuánto más tiempo tendría que esperar. No le gustó la mueca que inclinó sus labios. -Dos días.- Ella pensó rápidamente. -Serán algunos más. Está bien.- Él cabeceó. -posiblemente. Pero mientras estabas inconsciente, dulce, tuve que proveer una transfusión de sangre que necesitaste. Esa pequeña anomalía en tu sistema sanguíneo se incrementó más de un cien por ciento, según la doctora. Te unió, querida. El triunfo brilló en sus ojos, repitiéndose en su voz. Charity sintió su corazón saltar en su pecho. Sus ojos se ensancharon con shock y miedo. -No,- ella susurró, ante las implicaciones de la información golpeándole en la cara. -No. Estás mintiendo. -¿Sobre qué? sobre nada, Charity.-
Él frunció el ceño hacia ella.
–No te he mentido
-La sangre.- Ella tragó firmemente. -Aiden, dime que, no me diste sangre.- Sus dientes blancos destellaron cuando él sonrió lentamente. -Sí. El doc dijo que era la cosa más asombrosa que había visto. Tus células sanguíneas y eso es poco, reaccionan con cosas que tengo en mi sangre y se mueven como locas en ese microscopio. Pienso que los míos remataron a los tuyos, querida. El doc. Está teniendo toda clase de ideas sobre cómo ayudar a Faith y ahora espera. La debilidad inundó su sistema. Ella presionó una mano sobre su abdomen, sobre la herida que los científicos habían hecho en su matriz. Ella no tenía ninguna duda en su mente de que el componente agregado a su sangre había dominado sus células sanguíneas. Tenía sentido. La pequeña cantidad contenida en su semen había comenzado el proceso; la adición de su sangre única era más que probablemente su perdición ahora. Ella sacudió a su cabeza, luchando con las lágrimas que amenazaban inundar sus ojos. -Necesito hablar con la doctora.- Aiden resopló. -Tú necesitas ser follada y sueño, después más sueño y alimento primero. De ninguna manera te dejaré estar alrededor de ésa maldita
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impostora hasta estés más fuerte. Las dos me maldecís también mucho igualmente. Te atará con correas a la mesa del examen una primera vez y el resto será historia. No. -Tengo que ver lo qué me has hecho,- gritó, trasladándose cuidadosamente para ponerse en pie, haciéndole frente, furiosa con él y la desconocida doctora que se había atrevido a la transfusión sin pruebas primero. -¿Y porqué infiernos me dieron tu sangre? Seguramente tendrías una fuente de sangre regular.- Él cabeceó, cruzando los brazos sobre su amplio pecho. -Un montón. Pero ninguna compatible con la tuya. Incluso teníamos el tipo correcto, pero las pruebas demostraron un rechazo de él por la anomalía en tu sangre. Solamente yo encajé, bebé. Afortunada tú, ¿huh? El sarcasmo era grande y pesado en su voz. -¿Tienes la menor idea de lo que has hecho? - Ella sacudió su cabeza, casi deslumbrada por el conocimiento. -mi cuerpo habría aceptado mi tipo de sangre. Puede haber protestado suavemente, pero lo habría aceptado. No sabes lo que has hecho. -Oh, pero- él le informó suavemente. -la transfusión se cimentó simplemente en lo que ambos sabemos que es verdad...- Ella sacudió su cabeza violentamente, cojeando lejos de él con sus dedos apretados, la furia se elevaba sobre ella. -Las drogas comenzaron esto...-Nope.- Su voz era suave, si se descontaba el latido salvaje oscuro debajo de ella. -Cuando te pusiste de rodillas y tragaste mi semilla fue cuando comenzó, Charity. Tú lo sabes, y yo lo sé. Tú eras mi debilidad porque la naturaleza lo había decidido de esa manera. No las drogas, no la sangre. Ella temblaba. Casi ausente Charity fue sorprendida por los temblores que se extendían sobre su cuerpo. Ella tropezó contra la chimenea, su respiración se hizo más dificultosa cuando él la cogió, moviéndola bruscamente contra su cuerpo más duro, más caliente. -Siéntelo, Charity,- él susurró en su oído. -Estaba allí cuando sentía tu boca en mi miembro. Estaba allí cuando eché mi corrida abajo por tu garganta. Estaba allí cuando necesitabas sangre y yo te la proporcioné. Tú rechazaste dejarme escaparme, bebé, ahora puedes compartir la vida que he construido. ¿Ahora no te parece divertido?
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Él estaba furioso. Charity oyó su cólera, oscura, profunda, latiendo en su voz. Él la tomó en sus brazos, ignorando su grito de protesta mientras que iba al dormitorio. Sus músculos estaban apretados, tensos y ella podría sentir la necesidad de violencia que se envolvía alrededor de él como una llama invisible. Pero él estaba tranquilo mientras la puso en la cama después se sentó al lado de ella, mirándola fijamente abajo a ella. -Yo necesité salvarte,- ella susurró triste. -tuve que hacerlo. -Porque la naturaleza te lo ordenó,- él ladró. –tanto si quieres como si no, Charity. Tanto si deseas aceptarlo como si no, eres mi compañera. Tu sangre es la prueba, pero aún más, lo es esto... Antes de que ella pudiese pararlo su mano fue empujada debajo de los pantalones flojos y curvándose alrededor de su sensible coño, después dos de sus largos dedos se hundieron dentro de su sexo empapado mientras su palma presionaba contra el clítoris hinchado. -Aiden,- ella gritó su nombre mientras su vagina se convulsionaba, derramando más de sus sedosos jugos alrededor de sus duros dedos. -Dios, estás tan caliente,- él gruñó, su inmediatamente de una lujuria dura, salvaje.
expresión se llenó
Sus muslos se apretaron en su mano, las manos de ella estaban envueltas alrededor de su amplio antebrazo, aunque ella tenía poca fuerza, poco deseo de tirar de él libremente. De hecho, su cuerpo estaba casi desamparado, tan desesperadamente excitado que ella no podría hacer nada sino el arquearse contra la mano, pidiendo silenciosamente una penetración más profunda. Él se la dio. Lentamente, sus dedos la estiraron, su suya mirada fija se enlazó con la suya mientras que el resto de su visión parecía obscurecerse. -Aiden,- ella jadeó, aterrorizada de su respuesta hacia él, luchando contra las necesidades que se clavaban sobre ella. -Apuesto a que tu gusto es tan bueno como tú te sientes,- él susurró. -y tú te sientes tan malditamente buena, bebé. Tan malditamente buena. Y también estás demasiado débil como para follar como necesito ahora.- Él resbaló hacia detrás lentamente, ignorando su gemido, el arco de sus caderas. -Aiden.- Ella se lamió los labios, luchando con la súplica que su cuerpo le gritaba. Él respiraba con dificultad. Casi tan fatigosamente como ella era mientras que la miraba de cerca, sus ojos estaban oscuros con los pensamientos que llenaban su mente.
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-Basta,- él gruñó. –Basta de follar, Charity, antes de que te tome y te lastime peor de lo que lo estás ya.
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CAPÍTULO 9
Aiden cerró de golpe y salió fuera de la cabaña, la necesidad de sueño así como la necesidad de follar lo abrumaban por lo que él tenía que conseguir alejarse de ella. Él resopló, si solamente la necesidad de follar fuera la qué lo conducía, él pensó mientras que él caminó abajo en los pasos y ató sus botas en sus pies. Él empujó sus dedos agitado a través de su pelo mientras que intentó encontrar sentido a los impulsos que atravesaban su cerebro. Maldición, ella iba volverlo loco. Apenas tan loco como él había estado en los laboratorios después de su llegada. Su olor lo había o casi puesto de rodillas la primera vez que ella había entrado en la habitación. El drenaje sutil, irresistible de su cuerpo había sido casi más que él podría soportar. Él miró fijamente la tierra, suspirando áspero. Después de la noche pasada vagando por las montañas alrededor del Complejo y de intentar seguir a quienquiera o lo que fuese que había estado fuera de la pared, estaba agotado. Y no ayudaba que su genio se descargase sobre cualquiera. Él estaba totalmente insatisfecho y no le gustaba mucho la sensación. La mujer lo aguijoneaba. ¿Qué infiernos pasaba con él? Ella lo miraba con esos ojos enormes y heridos, tan llenos de excitación y de un calor engañoso, y algo dentro de él deseaba derretirse. Era incómodo eso era lo que era. Él levantó su cabeza y miró fijamente en la distancia, preguntándose por los cambios que ocurrían demasiado rápidamente a su alrededor. Los cambios dentro de sí mismo. No parecía encontrarle el sentido, y maldito si él iría a Jacob y le preguntaría cualquier cosa acerca de ello. El otro hombre ahora lo miraba con tal diversión que hizo su cuello se erizase inmediatamente. Pero la culpa de todo la tenía su necesidad de Charity. Por completo, obligando a su insaciable necesidad de follarla tan difícil y tan rápidamente como él pudiese introducir su miembro en ella. Él cerró fuertemente sus dientes, estando en pie casi dolorosamente. Esa carne voluble palpitaba debajo de la bragueta de sus pantalones vaqueros con una demanda que era malditamente imposible negar. Mientras que él comenzó a desandar los pasos del porche, la puerta a la cabaña fue abierta. Él se dio la vuelta, haciendo frente a Charity cautelosamente mientras que ella estaba parada allí vestida con nada a excepción de una de
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sus camisetas. Sus pezones estaban duros. Y él podría oler su calor. Y por dios, ella era su compañera. Él había esperado seis años de mierda para tocarla, para apagar la necesidad que nunca se parecía abandonar su cuerpo, y él estaba cansado de esperar. Ella se abrió su boca para hablar, después sus ojos se desorbitaron lentamente mientras los suyos se estrechaban. Él caminó de nuevo al porche áspero de tablones, avanzando hacia ella mientras ella lo miraba cuidadosamente. Sus labios estaban abiertos mientras ella tomó una respiración áspera. Sus pechos se levantaron y cayeron rápidamente contra el material de su camisa prestada y el olor de su calor se envolvió alrededor de él, apretando su miembro, tensando su cuerpo con necesidad de follar sin adulterar. -Vete adentro,- él gruñó. -deja la puerta cerrada. No salgas afuera. No me empujes, no pelees conmigo, Charity. Estoy a una pulgada de empujarte contra la maldita pared y follarte hasta que ambos nos derrumbemos de agotamiento. No pienso que desees eso ahora. Su cara estaba ruborizada, sus ojos oscurecidos con excitación y miedo. Aunque, más excitación, que miedo. Maldición, ella iba a matarlo. Un segundo pasó, después otro mientras sus ojos se estrechaban lentamente en él y la cólera sustituía al miedo. -Aiden,- ella dijo con voz cansina, burlona mientras que ella se inclinaba contra el marco de la puerta. -¿Esta obligación que es tal carga o lo hace más fácil para ti? -Él inspiró cuidadosamente, fuertemente refrenándose para impedirse tocarla. Moverla bruscamente a sus brazos y empujarse dentro de su coño apretado, caliente que él sabía lo esperaba. -Realmente,- él gruñó. –Está malditamente fácil de ser verdadero.Ella suspiró arrepentida mientras que sacudió su cabeza lentamente. -Estaba asustada de eso. Oh en el fondo... Él se movió adentro con ella antes de que ella pudiese acabar, moviéndola hacia atrás a la casa y entonces contra la pared del vestíbulo. Ella miró fijamente para arriba él con sorpresa, luchando con la excitación que cantaba en su sangre mientras su dominación se reflejaba en los rasgos salvajes de su cara. El molde de nativo americano de sus facciones la había cautivado siempre, ahora más que nunca. -Charity,- su voz era una dura, su gruñido retumbó. -Tú puedes empujarme solamente hasta ahora. Puedes negarme solamente durante un
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tiempo. Combina los dos, y tu tiempo se acortará infinitamente. ¿Me entiendes? - Ella miraba para arriba él a través de ella los latigazos, sus labios sonrieron tomándole el pelo, burlona. -Pídeme, bebé, y veremos.- Ella lanzó sus palabras a él. Sus puños se apretaron. Si él la tocase, sabía que él nunca la dejaría ir. No importaría si ella gritaba. No importaría si él la lastimaba. Una cierta necesidad instintiva, primitiva gritó su demanda, haciendo a su cuerpo temblar mientras que él luchó por negarlo. Solo un rato más tarde. Solo hasta que la curasen. Solo hasta que él supiese que no la dañaría físicamente. -Estás jugando un juego muy peligroso,- él inspiró áspero mientras se echaba bruscamente hacia atrás de ella. -ten cuidado, Charity, que no te estalle a ti.- Él se dirigió a la puerta de nuevo. -¿Regresarás para la cena, querido? - ella le preguntó burlona, parándolo en sus pasos. Su pecho parecía estar apretado, algo dentro de él que gritaba por una voz suave, palabras tranquilas. Él era un tonto y lo sabía. Él la miró hacia atrás, sonriendo lentamente, con confianza, sus ojos que iban primero a ella se inclinaron hacia los pechos y después a su mirada fija seductora. Él miró su sonrisa débil mientras su mirada fija caía a los colmillos mortalmente cercanos. -Deduzco, que me acoplo,- él gruñó. -es todo a menos que tú puedas ser el postre.- Él no le dio ningún tiempo para responder sino que se apartó tan lejos y tan rápidamente de ella como él podría. Él podría sentir la transpiración que explotaba en su cuerpo mientras que él luchaba por el control. Luchaba con la necesidad salvaje de follar, de acoplarse, de tenerla debajo de él gritando con el clímax mientras que él se empujaba en varias ocasiones en su interior. Era una lucha que perdía rápidamente.
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CAPÍTULO 10
La tarde siguiente, Charity cojeó a través del comedor que conectaba a la cocina en busca de alimento. Ella había dormido la mayoría del día anterior, y toda la noche, sólo despertó mientras que Aiden comprobó su estado después de que él volviera. La excitación que pulsaba a través de su cuerpo estaba siempre presente, atormentando sus sueños tan profundamente como la hacía despertarse durante horas. Ella era su compañera. Lo sabía ella misma por las pruebas que había tomado meses después del episodio en los laboratorios. Su cuerpo había comenzado cambiar entonces. La excitación incómoda, estaba siempre presente. Las oleadas de calor y de irritación parecían aplazarse apenas debajo de su piel. Más adelante, la sangre y las pruebas de la saliva demostraron la presencia de una hormona desconocida que variaba en fuerza según el estado de la excitación en que ella estuviese. Ella había esperado que saliera. Había esperado que disminuyera lentamente. No había contado con que los científicos descubriesen su secreto, o encontrasen una manera de avanzar los cambios que su cuerpo intentaba hacer. No había anticipado una maldita transfusión de sangre, algo incluso que los científicos no habían podido utilizar. El virus hormonal que se difundía con su sangre era demasiado potente para que su cuerpo luchase. Pero su corazón y su mente discrepaban. La naturaleza era exacta; no incurría en equivocaciones, no con algo tan básico como instinto de reproducción. La naturaleza no se ocupaba del corazón, o de cualquier cosa tan voluble como las emociones. Se ocupaba de la biología, de reacciones químicas. Una reacción química no era bastante para ella. Su corazón, su alma, exigían más. Charity fue a la cocina y al perol que se estaba en el fogón trasero mientras que ella se movía por la habitación. Levantando la tapa, ella inhaló el olor de verduras y de carne de vaca, y de un rico caldo que hizo su boca agua. En pocos minutos ella se sentaba ante la sopa caliente, y un vaso de cristal frío de leche. Por lo que se refería a las comidas, calculaba que estaban cerca de ser ambrosía que ella iba a obtener. Ella no podría recordar que cualquiera supiese tan bien en años. La leche era
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enormemente fría y apagó la sequedad terrible en su garganta, mientras que el alimento mitigó por lo menos un poco los calambres en su estómago. Ella había acabado la pequeña comida y acababa de colocarla los platos en el fregadero para lavarlos cuando ligeros golpes sonaron en la puerta y esta se abrió lentamente. -¿Charity? - Una voz femenina dijo en voz alta, y Charity miró sorprendida como dos mujeres entraban en la habitación delantero. –Hope y Faith.- El asombro la llenó. Eran más viejas, llenas y más maduras, pero estaban sonriendo en la recepción cuando entraron en la cocina. -Charity. Oh dios, pensaba que estabas muerto o algo así.- Faith la alcanzó primera. Ella reía, casi gritando, Charity permitió que la otra mujer la abrazara firmemente, ignorando la protesta aguda, ardiente de su carne. Faith era un poquito más alto, ella una vez había sido la más alta, el pelo castaño era más corto ahora, pero no había modo de confundir los bonitos rasgos o su risa que llenaba su voz. Incluso en los laboratorios, después de que Faith consiguiera llegar más allá de su cautela inicial, había estado llena de humor y de un amor por la vida. Mientras que Faith se movió hacia atrás, Charity miró Hope reservada. Hope había odiado todos los científicos y el personal del laboratorio después de la huída de Wolfe. Las pocas veces que Charity había intentado entrar en contacto con ella había sido rechazada con rudeza. -Gracias,- Hope dijo con seriedad. -por la vida y la huída de Wolfe.la sorpresa tiró a través de ella. -¿Cómo sabías que fui yo? - Los labios de la Hope sonrieron en una mueca. Sus rasgos eran vagamente asiáticos, herencia de su madre china. Pero ella había heredado su altura esbelta y sus ojos azules de su padre americano. -Lo descubrí después de de que Wolfe me encontrara.- Ella caminó más cerca, abrazando Charity brevemente, aunque con gusto. -ahora adelántate, descansa esos pies doloridos y hablaremos.- Ella cojeó de nuevo al comedor abierto, derrumbándose agradecida en el sofá ancho, bien amortiguado mientras que Hope desaparecía en otro sitio que Charity no había notado anteriormente. -Vamos comprobar tus pies.- Ella volvió momentos más tarde llevando un kit de primeros auxilios. -La Dra. Armani estará aquí alrededor más
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adelante esta tarde, pero estoy segura de que están comenzando a estar incómodos otra vez. Armani. Charity controló su expresión, su conocimiento de la doctora. Armani había sido su contacto mientras que ella estaba con el consejo, hasta hace un año. Seguramente que Armani había sabido mejor que nadie lo que hacía al hacerle una transfusión con la sangre de Aiden. -No están realmente demasiado mal.- Charity se encogió de hombros, incómoda con tener a la otra mujer arrodillándose a sus pies. –aunque, podría utilizar algunas ropas. -Tengo algunas que puedes usar. Iré a la cabaña y los traeré mientras que Hope cuida esto.- Apenas habló a la otra mujer se dio la vuelta y salió por la puerta delantera. -Ella todavía está en celo,- Hope suspiró, sacudiendo su cabeza. -no puede todavía sentarse durante un minuto. -Al igual que tú.- Charity cogió el olor leve, aunque distinto de una tormenta alrededor también de la otra mujer. -¿Cuánto tiempo lleváis tú y Wolfe juntos? - dijo echando un vistazo hacia arriba a ella, sus ojos azul marino eran sombríos. -Casi un año. Y sí, lo estoy. Se alivia algo, a veces. Pero sigue siendo tremendamente fuerte. Se alivia para mí, por el tiempo que es. -¿Se han probado tus niveles hormonales mientras que es más fuerte? - Charity le preguntó, haciendo una mueca de dolor mientras que la Hope comprobó las plantas blandas de sus pies. -Mis propias pruebas demostraron que aumentaron los niveles de la hormona durante la ovulación. Los científicos encontraron más adelante una leve alteración genética en la estructura de la célula de los ovarios. Sus pruebas comenzaron allí. Con cada tratamiento hormonal sucesivo que me dieron, la estructura de la célula ha cambiado más aún, haciéndose cada vez más compatible con la esperma de la casta del lobo. -¿Te han hecho pruebas de cualquiera de estos cambios? - La codificación única del DNA de la casta masculina eliminaba la posibilidad de reproducción con las hembras. Sin embargo los científicos encontraron una manera de pasar a través de esta barrera. -No.- Hope sacudió su cabeza lentamente. -Wolfe prohibió cualquier prueba, y honestamente, no vimos la necesidad.
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-Espera, eso no puede continuar.Charity frunció el ceño ferozmente. -escúchame, tu cuerpo está cambiando. Lentamente. Desarrollándose para adaptarse a Wolfe lo bastante para criar. Esto tiene que ser mirado cuidadosamente. Afecta a cualquier mujer que se acople con un varón de la casta. La respuesta a esto está en la sangre. La anomalía en los cubículos de la sangre de la casta es como un virus para la mujer adecuada, si la química es compatible. Entonces infecta los ovarios y el huevo, haciendo la concepción posible con el esperma compatible. -¿Por qué los científicos intentarían avanzar esto? ¿O la naturaleza? - la expresión de la Hope se llenó de sorpresa mientras ella la miró fijamente con preocupación. -El objeto original era evitar la concepción.- Charity tomó una respiración profunda, intentando reprimir sus propios miedos. -desean a niños, Hope, para experimentar. Animales cuyos órganos estarán más cerca para emparejar con los requisitos humanos. Creaciones disponibles para la experimentación. No han parado. Nunca pararán. Y nadie de la casta, ni el compañero ni el niño estarán jamás seguros de ellas. Su ejército prodigioso salió como deseaban, tan ahora han cambiado de dirección. Una dirección que podría llegar a ser más peligrosa que sus planes originales. En cuanto a naturaleza... - Ella tomó una profunda, respiración temblorosa. -No sé porqué, solamente sé que la evolución comenzó en mí, después de que aquella noche tragara el semen de Aiden. Es similar a un virus a nivel celular. Es tan complicado que incluso los científicos del consejo no han podido deducirlo totalmente. Pero comienza una evolución lenta que hace que dé lugar a la concepción. Como si la naturaleza por sí misma hubiese decidido hacer sobrevivir a la especie.- Ella miró mientras que la cara de la Hope palideció. -¿Le has dicho a Aiden esto? - ella susurró desesperadamente. -¿él lo sabe? - Charity sacudió su cabeza. -Keegan lo sabía. Asumí que él había encontrado el momento para hablar con Wolfe.- Hope sacudió su cabeza imperiosamente. -Keegan no ha dicho nada, Charity. Nada. Las castas con alas desaparecieron a las pocas horas de su rescate. Nadie los ha visto. ¿Nadie? Keegan tenía las respuestas, la llave de todo esto. Él le había dicho, justo antes del ataque contra la montaña, que él lo había deducido. Que él sabía lo que hacían los científicos, y que la naturaleza los combatiría eventualmente. Él se lo había escondido esos días pasados cuando él conectó con ella, explicándole lo que hacía su cuerpo, y porqué. Él no se habría ido.
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-No.- Charity la miró con sorpresa. -Keegan no haría eso. Él conoce los experimentos. Sabe lo que hacían, paso a paso, incluso cuando yo no lo hice. Espera, Keegan es increíblemente psíquico, con una memoria fotográfica. Él estuvo conectado conmigo durante esos experimentos. Él lo sabe todo, cada detalle, él no puede haberse ido.- Hope estaba a sus pies, con el kit de primeros auxilios y a los pies desnudos de Charity olvidada mientras que ella jadeó para respirar. -Tengo que encontrar a Wolfe. Esto es peor de lo que cualquiera de nosotros creyó.- Ella salió de la casa, la puerta se cerró de golpe detrás de ella mientras que Charity cubría su cara con sus manos antes de empujar los dedos a través de su pelo con frustración cansada. -¿Donde estás, Keegan? - ella dijo furiosamente, frotando sus sienes, luchando por establecer la conexión que él había mantenido a menudo con ella. Incapaz creer que acabase de desaparecer, justo ahora. -maldito seas, ¿porqué infiernos te has ido? - Aunque la conexión mental que ella había compartido una vez con él había desaparecido. Ella sentía solamente silencio, sólo una deserción triste del hombre que ella creía que era un amigo. No tenía ningún sentido. Keegan no era el tipo que dejaban caer una responsabilidad que él había tomado. Él sabía que sería necesario. Sabía que Charity necesitaría la información que él había recopilado mientras que él compartió esos experimentos con ella telepáticamente. Era la razón por la que ella había permitido que él instalara la conexión en el primer lugar. Frunció el ceño, ella luchó para reestablecer la conexión entonces suspiró con resignación triste. Keegan había venido siempre a ella. Ella nunca había tenido que decirle nada en voz alta, o que intentar encontrarlo; él estaba allí. Una presencia que ella había podido sentir siempre que necesitara mantener control, o cuando el dolor llegó a ser cegador para enfocarse en él. Y ahora justamente se había ido. Sus ojos estrecharon. ¿Qué había pasado? Ella sabía que él era calculador, reservado. Él no se habría ido así a menos que hubiera habido una razón de ello. A menos que el peligro hubiera aumentado de alguna manera en su presencia. Ella ladró su labio cuidadosamente. Él estaba haciendo algo. Ella podría sentirlo. Ella le conocía bastante bien para saber él trazaba, planeaba. Ahora, ella solo tenía que calcular lo que era, y el porqué.
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CAPÍTULO 11 Aiden estaba parado circunspecto detrás de la silla Wolfe sentado adentro, mientras que Jacob estaba parado más a su lado. Su pistola estaba atada con correa a su muslo, a lo largo de la pared detrás de él había un estante de armas automáticas, de manera operacional. Pues como líder de la beligerante casta del lobo, la protección de su vida podría convertirse en a veces en un trabajo en sí mismo. En ese momento, la habitación contenía no solo a Wolfe y su compañera, sino Jacob y la suya también. Con excepción de Charity, estas dos mujeres eran las únicas hembras acopladas conocidas. Y eran también las compañeras de los jefes de las manadas lo que las hacía aún más importantes. Las noticias que Hope había traído a Wolfe anterior comenzaban ya a causar un revolvimiento en el pequeño Complejo de la casta. En la habitación reunieron a los líderes de las cuatro manadas que habían prometido su lealtad a Wolfe y a la alianza nuevamente formada de la casta. Escucharon todo con la respiración contenida la información que Charity había explicado a Hope. Información ella no le había dado, sino había dado a otra en lugar de a él. Información que él habría preferido bastante que ella mantuviese para sí misma algún tiempo más. -Para verificar esto, tendría que hacer mis propias pruebas.- La Dra. Armani estaba pensativa cuando miró a Wolfe. -No hay manera de que considere basar esta información sobre un rumor solamente.- Ella echó un vistazo a Hope apologéticamente. -los análisis de sangre de Charity solamente me dicen que es posible, pero rechazo entrar en el tema. -Charity ya tiene por completo las drogas, ella sería perfecta...- Hope comenzó. -No.- La cabeza de Aiden se levantó con sorpresa y cólera mientras que Hope expresaba el pensamiento. Él la taladró con un vistazo oscuro, apretando su mandíbula firmemente mientras que luchó por controlar la cólera instintiva. ¿Más experimentos? El dolor él había visto en el cuerpo de Charity del estragos, incluso mientras que había estado inconsciente, casi lo había destruido. Él no consideraría tal acción. -Aiden, óyela,- Wolfe dijo reservado. Aiden gruñó, por primera vez que él pudiese recordar, tan opuesto a su líder que él temía sus propias reacciones.
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-No pienso permitirlo,- él ladró, moviéndose alrededor del sofá, enterado de que los otros miembros del consejo lo miraban cuidadosamente. -ella no es parte de esta manada, Wolfe, y por lo tanto no está bajo tus órdenes. Ella es mía... -y tú estás bajo mis órdenes.- Wolfe le echó un vistazo, su mirada era fija reflexiva. Aiden estrechó sus ojos, mirando al otro hombre atento. Él nunca había sabido que Wolfe emitiese una orden con la que él no estaba de acuerdo. Nunca había sabido que el otro hombre ordenase a otros lo que él no haría sí mismo. Pero esto, Aiden no consideraría. -Ella es mi compañera,- él gruñó, endureciendo su cuerpo, apretándose con el pensamiento de ella no reclamado estado. –Ella no está aquí para que me pidas esto, Wolfe.- Wolfe suspiró. -Desafortunadamente tienes razón, Aiden. Pero no está tampoco para que elijas por ella. A Charity le será dada la opción. -No... -Aiden. Nuestra misma supervivencia depende de nuestra capacidad de reproducirnos. Hope y Faith ahora están en un estado de excitación constante, sus cuerpos no son suyos el propios, su sexualidad no está bajo su control. Si hay una manera de parar esto, no es algo que podamos pasar por alto. Wolfe dijo con frustración. En el fondo, Aiden entendía la cólera y la preocupación de su líder. Él echó un vistazo a su hermana con frustración, viendo su compasión, su comprensión cuando ella lo miró. Pero él también vio bien las muestras de su excitación cada vez mayor de nuevo. Ambas mujeres no podían estar apartadas de sus compañeros mucho tiempo. La situación no engendraba nada excepto cólera y más frustración. -El trabajo de la sangre que he obtenido hasta ahora de Charity ayudará,- la Dra. Armani dijo suavemente en el silencio de la habitación. las pruebas que requeriría serían hechas suavemente, Aiden, prestaremos cuidado al cuerpo y a la mente de tu compañera. No deseo dañarla. Pero debemos ver los resultados de las drogas que utilizaron en ella. Podría ayudarme, quizás, a determinar cómo reconstruir el proceso de una manera más suave. -Me parece a mí que sería mejor encontrar a ésos bastardos con alas malditos,- Aiden gruñó. –ellos tienen las respuestas. -No importa. El cuerpo de Charity tiene la llave. No podríamos hacer nada sin examinarla para ver los resultados aunque tuviese cualquier
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información de Keegan, -la doctora dijo con ira. –para de ser tan malditamente posesivo, Aiden. No voy a lastimarla.- Su cabeza se movió mientras que él luchó un gruñido furioso. La doctora lo miraba como lo haría con un niño recalcitrante. La mirada no iba bien con él. -Tienes razón. No la lastimarás, porque no habrá pruebas, -él ladró. -¿No eres el mismo hombre que demandó que esta mujer no era su compañera? ¿No hay nada de él? - la doctora preguntó cruzando los brazos debajo de sus pechos, mirándolo con burla. -¿qué te importa lo que se haga con su cuerpo? Ella no es una casta, Aiden, y no es nada tuyo. -No juegues a juegos de palabras conmigo, Armani,- él dijo con ira, enfurecido por que ella le echase en cara sus propias palabras enojadas. ella tiene todavía que curarse después de pasar ese infierno. Esto no tiene nada que ver con un acoplamiento y todo con curarse. No lo permitiré. -La curación no ocurrirá, Aiden, hasta posiblemente, la concepción- la doctora dijo furiosa, sus ojos negros que brillaban con su propia ira. -no presumas de creer, lo que esos experimentos eran y que los efectos se irán simplemente lejos ahora que ella está segura. Lo sabes. Aiden sentía el estómago apretarse con una sensación relacionada con el miedo. ¿Concepción? Él apretó sus puños mientras que él luchó para reprimir las maldiciones que ardían y que rabiaban en su mente. Condenación, Charity no estaba lo bastante fuerte como para sostenerse ahora, renunció solamente para sobrevivir los ensayos desconocidos de un nacimiento de la casta. Solamente el dios sabía qué resultaría. -Aiden.- Wolfe fue hacia él, su expresión estoica, su mirada fija compasiva. -esto no es más fácil para nuestras mujeres, Hope y Faith, así como los que sufran con esto cuando se acoplen. Si Charity tiene las respuestas, entonces debemos descubrir cuáles son. -Personalmente, pienso que estás hablando con la persona equivocada sobre esto,- Hope entonces habló, su mirada fija estaba clavada en Aiden. Charity ha hecho sus propios experimentos, y ella sabe que no saldrá esto simplemente. Digo que le preguntemos. -Y yo digo que ella está demasiado débil,- Aiden sacudió su cabeza con aspereza. -No ahora. No hasta que ella se haya consolidado. -Aiden, acabo de ver a tu mujer no hace ni una hora,- Hope discutió. -ella está en tal necesidad que su cuerpo tiembla de ella. Nunca lo he visto en Faith, ni yo lo he conocido, el hecho de sufrir tan excesivamente por el celo. Es su dolor, por lo tanto es su opción.
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-Será una esperanza del niño también, si ella concibe,- él gruñó-¿te has olvidado tan fácilmente cómo de familiar ella estaba con tu madre? ¿Cómo de fácilmente ella me traicionó? -Tu olvidas cómo de fácilmente ella salvó tu piel sin valor.- Faith entonces entró en la batalla. -recuerdo cómo estabas noblemente dispuesto a dar tu vida en un capricho, hermano, y cómo ella te salvó. No veo eso como una traición. -Aiden.- Wolfe atajó cualquier cosa que él habría dicho a su hermana en el calor de la cólera. -Recuerda, Charity no es la única que sentirá los efectos de esta excitación. Vuelve con tu compañera, discute esto, o toma el cuidado de la de las necesidades que os están atormentando a ambos primero, cualquiera cosa que juzgues más importante. Pero a menos que encontremos a Keegan en los próximos días, entonces esta discusión será resuelta. A toda nuestra satisfacción.- Aiden dibujó en una respiración dura, que controlaba. Wolfe lo miró sin una indirecta de la clemencia en su expresión. Él no cambiaría su mente si no encontraba ninguna otra respuesta. -¿Tú entregarías tan dispuesto a tu mujer, Wolfe? - él gruñó con crueldad. Wolfe suspiró con fatiga mientras que él echó un vistazo en la mujer en la pregunta. -para aliviar su tormento, Aiden, haría lo que fuese necesario,- finalmente suspiró suavemente. -Si eso significara dar mi propia vida, la daría por aliviar a Hope.- Él dio vuelta de nuevo a él lentamente. solamente ése es mi amor para ella. Mi comprensión de su dolor. ¿De donde, Aiden, nace tu repugnancia? - Aiden levantó su cabeza lentamente, orgulloso. -De la propiedad, Wolfe. La perra es mía. No el tuya, no de la manada. Mía. Recuerda eso antes de que vengas a mi cabaña con la orden en el nombre de su amor por tu compañera. Él se dio vuelta y salió de la cabaña, sus botas golpeaban pesadamente, la puerta se cerró de golpe con un latido de satisfacción detrás de él. El aire fresco de la noche se envolvió alrededor de él, abrazándolo con una sensación de libertad, de maravilla. Pero su alma se sentía limitada tan desamparadamente mientras ella había estado durante seis largos años torturantes. ***** -¿Qué piensas? - Wolfe se dio la vuelta a Jacob, que había permanecido silencioso, alerta durante la confrontación con Aiden. Wolfe se sentía rasgado, colocado entre su amigo y las necesidades de Hope y de
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Faith, así como de Charity. El olor de su necesidad dominaba casi la vez última que él había estado en la cabaña de Aiden. Inconscientemente su cuerpo había buscado el alivio, en cualquier forma que pudiese encontrar. Él miró el ceño de Jacob pensativo antes de que sus labios torcieran en una mueca irónica. -Él es un idiota.- Él se encogió de hombros. -dale el suficiente tiempo para saciarse la primera vez con ella, y él pensará entonces con más claridad. -Si ella es lo bastante fuerte como para soportarlo.- Wolfe sacudió su cabeza entonces miró con fatiga a la doctora para su saber su opinión. Los aspectos más inusuales del acoplamiento de la casta tenían el potencial de aterrorizar, más que de excitar, a las confiadas hembras. La Dra. Armani arqueó una ceja ante la pregunta burlona. -¿Tú me estás preguntando? Lo siento, Wolfe, tengo todavía que entender el proceso de acoplamiento regular. Los aspectos anales son aún más confusos. -Alivia la excitación, durante un tiempo,- Hope le recordó. –por lo tanto debe tener un significado. -Por supuesto. Estoy segura de que lo hace.- Ella la remetió las manos en los bolsillos de su chaqueta ligera. –Eso no significa que sepa cuál es todavía. Y si Aiden se sale con la suya, nunca lo sabré.- Wolfe gruñó. -Encuentra a esa jodida casta voladora.- Él se giró Jacob otra vez. envía a uno de nuestros mejores grupos. Tienen que estar en esa maldita selva en alguna parte. Si tienes que hacerlo, haz una llamada al grupo del SAM. Los deseo encontrar. -Dos manadas están ya allí, Wolfe.- Jacob sacudió su cabeza, hizo una mueca. -si no pueden encontrarlos entonces. Llamaré al SAM, pero me gusta la idea de ello. O sus maneras, tengo una sensación de que Keegan o su gente no se mostrarán hasta que no tengan ninguna otra opción. Desafortunadamente, no tengo ninguna idea de qué lo empujaría a ello. Wolfe tomó una respiración profunda, reprimiendo su propia cólera, su propia frustración. Su propia excitación. La mujer de Aiden no era la única en celo, y la paciencia de Aiden no era la única que era empujada por encima de sus límites. Si no encontraban una respuesta a esto pronto, no habría esperanza para cualquiera de ellos, ni futuro.
