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2013 Lucía Muñoz Molina


Primera edición: julio de 2012

2013 Lucía Muñoz Molina Fotografía de cubierta: Celina Bordino Diseño gráfico: Mario Ortega Corrección ortotipográfica: Itamar Ortega Díaz

Licencia Reconocimiento - No comercial - Sin Obra Derivada - 3.0. España Honolulu Books Torrent d'en Vidalet, 34, bajos. 08012 Barcelona www.honolulubooks.tumblr.com ISBN: 978-84-9399-49-2-1 La editora autoriza la reproducción de este libro total o parcialmente, por cualquier medio actual o futuro, siempre y cuando sea para uso personal y no con fines comerciales.


Para todas aquellas egobloggers que estĂĄn aĂşn por despertar


PRIMERA PARTE


Lo mejor de estar en paro, además de poder pasarte todo el día en pijama, es la cantidad de tiempo libre del que dispones para dedicar a perversas ensoñaciones y posibles planes maléficos de dominación mundial. Me requetencanta inventarme historias de mundos paralelos en los que llevo a cabo mi cruel venganza contra la sociedad de consumo, pequeñas fábulas tipo what if… Cayo Lara fuera presidente? Acojona, ¿eh? Me suelo dejar llevar por estos arrebatos normalmente los viernes justo antes de dormir, en mi casa, que es la casa de mis padres, mirando al techo con los ojos como platos desde mi camita infantil de Tu Mueble Joven Ctra. de Burgos km 56, tratando de digerir las tres o cuatro putadas semanales que 13


anuncian los que nos mean desde arriba en el Consejo de Ministros. A otros les funciona la masturbación, pero yo tardo tanto en montar el escenario de la fantasía sepsy que me suelo quedar dormida incluso antes de que haya hecho su aparición el galán con mullet, así que de poco me sirve esa técnica. Me gusta decantarme por tramas que acontecen en distopías postapocalípticas, básicamente porque con cuatro edificios medio derruidos ya has apañao el decorado, y no sé si lo he dicho ya, pero a mí eso me viene de perlas porque soy bastante vaga. Y además soy sagitario, y esto de los libros que versan sobre futuros chungos a la par que tranquilicos y con drogas chachis por doquier debe de ser una cosa muy de sagitarios. ¿Philip K. Dick? sagitario; ¿Arthur C. Clarke? sagitario; y además nacieron los dos el mismo día: tomaaaa. Y muchos otros, seguro. O no. *** 14


Bueno, que os pongo en situación: estamos en el 2013 y la revolución indignada ha triunfado (efectivamente: Naniano, Naniano no llegó al verano). Hemos derrocado el capitalismo financiero (¡¡weeee!!) y el nuevo himno nacional es una hermosa tonadilla obra del afamado compositor punk Evangelino Yermos. Anda que no os estáis poniendo cachondos solo con leerlo. Dice el tango que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el 506 y en el 2000 también. Mas, cierto es asimismo, que en el 506 la gente no seguía a @bufetalbelda en Tuister y no estaba tan puesta en materia de derechos laborales, no había habido un Josh Wawls que les hablara de la justicia como equidad, y aún no estaban familiarizados con el apelativo «negrero»… Pero de ahí a la sobreinformación que nos impide conciliar el sueño con normalidad hay un trecho. Aquello de «ay, cómo me gustaría ser una cerda satisfecha, Maripi, telojú» queda de

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un subidito y de un autoconsciente que da repeluco. Pero, ahora en serio, ¿quién podría negarse hoy en día a que un cirujano no titulado introdujese una crayola de color azul cobalto a través de una de sus fosas nasales, garantizando que, una vez alcanzado el cerebro (fuente de todo mal) quedaríamos automáticamente convencidos de que el copago en sanidad es necesario, de que la monarquía constitucional es el mejor sistema posible, y de que lo que necesita el capitalismo es ser refundado? Me gustaría ser inconsciente para poder dormir a gustico. Mmmm, I like. A mí lo que me gustaría ser, qué coño, es una egoblogger de moda. No, no, no penséis que envidio sus trapos, o sus eventos baratos, lo que realmente me chincha rabiña es que tienen toda la caja de doce pinturas incrustada a conciencia en el coco. Si no, no me explico cómo el día en el que el gobierno de España anunció un recorte 16


de 10.000 millones de euros en educación y sanidad vosotras estabais comentando cuán emocionante era el fichaje de Ralf Gibbons como director creativo de la firma de alta costura Prior… –A ver si me lo puedes explicar para que yo lo entienda: ¿cómo es posible que te diera tan igual lo que sucedía a tu alrededor, GenovevaStyle? –Ay, de verdad, no lo sé, es que nunca voy al médico, ¿sabesss? Y si voy, voy a la privada, ¿sabesss? –Querrás decir que ibas, porque esos distingos para ricos se han acabado, maja, permíteme que te lo recuerde –suspiro de la desesperación–. Ay, GenovevaStyle, qué alumna más terca y más cerril. Miro por la ventana y veo el antiguo ayuntamiento. Ahora no es más que un Gedächtnis Rathaus, «cuatro piedras mal puestas», que diría un turista paleto en el Partenón. Aaaaay, recuerdo el día en que lo okupamos. 17


Los polis vestían de azul y nosotros de pantalones modelo talibán y sudaderas con capucha. Cuando comenzaron las revueltas que llevaron a derrocar el capitalismo a finales del 2012, el emblemático edificio se utilizó como almacén de artillería indignada: diábolos, pancartas, monociclos, mandarinas, tabaco de liar Poblado, cariocas, y pulverizadores con leche. Posteriormente se convirtió en centro provisional de operaciones del recién creado Ministerio del Textil, cuyas primeras medidas de urgencia fueron la nacionalización del Grupo Imitex, y la prohibición de usar leggins como pantalones, práctica que durante los últimos años del antiguo régimen había llegado demasiado lejos. –Tú no ibas nunca al médico, vale, tenías un seguro en Curitas, vale, pero, no sé, ¿no te preocupaba que a las abuelitas obreras del barrio de Villarrojo Alto no les llegara la pensión para medicamentos? 18


–Me la sudan las putas viejas. Pinchan. De todas mis alumnas, GenovevaStyle era probablemente la más dura de pelar. A su irracional nostalgia por la ya extinta sociedad de consumo se unía el hecho de que su familia había sido una de las agraciadas del programa «Reverse Gentrificación: ahora te jodes», llevado a cabo por el Ministerio de Vivienda, y consistente en un intercambio de inmuebles entre barrios obreros y barrios bien. El ministro, forofo de Josh Wawls, declaró el primer día de su puesta en práctica: –¡Posición original para todos! ¡Que a la señora de mechas le pueda tocar el cuchitril infecto y a la viuda con un hijo yonki el pisazo en el Paseo de la Lagarterana! ¡Así todos querréis vivir en un término medio! Llegué a mi destino como maestra en un gulag de reinserción de egobloggers de moda con los bolsillos llenos de ilusión y las pilas cargadas. 19