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CAPÍTULO 12 Ella respiraba con las contracciones que rasgaban su matriz. Aiden la miró desde el umbral, su mente estaba consumida con tales impulsos contradictorios que él no estaba seguro si irse, o ir a ella. Su cuerpo lo exigía ir a ella. Cada hueso y músculo en su cuerpo, por no mencionar su miembro traidor, exigía que él ahora la tomase. Su control, ganado tan ferozmente después de que ella lo hubiera tomado de él, le exigía que se marchase. Que se fuese duro y en ayunas, tan lejos de esta mujer como él pudiese conseguirlo. La amenaza emocional que ella representaba se desgarró en él. El acoplamiento por venir le aterrorizaba. Él podría sentir ya la agresión, la dominación rugiendo dentro de su cuerpo. ¿Wolfe y Aiden le habían advertido de lo que debía venir, sino que persona le advertiría? No tenían a nadie, lo sabían. Hope y Faith no habían estado con ella bastante tiempo, y él sabía que el miedo anterior de su acoplamiento se magnificaría solamente si él le explicaba los detalles completos a ella. El sexo anal asustaría la virgen en tales circunstancias. Ser tomado de esa manera por un varón de la casta sería aterrorizante al principio. Él empujó sus dedos a través de su pelo, peleándose, luchando con los impulsos que funcionaban a través de él. ¿Cómo le suponía que debía acorazar su corazón contra ella? Ella había sabido que venía el rescate, había luchado para salvarlo cuando él habría muerto dispuesto para escapar el infierno que él sabía que se avecinaba. ¿Realmente había sido su culpa... su pérdida de control? Ella gimió débil, encrespándose más apretada en la posición fetal que había asumido, sosteniendo una almohadilla apretada sobre su estómago. Cian les había dicho que su dolor se había hecho solamente peor durante los meses. Cada inyección la había empujado más cercana a locura mientras que ella luchaba con los cambios que desgarraban a través de su cuerpo. Cambios que la preparaban lentamente para él. Sus manos fueron a su camisa, abriendo los botones lentamente mientras que él luchó para mantener control de su respiración. Su olor era rico y evocador, lleno de la energía de una tormenta de las montañas, la fragancia embriagadora de la madreselva. Su miembro era como un íntimo hierro ardiente, palpitando debajo de la restricción de sus pantalones vaqueros, rogando por para los límites apretados de su sexo lleno de rica miel.
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Ella estaría mojada, suavizada y caliente. Su canal lo sujetaría como un puño mojado de terciopelo, arrastrándose sobre su carne sensible mientras que él empujaba adentro. Él tragó firmemente ante el pensamiento. Le tomó solamente unos momentos desnudarse. Dejó sus ropas donde cayeron yendo lentamente a la cama. Ella era su compañera. Que dios les ayudase a ambos, pero él no podría dejarla sintiendo dolor, ni podría apartarse más tiempo. -Charity,- él susurró mientras él se movía sobre la cama detrás de ella, alcanzando para acariciar su pelo detrás de su cara sudada. -Vete, Aiden.- Su voz sonó estrangulada, densa. -no puedo pensar mientras estás aquí.- Él frunció el ceño hacia ella. -Tú no estás pensando, Charity, estás demasiado dolorida como para pensar. -Las contracciones son peores,- ella dijo fuertemente. -el calor es peor, cuando debería nivelarse. Ahora hay una diferencia en él. Tiene que ser debido a la transfusión. Necesito un laboratorio de mierda.- Ella ahora casi gritaba. -¿Cómo se supone que debo averiguar esto sin pruebas? ¿Sin el equipo? Maldición, apártate lejos de mí.- Ella ahora jadeaba para tomar aire. Aiden sacudió su cabeza con confusión. Ella se parecía más preocupada por las pruebas y sus malditas reacciones de lo que ella estaba con aliviar el dolor. Él se colocó a su lado, enganchando su brazo sobre su cintura y tirando de ella contra su cuerpo. Ella jadeó, su cuerpo que se atiesaba antes de que un quejido se escapara la garganta. -Dios, estás tan caliente,- ella susurró, enterrando su cabeza en la almohada debajo de ella. -¿Cómo se supone que debo hacer para combatir esto cuando tú estás tan malditamente caliente, Aiden? - Él cerró los ojos. Él no podría parar la necesidad de besar la cáscara suave de su oído. Su respiración se hizo dificultosa mientras que un temblor vibró sobre su cuerpo. -Me asustas, Aiden,- ella susurró, su voz sonó perdida, sola. -no sé combatir esto cuando estás tan cerca de mí. Y no pienso que pueda soportar tu odio cuando todo termine.- Él respiró áspero. -Si solamente pudiese odiarte, Charity.- Su mano se movió debajo de la almohada que ella había agarrado a su estómago. Las contracciones eran más duras de lo que lo habían sido antes. Él movió la mano debajo de su camisa, comenzando un movimiento suave de masaje con sus dedos mientras la respiración de ella comenzó a profundizar, a ponerse áspera. – ¿Te
Aiden’s Charity sientes bien? sobre su oído.
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él pidió, notando su reacción a su respiración susurrada
-Demasiado bien,- ella gimió. -no puedo pensar, Aiden.-No pienses en nada, Charity.- Él cerró los ojos, inhalando su olor, casi intoxicante en su dulzura. Su cuerpo ahora clamaba. Él apretó sus dientes mientras posaba sus labios sobre su cuello. Su sangre palpitaba duramente y se mantenía debajo de la piel suave mientras su cuerpo se apretaba más aún. Ella tragó firmemente. -Qué dijiste antes...- Él podría oír el miedo en su voz. -Ni Hope ni Faith han encontrado cualquier dolor en la dominación de sus compañeros, o en los acoplamientos mismos, Charity. Tu cuerpo está listo para mí, y en lo qué todavía no estás preparada, estará preparado a su debido tiempo. Su miembro fue presionado contra el pliegue de sus nalgas. Debajo, el agujero apretado pequeño de su ano lo aguardaba. Él no había creído Wolfe y Aiden cuando lo advirtieron de ese deseo abrumador de poseer ese punto oscuro, prohibido. Pero él ahora los creyó. Su gruñido sofocado los dio una sacudida eléctrica ambos mientras que él luchó para negarse. La asustaría, él lo sabía. Llevarla allí, a la fuerza misma en las profundidades estrechas de su ano, podía muy seguramente aterrorizarla. Todavía, la necesidad era como una fiebre que fluía directo duro y rápido por sus venas. Prepararla. Él tenía que prepararla. Si su excitación fuera lo bastante arriba, por encima de las necesidades que la abrumaban e incluso de los miedos, entonces ella estaría lista para él. -Ven aquí a mí, Charity.- Él tiró de la almohada de su presa después la hizo rodar para ponerla de espaldas. Ella lo miró fijamente hacia arriba a él, sus ojos marrón oscuro, deslumbrada con su excitación mientras que él miró fijamente abajo hacia ella. -mira cómo tu cuerpo se calma para mí,dijo suavemente, su mano presionada a su estómago, aliviando los nudos de los músculos de su abdomen. -sabe que puedo quitarte el dolor, la excitación. Solamente mi cuerpo puede hacer esto por ti, Charity. Solamente mi contacto. Él empujó la camiseta encima de su cuerpo, recordando ásperamente cómo él había rasgado la otra de ella. Él la desnudó rápidamente, sacudiendo la tela de la cama mientras que miró fijamente la belleza exhibida ante él. Sus pechos se levantaron y cayeron en una transpiración
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dura, rápida del ritmo de la piel de seda, acentuando las curvas hinchadas y los pezones oscuros, alargados. Él posó su mirada fija en los montones maduros, satisfaciéndola mientras que luchaba por el control. -Concebiré,- ella le recordó otra vez, las lágrimas relucían en sus ojos. -no deseo un niño, Aiden. No deseo traer a otro ser a una situación tan desesperada.- Sus labios hicieron una mueca ante su descripción exacta de las vidas de las castas en este punto. Era a menudo una batalla desesperada en la que combatían. -La naturaleza hará lo que debe.- Él entonces tiró de ella lentamente a sus brazos. -Nuestra preocupación, Charity, es ayudarte como podamos lo mejor posible. No importa el coste. Sobrevivimos, porque debemos hacerlo. Él no le dio ninguna ocasión de contestar o de discutir. Su cabeza bajó. La tentación de sus labios, la hinchada sensualidad de su excitación, era demasiado para resistir. Como la fruta más dulce, exigiendo que él probase su perfección erótica. Ella lloriqueó cuando sus labios tocaron el suyo, abriéndose a él, ella las manos que se trasladaban tímidamente a sus hombros a medida que sus dedos continuaron frotando ligeramente su abdomen apretado. Ella era intoxicante, como él sabía que lo sería. Aiden permitió que su lengua frotara ligeramente sobre sus labios temblorosos, ignorando su súplica suave mientras que él se abrió para la sensación de seda de las curvas abultadas debajo de su lengua. Ella se movía contra él lentamente, sus pezones rozando sobre su pecho como pequeñas marcas de necesidad. El control era una cosa tenue en el mejor de los casos, pero él encontró orgullo en el hecho que él triunfaba sobre el suyo. Hasta que ella se arqueó contra él, un quejido hambriento salió de su garganta mientras su lengua alcanzó para lamerle.
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CAPÍTULO 13 El bromeó, lamiendo en movimientos sus labios volviéndola loca. Charity había tenido hambre del beso de Aiden, de su contacto, durante demasiado tiempo. Mientras que el dolor en su abdomen comenzó lentamente a disiparse, otro dolor torturante tomó su lugar. Los fuegos en su sexo comenzaron a inflamarse a través de su cuerpo, nublando su mente con una excitación demasiado feroz para combatirla durante más tiempo. Mientras que ella frotaba ligeramente a través de su lengua, un gruñido, profundamente y áspero, sonó en su pecho un segundo antes de que él se hundiese duro y caliente dentro de las profundidades de su boca. Su brazo empujó debajo de ella los hombros mientras el otro circundó su cintura, moviéndola bruscamente más cerca, más apretada a su pecho mientras que ella probaba el salvajismo de su beso. Picante y adictivo, el movimiento húmedo de su lengua la inflamó más aún. Mientras la suya estaba enredada con él, ella sentía las pequeñas glándulas hinchadas en los lados, aunque no prestó más que una pequeña atención a ellas. Otra ocurrencia extraña para esta casta inusual. Él se movió más aún sobre ella, frotando ligeramente el interior de su boca, sus labios, su lengua, el borde de sus dientes hasta que ella afianzó sus labios con ante el invasor que bromeaba y se amamantó en él desesperadamente. El gusto que llenó su boca le hizo enloquecer sus sentidos. Ella no habría creído que la lujuria pudiese tener su propio sabor único, pero lo hacía Aiden. Sabía como una tempestad de truenos de verano, apagando su sed por su pasión pero solamente llevando su hambre por su tacto más arriba. El gusto la llenó, intoxicándola, haciéndola desesperarse por más. La hizo tan salvaje como su gusto. Ella se retorció en sus brazos, presionando más fuertemente contra él. Ella lo necesitaba, estaba dolorida por más. -Más- era, ella no estaba segura en ese punto. Pero su cuerpo entero se inflamó, su excitación aumentaba más arriba, hasta alturas que ella nunca soñaba con conocer. Cada vez que ella acariciaba su lengua el gusto de su lujuria la llenaba. En pocos segundos su cuerpo se quemaba más brillante. Como si la misma esencia de su beso fuese un afrodisíaco enteramente suyo. Era peor que cualquiera de las drogas forzadas en su cuerpo. Era más cegador, más intenso que cualquier cosa que ella hubiese conocido en su vida.
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Él entonces gruñó en su boca, retirando, sus dientes que pellizcaban en sus labios, ella luchó para atraerlo de nuevo. Él controló su lucha fácilmente mientras sus labios bajaron por el cuello, sus colmillos arañaron su piel y ella se estremeció de placer. -Aiden, no me atormentes de esta manera.- Su sexo ardía. Ella podría sentir las llamas que lamían a través del tejido fino, viajando a su matriz, frotándolo ligeramente con la agonía como lava-caliente de su excitación. -Pronto.- Su voz era una áspera, gruñó feral. –Pero primero. Primero haré lo que he soñado durante años.- Él sostuvo sus muñecas a la cama mientras que se detuvo brevemente sobre los pechos levantados de ella. Charity lo miró, apenas capaz de mantener sus ojos abiertos, luchando por respirar mientras que ella se maravilló de la sensualidad que formaba su cara. -Aiden...- Ella tembló debajo de su mirada, su mirada fija caliente cuando se centró en sus curvas hinchadas. -Que hermosos son,- él respiró ásperamente. -cuántos años he soñado con probar tus dulces pechos, Charity. Sintiendo tus pezones en mi boca, contra mi lengua. Fuertemente y doloridos por mi tacto. Él se lamió los labios y Charity gimió contra la lujuria que contrajo su matriz. Ningún dolor esta vez, apenas una contracción brutal de deseo agonizante que paró su respiración. Entonces su lengua dilatada y ella lloriqueó. Cuando frotó ligeramente contra un pezón excesivamente sensibilizado haciendo que ella se arquease violentamente hacia él, un grito del placer que entró en erupción en su garganta. Cuando el calor de su boca cubrió la extremidad dura, el placer azotó a través de su cuerpo con tal fuerza que ella se movió bruscamente con él, una sensación casi orgásmica que se extendía a través de ella. -Aiden por favor.- Ella presionó contra él, jadeando por respirar mientras sus labios se amamantaban en su pecho, su lengua frotaba ligeramente su pezón con experimento diabólico mientras que sus manos sostenían las suyas cautivas, rechazando permitir que ella lo tocase. El gimió contra su carne sensible, sus colmillos raspando contra ella mientras que entonces pellizcó en su pezón. Un flash pequeño del fuego, de intensidad interminable, se chamuscó a través del pico calentado. Cada toque hacía su cuerpo más débil, hacía que las llamaradas de excitación fuesen más altas. Como si su tacto solamente fuera más potente que las drogas inyectadas en su cuerpo.
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Ella miró fijamente hacia él, luchando por respirar cuando su cabeza comenzó a bajar, sus labios frotaban ligeramente abajo de los músculos apretados de su estómago. Cada caricia era como una llama viva en su piel. Cada movimiento de su lengua la aventó solamente más arriba, más caliente, más brillante. -Charity,- él susurró su nombre mientras que él alcanzó los músculos del apretón de su abdomen. -el olor de su necesidad me está volviendo loco.¿Volviéndolo loco? ¿Ella estaba al borde de derretirse en un charco de la lujuria, y él decía que ella lo volvía loco? Él le dejó las manos mientras que él se movió más bajo, pero no había peligro de que ella ahora protestase. Ella era jadeó, que ampollaba en su sumergiéndose en constantemente más desnudo.
debilitada por los placeres que se aflojaban, el calor vagina. Sus labios frotaban ligeramente sobre ella, el pequeño valle de su ombligo, moviéndose cerca de las curvas hinchadas, húmedas de su sexo
Charity solamente podría mirar, solamente podría temblar con anticipación mientras que la habitación parecía calentarse con la sensualidad en aumento que se extendía entre ellos. Cuando su lengua frotó ligeramente sobre su clítoris hinchado, circundándolo con un sencillo, sensual lametón ella no pudo parar el grito el gemido por el alivio, o el tirón espasmódico de sus caderas mientras que ella buscó desesperadamente un contacto más profundo. -Aiden, esto me matará...- Ella se arqueó, un grito estrangulado entró en erupción de su garganta cuando sus labios la cubrieron, acariciando su clítoris sensible en su boca húmeda. Había calor y fuego, y había entonces éxtasis enloquecido. La alcanzó, envolviéndola en los dobleces cataclísmicos de un orgasmo inminente que ella sabía que la destruiría para siempre. Su lengua lamía y frotaba ligeramente, abundantemente en la raja el nudo sensibilizado de nervios mientras sus manos sostenían sus muslos abiertos, controlando sus ondulaciones involuntarias contra su boca. Su vagina derramó su humedad sedosa, después onduló con anticipación agonizante mientras que sus dedos dividieron la carne hinchada que protegía su entrada. -Charity,- él gruñó contra el nudo palpitante de nervios mientras que sus dedos resbalaron a través de la esencia abundante. -no puedo esperar mucho más tiempo.
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-No esperes,- ella jadeó, sus caderas se arquearon al susurro de sus respiraciones desiguales mientras su clítoris gritaba por la deserción. -por el amor de dios, Aiden, por favor. Haz que me corra por favor. Un duro empuje de un dedo largo y profundo dentro del canal apretado mientras su boca volvió a su clítoris con demanda hambrienta. Su boca la cubrió otra vez, codicioso, hambriento en su avaricia. Los ojos de Charity se desorbitaron, su mirada fija se obscurecía cuando las sensaciones comenzaron a entrar en erupción en su interior. Su clítoris se hizo fragmentos en una explosión de fuegos artificiales de éxtasis mientras su vagina apretó en el dedo invasor, pulsado entonces en erupción en éxtasis. Las sensaciones azotaron y se rasgaron a través de ella, apretando sus músculos cuando el calor flameó a través de su cuerpo. Ella gritó su nombre, sólo apenas enterada del cambio cuando los movimientos como relámpagos de placer la desgarraron. En el medio del arsenal increíble de explosiones ardientes, Aiden se movía sobre ella y se colocaba rápidamente. Él no vaciló durante solamente un momento, sino el suficiente tiempo como para que Charity sintiese el calor repentino, ardiente que emanaba de la cabeza de su miembro. Ella miró fijamente para arriba él en la sorpresa, mirando sus ojos ensancharse. Él tocó dentro de más aún. La separación caliente se repitió, y ella sentía increíblemente calentarse su vagina, relajándose, sin embargo encendiendo una necesidad más profunda dentro de las profundidades hambrientas. -Qué...- Ella se sacudió cuando el hambre se convirtió en una necesidad, con una súplica dura en su jadeo. -Charity, perdóname.- Él hizo una mueca, después con un movimiento duro llenó las profundidades hinchadas, hambrientas de su sexo con su erección gruesa. Ella culminó una vez más en el primer movimiento. Ella no podría respirar. Ella jadeó por respirar, su cabeza que azotaba contra el colchón mientras manos se sacudían desamparadamente para sostenerse sobre la anchura que se bombeaba de su brazo mientras él se apoyó en sus codos. Sus facciones parecían torcidas mientras que ella luchó para centrarse en su cara. Ella no podría combatir las sensaciones. No podía combatir la oleada en aumento del hambre que se renovada. Su miembro la llenó mientras que se aflojó a través de tejido fino hinchado, pero la mordedura del dolor hizo poco para refrescar la excitación violenta que la empujó más allá de cualquier dictamen anterior de la necesidad.
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-Aiden. Aiden, ayúdame.- Ella no podría parar el susurro torturado mientras ella se sentía los labios acariciar su hombro, sus dientes arañándola. -por favor... Aiden, por favor. Haz algo.- A pesar de los ecos del orgasmo que todavía ondulaban sobre su cuerpo, ella necesitaba más. Aiden gimió en su hombro, sus brazos que la sostenían cercana mientras que él comenzó a moverse. El eje caliente de hinchado de carne se arrastrada más allá de los músculos excitantes de su sexo, sólo para volver en un movimiento duro de tal placer brutal que ella juró que le mataría. Sentía un poco de dolor en los bordes externos de la sensación, pero incluso eso la condujo solamente más alto. -Mía,- él entonces gruñó. -¿Me oyes, Charity? Mía.- Su miembro empujó en su codicioso, apretando la sexo con fervor casi enloquecido. Los movimientos duros lisos se amontonaron su cuerpo que clamaba por más mientras las sensaciones se intensificaron, aumentaban; crecían en tal conflagración que ella solamente podría jadear con la energía. Y con cada movimiento, el torturó el nudo de necesidad que apretaba en su matriz. Sus muslos tensaron, los músculos de su sexo que se apretaba involuntariamente en el eje que se aflojaba, sintiendo las venas gruesas, el latido de la sangre, el latido duro que latían debajo de la hinchada carne, y ella sabía que su control se deslizaba. -Más,- él jadeó, sus manos bajaban, agarrando sus muslos y forzando sus piernas a levantarse. Él se puso sobre ella, con su boca en su hombro, sus dientes en una presión erótica en su piel cuando él comenzó a follarla más duro, profundamente. Ella podría sentir su miembro lastimar en la entrada a su matriz, frotando ligeramente más alto, llenándola, conduciéndola más aún en el maelstrom brutal de la sensación. Cuando vino su orgasmo, Charity sabía que ella había muerto. Su respiración se expresó con gorjeos en su garganta, sus ojos estaban cegados cuando su matriz se apretó más aún, entonces implosionó. Ella intentó gritar mientras sentía la implosión, pero no había respiración para el sonido. Ella no estalló, sino hacia adentro. Una destrucción interna violenta que ocurrió con tal placer que ella que le conocía nunca sobreviviría a la dura prueba. Ella sentía su propio orgasmo salpicar más allá de su miembro que se aflojaba, después asombrosamente, sus músculos afianzaron más apretados en él, más apretados...
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-Aiden...- La realidad dejó de existir mientras que ella sentía simultáneamente los dientes trabarse sobre su hombro mientras que su miembro comenzó a hincharse. Ella la luchó. Combatiéndole. La inflamación el agonizante placer, la sensación de su nudo que crecía en la parte intermedia el eje era demasiado. Su cuerpo pulsó en el orgasmo frenético mientras ella apretó más aún, intentando obligarlo a apartarse lejos. Ella no podría moverse. Con sus dientes se trabó en su hombro, sus gruñidos animales sonaban en su oído cuando su miembro se hinchó, ella no podría apartarlo lejos. Otro orgasmo más pequeño extendió a través de su cuerpo entonces ella sintió el primer chapoteo de su semilla caliente dentro de su coño tembloroso. Su miembro pulsaba arduamente, el golpe de la sangre que vibraba a través de ella estiró demasiado los músculos mientras su miembro se movió bruscamente en su interior, derramando el semen grueso, rico que se parecía empapar en cada célula que tocaba. Sus caderas se movían bruscamente, su miembro que goteaba al empuje más en su interior aún cuando ambos gritaron ante el placer/dolor de él. -Dios, sí,- él gimió, como su boca levantada de su hombro. -todo el él, Charity. Toma toda ella.- El nudo pulsó, hinchado, empujándola en otra serie de explosiones rápidas hasta ahora más de su interior aflojado orgasmo el canal sellado. No habría pérdida de semilla. Ella podría sentir casi la matriz aspirar de cada gota dentro de sus profundidades hambrientas. La cabeza de su miembro fue enterrada contra su matriz, cada vez que sus propias caderas movidas bruscamente, ella podrían sentir la cabeza que se bombeaba el moverse contra ella. Cada erupción de la gruesa corona tiró recto dentro de la abertura, mojada su matriz. Minutos, horas más adelante, la sensibilidad dolorosa con el resto de su cuerpo se disipó, aunque Aiden permanecía bloqueado firmemente en su interior. Su peso ahora fue aliviado por sus codos, aunque su cabeza caía contra su hombro. Su pelo húmedo acarició su mejilla mientras su pecho se elevaba raspando contra sus suaves pezones. Por primera vez en seis años, Charity sentía el alivio de su cuerpo. Por primera vez en seis meses, ella sentía el horrible dolor desintegrarse. Ella suspiró, sus brazos que caían a la cama mientras que el agotamiento comenzó a alcanzarla. -Lo siento,- ella susurró, suspirando profundamente. -ahora necesito dormir, Aiden. No he dormido en tanto tiempo...
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Ella quedó inconsciente, pero ya no atormentada con las necesidades de su cuerpo. Con los fuegos internos de la desesperación apagados, la necesidad del resto verdadero la alcanzó. Aiden la protegería, igual como él la había aliviado. El pensamiento la reconfortó mientras que ella finalmente se rindió al cansancio. Sus ojos se cerraron cuando respiró profundamente, después la oscuridad la abrumó. Sueño, ella pensó. Finalmente, sueño.
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CAPÍTULO 14 Aiden gimió ásperamente mientras que resbalaba su carne sensibilizada del mojado abrazo de la apretada vagina de Charity. El sonido suave, húmedo cuando él resbaló de ella hizo que su miembro se crispase con la necesidad de enterrarse en su interior de nuevo, aunque él sabía que tal opción era, por ahora, imposible. Él la miró fijamente, incapaz de separarse enteramente de su lado. Su pelo rubio corto, oscuro estaba humedecido, varios filamentos se aferraban a los rasgos húmedos de su cara. La transpiración cubría su cuerpo y caía en chorritos hacia las sábanas debajo de ella. Él tocó su mejilla ruborizada con los dedos de una mano, su pulgar que se movía para acariciar los contornos hinchados de sus labios. Dormida, ella parecía frágil, inocente, agotada. Las líneas de cansancio arrugaban su cara. La sumisión completa de su cuerpo al sueño que la había alcanzado iba más profunda que la inconsciencia en que había estado sumida después de que su escape. Esto era cansancio hasta los huesos, y un alma cansada. ¿Cuanto tiempo, él se preguntaba, ella había estado sin un sueño reparador? Él caminó hacia el baño y recogió una cacerola, un paño, un jabón y una toalla pequeños de la colada volviendo a la cama. Él no podría dejarla dormir con la sequedad del sudor y del semen cubriendo su piel sensible. No descansaría bien, y repentinamente, saber que ella dormía bien era de importancia capital para él. La limpió con la esponja cuidadosamente, ignorando el latido duro de su miembro mientras que gozaba de la suavidad satinada de su piel. La limpió de la cabeza a los dedos de los pies, ignorando los quejidos que salían, de sus labios curvados en una sonrisa mientras que ella finalmente rodó sobre su estómago para evitarlo. Y allí reinó la tentación. Él la limpió con esponja los hombros, la hermosa línea de su espalda, sus piernas delgadas y los muslos tentadores. Se detuvo brevemente antes cuidadosamente de lavar los contornos suaves de sus nalgas y de entonces secarlas lentamente. Sus dedos temblaron mientras que pasó la toalla seca abajo por la hendidura sombreada de su parte posterior. Su miembro palpitó en dura demanda. No estaba completamente satisfecho. La necesitaba otra vez, más duro, más profundo, hasta que su miembro pudiese hincharse y estallar en
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su interior una vez más. Justo allí. Sus dedos echaron un vistazo a la pequeña entrada apretada de su ano. Él la necesitaba allí. Su maldición disgustada salió silenciosa del aire cuando se movió desde la cama. Volvió al cuarto de baño, entonces determinó cambiar las sábanas de la cama tan suavemente como fuese posible. Ella se quejó de mal humor, pero continuó durmiendo mientras que finalmente remetió los extremos a ambos lados del colchón. Una sábana limpia entonces la cubrió, así como uno de los edredones que las mujeres de una ciudad próxima habían donado. Ella se puso sobre su estómago, agotada incluso su respiración sonó profunda mientras dormía. Los filamentos rubio oscuros de su pelo cayeron sedoso y suaves por sus hombros, aunque todavía humedecidos por su pasión anterior. Él recordaba cuánto una vez hace tiempo habían caído casi hasta sus caderas en una cascada de seda. ¿Por qué se lo habría cortado?, se preguntó. ¿Y por qué él la atendía? Hizo una mueca ante ese pensamiento mientras salía del dormitorio. De nuevo ella había vuelto su mundo al revés y le dejó que se las arreglara con él mientras dormía. En algún momento entre encontrarla de nuevo, y finalmente tomarla, había aceptado el acoplamiento. Había sabido en esos malditos laboratorios que su conexión con ella era irrompible. Ella podría hacer que él respondiese cuando no podría ninguna otra. Ella lo ablandaba cuando él deseaba ser cruel; ella le había dado esperanza cuando él había pensado que era vana. Aiden caminó por el porche de la cabaña, mirando en la oscuridad de la noche que había caído sobre el Complejo. Él podría apenas ver las altas paredes amuralladas del Complejo de diez acres. En un sistema de sensores de movimiento y guardado por un equipo de Ejecutores y de perros altamente entrenados como guardias, las oportunidades de que fuese practicada una abertura en el área eran pocas. Pero todavía eran posibles, estaban encarcelados de muchas maneras. No había lugar en la tierra que fuera en realidad seguro. El Complejo ahora mantenía sobre unos doscientos habitantes de la casta del lobo, de edades comprendidas entre los dieciséis a los años treinta años tempranos, y aumentaba más cada mes. Había varios pequeños para enorgullecer a las castas felinas que habían venido aquí, pero fueron transferidos rápidamente a Callan en Kentucky, en donde había sido instalada un área protectora similar.
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Seis años después de la historia desgarradora del consejo de genética y de sus horrores, no había resolución. Los monstruos todavía practicaban su mal, y encontrar y destruir sus laboratorios era más difícil cada año. Aiden temía a menudo que nunca terminase. -Aiden.El Dr. Armani caminó de las sombras de la noche, encontrándolo en el porche. -Ella está dormida. Deja el resto por ahora, -él ladró, su cuerpo se tensó con el pensamiento de Charity despertada por otro científico determinado a hacerle más experimentos. Un suspiro rompió la noche. Arrepentido, sin embargo teñido de burla. -Nunca me habría imaginado lo egoísta que podrías llegar ser,resopló. -Yo pensaba que eras más del tipo beta. ¿Donde ocultaste todas estas tendencias de alfa todos estos años? Él cruzó los brazos sobre su pecho mientras se inclinaba contra la madera áspera de la cabaña y mirándola fijamente. Era el maldito experto de seguridad aquí, ¿qué hizo que ella pensase que no sabía combatir? -Incluso los doctores genios pueden estar equivocados, parece,- dijo fingiendo pesar. -Aunque estoy segura de que tú sobrevivirás a ese error. Esta vez.Ella gruñó con incredulidad. -Necesito verla cuando despierte. Lo sabes. Habría preferido haberla visto antes de que la acoplaras. -Ya hemos discutido esto.- Él se tensó mientras que la miraba. -Ella no está lo bastante fuerte para más pruebas. -Necesito las muestras, Aiden. No necesito a su cuerpo para hacer pruebas preliminares. Si ella concibe, entonces tu opinión no importará. Charity sabe lo que está pasando aquí. Cuando sea más ella misma, no podrás impedirle venir a mí.- Aiden descubrió sus dientes ante su declaración. -Te olvidas, Armani, que está en mi cabaña, bajo mi cuidado. Es mi compañera. Ella hará lo que yo diga. Armani sonrió. Solo un poco, sus dientes destellaron en la oscuridad mientras se sentó lentamente en la silla de madera ancha, áspera que él había hecho semanas antes. Ella cruzó las piernas, casual, ajustó su chaqueta ligera y mirándole con un brillo burlón en su mirada fija. -Cómo caen los poderosos,- ella suspiró sarcásticamente. -la mente masculina me sorprende de verdad. La mente masculina de la casta me asombra. ¿Qué hace que pienses que puedes pararla, Aiden? ¿Quieres atarla a tu cama?
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-Si tengo que hacerlo.- Él deseó gruñir, pero sabía exactamente lo cortante que la pequeña mujer podría ser. No tenía ningún deseo de estar expuesto a su sarcasmo afilado. Ella sacudió su cabeza tristemente. -Charity está bien enterada de la importancia de lo que está sucediendo aquí. Confía en mi, Aiden; tú no puedes controlarla solo porque sea tu deseo hacerlo. Ella es más fuerte que todo eso. -No discutiré contigo, Armani,- él gruñó, con cuidado de mantener su voz baja. -Aiden, nunca te he considerado un hombre estúpido. No comiences a desempeñar el papel ahora.- Su voz era fría, mortal en su sarcasmo. –No se trata solo de la supervivencia de Charity, la supervivencia de tu raza depende de ella en este punto. No dejes a tus instintos posesivos destruir lo único bueno de lo sucedido. Ella solamente te odiaría por ello. -¿Y cómo lo sabes? - él ladró. -No tienes la menor idea de quien o qué es ella. -Ah, y aquí es donde demuestras tu ignorancia de nuevo,- ella suspiró con pesar. -Charity era, muy desde el principio, una infiltrada dentro del consejo, Aiden. Un trabajo muy bien oculto de topo que debía guardar un registro cuidadoso de todo lo que sucedía, día a día. Todas las pruebas, todos los resultados. ¿Cómo crees que hemos conseguido la información que tenemos hasta ahora? -Los ojos de Aiden se estrecharon con recelo. -¿Quién es éste nosotros? suspiró otra vez.
él le preguntó cuidadosamente.
Ella
-¿Tú crees que es el único doctor que traicionó al consejo y sufrió por ello? Había varios de nosotros. Sabes he trabajado arduamente, Aiden, para tu gente. Hay otros que han trabajado conmigo. -¿Por qué no hiciste mención de esto antes? - él le preguntó frío. esta información parece algo conveniente, Armani. Más una mentira cuidadosamente preparada que cualquier verdad oculta. Aún, Charity no le había dicho que hubiese sido ella la que había entrado en contacto con los periodistas seis años antes. Finalmente la habían pillado en su engaño contra el consejo mientras que ayudaba a las castas con alas. Ella había estado en tres de los laboratorios que la casta del lobo había recibido la información, sólo para escaparse con los científicos antes de que pudieran ser apresados. Ella había estado en varios de los laboratorios que liberaron las castas felinas, ellos habían jurado que ella les había ayudado de varias
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maneras. Él maldijo. Un sonido bajo, vicioso que vibró en sus propios oídos. La risa ahogada de Armani no ayudó a la cólera que crecía dentro de él. -Oh la diversión de tratar con los gilipollas críticos, de verlos caer cuando la verdad finalmente los golpea. Bienvenido al mundo verdadero, Aiden. Vamos ver, tú has odiado y vilipendiado a su compañera durante seis años, y todavía incluso no te has preguntado cómo ella llegó ser tu compañero. O si ella es de verdad tu compañera. ¿Podrías incluso considerar de pensar más allá de tu polla? - La mujer tenía una boca malvada. -Ella es mi compañera. -Sin embargo hace días estabas en pie ante mí y dijiste absolutamente lo contrario.- Ella inclinó su cabeza mientras lo miraba con conocimiento. -¿qué cambió tu mente? -¿Importa? - él dijo con furia. -Realmente. Déjame decirte lo qué sé y de lo que eres inconsciente, Aiden.- Ella levantó una mano y comenzó a contar. -Número uno; hace seis años, para salvar tu piel sin valor, una virgen fue a tus rodillas y forzó tu erección cuando tú habrías muerto. Al hacerlo así, para ocultar la hinchazón repentina debajo de sus manos, estuvo forzada a tragar tu semen. El cambio en su cuerpo comenzó días después. Tengo todas las pruebas que ella hizo en sí misma, se documentó cuidadosamente. Tú no la marcaste, con la saliva donde la hormona de la casta que es más frecuente por lo que no creó los mismos efectos que Faith tenía de Jacob. Pero tu semen creó los cambios en Charity que no eran evidentes en Faith hasta después de que ella se acoplase con Jacob, y de su ingestión de... -Maldición, no necesito oír hablar la vida sexual de mi hermana.- Él empujó sus dedos a través de su pelo, intentando combatir el conocimiento de que temblaban. -Tú estás ignorando un punto,- ella suspiró con exasperación. -el punto es, que ciertos cambios comienzan con ciertos pasos sexuales. Faith estaba simplemente en celo durante seis años. Incómoda, ocasionalmente dolorida, pero Charity ha ido más lejos aún que esto. -La hormona en tu semen reaccionó de una manera totalmente diferente. No me pondré demasiado técnica contigo, pues estoy segura de que no me entenderías ella dijo, con tono de superioridad, culto. -solamente el hecho es, que ella era el espécimen perfecto para el consejo, porque su cuerpo tenía ya tu DNA infectándola, lentamente, demasiado lentamente, formándose en sus ovarios, para prepararla para aceptar tu esperma única.
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-Vuelve al punto de mierda,- él gruñó. Él estaba enfermo de la lección de biología y de su sarcasmo minucioso. -El punto es,- ella dijo cargada de paciencia. –que los científicos encontraron una manera de avanzar el cambio ovárico. Sus óvulos deben ser compatibles con tu esperma para criar. A este punto, ni mis colegas ni yo misma hemos hallado una manera de hacer esto. El cuerpo de Charity tiene las respuestas. Para ayudar a tu hermana y a la compañera de tu líder de la manada, debemos saber esas respuestas, Aiden. Charity lo sabe, el resto de nosotros lo sabemos, ahora tú debes aceptarlo. -La hirieron,- él dijo suavemente, incapaz a contener la rabia que pujó dentro de su cuerpo con ese pensamiento. -ella casi sangró hasta a la muerte en mis brazos, murmurando. Ella ahora duerme como si no hubiese dormido durante años. -Ella no puede, Aiden.- La voz de Armani ahora estaba llena de pesar, de compasión. -Ella ha trabajado incansablemente para ayudar a otros, aunque sabía que el tiempo corría en su contra. Su cuerpo hacía demandas que no podría rechazar, y el consejo sospechaba cada vez más de ella. Ahora que está libre, no podrás controlarla; no podrás atarla. No tienes ni idea de la naturaleza, o del entrenamiento de la mujer que has tomado. Pero confío en que ella se divertirá mirándote aprender. Ella se puso entonces en pie, sus ojos oscuros brillantes bajo los rayos de la luna y con una expresión llena de burla. -Tienes un aire demasiado presuntuoso para satisfacerme,- él ladró. -¿Qué es lo que no me dices, Armani? - Ella se encogió de hombros lentamente. -Hay algunas cosas, Aiden, que deberás descubrir por ti mismo. –ella miro hacia adelante como si fuese a combatir con él. Espero que te diviertas. -Encuentras demasiada diversión a mi costa,- él repugnancia. Su risa era luminosa, asombrosamente femenina.
gruñó
con
-Debo encontrar mis placeres, aunque sean pequeños, donde pueda. Dejé todo por esta práctica, -ella gruñó irritablemente. -debo divertirme en alguna parte.- Ella entonces separó, acabando obviamente con él. -Armani,- él dijo en voz alta suavemente. Ella se detuvo brevemente, echando un vistazo sobre su hombro interrogativamente. –Sentiré compasión por ti si algún compañero de la casta se une contigo. Puedes encontrarte que somos un poquito más inteligentes de lo que crees.
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-Nunca me he imaginado que no lo fueras, Aiden.- Su sonrisa era todo menos reconfortante. -Estoy esperando a que lo pruebes. En cuanto a una crianza; ah bien, veremos si sucede, quizás. Veremos. Ella se giró hacia atrás y caminó lejos de la cabaña lentamente. Sus hombros se pusieron rígidos y rectos, sus pasos eran largos y determinados aunque no apresurados. Una mueca afiló su boca. Maldición, él deseó estar allí si ocurría que ella se acoplaba con otra casta. Mirar la doctora caer sería más que divertido.
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CAPÍTULO 15 Charity se despertó lentamente, por primera vez en más meses de los que podía recordar no sentía ningún dolor, ningún estremecimiento de tortura retorciéndose a través de su cuerpo. Pero las profundidades y la severidad de la excitación habían cambiado. Lo que una vez había sido agonía, ahora era una obligación profundamente arraigada. Detrás de ella, Aiden dormía profundamente. Su brazo estaba envuelto alrededor de su cintura, manteniendo su espalda unida a su pecho, su cuerpo abrigaba el suyo. Su calor la rodeó, calentándola. Esa base fría de agonía que había estado alojada una vez en las mismas profundidades de su cuerpo ya no estaba allí. En su lugar, el calor la quemaba. Ella podría sentir la excitación zumbando sobre su cuerpo. Como el hambre, o insaciable sed, no podría convencerlo para que desapareciese. Por supuesto, tenía que haber una razón científica para el cambio, pensó, concentrándose en los aspectos clínicos en vez de los físicos, de los cambios que la abrumaban. Lo que significaba que necesitaba un laboratorio. Ella necesitaba muestras del trabajo, vaginales, de saliva y de la sangre; la memoria se le encendió. Si Nicole Armani estaba aquí con las castas, ella tendría un laboratorio. Ella tendría las fuentes y el equipo necesario para las pruebas. -No te muevas.- La voz de Aiden era fuerte y profunda y ella se preparó para hacer eso. Charity mordió su labio mientras que sentía el soplo de su respiración sobre la herida suave en su hombro. Cuando había sentido a los largos colmillos morder en su carne la noche antes, ella esperaba más excitación en vez del dolor con que había comenzado. La herida no era dolorosa. Era algo sensible, receptiva a su respiración más ligera y al dolor por una caricia más profunda. Ella luchó para mantener su mente distante de su contacto mientras sus manos frotaban ligeramente los músculos apretados de su abdomen, provocando la ondulación de su matriz. Necesitaba guardar tanta información como fuese posible en su mente. Los cambios que la abrumaban eran de nuevo variados e intensos. El dolor se había ido, pero no le gustaban las sensaciones que habían quedado en su lugar. Ella cerró los ojos mientras luchaba con su respuesta a él. Su miembro se hinchaba ahora a lo largo de sus nalgas, consistente y
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difícilmente. El grueso del miembro de la casta era abrumador de todos modos. Hablaba de ser empalado. Había necesitado ambas manos para ponerlas alrededor de él en el laboratorio, y ocultar el nudo que se había levantado a medio camino en el eje había sido casi imposible. Qué había hecho a su sexo, incluso ahora la sorprendía. Ella debería de haberse roto. Si es que ser llenada así por él no la dañaba para siempre. En lugar de eso, el tejido fino excesivamente sensible de su sexo había relajado, facilitado, aceptado la posesión en vez de desgarrarse en protesta. -Estás pensando demasiado,- él susurró en su oído. -recuerdo esa mirada en tu cara, Charity. Como si su estuvieses descifrando un misterio particularmente difícil y desconcertante.- Sus ojos se abrieron, su cabeza se inclinó para echarle un vistazo mientras él la miraba desde detrás de su hombro. -¿Tú me mirabas? - Había pasado mucho tiempo, pero ella pensaba que recordaba cada detalle de su tiempo en esos malditos laboratorios. nunca te vi mirarme. -No quería que me vieras.- Él bajó su cabeza, su lengua lamía sobre la herida en su hombro. Charity no pudo controlar el estremecimiento que se extendió sobre su cuerpo. Oh, que bien se sentía. Mejor que bueno. Era casi culminante, casi un acto sexual en sí mismo. Ella mordió su labio inferior, luchando con el quejido que se habría escapado la garganta. -¿Por qué? - ella pidió sin aliento. -¿Por qué no querías que te viera? -Si hubieras visto que te miraba, habrías cambiado,- él respiró en su oído, su voz sonó ahumada, áspera con la excitación mientras que su miembro calentaba su parte posterior. -quería que reaccionaras naturalmente. Deseaba ver tus expresiones, ver las emociones innumerables que se mostraban a través de tu cara cuando pensabas que nadie miraba. Charity lloriqueó de anhelo mientras que él se dio vuelta más completamente a su espalda. Él se inclinó sobre ella, sus ojos plateados destellaban con deseo sexual mientras que su mano frotaba ligeramente su abdomen apretado casi ausente. -Cada vez que te miraba, en todo lo que follarte,- él dijo pesarosamente. -¿tienes idea controlar mi cuerpo? ¿Mi necesidad de ti? Cada cuerpo me lo hacía más débil, llevándose más fuerza decirte las veces en que casi perdí todo el control.
podría pensar era en de lo difícil que era droga inyectada en mi con la lucha. No puedo
Sus ojos estaban se desorbitaron por la sorpresa, entonces entró en shock cuando su palma resbaló entre sus muslos.
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Charity no podía parar sus gemidos de deseo. Se arqueó contra su tacto, le abrió los muslos por su propia voluntad, dándole un acceso más fácil a la carne ahora ahuecada contra su mano. Había tanto que hacer. Tantas cosas para las que ella necesitaba encontrar sentido, encontrar las respuestas a ello, sin embargo su mente estaba hecha trizas, las demandas de su cuerpo eran tan intensas, tan desesperadas que no podría mantener la comprensión necesaria para indagar en el rompecabezas situado ante ella. -Ahora pierde el control,- ella susurró ásperamente. La sensación de su mano entre sus muslos, sus dedos que sondeaban en ella moviéndose en la raja, la volvían loca. El pensamiento práctico era simplemente el susurro de un recuerdo de lo que debía hacer. El dolor pesado en su cuerpo era un grito exigente para lo que ella lo pensase mejor. Ella lo necesitaba, cada dura pulgada horadando dentro de su sexo apretado. Sus labios sonrieron lentamente, sus ojos se obscurecían mientras que la miró de cerca. -Puedo ver el funcionamiento de tu mente,- él susurró, su voz sonó densa con paciencia divertida. -como si estuvieses catalogando y archivando cada respuesta, cada reacción sensorial. No me gusta este lado clínico que posees, Charity. -¿Quién puede pensar con esto? -Ella se lamió los labios, desesperados por su beso. -confía en mi, Aiden, mi mente está totalmente fija en ti. -Oh, no tengo ninguna duda sobre eso,- él dijo suavemente, sus dedos tocando contra sus labios internos mojados. Él bromeaba con ella, deliberadamente, con conocimiento de ello. -Sin embargo una parte ti es clínica, diseccionando cada toque, cada sensación, como si no fuera nada más que un experimento.- Sus ojos destellaron durante un segundo con cólera antes de que esta fuera ocultada cuidadosamente, como si su conocimiento de sus tentativas de razonar sobre el como y el porqué se producían tales reacciones lo encolerizase. -¿Qué más puede ser? -ella le preguntó, mirándolo, no intentando ocultar los conflictos dentro de sí. -No somos compañeros, Aiden. No como tú piensas que lo somos. Son las drogas... -Un infierno es lo que es,- él gruñó. -¿Tú piensas que cuando las drogas estén fuera de tu sistema, eso hará que estés libre de mí? ¿Acaso antes de que las drogas te fueran inyectadas no reaccionabas a mí de esta manera? Te estás engañando, Charity. Lo sabes.
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Ella inspiró ásperamente mientras sus dedos se movieron repentinamente, separándola, presionando el interior profundo de su cuerpo. Ella se estremeció en reacción, su coño ondulaba en respuesta. -Tú estabas mojada por mí antes de las drogas,- él acusó, mirando fijamente hacia ella, retándole a negarlo. -Era solamente lujuria,- ella gritó. -lujuria y una cierta medida de preocupación por Hope más que si tu sobrevivirías. -Mientes.- Ella lo miró cautelosamente mientras que él ladró las palabras con bastante fuerza para convertirlas en un gruñido primitivo, instintivo repetido a través de la habitación. -¿Tú piensas, Charity, que si te hubiese marcado antes de las drogas, habrías escapado a esta necesidad de mí? -Todo lo que tenemos que hacer es encontrar una cura. -Ella se arqueó de forma incontrolable, con sus muslos apretando en su mano mientras que sus dedos se movían suavemente en su interior. Esa gentileza estaba tan en desacuerdo con su expresión que se sentía sostenida en un borde de miedo y de placer insoportables. -¿Una cura? - él le preguntó cuidadosamente. – ¿Crees que existe una cura para esto, Charity? - Sus dedos se movieron, tirando, entonces hundiéndose fuertemente en su interior de nuevo. Charity no pudo parar el grito que se escapó de su garganta, o el placer que extendió a través de su cuerpo como dedos minúsculos de energía eléctrica frotando ligeramente en cada terminación nerviosa. Su sexo se estremeció alrededor de los dos amplios dedos mientras que la caricia dura la condujo siempre más cercana al borde del clímax. -Aiden, no me tortures de esta manera.- Ella tembló, sintiendo los dedos en su interior, estirándola, preparándola. Él se inclinó más cerca mientras ella lo miró, su expresión estaba apretada, enojada y excitada. Él se flexionó sobre ella hasta que sus labios casi tocaban los suyos, tentándola hasta que se lamió los labios en anticipación. -Toma mi lengua como hiciste la última vez, Charity,- él susurró. demuéstrame cómo me deseas de desesperadamente.- la última vez, la había aspirado, disfrutando con el gusto inusual que llenó sus sentidos. En una parte distante de su cerebro, sabía que debía tener cuidado al hacer tal cosa. Las sensaciones habían aumentado, se habían inflamado sus sentidos de tal manera... Su lengua se deslizó entre sus labios, y antes de que ella pudiese ayudarle, sus labios se cerraron sobre ella, su lengua la frotaba ligeramente mientras que ella la amamantó en su boca.
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Ella sabía como una explosión de dulce especia en su boca, una tempestad de lluvia del verano, un choque ardiente de necesidad que la abrumó totalmente. Sus brazos fueron a sus hombros, sus uñas aferraban su carne cuando él la besó. Carnal, codicioso, sus labios se movían sobre ella, su lengua frotaba ligeramente la suya incluso mientras que ella luchaba para paladear más del gusto increíble dentro de su boca y de sus sentidos. El brazo debajo de su hombro la arrastró más cerca con su cabeza inclinada para profundizar en la posesión de su boca. La mano entre sus muslos se movió en su coño en una furiosa llamarada de necesidad. Los sonidos de empujes húmedos y de ella se estrangularon con los quejidos mezclados con sus gemidos duros, repitiéndose a su alrededor en una sinfonía embriagadora de hambre. Cuando él apartó su boca libre, ella gritó de anhelo, alzándose hacia él, desesperada por experimentar la mezcla de tentación ardiente y del dulce anhelo que podría probar literalmente contra su propia lengua. -Vas a acabar conmigo,- él gimió, sus labios se movieron a lo largo de su mandíbula sobre la piel sensible de su cuello y entonces a su hombro. Cuando sus labios se afianzaron en la herida, y su lengua comenzó a frotarla ligeramente con golpetazos húmedos, calientes, ella luchó por respirar por el placer, y el calor que rápidamente se elevaba en su cuerpo. Su sangre parecía hervir en sus venas. Calentándola interiormente, quemándola viva con la necesidad de su toque sobre cada pulgada de su cuerpo. Los empujes que frotaban ligeramente sus dedos dentro de su sexo la condujeron solamente más alto, haciéndola más salvaje. -Acóplate,- él gruñó cuando él se movió sobre ella, sus dedos resbalaron libres de su cuerpo mientras ella gritó en protesta. -admítelo, Charity, eres mi compañera. -Tuya.- Ella habría gritado la palabra si hubiese podido encontrar la respiración para hacerlo. -Tuya, Aiden.- Él se movió entre sus muslos, su gemido igualaba su grito estrangulado mientras que su miembro tocó contra la abertura mojada de su coño. Entonces ella lo sintió otra vez. Los arranques duros del calor líquido, grueso. Ella luchó por mantener clara su cabeza, por analizar lo que podría ser. -No pienses,- él susurró, presionando la cabeza más profunda en su abertura. Ella lo sentía otra vez, humedeciéndose en respuesta así como la ondulación de su tejido fino sensible a ella. Los dedos plumosos de la
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reacción parecían temblar en su interior, volviéndola loca con las vibraciones duras de anhelo que se extendían sobre ella. Ella lo necesitaba en su interior. Profundamente. Arduamente. Los sentidos la abrumaron, su cuerpo gritaba por el alivio cuando él se clavó lentamente, llenándola, poseyéndola. Ella estaba enterada de las eyaculaciones de su miembro en las fases alternas de la entrada. Cada una sacudió su cuerpo, calentándola más aún. Miró fijamente hacia él, deslumbrada, luchando por la cordura y dándose cuenta de que él no tenía ninguna intención de permitir que ella la aferrase de nuevo. -Así, bebé,- él susurró suavemente cuando lo acogió completamente en su interior. Su miembro tocó contra su matriz, sintiéndose como si ahora estuviese colocada perfectamente para recibir su orgasmo. Ella tembló, mirando las profundidades tempestuosas de sus ojos, viendo la intensidad sexual en su expresión. -¿Qué es lo que me haces? - ella gritó, sus manos que resbalaban hacia sus brazos, sus muslos se separaron de par en par para él, sus rodillas estaban dobladas mientras que ella presionó más fuertemente en el empalamiento. -Acoplarme contigo, Charity,- él susurró profundamente. -siente nuestros cuerpos. ¿Tú contendrás siempre tan perfectamente a otro varón? ¿Sentirás siempre la sensación tan profundamente? - Acoplándose con ella. Él la poseía. Poseerla. Las lágrimas se derramaron de sus ojos, aunque su cuerpo lo agarró con intensidad codiciosa. -Las drogas,- ella susurró desesperadamente, negando sus demandas. -son las drogas.- Su cuello estaba arqueado cuando él sacó de su miembro casi de las profundidades que lo agarraban de su coño, sólo para volver con un caliente, empuje por completo que frotado ligeramente sus terminaciones nerviosas con un fuego delicioso. -¿Drogas? - Su voz vibró con lujuria, con cólera. -siénteme, Charity. ¿Las drogas toman tu cuerpo? ¿Toman este pequeño coño caliente que me contiene tan perfectamente? Siénteme, maldita seas.- Él presionó más profundo en ella. -la abertura de tu matriz se alinea perfectamente con mi miembro, tu boca codiciosa está abierta para mi semilla, ¿y tú llamas a esto drogas? -Aiden, por favor.Ella se estremecía convulsionándose, tan desesperada por el orgasmo ahora, que ella se sentía como si la necesidad fuese a matarla. Como si él no pudiese esperar más, comenzó a empujar en
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su interior, difícilmente y pesado, tomándola, movimiento tras movimiento ardiente, mientras que ella jadeó y luchó por respirar. -Te lo probaré, compañera,- él gruñó como una mano puesta en su pelo, tirando de su cabeza de nuevo al lado mientras sus labios bajaban a su hombro. –te probaré si es un acoplamiento o son las drogas. Siénteme, Charity. Siénteme de todas las maneras en tu alma.- Sus labios cubrieron la marca en su hombro, sus dientes lo raspaban mientras que él comenzó a follarla duro, rápido. Su sexo apretó alrededor de los movimientos de pistón que hundían en su interior, abriéndose, después afianzándose alrededor de su miembro mientras que ella perdió todo fragmento de cordura que ella hubiese podido tener. Arcos brillantes de placer eran azotados a través de su cuerpo, mezclándose con el dolor de la sujeción mientras su sexo se estiraba para acomodar la anchura de su miembro. Ella no podría combatir el placer, no podría combatir las necesidades que se extendieron a través de su cuerpo. Sus piernas levantaron, sus tobillos que trababan en su pequeña parte posterior mientras que ella arqueó más cerca. La nueva posición puso su clítoris hinchado en línea para que su pelvis la acariciase ásperamente con cada movimiento hacia abajo mientras que ella presionó más difícilmente en el empuje. Su sexo se estremeció alrededor de su miembro, ahogándola con placer. Era demasiado bueno. Demasiado caliente. Demasiado. Ella hundió las uñas en sus hombros mientras sus empujes aumentaban y sentía la hinchazón dura, profunda en su miembro comenzar. -No.- Ella luchó tirando de su pelo, pero la presión que tiraba era justo otra caricia, otra sensación que agregaba a las otras. -Aiden, por favor,- ella gritó su nombre sintiendo apretarse su coño más difícilmente en él, preparándose por instinto para lo que iba a suceder. Su matriz se estremeció, sus pezones se hinchaban más intensamente contra su pecho, la sangre que se extendía a través de sus venas, más duro, más rápido, entrando en erupción... Cuando su orgasmo la golpeó, ella se perdió. Todo lo que sabía, todo lo que podría sentir era el placer agonizante que pulsó sobre ella mientras Aiden se trababa en su interior, su miembro la llenaba y su semilla salía a borbotones en su interior con ráfagas ardientes de sin embargo más sensación. El placer/dolor azotó a través de cada célula
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y cada molécula de su cuerpo. Las terminaciones nerviosas estallaron en éxtasis, los músculos y el fino tejido se llenaron de placer. Su grito sonó penetrante cuando sus piernas se trabaron más apretadas alrededor de él, su placer era enorme, como su agonía cuando su matriz respondió con un temblor duro, impresionante. Le robó la respiración, extendiéndose sobre ella con un orgasmo que repetía tan feroz, tan caliente que sabía que la cambiaría para siempre. -Mía.- Su gruñido era el vibrante, un sonido animal en su hombro con su cuerpo moviéndose bruscamente con su propio orgasmo. Arranques duros de semilla lanzados en su interior. El nudo que lo anclaba a ella palpitó, pulsando, cuando él se estremeció en reacción. Segundos después, la acción fue repetida. Cada latido de su miembro era otro latido del placer el agonizante dentro de su cuerpo; otro latido del semen caliente, rico se derramó a través de su matriz. Sus piernas resbalaron débiles de sus caderas, los brazos de ella cayeron a los lados cuando la hinchazón dentro de su sexo comenzó a disminuir, el latido duro se reducía lentamente. El cuerpo de Aiden era un peso reconfortante contra ella, un calor que había pensado que nunca conocería. Hasta que él se movió. Ella abrió los ojos, mirándolo cuidadosamente mientras que él se trasladó lentamente a su lado. Los ecos del placer todavía temblaban a través de su cuerpo, aunque la excitación torturante, por el momento, había sido aliviada. -Eso ha sido un acoplamiento.- La confianza se vertió con su voz oscura cuando él la miró. El pesar la llenó, extendiéndose sobre ella mientras que una pequeña sonrisa amarga se formó en sus labios. -¿Un acoplamiento? - ella le preguntó tristemente. -No, Aiden, no ha sido un acoplamiento. Una reacción. Nada más.
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CAPÍTULO 16
-Tus pies están mucho mejor. Las drogas de mierda eran evidentemente buenas para algo.- Él la había alimentado, bañado, secad y ayudado con su vestido, después re-vendó sus pies tras aplicar el ungüento curativo a los verdugones rápidamente curados en sus pies la mañana siguiente. Él no había reconocido su negación de acoplarse la noche anterior, o esta mañana. Lo enfurecía. Él podría sentir el conocimiento de su claro acoplamiento en sus huesos. Era una parte de él. Su cuerpo no se trabaría a ella, la hinchazón no sucedería, si ella no fuese su compañera. Y había ocurrido antes de que las drogas le hubieran sido dadas. Él sabía y él sabía que ella lo sabía. Sin embargo todavía lo negaba. -Necesito ver Armani,- ella le dijo mientras que él se enderezó antes de que tomase el peine que él había puesto en la mesita de noche, al lado de la cama. Ella se sentó en el borde del colchón, mirándolo cautelosamente. -Estoy enterado de ello. Date la vuelta y yo te peinare el pelo.- Ella se dio la vuelta lentamente, sentándose con las piernas cruzadas en la cama mientras que él comenzó a trabajar en el enredo libre de su pelo húmedo. -Aiden.- Su voz era cansada. Incluso después del desayuno copioso que él le había forzado a ingerir y el baño largo, ella todavía se veía demasiado pálida, su cuerpo temblaba al menor esfuerzo. -Llamé a Armani mientras que te bañabas,- él le dijo serio, sabiendo que no podría ponerlo de más tiempo. -Ninguna prueba, Charity. Tu cuerpo no está listo para ello, aunque tú creas que lo está. La actividad sexual del despertar y el resultado es demasiado. No permitiré que te empujes más aún de lo que es absolutamente necesario.- Su cuerpo relajó, aunque solamente en parte. -Gracias.- Él oyó el alivio en su voz y se preguntó por el apretón de su pecho. -Charity,- él susurró, inclinándose cerca de ella mientras que ella tembló bajo de sus manos. –Tú basas tus esperanzas en establecer que hay una curación para esta necesidad que tienes de mí. No hay curación. Es natural. Tanto si lo admites como si no. Él oyó que su respiración engancharse como si ella la reprimiese y se rasgase. Él no lo comprobó para ver si era verdad, no deseaba saber si lo
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era. Pero saber si el grito era debido al enlace que compartían rompería algo dentro de él, pensó. Él había, de alguna manera, en el espacio de pocos días, perdido el odio que lo había sostenido durante seis largos años. Ese cambio solamente de por sí ya era bastante precipitado. Pero advertir su aceptación de ella como su compañera, y el hecho de que ella lo negase, más que incomodarlo. Lo enfurecía. -Es un virus,- ella dijo simplemente. -Lo he seguido algún tiempo. Es accionado por una hormona en el semen masculino que infecta los ovarios... -Para, Charity.- Él sonrió, aunque con un borde de tristeza poniendo su dedo contra sus labios. -no tengo ningún deseo de saber cómo o porqué ocurre. Si necesitas aceptar que esto no puede ser cambiado, entonces no te contradeciré. Pero no permitiré dañarte en el proceso. Armani sabe esto, y sabe que debe tener cuidado. Pero tú lo oirás también. Si lo veo que te afecta de forma negativa, entonces le pondré fin.- Ella levantó una ceja burlona, haciendo su miembro crisparse ante el desafío implicado. -Soy débil, Aiden, no estúpida.- Él suspiró con fatiga. -No, no eres estúpida, solo increíblemente obstinada. Esa terquedad me pone duro, Charity. -Caramba, bien, Aiden, porqué no ser romántico sobre ello,- ella resopló mientras su cara estaba ruborizada con excitación y timidez. Él no podría ayudarle. Él se arrodilló ante ella, tomó su cara en sus manos y puso sus labios en los suyos. Sintió las curvas de seda temblar mientras que se separaban bajo su tacto. Y esperó. No iba a hacer nada, solo frotar ligeramente suave de labios contra labios hasta que su lengua salió y frotó ligera y tímidamente en él. Ella levantó las manos a sus hombros, resbalando hacia su cuello mientras él luchó por mantener el beso suave, reconfortando, a pesar del calor que se elevó entre ellos. Podría sentirlo en cada célula de su cuerpo con su beso atizando ligeramente el fuego en su miembro aún más brillante. Finalmente, con desesperación se apartó. Su pulgar resbaló sobre las curvas húmedas. -Quizás falté las clases romance durante el entrenamiento,- él dijo arrepentido, moviéndose lejos de ella mientras que los golpes sonaban en la puerta. –Será la buena de la doctora,- él suspiró y entonces se dirigió hacia la puerta.
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Él se había prometido que permitiría esto, que reprimiría sus instintos posesivos para evitar que su furia la debilitara de alguna manera más aún. Él anduvo a zancadas rápidamente hacia la puerta y la abrió. Armani estaba en pie allí, con un maldito destello burlón en sus ojos y una sonrisa con aire satisfecho sobre su boca móvil. -La entrenaste demasiado bien,- él ladró mientras que se movió a un lado para que ella entrase. Ella no entró. En su lugar lo miró de cerca. -Antes de que la vea, deseo saber si la has tomado analmente.- A veces la maldita mujer podría ser demasiado fisgona. Él se preguntaba a menudo si ella no lo hacía deliberadamente o solo para sacar al resto de ellos de sus casillas. Aiden apretó sus dientes. -No, -finalmente gruñó. -No todavía. -Ella cabeceó precipitadamente. -Otra cosa. ¿Físicamente, cómo lo soporta? - ¿Por qué infiernos ella se lo preguntaba? -Velo por ti misma,- él gruñó. Ella sacudió su cabeza. -Tu opinión primero, Aiden. No te lo pido inútilmente.- Él inspiró profundamente. -Ella incluso ahora está temblando. Está pálida y débil, y la excitación está drenando su fuerza. Me preocupa... - Y por esa razón él había permitido el comienzo de las pruebas. Ella cabeceó precipitadamente y entró en la habitación, pasando más allá de él como si él no fuese a estar más tiempo allí. Aiden sacudió su cabeza y cerró la puerta. Él sabía que por lo que a ella se refería, él no debía estar allí. ¿Ahora, él se iba, o se quedaba? Él se dio la vuelta, fue a la mesa de cocina y se sentó abajo para esperar. No había manera en infierno de que se marchase. ***** -Charity, es bueno verte.- La sonrisa de Nikki era ancha, sus ojos negros llenos de humor y más conocimiento del que ella necesitaba probablemente, Charity pensó mientras la otra mujer entraba en la habitación. -menudo combate que te conseguiste aquí,- ella se quejó. -no puedo creer que dejases tomarte a Aiden.- Ella conocía Nikki. Ella habría podido cocerse al vapor fácilmente y poder con Aiden en cualquier momento. Nikki se encogió de hombros. -hombre obstinado. Las castas no son siempre lógicas, Charity. Por supuesto, estamos hablando las castas masculinas aquí. A menudo las hembras demuestran un poco más sentido. -¿Cómo de a menudo? - Charity pidió con diversión.
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-Solo, a veces,- Nikki rió mientras que arrastró la silla de la pared a la cama. -así.- Ella se sentó pesadamente, inclinándose hacia detrás en la comodidad arrellanada del asiento. -Dime.- Charity suspiró. Nikki no tuvo que decir lo que ella deseaba saber; Charity lo sabía ahora. -Keegan sabe que mucho más de lo que me hicieron que yo,- ella suspiró con fatiga. -todo lo que realmente sé es que la incisión hecha en la matriz era para aplicar las drogas directamente y ver ciertos cambios dentro de la matriz. No comprobaron los ovarios, aunque, que es donde creo está ocurriendo el cambio. Esas pruebas estaban programadas para comenzar pronto. Comenzaban a sospechar muchas de las conclusiones que yo ya sabía.- Nikki cabeceó. -Lo he seguido yo misma, con la ayuda de Hope y de Faith. La sangre, la saliva y las muestras vaginales que tomé mientras que estabas inconscientes lo confirmó. Aunque, los cambios están mucho más avanzados en tu cuerpo,- Charity cabeceó entonces echado un vistazo a su amiga. -tenían muestras del semen de Aiden, Nikki. Tenían los expedientes a partir de esa noche en los laboratorios. No sé qué está sucediendo, pero cuando emparejaron las anomalías en mi sangre a su semen, las inyecciones comenzaron. Después de eso, hay muy poco que pueda decirte. Apenas lo recuerdo. -Cómo no es tan importante como saber qué lograron,- Nikki suspiró. -bastardos. Nunca fueron muy refinados. -Nikki, tenemos que encontrar una manera de invertirlo,- ella susurró. -pronto, antes de que conciba realmente.- Nikki frotó su frente preocupada mientras que Charity la miraba. -¿Sabe Aiden que lo amas, Charity? - ella le preguntó finalmente con curiosidad. El shock se precipitó a través de ella. -Son las drogas... -Charity, yo ya sabía, hace seis años, que amabas a este hombre. ¿Él lo sabe? -Charity sacudió su cabeza. -No era amor, Nikki. Realmente no lo era. No quería que él muriera. -Vale.- Nikki la miró durante largos minutos. -vale, vamos entonces a comenzar.- La otra mujer tomó el grueso bolso negro que había traído con ella mientras que ella se ponía en pie. -tú sabes lo que necesito, Charity.Charity echó un vistazo al umbral. -Él lo sabe mejor.- Nikki no siguió su mirada fija.
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-Él no entrará aquí a menos que lo llamemos, o tú grites.- Ella la miraba. – ¿Puedes estar quieta para que te toque? - Charity tomó una respiración profunda mientras se frotó los brazos. Su cuerpo parecía ya rechazar la misma idea de ello. Ella podría sentir su arrastre de la piel, picando con el pensamiento lo que se avecinaba. Los malos recuerdos, ella intentó decírselo. Eso era todo. Pero ella sabía de alguna manera que no era totalmente verdad. -¿Es normal? - ella pidió cautelosamente. -Muy normal, al parecer,- Nikki suspiró. -marcas que hacen malditamente difícil conseguir cualquier clase de muestras en todo durante las primeras fases del acoplamiento. Hope no podría soportar ser tocado de ninguna manera durante las semanas posteriores a que Wolfe la tomara por primera vez. Faith había sido marcada cuando le hice las pruebas por primera vez, tan no era ya tan malo. Para el momento en que ella volvió con Jacob, ya había pasado la primera fase. Estoy esperando poder conseguir las muestras que necesito contigo, Charity. -¿Ayudó para ellas? - Charity frunció el ceño, preguntándose qué milagro necesitaría para que ocurriese eso. -¿Cómo? - Nikki hizo una mueca. -Pues según lo entiendo, tiene algo que ver con cierta fuerza del clímax. Una vez que se alcanza eso, se alivia.- Ella divagaba. Los ojos de Charity se estrecharon en ella. –No te muevas,- ella dijo suavemente. –no hay ninguna parte a la que ir. Nikki se encogió de hombros mientras ella estiró de un par de guantes quirúrgicos sobre sus manos delgadas. La venda dio con furia contra su muñeca mientras que puso el pasado en su lugar. -Aunque parece que ocurrió en esos dos casos durante sexo anal. Estoy esperando encontrar a una compañera pronto quién pueda alcanzarla de la manera normal. Su voz era cuidadosamente suave, aunque sus ojos eran agudos cuando ella la miró. Charity la miró, balanceándose del shock a través de su sistema. -Vamos a esperar poder entonces encontrar una curación,- ella le dijo tranquilamente. -porque no pienso que la cosa anal vaya a funcionar. Nikki se rió entre dientes mientras que ella preparó la jeringuilla para una muestra de la sangre.
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-Sí, bien, podemos esperar. Aunque pensaba más a lo largo de otras líneas. Ahora, vamos ver si puedo conseguir una muestra. El examen era horrendo. Si Charity había pensado que había sido malo en los laboratorios, atada con correas la camilla, con su cuerpo que protestaba cada contacto, esto era peor. Cada toque era una agonía. Como si cuchillos raspasen la carne de sus huesos mientras Nikki la tocaba, no importaba con que suavidad. -Bien, Charity.- susurró la otra mujer, casi una hora más tarde. –Casi hemos acabado.- Charity inspiró ásperamente mientras la otra mujer sondeaba en su estómago, comprobando la inflamación de los ovarios que Charity sabía que habían ocurrido. Ella conocía su cuerpo, sabía que los cambios en él debían ser examinados, probados, pero ella no sabía cuánto podría aguantar. El sudor cubría su cuerpo, saturaba su ropa. Sus puños estaban apretados en las mantas mientras que ella luchó con protestar cada vez que Nikki le tocaba la tripa otra vez. Ella había comenzado en la marca Aiden y se había ido moviendo. Una muestra de piel había sido tomada, el área comprobada a fondo mientras que Charity se estremecía, y la reacción se había hecho solamente peor mientras que la doctora se movía hacia otra zona. -Charity, debo tener muestras vaginales,- ella dijo suavemente, echando un vistazo a la puerta. -¿puedes aguantar solo un poco más? -De prisa.- Ella estaba desnuda, y la sacudía una frialdad que ella sabía no existía verdad, estaba aterrorizada de no poder soportar su control demasiado tiempo. -Basta.- La voz de Aiden era fría furiosa cuando él entró en la habitación, sorprendiendo a las dos mujeres. -Maldición de dios, Armani, mira qué infiernos le has hecho. Vete de aquí. -No, -Charity jadeó cuando él se trasladó a su lado, su expresión casi asesina mientras que intentó apartar a la doctora lejos de ella. -Aiden, ayúdame.- Ella no podría parar de sacudirse, el tormento aumentaba en ella. -por favor, ella tiene que acabar. Él la miró con sorpresa. -Charity, va acabar contigo. Pareces un cadáver de mierda, -él le gritó mientras ella se estremecía en la reacción. -¿qué infiernos tendría que hacer? - Ella lo miró fijamente, sabiendo lo que él tenía que hacer. -Sujétame hacia abajo,- ella ladró. Aiden. Por favor, tienes que ayudarme.