Cuando acepté el trabajo sabía que no sería tarea fácil. Conocía el perfil, sabría manejar la situación: yo misma había estado metida hasta el cuello en ese infierno, pero luché y conseguí vencer la adicción a hacerme fotos con lo que llevaba puesto cada día para enseñárselas al mundo. Ahora tendría que ayudar a jóvenes egobloggers rebeldes colgadas de la fast fashion y el éxito fácil a ser miembros útiles (o al menos no tan inútiles, con eso me conformaba) para la nueva sociedad hermosa y ecuánime que los perroflautas estábamos construyendo con esmero. Me habría gustado más que me tocara el noble oficio de amado líder supremo, para el que, por cierto, estaba sobradamente preparada, pero cuando llegué ya se lo había agenciado el joven y prometedor ex diputado Roberto Monzón Carrascosa. Y todas tan contentas, oiga, porque en un líder supremo lo de estar buenorro que te cagas siempre es un plus. 20


Mi tarea consistiría, con la ayuda de Marx, y siempre que estuvieran dispuestas a cooperar, en algo bien sencillo: formatear las cabezas de estas pobres chiquillas, sometidas durante años a sofisticados mecanismos de lavado de cerebro por parte de las revistas de moda. Las quince camisetas que no deben faltar en tu armario esta temporada (o te convertirás en una marginada social). Joder, ¿quién puede resistirse? Estas chavalillas habían sido acusadas de fomentar el consumismo desaforado entre sus lectoras, haciéndoles creer que no hay nada más guay que no repetir outfit jamás de los jamases, de ensalzar el capitalismo con esa manía tan tonta, pero tan dañina, de necesitar ropita nueva de manera regular, contribuyendo a la perpetuación del perverso ciclo de las tendencias, sustento y base primordial del sistema capitalista de producción; acusadas asimismo de alta traición a la patria por hacer apología de la bollería extranjera chusca del tipo cupcake/macaron 21


en la columna derecha de sus blogs, junto a fotos de la encarnación de todos los postulados del patriarcado: la relamida y archifemenina actriz de los años sesenta Aubrey Clerkburn. Yo tenía que conseguir, por las buenas o (muahahahah) por las malas, que mostraran sincero arrepentimiento por este alegre colaboracionismo con el antiguo régimen. Cada mañana, nada más entrar en el aula, me enfrento a sus caras largas y a sus pucheros por tener que vestir esos espantosos monos de color café como castigo a su delito de fashionismo, y ello me hace recordar de qué manera me divertía aterrorizando a mis amigas bloggers durante los últimos coletazos del antiguo régimen con el espectro que se cernía sobre Europa: –Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo. ¿No os suena esta cita?

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–¿El espectro del consumismo? –preguntó una de ellas con asombro a la par que con ilusión–. Bua, pues genial. –Cuando vengan los bolcheviques nos harán vestir a todas, sí, sí, a vosotras también, con un uniforme de color café, ¡con lo mal que nos queda a las mediterráneas! – insistí–. Je, je, je. –Los bolcheviques no van a venir, todo se va a arreglar. Saldremos de esta, pero nunca podremos volver a vivir por encima de nuestras posibilidades, como cuando gobernaba el de la ceja, ese al que votasteis los de tu cuerda y que dejó una herencia envenenada –me respondió la misma amiga, con cara de oler mierda y acento pijo ultraforzado. Muchas veces me quedaba alucinada mirando esas fascinantes estructuras del dolor que llevaban puestas en los pies. –No quiero ser cansina, pero no sé si sabéis que cuando vengan los bolcheviques prohibirán los tacones porque son 23


patriarcales y antirrevolucionarios, y os vais a tener que joder. –Ay, tronca, cállate, en serio, que ya rayas, ¿eh? No me equivocaba: pocos meses después de la caída del antiguo régimen, el diseñador de calzado femenino Pololo Biohnik fue llevado a juicio a instancias del Ministerio del Textil y condenado a probar en carne propia sus diseños. Dos días después, en rueda de prensa anunció que se disolvía y que entregaba los stilettos. –Profeeee, vuelve, que se te ha ido el panchito –me gritó una de las alumnas desde la última fila–. Llevas como dos minutos ausente… –Ay, chicas, perdonadme, son estos malditos flashbacks que sufrimos los veteranos de la Spanish Rebellion. –¿Otra vez la alucinación del conseller Felix Roig armado con un bazooka, repitiendo 24


una y otra vez que si te hubieras quedado en casa en lugar de salir a manifestarte no te habrían llovido porrazos? –En efecto, maldito Síndrome de Estrés Postraumático. Sería una maestra de gulag, pero me hacía de querer. Las alumnas me respetaban y hasta se preocupaban por mí. No ocurría lo mismo, por ejemplo, en la clase de al lado. Mi colega era una tipa bastante más dura que yo, bastante más entrada en carnes, con bastante menos paciencia y curtida en la lucha contra los abrigos de bebé foca en cientos de alfombras rojas. Aguerrida activista anti sandblasting, se encargaba de transmitir, por las buenas o (muahahaha) por las malas, los valores del decrecimiento a editoras de revistas femeninas, estilistas y publicistas, haciéndoles enfrentarse cara a cara con el daño irreversible que sus publicaciones habían causado en generaciones y generacio-

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nes de chicas. A menudo la oíamos gritar durante sus lecciones: –Veamos, señoritinga Yanira Capellán, decía usted en el número de abril del 2010 de la revista Metropolitan que la celulitis se combate con cremas, bebiendo agua y haciendo ejercicio. ¡¡ESO ES MENTIRA Y USTED LO SABÍA!! ¡¡LA CELULITIS NO SE QUITA CON NADA, OSTIA PUTA, ES UNA MALDITA CONDENA DE POR VIDA Y USTED A SABIENDAS DE ELLO MANTUVO COMO ANUNCIANTE A CELUTILINE REDUCTOR EN SU REVISTA!! ¡¡USTED MINTIÓ A TODAS ESAS DESGRACIADAS!! En ocasiones hasta teníamos que interrumpir la lección por culpa de sus gritos, pero vamos, que no os asustéis mucho porque os estoy hablando de que los gulags que nos montamos eran bastante light, nunca sobrepasamos el límite de los monos de color café y alguna que otra novatada. Los cansinos de las comisiones de respeto y las facciones más perrofláuticas del 26


movimiento se encargaron bien de joder nuestra sed de venganza, obligándonos a firmar un coñazo de tratado mediante el cual nos comprometíamos a que nuestras únicas armas siguieran siendo unas inofensivas manitas agitadas up in the air. Booooring.