–deja que termine su examen,
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CAPÍTULO 17 Los gritos de ella todavía se repetían en su cabeza. Aiden se sentó en el porche ignorando a la doctora que se sentó silenciosa en el otro extremo y miró fijamente el cielo que lentamente se obscurecía sus manos temblaban. ¿Él miró fijamente hacia abajo a ellas, preguntándose triste si él había temblado alguna vez así? Incluso cuando era niño él no había sido un tipo nervioso. Sus manos habían permanecido fuertes; el miedo nunca lo había roto. Sin embargo ahora, él había temblado como un bebé durante unos fríos y duros momentos. Aunque no tan fuerte como Charity se había sacudido. Y ella había gritado. En el momento en que Armani había comenzado el examen vaginal los gritos habían salido de su garganta. Y lo habían forzado a sujetarla hacia abajo, mirando sus ojos, salvajes y había estado aterrorizado mientras su cuerpo protestaba por cualquier contacto que no fuese el suyo. -¿Cuánto tiempo dormirá ella? -Él despejó su garganta, luchando con la reacción que lo había hecho salir de la cabaña. -Por suerte, un rato.- La voz de Armani era gruesa, llena de pesar. -¿Conseguiste lo que necesitabas? - Él no podría mirarla. Estaba asustado de que si lo hacía, la mataría. Entonces él la recordó las lágrimas. El un momento en que él se había permitido echarle un vistazo, las lágrimas habían fluido de sus ojos. -Gracias a dios que lo hice,- ella finalmente gruñó. -dios querido, Aiden, no sé qué le está sucediendo. Se hinchan sus ovarios, su matriz está abierta como si ella estuviese en las etapas finales del embarazo en vez de en las primeras etapas de fertilidad. Ni Hope ni Faith experimentaron tal dolor. ¿Cómo puedes tomarla? - Él le echó un vistazo con sorpresa. -Cuando la toco, Armani, su cuerpo sabe solamente de placer. Fue tu tacto el que le causó dolor.- Ella se estremeció mientras que él hablaba. -Dios, Aiden. No sé ayudarle. No sé qué hacer.-No la toques,- él ladró. -hasta que el acoplamiento sea completo, Nikki, ningún otro puede tocarla. Intenté decirte esto, intenté explicar lo que sentía.- Ella frunció el ceño. -¿Sabías que sucedería esto? - Él empujó sus dedos a través de su pelo con agitación.
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-No no conscientemente. El pensamiento de que la tocases era repugnante para mí, y no podría explicar por qué. Éste era el por qué. Lo sabía por instinto... - Él se detuvo brevemente mientras que él sacudió su cabeza -sabía lo que le haría a ella. -Faith y Hope no han avanzado tan lejos en el cambio,- ella susurró mientras que ella estaba en pie y tomaba el bolso que contenía las muestras. -no sé qué hacer, Aiden. O cómo ayudarle.- Él sacudió su cabeza con fatiga. -No hay cura,- él dijo suavemente. -ella piensa que esto puede ser para siempre. Tú piensas que puede ser para siempre... -Aiden, sé que puede ser para siempre. Y pienso que Charity lo sabe también. Tú oyes la las palabras, pero yo veo los miedos.- Ella caminó cerca de él, sentándose a su lado en el porche. -Cuando ella estaba en los laboratorios, el poco tiempo en que podía hablar con ella, ella preguntaba por ti. ¿Estabas bien? ¿Tú habías encontrado a alguien para cuidar de ti? ¿Tú preguntabas por ella? Estas preguntas vinieron de muchas maneras diferentes, pero estaban siempre allí. Y las emociones tras ellas la aterrorizan. -Es un acoplamiento... -No, Aiden. No es como intentas convencerte. Charity te amaba antes de que vertieses ese semen en su garganta. Ella hablaba de ti, escribía sobre ti, y se preocupaba hasta el punto de las lágrimas por que tú te las arreglarías por ti mismo para ser matado antes de que el rescate pudiera suceder. Éste no es un acoplamiento para ella, esto es amor. Y es esa es la parte que ella niega. Aiden sacudió su cabeza. Él había sabido eso, en alguna parte interior y profunda de si mismo. Pero cualquier amor que pudo haber existido por Charity debería haber muerto hace mucho tiempo. Y cualquier capacidad él pudo haber tenido de vivir se había marchitado lentamente hace tiempo en su lucha por la supervivencia. Él era demasiado duro, también dominante. -¿Qué hay de su cuerpo? - él finalmente pidió. -puedo tocarla, la amo durante horas y nunca le causo dolor. ¿Qué sucede allí adentro? - Ella miró fijamente en la noche mientras que él la miraba. En descanso, su expresión era la de fruncir el ceño, pensativa. -Es similar a las castas felinas,- ella dijo finalmente. -hasta un cierto grado, como lo que Hope y a Faith han experimentado en pequeña medida, aunque no hasta tal extremo. Por qué, no estoy segura, pero me propongo descubrirlo.- Ella estaba en pie, caminando abajo hacia la tierra antes de darle vuelta de nuevo a su cara.
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-Ella piensa que hay una curación, Aiden,- ella le dijo simplemente. – tú y yo lo sabemos mejor, ambos lo sabemos mejor. Ten cuidado en cómo la tratas, o ella puede marcharse de tu lado también. Si, y puede que nunca podamos encontrarla otra vez.- Sus ojos se estrecharon. -¿Qué es lo que no me dices, Armani? secretamente.
Sus labios sonrieron
-Cosas que solamente Charity tiene la derecho a revelarte. No pierdas de vista su paso, amigo mío, o puede ser que pierdas más de lo que soñabas siempre con mantener.- Y con esas palabras ella dio vuelta y desapareció en la noche. Aiden suspiró con fatiga y caminó nuevamente dentro de la casa, volviendo junto a su compañera donde ella dormía. El sedante que ella había exigido en medio del examen se lo había hecho un poco más fácil. El hecho de que ella había continuado exigiendo que terminase lo aterrorizó. Ella estaba desesperada, segura de que allí había una cura a la reacción química que limitaba sus cuerpos el uno al otro. El instinto le advirtió a Aiden que allí existía ninguna curación. Ninguna forma de romper con la naturaleza de los enlaces que había puesto en su lugar. Él lo había aceptado; rechazó combatirlo por más tiempo. Él había alimentado su odio por ella durante años, pero una vez que la había visto otra vez, una vez que la tocó, él había comenzado a aceptar que nunca estaría libre de ella. Que lo que había sucedido antes en esos laboratorios hace seis años no importaba. Ella no había hecho más de lo que él haría. Ella había salvado a su compañero de la única manera que ella sabía. Y ahora él haría igual. No más de exámenes. Él entró en el dormitorio, desnudándose, mirándola fijamente mientras que ella dormía agitada. Hasta que cualquiera de los cambios en su cuerpo terminasen, no podía permitir a ningún otro tocarla, y debilitarla. El progreso que ella había hecho en los últimos dos días había sido destruido en pocas horas. Ella estaba pálida una vez más, débil y su cuerpo daba señales de peligro. Él se movió en la cama al lado de ella, tirando de ella a sus brazos. Su gemido hizo a su pecho contraerse, su garganta se cerró mientras que ella se apretaba contra su cuerpo. Estaba fría. A pesar de las mantas con las que la habían cubierto y el fuego que ardía en la habitación, ella estaba fría hasta los huesos. Finalmente, después de varios agonizantes segundos de
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frotarse contra su cuerpo y de apretarse, ella encontró un punto que parecía contenerla. Suspiró profundamente y se colocó hacia abajo para apoyarse de nuevo. Desafortunadamente, su miembro estaba ahora hinchado, palpitante, exigiendo el cuerpo del flexible que había frotado contra él tan sensualmente. Él suspiró resignadamente. Este asunto de los compañeros era cada vez más complicado.
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CAPÍTULO 18 -Yo pensé que quizás disfrutases de un paseo a la ciudad hoy, puesto que no conseguimos ir antes. Aiden despejó la mesa de los platos del desayuno la mañana siguiente antes de tirar de su silla cerca de la suya y de levantar sus pies a su regazo. Ella estaba demasiado reservada, demasiado pensativa. También malditamente excitada. El olor de ella iba a acabar con él. Pero primero, quería que se relajara, deseaba llevarla lejos del Complejo, de Armani, y de una cama. Ella le echó un vistazo para arriba con sorpresa. -Me preguntaba sobre eso. ¿Por qué deseas hacerlo? ¿Por qué conducir? - Él hizo una mueca hacia ella. -Para ver lo que debo ver.- Él miró el juego de emociones a través de su cara; la principal era la frustración por su respuesta vaga. Su cara expresiva lo había atormentado y lo había sorprendido siempre. Otros notaban raramente lo que él lo hacía. Un cambio de una ceja, un cierto brillo en sus ojos marrones, la contracción nerviosa leve de su labio o la línea tensa de su nariz, que podría cambiar en cualquier momento. Los cambios sutiles en los músculos de su cara habrían sido imperceptibles, pero por alguna razón, fueron captados siempre por su ojo. Había sido igual en el laboratorio. Un cambio cuidados de su cuerpo para atraer la atención a sus pechos, que cubrían el movimiento de sus manos. O una sonrisa brillante de conveniencia, aunque los músculos en sus ojos se apretaban, como él había notado en cada confrontación que tenían. Las diferencias eran variadas, casi imperceptibles, y él la encontraba más atractiva. Especialmente la manera en que su mirada fija todavía parecía, mirarlo, esperando, su expresión era neutra, una indicación clara de que ella se irritaba. Sus labios sonrieron ante el pensamiento. -Si cualquier persona fuera a atacarnos, utilizarían la ciudad como un punto que ganar para obtener la información que necesitaban. Encuentra a tus enemigos que las debilidades son siempre la primera prioridad. ¿De acuerdo?
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-De acuerdo,- ella contestó lentamente. La extremidad de su nariz estaba fruncida, como una pequeña contracción nerviosa. Encantado de los pequeños cambios, él continuó. -tú y yo conduciremos a través de ciudad, quizás pararemos en un restaurante de los de comida rápida para dar un bocado, y disfrutar del día un poquito antes de volver. Cuando lo hagamos, habrá otros que miren, comprobando para saber si hay singularidades, o cualquier atención indebida sobre nosotros. Entonces volveremos aquí mientras los otros esperan alrededor, escucharemos lo que se dice, las preguntas que se están haciendo y qué sucede. Su nariz crispó otra vez. ¿Curiosidad? -Estás utilizando las tácticas que los soldados del consejo te enseñaron para coger a sus asesinos,- ella finalmente dijo lentamente. -Básicamente.- Él cabeceó. -y están enterados de eso.- Ella inclinó su cabeza, sus párpados se apretaban como si ella los hubiese estrechado. -Ahora estás subestimando a tu enemigo, Aiden.- Él se inclinó hacia detrás en su silla mientras que la diversión se hinchaba dentro de él. -Las tácticas no eran tu especialidad, Charity,- él precisó. -Creo que lo tuyo era el trabajo con la sangre.- Ahora estaba ofendida. Los músculos en sus pómulos se apretaron, la luz del sol de la ventana habría podido hacer que los ojos de ella pareciesen destellar con un color más oscuro, pero él lo dudaba. Estaba encolerizada, él creyó que era el culpable. -Y la tuya era la arrogancia,- ella dijo, no intentando ocultar la irritación en su voz. -seguro, Aiden, un paseo en ciudad sería agradable. Hace tiempo que no he comido una hamburguesa. Podría digerir una. Y mis pies están muy bien.- Ella ahora tiró de ellos de su regazo, fijándolos cuidadosamente en el suelo. Aiden calmó su mueca, enterado de que costaría muy poco arruinar el humor agradable que ella intentaba mantener. Él la deseaba ardientemente, deseaba la sangre que bombeaba a través de ella las venas, sensibilizando su cuerpo. Él no deseaba su enojo, aunque. Incluso sería agradable, él pensó, si él podía ver su sonrisa. Una sonrisa verdadera. Una llena de placer. -Si pudiésemos, quisiera parar y comprar algunas cosas que necesito. Algunas ropas, zapatos y así sucesivamente. Puedo compensar el costo... -El consejo canceló todas tus cuentas, Charity,- él comenzó. -Tengo cuentas privadas,- ella dijo con ira. -nunca utilicé el dinero del consejo.-
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-Charity.- Él trató que su voz sonara con suavidad, sabiendo que el próximo golpe la lastimaría. -tus cuentas personales están intactas, pero vacías. Los fondos fueron retirados seis meses antes.- Ella bajó su cabeza, empujando sus dedos con fatiga a través de su pelo. -Había esperado que no las encontrarían,- ella suspiró. -pienso que debería haberlo sabido mejor. -Cuando estés más fuerte, trabajarás dentro del Complejo aquí. No tienes que preocuparte del dinero.- Sus mejillas enrojecieron. -No necesito tu compasión, Aiden. Tengo otros recursos. Solo tomará un tiempo conseguirlos. De todas formas apreciaría el préstamo. Lo pagaré después. -El préstamo no es un problema.- Él estaba en pie a su lado, determinado a apaciguarla, no obstante él debía hacerlo. -pararemos en algunos almacenes, te conseguimos lo que necesitas, pero no permitiré que te canse más de lo que lo estás ya. No pienses que puedes convencerme dulcemente para dejarte.- Su boca estaba abierta. -Nunca he intentado convencer dulcemente en cualquier cosa, Aiden, con excepción de salvar tu piel sin valor. -Consigues siempre hacer las cosas a tu manera, querida,- él se quejó. –tiendes una trampa al muchacho empinado y juegas con sus debilidades. ¿Cómo infiernos sabías que podrías hacer a mi miembro ponerse así, de todas formas? - Ella puso sus ojos en blanco con la pregunta. -Tú eras tan obvio, Aiden. Incluso cojeabas tu miembro palpitaba cuando las drogas estaban en tu sistema. -¿Tú mirabas? - Él intentó sonar escandalizado mientras que él sonreía con abierta diversión. Ella tomó una respiración profunda, paciente, que la sostenía. -Estás loco,- ella gruñona. -qué hay de esa excursión que me has prometido.- Él entonces se rió entre dientes, sorprendido de que él podría. La irritación desamparada en su cara, el flash de la paciencia forzada en sus ojos, debería de haberlo encolerizado. En lugar de eso le dio esperanza. Esperar el qué, él no estaba seguro todavía.
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CAPÍTULO 19
La temprana caída de las noches en las montañas de Colorado era delicada y fresca. Suavizada por un pequeño fuego y el ambiente acogedor y caliente de la cabaña que Aiden había construido. El día no había sido fácil. Las demandas que su cuerpo hacía eran aún más difíciles de atestiguar. El dolor se había ido, pero la excitación estaba más fuertemente presente que nunca antes. Controlarlo no era tan duro como ella había pensado que lo sería. La camaradería amistosa que ella y Aiden habían compartido en la excursión a la ciudad había ayudado. Las pocas compras compras que ella había hecho habían sido divertidas. Las ropas nuevas en vez de los uniformes del laboratorio eran agradables. Pero ahora, mientras que ella luchaba para relajarse, para prepararse para ir la cama, sus necesidades se hacían más fuertes. Después de colocar los platos de una cena ligera en el lavavajillas, ella caminó hacia el comedor y hacia el fuego alegre que crepitaba en la chimenea entre el comedor y el dormitorio. Ella tiró del cojín grande adicional que estaba contra una pared al frente del fuego, y se derrumbó en él agradecida. Amortiguó su cuerpo, permitiendo que se relajase mientras estiraba sus piernas, colocando sus pies al calor que se reflejaba de los maderos ardientes. El vestido ligero que se había puesto después de que la ducha relajara sus muslos, permitía que el calor oscilase sobre la carne allí. Cerrando los ojos se deleitó con la paz y el sentimiento de seguridad que impregnaba el Complejo de la casta. A pesar de las altas cercas, de los Ejecutores y de los lobos bien enseñados, allí no había nada que recordarla los laboratorios y el encarcelamiento que ella había encontrado allí. Pero había mucho aquí para recordarle a Aiden. Cada inhalación del aire que inspiró estaba perfumada con él. El olor tenue y masculinamente terrenal de la sexualidad y de la lujuria dominaba casi ocasionalmente. Como ahora. Cuando su cuerpo dolía, cuando ella no deseaba nada más que sentirlo contra su cuerpo, sentirlo tocarla, a pesar de su conocimiento de lo qué venía. Sus pechos estaban hinchados, los pezones erizados y dilatados contra el vestido del algodón que llevaba. Casi perezosamente levantó las manos.
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Ella estaba sola, relajada, y dolorida. Su mano fue a los montículos cubiertos, sus dientes mordisqueaban en su labio inferior mientras que luchaba por contener un quejido de necesidad puramente sexual. Sus pechos estaban sensibles debajo de sus propios dedos, sus pezones que se levantaban más fuertemente para satisfacer el toque de sus dedos. Ella se desabrochó los botones que se deslizaron hacia abajo del frente de la ropa hasta que pudo tirar de los bordes de nuevo para exponer la piel curvada al calor de sus manos. Necesitaba las manos de Aiden allí. Agarró un pezón entre dos dedos, inspirando agudamente ante la punzada aguda del placer que extrajo un grito de asombro de sus labios. Las manos de Aiden eran más fuertes, más grandes que las suyas, pero la fantasía trabajada en los bordes de su mente. Aiden tocándola, aliviando el aumento de la necesidad creciente apenas debajo de su carne. Él no volvería de nuevo a la cabaña hasta dentro de horas. Estaba segura, pensaba cuando respiró ásperamente con un celo creciente. Necesitaba alivio, no importaba cómo. Una mano resbaló hacia sus muslos, empujando el vestido a sus caderas mientras sus dedos se movían sobre la carne desnuda de su sexo. Se movió bruscamente, estremecida, cuando un quejido se extendió más allá de sus labios. -Aiden,- ella susurró su nombre, viéndolo allí, quizás mirándola, sus ojos que se hacían más oscuros mientras que ella frotaba ligeramente su propio cuerpo. ¿A él le gustaría eso? ¿Su miembro se espesaría, llegando a ponerse erguido ante la vista de sus dedos empujando a través de la raja estrecha de los labios de su sexo? En su fantasía. Ella frotó ligeramente alrededor de su clítoris hinchado, sintiendo la lujuria de la perforación que se estremeció a través de su matriz en el tacto. Sus labios internos estaban hinchados, sensibilizados por su excitación. La crema de su cuerpo los cubrió abundantemente, permitiendo que los dedos resbalasen fácilmente entre ellos hasta que llegaron a la entrada de su vagina excitada. -¡Oh dios!- Ella no pudo detener su grito mientras presionó dos dedos adentro. Su coño sentía con excesiva efusión el placer, los músculos se afianzaban alrededor de sus dedos, pidiendo más. La marea de sensaciones era casi agonizante. El calor le chamuscó los dedos, su sexo, el movimiento más ligero en los músculos apretados se repetía a través de su cuerpo con vibraciones pulsantes de excitado placer.
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Ella separó las piernas más aún, los músculos de sus muslos apretaban mientras que el dolor onduló de su vagina a su clítoris. Como una tormenta de fuego de tormento erótico, las sensaciones eran azotadas a través de su cuerpo, torturándola con la necesidad de sentir el orgasmo. Ella podría sentirlas rozarse sobre su carne con un movimiento fantasma, afilando su pasión y su necesidad más arriba. Tiró de sus dedos lentamente, lloriqueando ante la intensidad que se extendía antes de que ella los empujara adelante en un movimiento rápido diseñado para imitar el miembro que empujaba de Aiden. No era tan bueno, pero ella no podría parar su grito y el flash de necesidad así como la punzada que se estremeció a través de su cuerpo. La base de su palma se presionó contra su clítoris hinchado, intensificando la presión lujuriosa. Su sexo se apretaba, con el hambre vacía que se irradiaba a través de su cuerpo mientras luchó para correrse y culminar. Lo había intentado siempre antes. Siempre, sin embargo no importaba cuanto luchase, no importaba cuanto empujase de hondo sus dedos en las profundidades que chorreaban sudor de su coño, no podría encontrar ningún alivio. Echó su cabeza hacia atrás mientras luchó por el alivio, lloriqueando con suspiros de desesperación y jadeaos que salían de sus labios hasta que sintió un suave lametón en la parte posterior de su mano revestida de crema. Los ojos de Charity se abrieron de par en par, un sentido primitivo, su mirada fija quedó atrapada por la intensidad caliente de la mirada de Aiden cuando él la miró de entre sus muslos extendidos. Él estaba de rodillas ante de ella, desnudo, su cara oscura estaba pesada con la sensualidad, su lengua alcanzaba para lamerla otra vez. Un poderoso lametón acompañado por un gruñido que parecía vibrar a través de su mano, en las profundidades hambrientas de su coño. -¿Sabes solo lo malditamente hermosa que te ves para mí ahora? Su voz era oscuridad, llena de lujuria. Cuando ella se movió para tirar de su mano, él la paró, presionando la suya contra él hasta que sus dedos se hundieron dentro de su carne apretada de nuevo. Él miró el movimiento, con sus pómulos enrojeciendo mientras que el hambre parecía brillar intensamente en su expresión. -no pares,- él susurró. -déjame mirarte, Charity. Tómate mientras miro.- Era la cosa más erótica que ella había hecho jamás en su vida. Mirándolo... su mirada fija se posó en sus dedos, su lengua que alcanzaba para lamer en la húmeda película de sus jugos... abrumándola. Su lengua era áspera, caliente y codiciosa cuando él intentó mantener más separadas sus piernas. Su mirada estaba bloqueada con la suya mientras
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él intentó limpiar cada oleada de la crema que con excesiva efusión se escapaba más allá de su vagina mientras ella empujaba ardientemente con los dedos. -No puedo.- Ella jadeaba por respirar, sus caderas que empujaban más fuertemente en sus dedos mientras que frotaba ligeramente adentro otra vez. -Aiden, por favor. No puedo... - Ella necesitaba sus dedos en su interior, estirándola, conduciéndola más alto. No. Dios, ella necesitaba que su miembro la llenase, sobrellenándola, haciéndola gritar mientras sus músculos eran forzados a acomodar cada movimiento poderoso. Ella empujó sus dedos más profundamente, en su interior más duramente hasta que entonces gritó mientras su lengua frotaba ligeramente entre ellos cuando ella tiró. La extremidad caliente lamía en su sensibilizada entrada vaginal, la sensación que se extendía a través de su cuerpo era como una oleada de marea de placer ardiente. -Voy follarte hasta que me pidas que pare.- Su voz era dura, tan profunda y áspera que frotó ligeramente sobre sus sentidos como un tacto fantasmal. -tan pronto como pueda apagar esta necesidad de beber cada gota de jugo de tu cuerpo. Él tiró de sus dedos libres, sólo para substituirlos por uno duro, conduciendo el movimiento de su lengua caliente. Sus caderas se movían bruscamente, empujando ante el movimiento como rayándose, las sensaciones como lava ardiente circularon a través de su corriente sanguínea, debajo de su piel, chamuscando su cerebro con el placer. Ella agarró con las manos los lados del cojín, sus muslos estaban humedecidos mientras que sus manos duras los separaron. Él sorbió en su entrada, su lengua tomándola, entonces tirando, su boca que aspiraba los jugos que fluían más allá de sus labios duros. -Es tan malditamente bueno. Tú me haces parecer bebido con mi necesidad de ti, -él murmuró en la entrada pulsante a su coño antes de lamer en ella otra vez. La necesidad enloquecida del orgasmo comenzó a llenarla. Entonces no hubo vergüenza, ninguna vacilación, allí solamente estaba Aiden. Aiden todavía sosteniéndola mientras ella luchaba, obteniendo más. La lengua de Aiden frotaba ligeramente el tejido fino excesivamente sensible dentro de su sexo ardiente, empujando más allá de los músculos, sondeando en terminaciones nerviosas que nunca sabía que poseyese. Terminaciones nerviosas que estallaron con el placer de cada toque, gritando su necesidad por la satisfacción, por el alivio.
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-Aiden, te necesito.- Ella agarró las manos el bolsillo debajo de ella mientras que luchó por el clímax. Su sexo, su clítoris, sus pechos... infierno, su cuerpo entero... estaba ardiendo, zumbando, sus músculos se apretaban a un nivel celular en la búsqueda de facilitar el delicioso tormento que él practicaba en su coño mojado. Él gimió en su carne, un sonido del disfrute, del placer mientras su vagina se apretaba, entonces mojó su lengua de nuevo. Como un hombre lleno de sed y encontrando el alivio mojado, dulce. Ahora si solamente él ampliase el alivio, ella podría salvar su propia cordura. -Aiden, por favor,- ella jadeó, su voz sonó débil, sin aliento, electrizándolo con el sonido primitivo de su desesperación. -por favor. Si no me follas creo que voy a morir.- Ella se retorció mientras que un gemido agonizante se extendió de su pecho. Su pulgar comenzó a circundar su clítoris. Zumbó, pulsando Cada movimiento era como un lametón de éxtasis en los bordes del orgasmo, conduciéndola más alto. Ella empujaba contra su lengua indagadora, lloriqueando, gritando en cada uno de los empujes mientras sus músculos vaginales eran separados por cada entrada poderosa. La presión en su clítoris se intensificó, alimentada por su lengua que la conducía, por los labios húmedos en su vagina, su pulgar que rotaba contra el nudo torturado de nervios. Repitió los gritos alrededor de el, casi animales, pidiendo como ella nunca había pensado que podría pedir. Hasta que su pulgar presionó más cerca, más firme, frotando ligeramente... Dios sí... justo ahí... Ella gritó. Las estrellas estallaron a su alrededor mientras sus ojos se desorbitaban, su cuerpo que se arqueaba, tensándose, trabado firmemente a su lengua que alanceaba mientras que ella sentía su coño estallar. La parte superior de su cuerpo se levantó involuntariamente, la respiración se paraba en su pecho mientras que el relámpago se extendió a través de su cuerpo. Rayo tras rayo de fuego blanco y ardiente entraron en erupción en su interior mientras que ella se convulsionaba, sus lamentos llenaban la habitación, dándola una sacudida eléctrica, mientras Aiden movió bruscamente su parte posterior de la cabeza y se levantó sobre ella con un gruñido primitivo de posesión.
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CAPÍTULO 20
-Ahora, Charity,- él susurró cuando el se puso encima ella, incapaz de contener la necesidad que lo conducía a la culminación que golpeó a través de su cuerpo. -quémame vivo. Aiden tomaba el latido lubricando con el líquido de la extremidad de su miembro en el momento en que tocó el calor húmedo de la vagina de Charity. Hizo una mueca, luchando por el control. Deseó tomarla lentamente, saboreando cada ondulante contracción que se extendía a través de su sexo apretado. Y ella estaba apretada. Otro latido líquido entró en ella. Su cuerpo se apretó, arqueándose cuando salpicó dentro de su canal ardiente. Él movió la cabeza de su miembro que bombeaba con cautela en la entrada excitada hasta que otro chorro fue tirado libremente. Ahora luchaba por respirar. Las eyaculaciones eran casi orgásmicas, zahiriéndolo con el éxtasis venidero, con el recuerdo del orgasmo que le chamuscaba alma, cuando su semilla la llenase, empapase su coño y aliviando su lujuria durante solamente un breve rato. -Estás tan caliente. Tan caliente y apretada que haces que desee gritar con mi necesidad de ti, -él jadeó mientras luchaba por respirar. Cerrando fuertemente sus dientes, él entró en su interior más profundo, sorprendido por cómo sus músculos se separaban fácilmente para él, por cómo de caliente y de firmemente estaba apretada. Su coño apretado, el su fluir de los jugos, facilitando su entrada mientras él presionaba en ella. Mirándola debajo, él luchó con el gruñido rabioso cercano mientras que miró los labios regordetes de su sexo que se aplanaban y que se estiraban alrededor del eje que la invadía. La vista hizo que brotase otro chorro de las eyaculaciones que pulsaban de él. Ella gritó, sus manos que se movían desde el lado del cojín en el que ella estaba para agarrar las muñecas que aferraban sus caderas. Ella miró fijamente hacia él, sus ojos estaban deslumbrados, desenfocados, su cara estaba ruborizada con la pasión, reluciente con la transpiración. -¿Sabes lo bien que te sientes? - él gruñó mientras que luchaba por el control. -tan mojada y apretada alrededor de mí, Charity. Puedo sentir el nudo apenas debajo de mi carne que palpita por el orgasmo.- Y él podía. A mitad del camino en el centro de la longitud de su miembro palpitando, era un placer insoportable cuando él luchó el orgasmo inminente.
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Aiden entró más adentro aún, su mirada fija oscilaba entre sus labios internos satinados, rosados y a ella la cautivó la expresión. La cabeza de su miembro fue enterrada en su interior, con los límites apretados de su coño mientras otro latido del líquido que lubricaba tirado en su interior. Era una agonía. Era un placer tan doloroso que él juró que iba a morir mientras luchaba por mantener el paso constante, aunque lento en su interior. -Charity,- él jadeó su nombre mientras él resbalaba más aún dentro de ella, extendiendo el calor de su sexo. -bebé. Vas a acabar conmigo. -Ahora.- las uñas de ella se clavaron en sus muñecas. -fóllame, Aiden. Ahora fóllame. Difícilmente. Por favor... -Él no podría ayudarle. Él se movió en su interior, su cabeza caía hacia atrás, un gruñido surgía más allá de su garganta con el placer brutal que se extendía a través de su cuerpo. Ahora lo enterró en ella hasta la empuñadura, hasta su escroto remetido contra su fondo, amortiguado y llegando a estar húmedo de los jugos femeninos que habían cubierto la carne allí. -Aiden.- Ella estaba mitad levantada, casi en una posición sentada, sus ojos estaban abiertos de par en par, dilatados cuando ella lo miró fijamente. -Mira,- él susurró, echando un vistazo entre sus cuerpos mientras él tiró lentamente. Él oyó su gemido y deseó gritar fuera de sí mientras su miembro resbalaba hacia atrás, arrastrándose contra su carne, reluciendo con la crema espesa que la cubría. Él tiró hasta quedar casi libre, hasta que solamente la corona permanecía. -Mira, Charity.- Él tuvo que luchar por respirar, luchar por permanecer inmóvil los temblores que desearon sacudir su cuerpo, la necesidad del orgasmo que golpeó a través de él. -mírame tomarte. Él resbaló a casa otra vez. No tan lentamente, sino tan rápidamente que ella no lo vio, hasta sentir cada pulgada del miembro que la tomaba. Él echó un vistazo para arriba a ella otra vez, viendo la mirada fascinada de su cara, la excitación que contraía sus rasgos. -Mírame, Charity,- él susurró. -mira, bebé.- Ella levantó sus ojos; eran anchas piscinas, deslumbradas, casi negras con la entrega cuando él tiró hacia atrás entonces empujando fácilmente en su interior de nuevo. márcame,- él susurró, cada músculo en su cuerpo que tensa de la necesidad como él apretó sus brazos alrededor de ella, tirando más cerca. –como yo te marqué, Charity. Ahora márcame.- Él se empujó en su interior más duro mientras los labios de ella tocaban sus hombros. Él estaba cerca. Tan malditamente cerca que podría sentir el nudo el comenzar a formarse, a crecer, preparándose para su orgasmo.
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Sus caderas se movieron más rápidamente, empujando su miembro más duro, un interior más profundo mientras él sentía el raspado delicado de sus dientes, oía su gemido al acercarse al orgasmo. Su coño onduló alrededor de él, se contrajo con tirones duros profundos, ordeñando en su carne como si intentase absorber la semilla de su cuerpo. -Ahora.- Él no podría soportarlo, no podría esperar. La hinchazón comenzó, el placer se extendió a través de él hasta que él se preguntó si él sobreviviría. Sus dientes estaban cerrados en el apretado músculo. No eran bastante como para romper la piel como sus colmillos habían hecho con la suya, pero sí lo suficiente, lo bastante como para activar los impulsos primitivos que se extendían a través de él. Él agarró sus caderas, bajándola, poniéndose sobre ella, sintiendo la mordedura de sus dientes abajo mientras que él empujó en ella más duro, otra vez, y otra vez, hasta que la hinchazón se intensificó, trabándose en su interior mientras que ella entraba en erupción alrededor de él. Las contracciones pesadas de su orgasmo estaban perfectamente medidas en el tiempo con la primera expulsión dura de su semilla dentro de su sexo. Aiden deseó gritar, y casi lo hizo cuando el placer lo superó, aflojándose a través de su cuerpo, tirando de su columna vertebral y chamuscando su cerebro con el éxtasis. Él no podría parar. Sus caderas se movían bruscamente, sus músculos se apretaron, y su semilla salió a borbotones en su interior otra vez. Parecía que nunca se terminaba, el placer era diferente a cualquier cosa que él hubiese sabido o posiblemente imaginado. Hinchado el nudo pulsó y golpe como si tuviese vida por sí mismo. Follando con desenfreno a su coño tembloroso cuando él se derrumbó sobre ella, estremeciéndose, su cuerpo se movía bruscamente con cada explosión de la semilla de su miembro en su cuerpo. Su respiración trabajosa salió de su pecho lentamente, agonizante, la presión comenzó a disminuir. El sudor goteó de su cuerpo al suyo. Sus dientes se aflojaron de su hombro, su cabeza cayó hacia atrás mientras que ella se estremeció una última vez. -Mía,- él susurró, levantando su cabeza apenas lo bastante como para mirar fijamente abajo a ella, aguijonearla con la intención que crecía en su mente. -Mía, Charity. Siempre.- Ella sonrió, débil pero llena de su propia determinación, su propia terquedad. -No todavía,- ella le prometió suavemente. -y quizá, Aiden, no nunca.