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SEGUNDA PARTE


Quién nos iba a decir en mayo del 2011 que un par de años después acabaríamos derrocando el sistema capitalista agitando esas mismas manitas inofensivas y tuisteando cómodamente desde nuestros sofás. Con disciplina y constancia, conseguimos que el 80% de los tuists versaran sobre política, para desesperación de beibibers, sextuisteras, y ciudadanos que necesitan informar constantemente sobre lo que están comiendo. La situación se tornó prácticamente insostenible días antes de la caída del antiguo régimen. No era de recibo que petáramos los TT día sí, día también, con nuestros hashtags reivindicativos. Había que dejar espacio como fuera para los TT sobre fútbol y reality shows 31


de vergüenza ajena. Y así fue como el poder terminó por ceder. –Está bien, tendréis la última palabra sobre el nuevo sistema de producción, pero, por favor, devolvednos Tuister, es viernes, necesitamos comentar Súper Cani y se nos está agotando la paciencia –fueron las últimas palabras del último discurso que pronunció el tecnócrata Darío Magri como presidente del gobierno de nuestra nación, días antes de la toma del Palacio de la Morcuera. A esta implacable presión internáutica pronto se le unió la de la denominada guerrilla del engorde: cientos de miles de perroflautas se prestaron voluntarios para duplicar su peso, consiguiendo así desgastar a las fuerzas del orden, que se vieron desbordadas ante la perspectiva de tener que arrastrar por los pelos a ciudadanos de más de 100 kilos en desalojos de plazas tomadas. En la que sería la última comparecencia de las fuerzas y cuerpos de seguridad del 32


Estado, un visiblemente afectado y exhausto jefe de policía declaró: –Me rindo. A tomar por culo. Si quieren entrar en el congreso, adelante, pero no podemos seguir cargando con detenidos fanegas que visten camisetas XXXL de la Patrulla Z. Se nos hace muy cuesta arriba esta resistencia pasiva. Cuando los guarros estaban delgaditos era un placer arrastrarlos hasta los furgones entre patadas e insultos, pero ahora ha devenido en un auténtico calvario. Tengo a un 70% de los agentes de baja, con fuertes dolores de espalda, luxaciones, e incluso depresión. Esto no hay quien lo aguante. Hemos de reconocer la derrota. –Lleva así de ausente todo el día –oigo a una de mis alumnas como si estuviera a veinte metros. Recibo un bofetón en la cara. –¡Reacciona! –es el guardia que intenta hacerme volver–. ¿Estás bien? 33


–Sí, sí estoy bien, lo que pasa es que de repente me vienen todos los recuerdos de la revolución como si de una novela se tratase, y chico, es que se me va el panchito y me quedo traspuesta. –Quizás necesite que la vea un médico. –Qué va, qué va, aquí no ha pasado nada, vamos a seguir que estas lelas no se reeducan solas. ¡A vuestros sitios! ¿De qué estábamos hablando? Ah sí, de que sois unas lelas y unas frívolas inconscientes. ¿Sabéis qué? Yo también tuve en su día un blog de moda en el que escribía chorradas como pianos, yo también fui una descerebrada fashionista, pero poco a poco me fui cayendo de guindo, y me di de bruces con el sistema. Comprendí cómo funcionaba el mundo y de qué manera mis compritas sin cabeza repercutían negativamente en él. Y por eso, niñas, estoy aquí con vosotras, para demostraros que se puede salir, que hay vida más allá de esperar a que salga el Vague colecciones. Así que no tuve más remedio que poner mi bitácora al 34


servicio de la revolución, como hubiera hecho cualquier patriota. –¿Habéis oído hablar de lo que fue la encriptación anticapitalista? –Me abuuurroooo. –Brunilda, estás enfurruñada porque te has quedado sin título nobiliario y ya no eres más que nadie. Entiendo que lo de tu familia ha sido explotar semejantes durante siglos, pero ahora tienes que aprender a ser respetuosa. Lo de que a uno de tus antepasados una furcia natatoria le diera una cimitarra de poco va a servirte a partir de ahora ¿se me entiende? –Sí, señora –afirmó Brunilda con la boquita pequeña. –Ah, por cierto, Melinda –me dirigí hacia su compañera de pupitre–, los guardias me han comentado que te sigues agachando para atarle los cordones a Brunilda. No me obliguéis a destruir vuestro tándem. Os hablaba de la encriptación, una de las tácticas 35


que utilizamos los guerrilleros antisistema en nuestro día a día para acabar con el capitalismo. –¿Qué significa «táctica», profe? –preguntó intrigada GenovevaStyle. Cada pregunta sobre léxico, ortografía o datos culturales que yo creía básicos era una puñalada en el corazón. Entre pagar las subidas de las tasas universitarias y comprarse el bolso de Lluewe de la temporada, mis queridas alumnas egobloggers optaron por lo segundo. Algunas no acabaron ni la secundaria, pero, eso sí, se encargaron de buscar un marido empresario y ¡a vivir alegremente de la plusvalía que este obtenía explotando a sus congéneres! Otras directamente se vendieron a alguna multinacional del textil que les hacía un 20% de descuento en especie, y acabaron trabajando diez horas al día como dependientas en establecimientos desquiciantes, de esos en los que suena bakalao del duro, más duro que 36


la pata perico a todo trapo, género musical que, por cierto, prohibió el nuevo Ministerio de Sanidad pocos meses después de la instauración del régimen postcapitalista. –Déjame contarlo y lo entenderás –me armé de valor, y comencé mi relato–. Al igual que vosotras, e incomprensible e imperdonablemente, muchos de los aguerridos jóvenes anticapitalistas que comenzaron la revolución de mayo no tenían ni guarra de que existiera semejante palabro. »¿Sabéis qué? Te enseñan a arreglar dobladillos con cinta de doble cara, te enseñan que cuando un elemento aparece en más de tres desfiles de una misma fashion week se convertirá en tendencia, te enseñan a combinar tejidos y colores, pero nadie en un máster de estilismo e imagen personal te prepara para epatar con tu modelito en la presentación de un libro de Pubescentes Sin Perspectivas. »Llamadme paranoica, pero cuando iba a centros autogestionados o a conciertos de 37


vallekanish punk me daba la impresión de que los libertarios sabían que me depilo. Es que juraría que hasta lo olían los cabrones. Sé que en el fondo esto es una tontería similar a la paranoia de irte de casa de un tío por la mañana y pensar que todo el mundo te mira porque saben que has follado. »Pues bien, estoy convencida de que estos señores con mallas eran capaces de detectar moléculas burguesas a kilómetros. La gente como yo llevábamos el terror a tener que usar unos retretes de edificio okupado escrito en la frente. Y los okupas nos despreciaban por ello, porque ellos no le temen a nada: ni a las habitaciones apuntaladas, ni a los muros ruinosos que hacen crack-crack, ni mucho menos al frío. »Cuando llegamos a la escuela popular del barrio de la Bonanza, me alucinó lo bien conservado que estaba el edificio de la asociación vecinal, un viejo colegio abandonado. La presentación del libro tendría lugar en la biblioteca, llena de volúmenes donados 38


por los vecinos. Nada más llegar tomamos asiento. Las sillas estaban colocadas de forma circular, en plan Alcohólicos Anónimos, para que todos pudiésemos vernos los caretos. Había muy poca gente, apenas éramos seis o siete personas. Me quité el abrigo y lo dejé en el respaldo de la silla. Al poco rato comencé a sentir un frío de cojones. Me giré con la intención de rescatar el abrigo para ponérmelo sobre los hombros, y según me giraba empecé a emparanoiarme seriamente: «¿Cómo te vas a poner el abrigo? ¿Estás loca? Ese frío que sientes es superburgués. ¿Qué esperabas? ¿Que hubiera calefacción en un centro autogestionado? Anda que no eres pija. Vas a quedar fatal, vas a avergonzar a tus anfitriones, que no se pueden permitir el lujo de calentar una escuela que sacan adelante a costa de su tiempo libre. Tienes que hacerles creer que estás tope de a gusto. Y ojito con estirar las mangas del jersey para cubrirte las manos».