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CAPÍTULO 21 El sonido era tan suave al principio que él estaba seguro de que oía mal. Había una razón por la que la ventana del baño era tan malditamente pequeña. Los asesinos no podrían meterse furtivamente tan adentro, y eso para Aiden era la razón por la que no la había cerrado totalmente. Era una concesión que hizo a la necesidad de barrotes en las ventanas y las cerraduras en las puertas más tolerables. Pero igualmente allí el sistema de alarma debería haber estado en su lugar. Sus brazos se apretaron alrededor de Charity, su mano se puso en su boca para sofocar cualquier sonido que ella hiciera mientras que él tiró de ella rápidamente de la cama. Su cuerpo se tensó pero se movió suavemente con él, cuando él tiró de ella al suelo mientras que empujaba su mano debajo del colchón para el buscar el arma automática que él mantenía lista. Tomó el brazo de Charity que asía con la otra mano y tiró de ella hacia el lado más apartado de la entrada al dormitorio proponiéndose llevarla al comedor. Él la movió cuidadosamente contra la gruesa pared de la chimenea, abrigándola con su cuerpo y planteándose llevarla al otro lado de la habitación cuando se dio cuenta de que el peligro verdadero estaba adentro. -Coyotes,- ella susurró. -Los huelo.- La sorpresa dio una sacudida eléctrica a su sistema. Él había reconocido el olor, sabía bien de lo que él trataba, pero él no había esperado que ella oliera el olor distintivo también. -pueden olerme también, Aiden.- Su voz era solamente un hilo de sonido. déjame aquí y haz lo que tengas que hacer. No hay manera de que puedas ocultar mi olor. -Shh.- Quienquiera que hubiese entrado en la casa. Él tenía que darles el crédito para el sigilo. Él tiró de ella cuidadosamente lejos de la chimenea, tirando de ella a través del comedor y empujándola rápidamente detrás del soporte grueso, del roble de la barra entre el comedor y la cocina antes de que él se moviera silenciosamente a través de la habitación. El bastardo estaba allí por Charity, y él lo sabía. El olor de su celo lo abrumaba, y bloquearía muy probablemente su propio olor. Él necesitaría la ventaja para sorprender al bastardo y para aprehenderlo. Aiden no deseaba verlo muerto. Deseaba que hablase. Se movió de nuevo al arco lejano, agachándose bajo y mirando alrededor de la pared del ladrillo. Allí estaba. Pequeño, muy pequeño para una casta del coyote y moviéndose lentamente hacia la cama. Apuntando la pistola cuidadosamente, Aiden despejó su
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garganta. Entonces todo el infierno se estalló. Las ventanas en la cocina y el comedor se rompieron simultáneamente mientras el sonido de tiros amortiguados comenzó a zumbar a través de la habitación. -¡Joder!- Aiden comenzó a moverse hacia la ventana delantera mientras que se movía bruscamente hacia uno de los rifles automáticos del estante de armas al lado de él. Charity. Joder. Ella no había hecho ni un sonido y las balas silbaban a través de la casa venían a través de la ventana directamente detrás de la barra. Él rodó a través del suelo, el fuego salía del rifle automático mientras que luchó por conseguir llegar de nuevo al otro cuarto y para tirar de ella a la seguridad. Hijo de perra. ¿Qué les había pasado a las ventanas a prueba de balas? Cuando él acercó al umbral, el fuego entró en erupción desde la abertura arqueada del dormitorio. El maldijo, sintiendo el calor de las balas que gimoteaban a su alrededor mientras oía las sirenas del complejo apagarse, él devolvió el fuego mientras se parapetaba detrás de la protección extremadamente dudosa del sofá. -Charity!- Él gritó su nombre mientras que la casa se parecía oscilar sobre sus cimientos. Él la oyó gritar su nombre mientras que el fuego parecía entrar en erupción por todas partes. El humo y el polvo llenaron la habitación, obscureciendo su visión, pero no sus sentidos mientras que oyó la escaramuza en el otro cuarto. El fuego del dormitorio lo fijó, echándolo hacia atrás violentamente mientras que él luchó para encontrar cualquier abertura para salir a la cocina. -Jodida perra.La maldición masculina oscura sonaba de la localización de Charity. Chisporroteó en el aire mientras que Aiden se lanzó de la protección del sofá, encendiendo violentamente en el dormitorio y el comedor mientras que él acometió a la cocina. Un dolor grito llenó el repetido de la dirección del umbral del dormitorio mientras que él resbaló dentro de la cocina. Y entonces él lo vio. El varón grande peleaba con Charity mientras otro vino a través de la ventana rota. Él apuntó y encendió ver el flash del acero mientras que se movió en el lado de Charity. Un grito agonizante repitió a través de la cocina mientras que Aiden se movió apartarla de los movimientos de su asaltante. Ella se movió rápidamente, se agachó entonces para desaparecer mientras que él se centraba en el hombre dañado. Se movía también rápidamente. Como un torbellino por la habitación como sombreado
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calculado comenzó a torcer dentro del débil polvo que llenaba los límites de los cuartos. Tal reacción rápida y tal coordinación constante habrían podido venir solamente a partir de años del entrenamiento. ¿Quién o qué la había entrenado? -Bastardos,- ella gritó como él vio su subida, un arma en su mano, saliendo detrás de él. El ronco sonido de dolor que él oyó mientras que él se agachaba y iba hacia ella le aseguró que ella había golpeado en lo que parecía leña. Él tiró de ella rápidamente a él, después detrás de él como él miró la ventana, entrenando al arma en el agujero ahora vacío. –Maldición, no necesito un protector Aiden,- ella maldijo mientras él la movió hacia atrás contra el contador. El grito de los lobos, del fuego afuera, y del silencio repentino a través de la cabaña le aseguró que el peligro había pasado y los Ejecutores habían hecho un tiempo record para llegar a la cabaña. Desafortunadamente, la cabaña parecía haber salido un poco peor parada del desastre. -Aiden.- La puerta fue abierta de golpe mientras la áspera voz de Stygian lo llamaba en voz alta por su nombre. Luces alancearon en la habitación cuando él relajó lentamente su protección y estaba en pie cuidadosamente entre el cristal roto que dejó en desorden el suelo. -Stygian, consigue una manta para Charity y mis pantalones y zapatos del dormitorio. La habitación esta llena de cristal.- Sus pies escocían ya de las heridas y de los cortes infligidos en ellos. Mientras que Stygian acometió fue hacia el otro cuarto, la batería disparó las luces encendidas encima de la cabaña mientras esta llenaba lentamente de Ejecutores. -Este no respira,- Styx dijo en voz alta cuando encontró el coyote que Charity había tenido a tiro. El sonido repentino de un tiro le aseguró a Aiden que el coyote no respiraba más tiempo. Aiden hizo una mueca. Él había esperado mantener por lo menos uno de ellos vivo. Detrás de él, Charity sostuvo contra él débil, su cabeza descansando contra su espalda, su respiración era áspera. -¿Estás bien? - él le preguntó sobre su hombro. -Vivo,- ella ladró. Aiden gruñó. -abate a muertos cualquier día de la semana, huh? - Ella se rió entre dientes débil mientras que él sentía su sacudida su cabeza lentamente contra su espalda. -La manta.- Stygian acometió nuevamente dentro de la habitación. Él lanzó la manta a Aiden, aunque él llevó los pantalones vaqueros y las zapatillas de deporte Aiden necesitarían. Cogiendo la cubierta, él se dio la
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vuelta y envolvió a Charity en ella rápidamente. Ella estaba pálida, sus ojos grandes y oscuros, pero ella parecía relativamente ilesa. -Déjame vestirme y te llevaré al sofá.- Él se dio la vuelta y asió sus pantalones vaqueros y zapatos que le tendía Stygian y se los puso rápidamente. Asegurándose de que la manta estaba remetida alrededor de ella, tomó Charity y se trasladó rápidamente al sofá. Primero lo primero. Él tenía que comprobar su estado, asegurarse de que ella estaba bien, entonces él descubriría apenas cómo los chuchos el infierno del consejo se las habían arreglado para pasar más allá de las alarmas, de los Ejecutores y de los lobos del perímetro. Él sabría después donde estaban, ahora él tenía que calcular cómo pararlos. Y concretar porqué infiernos allí no había habido ninguna muestra de ellos en la ciudad.
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CAPÍTULO 22 -Subestimaste a tu enemigo,- ella murmuró mientras que él la sentó en el sofá en otra cabaña y se enderezó lejos de ella. -los coyotes no son estúpidos, Aiden. Sin alma, pero no estúpidos. El mismo hecho de que no te estén mirando debe alarmarte.- Él gruñó, lo que hizo poco para asegurarle que él había tomado el punto. -¿Donde conseguiste tu entrenamiento? - él le preguntó entonces, ignorando su advertencia. -¿Importa? - ella ladró, retando su actitud posesiva. fijamente, a sus ojos completa e intensamente.
Él miró la
-¿Quieres contestarme? -En el ejército,- ella finalmente le contestó amargamente. -que es donde recibí mi entrenamiento científico también. Mis padres adoptivos pertenecían al ejército. Murieron durante un atentado terrorista mientras que estaban en ultramar. Su educación así como su entrenamiento había sido poco ortodoxa. Sus padres adoptivos habían sido parte de un grupo único de científicos que trabajaban en un grupo de estudio de la guerra biológica, supuestamente, para encontrar las curas para algunos de los contagios virales únicos que habían recogido en ese entonces. Pero él sabía todo el esto. Aiden no era un hombre estúpido, ella pensó. Él sabría todo lo que debía saber sobre su pasado. Sus palabras siguientes confirmaron eso. -Eran buena gente. Aunque no entrenamiento.- Ella suspiró con fatiga.
hay
mención
alguna
de
tu
-No pararán de intentar capturarme, Aiden. Tú lo sabes, -ella le advirtió otra vez, poco dispuesto permitir que él cambiase de tema. El amanecer asomaba sobre las montañas exteriores y el Complejo entero estaba en alarma. Los Ejecutores se movían nerviosamente a lo largo de los muros y haciendo llamadas. Ella miró fijamente hacia él, viendo la determinación salvaje en su expresión, la terquedad en sus ojos grises. Él rechazaba aceptar el peligro que ella representaba para la comunidad que Wolfe había luchado lentamente para proteger -Piensa en ello, Aiden,- ella le dijo firmemente, enterada de la medias docena de castas, incluyendo Wolfe, que escuchaban detrás de él -las
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drogas fueron diseñadas específicamente para forzar la ovulación y la compatibilidad con tu esperma. Cuando sus pruebas revelaron el componente agregado de la casta en mi sangre, comprobaron sus propios expedientes y los emparejaron contigo. Tenían muestras de tu esperma. Diseñaron una droga que realzaría y acelerarían el proceso que mi cuerpo había comenzado... -Porque estamos acoplados,- él ladró triunfante, como si en el curso de la discusión el acoplamiento estuviese detrás de sus palabras. Charity puso sus ojos en blanco mientras que ella empujó sus dedos a través de su pelo con la frustración. ¿Él nunca iba a darse cuenta? Él era la persona más obstinada que ella había conocido nunca. -Escúchame tú. No me acoplaste, Aiden. Tú me marcaste de alguna manera. Las drogas me acoplaron, no tú.- Sus ojos destellaban como una tormenta mercurial, el color se retorcía, extendiéndose dentro de sí mismo. -Drogas creadas de mi esperma. De mi DNA individual, -él ladró arrogante como si el hecho de ser él a quien ella se había acoplado lo hiciese le de alguna manera superior a cualquier otra persona. Y aún, él faltó el punto. El peligro que ella traía al Complejo era su preocupación, no el acoplamiento maldito, droga relacionada o no. -¡Maldición, esto no va sobre el acoplamiento de mierda!- ella gritó poniéndose en pie, agarrando la manta firmemente alrededor de su cuerpo desnudo y haciéndole frente furiosamente. -¿Es que no oyes lo que te estoy diciendo, Aiden? Soy un peligro para cada uno aquí. Para todo lo que Wolfe está procurando construir. Tienes que dejarme irme.- La incredulidad llenó su expresión. -¿Irte a adonde? - Él se separó las manos de par en par. -¿En donde estarías razonablemente segura entonces, Charity? - Pero ella nunca estaría segura, y ella lo sabía. Pero ella no se ocultaría detrás de la misma gente que había luchado durante muchos años por proteger. -¿Y si lanzan un asalto? - ella le preguntó en voz alta. -¿qué infiernos harás entonces? Saben que tú me has follado... -Te acoplé,- él gritó detrás, su voz sonaba oscura, perversamente sensual con su gruñido furioso. -Saben que la concepción es posible, Aiden... -Por Dios, si tú no has concebido aún no es por falta de intentos,- él gruñó. Si ella no hubiera necesitado aferrar la manta contra ella para preservar su modestia, habría tirado de su pelo con frustración.
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-¿Es que intentas volverme loca? -ella gruñó. -para de cambiar de tema. -No hay tema de discusión,- él le informó arrogante. -eres mi compañera, y por lo tanto parte de la manada. Estás más segura aquí. Cuando no estés tan débil, te darás cuenta de esto.-Ella lo miró boquiabierta durante un momento con asombro. -Olvídate del tema del acoplamiento, Aiden. No pararán. ¿Cuántos de tu gente morirán antes de que me odies por ello? - ella gritó detrás en él. mírame, Aiden. No lo permitiré... -Eres mi compañera. Es mi decisión.- Él se cruzó los brazos sobre su pecho obstinadamente. -las drogas no hacen a un compañero.- Ella se preguntaba lo que necesitaría para convencerlo de esto. -¿tú me entiendes, Aiden? No. Soy. Tu. Compañera. -Eres mi compañera. Mi mujer, -él gruñó. -Mi niño.- La última palabra le dio una sacudida eléctrica en silencio, pero solamente durante un momento. -No hay niño.-Todavía.- La satisfacción brilló en sus ojos. -Nunca.- Sus cejas se arquearon lentamente. -¿Tú piensas que puedes negarme, Charity? - él le dijo con voz perezosa y sensual. -tu cuerpo está ya caliente, excitado. Cualquier hombre en este lugar puede notar tu necesidad.- Sus ojos estaban desorbitados mientras ella tragó entonces dandose la vuelta firmemente y mirando a los hombres interesados que miraban el intercambio no sin una cierta cantidad de diversión. Ella sintió su rubor de la cara con vergüenza mientras su mirada fija fue a Wolfe interrogativamente. -¿Tú puedes? - ella pidió, la humillación se arrastraba a través de su cuerpo mientras que ella hizo frente a los hombres. Wolfe suspiró profundamente mientras que miraba a Aiden con una mirada de contrariedad. -Charity, no es diferente para Hope o Faith. La necesidad es natural. Y el olor es muy huidizo, aunque muy agradable. No hay razón de sentir vergüenza. -¿Por qué sientes vergüenza? -Aiden preguntó casi airadamente. -¿Te avergüenzas de ser mi compañera? - Ella iba a gritar Charity podría sentir
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las lágrimas llenar sus ojos, el miedo que florecía en su pecho. La necesidad de hacer eso la puso furiosa. Maldito, maldito fuera en el infierno por hacerla gritar. -Idiota.- Su puño conectó con su pecho, no provocando más que un ceño de confusión en su cara y un dolor en sus dedos. -¿son todas las castas masculinas tan malditamente estúpidas? - La cara de Aiden reflejaba sorpresa. -Charity, quizás necesitas tenderte,- él suspiró. –No tiene ningún sentido que estés así más tiempo. -Por que tú estás loco,- ella lo acusó furiosamente. -loco. Totalmente sin un indicio.- Ella miró para arriba. Un gruñido estrangulado de furia vibró en su garganta, dando a cualquier casta la competición viva en respuesta primitivo como ella pisoteó alrededor de él y se dirigió hacia lo que era obviamente el dormitorio. La puerta abierta demostró la invitación, mantas dadas vuelta, pero la chimenea entre los dos cuartos estaba apagada. Por suerte, ésta tenía una puerta. Ella la cerró de golpe fuertemente. ***** Aiden hizo una mueca lentamente mientras la puerta se cerraba, cortando su opinión de Charity y la contracción nerviosa furiosa de sus caderas mientras ella se iba lejos de él. Él dio vuelta de nuevo a su líder de la manada y arqueó una ceja con conocimiento. Wolfe se rió entre dientes, aunque él tenía cuidado de guardar el tono bajo hasta que oyeron la puerta de la habitación de baño también. Moviéndose cautelosamente a la chimenea vacía, Aiden comprobó para estar seguro que ella había entrado el otro cuarto. -¿Está embarazada? - Wolfe pidió. -su olor ha cambiado, Aiden.Aiden sacudió su cabeza. -Armani ahora está probando las muestras. Debemos saberlo pronto. Si ella no lo está, pronto ella estará en la ovulación completa. Esos coyotes estaban también malditamente resueltos a tomarla, Wolfe. Intenté resguardarla dentro de la cabaña siempre. Y las ventanas del SUV no estuvieron bajadas más que solamente algunos momentos mientras que estábamos en él. No tengo ninguna idea a cerca de cómo sabían cuándo atacar. -Los científicos tendrían cierta idea del tiempo implicado en esto,Wolfe suspiró resignadamente. -eso sería simple. Ella está en grave
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peligro, aunque, también su niño será si ella concibe. Esos coyotes consiguieron entrar malditamente fácil. Tendremos que aumentar nuestra seguridad tanto en el interior como en el exterior el Complejo. -He puesto una llamada a Satin y a sus Ejecutores. El grupo de Stygian permanecerá, y Drake y sus hombres están adentro. Tendremos que mantenernos atrás en las búsquedas de los laboratorios hasta que se asegure su seguridad, -Wolfe dijo decidido. -coordina a los grupos y reasigna a los Ejecutores en el campo. Ten tanto cuidado como sea posible. Si ella concibe, después Armani sabrá como ayudar a Faith y Hope también. Debemos movernos cuidadosamente en esto. Todas nuestras mujeres corren más peligro que nunca antes. Y no son solamente nuestros corazones, Aiden. Son nuestro futuro. -¿Y qué hay sobre la mujer Roberts? -Stygian dijo curiosamente. ella estaba en la lista también.-Cuando los otros lleguen aquí, toma a cuatro hombres y recuperadla,Wolfe pidió enérgicamente. -no tenemos tiempo para movernos cuidadosamente en esto. Tráela aquí de cualquier manera que puedas. -El grupo de Satin será de importancia extrema también,- Aiden dijo suavemente. -tendrás que informarlos de eso y rogar que no nos dispare. Maldición, esa mujer debería haber sido un hombre. -Infiernos, muérdete la lengua,- Styx rió enérgicamente en respuesta a eso. -Esa mujer es tan malditamente hermosa que sus ojos hacen a mi trasero doler por sus dientes. -Ella te cortará las pelotas si te oye decir eso,- Stygian le recordó. – deberías proteger mejor tus mercancías, muchacho.- Styx hizo una mueca de dolor. -Maldito si ésa no es la verdad. Ella puede ser que parezca una pequeña muñeca Barbie, pero esa chica es cruel. -Vamos a marcharnos de aquí así ella podrá entonces descansar,Wolfe suspiró. -pondremos los lobos en alerta, y a dos equipos que patrullen los alrededores siempre y dos hombres fuera de la cabaña. Ahora estás en el centro del Complejo, de modo que serás más difícil de alcanzar. Roguemos por que sea suficiente. -Pon un equipo de los lobos fuera del Complejo,- Aiden sugirió. utiliza los más atrevidos que tengamos y permite que vaguen salvajes. Destruirán las manadas salvajes y nos alertarán de cualquier peligro.- Su afinidad con los lobos había permitido que incrementaran y entrenaran a los
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elegidos para el cometido de seguridad. La inteligencia de los animales y su lealtad natural, agregada al sorprendente grado de comunicación que compartían con los animales, los hacía perfectos para los trabajos que eran necesarios. -Vale, saldremos fuera de aquí para que puedas descansar,- Wolfe suspiró mientras él echaba un vistazo a la puerta del dormitorio. –la protegeremos, Aiden. Tú mantenla cuidada. Todos los planes en el mundo no la salvarán si ella no tiene cuidado. -Ella estará demasiado cansada como para no tener cuidado,- él murmuró mientras él oía abrirse la puerta del baño. -mira si Faith o la Hope pueden traerle ropas más adelante. Por ahora, pienso que ella necesita reposar. Wolfe cabeceó mientras los otros hombres salían de la cabaña y entonces él siguió detrás de ellos. El cansancio estaba sobre él, y Aiden ahora entendía porqué. La preocupación y la tensión constante de su compañera en peligro caían pesadamente sobre sus hombros. Aceptar Charity como su compañera había puesto la misma tensión en Aiden. Su seguridad, su felicidad, así como el futuro de su raza eran su responsabilidad. Una responsabilidad que no detalló bien con cualquiera de sus compañeros. Él suspiró resignadamente mientras que oyó la maldición de Charity en el dormitorio. Su voz era grave con lágrimas no derramadas, y él sabía que se preocupaba de que estuviera pasando en su cabeza. Él era su compañero. Era su trabajo cuidarla. Entonces sonrió. Y cuidarla era tan malditamente bueno, que él pensó que el curso de toda una vida no sería suficiente.
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CAPÍTULO 23 La adrenalina todavía ahora bombeaba a través de su cuerpo, el palpitar de la sangre a través de sus venas, incluso horas después del ataque. La furia casi la abrumaba cuando ella pensaba en Aiden y su negativa a entender el peligro que ella traía a las castas que la habían acogido dentro. El peligro que ella traía a Aiden. Y allí residía su preocupación más grande. -Charity, puedo protegerte,- él habló desde el umbral detrás de ella, su voz era oscura, áspera. Ella la reprimió las lágrimas, luchando con las emociones que la consumían. Durante muchos años ella había luchado con necesidad de él. Negado su cuerpo, su corazón y alma, repitiéndoselo a diario. Igual como ella había intentado negarlo. Ella escuchó cuando él se movió a través de la habitación, miró como él vino hasta su línea de visión, bordeando la cama, caminando hacia ella. Su pecho era piel resistente desnuda, lisa y duro músculo. Su abdomen era duro, prieto, oscurecido por el sol. Y debajo de allí, debajo de la cintura de sus pantalones vaqueros, su erección se hinchaba. Ella se lamió los labios, hambrientos por él, con su cuerpo desesperado por su contacto. -Charity.- Él se paró delante de ella, sus caderas estaban al nivel de su mirada fija, y ella no podría oponerse. Ella se inclinó hacia adelante, con sus manos agarrando el exterior de sus muslos duros mientras sus labios se presionaban contra la carne apretada de su abdomen. Ella necesitaba tocarlo, para mantenerlo, para asegurarse que estaba ileso. -Charity.- Su voz sonó estrangulada mientras sus manos resbalaban a través de su pelo, manteniéndola cerca mientras que ella lamía en su carne. Los músculos contrajeron debajo de su toque mientras que se acercaba más a ella. Él estaba duro y caliente, y ella estaba cansada del frío nudo de miedo y de soledad que había crecido en su interior durante muchos años. Sus manos se trasladaron a los botones de metal de sus pantalones vaqueros, sus dedos temblaban de anticipación mientras que desabrochó el primer botón de metal libre de su atadura. -Charity, necesitas descansar,- él susurró, aunque sus músculos se apretaban mientras que el segundo botón resbaló libremente también.
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-Te necesito.- Ella presionó un beso contra la piel que ella había revelado, su boca que salivaba con el pensamiento de lo que le esperaba detrás de los límites apretados de los pantalones vaqueros. Los botones quedaron fácilmente libres, y con su ayuda ella logró empujar la tela sobre sus caderas y los muslos. Su miembro saltó libre, pesado e hinchado, las gruesas venas que estaban abultadas y rígidas contra la carne coloreada de caoba. Él estaba tan rígido, tan fuerte, que le sorprendió que su cuerpo pudiese acomodarlo. Ella sopló una respiración susurrante sobre la corona, mirando mientras que se flexionó entonces moviéndose bruscamente ante la sensación. -¿Jugarás conmigo toda la noche? - Su voz sonó estrangulada. ¿Sabes cuánto tiempo he esperado para follar tu boca otra vez, Charity? Para volver a vivir el placer de tu lengua contra mi miembro- Ella tembló, su voz áspera como el whisky resbalaba sobre sus sentidos con un movimiento aterciopelado de energía. Luchando por respirar, una mano resbaló a través de su muslo y acunó su pesado escroto mientras que la otra agarró la base de su miembro. Ella no tenía ninguna esperanza de rodearla con los dedos de una mano, ella solamente deseó sostener la pesada carne firme mientras su lengua lamía la punta enrojecida de su erección. Sobre ella, ella lo oyó gemir. Sus manos se apretaron eróticamente en su pelo, sus caderas presionaban el eje duro más cerca de sus labios. Y todavía bromeó con él. Porqué, ella no lo sabía. Quizás debía oír las respiraciones duras, jadeantes del placer que repitieron alrededor de ella. Sentir el latido desesperado de su miembro dirigirse debajo de su lengua, o simplemente hacer que él la forzase a incluir la cabeza que bombeaba entre sus labios. Sus manos se apretaron en su pelo. Ella permitió que su lengua frotara ligeramente la cabeza enrojecida, sintiendo el calor de él, probando la gota nacarada preseminal que aparecía en la extremidad. Él sabía especiado, un poco salado, y totalmente masculino. -Charity.- Su tono era áspero y lleno de advertencia erótica mientras sus manos se apretaban en su pelo. -es un juego peligroso el que estás jugando, compañera.- Ella sonrió, echando un vistazo hacia arriba a él mientras que ella introdujo la extremidad de acero revestida de seda. Él hizo una mueca sensual, su expresión tensa, sus ojos tempestuosos e intensos mientras que ella saboreaba el gusto de su miembro. Su lengua
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osciló debajo de la cabeza enrojecida, frotando ligeramente el área más sensible mientras que su respiración se atascó. Ella deseó que llenase su boca, empujando pesadamente en ella, pero lo necesitaba desearla más. Durante años había soñado con la primera vez que lo había lo había tomado así. Sabiendo ella había forzado de él algo que había estado poco dispuesto dar. Deseó sustituir el recuerdo por algo tan erótico que él nunca recordase ese episodio de la misma manera otra vez. -Basta,- él finalmente gruñó. -no me hagas forzarte, Charity.- Ella sonrió mientras bajó los mechones y se relamió otra vez, sintiendo el borde áspero de las pesadas venas que estaban apenas debajo de la carne. Refrenarse requirió más autodominio del que ella se había imaginado jamás que ella podía poseer. Mirarlo, viendo como su cara se hacía pesada con la sensualidad, sus ojos se oscurecían, su pecho se elevaba y que caía pesadamente sudado destellado en los músculos pesados y hacía a su coño el apretarse en celo. Ella supo el momento en que él tuvo bastante de su bromear. Su expresión se apretó, sus párpados bajaron pensativamente un segundo antes de una mano apretara en su pelo mientras la otra se envolvía alrededor del eje de su miembro, apenas sobre su mano. -Basta de juegos, Charity. -La cabeza ancha conectó contra sus labios resbalando después suavemente dentro de las profundidades que esperaban de su boca. El cuerpo de Charity se apretó con el movimiento dominante, agresivo. Pero lo que era aún más espantoso, ella sentía una parte de sí comenzar a derretirse. Ella tenía hambre para él, salvaje, y ella sabía por experiencia que el afrodisíaco contenido en las drogas estaba fuera de su sistema ahora. Su necesidad de él, su gusto, su tacto, el hambre codiciosa por él que la atormentaba sería natural ahora. Y mezclado con la excitación embriagadora el bombeo a través de ella despertaba una sombra de miedo. ¿Si esto fuera natural, después cómo lo dejaría jamás? ¿Y cómo podría ella podría permanecer, sabiendo que las emociones que había mantenido y depositado cuidadosamente durante años no eran correspondidas por él? Ella amamantó el frente de su miembro, gimiendo con deseo desgarrado, luchando para retener una cierta parte de su corazón mientras que oía su duro quejido. -Dios, Charity... eres tan buena.- Sus manos se enredaron en su pelo más aún mientras que él todavía la sostuvo contra los empujes cuidadosos en su boca. Su lengua frotó ligeramente la carne rígida mientras que ella amamantó el frente palpitante.
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Sus párpados se levantaron, mirando fijamente hacia arriba a él, su pecho que se apretaba con el placer de su cara. Sensual y salvaje, sus ojos eran como nubes tormentosas mientras él miró fijamente abajo hacia ella, su expresión se retorcía con éxtasis casi doloroso. Escandalosamente, un duro latido de la picante y caliente descarga de líquido surgió de la extremidad de su miembro. -Por dios...- Él intentó retirarse, la sorpresa y el horror destellaban a través de su cara mientras él todavía la sostenía, tirando para apartarse de ella. -No.- las manos de ella aferraron sus caderas, su necesidad de él tan rígido, era tan vital ella no podría sobrellevar la separación. El gusto de él era oscuro, terroso. Ella no tenía ninguna idea de lo que era el pulsante líquido, pero sabía que necesitaba más. Siempre más. Ella podría nunca podría tener a bastante de él. Sus labios envolvieron la cabeza otra vez, amamantándola en su boca mientras que otro latido de líquido la llenó. Su gemido era apretado, casi animal cuando gimió alrededor de su carne. -Bebé,- él protestó, pareciendo temblar ante de ella. Sus muslos eran duras columnas apretadas, de acero que se estremecieron debajo de la caricia en su erección. Ella miró fijamente hacia él, amamantándose en él lentamente, su lengua oscilaba sobre la carne sensible hasta otro latido duro de la descarga de líquido llenó su boca y su miembro se hundió aún más allá de sus labios. El hambre era un duro nudo de excitación en las mismas profundidades de su matriz. Llenando de hambre, su cuerpo que se puso más caliente que nunca antes, ella comenzó a mover su boca en la carne que palpitaba, su lengua que oscilaba sobre ella, trabajando para extraer gruñidos profundos y primitivos de su garganta. La cabeza se hundió en las profundidades de su boca, llenándola mientras que ella lo amamantaba y lamía. No había malestar, ninguna sensación de estrangularse con la gruesa carne. Su lengua se sentía más sensible, las profundidades de su boca experimentaban un placer sexual cada vez más cercano mientras que él comenzó a follar su boca con movimientos cortos, rápidos. Ella lloriqueó en cada uno de los empujes, ávida de otra explosión de la dulce eyaculación que no era un orgasmo y sin embargo estremecía su cuerpo como si lo fuera. -Charity, bebé. No puedo controlar esto.- Una mano agarró la base de su miembro, la otra estaba más profundamente enredada en su pelo
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mientras que él empujó contra ella. Su voz era oscura, su aspereza tan profundamente sexual, que su matriz se contraía con su sonido. Ella clavó un poco las uñas en los lados de sus muslos musculosos mientras luchaba por mantener su propio control. Su boca se apretó en la erección y su lengua la frotó ligeramente, necesitando más. -Charity, voy a correrme,- él le advirtió, su voz era firme. -dios, bebé, para.- Ella sentía el tirón de su miembro mientras su lengua frotaba ligeramente sobre el latido profundo del nudo que luchaba para estar libre debajo de su carne. Ella amamantó la carne fuertemente, amando la manera en que retuvo su respiración, su cuerpo se apretó con cada tirón de su boca, con cada uno de los lametones de su lengua. -Charity.- Otro latido duro de la descarga de líquido entró en su boca mientras su mano apretaba en su miembro. Sus caderas ahora se movían más fuerte mientras que él jadeaba por tomar aire, mientras que ella jadeaba por tomar aire. Sus dedos acariciaron su escroto, las uñas de ella arañaban en el saco sedoso mientras que él apretaba repentinamente. -No puedo con esto.- Él se movió hacia atrás, ignorando su grito, su necesidad. Se movió bruscamente sus pantalones vaqueros de sus piernas mientras ella se trasladó a él, intentando acabar con lo que ella había comenzado. -Aiden, por favor.- Sus labios fueron a su pecho entonces más bajo, moviéndose a sus rodillas, muriéndose de hambre por su sabor. -Charity. Dios, bebé.- Ella lamió sobre su abdomen y un segundo después sus labios cubrían la cabeza de su miembro otra vez. Y él era el suyo. Ambas manos se aferraron en su pelo mientras las manos de ella se envolvían alrededor de su miembro, y su boca y lengua lo conducían a su clímax. Ella estaba desesperada, necesitando apartar la memoria de la época en los laboratorios, de substituirla algo más profundo, más caliente. Su miembro palpitó entonces mientras que ella sentía sus jugos derramarse a lo largo de sus muslos. Debajo las manos de ella la dura hinchazón en su miembro comenzó a crecer, llenando sus palmas ahuecadas un segundo antes de que la primera ráfaga de su semen caliente entrara en su boca. Sus caderas se movieron en movimientos duros cortos mientras su gemido se repitió alrededor de ella, caliente y lleno de placer cuando su semilla cubrió su lengua y resbaló su garganta abajo. El gusto de él era un afrodisíaco totalmente suyo. La sensación de la dura hinchazón debajo de sus manos, la palpitación de la corona, derramando su placer en su boca
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activó un estremecimiento profundo, convulsivo en las profundidades de su matriz. Las manos de ella frotaron ligeramente la hinchazón sensible, que se había anudado en el eje de su miembro. Cada caricia serena provocó otra explosión de su semilla en su boca mientras que él gemía débil bajo la caricia. -Bebé, es tan bueno,- sus palabras susurraron a través de su corazón. -Charity. Charity, vas a acabar conmigo.- Él se estremeció otra vez, con sus manos amasando en su pelo, moviendo rudamente las caderas, apartando su miembro cuando el placer onduló sobre su cuerpo. Después la puso suavemente en pie, sosteniéndola mientras que ella se sacudió en su apretón. Una mano se movió a su barbilla, su pulgar que se movió sobre sus labios hinchados. -Mía,- él gruñó. -Pruébalo,- ella lo desafió suavemente. Él sonrió. Una curva lenta de sus labios sensualmente moldeados cuando él la miró con conocimiento. -No hay necesidad alguna ahora de probarlo, Charity. Pronto lo sabrás. Pero solo porque tengas lo que necesitabas, no significa que haya acabado contigo todavía.
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CAPÍTULO 24
Antes de que Charity pudiese protestar él le dio la vuelta, doblándola encima en la cama, con sus palmas completamente contra el colchón. -Perfecto,- él murmuró, su mano se arrastraba sobre las curvas de su parte posterior mientras que él se inclinaba cerca de la planta con un beso ardiente entre los huesos de los hombros. -Podríamos ponernos en la cama,- ella jadeó, temblando bajo la caricia. Él podría destruir su equilibrio con solamente un movimiento de sus labios. Ella se sentía perdida, ahogándose bajo la sensualidad de su tacto. El calor osciló a través de su sexo, de su matriz, cuando los estremecimientos convulsivos atormentaron sus músculos. Ella se preguntaba si tenía la suficiente fuerza para permanecer en pie mientras su mano frotaba ligeramente debajo de sus muslos, sin embargo nunca realmente tocó la entrada necesitada de su vagina. Ella cambió de lugar, respirando profundamente, segura de se derrumbaría a sus pies. -¿Quién necesita una cama? - él susurró mientras sus labios tocaban su hombro, sus dientes raspaban allí la piel suave. –yo te sostendré, Charity. Confía en mí.- Sus manos se curvaron alrededor de su cintura, posándose sobre su abdomen, acariciando encima de su estómago hasta que él pudo ahuecar los firmes globos de sus pechos. Charity no pudo retener su grito cuando sus dedos incluyeron sus pezones, rodando contra ellos lentamente mientras que ella comenzó a quemarse con su propia lujuria. Su dorso amortiguó sus nalgas, su miembro que se reclinaba contra la grieta estrecha allí, calentándola, aprovisionando de combustible fantasías sobre las que ella rechazó pensar demasiado profundamente. -¿Confiar? -ella jadeó desesperadamente. -tus piernas tiemblan también, Aiden.- Él se rió entre dientes en su cuello. -Hermoso trasero.- Ella habría contestado si él no hubiese elegido ese momento para moverse y remeter la cabeza de su miembro contra la entrada de su hinchado coño. Ella podría sentir a la amplia cabeza el resbalar contra la humedad situada allí mientras que él se colocó para un movimiento natural. -Tú decides.- Sus dientes arañaron su cuello. lento y suave.
-duro y rápido. O
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-¿Qué? -ella jadeó, luchando por empujar detrás contra él cuando él controló fácilmente sus movimientos agarrando sus caderas. -Decídelo rápidamente.miembro palpitó en su entrada.
Su voz era un duro estruendo cuando su
Ella lloriqueó. Infiernos, no podría decidir. Los deseaba a ambos. Duro y contenido y rápido y fácil, caliente y fuerte y... Sus ojos se desorbitaron, un grito silencioso se rompió de su garganta mientras que él finalmente tomó la decisión de sus manos. Él resbaló en su interior, trabajando su miembro lento y fácil en las profundidades suaves y húmedas de su coño. Sus músculos estaban afianzados contra la invasión, el fuego y el relámpago cantaban a través de sus venas mientras ella sentía el empalamiento apretado. -Espera, espera. -ella gritó desesperadamente. Él paró, aunque el gruñido primitivo que sonaba detrás de ella la aseguró que era solamente bajo protesta que él lo había hecho. -¿Qué? -Su voz sonó filtrada, gutural. Ella luchó por respirar, sus ojos que se cerraban en éxtasis mientras ella afianzó sus músculos apretando en su miembro, ordeñándolo para intensificar las sensaciones ardientes que funcionaban a través de su cuerpo. -Charity.- Su voz advertía. Su miembro estaba en su interior medio enterrado en ella, estirándola con un placer/dolor cuando un duro latido de líquido sedoso estalló de la extremidad de su erección. Él gimió mientras que ella lloriqueó de placer. -siente eso,- ella gritó, estremeciéndose en sus brazos. -Oh dios, Aiden, ¿qué es lo que me estás haciendo? -Su sexo se calentaba más aún, relajándose alrededor de la cabeza enrojecida cuando él empujó repentinamente entrando en el interior duro y profundo de ella. Sus manos fallaron y su mejilla golpeó contra el colchón mientras que ella jadeaba por respirar. -¿Estás jugando al científico, Charity? -él ronroneó seductoramente en la parte posterior de su cuello mientras la empujó más aún encima del colchón, remetiendo sus rodillas debajo de ella cuando él la montó aún más firmemente. –siente lo que les sucede a las pequeñas chicas malas que intentan jugar al científico mientras su compañero las folla. Él le enseñó la lección bien. Sostuvo firmemente a sus caderas mientras que su miembro se movió duro y refrenado dentro de las
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profundidades codiciosas de su coño. Frotándola ligeramente como una llama viva, quemándola con una lujuria que la dejó pidiendo, rogando por el orgasmo. Su cuerpo se apretó, con la ondulación de su orgasmo inminente que agitaba en su matriz, cuando él paró repentinamente. -No. no. -Ella se retorció contra él desesperadamente con su cuerpo entero protestando contra el cese precipitado. Su sexo lo agarró, apretado mientras que ella luchó por acabar la explosión inminente. -Mal pequeña compañera,- él susurró en su oído mientras que tiró con lentitud insoportable. Ella podría sentir el tejido fino y sensible, colmado, estirándose entonces de dolor en protesta mientras que él se retiraba. Para solamente gritar en celo cuando él horadar detrás en su interior. Lentamente, follandola tan lento que ella sabía que iba a matarla. Él la llenó, estirando el tejido fino de su sexo, los músculos frágiles, de un empuje exquisitamente lento asegurándose de que sentía cada caricia minuciosa de su miembro que resbalaba dentro de su agarre, haciendo ondularse su coño. -Oh Dios. Aiden. Vas a matarme.Ella intentó nuevamente mantenerlo dentro con un empuje rápido de sus caderas que él controló fácilmente sosteniendo las curvas en sus manos duras, amplias. -Te estoy dando placer,- él discutió con voz ronca. -siente el placer, Charity.- Su miembro palpitó en su interior mientras una ráfaga dura de la descarga de líquido golpeaba contra las paredes sensibilizadas de su sexo. Ella se estremeció. El calor se extendía dentro de los límites apretados de su vagina y ardiendo a través del resto de su cuerpo. -Me estás torturando,- ella gritó mientras él resbaló detrás hasta que solamente la cabeza de su miembro descansaba en su interior. -¿Qué es lo que ahora piensas, compañera? - él gruñó, con su respiración acariciando su oído, su voz sonaba filtrada con su propia excitación. -¿Estás pensando lo que hace tu cuerpo, o estás sintiendo lo qué mi cuerpo te está haciendo a ti? -Ahora,- ella jadeó, sus palabras no tenían ningún sentido mientras calor alanceaba a través de su matriz. -Oh dios, Aiden, ahora fóllame. La llenó de él. En un solo movimiento duro él la empaló con la longitud de su erección, las terminaciones nerviosas se chamuscaban, llenando su coño hasta que el calor y el placer catapultaron al orgasmo. Fuertemente, con movimientos casi brutales que la hacían gritar a través de su orgasmo, estremeciéndose convulsivamente, moviendo bruscamente en sus brazos
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cuando él trabó en el interior duro y apretado de ella, su propio orgasmo que se vertió en ella latido tras latido del fuego. Charity se derrumbó debajo de él, su cuerpo todavía tarareaba con la réplica sísmica dura del orgasmo, el cansancio cayó sobre ella como una oscura y confortable manta. Entonces ella se dio cuenta de que era cuerpo de Aiden. Amplio y calido, manteniendo su peso completo en sus codos, su respiración era trabajosa cuando otra explosión de la semilla pulsó en su coño. -Voy a dormir,- ella masculló, sabiendo por experiencia que estaría trabado en su interior durante varios minutos más de tiempo. -reméteme dentro cuando acabes. Su risa ahogada era áspera, profunda en su oído cuando él inspiró profundamente. -Primero estás analizando las respuestas de nuestros cuerpos, ahora te caes dormida en mí. Me vas a provocar un complejo, compañera.- En la venganza él se movió, haciendo al nudo tirar dentro de los músculos sensibles, hinchados de su sexo. Ella se movió bruscamente, estremecida cuando el mini orgasmo se derramó a través de su cuerpo, convulsionando su matriz mientras su semilla llenaba su interior otra vez. -Oh infiernos,- ella susurró. -Dios, Aiden, no hagas eso. No puedo estar parada. Me disculpo. Lo prometo.- ¿Qué más podría ella hacer? El agotamiento ahora era como un demonio en su interior, exigiendo su descanso. Sus ojos se cerraron mientras ella nadó en la satisfacción, la plenitud del tenerlo todavía trabado en su interior siendo parte de ella. Ella estaba caliente y sin dolor, reconfortada y flotando en una neblina de bienestar. Estaba solo apenas enterada de su cambio, su miembro finalmente resbalaba libremente de su cuerpo. En pocos segundos, antes de que su cuerpo tuviera tiempo para enfriarse, él la había movido debajo de las mantas, remetiéndolas alrededor de ella, besando la frente suavemente. -Sueña, amor,- él susurró suavemente mientras que ella flotó lejos. te protegeré mejor aquí.
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CAPÍTULO 25 Charity caminó fuera de la cabaña la mañana próxima vestida con unos pantalones grises suaves de algodón y la parte superior que conjuntaba y que Aiden le había comprado el día antes. Ella usaba calcetines y zapatillas de deporte cómodas de lona en sus pies y encontrando sorprendente el pensamiento de cuánto tiempo había pasado desde que ella había usado cualquiera. Ella estaba parada a pocos pasos del pequeño porche e intentando ignorar a los dos hombres colocados cerca por Aiden, él le había advertido antes de dejarla esa mañana que los guardias estarían siempre presentes. Para su protección. Protegerían a misma persona que les había traído el peligro sobre ellos. Tomó una profunda respiración, sentándose en el paso del porche mientras que balanceaba cuidadosamente la taza de café en su rodilla. Encontrar la lata de café debajo del gabinete había sido un golpe de suerte. Otro de los pocos placeres que se le habían negado en los últimos años. Ella sorbió el oscuro líquido, reprimiendo apenas un gemido de apreciación. Rico y fragante, el líquido parecía hundirse en sus células, recordándole todos los pequeños placeres que habían estado ausentes durante tanto tiempo. Los sonidos del Complejo le recordaron otras cosas. La risa repetida a partir del uno de los almacenes debajo de la carretera de grava mientras que varios hombres bromeaban y hablaban mientras que descargaban un transporte lleno de bultos. En una llanura más lejana un grupo de hombres y mujeres entrenaba en una de las áreas herbosas. Los roncos y los gemidos y la risa general acompañaban sus esfuerzos. En los laboratorios del consejo nunca había habido risa. El entrenamiento era un feroz ejercicio -hazlo o muere-. Si no sobresalías había castigos que esperaban ese cuadro de desafío. Charity cerró los ojos, recordando bien los gritos del dolor resultado de esos castigos. Sus vidas desde su nacimiento no habían sido fáciles. Y los que no habían muerto, los que habían sobrevivido habían sido condenados siempre a una vida rigurosa. El mal que era el consejo no sabía de ninguna misericordia, para con sus creaciones o para sus empleados. El sonido de un vehículo que se movía desde el otro extremo de la carretera de grava atrajo su atención.
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Ella volvió su cabeza, mirando con una sonrisa como Nikki se levantaba en un pequeño vehículo cubierto del tipo carro de golf. Ella caminó desde el vehículo hacia el porche con una sonrisa de bienvenida. -Ese café es muy malo para ti.- La taza fue arrebatada de la mano de Charity y en el mismo movimiento Nikki se lo llevó a sus propios labios y lo acabó rápidamente. -así, no queda nada más de esa dañina materia para ti.Charity la miró con sorpresa. -Maldita seas, Nikki. ¿Sabes cuánto tiempo hace que no tomo café? ella le preguntó suavemente, aunque ella era más que un poco trastornada por su robo arrogante. -Diría que cerca de seis años.- Nikki se sentó abajo en el borde del porche, dandose la vuelta para hacerle frente, su cara oscura estaba pensativa, sus ojos brillaban con la diversión. –Apuesto a que paraste de tomarlo por el tiempo en que los efectos de la hormona de Aiden golpearon tu sistema.- Charity hizo una mueca, recordando exactamente porqué ella había parado. La cafeína parecía hacerlo todo peor. -Debería ser seguro ahora,- ella gruñó. -o por lo menos más fácil descontrolar. -¿Porque estás siendo follada? -Nikki arqueó una ceja mientras que Charity sentía ruborizarse su cara con calor. -no apuestes a ello, querida. Faith todavía tiene efectos secundarios terribles de ello. Tuvo que cortarlo totalmente. Pienso que Jacob está vacilando bajo esa tensión.- La mueca que formó sus labios estaba llena de diversión. -así pues, ningún café también, huh? -ella suspiró, mirando a su amiga de cerca. -¿Conseguiste acabar las pruebas? -Ninguna concepción todavía. Pero tenemos algunos cambios definidos el aquí, Charity. Cambios que las otras no están experimentando todavía. Se agrandan tus ovarios, la hormona de la casta es más fuerte ahora que lo era cuando hice los análisis de sangre iniciales en el hospital del campo. Supongo que la ovulación está comenzando. No debes tardar ahora. -Charity mordió su labio, nerviosa con esa información. -¿Tú crees que esa compatibilidad ocurrirá? -ella le preguntó inquieta. No estaba preparada para un niño. No estaba lista para estar limitada y mucho más apretada a Aiden durante un momento tan peligroso. Nikki suspiró. -Necesito mirar los ovarios. Pero Aiden y Wolfe han prohibido expresamente esto. Podría extraer el ovulo en formación y hacerle pruebas.
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Esto nos daría las respuestas a la compatibilidad, y en tu caso, al tiempo que necesitas para aceptar lo que está entre tú y Aiden.- Charity miró a la otra mujer con sorpresa. -¿Por qué prohíben tales pruebas? - Nikki se inclinó detrás contra el poste detrás de ella, mirando Charity cuidadosamente. -Es debido al consejo y sus pruebas. No recuerdas, Charity, ellos han estado libres durante solamente un breve tiempo. Para algunos, solamente es una cuestión de meses. Muchos de ellos todavía tienen pesadillas; muchos otros todavía se están ajustando a la libertad y a la carencia de las restricciones del consejo. No tienen ningún deseo de experimentar pruebas otra vez, -ella dijo reflexiva. -es a menudo doloroso mirarlos adaptarse después del transcurso de la vida en el infierno. Charity tragó con dificultad. Los seis meses que ella había pasado como su presa habían sido el infierno en la tierra. Ella entendía claramente cómo se sentían. Pero éste era su cuerpo, su decisión. -¿Podrías hacer rápidamente el procedimiento? Tendrías que darme un sedante... - Nikki sacudió su cabeza negativamente. -El sedante podía cambiar el resultado de las pruebas, falsearlas. El procedimiento tendría que ser hecho libremente de anestésicos en tu sistema.- Charity inhaló ásperamente, recordando el examen de días antes. -No pienso que pueda soportarlo inmóvil, Nikki. insoportable. ... otro rompecabezas.- Nikki frunció el ceño.
El dolor es
-No puedo deducir nada, Charity. No hay nada en tu sistema, ninguna razón por la cual debas tener tal aversión a cualquier tacto excepto el de Aiden. Hasta cierto punto, Faith y Hope eran igual. Las castas felinas han experimentado esto, pero la concepción ocurre rápidamente en ellas, sin las drogas o los tratamientos hormonales. De lo que he aprendido los últimos días, estás en las etapas finales antes de la concepción. Si hacemos esto, debe ser rápidamente. Charity se giró lejos de ella, mirando fijamente a través del Complejo centrándose en las montañas fuera de las altas paredes. Ella se estremeció ante el pensamiento de realizar tal procedimiento sin un sedante. El dolor era atemorizante. -No se si puedo hacerlo,- susurró. -sé que no puedo, Nikki. Tienes que encontrar una manera de darme un sedante.- el silencio se alargó entre ellas. -déjame entonces realizar algunas pruebas más,- ella suspiró.
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-Necesito estar segura, Charity, que yo tengo la ocasión de obtener un resultado claro del ovulo. Si no la prueba será inútil. Conseguiremos meternos en bastantes apuros solo haciéndolo.- Ella suspiró burlona. –y pensar que rechacé un pequeño trabajo rutinario y agradable del gobierno para seguir a estas castas. ¿Cómo pude hacer eso? Son demasiado obstinados.- Charity echó a la otra mujer una mirada conocedora. Ella sabía bien el esmero y el afecto de su amiga por las castas con las que ella trabajaba. De repente comenzó a sonar una alarma chillona sonando a través del Complejo, imperativa, chillando en su demanda ruidosa. -A la cabaña.- Nikki saltó, tirando de su camisa mientras los dos guardias se ponían alrededor de ella. -Adentro, Ms Dunmore.- Los rifles automáticos fueron levantados en la preparación mientras que Nikki la arrastró a la puerta abierta de la cabaña seguida por los guardias. -¿Qué pasa? - Charity ladró mientras la puerta era cerrada de golpe detrás de ellos, los guardias se movieron a la cocina y las ventanas del sitio a la par mirando fuera de ellas con los ojos estrechados. -Vuela cerca,- Nikki mordió. -los hemos estado sufriendo en aumento y con regularidad.- Charity se movió al otro lado de la ventana, mirando a escondidas cuidadosamente. Los jeeps se movían través del Complejo, varios de ellos con las armas montadas y con lanzadores de cohetes. Ahora era como una zona de guerra. Los hombres y las mujeres se movían a través del Complejo mientras el sonido del avión pesado que volaba bajo comenzó a hacer vibrar a través de la cabaña. -¿El consejo? - ella preguntó a guardia ansiosamente. -los chuchos,- él ladró. -ahora emplean las armas. Wolfe, Jacob y Aiden están bajo amenaza constante.- Charity se giró de nuevo a Nikki. -¿De qué habla? -Mercenarios, Charity,- ella dijo suavemente. -no podemos remontarlos hasta el consejo, pero sabemos bien quién está detrás de ellos. No te preocupes, Aiden habrá llamado a nuestros refuerzos del gobierno en el momento en que el avión golpeó las pantallas de radar.
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CAPÍTULO 26
El sonido estaba más cerca. El golpe duro, de pulsación de un helicóptero accionado por jet parecía repetirse a través de la casa. -¿Atacan? - Ella podría sentir su corazón palpitar en su pecho, el miedo que golpeaba a través de su corriente sanguínea. -A veces. Ponte detrás de la ventana. Si hay francotiradores que miran hacia ti, serás un blanco demasiado fácil.- Charity saltó detrás antes de que las palabras estuvieran fuera de su boca. Ella miró fijamente a Nikki a través de la habitación, viendo la preocupación de la otra mujer. -Atacan raramente a la luz del día,- ella dijo cuidadosamente. -están poniéndose desesperados.- en cuanto las palabras salieron de su boca la cabaña tembló mientras una dura explosión, impactante sonaba afuera. -¡Han tocado la cabaña de Wolfe!- el guardia gritó furiosamente. ¡hijos de perra! ¡Han tocado la cabaña de Wolfe! -Espera,- Charity respiraba desesperadamente mientras ella se giró hacia el guardia. -dame tu arma de mierda. Sal allí y mira si necesitan alguna ayuda. No necesito ninguna maldita niñera. -Charity, para.Nikki se movió rápidamente a ella, entonces tropezado mientras que otra ráfaga hacía oscilar el edificio. -tenemos que conseguir llegar a los laboratorios. El refugio subterráneo que hay allí nos protegerá.-¿Qué es lo que hacen? - Charity estaba rabiosa, furiosa. Ella podría oír los gritos afuera, los sonidos del fuego que volvía. -tenemos que esperar, Nikki.-Están intentando capturarte,- Nikki gritó furiosamente. -no te preocupes de Wolfe y Hope. Wolfe sabe proteger a su compañera. Te prometo que nuestros mejores hombres, así como Wolfe, ahora te están guardando.-Están dando vuelta. Infiernos, salgamos de aquí, ellos se están dirigiendo en nuestra dirección, -el guardia en la ventana dijo en voz alta mientras él se dio la vuelta y se movió violentamente hacia la puerta delantera abierta rápidamente. -A los laboratorios,- Nikki dijo en voz alta. -estaremos solamente seguros en los laboratorios.-
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-Vale.- Él asió el brazo de Charity, llevándola hacia la puerta. –Han tomado la cabaña de Wolfe y de Jacob y se están dirigiendo hacia detrás.Charity se movió entre los guardias, no haciendo ningún intento de preguntarles o de retrasar sus planes. Ella estaba enterada de Nikki detrás ella y del sonido del helicóptero moviéndose adentro de nuevo. -Los hijos de perra tienen que tener una planta,- uno de los guardias maldijo mientras él la llevó desde el porche abajo a la cubierta de los árboles que crecían junto a la carretera de grava. -vamos moveros. El helicóptero se movía adentro más rápidamente ahora. Charity podía oírlo, el motor que palpitaba, los rotores batían al tiempo del latido desesperado de su propio corazón. Los guardias se movían al lado de ella, comprobando detrás de ellos a menudo, mientras maldiciones salían entre de sus labios. Un minuto ella se movía con él, al siguiente ella se sentía como si una mano invisible la hubiese golpeado, lanzándola a través del aire mientras que otra explosión sonaba detrás de ellos. Ella se oyó gritar un segundo antes de que golpeara la tierra, el aire salió de su cuerpo con la fuerza de su aterrizaje. Ella se puso en pie, luchando por respirar, parpadeando contra el dolor ciego que atacó su cuerpo. -Movámonos.- la tomaron poco ceremoniosamente y fue acarreada al revés en el instante exacto en que una rociada de balas dejó en desorden la grava donde ella había estado. Todo el infierno entraba en erupción alrededor de ella mientras ella luchaba por respirar, por encontrar algún sentido a los gritos que repetían a través del aire. Ella entonces miraba alrededor, jadeando, mientras su corazón golpeado pesadamente con miedo. Los guardias estaban inconscientes o muertos... ella no estaba segura de que... y los que ahora la llevaban adentro eran tres hombres grandes, su olor era desconocido, sus caras fuertes, intensas. -¡Nikki!- ella gritó moviéndose hacia atrás lejos de ellos, echando un vistazo detrás de ella entonces y haciendo desesperadamente una parada de nuevo. Nikki parecía deslumbrada, pero estaba en pie, junto a otros dos hombres, sus caras sombreadas eran determinadas. -ven con nosotros, y no te dañarán.- Ella dio vuelta rápidamente mientras que el líder obvio habló. -No, Ms Dunmore. No me hagas forzarte.- Ella habría luchado, pero había cinco y Charity sabía que no había ocasión para que ella escapase ilesa. -Nos matarán de todos modos,- ella gritó mientras otra explosión hizo oscilar la tierra. Entonces ella jadeó en horror mientras que él sonrió.
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Los colmillos eran curvados, destellando, la prueba de que los coyotes finalmente la habían encontrado. -No deseo lastimarte, sino debo,- él gruñó. -cree lo que quieras por ahora, solamente usted vendrá con nosotros.- Los dedos enguantados agarraron su brazo, tirando de ella al agujero que había sido practicado en la pared del Complejo. El miedo serpenteó a través de su vientre mientras su cuerpo protestó al tacto, enviando las llamaradas del dolor que irradiaban a través de ella. Por suerte, mientras la empujó adelante, él dejó el apretón que él tenía en ella. Charity rogó por eso en alguna parte, Aiden estaba de alguna manera cercano rogaba que él estuviese seguro. Ella podría sentir sus mejillas llenarse de lágrimas, de desesperación, mientras ella echó un vistazo detrás a Nikki, oyendo las maldiciones viciosas de la otra mujer. La asustaron. Nikki maldecía raramente a menos que el miedo superara su talante natural. Ese miedo aumentó el propio. Fueron llevadas a través de la rotura de la pared antes de ser empujadas rápidamente en un jeep que esperaba. En pocos segundos el vehículo se iba lejos del Complejo debajo de la cubierta de los pinos gruesos crecientes mientras que el helicóptero se preparaba para dar otra pasada sobre el Complejo. -Espero que todos os friáis en el infierno,- Nikki los maldijo mientras que la lanzaron sobre un pedazo particularmente áspero de tierra. –Espero que Wolfe y Aiden os castren a todos. No hubo respuesta próxima. El sonido de la batalla retrocedió mientras que Charity luchó con la rabia que se arrastraba a través de su sistema. Coyotes. No eran no más que los perros falderos del consejo. ¿Cómo Aiden la encontraría ahora, incluso si él había logrado sobrevivir el ataque? Él no sabría qué le había sucedido. ¿Él creería que había estado en la cabaña cuando estalló? Por supuesto él lo haría. Ella la cruzó los brazos sobre su pecho, luchando con la desesperación que la hacía debilitarse. Ella tenía que encontrar una manera de salir libre de esto. -Wolfe os pagará más que del consejo lo hará jamás,- ella ladró, conociendo los corazones mercenarios de los chuchos que las habían tomado. Los coyotes eran conocidos por traicionar a sus amos a menudo. Si el precio era el correcto. -Estás incurriendo en una equivocación.- El conductor echó un vistazo detrás, sus ojos eran asombrosamente azules y a la luz destellaban con
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repugnancia. -el consejo no nos posee, ms Dunmore, y no tenemos ninguna intención de llevarte a ellos. Te devolverán a tu compañero tan pronto como logres algo para nosotros. Ahora siéntate detrás y relájate. Lo entenderás a su debido tiempo. El shock la dejó jadeando por respirar. Él era un coyote. Ella podría verlo en los colmillos curvados mientras que él gruñó, pero ella no podría oler el olor rancio que emanaba normalmente de la casta sin alma. Ella echó un vistazo en Nikki, viendo sus ojos estrecharse, su expresión endurecerse mientras que ella volvía su mirada fija de nuevo a los hombres delante del jeep. -El consejo tiene marionetas en muchos lugares,- ella dijo. Charity retuvo su respiración. Las palabras eran simples, pero el significado detrás de ellas no. El pasajero dio vuelta de nuevo a ella lentamente, su mirada fija hacía que sus ojos estuviesen estrechados, intensos. -Las marionetas tienen amos. Los hombres juegan a tontos. La ley de la casta sin embargo es sobrevivir.- Y la respuesta les fue dada. Una respuesta que solamente un puñado hombres y de mujeres podía saber. Una respuesta que sacudió a Charity hasta la base de su ser. La ley de la casta estaba formada apenas. Un código del honor tan terminante, hecho cumplir tan firmemente, que si un miembro lo rompía, significaba la muerte inmediata, del lobo, felino o humano. -¿Tu manada? - Nikki preguntó. -no eres un lobo. Eres un Coyote. ¿Quién te controla? -La sonrisa que ella recibió a cambio era dura, burlona en su salvajismo. -Nadie o nada nos controla, doctora, excepto el código que seguimos. -Ese ataque rompió el código,- ella le informó furiosamente. -sabes el precio que se pagará. -El ataque no fue de los nuestros,- él gruñó. Siéntate detrás y se paciente. Tus preguntas serán contestadas pronto. Y espero que las nuestras lo sean también. -No importa quién atacase, Aiden te matará antes de que consigas tener una ocasión de explicarte,- Charity le informó furiosamente. -has incurrido en una equivocación, coyote.- Los amplios hombros encogieron negligentemente mientras que él volvía de nuevo la cara hacia delante. No se dijo nada más. El jeep aumentó de velocidad mientras que rompió la línea de los árboles y topó sobre el camino primitivo. El motor gimoteó mientras que los engranajes cambiaban de puesto y la distancia
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entre ella y Aiden aumentó. Charity se frotó los brazos y se volvió a Nikki, preguntando sus opciones silenciosamente. La otra mujer suspiró y sacudió su cabeza. Como Charity, ella sabía que solo podrían esperar y ver lo que traía el final del viaje.
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CAPÍTULO 27 Aiden miró fijamente el agujero en la pared del Complejo, la nota que él había encontrado clavada con tachuelas a ella.
La ley de la casta me dictó tomar contacto. Eso hice. Muchas veces. Ahora, la bola está en tu lado. Aunque, mi amigo, yo tengo lo que necesito. ¿Y tú? Del-Rey. Del-Rey. Aiden había oído el nombre varias veces por boca de los espías dentro de la red intrincada de información que él había construido durante los años. Del-Rey, el coyote de de pelo como la luz, que se había apartado lejos años antes del consejo y había desaparecido de la vista. Su manada se cifraba en varias docenas, y todos eran escogidos y entrenados por él años antes. Había el rumor de que era diferente de los coyotes del consejo, Del-Rey y sus hombres habían adoptado un sistema de honor más brutal que incluso el de las castas. -¿Cuando entramos en contacto con él? - él pidió a Wolfe, la necesidad de violencia apretaba cada músculo en su cuerpo. Wolfe sacudió su cabeza, mirando fijamente en la distancia cuidadosamente. -Había varios mensajes enviados mientras que rescatábamos a las castas con alas. Cuando fui a contestarlos, habían desaparecido. No los he conseguido recuperar todavía. -¿Y no me informasteis de esto? - Aiden gruñó. -Pues como jefe de seguridad los mensajes que faltan habrían sido un pedacito de información importante. -Tú estabas ocupado. Hawke que investiga el problema y cree que está cerca de una respuesta.- Wolfe le echó una mirada dura, oscura. -Tu compañera era más importante, Aiden.- Aiden gruñó otra vez, el gruñido que retumbó en su pecho era áspero, una advertencia. -Y ahora tienen a mi compañero, debido a algunos mensajes que faltan,- él ladró. -Una vez que la encuentren, Wolfe, seguiré personalmente al traidor y la venganza exacta misma. Alrededor de ellos, el Complejo era un caos organizado pues cada uno trabajaba para reparar el daño que el ataque había producido. La fuerza
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aérea finalmente había hecho su aparición y había hecho explotar el helicóptero en bastantes pedazos como para regar el área con el metal y la ruina ardiente. Pero no antes de que un daño extenso se produjese. Aiden apretó sus dientes, luchando para refrenar el gruñido que pulsó en su pecho. La furia era un dolor triste, ardiente en su pecho. ¿O no era furia? Todo en lo que él podía pensar era en Charity. ¿Estaba ella herida? ¿La habrían tocado? ¿La habrían hecho gritar de dolor? Él se sacudiría casi con el borde duro de la violencia que luchaba para estar libre con ese pensamiento. -Nos han traicionado,- él dijo suavemente. -ésos en el helicóptero sabían dónde golpear, y cuándo moverse dentro. Tu cabaña, Jacob, y a la que nos movimos en al centro del Complejo. Fue abrigado de tu radar y de la vista. Sabían dónde golpear. -Ninguna casta del lobo habría traicionado esa información. Tuvo que ser uno de los soldados que el ejército asignó, -Jacob mordió. –lo que podría explicar los mensajes que faltan así como el ataque contra la cabaña de Aiden antes. Wolfe se volvió, mirando fijamente la acción que se extendía a través del Complejo. Había solamente el tres de ellos en la pared. Habían llegado en el momento de mirar el jeep desaparecer sobre la subida y para encontrar la nota unida a la pared. -Ella no está en peligro del consejo. Pero ¿por qué necesita él a Nikki y Charity? -él pidió reservado. -¿y cómo sabían cuándo estar aquí, a menos que estuvieran enterados del ataque que venía? -Hay rumores de que Del-Rey tiene una red dentro del consejo,Aiden mordió. -después de que esta cosa con Charity este resuelta, me había propuesto realizar una reunión.- Wolfe gruñó. -Al parecer Del-Rey no estaba dispuesto a esperar. Adelante, vamos a ir de nuevo al centro del comando. Si viene un mensaje a través, necesitamos estar seguros que solo nosotros lo vemos. -Encontrar a nuestro espía no será fácil,- Aiden mordió. -cuando lo hagamos, lo deseo, Wolfe. -Él no está debajo ley de la casta, Aiden,- Wolfe le recordó firmemente. -Entonces lo haré en secreto,- Aiden mordió. Él no dejaría impune la traición, no importaba quién fuera, o con quién estaba. Habían herido a
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varios de su gente seriamente en este ataque, y ahora Charity y Nikki no estaban. La ley de la casta exigía la justicia. Él la exigía. -Tenemos que encontrarlo primero. -Él saltó al jeep abierto, esperando a Jacob y Aiden para seguir antes de que él lo pusiera en marcha y se dirigió hacia la construcción de comunicaciones. -la ley de la casta se aplica solamente a las que convengan ella, Aiden, lo sabes. Pero la traición no saldrá impune, te juro eso. El camino a la construcción de comunicaciones era corta. Una vez que el vehículo paró, Aiden saltó del asiento trasero y se movió hacia la puerta. El traidor tenía que ser parte de los que utilizaban las radios y las computadoras para el Complejo. Nada tenía sentido. Él caminó a la habitación, mirando fijamente alrededor a los hombres y mujeres que trabajaban allí. El radar, las comunicaciones basadas en los satélites, las transmisiones del teléfono móvil, el email y la radio, todo salía a través aquí. Cada hombre y mujer que trabajaba dentro de la gran habitación habrían tenido acceso a los mensajes que habían venido momentos antes de que ellos fuesen hacia América del sur. Uno de ellos había sido responsable de intentar destruirlos. Él se movió hacia atrás a través de la habitación, enterado de Wolfe y de Jacob detrás suyo, mirando a los otros cuidadosamente. Había más de la mitad de personal de docena ejércitos. Él rechazó creer que una casta había traicionado las localizaciones de las cabañas más importantes en el Complejo. Ninguna casta del lobo viva habría traicionado a su líder de la manada. El código del honor era una parte de ellos, uniforme antes de que la ley escrita viniera en efecto. -Claro los seres humanos,- él murmuró mientras que se volvió hacia Jacob. -deseo solamente a las castas en este sitio hasta que consigamos un mensaje. Asígnalos a otra parte, ponlos aunque sea en limpieza general, no me importa. Pero infiernos sácalos de aquí. La rabia en aumento dentro de él era casi más que él podría controlar. La distinción entre la casta y los seres humanos plenos nunca había estado tan presente sobre él como ahora lo estaba. Luchaban por la igualdad, luchando para encontrar su lugar en un mundo donde los habían creado en vez de ser concebidos naturalmente. No deseaban ser diferentes. Pero Aiden se sentía que las diferencias ahora eran mayores de lo que lo habían sido su vida entera. No que era inusual que una casta se volviese
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violenta. Absolutamente todo lo contrario. Pero nunca traicionaban a otra, sino al consejo o a otros seres humanos. Sus crímenes estaban a menudo contra el consejo o los seres humanos sospechosos del trabajo con ellos. Algunos casos de la locura habían marcado profundamente a una casta contra su manada, pero nunca hasta el punto de los traicionaran a los monstruos que los crearon. Soldados disponibles. Eso era para lo que los habían diseñado, él pensó cuando se sentó abajo delante de la computadora primitiva. Disponibles. Sin valor. Criaturas diseñadas y creadas para seguir los caprichos y las crueldades de los que los crearon. A los ojos del consejo no tenían ninguna humanidad. Eran animales, nada más. A los ojos de muchos seres humanos plenos, él sabía que era igual. Él lo había visto en sus ojos, en sus acciones. Las castas eran diferentes. Eran animales, indignos de la lealtad o la vida. Indignos de su misericordia. Cuando él encontrase al bastardo que los había traicionado, lo mataría. Era así simple.
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CAPÍTULO 28 -Te he mencionado que odio las cuevas,- Nikki mordió mientras el jeep iba hacia la entrada ancha apenas de eso. Una cueva. Los dos hombres habían saltado de atrás y en pocos segundos una extensión follaje encubridor resbaló a través de la entrada. Charity miró la maniobra con los ojos estrechados. Desde una distancia, los árboles de hoja perenne falsos parecerían verdaderos y ocultarían con eficacia la entrada de la cueva. -Adelante.- El conductor saltó del frente y se giró de nuevo a ellas mientras que las luces oscilaban en un túnel a la izquierda de ellos. -Impresionante.- Charity le echó al conductor una mirada dura mientras que ella se movió desde el jeep. –Apuesto a que puedes ver el Complejo de la casta fácilmente de aquí.- Ella había prestado la atención al camino. Varias veces ella había vislumbrado el gran lago donde el Complejo se asentaba, mientras que se movían hacia las montañas. Ella suponía áspera que con el equipo apropiado, el espiar al Complejo sería bastante fácil. Nadie contestó. Fueron movidas rápidamente, impacientemente a través del túnel hasta que entraron en un cuarto grande, cavernoso. Allí, Charity se paró sorprendida. Estaba bien iluminado, confortablemente cálido y parecía casi como un hogar grande. En el lado más lejano había varias cocinas eléctricas. Los estantes de madera ásperos sostenían un surtido de potes, de cacerolas y de mercancías secas. Un refrigerador pequeño estaba sobre lo que era obviamente una mesa hecha en casa. A través de la habitación había una mesa larga de tablones con sillas de madera simples. Charity estaba parada en la entrada de lo qué parecía ser el área de descanso, aunque, los bancos, algunos reclinables viejos, golpeados, un sofá que había visto días mejores, y una mesa de café. -Nosotros estamos redecorando actualmente.- El coyote de mirada dura le echó un vistazo burlón. -adelante, a través aquí. Otro túnel conducía al lado. Éste estaba iluminado por varias velas gordas que habían sido fijadas dentro de repisas acanaladas en la pared de piedra. A los pocos segundos de entrar en la calzada estrecha, Charity oyó el primer quejido. Era bajo, apenado y definitivamente femenino. -Mierda,- ella oyó Nikki murmurar detrás de ella, y Charity convino silenciosamente. Ella conocía ese sonido. Entraron en un dormitorio. Contra la pared una ancha cama había sido instalada, hecha de madera
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áspera sostenía un colchón grande. En el colchón estaba una mujer en posición fetal, los brazos los tenía envueltos alrededor de su abdomen. Al lado de ella estaba un varón alto, ásperamente hermoso, su pelo rubio oscuro caía más allá de sus hombros, sus ojos eran fríos e inusualmente negros en su cara curtida. Él se puso en pie, el paño húmedo que él había estado sosteniendo en sus manos fue dejado caer en la mesa al lado de la cama. Sus ojos fueron a los hombres detrás de ella. -¿Muertes? - él pidió. -Ninguna. El consejo atacaba entonces, las tomamos y nos fuimos antes de que cualquier persona se enterase.- Su amplio pecho levantó con una respiración cansada. -Oh, estoy segura de que alguien lo sabe ahora,- Charity mordió mientras ella se movía hacia la cama y la mujer que estaba en ella. -Espero que por lo menos dispongas de algunas fuentes médicas,Nikki mordió mientras que ella la seguía. -¿Qué le sucedió? - Charity empujó detrás los largos mechones, enredó el pelo rojo que estaba sobre la cara de la mujer y comprobó su hombro primero. Los gemidos, la posición del cuerpo y el olor suave que ella detectó le aseguraron que ella sabía exactamente lo que miraba. Ella miró a Nikki. La doctora estaba parada detrás. -¿Quién mordió a la mujer? - Ella puso su mirada fija y feroz en el hombre que se había movido hacia atrás cuando ellas se acercaron a la cama. Charity lo miró también. Sus ojos eran tan negros como pozos del infierno, aunque su mirada fija era tan fría como el hielo. -¿Qué tiene que ver la marca con ella? - él ladró. –no estamos infectados, mujer.- Charity miró la sonrisa apretada, sarcástica que se formó en los labios de Nikki. -Por supuesto que lo estás,- ella casi ronroneó. -si lo que veo es verdad, está infectada con esa pequeña hormona asombrosa, coyote. Es real y absolutamente asombrosa.- Los ojos del coyote se estrecharon. -Explícate. -Tú acoplaste a esta mujer.- Charity no estaba en el humor para escuchar a Nikki discutir con el coyote. Ella estaba cansada, dolorida, y por dios, estaba dura. Ella deseaba perder pues aquí tan poco tiempo como fuese posible, así podría conseguir estar de nuevo con Aiden, en su cama, y obtener su alivio. -¿la acoplaste? - él ladró. -Los coyotes no se acoplan, mujer. De ninguna manera los rumores...