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»No acerté en absoluto con el modelito, pero esa asamblea significó un punto de inflexión en mi conciencia político-estética. A partir de aquel día, por fin comprendí que la revolución será con calentadores o no será, y que al centro social La Cigarrera se va con medias debajo de los pantalones sí o sí. Resultó que, al final, la espantosa y censurable moda cebolla tenía su causalidad. »Mientras me concentraba en no temblar y en interiorizar mis nuevas convicciones, hicieron su aparición en la habitación tres portavoces de la plataforma Pubescentes Sin Perspectivas con sus hermosas camisetas amarillas. «Madre mía cómo viene la juventud», pensé. No os digo lo que les habría hecho a los yogurines porque es de muy mal gusto y además, muy probablemente esto lo esté leyendo mi novio, ¡hola churri! Se sentaron, se presentaron y hablaron. Hablaron con fuerza, con convicción. »Chicas, qué léxico, qué expresión corporal… si es que no hay nada más sepsy que 40


una organización político-juvenil, y estos chavales sin curro, sin casa y, ay, sin miedo, eran unos ladrones que se habían instalado en mi corazón sin contrato de arrendamiento, no como esos ciudadanistas de Democracia de una Vez Copón!, que eran todos unos relamidos de cagarse, sobre todo aquel grupito que se escindió allá por abril del 2012, capitaneados por Flavio Granada. »Cuando hubieron acabado sus intervenciones abrieron un turno de preguntas para los allí presentes. Al ver que nadie tenía nada que decir, y yo me moría por que reparasen en mi existencia, decidí romper el hielo: »–Hola a todos. Bueno, quitando lo de la gilipollez esa del femenino plural, que parecéis tontas cada vez que os forzáis a vosotras mismas a utilizarlo, os tengo que dar mi enhorabuena por esta organización tan chuli que os habéis montado. Soy experta en marketing y comunicación, y de verdad que os doy un 10. Habéis creado un movimiento sepsy, estáis buenos, sois jóvenes y 41


luchadores. Y todo ello es excitante y llamativo. No sé quién os lleva la comunicación, pero podéis trasladarle mis felicitaciones. »Me miraron como si fuera el mismísimo asesino Raúl Mercado, y uno de ellos me salió respondón: »–Ya señora, ¿sabe qué pasa? Que es que nosotros somos anticapitalistas, y de eso del marketing, que es un invento del mal, sudamos mazo –me reprochó uno de los chavales que estaba de toma pan y moja, aunque le colgaran un par de rastas desde la nuca, que para mi gusto le sobraban un poco–. Nosotros no tenemos por qué vender nada ni cubrir nuestro movimiento de virutitas de chocolate para hacerlo atractivo. »¿¿Perdona?? ¿Señora? Dios mío, lo sabía, tengo arrugas y estos chiquillos tan follables se han dado cuenta de que soy una Mrs. Robinson, una vieja verde que les pone ojitos, es mi declive, ¿qué voy a hacer? Necesito bótox, o antidepresivos, o algo, ¡estoy gorda! ¡No! ¡No pienses!, recuerda 42


que pueden leer tu mente y por ende tus patriarcales y superficiales pensamientos, así que tranquila, recomponte y contesta a ese ingrato como se merece: »–Ay, qué atrevida es la juventud, y qué valiente es la ignorancia. Listos, que sois unos listos, que os creéis que lo sabéis todo, listos. A ver, listos, ¿habéis oído hablar de la encriptación anticapitalista, ¿eh, listos? ¿Cuando os llaman «perroflautas con iPut» cómo os defendéis? »–P-p-pueees… »–P-p-pues que ni zorra idea, vamos, lo que me temía, solo sabéis balbucear. Vamos a ver, chavales, lo que tienen los sistemas, como lo es el capitalismo, es que engloban todo, hasta el antisistemismo, y las únicas armas con las que podemos defendernos son las que nos da el sistema, ¿right? Nuestro deber es encriptarnos, generar discurso en nuestros lugares de trabajo, en nuestros grupos de amigos… Y para ello tenemos que saber vender nuestro producto. Para que nos 43


entendamos: se cazan más moscas con pendientes de perlas que con dilataciones en las orejas. ¿El marketing es una herramienta del sistema? ¡Pues usémosla contra él, corcho! ¡Trollea, trollea! »La multitud (de siete, sí, menos uno que se había ido porque llegaba tarde a la reunión de su comunidad de vecinos) estalló en aplausos. Y yo me sentí la reina del cotarro indignado, toda una diva del 15Ñ, de esas que estuvieron en la Plaza Menhir de Egipto y volvieron para contárnoslo, o ese señor con boina que estaba siempre en todos los saraos. »–Impresionante discurso, interesante postura, pero cuéntanos eso de cómo defendernos de los que nos llaman «perroflautas con iPut», porque cada día es un infierno – el mosquetero más tímido de los tres inquirió intrigado, a la par que esperanzado. »–Muy fácil. Cuando eres un encriptado formas parte de dos mundos. No puedes apartarte del sistema en el que vives porque, como bien he dicho, este lo engloba 44


todo, y además, eres parte del otro mundo, del nuevo que intentas crear a través de tu lucha encriptada. Así que no sufras: no eres incoherente. Al acabar de contar la anécdota me encontré con dos tercios de la clase dormidos, y a GenovevaStyle con la boca abierta, mirándome con gran asombro. –Qué asco, ¿no? Te ponen los tíos con los pies negros que tienen hurones como mascotas. Qué fuerte. –¿Eso es todo lo que sacáis en claro? Pues en primer lugar permíteme que te diga que se nota que no has probado una polla revolucionaria en tu vida, maja. »Y en segundo lugar, a lo que iba es a que ¡vosotras no os encriptasteis una mierda! Bueno, es que ni os oí protestar por absolutamente nada. Cuando estábamos en paro y nos cascaron una reforma laboral neofeudalista, le dedicabais posts a vuestros bolsos nuevos. ¡TRES y hasta cuatro párrafos 45


alabando un trozo de cuero! Cuando se anunció la amnistía fiscal para grandes defraudadores vosotras seguisteis erre que erre con el cinturón que no debe faltar en tu armario esta temporada, en tres colores, TRES. ¿Para qué queríais tantos cinturones, leñe, si con un cable o una soga os habría bastado y sobrado? Los únicos ideales que respetáis son aquellos que utilizáis como adjetivos para hablar de unas gafas de sol con las que una óptica provinciana os ha comprado un post patrocinado. »Traicionasteis vuestra condición humana demostrando nula empatía, tuisteando cosas tan obscenas y cínicas como «necesito los nuevos botines de OvertheTopShop», cuando el país y el mundo entero se iban a la mierda, como si no fuera con vosotras, empeñadas en seguir consumiendo vorazmente. »Seguisteis mirando al suelo con carita inocente, tocándoos el pelo mientras os fotografiaba un abnegado novio que se 46


preguntaba continuamente «¿por qué me dejaré mangonear de esta manera?». Sí, ahora lloráis, pero reíais cuando os vendisteis a multinacionales del mal como PASOS.com por un miserable free shipping. Os dejasteis llevar por la enajenación colectiva que provocó el zapato más feo de la historia. La idea de poseer algún día unas botas Chita de Jeremy Candell os tenía tan obsesionadas que vendíais vuestra alma en cualquier sorteo. Las Chita, permitidme que os diga, son ahora consideradas contrarrevolucionarias y dañinas. –¿Dónde… –titubea Melinda, aterrorizada– …dónde están nuestras Chita ahora? ¿Po-podremos verlas y abrazarlas pronto? –Por supuesto que sí –contesto sonriendo con malicia –¡GUARDIA, LA CARRETILLA! A los guardias del gulag les gritábamos y tratábamos fatal porque era un cuerpo formado por personas que habían sido muy, muy perversas en su vida anterior: 47


especuladores financieros, ministros de cultura, yernos de rey, etc... El guardia José Iván Wort apareció con una carretilla hasta los topes de botas feas y horrorosas que otrora habían sido el objeto de deseo de estas pobres niñas. –P-pero, ¿qué has hecho con nuestras botas, desgraciá? –Yo nada, pero vosotras las vais a destrozar con estos mazos. Este ejercicio se llama «catarsis consumista», ya veréis que bien vais a dormir esta noche en vuestros duros catres de gulag. Y la que se niegue, va directa a la celda de aislamiento, donde será atada de pies y manos y expuesta sin escapatoria a vídeos y vídeos de sesiones de control al gobierno. Algunas de las chicas intentan saltar por las ventanas, otras arrancarse los dedos a bocaos para no tener con qué agarrar los mazos, y otras sacarse los ojos para no tener que visionar las sesiones de control al gobierno. 48


Sin embargo, la valiente GenovevaStyle sobresale entre el resto, y poniéndose en pie con aire gallardo exclama: –DE ACUERDO, VENGA AQUÍ ESE MAZO, ACABEMOS CUANTO ANTES CON ESTO. –Ah, y por cierto –interrumpo el arranque de GenovevaStyle–, cuando acabéis con el calzado, cogéis el cuchillo y el tenedor y os coméis estos deliciosos jerséis navajos de Morango con los que nos disteis el coñazo en la primavera-verano del 2012. Y que no quede ni un hilo en el plato ¿está claro u os hago un croquis? A veces me sabe mal tener que ponerme tan dura. Yo nunca quise ser violenta, lo juro, pero los acontecimientos me llevaron por otros derroteros.

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TERCERA PARTE


La mal llamada Spanish Rebellion me pilló haciendo un curso de comunicación de moda en la prestigiosa escuela DIE. Cuando eres medianamente reivindicativa y socialmente comprometida y estudias en una escuela de moda carísima y tela de hipster, parece como si todo el mundo se creyera con derecho a pedirte explicaciones. Según creo entender, se espera que, para ser coherentes con nuestros principios, las personas de izquierdas hemos de ir en taparrabos por la vida. Si algo nos enseñó la opinión pública de la España de los 2010 es que si eres defensor de un estado del Bienestar de todos y para todos, has de renunciar a una serie de privilegios como son, por ejemplo, comerte una 53


tapita de gambas al ajillo de vez en cuando o tener un reloj de imitación. Lo sé. Sé que no tendría que andar dando explicaciones a nadie de porqué una cosa no quita la otra, pero me cuesta trabajo renunciar a la ocasión de freír cerebros mediocres con el triste relato de mis desventuras como azafata de imagen. Trabajo que desempeñé durante casi tres años para poder pagarme los estudios, y para mantener a un novio que tenía por aquel entonces, un actor canadiense veinte años mayor que yo; el típico piscis rarito con continuas depresiones que me sacaba la pasta con alegría.En un año me llegué a chupar hasta cinco congresos de urología con operaciones de cambio de sexo en vivo. Me contrataban como sustituta de otras chicas que tenían que salirse del auditorio con náuseas. ¡Como si nunca hubieran visto un pene en carne viva! Blandas. Cierto es que en mi escuela yo era de las pocas raras que se había costeado la formación íntegramente con el sudor de mi frente, 54


y me sentía superorgullosa y superobrera cuando me comparaba con mis compañeras de pupitre. Hasta me permitía dar lecciones de la vida de vez en cuando. Al fin y al cabo, en tres años soportando humillaciones en congresos varios, ¿me había ganado el derecho, sí o no? En el mundillo era conocida como «la superazafata sindicalista» porque, entre paraguas y paraguas que repartíamos a los jubilados trotaferias, trataba de convencerlas para ver si quemábamos alguna ETT. –Guapa, ¿me das un caramelito? Es pal nieto –preguntaban los viejecillos mientras depositaban todo el contenido de los boles de chuches de propaganda en sus sacas de trotaferias, antes incluso de que les hubieras dado una respuesta afirmativa. –Claro que sí, señor, usted no se corte, hombre –contestaba yo con una sonrisa en la boca–. Como te decía, Maripi, he leído en 55


los estatutos que tenemos derecho a sentarnos cinco minutos de cada hora, y que los tacones obligatorios van en contra de la legislación laboral. Tenemos que sindicarnos para tener el derecho de darle un cachete al comercial putero que te insinúa que irte luego al hotel con él es lo normal. –Y ¿me das una de esas navajas de propaganda? Pal nieto también. –Pal nieto los cojones, que se cree usted que la policía es tonta. En la escuela proseguí con la labor evangelizadora que había iniciado en mi etapa de precaria trabajadora de ETT. Gracias a la lectura de la activista antimarcas Nimue Kleimt me convertí en el terror de los profesores. A veces me levantaba de la silla en mitad de la clase, gritaba «¡EL MARKETING ES EL MAL!» y salía por la puerta muy dignamente, haciendo reverencias con un sombrero imaginario en la mano.