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-¿Tú te hinchaste en su interior, muchachote? - Nikki mordió. mientras que la tomabas, es más que obvio que la mordiste, así que ¿asumiré que te trabaste en su interior también? -Una anomalía,- él gruñó. -instinto animal. -Sé lo del consejo y el entrenamiento de sus coyotes en conquista sexual,- ella dijo con desprecio el término que el consejo utilizaba para la violación. -no me digas que ésta es tu primera mujer. Charity escuchó discutir detrás de ella mientras comprobó las pupilas de la mujer, su latido, entonces comprobó para saber si existía la marca de fábrica que el consejo puso en todas sus creaciones. Se calmó cuando tiró de la parte posterior del pelo de la chica y no encontró nada en sus hombros. Se trasladó a sus caderas, tirando de la manta a un lado, y aún así no encontró nada. -Charity? - Nikki preguntó por sus acciones. Ella se volvió para mirar a Nikki atentamente. -Ella no es una casta.- Nikki entonces se movió. Ella no habló y, como Charity, no ignoró a los hombres mientras que comenzó el examen a mujer. Ella empujó contra sus manos, lloriqueando en cada contacto. Ella sudaba abundantemente, su cara estaba pálida, sus ojos azules desorbitados mientras que ella luchaba débilmente. -Hijo de perra,- Nikki maldijo. -ahora mira.- Ella giró hacia el varón que las miraba con un brillo de la furia en sus ojos. -he maldecido durante horas. ¿Sabes lo furiosa que me pones? ¿Sabes lo enfurecida que me estás poniendo? ¿Tienes idea de lo que has hecho? Por favor, dime que no violaste a esta chica.- La furia azotó con su voz. Charity misma temblaba ante el pensamiento mientras que ella vislumbraba las pequeñas contusiones en los pechos y brazos de la mujer. -No hubo violación,- él ladró. -¿Quién la tomó? - Charity entonces se volvió hacia detrás, hacia él con Nikki, la rabia temblaba a través de su cuerpo. – ¿Fuiste tú o no? -Lo fui.- Él no le ofreció ninguna excusa, aunque Charity había encontrado que lo hacían pocas castas. -Tú la acoplaste. Ella está en celo. ¿Ella incluso sabe lo que eres? Él parpadeó, su mirada fija oscilaba de la mujer que gemía ásperamente en la cama de nuevo a Charity y después a Nikki. -Soy un coyote. Los coyotes no se acoplan.
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-Bien, muchachote, ¿te has atrevido o solo has tenido suerte en la jodida? - Nikki gruñó. Charity hizo una mueca de dolor. Ella dijo jodida. No era bueno cuando Nikki decía jodida. Ella miró la mandíbula obstinada del varón apretarse. Él parecía un vengador de pelo rubio con esos ojos negros que miraban fijamente hacia ellas, su cara oscura estaba enrojecida con cólera o vergüenza, ella no estaba segura. -Ahora entra en contacto con el Complejo,- ella ladró. -ella está en fertilidad avanzada y está en celo. Ni tú ni ella estáis seguros porque si el consejo lo descubre, y de alguna manera ellos lo harán, después la vida de esta mujer no será digna de ser vivida. ¿Me entiendes? -Se ha entrado en contacto con Aiden,- él ladró, su mirada fija iba a la mujer de nuevo. -¿Qué es un acoplamiento cuando se habla de la subsistencia? - Ella la cruzó los brazos sobre sus pechos, mirándolo con una diversión casi rabiosa. Ella estaba bastante enojada, y lo suficiente frustrada como para que ella estuviese más allá de vigilar si ella ponía a su captor en contra. -Ella ahora te pertenece,- Charity gruñó. -su cuerpo se está preparando, para cambiar, emparejando al tuyo lo bastante hasta que ella conciba.- ¿Él palideció? -Ella está en celo. Necesita ser follada. Mucho. Casi constantemente. Por solamente tú. Vale figura. Eres el primer coyote en acoplarse, y te acoplaste a ser humano pleno. Maldición, si no has enviado a algunas teorías al infierno y a la parte posterior. Y aquí que pensamos que los coyotes eran solamente buenos por su hedor. -No apestamos,- uno de los hombres detrás de ella gruñó. -¿Es que ella hablaba contigo? - Nikki le preguntó dulcemente. -no tiramos de tu cadena muchachote.- Los ojos azules pálidos se estrecharon ferozmente. -Tienes una boca elegante, mujer,- él ladró. -¿Oh, acabas de darte cuenta de eso? ¿No serás tú el elegante? -Ella utilizó el tono que Charity sabía era reservo para solamente el más obtuso. -Has perdido tu tiempo trayéndonos aquí,- Charity mordió. -y confía en mí, Aiden no estará contento. Tú harías mejor en encontrar un agujero para ocultar en él... -No hay agujero lo bastante profundo,- el gruñido furioso de Aiden la interrumpió cuando él entró en la habitación. Siguiéndolo iban más de dos
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docenas de castas del lobo, sus rifles estaban amenazadoramente cuando entraron en la habitación.
levantados
-Bien, al parecer la caballería ha llegado,- Nikki atacó desde un escondite. -todo varones y todo testosterona bombeando. Idiotas.Charity suspiró. Nikki no estaba contenta. No sería un viaje de vuelta agradable.
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CAPÍTULO 29 Aiden estaba parado en la entrada de una cueva más pequeña aún situada encima de la montaña que los coyotes habían tomado como base de origen. La cueva era alcanzada por varios túneles largos, después había una escala que conducía a una abertura natural en el suelo de la caverna superior. Allí, dentro de la entrada exterior, el líder de la manada del coyote había instalado un telescopio interurbano que estaba dirigido al Complejo de la casta. -Os hemos estado mirando durante meses,- él comentó mientras que Aiden enfocaba el telescopio con su vista de la visión nocturna y observaba los movimientos abajo. -cuando primero comprendí que varias de vuestras mujeres experimentaban problemas similares a Anya, comencé a enviar los mensajes. Pero al no haber respuesta, me desesperé. Las blancos, rojas y móviles figuras situadas abajo revolotearon entre los árboles y los abrigos naturales mientras que patrullaban los perímetros del Complejo. Aiden sabía que había también varios otros protegidos contra la vista de la visión nocturna que se resguardaban cuidadosamente dentro de los árboles grandes del área. -¿Cuando te diste cuenta de quién era nuestro espía? - él pidió, conociendo que los mensajes de Del-Rey, así como sus medios para averiguar una respuesta fueron diseñados para mantener su propia identidad oculta, así como su localización. -Hace varios días,- el otro hombre suspiró. -recibí la información del ataque varias horas antes de que sucediera. Envié otro mensaje. Una vez más fue ignorado.- Aiden gruñó. -¿Serías capaz de identificar al espía? - Él no estaba de humor para jugar a juegos. Él deseaba la identidad del hombre que se había atrevido a traicionarlos. -La ley de la casta exige muerte,- Rey musitó suavemente. -la respuesta no es a veces siempre tan precisa, lobo.- Aiden levantó de la vista del telescopio y fijó en el otro hombre una mirada dura. -La ley de la casta existe por una razón, Del-Rey.- El coyote suspiró con fatiga mientras que miró fijamente hacia el cielo nocturno. -El ser una casta nos hace muy diferentes de otros,- él dijo suavemente. -he aprendido esto, como sé que tú lo has hecho. Varían en los
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seres humanos plenos su consideración, su aceptación y sus propios códigos del honor. Para existir en este mundo podemos tener que hacer concesiones. Aiden entonces lo miró durante largos minutos. Los hombros del coyote eran desafiantemente rectos, su expresión resignada. Él se inclinó contra la entrada a la cueva, mirando fijamente como si las respuestas a sus problemas se pudiesen encontrar allí, en las sombras encubridoras de la noche. -Vamos al grano,- él ladró. Él estaba más que impaciente por dirigirse al hogar y encargarse de los problemas que amenazaban la paz de su relación con Charity, y a su gente. El otro hombre se dio la vuelta mirándolo lentamente. -Las manadas de la casta del lobo, de algunas maneras, han adoptado a los residentes de la ciudad, confiando, creyendo en ellos y en la propaganda de sus funcionarios de que las castas son agradables. Los tratáis como si fueran merecedores de vuestra lealtad, cuando de hecho, el odio engendrado allí podría significar eventualmente la caída de las castas del lobo. Aiden tomó una respiración profunda, preparándose para lo que iba a venir mientras que él devolvió la mirada fija del otro hombre directamente. -¿Qué habéis averiguado? -Muchas cosas interesantes.- Él gesticuló de nuevo hacia la entrada a las cavernas primitivas. -secuestré Anya fuera de un laboratorio del consejo en Rusia. La información que aprendí de ella era algo sorprendente. Hay bastantes grupos impacientes por ver a todas las castas borradas de la faz de la tierra. Hombres cuyos padres y abuelos antes habían perpetuado las guerras raciales del pasado, ahora han encontrado una nueva lucha. Las castas nunca encontrarán la aceptación, Aiden. Encontraremos siempre muerte, pero de ninguna forma permitiré que nos manden, tomen o que aterricen sobre nosotros. Y la conspiración contra ellos comenzará aquí, centrada alrededor de las estructuras compuestas de Wolfe para proteger a su gente.- La voz de Del-Rey era suave, consolando mientras él hablaba sin embargo de más traición, más engaño y muerte. -No hay hombre que pueda ser una isla, Del-Rey,- Aiden le recordó suavemente. -hay mucha buena gente allí, queriendo poner sus vidas en la línea junto a las castas. No podemos descontarlos. Y nuestros números son demasiado pequeños para hacer todo excepto rogar por que llegue la aceptación, con en tiempo.
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-Las castas están pisando muchas líneas finas,- Del-Rey suspiró. -y si lo que estoy averiguando de mi propias fuentes es verdad, nunca disolverán al consejo. Sus fondos son demasiado abundantes, y los que les ayudan, están demasiado arriba. -¿Quién es el espía dentro de nuestro Complejo? - Aiden pidió otra vez. –con el resto ya trataremos, pero él va primero. -¿Y si no es un él? - el coyote preguntó pacientemente. -¿Y si tu traidor es femenino y bien considerado dentro de su comunidad? ¿Cómo entonces lo harás para justificar su ejecución? Tendría que ser complicado, Aiden pensó furiosamente. ¿Por qué él ahora contaba con cualquier cosa? -Son iguales que cualquier hombre,- él ladró. -firmaron la ley de la casta para trabajar dentro del Complejo. Hombre o mujer, aceptaron los riesgos. -¿Y si creen que su lucha está justificada por su creencia? - él pidió. -¿cómo puedes castigar a alguien por creer en sus ideas? ¿O en su propia conciencia? Maldición. Un coyote filosófico era la última maldita cosa que necesitaban. Pero mezclada con su irritación estaba su propio sentido de desamparo. Un traidor masculino habría sido fácil de matar. Una mujer... Él empujó sus dedos resignadamente a través de su pelo mientras que inclinó su hombro contra la pared de la roca situada al lado de él. Una mujer debía ser protegida, acariciada, no ejecutada. -Unas preguntas interesantes,- él suspiró. –por suerte, no es mi cometido. Pero la tratarán, Del-Rey. De una forma o la otra. ¿Quién es ella? -Ella es la hija del alcalde. Se sirve de vuestras radios y mientras que ni tú ni Wolfe estáis presentes, ella desliza secretamente la información a vuestros enemigos a través de su padre. Pero la mujer puede ser utilizada. Ella no os ha traicionado totalmente. Recuerda, Aiden, que se aseguró de que ni Hope ni Faith estuviesen en esas cabañas antes del ataque. Uno de mis hombres miró sus movimientos. Mirado mientras que ella fue y los indicó en las comunicaciones solamente minutos antes de que el helicóptero apareciera en el radar. El consejo deseaba a solamente a una mujer. El que está muy probablemente a punto de criar. Tu mujer. -Jessica,- él respiró el nombre con sorpresa. La joven mujer estaba en su primer año con los militares americanos. Él la había creído tímida,
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tímida, no del tipo que pudiese traicionar de forma tan dispuesta a la gente que ella había prometido proteger. -Ella puede incluso ser inconsciente de haberos traicionado.- Del-Rey se encogió de hombros. -su padre, aunque, está enterado de sus crímenes, al igual que muchos en su familia y la ciudad de la que ella viene. ¿Puedes matarlos a todos? Y allí existía otra complicación. Habían jurado dar a cada hombre, mujer y niño en el mundo dentro del cual intentaban sobrevivir, una ocasión. Individualmente. Para confiar en él como en cualquier ser humano pleno, en la compasión y la generosidad del ser humano que habían esperado que existiese. Había habido muchos que les habían ayudado durante los años. Muchos que los habían traicionado. Esta noticia cambiaría la forma en que las castas ahora trataban a la ciudad, y la confianza que habían puesto en ellos. -Sería el mejor si permanecieses oculto aquí,- él finalmente suspiró, sabiendo que Charity y Nikki insistirían en que llevasen a la mujer al Complejo. –pareces estar bastante seguro. Hasta que consigamos librarnos de los seres humanos plenos que trabajan dentro del Complejo, tu mujer no será segura, y ni tampoco tú. Las noticias que los coyotes pueden acoplarse harán temblar al consejo. Podrían causar a más matanza en los jefes de ésos que tienes dentro de la organización. -Son pocos,- Del-Rey gruñó. -solamente convengo. Necesitaré un cierto tiempo para alertarlos y para hacerlos ponerse seguros. Estamos algo encariñados con nuestro nuevo hogar aquí; podemos procurar permanecer tanto tiempo como sea posible. La libertad es algo muy valioso. Había un mundo del cansancio en la voz del otro hombre. Un cansancio que Aiden sabía que había residido dentro de sí. Su lucha acababa de comenzar solamente, y él temía que puede ser que se convirtiese en una batalla larga, sangrienta en la que las castas podrían perder en última instancia. -Saldremos antes de luz del día.- Aiden se movió rápidamente hacia la entrada de nuevo a los túneles. -Ve y cuida de tu mujer, Del-Rey tómala. Y si fueses tan amable en cuanto a proporcionarme una de tus cavernas para dormir, yo cuidaré de la mía.- El calor de Charity lo había llamado a él antes de que Del-Rey lo hubiera llevado a la posición ventajosa para discutir las razones por las que habían tomado a Charity y a la doctora como lo habían hecho. Aiden había
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estado de bien poco humor para oír excusas, pero ahora él entendía el secretismo del coyote. Sus problemas solamente acababan de comenzar, y maldito si él sabía una manera de solucionar cualquiera de ellos. Como el otro hombre había indicado, no había un lugar en la tierra en donde pudiesen encontrar verdadera seguridad. -Aiden.- Del-Rey lo paró mientras que él se movió para incorporarse a la abertura al suelo. Aiden se volvió atrás para mirar al otro hombre cuidadosamente. -Si conciben, el peligro empeorará solamente. ¿Y entonces qué? - los ojos de Aiden se estrecharon. -No esperemos, Rey. Ahora les demostramos entonces cómo de salvajes podemos ser en defender a los que son los nuestros. No incurriremos en equivocaciones y guardaremos el código. -Entonces comenzamos a rogar. única cosa que va a salvarnos.
Porque tengo una sensación es la
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CAPÍTULO 30 El olor de su necesidad le tentó, tirando de él, llenando sus sentidos de la ambrosía de su calor. Aiden caminó a la pequeña cueva que Del-Rey había dejado disponible para él y Charity. Ella lo esperaba en ella, estirada encima del colchón, mirándolo con ojos hambrientos mientras él cerró la puerta de madera áspera detrás de él. La luz de las velas osciló sobre los rasgos de ella, destacando las profundidades oscuras de sus ojos, el aspecto cremoso de su piel. Él podría oler el olor ligero de jabón y de agua de lluvia, prueba que ella había logrado intimidar a los coyotes para conseguir un baño. Una sábana la cubría del pecho al muslo, dejando las largas piernas tentadoramente desnudas. Sus manos fueron a su camisa, quitándola rápidamente mientras que él alcanzaba el extremo de la cama. Él podría sentir la sangre el latir directa, dura y pesada en su cuerpo, y su miembro palpitaba en demanda. La necesidad primitiva de terminar el ciclo de acoplamiento, de tomar esa medida final, golpeaba en su cerebro, en su cuerpo. Ella era su compañera. Su mujer. Otra le habría tomado, tocado, no importa cómo de forma impersonal, su presa en ella se preparó para las largas y agonizante horas. Y más. En el fondo de su alma él creía que Charity concebiría esta misma noche. Su olor era más salvaje, como el activar un resorte. Un renacimiento. Todavía, él podría decir que la excitación era aún ardiente, doloroso en su necesidad. El instinto de acoplamiento de la casta nunca le había sido explicado. Infiernos, nadie había sabido que existiese hasta solo recientemente. La sensación de su carácter con cada fase de ella, era el viaje más duro que Aiden realizado jamás. Hacer frente a lo que él rogaba fuese la fase final, era lo más duro. Él la necesitó, su cuerpo clamaba, exigiendo la sumisión final, y él estaba aterrorizado de que ella lo rechazase. ¿Él tendría la fuerza para apartarse lejos de ella si ella lo pedía? Él podría sentir retorcerse en su propia en espiral de lujuria. Sentir sus necesidades arder a través de su cuerpo. -¿Por qué esperas? - Ella inclinó su cabeza, mirándolo curiosamente. Él se trasladó al lado de la cama, sentándose en el colchón lentamente mientras que él se dio vuelta para hacerle frente. Él habría preferido esperar hasta otro momento, pero él conocía su cuerpo, sus instintos
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finalmente habían marcado el final de su paciencia. Él alcanzó a ella, sus dedos que alisaban sobre su mejilla, su pulgar moviéndose sobre sus labios. -Te necesito,- él susurró, reprimiéndose desesperadamente para que su control la ayudase en la experiencia que se avecinaba. -No entiendo.- Sus labios temblaron nerviosos, su mirada fija osciló durante apenas un momento, indicando que quizás ella lo entendía, o lo sospechaba por lo menos. Él suspiró áspero. -El acoplamiento no está completo, Charity. He intentado esperar, darte tiempo para aceptar los enlaces entre nosotros, pero no puedo esperar más tiempo.- Ella tomó una respiración dura, constante. -¿Esto va sobre la cosa anal, verdad? - Ella estrechó sus ojos en él mientras ella tenía las manos apretadas en la sábana que la cubría. Él hizo una mueca, sintiendo que su cuerpo se apretaba con el rechazo. -No haré esto sin advertirte a ti primero, Charity. Te lo juro, no te lastimaré. No puedo hacer nada más que eso.- Ella arqueó una ceja con sarcasmo insultante. -¿Tú piensas realmente que vas a caber? -ella dijo con voz cansina burlona. Aiden no podía ayudar sino sonreír. -Sé que si, Charity. Y pronto, tú lo sabrás también.- un pequeño mohín simpático se formó en sus labios entonces. Aiden no había visto esta expresión particular en su cara antes. Determinación y curiosidad mezcladas por igual con su decepción de que amándola había esperado no tuviera suficiente. Ella se quemaba por su tacto, su cuerpo palpitaba con la necesidad del orgasmo. El calor era un infierno en su sexo, su olor tan salvaje y dulce como una tempestad de truenos del verano. -¿Aiden, yo olvido decirte que no estoy realmente en celo? - ella finalmente le preguntó cuidadosamente, su tono llenado de paciencia exagerada. -Estoy segura de que usted no habría podido conjeturarlo ahora, pero no está clasificado muy arriba en mi lista de cosas por experimentar.Él ocultó su sonrisa. Su boca elegante era una de las cosas que él gozó más sobre ella. -No habrá dolor, Charity. Te lo prometo, en el momento en que me pidas que pare, lo haré dispuesto. Pero apuesto, -él susurré,- a que una vez que comience, tú me pedirás que continúe para finalizar con mi posesión de ti.
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-¿Pararás si lo necesito? - su respiración había aumentado, sus pechos se levantaban y que caían contra la cubierta, sus pezones que empujaban contra el paño. -Si lo necesitas lo haré,- él prometió sintiendo que su propia respiración se volvía áspera, su miembro estaba tan arduamente, tan hinchado con la lujuria que el dolor casi lo abrumaba. Él podría rogar solamente poder mantener el control que él necesitaba para no dañarla. solo relájate para mí, Charity.- Él apartó la sábana lentamente de su cuerpo, mirando fijamente en sus ojos, manteniendo su voz suave, bajo, confortando. -rolo relájate y siente.- Ella tragó firmemente. -Sí bien, el tema de la sensación es el qué está comenzando a preocuparse me,- ella jadeó como él bajó su cabeza, los labios cubrieron la marca en su hombro. - Oh infiernos. Supongo que ahora descubriremos si realmente es una salida solamente.- Aiden se rió entre dientes. Él no podría ayudarle. Podría oír su nerviosismo, su excitación y su aceptación de lo que iba a pasar en el tono de su voz. Las manos de ella agarraron sus antebrazos cuando él frotó ligeramente su lengua sobre la marca que él había dejado en ella, deleitándose el dulce, gusto levemente ácido de su piel. Su cuerpo era suave y delicado en sus brazos y él no podría ayudar a la oleada desconocida de las emociones que manaron dentro de él. Él se aferró a ella, sus manos se trasladaban a su parte posterior mientras él la atrajo más cerca en sus brazos, necesitando sostenerla, para protegerla, segura. Él recordó la furia cegadora que se había extendido en su alma cuando él advirtió que había sido claramente raptada. Miedo. Él nunca había conocido el miedo en su vida hasta ese momento. El pensamiento de su propia muerte hacía poco para afectarlo. El pensamiento de tanto dolor añadido al cuerpo delicado en sus brazos hizo que sus sentidos primitivos tronasen con la necesidad de la violencia. La necesidad de marcar en ese final, la última entrega. -Me volví loco cuando me di cuenta de que se habían ido,- él susurró en su oído, sintiendo que ella temblaba con sorpresa. -nunca he gritado en mi vida, Charity. Pero en el momento en que me di cuenta de que no estabas, incluso los lobos conocieron mi rabia.- Habían contestado a la llamada primitiva. Habían seguido el jeep hasta la cima de la montaña y entonces vuelto con las noticias de su localización mientras que pararon. Instinto primitivo, sostenido, destellando, una comunicación con los animales que él nunca había esperado.
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-Me asustaron,- ella susurró. -rogué que me encontrases, Aiden. -Y,- él gruñó. No podía parar la vibración que vibró con su voz. tengo que acabar ahora esto, Charity. Tengo que terminar el acoplamiento. Ahora. Él no podría explicarlo. No tenía ningún sentido. El acto de sexo anal no ayudaría en la concepción. La hormona en su semen de ninguna manera afectaría para marcarla más aún. Sin embargo, él no podría negar el impulso. Él deseó darle vuelta inmediatamente sobre su estómago, levantar sus caderas y montarla inmediatamente. Asegurarse de que ella era suya, totalmente el suya, sometiéndose a la sexualidad entre ellos, aceptando el acoplamiento que compartían. Y él temió que fuera allí y que debido a esa necesidad abrumadora que quedase embarazada. La necesidad, la obligación abrumadora de asegurarse de que su compañera estaba su solo. Que ella sometería a cada una de sus necesidades. Que ella se daría, no importaba cómo él la necesitase. Sus labios cubrieron los suyos mientras que él luchó el instinto más bajo de tomarla rápidamente. Su lengua sondeó su boca, frotando ligeramente sobre la suya, lamiendo en sus dientes, sus labios, gruñendo ferozmente hasta que ella lamió en él, amamantándose en las glándulas hinchadas situadas en los lados de su lengua. Él gimió mientras sentía el orgasmo de la hormona, su miembro se movía bruscamente con el pensamiento de que dentro de pocos minutos ella satisfaría sus necesidades prolongando las suyas, su excitación que haría un inferno que se los abrasaría a ambos en el cataclismo. -Aiden, espera.- Ella tiró de él, respiración pesada, luchando por el control. Él sabía que ella luchaba por el control. Luchando por analizar las respuestas de su cuerpo, para entender las acciones y las reacciones de su sexualidad. Él no deseaba al científico en su cama esta noche. Él deseaba a la mujer. Su compañera. Su calor ardiente lo chamuscaba, sus jugos fluían con su necesidad. Él gruñó en ella, sus labios se levantaban en un gruñido mientras sus dedos estaban enredados en su pelo, todavía sosteniéndola mientras que sus labios la tomaron otra vez. Cuando ella rechazó amamantar su lengua en su boca, él pellizcó en sus labios hasta que se dividieron con un grito de asombro caliente. Él podría sentir a su cuerpo ponerse más caliente, oler el rico olor, femenino de su excitación que se envolvía alrededor de él, ahogándolo en el
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olor de su lujuria. Su cabeza se inclinó, sus labios que se inclinaban sobre los suyos cuando él finalmente permitió que ella lo soltara. Ella jadeaba por respirar, sus manos estaban amasando sus hombros mientras que ella frotó sus pechos inclinados duros contra su pecho desnudo, una mano resbaló abajo de su abdomen para agarrar el eje de su miembro. Él hizo una mueca, echando su cabeza hacia atrás mientras su dedo frotó ligeramente la carne pesada de las venas pulsantes. La agonía de su deseo era como nada que él había conocido antes. Apretó su cuerpo, pulsó a través de sus venas y zumbó encima de su columna vertebral con un placer que sobrepasó cualquier cosa de la que él hubiese oído rumorear. -Basta.- Él agarró sus dedos, tirando de ellos de su carne necesitada mientras él la empujó a la cama. -esto está para ti, Charity. Todo para ti. Tú puedes darme placer más adelante. -No.- Ella miró fijamente hacia él, sus ojos estaban deslumbrados, casi negros con su deseo. -necesito tocarte, Aiden. -No todavía, amor,- él la calmó suavemente mientras él se movió al lado de ella, con su palma ahuecando un pecho hinchado con el gentileza extrema. -relájate, Charity. Disfruta, bebé. Por mí. Disfruta de todas las sensaciones que puedo dar a tu cuerpo. Entonces él podría no oponerse por más tiempo. Su cabeza bajó, su boca cubría el pezón alargado aguardando su atención. Él sentía el tirón de su cuerpo, oyó el grito tumultuoso que se escapó de sus labios y sabía que antes de la noche acabara, ella nunca negaría el acoplamiento otra vez.
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CAPÍTULO 31
Charity no se había dado cuenta de cómo de asustada había estado hasta que Aiden había llegado dentro de las cavernas. Sus brazos fuertes se habían envuelto alrededor de ella, su cuerpo musculoso la abrigaba, sosteniéndola de una manera que la tranquilizó, protegiéndola. Ella no se había dado cuenta de cuánto necesitaba su fuerza hasta que él había entrado, hablándole, necesitando que se inclinase en él. Y ahora él necesitaba más. Ella tembló mientras que miró su cabeza más bajo al pecho él ahuecado en su mano. No podría refrenar el tirón violento cercano de su cuerpo, o la respiración trabajosa jadeante cuando el calor de su boca incluyó la extremidad dura. Su lengua se enroscó alrededor de su pezón, provocando un quejido desesperado de su garganta mientras sus manos estaban agarradas a sus hombros. Ella no podría hacer nada sino sentir, como él la deseaba. Nada excepto montar en la onda de sexualidad y de placer que él infligía a sus sentidos recalentados. Durante un tiempo, sabiendo que los dedos amasaban sus pechos sensibles mientras su lengua lamía la extremidad dura, simultaneada en tiempo a los movimientos profundos de su húmeda boca. Entonces él se movió más aún, sus manos presionaban en los montones llenos de sus pechos juntos, poniendo los dos duros pezones juntos mientras que su boca los cubría a ambos. -Aiden, maldición. Vas a matarme.- Ella luchaba por respirar, por su cordura, pero las manos se trabaron en su pelo, sosteniéndolo cerca de ella mientras su cuerpo se arqueaba más cerca a la ardiente caricia. Su cabeza se sacudía en el colchón mientras la sensación se hinchó en su interior. Como una onda de marea caliente como la lava, comenzó a extenderse dentro de su matriz, más fuerte, más intensa que nunca antes. Ella podría sentir sus jugos resbalar de su sexo, humedeciendo los dobleces desnudos como la miel caliente. Su clítoris palpitó, pidiendo su atención. Su vagina se apretaba espasmódicamente, exigiendo la longitud palpitantemente dura de su miembro. Ella lloriqueó con esa necesidad mientras que él le dio a los pezones un lametón final antes de que sus labios comenzaran a viajar más bajo. Sus dedos estaban apretados en su pelo mientras sus colmillos arañaron la piel húmeda de transpiración de su abdomen. Entonces su respiración se atascó
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en su garganta mientras que él sopló una respiración del aire caliente a través de su clítoris pulsante. -Por favor,- ella susurró, levantando sus caderas hacia él, necesitando su lengua en el pequeño centro de nervios tan desesperadamente como ella necesitaba el aire para respirar. -Deseo probarte primero,- él susurró moviéndose entre sus muslos lentamente, sus ojos estaban oscuros, nublados con el deseo mientras que él le separó las piernas, animándole a doblar sus rodillas y abrirse a él. Ella lo miró, desamparada en el apretón de las sensaciones que se hinchaban a través de su cuerpo. Miró como sus hermosos dedos largos acariciaban sus muslos, después su cabeza bajó. Su lengua se dilató entonces lamiendo lentamente a través de la estrecha, raja empapada de su coño. Ella se estremeció. Su cuerpo tembló con la intensidad del placer que le devoró los sentidos. Su cabeza cayó de nuevo a la cama, sus ojos que se cerraban mientras sus caderas se levantaban hacia él. -Más,- pidió, jadeando, casi enloquecida por la presión de las sensaciones que se extendían sobre su cuerpo. El calor osciló en su sexo, viajando a través de su matriz, envolviéndose alrededor de sus pechos. Mientras los dedos invisibles, tanteaban y frotaban ligeramente sobre su cuerpo, atizando las llamas más arriba. Sus manos estaban sobre sus muslos y los músculos allí temblaron mientras que él la atrajo lentamente más cerca a los dobleces húmedos de la carne que él agasajaba vorazmente. Su lengua osciló a través de la raja sensibilizada bromeando, circundando su clítoris hinchado y después oscilando hacia abajo otra vez para bordear la entrada apretada a su vagina. Como un lento y cuidadoso ocho, el jugó, una danza seductora de fuego, él frotó ligeramente y se lamió, dibujando los jugos sedosos de su sexo, sosteniéndolo abierto, permitiendo que él resbalase ásperamente hacia la entrada de su ano. Ella sabía lo que iba a suceder. En su cerebro sonaba una advertencia que se perdió en medio del placer, lamiendo caricias de sus labios y lengua. Y ella pensó que no podría hacerse peor. Pensó que ella había alcanzado el pináculo de la necesidad, hasta que él le demostró lo contrario. Ella sentía la mano moverse mientras que su lengua tentó a su clítoris. Un largo dedo, agraciado resbaló dentro de la entrada apretada de su coño codicioso.
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Ella intentó apretar sus muslos, para atrapar su dedo en su interior, pero sus amplios hombros la mantuvieron abierta mientras su gruñido amonestador la hacía estremecerse en ardiente respuesta. Sus caderas estaban levantadas cuando ella luchó para atraerlo a su interior más profundo. Ella lo necesitaba, hundiendo su dedo en su interior para liberar la necesidad tensa que se retorcía en espiral dentro de su matriz. Sin embargo él solamente, bromeó haciéndola llegar más alto, alimentando los fuegos y volviéndola desesperada mientras sus gritos se repetían alrededor de ellos. Ella estaba tan desesperada, se equilibró tan cerca del borde del orgasmo que ella se abrió naturalmente para el dedo que resbaló hacia su ano y presionó lentamente adentro. -Aiden,- ella cantó su nombre mientras sentía el dedo llenarla, lentamente estirándola, preparándola. Aún más espantoso era el placer repentino, intenso que se extendió sobre ella, cuando él frotó ligeramente adentro, acostumbrándola a la sensación de la invasión. -Tú eres suficiente, Charity,- él gruñó. -tan enrojecida y receptiva, haces que casi pierda el control, cuando necesito mantenerlo.- Ella sentía un segundo dedo seguir al primero. Trabajando dentro de sus profundidades apretadas, en los músculos apretados con sus dedos. La colada que se fundía de placer/dolor la hacía combatir por el clímax que se acercaba y que ella podría sentir ardiente en su matriz. Se retorció en su apretón, sus manos que caían de su cabeza a las mantas debajo de ella mientras que ella luchó para sostener sobre la realidad. Ella ahora presionaba contra cada movimiento en su ano, jadeando, sintiendo que las vibraciones de la entrada bromeaban en su sexo hambriento. Si solamente él la llenase, la follase hasta el orgasmo antes de que decidiera intentar destruir su cordura. -No puedo estar parada ante esto.- Ella deseó gritar, pero no tenía apenas la respiración suficiente como para lloriquear suplicante. -Por favor, Aiden. No juegues conmigo más tiempo. -Podría sorber de tu miel durante horas,- él susurró, lamiendo en la entrada apretada de su sexo mientras que ella temblaba debajo de él. Entonces su lengua se hundió en su interior, separando los músculos sensibilizados y enviando temblores de su orgasmo inminente que se clavaba sobre ella. Cuando su lengua se echó hacia atrás él se levantó entre de sus muslos, sus dedos resbalaron de las profundidades calientes de su ano.