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Hacía sonrojarse a los prestigiosos conferenciantes que venían con el cuento de las firmas, el lujo, la personalidad de una marca, la confianza y la tradición, cuando les preguntaba por los suicidios de trabajadores en sus fábricas deslocalizadas. –No, no son nuestras fábricas, son subcontratas –me contestó uno de ellos en una ocasión, tratando de quitarse el muerto de encima. Toma, experto en marketing y comunicación, hay que joderse. Si de casa ya venía radical, el DIE me convirtió en una increíble Hulk, que reaccionaba iracundamente ante cualquier atisbo de soplapollez cool. Y, créanme, la tontería campaba a sus anchas en este nido de intentos de coolhunter. Mi remanso de paz, mi sanatorio mental, lo hallaba en las clases de historia del arte. –¿Por qué tenemos que estudiar historia del arte si esto es un curso de comunicación

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de moda? –se preguntaban algunas de mis compañeras. Y con eso creo que lo digo todo. Teníamos un profesor adorable que encima me reía las gracias, me daba bola y aplaudía mis ocurrencias con fervor. Muchas veces me saltaba parte de la clase anterior y me refugiaba en su aula media hora antes de lo que tocaba. –¿Y el resto del grupo? –me preguntaba sorprendido de verme allí sola tan pronto. –Na, están escuchando a un tipejo que es director de arte de no sé qué y lleva más de media hora contando anécdotas sobre su amistad con el gordófobo diseñador Klaus Lügerfeld. Por mi salud mental he determinado que me encontraría mucho más en paz aquí. Él sonreía como diciéndome «no sabes cuánto te comprendo». Un día, qué pena más grande, le echaron como a un perrete, me quedé sola con mi inteligencia, y en su lugar nos cascaron a una historiadora del arte con unas pintas del barrio de Bañapiés 58


chic que tiraban patrás. Muy maja, eso sí, que todo hay que decirlo. Éramos 17 chicas en el máster, todo un miniequipo de cachondas multiculti, porque de verdad que estábamos todas buenas, aunque en realidad no, pero ya conocéis el efecto manada. La más joven, que aún no contaba con la mayoría de edad, era una irlandesa criada en Suiza. Su padre era un magnate de la industria del licor, y vivían en una conocida urbanización de nuevos ricos chuscos a las afueras de Madrid. Era una pobre niña con llave, pero, joder, ¡no veas qué casoplón abría la llave! Cuando nos diplomamos se «independizó» y se marchó a estudiar diseño a Milán. Su primer status en las redes sociales desde su nueva vida (I miss my maid so badly) fue la señal divina que esperaba para expulsarla definitivamente de mi vida en forma de unfriend, el yanoteajunto de la era digital. Esta chica se convirtió así en la primera de la lista en el programa re-

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cién creado por mí misma: ¡deshágase cada día de un amigo burgués! La más talludita era una treintañera single and fabulous de manual, y hacía un poco las veces de la mamá de todas, porque sabía lo que era buscarse las habichuelas, ya que había emigrado desde Brasil hacía un tiempete. Era una virgo cojoneramente perfeccionista (¡sorpresa!) y tenía la cabeza en su sitio. Bueno, y las tetas. Las tetas también. Luego tenía otra compañera que aparecía cada día con un brand new modelito made in Imitex (sí, esa voraz multinacional que cambiaba los escaparates cada quince días, y que afortunadamente fue nacionalizada por la junta revolucionaria) a la que le preocupaba, y de qué manera, la tala indiscriminada de bosques. Una cachonda que se dice. Un día, Amelie, la de historia del arte, preparó una visita cultural al Museo y Centro de Arte Moderno Infanta Mencía fuera del horario de clase. Acudimos dos.

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Otro día Mopy, el profesor de coolhunterismo, organizó una visita a la recién inaugurada flagship store de Matt Jakesob en Madrid. No solo acudieron las 17, sino alguna que otra amiga que se acopló al plan aprovechando que era «una visita guiada, y eso al fin y al cabo es un lujazo». Siempre es reconfortante llevar un profesor al lado cuando visitas una tienda, más que nada por si no hay un dependiente cerca al que pedirle una talla menos del pantalón que te estás probando (una talla más nunca se pide, hasta ahí podíamos llegar). Te matriculas en una escuela hipster con la esperanza de hacer amigos coreanos con gorro beanie y remangados pitillos, y acabas rodeada de mientrasmecasos disfrazadas de sus madres. –Bueno, niñas, veo que ya vais acabando con la tarea –el aula había quedado convertida en zona de guerra, con tacones, cordones y cuero por todas partes–. Es hora de 61


una nueva reprimenda; abrid bien las orejas. Según leo en vuestros informes, os tenían explotaditas en agencias de comunicación como becarias, pero nos llamasteis de todo a las que hicimos huelga defendiendo vuestros derechos laborales jugándonos el tipo. Ah, y «vagas», os permitisteis el lujo de llamarnos vagas. Si hubiera una selección nacional de pijerío y estupidez supina tened por seguro que os convocaría para todos los partidos. »¿Recordáis el día en el que se anunció la amnistía fiscal para grandes defraudadores? Pues bien, GenovevaStyle escribió en su cuenta de Tuister «@GenovevaStyle: Look Tie Dye, ¿os gusta? Votadme en Cutration http//t.co/H85iA» cinco o seis veces. Cuando la policía del antiguo régimen acribilló a balazos de goma a una multitud pacífica, GenovevaStyle, nuevamente, nos abrió su corazón y nos dejó penetrar en los rincones más íntimos de su alma «@GenovevaStyle: esta temporada apuesta por el 62


flúor, ¡no te arrepentirás!». Que sí, que sí, que tengo aquí las capturas de pantalla. –La profe tiene un iFad, qué fuerte, es una perroflauta con iFad, jiji. –ríe jocosa Melinda, mientras señala la pantalla de mi aparatito. –Vaya, vaya, tenemos a una rebelde que no ha prestado atención a la historia de los encriptados –Melinda me mira con terror, yo sonrío malignamente mientras hago un gesto con la mano llamando al guardia–. José Iván, llévese a esta a la sala de castigo, a ver si unas cuantas intervenciones del ex ministro de economía Asdrúbal Totoro consiguen que la próxima vez preste más atención. »Ay, Melinda –suspiro mientras veo cómo se aleja pataleando arrastrada por el guardia–, que lo más inteligente que leí en tu blog el día en que el gobierno del antiguo régimen anunció una subida del IVA al 38% fue la palabra «versátil» , aunque desgraciadamente aplicada a una cazadora de motero…

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»¿Y tú, María, del blog Mi Stylish Armario Empotrado? No has abierto la boca en todo el día. –Yo, yo… –Sí, tú. Para ti también tengo. Mira este tuist de mayo del 2011: «@armarioempotradostylish ¡Letizia Ortiz cambia de vestido por fin! #SpanishRebellion!» Juas, juas, eres muy graciosa. ¿Sabías que mientras te divertías estaban desahuciando a tu vecino? La única explicación que le encuentro a este hecho es que no andes muy fina de la cabeza o de que tengas inhibido el lóbulo central de la empatía. Eso sí, seguro que luego no te perdías ni un solo evento benéfico de Chopperd, la prestigiosa firma de joyería. ¿Me equivoco? Espera que sigo: «@armarioempotradostylish Jana dello Checo para J&M, Can’t wait!» –Basta, basta, ¡por favor! –suplica María. –Shh, CALLA, no empeores las cosas, que seguro que encima le dabas al «Me gusta» en páginas de multinacionales en Facepoot 64


para conseguir un frapuccino gratis. No se me ocurre forma más indigna de prostitución. Sois una auténtica vergüenza, desde el cariño, pero de verdad os lo digo. ¿Dónde estabais el 15 de mayo, eh? Seguro que haciendo el cretino por el mundo, como si lo viera. Yo, en cambio, estaba comprándome unas zapatillas en unos chinos de esos que huelen a polvorín para poder ir a llevar provisiones a los atrincherados en Sol, como a Jesús en la cruz. –¿Necesitabas calzado especial para la misión? –pregunta intrigada Genoveva­ Style–. ¿Acaso no es eso consumismo? –¿Podrías repetir eso que has dicho, hermosa? –le ruego, mientras siento una lágrima resbalar por mi mejilla. –Claro, es lo que tú nos enseñas, que no tenemos que correr a comprarnos un nuevo modelito para las ocasiones especiales. Lo mejor es reciclar ropa que tengas por casa, pedir algo prestado, intercambiarse ropa con las amigas, y tal. 65


–¡Alabado sea el gran Marx! –bramo mirando al cielo–, ¡aleluya hermanas! ¡GenovevaStyle está curada o es muy buena actriz! –Sí, sí, pero no te desvíes del tema –me interrumpe GenovevaStyle–. Creo que nos debes una explicación de por qué te compraste unas zapatillas en los chinos el día cero de la revolución. –Cosas de la vida moderna, querida–contesto con serenidad–. Acuérdate de que dejar calzado en casa del churri se consideraba invasión y amenaza a la independencia. Ya sabes, esa chufa de los noviazgos posmodernos a la que pusimos fin con el Ministerio de Relaciones Personales. »Por seis euros me llevé unas Convert falsas azul marino con tara, que con el tiempo acabarían convirtiéndose en todo un símbolo de mi revolución interior. Los niños esclavos que las fabricaron comenzaron a aparecérseme en sueños, y desde entonces no volví a consumir trapitos que no procediesen de éticas swapping parties. 66


–Vamos, que eres la pringui que se queda con la ropa basura que sus amigas desechan –puntualiza Melinda con sorna. –Pero, ¿y lo bien que duermo por las noches?, ¿eh? Eso no me lo quita nadie. –¿Y tú? ¿Cómo viviste aquellos días, profe? –GenovevaStyle muestra un extraño y repentino interés–. Y no, no me preguntes si estoy actuando. He visto la luz, quiero ser una buena marxiana y que tú ilumines mi camino. –Ay, monería, qué alegría me das. El día 16 de mayo me olí que algo grande iba a suceder. ¡Y vaya si sucedió! Qué semanita aquella. Nunca había tenido la sensación de estar viviendo un momento realmente histórico. »También es verdad que nos flipamos un poquillo llamándolo Spanish Rebellion, que a exagerados no nos gana nadie, aunque en nuestra defensa he de decir que después de tres días experimentando en la comuna cualquier cosa parecía posible. 67


»En algún momento llegué a pensar que estábamos cambiando las cosas radicalmente, que estábamos construyendo un nuevo orden. Tal cual. Y al final resultó que no me equivocaba. Cada vez que me acuerdo de aquellos que decían que con acampadas, huelgas y manifestaciones no se conseguía nada… cada vez que me acuerdo de ellos voy a hacerles una visita al campo de trabajos forzados y les hago una pedorreta. »Durante los cinco primeros días de vida de la criaturita acampadil viví por y para ella. No me quería perder ni un segundo de su existencia. Me la traían floja y pendulona las clases, y aprovechaba las de Photoshow para meterme en Tuister, a ver qué se contaban mis hermanos, los campistas: Camping Sol @Campingsol Necesitamos papel higiénico #spanishrebellion Bio: twitter oficial de la acampada

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Nico Martín @vivaespaña1993 A ver si pasa el camión de la basura y limpia las acampadas de piojosos comunistas #spanishrebellion Bio: devoto del Cristo de la Virgen, políticamente incorrecto y madridista hasta la muerte!! LoVE AraAnTXItaaa xoxo! @aranchitaguapi Qué asco los putos vagos estos, buscaros un trabajo, guarroflautas! #spanishrebellion Bio: Los sueños se hacen realidad, solo has de perseguirlos ;) Camping Sol @Campingsol alguien tiene por ahí un cable UTP? Pasaros por la comisión de infraestructuras #spanish­rebellion Bio: twitter oficial de la acampada

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Javier Victoria @RenoirJavivi HA LLEGADO EL MOMENTO, LAS PLAZAS SON NUESTRAS! #spanishrebellion Bio: profesor de secundaria, amante del arte e indignado. Soy 15Ñ Camping Sol @Campingsol desde la comisión de alimentación nos comunican que se les ha acabado la leche de soja y las mandarinas libres de transgénicos #spanishrebellion Bio: twitter oficial de la acampada ANON 2.0 @anonym000us NOBODY EXPECTED THE #spanishrebellion Bio: No perdonamos. Expect us Diario Información Veraz @La_ informacion_veraz Empresario dona 6 retretes móviles al Campingsol #spanishrebellion http:// www.lainformacionveraz.com/empresarioretrete-camping-sol 70


Bio: Diario independiente de información en español. Camping Sol @Campingsol Nos acaban de donar 6 retretes portátiles. Parece que aún queda algo de esperanza en la humanidad! #spanishrebellion Bio: twitter oficial de la acampada Pepo Chávez @camaradaPepo @Campingsol: Sois unos putos vendidos al capital, el tío de los retretes solo quiere promocionarse #empresariobuenoempresariomuerto #spanishrebellion en respuesta a Camping Sol Bio: España mañana será republicana, y si es lista será comunista! Camping Sol @Campingsol @camaradaPepo: la comisión de aceptación de regalos se reúne los jueves a las 18 en la Pza. de Montejos. Puedes unirte 71


si quieres hacer alguna propuesta, desde el Tuister no se toma ninguna decisión ;) #spanishrebel­lion en respuesta a Pepo Chávez Bio: twitter oficial de la acampada »–Qué, Lucía, ¿te apañas con la herramienta de lazo magnético? »Juanpe, el profe de diseño gráfico me sacó bruscamente de mis ensoñaciones de comunas hippies con váteres festivaleros, de unión y amor hacia el prójimo, y de fachas nazarenos a los que acabaríamos trayendo al lado oscuro de la indignación gracias a nuestra inquebrantable fe en la inclusividad del movimiento, en la que cabíamos todos sin mayor problema: anarcocapitalistas, comunistas, libertarios, veganos de nivel 5, la falange auténtica, socialdemócratas y hasta (sí, os sonará aterrador) votantes de Unión Progreso y Demagogia. »–Huy sí, profe, mira qué bien enlazado magnéticamente lo tengo todo ya. 72