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-Date la vuelta para mí,- él ladró. -no duraré mucho más tiempo, Charity. Ahora sométete a mí.- Sus ojos se desorbitaron. Las palabras, el tono de la voz, eran más primitivos que nunca antes. Sus facciones fueron grabadas con la salvaje lujuria, sus ojos que brillaban con un hambre, una necesidad que no podría ser evitada. Esto no tenía nada que ver con un fetiche sexual y todo que ver con la sumisión sexual. Sus deseos eran instintivos ahora. Él era su compañero y estaba listo para probárselo. Ella se dio vuelta lentamente. Su corazón competía en su pecho; palpitando con su lujuria en sus venas, quemándola con sus propias necesidades. Y las había por Aiden, sus manos le daban vuelta cuando él se movió rápidamente detrás de ella. Habría pocos preliminares. La necesidad era como el fuego que chamuscaba sus terminaciones nerviosas, anegándolos en la necesidad del orgasmo. Manos duras acariciaban sobre las curvas de su parte posterior mientras ella se estremeció ante él. Una la levantó detrás, acariciando encima de su columna vertebral antes de aplicar la presión entre sus hombros para indicar que él los deseaba a bajó. Le dejaron con la parte superior de su cuerpo amortiguado en el colchón, su parte inferior levantada, desprotegida ante su mirada fija ardiente.
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CAPÍTULO 32 La luz de la vela osciló sobre la habitación como una niebla de lujuria alrededor de ellos. Charity sabía que debería de haber estado nerviosa que debería de haberse estremecido de miedo. Sabía que lo que él estaba a punto de hacer no podría ser hecho realmente. La longitud gruesa de su miembro era demasiado grande y su ano demasiado pequeño. Sus dedos estaban apretados en la sábana debajo de ella. Aunque, ella no podía negar la tensión erótica, sexual que la invadió ante ese pensamiento, -Es suficiente,- sus palabras susurraron sobre ella mientras que ella sentía su sexo quemarse en respuesta a los dedos que se movieron sobre las curvas de sus nalgas, sus pulgares que resbalaban abajo de la hendidura entre ellas. Charity podía sentir quemarse su cuerpo. Los estremecimientos de la excitación sacudieron sus músculos, debilitándola mientras Aiden se ponía en posición detrás de ella. -Lento y fácil, bebé,- él susurró mientras que ella sentía la punta de su miembro contra la entrada a su ano. Ella habría preferido que su cuerpo pareciese menos desesperado por el empalamiento primitivo, pero ella podría sentirse los músculos relajarse, su cuerpo codicioso procuraba abrirse para él. Charity lloriqueó con desesperación mientras que sentía la cabeza de su miembro vibrar y después palpitar ella se movió bruscamente con sorpresa mientras que tomaba el latido calentado del líquido que entró en la entrada de su ano. -Fácil.- Su voz era gutural. Una mano estaba afianzada al lado de su nalga; todavía sosteniéndola, él se detuvo brevemente con apenas la extremidad de su miembro enterrado en la entrada. Asombroso, chocante, Charity sentía el líquido calentar la entrada, lubricándola mientras que relajaba lentamente sus músculos. Ella sabía que debería luchar por mantener la suficiente cordura para calcular que infiernos le sucedía a su cuerpo, pero la excitación que crecía en su interior tenía una mente propia. Ella se presionó contra la corona aterciopelada de su miembro mientras sentía a su entrada relajarse más aún, gritando cuando la cabeza se enterró en su interior, estirándola, quemándola ofreciendo músculos por probar allí mientras que se estiraban para acomodar la anchura de su miembro.
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Él se detuvo brevemente. Ella podría oírlo el respirar, el áspero y caliente en sus oídos cuando ella se dio cuenta de que él luchaba por mantener su propio control. Otro latido del líquido entonces la llenó, el fuego sedoso ardía en su ano, encendiendo las terminaciones nerviosas, sensibilizándolas incluso mientras que relajó sus músculos más aún. Ella lo sentía resbalar más profundamente dentro del oscuro canal mientras que una colada ardiente de placer/dolor atacó su cuerpo sensibilizado. Los latidos duros, calientes de líquido parecían relajar cada músculo, permitiendo que su cuerpo acomodase el tamaño del invasor que lo estiraba de forma tan deliciosa. Ella apretó sus músculos alrededor del miembro de Aiden, oyéndolo gemir con las acometidas del placer mientras que lo acariciaba alternadamente. Sus manos agarraron sus caderas, sus dedos amasaban la carne mientras ella lo sentía resbalar más profundo, más profundo, hasta que con un empuje final se enterró hasta la empuñadura dentro de las profundidades calientes de su trasero. Charity se sacudía mientras que lo sentía cubrirla. La parte superior de su cuerpo bajó sobre su espalda, sus dientes raspaban la marca en su hombro mientras su lengua lamía encima calmante. -Dios, estás caliente, Charity,- él gruñó en su oído. -tan caliente que mi miembro se quema en ti.- Sus caderas se flexionaron, haciendo a su miembro moverse hacia atrás varias pulgadas antes de empujar adelante de nuevo. Charity gritó con la profunda caricia, prohibida mientras sentía las llamas en su cuerpo arder más arriba, más caliente. Ella no podría pensar, no podría encontrar sentido a la profundidad de la excitación que golpeaba en su matriz. -Sí, aprieta en mí, bebé,- él jadeó cuando ella hizo eso. -ah infiernos. Charity. Vas a terminar conmigo.- Las palabras enviaron una violenta reacción en su matriz, electrizándola con la energía del placer que ella recibía de su miembro enterrado en su trasero. Llena de él. Su carne se estiró tan firmemente alrededor de él que ella podría sentir el latido de cada latido de su miembro en su sexo. El líquido que todavía tiró en su trasero lo hacía estar tan bien pulido, lubricada que no había tensión en sus músculos cuando él comenzó a moverse en su interior. -Aiden.- Ella flexionó sus músculos alrededor de su erección. Dolía, sin embargo era el placer más increíble que ella había conocido jamás. -Así, bebé,- él gruñó, empujando nuevamente en su interior, su grueso miembro tomaba su canal anal fácilmente. -haremos esto agradable y fácil,
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bebé.- Al principio, lento y te trataré con suavidad, dejándolos a ambos jadear con la necesidad de más. Pero en pocos minutos los gritos de ella llenaban la habitación cuando sus embates comenzaron a aumentar. Su miembro frotaba ligeramente en su interior, alternativamente calmando hacia adelante y hacia atrás e inflamando las terminaciones nerviosas allí mientras él la follaba con movimientos fáciles lentos. Pero las necesidades que crecían en su interior rechazaron ser apagadas por una posesión tan fácil. Ella apretó los músculos de su ano, apretando y frotando ligeramente su miembro mientras que su respiración se hizo más áspera aún. Él ahora jadeaba para respirar, tomándola en la locura del principio de la excitación alcanzándolos. -Para,- él gruñó. –Por el amor de dios, Charity. Evita ordeñar de mi miembro así o no seré responsable... - Su gemido era áspero, roto mientras ella apretó otra vez, sus caderas ondulaban debajo de él cuando ella luchó por más de los movimientos calentados de placer/dolor que cada uno empuje traía. -Más,- ella gimió, presionando nuevamente dentro de la posesión. Más fuerte, Aiden. Oh dios, fóllame más fuerte.- Ella no podría creerlo. No había manera que ella pudiese sobrevivir a tal intensidad, tal nivel del placer y dolor combinado. Su miembro se apretó en su trasero, dividiendo los músculos con un movimiento del dolor de sujeción, entonces hundiéndose en la profundidad caliente con un movimiento relampagueante de placer el agonizante. Él comenzó a moverse más rápidamente. Él separó su parte posterior del miembro lentamente del apretón que tenía en ella, sus gritos mezclando en el aire erótico alrededor de ellos. Pero cuando él empujó adelante otra vez, Charity luchó para evitar gritar con la intensidad de sensaciones. Los movimientos duros, poderosos excitaron una necesidad tan intensa que ella estuvo desamparada en su presa. Ella sabía que se ruborizaría más adelante con el recuerdo de cómo ella comenzó desesperadamente a pedir. Incluso mientras que él comenzó a moverse en su interior, sus empujes aumentaron de velocidad y en la desesperación, ella pidió. Charity todavía no podría creer el hambre que rabiaba a través de ella. El placer intenso, el erotismo puro del acto era demasiado para que ella lo comprendiese y le encontrase algún sentido. Todo lo que ella sabía era que cada movimiento la conducía, cada uno de los fuertes empujes la
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llevaban más cercano, más alto hacia un pináculo de placer que ella estaba desesperada por alcanzar. Ella se arqueó hacia atrás, sus caderas estaban inclinadas hacia atrás, sus músculos apretados en el miembro que la empalaba más con el líquido echado en su trasero codicioso. Su miembro se endureció en su interior, follándola con un ritmo profundo. Tembló, se sacudió, gritando por las sensaciones cuando él empujó una mano debajo de su cuerpo, sus dedos se trasladaron a su clítoris hinchado mientras él comenzó a golpear en ella más duro, más rápido, torturando su canal anal con cada movimiento. Ella ardía, aumentando el placer hasta que un inferno doloroso de necesidad se quemó a través de su cuerpo. Podría sentir los dedos que frotaban ligeramente para conducir a su clítoris más cerca de la explosión. Los duros empujes en su trasero la llevaban a la lujuria enloquecida, delirante. Cada latido de líquido ardiente de la punta de su miembro la hacía estar hambrienta por más. De hecho se desesperaba por la explosión caliente, que llenaría de su esperma su interior. -Ahora, Charity. Ahora, bebé.- Sus dedos frotaron ligeramente el cúmulo de nervios cuidadosamente, solo la presión justa, dos movimientos rápidos y ella estalló. Ella sentía su trasero apretarse, apretarse en su carne un segundo antes de que ella oyera su grito calentado, y mordiera con los dientes en su hombro. Y le habría aterrorizado. Hubiera gritado de miedo mientras ella sentía la hinchazón gruesa del nudo que llenaba dentro de su trasero ya colmado. Ella tendría que haberlo hecho... En su lugar, ella gritó por el placer cegador mientras que hinchado el nudo parecía llenar su coño, apretando sus músculos allí, enviando una oleada de sensaciones de conexión en cascada claramente a su matriz. El orgasmo que se sacudió a través de ella la destruyó. Nunca terminaba, un inferno del temblor de la lujuria, de placer/dolor, de satisfacción ardiente diferente cualquier cosa que ella habría podido imaginarse. Ella sentía la erupción de su esperma en su ano. Un tirón duro, casi brutal de su cuerpo que tiró en el nudo que anclaba mientras su semilla vertió en ella. Otro clímax onduló sobre ella antes de que el primer pudiese acabar, lanzándola nuevamente dentro del abismo de la sensación de nuevo. Nunca terminaría. Ella gritaba débil, desamparada en el apretón de la respuesta que conducía de su cuerpo a esta posesión primitiva. Cómo su ano frágil acomodó su tamaño así como la hinchazón dura que ella no sabía, no le importó. Tomaba cada pulgada con placer codicioso mientras su sexo
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entraba en erupción repetidamente con cada explosión de la semilla de su miembro, cada duro latido del nudo se repitió en su coño sensibilizado. Se derrumbó débil debajo de él, los estremecimientos de su orgasmo que repetían todavía se extendían a través de ella mientras que ella sentía la hinchazón lentamente retroceder. Él entonces se movió detrás de ella, su miembro se arrastraba a través del tejido fino sensible mientras que ella lloriqueó débil del placer casi doloroso que le causó. Ella estaba deslumbrada, débil cuando él se movió desde la cama a la jarra de agua que se estaba sobre un lavabo de metal a través de la habitación. Ella oyó la cascada del agua en el tazón de fuente grande, los sonidos de él que salpicaba, después el silencio. Segundos después sus manos la tocaron y ella gimió mientras él ponía el paño fresco entre sus muslos, limpiándola suavemente. Aiden era suave, tan tranquilo como él sabía ser mientras que la limpió. Sus grandes manos no exigían o de ninguna manera intentaba evocar una respuesta. Pero uno vino de todos modos. Dentro de minutos ella se movía debajo de su mano, sus quejidos soñolientos que marcaban su necesidad. Ella estaba cansada, usada, pero su respuesta inmediata accionó la suya propia. No había preliminares cuando él se movió entre sus muslos. Su miembro estaba duro, su respiración tan pesada como la suya, y el impulso por tomarla otra vez rápidamente lo hacía enloquecer. Él empujó en su coño empapado. Oyó su grito de asombro, su quejido cuando ella se apretó a su alrededor. Él sabía que su cansancio era tan profundo como su necesidad, y él se movió rápidamente para facilitar que tanto uno como el otro pudiesen alcanzarla. -Dios, te estoy follando tan firmemente, Charity,- él susurró, el aferraba sus caderas mientras que él miró fijamente donde su cuerpo la poseía. -tan caliente y mojada que podría ahogarme en ti. -Ahógate,- ella gimió débil. -fóllame, Aiden. Ahora. Fuerte.- Ella lloriqueaba con su necesidad, con su excitación mientras su sexo se apretaba alrededor de su erección. Él se inclinó en ella, sosteniéndola contra su cuerpo mientras que él comenzó a bombear en su interior. Sus ojos estaban cerrados mientras el calor apretado como un puño se afianzaba en su miembro. El fuego bruñido, el latido del líquido que lubricaba de su miembro que hacía su más caliente, más mojado, pero los músculos apretados nunca dejaron irse su carne.
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Él jadeaba por respirar mientras que empujaba en su interior. Su erección era brutal dura, se endureció, y solamente segundos antes de estallar cuando sentía las acometidas de los estremecimientos y el temblor con su cuerpo y su propio clímax que la alcanzaba. La siguió rápidamente, apenas conteniendo su grito de placer mientras sentía su miembro hincharse, llenándola, arqueando su cuerpo como él se trabó en su interior, su semilla era acogida en las profundidades ricas de su cuerpo mientras que ella se calmó lentamente debajo de él. Sus manos la calmaron, cayó dormida incluso antes de que él pudiese retirar su miembro de su cuerpo apretado y derrumbarse al lado de ella. Una satisfacción que era diferente a cualquier cosa que él había sabido entonces cayó sobre él. Se instaló a través de su cuerpo, calentado su alma. Y mientras él miraba hacia ella, sabía que la amaba. Sabía que la había amado los años anteriores, cuando él pensaba que él la había odiado. Él besó su mejilla mientras tiró de ella más cercana a su cuerpo y se permitió que llegara lentamente el resto. Mientras ella estuviese segura, él podría dormir.
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CAPÍTULO 33
Su olor había cambiado definitivamente. Pensó Aiden, horas más tarde después de estar despierto, mirando fijamente el techo mientras sus sentidos advertían el cambio lento dentro de su cuerpo. El se puso con ella detrás contra su pecho, sus brazos estaban envueltos alrededor de ella mientras él la mantenía caliente, la reconfortó, y observó ocurrir la concepción. Más que un olor que le recordaba una tormenta que se rompía a través de las montañas, éste lo recordó la espiral, de la vida caliente, que se extendía. Sus ojos estaban cerrados mientras su mano se movía a su abdomen plano, sus dedos se separaron a través de la extensión caliente de la carne. Sus ojos estaban cerrados mientras él permitió que la verdad cayese sobre él. Él la había amado antes, ferozmente, ásperamente, pero ahora él sentía las emociones abrumadoras y que apenas eran reconocidas. Él miró fijamente a través de la habitación la mesa áspera, la pared de la roca, un ceño que arrugaba su frente mientras él se preguntaba por los impulsos a menudo confusos que se movían el abundantemente a través de su sistema. Él había conocido raramente dulzura. No encontraba ningún uso para la suavidad. Sin embargo él encontró que no podría tratar Charity ninguna otra manera. Todo en él ablandó para ella, y eso lo aterrorizaba. Lo aterrorizaba y lo regocijaba. Miró fijamente su cara, suspirando suavemente en el apretón de su corazón. ¿Cuántas veces se había burlado de Wolfe y de Jacob por sus actitudes hacia sus compañeros? Infiernos, él se había reído de Wolfe por conceder el deseo de Hope de una boda. Pero, aquí estaba, sabiendo que si Charity le pedía tal cosa, no importaba cuanto le molestasen las prácticas sociales, aunque le molestasen, él lo haría. Ella había concebido. Él podría sentir el conocimiento hasta las plantas de sus pies. Durante las horas pasadas mientras él la sostuvo, el cambio había ocurrido dentro de su cuerpo. Qué lo había activado, si cualquier cosa lo hacía, no estaba seguro. Excepto cuando él pensó, y había considerado la necesidad de tomarla de la manera más elemental, él pensaba que quizás por instinto, él lo había sabido.
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Él había sabido que el proceso se desarrollaba lentamente, su cuerpo que aceptaba su semilla, y él había necesitado marcarla de esa manera final, de presionar sobre ella mientras estuvieron limitados firmemente. Ahora tenía sentido. Wolfe y Jacob todavía no habían visto lo que ahora vio Aiden. La necesidad de tomar a sus compañeros de forma anal no tenía nada que ver con los cambios que sus cuerpos realizaban. Era debido al hecho que durante la ovulación, sus sentidos eran tan afilados, tan enterado de que sus compañeras se desarrollaban para perfeccionar fertilidad que entraban en sobrecarga. La necesidad de la sumisión sexual forjaba un deseo que no sería de otra manera tan imprescindible. Era primitivo. Animal. Y no ofreció ninguna apología. Suspirando profundamente, él se arrastró lejos de ella, remetiendo el grueso edredón alrededor de su cuerpo y tirándose a sus pies. El amanecer era solamente horas lejos, y había mucho que hacer. La información que había aprendido aquí cambió varios planes, que Wolfe y Jacob habían estado intentando encontrar el momento de poner en ejecución. También planteaba la cuestión del código de las castas y cómo estaban de lejos dispuestos a hacerlo cumplir. La mujer que los había traicionado había firmado su acuerdo a él y al parecer, los había traicionado dispuesta. El pensamiento de matar a una mujer, especialmente una tan joven, era repugnante para él. Él se vistió lentamente, la realidad de las vidas de las castas era una carga pesada para su alma. ¿Cómo encajarían en el mundo cuando su mismo DNA los marcaba como diferentes, como animales? No eran vistos como totalmente humanos, ni tan siguiera por los que los ayudaban. Él olía su miedo, su desconfianza. Tales respuestas humanas básicas daban lugar siempre a la muerte tarde o temprano. Él miró a Charity una última vez, cada músculo en su cuerpo protestaba por la necesidad de dejarla aunque fuese por un breve rato. Entonces él sacudió su cabeza, aún un poco confuso de cómo ella tenía fácilmente logrado colarse en su alma, cuando él anduvo a zancadas rápidamente de la pequeña cueva. Los túneles y las cuevas de interconexión eran el producto de una empresa minera del oro a de hace casi un siglo. Cada gota del mineral había sido extraída de las ricas vetas que una vez habían estado a través de la montaña, dejando en su lugar un sistema de cuevas y de túneles que los coyotes habían marcado lentamente como su hogar. El túnel principal era más ancho que los otros y lo condujo de nuevo a la caverna principal donde las castas del lobo y del coyote se mezclaban en
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camaradería renuente. Su lucha ahora era la misma, pero había preguntas pendientes de ser contestadas. Las castas del coyote que habitaron las cuevas carecían del rancio olor de los chuchos del consejo que obedecían los caprichos de sus creadores. Aiden había sospechado a menudo que el mal de esos hombres era lo que producía el olor de muerte que estaba sobre ellos como una aureola de vergüenza. Los coyotes de Del-Rey, como todas las castas, tenían su propio olor distintivo, salvaje, indomable, pero sin el olor de la carnicería. Era desconcertante, como las leyes de la naturaleza comenzaban a aplicarse dentro de las diversas castas y del marco del código casi instintivo del honor que tenían. Los coyotes por naturaleza, conocían poco honor, a diferencia del lobo, y los Felinos con los que la mayoría de las castas se relacionaban. Los coyotes eran conocidos por no tener ninguna alma. Sin embargo en este caso, con las castas del coyote de esta manada, parecía que el ser humano en sí mismo había compensado la carencia. -Aiden, Wolfe tiene la situación en el Complejo bajo control. Están echando un vistazo a la mujer y todos los contactos de su estación se están supervisando. Ella transmitió la muerte de Charity en un informe de hace horas, -Hawke divulgó, su voz sonaba oscura y llena de amenaza. Aiden suspiró con resignación. -Estate listo para moverte en una hora.- Él se dio vuelta a Del-Rey. Del-Rey se inclinaba contra la pared, sus brazos estaban cruzados sobre su pecho, mirando a Aiden a través de ojos oscuros, sin emociones. -Tú encuentras agradable volver al Complejo,- él le dijo. -el problema de la mujer que usted ha secuestrado podría causarle problemas, aunque. Usted puede ser forzado volverla.- Del-Rey sonrió, aunque era más un gruñido. -No creo que suceda, Aiden. Ahora sé lo que necesito saber. Permaneceremos aquí. Aunque quizás nuestras manadas podrían trabajar juntas. Creo que tal unión nos beneficiaría todos.- Aiden cabeceó en acuerdo. -Veremos sobre conseguirte algo de equipo para aquí. Tengo varias ideas que discutiré con Wolfe primero. Necesitamos movernos cuidadosamente, Del-Rey. La opinión del mundo podría volverse contra las castas tan fácilmente como ha trabajado para nosotros.- El otro hombre inclinó su cabeza en el reconocimiento. Aiden tenía la sensación de que trabajar con él podría ser más difícil que trabajar con los enlaces del gobierno que volvían a las castas locas.
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-Pronto entonces entraremos en contacto. Consigue una lista junto con las fuentes de lo que usted necesitas, equipo, lo que sea. Vamos a ver sobre ayudarse en vez del trabajo cara a cara. Asigna a uno de tus hombres al Complejo; Dejaré uno el míos aquí para coordinarnos también. Tengo un rato la sensación de que ahora estoy en la esencia.- Del-Rey cabeceó mientras se enderezó de su posición encorvada y trasladó a varios de sus hombres para comenzar a conseguir cosas juntos. -Hawke, contacta con Wolfe,- Aiden le dijo reservado. -deseo que la mujer sea asegurada antes de que vuelva con Charity. Trataremos de ella en nuestra vuelta.- Los ojos de Hawke destellaban, su expresión que endurecía como si él protestase la orden antes de que él cabeceara precipitadamente y se diera la vuelta lejos. Lo que estaba en la mente del otro hombre tendría que esperar. -Nikki.- La doctora se sentó en la mesa que mirando la reunión con los ojos curiosos, oscuros. Ella se puso en pie y caminó hacia él lentamente. Ella miró su expresión cuidadosamente, él la observó, su propio mirada era sombría e intensa. -¿Charity? - Su garganta se cerró. El hijo de una perra, esta sobrecarga de la emoción era más que la provocación. –Ha concebido,- ella dijo un poco demasiado alto. -calculé que sucedería pronto. Él la miró interrogativamente mientras sus labios se curvaban sombríos. -También ha sufrido muchos cambios en su cuerpo demasiado rápidamente.- Ella encogió. -esperemos que la concepción facilite su imposibilidad de ser tocada. Tendremos que mirar esto de cerca, Aiden.- Él podría ver los miedos, ella se preocupaba. Él cabeceó veloz, apretando su mandíbula contra sus propios miedos. -Nos iremos aquí pronto. Descubre lo que él necesita en lo que se refiere a fuentes médicas que podamos conseguir juntos. Podemos tener más necesidad de ellas de la que podríamos imaginarnos ahora. Tenemos que cuidarla.- Y allí estaba su miedo más grande. -Sí,- ella suspiró resignadamente. -su seguridad, Aiden, debe convertirse en la última meta de la manada. Lo harán rápidamente. Había anticipado ya tu orden. He encontrado ocasionalmente, creo que puedes ser altamente fiable. -Y yo ahora que os he encontrado puedo ser altamente irritante.Aiden se dio la vuelta con sorpresa ante el sonido de la voz de Charity. Ella
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estaba en la entrada al cuarto, vestida y lista para pelear. Su cara estaba ruborizada, sus ojos brillaban con cólera. -¿Cuando me lo ibas a decir? - ella le preguntó con un tono de la paciencia forzada mientras el resto de los inquilinos se daban la vuelta para mirar la confrontación. Él hizo una mueca. Él podría ver la emoción indicadora en su mirada fija, el amor que ella pensó que ella mantenía oculto tan cuidadosamente de él. Él encogió de hombros negligente. -¿Y cuando pensabas decírmelo tú? - Él intentó mantener su voz severa. -¿tú piensas que era inconsciente del hecho de que tú sospechaste antes del ataque que estabas ovulando? Bien, Charity, puedo ser un hombre, pero no soy estúpido.- Su cara estaba ruborizada. -No estaba segura. -Por supuesto que lo estabas,- Nikki entró en la batalla. –tú no habría estado de otra manera tan callada sobre el examen que deseaba realizarte. Realmente, Charity, todo lo que usted tenías que hacer era decir algo.- Su voz era suavemente burlona. Charity frunció el ceño a su amiga ferozmente mientras que ella la cruzaba los brazos sobre su pecho. -Quizás esperaba algo más que un maldito acoplamiento,- ella ladró furiosamente, aunque él podría oír el dolor detrás sus palabras mientras ella lo aguijoneó con otra mirada. -No dije que aceptaría ese tema, Aiden de la sumisión,- ella ladró. -Tú dices que soy tu compañera. No. Él entonces se rió entre dientes. Prestó escasa atención a los hombres que los miraban o a su interés por la confrontación mientras que él se movió rápidamente hacia ella. Él la cogió alrededor de su cintura, tirando de ella contra su cuerpo, permitiendo que ella sintiese la erección que no había desaparecido todavía de verdad. -Digo que tú eres mi corazón,- él dijo claramente. -y si recuerdas correctamente, te dije eso mismo antes de que cualquiera de nosotros sospechara el cambio, Charity.- Ella frunció el ceño. -Alguien tiene que serlo, porque está claro que tú no tienes uno,- ella atacó intentando apartarse lejos de él. Él sacudió su cabeza, más que un poco confuso mientras que la miraba fijamente. -Te amo, Charity, ¿qué más quieres? - Él frunció el ceño mientras que ella se calmaba repentinamente en sus brazos. -¿Qué tú qué? - ella susurró débilmente. -dilo otra vez.- Él sonrió mirándola hacia abajo, divertido, tan lleno de su amor por ella que él se preguntaba por momentos cómo él podría hacerlo todo.
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-Te amo, compañera,- él gruñó mientras que él bajó su cabeza hasta que su nariz tocó la suya. –Mira lo que está tan claro como la nariz en tu cara. Tú eres mi corazón, Charity. Mi alma. Mi compañera. Tan lenta como el amanecer, tan apacible como una mañana de verano su sonrisa se extendió a través de su cara, aunque ella intentó estrechar sus ojos con intimidación, aunque nada podría apagar la alegría él vio extenderse a través de ella. -Bien. Supongo que entonces te dejaré ser mi compañero.intentó empujar lejos de él.
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-No pienso eso.- Él tiró de ella. -Espero que un poquito más que eso después de hacerme declararme delante de los coyotes.- Él era más que enterado de los risas ahogadas que sonaban detrás de él. Ella miró a hurtadillas sobre su hombro, una sonrisa tiraba de sus labios mientras que ella le devolvió su mirada fija. -Sí, parecen divertidos,- ella dijo suavemente. –solo que ya les llegará su día. -Eso no era lo que estaba esperando.- Su mano resbaló hacia trasero cuando él le acarició amonestadoramente. -¿Tienes seguramente algo más que decir? -Bien,- ella dijo con voz perezosa. -te diría cuánto te amo, pero ahora esa mano que acaricia a mi trasero es un poco demasiado arrogante. Contenla. Su ceja estaba arqueada. Ella lo llenaba de alegría, pero él podría decirle que no podía de ninguna manera apartar la mano de ella. Su mano se apretó en la curva tentadora de su nalga mientras que él levantó su más cerca. Ella jadeó mientras su muslo se presionaba contra el montón suave de su sexo. Él podría sentir su calor, y entonces él podría olerlo. Natural, necesitado, un olor embriagador que era más rápido y primitivo que cualquier droga. -Te amo,- ella respiró, repentinamente seria, sus ojos estaban húmedos con la emoción, suavemente aterciopelados con la sensación. –lo he hecho siempre, Aiden. Sus brazos se apretaron alrededor de ella, su cabeza bajó para tomar sus labios en un beso que abrasó su alma. No eran tan solo sus labios junto a sus labios cuando sus ojos miraron fijamente en el suyo. Solo la unión de almas. En el momento que Aiden había sabido del regalo de su amor, dado tan mucho antes de que, era todo el que lo había conducido. Inconscientemente, por instinto, él había sabido que solamente ella podría
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iluminar las aristas oscuras y tristes de quién y de lo que era. Y ella lo llenaba, inflamándolo de tal emoción y tal necesidad, que lo puso casi de rodillas. -Tenemos audiencia,- ella susurró contra sus labios. -Fóllame,- él gruñó como sus manos alisaron encima de ella detrás, su corazón disfrutando en ella, en los muchos regalos que ella le había dado. -No.- Ella entonces rió, con la alegría que se advertía en su cara. Fóllame. Más adelante. ¿Quizá en un cojín otra vez? -Te gustó el cojín,- él murmuró mientras su cuerpo se apretaba con el pensamiento. Manteniendo su brazo alrededor de ella, él se dio vuelta rápidamente para hacer frente al grupo sonriente que lo miraba. -Bien, Rey, se que es informativo. Pero es hora para nosotros de irnos. Consigue tus listas, visítanos cuando puedas.- Él llevó a Charity hacia el túnel mientras que ella rió detrás de él. -Hawke, asigna a alguien aquí y lleva tu trasero al jeep o me iré sin ti.Era hora de ir a casa. Pero maldito si él sabía dónde iba a encontrar otro cojín con tan poco tiempo. Él podría improvisar quizá, pensó. Habría seguramente algo similar.
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EPÍLOGO La habían encerrado en una habitación. Una revestida de acero. Ninguna puerta. Ninguna ventana. No había vista alguna, pero el espejo de dos vías grande proporcionaba una visión de dentro. Desde allí Hawke vio el trozo de su alma. La mujer era delgada, de acuerdo, mirando fijamente silenciosamente del catre plegable en el que ella estaba. Sus ojos azules grandes brillaron con humedad pero ninguna lágrimas había caído de ellos en las horas en que la habían confinado allí. La resignación y la aceptación estaban sobre ella como una capa del dolor. Él había venido al pequeño cuarto oscuro a mirarla tan pronto como regresó al Complejo. Él necesitaba verla para reafirmarse que la decisión a la que hacían frente podría ser realizada. No habían notificado al ejército de su traición. Ése era trabajo de Faith y después de una larga mirada indagadora cuando él le había preguntado a que se debía el rechazo del mensaje, ella había cabeceado su acuerdo. Ahora él estaba parado aquí, simplemente mirando, incapaz de ir más allá de la puerta situada en el extremo de la habitación largo y decidir que hacer a continuación. ¿Era una diferencia en cómo lo entrenaron, él se preguntaba? Él no había experimentado las injustas crueldades a las que muchas de las otras castas habían hecho frente. A los profesionales que lo había creado, había sido observado, probado y entrenado. Por hombres y mujeres que entendían que las respuestas verdaderas venían del buen trato y el cuidado. No había sido bastante para él. Las misiones a las que le habían enviado eran sangrientas, viciosas, y de él se esperaba que las realizara con una carencia total de misericordia. Él había hecho como le habían pedido pero siempre con un ojo puesto en la mejor oportunidad de escaparse. Cuando llegó el momento él la había aprovechado alegremente. Pero él no tenía recuerdos amargos, dolorosos de abuso tal como Wolfe, el Jacob y las otras castas tenían. Él lo entendía. Lo aceptaba. Sabía que sus vidas pendían en el equilibrio de la opinión del mundo en este momento, y eso podría cambiar cualquier día. Estaba dispuesto a dar su vida por los que lo habían adoptado. Estaba dispuesto a combatir por la libertad. Pero no estaba dispuesto a matar a su compañera.
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¡Joder! ¿Cuando la aceptó como su compañera? él se preguntaba. ¿Cuándo tenido lo finalmente dado adentro a la demanda sutil su cuerpo hacía en su mente? Ella rozó en su mejilla, limpiando una lágrima que finalmente había caído. Su gente no sabía que ella estaba retenida. Cuando él la llamó con una orden él había sido exacto. Confinarla secretamente. Dejar que nadie supiese que la habían capturado o donde la mantenían. Él miró la puerta a su espacio abierta. Ella estaba mirando con atención, cautelosamente, miró lentamente mientras que Wolfe y su compañero, Hope, entraban en la habitación. Eran una pareja poderosa. Despertaban muchas miradas, llamativa con su molde levemente asiático hacía que ella pareciese, intocable mientras que ella precedía a Wolfe en la habitación. Wolfe era sobre seis pulgadas más alto, pesadamente musculoso, una fuerza peligrosa poderoso con la que contar. Su piel era oscura y su largo pelo negro le hacía parecer un americano nativo. Sus ojos azules y el sesgo vertical cruel de su boca hacían que su mirada fuese esencialmente peligrosa. -Jessica.- Wolfe cabeceó hacia ella mientras que él Hope caminaron a la mesa que estaba a los pies del catre y se sentaron. -siéntate, por favor.- Wolfe empujó la silla adicional debajo de la mesa con su pie mientras él la miró. Hawke vio el miedo que destellaba en sus ojos. Ella palideció durante un momento, su labio inferior temblaba mientras que ella tomaba asiento. Ella miró fijamente hacia adelante, no desafiantemente, sino algo sombría. Ella había aceptado su destino. -Jessica, ¿podrías decirnos por qué nos traicionaste? - La voz de la Hope era apacible, suave. Hawke miró el estremecimiento de Jessica ante su tono cuidadoso. Ella entonces echó un vistazo a Wolfe. Él la miraba atento, su expresión era fría, prohibiendo. -No tengo ninguna excusa.- Su voz era profunda, áspera de contener las lágrimas. Le causó dolor un latigazo a través de su tripa, arrebatándole su respiración con la necesidad de entrar en la habitación de protegerla, como si nada, contra sus miedos. Hawke estaba enterado de Jacob que caminaba y después estaba parado al lado de él. Moviéndose silenciosamente hacia el cristal, mirando los procedimientos pensativamente. -Tú enviaste el mensaje de que Charity había muerto. De que tú misma habías visto el cuerpo. Usted apartaste a Hope y Faith de las comunicaciones que construían contigo usando una excusa muy débil.- El
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tono de Wolfe la hacía acobardarse con su cólera. -no creo que deseases ver a nuestras mujeres dañadas, Jessica. Sin embargo aún así, diste a tu padre las coordenadas de nuestros hogares personales y permitiste ese ataque. ¿Por qué? - Él descubrió sus dientes, los colmillos agudos en el lado de su boca que delineaba su mirada fija. Hawke la miró ponerse aún más pálida mientras que ella tragó con una tensión enfermiza. Su piel cremosa ahora estaba blanca como la nieve, sus ojos azul marino casi ennegrecidos de miedo. Su mirada fija osciló para esperar. -Hice todo lo que pude,- ella susurró débilmente. -para reducir al mínimo el daño.- Wolfe se inclinó adelante lentamente, peligroso. Una ondulación lisa del movimiento que tenía su mover bruscamente, un gemido de miedo escapó de su garganta. -Tú firmaste el código,- él dijo áspero mientras que ella tembló ante él. –Conocías las consecuencias.- Las manos de Hawke se apretaron en puños mientras que la necesidad de protegerla se extendía a través de su cuerpo. -Conocía las consecuencias.- Pese a todo su desfallecimiento, su voz era fuerte. -las acepto. -La -muerte,- Wolfe ladró ferozmente. ejecución. ¿Estás preañada para eso?
-Muerte, Jessica.
Una
Sus ojos se cerraron brevemente antes de que ella volviese su cabeza, mirando fijamente al líder de las manadas, con pesar y dolor insoportable brillando en sus ojos. -Estoy preparada para eso, líder de la manada,- ella susurró. -sabía que la consecuencia era la muerte.- En ese momento, Hawke sintió su alma hacerse pedazos.