»–Estabas mirando Tuister. »–Nu. »–Sí, que lo he visto, mentirosa. Entiendo que estamos todos muy emocionados por lo de las acampadas y tal, pero cuando estás en clase deberías concentrarte. »–¿Concentrarme en qué? –dije poniéndome de pie–. A escasos metros de esta escuela elitista para fresas se está creando el nuevo orden mundial, y yo estoy aquí, haciendo el canelo con el lazo magnético, que de poco me servirá cuando vengan los bolcheviques y trabaje en un huerto urbano recogiendo alcachofas, y encima existiendo la herramienta varita mágica, lo tuyo roza el sadismo, ¿eh, Juanpe? »–Acaba de recortar la foto de Starlette Johenson y puedes marcharte a ver a tus camaradas –miró a la pantalla de mi ordenador–. No te olvides de llevarles unos rollos de papel higiénico. Doble capa, no me seas cutre. –Si tengo que recortar la turgente silueta de Starlette Johenson sin usar la varita 73


mágica llegaré a Sol cuando ya hayan escogido a un líder supremo, vaya chufa, Juanpe, vaya chufa. »–Está bieeeen, vete ya. »–¿Podemush ir nosutrash a ver o partidu? –preguntó una de las brasileñas. »–Nop –contestó Juanpe con firmeza. »–¿Por qué no? –protestó–. Lucía se va a… »–Lucía se va a cambiar el mundo por todos nosotros, no me seas frívola, Anabela. Cuando acabes de retocar los muslos de Chiyoncé, te vas a ver el partido. »–Oh, genial, entonces no llegaré hasta la prórroga. »Durante la acampada me uní a la Comisión de Limpieza, quizás porque era la única en la que no era necesario un constante consenso cansino para llevar a cabo cualquier pequeña acción. Supuse que me evitaría situaciones de este rollo:

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»–¿Recogemos esa lata? ¿Hay consenso? Un momento, ahí hay un matiz, habla, compañera. »–Es que es una lata de Coca-Mola, un refresco imperialista, entonces quizás sería bueno y conveniente que sometiéramos a consenso la redacción de un manifiesto en el que condenemos las multinacionales antes de agacharnos a recogerla. ¿Hay consenso? »Una noche de acampada, mientras paseaba con mi bolsa de basura perfumada entre corrillos de indignados me topé con uno de esos ex con los que en la última situación en la que te gustaría encontrarte es limpiando una plaza pública y de gratis. »Cinco kilos perdí en una semana, ¿cómo os quedáis? Mis amigas pijas, encantadas, se vinieron todas a dejar la plaza como una patena como parte de su operación triquini. »Cuando desmontamos aquel chiringuito la fiesta asamblearia continuó en los barrios. Ya no molaba tanto porque no 75


escandalizábamos con la misma fuerza, pero también tenía su punto. »En esta ocasión la agraciada de contar con mi presencia y ayuda fue la Comisión de Comunicación, por motivos que a estas alturas os debieran parecer ya obvios. Decidí poner mi pico de oro al servicio del punto de información del 15Ñ en el Barrio de la Pilastra, de población mayoritariamente fachuza, pero con gran tradición de asociaciones y lucha vecinal. »Obsesionada con la inclusividad, estaba dispuesta a todo para convencer a las señoras de mi barrio de que ellas también eran indignadas, con tan mala suerte que un día antes de establecer el punto informativo, algunos participantes del 15Ñ la habían liado parda en otra ciudad y la imagen del movimiento quedó a la altura de los escupitajos que habían lanzado a algunos politicuchos a la salida de no sé qué pleno. »Teníamos que condenar esa violencia de cara a las señoras de mi barrio que 76


deseábamos incorporar a la secta de la indignación, aunque por dentro nos estuviéramos riendo (jijiji, ¡toma lardooo, diputado!), así que redactamos un comunicado irrisoriamente blando y casi cristiano en el que renegábamos de cualquier compañero esputante. »Qué vergüenza dar de lado así a una compa. Todo sea por la imagen pública. »A mí, que me había puesto pendientes de perla para camelarme a las maris del barrio, me pusieron (no me preguntéis quién porque aquello era horizontal) a repartir las octavillas del comunicado antilardos con un perroflauta de manual, pero de los de verdad, no de los que van vestidos de puesto de hippies de intercambiador de autobuses; además entradito en años. »Y allí nos hallábamos los dos, como la extraña pareja, con un taco de panfletos para repartir enfrente del mercado. Cuando ya llevábamos un rato allí a pie firme y ninguna señora se dignaba a coger la puta octavilla, 77


me armé de valor para hablar con mi compañero: »–Yo creo que deberíamos montar una comisión de estética personal, para que la opinión pública nos tome más en serio, ¿no? –le comenté al desaseado libertario. »–Pero tía, ¿qué me eshhstas contando, jolega? »–Que no es de recibo que yo me plante aquí supermaqueada y que tú dificultes mi labor evangélica con tus pintas de gualtrapa. Predicamos la no-violencia y tú no paras de atacar visualmente a la peña con tus pintas. »–Jo, tronca, qué mal te enrollas, ¿que no? *** –Señora, ya es casi la hora –la celadora me avisa de que el lavado de cerebro del día de hoy está llegando a su fin– tengo que fregar.

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–¡Madre mía, cómo pasa el tiempo cuando me pongo a hablar de la revolución! Niñas, ya habéis oído, mañana más. El guardia José Iván os espera fuera para devolveros a vuestras celdas. Como hoy os habéis portado muy bien le he pedido que os deje mirar catálogos antiguos del Hiperchon, alpargatas caballero 3x1, antes de dormir. »Ay, doña Pristina Maruentes –suspiro mientras le doy una palmadita en la espalda a la celadora–, ¿a que se está mucho más en paz con una misma trabajando con la mopa que mandando aporrear chavales inocentes? Por cierto, acabo de caer en que «Maruentes» rima con «inocentes», ¡qué ironía! ¿verdad? –Sí, señora –contesta con amargura secándose el sudor de la frente.

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Lucía Muñoz Molina (Madrid, 1985) es licenciada en filosofía y se dedica a la sociología de la indumentaria ideológica y los procesos revolucionarios (disciplina inventada por ella misma) de forma amateur. Monstruo audiovisual, ha trabajado en algunos programas sobre moda en televisión. También ha sido empresaria, pero no de las que explotan a sus semejantes, sino de las que pagan la cuota de autónomos religiosamente sin perspectiva alguna de obtener ingresos. Actualmente está volcada en su blog Filósofa Frívola, donde, además de reírse de absolutamente todo, analiza con gran tino las tendencias del mundillo subversivo y contestatario.


Este libro se terminó de imprimir un día de verano de 2012 en los talleres gráficos de Colornet, Gràcia, Barcelona

«La sociedad nos trató como mierda y ahora les vamos a dar por el culo. El mundo está dominado por niños bonitos hijos de papá. Dios, ¡basta ya de mierdas light! Basta ya de colonias, de anuncios de coches, de aguas minerales... Solo quedamos nosotros, amigos, todo el mundo es tonto o moderno.» Ramón Yarritu

www.honolulubooks.tumblr.com


Otros títulos: Colección Blogexploitation Mari Klinski  Ainhoa Rebolledo Colección Lavorare Stanca E-mails para Roland Emmerich  Sergi de Diego Mas


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